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RESUMEN DE LOS HECHOS

Durante un operativo militar de grandes dimensiones, el dos de junio de 1982,


tropas del ejército de la Fuerza Armada de El Salvador consumaron la
desaparición de las hermanas Ernestina y Erlinda Serrano Cruz, hijas de los
señores Dionisio Serrano y Victoria Cruz, humildes campesinos residentes del
cantón Santa Anita, de la jurisdicción de San Antonio La Cruz, departamento de
Chalatenango.
El operativo fue denominado por la Fuerza Armada como La Operación
Limpieza y perseguía, según las fuentes militares, la pacificación de la zona a
través de la limpieza de los reductos terroristas que ahí se encontraran. El
Ministro de Defensa, General Guillermo García, así como el responsable de la
operación según las fuentes periodísticas, el Teniente Coronel Domingo
Monterrosa Barrios, proporcionaron informes públicos sobre el desarrollo del
despliegue militar.
La población conoció el operativo con el nombre de la guinda de mayo, pues de
esa forma denominaban a las persecuciones sistemáticas del ejército en contra
de la población civil, las cuales se realizaban en las zonas rurales de
Chalatenango desde finales de la década de los años setentas y habían
alcanzado su punto más alto de terror con la Masacre del Río Sumpul, ocurrida
en el mes de mayo de 1980. En dicha masacre, centenares de familias fueron
obligadas por el ejército a desplazarse desde la zona sur del Departamento hasta
la zona norte fronteriza con la República de Honduras, que es delimitada por el
río Sumpul, en el municipio de Ojos de Agua. Durante el trayecto y especialmente
en la margen del río, guardias nacionales, efectivos del ejército regular, de la
Fuerza Aérea Salvadoreña y paramilitares, masacraron a centenares de
campesinos indefensos, con la colaboración de tropas hondureñas.
Debido a estas persecuciones sistemáticas y a sus efectos devastadores,
cuando la Operación Limpieza llegó al cantón Santa Anita, la familia Serrano
Cruz como miles de familias en la zona, llevaban más de dos años huyendo del
ejército, refugiándose en los montes cada vez que los operativos militares se
presentaban, en tanto, otros muchos, optaban por abandonar el país hacia el
refugio fronterizo de Mesa Grande en Honduras.
Para el año de 1998, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos
rindió un informe público sobre siete casos ilustrativos de desapariciones
forzadas de niños y niñas durante el conflicto armado. Uno de los casos
ejemplares fue la desaparición de Ernestina y Erlinda Serrano.
Los resultados de las investigaciones de la Procuraduría confirmaron la
desaparición de ambas niñas durante la guinda de mayo, mientras la población
civil era perseguida por el ejército. Durante su investigación, la PDDH recibió
denuncias de asesinatos de personas civiles cometidos por efectivos del ejército
en la Operación Limpieza.
La Procuraduría, en su investigación, obtuvo información fundamentada no sólo
de las desapariciones, sino del exterminio de personas civiles, incluyendo niños,
mujeres y ancianos, perpetradas por efectivos de la Fuerza Armada en este tipo
de operaciones militares. Específicamente, se constató la perpetración de dos
masacres en la zona norte del Departamento de San Vicente, en operativos
distintos, en junio de 1981 y en agosto de 1982, habiéndose cometido las
desapariciones investigadas, precisamente, durante los operativos en que tales
crímenes tuvieron lugar.
El caso de las hermanas Serrano Cruz fue introducido por las víctimas y sus
representantes ante el Sistema Interamericano de Protección a los Derechos
Humanos, en el marco de lo cual la Procuraduría recibió, en febrero de 2004,
una denuncia contra las actuaciones de la Fiscalía General de la República
dentro del juicio penal interno, seguido en El Salvador por la desaparición de las
niñas. De acuerdo a lo denunciado, la autoridad fiscal promovía actuaciones
parcializadas, en orden a negar la existencia de los delitos que aquí nos ocupan.
La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos realizo la verificación
detallada de las actuaciones del Estado para investigar las desapariciones de las
niñas Serrano, además ha entrevistado testigos y realizado investigaciones
documentales diversas sobre el caso, en ejercicio de sus potestades
constitucionales y legislativas.
