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como las personas honorables de la política, la administra- EL CASO ARGENTINO:
ción pública o la empresa privada. No puede decirse lo mis- iCómo se construyó la densidad nacional
mo de otros países, como el nuestro, donde la corrupción de nuestro país?
estuvo frecuentemente vinculada a la venta del patrimonio
nacional. Es decir, corrupción cipaya, la peor de todas.

1. Cohesión y movilidad social

En vísperas de la independencia, a principios del siglo

XIX,las distintas regiones que componen el actual terri-
torio argentino -excepto las de la Mesopotamia y la Ban-
da Oriental, conectadas a través de los grandes ríos de la
Cuenca del Plata-estaban separadas por enormes distan-
cias terrestres y precarias rutas apenas transitables por los
primitivos medios de transporte de la época. Cada región
formaba un sistema auto suficiente, en cada uno de los
cuales predominaba la estratificación social fundada en
el sometimiento de los pueblos originarios y esclavos de
origen africano, que, en conjunto, representaban la mayor
parte de la población."

13 Véase Ferrer, Aldo [1963] (2004), La economía argentina, 31a edición, Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica. AUídistingo la existencia de varias etapas en la forma-
ción de la economía argentina, desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI.La
primera corresponde a las economías regionales de subsistencia (desde el inicio de
la conquista hasta fines del siglo XVIII);la segunda es una fase de transición y con-
cluye a mediados del XIX coincidentemente con la presidencia de Mitre; la tercera

