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J. Alberto García Historia de España 2º Bach.

Bloque 5. Tema 1.
CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA
INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN
LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.

INTRODUCCIÓN
El desarrollo del tema que a partir de ahora abordaremos, se halla inmerso en el
reinado de Carlos IV (1788-1808), Fernando VII (1808) y José I (1808-1813), época de
profunda crisis que supondrá el principio del fin del Antiguo Régimen y que
desembocará en la Guerra de la Independencia (1808-1814) y punto de partida de
un proceso que culminará, veinte años más tarde, con la revolución liberal. Durante la
Guerra contra los franceses, el pueblo español adquirió conciencia de su entidad
nacional y de su soberanía. Las ideas liberales penetraron con fuerza y el país vivió su
primera experiencia constitucional.

CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA CRISIS DE 1808


El reinado de Carlos IV va a tener unos perfiles políticos muy diferentes a los de su
padre Carlos III, que se habían caracterizado por una firme voluntad y actividad
reformista permitiendo la apertura a las ideas ilustradas. La quiebra de este modelo
político se producirá en 1789, meses después de acceder al trono Carlos IV, cuando
estalle en Francia la Revolución, naciendo un nuevo concepto de Estado, con un nuevo
concepto de soberanía (residencia del poder) al hacer coincidir ésta en la nación y no en
la corona, con constituciones que limitan el poder de los reyes, con división de poderes,
elecciones y partidos.
En España la actitud frente al proceso revolucionario va a pasar por tres
momentos:
Un primer momento (1789-1792) donde el miedo al contagio revolucionario va a
rayar en la obsesión, con las drásticas medidas de Floridablanca, que encabezaba el
gobierno en el momento: cordón sanitario, censura de libros o control de extranjeros; y
el predominio de los poderes tradicionales, fundamentalmente el eclesiástico.
Un segundo momento en 1793 cuando se redoblen las medidas anteriores, centrada
en la declaración de una guerra contra Francia, tras la ejecución del rey Luis XVI por
la Convención, momento del clímax revolucionario. Sin embargo en 1795 España se ve
obligada a firmar la paz mediante el Tratado de Basilea, otorgando concesiones a
Francia (Santo Domingo y ventajas comerciales).
Un tercer momento, donde esa enemistad inicial se torna en amistad,
estableciéndose continuas alianzas con Francia en función del giro conservador
impuesto al proceso revolucionario con la reacción de Termidor y la amenaza que
suponía Inglaterra para el comercio con América, destacando el Tratado de San
Ildefonso (1796). En este contexto se encuadra la derrota de la flota hispano-francesa
frente a los ingleses en la Batalla de Trafalgar (1805). Esta amistad degenerará en un
entreguismo a la iniciativa francesa en 1807 con el Tratado de Fontainebleau (ya
con Napoleón Bonaparte gobernando Francia) un acuerdo entre Francia y España para
invadir el reino de Portugal, el cual se había aliado con Inglaterra y por el que los
ejércitos imperiales napoleónicos obtenían la autorización para introducirse en España
(Convención secreta anexa).

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A finales de 1807, la situación de España a comienzos del siglo XIX es muy


