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El etanol y la controversia alimento o combustible

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Todos los años se "cultivan" 13.000 millones de galones de combustible etanol en EEUU y se consume
cerca de un 40% del cultivo nacional de maíz en el proceso (además de cerca de tres galones de agua por
cada galón de combustible producido), según datos del Instituto de Investigaciones de Políticas de la
Agricultura Alimentaria.

Juntos, esos hechos son un ejemplo perfecto de lo que se conoce como el nexo de la energía, del alimento
y del agua. Además, una creciente concienciación de las relaciones entre esos elementos amenaza con
sabotear la reputación ecológica de la producción de etanol en EEUU. Según un estudio de los
Laboratorios Federales de Suiza, "aunque los biocombustibles permitan reducir el uso de combustibles
fósiles y las emisiones de los gases de efecto invernadero, acaban trasladando las cargas
medioambientales hacia el impacto sobre el uso de la tierra".

El etanol de maíz es un recurso que provoca divisiones. A pesar de los beneficios de algunas emisiones
derivados de su quema, ha sido objeto de fuertes campañas en su contra por parte de organizaciones
ecologistas sin fines de lucro. "El etanol de maíz no es sólo un desastre para el consumidor, para la mayor
parte de los agricultores y para el contribuyente; también es un desastre para el medio ambiente", informó
el Grupo de Trabajo del Medio Ambiente.

El equilibrio energético

El maíz es un cultivo popular; tiene muchos usos además de alimentar directamente a las personas y ser
empleado en la producción de etanol. Un tercio del cultivo se transforma en alimento para el ganado, y un
13% de la producción americana se exporta. Pero si tomáramos como base el binomio productor-
consumidor, ¿es el etanol de maíz sostenible? ¿Además de provocar pérdida neta de energía, encarecerá
también el coste de uno de los alimentos básicos más importantes del mundo? Ese debate se ha
intensificado debido a los aumentos de los precios del maíz, los cuales, según los críticos, están causados
por el desvío de prácticamente la mitad del cultivo a la producción de combustible.

Los partidarios del etanol dicen que los beneficios relativos al carbono son enormes. Según el grupo
comercial Asociación de Combustibles Renovables, "en 2012, 13.200 millones de galones de etanol
producidos redujeron las emisiones de los gases de efecto invernadero en 33,4 millones de toneladas. Eso
equivale a quitar 5,2 millones de coches y camionetas de las calles durante un año". Un estudio publicado
en el Yale Journal of Industrial Ecology reveló que los beneficios del uso del etanol sobre los gases de
efecto invernadero comparados con el uso de la gasolina variaban del 48% al 59%. Argone National
Laboratory, en un estudio de 2007, constató una reducción en el ciclo de vida del efecto invernadero del
19% al 52%.

Los partidarios del etanol presumen de una reducción del 30% en las emisiones de monóxido de los tubos
de escape, y una reducción del 50%, en comparación con la gasolina, del material particulado causante de
cáncer. Además de eso, el etanol es también un oxigenador y neutralizador de emisiones de la gasolina.
Sus defensores dicen que hay un equilibrio positivo de energía, generando prácticamente dos veces más
energía que la usada en la producción. Los científicos David Pimentel, de la Universidad Cornell, y Tad
Patzek, de la Universidad de California, en Berkeley, se oponen de forma drástica a esta idea. En 2005,
ellos relataron en un estudio que, en general, el etanol de maíz usa un 29% más de energía de combustible
fósil en su producción que el combustible producido por él.

El etanol tiene, sin lugar a dudas, algunos efectos positivos, pero las desventajas también son grandes,
explica Kent Smetters, profesor de Economía empresarial y Políticas públicas de Wharton. "Aún con una
oferta mayor de maíz, es posible que los precios aumenten de forma considerable, perjudicando a la
población, sobre todo en los países en desarrollo", dijo.

