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La vuelta del malón.

Cultura visual y violencia estatal en Argentina.


Marina Gutiérrez De Angelis
Las imágenes de los rostros de dos jóvenes asesinados, recorrieron los medios de comunicación y
las redes sociales en Argentina. Han sido reproducidas, apropiadas y distribuidas infinitas veces. En
ellas se manifiesta el accionar ilegal de un gobierno que no ha ofrecido respuestas ni juzgado a los
culpables, evitando asumir su responsabilidad en los hechos y las políticas que han legitimado la
persecución, tortura y asesinato. Las fotografías de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel, por el
contrario, han sido objeto de las mas obscenas manipulaciones mediáticas. Las imágenes no son –
nunca han sido- simples acompañantes de los sucesos políticos. Muchas han sido protagonistas de
complejos procesos así como de actos de violencia. En este artículo planteamos un pequeño
ejercicio de análisis de una genealogía visual que hilvana las imágenes del genocidio perpetrado en
la Patagonia argentina a finales del siglo XIX con las actuales imágenes de represión y violencia
estatal hacia las comunidades Mapuche. Una genealogía que se extiende hacia otros movimientos,
grupos y colectivos, construyendo la idea de un Otro como enemigo interno del orden y el Estado.
La brutal represión estatal de los días 13, 14 y 18 de diciembre fue un ejemplo de la potencia y
vigencia de estas fórmulas de la violencia.

Palabras clave: Cultura visual, Campaña al desierto, genocidio, Mapuche, Argentina

Fecha: Diciembre, 2017.

Cómo citar este artículo:


G. De Angelis, Marina. “La vuelta del malón. Cultura visual y violencia estatal en Argentina”, e-
imagen Revista 2.0, Nº 4, Sans Soleil Ediciones, España-Argentina, 2017, ISSN 2362-4981
Cultura visual y violencia estatal

Las imágenes de los rostros de dos jóvenes asesinados por la Gendarmería y la Prefectura
recorrieron los medios de comunicación y las redes sociales en Argentina. Han sido reproducidas,
apropiadas y distribuidas infinitas veces. En ellas se manifiesta el accionar ilegal de un gobierno
que no ha ofrecido respuestas ni juzgado a los culpables, evitando asumir su responsabilidad en los
hechos y las políticas que han legitimado la persecución, tortura y asesinato. Las fotografías de
Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel, por el contrario, han sido objeto de las mas obscenas
manipulaciones mediáticas. La guerra de las imágenes desplegadas tanto en redes sociales como los
medios masivos de comunicación en manos del actual gobierno, los silencios, la falta de respuestas
y declaraciones así como la estrategia explícita de construcción de un argumento en favor de la
tortura y la violación de los derechos humanos da cuenta del poder de estos medios para convertir
estos hechos de violencia en algo aceptable por una gran parte de la población.

Las imágenes no son – nunca han sido- simples acompañantes de los sucesos políticos. Muchas han
sido protagonistas de complejos procesos así como de actos de violencia. Las imágenes de torturas,
la muerte de miles de migrantes que intentan alcanzar las costas europeas, la represión de
movimientos, colectivos y grupos diversos han puesto en evidencia que las imágenes forman parte
del escenario político actual mundial y ponen en acto antiguas tradiciones visuales. Como plantea
Stephen Eisenman en su análisis de las fotos de tortura de Abu Gharib de 2004, es preocupante
advertir que una parte de la población no esté especialmente molesta por el hecho de que el Estado
practique la tortura o asesine personas. Un gran número de personas parece estar de acuerdo en que
la tortura puede estar justificada en algunas ocasiones (Eisenman, 2014:13). Eisenman se pregunta
“¿Y si hay algo en las propias imágenes, y en las imágenes de tortura del pasado en diferentes
medios, que ha mitigado la natural respuesta humana de indignación?”.

Soldado norteamericano posa junto a un joven campesino afgano, 15 de enero de 2010. Der: Soldados norteamericanos
torturando a un prisionero vietnamita

Puede existir algo así como una ceguera moral, un “efecto Abu Ghraib” que les permite ignorar o
incluso justificar la tortura? A diferencia de las fotografías de Abu Ghraib que no fueron hechas para
ser publicadas ni vistas por el público general, las fotografías de Santiago Maldonado, Rafael
Nahuel y la violencia desatada por el Estado fueron hechas por los medios de prensa. No fueron
ocultadas sino evidenciadas, lo que nos lleva a preguntarnos qué permitió que fuesen mostradas,
expuestas e incluso toleradas y aceptadas por un gran número de personas. Frente a este circuito de
imágenes oficiales, las redes sociales y medios de prensa independientes lograron introducir una
contra-corriente de imágenes y críticas al implacable torrente del discurso oficial. En este artículo
planteamos un pequeño ejercicio de análisis de una genealogía visual que hilvana las imágenes del
genocidio perpetrado en la Patagonia argentina a finales del siglo XIX con las actuales imágenes de
represión y violencia estatal hacia las comunidades Mapuche. Una genealogía que se extiende hacia
otros movimientos, grupos y colectivos, construyendo la idea de un Otro como enemigo interno del
orden y el Estado.
La vuelta del malón

El 12 de octubre de 1892, el diario La Nación publicaba con entusiasmo que

Hoy se cumplen 400 años desde el día en que, el genio y la intrepidez de Cristobal Colón,
vinieron a poner por primera vez a la América en contacto con la Europa, haciéndola
resurgir a nueva vida, estableciendo entre el viejo y el nuevo Mundo una corriente de ideas,
de civilización, de progreso que desde entonces han ido aumentando incesantemente hasta
dar los frutos grandiosos que todos conocen. (La Nación, 12 de octubre de 1892) (1)

Ese mismo año, Ángel Della Valle (1855-1903) finalizaba el cuadro La vuelta del malón, con el
objetivo de ser exhibido en la exposición universal de Chicago. La obra recuperaba los relatos
literarios inspirados en malones y cautivas y fue “la primera imagen que impactó al público de
Buenos Aires referida a una cuestión de fuerte valor emotivo e inequívoco significado político e
ideológico” (Malosetti Costa, MNBA). Como señala Malosetti Costa, el cuadro aparece no solo
como una glorificación de la figura de Roca sino que, en relación con la celebración de 1492,
plantea implícitamente la campaña de exterminio como culminación de la conquista de América.
Los indios aparecen revestidos con todos los signos de la barbarie y como enemigos de la
civilización. El malón, encarna las fuerzas bestiales de la naturaleza y los jinetes llevan cálices y
otros elementos religiosos de culto que indican que han saqueado una iglesia (Malosetti Costa,
2001: 270). No pueden ser mas que demoníacos, heréticos e impíos. La cautiva, una mujer blanca,
contrasta con la violencia de su captor. La cruz y la lanza que portan los jinetes anuncian la clara
oposición entre civilización y barbarie. Las cabezas cortadas en las monturas no pueden sino
demostrar la violencia y la crueldad del malón. Un detalle, señala Daniel Santoro, “en el costado
derecho hay un indio que lleva en su regazo un maletín de cuero nuevo. Hoy diríamos que se trata
de un motochorro”(2)
La Vuelta del malón, Ángel Della Valle, (1892), MNBA.

