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DisPontsiLIDAD I ~ Disponibitidad es una nocién que permanece sub- desarrollada en el pensamiento europeo. Concierne prioritariamentea los bienes, posesiones y fuunciones, Casi no tiene consistencia, en cambio, de! lado de la persona © del sujeto. A lo sumo, es un término gideano: “Decia que toda novedad debe encontrarnos siempre enters mente disponibles’. Dado que no pertenece al orden de Ja moral ni tampoco al de la psicologia, no es prescriptiva (c entonces no podrfamos precisar de qué) ni tampoco descriptiva (explicativa), no puede pensarse por lo tanto ni como virtud ni como facultad ~que son en efecto los, dos grandes pilares o grandes referentes sobre los cuales hemos erigido nuestra concepcién de la persona en Europa-, esa nocion apenas si llege a serio y se ve dejada en el estadio de la vaga exhortaci6n; 0 se vierte, si no, en el subjetivismo y su emocién facil, el mismo que mancha también la frase gideana. En suma, no ha ingresado en una construcci6n eigctiva de nuestra interioridad. Bien podemos recurrir a ella de un mado familiar, deslizar el termino en la banalidad de nuestras frases como una apelacién al buen sentido, apresuradamente, entre dos puertas, en un aparte -y tal vez incluso no podifamos en adelante prescindir de ello (como el famoso: “Pero esten cisponibles!”)-, no obstante, el hecho es que no vamos més alld, La posibilidad de que, a partir de allt, se elabore una categoria completa, ética y cognitiva a la vez, nunca se desarroll6 Ahora bien, ¢por qué ese subdesarrollo? ,No seré que justamente haria falta, para promover la disponibilicied UA Cince conceplos propuestos al psicoandlsis como categoria a la vez ética y cognitiva, que saliéramos al fin del viejo tanclem de la moral y la psicologia, de las virtudes y facultades, y modificaramos profundamente la concepeién misma de nuestro ethos? Porque discrota- menie, sin estridencias, deslizada incidentalmente entre nuastras frases, esa noci6n no deja deentablar sordamente una revoluci6n. Socava el andamiaje en funcion del cual nos representamos: el sujeto pasa.a concebirse ya no como. pleno, sino como hueco. Al hacerlo, apela a una inversion més profunda, previa a tantas otras anunciadas inversio- nes de valores, Parael sujeto se trata en efecto nada menos que de renunciar a su iniciativa de “stijeto” que de entrada presume y proyecta, clige, decide, se fi fines y se procura los medios. Pero si renuncia monien- tineamente a ese poder de dominio, a lo cual lo invitala disponibilidad, entonces teme que la initiativa dela que ce vale no tenga limites y se vuelva intempestiva; que le cierre el paso a la “oportunicad”, Jo bloquee en una con- versacion estéril consigo mismo y ya no la deje acceder a nada, {Pero acceder a qué? Justamente, no sabe “a qué”, Si el sifjeto renuncia a su propia herencia, desconifa de su propiedad, es porque presiente que el privilegio que se confiere a sf mismo, aténdolo a s{ mismo, lo encierta dentro ce limites que ni siquiera puede sospechar Con Io cual se sobrentiende que no se tratara de una categoria de renuncia, de invitacién a la pasividad,.sino en verdad de lo contrario al solipsismo (del sujeto) y a suactivismo. Tampoco se trata de remitirse a otro pader {@ otro Sujeto}; dicho de otro modo, transferir a Dios el dominic, como lo hacen los quietistas. No, ese despren- dimiento de la disponibilidad es una conquista, y aun més siti en Ta medida en que es fluida, no apretada, no cetenida: la nocidn, al mismo tiempo que es ética, es estratégica. Una conquista tanto mas eficaz en la medida en que ya no se localiza, ya no se especitica, ya no se impore. Resulta tanto més ajustada continuamente en la medida en’que no aspira a algo, nunca es decepcionada Disponititidad 25 ni tampoco desprovista; no es desviada ni fragmentada. Conquista tanto més amplia -antes bien ya no conoce- rfa limite ni extremidad- por el solo hecho de que no se dla més una pista a seguit, una meta que satisfacer, una biisqueda que cumplir, un objeto del cual apoderarse. Porque