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Título

El uso del cuerpo como propaganda: El movimiento posporno en el siglo XXI.

Justificación

El cuerpo inscrito en el feminismo, representa el espacio en que las verdades


histórico-políticas se materializan. Este espacio, empero, es un lugar que, a la par
de las exigencias de los movimientos feministas a partir de la década de los
setentas, se nos muestra como un sitio de confrontación en que los complejos
culturales se tambalean: la matriz heterosexual hombre-mujer, -de la que habla
Judith Butler-, o el mismo modo de vida patriarcal que se ha experimentado en gran
parte del mundo. El caso de la pospornografía va un poco más allá de esta lucha
feminista. Este movimiento busca mediante su performance, revertir, o bien,
resignificar la forma en que el cuerpo de la mujer se inscribe en la vida social.

El cuerpo se convierte en su “arma”, y busca “romper” la normalidad con


escenificaciones “sextremistas”. Ésta manera de colocar el interés feminista en las
agendas artísticas ha abierto una rica veta para el análisis de los movimientos
sociales en el siglo XXI.

El posporno es un caso en que, a partir del análisis sobre el performance, la


escenificación, el simbolismo y la iconografía, es posible construir lo social y explicar
cómo es que despliega y complejiza la relación entre la estética, la cultura y la
política, y cómo ésta relación no es limitativa, sino por el contrario, atraviesa todo el
entramado de lo social a partir de las acciones cotidianas.

Por otra parte, nos ayuda a entender la respuesta de la opinión pública de occidente
ante los grupos “radicales” que defienden los derechos humanos, y por qué el
performance visto como instrumento estético-político, es capaz de permear al
mismo tiempo, en las estructuras sociales y en nuestra forma de convivir.
Planteamiento del problema

Desde Rita Segato la guerra es entendida como medio de control, retomando las
Sociedades de Control de Deleuze, y no sólo como un conflicto bélico armado, la
guerra ahora se articula como propaganda, como la violencia exacerbada que se
ejerce sobre los cuerpos pero con un afán perverso, sobre el cuerpo de las mujeres
y los cuerpos feminizados.

En este contexto jamás habían existido tantas leyes, tantos talleres bajo perspectiva
de género y derechos humanos, nunca antes había existido tanta literatura en
circulación libre sobre los derechos y el empoderamiento de la mujer, sin embargo
pareciera que la violencia sobre los cuerpos femeninos, feminizados y de las
mujeres se ha exacerbado de maneras inimaginables, hoy las mujeres siguen
muriendo en este contexto de guerras “informales”, su cuerpo nunca antes fue tan
controlado o usurpado mediáticamente a un modelo socialmente aceptado de
belleza.

La rapiña que se desata sobre lo femenino se manifiesta tanto en formas de


destrucción corporal, sin precedentes, como en las formas de trata y
comercialización de lo que estos cuerpos puedan ofrecer, hasta el último límite
(Segato, 2016).

El sufrimiento y la agresión impuesta sobre el cuerpo de las mujeres, así como el


espectáculo y naturalización de esa violencia representan el triunfo de la propia
explotación de la vida bajo los términos de una guerra que se libra desde lo
cotidiano. Desde este enfoque el posporno como movimiento social enfrenta esta
guerra desde el cuerpo, se retoma la idea de su cuerpo como “arma”.

El auge en Europa de los nuevos movimientos sociales desde los setenta reveló un
desafío ante la reconfiguración del poder. Surgieron de esta manera las luchas
feministas, antimilitaristas, ecologistas y de la Diversidad Sexual como parte de la
“familia de movimientos sociales de la izquierda libertaria” (Rovira, 2015).
Así tomaba fuerza el feminismo como postura crítica de la actividad política y cultural
en Europa; del papel de la mujer en el entramado social. A inicios del siglo XXI,
varios grupos feministas empezaron a emerger en gran parte de este continente.
Tal aparición no fue ninguna coincidencia; las teorías que buscaban mostrar cómo
es que funcionaban los movimientos sociales disgustaban por su ineficacia para
explicar la realidad social.

Los enfoques “macros” y “estructuralistas”, se fueron agotando para adoptar una


visión más bien pragmática de la dinámica social. La pospornografía así como otros
movimientos, se basan en la acción como referente principal de su movimiento. No
es que se haya “dejado atrás” el intento por construir modelos de explicación a
acontecimientos específicos alrededor del mundo occidental. Más bien, se halló que
“acercarse” a los eventos, actores y movimientos, trae grandes oportunidades al
análisis de lo social.

