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Actualmente, el mundo en el que vivimos está cargado de tensiones físicas y mentales que son en gran medida des-

tructora de nuestra salud. La práctica regular de actividad física se configura como una de las principales conductas que
favorecen la promoción de la salud. Entraría a formar parte de lo que se denomina un estilo de vida saludable que,
según Mendoza y cols. (1994), se podría definir como aquel que puede “añadir años a la vida y vida a los años” De esta
forma, se ayudaría a las personas a alcanzar una edad avanzada sin perder sus facultades físicas e intelectuales.

I. INTRODUCCIÒN
Actualmente, el mundo en el que vivimos está cargado de tensiones físicas y mentales que son en gran medida des-
tructora de nuestra salud. La práctica regular de actividad física se configura como una de las principales conductas que
favorecen la promoción de la salud. Entraría a formar parte de lo que se denomina un estilo de vida saludable que,
según Mendoza y cols. (1994), se podría definir como aquel que puede “añadir años a la vida y vida a los años” De esta
forma, se ayudaría a las personas a alcanzar una edad avanzada sin perder sus facultades físicas e intelectuales.

A niveles nacionales se evidencia un progresivo abandono y desinterés por la actividad física a medida que aumenta la
edad de las personas y el hacer deporte en tiempo libre, ocupa lugares retrasados, encontrándose por delante opciones
como “estar con la familia, ver la televisión, oír la radio, estar con los amigos, ver deporte, etc.”, sin embargo si existe
una conciencia de ocupar el tiempo libre en algo que mejore la salud o una preocupación por mejorar su calidad de
vida a través de la actividad física y el deporte en adultos; a pesar de todo esto, no llegamos por parte de nuestros
jóvenes, ni al 30% que realicen una actividad física moderada que pudiera beneficiar a su salud, con una conciencia de
preocupación por mejorar la calidad de vida en estas etapas de la vida, prácticamente inexistente.

Se están llevando a cabo, múltiples programas de intervención en promoción de la actividad física como hábito de vida
saludable y numerosas investigaciones que se han ido produciendo en los últimos años en el campo de la educación
física, dentro de los centros escolares, poniendo de manifiesto los beneficios que está puede ocasionar en la salud de
las personas que la practican, no solamente desde el punto de vista físico, sino también mental y espiritual, lo que
conlleva una transferencia positiva en la calidad de vida de nuestros jóvenes.

II. CONCEPTO DE SALUD Y CALIDAD DE VIDA


La salud es un término que no se define por sí mismo, se pone en relación con otro concepto absolutamente inseparable
que es el de la enfermedad, de tal manera que es como si ambos estuvieran en una misma línea imaginaria pero situa-
dos uno a cada extremo.

Se constituye así un binomio en el que la situación de las personas se mueve de uno a otro lado según su estado. El
extremo, en el lado de la enfermedad, es la muerte; en el lado de la salud se hace más difícil establecer un final y éste
siempre será una utopía por alcanzar.

La línea divisoria entre la salud y la enfermedad es más difícil de establecer, si cabe que ese final utópico que describi-
mos para la salud en la hipotética línea. Depende, por un lado, de la percepción subjetiva individual, y por otro, de la
percepción que tienen los demás, habitualmente medida por los profesionales sanitarios que, en última instancia, ca-
talogan los procesos de enfermar, esta línea divisoria está sometida a las variaciones de la ciencia del momento y a la
percepción social del fenómeno de enfermar, y si hablamos de una población joven, todo esto se convierte en algo más
difícil de establecer, en cada uno de nuestros escolares

