Está en la página 1de 26

Tema 6

El “Hombre-Máquina”
El Ego, la Esencia y la
Personalidad

www.gnosis.es
EL “HOMBRE-MÁQUINA”,
EL EGO, LA ESENCIA Y LA PERSONALIDAD.

Introducción

E n la lección número 2 citamos una maravillosa máxima de oro, escrita sobre los
muros del Templo de Delfos en la antigua Grecia: “Anthropos, gnóthi seautón”, que
traducida al latín dice: “Homo, nosce te ipsum” (“Hombre, conócete a ti mismo”).

Esta antigua máxima sigue vigente hoy en día. El hombre continúa en el mismo estado
de ignorancia con respecto a sí mismo. La palabra “progreso” nos tiene hipnotizados, y a
pesar de atribuirnos y pensar de nosotros lo mejor, el hombre sigue sin conocer ni sus
límites ni sus posibilidades. Y lo que es más lamentable, ni siquiera conoce hasta qué
punto no se conoce. Cuando un hombre llega a saber sobre sí mismo que “no sabe
nada”, se encuentra en el inicio del camino que ha de llevarlo a la verdadera Sabiduría.

La siguiente frase atribuida a Sócrates por Platón, en su “Defensa de Sócrates”, nos


muestra muy bien la sinceridad interior que debemos tener con respecto a nuestro Nivel
de Saber: “Yo soy más sabio que este hombre; es posible que ninguno de los
dos sepamos cosa que valga la pena, pero él cree que sabe algo, pese a no
saberlo, mientras que yo, así como no sé nada, tampoco creo saberlo. Yo no
tengo conciencia de saber nada”.

Debemos ser humildes y reconocer nuestra ignorancia. Una vez hecho este
reconocimiento, después debemos aprender de los que verdaderamente saben.
Entonces tal vez lleguemos a conocernos a sí mismos. Si partimos de ínfulas, si
pensamos que por nuestra experiencia de vida ya sabemos algo, es muy probable que
no lleguemos a nada verdadero en esta vida. Ved, sino, “los pocos” que en los textos
sagrados alcanzan el Saber absoluto.

“De muchos miles de hombres, puede que uno se esfuerce por la perfección,
y de aquellos que han logrado la perfección, difícilmente uno Me conoce en
verdad”. Capítulo 7, El conocimiento del Absoluto, Verso 3 del Bhagavad Gita.
Dijo Jesús: “Yo os escogeré uno entre mil y dos entre diez mil; y resultará que
ellos quedarán como uno solo”. Dicho 23, del Evangelio de Tomás.
“Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos”. Evangelio de Mateo, 22,14.

-3-
La “mecanicidad” del hombre-máquina

El hombre, ese pobre “animal intelectual” que se califica equivoca-


damente de Hombre, ha inventado millares de máquinas complicadí-
simas y difíciles y sabe muy bien que para poder servirse de una má-
quina necesita a veces de largos años de estudio y aprendizaje, pero
en cuanto se trata de sí mismo se olvida totalmente de este hecho,
aunque él mismo sea una máquina más complicada que todas las que
ha inventado.

No hay hombre que no esté lleno de ideas totalmente falsas sobre


sí mismo; lo más grave es que no quiere darse cuenta de que realmen-
te es una máquina.

¿Qué quiere decir que “el hombre es una máquina”? Quiere decir
que no tiene libertad de movimientos, que no tiene movimientos inde-
pendientes, ni interior, ni exteriormente. Una máquina que funciona y
es puesta en movimiento por múltiples y variadas influencias interiores
y choques exteriores. Todos los movimientos, actos, palabras, ideas,
emociones, sentimientos, deseos, de la máquina humana, son provoca-
dos por influencias exteriores y por múltiples causas interiores extrañas
y difíciles.

El “animal intelectual” es un pobre títere parlante con memoria de


recuerdos de experiencias pasadas y cierto potencial de vitalidad; es
un autómata que tiene la tonta ilusión de que puede hacer, cuando en
realidad de verdad nada puede hacer…

Debemos comprender que el hombre “nada puede hacer”. Pero él


se atribuye la capacidad de hacer. En realidad, todo lo que cree hacer,
le sucede.

Lamentablemente no hay en nuestro idioma verbos impersonales


que puedan aplicarse a los actos humanos. Debemos, pues, continuar
diciendo que el hombre hace, p iensa, lee, escribe, ama, detesta, em-
prende guerras, combate, etc. cuando en realidad, todo eso sucede.

-4-
El hombre no puede hablar ni moverse como quiere. Es una mario-
neta tirada aquí y allá por hilos invisibles… Imaginad por un momento
un muñeco mecánico automático controlado por un complejo meca-
nismo inalámbrico. Imaginad que ese muñeco tiene vida, se enamora,
habla, camina, desea, hace guerras, etc.

