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El Cinep desde sus orígenes ha sustentado sus propuestas investigativas con acumulados de bases
de datos y fuentes empíricas que respaldan sus análisis. Dichos acumulados de información, que
inicialmente estuvieron ligados a las necesidades particulares de los proyectos, con el trascurrir de
los años se convirtieron en fuentes de información muy importantes en temas sociales. En el año
1998 se estructuraron en una propuesta de Sistema de Información General (SIG), con el objetivo
de tener un sistema relacional de las diversas temáticas acumuladas y con un manejo institucional
y administrativo de la información.
Todos los componentes del SIG están sustentados en un planteamiento conceptual riguroso
basado en los procesos de construcción teórica de las investigaciones del Cinep. Además, las bases
de datos del SIG no sólo cuentan con marcos metodológicos estructurados que orientan el
seguimiento y la construcción de la información, sino con la tecnología más adecuada y
actualizada para cumplir con esos procesos. Simultáneamente el SIG promueve procesos de
interlocución permanentes con especialistas, grupos sociales y academia para revisar,
retroalimentar y confrontar el planteamiento conceptual, los marcos metodológicos y el
seguimiento y análisis de la información.
La Base de datos de luchas sociales del Cinep recopila tres bases de datos (luchas laborales, luchas
campesinas e indígenas y luchas cívicas) que se crearon en el marco de los objetivos investigativos
y educativos de diferentes proyectos de la institución. Los datos cubren desde el año 1975 hasta la
actualidad.
Así, la base de datos de luchas sociales recopila información histórica sobre las luchas
protagonizadas por pobladores urbanos, campesinos, indígenas, estudiantes, mujeres, sector
LGBT, víctimas del conflicto interno, reclusos, gremios y trabajadores independientes
fundamentada en el Archivo de prensa del Cinep, diferentes medios de comunicación, entrevistas
y reportes de organizaciones. Además, contiene información sobre la ubicación espacio-temporal
de las acciones, actores, modalidades de lucha, motivos, convocantes y adversarios.
Para la construcción de la base de datos de luchas sociales se parte de dos definiciones cruciales:
los movimientos sociales y la lucha social.
Los movimientos sociales comprenden todas las acciones sociales colectivas de cierta permanencia
que se orientan a enfrentar injusticias, desigualdades o exclusiones, pero que no se limitan a la
resistencia sino que hacen propuestas.
Por su parte la lucha social (que es la categoría central para capturar la información de la base de
datos) es el conjunto de acciones sociales de más de diez personas que expresan intencionalmente
demandas o que presionan soluciones ante el Estado en sus diversos niveles, entidades privadas o
individuos, para enfrentar injusticias, exclusiones o desigualdades. Es claro que no todo
movimiento social se hace visible por medio de la protesta, como tampoco toda protesta
necesariamente genera movimiento social.
Además, la construcción de la Base de datos de luchas sociales parte del concepto de visibilidad. Es
decir, cualquier huella que han dejado los actores sociales en las fuentes consultadas. Por lo tanto,
implica tanto la voluntad de los actores de hacer pública su protesta como la forma en que los
otros, incluidos los medios de prensa consultados, percibieron ese acto. Esto ofrece algunos
sesgos como, por ejemplo, que la gran prensa sistemáticamente invisibiliza actores como las
mujeres o asigna el epíteto de subversiva a la protesta social. Muchas veces, más por temor que
por simpatía, registra formas de lucha impactantes como un paro o un bloqueo de vías, mientras
descuida otras de menos resonancia como una marcha pacífica. Por eso se busca balancear esta
información con los limitados registros de los actores y con el recurso a la fuente oral.
Categorías
Ámbito de la protesta
Se refiere a la pretensión de cobertura geopolítica de cada acción social colectiva y en la base se
distinguen siete niveles:
Motivos
Ante todo esta es una variable que intenta medir la percepción que los actores tienen en torno a
las causas del conflicto social. Como normalmente hay más de un motivo en las acciones sociales
colectivas, con el fin de evitar duplicación de los registros, escogemos el primero que se formuló
en forma explícita o que fue reproducido por la fuente consultada.
En otra columna se señalan los otros motivos por orden de formulación pública y en los “campos
memo” de cada evento se describen todas las demandas exigidas por los actores. Se han
construido categorías que engloban a más de un actor para evitar el sesgo de tener motivos
exclusivos por sector social:
Pliegos laborales: remiten a una relación salarial formal. Por lo común, incluyen reivindicaciones
como incrementos salariales, estabilidad laboral y condiciones de trabajo en general.
Tierra y vivienda: entendidas tanto en sentido productivo como de espacio para habitación.
Incluye demandas por predios rurales, territorios étnicos, suelos urbanos y vivienda en general. Se
adiciona el rechazo colectivo a los desalojos.