esa conquista por desprendimiento ya mo esté orien- tada; no proyecta més. No proyecta ninguna sombra, ya no ea conducida por una intencionalidad, mantiene por consiguiente todo en igualdad. Su captaci6n es completa- mente abierta porque no espera nada por captar. Hay que comprender el término, en efecto, segtin el recurso que revela su composicién. En el prefijo dis de la disponibilidad no se entiende solamente la supresin de toda oposicién, sino también la diftaccién en todas direc- ciones de la “posicién” y por ende su misma disolucion, Al igual que, como dice el adagio, toda determinacién es negacién, toda posicién es al mismo tiempo privacién de. otras posibles. Toda position es una ift-posicion. Ahora "ai dispener @radoplar un delemninado orden y un arreglo, la disponibilidad, volviéndolos ductiles por la. les retira toda modalidad que fija y que focaliza. La “apertura” (la Offens- ya No es un voto piadoso, un suceddneo de lo metaiisico y lo religioso que suefia con una liberacién por desvelamiento -un tema prolijo en la actualidad; sino que se encarna efectivamente en una conducta y una actitud ©, més rigurosamente atin, segan dije, en una estrategia. En vista de lo cual, las virtudes y las facultades, en efecto, ya no pueden parecer en Io sucesivo sino dispersién y pérdida: al especificarse una con relaci6n a la otra, cada Una se afirma en detrimento de las demés; asi como al arrogarse de entrada una autonomia, esa auto-afirmacion no deja dé producir un forzamiento, Pero la disponibili- dad confunde (comprende) el plural de su diversidad en tuna misma, idéntica, potencialidad; ast como al no fijar ni oponer nada, permanece mas acd del esfuerzo y del. enfrentamiento. El conocimiento, al no estar ya orien- 26 Cinco conveptos propuesios al psiccandlisis tado, se vuelve una vigilancia que no se deja redlucir por ningtiacaparamiento; el bien, que ya no se deja codificar ni asignar, se fora capacidad de combinar y de explotar sin pérdida, porque no implica exclusion ni rigidez. Il ~ Que es preciso abstenerse de privilegiar nada, presumir 0 proyectar nada; que por lo tanto es preciso mantener en pie de igualdad todo lo que se escucha para no dejar pasar el menor indicio que pondrfa sobre la pista, por més incongruente (inesperaclo) que parezca; que por consiguiente es preciso mantener la atenci6n difusa y no focalizada, es decir, no regida por alguna "intencionali- dad”, como se sabe, constituye el primer “consejo” que Freud le dirige al psicoanalista’ En el fondo, el dnico que hay que observar. Porque todos los demés, de cerca o de lejos, conducen a él. La nocién de “disponibilidad” no aparece allf, pero sin embatgo me parece que la reflexién de Freud gira alrededor-ie ella, ¢ incluso dirfa que es aquello que aporta como su verdad. {No seria en efecto el concepto que falta, pero hacia el cual Freud se enca- ‘mina ineluctablemente, llevado por la necesidad de su practica, luego de“largos afios” de su propia experiencia, segtin nos confiesa, o que més bien es llevado a bordear a Jo largo de esas paginas que procuran decir més en deta- lle cémo actuar frente al paciente? Aun le falta superar a Froud muchas resistencias, que acttian sin que lo sepa, en ese recorrido tedrico. : Al menos est& claro que Freud llega a ese punto por un interés estratégico, puesto que se trata de abrir una primera brecha en el sistema de defensa del paciente. No obsiante, esa concepcién de una caytacién [prise] que se realiza por desprendimienta [déprise} alteraria demasiado 7 Sigmund Freud, "Gonasjor al mélice sobre el tratamiento pica 11912} ‘Obnas cmpleine, vol. XI, trad. el alemin do Joss Isis Ftenoverry Amororty editores, Buonoe Aire, 1087, yp. 107110 Disponibilidat 27 profundamente todo el edificio occidental del dominio de { como para ser abordado por él mas explicitamente. De ‘manera que constatamos, por un lado, la extrema pruden- ciacon la que Freud se interna en ese camino, entrando en puntas de pie: no fue conducido a esa “regla”, nos dice, sino por sus “propias decepciones” y porque debié dar “marcha