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Celestino del Arenal

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INTRODUCCION
A LAS RELACIONES
INTERNACIONALES
1 NTROOUCCIO.N
A LAS RELACIONES
INTERNACIONALES

i.,..,.
COLECCION DE CIENCIAS SOCIALES
SERIE DE RELACIONES INTERNACIONALES
( 't•lc-,.;tino tld Ál't'IWI
( 'otNirdticu rll' J<f'lol'ione · /ni >macionole ·

INTRODUCCION
A LAS RELACIONES
INTERNACIONALES

TERCERA EDICION REVISADA Y AMPLIADA


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111/.('111) [11>11'1111,
"1, J. S.llll'itl'l, ( 'lll'ill' 1

1." edición, 1984


2." edición, J 987
3." edición, 1990
A Susana y Sofía
J." reimpresión, 1993
2." reimpresión, J 994
3." reimpresión, 2000
4." reimpresión, 2002

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está


protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas,
además de las correspondientes indemnizaciones por daños y
pe1juicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren
o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra lite­
raria, artística o científica, o su transformación, interpretación o
ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comu­
nicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

© CELESTINO DEL ARENAL, J 984


© EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S.A.), 2002
Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid
ISBN: 84-309-1886-8
Depósito Legal: M- 5. 745-2002

Printed in Spain. Impreso en España por Rigorma, Nava !camero (Madrid)


IN DI

1 RÓI.OGO A LA TERCERA EDICIÓN Pág. 11

PRIMERA PARTE: I NTRODUCCION

l. PROBLEMÁTICA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES 15


2. LA CUESTIÓN TERMINOLÓGICA 19
3. PARADIGMAS Y RELACIONES INTERNACIONALES 23

A) E l paradigma tradicional .. 28
8) El paradigma de la sociedad mundial 30
C) El paradigma de la dependencia . . . 33

LAS RELACIONES I NTERNACIONALES


COMO TEORIA Y COMO DISCIP L I N A CI ENTIFICA
SEGUNDA PARTE:

1. ANTECEDENTES Y DESARROLLO D E LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO DISCIPLINA


(lENTiFICA 41

1. ANTECEDENTES 41

A) Consideraciones previas 41
8) Historia internacional .. 47
C) Derecho internacional 52
D) Diplomacia 56

2. LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO DISCIPLINA CIENTiFICA 59

A) Génesis y des.arrollo .... 59


8) ¿Ciencia americana? ¿Ciencia occidental? ¿Cienci universal? a 66
C) Desarrollo por p aíses . . . . . . . . . . . . . ... . .. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 70
D) Las relaciones in ternacionales como disciplina científica 88

11. CONCEPCIONES TEÓRICAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES 95

l. CONSIDERACIONES GENERALES . . . ..... . . . . . 95

A) Corrientes de pensamiento en la teoría internacional


B) Etapas en la teoría de las relaciones internacionales
95
98
C) Idealismo realismo .......
versus . 1 09
D) Tradicionalismo cientifismo
versus 1 1 1
E) Relevancia abstracción
versus 1 20
F) Globalismo realismo
versus 1 22

2. CONCEPCIONES «CLÁSICAS» . . . . • • . . . • • . . . . • • • . • . . . • . . . . . . • . . 1 25

A) El realismo político . . .
. . .. . . .
. ... . . .
. . . . . . . . . . . 1 26
Las relaciones internacionales como sociología internacional
a) La sociología internacional . .
B) 1 52

. .
.. . . . . . . . . . . 1 55
b) La sociología histórica ............ . 1 63
e) Aportaciones españolas ............... 182

C) Las relaciones internacionales como historia


O) Otras concepciones <<clásicas>> .. .. .......
1 89
. 1 99
111 llitltlll' \1
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3. CONCEPCIONES« IENT(FI AS» ... .. . .... . . . .. . .
. . . . . . . . . . . . . . . ' .

A) El sistema internacional como centro de la teoría PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN


. . ' o

a) La teoría de los sistemas y el · · 209


sistema internaci�n· a·l 209
b) Aplicaci.ones de la teoría de los sistemas en el análisis de las Transcurridos seis años desde la publicación de la primera edición de esta
mternac10nales . . · . relaciones bra, el reto de dar a la luz una tercera edición, que no sea simple reedición
B) El actor como centr� �� -�� ;��rí� : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : 220
de la anterior, no parece fácil. En esos años las relaciones internacionales co­
a) El hombre y sus imágenes .....
: : : : :. 243 mo ciencia y como teoría han avanzado extraordinariamente, orientándose por
. ......... .
b) El estudio del proceso de toma de decisi .: ::: :: : :::.
244 nuevos o renovados derroteros de los que es indispensable dar adecuada cuen­
C) Las interacciones como centro de la teoría .ones .. .. . .· ·· . ·· ·
249
ta, si se pretende que una obra como ésta continúe teniendo la utilidad con
a) Teorías de la integración
... ..... . ....... .. . ·..· · · · · .
. . . .
258
que inicialmente se pensó. En esos años, además, la propia realidad interna­
b) Teoría de las comunicacio���
· � �: � · ···· ·· · · · · ·· ·
. ·
259

e) El estudio de las ca�sas de la ���r�� � � � �


cional, como consecuencia, entre otros fenómenos, de la perestroika de Gor­
d) Teorías del conflicto .
·· ·· · · ·· ·· ·· ·· ·
· 272
bachov y de la democratización de la Europa central y del Este, ha evoluciona­
: ::: :: : : .... ...... .. · · ·.·······
280

e) Teorías de los juegos .


do de forma radical, dando lugar a un sistema internacional que cada vez se
· .·...· · · ···· · ··· · · · · ·
287

f) Teoría de la negociación .. .... . ....... .. . . . ·· ·...· · ··· · · ··


: ...... . · ·
295 parece menos al sistema internacional de la posguerra que dominó nuestro cam­
g) Técnicas de simulación
.

·. ··· · ···: ···· ·


. .
300 po de estudio durante más de cuarenta años, lo que obliga a replantearnos los
h) Teoría del linkage . . ::: : :: : :: esquemas y modelos de análisis de las relaciones internacionales que han mar­
. . .........····· ···.. •··.·····..
·
. . . . . . . . . . · . . · 302
305
cado decisivamente el desarrollo de las relaciones internacionales como cien­
cia y como teoría.
4. CONCEPCIONES TEÓRICAS EN LA DÉCADA DE LOS SETENTA
307
A) Concepción transnacional: Interdependencia y dependenci
a) La búsqueda de un nuevo
a .. ....... 309
Ante este reto cabían varias opciones. Desde la simple reedición de la se­
paradigma ........... gunda edición, publicada en 1 987, que descartamos desde el primer momento
b) Relac10nes interculturales y socied 309
ad internacional por parecernos un fraude al posible lector o estudioso, dados los importantes
B) Investigación para la paz 333

a) Hacia una ciencia pa ra el hombr�


· ....... ... '.... . . · ·· · · ···· · 338 cambios que se han producido en las relaciones internacionales en los últimos
b) Investigación para la paz y acció
n-����- ��-���-� .......��� ·· ···
·
· · 338 tres años, tanto a nivel de realidad como a nivel teórico, hasta el embarcarnos
C) Concepc1_ 0nes sobre el orden mund ial y alternativas futuras al m��·d�· ��­ 360 en la empresa de elaborar una obra de nuevo cuño, que respondiese punto por
tua 1 ... punto a la situación de las relaciones internacionales en 1 990, lo que también
363

..
5.

ES INT�����;������ ·. . ..... •.... .


NEORREALISMO PLURAL SMO PARA IGMÁTICO descartamos por considerar que la situación abierta de cambio internacional
CONCEPCIÓN MARXISTA DEI LAS RELADCION
y
6. 376 en que estamos inmersos impedía afrontar con unas mínimas posibilidades de
7. LA TEOR!A DE LAS RELACIONES INTERNACIONAL 382
ES ANTE LA DÉCAD� �� ���-�������- 409
éxito una empresa de esas características, sobre todo cuando todavía la teoría
de las relaciones internacionales no ha podido reaccionar adecuadamente a lo
TERCERA PARTE: BASES PAR UNA TEORIA
DE LAS RELACIONES INTEARNA CIONALES
radical de las transformaciones.
Nuestra opción se decantó por una fórmula intermedia a través de la cual,
respetando el esquema característico de la obra y el núcleo central de la mis­
INTRODUCCIÓN
l. CONCEPTO DE REL�-����· ES ;�;�����;������
·· .. . . . ..... .. ... . . •
415 ma, pudiésemos, además de poner al día los distintos apartados, dar entrada
·
. • . . . . •

2 · OBJETO DE ESTUDIO DE LAS RELA


CIONAL . . ... .. .. . .. . . .. . ... CION ES INTER���-����-�ES· : ��- ���;���� ;�;ERNA 416 a los nuevos desarrollos teórico-metodológicos de las relaciones internaciona­
.. .. . ... . .. .... . . .. ....· · · · · · · · ·· · · .
les y a los cambios y nuevos problemas a que se enfrenta la realidad interna­
cional. Esta tercera edición, que calificamos de revisada y ampliada, se ha vis­
. .
3 . PRINCIPALES PROBLEMAS DE UNA
4· HACIA UNA TEORIA DE LAS RELA
TEORÍA DE LAS RELA
.

CIONES INTERNACIONALES .. · . . · ·
426
.
.
CIONE 438
S INTER NACIO NALE S
5 . fiNES DEL ESTUDIO DE LAS RELA
CIONES INTERNACIONALES . . . .. .. . .. . ...
45 1 to desarrollada, en consecuencia, con nuevos o renovados apartados que tra­
. . . . . 465 tan de dar cumplida cuenta de los últimos desarrollos y problemas de las rela­
CUARTA PARTE: METODO ciones internacionales como teoría y como ciencia, en consonancia con los cam­
bios que ha experimentado la sociedad internacional, pues, como sabemos,
EL MÉTODO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES teoría y realidad van siempre íntimamente unidas.
En este sentido, hemos revisado y puesto al día muchos de los apartados
. . . . . . . . • .
469
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA anteriores, y hemos procedido a introducir otros nuevos. En concreto, en la
INbiCE ONOMÁSTICO . . · · · ·· . . .. ... ..
·
. .
481
485 Introducción, además de reescribir, de acuerdo con las nuevas realidades in-
ll'l ll:ll'lllll!lk.�. , . , :ipilll.lllll 'I'IPhll'lll!'l(l(',l '"' 1.1·· 11'1.1\ 1111\ 111.1('1\Hifll·,� '
ht:IIIOS ill'lllido IIII IIUL:VI) ;¡pal'ln<.Jo li(lilatl(l
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l'illildt)',lll.l,'. \1 lt'l.l Í(llll', Í11( '11111•


cionales», que tiene un aráctcr, en qu ·::;lra opini 11, tlilllllllnil · illl�l1111ivo d ·
la problemát ica a que se enfrentan las !'elaciones intcrnacionul · y ¡uc 1 crsi­ ·

gue dar cuenta de lo que a lo largo de los años ochenta ha sido e.l punto central
de su desarrollo . En esa misma línea se inscribe el nuevo apartado que se ha PRIMERA PARTE

añadido en la segunda parte, en el punto relativo a la consideración de «Las


relaciones internacionales como disciplina científica», titulado «¿Ciencia ame­ INTRODUCCION
ricana? ¿Ciencia occidental? ¿Ciencia universal?» y a través del cual se plan­
tea el problema clave del etnocentrismo que caracteriza a las relaciones inter­
nacionales. Los últimos desarrollos teóricos se recogen en un nuevo apartado
dentro de «Las concepciones teóricas de las relaciones internaciona!es» , titu­
lado «Neorrealismo y pluralismo paradigmático». Junto a ello se ha añadido
otro apartado dedicado a plantear los retos a los que se enfrentan las relacio­
nes internacionales en los años noventa. Por último, en la tercera parte hemos
introducido un apartado nuevo, titulado «Objeto de estudio de las relaciones
internacionales: la sociedad internacional», en el que estudiamos con mucho
más detalle que en la segunda edición la sociedad internacional de nuestros días.
Con ello, esperamos que esta obra, cuya publicación iniciamos en 1984,
responda, dentro de lo posible por lo abierto todavía del actual proceso de cam­
bio, a lo que en 1990 es la sociedad internacional y la teoría de las relaciones
internacionales, y que, en consecuencia, cumpla el propósito con que se conci­
bió desde el primer momento: facilitar la comprensión de esa realidad en
la que estamos inmersos, de sus problemas y de sus retos, desde posiciones de
búsqueda de la justicia, la libertad y la paz.
Madrid, abril de 1 990
l. PROBLEMATICA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

La consideración de las relaciones internacionales como ciencia que se ocupa


de estudiar la realidad y los problemas internacionales constituye un fenóme·
no muy reciente, por cuanto se inicia en los países anglosajones en el período
entre las dos guerras mundiales 1 • Esto no significa, como es lógico, que no
se haya indagado científicamente con anterioridad sobre la realidad interna·
cional, tratando de comprenderla e interpretarla, pues, dejando al margen apor·
taciones más antiguas, ello se ha venido haciendo desde la perspectiva particu· 1
lar, sobre todo del derecho internacional y de la historia diplomática. Signifi· !;
ca únicamente que sólo despues de la Primera Guerra Mundial surge en el marco !'
ARENAL, Celestino del, “Introducción a las relaciones internacionales”, Ed.

de las ciencias sociales una disciplina que se enfrenta a la realidad y los proble· 1,
mas internacionales desde una óptica y con unos planteamientos que preten· ¡'
den ser globales y no particulares o parciales .
La razón de este carácter reciente hay que encontrarla tanto en la evolu· i-\
ción de la sociedad internacional como en la propia evolución de las ciencias ·,
sociales. A partir de la Primera Guerra Mundial, que actuará como cataliza. '
dor del replanteamiento que se produce en los estudios internacionales, los es·
tudiosos empiezan a tomar conciencia de los importantes cambios que se es·
tán produciendo en las relaciones internacionales respecto del pasado, así co·
Tecnos, Madrid, 1990, 3ª. edic., pp. 15-37, 47-52, 56-66.

mo de los nuevos problemas que presentan las mismas, lo que exigía una inda·
gación nueva, específica y global sobre ese sector de la realidad social que has·
ta entonces sólo había venido siendo objeto de consideración parcial o sectorial
por parte del derecho internacional, de la historia diplomática y de la diplo·
macia entendida como ciencia. En concreto, se empieza a percibir que el tradi·
cional sistema de Estados, que había venido funcionando desde el siglo XVI,
iba dejando paso a un nuevo sistema internacional de características y dinámi·
cas diferentes, en el. que incluso aparecían actores estatales, nuevas grandes

l
potencias, especialmentes los Estados Unidos, con políticas distintas de las tra·
dicionales, que anunciaban la noción y la realidad de lo que después de la Se·
1
gunda Guerra Mundial se denominarían superpotencias. El especial e indiscu· •.1.. _1

tibie protagonismo que los Estados Unidos tendrán en la génesis y desarrollo


de las relaciones internacionales como disciplina Científica vendrá a ser reflejo
de esa nueva realidad internacional.
El replanteamiento de los estudios internacionales se ve favorecido por el
)
desarrollo que en ese mismo período conocen las ciencias sociales en general
y la ciencia política y la sociología en especial.
Esta evolución y cambio de la sociedad internacional y de la noción y rea·
lidad misma de gran potencia, que está en el origen y desarrollo de las relacio·

_, 1 Para el desarrollo �e las relaciones internacionales


_ ARENAL, Celestmo del, La teoría de
na, v1d.
como teoría y como disciplina en Espa­
las relaciones internacionales en Espaila, Madrid
'
1 979.
16 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES INTRODUCCION 17

nes internacionales como ciencia, se ha materializado en dos grandes y funda­ mal de solución de los problemas, y que todavía no ha desaparecido, se inten­
mentales procesos de cambio, todavía abiertos en muchos de sus aspectos, ca­ sifica la cooperación en todos los campos, cambiándose una de las caracterís­
da uno de los cuales contiene en su seno toda una serie de dinámicas y proce­ ticas tradicionales más significativas de la sociedad internacional.
sos de cambio parciales, más o menos importantes en la configuración de ese Este gran proceso de cambio, que está todavía abierto y cuyo final es in­
proceso fundamental señalado. Estos dos grandes procesos de cambio son, por cierto, es traducción de la intensificación de dos dinámicas
. nuevas, que rom­
un lado, el paso de la sociedad internacional a la sociedad mundial y, por otro, pen con las viejas dinámicas que han caracterizado tradi cionalmente el com­
el paso del conflicto a la cooperación. Ambos procesos son, como es lógico, portamiento estatal en las relaciones internacionales . Nos referimos, por un
inseparables, dependiendo totalmente uno del otro. lado, al progreso del multilateralismo frente al bilateralismo y, por otro, al
El paso de la sociedad internacional a la sociedad mundial viene a resumir crecimiento de la importancia de la llamada tradicionalmente low politics, que
lo que hemos calificado de primer gran proceso de cambio. Hemos pasado, hace referencia a las cuestiones económicas y ceintífico-técnicas, frente a la
en un período de tiempo inferior a un siglo, de una sociedad internacional de­ también denominada tradicionalmente hight politics, que se refiere a las cues­
sintegrada, absolutamente regionalizada y anclada en problemas y estructuras tiones políticas y estratégicas. Los cambios que ello provoca se expresan, a su
que tenían a los Estados, o a otras formas de organización político-social en vez, en las relaciones Este-Oeste y Norte-Sur, así como en el progreso en la
períodos más alejados de la historia, como exclusivos referentes prácticos, que solución pacífica de los conflictos internacionales. ----=--,

no teóricos, de las relaciones internacionales, a una sociedad mundial con gér­ Las relaciones internacionales como disciplina científica han nacido y se
menes de integración, universal y cuyos problemas y estructuras desbordan los desarrollan, .así, directamente ligadas al proceso de cambio de una sociedad
referentes exclusivamente estatales . Hemos pasado de una sociedad interna­ internacional que progresivamente va perdiendo algunas de las características � ..

cional en la que los intereses comunes y solidarios brillaban en genera� por su del pasado y asumiendo otras distintas, que la van transformando en una nue- \
ausencia a una sociedad mundial que encuentra precisamente en la afirmación va sociedad internacional. Toda la corta historia de las relaciones internacio­
de esos intereses comunes y solidarios su razón de supervivencia. nales, desde su mismo nacimiento hasta sus más recientes desarrollos, va a es­
Este gran paso, todavía abierto, de una sociedad internacional a una socie­ tar decisivamente marcada por la realidad y la problemática del cambio tanto
dad mundial se puede sintetizar en toda una serie de dinámicas y factores de en su dimensión fáctica como en sus dimensiones axiológica y psicológica. Las
cambio en íntima relación y dependencia, como son, entre otros, la universali­ relaciones internacionales, como ciencia y como teoría, son, en consecuencia,
zación y globalización de la sociedad internacional, a través de un proceso me­ aun en sus más tradicionales y conservadores planteamientos teóricos, el más
diante el cual se ha pasado de un mundo de sociedades internacionales parti­ claro exponente del cambio de la sociedad internacional. Su propia evolución f
culares o regionales, más o menos aisladas o en contacto entre sí, a un mundo teórica no hace sino reflejar con absoluta exactitud los cambios cada vez más
en el que se puede afirmar la existencia, por primera vez en la historia, de una profundos y radicales que experimenta la realidad internacional y la necesidad
sociedad internacional universal o planetaria; la creciente interdependencia y1 o de interpretarlos adecuadamente como forma de ofrecer soluciones a los pro-
dependencia, heterogeneidad y complejidad de esa sociedad mundial, como con­ blemas del mundo 2• r:

secuencia entre otros factores de esa misma universalización y globalización; Las relaciones internacionales, que nacen directamente ligadas a la búsqueda
la crisis del modelo clásico del Estado-nación, producto de esa globalidad e de soluciones a los problemas internacionales y, en especial, al problema de
interdependencia compleja y,, en consecuencia, del debilitamiento progresivo la guerra, no van a perder en ningún momento, a lo largo de su desarrollo,
de la distinción entre lo interno y lo internacional y de la consiguiente necesi­ este sentido, reflejando en última instancia en su desarrollo teórico el cambio
dad de buscar a mayor o diferente escala nuevas formas de organización polí­ Y la consiguiente aparición y toma de conciencia de nuevos o renovados pro-

tica, económica y social; en relación directa con lo anterior, la multiplica­ blemas y la búsqueda de respuesta a los mismos. ,
ción de los actores no estatales de las relaciones internacionales . Sin �mbargo, es�a final�dad que p�rsiguen las relaciones internacionales des-1/
.
El segundo gran proceso de cambio señalado es el paso del conflicto, tra­ de su mismo nacimiento dista todavm de haberse logrado a pesar de los indu­
ducido en violencia, a la cooperación. Proceso todavía abierto y cuyo desarro­ dables progresos científicos que se han producido en este campo de estudio i
llo final es aún incierto, que viene a ser en gran medida una consecuencia del desde 1.919. La dificultad de aprehender el cambio con todas sus consecuen- /
cias, que no son pocas ni nimias, está, en nuestra opinión, en la base de este
paso de la sociedad internacional a la sociedad mundial. Este proceso de cam­
bio será el que determine la forma futura de la sociedad mundial, dependien­ relativo fracaso y explica los continuos debates teórico-metodológicos que se /
do del mismo el futuro orden mundial. han venido produciendo desde los años treinta.
La mundialización de la sociedad internacional provoca necesariamente el Precisamente, desde esta perspectiva, nuestro punto de partida en el pre.
cambio en las pautas de comportamiento, en los valores imperantes, en los mo­
dos de gestión, como forma de dar respuesta adecuada a las nuevas realida­ 1 Vid. ARENAL, Celestino del, «La teoría y la ciencia de las relaciones internacionales hoy:
retos, debates y para'digmas>>, Fom lmenwcional (1\rléxko), vol. 29 ( 1 989), pp. 5!!3-629.
des. Frente al conflicto traducido en violencia que en el pasado fue la vía nor-
18 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES
INTRODUCCION 19

sente estudio es la consideración de que, a pesar del espectacular desarrollo 2. LA CUESTION TERMINOLOGICA
teórico y metodológico de las ciencias sociales a lo largo del siglo xx, todavía
no disponemos de un marco teórico-metodológico adecuado para la compren­ En una ciencia j oven, caracterizada por la imprecisión de su obj.::t o, de su
sión de la sociedad internacional y de sus graves y urgentes problemas, que noción, de sus categorías y conceptos, la cuestión terminológica no es algo pu­
afectan vitalmente a todos los hombres. Ni las relaciones internacionales en ramente formal. La falta de acuerdo en cuanto a la denominación de la propia
su concepción dominante hasta ahora ni, por supuesto, las demás ciencias so­ disciplina es ya un síntoma de la problemática que subyace en la cuestión ter­
ciales han sido capaces de adoptar la perspectiva y las categorías adecuadas minológica, pues la elección de una u otra expresión lleva con frecuencia im­
para enfrentarse a la realidad internacional de nuestros días. Si esa función y plícita una opción teórico-metodológica y una delimitación del campo objeto
tarea corresponde, como creemos, a las relaciones internacionales, se impone, de estudio, que necesariamente incide en la perspectiva y fines de la indaga­
en consecuencia, un replanteamiento de las concepciones dominantes en nues­ ción científica.
tro campo de estudio en línea con los planteamientos que desde principios de Aunque, como es lógico, esta cuestión en sus diversos aspectos se irá acla­
la década de los setenta empiezan a realizarse por algunos internacionalistas. rando paulatinamente a lo largo del estudio de las distintas concepciones de
Se impone, en consecuencia, superar la tradicional reducción de las rela­ las relaciones internacionales, para quedar fijado cuando expongamos nuestra
ciones internacionales al estudio exclusivo del sistema de Estados y del poder, concepción de las relaciones internacionales, se hace necesario, a efectos in­
de la guerra y de la paz, entendida ésta como ·la simple ausencia de guerra y troductorios. delimitar las líneas generales del problema.
conflicto, y considerar las relaciones internacionales como la ciencia que se ocu­ La cuestión terminológica debe, pues, plantearse, al menos inicialmente,
pa de la sociedad internacional y de todos sus problemas, desde la perspectiva en dos planos distintos pero íntimamente relacionados. Uno, la denominación
de la paz, considerada no sólo como ausencia de conflicto y guerra, sino tam­ que define el objeto de estudio, el campo de la disciplina, es decir, el objeto
bién como la realización plena del hombre. Ante todo, por supuesto, las rela­ material. Otro, el de la expresión que individualiza la disciplina científica que
ciones internacionales han de continuar ocupándose del problema de la guerra .se ocupa de ese objeto material. El hecho de que en muchas ocasiones coinci­
y del conflicto internacional, problema clásico de esta ciencia, que hoy, como dan ambas denominaciones no debe hacernos perder de vista que es posible,
consecuencia de la aparición y desarrollo del arma nuclear, se ha transforma­ y puede ser hasta deseable, la utilización de distintas expresiones en uno y otro
do en un fenómeno de consecuencias irreparables y decisivas para la supervi­ caso.
vencia del hombre. Pero, junto al peligro de la guerra nuclear y la prolifera­ Dejando, pues, para el análisis posterior el tema relativo· a la más adecua-
ción de las guerras y conflictos, nuestro tiempo conoce otros problemas de di­ da denominación de nuestra disCiplina científica, procederemos, en primer lu­
mensiones igualmente dramáticas, que están en íntima relación con la paz, en­ gar, a fijarnos en la cuestión que hace referencia al objeto de nuestro estudio.
tendida en el sentido señalado, ya que son causa, o pueden serlo, del conflicto, Los estudiosos emplean comúnmente términos que, o bien hacen referen­
tanto interno como internacional, y de la guerra, como, entre otros, el subde­ cia directa a las relaciones humanas que son objeto de atención, como «rela­
sarrollo y el desarrollo desigual entre los Estados, el' hambre y las privaciones ciones internacionales», « relaciones interestatales», etc. , o bien se refieren al
socio-económicas de todo tipo, la opresión y el problema ecológico. Todos ellos, resultado de esas relaciones sociales, desde una perspectiva unilateral o parti­
incluida la guerra, son inseparables y no conocen las fronteras de los Esta­ cular, eri cuyo caso se habla de «política exterior», «política internacional»,
dos, configurando una realidad amenazadora, que reclama la atención urgen­ «política mundial», o desde una perspectiva global, utilizándose expresiones
te de las relaciones internacionales, no desde las perspectivas tradicionales, como «sociedad internacional», «sociedad de Estado», «sociedad mundial»,
que se han revelado incapaces de solucionar esos problemas, sino desde nue­ «sistema internacional», etc.
vas perspectivas, superadoras del paradigma clásico y dominante del Estado Se comprende, por tanto, la importancia del problema subyacente en la cues­
y del poder. tión terminológica, pues el objeto de nuestra disciplina será muy diferente, en
Las relaciones internacionales, como disciplina científica y como teoría, re­ principio, según se adopte una u otra denominación.
presentan en la actualidad, por lo tanto, una parte importantísima del esfuerzo Digamos, como punto de partida, que aceptamos la denominación de «re­
de los hombres por entenderse a sí mismos y por solucionar algunos de los más laciones internacionales» como la que quizá, a pesar de sus imprecisiones, re­
graves problemas a que se enfrenta hoy la humanidad. Es ésta la que, en última 1 fleja en la actualidad más correcta y comprensivamente el sector de la realidad
instancia, debe estar en el punto de mira de nuestra disciplina. ""'r
social objeto de nuestra consideración , pero con una precisión, la de que el
De ahí, su carácter nuevo y la falta de una tradición científica, y, en conse­ objeto de estudio de nuestra disciplina es el resultado de esas relaciones, la so­
cuencia, las ambigüedades e indefiniciones en que todavía se mueve. De ahí, ciedad internacional . Desde esta posición, las expresiones «relaciones interna­
igualmente, la importancia de nuestra disciplina. cionales» y «sociedad internacional» sirven en sus respectivos niveles para de­

1< .
signar el ·�ector de la realidad social que estudiamos . Nuestra opción por las
.
INTRODUCCION A LAS RELACIONES I NTERNACIONALES INTRODUCCION 21

mismas se basa tanto en cuestiones de adecuación entre el término y la reali­ en cuenta la variedad de planteamientos existentes entre los especialistas en cuan­
dad,· como en razones de general aceptación. to al objeto de la disciplina.
Sin entrar en la diferenciación sociológica establecida por TONNIES entre Nosotros adoptamos esta segunda posición, por las razones apuntadas, pero
los términos «comunidad» y «sociedad» 3 , aplicado al derecho internacional siendo conscientes que debe entenderse en un sentido amplio, no estricto, por
y a las relaciones internacionales por POCH 4, por cuanto para el objeto de cuanto abarca a todo tipo de relaciones sociales que configuran y afectan de
nuestra indagación parece claro que, en el estado actual del mundo, la deno­ modo esencial a la sociedad internacional. Ello no nos impide aceptar dentro
minación más adecuada es la de «sociedad», como tendremos ocasión de ver de la amplia expresión «relaciones internacionales» otras expresiones, como
al desarrollar nuestra concepción de las relaciones internacionales; sin consi­ relaciones transnacionales, interestatales, intergubernamentales, intercultura­
derar que el término �<sistema», tan de boga en la actualidad en los estudios les, etc., que pueden servir para individualizar un tipo concreto de relaciones
internacionales, pueda ser fiel expresión de la realidad humana que nos corres­ internacionales.
ponde estudiar, dado su ca�ácter mecanicista 5, y prescindiendo de la consi­ Lo mismo cabe decir respecto de las propuestas alternativas a la expresión
deración de las expresiones «política exterior», «política internacional», etc., «sociedad internacional», como «sociedad mundial», «sociedad global», que
que, en cuanto denotan una perspectiva unilateral o particular, difícilmente si pueden ser más exactas y su uso es cada vez más frecuente entre los especia­
pueden aceptarse para definir el campo objeto de estudio de nuestra ciencia, listas, como forma de señalar la necesidad de superar las concepciones que tra­
y que en todo caso se tratarán al referirnos a la denominación más adecuada dicionalmente han venido reduciendo la sociedad internacional a la sociedad
de la disciplina, la cuestión terminológica se plantea principalmente respecto de Estados y de enfocar su estudio desde una óptica omnicomprensiva y global,
del calificativo «internacional». sin embargo, pensamos que, a pesar de su validez, no están todavía míni­
La polémica es ya antigua, pues se ha planteado en términos similares, que mamente aceptadas. Por ello, sin perjuicio de que en un futuro próximo se im­
no idénticos, en el caso del derecho internacional . Se ha criticado la expresión ponga la expresión «sociedad mundial», estimamos hoy que la expresión más
alegando que no guarda correspondencia con el verdadero objeto de nuestra adecuada es la de «sociedad internacional».
disciplina, pues aún admitiendo que en el siglo xvm, cuando J. BENTHAM acu­ Aclarado lo anterior ha quedado ya relativamente despejado el campo pa­
ña, refiriéndose al derecho internacional, la expresión «internacional», nacio­ ra plantearse la cuestión terminológica en .el segundo nivel que señalábamos,
nes y Estados fuesen términos equivalentes, hoy, sin embargo, de un lado, no el de la denominación de nuestra disciplina.
lo son, y de otro, el objeto de nuestra ciencia no son sólo las relaciones entre En este punto, SPIRO señala, refiriéndose a los Estados Unidos, que si ini­
Estados, con lo que no existe adecuación entre el término y su contenido. cialmente se impuso la denominación «relaciones internacionales», en la déca­
Frente a esta cuestión caben dos opciones. Una, tratar de encontrar una da de los cincuenta ésta dio paso a la de «política internacional», para poste­
expresión más exacta. Línea que han seguido autores como SPYKMAN, que con­ riormente imponerse la de «política mundial» 8• Cambios de denominación
sidera más correcto hablar de «relaciones interestatales», aunque abandona la que reflejan adecuadamente las concepciones dominantes en cada momento.
iniciativa por su escaso éxito 6, y WRIGHT, que considera como más adecua­ En Europa, sin embargo, la denominación «relaciones internacionales» sigue
da la expresión «relaciones entre grupos de poder» 7• Otra, retener la expre­ teniendo una amplia aceptación.
sión «internacionales», pese a sus limitaciones para referirse a la realidad ob­ Se impone, pues, clarificar las distintas denominaciones, tanto a efectos l
jeto de estudio. Ello se explica por la falta de éxito de las expresiones alternati­ introductorios del estudio que sigue, como en orden a dejar establecido el por-
-*
_

vas, porque se trata de una expresión comúnmente admitida y porque no re­ qué consideramos que la denominación «relaciones internacionales» es hoy la
sulta fácil encontrar ot;a denominación más adecuada, sobre todo si se tiene que mejor expresa el alcance de nuestra disciplina.
¡
Las denominaciones más usuales, que es necesario aclarar, son «estudiós
3 TONNIES, F., Gemeinschaft und Gesse/lschaft. Grundbegrijfe sines Soziologie, Berlin, 1912; internacionales», «política exterior», «política internacional», «política mun­
versión castellana de la 8.• ed. alemana (1 936): Comunidad y sociedad, trad. de J. F. Ivars, Bar­ dial», «relaciones internacionales» y «sociedad mundial».
celona, 1979.
4 P ocH G. DE CA VIEDES, Antonio, «Comunidad internacional y sociedad internacional», Re­
La denominación «estudios internacionales», frecuente en Francia, no ofrece
vista de Estudios Políticos, vol. 12 (1943), pp. 341 -400. especiales dificultades, debido al sentido muy general y poco preciso que tie­
5 Nuestro rechazo de la expresión «sistema» para designar la realidad social, objeto de nues­
ne, ya que incluye todo tipo de estudios sobre la realidad internaciop¡1l, se rea­
tro estudio, no supone que no estimemos útil esa expresión para referirse en ocasiones a fenóme­
nos internacionales que responden analógicamente a la idea de sistema, como es el caso, por ejem­ licen desde una perspectiva jurídica, política, sociológica, psicológica, geográ­
plo, del sistema europeo de Estados. Para una mayor precisión de nuestra posición respecto de fica,·etc. Estamos, pues, más ante un área que abarca distintas disciplinas, co­
la expresión «sistema» nos remitimos a la parte de esta obra dedicada al análisis de la aplicación
mo las relaciones internacionales propiamente dichas, el derecho internado-
6 SPYK MAN , Nicholas J., «Methods of Approach to the Study of lnternational Relations», en
de la teoría de los sistemas a las relaciones internacionales. .

H . J. MORGENTHAU Y K. W. THOMPSON (eds.), Principies and Problems oj lnternaiional Po­


litics. Selected Readings, Nueva York, 1 952, p. 25.
7 WRIGHT, Quincy, The Study oj International Relations, Nueva York, 1955, p. 7. 8 SPIRO, Herbert, World Politics: The Global System, Homewood, 111., 1966, p. l.
22 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES INTRODUCCION 23

nal, la organización internacional, la historia internacional , etc. , que frente Algo parecido cabe decir respecto de-la denominación «política mundial»,
a una disciplina científica concreta. tan en boga hoy día en los Estados Unidos, pues hace hincapié sobre todo en
Mayores dificultades ofrecen las denominaciones «política exterior» y «po­ los aspectos políticos , aunque se diferencia sustancialmente de la política in­
lítica internacional», utilizadas con frecuencia, sobre todo en los Estados Uni­ ternacional en que con la expresión «mundial» quiere reflejar más adecuada­
dos, como sinónimas de «relaciones internacionales» . mente una realidad internacional que se presenta como global y en la que, por
Por «política exterior» debe extenderse el estudio d e l a forma en que un tanto, no cabe ya la separación entre el medio interno y el medio internacio­
Estado lleva sus relaciones con otros Estados, se proyecta hacia el exterior, nal, .dada su profunda interpenetración. En algunos casos la denominación po­
es decir, se refiere a la formulación, implementación y evaluación de las op� lítica mundial se utiliza también para poner de manifiesto la necesidad de su­
ciones exteriores desde el interior de un Estado, vistas desde la perspectiva del perar la concepción estatocéntrica dominante en los estudios internacionales .
Estado, sin atender a la sociedad internacional como tal. En ningún caso cabe, Su estudio se dirige más al sistema internacional en su conjunto que a las reJa�
pues, utilizar esta· denominación como sinónimo de relaciones internaciona­ ciones interestatales en cuanto tales , si bien continúa centrando su atención
les, pues éstas se refieren a un objeto mucho más amplio. en las relaciones políticas que se producen en ese sistema. ,
La denominación «política internacional» tiene ya mucha más entidad, pues Por todo ello, consideramos que la denominación más adecuada para nues-
abarca una realidad más amplia que la de la política exterior, ya que se refiere tra disc;iplina es la de «relaciones internacionales» . La expresión «relacione?"-'
no sólo a acción exterior de un Estado, sino al conjunto de las relaciones inte­
restatales que constituyen el sistema de Estados. Aquí la perspectiva no es la
internacionales» ofrece un contenido más amplio que las que acabamos de ver,
si exceptuamos la de estudios internacionales . Con ella se abarca el conjunto '
[ ' _"'
de un Estado, sino la de ese sistema en su conjunto. Se comprende, así, que de las relaciones sociales que configuran la sociedad internacional, tanto las
esta denominación se utilice con mucha frecuencia como intercambiable con de carácter político como las no políticas, sean económic.as, culturales, huma­
la de relaciones internacionales. En esta línea de preconizar la denominación nitarias, religiosas, etc . , tanto las que se, producen enLre los Estados como las ')
de «política internacional», para referirse a nuestra disciplina, se insertan nu­ que tienen lugar entre otros actores de la sociedad internacional y entre estos -- ·

merosos autores, especialmente anglosajones. Lo que caracteriza a todos ellos y los Estados. De esta forma, y teniendo presente las consideraciones realiza- a .: \ j
es la particular atención que prestan a las relaciones políticas entre los Esta­ das en torno a la expresión «internacional», puede decirse, en principio, que las '/.
dos, en base a que hacen del poder la clave para la explicación de los fenóme­ relaciones internacionales es la ciencia que se ocupa de la sociedad internacional.
nos internacionales, como consecuencia de considerar las relaCiones interna­ �-,

cionales como un sector de la ciencia política.


Esta posición, sin embargo, no es aceptable, pues si la disciplina de las re­
laciones int�rnacionales es en buena parte política internacional, no lo es ínte­
3. PARADIGMAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
gramente, ya que «las relaciones políticas no son las únicas operantes en la
esfera internacional, y, aún suponiendo que sean las más relevantes, están su­
mergidas en una trama de relaciones también internacionales, pero que reba­ Referirse, en la actualidad, a la teoría y a la ciencia de las relaciones inter­
san el campo político» 9• BRUCAN señala a este respecto: «En resumen, las dos nacionales supone necesariamente plantear, antes que nada, un tema que es
expresiones -relaciones internacionales y política internacional- no son idén­ hoy central en nuestra disciplina, como es el del paradigma científico de las
ticas, sino que abarcan diferentes esferas de operación, en la medida en que relaciones internacionales . Si, en anteriores momentos de la todavía corta his­
la de las relaciones internacionales abarca más. Aunque las dos están inextri­ toria de las relaciones internacionales como ciencia, el objeto de debate estuvo
cablemente vinculadas, deben estudiarse por separado, en bien de la claridad centrado en el campo de estudio, en el concepto o en la metodología más ade­
analítica y de la determinación de relaciones causa-efecto, aunque, en última cuada para el análisis de los fenómenos internacionales, desde finales de los
instancia, sólo una comprensión de la interacción y cíe las interconexiones dia­ años sesenta es la cuestión relativa al paradigma de las relaciones internacio­
lécticas que existen entre ellas pueden servir como base para conclusiones nales la que está en el centro del d_ebate teórico que caracteriza esta ciencia.
científicas» 1 0• Estamos, pues, en todo caso, ante dos disciplinas distintas, la La cuestión no es superflua o baladí, pues hace referencia a los valores con
política internacional y las relaciones internacionales, si bien las relaciones in­ que el estudioso interpretra el mundo y a la visión y modelo que está en la base
ternacionales es más amplia, y por ello abarca la política internacio�al . del intento científico de aprehensión de la realidad internacional. K. J. HOLS­
TI, al plantearse el reciente debate existente en el campo de las relaciones in­
al estudio de las relaciones internaciona.fes), 2. • ed. , revisada y aumentada. Reimpresión con una
9 TRUYOL, Antonio, La teoría de las relaciones internacionales como sociología (Introducción
ternacionales sobre los paradigmas, señala acertadamente que el mismo «no
bibliografía adicional, Madrid, 1 973, p. 54. es meramente una cuestión de cuál representación o modelo del mundo es más
1 0 BRUCAN, Silviu, The Dissolutipn oj Power, Nueva York, 1 971; versión castellana: La diso­ consistente con las realidades. Cuestiones más fundamentales están implica-
lución del poder. Sociología de las relaciones internacionales y políticas, trad. de F. González Aram­
buru, México, 1974, p. 63. / das; cuestiones relativas a cuáles son las unidades de anáJisis apropiadas o cru-
24 lNTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES ' INTRODUCCION 25

ciales, cuál es el centro y las periferias en el campo de estudio y, lo más impor­ ternacional. Esta monolítica interpretación científica de las relaciones interna­
tante, cuál es la propia materia de estudio» 1 1 • cionales sólo ha conocido históricamente excepciones aisladas, sin incidencia
¿Cuál es l a razón d e que hoy l a teoría y l a ciencia d e las relaciones centren real en la teorización internacional, la más relevante de las cuales es el mar­
·su debate en la cuestión paradigmática? La razón parece clara. Por un lado, xismo.
y esto ya lo hemos sefl.alado, se debe a la propia evolución y cambio de la reali­ En este sentido, a pesar de la gran variedad de escuelas y concepciones teó­
dad internacional, que es objeto de estudio. Los profundos y radicales cam­ ricas y la ausencia de un marco conceptual, teórico y metodológico, común­
bios sociales, políticos, económicos y científico-técnicos, de una parte y el es­ mente aceptado por la mayoría de los estudiosos, que caracteriza a la teoría
pectacular aumento cuantitativo, en el plano de los actores y de las interaccio­ de las relaciones internacionales, ésta se ha movido hasta fecha reciente en un
nes, de otras, acompañados por la aparición de nuevos y dramáticos proble­ contexto intelectual y científico cómodo, cerrado en sí mismo y confiado en
mas y el agravamiento de los anteriores, que sobre todo desde la Segunda Guerra su virtualidad explicativa de la realidad internacional .
Mundial han experimentado las relaciones internacionales y, con ellas, las so­ Hoy, sin embargo, esa situación ha cambiado. Desde finales de los años
ciedad internacional, han influido poderosamente, como no podía ser de otra sesenta han aparecido nuevos o remozados paradigmas, nuevas concepciones
forma, en la evolución de las propias concepciones científicas de las relaciones e imágenes del mundo que, enfrentándose críticamente con el paradigma tra­
internacionales y, con ello, en el paradigma que las inspira. El contexto histó­ dicional, tratan de ser reflejo adecuado de los cambios experimentados por la
rico es, pues, un factor que debe tenerse en cuenta en orden a entender el ac­
tual debate.. Como debe tenerse en cuenta también, al mismo tiempo, el con­
'.

sociedad internacional y tratan de ofrecer respuestas apropiadas a los nuevos
problemas. De esta forma, las relaciones internacionales se encuentras sumi­
texto científico que caracteriza la evolución de las ciencias sociales en cada mo­ das en pleno debate paradigmático . Debate que, como ya hemos sefl.alado, es
mento histórico, que, en nuestro caso, ha influido igualmente de forma deci­ central en nuestra ciencia, ya que hace referencia directa y pone en cuestión
siva. el propio concepto y objeto de estudio de las relaciones internacionales, ade­
De acuerdo con lo anterior, el objeto de este apartado es plantear y anali­ más de determinar las soluciones que se ofrecen a la problemática del presen­
zar en su dimensión teórico-práctica la cuestión general del paradigma de las te. Como veremos, en última instancia, -de ahí la importancia del mismo-,
relaciones internacionales, a efectos de, sobre esa base, poder posteriormente lo que este debate ha puesto en juego es la noción y la realidad misma del «cam­
adentrarnos con mayor sentido en el estudio concreto del desarrollo de las re­ bio» en las relaciones internacionales.
laciones internacionales como disciplina científica y de las distintas concepcio­ Sin embargo, antes de entrar directamente en el tema, es necesario clarifi­
nes teóricas de las relaciones internacionales. Esta aproximación inicial nos fa­ car qué se entiende por paradigma, dada la multiplicidad de significados y al­
cilitará la mejor comprensión de dichas concepciones teóricas y lo que estas cances con que se ha utilizado este término desde su popularización por Tho­
suponen en la interpretación de la realidad internacional. De ahí la inclusión mas S. KUI-IN en la obra The Structute of Scientific Revolutions 1 3 •
inicial de este apartado y el sentido absolutamente general e introductorio que El propio KUHN usa en esa obra el concepto en veintiún sentidos diferen­
tienen estas consideraciones. tes. Posteriormente, haciéndose eco de la crítica que por ello se le hizo, ha tra­
Si hubiera que resumir cuál ha sido la situación de la teoría de las relacio­ tado de clarificar este punto, admitiendo el uso del concepto de paradigma en
nes internacionales en los últimos trescientos afl.os, habría que afirmar, con un doble sentido: «Por una parte, pasas por la completa constelación de creen­
K. J. HOLSTI, que, en términos generales, se puede decir que desde el siglo cias, valores, técnicas, y así sucesivamente, compartidos por los miembros de
XVII hasta fecha relativamente reciente un único paradigma ha dominado ab­ una comunidad dada. Por la otra, denota una especie de elemento en tal cons­
solutamente en el campo del estudio de las relaciones internacionales . Se trata telación, las soluciones-enigmas concretas que empleadas como modelos o ejem­
del paradigma hoy denominado tradicional, realista estatocéntrico, que hacía plos pueden reemplazar a reglas explícitas como base para la solución de los
del Estado y del poder los referentes absolutos para el análisis de las relaciones enigmas restantes de la ciencia normal» 14• El primero lo denomina «matriz
internacionales 12 disciplinaria» y el segundo «el paradigma como ejemplar». Aun así, como ha
De esta forma, durante más de tres siglos, en concreto a partir de la confi­ sefl.alado la crítica, ambos conceptos continúan siendo ambiguos y excesiva­
guración del sistema europeo de Estados, ha existido un claro consenso inte­ mente genéricos, lo que dificulta la identificación práctica del paradigma o pa­
lectual y científico que ha generalizado una visión de la sociedad internacio­ radigmas de una disciplina científica y permite la existencia_de un cierto grado
nal, determinado el pensamiento internacional, guiado la investigación empí­ de confusión y contradicción.
rica y proporcionado respuestas a los problemas que planteaba la política in- Esta confusión en cuanto a lo que es un paradigma es evidente en el campo

11 HOLST1, K. J., The Dividing Discipline. Hegemonj and Diversity in Internattional Theory, 1 3 KUHN, Thomas 8., The Structure of Scientiflc Revolutions, Chicago, 1962, ed. castellana,

12 HoLSTI, K. ]., op. cil., p. VII.


Boston, 1985, p. 4.
1 4 KUHN, Thomas S . , op. cit., p. 269 de la ed. castellana.
La estructura de las revoluciones científicas, México, 1971.

1
INTRODUCCION 27
26 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES

' paradigmas han girado y giran alrededor de tres cuestiones claves, que son:
de las relaciones internacionales. Así, por ejemplo, hay estudiosos, como LI­
JHART, que considerarn que el behaviorismo es un paradigma 1 5 , lo que es
�. « l . Las causas de la guerra y las condiciones de la paz-seguridad-orden; un
problema subsidiario fundamental es la naturaleza del poder; 2. Los actores
puesto en entredicho por la mayoría de los especialistas. Algo parecido sucede
esenciales y/o las unidades de análisis; 3 . Las imágenes del mundo-sistema­
con VASQUEZ, que habla del paradigma idealista, cuando la mayoría de los
sociedad de los Estados.» La primera cuestión es esencial, por cuanto es la ra­
autores estiman que el paradigma idealista no es diferente del paradigma rea­
zón de ser del campo de estudio, mientras que las dos restantes nos dan las
lista 16• Otros, como PETTMAN, frente a los tres paradigmas que normalmen­
claves para la solución de los problemas 19 •
te se afirma que existen en nuestro campo, considera que sólo hay dos para­
El paradigma tradicional ha sido el que ha proporcionado hasta finales de
digmas, pluralista y estructuralista 1 7 • Incluso entre los numerosos estudios que
los años sesenta el marco intelectual en el que se ha desarrollado prácticamen­
reconocen la existencia de tres paradigmas existe una gran variedad de matices
te toda la actividad científica en el campo de las relaciones internacionales. El
no sólo terminológicos, sino también respecto de las características más rele­
reto a este paradigma no se ha producido, por tanto, de la mano del debate
vantes de los mismos.
entre idealismo y realismo de los Jlños treinta y cuarenta o .del debate entre
Esta confusión se debe a que frecuentemente, ante la falta de un concepto
tradicionalismo y cientificismo de los años cincuenta y sesenta, que han carac­
unívoco de paradigma, éste se identifica, según los especialistas, con concep­
ción, perspectiva, enfoque, marco, teoría general o método. Sin embargo, aun­ terizado una parte importante del desarrollo de las relaCiones internacionales
como teoría y como ciencia. Tampoco ha venido, sin más, de la simple am­
que la base de un paradigma es fundamentalmente sustantiva, un paradigma
no es simplemente una concepción, ni un enfoque, ni una teoría, ni mucho pliación del campo de estudio, como consecuencias del reconocimiento del pa­
pel de los actores no estatales, ni de la proliferación de nuevos enfoques o el
menos un método. Un paradigma consiste, de acuerdo con el espíritu de lo
señalado por KUHN, en una serie de postulados fundamentales sobre el mun­ descubrimiento de nuevas dimensiones en el estudio de los fenómenos interna"
do, que centran la atención del estudioso sobre ciertos fenómenos, determi­ cionales. Mucho menos ha venido de las «revoluciones» metodológicas que se
·

nando su interpretación. han producido en nuestro campo de estudio.


Más concretamente, el concepto de paradigma puede definirse, siguiendo Como ya hemos apuntado, ni el idealismo ni el behaviorismo han puesto
en entredicho el paradigma tradicional, ni han dado origen a diferentes para­
a VASQUEZ, como «las suposiciones fundamentales que hacen los especialis­
tas sobre el mundo que están estudiando. Estas suposiciones proporcionan res­
digmas. Entre otros muchos estudiosos, como V ASQUEZ, que ha estudiado en
puestas a las preguntas que deben ser planteadas antes de que empiece la teori­ profundidad la cuestión respecto del behaviorismo 20, hay que destacar la clara
zación [ . . . ] . Al responder a estas cuestiones, las suposiciones fundamentales posición de BANKS en este punto: «Al igual que el idealismo anteriormente,
forman una representación del mundo que está estudiando el especialista y le el behaviorismo nunca cuestionó el paradigma realista subyacente, se concen­
dicen lo que es conocido sobre ese mundo, lo que es desconocido, cómo debe­ tró en los métodos de investigación, al igual que el idealismo se había centrado
ría verse el mundo si se desea conocer lo desconocido y, finalmente, lo que
en los valores y las prescripciones de la política. Ambos dejaron al realismo
merece conocerse» 18• En este sentido, es claro que un paradigma sólo cam­
el control de las cruciales suposiciones estatocéntricas» 2 1 •
bia cuando se modifican esas suposiciones fundamentales, y que sólo aparece L a puesta en entredicho del paradigma tradicional sólo s e h a producido
un nuevo paradigma cuando aparecen nuevos postulados básicos sobre la rea­ a consecuencia de la formulación de nuevas y diferentes respuestas a las tres
cuestiones clave señaladas por HOLSTI, es decir, ha venido de la mano de nue­
vas Y diferentes conceptualizaciones e ideas sobre los procesos clave, los acto­
lidad.
Sobre la base de lo anterior es evidente, como ya hemos apuntado, que en
el campo de los estudios internacionales hasta fecha reciente ha dominado de res y las imágenes del mundo.
forma absoluta un único paradigma, denominado paradigma realista, tradi­ Ha venido, en última instancia, de la aparición en primer plano en el cam­
cional o estatocéntrico, que ha marcado las líneas maestras de la investigación po de las relaciones internacionales del problema del « cambio», es decir, de
y la interpretación de los fenómenos internacionales durante más de trescien­ la toma de conciencia del cambio que se ha producido en la sociedad interna­
tos años. dona� respecto de un pasado que dio origen al paradigma tradicional y de la
Desde esta perspectiva, K. J. HOLSTI ha señalado acertadamente que la necestdad, en consecuencia, de buscar nuevos paradigmas capaces de dar ade­
teoría internacional y, en consecuencia, el paradigma tradicional y los demás cua�a cuenta de esa nueva realidad. Tanto el paradigma realista como los pa­
radigmas alternativos están condicionados por la propia realidad internado-
1 5 L U H A RT , Arend, «The Structure of the Theoretical Revolution in International Relations» '
·. ·�
'J'

-�·.
,.,.,

VASQUEZ, John A., The Power oj Power Pofilies. A Critique, Londres, 1 983, pp. 13-15.
lnternational Studies Quarterly, vol. 1 8 (1 974), pp. 4 1 -74.
:� · Y: 19
20 VASQUEZ, John, A., op. cit., pp. 19-23.
1-IOLSTI, K. J . , op. cit., pp. 7-8.

.BANKS, Mi :hael, «The lnter-Paradigm Debate», en M. LIGHT y A. J . R. GROOM (eds.), Jn­


PETTMAN, Ralph, Sta/es and C/ass: A Sociology of lnternational Affairs, Londres, 1 979,
ternallonal Re/at10ns. A Handbook oj Curren/ Theory, Londres, 1 985, p. J I .
21
I H V ASQUEZ, John, A., op. cit., p. 5 .
pp. 53-54.
28 INTRODUCCION A LAS RELACIONES I NTERNACIONALES I NTRODUCCION 29

na! y por la percepción que de esa realidad tiene el estudioso, que determina años en el campo de las relaciones será su más patente expresión en el campo
sus prioridades de estudio. Frente de la high politics, que se refiere a la activi­ de la teoría de las relaciones internacionales.
dad diplomática-estratégica y que es el objeto de análisis del paradigma tradi­ La base de este paradigma d escansa en la teoría política que, como reflej o
cional, los paradigmas alternativos hacen hincapié en la creciente importancia de una realidad que experimenta un proceso de concentración y secularización
de la llamada lo w politics, que se refiere, entre otras, a las actividades econó­ del poder a nivel de entidades políticas y de descentralización a nivel interna­
micas, científico-técnicas y culturales, en la actual sociedad internacional. cional, se desarrolla e impone desde la Edad Moderna, de la mano, entre otros,
El problema de fondo en el desarrollo de nuevos paradigmas y en el debate de MAQU IAVELO y HOBBES. Teoría política que, al entronizar al Estado co­
entre éstos está, así, en la cuestión clave de cómo explicar el cambio en las re­ m o suprema unidad política y al dividir la vida social en dos mundos contra­
laciones internacionales y en el alcance del mismo. Frente a un paradigma tra­ puestos, -uno, el propio del Estado, en el que se presupone que a través del
dicional que tiene como principio la continuidad, que tiende a desconocer el pacto social reina el orden, la ley y la paz, y otro, el de la sociedad internacio­
cambio real y para el que, por tanto, en principio, el cambio no es un proble­ nal, en el que reinan la anarquía, el estado de naturaleza y la ley del más
ma teórico, los nuevos paradigmas hacen de la noción de cambio su razón de fuerte-, determina una visión de la realidad internacional en la que el Estado
ser 22. Lo más importante, sin embargo, es que asumen el cambio en una do­ y el poder se transforman en el actor y el facto r de referencia para la política
ble dimensión, por un lado, en cuanto realidad o hecho que se ha producido y la teoría. El sistema europeo de Estados que nace formalmente a raíz de la
en las relaciones internacionales y, por otro, en cuanto valor o ideología, que Paz de Westfalia no será sino la confirmación de esa dinámica.
debe guiar la teorización sobre la realidad internacional de nuestros días, ins­ Desde esta perspectiva, la característica específica de las relaciones inter­
pirando las soluciones que se ofrecen. .___ nacionales está en la legitimidad del recurso a la fuerza armada por arte de
Desde esta óptica, que hemos tratado de explicar, sólo cabe establecer, en los Estados y en la separación d e las esferas de l a política interna y de la políti­
consecuencia, la existencia actual de tres paradigmas en las relaciones interna­ ca internacional . En ésta los Estados operan « racionalmente» en función del
cionales: l. El paradigma tradicional, también llamado realista o estatocéntri­ interés nacional y de la relación de fuerzas. E l poder se transforma, así, en
co, que es el que ha dominado el campo hasta fé cha reciente. 2. El paradigma el factor decisorio de las relaciones interna,cionales 23 y el equilibrio del poder
de la dependencia, también llamado neomarxista o estructuralista, según los en la dinámica y la política que, sin eliminar la naturaleza sustancialmente anár­
énfasis con que se formule, que, aunque encuentra sus iniciales formulaciones quica del sistema internacional, asegura un mínimo orden que tiene como fin
en MARX y ENGELS, sólo a partir de los años sesenta de este siglo adquiere la supervivencia y perpetuación de los propios Estados. La base última de este
carta de naturaleza en el campo de las relaciones internacionales. 3 . El para­ planteamiento está en la consideración de que la ambición de poder es inhe­
digma de la sociedad global, transnacional o de la interdependencia, que pre­ rente a la naturaleza humana, dado el sentimiento de inseguridad con que se
senta también diferentes formulaciones. mueve el hombre en el mundo. Hay, de esta forma, un claro pesimismo antro­
pológico en la interpretación de la naturaleza humana.
Sumariamente, puede decirse que el paradigma tradicional ofrece una vi­
A) EL PARADIGMA TRADICIONAL sión de la sociedad internacional, que determina su interpretación, caracteri­
zada por tres postulados generales:
Aunque este paradigma de las relaciones internacionales, que ha domina­ 1) Existe u na rígida separación entre la política interna y la política inter­
do durante más de trescientos años, es fruto directo, como veremos posterior­ nacional. Esta tiene su propia moral, en la que priman los valores del poder
mente, de la teoría política y de la experiencia que se deriva, a partir del Rena­ y de la seguridad y en ella las motivaciones humanas no son relevantes.
cimiento, de la afirmación del Estado como forma por antonomasia de orga­ 2) Los Estados y los estadistas son los actores fundamentales de las rela­
nización política y social, y de l a teoría y de la experiencia que nace de la cons­ ciones internacionales. Los seres humanos sólo cuentan como miembros de un
titución en el siglo XVJJ de un sistema europeo de Estados, no debe olvidarse Estado. Las relaciones internacionales son y deben interpretarse como relacio­
que los fundamentos del mismo hunden sus raíces en una larga corriente de nes interestatales.
pensamiento, que se remonta a MENCIO, KAUL TIL Y A y TucíDIDES. Su defini­ 3) Las relaciones internacionales son, por su naturaleza, esencialmente con­
tiva configuración será producto, por otro lado, de la experiencia de los críti­ fictivas; son, así, la lucha por el poder y por la paz. El poder es el factor fun­
cos años treinta y del período de guerra fría, que se abre a partir de 1 947 . La damental de esa política 24•
concepción del realismo político, o del power politics, que se impone en esos

Vid., ARENA L , Celestino del, <<Poder y relaciones internacionales: un análisis conceptual>>,


Vid., DUNN, David J.; «The Emergence of Change as a Theoreticai Concern in lnternatio­ vol. 4 ( 1 983), pp. 501 -524.
23

nai Reiations», en B. BuZAN y R. J. B. JoNES (eds .), Change and the Study oj Jnternational Re­ 24 Vid. , GJLPIN, Robert G., <<The R ichness of the Tradition of Political Realism», In.¿ernatio­
22 Revista de Estudios Internacionales,

lations: The Evaded Dimension, Londres, 1 98 1 , pp. 7 1 -84. nal Organiza/ion, vol . 38 ( 1 984), pp. 287-304.
30 INTRODUCCION A u\s RELACIONES INTERNACIONALES

En ese contexto. conflictivo, en el plano práctico, la prioridad que inspira


la investigación que se desarrolla bajo este paradigma está constituida por la
1 INTRODUCCION

con que lo hace, pues ya no es una simple exigencia de la razón o un deseo


31

humanitario o moral, sino una exigencia que además impone la propia realidad
seguridad nacional. Al no existir un poder superior, � os Est� dos ha� de velar de nuestros días.
por su propia seguridad. PUCHALA y FAGAN han podido, asi, denormnar ta�­ La necesidad de este nuevo paradigma viene determinada, en opinión de
bién esta imagen dominante de las relaciones internacionales como el paradig­ sus defensores, por una realidad internacional que poco tiene que ver con la
ma de la política de seguridad 25 • que originó y justificó el desarrollo del paradigma realista. Si, por un lado,
Este paradigma, que hemos esbozado en sus rasgos más generales, pero que la sociedad internacional es ya radicalmente diferente, en todos los planos, de
se manifiesta teóricamente bajo múltiples y diferentes formulaciones en los nu­ la simple sociedad política de Estados que el paradigma tradicional tiene como
merosísimos estudios que la han adoptado, ha alimentado una larga tradición postulado, por otro, el nuevo clima de distensión que conocen las relaciones
de indagación teórica y empírica, que ha servido para explicar la naturaleza Este-Oeste determina que el principio de la seguridad nacional, característico
y dinámicas de la sociedad internacional, es decir .. por qué y có� o los Estados del realismo, ya no constituya una prioridad en la investigación. ,
hacen la guerra, conducen su diplomacia, elaboran el derecho I�ternac10nal, .
MAGHROORI dibuja así la situación: «La inutilidad de la fuerza, aunada
constituyen organizaciones internacionales y, en gene:al, orgamza� el P oder a la proliferación de las organizaciones internacionales y el surgimiento de la
de acuerdo con sus intereses y objetivos. En este sentido, su contnbuc10n . al
interdependencia, sugiere a los globalistas que los Estados ya no estarán
desarrollo del estudio de las relaciones internacionales ha sido decisiva Y hege­ preocupados por las cuestiones de seguridad que dominaron la política
mónica, en el sentido de orientar la ciencia de las relaciones internacionales internacional a lo largo de la década de los sesenta. En consecuencia, ven el
por un determinado camino y proporcionar una visión de� mundo q�: ha pe�­ paradigma realista como pasado de moda» 26 ,
mitido un desarrollo coherente y acumulativo, desde su mterpretac10n parti­ Aunque los primeros ataques al paradigma tradicional se producen ya en
cular del conocimiento en nuestro campo de estudio. los años sesenta, serán KEOHANE y NYE, por un lado, y KAISER, por otro,
Ai ocuparnos del realismo político tendremos ocasión de detenerno� más como veremos posteriormente, los que de una forma precisa primero plantean
en detalle en los postulados, características y consecuencias de este paradigma. la necesidad de una alternativa. Sus críticas al paradigma realista descansan
principalmente en su ignorancia de los procesos transnacionales y de los actores
no estatales, que tienen, en su opinión, un papel central en las actuales relaciones
B) EL PARADIGMA DE LA SOCIEDAD MUNDIAL internacionales. Dados los cambios que se han producido en el campo social,
económico y de las comunicaciones no se puede hablar ya exclusivamente de
Los cambios que experimentaban las relaciones internacionales a partir de una sociedad de Estados con relaciones limitadas prácticamente al campo
la década de los sesenta, a raíz del nuevo clima de distensión que se va diplomático y militar.
generando, que favorece la toma de conciencia de los cambios que ya se hab�an Este énfasis que ponen en la importancia de la política transnacional y en
.
venido produciendo aceleradamente desde la Segunda Guerra Mundtal, umdo la dimensión económica y científico-técnica supone la negación de que las
a la insatisfacción que empiezan a sentir los medios académicos respecto de relaciones internacionales sean por naturaleza esencialmente conflictivas y
la capacidad del paradigma realista para dar adecuada cuenta de una realidad puedan interpretarse exclusivamente en términos de lucha por el poder. Aunque
internacional cada vez más compleja y problemática, da lugar a la aparición se reconoce el carácter conflictivo o,mejor, «problemático» de las relaciones
desde finales de los años sesenta, como ya hemos señalado, de dos <<nuevos» internacionales, se afirma igualmente su carácter cooperativo.
paradigmas en el campo de las relaciones internacionales. En última instancia, este cambio que se produce en la interpretación de los
Uno de ellos, el paradigma de la sociedad global o mundial, también llamada fenómenos internacionales, que tiene como eje principal precisamente a los
paradigma de la interdependencia, va a conocer un importante desarrollo en Estados Unidos, responde en gran medida a la necesidad de dar respuesta
el mundo académico norteamericano, dando lugar a un n�evo debate_ en nuestro adecuada a los nuevos problemas de liderazgo económico a que, en ese nuevo
campo de estudio entre realismo y globalismo . contexto internacional, tiene que hacer frente ese país. De ahí que las opciones
Este paradigma d e l a sociedad mundial, que s e desarrolla en los años setenta, .ideológicas subyacentes en una parte importante de estas concepciones no
no es, sin embargo, nuevo, sino que sus postulados tienen una larga tradición preconicen un cambio radical respecto del orden internacional y en el manejo
de pensamiento, que desde los estoicos, a través de distintas formulaciones, de la interdependencia.
llega a KANT. Lo que sí es nuevo es la formulación con que se desarrolla en A partir de ese momento, numerosos estudiosos avanzarán por esa línea,
los años setenta, que es reflejo de una nueva realidad, y el alcance y fuerza

Donald J. y FAGAN, Stuart I . ; «International Politics in the 1970s: The Search


MAGHROORI, Ray, «lntroduction: Major Debates in International Relations», en R. MAGH­
26
25
P,.LJ CHALA,
ROORI y B. RAMBERG, (eds.}, Globalism versus Realism. International Re/ations Third 'Debate,
of a Perspective», Jnternational Organiza/ion, vol. 28 (1 974}, p. 248. Boulder, Co., 1 982, p. 17.
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES INTRODUCCION 33
32

tratando de perfilar y desarrollar, mediante diferentes formulaciones, el marco amplía desde el sistema internacional clásico a un sistema mundial global en
teórico y conceptual capaz de analizar e interpretar adecuadamente una realidad el que ya no cabe separar lo interno y lo internacional. Se afirma, así, una visión
internacional, que presenta características diferentes a las de la sociedad e interpretación holística de los fenómenos sociales.
internacional anterior a la Segunda Guerra 'Mundial. En segundo lugar, el cambio de la naturaleza de la sociedad internacional,
Sumariamente, los principales postulados de este paradigma son los ahora mundial o universal, que ya no es esencialmente conflictiva, sino también
siguientes: cooperativa, que ya no conoce las fronteras estatales, ya que cualquier evento
tiene repercusiones mundiales, origina una ampliación de las dimensiones,
1) El mundo, como consecuencia del acelerado desarrollo social, estructuras y procesos, objeto de consideración.
económico, científico-técnico y comunicacional, está caracterizado por el Como consecuencia de lo anterior se produce una ampliación de la
creciente fenómeno de la interdependencia y de la cooperación y se ha problemática característica del estudio de las relaciones internacionales. Al
transformado realmente en una sociedad mundial. Sus estructuras y dinámicas clásico problema de la guerra y de la paz que continúa presente, e incluso, se
han experimentado un cambio transcendental. Este fenómeno ha originado acentúa y dramatiza por efecto de las consecuencias del arma nuclear, se añaden
nuevos problemas y retos, ha suscitado necesidades y demandas nuevas y ha los problemas derivados de las relaciones económicas y culturales, del desarrollo
dado lugar a la aparición de valores e intereses comunes al conjunto de esa y del subdesarrollo, de la desigualdad y de las privaciones socioeconómicas,
sociedad mundial. Las relaciones internacionales no se corresponden, por tanto, del hambre y de la explosión demográfica, del agotamiento y explotación de
con el modelo exclusivamente conflictivo e interestatal del paradigma realista, los recursos, del desequilibrio ecológico y de la opresión y violación de los
sino que responden a un modelo basado más en factores culturales, tecnológicos derechos humanos. Todos se presentan como problemas inseparables, que
y económicos que estrictamente políticos. pueden llevar a la guerra y el conflicto, que atestiguan el carácter mundial del
2) En este sentido, uno de los más importantes cambios ha sido el sistema internacional y la naturaleza global y común de sus problema� y, en
debilitamiento del papel y significado del Estado, como entidad soberana y consecuencia, de sus soluciones.
como estructura capaz de garantizar el bienestar y la seguridad de sus También se produce una ampliación en cuanto a los actores. De la conside­
.ciudadanos, y la aparición de nuevos actores, tanto intergubernamentales como ración exclusiva de los actores estatales se pasa a una consideración que toma
no gubernamentales, de las relaciones internacionales, que, por su acción también en cuenta los numerosos y variados actores no estatales, supranacio­
transnacional, tienden a limitar aún más el margen de maniobra de los Estados. nales, transnacionales, subnacionales e, incluso, a nivel de seres humanos, que
El sistema internacional ha perdido, pues, el carácter estatocéntrico anterior. están presentes y actúan en la sociedad mundial y que en algunos casos desem­
3) En consecuencia, ha desaparecido la tradicional distinción y separación peñan un papel más decisivo que los propios Estados.
entre la esfera interna y la esfera internacional . El fenómeno de la "· Finalmente, se produce un cambio en los valores imperantes, o que deben
interdependencia y la necesidad de atender a las demandas de desarrollo imperar, en el sistema. De los valores exclusivamente individualistas y nacio­
económico y social ha obligado al Estado a abrirse cada vez más al exterior, nales del pasado se pasa, como consecuencia del carácter global de los proble­
lo que ha acrecentado aún más esa interdependencia y restringido su margen mas y de la comunidad de intereses, a la afirmación de valores comunes y uni­
de autonomía. Todo ello hace que ya no sea posible separar la política interna versales. En este punto, como es lógico, es donde las diferencias existentes en­
y la política internacional y que el comportamiento internacional del Estado tre las distintas concepciones que se insertan en este paradigma son más im­
no pueda explicarse en términos exclusivamente políticos y militares. portantes.
Desde la perspectiva de las relaciones internacionales como ciencia, la
consecuencia más importante de la adopción de este paradigma es una
redefinición y ampliación del campo de estudio y, por tanto, un replanteamiento C) EL PARADIGMA DE LA DEPENDENCIA
de los modelos, categorías y conceptos con los que analiza la realidad
internacional. Aunque en este punto la variedad de planteamientos es grande, ' . Como ya h�mos apuntado, este paradigma es fruto, al igual que el para­
así como las opciones ideológicas implícitas en los mismos, pues hay notables . digma de la sociedad global, de la toma de conciencia de que la realidad inter­
diferencias entre, por ejemplo, los que se insertan en una concepción nacional es mucho más compleja de lo que pretende el paradigma tradicional.
propiamente transnacional y los que de forma estricta pueden denominarse Su afirmación se produce precisamente al mismo tiempo que el paradigma de
como globalistas, en general puede decirse que los principales efectos materiales la sociedad global. Sin embargo, su visión e interpretación de la sociedad in­
de la adopción de este paradigma son los siguientes. ternacional responde a perspectivas ideológicas muy diferentes.
En primer lugar, como consecuencia de la desaparición de la distinción entre Aun�ue su centro de atención son, como en gran medida en el paradigma
lo interno y lo internacional y del debilitamiento del significado de las fronteras d e la sociedad global, las relaciones económicas internacionales, su interpreta­
cwn. , de éstas, en vez de en términos de interdependencia, se plantea principal-
estatales, debido al fenómeno de la interdependencia, el campo de estudio se
34 JNTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES I NTRODUCCJON 35

mente en términos de dependencia, es decir, en términos de desigualdad y do­ no y vienen determinados por ese sistema global. Así, se afirm a , incluso, que
minación. Part e, pues, de la naturaleza desequilibrada e injusta del sistema no es posible u n cambio radical en las estructuras de un Estado sin que tenga
internacional y pone de manifiesto la complejidad de su estructura y los fenó­ lugar un cambio en el sistema global. De acuerdo con esto, la investigación
menos de dominación y explotación que lo caracterizan. En este sentido, el se orienta más hacia el desarrollo y problemática del sistema como un todo,
g
paradi ma de la dependencia responde a una visión especialmente asimétrica que hacia la problemática particular de los actores que actúan en su sen o . En
y negativa de la interdependencia. este sentido, no existe distinción entre la esfera estatal y la internacional. Des­
Este paradigma, también llamado neomarxista, no es, sin embargo, nue­ de esta perspectiva global, se considera que l os actores de las relaciones in­
vo, sino que tiene sus raíces en la concepción marxista, que desde mediados ternacionales son fu ndamentalmente las clases transnacionales, las empre­
del siglo XIX interpreta la realidad social , y con ello las relaciones internacio­ sas transnacionales, las organizaciones n o gubernamentales y los movimientos
nales, desde planteamientos absolutamente diferentes de los del paradigma tra­ de liberación nacional, entre otros . En este punt o , sin embargo, aunque se asu­
dicional. Con todo, su base hace referencia principalmente a l a teoría del im­ me, en principi o , la posición marxista de que el Estado es sólo una superes­
perialismo elaborada por Rosa LUXEMBURGO y LENIN. Por otro lado, responde tructura y que los actores reales son las clases y grupos socioeconómicos, se
a los nuevos fenómenos políticos y económicos de dominación y explotación afirma también el papel decisivo del Estado en las relaciones de explotación
que aparecen en las relaciones internacionales a raíz del proceso de descoloni­ y dominación que caracterizan al sistema.
zación y_ de la a firmación a nivel mundial del sistema capitalista. Este nuevo 3) Finalmente, la dinámica y los procesos del sistema se caracterizan en
hecho dota al paradigma de la dependencia de diferencias importantes, a pe­ términos de conflicto, por un lado y sobre todo , de explotación y dominación,
sar del trasfondo común, respecto del marxismo clásico. de creación continuada de lazos de dependencia entre el Norte y el Sur, entre
La razón de que se hable de la aparición de un « nuevo» paradigma se debe el centro y la periferia, y , por otro y en mucho menor escala, de lucha de los
al escaso impacto que el marxismo ha tenido en la teoría de las relaciones in­ pueblos y clases oprimidos contra la explotación y dominaci ó n . Tiende a do­
ternacionales hasta- fecha relativamente reciente, dado el carácter eminentemente minar, así, una visión de las relaciones internacionales como un juego de suma
occidental de la misma y la hegemonía del paradigma tradicional, y a que sólo cero , en el que siempre hay un ganador y un perdedor . Ello supone la nega­
a partir del período de distensión, que se inicia en los años sesenta, la proble­ ción de la existencia de valores, intereses y objetivos comunes y globales a ni­
mática de las relaciones Este-Oeste pierde importancia frente a la problemáti­ vel de todos los actores y la afirmación de valores e intereses de naturaleza
ca de las relaciones Norte-Sur. particular.
Además, su incidencia en las relaciones internacionales se produce desde La exposición realizada sobre las características de los tres paradigmas exis­
el campo de la economía. Emerge, pues, no tanto como una reacción a las in­ tentes actualmente en el campo de las relaciones internacionales ha servido ya
suficiencias del paradigma tradicional de las relaciones internacionales, sino para poner de manifiesto, aunque sea de modo implícito, las críticas que se
como una respuesta a las teorías del desarrollo económico, que inspiran la teo­ hacen mutuamente y las lagunas e insuficiencias que se atribuyen. Ello nos li­
ría y la política durante los años cincuenta y sesenta. Su desarrollo se produce bera de la necesidad de entretenernos en una apreciación crítica detallada de
principalmente en los países en vías de desarrollo y sobre todo en América La­ los distintos paradigmas. Con todo, sí es oportuna para el objeto del presente
tina. De ahí su todavía relativamente escaso eco en la actual teoría de las rela­ estudio la realización de algunas consideraciones generales críticas, que sirvan
ciones internacionales. para enmarcar más adecuadamente el estudio de las distintas concepciones teó­
Las características generales más relevantes de este paradigma son las si­ ricas .
guientes: Como hemos visto, la afirmación de los nuevos paradigmas se produce pre­
1) La consideración del mundo como un único sistema económico, do­ cisamente merced a las críticas que, sobre todo desde el paradigma de la socie­
minado por el capitalismo transnacional. La naturaleza del sistema interna­ dad global, se realizan respecto del paradigma tradicional. Se afirma que di­
cional es , así, conflictiva, si bien , frente al realismo, se considera que la causa cho paradigma ya no sirve para interpretar y estudiar adecuadamente la actual
de ello está en los intereses y en la naturaleza del propio sistema capitalista sociedad internacional, dados los sustanciales cambios que han experimenta­
mundial. La característica fundamental de este sistema mundial es la desigual­ do la estructura, los actores, los factores, los intereses y las interacciones de
dad económica global, el intercambio desigual entre el centro y la periferia. la sociedad internacional. Se llega incluso a afirmar, como lo hace VASQUEZ,
Aunque se introduce la noción de cambio y se afirma la existencia de mecanis­ q u e la ausencia de progreso científico en nuestro campo de estudio s e debe al
mos de superación del actual sistema, y ésta es una de las prioridades de la dominio de un paradigma inadecuado como es el paradigma realista 27 •
investigación, l a imagen del mundo que proporciona este paradigma es pro­ Respecto del paradigma de la sociedad global , las críticas han provenido
fundamente pesimista.
2) La unidad de análisis principal es , en consecuencia, el propio sistema
capitalista mundial, pues todos los procesos y relaciones se producen en su se- 27 VASQUEZ, J o hn A . , op. cit., pp. 58-59.
36 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES INTRODUCCION 37

sobre todo desde el paradigma tradicional, alegándose la inconsistencia de sus global a los problemas globales y comunes, y el paradigma de la dependencia
afirmaciones en cuanto a la existencia de una nueva y distinta sociedad inter­ se reduce a los problemas de la dominación, la explotación, la desigualdad y
nacional. En este sentido, se ha señalado que una cosa es reconocer los cam­ la igualdad. Problemas y dimensiones que, sin·embargo, todos ellos son, sin
bios que se han producido, como el incremento de la interdepedencia y la apa­ exclusivas de ningún tipo, característicos de la actual sociedad internacional.
rición de nuevos actores, y otra muy diferente argumentar que de ello se derive Por otro lado, ya hemos visto cómo el desarrollo de cada pardigma ha ido
un nuevo tipo de política internacional, que requiera un nuevo paradigma, so­ unido a la propia evolución de las relaciones 'internacionales, no sólo como
bre todo cuando la investigación realizada hasta el presente continúa demos­ campo de estudio, sino también como ciencia, por lo que cada paradigma tiende
trando el papel decisivo del Estado y la importancia del sistema de Estados. a privilegiar ciertos fenómenos y preocupaciones sobre otros en función de los
En esta misma línea se afirma que no hay de momento ninguna evidencia que hechos más sobresalientes en cada momento histórico y de las ideologías do­
sugiera que los graves problemas actuales a que se enfrenta el mundo puedan minantes en cada paradigma.
resolverse por medios diferentes de los de la tradicional negociación diplomá­ Esto último, el transfondo ideológico que sustenta cada paradigma, hace
tica, creación de organizaciones internacionales gubernamentales, medidas de que la solución que a primera vista aparece como más fácil, la síntesis entre
presión política y económica, recompensas, e incluso el uso de la fuerza, es los distintos paradigmas, sea prácticamente imposible. Si entre el paradigma
decir, a través de las estructuras y procesos característicos del paradigma clá- tradicional y el paradigma de la sociedad global es posible plantearse su sínte­
sico 28 • • sis, dado que la ideología que los sustenta no es incompatible, a pesar de las
Si a lo anterior se une que el desarrollo científico del paradigma de la socie­ dificultades teóril:as y conceptuales que ello supone, no sucede lo mismo, en
dad global sólo está en sus primeros pasos y que carece todavía de una pode­ ningún caso, entre el paradigma clásico y el paradigma de la sociedad global
rosa síntesis, al estilo de la obra de Hans J. MORGENTHAU para el paradigma con el paradigma de la dependencia. Sus planteamientos ideológicos difieren
tradicional, capaz de orientar la indagación y enfrentarse en condiciones de radicalmente, haciendo problemático cualquier intento de síntesis.
igual fuerza a este paradigma, se comprende que, desde esta perspectiva críti­ A la vista de las anteriores consideraciones críticas, y sin perjuicio de vol­
ca, el paradi�ma de la sociedad global aparezca sólo como un modesto reto ver más adelante con detalle sobre el tema, de momento cabe una conclusión
al paradigma tradicional, que no ha supuesto en ningún caso su superación. provisional en lo que hace al debate paradigmático que conocen las relaciones
En cuanto al paradigma de la dependencia, una parte importante de las crí­ internacionales. Por un lado, como hemos apuntado, es clara la dificultad, cuan­
ticas va en la misma línea que acabamos de ver respecto del paradigma de la do no imposibilidad, de una síntesis entre los diferentes paradigmas. Por otro,
sociedad global . En general puede decirse que la crítica de fondo más fuerte la realidad internacional, y no sólo la teoría, nos impone la evidencia de que
es la que hace referencia a su carácter periférico y secundario respecto tanto hoy no hay un único paradigma válido. A esta difícil situación en que se en­
del paradigma tradicional como del paradigma de la sociedad global, pues si, cuentran las relaciones internacionales desde el punto de vista científico, se re­
por un lado, subestima la importancia de los fenómenos clásicos de la política fiere MORSE cuando, después de señalar que el paradigma clásico de las rela­
internacional y no presta excesiva atención al problema clave de la paz y de . ciones internacionales ya no es adecuado para explicar la realidad actual, apunta
la guerra, por otro su análisis fundamental sobre la naturaleza desequilibrada que «parece que estamos en una era carente de consenso general sobre un pa­
del sistema internacional se basa en una simplificación interpretativa y sobre radigma que sirviera para explicar los cambios que ha experimentado el siste­
una visión unilateral y exclusiva de la interdependencia como dependencia, que ma internacional» 29 •
reduce a extremos incomprensibles la actual sociedad global .
En definitiva, lo que implícitamente se puede decucir de estas críticas mu­
tuas que se dirigen los tres paradigmas es que ninguno de ellos puede aspirar
hoy a ser exclusivamente el paradigma de las relaciones internacionales. A la
vista de las características de la actual sociedad internacional, parece claro que
cada uno de estos paradigmas se funda en exclusiva sobre una dimensión im­
portante de las relaciones internacionales, por lo que con ello tiende a ignorar
la restantes dimensiones·y a distorsionar su interpretación de la realidad inter­
nacional. Mientras que el paradigma tradicional se centra en los problemas de
la paz, la guerra, el orden y la seguridad, el paradigma de la sociedad global
lo hace sobre el manejo de la interdependencia y la necesidad de dar respuesta

29 MORSE, Edward L., Modernization and the Transjorniation oj Jnternational Relations, Nue­
HOLSTI, K. J ., op. cit., pp. 58-59. va York/Londres, 1 976, p. XVI.
28
SEGUNDA PARTE

LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA


Y COMO DISCIPLINA CIENTIFICA
l. ANTECEDENTES Y DESARROLLO
· DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
COMO DISCIPLINA Cl.ENTIFICA

l. ANTECEDENTES 1

A) CONSIDERACIONES PREVIAS

En orden a precisar nuestras consideraciones sobre los antecedentes de las


relaciones internacionales como disciplina científica se hace necesario distin­
guir entre el desarrollo de una teoría o teorías de las relaciones internaciona­
les, o teoría internacional, y la génesis, aparición y evolución de las relaciones
internacionales como disciplina científica y académica. Di�tinción que, al lado
de su indudable alcance científico, se basa en una diferencia temporal clara,
ya que la existencia de una teoría internacional es mucho más antigua que la
de la disciplina o ciencia de las relaciones internacionales.
La teoría internacional se inicia con las primeras interpretaciones del mun­
do internacional, realizadas mucho antes de nuestra era y en círculos de civili­
zación muchas veces alejados de Occidente. Como señala TRUYOL refiriéndo­
se al derecho internacional, pero en términos plenamente válidos para las rela­
ciones internacionales, «de hecho, desde los tiempos más remotos de la histo­
ria del pensamiento, problemas relativos a la convivencia de los pueblos (y
singularmente al fenómeno de la guerra) han sido objeto de la reflexión huma­
na, muchas de cuyas conclusiones antiguas tienen un insospechado valor y pue­
den considerarse como los jalones previos de una aprehensión científica . . . » 2 •
· La disciplina de las relaciones internacionales es, por el contrario, muy recien-
te. Aunque los antecedentes de la misma se sitúan a lo largo de la Edad Mo­
derna europea, su camino como tal sólo se inicia después de la Primera Guerra
Mundial.
Sin embargo, no debe olvidarse que teoría internacional y ciencia de las
relaciones internacionales, por encima de su distinción, están al mismo tiempo
necesariamente unidas, 'pues toda ciencia supone en principio una teoría, que

, ...
1 Para un estudio más amplio de la génesis de las relaciones internacionales como disciplina
-: científica, vid.: ARENAL, Celestino del, «La génesis de las relaciones internacionales como disci­

2 TRUYOL, Antonio, Fundamentos de Derecho Internacional Público, 4.• ed. revisada y aumen­
plina científica», Revista de Estudios Internacionales, vol. 2 (1981), p. 849-892.

tada, Madrid, 1 977, p. 172.


INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 43
42

es la que dota de contenido e inspira su desarrollo y perspectivas de análisis, señala BEITZ, «sorprendentemente no existe todavía una monografía que pro­
condicionando en definitiva sus objetivos. porcione un análisis comprensivo y·académico del desarrollo del pensamiento
En función de este planteamiento, el objeto del presente apartado se limita internacional» 4• Tampoco significa, por idéntica razón, que no existan estu­
a establecer los antecedentes de las relaciones internacionales como disciplina dios sobre los distintos sistemas internacionales o sociedades internacionales
científica, sin que pretendamos entrar directamente en la consideración de las que han existido a lo largo de la historia, de gran interés para comprender la ·

distintas interpretaciones teóricas que de la realidad internacional se han he­ actual sociedad internacional 5 •
cho a lo largo de la historia, lo que no impedirá que en ocasiones nos refira­ Por supuesto que no pretendemos hacer ahora esa historia de la génesis de
mos a las mismas. En todo caso, ello lo haremos al estudiar las concepciones la,s relaciones internacionales como disciplina científica. Sólo buscamos esbo­
teóricas de las relaciones internacionales. zar algunos de los aspectos que nos parecen más relevantes en orden al desa­
Toda ciencia, y las relaciones internacionales no podían ser menos, tiene rrollo del concepto de relaciones internacionales como disciplina científica y
su prehistoria y su historia, cuya consideración es imprescindible en orden a a la comprensión del alcance y sentido de las distintas concepciones teóricas
la comprensión de su actual problemática científica y de su relación respecto de las relaciones internacionales.
de otras ciencias. En el caso de las relaciones internacionales la atención que Lo que hoy denominamos la disciplina de las relaciones internacionales ha re­
los estudiosos han prestado a sus antecedentes y desarrollo histórico ha sido corrido un largo trayecto histórico antes de su consideración como disciplina
escasa, debido, entre otras razones, a su carácter reciente, a la gravedad de científica en el marco de las ciencias sociales. Tan largo que empieza con las
los problemas reales a los que se enfrenta, que exigen una urgente atención,
·,
.. primeras consideraciones e interpretaciones ae la realidad internacional, que
a las polémicas teórico-metodológicas que todavía subyacen en la misma, y se remontan en el tiempo mucho más allá de la aparición del Estado soberano
a una cierta consideración de la inutilidad de una indagación histórica. y de la constitución del sistema europeo de Estados 6•
La laguna existente en este punto es, así, grande. Ello no significa, sin em­ ·· Con todo, el desarrollo y aparición de una ciencia que se ocupe expresa
Y concretamente de los fenómenos internacionales, desde una perspectiva cien­
bargo, por cuanto esa afirmación se enmarca en una perspectiva histórica que
se refiere concretamente a la génesis de las relaciones internacionales como dis­ tífica, es relativamente reciente, pudiéndose afirmar que coincide con la apari­
ciplina científica, que no se hayan realizado ya importantes estudios sobre las ción del Estado soberano. El derecho internacional, primera disciplina cientí­
aportaciones teóricas que sobre los fenómenos internacionales se han hecho fica que en el ámbito de las relaciones internacionales se configura como tal,
desde antiguo, de indudable interés a la hora de estudiar las actuales concep­ sólo se desarrolla a partir del siglo XVI. Al derecho internacional seguirá la his­
ciones teóricas de las relaciones internacionales y de investiga·r la génesis de toria diplomática y, paralelamente a ésta, si bien más modestamente, se desa-
las relaciones internacionales en cuanto ciencia 3• Con todo, no puede desco­
nocerse que la atención prestada en este aspecto dista de ser la deseada. Como 4 BEITZ, Charles R . , Political Theory and International Relations, Princeton, N. J . , 1 979, p.
7 , nota 4 .
3 Sobre las aportaciones teóricas al estudio de la realidad internacional realizadas antes de 5 Sobre los distintos sistemas internacionales existentes a lo largo d e l a historia sin referirnos
la aparición de las relaciones internacionales como disciplina científica y limitándonos a las obras a las obras p�blicadas sobre el si�tema europeo de Estados y su desarrollo, ade�ás de algunas
que enfocan el tema desde la perspectiva propia de nuestra disciplina, vid.: STAWELL, F. Melian, de las ob�as c1tadas en la nota 3, v1d.: WALSH, E. A. (ed.), The History and Nature oj Internatio­
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nat10nal Poiltical System, Lon�res, 1 976, -\'; 34-52, WIGHT, Martín, Systems oj Sta tes, Londres,
77 Y MEDINA, Manuel, Teona Y jorm�c10n de la sociedad internacional, Madrid, 1 983; BuLL,
Approaches and Theory in International Relations, Nueva York/Londres, 1 978; GALLIE, W. B.,

Philosophers oj Peace and War, Cambridge, 1 978; LEu, Hans-Joachim, La doctrina de las rela­
ciones internacionales, Caracas, 1 980; MESA, Roberto, Teoría y Práctica de relaciones interna­ e ley, Y WATS �N, Adam, The Expans1on oj International Society, Oxford, 1 985.
cionales, 2. a ed. , Madrid, 1 980; CLARK. Ian, Reform and Resistance in the International Order, En este senu�o, no hay duda de que una exhaustiva teoría de las relaciones internacionales
Cambridge, 1 980; LINKLATER, Andrew, Men and Citizens in the Theory ofInternational Relations, debe comprender 1gua!� ente la P?lí�i�a internacional de los pueblos primitivos. Vid. : MASTERS,
Londres, 1 982.
·
Roger D . , «World Poht1cs as a Pnm1tJve Political System», World Politics, vol. 1 6 (1964), p. 597.
44 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 45

rrollará la diplomacia, entendida por algunos autores como ciencia. Sólo a partir La disolución del orden jerárquico medieval de la mano del desarrollo de
de la Primera Guerra Mundial aparecen las relaciones internacionales como una nueva entidad política, el Estado s oberano, y la configuración de un siste­
disciplina científica que aspira a aprehender los fenómenos internacionales glo- ma europeo de Estados, que tiene a aquél como unidad básica y exclusiva, da
balmente. "� lugar a una profunda evolución de las ideas políticas y jurídicas, en torno no
Nuestro planteamiento se basa, en consecuencia, en una indagación sobre sólo a la vida interna estatal, sino igualmente sobre el mundo internacional.
el desarrollo histórico de lo que en términos genéricos puede denominarse «la GROSS ha podido decir, con razón, que «la Paz de Westfalia, para mejor o
ciencia de la sociedad internacional», entendiendo por tal las distintas discipli­ peor, marca el fin de una época y el inicio de otra. Representa el pórtico ma­
nas científicas que históricamente se han ocupado de forma específica Y más jestuoso que lleva del viej o al nuevo mundo» 9•
ampliamente de la naturaleza y características de las relaciones internaciona­ . En ambos planos, el Estado, producto de un proceso de concentración y
les. De acuerdo con ello consideramos que el derecho internacional es históri­ secularización del poder, se constituye en el centro sobre el que gravita el pen­
camente la primera disciplina que merece el calificativo de ciencia de la socie­ samiento político en los siglos posteriores. El Estado, en palabras de WIGHT,
dad internacional, seguida posteriormente de la historia diplomática y de la aparece como la consumación de la experiencia y de la actividad política que
diplomacia, si bien en el siglo XX perderán tal sentido y alcance ante el desa­ ha marcado el pensamiento político occidental desde el Renacimiento Jo. To­
rrollo de una nueva disciplina científica, las relaciones internacionales, que se do pasa a ser analizado e interpretado desde la perspectiva del Estado. Las re­
presenta como la ciencia de la sociedad internacional de nuestros días. De esta laciones internacionales no escapan a ese hecho. El paradigma del F;stado in­
forma, si, en el sentido descrito, la expresión «ciencia de la sociedad interna­ fluye poderosamente en todo tipo de teorizáción de la realidad internacional.
cional» puede atribuirse en cada época histórica 7 a una o más disciplinas, en C_omo señala LINKLATER, «el propósito central de la teoría política de las re­
concreto a aquellas que en ese momento histórico proporcionan una visión más laciones internacionales es la presentación de una exposición filosófica de la
ambiciosa de esa sociedad internacional, esa expresión, en sentido estricto, dado experiencia de vivir en el Estado y en un mundo de Estados independientes
el contenido que conlleva, sólo puede aplicarse a las relaciones internacionales y soberanos» 11 • El principio de equilibrio de poder será la noción clave que
como disciplina científica, pues lo que caracteriza a las relaciones internacio­ ilumine y permita el funcionamiento del sistema, que simplemente se orienta
nales frente a otras disciplinas que se ocupan también de los fenómenos in­ a asegurar la perpetuación de los propios Estádos.
ternacionales es, de un lado, su globalidad, en cuanto que pretende estudiar Aparece, así, toda una serie de pensadores que hacen del Estado el centro
las relaciones internacionales y no sólo alguno de los elementos y fenóme­ de su atención, desarrollando la teoría política, pero, dado que las relaciones
nos que en ella se producen y, de otro, aunque ello no siempre está presente internacionales son igualmente consideradas desde el punto de vista estatal,
en todas las teorías de las relaciones inter!lacionales, el énfasis que pone en poco se avanza en el desarrollo de· una teoría de la sociedad internacional, de
el punto de vista propiamente internacional, frente al punto de vista que parte un análisis de las relaciones internacionales desde una perspectiva propiamen­
del Estado. Por el contrario, el estudio de las relaciones internacionales, desde te internacional. E·n este sentido, SAVIGEAR señala que, en tanto en cuanto los
la perspectiva jurídica o histórica, ofrece sólo una visión parcial de esa sociedad . filósofos y téóricos politicos, desde Maquiavelo hasta la Segunda Guerra Mun­
Como previo a establecer el camino que lleva, a lo largo de la Edad Moder­ dial, se ocupan de las relaciones internacionales, las presentan en su mayor parte
na, al desarrollo de las relaciones internacionales como disciplina científica. nos como una extensión de los argumentos sobre la naturaleza del Estado. De esta
debemos ocupar, siquiera sea brevemente, de las principales características que forma, la «teoría clásica>} de las relaciones. internacionales tiene en común con
desde el punto de vista internacional presenta la filosofía política que se desa­ la teoría del Estado una íntima conexión con la evolución de la filosofía. políti­
rrolla paralelamente al Estado soberano. Y es que esa filosofía política inspi­ ca y con el desarrollo e historia del Estado. Las relaciones internacionales son
ra, como es lógico, los postulados teóricos de los que parten la historia diplo­ vistas como una consecuencia de la naturaleza del Estado, y la teoría interna­
mática, el derecho internacional y la diplomacia, influyendo decisivamente en cional como una simple extensión de la teoría política 12•
la perspectiva con que esas disciplinas científicas se ocupan de la sociedad in­
ternacional, así como en las propias relaciones internacionales como discipli­ The Anglo-American Tradition in Foreign Affairs, New Haven 1 956, p. XI-XIII, y J. MAYALL
na científica 8 • (ed.), The Community of States. A Study in lnternational Política/ Theory, Londres, 1982.
7 Nos referimos, como es lógico, al período histórico que se inicia con la aparición del Esta­ 9 GRoss, Leo; «The Peace of Westphalia, 1 648-1948», en R. S. Wooo (ed.), The Process of
International Organization, Nueva York, 1 97 1 , p. 42.
do soberano; que, como hemos señalado, origina el desarrollo específico de disciplinas científicas JO WIGHT, Martin, «Why is there no lnternational Theory?», en H. BUTTERFIELD Y M. W1GHT
que se ocupan de manera exclusiva de los fenómenos internacionales. (eds.), Diplomatic Investigations, op. cit., p. 1 1 .

pone en duda. Además de algunos de los trabajos que citamos en la nota 3 y de los que citaremos
8 El influjo de la filosofía polltica en la teoría internacional es un hecho que ningún autor 1 1 LINKLATER, Andrew, Men and Citizens in the Theory of International Relations, op. cit.,
p. 3 . .
a continuación, para el impacto de la fllosofía política en la teoría internacional, vid.: WALTZ, Ken­ 12 SAVIGEAR, P . , «European Political Philosophie and the Theory of International Relations»,
neth N . , «Political Phil!)sophy and the Study of lnternational Relations», en W. T. R. Fox (ed.), en T. TAYLOR (ed.), Approaches and Theory in International Relations, Op. cit., p. 32. En igual
Theoretica1 Aspects of International Relations, Notre Dame, lnd., 1 959, p. 5 1 -68; WoLFERS, sentido vid.: DoNELAN, Michael, «The Political Theorist and International Theory», en M. Do­
Arnold, «Political Theory and lnternational Relations», en A. WOLFERS y L. W. MARTJN (eds.), NELAN (ed.), The Reason of States, op. cit., p. 76 y 77, y BEJTZ, Charles R., op. cit.,
p. 5 y 6.
46 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 47

LANDHEER escribirá a este respecto que. «el hegemonismo del Estado ha carácter sectorial o parcial en la consideración de la realidad internacional, la
provocado un cierto abandono del estudio de las relaciones internacionales, teoría política, que acabamos de exponer, pesará fuertemente, oscureciendo
porque sólo la parte que se refiere a la actividad de los órganos del Estado su virtualidad en cuanto ciencias de la sociedad internacional . De esta forma,
ha sido objeto de investigaciones teóricas» 1 3 • si la teoría internacional adolece en general de una indudable pobreza hasta
Es lógico que la sociedad internacional sea predominantemente considera­ nuestro siglo, no puede extrañar que la ciencia de las relaciones internaciona­
da, siguiendo la concepción hobbesiana, en «estado de naturaleza», en situa­ les sólo se desarrolle como tal en el siglo xx, momento en que se produce una
ción de anarquía, frente a la sociedad estatal en la que a través del pacto social toma de conciencia clara y concreta de la realidad de una sociedad internacio­
reina el orden. El único principio de orden que reina en ese medio internacio­ nal que es más que la simple suma mecánica de las relaciones interestatales.
nal es el que se deriva del principio de equilibrio que rige el sistema europeo, Con anterioridad , otras ciencias, desde perspectivas particulares o parciales se
que, como ya hemos señalado, hace del Estado el punto de referencia, en cuanto habían ocupado de los fenómenos internacionales, dando lugar a teorías inter­
que persigue su permanencia y supervivencia 1 4• nacionales en las que, como hemos señalado, la preocupación dominante es
De esta forma, hasta principio del siglo xx, y salvo excepciones, la teoría la proyección del Estado en la esfera internacional . No' en balde se desarrollan
internacional, como consecuencia del predominio d�l paradigma del Estado, paraielamente a la consideración del Estado como actor de las relaciones in­
se presenta fundamentalmente como una extensión de la teoría política, sin ternacionales y a la elaboración de una teoría política que hace del Estado la
que se produzca en términos generales una toma de conciencia de la propia comunidad política perfecta de la vida social.
naturaleza de la sociedad internacional y de la necesidad de estudiar e. inter­
pretar sus problemas, no sólo desde la perspectiva del Estado, sino también
B) HISTORIA INTERNACIONAL
desde la perspectiva de la sociedad internacional en cuanto tal. En este senti­
do, LlNKLATER dirá: «El mundo de la política internacional, a diferencia del
mundo del Estado, no produce un cuerpo de ideas o acciones del cual una teo­
La historia ha desempeñado un papel preeminente en la génesis de las rela
ciones internacionales como disciplina científica. TRUYOL ha podido decir que,
l
ría de dimensiones clásicas pueda desarrollarse y florecer» 15• El resultado es :
«en términos generales, cabría afirmar que en la génesis de las relaciones ínter-
que la teoría internacional, tanto en su desarrollo histórico como desde el momen­ nacionales (y, en su caso, de la política internacional) como disciplina autóno­
to en que da lugar a la disciplina de las rel�ciones internacionales, ha funcionado ma o diferenciada ha correspondido a la historia diplomática un papel de pri­
hasta fecha reciente como una «ideología» del sistema de Estados-naciones, antes mer plano» 19•
que como una teoría explicativa del tipo de las ciencias sociales 16 • Se hace, en consecuencia, necesario prestar una cierta atención al papel de
En los apartados siguientes nos ocuparemos de algunas de las que se han la historia en la génesis de las relaciones internacionales como disciplina
denominado «disciplinas tradicionales» en el campo de las relaciones científica.
internacionales 1 7 , y que nosotros hemos calificado, con el sentido ya explica­ : · Sin olvidar los precedemes en este campo, y sobre todo los nombres de HE­
do, de ciencias de la sociedad internacional, en concreto, de la historia diplo­ RODOTO, TUCÍDIDES, POLIBIO DE MEGALÓPOLIS e lbn JALDUN, nuestras con­
mática, del derecho internacional y la diplomacia 1 8 • En ellas, además de su sideraciones se inician con la Edad Moderna, con la aparición del Estado y
la configuración de un sistema de Estados europeo, que es cuando la historia,
1 3 LANDHEER, Bart, On the Sociology oj lnternational Law and Jnternational Society, La-Ha­
ya, 1966, p. 39. Vid. también del mismo autor: «Les theories de la sociologie contemporaine et primero, a través de la historia de los tratados y, después, de la historia diplo­
le droit international», Recueil des Cours de la Academie de Droit lnternational de La Haya, vol. mátic a, pasa a ocuparse de forma especializada y concreta de las relaciones
92 (1957-11), p. 547. En igual sentido, vid.: REYNOLDS, Charles, Theory and Explanation in Jn­
ternational Politics, Londres, 1 973, p. 6.
internacionales, o mejor, de las relaciones interestatales que se destacan sobre
14 Para el desarrollo de la teoría del equilibrio de poder, vid . : MAUSERTH, Per, «Balance Po­ las demás. Su desarrollo se produce en gran medida de forma paralela al del
wer Thinking from the Renaissance to the French Revolution», Journal of Peace Research, vol. derecho internacional como ciencia y como ordenamiento jurídico.
internacionales», Afers Internacionals, n. J I ( 1 987), p. 5-17.
2 (1 964), p. 120- 1 36, y BARBÉ, Esther, «El "equilibrio de poder" en la teoría de las relaciones
0
·. La historia de los tratados inicia su camino en el siglo XVI, al mismo tiem­
15 LINKLATER, Andrew, op. cit., p. 4 y 5. po que las primeras colecciones de tratados, si bien es a partir de los tratados
1 6 Vid.: MODELSKI, George, Principies oj World Politics, Nueva York, 1 972, p. 8 Y 9. de Westfalia que conoce su época más esplendorosa. En 1 577 se publica la obra
17 Vid . : SIOTIS. Jeail, «Social Science and the Study of International Relations», The Year
Book oj World Ajjairs, vol. 24 ( 1 970), p. 7.
·
de TILLET 20, que puede considerarse como el punto de partida de la historia
1 8 Stanley HoFFMANN, refiriéndose a la historia diplomática y el derecho internacional, seña­ de los tratados.
la en esta linea, que el retraso en el desarrollo de la disciplina de las relaciones internacionales
se debe a que ésta ha tardado en emerger de la historia y el derecho: <<Durante largo tiempo, el '· ·l9 TRUYOL, Antonio, La teoría de las relaciones internacionales como sociología (Introduc­
ción al estudio de las relaciones internacionales), 2. • ed. revisada y aumentada, reimpresión con
una Bibliografía adicional, Madrid, 1 973, p. 64. En igual sentido: "LEu, Hans-Joachim, Teorías
análisis metódico de las relaciones entre los Estados ha estado por así decirlo ahogado por la his­
tO'ria de estas relaciones y por el estudio de las normas jurídicas que tratan de ordenarlas» (<<Theo­
rie et Relations Internationales», Revue Franfaise de Science Polilique, vol. 1 1 (196 1 ), p. 414). de las relaciones internacionales (un estudio-guía}, Caracas, 1 978, p. 20.
20 T!LLET, Jean, Recueil des guerres et des traités de paix, de treve, d'alliance d'entre les Rois
Nueva York; 1968, p. 1 1 . de France et d'Anglaterre depuis Philippe ler., roi de France, jusqu'a Henri 11, París, 1 577.
Vid. también del mismo autor: Gu/liver's Troubles. Or the Setting oj American Foreign Policy,
48 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 49
- \
La historia de los tratados estará dominada en gran medida por la dimen­ El siglo XIX será ya el siglo de la historia diplomática. Esta, que ya en el
sión jurídica, dado el carácter de fuentes formales que los tratados tienen en siglo anterior se ha ido configurando a la sombra de la historia de los tratados,
el naciente derecho internacional. En este sentido, TOSCANO ha definido la his­ se impone definitivamente a esta última, vaciándola progresivamente de con­
toria de los tratados como la historia de la parte del derecho internacional que tenido, como consecuencia del progreso que conduce desde una historiografía
está fundada en los tratados 21 • jurídico-internacional a una historiografía de la acción diplomática. -: )
Con todo, desde tal posición no había más que un paso para que la historia ToscANO la definirá como aquella rama de la historia general que tiene
internacional pasara a ocuparse de los factores que originaban los tratados, como campo específico de investigación el estudio de las relaciones entre los
de las causas que habían llevado a su conclusión, e, incluso, tratara de encon­ Estados 27 • Su atención, como señala RENOUVIN, sigue, sin embargo, centra­
trar los principios que dominaban la acción diplomática. Esto tiene lugar en da en el «papel desempeñado por los hombres, jefes de Estado, ministros y
el siglo XVIII, sobre todo con la obra de MABLy 22 • sus colaboradores y agentes. El historiador admite, o parece admitir, que la
La historia de los tratados daba lugar, así, a una historia política de las evolución de las relaciones entre los Estados depende, sobre todo, de los pun­
relaciones internacionales que enlazaba en última instancia con la filosofía de tos de vista personales de estos hombres, de sus caracteres, de sus habilidades
la historia. Esta nueva perspectiva suponía entrar en un análisis más omnicom­ o de sus errores. En resumen, toma el mismo horizonte que las cancillerías» 28 •
prensivo de los fenómenos políticos internacionales, al mismo tiempo que im­ Era fundamentalmente una historia de la política internacional, centrada ex­
plicaba un progreso en el estudio de la realidad internacional, al tratar de bus­ clusivamente en las relaciones interestatales, lo que suponía desconocer otros
car las regularidades de la misma. aspectos y actores de las relaciones internacionales.
Estos nuevos aires que la acompafían harán de ella, como señala TOSCA­ El mayor desarrollo de la historia diplomática se produce en la segunda
NO, una rama de la historia general, caracterizada por su permanente vincula­ mitad del siglo XIX y principios del siglo xx, si bien la publicación de obras
ción a los tratados 23 • Expresión de lo cual serán las obras de KocH 24 y con esa denominación y enfoque se prolonga hasta nuestros días.
0ARDEN 25 • Sin embargo, dentro del campo general de la historia no todas las aporta­
En este proceso de evolución la historia de los tratados llegará a individua­ ciones al estudio de las relaciones internacionales que se realizan en el siglo XIX
lizar como objeto de estudio no sólo ei derecho público europeo, sino también proceden de la historia diplomática. En el camino que transciende de la histo­
el sistema europeo de Estados, que pasa a constituirse en punto de referencia ria diplomática encontramos algunos autores, como ANCILLON 29, GENTZ 30,
de los historiadores y de los iusinternacionalistas. Paralelamente a la configu­ HEEREN 3 1 y RANKE 32 , que centran su análisis histórico, no tanto en el papel
ración del derecho internacional como ciencia de la realidad internacional, la internacional del Estado cuanto en la evolución del sistema europeo de Esta­
historia de los tratados en su evolución empezaba a aparecer igualmente como dos, o en la ascendencia o caída de las grandes potencias, dando lugar a gene­
ciencia.de esa misma realidad. En suma, superando la impronta jurídica se orien­ ralizaciones político-internacionales de indudable interés para el desarrollo de
taba hacia una interpretación que se pretendía científica de las relaciones inte­ la teoría internacional.
restatales y de su máxima institucionalización de la época, el sistema europeo En todo caso, la óptica propia de la historia diplomática, si siempre había
de Estados. ,--? adolecido de una indudable limitación para aprehender un mundo internacio­
No hay que olvidar que el siglo XVIII es el siglo de la historia. Por el movi- ) nal que no se reducía a las mismas, ante las transformaciones que desde prin­
miento mismo del método analítico es el siglo que se pregunta por los oríge- cipios del siglo XIX experimenta la sociedad internaCional, aparecía ya clara-
nes. La �d �ología ilustrada necesitaba de la ciencia hist?rica de una ciencia ':·
que se h1c1era eco d e su fe en e1 progreso de 1a humam d ad 6 .
;
27 ToscANo, Mario, op. cit., p. l .
28 RENouviN, Pierre, «lntroduction general» a la Histoire des relations internationales, 8 vols.,
2 1 ToscANO, Mario, Storia dei Trattati e Política Internazionale, I, Parte genera/e, 2. • ed. ,
Turín, 1963, p. l .
París, 1953-58; versión castellana: Historia de las relaciones internacionales, 2. ed., Madrid, 1967,

tomo I, vol. I, p. IX.