Otra imagen puede ser ubicada junto a esta. Una imagen que a simple vista no parece formar parte
del universo visual de La vuelta del malón. Es la candidata oficialista Elisa Carrió durante la
campaña electoral de 2017. Su mano en alto y el micrófono forman una cruz que se corona en lo
alto como un estandarte religioso (3).
¿Qué une a estas imágenes y a las imágenes que convoca? ¿Qué relación pueden establecer con las
imágenes de la represión en la Patagonia en 2017? ¿Puede existir un vínculo entre estas formas tan
distantes temporalmente? ¿Existe un imaginario visual común entre estas imágenes y objetos?

Elisa Carrió, candidata oficialista de Cambiemos en campaña, 2017.


Una tercera imagen, del artista Daniel Santoro, compone una meta-imagen que establece una
continuidad visual entre La vuelta del malón y el escenario contemporáneo, donde la frontera sigue
siendo la representación absoluta de la oposición entre civilización y barbarie:
Unos indios corren a caballo por la Pampa en un amanecer lluvioso. Cumplen su ritual de
saqueos, crímenes y robos. Es una imagen fundante de nuestro imaginario la que nos
muestra La vuelta del malón, el cuadro que Angel Della Valle pintó en 1892.Con crudo
realismo a la italiana, nos revela la vieja fractura que recorre nuestra estructura
identitaria. “Civilización y barbarie”, de eso se trata. Allí van con la blanca cautiva,
apenas madura para el inevitable mestizaje. Saquearon una iglesia y blanden los objetos de
culto como armas. Allá van con cabezas humanas y maletines de cuero. Todo lo que
amamos, en fuga hacia la oscuridad de la pampa, llevado por esos salvajes escapados a los
Remington del general Roca, nuestro demiurgo creador de desiertos. Es curioso, pero en
ese espacio desierto ahora se expande el conurbano bonaerense. En el cuadro no hay
conurbano, pero sí hay inseguridad, tal vez sea la de este cuadro la primera grave denuncia
de inseguridad en el territorio. Parecen cosas del pasado, pero contra zanjas o puentes
levantados, estos malones vuelven periódicamente desde la oscuridad de la barbarie
(Daniel Santoro, Página/12, 19/12/2010).

Victoria Ocampo observa la vuelta del malón, Daniel Santoro, 2011.


¿Cómo existen y se transforman las imágenes a lo largo del tiempo? ¿cuál es su temporalidad? El
concepto de transmedialidad alude a aquellos procesos que ponen en acto diversas formas de
transposición o de migración de un medio al otro, de imágenes, figuras, motivos, procedimientos
compositivos o formas de visión. Como señalan Pinotti y Somaini, el concepto de Pathosformel de
Warburg puede abordarse desde la idea de la circulación transmedial de imágenes -tanto en
términos de su manifestación como de los procedimientos compositivos del montaje sobre los que
insiste Eisenstein (Pinotti, Somaini, 2016). Por su parte, Jacques Aumont (2002) recupera el
concepto warburgiano de Bilderwanderung o “migración de las imágenes” para estudiar el modo en
que determinados dispositivos y formas de puesta en escena o dinámicas figurales son transpuestas
desde la historia de la pintura a otros medios de la imagen. En ese sentido Cabello propone la figura
como un operador de movimiento que logra que un objeto convoque imágenes mas allá de su
visibilidad objetual (Cabello 2013, 164).
La figura no puede ser tratada como una cosa puesto que es un modo de establecer conexiones
significantes entre las cosas. Lo figural nos permite comprender el modo en que un objeto se
extiende mas allá de su visibilidad objetual. Las imágenes existen bajo otra temporalidad. Son un
entramado indisoluble entre la carga emotiva y fórmula iconográfica. Poseen la capacidad de
sobrevivir al paso del tiempo y conservar y transmitir contenidos, formas y emociones. Las
fórmulas de la emoción eran para Warburg “reacción corpórea, momentáneamente intensificada, de
un alma sacudida hacia el ethos entendido como un elemento fundador, inclinado a operar un
control de las emociones como una fórmula” (Bredekamp, 2015:243). Esto establece las bases para
combinaciones siempre nuevas donde entre los elementos, tanto el pathos como la norma, pueden
emerger en forma distorsionada. Un ejemplo es el del pedagogo de Niobe, apoderado por el miedo a
la muerte y su mutación en el gesto del David triunfante de Andrea Del Castagno (véase la Sala de
Niobe en la Galeria degli Uffizi de Firenze). Como señala Bredekamp, las fórmulas no se
estabilizan sino que se reactualizan.

Izq: El pedagogo de Niobe, copia romana de un modelo griego del período 330-320 a.c., Firenze, Galleria degli Uffizi.
Der: Andrea del Castagno, David, 1450, Washington, National Gallery.
Izq: La noche de los bastones largos, 29 de julio de 1966. Der: Elisa Carrió en acto de campaña, 2017. ABajo:
Represión policial a los trabajadores de la empresa Pepsico, 2017.

Portada de la revista Somos, 1978, el dictador Videla festeja un gol. Der: festejos de campaña del presidente Macri.
La fotografía de Carrió en campaña y la pintura de Della Valle pueden ser pensadas desde el
concepto de figura y de transmedialdiad. Su tiempo es un tiempo anacrónico. Las imágenes son
capaces de sobrevivir al tiempo y conservar contenidos, formas y emociones al estar marcadas por
las fuerzas del pasado. Estas dos imágenes tienen un punctum – diría Barthes – esa herida que
siempre deja una imagen y que triunfa sobre su studium, el mensaje o contenido que revela
(Mitchell, 2017:32) y que en este caso es el gesto de la mano alzada y la cruz en alto, como un
estandarte. Ambas imágenes, la de Carrió con su gesto en alto y la cruz que forman su mano y el
micrófono y la del indio con el estandarte robado a los blancos, se coronan como relato del
enfrentamiento entre el mundo de la civilización y la barbarie, desde la antigüedad a nuestros días.
La imagen de Carrió fue publicada durante el período en que Santiago Maldonado se encontraba
desaparecido. La tensión entre la Comunidad Mapuche de Cushamen y el grupo Benetton por la
disputa de tierras que la comunidad reclama como propias fue planteado por el ministro de gobierno
de Chubut Pablo Durán, como actos de “terroristas” y “delicuentes”, mientras que el gobernador de
esa provincia, Mario Das Neves sostuvo que

“hace tiempo en Chubut hay un grupo de violentos que no respetan las leyes, ni la Patria, ni
la bandera y agreden permanentemente a cualquiera”(4).