Imaginad que ese muñeco puede cambiar de dueños a cada mo-


mento. Debéis imaginar que cada dueño es una persona distinta, que
tiene su propio criterio, su propia forma de divertirse, sentir, vivir, etc.,
etc., etc.

Un dueño cualquiera queriendo conseguir dinero apretará ciertos


botones y entonces el muñeco se dedicará a los negocios; otro dueño,
media hora después o varias horas después, tendrá una idea diferente
y pondrá a su muñeco a bailar y a reír; un tercero lo pondrá a pelear,
un cuarto lo hará enamorarse de una mujer, un quinto lo hará enamo-
rarse de otra y dejar a la anterior, un sexto lo hará pelearse
con un vecino y crearse un problema de policía, y un
séptimo le hará cambiar de domicilio…

Realmente el muñeco mecánico de nuestro


ejemplo no ha hecho nada, pero él cree que sí
ha hecho; él tiene la ilusión de que hace,
cuando en realidad de verdad todo le
ha sucedido. Nada ha hecho por sí
mismo, porque no tiene individualidad
psicológica.

Fuera de toda duda, todo ha


sucedido como cuando “llue-
ve”, “truena” o “calienta el
sol”, pero el pobre muñeco
cree que hace; tiene la tonta
ilusión de que todo lo ha hecho cuan-
do en realidad él nada ha hecho, son
sus respectivos dueños los que se han
divertido con el pobre muñeco mecá-
nico.

-5-
Así es el pobre “animal intelectual”, un muñeco mecánico como el
de nuestro ejemplo ilustrativo: cree que hace cuando en realidad nada
hace; es un títere de carne y hueso controlado por legión de entidades
energéticas sutiles, que en su conjunto constituyen eso que se llama
Ego o Yo pluralizado.

El Evangelio cristiano califica a todas esas entidades de “demonios”,


y su verdadero nombre es “Legión”. En Marcos, capítulo 5, se cita la
curación del endemoniado de Gerasa. En el versículo 9, cuando Jesús
le preguntó: “Cuál es tu nombre”. El endemoniado contestó: “Mi nom-
bre es Legión, porque somos muchos”. Si decimos que el Yo es legión
de demonios que controlan la máquina humana, no estamos exageran-
do, así es.

Quien de verdad quiera dejar de ser un simple muñeco mecánico,


tiene que empezar por admitir y comprender su propia mecanicidad.
Quien de verdad quiera dejar de ser una simple marioneta, debe eli-
minar cada una de esas entidades que en su conjunto constituyen el
Yo; cada una de esas entidades que juegan con la máquina humana.
Aquel que no quiere comprender ni aceptar su propia mecanicidad,
aquel que no quiere entender correctamente este hecho, ya no puede
cambiar…

El “animal intelectual” es una máquina, pero una máquina muy es-


pecial, si esta máquina llega a comprender que es máquina, si es bien
conducida y si las circunstancias lo permiten, puede dejar de ser má-
quina y convertirse en Hombre.

El hombre-máquina no tiene individualidad alguna, no posee el Ser,


y sólo el Ser verdadero tiene el poder de hacer. Sólo el Ser puede
darnos verdadera individualidad; sólo el Ser nos convierte en Hombres
verdaderos.

-6-
La pluralidad del Yo

Para dejar de ser máquinas, ante todo el hombre debe saber que él
no es uno, sino que es muchos.

Es urgente empezar por comprender a fondo y en todos los ni-


veles de la mente que no tenemos individualidad verdadera, que no
poseemos un Centro Permanente de Conciencia; que en un momento
determinado somos una persona y en otro, otra; todo depende de la
entidad que controle la situación en cualquier instante.

Aquello que origina en el hombre la i lusión de su unidad es, por


una parte, la sensación que tiene de su cuerpo físico; por otra parte,
su nombre y apellidos que en general nunca cambian, y por último, la
memoria y cierto número de hábitos mecánicos implantados en él por
la educación, o adquiridos por simple imitación.

Al tener siempre las mismas sensaciones físicas, al oírse llamar


siempre con el mismo nombre y al hallar en sí los hábitos e inclinacio-
nes que siempre ha conocido, se imagina y cree permanecer siempre
el mismo.

E l h om b re no p o d rá
dejar de ser máquina, no
podrá cambiar, no podrá
adquirir el Ser individual
ve r dade ro y co nve r t i r-
se en Hombre legítimo,
mientras no tenga el va-
lor de eliminar mediante
la comprensión de fondo,
y en orden sucesi vo, a
cada una de esas entida-
des metafísicas que en su
conjunto constituyen eso
que se llama Ego, Yo, Mí
mismo…

-7-
Debemos saber que cada idea, cada pasión, cada vicio, cada afec-
to, cada odio, cada deseo, etc., tiene su correspondiente entidad psico-
lógica, y el conjunto de todas esas entidades es el Yo pluralizado de la
Psicología Revolucionaria.