Sin embargo, el elemento que distingue a la pospornografía de los demás colectivos


y movimientos feministas es su performance. En su forma, lo que ha hecho el
colectivo es conjuntar y amalgamar una serie de elementos estéticos traídos desde
diferentes paradigmas, como el uso de apariciones que rompen (o, al menos eso es
lo que buscan) con el status quo o una normativa sexual por llamarlo de alguna
manera y, en este trabajo en específico, el uso del cuerpo: de la capacidad por
generar otras posibilidades de deseo la “pinta” de ellos con eslogans y
propagandas, iconografías diversas etc.

Entendemos entonces a la pospornografía como un movimiento estético-político,


que transgrede la imagen que ha hecho de la mujer la industria del consumo masivo
de pornografía heterosexual. El posporno muestra “otros” deseos y prácticas que se
encuentran al margen del espectro heterosexual. Es un planteamiento crítico que
expresa políticamente la representación de la mujer y de la sexualidad (Romero,
2017).

Por medio de imágenes y símbolos, el posporno articula una manifestación en que


trata de alcanzar, al menos, los siguientes objetivos:
a) Por un lado, detener el uso de la imagen de la mujer como objeto. Aquí, el
coito resulta ser la condición sine qua non de la representación de la mujer,
en que un sujeto penetra y un objeto es penetrado. Detener esa práctica tiene
que ver con la protección de la dignidad de la mujer y de la abolición de la
violencia iconográfica.
b) Hacer visible otras formas de deseo y de manifestación sexual, en que se
pone en tela de juicio la función de los roles y prácticas que no se amoldan
al esquema tradicional heterosexual, (Milano y Pauletta, 2011).
c) Una manifestación estético-política que busca la reivindicación del
reconocimiento e instrumentalización aseguradora de los derechos sexuales
de la mujer. A través de éste enfoque, la construcción de la identidad
feminista se ubica, de acuerdo al análisis de las políticas, como un actor que
trata, mediante sus recursos, de incidir en la toma de decisiones públicas.

Este último objetivo se fundamenta en que las identidades son, en realidad,


construcciones sociales en proceso, y que a la vez, éstos procesos se encuentran
insertos en el espacio público y generan divisiones o segmentaciones de políticas
que, tienen su basamento en la diferenciación entre los roles de género. Como así
lo advertían los movimientos feministas de los setentas: “lo personal es político”.

En el presente trabajo se intentará hallar cómo esos instrumentos que cargan un


complejo de representaciones estéticas, se relacionan con la forma de entender lo
político. Así, también se escudriñará la importancia de las expresiones culturales
con el proceso de construcción de identidades colectivas y la sexualidad.
Objetivos

1. Explicar de qué manera ha influido el uso del performance posporno:


escenificación, simbolismos e iconografía, en la conformación de sentido
respecto a las nuevas prácticas sexuales simbólicas.

1.1. Ofrecer una explicación sobre cómo es que se rechazan o integran en la


cultura occidental estas nuevas prácticas.

1.2. Mostrar cuál es el impacto del “uso del cuerpo como arma” para buscar
incidir en la cultura popular.

1.3. Analizar la relación del performance con la apropiación y advenimiento del


sentido en torno a las relaciones sexuales.

Revisión Literaria.

En el presente trabajo se propone también realizar una pequeña revisión sobre


literatura que nos acerque al estudio de la resignificación de los cuerpos desde la
pospornografía como movimiento social en red, con el fin de abarcar una beta más
amplia sobre el análisis de la corporalidad y sus implicaciones como repertorio de
acciones colectivas.

Para ello llevaremos a cabo la exposición de algunos artículos, investigaciones y


libros que desde la perspectiva del tema abordado aportarán para construir la
problemática dentro de la investigación.
Temática 1. Construcción de la concepción del cuerpo en lo social.