complicada. Esta política de vaivenes supondrá un altísimo coste económico, centrado
en una auténtica bancarrota de la Hacienda, a causa del descontrol en el gasto y,
sobre todo, del endeudamiento originado por las sucesivas guerras desde 1776; si a esto
le sumamos la crisis demográfica de principios de siglo, la crisis agraria planteada
tras sucesivos años de malas cosechas agravadas por el bloqueo contra Inglaterra y las
dificultades en mantener el comercio con América nos conducirán a una situación
interna de España caótica.
La indignación de todos los grupos sociales se dirige contra Manuel Godoy,
favorito y primer ministro de Carlos IV y María Luisa, pero también contra los reyes,
por mantenerle al frente del gobierno. La oposición se fue concentrando en torno al
príncipe Fernando, apartado del gobierno por Godoy. El propio Fernando no duda en
conspirar contra sus padres para acabar con el favorito. Sus partidarios, entre los cuales
estaban algunos aristócratas y miembros del clero, supieron propagar una imagen
positiva del príncipe y presentarle ante el pueblo como único salvador posible del país.
En 1807 es descubierta una conspiración de Fernando y su camarilla para destronar a
sus padres. En el denominado “Proceso del Escorial”, Fernando obtuvo el perdón, no
sin antes delatar a sus partidarios, que fueron desterrados.
Además, pronto se vio que la entrada de tropas francesas para invadir Portugal,
acordada por el Tratado de Fontainebleau, iba unida a la ocupación de España, entrando
en las principales ciudades (1808) sin encontrar resistencia.
La evidencia de la ocupación provocó el 18 de marzo un Motín en Aranjuez
contra Carlos IV. Los amotinados consiguieron que Godoy fuera depuesto y detenido,
acusado de querer huir con los reyes a América, y que el monarca abdicara, cediendo la
corona a su hijo, Fernando VII. Ante la crisis, Napoleón aprovechó su posición de
fuerza y citó al padre (Carlos IV) y al hijo (Fernando VII) en Bayona (territorio francés)
y el resultado fue la abdicación de los dos a favor del emperador. Napoleón nombró
entonces rey de España a su hermano José Bonaparte (José I) y convocó Cortes en
Bayona que aprobaron el Estatuto Real de Bayona, una carta otorgada de corte liberal
con el que pretendía ganarse el apoyo de los sectores más progresistas de España.
En España, los franceses se vieron apoyados por un grupo de ilustrados
españoles, también denominados afrancesados, provenientes en su mayoría del
despotismo ilustrado, que veían con buenos ojos el programa reformista de José I y
apostaban por un poder fuerte para modernizar el país, sin riesgo de excesos
revolucionarios.
Sin embargo, la nueva situación política no llegó a consolidarse. El 2 de mayo
de 1808, ante la noticia de la salida de la capital de la familia real y la pasividad de las
autoridades, se produjo un alzamiento popular en Madrid, que fue duramente reprimido
por las tropas francesas del general Murat. La brutalidad de los enfrentamientos del
pueblo contrasta con la pasividad, la actitud expectativa y la complicidad de los órganos
de gobierno y de las clases dirigentes. Destaca la postura de Fernando que desde
Valençay, donde se encontraba cautivo, felicita al emperador por sus triunfos sobre los
españoles, mientras que su pueblo sufre duros ataques.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
En todo el territorio español se organizaron movimientos populares y se
constituyeron Juntas Provinciales de Defensa Nacional, organismos revolucionarios
que surgieron espontáneamente y asumieron la soberanía para defender la
independencia del país frente a los franceses, contando con la ayuda militar y
económica en el exterior de Inglaterra. De forma paralela, una parte del ejército se

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reorganizó, y muchos oficiales y civiles formaron partidas guerrilleras. Se inicia así la


Guerra de la Independencia.
La mayoría de la población, salvo los afrancesados, formó parte del bloque
patriótico, que se opuso a la invasión, aunque este bando agrupaba posiciones muy
diferentes:
 los nobles y el clero deseaban la vuelta del absolutismo y rechazaban todo
cambio social;
 los ilustrados creían que la vuelta de Fernando VII permitiría llevar a cabo
un nuevo despotismo ilustrado;
 finalmente, los liberales veían en la guerra la oportunidad de desarrollar el
sistema político liberal, con una constitución como norma suprema.
El carácter de la guerra fue doble. Por una parte fue una guerra nacional, ya que
participaba el pueblo entero en armas y su forma de lucha fue la guerrilla. Por otra parte,
fue una guerra de liberación frente al dominio francés.

Fases de la Guerra (1808-1814):


