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EL SEXO CON PROPÓSITO

INTRODUCCIÓN

Nuestro tiempo se ha caracterizado por una trivialización del sexo. Preva-

lece en un considerable número de personas [sobre todo jóvenes] una

enorme irresponsabilidad y un creciente hedonismo que los promueven

muchos medios seculares de comunicación (prensa, radio, televisión, in-

ternet) de manera directa y/o indirecta.

Este trabajo intentará analizar el tema de la sexualidad humana desde la

perspectiva bíblica. Contrastaré dicho tema con otras perspectivas. Ade-

más analizaré los mitos generales sobre la sexualidad, así como los mitos

sobre la sexualidad en el hombre, en la mujer, en el matrimonio, en las

iglesias, y en el orgasmo. También definiré y analizaré las adicciones se-

xuales. Finalmente mencionaré los elementos necesarios en una relación

conyugal.
I. LA SEXUALIDAD HUMANA

DESDE LA PERSPECTIVA BÍBLICA

Antes de analizar la sexualidad humana desde la perspectiva bíblica, debe-

mos definirla. La sexualidad se entiende como “una vivencia subjetiva

dentro de un contexto social-cultural del cuerpo sexuado”.1 El ser humano,

a diferencia de los animales, crea una forma de amarse y expresar su se-

xualidad. La sexualidad es un acto social, cultural y político.

Nuestra sexualidad humana [dentro del matrimonio] se basa en los princi-

pios establecidos en la Biblia. Ya desde el Antiguo Testamento, y específi-

camente desde el libro de Génesis, Dios fijó el «paradigma»2 o modelo de

sexualidad cuando creó a Adán y Eva. En Génesis 1: 27 que

creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y


hembra [lit. “macho y hembra”, cf. la Biblia de Jerusalén (BJ) y la Bi-
blia Latinoamericana (BL); de ahí, “hombre y mujer” (Nueva Versión
Internacional [NVI]); “varón y mujer” (Versión Popular “Dios Habla
Hoy” [VP]] los creó”.*

El versículo que le sigue a éste menciona: “Y los bendijo Dios, y les dijo:

Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los

1
Conferencias “Sexualidad I”, DOXA International University, CD1 (2007).
2
James P. Eckman, «La sexualidad humana», en Ética cristiana: un enfoque bíblico-teo-
lógico, ed. Gerald Nyenhuis y James P. Eckman (Miami: Editorial Unilit/Logoi, 2002),
pp. 251-60, esp. p. 252. Cf. p. 253 de dicha obra de Nyenhuis y Eckman. Véanse implíci-
tamente Walter C. Kaiser, Jr., Toward Old Testament Ethics (Grand Rapids: Zondervan,
1983), p. 153; George E. Ladd, A Theology of the New Testament, ed. rev. por Donald A.
Hagner (Grand Rapids: Eerdmans, 2001), p. 700; Cecil G. Osborne, Psicología del Ma-
trimonio, 2a. ed (Miami: Editorial Unilit/Logoi, 1989), p. 7.
*
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Versión
Reina-Valera, Revisión de 1960.

2
peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mue-

ven sobre la tierra” (Génesis 1: 28). Por este último versículo podemos re-

conocer un primer buen propósito de la sexualidad humana: la procreación

o la reproducción de la especie.3 Dicho sea de paso, el escritor del Génesis

narra que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en

gran manera” (Gn. 1: 31a; cf. Hebreos 13: 4a: “Honroso sea en todos el

matrimonio, y el lecho sin mancilla”**).