86 I ALDO FERRER LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 87

 Las producciones regionales estaban casi totalmente
aisladas del comercio internacional. Estos territorios, salvo
las minas de plata del Alto Perú, no eran aptos para pro-
ducir los bienes que eran entonces objeto del comercio in-
ternacional, principalmente, metales preciosos, especias y
productos tropicales, azúcar en primer lugar. A su vez, el
intercambio intrarregional era precario, por los elevados
costos de transporte y la escasa diversificación de la oferta,
deprimida por la ausencia de progreso técnico. El estanca-
miento de la demanda y el predominio de las actividades
tradicionales ajenas a las transformaciones, que en otras
partes estaban poniendo en marcha la incipiente Revolu-
ción Industrial, consolidaban la baja cohesión y movilidad
social heredadas del orden colonial, un esquema donde el
aumento de la productividad estaba ausente y, consecuen-
temente, la base fundacional era la propiedad de la tierra.
Los primeros pasos posrevolucionarios de estas regio-
nes, que finalmente declararon su independencia y pre-
tensión de unidad nacional en 1816, coincidieron con el
surgimiento en la zona pampeana, particularmente en la
provincia de Buenos Aires, de una actividad que, por pri-
mera vez en su historia, se destinaba en buena medida
al comercio internacional. El tasajo, el sebo, los cueros y,
poco después y en escala apreciable, la lana instalaron en
las economías estancadas una actividad dinámica impul- .
sora del crecimiento de la producción y el ingreso. Pero
su surgimiento descansaba en el mismo recurso que había
fundado la estratificación social del orden colonial: la tierra.
es la de la economía primario-exportadora, que finaliza en 1930;la cuarta es la de la
industrialización inconclusa, y concluye en 1975-76 cuando se instala el período de
la hegemonía neoliberal. Esta división es empleada en este ensayo,
881 ALOO FERRER
Además, estaba radicada en las provincias del Litoral, pre-
dominantemente en la de Buenos Aires y su puerto. Surgía
así un problema nuevo: la centralización del poder eco-
nómico en un polo dominante del territorio nacional y en
quienes, a su vez, concentraban la propiedad del recurso
fundamental.
La expansión de la frontera culminó con la campaña de
la Conquista del Desierto (1875-79), que exterminó buena
parte de la población indígena y aseguró el dominio de los
vastos espacios del sur del país. La ocupación definitiva del
territorio permitió un reparto concentrado en pocas manos
de las nuevas tierras incorporadas a la economía. Estos es-
pacios, hacia la misma época, fueron vinculados al núcleo
pampeano por el tendido de la red ferroviaria. El proceso
profundizó aún más la estratificación social entre propie-
tarios y no propietarios, y sentó la matriz dentro de la cual
se insertaron los millones de inmigrante s llegados al país a
partir de la década de 1870.
En los otros espacios abiertos (Estados Unidos, Canadá y
Australia), cuya agricultura también, como en la Argentina,
se integró masivamente al mercado mundial desde media-
dos del siglo XIX,la frontera fue ampliada por los inmigran-
tes y colonos. La expulsión de las poblaciones nativas y la
incorporación de nuevas superficies a la economía de mer-
cado coincidieron así con la formación de explotaciones
rurales distribuidas en muchas manos y una democracia
rural, que constituyó una de las bases fundacionales de la
cohesión y movilidad social en esos países.
En la Argentina, cuando llegaron los grandes contingen-
tes inmigratorio s, las mejores tierras de la región pampeana
estaban concentradas en grandes propiedades, aptas para
la producción en el régimen de la estancia y el peonaje, o en
explotaciones menores a través de arrendatarios y medieros.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 89
 Esta formación de la economía agraria tuvo otras reper-
cusiones negativas para la cohesión y la movilidad social.
Primero, tendió a centralizar la población y la producción
en un punto focal del territorio nacional, en torno del puer-
to de Buenos Aires y su zona de influencia, lo que llevó, por
lo tanto, aimpedir la formación de un auténtico sistema fe-
deral. Segundo, concentró el poder económico y el ingreso
en los grandes propietarios de la tierra, confiriéndoles un
poder decisivo en la formulación de las políticas públicas.
Tercero, asoció a los grupos hegemónico s locales con los
intereses extranjeros, que tempranamente adquirieron po-
siciones dominantes en la cadena de agregación de valor de
la producción agropecuaria.
El sistema emergente obstaculizó la industrialización
temprana de la economía argentina y el surgimiento de
espacios difundidos de rentabilidad, en todo el tejido pro-
ductivo y el espacio nacional. Esto redujo las oportunidades
para la creación de riqueza, que en los países exitoso s fue
uno dé los pilares de la movilidad social. Generó, asimismo,
una elevada inestabilidad macroeconómica por la depen-
dencia del sistema de los factores exógenos (el mercado
mundial y el capital extranjero), lo cual acrecentó las ten-
siones sociales y las fracturas de la cohesión. Redujo, tam-
bién, la tasa de acumulación de capital y crecimiento de la
economía argentina al transferir al exterior parte importan-
te del ahorro nacional yviabilizar el consumo suntuario y el
despilfarro de los grupos de altos ingresos.
En los países exitoso s (y muy claramente en los espacios
abiertos), la cohesión y la movilidad social están íntima-
mente asociadas a los procesos de acumulación en sentido
amplio, que incluyen el desarrollo temprano de un siste-
ma nacional de ciencia y tecnología y la producción de
bienes de capital. En la Argentina, ambos procesos fueron
90 I ALOO FERRER
desalentados por el comportamiento del modelo primario
exportador, por definición subindustrializado, en el cual
predominaban la presencia del capital extranjero y la con-
centración de la propiedad de la tierra.
A fines del siglo XIXy principios del XX,la mayor parte de
la población estaba integrada a la economía de mercado. Fue
talla riqueza de los recursos naturales de la región pampea-
na y tan acelerado el crecimiento de la producción primaria
y las exportaciones que la expansión del ingreso derramó
hacia adentro en una expansión considerable del mercado
interno y la diversificación de la demanda, como así también
en la urbanización y la formación de clases medias en los
centros urbanos y las zonas rurales más prósperas.
El impacto de la transformación fue especialmente ob-
servable en la región pampeana y sobre todo en la:ciudad
de Buenos Aires y su zona de influencia. A principios del
siglo XX, esa ciudad érala gran capital de América Latina,
centro de atracción de los mayores intelectuales de nues-
tra cultura y del resto del mundo, y el centro urbano más
cosmopolita del planeta. Ninguna otra capital mostraba,
como la argentina, una presencia mayoritaria de extran-
jeros, casi todos europeos, en su población, tal como lo
reveló el censo de 1914.
Surgieron así nuevas fuentes de conflictos pero, también,
de integración y movilidad social. En este escenario, surgió
una cultura, la cual, sobre la avalancha de transformaciones
desencadenadas por la apertura al mundo y a la inmigra-
ción, implantada en la matriz histórica del orden colonial
y la concentración de la propiedad de la tierra, adquirió re-
conocimiento universal.
La política de educación pública y laica fue una contri-
bución trascendente del régimen conservador y oligárqui-
co de la época; Argentina logró, en pocos años, índices de
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 91
 alfabetización comparables y aun superiores a los de mu-
chos países europeos. Este fue un factor importante ~e la
movilidad social en la Argentina y del ascenso de las clases
medias, dentro de los moldes estrechos establecidos por la
concentración del poder y la dependencia.
Pero las mayores transformaciones sociales debieron
esperar las consecuencias de la gran depresión económica
mundial de la década de 1930, el proceso de industrializa-
ción fundado en la sustitución de importaciones y, desde
mediados de la década del 40, las reformas sociales lidera-
das por Juan Domingo Perón.
La transformación de la estructura económica con el
predominio de la base industrial, el aumento del empleo
en la producción manufacturera (y los servicios) y las po-
líticas del gobierno peronista derribaron viejas barreras
establecidas por el régimen oligárquico, introdujeron nue-
vos actores como los sindicatos y provocaron una extraor-
dinaria re distribución progresiva del ingreso.
Al mismo tiempo, como consecuencia de la depresión
y, enseguida, de la Segunda Guerra Mundial, declinó rá-
pidamente la presencia del capital extranjero en la eco-
nomía argentina. La repatriación de la deuda externa y
la nacionalización de los servicios públicos recortaron la
presencia del capital extranjero en sus destinos tradicio-
nales, mientras aumentaba paulatinamente la radicada
en las industrias en crecimiento. En este escenario, las in-
versiones norteamericanas comenzaron a ganar una pre-
sencia preponderante en varios sectores de la economía
argentina.
A mediados de la década del 70, aún en el rriarco de las
turbulencias políticas prevalecientes, la economía argen-
tina revelaba un grado de desarrollo apreciable, condicio-
nes del mercado de trabajo cercanas al pleno empleo, un
92 I ALOO FERRER
bajo niv.el de endeudamiento y logros tecnológicos como
los alcanzados en la energía nuclear y las biociencias, que
revelaban la existencia de un respetable sistema nacional
de ciencia y tecnología.
El lento y conflictivo avance de la cohesión y movilidad
social sufrió una interrupción y, finalmente, un brutal re-
troceso, a partir del golpe militar de 1976y la instalación de
la hegemonía neoliberal. Hacia la misma época, la globalí-
zación del orden mundial confrontaba al país con nuevos
desafíos relativos al comercio internacional, las finanzas
y la expansión de las corporaciones transnacionales. La
densidad nacional se desmoronó bajo el impacto de una
política de apertura indiscriminada, tipos de cambio so-
brevaluados, que demolieron la capacidad competitiva de
la producción industrial, la instalación de la industria fi-
nanciera como eje del sistema económico, desequilibrios
macroeconómicos cada vez más graves y la represión de
la protesta social y política. Finalmente, una creciente
deuda externa, la extranjerización de los sectores econó-
micos fundamentales y el predominio de los grupos que
adquirieron posiciones dominantes en la estructura eco-
nómica emergente fracturaron la estructura productiva y
el mercado de empleo. La economía nacional quedó a la
deriva y sujeta a las turbulencias del mercado mundial y
a las crecientes tensiones internas desencadenadas por el
deterioro masivo del bienestar.
El retorno a la democracia en 1983 logró restablecer la
vigencia de las instituciones y el respeto a los derechos
humanos. Pero no consiguió, bajo la presidencia de Al-
fonsín, resolver la herencia económica recibida. La es-
trategia neoliberal, instalada con el golpe militar de 1976,
fue posteriormente ratificada durante los dos mandatos
del presidente Menem, esta vez, con el respaldo del gran
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI 193
 movimiento popular que había protagonizado los cambios
sociales impulsados por Perón, a partir de mediados de la
década de 1940.
Elepílogo de la hegemonía neoliberal fue el aumento del
desempleo, la pobreza, la fractura del empleo con un nivel
de marginalidad sin precedentes y el debilitamiento de la
unidad familiar por la falta de trabajo estable de la pareja
parental. Al mismo tiempo, aumentó la concentración del
ingreso y el despilfarro de los grupos de alto nivel adquisi-
tivo, la fuga de ahorro y la emigración de capital humano.
El deterioro de las condiciones de vida de amplias capas
de la sociedad, incluso de los sectores medios cuya impor-
tancia era uno de los rasgos predominantes de la sociedad
argentina antes de la debacle neoliberal, fracturó la cohe-
sión social y el sentido de pertenencia a un espacio y un
destino compartidos. Una de las expresiones más dramá-
ticas de esto último fue la consigna "que se vayan todos';
manifestación límite de la pérdida de la densidad nacional.
Después de la crisis terminal del 2001-2, el cambio de
rumbo interrumpió el deterioro incesante de la cohesión
social. Logró recuperar la producción y el empleo, reestruc-
turar la deuda externa, cancelar la deuda pendiente con el
FMI y atender necesidades sociales urgentes. La mejora de
la cohesión y movilidad social contribuyó a abrir una nue-
va etapa del desarrollo del país, cuyo futuro descansa en la
profundización del avance social y de los otros componen-
tes de la densidad nacional.
2. Liderazgos y acumulación de poder
En la etapa de la economía primaria y exportad ora, dos
factores principales condicionaron los liderazgos de la eco-
nomía y sus estrategias de acumulación de poder. Por una
941 ALDO FERRER
parte, la concentración en pocas manos de la propiedad de
la tierra, que sustentaba la producción integrada al merca-
do mundial. Por otra, la gravitación del capital extranjero
en la cadena de agregación de valor de la producción agro-
pecuaria, desde los transportes a través de los ferrocarriles
pasando por su elaboración -por ejemplo, en los frígorífí-
cos- hasta el acopio y exportación controlados por un re-
ducido número de firmas transnacionales.
Gran Bretaña, destino principal de las exportaciones,
particularmente de las de carnes, y origen mayoritario de
las inversiones extranjeras en la economía argentina, 14 era
la referencia dominante de la política económica y, en un
sentido más amplio, de la política internacional de la Ar-
gentina de esa época.
Una de las consecuencias de este sistema fue la subin-
dustrialización y la consecuente inexistencia de activida-
des como la investigación y desarrollo y la producción de
bienes de capital, capaces de introducir el cambio técnico
dentro de una estructura productiva diversificada y com-
pleja. Esto achicó los espacios de rentabilidad e impidió
el surgimiento de actividades y fuentes alternativas de ga-
nancias sustantivas, distintas de las fundadas en la pro-
ducción primaria y en su cadena de agregación ríe valor.
De ese modo, la acumulación de poder descansaba en un
bloque hegemónico fundado en la propiedad de la tierra
y el capital extranjero, en el seno de un sistema económi-
co abierto e integrado al orden mundial, siempre bajo la
hegemonía británica.
14 Gran Bretaña explicaba el 65,4% de las inversiones extranjeras en el país y el 28% de
nuestras exportaciones en 1910 según Rapoport, Mario (2012), Historia económica,
política y social de la Argentina, Buenos Aires, Emecé.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI 195
 La ausencia de liderazgos económicos alternativos y di-
ferenciados del bloque dominante encerró el conflicto so-
cial en la distribución del ingreso dentro de la estructura
económica establecida, sin cuestionada. Esto impidió la
formación de alianzas y convergencias sustantivas de inte-
reses, capaces de imponer un rumbo distinto a la política
económica y fomentar la industrialización, la apertura de
nuevos espacios de rentabilidad y, consecuentemente, de
acumulación de poder. El sistema político reflejaba esta si-
tuación: el socialismo respaldaba el librecambio, que con-
sideraba indispensable para reducir el costo de vida de la
población trabajadora. Y el radicalismo, salvo algunas ini-
ciativas nacionalistas del presidente Yrigoyen, no cuestionó
el orden establecido bajo sus gobiernos entre 1916y 1930.
Los grupos de altos ingresos, como en el restó de Amé-
rica Latina, despilfarraron el dinero en el consumo cons-
picuo. El estilo de vida desplegado a fines del siglo XIXy
principios del sigloXXpor los millonarios argentinos en Pa-
rís y en otras capitales del mundo desarrollado forma parte
de la leyenda ,de la Belle Époque.
El gasto de las clases altas y las transferencias al exterior'
de las ganancias del capital extranjero absorbieron buena
parte del ahorro y redujeron la tasa de acumulación. El cre-
cimiento del producto en todo el período, del orden del 5
por ciento de promedio anual," es revelador del potencial
extraordinario de recursos naturales del país y de las con-
diciones favorables del mercado mundiaL
La crisis de los años treinta y los acontecimientos poste-
riores trastocaron el funcionamiento de la economía argen-
tina y pusieron fin al modelo primario-exportador. Después
15 Ferrer, Aldo [1963] (1974), La economía argentina, ob. cit.
961 ALOO FERRER
del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 y hasta el
siguiente del 4 de junio de 1943,el bloque hegemónico pro-
curó preservar el sistema y sus relaciones especiales con
Gran Bretaña, pero entonces ya era evidente la declinación
del poder británico en el orden mundial y la emergencia
de los Estados Unidos, cuyas empresas comenzaron a ga-
nar posiciones en la economía nacional, particularmente
en las actividades industriales sustitutivas de importacio-
nes. Se planteó entonces el dilema de cuál era el centro de
poder mundial al que debía adherirse la economía argen-
tina. El Plan Pinedo" de 1940 insinuó una preferencia por
los Estados Unidos y desató un conflicto dentro del bloque
hegemónico, incapaz de concebir una estrategia propia de
desarrollo nacional y acumulación de poder.
La producción agropecuaria de la zona pampeana y las
exportaciones tradicionales fueron perdiendo peso dentro
de la actividad económica. Al mismo tiempo, la industria-
lización sustitutiva de importaciones provocó la aparición
de nuevos actores económicos y sociales (empresarios y
trabajadores industriales), aceleró la urbanización y gene-
ró nuevas redes mercantiles y financieras vinculadas a los
cambios en la estructura productiva.
Los cambios más importantes en los Iíderazgos econó-
micos se produjeron a partir del golpe de Estado de 1943y,
particularmente, con el ascenso de Perón al poder. La re-
patriación de la deuda pública y la nacionalización de los
ferrocarriles y otros servicios públicos redujeron drástica-
mente la presencia del capital extranjero en la economía
16 El plan proponía medidas tendientes a estimular la industria y la demanda interna
bajo un cambio de tutor internacional en manos de Estados Unidos, lo que deman-
daba un acuerdo político inviable entre las clases dirigentes. Véase Rapoport, Mario
(2012), Historia económica, política y social de la Argentina, ob. cito
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI 197
 argentina, con la excepción de la creciente importancia de
filiales de empresas foráneas, particularmente norteameri-
canas, en las actividades industriales en crecimiento.
A principios de la década de 1950, el viejo bloque hege-
mónico de terratenientes e intereses británicos había sido
reemplazado por una importante pero difusa influencia de
empresarios industriales, sindicatos, filiales de empresas
extranjeras y empresas públicas, que ocupaban espacios
importantes de la estructura productiva además de regular
la banca y el comercio exterior.
Los nuevos liderazgos económicos no lograron consoli-
dar un modelo alternativo de desarrollo viable en el largo
plazo. Un modelo fundado en la transformación de la es-
tructura productiva y la participación del país en la división
internacional del trabajo. El sistema era arbitrario e inesta-
ble, vulnerable al manipule o corrupto del poder adminis-
trador y de las empresas públicas, y creador de espacios de
rentas privadas, poco o nada vinculadas al aumento de la
productividad y el crecimiento.
Los desequilibrios macroeconómicos posteriores a 1945
instalaron la inflación elevada y endémica. Este fue el síntoma
más elocuente de la incapacidad del sistema de arbitrar los
conflictos distributivos, entre el campo y la industria y entre
el capital y el trabajo, en un contexto estable. Después de la
