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La riqueza de las naciones se considera el primer libro moderno de economía

La historia del pensamiento económico es la rama de la economía que estudia la


historia de los esfuerzos intelectuales por entender y explicar los fenómenos comunes de
la naturaleza. Es decir, que es la disciplina que trata el proceso cronológico del nacimiento,
desarrollo y cambio de las diferentes ideas y distintas economías en diferentes
sociedades, mostrando la contribución del pensamiento económico dominante a la
economía moderna.
Encontramos pocas ideas económicas en los pensadores
griegos: Jenofonte, Pitágoras, Aristóteles, Platón y Homero. En uno de ellos se puede
encontrar numerosas ideas en la obra de La República, de Platón, sobre como se
organizaba la economía en la ciudad ideal, y se puede utilizar esta obra como un buen
acercamiento a los pensadores de esa época.
Aristóteles hizo distinciones, en Oeconomicus (cabe aclarar que este libro no está escrito
en su totalidad por Aristóteles: también recibió ayuda de otros pensadores de la época),
por ejemplo entre el comercio lícito para el intercambio de mercaderías y el incorrecto que
sólo buscaba la obtención de ganancias, y estos tópicos sirvieron como base para
establecer la ciencia económica.
Para Aristóteles, economía es «la ciencia que se ocupa de la manera en que se
administran unos recursos o el empleo de los recursos existentes, con el fin de satisfacer
las necesidades que tienen las personas y los grupos humanos». Aristóteles diferenció
entre economía y crematística. Este último era utilizado para referirse al comercio, a la
actividad de negociar y enriquecerse con el tráfico.
Luego, en la Edad Media, identificamos el pensamiento económico en
los escolásticos en Europa.

2.1 Generalidades
La Economía es una ciencia que acumula conocimientos a
través de teorías que han ido perfeccionándose. El progreso
científico en Economía ha provocado la sustitución de unas
teorías por otras, conforme se han ido necesitando resolver los
problemas económicos de cada época. Las teorías económicas
han tratado de explicarnos los fenómenos económicos, bajo el
prisma de su veracidad científica. Estas teorías no han ido
evolucionando en línea creciente, sino que zigzagueado.
El pensamiento económico acumulado, desde la corta historia
que tiene la Economía como ciencia, ha evolucionado conforme
a los problemas propios del momento. Dentro de la Teoría
Económica actual tendremos que distinguir entre la época
precientífica (hasta la primera mitad del XVIII), y la ciencia
económica, desde aquél entonces. Probablemente la frontera la
marca Adam Smith con su libro LA RIQUEZA DE LAS
NACIONES, de 1776.

2.2 Breve historia del pensamiento económico.


2.2.1 Etapa precientífica: Grecia, Roma y la Edad Media.
Los autores griegos no hicieron ciencia y escribieron sobre
aspectos económicos sin desligarse de la moral y la política. Los
sofistas veían importante el comercio y desligarse de las
ciudades y rechazaban el sistema esclavista y la existencia de
clases sociales. El comercio fomentaba las relaciones entre los
individuos con libertad. Los socráticos, como Platón y
Aristóteles, mostraron un punto de vista económico conservador,
contrarios al enriquecimiento por ser inmoral. La agricultura es
bien vista en los escritos griegos, y contrariamente,
comerciantes y artesanos son ciertamente desdeñados.
En síntesis, consideran que el comercio, la producción y el
intercambio son perjudiciales si se expanden, porque traen
perjuicio moral y social. En cuanto a la distribución de la riqueza
muestran una visión socialista (de todos), pero a la vez
conservadora, a través de un sistema de castas que permita el
mantenimiento del status quo. Están preocupados por un Estado
Estacionario y armónico.
Los autores romanos fueron menos fructíferos que los griegos.
La cultura romana aportó la creación de las vías de
comunicación y con éstas el intercambio y el aporte jurídico a la
propiedad, los contratos y el derecho a testar. Los pensadores
romanos tenían ideas similares a los socráticos en su transfondo
moral y político. Contrarios a la expansión, fomentan la
agricultura, contrarios a los intereses y al comercio. Los
principales autores son (Paladio, Columela, Catón y Varron).
En cuanto a los pensadores de la Edad Media (escolásticos) con
la invasión germánica se volvió a esquemas más rurales (menos
importancia de las ciudades). Por otra parte, la expansión del
cristianismo supuso la condena de la esclavitud,
desprendimiento de las riquezas, desigualdad de condiciones
debido a la diferenciación de los trabajos. Los pensadores de la
edad media escribieron sobre:
1) La propiedad: Santo Tomás de Aquino aboga por la existencia
de la propiedad privada para que el hombre consiga sus fines.
Esta utilización debe ser moderada y responsable (moralidad en
la propiedad).
2) El trabajo: se ennoblece el trabajo, aunque se establecen
categorías o estratos. Se distingue entre trabajo productivo
(agricultura, ej) y el improductivo (comercio). Se preocupan del
salario justo (que mantiene decorosamente a la familia y no es
injusto para el consumidor).
3) El capital y el interés: tema controvertido, se reconoce pago
de indemnización al prestamista por lucro cesante, daño
emergente o riesgo corrido, pero no un precio por el dinero.
4) Población: incitan a la necesidad de la existencia de una
población numerosa.
Desarrollo capitalista
El capitalismo es un sistema económico basado en la propiedad
privada de los medios de producción, que constituyen el capital.
Normalmente el capitalismo esta asociado a la libertad de mercado y a
la libre iniciativa de las empresas en la determinación de sus
productos y la fijación de los precios de éstos. Sin embargo, a veces la
libertad de mercado es sustituida por el control, en cuyo caso se habla
de capitalismo de Estado.

“El capitalismo es el sistema económico dominante en el mundo


actual. Algunos economistas entienden que el capitalismo comenzó en
la baja edad media, hacia los siglos XIII o XIV. Otros identifican el
feudalismo con la edad media y consideran que el capitalismo es el
sistema que vino después, es decir, a partir del siglo XVI, ya que el
final de la edad media suele fijarse en la caída de Constantinopla
(1453) o el descubrimiento de América (1492). Otros consideran que
una característica definitoria del capitalismo es la producción industrial
en grandes cantidades, por lo que solo consideran capitalista al
sistema que surgió en Inglaterra tras el invento de la máquina de
vapor y la industrialización, en el siglo XVIII.”

El papel del gobierno en la economía es hacer valer las instituciones


pero el problema institucional radica en que hay reglas que no existen,
otras existen pero se ignoran además de que algunas son obsoletas y
excluyentes.

Se aprecian distintos conceptos sobre el capitalismo, como:

“capitalismo mercantil, que surge en la edad media y capitalismo


industrial que surge tras la industrialización. Lenin utilizó la palabra
imperialismo para referirse a la “fase superior del capitalismo”. Otros
prefieren hablar de capitalismo financiero para referirse al sistema
económico dominante en los países de occidente durante la mayor
parte del siglo XX.”

El capitalismo industrial liberal presenta mercados altamente


concurridos en cambio el capitalismo monopolístico presenta
mercados acaparadores controlados por grandes empresas que
desproveen los mercados originando necesidad y pobreza; el ingreso
nacional tiende a concentrarse en pocas manos. Esta es la razón a la
que se debe que existe la necesidad de una mayor intervención
estatal con la finalidad de buscar la compensación evidente de la
desigualdad social (social-democracia). Es por ello que el estado de
bienestar adquiere un carácter social-demócrata.
Otra definición sobre la palabra según eumed sería: “el capitalismo es
el sistema económico en el que la economía de libre mercado es
dominante.” Pero quedaría muy incompleta tal definición, contrastaría
en mucho con las otras dadas y las que irán siguiendo durante ha
historia.

El capitalismo surge con las ideas liberales, las cuales parten de la


idea primigenia de la existencia de Dios y de su infinita bondad. Por lo
tanto, quien cree en la existencia de Dios cree en un orden natural de
inspiración divina basado en la libertad, y en consecuencia, en la
justicia; emanando de ésta la equidad, la igualdad y el orden. El
pensamiento liberal es un pensamiento encomiástico del sistema
capitalita, ya que éste sistema emana de la idea de “libertad absoluta”,
que es el fundamento del orden natural instituido por el Creador. Por
ende, el sistema capitalista escapa de todo cuestionamiento al ser de
inspiración divina, según los liberales.

