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Las plantas psicoactivas plasmadas en el

arte de las antiguas civilizaciones


americanas
Ana María Perkins de Piacentino

El arte ha permitido conocer la cultura y la evolución de los


pueblos en el devenir del tiempo permitiéndonos, a través de la
observación de sus obras pictóricas, escultóricas y relieves, captar y
entender el significado de “las plantas de los dioses” como
consideraban a los alucinógenos y otras plantas psicoactivas los
pueblos de América.
Por sus efectos el uso de éstas plantas han formado parte de la
experiencia humana por milenios, tanto por parte de pueblos
primitivos como por culturas más avanzadas, ya que en los primeros
estadios de su desarrollo necesitaron experimentar lo que la
naturaleza les brindaba y al comprobar los extraños e increíbles
efectos que provocaban en ellos no pudieron mas que pensar que
ellas les permitían comunicarse con el mundo espiritual y con sus
Dioses, por lo que les atribuyeron el carácter de “sagradas” .
Por ello las mismas han tenido un rol muy importante en los ritos
mágico-religioso-curativos de antiguas civilizaciones y hoy día
siguen siendo veneradas como elementos sagrados continuando con
la práctica de sus ancestros.
Este trabajo se propone una exposición visual para conocer e
interpretar el uso de éstas “plantas sagradas” como la coca (
Erythroxylon coca ), hongos ( Psilocibe sp)., el peyote
(Lophophora williamsii), bebidas como chicha, balche, pulque, etc;
plasmadas en las pinturas , esculturas, relieves y otros enseres que
han llegado hasta nuestros días.