atras’ on la persecucién de sus propias rutas; y quizas por otra parte, segiin admite, esa “técnica” no sea adecuada mas que para su “individualidad”, ;No hay un exceso de precauciones en ese presmbulo, 0 qué convic~ ci6n se le impone entonces en ese punto, a su pesar? Ya que, por otro lado, segtin repite, se trata de la anica pres- cripcién que sostiene. En lugar de lo que yo entiendo por disponibilidad, Freud expone una formula que retomaré varias veces como una palabra magica e insuperable. Freud nos habla una expresion en adelante fijada- de “atencién flotante” ‘©, traduzeamos con més precision, “sobrevolando en igual suspenso”, gleicuschavebende Aufmerksamkeit. Y reco- nozcamos que la formula es paraddjica: “atencién” pero “flotante”; la mente se dirige hacia, se tiende hacia, pero sin nada en particular a 1o cual estaria atenta, Se con- centra (atencién), pero sobre todo a la vez (dispersién). Que Freud no pueda expresar sino en una formula que roza la contradiccién la primera regla préctica del psi- coanalista ya deja ver bastante bien hasta qué punto ésta cocava nuestro credo tedrico, que realza las facultades (del conocimiento) y su capacidad de “control”. Pues, zpor qué no atacé el dominio de la conciencia ~que tanto denunci6- desde ese otro Angulo: ya no en relacién con el inconsciente y la censura, el “ello” y el “supery6", sino desde el punto de vista del funcionamiento mismo de la mente y de su racionalidad cognitiva? Pues, qué seria una atencién que sin embargo se abstiene a su vez de con- centrarse? O bien, gqué es una atencién, pero que no se deja conducir por su intencionalidad, en suma, que al mismo tiempo que esté atenta desconffa del objeto de su 28 Circo enceptos propuests al psicoanflisis atencién? Porque desconfia sobre todo de aquello que, en lo que dice el analizante, le interesaria de entrada y la acapararia, y por ello la haria pasar de largo; descon- fia de aquello que le hablaria al oido al psicoanalista (en el sentido familiar, interesado, de “eso me suena’) y le impediria conservar el ofdo abierto, vigilante, y escuchar efectivamente. Freud admite sin esfuerzo, en cambio, por qué ha lle- gado, aunque a pesar suyo, a esa prescripcion que surge de su larga practica como peicoanalista, por mas que resulte desconcertante, Hay una impracticabilidad com- probada de cualquier otro mado de actuar, aunque s6lo fuera debido a la profusion de detalles e ideas incidentales que trae consigo cada sesién de la cura y que multiplica el namero de pacientes y de afios, Ninguna memoria en verdad bastaria para ello. Tampoco se podria anotar todo. Y mas grave aun: al escribir ¢ incluso al taquigra- fiar, se hara inevitablemente “una seleccién nociva en el material”, porque con ello uno “enlaza” (bindet) una parte de su propia actividad mental, que nos desvia del resto. “Fijando un determinado fragmento con particular agudeza” eliminainos al mismo tiempo otro y, como uno sigue en dicha selecci6n sis éxpectativas y sus inclinacio- nes, “eslaiios En peligro de no encontrar nunca nada mas queaquello que ‘ya sabiamos”” ~ Es el motivo por el cual hace falta distinguir lo mas claramente posible, segdn precisa Freud, esa escucha (durante el tratamiento) de lo que serfa la organizacién de un saber (retrospectivament2 y tal como lo implica- fa la investigacidn). Porque en contra de todo intento de elaborar racionalmente un caso ejemplar, lo cual exige proceder con método y tener como meta un progreso (que Ia ciencia occiciental tanto ha procurado promover), “tienen en cambio un éxito mayor”, en el transcurso de la cura, “aquellos casos en que procedemes como sin Disponitiliad 29 intencién, cuando nos dejamos sorprender por cada giro que afrontamos constantemente sin prevenciones ni presupuestos”. “Exito” (Erfolg): el_punto de vista es verdaderamente estratégico, no teérice, Se trata pues de una regla de eficacia eit'la maiobra y-Ao de Gentitei- dad. Porque sélo ésa disposicién sin disposicién permite registrar sin pausa y sin esfuerzo asi como mantener “dis- ponible” (rfighar)el material, danéole