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SHIKI NAGAOKA: UNA NARIZ DE FICCION Mario Bellatin Personaje insolito de la literatura, Shiki Nagaoka, escritor de wariz, escomunal, naci6 en la peninsula de Ikeno a principios del siglo XX, segin relata magistral mente Mario Bellatin, finalista del Premio Médicis del afio 2000, El autor afirma que la obra de ‘Nagaoka fue fundamental para la concepcién de lo fotogrifico en Jos sesenta, para escritores cofno Rulfo y Arguedas y para un grupo Ae estudiosos que, empecinadamente, tratan de descubrir el verdadero sentido del legado de este misterioso escritor,cuya vida S€.n05 aparece como un interminable didlogo entre monstruosidad yy belleza, oriente y ovcicente, imagen y palabra, espejo y verdad, Shik? Nagaoka exploss y demostr las posibilidades narrativas de Ja fotografia, por lo que resulta fundamental que en esta edicién, se incfuya una secvién iconogrfiea preparada por la forégrafa ‘Ximena Berecochea, basada en una concienzua investigation, Asimisnio, este volumen comprende dos narcaciones relacionadas con su nariz, tema que se encuentra presente a lo largo de la literatura nipona del pasado milenio. “Bellztineolebra la independencia que la literatura esta recobrando ‘tras largo tiempo de ser usada como vehiculo de otras disciplinas.” EI Pais “Con Mario Bellatin entre nosotros Is novela vuelve a ser un péneso mayor.” Sergio Pitol Nanravivas Ingres en Ex Sierterare tat tat a 3 3 a 4 3 2 = én una nariz de ficci: Shiki Nagaoka: Bellatin Suki NaGaoka: UNA NARIZ DE FICCION To. eer) ‘Mario Bellatin = “Mario Bellain nacié en México en 1960 yest cineratografia en Cuba. Su obra litearia se edité inicialmente en Pert, donde obruvo una ampliadifusin, hasta ef punto de que vatias de sus novelas fueron evade a la escena, Tras establecerse revamente en México, la critica de st pais no ha eseatimado clogios a su obra, caractesizada por construir un universo propio de singular originalidad, Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de Méaico, es autor de las novelas cortas Myjee desal(1986), Canon perp (1993), Efe inernadero (1996), Damas chinas (1998), Poeta cig (1998) y Salen. de eleza (1999), Las dos itimas han sido ‘raducidas, de momento, al francés y a alemn y Salon de beloza,adems, ha sido finalista del Premio Médics ala mejor novela extranjeraeditada en Francia en el ato 2000, Recientemente ha publicado cen México la novela Brin dela sora Muakars isco de a coleein y de a sobrecubirt: Conpori de Dieno Fotografia: © Ximene Bereobea Suki NAGAOKA: UNA NARIZ DE FICCION Mario Bellatin Sxixt NAGAOKA: UNA NARIZ DE FICCION Editorial Sudamericana Narrativas "Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida, nen todo ni en parte, ni regstrada en, o transmitida pos, un sisemna de recuperacion de informacién, en ninguna forma ni por ningiin medio, sea mecinico, fotoquimico, electrSnico, magnético,electro6ptico, por forocopia ‘o ctalquier otto, sin permiso previo por eserto dela editorial IMPRESO EN ESPANA Queda hecho ef dspssito age previene la ley 11.723, (© 00h, Editorial Sudamericana S.A. Humberto 1531, Buenos Aires sworw.edsudamericana.comar ISBN 950-07-2017-5, (© 2001, Mario Bellin Procedencia de as ilustraciones: Archivos fogs de las familias Nagooka y Kasuga fxorce Shiki Nagaoka: una nariz de ficcion Algunas obras del autor .. Algunas obras sobre el autor . Documentos fotogrificos sobre Shiki Nagaoka ... 47 Dos narraciones clisicas sobre el tema de la nariz . 81 Si se hallara en el mundo una nariz semejan~ teal vuestra,iria de buen grado a sostenerla, La nari. Anénigmo, Siglo xa En el hombre conviven dos sentimien:os ‘opuestos. No hay nadie, por ejemplo, que ante la desgracia del préjimo no sienta compasién. Pero si sa misma persona consigue superar esa desgracia, yano nos emociona mayormente. Exagerando, nos tienta a hacerla caer de nuevo en su anterior esta- do. Y sin darnos cuenta sentimos cierta hostiliéad hacia ela La nariz. Alatagawa Rynosuke. 1916 Lo extrafio del fisico de Nagaoka Shiki, in en la presencia de una nariz descomunal, hizo que fuera considerado un personaje de ficcién. Hay quienes dicen que el nacimiento de Nagaoka Shiki presenté problemas debido a lo anormal de su nariz. Que incluso la vida de! nifio peligré al prolongarse el alumbra~ miento més alld de lo comin. Asistieron a la madee d parteras, puesto que Nagaoka Shiki pertenecfa a una fami- lia aristécrata. Cuando vieron al nifio, las mujeres discu- ticron sobre si aquella nariz no seria un castigo.’Tanto ellas como buena parte de la sociedad habian participado del entusiasmo desmedido que motive la invasién de ideas extranjeras. Para muchos esa alteracién de los habitos fue una verdadera bendicién, y para otros un rotundo despre~ cio a la dignidad de la patria. Entre los primeros estaban o Jos aristécratas y los artistas, que vefan en este intercam- bio de ideas y productos la clave para la modernizacién. En el bando opuesto se encontraban los eclesidsticos, la casta militar yla gente de pueblo, quienes se aferraban para su subsistencia a costumbres atavicas. Cuando Nagaoka Shiki nacié era todavia reciente la nueva politica liberal de comercio, que se instauré por decreto cuando las fuer~ zas militares dejaron de ostentar el poder absoluto, Las parteras hablaron de castigo porque, desde tiem- pos arcaicos, el tamafio de la nariz. era Ia caracteristica fisica més relevante de los extranjeros que a través de los siglos llegaron a las costas del pais. En los grabados clasi- cos de Ia Era Meing, por ejemplo, se aprecian, en el cen- tro de los rostros de fos invasores a las islas, descomuna- les apéndices colorados. Es por eso que, curiosamente, para algunos el defecto del nifio fue considerado una vireud. 9 primeros cuentos que escribié Nagaoka Shiki, res- 80s en extremo de la técnica sampopo que practica~ ron los monogatarisén —creadores de cuentos—, tratan de asuntos relacionados con una nariz. Nagaoka Shiki cres cerca de ochocientos monagatarutsis relatos cortos—, entre los diez y los veinte afios de edad. Desde algunos que n siguen preceptos clisicos, dedicados sélo a describi: las dimensiones del apéndice, hasta los que hacen referencia a extrafias distorsiones tanto en el sentido del olfato como cn la capacidad para respirar. Al final de esa etapa, que cul- miné cuando el escritor ingresé a un monasterio, hizo una serie de monagatarutsis de caricter erético que tenfan también la nariz como protagonista. Cuando cumplié quince afios de edad, Nagaoka Shiki comenz6 a estudiar lenguas extranjeras. En un periodo asombrosamente corto logré dominarlas con una destre- za admirable. Redactaba entonces sus textos literarios en inglés o francés para luego pasarlos a su lengua materna. De ese modo consiguié que todo lo que saliera de su plu- ‘ma pareciera una traduccién. Afios més tarde logré poner por escrito las ideas que sustentaron ese ejercicio. En su ensayo Tratado de la lengua vigilada, aparecido tardiamen- te el afio de 1962 en Fuguya Press, afirma que inicamente por medio de la lectura de textos traducidos puede hacer se evidente la real esencia de lo literario que, de ninguna ‘manera, como algunos estudiosos afirman, esti en el len- guaje. Solo haciendo circular los relatos de una caligrafia occidental a ideogramas tradicionales, es posible conocer las verdaderas posibilidades artisticas de cualquier obra. “Extrafiamente, pese a ese aparente apego a las lenguas for- neas, Nagaoka Shiki en ningiin momento dejé translucir en su trabajo la minima influencia de literaturas ajenas. En cada uno de sus textos fue extremadamente fiel a las li- B ‘eas narrativas propias de su estirpe. Essa devocién sin limi~ tes a las pricticas ancestrales, aunque adaptadas a su sis~ tema particular, lo convirtié en un autor poco comin en tuna época en que la gran mayoria de artistas parecia des- lumbrada por las recién descubiertas formas de expresién extranjeras. Finalizada esa etapa, Nagaoka Shiki se retiré al monas~ terio budista de Ike-no-wo, donde pasé cerca de trece afi, No se conocen con certeza las razones que lo Hevaron a tomar tal decisién, Sélo su hermana, que como se veré mas adelante fue el vinico miembro de la familia que no lo repu- dié piblicamente, contemplé la idea de que después de haber estado obsesionado por el tema de la nariz, que le permitié crear en pocos afios una obra que a muchos les hubiera tomado la vida entera realizar, necesitaba un espa~ cio mistico que le produjera la sensacién de un nuevo naci~ miento. Pero la hermana parece no haber tomado en cuen~ ta ni las pesquisas de Nagaoka Shiki con respecto a las enguas aprendidas, ni el estudio que realiz6 de las litera~ turas ancestrales. Se