Está en la página 1de 5

 El siglo XIX estuvo marcado por la revolución, no sólo política sino de las

ideas, las ciencias y la tecnología. Europa se transformó y, con ella, el


mundo entero.
 Ahora que se conmemoran aniversarios y se reelaboran investigaciones
y estudios sobre el convulso y siempre fascinante siglo XX, me gustaría
dedicar un artículo a otra centuria que no tuvo menor importancia para
la historia de la humanidad y que transformó radicalmente el mundo
que hoy heredamos.


 Hablo del siglo XIX, el momento en el que surgen los grandes
movimientos y cambios que influyeron de manera decisiva en el curso
de los acontecimientos de la Europa y el mundo posterior. Fue la época
de la revolución, del liberalismo, del nacionalismo, de los grandes
movimientos obreros… La época en que se fue configurando un nuevo
orden político y social que rompía definitivamente con el anquilosado
«Antiguo Régimen» y que sentaba las bases de un nuevo sistema en el
que se cambian las «reglas del juego». La Europa del XIX es la Europa de
las grandes revoluciones, pero también de los primeros movimientos
sociales e ideológicos. Es en estos momentos cuando empiezan a surgir
y propagarse las grandes ideologías que marcarán el devenir del mundo
en la posteridad, entre ellas y con gran fuerza el nacionalismo, al calor
del surgimiento del concepto de Estado-nación y sus consecuencias en
la configuración del nuevo mapa europeo. Es cierto que algunas de
estas grandes transformaciones y revoluciones tienen lugar a finales del
XVIII, el momento en que todo ello se empezó a gestar, si bien será en
el XIX cuando tenga lugar su pleno desarrollo.
 No obstante, antes de entrar a analizar los principales cambios políticos
y sociales, convendría hacer una reflexión acerca, precisamente, del
carácter exclusivamente europeo de dichos cambios. Y para ello, nada
mejor que plantearnos una simple cuestión, como es el hecho de que la
primera revolución liberal, en el sentido en que hoy la entendemos,
tuviera lugar no en el Viejo Continente sino en una de sus
prolongaciones, de sus «nuevas Europas» en términos de Crosby, como
fueron los Estados Unidos de América. Este hecho, lo que pone de
relieve es cómo lo que sucedía en territorio europeo tendría una gran
repercusión en el resto de países y colonias del mundo, y viceversa.
 No parece casual, por lo tanto, que fuese precisamente en este siglo de
la Europa del cambio político y la revolución cuando tuvieran lugar los
principales movimientos emancipadores en las colonias, fuertemente
influidos por las ideas que llegaban allende el océano. Movimientos en
los que, además, entran en juego nuevos factores y se da una dimensión
mayor del carácter revolucionario, sobre todo en casos como Haití,
donde la revuelta protagonizada por esclavos dio pie a la abolición de
dicha institución.
 Por otra parte, cabe destacar cómo algunos historiadores han
considerado a esta centuria como relativamente pacífica, al menos en lo
que a conflictos internacionales abiertos se refiere. Exceptuando el caso
de las Guerras Napoleónicas o la Guerra de Crimea, el resto de
conflictos, revueltas o revoluciones se dan en el seno de los diferentes
países; e incluso contextos tradicionalmente considerados
internacionales, como la llamada Guerra de Independencia son
reinterpretados ahora como un acontecimiento de carácter nacional,
casi de “guerra civil”.