Primera fase:
Durante los meses iniciales de la guerra, la relación de fuerzas era muy desigual.
Frente a un ejército francés amplio e invencible, se encontraban los restos del ejército
español, con el apoyo de unidades inglesas y los restos del ejército portugués. El mando
francés jamás pensó que la invasión fuera a encontrar una resistencia seria. Cuando ésta
se organizó y surgió la acción de la guerrilla, los generales franceses no supieron
reaccionar, y acabaron actuando por su cuenta.
Los primeros movimientos franceses se encaminaron a sofocar los
levantamientos urbanos surgidos por todo el país, destacando la resistencia de
Zaragoza, organizada por el general Palafox. Pero el curso de los acontecimientos
experimentó un brusco vuelco cuando, el 19 de julio, las tropas napoleónicas sufren una
humillante derrota en la batalla de Bailén. El impacto internacional fue enorme, ya que
era la primera vez que un ejército napoleónico era derrotado en campo abierto. José
Bonaparte, que había llegado a Madrid en medio de una fría acogida, hubo de
abandonar la capital. En Agosto, el general Verdier se veía obligado a abandonar el sitio
de Zaragoza. El 30 de agosto, las tropas inglesas vencen a las francesas en Lisboa.
Segunda fase.
Fue entonces cuando Napoleón decidió intervenir personalmente. Al frente de
su tropa de élite, la Grand Armée, atravesó los Pirineos, ocupó Burgos y el 4 de
diciembre de 1808 rindió Madrid.
Napoleón tuvo cuidado en evitar nuevas humillaciones al pueblo de Madrid
(aceptó garantizar vidas y bienes de los vecinos, además de asegurar la exclusividad de
la religión católica). Además, comenzó a dictar órdenes y decretos para acelerar las
reformas sociales y económicas, para reparar los daños que ocasionaba la guerra y
presentarse como un benefactor. Tras asegurar Madrid, Napoleón prosiguió su
campaña en enero marchando hacia el Norte, llegando a Galicia, donde los ingleses
fueron derrotados y obligados a embarcar hacia Portugal. Mientras, Zaragoza sufría su
segundo asedio, cayendo finalmente en manos francesas el día 21 de febrero de 1809,
completamente arrasada.
Por entonces Napoleón ya había abandonado precipitadamente España, ante el
inminente estallido de una nueva guerra en Austria. Pese a sus éxitos, el Emperador no
había terminado la conquista. La mayor parte del territorio no estaba efectivamente
dominado por los franceses.
Tercera fase.

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En 1809 los franceses consiguieron avanzar hacia el sur. En 1810 ultimaron la


conquista de Andalucía. Sólo Cádiz pudo resistir, abastecida desde el mar por los
ingleses.
Pero las tropas francesas estaban lejos de haber vencido. Quedaban unidades del
ejército español, se había organizado un gobierno de guerra, la Junta Suprema
Central, y la voluntad de resistencia permanecía. Se inició entonces una guerra de
desgaste, caracterizada por la imposibilidad de que las tropas francesas controlaran
efectivamente el territorio y por la lucha cada vez más efectiva de las guerrillas (forma
típica de resistencia civil)
Las guerrillas aparecieron como unidades de paisanos armados con el objetivo
de mantener en constante amenaza a los franceses. A ellas no sólo se unen civiles, sino
numerosos delincuentes y también soldados de unidades del ejército dispersadas por los
franceses. Sus mandos surgen del pueblo. En 1810 fueron reglamentadas por la Junta
Central como unidades legales, y al final de la guerra se habían convertido ya en
auténticas divisiones La importancia de la guerrilla radicaba en su peculiar táctica. Los
guerrilleros rehuían la batalla frontal, en la que se sabían inferiores, y optaban por
golpear mediante emboscadas a fuerzas reducidas del enemigo. Vivían sobre el terreno
con el apoyo de la población civil. Sus objetivos eran las líneas de comunicación, la
retaguardia, los abastecimientos y los convoyes de armas. Su efecto sobre el ejército
francés era doble: por un lado, minaba la moral de los soldados; por otro, obligaba a
mantener un elevado número de hombres dedicados a misiones de escolta, vigilancia y
retaguardia, lo que mermaba a las tropas dedicadas a la guerra tradicional. Como
conclusión, puede afirmarse que la guerrilla, término español que se ha extendido a
todos los idiomas, fue decisiva para la derrota francesa.

