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EICHMANN

EN ISRAEL
EICHMANN EN ISRAEL

Una obra teatral, ensayada desde hace largos meses¿ se


está representando a c t u a l m e n t e en Israel. Se titula: 'El P r o -
ceso de Adolfo E i c h m a n n " .
El elemento menos definido sobre la escena es j u s t a m e n t e
el personaje principal, el del propio Adolfo Eichmann. En
realidad existen ya dos Eichmann: el primero, a quien pode-
mos llamar " E i c h m a n n A", es el hombre tal como realmente
es, bien conocido por su familia, m e j o r conocido por su Dios,
con sus vicios y sus virtudes (porque, como todos los seres
humanos reales, debe tener ambas cosas en alguna m e d i d a ) ,
.con una vida a sus espaldas, con su carga de pecados. ¿Es más
pesada esta carga q u e la de otros hombres? Solamente Dios
puede saberlo. El segundo Eichmann —llamémoslo "Eich-
m a n n B", figura de leyenda inflada por los órganos de p r o -
paganda hasta alcanzar las dimensiones de un S a t a n á s de la
demonología de p o s t - g u e r r a — , es u n técnico en matanzas de
judíos a sangre fría. Existe u n vínculo e n t r e ambos Eichmann,
así como existe u n vínculo e n t r e todos los h o m b r e s tal como
realmente son y tal como el mundo los conoce. P e r o Eich-
m a n n B se ha t r a g a d o a Eichmann A. Cuando a Eichmann A
lo h a y a n ahorcado, E i c h m a n n B será m a n t e n i d o con vida.
Eichmann B j a m á s será enterrado: será utilizado p a r a a t e r r o -
rizar a los judíos y hacerlos así emigrar a Israel; y a los n o -
judíos p a r a que no critiquen a Israel. Al judío se le dirá:
"¡Venga a Sión a toda prisa! Donde se e n c u e n t r a están p r e -

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p a r a n d o las c á m a r a s de gas". Al n o - j u d í o se le d i r á : "¿Se
a t r a v e a criticar n u e s t r a s medidas contra los árabes? Es Ud.
u n nuevo Eichmann. Todos los que se oponen a nosotros son
«Eichmannes» en embrión".
Entretanto, E i c h m a n n A (el h o m b r e con u n a auténtica y
frágil cabeza de 50 años sobre los hombros) a f r o n t a ahora u n
juicio de vida o m u e r t e . Contra lo que ocurre en la mayoría
de los países con los prisioneros encausados b a j o inculpaciones
capitales, h a sido sometido a métodos que m e r e c e r í a n la califi-
cación de "desusados", en el sentido en que la Constitución de
los EE. UU., por ejemplo, prohibe los "castigos desusados".
Es improbable que e m e r j a la v e r d a d sobre la vida de Eich-
m a n n en u n t r i b u n a l israelí, donde son violados los m á s ele-
mentales principios de derecho. Solamente puede confiarse a
la historia el esclarecimiento de lo que E i c h m a n n hizo o no
hizo d u r a n t e u n a g u e r r a en que millones de seres humanos,
no solamente judíos, f u e r o n exterminados a ambos lados deJ
f r e n t e de combate: en las atroces masacres de rusos, polacos y
griegos p e r p e t r a d a s por los alemanes; y en los bombardeos
aéreos en masa sobre Alemania.
Pero a esta a l t u r a surgen algunas cosas importantes, inde-
pendientemente de los f u t u r o s juicios.
En p r i m e r lugar, Adolfo Eichmann A (al q u e se pretende
identificar con Adolfo Eichmann B, el m o n s t r u o ) estaba v i -
viendo, hace u n año atrás, u n a existencia apacible, rutinaria
y observante de la ley en u n suburbio de Buenos Aires. Se
hallaba b a j o la protección plena de la ley argentina. Argentina
es, desde hace 150 años, u n estado independiente, e Israel, por
mucho p u e d a sentirse la sobrina favorita del Tío Sam, no
tiene derecho legal alguno p a r a secuestrar a los residentes en
Argentina. Sin embargo, en 1960, sacando v e n t a j a de u n vuelo
de Aerolíneas Israelíes que llevó al Ministro A b b a E b b a n en
visita de cortesía e n ocasión del 1509 aniversario d e la i n d e -
pendencia argentina, agentes israelíes violaron la ley argentina
al secuestrar a Eichmann, y la soberanía del Estado al t r a n s -
portarlo en secreto f u e r a del país con destino a Israel. En la
violencia puesta e n práctica —uso de drogas y el subsiguiente
lavado de cerebro—, t a m b i é n fueron, por supuesto, violados
primordiales derechos humanos.