22 MABLY, Abbé de, L e Droit Public de l'Europe, fondé sur les traités. Précédé des Príncipes
fin du quinzieme siecle, 4 vols. , Berlín, 1 803-05; nueva ed.·revisada y corregida, 6 vols., París, 1 823.
29 ANciLLON, Frederick, Tableau des révolutions de systeme po/itique de I'Europe depuis la
des negociations, pour servir d'Introduction, Nouvelle edition. Revué, corrigée, considérablement
augmentée et continuée jusqu'a la paix de 1763. Avec des Remarques Historiques, Politiques et 30 GENTZ; Friedrich von, Fragments upon the Present State of the Política/ Balance of Euro­
Critiques, par M. Rousset, en Oeuvres Politiques, tomo I, Amsterdam/Leipzig, 1777. pe (1806), en M . G. FORSYTH, H. M . A. KEENS-SOPER y P . SAVIGEAR (eds.), The Theory of lnter­
23 TOSCANO, Mario, op. cit., p. 2. nationa/ Relations. Selected Texts from Gentili to Treitschke, Nueva York, 1970, p . 275-304.
24 KocH, Christophe Guillaume de, Abrégé de l'histoire des traités de paix entre les puissan­ 3 1 HEEREN, Arnold H. L., Handbuch der Geschichte des Europüischen Staaten System und
ces de l'Europe depuis la paix de Westphalie, 4 vols. , Basilea, 1796-97. seiner Colonien, Gotinga, 1 809. Vid.: TRUYOL, Antonio, «Una teoría clásica del sistema de Esta­
25 GARDEN, Guillaume Laurent de, Histoire générale des traités de paix et autres transactions dos europeos en A. H. L. Heeren (1760-1 824)», en Estudios de Derecho Internacional. Homenaje
principales entre toutes lespuissances de l'Europe depuis lapaix de Westphalie, Ouvrage compre­ al profesor Miaja de la Muela, Madrid, 1979, vol. I , p. 1 63-1 8 1 .
nant les travaux de Koch, Schoell, etc., entierement refondus et continués jusqu'a ce jour, 15 vols. , 32 RANKE, Leopold von, Las grandes potencias (1841), e n Pueblos y Estados en la Historia
París, 1 848-87.
RANKE desarrolla además la teoría del primado de la política exterior. Vid.: G. G. IaaERS y K.
Moderna, con un estudio de C. P. Gooch, trad. del alemán por W. Roces, México, 1948, p. 69-97.
26 BELEVAL, Yvon, Historia de la filosofía, VI: Racionalismo, Empirismo, Ilustración, bajo
' la dirección de Y. BELEVAL, Madrid, 1 976, p. 201 y 202. von MoLTKE (eds.), Leopold von Ranke: the Theory and Practice of History, Indianapolis, 1973.
50 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 51

mente como incapaz de aprehender la complejidad de la realidad internacio­ NAF 3 6 y Gaston ZELLER 37 • E n otro plano, también TOYNBEE seguirá ese ca­
nal. Los historiadores, en términos generales, no toman conciencia de ta­ mino que hemos esbozado 38•
les transformaciones, continuando centrados en el protagonismo guberna­ Sin embargo, es RENOUVIN, en una evolución que va desde su estudio so­
mental. bre Les origines inmédiates de la guerre 39, que, en opinión de DUROSELLE, es
En consecuencia, la historia diplomática, una vez se impuso a la historia una simple descripción de acontecimientos, según los cánones de la historia
de los tratados, a pesar de sus lagunas y carencias, aparece, en razón, de un diplomática 40 , hasta buscar la explicación histórica en base al peso ejercido
lado, de su amplio desarrollo y, de otro, de lo ambicioso de sus interpretacio­ por las « fuerzas profundas» 41 , quién consagrará la historia de las relaciones
nes, como la ciencia de la sociedad internacional. En esta época, sólo el dere­ internacionales. Trabajo compartido y continuado por su discípulo
cho internacional y, en menor medida, la diplomacia, se presentan en condi­ DUROSELLE 42 •
ciones de disputar a aquélla su protagonismo. RENOUVIN señalará, respecto de este nuevo enfoque de la historia interna­
Hay que esperar a la Primera Guerra Mundial .para que, como consecuen­ cional, que las nuevas tendencias de la investigación histórica, «que han acen­
cia de la irrupción de nuevas fuerzas y actores y de la ruptura de la homogenei­ tuado el estudio de la vida material o espiritual de las sociedades, han sugeri­
dad que aparentemente había caracterizado al siglo XIX en el aspecto interna­ do, en el dominio de las relaciones internacionales, una orientación totalmen­
cional, así como del propio desarrollo que experimentan las relaciones inter­ ·te distinta. En esta perspectiva las relaciones entre los Gobiernos no son ya
nacionales como disciplina científica, los historiadores tomen conciencia de la el aspecto más interesante; lo que importa es la historia de las relaciones inter­
necesidad de proceder a su análisis desde perspectivas nuevas y más omnicom­ nacional�s entre los pueblos» 43 • DUROSELLE, igualmente, certificará que la
prensivas 33 • historia diplomática es insuficiente: «El documento guarda, ciertamente, todo
En el plano científico-metodológico, y desde nuestra perspectiva, la inno­ su valor. Pero explicar la diplomacia por la diplomacia supone dar vueltas so­
vación más significativa es la que realizan los autores de la escuela de los An­ bre un mismo punto. Es necesario buscar las explicaciones del_ acontecimiento
nales, representada principalmente por Marc BLOCH, Lucien FEBVRE y Fer­ en todas las direcciones posibles, y especialmente del lado de las fuerzas
nand BRAUDEL. Con ellos se inicia, en palabras de MESA, la historia sectorial profundas» 44 •
y se atiende en la tarea del conocimiento histórico a las grandes fuerzas y fac­ El progreso de la historia en el campo de las relaciones internacionales, es­
tores que protagonizan realmente el devenir humano, los movimientos so­ pecialmente de la mano de la historia de las relaciones internacionales, ha sido
ciales y fuerzas económicas . Del protagonismo individual se pasa al prota­ a partir de. ese momento tan importante que su impacto se ha dejado sentir
gonismo colectivo, a la historia de los pueblos, a la historia de las clases no sólo en la génesis de las relaciones internacionales como disciplina científi­
sociales 34 • ca, como hemos visto, sino igualmente en la propia teoría de las relaciones in­
De esta forma, a partir de la Primera Guerra Mundial la ciencia histórica ternacionales. En este sentido, aigunos autores, entre los que sobresalen
conoce importantes transformaciones y desarrollos teórico-metodológicos, con­
secuencia de la propia transformación de las relaciones internacionales y de 36 NAF, Werner, Kniegsusachen und Kriegsschu/djrage, Berna/Leipzig, 1 932.
las innovaciones que se producen en las ciencias sociales. La filosofía de la his­ 37 ZELLER, Gaston, «Pour une histoire des relations internationales», Résumés des communi­
toria, a través de Oswald SPENGLER 35, alcanzará en Arnold TOYNBEE uno de cations présentées au VIIeme. Congrés international de sciences historiques, Varsovia, 1 933.
38 TOYNBEE, Arnold, A Study oj History, 12 vols. , 5 .• impresión, Londres, 1951-1961 . Para
sus momentos cumbres. Pero lo que más nos interesa es que la historia diplo­ la concepción internacional de este autor, vid. : MAsoN, Henry L . , Toynbee's Approach to World
mática empieza a dar paso a una historia de las relaciones internacionales, que Politics, Nueva Orleans/La Haya, 1 958; THOMPSON, Kenneth W . , «Mr. Toynbee and World Po­
litics», World Politics, vol. 8 ( 1956), p. 374-391, y «Toynbee and the Theory of International Po­
introduce nuevos enfoques en la historia internacional. En ambos casos, y no
litics», Politica/ Science Quarterly, vol. 71 (1956), p. 365-.3 86.
es casualidad, los cambios coinciden con los primeros atisbos de la nueva dis­ ,. , 39 RENOUVIN, Pierre, Les origines inmédiates de la guerre (28 juin-4 aoílt 1914), París, 1 925 .
ciplina de las relaciones internacionales, que en algunos países como el Reino . 40 DUROSELLE, Jean-Baptiste, «De l'histoire diplomatique a l'histoire des relations internatio­
nales», Melanges Renouvin, París, 1 966, p. 2 y 3 .
Unido va a iniciarse de la mano de la historia. 41 RENOUVIN, Pierre, Histoire des re/ations interr¡ationales, op. cit.
En este proceso de cambio corresponde un papel importante a Werner 42 Ambos son coautores de la Introducción a l'histoire des relations internationales (París,
1 964; versión castellana: Introducción a /apolítica internacional, trad. de M. Camacho de Ciria,
Madrid, 1 968). Para una amplia consideración de la aportación de estos autores, vid. : Las relacio­
nes internacionales como historia, dentro de la parte de esta obra dedicada al estudio de las con­
cepciones teóricas de las relaciones internacionales.
43 RENOUVIN, Pierre, «Introducción general» a la Historia de las relaciones internacionales,
Op� cit., tomo 1, vol. 1, p. X . Para este autor no es tanto el objeto de la his'':>ria diplomática lo
33 Para una exposición de los cambios que se producen en la ciencia histórica a partir de la
Primera Guerra Mundial, vid . : BARRACLOUGH, Geoffrey, «Historia», en Corrientes de la investi­
gación en las ciencias sociales, bajo la dirección de J . HAVET, Parte 11, UNESCO, Madrid, 1 981 , que se presta a discusión, sino su método. «El error de este historiador es creer que los documen­
p. 293-567. . tos diplomáticos son suficientes para el estudio de la historia de las relaciones internacionales.»
34 MESA, Roberto, Teoría y práctica de relaciones internacionales, op. cit., p. 242. (Ibídem, p. XI y XII).
35 SPENGLER, Oswald, La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la histo­ · 44 DuROSELLE, Jean-Baptiste, «De l'histoire diplomatique a l'histoire des relations internatio­
ria universal (1918), trad. del alemán por M . G. Morente, 10.• ed. , 2 vols., Madrid, 1958. . nales», op. cit., p. 12.
52 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 53

DUROSELLE 45 y FRIEDLANDER 46 , no han dudado en afirmar que la teoría de puede afirmarse que el derecho internacional empieza a configurarse como dis­
las relaciones internacionales, si aspira a ser auténtica teoría, sólo puede ser ciplina científica.
historia. La profunda transformación política, económica y social que se produce
De nuestras consideraciones anteriores se desprende el hecho de que du­ en la Baja Edad Media, va acompañada de una profunda evolución de las ideas.
rante un largo período de tiempo, a través de la historia de los tratados y de La nueva entidad política que surge, el Estado soberano, acaparará la aten­
la historia diplomática, la historia internacional ha sido, junto con el derecho ción de los iusinternacionalistas, pero al mismo tiempo los cambios que se pro­
internacional y la diplomacia, la ciencia 'que, por la ambición y generalidad ducen tanto a nivel de relaciones internacionales extraeuropeas comq europeas,
en el tratamiento de los fenómenos internacionales, ha podido considerarse la producto de esa nueva entidad política, harán que la cuestión de la ordenación
ciencia de la sociedad internacional, en el sentido señalado. Sin embargo, esa de las relaciones internacionales se convierta en una de las preocupaciones cen­
historia internacional, al permanecer atada al paradigma del Estado, a la pro­ trales de la época.
yección exterior del Estado como elemento caracterizador de la vida interna­ En este proceso es la escuela espffilola del derecho natural y de gentes la que
cional, ha adolecido de una falta de perspectiva omnicomprensiva de la socie­ sienta, especialmente de la mano de VITORIA y SUÁREZ, las bases de la ciencia del
dad internacional. El cambio que se produce a raíz de la Primera Guerra Mun­ derecho internacional, si bien no debe olvidarse que éste, como disciplina y teo­
dial hacia una historia de las relaciones internacionales no será sino un aspec­ ría autónoma, separada de la filosofía y de la teología, sólo aparece claramen­
to, que se materializa en el campo de la historia internacional, del cambio inte­ te en el siglo XVIII. Estos autores se enfrentan intelectualmente tanto a las trans­
lectual y científico que da origen a la ciencia de las relaciones internacionales, formaciones que sufre el mundo europeo como a los nuevos problemas que
que inicia su configuración como disciplina autónoma no identificable con la plantea la expansión europea. Los teólogos-juristas españoles tratan de inter­
historia de las relaciones internacionales. El fenómeno, como veremos, es si­ pretar y comprender los nuevos problemas, los nuevos hechos y, ante la insu­
milar al que se produce en el derecho internacional en esa misma época. En ficiencia de las ideas tradicionales, buscan nuevas ideas capaces de integrarlos
todo caso, no hay duda de que a la historia internacional corresponde en la coherentemente en su mundo. El resultado será el desarrollo de la idea de una
génesis de las relaciones internacionales como disciplina científica un papel de sociedad internacional y de un derecho internacional, con un sentido universal
primer plano. y moderno, que culminará en una interpretación global de las relaciones inter­
nacionales, o como señala TRUYOL, «en una filosofía de la sociedad interna­
cional, como rama de nueva relevancia doctrinal» 48 •
C)
Estos autores, al fundar el derecho internacional en el derecho natural, no
DERECHO INTERNACIONAL
consideran a aquél como una disciplina distinta de la moral y de la teología.
Parten, eso sí, de la existencia de una comunidad internacional y de sus carac­
La otra disciplina que ha desempeñado un papel preponderante, al lado
teres propios, pero tienden a no reflejar en su construcción jurídica la práctica
de la historia diplomática, en el estudio de la realidad internacional, con ante­
real de los Estados en esos momentos. Ello no impedirá que el derecho inter­
rioridad al desarrollo de las relaciones internacionales como disciplina cientí­
nacional, o derecho de gentes, con esas características, se presentase como la
fica, ha sido el derecho internacional 47 •
ciencia que se ocupaba de la sociedad internacional, pues al elaborar una no­
El derecho internacional es la más antigua de las disciplinas internaciona­
ción autónoma del derecho de gentes toman como base la noción de comuni­
les, dado que inicia su configuración como disciplina científica en los siglos XVI
y xvn, mientras que la historia de los tratados sólo es considerada como cien­
dad internacional, es decir, la referencia directa al grupo social en cuyo seno
recibe aplicación la norrqativa internacional, la sociedad internacional en ese
cia auxiliar de aquélla.
momento histórico, y ello en términos globales.
Nuestra consideración del derecho internacional como antecedente de las
Esta concepción jurídico-internacional va, sin embargo, a entrar progresi­
relaciones internacionales se inicia, al igual que lo hicimos con la historia, con
vamente en crisis como consecuencia, de un lado, de la secularización del pen­
la Edad Moderna europea. Y ello porque es precisamente en esa época cuando
samiento y, de otro, del papel que se va atribuyendo a la soberanía, que con­
vertía al Estado en una comunidad política de poder absoluto y minaba la idea
45 DUROSELLE, Jean-Baptiste, Tout empire penra. Une vision théorique des relations interna- de una comunidad internacional. Si en GROCIO la impronta iusnaturalista es

46 FRIEDLANDER, Saul, «Paradigme perdu et retour a l'histoire. Esquisse de quelques dévelop­


tionales, París, I98 1 . '

pements possibles de l'étude des relations internationales», en Les relations internationales dans · 48 TRUYOL, Antonio, Historia de la Fi/osojfa del Derecho y del Estado. 2.-Del Renacimien­
un monde en mutation, Institut Universitaire de Hautes Etudes Internationales de Ginebra, Lei­ to a Kant, 2. • ed. revisada y aumentada, Madrid, 1982, p. 54. Stanley HOFFMANN recalca igual­
. den, 1 977, p. 71-94. �ente este hecho, si bien poniendo el acento más en las relaciones interestatales que en la sociedad
47 Para una más amplia consideración de este punto, vid.: ARENAL, Celestino del, «El dere­ mternacional («Théorie et Relations Internationales», op. clt., p. 431). Para este tema, vid.: ARE­
cho internacional público y las relaciones internacionales como ciencias de la realidad internacio­ NAL, Celestino del: «Las Casas y su concepción de la sociedad internacional», Estudios de Deus­
nal», Anuario Mexicano de Relaciones Internacionales, 1980, p. 17-47. to, vol. XXV (enero-junio 177), p. 27-54.
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en l a Baja Edad Media, va
La nueva e n t i d a d política que surge, el Estado soberano, acaparará la aten-
.
ión de l os iusinternacionalistas, pero al mismo tiempo los cambios que se pro­
en el tratamiento de los fenómeno cten .m tcm que
ciencia de la sociedad internacion:l er�acw��les, �a podid � considerarse la
. , por la ambició n Y generalI' dad
ducen tanto a nivel de relaciones internacionales extraeuropeas como europeas,
hist oria internacional, al permanec;r :�aed: enti o s�nalado . Sm embargo, esa
producto de esa nueva entidad política, harán que la cuestión de la ordenación
de las relaciones internacionales se convierta en una de las preocupaciones cen­
yección exterior del Estado com o elemen al paradi.gma del Est ado , a la pro ­ trales de la época.
cion al, ha adolecido de una falt a de perspeto �aractenzador de la vida interna­ En este proceso es la escuela esp<iñ.ola del derecho natural y de gentes la que
dad internacional El cam b' ctiva omnicomprensiva de la socie-
dial hacia una his�oria de � �� ��=���:���t��� r �íz de la Prime�a �uerra M un-
sienta, especialmente·de la mano de VITORIA y SUÁREZ, las bases de la ciencia del
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derecho internacional, si bien no debe olvidarse que éste, como disciplina y teo­
to, que se materializa en el campo de la nales no sera smo un aspec­ ría autónoma, separada de la filosofía y de la teología, sólo aparece claramen­
. nal , del
lectual Y científico ue da orie��:a la Ie histori acw . mte ­
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que inicia su con fig�ración �
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formaciones que sufre el mundo europeo como a Jos nuevos problemas que
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hist oria de las relaciones internacio��;�sl��� auto.noma no identifi cable con la plantea la expansión europea. Los teólogos-juristas españoles tratan de inter­
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caso , no h ay dud a de que a la hist oria .� ; �� pretar y comprender los nuevos problemas, los nuevos hechos y, ante la insu­
génesis de las relaciones internacionales com � �er.n��wn �l c�r�esponde en la
ficiencia de las ideas tradicionales, buscan nuevas ideas capaces de integrarlos
o ISCi p ma Cientifica un papel de coherentemente en su mundo. El resultado será el desarrollo de la idea de una
prim er plan o. sociedad internacional y de un derecho internacional, con un sentido universal
y moderno, que culminará en una interpretación global de las relaciones inter­
nacionales, o como señala TRUYO L , «en una filosofía de la sociedad interna- .
C) DE REC HO INT ERN AC cional, como rama de nueva relevancia doctrinal» 48 •
ION AL
Estos autores, al fundar el derecho internacional en el derecho natural, no
consideran a aquél como una disciplina distinta de la moral y de la teología.
La otra disciplina
�e 1� historia diplomáticquea, enha eldeseste:�n;
- d f�p�l · prepon�erante, al lado Parten, eso sí, de la existencia de una comunidad internacional y de sus carac­
nondad al desarrollo de las relacio �� e �a ��� I a mte rna cw nal , con ante­ teres propios, pero tienden a no reflejar en su construcción jurídica la práctica
fica, ha sido el derecho internado�:: 4
. ternacw real de los Estados en esos momentos. Ello no impedirá que el derecho inter­
nales com o disciplina cientí-
· . . .
El derecho internacional es la m as· antigua nacional, o derecho de gentes, con esas características, se presentase como la
de las diSC . ciencia que se ocupaba de la sociedad internacional, pues al elaborar una no­
les dado q . . . c . a .ó iplmas mternaciona-
Y �VII, mie��/:: �� : �a ����� : �� ����� � �� �ca en los siglos XVI
iscip na científ ción autónoma del derecho de gentes toman como base la noción de comuni­
cia auxiliar de aqu élla . l a os so 0 es con side rad a com o cien - dad internacional, es decir, la referencia directa al grupo social en cuyo seno
recibe aplicación la normativa internacional, la sociedad internacional en ese
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Nue stra consideración del der ech inte rna
relaciones internacionales se inicia , aloigua . os
momento histórico, y ello en términos globales.
la Edad Moderna europea . y ello porque es l q ue 1o ICim . , con
con la hist ona Esta concepción jurídico-internacional va, sin embargo, a entrar progresi­
.
precisamente en esa época cuando vamente en crisis como consecuencia, de un lado, de la secularización del pen­
samiento y, de otro, del papel que se va atribuyendo a la soberanía, que con­
45 DUROSELLE, Jean -Bapt iste .
' Tout emptre pen ra. Une Vtston théorique des
.. vertía al Estado en una comunidad política de poder absoluto y minaba la idea
46 pRIEDLANDER, Saul
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.
tionales, París, 1 98 1 . relations interna- de una comunidad internacional. Si en GROCIO la impronta iusnaturalista es
, «Paradigme perdu et re our , ' . .
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un monde en mutation, Institut » , en Les relations internation .
Universitaire aute ales dans 48 TRUYOL, Antonio, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado. 2. -Del Renacimien­
den, 1 977, p . 7 1 -94. s E tu d es Inter natw nale s de Gine
bra, Lei-
4: Para una más amplia consideración de este to a Kant, 2. • ed . revisada y aumentada, Madrid, 1 982, p . 54. Stanley HoFFMANN recalca igual­
.
pun o, vid . : �RE �AL, Cele stino / mente este hecho, si bien poniendo el acento más en las relaciones interestatales que en la sociedad
·
nai» , A nuario Mexicano de Rela
cho Internacional públ ico y las . del, «El dere­
relaciones internacwn a es como iencias de la realidad internacional («Théorie et Relations Internationales», op. ctt., p. 4 3 1 ) . Para este tema, vid . : A RE
ciones lnternactOnales, 1 980, C inter naci o­ NAL, Celestino del: « Las Casas y su concepción de la sociedad internacional», Estudios de Deus­
p. 1 7-47 .
to, vol. XXV (enero-junio 1 77), p . 27-54.
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�: Aulo��s
b con cep c i ó n b od i n i. a n ¡ I n ·j J I J ' l •'cd c r i co ele M A RT ·· W so, Pas q u a l e F l O R E , y, en
1 1 / l l l l' I U n i Í ,� I n , l; O í l l ( l l'l l '
IV ' -
s .i s t c m a ' ' D �'J R J lliidi S s,T ��� Y A el marqués de ÜLIVART 5J Y Joaquín FER-
a d e l a s o b e ra n fa , q u e
r · 1'1 ·jo 1 1 1 H n d · 1 1 1 e l n m TA s2
�¿ z P R i DA s" n o dudarán en afirmarlo. Desde esta persp�ctlva, 1os msm-
1 n t e el I'lUI ·

.
' · . '
europeo de Estado
q los ados de .
dere cho que se va formando entr e Jostrat
ue ·
W e t fu .l i a h a , , ·

� rnaci;n a i istas tenderán a considerar todas las demás �isciphnas, que ?c �.na
n s a •utcf o . E l

den cia y soberanía y la doctrina irá proEsta gres


dos tenderá a con sagr ar s u i n d epe n­
ivamente asumiendo y acentuando
los aspectos contractualistas e indi vidualistas u o t r a forma hacen referencia a los problemas internacweales, como clen,_tas .
trina internacional se orienta hac ia una concepc del mis mo . En conjunto la doc­ auxiliare s del derecho interna�ional . .
ión voluntarista y formal del S i n embargo, ese derecho mternacwna1 , qu � an el siglo XIX afirma SU he-
gemonismo como ciencia de la sociedad internacwna.l, sigue ancIa� o en la P�;� -

derecho . .

Y P ltl-
Será Alb eric o GENTILI quie n dé los prim eros
. �
tuán dos e el pro ceso , aunque sin abando pasos en ese sent ido, acen­ pectiva estatal, ignorando las nuevas realidades socla!es, eco_nomlcas _
. fl uyen eada vez con más fuerza en las relacwnes mternacwna es Y
_
.
Richard ZOUCHE, Cornelio BYNKERSHOEK y nar plen ame nte el iusn atur alism o, en cas, que m
de VATTEL, que prestan .
. . dlp . 1
Em eric
oma-,
ya una atención preferente a la práctica de los en el propio derecho internacwnal.
Esta dos , culminando, todavía . . .
Desde pnnciplOs del siglo XX ' al igual que sucede con la hlstona
en el siglo XVI II, en la obr a de Jac obo MOSER
. La prá ctic a de los Estados se . .
tica, las insuficiencias Y carencms que se de�lv�n d e u na tal concepción van
m czar a hacerse. patentes entre algunos msmternacl. ? narISt a� 55 . El resul­
tran sforma en la fue nte prin cipa l para •e] con
Este proceso desembocará en una concepcocim iento del dere cho de gentes .

cho internacional, en la que los Estados se presión puramente formal del dere­ �a. o. �erá , de un lado, el desarrollo dentro del derecho mterna��ona! d� �na
y el der ech o internacional no es sino un instrumentan como fines en sí mis mos r e trata de dotar de un nuevo espíritu a los estu lOS J �n dlCO-
la idea y la realidad de una sociedad internac ento a su serv icio , lo que aleja ��t ::�� �o��les , en concreto,
� ]a aparición de una concepción sociológlC� que
ional como algo más que la sim­ tr a u e � 1 s . n fciencias de los planteamientos formales antenores,
�� o �� fa � �= d� ���ciencia de la necesidad de una nueva discipl�na que

ple yuxtaposición de Esta dos: 'Los iusinternacio
besiana de un estado de naturaleza entre los nalistas parten de la idea hob ­
rán contrarios, dada,su consideración de la Estados y, salv o excepcio nes, se­ �e ocupe de la realidad internacional en todos sus a�p�ct?s . �m. os feto :n�= � �
soberanía estatal, a la idea de un
1
pac to social com o bas e de la comunidad inte se producen paralelamente, respondiendo a una dmam�ca Slmi ar a a
rnacional . ug r al inicio de la historia de las relaciones internacl ? nales . .
De esta forma, el Estado soberano y su proyecc
en el centro neurálgico que orienta el desarrol ión exterior se transforman �ioneros de esta concepción sociológica del derecho mternacwnal son, so-
nacional. La sociedad internacio nal, en cuanto lo de la ciencia del derecho inter­ bre todo, Max HUBER Y SCHINDLER 57 si bien su mayor desarrollo se pro-
56
• .
tal, deja , en términos genera­ duce después de la Segunda Guerra Mundial .
. . .
les, de ser el pun to de partida y la met
5 0 M ARTENS, Federico de, Derecho Irz.terna I a1 �ontemporáneo de las nacwnes CIVIlizadas,
·
a de la indagación teórica y sólo es .
c � �t na Tratado de Derecho Internacional, Prólo-
.
considerada como el ámbito de las relacion .
en un sistema de equilibrio cuyo objetivo es laes interestatales, que se ordenan 2 vols., San Petesburg�, 1882-1 �83; verswn
go Y 1notas de J. Fernandez Pnda: 4 �o¡s., �a�rfd� �/f, vol. 1, p. 225-227.
tados. El derecho internacional, en cuanto perp etuación de los propios Es­ 5 F lORE, Pasquale, Nuo vo dmt� 1� e�az¡·anal secando i bisogni della ci vilta moderna, MI-. .
nal, en cuanto teoría internacional, viene caraciencia de la sociedad internacio­ lán, 1865; versión castellana : Trat a e erech Internacional Público, aumentado con notas
l d m ás naciones, po r A. García Moreno, 2. a
0
y un apéndice con los tratados entre ¡spa��J-
0
_
breza moral, debido al prejuicio intelectual quecterizado por una indudable po­ ed., 4 vols., Madnd, 1 894-1895, vo 1: , , p . 1 �; : JI dirit internazionale codificato e la sua
tro exclusivo de su atención 49 • sup one hacer del Estado el cen­ sanzione giuridica, Turín, 1890; verswn castellana. .. ,El Derechoto internacional codificado, Madnd,
El siglo xrx no sup ond rá cambio 1901, p. 30-38.
5 2 G ESTOSO Y ACOSTA , L
.

se acentuará la tendencia señalada . Lasign ificativo , sino que , por el contrario,
los Tratados, 2. ed., corregida. Y aumentad a, T.2 v �; l �· Valenciah 1907 y 1908.
Curso elemental de Derecho Internacional Público e Historia de
UlS ,

53 DALMAU, Ramon, Marques de OLIVART, rat


a

más de conocer un enorme desarrollo, va a cia cien del derecho internacional, ade­ de Derec o Internacional Público, 4. ed.,
revisada y amplIa. da, 4 vo 1s., Madrid
a

esta
jurí dico , que llevará a sus últim as consecuenci r dominada por el pos itivi smo , ' 1903-1904 .p., XXVII.
54 FERNÁNDEZ PRIDA, Joaqum, «La pertu b a 'I n y reparación del derecho en las relaciOnes ·

ristas inherentes en las doc trin as anteriores as los planteamientos volu nta­ internacionales» (1896), en ��ludios �e De�e�� � � aciana! público y privado, Madrid, 1901,
. Pos itivi smo voluntarista que re­ P 52, Y «Prólogo» a la verswn caste a�a e ;ra7/J:: de Derecho Internacional, de F. de M AR·
T�Ns, Op. cit., vol. I, p. l . Para un� ma� a r onsideración del papel jugado por el derecho
fuerza el exclusivismo estatal.
Por otro lado , el derecho internac l se con internacional en el siglo : en Espana, vidRi_TIÁ ��AL ' Celestino del, «El estudio de las relacion�s
ca autónoma, separado de la filosofía,iona figurará como ciencia jurídi­ internacionales en la Espana del Siglo XIX>>, ev¡·sta de Política Internacional, vol. !63 (mayo-jumo
x x �

la teol ogía y la diplomacia, imponién­ 1979), p. 7-45. . E. (ed.), The Study .r 1nter�ational Relations in the United States. Survey
55 Vid.: W ARE, Ed1th
dos e progresivamente en los planes de estudio
for 1934, Nueva York,_ 1934, p. 171, y LANDHEER, art ., On the Sociology of Jnternational Law
al progreso mismo del derecho internacional univ ersi tarios . Todo ello , unid o 0J

and International Soc1ety, La Haya, 1966• x· 2


com o ord enamiento jurí dico , va
S .
a traer como con secu enc ia la afirmación por
. 56 H ER, Max , Bei�r g zu �:n�Y.{e� �; �z�o logischen Grundlagen des Volkerrechts und
par te de los iusi nter nacionalistas
49 WIGHT, Martin, «Wh y is there no ; � � �
vB

International Theory?» , en H. BUTTERFIELD y M .W!GHT der Staatengesellscha t>>, a r uc s echts der Gegenwart, vol. 4 ( 1910), p. 56-1 34
(eds .), Diplom y Die Soziolog¡schen Grundlagen des ":olk
tl he
. . �rrechts, Berlí n/Grunewald, 1928.
,
atic Investigations, op. cit.,
p. 20., 57 SCHINDLER, D1etnch, «Contn b uuon a 1' e'tude des facteurs sociologiques et psycologiques
.
----·�--- . , , , . , , , , ,- �1

H 1 1 l l',� l l l l l t " l l ,
l 1 t • i n l l ' i n d l ' i d t · • • T i l o ' ' ' � � ' ' ' l . l l l l l l l . d , , 1 11 1 1.1• . . d v i • d n d \'S se l l ; ¡ . ju11 l �­
a. I : J ó p t ica est a L a ! precl m i n a n t c , c
\' l l t· 1 1 1 · i 1 1 , 1 1 1 u 1 pe • �'P · · r i v : 1 · 1 1 la q u
l a d a .� . se ha c u ra · r ¡;ri:t: l c.I O c 1 1 d p
· ,

. ÍO< i ( > < ¡ 1 1 e l kg n i l a .� r u 1[1 l '1 ¡ 1 1 1 1 ' 1 1 1 U u . M u n ­ b . 1 1 1 1 a ·o 1 1 s i c l · r 1 ión pr p i a del si' tema europeo de Estados,
· .

, c0mo algo mas


a d Í l l l (' l l l t lc i O I I a l , p r el p r e­ .J U l a � i m p l y u x t aposi ción de Estados
, 1
'1 1 :
d i a l , a pesa r ele su papel como iencia el e la soci 'd 61.

D e esta forma, la literatura diplomát ica no es ya simpleme


c
dominio ele una concepción individua lista y f r m a l , en la q ue la s cicclad i n­ nte el man� al
ternacional en cuanto tal tenía escasa relevancia. Como ha señalado DE VI s­ del «perfecto embajad or», sino que se extiende, además de sobre las cuestiO­
CHER, el positivis mo voluntar ista sacrificó la idea de un orden
objetivo a una nes t ípicas de la misma, sobre consideraciones normativ as más generale¡; que
concepción totalmente formal del derecho internacional, la cual relegaba más e basan en la existencia de ciertos intereses comunes entre los Estados, en ba­
allá del derecho las consideraciones de razón, de j usticia y de utilidad común se a los cuales ordenar las relacione s intergub ernamen tales, y que elevan la ne­
que constituyen su fundamento esencial 58 • La necesida d de una nueva disci­ gociació n y el entendi:niento a la categoría ? e pri �� ipios 6�. � n este sent1_ ? o,
plina cuyo objeto fuese la sociedad internacional en todos sus aspectos era, el desarrollo de la diplomac ia y del derecho diplomat Jco va mt1ma � eme umdo
pues, evidente . al del derecho internacional y al de la historia de los tratados , _ pr_I �ero, Y de
En todo caso, el hegemon ismo del derecho internacional, como ciencia de la historia diplomá tica, después La proliferación de obras h1stonca s de es­
ta naturaleza y de colecciones de traíados , así como el éx�to que conoce� las
63 .

la sociedad internacional, durante un largo período de tiempo, ha influido po­


derosamente en la génesis de las relaciones internacionalés como disciplina cien­ obras de derecho internacional, serán reflejo en gran medida de las necesida­
tífica, explicando muchas de las dificultades y retrasos que se han producid o des que exige la diplomacia en pleno desarrollo .
en su desarroll o, especialmente en aquellos países en los que la impronta A partir de la segunda mitad del siglo XVII, como señala KEENS_-S.OPER: _la
j urídico-internacional continúa siendo dominan te en el campo de los estudios diplomacia adquiere progresivamente autono�i� de�tro de la adrmmstr�c10n
internacionales. de los Estados , ·tendiendo a organizarse en Mm1sten os separado s. Al m1smo
tiempo , Jos diplomáticos empiezan a ser considerados como formando parte
de una profesión que exige conocimientos especializados Se va forma��o ;
64
.

D) DIPLOMACIA
así, la conciencia de un corps diploma tique, que PEQUET , en 1 7 3 7 , descnb1ra
Junto al derecho internacional y la historia diplomá tica, la diploma cia, en­ perfectamente 6 5• , . , •

La Revoluc ión Francesa, aunque supone la ca1da del Antiguo Re�•men Y


la introducción de nuevos criterios y valores en las relaciones _intern_a�wna�es,
tendida como ciencia de las relaciones entre los Estados, también ha desempe ­
no trae consigo, sin embargo , la decadencia de ese si_ste� a �Iplo�ati�? ' SI�o
ñado, aunque en un plano más limitado desde el punto de vista académic o,
el papel de ciencia de la sociedad internacional. Sin entrar a discutir la cues­
tión de los significados y alcances de la diploma cia, cuestión ya superada 59 , que, por el contrario, a consecuencia del desarroll? e ms_titucwn�hzacwn que,
a partir del Congreso de Viena, conocen las relacwn�s mter��cwnales, �e re­
fuerza el papel de la diplomacia desde un punto de vista po_htico Y se a �Jan�a
el hecho concreto es que en el siglo X V J J I y, especialmente, en el XIX se desa­
rrolla una corriente que considera la diplomacia como ciencia.
Su desarroll o descansa , al igual que en el caso de la historia diplomát ica en determinados ambientes la consideración de la diplomacia como la ciencia
de la sociedad internacional. , .
Desde Út perspectiva del derecho internacional, KLUBER señalara que la di­
y el derecho internac ional, en la configuración de un sistema europeo de Esta­
plomaci a es la ciencia en la que se debe incluir el derecho de gentes ?esde
dos, cuya función es preserva r la existenci a de los Estados, lo que exige una 66 .

institucio nalización de sus relacion es. Surge, así, en base a la consolid ación
la perspectiva de la propia diplomacia, Charles de MARTENS desarroll�ra Igual
afirmación 67 . Por su parte, el conde de GARDEN definirá la diplo_mac1a, en su
de las embajadas permanentes y ele un conj unto de profesionales, el corps di­
plomatique, que se encarga de las relaciones intergub ernamen tales, un sistema
diplomát ico, que en algunos aspectos supone una superación del individua lis­ acepción más amplia, como «la ciencia de las relaciones y de los mtereses res-
mo que caracteriza el mundo exterior de los Estados Aparece, en canse-
. .
· de
60 •
61 Vid. BuLL, Hedley, op. cit., p . 1 67 ·

du droit internatio nal», Recueil des Cotn·s de la A cademie de Droit Internatio 62 En este sentido aparece claramente la diplomacia , por eje� plo, en la obra de Fran¡;:ms
_
nal de La Haya' negocier avec les souverams, Pans, 1 7 1 7 ). .
CALLIERES (De la maniere de
5 8 DE V I SS C HE R Charles, Théories el réafités en Droit International Public, 4. ed.
vol. 46 ( 1 933-I V), p . 233-325.
63 V id . : Paul Gordon, «Diplomac y: History, Theor_Y and Pohcy>>, en P. . LAUR N
LAUREN, G E
Y aumentada , París, 1 970, p. 32; versión castellana de la 2 . ed . francesa:
, revisada res, 1 979,
(ed . ) , Diplomacy. New Approaches in History, Theory and Pollcy, Nueva York/Lond
a

Teorias y realidades
a

59 Vid . : VJLA R J ÑO Eduardo, «En torno al concepto de diplomacia » A nuario


en Derecho Internacional Público, trad. de P. Sancho Riera, Barcelona, p. 36} �EENS-SOPER,
,
1 962. Maurice, «The Practice of a States System>>, en M . DoNELAN (ed. ) , The Rea­
Hispano-L uso­
son of States, op. cit., p. 3 5 . Vid. también: BuLL, Hedley, �P· ctt. , p. 1 69.
65 P QU T, Antoine, Discours sur I'Art de Negoc1er, Pans, 1 737, p . 1 34 .
A mericano de Derecho Internacional, vol. 5 ( 1 979), p. 1 59- 1 79, y BULL
: Hedley, The A narchical E E
_ 60 Sin embargo, n o debe olvidarse qu e l inicio d e la diplomac
Society, op. cit., p. 1 62 y 1 6 3 . ,
Johanm Ludwig, Droit des gens moderne de � 'Europe, avec un suplement conte­
p. JO_ Y
66 KLUBER,
� ia como institució n no puede
nant une bibliotheque choisi du droit des gens, 2 vols , Pans, 1 83 l , vol. I, 1 1.
atnbu �_ rse exclusJvam
67 MARTENS, Charles de, Manuel Diplomatique ou precis des dr01ts et des fonctwns
_ en.te al Renacimie nto europeo, ni siquiera a las culturas del Mediterrán eo .
y des agens
diplomatiques, París, 1 822, p. 3 y 4 .
del Onente en la Antlguedad . V1d . NUMELIN,
Ragnar, The Beginnings ofDiplomacy, Nueva York .
1 950, p. 1 2 5 .
LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 57
56 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES

cuencia, una perspectiva en la que, junto a la óptica estaLal predominante, ca­


En resumen, la ciencia del derecho internacional, con las salvedades seña­
be una consideración propia del sistema europeo de Estados, como algo más
ladas, se ha caracterizado en el período que llega hasta la Primera Guerra Mun­
que la simple yuxtaposición de Estados 61 •
dial, a pesar de su papel como ciencia de la sociedad internacional, por el pre­
De esta forma, la literatura diplomática no es ya simplemente el manual
dominio de una concepción individualista y formal, en la que la sociedad in­
del «perfecto embaj ador», sino que se extiende, además de sobre las cuestio­
ternacional en cuanto tal tenía escasa relevancia. Como ha señalado DE VISS­
nes típicas de la misma, sobre consideraciones normativas más generales que
CHER, el positivismo voluntarista sacrificó la idea de un orden objetivo a una
se basan en la existencia de ciertos intereses comunes entre los Estados, en ba­
concepción totalmente formal del derecho internacional, la cual relegaba más
se a los cuales ordenar las relaciones intergubernamentales, y que elevan la ne­
allá del derecho las consideraciones de razón, de justicia y de utilidad común
gociación y el entendüniento a la categoría de principios 62• En este sentido,
que constituyen su fundamento esencial 58• La necesidad de una nueva disci-
el desarrollo de la diplomacia y del derecho diplomático va íntimamente unido
, plina cuyo objeto fuese la sociedad internacional en todos sus aspectos era,
al del derecho internacional y al de la historia de los tratados, primero, y de
pues, evidente.
la historia diplomática, después 63• La proliferación de obras históricas de es­
En todo caso, el hegemonismo del derecho internacional, como ciencia de
ta naturaleza y de colecciones de tratados, así como el éxito que conocen las
la sociedad internacional, durante un largo período de tiempo, ha influido po­
obras de derecho internacional, serán reflejo en gran medida de las necesida­
derosamente en la génesis de las relaciones internacionales como disciplina cien­
des que exige la diplomacia en pleno desarrollo.
tífica, explicando muchas de las dificultades y retrasos que se han producido
. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, como señala KEENS-SOPER, la
eri su desarrollo, especialmente en aquellos países en los que la impronta
diplomacia adquiere progresivamente autonomía dentro de la administración
jurídico-internacional continúa siendo dominante en el campo de los estudios
de los Estados, tendiendo a organizarse en Ministerios separados. Al mismo
internacionales.
tiempo, los diplomáticos empiezan a ser considerados como formando parte
de una profesión que exige conocimientos especializados 64• Se va formando,
D) DIPLOMACIA
así, la conciencia de un corps diplomatique, que PEQUET, en 1 737, describirá
perfectamente 65•
Junto al derecho internacional y la historia diplomática, la diplomacia, en­ ' La Revolución Francesa, aunque supone la caída del Antiguo Régimen y
tendida como ciencia de las relaciones entre los Estados, también ha desempe­ la introducción de nuevos criterios y valores en las relaciones internacionales,
ñado, aunque en un plano más limitado desde el punto de vista académico, no trae consigo, sin embargo, la decadencia de ese sistema diplomático, sino
el papel de ciencia de la sociedad internacional. Sin entrar a discutir la cues­ que, por el contrario, a consecuencia del desarrollo e institucionalización que,
tión de los significados y alcances de la diplomacia, cuestión ya superada 59, a partir del Congreso de Viena, conocen las relaciones internacionales, se re­
el hecho concreto es que en el siglo XVIII y, especialmente, en el XIX se desa­ fuerza el papel de la diplomacia desde un punto de vista político y se afianza
rrolla una corriente que considera la diplomacia como ciencia. en determinados ambientes la consideración de la diplomacia como la ciencia
Su desarrollo descansa, al igual que en el caso de la historia diplomática de la sociedad internacional.
y el derecho internacional, en la configuración de un sistema europeo de Esta­ Desde la perspectiva del derecho internacional, KLUBER señalará que la di­
_

dos, cuya función es preservar la existencia de los Estados, lo que exige una plomacia es la ciencia en la que se debe incluir el derecho de gentes 66 • Desde
institucionalización de sus relaciones. Surge, así, en base a la consolidación la perspectiva de la propia diplomacia, Charles de MARTENS desarrollará igual
de las embajadas permanentes y de un conjunto de profesionales, el corps di­ afirmación 67• Por su parte, el conde de GARDEN definirá la diplomacia, en su
plomatique, que se encarga de las relaciones intergubernamentales, un sistema acepción más amplia, como «la ciencia de las relaciones y de los intereses res-
diplomático, que en algunos aspectos supone una superación del individualis­
mo que caracteriza el mundo exterior de los Estados 60 • Aparece, en conse- Vid. BuLL, Hedley, op. cit., p. 167.
61
En este sentido aparece claramente la diplomacia, por ejemplo, en la obra de Fran9ois de
62
du droit international», Recueil des Cours de la A cademie de Droit International de La Haya, CALLIERES (Dem maniere de r.egocier avec les souverains, París, 1717).
vol. 46 (1933-IV), p. 233-325. · 63 Vid. : LAUREN, Paul Gordon, «Diplomacy: History, Theory and Policy», en P. G. LAUREN
58 DE VJSSCHER, Charles, Théories et réalités en Droit International Public, 4. ed. revisada
• (ed.), Diplomacy. New Approaches in History, Theory and Policy, Nueva York/Londres, 1979,
y aumentada, París, 1970, p. 32; versión castellana de la 2. • ed. francesa: Teorías y realidades p. 3-18.
. 64 KEENS-SOPER, Maurice, «The Practice of a States System», en M . DONELAN (ed.), The Rea­
en Derecho Internacional Público, trad. de P. Sancho Riera, Barcelona, 1962.
son �! States, op. ci!·• p. � 5 . Vid. también: BuLL, Hedley, op. cit., p. 169.
59 Vid. : VILARIÑO, Eduardo, «En torno al concepto de diplomacia», Anuario Hispano-Luso­ 6 PEQUET, Antome, D1scours sur
Americano de Derecho Internacional, vol. 5 (1979), p. 159-179, y BULL, Hedley, The Anarchical l'Art de Negocier, París, 1737, p. 134.
· 66 KLUBER, Johanm Ludwig, Droit des gens moderne de l'Europe, avec un suplément conte­
¿
Society, op. cit., p. 1 62 y 1 63.
60 Sin embargo, no debe olvidarse que el inicio de la diplomacia como institución no puede nan une bibliotheque choisi du droit des gens, 2 vols. , París, 1 83 1 , vol. I , p . 1 0 y 1 1 .
atribuirse exclusivamente al Renacimiento europeo, ni siquiera a las culturas del Mediterráneo y 1 MARTENS, Charles de, Manuel Diplomatique ou precis des droits et des jonctions des agens
del Oriente en la Antigüedad. Vid. NUMELIN, Ragnar, The Beginnings of Diplomacy, Nueva York. diplomatiques, París, 1 822, p. 3 y 4.
1950, p. 125.
58 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 59

pectivos de los Estados, o el arte de conciliar los intereses de los pueblos entre reacción que se produce en los Estados Unidos contra la diplomacia clásica
sí», para a continuación señalar que ,da diplomacia abarca todo el sistema de que se estima ha llevado a la Primera Guerra Mundial.
intereses que nacen de las relaciones establecidas entre las naciones; tiene por A partir de este momento, la diplomacia pasará simplemente a configurar­
objeto su tranquilidad, su seguridad y su dignidad respectivas, y su fin direc­ se como un medio de ejecución de la política exterior de los Estados, a través
'
to, inmediato, es, o debe ser al menos, el mantenimiento de la paz y de la bue­ de la negociación pacífica.
na armonía entre las potencias» 68 • Como hemos visto, a lo largo de estas consideraciones sobre los anteceden­
La diplomacia se presentaba, así, en el siglo XIX, como una ciencia cuyas tes de las relaciones internacionales como disciplina científica, la evolución de
· metas eran más amplias y ambiciosas que las de la historia diplomática y el la historia diplomática, del derecho internacional y de la diplomacia, tres de
derecho internacional, pues trataba de comprender y orientar globalmente las las disciplinas científicas que durante varios siglos han funcionado como cien­
relaciones internacionales. Con todo, debido a su escaso ámbito de audiencia, cias de la sociedad internacional, responde a una similar dinámica, con efectos
su desarrollo como ciencia de la sociedad internacional será menor que el de diferentes en el caso de las dos primeras, que se adecúan a las nuevas realida­
la historia diplomática y el derecho _internacional. des y exigencias de la investigación, y la última, que queda anquilosada, per­
En cualquier caso, a pesar de su consideración del sistema diplomático y diendo su papel como disciplina científica. Hemos apuntado también que esa
de los intereses que le son propios, la diplomacia no supera, como es lógico, misma dinámica, que alcanza su culmen a partir de la Primera Guerra Mun­
dada su función, el paradigma del Estado. En este sentido, BULL afirmará que dial, es precisamente la que da lugar al desarrollo de las relaciones internacio­
aunque en la sociedad internacional mundial « existe al menos una élite o cul­ nales como disciplina científica, que empezará a configurarse desde ese mo­
tura diplomática, que comprende la cultura intelectual común de la moderni­ mento como la ciencia que se ocupa de la sociedad internacional, desbancan­
dad . . . Sin embargo, es dudoso si, incluso a nivel diplomático, abarca lo que do a las anteriores en el papel que venían jugando, por su inadecuación para
se denomina una cultura moral común o una serie de valores comunes» 69 • En dar respuesta a los complejos problemas anteriores, dado el carácter sectorial
consecuencia, la diplomacia no puede considerarse como una auténtica cien­ o limitado de su enfoque, frente a la perspectiva global y omnicomprensiva
cia de la sociedad internacional 70 • a que en principio aspiran las relaciones internacionales.
A principios del siglo xx, sin embargo, la diplomacia deja de desempeñar ,, .._. Nos corresponde ahora, en consecuencia, fijarnos en el desarrollo de las

el papel que se le había atribuido en el campo de las relaciones internacionales. relaciones internacionales como disciplina científica.
Las transformaciones que experimenta la sociedad internacional y la toma de
conciencia de la necesidad de estudiar globalmente la compleja realidad inter­ ·- '

2. LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO DISCIPLINA


nacional, a las que ya nos hemos referido, unido al propio desarrollo de las
a"i l • CIENTIFICA
ciencias sociales, llevarán a la superación de la diplomacia como ciencia de las
relaciones internacionales. Al contrario de lo que sucede con la historia diplo­
A) GENESIS Y DESARROLLO
mática y el derecho internacional, la diplomacia, anquilosada en los plantea­
mientos diplomáticos tradicionales, no evolucionará en el sentido de las reali­
·¡ n .'
Las relaciones internacionales como disciplina científica inician su anda-
�-

dades y necesidades que presenta la sociedad internacional. Sintomático es, en dura a partir de la Primera Guerra Mundial, pero tienen sus fundamentos
este sentido, que · una de las razones señaladas para explicar el desarrollo de históricos en otras disciplinas más antiguas que, en mayor o menor medida,
las relaciones internacionales como disciplina científica, a partir de la Primera han contribuido a su desarrollo. Hemos visto el papel desempeñado por la his­
-
Guerra Mundial, sea la necesidad que se experimenta en esa época, s obre todo toria diplomática, el derecho internacional y la diplomacia entendida como cien­
en los Estados Unidos, de personal especializado en cuestiones internaciona­ cia, pero no puede desconocerse que otras ciencias no estrictamente interna-
les, que la diplomacia no es capaz de proporcionar 71• A ello no es ajena la . cionales han contribuido igualmente a su génesis e incluso continúan, en algu­
nos casos, como tendremos ocasión de ver, desempeñando un papel relevante
principales entre toutes les puissances de I'Europe depuis la paix de Westphalie, op. cit., vol. 1,
68 GARDEÑ, Guillaume Laurent de, Histoire générale des traités de paix et autres transactions
en su actual desarrollo 1 • En concreto, la ciencia política y la sociología han
tenido también un papel destacado en esa génesis 2•
sances de I'Europe, 3 vols. , París, 1 833, vol. 1 , p. 1 y 2.
p LXXXI I, y Traité complet de diplomatie ou Theorie générale des relations exterieurs des puis­

69 BuLL, Hedley, op. cit., p. 317. En idéntico sentido vid. también: W1GHT, Martín, «Wes­
(
. 1 Quincy WR1GHT establece que «al menos ocho disciplinas derecho internacional, historia
tern Values in International Relations», en H. BUTIÉRF1ELD y M. W1GHT (eds.), Diplomatic Jn­ d�plomática, ciencia militar, política internacional, organización internacional, comercio interna­
vestigations, op. cit., p. 92. c�o�al, gobierno colonial y diplomacia) han contribuido a su desarrollo». Son las que denomina
70 Para una crítica de la diplomacia en cuanto ciencia que pueda llevar a una teoría de la so­ _
d1sc1phnas raíces (The Study of lnternational Relations, Nueva York, 1955, p. 33). La afirmación

1955, p. 1 65 .
ciedad internacional, vid.: WR1GHT, Quincy, The Study of Jnternational Relations, Nueva York, de WRJGHT, independientemente de lo acertado de su enumeración, nos pone de manifiesto que,
.
71 Vid.: WR1GHT, Quincy, op. cit., p. 27; VELLAS, Pierre, Relations Internationales, 1. Me­
en última instancia, no cabe reducir sólo a las consideradas por nosotros la indagación en torno
a la génesis de las relaciones internacionales.
thodologie. Les Agents des Relations Internationales, París, 1974, p. 16. 2 Roberto MESA, por ejemplo, ha puesto perfectamente de manifiesto el papel desempeilado
f>U INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 61

Hemos sefialado que toda ciel).cia responde a una problemática concreta Con todo no faltan los autores que, dada la ausencia d e u n objeto d e estudio y
que se presenta a los ojos del estudioso y a la toma de conciencia de la necesi­ de una metodología comúnmente· aceptada, como se pone de manifiesto por
dad de explicarla, que lleva a teorizar sobre la misma. La existencia de una los debates teórico-metodológicos que todavía caracterizan las relaciones in­
disciplina científica, o mejor, de una ciencia, supone, por otro lado, más que ternacionales, no dudan en sefialar que nuestra disciplina se encuentra en esta­
la simple existencia de escritos o aportaciones esporádicas sobre un tema; exi­ do precientífico.
ge una actividad desarrollada por una comunidad de estudiosos que estable­ _Sin entrar en esta polémica, sobre la que volveremos al estudiar las concep­
cen una serie de premisas básicas sobre la materia objeto de estudio. Incluso ciones teóricas, y partiendo de la existencia actual de una ciencia de las rela­
puede decirse, siguiendo a PIAGET, que «una cosa es la reflexión, continuada ciones internacionales, lo que nos interesa resaltar es que el inicio de nuestra
o episódica; y otra muy distinta es la constitución de una ciencia propiamente ciencia se produce en el siglo XX . Su desarrollo, como dice TRUYOL, no hace
dicha, con inventario y delimitación de problemas, y con determinación y per­ sino reflejar en un ámbito determinado, aunque con especial relieve, la tardía
feccionamiento de métodos» 3• En este sentido considera que el paso de una aparición de una ciencia de la realidad social: «La preocupación científica de
disciplina del estado precientífico hacia un saber científico se realiza en fun­ las relaciones internacionales, aparece, de esta suerte, como un aspecto del mo­
ción de los factores siguientes: 1) La sistematización de los conocimientos ad­ vimiento intelectual que en los siglos XIX y xx ha dado lugar a la paulatina
quiridos y el distanciamiento Ct)n respecto al punto de vista propio, dominante elaboración y sistematización de una teoría científica de las relaciones
sociales» 7•
,
al principio. 2) La tendencia histórica o genética, de acuerdo con la cual el co­
nocimiento es producto de una historia. 3) La influencia determinante ejerci­ " Los cambios estructurales experimentados por la sociedad internacional,
da por las ciencias de la naturaleza. 4) La tendencia a la delimitación de pro­ a consecuencia del desarrollo tecnológico e industrial, la influencia creciente
blemas, con las exigencias metodológicas que esto lleva consigo. 5) La elec­ que en las relaciones internacionales tienen los movimientos sociales y políti­
ción de métodos de análisis y verificación 4• Es, pues, evidente que la mayor cos; la heterogeneidad de la sociedad internacional a partir de la revolución
parte de las ciencias modernas del hombre se han desarrollado de manera autó­ bolchevique, los horrores de la Primera Guerra Mundial y el deseo de instau­
noma a partir del momento que han adoptado un enfoque empírico, es decir, rar un orden de paz y seguridad, la responsabilidad que en ese mundo cam­
un enfoque fundado en la observación y experimentación. Este enfoque, en biante y complej o recae sobre las grandes potencias, la toma de conciencia del
palabras de PIAGET, se caracteriza por el intento de «establecer "leyes" en el papel que juegan los factores ideológicos, económicos y sociales y del prota­
sentido, algunas veces, de relaciones cuantitativas relativamente constantes y gonismo internacional de otros actores distintos de los Estados, el hecho del
expresables en forma de funciones matemáticas, pero también en el sentido desarrollo cada vez más intenso de la cooperación entre los Estados, conse­
de hechos generales o de relaciones ordinales, de análisis estructurales, etc. , cuencia de la creciente interdependencia entre los mismos, la acentuación de
traduciéndose por medio del lenguaje ordinario o d e u n lenguaj e más o menos la interrelación entre la política interna de los Estados y su política exterior,
formalizado (lógico, etc.) 5 ». los problemas vitales a que se enfrenta la humanidad, y la preocupación cien­
Se entiende, pues, que la ciencia de las relaciones internacionales se desa­ tífica que origina la elaboración de una teoría de la sociedad, son algunos de
rrolle como tal en el siglo xx, iniciándose a partir de la Primera Guerra Mun­ los factores que contribuyen a generar la necesidad de individualizar el estudio
dial, si bien sólo después de la Segunda Guerra Mundial puede decirse que al­ de las relaciones internacionales y de desarrollar una disciplina que se ocupe
canza el estatus sefialado por PIAGET. En esta línea, HOFFMr\NN afirmará que de la sociedad internacional en cuanto tal. ·En definitiva, la incapacidad de las
la teoría empírica de las relaciones internacionales por oposición a la teoría disciplinas tradicionales para dar cuenta adecuadamente de tales transforma­
filosófica no ha comenzado sino después de la Segunda Guerra Mundial 6• ciones. y de la propia sociedad internacional, en unos casos, y la perspectiva
parcial o sectorial de las mismas respecto de la sociedad internacional, en otros,
por la sociología en los siglos XIX y xx. a través del estudio de las aportaciones de Emile DuRK­
HEJM, Max WEBER y J . A. ScHUMPETER, en la, aparición de las relaciones internacionales (Teoría unido al desarrollo de la ciencia política y de la sociología, que tratan de dar
y práctica de relaciones internacionales, 2. ed., Madrid, 1980, p. 48-57). Vid. también para los
a
respuesta a los nuevos problemas en el seno de las sociedades estatales, irán ha­
primeros pasos de las relaciones internacionales como disciplina científica, a partir de la Primera
Guerra Mundial: ARENAL, Celestino del, «La génesis de las relaciones internacionales como dis­ ciendo patente la necesidad de una nueva disciplina que aborde globalmente
ciplina científica», Revista de J:;'studios Internacionales, vol. 2 (1981), p. 881-892. la problemática internacional.
3 PJAGET, Jean, «La situation des sciences .de l'homme dans le systeme des sciences», en Ten­
Sin embargo, lo tardío del desarrollo de las relaciones internacionales co­
dances principales de la recherche dans les sciences sociales et humaines, Portie I: Sciencies socia­
les, París/La Haya, UNESCO, 1 970; versión castellana: «La situación de las ciencias del hombre mo disciplina científica, frente a los factores que están en su origen, se explica
dentro del sistema de las ciencias», en Tendencias de la investigación en las ciencias sociales, Ma­ por varias razones. En primer lugar, la concepción que hacía del Estado la cla-
drid, 1 973, p. 53 y 54.
4 PJAGET, Jean, ibfdem, p. 53-63. 7 TR_l1YOL, Antonio, La teoría de las relaciones internacionales como sociologfa (Introducción
5 PJAGET, Jean, ibfdem, p. 46. a� e�tud10 de la_s relaciones i'!ternacionales), 2 . a ed. revisada y aumentada. Reimpresión con una
6 HoFFMANN, Stanley, «Théorie et Relations Internationales», Revue Fran�aise de Science Po­ bibhografm _ adJcJO al, Madnd, 1973, p. 19. En igual sentido: BRAILLARD, Philippe, Theories des
litique, vol. 1 1 (1961), p. 413 y 414. En igual sentido: REYNOLDS, Charles, Theory and Explana­ �
_
Relat10ns Internat10nales, París, 1977, p. 1 8 .
/ion in International Politics, Londres, 1 973, p. 6.
62 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 63

ve y el punto de referencia de todo análisis de la realidad internacional se ha teamiento la obra colectiva que con el título de An lntroduction to the Study
mantenido en términos generales hasta fecha relativamente reciente. En este oj lnternational Relations se publica en . 1 9 1 6 1 2 •
sentido, el dominio del paradigma del Estado ha actuado como una rémora A partir de la Primera Guerra Mundial el interés por las relaciones interna­
en el desarrollo de las relaciones internacionales como disciplina científica 8 • cionales se acrecienta enormemente. Además de la creación de las primeras cá­
En segundo lugar, el protagonismo académico y científico de la historia diplo­ tedras en Estados Unidos y el Reino Unido, inmediatamente después de la gue­
mática y el derecho internacional, en los países en los que estas disciplinas po­ rra, en 1 91 9, durante la Conferencia de Paz de París, se constituyen dos im­
minaban el estudio de los fenómenos internacionales, difícilmente podría po­ portantes instituciones dedicadas a la investigación y estudio de la problemáti­
nerse en entredicho a no ser que el propio sistema internacional al que respon­ ca internacional, el Royal lnstitute oj lnternational Ajjairs, de Londres, y el
dían entrase en crisis. Esto sólo se hace suficientemente patente en la Primera Council on Foreign Relations, de Nueva York 13• La década de los veinte cono­
Guerra Mundial. En tercer lugar, el interés de la opinión pública por los asun­ cerá, por otro lado, un gran desarrollo en la publicación de obras sobre relacio­
tos internacionales era con anterioridad a 1 9 1 4 muy escaso, debido, por un nes internacionales, prueba del interés que despiertan los temas internacionales.
lado, al tradicional secreto y elitismo con que los gobernantes habían tratado .;1 En cuanto a los primeros estudiosos y docentes que se dedican a las rela­
desde antiguo las cuestiones internacionales, y por otro, a que la democracia ciones internacionales proceden,· como señala MODELSKI, de muy distintos cam­
representativa sólo egtaba en ra mayoría de los Estados europeos en sus ini­ pos académicos y tienen muy diferentes formaciones profesionales, pero es so­
cios. Sólo después de la guerra la opinión pública jugará un papel relevante bre todo del campo del derecho internacional, de la historia, del gobierno y
en los temas internacionales, contribuyendo al desarrollo de las relaciones in­ del servicio diplomático de donde proceden 14•
ternacionales como disciplina científica. Finalmente, y en directa relación con "'· En este contexto es la Sociedad de las Naciones y su proyecto de sociedad
los anteriores, sólo con el estallido de la Primera Guerra Mundial se tomará in.ternacional la que, al menos en la década de los veinte, actúa como el ele­
conciencia del fracaso de la diplomacia tradicional, característica del sistema . mento más determinante del desarrollo de los estudios internacionales. Se ex­
europeo de Estados, poniéndose de manifiesto la necesidad de una nueva aproxi­ plica, así, . que la dimensión jurídico-internacional continúe todavía pesando
mación a los asuntos internacionales, sobre todo en los Estados Unidos que fuertemente en los primeros pasos de las relaciones internacionales 1 5 •
se elevaba a la categoría de gran potencia. CARR resume perfectamente las dos E n consecuencia, las dos perspectivas dominantes e n los estudios interna­
últimas razones señaladas cuando afirma que es la agitación que se produce cionales de los años veinte son, de un lado, un enfoque predominantemente
en los países de habla inglesa contra los tratados secretos, que se consideran descriptivo de los acontecimientos internacionales de la época, en el que la his­
una de las causas de la guerra, lo que populariza el interés por las relaciones toria diplomática sigue desempeñando un papel importante, y de otro, un en­
internacionales, concluyendo que ello «anunciaba el nacimiento de una nueva foque normativo, en el que pesa fuertemente el derecho internacional. De esta
ciencia» 9• En definitiva, ese tardío desarrollo de las relaciones internaciona­ forma, los cursos que empiezan a multiplicarse en las universidades norteame­
les está en función de lo tardío de la toma de conciencia del proceso de cambio ricanas, son principalmente cursos que versan sobre los acontecimientos de la
acelerado que experimenta la sociedad internacional desde principios del siglo XIX. época y cursos sobre cuestiones jurídico-internacionales y de organización in­
Así pues, es a principios del siglo xx cuando aparecen con fuerza los prime­ ternacional, si bien se les tiende a dar un sentido político que desborda amplia­
ros indicios del inicio de las relaciones internacionales como disciplina científi­ mente el campo estrictamente jurídico. Lo que caracteriza a estos estudios, co­
ca. A nivel de instituciones, cuyo objetivo es la paz internacional y que se in­ mo establece THOMPSON, es, primero, que están dominados por un sentido de
sertan en la.línea científica que llevará a las relaciones internacional�s, hay que ilimitado optimismo; segundo, que la investigación y el interés académico está
mencionar, antes de la Primera Guerra Mundial, el establecimiento de la Car­ concentrado en la esfera del derecho internacional y de la organización inter-
negie Endowment jor International Peace y de la World Peace Foundation,
. l2 ÜRANT, A. J . ; HUGHES, l . D. l . ; GREENWOOD, A.; KERR. P. H. y URQUHART, F. F . , An 1n­
de Boston, que inician publicaciones sobre cuestiones internacionales 10 • A ni­
troductton io the Study of lnternational Relations, Londres, 1916. Esta obra contiene capítulos
vel de obras teóricas sobre relaciones internacionales hay. que destacar la pu­ �obre h1�toria diplomática desde 1 8 1 5 , sobre las causas de las guerras, las relaciones económicas
blicación en 1 91JO por Paul REINSCH de la obra World Politics, la primera pro­ mternac10nales, el derecho internacional, las relaciones entre países avanzados y atrasados, sobre
asuntos internacionales en general y sobre el desarrollo de la libertad, todo ello tratando de reali­
piamente de relaciones internacionales 1 1 • Particular interés titme por su plan- zar una síntesis sugestiva. .
13 Vid. : TOYNBEE, Arnold, «The Study of Contemporary History: Founding of the First Ins-
Vid.: MODE tSKI, George, Principies of Worl{i Politics, Nueva York, 1 972, p. 8 y 9; y VAs­
· .

u�utes» , en F. 0RREGO VJCUJ>IA (ed.), Los estudios internacionales en América Latina. Realiza­
Ciones Y desafíos, Santiago de Chile, 1980, p. 1 8-30, y TAYLOR, Trevor, «lntroduction: the Natu­
8
QUEZ, John A., The Power of Power Politics. A Critique, Londres, 1 983, p. 226.
9 CARR, Edward H . , The Twenty Years' Crisis, 1919-1939. An lntroduction ro the Study of
re ?f lnternational Relations», en T. TAYLOR (ed.), Approaches and Theory in lnternationa/ Re­
latJOns, Londres/Nueva York, 1978, p. 7 .
lnternational Relations, 2. • ed., Londres, 1 946, p. 2.
14 MODELSK I, George, op. cit., p. 3 .
10 Para el papel que juegan los distintos Institutos que se crean para el estudio de las relacio­
1 5 E l propio P�eámbulo del P�cto d e l a Sociedad d e las Naciones ponía d e manifiesto que el
nes internacionales en el nacimiento y desarrollo de nuestra disciplina, vid. : MATHISEN, Trygre,
proy�cto de la Soc1e�ad de l �s NaciOnes descansaba en una concepción en la que la estricta
Methodology in the Study of lnternational Relations, Oslo, 1 959, p. 1 7 1 - 176. obser­
vancia del derecho mternac10nal era la base de la paz y la seguridad.
1 1 REINSCH, Paul, World Politics, Nueva York, 1900.
64 INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 65

nacional, y tercero, que se manifiesta en ellos una clara tendencia a emitir jui­ Se explica también que el derecho internacional conozca el desarrollo de
cios morales en favor de todo desarrollo internacional 1 6 • una c0ncepción sociológica que trata de superar las insuficiencias de los plan­
Pero lo más interesante desde nuestro punto.de vista es que, además de los teamientos anteriores y que la historia diplomática inicie el camino de la histo­
cambios que se están produciendo en la enseñanza de los temas internaciona­ ria de las relaciones internacionales. Es decir, al mismo tiempo, por un lado,
les, empiezan a ser cada vez más frecuentes estudios en los que el énfasis resi­ se inician las relaciones internacionales como disciplina científica, y por otro,
de, sobre todo , en el análisis de las condiciones sociales, económicas, políti­ el derecho internacional y la historia diplomática conocen nuevas concepcio­
cas, ideológicas, etc . , subyacentes en los acontecimientos y problemas de la nes. Tal dinámica se produce en base a una misma realidad de la que es nece­
época, como forma de entender la evolución de las políticas exteriores de las sario dar cuenta adecuadamente, tanto desde una óptica global, que es la de
grandes potencias 17• El espíritu que anima la mayoría de esos estudios es la las relaciones internacionales, como desde las ópticas particulares propias de
idea de que el análisis de las relaciones internacionales debe hacer una cqntri­ las disciplinas tradicionales 1 8 • En ambos casos estamos ante una reacción que
bución directa a la paz y la seguridad. se manifiesta de distinta manera según el peso académico y científico que el
Como vemos, el sentido de los estudios internacionales experimenta en la derecho internacional y la historia diplomática tienen en los distintos países,
década de los veinte un cambio significativo. Ya no es sólo la perspectiva del así como el papel que en los mismos desempeña la ciencia política.
Estado la que domina, sino que a ella se superpone una perspectiva que parte Es, pues, en la década de los treinta cuando las relaciones internacionales
de la existencia de una sociedad internacional en la que los Estados están con­ se configuran como disciplina científica, si bien el camino que todavía les que­
denados a convivir y en la que existen unos intereses colectivos que satisfacer. da por recorrer es grande. En ello influyen poderosamente, además de los he­
El predominio de la corriente idealista en el estudio de las relaciones interna­ chos ya señalados, el desarrollo que conocen las ciencias sociales en general,
cionales ha facilitado indudablemente ese cambio. pero sobre todo la ciencia política, la sociología y la psicología 19•
Con todo, es en la década de los treinta cuando las relaciones internaciona­ La manifestación externa del desarrollo de las relaciones internacionales
·

les se afirman como disciplina científica, paralelamente al d.esarrollo de nue­ será el debate que desde finales de los años veinte opone a idealistas y realistas
vas concepciones en el campo de la historia diplomática y del derecho interna­ y que enfrenta dos visiones de la sociedad internacional y, en consecuencia,
cional. Si la Primera Guerra Mundial está en la base del inicio de la renova­ dos perspectivas de análisis . La concepción realista será, en definitiva, la que
ción de los estudios internacionales, la inestabilidad de la década de los treinta proporcione a las relaciones internacionales los rasgos definitorios de su ca­
y las conmociones económicas, políticas e ideológicas, internas e internaciona­ rácter autónomo frente al derecho internacional y la historia diplomática. Co­
les, que en ella se producen, acentuarán el proceso. El realismo político que mo señala HOLSTI, en esos años, muchos estudiosos se enfrentan con la orien­
empieza a caracterizar algunas de las más notables aportaciones en esa época, tación descriptiva, moralista y legalista de los años veinte y toman conciencia
reacción frente a lo que se considera el fracaso del idealismo que la Sociedad de que, junto a los tratados y organizaciones internacionales, objetivos tales
de las Naciones representa, certificará definitivamente la existencia de las rela­ como seguridad y expansión, procesos tales como comercio y diplomacia, y
ciones internacionales como disciplina científica. medios tales como propaganda y subversión, han de ser estudiados 20• El con­
De esta forma, a lo largo de los años veinte y treinta la concepción formal cepto de poder se transformará en la clave para entender y explicar las relacio­
y descriptiva en el estudio de la realidad internacional deja paso progresiva­ nes internacionales. Curiosamente es el concepto de poder, con lo que ello su­
mente a una concepción socio-política que abre un inmenso campo de indaga­ ponía de entronización del Estado en el centro de las relaciones internaciona­
ción, en el que va haciéndose patente la necesidad de contar con las aportacio­ les, el que da vida a las relaciones internacionales como disciplina científica.
nes de la economía, la geografía, la sociología, la ciencia política, etc. Las re­ Sin embargo, la idea de sociedad internacional no deja de estar presente, aun­
laciones internacionales empiezan, de esta manera, a adoptar un carácter ne­ que sea todavía tímidamente. El camino hacia las relaciones internacionales
tamente interdisciplinario. Se explica, así, la proliferación, sobre todo en los como teoría de la sociedad internacional no había más que empezado .
Estados Unidos, de estudios y cursos con denominaciones como «Política In­ La Segunda Guerra Mundial y la posguerra acentúan esta dinámica, afir-
ternacional», «Relaciones Internacionales», «Política Mundial», etc., que tratan
de integrar, sin una idea clara y definida todavía; los puntos de vista y los da­ 18 Antonio TRUYOL, refiriéndose al derecho internacional, señala que la reacción viene desde
dos puntos del horizonte científico. Nace, de un lado, en el seno de la misma ciencia jurídica y
tos, fragmentarios, aportados por otras disciplinas. de la filosofía del derecho, produciéndose en consecuencia dentro de la teoría misma del derecho
internacional. Pero la reacción tiene lugar igualmente en el seno de otras disciplinas científicas,
1 6 THOMPSON, Kenneth W ., «The Study of International Politics: A Survey of Trends and De­ en especial la ciencia política y la sociología. En el plano internacional esto se traduce en el desa­
velopments», The Review of Politics, vol. 14 ( 1 952), p. 433-443; reproducido en W. C. OLSON rrollo de las relaciones internacionales como disciplina científica («Genese et structure de la socié­
té international», Recueil des Cours de la Academie de Droit International de La Haya, vol. 96
( 1959-1), p. 558 y 559).
y F; A. SoNDERMANN (eds.), The Theory and Practice of International Relations, 2. ed., Engle­
a

wood Cliffs, N. J . , 1 966, p. 1 1 y 12.


17 HOLSTI, K . J . , lnternational Politics. A Framework for Analysis, 3 . ed., Englewood Cliffs,
a
19 Vid. : Fox, William T. R. y Fox. Annette B . , «The Teaching of International Relations in
lnternational Relations. A Comprehensive Survey, 2 . a ed., Nueva York, 198 1 , p. 4.
N. J . ; 1 977, p. 8, y DOUGHERTY, James E . y PFALTZGRAFF, Robert L . , Conlending Theories of the United States», World Politics, vol. 1 3 ( 1 961), p. 343.
20 HOLSTI , K. J . , op. cit., p. 8.


1
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO TEORIA Y DISCIPLINA 67
66
en gran medida sus limitaciones, sus problemas y su escasa virtualidad en su
mándose las relaciones internacionales como disciplina científica en los Esta­ versión hegemónica, para analizar adecuadamente la realidad internacional y
co­
dos Unidos y el ·Reino Unido e iniciándose su andadura en aquellos países, ofrecer vías de solución a Sl:IS problemas. Nos referimos al carácter de «ciencia
mo los de la Europa continenta l, que habían permaneci do de espaldas a la nueva
americana», «anglosajona», en el mejor de los casos, «occidental» con que
disciplina por razones más académicas- y formales que de fondo. En todo ca­ se presenta.
so, lá generalización de his relaciones internacionales como disciplina científi­
22
El hecho de que se haya hablado de «ciencia americana» responde al es­
ca es una realidad después de la Segunda Guerra Mundial. La indagación teó­ pectacular desarrollo, sin comparación con ningún otro país, que las relacio­
rica, por otro lado, conoce una ampliación considerable de su campo de ac­ nes internacionales han tenido en los Estados Unidos desde finales de la Primera ,
ción. Ampliación que no se debe sólo a la toma de conciencia de dimensiones Guerra Mundial. Casi todas las aportaciones que se han producido en nuestro
campo se puede decir que han tenido lugar en los Estados Unidos. Sólo el Rei­
ignoradas hasta entonces y a la aplicación de métodos y técnicas procedentes
no Unido admite alguna comparación con ese país. Existen por supuesto, co­
de otras ciencias, como veremos más adelante, sino también a la evolución de
mo veremos, excepciones importantes en este punto, algunas verdaderamente
las propias relaciones internacionales, especialmente, a la aparición, de las ar­ relevantes, pero ello no impide la rotundidad de nuestra afirmación.
mas nucleares y su impacto revolucionario en las consecuencias de la guerra, al Esta absoluta hegemonía se manifiesta tanto a nivel cuantitativo como cua­
desarrollo de las organizaciones internacionales gubernamentales y no guberna­ litativo, pudiendo afirmarse que todos los debates paradigmáticos y teórico­
mentales, a la bipolarización del sistema internacional, a la descolonización y na­ metodológicos han te�ido lugar exclusivamente en esos dos países, sobre to­
cimientos de nuevos Estados, a la creciente desigualdad entre países industriali­ do en los Estados Umdos. Ello ha hecho que el desarrollo y progreso de las
zados y países en vías de desarrollo; a la aparición de nuevos actores, sobre todo relaciones como ciencia haya sido también una cuestión casi exclusivamente
económicos, y a la interdependencia cada vez más acusada entre política inte­ americana, en directa relación con la propia problemática de la política exte­
2
rior y política exterior. rior de los Estados Unidos y en función de esos mismos intereses 3 , con todo
lo que este hecho ha podido suponer en la orientación paradigmática y teórico­
Esta generalización de las relaciones internacionales como disciplina cien­
metodológica de la ciencia de las relaciones internacionales .
tífica no supone, sin embargo, que estas hayan dejado de ser objeto de debate La participación, desde sus primeros pasos, del Reino Unido en el desarro­
entre los estudioso s, materializado tanto en la falta de aceptación de una teo­ llo de las relaciones internacionales como disciplina científica, aunque a un ni­
ría general, de un marco conceptual y metodológico, como en lo que a su con­ vel mucho más limitado que los Estados Unidos, y el hecho de que la existen­
tenido, delimitación y función se refiere, sino que, más bien, ha provocado cia de una lengua común a esos dos países -el inglés, que se ha transformado
su extensión. en la «lengua» de las relaciones internacionales como ciencia- haya permiti­
"En todo caso, y con independencia de las causas que subyacen debajo de do una comunicación científica fácil y fluida entre ambos y con otros países
estas controversias, a las que nos referiremos al estudiar las concepciones teó­ desarrollados de habla inglesa, ha llevado a algunos estudiosos a hablar de las
ricas de las relaciones internacionales, ello se debe, en parte, según se ha dedu­ relaciones internacionales como una « empresa anglosajona» • En este senti­
24

do, K. J. HOLSTI, después de un estudio de la producción científica en el cam­


cido en nuestra exposición y análisis, a que, como ha apuntado WRIGHT, «la
po de las relaciones internacionales en algunos países, ha señalado la existen­
disciplina de las relaciones internacionales se ha desarrollado sintéticamente
cia de un «condominio intelectual británico-americano», con clara «hegemo­
y esto ha militado contra su unidad. Otras disciplinas se han desarrollado a nía de los Estados Unidos» dentro del mismo s .
2

través del análisis y subdivisión de viejas disciplinas, como hizo la genética de Por otro lado, una comunidad científica, d e estudiosos participantes
la biología y la economía clásica de la filosofía moral. Estas disciplinas co­ en �na comunicación fluida y permanente, sólo existe en el ámbito anglo­
.
menzaron con una teoría y se desarrollaron desde una unidad inicial. En las �aJo? , co�o consecuencia de ese carácter monolingüístico, que ha hecho del
relaciones internacionales, por el contrario, el esfuerzo se ha tenido que cen­ mgles la lmgua franca con que se han configurado las relaciones internacio­
trar en sintetizar numerosas disciplinas tradicionales, cada una con un punto nales 26•
de vista especializado dentro de la unidad», que constituye la sociedad
21 •
internacional
2
� Clásica en este sentido es la llamada de atención que en 1956 realiza Alfred GROSSER
Jque, v�l. 6 (1956), PP 634-651]. Vid. también HOFFMANN, Stanley, «An American Sociai Science:
[�<L'etude des relations internationales, spécialité americaine?», Revue Fran�aise de Science Poli�
� . ·

nt �nat10nal RelatJons», Df!edalus, vol. 106 (1 977), pp. 4 1 -60.


B) ¿CIENCIA AMERICANA? ¿CIENCIA OCCIDENTAL? ¿CIENCIA UNIVERSAL?
�������.SMITH, Ste�e, «ParadlgJ?l DoJ?linance in International Relations: The Development of In­
al RelatJons as a Soc1al Sc1 ence», Journal of International Sudies, vol. 16 (1 987), pp.
El desarrollo de las relaciones internacionales hasta el presente, como teo­
ría y como ciencia, tiene una característica general, que unida al dominio del 1 24• KoRANY, �ahgat, «Avant-propos» al número especial «La crise des relations internatio­
na ��· Vers un bJlan», Etud_e �ntern�ti n�les, vol. 15 (1984), p. 687.
HOLSTI, K. J . , The D1v1dmg DJscJp!me. Hegemony and Diversity in Jnternational Theory'
paradigma tradicional, es decir, del paradigma del Estado y del poder, explica s_ �
B oston, 1 985, p. 1 03.
21 W 26 Vid. LAPONCE, J. A., «Language and Communication: The Rise of the Monolingual Sta-
RIGHT, Quincy, op. cit., p. 32.
, 1 , , ,, , , , , , 1 , , ,, , , .¡ , , ' ' · l< l l ,. r • • r· j J ' , J t i i i i� N \ • J ( J f\l \ l l ' � 1 1 ( ' ,( 1 1 ' 1 I N / \

v i d q, r r r t d l ( l q r r ¡ · l r r r 1 i 't J I I < H ' Í i l " I r ,'> r l ' l t i i ' I I I I I V;, 1 1 1 1 ¡ · r r r ¡ r • i p


.<'t i P d 1 1 1 1 pr ¡ I J I ' 1 1 1 1 1 1 1 1 · 1 1 o r , p r b a b l · ¡ n ' I I I C ck u n a
l • r r l o d o � ·t r N i l , m a rg i n a l d e l p r o­
p ; r '0 1 1 I i 1 1 · • r i H I , d (;S J l l l{� t k 1 ( 1 S '/' l l l l d n ( : u · r r n l\ll p 1 1 d i a l
: pcct
t
•.r

I JI el r · 1 1 Ó n 1 ' 1 1 t t a l
·

l l ; r l(;� 1.' 1 1 I n b 1 1 r eo r r un or nivel mundial De a


a po r l a · 1 0 1 1 S t: J r •eneral 1 1
d de ac

l a hege m o n í a 29.

·st u 1' r m a , · u
· rr111
1 1 1 u y I I U I I I n Jsas, p · •· e n a l • !'1 1 1 ·;1so v ·r< J a d · r a n nle
c a rác t er ele «cienc ia americ ana» o «cienc ia anglosajona» ha ido
l v n s pod ría y a pen :nitir: el p n e r e n t re comillas el a rú c t e r <<a m e r i a n o »
re e a t e ,
1 1 1 i n m en te unido a la afirma ción del paradi gma
realista como el paradigma
o « a r�� l osaj on» de est.a crencr a, lo que en ningún caso permit iría e. p ner en 1a

· nuc tra ciencia . Paradi gma que es el que mejor se adapta a los intereses
cuestron esa �egemon m amencana. _ Lo más que se podría afirmar es que hoy ónicas de una gran potenc ia y que, al ser el inspirador
_ _ a . piracio nes hegem
l �s relaciOnes mternacwnales son una «ciencia occidental» con hegemonía ame­ 1 e ·a «Cienci a americ ana», ha domin ado hasta
fecha reciente el campo de las
r · la cio n es interna cionale s.
ncana.
_Pero, incluso admitido el supuesto de que nos encontremos ante una «ciencia Se compr ende, en consecuencia, que en este contexto no sólo no hayan te­
occid.e� tal», �o podría ni siquiera afirmarse la existencia de una comunidad nido ningún peso las aportaciones de la Europa contin ental, sino igualm ente,
_
Cientifi �a occide �tal en el campo de las relaciones internacionales . y ello debi­ n mayor razón aún, dados sus plantea miento s mucha s veces alterna tivos,
do a la Ignorancia absolu � a que la comunidad anglosajona tiene de las aporta­ que no hayan tenido ningun a inciden cia, salvo en pequeñ a medid a en los últi­
_
Ciones de la E �rop ? contment� l y del resto de los países «occidentales», que mos años de la mano del paradi gma de la depend Lo mismo cabe decirque encia, las aporta ciones
no s � hacen en mgles y en mediOs anglosajones, y el carácter radicalmente asi­
metr . Ico y en una únic� dir cción, desde los Estados Unidos hacia la Europa han tenido lugar en los países en vías de desarr ollo.y de los Estados socialide s­
_
contmental

y los demas paises, que caracteriza el flujo de conocimientos en las aportaciones procedentes de la Unión Soviética ismo metodológico res­
tas, si bieri en este ,caso, al margen de un cierto mimet
el can:po de las relaciones internacionales dentro del mundo occidental. pecto de los Estado s Unidos, ha existido una indudable autoex clusión.
Mie�tras �n Euro l?a se siguen al día los avatares teórico-metodológicos de No tiene, pues, nada de extrañ o que, desde una posició n marxis ta crítica,
l �s relaciOnes mternacwnales en los Estados Unidos, en este país se ignora prác­ K RI PPENDO RFF haya podido califica r las relacio
nes interna cionale s, en su con­
tiCai_TI�nte to�o lo que se aporta a ese campo que no esté en inglés. Sólo en cepción domin ante, como ciencia «burgu esa», en cuanto produc to de un siste­
los �ltimos anos el mundo anglosajón ha empezado a darse cuenta de la «exis­ ma burgué s, y por ello, en su opinió n, incapa z no sólo de dar cumpli da cuenta
_
ten�Ia» de aportaciOnes en el c ? ntinente europeo y en otros países, en lengua
no I �glesa, 1� que no supone, sm embargo, su toma en consideración, debido de la realidad social a la que se enfrenta, sino igualmente de dar solució n a
a la Ignorancia de !enguas distintas del inglés, que en general caracteriza al es­ los problemas actuales del mundo 30. nes internacionales,
_ norteamencano. Esta atención hasta el momento se ha orientado prin­
t � dwso Esta limitac ión fundamental de la ciencia de las relaciolistas anglosajones e,
aunqu e ha empezado a ser objeto de crítica s por especia
Cipalmente hacia las aportaciones francesas 27 . incluso , norteamericanos 31 y se han dado ya los primer os pasos para su su­
Las relaciones internacionales como ciencia se han desarrollado así en un peració n, está todaví a lejos de solucio narse 32•
con!Yxto ab� olutamente �xclusivista y cerrado, más que por expres� vo'¡untad En suma, en el mejor de los casos, las relaciones internacionale s se presen­
?e los estudwsos anglo�aJo nes, por 1 ? decisiva dependencia que las relaciones tan como una ciencia occiden tal, típica de los Estado s desarro llados. Si a este
_ � ales como ciencia _ han temdo y tienen en relación con la propia po­ gma del Estado
I ?�ernacw
l �tica extenor de los Estados Umdos _ y por la ignorancia que esos estudiosos hecho unimos la hegemonía que en la misma tiene el paradi etnocé ntrico, ameri­
y del poder, compr enderemos el carácte r marcad amente
tienen de otras lengua� y _de _otros mundos científicos y culturales, producto cano u occidental, de nuestra discipl ina. De esta forma , las relacio nes interna ­
de una �ezcla de provmciamsmo y de imperialismo cultural y científico. En cionales se han desarrollado, por un lado, con una dinámi ca y con una pers­
este sent! do, K. J . �OLSTI, me�ced a su estudio de las aportaciones realizadas en pectiva absolu tamente nacional o, en el mejor de los casos, culturalmente li­
ocho paises , ha podido conclUir que el esquema de comunicación que se deriva mitada, sobre la base de comun idades cient íficas aislada s, y por otro, con un
de su estudio _ «es el de una bifurcación extrema entre el Centro (Gran Bretaña ve, se estudia , se interpre­
Y los Estados Umd � s) :Y las �eri ferias, aumentando la concentración, y, en el
_ marcado etnocentrismo, en cuanto que el mundo sseexclusi americanos
caso de muchos pmses, declmando el conocimiento mutuo» 28 . ta y se le ofrecen soluciones desde plantea miento vamen te
u occidentales.
. No e_n balde,como como es c�noci?o, la génesis y desarrollo de las relaciones
mtern?cwnales _ tphna
�: hsc _ Científic? . van íntimamente unidos a la idea y
_ _ � acwn d� � u carácter científico se produ­ an Approaches in l nternati onal Re­
la reahd�d de gran potencia, y la afm K R IPPENDO RFF, Ekkeha rt, «The Domina nce of Americ
29
vol. p.
lations» , Journal Studies, 208.
ce especralmente de la mano del reahsmo pohtico, que se impone definitiva­ of lnternat ional 16 ( 1 987),
ngen als Wissenschaft, Frankfu rt, 1 977;
como ciencia: Introducción, México , 1 98 5 , pp.
mente en los Est_ados Unidos y en el Reino Unido en el período de la segunda JO K R I PPENDOR FF, Ekkehar t, Internat ionale Beziehu
versión castella na: Las relaciones internacionales
posguerra mundi�l . Como ha señalado KRIPPENDORFF, cuando se discute el es­
_ _ ional Relation s: A M ultinatio nal Pers­
33-37.
tado de la diSCiplma de las relaciones internacionales, nos estamos ocupando J I GAREAU , Frederic k H . , «The Discipli ne of lnternat
, y HoLSTI, K. J . , op. cit . , y «Along the
pective» , Journal of Politics, vol . 43 ( 1 9 8 1 ) , pp. 779-802
, vol . 39 ( 1 984), pp. 337-366 , así como todo
Road to l nternati onal Theory» , International Journal
te», en C . CiOFFT- REVILLA, R. L . M E R R I T y D. A. ZI NNES (eds . ) , Communications and Interac­ el vol . del Journal of Jnterna tional Studies.
1 6 ( 1 987) que,
de K . J . HOLSTI, (The Dividing Discipline, op. cit.),
�; ? lobal Polil iCS, Beverly H r lls/ Londres, 1 987, p p . 202-205 . . 32 Sobresa le en este punto el trabajo
/ rd. LYONS, O . _ M . , «Expandmg the Study of lnternational Relations: The French Con-
tlo n
, por cuanto se reduce a estudiar , juntos a las aportac iones anglosajo­
aunque es todavía limitado
nectrons», World Polit1cs, vol . 35 ( 1 982), pp. 1 35 - 1 49, y HOLSTI ' K . J . , op. Cl·t. ,
. Sur e India, represen ta, sin embargo, un pa­
nas, las contribu ciones de Francia , Japón, Corea del
28 HOLSTI, K . J . , op. cit., p . 1 27 . 'o adelant e signific ativo).
' 1 11 11 1 1
1 \ ' , l; t 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 I N 1 1 t ; N ;\ t I I I N ¡\ 1 1 ;, 1 1 1 � 1 1 l l l • t 1 1\ 1 1\ /1
• • 1 1 1 1 1 1 1 1 '' 11 • 1 1 \ 1 1 • '
'• Y 1 1 1 :-,1 1 1 ' 1 I N /\

l '! l l ! i d.'i j Í l'l l t l t �·l l i ·, l r t 1 1 1 1 1 \1\ ' l � l d t d . t i l , ¡ , V t h t t1l J I l i 1 1 t l u l t t d 1 1 1 1 1 V · ¡ ¡.¡ t l v. , q t t ' l li ) t ' la qu en 'Ur pa, lo que trajo consigo el recurso instintivo a los
clotn í n a l>a
t k l'i t t i c i ú l l j ) l' i t t · i p i o I • I J . , : 1 1 1 · n r r t ·1 ., i ;, 1 1 1 l o � ,. · l u · i o t t o.;, i 1 1 1 . , , , , · l t t t t l ·s, ·� ¡ (, , ,
y ya experimentado s por una larga práctica en otras disci-
nl c · q u · p r • t t l ·s ·�l a · i · 1 1 · i : t . L 1 c ic 1 1 i t c J · l : t s r �¡_ , .
111 1 d S r� u n i l i a rc
l tasl :t a h r:1 n t á au c .
ha · t a h o y ,
más que p a r a accr a r a 1 p u e b l o s y < s t 1 s f'a · i l i t a r s u
.,,
l
l �t. l a s , mo l a p icología social, la estadística o la sociología 3 5 .
·ion
m u t u o conocimiento y progreso, ha servido para a l ej · rl o y l i v i l i rl s .
. . :t

omo L anterior, sin embargo, no debe hacernos olvidar que ese mayor desa­
h a señalado K O R A N Y , una de las primeras tareas y retos a que e en frentan
a
n·ollo de las relaciones internacionales en los Estados Unidos no supone que
hoy las relaciones internacionales es la de «desnacionalizam y «tmiver alizar»
. .
la contnbuc10nes realizadas en Europa, sin lugar a dudas mucho menos nu­

su campo de estudio y sus planteamientos científicos 33. mero � as, no hayan jugado un papel relevante en la consolidación y avance del
estudio de las relaciones internacionales, especialmente en las cuestiones bási­
cas de la disciplina. PALMER apunta, en estas línea, que «los estudiosos ame­
C) DESA R RO L LO POR PA I S E S ricanos han sido más .activos en el estudio de las relaciones internacionales que
.
los de otras naciOnalidades , pero las cuestiones básicas en el campo han sido
Desde esta perspectiva general se han de comprender las consideraciones tratadas más incisivamente y quizá de una forma más sofisticada por Jos no
concretas que siguen sobre el desarrollo de las relaciones internacionales en americanos» 36 •
los distintos países.
Acabamos de apuntar que la diSciplina de las relaciones internacionales J?ecí��os que la ap�rición de las relaciones internacionales como discipli­
no se ha desarrollado de forma idéntica en todos los países, ni en el tiempo �a cJe? tlfica r�sponde a la necesidad de aprehensión global de la compleja rea­
ni en la perspectiva de indagación teórica. Las diferencias, tanto desde el pun­ hdad mternac10nal. Estamos, pues, ante una reacción común de los estudiosos
to de vista de la implantación académica y del apoyo oficial, como desde el frente a las insuficiencias en este sentido de los enfoques tradicionales. Reac­
punto de vista teórico-metodológico, han sido y son notables entre los Estados ción que, sin embargo, se orienta por caminos diferentes en función de la pro­
pia situación científica y académica de cada país, concretándose, ya en el desa­
rrol� o d� la concepción sociológica e histórica del derecho internacional y de
Unidos y el Reino Unido, de un lado, y los países del continente europeo, de
otro. Pero no es esto lo único significativo, sino que además no faltan, sobre la h1stona de las relaciones internacionales, allí donde el predominio académi­
todo en la Europa continental, quienes todavía tratan de cerrar los ojos a la co del derecho y de la historia era una realidad, caso de la gran mayoría de
existencia de las relaciones internacionales como disciplina científica autóno­ los Estados europeos continentales, con lo que las relaciones internacionales
ma frente a las disciplinas tradicionales, en base, bien a la afirmación de que,
dadas las controversias que todavía dominan las relaciones internacionales, no sólo se desarrollan muy tardíamente en estos países, ya en el desarrollo de las
puede hablarse de la existencia de una auténtica disciplina científica, bien a relaciones internacionales como disciplina científica, allí donde la flexibilidad
la alegación de una pretendida superioridad jerárquica del derecho internacio­ académica y de los planes de estudio imperaba, caso de Gran Bretaña, o la
nal, que hace de las relaciones internacionales un instrumento de análisis al impronta de la ciencia política era predominante, caso de los Estados Unidos,
servicio de aquél. Razones históricas, culturales, académicas y políticas han lo que no impidió el desarrollo paralelo en esos países de las nuevas concepcio­
determinado que las relaciones internacionales hayan progresado en muy dis­ nes en el campo del derecho internacional y la historia diplomática.
tinta medida y de muy distinta manera según los países. Nuestro estudio del desarrollo y características de las relaciones internacio­
Como ha señalado HOFFMANN, es normal que las relaciones internaciona­ nales como disciplina científica no estaría, pues, completo si no procediése­
les como disciplina científica se desarrollen, sobre todo y primero, en aquellos mos a hacer una breve exposición de las diferencias existentes en el desarrollo
países en los que la impronta de la historia y el derecho era menos fuerte, dado de nuestra disciplina en los principales países. Esta exposición servirá, por otro
que la ciencia política había alcanzado desde hacía tiempo autonomía lado, para enmarcar, tanto teórica como metodológicamente, las principales
universitaria 3\ mientras que su desarrollo ha sido más-tardío o menos espec­ concepciones de las relaciones internacionales, dándonos algunas de las claves
tacular en aquellos países en los que estas disciplinas eran académicamente he­ para comprender el fundamento de las mismas.
gemónicas. MERLE, en línea parecida, si bien refiriéndose sobre todo al cien­ En los Estados Unidos el interés por el estudio de las relaciones i �ternacio­
nales fue impulsado principalmente, en sus orígenes, por el movimiento paci­
fista que se desarrolla en el siglo x r x . La consecuencia fue que en el plano aca-
tifismo que pretende caracterizar buena parte de las aportaciones, señala que
el temprano desarrollo de la ciencia de las relaciones internacionales en los Es­
tados Unidos es imputable a la falta de una tradición intelectual comparable
3 5 MEHL E, M rcel, Sociologie des relations internationales, 2 . a ed . , París, 1 976; versión cas­
de las relaciones internacionales, trad. de R. Mesa, Madrid , 1978, p. 97. En
33

KORAN Y , Bahga l , op. cil . , p. 6 8 7 .
.
sentido parecido: TRUYOL, Antomo, La teon'a de las relaciones internacionales como sociologia
tellana: Socwlogw

3 4 HOFFM A N N , S ta n l e y H . , «Theorie e t Relat ions l nternationales>>, op. cit . , p. 414. op. cll., p. 59, y M ESA, Roberto, op. cit., p. 1 36.
L.,
En i g u a l '
36 P A L M E R , Norman D . , <dnternational R el a t i on s Research : An Assessment
Science Politique Conternporaine, Conrributión a la recherche, la mérhode el l 'enseignem nr, Pa­
senttdo: ScH U M A N , Fredenck « L ' etudc d e s relations internationales aux-E! ats- U n i s >> en La
;
1 950, p . 593 .
of Progress and

rhods and Relevance, Filadelfia, 1 970, p. 275.