Santiago Maldonado participaba de la protesta de la comunidad de Cushamen contra Benetton


cuando fue llevado por la Gendarmería de modo forzado el 1 de agosto de 2017. Durante el
velatorio de Maldonado, 78 días después de su desaparición y hallazgo en confusas condiciones de
su cuerpo en el Río, otro operativo de desalojo de la comunidad Lafken Winkul Mapu, ahora en el
Lago Mascardi, tuvo como resultado el asesinato de Rafael Nahuel. El asesinato de Rafael Nahuel y
Santiago Maldonado dejó en claro que la tradición visual a la que pertenece La vuelta del malón, se
encuentra vigente y activa.

La vuelta del malón, Angel Della Valle, (1892)/ Moros corriendo la pólvora, Francisco Lameyer y Berenguer, (1859-
1860)
El rapto. Rescate de una cautiva, Juan Mauricio Rugendas (1848)/ Rapto de Trinidad Salcedo, Federico Schubauer,
(1836).

Esas fronteras que delimitan, para los grupos dominantes, la no estatalidad, constituía en el siglo
XIX la percepción que se poseía de los grupos indígenas como carentes de Estado y Civilización
(como contrapartidas mutuamente necesarias) y volvían mas turbadora la existencia de un Estado
que pretendía estabilizar y garantizar un orden político y que deseaba, en la destrucción de aquellas
fronteras no estatales, aquellos territorios como espacios simbólicos y económicos de unificación
territorial y espacial que se arrogaba como voluntad estatal (De Gori, Gutierrez De Angelis, 2005).
¿Qué hay de particular en estas tres imágenes que parecen establecer una conexión profunda que
atraviesa tiempos y fronteras?

Por un lado el Otro como encarnación de la barbarie y amenaza al orden – entendido como amenaza
a la propiedad privada. Sean tierras, mujeres o ganado, el Otro irrumpe como violación y amenaza
bajo una fórmula reiterada a lo largo del tiempo. Si ese Otro es salvaje, cruel y violento, el hombre
civilizado no puede encarnar sino el bien y el orden divino. Por otro lado, la civilización frente a la
barbarie en el espacio visual de la conquista se inscribe bajo el gesto civilizatorio de la religión y el
territorio. Un tradición de fórmulas visuales de la aniquilación del Otro, por sumisión, violencia o
predestinación. Ante la cruz – y el Estado- el Otro se doblega por convicción o por violencia. La
mano en alto esgrime el poder de la cruz ante la mirada del Otro, ante su cuerpo doblegado.
Izq: Batalla del Salado (1340), Fuerzas de Castilla y Portugal enfrentan al último reino magrebí. Der: Santiago
Matamoros

Primer desembarco de Cristóbal Colón en América obra de Dióscoro Teófilo Puebla Tolín, 1862/ Segunda Fundación de
Buenos Aires

Izq: Marcelino Santamaría. Triunfo de la Santa Cruz, 1892. Der: Juicio Final, Hernando de la Cruz, réplica de Alejandro
Salas (siglo XIX) del original de Hernando de la Cruz (siglo XVII).
Marcos Peña Braun Menéndez, Jefe de Gabinete de Ministros. hijo de un funcionario de la dictadura militar y heredero
de la familia Baun Menendez, genocidas de la Patagonia. Declaraciones sobre la implementación a la fuerza y a toda
costa de la reforma previsional que perjudicará a los jubilados. Después de la violenta represión a los manifestantes en
el Congreso, el dia 14 de diciembre de 2017, el jefe de gabinete señala que la ley se aprueba por las buenas o por las
malas. Como Julio A. Roca dejaría en claro para la posteridad: “Y no los hemos de traer a la vida civilizada sino
cumpliendo nuestras promesas, o de lo contrario, habrá que proceder franca y enérgicamente a su exterminio”.
Derecha: Mismo día, violenta represión de la Policía, Gendarmería y Ejército a manifestantes en el Congreso de la
Nación. La Cruz se repite como símbolo del vencedor.

18 de diciembre de 2017. Violenta Represión en Argentina durante la manifestación en contra de la reforma previsional.
Policías atacan brutalmente a un hombre que intentaba proteger a manifestantes heridos.
Leyenda de la Vera Cruz, Victoria de Constantino sobre Majencio en Puente Milvio . Piero Della Francesca (1452-
1466), La Cruz como escudo para derrotar al enemigo.

Grabado alusivo a la Conquista de América por España, Rhetorica Christiana, Perugia, 1579. Der: Conquistadores del
Nuevo Mundo, videojuego distribuido por la compañía FX interactive. La promoción del juego: “1518. Bajo el auspicio
de los monarcas españoles, valerosos hidalgos con afán de aventura se lanzan a la conquista de un Nuevo Mundo
inexplorado más allá del Atlántico. Asume el papel de un joven explorador y lánzate a la conquista de América. Forma
tu expedición, recorre territorios inexplorados, forja alianzas o enemistades… ¡Escribe tu nombre en la historia! ”
(Pagina/12, 12/07/2013)
Hay un elemento más en estas imágenes. La potencia del gesto de la mano en alto con la cruz se
presenta ante el cuerpo del Otro doblegado, vencido y desbordado. Es la fuerza que permite a la
imagen saltar de un estado de latencia a uno de eficacia en el ámbito de la percepción, el
pensamiento o el comportamiento (Bredekamp, 2015:36). En una conferencia en el Museo del
Prado en 1998, Didi-Huberman analiza una serie de imágenes sobre la desnudez y la crueldad. Allí
descubre un peculiar gesto en los personajes que son cazados, atrapados, agredidos y vejados. El
gesto del cuerpo que se inclina, que es vencido por un poder que lo abruma. Unas figuras
condenadas a la repetición de un acto violento, un modo visivo que se repite y al repetirse “se tiene
la impresión de que un mismo síntoma, una misma Pathosformel va y viene, se mueve, se repite
rítmicamente. Este síntoma no atañe solo a los personajes del drama sino que invade por completo
la sustancia de la imagen, como también la temporalidad de nuestra mirada. Así es como, por vía
psíquica, se impone a nuestro ojos” (Didi-Huberman, 2014:68). Las imágenes o secuencias de
imágenes parecen tener el poder de influenciar en la memoria colectiva produciendo
comportamientos y relaciones específicas.

