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a Prueba en el Proceso Civil: Disposiciones

Generales
Clases
1. Pruebas directas e indirectas

Esta distinción puede realizarse en dos sentidos:

1. Cuando no existe intermedio entre el juzgador y la fuente de prueba, estamos ante


una prueba directa (reconocimiento judicial). Si existe intermedio, se trata de prueba
indirecta (todos los demás medios de prueba). MONTERO AROCA considera que
esta distinción es meramente teórica, que carece de consecuencias prácticas y no
añade ni quita nada al concepto de prueba.

2. Prueba indirecta o mediata, es la que existe en los supuestos en los que no se prueba
el hecho base de la norma cuya aplicación se pide, sino otros hechos de los que el
anterior se deduce. Estos otros hechos son los indicios o prueba indiciaria. La
directa o inmediata, tiende a establecer el hecho base presupuesto de la norma de la
que se pide su aplicación.

2. Pruebas personal y real

Esta distinción se realiza en función de la naturaleza del medio de prueba (en realidad,
fuente de prueba), que puede ser personal (interrogatorio de las partes, interrogatorio de los
testigos, prueba pericial, e incluso reconocimiento judicial), o real (prueba documental y
medios de la reproducción del sonido o la imagen e instrumentos de archivo).

3. Prueba preconstituida y causal

Se realiza esta clasificación en función del origen y del destino de los medios de prueba. La
preconstituida, a diferencia de la causal, se configura antes del proceso (v. gr. documento),
y existe aunque no llegue a producirse éste, mientras que la causal se crea en el proceso (v.
gr. declaración del testigo).

4. Prueba principal, contraprueba y prueba de lo contrario

La prueba principal es aquella que está referida a los hechos que constituyen el supuesto de
la norma cuya aplicación se pide, es decir hechos constitutivos, impeditivos, extintivos y
excluyentes. Las normas sobre carga de la prueba determinarán quien debe probar cada uno
de estos hechos. La contraprueba es la que realiza la otra parte, tendente a desvirtuar la
principal.
Por otra parte, la prueba de lo contrario es algo totalmente distinto y guarda relación con las
presunciones. Si un hecho se da por existente en base a una presunción, la actividad
tendente a desvirtuarlo, se denomina "prueba de lo contrario". En el artículo 434 C.C.,
existe un ejemplo claro; la posesión de la buena fe se presume, pero puede afirmarse la
mala fe y probarse.

5. Pruebas plena y semiplena

La distinción, consiste en que si la Ley exige el pleno convencimiento del juzgador estamos
ante una prueba plena, mientras que en los otros casos en los que basta con la mera
probabilidad o verosimilitud, se trata de una prueba semiplena. A ésta se refiere la Ley
cuando habla de "acreditar", "justificar", o de "principio de prueba".

La distinción carecería de sentido y sería gravemente peligrosa si no se añadiera


inmediatamente, que para condenar o absolver al demandado, es siempre precisa la prueba
de los hechos, y que aquí no tiene sentido hablar de prueba plena o semiplena. Si la Ley se
refiere a la prueba semiplena no es nunca respecto a una sentencia de fondo, sino en
relación a la posibilidad de realizar determinados actos procesales, como sucede por
ejemplo en los artículos 732.2 LEC y 767.1 LEC. Del mismo modo, hay que advertir, que
cuando la Ley habla de prueba plena, no se está refiriendo a una alternativa a la prueba
semiplena, sino a un medio de prueba con valor legal (v.gr., artículo 319.1 LEC). En la
terminología legal prueba plena es lo contrario a prueba con valoración libre o conforme a
las reglas de la sana crítica.

Tenemos que advertir que todas estas clasificaciones sobre la prueba, no son pacíficas
doctrinalmente y que existen otras formas de clasificarlas.

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