_Relevance», en N . D . PALMER (ed .), A Des1gn jor lnternational Relations Research ·· Seope, Me_
ns, U N ESCO,
1 ' 1 \
1 \ ,' . 1 ' 1 1 t 11 >111 ·, I N 1 1 • 1' 1 ¡\ t 1 1 I N /\ 1 1 · , t 1 l�lt 1 1 1 • 1 > 1< 1 /\ \ l l l ,' : t 1 1 ' 1 I N /\

d t · I I I Í l'( ) ·1 '· 1 1 I 1 1 8 L� de r n l t · � t' l ' l d l 1 ,, ¡· 1 1 d t· i t l l l l( ' ! l i v t ' l l In < 1 Í I I I t.: 1 1 H i 6 1 J s la c i rc u n s t a n c i a de que en esto ú l l i m o s · u ­
el ·p I I I I I I ! I t: l l l < •� cit.: d ·r · e h , d •.1. n d o
j 1 1 d l i ·a
· N I I I ( I I q ,, ·

l o l ' l'i 1 1 1 · 1 1 1

: u l' 1 rt 1 l\ll u 1 1 d i : d ¡ · 1
c

'0 1 1 a n t T i o r· i d u d · s t 1 1 Ci i (le l u .� pn · s t < s el d e r internaciona l, salvo contadas excepciones , no es considera­


ho
i.nternaci nale- e i n se r l a , puc , en u n p l a n t a n d · l ·r u.no al cx i s­
'1 . 11 ·

' t i C'i l i o n c d m mal r i a bá ica en los programas de las Facultades de Derecho


42• Al-
uropa en esa misma época J s .
· f1

lullc n
1 arecido �ucederá con los cursos sobre organizació n internacion al, que se
Desde esta perspectiva pacifista, antes de la Primera Guerra Mundial, apa­ i n tegran también en los departamento s de ciencia política 43 •
recen, como ya hemos visto, una serie de instituciones, como l a Carnegie En­ La fluidez disciplinaria que tal planteamiento académico posibilita explica
dowmentfor Jnternational Peace y la World Peace Foundation, que contribu­ también la rapidez con que las relaciones internacionales se desarrollan como
yen a acrecentar el interés por las cuestiones internacionales. Sin embargo, ni disciplina científica frente a otras disciplinas más antiguas, así c<;>mo el papel
el derecho internacional ni la historia diplomática ni la organización interna­ clave que desde el primer momento desempeñarán' en el marco de los estudios
cional, nueva disciplina que empieza a configurarse, están en condiciones des­ internacion ales. Ello, además, vino favorecido por la prqpia evolución de la
pués de la guerra de hacer sombra al progresivo afianzamiento de las relacio­ sociedad internacional y de las sociedades estatales a partir de 1 930. que hizo
nes in ter nacionales como disciplina científica en las universidades norteameri­ del «poden> el concepto central del estudio de la ciencia política en las univer­
canas . sidades norteamericanas. Como apunta Fox, «el colocar el "poder" en vez
El asce� s? de los Estados 1} !li�os a la categoría de gran potencia, a pesar del "Estado" en el centro de la ciencia política hace más fácil considerar las
de la s amb1guedades de la poht1ca exterior de ese país entre 1 920 y 1 930, ac­ relaciones internacionales como una de las ciencias políticas» 44 .
tuara_ como un motor de la creciente atención que se presta a las relaciones De esta forma, la concepción realista que progresivamente se impone en
internacionales 39• De ahí, como ya hemos señalado, el carácter eminentemente
norteamericano de esta ciencia . los Estados Unidos, a partir de la década de los treinta, . y en la que el derecho·
En los Estados Unidos, al contrario de lo que sucede en Europa, el desa­ internacional quedaba en cierta medida supeditado a los int�r;eses nacionales, .
rrollo de las relaciones internaciOnales irá íntimamente unido al de la ciencia. no hace sino afirmar la situación ya existente, edgiendo a las relaciones inter­
política. SCHUMAN afirmará en este sentido: «La expansión de la ciencia po­ nacionales en la disciplina por antonoma¡¡ia de la sociedad internacional. Las
lítica en los Estados Unidos ha permitido a los especialistas, después de haber responsabilidades internacionales que los Estados Unidos asumen después de
logrado liberarse poco a poco de la tutela de los historiador es, de los juristas la Segunda Guerra Mundial reforzarán aún más esa tendencia.
y de los economista s, apropiarse del dominio de los estudios internacio.nales, En definitiva, ni el derecho internacional ni ·l a historia diplomática estaban
a lo largo del período entre las dos guerras» 40 • De esta forma, el auge de las en condiciones en ese país de dificultar el desarrollo de las relaciones interna­
r�lacion �s internacionales en este país es un aspecto del auge de la ciencia polí­ cionales como disciplina científica. El papel hegemónico que la ciencia políti­
tica, debido, entre otras razones, a la peculiar evolución de la Facultad de De­ ca tiene en las universidades norteamericanas marcará, en consecuencia, deci­
recho, con su acentuación de los case Law y su casi total descuido del derecho sivamente no sólo la caracterización y sentido con que los especialistas nortea­
público descriptivo y comparado, y a la escasa atención que se presta a la filo­ mericanos configuran las relaciones internacionales, sino igualmente la propia
sofía del derecho por parte de los j uristas norteamericanos, lo que ha traído evolución de nuestra disciplina , que seguirá fielmente los avatares teórico­
consigo que la ciencia política llene en parte la función que en Europa se as·i g­ metodológicos de la ciencia política.
na a la filosofía jurídica y la historia 4 1 . Se explica, así, el predominio que a partir de los años cincuenta adquiere
. Se explica, así, que los estudios de derecho internacional hayan encontra­ en los Estados Unidos, lo que se ha denominado el enfoque científico, de la
do su principal sede más en los departamentos de ciencia política que en los mano de la perspectiva behaviorista, hasta el punto de caracterizar genérica­
mente las aportaciones norteamericanas en el campo de las relaciones interna­
3 7 Fox, William T . R., « l n terwar International Relations Research: The American Experien­
ce>>, World Po/itics, vol. 2 ( 1 949), p. 68.
cionales 45.
3 8 Frederick L. SCHUMAN seña�a a este respecto que tales estudios
J USTE Ru 1 z, José, « U n nuevo mundo en la enseñanza del Derecho: Impresiones d e un in­
en los Estados Unidos se
re�hza � � n prrnc1palmen te en relacron a tres campos académicos: el derecho, la historia y la 42
econo­
m la (L etude de� relat1ons mternatronales aux Etats-Unis>>, op. cit., p. 593 y 594). Para una
nal, vol . 30 ( 1 977) , p. 406 y 407 .
ternacionalista en l a Facultad de Derecho de Berkeley>>, Revista Española de Derecho lntt!rnacio­
43
am­
pha cons1derac1o n de la atenc;1ón que estas y otras disciplinas prestaban al estudio de las cuestio­
nes mternacro�al es, v1d : FURNISS, Edgar S . , «Theory and Practice in the Teaching of Internatio­ WARE, Edith E. (ed.), The Study oj International Relations in the United States. Survey
jor 1934, Nueva York, 1 934, p. 1 99 y 200.
:
nal Relatrons m the Unrted States>>, en G . L . GoODWIN (ed . ) , The University Teaching oj fnter­
natiOnal Re/at10ns, Oxford/París, 1 95 1 , p. 94-98. Fox, William T. R . y Fox, Annette B . , «The Teaching of International Relations . . . >> , op.
44
. 39 Co':lo ha señalado Roberto MESA, el progreso de las relaciones internacionales como disci­ cit. p. 344. Vid . también: TRUYOL, Antonio, op. cit., p . 42.
'
plina c1ent1f1ca va unrdo al desarrollo del poder político exterior, es decir, que han sido las grandes 45En 1 966, Hedley BULL afirmaba: «En los Estados Unidos en los últim � s díez años el enfo­
las relac i O­
do Y propiciado el desarrollo de esta disciplina (op. cit. , p . 1 62).
potencias �as que, preci samente por su papel hegemónico en la arena internacional, han impulsa­ que científico ha progresado de cubrir una pequeña parcela en el estudro academ1co de
o en la
nes internaciona les hasta una posición tal que es posible afirmar que se ha transformad
l Theory. The Case for a Classical Approach>> ,
en K . KNORR y J . N . RosEN AU (eds . ) , Con lending Approaches to Internat10nal Pollflcs,
40 SCHUMAN, Frederick L . , op. cit. , p . 593 . metodología ortodoxa en el campo» ( « lnternationa
4 1 FRIEDRICH, C. J . , «Grundsatzliches zur Geschichte der Wissenschajj van der Politik>>' . Pnnce­
Zeitsch. f. Politik, I ( 1 954), p. 332 (cit. por TRUYOL, Antonio, op. cit., p. 23 y 24). ton, 1 969, p. 22) .
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1 ' \'l o I n I H ) I t l d · l n i Sl': t l l l l l l l l l t :r 1 1 1 t d de� I J J O I I , , . ¡ , . •'1· 1 •· · 1 1 l nq u c 1 1 0 ha � l a


1 1 1 · 1·j ¡� d · · o 1 1 · i c.: 1 1 · i a del mocl c l
·o 1 1 r · t 'c r i r sc s i 1 1 1 p
a

e n 1 · 1 1 1 · a l o s a V ; I I 1 11 ' - � d · I n l: Íl' 1 1 <.: i , p t • l l i · • , 1 1 , ! J "


· - � i -r i O ,
de cicdad t ec n o l óg i co - i o d u t r i a l q u e ca­
t ' r iz.n b a a 1 s s t a d os U
l nidos . Proceso que se inicia en los años sesenta con
. ' e c.1 1 ' l l l' l l l l' tl (' 1 1 I MI · n r n "tcrist icas 1 fraca ·o d e l programa Kennedy-Johnson de reforma social y se prolonga con
' r•
s i n o q ue l a causa ú l t i m a e s m á s p r o f u n d a

1 empant.anamiento de la guerra de Vietnam, que pone en entredicho los pre­


propios Estados Unidos y los
c u l t u ra l es de l o s en f::� · t o rcs .sit u a c i o n a lcs d e la
comunidad académica de ese país . upuestos de la actuación de los Estados Unidos en el mundo, y el asunto Wa-
La necesidad de una «ciencia» de las relaciones internacionales se sintió t ergate que hace despertar a los americanos del sueño de la sociedad tecnológi­
fuerteme nte por los políticos de los Estados Unidos, a partir de la Segunda ca y moral 49 • En un plano estrictamente universitario esa situación de crisis
Guerra Mundial . Con el fin de la guerra, el estudio de las relacione s interna­ m a ni fiesta a consecuencia de las implicaciones políticas y militares del pro­
cionales aparecía no sólo como un ejercicio académic o, sino también como al­ yecto Camelot, y de otros proyectos del Gobierno 9 ue _ rradicio_nalmente ha­
go vital para los Estados Unidos. Su abandon o de la política aislacionista y bían servido para financiar el desarrollo de los estudiOs mternacwnales . Aho­
su implicación a nivel hegemónico en todas las cuestione s mundiale s traía con­ ra el mundo académico empieza a mirar con recelo tales proyectos Y los fon­
sigo la imperios a necesidad de crear y formar, tanto a nivel militar y civil, co­ dos que conllevan , influyendo ello en la orientación de la investigación sobre
mo a nivel económi co y comercia l, los cuadros necesarios para asumir con éxi­ las relaciones internacionales 50.
to esas responsabilidades a nivel jnternacional 46• MORGENTHA U refleja per­ El resultado será la reorientación del enfoque científico, que pasa a dar en-
fectamente este hecho: «Puesto que en este mundo los Estados Unidos tienen trada a un inundo �e valores que se había pretendido ignorar, en aras de una
una posición preemine nte de poder, y por consiguiente una responsabilidad pretendida objetividad y asepsia ideológica, y que empieza a prestar cada vez
principal ísima, ta compren sión de las fuerzas que moldean la política interna­ más atención a la sociedad internacional en cuanto tal, a la sociedad mundial,
cional, y de los factores que determin an su curso, es mucho más que una sim­ en expresión de los propios estudiosos, y a los problemas que en ella se
ple ocupación intelectual para los Estados Unidos. Ha veni do a ser una necesi­ plantean.
dad vital» 47• Sin embargo, desde finales de los años setenta, en concordancia con la po­
Ello trajo consigo que los políticos acudiesen al mundo académico, pro­ lítica neohegemónica que emprenden los Estados Unidos y con el nuevo chma
porcionando a éste importantes fondos económi cos en orden a investiga r Jos de guerra fría que se genera a nivel de relaciones Este-Oeste, �1 � ealismo, con
principios fundamentales que inspiraban las relaciones internacionales. Se pro­ un nuevo ropaje teórico-metodológico que llevará a los espectahstas a hablar
de neorrealismo , volverá a transformarse en el punto de referencia central de
duce, así, una especie de simbiosis entre el mundo académico y la administ ra­ las relaciones internacionales en este país.
ción, que abrirá amplias posibilidades de investigaci ón. En primer Jugar, se El desarrollo del estudio de las relaciones internacionales en los Estados
trató de aplicar la metodología propia de las ciencias naturales, con la aspira­ Unidos ha sido y es de una tal magnitud que no cabe la comparación con nin­
ción de poder llegar a controlar las relaciones internacionales. En segundo lu­ gún otro país 51 .
gar, siguiendo los adelantos tecnológicos obtenidos en el campo de las compu­ Junto a los Estados Unidos, el otro país en el que las relaciones internacio­
tadoras, la cibernétic a se transform ó en instrumen to del estudio de la sociedad nales han conocido un mayor desarrollo ha sido el Reino Unido. Razones cultu­
internaci onal. En tercer lugar, se procuró adaptar las técnicas utilizadas en los rales y situacionales del propio Reino Unido como gran potencia y del mundo
análisis económicos a la conducción de la política internacional 48• Todo se académico inglés explican igualmente ese desarrollo, así como las característi­
orientab a a tratar de hacer de las relaciones internacionales una ciencia en cas propias del mismo frente a los Estados Unidos 52 .
el sentido más estricto del término, es decir, a hacer de las relaciones interna­
cionales un medio para compren der, controlar y predecir los asuntos interna­ 49GEORGE, Stephen, op. cit . , p. 2 1 0 y 2 1 1 . V i d . también: EASTO N , David, «The New Revolu­
cionales, desde la perspectiva de los Estados Unidos. tion in Political Science>,, The A merican Politica/ Science Review, vol . 63 ( 1 969), p . 1 .053 .
50 RosENAU, James N . <<lnternational Studies in the U nited States: Sorne Problems and l s­
sues for the 1 970s», The Year Book oj World Affairs, vol . 27 ( 1 973), p. 40 1 Y 402, 4 1 0 Y 4 1 1 .
Posterior mente, en la segunda mitad de la década de los sesenta, se va a
iniciar una reorientación de ese enfoque científico y de su orientación prácti­ _
Para una exposición y crítica del proyecto Camelot, v id . : HoROwiTZ, Irving Loms, The R1se and
ca. En ello va a influir igualmente toda una serie de circunstancias culturales Fa/1 of Project Camelo!: Studies in the Relationship Between Social Science and Pracltcal Po/t-
ries, Cambridge, Mass, 1 967.
y situacionales. G EORGE señala como causas de la reacción posbehaviorista, 5 1 Anualmente se imparten en los Estados Unidos más de 2 . 000 cursos de mtroduccwn a las
. ..
relaciones internacionales, sin contar, por supuesto, los cursos sobre cuestiones específicas o espe­
cializadas. Para este y otros datos relevantes, vid . : RosEN A U, James N. y otros., «Üf Syllabi, Texts,
:� Vid . : SCHUMAN . Frederick L . , op. cit., p. 594; FURNISS, Edgar S . , op. cit. , p. 98 y 99.
Students and Scholarship in lnternational Relations: Sorne Date and lnterpretations on the State
of a Burgeoning Field», World Politics, vol. 29 ( 1 977), p. 263 - 34 1 . Vid. también: McCAUGH E Y ,
MORGEN TH A U , Hans J . , Po/tites_ among
Nat10ns. The Strugg/e for Power and Peace, Nue­
va York, 1 948, 3 . a ed . , 1 960; versión castellan a de la 3 . a ed Robert A., Jnternational Studies and Academic Enterprise: A Chapter in the Enclosure of A men-
. : La lucha por el poder y por la paz' ean Learning, Nueva York , 1 984 .
trad. de F. Cuevas Cancino , Buenos Aires, 1 963, p. 39.
Para el significado de las aportaciones británicas, vid. JoNES, Roy E . , «The Enghsh School
.
48 G E OR GE , Stephen, «Schools of Thought in l n ternational Relations», en M .
DoNELAN (ed . ) ,
52
of 1 nternational Relations: A case for Closure», Review oj International Studies, vol. 7 ( 1 98 1 ),
pp. 1 - 1 4, y SUGAN AM I , <<The Structure of l nstitutionalism: An Anatomy of British Mainstrea m
The Reason oj States. A Study i n International Political Theory, Londres, 1 978�
p . 207 y 208.
En sentido parecido: Buu. Hedley, op. cit., p. 37 . ,
l nternational Relations>>, International Relations, vol. 7 ( 1 983), pp. 2363-238 1 . Para una V1SJOn
I r \ ' • 1' 1 1 \< 1 < � 1'1 1 ', l r l l l l \ l l 1\ < l c > l l i\ 1 1 ' • c < > � l l l l l l l l \ 1 1\ \ p ¡ : .� I I ' I I N ¡\

1 ' 1 1 d l{ n l l l l 1 J 1 1 i d t � I n ,. < l i t t l' t n t t d \ ' I n • .


1 ¡ · l . t \ 1 1 1 1 1 1 ''• l l l l < ' t t t l t \ 1 \ 1 1 1 t
i ·� \'\ ! I I I U t l i H l a NO · i o ló¡·, i ·a , l l l i · n i 1 : 1 .� qu · s ó l l í t i a ha j uga l o
,

' l t C t t i.: I J i t : t ·� p1· · i o l \ d d 1 1• t t l l H i t· , ,• 1


o l l l (t s t u r d í a r1 1 C H L C la c i e n c i a p
b l ·1 1 ncpd . 1 1
l· i p l i l l l l ara d c n i Íca 1 1 1 1 11 poco

l en t o q u e en 1 IJ t u
tiii
1 1 Ll , . l ' ( · l v lo 1 1 1 . � i 1 1 t ·r · a n t e
Lksa r r o l l · i •rt pup 1 17 .
e má 1 s
a adém ic y c i e n t l fi c q 1 1 · p
Aliguál que en el caso de los E stados Unidos, la década de los treinta, ca-
lbilit a tal
para no otros es que el conte xto
clesa­ racterizada por el derrumbe del sistema ginebrino, marcará decisivamente la
rie n t ac i ó n y el desarrollo de los estudios internacionales5 8 •
n·o l lo no e el mismo que en los
Estad os Unido s, ciada la difere nte tradic ión
ia y el
intele ctual ele la unive rsidad ingles a, en la que la sociol ogía, histor
derecho se desar rollar on con carác ter autón omo, al marge n de lala cienci Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial,·el enfoque clásico, en el
tica . Nos encontramos, así, con la paradoja de que si en el Reino Unido , polí­ a entido que lo utiliza BULL, ha sido el dominante en el Reino Unido, diferen­
que en los Estados Unido s, las relaciones internacionales han conocido al igual ciándose en gran medida el desarrollo de las relaciones internacionales en este
portante desarrollo, las perspectivas que lo han orientado, desde el punto un im­ país respecto de lo ocurrido en los Estados Unidos. Como señala GEO �GE �1 ,

vista cientí fico, están mucho más cerca de las que han inspir ado la aparic de mundo político y académico inglés ha tenido siempre el sentido de una Identi­
Y evoluc ión científ ica de las relacio nes
ión dad propia frente a los Estados U nidos. La historia h � sido �1 vehícul� que
internacionales en la Europ a conti­ ha proporcionado este sentido de identidad, ya que el Rem� U rudo se .se�tl � su­
nenta l 5 3.
En concre to, en el Reino Unido , al igual que en el resto de Europ a, el dere­ perior a los Estados U nidos en tradición y experiencia. S1 en un pnnc1p10 se
cho internacional obtuvo reconocimiento académico bastante estudiaban la,s relaciones internacionales era porque existían departamentos de
cia polític a, pues mientras las primeras cátedras de derec ho antes que la cien­ relaciones internacionales o de política internacional, nacidos entre las dos gue­
crean en 1 85 9 y 1 866, las primeras de ciencia polític a sólo aparecenacion
intern al se rras mundiales a la sombra del idealismo que caracterizaba a la Sociedad de
Y 1 9 1 8 5 4 • Por s u parte , l a prime ra cátedr
en 1912 las Naciones pero la mayoría de los trabajos realizados en esos departamen-
tos hubiesen cabido perfectamente en los departamentos de htstona . p or
,
a de relaciones internacionales apa­ . . �
recerá en 1 9 1 9 55• En este mismo año, durante la Conferencia de paz
rís, se crea el Royal Institute of International Affairs, de Lond res 5 6 de Pa­ otro lado al contrario de lo sucedido en los Estados Unidos, ha existido una
El contexto es, pues, distin to al de los Estados Unid os. En el Reino . nítida se�aración entre el mundo académico y el mundo de la política, con lo
como señala GOODWIN, la mayor oposición a la.consideración de las Unid o que la indagación sobre las relaciones internacional�s ha sido fu.ndamen��lme��e
internaciona�es como disciplina científica no vino del derec�o internacion relacione� filosófica y sólo en ocasiones aisladas se han realizado estudws empmcos .
desde los pnme ros mom entos de desar rollo de las relaci ones intern al, que Este enfoque clásico ha continuado dominando gran parte de las aport �­
se diferenció claram ente de ésta, sino sobre todo del campo de la histor acionales ciones realizadas en el Reino Unido 6 1 , aunque la influencia de los Estados U m­
los historiadores fuero n los más reacios a aceptar la nueva discip lina ia. Así dos se ha dejado sentir, aceptándose por algunos autores los planteamientos
tendencia, sóbre todo despu és de la Prime ra Guerr a Mundial, a pre dada s� teórico-metodológicos en boga al otro lado del Atlántico .
ción a la descripción y explicación de los acontecimientos internacion ;tar aten­ Recientemente, sin embargo, y paralelamente a la reorientación experimen­
la época . Paral elame nte, ello explic a que las perspectivas domi nante ales de tada por las concepciones norteamericanas, se ha producido también una reo­
tudio de las relaciones internacionales en ese país hasta después de las en el es­ rientación de ese enfoque clásico dominante hacia los problemas más acucian­
Guerra Mund ial hayan sido, por un lado, y sobre todo, la histórica, Segunda tes de la humanidad. GEORGE apunta como causa de la misma los cambios
y por otro, internos experimentados por la sociedad británica y por el propio mundo aca­
démico así como los cambios que se han producido en la sociedad internacio­
compa rada de las aporta ciones nortea merica
nal Relaltons. Bnttsh and A merican
nas y británi cas, vid. SMITH , Steve (ed . ) , Jnterna
Perspeclives, Oxford /Nuev a York , 1985;
tio­ nal, qu� han afectado profundamente el papel que tradicionalmente ha juga-
Study of lnterna twnal Relallo ns 1 11 Great LYONS , Gene, «The
Bntam , World Politics, vol . 3 8 ( 1 986), pp.
626- 1 45 , y
do el Reino U nido en el mundo 62 •
HILL, Chnsto pher • «The Study of l nterna
tional Relatio ns in the United Kingdo m» ,
p p . 3 0 1 -308 .
.
lnternatwnal Studtes, vol . 1 6 ( 1 987), Journal oj
53 Vid . : BuLL, Hedley , « l nterna tional Theor Vid . : GOODWIN, Geoffrey L . , op. cit. p. 1 09-1 26; T H O M PSO N , David, <<Les études britan­
57
y. The Case for a Classical A pproac h» ' op.
p. 2 3 . cit. , niques consacrées aux relations internationales ( 1 9 1 8- 1 948)>>, en La sctence pollltque conlempo-
54 WIGHT , Martín , «Why is there no l n ternatio raine, op. cit. , p. 600-6 1 1 .
nal Theory ? , en H. BUTTER FIELD y M . WIGHT
(eds.), Dtplomaltc lnvesltgaltons. Essays in THOMPSON, David, op. cit. , p . 603 .
58
GEORGE, Stephen, op. cit., p . 208 Y 209.
!he Theory oj lnlernalional Politics Londre s
p. 19. 9
605
' ' 1 966 '
, .

55 De acuerdo con Geoffrey L. GOOD WIN, A este respecto señalan Herbert BuTTERFIELD y Martm W IGHT q ue los mgleses <<han esta-
la primer a cátedr a de relacio nes interna do probablemente más interesados en lo histórico q� e en lo contemporaneo, en lo no;matlvo que
en Gran Bretaña se creó en 1 9 1 9 en la Univer cional es
sidad de Gales (Abery stwyth ) («Teac hing of .
Interna ­ en lo científico, en lo filosófico que en lo metodologico, en los pnncipiOS que en la pohtlca>> (<<Pre-
face>>, en H. BuTTERFIELD y M . WIGHT (ed . ) , op. ctl., p. 1 2) .
llonal Rel�tions in Univer sities in the United
Kingdo m>>, en G. L. Goo DW IN (ed .), The Univer­
stty Teachmg oj Internatwnal Relatw
ns, op. cil. , p. 1 1 0), Trevor TA YLOR. por el contra . .

la como fecha e creació n de la primera cátedra perman
.
rio seña­
ente de relacio nes interna cionale s 'en esa
61
BANKS, Michael, <<Two Meaning of Theory in the Study of Internatw nal Relatwns», The
Year Book oj World Ajjairs, vol . 20 ( 1 966), p. 223 y 224, y BuLL, Hedley, Op. ctl., p. 2 3 .
G EO RG E , Stephen, op. cit. , p . 2 1 1 y 2 1 2 . Este autor señala e n concreto como causas mter­
misma Umver sidad la de 1 922, creándose posteri
. orment e, en 1 92 3 , otra cátedra de relacio nes 62
ternaci Onales en la London School oj Econom in­
ics (<<lntro duction : The Nature of Interna tional
lations> >, en T. TAYLOR (ed .), op. cil., p. 7 ) . Re· nas ' el decline de la relativa prosperidad del Reino U nido, unido al enorme desarrollo deola ense­
56 Vid . : TOYNBE E, Arnold, <<The Study of Contem poray ñan za universitaria que ha provocado un cambio económico y de estatus del profesorado hacia
History . . . > > , op. cit . , p . 1 8-30.
niveles más bajos, y el intento de llegar a un acuerdo político en consonanCia con los cambtos
/ r1\' 1 1 1 1 11 ' l 1 1 1 lo ' 1' 11/ 1 1 \1 1 1 • 1 1 1 ' , 1 / / 1 1 11 / / 1 1 \ ' , 1; 1 1 1 1 1 1 1 1 ' , 1 11 1 1 1{ 1 1\ • 1 1 • 1 1 \ 1 1 '• 1 1 1�11 1 1 1 • 1 1 1" 1\ \ 1 1 1 ,' .1 1 1'1 I N ¡\ /' 1
1 1 \ ' 1 1: 1• 11 1 \ 1 1 ', 1•

J • r t S I J J I I 1 , t k ,'ot k 1 1 1 1 p t i l l / ( 1 ¡ J . \1 1 , / J I '! \ J '· l l t l \ il · i n l ·r n a c i n a l e s h a y a n p r o v e n i cl o el e l o '


) ! t / l n t [ J t / i t i l t i ( / (" / 1 ) , p / 1 ¡ 1
1k vs l u l l i o d · l a s
I n � l '(· l u c i 1 1 ·s
n i v -r�klad
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li d l t b l i c o s . j u t r l u 1 . • '· 1 <-� l 11Sin1 ·ionolistas.
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· • U · P' ' ' ' � a h l l i lu ·n,a
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1 p r o t a 'Onisrno ele las Facultades de Derecho, y desde un punto de vista
tr

la · >11 el
relacione internacio nales respect o del rest o de - u r o pn, i11 qu · e l d ·rcc ho in­
1rr

ientífico, del derecho internacional, en la aproximación a los problemas in­


ternaciona l haya sido obstáculo académico para el mi ·rno, da la la Jara deli­ ternacionales, es en Francia, como pone de manifiesto CHAPSA L , indis-
mitación de campos ele estudio existente entre ambas disciplinas . Solo la hi to­ u t i ble 64.Ello se ha traducido en la ausencia de desarrollo hasta después 1
ria, y en menor medida la sociología , han desempeñado un papel relevante en de la Segunda Guerra Mundial, no sólo de la disciplina académica de las rela­ '1
el desarrollo de las relaciones internacio nales, sin llegar, sin embargo, a entor­ ciones internacionales, sino incluso de concepciones propiamente de relacio­
pecer su evolución , pero influencia ndo poderosam ente las aportacio nes reali­ nes internacionales . Como señala V IRALL Y, esa dificultad que la ciencia de las
zadas en el Reino Unido. relaciones internacionales ha encontrado en Francia se ha debido, sobre todo,
En la Europa continental, por el contrario, debido al declive de los Esta­ al inmovilismo ac¡1démico característico de la Universidad francesa y a la de­
dos como grandes potencias después de la Primera Guerra M undial y al fensa de posiciones adquiridas, especialmente en las Facultades de Derecho 65 •
protagon iSf!10 académico y científico desempeñado por el derecho y por la Dejando de lado las enseñanzas sobre relaciones internacionales imparti­
_ planes de estudio y la tradicional separación
historia, junto a la rigidez de los
entre el gobierno y la Universidad ,· la situación de las relaciones internacion a­ das por el .Instituto de Estudios Políticos y por la Escuela Nacional de la
les ha sido y es muy distinta. En general, puede decirse que sólo muy reciente­ Administración se puede decir, de acuerdo con MERLE, que las relaciones
66 ,

mente las relaciones internacionales han sido consideradas como disciplina autó­ internacionales acaban de adquirir su carta de naturaleza en ese país. Bajo
noma . Aquí el derecho internacional y la historia diplomática son los que, de el nombre de «Relaciones Internacionales», sólo a partir de 1 973 , se ha inclui­
distintas formas, han dificultado su desarrollo. Un temor a ver invadido su do este curso en el programa del primer año del Diploma de Estudios Univer­
campo de estudio y ver amenazada su posi ción tradicional respecto a la consi­ sitarios Generales de la especialidad de Derecho, sustituyendo el curso deno­
deración de la sociedad internaciona l ha estado presente en tales posiciones. minado «Instituciones Internacionales» Sin embargo, este cambio de deno­ 67 •

El resultado ha sido, en general, unas veces, un escaso desarrollo de las rela­ minación no ha supuesto una clarificación general del contenido de las rela­
ciones internacionales como disciplina científica o su inexistencia en cuanto ciones internacionales, sino que, por el contrario, ha introducido un elemento·
tal en los planes de estudio, otras, una confusión sobre su contenido y pers­ de confusión, dada la apropiación que los iusinternacionali stas han tendido
pectiva, que lleva a dudar de su consideració n como disciplina autónoma, y a hacer de ese curso, ya considerando que el contenido no ha cambiado res­
en ocasiones, su aceptación como tal, sobre la base de afirmar la superiorida d pecto del anterior curso de «Instituciones I nternacionales» ya desarrollán­ 68 ,
jerárquica del derecho internacion al o de la historia internacion al . Con todo
la situación no es idéntica, ni muchos menos, en todos Jos países en lo qu� dolo desde una perspectiva predominantemente j urídica Sólo alg_unos auto­ 69 •

a su desarrollo teórico-meto dológico se refiere . . res han seguido realmente el camino de las relaciones internacionales como dis­
Así, mientras en los países de la Europa del Norte la influencia de las apor­ ciplina autónoma 70 •
«La contribution de la France á l 'étude des relations internationales», en La science politique con­
taciones norteamericanas se deja sentir con fuerza, determinando el desarrollo
del estudio de las relaciones internaciona les, que lentamente, de la mano de temporaine, op. cit . , p. 578-592. Para el periodo actual, vid . : MERLE, Maree!, <<Sur la <<proble­
la ciencia política, va imponiéndos e en la Universidad y centros de investiga­ matique» de l'étude des relations internationales en France>>, Revue Franraise de Science Politi­
que, vol . 33 ( 1 98 3 ) , p . 403-427, y SMOUTS, Marie-Claude, <<The Study of I nternational Relations
ción, en los países del sur de Europa el igualmente tardío desarrollo de las re­ in France>>, Journal of International Studies, vol. 16 ( 1 987), pp. 28 1 -286.
laciones internacionales como disciplina científica se orienta, en virtud de una 64 C H APSAL , J acques, <<The Teac h i ng of I nternational Relations in France>>, en G. L. G oo o ­
WIN (ed . ) , The University Teaching of Jnternational Relations, op. cit., p. 88 y 89.
mayor tradición intelectual y de unos hábitos académicos arraigados, hacia con­ 65 V ! R ALLY, Michael, <<Relations l nternationales et Science Politique>>, en Les affaires étrange­
cepciones más alejadas de las dominantes en los Estados Unidos . res, París, 1 959, p . 433 . En sentido parecido: CHAPSAL, Jacques, op. cit., p. 85 .
En Francia, el papel desempeñado por la hi�toria, por la historia diplomá­ 66 V id . : DuPUIS, Georges, <<L' enseignement des relations internationales a l ' Ecole Nationale
d ' Administratiom>, Revue Generale du Droit Jnternational Public, vol. 80 ( 1 976), p . 1 94-2 1 0 .
tica, primero, y por la historia de las relaciones internacionales, después, ha 67 M E R L E , Marcel , <<Las relaciones internacionales c o m o disciplina científica e n las Universi­
sido muy superior al jugado por esa ciencia en los demás países del continente dades francesas>>, en El estudio cientifico de las relaciones internacionales, México, UNAM, 1 978,
europeo 63 , lo que no ha impedido que las mayores dificultades para el desa- p . 3 l y 32 .
6 8 Caso, entre otras, de: CoLLIARD, Claude-Albert, Institutions de Relations Internationales,
7 . a ed . , París, 1 978, p . 1 y 2 ; BEAUTE, Jean, Cours des Relations lnternationales, París, 1 976,
p. 4 y 5 , y REUTER, Paul y CoMBACAU, Jean, Institutions et Relations Jnternationales, París, 1 980.
económico s Y ociales, que ha generado la idea de un contrato social en 69 DREYFUS, Simone, Droit des Relations internationales, París, 1 973. E n l a 2. a ed, de 1 9 8 1
? el contexto del debate
poht1co d � la decada de los setenta. Como causas internacion ales señala el desplazami DREYFUS clarifica esa situación al subtitular la obra Elements de Droit Jnternational Public.
ento del centro
de atenc10n de las relaciOnes Este-Oeste hacia las relaciones Norte-Sur,
Mun o Y la defensa por estos paises de nuevos valores en la construcció
la emergencia del Tercer 70 Además de Raymond ARON y Jean-Baptiste DuROSELLE, es el caso de Robert Bosc (Socio­
� n de un Nuevo Orden logie de la paix, París, 1 965), Maree! MERLE (La vie internationale, París, 1963 ; 2. a ed. 1 970; ver­
Econom1co InternaciOna l y la entrada en la CEE. sión castellana de l a l . a ed . : La vida international, trad. de E. Mora, 1 965; Sociologie des Rela­
63 Para visión global de las aportacione s francesas al estudio de las relaciones internaciona les tions Internationales, París, 1 974, 2 . a ed . , 1 976, 4. a e d . , totalmente revisada y puesta al día, París
desde d1stmtos campos y para el papel jugado por la historia hasta 1 950, vid . : RENOUVJN. 1 988; versión castellana de la 2. a ed . : Sociolog{a de las relaciones internacionales, trad. de R. Me-
Pierre,
' ' '! ' . , ., ' , . , , '1 1 ,. 1 ..,..
1 \ ' , ¡; ¡ 1 \1 1< �111 ', 1 I I I IU I \ < 1 < � 11 \ 1 1 ' , ' 1 1 � 1 1 1 1 1 1 > 1{ 1 ¡\ \ l > l ' ,c 1 1 ' 1 1 11 \ HJ

I lc' l l / . 1 1 1 1 1' 1 1 1 <' , t i l ' J J J c i l l ' J I 1 1 1 1


( 1 1 /� 1 11 1 1 ,'>1 1 1 (1 J l jl t i l ('l) In d i 0 · i p l i n u , d a d o · 1 ·scaso d >s a r ro l l o h a s
f • l l f • l . l l l i I . J , I IP I 1 . 1 1 1 1 " • ' " ' J
· l ! l 1 ! ' ' 1 1 1 ! t � 1 d ! l l ' t O I I l' ,� ¡ 1 1 1 \ ' 1 1 J . l l ' l < 1
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� � l t t c. ., t . S u r q t t (' l a ; 1 n í' ·chn r • · i c 1 1 1 · o l f t i ·o.t. en c u a n t o L a l 7\ si b i e n , c o m o s e ñ a l a
1 1
s il f )O f l ! l . ( l t l ·s 1 · l e V I L J t l . ' d
. t i c,
� 1 ' l i d n ' 1 1 1 1 ! \ 1 d Í ,<; ('Í p l l l ': 1' ,
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V1N 1 > U 1,, Sb·


d fu ci J t · i a 1
1 1 l · y f'd · los c � u LO t · es u e a u
. .' .'d .'. K I M M I N I H , a pa r t i r de 1 967 , el auge que la ciencia política conoce en la uni­
. . q s'u . fi ' i ' l t l' s p u r a r 1 1 1 ·
·

pcJ
b a n l s de i w r , h a y a n · i d

la .
versidad alemana va a determinar también un paralelo desarrollo de las rela-
j n e ' i n t ern ac i o n ales 7 5 •
e I IIJ t J va r nen te
el hege m o n i rn o j u r íd i co en .

in e
las n ' i c l e ra c i ó n d e
c r o nes mter c wn les. Desta ca, � mba r , en este
na a . re l a ­
sc t p na e� erce la Cien cia polí q
. go p a ís la i n fl u e n c i a ue en
n u est r a d r .
h E n España el derecho internacional ha tendido igualmente a monopolizar
·

mism a en los estu dios universitario s. tica, debido al o de prop i o desa rroll 1a l esde antiguo el estudio de los fenómenos internacionales 76• Ello se ha debi­
do principalmt;nte al inmovilismo académico que ha dominado Jos planes de
s � bre todo P? r la historia de los trat ado s, consider el jugado or la h' t
Parecida es la situa ción en Italia, donde el pap .

o mte t nacwnal, Y por el propio derecho internacada com o a�xilia r d�� �;�:
estudio y al escasísimo y tardío desarrollo que, frente al hegemonismo, en el
. � campo de Jos estudios internacionales, de las Facultades de Derecho y, en me­
� �� es i n� u�a �le, h � di :i�ultado el desarrolloiona
����:;�;
e
l c
mo d ISCip1ma ctenttf!ca ' aun q ue no h andefa1l �s ���cf������� . ;:�
nor medida, las Facultades de Filosofía y Letras, han tenido las Facultades de
Ciencias Políticas y Sociología 7 7 , lo que ha orientado las investigaciones so­
t e resan t es 7 2 .
tacto aportacwne 71
s in- bre la sociedad internacional preferente y mayoritariamente hacia la perspecti­
En Suiza, al mar gen de la existencia desde 1 927 va jurídico-internacional. Esto es reflejo de la escasa recepción que ha habido
. .o
. . Sitan
de Alt os E s t u d'JOs 1 nter nacw
del Inst i tuto U mver en España hasta fecha reciente de los nuevos desarrollos de las ciencias socia­
·
nales Y de otro s Inst ituto s abiertos sólo a licen

dos Y cuyas apo rtac iOne s, com o tend rem os ocasión . cia- les, sobre todo en el campo de la ciencia política y la sociología. En este con­
�elevanci� e� el de�arrollo �eórico de las relaciones internaci��::: �:
de v r .
e l as re �cI o� es I � t�rnacwnales a nivel univ ersit ario
se encu entr a también
� �:::���=� texto no puede extrañar que las aportaciones a la consideración de las relacio­
nes internacionales como teoría y disciplina científica hayan sido poco nu­
en una deb ' l sttua cwn numerosas y muy localizadas 78 , y que, en general, tanto los iusinter�acionalis-
En �� caso de �o� países hab la alemana, Repúbli
1 n.

r A ustna, la evolucw. n de �asderela ca Federal de A lemania


cion es inte rnac iona les com o disc iplin a cientí­ 74 Antonio, T R U YOL dice: <<En Alemania el movimiento ha resultado más lento, pues sólo en
ca pres enta rasg os parecidos a los expuestos para los últimos años ha dejado de ser el estudio de la política u n apéndice de la teoría general del Esta­
. el resto
� urop a cont men tal; por lo que se refiere al prot ago nism o dedelosloshisto
países de la do o de la filosofía . . . >> (La teoria de las relaciones internacionales
. como sociologt'a, ojJ. . cit., p.

75 En la U niversidad alemana la ciencia política, en su deseo de afirmarse frente a los tradi­


riadores 20 y 2 I ) .

cionales Departamentos de Derecho y de Historia, se orientará hacia los modelos y concepciones


sa, Madr id, I 978), Pierre VELLAS (Relations Jntern ation norteamericanos. En el caso de las relac i ones internacionales, considerada generalmente como una
p . -F . GONI DEC, (Relattons lnternatw .
·

1
ales, I . Methodologte
.
Relatwns lntern ation ales, París L es Agentes des rama de la ciencia política, siguiendo las concepciones dominantes en los Estados U nidos, sucede­
, 1 974)
r. VIN Pa ns, '
2 . ed. 1 977 · 3
a .. ' nales París I 974 rá lo mismo. V id. : K!MMINICH, Otto, <<Die Lehre der internationalen Beziehungen un den Uni­
d
a
• • ed · en co a b oracw n con R . CHAR
.
I 98 I ) • Char les ZüRG'BIBE Les
'
U�
.
ltons tnlern ation· ales París 1 975 ·

w
rela- versitiiten und Technischen Hochschulen in der Bundesrepublik Deutschland>>, Europa-A rchiv,
3 a ed . I 983 � � vol. 1 8 ( I 965), p. 700-7 1 0 , e ¡dnternational Relations and lnternational L a » , The Year Book
( ;� ���
/O� aux r lat ons internation ales, Pa­
rís, I 977), D �niel C¿LA R D Les r la � Í
Jacqu es 1n 1roduc ton aux relat10ns
ions inter a io l s• . ans, I 977,
pletad a, Pans , 1 98 I , y H UNTZI NGER 1 3 . ed. aume ntada y com- of World Affairs, vol. 27 ( 1 973), p. 1 47 -42 1 . Para su desarrollo en este país , vid . ALBRECHT, Ul­
1 987.
.
' ' tnlernationales, París ' rich , <<The S.tudy of International Relations i n the Federal Republic of Germany>>, Journal of ln­
7 1 VId . .• ARAN G!ü-R U!Z, G. «The Te h . ¡ � · ternational Studies, vol. I 6 ( I 987), pp. 297-300.

; Y A T!NA, F . RelaztOnt mternaz10nali:


·

��
·
f n rnatw nal Rel tlons m Italy> >, en G.
GboD WJN (ed.), op. cit , p. 8 I _8 4 ; GüRI
.
metodt e tecmche di analisi, Milán
, U ���S�H !
I 973 . A A V V T

' L.
. 76 Para una consideración detallada del desarrollo de los estudios internacionales y de las re­
laciones internacionales como teoría y disciplina científica, vid . : ARENAL, Celestino del, La teo­
mternazionali in Italia e negli Stat
/Uniti. ' olonia/ t 971 . Y TINA, nto l
msegname
� �e la leona del/e relazioni
. ria de las relaciones internacionales en España, Madrid, I 979; <<El estudio de las relaciones inter­
al oj 1
� ��::� J

Fulvw , « ltahan Appr oache s
to Intern atwn al Politi cal Analy sis>> Journ nacionales en la España del siglo X I X >>, Revista de Polt'tica Internacional, n . 0 1 63 ( 1 979), pp . 7-45,
l na lud i es, vol. I6 (! 987), �p . 325 332.
. 72 V id. entre otros, además de os ya citados y <<El estudio de las relaciones internacionales en España>>, Foro Internacional (México), vol . 29
ioni 1n ernazwna 1.t T urm
A , LUigJ , lntroduz10ne al/ analtst�poli-
.,.. 77 Hasta fecha reciente sólo ha habido en España una Facultad de Ciencias Políticas y Socio­ 11 :
ttca mternaz10nale. Corso di Relaz 1
T ( 1 989), pp. 7 I 9-730.
I or, •11 ststema delle relazt
. � I 973 .
2 ed I 979 · 1 eona · • ·

'
e relaztOn. t. mternazionali,
Milán , 1 976 y como ed't . · · po1tltca a _.
. .

n_ n , I 976, y con C. M . S ANTO RO •


Ont mternazion ali, Tu-
��� } ;�:�� fe �;7/ �
·
r logía (Universidad Complutense de Madrid), existiendo únicamente tres catedráticos de relaciones
¡u

1
1 986 ; P APISCA, A . , Jntroduzione ' a / t nel/e relaz10ni intern a ionali; Bolonia •. internacionales como disciplina científica en nuestro país. Por otro lado, en esa Facultad, sólo
� ;.
1� ft �
z Ont mtern�ztOnall, Tunn , 1 973;
E. dJ . , Per una teoria empirica del/e 1 NOLF O, a partir de I 957 se considerarán las relaciones internacionales como disciplina científica, si bien
1
relazioni i ern IO alt, Tunn ,
;
E'una scienza la politica estera ? � I 973 ; PATR IZIO, Gabr iele, habrá que esperar al curso 1 972- 1 973 para encontrar una asignatura que se denomine <<Relaciones
Come guardare
;r
r a a t ernaztOnale: da Teher
(1945 -1980), Sctenza po/iti-
lán, I 980; ATTIN A, Fulvi o, L a politi an a Kabu l, Mi­ nternacionales>>, que sustituirá a la denominada desde I 944 <<Derecho y Relaciones Internaciona­
ca internazio a e con emporanea
¿
/%: ; �� n¡:
ca e relazioni internazionali Milán les » , denominación expresiva del papel atribuido al derecho internacional. Desde hace pocos años
' I 983 y L a ,
en a � conomi cas Y Soc iales de l a
t a m ter ztO al
7 3 Sólo en 1 952 se estab lece en la Fa� ulta � . n_ � contempo_ranea, Milán , I 989. han ido creándose nuevas Facultades de Ciencias Políticas y Sociales (Universidad del País Vasco,
dad de Gi n � bra un curso propiamente Universi­ U niversidad Autónoma de Barcelona, U niversidad Nacional de Educación a Distancia y algunas
dicho de r la i o s I ternacwna les, sm que
. Lasz¡ o, « L' etude
conozcan dichas enseñanzas especial auge . . � poste norm ente universidades privadas), con sus correspondientes asignaturas de <<Relaciones Internacionales>>.
i onale s a· I ' Umver
· a n¡'vel u mvers1 t ano (v¡ d · ·· LEDERMANN
·

sJte. d e Geneve>> , Basrtons,· n. o 1 4 ( 1 965),


, ·
et 1 ense1g nemen t des relatio ns intern at . . Juntos a estas Facultades, también se imparten cursos de relaciones internacionales en las Faculta­
cJón, y << Les Relati ons Intern a!' ales
. .
. .
tribut ion a !'exam en du dével oppem ent
separata s m pagma . des de Ciencias de la Información desde su creación, así como en la Escuela Diplomática, en el
�� � Une SCience de s�c?nd rang ? . Con­
Re vue Economique et Social vol. 3
de l ' étude u Centro de Estudios Constitucionales y en el I nstituto Universitario Ortega y Gasset. Todo ello
� s itaire des sc iences pohuques en Suisse>>, ha contribuido a h·acer el panorama de los estudios internacionales en España más esperanzador.
, ( I 966) , p. 2 1 9-22 .
7 8 En concreto, se deben mencionar como más importantes las aportaciones de Antonio TRU-
' ' '! ' . , ., ' , . , , '1 1 ,. 1 ..,..
1 \ ' , ¡; ¡ 1 \1 1< �111 ', 1 I I I IU I \ < 1 < � 11 \ 1 1 ' , ' 1 1 � 1 1 1 1 1 1 > 1{ 1 ¡\ \ l > l ' ,c 1 1 ' 1 1 11 \ HJ

I lc' l l / . 1 1 1 1 1' 1 1 1 <' , t i l ' J J J c i l l ' J I 1 1 1 1


( 1 1 /� 1 11 1 1 ,'>1 1 1 (1 J l jl t i l ('l) In d i 0 · i p l i n u , d a d o · 1 ·scaso d >s a r ro l l o h a s
f • l l f • l . l l l i I . J , I IP I 1 . 1 1 1 1 " • ' " ' J
· l ! l 1 ! ' ' 1 1 1 ! t � 1 d ! l l ' t O I I l' ,� ¡ 1 1 1 \ ' 1 1 J . l l ' l < 1
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\ t t l ' ' l l l c ' I ¡•,Í
,Í I I I' I ,� i a H c t t l " � J l l t i t W J O� p i t HO� de


� � l t t c. ., t . S u r q t t (' l a ; 1 n í' ·chn r • · i c 1 1 1 · o l f t i ·o.t. en c u a n t o L a l 7\ si b i e n , c o m o s e ñ a l a
1 1
s il f )O f l ! l . ( l t l ·s 1 · l e V I L J t l . ' d
. t i c,
� 1 ' l i d n ' 1 1 1 1 ! \ 1 d Í ,<; ('Í p l l l ': 1' ,
. A t< U N ' 1� 1 ' N
1 '•

V1N 1 > U 1,, Sb·


d fu ci J t · i a 1
1 1 l · y f'd · los c � u LO t · es u e a u
. .' .'d .'. K I M M I N I H , a pa r t i r de 1 967 , el auge que la ciencia política conoce en la uni­
. . q s'u . fi ' i ' l t l' s p u r a r 1 1 1 ·
·

pcJ
b a n l s de i w r , h a y a n · i d

la .
versidad alemana va a determinar también un paralelo desarrollo de las rela-
j n e ' i n t ern ac i o n ales 7 5 •
e I IIJ t J va r nen te
el hege m o n i rn o j u r íd i co en .

in e
las n ' i c l e ra c i ó n d e
c r o nes mter c wn les. Desta ca, � mba r , en este
na a . re l a ­
sc t p na e� erce la Cien cia polí q
. go p a ís la i n fl u e n c i a ue en
n u est r a d r .
h E n España el derecho internacional ha tendido igualmente a monopolizar
·

mism a en los estu dios universitario s. tica, debido al o de prop i o desa rroll 1a l esde antiguo el estudio de los fenómenos internacionales 76• Ello se ha debi­
do principalmt;nte al inmovilismo académico que ha dominado Jos planes de
s � bre todo P? r la historia de los trat ado s, consider el jugado or la h' t
Parecida es la situa ción en Italia, donde el pap .

o mte t nacwnal, Y por el propio derecho internacada com o a�xilia r d�� �;�:
estudio y al escasísimo y tardío desarrollo que, frente al hegemonismo, en el
. � campo de Jos estudios internacionales, de las Facultades de Derecho y, en me­
� �� es i n� u�a �le, h � di :i�ultado el desarrolloiona
����:;�;
e
l c
mo d ISCip1ma ctenttf!ca ' aun q ue no h andefa1l �s ���cf������� . ;:�
nor medida, las Facultades de Filosofía y Letras, han tenido las Facultades de
Ciencias Políticas y Sociología 7 7 , lo que ha orientado las investigaciones so­
t e resan t es 7 2 .
tacto aportacwne 71
s in- bre la sociedad internacional preferente y mayoritariamente hacia la perspecti­
En Suiza, al mar gen de la existencia desde 1 927 va jurídico-internacional. Esto es reflejo de la escasa recepción que ha habido
. .o
. . Sitan
de Alt os E s t u d'JOs 1 nter nacw
del Inst i tuto U mver en España hasta fecha reciente de los nuevos desarrollos de las ciencias socia­
·
nales Y de otro s Inst ituto s abiertos sólo a licen

dos Y cuyas apo rtac iOne s, com o tend rem os ocasión . cia- les, sobre todo en el campo de la ciencia política y la sociología. En este con­
�elevanci� e� el de�arrollo �eórico de las relaciones internaci��::: �:
de v r .
e l as re �cI o� es I � t�rnacwnales a nivel univ ersit ario
se encu entr a también
� �:::���=� texto no puede extrañar que las aportaciones a la consideración de las relacio­
nes internacionales como teoría y disciplina científica hayan sido poco nu­
en una deb ' l sttua cwn numerosas y muy localizadas 78 , y que, en general, tanto los iusinter�acionalis-
En �� caso de �o� países hab la alemana, Repúbli
1 n.

r A ustna, la evolucw. n de �asderela ca Federal de A lemania


cion es inte rnac iona les com o disc iplin a cientí­ 74 Antonio, T R U YOL dice: <<En Alemania el movimiento ha resultado más lento, pues sólo en
ca pres enta rasg os parecidos a los expuestos para los últimos años ha dejado de ser el estudio de la política u n apéndice de la teoría general del Esta­
. el resto
� urop a cont men tal; por lo que se refiere al prot ago nism o dedelosloshisto
países de la do o de la filosofía . . . >> (La teoria de las relaciones internacionales
. como sociologt'a, ojJ. . cit., p.

75 En la U niversidad alemana la ciencia política, en su deseo de afirmarse frente a los tradi­


riadores 20 y 2 I ) .

cionales Departamentos de Derecho y de Historia, se orientará hacia los modelos y concepciones


sa, Madr id, I 978), Pierre VELLAS (Relations Jntern ation norteamericanos. En el caso de las relac i ones internacionales, considerada generalmente como una
p . -F . GONI DEC, (Relattons lnternatw .
·

1
ales, I . Methodologte
.
Relatwns lntern ation ales, París L es Agentes des rama de la ciencia política, siguiendo las concepciones dominantes en los Estados U nidos, sucede­
, 1 974)
r. VIN Pa ns, '
2 . ed. 1 977 · 3
a .. ' nales París I 974 rá lo mismo. V id. : K!MMINICH, Otto, <<Die Lehre der internationalen Beziehungen un den Uni­
d
a
• • ed · en co a b oracw n con R . CHAR
.
I 98 I ) • Char les ZüRG'BIBE Les
'
U�
.
ltons tnlern ation· ales París 1 975 ·

w
rela- versitiiten und Technischen Hochschulen in der Bundesrepublik Deutschland>>, Europa-A rchiv,
3 a ed . I 983 � � vol. 1 8 ( I 965), p. 700-7 1 0 , e ¡dnternational Relations and lnternational L a » , The Year Book
( ;� ���
/O� aux r lat ons internation ales, Pa­
rís, I 977), D �niel C¿LA R D Les r la � Í
Jacqu es 1n 1roduc ton aux relat10ns
ions inter a io l s• . ans, I 977,
pletad a, Pans , 1 98 I , y H UNTZI NGER 1 3 . ed. aume ntada y com- of World Affairs, vol. 27 ( 1 973), p. 1 47 -42 1 . Para su desarrollo en este país , vid . ALBRECHT, Ul­
1 987.
.
' ' tnlernationales, París ' rich , <<The S.tudy of International Relations i n the Federal Republic of Germany>>, Journal of ln­
7 1 VId . .• ARAN G!ü-R U!Z, G. «The Te h . ¡ � · ternational Studies, vol. I 6 ( I 987), pp. 297-300.

; Y A T!NA, F . RelaztOnt mternaz10nali:


·

��
·
f n rnatw nal Rel tlons m Italy> >, en G.
GboD WJN (ed.), op. cit , p. 8 I _8 4 ; GüRI
.
metodt e tecmche di analisi, Milán
, U ���S�H !
I 973 . A A V V T

' L.
. 76 Para una consideración detallada del desarrollo de los estudios internacionales y de las re­
laciones internacionales como teoría y disciplina científica, vid . : ARENAL, Celestino del, La teo­
mternazionali in Italia e negli Stat
/Uniti. ' olonia/ t 971 . Y TINA, nto l
msegname
� �e la leona del/e relazioni
. ria de las relaciones internacionales en España, Madrid, I 979; <<El estudio de las relaciones inter­
al oj 1
� ��::� J

Fulvw , « ltahan Appr oache s
to Intern atwn al Politi cal Analy sis>> Journ nacionales en la España del siglo X I X >>, Revista de Polt'tica Internacional, n . 0 1 63 ( 1 979), pp . 7-45,
l na lud i es, vol. I6 (! 987), �p . 325 332.
. 72 V id. entre otros, además de os ya citados y <<El estudio de las relaciones internacionales en España>>, Foro Internacional (México), vol . 29
ioni 1n ernazwna 1.t T urm
A , LUigJ , lntroduz10ne al/ analtst�poli-
.,.. 77 Hasta fecha reciente sólo ha habido en España una Facultad de Ciencias Políticas y Socio­ 11 :
ttca mternaz10nale. Corso di Relaz 1
T ( 1 989), pp. 7 I 9-730.
I or, •11 ststema delle relazt
. � I 973 .
2 ed I 979 · 1 eona · • ·

'
e relaztOn. t. mternazionali,
Milán , 1 976 y como ed't . · · po1tltca a _.
. .

n_ n , I 976, y con C. M . S ANTO RO •


Ont mternazion ali, Tu-
��� } ;�:�� fe �;7/ �
·
r logía (Universidad Complutense de Madrid), existiendo únicamente tres catedráticos de relaciones
¡u

1
1 986 ; P APISCA, A . , Jntroduzione ' a / t nel/e relaz10ni intern a ionali; Bolonia •. internacionales como disciplina científica en nuestro país. Por otro lado, en esa Facultad, sólo
� ;.
1� ft �
z Ont mtern�ztOnall, Tunn , 1 973;
E. dJ . , Per una teoria empirica del/e 1 NOLF O, a partir de I 957 se considerarán las relaciones internacionales como disciplina científica, si bien
1
relazioni i ern IO alt, Tunn ,
;
E'una scienza la politica estera ? � I 973 ; PATR IZIO, Gabr iele, habrá que esperar al curso 1 972- 1 973 para encontrar una asignatura que se denomine <<Relaciones
Come guardare
;r
r a a t ernaztOnale: da Teher
(1945 -1980), Sctenza po/iti-
lán, I 980; ATTIN A, Fulvi o, L a politi an a Kabu l, Mi­ nternacionales>>, que sustituirá a la denominada desde I 944 <<Derecho y Relaciones Internaciona­
ca internazio a e con emporanea
¿
/%: ; �� n¡:
ca e relazioni internazionali Milán les » , denominación expresiva del papel atribuido al derecho internacional. Desde hace pocos años
' I 983 y L a ,
en a � conomi cas Y Soc iales de l a
t a m ter ztO al
7 3 Sólo en 1 952 se estab lece en la Fa� ulta � . n_ � contempo_ranea, Milán , I 989. han ido creándose nuevas Facultades de Ciencias Políticas y Sociales (Universidad del País Vasco,
dad de Gi n � bra un curso propiamente Universi­ U niversidad Autónoma de Barcelona, U niversidad Nacional de Educación a Distancia y algunas
dicho de r la i o s I ternacwna les, sm que
. Lasz¡ o, « L' etude
conozcan dichas enseñanzas especial auge . . � poste norm ente universidades privadas), con sus correspondientes asignaturas de <<Relaciones Internacionales>>.
i onale s a· I ' Umver
· a n¡'vel u mvers1 t ano (v¡ d · ·· LEDERMANN
·

sJte. d e Geneve>> , Basrtons,· n. o 1 4 ( 1 965),


, ·
et 1 ense1g nemen t des relatio ns intern at . . Juntos a estas Facultades, también se imparten cursos de relaciones internacionales en las Faculta­
cJón, y << Les Relati ons Intern a!' ales
. .
. .
tribut ion a !'exam en du dével oppem ent
separata s m pagma . des de Ciencias de la Información desde su creación, así como en la Escuela Diplomática, en el
�� � Une SCience de s�c?nd rang ? . Con­
Re vue Economique et Social vol. 3
de l ' étude u Centro de Estudios Constitucionales y en el I nstituto Universitario Ortega y Gasset. Todo ello
� s itaire des sc iences pohuques en Suisse>>, ha contribuido a h·acer el panorama de los estudios internacionales en España más esperanzador.
, ( I 966) , p. 2 1 9-22 .
7 8 En concreto, se deben mencionar como más importantes las aportaciones de Antonio TRU-
1\1
: I P,'> l i l ' , f i ' I I ! I I I C I I I'/• l t . l
1 1 11<\ 1 1 ' , 1 l l l\ 1 1 1

1 1 1 1' 1 1' 1 1 1 " · 1 1 < ' 1 1 ( 1 \ . 1 1 '


\ ' , 1 ' 1 1 '\ 1 H J I I I ' , 1 ! 1 1 1 1 ' 1 1 \ < 1 1 < 11'1 \ \ I J I ' ,t I I ' I I N 1\

¡ j 1 . , , ·1 " 1 t l i l l dt ' 1 ! 1 '> l ( ·


1
1.1\
(
1 i ll l lt
1 1 1 1 \ ' 1 1 1 ! 1 ( ' 1 \ 1 1 1 1 1 ·� '( 1 1 1 1 0
d n i '1 1 t l l · 1 '• 1 ' 1 l 1 '( 1 1 1 ( 1 1 1 .
' , ,
1 ( '1 1 1 1 ('1 1 ) l l .1 l 1 ,,, · l J l l 1
l n ' 1 0 1 1 · ,,
� � � d ·, : I I I ( J i i o . , 1 1 p i ·Y.I I I I · 1 1 los ú l l i 1 1 1 0
�:: �
·r ; 1 1 1 s , GO I I I O ·o 1 1
l l ' l ' i l l l ·�
i 1 1 1 p Hl a 1 1 1
· i 1 1 1 ·1 p r
'
l 1 1 � f 1 " ) · � I N I •.' r.;n l.is 1 t· l l que h a n u·a l a d o d e i m p u l a r los pro-
IH11 · ·

·
·<�. s
I I V I ) ( i (.: 'S I I I p r · · : 1 r i 1 1 s i l ll' ' l i O d i iHI I I I
o ' • 1 1 1 ro el . ' S i u c l i
� ·i ' 1 1 1 1 m :.t
u
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ar
' 1 1 1 111 u 1 1 I 1 1S i i 1 1 1 1
l , Q 11 · 111 r z ;¡ ¡ .
.· ·
1 i s 1 aí
u
L 'l ' O I I i 1 1 1 i n l crna i n a l
la l in ameri a n o. , 1 roli ferando, en este sentido, las instituciones
,
PIIV a '1 1 ; 11 1 ,s pu 1 1 · 1 1 1 · ·s
I I ICnlc e n om bre .
En consecuencia ' puede afir mar se q ue e1 d sarr c1Ítr públicos y privados, que se ocupan de las relaciones internacio­
nac ionales en Europa , salv o en e 1 caso de l � o11. o de las rela cion es in ter-
l l a lcs 82 .

· , mi-
;�
razones de este retraso en el desarrollo son variadas y complejas, pero
La
1 ucden
R emo Um do e· h a v Isto
n os gene rales profundam ente afectado por el derecho
erna c . ona len ter
, que ha
señalarse como más significativas las siguientes. En primer lugar, y en
act uado Y act úa, dada su hegemonía académ � 111
te punto, la coincidencia con la problemática europea es plena, el hecho de
com o freno al desarrollo de nuestra cien . i ca en numerosos paises euro peo s, que tradicionalmente el estudio de las relaciones internacionales ha estado mo­
S . en el pla no académico existe1 , pue s, un Cia.
. rencia nopolizado principalmente por los iusinternacionalistas y los historiadores 83 •
1
c 1 ar� dife
Uni dos Y en Europa co : ��� ��:ee�a�o;� � S� Ipll l1a .científica en los, Estados
l l o de las rela cion es inte
r . � . entr e el des arro - En segundo lugar, e íntimamente relacionado con lo anterior, el escaso desa­
rrollo que las ciencias sociales en general y la ciencia política en particular han
met odo lógico las dif�rencias son fii �
e ei no Um do; en el pla no teór ico­ t enido en América Latina, por motivos no sólo de retraso en la recepción cien­
.era1Y, soc
en g . I e
cien tifis mo Y la falta de sub stra to f:o Ico
' � Igu � � ?te marcadas. Fre nte al tífica, debido a la rigidez académica imperante, sino igualmente, como apunta
KAPLAN, por lo que de posible peligrosidad podían tener tales estudios para
teri zar, hasta fecha muy reciente a wIogico que ha soli do carac­
teamericanas, las con cepciones e �ro e!ran mayona de ! as con�epci ones nor-
. los regímenes· político.s dominantes en la mayoría de esos países 84• En tercer
lugar, el contexto histórico-internacional en que se han movido los países lati­
:
t � e
�: �J��� c�l�
n
e
f��� ;� � u
a �� �
a
���� !�: �: �=
n i u e u
� �d ���� �� �:í ;�� �� � : � ; noamericanos, que ha estado dominado por una problemática específica muy , ,¡

� lcas, sociológi­
n
cas, jurídicas e histó ricas �n torno � 1 � �� ���� � �
� P c t c I! diferente a la que provocó el desarrollo de las relaciones internacionales en Es­ 1
ones osof tados Unidos y Europa. En América Latina la atención a nivel internacional
general, los exceso s meca nicis tas a que shani � er� acwnal, Y rech azan, en ha estado centrada en problemas concretos y acuciantes, sobre todo en las pro­
ternacionales norteamericanas lo qu � no llega o a gunas concepciOn . es m­ . pias relaciones interamericanas y en la preocupación por la problemática del
mental de muc hos de los mét �do s Y ecm sup one desconocer el valo r inst ru-
. . cas desarrollo y del subdesarrollo, y de la dominación a nivel internacional 85, que­
En A men , .ea Latma. el desarrollo que p ��sentdela otro
.
e 1 estu
lado del Atl ánt ico
. de las
dio •
·
dando lejos de tales planteamientos la indagación científica en torno a las rela­
ciones internacionales tal como se desarrollaba en los Estados Unidos. Se ex­
internacionales tien e ' por su par te , ca raetens . relaciones
¡
tica s pro pia s que o h acen plica, así, la escasa atención que se ha prestado a los problemas teóricos y me­
es europeas Y norteamericanas 8o no to-
talmente asimilable a las apo rtaClon . •

E! ��:���, e�� . todológicos de las relaciones internacionales 86• En los últimos años esta situa­
c� n�:�
: � PI:epsaureroll o de Ias relaciones internacionale� es aún ción ha empezado a cambiar rápidamente, como lo pone de manifiesto la
,
más ev s, com _
decadas del sesenta Y del setenta para queo sena la LAGOS , h ay que esperar a las

publicación de importantes manuales de teoría de las relaciones interna­
cionales 87 .
res. hacm . las rela se prod uzca un mo vimI· ent o d · te- Por ello decíamos que el estudio de las relaciones internacionales en Amé­
ciones internacionales en cuanto disciplin a científi'ca 8 1 S111 �
em - • m rica Latina presenta características propias 88 , diferentes en gran medida a los
YOL SERRA (La teoria de las relaciones internacio
nales come: socw . . 82 Las instituciones de la región que se dedican principalmente al estudio sistemático de las
de las relacwnes internacionales
, Mad rid 1 957 2 �
Y a�m enta da. Reimpresión
logw. Introducción al estu
dio relaciones internacionales se concretan básicamente en Argentina, Brasi l , Chile, Colombia, Méxi­
MED,IN�1 RTE (La
una bi bliog rafía adic iona l, 1 973) d . rev i sada •
co, Perú y Venezuela, sobresaliendo en todo caso Chile y M éxico. U n papel importante en el fo­
, Man ueÍ con
cwnales, Mad rid, 1 973, y Teor teona de las relaciones inter mento de las relaciones internacionales en América Latina ha correspondido al Programa de Estu­
( Teoria Y Práctica de re .
ia y formación de a socte �� na­
a . mternacwnal, Mad rid,
��f��"; {7
berro MESA GARRIDO
on�les, �adrid , 1 977, 2. ed.,
dios Conjuntos sobre las Relaciones l nlernacionales de América Latina (RIAL).

1 983) y Ro­
s
1· lc�s Y oci OIOg la. Tam bién hay que refe :
todas ellas en el marco .de la Facu ternac 83
V id.: LAGOS, Gustavo, op. cit. , p. 7 1 , y MUÑOZ,
Heraldo, «Los estudios internacionales en Amé­
ltad de C ie 1 980) •

(<< Con cept o Y B'b /f


se a las de Luis GARCJA A'RIAS rir rica Latina: problemas fundamentales», F. (ed . ), op. cit., p . 80.
ORREGO VICUÑA
1 J g fla general de
f���;� �
intern acionales >>, Revista de Estudios /tí ;: la ciencia de las relacio nes 84 KA PLAN, Marcos, La ciencia polftica latinoamericana en la encruc(iada, Santiago de Chile,
Po . ( 957),
na, 1 976 Y Estructura Y diná
TOLOZZI (El ecosistema polüico. Teorl P·. 247 -275), Pedro LOZANO BAR­ 1 970, p . 53 y 54.
t v� de as relaetones mternac
mica de 1
a in
O.::�� � : e¡
. . ionales, Pam plo­ 85
Vid . : LAGOS Gustavo, op. cit., p . 7 1 -74, y MUÑOZ, Heraldo, op. cit., p . 86 y 94.
eto mt nacwn ales, 86 PELLICER DE BRODY,
79 Excepciones en este un t
TRE VIVES (La polftica internacionai �.
PO I tea
Barcelo na, 1 987) y Tomás MEs · Oiga, «Algunos problemas que condicionan la enseñanza e investiga­
e pode r, Barc elon ción sobre relaciones internacionales en América Latina», en El estudio cienfljico de las relaciones
J a O �
a, 1 979) .
ntr� l IUS i nternaci Onah. stas, Mari

R���:�UE� � llRI;NALCED
Ado lfoMIAJA DE LA MuE & � � � � ano AGUILAR NAVARRO internacionales, México, 1 978, p . 48 .
RI O O, J uli �
entre los h l stonadores, J osé María J o-
GONZÁLEZ CAMPOS Ma � uel DiEZ DE VELASCO,
Luciano, Teoria y práctica de la politica internacional, Santiago de Chile, 1 989.
87 Manfred, Politica internacional: enfoques y realidades, Buenos Aires, 1 988,
Y entre los econo mistas, Angel
D. y Al �j andro W1LHELMY,
Vid .

.
VERstfAMORA,
.
;:S ; TOMASSINI,
Coso, Lour des Y L , Han s-Jo
y

EU VJ . 88
Para el desarrollo de las relaciones internacionales en América Latina, en general, además
achi m ' El estudw d las relaetones mternacionales
nezuela Latina. Realizaciones . en Ve- de los ya citados, vid . : Rubén M . (compilador), El estudio de las relaciones internacio­
PERINA,
�us tavo , «Tendenci as Y perspect
y desarfi'os san t Jago de
SI L
AGOS, . C •
h 1 980, p . 74 .
!le, nales en A mérica Latina y el Caribe, Buenos Aires, 1 98 5; Mark C., y Pau­ SIMPSON, S. WROBEL,
0RREGO ViCUÑA ) ivas del e t d'1 de las relac . . .
tareas para Amenca Latina » , en 1 0 iOnes Intern aciOnales : lo, «The Study of l n ternational Relations in Hispanic America», Journal of lnternational Studies, vol.
F. (ed , os estudtos mternacw
rica Latma. Realizaciones y nales en A mé- 1 6 ( 1 987), pp. 309-3 12; GREEN,
Rosario, «La importancia del estudio de las relaciones internacionales
desafi'os, Sant iago de Ch 1' l e,. l 9 8
0 , p . 74. de los países latinoamericanos», en F. ÜRREGO VICUÑA
(ed . ), op. cit. , pp. 1 23-140; 0RREGO ViCUÑA.
Francisco, «El desarrollo de los estudios internacionales en América Latina», en F. VICUN,, ORREGO
' " ' ' ' ' , 1 1 1 1 1 l( f / \
H ';
fl l
·, 11 1 ,,
l l lt i \ 1 1 '.

d l ' \ , 1 1 1 1 1 1 1 ! 1 \ 1 ( 1 1 1 ' '\1' " •'1 1 1 1


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1 ' 1 1 " ' 1 1 1 , ( J I I . I I O 1' a 1 L l l
/
'
' 1 ' 1 1 1 1 1 ., l 'l '• ¡ •• l t l � �� 1 1 1 1 1' ( 1 ! 1,\
I I l ( l l l' P" ·d . l l l l b l a rs<.: d .
, 1J 1�1 11 · n 1 i •¡¡ a l;1 dond n a 1 1 1 e 1
·
1 . 1 1 ; 1 l l l o a r uen ·a na de
l l l l l l i i i L'N ( ( l i t· I'H i i i i H I

· J I r u c n o ·s clcl 1. 1 1 1 10 d
..
< l l l l '. l c s ; ,
.
� �· l l t..: i t > J I<.:,., i 1 1 1 · ¡' J I I I · i o 1 1 a l ·s . id
1 ·1 1 1 0 a l a r · · ·p iel · 1 s p l a n t ea m i e n t o n o t ea m er ica n o , sino a l a p r o p i a
·11 s Eswdos U 1 1 idos, se

l rath. r ó n sól ida


t n r
cs r u c l i o s i u r c r u n i na . .
le. ' . •
· una n a t u ra l de la t eo r í a política marxista-leninista y al escaso desarrollo de la
r· r· i <a d •s
en en d e te s t 1' o, q u .
. .
e , m p i rá n d ose en m ode
los desa
·za

en o t ro á m b r. t o ·
ha a b'd ' o ad aptarlos a las realidades caracterí l ·
c i ó l ogía e n la Unión Soviética, tal como se concibe en Occidente. Con todo,
f'ica s ele la regi ó » 89
� Y
_
tica e pec í- no falta1i los que consideran las relaciones internacionales como parte de la
Fue ra de
E opa y América el desarrollo de 1as re1
ur . · ocio log ia 94 •
. nes mte rna cion ales
pre sen ta tam bién aspectos mu y d'f ' ere ' ras enacw . El retraso en el desarrollo obedece a razones muy diversas. De un lado,
y Japón 90 c nocen un l• mportante desapaises desarrolla--
nte s. M !ent los
sc s en v ías d e des arr ollo , si � x c�P
d o s , com o A u s t ra l i a razones históricas, derivadas de la difícil situación interna e internacional en
rrol lo, en los paí que, en Jos primeros años de existencia, se encontró el Estado soviético, lo que
. t uam os l a Ind ia y Co rea d e ¡ s ur 9 1 , las
1
re 1 acJo nes inte rna cion obligó a dirigir los esfuerzos en otras direcciones. De otro, razones ideológicas
ales están en ma ntil las.
Fm alm ente , no podemos term inar s e�n � l'deracwn . es Sl. n y políticas. La idea propia del marxismo-leninismo de que ciencia y política 1
características propias del desarrollo deesta
.
refenrnos
_ n es co a las son inseparables, de que el materialismo dialéctico e histórico constituye la lla­
�� ���d�, �:� �mo�� n Sov�?leti?ca.is-
_
ciplin a científica en los países comu nistas
Nue stra atención se centrará en· la Unió� sSovr
las e � t � / ve para toda explicación de los fenómenos sociales, vaciaba en gran medida
de sentido el desarrollo de las ciencias sociales según el modelo occidental. Junto
.
cor:; -
nte a o;r�� ;�:s c� ��tt
pletar nuestro estu dio nos referiremos breveme iética b' n
e �s ;� �c ��:� ��;;� acionales com o disc � � a ello, el dogmatismo ideológico que caracterizaba las consideraciones cientí­
la i � �:�/ � c � �� ! � : s�:�rícomparado con los Estados c�
s fico-sociales en la Unión Soviética hacía particularmente difícil un progreso
J� � ipli na cien tí;i e� autónomo y crítico en el campo de las ciencias sociales . Todo ello explica lo
dos, sino que además presenta unas car _ ts pr _
stJc
Uní ­ tardío del desarrollo de la ciencia política y con ella de las relaciones interna­
pia s que
en gran med ida respecto de los países occide
en los Estados Uni dos , ha ido íntimam
? lo sin ularizan
nt � es. m en:'b �rgo , al �Igual que � cionales como disciplina científica en la Unión Soviética.
Así el desarrollo de la ciencia política y de las relaciones internacionales
de . la Uni ón Soviética Y ha seguido 1os ent ava
e um do a crecimiento del pod erío
no ha encontrado un camino fácil en la Unión Soviética. Corno establecen Po­
pal s, pue s las relaciones internacionales son tares de la ciencia pol ífIca de ese WELL y SHOUP, las resistencias y obstáculos han procedido de dos campos . ·

de los especialistas soviéticos com o parte de con s'd das por la gra � .mayoría
aqu�ll:�: Esta concepcwn de las ·
Uno, a nivel político, el de los ideólogos. Otro, a nivel académico, el de Jos
juristas y especialistas en la ciencia del Estado y del derecho, responsables tra­
:J, I, Luciano<' «Los estu ·
penenctas y desafíos» , en F .
(ed op. cit. , pp. 1 3 - 17; TOMASSIN
·
dios mter .
nacJOnales en América Latina:
dicionalmente de la indagación sobre las cuestiones políticas y gubernamenta­
. .
Gra Cie1 a, «El caracter discipl
QUEZ, Modesto, Guia del estud
ÜRREGOVtCUÑA ed . '
iante de re'tacwnes mtern
) op. Cit. p . 96- 122. Para Méx
. �
.-
actOnales Mé Ico, . ico vid . : SEA.RA VÁZ
A
ex­
. les, que veían la emergencia de la nueva disciplina como una intrusión en lo
plan de estudi os>>, Relaciones l
1 970 ; RROYO PtCHA RDO que hasta el momento se había considerado como un campo propio y que
���� ���) f
inario de las reJ a · e . ' y Xsü
naci nales estruct ura dentro del nuevo '
n ternacional
sobre la evolución d 1 ense
estimaban que, en todo caso, lo correcto era ampliar el campo de la ciencia
j¡ / �
' vo . 16 ( 1 977) , p. 27-5 0;
del Estado y del derecho 95 • En este aspecto, las relaciones internacionales en su
LLA, Alfredo, «Notas ROM ERO CAS TI­
n nza de las relaciones inter
Facultad de Ciencias Políticas
ra Chile, vid . ; MuÑoz , Heral
of t he UmverSJty _ do, «Soci a r sc e
y Soci ales»

of Chile» , en F . ÜRREG O VIcu


. Ones
' f ��/
nte
: ;
nac
m h i ie . t he l nst
nacionales en la
� /Onales, vol . 1 6 ( 1 97 7), p. 5- 1 6. Pa­
ltute of l ntern ational Studies
desarrollo científico se han encontrado con el mismo obstáculo académico, por
��
to, «Pro blem as para el desa A ( e .), op. ctt. , p . 1 92 - 1 95; SEP parte de los iusinternacionalistas, que hemos señalado en la Europa continental.
Para la mayoría de los especialistas occidentales hay que esperar al XX Con-
rroll o de los estudi . ÚLY EDA , Alb er­
�ELMY,
F. ÜRR EGO VtCU ÑA (ed.) , op. obre relaciones Inter naci ona
cit. , p . 1 43- 1 72 les en Chile», en
;;
estu dios de relac ione s inter naci · � Man fred <<De sarr ollo y crisi
onal es en C h I'J '' · n . ÜR REG � s de los
f: �.{
Pa ; a Ven ezue la, vid . : LEu, � o VJCU NA (ed. ) op. cit.,

8, Y Co so, L � urd
Han s-Jo ac h im -tas p. 1 73 - 1 9 1 .
�;
gwa) Caracas, 1 978, p. 24-2 la elaclones mternaciona
: _ les (un estudio Rolf H. W . , «Political Science in the U . R . S . S . : To be, or not to be. Sorne Reflections on the l m ­
/
ca, vid . : TRE JO, Gera rdo, «El u ans-Joachim , op. ctt. , Para Costa Ri­
estado actual de r ense ñ'anza
p. 698) y SMJRNOV, V . , «Horizontes de la ciencia política soviética>>, Ciencias Sociales, Academia
plication of a Recent Soviet Critique of American Political Science», World Politics, vol. 2 3 , 1 97 1 ,
cientifico de la e1 . ·
Cos ta Rica », en El estudio d e las rela cion es Inte rnac iona
�� � . les en

� �� ;;��;
Para Brasil: FON SECA, Gelson uones _mternactOnales, M éxico, 1 978, p. 53 - 76.
( 1 9��- 1 980)», Journa! of Jntern
, «Studi es l e a l de Ciencias de la Unión Soviética, 1 982 (3), p. 1 85 . Vid . , también, los libros colectivos La teorfa
Relat ons Brazil
:
Ü RREG O Vt CUNA , Fran
tina � · op. :it. , p. 1 4 y 1 5 .
ational Studies, vol
cisco , «El desano 1 l o d e los . i
) • p. �73-280.
m

estu dws mternacionales e n


: Recent times politica y la práctica polüica, Asociación Soviética de Ciencias Políticas, Moscú, 1 979, y La poll­

94 Vid . , por ejemplo: BESTUZHEV-LADA, lgor V . y FILATOY, Vladimir, P., «Forecasting of ln­
tica soviética de paz, Asociación Soviética de Ciencias Políticas, Moscú, 1 979.
� VId . . KAM URA
PD. · . Am érica La-
.
pect1ve, Toki o, 1 9 8 1 · y HOL STI
91 V'd 1 . . H OLST� , K . J .
'
, P. Jnternational Rela
' K . J ., ..,.
1 .h• e nlVI
tions
· dtng ISCiplme, op. cit.
in
. . Ja an A Polt cy Research and A nalysis
Pers-
ternational Relations in the U . R . S . S . >>, en N . CHOUCRI y T . W . RoBtNSON (eds.), Forecasting in
International Relations. Theory, Methods, Problems, Prospects, San Francisco, 1 978, p . 352-364.
95 POWELL, David E. y SHOUP, Paul, «The Emergence of Political Science in Comm nist Coun­
2 :
.
. 9. Par�. una ITi as amp lia consideración .
op. ct/. . �
rroll o de 1 as relaciOnes .
1 _
tries», A merican Political Science Review, vol. 64 ( 1 970), p. 576. En el mismo sentido, vid . : THEEN.
lf�Ion SovJetica, vid . : ARENAL, Celestino del de< Ldesa �� Intern
s e acwnes I. nternaciOnales com acion ales en la

Rolf H. W . , op. cit., p. 700-702. J ohn GooRMACHTIGH señala a este respecto que la mayor opo­
tifica en la U . R . S . S . » , Sistema,
n . o 52 (en ;r l 8 ) p . � -83, Y «Pro blem as Y pers
o disci plina cien­ sición procedió de los iusinternacionalistas que «se negaban a reconocer que su propia disciplina
estu dw de las relac ione s inter
_
naciOnales, 1 982, p 57 - 85 .
nacionales en la U · R · S S . » , ·
nuano Mex1cano de Relacion
pectivas del no cubriese adecuadamente todos los problemas internacionales» ( « l nternational Relations as a
VId . . BUR LATSK I I , F . M . , «Po
es Jnter-
Vid. también: ZIMMERMAN, William, Soviet Perspectives on International Relations, 1956-/967,
93 . . . Field of Study in the Soviet Uniom>, The Year Book oj World Affairs, vol . 28, 1 974, p. 257).
litika y Nau ka», Pradva, 1 0 de
enero de 1 965 (cit. por THE EN,
Princeton, 1 969, p. 39.
1 1 1 1 1/ o l l l l l l l 1 1 • 1 1 1 1 \ ' , 1 1 1 1 \1 1 1 • /l l ' , l / 1 / 1 1' 1 1 1 1 1 • • 1 1 1 1 1 ' , 1 '\ • , 1\ 1 1 11 1 1 1 1 1 1 • , 1 1 1 1 1 1\ 1 1 \o 1 o >1 1 1 1 1 ' , o • 1 1\ 1 1 l 1 1 1 l l\ 1 ,1 \ 1 1 1 ' ,( 1 1 ' 1 1 N 1

J i t l l ' J (,I I I I l\ l l l i <• 1 d v h


' l l t t i ('1 1 1 iSt ) · x l · 1 Í ( ) l' <k 1 1 1 l J 1 1 i <'¡ 1 1 S ¡ v i · t i · a . 1� 1 1 d di 1 1 i l i v �t , l a s u p · r 1 ! <.: 1 1 · i a q u · 'S ·
/ ', 1 1 ' .�1 1 d \ ' 1 1 ' ( ' 1 / S , < k 1 l l l l i t l l l l j )o l l l 1 1 1 1 1 1 l ' l l l t ' \1\ n <.:sos
1 •

·1
V t � · r t<.:: t , P l l l : t POtl<.: 1 h n l l 1 1 1 1 ·n l 1 1 1 ' l i l e d
1 11011 1·nros 1:1 11i611 intcre
'ov iél i c a , con e a niv e l m u n d i a l , i e n t e como una
1 ·s · o 1 n o l i · i p l i n
i 1 1 i ·io d · l a s 1' · l a i o n ·.· i n l ' l l l f l ·i
1111•
a c i en t í ri c J . 11 · e ar 1 s t udios internacionales .
s i clacl p t n c i e

Durante el período e t a l i n i t a a n t erior, l a s a po rt ac i o nes oviét ica en c1 a m ­ · 1 p r i m e r paso en esta línea fue la reapertura , en abril de 1 956, del lnstitu­
po el� la cier � ci as sociales se limitaro n a ser ·poco
más q u e u n a exége ¡ d e l cle conomía Mundial y de Relaciones Internacionales de la Academia de
m a r x 1 s m � -lenmrs
. n: o o 1� elaboración de estudios y proyect Mun­
os dirigidos a llevar i e n ci a s de la Unión Soviética, clausurado al final de la Segunda Guerra
a la práct rca las exrgencr as del partido . Dentro de los estudios d i al, q ue inicia la publicació n de una revista del mismo nombre 99 .
internac ionale
s ó l o el campo d � l derecho internac ional, de la econom
ía internac ional y de 1� Con todo, los primeros pasos en el desarrollo de las relaciones internacio­
hrstona drpl oma� Jca, . � uedará abierto, dentro
de un dirigism o ideológi co cla­ nales son muy lentos e indecisos, debido a los obstáculo s de tipo ideológico
y académic o.
ro, a l e tudro _ e mvestigación académica 96 .
. La mue : � e de Stalin, con todo lo que supone de A partir de 1 962 puede ya afirmarse que las relaciones internacionales emer­
. O, marca al mismo tiempo inicio de cambios en el
SIStema SOvret!C la apertura de un período ca racteri­ gen como campo de estudios, liberado de la tutela de iusinternacionalistas, his­
zado por la progresiva modificación de la hostilida d que el PCUS había maní­ toriadores y economistas. La proclamación oficial que en ese año hace la Aca­
restado respecto de las ciencias sociales, lo que necesariamente había de influir demia de Ciencias de que «una condición necesaria para el éxito del trabajo
en los estudios internaci onales. Así, en el período que va de 1 953 a 1 956 año científico en torno a los problema s urgentes de las ciencias sociales es el desa­
del X � Congreso, empiezan a aparecer estudios estratégicos y de área, qu� son rrollo inteligibl e de investigaciones sociológicas concretas» abre la vía pa­ 100 ,

los � nmeros pasos en el camino que lleva al desarrol lo de las relaciones inter­ ra la afirmación de las relaciones internacionales como disciplina científica.
naciOnales como disciplina científica 97 • . Las relaciones internacionales se presentan «como una joven ciencia que surge
Las causas de este cambio pueden sumarizarse en las siguientes. En primer en la intersección de distintas ciencias sociales» , según se establece en el volu­
� ugar, el XX Congreso proporc ionó una atmósfera más favorable al quehacer men colectivo Las relaciones internacionales desde la Segunda Guerra Mun­
mtelectu al. � n segundo lugar, los cambios que se habían producid o, y se esta­ dial, que se publica en 1962 Los especialistas soviéticos prestarán particu­
101 .

ban produciendo en el mundo en todos los órdenes , pero sobre todo en los lar atención a los problema s metodoló gicos que plantean las relaciones inter­
aspectos científico-técnicos y de distribu ción de fuerzas a nivel internac ional nacionale s, sobre todo en lo que se refiere a las técnicas y métodos de investi­
p�n ían de manifiesto a los ojos de una parte importante de los dirigentes so � gación empírica que los internacio nalistas norteamericanos están ensayand o.
vJetJ. cos .que el aba �dono y el dogmatismo y la supresió n de trabajos empíric os La destitució n de Jruschev y el acceso al poder de un nuevo grupo de diri­
. 1do e � detnmento de los intereses reales
hab1an de la Unión Soviética 9s . En gentes, de los que Brejnev será la figura clave, se va a traducir en un relanza­
este proceso tle�e también u�� gran importancia la toma de conciencia por parte miento de las relacione s internaci onales, tanto en la línea anterior de aplica­
. . s de que es necesario replante
de los nuevos dmgentes sovJetJco arse la naturale ­ ción de los planteamientos teórico-m etodológ icos en boga en los Estados Uni­
za de la guerra y las concepciones estratégicas a la luz del desarrollo del arma dos (métodos cuantitativo-matemáticos, técnicas de simulación y procedimientos
nucle �r, Y de que los progres os en el estudio de las relacion es internac ionales cibernéti cos), como en una nueva línea que, dentro de los condicion amientos
contnbu yen o pueden contribu ir positiva mente al planeamiento de la política ideológicos y políticos existentes, trata de profundizar el pensamiento marxista­
leninista sobre las relaciones internacionales 1 02 .

96 Expresión de lo dicho lo constituye n las aportacio nes en el campo del derecho En los últimos años el desarroll o de los estudios sobre relaciones interna­
nal, e?�re Otros de KOROVIN , PASHUKANIS, VYSHINSKY y KRYLOV,
internacio ­
p l ? matica sobre todo la obra de V. P. POTEMKIN (lstoriya
y en el campo de la historia di­
diplomatic Moscú 1 94 1 - 1 945 · er_
cionales en la Unión Soviética no ha hecho más que aumentar, si bien son po­
s1on castellana de la 2. • ed. rusa: Historia de fa diplomac
ia• trad · de · La¡' n • '3 vols , M ex1co,
: �
] . cas las aportaciones que han abierto nuevas vías en el camino de una teoría
97 ZIMMERMAN , William • op. cit. , pp . 26 y 27, e «lnternational Relations
1 966- 1 968).
marxista-leninista de las relaciones internacionales, orientándose la mayoría
The Emergence of a DISClphna>>, The Journal oj Po/itics, vol. 31 ( 1 969), p. 53;
. in the Soviet Union:
GooRMACHTIGH '

99 ZIMMERMAN, William, Soviet Perspectives . . . , op. cit., p. 37-39; GOORMACHTIG


John, op. cit. , p . 258.
98 Como señalará años después D. TOMASHEVS KI, desde la propia perspectiva soviética, refi­ H, John, op.
p . 257 y 258. Para una exposición de los trabajos realizados hasta la �echa por este Instituto,
. •

nendose a los cambiOs producidos en las relaciones internacion ales, «éstos


vid . : La paz y el desarme. In vestigaciones cientfjicas 1980, ConseJO Cientlfico para mvestlgar
y otros muchos cam­ cit.,
biOs condiciona ron la necesidad d una profu da elaboración de los problemas los
� ? más importante s
del desarrollo mundial, de un anahSIS cient1f1co _ problemas de l a paz y el desarme, trad. del ruso de L. Vladov, Moscú, 1 980, p. 2 1 0-2 1 6
.
100 POWELL, David E. y SHOUP, Paul, op. cit., p. 5 7 3 .
de la distribución de las fuerzas de clase en la

palestra mun 1al . Sm un exacto análisis marxista de los resultados y las tendencias
del desarrollo
mundial era Imposible definir las direcciones fundament ales de la actividad
mumsta Y o rero mternacwn al, trazar los caminos más eficaces para lograr la Segunda Guerra Mundial), vol . 1 , 1945-1949, Academia de Ciencias de la U nión Soviética,
1 0 1 Mezhdunarodnye otnosheniia pos/e vtroi mirovoi voiny (Las relacines internacionales desde
del movimient o co­
? I ns­
Y formular las tareas fundament ales de la actividad internacion al de
. actual, sus grandes objetivos
en l a situacwn
los tituto de Economía Mundial y de Relaciones I nternacionales , Moscú, 1 962 (cit. por ZIMMERMAN,
parudos � omumstas y , :n part¡cular, las orientacion es principales de la política William, op. cit. , p. 45).
exterior de los Es­
neas' trad · de 1 102 Para el análisis de las aportaciones soviéticas, vid. dentro de esta obra el apartado dedica­
tados sociahstas11 (Las 1deas lemmstas y las relaciones internacionales contemporá
ruso de M . Jusainov, Moscú, 1 974, p . 2 1 ) . do a las <<Concepciones marxistas de las relaciones internacionales >>.
1 \ ' , 1( 1 1 \ t 11 1tl i • , t tl l l (( 1 1 \ t H i l l \ 1 1 ' t < 1 1 1 1 l l t l i; l \ \ l l i ',t II'I IN \

, ¡ . . l . 1 1, 1 1 1 1 '. 1 1 1 . 1 '· I J P I l . 1 l l l l • ' l ', l . l l l l l l l l i t · 1 ! 1 ' l


• l i P d · l t ¡•, \ ' 1 d ' ' " H l w. 1 1 1c, � �� 1 : 1 d ( ),,
·11 o1d ·11 u s11 apli · i ó n a lo Q t t s · <.1 ·n m i n u n ci n c i a s .·?·
l' l l
1 1IIH lns. 1 1 1 1 p l i t 1 d i ��· 1 1 s i ,'1 1 1 •

¡d l� n ·st · s ' l l t i 1 rre p n d


·o

1 , 1 ¡ er ' ·¡m il\ ' • e 1 1 1 � ) 1 l o l l ·


S l l l 0 1 1 · d · ·: 1 1 1 1 b i o · 1 1 l : 1
• , 11 11 s a n ot ro e n t r a r en una d1 cus1on
1tl d ' ·ct a
l 1 1 i ·i:1 1;, l 1 1 i 1 1 ,' o·
-�.
.
v i (: l i · a , ría de l a s ciencias sociales y, e� c� nsecuenct a, a las
la r;;¡n m ay
· l t t iones i n t e r n ac i o n ales .
. n
ele · u ¡ o n c r q u e el clcsa r r
e
11
d e l e t u d i d · l ;;¡ r e l a c i n s i n l · r 1 1 n . an -
· i o­ Sólo decir que entendemos la ctenct� , en senttdo :
1 ¡¡ , como un cuerpo de conocimiento y u na vía para d � scubnr nuevo conoct-
n a l cs en ese p a í se o r i e n t a rá por ,·
l a · m i s m a l í n as i cleoló gi a
que esta ciencia conoce en los países c le a y
m e t o d o lógica s
o cic nt le .
t eóri o­
.
1 1 1 ¡ nt a través de la observación y la lógtca, que permtte establecer generah­
resto de los países comu nistas , la situac ión de las relaci
n el
como discip lina cientí fica no es unifo rme, encon tránd oseones te i n rn a ­ ¡;a i o n y nos capacita para la predicción. No consideramos, pues, que la no-
¡ n de ciencia se agote con el modelo de las ciencias físico-nat �� ales. Lo qu e
c i o n a les e

gener ales en situac ión de retras o respe cto de la Unión Soviética. en términ o
Las causa s de esas difere ncias con
relaci ón a la Unión Sovié tica son las si­ s común a todos los esfuerzos científicos es el deseo de adqumr un con � cl­.
guientes. En prime r lugar , causa s de orden histór ico y cultur miento que suponga el recurso a los métodos. de verifica� ió� , pero estos meto­
tardío respecto de la Unión Sovié tica de la implantación en los al, en espec ial lo los varían según el tipo de ciencias, dado que el conoomtento que se espera
régim en comu nista, lo que perm itió que hasta la Segun da Guerrmismo a Mund
s de un btener varía con sus respectivos campos de estudio, al igual que el alcance
estar fuera de la órbita soviét ica, se produ jese en esos países un desar ial, al de la predicción. Desde esta perspectiva, la noción de ciencia es pe�fectamente
las ciencias social es en línea con los demá s países occid entale s. En segun rollo de aplicable a las relaciones internaci� nales, sin q � e �� problema am? hamente de­
gar, causas polític as e instituciona les, por cuanto por encim a de su fidelid do lu­ batido de su mayor o menor capac1dad de pred!CC!On sea un obstaculo que des­
al marxismo- lenini smo, los regímenes políticos de esos países prese ntan ad califique a las relaciones internacionales y a otras cie� cias sociales com � cien­
rencias signif icativ as 1 03 . En tercer lugar, el retraso de esos países dife­ cias ' sino simplemente una limitación actual de las m1smas. Lo que esta claro
la Unión Sovié tica se debe al papel hegemónico que ejerce este último de respe cto es q ue la aproximación al estudio de las relaciones internacionales ha de ser
Las dificu ltades y obstá culos en cuanto al desar rollo de las relaci onespaís. científico en el sentido ya señalado.
ternacionales como discip lina cientí fica han sido iguales a las señala das in­ Rech ;zamos, en consecuencia, las posiciones mantenidas por algun� s a�to-
Unión Soviét ica, derivá ndose de los ideólo gos y dirigentes polític os y del en la res ' en base a esas dificultades y problemas, que niegan carácter de c1enc1a a
do académico ya establ ecido. mun­ las relaciones internacionales, prefiriendo hablar de «campo de estudio» 1 05. o
Las aportaciones de estos países , menos numerosas que las soviét icas, de «disciplina» sin más 1 06 .
Rechazamos, igualmente, la posición que considera que las relacw�es .
.
ciden , salvo excepcione s, con las de la Unión Sovié tica en su coin­ m-
escasa
dad y mime tismo con los métod os y técnic as occidentales. Sobre salen, origin ali­ ternacionales en vez de constituir un cuerpo científico separado, tendera en el
caso, las realizadas en Polon ia, Chec oslov aquia y Ruma nía en todo
1 o4•
futuro a dil�irse como tal y será incorporado por las demás ciencias so-
El acelerado proce so de camb io y democratización ciales 107 .
la gran mayoría de estos países implica un cambio radicque al
ha experimentado
en los plant eamie n­ El tema de las relaciones internacionales como disciplina científica plantea
tos ideológicos domi nante s hasta ahora en el camp o de las relac también una cuestión que estimamos central: ¿La disciplina de las relaciones
ciona les, abrié nqose una nueva etapa caracterizada por la homoiones interna­ internacionales constituye una ciencia «autónoma», es decir, tiene una pers­
estud io de las relaci ones intern acion ales con los plant eamie ntos logac ión del pectiva científica propia o constituye parte de otras ciencias sociales ya consa-
occidentales. gradas, es decir, encuentra en las mismas su razón científica? .
O)
El problema se deriva, en primer lugar, de la propia génesis de las relaciO­
LAS RELA C I O NES I NTER NAC IONA
LES COMO DISCI PLINA CIEN TIF!C nes internacionales como disciplina científica, dado el papel que, como hemos
A
Vistos los antecedentes y desarrollo de las relaciones intern visto, han jugado otras ciencias sociales, como la historia Y el derecho, en la
discip lina cientí fica, y antes de entrar en el estud io de las distinaciona
tas
les como
conce
misma. Es comprensible que los estudiosos de tales ciencias hayan tendido a
nes teóric as, debemos plante arnos, como colofó n de esta parte, la cuestión pcio­ continuar reivindicando la exclusividad o, al menos, la supremacía en la consi­
las relaciones internacionales en cuanto cienci a en el marco de las ciencide deración de los fenómenos internacionales, atribuyendo a las relaciones inter­
social es . as nacionales un carácter auxiliar o subordinado desde el punto de vista científi-
La noció n de ciencia es relativa y, como ya hemo s apuntado, es objeto
de 1 05 Vid por ejemplo: PALMER, Norman D . , << l n ternational Relations Research: An Assess
ment of Pr�gress and Relevance>>, en N . D. PALMER (ed . ) , op. cit . , p. 277 , Y A LG E R , Chadwtc k
1 03
El caso de Yugosla via es especia l, ya que n o puede F., <<Relaciones I n ternacionales>>, Enciclopedia lnternacwnal de las Ctenctas Socwles, vol. 9 , Ma-
conside rarse incluido dentro del blo­
que comunista .
V id . , por ejemplo: LEDERMAN N , Laszlo, «Considerations ep1stemo¡ og1que sur ¡ • etu· de d es
drid, 1 976, p. 1 94 . , · · ·
1 04
Una conside ración de las mismas se hace dentro
de esta obra en el apartad o <<Conce pcio­
1 06
1 07 V id . , por ejemplo: ALGER, Chadwick F., op. cit . , p . 1 94 .
nes marxist as de las relacion es interna cionale relations internationales>>, Mélanges Séfériadés, Atenas, 1 96 1 , p. 3 9 5 .
s» .
, . . . . · '' '" 1"1 11 ·, 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 I I I J/ \ 1 1 •,

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ntes o rival es
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plant eami ento de HOF FMA NN con­
pcr � da 1� c uest rón ? e su ervidurnbre respecto del d recho i n t e r n a c i o n a l
rn J
m u ndo» 9 _ Desd e este punt o
1 de parti da, el
1� h r tona m _ ernacronal. Es decir, el debate se ha trasladado a la determina­ de 0
d uce a una conc epció n de las relaciones internacionales como ciencia matriz

que desborda los límites tradicionales de la cienciaivam política y la sociología: «Sin
crón de la valrd ez de la �iencia po!ítica o la sociología para estudiar e interpre­ ente j oven , añadiría que
lar 1� ealr_ ? ad mte _ � naciOnal, debido no sólo a su papel en el desarrollo de la prete nder ser el imperialista de una cienc ia relat a la cienc
e l pape l arqu itectó nico que Arist
ia de la polis podría
r c l a c r o n e s mternac10nales como disciplina científica, sino igualmente al carác­
r
óteles atribuyó
, pues han llegado a ser en
l c r c e n � r� l que algunos autores atribuyen a estas ciencias. Hoy todavía fa cien- corresponder hoy a las relaciones internacionales
ra polrtrca, P? r � n � �� o, Y la sociología, por otro, se disputan fa paternidad el siglo xx la condición misma de nuestra vidaoscotid iana» 1 10 . Esta posición de
o l a hegemoma Cie ?tifi � � sobre las relaciones internacionales, aunque sin lu­ HOF FMA NN, excep ciona l en los
Estados Unid en la época en que se desarro­
lló, ha encontrado eco en los últimos años en eseiones mism o país.
gar a � udas esta discusion ha perdido en la actualidad intensidad . nacionales parte
Que duda cabe qu.e, en última instancia, la cuestión de la pertenencia de En Euro pa, la concepción que hace de las relac e todointer , en Francia 1 1 1 , don­
��� relaciOnes _ I. nternaciOnales a la ciencia política o a la sociología, 0 la afirma­ de la cienciá política� está igualmente extendida, sobr rollo . En este país y den­
CIOn de su caracter . aut ? nomo, está íntimamente ligada a la noción misma que de la ciencia polít ic ha conocido un particular desar nales como ciencia política,
ado.�te�os � e las relaciOnes Internacionales, tro de la consideración de las relaciones internacio
destaca, por su peculiar posición, ME RLE , quien y las relaciones internaciona­
_ así como a la perspectiva de inda­ ués de constatar la iden­
. , desp
g�ciOn Cientifica que estimemos adecuada. Es por ello que nuestras considera­
ciOnes �e este tema se limitarán de momento a fijar los grandes rasgos del mis­ tidad de objeto y método entre la ciencia políticao de obse rvaci ón, y de estable­
mo, deJ �ndo para la parte de esta obra en que fijamos nuestra concepción la les, encontrando sólo una diferencia en el camp nales" es la rama de la cien­
exposiciOn _ _ concreta de nuestra posición. cer que «la disciplina de las "relaciones internacios inter nacio nales » 1 1 2 estima.
P ?r lo � �e se re �iere a la �elación de las relacion_es internacionales con la cia políti ca dedic ada al estudio de los prob lema lector , «parece prefe ,
rible'
ment e del
� poh�Ica, ! a ciencia
. Cia _ social que con más frecuencia ha sido tomada por que, para no intro ducir la confu sión en la
Cie comp rensiv a de «soci ologí a de las rela­
los mternac10nahstas como marco de referencia de las relaciones internaciona­ utilizar la expre sión más1 1 neutra y más respecto de la cien­
les, la respuesta a la cuestión depende, en primera instancia ' en gran med'd ciones internacionales» 3 • Posición la de este autor, críticamant enida por HOFF­
de 1 a ?OCIOn . . que se de. de la ciencia política, pues no es igual considerar Ique a,
cia política tradicional, que se acerc a <t ia que hemo s visto
cía de lo internacional sobre lo intern o,
su ObJeto es el Esta?o o el p �de� . Sin entrar en esta discusión, y siguiendo a M A N N , en cuant o preco niza la prima 1 1 4 M E R LE , sin em­
en función de la íntima inter relac ión entre ambo s medi os .
TRUYOL, pu �de decirse, en termmos generales, que el objeto material prefe­ edició n de la obra citada, incli­
bargo , ha modi ficado esta posic ión en la 3 . a
rente de la Ciencia polí� ica es el Estado desde el punto de vista del poder 1 0s . acionales
�esde esta perspectiva, los autores que consideran que las relaciones inter­ nánd ose abiertamente por una consideración de las relaciones intern
� �ciOnales son u � a p �rte de .1� ciencia política estiman que hay una ciencia po­ como sociología, como veremos en breve. una rama de la
htic � gene�al Y Ciencias pohticas particulares o especiales, según el sector de La concepción que hace de las relaciones internacionales pción restrictiva de
conce
ciencia política es, desde nuestro punto de vista, unament e a reducirlas a la po­
1� .vida social en el qu� las rel �ciones de poder vienen tomadas en considera­
c� on . Entre estas ciencias _ pohticas. particulares estarían las relaciones interna­ las relaciones internacionales, pues tiend e inelu dible de las relaciones interna-
ciOnales, que se ocuparían preferentemente de los procesos y fenómenos de lítica intern acion al, cuando ésta no agota el campo
poder de los Estados en sus relaciones recíprocas .
1 09 HOFFMANN, Stanle y H . , Contemporary Theory in
lnternational Relations, Englew ood
Esta posición, como hemos visto, es la dominante en los Estados Unid
donde l as relaciones internacionales se encuadran en el marco general de la ci ��� eas sobre las relaciones internaciona
­

Madr id, 1 963 , p. 1 9 .