caída del gobierno de Perón en 1955,se instaló efímeramen-
te la tentativa de instrumentar políticas ortodoxas hasta que
Frondizi intentó, entre 1958y 1962,desarrollar una estrategia
respetuosa del poder económico establecido, pero con un
fuerte impulso a las industrias de base, la infraestructura y el
petróleo, financiado en gran medida por el capital extranjero.
En las condiciones de inestabilidad institucional y polí-
tica de la época era imposible consolidar un nuevo bloque
hegemónico, apoyado en los nuevos protagonistas y en una
qR I AlIJO FERRER
convergencia perdurable entre ellos y el Estado. La situa-
ción se prolongó hasta que el golpe del 76 trastocó nueva-
mente el funcionamiento de la economía. La etapa de la
industrialización inconclusa, iniciada en 1930, finalizó sin
haber logrado instalar un liderazgo consistente de la eco-
nomía con el desarrollo nacional, aliado del Estado y del
poder político. El manipule o de las normas administrativas
para beneficiar intereses privados fue un mal endémico en
un sistema convulsionado por la inestabilidad política y el
cambio de las reglas del juego.
Las circunstancias prevalecientes en el período fueron
incompatibles con un desarrollo fundado, entre otros fac-
tores, en espacios de rentabilidad difundidos en el tejido
productivo y el territorio, el predominio del capital nacio-
nal en las cadenas de agregación de valor de los principa-
les sectores económicos, la transformación de la estructura
productiva para reflejar el avance tecnológico y los cambios
en la composición de la demanda y, finalmente, la elimina-
ción de la brecha en el contenido tecnológico de las expor-
taciones e importaciones.
El golpe de Estado de 1976 tuvo lugar en un escenario
internacional donde en los países centrales el paradigma
keynesiano había sido sustituido por el neoliberal. Esos
países cambiaron no sólo la orientación de sus políticas
económicas internas sino que, al mismo tiempo, volvie-
ron a operar, respecto del mundo periférico, con el viejo
supuesto de que eran depositarios de la racionalidad eco-
nómica y de que tenían las recetas adecuadas para resolver
los problemas de los países subdesarrollados de América
Latina, Asia y África. Las organizaciones multilaterales, el
FMI, el Banco Mundial y el GATTfueron los instrumentos
de la organización del sistema global, desde la perspectiva de
los intereses de los países centrales.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI 199
 La globalización incluyó así la dimensión ideológica y
los condicionamientos funcionales a las posiciones domi -
nantes de los países centrales. La capacidad de respuesta de
las naciones subdesarrolladas para defender sus intereses
en el mundo global fue puesta nuevamente a prueba. El te-
rreno de las ideas fundadoras de la política económica fue
un campo privilegiado en el conflicto.
Dentro de las nuevas condiciones internacionales, la
Argentina estaba en la peor situación imaginable para en-
frentar el dilema del desarrollo en el mundo global. La dic-
tadura instalada en 1976 se dedicó a exterminar todas las
expresiones de disidencia. A su vez, en el terreno econó-
mico se propuso arrasar con el tejido social y productivo
construido en la etapa anterior y sustituirlo por una nueva
organización en línea con la apertura de la economía, la he-
gemonía del mercado y la visión fundamentalista de la glo-
balización. Se trataba de un objetivo inédito porque nunca
antes las fuerzas armadas sostuvieron por tanto tiempo y
hasta las últimas consecuencias una política tan sectaria y
agresiva contra los intereses de la Nación y la mayor parte
de sus habitantes.
Este comportamiento del gobierno militar era revela-
dor de la magnitud del colapso de la densidad nacional.
Implicó asumir que el país no estaba constituido por sus
entonces 30 millones de habitantes, sino sólo por aquellos
que ejercían el poder económico y de facto, y que asumían
incontestablemente su conducción.
El resto, es decir, la mayor parte de la población, debía
ser excluido y los contestatarios, exterminados. Marzo de
1976 y los acontecimientos posteriores fueron el punto
culminante de la disolución de la densidad nacional. Las
fuerzas armadas fueron las principales protagonistas del
conflicto. Estaban atravesadas por los mismos dilemas que
100 I ALDO FERRER
dividían a la sociedad argentina. Porque, al fin y al cabo, en
otras instancias del pasado, incluyendo el período peronis-
ta, líderes militares en gobiernos de facto o bajo regímenes
civiles habían Sostenido proyectos y políticas consistentes
con el interés nacional, como en las actuaciones de los ge-
nerales Savio en la siderurgia y Mosconi en el petróleo, o en
la breve apertura nacionalista de la política económica bajo
la presidencia del general Levingston. La estrategia econó-
mica del régimen de facto contó con el apoyo de influyentes
sectores de opinión y de las principales organizaciones del
sector económico privado, incluso de aquellas aparente-
mente representativas de las actividades económicas que
estaban siendo demolidas por la política en curso.
El viejo bloque hegemónico de la economía primario-
exportadora y la in orgánica y conflictiva madeja de inte-
reses predominantes en la etapa de la industrialización
inconclusa cedieron paso a otros actores que, en pocos
años, ocuparon una posición dominante en el sistema. En
primer lugar, la actividad financiera que, a partir de 1976,
fue denominada la industria financiera. Esta última vino
a sustituir a la industria real, productora de bienes, por la
especulación y la deuda. El proceso de transferencia del
poder y construcción de un nuevo bloque hegemónico se
consumó en la década de 1990 bajo el menemismo. Al nú-
cleo financiero se agregaron las filiales de empresas extran-
jeras y los grupos económicos internos que participaron de
las privatizaciones de empresas públicas y consolidaron su
posición en algunas industrias transformadoras de recursos
naturales y productoras de commodities, como aluminio,
acero y papel.
La presencia dominante de los intereses financieros y
de filiales de empresas extranjeras consagró la ausencia de
un liderazgo económico que, como sucedió en los países
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 101
 exitosos analizados en la muestra, dirigiera un proceso de
acumulación en sentido amplio. Grupos económicos írn-
portantes de capital nacional se adhirieron a las reglas de
juego del modelo y, en muchos casos, vendieron sus em-
presas a filiales extranjeras.
La conducción del Estado fue funcional a los intereses
hegemónico s del modelo neoliberal. Creó normas favora-
bles a ellos, como la insólita norma de denominar en dó-
lares las tarifas de los servicios públicos e índexarlas por
la inflación de los Estados Unidos. Renunció al manejo de
los instrumentos de política económica con un régimen de
convertibilidad que redujo al Banco Central a la función
de caja de conversión de moneda extranjera por pesos. Al-
rededor de dos tercios de los activos y pasivos del sistema
bancario y de los contratos entre particulares estaban de-
nominados en dólares.
El régimen consumó el ideal neoliberal de conducir la
economía bajo un sistema de piloto automático, en el cual
la política económica responde al comportamiento y a las
expectativas del mercado. La deuda terminó de maniatarla
a las decisiones de los operadores financieros. El refinan-
ciamiento permanente, con nuevos préstamos, condujo a
operaciones de canje y megacanje. Se instalaron reglas de
juego como la privatización masiva de activos públicos, la
sobrevaluación del tipo de cambio o la reforma del régimen
previsíonal, que acrecentaron los desequilibrio s macroeco-
nómicos y la demanda de deuda generando gigantescas
rentas en los intermediarios. En tal escenario, era imposi-
ble la consolidación de un empresariado nacional capaz de
impulsar el desarrollo del país."
17 Ferrer, Aldo (2014), El empresario argentino, Buenos Aires, Capital Intelectual.
102 I ALDO FERRER
El cambio de rumbo posterior a la crisis del 2001 des-
plazó los liderazgos políticos neoliberales prevalecientes
desde el golpe de Estado de 1976. La conducción política
pasó a fundarse en planteos nacionales, populares y sobe-
ranistas. La recuperación de la autonomía del Estado frente
a los poderes fácticos y del ejercicio de la soberanía contri-
buyó a un despliegue de políticas autónomas, no sometidas
a condicionalidades externas ni internas. Se recuperó, de
este modo, la plena responsabilidad de los errores y aciertos
de la conducción política y la gobernabilidad de los mer-
cados. Una de las manifestaciones notables de la nueva si-
tuación es el manejo del conflicto con los fondos buitre y el
rechazo de demandas inaceptables, cuya aceptación para
el neoliberalismo es condición esencial de supervivencia.
Otro ejemplo importante es el rechazo del ALCA(Área de
Libre Comercio de las Américas). La impronta nacional de
los liderazgos trascendió más allá de la esfera política, en
múltiples manifestaciones de la sociedad civil y de orga-
nizaciones representativas del trabajo, la producción y la
cultura. La expresión "soberanía" dejó de ser un vocablo
excluido del debate sobre la realidad y futuro del país, para
convertirse en un valor esencial e insustituible de la densi-
dad nacional.
3. Estabilidad institucional
Durante tres siglos, España administró estos territorios des-
dé la sede virreinal de Lima y, al final del período, desde
Buenos Aires, cabecera del Virreinato del Río de la Plata.
Las diversas regiones, una vez perdida la legitimidad del
orden colonial, reclamaron para sí el gobierno de su propio
espacio. Los acontecimientos de mayo de 1810 enfrenta-
ron a los dirigentes revolucionarios de Buenos Aires con el
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 103
gigantesco desafío de centralizar el poder y administrarlo
desde la sede metropolitana o construir un régimen federal
con instituciones, cuya conducción reflejara la participa-
ción de todas las regiones, al estilo de la confederación de
los Estados Unidos de América. Desde el estallido mismo
de la revolución, el conflicto se desarrolló en el marco de la
intolerancia y la violencia.
Como dijo Antonio J. Pérez Amuchástegui: "La revolu-
ción nació violenta ... sin reparar en medios para alcanzar
el objetivo propuesto': Primero, en Cabeza de Tigre (en
agosto de 1810) fueron fusilados Liniers y sus partidarios,
defensores del mantenimiento del orden colonial. El mis-
mo año, en Potosí, fueron ejecutados los realistas Nieto,
Sáenz y Córdoba. Y,poco después, en julio de 1812, Martín
de Álzaga y sus conjurados fueron fusilados y sus cadáve-
res expuestos, como escarmiento, en la Plaza de la Victoria
de Buenos Aires.
La violenta represión contra los realistas pronto se des-
vió hacia el enfrentamiento entre los mismos partidarios de
la independencia. Artigas, el más lúcido y progresista de los
caudillos regionales y defensor de la convocatoria de un
congreso federal para la organización del país indepen-
diente, fue pronto descalificado por las autoridades de
Buenos Aires y denunciado como "traidor a la Patria': La
impotencia de Buenos Aires para imponer su autoridad
por la fuerza culminó con la separación de Paraguay, del
Alto Perú y de la Banda Oriental.
Al mismo tiempo, mientras estaban aún pendientes las
luchas por la independencia y la campaña del Ejército de
los Andes, el país emergente se debatía entre propuestas
de organización institucional monárquica o republicana,
unitaria o federal y entre la afirmación de la soberanía
o la convocatoria a potencias extranjeras -Gran Bretaña,
104 I ALOO FERRER
Francia, el Imperio del Brasil- para actuar a favor o en
contra de las facciones en pugna.
La anarquía de la década de 1820 reveló que el conflicto
estaba instalado en el seno mismo de la provincia de Bue-
nos Aires. Su territorio comenzaba a constituirse en centro
dinámico de la actividad ganadera, orientada al comercio
internacional, además de ser capital y puerto, el interme-
diario natural del país emergente con el resto del mundo.
El epílogo de la intolerancia y la violencia fue el enfrenta-
miento de las fuerzas unitarias de Lavalle con las federales
del gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, y, final-
mente, la derrota de este último y su fusilamiento en los
campos de Navarro, en diciembre de 1828.
Años más tarde, Vicente Fidel López diría que la idea que
más aceptación tenía era "la destrucción del adversario" y
que "quien conquistaba el poder, con él conquistaba tam-
bién el derecho de exterminar a los contrarios; y no sólo
el derecho, sino hasta el deber': Y agrega Félix Luna: "no
había adversarios con los cuales hacer transacciones, sino
enemigos y traidores a los cuales había que poner fuera de
la ley y elímínarlos'!"
Sobre la base del creciente poder relativo de la provincia
y del puerto, Juan Manuel de Rosas restableció e~ orden y,
durante más de tres décadas, administró un federalismo sui
géneris, fundado en la delegación de funciones propias de
un Estado nacional, como las relaciones internacionales, de
las otras provincias en la de Buenos Aires. El Restaurador de
{as Leyes aplicó el mismo método político, a esa altura en-
démico y practicado por todas las facciones en pugna, vale
decir, la intolerancia y la violencia. La Sociedad Popular
18 Luna, Félix (2003), La época de Rosas, Buenos Aires, La Nación.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 105
 Restauradora, la Mazorca, se encargó de poner en práctica
la consigna del régimen ("mueran los salvajes unitarios"),
así como estos últimos habían sentenciado a muerte a los
salvajes federales, como Dorrego.
Rosas no innovó en un estilo político instalado des-
de el inicio mismo de la revolución, sólo lo sistematizó y
practicó durante su prologado gobierno. La represión del
régimen fue implacable. Volviendo a Félix Luna: "los opo-
sitores políticos al régimen tenían por delante tres caminos:
el encierro, el destierro o el entierro': El segundo fue el que
eligieron, a partir de 1838, los jóvenes románticos al estilo
de Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan María
Gutiérrez, Félix Frías, José Mármol, Vicente Fidel López,
Miguel Cané, también Domingo Faustino Sarmiento, junto
a otros centenares de porteños y provincianos que se exi-
liaron principalmente en Uruguay y Chile, y también en
Bolivia y Perú. Muchos volverían, después de la batalla de
Caseros, para ser protagonistas ideológicos y/o decisivos
actores políticos.
En el plano ideológico, Rosas y sus enemigos plantearon
otra antinomia: la organización del país sobre la base del
realismo en el ejercicio del poder en una sociedad tal cual
era, o conforme a los ideales de la Ilustración y del pen-
samiento político europeo, cuyo mayor ejemplo era la or-
ganización republicana y federal de los Estados Unidos de
América. Cuando Rosas fue derrotado en Caseros y el país
quedó en manos de sus antiguos enemigos, la constitución
y los códigos se fundaron en los antecedentes europeos y
norteamericanos. Pero el poder siguió siendo ejercido por
sus dueños en el país, tal cual era entonces.
Cuando Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos,
se alzó contra su antiguo mandante, cambió el destinatario
del muere de la consigna federal. Los que debían morir ya
1061 ALDO FERRER
no eran "los salvajes unitarios" sino "los enemigos de la or-
ganización nacional': Urquiza no perdió tiempo en ejercer
el viejo estilo político predominante en la nación emergen-
te. Apeló, primero, a la ayuda extranjera.
El Ejército Grande que derrotó a Rosas incluía tropas del
Imperio del Brasil al mando del Conde de Caxias y navíos
de la misma bandera. Después del triunfo se dedicó a insta-
lar la violencia y a fusilar a muchos adversarios, entre ellos,
al jefe de la artillería rosista, Martín Chilavert, y al padre del
futuro caudillo radical, Leandro Alem, conocido integrante
de la Mazorca.
El federalismo rosista era inestable y apropiado para
una etapa del desarrollo económico argentino en la cual
los grupos económicos dominantes de la provincia de Bue-
nos Aires no habían asumido todavía suficiente poder para
organizar el país desde el bloque hegemónico emergente.
La disputa entre la provincia y la Confederación Argentina
se resolvió, finalmente, a favor de la primera en la batalla de
Pavón, en septiembre de 1861,y con la consagración al año
siguiente de un caudillo bonaerense, el general Bartolomé
Mitre. Fue el primer presidente designado bajo la Consti-
tución de 1853.
Pero recién en 1880, con la federalización de,la ciudad
de Buenos Aires, la derrota del alzamiento del gobernador
Carlos Tejedor y la consagración del general Julio A. Roca
como presidente, concluyó la organización nacional en un
territorio con fronteras estables y definitivas.
Para ese entonces las oligarquías del interior habían
abandonado las pretensiones de autonomía frente al po-
der central, algo que la derrota y muerte del caudillo riojano
Chacho Peñaloza, en 1863, anticipó como un proyecto sin
futuro. Con Roca se consolidó la base de un nuevo federa-
lismo fundado en la alianza entre el poder hegemónico de
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 107
 Buenos Aires y las oligarquías locales. La Liga de Goberna-
dores fue el sustento. del orden conservador vigente hasta
la reforma electoral de 1912 y el triunfo, cuatro años más
tarde, del radicalismo. y su jefe, Hípólito Yrígoyen,
La integración de la economía argentina al mercado.
mundial se aceleró cuando. Mitre asumió la presidencia y
concluyó con el derrocamiento. de Yrígoyen. Entre 1862 y
1930 prevaleció un orden ínstitucional y político relativa-
mente estable, el más sólido. -parecía entonces- de toda
América Latina. En el transcurso. de casi siete décadas
se sucedieron ininterrumpidamente, cada seis años, lo.s
mandatos presidenciales; y el tropiezo. de la Revolución
del 90 fue resuelto. dentro del marco. estricto. de la Cons-
titución.
Más aún, el período incluye la reforma electoral de 1912
y el triunfo. del partido. popular de la oposición en 1916,
bajo. el régimen de la Ley Sáenz Peña. Legitimado. el po-
der político, con conflictos sociales no. peores que los de
otras democracias sólidas de la época, y monopolízado el
empleo. de la fuerza por las autoridades legalmente cons-
tituidas, la estabilidad ínstitucional parecía garantizada.
El golpe de 1930 reveló que, detrás de la apariencia de
estabilidad, subsistían los problemas ancestrales de la in-
tolerancia y la violencia. Durante las mencionadas siete dé-
cadas de estabilidad ínstitucional, el modelo de inserción
internacional y de concentración del poder económico no.
fue cuestionado por ningún sector social importante y con
capacidad para modífícar las reglas del juego, Las disputas
principales se referían a la distribución del ingreso, vale de-
cir, precios, salaríos y los regímenes de protección social,
Pero la crisis económica mundial de 1930 clausuró un
estilo. de desarrollo y reveló el debilitamiento. de Inglaterra,
el centro de poder mundial referente del modelo argentino.
1081 ALDO FÉRRER
. agroexportador, El país quedó así librado. a sus propias
fuerzas y a su capacidad de organizarse para enfrentar las
transformacíones inevitables. Faltaban, sin embargo, las con-
díciones básicas de la densidad nacional, aquellas que, en
definitiva, son factores de la estabilidad ínstitucional de los
países exitosos: la distribución relativamente difundida
del ingreso. y de la riqueza, y dirigencias con estrategias de
acumulación de poder arraigadas en su espacio. nacional.
En 1930 el bloque de intereses hegernónicos pateó el
tablero y reinstaló las viejas prácticas autoritarias y frau-
dulentas previas a la reforma electoral de 1912. El partido.
mayoritario fue proscrípto, las elecciones amañadas y el
sistema, co.nsecuentemente Ilegítimo, fue puesto. a merced
de nuevos golpes de Estado. En 1943 sucedió lo. inevitable
pero, esta vez, el golpe fue el punto. de partida de un cambio.