Con relación al primer propósito mencionado arriba, la sexualidad tiene un

segundo buen propósito: la unión física basada en el erotismo y el placer

del acto sexual (véase, p. ej., Gn. 2: 24-25).4 Dicho erotismo, en palabras

de Moisés Chávez, ‘está, pues, acondicionado a la presencia física; nadie

siente atracción por una persona a quien jamás ha visto: “Dios hizo una

mujer y se la trajo al hombre” (Génesis 2: 22)’.5

Pero la sexualidad humana tiene un tercer buen propósito: la unidad com-

3
Véanse Henlee H. Barnette, Introducing Christian Ethics (Nashville: Broadman Press,
1961, p. 112; Moisés Chávez, La Isháh: Un estudio etnohistoriográfico (Miami: Editorial
Caribe, 1976), p. 35; James E. Giles, Bases Bíblicas de la Ética, 3a. ed. (El Paso: Casa
Bautista de Publicaciones, 1973), p. 126; Francisco Lacueva, Ética Cristiana, vol. 10 de
Curso de Formación Teológica Evangélica, dir. Francisco Lacueva (Terrassa: Editorial
CLIE, 1975), p. 186; Tim LaHaye, Casados pero Felices (Miami: Editorial Unilit, 1986),
[p. iv].
**
La Reina-Valera Actualizada (RVA) traduce esta parte del versículo así: “Honroso es
para todos el matrimonio, y pura la relación conyugal”. Mientras tanto, la NVI la traduce:
“Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal”.
4
Véanse Barnette, Introducing Christian Ethics, p. 112; Eckman, «La sexualidad huma-
na», p. 252; Giles, Bases Bíblicas de la Ética, p. 126; Lacueva, Ética Cristiana, p. 186.
5
Chávez, La Isháh: Un estudio etnohistoriográfico, p. 24.

3
plementaria de las personalidades del hombre y la mujer.6 Sobre esta uni-

dad, James P. Eckman dice lo siguiente:

Sus personalidades, sus idiosincracias, y sus identidades únicas [todas


éstas del hombre y de la mujer] permanecen; no terminan. En lugar de
eso, estos dos seres humanos totalmente distintos se unen en un com-
plemento perfecto en que los dos –ahora juntos- sirven a Dios en su in-
tegridad.7

Como cuarto y último buen propósito de la sexualidad, hay, en el verdade-

ro patrón o modelo de Dios, una perfecta comodidad o libertad entre el

hombre y la mujer, porque ya en el jardín del Edén, “estaban ambos des-

nudos, Adán y su mujer [Eva], y no se avergonzaban” (Gn. 2: 25).8 Aun-

que dicha inocencia se perdió con la desobediencia de esta pareja, persiste

tal comodidad o libertad para las relaciones íntimas.

6
Eckman, «La sexualidad humana», p. 252. Asimismo véase Ralph H. Alexander, «Ma-
trimonio», en Diccionario teológico de la Biblia, ed. Walter A. Elwell, trad. Eugenio
Orellana y Pedro Vega (Nashville: Caribe Betania Editores, 2005), pp. 538-41, esp. p.
539. Véanse implícitamente Barnette, Introducing Christian Ethics, p. 111; Giles, Bases
Bíblicas de la Ética, p. 125; Kaiser, Toward Old Testament Ethics, p. 154, n. 6; Derek
Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary, vol. 1 de The Tyndale Old Testament
Commentaries, ed. gen. D. J. Wiseman (Leicester/Downers Grove: Inter-Varsity, 1967),
p. 65; Lacueva, Ética Cristiana, pp. 185, 186; Ralph L. Smith, Old Testament Theology:
Its History, Method, and Message (Nashville: Broadman and Holman Publishers, 1993),
p. 247; Ed Wheat, «El origen de la familia», en La familia desde una perspectiva bíblica,
comp. Les Thompson, 2a. ed. rev. (Miami: Editorial Unilit/Universidad FLET, 2003), pp.
9-24, esp. p. 16.
7
Eckman, «La sexualidad humana», p. 252.
8
Véase Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary, p. 66.

4
Respecto a la sexualidad en otros libros del Antiguo Testamento, tenemos

el clásico ejemplo del Cantar de los Cantares9 (véase, p. ej., Cant. 1: 2, 4;

2: 3-5; 3: 3-5, 11-5: 1, 13-16; 7: 2-8: 10). Edward J. Young [citado por

José Grau] observa: «EL CANTAR celebra la dignidad y la pureza del

amor humano».10 El propio Young opina que

Dios puso CANTARES en el canon para enseñarnos la pureza y la


santidad del estado matrimonial que Él mismo instituyó. Cuando lea-
mos el CANTAR nuestros corazones serán más puros y nos daremos

cuenta del carácter inicuo de la tentación que quiere arrastrarnos a la


infidelidad.[…] Mientras haya impureza en el mundo, necesitamos –y
lo necesitamos urgentemente- el CANTAR DE LOS CANTARES.11