Servicios sociales: cubren las áreas de educación, salud, recreación, atención a población
vulnerable y seguridad ciudadana. Remite tanto a cobertura, como a calidad y costos de estos
servicios.
Incumplimientos: motivo que se refiere a las acciones sociales colectivas que invocan violación o
incumplimientos de leyes vigentes o de acuerdos fruto de previos procesos de negociación. Aquí
se incluyen retenciones salariales o despidos injustificados.
Autoridades: motivo que se refiere a demandas en torno al ejercicio de la autoridad (tanto a favor
como en contra) en los distintos ámbitos de la protesta. Hablamos de autoridades civiles,
eclesiásticas, militares y educativas (incluidos los profesores cuando ejercen autoridad). También
se cuentan demandas sobre la gestión administrativa o contra actos de corrupción.
Políticas: es una categoría amplia que recoge las luchas que se relacionan con decisiones estatales
en sus distintos ámbitos, de orden económico, fiscal, social, cultural, de guerra y paz o las
estrictamente de corte político y jurídico. Igualmente abarca la reacción colectiva ante los
desarrollos normativos y reglamentaciones o los asuntos de reordenamiento territorial. También
incluye las protestas por motivos como visitas de personajes públicos extranjeros, repercusiones
de eventos internacionales y asuntos fronterizos.
Solidaridad: son todas las acciones en apoyo explícito a luchas de otros sectores sociales en los
distintos ámbitos considerados.
Por último incluimos la categoría residual de Otros, para algunos casos, pocos, difíciles de
clasificar.
Actores sociales
Los actores participantes en las luchas sociales se definen a partir de tres criterios que se
complementan entre sí: la existencia de un conflicto social específico, la identidad que se genera
en torno a él, y la intencionalidad en la acción emprendida. Se podrían resumir en el qué, quién y
para qué de la acción social colectiva.
Pobladores urbanos: ciudadanos que reclaman bienes y servicios o se pronuncian ante decisiones
políticas en calidad de tales. Se trata de luchas adelantadas por varias clases en torno a demandas
con un claro referente territorial urbano o regional. Anteriormente se designaban “cívicos”, pero
dada la ambigüedad de esta categoría se prefirió la de “pobladores urbanos”. En la actualidad
distinguimos dos subcategorías: los que luchan por la ciudad –cercanos a los designados
“movimientos sociales urbanos”– y quienes protestan en ella pero sin buscar directamente
transformaciones urbanas.
Pobladores de fronteras urbano-rurales: aquellos actores antes llamados “regionales”, que en sus
acciones sociales colectivas tienen una referencia territorial pero en espacios de frontera entre lo
urbano y lo rural.
Campesinos: remite a los trabajadores productivos del campo que laboran directamente la tierra
de la que derivan fundamentalmente su sustento, la cual a su vez tiene un sentido simbólico y
cultural. Incorpora distintos sectores desde arrendatarios y colonos, hasta propietarios de tierra
que siguen trabajándola directamente.
Trabajadores independientes: incluimos aquí a quienes no tienen una relación salarial formal y
dependen de sus pequeños medios (de producción o distribución) para su sustento. Se consideran
profesiones como artesanos, artistas, deportistas, vendedores ambulantes, taxistas y dueños de
vehículos que los trabajan directamente.
Mujeres: son quienes adelantan acciones con el claro propósito de elevar la condición femenina o
de eliminar la opresión de género.
Reclusos: se refiere a ciudadanos privados de su libertad y como tales pueden plantear demandas
propias de su situación. Sus luchas son pocas en términos absolutos, no así en cuanto a la
población que está en esta condición.
El conflicto armado que vive el país ha exigido incorporar nuevos actores con creciente visibilidad,
tales como:
Víctimas de la violencia, dentro de las cuales se incluye la población en situación de
desplazamiento: son aquellas personas que, individual o colectivamente, han sufrido vulneración
de sus derechos, daños directos tales como lesiones transitorias o permanentes que ocasionen
algún tipo de discapacidad física, psíquica y/o sensorial, sufrimiento emocional, pérdida financiera
o hayan sido obligadas a salir de su lugar de origen por la violencia y que se trasladan a nuevos
espacios urbanos y rurales donde adquieren visibilidad, independientemente de si tienen
intención de retornar. También se considera víctima al cónyuge, compañero o compañera
permanente, y familiar en primer grado de consanguinidad de la víctima directa, cuando a esta se
le hubiere dado muerte o estuviere desaparecida.
Desmovilizados: dependiendo de los procesos de paz en curso estos grupos de reinsertados,
provenientes de organizaciones insurgentes y paramilitares, cobran creciente presencia pública.
