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Buenos días.

Respetados

Señor rector Miguel Antonio Toledo Ruíz, señor coordinador Carlos Montaño, señora
coordinadora Olga Díaz ,orientador Henry Amaya, apreciados docentes directores de grado,
personal administrativo, docentes licenciados, muy queridos padres de familia y demás
invitados, tengan un buen día.

Representa un verdadero honor para mí tomar la palabra en nombre de todos mis


compañeros graduados en esta mañana tan especial. Una muy particular, puesto que marca
el fin de una importante etapa de nuestras vidas. En mañanas como ésta, tenemos
sentimientos encontrados, una alegría enorme por haber conseguido una meta personal pero
a la vez mucha expectativa de lo que ocurrirá de ahora en adelante.

Atrás quedan muchos recuerdos, recuerdos que nos acompañarán por el resto de nuestras
vidas.

Hace algunos años, la vida nos sorprendió y ante tan inocentes miradas y tierna edad, no
solo nos tenía el calor de una maravillosa familia, también nos preparaba para adquirir
conocimientos a partir de juegos, risas, lonchera y rondas; rondas que felices y orgullosos
cantábamos, con el fin de recibir un beso y un abrazo, como aprecio a nuestro esfuerzo.

Las travesuras, los teteros, las crayolas, el cuaderno con rayones de colores,... El difícil arte
de poder sostener un pincel para poder limpiar el delantal, evitar que el tarro de tempera no
termine en el piso y a la vez evitar los mechones de colores en nuestro cabello y la pincelada
en los pómulos, solo lo podía enmendar la dulce y suave voz de mi profesora de preescolar.

La responsabilidad fue llegando a temprana edad. Duro fue soltar la crayola con la que se
pintaba el arco iris, sin importar, si los colores coincidían o no, o si las líneas eran o no eran
tan firmes y precisas,… El tiempo pasó tan rápido, que los colores quedaron a un lado. El
esfero, llegó a nuestras vidas sin instrucciones de uso. El “huequito” que dejaba el borrador
en los cuadernos después de untar saliva en este, no enmendaba ni solucionaba una palabra
mal escrita, luego con punticos de pintura blanca se corrigió lo que de hecho ya había
perdido su presentación; en el fondo de nuestro corazón suplicábamos a Dios que el profesor
o la profesora recibiera el trabajo, así nos llamara la atención. En realidad el regaño era lo de
menos.
La exigencia de nuestros docentes y la firmeza de nuestros padres, hacían que las letras y
los números tomaran forma de villanos y horrorosas hechiceras, de quienes huíamos
constantemente, sea porque la charla entre las hermosas princesas nos encontraban primero
o por la estratégica salida del aula de clase de algunos osados compañeros con el fin de
jugarse un “picadito” en el patio del colegio, o la guerra intergaláctica con esferos y
escuadras; los cuadernos servirían a estos guerreros como escudos que devolvían el ataque
del adversario. Todo sucedía en un instante cuando la voz de la profesora, convertía a
hermosas princesas, ágiles deportistas y valientes guerreros en estudiantes, nuevamente. Al
finalizar las clases algunos terminábamos la tarea, otros llevaban un comunicado para sus
padres.

Los villanos y las hechiceras fueron quedando atrás, para dar paso a otros personajes que
llegaron con poderes reforzados. Como salidos de la magistral obra literaria del maestro
Gabriel García Márquez “Del amor y otros demonios” o de nuestro gran héroe Goku,…
nuestro ki estaba al máximo. Para esta época nosotros ya éramos más expertos en nuestras
técnicas.

Entre ecuaciones, ensayos, proyectos, siempre se mezcló el chiste, la broma pesada, el


video espía, la evasión de clase, la copia de la tarea, la mirada enamorada que indicaba la
madurez de los años, claro está que veíamos desde ya en el horizonte la despedida fraterna
de grandes amigos, compañeros y maestros. Hoy podemos notar cuánto hemos cambiado
en estos años y cuánto hemos aprendido, de cómo todo lo vivido aquí ha contribuido a
hacernos, no sólo buenos estudiantes sino también a ser mejores personas.

En nombre de mis compañeros de grado Undécimo agradecemos a los docentes, directivos y


administrativos que nos acompañaron y orientaron con paciencia y cariño, aun cuando el
esfuerzo o capacidad intelectual no diera para logar los desempeños, aun cuando la
ausencia de nuestros padres hiciera el trabajo más complicado; los llevaremos grabados en
el alma. Estamos seguros que ustedes serán los superhéroes en conversaciones laborales o
familiares; nuestros nietos sabrán de ustedes.

Señores y señoras, padres de familia y abuelitos, son ustedes la más bella y gran bendición
en nuestras vidas. Que el Dios de vida nos de bienestar para poder compensar lo que
ustedes han hecho por nosotros. Cuando la nieve de los años llegue, Dios permita en su
sagrado nombre, acompañarlos y protegerlos con mucho y verdadero amor, así como lo han
hecho por todos estos años. Que la bendición y el sabio consejo nos acompañe para seguir
el camino del bien que ustedes nos han indicado.

Compañeros y compañeras de grado Undécimo, con gran temor veíamos llegar este día,
aquel en que culminaríamos lo que significa la gran escuela. Hemos dejado huellas en cada
uno de nuestros compañeros, huellas que se fueron fijando entre paredes de nuestro amado
colegio, huellas que se fueron fijando con el transcurrir del tiempo entre compromisos y
travesuras, huellas que se fueron fijando entre amenas y escotadas conversaciones,
mientras se hacia la tarea o se esperaba que el tiempo transcurriera para salir de clase.
Claro es, ¿Qué habría sido de nosotros sin Google y la sabiduría de Facebook, twitter,
instagram y otros grandes amigos? Con sus divertidos comentarios e imágenes nos unieron
en las extensas jornadas, casi hasta el amanecer, siempre estuvieron acompañándonos en
la realización de los deberes escolares. Internet estamos por siempre agradecidos y en
deuda.

Hoy viene a nuestra mente compañeros y amigos que por alguna razón no están
compartiendo este logro. Son también ellos parte de nuestro éxito. Dios bendiga sus vidas,
sus familias y sus proyectos. Valga el momento para enviarles un saludo y el más firme
deseo de poder un día volver a darnos el abrazo fraternal, con el mismo cariño y aprecio que
lo brindamos el día que del aula les miramos partir.

Por último, es mi deseo invitar y auto invitarme, a continuar luchando por un proyecto de vida
con bases firmes en el amor de nuestro Dios, y que con nuestros logros sigamos honrando
nuestras familias, nuestra siempre institución educativa Francisco de Paula Santander y
nuestro amado país Colombia.

Promoción de bachilleres 2014, jornada de la mañana.

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