Al igual que en muchos otros casos, la desaparición forzada de las hermanas
Serrano ha ocurrido dentro de un operativo militar que tuvo como uno de sus
objetivos el exterminio masivo de personas civiles, incluyendo mujeres, niños y
adultos mayores. Igualmente, que tal operativo formó parte de una aberrante
estrategia militar conocida como tierra arrasada, ejecutada por el Estado de El
Salvador durante el período que incluye los años 1980, 1981 y 1982, la cual
pretendió destruir la presunta base social de las guerrillas en desarrollo y fue
dirigida hacia la población rural de las zonas objetivo.
DERECHOS VIOLADOS EN EL CASO DE LAS HERMANAS
SERRANO CRUZ VS EL SALVADOR - VOTO DISIDENTE DEL
JUEZ MANUEL VENTURA ROBLES
Del análisis de la lectura, he podido encontrar los siguientes derechos violados en el caso
de las hermanas Serrano Cruz contra el Estado de El Salvador:

I. Violación de los artículos 8 y 25 de la Convención Americana (garantías


judiciales, debido proceso, motivación de las resoluciones judiciales y
protección judicial)
Con respecto al principio del plazo razonable contemplado en el artículo 8.1 de
la Convención Americana, es preciso tomar en cuenta tres elementos para
determinar la razonabilidad del plazo en el que se desarrolla un proceso: a)
complejidad del asunto, b) actividad procesal del interesado y c) conducta de las
autoridades judiciales.
Considero que una demora prolongada, como la que se ha dado en este caso,
constituye en principio, por sí misma, una violación de las garantías judiciales.
La falta de razonabilidad, sin embargo, puede ser desvirtuada por el Estado, si
éste expone y prueba que la demora tiene directa relación con la complejidad del
caso o con la conducta de las partes en el caso.
El asunto que se investigaba por los tribunales nacionales en este caso es
complejo y esto debe tenerse en consideración para apreciar la razonabilidad del
plazo.
Sin embargo, se advierte que las demoras en el proceso penal que se examina
en este caso no se han producido por la complejidad del caso, sino por una
inacción del órgano judicial que no tiene explicación.
En cuanto a este aspecto del transcurso del tiempo sin que se realice ninguna
actividad procesal, a pesar de que el 8 de septiembre de 2004 en la audiencia
pública el Estado expresó que tenía la firme decisión de continuar la búsqueda
de Ernestina y Erlinda Serrano Cruz, desde el 6 de septiembre de 2004 hasta el
21 de enero de 2005 no se realizó ninguna actuación en el proceso penal ante
el Juzgado de Primera Instancia de Chalatenango. Fue recién dos días después
de que el Presidente de la Corte Interamericana solicitara al Estado que
presentara información sobre cualquier otra actuación que se hubiere realizado
en el referido proceso penal, que el fiscal del caso solicitó al juzgado que
ordenara la realización de dos diligencias.
Por otra parte, el Estado no ha probado que la acción de los familiares de
Ernestina y Erlinda Serrano Cruz haya sido la causa de alguna de estas
demoras. Por el contrario, esta Corte ha constatado que desde el proceso por el
recurso de exhibición personal o hábeas corpus la madre de las presuntas
víctimas aportó información, así como también lo hizo Suyapa Serrano Cruz,
hermana de las presuntas víctimas.
Por todo lo anteriormente expuesto, considero que en el proceso penal que se
ha seguido ante el Juzgado de Primera Instancia de Chalatenango se ha
desconocido el principio del plazo razonable consagrado en la Convención
Americana.
Asimismo, el artículo 25.1 de la Convención incorpora el principio de la
efectividad de los instrumentos o mecanismos procesales de protección
destinados a garantizar tales derechos. Según la Convención, los Estados
Partes se obligan a suministrar recursos judiciales efectivos a las víctimas de
violación de los derechos humanos art. 25, recursos que deben ser sustanciados
de conformidad con las reglas del debido proceso legal art. 8.1, todo ello dentro
de la obligación general a cargo de los mismos Estados, de garantizar el libre y
pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a toda persona
que se encuentre bajo su jurisdicción.
La debida diligencia exige que el órgano que investiga lleve a cabo todas
aquellas actuaciones y averiguaciones que sean necesarias con el fin de intentar
obtener el resultado que se persigue. De otro modo, la investigación no es
efectiva en los términos de la Convención.