Todas esas entidades metafísicas, todos esos yoes que en su con-


junto constituyen el Ego, no tienen verdadera ligazón entre sí, no es-
tán coordinados en modo alguno. Cada una de esas entidades depen-
de totalmente de las circunstancias exteriores: impresiones, sucesos,
acontecimientos, etc. Tal Yo sigue automáticamente a tal otro, y al-
gunos aparecen siempre acompañados de otros; pero no hay en ello
orden ni sistema.

Por la pantalla de la mente van pasando en continua procesión de


las distintas entidades que en su conjunto constituyen el Ego. Éstas se
asocian, se disocian, forman ciertos grupos especiales de acuerdo con
sus afinidades, riñen entre sí, discuten, se desconocen, etc.

Cada uno de esos yoes


no representa, en un mo-
mento dado, más que una
ín f i ma p ar te de n uest ras
funciones, pero cada uno
de ellos cree representar
el todo; cada pequeño Yo
cree ser el todo, el Ego to-
tal… Y ni remotamente sos-
pecha que él es tan sólo
una ínfima parte.

Cuando un hombre dice


“yo”, se tiene la impresión
de que habla de él, su tota-
lidad, pero en realidad has-
ta cuándo cree que es así,
no es sino un pensamiento
pasajero, un humor pasa-
jero, o un deseo pasajero.

-8-
Una hora después puede haberlo olvidado completamente y expresar
con la misma convicción una opinión, un punto de vista o de interés,
completamente opuesto. Lo peor es que el hombre no recuerda tal
cosa. En la mayoría de los casos da crédito al “último Yo” que ha ha-
blado, mientras éste dura, es decir, mientras un nuevo Yo –a veces sin
relación alguna con el precedente– no ha expresado todavía con más
fuerza su opinión o su deseo…

La entidad que hoy jura amor eterno a una mujer, es desplazada


más tarde por otra entidad que nada tiene que ver con tal juramento,
y entonces el “castillo de naipes” se va al suelo y la pobre mujer llora
decepcionada…

La entidad que hoy jura fidelidad a una Causa, es desplazada maña-


na por otra entidad que nada tiene que ver con tal Causa, y entonces
el sujeto se retira…

Es necesario que comprendamos la necesidad de conocernos a sí


mismos en todos los terrenos de la mente. Se necesita una orientación
intelectual más eficiente; se necesita comprender lo que somos… Es
lamentable continuar como muñecos automáticos, como hombres-
máquinas. Es urgente dejar de ser meras máquinas; es urgente conver-
tirnos en Hombres verdaderos con voluntad individual y capacidad de
hacer.

Se necesita un cambio radical y este debe comenzar precisamen-


te por la eliminación de cada una de esas entidades que en conjunto
constituyen el Yo pluralizado.

El pobre “animal intelectual” no es Hombre, pero tiene dentro de sí,


en estado latente, todas las posibilidades para convertirse en Hombre.

No es una ley que esas posibilidades se desarrollen, lo más natural


es que se pierdan. Sólo mediante tremendos súper-esfuerzos pueden
desarrollarse tales posibilidades. Mucho tenemos que eliminar y mucho
tenemos que adquirir. Se hace necesario hacer un inventario para saber
cuánto nos sobra y cuánto nos falta.

-9-
Es claro que el Yo pluralizado sale sobrando, es algo inútil y perjudi-
cial. Es lógico decir que tenemos que desarrollar ciertos poderes, cier-
tas facultades, ciertas capacidades que el hombre-máquina se atribuye
y cree tener, pero que en realidad de verdad no tiene.

El hombre-máquina cree que tiene verdadera individualidad, con-


ciencia despierta, voluntad consciente, poder de hacer, etc., y nada de
eso tiene.

Si queremos dejar de ser “máquinas”, si queremos despertar con-


ciencia, tener verdadera voluntad, individualidad, capacidad de hacer,
es urgente empezar por conocernos a sí mismos y luego disolver el Yo
psicológico. Cuando el Yo pluralizado se disuelve, sólo queda dentro
de nosotros el SER verdadero.

-10-
La Esencia y la Personalidad

Debemos comenzar por adquirir un cierto conocimiento de quié-


nes somos… Como antes dijimos, hemos de aprender de los que sa-
ben. Los verdaderos sabios de todas las épocas nos trajeron los prin-
cipios de la Psicología Revolucionaria… ¿Qué dicen estos sabios sobre
el hombre? Lo primero que nos dicen es que el hombre, tal como lo
conocemos, no es un hombre auténtico. Es una imitación, y hasta una
malísima imitación.