jamie a todas las posibilicades ym perder ra, pon pena ha privilegiado nadia que ages abahdonar an indonar algo: de mda que uno se vuelve apto para recibir constantemente, sit expeciativa, foda solicitacién que apatezca. Al revés que la teoria clasica (occidental) del conoci- mientoy de sus facultades, Freud abre pues expresamente el camino a lo que seria la disponibilidad, que se le reclama al psicoanalista, No es sin embargo limitado y forzado en ese camino por e! hecho de que no considera esa acti- tud ~aptitud~ sino negativamente, que s6lo sea definida como un comportamiento sin prevenci6n ni presuposi- cin (0 "sin especular ni cavilar’), es decir, como atencién sin intencién? “Disponibilidad” califica ese recurso, en cambio, sin rozar la contradicci6n, a la vez unitariamente (conceptualmente) y positivamente. Incluso me pregunto si Freud, a falta de un concepto en la materia, cuanto més avanza en esa reflexién, no es levado a distorsionarla y oscurecerla, Porque comprendo que una “tendencia de afecto” en el psicoanalista, Affekistrebung, sea peli- grosa durante la cura, pero jacaso se trata entonces, como dice més adelante, de “frialdad del sentimiento’, Gefitdskélte? (,O no implica entonces volver a introducir lo afectivo, de manera moleste, sin perjuicio de que sea de un modo defensivo?) O igualmente, si entiendo que el psicoanalista debe protegerse de su propia censura al escuchar al otro, qué puede significar exactamente “ser~ virse de su inconsciente como instrumento de andlisis"? Fs decir, cual es ese inconsciente-instrumento? Dice también Freud: “Debe dirigir hacia el inconsciente emisor 80 Cinco conceptos propuesto al psicoanlivie del enfermo su propio inconsciente en tanto que organo receptor” (20 nos contentaremos con esta imagen dema- siado *éenica que se complica, por afiadidura, a medida que avanza: “ajustarse al enalizado como el receptor de tel6fono esté ajustado sobre la plaqueta”, ete.) Por eso, puede entenderse mi estrategia de trabajo. Ya que resulta evidente, al promover la figura auténoma del sujeto y su estructuracién interior pensada a partir de sus facultades, en cuanto propiedades, y por lo tanio.a partir Gel flujo del mundo, que el pensamiérito occidental haobs- acidad te “apertura” semejante; salvo mistico, gno es ya tiempo de buscar otras perspectivas, y ademas, en primer lugar, como desarrollar su coherencia también baséndose en In raz6n? Pero pensar semejante disponibilidad, como he dicho, implica pensar clicha ape ymo.una manera de operar, Ars operandi: ya no separar mds lo ético y lo tedrico de lo estratégico 0, como sucede en el pensamiento chino, la sabiduria de la efica- cia. Como nocién balbuceante de! pensamiento curopeo y dejada al margen de sus teorizaciones, la disponibilidad en China resulta ser, por el contrario, el fondo mismo del, pensamiento. Til - Pasemos a China y busquemos ese otro lugar que romperfa nuestras concepciones. Porque lo que impre- siona cuando uno se introduce en el pensamiento chino es comprobar que lo que yo entiendo aqui por disponi- bilidad, lejos de ir en contra de los trayectos cognitivos autorizados, fundados en nuestras facultades, constituye su condicién de posibilidad; o bien que, lejos de haber permanecido como una nocién embrionaria, sin valer més que a modo de exhortacién familiar, confiada en un aparte de la escena, la disponibilided esta en el princi- pio mismo del comportamiento del Sabio: es anterior a Disponibilidad 31 todas las virtudes. Aunque es un principio no principio. Porque erigir la disponibilidad como principio la contra- diria, por. la misma raz6n que la disponibilidad es una disposicién sin disposicién fija, En esto concuercan, ya sea que la aborden desde una ui otra perspectiva, todas [as escuelas chinas desde Ia Antigtiedad (lo que denomino un fondo de acuerdo del pensamiento). E incluso resumiria naturalmente la ensefanza del pensamiento chino de la siguiente manera: es sabio quien sabe acceder a la dispo- nibilidad -con eso basta. Por tal motivo, el pensamiento chino nos sorprende con