Dentro de esta temática se intenta abordar la concepción de los cuerpos en lo social


desde tres trabajos diferentes, primero analizaremos un poco sobre “Dominio y
Naturaleza en Dialéctica de la Ilustración” una tesis de Maestría en Filosofía de la
Universidad de la Laguna de Nuria de los Ángeles López López, dentro de esta
investigación se abordan los conceptos de “dominio” y “naturaleza” como los
términos importantes del análisis en la obra Dialéctica de la Ilustración, para explicar
el proceso de formación de la modernidad. Lo que se pone en relieve es la visión
de los autores sobre el mismo origen de la modernidad como la causa de su fracaso
y de sus ideales de liberación y racionalidad.

Es decir, la causa de que la razón y la Ilustración acabaran por enmudecer y por ser
impotentes ante sus propios ideales. Se pone en relieve como la racionalidad
moderna se encuentra en una dualidad, vista la razón como un órgano de liberación,
pero que acaba convirtiéndose en un instrumento de dominio.

Aunque no hay una metodología explícita, la autora realiza sus argumentaciones


con un ordenamiento lógico descendente-ascendente, desde lo que ella denomina
como antecedentes, estado actual del tema y posicionamientos como desarrollo de
su trabajo y finalmente en una conclusión que pareciera abrir la discusión a un
análisis mucho más abierto pero enriquecedor para nuestra investigación, bajo esta
perspectiva podemos asumir que este trabajo queda un tanto corto para explicar la
resignificación de los cuerpos en lo social, pero definitivamente arroja la posibilidad
de comprender la concepción tradicional de los cuerpos desde la ilustración.

En específico la conclusión de este trabajo es la que nos permite abordar de manera


clara una de las problemáticas dentro de nuestro tema de investigación, aborda un
apartado denominado “Mujer como naturaleza y dominio” donde retoma a Cristina
Molina con “Dialéctica Feminista de la Ilustración” en la cual se plantean las tesis
principales de la obra de Adorno y Horkheimer desde una mirada feminista.
Esta autora plantea el feminismo desde sus inicios como un movimiento ilustrado,
pero considera que la Ilustración contiene suficientes postulados para pensar la
opresión de la mujer. En ella refiere a la definición de lo femenino como naturaleza
frente a la razón. El pensamiento ilustrado, no logra liberar a todo el género humano
del oscurantismo y acaba por separar el “ámbito de la mujer” de la reflexión acerca
de la libertad y crea desde este argumento la idea de una diferencia en jerarquía del
hombre sometiendo a la mujer (Molina, 1994).

Hasta este punto resulta conveniente para la discusión traer a Judith Butler con
“Deshacer el Género” como una apología de la deconstrucción de la “dualidad
existente” de géneros, en este sentido se convierte este libro en una herramienta
para facilitar nuestro acceso al análisis de la pospornografía en tanto tengamos a la
mano conceptos clave desde los estudios de género y Butler y su libro se vuelven
imprescindibles para ello.

Esta autora conoce a la perfección cuáles son los puntos al rojo vivo del activismo
LGBT+ y del feminismo actual. En éste libro recoge la disidencia afectivo-sexual
alejada de la heteronormatividad y nuestra autonomía, las reglas socialmente
aceptadas del género las reasignaciones de sexo, transexualidad e intersexualidad,
la patologización de la transexualidad y de los géneros no binarios, de la
heterosexualidad como modelo para ‘producir’ nuevas generaciones
heterosexuales, la necesidad del reconocimiento, el incesto, la normatividad físico-
corporal, la transformación social del activismo y de la filosofía que engloba todas
estas temáticas y conceptos. Abordar nuestra investigación desde su acepción
conceptual es fundamental para establecer pautas que nos acerquen a la liberación
o emancipación de los cuerpos en lo social que en específico se aborde desde el
movimiento posporno.

Al analizar estas obras, obtenemos al menos cuatro conceptos que permiten el


análisis de la concepción del cuerpo en lo social, en primer lugar el contexto
histórico-político para explicar las estructuras que conforman socialmente las
corporalidades, el activismo corporal como posibilitador para entender la ruptura con
los Estados nación hacia el activismo en los Estados globales y finalmente la
emancipación desde la deconstrucción del género, como posibilitador de resignificar
las corporalidades, en específico de las mujeres en lo social.

Temática 2. Enfoques de las nuevas formas de guerra y el cuerpo.

