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Jaime Valenzuela Márquez

(Editor)

América en diásporas

Esclavitudes y migraciones forzadas


en Chile y otras regiones americanas
(siglos XVI-XIX)
Subtítulo

Instituto de Historia
FACULTAD DE HISTORIA, GEOGRAFÍA
Y CIENCIA POLÍTICA
325.283 Valenzuela Márquez, Jaime
V América en diásporas. Esclavitudes y migraciones
forzadas en Chile y otras regiones americanas (siglos xvi-
xix)/ Editor: Jaime Valenzuela Márquez. – – Santiago :
RIL editores - Instituto de Historia, Pontificia Universidad
Católica de Chile, 2017.

542 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0320-8
1 esclavitud. 1. chile-emigración e inmigración-histo-

ria-siglos 16-19. 1 américa-emigración e inmigración-


historia-siglos 16-19.

América en diásporas.
Esclavitudes y migraciones forzadas en Chile
y otras regiones americanas (siglos xvi-xix)
Primera edición: enero de 2017

© Jaime Valenzuela Márquez, 2017


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de France (Paris), Département des Manuscrits,
Mexicain 90, f. 44 [fragmento]. (www.wdl.org/en/item/15280)

Impreso en Chile • Printed in Chile

ISBN 978-956-01-0320-8

Derechos reservados.
Las misiones jesuitas de Chiquitos
y el proceso de esclavización
en las tierras bajas
del Oriente boliviano
(1691-1764)*

Mercedes Avellaneda

A lo largo de los siglos XVI y XVII, las leyes de Indias se encarga-


ron de prohibir las empresas de captura y venta de indígenas en todo el
territorio americano para compensar la caída demográfica, aumentar
la evangelización de los naturales y alejar el peligro de los alzamientos
generalizados. Aunque la Corona Española intentó erradicar toda forma
de esclavitud en 1542 a partir de las Leyes Nuevas, la misma perduró
hasta final del colonialismo español y fue adoptando nuevos ropajes y
justificativos a través de sus defensores. En los territorios de frontera,
donde se concentraban los principales grupos indígenas que se resistían
a la colonización, los españoles consiguieron justificar sus entradas y
tomar cautivos de guerra para perpetuar un comercio lucrativo.
El principal argumento fue la llamada «guerra justa». Si se resistían
a la vida «civilizada» en poblados y se enfrentaban a los colonos, po-
dían ser derrotados militarmente y esclavizados con el consentimiento
de las autoridades coloniales, los prelados y los misioneros. A partir
de 1679, cuando se prohibió la guerra a los indios «infieles» en todo el
territorio americano, los colonos se aferraron al último recurso viable: la
necesidad de esclavizar a los indios «barbaros» para evitar sus ataques
a las poblaciones fronterizas1.

*
Nuestra investigación sobre la esclavitud indígena forma parte de un proyecto
más amplio sobre el siglo XVIII y XIX: «De la crisis del orden colonial a la
construcción del orden Republicano. Perú, Bolivia y Argentina», impulsado por
el equipo de investigación del Instituto de Antropología (sección «Etnohistoria»)
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
1
Sobre el proceso de la esclavitud indígena en la América española a través de
los siglos, ver Lucena Salmoral, 2002.

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Mercedes Avellaneda

En la región de la Chiquitanía y del norte del Chaco boreal, las


numerosas tribus indígenas en condiciones de relativo aislamiento con
respecto a las ciudades de los españoles, pero interconectadas entre sí
y en constantes guerras interétnicas, se vieron pronto atrapadas por los
nuevos frentes de conquista: el español –que se abastecía de mano de
obra para consolidar el establecimiento de la ciudad de Santa Cruz y
Tarija– y el portugués –que cautivaba indígenas para el trabajo en las
haciendas azucareras, en los molinos o como cargadores más baratos
en la lejana ciudad de San Vicente2.

Figura 1
La Chiquitanía y el Chaco boreal (ca. 1780) [detalle]

Fuente: Martín Dobrizhoffer, «Mappa Paraquariae In multis a me Correcta. Quid


si in pluribus porro peralios Corrigenda. Authore M. D. eius provinciae Misionari»,
en Furlong, 1936-1937; reproducido en Artur H. F. Barcelos, Cartografía Jesuítica
da América Colonial, Porto Alegre, 2006 [CD]).

2
Para el estudio del complejo panorama étnico de la región, ver el diccionario
étnico elaborado por Combés, 2010. Sobre la consolidación de los españoles
en Santa Cruz de la Sierra, ver García Recio, 1988; Lasso Varela, 2010. Este
último trabajo sirve de referencia, también, para el proceso de esclavización
indígena en esa región. En relación con el proceso de esclavización indígena
portuguesa, ver Monteiro, 1994.

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Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

A pesar de su prohibición, la demanda esclava perduró en los siglos


subsiguientes por la imperiosa necesidad de mano de obra indígena con
el auge de la minería en Potosí, las haciendas productivas de Charcas,
el descubrimiento de las minas de oro de Cuiabá, la fundación de Mato
Grosso y la creación de estancias en sus inmediaciones. Ya hacia fines
del siglo XVIII, los diversos grupos del Oriente boliviano y del Chaco
más próximo estaban prácticamente diezmados por los procesos de
esclavización, reducción y destierro ejercidos por los diferentes frentes
colonizadores. Los sobrevivientes hubieron de integrarse a la vida mi-
sional, a las haciendas o emprender nuevas migraciones por la presión
de españoles, portugueses, indios chiquitos de las reducciones, tobas y
guaycurúes, que ejercieron diferentes formas de dominación territorial.
La bibliografía tradicional sobre el poblamiento del Oriente bo-
liviano y la creación de las reducciones jesuíticas, adjudica el éxito de
las misiones de Chiquitos al obrar de los padres con su predicación
religiosa, y menciona el proceso de esclavización indígena como una
práctica arraigada principalmente entre los españoles y portugueses.
Si bien estos trabajos buscan reconstruir la creación y consolidación
de un nuevo frente misional, el reconocimiento de diferentes etnias,
el modo de organización social, el rol de los religiosos, y los aspectos
demográficos y culturales que le imprimieron su particularidad, no pro-
blematizan sobre las estrategias por las cuales las misiones aumentaron
su población, consiguieron el control territorial y lograron vencer la
resistencia indígena3.
En este artículo nos proponemos abordar el proceso que permitió
consolidar y expandir las misiones en un amplio territorio, para lo cual
centraremos nuestro análisis en las prácticas de integración de los «re-
beldes» a la vida misional, con el fin de comprender un proceso poco
estudiado hasta ahora: las numerosas entradas de indios chiquitos a
«tierra de infieles», que permitieron el dominio sobre un extenso espacio
más allá de las misiones, hecho que provocó la resistencia indígena y
la dispersión de numerosos grupos.
Para abordar nuestra investigación, trabajaremos con la edición de
las Cartas anuas de Chiquitos, publicadas por iniciativa de Javier Ma-
tienzo y otros especialistas4, así como con documentos complementarios
3
Los primeros cronistas que dieron cuenta de la historia de las «Reducciones de
Chiquitos» fueron Fernández, 2004 [1726] y Knogler, 1979 [1767]. Véanse los
trabajos más recientes de Finot, 2010; Parejas Moreno, 1976 y 2011; Maeder
y Bolsi, 1978; Tomichá Charupá, 2002.
4
Matienzo, Tomichá, Combés y Page, 2011.

