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Registro

La noción de registro se entiende como el uso lingüístico determinado por el contexto inmediato de
producción de un discurso. El registro se considera una variedad lingüística funcional —también
denominada variedad diafásica— condicionada por cuatro factores contextuales fundamentalmente: el
medio de comunicación (oral o escrito), el tema abordado, los participantes y la intención comunicativa.
La forma de expresión lingüística —cuidada o informal, general o específica, etc.— que escoge el
hablante responde a cada uno de estos factores.

La teoría del registro incorpora el contexto al estudio de la lengua. Fue formulada por la
sociolingüística y la lingüística sistémico-funcional anglosajona en los años 60 del siglo XX. M. A. K.
Halliday, A. McIntosh y P. Strevens (1964) plantean en primer lugar estas relaciones entre uso de la
lengua y situación extralingüística, perspectiva reformulada posteriormente en trabajos de referencia
como el de M. Gregory y S. Carroll (1978). En español, la teoría de la variación situacional ha sido
aplicada por diversos lingüistas especialmente al análisis del registro coloquial de la lengua y al estudio
de los lenguajes de especialidad.

Según M.A.K. Halliday (1978), la lengua se adecua a la situación en función de tres categorías o
parámetros contextuales:

1. El campo, en el sentido tanto del marco social en que se desarrollan las prácticas
comunicativas (juzgado, casa familiar, administración, hospital, iglesia, etc.) como en el sentido
del tema tratado (derecho, ciencia, venta de un producto, religión, etc.). El campo determina el
grado de especificidad de un texto, estableciendo una gradación desde textos técnicos o de
especialidad a textos más corrientes.
2. El modo, entendido como el medio o canal escogido para la comunicación (oral, escrito,
audiovisual, comunicación mediatizada por ordenador, dialogado o monologado, etc.). En cada
medio se fijan unas prácticas discursivas o géneros discursivos que toman unos rasgos
característicos debidos a su función social. Este factor determina el grado de planificación y
espontaneidad de un discurso.
3. El tenor, como factor de la situación relacionado con los interlocutores y con la función
perseguida en la comunicación:

·El denominado tenor interpersonal o tono determina el grado de formalidad de los textos
(solemne, neutral, informal, íntimo, etc.), las formas de tratamiento escogidas (corteses o no), y
las marcas de subjetividad u objetividad. La identidad social de los participantes en la
comunicación, su estatus y el tipo de relación que mantienen (de jerarquía o solidaridad) son
rasgos decisivos en la configuración del registro escogido en un texto.
·El tenor funcional remite a la forma en la que la función comunicativa influye en la expresión de
los textos. Los propósitos estéticos, por ejemplo, identifican los registros literarios,
diferenciándolos del resto. Las instrucciones de uso de un electrodoméstico tienen un tenor
funcional explicativo y descriptivo, pero la publicidad que se haga de él seguramente escogerá
un tenor persuasivo.

Estos tres factores o parámetros de la situación de comunicación influyen en la forma final del
mensaje: en el tipo de pronunciación escogida (más o menos relajada, más o menos cuidada), en el
léxico seleccionado (más formal o coloquial, más general o especializado), en la combinación de las
palabras en patrones sintácticos fijados o más libres, en la preferencia por un estilo sintáctico
determinado (nominal o verbal), en la organización de los contenidos en el discurso (según una
superestructura preestablecida o no, orientada hacia la narración o la argumentación, etc.), en las
convenciones para los turnos de habla o en el uso de elementos paralingüísticos (la entonación, los
gestos, la gestión del espacio en el discurso oral; el formato elegido, el requerimiento de recursos
visuales o no, por ejemplo, en el escrito). El concepto de registro, pues, da cuenta de las posibilidades
que ofrece el uso de la lengua, de su especificidad, formalidad y planificación. El hablante competente
sabe elegir, en los distintos planos de la lengua y del discurso, las expresiones lingüísticas más
apropiadas para cada situación.

Se ha de precisar que los registros no constituyen entidades discretas, con fronteras claras, sino que
se dan en un continuum, según el mayor o menor grado de presencia de rasgos singulares; así pues,
entre los extremos (de formalidad, de especialidad, etc.) se sitúan registros lingüísticos intermedios
entre lo oral y lo escrito, entre lo formal y lo informal, entre lo general y lo especializado. Además, si
bien el uso de la lengua viene determinado por el contexto, a su vez el uso lingüístico tiene capacidad
para configurar una singular situación de comunicación; esto es, la elección de un registro por parte del
hablante puede crear un contexto intencionado: una relación particular con el destinatario (de cercanía
o lejanía), una perspectiva concreta (de especialidad o más corriente), un marco de interacción
ajustado a sus intereses, etc. Este aspecto pone en cuestión la correspondencia entre variables
contextuales y variables lingüísticas; por otro lado, un mismo hablante, en la misma situación, puede
recurrir a rasgos asociados a distintos registros para conseguir determinados efectos.

En didáctica de las lenguas, el fin último de la enseñanza-aprendizaje de los registros es que los
alumnos adquieran la competencia sociolingüística, para tomar conciencia de la diversidad funcional
de la lengua y saber modular el mensaje según las circunstancias. Disponer de competencia
sociolingüística significa ser capaz de poder elegir —según el asunto, la audiencia, el medio, el
objetivo— entre distintas palabras, entre un repertorio amplio de construcciones sintácticas, entre
varias formas de pronunciación, entre distintos géneros discursivos de un mismo ámbito de
comunicación, etc. Saber adaptarse lingüísticamente a cada situación (cotidiana, académica,
profesional) contribuye al éxito comunicativo. Por ello, la enseñanza de la lengua para fines específicos
como registro específico del español ha sido objeto de una demanda creciente en los últimos años.

Otros términos relacionados

Actividad comunicativa; Análisis del discurso; Competencia comunicativa; Intención comunicativa;


Lengua en uso; Pragmática; Uso lingüístico.

Bibliografía básica

1. Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso.
Barcelona: Ariel.
2. Gregory, M. y Carroll, S. (1978). Lenguaje y situación. Variedades del lenguaje y sus contextos
sociales, México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986.
3. Eggins, S. y Martin, J. (1997). «Géneros y registros del discurso», en Teun A. Van Dijk (2000)
(comp.). El discurso como estructura y proceso, Barcelona: Gedisa, cap. 9.

Bibliografía especializada

1. Halliday, M. A. K. (1978). El lenguaje como semiótica social. La interpretación social del


lenguaje y del significado, México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1982.
2. Halliday, M. A. K.; McIntosh, A. y Strevens, P. (1964). The Linguistic Sciences and Language
Teaching, Londres, Nueva York: Longman.

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