La salud siempre está ligada al bienestar y por tanto a la calidad de vida, a la felicidad y al júbilo de no topar con su
enemiga la enfermedad. El historiador romano Tácito decía: “Cuando gozamos de salud, fácilmente damos buenos
consejos a los enfermos”. En el año 1947, la Organización Mundial de la Salud definía la salud como “un estado com-
pleto de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad”. De esta misma manera afirmamos que
la ausencia de salud no es sinónimo de aparición de la enfermedad. La persona carente de salud, cambian actitudes,
modifican conductas e incluso bloquean determinados procesos cognitivos. La salud física es, sin duda, una dimensión
importante del estar sanos, pero podemos estar sanos físicamente y estar muy enfermos emocionalmente, o, al con-
trario, podemos estar físicamente enfermos, pero sentirnos espiritualmente saludables. La salud espiritual es un estado
de conciencia que engloba y armoniza la totalidad de nuestro ser. El sentirnos mal espiritualmente nos hace estar de-
primidos, obsesionados, resentidos, ansiosos, en constante mal humor. Estos estados de bienestar mental son filtros a
través de los cuales miramos el mundo y aunque estemos sanos físicamente, si no nos sentimos en paz todo los acaba-
mos viendo de color negro. El concepto de calidad de vida relacionado con la salud (CVRS) es considerado en la actua-
lidad como un concepto amplio que en términos teóricos no es directamente observable, con diferentes aplicaciones
para cada uno de los profesionales (médicos, sociólogos, psicólogos, etc.…). Las definiciones más actuales sobre CVRS,
se refieren a la forma en que una enfermedad y sus tratamiento afectan a una persona o grupo de personas, incluyendo
capacidad funcional y bienestar, pasando a ser dos dimensiones básicas de la calidad de vida relacionada con la salud,
debiendo ser analizadas por igual en los tres dominios de la vida, físico, emocional y social (Fernández-López, Hernán-
dez-Mejías y Siegrist, 2001) La Calidad de vida es un término que engloba varios conceptos básicos como desarrollo o
proceso de realización de las potencialidades humanas, las metas de desarrollo o la satisfacción de las necesidades y
las necesidades como todo aquello que es útil para la vida. A lo largo de los últimos años se han ido desarrollando
diferentes instrumentos de medida para valorar la CVRS, en los que se da importancia a los aspectos somáticos y psi-
cológicos del bienestar, aunque muy pocos tienen en cuenta la importancia de los aspectos sociales e interpersonales
entre estas dimensiones. La dimensión social de la calidad de vida ha tenido escasa presencia en los cuestionarios co-
múnmente utilizados como el Short Form 36 (SF-36), con solo dos ítems que se ocupan del funcionamiento social, pero
esta ausencia de los aspectos sociales empieza a corregirse y a ser incorporada en los actuales cuestionarios tanto
específicos como genéricos. En el campo de lo social y más específicamente en el comportamental, es donde debería-
mos de centrar nuestros esfuerzos, con la intención de manejar habilidades para mantener conductas saludables y crea
ambientes sociales que faciliten cambios en los comportamientos de nuestros jóvenes, con una Educación Física para
la Salud adecuada a las necesidades y características sociales actuales y alargando el tiempo de actividad física en los
jóvenes.

Dimensiones más comunes de la calidad de vida relacionada con la salud:


1. Función física – Capacidad de realizar las actividades físicas diarias, desplazamiento y cuidado personal

2. Función Psicológica – Sensación de bienestar: sufrimiento psicológico, como bienestar emocional, afecto, ansiedad
y depresión.

3. Función social – Participación en actividades y relaciones sociales. Funcionamiento en las actividades sociales habi-
tuales con la familia, los amigos y los vecinos

4. Rol – Participación y realización de los roles sociales habituales, como trabajar, llevar a cabo tareas domésticas, cuidar
de los niños, ir a la escuela y/o participar en actividades comunitarias.

5. Síntomas – Experiencia subjetiva, sensación o apariencia de funcionalismo anormal, que generalmente es indicativo
de una afección o enfermedad.
6. Función – Habilidad y capacidad para razonar, pensar, cognitiva concentrarse y recordar

7. Percepción – Impresión subjetiva del estado de salud actual de la salud o previo, resistencia a la enfermedad y preo-
cupación por la salud futura

Otras dimensiones específicas

8. Alteración – Problemas y conductas relacionadas con el del sueño como insomnio, despertarse durante el sueño y
dificultades para conciliar el sueño.

9. Función sexual – La medida en que la salud u otros problemas interfieren con el interés por el sexo y las relaciones
sexuales.

10. Energía/ – Cantidad de energía, fatiga o cansancio y vitalidad.

11. Dolor – Sensación subjetiva de malestar y sufrimiento experimentado en distintas partes del cuerpo, incluyendo el
dolor de cabeza, el dolor de espalda, el dolor muscular y articular

12. Satisfacción – Valoración de uno mismo, comparado con la vida estándares de referencia externos o las aspiraciones
personales.