puede pensar que esos dos elementos, mezclados con Ia discusién aun no acallada sobre la con- veniencia o no de abrirse a Occidente, lo levaran a un calle~ j6n sin salida. Tal vez en aquellas circunstancias la reclu- siGn religiosa fuese Ia vinica escapatoria, La hermana no parece haber pensado tampoco en el incipiente interés que cen los afios previos a su reclusién Nagaoka Shiki mostré por la fotografia, Se sabe ademas, aunque la hermana hicie~ 1a todo lo posible por ocultarlo, que Nagaoka Shiki sufti6 4 en ese tiempo una decepcién amorosa cuando el objeto amado, un joven sirviente gordo y deforme, lo humills haciendo piblicas sus proposiciones ante las autoridades dela comunidad. Se cree que la familia trat6 de borrar aquel pasaje de la vida del escritor. Si se recurre a las actas de la comisaria del cantén donde Nagaoka Shiki pas6 su infan- cia y juventud, se ver que han sido arrancadas las pigi- nas que dan fe de las fechas en que ocurrié aquel suceso. Se dice también que el verdadero repudio familiar fue originado por la denuncia del sirviente y no, como la far lia sostuvo en piblico, por rechazar el ingreso de cualquiera de sus miembros a una entidad eclesiéstica. Como se ha sefialado, en el tiempo anterior a su Vida religiosa Nagaoka Shiki comenzé a mostrar un extraiio entusiasmo por la fotografia. Afios después se supo que su interés sélo tenia que ver con su temprana pasién for {0 fiterario. Consideraba un privilegio contar con imige- nes visuales enteras, que de algin modo reproducian al ins tante lo que las palabras y los ideogramas tardaban tarto en representar. Asistié muchas veces al tinico estudio foto- grifico de la zona, situado en el centro del pequefio can- tn anexo a la peninsula en la que habia nacido. Se hizo tomar una gran cantidad de fotos en distintas situacio~ nes, ¢ incluso invité en més de una ocasién al sirviente, que Juego lo acusé, para que se fotografiasen juntos. Lamenta- blemente esas fotos también han desaparecido. Sélo se con- servan en el archivo del estudio algunas placas en las que 5 Nagaoka Shiki aparece sin compafifa. Parece que el joven sirviente logré que se requisaran aquellas en las que esta ban retratados los dos, para utilizarlas como prueba del asedio que estaba suftiendo por parte del hijo de una fami- lia aristécrata. En aquella época los habitantes de la comu- nidad tinicamente podian tomarse fotos en el estudio al que Nagaoka Shiki acudia asiduamente. Quiza por eso le Ilamé tanto la atencién, cuando después de trece aftos aban- doné el monasterio, la popularizacién de la técnica fotogré: fica. Le impresioné comprobar que algo tan misterioso y poseedor de tantas potencialidades narrativas, se hubiera convertido en una aficién de uso doméstico. ‘Dias antes de su ingreso al monasterio, sus padres paga- ron en el diario local una nota en la que se declaraba que la familia no estaba de acuerdo con la decisién del menor de sus hijos, Nagaoka Shiki, de hacerse novicio budista. Incluso a un lado colocaron en letras pequefias su verda- dero nombre: Naigu Zenchi. La nota sefialaba también que la familia hubiera querido que Naigu Zenchi, una ‘vez cumplida la mayoria de edad, dejara de escribir mono- ‘gotarutsis para que se dedicara a administrar los negocios de la familia. Nagaoka Shiki seria desheredado en cuanto cruzara las puertas del pabellén principal del monasterio de Tke-no-wo, concluia la noticia. Nuestro autor fue efec~ tivamente repudiado y desde entonces vivié en la pobre- za. A pesar de compartir con la familia un radio de tres kilémetros cuadrados, nunca més volvi6 a ver a ninguno 16 de sus miembros. Tan s6lo su hermana hizo caso omiso de la exclusién y siempre estuvo atenta a las necesidades del escritor. Sostuvieron discretas entrevistas que se llevaron a cabo en una apartada casa de té. Nunca se conocieron con certeza los temas que trataron, En apariencia las reunio- nes se realizaron tinicamente con el fin de que Nagaoka Shiki entregara a su hermana los textos que escribia en el monasterio para que ella los archivara en un lugar segaro. Nagaoka Shiki pedia permiso una vez. al mes para reali~ zar esos encuentros, que debido a los estrictos horarios no podian extenderse por mas de una hora, Lo que en un principio fue tomado por inocentes citas fraternales, con el tiempo levant6 ciertas sospechas, que se acrecenteron cuando se encontré asesinado de la manera més cruel al sirviente deforme que tiempo atriis habia acusado a ‘Nagaoka Shiki. Aquella muerte nunca quedé aclarads del todo y, quizé porque la victima se trataba de un siervo de- forme, muy pronto quedé olvidada. Mientras esto sucedia fuera del monasterio, Nagzoka Shiki se convertia dia con dfa en un noviciv atento a sus deberes eclesisticos. Si consideramos La nariz de Ryno- suke Akutagawa como un relato inspirado en la vida de nuestro autor, las plegarias de Nagaoka Shiki satisfacfan los votos de los fieles que le confiaban, en secreto y por medio de mensajes, sus més caras ilusiones. Aquellos adep- tos acudian a las puertas del templo al anochecer. Es un misterio la identidad de esos fieles. En ese tiempo Nagaoka 47 Shiki atin no contaba con lectores, Es probable que se tratara de hijos de familias aristécratas que por la prohi- bicién de sus padres no podian acceder a una vida religio- sa. En esos afios era comiin que muchos de los jévenes se suicidaran por ese motivo. Sélo después de la guerra, la cas- ta aristocritica permitié que sus descendientes decidieran Iibremente su destino. Nagaoka Shiki mantenfa en la mejot de las condiciones la sala principal y la parte del monas- terio a su cargo. Asimismo cuidaba que los faroles estu- viesen todo el tiempo encendidos. Se dedicaba a la escri- tura cuando comenzaba a oscurecer, una vez cumplidas sus obligaciones. Se conoce poco de su obra creativa de ese entonces; se piensa que no toda le fue entregada a la her- mana, sino que Nagaoka Shiki destrufa a solas sus textos para arrojarlos luego a un canal que recorria el monaste- tio de norte a sur. Sin embargo, se sube que se embarcé en Ia redaccién de una larga novela que por alguna razén tuvo la intencién de convertir en la versién masculina del Genji monogatari 0, mas contemporineamente y en con- tra de su voluntad, una versién nacional de La busqueda del tiempo perdido del escritor francés Marcel Proust. Como detalle interesante cabe mencionar que los personajes prin cipales ostentaban todos narices fuera de lo comin, y que esos apéndices eran nombrados una y otra vez. Se sabe que en una ocasién le confesé a su hermana que aperras advirtié la semejanza con la obra de Proust cayé en un esta~ do cercano a la demencia. 18 Nagaoka Shiki le conté aquella situacién a su herma- 1na por carta, pues debido a la conducta perturbada que mos t16 esos dias los novicios le negaron los permisos de salida. Antes de la prohibicién pas6 tres jornadas sin comer y sin dormir a pesar de haber cumplido, incluso en exceso, con todas las obligaciones de su vida de novicio, Aquellas tres noches fueron una verdadera tortura. En su delirio noctar- ro aseguré haber visto, flotando en la oscuridad de su cel- da, ideogramas orientales y letras de Occidente. El climax Iegaba cuando con las letras se formaban ideas y con los ideo- gramas descripciones. Aquel estado cesé cuando arrojé los manuscritos a una hoguera, que al extenderse por accién del viento amenaz6 con destruir los bosques que rodeaban el monasterio. La oportuna accidn de los demas monies, quienes despertaron por los gritos angustiados que lanz6 ‘Nagaoka Shiki, hizo que las consecuencias se redujeran aun circulo de bosque chamuscado, En esa ocasién Nagaoka Shi- ki mintid. Dijo que el fuego se originé a causa de la pasién «que puso en sus oraciones, que habian sido tan intensas que sintié la necesidad de salir al aire libre a expresarlas. A par- tirde entonces, la puerta de Nagaoka Shiki era trancada des- de fuera cada vez que el monje se retiraba a descansar. Desde su Iegada al monasterio Nagaoka Shiki “ue motivo de burlas solapadas, de alusiones expresadas con disimulo. Al ser vista como simbolo de ideas extranjeras, la nariz de Nagaoka Shiki no era s6lo un defecto motivo de mofa, sino un oprobio de naturaleza més profunda. 