su antidogmatismo (aunque lo compense el ritualismo). Ciertamente, de la misma manera que antes, podemos empezar por aproximarnos negativamente a la dispo- nibilidad. Tal como en esta férmula de las Analectas de Confucio (IX, 4), que me sirvio de punto de partida en otro ensayo: Cuatro cosas que el maestro no tenia: ni idea, ni necesicad, ni posicién, ni yo. Porque la evidencia china (digo “evidencia” porque no es algo cuestionado) es que tener una idea, o mejor dicho: exponer una idea ya implica dejar a les otras en som- bras; es privilegiar un aspecto de las cosas en detrimento de otros y' caer por ello en la parcialidad. Porque toda idea expuesta es al mismo tiempo un prejuicio sobre las cosas, que impide considerarlas en su conjunto, en un mismo plano y con equidad, Se ha entrado en la preferen- iay la prevenci6n. En efecto, hay que leer la f6rmula en su continuidad. Si exponemos wna “idea”, se nos impone entonces una “necesidad” (un “hay que” proyectado sobre la conducta); &onsecuencia de este “hay que” al ‘cual obedecernos, resulta una posicion jaca en Ia que la mente se esianca y ya no evolucicn; por dltimo, de ese bloqueo on una” posicién” adviene un “yo”: un yo fijo en su surcoy que presenta un caracier. Ese yo", preso de su = 32__Cinco canceptos roy “posicién”, ha perdido su disponibilidad, Pero la formula también hace tun circulo: debido a que el comportamiento se fij6 en un “yo”, ese yo expone una “idea”, ete. En las Analecias de Confucio, abundan las formulas en ese sentido: el hombre de bien es “completo” (II, 14), es que no pierde de vista la globalidad, no deja que el ‘campo de los posibles se restrinja por ningiin lado. No “se empefiaa favor aien contra”, sino que “se inclina” hacia lo que llama la situacién (IV, 10).C bien, dice Confucio acerea de sf mismo, “no hay nada que pueda o no pueda hacer” (XVIIL 8). Dicho de otra modo, el Sabio mantiene abiertas todas las posibilidades, sin excluir a priori ainguna, y se mantiene dentro de lo coniponible. Por tal razén, no posee un carfcter y no se lo podria ¢alificar: sus discipulos no saben qué decir de él (Analectas, VI, 18). O bien cuando se clasifica a los sabios en categorfas -por un lado, los intran- sigentes, que se niegan a sacar siquiera un poco la mano por el bien del mundo, y por otro lado, las acomadaticios, dispuestos @ cualquier compromiso para salvarlo-, zqué dirin de Confucio? cEs intransigente? ¢Es acomodaticio? {Donde ubicarlo (qué “posicion” atribuirle) en esa tipo- logia? “La sabidurfa -respandera Mencio (V, B, 1)- 0s al momento”; tan intransigente como los mis intransigentes cuando conviene; tan acomodaticio como los més acomo- daticios también cuando conviene: Ya no esié ligado a una u otra postura, s6lael “momento” sirve de referencia Porque la “sabiduria” no tiene un contenido que la oriente © la predisponga; o bien no tiene otro contenido que vol- verse disponible en. ocasién del momento -renovandose incesantemente. ? Vemos asi que el “justo medio”, un tema tedioso como pocos y que creeriamos que se deriva de la sabiduria popular, sale al fin de su chatura, Adquiere un relieve inesperaco. Ya no es banal, sino radical. Ya no consiste en quedarse en un Ambito endeble, miedoso, a medio Dieponititidad 33 camino entre los opuestos y temiendo el exceso (“ni tanto ni tan poco”, como dice el refrdn); evitando pues pruden- temente aventurarse tanto hacia un lado como hacia el otro y afirmar fuertemente su preferencia. “Mediocridad” que no es “corada”, como se ha dicho, sino opaca, gris. No, el justo medio, para quien sabe pensarlo con rigor (Wang Fuzhi) es poder hacer tanto lo uno como lo otro, es decir, ser capaz tanto de un extreme como del otro. Es enesa "igualdad” del igual acceso tanto a lo uno como a lo otro donde esté el “lugar-medio” > Tres afios de luto por Ja muerte del padre, nos dicen, no es demasiado; aunque beber copas sin medida durante un banquete tampoco es demasiado ~de ningtin modo exagero. El riesgo consiste més bien en estancarse en un lado y que se nos cierre la otta posibilidad. En oposicién