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Embarazo
Embarazo
Sociología
Pueblos en movimiento: un nuevo diálogo en las ciencias
sociales
San José, Costa Rica
Resumen
Como se puede apreciar, el embarazo en una edad joven no solo representa un
problema de salud sino que trae consigo varias implicaciones sociales, económicas,
culturas, educativas, entre otras. Ante tal situación, se muestra el caso específico
de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología de la Universidad
Autónoma de Tlaxcala, México. Resulta interesante, puesto que mientras las
profesionistas de estas áreas del conocimiento abordan de manera crítica los
problemas sociales, se esperaría la modificación en los sentidos y conductas de las
estudiantes hacia el embarazo. Sin embargo, esto no sucede, pues mientras en
otras facultades las mujeres muestran una tendencia a postergar la maternidad, en
el caso que nos ocupa esto no ocurre.
En esta ponencia se abordan las experiencias del aborto de mujeres jóvenes que
cursan estudios universitarios, a partir de una entrevista a profundidad, analizado
desde varias categorías: experiencia al interrumpir un embarazo, el impacto en su
vida, la influencia genérica en la toma de decisiones y el empoderamiento de las
mujeres. Lo anterior se complementa con los resultados de una encuesta de opinión
sobre el embarazo y el aborto, aplicada a la población femenina de 4 carreras
(Trabajo Social, Sociología, Psicología y Psicoterapia).
Desarrollo
La Feminización en la universidad.
Hablar de feminización en las universidades hoy en día es una realidad, sin
embargo, en diversos países de Latinoamérica la educación ha sido uno de los
factores que tradicionalmente ha demostrado desigualdad entre hombres y mujeres.
En sus inicios la educación no fue pensada como un espacio de la
“femenino”, constituyendo uno de los ámbitos privilegiados de reproducción de las
desigualdades de género en el fortalecimiento de la división sexual del trabajo. La
asignación de actividades originada por esta división sexual del trabajo refuerza el
hecho que a las mujeres se les vea y reconozca solo desde el espacio privado, es
decir: lo doméstico, reproductivo y la subordinación; mientras que la asignación para
los hombres está en el ámbito público, es decir, lo productivo, el poder y la toma de
decisiones (Quiroga, 2003).
De esta forma, los varones eran quienes accedían a los estudios superiores
como parte de su integración exitosa a la esfera pública y al reconocimiento social,
mientras las mujeres permanecían en la invisibilidad en la esfera privada y
asignadas a las tareas propias de la reproducción y cuidados de la familia y el hogar
(Papadópulos y Radakovich, 2006).
El trabajo de feministas en el mundo y en América latina, tuvo resultado a
partir de la fundamentación ideológica de estas reivindicaciones, no siempre
estaban divorciadas de las concepciones patriarcales que establecían que la
educación beneficiaba a las mujeres sólo en la medida que las hacía mejores
madres y esposas, pero sin duda fue un gran avance que se extendió a sectores
más progresistas que comprendían a la educación, junto con el acceso al empleo,
como determinante para eliminar la discriminación contra la mujer en la medida que
sacaría a las mujeres de su tradicional espacio privado y permitiría la independencia
(Quiroga, 2003).
El género es una dimensión inseparable de nuestra “identidad total”: nos
pensamos a nosotros mismos y a los demás en tanto varones y mujeres, y esto
desde que accedemos a la conciencia. El proceso de aprendizaje de los modelos
de género se caracteriza por su invisibilidad: cuando aprendemos a hablar o a
caminar, creemos que sólo estamos aprendiendo eso, pero estamos, además,
aprendiendo a hacerlo como hombres o mujeres. Las identidades de género se
estructuran en la interacción. Ya desde la cuna somos tratados siguiendo los
códigos precisos de la socialización diferenciada según sexo: el color de nuestra
primera ropa, el tipo de contacto físico del que somos objeto, los tonos de voz que
se nos dedica, etc. (Sierra y Rodríguez, 2009).
En el ámbito de la educación, fue a principios del siglo XX que la entrada al
ambiente universitario solo era de las elites y tenía un alcance exclusivamente a los
sectores sociales de mayores ingresos, además en su mayoría era para hombres,
mientras que para las mujeres se privilegiaban los estudios normalistas (Sierra y
Rodríguez, 2009).