Cuarta fase.
A partir de 1811 la guerra cambia de rumbo y comienza el declive francés. En
marzo, los franceses abandonaron Portugal tras ser derrotados, y meses después, las
tropas españolas, apoyadas por la guerrilla y por el ejército británico al mando del
general inglés Wellington, avanzaron por el sur y reconquistaron Badajoz. En la
primavera de 1812, Napoleón tomó la decisión de atacar Rusia, retirando a las
mejores unidades que tenía en España para enviarlos al este de Europa, lo que sería
decisivo para su derrota final. La batalla de Los Arapiles (Salamanca), abrió el camino
hacia Madrid a las tropas inglesas.
Tras el desastre de Rusia, Napoleón retiró más hombres para asegurar la defensa
de Francia, dejando a las fuerzas hispanobritánicas en superioridad. En mayo de 1813,
Wellington enprendió la ofensiva final, días después José I abandonó definitivamente
Madrid y, en junio, la batalla de Vitoria consumó la derrota francesa. El 11 de
diciembre de ese mismo año, Napoleón firma el Tratado de Valençay, por el que
restituía la Corona de España a Fernando VII. El 8 de abril, tras un último
enfrentamiento en Toulouse, se firmó el armisticio. La Guerra habóia terminado, pero
con gravísimas consecuencias.

Consecuencias de la Guerra

La guerra contra las tropas invasoras francesas dirigidas por Napoleón conllevan
consecuencias sociales, económicas y políticas de diversa magnitud.
 La guerra supuso un enorme colapso demográfico. A las bajas producidas por el
combate hay que añadir las debidas a las epidemias y a las hambrunas, sin olvidar

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el exilio de los miles de afrancesados españoles. El crecimiento de la población


española será uno de los más bajos del continente europeo durante el siglo XIX.
 Los daños materiales no fueron menores. Ciudades arrasadas, edificios y
monumentos artísticos destruidos, junto a un importante expolio de obras de arte,
solo devueltas parcialmente tras la guerra.
 Respecto a los daños económicos, la industria textil catalana perdió el ritmo de
progresión de los años anteriores al conflicto, y lo que es más grave, el mercado
colonial. Además, la destrucción total durante seis años, provocó grandes pérdidas
en Agricultura, un colapso del comercio y la Hacienda entró en bancarrota. Muchos
historiadores ven la guerra de la independencia como una causa del fracaso de la
revolución industrial.
 En cuanto a las repercusiones políticas, la guerra fue decisiva para la derrota
internacional de Napoleón, aunque España queda definitivamente en la segunda
fila internacional y apenas intervendrá en las decisiones del Congreso de Viena.
 Otra consecuencia política fue la emancipación de las colonias americanas,
aprovechando el momento de desconcierto político reinante en España. A lo que
hay que añadir la pérdida del monopolio sobre los productos coloniales.

Paralelo a la guerra va a tener lugar el COMIENZO DE LA REVOLUCIÓN


LIBERAL
Ante la situación creada por la abdicación borbónica (abril 1808), se produce
un vacío de poder real, en el momento que una parte importante del país se rebela
contra los franceses. Aunque la cesión de la soberanía por Carlos IV y Fernando VII a
Napoleón es jurídicamente irreprochable, los españoles lo ven como una imposición, y
reclaman a las instituciones del Antiguo Régimen que asuman la soberanía en ausencia
del Rey. Pero el Consejo de Castilla y la Junta de Gobierno, que ejercían el poder tras la
marcha de la familia real a Bayona, acataron la decisión de los reyes y se pusieron bajo
la autoridad de José Bonaparte.
Fue entonces tras el levantamiento de mayo de 1808, cuando los españoles
asumieron la soberanía nacional, formando sus propios órganos de gobierno, Las
Juntas Provinciales de Defensa Nacional (a las que anteriormente hemos hecho
referencia), rompiendo así con el Antiguo Régimen, aunque esa ruptura va a estar
controlada por la nobleza y el clero (pilares del Antiguo Régimen), actuando como
freno a la revolución.
Las Juntas Provinciales son movimientos populares espontáneos, pero que
buscan a la nobleza y al clero para ser dirigidos; proclamando:
 la independencia española frente a Francia,
 la liberación y el retorno del Rey,
 la defensa de la monarquía y la religión,
 al tiempo que abogaba por la necesidad de llevar a cabo reformas.

