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El viento es una masa de aire en movimiento; esta masa de aire posee energía mecánica que es
proporcional a su velocidad y puede ser aprovechada en muchas aplicaciones y es lo que denominamos
energía eólica.
La energía eólica ha sido utilizada por la humanidad desde tiempos muy remotos. Sus primeras
aplicaciones fueron las velas de los barcos, de las que se tiene noticias en el año 5.000 a.C. en Egipto y
Mesopotamia. Además, existen evidencias de que, antes de la era cristiana, los persas la usaron para la
molienda de granos y el bombeo de agua.
En Europa, en especial en los Países Bajos e Inglaterra, la energía eólica fue utilizada intensamente
durante los siglos XVI y XVII a través de molinos de viento artesanales para la molienda de granos y
bombeo de agua.
El mayor aporte de la energía eólica en bombeo de agua ha sido para uso doméstico y abrevar ganado.
Miles de pequeñas granjas en diversas partes del mundo y en especial en los estados Unidos,
Australia, etc., pueden confirmar esto; mientras que el bombeo de agua con fines de irrigación ha tenido
una aplicación limitada, inclusive en los últimos años, en los que ha merecido una atención importante por
parte de los grupos de desarrollo y cooperación técnica internacional.
El alza de precios de la gasolina, el fuel y otros combustibles derivados del petróleo no sólo abre los
informativos de televisión, sino que se lleva un buen dinero (no previsto) de los consumidores, eleva la
inflación, que a su vez encarece los créditos que pagamos.
Desde una perspectiva medioambiental, esta crisis del petróleo podría haber tenido un efecto beneficioso:
la reducción del consumo y el impulso de energías renovables, como la solar o la eólica. Pero todos
sabemos que de eso, poco o nada.
El consumo de petróleo en el mundo no desciende y las energías renovables, mucho más compasivas
con el medio ambiente, siguen desempeñando un papel simbólico en la generación y consumo energético
en nuestro planeta.
Los aerogeneradores pueden producir energía eléctrica de dos formas: en conexión directa a la red de
distribución convencional y de forma aislada.
La primera utiliza molinos de viento de gran potencia que vierten su energía a la red eléctrica. Conviven
con este sistema las aplicaciones aisladas de generadores de pequeña o mediana potencia para usos
domésticos o agrícolas: iluminación, pequeños electrodomésticos, bombeo, irrigación...
Y cuando termina la vida útil de los aerogeneradores (se estima en unos 25-30 años), y en caso de que
no continúe la actividad productiva, se deben retirar los molinos y revegetarse el hueco que dejaron, en el
que quedarán enterrados las zapatas y los cables.
Donde se han instalado, la normativa establece que las zonas excavadas durante la obra han de cubrirse
con tierra vegetal. Y que al finalizar la instalación de los molinos se ha de iniciar el plan de revegetación y
recuperación de suelos, con la siembra de especies autóctonas de crecimiento rápido.
Hoy, los aerogeneradores se construyen de un tamaño lo más reducido posible y se pintan con colores
que perturben menos el paisaje, aunque su presencia en modo alguno pasa desapercibida.
Y en caso necesario, se puede obligar a los promotores del parque eólico a enterrar los cables.
El desarrollo de las energías renovables: las crisis del petróleo de 1973 y 1979 y Ley del sector
eléctrico de 1997
Para el desarrollo de las renovables fueron muy importantes las Crisis del Petróleo de 1973 y 1979, los
países productores elevaron los precios del barril desde 1,5 a 9 dólares en 1973 y desde 13 a 30 dólares en
1979 causando una profunda crisis económica en los países desarrollados, aumento de la inflación y del
paro y España por la dependencia energética del exterior no se libró de ello. Esto nos obligó a implantar
políticas energéticas encaminadas a disminuir el consumo de petróleo mediante el ahorro energético, la
eficiencia energética y potenciar otras fuentes como la nuclear, el gas natural o las energías renovables.
La principal ventaja en este contexto para las es que éstas son una fuente nacional que evita la
dependencia del exterior y en el caso de nuevas subidas de los precios del petróleo la diversificación
energética es un arma que puede disminuir los efectos en las economías nacionales.
El primer aerogenerador moderno que funcionó en España fue un prototipo instalado en Tarifa en 1981 de
100 kW; seis años después entran en funcionamiento los primeros aerogeneradores conectados a la red en
Ampurdán (Gerona) y en Granadilla (Tenerife). Hasta 1991 la introducción fue lenta y es el Plan
Energético Nacional de este año el que por primera vez marca un objetivo a alcanzar, 175 MW en 2000,
que ya se superaba a mediados de los noventa.
