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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA

DE MÉXICO

FACULTAD DE CIENCIAS

INFLUENCIA DEL DARWINISMO EN “LA RAZA


CÓSMICA” DE JOSÉ VASCONCELOS

T E S I S

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:

BIÓLOGA

P R E S E N T A :

EVA GUADALUPE HERNÁNDEZ AVILEZ

DIRECTORA DE TESIS:

DRA. ROSAURA RUIZ GUTIÉRREZ

2014
Tabla de contenido

Advertencia............................................................................................................ 7
Introducción .......................................................................................................... 9
Capítulo I. De cambios y “revoluciones”: la introducción del darwinismo en
México .................................................................................................................. 19
Sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de
las razas favorecidas en la lucha por la vida” ..................................................................... 20
Introducción del darwinismo en México .............................................................................. 24
Una nación en crisis .......................................................................................................... 24
¿Qué es el darwinismo? ....................................................................................................... 29
Recapitulando ........................................................................................................................ 35
Capítulo II. Porfiriato, positivismo y la Revolución Mexicana ......................... 37
La ideología del Porfiriato o de cómo el positivismo avivó las brasas del fuego
revolucionario ........................................................................................................................ 38
El Maestro de América.......................................................................................................... 47
Capítulo III. La raza cósmica: un darwinismo literario ..................................... 63
De la obra............................................................................................................................... 63
El Mestizaje............................................................................................................................ 65
Notas de viaje ........................................................................................................................ 71
Vasconcelos y el problema de la raza ................................................................................. 76
Vasconcelos y el darwinismo: el caso de “La raza cósmica” ............................................ 77
En términos darwinistas: nociones evolutivas en el pensamiento vasconceliano ........... 81
El caso del hombre ............................................................................................................ 82
Variación ............................................................................................................................ 82
Selección artificial .............................................................................................................. 84
Selección natural ............................................................................................................... 85
Selección sexual................................................................................................................ 86
El reino animal ................................................................................................................... 87
Vasconcelos y “el núcleo duro del darwinismo” ................................................................. 88
Conclusiones....................................................................................................... 90
Bibliografía .......................................................................................................... 93
Al nunca bien ponderado, pero siempre imitado, Fray Porras.
Mar de sabiduría en el que se recrea mi pensamiento .
Agradecimientos

Dicen los que saben que hacer una tesis es un esfuerzo colectivo. Yo no les hice
caso. Qué equivocada estaba.
Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México, por
tomar mi ignorancia y hacerla crecer de una forma maravillosa.
A mi asesora, la Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez, por su dedicación y generosidad de
espíritu. (Rosaura: me has apoyado tanto y en tantas formas que necesitaría otro
volumen para agradecerte).
A mis sinodales, Ricardo Noguera Solano, Rafael Guevara Fefer, Carlos López
Beltrán y Rodrigo Antonio Vega y Ortega, por sus muchas y muy valiosas
observaciones.
Al Dr. Santiago Portilla, quien resolvió mis dudas sobre la Revolución Mexicana y
me dio acceso a su biblioteca privada. Sin su apoyo, esta tesis hubiera sido un
calvario.
Al equipo de la Dirección de la Facultad de Ciencias, por cubrirme y tolerarme en
el último trecho.
A mis compañeros de laboratorio, Víctor, Dan, Omar, Atenea, Javier y Damián; y a
mis maestros, Ricardo, Eréndira, Arturo y Chelita.
A mis compañeros de carrera, por preguntar ¿y cómo va la tesis?: Alejandra,
David, Ricardo, Lucía, Lorena, Janikua, Gis, Colín, Marco, Mauricio, Sarita,
Germán, Luca, Palito y Iorch (que es adoptado), entre tantos otros.
A los secretarios de Comunicaciones y Transportes Dionisio Pérez Jácome y
Gerardo Ruiz Esparza, y a sus equipos (especialmente a Francisco y Rosaura),
por permitirme solventar mi tesis, estudiando y trabajando al mismo tiempo.
A mi jefaza, Sofía Fernández del Castillo Quintana y a la Dirección General de
Vinculación de la SCT, por darme el último empujón.
A Violeta Sepúlveda. ¡Lo logramos, equipo!
A mi terapeuta, Alejandra Padilla, y a mis polegas, por ser la mejor terapia.
A mis amigos irrenunciables, José, Juana, Diana, Claudia, Perla y Carla, y a todos
los otros que no aparecen.
A mi mamá y a mi papá (abuelas), por su apoyo y sus tan valiosas y repetidas
lecturas. Y a mi hermana Marina, por lavar los trastes.
Finalmente, pero no al último, agradezco, muy especialmente, a Martha Susana
Esparza Soria, porque nunca quitó el dedo del renglón. Porque sin ti, Susy, ¿qué
haría yo sin ti? Sin tu amistad y tu apoyo mi vida sería otra. De verdad, y con todo
el corazón: gracias.
Advertencia

De acuerdo con el filósofo mexicano Luis Villoro, la historia da sentido a la


existencia.1 Es gracias a la memoria histórica, al análisis y al entendimiento de los
acontecimientos del pasado, que se puede comprender el momento actual. La
historia nos ayuda a encontrar el horizonte, a no perdernos en el presente.

En la construcción del conocimiento humano, la ciencia es un


acontecimiento prodigioso, que por mucho tiempo se pensó ajeno a la labor
humana: puro y objetivo, incansable y certero en su afán de dar sentido al
universo; de entender. Sin embargo, cada vez es más claro que para escapar de
nuestra condición humana sería necesario dejar de ser; y que esta misma
condición que nos permite, que nos impulsa a conocer el mundo, afecta la manera
en la que entendemos y estudiamos las cosas. De forma que no es de sorprender
que, en el mundo, cada vez sea más frecuente estudiar la historia de las ideas,
como se hace en esta tesis.

Téngase también en cuenta que se trata de una propuesta inusual en


cuanto al uso que se da a la palabra “influencia”, tradicionalmente utilizada para
denotar la incorporación de elementos determinados en un discurso dado, pero
que para mí significa otra cosa. Cuando hablo de “influencia” no me refiero a la
aceptación del darwinismo y a la construcción de un discurso en consecuencia;
sino a que el darwinismo sirvió como un catalizador para que el pensamiento de
José Vasconcelos (1882-1959) se disparara en otra dirección, tal vez no contraria,

1
Pereyra, C. et al. (1980). Historia ¿para qué? México: Siglo XXI. Pág. 47.

7
pero sí paralela al darwinismo;2 ya que, aunque que de ninguna manera se
corresponde con éste, constituye claramente un discurso evolutivo.3

Establecidos ambos puntos, prosígase sin mayor preámbulo a la


exploración de este terreno prodigioso en el que se tocan las humanidades, las
ciencias y las artes.

2
En esta tesis se toma la definición de “darwinismo” hecha en 1999 por Rosaura Ruiz y Francisco
Ayala en su artículo “El núcleo duro del darwinismo”, en la que la selección natural y el azar son
elementos irrenunciables de la teoría para que un autor pueda considerarse darwinista en el
sentido estricto. Ver Ruiz G., R., & Ayala, F. J. (1999). "El núcleo duro del darwinismo” en: A. Puig-
Samper (Eds.), El darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de
México, Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Ediciones Doce Calles.
3
Por discurso evolutivo, entiendo que se acepta la idea de la transformación de las especies con el
paso del tiempo, aun cuando no se adopte la selección natural como modelo explicativo. Para una
discusión más amplia de lo que constituye el pensamiento evolutivo ver Esparza Soria, M. S.
(2014). La cultura científica en México: imágenes del pensamiento evolutivo en el Porfiriato. Tesis
doctoral: UNAM (en prensa).

8
Introducción

Definir conceptos abstractos como “ciencia” y “literatura” representa un reto para


los teóricos tanto en ciencias como en artes y humanidades. Más allá de los
debates y discusiones que suscita el tema, existen aspectos fundamentales
propios de cada disciplina. Las ciencias, por ejemplo, pretenden comprender el
mundo natural y cómo funciona a través de un método empírico inductivo que
conlleva la observación, colecta, experimentación y análisis de datos, a fin de
construir una visión objetiva del fenómeno u objeto estudiado. 4 La literatura, en
cambio, se relaciona con el mundo de las ideas, con el registro escrito de historias
o pensamientos que apelan a lo humano e invitan a la reflexión.5

Tradicionalmente, se ha considerado a las ciencias y a las artes como


campos opuestos del conocimiento humano, que por ningún motivo pueden
entremezclarse, pues la ciencia representa lo objetivo y el arte lo emocional. Sin
embargo, tanto las ciencias como las artes son actividades humanas. Más aún,
ambas se fundamentan en un ejercicio de imaginación 6 que comienza al
preguntarse “¿Qué tal si…?” (“what if?”).7 ¿Qué tal si una niña cayera en un
agujero de conejo y llegara a un mundo fantástico? (Alicia en el país de las
maravillas), ¿qué tal si dos jóvenes de familias rivales se enamoraran? (Romeo y
Julieta), ¿qué tal si el espacio-tiempo fuera un continuo y los objetos materiales
causaran en él deformaciones, como pelotas sobre una tela?

Al igual que la literatura, toda actividad científica requiere un esfuerzo de


imaginación, de lo contrario, simplemente se aceptaría lo previamente establecido
en vez de buscar nuevas explicaciones sobre la naturaleza que se acerquen cada
vez más a la realidad (por lo menos desde el punto de vista del investigador).

4
Popper, K. (1962). Conjectures and refutations: the growth of scientific knowledge. USA: Basic
Books. Pp. 33.
5
Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. Argentina: Fondo de Cultura Económica.
6
Culler, J. (2004). Breve introducción a la teoría literaria. España: Crítica.
7
Mawer, S. (17 de Marzo de 2005). “Science in literature”. Nature (434), 297-299.

9
Cabe entonces preguntarse si a través de las personas, de los científicos y los
literatos, ambos mundos han llegado a tocarse.

En 1880, Thomas Huxley (1825-1895), apasionado defensor de la teoría de


la evolución, pronunció un discurso en la Universidad de Birmingham (entonces
Mason College), con el tema “Ciencia y cultura”.8 De acuerdo con Huxley, la
cultura significa poseer lo mejor del conocimiento disponible y analizar todo
aquello concerniente a la vida. En este contexto, sitúa a la literatura como aquello
que permite la construcción de dicho análisis; sin embargo, Huxley se pregunta si
la literatura es suficiente para comprender el mundo, y si una persona puede
considerarse culta tan sólo con el conocimiento de la literatura.

En su discurso, destaca la importancia de la ciencia para entender el mundo


natural y la necesidad de incluir esta disciplina como parte de la cultura para
completar áreas del conocimiento que la literatura no alcanza.

8
Huxley, T. H. (1882). Science and culture and other essays. New York, Estados Unidos: D.
Appleton and Company. Pp. 7-30.

10
El discurso de Huxley despertó la atención de Matthew Arnold (1822-1888),
poeta y crítico inglés que analizó la postura de Huxley durante una presentación
(Rede Lecture) en la Universidad de Cambridge. Para Arnold, el conocimiento
aportado por la ciencia es fundamental para entender el mundo físico y debe
enseñarse en las escuelas; sin embargo, aunque pretenda explicar el mundo a
través de leyes naturales, el conocimiento científico aún se encuentra en el campo
de las ideas, y por lo tanto, es necesario asimilarlo con ayuda de “las bellas artes”:

Pero, ¿cómo, finalmente, la poesía y la elocuencia han de ejercer el poder


de relacionar el resultado de las ciencias naturales con el instinto del hombre
para la conducta, su instinto de la belleza? Y aquí de nuevo respondo: no sé
cómo habrán de hacerlo, pero pueden y así será. […] Se verá que el arte y la
poesía y la elocuencia de los hombres que vivieron, tal vez hace mucho
tiempo […] tiene el poder fortificante, elevado, elocuente, excitante y
sugerente, de ayudarnos, de forma maravillosa, a relacionar los resultados
de la ciencia moderna con nuestras necesidades para la conducta, nuestras
necesidades de belleza.9
Se dice que las artes son actividades estéticas. Immanuel Kant, el principal teórico
de la estética moderna, define lo estético como el esfuerzo de unir el mundo
material con el mundo de las ideas,10 por lo que sería lógico pensar que existe de
hecho un punto de cruce entre la ciencia y la literatura, un área común de
influencia y retroalimentación, o bien, que tanto la ciencia como la literatura son
campos que interrelacionan el mundo exterior con el entendimiento humano.

Aunque se trata de un problema central para entender el desarrollo de


ambas actividades, el debate de la relación entre la ciencia y la literatura
tradicionalmente quedó relegado a una curiosidad reflexiva entre aquellos que se
atrevieron a reconocer su interés en dos campos aparentemente antagónicos.

Para 1959, la ciencia y la literatura se habían distanciado tanto que en su


ponencia en la Universidad de Cambridge (nuevamente la Rede Lecture) el físico

9
Arnold, M. (1882). Literature and Science. Recuperado el 5 de Abril de 2013, de
http://aleph0.clarku.edu/huxley/comm/19th/Arnold.html. Pág. 12.
10
Kant, I. (1914). Critic of Judgment (2a ed.). (J. H. Bernard, Trad.) Londres, Inglaterra: MacMillan.
Pág. 30.

11
y novelista Charles Percy Snow se refirió a ellas como “las dos culturas”.11 Durante
su presentación, Snow habló de la intelectualidad de artistas y científicos y del
desdén que sienten los unos por los otros. Manifestó que el arte y la ciencia tienen
mucho que decirse, pero raramente se hablan, y tras reflexionar sobre las razones
que han llevado al distanciamiento de ambos campos enfatizó la importancia de
salvar la distancia que los separa para tomar decisiones responsables como
sociedad.

Más tarde, en 1963, el novelista Aldous Huxley (1894-1963) (nieto de


Thomas Huxley, y cuya madre curiosamente fue nieta de Matthew Arnold) publicó
su ensayo Literature and science, en el que explora el conflicto entre los mundos
científico y artístico, a la vez que intenta establecer puentes entre ambas
disciplinas, llegando a la conclusión de que “por la mera naturaleza de las cosas,
es imposible que el lenguaje purificado de la ciencia o aun el más finamente
purificado lenguaje de la literatura puedan adecuarse a la inmediatez del mundo y
de nuestra existencia”,12 por lo que es necesario aceptar las limitaciones de ambos
campos y avanzar juntos, científicos y literatos, hacia los límites del
conocimiento.13

Hacia finales del siglo XX, la discusión se transformó en un ejercicio de


exploración de las estrategias mediante las cuales ambos campos podían formar
parte de un mismo fenómeno, ya que tanto la ciencia como la literatura, “sin
importan qué cosa sean, son esencialmente formas discursivas”14 (por lo menos
en su comunicación).

Así, en 1987, George Levine edita One Culture, una antología de ensayos
sobre ciencia y literatura que analizan los puntos de convergencia entre ambas
disciplinas mediante el análisis de casos selectos (entre los que se incluyen textos

11
Snow, C. P. (1959). The two cultures. Cambridge University Press.
12
Huxley, A. (1963). Literatura y ciencia. (R. Masera, Trad.) España. Pág.139.
13
Ibíd.
14
Levine, G. (Ed.). (1987). One Culture: Essays in Science and Literature. Madison, Wisconsin,
Estados Unidos: The University of Wisconsin Press. Pág. 3.

12
como Frankenstein: A feminist critique of science de Anne K. Mellor y Balzac with
Laplace: Remarks on the Status of Chance in Balzacian Narrative de David F.
Bell), al tiempo que reconoce sus grandes diferencias.15

En años recientes, el interés por analizar las relaciones entre ciencia y


literatura ha crecido considerablemente. Ejemplo de ello son los textos
Conversations on science, culture and time,16 que expone la naturaleza caótica del
conocimiento y la necesidad de crear puentes entre las ciencias y las
humanidades; On the modern cult of factish gods,17 en el que Bruno Latour
discute, no por primera vez, la idea de verdad científica universal, argumentando
que los hechos no pueden separase de su proceso de fabricación; y Literature &
Science de Charlotte Sleigh, que constituye una guía para el análisis histórico de
obras literarias que tocan o están influenciadas por temas científicos, así como las
respuestas literarias que genera la ciencia. Incluso en “Leer la mente”18 Jorge
Volpi hace referencia al curso de ciencia y literatura que dictó en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En el Reino Unido, la Sociedad Británica de Ciencia y Literatura promueve la


investigación interdisciplinaria de las relaciones entre ciencia y literatura, y desde
2006, existe una publicación dedicada al tema, el Journal of Literature and
Science, de la Universidad de Glamorgan, que actualmente está a cargo de la
Universidad de Westminster.

En Estados Unidos, se han publicado trabajos como Making Knowledge:


History, literature and the poetics of science de James J. Bono,19 Lessons from
Literature for the Historian of Science (and Vice Versa): Reflections on “Form” de
15
Ibíd.
16
Serres, M., & Latour, B. (1995). Conversations on Science, Culture and Time. (R. Lapidus, Trad.)
Estados Unidos: The University of Michigan Press.
17
Latour, B. (2010). On the Modern Cult of the Factish Gods. (C. Porter, & H. MacLean, Trads.)
Inglaterra: Duke University Press. Recuperado el 5 de Abril de 2013, de
http://film.ncu.edu.tw/word/Latour_ch-1.pdf
18
Volpi, J. (2011). Leer la mente. DF, México: Alfaguara.
19
Bono, J. J. (2010). “Making Knowledge: History, literature and the poetics of science”. Isis (101),
555-559.

13
Henry Turner,20 y Of atoms, oaks and cannibals; Or, more things that talk de Laura
Dassow Walls,21 entre otros.

Por lo que toca a los países de habla hispana, se han realizado esfuerzos
importantes en España, con la publicación de artículos como Ciencia, tecnología y
sociedad en la literatura de ciencia ficción de Natalia Castro Vilata22, Los ecos del
darwinismo en España a través de la literatura. Escritores y escritoras de Pilar
Díaz Sánchez23, y Science and literature: Some critical parameters de José Ángel
García Landa24, por mencionar algunos.

En América Latina también existen autores que han incursionado en el


análisis histórico de obras literarias que han sido influenciadas por la ciencia. Por
ejemplo, en Argentina, Gioconda Marún25 realizó un análisis de la influencia de
Charles Darwin en La Revista Literaria (Buenos Aires 1879), y en el discurso de
Domingo F. Sarmiento y Eduardo L. Holmberg; y Héctor Palma26, elaboró un
análisis de la utilización de metáforas en la ciencia, concluyendo que son parte
fundamental de la construcción del saber científico. En Cuba, Armando García
González27 analizó el discurso utilizado por Francisco Calcagno en su novela En
busca del eslabón. Historia de monos (1888), llegando a la conclusión de que se

20
Turner, H. S. (2010). “Lessons from Literature for the Historian of Science (and Vice Versa):
Reflections on ‘Form’”. Isis (101), 578-589.
21
Dassow Walls, L. (2010). “Of Atoms, Oaks, and Cannibals; or, More Things That Talk”. Isis (101),
590-598.
22
Castro Vilalta, N. (Julio de 2008). "’Ciencia, Tecnología y Sociedad’ en la literatura de ciencia
ficción”. Revista CTS, 4(11), 165-177.
23
Díaz Sánchez, P. (2009). “Los ecos del darwinismo en España a través de la literatura.
Escritores y escritoras”. Investigaciones Feministas, 1, 183-203.
24
García Landa, J. A. (1991). “Science and Literature: Some Critical Parameters”. En F. Collado,
Science, literature and Interpretation. Zaragoza, España: Universidad de Zaragoza.
25
Marún, G. (1995). “Darwin y la literatura argentina del siglo XIX”. Actas XII.
26
Palma, H. A. (Diciembre de 2005). “El desarrollo de las ciencias a través de las metáforas: un
programa de investigación en estudios sobre la ciencia”. Revista CTS, 2(6), 45-65.
27
García González, A. (2002). “En busca del eslabón, una novela darwinista”. En M. Á. Puig-
Samper, R. Ruíz Gutiérrez, & A. Galera (eds.), Evolucionismo y Cultura: Darwinismo en Europa e
Iberoamérica. Ediciones Doce Calles. Pp. 89-116

14
trata de un texto fundamentalmente darwinista; y en Uruguay, Alción Cheroni28
explora el caso del político, ideólogo y novelista Carlos Reyes en relación con el
darwinismo.

A mi parecer, la tendencia actual de analizar la influencia de las ideas


científicas en los escritos de otros campos está fundamentada en un problema real
que por mucho tiempo ha quedado desatendido. Después de todo, en la historia
de la literatura mundial, hay novelas y otros textos que claramente tratan temas
evolutivos, como El mundo perdido (1912) de Arthur Conan Doyle, Viaje al centro
de la Tierra (1864) de Julio Verne, y Antes de Adán (1907) de Jack London.

En México, la preocupación por resolver dichas interrogantes apenas


comienza a rendir frutos, aunque es cierto que se han realizado esfuerzos
importantes para entender cómo y en qué condiciones se llevó a cabo la
introducción del darwinismo en México, así como sus implicaciones. Ejemplo de
ellos son los estudios de Rosaura Ruiz Gutiérrez, Arturo Argueta Villamar, Rafael
Guevara Fefer, Roberto Morenos de los Arcos, y más recientemente, Martha
Susana Esparza Soria, quien quizá sea la mayor exponente moderna de la
“historia de la ciencia desde abajo”;29 por mencionar algunos. Sin embargo,
existen pocos trabajos sobre la relación ciencia-literatura. Por lo general, los
artículos se limitan a reflexiones o revisiones generales en revistas de divulgación
científica,30 y no parece haber ningún trabajo que analice a profundidad el impacto
del darwinismo en la obra de escritores mexicanos.

28
Cheroni, A. (2002). Carlos Reyes:” Darwinismo, política y literatura en el Uruguay del 900”. En M.
Á. Puig-Samper, R. Ruíz Gutiérrez, & A. Galera (eds.), Evolucionismo y Cultura: Darwinismo en
Europa e Iberoamérica. Ediciones Doce Calles. Pp. 65-88
29
Con esto quiero decir que se dedica a la historia de la ciencia desde una perspectiva social; en
oposición a la versión canónica de la historia de las grandes personalidades. Los estudios de
Martha Susana del darwinismo en la prensa son esfuerzos valiosos para entender el darwinismo y
la historia de la ciencia desde otra mirada.
30
Méndez Acosta, M. (Agosto de 2007). "La ciencia y sus rivales: La tierra hueca". Ciencia y
Desarrollo.
Nepote, J. (Noviembre-Diciembre de 2011). "Ciencia y literatura: las débiles fronteras de la ficción".
Ciencia y Desarrollo.
Kesteven, G. (Febrero de 1999). "Arte, ciencia y verdad". ¿Cómo ves?(3), 7.