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Mercedes Avellaneda

que abarcan el período fundacional hasta unos años previos a la expul-


sión de los jesuitas, y los cruzamos con algunas crónicas tempranas ya
mencionadas. En un principio queríamos comparar la alianza jesuita-
guaraní que permitió la creación de reducciones jesuitas en Paraguay,
con las de Chiquitos, pero pronto nos encontramos con una geografía
diferente y con grupos étnicos muy distintos que le imprimieron al
proceso reduccional algunas características propias que nos propone-
mos señalar5.

Primer período:
Reducción de la Nación Chiquitana (1691-1717)

Las reducciones jesuíticas se fundaron como una avanzada en el


Oriente boliviano y en el Chaco, un escudo protector de la ciudad de
Santa Cruz ante las incursiones indígenas, al tiempo que impusieron un
cierto freno a las entradas de españoles y portugueses en búsqueda de
mano de obra indígena para esclavizar. La primera reducción entre los
indios Chiquitos fue San Francisco Javier (1691), a 65 leguas al norte
de Santa Cruz. Le siguieron San Rafael (1696), San José de Chiquitos
(1698-1702), San Juan Bautista (1699-1716), Concepción (1709-1722)
–al Norte– y San Ignacio de Zamucos (1716-1717-1724) –al Este6.
Al principio, los indios chiquitos estaban conformados por nume-
rosas parcialidades de diferentes tamaños, sin vínculos políticos entre
sí, unidos por una misma lengua y enfrentados por el control territorial
de los recursos. Con una economía de subsistencia diversificada, culti-
vaban maíz, mandioca y algodón, pescaban en los ríos, y en la época
seca salían de cacería recorriendo el territorio durante varios meses7.
Los caciques dirimían sus rivalidades políticas en la guerra, movilizando
gran número de diestros guerreros que peleaban con flechas envenena-
das, luchaban de a pie y esclavizaban a sus enemigos como una forma
de integrarlos por la fuerza a la vida en sus aldeas, enfrentándose al

5
Sobre la alianza jesuita-guaraní en las misiones del Paraguay: Avellaneda, 2004
y 2010; sobre liderazgo indígena: Wilde, 2009; para conocer la integración de
los zamucos a las reducciones: Combés, 2009.
6
Para una periodización de la ocupación del espacio de las reducciones jesuitas:
Tomichá Charupá, 2012: 243.
7
Maeder y Bolsi, 1978: 14.

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Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

poder de los chiriguanos8. Antes del predominio de estos últimos sobre


la cordillera, mantenían relaciones de intercambio con los chanés y
los payzunos mediante el trueque de objetos de metal contra arcos y
flechas, y esclavos9.

Figura 2
Localización de las misiones de Chiquitos

Límites internacionales al presente.


Fuente: (http://en.wikipedia.org/wiki/File:Jesuit_Missions_of_the_Chiquitos-en.png).

A la llegada de los jesuitas, el poder político de los cacicazgos se


encontraba en una situación crítica por los enfrentamientos interétni-
cos y las entradas de españoles y portugueses en busca de cautivos. Es
sabido que con el consentimiento de los gobernadores, los habitantes
de Santa Cruz realizaban una vez al año una entrada punitiva a los
territorios de frontera para hacerse de un número variado de piezas
que integraban a sus haciendas como indios de servicio o como enco-
miendas de yanaconas, y alimentaban un mercado de compra y venta
de esclavos en Santa Cruz para otros destinos: Potosí o Charcas. La

8
Evidencia de esa práctica se encuentra en la denominación tapuy (esclavo) miri
(chiquito), nombre dado por los chiriguanos a los tovasicocis y traducido lite-
ralmente al castellano como «esclavos chiquitos», según Combés, 2010: 280.
Sobre los diferentes grupos que se integraron a las reducciones, ver Tomichá
Charupá, 2002: 281-292.
9
Susnik, 1978: 39.

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Mercedes Avellaneda

frecuencia de estas expediciones entorpecía la labor de los jesuitas y la


predisposición de los «infieles» para reducirse10. El jesuita Juan Patricio
Fernández señalaba, en 1726, que una mujer con su hijo valían tanto
como una oveja con su cordero, denunciando a los vecinos de Santa
Cruz por sus prácticas esclavistas:

Entraban éstos en las tierras de indios circunvecinos y en


breve tiempo hacían gran presa de esclavos y cuando no tenían
bastantes, so color de vengar alguna injuria recibida, daban de
improviso sobre las Rancherías y, pasada a cuchillo la gente
que podía tomar armas, o si no abrazada viva dentro de sus
casas, llevaban cautiva la chusma y vendían en el Perú estas
mercancías muy caras, con que al año montaba la ganancia
muchos millares de escudos11.