Otra razón que influyó mucho en el progreso de la energía eólica fue el desarrollo de las preocupaciones
ambientales a partir de la década de los ochenta; las energías renovables no tienen fecha de caducidad, a
diferencia del carbón, gas natural o petróleo el consumo no emite gases de efecto invernadero, son fuentes
seguras y no produce residuos peligrosos como la nuclear. Por todos estos motivos en España las
Administraciones Públicas apuestan por ellas mediante la Ley del Sector Eléctrico de 1997 que establece
la prioridad de las fuentes del Régimen Especial (minihidráulica, solar fotovoltaica, eólica, biomasa y
cogeneración) sobre las convencionales al conectarse a la red eléctrica e incentiva a las renovables
mediante una prima económica por cada unidad de energía; Red Eléctrica Española abona por cada kwh
de electricidad eólica 6,2 céntimos de euro mientras que por las energías convencionales abona 3,5
céntimos, esta diferencia de 2,7 céntimos se denomina prima. La existencia de la prima y una disposición
favorable por parte de las administraciones públicas ha causado un aumento muy importante de los
parques eólicos durante los últimos años en España, tal y como se puede ver en la Gráfica 1. En la
actualidad hay unos 6200 MW de energía eólica instalada en España y las previsiones del Plan de
Fomento de las Energías Renovables de 1999 pronosticaban que se superarían los 9000 MW en el año
2010. Hoy en día la energía eólica es origen de un 3% de la electricidad generada en España y somos el
tercer país del mundo en potencia instalada tras Alemania y Estados Unidos. Por Comunidades
Autónomas Galicia está a la cabeza con más de 1500 MW y casi el 30% de la energía eléctrica producida
siendo las siguientes Castilla La Mancha, Aragón y Castilla-León como se puede apreciar en el Gráfico 2.
Una aplicación interesante de la energía eólica son los pequeños aerogeneradores de potencia hasta 50
kW destinados a abastecer de energía eléctrica a edificaciones aisladas, sin conexión a la red. Estos
pequeños aerogeneradores se utilizan combinados con paneles fotovoltaicos para generar energía eléctrica
de origen renovable, aunque es necesario el apoyo de un generador diesel en los momentos de
climatología adversa.
Las cifras expuestas antes prevén un futuro prometedor para la eólica, principalmente porque
el consumo ha sido creciente y se mantendrá así durante los próximos años. La energía eólica
es una fuente poco contaminante y agresiva con el medio ambiente, el crecimiento anual ronda
el 30%, la potencia media de los aerogeneradores es cada vez mayor y disminuye el precio de
cada MW instalado.
En España el gobierno ha elevado las cifras de la potencia de todas las fuentes de cara al año
2011 y afirma que en ese año serán 13.000 MW y el origen del 9% de la energía eléctrica
consumida. Más allá de ese año la Asociación Europea de la Energía Eólica le calcula una
potencia instalada en el año 2020 y que generarán el 20% de la electricidad necesaria. Este
mismo informe afirma que el tamaño medio de los aerogeneradores es de 1 MW, en 2007 será
1.3 MW y en 2012 serán 1.5 MW.
Energía eólica
Se denomina energía eólica a toda aquella energía que se pueda convertir en trabajo a partir del uso de la
fuerza del viento. Para ello, turbinas eólicas deben convertir la energía cinética del viento en electricidad
por medio de un generador. Los aerogeneradores tienen aspas o hélices que hacen girar un eje central
conectado, mediante una serie de engranajes (la trasmisión), al generador eléctrico.
Sólo el dos por ciento de la energía solar que llega a la Tierra se convierte en energía eólica y, por
diversos motivos, sólo una pequeña parte de esta energía es aprovechable. A pesar de ello, se ha
calculado que el potencial energético de esta fuente de energía es unas veinte veces el actual consumo
mundial de energía, lo que hace de la energía eólica una de las fuentes de energía renovables de primera
magnitud.
La energía del viento es de tipo cinético (debida a su movimiento); ello hace que la potencia obtenible del
mismo dependa de forma importante de su velocidad, así como del área de la superficie captadora.
Todas las máquinas que ha construido el hombre para obtener el mayor rendimiento posible de la energía
del viento se basan en frenar el viento por medio de algún dispositivo colocado en su camino.
Trasmisión: La potencia se transfiere mediante el eje de rotación a una serie de engranajes, o trasmisión,
que aumentan la baja velocidad de rotación de las aspas, del orden de las 60 revoluciones por minuto
(rpm), a una velocidad de entre 1.500 y 2.000 rpm.
Generador: La alta velocidad de rotación que se obtiene del sistema de trasmisión se conecta al
generador que produce electricidad a partir del movimiento, como en los tradicionales sistemas de vapor.
Controles: Los diversos sistemas de control son coordinados y monitoreados por una computadora y
puede tenerse acceso a ellos desde una ubicación remota. El control de ajuste gira las aspas para
mejorar el desempeño a diferentes velocidades de viento. Otro control pone a la turbina en la dirección del
viento. Los controles electrónicos mantienen un voltaje de salida constante ante los cambios de velocidad.
El generador de velocidad variable es una parte importante que permite diseñar sistemas efectivos desde
el punto de vista económico.
Torre: Existen dos tipos de torres: de mono tubo o tubo sólido de acero y de armadura. Las alturas varían
con el tamaño del rotor entre los 25 y 50 m.
La Junta ha recordado que antes de que concluya 2013 se pondrán en marcha tres parques
eólicos, lo que supondrá incrementar la potencia renovable de la comunidad en casi 21,50
megavatios (MW), que aportaran energía suficiente para abastecer las necesidades eléctricas
de 9.245 hogares. Con ellos, se evitará la emisión de más 15.695 toneladas de CO2 a la
atmósfera, como si se retirasen cerca de 10.000 vehículos de la circulación.
Los parques en fase de construcción, y cuya puesta en funcionamiento tendrá lugar en los
próximos meses, se encuentran ubicados en la provincia de Granada, esto es, Parapanda,
localizado en el municipio de Illora con una potencia de 17 MW; Cerros Pelaos, en el término
municipal de Padul, con tres MW; y San José, en el municipio de Húeneja, con 1,50 MW.