Sandro Botticelli, Historia de Nastagio degli Onesti, Escena primera, 1483, Museo Nacional del Prado/ Represión
policial a los manifestantes durante la crisis de 2001 en Argentina.

Diciembre de 2017, el gobierno argentino envía a la gendarmería a reprimir violentamente a los manifestantes frente al
Congreso Nacional donde se vota la reforma previsional.
Argentina. Policía golpea a la diputada Mayra Mendoza en Jujuy, diciembre 2016/ 2010, represión en Chile hacia
manifestantes mapuches en huelga de hambre (Foto del usuario de Flickr antitezo)

Regimen militar chileno 1973

Represión policial a los manifestantes durante la crisis de 2001 en Argentina


Muerte de Orfeo, Durero, 1494, Amburgo, Kunsthalle (n.23006)/ Martirio de San Mateo, Caravaggio, 1600.

Policía reprime violentamente a Militantes del Frente por la Dignidad Milagro Sala, junio 2017/ Soldados israelíes
reprimen violentamente a un joven palestino, 17 de octubre de 2015.

La cruz robada por el malón de Della Valle, es la cruz de la civilización y el orden. Es la cruz que
representa la candidata oficialista Elisa Carrió. La construcción de su imagen pública la muestra
exhibiendo sus crucifijos y rosarios. Incluso ha llegado a presentarse como una especie de
“donante” dentro de una imagen de Jesús junto a ella. Esta imagen fue compartida por la misma
candidata en sus redes sociales. No es la primera vez que se propone como una mesiánica o
visionaria que habla con Dios y ejecuta en la tierra sus designios. La cruz frente a la barbarie es un
imagen que se reitera.

En las “Bases”, Alberdi deja en claro que: “nuestra religión” ha sido traída de Europa ya que “,(…)
a no ser por Europa, hoy la América estaría adorando al sol, a los árboles, a las bestias
(…)”(Alberdi, 1966:61). El mismo Sarmiento no se ruboriza al escribir elogiando a Estados Unidos
y su conquista del territorio, que “(…) al exterminarlos hacían lo que todos los pueblos civilizados
hacen con los salvajes” (Sarmiento, 1953:183).

Izq: Elisa Carrió como donante con Jesús, imagen publicada en cuenta de Twitter. Los retratos de donantes son un tipo
de pintura característica de la Edad Media y el Renacimiento (aunque no exclusiva) donde se muestra al donante
arrodillado a un lado. Su objetivo es el de conmemorar al donante y su familia. También funcionaban como mensajes
morales. Retrato de donantes: Marqueses de Miraflores, Quito, anónimo, s.XVIII, pintura sobre tela/ Calvario con
donante, El Bosco.

En el discurso del siglo XIX, la conquista del territorio se sustentó en la idea de que los hombres
destinados a construir la Nación encarnaban la idea de la virtud, del hombre inteligente destinado a
mandar sobre el ignorante. La minoría virtuosa e inteligente es llamada a gobernar sobre las
pasiones e incapacidades de las mayorías. Sarmiento distingue entre el pequeño puñado de hombres
destinados a gobernar y el rebaño. Los pueblos-niños necesitan padres visionarios.

Izq Arriba: Jueces de la corte suprema – los que defendieron la resolución del 2x1 para liberar a militares y civiles
presos por crímenes de lesa humanidad – con un crucifijo detrás de ellos. Debajo: Discurso de los terratenientes del
campo, ligados a los sectores religiosos mas conservadores. La cruz-estandarte como símbolo de conversión e
imposición. Der: escudo de la Santa Inquisición.
La frontera

El caso de la represión violenta en la Patagonia hacia comunidades Mapuche con el resultado de


muertos y desaparecidos en manos de la prefectura y la gendarmería deja en evidencia el accionar
violento del Estado y la peligrosa construcción de un “enemigo interno”. Un enemigo que, como en
el siglo XIX, encarna la situación fronteriza, los argumentos esgrimidos de no estatalidad y de
peligro civilizatorio, así como la conveniencia que suponían los territorios de los grupos indígenas
que constituyen la particularidad de la violencia estatal desatada durante las denominadas
“Campañas al Desierto” a fines del siglo XIX en Argentina. El violento accionar estatal sobre los
territorios que se pensaban como un imaginario desierto a conquistar encontraron en los diversos
medios de comunicación de la época y múltiples medios de la imagen-pinturas, postales, estampas,
fotografías- un espacio para instituir visualmente un orden social que se buscaba imponer.

La producción, consumo y circulación de estas imágenes permitió construir una profunda huella en
la cultura visual argentina, dando origen al retorno regular y sistemático de fórmulas precisas en la
definición política del Otro, de la frontera y de la clase dominante. Más de un siglo después el
actual gobierno argentino recupera el vocabulario de la conquista al hablar de “enfrentamientos” y
“choques”, definiendo el perfil de un enemigo interno preciso que debe ser abatido en nombre de la
unidad. Pero también activa un universo visual que da cuenta del modo en que, como señala
Sebastián Díaz Duhalde, “el archivo no solo opera con procedimientos de acumulación, de
acaparamiento y de registro de la violencia estatal, sino también como la disposición de
coordenadas de reaparición y de recurrencia del pasado; coordenadas por las cuales el conflicto se
reacomoda en el presente” (Diaz-Duahalde, 2015:33).
Izq; Diario Perfil, 8 de enero de 2017. En la nota se lee “A medida que aparecen más datos, la acción de (Facundo)
Huala y su grupo puede ser leída como el germen de una forma violenta de protestar y de hacer política. Hay datos,
como que en zonas limítrofes la Gendarmería envió más personal, mientras que diputados chilenos y periodistas y
productores argentinos mencionan a las FARC colombianas como parte de la financiación del grupo (…)”. Der: Diario
Clarín, 22 de enero de 2017.

Estas imágenes del siglo XIX son aquellas que componen una genealogía en constante movimiento,
que hilvanan una historia visual de la violencia en Argentina. Constituyen una “comunidad visual
que contribuye a pensar el archivo visual del siglo XIX latinoamericano en la actualidad, invita a
releer el archivo visual del siglo XIX a través de las colecciones de objetos fotográficos como un
arreglo visual capaz de conformar una comunidad visual” (Diaz-Duhalde, 2015:220). Las imágenes
no fueron medios para representar el genocidio y la violencia de la guerra sino para configurar un
orden visual y social en donde la frontera definía la existencia de un Otro que solo podía ser
silenciado e invisibilizado.

