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Recalcaba, “Es glorioso, sin duda, servir a la patria, salvarla en el combate, pero es
más odioso el cargo de mando sin otros enemigos que los propios ciudadanos y
hombres del pueblo que llaman victimas”. Y por ello remata diciendo en el Congreso
constituyente de Bolivia que, “el destino del ejército es guarnecer la frontera. Dios
nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos”.
Ahora, Bolívar es considerado por algunos como el Padre de antiimperialismo en
América. Cuando Bolívar lanza aquella sentencia conocida que dice: “Los Estados
Unidos parecen destinados por la providencia para plagar a América de miserias a
nombre de la libertad”, sabía que, una vez liberados de España, estabamos en la mira
de los E.E.U.U. Hoy este insigne pensamiento, infortunadamente, se hizo realidad. Él
deseaba ver a Latinoamérica unida para enfrentar a Norteamérica, en un solo bloque
en el contexto económico y político.
Fue tanto el espíritu de unidad latinoamericana que tuvo el Libertador que, inclusive,
llegó, a hablar con José de San Martín, libertador del sur, a quien auxilió con 1800
soldados colombianos en 1822.
Para 1830, Bolívar no aguantaba otra traición. Para rematar le asesinan a su más
cercano colaborador y amigo, Antonio José de Sucre, “el Mariscal de Ayacucho”,
considerado por él como su heredero natural. “Yo pienso que la mira de este crimen
ha sido privar a la patria de un sucesor mío”. (Carta de Bolívar al General, Juan José
Flores. Julio 1 de 1830).
Paz en la tumba de “el desnudo”, “el bandolero”, “el ladrón”, “el malvado de la
montaña”, el guerrillero como lo llamaban los españoles. Aquel que nos liberó de ese
país y vaticinó las ambiciones del Norte, a aquel que fue traicionado por sus mejores
amigos de batalla, pero que a pesar del tiempo, sigue vivo en cada compatriota.