Cli ffs, N. J . , 1 960; versió n castel lana: Teorfas contemporán
CI_ � pohtica,. . con todas las consecuencias que ello tiene, si bien la tendencia se les, trad. de M. D. López Martí nez,
1 1 0 H OFFM A N N , Stanle y H . , ibidem, p. 22.
o nen�a a estimar 1 , p . 1 1 3- 1 1 6; V ELLAS , Pierre , Re­
. que las relaciones internacionales dentro de ese marco tienen 1 1 1 Vid . : PRELO T, Maree !, La science politique , París, 1 96
E n una posici ón
ons lnternationales, París, 1 974,
ationales, París, 1 97 7 , pp. 1 1 y 1 2 .
una cierta a�tonomía. En esta línea de dotar de carácter propio a las relacio­ lations /nternationales, l . Méthodolog
ie. Les A gents des Relati

p . 1 2 . COLAR
ne s mt _ rnaciO ales en cuanto ciencia política, si bien con un alcance que da D, Danie l, Les relatio ns intern
n caste­
? la Science Politique, París, 1 959; versió
_ : a lo InternaciOnal . más matiza da: M E Y NAUD, Jean , lntrod uction a
Prade ra, 2 . ' ed . , Madri d , 1 964, p. 2 1 5
y 216.
les, op . cit . , p. 22.
pnmacia sobre lo interno, hay que destacar a H OFFMAN N . llana: Introducción a la ciencia politic a, t rad. de J .
1 1 2 MERL E, Maree !, Sociologfa de las relaciones internaciona
1 1 3 MERLE , Marce l, ibidem, p . 23 .
44 TR4�Y o L, A n tonro, La leona de las relaciones internacionales como sociologfa, op. cit., p .
. ·

1 1 4 MERLE , Marce l, ibfdem, p. 2 2 .


Y
108

42 ,
l ' l t : l l . d ( ' \ , 1 . 1 ,' , 1 1 ' 1.: 1 1 ' 1 ' 1 1 1 ( ' ' , l l l f ( ' l
.� �· 1 1 1 1 ' i', l 1 1 1 1 r l' l u ' J q l l t · � q 1 1 t · "" N
l l ' l ! l \' i ' l l l l l l l ' l l d ( 1 1 ('
1 1 k,� J I , • l'� f l l J !C I 1'o J ll'\.'I Í V I 1 L'l l i i i J l l ' l l l k ( l l l l.: �j S\ l l l I I I I I I I C I O,� ( > S loS ! l l l l l l l l.:,\ l J I I C
l l . l \ l l l l l , d ( ' '> ' . 1 1 1 1 1 1 1 1 ('( 1 1 1 1 p f . - ¡ q
\ l l l , -.� � � l ·1 l l l l l' l l l · po l l 1 i et 1 ,� . )( •
J l l o q 1 1 e eq 1 1 í pu 1 1 1 1
� ·

a l a s rd:1 · j . ucs i l l l T f l ac i o 1 1 a l · I I H I I I I i · 1 1 · 1 1 1 1 1 1�1 ·o11 · 1


s ·01 1 1 d í 8 · i p l i 1 1 a · i ' 1 1 1 í fi c a ,
·i 1 1 so · i o l • i c a ele la relaci ne i n l. e rn a c i na les s o 1 1 ...:s­
·u 1 1 l a · i t l l · i a 1 > l í ­ ·a · .í i 1 1 1 s lo que e l es internacionale como u n a r a m a de
n s i cleran l a s re a c i on
I I Ca , es dec t r , h acerl a p o l l t ica

i u t e r u a i o n a l , l l e v a rí a ·1 ex c l u i
r ele n ue · t ra on s i­ la s i o l g l a , lo q u e nos indica q u e el problema se plantea con alcance cliferen-
c eraci ón a pecto las e a ion s nt de
I I I JCO Y
r l c

que, sm _ emb argo , afectan de man ci n le e i e rn a o a s q u e des b o r d


a n el p l a n po­ 1 e a l q u e hemos visto en la ciencia política . El caso más relevante es el de
era esencial a la socie l a d i n t e rnac io­ 1 16
nal E o ll no quiere decir que no exista una zona de coinc H W A RZ E N B E R G E R •
.
cia política y las relaciones internacionales, pero , en todoidencia entre cien­ la No creemos, sin embargo, que pueda hablarse de las relaciones internacio­
l a que se ocupa la cien�ia política y, en consecuencia, la polítcaso , esa zona , ele nales como la rama de la sociología que se ocupa de la sociedad internacional,
es só lo una parte del ObJeto de
ica inter nacio nal, pues, si bien es verdad que las relaciones internacionales es la ciencia de la so­
estudio de las relaciones internacionales en cuan to ciedad internacional y que por ello exige un enfoque sociológico, que es el que
ciencia. Las relaciones inter naci onal es, por tanto , no
b1en por lo que acabamos de seña lar, deberán utiliz ar, son ciencia política, si determina básicamente su naturaleza como disciplina científica, no lo es me­
dos propios de los polit ólog os. entre otro s, los méto­ nos que, tanto por su objeto como por su perspectiva, desborda el plantea­
Por otro lado , este cará cter restr ictiv o de la conc epció miento caracterizador de la sociología, como ha apuntado recientemente
laciones internacionales una ciencia polít ica, dado n que hace de las re­ MERLE
1 17 •

el énfa sis
tado como detentador del poder, se man ifiest a igualmen que pone en el Es­ Las relaciones internacionales son, en nuestra opinión, una sociología in­
a?optar una concepción estatocéntrica de las relaciones intertenacio en la tendencia a ternacional, una teo Í'Ia de la sociedad internacional en cuanto tal, es decir, una
pide una adecuada com pren sión de la realidad inter naci nales, que im­ sociología en sí misma, autónoma y diferenciada de la sociolog(a entendida
dad inter naci onal . Desde esta óptica la pers pect iva que onal en cuan to socie ­ en sentido estricto . T R UYOL acertadamente ha señalado que «la ciencia de las
polít ica �stá t �mbié n �lejada de la persp ectiv a global prop orcio na la cienc ia relaciones internacionales, si ha de constituir una disciplina diferenciada, con
las relaciOnes mternac10nales como ciencia de la socie y omn icom pren siva de objeto propio y peculiar, y no una amalgama de conocimientos tomados de
Ello nos lleva a la segunda di�ciplina científica que jueg dad inter nacio nal. otras disciplinas, viene a ser, en definitiva, teoría de la sociedad internacional
. .
derante en las relaciOnes mternac10nales en cuan to cienc a un pape l prep on­ en cuanto tal, o sea, sociología internacional» 1 1 8 • .
de nuev o, se plan tea el prob lema no resuelto de qué es la ia, la socio logía . Aqu í, Ello se deriva del propio objeto de estudio, la sociedad internacional, que
en el que como es lógic o no podemos entra r, pero del socio logía . Prob lema no es reducible sin más a las categorías utilizadas pdr la sociología Y que exige
depe nde el tema que trata mos. Qué duda cabe que en ciert a �ed ida sus propias categorías y conceptos en orden a su adecuada comprensión, lo
que la .
caso , como proy ecto de cono cer científicamente la socie socio logía , en todo que no obsta para que sean aplicables muchos de los conceptos y categonas
sentido que tienen las relaciones inter naci onal es. Sin dad se acer ca más al de otras ciencias sociales y, sobre todo, de la ciencia política y de la sociología.
com o tal no se ha preocupado excesivamente de integrar·emba;go, la sociología Pero se deriva también de la propia perspectiva de análisis, la de la sociedad
nes internacionales com o disciplina científica. Las en su seno las relacio­ internacional como un todo, globalmente considerada, lo que supone una vi­
cont rarl as, de un lado , en el prop io desarrollo de razo nes de ello hay que en­ sión totalizadora de una realidad que supera la perspectiva global de la socio­
.
le�, que ha tem do lugar principalmente en los Esta las rela cion es internaciona­ logía, como ciencia de la sociedad integrada, lo que se traduce igualme�te en
mi �ado , en gran part e, por las aportaciones nort dos Unid os y ha estado do­ la necesidad de conceptos y categorías que la sociología no puede proporcwnar.
s�bi do, se ha� en�arcado dentro de la ciencia polí eam erica nas, que , com o es
gia ?o ha pod ido ! ugar un papel excesivo, y, de otro tica, por lo que la sociolo­
.
paciOn que la soc10l ?�Ia. ha most rado por el estu , en la trad icion al preocu­ 1 1 6 ScHWARZENBERGER, Georg . , Po wer Politics. A Study of lnternational Society, Londres,
dio de las 1 94 1 , 2 . a ed . , 1 95 1 ; versión castellana de la 2. a ed . ingl esa: La politica del poder. EstudiO de la
sociedad internacional, México, 1 960, p. 8 . Vid. tamb1en
das Y su escasa atenc10n a los feno. menos internaci soci edad es integra­ _ en la m1sma l . nea: LEDERMANN, Lasz­
.Side rado s onales, tradicionalmente con­ !
lo, <<Etude et enseignement universitaire des relations internatwnales», Melanges (Facultad de Cien­
cias Económicas y Sociales de la U niv . de Ginebra), Gmebra, 1 965, p. 3 1 2 .
desde la �pti ca de la teor ía polí
De esta forma, SI se ha desarrollado unaticaimp y de la polí tica exte rior 1 1 5 .
1 1 7 Maree! M ERLE señala a este respecto, en sentido parecido, que la aprox1macwn . .
.
.
, .
so �wlog!­
en el c��po de las relaciones internacionales elloorta nte corr ient e sociológica ca a las relaciones internacionales <<puede contribuir a situarlas bajo una nueva perspectiva Y a
�os soci�Iogo � se hayan ocupado de las mism as, no se ha debido tant o a que poner de relieve algunas de sus características, que pueden haber escapado a otros espec1ahstas.
mternac10nahstas de un enfoque sociológico, porcom o � la adopción por los Por otro lado, no se comprende por qué la ciencia que trata de los problemas de la soc1edad ha
de detenerse en las fronteras de los Estados y no atreverse a atraversarlas para aprehender las rela­
para aprehender la realidad internacional . estim arlo el más adecuado
ciones sociales que se insertan en el campo de la globalidad. I nversamente, la exploración de esta
parte del campo social puede contribuir a renovar la temática y la problemática de � na <<sociolo­
gía>> que ha permanecido largo tiempo y que permanece todavm . con frecuenc!a tnbutana de la
. . 1 og1a
. d e 1 a soc1o · a los proble contemplación del mismo objeto» (Sociologie des relatwns mternatwnales, 3 . ed . enteramente
revisada y puesta al día, París, 1 982, p. 3 ) .
115 L
a a tencwn
mas intern acion ales se ha centra do princi
1 1 8 T R U Y O L , Antonio, op. cit. , p . 54.
te en el estudi O del conf11 cto. palme n­
1 · "" 1 1 1 1•. l l n . 1 . 1 1 1 1 1 . 1 1 0 1 1 1
1 1 ' 1 " 1 1 1 1 1 d 1 · l . 1 •. l l ' I . H 1 1 1 1 1 1 ·•. 1 1 1 1 1 '1 1 1 1 ll 1
1 1 1 1 d1 ·,1, 1 'P I I I p 1 · 1 1 1 ' 1 : 1
1 ' Í (•I i i l J p( l l ( I I I I O I I q l l l i l � l
( l , �' l l i l l t'll '\ ) 1 1 L'i 1 11 1 1 1
1 1 1 1 \ ' ,� 1 1 1 1 , 1 1 1 1 1 1 1 1 1 , 1 1 (' I V I I l' L I d t • i 1 '· 1
l t' l i i i i Í ' 1 1 1 0 t'S i JO Y,n lo t k � tit' i 1 c i <.; 1
1 · i 1 1 1 ( l J ( j j '11 I J ( l l' J I li i • M i\ N N . ! l o
,
d a d i n r · r n a i n u l s pr SCI I I O · .1
11 una 1 • t i v i dacl l 1 u 1 Y t a 1 1 a n Jo q u
r ra n s u corre 1 0 e n t i d o y a l c a n ce
l a mayo rí a de l o m á s grave p ro
b l ma q ue
l
't l'cctan a h o m b re y a la h u m a n i d
fccl a » y pu n t
a d . El Estad o, corno com u n iclacl po
l í t ica « pcr­
o de referencia de los problemas e intereses de 1 J. CONCEPC I ONES TEOR I CAS
los h o m b re y de
rea l i zac i ó nde sus aspiraciones de justicia, paz libertad, ha quedado ob y DE LAS RELACIONES I NTERNACIONALES
o l e­
y más m p l i o
l o , d e pe n die do su soluc ión realización de un marco superior
n
q u e es
y
la sociedad internacional . En este senti do, el orden jerár a
1.
e n t re el ámbi to intern o y el ámbi
quico clásico CONSIDERACIONES GENERALES
to internacional, en favor del primero, ha que­
braci o, resolviéndose necesariamente en favor del último De
. ahí que las rela­
A)
cione s internacionales, como ciencia de la sociedad inter nacional, aparezcan COR R I ENTES D E PENSAMIENTO EN LA TEO R I A INTERNACIONAL
co mo la ciencia llave y centr al
de la consideración del homb re, corno ser que
vive en socie dad.
La anter ior visió n de las relaciones internacio Ya hemos señalado que, en orden a la consideración de las relaciones inter­
tad de estab lecer una definición de una ciencia quenales saca a la luz la dific ul­ nacionales, partimos de la distinción entre el desarrollo de una te� ría,. o teo­
es
de un sector autónomo de la realidad social, por cuanto cubre más que la investigación rías de las relaciones internacionales, o teoría internacional, y la genesis Y de­
simo, objeto de consideración de otras ciencias soCiales desde un sector amplí­ sarr� llo de las relaciones internacionales como disciplina científica. Distinción
ticular y más limitada que la prop ia de las relaciones internaciouna óptica par­ que no sólo tiene un indudable carácter científico, sino que tam�ié� se b �sa
tad de establecer una definición que hace referencia, en consecuencnales . Dific ul­ en una diferencia temporal clara . También hemos indicado que s1 bien es m­
disciplinariedad. Desde esta posic ión, encuentra sentido la ia, a su trans­ dudable tal distinción no lo es menos que ambas están al mismo tiempo nece­
defin
lada hace ya años por WRIG HT: «Las relaciones internacionales ición formu­ sariamente unidas, pues toda ciencia supone en principio una teoría, una con- ·

ciplina que contr ibuye a la comp rensi ón, pred icció n, valor , en cuanto dis­ cepción teórica, que es la que dota de contenido e inspira su d�sarrollo Y pers­
las relaciones entre los Estad os y de las condiciones de la comu ación y control de pectivas de análisis. Como hemos puesto de manifiest� , esa �món, ese encuen­
es, al mism o tiemp o, una historia, una cienc ia, una filoso fía nidad unive rsal .
tro entre teoría internacional y disciplina de las relaciOnes mternacwnale s se
y un arte» 1 19.
realiza sólo a partir de la Primera Guerra Mundial, momento en q �e empieza .
.
a producirse la toma de conciencia de que la teoriz�ción de las relacwnes mter-
nacionales tiene una entidad científica y académ1ca propia. .
No pretendemos ahora, al abordar la exposición y análisis de las concepciO­ .
.
nes teóricas de las relaciones internacionales, entrar en el estudiO de los ante-·
cedentes de las actuales teorías, ya que las especulaciones teóricas e interpreta­
ciones sobre el mundo internacional se inician mucho antes de nuestra era Y
en círculos de civilización muchas veces alejados del occidental . Es evidente
que la sociedad internacional y sus problemas han sido objeto de atención Y
.
análisis desde antiguo . Los historiadores, los tratadistas . . pohtiCa,
de la c1encta ··
los iusinternacionalistas, los economistas y los filósofos, entre ot�os, se han
ocupado, en todos los tiempos, siquiera sea parcialmente, de a? ahzar los .re­
nómenos internacionales de su época, tratando de darnos una mterpretacwn .
de los mismos que facilite la comprensión de la vida internacio � al. El i�t�rés
de las mismas es claro a la hora de estudiar las actuales concepcwnes teoncas
de las relaciones internacionales 1 •

J LJNKLATER señala a este respecto que uno de los fundamentos par� construir una teoría de

W RJGHT, Quincy, op. cit. , p. 48 1 .


las relaciones internacionales es partir del reconocimiento de que la teona de las relaciOnes mter­
nacionales tiene una historia, cuya consideración es absolutamente necesana (Men and Clltzens
in the Theory of International Relations, • .Londres , 1 982, p. 8).
1 19
Hll\• H•ll\11'•

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1 am iento e bozado ele de la icnci a pol ít ica por 1-l. 1-FMANN Hoy, la ·k
dad int ernaciona l se presenta como una colec t i vidad humana en
la q ue en u 11
tr a n su correcto sentido y alcance la mayoría de los má graves problema q u ·
a fect an al hombre y a la humanid ad. El Estado, como comunida
d polít ica «pCr· 11. NCEPCIONES TEORICAS
fecta» y punto de referencia de los problemas e intereses de los hombres y de
realizació n de sus aspiracio nes de j usticia, paz y libertad, 1 H� A RELACIONES INTERNACIONALES
ha quedado obsole­
t o , dependie ndo su solución y realizaci ón de un marco superior
y más amplio
que es la sociedad internaci onal. En este sentido, el orden jerárquic o clásico
1. ONSl DERACIONES GENERALES
e n t re el ámbito interno y el ámbito internaci onal, en favor del primero, ha que­
brado, resolvién dose necesariamente en favor del último. De ahí que las rela­
ciones internac ionales, como ciencia de la sociedad internac ional, aparezcan ORRIENTES DE PENSAMIENTO EN LA TEORIA INTERNACIONAL
como la ciencia llave y central de la consider ación del hombre , como ser que
vive en sociedad. •

Ya hemos señalado que, en orden a la consideración de las relaciones inter-


La anterior visión de las relaciones internacionales saca a la luz la dificul­ 11 io n a les, partimos de la distinción entre el desarrollo de una teoría, o teo-
tad de establecer una definición de una ciencia que es más que la investigación
l

1 1s de las relaciones internacionales, o teoría internacional, y la génesis Y de­


de un sector autónomo de la realidad social, por cuanto cubre un sector amplí­ m·� llo de las relaciones internacionales como disciplina científica. Distinción
simo, objeto de consideración de otras ciencias sociales desde una óptica par­ ¡ u no sólo tiene un indudable carácter científico, sino que también se basa
ticular y más limitada que la propia de las relaciones internacionales. Dificul­ ·n una diferencia temporal clara. También hemos indicado que si bien es in-
tad de establecer una definición que hace referencia, en consecuencia, a su trans­
l udable tal distinción no lo es menos que ambas están al mismo tiempo nece-
disciplinariedad. Desde esta posición, encuentra sentido la definición formu­ 1riamente unidas, pues toda ciencia supone en principio una teoría, una con­
lada hace ya años por W RIGHT: «Las relaciones internacionales, en cuanto dis­ •pción teórica, que es la que dota de contenido e inspira su desarrollo Y pers-
.

ciplina que contribuye a la comprensión, predicción, valoración y control de


1 ctivas de análisis . Como hemos puesto de manifiesto, esa unión, ese encuen­
las relaciones entre los Estados y de las condiciones de la comunidad universal entre teoría internacional y disciplina de las relaciones internacionales se
es, al mismo tiempo, una historia, una ciencia, una filosofía y un arte» 119•
¡1
r ·'tliza sólo a partir de la Primera Guerra Mundial, momento en que empieza

l producirse la toma de conciencia de que la teorización de las relaciones inter­


nacionales tiene una entidad científica y académica propia.
No pretendemos ahora, al abordar la exposición y análisis de las concepcio-
11 teóricas de las relaciones internacionales, entrar en el estudio de los ante­
. dentes de las actuales teorías, ya que las especulaciones teóricas e interpreta­
·iones sobre el mundo internacional se inician mucho antes de nuestra era Y
•n círculos de civilización muchas veces alejados. del occidental. Es evidente
¡ue la sociedad internacional y sus problemas han sido objeto de atención y
1 nálisis desde antiguo. Los historiadores, los tratadistas de la ciencia política,

1 s iusinternacionalistas, los economistas y los filósofos, entre otros , se han


ocupado , en todos los tiempos , siquiera sea parcialmente, de analizar los fe­
n menos internacionales de su época, tratando de darnos una interpretación
le los mismos que facilite la comprensión de la vida internqcional . El interés
le l as mismas es claro a la hora de estudiar las actuales concepciones teóricas
de las relaciones internacionales 1 •

1 LINKLATER señala a este respecto que uno de los fundamentos para construir una teoría de
las relaciones internacionales es partir del reconocimiento de que la teoría de las relaciones inter­
119 WRIGHT, Quincy, Op. cit., p. 48 1 . nacionales tiene una historia, cuya consideración es absolutamente necesaria (Men and Citizens
in the Theory oj /nternational Re/ations, •Londres, 1982, p. 8).
11 1 1 1! "1 11 1 < 1 1 "1 1 \ 1 \ '. I d 1 \ • 1 < 11 11 ' , 11 1 1 1 lo' 1 1 \ 1 1• 11 1 \ 1 1 •, 1 \',Ji l l \ 1 I<Ji / l ', l li i i i(JI¡\I I Iill•\ l i '• l<l � l ll 1 1 1) 1 \ 1 ¡\ \ l l l '·' II' I IN,\

N· a· 'IIJ es totalmente de sum a cero,


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lcl si ·1 ' . h<ut �ido a ohjc r· 1 · .¡,, · 1 i 1 1l r'S d acta •stado up ne

to de nuestra consideración , siquiera sea en u grande l ínea·, al ·�lucli¡u la ji T 1o t r


d · st i ma r que la clave de la actividad internaciona l es la guerra, de
génesis de las relaciones internacionales como disciplina c ien t í fi ca, por l o . 11t: l1 tTJO l.le l.a paz es simplemente un período de recuperación entre una y otra
no volveremos ahora sobre ello. 1 rra, y partir, como base de la conducta internaciona l, de la afirmación de
Sí creemos, sin embargo, oportuno, antes de centrar nuestra atención e11 1 1- ada Estado es libre de perseguir sus fines en relación a otros Estados,
las actuales concepciones teóricas de las relaciones internacionales, realizar unas n r stricciones morales o legales superiores a las que quiera imponerse el pro­
breves consideraciones sobre las te.orías internacionales que se han desarrolla­ ¡ 1 tado, con lo que los únicos límites a su acción derivan de los principios
do paralelamente a la historia del moderno sistema de Estados, que puede ser­ 1� p rudencia y convenienci a 5 • Por otro, una tradición universalista o kantia­

vir para iluminar algunos de los planteamientos teóricos generales que inspi­ tlt, qu e ve el mundo internaéiona l como una potencial comunidad de la huma­

ran las primeras , por cuanto la continuidad paradigmática entre unas y otras nidad. Considera esta tradición que la naturaleza esencial de l as relaciones in­
es un hecho innegable. Evidentemente hay un cierto grado de artificialidad al ( rnacionales descansa no en el conflicto entre los Estados, sino en los lazos
reducir a dos o tres las escuelas o tradiciones de pensamiento, y al incluir en iales transnacionales que unen a los seres humanos que son sujetos de los
las mismas a unos u otros autores, pues lo más frecuente es que éstos prese'n­ · tados. Dentro de esta potencial comunidad la política internacion al es en
ten en sus concepciones características híbridas que hacen difícil incluirlos en (t ltima instancia eminentemente cooperativa , pues los conflictos de intereses
una u otra tradición. Sin embargo, a pesar de estos inconvenientes la utilidad ue existen entre los Estados se producen a un nivel superficial del sistema in­
de una distinción de esta naturaleza parece indudable, siempre que se tenga ternacional. Igualmente existen imperativos morales o legales que, derivados
presente que hablamos a nivel teórico de líneas dominantes, de tipos ideales lel común interés de todos los hombres, limitan la acción de los Estados 6 • Fi­
de pensamiento, que en ningún caso pueden servir para diluir la riqueza y com­ nalmente, una tradición internacion alista o grociana que se desarrolla entre
plejidad de las distintas aportaciones concretas que se incluyen en las mismas . las dos tradiciones anteriores. Esta última describe las relaciones internacion a­
Hedley BULL, siguiendo los pasos de W IGHT 3 , considera que a lo largo de les en términos de sociedad de Estados o de sociedad interracional7• Cansí­
la historia del moderno sistema de Estados pueden distinguirse tres tradiciones lera, frente a la tradición hobesiana, que los Estados no están en situación
o líneas de pensamiento en constante competición entre sí, aunque dentro de ele continua y desnuda lucha, sino limitados en sus conflictos por reglas comu-
cada una de ellas existen importantes diferencias de énfasis y argumentos en­ nes e institucione s . Sin embargo, frente a la tradición kantiana, acepta la pre­
tre unos autores y otros 4• Por un lado, una tradición realista o hobesiana que misa hobesiana de que los inmediatos miembros de la sociedad internacion al
considera la política internacional como un estado de guerra. Sus característi­ son los Estados antes que los individuos. La política i nternaciona l, desde esta
cas más generales, derivadas de una visión pesimista de la naturaleza humana, perspectiva , no expresa ni un total conflicto de intereses entre los Estados ni
son considerar que las relaciones internacionales representan un puro conflic- una total identidad en los mismos, sino que se asemeja a un j uego al mismo
tiempo distributivo y productivo . Lo que más adecuadamente tipifica la vida
En este punto no podemos menos de mencionar los nombres de KAUTILYA, TucíDIDES y Po­ internacional son los intercambi os económico s y sociales entre los Estados 8 •
Qué duda cabe que esta tradición grociana o internacionalista arranca, a pesar
2
LIBIO DE MEGALÓPOLIS.
3 WJGHT, Martin, <<Western Values in Internat.ional Relations», en H. BUTTERFIELD y M.
�IC:HT (eds.), Dtplomattc lnvesttgat10ns, Londres, 1966, p. 89-131. Para una discusión de la di­ de las diferencias existentes, de la escuela española del derecho natural y de
VISIOn reahzada por este autor, vid.: BuLL, Hedley, <<Martin Wight and the Theory of Jnternatio­ gentes de los siglos XVI y XVII, con Francisco de VITORIA y Francisco SUÁREZ,
nal Relations. The Second Martin Wight Memorial Lecture>>, British Journal oflnternational Studies,
vol. Il ' n.o 2 (1976), p. 101-116, y PORTER, Brian, <<Patterns of Thought and Practice; Martin como principales representantes .
.
W1ght , s lnternatwnal Theory>>, en M. DONELAN (ed.), The Reason o' States, Londres 1978 pp � • • o

64-74. BULL, Hedley, The A narchical Society, Londres, 1977, p. 24 y 25. En el mismo sentido: PoR­
S

4 Tradicionalmente se han distinguido dos grandes líneas en el pensamiento internacional la TER, Brian, op. cit., p. 65.
realista Y la idealista, considerándose la historia de la teoría internacional como la historia 'del 6 BULL, Hedley, op. cit. , p. 25 y 26. Para una más amplia consideración de esta tradición,
debat� entre ambas concepciones. Hoy todavía esta división sigue teniendo amplia aceptación, vid., vid.: ARENAL, Celestino del, <<Un proyecto de Constitución europea en el XIX español>>, Revista
por ejemplo: CLARK, Ian, Reform and Resistance i n the lnternational Order, Cambridge, 1980, de Estudios Internacionales, vol. 2 (1981), p. 45-62.
p. 1-10. Sm embargo, no han faltado en los últimos años otros intentos de distinción dentro del Hay que señalar que BuLL ha usado el término <<grociano» en dos sentidos.
7
Uno, el que se­
pensamiento internacional, como es el caso de Ralph PETTMAN que, en base a las distintas inter­ guimos' en nuestra consideración de las tres tradiciones de pensamiento,que que utiliza en su obra
pretac_iones de la estructura social d�l mundo internacional, estima que existen una concepción The A narchical Society, y que aplica para englobar la amplia concepción considera existe una
Y otra estructurahsta. La pnmera mcluiría tanto la tradición realista como la internacio­
plu:ahsta esta concepción en opo­
sociedad internacional. Otro, para describir la manifestación solidarista depor
nalista, desarrolladas por WJGHT y BULL, mientras que la segunda equivaldría a la tradición uni­ sición a la concepción pluralista de la sociedad internacional mantenida VATTEL y los positi­
Conception of Jn­
versahsta de estos autores (State and Class: A Sociology of International Affairs, Londres, 1979, vistas del siglo XIX. Para este segundo uso, vid.: BuLL, Hedley, <<The Grotian
p. 53 Y 54,_ notas 29 y 30) y de G. L. GooowtN que distingue tres escuelas, la realista, la reformis­ ternational Society», en H. BUTTERFIELD y M. WtGHT (eds.), Diplomatic fn vestigations, op. cit . ,
� Y la radical, <_IUe seRelatwns:
corr�sponden en gran medida con las señaladas por WJGHT y BULL (<<Theo­ p. 51-73.
nes of lnternatwnal the normauve and policy dimensions>>, en T. TAYLOR (ed.), A¡1 BU LL, Hedley, The Anarchical Society, op. cit., p. 26 y 27. También: PORTER, Brian, op.
S

proaches and Theory lnternational Re/ations, Londres/Nueva York, 1978, p. 280-304).


m cit., p. 66.
l)l)
1 11 1 1 ' " 1 ,¡ 11 1 1 111 1 \1 1 '' li 1 1 1 1 1 "111 '' 1 11 1 1 1� 1 1 \1 1" 1 j \ 1 1 '' 1 1\', 1 >1 1 1\< I<JIII ' • 1 1-llll<lj/\1 l<>ll¡\1 1 ', "'�1<> 1 1 <>IUt\ \ 1 >1:•• II'IIN¡\

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. La comunicación entre
<.:hos ·asos, ·ólo existe una relativa. ncxión. on lodo, cada una el ·Jias u j¡, 1!1 ���� s del debate y la polémica. Y es pre-
11a e principalmente a través
p one u na descripción de la natu ral ez a de las relaciones in ternaci nales y 1111 1111 ni · u t ra vé de ese debate y criticismo, que pone en comunicación dife-
conjunto de prescripciones sobre la conducta internacional. ada una de el las , 1 ul ,' phntearnientos, y a través de la superación del mismo mediante la acep-

por otro lado, llega hasta nuestros días, siendo válidas, en gran med ida, pa r :; 1 1 • 11 d ¡o tulados teóricos comunes, que, al acrecentarse el sentimiento de
caracterizar las actuales concepciones de las relaciones internacionales. InuniclacJ científica 1 1 , ha progresado y progresa la disciplina de las relacio­
La principal virtualidad de esta distinción es que rompe el rígido y tradi­ il • nLcrna ionales 1 2 . Cada uno de estos debates no ha sido sino una mani-
cional esquema que reduce todo el desarrollo del pensamiento internacional 1 , tu ·i n del intento , no siempre culminado por el éxito, de adaptación de la
a un debate entre idealistas y realistas, abriendo una vía intermedia que recoge 1 •oda d las relaciones internacionales a las nuevas realidades y t ransforma-
una tradición de gran peso en el proceso de desarrollo de la teoría internacio­ on ex peri me ntadas por la sociedad internacional.
·

nal y de indudable proyección práctica en el propio progreso de la sociedad ,n te sentido se puede distinguir, en el estudio de las relaciones interna­
internacional . Esta realidad de la teoría internacional no impide, sin embargo, ! J!1Uies, una serie de fases características que vienen marcadas por grandes

como veremos, el que en determinados momentos históricos el debate se haya 1 but s entre los especialistas. Sin embargo , hay que señalar que, dado el he­

centrado en la dicotomía simplificadora realismo versus idealismo. ¡ ·m nismo que en el campo científico de las relaciones internacionales han

Nuestra atención, empero, como ya hemos señalado, se dirige en el presen­ [ 1 1 id o y t ienen los Estados Unidos, las distintas fases que los estudiosos esta­

te apartado al estudio y análisis de las concepciones teóricas sobre las relacio­ ill n e n el estudio de las relaciones internacionales hacen referencia exclusi­
nes internacionales que se desarrollan a partir del inicio de la afirmación de v tmente a los avatares teórico-metodológicos de las relaciones internacionales en
las relaciones internacionales como disciplina científica, por lo que, sin perjui­ •, · país, ignorando en gran medida las aisladas pero importantes contribucio­

cio de señalar la presencia de tales tradiciones de pensamiento en las actuales ll ·s t eórico-metodológicas que se han producido en la Europa occidental. Sólo
concepciones teóricas, es sobre éstas que versarán nuestras consideraciones . n el debate entre el enfoque clásico y el enfoque científico, por la partici-

La razón es sencilla, pues si el objeto de la presente obra es servir de introduc­ 1 u i ón británica en el mismo, podemos decitj que se produjo una significa­
ción al estudi� de las relaciones internacionales han de ser principalmente las tiva comunicación entre ambas orillas del Atlántico . Lo anterior, con todo,
concepciones teóricas sobre las que se sustenta la disciplina las que exijan nuestra n es un obstáculo para que se pueda aceptar la división en fases del estudio
atención. ti• l as relaciones internacionales tal como la realizan los autores norteamerica­
il s, por cuanto, si bien en Europa ha dominado en general lo que se ha deno­
minado el enfoque clásico en el estudio de las relaciones internacionales , la pro­
¡Jia evolución de la teoría internacional a este lado del Atlántico ha ido pareja
B) ETAPAS EN LA TEORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
los cambios experimentados en los Estados Unidos.
Lo que caracteriza la disciplina de las relaciones internacionales en su to­ Por último, no debemos olvidar que el hecho de que se hable de fases no
davía corta historia es la existencia de una enorme variedad de escuelas y con­ significa que el paso de una a otra suponga la desaparición de las orientacio­
cepciones teóricas y la falta de un marco conceptual, teórico y metodológico, nes científicas características de la anterior, por cuanto esas orientaciones per­
así como de un objeto de estudio , comúnmente aceptado por la mayoría de luran con mayor o menor fuerza en todas y cada una de las fases, sino simple­
los especialistas 9 • En este sentido, las relaciones internacionales se encuentran mente que se produce a nivel general un cambio en la orientación científica
en una situación parecida a la descrita por KUHN, es decir, en el estado pre­ lominante.
científico que caracteriza a todas las ciencias. Como señala este autor, «no es Es por todo ello que, previamente a entrar en concreto en la exposición
extraño que, en las primeras etapas del desarrollo de cualquier ciencia, dife­ análisis de las distintas concepciones teóricas, consideramos necesario refe­
rentes hombres, ante la misma gama de fenómenos -pero, habitualmente, no ri rnos siquiera sea brevemente a esas fases en el estudio de las relaciones int er-
los mismos fenómenos particulares- los describan y los interpreten de modos
ID KUHN, Thomas S., The Structure oj Scientific Revolutions, Chicago, 1 962; versión caste·

9 Esta gran variedad de concepciones teóricas se comprende si se tiene en cuenta, por un la­
llana: La estructura de las revoluciones cienllficas, trad. de A. Contín, Madrid, 1 97 5 , p. 43.
·como ha señalado James N. RosENAU, hablar de comunidad científica, al referirse a los
11
do, la propia evolución del objeto material de las relaciones internacionales, caracterizada por estudiosos de las relaciones internacionales, es en cierta medida equívoco, pues, si todos ellos sien­
una ampliación constante del mismo, debido no sólo a una toma de conciencia de dimensiones ten curiosidad por las regularidades y un deseo de aplicar criterios científicos, sus esfuerzos, sin
ignoradas, sino también a la propia evolución de las relaciones internacionales a partir de la Se­ embargo, están marcados por la diversidad y la división (<<The Restless Quest>>, en J . N. RoSE·
gunda Guerra Mundial, como hemos visto al tratar de la génesis de las relaciones internacionales NAU (ed.), In Search of Global Patterns, Nueva York, 1 976, p. 3).
como disciplina científica y, por otro lado, la complejidad creciente de este mismo objeto de estu­
dio y la diversidad de aspectos que hay que tomar en consideración, lo que obliga a acudir a las Morton A. KAPLAN ha puesto de manifiesto el papel que el debate y la polémica tiene en
12
el progreso de las relaciones internacionales. Víd. de este autor: To wards Professionalism in ln­
aportaciones de otras ciencias. rernational Theory: Macrosystem A nalysis, Nueva York/Londres. 1 979. l. n.
1 1111 llllllll)l)lt 11111 1 11 \'. 1 1 1 \1 lltlli'• lilil l!ll\t 11111\1 1 '· 1 111

11:1t ltlll:ik�. 11 lo,-. d..l1tll'� \'IIIIH k1 f�ll\'''' d·· In. 1111�11111,, bSilllt:llll<l,, 1(1 '!11:1' �. ¡t1•, 111d 1S t'llas 1¡11 ·l11111 vc11ido ·;11ncl ·1i%.;Hlas por i11q orla111 s tl·bates le ri ·os Y
q11 · s11 ·onsitlc• aci 111 · llll rib11 · 11 s 'l!lnr utl · ·•m<ln '0111
las bns ·s f)n•n u11n 111 •¡odol ·i ·o·. l l ny qu notar, sin e mbargo , que desde finales de los año e­
prcn�ión del contexto histórico-polític y teórico-'mel el 1 gico en 1 qu · wlc.:� l 'llltl, brc l clo n lo o hent a , han empezado de nuevo a cobrar una fuer­
concepciones teóricas se han desarrollado y puede facilitar la adop i n de 1111 / , · l(lü v z r n a yor los planteamientos realistas, de la mano de un «neorrealis-
criterio que sirva para ordenar, a la hora de su estudio, esa variedad ele il , que e n frenta a las concepciones características de la revolución post­
concepciones. ¡, •he vi r i ta , provocando un nuevo debate y una nueva etapa en el estudio ele
La división en fases o etapas en el estudio de cualquier ciencia es siempre l 1 s r la ci nes internacionales.
relativa, por cuanto depende del momento histórico que se tome como punto ·l. paso de unas a otras ha estado determinado, como veremos, no sólo por
de partida y como punto final de la misma. En el campo de las relaciones in­ t•lim pact o que en las relaciones internacionales ha tenido el desarrollo de otras
ternacionales, como es lógico, sucede lo mismo . Sobre todo el punto final, da­ · ·n ias sociales y físico-naturales , sino igualmente por la propia evolución de
do el continuo desarrollo, está condicionado por el momento en que el estu­ !1 s ciedad internacional y de los acontecimientos internacionales, que al po­
dioso acomete la tarea de fijar las etapas. No tiene, así, nada de extraño que, li ·r le manifiesto las lagunas, o insuficiencias, de las concepciones teóricas do­
desde la perspectiva de nuestros días, las fases señaladas en 1952 por l l l iilantes, han provocado reacciones tendentes a superar los enfoques hege-
T HOM PSON 13, y por DEUTSCH , en 1968 4, hayan quedado hoy superadas, ya 111 n i os hasta ese momento.
1

que no dan cuenta de los desarrollos producidos desde entonces, además de que La primera fase, la idealista normativa, responde tanto al contexto inter-
el transcurso del tiempo.ha cambiado incluso el alcanc teórico de las propias 11' i na! e intelectual que provoca la Primera Guerra Mundial, como al carác-
etapas descritas por esos autores. 1 •r i ncipiente de la nueva disciplina de las relaciones internacionales . Respecto
De acuerdo con DOUGHERTY y PFALTZGRAFF podemos decir que desde la 1• te último hecho, se puede decir, como señalar C ARR, al tratar de explicar
Primera Guerra Mundial el estudio de las relaciones internacionales ha pasado •1 idealismo que caracteriza las primeras aportaciones, que «cuando la mente
a través de cuatro etapas . La primera, idealista y normativa, llega hasta la dé­ humana empieza a ejercitarse en algún campo, se produce una fase inicial en
cada de los treinta; la segunda, realista y empírico-normativa, alcanza la déca­ !1 c u al el elemento de deseo e intención es extraordinariamente fuerte y la in­
da de los cincuenta; la tercera, behaviorista-cuantitativa, caracteriza las déca­ •l!nación a analizar hechos y medios, débil o inexistente» 16•
das de los cincuenta y sesenta, y finalmente, una cuarta, posbehaviorista, se n cuanto al contexto internacional, el clima no podía ser sino favorable
inicia a finales de los sesenta llegando hasta finales de los años setenta 15• Eta- ti idealismo. La Primera Guerra Mundial había demostrado a los estudiosos
lt fragilidad de la diplomacia europea tradicional como medio para asegurar
13 THOMPSON. Kenneth W., «The Study of International Politics: Survey of Trends and Ve­ •1 rden y la paz internacional. Además, las enormes pérdidas humanas y ma­
l ·1 iales producidas por la guerra habían creado una opinión pública a nivel
velopments», Review of Politics, vol. 14 (1952), p. 433-443; publicado también en W. C. ÜLSON
y F. A. SONDERMAN (eds.), The Theory and Practice of International Relations, 2. ed., Engle­ •

wood Cliffs, N. J., 1966, pp. 9-15. Este autor distingue cuatro fases. La primera fue la era de 11t rnacional , que era partidaria de la erradicación de la guerra como instru­
la historia diplomática, antes y después de la Primera Guerra Mundial. La segunda y tercera fase, lll 'nto de la política de los Estados y del establecimiento de un sistema global
¡l eguridad colectiva capaz de evitar futuras contiendas . La creación de la
entre las dos guerras mundiales, tuvo un doble impacto. De un lado, el derecho internacional y •
la organización internacional se cultivaron desde una perspectiva eminentemente normativa y, de
otro, se favoreció el estudio de los asuntos internacionales de actualidad. La cuarta fase, a partir • ' ciedad de Naciones, que se inserta en ese clima, contribuirá aún más a acen­

lll r el optimismo de cara al futuro de la sociedad internacional, en cuanto


de la Segunda Guerra Mundial, se caracterizó por la atención prestada a la política exterior y a
la política internacional, siendo el realismo y el idealismo político los competidores para la elabo­
ración de una teoría internacional. Con todo, THOMPSON da cuenta ya de la aparición de lo que qu en principio ponía las bases de un sistema dirigido a preservar la paz. En
denomina un enfoque «ecléptico», en el sentido de indagar en el campo sin postulados apriorísti­ ·si e contexto la teoría internacional dominante se orienta por los caminos del
1 alismo, de los proyectos de organización internacional, de puesta en mar­
cos y de orientar las preferencias por una aproximación sociológica.
'4 DEUTSCH, Karl W., «The Coming Crisis of Cross-National and lnternational Research in
the United States>>, American Council of Learned Societies, News letter, vol. 19 (1968), p. 1-7. •h ele mecanismos tendentes a la solución pacífica de los conflictos y de pla-
DEUTSCH señala cuatro etapas. La primera, anterior a la Primera Guerra Mundial, se caracteriza 11 ·s de desarme, en línea con una tradición de pensamiento a la que ya nos
h ·rnos referido: En todo caso, como afirma R EYNOLDS, la finalidad funda­
por un gran interés por el derecho internacional. La segunda, que cubre el período entre las dos
guerras mundiales, pone su acento en la historia diplomática.' La tercera, que se inicia a partir
de 1950, es ecléptica, y se caracteriza por la recepción de los métodos y conclusiones de los espe­ lll�ntal de tales estudios era hallar los medios adecuados para organizar la paz.
cialistas de las ciencias sociales, como la psicología, la antropología, la sociología, la demografía
y la economía. Aunque esta etapa, según DEUTSCH, continúa todavía en 1968, una cuarta etapa 1, Estados debían comportarse de acuerdo con los mismos principios mora­
empieza a desarrollarse, caracterizada por la potenciación de conceptos, modelos y métodos de l ·s qüe guiaban la conducta individual y, para animarles u obligarles a ello,
investigación analítica y cuantitativa y por un movimiento hacia el estudio comparado de las va­ había que institucionalizar a escala mundial el interés común de todos los
riables cuantificables y un mejor uso de las computadoras.
15 DOUGHERTY, James E. y PFALTZGRAFF, Robett L., Contending Theofies oj lnternationa/
Relations. A comprehensive Survey, 2.• ed., Nueva York, 1981, p. 543. Vid. también: McCLE Nlcholas, <<The Growth of a Discipline: Reviewed», en S. SMITH (ed.), lnternational Relations.
LLAND, Charles A., «Ün the Founh Wave: Past and Future in the Study of lnternational Systems»,
­
/lritish and American Perspectives, Oxford, 1985, p. 6-1 1 .
en J. N. RoSENAU. V. DAVIS y M. A. EAST (eds.), The Analysis of International Politics. Essays 16 CARR, E. H . , The Twenty Years' Crisis, /9/9-1939. An lntroduction to the Study of /nter-
1/Jiional Relations, 2. • ed., Londres, 1946, p. 5.
.
in Honor of Harold and Margare/ Sprout, Nueva York, 1972, p. 22-24; y ÜLSON, William y ÜNUF,
111' llillillllll<' 11111 \ 1 01

p11·1Jio� en ;lluan;rlll la pilt, In p1o,\pl"1idotl11. lk c�lil f }11111, d t· �ft¡¡IÍt> dr 1 1 ·n ·1 · 'l lldi d ·la� l'ela ·iones iul cruacional es es, pues, la
q ', ll n da lat<·
1 ;1$ rcla i 11 •. int rna ional s se ¡¡t ·r ·a a ounu il' 11 ·olo ,¡u o ·i ·•• ·in d · la p111. 11 •1nc1s d ·n Jniuado real i s t a. ' ta fa e c u bre u n pe rí od o que se i ni c i a en
El idealismo partía de la co n si d er a ión de que las relaciones int ·rna ·i(JIIil 1 1o� · u a r ·nt a y llega hasta finales d e los cincuenta,
sin que los límites pue­
les están en estado de n at u ral eza , de anarquía i n t er n ac i o na l , por lo q ue su� tii J J H bj ·t
• de una precisión mayor, dado que, desde la década de los cin-
proyectos se dirigen a una superación de la misma sobre la ba e de la e 11 In 1 11 nt lf\ orrien t e b�havioris ta empieza poco a poco a imponerst � en la teoría
sión de un contrato social a nivel internacional, que ordene esas relaciones ' ". ,,1 1 j na!. Lo que sí está claro es que en este período el idealismo ha que-
Esta tendencia se manifiesta fuertemente en los Estados Unidos, donde sr elucido a posturas eminentemente testimoniales. Como establece, en
lU

d 1 J , r
considera que se ha entrado en la Primera Guerra Mundial desinteresadamcn 111 ) ll<LAR, «la urgencia en construir grandes proyectos para el futuro po­
te, un poco sin quererlo, como un defensor de la moralidad internacional , des ) 1 • de l a hu m anidad ha desapare cido» 3. El debate
2 entre idealistas Y realis-
deñándose el equilibrio de poder, la carrera de armamentos, el uso de la fuer t erminado, imponiéndose estos últimos 24 •
h .

imientos internac io-


1
za y los tratados secretos, como algo propio del sistema europeo 19• Pero tam bl peso que en este cambio teórico tienen los acontec
bién conoce un importante auge en la propia Europa, donde, como na puesto 11 ti decisivo . Se trata de una reacción de los especiali stas a las insuficie n-
de manifiesto MESA, el idealismo, como reacción a la política internacional t ·óricas de los idealista s, que las convulsi ones internacionales de los
años
manifies to. Para
1 1
característica de los siglos anteriores que ha llevado a la Primera Guerra M un 1 1 nt y la propia Segunda Guerra Mundial han puesto de
dial, es el hilo conductor de numerosas aportaciones 20• 1 alistas, las llamada s a la razón y a la opinión pública, preconizadas por
CARR resume perfectamente el espíritu que anima al idealismo, cuando re­ incapace s para P . �venir la guerra, por lo
ntecesores, se han demostrado :
firiéndose al argumento último de los autores que se inscriben en esta corrien­ 1¡ 1 • e hace necesario volver a las ideas de segurida d nacional y de f�erza mili­
te, dice que «el defensor de un modelo para una fuerza de policía internacional ¡ 1 1 • mo soportes de la diploma cia. Sólo a través de un poder efectivo los Es­
o de un "sistema de seguridad colectiva" , o de cualquier otro proyect o para ! 1l pueden asegurar la paz internaci onal y el arreglo pacífico de las contro­
un orden internacional, generalmente replica a la crítica no mediante un argu­ v rs i as . Como señala CARR, «el significa do último de la moderna crisis inter­
mento destinado a mostrar cómo y por qué piensa que su plan funcionará, si­ lll ·i na! es el colapso de la total estructur a del utopism o basado
·
en el concep-
·

no con la afirmación de que debe funcionar porque las consecuencias de su 1 o de armonía de intereses » 5.
2
fracaso serían desastrosas, o con la exigencia de alguna alternativa por nuestra urge, así, después de la Segunda Guerra Mundia l una nueva generaci
ón
parte» 21 . ·t udiosos que, aferrados a un pragmatismo a ultranza , están dispuestos
La década de los treinta, caracterizada por una creciente inestabilidad in­ caer de nuevo en la trampa de un idealism o que se ha demostrado incapaz
ternacional, consecuencia de las conmociones políticas, económicas e ideoló­ vitar la guerra. Enlazan, de esta forma, con la tradición realista o hobesia-
gicas, internas e internacionales, y por la constatación del fracaso del sistema 1\1 a la que ya nos hemos referido.
ginebrino abrirá en el campo de la teoría internacional el debate entre idealis­ ·1 movimie nto se produce a los dos lad_os del Atlántic o,
si bien su mayor
tas y realistas, en cuanto a lo adecuado de su s respectivos planteamientos en d arrollo tiene lugar en los Estados Unidos, debido a la situación hegemónica
orden a la preservación del orden internacional, marcando el ocaso de los pri­ ¡u este país adquier e a raíz de la Segunda Guerra Mundia l. De ahí la frecuen­
meros y el inicio de una nueva fase en la que se impondrá la corriente ' u con que se habla del realismo político norteam ericano como una de las co-
realista 22 • 11 lentes de pensam iento internac ional más influyen tes en el desarrol lo de las
1 ·laciones internac ionales como teoría y disciplin a científic a 26•

17 REYNOL DS, P. A., An lntroduction lo lnternationa/ Relations, 2. ed., Londres/Nueva


a

1980, p. 5; versión castellana de la l. ed. inglesa de 1971: Introducción al estudio de las


Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, el realismo que
impone a partir de la década de los treinta, juega un papel decisivo en el
York, a

relaciones internacionales, trad. de F. Condomines, Madrid, 1977,

mino hacia la formulación de una teoría de las relaciones internacionales.


p. 14-15.
18 Para una más amplia consideración de este punto, vid. la parte de esta obra dedicada a los •
antecedentes de las relaciones internacionales como ciencia.
. 19 ElWoodrow
representan�e más c�racterístico de esta línea de pensamiento, como es sabido, es el pre-
se produce después de 1945 y la reacción idealista de los años setenta ante la <<crisis planeta­
Sidente W1lson. V1d.: WOLFERS, Arnold, <<Statesman ship and Moral Choice», World ¡ ue
Politics, vol. 1 (1949), p. 175-195.
·

Vid.: FALK, Richard A., This Endagered Planet. Prospects and Proposals for Human Sur­
20 MESA, Roberto, Teorla Y práctica de relaciones internacionales, 2. ed., Madrid, 1980, p. viva/, Nueva York, 1971, p. 283 y 284, y CLARK, Ian, op. cit . , p. 43-45. l,
¡ 0)).
a

137-142. Este autor proporciOna una larga lista de autores y obras europeas que se enmarcan en 23 SHKLAR, Judith, After Utopia: The Decline of Politica/ Faith, Princeton, 1957, p. VII.
la línea que estudiamos. 24 Arend LJJPHART indica a este respecto que «después de 1945 no quedaron muchbs idealis-
2 1 CARR, E. H., op. cit., p. 8 . la controversia opuso sobre todo a los realistas puros eón los que atemperaban su realismo con
t<iHI pizca de idealismm) («La théorie des relations internationales: grandes controverses et contro­
1 s y

. 22 El ocaso del idealismo �n la década de los treinta, no significa que esta corriente de pensa­
_
miento desaparezca de la teona Internacional, sino que perdura hasta nuestros días. Lo que suce­ v rscs mineures», Revue Internationale de Sciences Sociales, vol. 26, 1974, p. 11).
de es que el realismo se transforma en la corriente dominante. Posteriormente como veremos 2 5\CARR, E. H., op. cit., p. 62.
el idealismo, con otras c�racterísticas, volverá a desempeñar un importante pap�l en la teoría in: Al estudiar en detalle el realismo político tendremos ocasión de ver tanto su versión nor-
26
ternac�. onal. En e�te se�lldo ? algunos autores distinguen tres etapas a lo largo del siglo en el 1 ·americana como la que se desarrolla especialmente en el Reino Unido, de la mano de autores
mo E. H. CARR, Martin W!GHT y en cierta medida Georg SCHWARZENBERGER.
xx
resurgir de la cornente 1deahsta: la que acabamos de estudiar, la reacción a la revolución nuclear ¡•
11) 1 1 1 1 1 1( 1 > 1 1 1 1 < 1 1 1 1 1 1 \ 1 \'. 1'1 1 \ I I ' J I II ' , I I I I I I ' f l \ < 14 111 \ 1 1 ' , 1 \'' ¡; 1 1 \ ' 1 ' ' 1 1 1 ' . 1 1 1 1 1 " 1� \ ; 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' ' ' ' 1 1\ " l 1 1 ( " ' 1 ,, \ 1 ' 1.,, 1 1 ' 1 1 1 1 \ 1 o.

Y a h e m os scfli.t l iH.l u , t ¡ t l J ; r c o n · ·pdún 1 · a l i .� 1 a , q u · pr ·1 · n d · e o n r p r · n d ·r 1' 1



H l o hj · 1 í vo IÍ I 1 i m o q u e ti C pcr s i g u e e s c s 1 a b l cc e r u n a «cienc i a >) de l a s reJa ­

mundo t a l cotmo es y no a m b i a r lo , es la que proporc i ona a l a s rclacion ·s i n ' • • •wll i u l crnacionalcs, u n orden conceptual y analítico en las relaciones i n t er­
ternacionales �os rasgos de fini t or ios d e s u carác t er cient í fico y a u t ó n o m o ha n 1 ( < l l ) a l · s , de f i n i e nd o , categorizando , comparando, verificando , reinterpre­
'

o rn b i nando los nuevos materiales abstractos en un futuro marco in-


1

c1endo del pqder la clave para entender y explicar esas relaciones.


. !
' 111d
La tercera fase, desde el punto de vista teórico en el estudio de las relacio 1 vrndo, que pueda servir para el análisis y predicción de los fenómenos inter-

nes internadonales, tiene lugar especialmente en los Estados Unidos, pudien 11 1 · io n a l e s . Todo ello desde la perspectiva de una «ciencia pura)), neutral, que
do considenuse una reacción a los excesos del realismo, determinada por la l • ' -� i n de de consideraciones éticas, de juicios de valor.
reacción que en términos generales se produce en el campo de la ciencia , ' ur e , l a que siguiendo a ROSENAU, podemos denominar eufemísticamen­
política 271 l n 1 rimera generación de científicos de las relaciones internacionales)) 3 2 •

Se trata, en palabras de MEDINA, de una aproximación de la teoría de 1 de el punto de vista de las corrientes tradicionales de pensamiento in-
las relaciones internacionales a la sociología, aunque en su vertien1 e 11 r n t ci o na l , los behavioristas, en términos generales, responden a la tradición
beha;Viorista 2 8 • ld rnacionalista, o grociana, en cuanto niegan la especificidad de las relacio-

A principios de los cincuenta, algunos especialistas norteamericanos en po­ 1 1 s internacionales respecto de la sociedad estatal, rechazando la tesis de la
lítica de seguridad nacional se replantean los postulados del realismo político , q u ía internacional, propia de idealistas y realistas 33•
en base al carácter impreciso e intuitivo de los mismos para el análisis de la · n base a estos planteamientos, el desarrollo de la corriente behaviorista
realidad internacional, y buscan un enfoque de carácter «científico» capaz de 1 11 voca a mediados de los años sesenta un gran debate teórico-metodológico
dar respuesta a la complejidad de las relaciones internacionales. El impacto n t re los adherentes al enfoque clásico y los seguidores de este enfoque cientí-
de los métodos de investigación y los modelos de las ciencias físico-naturales 1 1 • . Debate que, como veremos, responde no sólo a una reacción de los auto-

se deja notar con fuerza en las investigaciones que empiezan a poner en mar­ 1 ·s que defienden las concepciones teóricas que los behavioristas han puesto
cha. A partir de ese momento, una ola de cientifismo, que trata de desarrollar 11 ntredicho, sino que se inserta también, en gran medida, en la propia reac-
una «ciencia)) de las relaciones internacionales, en base a la aplicación de mé­ 1 n que contra el behaviorismo se está gestando des
de planteamientos nuevos
todos cuantitativo-matemáticos, invade las relaciones internacionales, impo­ l l l darán lugar a la cuarta etapa que hemos señalado en el estudio de las reJa,

niéndose lo que se ha denominado la perspectiva behaviorista o conductista 29. i nes internacionales.


Como apunta BURTON, el énfasis en la «conducta)) suponía poner de ma­ El debate entre tradicionalistas y científicos de mediados de los sesenta cons-
nifiesto la naturaleza interdisciplinaria de los estudios de relaciones interna­ 1 il uye ya un cuestionamiento de los planteamientos y métodos de los behavio-

cionales, que comprendían aportaciones de la biología, psicología, antropolo­ 1 I s l as . Sin embargo, es a finales de esa década cuando se materializa claramen-
gía, sociología, economía y otras ciencias behavioristas. El uso de la palabra 1 · la reacción contra el behaviorismo . Reacción /
que se produce inicialmente
«ciencia)) servía a su vez para afirmar la utilización del. método científico, del •n el marco general de la ciencia política y que, en consecuencia, rápidamente
análisis cuantitativo-matemático 30• 1 f cta a las relaciones internacionales . Es lo que EASTON denomina la «nueva
El behaviorismo suponía, así, desplazar el centro de preocupación de la pres­ 1 volución de la ciencia política» o posbehaviorismo 34•

cripción, la indagación ética y la acción hacia la descripción, explicación y ve­ La «nueva revolucióm) se produce debido a una profunda insatisfacción
rificación. El behaviorismo justifica este desplazamiento sobre la base de que 1: n la investigación política y enseñanza de los behavioristas, sobre todo con
sin la acumulación de conoci.m iento verificab!e, los medios para la consecu­ su intento de convertir el estudio de la política, sea interna o internacional,
ción de los objetivos serían tan inciertos que convertirían la acción en un juego ·n una «ciencia» según el modelo de las ciencias físico-naturales, y con los lo­

fútil 3 1 • . ros y resultados concretos alcanzados en la década anterior, alejados de cuai­


Se produce, de esta forma, un énfasis en la construcción de modelos abs­ I Uier posibilidad de aplicación a la realidad y desconectados de la misma.
tractos, así como la multiplicación de nuevos enfoques y modelos, que es ex­ Sin embargo, la emergencia de la nueva cori iente, se explica no sólo por
presión del interés que se desarrolla por el análisis teórico. · a insatisfacción, sino también por la crisis generalizada en que entra el siste­
m a internacional y la propia sociedad norteamericana, que es la que en defini-
27 No hace falta insistir en el papel que los Estados Unidos juegan en el desarrollo de las rela­ 1 iva pone de manifiesto esas insuficiencias.
ciones internacionales, ni en cómo éstas se consideran en ese país parte de la ciencia política, si­
3 2 ROSENAU. James N . , «The Restless Quesl>>, en J . N . RosENAU (ed.), In Search oj Giobal
guiendo en gran medida los avatares científicos de ésta.
28 MEDINA, Manuel, La teoría de las relaciones internacionales, Madrid, 1 973, p. 69.
Patterns, Nueva York, 1 976, p . 5 .
3 3 Vid., en este senti<;lo: L I J PHART. Arend, op. cit., p. 1 4- 1 7 .
29 Perspectiva que, como ha puesto de manifiesto Charles A. McCLELLAND, estaba en gran 34 EASTON , David, op. cit. , p. 1 .05 1 - 1 . 06 1 . Con todo es exagerado hablar de <<nueva revolu­
medida ya presente en los autores del realismo político americano («On The Fourth Wave: Past ción>>, pues, como señala Manuel MEDINA, <da pugna entre behavioristas y antibehavioristas re­
and Future in the Study of lntemational Systems», op. cit., p. 25).
30 8URTON, John W., World Society, Cambridge, 1 972, p. 14.
produce en cierto modo las grandes disputas que se plantearon a finales del siglo XIX y principios
del xx entre positivistas y antipositivistas en las distintas ciencias sociales" (Teoria formación y
3 1 EASTON, David: «The New Revolution in Po1iticál Science>>, The American Political Scien­ rle la sociedad internacional, Madrid, 1 98 3 , p. 1 4 1 ) .
ce Review, vol. 63 (1969), p. 1 .053 .
1 1 11 '" 1 '• l t l l l ll l l \ 1 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' , 1 1 1 1\1 1 1 1 1 1 > 1; 1 \ \ t l l :·• 1 1 ' 1 1 �1 \ 1(1/
l l >lj \ 1 1 · 1 \ ' , 1<1 1 \1
,

E l pi ( l J l l l ) L ' 1 ( I N , l' l l 1 1 1 1 > 1 1 , ('l, l t d d(•\'l' l i t, 1 1 1 / ( l l l ('� ( k ·�(' 1 1 1 ( ) l l l ) l l' l l t ( ) , 1 ) ¡ · <.:!) pos t b ·­
1 1 1 1 1 1 1( ) d · l a � ·tu
· i o n ·:-: i n l ' t l l : t ·io n 1 1 l <.: H , d i s 1 u l �u t l a l a s <.: 1 1 p<.:i n
r

bid a la ·risi , d i e , la h t t l l l l l l t idad •s 1 1 t t'llll!lj 1 1 1llo I Jnjo l a p1 ·�ión d · ! t i · n t po , q 1 1 r l t 1 ¡ ( l l i H t u s S t t 1 r i 1 1 1 a í:.1 en el análisi s ele la realida
' d i n t ernaci on a l 37 . U n n u c-
b • >

s e ago t a de ca r a a l a solu ión de 1 •ravc probl ·rnas a ( t u h a y q u h a · r f r · 1 1 t t' 1 1 t ·l 1¡ ' , · ·w v e z. e n t re g l o ba l i s m o y r alismo


, en íntima conex ión con el de­
En el plano mundial, la exist e n ci a de un arma apocal f p t i a , una i m para b l · explo \ 1 ti •·ni r rc l v an c i a y abstra cción , tiene lugar en nuestr o campo de e�-
sión demográfica, una peligrosa pol u ción , una conce n t ración c rec i e n t e d · lo� 1 11 1
� del es-
17 t c •

l�¡¡t a b reve y esquemática visión del desarrollo teórico-metod.ológic


.
recursos técnicos y del bienestar en unos pocos países fa v orecido , y u n a C r l' .
e� ac10n con­
ciente distancia a todos los niveles entre los países ricos y pobres . En el plano 1 las relaci ones intern acion ales, introd uctor a a la cons1d .
nes mter-
de
detall ada de las distin tas conce pcion es teóricas de las relacw
11
de los Estados Unidos, la aparición de serios conflictos internos de origen eco
nómico y racial , una guerra no declarada en Vietnam que viola la conciencia 11 1 ¡ n a l e · , y dirigi da a enma rcar las grand
es corrientes teóric as en el contexto
moral del mundo. Ante ello, añade, el posbehaviorismo reclama una invest i t l l t u ra l , ocia! y político en que se produ cen, pone de manifiesto , por un !a­
gación más relevante, acorde con criterios humanos 35• l 1 ta. gran variedad de concepciones teórica s existentes, no sólo a través del
La reacción, sin embargo, no es exclusiva de los Estados Unidos, sino qul' 1 .;HP , sino igualmente en cada mome nto histór ico, ya que, habla� de fas�s
afecta igualmente a otros países desarrollados 36 • 1 ·t . pa no supon e que en cada una de ellas
no subsis ta� .las concep�wne� �eo-
En consecuencia, las dos banderas que levanta el posbehaviorismo son re­ 1 aracterísticas de las anteriores y, por otro, la d1f1cu lta
? �e 1dent� f�car
1ento teonco"

levancia y acción. El nuevo movimiento, sin abandonar el énfasis científico lu ivamente a un país con una determinada corriente o mov1m
del behaviorismo, dirige su atención a la conducta humana en cuanto tal , a 11 ·t dológ ico, salvo quizá , con
excepciones, en el caso del behav �orismo los
come ntes a los
los problemas reales del mundo, a las motivaciones y valores subyacentes e n l l,'t odos Unido s, debid o a la generalización de las princi pales
quere mos resalt ar la probl emáti ca que pre-
toda conducta. De lo abstracto se tiende a descertder a lo concreto a lo real d , lados del Atlán tico. Con ello,
catori o de las distin -
en busca de una investigación relevante de cara a la solución de los raves pro � � 1 1 t a cualq uier intent o de búsqueda de un criterio clasifi
is y el carác ter artifi � � al que,
blemas del mundo . 1 1s conce pcion es teóric as a la hora
de su anális
se adopt e dada la compl eJidad de
El debate entre el enfoque clásico y el enfoque científico, superado a través 1 1 l do caso, tiene cualqu ier criteri o que
a estudi ar, que hace difícil , en mucho s casos, su
de la síntesis por el posbehaviorismo, da paso a un nuevo debate entre relevan­ • ¡ la plante amien to teóric o

cia y abstracción, entre enfoque normativo y enfoque libre de valores. r t ·t usión en una corrien te o en otra.
por los estu-
En el campo concreto de las relaciones internacionales, la reacción posbe­ Desde esta perspectiva es natura l que los criteri os utiliza dos
s teóric as de las relacio nes intern aciona les
haviorista, si bien en principio con un cierto conservadurismo, se produjo li sos para orden ar las conce pcione
ANN consid era, por ejemp lo, que la clasifi ­
inmediatamente 37 , conociendo un importantísimo y variado desarrollo teó­ ll ya n sido muy distint os . HOFFM
exten­
rico-metodológico. . ión puede hacerse según el grado de elaboración, según el campo de
� : � ; ías � arciale s, Y seg � � el obj � -
, ¡ n , disting u iendo �� tre teor
Paralelamente, sin embargo, a partir de finales de los años setenta el realis­ as �en r les y ¡ teo
mo, que siempre había estado presente, ha vuelto a adquirir gran importancia .
1 , entre teona empm ca, teona flloso f1ca y teona
onentada a la accwn , adml-
en el campo de las relaciones internacionales. En ello ha influido poderosa­ l i n do cada uno de los criteri os, a su vez, nueva
s subdiv isiones 38• S NYDE R,
de preo-
mente el contexto interno e internacional de los Estados Unidos. De un lado, ilRUCK y S APlN clasifican las concepciones teóricas según el género n : G O � D·
.

los cuales se centra la atencw


· u p a ción y según los factor es sobre


]9
el «regeneracionismo» o la superación del síndrome de Vietnam que, pasado
os teóricos sobre las relacw nes 111 -
el período de crisis interna que provoca, ha dado lugar a una revalorización w t N consid era que la mayor ía de los estudi
de los postulados realistas, y, de otro, el fracaso de la política de distensión
y la apertura de una nueva «guerra fría», han impulsado igualmente los plan­
teamientos realistas. De esta forma, el neorrealismo o «realismo estructural» Politics: Structural Realism and Beyondp.»,
versión remozada y puesta al día del realismo, aparece hoy con fuerza en ei Vid . KEOHANE, Rober O., <<Theory: ofTheWorld
J 7 bis :
A. w. State oj the Discipline, Washm gton, 1983,
Neo-Realism», en M. LIGHT Y A. J. R.
•n F t N I FTER (ed.), Political Science
GROOM
35 EASTON, D avi � , ibidem, p. 1 . 053. En igual sentido, vid.: Stephen GEORGE, «Schools of �O -540; y L ITTLE, Richard , <<Structuralism and
Thought Internatwnal Relations >> , en M. DONELAN (ed.), The Reason o' States op. cit. p. • l s . ) , International Relation s, A Handbo ok oj Curren/ Theory, Londre s, 1985, p. 74-89.
m . lnterna­
210-21 1 .
� ' '
Vid.: MAGHR OORI, Ray y RAMBE RG ,, B1982,
3 7 tcr ennett (eds.). G!obaltsm Versus Real1sm Neorea l1sm and
36 Vid. en está misma obra la parte dedicada las «Concepciones teóricas en la década de
a tional Relations Third Debate, Boulde r,
Co. y KEOH ANE, Robert O. (ed.),
los setenta». Sintomá�icamente, también alguno autores de países comunistas la reacción pos­ 1/S Critics, Nueva York, 1986. . .
en
behavwnsta se ha dejado sentir. Vtd., por ejemplo BRUCAN, Silviu, The Dissolution oj Power,
s
: 38 HoFFMA NN. Stanley , <<Théorie et Relation
s lnternationales », Revue Fran,·a¡se de SCience Po-
Nueva York, 1971, versión castellana: La disolución delpoder. Sociologia de las relaciones interna­ /lfique, vol. 1 1 , n.0 2 (junio de 1961), p.
�15-417 . no, enfoque geopoh,t .
. . .
cionales y politicas, México, 1974, p. 42 y 43. 39 Hablan, así, de interés nacional, teonas del poder, teona. del equthb <-

dad, enfoque. de mercado, derecho. W. e m s t t tu ­


37 Expresión de lo dicho es la conferen ci que en marzo de 1969 organizó la Academia Ame­ , imperia lismo, naciona lismo, guerra y paz, comuni . BRUCK. H Y SA­
1 �oli­
e
ci nes, teoría de los valores , análisis
a
ricana de Ciencia Política y Social, sobre el tema «Design for lnternational Relations Research: de medws y fmes,(S NYDER, R1chard C .
An Approa ch lo the study o j /nterna t!Onal
Scope, Theory, Methods and Relevance». Para la misma vid.: N. D . PALMER (ed.), A Design jor I ' < N , B., Foreign Policy Dec/Sion-makmg.
lntern'ltional Relations Research: Scope, Theory, Methods, and Relevance, Filadelfia, 1970. ti s,Nueva York, 1962, p. 46-48 . .
l l lt ' l l l i i l " i ' i l t ' 11111 \ 1 \ 1 \ ' , i ' l l \ t l t l l l 1 ' 1 1 �1 1 1 1\ l l i \ I I I > II \ I I ' · " ' I\ I I I I I I H \ I\ \ f ) l ' .\ 1 1 ' 1 1 ,\ 1()/

l : l p 1 q p l \ • 1\ , I O N . v 1 1 I 'II•' J . < ", l i d i l ·t·v In, 1 11 / I I I I V� U · ·� · 1 1 1 0 Y i 1 1 1 i l'lli o . 1 k 1¡1,1' 1 ( • l l 1s 1 1 ·� i 1 1 1 ' J I I i l 'i O I I n l ·�. d i s ¡ u t : u t l a l u s · 1 1 1 · i 1 1 s pos l b
1 ·l( l · i ·-

biclo a la -risis, éli · ·, lu l l u n uu l i<lad cHI (I I J'!IIYij<u JdO bnj lu ¡ r ·si 11 d · I I Í <.: I I ' I • . t ¡ 1 u · 1 1 • l í , l s l tH p ri 1 t 1 0 fa . , , 1 a 1 1 á l i · i s e l e la real ielael i n t e r n a c i o n a l m;, . U n n ue-
su
e agota ele c a r a a la o l u c ió n de 1 s • r a vcs p ro b l em a s n que hay q u i l :�c · r fr e 1 1 k
1 · 1 , , · , ·sl u v z e n l r l o balismo y realismo, en ínt ima conexión con e l de­
En el plano mundial, la existencia de un arma apocalíptica, u n a impara bl · expl1 • lt :! •, , , Lr r 1 ·van ia y abstracción, tiene lugar en nuestro campo de e�-
sión demográfica, una peligrosa polución, una concentración c r eci e n t e ele l m i l l(1 ) 111"' .
recursos técnicos y del bienestar en unos pocos países favorecido , y u n a ·r\· I J,'I 1 br ·ve y esquemática visión del desarrollo teórico-metodológico del es-
ciente distancia a todos los nivele s entre los países ricos y pobres . En el plano 1 ptl d · la relaciones internacionales, introductora a la consideración con-
de los Estados Unidos, la aparición de serios conflictos internos de origen eco 1 ( 11 det allada de las distintas concepciones teóricas de las relaciones inter­
nómico y racial, una guerra no declarada en Vietnam que viola la conciencia ¡ 1 1, • nale , y dirigida a enmarcar las grandes corrientes teóricas en el contexto
moral del mundo. Ante ello, añade, el posbehaviorismo reclama una invesl i 1 1 l l u ra l , ocial y político en que se producen, pone de manifiesto, por un !a­
gación más relevante, acorde con criterios humanos 35 • l> la gran variedad de concepciones teóricas existentes, no sólo a través dd
La reacción, sin embargo, no es exclusiva de los Estados Unidos, sino q ll l' 1 111! , sino igualmente en cada momento histórico, ya que, hablar de fases
afecta igualmente a otros países desarrollados 36 . ·t pa no supone que en cada una de ellas no subsistan las concepciones teó­
En consecuencia, las dos banderas que levanta el posbehaviorism o son re aracterísticas de las anteriores y, por otro, la dificultad de identificar
levancia y acción . El nuevo movimiento , sin abandonar el énfasis científico •! u ivamente a un país con una determinada corriente o movimiento teórico"
del behaviorismo , dirige su atención a la conducta humana en cuanto tal , a ¡ 1 ¡ dológico, salvo quizá, con excepciones, en el caso del behaviorismo los
los problemas reales del mundo, a las motivaciones y valores subyacentes en 1 .. l os Unidos, debido a la generalización de las principales corrientes a los
toda conducta. De lo abstracto se tiende a descender a lo concreto, a lo real, 1 ) S l ados del Atlántico. Con ello, queremos resaltar la problemática que pre­
en busca de una investigación relevante de cara a la solución de los graves pro­ ·1ua cualquier intento de búsqueda de un criterio clasificatorio de las distin-
blemas del mundo. 1 1 ,' concepciones teóricas a la hora de su análisis y el carácter artificial que,
El debate entre el enfoque clásico y el enfoque científico, superado a través 1 n L do caso, tiene cualquier criterio que se adopte dada la complejidad de
de la síntesis por el posbehaviorism o, da paso a un nuevo debate entre relevan­ . , l a planteamiento teórico a estudiar, que hace difícil, en muchos casos, su
cia y abstracción, entre enfoque normativo y enfoque libre de valores . n ·l usión en una corriente o en otra.
En el campo concreto de las relaciones internacionales, la reacción posbe­ Desde esta perspectiva es natural que los criterios utilizados por los estu­
haviorista, si bien en principio con un cierto conservadurism o, se produjo os para ordenar las concepciones teóricas de las relaciones internacionales
inmediatamente 37 , conociendo un importantísimo y variado desarrollo teó­ an sido muy distintos. HOFFMANN considera, por ejemplo, que la clasifi­
rico-metodológico. ión puede hacerse según el grado de elaboración, según el campo de exten­
Paralelamente, sin embargo, a partir de finales de los años setenta el realis­ n, distinguiendo entre teorías generales y teorías parciales, y según el obje-
mo, que siempre había estado presente, ha vuelto a adquirir gran importancia 1 , entre teoría empírica, teoría filosófica y teoría orientada a la acción, admi-
en el campo de las relaciones internacionales. En ello ha influido poderosa­ 1 ndo cada uno de los criterios, a su vez, nuevas subdivisiones 38 . SNYDE R ,
mente el contexto interno e internacional de los Estados Unidos. De un lado, 1 ! 1 UCK y SAPIN clasifican las concepciones teóricas segiín el género de preo­
el «regeneracionism o» o la superación del síndrome de Vietnam que, pasado · upación y según los factores sobre los cuales se centra la atención 39 . G OOD-
el período de crisis interna que provoca, ha dado lugar a una revalorización I N considera que la mayoría de los estudios teóricos sobre las relaciones in-
de los postulados realistas, y, de otro, el fracaso de la política de distensión
y la apertura de una nueva «guerra frfa», han impulsado igualmente los plan­
teamientos realistas. De esta forma, el neorrealismo o «realismo estructural» ,
versión remozada y puesta a l día del realismo, aparece hoy con fuerza e n el 17bis Vid . : KEOHANE, Rober O . , <<Theory of World Politics: Structural Realism and Beyond»,
'11 A . W. FINIFTER (ed.), Political Science: The State of t h e Discipline, Washington, 1983, p .
35 EASTON David, ibüiem, p. 1 .053. En igual sentido, vid.: Stephen GEORGE. «Schools of
, ,( ) -540; y LITTLE, Richard, <<Structuralism and Neo-Realism>>, en M . LIGHT y A. ] . R . GROOM
Tho!lght in International Relations», en M . DONELAN (ed.), The Reason oj States, op. cit . , p. ·d s . ) , International Relations, A Handbook of Current Theory, Londres, 1985, p. 74-89.
210-21 1 . 37 1 c r V id . : MAGHROOR I , Ray y R A M BERG, Bennett (eds.). Globalism Versus Realism. Interna­
3 6 Vid. en está misma obra la parte dedicada a las <<Concepciones teóricas en la década de r lona/ Relations Th ird Debate, Boulder, C o . , 1 982, y KEOHANE, R ober t O . (ed.), Neorealism and
los setenta». Sintomáticamente, también en algunos autores de países comunistas la reacción pos­ Critics, Nueva Y o rk , 1986.
38 HoFFMANN, S anley , <<Théorie et Relations lnternationales>>, Revue Franraise de Science Po-
rs
behaviorista se ha dejado sentir. Vid., por ejemplo: BRUCAN, Silviu, The Dissolution of Power, t
Nueva York, 1971, versión castellana: La disolución delpoder. Sociología de las relaciones interna­ /irique, vol. 1 1 , n.0 2 (junio de 1961), p. 415-417. . . . . , .
cionales y políticas, México, 1974, p. 42 y 43. 3 9 Hablan así de interés nacional, teorías del poder, teona del equ11Ibno, enfoque geopol i t i ­
37 Expresión de lo dicho es la conferencia que en marzo de 1969 organizó la Academia Ame­ � o . imperialis � o. � acionalismo, guerra y paz, comunidad, enfoque de mercado, derecho e institu­
ricana de Ciencia Política y Social, sobre el tema <<Design for lnternational Relations Research: .¡ nes, teoría de los valores, análisis de medios y fines,(SNYDER, Richard C., BRUCK. H. W. Y SA ·
Scope, Theory, Methods and Relevance». Para la misma vid.: N. D . PALMER (ed.), A Design jor I ' I N , B., Foreign Policy Decision-making. An Approach lo the study oj lnternational Poli­
lntern'Jtional Relations Research: Scope, Theory, Methods, and Relevance, Filadelfia, 1970. li , Nueva Y o r k, 1962, p. 46-48.
I I Hi 1 \', 1'1 1 \ c l l l t l l ' • l ll l l l ' ll \ l l l ! l l \ 1 1 ' t c l� l < ) l l l l l' l \ \ l l l ' o l l l ' l l l l i\ 1 0' 1

t ' I I I I I · i o n a l ·s
p n ·d · ¡ ¡ 01 d t' I H I I /<l' · ¡ ¡ H · ¡ s g i i l p t ¡¡.. : h l � t {¡ J J L'O , t·l 1 1 1 1 ic 1 1 1 1 i p , e i : J -,1

ficat ri , expl ica! i v , prcd ict i v o y 1 r ·s r i pt i v • •o .


DOUGHERTY, al pasar revist a a las di t i n t a d i v i s i ne p i b l · , se r fi · ¡ 1 · 1 • 1 1 · a l e n t r e ideali t as y reali ta e inicia en la década d e los treinta.
a las existentes entre tradicionalistas y modernista , ent re i n ve r i 'ador · ' I I I p Í , 1 · 1 n bar se t rata de un debate que está presente ,
,
con mayor o menor fuer-
ricos y constructores de modelos abstractos, entre «micro» y « m acro» penst 1 ' 1 l' l 1 t oda la historia de la teoría internacio nal y que con otras perspectiv
as
dores, entre los que se centran en la realidad actual y los que lo h ace n en la 11 •lt t ha cobrado fuerza en nuestros días en el marco de la reacción postbe­
historia, entre los teóricos y los científicos de la política práct ica, en t r e cuant i lt 1 i ri ta 44 • El debate, por encima de todo, es un debate
ideológi co.
ficadores y cualificadores, entre realistas e idealistas 41 . ú n H ERZ, el idealismo es un tipo de pensamie nto político que «no re­
WALTZ, adoptando una clasificación simple, distingue entre teorías reduc­ e los problema s que surgen del dilema seguridad y poder», o que «lo ha-
cionistas y sistémicas 42 . M ESA, por su parte, salvando lo arbitrario de la cla­ 1 de una forma superficia l, centrando su interés sobre condicion es o sa­
sificación, distingue entre concepciones anglosajonas y otras concepciones, entre ne racionales » . Frente a él, el realismo es un pensamie nto que «toma en
las que incluye, las europeas y las marxistas 43. w ideración las implicacio nes para la vida política
de los factores de seguri-
Nuestra clasificación, en orden a su estudio sistemático, parte, sin embar­ 1 t 1 y poder que son inherentes a la sociedad humana» 45•
go, de una perspectiva diferente a las anteriores . La exposición que acabamos bre la base establecida en estas definicion es, sesgadas por el implícito
de realizar sobre las fases que pueden distinguirse en el estudio de las relacio­ li mo del autor, se puede establecer como caracterís ticas ideales del idealis­
nes internacionales ha puesto de manifiesto la existencia, en el paso de unas , pero presentes en mayor o menor grado en todas sus variantes, las siguien-
en-
r 1

etapas a otras, de una serie de grandes debates teórico-metodológicos que ilus­ 1 ·s: 1 ) Su fe en el progreso , que supone que la naturalez a humana puede
tran en gran medida las características que enfrentan las distintas concepcio­ 1 nderse en términos no de hechos inmutab les, sino de potencia lidades que
nes . Por encima de los debates menores que las acompañan nos hemos referi­ · actualizan progresiv amente a lo largo de- la historia. 2) Su visión no deter­
do a los debates entre idealismo y realismo, entre enfoque clásico y enfoque uli nista del mundo, pues esa fe en el progreso carecería de sentido si no fuese
científico , y entre relevancia y abstracción o globalismo y realismo. En nues­ 1 • mpañada de una similar creencia en la eficacia del cambio
a través de la
tra opinión, partir de estos debates para clasificar las concepciones teóricas so­ 1 • ión humana. 3) Su radical racionalis mo, en cuanto considera que un orden .
bre las relaciones internacionales, a pesar del grado de artificialidad que tiene la 1 lítico racional y moral es posible en el sistema internacio nal y que, al igual
distinción, posee una doble ventaja. De un lado, nos permite, ya que los mismos ¡uc los individuo s son buenos y racionale s, del mismo modo, los Estados son
se suceden en cierta medida cronológicamente, estudiar esas concepciones con ·apaces de comporta rse entre sí de mili forma racional y moral. Cuando los
una óptica dinámica que las enmarca en el contexto interno e internacional en d alistas hablan de progreso significan con ello la actualiza ción de las poten­
que surgen. De otro, al ser debates, tanto teóricos como metodológicos, sirve ·ialidades del hombre a través de la racionalid ad. 4) La afirmació n de una ar­
para ordenar de acuerdo con sus postulados más generales las distintas concep­ l n o n í a natural de intereses, de acuerdo con la cual los intereses de los Estados
ciones en función de su alineamiento en uno u otro planteamiento teórico-me­ n complem entarios más que antagónic os 46 •
todológico. De esta forma, _el estudio de las distintas concepciones teóricas se ha­ En concreto, para los idealistas , la política es el arte del buen gobierno an-
ce desde una perspectiva dialéctica que enlaza con el propio desarrollo de las rela­ . que el arte de lo posible. Los idealistas rechazan la orientación fatalista de
ciones internacionales como disciplina científica, sacando a la luz la evolución 1 s realistas que considera n que el poder político es un fenómen o natural,
una
de la teoría internacional. I �y inmutable de la naturalez a. Para los idealistas ningún modelo de conducta
Previamente, pues, a establecer los términos de la clasificación adoptada 'S inmutabl e, pues el hombre tiene la capacida
d de aprender, de cambiar Y de
y con el fin de señalar las virtualidades y defectos que tiene es necesario refe­ · ntrolar su conducta . Manifiestan, así, una visión optimista de la naturaleza
rirse a los planteamientos que caracterizan los mencionados debates.
44 Ya nos hemos referido a las tres sucesivas oleadas del idealismo, la última de las cuales se
produce en los años setenta ante la crisis planetaria. El debate ha resucitado especialmente en los
. 40 GOODWIN, G . L., «Theories of lnternational Relations: The normative and policy dimen­ · stados Unidos, donde en la actualidad se enfrentan dos líneas de pensamiento respecto de la bús­
swns», en T. TAYLOR (ed.), Approaches and Theory, op. cit., p. 280. de ese país, denominadas, por Zbigniew
queda de un foco de orientación para la política exteriorplanetario»
4 1 OOUGHERTY, James E., «The Study of the Global System», en J. N. ROSENAU. K. W . 13RZEZINSKI, como «realismo de poder» y «humanismo («U. S. Foreign Policy: The
TH �� PSON y G . BOYD (eds.), World Politics. A n Introduction, Nueva York, 1976, p. 597. earch for Focus», Foreign Affairs, vol. 5 1 , n.0 4 Uulio de 1 973), p. 708-727) o neorrealismo y
. W ALTZ,
normente,
Kenneth N., Theory oj lnternational Politics. Reading, Mass, 1 979, p. 1 8 . Ante-
había distinguido, en función del nivel en que se situaban los esfuerzos para localizar
lobalismo.
HERZ, John H., Political Realism and Political ldealism: A
Study in Theories and Reali-
ties, Chicago, 1 95 1 , p. 18.
45
las causas de la guerra y definir las condiciones de la paz, entre las concepciones que lo hacían
en el hombre, en el Estado o en el sistema interestatal. Vid.: Man, the State and War. A theoreti­ 46 Vid.: CLARK, Jan, op. cit. , p. 3 3 - 35·. Vid. también: EvANS, G . , <<Sorne Problems with a His-
cal A nalysis, Nueva York, 1 95 4; versión castellana: El hombre, el Estado y la guerra, trad. de 1ory of Thought in International Relations», lnternationa l Relations, vol. 4, n.o 6 (noviembre de
R. G. Lafuente, Buenos Aires, 1 970, p. 21 . 1 9 74), p. 72{); y KO RAN , Bahgat, «Une, deux, ou quatre ... Les écoles
de relations iriternationa­
43 MESA, Roberto, Teoria y práctica de relaciones internacionales; 2. • ed., Madrid, 1 980 .
Y

les», Eludes Internationales, vol. 15 ( 1 984), p. 703 y 704.


1 10 l l l l l� l i l l i l l 1 '"' ' \ 1 \ ' , 11 1 1 , , 1 1 1 / / l ' , l /1 1 1 1 ' / l \ ¡ 1 1 > 1 1 \ 1 1 1 \', ¡¡ 1 1
'

' 1111 y '{;J ;1\·a · i 6 1 1 c 1 1 1 r · i d c; d i s L I. \


q nc 1 ·sn l l a 1 t J I I l ' I n d i �l i n · i 1 1
dl' 1 1 1 poNi b i l i < l 1 1 d , � ¡ - o l 1 1 '1 1 1 1 p 1 · 1 j ·11 ( ( J I I l od o .
rar e con concepc ionc ·
h 1 1 1 1 1 1 1 1 1 ;1
resumen, p a r a los idealist .. s, · 1 r ·a l i s n 1 es una 1 ·u l i s i a · ·s r b t i v a , p ues 1 1 1 1 á s frecuen te e encont
responder a caracte rís­
·

y pesimista 47 • 1 i as q u e rompen d alguna forma esa dicotom ía al


El realismo, por su parte, asocia normalmente la imagen. d el E ' t ad ·o1 1 li · s pr pías de ambos grupos . Se trata, pues, de una distinci ón que se basa
l a d e u n gladiador enzarzado e n u n combate perpetuo. Sus caracterí t i a� co­ ('uudam entalme nte en el peso que cada autor da a los aspectos cooperativos
mo co�riente de �ensamiento, en muchos casos opuestas al idealismo, pueden n. 1 a s pectos conflic tivos de la política . Desde esta perspec tiva, y en base
resumirSe, tamb �- en desde una perspectiva ideal , en las siguientes: 1 ) El realis­ l l a ambigü edad de los término s «idealis mo» y «realism o», W RIGHT, consi-
. ra que la distinció n proporc iona un dudoso servicio al campo de las relacio­
mo, da?o su pesimismo antropológico, niega la posibilidad de progreso. Para
los realist�s, el nombre del juego es política de poder, siempre lo ha sido y siem­ il interna cionale s, pues, si lo que se pretend e es indicar una antítesi s más ob­
pre lo sera. Como no hay posibilidad de romper este círculo, los intentos de . t iva que la de pesimismo y optimismo, parece más apropiado distinguir entre
per�ecci�nar el sistema están condenados al fracaso. 2) En comparación con p líticas a corto y largo plazo, políticas naciona
l y humana y políticas oposi- ·

l �s Idealistas, los realistas tienen una visión más determinista del proceso his­ ci nales o coopera tivas 5 1 .
.
tonco, por lo que reconocen menos margen de actuación al obrar humano de Ademá s, en última instanc ia, por encima del enfrentamiento entre ambas
las
cara a� establecimiento de un orden internacional. Este orden, en cuanto exis­ rrientes , hay un hecho común a las mismas que las caracteriza frente a
es
·

te, es Iñmanente al proceso histórico y no puede ser modificado por la acción nuevas concepciones teóricas que se desarrollan en el campo de las relacion
su pertene ncia a la teoría inter­
humana. Podemos tr�tar de entender el proceso de cambio histórico, pero no internacionales a partir de los años cincuenta,
eza,
controla�lo. 3) No existe una armonía natural de intereses entre los Estados. naciona l clásica. Esta teoría, fundada en la teoría del estado de natural
ha sido punto de partida o de referen cia de las distinta s tradicio nes de pensa­
Los real�stas ven los Estados en una situación de competición constante, ya
bus-
que son mcapa�es d� generar una mínima confianza entre sí, que les permita miento interna cional, bien para afirmar ese estado de anarqu ía, bien para
. 4) El realismo . ar su superación mediante proyect os de paz u organiz ación interna cional, bien
e�c�par a esta Situacwn. establece una clara distinción entre los los
codigos de moral del individuo y del Estado. El hombre de Estado en cuanto para señalar que tal estado no refleja la realidad interna cional dados
o comuni tarios existent es en la misma. Por otro lado, ambas
defensor �e la comunidad nacional, no está limitado en su actuaci ón por las vínculos societarios
.
normas eticas y morales que rigen a los particulares. En virtud de la razón de orrientes utilizan la misma metodología y técnicas de an�lisis tradicionales.
Estado, actuaciones inaceptables en el seno del Estado son plenamente válidas En consecuencia, desde nuestra perspectiva, que persigue fijar los térmi­
tes con­
en la política internacional 48 • nos que pueden servir para la ordenación y exposic ión de las diferen
ía realista s­
En concreto, los realistas consideran la política como una lucha por el po­ cepcion es teóricas de las relacio nes interna cionale s, la dicotom
«la que­
idealist as, como tal, es de escasa utilidad . Cómo apunta
L T,
der. Actuar racionalmente, es decir, actuar en favor del propio interés, es acre­ IJPHAR
­
centar el poder, aumentar la capacidad y habilidad de controlar a los demás. rella del realism o y del idealismo se inscribe en el seno del paradigma tradicio
menos import ante y me­
Acrecentar el poder para promover los propios intereses es seguir los dictados nal. Es por lo que ha dado lugar a una controversia
tradicional
de la naturaleza. La admisión de planteamientos moralistas, legalistas e inclu­ nos fundamental que la que opone a los partidarios del paradigma
en esto se encuen tra realmente
so ideológicos sólo puede desembocar o en el pacifismo y el despotismo 0 en con los partidarios del paradigma behavi orista; tancia es,
2 una perspe ctiva ideoló gica su impor
la revolución. Unicamente, la prudencia y la oportunidad deben actuar como el corazón del debate» 5 . Desde
límites de la acción. De ahí, el pragmatismo característico del realismo 49 . De sin embar go, indud able.
esta forma, el realismo es básicamente pesimista, conservador, empírico, prag­
. .
matico, receloso de los principios idealistas y respetuoso con las lecciones de
la historia. D) TRADICIONALISMO VERSUS CIENTIF ISMO
El argumento realist� contra el idealismo, puede sintetizarse, con estas pa­
l �bras de NIEBUHR: «VIrtualmente todos los . argumentos del gobierno mun­ El debate entre el enfoque clásico y el enfoque científico o entre tradicio­
dml se basan en la simple presuposición de que la deseabilidad del orden mun­ nalistas y behavioristas sobrepasa, sin embargo, el debate entre idealistas y rea­
dial, prueba. la accesibilidad del gobierno mundial» so. listas, pues tanto los partidarios del enfoque clásico como los del. enfoque cien­
sa.
tífico pueden inscribi rse en una perspectiva idealista o realista, y vicever
riguros o, por cuanto se centra en la perspec ti-
47 Theodore A. y WOLFE, James H., Introduction to Internationa/ Relations.
CouLOUMBJS. Se trata, pues, de un debate más
Po r a�d Justtce,Englewood_ Ciiffs, N. J., 1978, p. 19.
��
4 VId .._ CLARK, Jan, Op. Cit., p. 55-6 1 ; y KORANY, Bahgat, op. cit., p . 704 y 705 .
COULOUMBIS, Theodore A. y WOLFE. James H., op. cit. , p. 18.
9
vol. 5,
51 tional Politics», World Politics,
50 N J EBUHR, Rienhold, Christian Realism and Politica/ Problems, Nueva York, 1949 (cit. por WRIGHT, Quincy , «Realism and Idealism in Interna

RoSEN, Steven J. Y loNES, Wal er S., The logic oj lnternational Relations 3 ed . , Cambridge Mass • . a • •
n.
o 1 (octubre de 1952), p. 126.
5 2 LIJ PHART, Arend, op. cit. , p . 21 .
t
1 980, p. 481).
11 l l l l li • l l t l l • 1 11 11 1 \ 1 \', il l ,, 1 1 1 1 1 1 '¡ 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 l l tl l \ 1 1 ., \< l t J I I J ' , J I I I I II I I \ t ll ti i \ I J ' , \ 1 1� 1 1 1 I I I J j; ! \ \ 1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 \ 111
1 \ ' , !\ 1 1

v ; 1 l dl l l l ' ( l 1 1 1 · t oil J I <Í I \ J l' l l c l r 1 ' , ' ' ' ' ' 1 1 : 1 l r 1 ,� 1 ·i f H ' J ( ) J J ·� Í J J I I' J J J I I I' J ( } J J i i l l' �
l' I I J H i t
. G l c ct iva 'OIIICII
1 1 d · l > r • k Hl' i 1 1 s 1 i i I I l' Í 0 1 1 : d i �.a �;o o b p u b l i · a �; i ó l l d · l a obr a
ju '<H U l l papel e fectivo ' l l ·1 ; u d l i s i · el · In r ·aliüotl i u t ' l n a d o u a l . en cuanto en fren-
1 / 11 • A¡ prollcllr �s to 1111 •mati0110 I Polili · 8• La polémic a,
Además, estamos ante una po l é m i a q ue e extiende a la 1 i ; d i b d d · l a � 1 1 1 , 'O l lA ·p ·i nes teóricas y metodoló gicas en un campo
que aún no ha en-
ciencias sociales, pero que en la teoría de las relacione internaci nalc L 1 1 1 < � 1 1 ¡1 ¡ 1 ,ld un mar o teórico aceptado, no se ha agotado, llegando hasta nues-
una mayor dimensión por la enorme complejidad e importancia de l o f · 1 1 ó 111J 1
definirá e l enfoque clásico como «el enfoque teórico que deriva de
ll .

menos a estudiar . Como señalan KNOR R y ROSENAU, «aunque el valor relat i 1 \! J J


vo de los enfoques tradicional y científico ha sido el punto de discu ión en rnu l • ! t i � fí a , la historia y el derecho , y que se caracteriza sobre
todo por su ma-
chos otros campos, la importancia de los problemas, la complejidad del pro­ 1 1 1 -.· l o e n fianza en el ejercicio de la razón y por la suposici ón de
que si n � s
ceso implicado y la dificultad de tener acceso a los datos en el campo interna­ 1 1 1 1 s a las normas estrictas de prueba y verificac
ión, poco queda por decir
cional, añaden intensidad y obstinación al debate» 5 3 . El debate se sitúa, e11 h . la relacion es internac ionales; que las proposic iones
generales sobre este
todo caso, en el marco de la tendencia behaviorista, especialmente en el cam­ lill deben en consecuencia derivarse de un proceso de percepción o intui-
po de la ciencia política, no siendo privativo de los Estados Unidos, como lo 1 t'l l l ientíficamente imperfecto, y que estas proposi ciones generales n o pue-
demuestra el protagonismo que en el mismo han tenido también los especialis­ 11 r establec idas más que e n base al estatus provisio nal
e inconclu so apro­
tas británicos . La polémica, además, es un precedente de la reacción posbeha­ a u problemático origen» 60•

1
viorista que se producirá a finales de los años sesenta. tradicionalistas son, en general, escépticos respecto de los esfuerzos por

1,1 '
Se trata, en última instancia, de un debate entre teoría normativa y teoría ¡ o 1 ir o aplicar el análisis de probabi lidades � los asunto
� �umano s. Puede
empírica, cuya importancia ha llevado a SINGER a afirmar que en el campo 1 ¡ ue en determin ados moment os utilicen vanable s cuantifi cadas pero so? •

medmnte ana-
.

de las relaciones internacionales existe un «problema de dos culturas» 54 . , l · de la tendencia a cuantifi car todo en orden a demostr ar
Si bien, desde nuestra perspectiva, el inicio de la discusión habría que si­ tadístico una proposic ión que debería ser obvia a una persona con senti­ '1
tuarlo en la década de los cincuenta, al producirse en los Estados Unido s la m ún . En resumen, los tradicion alistas consider an que su enfoque permi­
reacción behaviorista contra el realismo político, sin embargo, cuando el de­ ·sbozar algunas proposic iones generale s sobre las relacion es internac ionales
bate se institucionaliza es a mediados de los sesenta, sobre todo, de la mano 1u irven para explicar y, en grado limitado, predecir el senti? o de �os acon�e­
de los tradicionalistas que, al defender la validez de sus planteamientos, se en­ nlientos internacionales. Generalmente consideran las relaciOnes mternacJO­
frentan a los excesos y carencias de un behaviorismo que, en su opinión, ha II d , bien como una disciplin a autónom a, por las especiale
s característi�as
sido incapaz de aportar relevancia al estudio de las relaciones internacionales. 1 1 medio internac ional, bien como una parte de la ciencia política
o la soci?-
En enero de 1966, en la X Conferencia del Reino Unido sobre la Enseñan­ 1 l fa, que, igualme nte por las particul ares caracter ísticas del medio,
tiene, sm
za de las relaciones internacionales en la Universidad, cuyo tema central es «Teo­ t nbargo, una entidad propia y separada. . .
rías contemporáneas de las relaciones internacionales» , se enfrentan dos gru­ Puede decirse que, hasta principios de la década de los cmcuenta, la ma:ona
¡, 1
1'
pos de especialistas, unos defensores del enfoque clásico y otros del enfoque ( los ensayos de interpretación de las relaciones internac
1
ionales se han realizado
behaviorista, haciendo de esa discusión el núcleo de la conferencia 55 . Ese mis­ l :de la óptica clásica que acabam os de describ
ir.
. . . .
-
mo año, BULL, desde la óptica clásica, con su artículo «lnternational Theory. Frente a los tradicionalistas , los partidarios del enfoque cientifico conside
The Case for a Classical Approach» 56 , llevará el debate al otro lado del Atlán­ da sistemá tica y compre nsiv �
1 1 1 1 que la conduc ta human a debe ser observa

tico, al recibir respuesta, desde el enfoque científico, por parte de KAPLAN 57 • 1 1 1 nte, que únicam ente deben formul arse general izacion es basada s en una evi-
1 · nc i a empíric a y que estas general izacion es deben ser
prob �das de �cu�rdo
.
• n un método científi co. La política debe, por tanto, defimr se en termmos
53 KNORR, Klaus y RosENAU, James N . , «Tradition and Science in the Study of lnternational 1 paráme tros observa bles de acción y conduc ta antes que en términ o� de c� n­
Politics>>, en K. KNORR y J. N. RosENAU (eds.), Conlending Approaches to Jnternational Poli·
. ·ptos abstractos e impresi ones 61 . Aspira n a una teoría de las re la�wnes m­
tics, Princeton, 1969, p. 8. En el mismo sentido: vid. MEDJNA, Manuel, La teorfa de las relacio­ . prueba s .
log1cas Y ma­
nes internacionales, Madrid, 1973, p. 136. I rnacion ales cuyas propos iciones estén basada s bien en
54 SINGER, J. David, «Theorists and Empiricists: the Two Culture Problem in l nternational t ·mática s, bien en estrictos y empíric os proced imiento
s de verificación Co- 62.
Politics», en J . N . ROSENAU, V. DA VIS y M. A. EAST (eds.), The A nalysis oj lnternational Poli­
tics. Essays in Honour oj Harold and Margare/ Sprout, Nueva York, 1972, p. 80-95.
55 Vid.: BANKS, Michael, «Two Meanings of Theory in the Study of International Relations», 58 K. KNORR y J. N. ROSENAU (eds.), op. cit. .
The Year Book oj World Ajjairs, 20 (1966), p . 220-240. 59 Para una manifestación reciente del mismo, vid.: KAPLAN,York,
Morton A, To ward Projess/0-

56 BULL, Hedley, «international Theory. The case for a Classical Approach», World Politics, 1/0iism in International Theory. Macrosystem A nalysis, Nueva 1979.
vol. 18, n.0 3 (abril de 1966). También publicado en K. KNORR y J. N . RosENAU (eds.), Conten­ BULL, Hedley, «international Theory. The Case for a Classical Approach », en K. KNORR
J. N. RosENAU (eds.), op. cit., p. 20.
60
ding Approachs to International Politics, op. cit. , p. 20-38. .
6 1 CoULOU MBIS, Theodore A. y WoLFE,
KAPLAN, Morton A., «The New Great Debate. Traditionalism Vs. Science in lnternational James H., /ntroduction lo /nternational Relatwns.
Y
57
21 22. .
BULL, Hedley, <<international Theory. The Case for a Class1cal Approach», op. ctl., p . 21 .
Relations», World Politics, vol. 19 (octubre de 1966), p. 1-20. También publicado en K. KNORR l'o wer and Justice, Englewood Cliffs, N. J . , 1978,
p.
.
y J. N. ROSENAU (eds.), op. cit., p. 39-6 1 . 62
1 1 1 1 1 1 1 , .. 1 1 1 11 1 ! 1 1' 1 1 1 \ 1 1'' 1 1 1 \' 1 "1 1
1 '' 1 1 1 1 1 ¡ ,• 1 1 \ 1 / 1 1 1/ \ 1 1 ' ' " ''
1 \ ' , l ' l l i\ 1 / 1 1 / l l ' , l l l l l l( l l \ 1 1 1 1 1 / \ l / ' , < 1 1 � 1 1 1 1 1 1 1 1 ' 1 \ \ 1 > 1 ' · • 1 1 ' 1 1 11 1

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d. vuiiH ·nl • llr s · ·u la ut il il',;l ·ióu d · 1 1 1 ·1od - s dcdu t ivo · e ind u _· l i vos i ndc
y
r · n l c d e l < I O i l t O o e l u n a e · l u l a u · 1 0 1 • a u i � 1 1 1 0 . Sus 1 i 1 0d · l os el · ·( m d u · 1 a , ca �
1 1r1 e

1 , " 11 ·ul ·s (( las pcioncs per nalc . .· s decir, desea abordar e l e st �d1o e las rc-
ractcríst icas id iosi ncráticas y csnu t u ra i n 1 crna, on Lan us cpl i b l · " e l s ·r 1 ra
1 1( , 1 1 s i n l ernacional es s i n perjuicios metafísico s, ya que la ciencia aspira a ser
_
tadas según un proceso de form u l ación y prueba de h i pó t esis, como 1 s 11 l í l K t� en eva-
1 ,11 u l td se a t iene a una actitud probabilista, que se esfuerza simplemen
características del electrón o de la molécula» 6 .
¡ 1 1 , 1 • 1 1 t oda circunstancia, el peso respectivo de los factores en presencia. Cua - �
En resumen, como ha señalado EASTON, aunque no hay una ú n ica carac ento será considera do inmediata mente contami­
l ( l l :� 1 ro modo de razonami
terización que resulte satisfactoria para todos, los puntos básicos del behavio
1 ideológicamente y carente de alcance científico 65 •
rismo pueden considerarse los siguientes: 1) «Regularidades. En la conduel a

. n consecuen cia, los partidario s del enfoque científico considera n las r.ela-
¡1 t

política se pueden descúbrir uniformidades expresables en generalizaciones o


i nternacionales demasiado amplias y complejas para quedar confma-
teorías con valor explicativo o predictivo . 2) Verificación . La validez de esas
1 1 11
1 1 s ol ca m po de la ciencia política o de cualquier otra disciplina . La ciencia
generalizaciones debe ser verificable, en principio, con referencia a una con­ 1 ' lo relaciones internacionales debe ser interdisciplinaria, acudiendo a las a�or-
ducta relevante . 3) Técnicas. Los medios para recoger e interpretar datos no llamadas cien­
1 , 1 • nes tanto de las demás ciencias sociales, como a las de las
se pueden dar por supuestos. Son inciertos y hay que examinarlos escrupulo­ no es ex-
1 nat urales. En este sentido, el valor del conocimie nto histórico
samente, perfeccionarlos y validarlos, de manera que es necesario contar con realizado .
. •l u i lo, a pesar de las críticas que en este sentido se han .
instrumentos rigurosos para ob servar, registrar y analizar la conducta.
•xpuestos los planteamientos de los que parte cada una de las dos c�r.nen-
4) Cuantificación. Para que el registro de datos y la formulación de los hallaz­ dmgen .
1 .' n frentadas nos fijaremos ahora en las críticas que mutuame nte se
gos sean precisos, se necesita medir y cuantificar, no como procedimientos vá­ los argument os empleado s con-
1110 ha señalado APLAN, la mayor parte de
K
lidos por sí mismos, sino sólo cuando sean posibles, relevantes y significativos

utilizados ya anteriorm ente ? or CARR


1r 1 enfoque científico proceden de los
a la luz de otros objetivos. 5) Valores. La evaluación ética y la explicación em­ Sin embargo, debe pre cl sarse , de
¡• n u obra The Twenty Year's Crisis 66• . _ _
pírica requieren dos clases diferentes de proposiciones que, en beneficio de la que la crítica que se hace por lo tr d 1c10nahsta s
1 · uer do con el propio ULL, B � � .
claridad, deben distinguirse analíticame nte. No obstante, nada impide que un es un ataque a la ciencia, sino al cientiflsm o en las
, ¡ n foque científico no
estudioso de la conducta política enuncie, j untas o por separado, proposicio­
r · l a ciones internacio nales 67 •
nes de cualquiera de ambas clases, siempre que no las confunda. B ULL resume las críticas en siete proposiciones: 1) La acusacwn pnnc1pal
• • • .