19 EI prior superior, Takematsu-Akai, reunié a los monjes antes de la Hegada de Nagaoka Shiki, y les advirtié que la tolerancia a una nariz de tales caracteristicas era prueba de templanza ante Dios. Es por eso que las primeras reac~ ciones ante la presencia de Nagaoka Shiki estuvieron domi- nadas, visiblemente, por un caricter de contencién, De aquellos afios de encierro monacal se cuentan algu- nas anéedotas curiosas. Jamas se sabra si ciertas 0 no, qui- 24 estuvieron motivadas tinicamente por los rumores de la gente del cantén. La que més se escuché se refiere a la evolucién que alcanzaria con el tiempo la descomunal nariz, Se dice que en ese entonces media cerca de cuatro pulga- das y que incluso sobrepasaba ef mentén. Esos datos no deben de ser ciertos, pues en las fotografias de madurez que se conservan del escritor se ve una nariz, algo excep- ional, pero de ninguna manera poseedora de las caracte- risticas que se le atribuyen. Las habladurias decian ademas que la piel de aquella zona de la cara se le torné lustrosa y comenz6 a ser atacada por una persistente comez6n, que Unicamente lograba aplacarse introduciendo la nariz cada tres dias en un cuenco de agua hirviendo. Debia dejarla ahi dentro cerca de veinte minutos. Luego se la apretaba delan- te de un espejo hasta que surgian unos delgados gusanos de grasa que extraia con una pinza pequefia. Unos minu- tos después hervia mas agua y volvia a introducir la nariz. Pareeia que ese enjuague tenia la particularidad de en- cogérsela y, de alguna manera, restituirla a un tamafio, si 20 no normal, al menos aceptable. Aunque es poco proba- ble que las cosas hayan ocurrido de esa manera, Se cuen- ta que en los dias posteriores la nariz volvia a su inmenso tamafio original, y Nagaoka Shiki le pagaba a un novicio para que se la sostuviera levantada durante la comida. Sin embargo, a veces también queria valerse por si mismo y se sujetaba la nariz sin ayuda de nadie. Pero ese método no cra del todo efectivo y en muchas ocasiones se retiraba de Ja mesa de mal humor sin probar bocado. Finalmente, un nifio dotado de mucha gracia que realizaba algunas tareas menores en el monasterio, al ver la desesperacién del mon- je Nagaoka Shiki en el refectorio, se ofrecié a sostener él mismo la nariz, Las cosas fueron bien al principio. Nuestro escritor comenzé a tomar la sopa de buen grado, hasta gue de pronto un estornudo del nifio produjo la caida de la natiz al plato y el inmediato regocijo general. Las leyes de continencia entre los monjes, que tifbian logrado que Nagaoka Shiki no fuera victima de escartio, — parecieron romperse de pronto. Para los monjes, que repri- mieron durante trece afios sus reacciones, aquella habia sido tuna prueba més que contundente de templanza, Las risas fueron generales y algunos monjes se atrevieron incluso a jugar con la nariz del escritor zangolotedndola de un lado a otro y halindola hasta hacerlo gritar de dolor. La escena era de una bufonada tal que es dificil imaginarse a la victi- ‘ma como el serio escritor obsesionado por las relaciones entre Ienguaje, fotografia y literatura. Algunos estudiosos de la a literatura afirman que aquel incidente propicis su aleja- miento del monasterio, a pesar de que su hermana lo nega~ raen el libro homenaje que escribié: Nagaoka Shiki el escri- tor pegado a una nariz, haciendo una clara alusién a Cyrano cde Bergerac —ocurrencia que Nagaoka Shiki hubiera deplo- rado profundamente debido a su caricter extranjerizante. La hermana asegura en su libro que el incidente del nifio y la sopa nunca tuvo lugar, que se hizo correr aquel rumor por las maniobras de algunos monjes, que en rea~ lidad no rechazaban su nariz, sino que un compafiero de monasterio prefiriera escribir en las noches que dedicarse a.una verdadera reclusién budista, Esos monjes eran lo sufi- cientemente inteligentes como para no considerar verda~ deras las habladurfas que aseguraban que una nariz gigan- tesca era simbolo de la préxima invasién bélica de Occidente, Segtin ellos, la nariz. de Nagaoka Shiki nunca fue tenida en cuenta para tomar decisiones con respecto a su compafiero de monasterio. En ese tiempo pasé a ocu- par el mando de la orden el Maestro Sakao-Teriyami, quien al evisar los archivos vio que la familia de Nagaoka Shiki habia donado una fuerte suma de dinero las semanas pre vias al ingreso del escritor. Mala sefial, Aceptar a un mon- je por presién familiar no podia conducir a nada bueno. ‘Esta era precisamente la raz6n por la que siempre habjan visto con malos ojos al prior anterios, Takematsu-Akai, por su proclividad a aceptar dinero de las familias que busca~ ban deshacerse de vstagos incmodos. Sin embargo, 22 yen virtud del voto de sumisién total que profesaban pera on sus superiores, los monjes nunca pudieron tomar cer~ tas en el asunto, El Maestro Sakao~Teriyami no quiso ave- riguar en detalle las razones por las que se pagé por ese ingreso. Le bast6 con comprobar que hubo una mala ges- tin. Lo mas probable es que de hacerlo hubiera salido a la luz el asunto del sirviente deforme. Tras la muerte del prior anterior, Takematsu-Akai, se redoblé la vigilancia sobre Nagaoka Shiki. Pocos dias antes de morir, el prior ‘Takematsu-Akai protagoniz6 un extrafio rito con el que quedaba evidenciada la perjudicial influencia del escritor ‘Nagaoka Shiki para el resto de los monjes. Comenzaron entonces las sospechas sobre el misterioso incendio en los alrededores del monasterio. Recelaron también de las lar- gas horas que Nagaoka Shiki pasaba encerrado en su cel- da y, especialmente, de su poco apego a Dios. Se le pusie- ron pruebas bastante duras que nuestro escritor no pudo superar. Finalmente fue expulsado del monasterio. ‘Nagaoka Shiki no parecié mostrar mayores dificulta~ des para volver a la vida mundana. En ese tiempo su her~ mana le sirvi6 de gran ayuda. Siguié escribiendo como de costumbre, la tnica y fundamental diferencia fue que a par- tir de entonces no aparecis la descripcién de ninguna naviz, ni de otra particularidad fisica en su obra. 23 =. aquel afio de 1933 la fotografia ya se habia con- vertido en una aficién al alcance de la mayoria. Era, como en la actualidad, una actividad de carécter popular. Al salir del monasterio, Nagaoka Shiki decidis instalar en el centro del cantén un pequefio kiosco para la venta de rollos yrevelado de fotos. Hizo un trato con un estudio de gran fama y de reciente instalacién, donde al anochecer lleva~ ba personalmente los rollos que le hubiesen dejado sus clientes para revelar, Nunca quiso contratar a un ayudan- te. Habia llegado a una extrafia conclusién. Pensaba que debia realizar él solo todo el trabajo para no sentir culpa al momento de escribir. Por el acoso que suffié en el monas- terio, habia comenzado a experimentar cierto sentimien- to de pecado a la hora de dedicarse a lo literario, sensa~ cin que crefa disipar si se esforzaba en la vida cotidiana mas de lo habitual. La hermana, Etsuko Nagaoka, creia que ese sentimiento era originado més bien por el recha- zo de los padres, quienes nunca lo volvieron a considerar un hijo. enas sali6 del monasterio, Nagaoka Shild instalé el ee negocio con que se gané la vida a partir de enton- . La hermana fue la encargada de conseguir el kiosco. Se ocupé ademas de establecer el contacto con los labora- torios de alto prestigio que harian los revelados. Gracias a la inicial ayuda de la hermana mantuvo el kiosco el resto de su vida, Por sus manos pasaron infinidad de fotografias. Con cl tiempo empezé a sentir deseos de examinar una a una las fotos reveladas antes de entregarlas a los clientes. Al cabo 24 de un af de ver impresién tras impresi6n, pens6 en escri- bir un libro cuyo tema se relacionara precisamente con el gran ntimero de fotografias que vio pasar delante de sus ojos, Demoré algunos afios tratando de justificar artisticamen- te ese proyecto, Hallé cierta clave, que no lo convencié del todo pero que signified un buen comienzo, indagando en el sentido original de los populares tankas, poemas ativicos sumamente parcos. Asi como los tankas buscaban reunir lanaturaleza circundante en un todo artistico, Nagaoka Shiki pretendia trabajar también en la creacién de un compen- dio abordando las imagenes que le offecia una naturaleza que antes hubiese pasado por la mirada de un fotégrafo. Mientras se encontraba en estas cavilaciones, ciesta majiana conocié al narrador Tanizaki Junichiro (1886- 1965), quien habia decidido fijar su residencia en la penin- sula de Ikeno. El escritor acudié al kiosco a revelar algu- nos rollos. Aquel narrador se convirtié en el tinico artista que Nagaoka Shiki conocié a lo largo de su vida. No se sabe si fue a causa de la timidez que le producia su defec- to al desprecio que le causaban las manifestaciones rarias de sus contempordneos, pero siempre se mantuvo al margen del cenaculo de escritores. Nada le hubiera cos- tado viajar a la gran ciudad, de la que apenas lo separaban ‘unos kilémetros, y buscar formar parte de los creadores del Mundo Flotante, que era como se les Hamaba a los art tas que solfan reunirse en los establecimientos del censro de la ciudad. Gracias a su excepcional