Imaginad que un sabio de un planeta lejano donde no existen flores,


y que está interesado en saber qué son las flores, recibe de la Tierra
unas muestras de flores artificiales, ya que las auténticas no se pueden
enviar porque se estropearían en el viaje. Este sabio, sin saber nada de
las verdaderas flores, le será imposible definirlas, explicar y compren-
der su verdadera naturaleza.

Con relación al hombre, la Psicología moderna se encuentra en una


situación completamente análoga. Tiene que estudiar a un hombre arti-
ficial, sin conocer al hombre real. Es evidente que no es fácil estudiar a
un ser como el hombre, que ni el mismo sabe lo que en él es real y lo
que es imaginario, ficticio. Así, pues, la Psicología debe comenzar por
establecer una distinción entre lo real y lo falso en el hombre.

La Psicología Revolucionaria del Movimiento Gnóstico nos dice que


en el hombre existen tres aspectos psicológicos completamente defi-
nidos, llamados: Ego, Esencia y Personalidad. Del Ego algo hemos dicho
en anteriores párrafos, y hacia el final de esta lección añadiremos nue-
vas ideas sobre su naturaleza. Detengámonos ahora en la Esencia y en
la Personalidad.

En una primera visión de estos dos aspectos psicológicos del hom-


bre, podemos decir que la Esencia es lo innato en el hombre. La per-
sonalidad es lo adquirido. La Esencia es lo que es suyo, lo propio. La
personalidad es lo que no es suyo, lo ajeno.

-11-
La Esencia

La Esencia es lo más digno y decente que tenemos en nuestro inte-


rior. En la Esencia está la Religión, el Buddha, la Sabiduría, las partículas
de dolor de nuestro Padre que está en los Cielos y todos los datos que
necesitamos para la Auto-Realización Íntima del Ser.

Lo que hace bello y adorable a todo niño recién nacido es su Esencia;


ésta constituye en sí misma su verdadera REALIDAD...

En la Esencia están los valores del Ser; es la base de la estructura psí-


quica del hombre. En ella se encuentra todo aquello con lo que nacimos.
Por ejemplo, en ella está la inteligencia de un hombre, sus dones, talento,
capacidades (como tener oído musical o no; facilidad para unas cosas o
no). De la Esencia brotan las profundas inquietudes espirituales del hom-
bre, aquellas que le llevan a preguntarse: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo?
¿Hacia dónde voy? ¿Cuál es el sentido de mi vida?

En ella también se encuentran las cualidades o valores éticos del hom-


bre. Lo que comúnmente la gente llama “ser por naturaleza un buena
persona”: buen padre, buen esposo, buen hijo, buen hermano, etc., está
propiciado por los valores de la Esencia. En este sentido, toda Esencia
se encuentra definida por un Nivel del Ser (tema que será estudiado en
próximas lecciones). Ese Nivel define la calidad interior de cada persona.
El desarrollo o ascenso en los Niveles del Ser, significa el “crecimiento
interior de la Esencia”.

Debemos saber que el normal crecimiento de la Esencia en toda cria-


tura, ciertamente es muy residual, incipiente. El cuerpo humano crece y se
desarrolla de acuerdo con las leyes biológicas de la especie, sin embargo
tales posibilidades resultan por sí mismas muy limitadas para la Esencia...

Incuestionablemente la Esencia sólo puede crecer por sí misma, sin


ayuda, en pequeñísimo grado. Hablando francamente y sin ambages di-
remos que el crecimiento espontáneo y natural de la Esencia sólo es po-
sible durante los primeros tres, cuatro y cinco años de edad, es decir, en
la primera etapa de la vida...

-12-
La gente piensa que el crecimiento y desarrollo de la Esencia se
realiza siempre en forma continua, de acuerdo con la mecánica de la
evolución, más el gnosticismo universal enseña claramente que esto no
ocurre así...

Con el fin de que la Esencia crezca más, algo muy especial debe
suceder, algo nuevo hay que realizar. Queremos referirnos en forma
enfática al Trabajo sobre sí mismos. El desarrollo de la Esencia úni-
camente es posible a base de “trabajos conscientes y padecimientos
voluntarios”.

Es necesario comprender que estos trabajos no se refieren a cues-


tiones de profesión, bancos, carpintería, albañilería, arreglo de líneas
férreas o asuntos de oficina. Este Trabajo es para toda persona que ha
desarrollado la Personalidad; se trata de algo psicológico...

Todos nosotros sabemos que tenemos dentro de sí mismos eso que


se llama Ego, Yo, Mí mismo, Sí mismo. Desgraciadamente la Esencia se
encuentra embotellada, enfrascada entre el Ego, y esto es lamentable.