Por lo visto, la violencia esclavista afectaba principalmente a las


aldeas más cercanas, y la práctica del contrabando a Perú, instaurada
también desde la gobernación de Santa Cruz, hacía posible, al igual
que desde Chile, comerciar con los indios fronterizos a las espaldas del
poder central12. Los jesuitas, conscientes de estas dificultades, buscaron
permanecer entre los grupos más alejados y proteger a los nativos de
sus captores para ganarse su confianza y poder evangelizarlos.
Por su parte, los mamelucos13 que se internaban por las antiguas
rutas de penetración desde el Paraguay también realizaban entradas
esclavistas a la región con cierta frecuencia; e incluso ya en la época de
la primera fundación llegaron a las inmediaciones de Santa Cruz de la
Sierra y cautivaron a numerosos indígenas14. En un contexto de friccio-
nes interétnicas producidas por las guerras y el avance de los frentes de
conquista español y portugués, los misioneros, al igual que sus pares
del Paraguay, supieron establecer una alianza política duradera con los

10
Sobre los permisos otorgados a los españoles para obtener cautivos, ver García
Recio, 1988: 118-179.
11
Fernández, 2004 [1726]: 49.
12
Sobre el contrabando de indios mapuches al Perú, ver Valenzuela Márquez,
2009; Obregón Iturra y Zavala Cepeda, 2009.
13
Los mamelucos fueron hijos de portugueses y madre indígena que se adaptaron
a la dura vida de las tierras áridas del interior de la ciudad de São Paulo de
Piratininga y participaron en todas las expediciones organizadas en busca de
oro y mano de obra indígena esclava.
14
Enrique Finot da cuenta de dos entradas de portugueses cercanas a la primera
misión de San Francisco Javier, en el mismo año de su fundación (1691): Finot,
2010: 460-461.

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Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

chiquitos y luego con los zamucos, basada en la posibilidad de reunirse


en pueblos más numerosos para mejorar su defensa, liberarlos de sus
enemigos y darles la posibilidad de acceder a nuevos bienes materiales.
Pasadas las primeras dificultades por los varios desplazamientos de las
reducciones, las fugas indígenas, el hambre y la peste, la alianza se man-
tuvo y consiguieron apalabrar muchas parcialidades, las cuales años más
tarde se incorporaron a las reducciones de San Miguel (1721), Santiago
(1754), Santa Ana (1755) y Santo Corazón de Jesús (1760), ampliando
así el escudo protector y extendiéndose hacia la región del Chaco. Una
multitud de otros pequeños grupos fueron englobados al interior de
las reducciones y, al adoptar la lengua de los chiquitos, perdieron sus
propios rasgos distintivos bajo el mismo apelativo.

Proceso de evangelización
En los primeros tiempos, el proceso de evangelización llevado a
cabo por los religiosos en sus misiones volantes tenía el propósito de
tomar contacto con las diferentes parcialidades, ganar la voluntad de los
caciques con regalos, prometerles protección militar y entrega de bienes
y alimentos si se incorporaban a sus misiones. Lograr la reducción de
dos parcialidades enemistadas y el reparo de sus ofensas representaba
una tarea delicada porque todos los grupos estaban enemistados entre
sí y debían dejar atrás sus conflictos para promover la integración pa-
cífica en un mismo poblado. Anticipaban su llegada enviando jóvenes
que hablasen en su nombre y preparasen el terreno. A su arribo, y para
convencerlos de reconciliarse o amedrentarlos, los misioneros se hacían
pasar por chamanes con poderes sobrenaturales y apelaban a la fuerza
de su oratoria con largos discursos, así como al conocimiento entre
los enfermos de los efectos curativos de las purgas15. Aún viajando
escoltados por numerosos indios y confiados en la aceptación de sus
regalos, corrían el riesgo de ser asesinados bajo una lluvia de flechas
por los grupos contactados, como le sucedió al padre Luca Caballero
con los puizocas16.

15
«Diario y cuarta relación de la cuarta misión hecha en la nación de los ma-
nasicas y en la nación de los paunacas nuevamente descubiertos, año 1707.
Con la noticia de los pueblos de las naciones, y se da de paso noticias de otras
naciones» (San Javier, 24 de enero de 1708), en Matienzo (et al.), 2011: 46-83.
16
«Breve noticia de la muerte del padre Lucas Caballero», en Matienzo (et al.),
2011: 87-91.

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Mercedes Avellaneda

Entre 1702 y 1708 no encontramos en las primeras cuatro reduc-


ciones un crecimiento poblacional significativo, a pesar de los enormes
esfuerzos realizados por los religiosos para captar voluntades. Al con-
trario, el número disminuyó debido a las huidas, los traslados de las
reducciones, la peste y el hambre que se padeció en la primera década.
A diferencia de los grupos guaraníes del Paraguay –más expuestos a
las entradas de los bandeirantes17–, el proceso de reducción entre los
chiquitos y los zamucos tomó más tiempo por las dificultades iniciales y
los conflictos entre las diferentes parcialidades. Los grupos más expues-
tos a los bandeirantes y a la explotación de los españoles se integraron
en las primeras reducciones; los otros, más alejados, probablemente
no sintieron una urgencia tan pronunciada como los guaraníes para
aliarse con los religiosos. Los indios huidos de los pueblos de encomien-
da buscaron refugio con los religiosos y se integraron a la vida de sus
poblados, generando una situación conflictiva con los españoles. Los
religiosos debieron consultar con sus superiores sobre los fugitivos ya
casados en las reducciones; la respuesta fue satisfacer a sus dueños pa-
gándoles lo que solía darse por una pieza en Santa Cruz18. De ese modo,
las misiones se convirtieron para muchos indígenas en un lugar seguro
para escapar al mal trato de sus dueños, bajo el amparo de las leyes de
Indias que los eximían de tributar por veinte años19. Esta primera etapa
17
Los bandeirantes fueron los hombres de São Paulo de Piratininga que se
organizaron en milicias privadas, identificadas con una insignia o bandeira,
y financiados por el capitán que estaba a su cargo. Acompañados de indios
amigos, estos grupos realizaban incursiones en territorio indígena en busca de
oro y mano de obra esclava, actuando de forma conjunta y a veces en expedi-
ciones individuales, asolando el territorio del Guayrá, los Itatines, el Tape y el
Uruguay, e incluso llegando hasta Santa Cruz de la Sierra. Recibieron el apoyo
de la Corona de Portugal para las incursiones en territorio español y de ese
modo fueron ganando posiciones en el litoral y en regiones pertenecientes a la
gobernación del Paraguay.
18
«Pareceres de los padres consultores sobre los puntos que se consultaron en la
junta que se hubo en el pueblo de San Javier» (San Javier, 1712), firmado por
Felipe Suarez, Francisco de Hérbas, Miguel de Yegros, José Ignacio de la Mata
y Juan de Benavente: Matienzo (et al.), 2011: 94-97.
19
El oidor Francisco de Alfaro emitió en 1612 las primeras ordenanzas en Para-
guay para impulsar un nuevo frente de colonización interna, que conformó el
primer corpus de leyes en defensa del indígena destinado a suprimir el servicio
personal en la región y otorgarles la exención de tributar por veinte años a sus
encomenderos. A lo largo del siglo XVII, las ordenanzas fueron ratificadas por
la Corona y los indígenas conservaron sus privilegios a cambio de reducirse con
los religiosos y vivir en sus reducciones. Para consultar el texto de las ordenanzas
y su alcance: Gandía, 1939.