Bebidas alcohólicas
Vasijas y figurillas muestran la importancia que los amerindos le
atribuían a las bebidas alcohólicas en sus celebraciones rituales y
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festividades. La “chicha” fue la
bebida mas extendida en toda
Sudamérica, para la cual se
encomendaba su elaboración a las
ancianas que mascaban los granos
principalmente de maíz verde (Zea
mais), escupiéndolos luego en una
vasija donde éstos fermentaban
gracias a las enzimas salivales, la
pasta obtenida se colocaba en un
cántaro con agua al que enterraban,
eligiendo el grado alcohólico según
el efecto deseado. Otros pueblos la
elaboraban con yuca, maní,
semillas de algarrobo, quinua y
otras plantas, así los mayas
preparaban el “balche”, aguamiel fermentada a la que agregaban
corteza del árbol balche, (Lonchocarpus longistylis).
Si bien los aztecas preparaban el “octli” brebaje a base del zumo
del maguey, según Fray B. de Sahagún ésta civilización consideraba
a la embriagues un delito y poseían una legislación inflexible al
respecto ya que la misma era considerada un peligro social.
Esto ha quedado plasmado en la figurilla de un bebedor Maya
(LÁMINA 1) que con su brazo izquierdo sujeta una doble vasija que
contiene la bebida y con el otro se sostiene la cara, la cual lleva una
máscara que asemeja a un anciano. Ésta extraordinaria pieza de
cerámica procede de la isla de Jaina y pertenece al último Período
Clásico Maya, encontrándose en el Museum of Americans Indians de
New York.
El presente trabajo incluye platos ceremoniales, escenas
costumbristas de hombres preparando chicha, el “Kero” o vaso Inca
de madera usado para beberla y que solían tallarlos en forma de
cabeza humana o animal, se conservan hoy día muy pocos Keros
prehispánicos, así como recipientes para guardar la chicha del tipo
“Robles Mogo” de gran tamaño y otros vasos rituales donde se
destaca un cuenco de oro, pieza muy original en su diseño ya que se
le ha incorporado un tubo de succión fijo que serían utilizados en
rituales donde se ingería coca y otros euforizantes o alucinógenos
junto a la bebida alcohólica.
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Estimulantes
El mas usual la coca (Erythroxylon coca), que permitía trabajar
sin sentir cansancio ni hambre, virtudes por la que se la consideraba
“regalo de los Dioses” para bien de su pueblo.
La coca generalmente asociada a la civilización Inca es en
realidad preincaica y panandina.
Prueba de ello es que los españoles la encuentran por primera vez
en 1499 entre los indios Paria de Venezuela. En cuanto a su
consumo, mezclaban las hojas con raíces calcinadas, entre ellas la de
quinua y formaban una bola llamada “mambe o acullico” en el
carrillo interior de la boca pasándolo de un lado a otro, práctica que
continúa. El recipiente que contenía la cal o cenizas que
intuitivamente percibieron aumentaba la extracción del alcaloide
recibía el nombre de “poporo”. Se han encontrado piezas en formas
muy bellas y variadas incluidas algunas de ellas en el trabajo
original, como ser el poporo mas valioso hasta la fecha hallado
confeccionado en oro, perteneciente a la cultura Quimbaya que
habitó en la Cadena Central de los Andes colombianos y que se
encuentra en el Museo del Oro, Bogotá Colombia. Podemos observar
una hermosa botella (LÁMINA 2) que representa a una mujer con
cuerpo desproporcionado quizás
imitando la forma de un alimento,
peinada con trenzas y decoración
facial de puntos en el rostro. En la
parte derecha de su boca
apreciamos una protuberancia
producida por el “mambe o
acullico” formado al mezclar las
hojas de coca con la cal. La pieza
se encuentra en el Museo de
Arqueología y Antropología de
Lima , Perú y pertenece a la cultura
Tiahuanaco, un pueblo preincaico
que habitó en los valles de Nazca.
Se incluyen escenas de recolección de hojas de coca pintadas
sobre diferentes enseres o extrayendo cal de los poporos, o
mostrando la asociación guerrero – coca, muy significativa en la
época precolombina ya que el consumo de éste alcaloide servía para
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excitar a los guerreros antes del combate o en la recompensa tras la
victoria.
El consumo de coca ofrecía otra modalidad no muy difundida por
los historiadores como era el inhalado del polvo que se obtenía de la
trituración de las hojas tal cual o calcinadas, incorporándoles las
cenizas de carácter alcalino o “llipta”, que eran colocadas en
bandejitas desde donde el polvo se aspiraba con la ayuda de un
canutillo. La costumbre de aspirar la droga se hallaba extendida entre
los Muiscas, pueblo de la región de Boyacá Colombia así como
algunas culturas chilenas y tribus amazónicas que recurrían para ésta
práctica a la Erythroxylon coca variedad ipadú que contiene menor
concentración del alcaloide.
En el trabajo original se muestran varias de éstas bandejas además
de bolsas o “chuspas” donde guardaban las hojas de coca para
acullicar, que siempre llevaban colgando de su cuerpo,
acompañándolos aún en los entierros funerarios. Incluimos una
delicada balanza que servía para pesar oro y hojas de coca, elementos
ambos sumamente valiosos y objeto de ofrendas y de comercio,
realizada en algodón, hueso, concha, turquesa y plata,
correspondiente al Período Intermedio Tardío o al Horizonte Tardío
incaico.

Alucinógenos

Las Huellas del Pequeño Venado.