El Mito Gnóstico de la “caí-


da de Sop h ía”, alegor iza el
drama de la Esencia. Los an-
tiguos gnósticos veían en la
Esencia esa “chispa inmortal”
o “centella divina” que todo
hombre lleva en su interior. El
Mito nos relata de forma ex-
traordinaria como esa “luz ”
fue atrapada por las tinieblas
de la ignorancia, q ue dan do
fuera del ámbito del Pleroma
(el Ab sol uto). E sas t i n ieb las
exteriores son la viva repre-
sentación del Yo p luralizado,
donde se encuentra fraccio-
nada y esclavizada la Esencia.

-13-
Disolver el Yo psicológico, desintegrar sus elementos indeseables, es
urgente, inaplazable, impostergable. Ese es el sentido del Trabajo sobre
sí mismo.

Nunca podríamos libertar la Esencia sin desintegrar previamente el


Yo psicológico. Nadie podría aniquilar el Yo psicológico sin eliminar
previamente los elementos inhumanos que llevamos dentro.

Necesitamos reducir
a cen izas la cruel dad
m o n s t r u o s a d e e s to s
tiempos; la envidia que
d esgraci ada m e nte h a
venido a convertirse en
el resorte secreto de la
acción; la codicia inso-
portable que ha vuelto
la vida tan amarga; la
asqueante maledicen-
cia, la calumnia que
tantas tragedias origina;
las borrach eras; la in-
munda lujuria que huele
tan feo; etc., etc., etc. A
medida que todas esas
abominaciones se van
reduciendo a polvare-
da cósmica, la Esencia
además de emanciparse, crecerá y se desarrollará armoniosamente.
Incuestionablemente cuando el Yo psicológico ha muerto, resplandece
en nosotros la Esencia.

La Esencia libre nos confiere belleza íntima; de tal belleza emanan


la Felicidad perfecta y el verdadero Amor. La Esencia posee múltiples
sentidos de perfección y extraordinarios poderes naturales. Cuando
“morimos en sí mismos”, cuando disolvemos el Yo psicológico, goza-
mos de los preciosos sentidos y poderes de la Esencia...

-14-
La Personalidad Humana

Un hombre nació, vivió 75 años y murió, pero... ¿dónde se encon-


traba antes de 1900 y dónde podrá estar después de 1975? Esta es
la formulación general de todas las cuestiones sobre el misterio de
la vida y de la muerte. La ciencia oficial nada sabe sobre todo esto.
Axiomáticamente podemos afirmar: “El hombre muere porque su tiem-
po termina. No existe ningún mañana para la personalidad del muer-
to”.

Cada día es una onda de tiempo, cada mes es otra onda de tiempo,
cada año es también otra onda de tiempo, y todas esas ondas encade-
nadas en su conjunto constituyen la “gran onda de la vida”.

El tiempo es redondo y la vida de la Personalidad humana es una


curva cerrada. La vida de la Personalidad humana se desarrolla en su
tiempo, nace en su tiempo y muere en su tiempo, jamás puede existir
más allá de su tiempo.

Esto del tiempo es un problema que ha sido estudiado por muchos


sabios. Ya explicamos en la pasada lección que el tiempo es la 4ª
dimensión. La Geometría de Euclides sólo es aplicable al mundo tri-
dimensional, pero el mundo tiene 7 dimensiones y la 4ª es el tiempo.

La mente humana concibe la eternidad como la prolongación del


tiempo en línea recta; nada puede estar más equivocado que este
concepto porque la eternidad es la 5ª dimensión. “Cada momento de
la existencia se sucede en el tiempo y se repite eternamente”.

La muerte y la vida son dos extremos que se tocan. Una vida ter-
mina para el hombre que muere pero empieza otra. Un tiempo ter-
mina y otro comienza. La muerte se halla íntimamente vinculada al
Eterno Retorno. Esto quiere decir que tenemos que retornar, regresar
a este mundo después de muertos para repetir el mismo “drama de
la existencia”… Más si la Personalidad humana perece con la muerte,
¿quién o qué es lo que retorna? Es necesario aclarar de una vez y para
siempre que el Yo es el que continúa después de la muerte, que el Yo
es quien retorna, que el Yo es quien regresa a este “valle de lágrimas”.

-15-
Es necesario no confundir la Ley del Retorno con la Teoría de la
Reencarnación enseñada por la Teosofía moderna. La citada Teoría
de la Reencarnación tuvo su origen en el culto a Krishna, en la reli-
gión indostaní de tipo Védico; desgraciadamente, ésta fue retocada y
adulterada por los sucesivos reformadores. En el culto auténtico, ori-
ginal de Krishna, sólo los Héroes, los Guías, aquellos que ya poseen
Individualidad sagrada, son los que se reencarnan.

El Yo pluralizado retorna, regresa, más esto no es reencarnación. Las


masas, las multitudes retornan, pero eso no es reencarnación.