Considero que, a pesar del tiempo transcurrido desde que supuestamente
desaparecieron Ernestina y Erlinda, el recurso de hábeas corpus podría haber
resultado eficaz para determinar el paradero de las presuntas víctimas o realizar
importantes adelantos al respecto, si se hubieran realizado de forma diligente las
actuaciones procesales encaminadas a ello, tomando en cuenta las amplias
facultades del juez ejecutor y la obligación de las autoridades estatales de
brindarle la información requerida, aunado a que se podría haber investigado la
información proporcionada por la Cruz Roja y por la madre de Ernestina y
Erlinda. Por el contrario, dicho proceso se sobreseyó una vez que la jueza
ejecutora realizó escasas e insuficientes diligencias sobre dos de las solicitudes
de búsqueda de información indicadas por la madre de las presuntas víctimas y
ni siquiera logró intimar a los dos militares indicados por aquella.
Tanto en el proceso de hábeas corpus como en el proceso penal no se tomaron
en cuenta las particularidades de los hechos denunciados y la situación de
conflicto armado en que se encontraba El Salvador en la época en que
supuestamente ocurrieron los hechos que investigaban, así como las distintas
situaciones en las cuales se ha reencontrado a personas que desaparecieron
durante el conflicto armado cuando eran niños o niñas.
Con respecto a las actuaciones procesales relacionadas con la Fuerza Armada,
observo que las autoridades judiciales no asumieron una actitud diligente que
permitiera aprovechar la información que se encuentra en los diversos archivos
y libros de la Fuerza Armada, la cual podría ser de gran utilidad para el
esclarecimiento de los hechos que se investigan.
Como ha quedado demostrado, durante el trámite del caso ante la Corte
Interamericana, la investigación penal que se desarrolló ante el Juzgado de
Primera Instancia de Chalatenango se encontró dirigida principalmente a ayudar
a la defensa del Estado en el proceso internacional ante la Corte y no a investigar
los hechos denunciados en el proceso penal.
Del análisis de los hechos llego a la conclusión que, tanto en el proceso ante la
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia como en el proceso
ante el Juzgado de Primera Instancia de Chalatenango, han habido graves
omisiones en la recabación de la prueba por la falta de voluntad por parte de la
fiscalía y de los jueces para solicitar y ordenar las diligencias probatorias
necesarias para determinar lo sucedido a Ernestina y Erlinda Serrano Cruz,
ubicar su paradero e investigar y sancionar a los responsables.
Se trata de un caso complejo por diversos motivos, lo cual implica que las
autoridades judiciales debían de tomar en cuenta las particularidades de los
hechos denunciados y la situación de conflicto armado en que se encontraba el
país en la época en que supuestamente ocurrieron los hechos que se investigan.
Sin embargo, encuentro que las investigaciones no fueron realizadas con la
debida eficacia que ameritaba el caso y que los jueces no cumplieron con su
deber de conducir con diligencia dichos procesos.
Con fundamento en todas las consideraciones precedentes, considero que el
proceso de exhibición personal o hábeas corpus y el proceso penal no han
cumplido con los estándares de acceso a la justicia y debido proceso
consagrados en la Convención Americana. El Estado no observó el principio del
plazo razonable en el proceso penal tramitado ante el Juzgado de Primera
Instancia de Chalatenango y ninguno de los dos procesos han sido tramitados
de manera diligente que permita su efectividad para determinar lo sucedido a
Ernestina y Erlinda Serrano Cruz, ubicar su paradero, e investigar y sancionar a
los responsables.