Con ello se explica que los avances recientes en el plano de la equidad
educativa de género han sido uno de los principales factores de cambio en el rol de
la mujer latinoamericana. Aunque el proceso no ha estado exento de disparidades
y contradicciones en cada país, debido a las desigualdades que prevalecen para el
acceso a espacios educativos.
El caso de México
En México la cobertura de educación es media o baja, debido a que las
prioridades de la política pública, son otras. Algunos autores señalan que es
necesario asegurar un lugar para los millones de niños y jóvenes que por lo menos
durante la próxima década continuarán transitando de manera accidentada el
sistema educativo nacional, y dónde sólo 30 de cada 100 de los niños que 12 años
antes iniciaron la escuela primaria, llegarán a la educación superior, y de ésos, sólo
la mitad logrará obtener un título universitario (Acosta, 2014).
A partir del aumento considerable de la matrícula universitaria, así como la
cantidad de instituciones y docentes en la educación superior mexicana, pasamos
de tener 935 mil estudiantes de educación superior en 1980 a poco más de 3
millones en el 2012; también se reportaban 307 instituciones de educación superior
que hoy se ve sobrepasada con poco más de 2 882 instituciones; en 1980, había
69 mil profesores de educación superior, para este año tenemos casi 330 mil. A
pesar de estas cifras en relación al crecimiento es claramente insuficiente cuando
nos comparamos con otros países, y cuando vemos que siete de cada diez jóvenes
de entre 19 y 23 años de edad están fuera de los sistemas educativos (Acosta,
2014).
Otro elemento importante se refiere a que en la actualidad, sólo cinco de cada
100 jóvenes de bajo ingreso tiene acceso a la educación superior, contra 60 de cada
100 que corresponden a los de mayores ingresos (Tuirán y Muñoz, 2010).
En el caso particular de México, tal cual se reporta en el anuario estadístico
de la ANUIES (2014), los datos señalan que si se considera el cohorte de población
que debería de estar estudiando en universidades, solo el 8.7% asiste a educación
universitaria y tecnológica, esto coloca a la educación superior como un privilegio
para unos cuantos.
La situación de las mujeres y su entrada a las universidades sigue siendo un
reto y un privilegio, situación en la que muchas veces influye el género, ya que sigue
permeando la división de roles de género y que afecta más a las mujeres que a los
hombres (Bustos, 2003).
En varios estados de México la presencia de las mujeres ha aumentado y en
muchas ocasiones ha rebasado al de hombre tal es el caso de: Campeche, Colima,
Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Michoacán, Morelos, Nayarit,
Oaxaca, Puebla, San Luis Potosi, Sinaloa , Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas; aunque
son varios estados de la república que presentan un mayor número de mujeres y
hombres hace falta generar estrategias para la lograr la equidad de género en estos
espacios con miras a lograr la igualdad de oportunidades y establecer acciones
necesarias que permitan fortalecer su empoderamiento.
El caso específico de Tlaxcala: la Facultad de Trabajo Social, Sociología y
Posología de la Universidad Autónoma de Tlaxcala
La entrada al ámbito universitario en Tlaxcala a diferencia que en el país mexicano
se visualiza un aumento de mujeres por encima de los hombres, sin embargo siguen
quedándose las mujeres en carreras socialmente diseñadas para mujeres y los
hombres en las que han sido propuestas para hombres.
En Tlaxcala, existe un registro de 34 instituciones de educación superior –la
mayoría privadas-, sin embargo, la Universidad Autónoma de Tlaxcala resulta ser la
institución de mayor tradición y quien concentra un importante número de
estudiantes con un total de 12,926, teniendo a 7737 mujeres y 5189 hombres, lo
que da muestra de la realidad.
La Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología, pertenece a la
división de Ciencias Sociales y administrativas, Y es una de las pioneras en el
ámbito de la educación superior en Tlaxcala.
Respecto a la feminización de la matrícula universitaria, el comportamiento
de la Facultad no es similar al de la Universidad en su conjunto, ya que en su
mayoría se concentra una matrícula femenina 78% a pesar de que las otras áreas
hay un porcentaje alto de estudiantes mujeres. Esta Facultad contempla 4
licenciaturas (Psicología, Trabajo Social, Sociología y Psicoterapia) 3 maestrías
(Ciencias Sociales, Trabajo Soial y Estudios de Género) y un doctorado en Ciencias
Sociales.