Podemos acercarnos a decir que desde el análisis en la temática anterior el “mundo”


llevaba consigo desde una idea “natural” la sumisión de la mujer y su cuerpo frente
al hombre en la instalación de la era o edad moderna; desde aquí, pensar la
transformación del mundo es ahora imposible sin identificar primero la victoria del
Capitalismo “Global” como sistema ideológico, económico y político, luego de la
caída del muro de Berlín y la disolución de la unión Soviética en 1989.

Pensar las nuevas formas de guerra obliga a recrear espacios, a entender que en
la guerra convencional, la “violación” y la irrupción violenta sobre el cuerpo de las
mujeres siempre ha acompañado las conquistas a lo largo de la historia, pero
articular las nuevas formas de guerra, es devenirlas desde los tiempos del
capitalismo tardío y la era globalizada, de acuerdo con Rita Segato en su obra “Las
nuevas formas de la guerra y el cuerpo de la mujeres” es necesario comprender los
cambios contextuales que hacen posible el cambio de estructura de los conflictos:

Estos son cambios consonantes con una economía de mercado global, en una
modernidad tardía, en medio de ciclos críticos del capitalismo cada vez más
frecuentes, con inestabilidad política, decadencia de la “democracia real” y una
creciente porosidad de los Estados y de los territorios nacionales que administran.
El contexto de ese cambio de la guerra, que ya no responde al conflicto
convencional entre Estados nación característica de las conflagraciones del siglo
XX, es también el del cambio de muchas otras dimensiones de la vida: la
territorialidad, la política, el Estado, la economía y el propio patriarcado. (Segato,
2016, p. 60)

La guerra hoy se presenta no sólo como un conflicto bélico armado, la guerra ahora
se articula como propaganda, como la violencia exacerbada que se ejerce sobre los
cuerpos pero con un afán perverso, sobre el cuerpo de las mujeres y los cuerpos
feminizados que de un lugar marginal, se transforma en foco central de la guerra
patriarcal contra la liberación de estos cuerpos y formas.

Temática 3. La Pospornografía como movimiento en red.

Así mismo para acercarnos al movimiento Posporno hemos revisado también dos
trabajos: “Mi sexualidad es una manifestación política y artística” de Antonio Romero
del Colegio de México y “Pospornografía: el placer está en la fuga” de Laura Milano
y Clara Paoletta de la revista Sinécdoque.

En estos trabajos se conceptualiza la pospornografía y se pone en relieve como un


movimiento político y artístico que llama a la reapropiación de la imagen
pornográfica para visibilizar otras identidades, cuerpos, prácticas y placeres
sexuales fuera del espectro heterosexual masculino que históricamente ha
dominado en la pornografía de consumo masivo.

Para este movimiento es su antecesor e imagen inversa: la producción audiovisual


de la industria pornográfica que creció con el proceso globalizador y de las nuevas
tecnologías de inicios del siglo XXI.

La propagación de este material en sitios pornográficos está siendo rebasada por la


adecuación de estos contenidos en redes sociales, mayoritariamente Twitter,
permeando la posibilidad de digerir este discurso de una manera mucho más eficaz
al acotar videos en unos escasos minutos de duración, pervirtiendo así la lógica de
contagio en las redes sociales, permitiendo la reproducción de una forma de control
corporal.

Sin embargo esta es la línea en que el movimiento posporno también toma carrera,
es en estas plataformas que se han viralizado y difundido los performance de
posporno como una suerte de resistencia frente a las grandes productoras de
pornografía. Es en este tipo de movilizaciones que se pierde la fuerza como
estructuradoras de la acción e incluso de la identidad grupal, pero que conllevan a
una nueva concepción de la acción colectiva, a ellas se definen como “comunidades
sensibles no definidas por una identidad común, sino por una sensibilidad
compartida”. Y de ahí deviene la oportunidad para la acción, son comunidades
“fuera de lugar” y por ello pueden incorporarse en cualquier lugar (Rovira, 2015).

Lineamientos teórico metodológicos

Para abordar el caso de la pospornografía, se hará uso del corpus teórico que
podemos encontrar en Judith Butler respecto a la cuestión feminista. En primer
lugar, sobre cómo es posible analizar los movimientos feministas a la luz de nuevas
formas de organización política en los espacios democráticos.