6) Sistematización. La investigación debe ser sistemática, es decir, que teoría s q u e al circunscri bir sus estudios a lo que pu �de_ ser prob �do lógica o
mate­
e investigación se deben considerar partes entrelazadas de un cuerpo coherente o verificado de acuerdo con proced1m 1entos estn t s, lo s que prac­
rnát icamente � � _
y ordenado de conocimiento s. La investigación no respaldada por la teoría puede mstr�men­
l ¡ an el método científico se están negando a sí mismos los umcos
resultar trivial, y la teoría que no se apoye en datos vana. 7) Ciencia pura. La l actualmente disponibl es para desentrañar la materia objeto de estudiO . Al
aplicación del conocimiento es parte integrante, al igual que la comprensión lbstenerse del empleo del «enfoque intuitivo» o de la «sabidurí a literaria» , los
teórica, de la empresa científica. Pero la comprensión y explicación de la con­
•icntíficos se condenan a una especie de puritanism o intelectual que los ma� -
ducta política son lógicamente anteriores a los esfuerzos por aplicar el conoci­ �uando los parti­
1 ¡ ne alejados de la sustancia de la política internacio nal. 2)
miento político a los problemas prácticos y urgentes de la sociedad, y les sir­
darios del enfoque científico arrojan luz sobre dicha sustancia es porq�e real­
ven de base. 8) Integración, Las ciencias sociales se ocupan de la totalidad de
mente han empleado el método clásico. Lo que hay de valor en su trabaJO con­
la situación humana, por ello, si la investigació n política prescinde de los ha­
si te esencialme nte en juicios que no son establecid os por los métodos . mate-
llazgos de otras disciplinas, corre el peligro de reducir la validez de sus propios
1náticos 0 científicos que emplean, sino independientemente de los mismos.
resultados y socavar su generalidad. » EASTON concluye diciendo que esta lis­
) Los partidarios del enfoque científico �stán muy. alejados_ de hacer la c�ase
ta de puntos «es representativa de las mayores divergencias existentes entre los Cien-
le progresos a que aspiran. Algunos admiten que solo han s1do tratados
métodos de investigació n behaviorista s y tradicionale s» 64 • su alegación es que su enfoque no debe
1 f fi,.(,:amente tópicos periférico s, pero
Sin embargo, el enfoque científico no debe identificarse totalmente con la ' uzgarse por los resultados , sino por las promesas de progreso que co �lleva.
metodología cuantitativa, pues, a pesar del uso constante que hace de la mis­ 4) Han construid o y manipula do los llamados «modelos », que son metaforas
ma, no puede evitar los juicios personales en la selección de los problemas y
en la formulación de sus hipótesis. Con todo, pretende ir más allá de los j ui-
MERLE. Mar�el, Sociolog�e des Relations Jnternationales, 2. ed., París, _ 1976; versió��as- a

p.
65
1 .
llana: Sociología de las relaczones mternaczonales, trad. -� R. _ Mesa, M �dnd, 1978, - e

KAPLAN, Morton A., «The New Great Debate. Tradttwnahs m vs. Sc1ence
_ lnternauonal m
63 RosENAU,
Relations», op. cit., p. 39 y 40.
66
James N., The Scientific Study of Foreign Policy, Nueva York, 1971, p. 17. . _ . .
EASTON, David, A Framework for Political Analysis, Englewood Cliffs, N. J., 1965; ver­ .
67 BULL, Hedley, «Las relaciones internaciOnales como ocupacwn acadet�uca», en L.os de F
64 estu-
lios. internacionales en América Latina. Realizaciones y desafíos. lntroduccwn Y seleccwn
sión castellana: Esquema para el análisis polüico, trad. de A. C. Leal, 2. ed., Buenos Aires, 1973, a ·

p . 24 y 25.
RREGO VICUÑA, Santiago de Chile, 1980, p. 42.
1 1 1• 1 1/ l i i í l l t i H • H 'i l \ 1 \', 1 ' 1 1 \ 1 11 1/ 1 1 ' • 1 / 1 1 1 11 1 1 1 < 1111 1 11 1 '1

o a n : l lor.fas 1 1 1 1'1 ,� ( ! l i t ' � � � � ' t l l i l f> d ·d 1 1 t' I Í O,\ t i ! - 1 ' l l l l l l l l � y 1 ·t l l �' l l l l l ,\ , 'l ) U 1 1 1 1 ¡ , , 1 1 . , • l • i ! ¡ J < I I H' I t i ( ' l l' L' j ) l l l d O · n el 1 1 �0 d · l a I C I I I I Í n Q I Q •fa i 1 1 1 p i d ' 1 d ·sa r rO I IO d ' 1 1 1 1 : .1
d · l:1 S · u c la c i C l l l l fi · 1 1 ·s ·n í l l l l ' h os ·a.� r1s d i :- H or�i n o d o «.:l l t pO I H t ti i l o 1 1. , 1 y e l progreso de gc-
1 1 1 1 < 1 1 1 1 , . l l' ! l l l l l i l : 1 1 i v a s b r · l a · rcla i n c s i n l er n a ·ionalc
e l fet i c h e d e l a m ed ici ó n . 6) xi t e v rdacl e r a m c n t · u n a n c ·si<lad li" rlgo1 '•v 1· .
1 obr lo fenómeno s internacio nales. 7) La disponibil idad de mc­
u o n l i t a t i v as y d e m a rcos conceptua les prestados o adoptados de
v

precisión en la teoría de las relaciones i n t e r n a c i o n a l e , pero la l u .� · e le l o� 1 1 1 1 ', , , . ¡ � 1 , ¡ 1¡ 1 ,


mos que admite el objeto de estudio puede encontrar e d e n t ro del c n ío ¡u · l ' 1 1'1 l t p l i 1 1n pr porciona los instrumen tos para un mayor avance en la cons-

sico. 7) Los partidarios del enfoque científico, al presc i nd i r de la hi s l o ri a y d . . 11 1 1 In r e ría 7 1 •


·

la filosofía, se han desprovisto de los medios de autocrítica, y en con ecnc n ( ' l l l l i v r en ia. existentes entre el enfoque clásico y el enfoque científico
tienen una visión del objeto y de sus posibilidades de estudio que e a v en 1 1 1 1 1 1 11 , ¡ ¡ ( 1 1 • acl· perfi ladas en las considera ciones anteriores , pero lo que no ha
da y estrecha 68 • • 111 ¡ 1 , 1 > laro es la naturaleza última de las mismas .
K NORR y ROSENAU , en
, en pleno debate, no dudan en afirmar que «la controversia no es
1

En suma, podría decirse, parafraseando a S INGER, que el enfoque cien! í l'i , 11 )1\Illl

co ha producido más promesas que resultados y más procesos analíticos que l'X , 1[11 l r t u t an c i a de la política internacio nal. Es el modo de análisis, no la
perimentación sustantiva 69 . "' 11 1 t bj et o de estudio, lo que está en el centro del debate» 72• Sin embar­
Por su parte, los partidarios del enfoque científico, acusan a las concepci11 fi nnación, condicionada por lo aparente y ruidoso de la «revolución
nes tradicionales de ser demasi�do vagas y difusas para procurar explicacion l· .� ,,,¡ ¡¡, 1 1 i a» que el enfoque científico pretende realizar, no es exacta, por
útiles de la política internacional, o demasiado impresionistas y flexibles p:n a , 11 1 1 1 1 n i lado de las indudable s divergencias metodoló gicas existen también
resistir el riguroso test científico de la verificación. Como apunta KAPLAN, « � 1 1 11 1 1 1 1 n n t e divergenc ias de fondo. Y ello es lógico, pues los distintos
méto-
los tradicionalistas han confundido l a distinción entre los hechos de l a ciencia 1 ' n. lisis llevan en muchos casos implícitas diferentes visiones o concep-
física y las intenciones de la política, entonces está claro que deben haber con l lll d 1 mundo y, en nuestro caso, de la sociedad internacio nal.
fundido la relación entre el conocimiento intuitivo y el conocimien1 1 1 ' < m hemos visto, la crítica última que se dirigen mutuame nte los parti-

científico» 70 • 1 d cada enfoque es que el contrario llega a resultados no sólo erróneos,


Las principales críticas que los partidarios del enfoque científico han d i r i ¡ ualmente absurdos. En consecuen cia, no es tanto el resultado el
que es
, ·ino el problema mismo que se plantea la corriente contraria. Si ULL
gido a los tradicionalistas son, siguiendo a DOUGHERTY y PFALTZGRAFF, Ja�
B
siguientes: 1) Los enfoques tradicionales tienen sólo una limitada utilidad Cll • l 1 enfoque científico es no sólo porque conduce a conclusio
nes erróneas,
la identificación y análisis de los problemas importantes, porque los instr n bre todo, porque hace imposible todo análisis del fondo de la cuestión.
mentos de investigación d e que disponen deben considerarse demasiado tos N, por su parte, empleará casi idénticas palabras al criticar el enfoque
cos. I ncluso cuando han identificado los problemas más importantes, no los
han establecido de forma que sea posible su investigación sistemática y cienlí­ e ta forma, puede decirse que, en última instancia , en el fondo del de"
fica. 2) Las concepciones tradicionales se han basado en sistemas internacio­ 11 d n t re el enfoque clásico y el científico , existé una importante divergenc
ia
nales y modelos que difieren fundamentalmente del actual sistema internacional. , 11 •uanto al modelo mismo de sociedad internacio nal que es objeto de
En consecuencia, proporcionan conceptos inadecuados para la constrúcción dt 1 1 1 1 l i 74 • De ahí que en este debate exista también un component e ideológi-

una teoría dirigida al mundo contemporáneo. 3) Dado que la capacidad explicati­ 1 1portante. En términos generales, y partiendo de una simplificación de
va y predictiva de esas teorías de las relaciones internacionales es limitada, no 1 1 1 delos implícitos o explícitos en cada uno de los enfoques, los partida­
pueden utilizarse con seguridad por el especialista o el político para evaluar ' 1 d 1 enfoque clási co hacen descansar su modelo de sociedad internacio nal
el presente o predecir el futuro, con lo que se tiene que acudir a soluciones , , , 1 1 tradición realista o hobesiana de las relaciones internacionales a la que
pragmáticas para los específicos e inmediatos problemas. 4) Esa literatura de 1 1 1 s hemos referido y que se funda en la considerac ión de
las relaciones in-
las relaciones internacionales está llena de proposiciones implícitas y no verifi­ 11 1 11 , ionales en estado de anarquía, de naturaleza , y en
el protagonismo ex-
cadas sobre la conducta humana e internacional. 5) Muchos de los términos 1 I S vo del Estado soberano en la esfera internacio nal, mientras que los parti­
más utilizados de las relaciones internacionales, como equilibrio de poder, se­ d 1 1 s del enfoque científco, al negar la especificidad de las relaciones interna­
guridad colectiva, conflicto, integración y poder se utilizan de forma virtual­ ,nules y afirmar que la política tiene el mismo carácter tanto en la esfera in­
mente incompatible por los diferentes estudiosos. 6) La ausencia de un acuerdo omo en la internacio nal, se inscriben en la tradición internacionalista

11 DOUGHERTY, James E. y PFALTZGRAFF, Robert L., Op. cit., p. 544 y 545.


Hedley, «lnternational Theory . . . op. cit., p. 26-37.
68 B ULL, », ll K NORR. Klaus y RosENAU, James N., «Tradition and Science in the Study of International
69 SJNGER,J. David, «The Behavioral Science Approach to lnternational Relations: Payoff and l 'pf ¡ l S», op. cit., p. 12.
Prospects», en J. N. ROSENAU (ed.), lnternational Polilics and Foreign Policy. A Reader in Research 11 BuLL, Hedley, «lnternational Theory . . . op. cit., p. 26 y 28; KAPLAN, Morton, A., «The
>>,
and Theory, 2.' ed., revisada, Nueva York, Londres, 1969, p. 69. Y reat Debate . . . op. cit. , p. 55 y 56.
»,

7° KAPLAN, Morton A., «The New Great Debate . . . op. cit., p. 42. », "' n este sentido, vid.: LJJPHART, Arend, op. cit., p. 12-18.
1 1 i l l l l l� o t l t l l o ' l t • l l \ 1 \ ' . 1: 1 1 \ t 1 1 ' 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 11 1 1 1 1 l o t / 1 1 1 1 ' , 1 1 . 1< 1 1 \ 1 l l t � / 1 ' , 1 ! 1 1 1 1 ' �1 \ t 1 0 1 �1 \ 1 1 • , 1 1 1 � 1 1 1 1 1 l l l( l \ \ 1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 1 1 1 1 '1

¡ ,• i ! H' I I 1 1 1 . 1 0 l d L " o'l l l d 1 , 1 " " 0 1 1 1 ! 1 1\'NI ( I , 1 l i i N ¡ J j ( i td ·, i k l 1 1 ti ' i l l d �( >l' k t l n t l 1 1 1 a k , q u t t l : l , · 1 1 p r i 1 1 i p i o , e l · n l <.t.n i fi cst o . ' i 1 1 · 1 1 1 b a r ­
1 1 1 1 ' 1 ) 0 1 t t 1 1 1 · i a 1 ·1 t l ·t
ll l t'

l c l' l l i l · i o 1 1 a l . '• d nd, rno t i 'lliP q n e se i n i · i a b a la co n t roversia s u rgían voces, sobre t odo
En e · t e ·en t id , l a s e n e p · ion s i en l f fi a s h a i l 1 1 1 1 • l . 0 1 1 t re p a r t i d a r ios del enfoque científico, que hacían ver, por un la­
post ulados de la concepciones t ra d i c i o n a l e por n con i d e r a r l . a d e u a i l � > · · , ( t , , l 1 ·orn plement ariedad y conciliación de ambos enfoques y, por otro, la
a la realidad de las actuales relaciones internacionale : 1 ) La t e ndenc i a , c o n ,\ r 1 1 1 • l o d d , s u p e r a r la .
cuencia de la tesis del estado de naturaleza, a considerar que el s i s t e m a es t a t a l l' N R R y ROSENAU dirán, en este sentido, que ·« antes de tratar de conver-
y el sistema internacional son compartimentos estancos, de forma q u e n o e x i � 1 1 l l l l u t u a m en t e , ¿por qué los partidarios de cada enfoque no se aprovechan
te «linkages» entre el medio interno y el medio internacional . 2) El carác t r 1 11 l 1 ra d e los del otro enfoque? ¿Por qué los tradicionalist as no han de
«eurocéntrico» de las concepciones tradicionales frente al carácter global d r I I I J 1 ·ar los descubrimien tos cuantitativos de los científicos , antes que despre­
la actual sociedad internacional y la aparición de una serie de cambios e t r ur t l l , , adaptándolos a su propia manera de pensar de la forma que les sea
turales que han trastocado los ejes tradicionalmente claves de la política i n t c 1 1 1 1 v ni nte? ¿Por qué los científicos no han de utilizar, en vez de despreciar­
nacional. 3) La ignorancia que las concepciones tradicionales han tenido dl' l ! 1 ' 1 conocimiento s cualitativos de los tradicionalista s, sometiéndolos al .ri-
proceso de formación de decisiones en materia de política exterior, proces11 , 11 1" us procedimiento s, de la misma manera que lo hacen con sus propias
en el que los factores internqs del estado desempeñan un papel fundamental. ti IS? 78 .
4) La tradicional afirmación de que sólo los Estados eran los acwres de las , 'IN R , por su parte, estima que es posible estudiar las relaciones interna-
E
relaciones internacionales. 5) El postulado de que la conducta política en el l[IUI científicamente, «pero ello requiere que los defensores de cada campo
contexto internacional difiere fundamentalmente de la conducta política en el · 1 rquen j untos en colaboración si no en sublime unidad», para terminar
seno del Estado 75. 1 •i · n d o que «si nosotros los modernistas somos capaces de dominar lo sus-
Existe, en consecuencia, una relación muy estrecha entre la controversia 1 1 1 1 1 i vo , normativo y valorativo y los tradicionalista s lo son de dominar nues-
metodológica y la controversia sobre el fondo, que pone de manifiesto el al­ 1 1 s onceptos y métodos, la convergencia será completa y la «guerra» no ha-
cance teórico-metodológico del debate que estudiamos . Los partidarios del en­ 1 r sido en vano» 7 9 . NORTH se muestra partidario del pluralismo, en favor ·
foque clásico adoptan, en general , el modelo de anarquía internacional, eligen 1 «una crítica precisa antes que de una crítica generalizada y en favor de un
al Estado como unidad de análisis y no creen, en la mayoría de los casos, que I I I Ú a l t o nivel de respeto mutuo y de diálogo lógico» , añadiendo que «los miem-
se pueda edificar una teoría general válida de las relaciones internacionales. ¡,, d e los dos campos deben suspender las hostilidades durante un tiempo, .
Por el contrario, los partidarios del enfoque científico, parten en general de 1 ¡ 1 r, comparar sus observaciones . Quién sabe, si pueden
incluso aprender algo
un modelo de sociedad internacional conflictivo y cooperativo, manifiestan una 1 s u nos de los otros» 0•
8

tendencia a colocarse en una perspectiva transnacional, en la que el Estado es ¿A qué se debe este acercamiento que se produce desde los primeros mo-
dominante y están convencidos de que se puede llegar a edificar una teoría. 1 1 1 nt os? "tAYLOR señala tres factores. En primer lugar, a que se toma concien­
Por tanto, como señala LIJPHART, si la mayoría de los tradicionalistas «esti­ · 1 de que la radicalidad del planteamiento no hacía bien a la disciplina de las
man que es vano querer aplicar los métodos modernos de las ciencias sociales 1 ·laciones internacional es, así como a que se percibe que los dos enfoques tie-
al análisis de las relaciones internacionales es, sobre todo, en razón de la natu­ 11 •n mucho de común. En segundo lugar, en razón a la dificultad de situar a
raleza específicamente anárquica del objeto estudiado». Por el contrario, si 1 ) especialistas en un campo o en otro. Finalmente, porque ni los tradiciona­
los partidarios del enfoque científico «aceptan la idea de que el campo de las l st as ni los científicos tienen suficiente éxito en la co'n strucción de una teoría
relaciones internacionales debe ser objeto del conjunto de las ciencias sociales v l i d a como para prescindi r del esfuerzo de los otros
81 .

y puede inspirarse con éxito de sus métodos y resultados» es porque no consi­ De l a conciliación a la superación del debate no había, pues, más que un
deran ese campo diferente sustancialmente del medio estatal 76 . Como estable­ ¡ 'l o. PALMER , al hacer resumen de las conclusion e.s de la conferenci
a de es-
ce ALGER, «habiendo sido superados los obstáculos intelectuales que hacían 1 cialistas celebrada en Filadelfia, en marzo de 1 969, dirá: «Todos los estu-
nacer la imagen de la especificidad, los especialistas de las relaciones interna­
cionales están libres para acudir al rico arsenal de conocimientos acumulados
por las ciencias sociales» 77• 78 KNORR, Klaus y RosENAU, James N., op. cit., p. 18; vid. también, en este sentido, YALEM,
nald J . , «Toward the Reconciliation of Traditional and Behavioral Approaches in lnternatio-
1101 Theory», Orbis, vol. 3 (1969), p. 578-599.
79 SINGER, J. David, «The incompleat theorist. lnsight Without Evidence», en K. KNORR Y J .
N . ROSENAU (eds.), op. cit., p. 86. Vid. también del mismo autor: «Theorists and Empiricists: The
75 En sentido parecido, vid.: DOUGHERTY, James E. y PFALTZGRAFF, Robert L., op. cit., p. 'J 'wo Culture Problem in International Politics», op. cit., p. 80-95.
545-547. 80 NORTH, Robert C., «Research Pluralism and the lnternational Elephant>>, en K . KNORR Y
76 LJJPHART, Arend, op. cit. , p. 18 y 19. N . ROSENAU (eds.), Op. cit., p. 218 y 242.
77 ALGER, Chadwick F., «Trends in International Relations Research», en N. D. PALMER (ed.),
l.
81 TAYLOR, Trevor, «lntroduction: The Nature of lnternational Relations>>, en T. TAYLOR
A Design jor lnternational Relations Research, op. cit., p. 25. ( . 1 . ) , Approaches and Theory in International Relations, Londres/Nueva York, 1978, p. 1 3 Y 14.
1 11 1
1 \ ' , íU I \ 1 1 < 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ < i " i l \ 1 1 ' , \ 1 1 1\ i l > 1 1 < 1 1( 1 \ \ 1 1 1 · 1 1 1 ' 1 1 1 1\ 1 1

d i osos d · 1
1
·lu · i o n ·s i n l l' l l l · �· , o n l l k� . 'l • • • �t ' l t' l l l \' \ ' i n \'UI I �l' I L' I I I \' 1 1 1 \' I I I c , � o 1 1 i a n
- 1 1 1 : 1 � s i ¡- 1 1 i · n i ·s a fi •· • n ac io n ·s . { J I I ' r ·pr · ' · n 1 a n 1 1 n t i p idea l y r n a x i
1 1 1 0 bc h a v i o • i s l u s . L a d i v i s i ) 1 1 · s v 1 • a
, I ON ,

,. "
t o t ra d i c i o n a l i s t as
d NI O l ' r ·ul · :rl b · l r a v i r i s 1 1 1
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: 1 1 b i l r 1 1 in 1 ) L a s u s t a n c i a debe preceder a l a t éc n ica . i
caso es t an aguda como se asu m ía ha e pocos a • os . b v i tu n · • t l t , lo�
In :
n i ngún
ello no siempre es necesario, es más impor-
· r i fi a r u n a por o t r a , y
estudioso s de las relaciones internaci onales s e orien t a n en v a r i as cl i rcc i o n n
Ir , 111 • a


1 1 1 ) ( ,' r r · lev a n t e respecto de los urgentes problemas sociales, que ser sofisti­
y son competentes o incompetentes en varios méto d o s y en fo q ues . A l g 1 1 1 H 1�
son ciertamente más tradicion alistas que behavior istas, y v i ce ve rsa . Pero la d i ' l o . , , la i n ves t i gaci ón . 2) La ciencia behaviorista oculta una ideología de con­
¡ 1 l u r i s m o empírico, pues limitarse a la descripción y análisis de los hechos
visión tradicion alistas-b ehavioristas fue siempre una construcción ar t i fi c i a l y
está perdiendo rápidamente la relevancia que poseía» 82 .
l i fi u l t a r la comprensión de esos hechos en un contexto más amplio, favo-
' 'nd el mantenimiento de las condiciones de los hechos que se exploran.
Hoy, el carácter simplista y falso de la división y del debate es afirmado
Lo c l a ve de la investigación behaviorista es la abstracción y el análisis Y ello 11
por la mayoría de los autores, en base a que subsume una gran variedad ck
para ocultar las crudas realidades de la política. La tarea del posbehavio­
enfoques y concepciones y obscurece importantes áreas de coincidencia � · ­
También desde u n punto de vista epistemo lógico, l a falsedad del debate h a si es romper las barreras del silencio que el lenguaje behaviorista necesa­
n t e ha creado y ayudar a la ciencia política a enfrentarse con las necesi-
do señalada 84. 1 1 reales de la humanidad en un tiempo de crisis. 4) La investigación sobre
Sin embargo , lo acertado pe tales críticas a la dicotomía tradicionalistas
l1 s v a l ores y el desarrollo constructivo de los mismos son parte necesaria del
Y científic os no obsta para que desde una perspect iva
clasificatoria e ideológica . l u d i o de la política. L a ciencia no puede ser, y nunca lo ha sido, neutral des-
la distinción tenga, en nuestra opinión, una indudable utilidad. Si la distinción es
1 1 punto de vista evaluativo. 5) Los miembros de una disciplina académica
enormemente impreci sa, y ello debe llevarno s a evitar los peligros de generali­
f nen la responsabilidad de todos los intelectuales. El papel histórico de los
zaciones abusivas, es también útil, porque traduce una oposición no sólo meto­
1. í l lectuales ha sido, y debe ser, el de proteger los valores humanos de la so-
dológica, sino también de fondo. La distinción puede, pues, utilizarse como pun­
, c i a d . Esta es su única tarea y obligación. Sin ello se convierten en simples
to de partida para la ordenación de las distintas concepciones teóricas , si bien la
1 '· · n i co s , en mecánicos para remendar la sociedad. 6) El conocimiento conlle­
propia dinámica de su estudio nos llevará en última instancia a su superació n .
v 1 la necesidad de actuar y actuar es comprometerse en la configuración de
! 1 ·ociedad. El intelectual, como científico, tiene la obligación de emplear en
l l práctica su conocimiento 86 .
E) RELEV ANCIA VERSUS ABSTRACCION Como certificará . PALMER, el « reto de la relevancia» es uno de los muchos
1 l os que los estudiosos de las relaciones internacionales deben hacer frente
En esta línea se inscribe el debate que marca decisivamente las relacio n la época actual. No hay acuerdo general sobre las vías adoptadas o que se
nes
internacionales, a partir de finales de la década de los sesenta, de la mano 1 ben adoptar para entender las fuerzas que palpitan en nuestro mundo o pa­
de
lo que ha sido calificado como posbeh aviorism o. ro solucionar los problemas a que se enfrenta la humanidad en la era nuclear
Como señala S ULLIVA N, un tercer debate sobre las perspectivas de investi­ espacial . Sólo puede decirse que estos problemas son claves para su supervi­
gación en el estudio de las relaciones interna cionale s ha tomado carta de v ncia y que nuestra competencia intelectual, así como nuestros criterios mo­
natu­
raleza en los últimos años, en el sentido de exigir más «sustan cia» en ese rales y horizontes culturales, parecen ser demasiado limitados para enfrentar-
estu­
dio, con el énfasis puesto en los problem as relevan tes a que se enfrenta la . e efectivamente a los mismos 87 •
hu­
manida d en la esfera interna cional, frente al carácter abstrac to de las teorías Sin embargo, e l grito de relevancia y acción que lanza e l posbehaviorismo
anteriores 85 • La base de su argumentación es que la preocupación con las teo­ n o debe entenderse como contrapuesto radicalmente a la teoría, sino simple­
rías y los modelo s, que caracteriza el período anterior, ha llevado a un esfuer­ mente como una reacción contra los excesos de abstracción del behaviorismo.
zo alejado de la realidad y de la sustancia de las cuestiones relevan tes. a cuestión, como apunta S ULLIVAN, no es «si debemos ser relevantes o rigu­
'1
En consecu encia, la reacción posbeha viorista que se produce levanta dos rosos, relevantes o científicos, relevantes o abstractos y teóricos. Por el con-
1 rario, la cuestión debe ser cómo realizar estudios rigurosos que produzcan r;­
bander as que son relevancia y acción. Su credo puede resumir se, siguien
do a _
sultados relevantes y significativos» 88 • A lo que se debe ir es a la construccwn
82 PALMER , Norman D., «lnterna ele teorías r,elevantes de las relaciones internacion ales. .
Relevance», en N. 'D. PALMER (ed.),tional Relations Research : An Assessment of Progress and En definitiva, puede afirmarse que el posbehavio rismo, a pesar d_e lo � m­
p. 285. A Design for lnternational Relations Research
op - cJ·t . , '
preciso de sus contornos, dada la variedad de concepciones que pueden mclwrse
83 Vid., por ejemplo, RussErr, Bruce, <<Methodological and
Relations», en N. D. PALMER (ed.), op. cit., p. 87-105. Theoretical Schools in Jnternational
:: BRAILLARD, �hilippe, Philosophie et relations internationales, Ginebra, 1974, p . 59 y 60. 86 EA STON , David, «The New Revolution in Politica1 Science», op. cit., p. 1 .052.
SULLIVAN , M1chael P., Internationa/ Relations.
N. J., 1976, p. 16. Theories and Evidence, Eng1ewoo d C1iffs, 87 PALMER,
88
Norman D., Op. cit., p. 307.
SuLUVAN, Michael P., op. cit., p . 17.
1 ' l

1n .'u i · t k n , q 1 1 t l 1 u o r i · · i n a d 0 1 1 n a l l l l · v a • ucrra 1' 1 f : l .


1 \ > d i �p: 1 1 < k � � � � I J lq l l l l l' l l l l l l ·� dr.�d<· ln J H" I ,'· I ' •1 i 1 (
1 · l t l l' O n :, i l l l l ' 1 1 ¡ 1 1 � I J ¡ I i l l n� l ) ni
u 1 d n 1 1� n 1 o
· 1:1
u na
1 ·oda ' · n · ra l r · l • v ; 1 n 1 · J ) n r· a · 1 .. � l 1 1 d i < J di: 1 :: p r o
· n ¡ ·n i · 11t ·.I U < d c. m j s si · n ifica t iv s q ue e x p l i c a n l a fuerza act ual
1 1 1 1 !( J , el
ción d· i J I · 1 n : 1 H 1 ·1 1 1 1 1 1 1 1
internaCio nal y la apertura de un
,
d o act u a l , marca l a o n figuraci ón ele tHUI o r r i e n
l · n 1 1 · v a · n · 1 · o r n p , 1 · 1 : 1 ·. d ) 111 1 ·1 ·o li
r 1::1 el análi i de l a rea l idad
relaciones internac ionales, que no exc l u ye la per v i vencia ele la ant r i o r - �
1

d otc.
Corriente nueva que se caracteriza por su reacción a la co n s i d er a ci ón t k se abre desde finales de los setenta, aunque tiene e�os del
1

1•, t .
1 ·bate, q ue
que el enfoque verdaderamente científico debe estar i nc o n t ami nad o del 1 1 1 1 1 n
e n t r e idealistas y realistas de los años treinta, pre senta, SI �
1 tl ¡
�m­
d o d e los valores, por su deseo d e orientarse a l futuro en orden a hacer frcnl!"
¡j •ló . teonco­
elementos teóricos, derivados de las aportaciO nes
a los graves problem as del mundo y aportar soluciones a los mismos y po 1 del behavior ismo y del postbeha viorismo y de los debates ante-
su afán de integrar esquemas de pensar normat ivos, descriptivos y beh v i r i s �
tas en una síntesis que todavía está en pleno proceso de realización . Corr i e n l l'
1 'S KV
. 11 '
n uevos realistas, también calificados de neorrealistas o realistas estruc­
que se caracteriza también por una superación de los debates a que hemo v e
dist , por su planteamiento tomado del estruc.turalismo , que . les hace po-
nido haciendo referencia.
11 1 s u n fasis en la estructur a del sistema internaciO nal para
exphc�r � as rela-
Se ha producido, por supuest o, una superación del debate entre ideali m o 1 1 ·s i nt ernacionale s 90, aportan, por lo tanto, un marco metodolog 1co nue-
y realism o, a través del resurgir que ha experimentado la idea de reforma del o de la in-
1

, 1u t rata de obviar las insuficien cias del modelo transnaci onal


orden inte�?acional . Pero se ha producido igualme nte, o se trata de lograr, en pie por los postbehav ioristas. I ncorporan , de esta
1 • 1 1 p e n d encia , puesto
la superacwn del debate entre tradicio nalismo y cientifis mo, o si se prefiere
1 1 n1 , frente a los realistas clásicos, un mayor rigor científico en
.
l a ela ? ora-
entre teoría normativa y teoría empíric a, consecu encia de los urgente s proble­ mter-
11 t e ó r ica. Sin embargo , sus premisas filosófica s sobre las relaciOnes
mas a que hay que dar respuesta y de las insuficiencias que en ese sentido han tan cambio substanci al en relación con los realist �s
1 1 1 · i n ales no experimen
demostrado las teorías empírico-analíticas, lo que ha originad o no sólo el re­ la concepció n estatocén trica continúa siendo el eJe
1 ¡ si ·os . En este sentido,
conocimiento de que toda teoría empírica es en alguna medida normativa si­ sobr � el
d t• s u s planteami entos . Lo mismo cabe decir de sus consi.deracione s _
no también una tendencia a integrar ambos planteamientos como form � ele
1 1 r, sobre la no aplicación de los principios mor�les umvers � les a la �cc1on
llegar a conclusi ones válidas para el mundo actual . Finalme nte, pasados los
, 1 r i o r de los Estados y sobre la distinción entre lo mterno y lo mternaci
o � al .
primero s momentos de reacción posbeha viorista, se ha superad o también el s, cuyas caractens _ t1cas
u enfrentam iento con las concepcio nes globalista
debate entre relevancia y abstracc ión, en base a la aceptación por las nuevas y la abstracció n, se bas a
j¡ •m visto al estudiar el debate entre la relevancia .
concepciones de que teoría o ciencia y sustanci a o relevancia son inseparables que si, por un lado, ha reduCI-
insuficiencias del modelo transnaci onal,
si se quiere llegar a resultados prácticos en la tarea de acometer la solució1� •1 1 1
nales
1 ¡ al máximo el papel del Estado como actor de las relaciones internacio
de los actuales problema s. globales del m � ndo y � a � c � ntuado la
, lD z de hacer frente a los problema s
Con todo, la polémic a, el debate, el reto, continú a abierto en el estudio
¡ ¡ fl uencia de los aspectos cooperati vos en cuanto fenomeno dJ � am1co que ? a
de las relaciones internacionales, pues problem as como la constru cción de una
¡ 1 1nsformad o la sociedad internacio nal tradiciona l en una s?Ciedad mun � ml
teoría general de las relaciones internacionales y la necesidad de superar el
loba! , por otro, sin embargo , en opinión de los neorreahs tas, no ha Sido
etnocentrismo domina nte en las actuales concepciones siguen presentes y a la
espera de su superaci ón. · \ paz de proporcio nar un marco teórico capaz de aprehenderlo. Ello, alegan,
1 r 1 ue las estructur as y dinámicas claves del sistem�
inte�nacion�l no han cam­
t 1iodo substanci almente, como lo demuestra la realidad mternacwnal de nu �s-
1r días, en la que los Estados y el poder siguen siendo los elementos esencia­
F) GLOBAL ISMO VERSUS REALISM O l •s de las relaciones internacio nales. Admiten que nuevos actores Y �uerzas ac-
1 úan en la sociedad internacio nal, pero rechazan que su prota.gomsmo
ha�a
Prueba de ello es el último debate al que se asiste en nuestro campo , el 1 virtuado la acción del Estado y haya dado lugar a una soCiedad mundial
que
enfrenta una parte import ante de las concepciones surgida s en el marco n interestat al, hasta un punto tal que sea necesario un nuevo modelo o
para-
de la
reacción postbehaviorista, caracterizadas por su visión globalista y transna J i ma de análisis .
cional .
de la realidad internacional, y los planteamientos neorrealistas, que desde Este debate, que de nuevo tiene como campo de discusión casi exclus1vo
fi­
nales de los setenta han cobrado renovada fuerza, como consecuencia ·l mundo anglosajó n y que vuelve a situar el realismo, con su nueva presenta-
de los
cambio s internos e internacionales que se han produc ido en los Estado
s Uni­
dos Y en la política interna cional. Como ya hemos señalad o, la «supera
ción» t e , vid. M AG H R OO R I , Ray, Y R A M B E RG ,
del síndrom e dt:; Vietnam en la vida política y social de ese país, que �9 Para una consideraci ón más detallada de este deba
1 1 · n n c l l (eds .), Globalism Versus Realism, op. cit . , y K E O H A N E , Robert O . (ed . ) , NeoreaiJSrn
_ ha ido and

umd a a una política exterior que ha pasado a la ofensiv a, afirmando su


_ _ pre­ 111 ritics, Nueva Y ork, 1 986. . .
o, v1d . . K E O H A N c , Robe 1 t 0 . ,
. . r .

sencia en el mundo , JUnto a una agudiza ción de los enfrentamientos entre los '!O Para la i n fluencia del estructurahs mo en el neorreallsm
. FIN IFTER (ed . ) , op . Cit . ,
" l' h cory o f World Politics: Structural Realism and Beyond>>, e n A . W
1 1 1 1 ' 11 \1 1 1 1 1 1 \ 1 1
',

· i ó n . 1' 1 1 <:l rn l l l ! > d


e lu ln•1 h' ', ,,' . l t' 1 i l l ' .l ( ) l l ('� ,1 1 1 1 ' I I J I
en 1 s • s t a c l os U n i dos y
r11 ,\ ' � : 'l 1 0 1 1 1 1 J l ' � . J1 ' " ( ) V Ol'í
. 1 l< · i n

, .
.
� ', < '( ) N ( ' l l l ' l ' I O N ES ' L A S H 'AS >
ltiC 1 I <
l n< J 1 1 1 I I IO V I I I I I I' � I I O < l e
com pl e men t a ri ed a d t eór i a e �.:el . . , i ·L ' 1 1 0 . d e
.
d rgm as . La realidad teó rica dom < d I S?I I I I l <t S 0 1 1 · ·p 1 . 1C 1 1 1 eJ · J s o J)il l l l
n t r·c la
1 h '1110 t a b lecido el alcance de la denominación concepciones «clási-
·
ina 11 t e de n ue
. t. r.o dfa t r 'end e asr,
d.d
1 a, a mc lina rse hac ia un plural · en ra n 1 1 1 c
·

1sm o teo, nco


.
que esflm� vál'd
, IS> 1 • relaciones internacionales, por lo que sería repetitivo volver sobre
In
sus res p� ctivas esferas o áreas '
1 o � a ra exp
1 1 1 ·mn. in em bargo, queremos resaltar que al referirnos a las mismas, no
tan
tra nsn acr ona l ' o hac ia una con to el. mode¡ o o paradigma realista co m o el
li ·;u
vergenc1a en base a sus res 11 ' t amo ocupando de lb que por algunos autores se ha denominado la con­
.
pectivo
de am bos modelos 9 ' . ' s hal laz gos . ' •p i n «clásica» de las relaciones internacionales, es decir , aquella concep­
� as consideraciones qu e hemos realiza . . tl ele las relaciones internacionales que hunde sus raíces en el proceso de for-
teo. nco-metodológicos de las rel . do en tor no a los dls tm tos debates
. ac10nes mt. . 1 1 1 1 ' Í n del Estado-nación y del sistema de Estados europeo y que se expresó
ter Sim plificador que hayan pod ern ac1 0nal es, por enc 1ma · del carác 1 1 vés de la interpretación que de los mismos dio la filosofía política desde
. . . . 1'do t ener adema, s de se r 1·
rencm h1st onc o, ide oló gic o, político c� � � d e ma rco de refc- 1 1 1 0. l e s de la Edad Media europea. Concepción que influirá poderosamente,
teóricas de las relaciones inte rna ltur al de las dl � tmtas concep
cio nes • m ya hemos puesto de manifiesto, en la mayor parte de los estudiosos que
cio nal . . �
nos per mit en, com o ya hem os apun s q ue a con tm uac iOn vamos a exp one r, 1 ·sde la óptica de la historia, del derecho internacional y de la diplomacia,
tad o, establecer un criterio ord

la exp osic ión de las mis ma s . ena dor de uparán de las relaciones internacionales y que ha servido de base para mu­
De acuerdo con ello
agruparemos nuestr • l m de las actuales concepciones teóricas de las relaciones internacionales . Cuan­
. o estu dlO .
¡ hablamos de concepciones clásicas, nos estamos refiriendo a aquellas con­
ClOnes teóricas en tre ' de las dls . tmtas concep-
s grandes a artados
minaciones de conce � , que se corresponden
con las deno- . pciones teóricas de las relaciones internacionales que desde la perspectiva ac-
· ntt
' ,
'Pcione·r
ione� cte
., etastcas concepc
teas Y concepciones
, .
teoncas de la década (fi 1 ual del desarrollo de las relaciones internacionales como disciplina científica,
de los seten ta, tnc � 1 uyendo en cad
taciones que más se
acercan a l so postu
l ad os general es que
a uno de ellos las apo
.
r- decir, desde principios del siglo xx y sobre todo a partir de la Segunda Gue­
apartado s, bien ent
endido que en ocasiO . caractenzan esos rra Mundial, pueden denominarse clásicas, tanto porque parten de muchos de
.. nes resulta dT · cn· bu
l tct·¡ ms ·
cton en una sola de esa
. s corrt'en tes Y que tam . . una aporta-
· ·
los presupuestos de lo que algunos han llamado la concepción «clásica», como
bte n la
no tiene necesariame
nte en todos 1 os caso .
o r d
un sen tldo cronológi
ena

cJO n en tres grupos p rque desde nuestra atalaya de Jos años ochenta se presentan ya como las con­
vivencia de mucha co, dada la per- . pciones clásicas de la actual disciplina de las relaciones internacionales, eil
:;: �� ���
_
. s concepciones a trav
·

Fmalmente, al margen del .


es del tiempo
1 sentido más tópico que tiene esa expresión. Esto ha quedado claro al referir-
t r· r
·

?
.
eno , deriva � de los
dos, distinguimos un
cuarto gr c
_ debates señala­ nos al debate entre el enfoque clásico y el enfoque científico.
cepciones marxista . epciOnes teoncas, den
ominado con- En este sentido, incluimos en el apartado una gran variedad de concepcio­
..
s' en el que l·ncl mm
os 1 as aportacio nes
cacwn del pensamiento marxista a . � ue, en base a la apli- nes, tanto por sus planteamientos científico-académicos, como por sus pers­
zado en el sig lo las r 1acJO� s mt .
ernacJOnales, se han �
La razón de esta s paracJOn
tas obedece más a un cri ter io
XX .
. :
e as concepciones � �
reali­ pectivas teórico-metodológicas. Si hubiera que buscar un común denomina­
lar a la mayoría de las mismas este sería fundamentalmente, y en términos
prá ctlc o q ue a un cnteno cient
marxis­
que las concepci ones marxistas ífico. E s evid ente enerales, el considerar las relaciones internacionales como el estudio de las
. . p ueden or denarse ' en fu nc1· 0n
nst 1ca s, en alg uno s de los tre de sus caracte-
·

ridad del des arr ollo de una


/
s rupos prlmeros . in embar
.
� interacciones entre los Estados y del propio sistema internacional que ellos cons­
g an par t e d e l as m1
go, da da la peculia
tituyen, desde una óptica en que la guerra y la paz se explican en función de
comum. stas Y su no participac ·
-
sm as en e1 sen o de 1 os pai.ses
. l o· n .
duecta , sa1 vo en Jo q ue h ace una serie de características propias de una sociedad internacional que se dife­
concepciO nes de la década de 1os setent referencl. a a las rencia significativamente de la sociedad estatal, por cuanto aquélla se encuen­
renovadoras, en los debates a po r par te de 1 as cor
.
nentes marxistas
.
estudiad os, est im t ra en «estado de naturaleza», en «estado de guerra», en situación de anarquía
clu irlas en un gru po pro pio . am os qu e es más adecuado
in- más o menos efectiva. Ello no excluye la aceptación por estos autores de la
existencia de ciertos principios derivados de los propios Estados, tales como,
por ejemplo, el principio del equilibrio de poder, que permiten el funciona­
miento del sistema. Funcionamiento que se explica acudiendo a nociones co­
mo «poder», «interés nacional», «prudencia», e incluso «moral» y «derecho» .
p . 503- 540 ; Y LITT LE, Rich
?
t op. cit. , p. 74-89. ard , «St ruct u rarISm and Neo -Re ahs. m>> , en M. LIGHT y J. R . GROOM
(ed - ·
Con todo, las concepciones incluidas e n este apartado son tan variadas,
V id . : MA GHR OO R I ,
Ray y R A B E R.Gr'pB
A. que incluso esa característica general quiebra en bastantes casos concretos, co­
223- 232; VASQUEZ, Joh n M enn ett (eds . ) , Globali
mo tendremos ocasión de ver, sobre todo al analizar la concepción que consi­
The Po wer OJ o wer
· , . « Les scie
sm Versus Rea/ism
LLA RD, P h '·¡ lppe Po/¡t¡cs. A entlq · · ue, Lon dre s, 1 98
A. .
' op· Cl,. , p .

3 , p. 23; dera las relaciones internacionales como sociología internacional.


nce s soc iale s e t l 'éru de d es.
� BRA I-

IIon ale des SC!ences rel tion s mte rna twn
6 I 67 6 , Y Ho tST I ,
Sociales, vol . 36 ( 1 984)
El análisis que hacemos de las concepciones clásicas de las relaciones inter­
ales », Revue fnterna
­
l ¿?¡,
l n lern atJo nal R e l a t i � K.
o n s » , Canadian Jou J. <<Th e Nec rolo gist
rna 'J
nacionales no pretende ni mucho menos ser.exhaustivo, sino simplemente re-
o 11/ca/ Sclence, vol of
. 1 8 ( 1 985 ), p. 675
-69 5.
1 lt 1 / l l ll < I J I I II ' H t ¡ / \ 1 \ ' . 11 1 1 \1 J; t/ 1 1 ', 1 1 1 1 1 1' 1 1 \1 1 111 \ 1 1 ',

k 1 Í 1 �1: : 1 1 1 ( 1 1 1 • l l ; t , l'< ll l ' l' ¡ H' Í P I I r\ l p l t ' 1 1 1 1 1 ( > 1 Í 1 1 i l 1 1 ' 1 1 ' 1 1 l � 'llll l t t 1:111 ' " ' "I I • I ; P . d 1 ·H I Í H I I I ( l po l l l 1 ·o 1 1 ( ) -� · l 1 1 s i v o d · l vs b; t : 1 d os U 1 1 i d o s .
· 1 1 1 1 u si ro ·a 1 n p q u · s o 1 1 1 1 1 1 ' ·ora · l ·r/,' 1 i 'HS d ·1 1 1 t i N 1 1 1 ( ) . Un ·o .1 1 · 1· · t o . l'h l ll 1 11 1 1 [. d o.� 01 i l iL · <1 l .A t l �1 n t ico est a · v r r i · n t e t e rica o n oce i m po r t a n t es desa­
diaremo el rea l is m o pol í t i c , la relacio nes i 1 1 t c rn a i 1 1 0 1 s 1 1 1 0 so i o l o¡ •, l . t t,1 11 1 • Si �s 1 , por la razones señaladas, así como por
� :t acl o s U n id o
internacional y la concepción q u e consid era l a s relaciones i n t eruaci 1 1 a l · s c t 1
'll

l t J l l )p o o n J p l i t u d q u e conocen l o estudios de relaciones internacionales en


mo historia, para concluir haciendo una breve re fere n c i a a l a con i c l cra · i ú 1 1 ¡ , 1 / p i v r íclacl y en los centros de investigación, y por el papel que en ellos
de las relaciones internacionales como derecho internacional y al funciona l i S 1 1 1 o . ti 1 a l a c i en c ia política, donde esta corriente de pensamiento internacio­ 1 1
, su mayor y más espectacular desarrollo, también en el Reino Uni­
u n papel importante. No hay que olvidar en este sentido los nombres
' JU ,
A) EL REALISM O POLITICO
HWARZENBERGER y WIGHT, de cuyas teorías nos ocuparemos en
Ya hemos señalado, al referirnos a las distintas fases que caracter i za n r1 l1t ·. P r aunque las aportaciones de ambas orillas del Atlántico se insertan
estudio de las relaciones internaciona les, que la segunda fase, que se in i c i a e n , 11 l l l l O misma corriente y responden a unos postulados teóricos comunes, sus
los años treinta y llega hasta finales de los cincuenta, fue la fase reali s t a �, 01 • H • t a cio n e s concretas difieren significativamente en algunos de sus aspec-
empírico-no rmativa. Entonces expusimos el contexto histórico que .la provo 1 1 , N en balde, como hemos apuntado, el realismo p� lítico norteamericano
ca, así como su impacto en 1� teoría de las relaciones internaciona les. Igual 1 1 1 l l t pa ñ a a la afirmación del hegemonismo estadounidense en el mundo.
mente, al exponer el debate entre idealistas y realistas, esbozamos las caractc 1 ' r último, no debe olvidarse que si a partir de finales de los cincuenta el
rísticas más generales de la corriente realista. N o es, pues, la ocasión ahora 1 1 1 1 ¡ u e behaviorista se hace dominante en el estudio de las relaciones interna-
de volver sobre ello. ' 11 1 s, dando paso a la tercera etapa señalada, el realismo político no por
Sí conviene, con todo, recordar que el realismo político, que caracteriza l l 1 d eja de ejercer en los Estados Unidos una importante influencia en mu-
esa fase de las relaciones internacionales, hunde sus raíces en una larga corriente 1 t • 1 las obras y trabajos que se publican sobre las relaciones internaciona­
1'
de pensamiento que partiendo de Mencio, Kautilya y Tucídides alcanza· todo l • l esta forma, a lo largo de los años sesenta y setenta hasta el presente,
su esplendor en la .gdad Moderna europea de la mano de Maquiavelo y Hob­ 1 1 s a r de las innovaciones teóricas y metodológicas que se introducen en
bes, hasta llegar al siglo x x . 1 •s l u d i o de las relaciones internacionales, los presupuestos del realismo polí-
La concepción que denominam os realismo político y que también se ha de­ 1 · ) ·iguen presentes en una larga serie de especialistas norteamericanos •
2 ·

nominado «política de poden> es, pues, la manifestación teórica concreta que ntes de entrar en el análisis de las concepciones teóricas desarrolladas por
se genera Y desarrolla en esa segunda fase en el estudio de las relaciones inter­ ¡ , 1 rincipales autores pertenecientes al realismo político, procederemos a ex- 1 1
nacionales . Una combinación de factores políticos y económicos , internos e 1 0 1 1 � r brevemente, como marco teórico general, las características generales
internacion ales, y culturales y científicos que se acentúan en la década de los lll ' t i p i f i can esta corriente del pensamiento internacional .
treinta, pondrán de manifiesto no sólo las insuficiencias del idealismo sino nte todo, nos encontramos con una teoría normativa orientada a la polí-
igualmente, la necesidad de estudiar la política internacional desde un� pers � 1 '( 1 1 ráctica, que deriva sus postulados tanto de esa misma política práctica,
pectiva realista, es decir, que estudie el mundo tal como es y no como debería wu de la experiencia histórica, especialmente del sistema de Estados europeo de
ser. La lección de los años treinta para muchos estudiosos es que la conducta 1 , si los XVII a XIX. TAYLOR señala, en este sentido, que el estudio de la historia
del Estado no puede ser reformada, sino sólo controlada. La Segunda Guerra 1 al realismo político tanto como una fuente de inspiración para sus hipó-
M undial no hará sino acentuar esa perspectiva, sobre todo en los Estados Uni­ 1 1 , i s , como para mostrar lo acertado de las mismas 3 • En su concepción late,
dos, que adquieren una nueva posición internaciona l. Toda una serie de auto­ 1 r otro lado, un pesimismo antropológico que determina toda su teoría. El
res encontrarán en el realismo político la manera no sólo de acercarse a la rea­ 1t )f11bre es considerado como pecador, deseoso siempre de acrecentar su po­
lidad internaciona l de la posguerra, marcada por el enfrentamiento entre dos li • r , al mismo tiempo que se afirma que la naturaleza humana no es innata­
bloques Y la guerra fría, sino, igualmente, de justificar y explicar la propia política t i ! n t e perfectible. En este sentido , la tarea del hombre de Estado es modelar
que los Estados Unidos han puesto en marcha para asegurar su hegemonismo y
mantener un statu qua que favorece sus intereses. No es extraño que las nocio­
nes de poder, interés nacional y equilibrio de poder vuelvan a adquirir una nueva 1l " s internacionales para el análisis de los problemas económicos», Revista de Polftica lnternacio-
1/ t/, 1 65
virtualidad como elementos claves de la teoría internacional . Como ha esta­
(septiembre-octubre de 1 979), p. 1 2 .
Para una enumeración de las principales obras y autores que en los Estados Unidos y hasta
blecido M ESA, «en términos de divulgació n, en palabras de entendimiento, u ros días se inscriben en la corriente del realismo político, vid.: TAYLOR, Trevor. «Powers Po-
1 1 'SJ>, en T. TAYLOR (ed.), Approaches and Theory in lnternational Relations, Nuev a York, 1 978,
1 'M

el realismo político es una especulación teórica al servicio práctico de la reno­ p.


1
3 ; DOUGHERTY, James E. y PFALTZGRAFF, Robert L., Contending Theories oj lnternalio-
vación del concepto de gran potencia y de su contenido hegemónic o» 1 .
1
1111/ Nelations. A Comprehensive Survey, 2. ed . , Nueva York, 1 98 1 , p. 1 0 ; y LlTTLE, Richard,
a

"· '1 1 ucturalism and Neo-realism», en M. LIGHT y A. J. R. GROOM (eds.), International Re/ations.
1 /andbook of Curren! Theory, Londres 1 98 5 , p . 74-89.
1 MESA, Roberto, «La aportación de los distintos enfoques teórico-metodológicos de las rela-
1
' TAYLOR, Trevor, op. cit., p. 1 2 5 .
1 , •, " 1 1 , , 11 1 1 11 ·
• 1 1 1 1 1 r: 1 1 \' 1 • 1 1 1 ' 1 1 ', • 1�1 • • 1 1 1 • 1\ 1 \ \ 1 1 1 ' ,, 1 1 1
' 11 J \ 1 1'1
d r u a r ·o po l ! t í<.;o < k n t r o d cl l' n : t l l l • t t· r l l k r u· r n lr n l l l l l l l l
! l r !l (' r ! l el ro 1 1 f l í t• t o t p wd t · 1 ¡• 1 1 I n d{cada d · l o s t r · i 1 1 t : t , · 1 1 �> Í 1 1 r pa · t · 1 1 1 s post riores desa r rol l o�
n rinimi :ta d a . El realismo pol í t i · o , ·o 1 1 ·n t ra , 1 r t a i 1 t 0 , ��� ai ·n ·i 1 1 '" ·1
· < 110111 11 '1 p1 o f' 1 1 1 1 1 . · t t U M A N , co11 s u bra internacional Politics, p u bli ca d a en
bre político», q u e v i v e para el poder. P a r t e , a s i rn i 1 1 1 , del a r ü c � t: r Í l l l l l l l l l l h k ¡ IJ 1 1 1b la l::tr
list a del realismo pol ítico . En ella afirmará que en un siste-
a
de la naturaleza humana. 111 1 1 1 [ · na i o n a l ,
caracterizado por la ausencia de un Gobierno común, cada
Desde esta óptica es lógica su concepción de las relac i o ne i n t e r n ac ionalc:- . 1 t 1 1 « nece ita buscar su seguridad en base a su propio poder y consideran­
Rechaza la existencia de una armonía de intereses entre los Estados y consid�· ¡ l p •t 1 1 1 alarma el poder de sus vecinos» 5• Sin embargo, es CARR, no sólo el más
ra que el conflicto es natural al sistema internacional, que las relacione intcr 1 1 1 d fi ad representante de esta concepción en la década mencionada, sino tam-
nacionales son básicamente conflictivas. La política internacional se t ransfor 1 n , j 1 1 n to con NIEBUHR, el que mayor influencia va a tener en su afirma-
ma, así, en un perpetuo juego cuyo objeto es acrecentar el máximo de pod e r 11 n los años cuarenta.
con el fin de lograr la consecución de los intereses particulares de cada E s t ad o . • R R , influido por la obra de Karl M ANNHEIM y de NIEBUHR, del que nos
L a cooperación e s posible, pero sólo cuando sirve a los intereses del Estado. 1• 1 1 1 oremos en breve, publica en 1 939 la obra The Twenty Year's Crisis, en
El poder es, pues, la clave de la concepción r_e alista. Dado lo conflictivo ! 1 fll entará las bases del realismo político, si bien su influencia en los Esta-
y anárquico del mundo internacional, la tendencia natural del Estado y su obje­
tivo central es adquirir el mayor poder posible, ya que lo que el Estado puede
¡ 1 nidos sólo se dejará sentir después de la Segunda Guerra Mundial 6 .
·1

1
Pnra este autor, «aunque la política no puede definirse satisfactoriamente
hacer en la política internacional depende del poder que posee. La política i n ­ , 11 l ·rminos exclusivos de poder, puede asegurarse que el poder es siempre un
ternacional se define en última instancia como la lucha por el poder. El poder

1
1 1 " nto esencial de la política» 7 • En consecuencia, añade, «el fallo en reco-
es, de esta forma, tanto un medio para un fin como un fin en sí mismo . ' 1 • ·r que el poder es un elemento esencial de la política ha viciado hasta el
La actuación del Estado viene, en consecuencia, determinada por el propio ¡ 1 ¡ r nento t odos los intentos de establecer formas de gobierno internacional Y .
sistema. Con independencia de su ideología o sistema político-económic o, to­ · 1 1 f'u ndido todo ensayo d e discutir e l tema. E l poder es u n instrumento ind is­
dos los Estados actúan de forma semejante, tratando siempre de aumentar su I •nsable del Gobierno» •
8
poder. Los Estados son considerados como actores, con objetivos similares a ' gún CARR, el poder político puede dividirse en tres categorías: poder mi­
los de los individuos, capaces de actuar racionalmente. l t n r , poder económico y poder sobre la opinión. Categorías que son íntima- ·
Junto al poder, la otra clave es la noción de interés nacional, que viene de­ l i l n t e interdependientes, pues es difícil imaginar en la práctica un país que po-
finida en términos de poder o que se identifica con la seguridad del Estado . , L un tipo de poder aislado de los otros . Sin embargo, el tipo de poder más
Cada Estado tiene un interés nacional que salvaguarda r. Como apunta TAY. 1 1 1 1 rtante es el militar: «La suprema importancia del instrumento militar des-
LOR , la consecuencia de este postulado «es sustancial porque al hacer de la ad­ 1 , ¡ , a en el hecho de que la última ratio del poder en las relaciones internaciona-
quisición de poder el fin indudable de la acción, es teóricamente posible cons­ l la guerra. Cada acto del Estado, en su aspecto de poder, se dirige a la
truir modelos de conducta basados en la acción racional» 4 • q ¡ ·rra». Así, «la guerra potencial se transforma en el factor dominante de la
En general, el realismo político asume, por otro lado, que los principios 1 ' l f t ica internacional y la fuerza militar en el criterio reconocido de los valores
morales en abstracto no pueden aplicarse a la acción política. El hombre de
1 11fticos» 9• En definitiva, concluye, «el poder militar, al ser un elemento esen­
Estado actúa en el medio internaciona l, distinto del medio estatal, y los crite­ . ul en la vida del Estado, se transforma no sólo en un instrumento, sino en
rios de conducta a nivel internacional difieren de lQs que rigen en el interior 1 1 ! 1 fin en sí mismo 1 0 • «Es quizá por esta razón que el ejercicio del poder siem-
del Estado . En un mundo de Estados en el que no hay una autoridad superior,
1 ¡ parece engendrar el apetito de más poden> 1 1 •

el poder es el último árbitro. El mecanismo regulador de ese mundo interna- ARR distingue igualmente entre la moralidad individual y la moralidad del
. cional sólo puede ser, por tanto, el equilibrio de poder, mediante el cual es
posible evitar que un Estado pueda imponer su hegemonía.
En resumen, puede decirse que la teoría del realismo político, en tanto en l SCHUMAN, Frederick L,
JnternaJional Politics. The Western State System and the World
cuanto sugiere la existencia de una norma universal en la conducta del Estado, 'ommunity, p.
Nueva York, 1933, 7.·• ed., Nueva York, 1969, 271 . El realismo de este autor se

aspira a configurar una teoría general de las relaciones internacion ales, capaz
!'lnará aún más en las sucesivas ediciones de esta obra, manifestándose igualmente en su obra
1 111' ommon wealth of Man (Nueva York, 1952).
de interpretar. adecuadamente la realidad internaciona l. 6 The Twenty Year's Crisis, 1919-1939. An lntroduction to the Study of
CARR, Edward H.,
En el plano concreto de los principales autores que se incluyen en esta con­ /ntemational Re/ations, Londres, 1939, 2. • ed., Londres, 1946, por la que citamos. Vid. también
cepción de las relaciones internacion ales hay que empezar con los nombres de
ti 1 mismo autor:
The Condilions of Peace, Londres, 1942. Para la concepción de CARR, vid.: 1 1
1 1 1 c MPSON, Kenneth W .,
Masters of International Thought. Major Twentieth-Century Theorist
S CHUMAN, NIEBUHR y CARR, característicos de los inicios del realismo políti- lfild rhe World Crisis, Baton Rouge/Londres, 1980, p. 67-79.
7 The Twenty Year 's Crisis, op. cit., p.
CARR, Edward H., 102.
a ARR, Edward H.,
ibidem, p. 106-107.
'l
ARR, Edward H.,
ibidem, p. 105 109.
y
4
ro CARR, Edward H.,
ibidem, p. 1 1 1 .
ibülem, p .
TAYLOR, Trevor, op. cit. , p. 128. 11 CARR, Edward H., 1 12.
1 \1 1 l tl l l ; l l l > l l l ' 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 ' . l j l l l l l l \ 1 1 1 1 1 1 \ 1 1 ·,

, j ¡ j j l ' l l t l l'l l l l ( J I I l' Sl' dl'ki i ! J i l l l l 1 1 1 j ¡ · ¡ ! 1 1 q 1 1 f a l' l l l l l' l u S 1 1 1 i ' 1 1 ¡ ) ) 1 DH d ' ' l l l l i i J I I I \ ' 1
1:. [ ! I d ( ) l i m: i ( l ·1 ' ' 1 ' 1 1 0 1 , ' l l l'( l l l l l f l ¡ ¡ ( ) p ' ! l i t' ! i O,'· d · 1 (' 1 1 1 ! 1 ¡ ¡', ¡ ¡ t l i , l l l l l l ),l, l ' l l 1 1 1 1 ¡ ' , 1 ¡

so y o l ro '2. ' i n ' l l l bu r • o , d i n o su¡ 0 1 1 · l ; 1 n u H · 1 1 · i o ( 1 · 1 ( ) In 1 1 1 Jl : t l i d : n l . • , 1 . 1


,1 J l ! 1 ( 1 <J ' · � ¡ ¡ c J H f; ' )) IH.

es fera i n t e rn a c io n a l . n est e s e n l i d o a fi r m a rá q u
« S i . t t l pb · 1 i • 1 1 1' ! t 1 , . 1 1 Jt• ·si e 1 1 1 d l a política d e poder como u n s i st e
, a ad e , « p u ede defini rse ­

elemento de poder, es irreal el realismo q u e ig n o r a el elem. n t el · m r n l i d : u l ,11 1 1 1 "In i en que los grupos se consideran a sí mis� os
n s i n t er n ac i o n a l es
en cualquier orden mundial . Al igual que dentro del Estado ada b i c 1 n o , • , 1 1 1 1 ¡ 1 ), fi n s ú l t i m o ; emplean , al menos con propósitos vitales, los medws
aunque necesita el poder como base de su autoridad, t a m bién nece i t a l a ha\1' · 1' · L ivps a s u disposición y son medios de acuerdo con su peso en c�so
moral del consentimiento de los gobernados, igualmente un orden i n t er n a d o o r d l i t » 19 •
nal no puede basarse sólo en el poder, por la sencilla razón de que l a h u m a n • J. 1 n e uencia de lo anterior es evidente, «el derecho y la moralidad dentr?
dad a largo plazo siempre s e revela contra el poder desnudo . C u al q u i e r ordl'n , t · medio social están limitados a una posición relativamente subordi­
internacional presupone una sustancial dosis de consenso general . Con t odo, o

nos condenaríamos a nosotros mismos a la desilusión si exagerásemos el papd n l el autor es optimista en cuanto a la posibilidad de que se pueda
do
que la moralidad puede jugar» 1 3 . 1 1 p . , r la p;Iítica de poder y encaminarse hacia la configuración de un � co­
En CARR encontramos, pues, ya formuladas las principales característ ic;J\ .
l> p 1 1 dad mundial en la que la razón y el derecho tengan la supremacia, siem­
del realismo político . • ·u ando se parta de una visión realista de la actual realidad internacional
En esta línea se inserta igualmente el también británico S C H WARZE N 1 3 E I< . proceda a una reforma de las condiciones del actual orden
GER,que publica, en 1 94 1 , la obra Power Politics 14• Este autor considera d 1 1 ¡ 1 na iona[ 2 1 . En concreto, considera que cualquier proyecto de paz mun­
poder como el factor clave de la política internacional. En el prólogo a la p r i d 1 1 1 be reunir tres condiciones generales y siete particulares. Las tres genera­
mera edición de su obra, dice: «Aun en medio de una guerra mundial y totali ¡1 ,1 n : «Primera, el proyecto debe subordinar y limitar la política de poder
taria podría parecer una exageración concebir las relaciones internacionales l'll 1 1 1 1 d forma que pueda prevalecer el orden internacional. Segunda, en una ép�c�
términos de política de poder. Y, sin embargo, aunque ningún estadista aplil'll _ _
1 1 ¡ u , por necesidad, la guerra abierta entre las potencias mundiales sigmf�-
más despiadadamente estos principios a los asuntos interestatales que los die 1 1 1 n a guerra mundial, semejante proyecto debe tender, cuando menos, al � m­
tadores, los demás miembros de la sociedad internacional tienen que ajust a1 I l i mo funcional. Tercera, la esencia del éxito descansa no en el máximo
su conducta a los mismos moldes, aunque sólo sea por el inevitable contact o ll< n el mínimo de cambio que se necesita para este propósito» 22 .
con los adictos a las reglas de la fuerza» 1 5 . La razón de ello es clara en o pi
l r autor británico, WIGHT, puede considerarse también en la línea del rea­
nión de este autor, pues, «hasta que la sociedad internacional se transforme
en comunidad internacional, los grupos dentro de la sociedad internacional ticn t 1 1 político, si bien, en este caso, su posición está más matizada por c?n.si-
1 1 iones morales 23 . Para WIGHT, en su obra Power Politics, «lo que distm-
den a hacer lo que pueden, más que lo que deben. Esta es la esencia de la poli
1 \ l I n historia moderna de la historia medieval es el predominio de la idea de
tica del poden> 1 6 . Política de poder que «ha sido un rasgo constante de las IT
1 , 1 •r obre la idea de derecho» 24. Las consideraciones de biene�tar no des-
laciones internacionales a través de las épocas» 1 7 • _
n , en ningún caso, la política de poder, porque «cada poder tiene � n mte­
1
i l ll
Para SCHWARZENBERGER, «la política de poder significa un tipo de rela ¡ 1 m a y o r que el bienestar, un interés del cual piensa que depende el bienestar
ciones entre Estados en el que predominan algunas reglas de conducta: arma
v ti u a l , en última instancia, debe éste sacrificarse: el mantenimiento del po­
mentos, aislacionismo, diplomacia del poder y de la guerra. Otros elementos J i 1 m ismo . » 2 5.
proceden del supuesto en que se basa un sistema de política de poder y por
Georg, ibfdem, p. 12.
CHWARZENBERGER,
Georg, ibfdem, p. 12.
HWARZENBERGER,
HWARZENBERG ER, Georg, ibfdem, p. 12. . . .

A ello dedica toda la tercera parte de su obra La polftica del poder. V1d. tamb1en en este
12 CARR,Edward H., ibfdem, p. 157-161 . 1 1 1 , sentido: ScHWARZENBERGER, Georg, «Beyond Power Politics?», The Year Book of
World
CARR, Edward H., ibfdem, p. 235 y 236.
1
1 /(ilirs, 19 (1965), p. 223-234.
13
1 4 SCHWARZENBERGER, Georg, Power Politics. A Study oj .
.
fnternational Society, Londres, p. 640.
CHWARZENBER GER, Georg, La pol(tica de poder, Op. . . Cll.,
.
1941; 3. ed. , Londres, 1964; versión española de la 2. ed. inglesa de 195 1 : La polftica del poder. H edley BULL, profundo conocedor de la obra de WrGHT, se.�ala que el termmo reahsta aaph­
H
a a

Estudio de la sociedad internacional, trad. de J . Campos y E . González Pedrero, México, 1960,


21

l iidtl este autor no debe suponer equiparar totalmente su pos1cron con la de otros autores
los
citamos por la edición castellana. Si bien este autor puede incluirse dentro del realismo político
por el planteamiento general que inspira su obra, sin embargo, su teoría de la sociedad internacio· ljlli'
.
1
r�duce al poder Y la
aplica igualmente, ya que para WrGHT la política internacwnal no sepes¡m¡smo,
s�

nal debe considerarse como una de las más importantes contribuciones a la consideración del eslu su
1 1a. Lo que tiene verdaderamente en común con �os realistas p�ros espueda su rechazo
¡ 11 11ue el progreso hacia un orden internacwnal mas JUSto y pac1flco
l i it

dio de las relaciones internacionales como sociología internacional, por lo que lo estudiaremo� realizarse al mar�7n
Ji ( 1 der («lntroductio n: Martín Wight and the study of internauonal relauons», en la .�ICIOn
e
J i ltt obra de Martín Wight, Systems oj States, Leicester, 1977 ? p. 8 y 9). Para la concepcwn de
en detalle al tratar de esta concepción. Aquí nos limitaremos a señalar simplemente su postura
respecto del carácter de la política internacional.
1 5 SCHWARZENBERGER, Georg, ibfdem, p. X III. -�� autor, vid. : THOMPSON, Kenneth W., Masters of lnternatwnal Thought, op. Cit. , p. 44-6 1 .
" W iGHT, Martín, Power Politics, Londres, 1946, p. 1 1 .
1 6 SCHWARZENBERGER, Georg, ibfdem, p. 12.
W !GHT, Martín, ibfdem, p . 67.
1 7 SCHWARZENBERGER, Georg, ibldem, p. 15. 1
1 1 ' 1 1 1 1 11 1 1 1 1 1 1 1 1 11 11 1 \ 1 \ ' , 1( 1 1 \1 1 1 1 / l / ' , / / 1 1 1 11 / l \ 1 /1 11 1 \ 1 1 •, 1 \ ' , 1( / 1 \1 11 11 11 ' · 1 1 1 1 1 J; J I \ t 11 11 / \ 1 1 • . i 1 1� 11 1 J I ! 1 1; 1 \ \ l l / ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 ,\ 1 1 1

S i n l: l l l l ll l l f�' ' · I I I I I H J I I l ' ,'>1 1 t 'O I H' t' J H' Ít'l l l ' "' �'' I I I IH I < ' 1 1 1 1 1 1 1 , ., , l l � h k l l i ! ' l (\ 1 1 1 1 1 1'1 1 lllllll 1 1 111 de In pc1 v(·r � i d n d d l' i h o l l i i J r L· 1 1. l oNa p r oy¡;cci 1 1 a n i v · 1 i 1 1 1 · r n a · i o-
q u i ca y · o n fl i U i v a d e l u s r d ; H ; i O J it;S i u l e r n a ·i o r w l ·¡; , p k n N a I J I I · ·¡;a s i i 1 1 H (' I I1' 1 1 11 , ¡ ¡ l (· l poH t t l l �t d o <.l l l l e r i r· . a la n a t u n l cza
· I t a · · p a t. n t cuand , a l re fe r i rse
queda limitada por u n cierr o sentido d e i n t e ré � y obl ig,, i ó u '01 1 1 1 1 1 1 ·s . A s f d 1 1! l p 1 1 que el poder nacional es l a proyección
· r · u t r · · s t ac!OS 1 a fi r m a no ólo
ce : « Los poderes continuarán buscando l a seguridad ·in r e ferencia a l a j u s i ¡,."' ,l l 1 • •· • d po de r de los individuos, sino
·
. que la tendencia hacia el poder se
y persiguiendo sus intereses vitales al margen de los intere es com unes, pc H I 1 1 ¡ 1 • 1 1 fi a aún más a nivel de grupo o nación, acentuándose su violencia y
e n la medida e n que pueden desviarse d e esa línea d e acción descansa l a d i l'l· 1 1 ·s v i c i ad 34 . Lo anterior, sin embargo, no supone que NIEBUHR niegue to-

rencia entre la selva y las tradiciones de Europa» 26 • 1 dnt 'íll la existencia d e capacidad para e l bien en el hombre. Se comprende,
En este sentido, reconoce que el hombre de Estado se mueve también J l \ 1 1 1 , IU e t e autor no considere que el estadista, en cuanto tal, sea absoluta-
consideraciones de derecho y justicia 27 • Posteriormente, este autor, en 0 1 ro,, l l l ¡1 i n m oral . En este sentido, sugiere que el realismo debe estar atemperado

trabajos, centrará aún más su atención y consideración en el elemento de In� 111 la moralidad , que «tanto los hombres como las naciones deben emplear
intereses y obligaciones comunes como determinantes de las relacione� 1 1 p der con el propó�ito de hacer de él un instrumento de la j usticia al servi­

internacionales 28 • ' Já de los intereses ajenos que de los propios» 35 • El instrumento, el re-
Ya hemos apuntado la influencia que en la mayoría de los partidarios lkl 1 1 s organizativo que puede permitir la realización de la justicia a nivel inter­
realismo político tiene la obra del teólogo protestante norteamericano l l l •i n . a l , no es otro que el equilibrio de poder 3 6 •
N IEB U HR 29 • KENNAN se referirá a este autor como «el padre de todo� de tal óptica, NIEBUHR critica lo que considera ha sido la actitud his-
nosotros» 30 • Con él entramos ya de lleno en el realismo político norteameri 1< ¡ l a de Jos Estados Unidos respecto de la política internacional, respecto de

cano que, por su especial referencia a la política exterior de los Estados Uni ! 1 lu ha por el poder mundial, debido al aislacionismo tradicional que ha ca­
dos y al papel que corresponde a este país en el mundo, puede considerarsc l 1 t rizado la política exterior. Así dice: « Nuestra época está llena de ironía,
11
como una corriente con características propías dentro del realismo político. ¡ < que muchos de los sueños de nuestra nación han sido cruelmente rechaza­
Clave de toda la teoría de NIEBUHR es su idea del hombre marcado po1 ! J.' p r la historia» 37• « Nuestra política exterior revela de modo más claro las
el pecado original y en consecuencia capaz del mal. El hombre es pecador por •¡ nt radicciones entre nuestras viejas ilusiones de inocencia y las ásperas reali­
que niega su finitud, pretendiendo ser más de lo que realmente es 3 1 • Debe, l l d · del presente. Hemos vivido durante un siglo, no sólo en la ilusión, sino
pues, rechazarse la idea de que el hombre es potencialmente inocente 32 • La J 1 rnbién en la realidad de la inocencia con relación a nuestros asuntos interna­
consecuencia de tal idea es evidente desde el punto de vista práctico. Para est e • nales. No nos hemos dado cuenta de que todo poder implica la culpa de
autor, toda vida es <<Una lucha de poden> y la guerra y los conflictos interna tt u o ( . . . ), hemos pretendido, durante cierto tiempo, mantenernos en la ino­
cionales no son �ás que una revelación del carácter general de la existencia ' •n ia, desatendiendo a las responsabilidades del poden> 38 • La Segunda Gue-
1 Mundial, en su opinión, ha destrozado las ilusiones y el idealismo anterior .
1 , s Estados Unidos deben hacer frente a la expansión comunista y evitar la
26 WrGHT, Martín,
lbidem, p.
66. 1 r ra nuclear, y para ello deben asumir sus responsabilidades a nivel mun-
27 WtGHT, Martín,
ibídem, p.
6 I -66. 1 n . l . La única posibilidad de éxito en esra tarea es partir de la realidad humana
i n t e rnacional, la lucha por el poder. La diferencia con los paises comunistas
28Vid., por ejemplo:
WrGHT, Martin, «Western Values in International Relations», en H. Bu·¡
1 ., ansa en el sistema democrático que Estados Unidos defiende, que enno­
TERFIELD y M.WrGHT (eds.),
Diplomatic lnvestigations. Essays in the Theory oj Jnternational Po
filies,Londres,I966, p.
89- 1 3 1 .
29Influencia que es ya patente en la propia década de los años treinta, especialmente a través hl ' su lucha 39 •
de su obra Moral Man a'?d Inmoral Society (Nueva York,1936), como hemos visto en CARR,y Pero si NlEBUHR es el que proporciona al realismo político norteamerica-
que seguirá a través de mlevos trabajos hasta la década de los sesenta. Para los principales text-os
e ideas de este autor, vid,: KEGLEY, Charles W. y BRETALL, Robert W. (eds.), Reinhold Niebuhr: 1! l a s bases ideológicas que lo caracterizan, el representante más importante
His Religions, Social and Political Thought, Nueva York, 1956; DAvrs. H. R. y Gooo. R. C. (eds.), ¡1 •1 mismo, y el que lo lleva a transformarse en la concepción dominante en
los Estados Unidos, es M ORGENTHAU .
Reinhold Niebuhr on Politics. His Political Philosophie and its Application t o our A g e as Expres­
sed in his Writings, Nueva York, 1 960; MARGERIE, Bertrand de, Reinhold Niebuhr, Théologien
de la communauté mondiale, París, 1 969; FACKRE, Gabriel, The Promise oj Reinhold Niebuhr, La importancia de M ORGENTHAU en el campo de las relaciones interna­
Filadelfia, 1 970; y Fox, Richard W., Reinhold Niebuhr: A Biography, Nueva York, 1 985 . . onales, sin embargo, no se reduce sólo al realismo político, sino que incide
30 Vid.: THOMPSON, Kenneth W., Political Realism and the Crisis of World Politics: An Ame­
rican Approach to Foreign Policy, Princeton, 1 960, p. 23-25 . Vid. también: Fox, Richard W . ,
«Reinhold Niebuhr and the Emergence of the Liberal Realist Faith, 1930-1945», The Review 33
NIEBUHR, Reinhold, Christianity and Power Politics, op. cit. , p. 1 1 y 12 y 1 03 .
oj Pqlitics, vol. 38 ( 1 976), p. 244-265 . 4 NIEBUHR, Reinhold, Moral Man and Inmoral Sor;iety, op. cit., p. XI y XII.
3!NrEBUHR, Reinhold, Christianity and Power Politics, Nueva York, 1 940, p. 64. 5 NIEBUHR, Reinhold, L a ironía e n la historia americana, op. cit., p. 84.
32 Así , dirá: «Es ésta una idea absurda que todo estadista u hombre de negocios sabe desesti­ 3 6 H. R. DAVIS y R. C. Goo {eds.), op. cit., p. 65.
o
mar, porque se enfrenta diariamente con pasiones y ambiciones que refutan la moderna teoría 7 NIEBUHR, Reinhold, La ironía en la historia americana, op. cit., p. 2 1 .
de que los hombres y las naciones son potencialmente inocentes» (NIEBUHR, Reinhold, The Jrony 8 NIEBUHR, Reinhold, ibfdem, p . 7 5 .
(Jj A mericam History, Nueva York, 1 952; versión castellana: La ironía en la historia americana, 9
NrEBUHR, Reinhold, Christian Realism and Political Problems, Nueva York, 1 95 3 , p. 36.
rrad. de E. T. G., Madrid, 1958, p. 46. v t,a ironía e n la historia americana, op. cit.
1 \ 1 1 1 1 1 1 1 1 1 01 1< 1 1 < 1 1 1 \ 1 \ ' , 1< 1 1 ,, l < l t l / 1 , 1 1 1 1 1 1< 1 1 \ < 1 1 1 / l \ 1 1 ' , 1 1 1 ' .1 1 1 ' 1 1 1 [ \ 1 , .,
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t cla su t r í a i u t c r n ac i nal .
polí t i c a i n t c r n ac i n a l , el p r i r n · r i n t · n t o el a bo r d < t r l o s r I n · i o l l t ' ' lu « 1 realismo político cree que la p � lítica, como. la socie-
.
pri rn
t e m á t ico d e
l.. l l ·r
internacionales como disciplina autónoma, con pr o u ¡ aci n c, i l C itl á l i 1 1 ,\ v
·u,

1 , 1 • 1 , e u c r a l , e gobernad a por leyes objetivas que tienen_ sus ra1 � es e


n la
orientadoras , y sólo encuentra paralelo en su época en la o b r a Po wer Polili1 ·,, , prevJa� �nte,
1¡ q 1 1 d z a h umana. A f i n d e mejorar la sociedad e s necesano
de SCHW ARZENBERGER 40• vive. La operativid ad
1 ni 11 1 r l a s leyes de acuerdo con las cuales la sociedad
MORGENTHAU persigue formular una auténtica teoría general de l a p o l í t i ias; el hombre, pues, las desa-
il .1s 1 ,yes es i ndiferente a nuestras preferenc
ca, tanto interna como internacional, pues la diferencia entre la polft ica
¡1
1 ,1 1 1 a riesgo de fracasan> . Cree también en la posibilida d de desarrolla r
interna y la política internacional no es más que una diferencia de g r a d o . llll 1 1 r f a racional que refleje, aunque de forma imperfec ta, estas
leyes
no de naturaleza 41 , si bien su atención se centra en la teoría de la polít ica , por supuesto, comproba r los hechos dar-
1 1 t i va s 47 . Para ello es necesario
Y
internacional. Así dirá: «Es propósito de la obra presentar una teoría de l a de la razón, pero no basta, pues «debemos acercar-
¡ n i ficado a través
política internacional. Esta teoría debe comprobarse de un modo empírico
la realidad política con algo que parezca un bosquejo racional: un mapa
y pragmático, y no a priori. Para valorarla, pues, debemos apartarnos de aq1H>
1101

1 p • n s ugiera los significad os posibles de la


política exterior» 48 •
llas nociones abstractas y preconcebidas, y de los conceptos ajenos a la reali­ directiva principal que ayuda al realismo político a encontrar
u ndo , «la
dad; nuestro eje debe ser el que s·e revela como su verdadero propósito : el dl'

t a a través del horizonte de la política internacio nal es el concepto �el


aportar orden y significado a una masa de fenómenos, que, � i n ella, parecerán
u
. definido en función del poder. Este concepto nos provee del eslabon
desconectados e ininteligibles» 42 • que
1 1 t r la razón (que procura entender la política internacio nal) y los hechos
Con todo, este autor no pretende construir una teoría cientt]ica de la polít i­ una teona . de
n comprend erse». Para MORGENT HA U , sin dicho concepto , ,,
ca internacional , pues no cree que ello sea posible. Este planteamiento se en­ que «los es­
lít ica internacio nal o interna, es imposible , pues se presume
cuentra en su obra Scientijic Man vs. Power Politics 43 • MORGENT H A U , dado
t as p iensan y actúan dentro de los términos de _un interé� definido como
que la política es un «arte» y no una «ciencia», no cree que sea posible redu­ nociones �laves e mt�rrelacw� adas del r_e�-
1 d r » 4 9. Aparecen aquí las dos . .
cirla a esquemas científicos racionales . Las ciencias sociales, en las que se in­ -
l m político norteame ricano, el poder y el mteres naciOnal. El i�te�es defm� .
cluye la política, lo más que pueden hacer es indicar tendencias 44 • Ello no le continuid ad y unidad a las distm t s p � h-
1 1 términos de poder proporcio na _�
impedirá, como veremos, afirmar que la política se rige por leyes objetivas 1
1 • s exteriores de los diferentes Estados, haciendo posible la evaluaCI� n e �n-
que hunden sus raíces en la naturaleza humana, que es necesario com­ de la hi �t � r Ja,
I • retación de las acciones de los estadista s, no sólo a lo la�go .
prender 45 • Desde esta óptica, para este autor, la política i nternacional es cara al futuro. Prop?�c 10 a en de:mltiva
11 igualmen te en la actualida d y de �
una disciplina autónoma, por cuanto «constituye una disciplina académica que ternacwn al .
¡ 1 1 p sibilidad de formular una teoría racional de la pohtica � �
es diversa de la historia contemporánea, de los asuntos internacionales del día, ional, como toda pohtica, e� u � a lu­
Para este autor, «la política internac
del derecho internacional y de la reforma política» 46 • últimos �e la .
pohtica m�er-
¡•l t n por el poder . Cualesqu iera que sean los fines
Parte MORGENTH A U en su teoría realista de la política i nternacional de la . la relac10n .
1 , 1 ional, el poder es siempre el fin inmediat o» 50• Lo que distmgue
concepción de la naturaleza humana que hemos visto en NIEBU H R , de la con­ el poder. Lucha que . :x­ n? es
1 1 í f t i c a de cualquie r otra es, pues , la lucha por .
sideración de esa naturaleza «tal como es», es decir; en cuanto manifiesta una te en la poht1ca m­
• l u ·iva de la política internaci onal, sino que se da Igualmen
clara tendencia al mal . Pero la formulación de su modelo realista responde a .
I rna, pues su esencia es idéntica, como ya hemos señalado . s al poder
la realidad internacional de la guerra fría. Sobre esa base formula los seis prin- refenmo
M ORGENT HAU define el poder diciendo : «Cuand o nos
40 MEDINA, Manuel, L a teorfa de las relaciones internacionales, Madrid, 1 97 3 , p. 55-57 . Vid.
también del mismo autor: Teorfa y formación de la sociedad internacional, Madrid, 1 98 3 , p. 76. l t tblamos del dominio del hombre sobre las mentes y las accio.n :s de otros hom­
Para un estudio detallado del modelo realista de MORGENTHAU, Vid.: BARBÉ, Esther, La obra y h r s. Por poder político entende mos las relacion es de
domm10 entre los que
el pensamiento de Hans J. Morgenthau, tesis doctoral, Universidad Complutense, Madrid, 1 986, h entan la autoridad pública y entre éstos y la gente en general. » El poder
y el «Estudio preliminar>> a Escritos sobre polftica inlernacional de H. J . MoRGENTHAU (Madrid,
1 990) .
41 MORGENTHAU, Hans J., Politics Among Nations, l . ed., Nueva York, 1 948 , 3 . ed., Nueva a a
47 MORGENTHA U, Hans J., ib(dem, p. 1 4 .
48
York, 1 960; versión castellana de la 3 . ed. inglesa: La lucha por el poder y por la paz, trad. de
a
«Dicho de otro modo, debemos ponernos en la posición dely nos estadista que debe con.frontar
F. Cuevas Cancino, Buenos Aires, 1 963 , p. 52-53 y 58 (por la que citamos). d ·rtos problemas de política exterior bajo ci :rtas circu�stancias, pre�un�are�os cuales so�
42 MORGENTHAU, Hans J . , op. cit . ,
p. 1 3 . l ls otras alternativas racionales de las que d1cho estadista pued� deducir msp1racwn ( . . . ) Y cual
d estas alternativas racionales, y siempre bajo esas c1rcunstancm s, puede eleg1r ese estad1sta
43 MORGENTI-MU, Hans J., Scientific Man vs. Power Politics, Chicago, 1 946, 3 . reimpresión, a en
1< 1 articular. Es la comprobació n de esta hipótesis racional, �n contra de l? s hechos reales
1 95 7 , por la que citamos. Y frente
MoRGENTHAU, Hans J . , op. cit., p. 10 y 1 36 .
11 sus consecuencias, lo que da sentido a los hechos. de la pohtlca mternacwnal Y hace
44 pos1ble una
45 MoRGENTHAU, Hans J . , La lucha por el poder y p o r la paz, op. cit . , p . 1 4 . •orfa de la política» (MORGENTHAU. Hans J., tbtdem, p. 1 5 Y 1 6) .
4 9 MORGENTHAU, Hans J:, ib(dem, p. 1 6 .
1
46 MoRGENTHAU, Hans J., ibidem, p. 3 1 . Vid. también: ibfdem, p. 28, donde señala que la
MORGENTHAU. Hans J . , ib(dem, p. 43 . Vid. tamb1en : tbtdem,
., . ,
política puede estudiarse sin tomar en consideración otras disciplinas. IU
p. 49.
1 \t¡ 1 1 1 1 1 < 1 1 1 1 1 11 1 1 1 1 1 ' ' 1 \ · , 11 1 1 '1 1 1 1 1 1 1 ·, 1 1 1 1 1 11 1 1 '1 1 1 • r 1 '1 1 · , 1 ,., 1( 1 1 ¡\ 1 f l l i' l i . 1 11 1 1 ){ 1 1\ ¡ 11 11 1 \ 1 1 ' ( 1 ¡� 1 < 1 1 1 1 1 1( 1 ¡ \ 1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 ,\ 1 \/

pol f t ico, ; t f l < t d �; , < p,, icolt'.gk:l L' l l l l c : 1 ( 1 1 1 · l lo� q p c l 1 1 t · j ' l l ' t ' l l v
-.· u n n r ·la d ó n p u ·s , l ) u N · u r u n a p o l f t ka q u · t · o •a e u c u e n t a a l a vez lo q u e es
• ,,. d.. t > - ,
uquéllos sobre l os cuales e� ej ·r · i d o . l! l d a o lot> 1 ¡ ; 1 1 c 1 ou ·1 d o n l i n i 1 , S• l h t • · . , , l i 1l · s po si b le . L :' príncipi s morales q uedan a í ornet idos, en
· l 1 qu ·
ciertos actos de los segu ndos a t: ravé de la i n fl ucn ia qu los prirncr s cj l'l l'l· t l 1 n 1 1 d í ' 1 ,u r>� tl ización , a la p ro pi a rea lidad . La razón de tal planteamiento

sobre la mente d e los segundos» 5 1 • 1 1 1 ·n qu , en u per ecución del interés nacional, los Estados están sometí­

Tercero, «el realismo no otorga a su concepto central -el i n t erés d e fi n i d . . d i ! , ' 1 1 1 1 � moral idad que difiere de la moralidad de los individuos en sus re-
como poder- u n significado que es inmutable. La idea del i n t erés e , � i n d n 1 1i l l ! ·s personales . Confundir moralidad individual con moralidad estatal es
da, l a esencia de l a política y n o se altera por las circunstancias debidas a l t. ie1 1 1 p1 1 1 1 1 1 r 1 ::� t ado a l a ruina. En definitiva, en el mundo de los Estados son las
o al espacio» 52 • «Sin embargo, la clase de interés determinante d e l a au: i 1 1 ' 1 1 ) ¡ · · u n c i a s políticas de una particular política las que proporcionan el cri-
nes políticas en un período particular de la historia depende del cont ex t o ¡')( l l l 1 1 1 a r a j uzgarla 58 •
tico Y cultural dentro del cual s e formula la política exterior» 5 3 • 1 d nt o , «el realismo político se niega a identificar las aspiraciones morales
· La noción de interés nacional es, así, igualmente central en su teoría. P ; u a r l 1 1 1 1 0 n ac i ó n particular, con las leyes morales que gobiernan el universo».
este autor es el objetivo supremo, intangible y sagrado que guía la lucha p o 1 ' JI p rque «es exactamente el concepto de interés definido en términos de
el poder . Es la esencia de la política. En un mundo en el que todos los Estado,, J ll ! r , , que nos salva de esos excesos morales y de esa locura política. Porque
í
luchan por el poder, el interés naciqnal puede identificarse con la supervivencia 1 w l ramos a todas las naciones, incluso la nuestra, y las comprendemos como
del Estado, es decir, la protección de su identidad física, política y cultural, 1 1 1 1 t l o d e s políticas que persiguen sus respectivos intereses, definidos en térmi­

contra los ataques de otros Estados. Sólo una vez asegurada la supervivencia poder, estamos en aptitud de hacerles justicia a todas» 59 • Es la con­
el Estado puede perseguir intereses de menor rango 54 • Como señala M ESA, en t 1 1 n lógica del principio anterior.
este punto hay que destacar que para este autor, como para otros realistas po l • i nalmente, en sexto lugar, M ORGENTHAU afirma la autonomía de la es­
líticos americanos, se produce una identificación de los diversos intereses nacio J · t p lítica, ya que las acciones políticas_deben j uzgarse por criterios políti-
nales en uno máximo que es el de la nación cabeza de bloque, en este caso lm , ,. : « La diferencia, pues, entre el realismo político y otras escuelas de pensa-
Estados U nidos 55 • 11 u t o es real y profunda.» En lo intelectual, añade, el realista político man­
Cuarto, «el realismo político tiene conciencia del significado moral de la t n l a autonomía política, ya que piensa en términos de interés definido co­ t i

acción política. Tiene también conciencia de la inevitable tensión entre la d i �· t i H ' p der y es desde esta óptica y desde sus resultados que debe enfrentarse

posición moral y las exigencias de una acción política que tenga éxito». En es­ , l. problemas de la política. El político realista « no ignora la existencia y
te sentido, el realismo mantiene «que los principios morales universales no pue­ pll abilidad de normas de pensamiento distintas a las políticas», pero no puede
den ser aplicados a los ac�os estatales en su formulación universal y abstracta ; p i rdinarse a otras normas que n o sean políticas. En este punto e s donde el
cree, en cambio, que han de ser' filtrados a través de las concretas circunstan 11 li mo político se opone a la « aproximación legalista-moralista» de la políti-
cias del tiempo y del espacio» 56 • Estamos ante el reconocimiento explícito de 1 1 nternacional 60 •
la dimensión ética y moral de toda relación política, si bien el autor insiste en obre la base de estos seis princi¡;.>ios inspiradores de una teoría realista de
los peligros que existen para una moralidad política de caer en el moralismo, ! 1 r lítica internacional, M ORGENTHAU procede al análisis e interpretación de
de trans formarse en una ética abstracta. En esta línea añadirá, «no puede ha­ ¡ , t' alidad internacional. En este sentido, esa lucha constante y perpetua por
ber moralidad política sin prudencia, y ésta ha de entenderse como la conside­ 1 1 d er que caracteriza la política se puede materializar a través de tres tipos
ración de las consecuencias políticas de una acción aparentemente moral. El i lt• 1 lítica internacional, según se busque «conservar el poder, incrementar el
realismo considera la prudencia, por consiguiente, como la cuidadosa consi­ l i! ld r o demostrar el poden>. Estos tipos a los cuales se reduce toda la política
deración de las consecuencias de acciones políticas alternas, y en ella estriba l l l rnacional son: la política de statu quo, la política imperialista y la política
la suprema virtud en el campo de la política. La ética en lo abstracto juzga t1 · prestigio 6 1 •
las acciones humanas de acuerdo con su conformidad con la ley moral; la ética i n embargo, M ORGENTHAU no sólo se preocupa de la cuestión del poder tal
política las j uzga de acuerdo con sus consecuencias políticas» 57• H i l O se presenta en la realidad de su época, sino que igualmente se refiere a las
H1diciones a través de las cuales puede lograrse la paz a nivel internacional .
51 MORGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p. 45.
spués de haber descubierto de manera realista la esencia de la política inter-
52 MORGENTHAU, Hans p.
J., ibfdem, 20.
53 MORGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p . 2 1 .
54Vid.: MORGENTHAU, Hans Nueva York,
J . , In Defense of the National Interest, 1 95 1 , y
«Another "Great Debate": The National lnterest of the United States>>, 8
MoRGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p. 23. Para una consideración más detallada del papel de
ralidad en la política internacional, vid.: ibfdem, p . 305-347.
American Political Science
Review, vol. 66 ( 1 952), J¡ 111
:�
p. 961 -998.
MESA,Roberto, ed., Madrid,
Teoria y práctica de relaciones internacionales, 2. • 1 980, p. 74. S9 MoRGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p. 24.
MORGENTHAU, Hans p. 60 MORGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p. 25.
MORGENTHAU , Hans J., ibidem, p . 58-59.
J . , La lucha por el poder y por la paz, op. cit., 23.
57 MORGENTHAU, Hans J. ibfdem, p. 23. 61
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ter a la prueba d e s u análisis p o l í t i , e r n p f rico y r a iona l , · 1 p r 1 1 ' l l l l l ( k 1 . 1
,(

u. 1 pues, el cam ino a seguir? MORGENTHAU en este punto estudia


·s ,
paz. A este problema dedica las últimas partes de su br a p rinci pa l . 0 1 1 1 1 1 t",
,
sl L>l s
vía · . U na, la paz por medio de la limitación, es decir, a través
lógico, su noción del orden internacional va íntimamente unida a su ) l fH: i • '� l l
1 1 p
d1 1 d ·�n rme, la seguridad colectiva y una fuerza de policía internacional, que
d e interés nacional, y a su afirmación d e que la persecución d e int erese.' I I ; H· i . ,
, 1 1 • t l r n a por considerarla no válida. Otra, la paz por medio de la transfor-
nales que no son esenciales a la supervivencia del Estado contribuye a aCI' I I
n ' a t ravés de la constitución de un Estado mundial, que también recha-
tuar los conflictos internacionale s.
¡1 1 r onsiderar que para que tal Estado fuese posibl� sería necesari ? , pri-
Para MORGENTHA U, «en un mundo cuya fuerza motriz es la aspiración d i '
, la existencia de una auténtica comunidad internaciOnal que no ex1ste en
las naciones soberanas en pro del poder, la paz puede mantenerse solam ' l l t l '
"' 1

1 , 1 ·t ua lidad . Finalmente, la paz por medio del acuerdo, única vía, en su opi-
por dos artificios . Uno el mecanismo autorregulatorio de las fuerzas sociak� .
1¡ 1 ¡ 1 , q u e permite pensar optimistamente en el futuro de la sociedad interna-
que se manifiesta en la lucha por el poder en la esfera internacional : el eq u i l t
J I 1 . Para ello es necesario la revitalización de la diplomacia.
brío d e poder. E l otro consiste en limitaciones normativas sobre esa pugna, p ·r o la diplomacia entendida en sus formas tradicionales, pues la nueva
bajo las formas del derecho internacional, moral internacional y opinión p1'1 ¡ l l l macia, aquejada de los vicios de la publicidad , de las decisiones �ay� ri-
blica mundial» 62 • 1 ,, u y de la fragmentación de los asuntos internacionales, no es sust1tut1v o
Al igual que la mayoría de los realistas políticos,, este autor considera �.: 1 1 ,
1 1 1 n e t os procedimientos, sino que, «por el contrario, tiende a agravar, mas
principio el equilibrio de poder como la técnica más efectiva para el mantent
' 1'' • mitigar, los conflictos internacionaleS)) 67 • Una diplomacia renacida, que
miento de un cierto orden en un sistema internacional por esencia competit ivo
<