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El insulto a la soberanía argentina f u é tan flagrante, y tan
peligroso p a r a la paz m u n d i a l el precedente de tales arrestos
internacionales, q u e el gobierno argentino protestó a n t e el
Consejo de Seguridad. En Nueva York los americanos se die-
ron a la tarea de " c o m p o n e r " el incidente, y el resultado f u é
u n a resolución anodina e inoperante. El E m b a j a d o r de A r g e n -
tina f u é t e m p o r a r i a m e n t e retirado de Israel; E i c h m a n n quedó
donde había sido llevado y los escribas sionistas —cuya vícti-
ma no podía ahora despegar los labios sino en presencia de
ellos— estuvieron m u y atareados. Un diluvio de " e i c h m a n -
m a n í a " f u é desencadenado en el exterior. U n i m p o r t a n t e se-
manario judío h a predicho que los primeros cuatro libros es-
critos en 1961 sobre E i c h m a n n serán seguidos por lo menos
de una veintena en el curso del año. Al mismo tiempo, dentro
de Israel, u n equipo de inquisidores sionistas — d e ésos que
el m u n d o moderno llama "lavadores de cerebro" y que épocas
más antiguas y m á s f r a n c a s l l a m a b a n torturadores—, h a n es-
tado también m u y atareados con su víctima.
Los interrogatorios absorbieron u n año; mucho tiempo, m u -
cho desvelo, m u c h o dinero. Ya antes se había hecho igual
derroche de tiempo y de dinero, y todo ello con u n plan.

¿Qué plan existe detrás de la operación Eichmann?


Los sionistas sabían que llevando a cabo la Operación (se-
cuestro, juicio y ejecución) se e n a j e n a r í a n importantes grupos
humanos. Es u n riesgo calculado.
El p r i m e r g r u p o e n a j e n a d o será el pueblo argentino. La
presunción de q u e los israelíes, los protegidos de los Estados
Unidos, p u e d e n pisotear la soberanía argentina, h a removido
p r o f u n d a s pasiones latentes. Solidarizados con Argentina, to-
dos los pueblos Latinoamericanos sienten u n a indignación si-
milar ante este u l t r a j e .
Luego los alemanes, e n otro tiempo enemigos de Israel y
ahora sus principales favorecedores después de los americanos,
apenas si p o d r á n p a s a r el m a l sabor de este tráfico de atroci-
dades dieciséis años después de t e r m i n a d a la guerra. No p o r -
que los alemanes excusen los crímenes imputados a Eichmann,
sino, simplemente, p o r q u e están cansados de la unilateralidad

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de estos ataques. ¿Acaso otras naciones no h a n masacrado
y torturado? ¿ F u e r o n manos alemanas las que f i r m a r o n la
orden de m a t a n z a en Hiroshima y Nagasaki? ¿Fueron a l e m a -
nes los que desencadenaron una guerra de siete años contra el
pueblo argelino? ¿Ahorcaron los alemanes a más de u n millar
de kenianos? ¿Alemanes f u e r o n quienes instigaron el asesi-
nato de L u m u m b a ?
Y, por último, más allá de las f r o n t e r a s nacionales, el se-
cuestro de E i c h m a n n ofenderá a todos aquellos que creen que
el derecho es algo codificado, regular y obligatorio, y no algo
emocional que p u e d a ser invocado por líderes tribales para
atropellar toda reglamentación y todo orden.
Un riesgo calculado: y bien, ¿cuáles son los cálculos?
Los israelíes h a n revelado los motivos de esta extraordi-
naria operación, este circo legal en que el elemento menos
importante es el viejo león cuya m u e r t e por estrangulación
m a r c a r á el climax de 1961.
El p r i m e r motivo es la venganza racial, p o r q u e Israel es
u n estado racial. Se asegura que Eichmann, el nazi facista, ha
dicho en sus Memorias: "Si yo hubiera sido judío, habría sido
un sionista fanático". P a r a un sionista, lo mismo que p a r a un
nazi fanático, la raza es una realidad que avasalla a todas las
demás consideraciones. De ahí la absoluta f a l t a de conciencia
moral demostrada por los nazis d u r a n t e la guerra dondequiera
el poder d e l . R e i c h se vió amenazado (y el m u n d o debiera
recordar q ü a los judíos no tenían el monopolio del s u f r i -
m i e n t o ) ; de ahí t a m b i é n las atrocidades sionistas: el e x t e r m i -
nio a sangre f r í a de hombres, m u j e r e s y niños árabes en Deir
Yassin; las m a t a n z a s de Gaza y Qibya, todo resulta justificado.
Quienes lean la versión del debate del profesor Toynbee de
enero pasado, en Montreal, a d v e r t i r á n que el E m b a j a d o r is-
ralí, Yaacov Herzog, manifestó un genuino desconcierto: ¿có-
mo podía la m a t a n z a de árabes ser puesta en el mismo nivel
que la m a t a n z a de judíos? Así, el juicio de E i c h m a n n será un
juicio de venganza sionista para demostrar que el "estado-tó-
t e m " de Israel es poderoso y puede matar, a ú n después de 16
años. (Las leyes de Moisés e r a n más benignas: interponían
u n año de Jubileo y perdón cada siete años; lo que los juristas
modernos l l a m a n " u n estatuto de limitaciones").