15
El presente estudio es una contribución modesta al objetivo general de
entender cómo ha influido la ciencia en la literatura en México, ya que pretende
contribuir a la comprensión del proceso de incorporación de las teorías evolutivas
en obra de los escritores nacionales, en el caso del ensayo mexicano de principios
del siglo XX, con el estudio puntual de La raza cósmica (1925) de José
Vasconcelos, por ser éste un personaje central para la definición del modelo
educativo y cultural que se estableció en México tras la Revolución, y su libro un
texto que aborda temas biológicos, como el concepto de raza.

Se ha elegido La raza cósmica de José Vasconcelos como caso de estudio


por ser la obra donde desarrolla a profundidad su teoría sobre el surgimiento de
una quinta raza. En ella establece cuáles son las razas humanas31 y cómo cree
que han llegado a formarse. Asimismo, fusiona elementos espiritualistas con
teorías científicas y biológicas, en particular evolutivas, por lo que es seguro
suponer que el darwinismo pudo haber influenciado su trabajo. Adicionalmente, la
posición e influencia política de Vasconcelos, y sobre todo su papel como Rector
de la Universidad Nacional de México (9 de junio de 1920-12 de octubre de 1921)
y Secretario de Educación Pública (1921-1924), lo colocan en un sitio privilegiado
para que sus ideas generaran mayor impacto.

Es así que, a partir de estudios previos sobre el proceso de introducción del


darwinismo en México, siguiendo el modelo de Thomas F. Glick y Mark. G.
Henderson32 sobre recepción de las ideas científicas, que considera una lógica
dividida en dos tipos de intencionalidad (resistencia/ansiedad y

Sabugal Fernández, P. (Febrero de 1999). "Sábato, cosecha de letras y números". Ibíd., 19.Plata
Rosas, L. J. (Julio de 2011). "Sherlock Holmes. La aventura del detective científico". ¿Cómo
ves?(152), pág. 26.
31
Aunque yo no suscribo el concepto de raza —entiéndase la separación de la humanidad en
categorías subjetivas basadas, principalmente, en supuestas diferencias fisiológicas que se
manifiestan en la apariencia física—, como se verá más adelante, para José Vasconcelos, esta es
una división relevante para el desarrollo de la humanidad.
32
Glick, T., & Henderson, M. (1999). "Las recepciones científicas y populares de Darwin, Freud y
Einstein: Hacia una historia analítica de la difusión de las ideas científicas". En R. Ruiz, T. Glick, &
M. Á. Puig-Samper (Edits.), El darwinismo en España e Iberoamérica. CSIC/Doce Calles/UNAM.
Pp. 289-297.

16
apropiación/adaptación), y con base en la definición de los elementos centrales del
darwinismo expuesta por Rosaura Ruiz y Francisco Ayala en “El núcleo duro del
darwinismo” (1999), esta tesis procura determinar si la teoría de la evolución de
Darwin influenció el discurso utilizado por Vasconcelos en La raza cósmica. Es
decir, se analizará en las concepciones del autor la presencia o ausencia de los
conceptos darwinistas de azar, selección natural, variación, lucha por la existencia,
divergencia de carácter, especiación, extinción y progreso, así como la naturaleza
del argumento, y si existe una diferenciación clara entre selección natural,
selección artificial y selección sexual; en concordancia con la interpretación de
Ruiz y Ayala sobre los elementos que debe reunir un determinado discurso para
poder considerarlo darwinista. Ello servirá para ampliar el conocimiento existente
sobre las repercusiones de la teoría de la evolución de Darwin en el ensayo
mexicano del primer tercio del siglo XX.

Cabe aclarar que, como se verá a lo largo de esta tesis, el caso revisado es
particular en cuanto a su interacción con la teoría de la evolución darwiniana, ya
que el autor no acepta los mecanismos propuestos en El origen de las especies
por medio de la selección natural, 33 pero sí la idea de evolución. Es por ello que el
presente análisis cumple el doble propósito de ponderar la interacción de José
Vasconcelos con la teoría de la evolución de Darwin y demostrar que no todo
discurso evolucionista corresponde con el patrón darwiniano, 34 como suele
pensarse aún en la actualidad, por lo que hacen falta herramientas que permitan
identificar los elementos que definen a un autor como evolucionista, sin que estos
sean necesariamente darwinianos; un “núcleo duro” de mayor espectro.

33
Darwin, C. (2009 [1872]). El origen de las especies por medio de la selección natural (6 ed.). (A.
De Zulueta, Trad.) Madrid: Catarata/UNAM/CSIC/AMC. En adelante El origen.
34
Esto concuerda con lo encontrado por Martha Susana Esparza Soria en Esparza Soria, M. S.
(2009). Darwinismos: una reflexión historiográfica. Tesis de Maestría: UNAM, y Esparza Soria, M.
S. (2014). Op. Cit., para el caso de Justo Sierra durante el Porfiriato, ya que su discurso es
evolucionista, pero no propiamente darwiniano. Esto se refuerza en el artículo de Rosaura Ruiz,
Ricardo Noguera y Juan Manuel Rodríguez titulado “The Ideology of the ‘Survival of the Fittest’
during the Porfiriato in México” (en prensa).

17
A este efecto, el capítulo I expone la definición de darwinismo que habrá de
utilizarse a lo largo de esta tesis y presenta una revisión histórica de la
introducción del darwinismo en México, resaltando su importancia en la vida
política nacional.

El segundo capítulo se ocupa de esclarecer el contexto en el que se


desarrolló el pensamiento del autor, mediante una breve reseña histórica del
Porfiriato y la influencia del positivismo en la vida intelectual del México
posrevolucionario, así como su papel en la conformación de la filosofía
vasconceliana.

Finalmente, en el tercer capítulo se muestra la tesis central de La raza


cósmica y se desglosa el argumento, a fin de esclarecer la concepción de
Vasconcelos; así como identificar si los conceptos centrales señalados por Ruiz y
Ayala se encuentran presentes.

A partir de este análisis se propone que el darwinismo influyó el pensamiento


expresado por José Vasconcelos en La raza cósmica y en su obra como
Secretario de Educación Pública, cargo que abandonó el año anterior a la
publicación del manuscrito.

18
Capítulo I. De cambios y “revoluciones”: la introducción del
darwinismo en México

Para entender mejor la compleja relación entre ciencia y literatura, es necesario


analizar las condiciones históricas, sociopolíticas y culturales que influyeron el
pensamiento de los autores estudiados al momento de escribir sus obras. En el
caso de La raza cósmica (1925) he juzgado conveniente rastrear la
conceptualización del darwinismo desde la publicación de On the Origin of Species
by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the
Struggle for Life (1859) hasta su introducción en la ciencia mexicana,35 para
explicar cómo la influencia del positivismo en México, a finales del siglo XIX, y
principios del XX, abrió la puerta a la introducción del darwinismo y a la utilización
de un discurso social darwinista por parte de los liberales durante el Porfiriato
(1876-1911) para justificar los abusos a los que eran sometidos los más pobres, y
en particular los indígenas.36

Este primer capítulo tiene como objetivo exponer la concepción del


darwinismo y su introducción en México, así como presentar la definición de
darwinismo en la que se fundamenta el análisis de La raza cósmica que se
encuentra en el capítulo tres.

35
Cuando se estudia la difusión y recepción del darwinismo es necesario adoptar una definición
formal de “darwinismo” y una postura en cuanto al cambio que generó —viendo sus afectos ya sea
como revolución científica, movimiento social o sistema conceptual histórico—. Para este trabajo,
se adopta una definición estricta de darwinismo, centrada en los conceptos de azar y selección
natural. Bajo esta visión, de acuerdo con Olga Restrepo, la revolución darwinista ocurrió
propiamente en el siglo XX. Dicha lógica de “revolución” en el campo de las ciencias sólo se
adopta a manera de contexto, ya que por su naturaleza, el presente trabajo se aboca al estudio de
la recepción del darwinismo en la esfera político-cultural mexicana, es decir, se estudia el
darwinismo movimiento social y sistema conceptual histórico.
Para entender los diferentes modelos utilizados en los estudios de recepción del darwinismo
conviene revisar Restrepo Forero, O. (2002). "Leyendo Historias sobre el Darwinismo". En M. Á.
Puig-Samper, R. Ruiz Gutiérrez, & A. Galera (Edits.), Evolucionismo y cultura: Darwinismo en
Europa e Iberoamérica. Junta de Extremadura/UNAM/Ediciones Doce Calles. Pp. 21-46.
36
Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Positivismo y evolución: Introducción del darwinismo en México.
México: Limusa. Pág. 46.

19
Sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la
preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida”

En la historia de la ciencia, como en la historia de las sociedades, para fines


históricos se construyen conceptualmente grandes acontecimientos que marcaron
el curso de los eventos en los años siguientes. Uno de ellos es la publicación, en
1859, de El Origen de Charles Darwin (1809-1882), que dio inicio a lo que diversos
historiadores de la ciencia han denominado “la revolución darwiniana”.37

En su libro, Darwin presenta una amplia gama de evidencias que apoyan la


conclusión de que las especies cambian a través del tiempo. Se trata de una
propuesta arriesgada para el siglo XIX, ya que si bien Nicolás Copérnico (1473-
1543) desplazó a la Tierra como el centro del universo en 1543, con su modelo
heliocéntrico del movimiento de los cuerpos celestes38 (que se fortaleció con la
publicación en 1687 de Philosophiae naturalis principia mathematica 39 de Isaac
Newton) y James Hutton (1726-1797) había transformado la visión estática de
37
Desde que Thomas Kuhn publicara The Copernican Revolution: Planetary Astronomy in the
Development of Western Thought (1957) y The Structure of Scientific Revolutions (1962), autores
como Gertrude Himmelfarb (Darwin and de Darwinian Revolution, 1959), Ernst Mayr (The Nature of
the Darwinian Revolution, 1972) y Michael Ruse (The Darwinian Revolution: Science Red in Tooth
and Claw, 1979) aplicaron esta perspectiva al estudio del impacto de la teoría de la evolución en el
desarrollo de las ciencias de la vida. Más tarde, esta visión fue cuestionada por personalidades
como Peter Bowler (The Non-Darwinian Revolution: Reinterpreting a Historical Myth, 1988) y
James Secord (Victorian Sensation: The Extraordinary Publication, Reception and Secret
Authorship of Vestiges of the Natural History of Creation, 2000). La resolución de esta polémica no
es objeto del presente trabajo, por lo que si el término “revolución” llega a ocuparse no debe ser
interpretado como una postura filosófica invariable, sino como una exaltación del impacto que tuvo
la obra de Darwin en el desarrollo de las ciencias de la vida.
Para un análisis más minucioso sobre la polémica de la “revolución darwinista” se pueden
consultar:
Herbert, S. (2005). "The Darwinian Revolution Revisited". Journal of the History of Biology(38),
51-66.
Smocovitis, V. B. (2005). ‘‘'It Ain’t Over ‘til it’s Over’: Rethinking the Darwinian Revolution". Journal
of the History of Biology(38), 33-49.
38
Copernicus, N. (1965 [1543]). De revolutionibus orbium coelestium. Johnson Reprint Corporation.
39
Newton, I. (2004 [1687]). Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica. Adamant Media
Corporation.

20
nuestro planeta con la publicación, en 1785, de su Theory of the Earth; or an
Investigation of the Laws observable in the Composition, Dissolution, and
Restoration of Land upon the Globe,40 que más tarde fue apoyada por Charles
Lyell (1797-1875) con la publicación de sus Principles of Geology41 entre 1830 y
1833, la creación de las especies por la mano de Dios y el papel central del
hombre en la Creación permanecía inmutable e inamovible.

La importancia de la postura religiosa respecto al origen de los seres


orgánicos se refleja en el párrafo final de la introducción de Darwin a su propia
obra:

Aunque mucho permanece y permanecerá largo tiempo oscuro, no puedo,


después del más reflexionado estudio y desapasionado juicio de que soy
capaz, abrigar duda alguna de que la opinión que la mayor parte de los
naturalistas mantuvieron hasta hace poco, y que yo mantuve anteriormente
—o sea que cada ha sido creada independientemente—, es errónea.42

Tras esta afirmación inicial, Darwin dedica el resto de su manuscrito a


presentar y analizar minuciosamente casos particulares que soportan su teoría,
como son la observación de las variedades silvestres y en estado doméstico de
plantas y animales, la distribución geográfica de los seres vivos, el registro fósil, la
morfología y la embriología de algunas especies.

En los primeros siete capítulos, Darwin abunda sobre cómo la selección


natural explica la modificación de los organismos, sus adaptaciones y diferencias
en comportamiento. Para ello, inicia con un análisis de la variación de las plantas y
animales en estado doméstico (Capítulo I) a modo de introducir al lector a la idea

40
Hutton, J. (1788). "Theory of the Earth; or an Investigation of the Laws observable in the
Composition, Dissolution, and Restoration of Land upon the Globe". Transactions of the Royal
Society of Edinburgh, I, 209-304.
41
Lyell, C. (2009 [1830-1833]). Principles of Geology: An Attempt to Explain the Former Changes of
the Earth's Surface, by Reference to Causes Now in Operation. Cambridge, England: Cambridge
University Press.
42
Darwin, C. (2009 [1872]). El origen de las especies por medio de la selección natural (6 ed.). (A.
De Zulueta, Trad.) Madrid: Catarata/UNAM/CSIC/AMC.

21
de que el cambio en las especies de hecho sucede, en este caso por la selección
constante y metódica del hombre de variedades con características deseables.
Procede entonces a describir la variabilidad de las especies en la naturaleza
(Capítulo II) e introduce el concepto de la lucha por la existencia (Capítulo III)
como una competencia universal que se da entre las variedades en estado
natural. La competencia rigurosa entre individuos resulta, finalmente, en la
supervivencia de los más adecuados. Lo que Darwin llama “selección natural”, o
supervivencia y reproducción diferencial (Capítulo IV).

Tras abordar el tema de lo poco que se sabe sobre las leyes de la variación
(Capítulo V), el autor abunda sobre las dificultades que presenta la teoría (capítulo
VI) y habla de las objeciones que pudieran hacerse respecto del mecanismo de
selección natural (capítulo VII).

En el octavo capítulo, Darwin se ocupa del “instinto” como una


característica tan importante como las estructuras corporales para la supervivencia
de las especies en estado natural y de las cualidades adaptativas del
comportamiento.

Entre los capítulos IX y XIV expone las evidencias que sostienen su teoría,
como son el hibridismo (Capítulo IX), los registros geológicos (Capítulo X), la
sucesión geológica de los seres orgánicos (Capítulo XI), la distribución geográfica
de los seres vivos en la Tierra (Capítulos XII y XIII), y las afinidades morfológicas y
embriológicas de las especies, así como de algunos de sus órganos rudimentarios
(Capítulo XIV).

El último capítulo, el XV, es una recapitulación de las afirmaciones que hace


a lo largo del texto, de las objeciones a las que se enfrenta y de las implicaciones
de su teoría para el estudio de la historia natural.

Uno de los aspectos más innovadores de la teoría de Darwin es que se


trata de una conclusión científica; sin embargo, no se incluyen modelos
matemáticos ni predictivos, que hasta entonces se consideraban el estándar al

22
que debían aspirar todas las ciencias.43 Incluso entre quienes apoyan el modelo
histórico de las revoluciones científicas, la teoría de Darwin aparece como algo
excepcional, ya que al hacer el listado de las revoluciones la de Darwin es la única
que corresponde a las ciencias biológicas.44

En sólo quince capítulos, Darwin culminó la revolución de los parámetros


para el estudio de los seres vivientes —que se venía dando en el mundo desde
tiempo atrás— y le dio sentido y fundamento a las ciencias de la vida, como
evidencia la tan conocida frase del célebre genetista ruso Theodosius Dobzhansky
(1900-1975): “nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”.45

Por la naturaleza del argumento, se trata de una teoría que no solamente


afectó el desarrollo de la ciencia, sino también el de las sociedades, la cultura y la
filosofía, ya que sus implicaciones afectaron directamente la concepción que el ser
humano tenía de sí mismo, en las sociedades occidentales (principalmente
aquellas suscritas a la religión católica).46 Así lo prueban, por ejemplo, las
reflexiones del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) en su obra Human,
all too human,47 publicada por primera vez en 1878, en cuyo apartado sobre la
historia de la moral asevera:

Los hombres que son hoy inhumanos deben servir como muestras vivientes
de civilizaciones anteriores. La gran montaña de la humanidad revela aquí
sus formaciones inferiores, que de otro modo podrían permanecer ocultas.
Hay ejemplares supervivientes de la humanidad cuyo cerebro, a través de
las vicisitudes de la herencia, ha escapado al desarrollo. Muestran que así
éramos todos y por ello nos sorprenden, pero son tan responsables de ello

43
Hodge, M. J. (1988 [1974]). "England". En T. F. Glick (Ed.), The Comparative Reception of
Darwinism. Chicago: University of Chicago Press, pp. 23, 24.
44
Cohen, B. Op. Cit., pág. 253.
45
Dobzhansky, T. (1973). "Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution".
American Biology Teacher, 35, 125-129.
46
Mayr, E. (2004). "Darwin's Influence on Modern Thought". En What Makes Biology Unique?
(págs. 83-96). Cambridge University Press.
47
Nietzsche, F. (1908 [1878]). Human, all too human. A book for free spirits. (A. Harvey, Trad.)
Chicago: Charles H. Kerr & Company.

23
como lo es una pieza de granito de ser granito. En nuestro propio cerebro
debe haber similitudes correspondientes de tales personajes, al igual que
en las formas de algunos órganos humanos sobreviven rastros de lo que
fueron peces, pero estos cursos y entramados ya no son el camino por el
que fluye la corriente de nuestros sentimientos.

Es decir, que al preguntarse por la disposición humana a la crueldad, el


filósofo encuentra sus respuestas no en Dios ni alguna otra explicación metafísica,
sino en la evolución de los seres humanos y el que hayan prevalecido
características primitivas en ciertos individuos, más salvajes y, por lo tanto, menos
desarrollados en la escala evolutiva. Ello denota además una tendencia al
progreso, al perfeccionamiento, que es uno de los vicios más comunes al
interpretar o asimilar la teoría de la evolución, aún en la actualidad.

Introducción del darwinismo en México

En el prefacio a The Comparative Reception of darwinism, Thomas F. Glick


escribió: “como regla general, donde la biología no estaba desarrollada, el
Darwinismo se recibió solo en los ámbitos social, político y filosófico”.48 En México,
este parece haber sido el caso.

Una nación en crisis

En nuestro país, la guerra de Reforma, que inició en 1857, duraría hasta 1861, por
lo que mientras en Inglaterra se publicaba El Origen, en México la guerra de
Reforma estaba en pleno apogeo. En cuanto a la ciencia y la cultura, los esfuerzos
fueron pocos, ya que la atención de la clase dominante se encontraba

48
Glick, T. F. (Ed.). (1988 [1974]). The Comparative Reception of Darwinism. Chicago, United
States of America: University of Chicago Press, pág. XX.

24
completamente enfocada a la política, y tras tantos años de guerras y
levantamientos la situación económica del país era precaria.49

De acuerdo con Rosaura Ruiz (1987) en el siglo XIX, la situación política del
país y la falta de recursos económicos dificultaron el desarrollo de la biología, la
historia natural y de la ciencia en general. Eran pocos los que podían dedicarse a
alguna actividad científica y no existía en México una profesionalización de las
ciencias naturales, salvo en casos muy particulares, como el Jardín Botánico o el
Museo Nacional; 50 aunque había amateurs.

Según Roberto Moreno (1984),51 aunque puede que existan menciones


anteriores, la primera cita inequívoca con relación al darwinismo corresponde a
Justo Sierra (1848-1912), un personaje de gran importancia para la educación en
México (al igual que Vasconcelos) y un positivista spenceriano, quien en 1875,
menciona las teorías de Darwin y Wallace en su artículo “El espiritismo y el Liceo
Hidalgo”. Aunque, de acuerdo con Ruiz,52 en México, las primeras discusiones
sobre darwinismo se enmarcan en el terreno filosófico, cuando en 1877, los
positivistas mexicanos comienzan a considerar la importancia del estudio de las
teorías científicas. En ese año, Gabino Barreda (1819-1881) y sus seguidores
fundan la Asociación Metodófila Gabino Barreda como una forma más de
oponerse a los conservadores,53 que estaban ganando terreno político. Para

49
Todo esto corresponde a un recuento de la historia oficial, y aunque ahora existen trabajos muy
valiosos que contribuyen a construir una versión más inclusiva—véanse por ejemplo los trabajos
de historia sociopolítica de Javier Garciadiego—, aquí me apego a la versión tradicional que se ha
venido manejando, para efectos del análisis.
50
Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Positivismo y evolución: Introducción del darwinismo en México.
México: Limusa, pág. 13.
51
Moreno, R. (1989 [1984]). La polémica del darwinismo en México: Siglo XIX (2a ed.). Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, pág. 22.
52
Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Op. Cit., pág. 47.
53
Aunque Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Op. Cit. pág. 47 dice “con el propósito evidente de
oponerse a los liberales”, por el contexto y lo que se sabe sobre Gabino Barreda, concluyo que se
trata de un error de edición y debe decir “conservadores”.

25
Barreda, aplicar los conocimientos científicos a la vida nacional era una condición
necesaria para el orden y el progreso de la sociedad.

De acuerdo con la autora, la polémica del darwinismo dio inicio en febrero


de 1877, cuando el estudiante de medicina Pedro Noriega, quien fue comisionado
para preparar una exposición sobre la teoría de Darwin, presentó ante la Sociedad
Metodófila su trabajo “Consideraciones sobre la teoría de Darwin”.

