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Un indio en el país de los Cabezas Verdes Al rato se corrió la piedra. Un horrible Cabeza Verde se asomó.

En la mano
Esta historia ocurrió antes de que naciera la abuela de mi abuela. Era todo distinto llevaba una antorcha. Enseguida hizo entrar a un grupo de vacas. Después
en esa época: había árboles grandes como montañas, cerdos que cantaban como volvió a tapar la entrada y dejó la antorcha en un costado de la cueva.
pajaritos, elefantes con plumas y, lo peor de todo, inmensos Cabezas verdes. -¿Dónde está el enano que cacé hoy? Ah, ahí estás. ¿Te diste cuenta de que
Pacú era un indio medio poeta y ese día venía navegando por un río de aguas de te tengo encerrado, enano? - le preguntó a Pacú.
color rojo. Miraba a los bichos que se asomaban a la orilla a saludar y, si le venía la -Sí, señor- contestó Pacú temblando.
inspiración, les dedicaba una poesía. -Quisiera saber tu nombre- rugió el Cabeza Verde-. ¿Sabés una cosa?
En un momento vio una lechuza y le dedicó estos versos: -No.
Descansa en la ramita, -Me gusta saber el nombre de lo que almuerzo. ¿Cómo te llamas?
chismoso animalito. -Carlitos Gardel.
Ojos de huevo frito, -Ja, sos vivo. Te hacés el piola, todavía. ¡Decíme de una buena vez cuál es tu
Cogote de calesita. nombre, enano!
Más adelante vio una vaca: -Este, me llamo, me llamo… “Nadie”. Sí, “Nadie”
Vaquita gorda y coqueta, -¿Nadie? ¿Y eso es un nombre? ¡Qué desastre, los nombres que ponen
Espera un momento.
ahora! Ah, un último detalle: ¿será necesario ponerte un poco de sal?
¡Por qué no darle alimento
-Sí, sí, seguro. Soy muy poco salado. Pasan días enteros sin que me coma un
a este fino poeta?
paquete de sal- respondió Pacú para darse tiempo.
- Venga acérquese que le doy una tacita de leche- le ofreció la vaca-. Pero Mientras el Cabeza Verde preparaba el fuego, Pacú agarró un palo de la pila de
apúrese a tomarla porque, si viene, ¡SE VA A ENOJAR CON USTED! leña y se acercó al inmenso dedito gordo del gigante. Levantó el palo y lo hizo
- ¿Si viene quién? caer con toda su fuerza. El Cabeza Verde comenzó a gritar y a saltar tomándose
- Si viene el Cabeza Verde que nos cuida a todas las vacas. ¡Es más malo que el dedito.
agarrarse un dedo con la puerta! Luego se escuchó que otros Cabezas Verdes se acercaban a la entrada de la
Cuando Pacú terminó la quinta taza, en vez de seguir el consejo de la vaca, cueva para ayudarlo.
salió a caminar por la isla. Hizo bien. De no haberlo hecho este cuento sería un Se corrió un poco la piedra y una voz de Cabeza Verde preguntó:
plomo. -¿Qué te pasa?
Al rato de caminar encontró una cueva muy rara y, por supuesto, decidió Pacú aprovechó para ponerse al lado de la entrada, preparado para escapar.
conocerla. -¿Qué te pasa?
Apenas se había metido unos metros cuando escuchó un ruido. Al darse vuelta -¡Nadie me pegó! ¡Nadie me pegó- contestó el Cabeza Verde!
vio que la entrada a la cueva había quedado tapada por una enorme piedra. -¿Y si nadie te pegó para qué gritás, idiota? - dijeron furiosos los otros
¡Por todos los elefantes emplumados! ¡Estaba atrapado! Cabezas Verde. Pacú aprovechó para escapar. Corrió hasta la playa, saltó a
¿Quién vive en este lugar su bote y se alejó de la isla.
dónde el poeta se pierde? Navegando, navegando
¡No quiero ni pensar Me voy por el río ancho.
qué sea el Cabeza Verde! Aquí me besa una paloma.
Allá me saluda un chancho.
(Sobre un episodio de La Odisea)
Ricardo Mariño

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