El uso por las antiguas culturas mexicanas del peyote
(Lophophora williamsii), que contiene como principio activo la
mescalina, quedó documentado desde los inicios de la conquista por
los diferentes cronistas españoles. Entre ellos Fray B. Sahagún lo
documentó en su “Historia General de las Cosas de Nueva España”,
remontando su uso entre 2000 y 3000 anos, considerándose éste
cactus mexicano el prototipo de los alucinógenos del Nuevo Mundo.
Dice Sahagún.......” ésta planta que se come o bebe, produce visiones
espantosas, siendo manjar de los chichimecas, que los mantiene y da
ánimo para pelear y no tener miedo, ni sed, ni hambre y guardándolos
de todo peligro........”
Según antiguas crónicas, los pueblos mexicanos los usaban tanto
en forma medicinal como ceremonial curando con ellos muchos
males, sin embargo al llegar los españoles prohíben y penan incluso
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su uso medicinal, debido a.... “su relación con rituales paganos y
supersticiones que conectaban a los hombres con espíritus malignos a
través de fantasías diabólicas”......
El Dr. F. Hernández, siendo médico personal del Rey Felipe II de
España, es enviado para estudiar la medicina Azteca, brindándonos la
primera descripción del “cactus viviente”, mencionándolo como
peyotl (lengua Azteca Náhuatl), refiriendo “la capacidad de preveer y
predecir hechos” de ésta planta, según manifiestan los que lo
ingieren. Narran también el antiguo ritual sobre la recolección y
consumo de éste cactus sagrado.
Tan encarnizada fue la represión que los españoles ejercieron
sobre el culto del peyote que sus esfuerzos por exterminarlo y la
renuencia firme de los nativos logró que su culto se extendiera y
desplazara hacia las regiones montañosas del norte de México, culto
que perdura hasta la fecha. Entre los habitantes de la Sierra
Occidental, los huicholes y los tarahumaras, conservan y practican la
misma y ancestral ceremonia, recorriendo cientos de km. para llegar
a Wirikuta, la tierra sagrada del peyote o “paraíso”, en el estado
actual de San Luis Potosí, previamente han realizado la confesión y
la purificación ritual, donde al llegar acompañados por el chaman
realizan un baño ritual y rezan a la fertilidad y la lluvia.
Ir tras las huellas del pequeño venado significa encontrar la
primera planta del cactus venerado y esto implica una serie de cantos
y plegarias, siendo guiados en ese camino por el chaman hacia los
“Umbrales Cósmicos” donde solo él puede ver.
El pueblo huichol ha representado su arte sagrado plasmando su
mitología en un hermoso y colorido trabajo en estambre que
corresponde a una crónica de la “Creación del Mundo”, teniendo
como base el uso ceremonial del peyote; donde todos los personajes
están conectados a una canasta medicinal que lo contiene y que los
une como aliados del poder, en él el Sol se encuentra con el Espíritu
del Alba en Wirikuta, la Tierra Sagrada del peyotl.

Las Florecillas de los Dioses


Aunque los hongos no florecen les llamaban “flores”.
Pocas plantas de los Dioses han sido tan veneradas como los
hongos sagrados de México, llamados “teonanácatl” o “Carne de
Dios”, eran y son utilizados actualmente solo en las ceremonias mas
sacras. La gran mayoría de ellos pertenecen al género Psilocybe
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mexicana, conteniendo los principios activos alcaloídicos psilocibina
y psilocina y en menor grado los del género Conocybe y Panaeolus.
Al llegar los españoles vieron con sorpresa que los nativos
adoraban a sus dioses con la ayuda del peyotl, “ololiuqui o semilla
maravilla” (Turbina corymbosa), teonanácatl y otras plantas
embriagantes que como con el cactus sagrado trataron de erradicarlas
de sus prácticas médico-religioso-adivinatorias.
Éstos hongos y otras Plantas de los Dioses están representadas en
la magnífica escultura de Xochipilli, “Príncipe Azteca de las Flores”,
descubierta en Tlamenalco, en las laderas del volcán Popocatépetl,
pocos anos atrás.
Su rostro está en estado de éxtasis, pareciera que contempla las
visiones de su propio estado tóxico, tiene la cabeza ligeramente
vuelta hacia arriba como si escuchara voces. Su cuerpo está grabado
con flores y hongos estilizados que han sido identificados como
plantas sagradas embriagantes. El pedestal sobre el cual está sentado
tiene un diseño que representa sombreretes de Psylicybe aztecorum,
variedad del hongo que crece solamente en las laderas de éste volcán
. Grabadas en él se pueden observar un hongo, la flor del tabaco
(Nicotiana tabacum), la flor de la sagrada maravilla, el botón de Sini
culche y en el pedestal los hongos mencionados.
Durante cuatro siglos nada se
supo sobre el uso de éstas plantas
sagradas, pero trabajos de campo
realizados el siglo próximo
pasado demostraron que éstos
hongos se siguen utilizando en
ritos religiosos y oraculares entre
los chinantecas, zapotecas,
mixtecas de Oaxaca, los nahuas
entre otros pueblos y en mayor
medida hoy día los mazatecas,
eligiendo las diferentes variedades
según el propósito de su uso.
Pero no solamente se han
utilizado en las culturas Maya y
Azteca éstas plantas de los dioses
mágico-religiosas, ya que los
hallazgos arqueológicos han
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permitido coleccionar una enorme cantidad de estatuillas y efigies
que demuestran su uso por parte de pueblos ubicados en Guatemala,
El Salvador, Honduras, Colombia y otras regiones.
Prueba de ello son los enigmáticos pectorales de oro que
pertenecen a la cultura Sinú de Colombia, (LÁMINA 3), que se
encuentran en el Museo del Oro de Bogotá . En ellos podemos
apreciar formas de hongos en su parte superior, lo cual podría sugerir
un culto a los hongos alucinógenos en la región, además se destacan
en ellos y otros pectorales hallados formas que asemejan alas que
representarían el vuelo mágico que caracteriza a éste tipo de
intoxicaciones.

