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El “Hombre-Máquina”
El Ego, la Esencia y la
Personalidad
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EL “HOMBRE-MÁQUINA”,
EL EGO, LA ESENCIA Y LA PERSONALIDAD.
Introducción
E n la lección número 2 citamos una maravillosa máxima de oro, escrita sobre los
muros del Templo de Delfos en la antigua Grecia: “Anthropos, gnóthi seautón”, que
traducida al latín dice: “Homo, nosce te ipsum” (“Hombre, conócete a ti mismo”).
Esta antigua máxima sigue vigente hoy en día. El hombre continúa en el mismo estado
de ignorancia con respecto a sí mismo. La palabra “progreso” nos tiene hipnotizados, y a
pesar de atribuirnos y pensar de nosotros lo mejor, el hombre sigue sin conocer ni sus
límites ni sus posibilidades. Y lo que es más lamentable, ni siquiera conoce hasta qué
punto no se conoce. Cuando un hombre llega a saber sobre sí mismo que “no sabe
nada”, se encuentra en el inicio del camino que ha de llevarlo a la verdadera Sabiduría.
Debemos ser humildes y reconocer nuestra ignorancia. Una vez hecho este
reconocimiento, después debemos aprender de los que verdaderamente saben.
Entonces tal vez lleguemos a conocernos a sí mismos. Si partimos de ínfulas, si
pensamos que por nuestra experiencia de vida ya sabemos algo, es muy probable que
no lleguemos a nada verdadero en esta vida. Ved, sino, “los pocos” que en los textos
sagrados alcanzan el Saber absoluto.
“De muchos miles de hombres, puede que uno se esfuerce por la perfección,
y de aquellos que han logrado la perfección, difícilmente uno Me conoce en
verdad”. Capítulo 7, El conocimiento del Absoluto, Verso 3 del Bhagavad Gita.
Dijo Jesús: “Yo os escogeré uno entre mil y dos entre diez mil; y resultará que
ellos quedarán como uno solo”. Dicho 23, del Evangelio de Tomás.
“Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos”. Evangelio de Mateo, 22,14.
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La “mecanicidad” del hombre-máquina
¿Qué quiere decir que “el hombre es una máquina”? Quiere decir
que no tiene libertad de movimientos, que no tiene movimientos inde-
pendientes, ni interior, ni exteriormente. Una máquina que funciona y
es puesta en movimiento por múltiples y variadas influencias interiores
y choques exteriores. Todos los movimientos, actos, palabras, ideas,
emociones, sentimientos, deseos, de la máquina humana, son provoca-
dos por influencias exteriores y por múltiples causas interiores extrañas
y difíciles.
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El hombre no puede hablar ni moverse como quiere. Es una mario-
neta tirada aquí y allá por hilos invisibles… Imaginad por un momento
un muñeco mecánico automático controlado por un complejo meca-
nismo inalámbrico. Imaginad que ese muñeco tiene vida, se enamora,
habla, camina, desea, hace guerras, etc.
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Así es el pobre “animal intelectual”, un muñeco mecánico como el
de nuestro ejemplo ilustrativo: cree que hace cuando en realidad nada
hace; es un títere de carne y hueso controlado por legión de entidades
energéticas sutiles, que en su conjunto constituyen eso que se llama
Ego o Yo pluralizado.
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La pluralidad del Yo
Para dejar de ser máquinas, ante todo el hombre debe saber que él
no es uno, sino que es muchos.
E l h om b re no p o d rá
dejar de ser máquina, no
podrá cambiar, no podrá
adquirir el Ser individual
ve r dade ro y co nve r t i r-
se en Hombre legítimo,
mientras no tenga el va-
lor de eliminar mediante
la comprensión de fondo,
y en orden sucesi vo, a
cada una de esas entida-
des metafísicas que en su
conjunto constituyen eso
que se llama Ego, Yo, Mí
mismo…
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Debemos saber que cada idea, cada pasión, cada vicio, cada afec-
to, cada odio, cada deseo, etc., tiene su correspondiente entidad psico-
lógica, y el conjunto de todas esas entidades es el Yo pluralizado de la
Psicología Revolucionaria.
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Una hora después puede haberlo olvidado completamente y expresar
con la misma convicción una opinión, un punto de vista o de interés,
completamente opuesto. Lo peor es que el hombre no recuerda tal
cosa. En la mayoría de los casos da crédito al “último Yo” que ha ha-
blado, mientras éste dura, es decir, mientras un nuevo Yo –a veces sin
relación alguna con el precedente– no ha expresado todavía con más
fuerza su opinión o su deseo…
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Es claro que el Yo pluralizado sale sobrando, es algo inútil y perjudi-
cial. Es lógico decir que tenemos que desarrollar ciertos poderes, cier-
tas facultades, ciertas capacidades que el hombre-máquina se atribuye
y cree tener, pero que en realidad de verdad no tiene.
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La Esencia y la Personalidad
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La Esencia
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La gente piensa que el crecimiento y desarrollo de la Esencia se
realiza siempre en forma continua, de acuerdo con la mecánica de la
evolución, más el gnosticismo universal enseña claramente que esto no
ocurre así...
Con el fin de que la Esencia crezca más, algo muy especial debe
suceder, algo nuevo hay que realizar. Queremos referirnos en forma
enfática al Trabajo sobre sí mismos. El desarrollo de la Esencia úni-
camente es posible a base de “trabajos conscientes y padecimientos
voluntarios”.
