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“LA CIUDAD Y LOS PERROS” (1963) COMO DENUNCIA DEL BULLYING...

Por jesuscolinasj@gmail.com. UNEFM.

El presente trabajo plantea sugerir una serie de consideraciones y estrategias didácticas para
aprovechar en doble vertiente una de las novelas màs importantes el ámbito latinoamericano. Por
un lado, retomar su lectura pero con un enfoque distinto al que la mayoría de los estudios críticos
han practicado sobre dicha obra; y por otro, puntualizar aplicaciones concretas para debatir en el
aula de clases. El llamado Bullying (o acoso) puesto boga como tema de actualidad o novedad,
tiene en realidad vieja data, porque forma parte de los màs arraigados lastres con los que carga la
tradición humana. Como conclusión se quiere resaltar que si bien la literatura (en sus distintas y
mejores formas) no debe ser considerada como vehículo para moralizar, constituye, no obstante,
una de las mejores vías para alcanzar pertinentes reflexiones sobre ética sin caer en ingenuidades
ni fáciles esquematismos. La crudeza mediante las cuales la ficción representa la vida es un
antídoto psicológicamente ideal para evitar –o superar— las trabas mentales que la sociedad
tiende a producir en los individuos.

Palabras clave: Bullying, literatura y debate.


Doce variaciones sobre un escritor

Los impostores del poder en La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa

Ludy Sanabria. Universidad Industrial de Santander

Mostrar la relación existente entre el modelo de poder que predomina en la sociedad y el que
conforma el grupo juvenil en la novela.

Por ‘poder’ entendemos aquí la capacidad para influir en otros a pesar de su resistencia,
definición que de alguna manera nos recuerda a Voltaire, quien afirma que el poder consiste en
hacer que otros actúen como yo decida [3].

Muchos de aquellos cadetes del legendario Liceo Militar Leoncio Prado se han visto reflejados;
algunos se perciben escondidos y otros se ven plenamente revelados entre sus páginas. Por ello,
ese sentido de veracidad que impregna las páginas del libro, pone en juego las viejas discusiones,
las posibles ofensas, de aquella novela considerada entonces como un collage de mentiras, que
causó un fuerte rechazo entre algunos ex alumnos y militares y fue objeto de una quema pública
de ejemplares.

Esto se entremezcla con la importancia que el periodista otorga al testimonio de los otros, los que
estuvieron cerca, los que escucharon, vieron o sufrieron los rigores del liceo, aquellos que
conocieron a “Marito”, el adolescente que en realidad quería escapar, que no quería ser militar
sino marino, el que escribía novelitas pornográficas para entusiasmar a sus compañeros, que
escribía desaforadas y efectivas cartas de amor para las enamoradas de sus compañeros a cambio
de cigarrillos o monedas y que leía en clases para combatir el tedio bajo la mirada complaciente
del maestro.

Sin duda, El cadete Vargas Llosa es un libro imantado, que atrapa desde los primeros párrafos. Y
quizás, pese al título, habría que señalar que esta obra encierra mucho más de la historia del
tristemente célebre Liceo Militar Leoncio Prado que del mismo Vargas Llosa. Desde sus páginas
se pretende explicar, exculpar, redimir o defender una impronta que se tejió en las historias
narradas de La ciudad y los perros. Finalmente, y como un corolario de la lectura de esta obra, se
podría señalar que, a despecho de muchos, Vargas Llosa no escribió una novela contra el liceo
Leoncio Prado, sino que sin proponérselo quizás, construyó una leyenda sobre sus héroes
perdedores.

Pau-Toulouse, enero 2004.


[Publicado en La Colmena (México), núm. 42, abr-jun 2004, pp. 117-120].

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