El trabajo se guiará bajo una metodología mixta: por un lado, mediante el análisis
de la producción de significados generados a partir del performance posporno de
video artes que se recuperarán a partir de la tercera edición del festival sobre
pospornografía “Anormal” en la Ciudad de México, durante el mes de enero de 2020.

Y por otro a partir de la generación de un grupo de discusión que contemple la


producción de discurso como un acto que pone en relación a agentes dotados de
esquemas de producción de sentido, situados en una serie de “situaciones sociales”
que se guían bajo una serie de reglas y constricciones sobre lo decible.

El manejo de esta técnica tendrá que tener en cuenta así, la estructuración del
medio social en que se pretende investigar, la fundamentación metodológica del
grupo de discusión propuesta por Jesús Ibáñez en Más allá de la sociología toma
como base, para explicar el funcionamiento y el manejo del grupo de discusión,

Sin embargo a este punto contamos con una serie de videos arte del colectivo Post-
op, de los cuales hemos seleccionado para efectos de analizar posteriormente,
previa a la realización del grupo de discusión, un video titulado “Fantasía
PostNuklear”. Este video se pretende reflejar lo construido del acto sexual y el
género dejando patente que su aparente naturalidad es fruto de un continuo
mecanismo de repetición que lo normaliza, normativiza y regula. La manera de
moverse de los personajes de Post-op realza la mecanicidad de las prácticas
sexuales y como se han ido naturalizando a través de esa repetición. Por otro lado
se proponen nuevas prácticas descentralizando los órganos reproductivos como
únicos órganos sexuales, ampliándolo a todo el cuerpo.

A partir de este video se puede ejemplificar la creación de nuevas identidades, no


fijas, mutables, difíciles de encasillar y definir.

I.

El estudio sobre los movimientos sociales puede dividirse en dos grandes corrientes
del pensamiento sobre lo social: por una parte, los enfoques micro que buscan
explicar cómo se va construyendo la realidad social desde los acercamientos a los
hechos, los actores y los movimientos, y por el otro, el enfoque macro que explica
a la realidad a través de la elaboración de complejos modelos en que se representa
y simplifica la realidad para su posterior análisis. En el primer enfoque imperan los
análisis descriptivos de la realidad, y en el segundo se presta más atención al
carácter funcional de los sistemas sociales.

El feminismo ha puesto sobre la mesa qué tan viable es para su análisis, ambas
tradiciones en el campo del pensamiento social. De acuerdo con Jasper (2012), el
feminismo ha replanteado el estudio sobre la acción colectiva. El autor plantea que
los grandes paradigmas en el estudio de lo social -relacionados con la clasificación
aquí presentada entre macro y micro-, sufrieron una serie de anomalías que los
intelectuales actualmente han buscado subsanar a través de la revisión de los
clásicos, y poniendo “parches” a esas grandes teorías para tratar de “arreglarlas”.
Tras escudriñar en movimientos pragmáticos como el feminismo las razones por las
cuales lograron no ver explicación alguna en los grandes modelos, pensadores
como el citado autor se ha ceñido estrictamente en las pequeñas acciones y sus
fundamentaciones –en una segunda generación-, de la perspectiva desde lo micro,
en donde los modelos más amplios miren hacia la acción.

Esta perspectiva nació con el descubrimiento, en el campo de la sociología política


de Touraine. Luego de fracasar en su intento por explicar hacia dónde se dirigía el
cambio social, protagonizado por diferentes grupos pragmáticos enfocados en la
acción, concluyó que “el rumbo” de la sociedad, -por simplificar el concepto de
alguna manera-, se da gracias a los esfuerzos de cada actor dentro de un
movimiento para expandir y proteger su interés.

Es el sujeto quien finalmente decide no con una idea de ver hacia el resultado final
del cambio, sino de ir formándolo conforme se vaya desarrollando el movimiento.
Así, la perspectiva sobre el estudio de los movimientos sociales de desplazó y se
ubicó desde un sitio en donde cada grupo expresa una “antiposición”.

Los movimientos sociales se resisten ante la hegemonía política y cultural; saben lo


que quieren pero no cómo lograrlo exactamente, cuestión que ulteriormente
tampoco importa, puesto que la realidad y los resultados de sus acciones son
contingentes. Eso explicó el porqué algunos grupos y colectivos fueron
desapareciendo o se reestructuraron con otra forma de organización, pero su causa
no.