nariz no hubiera 25 tenido problemas para unirse a ellos, ya que estos artistas rendfan culto a todo lo extranjero. Por el contrario, hubie- ra podido afirmar que se avergonzaba del tamafio de su narizy acercarse al grupo de los Tradicionalistas Radicales {que presidia Ia diminuta maestra Takagashi, los que acu- saban a los artistas del Mundo Flotante de traicién a la patria. Por iltimo estaba en condiciones también de come- ter el atrevimiento de convertirse en un artista indepen- diente, afirmando con esa actitud que no estaba de acuer~ do con ninguna de las posturas que se desatrollaban en el pais, Cuando revisé las fotos de’Tanizaki Junichiro quedé sorprendido, Estaba acostumbrado a ver escenas de la vida cotidiana o imagenes campestres de los alrededores. Pero “Tanizaki Junichiro habia retratado una infinidad de cuar- tos de bafio. Los habia de diferentes formas, épocas y pro cedencias. Desde los clasicos al aire libre de las primeras casas que se recuerdan en 1a zona, hasta modernos habi- ticulos dotados de servicio automatico de agua a varias temperaturas y losetas blancas en las paredes. Ante esas fotos Nagaoka Shiki qued6 deslumbrado. Crey6 descubrir en ellas la explicacién de buena parte de su trabajo. La obsesién por aquellos baiios y la profusién de detalles captados tenia que ver con el uso de la foto como un elemento de manipulacién de la realidad. En ese momento Nagaoka Shiki no estaba enterado del oficio de Tanizaki Junichiro, No sabia quién era el hombre cor~ pulento que la semana anterior le habia dejado algunos 26 rollos a revelar. El afamado escritor apareci6 en el kiosco en el preciso momento en que Nagaoka Shiki dejaba de revisar el contenido del sobre que estaba listo para ser entre~ gado. Se dice que Tanizaki Junichiro coments extrafiado que le parecia muy curioso que con esa nariz.aquel comer- ciante tuviera tal destreza para mirar lo que no era suyo. Al ser sorprendido, Nagaoka Shiki dio como excusa que estaba verificando la calidad del trabajo. Acto seguido sefia 16 que le parecfa sumamente curioso el ejercicio que el fotd- grafo habia llevado a cabo. Tanizaki Junichiro se refirié entonces a aspectos del ensayo que escribia en ese momen- to. Fue inesperada la celeridad con la que habl de su pro- yecto. Se dice que era un autor muy proclive a dar expli- caciones sobre su obra al primero que se lo preguntase. Que se explayaba de tal manera que en cierta ocasidn unos estu- diantes que lo abordaron bajo el pretexto de entrevistarlo estuvieron a punto de plagiar el argumento de su novela Diario de un hombre lace. También se sabe que muchos de sus colegas habjan optado por no hacerle preguntas de ca~ racter literario para evitar las largas peroratus en las que solia embarcarse. Tanizaki Junichiro le conté que habia descubierto en la fotografia un aliado que ya no podria abandonar. Habl6 también de las caracteristicas que ten- drian las cémaras fotogrificas de haber sido un invento oriental. Como sc puede suponer, este encuentro fue fun~ damental para la posterior obra de nuestro autor. Algunos Jo acusan incluso de copiar a Junichiro Tanizaki, pero inves tigadores més recientes han demostrado que Nagaoka Shiki no abandoné jamés la tendencia tradicional, y que por lo tanto no es posible advertir, como sucede con la mayor par- te de la obra de Tanizaki Junichiro, el menor asomo de influencia extranjera en sus libros. Es necesario aclarar que a7 no volvieron a verse nunca mas. Parece que Tanizaki Junichiro decidié revelar a partir de entonces sus rollos directamente en el laboratorio de alto prestigio con el que Nagaoka Shiki habia firmado el acuerdo. Sélo cuando Hlegaron los afios de la guerra, se hizo evi- dente lo perjudicial que habia sido Ia aceptacién incon- trolada de ideas extranjeras. La clase aristécrata se arre- pintié de haber estado de acuerdo con esa politica, y pidié disculpas piblicas poco antes de que el pais quedara des- truido fisica y moralmente. Los artistas del Mundo Flotante renegaron asimismo de muchas de sus obras. Tras aque- Ilos aos, todo fue silencio. El kiosco de venta de material y revelado de fotos que- arcialmente destruido. Nagaoka Shiki pasé una tem- P; da viviendo en un refugio antiaérco, donde, segura inte para evitar pensar en la situacién de emergencia que se experimentaba, se dedicé a trazar una serie de proyec tos con los que intenté entrelazar sus ideas acerca de los ideogramas, las palabras, la necesidad de traducir los tex- tos de una lengua a otra para que se apreciara el verdade~ ro cardeter literario de las obras,y su redescubrimiento de la fotografia. Sintié también en esos dias cierta nostalgia 28 por el recuerdo del sirviente que lo acus6 ante las auteri~ dades, Extraii6 no tanto su presencia, sino la imagen que aparecia en las fotos que se tomaron juntos, Tras los aftos de posguerra, donde se traté por todos los medios de olvidar el horror vivido, Nagaoka Shiki ter- miné de dar forma a fa nueva etapa en la que su produ Nagaoka Shiki posiblemente construye lo mis sélido de su trabajo. Ese libro, que fue traducido primero al inglés por la editorial Life en 1953, y al espafiol en el afio de 1960 por la editorial Espasa-Calpe, se ha convertido para muchos en el canto ala reconstruccién de un pais. A partir de peque- fias semblanzas cotidianas, que dan la impresién de des- cribir en forma inocente una serie de fotos, Nagaoka Shiki Jogra mostrar casi de una forma global a su socieded. Cuando el renombrado cineasta Ozu Kenzé preparaba Ia filmacién de su famosa pelicula Tarde de otofio, recurtié a lacstética de ese libro para recrear, segtin sus propias pala~ bras, el alma de una ciudad. Es importante que alguien como Ozu Keira), quizd el mas personal de los directores de cine, admita una influencia semejante, Realmente hay {que apreciar con mucho detenimiento la pelicula para deter minar cules son los elementos a los cuales se refiere el director. Es cierto, en Tarde de otorio las imagenes de la ciu~ dad con la que suelen comenzar y terminar sus obras se detienen en aspectos de la vida cotidiana. Son cambios sutiles, que sin embargo le dan otro valor ala pelicula. Que 29 Ozu Kenz6 lo anunciara en piblico significé un gran dolor de cabeza para Nagaoka Shiki. A partir de entonces sin- ‘i6 que su quehacer artistico se entrelazaba de alguna mane- ra con el de sus contemporineos. Nunca acepté ver Ia peli- cula, ni tampoco conceder entrevistas. Nagaoka SI continué atendiendo a sus clientes la jornada entera. solamente en su pais fue notable la influencia de oka Shiki. El libro Foto y palabra dio la vuelta al mun- do. En algunos lugares de Europa fue tomado en cuenta como una nueva manera de entender la realidad. En otros comenzaron a aparecer Fotografias subversivas basadas en la técnica pregonada por Nagaoka Shiki. En México influ- 6, de manera casi decisiva, en el trabajo de algunos fot6- grafos de la llamada generacién del 50. Pero sobre todo tuvo mucha importancia en la labor de un escritor, Juan Rulfo, quien pudo encontrar en las fotos narrativas de Nagaoka Shiki la posibilidad de continuar con el trabajo que habia iniciado en sus libros, dandole especial realce al aspecto visual de los mundos representados. En una carta enviada cn 1952 asuamigo y colega peruano José Maria Arguedas, Je menciona la importancia que el trabajo de nuestro escri~ tor despierta en su busqueda artistica. Le indica también que prevé la pronta aparicién de una novela extensa, tota~ lizante, que amarrard definitivamente su pensamiento, pero ‘que para lograrlo necesitaba la mediacién de la fotografia. Quiza sea importante este dato, pues para muchos fa obra de Juan Rulfo se caracteriza por su caricter minimo y frag- 30 mentado. José Maria Arguedas escribié en su diario pos- ‘tumo: «poder ver la realidad modificada, no sélo por el len- te del fotégrafo sino por la palabra escrita que acompaiia estas imagenes, es un camino que potencia infinitamente Jas posibilidades narrativas de la propia realidad» Es interesante detenerse en estos dos autores porque de alguna manera ambos compartieron con Nagaoka Saiki el gusto por llevar vidas fuera del dominio pablico. Aderxis, los tres creadores fueron de cierto modo construyendo sus propias biografias en los libros que escribieron. En el caso de Juan Rulfo se dice que agonizé en su cama musitando Jaestructura de la gran obra que nunca construyd. Fue espec- tacular Ia muerte de José Maria Arguedas, quien acabé con su vida luego de terminar de redactar el diario de un suicida, El deceso de Nagaoka Shiki estuvo enmarcado mis bien dentro de un orden trégico que a simple vista no tie- ne que ver con su obra: fue asesinado por un par de droga- dictos que