De las discusiones en la Sociedad Metodófila se concluye que “todos los


discípulos de Barreda defienden el evolucionismo, no sólo el de Darwin sino
también el de Lamarck. Pudiera decirse que son evolucionistas, sin embargo su
conocimiento de ambas teorías no es profundo”.54 Ello podría significar una
tendencia generalizada para aceptar el pensamiento evolutivo, en concordancia
con lo que pasaba en otras partes del mundo y con los nuevos modelos
económicos. Es posible que los modelos explicativos Darwin fueran sólo una parte
de una discusión más amplia.

Aunque con dos años de diferencia, tanto Moreno como Ruiz sitúan el inicio
de las discusiones darwinistas en la segunda mitad de la década de los setenta.
Para Ruiz, el evolucionismo se introduce realmente en México cuando se
comienza a aplicar en los trabajos científicos, por lo que considera a Alfonso Luis
Herrera (1868-1943) como el introductor del evolucionismo a la biología mexicana,
aunque aclara que la posición de Herrera “no es por completo darwinista, pues
influido por Haeckel rechaza la existencia de una contradicción entre las teorías de
Lamarck y Darwin que lo lleva a plantear el evolucionismo como una suma
mecánica de ambas”.55 Sin embargo, antes de haber biología, había historia
natural; y hubo una tendencia a la aceptación del pensamiento evolutivo en
general, y de algunos aspectos —aunque no todos— de la teoría darwiniana.
Cabe entonces preguntarse qué tan estricto debe ser el criterio para establecer la

54
Op. Cit., pág. 75.
55
Op. Cit., pág. 83.

26
línea que marca la introducción y si es o no sinónimo de adopción o suscripción a
la teoría, con sus características irrenunciables y elementos secundarios.

Aunque eventualmente la teoría de Darwin sí llegó a impactar en la ciencia


mexicana,56 su mayor influencia se encontró en la política y la vida cultural de
México, en la forma de darwinismo social,57 como demuestran los discursos de los
intelectuales positivistas que se rescatan en el Capítulo II.

Cuando la teoría expuesta en El origen se convierte en darwinismo social


es utilizada para justificar “científicamente” la evolución social humana y el
progreso basado en la selección natural de los individuos, grupos o naciones más
aptos. Es decir, como una validación de las desigualdades sociales y la
superioridad de razas, castas o clases sociales. Al respecto, D. Collin Wells
declaró en 1907:58

Esta explicación de cómo surgieron la infinita variedad y la jerarquía de las


formas orgánicas [la Teoría de la Evolución de Darwin] puede ser, y ha sido
aplicada, como por Spencer, a las instituciones humanas y los tipos de
pensamiento. Podemos observar el elemento heredado en ellas, su
variación en cada generación, la lucha encarnizada de las formas en
competencia, la eliminación de las formas más débiles que yacen
enterradas en la historia como los fósiles extintos.

Añade que existe cierto peligro en utilizar analogías de las teorías


biológicas para explicar fenómenos sociales, sobre todo cuando existen términos
en el campo de la sociología misma que pueden servir para este mismo fin; pero
cuando se refiere a “darwinismo social”, Wells no hace uso de analogías, sino que
56
De acuerdo con Rodrigo Vega y Ortega y Sofía González Díaz, entre 1880 y 1910 se difundieron
temas evolutivos en las páginas de El Abodado Cristiano Ilustrado, y aunque no se reprodujeron
las obras de Darwin, sí se publicaron escritos en los que los autores fundamentaban su opinión al
respecto. Ver Vega y Ortega Baez, R., & González Díaz, S. (2014). "Metodismo y evolución en
México (1880-1910)". En R. Vega y Ortega Baez, & L. Morlos Rodríguez, Estudios Históricos sobre
la Cultura Mexicana en los Siglos XIX y XX (págs. 121-154). México: Historiadores de las Ciencias
y las Humanidades A.C.
57
Es decir, la aplicación de la teoría de la evolución de Darwin al campo de la sociología humana.
58
Wells, D. C. (March de 1907). "Social Darwinism". American Journal of Sociology, 12(5),
695-716.

27
está convencido de que son categorías completamente apropiadas para explicar
los fenómenos de la sociedad. Para él, como para tantos otros darwinistas
sociales, la biología social sirve para explicar la competencia, eliminación y
supervivencia de individuos o grupos de individuos. Dichos fenómenos se pueden
medir en términos exactos y sirven para explicar la interacción de los seres
orgánicos en un nivel superior de complejidad: el social.

Para el gobierno de Porfirio Díaz, “las primeras ideas y tesis


socialdarwinistas vinieron a formar parte del corpus teórico que requerían los
liberales para justificar y legitimar su práctica en el poder. Es decir, justificar y
legitimar todas las violaciones a los principios básicos del discurso liberal”. 59 Esta
utilización de la teoría no es de sorprender, ya que desde su formulación ha
servido para justificar un amplio rango de ideologías sobre la superioridad de un
grupo sobre otro.

Durante el Porfiriato, varios personajes se valieron de las teorías


evolucionistas para tratar de explicar las desigualdades sociales y legitimar la
sociedad del momento. Uno de ellos fue Emilio Rabasa, quien en Efecto moral del
periodo de paz (1920),60 declara que en Europa, los pueblos “crecieron confiados
a las leyes de la naturaleza”, y esto ocasionó que sus órganos crecieran
normalmente y en armonía, por lo que los ciudadanos se volvieron más libres y
disciplinados; “el ciudadano fue antes que la democracia” y las naciones se
volvieron más unidas. Los pueblos latinoamericanos, en cambio, aprendieron la
sumisión bajo el dominio de España, y cuando alcanzaron la libertad por medio de
la independencia, necesitaron de un dictador. Para Rabasa, aunque “la clase
superior de los pueblos de raza y educación heterogéneas” trataba de establecer
la democracia para que ésta hiciera al ciudadano, “la masa general en que habían
de cumplirse las leyes naturales, producían al dictador, creaban el poder absoluto,

59
Op. Cit., pág. 147.
60
Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio
Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez,
Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública. Pp. 159-168.

28
que es el de la naturaleza que impone a los pueblos sin unidad, sin disciplina y sin
conciencia nacional”. Es decir, que no sólo justifica la superioridad de los criollos
sobre los indios, sino la de los españoles, ingleses y europeos en general sobre
quienes nacieron en el nuevo continente. Existe entonces, como ahora, una
dependencia económica e ideológica con otras naciones, que se traduce en una
actitud de subordinación que se espera del indio al criollo, y del criollo al “hombre
blanco”. Bajo esta visión, la nación mexicana merece y produjo un dictador.

Ante la evidencia abrumadora de la influencia del pensamiento científico en


la vida nacional, en la introducción a su libro Moreno de los Arcos sostiene que:

México no estuvo de ninguna manera al margen de la revolución científica


operada por Darwin y sus seguidores. Las controversias que suscitó la
nueva teoría tuvieron su reflejo en la ciencia y el pensamiento en general en
este país. Empero, salvo excepciones, el vehículo de introducción del
darwinismo fue el idioma francés. La dependencia cultural de México a
Francia es, quizá, la causa del pequeño retraso61 de la llegada del
darwinismo y de las polémicas que suscitó, y a la vez la causa de que los
mexicanos tomaran posiciones siguiendo en los libros franceses la
alternancia de la controversia y no se produjeran reacciones demasiado
violentas.62

Esto explica por qué cuando los pensadores mexicanos se refieren a las
teorías de la evolución, o a Darwin, en realidad sostienen planteamientos que
corresponden al darwinismo social.

¿Qué es el darwinismo?

Ante la polémica de cuándo llegó el darwinismo a México, y a fin de identificar la


influencia de la teoría de la evolución de Darwin en La raza cósmica de José

61
Todavía hoy, en un mundo globalizado, gobernado por las tecnologías de la comunicación y el
conocimiento, hacen falta meses, si no es que años —a veces toda una vida y un premio Nobel—
para que los autores sean tomados en cuenta y declarados lecturas obligadas en para los rubros a
los que se refieren. En este contexto, sería pertinente preguntarnos qué constituye, realmente, un
retraso.
62
Moreno, R. (1989 [1984]). La polémica del darwinismo en México: Siglo XIX (2a ed.). Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, pág. 18.

29
Vasconcelos, publicada en 1925, es necesario preguntarse ¿qué es el
darwinismo?

Aunque existe una amplia discusión sobre las características que deben
definir al darwinismo,63 he decidido utilizar la definición establecida por Rosaura
Ruiz y Francisco Ayala en El núcleo duro del darwinismo64 como marco teórico
para el análisis de La raza cósmica, por especificidad.

En palabras de Ruiz y Ayala:

El argumento central del darwinismo es que todas las especies se


reproducen en mayor proporción de la que es posible sobreviva en un
territorio. Esta sobreproducción, aunada a una limitación de recursos,
provoca una lucha por la existencia en la que los organismos portadores de
alguna variación que mejora sus posibilidades de aprovechamiento del
lugar que ocupan en la economía natural (nicho) aumentan su número de
descendientes. Los descendientes modificados orientarán la transformación
de la especie en ese nuevo sentido65. Para Darwin, las variaciones
adaptativas surgen ocasionalmente y pueden incrementar las oportunidades
reproductivas de sus portadores. Las variaciones favorables se conservan a
través de las generaciones, ya que sus portadores se reprodujeron y las
pasaron a su descendencia, las perjudiciales se eliminan y las neutras no
afectan el resultado. Este proceso de selección natural, o supervivencia
diferencial, no tiene límites y está íntimamente ligado con la reproducción.
El cambio evolutivo a través del tiempo y la diversificación de las especies
no se promueven directamente por la selección natural, pero sí pueden
resultar de ella.66

El darwinismo considera la capacidad creadora de la selección natural,


entendida como un proceso no azaroso, como un filtro que mantiene en existencia
los cambios favorables que aparecen raramente y permite la eliminación de

63
Ruiz G., R., & Ayala, F. J. (1999). "El núcleo duro del darwinismo” en: A. Puig-Samper (Eds.), El
darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de México, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas y Ediciones Doce Calles, pp. 299-323
64
Ibíd.
65
Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 311.
66
Ibíd.

30
aquellas características que son perjudiciales. De tal manera que el mismo Darwin
aceptó como sinónimo de selección natural la concepción spenceriana de
“supervivencia del más apto”67 en 1868, en su obra The Variation of Animals and
Plants under Domestication;68 y utilizó la frase en la quinta edición de El Origen,
publicada en 1869.69

La selección natural es además un proceso acumulativo y gradual que


resulta en la preservación de características favorables. Es la conjunción de
muchos cambios, uno tras otro, la que permite la formación de estructuras
complejas como el ojo de los vertebrados.

Uno de los aspectos fundamentales del darwinismo es comprender a la


selección como un proceso oportunista. Quien entiende la evolución desde el
darwinismo más puro sabe que en evolución nadie ni nada selecciona las
combinaciones adaptativas: éstas se seleccionan a sí mismas al multiplicarse con
más eficiencia que las menos adaptativas. De ello deriva también la distinción
entre selección natural y selección artificial, ya que en la primera no existe un fin ni
una dirección, mientras que en la segunda sí existe un seleccionador: el hombre,
que está haciendo uso empírico del proceso que sucede en la naturaleza para
dirigirlo hacia variedades cuyas características le sean útiles.

Cabe aclarar que la selección natural no predice adaptaciones que pudieran


ser útiles en un futuro, sino que actúa conservando las características que son

67
“This survival of the fittest, which I have here sought to express in mechanical terms, is that which
Mr Darwin has called ‘natural selection, or the preservation of favored races in the struggle for life.’”
Spencer, H. (1864). The principles of biology (Vol. I) (Facsímil consultado en
https://archive.org/stream/principlesbiolo05spengoog#page/n10/mode/2up, el 1 de julio de 2014).
London: Williams and Norgate. Pág. 444.
68
“Esta preservación, durante la batalla por la vida, de variedades que poseen alguna ventaja en
su estructura, constitución o instinto, la he llamado selección natural; y el Sr. Herbert Spencer ha
expresado bien la misma idea mediante la supervivencia del más apto”. Darwin, C. (2009 [1868]).
La variación de los animales y las plantas bajo domesticación (Vol. 1). (A. G. González, Trad.)
México: CSIC/Academia Mexicana de Ciencias/UNAM/Catarata. Pp. 57.
69
Freeman, R. B. (1977). The Works Of Charles Darwin: An Annotated Bibliographical Handlist (2
ed.). Great Britain: Dawson/Archon Books. pp. 79.

31
adaptativas en un lugar y tiempo dados, que al momento de la selección es el
presente. De acuerdo con Ruiz y Ayala:

Lo central en la concepción darwinista es la combinación de AZAR Y


NECESIDAD [Mayúsculas de los autores]. […] Como sostiene Darwin, el
origen de las variaciones al azar no explica el carácter adaptativo de los
organismos. La selección natural de los organismos sujetos a los caprichos
de la mutación genética y a los retos ambientales, es la que mejor explica
las radiaciones, expansiones, cambios de una forma a otra, tendencias
ocasionales pero irregulares y las extinciones siempre presentes.70

Finalmente, el darwinismo toma en cuenta la diferenciación entre selección


natural y selección sexual, que Darwin trata brevemente en El Origen y con mayor
amplitud en The Descent of Man and Selection in Relation to Sex. La selección
sexual no depende de la lucha por la existencia, sino de la competencia entre los
machos por aparearse con las hembras, que tiene como resultado la disminución
en algún grado de la progenie del competidor y no su muerte. El dimorfismo sexual
es otro resultado de este tipo de competencia.

Además de las características antes descritas, Ruiz y Ayala señalan otros


conceptos centrales en el darwinismo, que son la variación como materia prima de
la evolución; la lucha por la existencia (que Darwin entiende como el resultado de
la conjunción entre la sobreproducción de descendencia y la evidente limitación de
recursos); la divergencia de caracteres, entendida como el aumento en la
capacidad de adaptarse a diversos lugares en la economía de la naturaleza que
resulta de la diferenciación de las estructuras entre las especies (es decir, la
especialización en la explotación de los diferentes nichos ecológicos); la
especiación o el proceso mediante el cual se producen nuevas especies (que en el
darwinismo implica la separación de dos o más poblaciones para la reproducción,
ya sea por barreras geográficas o preferencias ecológicas); la extinción, que
implica una gradualidad estricta en la modificación de las especies; y el rechazo
absoluto de la existencia de una tendencia hacia el progreso. Esto quiere decir
que no puede hablarse de una línea general en la historia de la vida, sino de
70
Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 313.

32
avances en la solución de problemas planteados por el ambiente a los organismos
en un espacio y tiempo determinados. Dichos avances no siguen una tendencia al
progreso, son más bien actores incidentales, “casi al azar, de un drama que va
cambiando siempre con lentitud”.71

71
Op. Cit., pág. 322.

33
Tabla 1. Elementos esenciales que deben considerarse en el análisis
de las concepciones darwinistas

Parámetros esenciales
Selección Entendida como proceso acumulativo oportunista, no azaroso,
natural con capacidad creadora; y no direccional (diseño sin proyecto).
Surgimiento de variedades sin un rumbo ni propósito
Azar
determinados.
Parámetros secundarios
Causada por la acción directa del medio, el uso y desuso de
Variación
los órganos o la variación espontánea.
Lucha por la Sobreproducción de descendencia que junto con la limitación
existencia de recursos genera competencia.
Divergencia de
Especialización en la explotación de recursos.
carácter
Producción de nuevas especies por aislamiento geográfico o
Especiación aislamiento en un mismo ambiente debido a las preferencias
de tipo ecológico.
Extinción Gradualidad estricta del proceso evolutivo.
Progreso Rechazo explícito a la "tendencia al progreso".
Puntos a considerar
"Todas las especies se reproducen en mayor proporción de la
que es posible sobrevivir en un territorio. Esta
sobreproducción, aunada a una limitación de recursos,
provoca una lucha por la existencia en la que los organismos
Argumento
portadores de alguna variación que mejora sus posibilidades
de aprovechamiento del lugar (nicho) aumentan su número de
descendientes. Los descendientes modificados orientarán la
transformación de la especie en ese nuevo sentido".72
Diferenciación
clara entre Entendiendo que la selección natural no sigue un rumbo
selección natural determinado y la selección artificial está direccionada por el
y selección ser humano para su propio beneficio.
artificial
Competencia en una población entre individuos del mismo
Selección sexual género que resulta en la reproducción diferencial y no en la
muerte del competidor.

72
Op. Cit., pág. 310.

34
Es decir, que para que un autor sea considerado darwinista en el sentido
más estricto debe cumplir con, por lo menos, los parámetros esenciales señalados
en la Tabla 1; y tomar en cuenta los secundarios. Como señalan Ruiz y Ayala:

Desde nuestro punto de vista un autor que asuma las ideas centrales de
Darwin sobre selección natural y azar (aunque si te trata de autores previos
a la síntesis moderna73 además acepten la herencia de caracteres
adquiridos) debe ser considerado darwinista. Sin embargo es importante
analizar su manejo de otros temas centrales por su interés en sí mismos,
pero también porque por un lado en algunos casos pueden dar lugar a
contradicciones y por otro podrían dar lugar a la estructuración de lo que
podríamos llamar “darwinismos locales” en tanto un autor que defiende la
selección natural y el papel del azar en la evolución puede ser reconocido
como darwinista y al mismo tiempo tener una serie de ideas originales
respecto a otros [sic.] cuestiones. Esta reelaboración o modificación del
darwinismo ha ocurrido tanto con los darwinistas contemporáneos de
Darwin como con los actuales.74

Recapitulando

En suma, se puede decir que la recepción del darwinismo implicó la modificación


de la conceptualización que el ser humano tenía de sí mismo, y fue un tema
ampliamente discutido, en parte porque la teoría se percibió como contradictoria a
las doctrinas religiosas. Ello, aunado a su aplicación como herramienta explicativa
del desarrollo de las sociedades humanas, contribuyó a que la evolución
darwiniana se adoptara como sinónimo de progreso.

En México, la inestabilidad política y económica, el atraso científico y la


dependencia intelectual y cultural del extranjero, causaron lo que se ha calificado
como una recepción tardía del darwinismo, mismo que fue discutido mayormente

73
La concepción de la Síntesis Moderna —como suele suceder en la historia de las ideas y los
consensos—fue un proceso, por lo que es complicado establecer una fecha exacta de lo que ha de
considerarse “posterior”. Para efectos del presente trabajo tomo como posterior toda obra
publicada después del año 1942, fecha en la que se editó por primera vez Evolution: The Modern
Synthesis, de Julian Sorell Huxley.
74
Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 315.

35
en los ámbitos social y político en la forma de darwinismo social y no en el sentido
estricto de darwinismo al que hacen referencia Ruiz y Ayala, que no es aplicable
en aquellos casos en los que se presenta un discurso evolutivo no darwinista. La
definición de darwinismo de Ruiz y Ayala será retomada más adelante (Capítulo 3)
como parte del análisis de La raza cósmica.

36
Capítulo II. Porfiriato, positivismo y la Revolución Mexicana
En 1888, cuando Porfirio Díaz (1830-1915) alcanza la estatura dominante por la
que ha venido trabajando desde el inicio de su mandato, 75 Vasconcelos es apenas
un niño de seis años. Para 1911, cuando cae el gobierno de Porfirio Díaz,
Vasconcelos es ya un joven adulto que nació y creció en un país y una sociedad
autoritarios, y que no está de acuerdo con la ideología y las prácticas bajo las que
ha vivido durante casi treinta años.76
Para comprender la postura que expresa en La raza cósmica es necesario
tener en cuenta cuál es el régimen contra el que se rebeló en compañía de
personajes como Francisco I. Madero (1873-1913), Luis Cabrera (1876-1954) y
Federico González Garza (1876-1951), entre muchos otros hombres y mujeres
que se levantaron contra el gobierno. En este segundo capítulo se presenta un
breve recuento de lo que fue y lo que significó para México el Porfiriato.

75
Velásquez García, E. [. (2010). Historia General de México Ilustrada (Vol. II). (pág. 134) México:
El Colegio de México; Cámara de Diputados, LXI Legislatura.
76
En Ulises Criollo el mismo Vasconcelos escribe “… yo no tenía motivo propio de queja contra el
régimen… Sin pertenecer ni remotamente a cualquiera de las facciones gubernamentales, veía
crecer mis entradas, poseía casa propia y porvenir seguro. Pero ¿qué sabe nadie de los motivos
profundos que van determinando el destino? La convicción de que el porfirismo era una cosa
podrida y abominable había ido arraigando en mi sensibilidad. La evidencia de los atropellos
diarios cometidos a ciencia y paciencia del régimen y un sentimiento de dignidad humana ofendida
convertían en pasión lo que primero había sido desagrado y sorpresa…” [Vasconcelos, J. (2006
[1935]). Ulises Criollo (3a ed.) (pp. 267-268). México: Porrúa]. Si realmente se sentía asqueado de
vivir bajo ese gobierno o si se trata de una opinión que fue creciendo al ver los hechos en
retrospectiva es un punto debatible, pero para Vasconcelos esa era su verdad y así la transcribo en
este documento.

37
La ideología del Porfiriato o de cómo el positivismo avivó las
brasas del fuego revolucionario
Según Cosío Villegas,77 al tomar la presidencia, Porfirio Díaz y su grupo de
tuxtepecanos tenían poca o ninguna experiencia en la ciencia y el arte de
gobernar, por lo que se hizo necesario un duro aprendizaje político y
administrativo.
Para Sandra Kunts Ficker y Elisa Speckman Guerra (2010), el Porfiriato
recibió varios legados. Por un lado, un país agotado por décadas de guerra civil,
dividido y heterogéneo, con una economía pobre y poco desarrollada; y por otro,
toda una gama de proyectos y leyes comprometidos con la modernización del
país, que el Porfiriato abrazó como suyos.78
Fue una etapa de intenso desarrollo y crecimiento económico para México,
gracias a lo cual aumentó la población, crecieron las ciudades, mejoraron el
transporte y las comunicaciones y se desplegaron esfuerzos en salud y educación.
Sin embargo, ello no significó una mejora generalizada en la calidad de vida de las
personas ni la superación de las desigualdades sociales y regionales79.
Aunque Díaz trabajó para validar, por la vía política, lo que había logrado
con las armas, la paz porfirista fue sobre todo una “paz forzosa”. En los primeros
años fue conciliador con sus contrincantes pacíficos, pero aplicó mano dura contra
quienes amenazaban con las armas el orden y su gobierno. Más tarde, la
estrategia se centró en la consolidación de un gobierno federal que ganó más
facultades a costa de los estados, y donde el poder ejecutivo llegó a predominar
por sobre el legislativo.80

77
Cosío Villegas, D. (1972). Historia Moderna de México. El Porfiriato: La vida política interior
(Segunda parte). (p. IX) México: Hermes.
78
Kuntz Ficker, S., & Speckman Guerra, E. (2010). "El porfiriato". En Historia General de México
Ilustrada (Vol. II). México: El Colegio de México; Cámara de Diputados, LXI Legislatura, pp. 134-
195.
79
Ibíd.
80
Ibíd.