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Pero hay más q u e eso. B e n - G u r i ó n tuvo la osadía de a f i r -
mar, en una conferencia de prensa celebrada i n m e d i a t a m e n t e
después de la llegada de Eichmann a Israel (y antes de que
hubiera sido interrogado) que "el juicio probaría que los agen-
tes de Eichmann operaban activamente en el Mundo Arabe".
Venganza aparte, el juicio t e n d r á un doble objetivo: se acu-
mulará evidencia para crear en los judíos que no viven en
Israel un sentimiento de inseguridad con respecto a sus países
de residencia; y se acomodarán las cosas de m a n e r a tal que
sea posible estigmatizar a los árabes como antisemitas.
Todos los no-judíos son "Eichmannes" potenciales: éste será
el argumento, que equivaldrá a decir: —"¡Véndanlo todo y
emigren a Israel!" ¿Los agravios árabes contra Israel? ¿El
millón de palestinos expulsados? "¡Ellos r e a l m e n t e no quieren
recuperar sus tierras; lo que quieren es empezar de nuevo con
las cámaras de gas!"
A estos motivos puede agregarse todavía otro: el intento
de imponer a la f u e r z a la autoridad de Israel en todos los asun-
tos que afectan a los judíos. Entre las masas cuya m u e r t e se
supone decretada por Eichmann no había palestinos, y menos
aún israelíes. Los que, según se sostiene, m u r i e r o n en 1943,
e r a n ciudadanos de Hungría, y en algunos casos de Rumania,
de Checoslovaquia y de la misma Alemania. P e r o reclamar
esta jurisdicción con respecto a Israel — q u e ni siquiera existía
en 1943— es hacer mofa del derecho.
¿Qué contestaría a esto B e n - G u r i ó n ? Afirmarla que la vo-
luntad de Israel es el derecho; y, segundo, que los judíos de
todas partes son israelíes. Repitió la segunda tesis en fecha
m u y reciente, en 1960, con motivo del Congreso Sionista de
Jerusalén. "Todo judío —dijo entonces— que no reside en
Israel, comete un pecado y se aparta de Dios''. La primera
tesis — q u e Israel no está por encima del derecho sino que es
ella misma el derecho—, se r e f l e j a a lo largo de toda la carrera
de violencia de B e n - G u r i ó n . Incidentalmente, p a r a todo esto
existen giotivos t a n t o prácticos como ideológicos. Si el Go-
.bierno de Alemania Occidental puede ser persuadido de la tesis
de Ben-Gurión, seguirá indemnizando, no a los judíos perso-
nalmente, sino a Israel, en moneda fuerte, por los presuntos
seis millones de víctimas de Hitler.