La idea del retorno de las cosas, la idea de la repetición eterna es


muy antigua y podemos encontrarla en la sabiduría pitagórica y en
la antigua cosmogonía del Indostán. El eterno retorno de los “días” y
“noches” de Brahma, la repetición incesante de los Kalpas, etc., están
invariablemente asociados en forma muy íntima a la sabiduría pitagóri-
ca y a la Ley de Recurrencia Eterna o Eterno Retorno.

Gautama el Budha también enseñó muy sabiamente la Doctrina del


Eterno Retorno y la Rueda de vidas sucesivas, pero su doctrina fue
adulterada por sus seguidores.

Todo retorno implica desde luego la fabr icac i ón de una nueva


Personalidad humana; ésta se forma durante los primeros 7 años de la
infancia. La Educación, el Medio Ambiente y la Herencia, constituyen
los tres factores que determinan la formación de la Personalidad.

-16-
La Educación y el Medio ambiente

El ambiente de familia, la vida de la calle y la escuela, dan a la


Personalidad humana su tinte original característico. La educación co-
mienza en el hogar. El ejemplo de los mayores es definitivo para la for-
mación de la Personalidad infantil. El niño aprende más con el ejemplo
que con el precepto. La forma equivocada de vivir de los adultos, el
ejemplo absurdo, las costumbres degeneradas de los mayores, dan a
la personalidad del niño ese tinte peculiar escéptico y perverso de la
época en que vivimos.

En estos tiempos modernos el adulterio se ha vuelto más común


que “la papa y la cebolla” y como es apenas lógico esto origina es-
cenas dantescas dentro de los hogares. Son muchos los niños que por
estos tiempos tienen que soportar llenos de dolor y resentimientos,
los látigos y palos del padrastro o de la madrastra. Es claro que en esa
forma la Personalidad del niño se desarrolla dentro del marco del dolor,
el rencor y el odio.

Los altercados entre el padre y la madre por cuestión de celos,


el llanto y los lamentos de la madre afligida o del marido oprimido,
arruinado y desesperado, dejan en la Personalidad del niño una marca
indeleble de profundo dolor y melancolía que jamás se olvida durante
toda la vida.

Desde que se inventó la televisión se ha perdido la unidad de la


familia. Dentro de los hogares modernos el padre, la madre, los hijos,
las hijas, parecen autómatas inconscientes ante la pantalla de televi-
sión. Ahora el marido no puede comentar con su mujer absolutamente
nada de los problemas del día, del trabajo, etc., etc. porque ésta pare-
ce sonámbula viendo la película de ayer, las escenas dantescas de Al
Capone, el último baile de la nueva ola, etc. etc. etc.

Los niños levantados en este nuevo tipo de hogar “ultramoderno”


sólo piensan en cañones, pistolas, ametralladoras de juguete para imi-
tar y vivir a su modo todas las escenas dantescas del crimen, tal como
las han visto en la pantalla de televisión. Es lástima que este invento

-17-
maravilloso de la televisión sea utilizado con propósitos destructivos. Si
la humanidad utilizara este invento en forma dignificante ya para estu-
diar las ciencias naturales, ya para enseñar el verdadero arte regio de la
Madre Natura, ya para dar sublimes enseñanzas a las gentes, entonces
este invento sería una bendición para la humanidad, podría utilizarse
inteligentemente para cultivar la Personalidad humana.

Es a todas luces absurdo nutrir la Personalidad infantil con música


arrítmica, inarmónica, vulgar. Es estúpido nutrir la Personalidad de los
niños con cuentos de ladrones y policías, escenas de vicio y prostitu-
ción, dramas de adulterio, pornografía, etc. El resultado de semejante
proceder lo podemos ver en los “rebeldes sin causa”, los asesinos pre-
maturos, etc.

Es lamentable que las madres azoten a sus niños, les den de palos,
les insulten con vocablos descompuestos y crueles. El resultado de se-
mejante conducta es el resentimiento, el odio, la pérdida del amor, etc.
En la práctica hemos podido ver que los niños levantados entre palos,
látigos y gritos se convierten en personas vulgares llenas de patanerías
y faltas de todo sentido de respeto y veneración. Es urgente compren-
der la necesidad de establecer un verdadero equilibrio dentro de los
hogares. Es indispensable saber que la dulzura y la severidad deben
equilibrarse mutuamente en los dos platillos de la balanza de la justi-
cia. El padre representa la severidad; la madre representa la dulzura. El
Padre personifica la sabiduría; la madre simboliza el amor. Sabiduría y
amor, severidad y dulzura se equilibran mutuamente en los dos platillos
de la balanza cósmica.

Los padres y madres de familia deben equi-


librarse mutuamente para bien de los hogares.
Es urgente, es necesario que todos los padres y
madres de familia comprendan la necesidad de
sembrar en la mente infantil los valores eternos
del Espíritu. Es lamentable que los niños moder-
nos ya no posean el sentido de veneración, esto
se debe a que los cuentos de vaqueros, ladrones
y policías, la televisión, el cine, etc., han perverti-
do la mente de los niños.