38
Más allá de las coyunturas políticas, en palabras del propio Cosío Villegas:

Quizá el más importante de los rasgos comunes a la República Restaurada


y el Porfiriato —y, por lo tanto de nuestra historia moderna— sea el de una
sociedad que, tras desgarrar la maraña tradicional, se siente nueva y capaz
de elegir libremente el modelo de la Europa occidental como más moderno
y ventajoso.81

Alrededor de 1888, Díaz decidió que era hora de cambiar de aires y retirar
de la vida política a sus antiguos compañeros de armas y de generación. A partir
de entonces comenzó a rodearse de gente más joven y refinada. Fue así como
comenzó a formarse en el seno de la burocracia mexicana el denominado grupo
de “los científicos”:82 una nueva generación de políticos que provenía de la clase
media urbana, contaba con un grado educativo más alto que el promedio y
compartía una concepción y una filosofía positivistas83 de la historia y de la
sociedad. Como se vería después, esta nueva clase pretendía aplicar los

81
Cosío Villegas, D., & González Navarro, M. (1973). Historia Moderna de México. El Porfiriato: La
vida social. México: Hermes, pág. XVI.
82
González y González, L. (2012). Alba y ocaso del porfiriato. (FCE, Ed.) DF, México. Edición
Kindle. Pos. 127.
83
En su Introducción a Positivismo y Porfirismo, Abelardo Villegas explica: “La palabra positivismo,
usada para designar una serie de corrientes de pensamiento que tuvieron vigencia en México en el
último tercio del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, puede ser tomada en dos sentidos,
uno estricto y otro lato o amplio. En el primero de los casos se trataría de la influencia del
pensamiento de Augusto Comte en México, ya que la filosofía de Comte es la que estrictamente
puede ser denominada positivismo. En sentido amplio, la palabra designaría toda suerte de
doctrinas que exaltaron el valor de la ciencia, y principalmente el darwinismo y el evolucionismo de
Herbert Spencer que, desde luego, tienen parentescos conceptuales con la filosofía de Comte”.
Esta obra utiliza la segunda de las acepciones para explicar la utilización del discurso científico
durante el Porfiriato para justificar las desigualdades sociales y las medidas adoptadas por el
gobierno.
Para una definición más amplia se puede consultar:
Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio
Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez,
Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública.

39
principios y los métodos de la ciencia a la resolución de los problemas sociales, de
donde proviene su sarcástico apodo.84
De acuerdo con Luis González y González, los científicos eran una
generación joven: no más de 50 individuos bien educados, todos menores de 50
años:

[Los científicos] eran gente nacida después de 1840 y antes de 1856,


hombres que en 1888 andaban entre los 32 y los 48 años de edad. Los
cientísicos85 nunca fueron más de 50 y las figuras mayores únicamente
Francisco Bulnes, Sebastián Camacho, Joaquín Diego Casasús, Ramón
Corral, Francisco Cosmes, Enrique C. Creel, Alfredo Chavero, Manuel
María Flores, Guillermo de Landa y Escandón, José de Yves Limantour, los
hermanos Miguel y Pablo Macedo, Jacinto Pallares, Porfirio Parra, Emilio
Pimentel, Fernando Pimentel y Fagoaga, Rosendo Pineda, Emilio Rabasa,
Rafael Reyes Espíndola y Justo Sierra Méndez. Fuera de estos 20, el
dictador usaría los servicios de otros cinco hombres prominentes de la
misma generación de los anteriores: Joaquín Baranda, Diódoro Batalla,
Teodoro Dehesa, José López Portillo y Bernardo Reyes. En suma, 20 de la
mafia “científica”, cinco sueltos y varios supervivientes de la generación
anterior serán notables del periodo 1988-1904, si a ellos se agregan un par
de obispos (Ignacio Montes de Oca y Eulogio Gillow; otro par de poetas
(Salvador Días Mirón y Manuel Gutiérrez Nájera), y un pintor, José María
Velasco. […] 11 eran capitalinos. Había un trío de norteños (Corral, Creel y
Parra), un cuarteto del sureste (Casasús, Pineda, Rabasa y Sierra).
Camacho era de Jalapa y Pallares de Morelia. Con excepción de Corral y
Creel, los científicos honorarios, los demás fueron urbanos hasta las
cachas; todavía más capitalinos puros, y más aún, de la crema y nata de la
ciudad capital. Todos en mayor o menor cuantía, llegaron a ignorar la vida
ranchera y pueblerina. […] Los más de aquellos “niños bonitos” provenían
de gente de pocos recursos, de gente de nivel medio. Eso sí, eran urbanos
y estuvieron en la escuela; una mitad en la Escuela Nacional Preparatoria.
Autodidactos, o casi, fueron Corral y Creel, que no ignorantes. Once, ya de
la escuela Nacional de Jurisprudencia, ya de alguno de los institutos
estatales, presumían de su título de abogado. Además, hubo un par de
médicos (Flores y Parra) y otro de ingenieros (Bulnes y Camacho). Todos,

84
Kuntz Ficker, S., & Speckman Guerra, E. Op. Cit.
85
Peyorativo aplicado al grupo de los científicos derivado de la palabra tisis, nombre popular con el
que se conoce a la tuberculosis.

40
sin excepción fueron tribunos de primer orden. […] Fue aquél un equipo de
licenciados, tribunos, maestros, periodistas y poetas.86

Como puede verse, en una época en la cual la mayor parte de la población


difícilmente asistía a la escuela primaria (ya ni hablemos de completarla), el
dictador mexicano hizo lo que pudo por rodearse de eruditos.
Aunque la administración de los científicos era honrada y eficiente –según
Raat87– ellos y otros personajes políticos lograron enriquecerse aprovechando su
influencia en el gobierno de Díaz.
Por lo general, los científicos tendían al racismo y justificaban su desdén
por la población indígena como una consecuencia de su adhesión al positivismo
comtiano88 y a la teoría de la evolución social de Herbert Spencer:

El positivismo, como doctrina oficial, concebía la superioridad de la élite


dominante de industriales, banqueros y del clero positivista; por lo que
respecta a Spencer, éste sólo se refería a cierta ineptitud biológica de los
que resultaban, por esto, inferiores para adaptarse a un ambiente social
determinado. […] Los científicos seguían al positivismo francés con pleno
conocimiento de causa.
Puede probarse que algunos científicos tenían actitudes racistas, ya sea
porque creían que el indígena era biológicamente inferior o porque su
inferioridad social provenía de causas biológicas. Es decir que el indígena
había fracasado o estaba destinado a fracasar en la lucha de “la
supervivencia del más apto.89

Por ejemplo, en Tres razas humanas90 el político, orador y periodista


Francisco Bulnes afirma que lo que hace diferente al hombre de los demás

86
González y González, L. Op. Cit. Pos. 130-146.
87
Raat, W. D. Op. Cit., pág. 109.
88
En su obra, Raat sostiene que los científicos no eran positivistas (p. 141), ya que no se atenían
en estricto sentido a la doctrina comtiana, sin embargo, este estudio adopta una definición amplia
de positivismo que toma como característica medular la exaltación del valor de la ciencia, por lo
que para efectos del análisis se considera a los científicos como positivistas.
89
Raat, W. D. Op. Cit, pág.120.
90
Bulnes, F. (1972 [1899]). "Las tres razas humanas". En A. Villegas, Positivismo y Porfirismo:
Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes,

41
animales es su tendencia al progreso, a la mejora vista desde una perspectiva
material, moral e intelectual. Sostiene que la justicia es variable si se toma en
cuenta la moral evolucionista, y sobre el indio declara:91

es desinteresado, estoico, sin ilustración; desprecia la muerte, la vida, el


oro, la moral, el trabajo, la ciencia, el dolor y la esperanza. Ama cuatro
cosas seriamente: los ídolos de su vieja religión, la tierra que le da de
comer, la libertad personal y el alcohol, que le procura fúnebres y sordos
delirios.

Bulnes no es el único ejemplo de este tipo de pensamiento. En ¿De qué


lado está el verdadero patriotismo? 92 (1886), Francisco G. de Cosmes reflexiona
sobre el rumbo que debe seguir la nación mexicana y manifiesta:

Si mis adversarios prescindiesen un momento de su irremediable manía de


querer simplificar demasiado, por odio al estudio y a la meditación, los
arduos problemas de la sociología, si renunciasen a generalizar, en un abrir
y cerrar de ojos, las primeras observaciones superficiales que se les
presentan, se fijarían en que hay dos elementos componentes de la actual
nacionalidad mexicana: uno de ellos apto para la civilización, el
descendiente, por la sangre o por el espíritu, de los españoles; y el otro
completamente inepto para el progreso, el indígena.

Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de
Educación Pública, pág. 137.
91
“La diferencia radical, completa, entre el hombre y las demás especies zoológicas, consiste en
que el hombre es un animal progresista, mientras que los demás animales son estrictamente
conservadores. Los cambios progresivos, que tienen lugar en las especies animales inferiores al
hombre, se verifican sin la intervención de la conciencia de los individuos de cada especie.
En la humanidad, las especies conservadoras experimentan en su organismo una especie de
mineralización que las inclina hacia la mutabilidad y pasivismo de las rocas; las razas progresistas
favorecen sin cesar la evolución que necesariamente las mejora bajo el punto de vista material,
intelectual y moral
Las razas superiores son las resueltas a no conservar más que la verdad en la esfera intelectual.
La justicia es variable en el terreno de la moral evolucionista y en el dominio económico nada se
puede conservar, pues todo es susceptible de indefinido progreso”. Ibíd.
92
G. de Cosmes, F. (1972 [1886]). "¿De qué lado está el verdadero patriotismo?". Op. Cit., pp.
126-131.

42
Para Cosmes, el indio en general no es apto para la civilización y su valor
es equiparable al de los animales de carga, ya que sólo puede aportar a la nación
su fuerza física, dirigida por una inteligencia escasa. Aún antes de la Conquista, él
ve en el indígena un pueblo rudimentario que apenas acababa de transitar de la
vida nómada a la sedentaria y que para todo efecto se encontraba en la edad de
piedra al momento de caer bajo el dominio Español. Encuentra además en el
contacto con la civilización española, a todas luces más avanzada, la prueba de
que el indio nunca poseyó cualidades intelectuales, pues de haberlas tenido, éstas
se hubiesen potenciado.93

93
“No se me citen excepciones; no se me hable de indios ilustrados, ni de indios que fueron
grandes hombres, como Juárez, por ejemplo: de lo particular no pueden deducirse consecuencias
lógicas con relación a lo general. Estudiemos a la masa indígena en conjunto, y dígaseme en
donde están sus aptitudes para la civilización. ¿Acaso el indio de nuestros días se distingue en
algo del indio del tiempo de la Conquista? ¿Por ventura ha sacudido el yugo de esa rutina, o mejor
dicho, de esos instintos, que apenas le dan un lugar un poco más elevado que el de las bestias de
labor? ¿Puede prestar a la patria y a la causa del progreso otro contingente que el de sus brazos,
dirigidos por una inteligencia escasísima e incapaz de generalización? Se me dirá: ‘El yugo de la
Conquista atrofió sus facultades intelectuales.’ ¿Y eran grandes esas facultades antes de Cortés?
¿En dónde están los restos de esa civilización prodigiosa de que hablaban tanto los
conquistadores, para dar mayor realce a su empresa? Lo que yo veo es que en el orden moral, los
pobladores de esta región de América eran fetichistas y antropófagos, y carecían por completo de
la verdadera noción de patria: no se explica de otro modo, así la ayuda que prestaron a Cortés los
tlaxcaltecas contra los mexicanos, como la rápida y resignada sumisión de éstos, luego que
Cuauhtémoc cayó en manos de los españoles. En el orden material, apenas conocían la
agricultura, y los instrumentos de labranza más rudimentarios; vivían casi desnudos y en chozas
infelices, iguales a las que sus descendientes habitan hoy todavía. En una palabra, acababan de
pasar de la vida nómade a la vida sedentaria, y se encontraban, al realizarse la Conquista, en la
edad de la piedra pulimentada. ¿Cuáles fueron, pues, las facultades intelectuales del indio que
atrofió el yugo del conquistador? Aun concediendo que estas facultades hubiesen existido, es
indudable que el contacto de los primeros pobladores con una civilización más adelantada, como lo
era la española, las hubiera desarrollado poniéndolas en condiciones mejores de progreso. Pues,
ni moral, ni materialmente hablando, las repetidas facultades pudieran desarrollarse. En religión,
que es la primera manifestación moral de la humanidad, la Conquista no logró más que sustituir los
ídolos de piedra con imágenes, a las cuales los indios rendían y siguen tributando el mismo culto
supersticioso y casi idólatra. Y en cuanto a progreso material, ¿qué adelantos ha realizado la raza
indígena en nuestro suelo? No ha dado un paso por sí sola, después que la civilización de España
le enseñó a labrar groseramente la tierra, y a vestirse con telas más groseras todavía. ¡Ah! Pero la
esclavitud en que vivía…” Ibíd.

43
En 1895 retoma sus reflexiones en “Vuelta a la Carga” y sostiene que entre
las ciencias que asisten a la sociología, la biología es la que mejor explica la
independencia mexicana, ya que ésta responde al fenómeno biológico por el cual
un organismo se separa de su ancestro para formar vida propia. Para Cosmes, la
independencia fue una consecuencia natural del proceso de mestizaje, que
permitió que la nación se formara y adquiriera los elementos que necesitaba vivir
por sí sola, sin necesidad de asistencia:94
Su independencia [de México] obedeció a la ley natural del progreso, en
virtud de la cual el organismo nuevo que tiene suficiente vigor para vivir y
regirse por sí, debe separarse del tronco de donde procedió. Esta es la
verdadera razón de nuestra independencia: no absurdas reivindicaciones

94
“Entre todas las ciencias concurrentes de la sociología, la biología es la que más auxilio presta
para fijar el verdadero concepto filosófico que de la independencia mexicana debe tenerse, porque
es, en realidad, un fenómeno biológico el acto en virtud del cual un organismo humano, llámese
individuo o sociedad, se separa del ser de quien procedió, para hacer vida propia.
Desde luego se comprende que, siendo condición indispensable de toda emancipación la
realización del fin con que se ejecuta, esto es, la existencia por sí del organismo emancipado, debe
éste haber adquirido todos los elementos necesarios para cumplir el expresado fin. Si carece de
ellos, la emancipación no es viable, y será loco o criminal todo intento que, en el sentido de ella, se
ejercite. Mientras tales elementos no existan en el organismo nacido de otro, debe permanecer
dependiente de éste, recibir su dirección, y completar sus deficiencias con los recursos vitales que
le proporciona el organismo que le dio el ser. [...]
En la filogenia de una sociedad, lo mismo que en la ontogenia de un individuo (diré para la
inteligencia de mis ilustrados contradictores, que la primera palabra significa el génesis de la
especie, y la segunda el génesis del ente individual) la formación y el desarrollo del organismo
consiste en la consistencia que van adquiriendo los elementos heredados de la paternidad. […]
La independencia, pues, de nuestra patria tuvo por causa la formación definitiva, después de tres
siglos de vivir bajo la tutela de la nación que le dio el ser con la conquista (lanzando a la vida de las
agrupaciones humanas un organismo nuevo con sus condiciones características de
diferenciación), la formación definitiva, repito de una nacionalidad dotada de todos los elementos
de que necesitaba para vivir por sí y sin ayuda extraña. […] El régimen colonial supo aprovechar
hábilmente aquellos elementos capaces de ser parte de la constitución de una nacionalidad,
elementos que encontró la Conquista en nuestro suelo. Me refiero a la población indígena
principalmente, a cuya fusión con la raza europea se debió la obra de diferenciación realizada
entre nosotros. La mezcla de blancos e indios dio nacimiento a un pueblo nuevo, que ni era del
todo español, ni tampoco era indígena, aunque sobreponiéndose en la fusión de caracteres
intelectuales y morales de la raza superior.” G. de Cosmes, F. (1972 [1895]). "Vuelta a la Carga".
En A. Villegas, Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra,
Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio
Barreda y Agustín Aragón. Secretaría de Educación Pública. Pp. 132-136.

44
de derechos indígenas, que nunca existieron, ni odio a la nación a quien
debemos cuanto somos. 95

Aunque de forma menos radical, Justo Sierra también reflexiona en “La era
actual”96 (1900-1902) sobre la estructura de la sociedad, y asegura que la
influencia de la división de razas en la evolución social es cada vez menor gracias
a la mezcla que ha tenido lugar entre la población, que es además el origen de la
burguesía dominante. Sostiene que las concepciones sobre la distribución de la
sociedad no deben tomarse en un sentido absoluto, ya que existe una filtración
constante entre las divisiones; de manera que, por ejemplo, han llegado a la
burguesía los vicios del alcohol y la superstición.
A la proposición de que dichos males emanan de la raza indígena hacia la
nueva burguesía, Sierra agrega que ambos pueden resolverse por medio del
presupuesto y la escuela; sin embargo, concluye:
Nos falta devolver la vida a la tierra, la madre de las razas fuertes que han
sabido fecundarla, por medio de irrigación; nos falta, por este medio con
más seguridad que por algún otro, atraer al inmigrante de sangre europea,
que es el único con quien debemos procurar el cruzamiento de nuestros
grupos indígenas, si no queremos pasar del medio de civilización, en que
nuestra nacionalidad ha crecido a otro medio inferior, lo que no sería una
evolución, sino una regresión. Nos falta producir un cambio completo en la
mentalidad del indígena por medio de la escuela educativa. Ésta, desde el
punto de vista mexicano, es la obra suprema que se presenta a un tiempo
con caracteres de urgente e ingente. Obra magna y rápida, porque o ella, o
la muerte.

Es decir, que es imprescindible para el progreso superar la condición


inferior del indígena mediante dos medidas: por un lado la escuela (que implica
que el indígena es capaz de aprender), y por otro la cruza racial con los tipos
europeos (las razas fuertes).

95
Ibíd.
96
Sierra, J. (1972 [1900-1902]). "La era actual". Op. Cit., pp. 76-96.

45
De acuerdo con Raat,97 la mayoría de los positivistas ortodoxos expresaron
su simpatía por la raza indígena, e incluso varios educadores defendieron
públicamente que las aptitudes intelectuales del indio eran iguales a las de la
“gente civilizada”. Tal fue el caso de Manuel Baranda (1799-1861?), quien en la
Convocatoria al Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública 98 (1889)
expresó:

lo que hasta hoy se ha hecho a favor de la desvalida raza indígena han sido
esfuerzos aislados y por lo mismo de poco alcance. Unifórmese la
enseñanza primaria obligatoria para todos los ámbitos de la República y
pronto se verá por los hechos, que no existe la pretendida inferioridad de la
raza indígena y que sus hijos son capaces de rivalizar con el blanco y el
mestizo en la lucha por el saber.99

Sin embargo, como suele ser el caso, las ofensas pesaron más que los
halagos, y para 1906 “el positivismo era un símbolo de odio para muchos
mexicanos y la difusión real de la doctrina no tenía importancia para quienes se
sentían amenazados por el símbolo”100.
En otras palabras, como sostiene Abelardo Villegas,101 el positivismo se
introdujo a México como filosofía, como sistema educativo y como arma política; y
paradójicamente, además de servir para avivar el descontento social por ser “la
filosofía dominante de la clase dominante”, también posibilitó algunos enfoques
esenciales de las doctrinas de la Revolución.102

97
Raat, W. D. Op. Cit., pág. 122.
98
Granja Castro, J. (2010). Procesos de escolarización en los indios del siglo XX. La instrucción
rudimentaria en México. Perfiles Educativos, XXXII(129).
99
Debates del Congreso Nacional de Instrucción Pública. (1889). Citado en Granja Castro, J. Op.
Cit. Pág. 68.
100
Raat, W. D. Op. Cit., pág. 89.
101
Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio
Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez,
Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública, pág. 12.
102
Op. Cit., pág. 21.

46
El Maestro de América
De acuerdo con Susana Quintanilla (2012),103 no existe en realidad una biografía
histórica completa de José Vasconcelos, ya que su estudio se encuentra muy
limitado por la escasez de documentos históricos, y los expertos frecuentemente
se ven obligados a regresar a sus propias Memorias. Por fortuna, no es objeto de
este estudio retomar esa labor titánica a la que siguen abocados grandes
personajes, cuyos trabajos retomo para construir un esbozo histórico de la vida y
obra de José Vasconcelos, que permita establecer un contexto adecuado para el
análisis de la obra que nos ocupa.
José Vasconcelos nació en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca el 27 de febrero
de 1882. Primer hijo de Ignacio Vasconcelos y Carmen Calderón; su abuelo
materno fue el médico liberal Esteban Calderón y Candiani, quien huyendo de
Antonio López de Santa Anna se refugió en Nueva Orleans a mediados del siglo
XIX. Allí conoció y se sumó a Benito Juárez.104
A su regreso a México, Esteban asistió a Porfirio Díaz y sus tropas, luchó
contra los franceses durante el imperio de Maximiliano y respaldó a Sebastián
Lerdo de Tejada. Tal fue la contribución del médico Calderón y Candiani al
régimen porfirista que fue nombrado senador vitalicio de Oaxaca, cargo en el que
permaneció hasta el día de su muerte, en 1893.105
La boda de su hija Carmen e Ignacio Vasconcelos —hijo ilegítimo de
comerciantes y un hombre humilde de clase media baja— tuvo que realizarse en
secreto, pues el senador desaprobaba la unión.106
Tras el matrimonio con Carmen, Ignacio consiguió un empleo como agente
aduanero y la familia tuvo que trasladarse con frecuencia. Residieron primero en
Soconusco, Chiapas, después en Sonora y finalmente se establecieron en Piedras

103
Quintanilla, S. “José Vasconcelos”. (2012). De Conversaciones sobre historia. México: Instituto
Mexicano de la Radio/INEHRM.
104
Lago Carballo, A. (1989). Prólogo. En M. J. Sarabia Viejo (Ed.), José Vasconcelos. Madrid,
España: Instituto de Cooperación Iberamericana. Pp. 19.
105
Ibíd.
106
Ibíd.

