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La domesticación del perro.

Domestication of the dog.

Daniel de la TORRE PÉREZ


Prehistoria y Arqueología de la Península Ibérica. UAM
Dan.torre@estudiante.uam.es

RESUMEN: Durante el Neolítico, los seres humanos encontraron una manera de sobrevivir
ante un contexto difícil. La caza y la recolección eran los hábitos que les ayudaban a la
obtención de alimento. La domesticación del perro trajo consigo, en diferentes latitudes, una
mejora en la vida del ser humano en lo que concierne a muchos aspectos, no solamente
vinculados a la obtención de alimentos a través de la caza. Incidiré en las características del
perro, sus orígenes, su comportamiento en relación a los humanos, los cambios morfológicos
inherentes a la domesticación, su dieta en correspondencia a la vida doméstica, y los diferentes
servicios que el perro brindaba al ser humano.

PALABRAS CLAVE: domesticación, perro, evolución.

ABSTRACT: During Neolithic times, humans found a way to survive in a difficult context.
Hunting and gathering were the habits that helped people to obtain food. The domestication of
the dog brought an improvement into the lives of human beings in different latitudes with regard
to many aspects, not only related to food obtaining through hunting. I’ll focus on the
characteristics of the dog, its origins, its behavior in relation to humans, the morphological and
inherent changes of domestication, its diet connected to domestic life, and the different services
that dogs offered to humans.

KEY WORDS: domestication, dog, evolution.

1-ORÍGENES: ANTEPASADOS, DATACIÓN MOLECULAR Y EL FACTOR CULTURAL.

Antes de hablar del canis lupus debemos establecer su conexión anterior con el
miácido (Fig.1) una criatura que provenía del Eoceno. Eran animales plantígrados que
existieron hace 33-58 millones de años y que son el antecesor más probable del perro
actual, así como de los úrsidos, zorros, felinos, hiénidos, vivérridos, mustélidos, entre
otras especies que se fueron desarrollando hasta nuestros días. Durante el Oligoceno y el
Mioceno una rama del miácido se fue desarrollando hasta las etapas del cynodictis (Fig.
2) el primer digitígrado relacionado con el perro, y finalmente a la de tomarctus (Fig. 3),
una especie que se asemejaba al lobo y de la que derivó al canis lupus. Una de las
zonas de interés es América del Norte, desde donde parten los antepasados del perro, y
se expanden al resto del mundo, posiblemente por el estrecho de Bering (exceptuando
Australia y la Antártida). (Brewer, 2001: 5-9). Generalmente se acepta el hecho de que

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el perro doméstico proviene del lobo o canis lupus, y esto es algo que se refuerza en la
teoría de Seal y Simonsen en 1975, en la que concluyen que hay una gran similaridad
entre el perro y el lobo en diferencia a otros animales, posicionando al lobo gris como
origen. Esto señala al lobo, en sus diferentes formas en relación a su localización, como
único antecesor del perro doméstico de hoy, eliminando la posibilidad de parentesco
con el canis aureus, planteado por Darwin, con el canis dingo, cuyo origen es el propio
perro doméstico, o el coyote. No obstante, es necesario indicar que existen vestigios de
domesticación muy tempranos descubiertos a raíz de recientes estudios. El grupo
liderado por Thalmann (2013) ha podido establecer rasgos de domesticación del perro a
fechas cercanas a los 30.000-18.000 AP en la zona de Europa y Siberia, y con
posterioridad en el Asia Oriental (15.000 AP) Destaca de su estudio una datación
molecular 32,100-18,200 AP algo que antepone la domesticación del perro a la
agricultura en las sociedades europeas de cazadores recolectores, tanto si ocurrió en el
máximo estimado como en el mínimo, puesto que es probable que los rasgos de
domesticación de los perros datados alrededor del 30.000 BP se deban solamente a una
variación morfológica del lobo de esa zona (Horard, Tresset, Denis, 2014) no
implicando directamente la domesticación. Hay que tener también en cuenta que es
necesario un contexto de múltiples cánidos en un sitio para demostrar una
domesticación, no pudiendo ceñirnos a la interpretación de casos aislados, por lo tanto
hemos de concluir que los inicios del proceso escapan a nuestro conocimiento aún con
las modernas dataciones de la actualidad. El estudio anterior ha permitido vincular las
secuencias de los perros actuales con las de los perros antiguos y modernos de origen
europeo, es decir, la zona europea se coloca como cuna de domesticación del perro,
desde la cual se extiende posteriormente a Asia Oriental, Oriente Medio y Próximo,
donde encontramos restos más tardíos (15.000-10.000 AP) Estos últimos, sin embargo,
tienen gran importancia, ya que en el caso de Oriente Próximo encontramos evidencias
culturales de domesticación, algo que no ocurre anteriormente. El factor cultural es
importante puesto que a través de este podemos corroborar la existencia de una estrecha
relación entre el perro y el hombre, y un significado funerario alrededor del primero.
Esto ocurre en enterramientos como en Ein Mallaha (Israel) en la tumba H.104 (Fig. 4),
así como representaciones artísticas que evidencian la domesticación (Davis 1989: 135-
151). También se puede corroborar por los estudios de Payne y Munson en 1986 que
analizaron el contexto de unos huesos de ovicápridos digeridos por perros en niveles
neolíticos en la cueva de Franchthi que demostraban también el proceso de

