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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

FACULTADA DE INGENIERÍA

ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE INGENIERÍA CIVIL

TEMA:
ESTADO DE EMERGENCIA

Presentado por:
GALLARDO HUAMÁN, Edwin Marlon
POSADA CHOMBA, Valeria
QUILICHE ROJAS, Manuela Yhulisa
ROJAS HONORES, Diego
RUBIO TIRADO, Cesar David
VÁSQUEZ DELGADO, Jesús Mauricio David.
VÁSQUEZ LLAMO, Josué David
Docente:
Dr. BOBADILLA GRADOS, Luis F.
Curso:
Defensa Nacional y Derechos Humanos.
Ciclo:
VII

CAJAMARCA, PERÚ
2019
Defensa Nacional y Derechos Humanos.. Dr. BOBADILLA GRADOS, Luis F.

RESUMEN

La importancia de este tema radica en el hecho de que comprende la problemática de los


derechos fundamentales en las situaciones de mayor riesgo en la vida de los Estados, que
son aquéllas en las cuales se puede comprobar hasta dónde se han desarrollado los
derechos fundamentales y su protección jurídica, y cuánto hace falta para perfeccionar
sus mecanismos de defensa.

Es obvio también, que los derechos humanos están en íntima relación con valores y
principios morales, con principios jurídicos y con determinados bienes y valores
fundamentales que exigen protección en todo momento y circunstancia, y con mayor
razón aún, cuando se ven en grave peligro ante situaciones de emergencia excepcional,
de crisis extraordinarias o de conflictos armados.

Las facultades de suspensión o derogación de derechos fundamentales «pueden en cierta


manera definirse en el Estado constitucional, como una forma de protección especial de
la libertad. Estos poderes extraordinarios que ejercen los Estados solamente pueden
encontrar fundamentación en el marco de un Estado de Derecho que regule su ejercicio y
los límites del poder público, y que determine las responsabilidades legales a que da lugar
la infracción de las autoridades oficiales en el ejercicio de sus facultades o poderes
extraordinarios. Las facultades de excepción de los Estados pueden en alguna medida
restringir derechos y garantías de las personas, lo cual encuentra justificación «en la
necesidad suprema de mantener a toda costa aquellos bienes esenciales a toda la sociedad
civilizada.”

Los estados de excepción constituyen una defensa del Estado. Para algunos autores los
estados de excepción no son más que un mecanismo de defensa del «status quo”
constitucional, y constituyen «la reacción última del Derecho ante el asalto ilegítimo de
la fuerza en contra del Estado.’ Las facultades de suspensión de derechos son poderes
especiales y extraordinarios que nacen como facultades jurídicas precisamente de su
reconocimiento legal, debido a la necesidad de actuar de forma urgente y ágil, pero
también de manera efectiva, ante hechos y acontecimientos graves e insuperables, cuya
solución no es posible por las vías normales y ordinarias con que cuenta el Estado
moderno.

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Es entonces la necesidad de resolver las crisis graves e insuperables, la que fundamenta


en última instancia el uso de las facultades de suspensión de derechos y garantías, con el
objeto de que esta suspensión contribuya al restablecimiento de la normalidad, a la
preservación de los valores y bienes jurídicos que atañen a toda la colectividad, y en
definitiva, a la defensa del orden constitucional.

El ejercicio de estas facultades supone un margen de discrecionalidad de parte del Estado,


especialmente del Poder Ejecutivo, sobre diversos aspectos relacionados con la situación
de hecho o situación excepcional, con su valoración como situación insuperable y con la
misma necesidad de tomar medidas especiales. Ello no implica en ningún momento
discrecionalidad para actuar fuera de la ley y sin control alguno. Se entiende que los
Estados al ejercer las facultades de excepción deben estar en todo momento sometidos al
Derecho, a la legalidad de excepción, y en general, a la legalidad constitucional y al
Derecho Internacional vigente.

Para algunos autores la discrecionalidad en el uso de las facultades de suspensión de


derechos consiste en el «margen de apreciación de lo que sea estrictamente indispensable
para el restablecimiento de la normalidad.”’ Por ello es que se impone el establecimiento
de controlesjurídicos, políticos y de otra índole a estas facultades discrecionales de los
Estados, para estar legitimadas en el marco de un Estado de Derecho.