Las Juntas Provinciales pronto cederán parte de su poder a la Junta Suprema


Central, que se va a convertir en el órgano supremo del país, en el gobierno de la
nación, integrada por representantes de todas las Juntas Provinciales, asumiendo para
sí el ejercicio de la soberanía en ausencia del rey español. Aunque en principio en la
Junta predominaban las posiciones conservadoras, poco a poco fue aumentando la
influencia de sectores más reformistas (liberales). Así, su cometido fue triple:
- gobernar el país.
- dirigir la resistencia militar contra los franceses

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- y convocar una reunión extraordinaria a Cortes de los representantes de la


nación. Esta iniciativa fue revolucionaria, ya que su convocatoria correspondía
exclusivamente a la Corona.

LAS CORTES DE CÁDIZ


La Junta Central en 1810, dividida por cómo debía de llevarse a cabo
determinadas cuestiones de gobierno, y aislada tras el asedio de los franceses a Cádiz
decidió autodisolverse y entregó el gobierno a un Consejo de Regencia compuesto por
cinco miembros, que, aunque no tenían el más mínimo interés en la celebración de las
Cortes, se vio obligado a ello por la fuerte reacción que generó su actitud. El 24 de
septiembre de 1810 se reúnen por primera vez las Cortes en Cádiz y ese mismo día,
el Consejo de Regencia entregaba toda la autoridad a las Cortes, consumando así el
proceso revolucionario.
Las Cortes estaban formadas por unos 300 diputados. Mientras el clero viene a
suponer un tercio de la totalidad, las clases populares brillan por su ausencia, aunque
son estos los que se encuentran al frente de la lucha contra los franceses.
Desde el primer momento en el que se iniciaron las sesiones aparecieron dos
actitudes claramente contrapuestas: una minoría liberal que aportaba por las reformas
y una clara mayoría contraria a estas reformas (los serviles). Ahora bien, ¿Cómo
consiguió la minoría liberal arrastrar hacia las reformas a los votos de una mayoría
fundamentalmente retrógrada?
En primer lugar el contexto de una ciudad sitiada, con la indudable algarabía, la
presencia popular en las sesiones, la prensa, las tertulias. Pero hay que tener en
cuenta también, la propensión de los serviles, mayoritariamente eclesiásticos, a
otorgar ciertas concesiones, especialmente si con ello hacían disminuir el regalismo o
control de los asuntos eclesiásticos por parte del Estado; y sobre todo, si al mismo
tiempo permitían alguna contrapartida de parte de los liberales, respecto de la
conservación de sus privilegios eclesiásticos. Así pues lo que se establece es una
componenda de fuerzas en las que unos y otros darán concesiones a cambio de alguna
contrapartida. Por ejemplo se sacrifica la libertad religiosa: “la religión de la Nación
española es y será perpetuamente católica, apostólica y romana la única y verdadera”, a
cambio de incluir otros derechos individuales.
Las Cortes primeramente proclamaron a Fernando VII, a quién se consideraba
secuestrado, como legítimo rey. A partir de ese momento se planteó como objetivos
principales reformar profunda y estructuralmente las instituciones políticas,
económicas y jurídicas españolas y redactar una Constitución.
El primero de estos objetivos se llevó a cabo mediante una serie de decretos y
leyes. Destacando por su mayor transcendencia:
 La abolición del régimen jurisdiccional (agosto de 1811). Se eliminaron los
derechos jurisdiccionales, pero en la práctica las tierras a ellas sujetas se
convertían en propiedad privada de los señores, al no definirse con claridad qué
pagos quedaban abolidos y cuáles no. Los señores salieron ganando, pues no
hubieran podido demostrar su propiedad de esas tierras, y sin embargo sí
sustituyeron los derechos señoriales por rentas sobre la tierra. También quedó
extinguida la Mesta.
 La desamortización de bienes de propios y baldíos (enero de 1813). Su
objetivo era amortizar deuda y recompensar a los militares retirados. No llegó a
ser aplicada.

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 La eliminación de los mayorazgos, al declararse la propiedad libre y sólo


atribuible a particulares. Fueron suprimidos los gremios al tiempo que se
establecía la libertad de trabajo, de producción, de contratación y de comercio.
 La aprobación una abundante legislación religiosa, que buscaba una reforma de
la Iglesia que permitiera un reparto más justo de sus rentas, mejorar la
instrucción del clero y hacer más eficaz la administración eclesial. Se
expropiaron bienes de obras pías y órdenes religiosas y se eliminó la
Inquisición. Estas medidas se llevaron a cabo no sin conflictos con parte del
clero.
La mayor parte de estas disposiciones fueron derogadas en 1814, al restablecer
Fernando VII el absolutismo.