quisieron apoderarse de las ganancias del dia. y Nagaoka Shiki estuvieron de acuerdo, cada uno por su lado, en que la fotografia narrativa intenta realmente esta blecer un nuevo tipo de medio alterno a la palabra escrita 31 ¥y que quizé aquella sea la forma en que sean concebidos Jos libros en el futuro. Pese a que después de la traduecién de Fata y palabra ‘Nagaoka Shiki recibis diversas invitaciones para asistir a coloquios y congresos en distintas partes del mundo, no quiso abandonar ni por un solo dia el entorno en el que habia nacido, Nagaoka Shiki vivia en una modesta casa de bambi, que antes habia pertenecido a la fallecida costure- rade suhermana, Constaba de un tinico ambiente de vein- te metros cuadrados, en el que instalé un fut6n y una mesa baja donde pasaba casi la noche entera escribiendo. En esos afios apenas dormia. Al oscurecer iluminaba la pequefia estancia con limparas de petrdleo, Tenia dos grandes cua- dernos. Uno donde redactaba sus obras de ficcién y otro en el que daba forma a sus recuerdos. Este tiltimo tenia el dibujo de una gran nariz.en la portada, Al final de su vida abraz6 la idea de que en realidad el tamafio de su nariz era Jo que habia orientado su existencia, De alguna manera esas clucubraciones se encuentran escritas en el cuaderno que la hermana guard6 celosamente, y que luego entregs para su publicacién bajo el falso titulo de Diario péstumo. Habla en ese cuaderno de distintos acontecimientos de su vida que considera claves para el posterior desarrollo de los sucesos. Se ve a si mismo alabado por los artistas del Mundo Flotante, que en mas de una ocasién visitaron la casa de sus padres, Le parece escuchar atin los cumplidos a su nariz.que le dirigian los miembros de su familia cuando lo tomaban de ejemplo del nuevo estado de libertad en el que habia 32 entrado la nacién. A los padres les gustaba mostrar, entre su coleccién de pinturas, aquellas que representaban per- sonajes extranjeros con narices descomunales. Siempre que Jo haeian colocaban al hijo al lado. Pero apenas Nagacka Shiki salfa de su casa, notaba que era mal visto por la gen- te de la calle. Lo mismo le sucedia con la servidumbre de fa clase més baja. Desde nifio intuy6 que era considerado el simbolo de los tiempos terribles que se avecinaban En sus aftos finales Nagaoka Shiki escribié un likro que para muchos es fundamental. Lamentablemente a0 esti redactado en ninguna lengua conocida Un rasgo caracteristico en la personalidad de Nagaoka Shiki, que el propio escritor descubrié sélo en sus afios fina~ les, es que siempre fue mas receptivo a las eriticas que a las alabanzas. Quizé por csa razén nunca pareci6 tomarse ct. serio pablicamente su labor de escritor. No queria conver- tirse en un ser amargado, atento a la reprobacién ajera. Prefirié siempre trabajar ocho horas diarias atendiendo el kiosco, y dos més llevando y trayendo del laboratorio el material fotografico, que asistir a los coloquios, las confe- rencias y los congresos a los que era invitado. Eludié asi~ mismo el asedio de la prensa, haciéndose pasar en més de 33 ‘una ocasidn por su hermano gemelo. Con respecto a las cri ticasa su defecto fisico, todo el tiempo parecié sentirse culpa- ble del tamafio de su nariz, Sélo escuchaba a aquellos para Jos que la nariz era un simbolo de mal augurio. Quizé por 0 se enamoré de aquel joven sirviente, un muchacho gor~ do y deforme que tenia un gran lunar en la mejilla dere- cha. Tal vez por eso lo Hlevé una y otra vez.a que se foto- grafiasen juntos, buscando confundir en una sola imagen su nariz defectuosa y aquel repulsivo cuerpo. Nagaoka Shiki sabja de antemano que no iba a ser correspondido. Desde que lo conocié fue vilipendiado por aquel sirviente, quien debia acompafiar a su sefior al estudio fotografico tinica- mente cumpliendo érdenes. Es extrafio el trato que el sir~ viente tenia con Nagaoka Shiki, Resulta inverosimil que cjerciera el derecho de vilipendiarlo, Pero analizando en detalle la verdadera estructura de las relaciones sociales entre Ia clase aristécrata de ese entonces, se puede entender no \inicamente esta actitud sino una serie de actos decaden- tes perpetrados por la servidumbre en contra de sus sefio- res, Precisamente el cardcter oscuro de esta situacién acre~ cents los arrebatos propios de un torbellino amoroso, del que Nagaoka Shiki no pudo librarse —a pesar de los cons tantes esfuerzos por disimular— el resto de su vida. Algunos estudiosos se han preguntado las consecuen- cias que tuvo aquella relacién en su vida y en su obra. Otros més se han cuestionado las extrafias circunstancias en las que el sirviente fue asesinado. No se ha llegado todavia a 34 ninguna conclusién, pero se cree que cuando se consiga traducir a un idioma determinado su libro fundamental, cuyo titulo es igualmente intraducible y hasta ahora slo conocido con un simbolo, se resolverd de una vez por todas el enigma que representa dentro del campo académico la obra de Nagaoka Shiki. ‘Como se ha sefialado, durante su existencia Nagaoka Shiki s6lo recorri la distancia que separaba su modesta casa del Kiosco, y las que lo llevaban al atardecer al estu- dio fotogrifico con el que habia hecho el trato comercial. ‘También realizé una que otra excursion a la peninsu.a. El monasterio de Tke-no-wo, donde pas6 recluido mis de una decena de afios, estaba asimismo situado en el cen~ tro del pequefio cantén anexo a la peninsula donde naci6. La casa de sus padres, quienes nunca lo perdonaron y a quienes no volvié a ver, se ubicaba a la vera del camino sur, que con el tiempo se convirtié en la ruta principal de acce so al cantén. En total, Nagaoka Shiki a lo largo de su vida estuvo circunscrito a un sirea reducida. Es curioso que alguien que posefa una nariz.que de cierta manera era sim- bolo de Occidente, nunca sintiera Iu tentucién de viajar a paises lejanos. Leyendo las notas que la hermana entre 6 para que se publicasen bajo el titulo de Diario postu ‘mo, parece que Nagaoka Shiki consideraba las grandes na- rices como normales entre la «gente de afuera», que era como se les llamaba en ese entonces a los occidentales. Saliendo del pais temia convertirse en un ciudadano més, Tenia miedo de que su escritura pasara inadvertida en un 35 medio como aquel. Estas notas se presentan como impres- cindibles para entender Ia actitud vital de Nagaoka Shiki. Tal vez no sea cierto, como dicen algunos, que no le im- portaran los lectores. Quiza su despreocupacién y su. vida humilde ocultaban a alguien que realmente queria {que su obra fuese reconocida Esos papeles acaban de ser recogidos en su Diario pés- tumo, llamado de ese modo por su hermana y después por sus editores, Fue Nagaoka Etsuko quien recolecté papeles dispersos y los acomodé segiin una supuesta cro- nologia. Pese a la vaga certeza de que estos textos sigan un orden légico, los datos que alli se consignan son de suma importancia para entender la obra final de Nagaoka Shiki: el libro que hasta ahora nadie ha podido descifrar. Cuando 0s diatios aparecieron publicados en Francia, algunos intelectuales formaron al poco tiempo un grupo autode- nominado los Nagaokistas, quienes a manera de pasa- tiempo tratan de encontrar alguna légica a la obra de Nagaoka Shiki, Las pesquisas estan centradas especial- mente en el libro final, para lo cual organizan reuniones semanales en un pequefio café, que cuenta con un salén WEngla parte trasera donde se lanzan diversas interpreta~ ‘clones. Hay quienes dicen, después de leer el diario publi- cado bajo la vigilancia de la hermana, que Nagaoka Shiki toms personalmente —a pesar de haberlo negado una y otra vez— algunas fotografias que de cierta manera bus~ caban ilustrar sus teorias acerca de la imagen y las pala- 36 bras, Se piensa que guardaba escondidas las fotogra‘las que realizé su hermano. Se dice que son instantineas en blanco y negro, donde sobre un fondo brumoso flotan algu- nas letras y ciertos caracteres orientales. La niebla parece tener el fin de demostrar que las letras y los caracteres han aparecido de la nada, como convocados por una aso- ciacién natural de los objetos. Algunos han aventurado la teoria de que Nagaoka Shiki crefa en fuerzas de otro orden —que ni él mismo se podia explicar—, lo cual motivaba que ocurrieran una serie de fenémenos naturales, especialmente en asuntos relacioaa- dos con letras, caracteres y fotografias. Es de este tipo la explicacién que dio a los monjes cuando produjo un cona- to de incendio en las cercanias del monasterio. Segin Nagaoka Shiki las llamas surgieron por la fuerza que puso en sus oraciones. Es muy curioso que en su momento nadie se hubiera preguntado por esta justificaci6n y que los mon jes se hubieran