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Disolver el Yo psicológico, desintegrar sus elementos indeseables, es
urgente, inaplazable, impostergable. Ese es el sentido del Trabajo sobre
sí mismo.
Necesitamos reducir
a cen izas la cruel dad
m o n s t r u o s a d e e s to s
tiempos; la envidia que
d esgraci ada m e nte h a
venido a convertirse en
el resorte secreto de la
acción; la codicia inso-
portable que ha vuelto
la vida tan amarga; la
asqueante maledicen-
cia, la calumnia que
tantas tragedias origina;
las borrach eras; la in-
munda lujuria que huele
tan feo; etc., etc., etc. A
medida que todas esas
abominaciones se van
reduciendo a polvare-
da cósmica, la Esencia
además de emanciparse, crecerá y se desarrollará armoniosamente.
Incuestionablemente cuando el Yo psicológico ha muerto, resplandece
en nosotros la Esencia.
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La Personalidad Humana
Cada día es una onda de tiempo, cada mes es otra onda de tiempo,
cada año es también otra onda de tiempo, y todas esas ondas encade-
nadas en su conjunto constituyen la “gran onda de la vida”.
La muerte y la vida son dos extremos que se tocan. Una vida ter-
mina para el hombre que muere pero empieza otra. Un tiempo ter-
mina y otro comienza. La muerte se halla íntimamente vinculada al
Eterno Retorno. Esto quiere decir que tenemos que retornar, regresar
a este mundo después de muertos para repetir el mismo “drama de
la existencia”… Más si la Personalidad humana perece con la muerte,
¿quién o qué es lo que retorna? Es necesario aclarar de una vez y para
siempre que el Yo es el que continúa después de la muerte, que el Yo
es quien retorna, que el Yo es quien regresa a este “valle de lágrimas”.
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Es necesario no confundir la Ley del Retorno con la Teoría de la
Reencarnación enseñada por la Teosofía moderna. La citada Teoría
de la Reencarnación tuvo su origen en el culto a Krishna, en la reli-
gión indostaní de tipo Védico; desgraciadamente, ésta fue retocada y
adulterada por los sucesivos reformadores. En el culto auténtico, ori-
ginal de Krishna, sólo los Héroes, los Guías, aquellos que ya poseen
Individualidad sagrada, son los que se reencarnan.
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La Educación y el Medio ambiente
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maravilloso de la televisión sea utilizado con propósitos destructivos. Si
la humanidad utilizara este invento en forma dignificante ya para estu-
diar las ciencias naturales, ya para enseñar el verdadero arte regio de la
Madre Natura, ya para dar sublimes enseñanzas a las gentes, entonces
este invento sería una bendición para la humanidad, podría utilizarse
inteligentemente para cultivar la Personalidad humana.
Es lamentable que las madres azoten a sus niños, les den de palos,
les insulten con vocablos descompuestos y crueles. El resultado de se-
mejante conducta es el resentimiento, el odio, la pérdida del amor, etc.
En la práctica hemos podido ver que los niños levantados entre palos,
látigos y gritos se convierten en personas vulgares llenas de patanerías
y faltas de todo sentido de respeto y veneración. Es urgente compren-
der la necesidad de establecer un verdadero equilibrio dentro de los
hogares. Es indispensable saber que la dulzura y la severidad deben
equilibrarse mutuamente en los dos platillos de la balanza de la justi-
cia. El padre representa la severidad; la madre representa la dulzura. El
Padre personifica la sabiduría; la madre simboliza el amor. Sabiduría y
amor, severidad y dulzura se equilibran mutuamente en los dos platillos
de la balanza cósmica.
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La Herencia
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Ley. En la herencia llevamos el resultado de nuestras malas o buenas
acciones de la pasada existencia. Hablando axiomáticamente diremos:
“Las buenas o malas acciones son la causa causorum de la herencia”.
Este axioma sólo se comprende cuando entendemos la Ley del Eterno
Retorno de todas las cosas y la Ley del Némesis (Karma).
(Tema que estudiaremos con detenimiento en próximas lecciones)
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anormal que lleva la humanidad, hace que se produzca un desequilibrio
en el desarrollo entre la Esencia y la Personalidad. En la práctica se
puede verificar que cuando la Personalidad se desarrolla exagerada-
mente a expensas de la Esencia, el resultado es el “bribón intelectual”.
La observación y la experiencia de muchos años permiten comprender
que cuando la Esencia se desarrolla totalmente sin atender en lo más
mínimo el cultivo armonioso de la Personalidad, el resultado es el “mís-
tico sin intelecto”, sin personalidad, noble de corazón pero inadaptado,
incapaz… El desarrollo armonioso de Personalidad y Esencia da por
resultado hombres y mujeres geniales.
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Son muchas las Escuelas pseudo-esotéricas o pseudo-ocultistas que
tienen como meta de sus estudios la “vida impersonal”. Es necesario
aclarar que no es la Personalidad lo que tenemos que disolver. Es ur-
gente saber que necesitamos desintegrar el Ego, el Mí mismo, el Yo,
reducirlo a polvareda cósmica... La Personalidad es tan sólo un vehícu-
lo de acción en la vida, un vehículo que fue necesario crear, fabricar.
El SER divinal, la Mónada, el Íntimo nada tiene que ver con ninguna
forma del Yo. El SER es el SER, y eso es todo. La Razón de ser del SER,
es el mismo SER.
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PRÁCTICA RECOMENDADA
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LIBRO RECOMENDADO
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