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1. ¿Qué es la inteligencia emocional?

Es la capacidad de controlar, percibir, asimilar, comprender y regular las propias


emociones y la de los demás promoviendo un crecimiento emocional e intelectual,
para poder discriminar y utilizar esta información para guiar nuestros
pensamientos y acciones. La Inteligencia Emocional se distingue de otras formas
de inteligencia porque está implicada específicamente con el manejo de las
emociones y contenido emocional.
Componentes de la inteligencia emocional
 Percepción y conocimiento de las emociones: Capacidad para identificar y
diferenciar las propias emociones y las de los demás. Conocimiento de uno
mismo, es decir, reconocer un sentimiento en el mismo momento en que
aparece. Identificar las emociones de forma precisa tanto en aspectos
cognitivos (pensamientos) como las referidas a las reacciones físicas. En un
nivel más avanzado, esta capacidad permite identificar las emociones en
otras personas, incluso en los objetos utilizando claves tales como el sonido,
la apariencia, el color, el idioma, y el comportamiento, incluyendo la
capacidad para discriminar entre expresiones emocionales honestas y falsas
en los demás. Por último, expresar las emociones de forma apropiada a las
necesidades.
 Uso de la emoción como facilitadora del pensamiento: Esto se refiere a
la identificación correcta de las emociones para facilitar las actividades
cognitivas tales como el razonamiento, resolución de problemas y
comunicación interpersonal. Las emociones pueden facilitarnos el
pensamiento al dirigir la atención a la información importante. Las personas
que desarrollan completamente esta capacidad son capaces de generar
emociones vívidas para ayudar al juicio racional, los procesos de memoria
y generar estados de ánimo que facilitan poder considerar algo ante
múltiples perspectivas ya que la producción de distintos estados
emocionales ayuda a fomentar diferentes estilos de pensamiento.
 Comprensión y análisis de las emociones: Habilidad para designar las
diferentes emociones y reconocer las relaciones entre la palabra y el propio
significado de la emoción. Entender las relaciones entre las emociones y las
diferentes situaciones a las que obedecen. Esto incluye la comprensión del
lenguaje, el significado de las emociones y la comprensión de los
antecedentes que acompañan a cada emoción. Interpretar los significados,
conocer el origen de las emociones (por ejemplo, la tristeza puede ser
resultado de una pérdida, la alegría puede derivarse de la consecución de un
objetivo), comprender los sentimientos complejos, conocer que se pueden
dar dos estados de ánimo simultáneos (sentirse interesados a la par que
aburridos), o una mezcla de sentimientos (por ejemplo, sentir desprecio
como una combinación de asco y rabia). Reconocer las transiciones que
conllevan las emociones por ejemplo, la tristeza puede llevar a la
desesperación y esta puede conducir a la devastación.
 Regulación y autocontrol de las emociones: Habilidad para estar abiertos
tanto a las emociones positivas como a las negativas. Es la capacidad de
prevenir, reducir, mejorar o modificar una respuesta emocional propia y de
otros, así como la capacidad de experimentar una serie de emociones,
mientras se toma la decisión sobre la conveniencia o utilidad de una
emoción en una situación dada. Toma de conciencia de uno mismo siendo
esta una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y
adecuarlos al momento. Por ejemplo, poder de tranquilizarse a uno mismo,
desembarazarse de la ansiedad, de la tristeza, de la irritabilidad exagerada y
de las consecuencias que acarrea. El autocontrol nos permite no dejarnos
llevar por nuestras propias emociones y como nos afectan.
 Capacidad de motivarse a uno mismo: Es el control de la vida emocional y
su subordinación a un objetivo resulta esencial para espolear y mantener la
atención, la motivación y la creatividad. Dirigir las emociones hacia un
objetivo nos permite mantener la motivación y fijar nuestra atención en las
metas en lugar de en los obstáculos. En esto es necesaria cierta dosis
de optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos
de forma positiva ante los contratiempos.
 Reconocimiento de las emociones ajenas: Como sinónimo de empatía, otra
capacidad que se asienta en la conciencia emocional de uno mismo. Las
personas empáticas suelen sintonizar con las señales sociales sutiles que
indican qué necesitan o qué quieren los demás. Las relaciones sociales se
basan muchas veces en saber interpretar las señales que los demás emiten
de forma inconsciente y que a menudo son no verbales. El reconocer las
emociones ajenas, aquello que los demás sienten y que se puede expresar
por la expresión de la cara, por un gesto, por una mala contestación, nos
puede ayudar a establecer lazos más reales y duraderos con las personas de
nuestro entorno. No en vano, el reconocer las emociones ajenas es el primer
paso para entenderlas e identificarnos con ellas.
 El control de las relaciones sociales: Donde el arte de las relaciones se basa,
en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las
emociones ajenas. Ser capaz de poner esta información a favor de las
interacciones y comunicaciones diarias con los demás, ya sean amigos,
familiares, compañeros de trabajo o estudio, conocidos, etc… Algunas de
las habilidades sociales más importantes incluyen la escucha activa,
habilidades de comunicación verbal, habilidades de comunicación no
verbal, liderazgo y capacidad de persuasión.