A medida que otros actores sociales se visibilicen a través de eventos de protesta y hagan
presencia diferenciada en escenarios públicos, se irá ampliando esta clasificación para incluirlos
como nuevos actores.
Convocantes
La prensa reseña con dificultad los convocantes, pero en el proceso investigativo del equipo de
Movimientos sociales se han podido definir los siguientes tipos de organizaciones que lideran
luchas sociales:
Adversarios
Se han clasificado así: Órganos ejecutores gubernamentales de niveles nacional, departamental,
municipal, distrital, áreas metropolitanas y corporaciones autónomas regionales.
Se han clasificado así:
Apoyados en los estudios sobre movimientos sociales y atendiendo a la dinámica de las protestas
en el país se han establecido las siguientes modalidades de ejercicio de la acción social colectiva:
Paros: son aquellos ceses explícitos de toda actividad, no solamente productiva, con unidad de
propósito, mando y simultaneidad en el inicio y en el fin. En el caso obrero no hacemos la
distinción entre las huelgas (que se producen en el marco legal vigente) y paros (por fuera de él).
En ciertas condiciones estudiantiles y de trabajadores estatales, las asambleas permanentes y
operaciones “tortuga” son una modalidad de paro.
Movilizaciones: son las formas de acción social colectiva que hacen presencia temporal en
espacios públicos. Incluye lo que comúnmente se designa como marchas, desfiles,
concentraciones, mítines, demostraciones, plantones y manifestaciones en general.
Invasiones: son todas las ocupaciones duraderas de predios rurales o urbanos para llamar la
atención sobre necesidades relacionadas con la tierra o la vivienda, por cuanto no siempre
persiguen apoderarse del predio. Se incluyen también las “recuperaciones” de tierras de antiguos
resguardos.
Huelga de hambre: aunque suelen ser mecanismos extremos en otras modalidades de protesta, a
veces se presentan aisladas de ellas y como una forma dramática de llamar la atención pública.
Resistencia civil: son formas de acción social colectiva que adquieren visibilidad en los tiempos
recientes ante el desborde y la degradación de la violencia, aunque no sean muy abundantes. Por
lo común son formas colectivas de enfrentamiento directo pero pacífico a los actores armados.
Aunque los actores a veces acuden a varias formas de lucha en un conflicto, privilegiamos aquellas
que por su duración y cobertura son más incluyentes, y así evitamos duplicación de registros. Por
ejemplo un paro suele albergar movilizaciones, tomas o bloqueos y, en casos extremos, huelgas de
hambre. En este caso incluiremos sólo un registro, bajo la modalidad de paro. Mas si esta acción
finaliza y se inicia otra, así persiga el mismo fin y tenga similar cobertura, es contabilizada como
otra lucha distinta. Es diferente la situación de una forma de protesta que se lanza en distintas
regiones o en el marco nacional. Si tiene unidad de propósito, de mando y simultaneidad en el
Esto implica pensar hacia el futuro criterios para medir la densidad y calidad de los conflictos. La
primera remite a la duración y sobre todo al número de participantes, datos difíciles de encontrar
salvo para los asalariados. La segunda es aún más difícil de cuantificar porque se refiere a factores
más subjetivos como el tipo de desafío público de los actores sociales y la respuesta de los
antagonistas. En principio no debería ser igual una marcha de diez mil campesinos o una huelga
general del magisterio, a un bloqueo de un reducido número de pobladores urbanos o un paro en
una pequeña zapatería. Por ahora no disponemos de los instrumentos para afinar las bases de
datos con estos componentes tan definitivos a la hora de analizar los resultados de las acciones
sociales colectivas.
Al contrario de otros analistas de los movimientos sociales, por el criterio de visibilidad pública, no
incluimos los eventos en recintos cerrados. Las amenazas de paro o los petitorios los
consideramos como pasos previos, más no acciones sociales colectivas como tales. Por último,
tampoco contamos los éxodos (o desplazamientos forzados de población en zonas de violencia)
como una modalidad de lucha, pues no constituyen un claro acto de protesta aunque reflejan, sin
duda, el conflicto que vive el país. Todas estas expresiones de descontento, y muchas más que se
producen en ámbitos privados o individuales, se consideraron en los “campos memo” que están al
final de cada registro de esta Base de Datos y que narran detalladamente los eventos.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Para una mayor documentación sobre los marcos conceptuales y sus aplicaciones, se sugiere
consultar las siguientes publicaciones:
ARCHILA, Mauricio y otros (2002). 25 años de luchas sociales en Colombia 1975-2000. Bogotá:
Cinep.
ARCHILA, Mauricio (2003). Idas y Venidas, Vueltas y Revueltas: Protestas Sociales En Colombia,
1958-1990. Bogotá: Icanh, Cinep.