Estas imágenes y la historia visual de la que forman parte suponen la supervivencia de cierto tipo de
fórmulas antes que de esquemas de representación. Fórmulas visuales y narraciones particulares,
textuales y auditivas, que hacen a la potencia de un discurso histórico que les permite reencarnar
nuevamente en los medios masivos de comunicación y las redes sociales, con una violencia
abrumadora. Imágenes que se configuran en múltiples soportes y cuya presencia viene determinada
por factores técnicos, materiales y espaciales. Son estos factores los que determinan su visibilidad,
su uso y eficacia. Las nuevas imágenes de la violencia estatal se multiplican en los medios digitales,
presentando una complejidad nueva.
Una nota del 8 de agosto de 2017 en el diario oficialista Infobae, mostraba el peligroso armamento – palos y cuchillos-
de los grupos mapuche donde “Algunos de sus miembros fueron avalados por el kirchnerismo y la izquierda setentista,
recibirían apoyo financiero del exterior y están dispuestos a sembrar el terror”. El articulo que no cita ninguna
referencia declara fantásticas hipótesis como “Tenemos información de que estos grupos mapuches violentos recibirían
financiamiento y apoyo logístico de las FARC de Colombia, grupos extremistas kurdos de Turquía o la agrupación
terrorista ETA”(5)
La definición de los Otros como enemigos internos no es nueva, “[en la sesión de diputados] el 16 de junio de 1879, se
mencionó que los indígenas habían intentado destruir la nacionalidad argentina ”.(Martinez Sarasola, 1993: 156)

Las imágenes de la violencia y represión en el sur fueron apropiadas y utilizadas por los medios de
comunicación, recuperando la potencia de su pertenencia a una historia visual de la violencia donde
el Otro es convertido en un enemigo interno del orden.
En su libro Cloning Terror: The War of Images, 9/11 to the Present, W.J.T Mitchell (2012)
introduce la idea de la clonación icónica. La clonación es la capacidad de réplica que le otorga a las
imágenes una vida diferente, “una vida nueva, virulenta, proporcionada a las imágenes con la
invención de Internet y la fotografía digital, la forma en que las imágenes se “clonan” y circulan con
increíble rapidez, invirtiendo a veces su significado y regresando para atormentar a sus productores”
(Mitchell, 2012:15). Estas imágenes no responden a un principio técnico de reproducción para ser
copiadas sino a la lógica de la clonación. Para Mitchell (2011) clonación y terrorismo son las
figuras constitutivas del giro pictorial contemporáneo.

El diario oficialista Clarín y la manipulación mediática de la imagen de Maldonado.


En

2017 la frontera es recuperada como un espacio nuevamente belicoso que divide la cultura de la
barbarie. Frente al asesinato de Rafael Nahuel, el diario oficialisa Clarin publicó un titular más que
elocuente: “Ocupación Mapuche”. Estabilidad, Orden y Fronteras como peligro estatal, como
demarcación del espacio y de los vínculos respecto al otro (real o imaginario) constituían la
preocupación política de aquellos grupos dominantes que se habían constituido en directores de las
políticas estatales a finales del siglo XIX. Iniciándose así la definición de los otros, la definición de
las identidades y de las pertenencias. Uno de los ejes fundamentales de la constitución del Estado-
Nación del siglo XIX fue sin duda el impulso clasificador y organizador que desplegó el
colonialismo a través del concepto de raza (Quijano, 2000:201).
La construcción de un patrón de clasificación tan poderoso dio origen a la experiencia básica del
colonialismo. La raza fue la clave en la división social del trabajo, uno de los rasgos clave del
capitalismo moderno. Y por lo tanto no fue un concepto ajeno a la constitución del proyecto político
triunfante en nuestro país, coronado en su máxima expresión en las Campañas al Desierto (De Gori,
G. De Angelis, 2008). Las imágenes de los militares de Julio A. Roca posando para la posteridad, en
el escenario de su desierto imaginado infunden a la imágenes de 2017 de la gendarmería junto a
Patricia Bullrich sonriente – la ministra de seguridad- la potencia de una tradición visual donde el
Estado se corona como el garante de la estabilidad frente a la barbarie y el salvaje.
Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando del General Julio A. Roca , Juan Manuel Blanes

La glorificación de las imágenes del genocidio en la Patagonia. Revista infantil Billiken y billete de cien pesos
argentinos, muestran la reproducción de una de las imágenes emblemáticas de las “Campañas al desierto”
Celebración militar con presencia de Patricia Bullrich, jinetes con estandartes que recuerdan a los soldados de Roca./
Celebración en la Sociedad rural Argentina, los herederos de la campaña al desierto.

Se construye una mirada sobre el otro, sobre esa alteridad violenta y peligrosa no incluida en un
espacio estatal. Es un espacio donde se justifica, casi como acto rutinario, la violencia sobre el otro
– el terrorista, el otro, el peligroso- y donde la fotografía de la cacería parece encontrar tierra fértil
para activarse con su iconografía imperial y dominante. A la muerte del último cacique, se informa
al Estado argentino que “(…) En el sud de la República no existen ya dentro de su territorio
fronteras humillantes impuestas a la civilización por las chuzas de salvajes”(6). La integración del
Otro al sistema solo era posible si se destruía el sistema de control de la tierra de cada comunidad.
Esa tenencia de la tierra considerada arcaica y ociosa debía dar paso a la tenencia en manos de sus
nuevos propietarios. Las “campañas al desierto” sintetizaron no sólo valores culturales y políticos
de un grupo sino de toda una subjetividad compartida por la sociedad. La construcción negativa de
los “otros” logró generar una imagen deshumanizada como sujetos con condiciones existenciales
carentes de toda cultura y derechos, resumidos en una idea de pura animalidad o salvajismo
imposibles de revertir y por tanto de modificar y de gobernar. De allí en más el exterminio y
arrebato de la tierra fueron legitimados. Así, la tierra y el sistema de dominación política fueron
monopolizados por la oligarquía argentina, legando una imagen falsa y grotesca de malones
sangrientos que a través del robo y la decadencia social y cultural amenazaban el avance y la
grandeza de un país (De Gori, G. De Angelis, 2005:18).

Patricia Bullrich, ministra de seguridad, saluda y felicita a los gendarmes que participaron de la represión a la
comunidad Mapuche/ Gendarmes “de cacería”
La ministra Bullrich se pasea con el atuendo de gendarmería.