Se dice que el hombre es un “homo economicus” por el hecho de ser


racional, informado, moral, y ante todo, libre para decidir y optar por lo
que más le conviene y satisface. Por eso, como lo afirma el filósofo
alemán Jorge Federico Hegel, “el hombre es el arquitecto de su propio
destino” y “cada quien tiene lo que merece”.

Partiendo de las ideas liberales mencionadas con anterioridad, surge


el concepto de “desarrollo” que explica que el grado de desarrollo de
las naciones tiene que ver con “valor del trabajo” que éstas tienen.
Dicho en otras palabras, para explicarnos el grado de desarrollo de un
pueblo determinado debemos saber qué posición ocupa la idea de
trabajo dentro de su cosmología .

Capitalismo
Maquinaria de una empresa capitalista del siglo XIX.

El capitalismo es un orden o sistema social y económico que deriva del usufructo de


la propiedad privada sobre el capitalcomo herramienta de producción, que se encuentra
mayormente constituido por relaciones empresariales vinculadas a las actividades
de inversión y obtención de beneficios, así como de relaciones laborales tanto autónomas
como asalariadas subordinadas a fines mercantiles.1
En el capitalismo, los individuos, y las empresas usualmente representadas por los
mismos, llevan a cabo la producción de bienes y servicios de forma privada e
independiente, dependiendo así de un mercado de consumo para la obtención de
recursos.2 El intercambio de los mismos se realiza básicamente mediante comercio libre y,
por tanto, la división del trabajose desarrolla de forma mercantil y los agentes económicos
dependen de la búsqueda de beneficio.3 La distribución se organiza, y las unidades
de producción se fusionan o separan, de acuerdo a una dinámica basada en un sistema
de precios para los bienes y servicios.4 A su vez, los precios se forman mayoritariamente
en un mercado que depende de la interacción entre una oferta y una demanda dadas por
las elecciones de productores y consumidores,5 y éstos a su vez, son necesarios para la
coordinación ex-post de una economía basada en el intercambio de mercancías. 6
El origen etimológico de la palabra capitalismo proviene de la idea de capital y su uso para
la propiedad privada de los medios de producción,78 sin embargo, se relaciona
mayormente al capitalismo como concepto con el intercambio dentro de una economía de
mercado que es su condición necesaria,910 y a la propiedad privada absoluta o burguesa11
que es su corolario previo.1213 El origen de la palabra puede remontarse antes de 1848
pero no es hasta 1860 que llega a ser una corriente como tal y reconocida como término,
según las fuentes escritas de la época. 14
Se denomina sociedad capitalista a toda aquella sociedad política y jurídica originada
basada en una organización racional del trabajo, el dinero y la utilidad de los recursos de
producción, caracteres propios de aquel sistema económico. 15 En el orden capitalista, la
sociedad está formada por clases socioeconómicas en vez de estamentos como son
propios del feudalismo y otros órdenes pre-modernos.16 Se distingue de aquel y de otras
formas sociales por la posibilidad de movilidad social de los individuos, por
una estratificación social de tipo económica,17 y por una distribución de la renta que
depende casi enteramente de la funcionalidad de las diferentes posiciones sociales
adquiridas en la estructura de producción. 18
El nombre de sociedad capitalista se adopta usualmente debido a que
el capital como relación de producción se convierte dentro de ésta en un elemento
económicamente predominante.19 La discrepancia sobre las razones de este predominio
divide a las ideologías políticas modernas: el enfoque liberal smithiano se centra en
la utilidad que el capital como relación social provee para la producción en una
sociedad comercial con una amplia división del trabajo, entendida como causa y
consecuencia de la mejora de la oferta de consumo y los mayores ingresos por vía
del salario respecto del trabajo autónomo,20 mientras que el
enfoque socialista marxista considera que el capital como relación social es precedido (y
luego retroalimentado) por una institucionalizada imposibilidad social de sobrevivir sin
relacionarse con los propietarios de un mayor capital físico mediante el intercambio de
trabajo asalariado.21
La clase social conformada por los creadores y/o propietarios que proveen de capital a la
organización económica a cambio de un interés22 se la describe como "capitalista", a
diferencia de las funciones empresariales cuyo éxito se traduce en forma de ganancia23 y
de las gerenciales ejecutadas a cambio de un salario.24 Vulgarmente se describe desde el
siglo XVIII como "burguesía" tanto a este conjunto social como al de los empleadores de
trabajo de una moderna sociedad industrial, pero la burguesía se origina en las ciudades
de la sociedad rural medieval y está constituida por propietarios auto-empleados cuya
naturaleza da origen al capitalismo moderno. 25
Existen diferentes apreciaciones sobre la naturaleza del capitalismo según la perspectiva
social e ideológica desde la cual se lo analice.

Índice
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 1Características
o 1.1Capital, trabajo y régimen de propiedad

o 1.2Contrato libre, ganancias y movilidad social

o 1.3Libre mercado, empresas y competencia

o 1.4La empresa por sociedad de capitales

o 1.5Crecimiento económico

o 1.6Organizaciones por interés individual

o 1.7Liberalismo y papel del Estado

 2Origen

 3Tipos de sistemas capitalistas

o 3.1Mercantilismo

o 3.2Capitalismo de libre mercado

o 3.3Economía social de mercado

o 3.4Capitalismo corporativo

o 3.5Economía mixta

o 3.6Capitalismo de riesgo

o 3.7Capitalismo mortuorio

 4Críticas al capitalismo

o 4.1Marxismo

 4.1.1Capitalismo e imperialismo

 4.1.2El mercado como institución no natural

 4.1.3Capitalismo como religión

o 4.2Ecologismo

 5Véase también

 6Referencias

 7Bibliografía

 8Enlaces externos
Características[editar]

Si bien el capitalismo no encuentra su fundador en un pensador sino en las relaciones productivas


de la sociedad, la obra La riqueza de las nacionesconcedió a Adam Smith el título de fundador
intelectual del capitalismo.

John Locke, con su obra Dos tratados sobre el gobierno civil, establece los principios que
posteriormente servirán para identificar el capitalismo como sistema productivo y el liberalismo como
sistema de pensamiento que lo respalda.

El capitalismo, o más concretamente los sistemas económicos capitalistas, se caracterizan


por la presencia de unos ciertos elementos de tipo socioeconómico, si un número
importante de ellos está ausente el sistema no puede ser considerado como propiamente
capitalista. Entre los factores que acaban haciendo que un sistema sea considerado
capitalista están:

 El tipo de propiedad de los medios de producción y el tipo de acceso a los factores de


producción.
 La presencia de dinero, capital y acumulación capitalista.

 La presencia de mercados de capital y mercados financieros así como el papel


asignado a los mismos.
 La existencia de salarios monetarios y una estructura de clases ligada a las diferentes
funciones dentro de la actividad económica.

 Factores macroeconómicos varios.