En resumen, la superación de los micro y macro modelos se dirigieron hacia un


esquema procesual: se podía optar por el modelo de lo micro hasta lo macro, o
desde lo macro hasta lo micro. Éste último implicaría, arguye Jasper, en que se
deduzca algo que ya formaba parte de la explicación inicial, lo cual no generaba
algún resultado que fuera útil. Por el contrario, el camino de abajo hacia arriba,
resulta el más propicio para comprender cómo es que van emergiendo los
movimientos sociales.

El enfoque de abajo hacia arriba es el basamento teórico en que se asienta el


presente trabajo, y el cual no es restrictivo, sino es bastante amplio, puesto que
versa sobre cómo a través de las expresiones individuales se reconocen los
colectivos y sus causas. Aquí dicha visión se traduce en cómo las expresiones
artísticas en los cuerpos a partir de la pospornografía permean a la estabilidad
política; a la normalidad del régimen heterosexual, y a la vida pública, y en cómo la
lucha por exhibir el mundo de opresión parte de los procesos culturales propios de
la religión o la política, transgreden la convivencia social.

Éste sentimiento de opresión, es clave para el desarrollo de esta investigación de la


teoría feminista y queer. Desde la emergencia de este nuevo modelo de explicación
de los movimientos sociales, las miradas del análisis se dirigieron hacia los estudios
etnográficos: es gracias a éstos que las emociones como elementos subjetivos
micros alcanzaron una importancia vital para las nuevas explicaciones sobre lo
social.

En gran medida esto se debe a que finalmente quienes analizan el medio social,
etiquetan a los movimientos sociales, inhibiéndoles de algún componente interno o
externo dinámico. Es por ello que, sin una teoría general sobre la historia, o sobre
información acerca de los intereses de cada grupo o colectivo, es posible hallar con
una mirada muy de cerca cómo se articula un movimiento. Cuestión que el
feminismo logró gracias a su retórica, a sus símbolos y a su lucha día con día, con
diferentes actores políticos como protagonistas.

Las emociones, aquí reflejadas en expresiones artísticas y en consignas, resultan


ser la base micro para pensar y evaluar el medio a nuestro alrededor y construir
modelos eficaces.

Parte del proceso de construcción de las identidades, ya cimentadas bajo una


perspectiva micro de las emociones, en que resulta injusta la relación
heteropatriarcal, resulta necesario, desde el concepto de resistencia de los
movimientos sociales actuales, definir, o al menos esclarecer cuál es el modelo que
se busca replantear. Para el posporno es su antecesor e imagen inversa: la
producción audiovisual de la industria pornográfica que creció con el proceso
globalizador y de las nuevas tecnologías de inicios del siglo XXI.
II.

En el mainstream del material pornográfico heterosexual, las imágenes buscan


provocar en el espectador una clase de éxtasis corporal, el cual culmina con el
orgasmo (Williams, 1991). El discurso está dirigido a mostrar en los cuerpos una
representación natural y cotidiana de la sexualidad humana; “ofrece” una sexualidad
pública. En ese sentido, tal sexualidad pública restringe otras formas de deseo y
placer sexual, “normaliza” las relaciones de poder entre los cuerpos y cómo deben
funcionar en el espacio privado. Biopolitiza en sentido Foucaltiano los cuerpos y las
sexualidades a manera de régimen disciplinar.

Siguiendo esta ruta de argumentación, tomamos como basamento la idea de Butler


(2001), respecto a que el movimiento posporno produce otra corporeidad que va
construyéndose después de la resignificación de las relaciones entre los géneros,
para que los mismos logren ser vistos y a la postre analizados, como parte de un
proceso cultural, y no natural, como en contraste lo plantea el porno
heteronormativo.

El posporno produce así, mediante su performance, códigos en constante


redefinición, que logran desplazar la imagen tradicional sobre los cuerpos y sobre
la sexualidad. Bajo esta mirada, las identificaciones corresponden a un espacio en
contante politización. Esa es la propuesta del feminismo: desenmascarar de la
normalidad lo patológico que ha sido asunto político.

El movimiento posporno busca darle un sentido diferente a la manera en que se


entiende lo político. Como proceso politizador, la línea entre lo privado y lo público
se desvanece en la medida en que avanza la cultura civilizatoria; sostén del régimen
democrático.
Bibliografía

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