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3) El absentismo y el fracaso escolar :

Supone, según el CESE, que ya desde la escuela se cuelguen “etiquetas”

que“estigmatizan” y acaban abriendo el camino a comportamientos incívicos o

delincuentes. (Pérez, 2010)

Debido a que la mayoría de escolares pasan mayor tiempo en los centros educativos,
se recomienda que estas instituciones deberían tomar lineamientos para identificar a los
jóvenes que realizan el bullying y de esta manera darles ayuda psicológica no solo a los
menores de edad que tienen este problema sino también a los padres de estos chicos,
pues es el hogar comandado por papá y mamá que tienen gran responsabilidad en la
formación de sus hijos (Ccopa, 2016).

4) El desempleo:

Si las mayores tasas de paro se encuentran entre los jóvenes, esta situación origina
una frustración por la falta de esperanza que también se convierte en caldo de cultivo
para las conductas delictivas. (Pérez, 2010)

5) La transmisión de imágenes y actitudes violentas :

Por parte de ciertos programas en algunos medios de comunicación social o en


videojuegos destinados a los menores, contribuye a inculcarles un sistema de valores
donde la violencia se presenta como un recurso aceptable. (Pérez, 2010)

Defez (2007) nos relató que la información de los medios de comunicación sobre los
jóvenes conflictivos tiene un doble dominio; por un lado, la acción que estos medios
realizan sobre los actos delictivos cometidos por niños y jóvenes. Por otro lado, la
violencia que a través de las pantallas y las páginas llega a los jóvenes (Ccopa, 2016).

Para Defez (2007) los medios tienen la responsabilidad de poder brindar a la


población la información de todo lo que sucede en nuestro país, y en los temas que no
se encuentran aptos para los menores se debe brindar de forma especial, rigurosa y con
cautela, para no causar daño psicológico y emocional al menor. Las agresiones violentas
intervenidas por grupos juveniles, hurtos y actos vandálicos, es el efecto de un
informativo inadecuado generando en primer lugar, una lesión al menor y, en segundo
lugar, un estado de intranquilidad que no suele ajustarse a lo real. Este desasosiego
origina en la policía una interrogante como se debería actuar al problema, evitando la
consecuencia negativa a los futuros tratamientos de los delincuentes (Ccopa, 2016).

Defez (2007) sostiene que la presencia de la violencia en diferentes medios es un


grave problema para la futura generación, consecuentemente a esto se ve la violencia
física, psicológica y verbal en la mayoría de los programas, en películas, series o
concursos, incluyendo a los programas infantiles o dibujos, el cual no son aptos para
menores de edad. Los medios de comunicación deberían cumplir con la normativa y
respetar la franja de horario infantil, de esa manera los progenitores podrían controlar la
situación como última instancia (Ccopa, 2016).

6) El consumo de drogas y sustancias tóxicas :

En muchos casos, da lugar a que el adicto acabe delinquiendo por el mero hecho de
lograr el dinero que le permita sufragar su adicción. Asimismo, bajo sus efectos se
reducen (o eliminan) los frenos inhibitorios habituales. En esta causa, tampoco debemos
olvidar los efectos del consumo de alcohol (aunque sea de forma esporádica) por su
notable incidencia en la comisión de actos vandálicos y en las infracciones de tráfico y
contra la seguridad vial (Pérez, 2010).

La problemática del consumo de drogas y su relación con la violencia juvenil es un


tema que cada vez adquiere mayor importancia en la sociedad. La edad de inicio en el
consumo ha disminuido y existe un aumento en la ingesta de diferentes drogas asociado
a conductas desadaptadas. Es así que la inadaptación social puede llevar al consumo de
drogas o viceversa, en el primer caso hablamos de “psicopatía primaria” y en el segundo
de “psicopatía secundaria”. La psicopatía, también denominada trastorno antisocial de la
personalidad o trastorno disocial de la personalidad (CIE - 10), se caracteriza por
continuos actos delictivos o antisociales y supone una incapacidad para adaptarse a las
normas sociales (Ccopa, 2016).

7) Los trastornos de la personalidad y del comportamiento :


Unidos a otros factores sociales o ambientales– forman un cóctel explosivo donde

los jóvenes actúan de forma impulsiva e irreflexiva, sin dejarse guiar por las normas de

conducta socialmente aceptadas. (Pérez, 2010)

Este caso está vinculado con menores y adolescentes cuya conducta antisocial

procede de una psicosis: la delincuencia es el indicio de una enfermedad. Estos

trastornos pueden presentarse en la niñez o la pubertad a través de posturas solitarias,

poca relación con los demás, bajo rendimiento escolar, hipersensibilidad o ansiedad

social. Pueden parecer extravagantes y ser víctimas de otros. (Ccopa, 2016)

“Los trastornos disociales se caracterizan por una forma persistente y reiterada de

comportamiento disocial, agresivo o retador. En sus grados más extremos puede llegar a

violaciones de las normas, mayores de las que serían aceptables para el carácter y la

edad del individuo afectado y las características de la sociedad en la que vive. Se trata

por tanto de desviaciones más graves que la simple "maldad" infantil o rebeldía

adolescente. Los actos antisociales o criminales aislados no son, por si mismos base

para el diagnóstico, que implica una forma duradera de comportamiento”. “Los

trastornos disociales suelen estar relacionados con un ambiente psicosocial

desfavorable, entre ellos relaciones familiares no satisfactorias y fracaso escolar, y se

presenta con más frecuencia en chicos. La distinción entre los trastornos disociales y los

trastornos de las emociones es bien definida, mientras que su diferenciación del

trastorno hipercinético es menos clara y es frecuente un solapamiento entre ambos”

(Vachelli, 2001).

8) Carencia a la hora de transmitir valores cívicos :


(como el respeto a las normas y a los demás miembros de la sociedad, la solidaridad,

generosidad, tolerancia, autocrítica, empatía, trabajo bien hecho, etc.) se ve sustituida

por otra escala de valores (como el individualismo, la competitividad o el consumismo

desmedido) lo que puede provocar cierta anomia social (carencia o degradación de las

normas) que se enseña a los menores (Pérez, 2010).

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