**tales facultades, «están juridificadas por la misma función de defensa del Estado de
Derecho, por la proporcionalidad de las medidas que se usan, por la necesidad de
utilizarlos y por los controles de carácter público** (aquí se evidencia la ponderación)

CARARACTERÍSTICAS

 Las facultades de excepción son facultades especiales y extraordinarias destinadas


a regir en períodos de anormalidad constitucional en la vida de los Estados, por
un tiempo relativamente corto, es decir, que son facultades temporales, por lo que
nunca pueden ejercerse de manera permanente o indefinida.
 Se ejercen frente a situaciones graves e insuperables por los mecanismos legales
normales. No pueden, por lo tanto, invocarse en situaciones vagas o de menor
gravedad.
 Su ejercicio provoca una alteración en el equilibrio que existe entre los poderes
del Estado. Produce, en consecuencia, una concentración de poderes en el

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Ejecutivo con perjuicio o alteración en los demás poderes, especialmente en el


Poder Judicial
 Estas facultades no pueden ejercerse de manera absoluta e ilimitada.
 Son facultades sujetas a regulación legal. No son, por lo tanto, facultades
arbitrarias o ilegales. Están sujetas a controles constitucionales y legales y a la
supervisión internacional.
 Conllevan la utilización de la coacción y de la fuerza institucional más allá de lo
permitido en épocas de normalidad.
 Su extralimitación con perjuicio a los derechos humanos de la colectividad da
lugar a responsabilidad legal interna e internacional.

Estas facultades pueden ejercerse en diverso tipo de situaciones anormales, entre las que
se comprenden especialmente los conflictos armados, las tensiones internas y los
disturbios interiores.’ Pero en términos generales, se comprende toda una diversidad de
situaciones que van desde los desórdenes públicos incontrolables, las graves alteraciones
al orden público, los casos de rebelión, sedición, invasión del territorio, amenazas a la
independencia o seguridad del Estado o de la nación, catástrofes, epidemias, graves
acontecimientos ocasionados a la naturaleza, hasta las situaciones propias de un conflicto
armado interno, internacional o guerras de independencia colonial.

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ESTADO DE EMERGENCIA

Dentro del Título IV “De la estructura del Estado”, en el Capítulo VII “Régimen de
excepción”, en artículo 137 de la Constitución Política del Perú, se encuentra a uno de los
dos supuestos que permiten poner en recesión a determinados derechos fundamentales:
el Estado de Emergencia.

A primeras luces es muy confuso aceptar la premisa de la posibilidad del cese


momentáneo de algunos de los pilares imprescindibles del ordenamiento jurídico, tanto
peruano como internacional, empero, es en las faldas de la “ponderación” donde se cobija
el Régimen de excepción.

El presente trabajo tiene la tarea de desmenuzar paso a paso los términos y situaciones
que, en su conjunción final, permitirán la comprensión satisfactoria del tema.

Es menester entonces, empezar definiendo la situación constitucional de nuestro estado y


del orden internacional:

1. Consideraciones previas
1.1. Del Estado Legal al Estado Constitucional

Al estado legal lo define perfectamente el “principio de legalidad” el cual, según


Ramíro Ávila (2009), master en Derechos Humanos por la Universidad de
Columbia, se extiende y explica en los siguientes ámbitos:

 La ley determina la autoridad y la estructura del poder.


 El poder se encuentra concentrado en una clase política que es la que
conforma el Parlamento.
 La burguesía, a través de la idea de ciudadanía y representación, colmó el
parlamento, limitó al ejecutivo y controló al Judicial: Los límites del
estado los impone el parlamento (el ejecutivo solo puede hacer lo que
establece la ley y el judicial es una mera “boca de ley”, es decir, solamente
puede resolver conflictos por lo establecido estrictamente en la ley)
 El parlamento podría incluso cambiar la constitución, eliminar los
derechos y restringir las garantías: LA COSNTITUCIÓN NO ES RÍGIDA
Y SE PUEDE REFORMAR POR EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO

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DE CREACIÓN DE LEYES; los derechos son los que están reconocidos


y desarrollados en las leyes.

Bajo este modelo de estado, no es ningún inconveniente el reducir derechos de los


individuos en determinadas situaciones, ya que son mera creación legal que tiene
el mismo rango que un decreto legislativo o supremo que podría determinar una
situación “x” que implicará la modificación de la situación jurídica de las
personas.