47
Negras, Coahuila, de 1887 a 1894. Como el lugar carecía de escuelas, José
Vasconcelos asistió a la Escuela Primaria de Eagle Pass, Texas. Cuando tenía
trece años se le ofreció una beca para estudiar en Austin, sin embargo, la familia
decidió permanecer unida y viajar rumbo a la Ciudad de México. Para entonces, el
joven Vasconcelos ya era un asiduo lector y practicaba el catolicismo. 107
Los meses que siguieron a la mudanza Vasconcelos asistió al Instituto de
Toluca, antes de trasladarse con su familia al sureste mexicano, donde tuvo la
oportunidad de estudiar en el Instituto de Ciencias de Campeche durante un
periodo que coincidió con el auge henequenero en Yucatán, 108 que trajo
prosperidad y riqueza a la región; y con los efectos en el Caribe de la guerra entre
Estados Unidos y España. Fue en Campeche donde experimentó sus primeros
encuentros con la literatura francesa y finalizó sus estudios de secundaria.109
En 1899, decidió separarse de su familia y continuar su educación en la
ciudad de México en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), bajo la filosofía del
positivismo.110 Durante su estancia en la ENP adoptó una postura decididamente
anti-porfirista “por la opresión [del gobierno] a los individuos concretos en general,
y más todavía, a los individuos con dotes especiales. Esta actitud es la misma que

107
Ibíd.
108
Ayuntamiento de Mérida, Y. (s.f.). Archivo Histórico del Ayuntamiento de Mérida, Yucatán.
Recuperado el 19 de Junio de 2014, de Mérida y su historia. Periodo Porfiriato:
http://www.merida.gob.mx/archivohistorico/merida_porfiriato.html
109
Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 20.
110
“La escuela Preparatoria fue inaugurada el lunes 3 de febrero de 1868 y sus actividades se
iniciaron el mismo día. Fue don Gabino Barreda su primer director, quien tuvo que hacer frente a
los ataques que le dirigieron no sólo los espíritus retardatorios sino aun [sic.] muchos de los
liberales de su tiempo. Cuando Barreda dejó la dirección de la escuela por él fundada, para partir a
Berlín como representante de México, quedaba en pie un centro de cultura que fue capaz durante
muchas décadas de resistir el embate de sus enconados adversarios. El positivismo como sistema
pedagógico subsistió más de cuatro décadas a la fecha de la Escuela Preparatoria”.
Díaz y de Ovando, C. (1972). La Escuela Nacional Preparatoria. 1867-1910 (Vol. I). México:
Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM. Pp. 14 y 15. En Rojas Garcidueñas, J. (1979). El
Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana. Pp. 30 y 31.

48
llevaría después a Vasconcelos a ponerse también en contra de los regímenes
posrrevolucionarios [sic.] que no permitían la libertad de los individuos civiles”.111
Al salir de la ENP ingresó a la Escuela de Jurisprudencia, donde acreditó la
carrera de Derecho en 1905 con la tesis Teoría Dinámica del Derecho: un “alegato
metafísico antipositivista contra la pasividad de una sociedad estancada” en el que
proponía excluir a los caudillos y a la aristocracia, pues implicaban la explotación
de otros. Su planteamiento derivó en la confrontación entre razas metropolitanas y
razas coloniales, lo que marcó el punto de partida para sus obras posteriores más
conocidas,112 entre ellas La raza cósmica. En esta misma época empezó a
trabajar como amanuense en la notaría de Ignacio Aguilar y Marocho, y como
ayudante del senador porfiriano Jesús Uriarte. Asimismo, aunque siempre fue
adverso al matrimonio, en 1906 se casó con Serafina Miranda.113
En 1909, entró en contacto con Francisco I. Madero. Con él y al lado de
Gustavo I. Madero (1875-1913), Filomeno Mata (1845-1911), Roque Estrada
(1883-1966), Emilio (1858-1926) y Francisco Vázquez Gómez (1860-1933), Félix
Palavicini (1881-1952), Federico González Garza (1876-1951) y Luis Cabrera
(1876-1954), entre otros, fundó el Centro Antirreleccionista de México, el cual
defendía que se prohibiera al presidente Díaz reelegirse en el cargo, y de donde
fue secretario.114
Junto con Félix Palavicini editó el semanario El Antirreleccionista, órgano de
expresión del Centro, que salió a la calle por primera vez el 6 de junio de 1909. En
el primer número del periódico, Vasconcelos publicó el artículo “Nuestros Fines”,
en la que expresó su descontento con el régimen y que transcribo íntegro a
continuación:

NUESTROS FINES

111
Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 20.
112
Ibíd.
113
Ibíd.
114
Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 21.

49
La administración del Gral. Porfirio Díaz, con sus métodos de gobierno,
debe considerarse por terminada al final del corriente periodo presidencial.
Bueno o malo, el porfirismo ha dado ya todos sus frutos, y pretender
mantenerlo es querer mantener un cadáver fuera de sepultura.
El grupo pusilánime que por necesidades personales o cobardía desea ver
en la presidencia a un continuador de la política del general Díaz,
desconoce la verdadera situación del país y no comprende que la dictadura
como régimen morboso de gobierno debe ser transitoria y excepcional,
pues así como alguna vez fue necesaria para garantizar la paz, hoy que la
paz está cimentada, la Dictadura es un peligro para ella.
Ahora el Gobierno tiene una gran oportunidad para cubrirse de honor
devolviéndole al pueblo gradual, pero francamente, los derechos que se le
han arrebatado. Por ello, se le pide que salga al encuentro de los derechos
legítimos del pueblo y que se los dé antes de que se le arrebaten.
¡Sistemas nuevos para gentes nuevas!
Las publicaciones reeleccionistas, que reafirman su deseo de que un solo
hombre siga siendo dueño de los destinos del país, no se dan cuenta de
que la masa de esclavos a quienes se dirige ya no existen, pues fuera de su
cuerpo hay ilustración, valor y dignidad. Deben de saber que hay una clase
y un país a quien no se conquista con engaños y a quien sólo se puede
atraer con procederes honrados, por eso los mexicanos estarán, llegado el
momento, con el candidato o grupo que ofrezca mayor respeto a la ley.
Es deber de todos instruir al pueblo en sus derechos electorales y
convencerlo de que los ejercite a partir de la próxima elección, sin
importarle cada fracaso, sin que lo desaliente el fraude ni lo intimide la
fuerza. Que se demuestre que el pueblo mexicano puede hacer obra de
democracia si el Gobierno deja de impedirlo por la fuerza de las armas.
Sufragio efectivo. No reelección.115
J. Vasconcelos.

Por sus visiones radicales, el periódico sólo se editó durante seis meses,
pues Porfirio Díaz mandó cerrar sus oficinas y detener al equipo redactor.
Vasconcelos fue avisado a tiempo y pudo huir. Así fue como se convirtió por
primera vez en fugitivo, el mismo año en que nació su primer hijo, Juan Ignacio. 116
El activismo político de Vasconcelos no se limitó a sus actividades en el
Centro Antirreleccionista. Gracias a su paso por la Escuela de Jurisprudencia, se

115
Vasconcelos, J. (06 de Junio de 1909). "Nuestros fines". Anti-Reeleccionista(1). Pp. 1.
116
Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 21.

50
unió a personajes como Antonio Caso (1883-1946), Pedro Henríquez Ureña
(1884-1946) y Alfonso Reyes (1889-1959),117 para crear en 1909 el Ateneo de la
Juventud.118 Tanto ellos como Vasconcelos tendrían más adelante un papel
decisivo en la vida política y cultural de México. 119
Una de las actividades más destacadas del Ateneo de la Juventud fue la
realización en 1910 de las Conferencias del Ateneo de la Juventud, que cerró el
12 de septiembre con la conferencia de José Vasconcelos “Don Gabino Barreda y
las ideas contemporáneas”,120 que más que hablar de Gabino Barreda se trata de
una reflexión acerca de lo que debería construirse sobre las bases del positivismo,
descartando una filosofía que para él fue necesaria, pero que ahora debía ceder el
paso al verdadero entendimiento: el del espíritu.
Comienza su ponencia exponiendo, para el caso del positivismo, los cuatro
problemas que debe resolver una filosofía completa: el del conocimiento, el
cosmológico, el de los valores y el psicológico. Del primero afirma: de la edad
poética o teleológica del espíritu, en la que el ser humano concibe sus actitudes
reflejadas en el universo, el positivismo no logró entender que corresponde a la

117
La lista completa de socios numerarios y correspondientes y la mesa directiva, así como una
descripción detallada de sus actividades y funciones puede consultarse en Rojas Garcidueñas, J.
(1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana.
118
Garciadiego, J. (1996). Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución
Mexicana. México: El Colegio de México/UNAM. Pp. 38.
119
De acuerdo con Samuel Ramos, “La obra cultural del ˂˂Ateneo de la Juventud˃˃… debe
entenderse como una lucha contra la desmoralización de la época porfirista. Este movimiento
intelectual revolucionario se adelantaba a la revolución política que estalló en 1910. […] La obra del
Ateneo en su totalidad fue una sacudida que vino a interrumpir la calma soñolienta en el mundo
intelectual de México. Propagó ideas nuevas, despertó curiosidades e inquietudes y amplificó la
visión que aquí se tenía de los problemas de cultura. Mediante su filosofía tendió a contrarrestar el
flujo creciente del utilitarismo, inculcando en la juventud el sentido de los valores del espíritu. El
resultado que dio aquella agitación en la década que comienza en 1910, fue elevar el tono y
ensanchar el radio de nuestra vida intelectual”.
Ramos, S. (1943). Historia de la Filosofía en México. México: UNAM, Imprenta Universitaria. En
Rojas Garcidueñas, J. (1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional
de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.
120
Vasconcelos, J. (2010 [1910]). "Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas". En C.
D. Michael (Ed.), Los retornos de Ulises. Una antología de José Vasconcelos (pp. 43-57). México:
Secretaría de Educación Pública/Fondo de Cultura Económica.

51
naturaleza misma del entendimiento; del segundo concluye que para el
positivismo, que describe los fenómenos del mundo, el por qué de las cosas está
vedado; de la moral (los valores), el positivismo incorpora tres elementos
fundamentales: la solidaridad, el altruismo y la inmortalidad; finalmente, sobre el
problema psicológico declara:

Por lo que se refiere al problema psicológico, baste recordar que el


positivismo creyó en la subordinación radical de lo psíquico a lo biológico,
de lo mental a lo orgánico; que el albedrío se explicó como lo es la caída de
los cuerpos según la ley de la atracción, sólo que misterioso en apariencia,
porque desconocemos las razones múltiples del querer, los motivos que
operan en lo que hoy se llamaría la subconsciencia.121

Una vez establecido el pasado filosófico de la nación, se pregunta qué es lo


que distingue a la modernidad, que se siente aun cuando no ha pasado medio
siglo de la enseñanza del positivismo. Dice entonces:

Creo que nuestra generación tiene derecho a afirmar que debe a sí misma
casi todo su adelanto; no es en la escuela donde hemos podido cultivar lo
más alto de nuestro espíritu. No es allí donde aún se enseña la moral
positivista, donde podríamos recibir las inspiraciones luminosas, el rumor de
música honda, el misterio con voz que llena de vitalidad renovada y profusa
el sentimiento contemporáneo. El nuevo sentir nos trajo nuestra propia
desesperación; el dolor callado de contemplar la vida sin nobleza ni
esperanza.122

De acuerdo a la conferencia de 1910, para Vasconcelos, la enseñanza del


positivismo promovida por Barrera, no dio al pueblo todo lo que necesitaba, pero sí
impidió que se retrocediera “en el camino del mejoramiento”.

121
Vasconcelos, J. (2010 [1910]). "Gabino Barreda y las ideas contemporáneas". En C. Domínguez
Michael, Los retornos de Ulises: Una antología de José Vasconcelos (pp. 43-57). México: FCE.
Pág. 47.

122
Op. Cit., pp. 47-48.

52
Sigue sus reflexiones tratando de salvar el espacio que separa a las
ciencias de las artes y buscando cuál es el mejor camino para encontrar el
significado de las cosas. Establece que en un principio la filosofía no se ocupaba
de la la cosa en sí,123 sino de su representación, y tras afirmar que “el impuso vital”
es inmaterial, asegura que cuando se obra con desinterés se desafían las leyes
naturales, en particular la biológica. Concluye:

El positivismo de Comte y de Spencer nunca pudo contener nuestras


aspiraciones; hoy que, por estar en desacuerdo con los datos de la ciencia
misma, se halla sin vitalidad y sin razón, parece que nos libertamos de un
peso en la conciencia y que la vida se ha ampliado. El anhelo renovador
que nos llena ha comenzado ya a vaciar su indeterminada potencia en los
espacios sin confín, donde todo aparece como posible. ¡El mundo que una
filosofía bien intencionada, pero estrecha, quiso cerrar; está abierto,
pensadores!124

A la luz de sus escritos posteriores, la conferencia de 1910 se lee sobre


todo como el principio de una filosofía que seguiría construyendo hasta el último
día de su vida; como la flama inicial de una pasión duradera.
También en ese año fue perseguido por la policía por publicar en México
Nuevo un artículo donde escribió, entre otras cosas, que “el porfirismo es un
cadáver y sólo hace falta enterrarlo”.125 Huyó a Nueva York y trabajó como
traductor durante tres meses. Cuando regresó a México, supo del fraude electoral
con el que Díaz perpetuaba su mandato y se unió al movimiento organizador de la
revolución (Plan de San Luis), que debía estallar el 20 de noviembre. Nuevamente
fue denunciado y viajó a Estados Unidos, donde fue representante del movimiento
maderista en Washington, mas no consiguió su reconocimiento oficial. 126 En 1911,
123
El noúmeno del que se ocupa en Pitágoras. Una teoría del ritmo (1916), llevando a
mayores extremos sus reflexiones sobre la ciencia y el arte al afirmar “Por eso el misterio de todo
lo creado no lo resuelve la inteligencia ni la experiencia, cuyo ordenado conjunto constituye la
ciencia, sino sólo la intuición de belleza; sólo en el arte se contemplan y se funden los géneros, las
clases, los números, las ideas y los seres”.
124
Vasconcelos, J. (2010 [1910]). Op. Cit., pág. 56
125
Vasconcelos, J. (06 de Junio de 1910). La enfermedad del Presidente. México Nuevo, pág. 3.
126
Lago Carballo, A. Op. Cit., pp. 21.

53
vuelve a México para formar parte del comité dirigente del ahora Partido
Antirreleleccionista, apoyando la designación de Francisco I. Madero como
presidente.127 Ese mismo año nace su hija María del Carmen y Vasconcelos
comienza su relación con Elena Arizmendi (1884-1898), con quien vivió y viajó los
tres años siguientes.128
En 1912, el Ateneo cambia su nombre por el de Ateneo de México, con un
sentido de empresa nacionalista que intenta llevar al país hacia el camino liberal y
democrático mediante misiones culturales como la Universidad Popular Mexicana,
antecedente inmediato de la Secretaría de Educación Pública, que Vasconcelos
impulsaría años después.129
En 1913, tras el asesinato de Madero, Vasconcelos decide unirse al
movimiento de Venustiano Carranza. Participó en la acción internacional contra el
empréstito solicitado por Victoriano Huerta, viajando por su cuenta a Londres y
París. Posteriormente aceptó el cargo de director de la ENP que le ofreció
Carranza.130
Al tiempo que Carranza y Francisco Villa se imponían militarmente en
México, el primero mostraba su deseo de poder. Esta actitud decepcionó a
Vasconcelos, quien apoyó la instauración del gobierno pacificador de Eulalio
Gutiérrez —rechazado por Carranza — y aceptó, en 1914, el cargo de Secretario
de Instrucción Pública y Bellas Artes. Sin embargo, el gobierno de Gutiérrez fue
breve, y al mes de su entrada en México se vio obligado a huir hacia el norte del
país, ante la presión de villistas y zapatistas.131
En 1915, coincide como emisario de Gutiérrez en Estados Unidos con los
de Villa y Carranza. Durante su estancia, Vasconcelos pide al país vecino la no
interferencia en la política interior mexicana; mientras tanto, Gutiérrez renuncia a

127
Lago Carballo, A. Op. Cit., pp. 22.
128
Es la “Adriana” que menciona en su Ulises Criollo, con quien se cree que tuvo una relación
entre 1911 y 1916.
129
Ibíd.
130
Ibíd.
131
Ibíd.

54
la presidencia, dejando el poder en manos de Carranza. La inesperada decisión
del Presidente frustró profundamente a Vasconcelos, por lo que decidió quedarse
en Nueva York y dedicarse al estudio de la filosofía griega, 132 que sería de gran
importancia para su obra literaria.133
En 1915, la Conferencia Panamericana resuelve la necesidad de que
México cuente con estabilidad política y el 19 de octubre de ese año, el presidente
Woodrow Wilson de los Estados Unidos reconoce a Carranza como presidente de
México. Es entonces cuando Vasconcelos, siempre conciliador, se vincula
nuevamente con el carrancismo y poco después acepta el cargo de agente
confidencial del presidente ante el gobierno inglés para evitar que se otorgara a
Victoriano Huerta cualquier ayuda. Con este propósito viaja a Inglaterra, Francia y
España, y obtiene la promesa del gobierno francés de negar su apoyo a Huerta.
Al regresar a México acepta la dirección de la ENP de la Ciudad de México,
pero pronto renueva sus críticas a Carranza, lo que ocasiona su arresto y exilio a
los Estados Unidos.
En 1917, se dedicó a escribir Prometeo vencedor (1916), El monismo
estético (1918), y Estudios indostánicos (1920),134 en los que profundiza sobre el
desarrollo espiritual que debe prevalecer sobre la filosofía científica. Así lo expresa
en su introducción a El monismo estético:135
Fui educado en la creencia de que ya no es posible construir nuevos
sistemas de filosofía. La escuela inglesa, empirista, evolucionista y plagada
de cabezas menores de ensayistas, nos condenaba a concebir el mundo
como una sucesión de hechos que deben ser expresados en estilo narrativo
y detallista. La relatividad del conocimiento científico, invadiendo las
soberanas esferas de la filosofía, transformaba los principios lógicos, la
moral y el gusto; y todo el pensamiento ligado tan sólo por las leyes de la

132
Ibíd.
133
Ibíd.
134
Lago Carballo, A. Op. Cit., pág. 23.
135
Vasconcelos, J. (2010 [1920]). "El monismo estético". En Los retornos de Ulises. Una antología
de José Vasconcelos (pp. 128-151). México: SEP/FCE.

55
materia sensible asumía el aspecto inerte, equilibrado y profuso de un polvo
de nebulosa. 136

También en este escrito reafirma su desprecio por las teorías evolutivas


darwinistas, y la filosofía y el actuar de los positivistas; sin embargo, no descarta
del todo los conocimientos producidos por la ciencia, sino que propone, en
cambio, su incorporación en una nueva filosofía.
Durante su estancia en Estados Unidos residió en Los Ángeles y San Diego
ejerciendo como abogado hasta 1920, cuando Álvaro Obregón lo llamó a México
tras haber asesinado a Carranza. A su regreso, Vasconcelos fue nombrado rector
de la Universidad Nacional por el presidente provisional Adolfo de la Huerta, 137
cargo que asumió —como todos los puestos públicos que ocuparía a partir de
entonces— con un profundo sentido nacionalista y un deseo insaciable de
construir una nueva sociedad, que enalteciera el espíritu de los hombres a través
de la cultura. Durante su discurso de toma de posesión como rector138 de
Universidad Nacional de México expresó:

136
“La mayor parte de las perplejidades que hemos padecido aquí en la América proceden de
nuestra educación imperfecta; de la ausencia de criterio histórico y de sentido de proporción. Sólo
así se explica que llegáramos a ser tan obtusos como los positivistas. Para estos señores la
experiencia humana, anterior a Bacon o a Comte, no tiene ningún valor; el saber comienza con los
análisis celulares de Darwin, y no obstante que se saquea a Kant para fundar el agnosticismo, se
habla en seguida de él como de un autor alemán “que leí después de escritos mis primeros
principios”. La filosofía, el cristianismo, el pensamiento oriental, los grandes movimientos históricos,
todo esto, era la letra muerta para los sabios miopes y para los spencerianos bizcos. En fin, una
filosofía primitiva y provinciana con pretensiones de universalismo, porque representaba el poderío
material de una raza de comerciantes, antimística, antiheróica y antirreligiosa.
Lamentable es que hayamos perdido veinte o treinta años de nuestra vida espiritual en todos estos
seudocientificismos de cretinos; pero si las filosofías fundadas en unas cuantas hipótesis científicas
no resultaron dignas de la historia del pensamiento humano, es muy distinto el juicio que debemos
formar de los postulados propiamente científicos; estos contienen grandes y definitivas verdades
que necesariamente han de formar parte de todo pensamiento de lo futuro. La verdadera ciencia
no nos dice que no hagamos más filosofía, que no hagamos más metafísica, sino que nos da
elementos firmes para hacer todo eso, con método más acertado que el de nuestros antecesores”.
Ibíd.
137
Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 23.
138
Una vez más, en sus palabras asoma la filosofía que desborda La raza cósmica; ese desprecio
irrenunciable por la opresión de unos sobre otros: “La Revolución ya no quiere, como en sus días
de extravío, cerrar las escuelas y perseguir a los sabios. La Revolución anda ahora en busca de

56
En estos momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir
a la Universidad que trabaje por el pueblo.139

Y así lo hizo. Como rector inicia una gran actividad en pro de la educación y
la cultura del pueblo mexicano basada en la campaña nacional contra el
analfabetismo, la presentación del Proyecto de Ley para federalizar la enseñanza,
y la creación de la Secretaría de Educación Pública, que fue aprobada en 1921,
ocupando el cargo de secretario el propio Vasconcelos.140
Como secretario de Educación Pública instituyó misiones culturales que
pretendían llevar maestros a todos los rincones del país. También decidió impulsar
el arte, por lo que a partir de 1922, se empezaron a pintar los principales edificios

los sabios. Mas tengamos también presente que el pueblo sólo estima a los sabios de verdad, no a
los egoístas que usan la inteligencia para alcanzar predominio injusto, sino a los que saben
sacrificar algo en beneficio de sus semejantes. Las revoluciones contemporáneas quieren a los
sabios y quieren a los artistas, pero a condición de que el saber y el arte sirvan para mejorar la
condición de los hombres. El sabio que usa de su ciencia para justificar la opresión y el artista que
prostituye su genio para divertir al amo injusto, no son dignos del respeto de sus semejantes, no
merecen la gloria. La clase de arte que el pueblo venera es el arte libre y magnífico de los grandes
altivos que no han conocido ni señor ni bajeza. […] Los hombres libres no queremos ver sobre la
faz de la tierra ni amos ni esclavos, ni vencedores ni vencidos, debemos juntarnos para trabajar y
prosperar. Seamos los iniciadores de una cruzada de educación pública, los inspiradores de un
entusiasmo cultura semejante al fervor que ayer ponía nuestra raza en las empresas de la religión
y la conquista. No hablo solamente de la educación escolar. Al decir educación me refiero a una
enseñanza directa de parte de los que saben a favor de los que nada saben; me refiero a una
enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaja y la
potencia de cada cerebro que piensa. […] Trabajo útil, trabajo productivo, acción noble y
pensamiento alto: he allí nuestro propósito”. Vasconcelos, J. (2009). Discursos 1920-1950. México:
Trillas. Pág. 12.
139
Ibíd.
140
Sobre su paso por las instituciones de educación —que es en definitiva su labor más conocida y
su más importante legado—, es mucho lo que puede decirse. Desde el reclutamiento de profesores
voluntarios y de mujeres que apoyaron la campaña de alfabetización, ya fuera en la escuela o en
sus casas; la amplísima labor de educación que se realizó sobre salud e higiene, y los comedores
escolares financiados por los propios profesores, para que los niños pudiesen estudiar sin la
distracción del hambre y la malnutrición, la labor impulsada por Vasconcelos fue titánica y merece
sin duda un estudio aparte. Para conocer a profundidad qué fue lo que aconteció entre 1920 y
1925 en la vida de José Vasconcelos y el impacto que tuvo en la sociedad y la cultura mexicanas,
puede consultarse Fell, C. (2009 [1989]). José Vasconcelos: Los años del águila (1920-1925).
Educación, cultura e Iberoamericanismo en el México Postrevolucionario. México: Instituto de
Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México.