drástico. en la conducción política del país y del surgimiento.
de un líder y un movimiento. que provocaron una profunda
reformasocial y económica,
El cambio, sin embargo, no. logró consolidar las insti-
tucíones. Contó con un amplio. apoyo popular pero abrió
frentes de fractura en la legalidad democrática. Finalmente,
el régimen peronista fue derrocado po.r otro golpe en 1955.
Esta vez, los proscríptos fueron los peronistas. Hubo. enton-
ces otro brote de víolencia dentro del régimen militar, con la
práctica ancestral de eliminar a los adversarios, que incluye
el fusilamiento. de los amotinados bajo. el liderazgo del ge-
neral Valle. Fue un anticipo. de la tragedia por venir.
Los gobiernos radicales de los presidentes Frondizi e Illia
no. lograron restablecer la legitimidad del poder y fueron, a
su vez, derrocados por sendos golpes militares. A finales de
la década de 1960, se extendió a la Argentina el proyecto. re-
volucionarío, observable en otras partes de América Latina.
Las llamadas organízacíones armadas, de diversos sígnos
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 109
 ideológicos, asesinaron a dirigentes sindicales, empresa-
rios, militares e intelectuales. Luego, montaron operacio-
nes mayores con el asalto, incluso a guarniciones militares.
Simultáneamente, surgieron las organizaciones paramilita-
res de derecha, con los mismos métodos, aunque distintos
destinatarios.
La reinstalación de la violencia en la Argentina reveló la
magnitud de la quiebra del orden institucional y político,
la pérdida del sentido de pertenencia a un espacio y destino
compartidos y el predominio de la idea, como había adver-
tido Vicente Fidel López un siglo antes, de que el adversario
debe ser destruido. El gobierno peronista instalado en 1973
quedó atrapado en la espiral de desorden económico yvio-
lencia y, en su final, durante la presidencia de Isabel Perón,
en el caos. Lo que vino después sumergió al país en el exter-
minio de miles de personas, la demolición del tejido social
y productivo construido sobre la errática y conflictiva etapa
de la industrialización inconclusa y, finalmente, la aventura
y derrota de Malvinas.
Argentina reaccionó como pudo frente a semejantes
agravios y reveló que subsistía, potencialmente, una socie-
dad en búsqueda de un destino compartido y en paz. Con la
Constitución en la mano y en la tribuna, Alfonsín encarriló
al país en la reparación institucional y de los agravios, en el
marco de respeto a las normas de convivencia propias de
una sociedad civilizada.
Entre el6 de septiembre de 1930 y diciembre de 1983,
cuando Alfonsín asumió la presidencia (más de cincuenta
años después), tuvieron lugar seis golpes de Estado, que le
confirieron al país el lamentable récord mundial de haber
sido la nación institucionalmente más inestable en el trans-
curso del siglo XX.Bastaría sólo ese dato para entender el
origen de nuestros problemas.
110 I ALOO FERRER
Hace más de treinta años que la Argentina recuperó la vi-
gencia de su orden constitucional. En ese trayecto, la demo-
cracia soportó severas crisis políticas y económicas, pero
las instituciones resistieron. Los conflictos fueron enfrenta-
dos en el marco de la división de poderes y la Constitución.
El convencimiento generalizado de que no hay alternativas
a la democracia es una condición necesaria, pero no su-
ficiente, de la densidad nacional. La década del 90 reveló
cómo dentro de los marcos de la Constitución y desde un
gobierno elegido por la voluntad popular pueden ejecutar-
se políticas incompatibles con el interés nacional, la equi-
dad social y la ética en el manejo de los asuntos públicos.
Vale decir, proporcionar pésimas respuestas a los desafíos y
oportunidades de la globalización del orden mundial con-
temporáneo.
4. Pensamiento crítico
La intolerancia y la violencia planteadas después de la Re-
volución de Mayo tuvieron su correlato en la confrontación
de las ideas que sustentaban las facciones en conflicto. Los
líderes radicalizados del alzamiento abrevaban en el pen-
samiento de los ideólogos de la guerra de independencia
de los Estados Unidos y dela Revolución fra¡icesa. Los
pensadores de la Ilustración - Rousseau y Voltaire, Locke o
Montesquieu, fundadores del pensamiento político moder-
no- eran sus autores de cabecera. El proyecto era implantar
en estos territorios un régimen republicano al estilo nor-
teamericano o una monarquía constitucional, cuyo modelo
era el régimen británico surgido a fines del siglo XVII.
La facción contraria era la del país tal cual era, herede-
ro del orden colonial, de oligarquías locales y poblaciones
dispersas y primitivas. Esta facción partidaria del orden
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 111
 tradicional, de preferencias clericales, pretendía reempla-
zar el régimen colonial por un sistema que preservara las
jerarquías y el sistema de dominación preexistentes. Rosas
fue su máximo exponente. Su gobierno de más de tres dé-
cadas sostuvo una precaria estabilidad y, en definitiva, pre-
servó la unidad del país después de los desmembramiento s
del Alto Perú, el Paraguay y la Banda Oriental.
Los primeros formaron en su mayor parte el bando uni-
tario de la civilización y los segundos el federal de la bar-
barie. La línea divisoria entre unos y otros, respecto de sus
prácticas políticas, era sin embargo ambigua porque predo-
minaba en ambos el ejercicio de la intolerancia y la violen-
cia, en definitiva, de la barbarie.
Pero, en materia económica, hasta mediados del siglo
XIX, las disputas no eran ideológicas sino muy puntuales y
referidas a cuestiones críticas como el reparto de las rentas
de aduana del puerto de Buenos Aires y la libre navegabili-
dad de los ríos de la Cuenca del Plata.
En el orden mundial, la abolición en Gran Bretaña de
la Ley de Granos, en 1846, implicó la implantación rigu-
rosa del libre comercio en la potencia hegemónica. En ese
país la Revolución Industrial comenzaba a transformar el
proceso de desarrollo económico, la organización social
y sus relaciones internacionales. Desde fines del siglo an-
terior, el pensador escocés, filósofo y economista Adam
Smith estableció las bases de lo que después se conocería
como la escuela clásica de la ciencia económica y dellibe-
ralismo y el librecambio, sustentos del orden económico
emergente.
Esas ideas comenzaron a penetrar en el escenario argen-
tino, pero todavía con la ambivalencia de una transforma-
ción inconclusa. Se estaba entonces en el tránsito de una
economía fundada en espacios regionales autosuficientes
112 I ALOO FERRER
a otra abierta e integrada al mercado mundial a partir de
la pradera pampeana. Particularmente, de la provincia de
Buenos Aires, que comenzaba a ser el origen de produccio-
nes ganaderas crecientemente orientadas a la exportación
de tasajo, cueros, sebo y lana.
Pero ya entonces la tendencia era clara y la presencia ex-
tranj era cada vez mayor. El cónsul británico en Buenos Aires
entre 1824 y 1833, Woodbine Parish, advertía que hasta el
gaucho usaba ropa, loza, cuchillo, espuelas y freno, incluso
poncho, fabricados en Inglaterra. El 85% de los barcos desti-
nados al puerto de Buenos Aires transportaba mercaderías
por cuenta y orden de comerciantes británicos.
Las décadas de 1860 y 1870 revelaron la inestabilidad
de la demanda externa y alentaron reclamos de protección
del mercado interno y fomento de la industrialización. Sus
voceros más elocuentes e influyentes fueron Vicente Pidel
López y Carlos Pellegrini. Los debates en el Congreso Na-
cional, en 1875, enfrentaron a los precoces defensores del
liberalismo a ultranza con los proteccionistas. Estos últimos
tenían pretensiones moderadas. Su proyecto transformador
se limitaba a las industrias sanas, es decir, aquellas referidas
a la transformación de los alimentos y materias primas pro-
ducidas en el país. No incluía el despegue de las actividades
industriales más complejas, como la textil, metalmecánica,
química o la producción de máquinas y equipos, que esta-
ban liderando la revolución industrial en otras partes. No
se trataba sólo de un problema de dimensión del mercado
interno y de la población. Otras economías semejantes en
espacio territorial y densidad demográfica, particularmen-
te los dominios británicos de Canadá y Australia, estaban
comenzando a registrar un desarrollo industrial diversi-
ficado y a poner en marcha procesos de acumulación en
sentido amplio.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 113
 De todos modos la polémica terminó pronto. La expan-
sión de la demanda mundial de productos agropecuarios y
la entrada masiva de capital extranjero, mayoritariamente
británico, consolidaron el bloque hegemónico de terrate-
nientes e intereses foráneos, cuya presencia era decisiva en
la cadena de agregación de valor de la producción primaria
y en el financiamiento del Estado. La primera presidencia
de Roca (1880-1886) coincide con el triunfo del líberalís-
mo económico y la aceptación mayoritaria del librecambio
como estrategia de desarrollo e inserción internacional.
Las disputas al interior del sistema se redujeron así a la
puja, en ocasiones violenta, por precios y salarios o por
la legislación laboral.
El liberalismo del orden conservador (de la república
restringida, como la define Natalio Botana) se aplicaba al
plano económico y no al político. Este último, hasta la re-
forma de 1912, fue manipulado por los titulares del poder
económico y sus epígonos.
Durante toda la etapa de la economía primarío-expor-
tadora, como cabía esperar, el pensamiento económico
dominante fue tributario de la teoría económica del centro
hegemónico del orden mundial de la época. Racionalizó los
intereses del bloque dominante y la vigencia de un sistema
que generó crecimiento, pero no procesos de acumulación
en sentido amplio, es decir, desarrollo.
En la cultura, entre tanto, la historia fue distinta. Porque
la Argentina, y principalmente su núcleo metropolitano del
puerto de Buenos Aires, se convirtió en una sociedad cos-
mopolita y en una verdadera esponja de asimilación y trans-
formación de las expresiones más diversas y avanzadas de
la cultura de otras civilizaciones, en primer lugar, la de Eu-
ropa Occidental. Este espacio produjo maestros en el uso
de la lengua española como Sarmiento y José Hernández,
114 I ALOO FERRER
científicos y pensadores versátiles como José Ingenieros;
también albergó a otras luminarias como el nicaragüense
Rubén Darío y se convirtió, en pocas décadas, en un polo
cultural de significación internacional.
Sobre la base de la herencia ancestral del orden colonial
y la fenomenal transformación producida por la inmigra-
ción y la integración al mercado mundial, se construyó en
este espacio una cultura original y polifacética, una iden-
tidad nacional inconfundible, fundada en los aportes de
los creadores de la elite y del suburbio, del campo y de la
urbe, de todo el arco social argentino. Fue una expresión
extraordinaria de la globalización de la época, de cómo una
sociedad fundada mayoritariamente extramuros absorbió
y transformó lo importado en una matriz original y propia.
Pasó en la literatura, con Borges entre otros, en el deporte
con el fútbol, en la música con el tango y en la ciencia, parti-
cularmente las ciencias biológicas, con aportes sustantivo s
al acervo universal. Y de allí en más.
Sin embargo, la crisis económica mundial de 1930 de-
molió no sólo el orden económico mundial, del cual la eco-
nomía argentina era su expresión periférica más notable,
sino las ideas que lo sustentaban, para entonces conocidas
como' la teoría neo clásica, que seguía profesando el libre-
cambio y la abstinencia del Estado. Argentina quedó, ese
mismo año, literalmente a la deriva: sin gobierno consti-
tucional, sin referente teórico y sin mercado mundial en el
cual sustentarse. En consecuencia, encontrar un rumbo fue
el primer desafío del régimen ilegítimo y fraudulento que
condujo al país hasta bien entrada la década de 1940.
Un grupo de políticos y economistas competentes en el
seno del régimen, principalmente Federico Pinedo y Raúl
Prebisch, crearon nuevos instrumentos de conducción eco-
nómica (como el Banco Central, el control de cambios, la
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 115
dirección de impuestos y las juntas reguladoras de la pro-
ducción primaria), los manipularon y lograron compensar
parcialmente los efectos de la crisis sobre la actividad eco-
nómica, el empleo y el balance de pagos. Abrieron la fron-
tera de la industrialización sustitutiva de importaciones,
en parte como resultado impensado de la defensa del nivel
de actividad en condiciones de caída de la capacidad de
pagos externos y también porque creían, en efecto, que era
preciso industrializar el país. Sólo que lo pensaban den-
tro de los mismos límites que Vicente Fidel López y Carlos
Pellegrini habían señalado setenta años antes: los de las
industrias sanas.
Esos fueron los alcances industrialistas del Plan Pine-
do de 1940. La nueva política, en definitiva rechazada por
el régimen, buscaba además un nuevo referente, Estados
Unidos, sustitutivo del previo, Gran Bretaña. El Pacto Roca-
Runciman de 1932, destinado a preservar el acceso de las
carnes argentinas al mercado británico a costa del refuerzo
de los lazos de la dependencia, y poco después el Plan Pi-
nedo, con su inclinación pronorteamericana, revelaron la
disputa de visiones dentro del bloque hegemónico pero en
ningún caso la búsqueda de un curso independiente para
el desarrollo económico argentino.
Uno de los protagonistas de esa época, Raúl Prebisch,
fue expulsado de la función pública y de su cátedra en la
Universidad de Buenos Aires por las autoridades de Jacto
instaladas en 1943. En los años previos, sobre la base de su
rica experiencia en la conducción de la política monetaria
desde la Gerencia General del Banco Central y de su ca-
pacidad de reflexión teórica, realizó aportes sustantivo s al
pensamiento crítico de la teoría convencional.
Su incorporación a la CEPAL, dependencia de las Na-
ciones Unidas, en 1947, fue el primer paso de la proyección
116 I ALDO FERRER
internacional que alcanzarían sus ideas sobre el modelo
centro-periferia, los términos de intercambio y la distribu-
ción de los frutos del progreso técnico, la industrialización
como vía indispensable del desarrollo, la integración la-
tinoamericana y otras cuestiones. Sus aportes fueron los
más originales y trascendentes del pensamiento económi-
co no sólo argentino sino también latinoamericano y, pro-
bablemente, del proveniente de todo el llamado mundo
en desarrollo.
El peronismo trastocó los términos del debate econó-
mico y los puntos teóricos de referencia en un contexto
mundial en el cual, según hemos visto, primaban las ideas
keynesianas y las políticas del Estado de bienestar. Las
ideas y las políticas peronistas no eran excéntricas en re-
lación a lo que estaba pasando en el mundo de posguerra
con la reconstrucción de Europa y en los países de Asia y
África, que conquistaron su independencia al finalizar la
Segunda Guerra Mundial. La regulación de los mercados,
la nacionalización de la banca y los servicios públicos, la
industrialización y la re distribución progresiva del ingreso
también tenían lugar en otras partes, incluso en la vieja po-
tencia hegemónica, cuna del liberalismo y del librecambio:
Gran Bretaña.
Pero aquí no se plasmaron en una práctica política y
un pensamiento crítico orgánico, que sustentara la con-
vergencia de las mayorías nacionales en un proyecto de
transformación. Esto ocurrió por tres motivos principales.
Primero, políticos, porque el régimen peronista, legítimo
en sus fundamentos en la voluntad popular, violó nor-
mas elementales de la convivencia democrática. Segundo,
porque no atendió a la necesidad de la estabilidad ma-
croeconómica y generó desequilibrios que estallaron en la
inflación endémica y en las crisis recurrentes del balance
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 117
de pagos. Tercero, porque no logró articular la creciente
intervención del Estado con un régimen movilizador de la
actividad privada, de convergencia entre las políticas públi-
cas y el empresariado nacional, en el marco de una estrate-
gia desarrollista y de afirmación de la soberanía.
Con el tiempo y bajo otra administración peronista, en
la década de 1990, el movimiento fundado por Perón re-
veló otra de sus debilidades: su capacidad de transferir el
apoyo de sus bases populares a políticas en las antípodas
del interés nacional. Esta pendularidad del peronismo es
probablemente reflejo de un rasgo profundo de inestabi-
lidad en la sociedad argentina. Por esto el fundador tenía
alguna razón cuando afirmaba que los argentinos somos
todos peronistas.
Los gobiernos posteriores no lograron consolidar un
pensamiento crítico alternativo que sustentara a largo pla-
zo procesos acumulativos en sentido amplio. Ni era posi-
ble dada la inestabilidad del marco institucional y político.
Proyectos en ese sentido fueron el desarrollismo durante la
presidencia de Frondizi, el de cuño keynesiano en la presi-
dencia de Illia y, efímeramente, durante la corta presiden-
cia del general Levingston, mi propia gestión al frente del
Ministerio de Economía.
De todos modos la etapa de la industrialización incon-
clusa fue muy rica en el debate teórico sobre el desarrollo
económico argentino y el estilo de inserción internacional
conveniente. Se debatía entonces la orientación de la in-
dustrialización y su centro de gravedad: las industrias livia-
nas o un perfil más integrado sustentado en las industrias
de base y la producción de bienes de capital. También el
desarrollo de la ciencia y la técnica y las políticas para des-
atar los paquetes tecnológicos con vistas a integrar el cono-
cimiento importado en el propio acervo e integrar la oferta.
118 I ALOa FERRER
con la demanda de conocimientos." Otros temas en debate
eran el papel de la inversión extranjera y de las empresas
de capital nacional, si el ahorro interno era o no suficiente
para sostener una elevada tasa de acumulación de capital,
la presencia del Estado y sus límites en una economía de
mercado, etc.
Mientras el país se debatía en sus tribulaciones y en la
crisis de su densidad nacional, el mundo cambiaba y se
profundizaban las tendencias de la globalízacíón, particu-
larmente en la esfera financiera. Al mismo tiempo, como
hemos visto, se instalaba en los centros de poder mundial
la visión neoliberal y la convicción de que ella sabe lo que
les conviene a los países periféricos.
La muestra de países exitosos de la segunda mitad del
siglo XXincluye aquellos que, dentro del mismo escenario
global de las últimas décadas, fueron capaces de dar buenas
respuestas a los desafíos y oportunidades de la globaliza-
, ción, y poner en marcha procesos de acumulación en sen-
tido amplio. La densidad nacional fue la plataforma de sus
logros y esto faltó en la Argentina, donde no pudo afirmarse
un pensamiento crítico fundador de un curso de desarrollo
nacional viable, particularmente en los períodos de la he-
gemonía neoliberal.
Las crisis de las épocas en que rigieron políticas de cuño
distinto al tradicional fueron utilizadas por la visión neoli-
beral para asociar los fracasos al alejamiento de la ortodoxia
económica. En 1976,el golpe de Estado impuso la hegemo-
nía neoliberal y el pensamiento dominante en los centros,
que en su versión latinoamericana se denominó "Consenso
19 Ferrer, Aldo [1974] (2014), Tecnología y politica económica en América Latina, Bernal,
Editorial Universidad de Quilmes.
LA ECÓNOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 119
 de Washington': Esto se observó en el ataque neoliberal al
pensamiento heterodoxo de Raúl Prebisch y de la escuela
estructuralista latinoamericana, atribuyéndoles ser el ori-
gen de los desequilibrio s macroeconómicos y la inflación
cuando, en realidad -y particularmente Prebisch-, recha-
zaron siempre las políticas que desatendieron la necesidad
esencial de resguardar tales equilibrios.