Empero, la situación es distinta cuando hablamos del Estado Constitucional de


Derecho el cual se consagra como el paradigma internacional que domina la nueva
época. Ramíro Ávila (2009) expone respecto a este modelo:

 La constitución determina el contenido de la ley; la constitución es la carta


madre del ordenamiento jurídico y toda legislación se ciñe a los principios
generales que esta dispone.
 La constitución consagra a determinados derechos como el fin del estado
mismo (art. 1 de la Constitución Política del Perú: “la defensa de la persona
humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo del Estado) (Esto
reemplaza al estado legal en el cual el estado tenía como fin tácito a la
dinámica del poder).
 Se configura entonces al Estado (poder constituido) como estructura,
derechos como fin y democracia como medio (poder constituyente).
 Los derechos de las personas son, a la vez, límites del poder y vínculos.
Límites porque ningún poder los puede violentar, aún si proviene de
mayorías parlamentarias, y lo que pretende es minimizar la posibilidad de
vulneración de derechos; y vínculos porque los poderes del Estado están
obligados a efectivizarlos y lo que se procura es la maximización del
ejercicio de los derechos.

Es en este segundo supuesto de Estado que nos damos cuenta de la verdadera


problemática alrededor de los Regímenes de Excepción, ya que, pese a la situación
casi todopoderosa de los derechos fundamentales, el Estado puede establecer
imperantemente su reducción en los supuestos en los que se configuran dichos
regímenes. La pregunta de: ¿Qué sustenta a los Regímenes de Excepción para que
puedan mermar derechos fundamentales? Será respondida luego.

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1.2. Ponderación
Alexy, leído en Atienza y García Amado (2016), padre de la concepción más
aceptada sobre ponderación, establece qué: La ponderación se configura en una
situación en la que entran en conflicto dos derechos o principios y se tiene que
delimitar el marco de actuación o “preponderancia” que tiene uno sobre el otro;
es un principio último del ordenamiento jurídico, que a su vez consta de tres
subprincipios:
 Idoneidad: “una medida que limita un derecho para satisfacer otro, debe
ser idónea para obtener esa finalidad” (Atienza y García, 2016, pp.14).
 Necesidad: “no puede ocurrir que la misma finalidad pudiera alcanzarse
con un coste menor”. (Atienza y García, 2016, pp.14).
 Proporcionalidad en sentido estricto: “la optimización en relación con las
posibilidades normativas” (Atienza y García, 2016, pp.14).

Es así que: “Cuanto mayor es el grado de la no satisfacción o de afectación de uno


de los principios (o derechos), tanto mayor debe ser la importancia de la
satisfacción del otro” (Atienza y García, 2016, pp.14).

2. Antecedentes
La creación de disposiciones jurídicas para regular las situaciones graves de
conflictos internos o externos surgieron en forma definida en el derecho romano,
en cuanto se establecieron normas de duración temporal con el fin de que las
autoridades públicas pudiesen superar las situaciones de peligro derivadas de
insurrecciones internas o de guerra exterior. En efecto, el destacado jurista alemán
Cari Schmitt señaló que durante la República se estableció la dictadura comisarial,
la que consistía en la designación por el cónsul a solicitud del Senado, de un
funcionario durante un periodo de seis meses con atribuciones para hacer frente a
la emergencia, pero en la práctica, si la situación se normalizaba antes de concluir
dicho plazo, el comisario debía dejar su cargo. El mismo autor distinguía entre
esta dictadura temporal (comisarial) y la permanente (soberana), que se
transformaba en tiranía como las ejercidas por Sila y por César. (Fix-Zamudio,
2004)
Esta dualidad de conceptos continuó durante la Edad Media, en la cual con
numerosas variantes se diferenciaba entre la asunción de facultades amplias
necesarias en momentos de conflictos internos y externos, que tenían una duración

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limitada, y el tirano, quien usurpaba o distorsionaba estos poderes de manera


