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Cesar Eliecer Villota Erazo

Javier Alexander burgos

La vieja
Un tumulto de personas rodeaban aquella vieja casa, unos rezaban, otros se santiguaban
repetidas veces, el horror era absoluto en la mira de los pobladores que presenciaban la tétrica
escena, un aroma a sangre y muerte cubría las calles del poblado. Entre murmullos la historia
de lo que había pasado se escucha en diferentes voces. La dueña de la casa había salido por la
mañana, encargándoles a sus dos pequeños hijos la tarea de cuidar el maizal que se encontraba
al respaldo de la casa, pues las aves podrían dañar el cultivo, los niños muy obedientes le dijeron
que no se preocupe y que se fuera tranquila. El tiempo paso rápidamente mientras los niños
jugaban sin recordar el encargo. Pero sus miedos y recuerdos afloraron cuando a lo lejos la
silueta de su madre hacia acto de presencia, acercándose cada vez más. Rápidamente corrieron
y entraron a la casa, se pararon en la mitad de la sala, mirándose fijamente decían uno al otro
"y-h-ora-site nuestra mama nos va a pegar por no cuidar el maíz”. Sus corazones latían
fuertemente y se detuvo por un instante cuando golpearon a la puerta, ninguno quería siquiera
acercarse, más sin embargo a sabiendas que si se demoraran podría ser peor el castigo, uno
tomo valor y abrió la puerta para que su madre entrara, se agacho para evitar el contacto visual
y la saludo respetuosamente aunque con voz temblorosa, ¡la bendición madre! ¿Cómo le fue?,
pero no hubo respuesta de la madre, por lo que el niño alzo la mirada contemplando un rostro
frio, sin emociones semejante al de un cadáver. La respiración se hiso más profunda, sus pupilas
se dilataron, un escalofrió cubrió el cuerpo del niño, que atónito presenciaba el cambio
monstruoso del rostro y cuerpo de su madre, sus ojos se apagaron como si la vida se fuera de
ellos tomando un color grisáceo, su piel llena de arugas empezó a tomar un color putrefacto,
su cuerpo como si fuera drenado se tornó tan delgado que se podía ver sus huesos, brazos y
piernas se estiraron con violencia, un sudor frio recorrió el cuerpo de los niños que aterrorizados,
no pudieron moverse cuando la creatura se acercaba, de repente la creatura los tomo con sus
manos, que más bien parecían garras, por esos dedos largos y huesudos, los acerco a su boca y
con sus dientes chuecos y amarillo empezó devorar a los pequeños niños. Poco después la madre
llego a su casa, al abrir la puerta solo para encontrarse con la espeluznante escena, sangre
cubría los pisos, paredes y techo. un grito desgarrador cubrió los rincones del pueblo, por lo
que los habitantes más cercanos salieron para ver que sucedía, mirando alrededor de todas las
casas hasta que se percataron de la mujer que se encontraba parada en la puerta total mente
inmóvil, se acercaron he intentaron hablarle hasta que dirigieron su atención al interior de la
casa, pasmados por lo que encontraron en dentro, unos empezaron a orar y otros corrieron a la
iglesia en búsqueda del padre, con gritos entraron a la iglesia, diciéndole al padre lo acontecido
y pidiéndole que fuera a la casa de aquella mujer. El padre y sus súbditos fueron lo más pronto
posible, llevando agua bendita y un rosario en sus manos. El padre entro a la casa, el ambiente
estaba con un aire de muerte casi palpable, era difícil respirar pues un aroma de azufre salía
de la habitación, con su mano empezó a rociar el cuarto con agua vendita mientras repetía
el credo un y otra vez. La piel de aquellas creatura empezó a convertirse en piedra al entrar
en contacto con el agua, un brusco viento sacudió toda la casa quedando posteriormente en
total calma. Ahora una estatua de aquella creatura adorna la sala de aquella vieja casa, Las
personas ahí presentes hablan de lo acontecido diciendo que aquella creatura se llamaba "La
vieja" una mujer que desde tiempos remotos va en búsqueda de su antropófago
preferiblemente aquellos niños que son desobedientes y que se encuentran solos en sus casas.

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