La catástrofe teórica del neoliberalismo consistió en que,
desde la segunda mitad de la década de 1970 en adelante,
el pensamiento único sustituyó al abordaje científico de
la realidad y al ejercicio de la economía como una ciencia
social. La pretenciosa sofisticación técnica de análisis ma-
temáticos intrascendentes, la teoría de las expectativas ra-
cionales, el enfoque monetario del balance de pagos y otras
visiones elaboradas en centros académicos del mundo de-
sarrollado, particularmente de los Estados Unidos y, espe-
cialmente, de la Escuela de Economía de la Universidad de
Chicago, implantaron en la Argentina la mirada fundamen-
talista de la globalización.
El país fue observado y conducido desde perspectivas
excéntricas, fundadas en el supuesto de que los mercados
son los depositarios de la racionalidad económica, que la
Argentina es un país periférico e inevitablemente un satélite
de los centros de poder mundial y que la política económi-
ca consiste en transmitir señales amistosas a los mercados
para ser destinatarios del crédito e inversión extranjeros,
fuente insustituible de la formación de capital. Y también
que la mejor política económica es no tener ninguna, que
lo mejor es dejar que el tipo de cambio fijo y la renuncia a
la moneda nacional conduzcan los acontecimientos en un
régimen de piloto automático.
El problema no fue que ese tipo de enfoque se promo-
viera desde los centros, sino que se asumiera como en la
120 I ALOO FERRER
Argentina. El pensamiento único fue funcional al nuevo
bloque hegemónico, construido en parte durante la etapa
de la industrialización inconclusa, pero principalmente a
partir del golpe de Estado de 1976. Los nuevos grupos eco-
nómicos locales que adquirieron un peso importante en
algunos sectores, las filiales de empresas extranjeras en au-
sencia de un marco de referencia nacional que las contenga
y, fundamentalmente, la especulación financiera asociada
a la gestación de desequilibrios y el aumento del endeuda-
miento externo sustentaron una visión alineada en las an-
típodas del pensamiento crítico que, en los países exitosos,
sostuvo los procesos de acumulación en sentido amplio, es
decir, el desarrollo.
No faltaron en el período enfoques abarcativos del con-
junto de la realidad social y, dentro de ella, del proceso
económico. Pero se trató de voces aisladas hasta que la
profundidad de la crisis abrió espacios al pensamiento al-
ternativo. Uno de los ejemplos es la repercusión alcanzada
por los trabajos del llamado Grupo Fénix, formado por in-
vestigadores y docentes de la Universidad de Buenos Airesy
otros medios académicos. En mi propia experiencia obser-
vo que el título de uno de mis libros, cuya primera edición
es de 1983, Vivir con lo nuestro." se convirtió en un mensaje
de alguna repercusión acerca de los contenidos nacionales
del desarrollo. En el nuevo escenario, han surgido múlti-
ples voces, en la economía y en todas las expresiones de la
cultura, afirmativas de la capacidad del país de construir su
propio destino en el orden global.
20 Ferrer, Aldo [1983] (2002), Vivir con lo nuestro, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI1121
5. Política económica
La eficacia de la política económica, en términos de impul-
so al desarrollo y respuesta a los desafíos y oportunidades
de la globalización, refleja la fortaleza o debilidad de la den-
sidad nacional. ¿Cuál es la experiencia argentina?
En la etapa de la economía primario-exportadora, la
expansión de la demanda de alimentos y materias primas,
las inversiones extranjeras orientadas a integrar los espa-
cios abiertos, como la Argentina, al mercado mundial y
las corrientes migratorias impulsaron el poblamiento y la
puesta en producción de las tierras de la región pampea-
na.El sistema económico emergente insertó al país en la
globalización del período como exportador de productos
primarios e importador de manufacturas y capitales. La es-
trategia librecambista de la política económica convalidó
estas tendencias del orden mundial e impidió la puesta en
marcha de procesos de acumulación, es decir, la transfor-
mación temprana de la estructura productiva para habili-
tarla a participar plenamente de la revolución tecnológica
de la época.
La política económica carecía de objetivos orientadores
de la asignación de recursos y la distribución del ingre-
so. Estaba esencialmente referida a la administración del
presupuesto del Estado. Las variaciones del nivel de acti-
vidad reflejaban el movimiento comercial y financiero con
el resto del mundo. Entre 1860 y 1930 el patrón oro rigió
durante cerca de treinta años, en los cuales la moneda y
el crédito estaban determinados por el movimiento de las
reservas de oro y divisas de la Caja de Conversión. Los im-
puestos a las importaciones, instrumento principal de la
política proteccionista en países con estrategias de indus-
trialización, como los Estados Unidos, aquí tenían esen-
122 I ALDO FERRER
cialmente el objetivo de recaudar fondos para el Tesoro. El
gasto público reflejaba, en cambio, las preferencias de po-
lítica, y uno de los aspectos encomiables del período fue
la importancia atribuida a la educación pública. Más allá
de esto, tampoco el gasto público tenía objetivos trans-
formadores de la estructura productiva. En la etapa de las
grandes inversiones extranjeras, principalmente británi-
cas en los ferrocarriles, se otorgaron tierras e incentivos
diversos para atraer a los inversores. Al final del período,
bajo el gobierno de Yrigoyen, hubo elementos de inter-
vención estatal como el apoyo a YPP en la producción de
petróleo. Carentes los grupos dirigentes de una estrategia
de acumulación fundada en la industrialización y el con-
trol de la cadena de agregación de valor de la producción
primaria, la política económica del período se ajustó al
paradigma librecambista.
Las reglas del juego cambiaron radicalmente con la crisis
mundial de la década de 1930. Como hemos visto, la po-
lítica económica del régimen surgido del golpe de Estado
del 6 de septiembre manejó la política fiscal, monetaria y
cambiaria con competencia profesional y resultados no
despreciables sobre el nivel de actividad. Los impulsos a la
sustitución de importaciones reflejaron más el cambio de
circunstancias que objetivos transformadores explícitos de
la política económica. El firme control de los instrumentos
fiscales y monetarios mantuvo la gobernabilidad de la eco-
nomía en el período.
A partir del golpe de Estado del 4 de junio de 1943, se
abrió una nueva etapa. Con el ascenso del peronismo al
poder, se registró un cambio radical en los paradigmas de
la política económica. El Estado se convirtió en un prota-
gonista decisivo a través del manejo de las políticas fiscal,
monetaria y cambiaria, la nacionalización de los servicios
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 123
 públicos y el control del comercio exterior. Los efectos fue-
ron profundos en la distribución del ingreso entre sectores
de la producción (campo-industria) y de la sociedad (ca-
pital-trabajo) y en la misma estructura productiva, con un
aumento del peso relativo de la producción industrial y los
servicios.
Pero el peronismo no llegó a conformar una estrategia
viable, en la cual la política económica actuara efectiva-
mente como instrumento de la puesta en marcha y consoli-
dación de procesos de desarrollo. Su vulnerabilidad radicó
en el descuido de los equilibrios macroeconómicos y en la
ausencia de un diseño viable de inserción en la creciente
globalización del orden mundial. También, en sus prácticas
políticas y en la fractura de las mayorías nacionales. Final-
mente, volvieron la división en bandos irreconciliables y las
condiciones para un nuevo golpe de Estado.
Después de 1955, la política económica no logró recu-
perar la gobernabilidad de la economía y poner en marcha
transformaciones de largo plazo, orientadas a construir una
estructura productiva e industrial avanzada. No es que fal-
taran iniciativas en ese sentido, como la política nuclear, el
régimen de compre nacional y la creación del Banco Nacio-
nal de Desarrollo, entre otras. Pero nunca se logró iniciar un
proceso de largo plazo de desarrollo sostenido y sustenta-
ble. A partir del golpe de 1976, la deuda externa se convirtió
en un problema endémico y la política económica quedó
maniatada a la dimensión financiera.
La política económica de la etapa de la industrialización
inconclusa (1930-1975) enfrentó el cambio en el escenario
internacional y, en un contexto institucional inestable, im-
pulsó el desarrollo industrial. Sin embargo, la capacidad
de pagos externos siguió dependiendo esencialmente de
las exportaciones agropecuarias y se mantuvo la brecha
124 I ALOO FERRER
en el contenido tecnológico de las exportaciones e im-
portaciones. Surgió así un sistema industrial fuertemente
deficitario en sus operaciones en divisas y, consecuente-
mente, un proceso de contención-arranque del nivel de
actividad por la repetición periódica de las crisis de ba-
lance de pagos.
Finalmente, la consolidación del paradigma neoliberal
en el transcurso de la década de 1990 implicó la renuncia
lisa y llana al manejo de la política económica como ins-
trumento de transformación. De eso se trataba. Operar con
un régimen de caja de conversión bajo la convertibil~dad,
renunciar definitivamente a la moneda nacional, el piloto
automático, la transmisión de señales amistosas a los mer-
cados como objetivo excluyente de la política económica,
la incorporación indiscriminada de inversiones privadas
directas. Era la única respuesta posible dentro,de un para-
digma que convirtió en doctrina: las relaciones carnales y el
realismo periférico. La política económica era así apenas el
reflejo de la renuncia a un destino propio en el orden global.
Es decir, el colapso definitivo de la densidad nacional. En
este escenario, el Fondo Monetario Internacional adquirió
un protagonismo decisivo en la formulación y ejecución de
la política económica argentina.
La caída del ingreso per cápita fue acompañada por la
creciente concentración de la riqueza y el ingreso, proce-
sos agravados en los momentos de estallidos inflacionario s,
que provocaron brotes de desesperación y protesta. El des-
empleo batió récords con tasas superiores al 20 por ciento
de la población activa; lo mismo sucedió con la población
situada por debajo de la línea de pobreza y aun en estado
de franca indigencia, que alcanzó proporciones sin prece-
dentes. El deterioro social se agravó con la contracción y
pérdida de calidad de los bienes públicos.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII125
 No sólo los sectores populares fueron agraviados por las
consecuencias de las políticas neoliberales. La clase me-
dia soportó también el impacto y dio lugar a la emergencia
de una nueva categoría: los nuevos pobres. Esta categoría
tiene expresiones y consecuencias sobre la situación de
las personas más explosivas que la pobreza estructural.
Otros sectores acomodados registraron el impacto de las
crisis financieras con la congelación de sus depósitos y la
evidencia de la falta de respaldo para sus activos den ami -
nadas en dólares. De allí los cacerolazos, los piquetes, la
inseguridad por la proliferación del delito y otras expresio-
nes del descontento.
Las consecuencias de los cambios y contradicciones de
la política económica durante más de medio siglo fueron
fatales. El comportamiento del producto per cápita, el au-
mento de la pobreza y el desempleo, la inseguridad y la caí-
da de la oferta de bienes públicos como salud y educación
fueron la consecuencia inevitable de la inestabilidad y las
contradicciones de largo plazo de la política económica y,
al final del período, de su ejercicio desde la visión neolibe-
ral. La inflación se instaló como problema endémico con
el estallido de varios brotes hiperinflacionarios. La estabi-
lidad de precios de la dééada del 90, bajo la convertíbilí-
dad, se sustentaba en bases efímeras, que se desplomaron
en el 2001. El ahorro argentino se fugó al exterior. Mientras
aumentaba la deuda externa, se privatizaban activos y se
vendían empresas locales a filiales de empresas extranjeras;
los residentes argentinos buscaban refugio en el exterior o
acumulando dólares en el colchón. Las rentas gigantescas
generadas por las reglas del juego neoliberal en el sector
financiero también formaron parte de la fuga de capitales.
No sólo se fugó el capital sino también el talento, porque
persistió la salida de personas con alta capacitación por
1261 ALOO FERRER
falta de oportunidades en una economía que estaba fractu-
randa los eslabonamientos entre la producción de bienes y
servicios y la oferta de conocimientos del sistema nacional
de ciencia y tecnología.
La política económica, especialmente en los períodos de
la hegemonía neoliberal, agravó las debilidades de la den-
sidad nacional. Aumentó la concentración de la riqueza y
el ingreso y, consecuentemente, impulsó las formas más
exageradas del consumo conspicuo que agravaron las evi-
dencias de la desigualdad. En una sociedad que contaba
con elementos básicos de cohesión por su homogeneidad
étnica y cultural, la desigualdad actuó como un factor de
fracturas, tensiones sociales y conflictos. Al mismo tiempo,
deterioró la calidad de los liderazgos y asoció la generación
de ganancias y la acumulación de poder a la venta del pa-
trimonio acumulado por los sectores públicos y privados, el
endeudamiento y el cohecho en el manejo de los asuntos
públicos. Las reglas del juego, como la sobrevaluación del
tipo de cambio, estrecharon los espacios de rentabilidad a
las operaciones beneficiarias de la especulación financie-
ra, al desaforado proceso de privatizaciones y a los sectores
concentrados en la explotación y transformación de los re-
cursos naturales y la producción de commodities;
No siempre el deterioro de la situación económica fue
determinante de los golpes de Estado. Por ejemplo, en la
caída de los gobiernos radicales de Yrigoyen, Frondizi e
Illia predominaron las fracturas profundas de la cohesión
social y su impacto en los actores políticos y las fuerzas
armadas. Pero, en el largo plazo, la volatilidad del sistema
y el deterioro económico y del bienestar contribuyeron
a agravar la inestabilidad institucional, como en el gol-
pe de 1976 o el retiro anticipado del presidente Alfonsín,
meses antes de la conclusión del término de su mandato.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 127
 En resumen, economía y política operaron también en un
círculo vicioso de ínteraccíones.
Las áreas rentables en actividades díversifícadas y com-
plejas como. la producción de bienes de capital, en buena
medida vinculadas a la operación de pequeñas y media-
nas empresas y la formación de redes de especialización
intraíndustríal al interior de cada sector y en los vínculos
entre las firmas de diversos tamaños, constituyen el cam-
po preferente de la formación de liderazgos empresariales
locales. Esta formación fue desalentada y aun desmante-
lada por la emergencia de una estructura concentrada, la
ruptura de eslabonarníentos al interior del sistema, la sus-
titución de producción nacional competitiva por impor-
taciones fomentadas por la apertura y la sobrevaluación
cambiaría, el aumento de los costos financieros y la inesta-
bilidad general del sistema. Este proceso tiene manifesta-
ciones evidentes en el deterioro de los tejidos industriales
en los conurbanos de Buenos Aires, Rosario, Córdoba y
diversas ciudades del interior.
En el largo plazo, las respuestas de la política econó-
mica del período a los desafíos y oportunidades de la
globalización fueron malas, débiles o insuficientes. En el
comercio internacional, porque impidieron participar de
la expansión de la corriente más dinámica del comercio
mundial: las manufacturas, particularmente las de mayor
valor agregado y contenido tecnológico. En las inversio-
nes privadas directas, porque no integraron las filiales de
las corporaciones transnacionales al tejido productivo del
país, admitieron que se concentraran en producir para el
mercado interno en vez de exportar y no lograron preser-
var una posición dominante, particularmente en las in-
dustrias dinámicas, para el capital nacional. En el aspecto
financiero, porque los déficits persistentes llevaron a un
128 I ALOO FERRER
progresivo endeudamiento en un escenario en el cual la
globalización financiera imponía evitar el hecho de quedar
atrapados en los movimientos de capitales especulativos.
En la macroeconomía, porque es necesario mantener con
firmeza la gobernabilidad de la economía y el manejo de
sus principales instrumentos para atender a la volatilidad
de los mercados y de las corrientes financieras.
A la salida de la catástrofe neoliberal, la economía ar-
gentina, que había entrado en default, comenzó a operar
con un sustantivo superávit de los pagos internacionales.
Contribuyeron en tal sentido la fuerte caída de las impor-
taciones -resultante de la depresión de la actividad indus-
trial-, el aumento de la producción exportable de cereales y
oleaginosas y de sus manufacturas, la mejora de los precios
internacionales de la producción primaria y de sus térmi-
nos de intercambio, el superávit en el comercio de energía,
la reducción de los servicios de la deuda externa por el de-
fault y la modificación del tipo de cambio. De forma que
entre 2004 y 2009 el resultado. de la cuenta corriente rondó
el 2-3% del PBI.
El tipo de cambio alto, además, reabrió espacios de ren-
tabilidad de actividades que habían estado deprimidas por
la apreciación del peso y tuvo una rápida respuesta en el
aumento de la oferta. La actividad industrial en su conjunto
creció a una tasa promedio del 7% entre 2004 y 2011. Esa
recomposición fue particularmente importante en secto-
res mercadointernistas, donde la apertura comercial de los
90 había causado estragos, como maquinarias y equipos,
juguetes, metalmecánica, textil e indumentaria, calzado y
marroquinería.
La abundancia de divisas generada por este excepcio-
nal cuadro de circunstancias permitió acumular reservas
internacionales de 10.501 millones de dólares en 2003 a
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 129
52.000 millones en 2011, formular una propuesta propia de
reestructuración de la deuda, cancelar la pendiente con el
FMI por un total de 9.500 millones de dólares, recuperar
la solvencia fiscal, aumentar las importaciones y crecer sin
restricción externa. Fue el "período dorado" del "modelo';
en el que se buscó promover la equidad, afianzar la sobe-
ranía y recuperar un Estado nacional capaz de administrar
el conflicto distributivo, impulsar el desarrollo y defender el
interés nacional dentro del orden mundial globalizado. Sin
acceso al crédito internacional por la sanción de los merca-
dos a la heterodoxia de la resolución autónoma de la deuda
externa impaga, la economía creció fuertemente, afianzada
en sus propios recursos.
Rápidamente, el sistema fue alcanzando posiciones de
ocupación plena de la capacidad productiva y de la mano
de obra. La estructura productiva desequilibrada volvió, en-
tonces, a revelar su "pecado original": la restricción externa.
Se reconfiguró entonces un escenario donde el crecimiento
de la economía depende del resultado del comercio de pro-
ductos primarios.
La recuperación del país, después de la debacle neoli-
beral, refleja el fortalecimiento de la densidad en todos los
planos. El desafío es, ahora, consolidar lo alcanzado y resol-
ver con éxito los problemas del desarrollo de una economía
de mercado, con inclusión social y soberanía.
6. La relación campo-industria
La historia de los desencuentros y las frustraciones argen-
tinas se refiere, en gran medida, a la incapacidad de resol-
ver los conflictos de intereses entre el campo y la industria
en un contexto mutuamente beneficioso para ambos y, en
consecuencia, beneficioso también para la economía y la
130 I ALOO FERRER
sociedad argentinas. A lo largo del tiempo, el conflicto se
expresó en las disputas permanentes sobre el tipo de cam-