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Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

estuvo marcada por la finalización del período de exención tributaria


y la necesidad de empadronar a los neófitos reducidos.
Llegamos así a la numeración anual de Chiquitos de 1713, elabora-
da por Matienzo en base al estado de los pueblos consignados, la cual
nos entrega datos reveladores sobre los procesos vistos en los párrafos
anteriores20. Así, por ejemplo, se destaca la cantidad de población
masculina, con más del doble de varones jóvenes en relación con las
mujeres de la misma categoría (251m/98f) y una diferencia equivalente
entre los adolecentes (550m/237f). Estas cifras nos están señalando un
desequilibrio inicial en la conformación de las primeras reducciones
debido al mayor impacto de las «rancheadas»21 y la esclavización in-
dígena entre las mujeres. Si bien las Anuas señalan la existencia de una
autolimitación de la procreación ejercida entre los grupos nómadas,
en comparación con grupos más sedentarios, nos inclinamos a pensar
que la razón principal de esta diferencia entre hombres y mujeres fue
de alguna manera la mayor vulnerabilidad femenina ante las guerras
interétnicas y las entradas esclavistas. Como sea, las misiones volantes de
los padres durante los años de 1714 y 1715 lograron sumar fácilmente
varios de estos grupos a las reducciones ya fundadas. La fragilidad
demográfica y las guerras interétnicas, probablemente permitieron que
los indígenas vieran con buenos ojos una alianza defensiva y la posi-
bilidad de ampliar su red de parentesco en la cohabitación con otras
parcialidades. El desequilibrio inicial se fue compensando en las décadas
subsiguientes también por la práctica de los religiosos de rescatar almas
en un intercambio de objetos: cuñas de hierro y cuchillos por mujeres
e infantes entre los grupos más guerreros22.

20
«1713. Numeración anual de Chiquitos», en Matienzo (et al.), 2011: 123.
Cuadro de los diferentes pueblos elaborado por el autor en base a los datos de
edad y estado, numeración consignada en el documento «Cuatro autógrafos
latinos» en AGN.BN, leg. 353, doc. 6127, cit. en Ibid.
21
Las «rancheadas» eran entradas de españoles en las comunidades indígenas
para cautivar por la fuerza a las mujeres y a los chicos más indefensos. Fueron
muy frecuentes a lo largo del siglo XVI y durante los siglos XVII y XVIII se
siguieron practicando en respuesta a alguna ofensa o en alianza con alguna
parcialidad en contra de sus enemigos.
22
«Carta del padre Contreras escrita desde el pueblo de San Juan Bautista el 29
de agosto de 1730 al padre Pedro Lozano», en Matienzo (et al.), 2011: 186.

421
Mercedes Avellaneda

Consolidación del espacio de las misiones


y nuevas fundaciones (1717-1764)
Luego de este período inicial de mutuo acomodamiento, las Car-
tas anuas revelan una segunda etapa en la cual la Compañía de Jesús
pone a prueba sus planes expansivos para conectar a través de nuevas
fundaciones las misiones de Chiquitos con los Guaraníes, a objeto de
crear una comunicación directa y una vía alternativa a Tarija a través
de la navegación del río Paraguay. A partir de entonces, las entradas
al Chaco se hicieron más frecuentes con objeto de vencer la resistencia
indígena y proteger las misiones recién fundadas. Cuando abandonaron
el plan inicial por lo difícil del terreno y por no encontrar un camino
seguro, lo siguieron buscando hacia el Pilcomayo, con el propósito de
conectar la Chiquitanía con el Tucumán. Las reducciones de Santiago y
Santos Corazones se fundaron para ampliar el escudo defensivo hacia
el sur y con el tiempo fundar una nueva reducción a mitad de camino.
Las Cartas anuas del período dan cuenta de 81 entradas perfec-
tamente planificadas para incorporar nuevos grupos y explorar las
conexiones con el río Paraguay y el río Pilcomayo. Estas expediciones
o «misiones» se extendieron en un radio de cien leguas y, cuando ya no
quedaban más naciones para reducir, siguieron más allá de esos límites,
contactando nuevos grupos. Al ser la guerra un modo de interacción
social expandido entre los grupos del Chaco se necesitaba integrar todas
las parcialidades posibles para garantizar la seguridad en los corredores
proyectados, a fin de evitar las alianzas peligrosas, los ataques sorpre-
sivos y mantener el control dentro y fuera de las reducciones. Si los
métodos misionales convencionales –como el ofrecimiento de dones y
la promesa de futuros bienes– fracasaban, se hacia la guerra en el marco
de la «guerra justa», con el apresamiento de cautivos.
A continuación, presentamos un cuadro que elaboramos con las
entradas desde todas las misiones, que incluye la información que nos
brindan las Cartas anuas para este segundo período:

422
Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

Cuadro 1
Entradas de jesuitas y chiquitos en territorio
de indios infieles
(1717-1765)

Años Reducciones Entradas Resultados


211 almas sobrevivientes de las
1717 San Rafael A los curucanes
malocas lusitanas.
1717 San Rafael P. Zea a los orerobatás Consigue apalabrar para reducirlos.
1717 San Rafael P. Zea a los careras 16 almas son incorporadas.
1717 San Rafael A los bacusones 480 almas son incorporadas.
Una parcialidad es apalabrada con
1717 San Javier A los guarayos regalos, pero solo los siguen dos
parejas jóvenes.
1717 San Javier Sin especificar 130 almas huyen de la peste.
1718 San Javier A los guarayos Sin resultados.
1718 San José A los zatienos A la llegada de los chiquitos huyen.
95 almas de cucarates (cucutades)
1718 San Juan A los cucarates
son convertidas.
1718 San Javier A los guarayos Alianza; se llevan algunos parientes.
A pueblo de fugitivos
1718 San Javier Sin resultados.
de Santa Cruz
Entrada a los cucutades Se funda San Ignacio de Zamucos,
1723 San Juan
c/ P. Castañares con los cucutades y los zamucos.
200 almas se incorporan luego de
A los zatienos c/ P.
1723 San Ignacio hacer las paces con los zamucos y
Castañares
recibir regalos.
A los ugaroñes c/ P.
1729 San Ignacio 300 almas se incorporan.
Castañares
Logran atraer algunos indígenas
1729 San Ignacio Otras expediciones
ugaroñes que quedaban esparcidos.
Los taus traen algunos curacanés
1729 San Rafael A lo curacanés
huidos en 1719.
Los taus traen 13 curacanés huidos
1730 San Rafael A los taosios
recientemente.
Se enfrentan con los bazarocas que
los flechan y huyen. Hacen trueque
1730 San Rafael A los bazarocas de comida y objetos; solo consiguen
traer a cambio 9 infieles paresisios
(paresis) de idioma desconocido.
Enfrentamiento y persecución.
Vuelven con 82 puyzocas cautivos –
200 indios a los
La entre hombres, mujeres y párvulos–
1730 puyzocas y a los
Concepción y 80 paycones. Total: 162 almas
paycones
de ambas naciones. Se les reparten
cuchillos y vestimentas.

