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El monólogo de Medusa

Era una hermosa y tierna doncella cuando el dios de los Océanos me ultrajo; ¡o maldito Poseidón!
tú estatus de dios acaso te hace merecedor de tus infamias hacia los mortales? - Por si eso fuera
poco la diosa Atenea me convirtió en un monstruo; el machismo y la misoginia se fundieron en un
cruel e injusto castigo. ¿A caso desde que se crearon a los mortales las mujeres siempre han sido
el blanco perfecto para sus tiranías y sus bajos instintos? ¿Ser bella es sinónimo de castigo y
maldición? ¿Ser hermosa es sinónimo de ser un objeto sexual o trofeo? - ¿Acaso los dioses no son
tan comparables con los mortales? ¿Con sus grandes defectos y virtudes? - tan sólo los separan la
inmortalidad, pero el mismo juego mezquino de: dominio, poder y egoísmo. El Panteón de los
dioses y el planeta tierra, ¿es único y exclusivo para los hombres? - que para mí propia desgracia
fui decapitada por un hombre, un claro mensaje de dominio entre el hombre sobre la mujer.

¡Malditos dioses de Olimpo! Infectaste a los mortales con tú vil veneno, ¿qué peor desgracia que
esa? - ¿Acaso no es mejor castrarlos? O, mejor dicho: dejar de parir tantos hijos de esos
embusteros dioses. Porque de nuestras entrañas nacen: lo bueno y lo malo, lo justo e injusto, lo
piadoso y la indiferencia, el amor y el odio, lo sensato e insensato, lo razonable e irracional, la
misericordia y lo cruel, los benditos y los malditos.... ¿Tal vez por eso somos el blanco preferido de
los malditos? Como sea, de mí muerte nació lo inexplicable, un poder inmenso de amor que se
convirtió en "Pegaso", un ser fuerte y robusto surcando el cielo, un ser que vuela entre las nubes y
sin límites, porque así es la mujer, un ser que vuela sin restricciones.

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