LA CONSTITUCIÓN DE 1812
Ya en la sesión inaugural de las Cortes, los diputados proclamaron que
representaban la soberanía nacional y emprendieron la elaboración de una Constitución
como tarea fundamental.
De forma genérica la definimos como el texto jurídico fundamental de un
Estado, cuyo articulado constituye (de ahí el nombre) el fundamento de todas las demás
leyes de dicho Estado. La Constitución establece el sistema político, las formas de
gobierno, la estructura y funciones de las instituciones del Estado y el conjunto de
deberes y derechos de los ciudadanos. En síntesis, en las constituciones se encuentran
recogidas las formas en que un Estado soberano administra su poder, los límites que
deben establecerse para el ejercicio del poder y los mecanismos de participación
ciudadana en el conjunto de la vida pública de ese Estado.
Tras año y medio de debates, el 19 de marzo de 1812 quedaba aprobada la
primera Carta Magna de la historia de España. La Constitución de 1812 es un texto
jurídico de gran extensión, con 348 artículos, y minucioso, pues temieron que las leyes
posteriores anularan la eficacia de los cambios. Especial cuidado pusieron con la
formulación de los derechos del individuo, capítulo esencial de la ideología liberal y
principal ruptura con el Antiguo Régimen.
El principio básico de esta constitución será la soberanía nacional (art. 3),
entendida como el conjunto de los ciudadanos, sin distinción de estamentos y que se
expresa a través de las Cortes formadas por representantes de la Nación. Este concepto
de soberanía sigue las ideas de la Revolución francesa y de la Independencia de
EE.UU., siendo la base de toda la reforma liberal del Estado.
Fruto del compromiso entre liberales y absolutistas, los primeros aceptan incluir
en la Carta Magna la confesionalidad del Estado y la exclusividad de la religión
católica (petición central de los absolutistas).
Los derechos individuales que recoge la Constitución son, en muchos casos,
similares a los recogidos en el Estatuto Real de Bayona. A lo largo del texto
constitucional se recogen diversos derechos, pero no muy elaborados: igualdad
jurídica, inviolabilidad del domicilio, libertad de imprenta, sufragio, etc.
La estructura del Estado corresponde a la de una monarquía limitada, basada
en una división estricta de poderes:
 El poder legislativo reside en “las Cortes con el Rey”. Las leyes las hacen las
Cortes, y el rey las promulga y sanciona, pero también dispone de veto. Se
establece que las Cortes son unicamerales y elegidas por sufragio universal
masculino indirecto de los mayores de 25 años. Sólo pueden ser diputados
quienes posean un determinado nivel de renta (elegibilidad censitaria). Las
Cortes se reúnen anualmente y ante el peligro de que el rey no las convoque o

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las suspendiera se crea una institución original: la Diputación Permanente,


integrada por 7 diputados elegidos con la misión de velar el cumplimiento de la
Constitución.
 El poder ejecutivo lo ejerce el rey, que nombra libremente a sus secretarios.
Estos responden en teoría ante las Cortes, pero no pueden ser cesados por ellas.
Sin embargo, se recogían hasta doce limitaciones del poder real (el monarca no
podía suspender o disolver las Cortes, abdicar o abandonar el país sin permiso de
ellas, llevar una política exterior no supervisada por la cámara, contraer
matrimonio sin su permiso o imponer tributos).
 En poder judicial corresponde a los tribunales, y se reconocen dos fueros
especiales: el militar y el eclesiástico. La administración de Justicia se
independiza y la Constitución prohíbe expresamente la intervención de las
Cortes o del Rey.