limitado a apagar el fuego. Se dice enton- ces que quiz durante sus afios de noviciado Nagaoka Shiki hizo alguna labor proselitista entre quienes lo rodeaban. Si se toma como cierta esa labor, cobra sentido el extra- fio acto que protagoniz6 el viejo prior, Takematsu-Akai, dias 37 antes de su muerte. Hizo acudir a su cama de enfermo a todos los monjes. Una vez.rodeado el lecho, disculpé pibli- camente la natiz. de Nagaoka Shiki e incluso se incorporé con dificultad en la cama para untirsela con una mezcla de aceites. Luego ordené que apagaran las velas que alumbra- ban el cuarto y comenzé a orar pidiendo que aparecieran los ideogramas sagrados en medio de la oscuridad. Los mon- jes se mantuvieron en silencio. Sabian que aquellas eran ideas de Nagaoka Shiki. Aguardaron entonces la muerte del prior para tomar una decisién. Apenas el sucesor, el Maestro Sakao-Teriyami, tomé el poder del monasterio se deshi- cieron, después de un corto trimite plagado de duras prue- bas fisicas yespirituales muchas de ellas imposibles de cum- pli, de la presencia de Nagaoka Shiki y de su nariz, La viuda del escritor José Maria Arguedas, condena- daa cadena perpetua por complicidad en actos de terro- rismo, ha confesado recientemente desde la prisién que, poco antes de morir su esposo, éste le transmitié que por medio de imagenes y pensamiento podia lograrse la exis- tencia eterna en un universo poblado de palabras ¢ ideo- gramas que darin como resultado la anhelada paz. social. 38 | Sibien no volvié a mencionar ni una nariz ni un defec- to fisico, durante sus afios finales Nagaoka Shiki escrivi6, ‘como se tiene conocimiento, una obra redactada en un idio~ ma de su invencién. Aparte de Foto y palabra y el Diario _péstumo, es éstetiltimo el que tanta admiracién causa en el ‘mundo entero y por el cual contingia trabajando de una mane- raactiva el grupo de Nagaokistas en Paris, Esta obra no pudo ser apreciada ni por Juan Rulfo ni por José Maria Arguedas, Leerla, aunque esto sea pura suposicidn, pues no se conoce ain el contenido real del libro, quiz hubiera evitado la muer- te de estos dos escritores en la forma como ocurrié: uno en medio de la depresién motivada por no poder crear una obra de caricter totalizante, y el otro cometiendo suicidio por estar incapacitado para colocar en palabras la angustia que lo atenazaba no tinicamente a él sino a su nacién entera. Que el tiltimo libro de Nagaoka Shiki no se pueda traducir no cs impedimento para su circulacidn, pues leva varias edi- ciones publicadas, No s6lo se ha editado en su pais sino tam~ bién en el extranjero. Cuando la hermana le pregunté de qué trataba, el escritor dijo que era un bello ensayo sobre las rela- ciones entre la escritura y los defectos fisicos. De cémo la literatura que de alli surge debe distanciarse de la realidad apelando al lenguaje, en este caso al no-lenguaje. Aparte del grupo de Paris y algiin otro que est a punto de instaurarse en Ciudad de México, Nagaoka Shiki es un autor que se estudia en algunas universidades de su pais, En una de ellas, Ja Universidad de la Peninsula, desde hace algiin tiempo se ha abierto una citedra extraordinaria dedicada a su obra. El objetivo final del curso consiste en hallar la clave para la traduccién del libro que se conoce slo con un simbolo. 39 Nagaoka Shiki murié un frio atardecer del otofio de 1970, cuando al momento de cerrar el kiosco que ofrecia servicios fotograficos fue asesinado por dos drogadictos que quisieron llevarse las ganancias del dia. La hermana estuvo hasta el afio pasado, en que fallecis de una dolen- cia pulmonar, recolectando pacientemente la obra de este autor tan particular, Algunos agradecen su labor, pero otros saben que no hizo més que manipular los manuscritos obe- deciendo drdenes de su aristécrata familia. Sin embargo, ‘un mérito que no puede negirsele es que se empeiié has- tael final en rescatar Ia figura de su hermano de las garras, de las leyes de la ficcién en las que parece querer ser enmar~ cado este personaje. Conducta que tal vez haya estado moti- vada por los sentimientos de nobleza propios de la estir~ pe a la que pertenecia, que como se sabe siempre habia visto con buenos ojos, inclusive como si fuera algo nor~ mal y deseable, una nariz. descomunal, Decia por eso que la nariz. de su hermano era algo grande para su raza, pero que en el extranjero abundaban los apéndices de dimen- siones atin mayores. Secretamente parecia estar orgullo- sa de la envergadura de aquella protuberancia, La dedica- cién de esta hermana dard a conocer en forma mas amplia la obra de Nagaoka Shiki, que las nuevas generaciones con- sideran cada vez mas como la verdadera transgresora de la literatura nacional contemporinea, Actualmente, cuan- do ya estan rescatados la mayor parte de los manogatarut-~ sis de juventud, la préxima publicacién de la totalidad de sus obsesivos relatos de narices esti llamada a convertirse en Ia atraccién del mundo editorial del préximo afio. Se 40 espera con entusiasmo este libro, tanto por parte de los lec- tores y la critica de su pais como por los grupos de espe~ cialistas de Europa y América. Curiosamente la obra de Nagaoka Shiki es desconocida aiin en un buen ntimero de los paises de Oriente. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la comunidad intelectual, de Japén principal- mente, ha mostrado sumo interés en conocer los libros de nuestro autor. Este hecho es quiz el sintoma més con- tundente del carécter universal de la obra de Nagaoka Shiki. Parece uno de los pocos escritores que pueden ser enten- didos de una manera similar en las distintas regiones del mundo. Esperemos pues que la préxima publicacién de sus libros en distintas lenguas permita la difusién de uno de los creadores fundamentales del siglo xx. En as cercanias de Ciudad de México existe un pobla~ do llamado Tepoztlin, pequefio villorrio rodeado de altas montafias, En ese lugar cierto escritor mexicano suele pasar Jargas temporadas de retiro analizando textos de extraitas procedencias. Hace algunos dias lanz6 al mundo la noti~ cia de que hab{a hallado la clave del libro intraducible de Nagaoka Shiki. Segtin el investigador, en aquel texto esta consignado el asesinato del deforme sirviente que nunca hizo caso a sus requerimientos amorosos. Se describe la naturaleza de sus sentimientos y el rol que jugé cuando ‘Nagaoka Shiki creé sus teorias acerca de la relacién encre defectos fisicos y escritura, el valor metafisico del lengua~ je, 1a importancia de traduciry retraducir los textos y, sobre 4 todo, la minuciosa descripeién del rotundo rechazo que sentia aquel siervo al ver su propia imagen reproducida por accién de una cimara de fotos. El crimen fue atroz. Desde elmonasterio Nagaoka Shiki lo planificé hasta en sus tilti- mos detalles. La hermana fue la principal cémplice. La familia aristécrata contraté a los sicarios. De un tiempo a esta parte, el cantén de la ciudad don- de transcurrié la vida de Nagaoka Shiki, y donde ubiea~ ron la tumba en medio de un parque, es conocido, por la ‘gente de pueblo principalmente, como el Barrio de la Nariz. Ciudad de México, octubre de 2000 42 ALGUNAS OBRAS DEL AUTOR Monogatarutsis de juventud Tratado de la lengua vigilada Foto y palabra Diario péstumo We ALGUNAS OBRAS SOBRE EL AUTOR Etsuko Nagaoka, Shiki Nagaoka: el escritor pegado a una nariz, Conclusiones del I Seminario de Nagaokistas, Paris, 1999. Donald Keene, Literatura japonesa de posguerra. Pablo Soler Frost, Posible interpretacion def. a DocuMENTos FOTOGRAFICOS SOBRE, Sux NaGaoxa Recuperacién iconogrifica de Ximena Berecochea ‘encbi Fukuda y Zencbi Sacibe, pares de Nagaoka Shit Note la moderna de cstuncres, evidenced en lox guantet y ents de Zenebi Puen y cm el wo de lips labial de Zencbi Sachi, logue de alin modo demuestra sn pertnencia al laze vitor, 49 Aipete de plo busta de Ieee SSS OE TaSGR HR ses Comentario opareide ee diario desrelaién nacional Tomenomasbinp> Naguoke Btsuko ante de la guerra. sobre el libro Tratade dela lengua vigil 5 | 53 Ss | i Figura psstuma del prior Tabercates- Akai, revereniadaexpecalmente cn la zona montero del pas Ler en el diario lea, donde se da cuenta del repo femiiar baa oe Shiki por abruzar lo vida reigiza Berg alrsdedor del manaterio que cori peligro de ser incendiado, yo que usd Nagaoka Shiki para apreciar la reltades cexperimentada en w naz iets ques aceraban al monasera para dep [Notte que todos pertenectan a a Vaso preparado para recibir agra ll reeamiont, rier bute de The-no-wo, Libro eit por Nogook Etro Nagaoka Shiki exritorpegado una nares Ganal que eres e Decumento que da cuenta dela expuin de Nagaoka Shiki del matter. Fotos tomas por los cliente del Rocko que Nagaoka Shiki moe entre ars propetrin, Fotos temadas por Taizabi unicbive. 