En términos más descriptivos, los sistemas capitalistas son sistemas socioeconómicos


donde los activos de capital están básicamente en manos privadas y son controlados por
agentes o personas privadas. El trabajo es proporcionado mediante el ofrecimiento de
salarios monetarios y la aceptación libre por parte de los empleados. La actividad
económica frecuentemente está organizada para obtener un beneficio neto que permita a
las personas propietarias que controlan los medios de producción incrementar su capital.
Los bienes y servicios producidos son además distribuidos mediante mecanismos de
mercado. Si bien todos los sistemas capitalistas existentes presentan un mayor o menor
grado de intervención estatal y se alejan por diversas razones del modelo de mercado
idealmente competitivo, razón por la cual se definen conceptos como la competitividad o el
índice de libertad económica, para caracterizar hasta qué punto difieren unos sistemas
capitalistas de otros.26
Capital, trabajo y régimen de propiedad[editar]
En los sistemas capitalistas la titularidad de la mayor parte de medios de producción es
privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes de
capital industrial y de tenencia y uso de la tierra basado en la propiedad privada.
Los medios de producción operan principalmente en función del beneficio y en la de los
intereses directivos. Se acepta que en un sistema capitalista, la mayor parte de las
decisiones de inversión de capital están determinadas por las expectativas de beneficio,
por lo que la rentabilidad del capital invertido tiene un papel muy destacado en la vida
económica. Junto con el capital, el trabajo se refiere al otro gran conjunto de elementos de
producción (algunos autores añaden un factor tradicionalmente llamado «tierra» que en
términos generales puede representar cualquier tipo de «recurso natural»). El papel
decisivo del trabajo, junto el capital, hacen que uno de los aspectos importantes del
capitalismo sea la competencia en el llamado mercado de trabajo asalariado.
Sobre la propiedad privada, los sistemas capitalistas tienden a que los recursos invertidos
por los prestadores de capital para la producción económica, estén en manos de las
empresas y personas particulares (accionistas). De esta forma a los particulares se les
facilita el uso, empleo y control de los recursos que se utilizan la producción de bienes y
servicios. En los sistemas capitalistas se busca que no existan demasiadas restricciones
para las empresas sobre como usar mejor sus factores de producción (capital, trabajo,
recursos disponibles).
Entre las características generales del capitalismo se encuentra la motivación basada en el
cálculo costo-beneficio dentro de una economía de intercambio basada en el mercado, el
énfasis legislativo en la protección de un tipo específico de apropiación privada (en el caso
del capitalismo particularmente lockeano), o el predominio de las herramientas de
producción en la determinación de las formas socioeconómicas.
Contrato libre, ganancias y movilidad social[editar]
El capitalismo se considera un sistema económico en el cual el dominio de la propiedad
privada sobre los medios de producción desempeña un papel fundamental. Es importante
comprender lo que se entiende por propiedad privada en el capitalismo ya que existen
múltiples opiniones, a pesar de que este es uno de los principios básicos del capitalismo:
otorga influencia económica a quienes detentan la propiedad de los medios de producción
(o en este caso el capital), dando lugar a una relación voluntaria de funciones y de mando
entre el empleador y el empleado. Esto crea a su vez una sociedad de clases móviles en
relación con el éxito o fracaso económico en el mercado de consumo, lo que influye en el
resto de la estructura social según la variable de capital acumulada; por tal razón en el
capitalismo la pertenencia a una clase social es movible y no estática.
Las relaciones económicas de producción y el origen de la cadena de mando —incluyendo
la empresaria por delegación— es establecida desde la titularidad privada y exclusiva de
los propietarios de una empresa en función de la participación en su creación en tanto
primeros propietarios del capital. La propiedad y el usufructo queda así en manos de
quienes adquirieron o crearon el capital volviendo interés su óptima utilización, cuidado y
acumulación, con independencia de que la aplicación productiva del capital se genere
mediante la compra del trabajo, esto es, el sueldo, realizado por los asalariados de la
empresa.
Una de las interpretaciones más difundidas señala que en el capitalismo, como sistema
económico, predomina el capital —actividad empresarial, mental— sobre
el trabajo —actividad corporal— como elemento de producción y creador de riqueza. El
control privado de los bienes de capital sobre otros factores económicos tiene la
característica de hacer posible negociar con las propiedades y sus intereses a través de
rentas, inversiones, etc. Eso crea el otro distintivo del capitalismo que es el beneficio o
ganancia como prioridad en la acción económica en función de la acumulación de capital
que por vía de la compra del trabajo puede separarse del trabajo asalariado.
Libre mercado, empresas y competencia[editar]
El capitalismo se basa ideológicamente en una economía en la cual
el mercado predomina, esto usualmente se da, aunque existen importantes excepciones
además de las polémicas sobre qué debe ser denominado libre mercado o libre empresa.
En este se llevan a cabo las transacciones económicas entre personas, empresas y
organizaciones que ofrecen productos y las que los demandan. El mercado, por medio de
las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se intercambian las
mercancías (bienes y servicios), permite la asignación de recursos y la distribución de la
riqueza entre los individuos.
La libertad de empresa propone que todas las empresas sean libres de conseguir recursos
económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el
mercado que éstas dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen
desarrollar y el momento para entrar o salir de este. La libertad de elección se aplica a las
empresas, los trabajadores y los consumidores, pues la empresa puede manejar sus
recursos como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo cualquiera
que esté dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de escoger lo que
desean consumir, buscando que el producto escogido cumpla con sus necesidades y se
encuentre dentro de los límites de su ingreso. Esto en un contexto teórico capitalista es
denominado cálculo económico.
Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o personas que
ofrecen y venden un producto (oferentes) en un mercado determinado. En dicho mercado
también existe un gran número de personas o empresas (demandantes), las cuales, según
sus preferencias y necesidades, compran o demandan esos productos o mercancías. A
través de la competencia se establece una «rivalidad» o antagonismo entre productores.
Los productores buscan acaparar la mayor cantidad de consumidores/compradores para
sí. Para conseguir esto, utilizan estrategias de reducción de precios, mejoramiento de la
calidad, etc.
La empresa por sociedad de capitales[editar]
El tipo de empresa actual suele resultar de una asociación. A principios del siglo XIX, las
empresas eran generalmente de un individuo que invertía en ellas capitales, fueran estos
propios o procedentes de préstamos, y los ponía al servicio de una capacidad técnica, que
generalmente él mismo tenía. Sin embargo, el posterior desarrollo o auge del capitalismo
demostraron claramente la superioridad de la empresa, que supera los límites de la
personalidad individual o de la continuidad familiar. Este sistema permite al mismo tiempo
agrupar capacidades que se completan y disociar las aportaciones de capital de las
aptitudes puramente técnicas, antes confundidas. Hay que distinguir dos grandes
categorías de sociedades:
1. Las de personas, constituidas por un pequeño número de individuos que aportan al
fondo social capitales, llamados (partes) o capacidades técnicas (caso del socio industrial
opuesto al capitalista), que, como son en realidad fracciones casi materiales de la empresa
no pueden ser cedidas sin el acuerdo de los copartícipes.
2. Las de capitales, en las que las partes llamadas (acciones),se consideran como simples
pruebas materiales de la aportación de cierto capital por los asociados, en general
numerosos y tienen por tanto la posibilidad de transmitirse o negociarse libremente en la
bolsa de valores.
Crecimiento económico[editar]
Teóricos y políticos han enfatizado la habilidad del capitalismo para promover
el crecimiento económico buscando aumentar los beneficios, tal como se mide por
el Producto Interno Bruto (PIB), utilización de la capacidad instalada o calidad de vida. Sin
embargo, debe notarse el análisis de la tasa de crecimiento ha revelado que el progreso
técnico y causas no asignables a la intensividad del capital o la asignación de trabajo,
parecen ser responsables de gran parte de la productividad (ver productividad total de los
factores). Igualmente los sistemas de economía planificada lograron entre 1945-1970
tasas muy superiores a la mayor parte de países capitalistas. Aun dejando a un lado el
peso de los diferentes factores en el crecimiento económico, la posible benéfica influencia
de la organización capitalista de la producción ha sido históricamente el argumento central,
por ejemplo, en la propuesta de Adam Smith de dejar que el libre mercado controle los
niveles de producción y de precio, y distribuya los recursos.
Diversos autores han sostenido que el rápido y consistente crecimiento de los indicadores
económicos mundiales desde la revolución industrial se debe al surgimiento del
capitalismo moderno.2728 Aun cuando parece que parte del crecimiento recogida dentro de
la productividad total de los factores no necesariamente está ligada al modo de
organización capitalista, sino podría deberse simplemente a factores técnicos cuyo
desarrolloso obedece a causas más complicas.29 Los defensores de que la organización
capitalista es el factor principal en el crecimiento argumentan que incrementar el PIB (per
cápita) ha demostrado empíricamente una mejora en la calidad de vida de las personas, tal
como mejor disponibilidad de alimentos, vivienda, vestimenta, atención médica, reducción
de horas de trabajo, y libertad de trabajo para niños y ancianos. 30
Sí parece ampliamente demostrado, que la especialización tanto en la agricultura como en
otras áreas, produce un aumento de la producción existente, y la actividad comercial de
materias primas aumenta. La consecuencia de este hecho, es el incremento de la
circulación de capital, que fue un estímulo a la banca, y por tanto de la riqueza de la
sociedad, aumentando el ahorro y con ello la inversión. Éste fue fundamentalmente el
origen de la banca actual, la cual tenía dos funciones: prestar el dinero que custodiaban a
cambio de un interés y la emisión de "promesas de pago al contado al portador" que
circulaban como dinero.
1. El pensamiento económico antiguo y medieval1 Los sistemas económicos antiguo y
medieval se caracterizaron por ser muy básicos en el sentido de que se trataba de
sociedades de autoconsumo: durante la civilización griega y el imperio romano, la
principal actividad era la agricultura, la unidad de producción era el hogar y la fuerza
de trabajo eran los esclavos. Un grupo minoritario usaba y consumía bienes pero,
fundamentalmente, consumía servicios que eran provistos por los esclavos. Los
intercambios eran escasos y muy esporádicos, así las cosas, no hubo avances
significativos en el pensamiento económico. Ya en la edad media algunas pocas
circunstancias cambiaron, se instaura el sistema feudal que determina unas nuevas
relaciones en la aún limitada actividad productiva. En algunos casos se supera el
esclavismo nominalmente y se establecen nuevas denominaciones: siervos, aparceros
o arrendatarios dependían de algún rey, señores de la Iglesia, aristócratas, nobles o
hidalgos. Con independencia de las relaciones entre patrono y trabajador, el producto
de la actividad agrícola se entregaba al dueño de la tierra como pago por el permiso de
trabajarla; sólo pequeñas porciones de lo producido se quedaba en las familias
trabajadoras. Los intercambios de bienes aparecen en el período medieval con más
frecuencia, pero definitivamente tenían un papel secundario, en nada parecido a los
mercados del día de hoy. En conclusión, aunque el período que va desde la antigüedad
griega hasta el final de la Edad Media representa aproximadamente dos mil años, la
estructura económica fundamental de la civilización occidental cambió poco durante
ese tiempo. Tanto la antigüedad griega como el feudalismo europeo se caracterizaron
por economías pequeñas, aisladas y autosuficientes, con escaso capital y niveles de
producción bajos. Al nivel de la producción básica, la servidumbre era semejante a la
esclavitud, excepto en la diferencia legal de que los siervos no renunciaban a los
derechos de propiedad sobre sus propios cuerpos. A lo largo de estos dos milenios, el
intercambio aislado predominó sobre lo que ahora llamamos intercambio de mercado.
En consecuencia, los tratados eruditos de la época se centran principalmente
cuestiones de justicia, moral y ética, no en el origen de los precios. “Hay una base
común a todos los comentarios de Aristóteles, de los tratadistas romanos, de los
escolásticos. Tratan de juzgar moralmente cuestiones tales como el tipo de interés, el
justiprecio o las relaciones laborales amoesclavo. ” (Martnez Coll, sec. Breve Historia
del Pensamiento Económico: 2001)