13. Imagen – Sentimiento de atractivo personal, corporal masculinidad / feminidad y sentido de integridad corporal.

III. SALUD Y ACTIVIDAD FÍSICA.


La sociedad actual nos invita en todo momento al sedentarismo. Nos levantamos y nos sentamos a desayunar, nos
vamos en coche al trabajo, 7 horas de oficina delante del ordenador, nos tumbamos a descansar después de la comida,
salimos a todos los lugares en coche, etc. La llegada de las máquinas para “mejorar nuestra calidad de vida” hace que
no tengamos que hacer prácticamente ningún esfuerzo físico. No tenemos que subir escaleras porque existen ascenso-
res, no tenemos que cortar leña porque hay calefacción, etc. La falta de ejercicio se ha convertido en el principal factor
de riesgo para nuestra salud.

Durante la última década se ha prestado un especial interés a la relación de la actividad física y la condición física con
respecto al estado de salud y la capacidad funcional. Podríamos decir que tener una buena condición física se relaciona
con percepciones positivas del estado de salud, mientras que un bajo nivel de condición física se relaciona con percep-
ciones negativas del estado de salud. La condición física saludable puede definirse como un estado dinámico de energía
y vitalidad que permite a las personas llevar a cabo las tareas habituales de la vida diaria, disfrutar del tiempo de ocio
activo y afrontar las posibles emergencias imprevistas sin una fatiga excesiva, a la vez que ayuda a evitar enfermedades
hipocinéticas y a desarrollar el máximo de capacidad intelectual experimentando plenamente la alegría de vivir. (Bou-
chard, C. y cols 2004)

Existen numerosos indicadores del estado de salud, como la resistencia cardiovascular, la fuerza muscular, la composi-
ción corporal, el bienestar psicológico y la condición física, así como numerosos factores de riesgos que pueden ser
controlados por el propio sujeto a lo largo de su vida, como podría ser el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo, la
hipertensión arterial y los niveles altos de colesterol, rodeados por innumerables estudios de investigación que justifi-
can la modificación de nuestro estado de salud, son los dos primeros factores de riesgo, el sedentarismo, como carencia
de ejercicio y la obesidad como exceso de grasa corporal que aumenta los riesgos de salud, los que nos preocupan y
aumenta cada día más en nuestra población escolar.

La constatación científica de los beneficios que reporta la actividad física habitual para la salud, entre los que se en-
cuentra la menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, osteoporosis y de los riesgos de la inac-
tividad física ha generado una enorme preocupación social y política, que se ha traducido en fomentar programas y
estrategias de promoción de la salud, que consisten en actuar sobre los determinantes de está, capacitando a los suje-
tos, para aumentar el control sobre su propia salud y condiciones de vida.

Aquí es donde aparecen programas y estrategias de promoción de la actividad física que sean eficaces para la salud de
la población, pero hay que dejar bien claro que el ejercicio físico y el deporte no son beneficiosos para la salud en todas
sus formas, ni es adecuado a todas las sociedades por igual, la elección de una actividad física o un deporte, la forma
de practicarlo, la inadecuación a ciertas personas puede producir más daños que beneficios. Por ello, hemos de adaptar
la práctica o actividad física a nuestros escolares en una sociedad actual, que la persona tenga capacidad de practicarlo
para evitar el abandono, que sea placentero y que les guste, es aquí donde comenzamos todos los días a tener que
realizar un camino, en el que no podemos estar solos. “La salud no lo es todo, pero todo no es nada sin salud” (Shopen-
hauer)

Bibliografía
 -Alonso, A. (2002). Condición física, actividad física y salud. Envejecimiento y entrenamiento de la fuerza en
mujeres de mediana edad. Tesis doctoral. Universidad de Oviedo.

 -Bouchard, C., Shephard, R(2004) Fisiología del esfuerzo y del deporte. Ed. Paidotribo. Barcelona

 -Devisa, J (coord.) (2001). La educación física, el deporte y la salud en el siglo XXI. Alicante. Marfil.

 -Fernández López F, Hernández Mejía R, Suegros J. (2001) El perfil de calidad de vida para enfermos crónicos
(PECVEC): un método para evaluar bienestar y funcionalismo en la práctica clínica. Atención Primaria. 28:680-
689.

 -Mendoza R y cols. (1994). Conductas de los escolares españoles relacionadas con la salud (1986-1990). Consejo
Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.

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