9
Este no es lugar para abundar acerca de las distintas interpretaciones sobre el Cantar de
los Cantares, pero José Grau (El más inspirado Cántico de Amor: Cantar de los Cantares
(Viladecavalls [Barcelona]: EEE, 1991), p. 27) resume las siete interpretaciones principa-
les de dicho libro bíblico así:
1. Interpretación literal: cantares de amor
2. Interpretación dramática
3. Interpretación tipológica [entre Dios e Israel, Cristo y la iglesia, o Cristo y el
creyente]
4. Interpretación alegórica [parecida a la interpretación anterior, pero buscando sig-
nificado a cada uno de los elementos en Cantares]
5. Interpretación litúrgica o cultual [a semejanza de las bodas de los dioses Tammuz
e Istar, Osiris e Isis, o del dios sol y la diosa luna]
6. Interpretación insólita: alegato antimatrimonial [a favor del “amor libre”]
7. Conclusión: interpretación ético-teológica del sentido literal [contra la dicotomía
platónica y gnóstica entre el cuerpo y el alma, que ha influido a ciertos intérpretes
judíos y cristianos].
Para más información de estas escuelas de interpretación, consúltese las pp. 29-78 del li-
bro de Grau. Asimismo consúltese Tremper Longman III, «Cantar de los Cantares, Teo-
logía de», en Diccionario Teológico de la Biblia [libro mencionado en la n. 6 de nuestro
trabajo], pp. 102-104.
10
Grau, El más inspirado Cántico de Amor: Cantar de los Cantares, p. 13. [Mayúsculas
en el original]
11
Grau, El más inspirado Cántico de Amor: Cantar de los Cantares, p. 14. [Mayúsculas
en el original]

5
Igualmente en los libros sapienciales y otros libros del Antiguo Testamen-

to, vemos la sexualidad en matrimonio como un gran bien para los seres

humanos (Pr. 18: 22; 19: 1412; cf. también Gn. 26: 8; Pr. 5: 18-20; Ecl. 9:

9; Ez. 24: 16).13

Sobre la sexualidad en el Nuevo Testamento, Jesús se apoya en el relato

del Génesis para, p. ej., demostrar lo inapropiado del divorcio por cual-

quier razón (Mt. 19: 4-5; Mr. 10: 6-8). Asimismo, el apóstol Pablo, p. ej.,

exhorta a los cristianos corintios:

Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas
me son lícitas; mas yo no me dejaré dominar de ninguna.[…]/Pero el
cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para
el cuerpo.[…]/¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cris-
to?[…]/Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre
cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio
cuerpo peca/¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros?/Porque habéis sido comprados por precio, glorificad a Dios
en vuestro cuerpo[…] (1 Co. 6: 12, 13b, 15a, 18-20).14

Mas adelante, el mismo Pablo les exhorta a los corintios:

reconociendo el valor de la vida sexual sana para un matrimonio sóli-


do, […] advierte a la pareja que no deben utilizar el deseo sexual del
otro como un arma. Más bien la esposa debe recordar que su cuerpo no
le pertenece sólo a ella, sino también a su marido. De la misma mane-
ra, el cuerpo del marido no le pertenece sólo a él, sino también a su
mujer (1 Co. 7: 3).15

12
Véase Grau, El más inspirado Cántico de Amor: Cantar de los Cantares, p. 32.
13
Grau, El más inspirado Cántico de Amor: Cantar de los Cantares, p. 70.
14
Véase Hormachea, Sexualidad con propósito, p. 36.
15
William C. Williams, «Sexualidad Humana», en Diccionario Teológico de la Biblia, pp.
811-19, esp. p. 815.

6
El apóstol exhorta: «Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en

el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os

conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más» (1 Tes. 4:

1).16 Luego de estas palabras a los tesalonicenses, el apóstol les insta así:

pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de


fornicación;/que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en
santidad y honor;/no en pasión de concupiscencia, como los gentiles
que no conocen a Dios (1 Tes. 4: 3-5).17

II. LA SEXUALIDAD HUMANA BÍBLICA

VS. OTRAS PERSPECTIVAS

16
Véase Hormachea, Sexualidad con propósito, p. 31.
17
Véase Hormachea, Sexualidad con propósito, pp. 32, 35.

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