La polarización capitalista (I)

Por: Luis Fuenmayor Toro | Miércoles, 07/12/2011 03:43 PM | Versión


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La apariencia de la existencia de una polarización política entre dos
fuerzas o grupos de fuerzas por el control gubernamental de un país
no es algo inusual ni excepcional, ni tampoco de un país en particular.
Se fue instaurando con el desarrollo del capitalismo mismo y de la
llamada democracia representativa, que como otras democracias no es
ni lo uno ni lo otro, pues no se extiende a la sociedad afectando por
igual a todos sus miembros. La polarización política es una estrategia
prácticamente universal del capitalismo en donde exista el llamado
sistema democrático, que da la impresión al pueblo elector de que está
escogiendo y decidiendo su destino, cuando en la práctica ya otros
hicieron la escogencia.

Juan Bautista Fuenmayor, el marxista venezolano con más obra escrita,


me dijo, siendo yo adolescente, que “cómo era eso de la polarización
entre AD y COPEI, si ambos representaban lo mismo”. Claramente me
señaló que la polarización sólo puede ocurrir entre polos opuestos,
propuestas contrarias, entre positivo y negativo, norte y sur, vida y
muerte, pero nunca entre versiones o matices del mismo proyecto. Sin
embargo, el bipartidismo adeco copeyano alentaba sus diferencias de
estilo y las presentaba como un fenómeno de polarización, pues de esa
forma se aseguraba la inexistencia de fuerzas diferentes disputándoles
su hegemonía.

Esta falsa polarización se observa en EEUU entre demócratas y


republicanos (Obama vs. Bush), en España entre el Partido Popular de
Rajoy y el socialista de Rodríguez Zapatero, en Inglaterra entre
laboristas y conservadores, en Alemania entre socialdemócratas y
demócratas cristianos y en prácticamente todas partes, como si se
tratara de algo natural, inevitable e imposible de cambiar. En realidad,
es esencial para el mantenimiento del sistema de dominación y tiene
un claro sostén en los mecanismos electorales, que sólo dan
representación a los polos supuestamente enfrentados mientras
excluyen a todos los demás.

Venezuela no es una excepción. Sus polos: Socialismo del siglo XXI y


Capitalismo, ambos capitalistas, tienen un instrumento electoral, la
LOPE, que al eliminar la proporcionalidad entre votos y electos,
excluye a cualquier otra fuerza en la lucha política, a pesar de existir en
la sociedad.

Desarrollo histórico del capitalismo

El capitalismo, como toda formación social, es producto de la evolución histórica. No


nació en el siglo XIX, como algunos creen, cuando Marx lo estudió y lo designó con ese
nombre. Elementos del capitalismo ya existían en la Antigüedad y en la Edad Media. El
mercado, las mercancías, el dinero, la propiedad privada de los medios productivos, el
crédito, la ganancia, el ahorro y otros instrumentos mercantiles y de negocios eran
utilizados en Persia, Fenicia, Mesopotamia, Egipto, China y otros países desde hacía
muchos siglos. Estos elementos capitalistas, en aquellas remotas épocas, tenían un
ámbito de aplicación reducido porque se limitaban a los mercados artesanales locales o a
los productos traídos de zonas lejanas, generalmente de carácter lujoso, para consumo de
los señores feudales y la nobleza (sedas, pieles, piedras preciosas, etc.) El grueso de la
producción de bienes y servicios requeridos para el mantenimiento de la sociedad se
llevaba a cabo mediante la esclavitud y la servidumbre, sistemas que por su naturaleza no
eran compatibles con los elementos capitalistas a los que hemos hecho referencia. Sólo
con la aparición de los sistemas industriales de producción en masa, en la Edad Moderna,
pudo el capitalismo hacer amplio uso de aquellas herramientas y desarrollarse
plenamente.

En el siglo XIX el capitalismo experimentó un salto cualitativo como consecuencia de la


Revolución Industrial iniciada en el siglo anterior y la expansión de los mercados a nivel
mundial. El nuevo sistema industrial se nutrió con los elementos históricos de la
producción artesanal (propiedad, mercado, ganancia, iniciativa privada, etc.) y le dio forma
a una nueva realidad social que Marx denominó capitalismo, cuyas características
veremos más adelante.

El socialismo marxista o socialismo real (como se le denominó después), puesto en


práctica en la URSS, China y otros países del mundo en el siglo XX, no es producto de una
evolución histórica, como el capitalismo. El comunismo tiene un autor, una teoría y una
fecha precisa de nacimiento, a mediados del siglo XIX, cuando Marx escribió el Manifiesto
Comunista y El Capital.

Lo que queremos destacar en este punto es la naturaleza del desarrollo capitalista como
parte integral de la cultura universal y no como producto de una coyuntura histórica en un
momento determinado, lo cual significa que este sistema, a diferencia del socialismo, está
estrechamente vinculado con la evolución de la sociedad y con la forma de actuar del
hombre ante el problema económico de su existencia. Una vez superadas la esclavitud y
la servidumbre como formas sociales de producción, el esfuerzo humano utiliza, de forma
amplia y abierta, el mercado, el dinero, la ganancia, la propiedad privada y la riqueza para
desarrollar capacidades extraordinarias de producción, distribución y consumo. La
pobreza no desaparece pero se reduce sustancialmente en las regiones donde el
capitalismo avanza. El socialismo marxista, crítico y negador del capitalismo, cuando llega
al poder no inventa un nuevo sistema sino que toma al sistema capitalista con todos sus
ingredientes y lo pone al servicio del Estado sustituyendo, con mucho menos eficiencia, al
empresario capitalista por el burócrata al servicio del Estado.