bio y la existencia o no de retenciones a las exportaciones
primarias, el crédito y la carga impositiva. Es preciso resol-
ver definitivamente este problema para responder con éxito
a los desafíos y oportunidades del siglo XXI.
Es necesario erradicar prejuicios que han perturbado a
lo largo del tiempo las relaciones entre el campo y la in-
dustria. Uno de ellos se refiere a la supuesta insuficiencia
del mercado interno para sustentar un sector industrial efi-
ciente. El análisis comparado alcanza para desautorizarlo.
Hacia 1950, el mercado interno de Brasil era menor que el
de la Argentina. En ese entonces, sólo el PBI de la región
metropolitana y la provincia de Buenos Aires representaba
alrededor del 50% del PBI de toda la economía brasileña. En
el país vecino, a nadie se le ocurría entonces, ni ahora, argu-
mentar la insuficiencia del mercado interno para bloquear
el desarrollo industrial y la sustitución de importaciones
entonces en curso. Uno de los resultados de la influencia
de ese prejuicio sobre el desarrollo argentino es que el PBI
del estado de San Pablo es, actualmente, mayor que el de
toda la economía argentina.
Otros ejemplos revelan lo mismo. Corea, Malasía y Tai-
wán, que figuran entre los países más exítosos del último
medio siglo, fortalecieron su proyección al mercado inter-
nacional y el dinamismo de su desarrollo industrial me-
diante la reserva de su mercado interno para la producción
nacional. Sobre estas bases impulsaron un extraordinario
proceso de transformación y exportaciones de bienes com-
plejos. Tampoco en esos países del Sudeste Asiático; que al
inicio de su despegue contaban, cada uno, con un mercado
interno del orden de130% del argentino, constituyó un obs-
táculo para el desarrollo industrial.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 131
 Argentina tierie pues un mercado interno suficiente para
un desarrollo manufacturero integrado y complejo con la
tecnología de las mejores prácticas internacionales. Lo cual
no quiere decir que este puede quedar encerrado en las
fronteras del país, sino que, por el contrario, debe proyec-
tarse al mercado mundial.
Respecto del campo supo existir el prejuicio de que la ac-
tividad y las exportaciones agropecuarias eran portadoras
del subdesarrollo y la dependencia. La experiencia com-
parada vuelve a informar la cuestión. Países con dotación
comparable de recursos naturales y una fuerte producción
agropecuaria, como Canadá y Australia, son economías
avanzadas que sustentan su prosperidad en su producción
primaria y el complejo primario-industrial. El actual dina-
mismo de la actividad agropecuaria en la Argentina revela
también que la producción rural es actualmente una activi-
dad tecnológica de frontera, que no tiene nada que ver con
el subdesarrollo ni la dependencia.
Asimismo, suele argumentarse acerca de la inexistencia
de emprendedores argentinos con capacidad de crear ri-
queza y retenerla dentro del país. La función del empresa-
rio está determinada por factores múltiples y, entre ellos,
la existencia de reglas del juego que permitan la compe-
titividad de la producción local, estimulen la inversión y
el cambio técnico. Las condiciones existentes en el país,
particularmente en los períodos de la hegemonía neolibe-
ral, no cumplieron con ese requisito. Por el contrario, esti-
mularon la sustitución de producción y talento argentinos
por importaciones, privilegiaron la especulación sobre la
producción, concentraron las ganancias en operaciones
vinculadas a la apertura, el endeudamiento y la extranjeri-
zación indiscriminada. En tales condiciones, trasplantados
a la Argentina, los mejores empresarios de los países más
132 I ALOO FERRER
exitosos, considerados prototipos de emprendedores na-
cionales, actuarían del mismo modo en que se ha actuado
en la experiencia de nuestro país. Esto no excluye la exis-
tencia de comportamientos individuales reprobables, pero
en el contexto de reglas del juego que conviertan al espacio
argentino en el más rentable para la aplicación de los recur-
sos propios la conducta empresaria puede ser tanto o más
nacional que en cualquier otra parte."
El conflicto campo-industria va más allá de los precios
relativos y la distribución intersectorial del ingreso. Abarca
visiones conflictivas sobre la organización de la economía
nacional y su inserción en la división internacional del tra-
bajo. Por una parte, la que afirma que la economía argenti-
na puede sostenerse sobre la producción primaria y que la
industria es una anomalía en un país como el nuestro. Por la
otra, que el campo es el agente del atraso y la dependencia,
y que debe privilegiarse el desarrollo industrial. Las prolon-
gadas turbulencias políticas de la Argentina tienen raíces
profundas también en el desencuentro histórico entre los
dos sectores fundamentales de la economía nacional.
Afines del sigloXIX,cuando la producción agropecuaria
argentina se integró al mercado mundial, todavía era posi-
ble sostener el crecimiento de la economía nacional sobre
un solo sector. Según el censo de 1869, la población total
del país no alcanzaba los 2 millones y en el de 1914 apenas
llegaba a 8 millones. La población rural sobre el total pasó
del 67% al 42% entre ambos relevamientos. Era así posible,
en aquel entonces, asentar el crecimiento del país sobre el
extraordinario dinamismo y crecimiento de la producción
agropecuaria.
21 Ferrer, Aldo (2014), El empresario argentino, ob. cito
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 133
 Pero esta alternativa dejó de ser posible. El aumento de
la población total y la disminución de la participación de la
rural por el impacto del progreso técnico sobre el empleo
en el campo configuraron una realidad y una dimensión de
país insostenible ya en un solo sector. Los más de 40 millo-
nes de habitantes de la Argentina actual, de los cuales cerca
del 90% corresponde a los centros urbanos, requieren una
economía agroindustrial integrada. La producción agrope-
cuaria más la cadena de transformación agroalimentaria
generan actualmente alrededor de una cuarta parte del em-
pleo formal total. Sin el crecimiento del conjunto de la in-
dustria no pueden erradicarse el desempleo estructural, la
exclusión social, la pobreza y la inseguridad. Los servicios
no son una respuesta alternativa porque su crecimiento re-
lativo, inherente a la formación de una economía moderna,
sólo es sostenible sobre la base de la producción de bienes
transables, es decir, el crecimiento simultáneo e integrado
del campo y la industria. Para responder con eficacia a los
desafíos y oportunidades del siglo XXI es imprescindible
resolver las desinteligencias del pasado.
El campo. La producción agropecuaria está registrando el
impacto de una nueva fase de valorización de los recursos
naturales por la expansión del mercado mundial. El rápido
desarrollo de China y otros países de la Cuenca del Pacífico
aumentó la demanda de alimentos y materias primas. Al
mismo tiempo, entendimientos en la OMC, referidos a la
eliminación de los subsidios a las exportaciones primarias
de la Unión Europea y Estados Unidos, podrían abrir en el
futuro nuevos espacios en otros mercados. El escenario ex-
terno es así propicio al aumento de las exportaciones ar-
gentinas de productos agropecuarios y a las manufacturas
de ese origen.
134 I ALDO FERRER
Se está reproduciendo así, en un escenario distinto, una
situación semejante a la registrada en las últimas décadas
del siglo XIX cuando la Revolución Industrial provocó un
vertiginoso aumento del comercio mundial de productos
primarios. Argentina fue un protagonista principal de ese
proceso, que constituyó el punto de partida de la transfor-
mación del país.
En aquel entonces, como en la actualidad, el cambio
tecnológico fue esencial. La Revolución Industrial del siglo
XIX amplió la demanda de alimentos y materias primas,
principalmente en Europa Occidental. Al mismo tiempo,
los medios de transporte (ferrocarriles y navíos) redujeron
drásticamente el costo de los fletes y permitieron a las re-
giones mediterráneas, alejadas de los puertos, acceder al
mercado mundial. Simultáneamente, la revolución tecno-
lógica de las comunicaciones (principalmente, telégrafo,
cables submarinos y radio) vinculó a los mercados mun-
diales en tiempo real. En el plano de la producción, nuevas
técnicas en el manejo de los suelos, el empleo de fertilizan-
tes y maquinaria agrícola, las mejoras en los planteles de
hacienda, la conservación de los productos perecederos y
otras innovaciones diversificaron la producción y aumen-
taron los rendírníentos de la tierra y la productividad del
trabajo. Las redes comerciales y el financiamiento de la pro-
ducción y el intercambio se expandieron simultáneamente
con el crecimiento de la economía real.
En la actualidad, los avances de la ciencia y la tecnología,
incluyendo a las biotecnologías, están provocando transfor-
maciones tanto o más espectaculares que en los tiempos de
la Primera Revolución Industrial. Los avances en los trans-
portes y las comunicaciones han integrado más estrecha-
mente los mercados mundiales y la revolución informática
está transformando la organización de la producción yde
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 135
 los mercados. Toda la producción primaria, aquí y en el resto
del mundo, es un espacio privilegiado de aplicación de los
nuevos avances del conocimiento científico y la tecnología.
La revolución tecnológica se sustenta en diversos pro-
cesos convergentes. Se ha instalado un nuevo paquete
tecnológico, que incluye la irrupción de los transgénicos
en las semillas resistentes a un herbicida (el glifosato) y
su aplicación masiva, particularmente en la saja, el 90%
de cuya producción es transgénica. El paquete incluye el
empleo de herbicidas y fertilizantes; cuya utilización au-
mentó cinco veces en la última década. Lo mismo sucedió
con la aplicación de biocidas (herbicidas, insecticidas, fun-
gicidas, curasemillas). A su vez, el empleo de maquinaria
agrícola está fuertemente asociado a la tecnología de la
siembra directa, que demanda máquinas para tales fines y
fumigación y tractores de mayor potencia. De hecho, el de
maquinaria agrícola fue un sector industrial que invirtió
y sustituyó importaciones en los últimos años, impulsado
por la creciente demanda interna en el marco de una polí-
tica de protección y estímulo. I han ganado influencia en los asuntos del sector.
La siembra directa ha introducido una auténtica revo-
lución en las prácticas agronómicas. Disminuye los costos
de operación y el tiempo de labor, mejora el uso de la hu-
medad y reduce la erosión conservando los suelos. La pro-
ducción total de cereales y oleaginosas subió en los últimos
veinte años de algo más de 40 a 115 millones de toneladas,
período durante el cual la saja pasó de representar el 30%
de la superficie sembrada en el país al 50% de ella, a partir
de la tecnología de la siembra directa. Como consecuencia
del aumento de la producción, los excedentes exportables
dirigidos al mercado global aumentaron.
Los paquetes tecnológicos y las nuevas prácticas agronó-
micas han transformado la organización de la producción
1 Qh I di nn ~I='RRI="R
y la empresa agraria, y las relaciones entre la propiedad
de la tierra y su explotación. La tradicional autonomía de
decisión del productor ha sido desplazada a un entrama-
do complejo de proveedores de in sumos, financiamiento
y terceros que asumen funciones esenciales en el proceso
productivo. Este abarca no sólo la producción misma sino
también su comercialización a través de las redes de distri-
bución y la formación de una compleja agregación de valor
en la cadena agroalimentaria.
En el nuevo contexto, han surgido nuevas camadas de
emprendedores que constituyen uno de los núcleos más
dinámicos del empresariado argentino y que operan con
los conocimientos de frontera asociados a los paquetes tec-
nológicos y la informática. De este modo, se ha enriquecido
y diversificado la membresía de las instituciones represen-
tativas del campo y han surgido otras nuevas, como la de
los empresarios dedicados a la siembra directa. Las filiales
de empresas transnacionales, que son las principales pro-
veedoras de los componentes de los paquetes tecnológicos,
Este proceso ha dado lugar a una creciente heteroge-
neidad al interior de la producción primaria por la distinta
capacidad de las diversas unidades productivas de parti-
cipar en las transformaciones en curso e, incluso, por la
misma naturaleza de los productos: cereales, oleaginosas,
producciones regionales, lácteos, carnes. El empleo de la
tierra y la extensión explotada han experimentado también
cambios profundos. La producción ganadera ha sido pro-
gresivamente desplazada hacia tierras marginales, al mis-
mo tiempo que se difunde en la producción pecuaria el
uso de la inseminación artificial, el engorde a corral y los
feedlots, se modifica el tipo de pasturas y se suplementa la
alimentación.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI I 137
 Los precios de los productos que mayormente exporta la
Argentina (y de todos los países periféricos en general) en el
período 2003-2014 crecieron notablemente: un 145% en las
manufacturas de origen agropecuario (MOA) y un 105% en
el rubro de exportación de productos primarios. En el últi-
mo tiempo se debilitó la demanda de este tipo de productos
y sus precios, pero sobre un piso más alto determinado por
la industrialización y expansión del empleo y los niveles
de vida en los países emergentes de Asia. La FAO (Orga-
nización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura) estima que la demanda de alimentos casi se
duplicará hacia mediados de este siglo. Con las variaciones
que son tradicionales en los mercados de productos agro-
pecuarios, cabe esperar un contexto externo de largo plazo
favorable para el campo argentino, particularmente en los
bienes de alto contenido tecnológico y de valor agregado.
En el nuevo escenario quedan pendientes problemas del
pasado. La fractura en las cadenas de agregación de valor
es un problema histórico particularmente observable en el
sector agropecuario. Durante la etapa del crecimiento ha-
cia afuera (desde los alrededores de 1860 hasta la crisis de
1930), la producción primaria era principalmente realizada
por productores locales, pero el resto de la cadena (trans-
portes que incluían ferrocarriles, frigoríficas y almacena-
miento, comercialización internacional y financiamiento)
correspondía a operadores extranjeros. De este modo, bue-
na parte del ingreso generado por la cadena de agregación
de valor del sector quedaba fuera del circuito argentino de
acumulación de capital y tecnología.
En la actualidad, los sectores más dinámicos del siste-
ma, vale decir, la provisión de insumos y componentes de
los paquetes tecnológicos, equipamiento y distribución,
están concentrados en un número reducido de empresas
l381 ALDO FERRER
con fuerte presencia de filiales transnacionales. Esas firmas
registran "dinámicas de acumulación económica y técnica
que escapan a la lógica local y se insertan en otras de corte
global'; al tiempo que "el grueso de los desarrollos dinámi-
cos corresponde a un número muy acotado de productos
de bajo valor agregado, insertos en tramas productivas don-
de la mayor parte de la industrialización se realiza de fron-
teras para afucra.?"
La estructura actual del sector, dominada por multina-
cionales y otros actores privados extranjeros que conden-
san la mayor parte del desarrollo científico-tecnológico
del proceso productivo, reduce la capacidad endógena de
organizar recursos, que es un componente esencial del de-
sarrollo, y del sistema científico nacional de incorporar los
avances asociados a la biotecnología y la informática en su
propio acervo de asimilación e innovación. Los institutos
públicos de investigación, como el INTA (Instituto Nacio-
nal de Tecnología Agropecuaria), y algunas pocas empresas
privadas limitan entonces su actividad a la aplicación de
acervos técnicos ya acumulados (control de las variedades,
capacidades de análisis, testeo de calidades, etcétera), fuer-
temente asociados a las características locales de suelos y
cultivos. Existe, entonces, un desarrollo importante pero in-
suficiente para formar una economía del campo integrada y
competitiva, con capacidad de impulsar a todo el complejo
productivo del país ..
La industria. En un escenario mundial de crecimiento y
transformación de la industria y, particularmente, de
22 Bisang, R. y Gutman, G. E. (2003), Nuevas dinámicas en la producción agropecuaria,
Buenos Aires, Encrucijadas (UBA).
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII l39
 expansión en China y en los países emergentes de Asia,
en nuestro país la política neoliberal provocó el deterioro
de la industria y una fuerte caída de su participación en el
producto bruto interno, de cerca del 30% a mediados de la
década de 1970 a alrededor del 15% a finales de la última
década del siglo XXy principios del actual. En esos años, el
valor agregado industrial por habitante fue un 40% inferior
al registrado a principios de la década de 1970. Al mismo
tiempo, la actividad manufacturera registró una transfor-
mación profunda en sus sectores y empresas.
Los cambios al interior del sector fueron extraordinarios.
Alrededor de 400 firmas, concentradas en la extracción y
procesamiento de recursos naturales, en la producción de
insumos básicos (como acero y aluminio) y, en parte, en el
complejo de la industria automotriz realizaron reestructura-
ciones ofensivas para responder al nuevo contexto externo y
a los cambios en el mercado mundial, y alcanzaron las me-
jores prácticas existentes en la economía mundial. En estas
actividades disminuyó la participación del valor agregado
en el producto final como consecuencia de la apertura y
de la sustitución de insumos, tecnología y bienes de capital
producidos internamente por importaciones. Otras firmas
industriales, alrededor de 25.000, sin incluir a las microem-
presas, debieron adoptar comportamientos defensivos para
acomodarse al nuevo escenario y sobrevivir."
Almismo tiempo, la apertura del mercado interno, la so-
brevaluación del tipo de cambio y el aumento de los costos
financieros provocaron la quiebra y desaparición de dece-
nas de miles de pequeñas y medianas empresas, que no
23 Kosakoff, Bernardo (2000), La industria argentina: un proceso de reestructuración
desarticulado, Buenos Aires, CEPAL.
140 I ALDO FERRER
resistieron el cambio drástico y hostil de las reglas de jue-
go. Muchas de ellas, aunque contaban con las habilidades
empresariales y técnicas para modernizarse y participar en
un proceso de crecimiento en un contexto más abierto y
competitivo, fueron arrasadas por el tsunami neoliberal. El
costo social de este proceso registró su mayor magnitud en
los grandes conglomerados urbanos, como el conurbano
bonaerense, Córdoba y Rosario. El aumento del desempleo
y del trabajo informal, y la desigualdad creciente en la dis-
tribución del ingreso contribuyeron al malestar social y al
aumento de la inseguridad. El cierre drástico de los espa-
cios de rentabilidad en sectores y empresas potencialmente
prósperos contribuyó a la fuga al exterior de capitales y de
mano de obra calificada.
Otros dos procesos simultáneos tuvieron lugar en la in-
dustria: la concentración de la producción y la participación
dominante de filiales de empresas extranjeras. Una encues-
ta del INDEC(Instituto Nacional de Estadística y Censos) re-
vela que, de las 500firmas no financieras más grandes, más
de 300 corresponden a filiales de empresas extranjeras, que
representan más del 80%del valor agregado del universo en-
cuestado. Esto implica un extraordinario grado de extranje-
rización del sistema productivo argentino, probablemente
sin comparación entre países importantes dentro del orden
mundial contemporáneo. Una parte de ese fenómeno tiene
relación con el gigantesco proceso de privatización de las
empresas públicas en la década de 1990.En su mayor parte,