 «La libertad guiando al pueblo»,


Delacroix, 1830.
 Lo que se cuece en la Europa de siglo XIX, al menos hasta la unificación
alemana, es la pugna entre el vetusto sistema imperante que daba sus
últimos coletazos (podemos verlo claramente en la tardía implantación
del liberalismo en España o la actuación del Congreso de Viena) y la
nueva revolución burguesa y liberal que se abría paso y que poco a
poco se fue erigiendo como el nuevo orden que habría de regular la
política internacional, pasando a difundirse por el resto del mundo a
partir de las últimas décadas del siglo, en lo que Hobsbawm llamó la
«Era del Imperio», cuando este nuevo y consolidado sistema es el
protagonista de un fenómeno de expansión y colonización sin
precedentes, apoyado en gran parte por la revolución tecnológica
acaecida décadas atrás.
 4 formas de preparar baños para suavizar los pies
 Cómo aclarar la piel quemada por el sol
 3 cremas con aceite de coco para atenuar las cicatrices
Las articulaciones son las encargadas de permitir todos nuestros movimientos
cotidianos. A menudo cuando éstas se recargan y su lubricación interna
no es buena, se inflaman. Por eso es importante saber cómo tratar la tendinitis
con recursos naturales, ya que suele ser una dolencia bastante común.
La tendinitis consiste principalmente en la inflamación o hinchazón de
un tendón. Los tendones son estructuras fibrosas de nuestro cuerpo que unen el
músculo con los huesos, y cuando se inflaman resulta bastante doloroso y dificulta
en gran medida nuestra actividad diaria.

Aunque la mayoría de veces está asociado a una lesión o una sobrecarga, también
suele aparecer a medida que nos hacemos mayores: los tendones van perdiendo su
elasticidad original y aparecen esas degeneraciones también llamadas “tendinosis”.

¿Dónde aparece la tendinitis?


Son estructuras tan básicas como fascinantes de nuestro cuerpo que cumplen la
importante función de unir el músculo con el hueso. La tendinitis puede aparecer en
cualquier estructura, pero cabe señalar que esta afección es más común en las
siguientes partes:

 Codo.
 Talón.

No te puedes perder: Alimentación para cuidar las articulaciones: todo lo que


debes saber.

 Muñeca.
 Hombro.
Causas
 Golpes o lesiones que afectan directamente al tendón.
 Golpes o lesiones pequeñas que, al sucederse muchas veces por una
determinada actividad acaban causando una lesión.
 Trabajo excesivo en una determinada parte de nuestro cuerpo que termina
produciendo una sobrecarga.
 Alguna infección.
 Enfermedades reumáticas, e incluso la diabetes.
 La edad, donde el tendón deja ya de tener la necesitada elasticidad.
Síntomas
 Dolor e inflamación de una zona determinada, sobre todo al intentar hacer
un estiramiento.
 Excesivo dolor durante la noche.
 A veces este dolor puede ser confundido con un esguince, o fisuras del
hueso.
Será siempre el médico quién determine el diagnóstico preciso y el mejor
tratamiento. Hay pruebas específicas para determinar con exactitud si lo
que tenemos es una tendinitis. No obstante, siempre es bueno saber prevenir
y tener conocimientos básicos de cómo tratar la tendinitis o incluso otras lesiones.
En las fases iniciales el dolor mejora con el calentamiento, y empeora al principio y al
final de la actividad física o el movimiento.

A continuación, te ofrecemos unas sencillas recomendaciones con las que tratar tu


tendinitis. Técnicas de las que poder disponer para aliviar el dolor y, de algún modo,
nutrir mejor también tu organismo. Esto con el fin de mantener tus tendones fuertes y
elásticos, con los que afrontar un poco mejor esta molesta afección:

Consejos sobre cómo tratar la tendinitis


1. Reposo de la articulación afectada
Es importante que la parte inflamada de nuestro cuerpo, ya sea el hombro, la
muñeca o el talón, esté inmovilizado unos días con el fin de que el
movimiento no afecte al tendón lesionado.

Debemos mantenerlo en reposo y sin realizar actividad alguna que lo pueda


perjudicar. Si pretendemos ser efectivos en cómo tratar la tendinitis,
el descanso tanto físico como de la articulación involucrada en sí, es fundamental.

2. Aplicación de frío
Las bolsas con hielo son muy recomendables para bajar la inflamación aplicándolo
por encima con un pañuelo. Así mismo también podemos hacer infusiones
de manzanilla y aplicar apósitos con ella. También muy beneficiosa para
bajar la inflamación.

También podría gustarte