Lo anteriormente expuesto explica también porqué los elementos capitalistas han estado
presentes en todas las épocas y en todas las culturas, cosa que no ocurre con otras
creaciones de la inteligencia humana que satisfacen necesidades de carácter intelectual o
espiritual, como la filosofía, el arte y la religión, que cambian con el tiempo y con las
diversas culturas.

2- Marx y su crítica al capitalismo

Como hemos venido diciendo, el capitalismo, en sus elementos fundamentales, es tan


antiguo como la sociedad humana, pero su predominio sobre otras formas sociales de
producción (esclavitud y servidumbre) ocurre el los siglos XVIII y XIX con el desarrollo
industrial. Este fenómeno, vivido por Marx, lo indujo a situar el nacimiento del capitalismo
en su época y a desestimar sus raíces ancestrales, hecho que no dejó de tener serias
consecuencias.

Fue Marx quien puso de manifiesto la importancia determinante del modo de producción
sobre el resto de la estructura social. Según él, las relaciones de producción establecidas
entre los hombres, e impuestas por las clases dominantes en las diferentes épocas de la
historia, determinaron todo lo demás (la política, la filosofía, el derecho, la religión, etc.)
Las relaciones de producción son, para Marx, la base material de la existencia social (la
infraestructura) sobre la cual se erige una superestructura jurídica y política, de valores,
creencias e ideas que dan forma a la sociedad en su conjunto Entre la infraestructura
material que determina las relaciones de producción entre los hombres y la
superestructura política y jurídica no puede haber contradicciones fundamentales, porque
de haberlas, la última se derrumbaría y sería sustituida por otra.

En la historia de la humanidad, según Marx, se han dado diversas formas de producción: la


esclavitud en la Antigüedad, la servidumbre en la Edad Media y el trabajo asalariado en la
época moderna y contemporánea. A cada una de ellas correspondió una sociedad y un
tipo de cultura acorde con el sistema de producción: despotismo, feudalismo y capitalismo
respectivamente. Cuando cambian las relaciones de producción, como consecuencia del
avance científico y técnico, se desajusta el andamiaje jurídico, político y social existente, el
cual termina por ceder y ajustarse a la nueva realidad. Esto es comprobable
históricamente. Así, la Revolución Francesa cambió la estructura del antiguo régimen
feudal y la sustituyó por otra adaptada a las nuevas realidades económicas y al sistema de
producción capitalista. La burguesía sustituyó al señor feudal, al clero y a la nobleza. Aquí
podemos señalar una contradicción importante entre el científico y el revolucionario (que
ambas cosas era Marx); por un lado reconoce que el avance científico-técnico es el factor
fundamental de la evolución social y por otro sostiene que la lucha de clases es el
verdadero motor de la historia.
El modo de producción industrial liberó al siervo de la gleba y sustituyó a la manufactura
artesanal como el modo fundamental de producción, concentrando en la fábrica a una
nueva clase social formada por los obreros industriales. Esta clase obrera proletaria según
Marx, que sólo poseía una prole que mantener, constituida por los desarraigados del
campo y los desplazados de los gremios artesanales de la ciudad, no era propietaria de las
herramientas de labor ni del producto de su trabajo y vendía su fuerza muscular al dueño
de la fábrica a cambio de una remuneración o salario. De acuerdo con la teoría del valor de
Marx según la cual las cosas valen por la cantidad de trabajo necesario para producirlas, la
diferencia entre el precio de venta y el costo de producción de las mercancías (la ganancia
del capital o plusvalía) constituía una apropiación del capitalista de una parte del trabajo
realizado por el obrero, es decir, una explotación.

La Revolución Industrial y el triunfo de la burguesía sobre el clero y la nobleza en los siglos


XVIII y XIX, dieron lugar a una nueva realidad social integrada con elementos viejos
reforzados y nuevas formas políticas y sociales:

1) En lo económico: a) la libre competencia o mercado libre, b) la propiedad privada de


los medios de producción, c) el trabajo asalariado y d) la ganancia o renta del capital.

2) En lo político: a) la democracia representativa, b) la constitucionalidad, c) la división


de los poderes públicos, d) la alternancia en el poder de los mandatarios y e) el respeto a
los derechos naturales del hombre.

3) En lo ideológico: a un conjunto de ideas y creencias conocido con el nombre de


liberalismo.

Esta superestructura social basada en el modo de producción capitalista era lo más


avanzado del desarrollo humano hasta la época, por lo que resultó trágico para el futuro
inmediato de la humanidad que las ideas de Marx, relativas a la infraestructura y a la
superestructura, lo llevaran a negar la pertinencia de todos los elementos vinculados al
capitalismo, entre ellas las ideas liberales y la democracia representativa. Esa posición
radicalizó a sus seguidores, quienes intentaron la destrucción del capitalismo y la
sustitución del Estado liberal burgués y la democracia representativa por el Estado
totalitario y la dictadura del proletariado.

Sin embargo, de conformidad con el pensamiento dialéctico utilizado por Marx para
explicar el desarrollo histórico de la humanidad la cosa no debió plantearse en esos
términos, porque de la lucha de los contrarios, en este caso del capitalismo y del
socialismo, debería surgir al final una síntesis que contuviera elementos de uno y otro,
superando las imperfecciones de ambos (otra contradicción importante) En algunos
países nórdicos de Europa occidental (Dinamarca, Suecia, Noruega) se está dando una
realidad que se aproxima bastante a la solución lógica del problema: un socialismo basado
en el capitalismo, que aprovecha la enorme capacidad generadora de riqueza del éste y
mediante la acción del Estado, en ejercicio de la democracia y de la libertad, lograr una
distribución más equitativa, sin traumas ni atropellos a los derechos humanos.

3- La rentabilidad o ganancia como elemento fundamental del capitalismo

La rentabilidad, es decir, la capacidad de producir ganancia o plusvalía es el motor del


sistema capitalista, porque además de incentivar al productor, permite la acumulación y la
reproducción constante del capital y asegura el mantenimiento y la renovación de los
equipos industriales sometidos al desgaste y a la obsolescencia. Este elemento no existía
en los métodos de producción anteriores (esclavitud y servidumbre) que escasamente
permitían cubrir las necesidades inmediatas y de corto plazo de la población. Las
acechanzas de la naturaleza (sequías, inundaciones, plagas, etc.) y las vicisitudes
humanas (guerras, malos gobiernos, etc.) afectaban gravemente las condiciones sociales,
produciendo hambrunas, éxodos masivos de población y otras calamidades.

La acumulación del capital ha sido posible también por la superior productividad de los
métodos mecanizados y automatizados desarrollados por la industrialización que ponen a
disposición del capitalista una enorme masa de recursos financieros adicionales, los
cuales, por su naturaleza, no pueden permanecer ociosos y son reinvertidos en la
producción. Por más que el capitalista disfrute y gaste sus ganancias, la mayor parte de
ella irá nuevamente a la actividad productiva. Adicionalmente el capitalista suele ser una
persona muy ocupada que no dispone de tiempo suficiente para disfrutar ampliamente de
su riqueza. Su mentalidad tampoco le permite malbaratarla. Los burócratas del
socialismo estatizado suelen ser más dispendiosos. El mecanismo capitalista de la
ganancia reinvertida como respuesta a la necesidad creciente de la producción es de una
simplicidad y eficacia extraordinarias. El capitalismo sólo podrá ser sustituido por un
sistema de producción capaz de lograr mejores resultados a más bajo costo.