las inversiones consistieron en la compra de activos públi-
cos y privados ya existentes en nuestro país. En la industria,
la presencia de filiales es particularmente importante en ali-
mentos, química y complejo automotor.
El cambio de rumbo de la política económica posterior
a la crisis del 2001 permitió recuperar la ocupación plena
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 141
 de la capacidad productiva y de la mano de obra. La "es-
tructura productiva desequilibrada'; según la expresión de
Marcelo Diamand, volvió entonces a revelar su "pecado
original": la restricción externa. A partir del 2007 aumentó
el déficit del comercio internacional de manufacturas de
origen industrial (DMOI), concentrado en los sectores de
autopartes, complejo electrónico, bienes de capital y pro-
ductos químicos. Almismo tiempo, el superávit energético
se transformó en déficit. En tales condiciones, el crecimien-
to de la economía depende de la magnitud del superávit
del comercio de productos primarios (SPP). El límite del
déficit en el comercio de manufacturas de origen industrial
y de energía (DMOI/E) es el propio SPP.En un sentido más
amplio, ese es, también, el límite del nivel de actividad in-
dustrial posible, de la inversión y de la tasa de crecimiento.
Esto mismo constituye un rasgo de la vulnerabilidad del sis-
tema. El SPP depende, por una parte, de los cambios en los
mercados internacionales de productos primarios y, por el
lado de la oferta, de otros factores, como los climáticos, que
afectan los saldos exportables.
Si el desequilibrio sistémico entre el DMOI/E y el SPP
persiste, el sistema puede entrar en turbulencias severas
que culminen con un ajuste masivo de las principales va-
riables económicas y una severa contracción de la activi-
dad. Se corre el riesgo de quedar atrapados en la disputa
distributiva y el reparto del poder, dentro de una estructura
productiva desequilibrada. Puede reaparecer, entonces, la
visión neoliberal con su estrategia de aliviar la restricción
externa por la vía del crédito internacional, con las conse-
cuencias ya conocidas, o dada la escasez de divisas, aun
dentro de una estrategia nacional y popular, de aceptar
créditos de proveedores que sustituyen producción inter-
na posible por importaciones. Riesgos que deberían evi-
142 I ALDO FERRER
tarse enfrentando con firmeza las causas estructurales del
problema, fortaleciendo los equilibrios macroeconómicos
y afirmando el convencimiento de que el lugar más ren-
table y seguro para invertir el ahorro interno es nuestro
propio país.
Recordemos que la causa fundamental de la restricción
externa es el DMOI y su origen, la subindustrialización y la
débil participación de la industria argentina en el proceso
innovador. El hecho se refleja, también, en otras debilida-
des de la estructura productiva, tales como los desequili-
brios entre las economías regionales del territorio nacional,
las asimetrías de productividad entre los diversos sectores
industriales y, dentro de cada uno de ellos, la elevada parti-
cipación de la informalidad del mercado de trabajo.
Los problemas comunes. Las transformaciones producidas
en el campo y en la industria plantean problemas y desafíos
semejantes, cuya adecuada resolución es esencial para am-
bos y para la formación de una economía nacional abierta,
dinámica y competitiva.
Entramos al siglo XXIcon enseñanzas de la historia que
son concluyentes sobre lo que no debe repetirse. La aper-
tura indiscriminada, los tipos de cambio sobreyaluados y la
pérdida de participación de las empresas nacionales provo-
can el deterioro de la competitividad de la producción lo-
cal de insumos, bienes de capital y tecnología. Esto debilita
los eslabonamiento s intersectoriales, las cadenas de valor
dentro del entramado productivo del país y, consecuen-
temente, la productividad y capacidad multiplicad ora del
sistema. Una consecuencia es la aparición de cadenas glo-
bales de valor bajo el comando de corporaciones transna-
cionales y la limitación de la participación argentina a los
segmentos de menor contenido tecnológico e innovador,
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 143
 con el consecuente déficit en las transacciones interna-
cionales. Es lo que sucede en las industrias automotriz y
electrónica, en las cuales la producción local consiste ma-
yoritariamente en el ensamblaje de insumos y componen-
tes importados. En esos sectores radica la mayor parte del
déficit del comercio en manufacturas de origen industrial,
causa principal de la restricción externa. El sector auto-
motor,por ejemplo, generó una sangría de más de 8.000
millones de dólares en 2013 Yde 6.500 millones en 2014. Al
mismo tiempo, la fuerte extranjerización de la economía
aumenta las rentas y regalías transferidas al exterior, que
disminuyen las fuentes de financiamiento de la amplia-
ción de la capacidad productiva. Consecuentemente, se
reducen las oportunidades de inversión del ahorro inter-
no, lo que incentiva la fuga de capitales.
La industria enfrenta, en la especificidad de su escenario
tecnológico, problemas similares a los del campo. Ambos
sectores enfrentan así el desafío y la oportunidad simul-
tánea de integrar las cadenas de valor, asociar la ciencia y
la producción de tecnología y equipos a la economía real,
y ampliar la participación de las empresas nacionales. Se
trata, asimismo, de integrar a las filiales de empresas ex-
tranjeras al tejido productivo del país para ampliar las
capacidades locales y proyectadas a los mercados interna-
cionales. En definitiva, el desafío consiste en profundizar
los eslabonamientos productivos, de organización y tecno-
lógicos del campo y la industria, y entre ambos sectores y el
conjunto de la economía nacional.
Desde las perspectivas sectoriales suele afirmarse que
el campo es la Nación o que la industria es la Nación.
Ambas afirmaciones son ciertas pero insuficientes, por-
que en la realidad contemporánea los dos sectores inte-
grados son la Nación. Más precisamente, son un sustento
144 I ALOO FI:RRER
esencial de la Nación que está constituida, asimismo, por
la totalidad de la población y de las actividades económi-
cas y sociales que alberga.
El campo y la industria son los productores mayorita-
rios de los bienes sujetos a la competencia internacional.
Son los ejes de la integración hacia adentro de la economía
argentina y de su proyección hacia afuera al mercado mun-
dial. Son, asimismo, el destino principal de los avances del
conocimiento científico y de sus aplicaciones tecnológicas
a la producción de bienes y servicios. La complejidad tec-
nológica creciente de la actividad agro pecuaria ha borra-
do las diferenciaciones del pasado entre los conocimientos
aplicables a la producción primaria ya la industria ma-
nufacturera. La informática, la biotecnología, la organi-
zación de sistemas y las energías alternativas, entre otros
avances de frontera, constituyen hoy un acervo integrado
de conocimientos que se aplican indistintamente en todo
el sistema productivo y, en primer lugar, en el campo y en
la industria.
La antigua división en las fronteras del conocimiento y
la tecnología quedó expresada, por ejemplo, en institutos
como el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial)
y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecua-
ría], especializado cada uno en la industria y en el campo,
respectivamente. Hoy el conocimiento es indivisible y con
aplicaciones múltiples, y esto debería reflejarse también
en la integración al interior del sistema y en sus vínculos
con la economía real. Las acciones conjuntas podrían vin-
cularse al apoyo financiero, a través del sistema bancario,
a las acciones innovadoras rescatando experiencias valio-
sas. Como por ejemplo la del programa de apoyo a las em-
presas innovadoras que desarrolló el Banco de la Provincia
de Buenos Aires en el período 1983-87, en el contexto de
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI I 145
un consorcio de bancos (ARGENTEC) y su red de apoyo a
los emprendedores, a través de acuerdos con los institutos
mencionados delsistema nacional científico-tecnológico.
7. Construcción de la densidad nacional
Este relato y trabajos anteriores sobre el desarrollo, la glo-
balización y la economía argentina, sugieren las siguientes
conclusiones:
1. La globalización es un proceso inexorable impuesto por
el avance continuo del conocimiento científico, las innova-
ciones tecnológicas y la consecuente transformación de la
estructura productiva, la organización social y las relaciones
internacionales de los países que integran el sistema mundial.
2. La globalización, en cuanto conjunto de redes comer-
ciales, financieras, productivas, de circulación de infor-
mación y espacio del ejercicio del poder de las potencias
dominantes, condiciona la capacidad de cada país de poner
en marcha procesos de acumulación en sentido amplio. La
mundíalízacíón, entonces, plantea desafíos y oportunida-
des acerca del estilo de inserción en la división internacio-
nal del trabajo, los vínculos entre las filiales de empresas
extranjeras y el tejido productivo doméstico, los equilibrios
macroeconómicos y otras cuestiones que son cruciales para
el desarrollo de cada país.
3. En este contexto el desarrollo sigue siendo un proceso
de organización de los recursos dentro del propio espacio
nacional de cada país, la integración de sus actores econó-
micos y sociales, la capacitación de los recursos humanos
y la incorporación, dentro del propio acervo productivo,
146 I ALDO FERRER
científico y tecnológico, de la capacidad de copiar, adaptar
e innovar respecto de los conocimientos disponibles en el
orden mundial. El desarrollo no se importa. Es, en primer
lugar, un proceso de construcción dentro de cada espacio
nacional, una responsabilidad que no puede delegarse en
factores exógenos.
4. El desarrollo es imposible al margen de la globaliza-
ción pero, también, por una inserción en ella que resulta
incompatible con la puesta en marcha de procesos de acu-
mulación en sentido amplio. La globalización enfrenta a
cada país con tendencias y restricciones que condicionan
su autonomía, pero no es un chaleco de fuerza que paralice
la capacidad de decisión. Por el contrario, plantea oportu-
nidades que son potencialmente favorables al desarrollo,
como la ampliación de los mercados, el acceso a nuevas
tecnologías y el financiamiento.
5. Cuando un país cuenta con las habilidades técnico-
instrumentales para asimilar el conocimiento y las tecno-
logías disponibles (circunstancia que no se verifica en las
sociedades más atrasadas), su desarrollo depende de la ca-
lidad de sus respuestas a los desafíos y oportunidades de la
globalización. De hecho puede relatarse el trayecto de las
economías nacionales a lo largo del tiempo en función de
la calidad de tales respuestas. Las buenas coinciden con el
desarrollo y la capacidad de los países de decidir su propio
destino; las malas, con el atraso y la subordinación.
6. Cada país tiene la globalización que se merece en
virtud de una condición decisiva, su densidad nacional.
Esta es determinante de la calidad de las respuestas a la
globalización.
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXI 1147
 7. La densidad nacional se construye en la historia. Es el
caso paradigmático de la primera potencia industrial, Gran
Bretaña, en la cual la integración social y los liderazgos im-
pulsaron la reforma política y un extraordinario desarrollo
del pensamiento innovador para culminar en políticas de
Estado que impulsaron el proceso de acumulación en sen-
tido amplio y, finalmente, la formación del país más avan-
zado y potencia dominante de la globalización de la época.
En países de desarrollo industrial tardío, como las eco-
nomías de los países asiáticos más exitosos en el último
medio siglo, la secuencia de acontecimientos fue distin-
ta. De hecho, Corea, Taiwán y Malasia eran dependencias
coloniales hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, y
China estaba enfrascada en la guerra civil y su territorio
permanecía parcialmente ocupado por potencias extran-
jeras. En estos casos, después de la independencia, el dis-
parador de la construcción de la densidad nacional partió
de la esfera política, de la organización ínstítucional, del
pensamiento crítico y de liderazgos económicos que via-
bilizaron la transformación en' el seno de sociedades que
no presentaban fracturas abismales como las observadas
en América Latina.
8. En el caso de la Argentina, el desarrollo no puede veri-
ficarse aislado de la globalización. Tampoco, como lo revela
dramáticamente la experiencia de la etapa de hegemonía
neolíberal, renunciando a la capacidad de organizar los
propios recursos y de formular una política de desarrollo
autocentrado, fundado en la capacidad propia de desen-
cadenar procesos de acumulación en sentido amplio, de
sostenerlos y ampliarlos a lo largo del tiempo.
Las frustraciones de largo plazo del desarrollo económi-
co del país se vinculan a la debilidad o insuficiencia y, en
1481 ALDO FERRER
ciertos momentos, colapso de la densidad nacional. La tra-
yectoria histórica del país y el análisis comparado revelan
que la construcción de la densidad nacional es un requisito
esencial de la recuperación de la economía argentina y de
su crecimiento sostenido y sustentable en el largo plazo.
Veamos, en conclusión, las preguntas centrales sobre la
cuestión y sus respuestas:
¿Puede construirse la densidad nacional argentina?
La respuesta afirmativa requiere descartar (o, al menos,
suponer reparable) la existencia de rasgos de carácter, del
ethos colectivo de la sociedad y de su psicología profun-
da, que nos incline a los argentinos inexorablemente a la
fractura, al conflicto y, en definitiva, a la imposibilidad de
compartir civilizadamente el espacio y vinculamos con el
mundo como una comunidad, no sólo depositaria de una
cultura cuyos valores son universalmente reconocidos sino,
además, capaz de construir un destino común.
Aun en tal caso, los obstáculos no son menores. El arras-
tre de las frustraciones del pasado; la pobreza, el desempleo
y la exclusión prevalecientes en amplios sectores sociales;
la inseguridad; el alto grado de extranjerización del sistema
productivo; la carga de la deuda externa y los desequilibrios
regionales son todos obstáculos mayores que deben remo-
verse para construir la densidad nacional.
En contrapartida, el país cuenta con un territorio de casi
tres millones de kilómetros cuadrados, el octavo más grande
del mundo, dotado de una excepcional abundancia yvarie-
dad de recursos naturales. Es un gran exportador de bienes
críticos, como los alimentos, y se auto abastece y cuenta,
incluso, con recursos para alcanzar el auto abastecimiento
LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 149
energético. Es el hábitat de una población con las aptitudes
técnico-instrumentales para participar del desarrollo con-
temporáneo y, en definitiva, cuenta con una sociedad que
fue capaz de reparar agravios a la condición humana, ex-
cluir la violencia política como cauce de la transformación
y establecer, paso a paso, las instituciones de la democracia.
Estas son bases muy sólidas para la construcción de la den-
sidad nacional.
i Cómo se alcanza esa meta?
En primer lugar recuperando la gobernabilidad de la eco-
nomía y de la esfera pública. La moneda, el presupuesto
y los pagos internacionales deben estar bajo control para
asegurar los equilibrios macroeconómicos, organizar los
recursos y dar respuestas a la globalización conforme a cri-
terios consistentes con la puesta en marcha de procesos de
acumulación en sentido amplio.
El Estado existe y sus decisiones son determinantes de
las reglas de juego dentro de las cuales se comporta el sis-
tema. El Estado debe ponerse por encima de los intereses
actuantes y de los grupos más influyentes de la sociedad
para cumplir las funciones de arbitraje y conciliación que
son esenciales a la densidad nacional, como lo revela la ex-
periencia de los países exitosos.
El comportamiento del Estado es crucial para la go-
bernabilidad y esta, a su vez, fortalece la capacidad de
arbitraje de las decisiones públicas que incluyen, entre
otras dimensiones, la provisión de bienes públicos (como
educación, salud, seguridad y hábitat), que consolidan
la cohesión social. Un instrumento esencial es la política
económica y, a través de ella, el establecimiento de reglas
de juego que aseguren la competitividad de la producción
150 I ALOO FERRER
argentina y abran espacios de rentabilidad difundidos en
todo el tejido productivo y el espacio territorial.
iY la go bernabilidad?
La gobernabilidad depende del comportamiento del Es-
tado y de la esfera política que lo sustenta, pero también
de la sociedad civil. La organización del reclamo y de las
acciones de las organizaciones sociales permite influir so-
bre las decisiones públicas y crear espacios propios para la
movilización y organización de recursos para la solidaridad
y otros fines.
En áreas críticas la concertación entre los actores econó-
micos puede resolver conflictos y viabilizar la adopción de
políticas públicas consistentes con el desarrollo. Por ejem-
plo, un entendimiento entre las dirigencias de los sectores
agropecuario e industrial contribuiría a resolver antiguos
problemas, como el tipo de cambio efectivo que potencie
el crecimiento de ambas actividades.
La observación del mundo y de la propia realidad del
país desde perspectivas propias de nuestra situación y lugar
dentro del orden global es condición indispensable de la
construcción de la densidad nacional. Es preciso desmon-
tar, pieza a pieza, el andamiaje teórico neoliberal y el falso
supuesto de la impotencia intrínseca del país. La recupera-
ción de la auto confianza implica vivir con lo nuestro, abier-
tos e integrados al mundo y afirmando la capacidad de la
Argentina de decidir su propio destino. Este cambio de acti-
tud, observable en amplios segmentos de la opinión públi-
ca, tiene también consecuencias manifiestas en el manejo
reciente de cuestiones críticas, como las relaciones con el
FMI y los acreedores.
LA ECONOMfA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII151
iCómo construir liderazgos? los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Para tales fines
es indispensable resolver el mayor obstáculo existente para
Los liderazgos de los actores económicos influyentes no la construcción de la densidad nacional: las fracturas socia-
han sido consistentes con la densidad nacional. Ni pudie- les fundadas en la concentración exagerada de la riqueza y
ron serio dadas las circunstancias y la vigencia de reglas de del ingreso, el desempleo, la pobreza y la exclusión social.
juego hostiles a la creación de riqueza y ganancias a par- Este es el difícil punto de partida y el objetivo último de la
tir de la organización de recursos para aumentar la pro- construcción de la densidad nacional en un proceso circu-
ducción y la productividad de los factores. La función del lar que abarca todos sus componentes.
emprendedor privado es ganar dinero. Como dice Helio Ia-
guaribe, el empresario es un optimizador de circunstancias.
Es oportuno reiterar entonces que con las reglas de juego
que predominaron en la Argentina, empresarios carean os,
malayos o norteamericanos, que son considerados ejem-
plos de liderazgos asociados al desarrollo nacional de sus
respectivos países, aquí probablemente se comportarían
como las dirigencias locales.
La construcción de liderazgos privados asociados al de-
sarrollo nacional depende esencialmente de la naturaleza
de las reglas del juego, esto es, de la apertura de espacios
de rentabilidad que retengan el ahorro argentino y gene-
ren oportunidades movilizadoras del inmenso talento dis-
ponible en los emprendedores privados, incluyendo las
pequeñas y medianas empresas. La construcción de esos
liderazgos, una de las condiciones básicas de la densidad
nacional, depende así esencialmente de las reglas de juego
del sistema.