2. ¿Qué es Autoconocimiento?
Como autoconocimiento designamos al conocimiento que tenemos de nosotros
mismos, es decir, al conjunto de cosas que sabemos acerca de quiénes somos.
Asimismo, es el proceso en el que todo niño, a cierta edad, empieza a descubrir
su propio cuerpo.
La palabra, como tal, se compone del prefijo auto-, que significa ‘propio’ o ‘por
uno mismo’, y el sustantivo conocimiento, que es la capacidad de comprender por
medio de la razón.

Autoconocimiento es un concepto muy usado en la psicología y en el ámbito


de desarrollo personal en referencia a la capacidad de introspección que tiene una
persona para reconocerse como un individuo y para diferenciarse de los demás.
En este sentido, el autoconocimiento ayuda a la construcción de una identidad
personal.
Vea también Identidad personal.

El autoconocimiento es un proceso reflexivo en el cual una persona adquiere


noción de su yo, de lo que lo caracteriza, de sus cualidades y defectos, de sus
limitaciones, necesidades, aficiones y temores.
El autoconocimiento, como tal, tiene varias fases:
 Autopercepción: es la capacidad de percibirnos a nosotros mismos como
individuos con un conjunto de cualidades y características diferenciadoras.
 Autoobservación: implica el reconocimiento de nosotros mismos; de
nuestras conductas, nuestras actitudes y las circunstancias que nos rodean.
 Memoria autobiográfica: es la construcción de nuestra propia historia
personal.
 Autoestima: se refiere a la valoración que cada quien siente hacia sí
mismo.
 Auto aceptación: supone la capacidad del propio individuo de aceptarse
tal cual es.
Atravesar todo el proceso de autoconocimiento, nos permite comprender
y reconocer quiénes somos, lo cual es el inicio para aprender a valorarnos
y querernos como personas.

El autoconocimiento es la base de nuestra autoestima, que a su vez es fundamental


en nuestra relación con nosotros mismos y con las demás personas.
A este respecto, un antiguo aforismo griego dictaba “conócete a ti mismo”, pues
consideraba que esta era la base para acceder a la sabiduría

3. ¿Qué es Autocontrol?

El término autocontrol se compone de la unión de dos vocablos que provienen de


idiomas diferentes. En primer lugar, se forma por la palabra “auto” la cual procede
del griego autos y se traduce como “sí mismo”. En segundo lugar, se halla la
palabra “control” que emana del francés y que es sinónimo de dominio y control.
Por tanto, partiendo de dicho origen etimológico podríamos subrayar que la
definición literal del término que ahora nos ocupa es la de “control de sí mismo”.