Cuando el socialismo marxista expropia los medios de producción para ponerlos en manos
del Estado, confronta de inmediato dos contradicciones fundamentales: a) si elimina la
plusvalía para erradicar la explotación del obrero, pierde la capacidad de invertir y generar
nuevas empresas, más trabajo y más riqueza social y b) si mantiene la plusvalía perpetúa
la explotación del obrero (de acuerdo con la idea de Marx) y la situación éste no mejora.
En la práctica, se hace más penosa.
La alternativa socialista a la propiedad privada de los medios de producción es la llamada
propiedad “social” o “comunitaria”; pero tal cosa no existe. Lo que resulta, cuando se
expropian o se “nacionalizan” las industrias, los fundos agrícolas y las demás empresas
privadas, es la propiedad “estatal” que es algo muy distinto a la idea de una propiedad
social o comunitaria, porque el Estado es un patrono mucho menos indulgente que el
capitalista común y mucho más explotador que el más despiadado de los empresarios
privados; porque no permite paros, huelgas, pliegos conflictivos, contratos colectivos ni
sindicatos libres, es decir, elimina todo el bagaje de instrumentos de lucha que la clase
obrera desarrolló durante los dos últimos siglos, bajo el influjo de las ideas revolucionarias,
para enfrentar al capitalismo y lograr de él las reivindicaciones laborales y sociales de las
que goza actualmente en los países industrializados y democráticos del mundo.

Pero el estado socialista marxista no se detiene allí y, consecuente con la teoría de las
estructuras ya señalada, arremete también contra la forma democrática de gobierno,
eliminando la división de poderes y la alternancia periódica de los funcionarios públicos.
Por su propia dinámica, el Estado marxista se hace “totalitario ” y se ve impelido a actuar
contra los opositores a quienes considera enemigos de la revolución y del pueblo,
eliminando el pluralismo político y erigiendo un partido único que monopoliza la
representación popular. Por eso se ve enfrentado a los diversos sectores de la sociedad:
empresarios, intelectuales, estudiantes, artistas, profesionales, religiosos, etc., y a la
postre, a toda la sociedad. El totalitarismo se convierte en una dictadura mesiánica de
mandato unipersonal.

Cuando el socialismo marxista toma el poder origina una gran contradicción entre la teoría
y la praxis. Ofrece construir una sociedad más justa, equitativa, libre y feliz, con valores
superiores a los de la sociedad capitalista y termina erigiendo una sociedad sometida a los
mandatos de un déspota, sin libertad, sin respeto a los derechos humanos, sin bienestar y
sin justicia. Ejemplos: Rusia, China, Cuba, Corea del Norte, etc.

4 – El desarrollo científico-técnico y el capitalismo

Es una verdad históricamente comprobada que la ciencia y la tecnología han avanzado


parejas al desarrollo económico generado por el capitalismo. Entre capitalismo y ciencia
no existen contradicciones sino relaciones de retroalimentación. El capitalista invierte en
la ciencia porque ésta es rentable. Cada avance científico y técnico abre nuevas
posibilidades al desarrollo capitalista mediante la producción de nuevos productos y/o la
mejora de los que ya existen. La industria farmacéutica, de equipos médicos, de
instrumentos científicos, de computación y de comunicación son ejemplos claros de lo
afirmado anteriormente. A su vez, los nuevos equipos contribuyen poderosamente al
desarrollo de la ciencia y la tecnología. En los países industrializados, la empresa privada
financia la investigación científica mucho más que el Estado.

La producción tecnológica avanzada y la investigación científica en nuevas áreas del


conocimiento están transformando al mundo y a la sociedad humana en su conjunto
configurando un nuevo estadio de civilización no definido todavía, pero que algunos ya
denominan sociedad mundial de información o de conocimiento o también economía de
redes.

Estas nuevas realidades científicas y técnicas generarán relaciones de producción aún


inéditas pero previsibles, diferentes a las que hoy existen, liberarán a muchos de la
sujeción patronal, del horario, de la fábrica, de la oficina y del salario fijo semanal o
mensual, convirtiéndolos en pequeños productores y empresarios de bienes y servicios de
todo tipo. Ello será posible principalmente en los nuevos campos de la informática y de la
comunicación los cuales ocuparán mucho más espacio, más trabajo y más personal que la
producción industrial y agrícola, las cuales quedarán reducidas a su mínima expresión,
pero con una altísima productividad.

Conceptos tales como clase obrera, proletariado, lucha de clases, explotación del trabajo,
etc., quedarán relegados al cajón de los recuerdos melancólicos de los viejos
revolucionarios (ya surgirán nuevos, con otras ideas). Pero lo que no harán ese conjunto
de nuevas realidades científicas y tecnológicas y esas nuevas formas de relacionarse los
hombres con el trabajo, es eliminar los elementos básicos del sistema capitalista: mercado
abierto y competitivo, libertad de empresa, propiedad privada, ganancia y acumulación del
capital, financiamiento de nuevas empresas, etc. Y la razón es simple: la ciencia no puede
matar la gallina de los huevos de oro.

El capitalismo, quien lo duda, cambiará de aspecto. Se modificarán muchos de sus rasgos


formales y funcionales pero su esencia o naturaleza no cambiará. Estará en capacidad
cada vez mayor de satisfacer las necesidades humanas, funcionará bien o mal, pero en
última instancia dependerá del uso que hagamos de él. El capitalismo es un instrumento
de producción, el mejor que ha logrado desarrollar el hombre hasta la fecha y así como el
hacha de piedra sirvió al hombre prehistórico para machacar un alimento y comerlo o para
romperle la crisma a un semejante, el capitalismo servirá para lo mejor y para lo peor (ya
ha sido una y otra cosa). Sin embargo, es evidente que el desarrollo científico-técnico de
nuestra época está en capacidad, como ninguna otra fuerza en la historia, de superar los
aspectos negativos que se achacan al capitalismo: despilfarro de recursos, contaminación
ambiental, consumismo exagerado, etc.
5 – Crisis económicas del capitalismo

Una de las críticas más acerbas que se le hacen al capitalismo son las crisis periódicas
que se originan en su seno. Estas crisis destruyen parte de la riqueza producida, causan
desempleo, arruinan a muchos productores, empobrecen más a los ya pobres y
desestabilizan a los países. Como todo sistema social el capitalismo es complejo y, a
diferencia de los sistemas naturales, las relaciones entre sus múltiples variables no son de
tipo lineal, de causa a efecto, sino que se realimentan constantemente produciendo
efectos sobre la marcha de los acontecimientos que intensifican las tendencias existentes
de los fenómenos en un sentido o en otro, según la naturaleza de aquellas. La única forma
de evitar la inestabilidad de los sistemas sociales es imponiendo muchos y muy fuertes
controles y limitaciones a la libertad, al libre desempeño del individuo. Esto lo han hecho
los regímenes totalitarios, pero el remedio ha sido peor que la enfermedad.

El primer crack suficientemente documentado se produjo en Holanda en 1636. Otro muy


conocido se produjo en Inglaterra en 1720. Las causas de estos fenómenos son muy
complejas porque intervienen muchas variables, unas endógenas, otras exógenas. Pueden
presentarse como crisis de balanza de pago, cambiaria, bancaria, bursátil, etc. Resulta
imposible, o en todo caso muy difícil, predecir los eventos futuros, aún en el corto y
mediano plazo. Una razón adicional de esta dificultad radica en la conexión bidireccional
que existe entre las decisiones actuales de los actores económicos y los acontecimientos
futuros (reflexividad)

En momentos de auge, aumenta la producción de bienes y servicios, el empleo, el ingreso,


la demanda, el crédito, las tasas de interés, e incluso, puede subir la inflación. A mayor
producción, mayor empleo; a mayor empleo, mayor ingreso por parte del público; a mayor
ingreso, mayor consumo, y así sucesivamente. Pero este crecimiento no puede ser
infinito. Tarde o temprano se presentan restricciones: las fábricas llegan a su máximo nivel
de producción y una expansión resulta muy costosa porque hay que remodelar la planta o
construir una nueva. El mercado con poder adquisitivo también se satura. Aún así el
sistema tiene recursos para expandir el mercado incorporando nuevos compradores sin
poder adquisitivo inmediato mediante crédito bancario o de los mismos vendedores. Pero
tarde o temprano se frena el crecimiento y en ese momento se inicia el proceso contrario
con las mismas características de retroalimentación. Hasta que se llega también a un piso
en el cual se produce una cierta estabilización para luego comenzar una nueva fase de
auge o un rebote.

Pero, paralelamente a esta dinámica de lo que pudiéramos llamar la economía real, se


producen fenómenos similares en el mercado de valores, una superestructura aún más
inestable que la primera. Digamos, pues, algo acerca de esta otra dimensión del sistema
económico capitalista.