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domesticación y la coexistencia perro-humano. Otro ejemplo de vínculo entre ambos es
el de Catal Hüyük (9000 AP) donde hay representaciones de perros y humanos cazando
cérvidos (Fig. 5)

2- ESTRUCTURA SOCIAL: SIMILITUD Y SUMISIÓN.

Cabe destacar uno de los aspectos más importantes sobre la domesticación del perro,
y es que de no ser por una predisposición social natural, el perro, tal como lo
entendemos hoy como animal doméstico no existiría, puesto que no hubiera sido posible
una interactuación tan estrecha con el humano. La relación entre el humano y el lobo se
entiende en un contexto de necesidad mutua en un panorama complicado que impulsaba
la caza como medio de subsistencia, conformando un equipo cazador y dejando de
competir por los mismos recursos (Clutton-Brock 1987: 49) Este proceso empezaría con
la doma de los lobos jóvenes y la relación de dominación-sumisión entre ambas partes,
es decir, que hubo una estructura de comportamiento similar que permitió la
domesticación y que posicionaba al perro como individuo sumiso respecto al amo. Con
esto pretendo decir que era necesario que hubiera un primer lobo cachorro o un lobo
sumiso que aceptara a un grupo humano como su manada, para así comenzar el proceso
de adiestramiento. Alexsson (2012) lo corrobora en sus estudios genéticos, en los cuales
deja patente la existencia de unos genes que eran determinantes para el cambio de
comportamiento del lobo, es decir, que existían lobos con mayor predisposición a la
sociabilidad por poseer una psicología más sumisa, que es necesaria para la
domesticación. Con ello, los canes de sucesivas generaciones, se iban integrando
paulatinamente en la red social humana, produciendo así comportamientos diferentes al
del lobo que tienen como finalidad la interacción perro-humano: el ladrido como medio
de comunicación, la mímica en los gestos faciales… (Clutton-Brock 1987: 50-51)

3- LA DOMESTICACIÓN: EL CAMBIO.

A la hora de identificar si un animal es salvaje o doméstico es necesario tener en


cuenta las características que diferencian a uno de otro, siendo así, nos encontramos con
cambios morfológicos de importancia que a su vez están sujetos a otros factores. La
domesticación conlleva por lo tanto cierto cambio físico, que se evidencia en los restos
arqueológicos, pero en el caso del lobo y el perro y su distinción, hemos de observar
diferentes aspectos. Para saber si un animal no es salvaje tiene que evidenciarse un

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cambio en sus proporciones corporales, las cuales se han podido producir durante las
últimas etapas de cría y también a causa de selección artificial como modo de obtención
de una raza para un determinado fin. En este ámbito hay una dificultad, y es que según
señala Davis (1989: 137) existe cierta dificultad en distinguir las mandíbulas de perros y
de lobos debido a la fragmentación que sufren y por su parecido morfológico. Otra
transformación que es interesante observar es el del cambio de tamaño de animales
domésticos y salvajes, un fenómeno que en otras especies se puede observar, como en el
caso del uro y la vaca. En el caso del tamaño, en especial con los perros y lobos, existe
un factor que puede confundir a la hora de determinar si hay evidencias de
domesticación, esto es el cambio ambiental. Según Davis (1989:139) hubo un cambio
ambiental al final del Pleistoceno que conllevó una subida de temperatura que pudo
darse a la vez que el momento de domesticación del lobo en ciertos lugares. Por ello la
domesticación no es el único factor que altera el tamaño del cánido, es necesario sumar
el factor climático para entender el proceso en su plenitud. Otros autores también están
de acuerdo en el cambio morfológico que trae el proceso de domesticación (Brewer
2001:13-15) y resaltan otros aspectos como la reducción craneal, que trae consigo una
reducción proporcional del cerebro. Muchos rasgos, como los incisivos menos
desarrollados o una cresta sagital menos pronunciada, se intensifican con las sucesivas
generaciones de lobos domesticados, encontrándonos en cuatro generaciones un cambio
morfológico importante que demuestra la gran velocidad de adaptación de una vida
salvaje más dura a una más cómoda y con una dieta más variada. (Fig. 6)