a ello, la _disponibilidad consistiré en mantener el abanico completamente abiérto ~sin rigidez ni evasién- de manera de responder plens- mente_a cada, solicitacion que surge. Plenamente quiere decir sin dejar de lado ni desatender nada, porque ningtin caricter 0 sedimentacién interior habra de obstaculizar esa ductilidad. El pensamiento chino supo percibir especialmente la diferencia que hay entre “estar en el medio” y “estar ligado al medio” (permanecer atado a él). Si por un lado estan aquellos que, segiin sus titulos convencionales, no sacrificarfan un pelo por el bien del munde, y por el otro, aquellos que estén dispuestos a hacerse masacrar por su salvacién, un “tercar hombre” (Zimo}, que esti en el medio de esas posturas adversas, parece “ms proximo” (Mencio, VIL, A, 26). Peto desde el momento en que “se esta ligado a ese medio”, “sin sopesar la diversidad de los casos", es como “afertar una sola posibilidad” y "dejar ir otras cien”; y por lo tanto también es “arruinar el "© Alusién ala famosa oda de Horacio: Aurea medicentas[T.]. 5 Eneloriginal, miliew que querra decir en sat cao “higar-medio", pero wwealudesl mien, "Ambito!“madio ambiente” ie. [T] 34 Cince conceplor propuesios al psicoanlisis camino”. Desde el momento en que nos atenemos a (una posicién), se fija un “yo”, el comportamiento se estanca, algan imperativo o algan “hay que” se estabiliza y ya no estamos en armonia: la plenitud pierde su amplitud y ya no reaccionamos a la diveisidad que se ofrece. Porque la disponibilidad, como disposicién sin disposicién gue 3e abre ala diversidad, va acompafiada de la opor- tunidad, aquella que nos llega del mundo comé 15 que llega “a buen puerto”? esta disponible aquel que sabe, ‘como también dijo Montaigne aunque sin convertirlo en disposicién del conocimiento, “vivir en buen momento” Ahora bien, este pensamiento, como dije, no es prl- vativo en China de una escuela particular; y la misma capacidad de conocimiento tiene como condicién el vacia- miento de la mente: el “conocer” chino no es tantd hacerse una idea de algo cuarit6 v0 ible a algo (oft. Xunzt, cap. “Jiebi”). Se produce una purgacién interior no por medio de la duda que elimina los prejuicios, sinomediante un abandono generalizado, que se efecttia no a nivel del intelecto sino del comporiamiento. De allf surge el despren- dimiento que le da su amplitud al acceso. Hay que cuidarse de dejar que Ia mente se vuelva una mente “dada” (cheng xin), dice también Zhuangzi [Chuang Tzu}. Una mente dada, rigida, constituida, cuya actividad entonces se para- liza y que se enciersa dentro de su perspectiva, se vuelve sin saberlo un punto de vista. Porque la primera exigen- cia, ya sin proyecter una preferencia o una reticencia, es mantener todas las cosas “en pie de igualdad” (cegiin la palabra clave de su pensamiento: qi, en el “Qiwulun”). Es incluso porque sabe mantener todo en un pie de igual- dad, como muestra pertinentemente Zhuangzi, y esté en condiciones de remontarse al fondo indiferenciado, “del tao”, de donde brotan todas las diferencias, que el Sabio est en condiciones de acoger la menor diferencia {ay un juego de palabras en el original entre opportunité("opertunidad”| yportlpuert" TT) en su oportunidad, sin reducila ni dejarla pasar El “yo", que deja de ser un obstéculo (lo que significa "perder su yo", wang wo}, puede escuchar entonces todas las musi- cas del mundo, diversas como son, en su espontineo ser “asi”, a placer, acompanando su despliegue singular (xian qi 2i qu, Guo, p. 50), IV - De modo que me veo llevado a preguntarme, en cambio, tras este apresurado recorrido: cuando Freud le recornionda al psicoanalista que sea “frfo”, ino querré decir més bien “insulso”, en el sentido en que lo desarro- 116 China de acuerdo al recurso de la disponibilidad? Pero er “insulso” no se ordena. 