En el caso de la matrícula a nivel licenciatura, actualmente tiene una
población de 1,400 estudiantes, de ellos, 78% son mujeres y 22% hombres. La
población se concentra principalmente en las licenciaturas de Psicología y
Psicoterapia (cerca de mil estudiantes), seguida por Trabajo Social y finalmente
Sociología, cuya matrícula es de 72 estudiantes.
A partir del reconocimiento de la población estudiantil y de que existe una
necesidad urgente de abordar temas de relacionados a la sexualidad y a la
reproducción, es imperante que los contenidos temáticos y los planes de estudio se
homogenicen con la realidad social; ya que muchos de las y los jóvenes formados
en estas áreas del conocimiento tendrán el papel profesional de ser formadores,
consejeros, orientadores; brindando información sobre estos temas.
Evidencia de ello, es el reporte realizado por la facultad de Trabajo Social,
Sociología y Psicología (2014) quien reporta el aumento de estudiantes
universitarias que presentan una situación de embarazo durante su estancia en la
universidad de manera general se presenta la siguiente información.
Licenciatura en Trabajo Social 40%
Licenciatura en Psicología 20%
Licenciatura en Sociología 10%
Ante esta situación, se vislumbró la pertinencia de un trabajo de investigación
que conjugue la situación académica de la universitaria y su elección sobre
continuar un embarazo o decidir abortar. En este contexto, reconocer el problema
del embarazo entre universitarias resulta pertinente, mucho más cuando en el caso
particular de Tlaxcala los problemas se vinculan al contexto machista y poco
progresista en la igualdad de hombres y mujeres, una entidad que tiene como
referente un fuerte problema de trata de personas con fines de explotación sexual,
en mayor medida de mujeres jóvenes, además de un alto arraigo a las tradiciones
católicas.
Es importante conocer el tránsito de las universitarias por los estudios de
educación superior y la manera que asumen o vinculan su vida académica con el
embarazo, este fenómeno es interesante ya que debemos escuchar e interpretar la
realidad de las mujeres para poder en un momento intervenir para buscar una
solución o incentivar a la prevención del embarazo. Considerando la decisión de la
mujer, los elementos familiares, la vida en pareja, la situación de salud, así como el
ingreso a la vida laboral, a la vida escolar. Así como los cambios que han ocurrido
a partir de experimentar a situación que cambia el tránsito de las mujeres por la
universidad.
El aborto entre universitarias
El embarazo no deseado es un problema de carácter internacional, que va más allá
del estatus económico, la raza y la religión, es una situación que afecta
principalmente a las mujeres jóvenes del mundo.
La maternidad es un aspecto que no solo es biológico, sino que es trastocado por
aspectos de orden social y familiar, ya que el comportamiento de los individuos está
determinado, en gran medida, por la sociedad en que viven, y su conducta guarda
estrecha relación con los aspectos culturales, los valores sociales y otras normas.
De esta manera, la sexualidad es principalmente la construcción social de lo
biológico, multidimensional y dinámica. Es decir, la experiencia sobre la sexualidad
que cada persona tenga, está influenciada por la construcción del género, los roles
de género que determinan las responsabilidades y las conductas que se esperan
de hombres y mujeres dentro de una sociedad como la Mexicana, otros
determinantes son la edad, la condición social y económica (Morales, et. al., 2013).
Por otra parte, existen mujeres que no desean ser madres, pero permanecen
expuestas y en situación de riesgo de quedar embarazadas por llevar una vida
sexual activa sin protección anticonceptiva o con el uso de métodos tradicionales
como son la interrupción del coito o el ritmo, aunado a ello, el riesgo constante por
estar en una edad reproductiva (Langer,2003).
Aunque es común que los embarazos no deseados se den en mujeres solteras,
adolescentes y jóvenes, también se dan en otros grupos de edad; a pesar que su
recurrencia es en mujeres pobres y con bajo nivel educativo, esto no es excepción.
Actualmente las mujeres que cursan estudios de media superior y nivel superior
enfrentan este fenómeno y cada día va en aumento.