permanente, y como es bien sabido varios autores, entre ellos Santo Tomás de
Aquino, justificaron el tiranicidio en la segunda hipótesis. Durante el
Renacimiento se distinguía entre el jura imperii, que comprendía los atributos del
soberano, rey o emperador, y que comprendía la expedición de la legislación y su
aplicación, en relación con el jura dominationes, que se ejercitaba durante la
guerra y la insurrección, en interés de la existencia estatal y de la tranquilidad
social, situación durante la cual el soberano podía apartarse del ius comune. Tanto
en la hipótesis de una situación normal como en las de excepción, las atribuciones
del soberano, al menos teóricamente, estaban reguladas jurídicamente, en el
primer supuesto por el ius imperii, y en el segundo por el ius especiale. (Fix-
Zamudio, 2004)
Durante la etapa que se ha calificado como Antiguo Régimen, es decir durante la
existencia de los regímenes absolutistas de Europa continental, y en cierta medida
también en Inglaterra, las situaciones de emergencia no se regulaban de manera
precisa, y especialmente tratándose de los conflictos internos en los cuales
predominaban los motines, es decir las insurrecciones populares, especialmente
en momentos de escasez de alimentos, estos disturbios se reprimían de manera
pragmática, castigar duramente a los más conspicuos y perdonar a los demás. De
acuerdo con la doctrina, las situaciones de emergencia tenían un carácter
predominantemente preventivo más que represivo, ya que se tomaban medidas,
como el suministro de alimentos cuando los mismos escaseaban, para evitar hasta
donde era posible las revueltas. (Fix-Zamudio, 2004)
Con el surgimiento del constitucionalismo clásico, que se inicia con la lucha de
independencia en los Estados Unidos de América y la revolución francesa en el
continente, se desmantelan los procedimientos preventivos del antiguo régimen y
comienza una nueva etapa con el establecimiento del concepto del orden público
constitucional como opuesto al del sistema absolutista del antiguo régimen, ya que
esta nueva regulación se caracterizaba por ser esencialmente represiva frente a las
prácticas preventivas anteriores; legal en lugar de arbitraria, y finalmente efectiva
respecto de la ineficacia frecuente del régimen autocrático anterior. Además, en
esos primeros textos fundamentales modernos, se introdujeron los lineamientos
de las facultades de emergencia, así fueran escuetas, con lo cual principió la
constitucionalización de las declaraciones de los estados de excepción, que

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posteriormente se desarrollaron en la legislación, para hacer frente a las


insurrecciones internas y a las amenazas externas. Además, debe tomarse en
cuenta que en esos nuevos documentos constitucionales se incorporaron los
derechos humanos de carácter individual (de propiedad, libertad y seguridad), que
fueron precisados en las Constituciones locales de los Estados Unidos de América,
e incorporados a la carta federal en 1791, y en la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789, en Francia, que fue añadido a la carta de 1791.
La carta federal de los Estados Unidos de América reguló de forma muy concisa
las situaciones de emergencia, ya que en el artículo I, relativo al Congreso Federal,
dispuso en su fracción VIII, inciso 15, que el propio congreso estaba facultado
para convocar a la milicia para ejecutar las leyes de la Unión , suprimir rebeliones
y repeler invasiones, así como en la fracción IX, estableció en su inciso 2 que el
derecho de hábeas corpus no podía ser suspendido por el mismo órgano
legislativo, salvo que lo requiriese la seguridad pública, en los casos de rebelión o
de invasión. Durante la guerra civil y las dos guerras mundiales, el Congreso
Federal expidió regulación para autorizar al Ejecutivo de la Unión para tomar
medidas de emergencia, entre ellas la suspensión del citado procedimiento de
hábeas corpus y la expansión del poder militar, con restricción de las libertades
individuales, aun cuando en estos supuestos se presentaron intervenciones de los
tribunales federales para proteger algunos de estos derechos. (Fix-Zamudio, 2004)
En el Perú, desde que la Carta de 1979 recogiera la figura por primera vez en
un texto constitucional peruano, el estado de emergencia ha sido aplicado
innumerables veces, en multiplicidad de situaciones, pasando así a formar parte
del panorama institucional ordinario del país. En la década de los ochenta del siglo
pasado, ante la brutal arremetida de la violencia política de Sendero Luminoso
(más tarde, también del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, MRTA), el
Estado optó por una respuesta fundamentalmente militar y represiva, apoyada en
la declaración del estado de emergencia, que trajo como consecuencia violaciones
masivas y sistemáticas de los derechos humanos, pese a que la Carta entonces
vigente, lo mismo que la actual, sólo permitía la suspensión o restricción del
ejercicio de cuatro derechos fundamentales (libertad y seguridad personales,
inviolabilidad del domicilio, libertad de reunión y libertad de tránsito en el
territorio nacional). (Siles, 2017)