2Frialdad 0 bien insulsez del psicoanalista? La primera es prescriptiva (bajo el modo de una orden rigurosa), la segunda es una cualidad del ethos (que no puede ponerse en imperativo). Porque la “:nstI- sez” no ea una privacién desebor (nas insipida), sabor que se queda en eT umbral del sabor y que, apenas pronunciada, no éxcluye nada, Eno cual insisten todos los ‘cOmentaristas e incluso Io foinan como punto de partida: todo saber s6lo puede afirmarse en detrimento de otro; lo salado ya no es dulce, o lo dulce es lo no amargo, etc. todo saber por cansigutiente es al mismo tiempo una pér- dda, Pero la insulsez, cuando apenas despunta el sabor 0 bien cuando empieza a reabsorberse, hace aparecer todos los sabores en pie dle igualdad. Sin que uno sea més insis- tente que el otro y nos prive de él, Como tal, es en verdad el sabor del tao en tanto que fondo indiferenciado de las cosas -de donde todas emergen y adonce todas tetornan (fr. Laozi [Lao Tsé], 35: “Cuando pasa por la boca, el tao €s insulso y sin sabor”). Lo que convierte la insulsez en el sabor disponible que se presta a todas las solicitaciones. Que el psicoanalista sea invitado a ser “insulso” antes que “frfo” (con la frialdad de hielo de la superficie del espejo, dice Freud, por la cual el psicoanalista debe 36 Cinco conceptos propuestos al psicomdisis hacerse “opaco” y abstenerse tenazmente ~gcostosa- mente?- de todo afecto) es algo que se entender mejor, en efecto, si pensamos en el elogio de la insulsez que se encuentra al comienzo del primer tratado chino de carac- terologia (de Liu Shao, en el siglo III). Que el Sabio de entrada sea llamado “insulso” significa que en él las cua- lidades no se perjudican entre sf y ni siquiera entran en rivalidad. Por tal motivo, la iusulsez esla primera cualjdad de la personalidad, aun antes de que se tome en cuenta su “inteligencia” (el hecho de ser “entendido-ilustrado”, dice con mayor precision el chino, manteniendo ain el estado de tensién y polaridad para evitar toda monopo- lizacion de la cualidad). Porque la “inteligencia” ya es una determinada orientacién de nuestras disposiciones, tuna acentuaci6n particular que conduce a una seleccién: zacaso no conduce ya a cierta parcialidad? zNo seria ya tuna pérdida? Pero la insulsez de la personalidad, que es previa, no proyecta de antemano ninguna funcién y puede reaccionar muy directamente alo gue denomina la situacién, desarrollandoa su vez ~"ensu momento”- una « otra potencialidad. No se deja bloquear en ninguna dis- posicion, aunque fuera de una virtud 0 de una facultad: al sabio que sabe ser insulso, al noestar condicionado por ningéin pliegue de su mente convertido en habito, ni tam- poco privilegiar de entrada ninguna aptitud dentro de si, despliega su capacidad “a placer” y sin estancarse enella. Destaco ademas que Frangois Roustang, para que se entionda mejor, por oposicién a la vigilia restringida de la vida ordinaria, la “vigilia generalizada” ala que brinda acceso la hipnosis, apela también a una digresion sobre China y pasa momentaneamente por una reflexién similar sobre la “insulsez”.’ Pues, gqué resulta mas inquietante, efectivamente, que la hipnosis para el racionalismo euro- peoy su concepcién de un Sujeto soberano que garantiza ditions go Minuit, Pat, 1984, pT : ———4 Disponibilidad 37 su control por medio de sus facultades? Pero justamente lo que sigue siendo tan sospechoso en el seno de nuestro racionalismo y no se ve abordado sino en sus margenes, por ruptura y como en secreto, se revela ~por un despla- zamiento a China~- como resultado de una coherencla mucho més comin y aun como un viejfsimo problema de le humanidad, No porque en China se trate sobre hipnosis, sino porque el pensamiento chino de la dispo- nibilidad, cuyo sabor es Ia insulsez, torna inteligible una apertura a todas Jas posibilidades, por indeterminaci6n, sin focalizacién ni crispacién, donde también puede arrai- garse un fenomeno tan desconcertante como la hipnosis. Ya que, como lo prueba la insulsez que se abstiene de caer en ningtin sabor que enseguida la limitarfa, esa dis- posicién a lo componible que es la disponibilidad se revela como una experiencia no excepcional, sino inmediata- mente vetificable asi como infinitamente compartible. LY por qué entonces el pensamiento europeo iuvo tantas