423
Mercedes Avellaneda

Alianza con un cacique que es


llevado a la misión apalabrado y
1730 San Juan A los caypotorades
agasajado con la entrega de muchos
regalos; es el cuarto intento.
Con muchos indios cristianos llegan
al campamento, que es abandonado;
se encuentran, les piden regalos
A los caypotorades c/ P.
1731 San Juan y luego los flechan. Terminan
Contreras
rescatando a 24 almas –mujeres
y niños–, a cambio de cuñas* y
caballos.
Dos partidas a los La primera trae 150 almas y la
1731 San Ignacio
ugaroñes segunda 87 almas.
De las 177 almas que consiguen
llevar a la reducción, 36 mujeres –
1731 San Javier A los baúres
casadas y solteras– se escapan (por
nostalgia de sus maridos y familias).
La
1731 A los baúres Conquistan a 49 baúres.
Concepción
Conquistan dos partidas de
1731 San Miguel A los guarayos guarayos de 92 y 8 indios,
respectivamente.
Escolta de 300 zamucos y ugaroños.
Algunos terenas se escapan, instan
A los terenas c/ P. a otros para atacar a los neófitos.
1731 San Ignacio
Castañares Caen caciques de ambos lados. La
mayoría de los llegados al pueblo se
escapan.
300 neófitos alcanzan a tres familias
A los terenas c/ P. fugitivas y se les ofrecen numerosos
1731 San Ignacio
Castañares regalos. Intercambios amistosos.
Descuido y muerte a los neófitos.
Escolta de 12 zamucos y 160
A los carapaenos c/ P.
1732 San Ignacio ugaroños. Regresan con 40
Contreras
carapaenos.
A los terenas c/ P. Escolta de 8 zamucos con armas de
1732 San Ignacio
Contreras fuego. Son hostigados y fracasan.
Traen 80 quidabones y 12
morejones, y muchos bárbaros
1732 San Rafael A los quidabones
anónimos por la entrada de los
portugueses.
Traen algunas familias quihones
huyendo de los portugueses. Los
1733 San Rafael A los quihones
hombres regresan y traen a otros
159 al resto de la parcialidad.
En las proximidades del lago
A los cupuies y
1733 San Rafael Xarayes; fracasa pues no los
zarapaes
encuentran. Viven en bandas.

*
Hachas de hierro.

424
Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

Llegan algunos a la misión, son


1734 San Rafael A los guihones regalados, los acompañan y traen a
159 almas.
Van en busca de nuevas almas y
traen otras 46. Al año siguiente
1734 San Rafael A los guihones
muchos se escapan y vuelven a su
modo de vida.
Enfrentamiento de palizada y dos
1734 San Juan A los tunachos
neófitos muertos.
Enfrentamiento de palizada y 20
1734 San Juan A los caypotorades
neófitos muertos.
Enfrentamiento y son llevados
1734 San Javier A los omonomacas cautivos. Piden regresar y luego les
hacen guerra a sus acompañantes.
Llegan después de los portugueses,
1734 San Miguel A los parisis que los han esclavizado para
llevarlos a las minas de oro.
Se enfrentan a los caipotoradas y
A los terenas c/ P. matan al cacique principal de los
1735 San Miguel
Castañares zamucos. En venganza matan 150
enemigos.
Estos fueron cautivados por los
1735 San Rafael A los morejones
mamelucos.
Traen 250 guarayos pacíficamente,
1735 San Miguel A los guarayos
de los cuales muchos huyen.
Asaltos en el camino. No los pueden
1736 San Ignacio A los carapaenos
encontrar.
A los burillos c/ P. Se adelantan 60 neófitos; alboroto;
1736 San Javier
Castañares huyen y solo traen 17 cautivos.
Vuelven luego de tres meses con las
1739 San Javier A los tunachos
manos vacías.
Escolta de 250 neófitos. Solo
1739 San Miguel A explorar el territorio encuentran aldeas vacías, no
encuentran rastros de naciones.
Escolta de 260 neófitos. Anteriores
A los quivichos c/ P.
1739 Concepción intentos fallidos (muertes y guerras).
Sreigner
Fracaso por inundaciones y lluvias.
70 leguas exploradas y regreso
Al Pilcomayo c/ P. por miedo a los tobas, por ir con
1739 San Ignacio
Chomé jóvenes poco expertos en armas de
fuego.
25 neófitos morotocos baqueanos
persiguen a los tobas. «Centinelas
Socorro a la expedición
del río», en dos formaciones,
1739 San Juan al Pilcomayo c/ P.
asaltan su aldea sobre el río Yavevirí
Chomé
y regresan con 20 cautivos que no
pueden huir –son mujeres y niños.
San Juan y Al Pilcomayo c/ P. Salen con 70 morotocos y otros
1740
San Ignacio Chomé zamucos; toman cautivos.

