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Es en esta ruptura, que se organizan subsistemas, con el fin de no exigir convergencias ideales
y desde donde se entiende lo político como uno de ellos y desde donde radica su autonomía
frente al resto del cuadro. Todas las filosofías políticas modernas dirigidas al desenlace auto
disolutivo, hacen que solo el paradigma hobbesiano sea la línea aún vigente.
Para este segundo momento del escrito, el autor expone que, ante esta función auto-
disolutiva, es a la que reacciona la representación católica, argumentando el nexo interno
entre bien y poder, donde el bien puede ser representado por el poder y el poder, por su parte,
puede producir bien, y hasta transformar el mal por el bien. Lo anterior, es lo que será para
Roberto Esposito, (n.d.) la teología política, distinta a la teología que desde Schmitt, no es
otra cosa que el modo de cooptar conceptos de matriz teológica y ponerlas en categorías
jurídico-políticas, un ejemplo de ello es el monoteísmo, que es para Peterson, la justificación
teológica del orden existente o representación del poder, y es lo que el catolicismo político
opone a la mirada despolitiza dora de lo moderno, pero que no es visión anti-moderna, por
lo que no se opone a la técnica, y su lógica no se agota al conjunto de procedimientos técnicos.
En el tercer apartado, ante estas limitaciones contrapuestas, se abre otra dirección que es la
adoptada por la forma-Estado contemporánea, cuyo fondo es al mismo tiempo, teologizado
y despolitizado, lo cual configura la copresencia que seculariza la representación católica en
el moderno sistema de representación gobernativo-parlamentario. Esto puede observarse
desde la dialéctica que abriga el Estado, el cual nace de ese proceso de desteologización, en
el que consiste la localización moderna y se enfrenta a vaciamiento de sustancia política, la
ruptura de la unidad política en poderes diferentes y su neutralización acordada.
Es por todo esto, que lo impolítico congrega la contradicción política de lo que es y no es,
entre la inmanencia y la trascendencia, entre el vacío y la ausencia que lo político posibilita
cuando pone en juego su propia representación, lo cual, hace a lo impolítico el lugar donde
se encuentran las distintas expresiones de una sola verdad, de una sola realidad.
Por último, lo impolítico establece a la justicia es ese espacio que no puede ser superado por
la fuerza, porque es el límite mismo de esta, y donde el único límite posible se encuentra
intrínseco a ella.
Referencias
Esposito, R. (n.d.). La perspectiva de lo impolítico. Retrieved July 16, 2019, from
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/NOMBRES/article/viewFile/2234/1184