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Laura Valentina Alvarez Fino

Recuerdos borrosos
Después de mirar su ropa por unos diez minutos, al final terminó decidiendo usar la misma
ropa que usaba cuando los convocaban a la plaza del Che, así que cogió su jean desgastado,
su saco gris y la bufanda blanca que le traía recuerdos de su familia en Villavicencio.
- Estas lista? - Dijo Cecilia, su hermana
- Creo que sí - responde Rosalba con un poco de miedo en la mirada.
Ambas salen del dormitorio de Rosalba y tras atravesar el Freud emprenden camino a la
plaza del Che Guevara donde todos fueron convocados para la marcha en rechazo de los
incidentes que se venían dando en la universidad. Mientras caminaban ella pensaba en todo
lo que había pasado, después de todo el esfuerzo que sus compañeros habían hecho por
recuperar las residencias del Uriel Gutiérrez después de ser desalojadas a la fuerza por los
militares en el 76. Además, el asesinato del profesor de medicina y de Jesús Humberto
León Patiño, más conocido como el “El Chucho” fue lo que colmó el aguante de los
estudiantes.
Ambas iban llegando a la plaza cuando vieron a casi 3,000 estudiantes que asistían a la
conmemoración de uno de sus líderes, y principales defensores de las re-adecuaciones de
las residencias para estudiantes, que o habían tenido que regresar a sus pueblos, o estaban
viviendo en habitaciones de mala muerte donde no eran capaces de conseguir más de una
comida al día.
Mientras llegaban cada vez más estudiantes se empezaron a encontrar con sus compañeras
de residencia y demás compañeros de carrera, algunos afligidos, otros enfurecidos y otros
que, como Rosalba, estaban simplemente asustados. Tras varias horas de discursos, empezó
el típico juego entre estudiantes y fuerza pública donde se enfrentaban a punta de piedrazos,
bombas molotov y gases lacrimógenos. Debido a esto las hermanas corren hacia el
dormitorio de Cecilia, llenas de pánico cierran la puerta y observan desde la ventana como
transcurre el resto de la jornada. La habitación se encontraba en el tercer piso, por lo que
podían ver con gran claridad a sus compañeros en la 26 enfrentados a los uniformados. Sin
embargo, como era sospechado, una fila de tiras, también conocidos como policías
infiltrados en la universidad, se aproximan a la entrada y comienzan los disparos al aire,
esto con el propósito de darle motivo a los uniformados para ingresar en la universidad.
Horrorizadas, las dos hermanas observan como la policía y los militares ingresan a la
universidad armados, y como si fuera una película apuntan a los estudiantes y empiezan a
acribillar sin consideración ni compasión.
- ¡Mira! ¡Mira! Es Juan - dice Rosalba señalando a uno de sus compañeros de carrera.
Esta imagen la horrorizo, su amigo era tratado cual cucaracha, su cabeza era aplastada por
el zapato de un oficial que a la vez le apuntaba con un arma a la cabeza.
Las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Rosalba, no podía creer lo que veía,
acaban de matar a su amigo, su cómplice, a sangre fría y frente a sus ojos.
- ¡Escóndete! - Le grita su hermana
Posteriormente el edificio se llena de gritos de golpes, escuchan como se rompen puertas y
ventanas, así como los gritos de auxilio de sus amigas.
- Se las llevaron – se escucha a varias gritar por los pasillos. De repente su amiga Anna
entra bastante alterada a la habitación diciendo – Se las llevaron – En el tono de su voz se
alcanza a percibir la rabia y la tristeza que siente, entonces procede a explicar como a 5 de
sus amigas fueron arrastradas fuera del edificio, fueron encapuchadas, golpeadas e
incriminadas, como fueron llevadas a un camión y apresadas por su supuesta participación
en el tropel.
Las tres, con dolor en el pecho y lágrimas en los ojos se escondieron en el closet detrás de u
par de abrigos que había, no se sabe con certeza exactamente cuánto tiempo pasó, se sintió
como una eternidad, escucharon voces en la habitación y la luz había disminuido
notablemente, Cecilia reconoció una de las voces, así que las tres salieron y se abrazaron
con sus compañeros. Todos los sobrevivientes comenzaron a salir del edificio, se reunieron
en el Freud a compartir sus historias, lo que habían visto, lo que según cada uno había
pasado. Se regaron lágrimas, se buscaron amigos que no daban señal de vida
Al final, uno por uno empezó a salir, algunos se fueron a sus casas, otros regresaron a sus
pueblos, todos trataban de asimilar lo ocurrido, no lo hablaban o decían muy poco.
Al día siguiente los noticieros no daban información de nada, la universidad estaba limpia,
no se veían rastros de nada. El jefe de policía en una entrevista comento que nadie había
ingresado, que nada había pasado. Sin embargo, cuatro días después la universidad cerro.

16 de mayo de 1984, fecha que los estudiantes de La Universidad Nacional de Colombia


que estuvieron presentes ese día nunca olvidaran, fue el día en que perdieron amigos,
perdieron la tranquilidad, y lo más triste, perdieron su universidad.

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