El capitalismo, como hemos visto, ha logrado desarrollar asombrosos mecanismos que


hacen posible su constante reproducción y expansión. La creación de las compañías
anónimas, por ejemplo, permitió fraccionar y despersonalizar el capital productivo
dividiéndolo en miles de acciones (papeles o títulos) que pueden ser adquiridas por
cualquier persona que, por ese hecho, pasa a ser accionista o copropietario de la empresa.
En cada ejercicio anual, la empresa, después de deducir todos los gastos, los impuestos,
las reservas para la depreciación de los activos fijos, los seguros y demás providencias,
declara una ganancia y un dividendo por cada acción, el cual podrá ser cobrado en efectivo
por el accionista o convertido en nuevas acciones, incrementando por esta vía el capital
operativo de la empresa.

Este mecanismo permite multiplicar muy rápidamente el capital social disponible, por
cuanto cualquier persona con ingresos suficientes puede invertir sus ahorros en la compra
de acciones y obtener dividendos que suelen ser más rentables que los depósitos
bancarios. Pero los depositados en bancos también se invierten en el financiamiento de
nuevas empresas mediante el crédito. El ahorro se convierte en capital. Y si alguien no
tiene para comprar acciones, los operadores financieros se encargan de financiarlo
mediante ventas a plazos. Existen además otros instrumentos de financiamiento, como
los bonos de deuda pública y los papeles crediticios de las propias empresas, también
negociables en el mercado de valores.

Todos estos mecanismos financieros permiten crear nuevas empresas por parte de
personas que tienen capacidad empresarial, nuevas ideas, patentes de invención, o
simplemente coraje para enfrentar riesgos, pero que no tienen capital. Esto explica el
espectacular crecimiento del sistema capitalista y la infinita variedad de bienes y servicios
que es capaz de inventar y producir. Explica también porqué el capitalismo ha sido capaz
de expandirse por el mundo entero y penetrar en todas las culturas, cosa que ningún otro
sistema de creencias, valores, o ideas (religión, política, filosofía) ha podido hacer.

Todos los instrumentos financieros mencionados, y otros más, se pueden negociar, es


decir, se pueden comprar y vender, cambiando de manos constantemente. Por eso surgió
el mercado de valores y las empresas especializadas en el manejo de los mismos. Se
desarrollaron las Bolsas, sitios en los cuales se realizan las operaciones de compra y venta
de acciones y se mueven los agentes u operadores del mercado, los corredores de bolsa.

Pero todas estas formas novedosas de mover dinero y capitales son, en última instancia,
medios fiduciarios, es decir, papeles y bonos cuyo valor está basado en la confianza que
tiene el tenedor de que las cosas en el mundo real del trabajo y de la producción marchan
bien, que existe un crecimiento económico sostenido y, lo más importante, que se
producirán ganancias a muy corto plazo.

Paralelamente a esta expectativa, que puede considerarse sana dentro de la concepción


capitalista del mundo de los negocios, existe otra práctica que no lo es tanto. Los
tenedores de valores bursátiles descubrieron prontamente que en base a esa confianza los
papeles podían comprarse por un precio y venderse por otro mayor en forma casi
inmediata, obteniéndose así una ganancia más fácil y más rápida. Esta ganancia no está
basada en la actividad productiva real de bienes y servicios. Es una ganancia especulativa
basada en expectativas de hechos futuros que muy bien pueden no producirse.

Los mecanismos de la bolsa casi siempre terminan mal. Cuando hay un auge económico
el valor de las acciones aumenta sin cesar mediante un mecanismo de retroalimentación: a
más valor de las acciones más compras, por que se supone que ese incremento señala
una tendencia favorable. Pero como no existe un indicador semejante al del tanque de
gasolina de un automóvil, que señala con exactitud cuando está lleno, la espiral sigue
creciendo inflando los valores más allá de toda posibilidad real, formando una burbuja,
como suele llamársela, que se infla y se infla hasta que explota. Cuando esto sucede se
produce el pánico. La gente se precipita a vender a la baja y mientras más se profundiza la
caída de los valores bursátiles más se vende, por lo que la situación se hace incontenible.
Como una buena parte de la economía está trabajando apalancada con créditos bancarios
y con ganancias de la bolsa, cuando estalla la burbuja se paralizan muchas actividades, se
genera desempleo y se produce la verdadera crisis económica Eso sucedió con el crac de
1929. Ese trágico episodio que arruinó a la economía mundial por casi una década, puso
de manifiesto los mecanismos perversos de la bolsa y sus prácticas, por lo que era de
esperar que situaciones similares no ocurrieran en el futuro.

Sin embargo no ha sido así, porque el capitalismo, siempre tan ingenioso, se las arregló
para producir nuevos y más sofisticados instrumentos financieros, más globalizados, más
ágiles y volátiles, que son capaces de burlar los controles estatales y dispararse como
flechas de un país a otro cuando se producen circunstancias desfavorables, dejando en la
estacada a los países en los cuales estaban operando, como ocurrió en la crisis asiática
de 1997.

Para que se vea cómo las crisis financieras tienen mucho que ver con el comportamiento
inexplicablemente estúpido de sus agentes en determinadas circunstancias, refirámonos
brevemente a la del año pasado. Se conoce como “crisis de los subprime”, término que se
refiere a los activos financieros con garantía hipotecaria de muy baja calidad. Producto de
un boom en la demanda de inmuebles y a una serie de condiciones crediticias y tasas de
interés, la concesión de estas hipotecas fue degenerando hasta llegar a no tener casi
ninguna garantía de recuperación. Con su humor anglosajón característico, los
norteamericanos fueron denominando a estas hipotecas de la siguiente
manera: LowDoc (poca documentación), NoDoc (sin
documentación), LiarDoc (documentación falsa), hasta llegar a las NinjaDoc: No Income,
No Job, No Assets (sin ingresos, sin trabajo y sin bienes).

Al final vino la debacle: caen las hipotecas de baja calidad (subprime), le siguen las
obligaciones de deuda garantizada, se afectan las empresas aseguradoras y
reaseguradoras, los créditos bancarios se disuelven como sal en agua, y así
sucesivamente. La crisis se extiende a otros países (Alemania, Francia, Reino Unido),
cuyas instituciones financieras requieren de apoyo financiero de los Bancos Centrales.

La crisis, como en casos anteriores, prendió las alarmas en los centros del poder financiero
del mundo, donde funcionan las mas importantes bolsas de valores (Nueva York, Londres,
Berlín, Zurich, Tokio, Paris) Allí se están tomando decisiones que fortalecerán los controles
gubernamentales sobre esta actividad, basadas en las nuevas realidades globales. Ello no
acabara con las crisis económicas, pero seguramente las reducirá a términos manejables.
En cierta forma, las crisis económicas actúan como mecanismos reguladores del sistema
económico, similares a los procesos homeostáticos que se dan en la naturaleza para
regular las poblaciones animales y la vida vegetal. Ellas no acabarán con el capitalismo,
como piensan y desean los marxistas trasnochados. La razón la hemos expresado antes:
no existe, ni se avizora, un sistema económico más eficaz y eficiente que el capitalismo.

La ganancia, quien lo duda, es producto del afán de lucro de los seres humanos. Es el
motor de toda la maquinaria capitalista. Pero ella no cae como maná del cielo. Es el
resultado de una lucha altamente competitiva y muchas veces despiadada. Esta
característica obliga a los empresarios (en general) a ser, además de astutos y taimados,
sumamente eficientes para no sucumbir. Cuando el Estado se apropia de los medios de
producción y elimina la ganancia se burocratiza la gestión, se reducen los niveles de
eficiencia y de entusiasmo por la función gerencial y finalmente se reduce el crecimiento
económico, con lo cual aumentan el desempleo y la pobreza. Ello está suficientemente
demostrado en los países que asumieron la estatización como forma de resolver los
problemas sociales. Las decisiones tomadas en Venezuela en esa misma dirección en los
últimos años están produciendo iguales efectos a los que ya se habían manifestado en la
Unión Soviética y demás países socialistas del mundo.