64 aS a Vaile de diario que tities Nagaoka Shiki en la cosa donde pars rx sti arc. Calzado qu el autre colo a diario para ira trabajar al kiosk fotografie, man (Caja donde eguardaban las ropar que fe serena Nogacka Ski para Boers pasar pe su Bermans gemelo Ropes tsadas para tl fin 68 69 3 Monateria de Ike 4 Coun de bambi que babies hasta tw mverte n [Niet de Btsuboseteiendo el «Diavia pstvmo dexn ta abu, n 74 Pato de a pentnsula del Ikea, (Copa donde prior Tabemater- Aba guardabo lo ai desu incencin 5 Apate que wilizaba Nagaoka Sbiki para 76 7 Dos NARRACIONES CLASICAS SOBRE EL TEMA DE LA NARIZ Parque wbicado om el Barro de fa Navi donde encuentra Ja tuba de Nogasha Sbii 80 La Nariz Anénimo (comienzos del s. xm) Habfa una vez en Ikeno un monje llamado Zenchin Naigu que conocfa a Ia perfeccién el esoterismo de Shingox: sus largos afios de prictica le habian granjeado la estima general. Sus plegarias satisfacian los votos de cada cut: esto le habia permitido hacerse de una fortuna. Ni la sala del templo ni el monasterio se hallaban en absoluto dete- riorados. Los faroles estaban constantemente encendi- dos. Las ceremonias y los sermones eran tan frecuentes que en el recinto del templo se veia un vaivén incesante de mon- jes. El agua para el baiio se calentaba, sin excepcién, riamente. Se disponia de ella en abundancia. En torno del templo, se construyeron casas, las mismas que inte- graron un burgo leno de vida. Ahora bien, Naigu tenfa una larga nariz, la que alcan- zaba més de cinco pulgadas, sobrepasindole el mentén, De color escarlata, su superficie tenia granos como la cée- cara de la naranja, La comez6n era insoportable. ‘Tenia por costumbre valerse de agua caliente en un cubo y de una bandeja donde se habia abierto un aguje- 10 del grosor de su nariz. Introducia alli la nariz, de tal 83 suerte que el vapor no le quemara el rostro y la remojaba en el agua caliente. Hervida en su punto, la nariz toma- ba un color piirpura bien acentuado, Naigu enseguida se echaba al suelo y, colocando bajo su nariz. algo con que sostenerla, hacia que se la pisotearan. Entonces se esca~ paban de los poros en cascara de naranja una especie de humo. Al aplastarse con mayor fuerza, aparecian unos gusanos blancos que extrafan con una pinza pequefia. En cada poro habia un gusano blanco de cuatro pulgadas de largo. Después de esta operacién, la nariz, parecia un co- lador, la volvia a sumergir en el agua caliente como para enjuagarla: al cocerse se encogia retomando su talla normal, Pero solo bastaban dos o tres dias para que la nariz. se estirara enormemente. Los dias en los que su nariz estaba larga, que eran los ms frecuentes, le pedia, para sus comidas, a un novicio que sostuviera una plancha de un pie por una pulgada deba- jo de su nariz: el novicio se situaba delante de su amo y mantenia la nariz levantada durante toda la comida, ‘A Naigu le habia sucedido tener que pedir a otros monjes que lo hicieran, pero la plancha estaba entonces en equi- librio inestable. Se apoderaba de él una cdlera violenta y terminaba por nv comer mada. Es asi pues que Hamnaba al novicio para cada comida. Un dia, el novicio, que se hallaba indispuesto, no pudo presentarse, No encontrando a nadie que le sostuviera la nariz. durante el desayuno, Naigu se sintié perdido. Un nifio, que hacia de recadero, vio al novicio enfermo y le dijo: «Le puedo sostener la nariz. Me las arreglaré mejor que vos». 84 Elnovicio present al chico a su amo: «Este chico esta pronto a tomar mi lugar». El amo, al ver a este nif limpio y dotado de gracia, lo dejé entrar. El nifio tomé la plancha, se senté convenientemente de cara al monje y levanté la nariz a la altura deseada, sin forzar. El amo comenzé a tomar su sopa de arror «Lo haces muy bien —e dijo—, mucho mejor que el novicio» Prosiguis tomando tranquilamente su sopa. De pron- to, el chico resoplé como si le picara la nariz y estornudé precisamente contra el rostro del monje. Le temblaror Jas manos, Ia plancha perdié su equilibrio, la nariz. cayé sumergiéndose en la sopa y salpicando la cara del monje. La cara del chico estaba cubierta de granos de arroz. El monje monté en terrible célera y, enjugindose, grité «jSo pedazo de granuja, estipido y torpe! {Estos son los epitetos que te convienen! ;Cuando sostengas la nariz de otras personas refinadas, recomenzarés con tus sandeces jInsoportable cretino! ;Largo de aqui!». Lo eché a la calle. Al salir, el nifto dijo: «Si se hallara en el mundo una nariz semejante a la vuestra irfa de buen grado a sostener- la, ;Qué majaderfas tiene uno que escucharl». Alois e308 gritos, los novicios reventaban de risa, aga- zapados al fondo de la sala. 85 La Nariz, Akutagawa Rynosuke (1916) No hay nadie, en todo Ike-no-wo, que no conozca la nariz de Zenchi Naigu. Mediré unos 16 centimetros, yes como un colgajo que desciende hasta mas abajo del men- tn. Es de grosor parejo desde el comienzo al fin; en una palabra, una cosa larga, con aspecto de embutido, le cae desde el centro de la cara. Naigu tiene més de 50 afios, y desde sus tiempos de novicio, y aun encontrindose al frente de los seminarios de la corte, ha vivido constantemente preocupado por su nariz, Por cierto que simula la mayor indiferencia, no ya porque su condicién de sacerdote «que aspira a la salva~ cidn de la Tierra Pura de Oeste» le impida abstraerse en tales problemas, sino mis bien porque le disgusta que ‘os demas piensen que a él le preocupa. Naigu teme la apari- cin de la palabra nariz en las conversaciones cotidianas. Existen dos razones para que a Naigu le moleste su nariz, La primera de ellas, la gran incomodidad que pro- voca su tamaiio. Esto no le permitié nunca comer solo, pues la narizse le hundia en las comidas. Entonces Naigu hacia sentar mesa por medio a un discipulo, a quien le ordena- 87 ba sostener la nariz.con una tablilla de unos cuatro centé metros de ancho y sesenta y seis centimetros de largo mien- tras duraba la comida. Pero comer en esas condiciones no cera tarea ficil ni para el uno ni para el otro. Cierta vez, un ayudante que reemplazaba a ese discipulo estornud6, y al perderel pulso, la nariz que sostenia se precipité dentro de Ja sopa de arroz; la noticia se propalé hasta llegar a Kioto. Pero no eran esas pequefieces la verdadera causa del pesar de Naigu. Le mortificaba sentirse herido en su orgullo a causa de la nariz, Las gentes del pueblo opinaban que Naigu debia de sentirse feliz ya que, al no poder casarse, se beneficiaba como sacerdote; pensaban que con esa nariz ninguna mujer aceptaria unirse a él. También se decia, maliciosamente, que él habia decidido su vocacién justamente a raz de esa desgracia. Pero ni el mismo Naigu pens6 jams que el tomar os hibitos le aliviara esa preocupacién. Empero, la dig- nidad de Naigu no podia ser turbada por un hecho tan accesorio como podia ser el de tomar una mujer. De ahi que tratara, activa o pasivamente, de restaurar su orgullo mal herido. En primer lugar, pensé en encontrar algin modo de que la nariz aparentara ser més corta. Cuando se encon- traba solo, frente al espejo, estudiaba su cara detenidamente desde diversos ingulos. ‘Otras veces, no satisfecho con cambiar de posiciones, ensayaba pacientemente apoyar la cara entre las manos 0 sostener con un dedo el centro del mentén. Pero lamen- tablemente no hubo una sola vez-en que la nariz.se viera satisfactoriamente mas corta de lo que era. Ocurria ade- més que cuanto mis se empefiaba, més larga la vela cada vez. Entonces guardaba el espejo y suspirando honda~ 88 mente, volvia descorazonado a la mesa de oraciones, De alli en adelante, mantuvo fija su atencién en la nariz de los demas. En el templo de Tke-no-wo funcionaban frecuerte- mente seminarios para los sacerdotes; en el interior del templo existian numerosas habitaciones destinadas a zlo- jamiento, y las salas de bafios se habilitaban en forma per- manente. De modo que alli el movimiento de sacerdotes era continuo. Naigu escrutaba pacientemente la cara de todos cllos con la esperanza de encontrar siquiera una per- sona que tuviera una nariz semejante a la suya. Nada le importaban los lujosos habitos que vestian, sobre todo por- que estaba habituado a verlos. Naigu no miraba a la gen- te, miraba las narices. Pero aunque las habia aguilefias,no encontraba ninguna como la suya; y cada vez, que com= probaba esto, su mal humor iba creciendo. Si al hablar con alguien inconscientemente se tocaba el extremo de su enorme narizy se lo vefa enrojecer de vergiienza a pesar de su edad, ello denunciaba su mal humor. Recurrié entonces a los textos budistas en busca de alguna hipertrofia. Pero para desconsuelo de