-18-
La Herencia

Además de la influencia que la educación y el medio ambiente


ejercen en la formación de la Personalidad, la herencia es el aspec-
to que definitivamente determina las características psicológicas de la
Personalidad humana.

La herencia es el vehículo del karma o Ley del Destino. Aquí no se


trata de creer o de no creer, lo que necesitarnos es analizar y explorar
profundamente los distintos trasfondos de la mente. Aquello de que si
creo y de no creo es propio de gente ignorante. Los gnósticos somos
matemáticos en la investigación científica y exigentes en el análisis y
en la expresión.

La muerte es una resta. Terminada la operación aritmética, sólo


quedan los valores que continúan. Esos valores constituyen el Yo psi-
cológico, el Mí mismo, el Ego que se reencarna para satisfacer sus
deseos frustrados, y para continuar con otra Personalidad.

El Yo es un manojo de recuerdos, pasiones, deseos, odios, violen-


cias, lujurias, codicias, etc. El Yo son los valores energéticos del hom-
bre. Esos valores energéticos son anteriores a la célula seminal primi-
tiva. Si examinamos los estados intra-atómicos e interatómicos de la
célula seminal primitiva, sólo encontramos electricidad y magnetismo.
No estamos sentando dogmas. Si fraccionarnos el átomo de la célu-
la seminal primitiva liberamos energía, porque según la física atómica
cada átomo es un exponente de energías.

Si un clarividente científico analizara esas energías liberadas de los


átomos de la célula primitiva, hallaría entonces el Ego re-encarnante
(los valores). Los factores de la herencia están en los mismos genes. La
palabra “Gene” deviene de la raíz griega de la cual nacen las palabras
génesis, generar, género, etc. Estos genes están dentro de los cromo-
somas.

La herencia es el vehículo del Némesis de la vida. La herencia es


el resultado del karma (Ley de acción y consecuencia). “Con la vara
que midiereis seréis medido”. “Tal acción tal consecuencia”. Ésa es la

-19-
Ley. En la herencia llevamos el resultado de nuestras malas o buenas
acciones de la pasada existencia. Hablando axiomáticamente diremos:
“Las buenas o malas acciones son la causa causorum de la herencia”.
Este axioma sólo se comprende cuando entendemos la Ley del Eterno
Retorno de todas las cosas y la Ley del Némesis (Karma).
(Tema que estudiaremos con detenimiento en próximas lecciones)

En el subconsciente llevamos la herencia... El Ego o Yo psicológico


constituye la herencia que, como hemos dicho, influirá determinante-
mente en la formación de la Personalidad humana.

La Psicología Revolucionaria del Movimiento Gnóstico, en forma


clara y precisa hace una distinción de fondo entre el Ego y la Esencia.

Durante los 3 ó 4 primeros años


de vida, sólo se manifiesta en el
niño la belleza de la Esencia; enton-
ces el niño es tierno, dulce, hermo-
so en todos sus aspectos psicoló-
gicos. Cuando el Ego comienza a
controlar la tierna Personalidad del
niño, toda esa belleza de la Esencia
va desapareciendo y en su lugar
afloran entonces los defectos pro-
pios de todo ser humano.

Así como debemos hacer dis-


tinción entre Ego y Esencia, tam-
b i én es n ecesar i o d i st i ngu i r en -
tre Personali dad y Esencia. Como
ya dijimos, el ser humano nace con la Esencia, mas no nace con la
Personalidad, esta última es necesario crearla. La Personalidad nace en
la segunda etapa de la vida. En esa etapa la Esencia deja de crecer, y
lo que normalmente sucede es que la Personalidad crece y se desarro-
lla a expensas de la Esencia.

La Personalidad y la Esencia deberían desarrollarse en forma armo-


niosa y equilibrada. Lamentablemente no ocurre así. La forma de vida

-20-
anormal que lleva la humanidad, hace que se produzca un desequilibrio
en el desarrollo entre la Esencia y la Personalidad. En la práctica se
puede verificar que cuando la Personalidad se desarrolla exagerada-
mente a expensas de la Esencia, el resultado es el “bribón intelectual”.
La observación y la experiencia de muchos años permiten comprender
que cuando la Esencia se desarrolla totalmente sin atender en lo más
mínimo el cultivo armonioso de la Personalidad, el resultado es el “mís-
tico sin intelecto”, sin personalidad, noble de corazón pero inadaptado,
incapaz… El desarrollo armonioso de Personalidad y Esencia da por
resultado hombres y mujeres geniales.