57
adscritos a la Secretaría por los muralistas Orozco, Siqueiros, Rivera, y Alva del
Canal, por mencionar algunos.141
En 1921, fundó una editorial para publicar libros clásicos, la revista El
Maestro, y estableció los nuevos escudo y lema de nuestra Universidad, en los
que inmortaliza su convicción más profunda, que exploraría ampliamente en La
raza cósmica: la idea de que toda América Latina debe trabajar junta hacia el
bienestar y la unidad espiritual, para crear una nueva sociedad de hombres
verdaderamente libres. Así lo expresó en el Boletín de la Universidad publicado en
julio de 1921, con fecha del 21 de abril del mismo año:
Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los
caracteres de la cultura mexicana, y teniendo en cuenta que en los tiempos
presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de
organización de los pueblos, sustituyendo las antiguas nacionalidades, que
son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base
de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del
espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana, y a fin de
que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia patria
con la gran patria hispanoamericana que representará una nueva expresión
de los destinos humanos, se resuelve que el escudo de la Universidad
Nacional consistirá en un mapa de América Latina con la leyenda “POR MI
RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”. Se significa en este lema la convicción de
que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia
espiritual y libérrima. Sostendrán el escudo un águila y un cóndor, apoyado
todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca.142

Como menciona la circular, en el nuevo escudo (Figura 1) se observan


orgullosos un águila mexicana y un cóndor andino, que representan la unidad
entre México y América Latina, así como un mapa en el centro que incluye a toda
la región; en oposición al escudo anterior (Figura 2), que rezaba “Patriae scientiae
que amor salus populi est”, el conocimiento y el amor a la patria son la salud del
pueblo.

141
Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 23.
142
Vasconcelos, J. (2009). Op. Cit., pág. 15.

58
Figura 1. Nuevo escudo y lema de la Universidad Nacional de México. La palabra “Autónoma” se
agregó más tarde, cuando se alcanzó la autonomía universitaria (parcialmente en 1929 y de
manera total en 1933).143

143
UNAM. (2009). Acerca de la UNAM. Recuperado el 2014 de junio de 24, de UNAM en el tiempo.
Cronología histórica de la UNAM:
http://www.unam.mx/acercaunam/es/unam_tiempo/unam/antecedentes.html

59
Figura 2. Antiguo escudo y lema de la Universidad Nacional de México.

Por sus acciones en pro de la educación y su marcado iberoamericanismo,


en 1923, estudiantes de Colombia, Perú y Panamá le otorgaron el título de
Maestro de la Juventud de América.144 Sin embargo, los roces y rompimientos con
varios de sus colaboradores —Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso, Lombardo
Toledano, y Diego Rivera—, y los cambios en la política de Álvaro Obregón, que
limitaron el presupuesto de la Secretaría a tal grado que ya no sería posible
continuar varios de los proyectos educativos, llevaron a Vasconcelos renunciar a
la Secretaría en julio de 1924. De acuerdo con Claude Fell:
Su partida frenaría —por cierto menos en lo cuantitativo que en lo
cualitativo— el impulso de la educación y la difusión cultural en México. Le

144
“La Cuarta Asamblea de Estudiantes, ansiosa de dar una prueba definitiva e inequívoca de
solidaridad hispanoamericana, y profundamente entusiasmada por la obra admirable realizada
desde México y con proyecciones sobre el sur del continente por el señor licenciado Vasconcelos,
acuerda: proclamar su nombre como Maestro de la Juventud de Colombia y hacer un llamamiento
a las federaciones estudiantiles de América para que sigan su ejemplo.” "Instalación de la Cuarta
Asamblea de Estudiantes, Proclamó a Vasconcelos Maestro de la Juventud". (15 de mayo de
1923). El Diario Nacional. En Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 570.

60
faltó tiempo. Su obra habría tenido alcances aún mayores si hubiese podido
continuar algunos años más. Según revela Pedro Henríquez Ureña en una
carta inédita a Alfonso Reyes —17 de noviembre de 1923—, Vasconcelos
hubiere querido continuar a la cabeza de la SEP tras el periodo de Obregón
para proseguir su trabajo, pero también para presentar en condiciones
óptimas su candidatura a la presidencia de la República en 1928. Mas,
según Henríquez Ureña, Vasconcelos no pudo soportar el aislamiento
político en que se encontró a su regreso de Sudamérica: “La realidad es
que él se sintió aislado, postergado, y deshechos sus sueños de
candidatura presidencial, y hasta quizás de poder continuar en el gobierno,
con lo cual su candidatura, de no ser en 1924, sería en 1928.” 145

El mismo año que dejó la Secretaría contendió como candidato al gobierno


del Estado de Oaxaca, pero la campaña fue un fracaso y decidió nuevamente
dedicarse a escribir. Aceptó la corresponsalía en el extranjero de El Universal y se
exilió voluntariamente hasta 1929.146
Durante esos años recorrió Europa, llegando hasta Estambul, y residió un
tiempo en París, desde donde enviaba artículos llenos de insultos contra Plutarco
Elías Calles por haber llevado a México, decía, a un nivel más degradado que el
Porfiriato.147 También imparte conferencias en universidades y publica La raza
cósmica (1925), Indología (1927) y Tratado de metafísica (1929).
La raza cósmica intenta definir el lugar de América Latina en el marco de la
cultura mundial y la importancia del mestizaje para la creación de una nueva raza,
descendiente directa del pueblo atlante, que significará la unidad y culminación
espiritual de la humanidad. Indología es una ampliación de La raza cósmica que
propone el ascenso hacia la quinta raza, para lo cual las civilizaciones deben
atravesar primero los estados de barbarie, democrático, económico, técnico y
estético, del que emana la raza cósmica.
En el capítulo siguiente se describe y analiza el contenido de La raza
cósmica, bajo una perspectiva biológica, basada en lo propuesto por Ruiz y Ayala
en El núcleo duro del darwinismo, a fin de explorar la influencia de la teoría de la
145
Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 668.
146
Lago Carballo, A. Op. Cit., pág. 23.
147
Ibíd.

61
evolución de Charles Darwin en el pensamiento del filósofo mexicano José
Vasconcelos. Aunque sumamente interesante, Indología no será objeto del
análisis del presente trabajo.

62
Capítulo III. La raza cósmica: un darwinismo literario
La raza cósmica es un ejemplo de la influencia de la teoría de la evolución de
Darwin en la literatura mexicana. En ella, Vasconcelos expresa su rechazo al
darwinismo como justificación de la superioridad de las razas europeas, sin
oponerse a la evolución; y propone, en cambio, el mestizaje como camino hacia
una quinta raza universal, que supere a todas las anteriores.

Con base en lo anterior, este tercer capítulo explora la relación entre ciencia
y literatura, mediante un análisis retrospectivo de La raza cósmica, desde una
perspectiva biológica.

De la obra
En 1922, el presidente Álvaro Obregón (1880-1928) designó a Vasconcelos como
embajador especial para representar a México en la celebración del aniversario de
la Independencia de Brasil y la ceremonia de toma de posesión del presidente
argentino Marcelo Alvear (1868-1942), quien sustituye a Hipólito Yrigoyen. Así, de
agosto a diciembre de ese año, el entonces secretario de Educación recorre
ambos países latinoamericanos, así como Chile y Uruguay.148 A su regreso,
después de abandonar su cargo en la Secretaría de Educación Pública en 1924,
Vasconcelos revisa sus notas de viaje, y tras complementarlas con los artículos
publicados en la prensa de los países visitados —la mayoría de los cuales habían
sido reproducidos en el Boletín de la SEP—, y añadir un breve ensayo
introductorio sobre el surgimiento de una quinta raza,149 publica La raza cósmica,
en 1925.

La raza cósmica consta principalmente de dos secciones: “El mestizaje”, en


la que expone su teoría sobre la conformación de una quinta raza universal que
llevará a la humanidad hacia un estado superior del espíritu; y “Notas de viaje”,

148
Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 595.
149
Op. Cit., pág. 639.

63
que alberga la descripción de su viaje por América Latina y las reflexiones que lo
llevaron a concebir “la raza cósmica”.

Para el presente trabajo, se consultó la cuarta edición de la obra (1948), 150


que incluye un breve prólogo de escritura posterior al término de la Segunda
Guerra Mundial, en el que Vasconcelos afirma:

Es tesis central del presente libro que las distintas razas del mundo tienden
a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano, compuesto
con la selección de cada uno de los pueblos existentes. Se publicó por
primera vez tal presagio en la época en que prevalecía en el mundo
científico la doctrina darwinista de la selección natural que salva a los aptos,
condena a los débiles; doctrina que, llevada al terreno social por Gobineau,
dio origen a la teoría del ario puro, defendida por los ingleses, llevada a
imposición aberrante por el nazismo.
Contra esta teoría surgieron en Francia biólogos como Leclerc de Sablon y
Nöuy, que interpretan la evolución en forma diversa del darwinismo, acaso
opuesta al darwinismo. Por su parte, los hechos sociales de los últimos
años, muy particularmente el fracaso de la última gran guerra, que a todos
dejó disgustados, cuando no arruinados, han determinado una corriente de
doctrinas más humanas. Y se da el caso de que aun darwinistas
distinguidos, viejos sostenedores del espencerianismo, que desdeñaban a
las razas de color y las mestizas, militan hoy en asociaciones
internacionales, que como la Unesco, proclaman la necesidad de abolir toda
discriminación racial y de educar a todos los hombres 151 en igualdad, lo que
no es otra cosa que la vieja doctrina católica que afirmó la aptitud del indio
para los sacramentos y por lo mismo su derecho de casarse con blanca o
con amarilla.

Queda claro entonces que Vasconcelos no desconoce ni está en


desacuerdo con la idea de la evolución, pero sí con su utilización para justificar la
opresión de los pueblos, que él asocia directamente con Darwin y sus teorías.

150
Vasconcelos, J. (2007 [1925]). La raza cósmica (4 ed.). México: Porrúa.
151
Cuando se habla de “hombres” en la obra de Vasconcelos y en el presente trabajo se utiliza la
acepción patriarcal en la que la palabra engloba tanto al hombre como a la mujer, y que significa
en realidad “la humanidad” o “el ser humano”.

64
Cabe resaltar que, aunque las premoniciones de Vasconcelos tienen una
carga fuertemente espiritualista —que ya ha sido analizada por otros autores 152—
este trabajo no se ocupa de dicho aspecto de la filosofía vasconceliana; y se
aboca, en cambio, a identificar cuál fue la influencia de los planteamientos
evolutivos de Darwin en el discurso de Vasconcelos; aún cuando queda claro que
sus concepciones distan de ser darwinistas.

El Mestizaje
La primera sección del libro comienza con el “Origen y objeto del continente.
Latinos y sajones. Probable misión de ambas razas. La quinta raza o raza
cósmica”, y la afirmación de que de acuerdo con “geólogos autorizados” el
continente americano alberga zonas tan antiguas que preceden a los pueblos de
Oriente y Europa. En particular se refiere a la región de los Andes y a los
asentamientos mayas, quechuas y toltecas, que dice son descendientes de la
civilización atlante, de la que se habla en los diálogos de Platón.153

152
Amador Saavedra, B. (Octubre de 2013). La cultura y la misión iberoamericana en La raza
cósmica: Un acercamiento al espiritualismo de José Vasconcelos. Tesis para obtener el título de
Licenciada en Filosofía. México: Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM.
153
“… los dioses echaron suertes sobre las diferentes partes de la tierra; que los unos obtuvieron
un territorio grande, otros uno pequeño, y que todos establecieron templos y sacrificios. Neptuno, a
quien correspondió la Atlántida, colocó en una parte de esta isla los hijos que había tenido de una
mortal. […] Hizo muros y fosos con tierra y agua del mar alternativamente, unos más pequeños,
otros más grandes, dos de tierra y tres de agua, ocupando el centro de la isla, de manera que
todas sus partes se encontraran a igual distancia del mismo. La hizo por lo tanto inaccesible,
porque entonces no se conocían ni las naves ni el arte de conducirlas. […] Estos hijos de Neptuno
y sus descendientes; sometieron en estos mares otras muchas islas y extendieron su dominación
más allá, según hemos dicho, hasta Egipto y la Tirrenia. […] Era tal la inmensidad de riquezas que
ninguna familia real ha poseído ni poseerá jamás una cosa semejante. […] todos los perfumes que
la tierra produce hoy, en cualquier lugar que sea, raíces, yerbas, plantas, jugos destilados por las
flores o los frutos, se producían y criaban en la isla […]; todos estos divinos y admirables tesoros
se producían en cantidad infinita en esta isla, que florecía entonces en algún punto a la luz del sol.
[…] No se podía, sin llenarse de admiración, contemplar tanta grandeza y belleza tanta. […] Pero
cuando la esencia divina se fue aminorando por la mezcla continua con la naturaleza mortal;
cuando la humanidad superó en mucho; entonces, impotentes para soportar la prosperidad
presente, degeneraron.” (1872). “Critias”. En Platón, Obras completas de platón (P. d. Azcárate,
Trad., ed. facsimilar, Vol. 2, pp. 265-291). Madrid: Medina y Navarro Editores.

65
De acuerdo con Vasconcelos, en un principio, todas las razas estaban
unidas en un solo continente: la negra del Sur (lemurios), la de los hombres rojos
(atlantes), los amarillos y los blancos. Para él:
Explica mejor el proceso de los pueblos esta profunda hipótesis legendaria
que las elucubraciones de geólogos como Ameghino, que ponen el origen
del hombre en “la Patagonia”, una tierra que desde luego se sabe es de
formación geológica reciente. En cambio, la versión de los Imperios étnicos
de la prehistoria se afirma extraordinariamente con la teoría de Wagner de
la traslación de los continentes.154

Entonces, afirma, es de suponer que “en determinada región de una masa


continua se desarrolla una raza que después de progresar y decaer era sustituida
por otra”,155 y al separarse esta gran masa de tierra se generó la distribución
actual de las razas humanas; por lo que no sería necesario recurrir a la hipótesis
de migraciones de un continente a otro, que, en su pensamiento, son absurdas. 156

Para él, la teoría de Wagner también implica que los pueblos


latinoamericanos sean descendientes del imperio atlante —cuyas huellas, según
el autor, aún son visibles en sitios como Chichén Itzá y Palenque—, ya que “la
comunicación entre Australia, la India y Madagascar se interrumpió antes que la
comunicación entre América del sur y el África”,157 lo que confirma que “el sitio de
la civilización lemuriana”158 se desvaneció antes del florecimiento de la Atlántida,
dado que éste es el último continente que desapareció, como lo demuestra el que
el Atlántico sea el mar de formación más reciente.159

En Timeo, se narra también cómo los dioses “purificaron la tierra por medio de las aguas”,
destruyendo lo que fuera el imperio atltante; y de los pocos que se salvaron fue que surgió la gran
ciudad de Atenas. (1872). “Timeo”. En Platón, Obras completas de Platón (P. d. Azcárate, Trad.,
Facsimilar ed., Vol. 2, pp. 148-264). Madrid: Medina y Navarro Editores.
154
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 3.
155
Ibíd.
156
Ibíd.
157
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 4.
158
Ibíd.
159
Ibíd.

66
Tras estos sucesos, de acuerdo con Vasconcelos, la raza de los atlantes
floreció y prosperó en América, hasta que cumplió su ciclo y decayó en los
imperios azteca e inca. Fue entonces cuando “la civilización intensa se trasladó a
otros sitios; deslumbró en Egipto; se ensanchó en la India y en Grecia injertando
razas nuevas.160 Este proceso de mestizaje, según Vasconcelos, consistió de
cuatro etapas y generó cuatro troncos (Figura 3): el negro, el mongol, el blanco y
el indio.

Figura 3. Etapas de mestizaje y troncos raciales.

El recuento del autor demuestra, en primer lugar, que estaba convencido de


la existencia de las diferentes razas humanas; y en segundo, que atribuye su
“evolución” por hibridación, principalmente, a motivos biogeográficos. No existe
para él un aislamiento reproductivo, pero sí uno geográfico, que se mantiene
vigente hasta que las razas se volvieron a encontrar tras el descubrimiento de
América.

Es en la civilización blanca, la colonizadora, en la que se concentran todos


sus esfuerzos de análisis, ya que —según su pensamiento— es emigradora y,
aunque se cree llamada a predominar, como otras razas se creyeron antes que
ella, ha sentado “las bases materiales y morales para la unión de todos los

160
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 5.

67
hombres en una quinta raza universal, fruto de las anteriores y superación de todo
lo pasado”,161 a la que él denomina “la raza cósmica”.

Es evidente que el desprecio de Vasconcelos por los aires de superioridad


del “hombre blanco” no le impide establecer, quizá de manera inconsciente, la
superioridad espiritual de la raza que nacerá de América. Procede a explorar la
relación entre latinos (españoles y portugueses) y sajones (ingleses y
holandeses), analizando la historia como una pugna entre ambos pueblos por el
dominio del mundo, que “ha llegado a ser, sigue siendo nuestra época, pugna de
instituciones, de propósitos e ideales”.162 Uno de estos ideales, el más
representativo para Vasconcelos es el pensamiento científico, y muy
particularmente el darwinismo, que el sajón utiliza para respaldar su superioridad
sobre todas las demás razas.163

Camino al presagio que constituye la tesis central de esta obra, habla sobre
cómo el latino se ha dejado vencer por el sajón, sobre todo, por falta de unidad:

Despojados de la antigua grandeza, nos ufanamos de un patriotismo


exclusivamente nacional, y ni siquiera advertimos los peligros que
amenazan a nuestra raza en conjunto. […] Se perdió la mayor de las
batallas el día que cada una de las repúblicas ibéricas se lanzó a hacer vida
propia, vida desligada de sus hermanos, concentrando tratados y recibiendo
beneficios falsos, sin atender a los intereses comunes de la raza. […] Ni
siquiera se ha podido lograr la unidad nacional de los cinco pueblos
centroamericanos, porque no ha querido darnos su venia un extraño, y
porque nos falta el patriotismo verdadero que sacrifique el presente al
porvenir.164

No es entonces que Vasconcelos no sienta un “instinto” patriótico, sino que


su patriotismo es regional y se limita a Latinoamérica, ya que Norteamérica, con

161
Ibíd.
162
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 6.
163
Op. Cit., pp. 28, 29, 31.
164
Op. Cit., pág. 7.

68
sus pretensiones de dominación —que han resultado más que ciertas— le
incomoda lo mismo que los ingleses, que en ella establecieron colonias.

En su visión del mundo, el sajón ha prosperado porque ha sabido


mantenerse unido y trabajar hacia un fin común, con ideales comunes:

La separación política nunca ha sido entre ellos obstáculo para que en el


asunto de la común misión étnica se mantengan unidos y acordes. La
emancipación, en vez de debilitar a la gran raza, la bifurcó, la multiplicó, la
desbordó poderosa sobre el mundo.165

Sobra decir que cuando se elige un enemigo común, es imposible ver en el


los diferentes matices, aun cuando estos se hayan dejado o archivado para más
tarde por el establecimiento de alianza políticas. El gran obstáculo para la unión de
los latinos, dice Vasconcelos, es la geografía accidentada del continente; y para
vencer las barreras es necesario, primero, poner el orden el espíritu. Es su
convicción que todas las razas cumplen sobre la tierra un propósito, y una vez
completada su misión desaparecen para no regresar más. Es ese el destino que él
ve para el sajón cuando afirma:

Los días de los blancos puros, los vencedores de hoy, están tan contados
como lo estuvieron los de sus antecesores. Al cumplir su destino de
mecanizar al mundo, ellos mismos han puesto, sin saberlo, las bases de un
periodo nuevo, el periodo de la fusión y la mezcla de todos los pueblos. El
indio no tiene otra puerta hacia el porvenir que la puerta de la cultura
moderna, ni otro camino que el camino ya desbrozado de la civilización
latina. También el blanco tendrá que deponer su orgullo, y buscará progreso
y redención posterior en el alma de sus hermanos de las otras castas, y se
confundirá y se perfeccionará en cada una de las variedades superiores de
la especie, en cada una de las modalidades que tornan múltiple la
revelación y más poderoso el genio.166

El párrafo anterior sugiere que para Vasconcelos, la evolución es


teleológica, tiene un fin y un propósito. Cada raza cumplió un papel en la historia, y
165
Op. Cit., pág. 10.
166
Op. Cit., pág. 13.