La Patagonia como desierto se convirtió en coto de caza de una clase dominante que divide y
reparte el territorio. La guerra hacia el salvaje deviene una cacería. Guerra y cacería establecen
relaciones y préstamos, puesto que “la caza se presenta como simulación de la guerra y en ella se
imputa constantemente un grado de salvajismo al enemigo, una bestialidad que justifique la
violencia aplastante del opresor” (Gondra Aguirre, et al. 2014:55). Activa la fórmula visual que
Eisenman asocia a la omnipotencia del vencedor y la abyección del vencido. Es el caso de las
fotografías de Abu Ghraib o en las fotografías de linchamientos en Estados Unidos, producidas
entre 1870 y 1960 y vendidas como postales y souvenires de recuerdo de una acción colectiva que
sus participantes consideraban absolutamente justificada.Las conexiones entre esas imágenes, las
imágenes de Roca y sus soldados y la ministra sonriendo a la gendarmería se inscriben en este linaje
visual de vencedores y vencidos, donde la violencia se justifica por la condición del Otro.
Fotografía de linchamientos en Estados Unidos, la foto deviene un souvenir/ Mujeres y niños mapuche-tehuelche
cautivos, Río Negro, 1879. Foto tomada por Antonio Pozzo, fotógrafo que acompañó al General Roca durante la
“Campaña del Desierto”. El epígrafe de la foto dice “Choele-Choel – Adoctrinamiento de indígenas por el Reverendo
Espinosa, quien luego fuera ascendido a Arzobispo”

Gulumapu, Curiñanco 1902. Jóvenes mapuche acosadas por los nuevos dueños criollos, autoproclamados “propietarios”
del territorio mapuche/ Familia Selk’nam en cautiverio junto al empresario Maurice Maître (1889).

Izq: Enrico de Seta, postales de la invasión italiana a Etiopía, 1935-1936. Der: Julius Popper, rumano radicado en
Argentina que viaja con permiso del Estado Argentino en busca de oro en Tierra del Fuego. En la fotografía Popper
posa junto a su expedición de cacería de Selk’nam (1886-1887). El pago por eliminar a los nativos de sus tierras fue una
fuente de recursos muy popular en la época.
14 de diciembre de 2017, Violenta represión del gobierno de Mauricio Macri a quienes se manifestaban contra la
reforma previsional. El despliegue de Policía, Gendarmería y Ejército para reprimir civiles hizo uso de balas de goma,
gases y camiones hidrantes. En la imagen, la Gendarme parece gozar a la espera del ataque a sus presas. La fórmula en
su cuerpo. (Foto M.A.F.I.A)

14 de diciembre de 2017, Gendarmes se preparan para una foto antes de comenzar a reprimir violentamente a los
manifestantes contra la reforma previsional en el Congreso de la Nación. (Foto: Federico Martin)
Museo de La Plata, Argentina. Vitrinas con esqueletos y cráneos de pueblos indígenas., muchos de ellos profanados
durante la “Campaña del Desierto”, para exhibirlos como trofeo de guerra.

La fotografía de cacerías presentan un amplio espectro de posturas y actitudes, desde la disposición


de los elementos hasta las actitudes que van desde la sumisión a la burla, el sometimiento y la
humillación. La analogía entre las fotografías de caza y las fotografías bélicas es demasiado
estrecha, si pensamos en casos como las fotografías de Abu Ghraib. Es la formulación de la que
habla Eisenman, aquella referida al vencido como un ser abyecto merecedor de su destino. Dentro
de esta herencia visual que no solo se destina a los vencidos y a los animales, la fotografía “ha
provocado una normalización sin precedentes de ciertos modelos representativos” (Gondra, et al,
2014:177). Al igual que los cazadores y militares que durante décadas saquearon toneladas de
trofeos en África y otras regiones del planeta, animales, objeto y personas pasaron a formar parte de
las vitrinas de museos de curiosidades, como es el caso del Museo de Ciencias. Naturales de La
Plata y sus “trofeos” de las campañas de Roca. En ese sentido, una imagen que opera como
antepasado visual es sin duda la transformación de Santiago Matamoros en Santiago Mataindios,
donde éste encarna – montado en su caballo y espada en mano- la acción tanto de civilización-
evangelización como de cacería de los infieles y herejes indios.
Emblema del triunfador incluido en el libro Homo indivisus et integer figuratus & symbolicus (Ottavio Scarlatini, 1695)

Izq: Iglesia de San Severo al Pendino, Napoles. Santiago Matamoros. Centro: Anónimo, Santiago mata moros, escuela
peruana, siglo XVIII. Der: Santiago mata moros se convierte en América en Santiago mata indios, Guaman Poma de
Ayala
En Octubre de 1878, el diario La Nación publicaba:

“El Ministerio de Guerra Informa a la ciudadanía que los días 5 y 6 del mes en curso se
entregaran indios para su utilización en estancias ganaderas. Las indias aun salvajes
pueden ser útiles en tareas domesticas en las residencias de las familias porteñas. Es
necesario destacar que la comportación de las indias dista de ser civilizadas por lo que es
menester la adaptación de los infelices. También hay a disposición de los señores
comerciantes y firmas de esta plaza, indios menores de edad. Los infelices aun careciendo
completamente de las gracias de la civilización, pueden utilizarse con sumo provecho para
mandados diversos. Los mismos no pueden ser enviados al exterior. El reparto de los
salvajes se realizara gratuitamente en el Hotel de Inmigrantes, los días 5 y 6 de octubre de
8 de la mañana a 6 de la tarde.”

El nuevo dueño de la tierra transforma al Otro en esclavo, mano de obra explotable una vez
destruida su comunidad de pertenencia.

Arriba Izq: Diario la Nación de octubre de 1878. Der: Diario Página/12. Abajo: Telam, 30 de mayo de 2014.
Demonizar y purificar

La tenencia de la tierra y la división del trabajo fueron los ejes centrales de la construcción de una
población que distinguía entre los habitantes y los ciudadanos. Fue a través de la clasificación
poblacional y racial que se fue dibujando una línea, una frontera definitiva entre la naturaleza
desbordantemente caótica y la cultura, entre el otro extraño y el blanco, entre la estatalidad y la no
estatalidad. Martha Penhos (Penhos, 2005) ha investigado el modo en que a través del estudio de las
fotografías de criminales y de indígenas, intelectuales y artistas construyeron la imagen de aquellos
elementos definidos como desestructurantes de la sociedad. Personajes que constituían el perfil más
negativo y que suponían la existencia de factores que retrasaban el desarrollo del país.

