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Para entender el Trabajo Social de hoy es necesario comprender el contexto en

el que surgió, por lo tanto debemos explicar el desarrollo histórico del modo de
producción capitalista. Para ello, podemos identificar tres momentos: el
capitalismo comercial, que surge una vez consolidado el Sistema Capitalista a
hasta mediados del siglo XVIII, con la acumulación originaria en plena crisis de
la sociedad feudal, donde comienza la separación trabajador/medio de
producción, es decir, la tierra, y el comienzo de una vida más urbanizada
dejando atrás la vida rural. En este recorrido va apareciendo la división de las
clases sociales: burguesía y proletariado.
El segundo momento toma lugar a mediados del siglo XVIII hasta un tercio del
siglo XIX y es el capitalismo competitivo, donde la burguesía toma el control de
la economía y empieza a buscar la consolidación como poder político
eliminando con esto privilegios de sangre que venían del orden feudal. La
revolución Francesa, de acuerdo al carácter político del momento, va dejar las
máximas más importantes para el capitalismo: Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Con la revolución industrial, la fábrica pasa a ser un lugar determinante para la
organización social. Los trabajadores deben trasladarse hacia donde las
máquinas están, para ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Esto
supone una dominación de la vida cotidiana del sujeto. El Estado, en este
proceso, va a representar los intereses del capital y su función es la del Estado
Gendarme con orden de reprimir entonces cualquier manifestación en contra
del orden, al mismo tiempo que la clase trabajadora toma conciencia de su
explotación demandando mejores condiciones de vida y de trabajo. La clase
trabajadora surge de la separación del productor de los medios de producción.
Esto deja en evidencia que el dominio capital es deshumanizante, debido a la
posición de poder que se genera entre el Capitalista y el trabajador, lo cual más
adelante va a generar la organización de los sindicatos y partidos políticos que
van a consolidar el movimiento obrero.
El tercer momento, que abarca desde finales del siglo XIX hasta la actualidad,
se lo denomina capitalismo monopolico. Este se va a caracterizar por la
monopolización de la economía dejando en manos de unos pocos el Capital;
surgen los “grupos capitalistas” y el proceso de trabajo pasa a ser fordista. Este
proceso de crecimiento industrial genera más explotación hacia los
trabajadores y profundiza la pobreza. Es entonces que los reclamos
organizados aparecen y se visibilizan las desigualdades de las condiciones de
vida y las fallas del modo de producción capitalista. En este ambiente de
desigualdad y conflicto, el Estado pasa de ser un Estado Gendarme a un
Estado Interventor en cuanto a lo social y la economía. Este mismo debe dar
respuesta a las manifestaciones de la cuestión social que vienen siendo
interpeladas por la clase trabajadora. La cuestión social tiene sus orígenes en
la relación capital/trabajo pero si el Estado reconoce esto estaría también
reconociendo su falla, por su antagonismo y contradicción, por lo tanto
aparecen nuevas formas de intervención ante los llamados “problemas
sociales”.
La filantropía, y posteriormente la re-filantropía, supieron ser hasta la actualidad
el modo de operación del Estado Interventor del sistema capitalista de manera
descalificada y despolitizada forma de abordaje de las manifestaciones de la
cuestión social, apelando solamente a la solidaridad social. A finales del siglo
XIX, el Estado comenzará a intervenir directamente en las manifestaciones de
la cuestión social a través de las Políticas Sociales. Dichas políticas serán
llevadas a cabo por diferentes instituciones estatales que configuraran el
espacio socio-ocupacional de la profesión en su origen. Las asociaciones
filantrópicas, junto a las instituciones vinculadas a las estrategias caritativas,
formaron parte de estos espacios ocupacionales en donde se incorporan al
Trabajador social, por lo que el pensamiento filantrópico pudo referenciar la
comprensión de las manifestaciones de la cuestión, en el momento del
surgimiento de la profesión incentivando la creación de las Escuelas del
Trabajo social. En el origen de estas Escuelas, podemos encontrar el primer
curso de las Visitadoras Sociales Voluntarias, primeramente en Inglaterra
(1893) y posteriormente en Estados Unidos (1898) ambas dependientes de la
Sociedad de Organización de la Caridad (COS) y en Holanda (1899). A lo largo
del Siglo XX se irán constituyendo la institucionalización del Trabajo Social con
el resto de las Escuelas de Trabajo Social.
Es decir que una vez que el Estado comienza a intervenir en lo social, se
puede afirmar que el trabajo social se torna profesional. Por esto decimos que
el Trabajador social surge como una herramienta necesaria del estado para
poder controlar los llamados problemas sociales para que no atenten contra el
orden establecido por el sistema capitalista.

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