A pesar de las crisis el sistema capitalista tiene una fortaleza porque aprende de sus
errores y es capaz de generar sus propios anticuerpos. La crisis del año pasado, que se
creyó de suma gravedad y se comparó con la Gran Depresión de los años treinta, no llegó a
tanto y la intervención de los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y
Japón logró paliarla, por lo que es previsible que remita a corto o mediano plazo.

En la primera mitad del siglo XX Europa y Estados Unidos de Norteamérica, los dos
grandes polos del desarrollo capitalista fueron duramente sacudidos por tres grandes
acontecimientos: la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique y la Gran
Depresión. Más adelante se produjeron otros hechos históricos de importancia que
afectaron al capitalismo: el ascenso del fascismo y del nazismo, la Segunda Guerra
Mundial, la Revolución China, la expansión soviética hacia Europa Oriental, la lucha sindical
en los países industrializados, la Guerra Fría, el surgimiento de grandes partidos
comunistas en Francia e Italia que estuvieron a punto de llegar al poder, etc. La
infraestructura industrial de los países beligerantes, con excepción de los Estados Unidos,
quedó destrozada.

Sin embargo, en dos o tres décadas, ese sistema, golpeado al extremo, fue capaz de
rehacer sus propias economías y las de Alemania, Italia y Japón, países derrotados, e
instaurar en Europa el Estado Social de Derecho que elevó el nivel de vida de los
trabajadores, perfeccionó el derecho laboral, reconoció a los sindicatos obreros como
protagonistas fundamentales de la sociedad, impulsó la ciencia y la tecnología a su más
alto nivel y, en síntesis, comandó ese conjunto de eventos que llamamos “globalidad ”.

El desarrollo de la sociedad moderna, con todo lo que lleva implícito, ha sido posible
mediante la participación de todas las culturas del mundo, pero es indiscutible que el
fenómeno de la globalización constituye, en última instancia, el grado más alto alcanzado
hasta ahora por el proceso de expansión capitalista y de la cultura occidental, que para
bien o para mal de la humanidad, se inició hace cinco siglos atrás con los grandes
descubrimientos geográficos, la colonización, la revolución industrial y el desarrollo
científico y técnico.

Conclusiones

Las ideas expuestas anteriormente tienen algunas conclusiones importantes:

a) que el capitalismo es un producto histórico integrado al desarrollo general de la


humanidad, en identificación plena con el ser humano, con su idiosincrasia y con la forma
como éste ha encarado el eterno problema de la supervivencia;
b) que el capitalismo, al requerir para su desarrollo un ambiente de libertad, es garante de
la democracia y del respeto a los derechos humanos, constituyéndose en un muro de
contención frente al poder del Estado, siempre proclive a la expansión de su poder;

c) que el capitalismo, impulsador de la ciencia y la técnica, es perfectible mediante ellas y


puede servir de base a formas políticas y distributivas más justas a las existentes, como lo
han demostrado algunos países de Europa noroccidental;

c) que las ideas marxistas, que fueron importantes en el pasado porque ayudaron en la
lucha de los trabajadores para el logro de mejores condiciones de vida, hoy no tienen
vigencia, porque la realidad histórica es otra y existen posibilidades reales de mejora sin
violentar la estructura jurídica, económica y política del Estado de Derecho, liberal y
capitalista;

d) que no existe, ni se vislumbra, un sistema económico alternativo al capitalismo, que


pueda hacer las cosas mejor que éste, con más eficiencia y con más libertad.

División internacional del trabajo

Distribución mundial de las exportaciones de bienes de alta tecnología. Porcentaje total de


exportaciones de cada país. 2003. Fuente: Banco Mundial.

La división internacional del trabajo es aquella que corresponde al proceso de


producción mundial entre países y regiones, mediante la especialización en la elaboración
de determinados bienes. El fenómeno es parte de un proceso más general de la economía
moderna; la división del trabajo es una de las modalidades de la O.N.U (Organización de
las Naciones Unidas).
En la Antigüedad, no había ningún centro político que tomara decisiones técnicas sobre la
conveniencia de especializar ciertas regiones en la producción de determinados bienes.
Esta situación cambió notablemente a partir de la colonización de gran parte del mundo
por las potencias de Europa, que le asignaron a las colonias el papel de productores de
materias primas, llamadas originalmente frutos del país.
A medida que América fue lentamente descolonizándose del mundo entre el siglo XIX y
mediados del siglo XX, las decisiones económicas sobre el mejor modo de dividir la
producción mundial fueron pasando a los grandes grupos empresarios y financieros. En el
año 1855, fueron principalmente las empresas multinacionales, responsables del 75 % de
la producción mundial, las que toman las decisiones fundamentales sobre la división
internacional del trabajo.
División internacional del trabajo
La división internacional del trabajo consiste en que los distintos países del
mundo se especializan en la producción de determinados bienes y
servicios con el fin de aprovechar sus ventajas comparativas.

La división internacional del trabajo se asemeja a la división del trabajo que


se da en una empresa o país solo que esta se extrapola a nivel internacional.
De esta forma, así como algunos trabajadores se especializan en la
realización de determinadas tareas o áreas de estudio, a nivel internacional
también se observa que los países se tienden a especializar en
determinadas industrias o actividades productivas. Así por ejemplo, en el
Reino Unido se observa una especialización en el área de servicios
financieros mientras que en Brasil se observa una especialización en la
producción de carne de pollo o de café.

La división internacional del trabajo también se relaciona con el concepto


de cadenas globales de valor en donde las empresas llevan a cabo distintas
etapas de su cadena productiva en diversos lugares del mundo.

Origen de la división internacional del trabajo

La división internacional del trabajo tendría su origen en el aprovechamiento


de las ventajas relativas que tiene cada país. En efecto, dado que los países
cuentan con distintos recursos y capacidades productivas, tendrán alguna
ventaja relativa en la producción de algún producto o servicio comparado
con otro país, ya sea en costos o en calidad.

El origen de la teoría económica que sustenta el concepto de división


internacional del trabajo se encuentra en las ideas de Adam Smith (división
del trabajo en la empresa), David Ricardo (costes comparativos en el
comercio internacional) y John Stuart Mill (ventajas comparativas).

Beneficios de la división internacional del trabajo

Entre los beneficios de la división internacional del trabajo se encuentran:

 Un uso más eficiente de los recursos ya que cada país aprovecha sus
recursos y potencial en las tareas que le resultan mejor
 Una disminución de los costos a través de dos medios: el
aprovechamiento de ventajas comparativas y el aprovechamiento
de economías de escala
 Se fomenta el desarrollo productivo de los países a través del
intercambio comercial

Críticas a la división internacional del trabajo

Algunos economistas han criticado los efectos de la división internacional


del trabajo afirmando que esta sólo ha fomentado la desigualdad y la
pobreza de los países productores de materias primas.

En efecto, en la década de los 70`s-80´s, los economistas Raúl Prebisch y


Celso Hurtado, que pertenecían a la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas (ONU), afirmaron
que la división internacional del trabajo llevó a una división del mundo en
dos grupos: uno productor de bienes industrializados y otro, productor de
materias primas. El primer grupo se veía beneficiado por el aumento de los
precios relativos de sus productos mientras que el segundo grupo iba
perdiendo poder adquisitivo por la progresiva pérdida de valor de sus
productos.

A este fenómeno en donde los bienes industriales se apreciaban mientras


que las materias primas reducían su valor relativo se le llamó el deterioro de
los términos de intercambio que tendría como consecuencia un aumento de
la desigualdad y una mayor dependencia de los países más perjudicados a
los más ricos.

Evolución de la división internacional del trabajo

La visión tradicional y crítica de la división internacional del trabajo era que


los países se especializaban en materias primas o en bienes
industrializados, No obstante, con el avance las tecnologías y
la interconexión global esta división se aleja de la realidad. Hoy en día,
empresas transnacionales están interesadas en producir bienes industriales
en países menos desarrollados puesto que les es más conveniente debido a
sus menores costes salariales, menores impuestos u otras ventajas. De esta
forma, los países que antes eran meros productores de materias primas
ahora fabrican bienes industrializados mientras los países más avanzados
se concentrarían en el desarrollo de tecnología avanzada, servicios
especializados y en rentabilizar su capital a través de inversiones nacionales
e internacionales.

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