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Ambos poseen una característica que los une, y es cierto uso de la razón para la

consecución del conocimiento, sin embargo su puesta en marcha es diametralmente


opuesta; mientras que para Descartes y los racionalistas ésta basta por sí misma
(aunque recordemos que debe apoyarse en criterios metafísicos tales como Dios).

Los empiristas negaban la omnipotencia y la omnipresencia de la razón como garantía


del conocimiento; ahora es necesario ir un paso más allá e introducir aquello aportado
por los sentidos- cosa que los racionalistas negaban taxativamente -es decir,
experiencia, llegando a la conclusión de que todo conocimiento sólo posee rigor
científico si es verificable y constable por su impresión. Pongamos un ejemplo para
ambos autores: observemos una silla; Descartes alegaría que ésta existe en la medida
que es pensada, y al ser percibida después de un modo claro y evidente y con la
garantía de certeza que proporciona Dios, este objeto existe. Vemos aquí que la
experiencia o percepción no ha tenido ningún papel primordial. Ante el mismo hecho
Hume argumenta que la silla sólo existe en la medida que mis sentidos la perciben y
aunque pueda pensarla y por lo tanto haber obtenido una idea de ésta, será siempre
fruto de los sentidos, es decir, una idea sólo se forma a partir de impresiones
sensibles.

Así como Descartes era partidario del innatismo, Hume dirá que la mente no es sino,
una “tabula rasa” que recibe impresiones del exterior, por lo tanto, todo conocimiento
que tenga que llamarse científico, es de carácter adquirido. Sí que confluyen ambos
autores en el interés por el estudio del ser humano; Descartes a través de su Método
establece la condición de un criterio y Hume a su modo experimental (empirista) lo
argumenta. También pero, se percata de la fragilidad de muchos razonamientos
filosóficos que se apoyan en abstracciones.

El Racionalismo sí permitía hablar de metafísica en tanto que ciencia porque poseía


( a su modo) un método, un avance y una solución a cuestiones, sin embargo, el
Empirismo negará cualquier posibilidad de conocimiento metafísico ya que no posee
su correspondiente impresión sensible ni validación por los sentidos.

Vimos cómo Descartes solucionaba el problema de las sustancias y la relación


existente entre alma y cuerpo partiendo de la idea en sí, cosa que nos lleva a pensar
que éste filósofo ya conocía el resultado de sus divagaciones, y sólo se limitó a
justificarlos. Hume va más allá y cuestiona la noción de substancia en sí misma y
argumenta que, ésta es un cúmulo de impresiones sensibles que nuestra mente
mediante hábito y costumbre tiende a percibir como una unidad aunque el mismo autor
alega que es una asociación necesaria y típica en el hombre pero, siempre dirá que no
es lícito hablar en este sentido de rigor científico ( no niega su posible existencia sino
que simplemente no se puede hablar de ello como ciencia). Pondremos el ejemplo de
la naranja. Nosotros podemos percibir el olor, el color, la textura... de la naranja y esa
idea se procesa en nuestra mente dándonos a identificarla como tal, es decir, yo no
puedo prescindir del color u olor de la naranja, porque si lo hiciese, eso que queda (la
substancia según Descartes) no sería nada. Si a la sustancia le desgranamos todos
sus accidentes nos queda algo ininteligible e inaprehensible ya que por definición la
substancia es la unión de accidentes.

En lo que al YO se refiere vimos que Descartes le había atribuido importancia al ser la


primera substancia derivada pero no tubo en cuenta las diferentes sensaciones que
eso puede producir, como sí hizo Hume. Se dio cuenta que ese mismo YO no siempre
tiene la misma percepción de sí mismo( a veces hay tristeza, alegría, miedo...) Por lo
que no se puede hablar de un sentido unitario como había argumentado Descartes.
Hume recurre aquí a la memoria para salvaguardar a ese YO; en decir, me reconozco
a mí mismo porque a pesar de cambiar de humor, de estado... mi mente me recuerda.

Ambos tenían una percepción del mundo muy lejana uno del otro. Para Descartes la
certeza de que un mundo existiera. la obtenía gracias a Dios, a la garantía, que le
hacía pensar que si alguien tan perfecto como él daba esa idea de un mundo exterior,
no iba a engañar, por tanto existe. Pero Hume, tenía otro punto de vista. Para él, el
mundo exterior existe porque nosotros a través de percepciones, tenemos la idea de
ese mundo. Es decir, podemos verificar la existencia de un mundo externo a través de
la experiencia.

Descartes hablaba del alma como concepto innato y ni siquiera se planteaba su


existencia, y decía que se comunicaba con el cuerpo a través de la glándula pineal.
Hume no creía en ese alma que Descartes creyó encontrar. Para Hume el alma no
sería real porque no puede percibirla a través de los sentidos.

Para Hume la causalidad no es sino una correlación de hechos espacio-temporales


que mi mente, por hábito y costumbre, tiende a establecer de un modo único de
manera que si yo veo que siempre A->B mi mente siempre lo va a asociar. La causa
de que el papel se queme es el fuego, de modo que siempre que yo acerque éste al
fuego, arderá pero aquí lo único que percibimos son hechos concatenados y no su
íntima relación (es decir que forma/materia tiene causa) yo sólo percibo fuego, papel,
humo y cenizas, no la causa, pero tenemos que tener en cuenta que Hume siempre
dirá que son conexiones necesarias para el ser humano ya que nuestras estructuras
mentales están compuestas de esa manera. El Empirismo en definitiva nos lleva a un
escepticismo puesto que sólo será veraz aquello experimentable. Mientras que la
mente o el pensamiento tiende a ir más allá, de ahí la trascendencia de la que hablará
posteriormente Kant –elaboración de tesis cada vez más amplias, necesarias y
aplicables en todos los ámbitos, no sólo en lo experimental-.

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