En la Esencia tenemos todo lo que es prop io, en la Personalidad


todo lo que es prestado. En la Esencia tenemos nuestras cualidades
innatas; en la Personalidad tenemos el ejemplo de nuestros mayores,
lo que hemos aprendido en el hogar, en la escuela, en la calle; todo el
bagaje de ideas que hemos adquirido en los libros, el teatro, la televi-
sión, etc.

Es urgente que los ni-


ños reciban alimento para
la Esencia y alimento para
la Personalidad. La Esencia
se al i menta con ter n u ra,
c a r i ñ o s i n l ím i tes, a m o r,
música, flores, belleza, ar-
monía, sab i duría, etc. L a
Personalidad debe alimen-
tarse con el buen ejemplo
de nuestros mayores, con
la sab ia enseñanza de la
escuela, con los correctos valores para la convivencia, etc. La calidad
de la Personalidad humana depende exclusivamente del tipo de mate-
rial psicológico con el cual fue creada y alimentada.

Alrededor de la Personalidad, la Esencia y el Ego existe entre los


estudiantes de psicología mucha confusión. Algunos confunden a la
Personalidad con la Esencia y otros confunden al Ego o Yo con la
Esencia.

-21-
Son muchas las Escuelas pseudo-esotéricas o pseudo-ocultistas que
tienen como meta de sus estudios la “vida impersonal”. Es necesario
aclarar que no es la Personalidad lo que tenemos que disolver. Es ur-
gente saber que necesitamos desintegrar el Ego, el Mí mismo, el Yo,
reducirlo a polvareda cósmica... La Personalidad es tan sólo un vehícu-
lo de acción en la vida, un vehículo que fue necesario crear, fabricar.

En el mundo existen “Calígulas”, “Atilas”, “Hitleres”, etc. Todo tipo de


Personalidad, por perversa que haya sido, puede transformarse radical-
mente cuando el Ego o Yo se disuelve totalmente.

Esto de la disolución del Ego confunde y molesta a muchos pseu-


do-esoteristas. Estos están convencidos de que el Ego es divino; ellos
creen que el Ego es el mismo SER, la Mónada Divina, etc. Es necesario,
es urgente, es inaplazable comprender que el Ego nada tiene de divino.
El Ego o Yo es el Satán de la Biblia (Satán significa “enemigo” o “adver-
sario”)…

Muchos afirman en forma estúpida que en nosotros existe un Yo


Superior y un Yo Inferior. Nosotros decimos que superior e inferior son
siempre dos secciones de una misma cosa. Yo Superior, Yo Inferior, son
dos secciones del mismo Ego.

El SER divinal, la Mónada, el Íntimo nada tiene que ver con ninguna
forma del Yo. El SER es el SER, y eso es todo. La Razón de ser del SER,
es el mismo SER.

La Personalidad en sí misma sólo es un vehículo y nada más. Lo


importante es quien conduce ese vehículo. A través de la Personalidad
puede manifestarse el Ego o el SER (la Esencia), todo depende de no-
sotros mismos. Es urgente disolver el Yo, el Ego, para que sólo se mani-
fieste a través de nuestra Personalidad la Esencia psicológica de nues-
tro verdadero SER.

Un perfecto equilibrio entre Personalidad y Esencia, un desarrollo


armonioso del Pensamiento, Emoción y Movimiento, y una Ética revo-
lucionaria, constituyen los basamentos de la Educación Fundamental.

-22-
PRÁCTICA RECOMENDADA

E s i m p or tante q ue cont i n ú e p rac t ican do a d iar i o la I N T I M A


RECORDACIÓN DE SÍ MISMO. Le recomendamos que durante el día
siga con sus intentos de práctica de la CLAVE SOL. Es muy interesante
detenerse como mínimo una vez al día, para sentarse cómodamente
por unos 5 ó 10 minutos, relajar todas las tensiones musculares comple-
tamente, y en el silencio de la relajación permanecer RECORDÁNDOSE
A SÍ MISMO de instante en instante, de forma permanente.

En ese silencio interior en el que usted es consciente de sí mimo,


aproveche para OBSERVAR su mundo interior de pensamientos y
sentimientos. Como le enseñaremos en la próxima lección, la AUTO-
OBSERVACIÓN PSICOLÓGICA es fundamental para conocer lo que
es el Ego, la Esencia y la Personalidad. La AUTO-OBSERVACIÓN
PSICOLÓGICA es la ciencia que nos permite alcanzar el conocimiento
de sí mismos.

-23-
LIBRO RECOMENDADO

A partir de esta lección le iremos indican-


do algunos libros del maestro Samael, que
serán importante estudiarlos para que usted
comprenda mejor muchas de las ideas impar-
tidas en pasadas y en posteriores lecciones.

Hoy le recomendamos el libro TRATADO


DE PSICOLOGÍA REVOLUCIONARIA.

-24-

También podría gustarte