425
Mercedes Avellaneda

Salen 200 neófitos. Encuentran solo


1740 San Miguel A los guarayos aldeas desiertas. Traen 34 parabaros
y el resto se resiste.
Salen 260 neófitos y los siguen de
regreso 45 baúres escapados de
1740 Concepción A los quivichocas las misiones de Moxos, que tenían
miembros de su mismo grupo en ese
pueblo.
Pueblo asaltado por los Son repelidos; dejan lanza clavada
1741 San Miguel
tobas en señal de que regresarán.
Traen tres cautivos; el resto se fue
1741 San Rafael A los parisis
con los portugueses.
Se toman dos cautivos, que son
Es nuevamente asaltado
1742 San Ignacio conducidos al pueblo de San Juan
por los tobas a caballo
para que no se escapen.
Vuelven los huidos y traen a
1743 San Miguel Se incorporan guarayos sus parientes por causa de los
portugueses.
Regresan, luego de dos meses, sin
1751 San José A los ugaroños
nadie.
Los sorprenden; muchos se escapan;
1751 San Igancio A los bárbaros
otros 75 se entregan.
Reciben algunos
1751 San Juan Se escapan bien lejos de los pueblos.
bárbaros
1751 San José A los bárbaros fugitivos Logran apenas regresar con 44.
A los bárbaros, a 120 Los indios los flechan y los obligan
1753 San Miguel
leguas a retroceder.
A los caypotorades c/ P. Huyen todos y solo logran cautivar
1753 San Juan
Esponella a unos pocos.
Sale con 300 neófitos para cercarlos.
Dan muerte a dos neófitos. Se les
San Juan y A los caypotorades c/ P.
1754 hace emboscada y se los gana con
San José Esponella
regalos y dones. Planes para una
fundación cerca del río Paraguay.
A los tunachos c/ P.
1755 Santiago Son atacados por los tunachos.
Patzi
A los tunachos c/ P. Trajeron 19 cautivos, entre mujeres
1756 Santiago
Troncoso y jóvenes.
1756 San Juan A los caypotorades Sin resultados.
A los tunachos c/ P. Se busca el sitio para fundar Santo
1757 Santiago
Lardin Corazón de Jesús.
Se les propone formar un nuevo
A los tunachos c/ P. pueblo. Se lleva a sus mujeres, que
1758 Santiago
Troncoso se resisten, llevándoselas de regreso.
Quedan sus hijos de rehenes.
Consiguen traer una parcialidad
A los tunachos c/ P.
1759 Santiago de los tunachos a Santo Corazón;
Troncoso
algunos huyen al poco tiempo.

426
Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

A los caytoporades c/
1760 Santiago Solo lo siguen algunas familias.
P. Patzi
Con 200 y 112 neófitos de San
A los imones c/ P.
1760 Santiago Juan. Se rinden los caytoporades;
Troncoso
traen 302 indígenas.
Santo Al río Paraguay c/ P.
1760 Se alistó un grupo de 300 neófitos.
Corazón Chueca
300 indios recorren 100 leguas.
1760 San José A los terenas Faltos de agua, regresan con 90
infieles de otra nación.
A los caypotorades Salen 100 neófitos y traen 20 indios;
1760 Santiago
c/ P. Misionero los demás no quieren ir.
1760 San Juan A los ugaraño y zamuca Huidos de las misiones.
Residuos de los que el año anterior
A los caypotorades y se habían agregado a ese pueblo. Se
1763 Santiago
tunachos juntaron 95 indios dispersos por el
monte.
Invita a 36 guaycurúes para que lo
Santo A los guaycurúes c/ P. sigan y cuando llegan cerca de la
1763
Corazón Guash estancia matan al religioso; otros 9
neófitos roban y cautivan 6 mujeres.
Escolta de 400 soldados, pero no
Santo A los guaycurúes c/ P.
1763 logran alcanzarlos ni recuperar a los
Corazón Chueca
cautivos.
Con 200 chiquitos al mes
encontraron a unos indios que
1764 Santiago Al norte c/ P. Troncoso no hablaban la legua y fueron
guerreados, sufriendo bajas y
heridos. Regresaron sin nada.
Con 700 indios regresan luego de
Santo A los guaycurúes
1764 dos meses, en la incomodidad de los
Corazón c/ P. Patzi y P. Chueca
pantanos, sin avistarlos.
De los 400, solo 100 quisieron
Santo venir; los otros 300 fueron
1764 A los imones
Corazón diezmados y cautivados por los
guaycurúes.
A la llegada a la estancia de La
Santo Los guaycurúes. Son
1765 Cruz fueron hechos cautivos 296 y
Corazón hechos prisioneros
trasladados a otras reducciones.

Fuente: Cartas anuas de 1735-1742, 1743-1750, 1751-1756 y 1757-1762, y Do-


cumentos de la Provincia del Paraguay, 1762-1767, en Matienzo (et al.), 2011.

427
Mercedes Avellaneda

Dinámica de las entradas


De acuerdo con la información recogida sobre las negociaciones
con los caciques, el tratamiento dado a los cautivos, las estrategias de
incorporación de bandas dispersas, la búsqueda de alguna conexión
con las misiones guaraníes, la dificultad del territorio, los reiterados
fracasos y la resistencia indígena a las reducciones, se puede recons-
truir un patrón recurrente utilizado por los misioneros y los indígenas
cristianos en sus entradas.
En términos generales, cuando los chiquitos exploraban una re-
gión donde solo había bandas dispersas o cuando iban a contactar una
parcialidad conocida, se juntaban guerreros de una sola misión y los
contingentes podían reunir entre 200 y 300 indios armados con sus arcos
y flechas envenenadas. Por el contrario, cuando debían enfrentar a un
enemigo más poderoso, como los guaycurúes, podían reunir a varias
parcialidades, alcanzando cifras de setecientos o mil indios de diferentes
reducciones. Las entradas coincidían con la estación seca y la época de
caza, duraban varios meses y en algunas reducciones se realizaban hasta
dos partidas en diferentes territorios. La expedición era comandada
por el cacique principal y sus secuaces, y guiada por los que conocían
mejor el terreno y la ubicación de los campamentos de sus parientes o
de las parcialidades enemigas. Peleaban con sus mismas armas y, dado
que las armas de fuego apenas se mencionan en las entradas a los tobas
y guaycurúes, es de suponer que no eran muy diestros en su uso y solo
las llevaban bajo la vigilancia de los religiosos.
Los jesuitas de esta segunda etapa, prefirieron quedarse al cuidado
de las misiones y solo intervinieron cuando el motivo principal era
cumplir con directivas expresas de los provinciales: realizar las entradas
fundacionales, encontrar una vía de comunicación a través de los ríos
Paraguay y Pilcomayo, o enfrentarse a un enemigo superior para poder
pacificar la región con vistas a fundar más adelante una nueva reducción.
De las 81 entradas relevadas en las Anuas, los padres intervinieron solo
en 30 expediciones. Cuando los desplazamientos eran cortos iban con
algunos indios armados de arcabuces y se hacían acompañar por un
refuerzo de flecheros que se mantenían en la retaguardia, pues preferían
llegar a las aldeas con escasa presencia de guerreros con el fin de tratar
de establecer un contacto pacífico y apalabrarlos para el futuro.
Las primeras entradas permitieron tener un conocimiento más
acabado del territorio y de los que vivían en la región, y a medida que