dificultades para pensarla? No se puede entender la dificultad europea para pensar la disponibilidad, o por qué esa nocién permanecié sub- desarrollada en el pensamiento europeo (por qué Freud, por ejemplo, no llega a la regla de la atencisn flotante sino dando “marcha atris’” y debido a las “decepcio- nes” de su propia experiencia), sino cuando se toma en consideracién la noci6n rival que prevalecié en Europa y que bloqueo su desarrollo, Zn efecto, levaria incluso esa oposicién hasta la exclusién reciproca: Europa des- conocid el recurso de la disponibilidad porque desarrollo un pensamiento de la libertad. zAcaso las dos nociones no serfan antagénicas hasta la contradicci6n? Porque la libertad reivindica una fractura con relacién a la situa- ci6n en Ja que el yo esta implicado y esa emancipacién convierte precisamente a éste ditimo en “Sujeto” que se arroga una iniciativa. Exige por ou parte una remocin que haga salir, por su poder de negatividad, de las con- 8 _ Cinen conceptos propuesios dl psiceanslisis . diciones impartidas. O sea que la libertad promueve ese ideal por ruptura con el orden del mundo. ‘Ahora bien, esa es Ja experiencia que forjaron los “grie~ 08” (0 que los forjé), y en primer lugar en un plano politico, de pequefias ciudades resistiéndose frente al vasto imperio -en la division de los dos continen- tes- y que se niega a someterse al poder del Gran Rey; luego, por la instauracion deliberada de institucidnes propiamente politicas separadas de los lazos naturales de parentesco (la democracia frente al poder gentilicio hereditario); luego, como emancipacién moral del indi- viduo por el dominio sobre sus pasiones y, en primer luger, sobre sus “representaciones’, phantasiai (lo que Tega a su pleno auge con el estoicismo), Resulta pues que la libertad es el producto de una invencién (mas que un “descubrimiento”, como tantas veces se dijo) que en resumidas cuentas es muy singular, pero cuyas tomas de partido se olvidan en la misma medida en que se las ha asimilado. A tal punto que el pensamiento clésico pudo plantear como “universal” el fundarse sobre las leyes de la libertad (la “autonomia”), siendo ésta de orden distinto al de las leyes naturales, no fisica sino metafisica, y se viera erigida como absoluto, Lo contrario de la libertad es la servidumbre, como se sabe, pero su contradiccién es la disponibilidad que des- pliega una relacion armoniosa de integraciin. Ya que en lugar de apartarnos de la situacién para volvernos.inde- pendientes, la disponibilidad nos inserta en ella y nos leva a explotar sus recursos sin confrontarla. Un yo sabe incluso comportarse mejor en la medida en que se desarma como “yo" y se ve implicado respondiiendo a las solicita- ciones del entomo. Digamos de nuevo las cosas tomando distancia y a gran escala: el vasto imperio de China no fue engendrado, como los griegos, en una Jucha por le-inde- pendencia civica; concibié entonces lo politico como una simple prolongacién de las estracturas familiares, repro- Disponibilided 39 duciendo la espontaneidad con vocacién reguladora (el rey-padre), y no para liberarse; y en el plano moral, apelé en verdad a” triunfar sobre uno mismo”, pero para volver alasnormas de conducta y sociales ~integracionistas- que son los “ritos” (segiin el precepto de Confucio: ke ji i li). Por eso no cancibié la emancipacién y la desalienacién del sujeto por medio de la Libertad, sino por la capacidad que abre la posicién desde todos lados y no se encierra en ninguino, manteniendo todos les posibles en igualdad de condiciones, que conserva el sujeta vacio {no thético) y Io pone “por sf mismo” (ziran) en armonia con lo que le llega del mundo, De alli su capacidad de captar sin supo- ner, de escuchar sin proyectar, de entender lo inesperado. Reconozcamos al menos que hay en ello una coherencia adversa en la cual puede reflejarse la teorfa occidental del sujeto; y que cuando ésta pretende querer “curar” a ese sujeto, tal vez sea incluso forzoso comenzar por cruzarse con su préctica,

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