II. Violación del Artículo 5 (Derecho a la integridad personal) de la
Convención Americana
Los familiares de Ernestina y Erlinda han vivido durante años con un sentimiento
de desintegración familiar, inseguridad, frustración, angustia e impotencia ante
la abstención de las autoridades judiciales de investigar los hechos denunciados
diligentemente y en un plazo razonable, y de adoptar cualquier otro tipo de
medida dirigida a determinar el paradero de Ernestina y Erlinda. El sufrimiento
de los familiares de Ernestina y Erlinda se ha visto agravado debido a que
inclusive han tenido que afrontar que, a partir de que el caso fue sometido al
conocimiento de la Corte Interamericana, la investigación penal ante el Juzgado
de Primera Instancia de Chalatenango se encontró dirigida principalmente a
brindar ayuda al Estado en su defensa en el proceso internacional ante la Corte
y no a investigar los hechos denunciados en el proceso penal, y debido a que el
fiscal y la jueza al parecer orientaron la indagación a la realización de
actuaciones relacionadas con la determinación de la existencia e identidad de
las presuntas víctimas y no con el delito que era objeto del proceso. Los
familiares de Ernestina y Erlinda han visto durante años cómo otras familias han
reencontrado a familiares desaparecidos durante el conflicto armado,
fundamentalmente debido a la búsqueda realizada por la Asociación Pro-
Búsqueda, pero su familia no ha recibido la ayuda estatal para lograrlo. Al
respecto, todos los jóvenes que desaparecieron durante al operativo militar
denominado la guinda de mayo de 1982 que ha encontrado la Asociación Pro-
Búsqueda fueron localizados con vida.
Dicha falta de investigación respecto de lo sucedido a Ernestina y Erlinda y la
determinación de su paradero ha sido y sigue siendo una fuente de sufrimiento
para sus familiares, quienes han mantenido la esperanza de encontrarlas con
vida y lograr un reencuentro familiar.
La madre de Ernestina y Erlinda Serrano Cruz falleció con la esperanza de que
sus hijas estuvieran con vida y de que algún día su familia se pudiera reunir
nuevamente, murió sin que el Estado hubiera determinado lo sucedido a sus dos
hijas y establecido su paradero. La imposibilidad de averiguar el destino de sus
hijas y la constante sensación de poder encontrarlas con vida le provocó un
sentimiento de culpabilidad e impotencia. La frustración de no contar con la
ayuda y colaboración de las autoridades estatales para determinar lo sucedido
con Ernestina y Erlinda y, en su caso, castigar a los responsables, ha provocado
graves afectaciones en la integridad física y psicológica de los familiares.
Por lo anteriormente expuesto, considero que el Estado violó, en perjuicio de los
familiares de Ernestina y Erlinda Serrano Cruz, el derecho a la integridad
personal consagrado en el artículo 5 de la Convención Americana.
III. Violación de los Artículos 17, 18 Y 19 de la Convención Americana
(Derecho a la Protección a la Familia, derecho al nombre y derechos del
niño)
Con respecto al derecho a la protección de la familia, el juez resalta la
importancia de este derecho, el cual se encuentra establecido en el artículo 17
de la Convención Americana y en el artículo 15 del Protocolo de San Salvador.
Considera que toda persona tiene derecho a vivir o mantener contacto directo o
relaciones personales con su familia, dado que esta al ser un elemento natural y
fundamental de la sociedad, en principio está llamada a satisfacer las
necesidades afectivas y psicológicas de todo ser humano.
En ese sentido la protección a la familia no solo comprende la obligación de
estado de permitir la convivencia familiar, sino también suponer que este tiene la
obligación de fomentar las relaciones familiares a través de los distintos
organismos del estado.
Mientras no se determine lo sucedido con Ernestina y Erlinda, sus familiares no
podrán restablecer sus relaciones familiares con ellas.
Con respecto al derecho al nombre el autor señala que la Convención Americana
protege en su artículo 18 el derecho al nombre, al establecer que toda persona
tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus padres o al de uno de
ellos.
Este derecho supone que toda persona, desde el momento de su nacimiento,
tiene derecho a ser inmediatamente registrado de acuerdo a ley, dado que la
omisión de tal registro provocaría que una persona permanezca legalmente
desconocida para la sociedad y para el estado.
El estado de El Salvador ha vulnerado el derecho al nombre de Ernestina y
Erlinda, debido a que no adopto las medidas ni adecuadas ni idóneas para su
búsqueda.
Sobre los derechos del niño el autor indica que, La Convención de las Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño consagra de manera explícita y directa el
derecho a la identidad.
Cabe destacar que el artículo 39 de La Convención sobre los Derechos del Niño
establece la obligación del estado de adoptar las medidas apropiadas para
promover la recuperación física y psicológica y la reintegración social de todo
niño víctima de cualquier forma de abandono o conflictos armados.
El estado violo lo establecido en La Convención al no actuar conforme a sus
obligaciones de defender al niño ante las desapariciones forzadas que estas
sufrieron, violando de esta forma lo establecido en el artículo 19 de la
Convención Americana.

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