4- DIETA

Antiguamente los perros tenían una dieta menos variada que hoy, lo que
demuestra una evolución a lo largo del tiempo, al igual que ha ocurrido con los seres
humanos. Erik Axelsson (2013), junto a sus colegas, comparó el ADN de perro y lobo
para conocer qué genes eran determinantes para la domesticación y la aparición del
canis familiaris. Se secuenció el ADN de una docena de lobos de diferentes áreas del
mundo y de seis decenas de perros pertenecientes a catorce razas. Estos genes
demostraron que los perros tenían una fácil y efectiva digestión de almidón frente a los
lobos, es decir, que se fueron convirtiendo en consumidores de trigo y arroz
(dependiendo dónde se encontrasen) debido a una interactuación con el hombre que
forzaba su organismo a una asimilación de aquellos alimentos que le procurab el
hombre. Es decir, que los lobos comenzaban a ser alimentados por humanos con
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productos agrícolas tras la domesticación del cereal, abandonando una dieta
estrictamente cárnica y adaptándose a un ritmo de vida distinto. Esto ha ocurrido, como
ya hemos dicho, igualmente con nosotros, puesto que mostramos una capacidad de
asimilación a mayor cantidad de alimentos que nuestros antepasados, lo que nos ha
brindado a los seres humanos y al canis familiaris a una dieta más variada y en
conexión siempre al alimento disponible. Para terminar me parece indicado destacar
que la teoría simbiótica del perro y el hombre podría ser válida aquí en cuestión al papel
del perro como consumidor de sobras de los alimentos obtenidos por el humano,
explicando así su adaptación a una nueva dieta.

5- USOS DEL PERRO.

Cuando exponemos los distintos usos del perro hemos de observar en primera
instancia que en el contexto histórico de la Prehistoria, es difícil determinar todas las
tareas específicas que cumplían, ya que estamos hablando de encontrar una
correspondencia entre los restos arqueológicos y el empleo que un animal pudiera tener
en vida, es decir, averiguar la psicología de un animal que ha sido seleccionado para una
tarea concreta. La arqueozoología, sin embargo, nos permite averiguar ciertos usos.

Como alimento, trueque y producto.


En diferentes sitios arqueológicos es posible hallar restos de perros que presentan
evidencias de haber sido cocinados para la alimentación humana, así como ocurría con
otros animales que estaban más presentes en su dieta (cérvidos, peces…). Hay que
puntualizar que se encuentran en mayor o menor cantidad dependiendo del lugar
geográfico (Fig.7) pero que se trata de una práctica generalizada y que tiene una
continuidad en la actualidad, como ocurre en la zona coreana. (Morey, 2010: 87-90) En
relación a su sacrificio es de esperar que se economizasen los recursos y se tendiera a
hacer tecnología ósea u ornamentos con los huesos de perros (Morey, 2010: 105-108)
Un hecho curioso lo encontramos en Britania (Edad del Hierro) pues era un bien de
cambio del que no se podía prescindir y solamente alimentarse, con un valor reseñable
para sus propietarios por lo tanto (Cunliffe, 1999: 197) Por otra parte también
proporcionaba su piel, su pelaje, así como ciertos huesos para su uso en joyería y útiles,
algo que se evidencia en algunos lugares, como en el Neolítico húngaro (Horard,
Tressen, Vigne, 2014) De la misma forma encontramos un uso simbólico a algunas
partes de su esqueleto, como su cráneo, que en ocasiones se exhibe en la entrada de los

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santuarios, probablemente a modo de disuasión por su rol guardián en la sociedad
(Licari, 2006)
Como bestia de carga.
Su uso como fuerza de carga puede demostrarse en ciertas patologías en la
anatomía de los restos de algunos cánidos. En América del Norte se plantea su uso
como transportista de madera debido a los estudios de Diane Warren, que demostraron
un aplanamiento en las vértebras de los cánidos por la evidente fuerza que aplicaban al
tirar de la carga en repetidas ocasiones. No obstante ciertos animales salvajes o
domésticos pueden presentar ciertas anomalías vertebrales también sin haber estado
sometidos a un trabajo de tiro, y es por eso que es necesario que exista más de un caso
de patología vertebral en un mismo sitio para otorgarle mayor veracidad a la
interpretación (Morey, 2010: 98-99).