428
Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

tomaban contacto con los distintos grupos se informaban sobre sus


parientes y enemigos para organizar nuevas expediciones. El rastrillaje
de los chiquitos y de los zamucos en torno a las primeras reducciones
y, luego, a mayor distancia, permitió integrar las naciones que trataban
de huir de los lusitanos instalados en Cuiabá y Mato Grosso, a solo 60
leguas de San Ignacio. Si bien en esos años las reducciones recibieron
un número significativo de grupos indígenas pasado el peligro por las
entradas de los bandeirantes, los grupos nómades ofrecieron mayor
resistencia a los indios reducidos que incursionaban en sus territorios.
Conocido el método empleado por los indios chiquitanos contra los
indios bárbaros, desde Roma el general hizo escuchar algunas objecio-
nes al provincial:

Sobre las excursiones de estas misiones de chiquitos a la


gentilidad y la crueldad que ejecutaban por la parte del norte,
respondí en el último despacho del 15 de enero de 1736, su-
poniendo hubiese vuestra reverencia ordenado y si no es así lo
ordenará no se hagan dichas excursiones sin que vaya algún
padre acompañando a los indios, como por el sur hace el padre
Castañares para impedir asistida violencia y crueldad […]23.

Las expediciones que se extendieron hacia el Este tomaron cono-


cimiento de las dificultades del terreno, experimentaron las extensas
llanuras sin agua, con un sol abrazador y las tierras pantanosas de
las cercanías del río Paraguay, obstáculos insalvables para una vía de
comunicación con las misiones del Paraguay. La guerra en estas entra-
das con frecuencia terminaba con el apresamiento de algunos indios,
preferentemente infantes y mujeres, que eran llevados a las misiones y
dejados en custodia con los jefes de familia24. Al año siguiente regre-
saban con una parte de los cautivos para que contasen a sus parientes
las bondades de la vida en las reducciones, mientras que sus hijos o
mujeres eran mantenidos como rehenes en las misiones. Algunas veces
esa táctica tenía éxito y otras no, dependiendo de la fragilidad del
grupo, de la presencia de los portugueses y de las alianzas con otras
parcialidades. Cuando los cautivos o los que iban por su propia voluntad
llegaban a las reducciones, se les repartían cuchillos, se les daba ropa
y se los consignaba a una familia que debía introducirlos en todos los

23
«Carta 5° del despacho del 15 de julio de 1737 en BCS-ARSI. Carta de los
Generales», cit. en Matienzo (et al.), 2011: 160.
24
Matienzo (et al.), 2011: 192-199.

429
Mercedes Avellaneda

quehaceres de la vida en los poblados. Sucedía que grupos enteros o


una parte decidían volverse al monte, por lo que, para evitar la fuga
de los más rebeldes, los misioneros los trasladaban a otras reducciones
más alejadas, donde desconocían el territorio y terminaban integrados
en forma coercitiva.
Podemos suponer que los jesuitas impusieron en sus misiones las
mismas prácticas de integración forzada de cautivos que habían pro-
movido entre los indios guaraníes, y que fueron señaladas en 1687 por
el jesuita Francisco Jarque: la compra de almas mediante el trueque de
mercadería a cambio de esclavos, las expediciones de contacto y cap-
tura con el envío de caciques o capitanes de gran estima, y las propias
entradas de los religiosos acompañados por un nutrido ejército de in-
dios guerreros25. A pesar del violento accionar, muchas veces callado y
legitimado en el marco de la «guerra justa» para atraerlos a la fe y a la
vida civilizada, muchos grupos opusieron resistencia y se desplazaron
a lugares donde era imposible alcanzarlos.

La resistencia indígena
La resistencia indígena puede ser analizada a través de las des-
cripciones de las diferentes entradas, de las tácticas de guerra y del
resultado final de los enfrentamientos. Aunque muchos de estos grupos
se incorporaron bajo circunstancias apremiantes –como la amenaza de
esclavización lusitana–, el conjunto analizado revela que los indígenas
también ofrecieron diferentes grados de resistencia: algunos nunca
llegaron a reducirse, otros lo hicieron forzados por las circunstancias
y muchos se integraron solo como cautivos de guerra. Algunas par-
cialidades, como los ugareños y los zatienses –antiguas parcialidades
zamucas enemistadas entre sí–, las encontraremos reducidas y aliadas
combatiendo a un enemigo en común –los terenas– en tres diferentes
reducciones: San José, San Juan y San Ignacio (esta última con población
zamuca)26.

25
Para una comparación con las misiones guaraníes del Paraguay, ver Jarque y
Altamirano, 2008 [1687]: 111-119.
26
Los indios enemistados entre sí e incorporados a las reducciones se aliaban
para hacer la guerra o se escapaban de los padres y trataban de instigar a sus
aliados para asaltar a los neófitos. Los curas se informaban de las guerras entre
parcialidades y salían en busca de los grupos menores para reducirlos. La parti-
cipación de los zamucos y ugaroños, que realizaban excursiones apostólicas en

430
Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

Pasado el peligro y la presión del frente esclavista portugués, y


a pesar de llevar parientes como intérpretes para contactar a las par-
cialidades más reacias, las Anuas mencionan que para mediados de la
década de 1730 muchas veces al llegar a las aldeas las encontraban
vacías o recién abandonadas, debiendo soportar la incómoda presencia
de los que no se dejaban ver, escondidos en lugares de difícil acceso27. Al
parecer, la huida calculada, adelantándose a la llegada de los neófitos,
constituyó una estrategia efectiva para los grupos menos numerosos,
que evitaron así el contacto y el enfrentamiento28.
En caso de fuerzas equivalentes, por el contrario, la guerra fue
inevitable y solo el fracaso abrió una instancia de negociación pos-
terior con los caciques para ganarlos a las reducciones. A veces los
enfrentamientos duraban varios días y los grupos más guerreros hacían
empalizadas desde las cuales se defendían mejor de las flechas enemigas.
Frente a la presencia de partidas numerosas de chiquitanos, algunos
grupos respondían con una lluvia de flechas y otros utilizaban la táctica
de aparente amistad para acceder a los regalos y atacar cuando menos
se lo esperaban. La estrategia de dividirse en dos grupos y cortar la
retirada del enemigo también fue una técnica muy utilizada por todos.
La resistencia al interior de las reducciones está presente en los
relatos de los huidos que recogen las Anuas29. Los cautivos llevados a
la fuerza no siempre se adaptaban a su nueva condición, algunos res-
pondían con robos e insultos en manos de sus captores o custodios, y
solo esperaban una buena oportunidad para regresar con sus parientes;
otros estaban convencidos de que iban a ser sacrificados en alguna ce-
lebración y también se escapaban. Las fugas y los ausentismos fueron
muy frecuentes y pueden ser interpretados como la resistencia al sistema
de las misiones que los privaba de su libertad natural. Se sabe que cada
indio recién reducido tenía que pasar por un período de adaptación al
régimen de vida y trabajo dentro de la reducción, y que muchos huían
luego de algunos meses. Las naciones que mayor resistencia ofrecieron