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Las cosas no fueron diferentes en el siguiente decenio, ni siquiera con los cambios
en la materia introducidos por la Constitución de 1993 (algunos, ciertamente
notables, como la consagración del contralor jurisdiccional parcial bajo régimen
de excepción), y pese a la captura de los principales líderes de los grupos
subversivos y al consiguiente desbaratamiento de éstos. A lo largo de los años
noventa, durante la Presidencia de la República de Alberto Fujimori, el país
mantuvo el régimen de excepción constitucional en diversas partes del suelo
patrio, siempre como medida para hacer frente a la subversión. (Siles, 2017)
El creciente uso del estado de emergencia frente a los desastres naturales y, quizá
más preocupante aún, como medio para garantizar la seguridad ciudadana y
combatir ciertas formas de delincuencia común (lo que ocurre ahora en la
Provincia Constitucional del Callao y en las provincias del Santa y Casma, en el
departamento de Áncash). Igual mención merece el empleo de las Fuerzas
Armadas para colaborar en tareas de control del orden interno ante acciones de
protesta social, sin proclamación del régimen de excepción. (Siles, 2017)

3. El régimen de excepción en el estado constitucional

El estado de excepción constitucional es un régimen especial que se aparta del que


está en vigor durante la “normalidad constitucional” y que procura someter una
“amenaza existencial”, esto es, un peligro de singular gravedad que se cierne sobre
la propia vida de la Nación o del Estado. En consecuencia, hace falta otorgar
poderes extraordinarios al Ejecutivo y habilitarlo para afectar determinados
derechos fundamentales y aun para, eventualmente, recurrir a las Fuerzas
Armadas en reemplazo de la Policía, aunque siempre con el objetivo superior de
restaurar el funcionamiento normal de las instituciones y preservar la Constitución

La importancia de este tema radíca en el hecho de que comprende la problemática


de los derechos fundamentales en las situaciones de mayor riesgo en la vida de los
Estados, que son aquéllas en las cuales se puede comprobar hasta dónde se han
desarrollado los derechos fundamentales y su protección jurídica, y cuánto hace
falta para perfeccionar sus mecanismos de defensa.

Los derechos humanos están en íntima relación con valores y principios morales,
con principios jurídicos y con determinados bienes y valores fundamentales que
exigen protección en todo momento y circunstancia, y con mayor razón aún,
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cuando se ven en grave peligro ante situaciones de emergencia excepcional, de


crisis extraordinarias o de conflictos armados.

Los estados de excepción constituyen una defensa del Estado. Para algunos
autores los estados de excepción no son más que un mecanismo de defensa del
“status quo” constitucional, y constituyen “la reacción última del Derecho ante el
asalto ilegítimo de la fuerza en contra del Estado”. Las facultades de suspensión
de derechos son poderes especiales y extraordinarios que nacen como facultades
jurídicas precisamente de su reconocimiento legal, debido a la necesidad de actuar
de forma urgente y ágil, pero también de manera efectiva, ante hechos y
acontecimientos graves e insuperables, cuya solución no es posible por las vías
normales y ordinarias con que cuenta el Estado moderno. (Meléndez, 2003)

Es entonces la necesidad de resolver las crisis graves e insuperables, la que


fundamenta en última instancia el uso de las facultades de suspensión de derechos
y garantías, con el objeto de que esta suspensión contribuya al restablecimiento
de la normalidad, a la preservación de los valores y bienes jurídicos que atañen a
toda la colectividad, y en definitiva, a la defensa del orden constitucional.

Es aquí donde hacemos uso de uno de los conceptos expuestos en la sección de


saberes previos: La ponderación. Es importante entender que siempre existen
conflictos entre derechos o situaciones y estos, en las cuales, para poder establecer
un actuar justo, se tiene que lesionar un derecho en favor de otro más importante.
El la situación de un régimen de excepción, se pondera entra las libertades
individuales y algunos derechos más (estrictamente establecidos) y la defensa de
todo el ordenamiento jurídico, a través de la protección de su instancia máxima:
la constitución; es decir, se pondera entre defender las esferas individuales
(mediante los mecanismos institucionalizados por ley en la normalidad del status
quo de la constitución) y defender a la colectividad de individuos ( sociedad) a
través de la defensa de la constitución mediante mecanismos “excepcionales” que
asegurarán a largo plazo la no vulneración de los derechos fundamentales.