1 1 l t u rase las técnicas que han controlado las relaciones mutuas entre las na-
y conflictivo . Así, afirma que «el deseo de poder, del que participan mucha,\
! 1 1 desde tiempo inmemorial, permitiría la aparición de un nuevo cansen-
naciones, c\da una procurando mantener o destruir el statu quo, conduce por
t ravés del cual sentar las bases de la paz y de adecuadas instituciones polí­
necesidad a la configuración de lo que se ha llamado el equilibrio cid
¡ • 1 , mundiales. En suma, <<Una diplomacia revivida tendrá la oportunidad de
podem 63• Sin embargo, no es, en su opinión, el equilibrio de poder mismo ,
1n 1nt ener la paz sólo cuando no sea usada como el instrumento de una religión
sino el consenso internacional sobre el cual está basado, el que preserva la pa�
J I I{L ica que pretenda la dominación universab) 68• MORGENTHAU considera e�
internaciona l, pues «antes de que el equilibrio de poder pudiera imponer su.\
, ¡ 'l. línea que, para que la diplomacia pueda cumplir ese importante cometi­
efectos moderadores sobre las aspiraciones de po ger de las naciones, a trav6 l
t , debe inspirarse en cuatro reglas fundamentales: 1 ) La diplomacia debe des-
de la acción recíproca de fuerzas contradictori as, las naciones competidora�
1 } • trse de su espíritu de cruzada. 2) Los objetivos de la política exterior debe�
tuvieron, primero, que restringirse a sí mismas, aceptando el sistema de equili
11tofinirse en términos de interés nacional y deben ser apoyados con poder sufi-
brio de poder como el marco común de sus esfuerzos» . Tuvieron que «admi
·nte. 3) La diplomacia debe observar el escenario político desde el punto de
tir, por así decirlo, un pacto táctito» 64• De nuevo, como vemos, aparece aquf B l a de otras naciones. 4) Los Estados deben estar conformes en negociar en
la tesis del estado de naturaleza y el contrato social. «Este consenso -añade­
· 1 1 aquellos casos que no les son de vital importancia 69 •
fue el que contuvo los ilimitádos deseos de poder inherentes potencialment l'
on todo, concluye este autor, la diplomacia, que es el mejor medio para
a todos los imperialism os, y evitó que se convirtieran en una realidad po­
¡ 1 1 • rvar la paz en una sociedad de Estados soberanos, «no es suficiente. Sólo
lítica)) 65 •
11 1 ndo las naciones hayan sometido a una autoridad superior los medios de
Pero hoy, en la sociedad internacional de nuestros días, ese consenso, que
¡ 1 •st rucción que la tecnología moderna ha puesto en sus manos -cuando ha­
permitió el funcionamiento del equilibrio de poder hasta el siglo xx, ya no exis­
y tn renunciado a su soberanía- podrá la paz internacional ser tan segura co-
te, dado que los cambios estructurales que se han producido en la sociedad
l a paz doméstica)) 70•
internacional impiden su correcto funcionamien to . Sobre todo, el hecho de que
111

amo hemos podido ver, MORGENTHAU nos ofrece toda una teoría gene­
han desaparecido las condiciones en que se sustenta, en especial la sustitución
' o 1 de las relaciones internacionales desde la perspectiva del realismo político.
de un cierto número de grandes potencias por dos superpotenci as, hace que 1 • ro una teoría, en última instancia, al servicio del papel que los Estados Uni­
sea inefectivo para el mantenimiento del orden internacional.
d s desempeñan en el mundo. Su influencia en los Estados Unidos en el cam­
Tampoco las limitaciones normativas, tal como están establecidas en la ac-
l l ) de las relaciones internacionales ha sido enorme, no en vano se desarrolla

p . 40.
62 MORGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p. 40. 6 MORGENTHAU, Hans J., ibfdem,
y 730.
63 MORGENTHAU, Hans J . , ibfdem, p. 227. 67 MoRGENTHAU, Hans J., ibfdem, p . 729
p. 740 Y 74 1 .
Hans J . , ibfdem, p . 299. MORGENTHAU, Hans
68 J., ibfdem,
64 MORGENTHAU, 69 MORGENTHAU, p . 741-746.
J . , ibfdem, p. 300.
Hans J ..• ibfdem,
p. 752 Y 7 5 3 .
65 MORGENTHAU, Hans 70 MORGENTHAU, Hans J., ibfdem,
1 11! lll l li t l l ) l l t 1 11 01 1 \ 1 , . , Ji l l \t 11 >1 11 · , 1 1 1 1 1 11 1 1 \t 1 1 1) 1 \ 1 1 ' 1 \ ' , 1; 1 1 \ t I I J � I I ' , I N I I I I I \< l t l l) \ 1 1 ' 1 1 1 � 1 1 1 l l l t )( l ¡\ \ 1 1 1 1 ,1 1 1 ' 1 1 1 1 \ 1 1 1

, , . ¡ , 1 1 ( H io1 M os
· 1'1 e n los 1 1 1 0 1 1 1 · n i os ·ru i a l · · d i n icio el la guerra f'r í a .
t: l l pl · u a ' l l ' l l ; l l l la , t · n n � t i l n c n t l u l r � o l l l i l / 'o/t/it · .· ;I I I U J II¡: Nultt iiiS d 1 1 1 1 1 1
1tl.d ·11
mú usado en la U n i versidades 1 1 r· 1 · ; n 1 1 · r i ·anas . La H nt..: u d · pl' I I Si l l n i ' 1 1 1 1 1 , .•• 1 1 p 1 01 1 ou i. 1 1 1 ad pci n 1 r l o en la s t ados Unidos de esa política se ma-
tablecida por este autor dejará sent ir sus erectos en ·1 e s t ud i o d · l a s r · laci i H u ", t) '1 'lJ J o abl s que enviaba desde Moscú informando de los designios
internacionales en ese país hasta nuestros días. A part ir de M R "' N " r i i A I I 1 1 1
', 1

" • 1 • ) ll de e x p a n si ó n. En este sentido publica en 1 947 un artículo, con el


da una larga lista de estudiosos seguirá la senda del realism pol í l i l' " , n d l J I 1 1 1 d « M r. X», que contribuye a configurar la política exterior nor-
norteamericano. 1• , ¡ 1 1 •t 'ü na n esa época 7 6 • En este artículo K ENNAN enlaza con la tradición
Pero si M ORGENTHAU es el gran teórico del realismo político nortennH'I I ' " • l l 1 1 1 1 ·ri a n a del «destino manifiesto», es decir, los Estados Unidos como
cano, quizá su representante más característico en el período de la po sg u e n a , ,, , alada por el Ser Supremo para la realización de los más altos objeti-
11
por cuanto une e n s u persona l a teoría y l a práctica de este realismo, es K L N
11 1

1 fondo, las relaciones soviético-americanas son esencialmente la pues-


NAN, embajador y especialista en las relaciones entre Estados Unidos y la U n i<'1 1 1
1 1 L11
' , 1 1 1 , ti ba del valor superior de los Estados Unidos como nación entre todas
Soviética y profesor universitario y teórico de las relaciones internacionales. , 1 n naciones ( . . . ). A la luz de estas circunstancias, el observador reflexi-
KENNAN, como M ORGENTHAU , fundamenta su teoría de las relaciones i n 1 1 1 (¡ las relaciones ruso-americanas no verá motivo de queja en el desafío
ternacionales en la historia, pero en vez de fijarse en el sistema europeo de 1 � s , ¡ , 1 1' 1 mlin a la sociedad americana. Más bien experimentará una cierta grati-
tactos lo hace en la propia historia de los Estados Unidos. 1 \ 1 1 l 1 1 ia una Providencia que, al proporcionar al pueblo americano esta im-
En su obra Rea/ities oj A merican Foreign Policy 7 1 distingue dos período� 1 , 1 , 1 l l provocación, hace depender toda su seguridad de su facultad de for­
en la política exterior de los Estados Unidos. El primero, de 1 776 a mediado� l 1(1 ·r de aceptar las responsabilidades de la dirección moral y política con
del siglo XIX. El segundo, de mediados del XIX hasta la Segunda Guerra Mun
l l l evidentemente h a querido cargarle l a historia» 77•
dial. Lo que cúácteriza el primer período, por el cual muestra su preferencia , l' . teriormente, KENNAN evolucionará en su consideración de la política
es que los dirigentes norteamericanos desarrollaron una política exterior enea 1 1 1 r d e la Unión Soviética hacia posiciones más negociadoras 78• En The
minada directamente a lograr sus objetivos, en base a una política de poder 7 1 . r 1 111 1 oj Danger modifica su concepción del interés nacional de los Estados
Por el contrario, en el segundo período , los dirigentes olvidan la política de 1 Ju 1 , definiéndolo en términos más limitados. Su concepción global del pa-
poder y la sustituyen por consideraciones legalistas y moralistas en su acción ¡ •1 1 1 • 1 Estados Unidos en el mundo se basa en una reducción al mínimo
exterior 73, ignorando con ello la realidad de la política internacion al. 11 1 p n able de los compromisos externos 79• En los últimos años sus posicio-
En base a esta visión histórica general, K ENNAN preconiza la necesidad de l'r nte al modelo realista y frente a la política exterior de los Estados Uni­
que los Estados Unidos retornen a una política de poder. Política de poder d 1 ¡ u e lo inspira se han vuelto absolutamente críticas, culminando la evolu-
que sigue en sus planteamientos generales la esbozada por M ORGENTHAU , co n 11 i n i ciada a finales de los años cincuenta 0•
8

el interés nacional como guía. En este sentido, considera que las normas mo­ J �n resumen, en el K ENNAN de los años de la posguerra encontramos la ex­
rales que rigen la conducta de los individuos no son extensibles a la actuación ) 11 i n clara de la relación directa entre una construcción teórica de la política
en el campo internacional , que debe guiarse por criterios diferentes. Así, di­ 1 1 1 1 •rnacional y la aplicación práctica de ésta.
ce: « Los principios morales tienen su lugar en el corazón del individuo . . . Pero b también el caso de otro representante más actual del realismo político
cuando la conducta del individuo pasa a través de la maquinaria de la organi­ 11 1 1 ! mericano. Nos referimos al ex secretario del Departamento de Estado
zación política y emerge ( . . . ) para encontrar su expresión en las acciones del i l lliversitario K ISSINGER 8 1 •
Gobierno, entonces experimenta una transformación general y los mismos con­
ceptos morales no son ya relevantes para ella» 74• Aquí, añade, «otros crite­ ll1 X , «The Sources of Soviet Conduct», Foreign Affairs, vol. 25 ( 1 947), p. 566-582.
rios, más sombríos, más limitados, más prácticos se debe tolerar que pre­ 11 X, ibfdem, p. 582. Vid.: MESA, Roberto, op. cit., p . 7 5 y 76.
K E NNAN, George F., Russia, the A tom and the West, Nueva York, 1958.
valezcan» 75• IH
KENNAN, George F., The Cloud of Danger: Curren/ Realities oj A merican Foreign Policy,
1 111
1

Pero, como ya hemos apuntado, K ENNAN no es sólo un teórico, sino igual­ 1 1977, p. 229.
!11 V id.: KENNAN, George F., The Nuclear Delusion: Soviet-A merican Re/ations in the Ato-
n, .
mente un diplomático especialista en las relaciones con la Unión Soviéticá, que 111 ;l ge, Nueva York, 1 98 3 , y «Morality and Foreign Policy», Foreign Affairs, vol. 64 ( 1 985-86),
05-2 1 8 . Para una consideración más detallada del pensamiento de este autor, vtd.: GELLMAN,
1 1 1 1 1 n D . , Contending with Kennan: To ward a Phi/osophy oj A merican Po wer, Nueva York,
1

71 KENNAN, George F., Realities oj American Foreign Po/icy, Princeton, 1 954. Cit. por la edi­ Hil; y THOMPSON, Kenneth W . , Masters oj lnternational Thought, op. cit., p. 1 43- 1 5 8 .
H l Para la consideración de la concepción internacional de KISSINGER, vid.: GRAUBARD, Ste­
1
ción de Nueva York de 1 966.
72 K ENNA N, George F., ibfdem, p. 13 y 14. ¡ t l l 11 R . , Kissinger: Portrait oj a Mind, Nueva York, 1 974; SEWELL, James P., «Master builder
73 KENNAN, George F., ibfdem, p. 15 y 1 6 . Vid. también del mismo autor: A merican Dip/o­
1 11 I'Uplain of the dike? Notes on the leadership ofKissingen>, Jnternationa/ J_ourna/, vol. 3 1 ( 1 976),
macy, 1900-1950, Nueva York, 1 95 1 , p. 93 , donde
la formulación de nuestra pasada política exterior seseñala: «Considero que el fallo más grave en
encuentra 1 1 M S-665 ; VINCENT, R. J . , «Kissinger's System of Foreign Policy>>, The Year Book oj World
1 /.(tllrs, 3 1 ( 1 977), p . 8-26; DICKSON, Peter W . , Kissinger and /he Meaning oj History, Cambrid­
foque legalista-moralista de los problemas internacionales.» en lo que podría denominar el en­ l ' , 1 78; BROWN, Sayom, The Crisis ojPower: Foreign Po/icy in the J(issinger Years, Nueva York,
74 KENNAN , George F., Realities of American Foreign Po/icy, op. cit., p. 4 8 . f11/!); y CALDWELL, Dan (ed.), Henry Kissinger: His Personality and Policies, Durham, N . C . ,
75 KENNAN, George F., ibfdem, p. 49. ) I IH ,
1 ) I I J I I( I J I > i l l 1 1! 1/l \ 1 \ , 1'1 1 \ 1 l l l�ll 1 t l l� l l l ' l l \ 1 1 1 '
1 1 1 ' .• 1 1 't 1 1 1 \
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' ! 1 . i, � r t·r 1 1 1 d : r d o . H i 1 1 1 1 l'l s i sl l' l l r a n r i s r r r o ·1 q r r ·
s · por r •a c r r l ela de j r r i · i o
· ; ¡ r ·n la hist oria la" bases el · su i n l · r· ¡ rclnció 1 1 d · l a r · a l i c l a d i n r · r 1 1 1 w i o u . d , 'i ') 1( 1 1 1 ·e •, u r id:,td abso l u t a -la ncut ral ización del opo n e n t e- se conside­
e s t ud i a el período co m p re n cl i d e n t re 1 8 1 2 y 1 822 e le la h i s t o r i a e r r r o¡ · a . 1 , , ., ' 1 1 H • ,• 1 1 r· r r u t í � s u ri i c n t c y, por t a n t o , el d ese o de una potencia de contar con
conclusiones que extrae de t a l a n á l i s i delcrminarán en gran med i d o su ¡·. , 1 1 1111 • ¡• i r i d ad abso l u t a ignifica la inseguridad absoluta de todas las demás.
cepción internacional . Como establece e n la i n t roducción de u t es i tou 1 , , 1 1 1 1 1 p i r r.1 a ia . . . no puede funcionar en tal ambiente» 85 • Lo que caracteriza

A World Restored, refiriéndose al perío d o mencionado, « po c os período� i l 1 1 ·· " 1 ' d t r r w i n s t a n c i a a una potencia revolucionaria es el estar dispuesta «a lle­

tran tan bien el dilema planteado por la aparición de una potencia revol 11l' r r • tl t r H pri nci piOS hasta SUS últimas consecuencias» 86 •
naria, la tendencia de los términos a cambiar de significado y de las relacion.·•, P ·sd ' e t a perspectiva se comprende que para K ISSINGER el principal ob-

más familiares a alterar su contenido ( . . . ). A partir de entonces, las cl i s p u l a •. 1' 1 v 1 · un Est a d o no debe ser la paz, «pues siempre que la paz -concebida
· ya no se referían al ajuste de las diferencias dentro de un marco aceptado, � ¡ 1 1 , , ' 1 1 1 1 ) In l i m i n aciónde la guerra- ha sido el objetivo primordial de una po­
a la validez del marco mismo . . . » 82 • Sin embargo, «cuando Napoleón fue d r rupo de potencias, el sistema internacional ha estado a merced del
rrotado en Rusia, el problema de la construcción de un orden legítimo s e ¡ . . r¡J 1 rnbr m á s feroz d e l a comunidad internacional . » Por e l contrario, «siem-
planteó a Europa en su forma más concreta», pero «el período de estabilidud 1 ' 1 1 1 ¡ r ' el orden internacional ha reconocido que ciertos principios no se pue­
que siguió fue la prueba mejor de que se había construido un orden "legll r ' ' ' 11 1 l a r , ni siquiera en aras de la paz, la estabilidad basada en un equilibrio
mo", un orden aceptado por todas las grandes potencias, de modo q u e , t k ' I r l t t • rz a s ha sido por lo menos cohcebible» 87 •

allí en adelante, buscaron e l ajuste dentro d e ese marco, antes q u e ,, 1 1 1, 1 la ve, pues, para la existencia de un sistema estable es la diplomacia,

destrucción» 83 . En l a anterior cita queda reflejada l a gran cuestión q u e i 1 1 ' 1 · •ir, «el arte de relacionar a los Estados entre sí' por el consentimiento an-
pira no sólo la indagación histórica de KISSINGER en el campo internacional , 1 1 ' p or el ejercicio de la fuerza, por la presentación de un campo de acción
sino igualmente su concepción de la actual sociedad internacional : ¿Cómo i 1 1 ,, 11 1 ncilie las aspiraciones particulares con un consenso general. Porque la ·
taurar un orden estable a la salida de un proceso revolucionario? 1 1! rn ac ia depende de la persuasión y no de la imposición, presupone un marco
En dicha obra, el autor desarrolla dos modelos para el estudio de la polít 1 , ¡ , 1 1 rninado, ya sea mediante un acuerdo sobre un principio legitimador o,
ca internacional: el sistema estable y el sistema revolucionario . 1 1 1'1 1 amente, a través de una interpretación idéntica de las relaciones de po­
El primer modelo no es «el resultado de una búsqueda de la paz, sino t k "' ' , unque esto último resulta sumamente difícil de lograr en la práctica» 88 •
una legitimidad generalmente aceptada. » Por legitimidad K ISSINGER entiendl' La existencia de estos modelos depende, como es lógico, del tipo de líderes
«Un acuerdo internacional acerca de la naturaleza de los arreglos funcio n al ¡· ' ' ' 1 i entes que estén al frente de los Estados. Ello le lleva a K ISSINGER a de-
Y acerca de los objetivos y métodos aceptables de la política exterior. Implica " 1 l l ar una tipología del hombre de Estado. Distingue entre el «estadista»,
la aceptación del marco del orden internacional por todas las grandes poten 1 1 < ' nquistador» y e l «profeta», correspondiéndose e l primero con e l sistema

cias. » Un orden de este tipo, es decir, «un orden legítimo no vuelve imposi 1 1 1 nacional estable 89• Posteriormente, este autor desarrollará esa tipología
bies los conflictos, pero limita el campo de los mismos. Habrá guerras quiz:'1 , 1 11 í e a la distinción entre tres tipos de líderes, el tipo burocrático-pragmático,
pero s e librarán en nombre de la estructura existente, y l a paz siguiente se j u� • 1 1 p ideológico y el tipo revolucionario-carismático, que tratan de reflejar

tificará como una expresión mejor del consenso general, legítimo. La diplo 1 1 1 , .decuadamente la realidad internacional actual, en cuanto que se mate-
macia en el sentido clásico, el ajuste de las diferencias a través de la negocia 1 d izan respectivamente en el tipo de dirigente característico de los Estados
ción, sólo es posible en los órdenes internacionales legítimos» 84. 1 J ¡ J i d o s, de la Unión Soviética y de algunos países del Tercer Mundo 90 • Con

Frente a este modelo, un sistema internacional es revolucionar io «siempn· l m l , esta nueva tipología se corresponde en sus grandes rasgos con la esboza­
que exista una potencia que considere opresivo el orden internacional o la for ¡ ! ¡, n base al análisis histórico anterior.
ma de su legitimación» , pues, en ese caso, «sus relaciones con otras potencia., t ro de los aspectos de la concepción internacional de este autor, caracte-
serán revolucionarias . En tal caso no será el ajuste de las diferencias dent ro 1 t i a del realismo político, y que igualmente deduce de su indagación históri-

8 2 KrssrNGER, A World Restored. Europe after Nap�leon: The Politics of Conser


Henry A., Hl KrssrNGER, Henry A., Un mundo restaurado, op. cit., p . 1 2 .
Un mundo restaurado. ¡,11
vall�m m a Revolutwnary A ge, Nueva York, 66 K ISSINGER, Henry A., ib(dem, p.
13.
1 964; versión castellana:
poltttc� del conservaduri�mo en una época revolucionaria, México,
1 973, 14. p. Para una visión H 7 KrssrNGER, Henry A., ibfdem, p.
11.
de conjunto de planteamrento subyacente en esta obra, además del trabajo de DrcKSON ya cita H8 K ISSINGER, Henry A., ibfdem, p.
414.
do, vrd.: ZoRGBIBE, Charles, Les relations internationales, 2 . ' ed., París, 1 97 8 , p. 2 1 -30. H9 KrssrNGER, Henry A., ibklem, 402 y 403.
p. Respecto del estadista dice: «Todo estadista
83 KISSINGER, Henry A., ib(dem, p. 15 y 1 6 . !11 h · tratar de conciliar lo que considera justo con lo que se considera posible» (ibfdem, p. 16).
84 KISSINGER, Henry A., ib(dem, p. 1 1 y t 2 . Esta distinción entre modelo estable y modelo " ��, pues, la prueba de un estadista es su capacidad para reconocer la relación real de las fuerzas
revolucronano es Igualmente establecida y desarrollada en otras obras suyas, vid., por ejemplo: V pura hacer que este conocimiento sirva a sus fines»(ibfdem, p: 4 1 3) .
Nu�lear Weapons and Foretgn Poltcy, Nueva York, 1958; versión castellana, A rmas nucleares '10 KrSSINGER, Henry A., American Foreign Policy. Three Essays, Nueva York, 1 969; versión
·
1 11 i l lana: Po/(tica exterior americana,
v
poltllca mternactOnal, trad. de R. Cremades Cepa, Madrid, 1 962, p. 70-75 . trad. de R. Sánchez Sanz, Barcelona, 1 970, p. 30.
1 1·1 1 1 1 1 1( • 1 1 11 •J I \ 1 \', 1 ' 1 1 \1 •1 1 1 · . 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \ 1 ¡ , ¡¡ 1 \ · , ¡; 1 1 1 1 1 11 1 •
. 1 1 1 1 1 IU 1 \' 1 " 1 1 \ 1 1 ' t 1 1� 11 ' 1 1 • 11: 1 \ \ 1 • 1 ' · ' 1 1 ' 1 1 1 1 '\ 11 '•
tl t" 11 \ 1 1 ·,
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· a , · s la d i k r · 1 1 · i ; a d �; l o � t· r i i U 1 \ Ih < k 1 1 1 1 1 1 ! d 1 d : J d .J W. I l l ' 1 . 1 · 1 1 d 1 1 1 l"d 1 i > 1 1 1 1 1 " 1 1 1 1 1 1, 1 1, 1 1 . 1 l l · ¡•, 1 1 1 1 1 1 1 1 1 n 1 1 1 H · u s o soba · I n ( J I I l' t"() 1 1 S I Í I I I Y · 1 1 1 1 a p r o p u ·s l a r a z.o r r a b k
y e l med io i n ternacion a l , y la a fi r 1 1 1 a · i61 1 d · q u · d i n l · ú i o d�: a p l i · ; 1 1 los t.• ri l n 1 1 •·· 1 ¡ , 1 1 · i l a u a ·i n s · m p l i a p r la a r act. crí s t ica que t odos lo t i pos de l i d e-
internos a las relaciones i n ternacionale ólo l leva a una s i 1 1 1 a i ó 1 1 r · v o l 1 1 c i o n 1 1 0 que se concede a los objetivos a corto
1 i - 1 1 ·u ·n e m t: m : la i m po r t a n c i a
ria y a basar esas relaciones en la fuerza y, en consec u e n c i a , a u n s i s 1 c n 1 1 1 d 11 1 I n ne e idad interior de tener éxito en toda ocasión» 9 3 •
revolucionario 9 1 . 1 .d a p r e c i a c i o nes, sin embargo, n o suponen, en ningún caso, que
·
K IS-
Como ya hemos señalado, la inmersión que K ISSINGER hace en la h i s 1 o 1 r u It 1 1! 1 ·st i m necesario la implantació n del modelo democrático occidental
tiene un objetivo preciso: sacar enseñanzas para un presente que t am b i é n ��· 1 11 l o, 1 A l ses comunistas y del Tercer Mundo, como base para un orden inter-
caracteriza por el problema de cómo construir un orden estable a la salida di' 11 1 1 1 a.l e s t a ble, pues trata de huir del sentido de cruzada desde un punto de
un proceso revolucionario, marcado principalmente por t res cambios esl nrr · 1 1 1 id · o l ó g ico . En suma, como señala
D ICKSON, interpretando el alcance de
turales de la sociedad internacional de enorme importancia: l ) «El número d ,· 1 1 0 1 1 epción de K ISSINGER, la política exterior debe basarse en el poder Y el
participantes en la vida internacional se ha incrementado y su naturaleza -"' ill 1 ·naciona l , antes que en principios morales abstractos o cruzadas
ha alterado», dado el caracter enormemente heterogéneo de las misma y lu 11 d 1 a 94 •
bipolaridad militar que las caracteriza. 2) «La capacidad técnica que poseen 1 n raK ISSINGER, en todo caso, la estabilidad del sistema depende en gran
para afectarse mutuamente ha crecido muchísimo», en virtud del desarrollo ''' 1 da de la estructura política interna de los Estados, pues un sistema inter-
del arma nuclear y de los medios de comunicación . 3) «El alcance de sus pro 11 1 • nal estable está caracterizad o por Estados cuyas estructuras políticas es-
pósitos ha aumentado», dando lugar a un conflicto político-ideológico de d i 1 111 a actas en nociones compatible s sobre los medios y los fines de la política
mensiones mundiales 92 • 1 t ·ri r, lo que permite un consenso en esos puntos y hace que sean mínimas
En opinión de este autor, se hace necesario una superación del sistema n r L' 1 1 l ntaciones de usar una política exterior aventurera para lograr una cohe­
diante el establecimiento de un orden estable. A los Estados Unidos correspon ¡1 i n t erior. Por el contrario, « unas estructuras internas incompatib les pue-
de en esa cuestión de la búsqueda de una nueva legitimidad, en base al con s e r r 1 1 1 enerar pasivamente un vacío, sencillament e debido a la dificultad de lo­
so de las principales potencias, una especial responsabilida d. q 1 r u n consenso acerca del carácter de reivindicaci ones y métodos razonables.
De acuerdo con tal objetivo, K ISSINGER orienta su análisis hacia una seril' 1 • r cuando uno o más Estados propugnan una aplicación universal para sus
de temas a través de los cuales poder iluminar el camino que puede conduci r 1 , ¡ ucturas particulare s, el cisma aumenta, evidenteme nte, en profundida d.
En
a l establecimiento d e ese orden. 1 a l ·a o, la estructura interna, se convierte no sólo en un obstáculo para la com­
Particular interés tienen en esta línea sus consideraciones en torno a la es l l f ·n ión, sino también en uno de los principales
de las relaciones
tructura interna de los Estados y su política exterior. Si es característico de los 1 1 l rnacionales» 5 • 9
realistas políticos separar, desde el punto de vista de su consideración, el or­ U n segundo aspecto relevante d e s u concepción internacional es e l papel
den interno y el orden internacional, estimando que los parámetros para me l l l atribuye a la diplomacia como instrumento para e l establecimien to de
dir la acción política en uno y en otro son radicalmente distintos, K ISSINGER , 1 n rden «legítimo» , en línea con lo establecido por M ORGENTHA U y otros
sin embargo, se aparta en gran medida de ese planteamiento , por cuanto, si 1 • 1 l i stas . Ello aparece claramente , no sólo en Un mundo restaurado, donde
bien, de un lado, como hemos visto, diferencia los criterios de moralidad y ' 1 tlereagh y Metternich aparecen como prototipos diferentes de una diplo­
considera por eso mismo que el estadista debe hacer oídos sordos a la opinión l nucia capaz de establecer un orden estable en las relaciones internacion ales,
pública interior en la conducción de la política exterior, de otro, dedica espe­ 11 , igualmente , en los escritos que se refieren a la actual sociedad internacio-
cial atención al impacto de la estructura interna en el medio internacional. Así, l i al, si bien es consciente de las dificultade s que existen, dados los cambios es-
como conclusión a su estudio del tema, dice: « Las estructuras int�rmis con­ 1 1 1 turales habidos %.
temporáneas presentan, pues, una amenaza sin precedentes para el nacimiento Finalmente, en esta visión del pensamiento internacional de K ISSINGER, hay
de un orden estable de alcance internacional. Las sociedades burocrático­ 1 1 , mencionar su preocupación por los problemas estratégicos planteados por
pragmáticas se concentran en la manipulación de una realidad empírica que · l enorme potencial destructivo del arma nuclear. Aquí, de nuevo, vuelve a
tratan tal y como se muestra; las sociedades ideológicas se encuentran dividi­ 1 · r i v ar su concepción de la guerra de su estudio del siglo XIX, preconizando
das entre un enfoque esencialmente burocrático ( . . . ) y un grupo que utiliza la
ideología principalmente para fines revolucionar ios. Los nuevos países . . . po­
seen un alto incentivo para buscar en la política exterior la perpetuación de 93 KISSINGER, ibídem, p. Y 45 46.

Henry A., .
94 DICKSON,
.
Kissinger and the Meaning of H1story, Cambndge, 1978, 20.
la dirección carismática. Estas diferencias constituyen un importante obstácu- 95 KrssiNGER,
Peter W.,
Henry A.,
Política exterior americana, op. cit., p. Y 1 1 12. .
96 KISSINGER, Armas nucleares y política internacional, op. cll.; The necesslly for
Henry A., The Troubled Patnersh1p.:
'lloice, Prospects of American Foreign Policy, Nueva York, 1961, y
91 KrssiNGER, Henry A., Un mundo restaurado, op. cit., p. 417. Reappraisal of the A tlantic Alliance, � Nu va York, 1965;
Wh1te House Years, Boston, 1979,
92 Krss1NGER, Henry A., Política exterior americana, op. cit., p . 60. v ·rsión castellana:
Mis memorias, Buenos A1res, 1979, y
Years of Upheaval, Nueva York, 1983.
l ito l r l l ll • l l •l l• • 1 1 1 1 1 , 1 Pl l 1 1 1 1 1 1 · , 1 1 1 1 1 11 1 1 \ 1 1 1 1 l l l l l ' ·
H l 1 1\ t I I J I ·l 1 1 /
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I l< 1 111• y R OS I� ' (( i\ N ·ada u n o l i t.:
c ( k p l o > pi > l l l t > 1 111,
n¡¡r a lo s 1 2staclos U n i d s l o s u t ·d i s
paru s t a b l ·ee1 " " " r u
1 10 1 , ' J ' I ' K I \ 1( •o , "'

ge•: eral, · o n
a r a t cr l t i as d e n t ro d e la corriente
�,( ) l t n b k d a l' u't � t
entre el poder mi litar y u vol u n t ad de u a r l , a f e rn n t r 1 s 1 1 1 1 o n c n l t", 1 1 . •0 1 1 ¡; 1 1 s p r p i a
físicos y psicológicos de la política exterior 97 • el 1 pe · e infl uencia q ue en los Estados U mdos ha temdo el rea­
En definitiva, en K ISSINGER se manifiesta , quizá en mayor medida q u e l ' l l lfli . Pero igualmente, como hemos tenido ocasión de se ñalar en
_
cualquier otro realista político norteame ricano, la simbiosis ent re el tcóríc:o v ' l S , de K EN N A N y K ISSINGER, el realismo político norte � men� � no ha
el estadista, con la característica relevante de que su actuación práctica es ' " ' 1 11¡ un. ncepción que ha inspirado profundamente la propia p �htlca . ex-
clara proyección de su concepción teórica internacional. 1 ' nr lt rt eamericana, tanto en la época de la guerra fría com� mas rec¡en-
Desde finales de los años setent a, en base a la crisis en que entra la dist C l l 1 1 1 , 1 'n i _ A q u í los nombres de ACHESON 8 , DULLES, R OSTOW 09 , Y M cN A-
10

l 1 , y desde posiciones más matizadas S CHLESINGER


1 1 1 Y B RZEZINSKI 1 12
sión como consecuencia del nuevo clima d e guerra fría que s e establece e n J a ,
relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, el realismo político 1 , 1 1 [ 1 m bién expresión de lo dicho.
. .
ha vuelto a recuperar en los Estados Unidos el protagoni smo que tuvó en l o ,, ¡�1 1 u ropa, a l margen d e los autores británicos y a exammados, e l reah�mo

cuarenta y cincuenta, como ya hemos explicado anteriorm ente. Pero lo ha h e 1 , 11 l no ha tenido gran incidencia. � on frecue�cia se incluye en esta hnea
cho con una versión remozada y nueva, no tanto en sus premisas filosófica s , 1 N 1 1 3 , pero, si tal inclusión refleJa una realidad pal ��ble d : su pensa­
que continúan invariables, como e n sus planteamientos metodoló gicos. De a h f 1 nl creemos que por las características de su concepcwn , aleJada de ese
que los realistas de nuestros días sean calificados de neorrealistas o de realista� 1 1 1[ sm'o político militante que hemos visto, y por propia � atur �lez � d e la teo-
1 1 1 l as relaciones internacionales que desarrolla, la socwlog1a h1stonca, su
. _
estructurales. En esta línea destacan las aportaciones de WALTZ 97 bis y G 1 1
PIN 98 • Posteriormente, a l estudiar las concepciones teóricas d e la década de ¡ t i i ·a i ón debe hacerse al margen del realismo político.
.
los setenta, nos ocuparemos de este neorrealis mo. ¡� 1 1 España la corriente del realismo político ha encontrado refleJO en Ma-
Las críticas que se han hecho a esta concepción son numero sas, pero quiz;\ 1 1 1 1 •1 FRAGA y Tomás MESTRE.
.
la más común, aunque algunas veces exagerada, sea la de que pretende tras FRAGA, como él mismo lo señala, refiriéndose entre otras a las aportacw-
.

plantar a nuestra época un modelo propio del siglo XIX, sin tomar en conside­ 11 ·.� 1 C ARR, SCHWARZENBERGER y M ORGENTHAU, se inserta en la línea de
ración las grandes diferencias existent es. Posterio rmente, al final del análisis q l ( res que consideran que la sociedad internacional se encuentra en e � tado
del realismo político, nos fijarem os más en detalle en las críticas general es que 11 naturaleza y que preconizan una política de poder, pues «en la soc1ed ad
_
ha merecido esta concepci ón. l l l ·rnacional, sin un orden constitucional y con un sistema jurídico muy ·�-
Como hemos visto, el realismo político norteamericano cubre un largo pe­ Hnpleto y precario, sigue siendo verdad el aforismo de B . S PINOZA: Qws-
ríodo de la historia de nuestra disciplina, pues su impronta se manifiesta, en 1¡uis tantum iuris habet, quantum poten tia valet» 1 1 4 • El poder, pues, es la cla-
mayor o menor medida, en una larga serie de universitarios norteamericanos
desde la década de los cuarenta hasta nuestros días . Los nombres, entre otros,
SKI Wladyslav w. Jnternational
u��
104 K Filaddfia, 1 964.
de SPYKMAN 99, STRAUSZ- H UPE 1 00 , ÜRGANSKI 1 0 1 , THOMPSON 1 02 , WOLFERS 10\
Politics in a Revo/utionary A ge,
10 0 Robert E. Jd�ols and Se/f-lnterest in America 's Foreign Relations, Ch1cago, 1 95 3 ,
V junto : R. T� CKER, Fo;ce, Order and Justice, Baltimore, 1 967 ·
106 S PANIER, J., Games Na/ion Play, Nueva York, 1 972.
101 RosECRANCE, Richard, Jnternational Relatwns: Peace or War. , Nueva York, 1 97 3 . ?

97 KtSSINGER . H enry A . , 1 08 C H ES N ,
A O Dean, Present al the Crea/ion. My Years the Sta/e Department, Nueva
7
Armas nucleares y politica internacional, op. cit. m
9 bisW ALTZ, Kennelh W., ork/Toronto, 1 969.
do, el realismo de este autor viene ya de los años cincuenta. Vid.Reading, Mass., 1 979. Con
Theory of International Po/itics,
lo­ 1 09 Rosrow. w . w . , The United Sta/es in the World Arena, Nueva York 1 960,. vers10n . cas- .

I •l ln na ·· Los Estados Unidos en · ta palestra mundial, trad. de J. Gerona Pena; Madnd, 1 962 :
and War. A Theoretical Analysis, Nueva York, 1 954; ed. castellana
de este autor: Man, the Statl' :
guerra, trad. de R . G . Lafuente, Buenos Aires, 1 970.
: El hombre, el Estado y la 1 1 0 Vid . : KAUFMANN, w . w . , The McNamara Strategy, Nueva York/Londres, 1 964; verswn
98 G I L P I N , Roben G., War and Change in World Nueva York, 1 98 1 ; y «The Rich­ ·ust' cllana· La estrategia de McNamara, trad. de E. Montes de Oca, Buenos Aires, 1 967 .
ness of the Tradition ofPolitical Realism», lnternationalPolitics, 1 1 1 Sc � LESINGER A . M . A Thousand Days: John F. Kennedy in the White House, Boston,
99 SPYKMAN, Nicholas J., A merica 's Strategy in World Politics, Nueva
Organiza/ion, vol. 38 ( 1 984), p. 287-304.
J I) 5 · The Bitter Heri�age: Vi�tnam and A merican Democracy, 1 966; versión castellana: Una amarga
El Vietnam y la democracia americana, trad. de M . Sola, Barcelona, 1 967 , Y The lmpe­
l OO STRAUSZ-HUPE, Roben,
York, 1 942 . ¡ e
/i� ;���fdency, Boston, 1 97 3 ; versión castellana: La presidencia imperial, trad. de J · M · Alvarez,
The Balance of Tomorrow, Nueva York, 1 945; fnternational Re­ ,> ' ·

lations, en colaboración con Stefan T. PossoNY. Nueva York, 1 950, y Power


and Community,
Nueva York, 1956. Jwrcelona, 1 974. ..
IOI 0 RGANSKI. A. F. K . , Wor/d Politics, 1 1 2 BRZEZINSKI. Zbigniew, Political Power USA -URSS. Nueva York, 1 964 ( en co ¡ ab oracwn
10\ a�u�¡ p0 HUNTINGTON) · Between Two Ages: A merica ,s Role the Technetromc Era,
1 02 THOMPSON, Kennet W ., Christian Ethics
Nueva York, 1 95 8 . Nue- m

�i.1 7 0��7 Í7 ,97y P· o«Uw�rs;ndForei


and the Dilemmas of Foreign Policy, Durham,
1 959, Understanding World Politics, Notre Dame, Ind./Londr es, 1 97 5 ; Political
R�alism and the gn Policy: The Search for Focus», Foreign Affairs, vol. 5 1 ( 1 973),
Principie. Memoirs of the National Security Adviser, 1 977- 1 98 1 , Lon-
l r ·� · 31 �;
Crisis of World Palitics. An American Approach to Foreign Princeton, 1 960, y por su
crítica de NIEBUHR, <<Beyond the National lnterest: A Critica! Policy,
Theory of International Politics», The Review of Politics, vol.Evaluation N. Raymond, Paix el Guerre entre tes nati? ns, París, 1962; versión castellana: Paz Y
of Reinhold Niebuhr' �
17 ( 1 955), p. 1 67- 1 88 .
1
1 03 WOLFERS, Arnold, Discord
and Collaboration. Essays o n lnternational Politics, Baltimo­ ; u erra entre las naciones, trad. de L . Cuervo, Madnd, . 1 963 . .
·
.
1 1 4 F RAGA I RIBARNE. Manuel, <<Poder político y relacwnes mternacwnales �>, Escuela de Fun
re, 1 962. :
r'!Onarios Internacionales. Cursos y Conferencias, 3 ( 1 956-57-1 ) , p. 296. Postenormente publicara
'
'1 1
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1
l o l l l \ 1 1 ' , 1 1 1 1\ 1 ! > 1 1 < 1 1< 1 \ 1 >1 " 1 -1'1
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V ' pa r a Ja ' 0 1 1 1 p f ' l l $ i 11 d ' ) ; ¡ v i d n i u f (' I I I I IC i O I I ! I J , pur:; ¡·� (' ) d C I I I C I I I O t'N<'Ih' I , . J 1 1 1 1 1 1 1 (1 1 ( 1 ( 1 1 1 '!I I IÍCi i' 1 < ) ( J 1 1 d f i '( ) ( 1 1 1 ' p; l l f (; <J ' 1 1 1 1 (/ priori ( j l l ' 1 1 0 'S OUj • f Q d e
d e l a m i s m a . En este s n t i d a fi n n a : « Es · v i d ' I I I C q u e �,: 1 p 1 · r d o 1 1 1 i 1 1 i l ) ; 1 � , , l• 1 1 1 •,l 1 !1 l J 1 1 : d ·st ;Jd i sr a a t ú a y p i n a c u t ér m i no de poder d e fi n i d o e n ba­
ciedad internacional, en su aspecto e t á t ico, o m o e n u devenir d i n :i n 1 i ·u . t\\ 1 , d 1 1 d ·r ·s na i n a l , Joqu e no pe r m ite t razar y anticipar la actuación que
ha sido siempre . P ro?ablemente así seguirá siendo, en una u ot ra fo r m a , P' 11 o realizará en la escena política 2 • Ello trae como
1 1
1 1 1 1 J lsl n h a r e a l izad o
.
que el poder esta. mtlmamente • ¡ , 1 1 i a u n a falta d e flexibilid ad y adaptab ilidad manifie
sta d e l a teoría
vinculado a la naturaleza humana, que ya 1 1 1 1 1 111
es muy probable que cambie antes del fin del mundo» 1 1 5 . En consecucn<.: i a . 1 , 1 1 1 ·1 r t n á l i i de la realidad internac ional. Su énfasis en el papel del Estado,
«cada unidad política s e considera como u n fin e n s í mismo, y mide a l a s de 1 11• 1 d de las grandes potencia s, provoca la afirmación del carácter irreal
más por su eventual poder, a favor o en contra, en caso de conflicto. Predomi , ¡, 1 ¡ 1 m unidad excepto la estatal . Como señala MODEL SKI, «en sentido
na el punto de vista de Tomas Hobbes: « Donde no hay poder común no h a y " d pl , proporc iona una ideolog ía para una era que finalme
nte ha consolid a­
ley; donde no hay ley, no hay injusticia». «En estas condiciones no h ay llliÍ·� . 1 1 1 ( 1! , tado-nación como la instituci ón política domina nte del
sistema mun­
política posible que la política de poder, es decir, aquella política que m i ra a , ¡ d ; n es t e sentido , introdu ce el etnocen trismo en el corazón de las relaciones
au�entar, como sea, el poder propio, y a disminuir el poder ajeno por cual 1 1 1 ¡ l l l l i o na l es » Así, VASQUEZ ha podido afirma r, despué s de un completo
.
1 22 •

qUier mediO. Entre tanto, cada pueblo hará bien en buscar el modo de asegu 1 1 1 d si crít ico del modelo realista que el predom inio de un paradi gma inade­
interna cionale s, como es el realista , ex-
rar su propio poder y su adecuada defensa» 1 1 6 • ' 11 1 1 para el estudio de las relacio nes
Desde esta perspectiva, enmarcada en un claro pesimismo antropológico 1 ¡ • 1 la a u sen c ia de progres o en
este campo de investig ación 1 23
bis.
.
lugar, su concepcwn
, •

en línea con la posición de NIEBUHR, es lógico que FRAGA considere la guerra 1 ) de esta perspec tiva genera l, se critica, en primer
como algo consustancial a la naturaleza humana: «El hombre posterior al pe d i l t nat uraleza human a y en concre to su tenden cia a conside
rar ai hombr e
cado original, es decir, el hombre histórico, lleva la guerra dentro de sí» y , c11 1 1 1 1 0 un ser pecado r y malo. Bosc, en su condic ión
de hombr e de religió n,
la realidad histórica, «el conflicto y la guerra, de un modo u otro, dura rá1 1 ¡ l l , 1ya este hecho, y las consecuencias que del mismo
se derivan , cuando afir­
hasta la consumación de los siglos, tanto como l a vida y el pecado» 1 1 7 . i l l l , r firiéndo se a MORGE NTHAU , que éste «tiende a identif
icar el instinto de
�ESTRE, por su parte, sigue igualmente con fidelidad los postulados del i ' 1 • r en el hombr e con el pecado . Ello
da a su análisis del des �ncaden�mi�nto
realismo político. Su profesión de fe no deja lugar a dudas : «El autor, incré­ , ¡ 1 p der y de la violencia en la historia un gran aliento agustm o
que mdrscu -
dulo de la sabiduría de la nación humana, es en cambio creyente del poder. 1 1 1 1 mente aumen ta la fascina ción de su tesis, pero que
la perjud ica desde el
Creyente, no adorador. El poder está a\1Í, en todas partes» 1 1 8 . Por política de j !IIll de vista de la objetivid ad» 1 23 •
.

poder entiende «lo que se deriva de que los Estados tiendan a comportarse -y 1 ualmen te, se han critica do sus esfuerz os por deduci
r del pasado toda una
s � comportan, en última instancia- como sus propios jueces en la interpreta­ 1 1 • de conceptos políticos para el análisi s de la actual sociedad internacional.
_ Y defensa de lo que consideran sus intereses, procediendo
cr on a cálculos y me­ apuntan DOUGH ERTY y PFALTZGRAFF, la persecución de objetivos na-
_ r,
11r l es limitad os, la separación de la política exterior de la política enterio
' Hll

diOs para sustentarlos ( . . . ). Todo Estado dirá que su objetivo básico es la paz, 1
cuando la verdad es que es su supervivencia; a ella se supedita a todo, inclu­ ) ¡ 1 v ue l t a a la diplom acia secreta , el uso del equilib rio de poder como una téc-
yendo la paz en caso necesario» 1 1 9 • Así, parece lógica y natural la conclusión 1 1 • para el contro l del poder y las llamad as a que
los Estados reduzcan su
de este autor al hacer suyas las reglas fundamentales de la diplomacia formu­ 1 1 1' is en la ideolog ía, tienen escasa relevan cia en el sistema internacional de
«el modelo de los rea-
1

ladas por MORGENTHAU 1 20 • t l l l . L ros días


1 24 •
En esta línea, H OFFMA NN señala que
Las críticas que ha merecido el realismo político han sido numerosas y muy l ( l es un tipo ideal muy embell ecido de las relacio
nes internacionales de los
pa-
vanad_ �s, dado el c�rácter de teoría general a que aspira y las implicacio­ ¡ 1 s xvm y XIX. Esta visión de la edad de oro es tomad a como norma
. sociedad interna cional muy
nes practrcas del mtsmo. Las principales críticas pueden sintetizarse en las 1 1 •1 análisis empírico y para la evaluación «de una
siguientes. 1 1 rente» 1 25 •
que
La crítica general que se le ha hecho es que el realismo político presenta in embar go, han sido las nociones de poder y de interés nacional las
or atenció n han recibid o por parte de los críticos
.
de nuevo este artículo con el mismo título en el Homenaje a D. Nicolás Pérez Serrano tomo 1
· ' '
Nueva York/Londres, p. 3
1976, 1 y 14.
Madrid, 1 959. 121 LUARD, Evan, Types of International Society,
1 15
FRAGA, Manuel, ibidem, p. 305. 1 22 MoDELSKI, George, i
Princpies Nueva York,
of World Politics, p.
1972, 4.
FRAGA, Manuel, ibidem, p. 307 y 308. En igual sentido, vid. del mismo autor: «Guerra
1 1� 1 2 3 Bosc. Robert, París,
Sociologie de la paix, p. 23, nota 7.
1 965,
Y poht1ca en el s1glo XX>>, en AA. VV. , Las relaciones internacionales en la era de la Guerra Frfa 1 2 3 b i s VASQUEZ,
John A . , The Power of Po wer Politics, A Critique,
Londres, 1983, p. 226.
Madnd, 1 962, p. 41 . ' 1 24 DouGHERTY, James E. PFALTZGRAFF,
y Robert L., Contending Theories of Internatwnal
::; FRAGA, Manuel, Gu;rra y conflicto social,_ Madrid, 1 962, p. 1 1 1 y 1 1 4. /' /rlfions. A Comprehensive Survey, 2 . • ed., Nueva York, 198 1 , p. 1 25 .
MESTRE VIVES, Tomas, La poli/tea tnlemacwnal como politica de poder' Barcelona ' 1 979' 1 25 HoFFMAN N. Stan1ey H . , Contemporary Theory in International Relations,
Englewood
p. 20. 1 ff N. J. 1 %0 · versión castellana : Teorias contemporáneas sobre las relaciones internaciona­
l l 9 MESTRE, Tomás, ibidem, p. 1 3 y 14. !1•1 , M adrid,' ,'
1963 p. 58.
En el mismo sentido: Philippe,
BRAILLAR D. Théories des Relations ln­
1 20
MESTRE, Tomás, ibidem, p. 415 y 4 1 6 . r r nálionales, París, 1977, p. 7 1 .
1 '1 1 1 I I I I Ji i i i i J I I ' 1 1 ' 1 1 \ 1 \', 1'1 1 \ o H > JI I • , 1 1 / l j l.' l / \ o 1 1 1 �1 \ 1 1 •,

COII ' ·pf O t i ' I)OU '1 t::> l 1'1 1 1 1 1 ! 1 < k i 1 1 1 1 d o l- 1 1 l'l l l f l k " ( ,'. dl' l l l l ,� i : l ( l u V I J ' t l ,
! JI .¡,, , l l " :1 s i 1 1 c 1 1 l r o r • u.;l i d o · 1 n i r o u ·s Q l l · a l t ·r ' 1 1 I ; • S j u • a t l a s
1 i 1 1l'� l i i i i Í [ i H l o;
·s . J2 n i ;.¡ J perlad n e t á en j uego l a s u perv i vencia de las princi-
'

. 1 1 lt 1 j ¡ 1 1 1 r Jor
porque el poder puede ser a l ; 1 v ·z. 1 1 1 1 f i n 1 1 1 1 1 1 1 ·d i ¡ , , 1 1 1 1 1 1 101 i v o 1 1 1 111
relación 126 . La consecuencia es u n a noción s i m pl ista del p d ·r, q u · r ·d u('r l 1 ·· 1 ' d N t r 1 1 i l a d " , y e fác i l est a blecer u n a jerarquía ent
re los demás intereses más
relaciones internacionales a una pura l ucha por su acrecen t arn i en l o . ( ( ) 1 v 1 b l 'S rnu h menos vit ales que entran en juego ( . . . ). Pero, actualme nte,
tecnológicos han tras-
'

M OUNIER apuntan acertadamente que «la lucha por el poder no es n 1 ;í s q u • · , i •m ¡ re s t á en juego la supervive ncia y los saltos
1 3 1 . Además, es casi imposible de­
uno de los aspectos de la vida política. El poder es antes un inst r u m e n t o q u • · 1 1 ,, u 1 1 l a jerarquía de factores estables»
(
l 1 ¡ , J i n n r q u e s i g ni fi ca el < interés nacional» en un momento
histórico concreto.
un fundamento político» 127• En definitiva, siguiendo a BRUCA N , podemos de
cir que la lucha por el poder, lejos de ser la causa primera y determinan l l: de N e ñ a l a igualmen te que no existe un interés nacional en abstracto , si-
la política internacional,. fue y es, a su vez, el efecto de fenómenos más p1 u 1 11 ( L I ie mpre h a d e ser dotado d e u n contenido ideológic o, para concluir
fundos, que pertenecen a las condiciones de la existencia misma de lu D i ngún país se solidariza rá con el interés nacional de los Estados Unidos
sociedad 128 • 1 l ', a s u vez, no se muestra solidario de un orden inteqiaci onal 13 • En
2 tér-
Además, no se puede identificar poder con violencia o coerción, pues h a v "' 1 s parecidos se pronunci a LEU, cuando dice que, «si bien es sencillo ad-
muchas formas d e ejercer el poder. Las relaciones d e poder, en palabra d1• "' ( r que hay un interés nacional, es prácticam ente imposible definirlo en for­
STERLING, pueden encontrarse a lo largo de un espectro que oscila entre lm t l l l tná o menos exacta. M ORGENTH AU creía haber resuelto el problema al
extremos de la coerción y el consentimiento . Es probablemente imposible a i � t i 1 n i r e l interés nacional en términos de poder, pero tal solución es aparente
,
lar instancias de puro consentimiento o pura coerción . Las relaciones de J H I ) 1! r u a nto el poder se define con igual dificultad , suponien do que siquiera pue­
der sólo pueden analizarse en términos de mayor o menor grado de conse r l l ¡ d , , r definido . Además, el concepto de interés nacional se complica por
el
miento o coerción 1 29 . l i ·l t de que en él converge n, con frecuenci a, considera ciones de orden ético
Por orro lado, los realistas, al enfatizar el papel del poder, excluyen ol ra� •n todo caso metamat erial» 1 33•
importantes variables, otros significativos aspectos de la conducta de los acto • n resumen , y como colofón a las críticas anterior es, quizá
lo más notorio
res de las relaciones internacionales que _ no se explican en base al poder ent e11 1 marcado conserv adurism o que caracter iza al realismo político , que edi­
dido en el sentido que lo hace el realismo. Desde el punto de vista de B R A I ' 1 una teoría general de las relacione s internaci onales que ignora la noción
LLARD, no es privilegiando una variable específica, por importante que plll' ¡ j ·nmbio, por cuanto parte de la inmutabi lidad de la naturalez a humana y,
da ser, como se puede llegar a esclarecer en términos generales un tipo de re la I r • nsecuenc ia, de las relacione s políticas . Tal postulad o esconde un deseo
ción social muy compleja en la que intervienen un gran número de varia 1 l ¡ rpetuar un modelo de sistema internaci onal, en el que, en función
del pro-
bies 1 3 0 . 11 ri terio de la distribuc ión del poder, los papeles ya están repartido s entre
Finalmente, no hay que olvidar que el poder es un fenómeno esencialmcn 1 •l rminado s Estados. Si mira a la historia para deducir esta concepci ón, lo
te incuantificable, lo que plantea formidables problemas en orden a su mecli j¡ · , in embargo , con la mirada puesta en el presente , en la sociedad interna-
ual de su época y en el reparto del protagon ismo entre determinadas gran-
1

da. Hecho éste que ignora el realismo político y que, en todo caso, pone c 1 1
entredicho toda su teoría. 1 1 ·s potencia s y la atribució n del hegemon ismo a los Estados Unidos.
HOFF-

Junto al concepto de poder, el otro concepto clave, el de interés nacional, i NN ha acertado al afirmar que, «como teoría general, el
análisis " realista"
ha sido también sometido a una dura crítica. De acuerdo con H OFFMA N N , « la 1 r l l porque v e el mundo como un campo estático e n e l que las relacione s de
co nc�pción de un interés nacional objetivo y fácilmente identificable, guía y p d r se reproduc en con una monoton ía constante », pues acentúa
«la autono­
_ de dejar fuera de su ámbi-
entena seguro de una política racional, es una concepción que sólo tiene senli ltl ele las relaciones internacionales hasta el punto
do en un período estable en el que los participantes actúen co n medios limita- 1 ¡ las fuerzas que operan en favor del cambio y que, atravesa ndo los Estados,
1 1' • t an a su comport amiento » 34. En
1 tal sentido, el realismo político, y so-

1 26 Para una amplia consideración del fenómeno del poder, vid.: ARENAL Celestino del «Poder
Y relaciones internacionales: un análisis conceptual», Revista de Estudios Ínternacional�s. vol. 4 1 3 > HOFFMANN,
1 32
Stanley H., op. cit., p. 59.
(1983), p. 501-524. Raymond, «En quete d ' une philosophie de la politique étrangere», Revue Franrai-
ARO N,
1 27 CoT, Jean Pierre Y MouNIER, Jean-Pierre, Pour une sociologie politique, París, 1974; ver tle Science Politíque, vol. 3 (1953), p. 69-91 . También publicado en: HüfFMANN , Stanley H .
. . castellana: . llfl. cit., p. 1 15-126.
11'

swn Soc10logta polftica, trad. de J. Vinyoli, Barcelona, 1978, p. 20. .

1 28 BRUCAN, Sil vi u, The Dissolulion oj Power, Nueva York, 1971; versión castellana: La di llL Eu, Hans-Joa chim, <<Introducción al estudio de las relaciones internacionales»,
Politeia,

solución del poder. Sociologfa de las relaciones internacionales y politicas, trad. de F. Gonzálc1 ' l ocas, 1 ( 1972), p. 100. Vid. también del mismo
autor: Teorfas de las relaciones internacionales
(/In tudio-gufa), Caracas, 1978, p. 40.
1 34 HOFFMANN. Stanley H., op. cit . , p. 56 y 62. Vid. también, desde otra óptica, pero con la
Aramburu, México, 1974, p. 142. En idéntico sentido: GONIDEC, P. F . , Relations Internationa e
les, 2.• ed., París, 1977, p. 49.
1 29 STERLING, Richard W., Macropolitics. International Relations in a Global Society, Nueva 111 Nma conclusió n: KEOHANE Robert O. y N vE. Joseph
S., Power and lnterdependence. World
York, 1 974, p. 35. / 'o/itics in Transition, Boston/T oronto, 1977, p. 43. El papel hegemónico que se atribuye a los
1 3 0 B RAILLARD, Philippe, Philosophie el relations internationales, Ginebra, 1974, p. 48. ) tndos Unidos por el realismo político ha sido también clarament e expresado por G. CHALIAND .
\'. H l l '' H 1 1-J r ', r i J 1 l ll l 1 \t 1 < 1 / l \ / 1 ', 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1 1 /\ 1 \ \ 1 1 1 ' ·' 1 1 ' 1 1 1 1\ 1 � \

' " · l od o ·l n q l k a l l l l'li ·a n o , Nl' ¡ > l l'SI' I I I ! I l o l l l i • I I I I B u koh l¡•, 1 <'O i l �l· l :1d " 1. i ( lll' ;1 s
1 1 n o s :1 or l l p: t l l l US a l 1 ( ) 1 ; 1 , p 1 1 ·s l 1 i %o a l 1 r : 1 1 � r r ' l t · n w d ' las rc b -
aspira s i m ¡ lc1n e n t e a m a n t ··n ·r u n stalll l/110 q u e 1 · e� l u v o 1 u b l c . S u n pl'I I I I I V I ' 11111 • . ! 1 1¡ ·r 1111 ·io1 1 a l s mo l i s · i p l i n a c i e n l f fi c a , de la polémica o b re i l a
dad y validez como teoría general d e l a s relaciones i n l crnaciona lcs q u ·da . w. l , 11 � 1 1 1 1 · s i 1 1 1 · r 1 1 <1 ionale deben con iderarse desde la perspectiva de la cien-
desvirtuada, sin que sea capáz de proporcionarnos las claves para l a CO I I I J l ' ' ' " ' 1 poi o el · l a sociología, ni de la problemática conceptual y epistemológi-
1i u.

sión de un mundo en constante cambio y sometido a tens i on es crccicn l l'� . , 1 pi·ni en el carácter de ambas. Nuestra posición en este punto ha que­
.
Como vemos, las críticas que ha merecido el realismo político se refie l t' l l , 1 1 1 1 1 !ara, dado que concebimos las relaciones internacionales como una di s­
tanto a sus aspectos más concretos como a los más generales. De ell as se d c r 1 I 1 1 j) 1 e U t ónoma en la que la perspectiVa SOCiOlógica juega un papel funda-
va la evidente debilidad del análisis que postula, así como lo inad ec uado dd 1 1 1 ni t l . A u n que entendiendo ésta, no como un trasplante mimético de los con-
mismo para dar cumplida cuenta de la actual sociedad internacional . Sin c n 1 1 pl l ategorías característicos de la sociología, sino, en cierta medida, con
·
.

bargo, e l realismo político sigue presente e n e l estudio d e las relaciones inl er r categorías y conceptos, derivados de la realidad que constituye la
pías
nacionales, como se ha puesto de manifiesto. ¿Cuáles son las razones de t:s l u l a cl internacional, lo que no implica que concibamos el medio internacio-
·

pervivencia? TAYLOR apunta tres. En primer lugar, el hecho de que, aunq n" 11 d 1 n o algo de naturaleza esencialmente diferente al medio interno.
el concepto de poder es un concepto pobre para el análisis científico, para r r 1 1 r U bjeto del presente apartado es exponer y analizar aquellas concepcio-
chos estudiosos e s imposible concebir e l estudio d e l a política sin él . S i e l püdl·r 1 las relaciones internacionales que se inscriben dentro de una línea de
es aceptado como una parte integral de la política es extremadamente difici l i mación sociológica, alej ada, por tanto, aunque sólo en cierta medida
eliminarlo de las relaciones internacionales como disciplina científica, a pesar 11 1 unos casos, de las que las circunscriben dentro de una perspectiva exclu­
de sus defectos como concepto. Segundo, el que el usar el poder como conccp amente política.
to central trae como consecuencia la imposibilidad de probar si la teoría dd ' 1 1 este sentido, hay que señalar que el enfoque sociológico e n el estudio
poder político es correcta o equivocada. Su validez y utilid&d es una cuesl i ó n 1 relaciones internacionales ha sido mucho menos frecuente que el políti­
de j uicio subjetivo. Tercero, el realismo político, como esfuerzo para explicar ) que sólo en los últimos tiempos ha cobrado una especial fuerza. En ello
la conducta del Estado en relación a su contorno externo, tiene muy pocos r i li 1 n t enido un papel especial no sólo el propio desarrollo de la sociología, una
vales. Su supervivencia en el estudio de las relaciones internacionales se debe 1 ·n i a joven en relación a la ciencia política, sino igualmente los profundos
a que no ha aparecido ninguna teoría general lo suficientemente atractiva co 1 11 1 bios experimentados por la sociedad internacional y la toma de conciencia
mo para desplazarle 1 35 . En nuestra opinión, cabe añadir una cuarta, el hecho, 1l ue es necesario romper con el planteamiento exclusivo de la ciencia políti­
que ya hemos señalado, de que el realismo político constituye en última ins , , ·i se quiere interpretar adecuadamente la realidad y buscar soluciones a los
tancia, en los Estados Unidos, una ideología que mira al mantenimiento de la p r b lemas. Se ha producido, así, en el campo de las relaciones internacionales
posición preponderante de ese país en los asuntos internacionales, por lo que 1 1 1 1 reacción semejante a la que tuvo lugar en el campo del derecho internacio-
es un instrumento utilizado tanto en los medios universitarios, consciente { 1 11 \ 1 en la primera mitad del siglo x x con el desarrollo de una concepción so-
inconscientemente, como en los gubernamentales, para afirmar y justificar una lógica que trataba de superar las insuficiencias de los planteamientos for­
determinada política exterior. l l lflles anteriores.
Lo anterior no significa que la sociología, o si se prefiere, que los fundado­
' s de la sociología, hayan permanecido en sus análisis ajenos al hecho interna­
• n a ! . M ESA ha puesto de manifiesto cómo una larga serie de sociólogos se
B) LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO SOCIOLOGIA INTERNACIONAL
1 ·uparon ya de los problemas internacionales 1 , lo que invalida cualquier afir­
Si el realismo político, en términos generales, concibe las relaciones inter­ lllación que trat� de poner en entredicho la ya antigua preocupación de la so-
nacionales como una parte más o menos autónoma de la ciencia política, otra • logía por los hechos internacionales.
de las concepciones «clásicas» que con mayor fuerza se ha desarrollado en el Sin embargo,. desde una perspectiva estrictamente internacionalista sí pue­
estudio de las relaciones internacionales ha sido la que ha considerado a éstas afirmarse el carácter relativamente reciente del mencionado enfoque, como
como una sociología internacional. v ·remos en breve, si exceptuamos aportaciones aisladas. Sólo en la década de
1 treinta, y paralelamente al auge de la concepción sociológica del derecho
c.uando refiriéndose a los últimos epígonos del realismo político norteamericano, señala: «Aun­ nternacional, puede empezarse a trazar el inicio del enfoque sociológico en
·1 estudio de las relaciones internacionales. Sin embargo, el realismo que im­
que conducida por un estilo muy diferente y con mucha más concertación retórica moral, la diplo­
macia concebida por BRZEZINSKI se inspira en la misma tradición clásica que la de KrssrNGER. El
objeto último de la diplomacia americana es un mundo relativamente estabilizado en el que la p ·ra hasta finales de los años cincuenta, al hacer del Estado y del poder políti-
influencia de los Estados Unidos continúe siendo hegemónica. Lo cual implica, por demás, que
los cambios en la relación de fuerzas mundiales sean los más limitados posibles» (Mythes révolu­
tionnaires du Tiers Monde, París, 1 979, p. 261). 1 MESA. Roberto, Teoría y práctica de las relaciones internacionales, 2.• ed., Madrid, 1 980,
1 35 TAYLOR, Trevor, Po er Politics», op. cit. , p . 1 24.
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1 • · 52 -5 7 .
1 \', 1( 1 1 , , 1 ' 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1( 1 1 \1 ll lf l \ 1 1 '· 1 1 ·�11 1 1 1 1 > 1' 1

n n a l f l i ·o,� l w 1 1 ¡ ¡ \N a • r u pndo l a s a p r l : 1 · i o u �.:s q u · se


co el ej · de sus a n ( tl isis d · l : 1 s 1 ·ltr ' I I H I ·� i n l n 1111('1 ( ) 1 1 d q, , r ·1 1 1 í 1 1 1 r : \ u d d r i l r l . 1 1 1 ¡ • I (T I ( )� n: p( Js i l i v os

ese proceso. Em pero, desde n 1 ed i ados de lo d · •:r t l n (k J os · i r r · r 1 C n l n , He ' ' " ' J I "' ·n · •1 :1 e n · p ·ión en dos • ra n les grupos, en función del mayor o
, , h .,,

za de nuevo a dibujar u n e n foque socio lógic en ·1 a n;Hisi. 1 · las f' (· l a d � > n r · •, • 1 1 1 1 '' ¡ s q u e en la misma t iene la perspectiva histórica. Así, nos referire­

internacionales. Enfoque que ha cobrado nueva fuerza en n u cst r s c l i a � . 1 '1 1 1 1 • • 1 1 ' , • r r prin1cr l uga r , a la ociología internacional , para posteriormen te ha­

todo, conviene notar que s u desarrollo h a sido más europeo q u e n or1 c a n 1 1• 1 ¡ , 1 1 ' , 1 l n r In s iología histórica. Pero bien entendido que tal división no supone
no, cosa lógica si tenemos en cuenta el papel jugado por la ciencia po l f l ic11 1 • 1 1 • 1 r 1 ), 1 r i m e ro desconozcan la necesidad de la perspectiva histórica. Final­
este país en el estudio de las relaciones internacionales. Como se ñ al a T R t J Y I 1 1 ,¡ 1 1 1 n c l u i r e m os este apartado con una referencia a las aportaciones espa­

«la concepción de la teoría de las relaciones internacionales como soc io lo fl, l r ; r t , ! l ' d n t r o de este enfoque.

es más extendida de lo que explícitamente se reconoce» y si «la encont . ra 111m


en autores norteam�ricanos significativos, aparece, sin embargo, más arra ip,u
da en sus cultivadores europeos, tal vez porque la propia sociología gen�.:1 1 1 1 , Lo sociologfa internacional
e n Europa, dio más ampliamente cabida desde u n principio, e n s u temál icu ,
a los fenómenos y procesos sociales internacionales» 2 • bien es SCHWARZENBERGÉR el principal y más influyente autor en el de-
'i
· 1 1 de uná sociología internaciona l, el punto de partida de esta corriente,
Hablar sin más de concepción ociológica de las relaciones internaci01111
les, no supone, en cualquier caso, que estemos ante una misma e idéntica w 1 1 ya hemos apuntado, hay que situarlo en aquellos autores que, en el pe­
cepción seguida por numerosos autores. Existen en el seno de esta concepcit'r 11 anterior a la Segunda Guerra Mundial, consagraron lo que se denominó
profundas diferencias de unos autores a otros, según insistan más o men o s , . 1 1 logía del derecho internaciona l. Primero, Max HUBER 4, que al introdu-
los planteamientos político-internacionales o en los estrictamente sociológico� . 1 •1 oncepto de internacionalidad, y a pesar del peso que atribuye en el mis-
según primen una perspectiva filosófica-sociológica o una perspectiva de a r "' 1 factor estatal, proporciona ya un planteamient o sociológico de las rela-
tualidad, según concedan un mayor o menor papel a la historia. Diferencia·, n 1 · internaciona les. Para este autor, «el conjunto de los fenómenos socia­
en todo caso más profundas que las que vimos entre los autores del real is111n ¡ue expresan relaciones inmediatas de los Estados entre sí o influyen direc­
político. Ello hace que no siempre sea fácil insertar a un autor en esta concep ¡ ¡, indirectamente en estas relaciones o están por ellas influidos, constituye
. ción Y que, en el caso de aquellos que estimamos pertenecen a esta corrien1 1' , 1 problema de la internacionalidad. Es internaciona l una relación cuando se
las divergencias e n cuanto a sus planteamientos teóricos sean, en algunos ca 1t re a relaciones entre grupos sociales que están determinados por poderes
sos, de consideración. 1 ! L ates distintos, y son internaciona les en el sentido más estricto, jurídico,
En consecuencia, fijar unos elementos comunes a todos estos autores 1111 1 ' relaciones entre los Estados mismos» 5 • La línea sociológica en el estudio

es tarea fácil . Como tales pueden señalarse, en términos generales, los siguir.:u t i • la realidad internaciona l abierta por Max HUBER será seguida entre otros,
tes. En primer lugar, su afirmación, frente al enfoque cuantitativo-matemático , ¡ ¡,t nbién desde una perspectiva jurídico-inte rnacional, por SCHINDLER 6 y
de que el estudio de las relaciones internacionales es fundamentalmente un es 1' UYSSEN 7 •
tudio de ideas, conceptos y perspectivas , que debe enfrentarse a la realidad i 1 1 i n embargo, en e l campo específico de las relaciones internaciona les, la
ternacional consciente d e las limitaciones que e l medio social presenta en o 1 1 ¡rriente sociológica, si exceptuamo s atisbos aislados , tiene
8 su primer y ma­
den al establecimiento d e leyes y regularidades y a l a predicción del futuro . l)f impulsor en S CHWARZENB ERGER y su obra Power Politics. A Study of In­
Segundo, l a consideración d e que toda teoría d e las relaciones internacionab fn·national Society 9 •
tiene un componente valorativo y normativo que hace imposible todo intenl o
de edificar una ciencia neutral . Tercero , el estimar que el enfoque sociológico 4 HuBER, Max, «Beitrage zur kenntnis der Soziologischen Grundlagen des Volkerrechts und
·r taatengesellschaft», Jahrbuch des Offentlichen Rechts des Gegenwart, 4 ( 1 9 1 0) p. 56-134,
en el estudio de las relaciones internacionales, en cuanto permite aprehende1 1 ,

y {)ie Soziologischen. Grundlagen des Volkerrechts, Berlín/Grunewa ld, 1928.


una realidad internacional en las que las relaciones interestatales y política� S HuBER, Max, Die Soziologischen Grundlagen des Volkerrechts, op. cit., p. 3. Vid.: TRUYOL,
son sólo una parte de la misma, debe constituir el punto de partida de todo lllonio, op. cit., p. 62.
6 SCHINDLER, Dietrich, «Contribution a l'étude des facteurs sociologiques et psicologiques du
análisis, lo que no excluye otros enfoques. Cuarto, el tratar de considerar la ¡ 1 it international», Recueil des cours de I'Academie de Droit International de La Haya, 46
realidad internacional global y omnicomprensivamente, no sólo algunos de sus 1 33-IV), p. 233-325.
aspectos, aunque estos sean los más importantes . Finalmente, y en general, 7 RUYSSEN, Theodore, «Les caracteres sociologiques de la comunauté humaine>>, Recueil des
urs de I'Academie de Droit International de La Haya, 67 (1939-I), p. 125-231 .
la consideración de que las relaciones internacionales son una disciplina Vid.: BERNARD, L . L . y BERNARD, Jessie, Sociology and the Study of Jnternational Relations,
¡•
8
autónoma 3 • Louis, !934.
9 ScHWARZENBERGER, Georg, Power Politics. A Study of International Society, Londres, 1941;
,' L

2 TRUYOL. Antoni? , La teoria de las relaciones internacionales como sociologia, 2. ed. revi· ed. inglesa: L a politica
. ' ed., Londres, 195 1 ; 3. ed., Londres, 1964, versión castellana de laE.2.Gonzá1ez
a
a

de poder. Estudio de la sociedad internacional, trad. de J. Campos y


a

sad� Y _aumentada, rermpresión con una bibliografía adicional, Madrid, 1973, p. 59. Pedrero, Méxi­
VId.: MEDINA. Manuel, La teorfa de las relaciones internacionales, Madrid, 1973, p. 67. ·o, 1960 (cit. por la edición castellana).
1 \'' "r r
r ·, , , r r r l i( "
\1 re o

A l l c ki Í I I I I lS a l l ea l r N I I I P J >o l r H·o 1 1 11 1 1 1 1 1 1 1 1 1,� l' l l f r 1 · M I ,, N<T, I I Í d < � l l'� : r S< ' r r W i\ 1 4 11 rilll(l ( ( 1 1 \' ; r J 'l' l a l l t J · I I I I H I O l'Sl' I H ' I l r l a l ; 1 �U 'Íl:d:td i n l !; l l l ; t · i o 1 1 ; r J ' 1 1 C I I ; I I I I U
Z l l N I I I \ 1< ( ) 1 2 1< , p o r Cuan lO fur n n r l : d m l l l ) a f C� • I Í a
dl' l u � 1 d a c i o n �;¡; Í l l f l' l l l ; l \ · 1 < 1 1 1 1 1 r d , r r,
ÁRI ·o 1 1 · · b i c l n , la 1 eo r Lr d · la� reta ion '8 i n t e rn a i n a l e · e s , p u c · , u n a
les en l a que l a polít ica de poder era .la clave y s u s onsid ·ra
· i o n ·s s < • h 1 e · l r r ,, 11 1 1 · la s · i e dad i n t e r naci n a l y l a rel aci ones
in te rnaci on a les es l ógico q u e
realidad internacional descansaban en el análisis de l o s fact ores de pOdl' l . 1 · J i u , H d 'i • u r n e m o u n a sociología internacional .
con todo, no impide que este autor deba incluirse igualmen te dent ro de l a \' 1 1 1 1 1 .. 1 ns i clc r ac i ó n de las relaciones internacionales como sociología hace
cepción sociológica d e las relaciones internacionales, ya que las premisa � i t•c'l · p l a n t ee el problema de la variedad de métodos, de la búsqueda de los
.
ricas y metodológicas de las que parte en su análisis son sociológicas . 1 t u a d os para el cumplimiento de su función . Si para este autor es claro
Para SCHWARZENBERGER, «el estudio de las relaciones internacionales 1·.\ l 11 · 1 1 esi t a en términos generales un enfoque primariamente empírico de

rama de la sociología que se ocupa de la sociedad internacional» r o . 1 •unto internacionales 1 5 , l a solución del problema n o pasa por e l uso de
Desde este punto de partida concibe , como es lógico, el objeto de csl u d l u
1 1 1 ·1 do cualquiera, sino que variará con el material y el propósito de la
de las relaciones internacionales desde una perspectiva eminentemente sorlo a c i ó n propuesta. Dado el carácter complejo de las relaciones interna­
lógica, por cuanto consider a que «el campo de la ciencia de las relaciones n r habrá que combinar métodos diversos . Este es, según el autor, el mo-
ternacionales es la sociedad internac ional. Sus objetos son la evolución y , . � o como se ha realizado la investigación en otros campos. En definitiva,
tru�tura de l a sociedad internacional; los individuos y grupo
_ mente en este s que se oc u p u u pósito de la sociología es proporcionar una síntesis que no podría lo­
activa o pasiva nexo social ; los tipos de conducta en el medio de otra manera, dadas las complejas condiciones de la vida moderna.
internacional; las fuerzas que operan tras la acción en la esfera
internaciona l iología alcanzó este fin mediante la clasificación de tipos y formas de
Y los mode los de las cosas futura s en
el plano internacional» 1 1 . 1 ¡ , ·i nes sociales, mediante el análisis de los factores estáticos y dinámicos
E n idéntica línea sociológica se inscrib e s u afirmación de la
impos ibilida d bran dentro de cualquier medio social y la determinación de su impor-
de separa r los asunto s nacionales y los internacionales, íntima
lrl
mente entrel a�a 1 11 la relativa dentro del grupo que es objeto de la investigación» 1 6

dos. En este punto , el autor consid era que son los problemas
internaciona ln explica, por tanto, que las relaciones internacionales no puedan tener
los que tienen primacía, por su impacto en la realidad intern
a de los Estad o.\ xclusiva asociación con cualquier rama de la ciencia que no sea la socio­
«Actualmente, la opinión de que los asunto s extranjeros deben
relegarse a u r u r lí l misma: «La historia, el derecho, la economía, la geografía, la psicolo-
posición subordinada en comparación con los nacionales, sólo
puede sostener M' 1 1 , la antropología, e inclusive las ciencias naturales, pueden contribuir con
a riesgo de experimentar sorpresas desagradables ( . . . ). La situac
ión es más bil' l l 1 1 1 l dos que son potencialmente útiles al estudioso de las relaciones interna­
la contra ria . Los asunt os intern acion ales condi ciona
n los asunl o� ! t nales ( . . . ). Todas estas investigaciones tienen, no obstante, un común de-
nacionales» 12 • Posici ón ésta que otorga a las relaciones intern
acionales co11 1o 11 m i n ador si son pertinentes a los propósitos de los estudios internacionales:
disciplina científica un papel clave y matriz en cualquier anális
is de la realidad 1 1 ngulo específico desde el cual se examinan estas cuestiones. » Tales ciencías
social .
pueden constituir, por tanto, las relaciones internacionales, pues lo que ca­
Con este plante amien to, S CHWA RZENB ERGER es consciente
. de que el oh l 1 t riza a éstas es un punto de vista general, no específico, el de la propia
Jeto de estudi o de las relaciones internacionales abarc a un
campo demasiado J ·i ed ad internacional en cuanto tal. Los resultados obtenidos con esas otras
amplio. Para precisar cuáles son los temas en los que debe
centrarse primor d. i plinas son sólo pertinentes en tanto que contribuyen a la mejor.compren­
dialmente ese estudi o acude a señalar cuál debe ser el criteri
o de lo internado n de la sociedad internacional. Es precisamente este rasgo especial el que
na/, pues existen entre las naciones relaciones que
son internacionales en el sen i 1 a «la ciencia de las relaciones internacionales la unidad y coherencia sin la
tido estricto de la palab ra, pero que son periféricas desde
el punto de vista tilo nal no sería nada más que un conglomerado mal distribuido de piezas sueltas
la sociedad internacional. En su opinió n, es la referencia a
la sociedad interna 1 · onocimiento» 1 7 • Las relaciones internacionales se presentan, así, como
cional en cuanto tal, a la sociedad internacional en su conju
nto, la que permi ll' t r u a disciplina autónoma. Como la ciencia internacional por antonomasia a
señalar las cuestiones que deben principalmente ser objeto
de estudio: «Tenc l l que corresponde un esfuerzo de síntesis e integración.
mos que preguntarnos a nosot ros mismo s si estas cuestiones,
y en qué grado, CHWARZENBERGER atribuye un papel relevante a la historia en orden a
son pertinentes desde el punto de vista de la sociedad intern
acional considera­ mprender los asuntos internacionales, pues «el análisis del desarrollo de la
da en su totalidad» I J . En base a este criterio define las relacio
nes internacio­ iedad internacional es uno de los objetos de los estudios internacionales»,
nales como «las relaciones entre grupo s, entre grupo s e indivi
duos y entre in- u embargo, no acepta que la ciencia de las relaciones internacionales pueda

1 0 SCHWARZENBERGER, Georg, ibídem, p. 8. SCHWARZENBERGER, Georg, ibídem, p. 4.


Georg, ibídem, p. 3.
14

Georg, ibídem, p. 5.
1 SCHWARZ ENBERGER
1 , 1 5 SCHWARZENBERGER,
SCHWARZENBERGER, Georg, ibídem, p. 7.
1 2 SCHWARZ ENBERGER , Georg, ibídem, p. 3. 16
I J SCHWARZENBERGER, Georg, ibídem, p. 4. 17 SCHWARZENBERGER, Georg, ibídem, p. 8.
i 1 1 1 1 , , 1 1 1 1/ /1 11 1
. 111 1 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \ 1 1 •'
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a 1 1 · i o n a d a por l o H l r i s i t 1 1 i : r t l o r �·,\ , p r r t · · t · r r l o r r rt·h 1 1 1 1 Nt\ l q q r l l't l : r r f 1 1 1 1 N i r r


11 I r a l , p r J q u · ·1 ·st lr d i o etc l a s n.:lacio-
·1 r r H't � � · r r ·r
.� er n
d H r r t't, mj u r r l s ·1
po n e r . r ob l e m a s t a 1 1 i 1 1 1 po r t a n l "� o r 1 1 :í s , s i n t J q N t l t d v r u :\ N Hl· l r. r r o r : l l f i l l l
'"
t ros p
· r r n ·i oul s deb o c i o l ogí a i n t ern acional 23 .
ver e ·om una
el caracter y los métodos espec í fi cos ele las rc J nc i 1 1 s i n t , n u · í o n u l s 1 11 .
1!1
l ' t • pr s de a fianzamien t o del e n foque sociológico, desempeñará un
En cuanto al presente, objeto p r inci pal de las rc l ac i n es i n t crnaciona ln .
'"

¡ 1 1 ¡ • l i ut rt ante, sobre todo en el Reino Unido, MANNING. En 1 95 1 , este autor


estima que ante la dicotomía sociedad y comunidad , de acuerdo con 'l a a r : 1 1 l
ii 6 que el objetivo de las relaciones internacionales es satisfacer las nece­
d
terización realizada por Ferdinand TONNipS, hay que considerar el m ed i o s o
d 1d I 1 est u dioso que quiere lograr una visión cada vez más profunda de
cial internacional como una sociedad y no como una comunidad . Es p o r l' l l "
! 1 1 1 i l urale a de las relaciones internacionale s, es decir, de las relaciones entre
que «hasta que la sociedad internacional s e transforme e n comunidad i n t c r 1 1 a
1 •1 • b l stados, en una palabra, ayudar los esfuerzos del estudioso hacia
y
cional, los grupos dentro d e la sociedad internacional tienden a hacer lo q r u•
w

pueden, más que lo que deben. Esto es la esencia de la política del poder» 1 ''
1 1 • Jffiprensión de la vida tal como se desarrolla en la sociedad de Estados 24 •
! r i rmente, reforzará su concepción sociológica de las relaciones interna­
De ahí, el realismo político que como vimos caracteriza la concepción <;le! autor .
1 1 1 t 1 l , , afirmando que «la humanidad tomada como un todo es un cosmos,
¿Debe la ciencia de las relaciones internacionales ocuparse también del fu !

1 1 1 1 1 n i verso social en sí misma», y su estudio, en toda su dimensión, que co­


turo d� la s �ciedad internacional? En este punto, el autor considera q ue e l l o
es p�sible e � n�luso deseable, pero siempre y cuando se adopte un enfoque l t' l 1t nde a las relaciones internacionales, constituye <mna cosmología
lativista Y J. UICIOso de los modelos de desarrollo posibles y probables y se tcngu 1 )) 25 .
presente la línea de demarcación entre la ciencia y la política 20• El propio ' n Francia, Bosc se orienta igualmente hacia una teoría sociológica de las
i nes i nternacionales. En este caso, las influencias de ARON y HOFFMANN
SCHWAR�ENBERG�� sigue ese camino en la última parte de su obra. Aquí, frc11
11 r Jpables, si bien lo que sobresale es el marcado moralismo con que abor­
te al reahsmo pohtico que caracteriza su visión del presente de la sociedad i n
t��nacional, aparece una posición optimista, pues considera posible la supera ¡l r 1 problemas internacionales, consecuencia de su condición de religioso.
1 1 · n e s te autor, la expresión «sociología de la paz» indica «la voluntad de ha­
Cion del actual estado de las relaciones internacionales y estima que las relacitr
nes internacionales como ciencia tienen en este tema una cierta función q r u · ' que los conocimientos adquiridos en el análisis de los comportamientos de
cumplir, una función.de planificación internacional, creando «las condicione� " tactos (sociologfa) sirvan para la realización de un valor (la paz
l l ·rnacional)» 2 6 • El modelo de estudio que aplica a ese objetivo se desarro­
d� las que depende la transformación de nuestro sistema de política del poder
disfrazada en una verdadera comunidad internacional 2 1 • lla n tres fases . La primera «es un análisis de las estructuras de la sociedad
1 1 1 ·rnacional» dirigida a poner de manifiesto la aparición de la socialización.
El enfoque sociológico desarrollado por SCHWARZENBERGER tendrá un i n
dudable desarrollo en Europa.
J,1 gunda «examina los tipos de conflictos y los tipos de organizaciones en
1 H uales se manifiestan los dinamismos de la sociedad internacional contem­
·
Esa visión sintética e integradora preconizada por SCHWARZENBERGER apa
rece en Jean-Jacques C HEVALIER, que se refiere a la extrema diversidad de re ) ránea». La tercera constituye una praxeologfa de la paz. A partir del estu­
laci�nes má� o menos íntimamente entrelazadas, como un «complejo relacio dl ociológico desarrollado en las dos partes anteriores se plantea «cómo de-
1 1 tnos comportarnos en las condiciones concretas en las que vivimos para or-
nal mternacwnal» , que define en los siguientes términos: «Se trata de un en
1 nizar la comunidad mundial» 27 • En definitiva, concluye su obra establecien­
trelazamiento de relaciones de todo tipo entre los diversos Estados, anudadas
en el seno de ese medio relacional de naturaleza particular que se denomina ¡ 1 que «la sociología d e las realidades internacionales permite descubrir el vi­
l' r y la extensión del fenómeno comunitario hoy; facilita el conocimiento de
comúnmente «sociedad internacional» (y secundariamente también entre los
Estados � ciertos organismos denominados internacionales). Este complejo rc­
. . 23 LANDHEER, 1
la�wnal mternacwnal, del que constantemente están surgiendo los aconteci­ Bart, «Remarks on Structural Approach to lnternational Relations and its In­
mientos llamados actuales, debe ser descrito y analizado sistemáticamente a l lll nce on lnternational Law», Fes!. Spiropoulos, 1957, p. 307-320 (cit. por MEDINA, Manuel, 1 1
11[1. "il. , p. 65). Vid. también del mismo autor: <<Les theories de la sociologie contemporaine et
la luz de gran número de conocimientos previos, agrupados a tal efecto» 22 • lt clroit international», Recueil des cours de l'Academie de Droit International de La Haya, 92
También LANDHEER se inserta en la misma línea. Aunque este autor con­ 1 957- 11), p. 5 19-627;•«The Science of lnternational Relations>>, Jnternationalrechtliche und Staats­
lt"hliche A bhanlugen. Festsschrift für W. Schaetzel, Dusseldorf, Hamm, 1960, p. 265-275, On
sidera que son posibles diversos enfoques de la sociedad internacional estima /10 ocio/ogy ofInternational Law and Jnternational Society, La Haya, 1966; y The Role of Know-
que el enfoque sociológico ofrece la ventaj á de abarcar a la sociedad interna- 1 •dge in !he World System, Assen, 1975.
2•l MANNING, C. A. W., «lnternational Re1ations: An Academie Discipline>>, en G. L. Gooo.
IN (ed.), The University Teaching of International Relations, Oxford/París, 195 1 , p. 14. Posi-
IS SCHWARZENBERGER,
Georg, ib(dem, p. 6. 1'1 n parecida mantiene en la obra en la que actúa como director, Les sciences sacia/es dans l 'en­
1 9 SCHWARZENBERGER,
Georg, ib(dem, p. 12. lt'lgnement superieur. Relations Internationales, op. cit.
25 MANNING, C. A. W., The Nature of International Society, Londres, 1962, p. l .
26 Bosc, Robert, Socio/ogie de la paix, Paris, 1965, p. 8 ; ed. castellana: Sociologfa de la paz,
20 SCHWARZENBERGER. Georg, ib(dem, p. 9 y 632.
2 1 SCHWARZENBERGER, Georg, ibfdem, p. 640.
22 En Les sciences sociales dans l 'enseignement superieur. Relations Jnternationales' Inform•· ll11rcelona, 1967; Bosc es igualmente autor de la obra La Société Internationale et I 'Eglise, París, 1

redactado por C . A. W. MANNING, París, UNESCO, 1954, p. 12. 1%1. l¡


27 Bosc. Robert, Socio/ogie de la paix, op. cit., p. 3 3 .
Ji >1 1
l l tl l
1 \ ' ' 1; 1 1 \1
I IJ I I ( ) l l l l o ' I I H I \ 1 \', 1'1 1 \i 1( )1 11 ', 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \ • 11 >1 1 \ 1 1 • ,

, , , , • . t(¡n de b so · i tc.. b d i n l c i i iH C i l l l l l d , 1 1 1 1 : 1 p/umlisto y Q l r a eslni( '(Uilllista. ; u n


d · d esa r 1 o l lo ti · k 1� tt l l i l l l t: l ( l� o q •, l l l i i.I H' I O I I L',� , ! 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 l o � 1 \' ,� I 'P I I -
· x l u yc n t cs . L a p r i mera ot orga ;) lo grupos, es pcc i a l m c n
l a s leyes
sab les ( . . . ) sobre la consec u e n c i a s e l e � u s d · · i s i o n ·s ; p u ede 1 1 ·v · 1· h a � l 1 1 e i , - 1 , , •
lt i PI' '('/ll l l i u s y n o

punto el comportamiento de los Estados y ele ot ro r u pos po l l t i s s u ¡ ) l l l l l l


11 1 1 1, .., s t a c los q u e componen el
un status t otalmente característico .
m u ndo,
1 l u u n m undo dividido en una multitud de Estados de tamaño desigual
·

cionales o infranacionales» . Pero dado que la paz es una no .i ó n cl i n {u n i ca . 1 1 1


1 1

sociología de la paz desemboca en una exigencia de orden espirit ual: « L a ' "
1 11 1 ! 1 ' u t d rn en te dedicados a la persecución pragmática de sus intereses y de-
' , 1 1 1 rales. La segunda se enfrenta a la política global en términos de j erar-
ción política no puede separarse de la conducta moral» zs .
' 1 1 1 1 'uta blecidas horizontalmente que atraviesan las fronteras geográficas, po-
Recientemente, otro autor británico, PETTMAN, enlazando con la 1 1 a d 1
de manifiesto los modelos a través de los cuales los Estados desarrolla­
ción ya señalada e n ese país, h a vuelto a plantearse l a necesidad d e una t co1 ¡ 1 1
" ' 1 11 1

, 1 ' 1 · pr ducen sus características socio-económi cas y sus formas políticas en


1
socio�ógica d e las relaciones internacionales. Sin embargo, en este caso, s u pla n
, 1 1 1 l ·ri r de los Estados subdesarrollado s en términos de desarrollo desigual
teamiento ha tratado de llevar a sus últimas consecuencias el enfoque soc i o l 1',
t i l ' modos de producción industrial, en términos del complejo sistema de
gico. Como hemos visto, frecuentemente, y el caso de SCHWARZENBER E l< n
1 ,l'S que se ha generado en su desarrollo y de la actual división global del
el más claro, aquellos que propugnan una aproximación sociológica en el cst 1 1
• 1

1 1 1 h d . Desde esta óptica, PETTMAN, en su intento de describir la estructu­


dio de las relaciones internacionales no pasan de señalar la necesidad de la m i �.
ial del mundo contemporáneo , distingue dos procesos históricos funda­
�a? sin q ue su �stu_dio concreto posterior se oriente realmente por la vía socio
' 1

! 1 n l oles, paralelos y opuestos en cierta medida: « Uno es la familiar historia


logica, _smo m � bien por una vía eminentemente política. PETTMAN, por r1
_ ,¡ l volución del actual sistema de naciones-Estad os, al cual la perspectiva
contrano, SigUiendo en gran medida una metodología marxista centra su ano\
1 1 1• 1 ional otorga importancia central. El otro es más una perspectiva marxista­
�isis en u na perspectiva estrictamente sociológica. En este senti do, su traba jo ! 1 1 ni t a , que considera la división global de clases como u n hecho previo y
Introduce un factor enriquecedor dentro de la sociología internacional.
1 1 p 1 el de las instituciones estatales como subordinado a esa división, si no
·

Su obra State and C/ass. A Sociology of International Affairs, como el mis


rno � u�or_ señala, constituye un intento de situar el componente sociológico dt' 1 JI !mente irrelevante. Desde mi punto de vista, considero ambos como igual­
l i l 1 1 l c importantes desde una perspectiva histórica, aunque obviamente su sig­
la disciphn� «de proporcionarle un reconocimiento explícito, y de explora 1
u 1 ·ocio es diferente en diferentes contextos, para diferentes resultados y en

.

aspectos adicionales de este enfoque que pueden no haber sido totalmente desa
1 1 1 ·rentes tiempos» 34• Así, su análisis de la estructura social del mundo con-
rrollados anteriormente» 29 • Su objetivo, que es el análisis de la sociedad m u n
1 ! ! l ( ráneo se centra tanto en el fenómeno de la formación del Estado como
dial, sólo �uede lograrse a través de esa vía: «Es hacia la sociología hacia la
11 1 de las clases sociales. Es lógico también que conceda una especial impor-
que nos onentamos para una comprensión comprensiva de esa colectividad h u
1

1 1 t ia, en orden a la superación del actual sistema internacional, a la noción


man� que ahora llamamos "sociedad" , su configuración social, sus "fuerzas"
¡ 1 , ·ambio social.
con�ti�uyentes Y compulsivas y su "estructura" manifiesta» 3o. Para ello, como
' 11 todo caso, estima que tanto la perspectiva pluralista como la estructu-
es logico, parte del presupuesto de que esa sociedad mundial existe realmente
1 ti ta con ser necesarias son representaciones parciales de un fenómeno sin­
en algo más que su sentido nominal. El estudio de la noción de sociedad lo rea­
¡ u lar que sólo puede ser comprendido tomándolo en su totalidad, es decir desde
liza �n r �lación con el concepto de cultura y con la cuestión del carácter de la �
l i u bas perspectivas. En definitiva, la explicación de los asuntos intern �cion -
conciencia humana, puesto que «el sistema social no puede entenderse sin refe­
1 ! ' debe hacerse en base a los actores fundamentales que actúan en los mismos
rencia a los sistemas culturales desde el momento en que los miembros indivi­
duales de uno normalmente actúan a la luz de los significados establecidos en n base a las numerosas relaciones que se producen entre ellos, entendiendo
el o�ro» 3 1 • S?l_o una vez fijada la noción de cultura mundial, que considera un mo actores no sólo los propios Estados y los actores admitidos normalmen-
1 ' n el estudio de las relaciones internacionales, sino igualmente las clases so­
fen ? meno ehtls�a pero global, existen las condiciones de base para analizar la
sociedad mundial. Sociedad mundial que es producto de un proceso de mo­ les . Tarea ésta que presenta, en opinión del autor, indudables
d ficultades 35 •
d�r �i�ación Y de industrialización 32 • De ahí, la importancia de la perspectiva
histonca para una aproximación al tema 33. A través del análisis de las concepciones sociológicas de estos autores se
h 1 podido ver las grandes diferencias conceptuales y metodológicas que sepa-
Para este autor, dos son, en principio, las perspectivas que permiten la com-
1 t l l a unos y otros. El hecho concreto de habernos fijado en estos autores res­

28 Base.
J I n de no sólo a la importancia de su planteamiento, sino también a que cons­
Robert, ibídem, p. 2 37 y 2 38 .
29 PETTMAN,Ralph,_ State and_Ciass. :4 Sociology of International Affairs, Londres, 1 979, . . l u yen expresión de distintas formas de concebir las relaciones internaciona­
12. En_ una obra antenor ya hab1a d1bu¡ado la problemática que ahora le ocupa ' vid .. Hum"%n .
l ' como sociología.
Be��vwur and World Politics, Londres, 1 975.
PETTMAN , Ralph, State and C/ass, op. cit., p. 1 2 .
3 1 PETTMAN, Ralph, ibídem, p. 1 7 . 34
32 PETTMAN, Ralph, ibídem, p. 45-48.
PETTMAN, Ralph, ibídem, p. 54.
33 PETTMAN, Ralph, ibl'dem, p. 1 8 .
35 PETTMAN, Ralph, ibídem, p. 263-265.
11
1 1
l t. ' 1 1 1 1 11 1 > 1 H 1• t 11 111 \ 1 \ '. 1: 1 1 \ t 1 t 1 1 1 1 ', 1 1 1 1 1 ll 1 1\ 1 11 1 1 1 \1 1 1 \'• 1"1 1 \1 H HII • , 1 1 1 1 1 1( 1 1 \ t l t t J I \ 1 1 '• ' t t r>. l t t 1 1 1 1 1 > 1 \ \ 1 > 1 ' •' 1 1 ' 1 1 1 1 \

d i k t ' l l l' l i t � . �·· 1 1 1 ' '-' " • · m p · 1 0 , -�t as ¡ e{' ·r · 1 1 ·ius par a d �.: J I IOsl
Val rar qut: la apro
Eu t::> l a l ! t u : u Noci o l l'•¡•, i v n . ,. i ¡ • u l i i i H' t t l l' l'O I I H l !', l l i l t t 1 1 1 1 ·� 1 q1¡ • 1 1 ·1 t ' I II.:CI" I I .