69
cuando se llegue al fin último, su existencia y la división en variedades ya no serán
necesarias. Por supuesto, todo ello será posible gracias a las características de
hermandad que definen a la cultura latinoamericana.

El fin último de la historia, dice, “es lograr la fusión de los pueblos y las
culturas”. Y es por eso que nuestra civilización (la latina) está llamada a asimilar y
fusionar a todas las razas para crear un nuevo tipo de hombres, alega
Vasconcelos, una quinta raza. De acuerdo con su teoría, el español tiene una
“abundancia de amor” que le permitió cruzarse con el indio y con el negro para
crear una raza nueva; a diferencia del inglés, que sólo se cruza con el blanco y
logró así el exterminio del indígena.167

Para el autor, la estética y el espíritu van ligados, y será así como se


conformará esa raza superior que será unión de todas las anteriores: mediante
una selección que permitirá el cruce de lo bello con lo bello, siguiendo una “ley del
gusto”:

el cruce de sangre será cada vez más espontáneo, a tal punto que no
estará ya sujeto a la necesidad sino al gusto; en el último caso a la
curiosidad. El motivo espiritual se irá sobreponiendo de esta suerte a las
contingencias de lo físico. Por motivo espiritual ha de entenderse, más bien
que la reflexión, el gusto que dirige el misterio de la elección de una
persona entre la multitud.168

También la estética en el arte y la cultura tendrán un papel central en la


nueva civilización, pues significan la exaltación del espíritu. Habla por ejemplo de
la nueva arquitectura:

La conquista del trópico transformará todos los aspectos de la vida; la


arquitectura abandonará la ojiva, la bóveda, y en general, la techumbre, que
responde a la necesidad de buscar abrigo; se desarrollará otra vez la
pirámide; se levantarán columnatas en inútiles alardes de belleza y quizá
construcciones en caracol, porque la nueva estética tratará de amoldarse a

167
Op. Cit., pág. 14.
168
Op. Cit., pág. 23.

70
la curva sin fin de la espiral, que representa el anhelo libre; el triunfo del ser
en la conquista del infinito.169

En la forma de las construcciones, él ve reflejada la opresión que deriva de


la división. La libertad que ha de venir de la hibridación que producirá una sola
raza homogénea significa libertad. De allí las construcciones abiertas que profetisa
para el futuro.

La ley del gusto y la estética corresponde al tercero de tres periodos que


establece en la historia de las civilizaciones: el periodo estético. El primero es el
de la violencia (el material), en el que un pueblo trata de imponerse a otro por
medio de la fuerza; y el segundo es el de la razón (el periodo intelectual), que
coloca a la lógica como guía principal de las conductas humanas, y que es, de
acuerdo con el autor, el periodo en el que se encuentra la humanidad actualmente.

Concluye la sección con el planteamiento de que los tres periodos de la


historia simbolizan “la ley de los tres estados”, y mediante el ejercicio de esta triple
ley se llegará en América, antes que en ningún otro sitio, “a la creación de una
raza hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica”. 170

Notas de viaje
Continúa la obra con sus “notas de viaje”, que son en esencia una descripción de
su visita a Brasil y Argentina en 1922; enfocada principalmente al enorme placer
estético y espiritual que sintió durante el recorrido. Aquellas reflexiones que son
pertinentes para el tema que nos convoca se detallan más adelante, por lo que
esta sección consiste en un trazo general del recorrido de Vasconcelos, a modo
de contexto.

La sección comienza con una “premonición”, en la que explica que años


antes de iniciado su viaje, durante su destierro a Nueva York, se sintió llamado a

169
Op. Cit., pág. 20.
170
Op. Cit., pág. 35.

71
visitar América del Sur, y desde entonces soñaba con recorrer sus paisajes; hasta
que dos o tres años más tarde fue nombrado embajador en una misión especial a
Brasil y Argentina, y finalmente pudo presenciar sus maravillas.

El recorrido de Vasconcelos por Sudamérica (Figura 4) inicia en Brasil, a


donde llegó por barco al puerto de Bahía. Destaca al leer su experiencia que aún
antes de desembarcar estaba convencido de que al sur del continente encontraría
la promesa de un futuro. En esos términos narra su discusión a bordo con un
antropólogo del Instituto XX de Washington D.C.:

Hablamos de Río de Janeiro, que nos aguarda luminoso y risueño; pero él


se acuerda de Nueva York y asegura, con toda la autoridad de su ciencia
evolutiva que hacia el tipo neoyorquino tienden o deben tender todas las
ciudades futuras. […] Pocas noches antes el darwinista había afirmado, en
conferencia pomposa, que la evolución no ha terminado, continúa su
proceso en el cerebro humano. Según los datos más recientes, decía, el
peso del cerebro sigue aumentando; el tipo humano se perfecciona, siendo
lo más adelantado en la raza blanca, y ya dentro de la raza blanca, lo más
perfecto está en los Estados Unidos, y ya dentro de los Estados Unidos, allí
donde es más pura la cepa, más o menos por el Tennessee; estos
recuerdos me provocan una carcajada, y le digo:
—Desengáñese, profesor, la civilización fracasó en Norteamérica y se está
trasplantando como siempre, hacia el Sur. Esto lo va usted a comprobar
cuando regrese a Nueva York, después de conocer Sudamérica.171

De Bahía se traslada a Río de Janeiro, que describe como una gran y


hermosa ciudad, y donde visita “la punta más hermosa de todo el planeta”: el
Peñón de Pan de Azúcar; y observa playa Botafogo.

171
Op. Cit., pág. 44.

72
Figura 4. Principales zonas visitadas por Vasconcelos durante su viaje por América del Sur, en
1922. La numeración corresponde al orden de visita. El viaje comienza en Bahía con el número 1 y
termina en Buenos Aires con el 21.

73
Sigue su trayecto a São Paulo, una de las dos regiones cercanas a la
capital que se compromete a visitar, debido a la limitación de tiempo. Allí visita una
Escuela Normal, una cárcel, el Instituto Butantan de investigación biomédica, el
Teatro Municipal, un parque y una biblioteca en las campiñas, y la hacienda
“Fazenda de Chapadao”. También viaja brevemente con sus anfitriones a
Paranaíba172 a visitar los talleres donde se elaboraban las piezas de ferrocarril. A
donde va lo acompañan muestras de hermandad y honores al pueblo mexicano,
actitud que lo complace y conmueve profundamente. De São Paulo dice “… cuna
de brasileños ilustres, fecundo en la historia del país y colmena del presente. […]
Su escudo podría ser el martillo de forja, el cafeto que despierta el espíritu y la
estrella que orienta la civilización”.173 Hay que recordar que todas estas visitas se
inscriben en un “tour” oficial organizado por el Estado, por lo que si había pobreza,
injusticia o desigualdades no llegó a presenciarlas; y en su mente, el Brasil no
albergaba sino maravillas.

Viaja después a Santos para presidir el final de la sesión de la “Bolsa de


café”, tras lo cual logra escaparse de las comitivas y recorre la playa. A su regreso
a São Paulo visita la Universidad Paulista, antes de retornar a Río de Janeiro para
celebrar el Centenario de la Independencia brasileña, que es uno de los dos
grandes objetivos oficiales de su viaje.

Tras observar los preparativos para el Centenario, antes de la fiesta visita


Minas Gerais, que describe como el Guanajuato de Brasil, cuyo exterior es pobre,
“aunque su interior sea muy rico”; y después de visitar tres poblaciones llega a
Bello Horizonte, la capital del Estado. Esa ciudad la encuentra grande y próspera,
aunque, a su juicio, aún hace falta que llegue más gente para poblarla. El día

172
Aunque existe registro histórico del recorrido de Vasconcelos por Brasil y Argentina, ya que la
prensa lo seguía fielmente, el recorrido aquí trazado se basa únicamente en lo que él declara en La
raza cósmica, por lo que se marcó la ciudad de Paranaíba creyendo que se trata de la población a
la que se refiere el autor cuando dice: “¿Fue en Paranahybo, o en algún sitio de nombre semejante
cercano a San Paulo?”. Op. Cit., pág. 65.
173
Op. Cit., p. 54.

74
siguiente a su llegada lo dedica a visitar escuelas, en compañía del ministro de
Instrucción Pública, Alfonso Penha.

También en Bello Horizonte realiza su visita oficial a Artur da Silva


Bernardes, presidente saliente de Minas Gerais y el doceavo presidente electo de
Brasil.

De Bello Horizonte se dirige a Ouro Preto. Allí conoció la Escuela de Minas


y el Museo de la Escuela, cuya colección de minerales lo dejó complacido. De esta
ciudad concluye que “quizá sea Ouro Preto la única ciudad del Brasil que recuerda
el pasado. En todas las demás, como en sus bosques y cielos, el Brasil es
porvenir”.

Continúa su recorrido pasando por Queluz —que recorre a pie por unas
horas—, hasta llegar a Barbacena. En las afueras inaugura un manicomio, cuya
estética, al estilo holandés, lo ofende profundamente. Regresa luego a la ciudad
principal y sigue su viaje hacia el Oriente. Pasa por Juiz de Fore, Copacabana,
Petrópolis y Corcovado, hasta llegar de nuevo a Río de Janeiro, donde asiste al
desfile militar que celebra el Centenario de la Independencia. La Escuela Militar de
Brasil no fue parte del programa, y a los mexicanos se les concedió el honor de
escoltar al Presidente, lo que conmovió a Vasconcelos.

En Río de Janeiro visita también la isla de Paquetá, antes de partir por tierra
en ferrocarril hasta Uruguay. Durante la trayectoria aprecia Passo Fundo, el
Paraná, Río Grande, Puerto Alegre y Santa Ana do Livramento, antes de llegar,
finalmente, a Buenos Aires, Argentina.

De Argentina se expresa con el placer esperado, aunque con menos candor


que de Brasil. Su primera visita oficial es a Yrigoyen, el presidente saliente.
Después se dirige a Córdoba y hace una breve parada de sólo cuarenta minutos
en la ciudad de Rosario, que le recuerda a Tampico. Al llegar a Córdoba elogia la
arquitectura, mezcla de coloniaje y modernidad; pero sobre todo señala las
virtudes del movimiento universitario estudiantil en Argentina.

De regreso en Buenos Aires atiende compromisos políticos y asiste gustoso


a una fiesta teatral organizada por la Unión Nacional Argentina, que le parece
75
similar a los eventos llevados a cabo en México por el entonces Secretario de
Educación Pública; y a una celebración en la Universidad de La Plata.

Quizá el sitio argentino que guardaba para Vasconcelos mayor interés


fueron las cataratas de Iguazú, que quería visitar desde que se encontraba en Los
Ángeles. En sus propias palabras “el Iguazú es la mayor fuerza virgen y libre que
hasta hoy se conoce; el pueblo que domine el Iguazú será el pueblo de América”.
De tal manera que insiste en visitar las cataratas, aún en contra de los deseos de
sus huéspedes, que deseaban que pasara más tiempo en Buenos Aires.

Inicia el camino en ferrocarril y continúa en un ferry que atraviesa el Paraná.


Durante el recorrido divisa el puerto uruguayo de Salto y visita Concordia por
treinta minutos. Asimismo, aprecia la región de Entre Ríos, se detiene brevemente
en Paso de los Libres, y asiste a un desfile de alumnos y maestros en Posadas.
Desde este poblado ve a lo lejos el puerto paraguayo de Concepción, que no visita
por falta de tiempo y porque entonces se hallaba situado por los rebeldes que se
levantaron en armas contra el gobierno durante la guerra civil paraguaya.
Finalmente, el barco atraca en Puerto Aguirre, desde donde se dirige a las
cataratas y se maravilla con el peñón Bella Vista; los saltos Lanusse, Bossetti, Los
Tres Mosqueteros, Unión, Belgrano, Floriano Peixoto; la Garganta del Diablo, y
todos los demás elementos que componen el paisaje.

El viaje termina de regreso en Buenos Aires, que califica como “nuestro


París, la capital de nuestra América”, en “el pensamiento argentino”: el último
subcapítulo de la obra.

Vasconcelos y el problema de la raza


Al leer en ensayo de Vasconcelos, salta a la vista que la raza para él es una
entidad no sólo importante, sino primordial para explicar la evolución cultural del
ser humano. Siendo “la raza” la unidad principal en la que se expresa la profecía
vasconceliana de la raza cósmica, es preciso definir qué es aquello a lo que se
refiere como “raza”.

76
Aunque, como ya se mencionó, el autor considera cuatro razas que
coexisten al momento de escribir su obra y cuatro troncales, delimitadas entre
ellas por el color de la piel, habla también de otras razas, que se caracterizan por
su ubicación geográfica, cultura, religión y alianzas políticas. De acuerdo con
Claude Fell “en la mente de Vasconcelos, [la raza] es una amalgama de conceptos
de ‘cultura’, ‘civilización’, ‘pueblo’, ‘costumbres’, ‘lengua’”.174 Así, habla, por
ejemplo, de la raza de los egipcios, las razas europeas, el negro, el blanco, el
hombre rojo, el amarillo, la raza latina, la raza iberoamericana, y la raza hebrea,
por mencionar algunas.

Para él las razas parecen ser “variedades”, en las que no existen barreras
biológicas para la reproducción; aunque cuando habla del surgimiento de las razas
actuales sí menciona barreras geográficas. Para Vasconcelos, las barreras son
más bien intelectuales, ya que menciona que “el mestizaje de factores muy
disimiles tarda mucho en plasmar”.175 Con “disímiles” se refiere a las diferencias
culturales. Sin embargo, no se trata de barreras impenetrables, pues afirma que
“los mestizajes más contradictorios pueden resolverse benéficamente siempre que
el factor espiritual contribuya a levantarlos”.176 En el componente espiritual
menciona a la religión, específicamente a la religión católica.

Esto significa que el autor da mayor importancia a la cultura, la educación y


la religión como definitorios de la raza que al color de la piel y otros rasgos físicos.
Lo que concuerda con lo propuesto por Fell.

Vasconcelos y el darwinismo: el caso de La raza cósmica

A la luz del pensamiento expresado en el resto de su obra, no es de sorprender


que el desprecio de Vasconcelos por el positivismo —y por el darwinismo en
particular— asome reiteradamente a lo largo de La raza cósmica. En una época

174
Fell, C. Op. Cit., pág. 639.
175
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. XVII.
176
Ibíd.

77
de definiciones nacionalistas, en México como en toda América Latina,177 el
darwinismo es para el autor el estandarte del enemigo cuando afirma:

En la época contemporánea, cuando el orgullo de los actuales amos del


mundo afirma por la boca de sus hombres de ciencia la superioridad étnica
y mental del blanco del Norte, cualquier profesor puede comprobar que los
grupos de niños y de jóvenes descendientes de escandinavos, holandeses
e ingleses de las universidades norteamericanas son mucho más lentos,
casi torpes, comparados con los niños y jóvenes mestizos del Sur.178

Estas declaraciones parecen provenir de un odio casi irracional y un


prejuicio profundo hacia los sajones que nubla el pensamiento, ya que aunque
habla de unidad y de algo que cada raza puede aportar al porvenir, al mismo
tiempo descalifica deliberadamente al blanco y, en particular al europeo.

Es curioso también que pese a su rechazo verbal al positivismo adopta


frecuentemente “el método” en sus elucubraciones, como al iniciar el análisis
sobre el destino de la raza, cuando dice: “ensayemos, pues, explicaciones, no con
fantasía de novelista, pero sí con intuición que se apoya en los datos de la historia
y la ciencia”,179 ya que, en su pensamiento, “sólo un salto del espíritu, nutrido de
datos, podrá darnos una visión que nos levante por encima de la microideología
del especialista”.180 La explicación tan criticada por él mismo cuando se expresa
en boca de los “hombres de ciencia” se convierte en válida e indispensable para
sus propias reflexiones.

Más adelante, al dividir la historia en tres periodos, sostiene que durante el


primero y el segundo —el material y el intelectual— “a causa del aislamiento y de

177
Rodriguez de Magis, M. E. (Oct de 1964). "México y las Corrientes Nacionalistas en América
Latina". Journal of Inter-American Studies, 6(4), 521-527.
178
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 28.
179
Op. Cit., pág. 5.
180
Ibíd.

78
la guerra, la especie humana vive en cierto sentido conforme a las leyes
darwinianas”;181 y del último asevera que:

Los ingleses, que sólo ven el presente del mundo externo, no vacilaron en
aplicar teorías zoológicas al campo de la sociología humana. Si la falsa
traslación de la ley fisiológica a la zona del espíritu fuese aceptable,
entonces hablar de la incorporación étnica del negro sería tanto como
defender el retroceso. La teoría inglesa supone, implícita o francamente,
que el negro es una especie de eslabón que está más cerca del mono que
del hombre rubio. No queda por lo mismo, otro recurso que hacerlo
desaparecer. En cambio, el blanco, particularmente el blanco de habla
inglesa, es presentado como el término sublime de la evolución humana. 182

Destaca en estas reflexiones que no hay un rechazo explícito a las teorías


zoológicas, sino a su aplicación al campo de la sociología humana; lo que sugiere
además que conoce la diferencia entre darwinismo y lo que hoy llamamos
darwinismo social —que él refiere en más de una ocasión como spencerianismo—,
aunque la distinción no siempre se hace evidente.

Al expresar su opinión sobre lo que juzga son los ideales del pueblo inglés,
habla de cómo la teoría de Darwin sirvió para justificar la superioridad de los
pueblos europeos:

La misma ciencia oficial es en cada época un reflejo de esa soberbia de la


raza dominante. Los hebreos fundaron la creencia de su superioridad en
oráculos y promesas divinas. Los ingleses radican la suya en observaciones
relativas a los animales domésticos. De la observación de cruzamientos y
variedades hereditarias de dichos animales fue saliendo el darwinismo,
primero como una modesta teoría zoológica, después como biología social
que otorga la preponderancia definitiva al inglés sobre todas las demás
razas. Todo imperialismo necesita de una filosofía que lo justifique. […] Los
británicos predican la selección natural, con la consecuencia tácita de que
el reino del mundo corresponde por derecho natural y divino al dolicocéfalo
de las Islas y sus descendientes. […] Nosotros nos hemos educado bajo la
filosofía ideada por nuestros enemigos, si se quiere de una manera sincera,

181
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 28.
182
Op. Cit., pág. 28.

79
pero con el propósito de exaltar sus propios fines y anular los nuestros. De
esta suerte, nosotros mismos hemos llegado a creer en la inferioridad del
mestizo, en la irredención del indio, en la condenación del negro, en la
decadencia irreparable del oriental. La rebelión de las armas no fue seguida
de la rebelión de las conciencias.183

Más aún, incorpora en su argumento las teorías del científico anti-darwinista


contemporáneo Jakob von Uexküll (1864-1944),184 y el pensamiento de Gregor
Mendel (1822-1884) para justificar la existencia de un plan en la naturaleza, y
aclara que esto “contraría el darwinismo, por lo menos, en la interpretación de los
darwinistas que niegan que la Naturaleza obedezca a un plan”. 185 Es decir que
conoce la diferencia entre la teoría de la evolución como la expresó Darwin y el
uso político-ideológico que se hizo de ella; además de que claramente se
mantiene al tanto de los avances científicos. Tal vez por ello no adopta el
darwinismo en su discurso, sino que sostiene una postura evolucionista no
darwiniana que pareciera incluso más cercana —como él mismo afirma— al
mendelismo, por basarse en la hibridación.

De la “ley de Mendel” afirma que debe formar parte del nuevo patriotismo,
pues de la defensa de “la intervención de factores vitales en la rueda motriz físico-
química”186 interpreta que “las distintas facultades del espíritu toman parte en los

183
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 29.
184
En 1920, el biólogo y estético estonio-alemán Jakob Johann von Uexküll desarrolla el concepto
de Umwelt para explicar la relación entre el animal y el medio con base en la percepción, de
manera que cada animal reconoce su propio mundo de forma diferente a la del ser humano. El
círculo funcional de la relación del animal con el medio se compone de un mundo de percepción
(Merkwelt) y uno de acción (Wirkwelt), en los que se comprende al sujeto y la cosa. El animal sólo
percibe lo que debe percibir y todo el resto es ignorado, por lo que su interacción con el mundo se
limita a las elementos que le son relevantes.
A lo largo de su carrera, Uexküll ataca abiertamente al darwinismo en incontables ocasiones,
declarando incluso en 1951 que “hay que borrar al darwinismo de la serie de las teorías
científicas”. Para mayor referencia se puede consultar: Heredia, J. M. (2011). “Etología animal,
ontología y biopolítica en Jakob von Uexküll”. Filosofia e História da Biologia, 6(1), 69-86.
185
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 32.
186
Ibíd.

80
procesos del destino”,187 y se convierte para él en una de las tendencias del futuro:
mendelismo en biología y socialismo en el gobierno, que junto con los factores
espirituales llevarán al surgimiento de la quinta raza.

Es tal su rechazo al darwinismo —que asocia con el dominio sajón y


norteamericano del mundo— que provoca fricciones en su recorrido por Brasil y
Argentina. La primera sucedió en el barco que lo llevaría a Bahía, con un
antropólogo norteamericano; y la segunda durante su conferencia en la ciudad de
Córdoba, en respuesta a las palabras de un profesor europeo que habló sobre la
moral fundada en la ciencia de los positivistas. Sobre su propia conferencia afirma:

Mis odios científicos se desbordaron; me burlé del darwinismo spenceriano,


juzgándolo como una moral zoológica, que debe ser superada mediante las
dotes de la conciencia y la revelación cristiana. Expliqué cómo toda la
educación pública de México había sido reorganizada conforme a la tesis
de la igualdad del indio y el blanco, y en consciente oposición de la doctrina
contraria que ciertos países profesan como una parte de la campaña del
imperialismo para la conquista de los mercados. 188

De manera que, durante su viaje por América Latina, siempre que


Vasconcelos se siente adverso a algo o a alguien tiene que ver uno con dos
motivos, que además para él se encuentran interconectados: el darwinismo y la
injusticia.