El ejercicio de estas facultades supone un margen de discrecionalidad de parte del


Estado, especialmente del Poder Ejecutivo, sobre diversos aspectos relacionados
con la situación de hecho o situación excepcional, con su valoración como
situación insuperable y con la misma necesidad de tomar medidas especiales. Ello

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no implica en ningún momento discrecionalidad para actuar fuera de la ley y sin


control alguno. Se entiende que los Estados al ejercer las facultades de excepción
deben estar en todo momento sometidos al Derecho, a la legalidad de excepción,
y en general, a la legalidad constitucional y al Derecho Internacional vigente.
(Meléndez, 2003)

Tales facultades, están juridificadas por la misma función de defensa del Estado
de Derecho, por la proporcionalidad de las medidas que se usan, por la necesidad
de utilizarlos y por los controles de carácter público

Según Meléndez (2003), estas son las características de un Estado de excepción:

 Las facultades de excepción son facultades especiales y extraordinarias


destinadas a regir en períodos de anormalidad constitucional en la vida de los
Estados, por un tiempo relativamente corto, es decir, que son facultades
temporales, por lo que nunca pueden ejercerse de manera permanente o
indefinida.
 Se ejercen frente a situaciones graves e insuperables por los mecanismos
legales normales. No pueden, por lo tanto, invocarse en situaciones vagas o de
menor gravedad.
 Su ejercicio provoca una alteración en el equilibrio que existe entre los poderes
del Estado. Produce, en consecuencia, una concentración de poderes en el
Ejecutivo con perjuicio o alteración en los demás poderes, especialmente en el
Poder Judicial
 Estas facultades no pueden ejercerse de manera absoluta e ilimitada.
 Son facultades sujetas a regulación legal. No son, por lo tanto, facultades
arbitrarias o ilegales. Están sujetas a controles constitucionales y legales y a la
supervisión internacional.
 Conllevan la utilización de la coacción y de la fuerza institucional más allá de
lo permitido en épocas de normalidad.
 Su extralimitación con perjuicio a los derechos humanos de la colectividad da
lugar a responsabilidad legal interna e internacional.
Estas facultades pueden ejercerse en diverso tipo de situaciones anormales, entre
las que se comprenden especialmente los conflictos armados, las tensiones
internas y los disturbios interiores.’ Pero en términos generales, se comprende

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toda una diversidad de situaciones que van desde los desórdenes públicos
incontrolables, las graves alteraciones al orden público, los casos de rebelión,
sedición, invasión del territorio, amenazas a la independencia o seguridad del
Estado o de la nación, catástrofes, epidemias, graves acontecimientos ocasionados
a la naturaleza, hasta las situaciones propias de un conflicto armado interno,
internacional o guerras de independencia colonial. (Meléndez, 2003)
Lo distintivo de los estados excepcionales es entonces que, una vez declarada
formalmente la emergencia por los órganos competentes, el poder queda
concentrado en el Gobierno (modificando el cuadro de división de poderes propio
de la normalidad constitucional – ejecutivo, legislativo y judicial con sus
respectivas funciones cada uno-), Gobierno que recibe potestades extraordinarias
con vistas a adoptar medidas prontas y eficaces que permitan al Estado dominar
la causa de la crisis. De allí que el Tribunal Constitucional peruano (Leído en
Siles, 2017) considere que el régimen de excepción se caracteriza por la
“concentración del poder, con permisión constitucional, en un solo detentador -
normalmente el jefe del Ejecutivo-, mediante la concesión de un conjunto de
competencias extraordinarias, a efectos de que la acción estatal sea tan rápida y
eficaz como lo exijan las graves circunstancias de anormalidad que afronta la
comunidad política”

4. Estado de Emergencia
El estado de emergencia se declara ante cualquier catástrofe nacional para reponer
las cosas a su estado anterior. Conforme al artículo 137.1 de la Constitución
peruana de 1993, el órgano legitimado para declarar el estado de emergencia
(como también el estado de sitio) es el Presidente de la República. Se trata, pues,
de un acto de autoinvestidura. El peligro de la autoinvestidura prevista para el
estado de emergencia peruano (como también para el estado de sitio) es, desde
luego, la posibilidad de un ejercicio abusivo de esta potestad, sin que ni el
Parlamento ni la judicatura alcancen a ejercer los controles adecuados de orden
político y jurisdiccional, respectivamente. Pero tal peligro tiene que ver
directamente con la apreciación de las circunstancias que habilitan la
proclamación, es decir, con las causales que la Carta prevé para la introducción
del régimen excepcional.