I'C:I a · i o l l l:.�· i l l k l l l l a c l o t ¡ l l lc N . p1 i t H' I p u l


sc r t a 1 1 u u a .l a r • a l i s t n d · ·sf u ( P ONO� d · lüN w • · l (. n so · i 16 ri a a l est u d i o ele las rel acio nes i n ternac i o n a les está m ás ex­

m e n t e e u ro peos , e n t r e 1 s q u e: po d c: m o m ' 1 1 i n a r ; a J H / I I DO I< N " ' , " 11 li I n d 1 q ue a p r i mera v i s t a pud iera p a r e cer .
MATHISEN 3 7 , GOODWIN 38 y , dentro de u n a perspe t i va m a r x i t' l : t , , ,
GONIDEC 39• También en Europa, dentro de la corriente behaviorist a , s e ha t k
sarrollado un enfoque sociológico más o menos explícito, cuyos a u t o r ·s 1 1 1 1 \ \ 11 IJa ciología histórica
representativos son B URTON 40, R EYNOLDS 4 1 y FRANKEL 4 2 , si b i e n por d t l l l l l
nar en ellos el enfoque behaviorista se deben incluir dentro de esta corrit: l l l t' ,'i la e x p r esión «sociolo gía histórica » , para referirse al planteamiento ge­
Igualmente pertenecen a la corriente sociológica el equipo de i n v es t i ga d • 11 , .,, l l l 1 1 1 q u e pre te n de estudiar las relacion es internac
ionales actuales en base a
que bajo la rúbrica «investigación para la paz» tiene como pr i n c i pal órgn 1 1 o 1 1 1 1 , i n ves tigación inductiv a de las tendenc ias generale s que se manifies
tan a
de expresión l a revista Journal of Peace Research, editada e n Oslo, y cuyo 1 1 1 1'1 11 , • de la historia , ha sido acuñada por ARON 46, su más conspicu o repre-
ximo representante es GALTUNG, y a los que nos referiremos al estudiar el t ' l l 1 ut n t e , la corrient e que esa expresió n designa tiene ya
anteriormente en el
foque denominado «investigación para la paz» . En los Estados U n idos. � � � � 1 1111! de las relacion es internac ionales un autor que se inserta clarame nte en
. la rotundidad y carácter explícito con que los autores que hemos estudiado a 1 1 r , t • l ( oea. Nos referimo s a PAPALI GOURAS , que en 1 94 1 publica la obra Théo­
man la sociología internacional y con objetivos la mayoría de las veces 1 11;\•, ' d la Societé /nternat iona/ 41, que por los avatares de la Segunda Guerra
limitados, también ha tenido predicamento la aproximación sociológica a l r ., l l l d i a l no ha sido objeto de atención .
tudio de las relaciones internacionales. T RUYOL cita a este respecto el no m h r r ..:1 escaso éxito inicial de este enfoque , a pesar de las aportaci
ones de ARON,
de Grayson K IRK 43 • A él hay que añadir una parte de los autores behavior i � t•PMAN y RUYOL
T , se debe en concre to al hegem onismo en nuestro campo
tas que por los métodos de análisis que emplean y los modelos que desarrol la" I n aportaci ones provenie ntes de los Estados Unidos, escorada
s en sus plan­
pueden considerarse dentro de una perspectiva sociológica, el grupo de i n v l'o'· m ientas teórico- metodol ógicos hacia perspectivas en las que la ciencia polí-
tigadores que se agrupa alrededor de la revista Journal of Conflict Resolutitm •l l os métodos cuantita tivos-ma temático s domina ban
la teoría de las rela�
y una parte importante de los estudiosos que se inscriben dentro de la reacciún 0 1 1 s internac ionales . La revitaliz ación que a partir
de la década de los seten-
posbehaviorista, como, por ejemplo, por no citar sino dos nombres, FA l.l\ '1 1 1 noce de nuevo este Jnfoque no .es ajena a la crisis experimentada por las
y STERLING 45 • Todos ellos, se estudiarán dentro de las corrientes respectiva,, 1 11 epcione s dominante � en los Estados Unidos en la era
behavio rista, al auge
1 , onoce el estudio de las relacion es internac ionales en Europa , desde plan­
36 BLüHDORN. R., Internationale Beziehungen. Einführung in die Grundlagen der A ussen¡m m ientas en cierta medida alejados de los norteam ericano s, y a la necesidad
que las metodo lo­
¡
litick, Viena, 1956.
3 7 "::ATHISEN, Trygve, Methodology i n the Study oj International Relations, Oslo, 1959, y N•· ! 1 n frentarse y dar respuesta a toda una serie de cuestion es
search International Relations, Oslo, 1963.
m ,, dominantes hasta ese moment o no eran capaces de hacer. Con todo, la
3 8 GooDWIN, Geoffrey L., The University Teaching of Jnternational Relations, Oxford/l'n
o • i logía histórica es principa lmente una corrient e europea que, como vere­
rís, 195 1 ; «lnternational Relations and International Studies», The Year Book of World Ajjair.1, Unidos.
2_7 (1973), p. 383-400, y «Theories of International Relations: The normative and Policy dim<'ll ha tenido escaso eco en los Estados
stons», en T. TAYLOR (ed.), Approaches and theory i n International Relations, Londres/Nucvn L a concepción de la sociología histórica, con independencia de sus formu­
York, 1978, p. 280-304.
l t · ion es concret as, parte de un postula do de base, que el estudio
de las relacio-
39 GONIDEC, P . -F . , Relations lnternationales, 2. ed., París, 1977; 3. ed., en colaboracióu
con R. CHARVJN, París, 198 1 .
a a

11 ·s sociales que se produce n en la sociedad internac ional debe realizars e desde


40 BURTON, John W . , International Re/ations. A General Theory, Cambridge, 1965; versit'>u
I r • onsider ación y análisis de la naturale za de esa misma socieda d, lo que exige
castellana: Teoria General de las relaciones internacionales, trad. de H. Cuadra, México, 197 .1,
\ l n a perspec tiva históric a y sociológ ica en orden a su compre
nsión. Ya en el
Systems, States, Diplomacy and Rules, Cambridge, 1968, y especialmente Wor/d Society, Cam
bndge, 1972. 1 l a n o de sus formula ciones concreta
s las diferencias entre las con�epciones de­
_
41 REYNOLDS, P. A., An /ntroduction to international relations, Londres, 197 1 ; 2. ed., Lo u
dres/Nueva York, 1980; versión castellana de la 1 . ed.: Introducción al est.-tdio de las relaciom•.,
a
a
' 1rrollada s por los autores que incluim os en esta cornente son Importa ntes,
internacionales, trad. de F. Condomines, Madrid, 1977. • m o tendrem os ocasión de ver.
42 FRANKEL, Joseph, lnternational Politics. Conflict and Harmony, Londres, 1969; versióu
castellana: Conflicto y armon(a en la politica internacional, trad. de J . González Baramend;, 'Ja r
celona, 197 1 ; Contemporary International Theory and the Behaviour of Sta/es, Londres, 1973,
obra ésta más en la dirección behaviorista, e International Relations in a Changing World, Ox db Raymond, «Conflict and War from sthe
ARON, Viewpoint of Historical Sociology», en onal The
ford, 1979. . (Studies on the Sociolog ica/ A pects oj Internatwnal Tenswns), Internau

•ll iological Association, París, 1957, p. 177-203; reproducido


Nttlure of Conf/ict
43 KJRK, Grayson, The Study of International Relations in A merican Colleges and Universi por �tanley H . HOFFMAN� en su
ties, Nueva York, 1947 (cit. por TRUYOL, Antonio, Op. cit. , p. 57 y 58). ¡1[ ,ro Contemporary theory in Internat ional Relation s, Englewo od Chffs, N. J., 1960; �ers10n cas.-
FALK, Richard A . , This Endagered Planet. Pro�pect and Propasa/ for Human Survival, Nuc· Onales, trad. de M . D. Lopez Martl-
44
1 liana: Teodas contemporáneas sobre las relaciones internaci
11 -1., Madrid, 1963, p. 239-256, por la que citamos. Vid. t�mbién:
va York, 197 1 , y A study of Future Worlds, Nueva York, 1975, entre otras obras. ARON, Raymon d, «De l ' analy-
45 STERLING, Richard W., Macropolitics. International Relations in a Global Sacie/y, Nueva constella tions diplomat iques», Revue Fran�01s e de Sctence Pollttque, vol. � (1956), p. 237-25 1 .
• tes
47 PAPAÜciouRAs, Panayis A., Théorie de la Société Internatw
York, 1974. nale, Zunch, 1941 .
1 1 1·1 1 1 / l /l l l / 11 11 1 H ll l \ 1 \ ' , 11 1 1 \ H o f / 1 ' , 1 / 1 1 1 11 1 1 \ • / 1 1 / 1 \ / 1 ', ' . 1 \ 1 1 \ ( 1 1 1 rl l .' 1 11 1 1 1 \ r1\ ' /1 1/ / ¡\ 1 1 ' ' ' " � 11 ' 11 ' l ll l \ \ 1 .
" ,¡ 1 1 ' 1 1 1/ \

I 'A I ' A I, I ! :O I ! I< AS , ('O I I lo hu ;.c h a l u d o M l · l l i N A , pl t'l ! ' l h k l l l . d l / 1 1 1 l


u 1 1 111hl•� 1 1 1 1 . 1 1 1: 1 ·�1 ;'1 1 1 dl'lt.:l l l l i u a las po 1 la l'u · , z.a 11 . A s l , podr:J concl u i r : « La �ociedad
, , ¡ · 11n ·ionul ·s un conj u n t o d e r e l a c io n e · · c i a l.es , es decir, un conjunto de
.
m t emac1 0 n a l desde u n a perNp · · J i v a Roclnl ó��ka i •l· r o idt"! i l �>l 1 �;, . u 1 11, � � . Mll
1
en el campo de una sociología forn w l , r fo rza d a p( ll ·,� r u d l u ·. "' l l i �l l l l lll tll r ! J I l il a · Q I IC rga n izan e l poder. Todos los entes sociales que tienen
u n contac-
cial y de historia del pensamien to socia l "s. 111 u a l q u icra con estas formas participa n en la sociedad internacional, son
�ste autor �onsidera que sólo una sociología exi s l en d a l p u n k n p l l < 111 hil 1 1 1 · ¡ n b ros de esta sociedad» 56 •
fenomenos sociales. Ello supone una crítica de las posici<•I H'� ' " ' ' 1 1 1 � 1 1 111u lll l n base a tal planteam iento, e l autor delimita tanto e l objeto d e su estudio
«científicas » . En este sentido afirma: «El teórico q ue se ·oJ J I !· n r . .... , 1 111 1 111 �11; 1nt e l método con el cual ese análisis es posible. Su concepció n se
inserta
lisis según los métodos de las ciencias naturales, des c ui da rl a 1 1 1 1 1 1 nl l h l 1lll llll n 1 que posteriorm ente se denomina rá sociología histórica: «El objeto del
portante, que no es reducible a un simple fenómeno: l a S�H· i l'dud 1 1 ,11 hl llll• ente libro no es la sociedad internaci onal en los [pueblos] primitivo s o en­
1 r
ciencia de la sociedad que no tiene a la sociedad por o bjel u 1'' Ir 1 europeos , sino la sociedad internacional simpleme nte. Lo cual no nos
En su opinión, el término «sociedad» tiene dos s i g n i fi c a d o .� . l · u p1 1 1 1 11�1 111 h 1 1 ide constatar que es imposible hablar abstractam ente de una sociedad
in­
gar, «sociedad» significa el conjunto de posibilidades de Ja e x i s 1 1· 1 � c ¡ 11 �11, ¡111 ¡ rnacional . Podremo s en principio definir las condicion es de la vida social,
En segundo lugar, significa un tipo concreto de relaciones so c i a k� "' 1 • 11 �1 1 11 ·r sólo después de haberlas buscado en las diferentes sociedades histórica­
so de la sociedad internaci onaJ, el término «sociedad» des i g n a < 1·v 1 , i c - 1 1 t o 111,.111, ru ·nte dadas. Si para el teórico existen las condicion es de la sociedad
interna­
un determinado tipo de relaciones sociales y no el conjunto d !' p o • d h l l hl�t11,_ . ¡ na!, si hay una noción de la sociedad internaciona l simplemente , sólo exis-
de l_a existencia social. "Sociedad internacional" no es más q u e 1 1 1 1 1 1 1 11 1 1 ¡ ,1 1, 1 11 1 ·n efectivamente sociedades int e rnacionales históricas» 5 7.
_
lectivo que designa un conjunto de relaciones sociales semej a n I n .. ' ' De acuerdo con esas condiciones PAPALIGOURAS pasa a estudiar los dife­
Desde esta perspecti va, lo que interesa al autor son esas rcla(· 1 " 1 1 ,.,1, l c l , 1 11 � r ntes tipos de sociedad internaciona l, proporcioná ndonos una tipología
que
1� conduce. a pla�tearse 1� cuestión de los sujetos o actores de la� 1 1 1 1 '1 1 1 1 1 1 � 1¡1 · n posteriorida d encontrarem os en otros autores como ARON. Todo ello in­
dice: «Sociedad mternacwnal» no significa sociedad de todos lo� ., , . , , �111 hl .. l r duciendo en el centro de su teoría la noción de cambio social 5 •
8
l �s pero n � significa ta�poco sociedad de Estados, ni i ncl 11su \ol il'dud 1 1 Parte de la distinción entre tres tipos de relaciones sociales: « l . 0 Relacio­
1

di�Igentes» 2 . �u co�cepción de la sociedad internacional n o q ul'd l l , " ' "' ' � 1 1 nes entre colonizador es y salvaj es , entre partes que no reconocen ninguna for­
.

mit�da a la sociedad mterestatal, pero tampoco abarca todo t i po 1k 1 ..¡11, 11 1111,1 ma social común. 2. 0 Relaciones entre Estados heterogéneos , entre partes que
s ?ciales q�e puedan darse en su seno. El problema es determi nar q u e\ ill ' l l 1 11 1 ' lo reconocen formas de procedimien to para la solución de un conflicto
per­ 1 1
. que recono-
ciales participa n en la misma. manente. 3. 0 Relaciones entre Estados homogéneo s, entre partes
Para e�lo distingue entre: « 1 ) la capacidad de ser un ente soc i a l l q 111· ,,1�111 en una moral común, pero al mismo tiempo una cierta autonomía en cuanto
. 59
f�ca capaci ? ad de adoptar una actitud social, de participar en u n a 1 r 1111 � c·111 111 o. la puesta en práctica de los preceptos morales admitidos» •
c�al cualqmera); 2) la capacidad de participar en una determinada , l'lnt lc'•ll 1 1 1 En consecuenc ia, las sociedades internaciona les podrán ser heterogéneas
Cial (eventualmente "la" sociedad internaci onal, la nación franceM1 , . . r 111111 11 u homogéne as.
en�re A Y B); 3) la capacidad de llegar a ser un objeto del saber sonal ' " "''' ' " Las sociedades internacionales heterogéneas «se fundan en ciertas formas
existente para el ente social)» 53• Desde esta óptica, lo que inte resa r11 ' ""'1'
. le justicia comúnmente válidas entre sus miembros. Se trata sólo de una hete­
cue?cia, es distingui r entre los entes sociales que tienen «una ex i s l t·n..Ja illli'l rogeneidad relativa. Son simplemente menos homogéneas que otras». Sus miem­
na��onal», pues «es solamente en relación a estos últimos que la rea l idud ¡11¡1• 1 bros «no reconocen un principio común de j usticia distributiva» , y «la distri­
nacwnal "exterior " y las formas internacionales existen>> 54• La rcll'VIi l l c lu t l� bución de poder es provisional, es un estado de hecho y no resulta de la acep­
la acción a nivel internacional es, de esta forma, el criterio para d1·rt·1 1 1 1 1 11111 lación de una norma ética». En las mismas «no hay necesidad de tradición,
l � s actores de l�s relaciones internaci onales. Criterio que en un p la n o 1•1 1111 1 1., 1 1 n i en consecuenc ia de una clase dominante coherente y unida, ya que el acuer­
. en relacwn .
Situa con la participación en el poder de la forma que M'll , "'"'' do en el que se basa se hace y se rehace automáticamente cada día» 60• Den­
para PAP� LIGOURA S, la sociedad internacional es una sociedad pollt ira , dui 1 1 •1 tro de las sociedades internacio nales heterogéne as distingue, a su vez, tres ti­
,
que orgamza el poder y que las relaciones entre los entes que par t i c i p1 1 1 1 1•11 ¡11 pos posibles : «a) sociedades entre Estados heterogéneos pero estables; b) so­
ciedades entre Estados estables e inestables; e) sociedades entre Estados ines-
:: MEDINA. Manuel, Teo�ia Y formación de la sociedad internacional, Madrid I 'IH 1 1 1 HU
132 Y
0 PAPALIGOURAS, Panay1s
'
'
PAPALIGOURAS, Panayis
A.,
op. cit., p . 1 1 7 .
55 PAPALIGOURAS, Panayis A.,
ib{dem, p. 133.
ibidem, p. 123. A., 56
5
PAPALIGOURAS, Panayis A . , ibidem, p. 1 35.
5 1 PAPALIGOURAS, Panayis ibidem, p . 123 yA., 1 24. p. 1 42 y
52 5 7 PAPALIGOURAS, Panayis A.,
ibidem, 143.
PAPALIGOURAS, Panayis ibidem, p . 127. A., 5 8 PAPALIGOURAS, Panayis A.,
ibidem, p. 243.
53 PAPALIGOURAS, Panayis A., ibidem, p . 1 30.
59 p. 402 y
54 PAPALIGOURAS, Panayis A., ibidem, 403 .
PAPALIGOURAS, Panayis ibidem, 131.A., p. 60 PAPALIGOURAS, Panayis A . , ibidem, p. 246 y 247 , 3 1 6 y 375, respectivamente.
1 / \ 1 1 ' . t 1 0 � 1 1 0 1 1 1 1 1\ 1 \
1 \ ' , 1( 1 1 \ f H ' i / 1 ' , ! fl l l l ' l l \ • 1 1 1
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1 1;t lc h t:� c r 1 •gén ·us olixltiS />l l( ' a t · d u 1 1 1 1 1 1 1 ir•d , ·ou 1 l h u l o ele oci lo •fa de los relacione internacionale .
general al problem a de las
rogé11eas . ,,.,.odas, so ·i · d a d ·s i 1 1 1 · r 1 1 a ·i ·
des internacionales het erogéneas j/e ibles. D i s t i n · i 1 1 p a · 1 p r m i l · t:� l a h l t·• ,. , 1 N no ¡ r c l c n d e t a n t o o frecer u n a respues t a

los distintos tipos de conflictos i n ternaci ona les 6 1 • 1 1 ! 1 ·i , , �s i u t c rn a. c i o n a l es c omo propon er un marco
teórico -metod ológico ge-
Frente a las anteriores, «una sociedad internacional es h o m ogé 1 1 c a Nt t "• l ll 1 •1 1 ,1 1 ¡ u p u eda erv i r para ilumina r l a estructu ra y l a dinámi ca de las relacio­
compuesta de Estados estables, cuyos regímenes son parecidos y se b a Si l i a ,,11 lll nl rnacion a les en su conjun to. Su teoría, basada en un análisis raciona l
una moral común, tanto pública como privada». Se trata de sociedades << r q1 l , ¡ [ t s r l a. io nes i nternac ionales , en un análisis
socioló gico, en un análisis his-
das por un principio d e legitimidad, por u n principio d e justicia disr rihul l l al 1111 • en un análisis normat ivo, pretend e estable cer el marco en el que se
nes interna cionale s, como forma de en-
reconocido». En las mismas existe «la necesidad de una tradición y de l l l l l l d n lt (1 t l a e e n c í a específica de las relacio
se dominante, ya que se fundan en la aceptación de una moral que t i ene t H't ,. u es t u d io.
sidad de intérpretes para su conservación y transmisión». Constituyen, 1 1 , 1 1 · � . oncepc ión parte de la superac ión del debate entre idealistas y realistas
«una asociación que tiene por finalidad, en primer lugar, mantener el rég i i i H ' I I prefiere, entre interpretación teórica e interpretación empírica, afir­
Y la moral contra los rebeldes y revolucionarios» 62• que «los dos conceptos de la teoría no son contradictori os, sino com­
En definitiva, PAPALIGpURAS, distingue cuatro tipos de sociedades i u l l' l ¡ 1 1 1n nt arios: la esquem ática raciona l y las propos iciones
socioló gicas consti­
nacio�ales: «a) sociedad internacional heterogénea flexible, compuesta cll' h l l l Y •n momen tos sucesiv os en la elabora ción concep
tual de un univers o
tados mestables; b) sociedad internacional heterogénea mixta, compu es l a d 1• 1 · i a l » 66 .
�stados de los cuales unos son estables y otros inestables; e) sociedad inl l'a u11 p ro el univers o social al que se refiere ARON
es el medio interna cional,
CJOnal heterogénea cerrada, compuesta de Estados estables, legítimos e n c w 1 1 1 t i ¡ t h í que se impong a como previo a todo análisis estable
cer qué se entiende
_
t ? a ellos mismos, pero ilegítimos los unos para los otros; d) sociedad inlel llll 1 ll r la.cione s interna cionale s . Para este
autor, las relaciones internacionales
cJOnal homogénea, compuesta de Estados nacional e internacionaluH' I I I •· 1 11 por definic ión relacio nes entre nacion
es, si bien, dado el carácter equí­
legítimos» 63 . , del término nación, prefiere decir que «las relacion
es internacionales son
La intl � encia �e la.c� ncepción de PAPALIGOURAS, como ya hemos c x pll 1 l 1 · io nes entre unidad es política s, concepto' este último que designa a las ciu-
cado, ha �Ido �mima._ , al igual que a las monarq uías
Sm embargo, tanto su enfoque teórico-metodológit n 11 1 1 griegas , al imperio romano o al egipcio
como su tlpologia de la sociedad internacional constituyen hallazgos en los q u t• 1 1 1' peas, o a las repúbli cas burgue sas o a las democr acias popula res» 67 • Tal
ahondarán otros autores, como ARON y H OFFMANN. l l i l · i n , sin embarg o, no aclara de qué tipo de relacion es interna cionale s se trata
a efectos de estudio . Ante esta dificult ad,
ARON es sin lugar a dudas el más característico e importante represenr a 1 1 ¡¡ • ncreto, ni concret a la cuestió n
t� �e l a sociología histórica 63 bis. Su concepción en el campo internacional, malt· 1 )N conside ra que «ningu na discipli na científi ca lleva consigo un trazado
nahzada en una larga serie de trabajos y publicaciones 64, tiene, sin embargn , 1 1 \' l de fronter as. En primer lugar, no tiene casi
import ancia el saber dónde
cionale s, y tampoc o precisar a partir de qué mo- '1
t •r m i nan las relacion es interna
.

PAPALIGOURAS, Panayis A . , ibídem, p. 265. 1 1 'nl o las relacion es interind ividual es cesan de ser relaciones interna cionales . 1 1
ado propio del fenó­
61
62 PAPALIGOURAS, Panayis A . , ibídem, p. 265, 3 16, 375 y 376 y 382, respectivamente 1 • 1 1 mos que determ inar el centro de interés , el signific
1
·

63 PAPALJGOURAS. Panayis A., ibidem, p. 360. ¡ 1 ¡ • n o o de las conduc tas que constitu yen el eje de este campo específico. Aho-
63 Para el estudio de la concepción de ARON sobre las relaciones internacionales, vid s viene constitu ido por las re-
interna cionale
bis

THOMPSON, Kenneth W., Masters oj Internat10nal Thought. Majar Twentieth-Century Theo11 1 1 1 1 b i e n , el centro de las relacion es
a n d the Worl� Cns1s, Baton Rouge/Londres, 1980, p. 170-181; DRAUS, Franciszek, «Raymond
Aron et la pohtJque», Revue Franrmse de Science Politique, vol. 34 (1984), p. 1 .1 98-1 .210; M I 11 ---
LE Maree!, «Le derruer message de Raymond Aron: systeme interétatique ou société internationalc'/ .. 1' 479-502; «Qu'est-ce qu'une théorie des Relations 1nternationales?» , Revue Franraise de Scien-
1 1' J>olitique,
?
Ibidem, �- 1 . 181-1.197; KOLODZIEJ, Edward A., «Raymond Aron: A Critica! Retrospective ;uui vol. 17 (1967), p. 837 a 861 ; «Theory and Theones lnternatlonal Relatwns: A m
lnternational Relations Research:
Prospecuve», International Studies QuarteriY_. vol. 29 ( 1985), p. 5-1 1; HOFFMANN, Stanley 11 . . 1 anceptual Analysis », en N. D. PALMER (ed.), A Design jor
'r•ope, Theory Methods, and Relevance, Filadelfia, 1970, p. 55-66;
Republique Imperial. Les Etats-
<<Raymond Aron and the Theory o f lnternatwnal Relations», ibfdem, p . 13-27; H ASSNER , p¡,.
Uttls dans le monde, 1945-1972, París, 1973, versión castellan
rre, «Raymond Aron and the H1story of the Twentieth Century», ibidem, p. 29-37; LUTERBACIII I! · a: La República Imperial. Los Esta­
dos Unidos en el mundo, /945-1972, trad. de D. Núñez y 1 .
Urs, «The Frustrated Commentator: An Evaluation of the Work of Raymond Aron» ibfd!·m C. Caravaglia, Madrid, 1976; Penser
1, 1 1 , 'áge planetaire, París, 1976. Para su
p. 39-49; TERRAY, Emmanuel, «Violence et calcul. Raymond Aron Iecteur de Clausew'itz» H .' frt J•' IIerre, Clausewi tz, tomo L 'áge européen , tomo L
vid.: Introduction ii la philosophie de _f'histoire
vue Franraise de Science Politique, vol. 36 (1986), p. 248-268; y COLQUHOUN, Robert, Ray1�0, ;,¡
, E_ssai sur
llllh ición sobre el papel de la historia,París,
/¡•1 limites de l'objetivité historiqu
H1story, 1905-1955, vol. 2: The Sociologist in Society 1955-1911 1
_ e, 1948, nueva ed. aumenta da, Pans, 198 1 ; Mem01res,

i 'lll'IS, 1983; ed. castellan a: Memorias, Madrid, 1985; y Les


A ron, vol. 1 : The Ph1losopher · ·
dernieres années du siecle, París, 1984;
m
Berverly Hills/Londres, 1986. '

64 �ión i�ternacional pueden destacarse las siguientes: «En quC·Jt· l . castellan a: L os últimos años del siglo, Madrid, 1984.
d , une ph!losophie de la poht1que etrangere», Revue Franraise de Science Politique, vol. 3 ( 195.1).
Limitándonos a su aporta
ARON. Raymond, Paix el guerre entre les nations, París, 1962; versión castellana: Paz y gue­
l l tt entre las naciones, trad. de L. Cuervo, Madrid, 1963 (todas las citas
<>5

p. 69-91; «De l'analyse des constel_lations diplomatiques>>, Revue Franraise de Science Politiqu1•• se refieren a la ed. caste­
vol. IV (1954), p. 237-25 1; «Confhct and War from the Viewpoint of Historical Sociology», 01, llnnn ) .
cll.; �es guerres en chaine, París, 1959; versión castellana: Un siglo de guerra total, trad. de ¡ ,
1•6 AR ON , Raymond, ibidem, p. 22.
. _
E. Perez Roldan, Buenos A1res, 1973; «The Anarchical Order of Pówem, Daedalus, vol. 95 (1961l). 67 ARON, Raymond, ibüiem, p. 23.

1 �
l i o l\
1 \ ' , 1 ' 1 1 ¡ \ i l i l / 1 ' , I N I I I\ I I \ 1 1 1 ! 1 1 \ 1 1 ' , 1 l o /\ 1 1 1 / 1 1 ! 1 \ l \ \ 1 ! 1 ' . ( I I ' I I N 1\ l lo')

la · i \ l l l t:S q u �: h e 1 1 1 0� l l : u n u d P 1 1 1 1 \ ' 1 \·�l : l f 1 k,\ , I H p l · 1 1 : " q 1 1 r I H I I H' I l · 1 1 l l ' l l l l ' I P I I In•
1 · ¡ l po c k ro n d 1 1 · 1 : 1 , · a · l l' rf s r i · o d · l a s r l a · i o n cs i n l e rn a i o n a Jcs l o so­
u n i d a d es como t a ks » 1'� . \m l od o , � � � 1 1 1 1 tí l i s i s nn 1 0 1 1 1 1 1 · 1 1 '( l l l � i d t · l : n · i " l ' 1 1 1
a r

u á d r u p l e a n á l i s i s : t eó r i c o , s o c i o l ó g i c o , h i s tórico y pr a x eo -
dos lo a pect os del s i s t ema i n t crc t a r a l , s i n q ue a 1:1 h r n d e x p l i · : u l u '. 1 1 · 1 11 I'ON 11 u n
1 1 1 1 , l ,1 1 1 construcción teórico-metodológica es mucho más
cio�es internacionales privilegia las re la ci o n e en t re las u pe r po r e n · i n s , 1 1 1 ·, 1 , . en t id , · u
11 In q u · la ·desarrolladas por los autores que hemos estudiado hasta ahora
lacwnes Este-Oeste, la bipolaridad militar. No o l v idemos q u e c u · 1 n c l o 1·,\ 1• 1 1 1 , 11 !1
1 , 1 1 1 1 1 1 • la o n cepción clás i ca de las relaciones internacionales . Teoría, so­
esta obra la guerra fría todavía es una realidad , además de est a r pro l u n d u
t 1 , hi l r i a y praxeología son las piedras angulares sobre las que ARON
mente obsesionado con la amenaza nuclear. De ahí que s u atención se (T I I I I t' '"'
1 ncepci ó n de las relaciones internacionales. En definitiva, trata de
e�clusivamente en el análisis de lo que llama el «sistema d i p lomático-cs r 1 1 1 ¡ ,, 1 1 1 1 1 Sil
r en t odos sus aspectos la lógica de una conducta específica.
giCO».
rfa , que en la acepción con que la emplea aquí ARON, no equivale
Desde esta perspectiva, la especificidad de este tipo de relac i o n es i n l l' l l l ll
cionales se encuentra «en la legitimidad y la legalidad del recurso a la 1'1 11•1 1 1 1 1 1 r 1 1 1 1 n t e a la teor[a de las relaciones internacionales, entendida en senti-
lol ' J I 1· 1 7 5 , t i ene por misión definir los conceptos necesarios para e l análi­
armada por parte de los actores» 69. Es lógico, pues, que ARON estime C J I I \ ' 1 1 1 �
. ncept ual izar la realidad observada. Utilizando el símil de un partido
relaciones internacionales se encuentran todavía en estado de naturaleza : « 1 m
1 • l t'J ! b 1 , considera que la teoría consiste en precisar la naturaleza del j uego
Estados no han salido aún, en SI}S relaciones mutuas, del estado de natum/1 ·:11
Si lo hubiesen conseguido no habría ya teoría de las r e l a c i o 1 1 n ¡ , 1' las a las que está sometido 7 6 .

internacionales» 70 . P . n t a l ínea, el autor centra su estudio en el establecimiento de los con­


' J i l 1 s necesarios para el análisis. Analiza, en consecuencia, lo que caracteriza
Existe, así, una esencial diferencia entre la política interior y la polí t i ca n
terior: «Aquélla tiende a reservar el monopolio de la violencia a los deten r a d o • l 11 laciones internacionales, la conducta estratégico-diplomática, para a con­
' 1 1 i 'i n tratar de establecer los medios, el poder y la fuerza, y los fines de
res de la autoridad legítima, mientras que ésta <¡.cepta la pluralidad de ce1 1 r 1 n �
l • ) l l f t ica exterior, poder, gloria, idea, y distinguir los diversos sistemas posi­
de las fuerzas armadas. La política, en cuanto concierne a la organizat:il'l ll
interior de las colectividades, tiene por finalidad inmanente la sumisión d e lo·1 l dl las relaciones internacionales, en función de la configunición de la re-
1 1 1 t n de fuerzas entre los actores y de las propias características del sistema.
hombres al imperio de la ley. La política, en la medida en que afecta a las r l'i u
1 11 s i sentido distingue, en la misma línea que PAPALIGOURAS, entre siste-
cion�s entre los Estados, parece tener como signifi�'fdO ( . . . ) la simple supcr v 1
venc1a de los Estados frente a la amenaza virtual qu� trae consigo la exis t e n n 1 1 1 1 1 1 h mogéneos y heterogéneos : «Llamo sistemas homogéneos a aquellos en

de los demás Estados» 7 1 . Ello, con todo, no impide, añade, el desconocimicn 11 • u a l es los Estados pertenecen al mismo tipo y obedecen al m\smo concepto

to de los lazos múltiples que existen entre los acontecimientos internos e intL'I d1 p l í t ica. Llamo heterogéneos, por el contrario, a aquellos s1stemas en los

naci� nales, pues el curso de las relaciones entre unidades políticas se ve infhu 1 ( l l 1 s Estados están organizados de acuerdo con otros princ\pios y procla-
1 1 1 1 1 1 valores contradictorios» 77• También establece una distinción entre siste-
do por los sucesos que tienen lugar en el interior de esas mismas unidades u
1 1 1 L pluripolares y sistemas bipolares. En su opinión, el sistema internacional
En consecuencia, para ARON, las relaciones internacionales se expresan en
• l d 1 945 es bipolar y heterogéneo. Finalmente, en la parte dedicada a la teo­
Y por medio de conductas específicas : «El embajador y el soldado viven y sim
·

' ' • deja constancia de la existencia de tres tipos de paz, la paz de equilibrio,
balizan las relaciones internacionales que, en tanto que interestatales, nos llc
! 1 az hegemónica y la paz imperial 78•
van a la diplomacia y a la guerra», es decir, las relaciones internacionales << ik
u conclusión es que si, por un lado, existe la posibilidad de un sistema
van consigo, por esencia, la alternativa de la guerra o de la paz» 7 3 ,
1 1.1 eptual, propio de la conducta estratégico-diplomática, por otro, aparece
En suma, ARON considera que las relaciones internacionales como disd
¡ , m posibilidad de una reconstrucción sistemática y abstracta del conjunto di­
plina científica son una parte de la ciencia política total, que «englobaría a las
_ ¡ d m ático, comparable a la reconstrucción del conjunto económico por
relacwnes � n�ernacionales como uno de sus capítulos, pero este capítulo guar­
.
dana su ongmahdad, . fiYNES 7 9 .
ya que trataría de las relaciones entre unidades políticas,

cada una de las cuales reivindica el derecho de hacerse justicia a sí misma y on todo, la teoría rinde al estudio de las relaciones internacionales tres
de ser la única dueña de la decisión de combatir o de no hacerlo» 74 .
75 E l propio autor, en el prólogo a la edición española de su obra principal, señala expresa-
68ARON. Raymond, ib(dem, p. 24. 111 me que «aunque cada una de las cuatro partes de este libro lleva un título diferente -teoría
69 ARON. Raymond, <<Qu'est-ce qu'une Theorie des Relations Internationales ?>> , · 11 •i logía, historia, praxeología- todas ellas se integran en una encuesta de significación y alean:
1 l
· op. ca. ,
p. 843. órico» (ibfdem, p. 9). Una vez expuesta su concepción de las relaciones internacionales tal
70 ARON. Raymond, Paz y guerra entre 1 1 1 1110 la desarrolla en Paz y guerra entre las naciones veremos la posición de ARON respecto de
7 1 ARON. Raymond, ibfdem, p. 25 y 26. las naciones, op. cit . , p. 26. 111 l oría.
7 2 ARON. Raymond, ibfdem, p. 27.
76 ARON, Raymond, ibidem, p. 28.
73 ARON, Raymond, ib(dem, p. 25. 77 ARON, Raymond, ibfdem, p. 133.
74ARON, Raymond, ibfdem, p. 27. 78 ARON, Raymond, ibfdem, p. 193.
79 ARON, Raymond, ibfdem, p. 9 y 38.
1 /1 1 1{ 1 1 1 " ¡; \' 1 < ll 1 1 . 1 /1
111 1 1 1 ( ll 1 1 1 \.' 1{ 1 1 11 1 1 1 1 1 1 't 1< 111 \1 1 '
· !a se� d · ser idos: í 1) 1 1 1 d Í l ' l l 1 1 1 �> I H ' Í t'¡ l or,( ) p ) ' " ' ' ' I I I I Í t ' I I I O� , l'l sisr 'IIHI i t t i L' I t t a · i n n a l t i · 1 1 1 1 ·st ros
<.lbs. ' i n ' 1 1 1 ·
rncnt s q u e d e b · 1 1 · v a r ·or 1 s i ·o I I J i a <1 · Tr i p i c'1 1 1 c k 1 1 . . , 1 1 1 1 ¡ 1 1 1 , 1 1 1 1 1 1 1 1 ¡ , 1 11 • N , · 1 1 e it- 1' l o.� ; ¡ S I · ·1 a la exr ensión planetaria d e
.� . y d e b i d o
ralez_a _del sistema diplom:H ico, bjer i v o s 1 1 1 ·d i � <.k lt 1 � . H' I I I I I •• • 1 1 1 1 1 , , . 1 1 1 d1 •nt 11 · 1 a la p u ·:¡ I U a p u n t o ele a rm a s termonucleare , la coyun-
el sociólogo o el historiador, yendo más a l l á de la p u ra cl ·sl· r i p¡• 1 o 1 1 , , 1 1 1 1 1 1 1 , , ,¡¡ 1 1 I01 J i i t:, l , il i n prc edcnle » . En e te sentido, «contiene a la vez
pr�?der la dir�cción de 1� p � lítica ex � erior de u n a t t n i In 1 po l l l 1 • 1 1 1 1 1 .. , 1 1 on i l l :;; rtd rn y ot ra soc i o l ó g i ca de la diplomacia en la era plane-
utilizar la teona como entena de racionalidad y co u fro 1 1 1 u 1 1 . 1 . , 1 1 . ¡ 1 1 1 1 11 1
1 " 1 1 1 l l l \1 1 1 )) � l .

según esta misma teoría, hubiera sido lógica con a q u ·lla q 1 1 c 1 1 . 1 ¡ 1 1 1 , 1 1 t ,,, . 1 , . ., 1 1 1 1 , ! . 1 prax. que es la parte normativa y filosófica, en la
ologfa,
de hecho; 3) el sociólogo o el -historiador pueden y cleb 11 i n � t · 1 1 1 , , . , 1 1 � · l ' " ' " ¡ 1 , , l l l d O el · las hipótesis iniciales . En el análisis de las rela-
n u evo
las causas ( . . . ) que determinan la formación , la t ra n s f l" l l l a t-l<'l l l 1 1 1 1 1 1 1 t 1 1 1 1 1 1 1 1 • J l líll s n ba s t a con mirar, describir, señalar las regularidades .
ción de los sistemas internacion ales» so. •1 , ( 1 /, . r , act uar, fijar las reglas morales d e l a acción. E n definitiva,

�ero aunque ARON habla al mismo tiempo del sociólo •o y < k l 1 1 � >. 1 1 1 1 . •1 . . , 1 1 1 1 1 1 1 ' " ' t eoría, darle una finalidad no sólo cognoscitiva sino tam­
considera que la labor del primero se interpone entre la d e l 1 dJ I I I , , 1 1 1 h ' ' 1 I ¡ J 1 1 t' t . A uf, A RON trata de evitar las dos posiciones extremas que
ria? or, p �es mientras este último relata los acontecimient o.� ele 1 . 1 1 ,. , 1 1 1 h 1 11 1 1 1 · 1 idealismo moral , para inclinarse por un realismo que tome
tenor Y Sigue e l devenir d e una unidad política, d e un s i s t e n 1 a d 1 p l t t 1 1 1 11 1 . , • 1 1 1 l • 1 · •d i d a d . Es por ello que su ética es una ética de la prudencia,

de una civilización , «el sociólogo busca proposicion es de u n ; 1 r i n l 1 1 1 . , 1 1. 1 '' t i • ¡ l p ¡ 1, 1 · la re ponsabilidad, que debe materializarse en una diplomacia­
dad, relativas tanto a la acción que ejerce una cierta cau a sol 1 1 , · 1 1 1 . , 11 1 " ,1 , 1 1 1 1 · noble y no racional, única posible en la era termonuclear y en
los objetivos de las 1unidades políticas, sobre la naturaleza ele lo0 '" '· " 1 1 �ou 1 logías, a pesar de que no nos permita escapar de las antino-
bre los tipos de paz y guerra, como relativas a las sucesione l'l'l\ 1 1 1 1 1 1 1 ., 11 11 ' "11 •1 ( , H4 .

esquem�s de futuro que estarían inscritos en la realidad . . . A s l . l l " ' ' ' , , ¡ ,1 t ' 1 u ¡ ante e l futuro que queda perfectamente plasmada en la
,• · pt i ca
nos sugiere una enumeración de los fenómenos-efectos, de 1 s d r t n 1 1 1 i t ht ,, 11 1 1 bra: « Dejemos a otros, más dotados para la ilusión, el privi-
· ·u
a los que el sociólog� se ve invitado a buscar los fenómcn(t,\ 1 1 1 1 ·1 , 1 - 1 ' ' " ' nr e con la imaginación un punto final de esta aventura e inten-
1•

determinantes» B I . 1 1 1 1 1 dl r a ninguna de las obligaciones impuestas a cada uno de los hom­


E n l a segunda parte de s u construcció n teórica, l a sociologla, .� � · l 1 1 t . 1 1 1 v ,< J l rn de una historia bélica y no traicionar al ideal. Pensar y ac-
pues, acerca de si es posible una explicación de la conducta de lo � a ¡ 1 , , 1 , � 1 l'irrne propósito que la ausencia de la guerra se prolongue hasta
explicación global de las alternativas entre paz y guerra. Se t ra l a d r l , � • 1 1 la paz se haga posible -suponiendo que lo sea alguna vez» 85 •
de los �eterminantes ' de las variables (materiales y morales, geo�·. 1 1'1 ¡ ¡ , , 1 � 11 ·eñalado DUROSELLE, todo este conjunto d e consideraciones y
.
mog�aflca . . l uye <<Una teoría de las relaciones internacionales en el sentido
� , econom1cas , políticas y psicológica s) que condiciona n 1 1 ¡ u 1 l l l 1 i iNi i
extenor e m fluyen en los acontecimientos internacionales y de b s 1 q o 1 1 1 11t l ' ' ' r • nd de una investigación de los conceptos 4tiles, los que hay que
des que se producen en la esfera internacional . Ello permite es l a h h- 1 , . 1 "" , · tr a la luz en el estudio de las relaciones entre unidades políticas,
gularidades de la conducta, distinguir los diferentes tipos de co n fl k r o 1 , 1 " " , ' ' ) 1 1 1 de a continuación a l a búsqueda d e las explicaciones, para des­
tualmente formular hipótesis sobre la evolución de determinadas ,\ l l l l tll h t l " , , t · 1 ejemplo concreto de la historia posterior a 1 945 , y preguntarse
tipo. '" '' ' " ' 1 1 1 , i es posible descubrir normas de acción racionales 86 •
Sin :mbargo, para ARON estas cuestiones necesitan de la histuriu, J l l l l , 1 1 ' 1 1 t nd i oso marco teórico-metodoló gico general para el estudio de las
necesano observar el curso de los acontecimie ntos, la evolución de lo o ·1 1 1 1 1 nternacionales, que ARON desarrolló en Paz y guerra entre las na-
d�s , las diversidad de las técnicas y de los temperamentos. El soci•'• l " ' ' " 1 1 1 completado pocos años más tarde, en lo que a la posibilidad de
evitar razonar e n abstracto. E l estudio d e los conceptos y d e los dei l' l l l l i l l l t tt ttna teoría general de las relaciones internacionales se refiere, en un
�o es satisfactorio si no se puede aplicar a usos concretos. Se hace, a� l , 1 1 , 1
•n el que se pregunta «Qu ' est-ce qu ' une Theorie des Relations
no recurrir a la historia 82 • La tercera parte, la historia, consagrada 11 l 1 t 1 tt 1 1 , , ¡ 1 1 n ales?» 8 7• ARON rechaza de entrada l a teoría en cuanto filosofía pa-
yuntura actu �l , en la que describe la constelación diplomática con l c l t t l " " '' '
Y l �s estrate�I�s d e l a era nuclear, intenta poner a prueba, en prinw1 1
e� tipo de anahs1s
_
.
que s e deduce d e l a teoría y d e l a sociología. A RO N 1 1 1 1 , ,
d1do elegir uno de los casos concretos necesarios para ilustrar lo co1 1 ,., ' "
1 1 11
I I IN,
I IN ,
¡I
Raymond, ibfdem, p. 3 8 .
Raymond, ibídem, p. 904.
il
I I IN, Raymond, ibl'dem, p. 91 1 .
1 '1 1 1 os 'LLE, Jean-Baptiste, «Paix et guerre entre les Nations. La theorie des relations in­
' ' 11<11 d s selon Raymond Aron», Revue Franr;aise de Science Politique, vol. 1 2, n.o 4 (1962),
80 ARON, Raymond, ib{dem, p. 221 y 222.
8 1 ARON, Raymond, ibídem, p. 222. !H IN, Raymond, «Qu'est-ce qu'une Theorie des Relations lnternationales?», op. cit., p.
82 A
RON , Raymond, ibídem, p. 28. ' 1
1 /0 I I I I H • II ll /1 1 11 1 /1
1 1 \ 1 \ ' . 1; 1 1 \e H il l l '. 111 1 1 1\ l l \ 1 l i ll l \ 1 1 ' •

·Jases d · 1 ) i 1 1 d il:r• d �ot' i ólu ·o n i I I Í ,� i .i ' l i ¡ c J p ¡ l os 1 1 , i 1 1 d 1 1 1 � t-h , . ¡ , .


se• v i · i ok: 1¡ 1 1 1 1 •· • i(ll ·i n al eJe n uest ros día� . ' i n C l l l ­
·� p l a n f ·a 1 1 1 i ·n f o · , e l s i s l · ¡ n a i n r cr n u
m c n t os q uc dcbe l levar consi ·o n n a c l ·s c r i pc i ó n l e la ·oyu • t i l l l'n ( l i • n i r t· 1 1 , 1 , 1 1 )¡ " · 1 , d i e · A R N , «en ciert s aspeClos, y debido a la extensión planetaria de
ralez� del s1stem� d•p lomát ico, objetivos y mcdi de los act res , . , · . ) : n ·.1 l 1 ! ' · a l i pl om á t i ca y a la puesta a punt o de armas termonucleare s, la coyun-
;
el soc1ologo . 1 ¡¡ 1 pr ·s · n t e es ú nica, sin precedentes» . En este sentido, «contiene a la vez
? el h_I� tonador, yendo más allá de la pura de cripción, q 1 1 i c r . (·1 1 1 1 1
pr�? der l a direccwn de l a política exterior de una unidad polít ica ( . . . ) p 1 1 r d 1 · 1 1 1 1 1 ·orla racionalizador
1 a y otra sociológica de la diplomacia en la era plane-
uhl�zar la teoría como criterio de racionalidad y confrontar l a c o n d u e l a , 1 . . . . 1 '' , 1 ermonuclear» 83 .
_ _ hubiera lli na lmente, la praxeología, que es la parte normativa y filosófica, en la
1
segun esta misma teona, sido lógica con aquella que h a interv · 1 1 1 , ¡ 1 1
de hecho; 3) el sociólogo o el -historiado r pueden y deben interrogars e so h 1 1 · 1 1 1 · s ponen en duda de nuevo las hipótesis iniciales. En el análisis de las rela-
1�� causas (. -) que d�terminan la formación , la transformación o la dcsap; 1 1 1 11 s i nternacionales no basta con mirar, describir, señalar las regularidades .
cwn de los sistemas mternacion ales» so . 1 • 1 1 esario j uzgar, actuar, fijar las reglas morales de la acción . En definitiva,
�ero aunque ARON habla al mismo tiempo del sociólogo y del historiado 1 • h 1• · r peracional la teoría, darle una finalidad no sólo cognoscitiva sino tam-
c� ns1dera que la labor del primero se interpone entre la del teórico y el h i s r . 1 1 •u pragmática. Aquí, ARON trata de evitar las dos posiciones extremas que
na?or, p �es mientras este último relata los acontecimientos de la política l' \ I H l 1 cinismo y el idealismo moral, para inclinarse por un realismo que tome
tenor Y ����e el ?evenir de una unidad política, de un sistema diplomáti co " 11 u e n ta la realidad. Es por ello que su ética es una ética de la prudencia,
.
de una CI�Ihzacw n, «el sociólogo busca proposicio nes de una cierta genera i l ¡ 1 , I n abiduría, de la responsabilidad, que debe materializarse en una diplomacia­
dad, relativas tanto a l a acción que ejerce una cierta causa sobre el po clc 1 1 1 ! at égica razonable y no racional, única posible en la era termonuclea r y en
los obje�ivos de las 1unidades políticas, sobre l a naturaleza de los sistemas, s1 1 ¡ , ra de las ideologías, a pesar de que no nos permita escapar de las antino-
bre los tipos de paz y guerra, como relativas a las sucesiones regulares o a 11 1•. 1 1 1 i a · morales •
84

esquem�s de futuro que estarían inscritos en la realidad . . . Así, pues, la teor fa Postura escéptica ante el futuro que queda perfectamente plasmada en la
nos sugiere una enumeración de los fenómeno s-efectos, de los determina dm '< nclusión de su obra: «Dejemos a otros, más dotados para
la ilusión, el privi-
a los que el sociólog_o se ve invitado a buscar los fenómenos-causas ¡,·,� 1 i o de plantearse con la imaginación un punto final de esta aventura e inten­
impuestas a cada uno de los hom- .
' •

determinantes» 8 1 • i • m os no faltar a ninguna de las obligaciones


En la segund � parte ? e su construcción teórica, la sociología, se interr�>ga , In , no evadirnos de una historia bélica y no traicionar al ideal. Pensar y ac­ 1¡ 1 '
pues, acerca de s1 es posible una explicación de la conducta de los actores u 1 1 1 1 que la ausencia de la guerra se prolongue hasta
explicación global de las alternativas entre paz y guerra. Se trata del es;ud io
t uar con
·1 día en
el
que
firme
la paz
propósito
se haga posible -suponiend o que lo sea alguna vez» 85
• J
de los �eterminantes de las variables (materiales y morales, geográficas, ck Como ha señalado DUROSELLE , todo este conjunto de consideraciones y
. _ .'
mog�afica � , economica s, políticas y psicológic as) que condicionan la polít ica [l nálisis constituye <<Una teoría de las relaciones internacionales en el sentido
extenor e mfluyen en los acontecimientos internacionales y de las regularida que, partiendo de una investigación de los conceptos qtiles, los que hay que
des q � e se producen en la esfera internacional. Ello permite establecer las n.: uislar y sacar a la luz en el estudio de las relaciones entre unidades políticas,
gulandade s de la conducta, distinguir los diferentes tipos de conflicto y eve11 ·l autor procede a continuació n a la búsqueda de las explicacion es, para des­
t� almente formular hipótesis sobre la evolución de determinadas situaciones pués poner el ejemplo concreto de la historia posterior a 1 945 , y8 preguntarse
tipo. Í'inalmente si es posible descubrir normas de acción racionales
6•
_

Sin �mbargo, para ARON estas cuestiones necesitan de la historia, pues es Este grandioso marco teórico-meto dológico general para el estudio de las
necesano observar el curso de los acontecim ientos, la evolución de los méto­ r laciones internacion ales, que ARON desarrolló en Paz y guerra entre las na­
d�s, las diversidad de las técnicas y de los temperamentos . El sociólogo debe ·iones, será completado pocos años más tarde, en lo que a la posibilidad de
evitar razonar en abstracto. El estudio de los conceptos y de los determinantes f rmular una teoría general de las relaciones internacion ales se refiere, en un
no es satisfactor io si no se puede aplicar a usos concretos . Se hace así necesa­ 1rtículo en el que se pregunta «Qu'est-ce qu'une Theorie des Relations
rio recurrir a la historia 82 • La tercera parte, la historia, consagr�da ' a la co­ .l nternationales? » 87 • ARON rechaza de entrada la teoría en cuanto filosofía pa-
yuntura actu�l, en la que describe la constelación diplomática contemporánea
Y l � s estrate�I�s de la era nuclear, intenta poner a prueba, en primer lugar,
.
e� tipo de anahsis que se deduce de la teoría y de la sociología . ARON ha deci­ Raymond, ibfdem, p. 38.
.
83
ARON,
dido elegir uno de los casos concretos necesarios para ilustrar lo correcto de 84
ARoN.Raymond, ibfdem, p . 904.
85
ARON,Raymond, ibfdem, p. 91 1 .
86 D uROSELLE.Jean-Baptiste, «Paix et guerre entre les Nations. L a theorie des relations in­
ternationales selon Raymond Arom>, Revue Franr;:aise de Science Politique, vol. 12, n.o 4 (1962),
· ·

ARON, Raymond , ibfdem, p. 221 y 222. n. 964.


80
81
82
ARON, Raymond, ibfdem, p. 222. 87 ARON, Raymond, «Qu'est-ce qu'une Theorie des Relations Internationales?», op. cit., p.
ARON, Raymond, ibfdem, p. 28. R37-861 .
1 / .' l l l l lí < l i < l l " 1 < 1 1 1 ' 1 \ ' , 1 < 1 1 \ 1 / I I I ( I ' , JI I I I I I I \ 1 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' ¡ 1 \ ', 1 ( 1 / \• I I J I I I ' , 1 1 1 1 1 l< l l 1\ 1 / 1 1 1 1 \ 1 1 ' , 1 1 / � / 1 1 1 1 1
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r a , g u i a d o POI la b t't s q u c d a dd !'11 1 :'t ·r n ' l t: n i l l i '! 1 , d 1 1 1 1 1 1 1 1 q u e < 1 1 1 1 1 1 l t'l l l l l t 1·� 1 1 1 11 1• 1 N d Jl' l la� U l l l l.J k i o n ·� d · In� ·1 ·cc i o n ·:; l 1 i � I Ó 1 i c a s » '' . 1� 1 I I I L' I O lo d e
un sistema h i po t ét ico-deduc t i v o , COII�I I l u í d o por 1 1 1 1. ·o u j u n l o de p• up<'�" 11 1 , 1 1 11 1 1 1 1 1 N C � í t ú a , p u ·s , a · a b a l l ( 1 · l a i 1 >fa y el e. l a hi t ría, t o m a n d o
nes cuyos términos están r i g u rosamen t e defi n idos y uya rcla i 11 ·� < · 1 1 i 1 1 · 1 1 1 \ i l ' u l ! 1 1 :1. d i mcn i n e s · i ncrónica y d iacró n i cas de l a
realidad que se v a
términos (o variables) revisten frecuentemente una forma r u �H C u l ñ i ¡ · u > 1111 1\ l t l t l i u r . o m o él mismo establec erá: «Todo estudio concret
o de las relacio­
partir de este momento, los esquemas teóricos que utiliza como consr a r l l r 1 1• ' " i 1 1 [ · t· n a i nales es, pues, un estudio sociológ ico e históric
o, ya que el cál-
ferencia provienen de la economía, ciencia que entre todas las ciencias S!ll' i i t l n • n i , l · I n f u e rz a reenvía al número , al espacio , a los recurso s, a los regíme­
es probablemente la que ha llevado más lejos la elaboración teóri ca H·1 • •11 1 n i l í l a r , ec o nóm i c o, político y social) y estos element os a su vez constitu ­
Pero antes de entrar en la cuestión de la teoría de las relaciones i n t c rr r : r 1 · 1 1 1 ' 1 1 1 s n v i t es de los conflict os entre los Estados » 93 •
nales, ARON considera que es necesario fijar el campo propio de la s m i s 1 1 r a ·1 , d t icas que ha merecid o una constru cción tan ambicio
sa y tan influ­
que, d e acuerdo con e l planteamiento que ya hemos señalado, encue n t r a d,· n, como es lógico, numero sas . Tanto en Europa como en los Estados
terminado por la especificidad de las relaciones internacionales , que se s i r u n 1 l.a aportación de ARON ha sido un punto de referenc ia frecuente 94 .
en la legitimidad o la legalidad del recurso a la fuerza armada por pa r t e dr uizá el primer aspecto que hay que señalar en la concepc ión de ARON sea
los actores. p i a l carácter que tiene su enfoqu e socioló gico, pues, como hemos visto,
Sobre esa base que determina la teoría, ARON reconoce que la teo ría d•• , 1 I I LI leo de su exposic ión viene constitu ido por la política internac ional, sin
las relaciones internacionales no es operativa, ya que no permite la previsi•'u r 11 L me en conside ración otros aspecto s más precisam ente sociológ icos de
n i l a manipulación , «al menos hasta e l día e n que l a política e n tanto que r a l , 11 1 td idad internacional. En este sentido, TRUYOL ha podido
decir que «su doc-
es decir, l a rivalidad entre los individuos y l a colectividad para la detern1 i1111 1 1 t t ' l v iene a ser de esta suerte una sociolog ía de la política
internacional» 95 •
ci�n de lo que es bueno en sí, haya desaparecido» 90• Y añade, «si se esper a , de esta perspec tiva se le ha reproch ado el haber elegido
un tipo ideal
baJO el nombre de teoría de las relaciones internacionale s, el equivalent e dr 1 ¡ ' ( fico para organiz ar la concept ualizaci ón de su objeto �· en c� nse� � en-
lo que ofrece a los constructores de puentes el conocimiento de materiales 1 1 o 1 1 la tendenc ia hacia una simplifi cación abusiva de la realidad . S1mphf1ca- . ,

en op1mon
.

que,

hay ni habrá jamás teoría. Lo que la teoría de la acción ( . . . ) está en condi� i 1 1 , '1n que se manifestaría en la exageración de las diferenc ias
internac ional 96 •
nes d e aportar e s l a comprensión de las diversas ideologías ( . . . ) con l a ayudu 1 ARON, oponen el medio interno y el medio
de las cuales los hombres y las naciones interpretan paso a paso las relacio111·, p r otro lado es evident e que no se puede restring
ir las relaciones interna­
int�rnacionales y se fijan objetivos o se imponen deberes». Teoría, que se dclw onales únicamente a las relacion es interest atales, y que ese tipo ideal de un
umr a la práctica, de la que termina diciendo: « Durante el tiempo que la soci1• ¡ 1 ¡ •d i o internac ional esencial mente conflict ivo ignora toda una serie de proce-
dad internacional siga siendo lo que es, es decir, una sociedad asocial, cuyo 1 s, por ejemplo , las relacion es transna cionales , cuya importa ncia es evidente.
derecho se deja, en los casos .graves, a la interpretación de cada actor y qut· 1 ,• 1 1 uma, la concepc ión de este autor, además del pesimis mo que la caracteri­
está desprovista de una instancia detentadora del monopolio de la violen<.:in /1 1 , dolece de una visión de la realidad internac ional que se inscribe en la co-
legítima, la teoría será verdaderamente científica en la medida misma en q u !' 11 nt e de pensam iento tradicio nal , que ve las relacion es interna cionales en es-
Y
global om­
no aportará el equivalente de lo que esperan los corazones nobles y las ment e., 1 1d de naturaleza y, por tanto , no posibili ta una interpre tación
ágiles, es decir, una ideología simple, que proporcione una garantía de morali n , mprens iva de las relacion es interna
cionales tal como éstas se presentan en
dad y eficacia» 9 1 • 1 1 1 1 stros días .
Su conclusión, en cuanto a la actual posibilidad de existencia de una teoría En sus últimos escritos, a la vista del desarrollo teórico-metodológico de
general de las relaciones internacionales en el sentido por él señalado, es puc� I r i s relacione s internac ionales, como consecue ncia de la aparición
de modelos
evidentemente pesimista. y oncepcio nes que ponen en entredic ho la virtualid ad del
análisis del mundo
Hasta aquí la construcción de ARON, una concepción que denominamo� 11L ernacional en base al sistema diplomático-estratégico, y a raíz de las trans-
como sociología histórica. El propio autor, como señalamos, acuña la exprc 1 )rmacion es que ha experime ntado la sociedad internac
ional con posterio ri­
sión. Su sentido es claro, como queda reflejado en las siguientes palabras que lud a 1 962 , ta�to a nivel de actores y factores de las relacion es internac ionales
lo sintetizan perfectamente: «Pasando de la teoría formal a la determinación
de las causas, y luego al análisis de una coyuntura singular, espero ilustrar un 92 p. 22 . .
método, aplicable a otros temas, y mostrar a un mismo tiempo Jos límites de 93
Raymond, Paz y guerra entre las naciones, op. cit., lnternauo
ARON,
Raymond, «Qu'est-ce qu'une Theorie des Relations
ARON,
nales?», op. c11.. , p .
H l.
94 Entre las numerosa s críticas generales hay que destacar, por lo
que tienen de representati-
DUROSELLE, Jean-Baptiste, «Paix et Guerre entre les Nations>>, op. cit.,
p. 963-979, Y YouNG.
KNORR Y .J . N. R osEN AU (eds.), Con­
ran R . , «Aron and the Whale: A Jonah in Theory>>, en ,K.1969,
v :
88 ARON, Raymond, ibídem, p. 838. p. 129-143.
89 ARON, Raymond, ibídem, p. 839. lending Approaches to Internationa/ Politics, Princeton
9 5 TRUYOL, Antonio, op. cit., p. 61 .
90 A RON , Raymond, ibídem, p. 855.
9 ! A RON , Raymond, ibídem, p . 1!58 y 859. BRAILLARD. Philippe, Théories des relations internationales, París, 1977,
96
p. 73 Y 74.
1 1 1 1 1 1 H l l i 'l 1 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' . 11 1 1 \ < • , 1 11 1 1\ 1 1 \ , 11 1\ 1 1 • , 1 t 1� l l 1 1 1 1 1 1( 1 \ \ 1 1 1 ' .t 1 1 ' 1 1 1 1\ 1 / 'l
Jo 1 \,, ¡¡ ¡ 1 ¡\ ¡ 1 < H 11 1 11

kl' hn plil l l i l' ¡(!() li1 i i Ído do• 'oll 1 1 1 1 . 1 1 1 . ¡ ¡ , r 1 1 1 1 J 1 a t l o , (1 · i 1 1S · r 1 n 1· ·1 s i s l 1 1 1 ; 1 i n l ·r S l a W I · n l a s


c i cclad p l a -
c' l l l l l < l i 1 I I Í · 1 d r I 'S I I I I �' i l l l l l � . r i J l i i i i ) I O I I�( ) N <

'll l c• , I ta q u d a d
1 11 1
p a r ; ¡ · 1 n u ( d i s i s ( ( • 1 : 1 1 <.;n l i t l n 1 i u l t· l· l l , c i o u ti l . a p u n t ad
. .
.
plant ami ''' 1 1 1 ¡,1 1 .
En e pe i a l en su obra p st u n l. a Lo · LÍitin•¡ s n 1 s d 1 sigl �< , l l l l ' l l ' , , or, 1 1 1'
( l it 1 lo l a influe ncia de ARÓN en el camp
o de las relacwnes mtern acto-
comprobación, ante los cam bios ex p e r im en t ad o p r l a s i d a d i n ll' 1 1 1 . 1 • 1 1 1 1 ¡ ¡1 •r a nci e a ambo s lados del Atlán tico,
si bien es palpa ble en aque-
claro ?:seo de super ar Y
11n sid '

nal, l a interpretación de las relaciones internacionale rea l i zada e n 1- 'a,. , , .': " • ' \ l , e r clama n contin uador
es de su teoría un
y n �Idos. Esto sucede
11 • •
rra entre las naciones. Aunque en lo esencial no ve la nece · iclacl ele n 1 o < l i 1 " 1 1 1 1 1 1 , ¡ /"ti ol unos de sus plante amien tos simpl ificad ores
.
sus tesis, sin embargo, se refiere a fenómenos transnacionales y s u p ranl lt: Í t ' ' ' " 1 1 lp 1 1 b l mente con su más característico contin uador Y ? Is�t�ulo, HOFFMANN.
les y s e plantea cuestiones que suponen introducir una duda sob re l o a · n 1 n d 1 1 ) 1 F I� M A N N siguie ndo Jos pasos de la
sociol ogía histon ca de ARON , nos
de s u interpretación anterior. 1 1 1 , a r una d e las conce pcion
'
es teóric o-met odológicas más aca� adas sobre
Así, después de reconocer que el sistema interestatal no se c o n fu n t k 1 '1 1 1 1 1 1 r • l o i o nes intern acion ales. Su forma ción, realiz ada tanto en Europ a como
l a sociedad internacional, sino que representa sólo u n aspecto part icu l a r < k l 1 1 11 1 1,• . . t actos U nidos , le sitúa en condi cione s inmej or�bles para tratar de ten-
as veces divergentes de ambo s la-
1

· misma, aunque esenciaJ 96 ter, y de aceptar el peso de variables no polít ica s , 1 1 1 1 1 1 1 puente entre Jos plante amien tos much
obstante, ARON duda en dar el paso decisivo que le llevaría a aceptar U l l ; 1 1 1 1 1 1 1 Atlántico .
lisis global de la sociedad internacional: «Tal vez pueda denominarse socit•i/,,¡ \ ' o r a e st e autor , siguie ndo el plante amien to aroni
ano, el punto de P_�rtida
internacional o sociedad mundial al conjunto que engloba el sistema inr erl:Si u 1 t ¡ l a teoría válida de las relaci ones intern
acion al�s �<es la c� nstat�?Ion de
tal, l a economía mundial (o el mercado mundial o el sistema económico 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 rad i c al diferencia entre el medio intern
o y el me�I? mtern�cwnal» Aun- ·

dial) y Jos fenómenos transnacionales y supranacionales, aplicándose el ad,il'l l 1 1 1 1 , 1 1 la realid ad esta difere ncia tiende �
a eces a debthtarse, sm em? argo � sub-
.
vo internacional a todos los aspectos que he diferenciado. Por comodidad , d r ! , s i se consid era ambo s medio s como
tipos tdeales. En este. sentt �o , anade ,
ad mt_egrad a,
nominemos sociedad internacional al conjunto de todas esas relaciones c n l l l ' 1 ¡ 1 ¡1 i deal de la cienci a polític a intern a es el mode lo de la socied_
Estados y entre personas privadas que permite pensar en la unidad de la esp•· la teoría de las relacw n�s mterna-
n L ras que «el mode lo del que debe partir . .
des distm tas, es
1
cíe humana. No creo que la fórmula sociedad internacional o, preferentemrn 1 n a l e es el de un medio desce
ntralizado, dividi do en umda
. u:sto,
(en el meJor su �
te, mundial constituya un verdadero concepto. Designa, sin describirla, 1 1 1 1 1 1 ¡ 1 • i r· ' un medio que no es en Jo esencial una comu nidad cwna l
totalidad que incluiría a la vez el sistema 'interestatal, el sistema económiw, es limita da y condt
ociedad es decir, que en ella la coope ración
los movimientos transnacionales y las diversas formas de intercambios ( . . . ) d r
sociedades civiles a sociedades civiles, y las instituciones supranacionales. ¿Pucdr
111
V \�, la lealt �d de los miem bros se dirige a
u ' 1 n t o que consti tuyen , en el peor, un
camp
los
o
distin
de bat
tos
� Jia)
grupo
Y _
que
s antes
no esta
que
.
al
_ dota-
un umda d
denominarse sociedad a esta especie de totalidad que no conserva casi ninguno un poder centra l (de ahí el recurs o legítim o a la vwlen Cia . po� �
Jos indivi duos en las mstitu cwne s es-
1 1 d
de los rasgos característicos de una sociedad, cualquiera que sea? ¿Puede Ita y 1 1 ausen cia de autor idad direct a sobre
blarse de un sistema internacional que incluya todas las formas de la vida in \ 1 1 1 cidas entre las unidad es)»
98 bis

ternacional? Lo dudo» 97 . que ARO� , u ?a


Desde este punto de partida, HOFFMANN pre�o.niza, a.J igual
.

Algo parecido sucede cuando s e plantea l a cuestión de l a toma de deci ·io de «un e�t�d10 SIS-
1 ría princ ipalm ente empír ica. Por teoría empm ca entien
nes por los actores estatales, si bien en este caso reconoce Jo no acertado dl' 1 mático de Jos fenómenos obser vados
, destinado a poner de mamftesto las
su posición anterior: «En la tercera parte de Paix et Guerre tal vez tuve t e n y a d�r a conocer la� _formas
¡ Jrincip ales varia bles, a explicar las conducta_s, 9 . Teon.a e�pmca que
ciencia a sobrestimar la lógica o·la implícita racionalidad de los "actores" , y
· t racter ística s de las relaciones entre las umda des>�
na � a�bas,
a subestimar "el envés" de la acción exterior y también Jos cambios económi ne a teoría filosófica, Jo que no impide que considere .neces� �
cos, sociales y psicológicos independientes de los decisores . . . Mirando al m un·
1
lmente los do� tip� s de mves� tgacw n ' Igua� -
1 u s si es peligr oso separ ar radica . OSI­
do en 1 98 3 , veinte años más tarde, me vería llevado a captar la dinámica ck
1 1 1 nte lo es
mezclarnos: «El divorc io no garantiza 01 la neutra lidad -I��
la evolución sin subestimar esta vez la influencia del "envés" de la acción s, la eleccion de
ni la objetividad. Como Jo han demostrado muchos autore
procede el
_
\ ¡1
exterior y de las modificaciones imputables a Jos fenómenos transnaciona­ las cuales
•oncep tos, la selección de hecho s, la " lectura" de Jo re�l.' a MANN P�-
les» 9 7 bis . n para H�FF
¡ rico son siempre parcialmente subjetivas. » La solucw
Parece claro, pues, que ARON en sus últimos análisis había iniciado una de cada ttpo de teona
por <<Una puest a en guard ia perma nente y recíproca
evolución respecto de su anterior concepción. Sin embargo, su propósito, ex-
ter ARON Raymo nd, ib(dem, p. 2 8 . .
96 bis A RON, Raymond,
97
. .
Les dernieres années du siecle,
París, 1 984; ed. castellana: Los últi· 98 HOFFMA�N, Stanley H., «Théorie et Relations lnternatwnales », Revue Franr;atse de SCien-
mas años del siglo, Madrid, 1 984 (las citas son de la ed. castellana). vol. 1 1 ( 1 96 1 ) , p. 424. . . .
autor.. « 1 nter-
HoFFMANN, Stanley H., ib(dem, p. 425.
'1! Politique,
96 ARON, Raymond, ibt'dem, p. 1 7 . Vid. en. el mismo sentido del m1smo
98 P ·.
ter
97 ARON, Raymond, ibfdem, p . 22.
bis
World PolttlCS, vo.l. 14 ( 1 96 1 ) , 206.
97 ARON, Raymond, ibfdem, p . 27 .
bis
national Systems and lnternational Law»,
99 HOFFMANN, Stanley H., <<Théorie et Relations lnternatwnale
s», op. Cll., P· 4 1 3 .
l it• 1 1 1 1 1/ l l l l l l t t H J I I \ 1 \ ' , li l l \> H ll ll ' , l l l l l li l l \ l l i t l l \ 1 1 ' , 1 \' . !( 1 1 1 1 1 ' , ¡ 1 1 ' 1 I N I\ 11/

1 ' 1 ' l l l t.: a la of n l ) ) , )(J q u �· 110 N l l j H ) I I l' l l l 1 1 0 l'� l l l l p k l l l ! ' l l l . l l k d i l l l l' l l i l t' l l l l l h. l '. l it .11 t t l .1 1 1 11 0 d d ·s · u b r i r l a d i n;J 1 1 1 i ca d e · a m bio ele u n s i s l c­
< il- L·s l v:> s i � l · n 1 a S ·

esi e sen t i d o , es t i ma q u e la t ·orí u fi losófi ·a PL tt.:cl • a yu d ; u · id t L'ÓI íco l'l l l p l i ¡. 11 ' " 1 1 1 1 1 1 o. k -SI · · i ac l i sería
· s · m cj a n t e a la ele c r i pc i ó n de los s i st em a s p o l ít i ­
«a hacer explícitas las preferencias q u e se ocul t a n det rás de las a i cgo d a \ ' J I " ' ' , • . 11 1 · r n os » . El seg u n d o estadio es la comparación de Jos sistemas históricos,

emplea Y las relaciones que estudia», e, inversamente, « e l t có r i o fi i(JM'• I I I I I 1. . ' ll i p r mi t e definir «tipos de sistemas internacionales, caracterizado cada

debe conocer y aceptar los resultados a los que ha llegado el teórico e n l p Í I I I I I , 1 1 1 1 1 1 1 • ·1 1 por un rasgo o una combinación de rasgos que determina su origi-
porque s i e l paso del ser al deber e s siempre u n salto gigantesco, e l t eólivo d 11 . 1 l 1 l», a í como establecer «generalizaciones útiles acerca de aspectos co-
la realidad indica, sin embargo, al filósofo, lo que es posible, lo q u e no In n , 1111111 muchos sistemas» y estudiar diversos tipos de políticas exteriores . Fi­
•,

l o que resulta de l o que queremos, y l o que, en muestras deseos, se rev e .l a ('1 1 1 1 1 1 1 " d 1 1 1 nl , sería posible hacer comparaciones entre sistemas políticos internos

contradictorio e n la práctica» 1 00 • 1 1 1 i •1 n a ci onales


104
.
En consecuencia, para HOFFMANN, si la teoría de las relaciones intl'l llll l n f q ue histórico, que nos ayuda a evitar el error de generalizar o partir
cionales debe ser por principio empírica, el estu.dio de las mismas no d ebe 1 1 1 1 1 1 .11 l 1 i tencia de un sistema y con ello a considerar las relaciones internacio-

ca olvidar él plano filosófico, normativo. Prim ero hay que centrarse en e l pln 11 1 mo una actividad fundamentalmente occidental . Estudio del cambio,
no del ser, a través de una teoría sistemática de tipo político y experiml'utul , ¡ , l 1: fuerzas que hacen de los sistemas algo dinámico y abierto, y método
A continuación, en el plano del deber ser, mediante una teoría fi l osófica q u t• , 1 1 1 1 1 1 1rado, son, pues, las dos claves del análisis que propone HOFFMANN.

busque defender un ideal. lt' l papel de la historia es, así, decisivo, pues es de la historia, y no por de­
Teoría empírica que debe ser general, pues las explicaciones parciak� "' , 1 1 1 · • i n de hipótesis abstractas, que « puede obtener la teoría las "leyes" de

obtendrán más satisfactoriamente dentro de la estructura dada por aquélla 1 1 1 1 1 1 d i; iplina» 105 •
Estas dos direcciones por las que debe discurrir la teoría de las relacioun 1 � ro además de esta investigación inductiva y sistemática es necesaria otra
internacionales las explicita claramente en su obra Teorías contemporáneas t/1• 1 11 1 d e tipo distinto. Es necesario tratar de construir utopías relevantes. En

las relaciones internacionales. En primer lugar, la sociología histórica o 1 e1 JI In 1 1 l u • (I n caso puede afirmarse «que el problema de lo que debe ser el mundo
empírica, después la construcción de utopías re-levantes o teoría filosófica q 1 1 1' '1 1 1 1 deben comportarse moralmente los Estados es irrelevante . . . La políti-
1 06 • En este
se preocupa de los valores, pero sin descuidar sus posibilidades de realizacit'lu ' 1 t n un dial plantea cuestiones morales y han de ser examinadas»

Ambas son «esfuerzos para proveernos de un mapa fidedigno que simplifiq111' 1 ! ! l i d afirmará que la teoría filosófica «debe ser a la vez búsqueda de un ideal
• Para
el paisaje para destacar sus rasgos más importantes» 1 02 . 1 1 1 1 1 r rme a los valores que la inspiran y consciencia de sus límites»
1 07

La sociología histórica, camino fijado por ARON, «es un planteamiento )l,l' 1 J ,,. •MANN es necesario, en consecuencia, buscar, de un lado, los valores y
neral basado en las siguientes ideas. La búsqueda de proposiciones abstrae! a ' 1 1 ideales a defender, y ver, de otro, cómo realizarlos eficazmente en el mun­
Y el método deductivo, actualmente, no nos sirven. Hemos de proceder ind uL· d t l ¡ _ ¡ como es . Son, pues, dos los problemas que hay que encarar. El primero
tivamente; antes de llegar a ninguna conclusióru sobre las tendencias generall'' 1 l a definición y caracterización de los valores que quisiéramos ver promovi-
que se manifiestan a través de la historia hemos de recurrir a una investigación 1 1¡ n el mundo, y, como he indicado, no podemos hacerlo así si no partimos
histórica sistemática, no para convertir nuestra disciplina en historia, sino pa d u na concepción del hombre como, al menos en parte, un animal construc-
ra realizar las tareas que indicaremos aquí en términos generales» I 03 .
E n esta tarea, el punto d e partida e s u n a nálisis d e l o que ARON llamn
«constelaciones diplomáticas» o situaciones históricas: «Comparando los rl' 1�1
HOFFMANN, Stanley H . , op. cit . , p. 219 y 220. Para HoFFMANN <<un sistema internacional
sultados de nuestro análisis de diversas situaci ones separadas por intervalm ¡¡nmodelo de relaciones entre las unidades básicas de la política mundial, que está caracteriza­
! 1 1 r la importancia de Jos objetivos perseguidos por estas unidades y por las funciones realiza­
de parecida extensión podríamos delimitar y dlescribir sistemas históricos <k
ti
¡ / ¡ ntre ellos, así como por los medios utilizados en orden a conseguir estos objetivos y llevar
relaciones internacionales; trataríamos de identtificar las principales variables 1 t •bo estas funciones. Este modelo está ampliamente determinado por la estructura del mundo,
l 1 uuwraleza de las fuerzas que operan a través y dentro de las unidades mayores, y las capacida­
,¡, , patrones de poder y cultura política de estas unidades>> (<<lnternational Systems and lnterna-

1
1 1 1 1 1 0 1 Law>>, World Polilics, vol. 14, 1961, p. 207). En este último artículo el autor desarrolla
00 HOFFMANN. p. 430 y 431 ; vid. también: Contemporary Theory in ¡11
.
Stanley H . , ibídem, 11 ncepción en torno a la utilización de la noción de sistema como instrumento de análisis de

���
terna/tonal Englewood Cliffs N. J., 1960; versión castellana: Teorías contemporán
Relaltons, l 1 ·laciones internacionales y constituye un intento de aplicar la sociología histórica al estudio
dtl ti -recho internacional. Para las relaciones entre el estudio del derecho internacional y la teoría
r
eu.
de relactones mternacwnales,tr�d. de M . D. �ópez l\lllartínez, Madrid, 1963, p. 217 y 21H.1 1
HoFFMANN, Stanley H . , Teonas contemporaneas de tlas relaciones internacionales op. c·1·t

1
1! 1 s relaciones internacionales, vid. del mismo autor: <<The Study of lnternational Law and the
1 h ·ory of International Relations>>, en L. GRoss (ed.), Internalional Law in the Twentieth Cen-
' ..
p. 28 y 222.
HoFFMANN, Stanley H . . op. cit., p. 218. Vid. tambiérn: <<international Relations. The Lonl!
1 02
1 11)1, Nueva York, 1969, p. 150-159. En cuanto a su noción del poder, vid. también del mismo
Roa? to. T�eory», World Poltltcs,
_ vol. 1 1 (1959), p. 366 y • 1 1 1r: <<Notes on the elusiveness of modern powem, International Journal, vol. 30 (1 975), p. 183-224.
med1da 1dent1co contemdo a la parte tercera de la obra Teo167.rías
;
Este último trabajo tiene en gran
contemporáneas de las relacione.\
1 05 HOFFMANN, Stanley H . , Teorías contemporáneas de las relaciones internacionales, op. Cit.,
mternacwnales, por lo que a partir de ahora nos abstendreiTilo s de citarlo, limitando 21.
I06 HOFFMANN, Stanley H . , ibídem, p . 232.
renc1as a la obra señalada. nuestras refc: )1

1 03
HOFFMANN, Stanley H . , op. cit. , p. 218. 107 HOFFMANN, Stanley H . , «Theorie et Relations Internationales>>, op. cit., p. 432.
1 1\
11 >1 1
1 1 1 1 l.' 1 i 1 ,, 11 1 11 •1 1 \ 1 1 . • ll 1 1 \1 1 1 1 1 1 1 . 1 1 1 1 1 1 li 1 1 \ 1 1 /ll
11 1 . 1 \ ' , li l l i\ l l l l l l l ' , l f l i l li �l \ 1 1 1 1 11 \ l l ' . o l l l\ / 1 1 1 1 1 11' 1 \ \ 1 1 / ' .< 1 1 ' 1 1 1 1 \

1 < ) 1 <k 'O I I I I I I d d u d t,� , l ¡ l l ' l ( l l l l l d (·¡• J .� j O J I I '� I I I P i i i l l',


\ , ¡· l i ¡ d r 1 1 d ¡ 1 l ' l l i l c ¡ >1 1 ,\ I I J I I". 1 1 1 1 1 • 1 1 .¡ , <1 · · 1 1 · i : 1 ti ·1 l 'ode1 . S i 1 1 c o i !J t � f •o, · 1 1
1:1 a u :-� " 1 · i 1 1 1 pidc ·sr i 1 n a r
<h: 1 1 1 1 0:1 v:i l ( l l · ¡., d .,,u 1 1 l a s relaciones i n l er 1 1acionale , en e l sen t ido de u n co n j u � t o
1 1eas el • a ció1 1 , 1 odas la ·u a l · s /-� u pon · 1 1 I n pr ·s ' I H.:i':1
, 1 111 1 1 1 rí a e l ·
ficio de otros» . E n ·eg u n d l ugar, « he m
1 •

mundo tal cual es» 1 08 • HOFF MANN qu iere h u i r t an t del idea l


de rela i 1 1::t r .s r " valores 1•1 1 1 1 d
·
,¡, pi n ·i pios o r a n izadores , q ue permita una se l ec c i n entre las c � ntnbuci o-
.
?
.
ism ' ( ) 1 1 1 1 1 , ¡ . . ¡ lrLS m li l t i ples d i sc i p l i n as que tratan de las relaciOnes entre un � dades �hs-
realism o, tanto- de una conce pción estrictamente «clási ca» ·
.
1

com del ·ic 1 1 1 1 1 1 •1 1 1,1 1 , un aprovechamiento de estas contribucion�s, es u �a �eona p � htic � ,


�o . De ahí que esos dos problemas han de tratarse co nj untam en r e IIJJ 1 1 1 · económica o sociológica. En efecto, la teona e�onom�ca o so�wlogi-
_
. , «po1 q ul'
SI se empie za por propo ner cierto s valores apriorísticos y abst ractos
s · l't 1 1 1 1 · 1 p dría servir de marco organizador de las relaciOnes mternacwnales
el riesgo de quedarse en trivialidades bienintencio nadas
o de pasar a la !'· r 11 1 1 e una comunidad internacional lograda» 1 1 3 •
p uramente «perfeccion ista», que elimin a el problema de
.
Ciables recursos d e l a utopí a. S i s e comienza por u n estud
los di fíciles y clc� 1 1 1 , . 'ur �. así, la cuestión de si en la concepción de HOFFMANN la teoría de
io puram ente e 1 n p l i 1 1 1 r In i ones internacionales es ciencia política o sociología, pues ya hemos
co de la política mundial contemporánea se corre el riesgo
de c on v e r r i 1 s 1 • 1 · 1 1 1 1 1 papel que concede en la misma a la sociología histórica. T RUYOL, acer-
un adepto del cientifismo políti co, que cree que lo que
debe ser der i v a d 1 • 1 < � 1 1 ¡ l •rn n t e, ha apuntado ante este problema que el análi � is de � OFFM � NN no
q ue es, o implic a que se puede decid ir sobre la política a seguir
. sin dec id ir p1 , , 1 , 1 1 1t 1 e necesariament e a hacer de la teoría de las relacwn�s I ? tern� ci � n �les
VIame nte sobre los objetivos morales que hay que perseg uir, .
.
y olvida , J H l n , ' ' " , ·i ncia política, ya que en realidad estamos ante un anahsis socwlo
�1co.
gue las preferencias pragmáticas expresadas derivan en
buena medida de la•, , ¡. de «es discutible a nuestro j uicio, que la existencia de una comumdad
preferencias éticas reprimidas» Hl9.
En definitiva�Ja tarea consiste «en declarar qué fines deseam 1 1 1 na cional desarroll¡da sea la condición previa de una teorí� soc�ológica de
os para el 1 1 1 1 1 1 1 1 , 1 ·l aciones internacionale s, por cuanto las formas de convivencia hu � ana
d o , explicar l o que implic a nuestr a utopía , sugeri r métod
os para const r u i 1 l 1 1 , ¡ 1 • n grados muy diversos de integración» 4 . Opinión que compartimos
11
Y mostr ar cómo podrí an surgir y aplica rse estos
métodos en el mund o t a l t'( l 1 •l l l 1 mente.
mo es. Que estos fines y métodos se adopten o no no depen .
de de noso1 1 ( 1 \ n todo la concepción sociológica de HOFFMANN, al Igual que la de
Es la tarea de la política» 1 1 0 •
1 N aunqu� no tan radicalmente, adolece del defecto de privilegiar las re-
Como ha señalado B RAILL ARD, si HOFF MANN adopta, de
cepticismo ideológico» de ARON , si reconoce, de otro, los
un lado, el « 1· ,, 1 , • n �s interestatales hasta tal punto que, aun reconociendo el papel de otros ·

límites estrechos r 1 1 s, como las empresas multinacionale s, el análisis de la realidad i�terna-


los que se inscrib e la ética de la respon sabilid ad, teme, sin , lo

embar go, em ba 1 1 o n a l que nos ofrece no permite una comprensión global de los fenomenos
c �:se en � n «escep ticism o moral ». De esta forma , al coloca
. . r toda invest iga 1 1 1 ·rnacionales.
cwn fiioso fica en el plano del ser, no puede realizar sino una _

reflexión filosMi - a sociología histórica, como teoría y como método, qué duda cabe que
ca amputada en el plano del deber ser 1 1 1 •
1 nt imamente ligada a las figuras de ARON y HOFFMANN, q � e so� l � s � u e
La plasmación práctica de esta concepción general de las .
relaciones intc1 l , l 1 a n dotado de sus características típicas. Sin embargo, la socwlo�Ia hi �ton-
nacionales , en cuanto a estudio concreto del actual sistem
a internacional, la d1• 1 1 1 n cuanto enfoque y método con el cual tratar �e analizar la realidad mter-
sarro lla HOFF MANN en tres obras fundamentales para la .
exacta comp rensió u 11 1 •i na!, no queda circunscrita sólo a esos autores, smo que, con pla�teamientos
de su teoría , que por escap ar al alcance de este apartado
no podemos ent ra 1 1 r pectivas no siempre idénticos a los de los dos auto res menciOnados, ha
a analiz ar 1 1 2 • .
Finalmente, y como colofón a la concepción desarrollada l l t l l cido importantes aportaciones. Ya nos hemos refendo al c aso de PAPA-
por HOFFM A N N .
se ha de decir que este autor , en base a esa diferencia l 1 RAS. Junto a él se ha de situar igualmente a otros estudiOsos.
radical que establcn:
entre el medio intern o y el medio internacional, que es el Particular mención merece en este sentido la aportación de LUARD, Y en
punto de partida lk on reto su obra Types of lnternational Society
su teoría de las relaciones internacionales, considera que,
1 1 5.

si bien ésta «plantea


algunas cuesti ones comu nes a toda la ciencia política, lo hace
en un marco dis
LUARD nos propone un nuevo modelo o marco para el estudio de las ;�1�-
tinto» , puesto que hay una diferencia esencial «entre la cienci wes internacionales, como alternativa a los modelos basados e� el �?ahsis
a del Poden> y
1 émico, en la teoría de los j uegos, de la decisión, de la comumcacwn Y a
l í d a la serie de enfoques que han surgido recientemente e ? el � a� po de � as

108 1 · l nc i ones internacionales . Este modelo propuesto es la «sociologia mternaciO-


HOFFMANN, S tan ley H . , Teorias contemporáneas de las relaciones internacionales. op
p. 232. . , c1t .
1 09 HOFFM ANN,
Stanley
1 10 HOFFM ANN, Stanley
H . , ibidem, p. 233 y 234.

: :� BRAILLARD, Philippe,H.,Philoso
ibidem, p. 235.
HOFFMANN, Stanley H., «Theorie et Relations lnternationales>>, op. cit . , p. 425 Y 426.
1 13

HOFFMANN, Stanley H., Gulltver �s etTroub/e


phi re/ations internationales, Ginebr a, 1974,
p. 47.
s or the Settmg of A mencan Foreign Palie-y,
TRUYOL, Antonio, op. cit., p. 52 Y 53.
1 14
.
1 1 5 LUARD, E van, Types of International Sacie/y, Nueva York/Londres, 1976. Vtd. tamb1en
..
Nueva York, 1968, y Pnmacy or World Order. A merican
York, 1978; Y Dead Ends: A merican Foreign Policy in theForeign Po/icy since the Co/d War, Nueva
1 1 1 •nismo autor: Conf/ict and Peace in the Modern lnternatwnal System, Boston, 1968, lnter- e

1¡tflona/ Agencies: The Emerging Framework of interdependence, Londres, 1977.


New Cold War, Cambridge, Mass., 1 983.
I KO
1 \• , " r 1 \1 1 e • 1 1 1 · . 1 1 1 1 1 1 ' 11 \1 11 >1 1 \ 1 1 ·, 1 1 1 11 1 1 1 t '1\ 1 1\ \ 1 • 1 ' .t 1 1 · 1 1 11 \ 1H

n a l » , q u e ·on s i s f c · n < e l csl u d J ( I d · I I J s ,\ O C J t• d a dc,\ tk ' '


H' J l i J J t.� I J i s l 11 1 '1 1 J I J U J i c .,.. ,, ''' ""¡< 11, pr : 'Jct i · ; , , l a s 1 · 1 • · i J I · � i n l ·r n a ·i'o n a l ·s son 1 r i nc i ¡ a l r 1 1 ' l l l c
·n la
p aradas , con la ayuda de conccp t s y r éc n i a i 1 den.� . l' J I ( J I d . , , a d c ,\l 1 ¡ , , , o ¡ l h' l l ·u b p r est ado · y l a s i n t eraccione ent re i n d i v i d uos y g r u p o s e s t á n
bir las variab les esencia les que d i s t i nguen u n a socieda des e l · 1 ras, 1 1 1 1 1 1 1 d w · n l c m ed iat izadas por lo E tactos a que pertenecen.
y dt·f t·• n • •
nar las relaci ones dentro d e las misma s» ' 1 6 • S u objeto viene, pues 1 .u� u ied a d es internacionales concretas que somete a estudio, siguiendo
.
d o por l a sociedad de Estados como u n todo y s u método desean .. a en la c r cm
, ons1i1111
11 1 1 1 1 ia t erminología, son: el sistema multiestatal de la antigua China (77 1 -22 1
cia de que tales sociedades de Estados poseen muchas de las carac t e rí s r ica� d,•
' , ) , la ciudades-Estados griegas (5 1 0-33 8 a. C.), y ya centrado en Oc­
las sociedades h umanas más pequeñas y están gobernados por fuerzas sim rlu
,

, d nt ·, la edad de las dinastías ( 1 300- 1 559), la edad de las religiones ( 1 5 59-


res . De esta forma, los concepto s y técnicas que han sido aplicado por lo\ í l I H , la edad de la soberanía ( 1 648- 1 789), la edad del nacionalismo ( 1 789-
sociólog os y los antropó logos al estudio de otras sociedades y las teo rías ' " ''
JI!I I la edad de la ideología ( 1 9 1 4- 1 974) . Los factores claves en los que
han constru ido, tienen aplicación al estudio de la sociedad internaciona l , 1 " "
1
, , ni 1 su estudio en cada una de esas sociedades son: ideología, élites, mo­
t o actual como a las que han existido a lo largo d e ia historia c k l u , medios, estratificación, estructura, roles, normas e instituciones . Final­
humanidad 117 •
l 1

' ' ' 1 1 1 ', 1 autor hace un análisis comparado entre esas diversas sociedades y
El autor, frente a otros término s como «comun idad» o «sistema », < • 1 1 11 l ) • i l l l l n algunos modelos de posibles sociedades internacionales futuras, en con­
por el término «socied ad», que considera es el que más adecuadamente d e ri1 u t · ' 1 1 J, 1 modelo de sociedad transnacional, el de sociedad internacional, el de
la realidad objeto de estudio , pues lo que las relaciones interna cionale s con l r •dad de esferas de influencia, el de un mundo de regiones y el de una socie­
guran «es una socieda d, una relativa permanente asociación de naciones y of
11

' "" d 1 1 1 ricos y pobres .


grupos , ligados por lazos de interca mbio, comerc io y relaciones diplom ál ica�. l ,u o b r a de LUARD, profundiza, en consecuencia, un camino que, a pesar
no necesariamente siempre pacíficas, todavía débilmente organizada e integrad d • u d i ficultades por la ingente variedad de datos y situaciones que es nece-
a,
pero que posee costum bres y tradiciones comune s, expectativas comune s re' 1 1 1 i > manejar, la complejidad que supone el estudio comparado de las mis­
pecto de tales relacio nes, así como la esperanza de un compor tamient o co n c r c I l ! 1 11 , y lo arriesgado de inducir modelos y tendencias capaces de permitir una
to entre sus miemb ros e incluso , en muchos casos, instituc iones comune s par a 1 1 1 ·r pretación de las relaciones internacionales, estimamos absolutamente ne·
la discusió n de sus problem as» 1 1 8 • ¡ i para la elaboración de una teoría de las relaciones internacionales. Cree­
Las ventaja s que se derivan de este enfoque son, en opinión del autor: 1 ) M'
,

l i t lS, sin embargo, que al centrarse casi exclusivamente en el mundo de las uni­
·

corresponde más adecuadamente que otros a la realidad de las relaciones d 1 1 s políticas o Estados, deja en la obscuridad toda una serie de fuerzas y
in
ternacio nales, dado que es innegab le que existe algún tipo de existencia social 1 1 r s que j uegan en muchas ocasiones un papel determinante en la configu-
entre los Estado s, aunque sea imperfe cto, y que no requiere el uso de metá fo 1 1 d n de la propia sociedad internacional .
ras, como sistema s mecánicos, juegos o mercados económicos, es decir, q u t· · n línea parecida al trabajo de este autor hay que situar igualmente toda
no es necesario transfe rir al campo de las relaciones internacionales concept o. erie d e aportaciones que, s i bien n o s e reclaman de l a sociología históri-
,
Y términos derivados de otros campos; 2) es más comprensi vo
1111

que muchos of ro� 1 , i n embargo, siguen un camino que puede estimarse en gran medida idénti-
·

.e.�plead os, pues permite tomar en consideración una amplia variedad de fe 1 o, a pesar de las diferencias de planteamiento teórico que en algunos casos
nómeno s internac ionales. Al aproxim arse a la escena internacional en cuanl o
¡ 1 1 1 den existir. Es el caso, entre otros, de B OZEMAN 20 , E ISENSTADT
1 121 ,
sociedad , el enfo q ue sociológ ico necesariamente toma en cuenta todos los fe ) RUS , WESSON , HOLST! y W !GHT •
122 123 12 4 125
nómeno s que son sociales , desde la estructu ra interna de los Estados miem 4 11 América Latina en este campo de la sociología histórica hay que men­
!;>ros hasta los tipos de comunic ación entre ellos, las instituci ones establec idas, >nar la aportación de I SLA LOPE, R OMERO C ASTILLA y S IERRA K OBEH 126 •
las normas , etc. ; 3) por esta razón, algunos de los factores intangib les que cou
frecuen cia son o mitidos encuent ran su lugar en el estudio, en concreto la va
riedad de factores psicológ icos y los evasivos factores que son la ideologí a, Jo� 120 BozEMAN, Adda B., Politics and Culture in International History, Princeton, 1960; The

valores o el espíritu ; 4) el uso de concept os sociológ icos, junto con la eviden / /1/ure oj Law in a Multicultural World,
/11/rs. Princeton, 1976.
Princeton, 197 1 , y
Conjlict in Africa. Concepts and Rea­

cia histórica , ayuda a aplicar el método compara do en el estudio de las relacio 12 1 E ISENSTADT, S. N., The Political System oj Empires, Nueva York, 1963; versión castella-

nes internac ionales 119 • 1!1 • : Los sistemas politicos de los imperios. La ascendencia y caida de las sociedades burocráticas
11/l'lóricas, trad. de J . Díaz García, Madrid, 1966.
Con todo, L UARD centra su análisis en la sociedad de Estados , pues, en 122 LARUS. Joel (ed.), Comparative World Politics: Reading in Western and Pre-Modern Nou­
IVI!Sfern International Relations, Belmont, Cal., 1964.
1 23 W ESSON. Robert G., The Imperial Order, Berkeley, 1967, y State Systems. lnternational
J ·fllralism Politics and Culture, Nueva York, 1978.
p.
1 1 6 LUARD. Evan, Types of International Society, VII. H ¿ LSTI, K . J., Jnternational Politics. A Framework for A nalysis, Englewood Cliffs, N.

1 18 LUARD, Evan, ibidem, pp.. VIII.


op. cit., 1 24
1 1 7 LUARD. Evan, ibidem, 362. ·
1 , 1 967; 3.• ed. 1977.
1 1 9 LUARD. Evan, ibidem, p. 362 y 363. 1 25 W IGHT, Martin, Systems of States, Londres, 1977.
1 26 I SLA LOPE. Jaime; ROMERO CASTILLA. Alfredo y SIERRA KOBEH. M. de Lourdes, <<La In-
. a
1 �� . '
' ' 1( 1 1 ¡\ ( 11 ) 1 11 ' . 1 1 1 1 1 1 ( 1 1 1\ 1 1 1 11 1 i\ 1 1 . ' ( i )� ll ) 1 1 1 1" 1 ¡ \ \ 1 "' ·' 11'1 11 1 \ lH 1

l ' o r 1'd l i 1 1 1 0 l l l l pod c 1 1 1 0 S l l' 1 1 1 l i n: l l d L·� t


1 1 d i " ( k I n ¡,ol' Í u l o ·. í n l l l � l ,í l l l ' ! l •. 1 1 1
· l l l l · 1 1 · di · I n "" P s
1 · b s r· c l u · i o 1 1 · s ·1 1 1 1 ·r 1 1 u . ·, 1 1 a 1 � s P •·. pl<.
-�11 ·. .-
.
h�
· cer menció n el e a l g u n s a u t ores q 1 1 e e n l os
1'l l t b l l t > S n l i 0 1' h n n n k r t o 1 1 1 1 < ' 1' 1 1 '•
. , , In 1 ·od�t �
vías en el análisis de las relacio ne i n t ern a i o n a l e , pa r t ienclo d · 1 1 r ·1 amplia, q ue 1 ncluye, pOI su-
n l ra r io , u n a pcr s pecl iv a má
·

socioló gico e históri co. Aunqu e su estudi o concre to e rea li za


1 1 1 · 1 1 1' oq • u •
1, 1 l , 1 p u nL o de vi t a del poder, pero que al mismo tiempo_
no se r�duce
rá e n el a p a r t l l l l l l
corres pondi ente a «las concepciones teóricas de la década de 1 • n i d e ra ndo que hay además otros aspectos de la realidad mternacwn � l .
los se t e n t a >> . pnr 1 1 1d d , su definición d e las relaciones internacionales com � «a � uellas re! aci ? ­
1

cuanto sus aportaciones se inscrib en en la línea de superación tant


o de las l' O I I • n l rc i ndividuo.s y colectividades humanas que en su genes! � Y su eficacia
eepciones que hemos llamad o «clásic as» como «científicas» y
su concep ci,'>u . a otan en el seno de una comunidad diferenciada y cons1dera�a como
se diferencia de las anteriores por su tenden cia a superar el parad
igma del 1 ·, •, es la comumdad po-
tado como actor de las relaciones internacionales, ahora es obliga
da u l'l' l t·
d
, que fundamentalmente. (pero no exclusivamente)
.
rencia . Se trata de PREISW ERK 127 y FREYM OND 128 • Tamb ién, si '(1 stado, sino que trasciende sus 1Imites»
' 133 .
bien en este en f ! n onsecuencia, para T RUYOL las relaciones internacionales co ii_l o teona
,
so los propio s autore s afirma n que su enfoq ue es simila r a la
sociol ogía histt\ 1 , iplina científica autónoma deben concebirse � esde la perspe ctiva de la
rica de HOFFM ANN, habría por ello que referirse a KEOHAN ,
E y NYE 1 29, q u t· 1 gía, pues la ciencia de las relaciones internaciOnales �s teona de la so-
desarrollan una concepción transn aciona l. 1•
.
1 d td internacional en cuanto tal, o sea, sociología internacwnal: «A la VI �ta
¡ 1 1 do lo que antecede, es lógica la conclusión de que la teoría de las relacw­
e) Aportaciones españolas ll s i n ternacionales, íntegra o separadamente considerad � s, no puede ser otra

q ue una teoría de la realidad internacional en sus diversos aspect?� · una


La consideración de las relaciones interna cional es como sociolo 1 1 v t igación de su estructura y de los factores que la config � ran, co ? diciOna�
gía intcr .
nacional ha tenido singul ar desarr ollo en Españ a, debido sobre y 1 an forman en cuanto tales. La cienc � a de las rela � wnes mt � rnacwna �es, SI
todo a la ap01 l l t 1 constituir una disciplina diferenciada, con obJet � p� o�IO Y � ecuhar, Y
tación inicial de T RUYOL que marcará decisiv ament e a toda una
serie de est u 1 1 una amalgama de conocimientos tomados de otras disciplinas, •11ene a ser,
diosos que se formarán bajo su magist erio I Jo. .
En 1 95 7 T RUYOL public a La teoría de las relaciones internaciona 0 definitiva, teoda de la sociedad internacional en cuan � o tal, o sea, �ocwlo-
,
1 internacional» 1 34 . La teoría de las relaciones internaciOnales � s, as � , e� �1-
les como
sociolog(a (Introducción al estudio de las relaciones
internaciona les) I J I , en la
que se contiene lo fundamental de la concepción de este autor. l m a instancia, <<Una sociología de la vida internacional, una teona socwlog1ca

Parte T RUYOL de una distinc ión clara entre teoría de la polític 1 la sociedad internacional» 1 35 •
a intern a Esta concepción se inserta, como el mismo autor señala, en la !mea , socio-
.
cional y teoría de las relaciones internacionales. La teoría de
las relaciones in ica de S CHWARZENBERGER, YOUNG, K IRK Y DUROSELLE.
ternac ionale s, conce bida desde la perspe ctiva de la ciencia polític .
a, concepción 1 objeto material de esta teoría está constituido por el �<compleJO �elacw-
.
domin ante en los Estad os Unido s, es decir, concebida desde .
el punto de vist a 11 1 internacional» de CHEVALIER, pero considerado en SI mismo y no solo des­
del poder polític o, o sea, del Estad o, es teoría de la política intern
aciona l, cosa d la perspectiva particular de las diversas disciplinas tra dicionales que abar­
.
• tn también aspectos del mismo . Es, de esta forma, . el obJeto fo �mal, el punto
1 vista 0 perspectiva desde el cual ese objeto matenal es considerado, Y no
corporación del conocimiento de Asia al estudio disciplinario de las relaciones internacionales
través de la sociología histórica>>, en El estudio científico de la realidad internacional, UNAMa .
México, 198 1 , p. 63-73. . :te, ¡0 que da lugar principalmente a la disciplina de las relacwnes
1 27 PREISWERK, Roy, «Relations inlerculturelles et dévelop
pement» , en L e nlernacionales. . , . .
Relations interculturelles et développement
Ginebra, 1975, p. 1 1-95; <<Could wesavoir
nal relations as if people mattered ?», en Les, relations
et le faire.
study internalio­ El objeto formal, para T RUYOL, es lo que Max HUBER llam,o mternacw-
nolidad. Esta es la categoría fundamental desde la que un� teona ?e las_ rela­
internationales dans un monde en mutation.
Leiden, 1977, p. 43-69, y <<The place of intercultural relation s in the study of lmernational Rela­
tions», The Year Book of World Affairs, 32 (1978), p. 251-267 .
1 28 FREYMOND, Jean F. «Rencontres de cultures et relations internat •i nes internacionales se enfrenta con la trama del compleJO relacwnal mter-
nationales, n ° 24 (1980), p. 401-413.
ionales», Relations inter­ 11acional. La perspectiva de la teoría de las relaciones internacionales es la de
1 29 KEOHANE, Robert O. y NYE, Joseph S., Power and Interdep
endence. World Politics in
Transition, Boston/ Toronto , 1977, p. VIII.
130 Vid.: ARENAL , Celestino del, L a teorfa de las relaciones internac
ionales e n España, Ma ­ 1 32 TRUYOL Amomo,
drid, 1979. También: MEDINA , Manuel, <<El pensamiento internacionalista · 1"b1'dem, p. 39 54 Vid · también del mismo autor en idéntico sentido:
- ·

Serra», en Pensamiento Jurfdico y Sociedad Internacional. Estudios en honordel profesor Truyol 1< 1 ·
ntroducción � la teoría de la política internacional», Escuela d.e Funcwnanos · ¡n ternacionales ·

. .
delprofesor D. A n­
tonio Truyol Serra, vol. 1, Madrid, 1986, p. 15-28. ursos y Conferencias, 4 (1956-1957-1), p. 5 19-547.
1 3 1 TRUYOL, Antonio, La teorf . .
1 3 3 TRUYOL, Antonio, La teoria de las relaciones mternacwnales como socwlogw, op. cit.,
a de las relaciones internacionales como sociolog{
a (Introduc­
ción al estudio de las relaciones internacionales), Madrid, p.,22.
Revista de Estudios Polfticos, n. 0 96 (1957), p. 293-341
1957. Originalmente se publicó en la 1 34 TRUYOL Antonio, ibfdem, p. 54.
revisada y aumentada y en 1973 una reimpresión de la. 2.• En 1963 se publica una segunda edición 1 3 5 TRUYOL: Antonio, ibfdem, p. 6 1 y 62. Vid. también en idéntico sentido
. · ·
d. el m1smo autor ·
1 ,Academ1e de Dr01t Inter:
por la que citamos. ed., con una bibliografía adicional,
enése et structure de la société international», Recue1l des cours de
national de La Haya, 96 ( 1959-1), p. 560 Y 561 .
«
.
1 ,,,. ,
1 1\ 1 1 1 � 1 1 \ e l l l l l e e 1 1 1 /1 \ 1 \ ' , 1< 1 1 \ e l c ¡ J i l ' . l �i l l l.' f l \ e J CI �I \ 1 1 ',

ot • o . q u e 1 1 0 l le v e 1111a d •ida ·ou · ·p · i 11 i l l l eres r a u .t l ·•• la


o p:u l • c u l : u )
a
la socit:tla(l i n l ' l ila · i l ) n a l ( u n Í V l' I N a l ·q t' l l l l l l l l l 1 1 1 1 . 1 1 . , ,\l l l l p k
men t e l a de l os elem e n t o::; de la m i � rn.a , p o r : n 1 1 p l í a q 1 1 • p r c r · n d ; 1 �el' ' ''· . lo encuentra en el carácter mis­
1�. t · ·1 · • - n n t o a d i c i ona l , corno T R U YOL ,

st � blecido
_
_que la teoría de las relacio nes i n r·crnaci na les ·s ·o · i lo v i 1 1 11' ' ' ' 1 1 ' l a relaci nes i n te rn aciona les como comple jo relacional internacional
la v� da I �ternacwnal, T RUYOL procede a estudiar las cone x i o n e c x i ::; l · 1 1 t ·� n 1 1 1 acuñad a por Max HUBER . En este senti­
v 1 1 lo n i ó n de in ternaci onalida d,
l a histona, pues e n ocasiones las relaciones internacionales s e h a n idcn l i fi c : 1 d 1 1 unidades del siste-
¡ 1 ¡ , ,' •�al a q u e «el recono cimien to de l a import ancia d e las
con la hi�toria int�rna�ion�l . Reconoce el papel de primer p lano q ue ha e · n de una sociedad interna cio­
1 1 1 t 11 debe hacern os perder de vista la existen cia
rres �ondido a la histona diplomática en la génesis y desarrollo de las rclal ' I C 1 nes, no sólo entre los represe ntantes de
_ JI 1 ! , d ·nt ro de la cual surgen relacio
�es I�t�rn��wnales, pero considera que en el orden epistemológico no cabe 111 111 ] ¡¡ u n i d a d es polític as autóno mas, sino tambié
n entre individ uos y grupos par­
Identificacwn entre ambas materias. La historia, para este autor e s a 1 1 r e l o
, J l t.re , a través de las fronter as estatal es»
1 41 •

do, «disciplina au�iliar �undamental de la política y de la sociol�gí� » y , pn1 EDINA , «las relaciones internaciona­
n base a este plantea miento , para
M
tanto, «de las relaciOnes mternacionales» , pues «es la historia el equivalente d e · ·

s polític as, en el sentido más am­


pertene cen a las ciencia s sociale s o ciencia
la experimentación en las ciencias naturales, a modo de gigantesco laborar o1 111 n de la conexi ón de las rela-
ele la expres ión» 4 • Lo que suscita la cuestió
2
�e las experiencias colectivas en los diversos órdenes de la cultura» . E n d e fi 1 1 1
1

ue interna cionale s con la ciencia polític a y la sociolo gía en sentido estrict o.


tiva, concluye, <� la historia, en particular, nos dará la clave del espíritu de 1111 Estado o unidad polític a básica de
d que la ciencia polític a se refiere al
pueblo, del sentido de una estructura estatal, de la génesis de una sociedad d e · relacio nes interna cionale s se ocupan de
�stados, expl�cativ� de sus peculiares condiciones, suministrando así a la pol i ciedad interna cional, mientras las
ciedad intern aciona l, no cabe identid ad en este punto entre ciencia políti­
tica Y a la soci ?logia la base para mejorar las situaciones presentes a la luz d l ' l que no impide que los interna cional istas de­
pasado Y en vistas a un futuro que en éste tiene sus raíces» m_ relacio nes intern aciona les, lo
su discip lina, en la medid a de lo posibl e, los
l n de estar pronto s a aplica r a
La concepción de T RUYOL se acerca, pues, a la sociología histórica t a l n 1 polític a, pero sin dejar que una metod olo-
1 J ros metod ológico s de la ciencia
mo la perfila HOFFMANN. Enfoque que el propio autor ha puesto en prácr ira materi a propia de su campo de estudio » 1 43 • Con
1 prestada les aleje de la
en obras posteriores 1 3 8 • <

gía introd uce ciertos matice s que


1 d o , al plante arse la relació n con la sociolo
La aportación de T RUYOL constituye, en nuestra opinión, la más acabada identificable con la de T RUYOL .
. h 1 en que su concep ción no sea totalm ente
teo�ía de las relaciones internacionales desarrollada en España hasta la fec h a . nes interna cionale s co-
1 -' fi riéndo se a aquello s autore s que define n las relacio
Su mfluencia se dejará sentir con fuerza en otros autores como M EDINA v. ,
1 1 1 sociolo gía, señala que s i esta adscrip ción ofrece cierta consist encia lógica
M ESA.
internacionales es el estudio de la
M EDINA , al igual que TRUYOL , estima que la categoría más amplia de ' i e admite que el objeto de las relacio nes
la
ciedad interna cional en su conjun to y no se limita a los fenómenos polític os,
que se puede partir para definir las relaciones internacionales es la noción ck de definic ión y metod ología , ya que,
Nin embar go, no solucio na los proble mas
sociedad internacional. En su opinión, «la expresión "sociedad internacional " os de preci­
puede parecer excesivamente amplia para definir un objeto de estudio pero �i bien la sociolo gía es la «cienc ia de la socied ad», cuand o tratam
üedad del términ o
resulta perfecta�ente identificable y recoge de forma adecuada la materi a qUl' ,' r su objeto nos encon tramo s con dificultades por la ambig
_ estrict a «al mundo intern aciona l acaba ría volati­
< ocieda d» , cuya aplica ción
c � bren _las rela�wnes mternacionales» 1 39 • Sin embargo, añade, aunque la so­
ciedad mternacwnal ofrece como característica esencial la división en unida­ l i zando la materia » 1 44 •
acionales
des políticas autónomas, una definición que se refiera exclusivamente a las re­ De esta forma , para M EDINA , «en realida d, las relaciones intern
a caball o entre la ciencia polític ay
lacione� entre unidades políticas independientes no es satisfactoria. Se hace frecen cierto carácter interd isciplin ario,
discip linas en el campo intern aciona l
necesano, por ello, «completar la definición de las relaciones internacionales la sociol ogía. La conjun ción de Jas dos
sector ial de la mater ia. Las relacio nes
como �isciplina que se ocupa de la sociedad internacional con algún elemento consecuencia obliga da del carácter
que evite, por un lado, una excesiva vaguedad que la convierta en cajón de
1 40MEDINA, Manuel, ibidem, p. 151 y 152. Vid. en idéntico sentido del mismo autor:
La teo­

ría de las relaciones internacionales, Madrid, 1973, p. 150.