compañía del padre Castañares, está documentada en las Anuas de la Provincia


del Paraguay (1730-1734), en Matienzo (et al), 2011: 159-175.
27
«Carta anua de la Provincia del Paraguay (1735-[1742])» (San Lorenzo de La
Barranca, 6 de febrero de 1737), en Matienzo (et al.), 2011: 203-243.
28
Ibid.: 223.
29
«Carta del padre Lozano, jesuita de la Provincia del Paraguay al procurador
general Sebastián de San Martín [con varias noticias de la Provincia]» (Córdoba
del Tucumán, 21 de junio de 1732), en Matienzo (et al.), 2011: 190; «Carta
anua de la Provincia del Paraguay (1735-[1742])», passim.

431
Mercedes Avellaneda

a los chiquitos fueron los caipotorades, así como los ecuestres tobas y
los guaycurúes, por su obstinada negativa y su mayor poder de fuga a
través del caballo, lo que los hacía inalcanzables.

Comentarios finales
Por todo lo expuesto, podemos afirmar que existió un fuerte proceso
de esclavización indígena en el Oriente boliviano y en el Chaco boreal
durante todo el período analizado. Las naciones que allí existían, tanto
de grupos nómades como de incipientes agricultores, fueron progresiva-
mente diezmadas por las entradas punitivas de españoles, portugueses
e indios neófitos de las misiones, quienes con sus entradas sistemáticas
contribuyeron en gran medida al proceso de asimilación y dispersión de
los grupos originarios. Este proceso, liderado por españoles y portugue-
ses en un primer momento, parece haber facilitado el establecimiento de
las primeras reducciones más próximas a Santa Cruz de la Sierra, para
luego alcanzar a las parcialidades más expuestas a los bandeirantes en
el Norte y en el Este del territorio.
La temprana integración de los chiquitos en las reducciones estuvo
facilitada también por el hecho de que nunca tuvieron que abandonar
sus hábitos guerreros; por el contrario, al servicio de los misioneros y
de la Corona, pudieron emprender innumerables expediciones para
luchar contra los grupos circundantes. Esto les permitió continuar con
sus desplazamientos anuales en época de caza y ejercer el pleno dominio
en un amplio territorio, y así asegurar su movilidad y control de los
recursos existentes para su subsistencia. La incorporación de cautivos
al cuidado de los jefes de familias mantuvo la práctica tradicional de
obtención de esclavos como botín de guerra, con algunas variantes en la
consolidación de las parcialidades, y le imprimió un nuevo significado a
las expediciones bélicas y al cautiverio en el marco de las reducciones.
De algún modo, la alianza con los jesuitas representó una estrategia
acertada, que permitió a los caciques ampliar sus parcialidades y reforzar
su superioridad política en la defensa territorial.
Todas las expediciones fueron organizadas con sumo cuidado, te-
niendo en cuenta la superioridad o inferioridad numérica de los grupos
que habitaban el territorio explorado y, amparadas por el derecho india-
no, fueron consideradas de interés estratégico para el imperio español.
Los misioneros aprovecharon las inclinaciones guerreras de los caciques
y la legislación vigente para aumentar la población reduccional, intentar

432
Las misiones jesuitas de Chiquitos y el proceso de esclavización...

dominar a los grupos infieles y llevar a cabo sus planes expansionistas


para mejorar las comunicaciones con el resto de las reducciones de
la Provincia. El avance constante de los guerreros chiquitanos y la
presencia prolongada de los lusitanos en la región fueron parte de un
mismo proceso, que conllevó al despoblamiento masivo del territorio
de influencia de las reducciones y de una gran porción del Chaco bo-
real en dirección al río Paraguay y al Pilcomayo por la presión ejercida
contra numerosas tribus que fueron desnaturalizadas o perturbadas en
su movilidad estacional, base de su subsistencia.
A pesar de todo, existió una gran resistencia indígena, la que fue
vencida paulatinamente por los indios cristianos en sus entradas de
rastrillaje sistemático. Para huir a ese acoso muchos grupos se dispersaron
y cayeron presos de los portugueses o fueron esclavizados por los grupos
ecuestres. Con el tiempo, las expediciones misioneras tuvieron que extender
su radio de acción y el fracaso de sus expediciones se hizo más evidente con
la estrategia indígena de invisibilización. A pesar de la superioridad numé-
rica de los indios cristianos y la frecuencia de sus entradas, la resistencia
indígena estuvo presente a lo largo de todo ese proceso en los numerosos
enfrentamientos, engaños y huidas anticipatorias, y solo los grupos ecuestres
ofrecieron una resistencia más efectiva y difícil de doblegar. Los grupos
indígenas que fueron incorporados a la fuerza generaron al interior de los
poblados una resistencia controlada y muchos encontraron el modo de
fugarse para volver a unirse a sus parientes
De todo lo expuesto, se desprende que la política de reclutamiento
de infieles impulsada por los religiosos y chiquitanos tuvo un doble efec-
to devastador para la pervivencia de la diversidad étnica: por un lado,
consiguió la pacificación de la frontera oriental con la consolidación de
una avanzada de indios guerreros leales a la Corona y la asimilación de
diferentes grupos, lo que consolidó el poder sociopolítico y demográfi-
co de las diferentes parcialidades reducidas; por el otro, contribuyó al
despoblamiento general de un inmenso territorio y a la desaparición
temprana de otras numerosas parcialidades y grupos étnicos que ofre-
cieron resistencia y que, al ser desplazados de su territorio tradicional,
fueron víctimas de los frentes colonizadores y de los enfrentamientos
étnicos y el cautiverio.

433
Mercedes Avellaneda

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