En la caza.
Igual de complicado se antoja demostrar el uso del perro como animal de caza.
Sin embargo, según los estudios de Juliet Clutton-Brock (1984: 204) sobre el Mesolítico
del Oriente Próximo, existe un cambio en la tecnología de caza que puede ser indicativo
del uso del perro como animal de caza, la introducción del microlitismo y los disparos
con arco y flecha. Es posible que esta tendencia nos ayude a concebir el uso del perro
como animal cazador ya en correspondencia a etapas posteriores, estableciendo un nexo
a partir de un momento de inflexión en el que la población natufiense se decanta por los
disparos de largo rango para cazar a sus presas y así conseguir alimento. El papel del
perro se reduciría entonces al rastreo de las piezas de caza heridas de flecha a través de
medios acuáticos o frondosos con el fin de atraparlo y devolverlo de vuelta a su amo.
Esto se puede evidenciar en la citada representación de Catal Hüyük (Fig .5)

En la guerra.
El perro, además de participar en tareas de caza, desempeñó una importante
labor bélica en varios ámbitos, destacando como mensajero, soldado, vigilante, guarda...
Para estas labores era necesario un perro de unas características especiales, lo que me
lleva a hablar de una determinada selección artificial para convertir al perro en un arma
más, pero según aclaran Clutton-Brock (1984) y Harcourt (1974) no hay constatadas
razas diferenciadas en periodos tempranos, pues son un fenómeno de hace 4000-3000
años. A través de las representaciones egipcias podemos llegar a unos determinados
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tipos de perros que más tarde se irán diversificando y diferenciando morfológicamente
más unos de otros. Podemos diferenciar tres principales: de piernas cortas, de piernas
largas tipo galgo y otro con tipología similar al mastín (Clutton-Brock 1995:18). Las
primeras evidencias de perros de guerra aparecen en el 6000 AP, algo constatable
debido a las representaciones egipcias antes citadas, que muestran una actitud ofensiva
del animal respecto a los enemigos de su dueño, también hay manifestaciones
arquitectónicas, como el mastín de Ur datado en el 5000 AP cuyas características se
corresponden con la llamada raza molosa en Grecia. A esta raza molosa se le atribuyen
unos rasgos precisos y que nos otorgan información sobre su predisposición para el
ataque, tanto por su fiereza como por sus atributos físicos. Existen además otras
representaciones egipcias de canes vinculados a la guerra, como en Egipto, donde se
introdujo también el moloso en el segundo cuarto del II milenio (Carreras, 2013) y
aunque este sea un dato más tardío nos puede dar una idea del uso tradicional del perro
en estas tareas, que seguramente no se manifestaron exnovo en el Mundo Antiguo.

6- CONCLUSIÓN.

A modo de colofón señalaré el aspecto que más ha atraído mi atención, y es la


igualdad de los modelos sociales entre lobos y humanos que hizo posible un
entendimiento y en último término la domesticación. A raíz de los nuevos estudios, que
retrasan los años de este proceso, se hace evidente que ambas estructuras sociales eran
muy compatibles, algo que hace pensar sobre un vínculo se remonte hasta tiempos
inmemoriales exentos de testimonio. Por ello, la arqueozoología y la ciencia han
conseguido con creces que esta interpretación sea factible, pues los restos arqueológicos
que presentan rasgos de lobo domesticado significan una continua asociación con el
hombre hasta nuestros días, estableciéndose como la especie con mayor y más longevo
vínculo con el ser humano a lo largo de la historia. Es interesante igualmente poder
observar sus cambios alimenticios en correspondencia a los del humano, ya que debido
a la obtención del cereal y de otros alimentos compartían una dieta en común, pero no
es el único rasgo que los unía ya que los entierros comunes que se efectuaban con
perros y hombres indican también una comunicación estrecha entre las dos especies. Es
decir, estamos hablando de una íntima relación que une a ambas especies, tanto en la
vida diaria y sus diversas actividades (caza, alimento, guardia, guerrero…) así como en
el momento de la muerte.

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Fig. 1 Cráneo de miácido.
Benton, MJ (2005: 379)

Fig. 6 Fig. 4 Enterramiento con


A-Lobo salvaje. cachorro (H.104), datado
B- Cachorro de lobo criado en en el 9600 AC. Fotografía
Fig. 2 Cráneo de cynodictis. Colin Keates,
cautividad. de Alain Dagand.
Dorling Kindersley, Natural History
C-Lobo nacido en cautividad.
Museum, Londres.
D- Segunda generación en cautividad

(Brewer, 2001: 14)

Fig. 5 Representación
paleolítica de caza de
Catal Hüyük. Benecke
N. 1994, Der Mensch
und seine Haustiere.
Die Geschichte einer
Fig. 3 Cráneo de tomarctus temerarius. jahrtausendalten
American Museum of Natural History in Beziehung. Thesis).
New York.

Fig. 7. Mapa que muestra los principales focos geográficos en correspondencia al uso alimenticio del perro. Datos
en Morey (2010: 91) Elaboración propia.

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BIBLIOGRAFÍA

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