Autocontrol es un término que ha sido aceptado en forma reciente por la Real


Academia Española (RAE). Se trata de un concepto que hace referencia al control
de los propios impulsos y reacciones, y que supone una serie de técnicas de
relajación.
El autocontrol podría definirse como la capacidad consciente de regular los
impulsos de manera voluntaria, con el objetivo de alcanzar un mayor equilibrio
personal y relacional. Una persona con autocontrol puede manejar sus emociones
y regular su comportamiento.
El autocontrol es, por otra parte, una herramienta que permite, en momentos de
crisis, distinguir entre lo más importante (aquello que perdurará) y lo que no es
tan relevante (lo pasajero).
No obstante, también hay que subrayar que en muchas ocasiones el autocontrol
que lleva a cabo una persona es visto como algo negativo y determina que sea
considerada como “fría”. Un ejemplo podría ser: “Manuel tenía un autocontrol tan
marcado que ni siquiera dejó escapar una lágrima cuando Eva le dio a conocer
todo lo que estaba sufriendo por la relación que mantenían”.

Los especialistas en técnicas de autocontrol recomiendan, siempre que sea


posible, no forzar el cuerpo ni la mente. Cuando un individuo está relajado, sereno
y descansado, se encuentra en mejores condiciones para enfrentar las dificultades.
Por otra parte, el autocontrol necesita del diálogo sereno, para evitar que la
confrontación derive en situaciones de violencia emocional o hasta física.
La paciencia resulta una virtud clave a la hora de auto controlarse.
Los psicólogos enseñan a que una persona sepa perdonarse a sí misma por sus
fallos y equivocaciones, lo que contribuye a su equilibrio interior y la prepara para
aceptar las debilidades y errores de los demás.
Por último, cabe destacar que el principal enemigo del autocontrol son las ideas
irracionales, que ocasionan una falta de autovaloración, inseguridad, dependencia
psicológica y la necesidad de aprobación, por ejemplo. Estas ideas incluso pueden
ocasionar depresión.
Es necesario subrayar además que ante esas situaciones que pueden generarnos
estrés y que consiguen hacernos perder los nervios existe una serie de técnicas de
autocontrol que son recomendadas por los expertos en la materia. Se trata de un
conjunto de pautas muy sencillas que lograrán que nos calmemos, que no nos
dejemos guiar por nuestros impulsos y que no nos alteremos más de lo
estrictamente necesario.

En este sentido, entre las más significativas se encuentra, por ejemplo, el bostezar.
Y es que el bostezo consigue calmar nuestra respiración y eso supone que nuestro
organismo se relaje y tranquilice. Una acción esta que también se logrará
eliminando la tensión de nuestra mente.

4. ¿Qué es la Motivación?
La motivación es la acción y efecto de motivar. Es el motivo o la razón que
provoca la realización o la omisión de una acción. Se trata de un componente
psicológico que orienta, mantiene y determina la conducta de una persona. Se
forma con la palabra latina motivus ('movimiento') y el sufijo -ción ('acción',
'efecto').
Tipos de motivación
En ocasiones se suelen establecer distintos tipos de motivación en función de la
fuente u origen del estímulo. En la motivación de logro, en la que el mecanismo
que promueve a la acción es conseguir un determinado objetivo. La motivación
de afiliación supone la búsqueda de seguridad y pertenencia a un grupo.
La motivación de competencia no sólo pretende alcanzar un objetivo estableció,
sino que busca realizarlo de la mejor forma posible. En Psicología se suelen
distinguir entre dos tipos de motivación en función de dónde proceda el
estímulo: motivación intrínseca y motivación extrínseca.
 Motivación intrínseca
En la motivación intrínseca la persona comienza o realiza una actividad
por incentivos internos, por el propio placer de realizarla. La satisfacción
de realizar algo o que conseguirlo no está determinada por factores
externos. Está relacionada, por lo tanto, con la autosatisfacción personal
y la autoestima. Por ejemplo, hay personas que realizan ejercicio físico
porque disfrutan de la actividad.