Además, se establece también un ejército permanente bajo la autoridad de las


Cortes, y una milicia nacional, con los objetivos de reforzar el Ejército en caso de
guerra y de servir de cuerpo de defensa del Estado liberal.
Respecto a la administración provincial y local, los regidores (alcaldes) serán
elegidos por los vecinos y los jefes políticos los nombrará el gobierno central. Además,
el país se divide en provincias, aunque sin determinar el número de ellas.
En definitiva, la Constitución de 1812 estableció una monarquía liberal y
parlamentaria basada en los principios de la soberanía nacional y de la separación de
poderes. Esta Constitución sólo estuvo vigente desde 1812 a 1814, fecha en la que
Fernando VII restableció el absolutismo, y entre 1820 y 1823, durante el Trienio
Liberal, breve periodo liberal en el reinado absolutista del monarca citado. Sin embargo,
representó el primer intento serio de racionalizar el Estado y el ejercicio del poder sobre
la base de los principios liberales, por lo que se convirtió en la referencia obligada y
permanente de todo el liberalismo posterior.

CONCLUSIÓN
En definitiva, hemos podido observar, que gracias a la lejanía del rey Fernando
VII (prisionero en Francia), la burguesía va a aprovechar el momento de debilidad del
Antiguo Régimen para afianzarse en Cádiz con la promulgación de una Constitución el
19 de marzo de 1812 (popularmente conocida como “La Pepa”). Esta constitución es
de carácter claramente liberal y se basaba en un régimen de soberanía nacional con un
rey al frente, o sea, era una monarquía constitucional. La iglesia se seguía manteniendo
como una fuerza política a tener en cuenta. Sin embargo el fin de la guerra con el
Tratado de Valençay (11 de noviembre de 1813) por el que la corona española era
restaurada en la persona de Fernando supuso un viraje hacia la situación política
anterior, restaurándose la monarquía absoluta en España.
En España la Constitución no fue aceptada por Fernando VII y perdió su
vigencia en 1814. La obra de Cádiz quedaba en suspenso; sin embargo, en el fondo,
seguiría siendo el motor histórico fundamental de la historia española durante buena
parte del siglo. De hecho, el pronunciamiento de Riego en 1820, volvió a ponerla en
vigor durante un breve período de tres años, y más tarde en 1836, el motín de los
sargentos de San Ildefonso, volverá a invocarla, pero fue reformada y sustituida por la
de 1837. No obstante, el texto constitucional de Cádiz, al simbolizar un equilibrio entre
fe religiosa y espíritu revolucionario, fue objeto de especial atención en Europa y
América, donde sirvió de soporte prácticamente íntegro para Cartas
Constitucionales de Italia, Portugal y numerosos países hispanoamericanos.

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ESQUEMA

Bloque 5. Tema 1.
CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA
INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN
LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.

INTRODUCCIÓN

LA CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA


 Reinado de Carlos IV.
 Consecuencias de la Revolución Francesa.
 Relaciones España-Francia.
o Floridablanca y el cordón sanitario.
o Guerra 1793- Tratado de Basilea 1795.
o Amistad: San Ildefonso (1796), Trafalgar (1805), Tratado de
Fontainebleau (1807).
 Crisis de 1808.
o Dificultades económicas.
o Oposición a Carlos IV y Godoy.
o Motín de Aranjuez.
o Abdicaciones de Bayona.
o Levantamiento del 2 de mayo de 1808.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
 Organización de los bandos.
 Fases de la Guerra
o 1ª→ Relación desigual de fuerzas. Resistencia de Zaragoza.
Bailén y su influencia.
o 2ª→ Hegemonía napoleónica. Avance pero sin dominio.
o 3ª→ Junta Suprema Central. Guerrilla.
o 4ª→ Retirada progresiva. Rusia. Arapiles. Vitoria, Valençay.
 Consecuencias.

COMIENZO DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL


 Junta Provincial de Defensa Nacional. Objetivos.
 Junta Suprema Central. Cometido.

LAS CORTES DE CÁDIZ


 Consejo de Regencia.
 Cortes de Cádiz
o Composición
o Ideologías
o Objetivos
o Decretos y leyes

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LA CONSTITUCIÓN DE 1812
 Rasgos básicos.
 Soberanía nacional
 Confesionalidad católica
 Derechos individuales.
 Estructura del Estado.
 Defensa
 Administración provincial y local.
 Vigencia

CONCLUSIÓN

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