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Ninguna clase de esfuerzos se ha escatimado p a r a inflar a
" E i c h m a n n B " (*). La " g r a n prensa" de Occidente consagra
a c t u a l m e n t e a este efecto largas columnas diarias. La revista
Life, por ejemplo, q u e tiene en el m u n d o muchos lectores que
no son judíos, h a llegado hasta a publicar lo q u e p r e t e n d e ser
la transcripción de la "Confesión de Eichmann'. El segundo
episodio de la "Confesión" de Life llevaba el siguiente título:
"Lo diré en pocas palabras: ¡No me arrepiento de nada!". Sin
embargo, a ú n así los redactores estimaron adecuado t e r m i n a r
la confesión con este brillante testimonio de E i c h m a n n : "No
recuerdo y a e x a c t a m e n t e cuándo, pero f u é a ú n antes de que
la misma Roma f u e r a f u n d a d a que los judíos conocían y a la
escritura. Es p a r a mí m u y desalentador i m a g i n a r a este pueblo
redactando leyes a lo largo de 6000 años de historia escrita.
P e r o ello me dice q u e debe ser u n pueblo de p r i m e r a magnitud
porque los legisladores h a n sido siempre grandes".
Es así cómo los sionistas (infractores de la ley cuando les
conviene) están ahora posando de lesgiladores. Con sus accio-
nes h a n retribuido a la antigua organización de E i c h m a n n —la
SS— el mismo incómodo cumplido que él a h o r a les dedica.
Un estado racial, u n "Herrenvolk", puede hacer lo que quiere
con quienes considera enemigos o inferiores. E i c h m a n n no e x -
p e r i m e n t a remordimientos por perseguir a u n pueblo que hace
6 mil años ya conocía la escritura (esto contiene u n error de
por los menos 2.000 años y es sorprendente que u n experto
como él, educado a la alemana, cometa tal desliz; ¿o h a b r á que
culpar a los redactores de Life?) De modo similar, los sionistas
no sienten remordimientos por perseguir a los descendientes
de H a m m u r a b í , el g r a n legislador de 1.000 años antes de Moi-
sés, y de los filisteos, que inventaron el a l f a b e t o occidental.
Eichmann dice que existía " u n a similitud m u y marcada
e n t r e n u e s t r a s actitudes en la SS y el p u n t o de vista de estos
(*) Es interesante ver cómo esta imagen inflada de Eichmann B, el
monstruo, ha debido cambiar enteramente durante el proceso en curso.
El Coresponsal de la UPI en Jerusalén decía, describiendo una de sus
últimas audiencias: " . . . la impresión fué contraria a la que podía esperar
el fiscal. En efecto, la imagen que de Eichmann surgía de*estos docu-
mentos era la de un pequeño funcionario, una pieza más en el feroz
mundo n a z i . . . Alguien del público comentó esta mañana que se está
rehaciendo el proceso de Ntiremberg para juzgar a un criminal de terceía
categoría y que se está levantando una maquinaria enorme y complicada
para aplastar a una rata" (publicado por La Razón de Buenos Aires, el
28 de bril de 1961).

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líderes sionistas i n m e n s a m e n t e idealistas. Como dijo Kestner,
el autorizado r e p r e s e n t a n t e del movimiento sionista: "Nosotros
también somos idealistas, y también nosotros tuvimos que sa-
crificar a los de n u e s t r a propia sangre antes de alcanzar el po-
der". Creo que K e s t n e r h a b r í a sacrificado a u n centenar de
miles de seres de su propia sangre p a r a alcanzar su m e t a polí-
tica. No estaba interesado en salvar a los judíos viejos, o a
aquellos que se h a b í a n asimilado a la sociedad h ú n g a r a . Pero
era increíblemente tenaz en sus esfuerzos por salvar la sangre
judía biológicamente valiosa, o sea, el m a t e r i a l h u m a n o capaz
de reproducción y t r a b a j o duro: "Puede usted q u e d a r s e con los
otros —parecía decir—, pero d é j e m e a mí este último grupo".
Así, en Budapest, u n nazi idealista negoció con u n judío
idealista: ninguno de los dos estaba interesado en la carne ni
en la sangre h u m a n a s , excepto p a r a utilizarlas como medios.
En abril de 1961 comenzó el juicio de " E i c h m a n n A " y de
"Eichmann B", por "Eichmann C", "Eichmann D " y "Eich-
man E". Los jueces son los sionistas emigrados que h a n traído
de Europa, bien a p r e n d i d a s las lecciones, de los S S nazis, a
quienes, en lo más recóndito de sus corazones a d m i r a n como
a sus maestros y héroes. La similitud está clara, y el d r a m a
del "Proceso de E i c h m a n n " se representa sobre u n escenario
robado.

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