Naigu, nada le decia si el famoso sacerdote japonés Nichiren, o Saripura, uno de los diez discfpulos de Buda, habian tenido narives largas. Seguramente tanto Nagarjuna, el conocido fil6so- fo budista del siglo , como Bamei, otro ilustie sacerdote, tenfan una nariz normal. Cuando Naigu supo que Ryugentoku, personaje legendario del pais Shu, de China, habia tenido grandes orejas, pensé cuiinto lo habrfa con~ solado si, en lugar de esas orejas, se hubiese tratado de la nariz. Pero no es de extrafiar que a pesar de estos lamen- tos, Naigu intentara en toda forma reducir el tamafio de 89 su nariz. Hizo cuanto le fue dado hacer, desde beber una coccién de ufias de cuervo hasta frotar la nariz.con orina de ratén. Pero nada. La nariz seguia colgando linguida- mente. Hasta que un otofo, un discipulo enviado en una misién a Kioto, revels que habia aprendido de un médico su tratamiento para acortar narices, Sin embargo, Naigu, dando a entender que no le importaba tener esa nariz, se nego a poner en practica el tratamiento de ese médico de origen chino, si bien, por otra parte, esperaba que el dis- cipulo insistiera en ello, y a la hora de las comidas decia ante todos, intencionalmente, que no deseaba molestar al discipulo por semejante tonteria. El discipulo, advirtien- do la maniobra, sintié mas compasion que desagrado, y tal como Naigu lo esperaba, volvi6 a insistir para que ensa~ yara el método. Naturalmente, Naigu accedié, El método era muy simple; consistia en hervir la nariz y pisotearla después. El discipulo trajo del baiio un balde de agua tan caliente que no podia introducirse en ella el dedo. Como habia peligro de quemarse con el vapor, el dis- cipulo abrié un agujero en una tabla redonda, y tapando con ella el balde hizo introducir la nariz.de Naigu en el ori- ficio. La nariz.no experimenté ninguna sensacién al sumer girse en el agua caliente. Pasado un momento dijo el dis- cipulo: —Creo que ya ha hervido. Naigu sonrié amargamente; oyendo sélo estas pala~ bras nadie hubiera imaginado que lo que se estaba hir- viendo era su nariz. Le picaba intensamente. El discfpulo a recogié del balde y empez6 a pisotear el promontorio humeante. Acostado y con la nariz sobre una tabla, Naigu observaba cémo los pies del discipulo subfan y bajaban 90 delante de sus ojos. Mirando la cabeza calva del maestro aquél le decfa de vez.en cuando, apesadumbrado: —No os duele? :Sabéis?...e1 médico me dijo que pisa- ra con fuerza. Pero no os duele? En verdad, no sentia ni el mas minimo dolor, puesto aque le aliviaba la picaz6n en el lugar exacto. Al cabo de un momento unos granitos empezaron a formarse en la natiz, Era como si se hubiera asado un pj 0 desplumado. Al ver eso el discfpulo dejé de pisar y dijo como si hablara consigo mismo: «El médico dijo que habia que sacar los granos con una pinza». Expresando en el rostro su disconformidad con el t:a~ to que le daba el discipulo, Naigu callaba. No dejaba de valorar la amabilidad de éste. Pero tampoco podia tolerar que tratase su nariz como una cosa cualquiera. Come el paciente que duda de la eficacia de un tratamiento, Naigu miraba con desconfianza cémo el discipulo arrancaba los granos de su nariz. ‘Al término de esta operacién, el discipulo le anuncié con cierto alivio: —Tendréis que hervirla de nuevo. La segunda vez, comprobaron que habia acortado mucho més que antes. Acariciéndola atin, Naigu se mird avergonzado en el espejo que le tendia el discipulo. La nariz, que antes le llegara a la mandibula, se habfa reduci- do hasta quedar sdlo a la altura del labio superior. Estaba, naturalmente, enrojecida a consecuencia del pisoteo. «En adelante ya nadie podra burlarse de mi nariz.» El rostro reflejado en cl espejo contemplaba satisfecho a Naigu. aso el resto del dia con el temor de que la nariz ren perara su tamafio anterior. Mientras leia los sutras, o duran= or te las comidas, en fin, en todo momento, se tanteaba la nariz para poder desechar sus dudas. Pero la nariz.se man- tenfa respetuosamente en su nuevo estado. Cuando des- perté al dia siguiente, de nuevo se Ilevé la mano a la nariz, y comprobé que no habia vuelto a suftir ningiin cambio. Naigu experimenté un alivio y una satisfaccidn sélo com- parables a los que sentia cada vez que terminaba de copiar los sutras. Pero después de dos o tres dias comprobs que algo extraiio ocurria. Un conocido samurai que de visita al tem- plo lo habia entrevistado, no habia hecho otra cosa que mirar su nariz y, conteniendo la risa, apenas si le habia hablado. Y para colmo, el ayudante que habia hecho caer la nariz dentro de la sopa de arroz, al cruzarse con Naigu fuera del recinto de lectura, habia bajado la cabeza, pero luego, sin poder contenerse mas, se habia refdo abierta- ‘mente. Los practicantes que recibian de él alguna orden lo escuchaban ceremoniosamente, pero una ver que él se ale Jaba rompian a reir. Eso no ocurrié ni una ni dos veces. ‘Al principio Naigu lo interpreté como una consecuenci natural del cambio de su fisonomia, Pero esta explicacién no era suficiente; aunque el motivo fuera ése, el modo de burlarse era «diferente» al de antes, cuando ostentaba su larga nariz. Si en Naigu la nariz corta resultaba més eémi- caque la anterior, esa era otra cuestién; al parecer, ahi habia algo mas que eso... «Pero si antes no se refan tan abiertamente...» Ast cavi- laba Naigu, dejando de leer el sutra e inclinando su cabe- za calva. Contemplando la pintura de Samantabhadra, recordé su larga nariz de dias atrés y se quedé meditando, como «aquel ser repudiado y desterrado que recuerda tris- temente su glorioso pasado». Naigu no posefa, lamenta- 92 blemente, la inteligencia suficiente para responder a este problema. En el hombre conviven dos sentimientos opuestos. No hay nadie, por ejemplo, que ante la desgracia del préjimo no sienta compasidn. Pero si esa misma persona consigue superar esa desgracia, ya no nos emociona mayormente. Exagerando, nos tienta a hacerla caer de nuevo en su ante~ rior estado. Y sin darnos cuenta sentimos cierta host!li- dad hacia ella. Lo que Naigu sintis en la actitud de todos ellos fue, aunque él no lo supiera con exactitud, precisa~ mente ese egoismo del observador ajeno ante la desgracia del préjimo. Dia a dia Naigu se volvia mis irritable e irascible. Se enfadaba por cualquier insignificancia, El mismo disei- ppulo que le habia practicado Ia cura con la mejor volunted, empezé a decir que Naigu recibiria el castigo de Buda. Lo que enfurecié particularmente a Naigu fue que, cie:to dia, escuché agudos ladridos y al asomarse para ver cué ocurria se encontré con que el ayudante persegufa a un perro de pelos largos con una tabla de unos setenta cent metros de largo, gritando: «La nari, te pegaré en la natiz>. Naigu le arrebaté el palo y le pegs en la cara al ayu- dante. Era la misma tabla que habia servido antes para sos- tener su nariz cuando comia. Naigu lamenté lo sucedido y se arrepinti ms que nunca de haber acortado su nariz, Una noche soplaba el viento y se escuchaba el taftido de la campana del templo. El anciano Naigu trataba de dormir, pero el frio que comenzaba a llegar se lo impedia. Daba vueltas en el lecho tratando de coneiliar el suciio, cuando sintié una picaz6n en la nariz. Al pasarse la mano, a noté algo hinchada e incluso afiebrada, 93, «Debo de haber enfermado por el tratamiento» En actitud de elevar una oftenda, ceremoniosamente, sujet6 la nariz con ambas manos. A la mafiana siguien te,al levantarse temprano como de costumbre, vio el jardin del templo cubierto por las hojas muertas de ls breneas y los eastafios, cafdas en la noche anterior. El jardin brilla- ba como si fuera de oro por las hojas amarillentas. El sol empezaba a asomarse. Naigu salié a la galeria que daba al jardin y aspiré profundamente. En ese momento, sinti6 retornar una sensacién que habfa estado a punto de olvidar, Instintivamente se llevé las manos a la natiz, ;Era la nariz de antes, con sus 16 centimetros! Naigu volvié a sentirse tan leno de jubilo como cuando comprobs su reduccién, —Desde ahora nadie volverd a burlarse de mi. Asi murmuré para s{ mismo, haciendo oscilar con deli- cia Ia larga nariz en la brisa matinal del otofio. 94 Esta edicion de 6.400 ejemplares se terminé de imprimir el mes, ‘de mayo de 2001 en’ A&M Graf, SL ‘Santa Pempétua de Mogoda (Barcelona) Editorial Sudamericana Nanrarivas Diego Paszkowski FL ormo Gourz Dwvid Toscana Estici6v'Tona “Mauricio Waequez Eptranta De Ua sonmma Juan Sastusain Lawyer pucua Antonio Dal Maserto Bospue “Matio Bellatin ‘Sek NaGAog! UNA Naz SEWALES Jorge Luis Borges ‘Osvaldo Ferrari REENCUENTRO, DIALOZOS Ingorros Patricia Verdugo Bucanest 187

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