Algunos elementos que influyen para que las mujeres interrumpan o no su
embarazo están determinadas por sus condiciones de vida y de trabajo, las historias
ginecológicas, el estado de nutrición, la falta de atención médica del embarazo, así
como otros problemas de salud, como infecciones, enfermedades o padecimientos
o simplemente por una afección mental (Erviti, 2005), o porque no lo consideran
parte de su proyecto de vida (Texis, 2011).
En todo el mundo las mujeres que no desean estar embarazadas interrumpen sus
embarazos por una variedad de motivos personales, difíciles de clasificar, muy
pocos están ligados a las causales que permiten el aborto incluidas en las
legislaciones estatales (Schiavon, en Enríquez, de Anda, 2008:123).
El aborto es un tema que debe ser atendido y visualizado en todos los sectores de
la población, por eso es fundamental hablar de los tipos de aborto. Para comprender
mejor la clasificación se ha diseñado el siguiente diagrama:
quirúrgico
seguro
Aborto
médico
inducido
inseguro
aborto
natural
aborto
espontáneo
imprudencial
Por ello se debe reconocer el problema desde una visión de género, categoría que
nos permite el análisis y la comprensión de los fenómenos sociales, especialmente
lo relacionado a la sexualidad y más aun a la reproducción (Erviti, 2005). Existe una
construcción social de los cuerpos, esto es, la forma en que la sociedad determina
qué es ser hombre o mujer, por tanto, la sexualidad no está formada como tal, sino
que tiene significados sociales que determinan cómo actuar y las diferencias
sexuales permanecen inmersas en los comportamientos, además de en los actos
sexuales (Erviti, 2005).
Por tal motivo, las experiencias que las mujeres viven en torno a su sexualidad
(entre ellas los embarazos y abortos) está relacionada con esta fuerte tendencia de
subordinación de todas sus relaciones sociales y esto se debe a la diferencia
biológica de los sexos, se toma como justificación natural de la división sexual del
trabajo (Bourdieu, 2000). Por su parte, Luigi Ferrajoli (2002), a este respecto,
considera que el cuerpo de las mujeres, a diferencia del cuerpo de los varones,
siempre ha sido un espacio conflictivo, sometido a los discursos públicos, jurídicos,
éticos, políticos, así como a prácticas médicas, intervenciones pedagógicas, reglas,
disciplinas y controles.
Resultados
El estudio se realizó con un enfoque metodológico mixto, combinando
técnicas cuantitativas (encuesta) y cualitativas (entrevistas a profundidad). En el
caso de la encuesta se aplicó un cuestionario a 686 mujeres estudiantes cuyas
edades oscilan entre los 18 y 29 años, de acuerdo con lo siguiente:
Programa Educativo No. de mujeres encuestadas %
Sociología 27 3.9%
Psicoterapia 78 11.4%
Conclusiones
Las mujeres universitarias que deciden continuar o interrumpir el embarazo
presentan vivencias diversas que no pueden ser ignoradas. Como vimos, la
evidencia empírica muestra que existe una estrecha relación entre los ámbitos
académicos, laborales y familiares en la situación de estas mujeres.
Por un lado, encontramos una falta de comprensión por parte de estudiantes,
profesores y personal directivo, que incluso llega a representar situaciones
transgresoras de derechos hacia las mujeres que deciden continuar un embarazo,
además de circunstancias adversas que viven desde el punto de vista laboral y
familiar.
Por otro lado vemos que se sigue estigmatizando a las mujeres que deciden
abortar, mucho más cuando se trata de situaciones en que no está considerado en
el proyecto de vida.
En Tlaxcala, permea una cultura donde el machismo, los estereotipos y la
visión poco progresista sobre los derechos de las mujeres no son importantes.
Sin duda alguna, el acompañamiento a estudiantes embarazadas es un
pendiente en la educación superior, por ello es importante mirarlas como sujetas de
derechos, respetando sus vivencias personales, y contribuyendo para que su
tránsito por la universidad sea el adecuado.
Referencias
Ferrajoli, Luigi (2002), “La cuestión del embrión entre derecho y moral” en Jueces
para la democracia. Información y debate, julio, núm. 44, Madrid, España.