iQué papel le corresponde al sistema democrático?

La consolidación de las instituciones de la democracia y

de la estabilidad de largo plazo es una de las condiciones
esenciales de la densidad nacional. Es preciso fortalecer la
democracia y el ejercicio transparente de las funciones de

152 I ALOO FERRm LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 153

Conclusiones

El siglo XXIcomenzó con cambios extraordinarios en el or-

den mundial y en nuestro país. El antiguo centro unipolar, .
hegemónico, occidental y cristiano del Atlántico Norte ha
sido sustituido por un centro multipolar ampliado, de plu-
ralidad étnica y cultural. En la Argentina existe actualmen-
te una economía sustentada en sus propios recursos y una
democracia consolidada, con división de poderes y seguri-
dad jurídica, dentro de la cual los problemas se resuelven
en el marco de la Constitución. Han quedado en el pasado
años de inestabilidad institucional y vulnerabilidad de la
economía reducida al endeudamiento y a la subordinación
periférica.
Estos hechos transforman la posición del país en el mun-
do. Argentina ya no está agobiada por los golpes de Estado,
sujeta a las condicionalidades impuestas por los mercados
y la especulación financiera ni se muestra imprudente para
reclamar sus derechos soberanos sobre Malvinas. Ha rea-
sumido el pleno ejercicio de su soberanía y la conducción
responsable de sus relaciones internacionales, se ha libe-
rado de la subordinación al pensamiento céntrico, en un
contexto mundial multipolar con nuevas oportunidades y
también nuevos riesgos.

LA ECONOMfA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 155

 La historia económica enseña que la globalización es la La posibilidad de navegar a buen puerto en las turbulentas
expresión de un capitalismo global, con reglas (como las aguas del siglo XXI depende de la consolidación definitiva
del comercio internacional en la Organización Mundial del de la densidad nacional. Si lo logramos, nuestras perspecti-
Comercio) y procesos (por ejemplo, las cadenas transnacio- vas son promisorias, porque el país cuenta con los recursos
nales de valor) de alcance planetario. Pero también mues- humanos y materiales necesarios para concretar un gran
tra que dentro de ese orden global cada país construye su proyecto de desarrollo nacional.
propia economía de mercado y su capacidad de desplegar
los procesos de acumulación, es decir, la gestión del conoci-
miento y la industrialización. Cada país tiene el capitalismo.
y la globalización que se merece, en virtud de la fortaleza de
su densidad nacional.
Una perspectiva histórica de largo plazo revela que el
país ingresa a este siglo XXI en condiciones más sólidas
que las vigentes a principios del XX. Hace cien años, en las
vísperas de la Primera Guerra Mundial, Argentina parecía
estar "condenada al éxito': Sin embargo, su densidad na-
cional carecía de la fortaleza necesaria para enfrentar los
desafíos del porvenir, que incluían la legitimación del po-
der y el tránsito necesario desde una economía primario-
exportadora a un sistema industrial integrado y abierto. El
golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 demolió las
instituciones. La posterior transformación social no se es-
tabilizó y dio lugar al retroceso hacia la desigualdad y el
conflicto; los liderazgos inspirados en objetivos nacionales
fueron incapaces de consolidarse y abrieron las puertas a
la restauración oligárquica y al neoliberalismo; y, por últi-
mo, durante períodos prolongados, las ideas económicas
sucumbieron al pensamiento céntrico, cuya última expre-
sión fue el Consenso de Washington.
En estos primeros años del siglo XXI el país ha res urgido
porque fortaleció su densidad nacional en todos los fren-
tes: la inclusión social, la impronta nacional de los lide-
razgos, la fortaleza institucional y el pensamiento crítico.

156 I ALOO FERRER LA ECONOMIA ARGENTINA EN EL SIGLO XXII 157