 Motivación extrínseca
En la motivación extrínseca, el estímulo o incentivo que mueve a una
persona a realizar una actividad viene dado de fuera, es un incentivo
externo y no proviene de la propia tarea. Funciona a modo de refuerzo.
Por ejemplo, cuando una persona realiza ejercicio físico no por el mero
hecho de disfrutar haciéndolo, sino por motivos sociales u otros.
 Motivación personal
En Psicología, existen diversas teorías que establecen y clasifican los
elementos que mueven a una persona a realizar algo o dejar de hacerlo.
En muchos casos la motivación de una persona viene determinada por
necesidades, tal y como se establece en la llamada 'pirámide de Maslow'.
Igualmente, la motivación está fuertemente influida por la satisfacción
de realizar una tarea o conseguir un determinado objetivo pero también
por los incentivos que realizar o no realizar determinada conducta pueda
conllevar.

Vea también Pirámide de Maslow.

 Motivación laboral
La motivación laboral es aquella que está relacionada con el ámbito de
trabajo. Algunos ejemplos pueden ser la remuneración económica, los
días de vacaciones, el status social y la propia realización y desempeño
de la tarea. Es importante en este caso para la persona encontrar factores
intrínsecos en el desarrollo de las tareas de un puesto de trabajo.

 Motivación deportiva
En el mundo del deporte, especialmente a un alto nivel, la motivación es
fundamental, ya que en muchos casos para alcanzar determinados
objetivos el cuerpo tiene que llevar a unos límites de esfuerzo enormes.
La auto superación, la competividad y la recompensa que se puede
obtener de conseguir una meta mueven en muchos casos a los deportistas.
En muchos casos, la motivación intrínseca se ve condicionada por la
propia lógica del deporte e alta competición y los deportistas deben
también trabajar el componente mental. Por ejemplo, en pruebas ciclistas
de larga duración en la que se requiere un gran esfuerzo, es posible que
los deportistas que disfrutan de montar en bicicleta y escalar puertos
pierdan ese tipo de motivación cuando el nivel de exigencia es mayor.
5. ¿Qué es empatía?

Cuando hablamos de empatía nos referimos a la capacidad humana de


conectarnos emocionalmente con los demás, pudiendo percibir, reconocer,
compartir y comprender el sufrimiento, la felicidad o las emociones de otro. Es
decir, se trata de una reacción inmediata e inconsciente, que no pasa por la razón
y el intelecto, y que nos lleva a participar afectivamente en la situación de otro ser
humano.

La empatía es una característica muy valorada en el comportamiento humano, a


menudo vinculada con la capacidad de sobrepasar diferencias de clase, cultura o
raza para conectar con las necesidades del otro. En ese sentido se vincula con la
compasión y el altruismo, y es opuesta al egoísmo y a la antipatía.

Aunque la psicología no posee conceptos definitivos de la empatía, es usual


clasificarla en dos categorías, que son:

Empatía afectiva. También llamada empatía emocional, se basa en el contagio


emotivo, es decir, la capacidad de contagiarse de las emociones que otra persona
siente, y verse afectado por ellas. Puede darse en dos grados de intensidad:

 Preocupación empática. Se da en la medida en que destinamos parte de


nuestra energía mental a pensar los problemas de otro, estando o no en su
presencia.
 Aflicción propia. El sufrimiento ajeno se padece “en carne propia”, es
decir, hace mella en el propio ánimo y desencadena incluso reacciones
fisiológicas semejantes.

Empatía cognitiva. Depende de la capacidad de comprender la postura de otro, es


decir, de “ponerse en sus zapatos”. Esto puede ocurrir, de nuevo, de dos formas:

 Asunción de perspectiva. La tendencia a adoptar los puntos de vista de


otro, o al menos a comprenderlos, razonarlos y darlos por válidos.
 Fantasía. La capacidad proyectiva de la mente humana de asumir una
identificación con entidades o personajes imaginarios, o vincularse con
ideas del orden de lo irreal.

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