Es así como la criminología, la psiquiatría, la antropología y la fotografía ensamblaron la imagen


del criminal científicamente, clasificándolo. Penhos destaca en especial la influencia de la corriente
criminológica italiana, que en la obra de José Ingenieros se hace notoriamente presente. Se define
allí un perfil de sujeto peligroso, criminal, otro. Ante ese sujeto extraño el Estado argentino debe
actuar para controlar y eliminar la criminalidad identificada con la inferioridad racial. Desorden,
atraso, raza y criminalidad (Penhos, 2005) Un cuerpo temible y temido que se transforma en un
cuerpo medible, de exposición, de experimentación. La evolución mostraba que los peligrosos
malones no eran sino un viejo elemento del pasado humano, primitivo, destinado a su destrucción
por causas naturales. Sarmiento mismo habrá de considerar al hombre blanco como el motor
indiscutido de ese movimiento aplastante por el cual la civilización se movía a pasos vertiginosos.
Johann Moritz Rugendas. El rapto. Rescate de una cautiva (1848)/ Gendarmería reprime a los trabajadores de la
empresa Cresta Roja que reclaman por sus puestos de trabajo, diciembre de 2015/ El malón (1845), Mauricio Rugendas.
Ell “Otro” con palos y lanzas en alto, el gesto del salvaje.

Angel Della Valle, Malón al atardecer/ Manifestación por la aparición con vida de Santiago Maldonado, 2017.

El Otro, la masa, el malón urbano. Huelga del gremio de panaderos 1911, Argentina/ Plaza de Mayo , marcha por
Santiago Maldonado.
Saqueos, crisis argentina 2001.

El otro es deshumanizado. Se opera implacablemente un trabajo sobre el cuerpo del otro


criminalizado. Un cuerpo del marginal, del pobre, del personaje de provincia, del migrante. Siempre
el otro es sospechado de delito, temido pero neutralizado en su existencia social, patológico, loco,
asesino, inferior. La frontera, los Otros y su Nosotros. La construcción negativa de los “otros” logró
generar una imagen deshumanizada como sujetos con condiciones existenciales carentes de toda
cultura y derechos, resumidos en una idea de pura animalidad o salvajismo imposibles de revertir y
por tanto de modificar y de gobernar. Cómo gobernar aquello que se presenta como ingobernable.
De allí en más el exterminio y arrebato de la tierra fueron legitimados. Así, la tierra y el sistema de
dominación política fueron monopolizados por la oligarquía argentina, legando una imagen falsa y
grotesca de malones sangrientos que a través del robo y la decadencia social y cultural amenazaban
el avance y la grandeza de un país.

Pero el malón era solo el intento desesperado y la respuesta tras años de agresión, de aquellos a los
que sólo les quedaba defenderse para no desaparecer dentro de un proyecto político que los definía
como criaturas carentes de toda posibilidad de civilización. Carencia que se identificaba con la
resistencia a vivir en los términos de una cultura ajena. Esas “razas” que creía discernir Sarmiento,
cargaban el fracaso y la destrucción de una sociedad. “Los ejemplos son innumerables (…) [en la
sesión de diputados] el 16 de junio de 1879, se mencionó que los indígenas habían intentado
destruir la nacionalidad argentina ”.(Martinez Sarasola, 1993: 156).

En diversos Tweet, periodistas y presentadores de televisión oficialistas se hacen eco de estas frases
para identificar un enemigo que atenta contra su imaginaria idea de país.
Arriba: Izq, Campaña de Benetton. Der. Dibujo de Hermenegildo Sábat en el diario oficialista Clarín. El mismo
dibujante que durante el conflicto del campo, dibujó una caricatura con la imagen de la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner con una cinta cruzada en la boca. Abajo: Diario oficialista Clarín, 18 de marzo de 2017. El uso de los estigmas
y estereotipos en el ataque a la educación pública.
Nicolás Repetto entrevista encapuchado a Fernando Jones Huala, hermano del dirigente mapuche Facundo Jones
Huala, en el marco del caso de Santiago Maldonado/ Demonización y miedo hacia el Otro. El presidente Mauricio
Macri en campaña en la Villa 31. El desprecio y el miedo hacia el Otro.Tweet del periodista oficialista Andahazi.

Tal vez, una de las mejores declaraciones para comprender la concepción del proyecto estatal de
fines del Siglo XIX son las palabras pronunciadas por Roca como expresión de victoria sobre las
resistencias indígenas. Aquel planteaba que con la realización de las “campañas” militares “el cerco
esta perfecto y no se escapará uno sólo de los que hayan quedado adentro”(Luna, 1991:446). Por lo
tanto aquello que quedaba adentro, debía ser reunificado, civilizado y puesto bajo el imperio de la
ley moderna. El genocidio constituía la vía decidida para lograr una homogenización y obediencia
cultural y política.
Criminalidad, frontera y límite. Paz y administración. Orden y unión sinónimos de aceptación del
sistema elegido. Capacidad para garantizar el orden a través de la designación de los sucesores. La
casta elegida para gobernar. Distinción clave entre la libertad civil y la libertad política. El indio, el
gaucho, el pobre no puede gobernar pero tampoco puede elegir, discernir ni tener moral.

La emblemática imagen de la campaña al desierto/ Policía a caballo reprime a los manifestantes durante los sucesos de
2001 en Argentina.

Policías a caballo en Tucumán reprimen a los manifestantes, agosto de 2015 / Gendarmería reprime en a manifestantes
en Panamericana y 197 con gases lacrimógemos, 6 de abril de 2017.
Violencia y represión durante las protestas contra la ley de reforma previsional en el Congreso de la Nación. El
Congreso, espacio de las leyes y la democracia, es cercado por la Gendarmería por orden del Gobierno de Mauricio
Macri.

Civilización y barbarie, la proclama de la generación del ‘80, simbolizó la idea de una unidad
nacional que incorporaba violentamente la amenaza de lo caótico. Suponía una unificación
territorial donde la acechanza dejaba de ser frontera para constituirse en interioridad (amiga o
enemiga) de un Estado. Civilización como aquello que nos hacía participar de occidente,
universalizando y asimilando el sentido de la historia. La incorporación de la industria y la
“blancura” como elementos esenciales de desarrollo. La estatalidad versus la no estatalidad, lo
moderno versus lo arcaico. La barbarie no era definida sino por la negativa imagen de lo no
integrado a la historia universal, era el elemento díscolo de una filosofía de la historia estatal ligada
al aliento civilizatorio (De Gori, G. De Angelis, 2008).