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El sustento para la concentración de poderes en el ejecutivo y en ningún otro más


es la celeridad ya que, a diferencia del congreso, el ejecutivo no tiene que
someterse a largos e intensos debates para dar solución a un problema o darle
forma a una alternativa de procedimiento.
La Constitución peruana de 1993, en reiteración textual de su antecesora de 1979,
estipula que el Presidente de la República, con acuerdo del Consejo de Ministros,
puede decretar el estado de emergencia “en caso de perturbación de la paz o del
orden interno, de catástrofe o de graves circunstancias que afecten la vida de la
Nación”, mientras que el estado de sitio puede ser declarado, siempre por el primer
mandatario de la nación, con acuerdo del gabinete ministerial, “en caso de
invasión, guerra exterior, guerra civil, o peligro inminente de que se produzcan”
(artículo 137).
Las diferencias esenciales entre los dos Regímenes de excepción que nos presenta
la constitución se exponen claramente en este cuadro presentado por la Pontífice
Universidad Católica del Perú, en su blog institucional:
http://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/5-cosas-debes-saber-los-derechos-
humanos-estado-emergencia/

Pese a que ahí se estipule qué derechos fundamentales pueden ser restringidos,
esto no implica que se de paso a una completa desprotección, ya que el artículo
200 de la Constitución establece la posibilidad de interponer garantías
constitucionales a fin de examinar la razonabilidad y la proporcionalidad de las
restricciones a los casos en concreto. Además, existen otras normas legales e infra
legales que regulan esta situación:
 El procedimiento para la declaratoria del estado de emergencia está regulado
por los Decretos Supremos N° 058-2001-PCM y N° 069-2005-PCM.

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 En el caso de desastres naturales, también existen disposiciones relevantes en


la Ley N° 29664 – Ley que crea el Sistema Nacional de la Gestión del Riesgo
de Desastres y su Reglamento aprobado por Decreto Supremo N° 048-2011-
PCM
 También, debe tomarse en cuenta el Decreto Supremo N° 074-2014-PCM
aprobó la “Norma complementaria sobre declaratoria de estado de
emergencia, en el marco de la Ley N° 29664, del Sistema Nacional de Gestión
de Riesgo de Desastres – Sinagerd”
Tanto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos como la
Convención Americana sobre Derechos Humanos contienen, ambos
ratificados por el Perú, contienen una disposición relativa a las situaciones
excepcionales que pueden dar a lugar la restricción de los derechos humanos,
así como establecen un catálogo de derechos que no admiten restricción.
El siguiente cuadro, presentado por la Pontífice Universidad Católica del
Perú, en su blog institucional: http://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-
informativas/5-cosas-debes-saber-los-derechos-humanos-estado-emergencia/ ,
resume las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos como la Convención Americana sobre Derechos Humanos
correspondientes:

Así mismo presenta un cuadro referente a los derechos que no pueden ser
restringidos bajo ninguna premisa:

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CONCLUSIONES

Entonces, en resumen y conforme al artículo 137 de la Constitución Política


del Perú:
1. El estado de Emergencia es un régimen de excepción por el
cual se busca restituir el status quo del estado constitucional.
(Tiene como máxima duración 60 días)
2. Es declarado por el Presidente y el Concejo de Ministros y les
da a estos todas las facultades necesarias para actuar con
celeridad y eficacia.
3. Se declara solamente en las circunstancias de:
a. Perturbación de la paz o del orden interno.
b. Catástrofe.
c. Graves circunstancias que afecten a la vida de la nación.
4. Puede restringirse o suspenderse el ejercicio de los derechos
constitucionales relativos a la libertad y la seguridad
personales, la inviolabilidad del domicilio, y la libertad de
reunión y de tránsito en el territorio comprendidos en los
incisos 9, 11 y 12 del artículo 2° y en el inciso 24, apartado f
del mismo artículo.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Derecho y Justicia. Revista de Colaboraciones Jurídicas, 22(80), 775
– 793. Recuperado el 24 de Mayo de 2019, de: https://revistas-
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Atienza, M. y García, J. (2016) Un debate sobre la ponderación. Palestra


editores: Lima

Fix-Zamudio, H. (2004) Los estados de excepción y la defensa de la


Constitución. Boletín mexicano de derecho comparado, 37(111), 801-
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http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0041-
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Meléndez, F. (2003) Los derechos fundamentales en los estados de excepción


según el Derecho internacional de los derechos humanos. [Tesis]
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