El Arte de Curar
Los antiguos pueblos americanos como tantos otros pueblos
ancestrales, consideraban como causa de enfermedades a los pecados,
los maleficios, la entrada al cuerpo de malos espíritus errantes o por
no cumplir con la norma que su cultura les imponía.
Por lo tanto su curación correspondía a los que tenían el poder de
curar y éstos eran los chamanes y los curanderos.
Los chamanes u “hombres médico”, aunque en algunas
civilizaciones podían ser “mujeres médico”, eran enseñados por un
maestro desde muy pequeños y cuando éste los consideraba ya
preparados para ejercer su conocimiento mediante ayunos
prolongados y bajo el efecto de sustancias alucinógenas se
conectaban con los Dioses que los inspiraban y guiaban en su
práctica curativa.
Una notable vasija Mochica nos ofrece una perfecta imagen del
“médico curandero” auscultando a una paciente, lleva un tocado con
la figura del animal de quien proceden sus poderes sobrenaturales y
por encima de éste una figura que recuerda por su forma un hongo
que le ayuda a conectarse con sus Dioses. Ésta pieza se encuentra en
el Museo de Arqueología y Antropología de Lima , Perú.
Si chaman significa “ el que tiene el arte de curar” diagnosticando
enfermedades y curándolas mediante el vasto conocimiento empírico
de la Farmacopea Natural, es por lo tanto “ el que tiene el poder”.
Por último disfrutemos ésta figurilla de un médico Mochica que
prepara en el poporo la pócima de cuya fórmula es heredero y
poseedor, la “Fórmula de los Dioses”, mostrando la importancia que
le adjudicaban las sorprendentes antiguas culturas americanas a los
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chamanes, (LÁMINA 4). Éstos antiguos médicos poseedores de un
saber naturista y milenario, que hoy
día tratamos de rescatar aprendiendo de
ellos, ya que recién en las últimas
décadas su figura ha sido revalorizada,
volviendo a cobrar interés el estudio de
los principios activos contenidos en las
plantas sagradas por ellos utilizadas,
empleando su potencial aplicación en
experimentación terapéutico
farmacéutica y aún en psiquiatría.
“Las Plantas de los Dioses” nos
permitirán reaprender junto a los
antiguos y actuales chamanes, los
secretos que la naturaleza guarda como
tesoros escondidos para bien de nuestras sociedades y un mejor
conocimiento científico.

Bibliografía
Museo del Oro, Bogotá, Colombia.
“Plantas de los Dioses”, Richard Evans Schultes y Albert Hofman.
Fondo de la Cultura Económica. México. 1993.
“América 1492. Retrato de un Continente Hace Quinientos Años”, Manuel Lucena
Salmoral. Anaya Editoriale. 1990.
“Los Incas y el Antiguo Perú. 3000 años de Historia “Centro Cultural de la Villa de
Madrid. 1991.
“Museo de Antropología y Arqueología de Lima, Perú.

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