Una de las tres imágenes que proponíamos al principio es la de Daniel Santoro. Una imagen que
piensa como continuidad visual de La vuelta del malón. Una imagen que condensa fantasmas e
imaginarios plenamente activos:

“Vemos a los “malones” que traspasaron el perímetro de la ciudad e instalaron sus


“tolderías”. Son malones que vuelven en forma aluvional, vienen con las cabezas bien
negras a gozar en medio de nuestras ciudades. Se filtran por las fronteras “porosas” y
agitan todos nuestros fantasmas freudianamente, como en una vuelta de lo reprimido. El
título sobre esta foto del diario dice: “Un campamento donde el precio de la tierra se
discute en guaraní”. Es un nuevo delito de los muchos que se están cometiendo en tiempo
real en esta visión de la devastación”. Santoro hace referencia a lo sucedido en el Parque
Indoamericano en 2010. Después de los violentos hechos, “la solución política del conflicto,
llegó lo que podríamos llamar la “hora de la purificación”. Muñidos de blanquísimos trajes
y escafandras herméticas, blandiendo artefactos con tecnología del siglo XXI, aparecieron
decenas de empleados municipales; aparecieron para acabar con la contaminación,
producto de la sucia barbarie decimonónica y establecieron un preventivo perímetro
sanitario. La ciudad está a salvo. Nuevamente Latinoamérica quedó lejos” (Santoro,
Página/12, 2010)

“Un campamento donde el precio de la tierra se discute en guaraní. Cientos de extranjeros se movilizaron desde el
conurbano y lotearon el parque”, Diario La Nación, 10 de diciembre de 2010.

La purificación. Después de una manifestación pidiendo por la aparición con vida de Santiago
Maldonado, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires – junto a la prensa oficialista horrorizada por
un graffiti en las paredes del Cabildo- rápidamente envío a sus empleados a borrar toda marca y
todo huella. En 2016 el presidente Macri ordenó quitar los cuadros del General Don José de San
Martin, Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Manuel Dorrego, además de solicitar una limpieza
energética a una astróloga. Borrar, silenciar, vaciar. La imagen de Belgrano que ordenan retirar del
despacho presidencial porque le provocaba “malas energías” al presidente, es más que elocuente,
puesto que fue Belgrano quien declaró ante las comunidades guaraníes el 8 de junio de 1810 que
“La excelentísima Junta Provisional Gubernativa me manda a restituiros vuestros derechos de
libertad, propiedad y seguridad de que habéis estado privados por tantas generaciones, sirviendo
como esclavos a los que han tratado de enriquecerse a costa de vuestros sudores y aun de vuestra
propia sangre.”(Belgrano, 2002:23). A ese proyecto se le opuso el proyecto del país unificado
territorialmente y remodelado. Proyecto triunfante después de Caseros y coronado a lo largo de las
presidencias de Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca, hoy encarnado por el actual gobierno. El
modelo del desprecio, del que habla Martínez Sarasola (1993:225). La consigna de la limpieza es
una obsesión, la iconoclasia también. Borrar, destruir, silenciar. Se instaura un viejo orden en el
accionar estatal y en la propia cultura visual.
Durante casi medio siglo ininterrumpido, las campañas limpiaron y doblegaron el territorio,
barrieron por completo el mapa cultural. Las tierras barridas se llenaron de colonos fomentados por
la Sociedad Rural Argentina – hoy son los extranjeros multimillonarios los que se reparten el
territorio así como empresas de mega minería- que dividieron en pocas manos los territorios de la
Pampa y la Patagonia. La pérdida de la tierra significó para el mundo de esos otros el comienzo de
su desintegración. Las “campañas al desierto” distribuyeron las tierras y permitieron una doble
operación: la clasificación racial de la población y la división del trabajo. Julio A. Roca lo dejaría en
claro para la posteridad: “Y no los hemos de traer a la vida civilizada sino cumpliendo nuestras
promesas, o de lo contrario, habrá que proceder franca y enérgicamente a su exterminio, pues para
que estos territorios se pueblen rápidamente necesitamos pasarlos con toda tranquilidad y ofrecer
a sus pobladores completa garantía”. Décadas más tarde, la violencia estatal se manifestará
brutalmente en las represiones de la Semana Trágica en Buenos Aires en 1919 y a los obreros
huelguistas de la Patagonia en 1921, el bombardeo de junio de 1955 como prólogo del golpe que el
16 de setiembre del mismo año que derrocó al presidente Juan Domingo Perón. El golpe encontró
una continuidad política en el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 y el borramiento, su
más aberrante expresión en las desapariciones forzadas, secuestros y asesinatos. La genealogía
visual de esta violencia está activa hoy.

Empleado del gobierno de la ciudad de Buenos Aires borrando un graffiti que dice “aparición con vida de Santiago
Maldonado”, en el Cabildo
Portada del diario Clarín del 23 de septiembre de 1955, la defensa del golpe de Estado como restitución de la luz y la
República/ Bombardeo a Plaza de Mayo, 16 de junio de 1955.

16 de septiembre de 1976, “La noche de los lápices”.

La historia de las imágenes, sus relaciones, supervivencias y manifestaciones nos muestran la


necesidad de resistirnos a las imágenes, objetos o monumentos que nos resultan familiares. De allí
que Didi-Huberman proponga una historia warburgiana de fantasmas, donde el objeto debe ser
pensado en el espacio existente entre el objeto y la práctica social pero también dentro de un
dispositivo que organiza la experiencia y genera emociones y significaciones, un dispositivo de
montaje que teje relaciones y articulaciones entre diferentes materiales, objetos y formas. El
conocimiento por el montaje no es sino esta acción de conectar, unir, atravesar y descubrir un
sentido en la red de lo visual, en esa dimensión que opera bajo lógicas propias. En este entramado
impensado de relaciones y conexiones las imágenes se encuentran superando los límites de las
categorías posibles, como un modo de conocimiento errante, de la dislocación.
Notas
(1) Citado en Malosetti-Costa, Laura. Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX,
FCE, México, 2001, p. 240.

(2) Daniel Santoro, Otra vuelta del malón, Página/12, 10 de dicimebre de 2010.

(3) Sebastián Díaz Duhalde fue quien me sugirió la relación entre la imagen de Carrió y Della Valle. Sin sus
comentarios y sugerencias no hubiese sido posible avanzar en este breve ejercicio de análisis. Su experiencia con las
imágenes de la guerra queda mas que evidenciada en su detallado trabajo y estudio para La última Guerra. Cultura
visual de la guerra contra el paraguay, una lectura ineludible dentro de los estudios sobre la cultura visual en
Latinoamérica.

(4) Véase http://www.santiagomaldonado.com/cronologia/

(5) 8 de agosto de 2017, diario Infobae.

(6) Nota del Gral. Vintter al Jefe del Estado Mayor del Ejercito, 20 de febrero de 1885. Memoria del Dpto. De Guerra y
Marina. 1898/9. En: Martinez Sarasola, C 1993. Nuestros paisanos los indios, Bs As, EMECE, p287

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