En términos darwinistas: nociones evolutivas en el pensamiento


vasconceliano
Aunque Vasconcelos no formula una teoría sobre la evolución del hombre y los
animales ni se expresa, por lo general, en términos estrictamente darwinistas, para
efectos del presente trabajo, se interpreta la “teoría” de la raza cósmica bajo una
mirada biológica —inserta en el darwinismo— a fin de analizar su contenido en los

187
Ibíd.
188
Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 124.

81
términos que se establecen en El núcleo duro del darwinismo de Ruiz y Ayala
(Capítulo I), que evidentemente no abarcan la obra de Vasconcelos, aún cuando
es claramente evolucionista.

El caso del hombre


En La raza cósmica poco se habla de las especies zoológicas —y aún menos de
las que componen otros reinos— como algo más que elementos que embellecen
el paisaje. Sin embargo, en el caso del hombre hay un esfuerzo importante por
determinar los procesos que llevarán a la creación de una quinta raza.

En cuanto al surgimiento primero del hombre y de otras especies,


Vasconcelos afirma que todo fue creado por una “fuerza que asciende”. Gracias a
ella todo en la creación es hermoso, y el único error es el hombre, a menos que
sólo sea un tránsito. Asimismo, al visitar las playas más allá de Copacabana
reflexiona que “la Naturaleza crea por géneros, no por individuos”.

A lo largo de la obra no se aprecian conceptos centrales para el


darwinismo; pero sí secundarios, que aunque con modificaciones, pueden
identificarse dentro de la explicación vasconceliana de la formación de razas. Por
ejemplo, al tratar de explicar el mestizaje, cómo ha venido sucediendo a lo largo
de la historia y cómo será en el futuro, considera el factor de la variación y piensa,
tal vez sin advertirlo, en términos de cuasi-selección natural, artificial y sexual;
como se explica a continuación.

Variación
Para Vasconcelos hay variedades entre los hombres, que se identifican sobre todo
con el color de piel, el instinto y las inclinaciones del espíritu. Como se vio en el
apartado de Mestizaje, clasifica los tipos humanos en cuatro troncos iniciales
(negro, rojo, amarillo y blanco) y cuatro razas actuales (negro, oriental, blanco e
indio), que son diferentes de las iniciales. Dos de las razas actuales (blanco e

82
indio) descienden del tronco de la raza blanca, mientras que la raza de los
hombres rojos se extinguió en América.189

Pese a las diferencias identificadas, es claro que para Vasconcelos la


especie humana es una sola cuando declara: “el blanco tendrá que deponer su
orgullo, y buscará progreso y redención posterior en el alma de sus hermanos de
otras castas, y se confundirá y se perfeccionará en cada una de las variedades
superiores de la especie”;190 pero el que sea una sola no le impide ver en la
variedad que ubica en América Latina una raza superior a las demás.

Con las variedades de hombres que se encuentran en la naturaleza,


Vasconcelos vaticina una mezcla que llevará a una raza universal, que ya no se va
a definir sólo por el color de la piel o por rasgos particulares. Esta raza, la raza
definitiva, culminación de todo lo pasado, requiere de ciertas condiciones para
surgir. En sus propias palabras:

Para acercarnos a este propósito sublime es preciso ir creando, como si


dijéramos, el tejido celular que ha de servir de carne y sostén a la nueva
aparición biológica. Ya fin de crear ese tejido proteico, maleable, profundo,
etéreo y esencial, será menester que la raza iberoamericana se penetre de
su misión y la abrace como un misticismo.191

Es decir, que, aunque no habla de eliminar deliberadamente las razas


inferiores, éstas sí tenderán a desaparecer, de manera natural, al unirse —o
diluirse— con la raza latina.

Habla también de la aparición de variaciones por el “cruce de contrarios”, lo


que amplía las posibilidades disponibles para la cruza humana. Este concepto se
explora a mayor detalle en la sección de selección sexual; sin embargo, es preciso

189
Cuando Vasconcelos habla del “indio” se refiere a veces al indígena latinoamericano y otras al
indostán; sin embargo, no parece considerar al indígena como una raza, ya que, aun cuando dice
que desciende del hombre rojo, queda fuera en el recuento de los tipos humanos.
190
Op. Cit., pág.13.
191
Op. Cit., pág.17.

83
destacar que en este punto se manifiesta el concepto de azar, entendido como el
surgimiento de variedades sin un rumbo ni un propósito determinado.

En el pensamiento de Vasconcelos, durante el proceso de mestizaje que


llevará a la quinta raza, las variaciones al azar que surgieron por el cruce de
contrarios se seleccionarán conforme a la ley del gusto. Es decir que las
variaciones no aumentan la posibilidad de supervivencia, pero sí la de
reproducción.

Selección artificial
Al hacer un recuento de los procesos de la historia, Vasconcelos habla del
esfuerzo infructífero de los sajones por construir castas de raza pura. Al respecto,
afirma:

La Historia demuestra que estas selecciones prolongadas y rigurosas dan


tipos de refinamiento físico, curiosos, pero sin vigor; bellos con una extraña
belleza, como la casta brahmánica milenaria, pero a la postre
decadentes.192

Esta selección rigurosa para perfeccionar la raza y mantener su pureza, no


es sino la selección artificial del hombre sobre sí mismo para favorecer los
caracteres que le resultan más dignos mediante limitaciones arbitrarias y barreras
sociales en la selección de parejas reproductivas.193

192
Ibíd.
193
En 1904, Francis Galton definió la eugenesia como “la ciencia que se ocupa de todas las
influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza y también de aquellas que las
desarrollan hasta su máximo provecho” (Galton, F. (Jul de 1904). "Eugenics: Its Definition, Scope,
and Aims". The American Journal of Sociology, 10(1), 1-25). A partir de la década de 1920, el
movimiento cobró fuerza en México, siendo Vasconcelos uno de sus clásicos representantes. Para
un análisis más amplio sobre el movimiento eugenético en el México de la primera mital del siglo
XX se puede consultar: Urías Horcasitas, B. (2007). Historias Secretas Del Racismo en México
(1920-1950). México: Tusquets Editores.

84
Selección natural
Una vez expuesto el planteamiento del surgimiento de una quinta raza en el
continente iberoamericano, Vasconcelos procede a analizar cómo y por qué
prosperará el mestizaje en América, y declara:

Después de examinar las potencialidades remotas y próximas de la raza


mixta que habita el continente iberoamericano y el destino que la lleva a
convertirse en la primera raza síntesis del globo, se hace necesario
investigar si el medio físico en el que se desarrolla dicha estirpe
corresponde a los fines que le marca su bioética. La extensión de que ya
dispone es enorme; no hay, desde luego, problema de superficie. La
circunstancia de que sus costas no tienen muchos puertos de primera
clase, casi no tiene importancia, dados los adelantos crecientes de la
ingeniería. En cambio, lo que es fundamental abunda en cantidad superior,
sin duda, a cualquiera otra región de la tierra; recursos naturales, superficie
cultivable y fértil, agua y clima. Sobre este último factor se adelantará,
desde luego, una objeción: el clima, se dirá, es adverso a la nueva raza,
porque la mayor parte de las tierras disponibles está situada en la región
más cálida del globo. Sin embargo, tal es, precisamente, la ventaja y el
secreto de su futuro. Las grandes civilizaciones se iniciaron entre trópicos y
la civilización final volverá al trópico. La nueva raza comenzará a cumplir su
destino a medida que se inventen los nuevos medios de combatir el calor
en lo que tiene de hostil para el hombre, pero dejándole todo su poderío
benéfico para la producción de vida. El triunfo del blanco se inició con la
conquista de la nieve y del frío. La base de la civilización blanca es el
combustible. Sirvió primeramente de protección en los largos inviernos;
después se advirtió que tenía una fuerza capaz de ser utilizada no sólo en
el abrigo, sino también en el trabajo; entonces nació el motor, y de esta
suerte, del fogón y de la estufa procede todo el maquinismo que está
transformando el mundo. […] La lucha ruda contra el medio obligó al blanco
a dedicar sus aptitudes a la conquista de la naturaleza temporal, y esto
precisamente constituye el aporte del blanco a la civilización del futuro. […]
La ciencia de los blancos invertirá alguna vez los métodos que empleó para
alcanzar el dominio del fuego y aprovechará nieves condensadas o
corrientes de electroquimia, o gases casi de magia sutil, para destruir
moscas y alimañas, para disipar el bochorno y la fiebre. Entonces la
Humanidad entera se derramará sobre el trópico, y en la inmensidad
solemne de sus paisajes, las almas conquistarán la plenitud.194
194
Op. Cit., pág. 19-20

85
La lucha contra el medio que se pretende ganar con ayuda de la tecnología
blanca determina la supervivencia o perecimiento de los individuos. Para el autor,
entonces, el mantener condiciones favorables permitirá el desarrollo gradual del
proceso de mestizaje, hasta alcanzar esa raza universal a la que debe aspirarse.

Aunque considera una lucha contra el medio que determina la


supervivencia y el éxito de la especie humana, Vasconcelos no es claro en cuanto
a la reproducción diferencial de individuos, por lo que no podría hablarse de
selección natural per se.

Selección sexual
Quizá el tipo de selección más importante para la premonición de Vasconcelos de
una quinta raza sea la selección sexual, ya que la teoría depende del
favorecimiento de ciertos caracteres sobre otros para la reproducción, como puede
apreciarse cuando dice:

Una mezcla de razas consumada de acuerdo con las leyes de la comodidad


social, la simpatía y la belleza, conducirá a la formación de un tipo superior
a todos los que han existido. El cruce de contrarios conforme a la ley
mendeliana de la herencia, producirá variaciones discontinuas y
sumamente complejas, como son múltiples y diversos los elementos de la
cruza humana. Pero esto mismo es garantía de las posibilidades sin límites
que un instinto bien orientado ofrece para la perfección gradual de la
especie. […] Uniones fundadas en la capacidad y la belleza de los tipos,
tendrían que producir un gran número de individuos dotados con las
cualidades dominantes. Eligiendo en seguida, no con la reflexión, sino con
el gusto, las cualidades que deseamos hacer predominar, los tipos de
selección se irán multiplicando, a medida que los recesivos tenderán a
desaparecer. Los vástagos recesivos ya no se unirán entre sí, sino a su vez
irían en busca de mejoramiento rápido, o extinguirían voluntariamente todo
deseo de reproducción física. La conciencia misma de la especie irá
desarrollando un mendelismo astuto, así que se vea libre del apremio físico,
de la ignorancia y de la miseria, y de esta suerte, en muy pocas
generaciones desaparecerán las monstruosidades; lo que hoy es normal
llegará a parecer abominable. Los tipos bajos de la especie serán

86
absorbidos por el tipo superior. […] Se operaría en esta forma una selección
por el gusto, mucho más eficaz que la brutal selección darwiniana, que sólo
es válida, si acaso, para las especies inferiores, pero ya no para el
hombre.195

De acuerdo con Vasconcelos, “los muy feos no procrearán, no desearán


procrear”196; de manera que sólo lo que es bello será deseable y se procederá
conforme a la ley del gusto, resultando en una reproducción diferencial que
favorecerá aquellos caracteres que se consideren favorables para los fines
superiores de la especie, y producirá una suerte de eugenesia natural.

El reino animal
Aunque en el caso del ser humano Vasconcelos habla de mestizaje y de cambios
graduales que bien orientados pueden llevar al mejoramiento de la especie, no es
sino hasta que reflexiona sobre los animales cuando considera la posibilidad de
cambios acumulativos que llevan a la transformación de una especie en otra. Este
no es el tema de su obra, por lo que no es de sorprender que se exprese poco
sobre el asunto; sin embargo, cuando visita las playas brasileñas de camino a
Santos reflexiona:

Por enfrente pasa el misterio del ave, que, según dicen los biólogos
contemporáneos, es posterior al mamífero; pero mirad cómo es ciego su
vuelo; no es un paso adelante. Si el ave ha llegado la última, la evolución
está contradicha. O se trata de un ser que se desvió de la corriente porque
ya no puede superar al hombre, o se apresuró demasiado y no ha logrado
su objeto. De todas maneras es un caso fallido. La potencia se impacientó,
tal vez, de la larga y estéril experiencia del hombre, y se echó a vencer la
sola resistencia física, sin cuidarse de superar el ingenio. Se adelantó sin
tino, fabricó el ala, pero se quedó sin terminar una mente digna del vuelo.
Siguió la corriente física y descuidó el impulso trascendental; por eso el
mirar de las aves es triste o simplemente bestial. El pensamiento es un
ensayo más poderoso que el vuelo; supera el poder del ala. Aunque esto

195
Op. Cit., pág. 27-28.
196
Op. Cit., pág. 26.

87
último no sea mucha ventaja, el pensamiento cuenta también con otra
aventura. Un día escapará de esta vida para ir a insertarse en un organismo
menos torpe que el nuestro, y más afín del espíritu.

Queda claro entonces que para Vasconcelos la evolución es un proceso


lineal —o de cadena del ser— con un propósito y una potencia o fuerza superior
que lo guía, pero sobre todo destaca que, por más tergiversado que conceptualice
el proceso, abraza la idea de transmutabilidad de las especies.

Vasconcelos y el núcleo duro del darwinismo


Si se analiza el pensamiento expresado por Vasconcelos en La raza cósmica bajo
el microscopio de El núcleo duro del darwinismo de Ruiz y Ayala (Tabla 2) que se
encuentra resumido en el capítulo primero de esta tesis, se observa que no
cumple con ninguno de los parámetros esenciales, pero sí con dos de los
secundarios (variación y extinción) y dos de los puntos a considerar (selección
sexual y diferenciación clara entre selección natural y selección artificial); por lo
que no podría ser considerado como darwinista, ya que no existe una aceptación
clara de los conceptos de selección natural y azar, aun cuando se consideran
otros factores (de manera quizá accidental o incluso inconsciente).

Tabla 2. Elementos esenciales que deben considerarse en el análisis


de las concepciones darwinistas
La raza
El núcleo duro del darwinismo
cósmica
Parámetros esenciales
Entendida como proceso acumulativo oportunista, no No
Selección natural azaroso, con capacidad creadora; y no direccional
(diseño sin proyecto).
Surgimiento de variedades sin un rumbo ni propósito No
Azar
determinados.
Parámetros secundarios
Causada por la acción directa del medio, el uso y Sí
Variación
desuso de los órganos o la variación espontánea.
Lucha por la Sobreproducción de descendencia que junto con la No
existencia limitación de recursos genera competencia.
Divergencia de No
Especialización en la explotación de recursos.
carácter

88
Producción de nuevas especies por aislamiento No
Especiación geográfico o aislamiento en un mismo ambiente
debido a las preferencias de tipo ecológico.
Extinción Gradualidad estricta del proceso evolutivo. Sí
Progreso Rechazo explícito a la "tendencia al progreso". No
Puntos a considerar
"Todas las especies se reproducen en mayor No
proporción de la que es posible sobrevivir en un
territorio. Esta sobreproducción, aunada a una
limitación de recursos, provoca una lucha por la
existencia en la que los organismos portadores de
Argumento
alguna variación que mejora sus posibilidades de
aprovechamiento del lugar (nicho) aumentan su
número de descendientes. Los descendientes
modificados orientarán la transformación de la
especie en ese nuevo sentido".
Diferenciación Entendiendo que la selección natural no sigue un Sí
clara entre rumbo determinado y la selección artificial está
selección natural y direccionada por el ser humano para su propio
selección artificial beneficio.
Competencia en una población entre individuos del Sí
Selección sexual mismo género que resulta en la reproducción
diferencial y no en la muerte del competidor.

89
Conclusiones
Gracias a la confrontación político-ideológica entre los intelectuales del Porfiriato y
la nueva generación de revolucionarios, en el México de principios del siglo XX, el
darwinismo se convirtió en el estandarte de la opresión y la desigualdad. En una
amenaza para el creciente sentido nacionalista que caracterizó al país una vez
concluida la etapa armada de la Revolución Mexicana.

Para Vasconcelos, el positivismo era motivo de desprecio, y el “darwinismo


spenceriano” la justificación filosófica —errada, por supuesto— de la superioridad
sajona. Era tal su odio por la filosofía de los “científicos” y por el darwinismo —
aplicado a la sociología humana—, que moldeó su pensamiento e influenció su
obra intelectual y su trabajo como Secretario de Educación.

En La raza cósmica cristalizan sus ideas sobre la formación de una cultura


universal que signifique la expresión máxima y libre del espíritu, no mediante la
superioridad de un pueblo sobre otro, sino a través del mestizaje; argumento que
Vasconcelos venía desarrollando desde tiempo atrás, e incluso se manifiesta en la
conferencia sobre Gabino Barreda que impartió en 1910.

Destaca en el ensayo que Vasconcelos no se opone a la teoría de la


evolución de Darwin aplicada a las especies zoológicas, pero sí a todo aquello que
concierne al ser humano. Pese a ello, mantiene un pensamiento marcadamente
evolucionista, que no puede clasificarse como darwiniano. Para Vasconcelos, el
mecanismo principal para el surgimiento de nuevas variedades es la hibridación;
de manera que se observa un discurso más acorde con el mendelismo que con las
teorías de Darwin. Con base en estas observaciones, en mi opinión, la influencia
de las teorías evolucionistas no darwinianas en los intelectuales mexicanos de
principios del siglo XX es un ángulo que valdría la pena explorar en futuras
investigaciones; y para hacerlo, salta a la vista que hace falta desarrollar
herramientas metodológicas adecuadas que permitan clasificar los discursos
evolucionistas que se separan de la corriente darwinista. Un “núcleo duro” de
mayor espectro, o algún otro criterio definitorio.

90
Cabe resaltar que, al pensar en el proceso que llevará a la formación de la
quinta raza, aunque tergiversados, Vasconcelos piensa en términos de cuasi-
selección natural, selección artificial y sexual. Asimismo, considera factores como
la variación, pero no en el sentido estrictamente darwiniano, ya que poco
reflexiona sobre el azar.

Esto es consistente con lo establecido por Thomas F. Glick y Mark G.


Henderson197, pues Vasconcelos experimenta cierta ansiedad o resistencia como
resultado de su exposición al darwinismo —o a lo que él entendía como
darwinismo—, mientras que hay una adaptación o apropiación del discurso del
darwinismo spenceriano por parte de los intelectuales y políticos del Porfiriato.

Bajo el modelo de Glick y Henderson, en el caso de Vasconcelos, la


recepción se da bajo una lógica correctiva, es decir “como limitación o revisión
cuasi-científica del contenido teórico original de una idea, y/o como combinación
de resistencia y apropiación”. Es gracias a su papel e influencia como figura
pública que se traslapa otra lógica: la extensional, que implica “apropiaciones
culturales o artísticas en los ambientes políticos y sociales, incluyendo
apropiaciones más restringidamente literarias y artísticas”.

De acuerdo con el propio Vasconcelos, la educación en México fue


reorganizada siguiendo una tesis contraria a la del darwinismo de los sajones, lo
que significa que el darwinismo, como él lo entendía, jugó un papel central en la
conformación de la educación en México y en los planes y programas de estudio,
ya que Vasconcelos fue el impulsor y promotor por excelencia de la educación y la
cultura en el territorio nacional. Su marcado iberoamericanismo y su pensamiento,
guiado por un rechazo profundo al darwinismo spenceriano, fijaron el rumbo que
seguiría lo que ahora es la Universidad Nacional Autónoma de México, que hoy
carga todavía en su escudo la marca del deseo de conformar una raza universal,
culminación de todo lo pasado. En el propio edificio de la Secretaría de Educación

197
Glick, T., & Henderson, M. (1999). “Las recepciones científicas y populares de Darwin, Freud y
Einstein: Hacia una historia analítica de la difusión de las ideas científicas.” En R. Ruiz, T. Glick, &
M. Á. Puig-Samper (Edits.), El darwinismo en España e Iberoamérica (pp. 289-297). CSIC/Doce
Calles/UNAM.

91
Pública aún pueden verse los tableros esculpidos por Manuel Centurión, que
representan las culturas griega, española, azteca e indostánica, que Vasconcelos
piensa deberán unirse para crear una cultura universal y armoniosa, amorosa y
sintética.198

De esta forma, se comprueba que, si bien Vasconcelos no era darwinista, la


teoría de la evolución de Darwin y, sobre todo, su aplicación al campo de la
sociología humana, influenciaron el pensamiento y la filosofía del autor, así como
su vida y obra; y mediante su conducto, contribuyeron a moldear la educación en
el país y lo que hoy conocemos como “la cultura mexicana”.

198
Vasconcelos, J. (2009). Discursos 1920-1950. México: Trillas. Pp. 39.

92
Bibliografía
"Crónica parlamentaria. Sesión del día de mayo de 1871". (8 de mayo de 1871). El
Siglo Diez y Nueve, 52(9617), pp. 1-3.

"Instalación de la Cuarta Asamblea de Estudiantes, Proclamó a Vasconcelos


Maestro de la Juventud". (15 de mayo de 1923). El Diario Nacional.

(1872). "Critias". En Platón, Obras completas de platón (P. d. Azcárate, Trad.,


Facsimilar ed., Vol. 2, pp. 265-291). Madrid: Medina y Navarro Editores.

(1872). "Timeo". En Platón, Obras completas de Platón (P. d. Azcárate, Trad.,


Facsimilar ed., Vol. 2, pp. 148-264). Madrid: Medina y Navarro Editores.

(2012). “José Vasconcelos”. De Conversaciones sobre historia. México: Instituto


Mexicano de la Radio/INEHRM.

Amador Saavedra, B. (Octubre de 2013). La cultura y la misión iberoamericana en


La raza cósmica: Un acercamiento al espiritualismo de José Vasconcelos.
Tesis para obtener el título de Licenciada en Filosofía. Méxoco: Facultad de
Estudios Superiores Acatlán, UNAM.

Arnold, M. (1882). Literature and Science.

Ayuntamiento de Mérida, Y. (s.f.). Archivo Histórico del Ayuntamiento de Mérida,


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