Además de los precios más elevados de los alimentos, es improbable que el planeta consiga adecuar las
demandas cada vez mayores de alimentos, combustible y agua. Según el estudio "Entender el nexo de
relaciones", preparado para la Conferencia de 2011 de las Naciones Unidas en Bonn: "El Nexo de
Relaciones entre Agua, Energía y Seguridad Alimentaria", "a menos que haya cambios significativos en
la manera en que producimos y consumimos, la producción agrícola tendrá que aumentar cerca de un
70% en 2050 y prácticamente un 50% de energía primaria tendrá que estar disponible en 2035. Esos
aumentos tendrían implicaciones de largo alcance para los recursos hídricos y de tierras".

Examinar la tierra

Steve Hamburg, científica jefe del Fondo de Defensa del Medio Ambiente, dijo que el desafío no consiste
simplemente en conseguir "tierra suficiente para aumentar el nivel de producción agrícola y del etanol sin
que tenga impacto alguno sobre los ecosistemas naturales". Hay también un contexto de largo plazo:
¿habrá "alimento suficiente para la población cada vez mayor cuando lleguemos a 2050?" De entre los
desafíos futuros, se puede citar la necesidad de satisfacer los objetivos alimentarios cada vez mayores a
medida que las personas salen de la pobreza, dada la presión sobre el agua existente a que se enfrenta el
planeta. "Lo importante es cómo usar de manera eficiente la tierra disponible. No hay una respuesta
buena o mala, sin embargo si desocupamos grandes cantidades de tierra para producir más etanol, no hay
duda de que será una decisión mala".

Jerry Melillo, científico senior de Marine Biological Laboratories y presidente del Instituto de Evaluación
Nacional del Clima, también cree que aumentar el nivel del programa global de biocombustibles puede
ser arriesgado. "Tenemos 148 millones de km2 de tierras en el planeta, y 16 millones de ese total son
usados en cultivos", dijo. "Formar una red mundial de etanol exigiría, como mínimo, el doble de eso".

Cuando se habla sobre etanol, la conversación, en cierto momento, suele girar hacia su efecto sobre los
precios de los alimentos. ¿Por qué el precio de los alimentos básicos se incrementó entre 2006 y 2008?
Un informe del Banco Mundial, "Poner en perspectiva el boom de los precios de las commodities entre
2006/2008", constata una serie de causas, siendo una de ellas la opción por la producción de
biocombustibles en lugar de alimentos. Pero el informe cita también las condiciones climáticas adversas y
las políticas del Gobierno (entre ellas las barreras a la exportación y los impuestos elevados) como
factores de reducción de los stocks de alimentos hasta niveles inéditos desde principios de los años 70.

Otro estudio, de la Fundación Giannini de Economía Agrícola de la Universidad de California, concluyó


que el etanol, a veces, no obtiene el crédito que merece dada su contribución positiva. Aunque los
biocombustibles hayan elevado los precios de los alimentos, el impacto neto sobre el mercado "es
incierto", informaba el documento. "Los precios elevados de los alimentos fueron acompañados de una
subida récord en los precios del combustible, y aunque se haya culpado a los biocombustibles por la
exacerbación de aquellos, no se les ha reconocido su papel en la reducción de los precios del
combustible". Según resalta el informe, los precios elevados del combustible mejorarán el coste de la
utilización de tractores, de fertilizantes a base de petróleo y del transporte de productos agrícolas. La
participación del combustible en el cultivo, cosecha y distribución del algodón, maíz, soja y trigo pasó del
10% a casi el 35% de los costes operacionales en 2009, informó el estudio de la Universidad de
California (cerca de un 14% en el caso del maíz). Si los biocombustibles ayudaron a reducir el coste
operacional, abaratando la gasolina y el diesel, ¿por qué no tomar eso en cuenta en la ecuación de
alimentos o combustibles?

Pero los investigadores de California concluyeron que, usando los datos de 2007, "el etanol elevó los
precios del maíz en, al menos, un 18% y tal vez hasta un 39%, dependiendo de las presuposiciones de
elasticidad". Está claro que hay otros factores, sin embargo los biocombustibles fueron responsables de
un 25% a un 60% de los aumentos recientes del precio del maíz, dijeron.

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