. La leona' de las relaciones
· · 14 1MEDIN A, Manue Teoría y formación . . . , op. cit.,
l, p. 152.
·
1 36 TRUYOL . Antomo, mternacionales O'P. c1t ., p. 62 y 63 ' · l, p. 1 57. Vid. La teoria de las relaciones internaciona­
tambié n:
137 TRUYOL •
.
An tomo, ' de
L a leona
· ·
las relaCiones mternacionales, op. cit., p. 68.
2
14MEDINA , Manue ibidem,
les, op. cit., p. 24.
1 3 8 TRUYOL, Antonw, «Las grandes potencias en la sociedad internacional: su esplendor Y d.. ·
e MEDIN A, Manue l, Teoria y formaci
1 43 ón . . . , O'P. cit., p. 157-160 .
ha ex­
cadencia», Derecho de Gentes y Organización Internacional 3 (1958) p . 29-57 · Ge uc MEDINA, Manuel, ibidem, p. 160 y 161n.aEn1973, este punto el planteamiento de MEDINA
ture de la société international», O'P. cit., p. 553-642; «L'ex;ansión d; la société :� ter��t�;�:�� u: 1 44

perimentado una cierta evoluciónes con relació cuando no dudaba en afirma r «que a pesar
XIX• et xx•Siecles», Recuei/ des cours de I'A cademie de Droit Jnternational de La Haya, ¡ 16 de las relacion interna cionale s es la sociedad internacional en su conjunto,
el
( l 965 _ Ili), p. 95-179,_ D1e Entstehung der Weltstaatengesel/schaft unserer Zeit' Munich ' 1 963 ' y de que el objeto interna cionah > (La teoria de las relaciones interna-
na lo constit uye la política
La f�c1edad mternaciona/, M�drid, 1974; ?· ed., Madrid, 198 1 . •
núcleo de la discipli
ionales, O'P. cit . , p. 185 y 186).
MEDINA, Manuel, Teona Y formaciOn _ de la sociedad internacional, Madrid, ¡ 983, p. ¡ 5 1 .
1 Ht,
,. 1 1 > 1( 1 ,\
i l l i i\ 4 1 i H l 1 1 i " l i i i \ ' , li l i \ i l l l l i ' • i l l l l l' l l \ > i < >l l \ l i ' .
i , l{ l i ¡\ 1 i t l l l i ' . i l l l l 1; 1 1\ t 1 1 • [ 1 \ l l ' , t t t � l l · 1 \ l l l ' , t l l ' l l l l ¡\ IH/

i 1 1 1 L : J' 1 1 a · i v u n k:� 'JI p 11 k · l : u ; í � > J I �·.· pp l l l Í i' I I K p : u 1\ ; l l l 1 p J i f l Í\'11 � ; ¡•l 1 1 1'í · r ' i 1 ·í ·rt H �i11 • 1 i l a r ídatl
�0 1 1

:;cno de u n a ocicdad no i l l l C > ra l a 1 o l f l í ·um 1 1 1 c , p · · 1 ( p i · '<: 'ü l l l ¡ )O I I · . lk � a.Npe · ( l>� d · I n 1 1 1 � 1 1 1 : 1


1 ·11 1·11 pi · la ·

dades política s integra das . L a teoría ele las re l ac i ucs i 1 1 t e r 1 J nc í n u l ·s l l i l <


illil 1 1 1.: 1 • 11 ¡ " 111 rabajos sobre l a nn l c r i a elab rados e n España.
1
k "' ¡� 1 1 1 r i m · r I. u a. r , como e l mismo autor reconoce, «cuando se emprend � l a
currir, por tanto, a las aportac iones metodo lógicas ele las dos dis i tina� p
¡ 1 i . 1 d · o frentarse a la exposición y a la penetración de aquello que constltu­
cipales, pero h a de resolve r sus problem as en u n marco unit. ari . � s po�
i lll
í h l •• Y • l bjet ivo científico de una rama del saber humano no _ pesan sólo razones
un estudio político de las relacion es interna cionale s , y entonces nos cnco1
1 l l il l l r 1 t { fi a. ; i la tarea se acomete con un mínimo de honestidad personal ' ta� -
mos con una teoría de la política internacional. También es posible u n cst .
socioló gico de la vida interna cional, con lo que nos hallam os en la sociolo
1 1 d i1 1 1 1 •1 ¡ aspira a dar una respuesta interesada, comprometida, que va umda m­
gw l l l i 1 mente con la trayectoria intelectual de cada uno» 49 . De esta forma, � E-
1
de las relaciones internacionales. La peculiar dificult ad de
la teoría de las rl'lu ume la teorización de la realidad como continuación de un compromiso
ciones internacionales está en que tiene que contem plar la
sociedad interna l·,, > ) 1r t iempo aceptado en torno al fenómeno de la colonización y la ev ?lución
na! en su conj unto, con inclusió n de fenómenos político s y no político s. 1 \ � 1 1 1
t i · 1 imperialismo, materializado anteriormente en sus análisis sobre VIetnam,
j ustifica s u indepen dencia y s u existenc ia, para n o caer en e l reducci onisit l l l
1 ' . ¡ [ t ina América Latina, etc. i .
so
de utilizar una metodo logía sociológ ica o politoló gica elaborada para a b a r l-. 1 1
, 11 se undo lugar, tal planteamiento se inspira en una visión marxista cr�tl­
� .
fenómenos d e naturale za muy diferente que s e producen en el seno d e socil·d 1
des integradas políticam ente» i 45 . i d la realidad internacional, de forma que su obra se presenta como un m -
Como vemos, l a posición doctrina l de este autor, con ser cercana a la d i ' 1 1 ¡ de aplicación metodológica, teórica y práctica, de las c �tegor�as del n:a­
¡ 1 ia.lismo dialéctico a la comprensión y análisis de las relacwnes mternacw-
TRUYOL , n o e s totalme nte identific able con ella
. Hay u na diferencia d e acl' l l 11 ¡1 s. El autor, en defirútiva, busca la teorización de la práctica como una for-
t o , pues mientra s TRUYO L entiende la teoría d e las relacion es internac ion;tln
1 1 1 1 de incidir con esa teoría en la realidad. Esta perspectiva se present a de f� r­
como sociolog ía internac ional, M E D I N A prefiere hacer descansar la teoría r11 .
un marco unitario que integre las aportaciones metodo lógicas de la ciencia p1 1 lll clara y concluyente, inspirando sus consideraciones sobre la socwda_d m ­
I •rnacional y se materializa en la atención particular que presta al papel JUga­
lítica y la sociolog ía, con la conciencia de que los fenóménos objeto de es t u d í " 1�1 -
l ) . por el hecho económico en las relaciones internaci ? nales
de las relaciones internac ionales son diferentes a los que se produce n en el � r
Así, la concepción de MESA, insertándose en unas lmeas b_as1cas co�unes
.

no de las sociedad es integrad as políticam ente .


• 11 TRUYOL y MEDINA, tiene en muchos aspectos una personalidad prop1 � que
Su conclusi ón es , de-esta forma, clara: «En este sentido, ciencia polít ir11
¡ 1 di tingue significativamente de las desarrolladas por los dos au�ore � antenores.
y sociolog ía son las dos disciplin as auxiliar es principa les de nuestra discipl i1111 .
M ESA considera que «las relaciones internacionales es la Ciencia que estu-
seguida s, para aspecto s parciale s, del Derecho internac ional, la Econom ía i 1 1
ternacio nal y la Organiz ación internac ional» i46 . Ello no obsta para que co11 1 ¡ . la sociedad internacional, tanto dinámica como estáticamente» 152 . Desde
�·�t a perspectiva, reconoce el protagonismo todavía fundame �tal, � ero ya no
sidere que la lista de disciplin as auxiliar es, dada la amplitu d del ámbito de 1 1 1
¡ 1 1 liscutido, de los Estados, pues, «es un hecho innegable la d1vers1dad de los
materia , se extienda más allá de las que acabam os de mencio nar
Por último, hay que señalar que M E D I N A , en la línea de T R U YO L , atribu yl'
. ujetos de las relaciones internacionales que con su activ.idad discuten su pues-
también a la historia un papel fundamental en la teoría de las relaciOI Il'� 1 olitario a los mismos Estados» 1 5 3 • Sin embargo, est1ma que l � conceptua­
l zación de las relaciones internacionales no debe hacerse excl � sivan:en_te en
interna cionale s 1 47 .
MESA seguirá igualme nte los pasos de T R U YOL en
f u nción de los sujetos y actores de los mismos, sino que debe acud1rse, s1gmendo
s u obra Teorla y prácli
ca de las relaciones internacionales 1 48
.
Antes de adentrarnos en su concepción hay que llamar, sin embargo, la atc11 1 49 MESA, Roberto, ibfdem, p. 1 4 . .
1 50 Vid . : Roberto, Vietnam, conflicto ideológico, Madrid, 1 968; Las revoluciOnes del
MESA,
_
t ercer Mundo, Madrid, 1 97 1 ; Vietnam, treinta años de lucha de liberacwn, Madnd, 1 97 3 ; La
1 45 M ED I N A, Manuel,
Teoria y formación . . . , op. cit. , p . 1 6 1 . V i d . también: L a teoria de la.,
_
IC/Jelión colonial, Madrid, 1 974, y L a lucha de liberación de/ pueblo palestm ?, Madnd .. 1 97 8 .
relaciones internacionales, op. cit., p. 1 86, y <<La aplicación del concepto 1 5 1 E.sta preocupaci"ón s e había manifestado ya en su trabaJO <<La apo tacwn d e l o s distmtos

dad internaciona l>>, Revista de Estudios Internacionales, vol. 3 ( 1 982), p. 985- 1
de estructura a la soCil' .
t• n roques teórico-metodológicos de las relacwnes mternacwnales para el anallSls de pr blemas eco


Manuel, Teoria y formación . . . , op. cit., p. 1 62 . Resulta, sin embargo, curioso
. 003 .
1 46 MEDiNA, 1 1 micos>>, Revista de Po/(tica Jnternacwnal, n . 0 1 65 ( 1 979), p. 7-34. Vid . tambien. <<Una pro
.
que al ocuparse de la delimitación de las relaciones internaciona les respecto del f)LIC t a para el desarrollo del estudio de las relacwnes mternacwnales>> , S1stema, vol. 56 ( 1 983),
1 · 1 1 5 - 1 30 .
derecho interna
cional no dude en señalar que las relaciones internaciona les son disciplina auxiliar . .
Roberto, Teoda y práctica . . . , op. cll., p. 30. Para
de esta última .
disciplina (ibfdem, p . 1 52 , y La teoria de las relaciones internacionales, op. cit., 1 52 MESA, . su v�. swn. de l a socied ad m" terna-
ci na! , vid . : La sociedad internacional contemporánea. Documentos bas1cos, 2 vols . . Madnd, 1 982,
p . 1 77 y 1 78 ) ,
l o q u e , en nuestra opinión, dota d e u n a indudable ambigüedad l a concepción d e este
y « Factores de paz y elementos de crisis en la sociedad mternacwnal contemporanea>> , Re v1sta
autor respcl' .
to de las relaciones internacionale s como disciplina científica.
i47 MEDiNA, Manuel, Teon'a y formación . . . , op. ci t . , p. 48 y 1 5 3
, y La teoria de las relacio le Estudios Internacionales, vol. 7 ( 1 986), p . 1 .059- 1 .088 . .
nes internacionales, op. cit., p . 1 76 y 1 77 . ·
. ,
1 5 3 MESA, Roberto, ibfdem, p. 1 8 1 y 1 82 . Vid. también: <<Hacia una nueva conce �cwn de las

MESA, Roberto, Teoria y práctica de relaciones internacionales, Madrid,


Mex1co,
a
i 48 l"laciones internacionales>> , en El estudio cient1jico de la realidad ! nternacwnal, 1 98 1 ,
p . ! 8 , y L a sociedad internacional contemporánea. Documentos bas1cos, 2 vols . , Madnd, 1 98 3 ,
drid, 1 980, por la que citamos.
1 977; 2. a ed . , M
V l . [ , p . 7-3 8 .
1 H'l
1 ,,,. ,,., l t l l l( t > l l l l o • 10 <1 1 \ 1 \ ' , 11 1 1 ,, /1 >1 1 1 ' • 1 1 1 1 1 1 1 1 \o ló >l l \ 1 1 '

d i 1 1 1 1 1 1 · i ó n t i · ·q u i l i l 1 1 i q ' 1 1 1 b; 1 1 • o , q u ·
l o s 1 '· ¡ d (' 1 Í i l ' l l t l dr d
nO · x prcsa s u f i
I I J i nvN l: l l l p k;a d o.� p o 1 M 1 1 1< 1 1 ·, lu l pc i l i l' l l · i t'ln , pn ·. p 1 • 1 L' l t.: · n ¡ ( }S sin

t i va est a más compr nsiva y · r i i . , i u �1 ) 1 1 1 1 ' 1 1 1 1 1 1


fi i i Ci r r · ra . ' l lt.:l d ( l !al l ::i posi ión de e t. e aul r,
· r r l (' l l i · In r ·a l i d a cl el ·
pue p n amos q ue por
i za de las relacio nes internacionale s , de sus facto-
l: : . (' Ó ) I 1 I'JII

nes internacionale precisamente la · q u e vienen 111arcadas p r 1 : 1 n ( ¡ l ¡ ¡ d e , , , , . , 1 ! 11 1 1 li is on ret que real


nacionalidad. En consecuencia, afirma que u visión de las relaciones i n 1 t· 1 1 1 1 1 t o re , en u rna, de la «ecolo gía» de las relacio nes intern
aciona les, em­
ción socioló gica a la hora
1

cionales abarca «un complejo relacional en el que tienen cabida t odos l o,, )( l l l ¡ t l 1 1 1 1 s u propia termin ología , domin a la orienta
es . tambié n como
l it n fi u rar la teoría de las relaciones internacional
pos sociales o individuales cuyos intereses o cuya vocación les h ace n s1 1 I Í 1 d i ' !
M ESA,
M EDINA , reconoce la función auxiliar, pero funda menta l, que la

límite nacional y desarrollar o completar sus actuacione en el 1 1 1 1 1 1 1 " y


ta muy
l ria t iene para las relacio nes internacional es. En su opinió n , «resul
1 1 tJ

internacional» 1 54 .
do de la acción
11

En suma, como señala este autor, tres son los elementos que cali fican d•• l i l l r bable la elabor ación teórica sin un conoc imient o profun
s que los movili zan; de no contar con
internacionales una serie de relaciones concretas: «El marco geográ fico, 1 1 1 � 1 1 tll rica, de los hecho s y de las fuerza
de crear constr uccion es abstra ctas, más
grupos de intereses o de vocación y las actividades desarrolladas. No ha ,\1 11 , 1 1 ·aber añadid o se correr ía el riesgo
pues, en la actualidad, la existencia o la atención puesta en uno sólo de l'�. l n � 1 m n o s atractiv as para la elucub ración,
pero cortad as de todo contac to con
tres elementos, sino la combinación armónica o conflictiva de t odos ell os >> 1 1 1 l 11 _ alidad» 158 .
la
Establecido el concepto, surge el problema de la consideración de las , d u n este sentido , M ESA se acerca considerablemente al planteamiento de
ciones internacionales en el conjunto de las ciencias sociales y, en concrl' l n , 1 i logía históric a. El propio autor afirma : «Desde mi perspec tiva particu lar
tanto
s u encuadramiento en la ciencia política o en l a sociología. S u posición es cq 1 1 1
. t imo precioso el recurso a la llamada sociología históri ca, términ o un
librada. No acepta el planteamiento, al igual que TRUYOL, que establece la p1•1 • nvencio nal para el estudio de las relacion es interna cionale s» 1 59 .
estu-
tenencia de las relaciones internacionales a la ciencia política, pues ello supon n resume n, puede decirse que Jos tres autore s españoles que hemos
dría reducir la teoría de las relaciones internacionales a una mera po l íti c a i 1 1 1 u d o , con las diferencias existen tes entre ellos, se inscribe n dentro
de una con-
s en la que la histori a de­
ternacional, siendo las relaciones internacionales mucho más complejas 1 1._ h • •p ión socioló gica de las relacio nes interna cionale
que señalar que su influen cia
por ello que es necesario un enfoque sociológico de las relaciones internacin mpeña un papel fundamental. Por otro lado, hay
cionales en España ha sido decisiv a, con-
nales, tanto a nivel teórico como en el campo concreto de la metodología . 1 1 1 t n el estudio de las relacio nes interna
.

aproximación sociológica a las relaciones internacionales tiene para M ESA ¡ 1 1 ¡ , ibuyendo en gran medida al desarro llo de esta discipli
na en nuestro país.
gran ventaja de que «estas aparecen tratadas no desde la perspectiva habil ual
de relaciones entre Estados (perspectiva que para un sociólogo puede hacer ."·
abstracta con grave facilidad), sino como contactos entre estructuras eco111',
micas Y sociales» 1 5 7 • De esta manera, la perspectiva sociológica es para cs 1 1·
') LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO HISTO RIA
autor absolutamente imprescindible, pues sin ella no sería posible una co111 que
prensión global de las relaciones internacionales. Aquí aparece una diferencia Al estudia r la sociolo gía históri ca hemos visto el papel fundamental
de las relacion es inter­
de matiz con relación a T RUYOL y M EDINA, pues si estos señalan igualmeJJh' s atribuy e a la historia en la elabora ción de una teoría
más
la necesidad del enfoque sociológico, M ESA, aceptando t al presupuesto, pOIH' nacionales. Sin embargo, no faitan concepciones que han llevado mucho
nes interna cionale s, hasta el
un acento metodológico de inspiración marxista al considerar las relaciom·� 1 jos el prot�gonism o de la histori a en las relacio
en el campo de éstas es la teo- 1 1
internacionales en último término como relaciones ent re estructuras socialc� punto de conside rar que la única teoría posible
y económicas . [a histórica.
­
Lo anterior, con todo, no significa que el autor opte sin más por la pers Esta reducción de las relaciones interna cionale s a la histori a tiene induda
cas que se alegan , una base históric a
pectiva sociológica . M ESA afirma, como TRUYOL y M EDINA, el carácter mul blemen te, al iado de las razone s científi
dis­
tidisciplinario y autónomo de las relaciones internacionalés, pero, en una línea i mportante . Al tratar de la génesis de las relaciones internacionales como
papel j ugado por la histori a en el desarr ollo de
que se asemeja a la de M EDINA, aunque no idéntica, adopta una posición de iplina científica vimos ya el
la ciencia y la teoría internacional , por Jo que no volvere mos ahora sobre ello.
equilibrio entre ambas. Para este autor, cuando nos movemos en el campo d<:
las relaciones internacionales lo estamos haciendo siempre en planos socioló­ Sí debem os, emper o, referir nos, siquier a sea brevemente, a la línea doctri­
histori a.
gícos y políticos. nal que lleva a la concepción de las relaciones interna cionale s como
largo
Dejand o de lado antecedentes más remoto s, esta línea transcu rre a lo
a. Es la
1 54 MESA, Roberto, Teorfa y práctica . . . , op. cit. , p . 1 82 y 183.
de Jos siglos XVIII y XIX por los camino s de la filosofía de !a histori
155 MESA, Roberto, ibidem, p. 183. Vid. también: «Hacia una nueva concepción . . . >> ' op cit .
.
p. 19. .
1 5 6 MESA, Roberto, Teorfa y práctica . . . , op. cit., p. 47 y 48 . 158 Roberto, ibídem, p . 245 y 246. p. 2 1 .
MESA. Roberto, «La aportación de los distintos enfoques . . .
MESA, .
157 MESA, Roberto, ibfdem, p. 58.
>>, op. el/.,
1 59
1 1 11 1 l l l l l ' l ll ti ll ' lt tl l 1 1 \ ' , 11 1 1 \1 lt il ll ' 1 1 1 1 1 1 -' l f \ 1 1 1 1 1 1\ 1 1 • , 1 \ ' . 1> 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 : , 1 1 1 1 1 1 ' 1 1\ t l t l i l \ 1 1 ' , 1 1 ' 1 1\ 1 1 1 " ' " � " \ 1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 \ 1 '1 1

'
·po ·a de l 1 H t' � > l l (' ·p · l < J i l ( '� l '.l' " ' ' ' l i l • ·�. t k l 1
: I I I � ( O l l ! l ( 1 . 1 l l l l l l l i l u , ( ' 1 1 l > n . r rd d 1 "1 1 1
. 1 1 1 I • I • M t\ N N , 1 ·,'() I I ( J · i c ttLIO la� VÍI t 11d ·� l l l l . i'r ' J i i L' :1 O l l : 1 . 'O I IC ·p · i 011 'S, ' ( )•

rr o l l o r • tt n i c o o cl i a . J · ·t i · o d · · i v i l i �a · i o n -_• , · t d t 1 1 1 t H , · ( (• . , 1 1 ' · p · ¡ n J i t , · n 1 11 l l l l l { l <.;o l i � " ' p l i t • , l i ·n n ele l a hisl ria, en con cret o , s u p l a n ­
la fi.l sofí•ts
blecer « leyes» de evolución . -s t am b i é n la ép ca d · la. • ·w.;r�lliza · i o n �;,� p1 1 i l l 11 1 1 ' ' 1 1 1 1 · n l ._. n acJ ele 1 sp ro b lemas de t i empo y cam bio , su consideración d e
internacionales realizadas en base a l est u d i o h i s t órico el e l a > v o l u · i ó u d l ' l ·, ¡ ·, 1 1 . ¡ 1 1 1 L 1 H l i '' m u ndial es algo más que la intersección de diversas políticas
ma europeo d e Estados o d e las grandes potencias. , 1 '1 ! o r , y u m é t od o comparado de culturas o civilizaciones, estima, sin em-
Sin embargo, sólo cles·p ués de la Primera Guerra Mundial , a C O I I S \T I H ' ' " 1 11 1 1 1 1 t , q u e e t ra t a de simplificacione s de la realidad , pues reducen a una o
de la toma de conciencia de Jos cambios profundos que se h a n prod u d d t , 1 ' 1 1 t 1 1 11 • 1 U a la expl icación general de la evolución histórica, desconociendo to­
el medio internacional , y paralelamente a la progresiva afirmación e l e l a � , d u • 1 1 • l 1 ! 1 ll ·erie de factores y fuerzas que operan en un período determinado, es­
ciones internacionales como disciplina científica se configuraron en el c ; u 1 1 p 1 1 , 1 1 d 1 i _¡an l a historia para confirmar un postulado y los hechos que no convie-
de l a historia las dos grandes corrientes llamadas a desempeñar un p ro t a �·.1 • 1 1 l � 1 1 1 1 s dejan a un lado, y tratan el mundo no ya como un campo, sino como
m o relevante e n e l estudio d e las relaciones internacionales . D e u n lado, l a 1 " " 1 '111 .
1 1 1 1 ¡ tan e n el que ciertas fuerzas operan en favo r de la c � nsecución de u n fin
_ _ _ _ _
filosofía de la historia, que con las aportaciones ele Oswald S PENG E l< y i\ 1 , ¡1 d o por Dios, por la naturaleza o por la htstona mtsma. En deflmttva,
nold TOYNBEE, proporciona una visión global de la historia de la h u rn a n H I 1 u l , • 1 1 ·luye, «podemos sacar de estos esquemas intuiciones útiles y considerar
su­
y con ello de las relaciones internacional es , y de otro, la historia de las r e i ; H i l l l' • 1 ( va hipótesis. Pero este camino acaba en el cielo, no en una teoría de las
nes internacionale s que vien� a sustituir, a l introducir nuevos enfoques h'1'1 1 1 1 1 l . • Ci n e s internacionales» 5 •
cos y metodológico s, a la ya clásica historia diplomática, y que por sus pru)!. l l ' 11! otro camino histórico que señalábamos, como modo de llegar a una teo-
sos podrá aspirar a asumir el papel de protagonista en el estudio de las r c J ; ¡ , 1 1 1 ¡ f ¡¡ 1 las relaciones internacionales, es el que sigue los avances Y progresos
nes internacionale s. M ERLE llegará a preguntarse, si, en base a esos p rog � t··. . . � . !1 l historia de las relaciones internacionale s.
realizados por los historiadores «en última instancia, no sería mejor e n t l' \' f\1 1 1 quí dos son los autores que nos interesan, R ENOUVIN y DUROSEL�E.
les el estudio de las relaciones internacionales » 1 . en la línea tradicional de la htsto-
-1 ·NOUVIN desde sus estudios históricos
La pregunta responde igualmente al hecho , proclamado en ocasione� . . ¡ , 1 1 l i p l omátic � 6, evoluciona en su planteamiento hasta buscar la explicación
que la investigación -histórica no es intrínsecamen te diferente de la invcst i ¡¡ 11 1 1 1/ ! rica en base af peso ejercido por las «fuerzas profundas» en las relaciones.
ción científica, dado que los historiadores asumen normalmente una rel;H' I I I I I ¡1 1 ¡ rnacionales y al papel desempeñado por la personalidad y las ideas del hom-
causal al explicar fenómenos reales . Ello sitúa a l a historia dentro de las rH' I I 1 11 de Estado, consagrando lo que se llamará la historia de las relaciones
cías sociales en condiciones inigualables para el estudio de l a realidad soc i a l 1 1 1 •rnacionales 7• Camino éste en el que tendrá como compañero Y colabora-
E n e l campo d e l a historia quizá haya sido la aportación d e TOY N II I · I l u I I tH a DuROSELLE.
que mayor impacto ha tenido en la propia teoría de las relaciutll'� ¡ RENOUVIN, sobre todo en la obra que publica conjuntamente con Du-
internacionales 3 • Su reflexión en torno al sentido último de la evolución hi't 1 n.' ·LLE, Introduction a l'histoire des relations internationales , esboza lo que
8
tórica, en la que la civilización, su crecimiento y ocaso, es la unidad qul' h 11 una teoría de las relaciones internacional es desde layerspec-
1 1¡1 · el e constituir
de tomarse como punto de referencia de todo análisis histórico, y la relal.' l l ll l 1 de la historia, es, sin embargo, DUROSELLE el que nos proporcwna una
estímulo-respu esta como l a clave d e l a explicación, indudablement e ha b l a dt ¡ , t _ fa acabada de las relaciones internaciona les. Es por ello por lo
que vamos
ejercer atractivo en orden a la explicación de las relaciones internacionak� 1 \ · ntrar nuestro análisis en este último autor.
DuROSELLE , además de sus aportaciones en el campo de la historia diplo­
1 M ER L E, Maree!, Sociologie des Relations Internationales, 2 . ' ed.,
1 976; versió11 1 11 1 l i l ! ica, entendida de acuerdo con los planteamien tos innovadore s de
tellana: Sociologfa de las relaciones internacionales, trad. de R. Mesa, París, 1 97 8 , p. (1,�


2 Para una interesante y crítica consideración del carácter científico deMadrid,
la explicación hislt'l l l
ca y su función dentro de la teoría de las relaciones internacionales, vid.: REYNO L Cha
Theory and Explana/ion in lnternational Politics, Londres, 1 97 3 , p. 92- 1 23 . Para el estudi11 1 ¡ .
i l•• • , DS, ol. 71 ( 1 956) p. 365-386; MASON Henry L., Toynbee's Approach lo World Politics, Nueva Or-
, ,
11 IIIIS/La Haya, 1 9 5 8 . .
esta problemática respecto de las relaciones internacionales, vid.: FRIE DLANDER, S., KAPU H , 1 1 HOFFMANN, Stanley H., Contemporary Theory in lnternatwnal Relatwns,
Englewood Chffs, _ _

y RESZLER, A., L 'historien et les relations internationales. Recueil d 'études en hommage 1 J . , 1 960; versión castellana: Teodas contemporáneas sobre ��s relaciones mternacw nales,
l
a .111,
trad.
ques Freymond, Ginebra, 1 98 1 ; y HlLL, Christopher, «History and lnternational Relationol) , r 1 1
,
.¡ M . D . López Martínez, Madrid, 1 96 3 , p. 64-66. V1d. tambten en sentido
parectdo._ Bosc, Ro- l.
SMITH (ed.), International Relations. British and A merican Perspectives, Oxford/Nueva Y 1 11 1. , 1 11 fl, ociologie de la paix, París, 1 96 5 , p. 24. ;!
S.
1 98 5 , p . 1 26- 1 4 5 . RENOUVIN, Pierre, Les origines inmédiates de la guerre _{28 ;um-4 aout 1914),
. . , ,
¡,
Pans, 1 925,
3 TOYNBEE, Arnold, A Study of History, 1 2 vols., 5 . ' impresión, Londres, 1 95 1 - 1 96 1 . Ed . a h t t /,a crise européenne et l a Premiere Guerre Mondwle, Pans, 1 934. .
viada realizada por D. C. SOM ERWELL; A Study of History. A bridgement, 3 vols., 7 La obra más representativa de esta orientación es la publicada baJO la �Jrecc10n de � 1erre
. _ , .

Lol l d l l "•
1 946-1 960; versión castellana: Estudio de la historia. Compendio, trad. de L. Grasset y L. A . 1 1 1
¡q NOUVIN con el título de Histoire des relations internationales, 8 vols.,
Pans, 1 95 3 - 1 95 8 , ver-
xio, 3 vols., Buenos Aires, 1 959, Madrid, 1 970. astellana: Historia de las relaciones internacionales, 2 . ' ed., 2 t �m os en 4 vols., Madnd, 1 967.
RENOUVIN, Pierre y DUROSELLE , Jean-Baptis te, Jntroductwn_ a 1 hlst01re
1 n
4 Para una consideración general de la teoría de las relaciones internacionales de ToYNBI 1 _ . des relatwns mter-
mternacwna/, trad. de M -
K
vid.: THOMPSON, Kenneth W., <<Mr. Toynbee and World Politics>>, World Politics, vol. 8 ( 1 9 �1•) , 1/f <llonales, París, 1 964; versión castellana: Introducción a la pollt1ca
p. 374-39 1 , y «Toynbee and the Theory of lnternational Politics", Political Science Quarl<'' ' ' '
1 tmacho de Liria, Madrid, 1 96 8 .
1 '1 1
1 \ ' ' 1< 1 1 1\ i 1 1 11 -.1 1 '' 11 11 1 1( 1 1 \' " 11 1 \1 1 '. ( ( i �" ) 1 1 ' ) 1( 1 \ \ 1 1 1 ' ,( 11 ' 1 1 1" ¡\ 1 '1 1

I< I � N O I J V I N " , d e H I I H c.� 1 1 1 d i o� ¡.t l i J i l' l o � t'0 1 l l l l l' 1 < 1,', 1 1 1 1 \ " l l l t l tl l l l l l t i r, 111
, y \ l l h l < ' l t1 I I J I I t t l <: 1 1 Í 1 1 1 1 : 1 ·ien · i a p u 1 a 1 � . Un ·si · es 1 1 1 d i o ·1 a u t 1 dí ' l i u • 1 1 · t rcs p l a

elaboración de la po l í l ica c x l · r í e ) ( ", ha <kd i · a d t i dt.-.d · ¡ d e n J I ) l .. ti JI t n.pn 1 1 1 1 1 1 • ·si vos < u · pueden s ' 1' ab p ' r so n a l i d a d es y g r u po d i fe-
rdado por
at en c i ón al p r obl e m a d e l a e l a boración el · u n a 1 · o r b d · b � 1 d ; H' I I l l l l' ' 1 1 1 1 •N, p r las mi ma persona , pero que deben estar coordinados: los estu­
internacionales. , ¡ 1 1 p( r t i · u la rc o la monografía s, los estudios de área, y en tercer lugar, la
Su posición en este punto ha evolucionado y e ha pe r fecc i o n a d o a 1 1 11 \ ,,, 1 1 11 1 · n e r al de la relaciones internacion ales» 16•

de tres fases, en la última de las cuales culmina toda su construc i ó u 1 dl l l l t ' 1 • 1 1 · t a primera aproximación, como vemos, el autor, aunque influido por
metodológica. ¡ , , 1 l • n l eam ientos históricos y sociológico s de la historia de las relaciones in­
En 1 952, D UROSELLE publica un artículo, titulado « L ' é t ude des r · l u l 1 1 1 m ¡, 1 11 1 · nal s, no concede particular importanc ia al enfoque histórico en
or­
internationales: objet, méthode, perspectives» 1 2 , en el que realiza u n a p l l l l l t' , 1 ¡ ¡ ¡ 1 l fl n figuraéión de la teoría de las relaciones internacion ales, pudiendo
ra aproximación teórica al estudio de las relaciones internacionales . Su p••• � 11 1 bl mas clasificarse su teoría como sociología internacion al. De un lado
pectiva de análisis viene marcada, como es lógico, por los propios p l a n 1 ca u u t · u 1 1 un indudable respeto a la naciente disciplina de las relaciones internacio-
tos sociológicos e históricos que inspiran la historia de las relaciones iu1c1 1111 1 1 o l ., , q ue está en sus primeros pasos 1 7 , y de otro, todavía no ha madurado
cionales. Su concepto de las relaciones internacionales como sector d e l a 1 t·u l l 1 1 1 , n1ación como historiador.
dad social s e inserta, así, e n una perspectiva sociológica superadora d e 1 1 1 1 1 1 1 egunda fase de D UROSELLE en el proceso de elaboración de su con­
ducción de las relaciones internacionales a las relaciones interestatales: (< ' l odo ' 1 ¡1 n de las relaciones internacio nales se refleja en la obra que publica con­
lo que atañe a las relaciones de un Estado con otro Estado, o de v ari os l \ 1 11 p t l i l • mente con R ENOUVIN, en 1 964, con el título de Introduction a l'histoire
dos entre 3Í, en los ámbitos político, económico, social, demográfico, cull u , /, 1 r lations internationales 8
1 •
En ella aparece ya perfilada de una manera
ral, psicológico puede incluirse en él, e incluso, por vía de generalización , l t u l u vaga lo que será su concepció n. El planteamiento de la obra debe consi­
lo que atañe a las reiaciones entre grupos de una y otra parte de las frou l t' l l l l• d 1 se como aceptado por ambos autores, si bien, qué duda cabe,
la in­
nacionales . Si se trata de las relaciones de los Estados podemos hablar de " p" i l ll n ia de R ENOUVIN, su maestro, se deja sentir.
lítica exterior" . Si se trata de las relaciones de los grupos podemos ha bl a • d t pesar de que los autores presentan la obra ante todo como una introduc­
"vida internacional" . El conjunto de dichos fenómenos constituye las " t c l u la historia de las relaciones internacio nales, no hay duda de que en ella.
ciones internacionales" » 1 3 • 1 ntiene, aunque sea implícitamente, una teoría de las relaciones
En base a este concepto de relaciones internacionales, para DURO u 1 1 1 1 1 •rnacionales.
«el estudio de las relaciones internacionales es el estudio científico de los fc.: 1 1 1'• 1� 1 planteami ento eminentem ente sociológic o que hemos visto caracteriz a
menos internacionales para llegar a descubrir los datos fundamentales y I n � ) 1 1 1 , anterior de D UROSELLE , aunque no desaparec e, dado el papel que atri­
datos accidentales por los que se rigen» 1 4 . Bien entendido que ese estudio << l l t t l 1 1 • a las fuerzas profundas en las relaciones internacio nales, queda aquí, sin
1 1 1 ¡ 1 ) l r g o, disminuid o, al·conside rar al Estado y a su acción como el centro y
! 1 · lave de las relaciones internacio nales. En este sentido dicen: «El estudio
9 DuROSELLE, 1ean-Baptiste, De Wi/son ii Roosevelt. L a politique extérieure des Etats- 1 lnll , d ¡ , relacione s internacio nales se ocupa sobre todo de analizar y explicar las
1913-1945, París, 1960; versión castellana: Política exterior de los Estados Unidos. De Wil.mn , , ¡ 1 1 , i nes entre las comunida des políticas organizad as en
el ámbito de un te­
Roosevelt (1913-1945),
jours,
trad. de 1. Campos, México, 1965; Histoire diplomatique de 1919
París, 1962, 7. • ed., 1978; L 'Europe de 1815 ii nosjours. Vie politique e t relations inlt'"'"
¡) " " '
¡ 1 1 rio; es decir, entre los Estados. Es evidente que ha de tomar en considera
­
tionales, París, 1964; versión castellana: Europa de 1815 hasta nuestros días. Vida política y ,,.,., ' 11 los lazos que existen entre los pueblos y los individuo s que los compo-
ciones internacionales, trad. de A. Sallés, Barcelona, 1967; Le monde dechiré, 2 vols., París, 1'1 111, pue­
1 u 1 1 . . . Pero advierte pronto que son muy contadas las ocasiones en que
y La decadence, 1932-1939, dentro de la colección «Politique étrangere a la France, .1871-1%'1", . )- La acción del
2. • ed. , París, 1979. Para lo que supone el paso de la historia diplomática a la historia de las 1 t'111 . t ¡ 1 disociarse de los que se establece n entre los Estados ( . . .
dones internacionales, vid.: «De "l ' histoire diplomatique" a "l'histoire des relations i-nternaltn 1 t t d o, p � r consigui ente, viene a insertars e "en el centro de las relacione s in­
nales"», en Mélanges Pierre Renouvin. Etudes d'histoire des relations internationales, París, I IJM, que nos situamos en esta
p. 1-15. l i t 1 1 t cionales" . Tal es la perspect iva general en

1 0 DuROSELLE, 1ean-Baptiste, «La stratégie des conflits internationaux», Revue Fran�aist• ,¡,. 1 � l rr » 1 9•
Science Politique, vol. 10 (1960), p. 287-308; «Le marchandage tacite et la solution des conllil'"•
Revue Fran�aise de Science Politique, vol. 14 (1964), p. 739-754; «La nature des conflits>>, Revu�
Fran�aise de Science Politique, vol. 14 (1964), p. 295-308; L e conflit de Tries/e, París, 19M.
ll 0UROSELLE, 1ean-Baptiste, ibídem, p. 679.
1 1 DuROSELLE, Jean-Baptiste, La politique étrangere et ses jondements, Rapports présentés sntt• 1 0UROSELLE, 1ean-Baptiste, ibídem, p. 691 .
la direction de 1. B. Duroselle, París, 1954; «L'élaboration de la politique étrangere francaisr oo, 1 7 Reflejo de ello son sus propias palabras: «La tendencia a estudiar las relaciones interna­
Revue Fran�aise de Science Politique, vol. 6 (1956), p. 508-524; «L'opinión publique et la pol111 ' lll 1 s como disciplina autónoma se explica por la conciencia cada vez más nítida que los inves-
que étrangére», en Les affaires étrangeres, París, 1959, p. 213-234. 1 •d res tienen de la existencia de un conjunto de fenómenos específicos merecedore
s de ser obje-
12 1 1 1 (1 estudio particulan> (ibídem, p. 677).
1 � RENOUVIN, Pierre y DuROSELLE, 1ean-Baptiste, Introducción a la pollftca mternacwnal,
DUROSELLE, 1ean-Baptiste, «L'étude des relations internátionales: objet, methode, persrr• un . . . .
tives>>, Revue Fran�aise de Science Politique, vol. 2 (1952), p. 676-701 .
,,,, lt. .
1 41 RENOUVIN , Pierre y 0UROSELLE. 1ean-Baptiste, lbtdem, p. 1 Y 2.
0UROSELLE, 1ean-Baptiste, ibídem, p. 677 y 678.
13 . .
1 4 DUROSELLE, 1ean-Baptiste, ibfdem.
.
683. p.
d 1 1 /11 H n l i a c i ó u , � 0 1 1 · l a b a .'> · d v
'
1\ l l o , H Í I I l'l l l l >l l l ¡ \ 0 , 1 1 ( / N l l ) l< J I I ! " ('i W I ¡j ' l l l l t' V ( l t ' l l l a i d � i i l l j 1 d a p i l l a ¡ i
!'a i Í I'i l , J l l l l u l w i !· a d · ¡¡ l a H a c l n c Í ( J I I l'H Í u l ' l l l i l l' i u u n il'N 1 l l l )H

lo q ue
1
es h i�l oria
haCl:ll r .
d · las · l a (' Í l J I I ·s i n t · a· n ; a · a � l n ía l · 1 )(' a h , q 1 � t · t od . 1 1 ¡ ¡ a p p i 1 1 p r 1 1 1 ·sl a t • r.i ·a . .
i ó n q u e realiza descan sa en gran medid a en sus anteno res traba-
1 ¡,1
obra s� desarrolle en ba§ e a el s lineas cnera l c . O c u n l a 1 , .� · · l u i l i r 1 1 . 1 1 1 1 u1 1 · fl
fluencia de las fuerzas profundas e n la relaciones intcrnaci n "u lc · ' · "" ( 1 ( . \ 1 1 1 1 , I J r la acción de las fuerzas profun das,
la personalidad del ho n: bre d e
de la polític a extenor, pe-
j

la� c? ndicio� es g:ográficas, los movimiento s demográfic os, los i n t cr ·seN l ' \ 1 1
.
1 1 ¡ t 1 ' ·J e t ud io de los conflic tos y la elabor ación
n�micos Y f�nancieros, los rasgos de la mentalidad colectiva y las grancll· � , 1 1 1 1 l n la gran novedad de llevar a sus última s consec uencia s el planteamie�to
rnentes sentimentales. De otro, se examina también, por medio d e análi · i s ,·1 1 1 1 1 a vi m o implícito en la obra public ada con �ENOU VIN, . de que es s�lo
teona de las relac!O­
il 1 '
parados, e l papel efectivo que han desempeña do, e n determinad as ocasio1 1n, l t l !Le a lo hecho s históri cos
como se puede constr Uir una
la personalidad y las ideas de los hombres de Estado. i nternac ionales .
visión de la naturaleza human a
Jil
El objetivo perseguido , según palabras de los autores, en uno y otro ca'"·
_ r da su reflexi ón parte igualm ente de una
«ha sido sugerir un método de aproximaci ón a estos temas y subrayar t a 1 1 t 1 1 1 1 1 1 · n había explici tado en anterio res trabaj o
� , si no es por � u atención al es-
- nes mante mdas por su maes­
lo� logro� alcanzados en este campo d e investig�ción como las lagunas que a ú u 1 1 ¡¡ de los conflic tos, y que le aleja de las posicio
existen» 0 . Con todo, e l alcance d e la aportación va bastante más lejos d e lo I ¡ , 1 ara acercarse a la visión más tradic
ional de las relac� o �es internaciona­
­
q � e señalan. Y ello, no sólo por la amplitud de los elementos y factores est 1 1 l¡ . UROSE LLE asume una visión antropológicamente pesimista de la natura hom-
como algo consus tancia l al
d��dos Y la ambición teórico-metodológica que caracteriza esta obra, sino t a n a l l. t humana que le hace considerar la violen cia
bien por e l propio sentido último que dan a s u contribuci ón. 11 us palabr as no puede n ser más expres ivas: «La reconc iliació n aparece
afirmarse que una guerra engen­
••

Reconocien do que la obra se inserta en la línea de preocupaciones que cu 1 1 rn vez en los asunto s human os. Casi puede
racteriz� la elaboració n de una teoría de las relaciones internacion ales, co1 1�1 d t otras guerra s, y que la paz defini tiva e
s una ilusión » 23 • L o que l e �leva a
fluJOS, de
deran, sm �mbarg ? , q � e su aportación se separa radicalmente de la mayo1 ¡ 1 1 luir que «de esta masa infinit a de accion es, de creaciones Y de
cual los hombr es, desesp eradam ent: ,
de las demas contnbucw nes, respecto de las cuales adoptan una posición vela o l ocias y de destru ccione s, a través de la
damente crítica. En este sentido, esa crítica les sirve de base para ofrecer s 1 1 1 u. a n la felicid ad, surge, como induda ble, una impres ión: el caráct er parti­
alternativa teórica. Así, dicen, refiriéndose a las demás aportaciones realiza •p la r del poder , de la potenc ia, o mejor ,
de la búsqu eda incansable �e po�er
das has � a entonces al e� tudio de las relaciones internacionales, que en las m i ,, 24 • Bien es verdad que no se refiere sólo al pode � po I � Ico,
�. smo
c J potenc ia»
mas «solo se ha recurndo a los ejemplos históricos para ofrecer un punto t k todo tipo d e poder, d e doml � aclO � -
¡ u u noción del mismo abarca
sustentación a las reflexiones teóricas. No desconocem os, ciertamente, el intl' u preten sión no es hacer una simple descri
pción de las relaciOnes mterna­
rés de estas investigacio nes; pero creemos más importante mirar al pasado pa . nales, sea histór ica, sea actual , ni exponer las teorías de otros Y someterlas
teorfa, cuya
ra co �pro�ar los hechos que el estudio de los documentos revela, que busca 1 rítica: «Mi propó sito, por el contra rio, es exponer mi propia
fundada en la colección de aconte ­
1
en la his�ona u � soporte a conceptos ya elaborados. De esta forma, podremo� • tracter ística es la de ser de base histór ica,
ones -por tan­
proporciOna r sm duda materiales o temas de meditación a las teorías de la� ·i�ient os concretos -en consecuencia empírica-, en sus sucesi
relaciones internacion ales» 2 1 • l e , evolut iva- y en las analog ías,
las regularidades -en consecuencia
�ENOUVIN Y D UROSELLE implícitamente, como vemos, optan por una con­ tódica» 2 5•
descripción Y
Para ello dedica las cuatro primeras partes de la obra a la
111
cepCión de las relaciones internacionales como historia. Su consideraci ón crít i­
icos, de los eleme ntos que caracte-
�a respecto de los intentos de sentar las bases de una «ciencia de las relaciones i 'l emati zación , en base a los hecho s histór
onent es, cálcul os de los respon sables
mternacion ales» y su afirmación de que lo importante es mirar al pasado para 1 izan las relacio nes intern aciona les (comp
erand o el todo como un vasto m?­
comprobar los hechos , es decir, que lo que valen son los hechos históricos 1 tados de poder , fuerzas colect ivas), consid
úa desarr ollánd ose baJO
� sólo a partir de ellos es posible construir una visión teórica de las relacione � v i mient o que comienza con el hamo sapiens y contin
mt �rnacionales, ?os a�e�antan ya algunas de las líneas fundamentales de lo que n uestros ojos.
_ teonca de D UROSELLE acionales .
sera la concepc10n en su última fase. Sobre esa base se plantea el proble ma de las relaciones intern
las teoría s relativ as a las ciencias
Fase ésta que culmina con la obra Tout empire pér'ira. Une vision théori­ En su opinió n, en la actua lidad, todas
adas, pues «una teoría es un con­
q �e des relations internationales, publicada en 1 9 8 1 22 y en la que el autor, ele­ humanas continúan siendo elementales, inacab �ación
vandose por enCima . , una clasifi cación y una expli
de la problemática teórica-metodológica que es todavía j u nto compuesto de una descripción _ -
as los fenóm enos son aconte cimien
¡ 1 bal>> 26. Dado que en las ciencias human

�� RENOUVIN, Pierre y DUROSELLE, Jean-Baptiste, ibfdem, p. 3. Jean-Baptiste, ibidem, p. 269.


RENOUVIN, P1erre y DUROSELLE, Jean-Baptiste, ibfdem, p. 4. . . 23 0URO SELLE ,
0URO SELLE . Jean-Baptiste, ibfdem , p. 335.
22 DUROS�LLE, _ Une V/Sion
Jean-Baptaste, Tout emp1re penra. .
24
18.
Jean-Baptiste, ibfdem, p. 285.
ucmafes,
theonque des refations interna- · 25 0UROSELLE.
Pans, 198 1 . 2h 0URO SELLE , Jean-Baptiste, ib[dem, p.
I P,\ � Í I I ¡� I I I : I I ! ',\, ,\ 1 1 l' I I I I I I H' I l l l ' l t'l l l t•;., J ll l \ ' ', , l i 1
1 1 1 1 I I H I 1 , 1 '1 > 1 1 lq / ¡ I I C .� 1 1 l ' i i l ,\ l l i t , l t i t'l l t
e s d i fi · i l p v • l a : 1 1 1.�t·nda < 1 · i d c u l i dud · ¡< a h,\ o l . u l a � . S i 1 1 t'l l
¡ , '• p¡ wn N L' l l I L >dos 1 � pa fN e s ( .· . . ). · · p u ·dc d e · i r q u · las " � • u l a r i d adc� s o 1 1
j¡ · 1 · 1 1 1 ' 1 1 1 0:> qu · o n l r i b u y eu a explicar la forma progresrva del srstema en
l l l! l l /: n . a l • n•t � p 1 1 1 1 1 .
l a h is t o r i a u n a part e d e l os a ·o r t l e · i r 1 1 i · r t l os , e s pvs
í b le l r a l a r <.1 · tl : t. \ i fi ca • l t t ••
,
. .
1 1 1 l n l i d ad » . R >/as temporales, e s decir, «aquéllas que sólo se �phcan a Cier-
A ello se han dedica do l a s pri meras p a r t e
t ru t u ras a veces de la misma manera ( . . . ) . Cesan de aplicarse, total o
s de la obra. R espec1 o el · la t·x p l l l n
1
ción global , añade, que se basa al menos parcia lmente en « u n e ,

profun do del cerebro y de los genes» , por lo que mientras no


no . ¡ 1 1 1 1 1' 1 1 1 1 1 1 1 11 · i a l m.c n t e , desde el momento en que se produce una creación. sustanci�l» .
se cl i sp o r t �� · · d•• t a , e · decir, «el conjunto de consejos, fundados e n el sentido co��n Y
este conoc imient o sólo podre mos ser empír icos. En esta situaci
ón, con d u v•· . 1 1 pc r i e ncia pasajera, que se debieran poder dar a aquellos cuyo oficiO �s
son posibl es dos actitud es. Una audaz, pretenciosa, que consis
te en l l l u l l • p l l , t ua r en el dominio de las relaciones internacionales» 34 • Cada uno de los ti-
car los postul ados, que reemplazan a las leyes y dan a la constr ucción
rente coherencia. Otra, modes ta, «que consis te en conocer el límite
u n a a p11 1, 1 nteriores se sitúa, pues, en un nivel. Las regularidades en el nivel que en­
de lo I H I 'il ) ) < b el conj unto de la historia humana, las reglas temporales en el � ue se re­
ble y, dentro de esos límite s, buscar algunas regularidades, reglas .

.
DURO SELLE , en consec uencia , critica y rechaza como falsa la
y receta.\' )) " una de las estructuras, es decir, a t,Jna de las fases de evolucwn lenta,
titud, dominante hasta ahora en el campo de las relaciones
pri mera :11 recetas en el nivel que concierne a la acción puntual en un momento dado
internaciona lt"' · ·n ciertas circunstancias.
Y consid era que sólo la segund a es realme
nte posibl e si no se quiere des fig 1 1 1 n 1
la realidad que se estudi a. Posici ón ésta que, como vimos , ya UROSELLE, empero, no se limita a establecer tales qociones, sino que igual­
aparecía cu 111 In nte nos proporciona una lista concreta tanto de regularida�es, como d � re-
lntroduction a l 'histoire des relations internationa
1 1 temporales y recetas, basada en las consideracio nes realizadas antenor­
les.
De esta posici ón se.derivan las siguientes conclusiones perfectamen
te C J H ' I I l l l •nte en la obra 3 5 •
denad as: primero, «la teoría de las relaciones internacionales no
puede , pun . u conclusión final, en la que se resume toda la concepción de este autor,
actualmente y no podrá durante largo tiempo pasar del estado
empírico> '", que el hecho básico en las relaciones internacion.ales �s el �oder, la poten-
en segundo lugar, «el estudio científico de las relaciones internacionale
s no pued•• ¡1 , La teoría de las relaciones internaciona les es, asi, la histona de la� gran_des
fundarse más que sobre la materia proporcionada por la histor 29
ia» ; terct'r o, 1 1 t encias de su nacimiento, desarrollo y fin, o, si se prefiere, de
los Impenos,
«el historiador es, en efecto, el único que puede tratar un dato totalm '
ente s i n 1 'J resión máxima del poder. Porque no hay potencia eterna, sino que «todo
guiar que se llama acontecimiento» 30 ; cuarto , «ningu na teoría de
las rel a c i t 1 1 1 1 perio perecerá»
nes internacionales es posible si no se sitúa también en la perspe 36•
ctiva din{u u r OUROSELLE nos proporciona, por tanto, la más acabada concepcw_n de las
• .
ca, e n l a perspectiva del movim iento» 3 1 , pues l o que cuenta n o
son sólo 1 1 1\ 1 IAciones internaciona les como historia. Sus defectos y fallos son evident�s,
acontecimientos actuales, sino «también la evoluc ión, la cadena
, indisp cusa )ll' el autor cae en los mismos defectos que dice comb �tir. Red� ce l.a vane­
ble para constatar las continuidades, las creacio nes, la existen
t l ld y riqueza de los fenómenos y causas que nos proporciOna 1� histona. a una
cia eventual dt·
regularidades» 32 •
Por histor ia entiende DURO SELLE dos signifi cados . De un lado, plicación monista de la evolución histórica, centrada en I.a busqueda mcan­
que permite resucitar y, en alguna medida, explic ar cierto s aconte
la técnic n nble de poder y en el protagonism o de las grandes poten�Ias. �os enco�tra-
colecciones de acontecimientos del pasad o. De otro, el conjun
cimien tos y 11 , pues, casi nos atreveríamos a decir, entre una nueva fi�o�ofia de .!� �Isto-
to de esos acon 1 u, a la que son plenamente aplicables las críticas que ya hicimos al llliCIO de
tecimientos o colecciones de acontecimientos y sus encadenami
entos. Es claro , te apartado.
que el autor opta por el segund o sentid o: « La histor ia mater . .
ia prima de la� En una línea igualmente de afirmación de la h1stona como �Je de la elabo-
.
ciencias humanas» 3 3 •
1 1 ión de una teoría de las relaciones internaciona les, pero alejado del red�c­
En consecuencia, el esfuerzo teórico que es posible queda, pues, deÜmit
1

ado. ·1 nismo y dogmatismo de que hace gala DUROSELLE , y con una perspectiva
A falta de leyes exactas, siempre puestas en causa por la acción
dotados de poder de creación, se han de buscar las regularidade
de individ uo., li tinta, se encuentra FRIEDLAND ER . . .
FRIEDLAND ER se inserta en la corriente de aproximacwn � la �Istona, re­
.. .
s, las reglas
temporales y las recetas. Regularidades, «es decir, elementos ligado
manencia del comportamiento del homo sapiens, y que se encuen
s a la pcr nrcsentada entre otros por VEYNE, que concibe a ésta como histona total, co­
tran en todas ! 1 1 historia completa, como la ciencia del hombre 37•

27 DUROSE LLE, Jean-Baptiste, ibídem, p. 304 Y 305 . . .


34 DUROSELLE,
28 DUROSELLE
,
Jean-Baptiste, ibfdem, p . 285.
Jean-Baptiste, ibfdern, p. 9. - Para el enunciado concreto de las mismas, v1d.: tbülem,
J5 p. 309-? 32. . la ha­
29 DUROSELLE, Jean-Baptiste, ibfdern, p. 14 y 15. Jean-Baptiste, ibidem, p. 335-348. Una parte su�tanc.al de esta tes1s yaInterna-
J 6 DuROSELLE,
3 0 DUROSELLE, Jean-Baptiste, ibfdern, p. 10. l lo desarrollado anteriormente, vid.: «Qu'est-ce qu'une grande pmssance?», Relatwns
3 1 DUROSELLE, Jean-Baptiste, ib/dern, p. 182. /lona/es, 17 (1979), p. 3-10.
3 2 DUROSELLE , Jean-Baptiste, ibidern, p. 15.
. . .
37 VEYNE Paul Comment on écrit l 'histoire. Essa1. d 'eptstemologte
· 197 1 ·, vers1'ó n
· , Pans, - cas

33 DUROSELLE, Jean-Baptiste, ibidern, p. 14. !•llana: Com� se e�cribe la historia. Ensayo de epistemología, trad. de M. Muñoz Alonso, Ma­
lrid, 1972.
1 ' 1'1

E n In 1 ( 1 1 n 1 1 i l a v H'l 1 1 1 k ,' , 1 1 l' ! I I H't · p i 1 1 1 1 p: 1 1 1 r t k 1 . 1 t 'p 1 1 1 p l ! ' j a 1 · : d i d : 1 d d t · 1 1 1 � fp ' O i n p a r u r , i tl ' l l t i f'ica r IO.'i lenr · n t o si m i l a r es y e l i m i m ar las homolo­
a ·t u�tl 's r la i 11 · i n 1t.; r n 1 1 · i ( m a le� , '0 1 1 1 ( ) <.; ! H IHc<.: l l c n l' i a , d · 111 ·r r(ll n 1r v.rr 11 ' 1 t l w s i v a s » <�2 •
d a d de con e p c i o n c s y e n foq u e s t · r i os q u · t ra t a n d e c l n r · u n t ; r C l t· l a ,� r n l •, d que se pro¡:>one es el método histórico comparado, que «tomará
1! 1 1 1 1 1
mas. Así, dice: « Sugerimos redefinir la relaciones intcrn::�ci nal ·s C t l l l l l l " 1 • l 1 111 punto d e partida las sugestiones teóricas presentadas en los últimos años,
dominio de todas las interacciones entre individuos o grupos que sobr\'pa � ' " ' 1 •t l uc en lugar de verificar las hipótesis por métodos cuantitativos, las so­
el marco interestatal . Los grupos pueden estar organizados o no y l a s i n t t· r 1 1 1 Ir! 1 (a, las t eorías y los problemas, a un análisis comparado gracias a los es­

ciones, sean individuales o colectivas, pueden ser el efecto de un proceso t l d t l it f d e los casos históricos, haciendo uso de técnicas estadísticas en los pun-
berado o no" . E l campo d e las relaciones internacionales, así ampliado p11 1 11 propiados» 43 .
responder a la emergencia de las nuevas realidades, es definible, pero n o p r w "-' definitiva, como señala FRIEDLANDER , dado que «yuxtaposicio nes, co-
de ser ya objeto, nos parece, de un marco conceptual unificado» 3 8 . La p r r r c • 1 1 1 iones parciales entre los diversos sectores son posibles y necesarias; pue­
ba de esta dificultad aparece, por ejemplo, en su opinión, en la dimensión 1 1 1 ¡1 • ue la historia, una historia "conceptualizante" , abierta sobre las ciencias
tercultural d e ias relaciones internacionales, tema a l que dedica parte dt· •. r r 1 ·i al es , "total " , sea el área natural de estos reagrupamie ntos.
Después de la
estudio 39 • l t • .' de liquidación de la historia y de búsqueda de la teoría, quizá asistamos
En efecto, para este autor, los desarrollos recientes y las tendencias d \ ' 1 1 1 1[ abandono de la teoría (imposible) y a la revalorizació n de la historia. En
vida internacional son irreductibles a un esquema conceptual unificado, lo q • r r · l •s "relaciones internaciona les" , se entiende» 44 •

explica la proliferación de esquemas y modelos diferentes. En este sentido, d i La concepción de este autor se inserta, pues, dentro de la consideración
ce, «asistimos a la desintegración del campo de estudio de las relacionr� 1 • las relaciones internacionales que hace de la historia el eje central de toda
internacionales» 40• 1 ible teoría. Sin embargo, la perspeCtiva que FRIEDLANDER tiene de la his­
Sin embargo, la solución a este problema no pasa por elegir entre un c u t o f r i a y de la realidad internacional difiere de la de DUROSELLE. La del prime­
que u otro, lo que supondría volver al gran debate tradicional. Se trata de ad r es más omnicomprens iva, más globalizante, más social y, por ello, más cer­
mitir que el dominio no puede abordarse a través de un enfoque unificado . na a la realidad que se pretende estudiar.
¿Supone esto, se pregunta FRIEDLANDER, el fin de las relaciones internat·io En España no creemos que se pueda incluir a ningún autor dentro de esta
nales? ¿Puede continuar hablándose de las relaciones internacionales como dt· 1 nea. Unicamente, y con matices, habría que referirse a JOVE R , en el que se
un campo de estudios coherente? bserva una evolución desde posiciones que hacen de la historia el núcleo de
Aquí es donde se inserta su concepción del papel que puede y debe j u�ur la relaciones internacionales 45, hasta posiciones en las que la historia, con ser
la historia como campo de integración de los diferentes sectores de la realidad un elemento import�nte, no constituye, sin embargo, el eje central de las rela-
internacional: « La historia, tal como la concebimos, no está regida por ley¡·� ·iones internacionales 46 •
generales, pero la explicación histórica puede recurrir a modelos que implica rr
ciertas regularidades de alcance limitado. Una tal concepción de la historia M'
acerca, en gran medida, a nuestra concepción de las relaciones internacionab
D) OTRi\.S CONCEPCI ONES CLASICAS
(imposibilidad de concebir una teoría general, aceptación de modelos parcia
les) y sugerimos que la historia podría ser el dominio natural de las yuxtaposi
ciones, reagrupamientos y eventuales correlaciones entre los diferentes secto En este apartado nos referiremos exclusivamente a la concepción que con­
res de las relaciones internacionales» 4 1 • sidera las relaciones internacionales como derecho internacional y al funcio­
¿ Pero cómo podría la historia cumplir ese papel si muchos elementos d1· nalismo. Somos conscientes que con ello no agotamos el campo de las concep­
la realidad son precisamente nuevos y de actualidad? Para FRIEDLANDER , a iones que hemos llamado clásicas, pues, por ejemplo, se ha de incluir dentro
través de la historia se pueden percibir « homologías sugestivas y, por ello, lm
orígenes de las nuevas cuestiones y de los eventuales acercamientos» y en bast· Saul, «Paradigme perdu . . . », op. cit. , p. 89 Y 90.
42 FRI EDLANDER,
Sau] y COHEN, Raymond, op. cit., p. 5 1 .
43 FRIEDLANDER,
Saul, «Paradigme perdu ... », op. cit . , p . 7 2 Y 73.
44 FRIEDLANPER,
4 5 JovER ZAMORA,José María, «Un nuevo sistema de Estados mundiales», Introducción al
38 FRIEDLANDER, Saul, «Paradigme perdu et retour il l'histoire. Esquisse de quelques develop vol. XI, En tos umbrales de una nueva edad, de la Historia Universal, de Walter GOETZ, Madrid,
pements possibles de l'étude des relations internationales», en Les relations intemationales dan• 1968, especialmente p. 25.
un monde en muta/ion, Leiden, 1977, p. 80. 46 JovER ZAMORA, José María, «El siglo X I X en la historiografía española contemporánea
39 FRIEDLANDER, Saul, ibfdem, p. 80-87. (1939-1972)», en AA. VV., El siglo X, en España: Doce �studios, Madrid/Barcelo
XI na, 1.974, es­
40 FRIEDLANDER, Saul, ib(dem, p. 72. pecialmente p. 139. Desde una perspectiva en la que tamb1en predomma la h.•stona, per? sm pre­
4 1 FRIEDLA¡;IDER, Saul, ibfdem, p. 89. Vid. también en el mismo sentido: FRIEDLANDER, Saul tender desarrollar una teoría, sino simplemente sentar las bases para el estudiO de la pohtlca exte­
y COHEN, Raymond, «Réflexions sur les tendences actuelles de la recherche en relations intern;r rior de España, hay que mencionar por su enfoque teórico la aportacióny xx), de Juan Carlos PEREIRA
tionale�», Revue International des Sciences Sociales, vol. 26 (1974), p. 5 1 . (Introducción al estudio de la polftica exterior de España, siglos Madnd, 1983. XIX
'1 )

dc.;l l l l ÍHIIIO el r n l o q n · q n r '0 1 1 ,\ l l h l n H • r i . l l' i l l i H"� 1 1 1 1 \" l l l l l' i p n ¡ J i ¡ ·� ' ro l l l l l , ,( ) 1 •, n a l t � ; ( � J n , pu1 �� so b , s ·1 fa i n ·a paz. d · lel i m i J ;u
·;; i n t l" l l l i l ·i
·¡ ¡¡
11 1 11 1 ·litciotl
po de ·sl uélios i n l ·r·dis i p l i nal'io�. ( 1 1 1
l i · 1 1 • ·i1 .Z J M M J ' H N 1
• W Ju ( : J J J ' , ·· m , ¡ 1 1 ¡ , 1 1 '( J d propias
· sus i n vest í •a i nes dado q ue el c r i t e rio de de l i m i t ac i ó n ,
más característ icos represen t a n l e'", s i bien W R J 1 1 ' 1' 1 1 r ·d u c' s 1 1 c o n �·q H ¡ ,·, u 1 1 . · 1 ·• , l a va l i d ez. le una regla e u n a noción ex cl u s i v a m ente j u r íd i ca » 4• Lo
simplemente a ese postulado , desarrolla ndo respecto é l e las relacion�.:s i n 1 n 1 1 n t l l .1 ' r 11o impide la u tilidad del estudio de las relaciones internacion
ales, en
cionales una field theory. Sin ellll bargo, la escasa virt ualidad t eó r i c a q u t· 1 11 1 1 1, 11¡¡ que p r opor c iona una importante contribució n a las investigaciones em-
planteamiento tiene en la actual teoría de las relaciones int e rn ac i o nak �> h t u 1 11 ¡1 l i cia · sobre los fundamentos de la civilización contemporánea Y sobre las
que no consideremos oportuno su estudio. Lo mismo cabría deci r de Ol l'il ,\ , , 1 1 1 1 . , 1N t ili ct a d e s de su evolución ulterior, «siempre y cuando permanezca en es­
cepciones clásicas. l t t llfl relación con el derecho internaciona l» 5 •

J > 1.ra G U G G E N H E I M , por tanto, no es posible disociar el estudio de los fe-


1 1 1• 1 1 1 ·n s internacion ales desde un punto de vista jurídico y normativo Y desde
a) Las relaciones internacionales como derecho internacional 1 , 1 1 , ; 1 ·rspectiva socio-polític a, bien entendido que la � ue da sentid ? a la últi-
. de e te
1 1 1 1 ·s l a primera. El marcado positivismo que caractenza la aportac10n �
Dado el protagon ismo que, corno ya hemos visto, el derecho internadn nn l 1 1 ¡ 1t ernacionali sta le hace ignorar que no es la voluntad del Estado, matena­
ha tenido tradicionalmente en el estudio de la realidad internacio nal, asl nt l l l l l l t t la en las normas jurídico-int ernacionale s, la que ordena exclusivam ente las
el hegemon ismo, como disciplina que se ocupa de los fenómen os int ernado 1 1 ¡0 •i nes internacionales, sino que son la propia estructura de la sociedad in-
nales, que ha caracterizado su pres encia en los planes de estudio universi1a 1 1o� 1 , 1 ¡ , ional y Jos actores, fuerzas y factores que en ella actúa_n los �ue funda-
.
1 1 ,1•nl almente determinan las relaciones internacionale_s . La d1me� s10n n �r�a-
de la mayoría de los países de la Europa continental hasta fecha recienl e , 1111
puede extrañar que en mayor o menor medida haya habido propuestas que 1 t· r r es sino un elemento de las relaciones internaciOnales .. Ex1st� , as1, SI . se
dían a incluir e l estudio de las relaciones internacio nales en e l campo pn I J I H I de la so�le.dad mternacl.o-
1 1 11

1 , 1 •l nde erigir el derecho internaci onal en ciencia


del derecho internacio nal. S i e n la gran mayoría d e l o s casos ese hegemon i�>J I I I I 1 ¡ 1 1 , 1 riesgo de extrapola r abusivam ente a partir del conoc1m1 ent? que se tle-
se ha limitado a ignorar las relaciones internacionales como disciplina ci en ! i 1 1 1
1 d los hechos jurídicos y, en consecue ncia, de llegar a conclusiOnes defor-
ca o a descalificarla en base a supuestos criterios científicos, no han fa l t a d o , 1" 1 las de la realidad internacional 6 •
sin embargo , iusinternacionalistas que n o han dudado en reducir las relan o
nes internacionales a l a categoría de disciplina ligada e n plano d e subordi u n
ción a l a ciencia del derecho internacion al . !1 El junciona/ismo
El caso más notable en este planteamiento es el de GUGGEN HEIM. Para n
te iusinternacionalista el estudio que caracteriza las relacione s internacio nak
sólo encuentra sentido en el marco de la ciencia del derecho internacio nal Aunque el funcionalismo como enfoque teórico para el estudio de las re� a-
Su punto de partida es claro: « E l conjunto de estos acontecimientos -fcr11'1 1 J nes internacionales suele con frecuencia estudiarse dentro de las co�cepc!0-
111 «científi cas» de las relacion es internac ionales, da�o qu� su posteno
r desa-
menos de la naturaleza paralelos a la norma j urídica- constituye el ohk 10nahsta s, se puede con-
1 1 < llo, especial mente a través de los llamado s neofunc
to de la ciencia de las relaciones internacionales (internatio nal relations) q 1 11' o, la obra de su fu d dor
d orar que se inserta en el planteam iento científic � �
es una parte de la sociología jurídica» 3• La consecuen cia también: «El ohil' que llamamo s «clas¡ca ».
M I RANY pertenec e sin lugar a dudas a la cor � iente .
to de la ciencia de las relaciones internacionales está en función del contenido
del derecho positivo. En efecto, sólo después de haber establecido el inven1 1 1 1 por eso que, con independencia de �as con�¡de��c10nes qu� podamo s hacer
rio d e las normas jurídicas internacio nales, según los métodos propios de I n re el mismo dentro de las concepciOnes c¡ent¡f¡cas, consideramos necesa-
1 1 , aunque sea breveme nte, referirn os a
M ITRANY como colofón de las con-
ciencia jurídica, es posible pasar al estudio de los fenómen os paralelos de 0 1
den empírico-sociológico que forman el contenido d e las reglas d e derecho ' rpciones clásicas. .
El postulad o de base del funcionalismo es que la umdad domma�te del SIS-
. .

Es, pues, la validez personal, espacial y material del orden jurídico internado .
1 . 1 1 1 a internac ional, el Estado, es cada
vez más inadecu ado para sat1sfac�r l �s
nal la que determina el campo de las investigaciones de la ciencia explicativn
11 • esidades de la humanid ad, a causa de que se circunscribe a un terntono
Traité de Droit lnternational Public, op. cit., P · 1 8
.
1 ZIMM�RN, Alfre� , «lntroductory Report 4 GuGGENH EIM, Paul,
.
of lnternatJOnal Relatl?nS)), en H . J . MORGENTHtoAUthey Discussion s in 1 93 5 on University TeachinM GuGGENHEIM. Paul,
ibidem, 18. p.
entre el derecho mternac1on al Y las rel � -
.
.
K. W. THOMPSON, Principies and Problem.l 1< Para una más amplia consideraci ón de la relación
1111cs internacion ales como ARENAL,
of Internatwnal Poilt1cs. Selected Readings, Nueva York, 1952. «El derecho mternacwn al pu­
2 W RIGHT, Quincy, The Study ()! ln_ternational Relations, Nueva Y ork , 1 95 5 . ciencias,
lt l ·o y las relaciones internacion ales como
vi d . :
ciencias
Celestino
de l a
del,
reahdad
_
mternac•on al » , A nuano Mexl-
3 GuGGENHEIM , Paul, Traité de Droit lnternational Public, vol. 1 , Ginebra, 1 95 3 , p. 1 7 . Vid 1 11110 de Relaciones Internacionales, 1 980, p p . 1 7-47, y LUPIS, lngnd De, «The Relauons h 1 p bet-
también en idéntico sentido del mismo autor: «Relations internationales et droit international pu 1 1• • 1 1 l nternationa l Relations ·and lnternation al Law>>,
Journal of lnterna/ion a/ S!Ud1es, vol . 1 6
blic)), Mélanges Streit, vol. ! , Atenas, 1 93 9 , p . 445 y siguientes. 1 1 '187 ), p . 353-3 5 5 .
.' 1 1 ' l l i / H i o/ ol /o l /l o/ / \ 1 \ ' , 1 ' 1 1 \ 1 1 1 •1 1 1 ', 1 / l l i l ' l l \1 11 •1 1 \ 1 1 ' 1 ¡\', 1\ 1 1 1 / l l i'/ 1 • ;, I N I I / ( / / ¡\ 1 / 1 1 ) / ,\ 1 1 ' , 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1 ! /( / ¡\ \ / ! / ' •' 1 1 ' 1 / N .' 0 1

· uando las c x i ···n · i a ¡; d · 1 h o u d H c �>Ohl c J i l l l'f l l l ··� ' " I I P J I I · 1 IH. l <, 1 1 r ,\ 1 1 ' ' • • 11 1 11 d ,' · • rcsiva int · r a ·i 1 1 ele 1 da s l as nacione , d i t i ngue
p •' t ' d uc i r :'1 u n a pr
t ido, se en freu t a J a ra m · n t · a l a · n · · p ·ión rca l i � t a ¡ u · V l ' el U H t n d t t 1 1 11 1 1 1 1 , ¡ , 1 , � ·s . consis t e n t e en desarr o l l a r un proceso de c ooper ac i ó n
n a primera,
algo irreductible y el o n fl ic t o e m 1 1 1 1 1 • nal a n i v el soci a l , ec o n ó m ico y cultural y, otra, de desarrollo del proce-
cionales. 11 1 pe r a c ió n funcional en el plano de la seguridad colectiva, que sólo es

El funcionalismo es una mezcla de intentos de descri b i r y ana l i 7. a r· l' l "'""' 1 ' ' 1 1 1 u n a ve z la primera se haya realizado .
rrollo histórico, de predecir lo que va a suceder y de prescribir cómo s•· ,. , , 11 l.:.n e t e punto será donde incidirán las tesis neofuncionalistas que, adop-
producir. Argumenta que hay dos tendencias básicas y observable en l a h l '• ' " 1 111 1 a l gu n os de los postulados de M ITRANY, procederán a replantearse la pri­
ria moderna que minan el dominio de la autoridad político estatal: ·1 ck�l l l l t l i i l ll • 1. q u e concede a la integración no política.
llo tecnológico y la intensificación del deseo de unos altos está n da re� d l' v t d n mo señala FRANKEL, el funcionalismo es de hechó una filosofía basada
Ello presiona a los Gobiernos hacia una mayor cooperación in te rna · i o n u l \' 1 ,1 1 1 1 1 i ntento de eliminar las fricciones inherentes de las relaciones interestata-
en definitiva hacia la constitución de organizaciones internacionales fnrH' I I H J n 1 , i n luida la guerra 1 1 •
les. De ahí el énfasis que ponen en los aspectos «técnicos» frente a los pol l t u ' '' La críticas más importantes que se le han dirigido son su postulado de que
como generadores de ese proceso. Aunque su enfoque no constituye u n a t a q t n ' ) 1 1 l azos de los individuos con sus Estados son básicamente racionales, el ca­
directo de los problemas de la guerra y de la seguridad, el funcionalismo r o n l •[ r dudoso de la validez de la afirmación que el subdesarrollo y la desigual­
sidera que su enfoque es una vía hacia la paz 7 • Este planteamiento se ex p i to u , ¡ 1 1 provocan la guerra, la posibilidad de separar las cuestiones socio­
en función del fallo del sistema ginebrino y de los conflictos internaciona lt' ' ' 1 1 1 micas de las políticas y la capacidad de los individuos para transferir sus
que tienen lugar en las décadas de los treinta y los cuarenta. M ITRANY p n l t l i 1 1 1 l t ades del Estado a la organización internacional.
ca su obra A Working Peace System durante la Segunda Guerra Mu nd i a l p 1 "
fundamente influenciado por la experiencia de la Sociedad de las Nac i o t l l "• 1
la propia Segunda Guerra Mundial 8• En su obra no hay propiamente h a h l 1 1 1 1 CONCEPCIONES «CIENTIFICAS»
do una teoría de las relaciones internacionales, sino más bien una serie dl' ' ' ' "'
sideraciones de tipo práctico basadas en postulados filosóficos. Lo que I H • �' n aparece como una reacción a los planteamientos de las cón-
•1 behaviorismo
es el medio más adecuado para superar las divisiones internacionales . 1 y, sobre todo, dado su carácter principalmente norteameri-
i o n es clásicas
La tesis subyacente en toda su obra es el principio según el cual l a l'o t l l l l l 1 1 1 , como una reacción frente a los postulados del realismo político.
sigue a la función : « La comunidad misma adquirirá un cuerpo vivo no a 1 1 11 sta concepción domina la ciencia política norteamericana desde media­
vés de un acto de fe escrito, sino mediante un desarrollo orgánico efect ivo " '' dos de la década de los cincuenta, constituyendo la expresión de una sociedad
El principio esencial de una organización funcional de las actividades intl'l llll ' i ' . parece capaz de superar toda crisis, de una sociedad que parece descansar
cionales es que estas «actividades deberán ser escogidas de manera espcd l i t '' 1 f l un consenso sobre los elementos definibles, las interacciones analizables Y
y organizadas separadamente, cada una según su naturaleza, a las condiciorlt'­ w tnipulables en caso de necesidad. Supone, en definitiva, una cierta simplifi­
en las cuales debe operar y en función de las necesidades del momento. 1 ·· ' ' " ' i ó n de las concepciones fundamentales de la política. Como señala BULL,
permitirá e n consecuencia plena libertad para una variación práctica en la ' '' , ·xisten pocas dudas que la concepción de una ciencia de la política interna­
ganización de las diversas funciones, así como en el ejercicio de una funru'1 11 na!, como de una ciencia de la política en general, ha echado raíces y flore­
particular, según el cambio de las necesidades y las circunstancias» 1 0 • Pero ��· d en los Estados Unidos a causa de actitudes específicamente americanas
opone a todo plan formal que prevea la coordinación de las diferentes fu n l' i u 1 l:S pecto de la práctica de los asuntos internacionales -postulados en cuanto
. nes. En este proceso, que tiene por finalidad superar las divisiones políl k n ­ ¡ , la simplicidad moral de los problemas de política exterior, en cuanto a la
a través de una vasta red de actividades y operaciones internacionales po 1 I n i tencia de «soluciones» a estos problemas, en cuanto a la receptividad de
l os que deciden la política respecto de los resultados de la investigación Y en
uanto al grado de control y manipulación que un país puede ejercer sobre el
7Vid.: JACOBSON, Harold K . , Networks of Interdependence. International Organizations 11111/ •onjurito del campo diplomático» • .
the Global Política/ System, Nueva York, 1979, p. 67-70.
8 MITRANY, David, A Working Peace System. A n A rgument for the Functional Developmr'lll El auge de esta concepción no significa, sin embargo; que desaparezcan las
of lnlernational Organiza/ion (1943), 4. • ed., Londres, 1946: Para la concepción de este "'""' ,
vid.: THOMPSON, Kenneth W., Master of !nternational Thoughl. Majar Twentieth-Century Hrr·1 1 · oncepciones clásicas, que, como hemos visto, continúan al iado de la primera
rist and the World Crisis, Baton Rouge/Londres, 1980, p. 202-215.
9 MITRANY, David, ibfdem, p. 18.
-
JOMITRANY, David, ibidem, p. 41. Vid. también del mismo autor: The Progress of fnlt'/'1111 11F RANKEL, Joseph, Contemporary International Theory and the Behaviour of Sta/es, Ox-
tional Governmenl, New Haven, 1933; «The Functional Approach to World Organizatiomo, /11 l o rd ,
ternational Affairs, vol. 24 (1948), y «The Prospects of European lntegration: Federal or 1 : 1 1 1 11
1 973, p. 49. .
. . Appr . . . ..

tional?», Journal of Common Market Studies, vol. 4 (1965), p. 1 19-149. tBULL Hedley, «international Theory. The Case for a Classlcal
, �acn», en1 969.K.NORR
Pnnceton, p . 37.
K.

v J . N . RosENAU (eds.), Contending Approaches lo International Politics,


'11·1
11\', 1(1 1 1\o 'JoJNI·,'. 11 11 I(N \1 IIINI\1 1', o 111\lil JI ¡JJ;Ii\ \' Jll, t'll'l IN
l//11<<�1\1 • o )11)1 \1 \', /111 \1 1••111 ', 11111111/\111111\11'

Jlll!)ll'J'JI 1 Ir·� )llllii(L'IIIIII '111"'· ¡,.1111 ·s los c:;;pc ialisla q u


·, inclil�o, c¡1 ·lcnsn ll'lt · di,�nl(l i11illl '·
e pueden inscribirse en ambas co-
•¡Ji ·s rec nocen u a
, 1"' · s s011 b·t�lunl

n omp lemen ta r ied ad.


·

11 c

ll · has e ta con ideraciones previas podemos, de acuerdo con DOUGHERTY


qu
viori�tas.
Esta voluntad de renovación en el campo de las reln.ci 11 s iul<·rna•·'"""' '
1' •A TZ RAFF, sintetizar las características del enfoque científico en Jos si­
no constituy e, por otro lado, un hecho aislado, sino que es simpk:nH·ntt· l11 11111 ¡•ll nte ténnin_os: 1 ) Adaptación de teorías, proposiciones, marcos concep-
nifestación en un campo concreto de un fenómeno que se p rodu · c11 d '''" 111 l · ·, metodologías e ideas de otras disciplinas. El acento se pone, pues en
junto de las ciencias sociales .
Lo que caracteriza en términos generales estas concepc iones es l a alt'lh h'll
lt investigación interdisciplinaria. 2) Intento de relacionar fenómenos e� tu­
1 el S por Otras disciplinas con fenómenos similares que se producen
que prestan a los métodos científicamente precisos con el deseo de ·kvu1 ''" en
1 t e fera internas.;i onal. 3) Atención al problema de las unidades de análi­
e

relaciones internacionales a la categoría de ciencia en el sentido de las dnu h.­


_

,1 , t rata � do de distinguir, tanto conceptual como metodológicamente, di-


físico-naturales, lo que supone, en principio , un rechazo del valor de l uu'·1•11l11 as umdades: estadista, Estado, subsistemas internacionales sistema in-
histórico descriptivo. Ello se engloba, al menos en algunos autores, en la 11111
r

1 �rn � cional. 4) Preocupación por ef problema de los niveles de a� álisis y ten-


bidón de establecer una teoría general de la vida política y, en nuestro ca1111111, 1 nc1a a centrarse en uno u otro nivel. 5) Aplicación del análisis comparado
de una teoría de las relaciones internacionales de validez universal . l·:A,-; 1 tN. •
n una doble dimensión. Por un lado, respecto de los fenómenos internacio-
uno de los defensores de este objetjvo , establecerá que «en sus más arupllu­ na �es actuales; por otro, respecto de los que son ya historia. Todo ello con el
alcances, la adopción del rótulo «ciencias behavioristas» simboliza, en dl'llul bJetlvo_ de obtener comparaciones entre
ambos tipos de fenómenos.
tiva, la esperanza de descubrir algunas variables comunes , que formen l'l rrll . _ a los problemas de recolección de datos
deo de una teoría útil para comprender mejor la conducta humana en todo­
) Atencwn y posterior utilización en
base a bancos de datos. 7) Preocupación por la metodología, pero falta de con­
los campos» AZAR , por su parte, desde la ópticá particular del recurw •11
2•
senso sobre la más apropiada en el estudio de las relaciones internacionales.
método de los datos sobre acontecimientos o datos fácticos, aplicado al u•n• 8) Esfuerzo por relacionar la investigación con la elaboración de teorías desde
po de las relaciones internacionales, afirmará: «Estimamos que la descript'l•'•n
cuantitativa y sistemática de los fenómenos de comportamiento a nivel inll·•
una perspectiva acumulativa Aunque todas las características no se dan
5•

iempre _juntas, sí son expresión del sentido general del enfoque.


nacional , según la metodología expuesta, puede contribuir de manera signtfl Previamente a entrar en el estudio de las concepciones científicas estima­
cativa a la unificación de las diversas teorías parciales de las relaciones inll'l nos. co�;eniente hacer unas ?re;es consideraciones sobre el behaviorismo y la
nacionales y de la política exterior» 3•
�phcaci� n de metodos
Ambició n que no supone considerar que ese objetico sea posible a tu w•
, cuantitativo-matemáticos en el estudio de las relaciones
mternacwnal�s. Con ello abordamos un aspecto que de otra forma podía que-
plazo, sino que indica el fin último que se persigue. dar obscurecido en la exposición ulterior. '
En cualquier caso debe tenerse presente que no cabe en sentido estricto idt·u Co�o decíamos, dentro del enfoque científico, el behaviorismo es quizá
tificar enfoque científico y behavio rismo, pues si bien éste es dominante dt·n !a c�rnente �ue más influencia ha tenido. La expresión «behaviorismo », del
tro del enfoque científico, existen tambien otras concepciones que se recla11111 11 m�les behav1 our (comportamiento, conducta), hace referencia a la amplia co­
científicas que no se orientan por los postulados de la corriente behavio rist n
rnent� doctnnal _ q�e centra su indagación en el
análisis del comportamiento,.
Lo mismo cabría decir de la identificación entre enfoque científico y cuant i 11
cación, ya que si el recurso a los métodos cuantitativo-matemáticos es en gcnt•
es dec!r, _de las actitudes y las reacciones de los diferentes actores 6 . Para los
�ehavwnstas la conducta humana debe ser observada sistemática y compren­
ral propio del enfoque científico, tambien lo es, en algunos casos, de contl' l ' SI�ame�te, de !�rma que puedan formularse generalizaciones basadas en una
dones que se inscriben dentro de la perspectiva clásica y de los nuevos enfo evi�e?cia em��nca Y probadas a través de métodos científicos. Su objetivo es
ques que se desarrollan en el marco del posbehaviorismo Por último, y 4• l',�
deflmr la pohtica en términos de parámetros observables de acción y conduc­
to ya lo hemos recalcad o, la dicotomía entre el enfoque clásico y el científiw, ta. �esde esta perspectiva, algunos autores hablan de comportamiento inter­
con ser cierta en muchos casos, no supone una incomunicación entre los mi� naciOnal. Esta noción es compleja, por cuanto afecta a toda una serie de acti­
tudes �e muy distinto signo, guerra, conflicto, amenaza, votación, alianza, coo­
peracwn, - etc. Esta complejidad se ve aumentada aún más si tomamos en con-
sión castellana: Esquema para el análisis político, trad. de A. C. Leal, Buenos Aires, 1969, p. 36 y 17
2 EASTON. David, A Framework for Political Analysis, Englewood Cliffs, N.
J . , 1 965; vc1
. 5 DOUGHERTY, James E. y PFA�TZGRAFF, Roben L., Contending Theories of International Re­
3 AZAR, Edward E . , «Les données événementi
elles: Origines et perspectives d'une méthndo·
Bahgat, <<Une, deux, ou quatre . . . Les écoles de relations internationales>>, Eludes Internationales'
ales, vol . 5 ( 1 974), p. 23. /atwns. A Comprehensive Survey, 2.• ed . , Nueva York , 1 98 1 , p. 548 . Vid. también: KoRANY
scientifique en relations internation ales», Eludes lnternation '
4 Como señala Harvey STARR. «la cuantificac ión en las relaciones internacionales no comli
(<<Thr . 6 Para una r ciente c �nsideración de la problemática que el behaviorismo presenta en las re­
111<' vol. 1 5 ( 1 984), p. 7 1 1 y 7 1 2 .
tuye un subcampo sustantivo de las relaciones internacionales, sino simplemen te un enfoque
. vol
todo lógico común para las diversas materias de que se ocupan las relaciones internacionales>> �
laciOnes mternacwnales, v1d . : JOYNT, Carey B . , <<Behavioural Sciences in International Relations>> '
Quantitative International Relations Scholar as Surfen>, The Journal of Conflict Reso/ution The Year Book of World Affairs, 33 ( 1 979), p. 224-242.
1 8 ( 1 974), p. 337).
1 \ ' , l\ 1 1 \1 lllNI · , 1 1'/ 1 1 1 \ 1 1¡\• 1 1 1 1 1 \ 1 1 •. 1 1 1� 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 ¡\ \ 1 > 1 ' ,1 II'IIN \ '11 1

'111> 11 lo)� d i ¡¡tiiiiON íleltHl"N llliHl'<'plil)ll'H (le.; l'\liiiJIIIIIIIIIIiL-1110 i nll'llllll'llllllli 1 has '1 PYKMAN queda ya configurada la L�:o-
\:explica, asf, lo. gra n vari .,lacl el · a p rta ·ion >s qu · ·a '11 d ·1111' 0 clr·l hl'il 1 lus relaci ncs i n t e rn
acional e como un sector de las ciencias sociales, en-
�l!lt-l:t 'ó 111 alado MI21JINA, «co n
, "¡., s

11 idas ·La como un est udio del comportamiento humano» 18 .


rismo. El afan cientifista que le caracteriza h ace q ue la ut iliza i 11 del ;uu'll"d�


cuantitativo-matemático sea una de sus características, hasta el puut o de <11 11' .l u u l o a PYKMAN, el otro gran impulsor del nuevo enfoque es WRIGHT,
por algunos autores se llega a identificar behaviorismo y cuantifi liC'l11lll, t rabajos tratan igualmente de aplicar esquemas científicos en el estudio
La afirmación de esta corriente en el campo internacional la hcmot> t< i l u u d u r ·aliclacl internacional 19 . Papel también pionero es el de DEUTSCH, que
en los años cincuenta y sesenta, pero sus orígenes se remontan al siglo :-.1' principios de la década de los cuarenta aplica el análisis cuantitativo­
Dejando de lado esos antecedentes remotos, el inicio del auge del behavio1 1� lilll mático al estudio de la realidad social en general y a aspectos internacio-
mo en el campo de la ciencia política hay que situarlo en los tra baj oN d1• 11 ti' en particular .
20
MERRIAM 7 y de LASSWELL 8 , que también realiza importantes aportaciouc� ul _•inalmente, no queremos terminar estas consideraciones sin mencionar el
estudio de las relaciones internacionales siendo principalmente Rt "1
9, ·¡. v 11 >mbre de SINGER, no por ser pionero en esta línea sino por ser una de sus
GOSNELL 1 1 los que realizan el nexo entre behaviorismo y cuan ti ficacióu. l'r lil característicos representantes en el campo de las relaciones
ro sería EASTON, con la publicación de The Political System, en 1953, d q 1 1 • ¡¡[ rnacionales 2 1 . Para este autor la ciencia sólo puede existir si se basa en la
consagraría la afirmación de esta' corriente en el campo de la ciencia pollt11 1 1 1 lquisición y ordenación de unos conocimientos, que a su vez no pueden con-
en general 1 2 • u irse sin unos datos. Estos datos, sin embargo, no pueden ser Jos hechos
Por su parte, la corriente cuantitativa-matemática tiene su pionero en cua111n 11 • 1 ricos sin más, han de ser datos verificables. Sólo con la recogida de los
a su aplicación en el campo internacional en RICHARDSON, que realiza su apu1 11lÍ. mos es posible elaborar categorías generales con valor científico. Es Jo que
tación antes de la Segunda Guerra Mundial 1 3 , si bien es SPYMAN quie n n ''' •t li fica como cuantificación de variables 22 •
sagra realmente el nuevo enfoque en los estudios internacionales 1 4 . P a r a nt• Recogida y elaboración de los datos, tratamiento cuantitativo de los mis­
autor, «el problema de la ciencia consiste en descubrir cómo funcionan lu•, Il! y elaboración de modelos son las tres etapas metodológicas del conoci­
cosas» 15 . La teoría de las relaciones internacionales aparece, así, como un ,\1'• illi nt o científico 2 3 . Los campos sobre los que se ha aplicado este enfoque son
tema de preguntas, que habrá de ajustarse a criterios científicos y presciud 1 1 muchos y hacen referencia sobre todo al comportamiento de los propios Esta­
de valoraciones de orden ético, moral o metafísico. Los dos criterios a que �·· los, ya en el ámbito puramente internacional, ya en el seno de las organizado-
debe someter toda investigación científica son la formulación de conceptos tt·

lacionales que tengan validez general y la inferencia de tal formulación ele du 18


l9 WRIGHT, Quincy, A Study oj War, 2 vols . , Chicago, 1 942; Problems oj Stability and Pro­
MEDINA, Manuel, La teoría de las relaciones internacionales, Madrid, 1 973, p. 74 y 75.
tos observables experimentalmente 16 . Desde esta perspectiva se ocupa ele In�
1/ons, Nueva York, 1955, y «Development of a General Theory of l nternational Relations», en
res in International Relations, Berkeley/Los Angeles, 1 955; The Study oj International Rela-
ciencias sociales, cuyo objeto de conocimiento considera que es el compo1 111
miento social. En este sentido, estima que el objeto de la ciencia de las relanu 11. V. HARRISON (ed.), The Role oj Theory in lnternational Relations, Princeton, 1964.
nes internacionales es el comportamiento internacional 1 7 • 20
•/ nes en crisis, trad. de E. L. Suárez, México, 1 98 1 , donde se recogen, además de otros estudios,
DEUTSCH, Karl W . , Tides among Nations, Nueva York, 1 979; versión castellana: Las na­

¡¡J unos de sus primeros trabajos sobre problemas de la integración desde una perspectiva
1 930; Power and Sodt•fl•,
7 MERRIAM, Charles, New Aspects oj Politics, Chicago, 1 925.
8 LASSWELL, Harold D., Psychopathology and Po/itics, Chicago, •uantitativo-matemática. Vid. también: «Sorne Notes on Research on the Role of Mode!s in the
1 935; Who Gets What, When, How?, Nueva York, 1 936; Power and Personality, Nueva Yo1�, Nntional and Social Scenes», Synthese, vol. 7 ( 1 948- 1 949), p. 503-533 ; <<Ün Communications Mo­
1 948, y en colaboración con Abraham KAPLAN, Power and Society. A Framework jor Politll'ul lels in the Social Sciences», Public Opinion Quarterly, vol. 16 (1 952), p. 356-380. Dado que estu­

9 LASSWELL, Harold D . , «The Scientific Study of International Relations», The Year /looA 21 S I NGER , J. David, «The Relevance of the Behavioral Sciences to the Study of l nternational
Inquiry, New Haven, 1 950; The Future oj Political Science, Nueva York, 1 963 . tllaremos la concepción de este autor dentro de la teoría de la comunicación no citamos otras obras.

oj World Ajjairs, 1 2 ( 1 958), p. 1 -28. 1 lations», Behavioral Science, vol. 6 ( 196 1 ) , p. 324-33 5 ; « lntroduction», en J. D. SINGER (ed .),
Harold F., Machine Politics. Chicago Model, Chicago, 1 937; Grossroots oj l'o lt lnternational Relations: Payoff and Prospects», en SA IS Review, lO ( 1 966), reproducido en
lO R ICE Stuart, Quantitative Methods in Politics, Nueva York, 1 928. 1/uman Behaviour and Jnternational Politics, Chicago, 1 965; «The Behavioral Science Approach
,
11 GosNELL,
1. N. RoSENAU (ed.), International Politics and Foreign Policy. A Reader in Research and Theory,
12 EASTON, David, The Polilical System. An lnquiry into the Sta/e oj Political Science, Nu.­ •d. revisada, Nueva York/Londres, 1 969, p . 65-69; « lntroduction», en J . D . SINGER (ed.), Quan­
litics. National Voting Behaviour oj Typical States, Washington, 1 942.

tl t: lnsight Without Evidence», en K. KNORR y J . N. RosENAU (eds.), Contending Approaches


va York, 1 95 3 . lirative International Politics. Insights and Evidence, Nueva York, 1968; «The Incompleat Theo­
1 3 RICHARDSON, Lewis F . , Arms and lnsecurity. A Mathematical Study oj the Causes and ( 111
gins oj War, publicación póstuma de N . RASHEVSKY y E . TRueco, Chicago/Londres, 1 960; S/11 ro International Politics, op. cit . , p. 62-86; «Knowledge, Practice and the Social Sciences in Inter­
tistics oj Deadly Quarrels, publicación póstuma de Q. WR IGH T y C. C. LIENAU, Chicago/l.on
/le, Theory, Methods and Relevance, Filadelfia, 1 970, p. 137- 149.
llOtional Politics», en N. D. PALMER (ed.), A Design jor International Relations Research: Seo­

22 SI NG ER , J. David, «The Behavioral Science Approach to International Relations», op. cit.,


dres, 1 960.
1 4 SPYKMAN, Nicholas J . , Methods oj Approach to the Study oj International Polilics. l'w
p. 66.
O. CZEMPIEL (ed.), Die Lehren von den lnternationalen Bl'�w
ceedings of the Fifth Conjerence oj Teachers oj International Law end Related Subjects, Wa,
hington, 1 93 3 . Reproducido en E. 23 Para una consideración reciente de las aportaciones y virtualidades del enfoque cuantitativo­
S PYKMA N , Ni cholas J . , ibiÍiem, p. 8.
hungen, Darmstadt, 1 969, p. 1 -33, por el que citamos. IIIOtemático en las relaciones internacionales, desde una perspectiva favorable al mismo, vid . : Gl­
15
1 6 SPYKMAN , Nicholas J . , ibídem, p. 8.
Nueva York, 1 977, y ZINNES, Dina A., Contemporary Research in lnternalional Relations. A Pers­
'' -SPIE, J. V. y ZINNES, D. A. (eds.), Mathematical Systems in lnternational Relations Research,

S PYKMA N , Nicholas J., ibídem, p . 4.


17 fii'Ciive anda Critica/ Appraisal, Nueva York, 1 976.
INII(tlill)l 111111 \ 1\', 1(1 1\1 11>111 ', 111111 (11\1 1 1•11\1 1', 1 "' ,1 11 '1 lf 1\

al C01nporln1ni ·nt d� lu.� ,.,i,q�·n111,� d · :ditlll'/ 11�. Id"


nes i n tcrnaciooale · 11, y n '"0 ��� nr:t 01 al ·arr · · 1 ·óricv. 1 c�d ·esta pers1 e · t i v a l a · r l a ·ion ·sin
·
1
11
•i >1\:d s s n
11

ques, etc.25 . onsiclerada ·como una a mp l i y complejo sistema compue 'lo


d nn i · t
11 1

La variedad y cantidad de datos que pueden cuanti ficar."c es 1arr1bi •rr lt'•p,l r número de ubsistema y actores. Dentro de est_e marco concep-
camente enorme, de ahí las dificultades inherentes a este tipo de a n:ílisi/'i. 1 11 11 . tu c i �1r e m s
l o la aportaciones que desde la noción de sistema como totali­
perspectiva o enfoque desde el que se puede partir es igualmente m u y d i ve1 ,\11 ,¡ 1d · h a n
111

upado de estudiar la realidad internacional. La noción de siste-


Todo ello pone, pues, de manifiesto la gran variedad de enfoques y ap rlanP 1 1 1 1 '( 111 t otalidad es en todo caso fundamental, pues en función de la misma

nes existentes. l1 1 1 d omprender los otros marcos teóricos. No debemos olvidar que mu-
Es, en consecuencia, difícil establecer un cuadro clasificatorio de los dio, l11 t r a s concepciones, aunque limitadas a efectos operativos a marcos más
1 1

tintos enfoques científicos de las relaciones internacionales, capaz de i n t cp.1 111 11 in . idos, sea el de los actores, sea el de las interacciones, parten de la no­

de forma precisa a cada autor en función de sus aportaciones y de agruptu istema.


a los autores cercanos. gundo centro de análisis teórico es la noción de actor. Dentro del sis-
Con todo, trataremos de fijar algunas grandes líneas de análisis que JliH' 1 1 lllt internacional existen una serie de actores que como tales son objeto de

dan servir de marco clasificatorio. La casi totalidad de estas aportaciones "' 1 1 tt ·i n por parte de las concepciones científicas, que tratan de determinar

ordenan en función de una serie de unidades o centros de análisis que son lm i1 logía y estudiar su comportamiento.
1:.1 tercer centro de análisis teórico es el que se refiere a las relaciones e inte­
n 1

que determinan la investigación, cuya plasmación concreta puede orientar M'

en múltiples direcciones. EASTON habla, en este sentido, de las siguientes u111 ' 1 ·i nes que tienen lugar entre los actores que integran el sistema internacional.

dades de análisis o centros de atención: la decisión, las funciones, las interar n todo debe advertirse que esta ordenación de los enfoques científicos
ciones y el sistema 26• Cada una de ellas presenta un gran abanico de posihr 11! 1 e a tres ejes teóricos tiene sólo un valor relativo, pues ya hemos indicado
lidades de aproximación científica. 1 ¡u h a y concepciones que desbordan un marco de análisis concreto para orien-
Sobre esa base consideramos que pueden distinguirse tres marcos conccp 1 tt ' incluso en los tres planos señalados. Tales planos no son, pues, mutua­

tuales susceptibles de integrar en su seno el conjunto de las aportaciom·.� ¡¡¡ ·nle exclusivos, sino que con frecuencia están presentes al mismo tiempo en
científicas. l1 l ría. La ordenación de las distintas concepciones se hace, así, en función .
El primer centro de análisis teórico es el que proporciona la noción de sis d 1 ·nfasis que cada una de ellas pone en uno de los cent;os de análisis señalados.
tema. Noción que si no es exclusiva del enfoque científico sí ha encontrado 27

Entre los trabajos más importantes, vid . : HOVET, Thomas, Bloc Politics in the United Nu
·L SISTEMA INTERNACIONAL COMO CENTRO DE LA TEORIA
24

Cambridge, Mass. , 1 963; ALMOND , Gabriel A . y YERBA, Sidney, The Civic Culture: Politica/ Al La teoría de los sistemas y el sistema internacional
tions, Cambridge, Mass. , 1 960; BA NKS , Arthur S. y TEXTOR, Robert B . , A Cross-Polity Survey,

book of Political and Social lndicators, New Haven/Londres, 1 964; R u ssET , Bruce M . y ALKI:K ,
titudes and Democracy in Five Nations, Princeton, 1 963; RussET, Bruce M. y otros, Wor/d Haml
n el proceso de afirmación del enfoque científico en el estudio de las rela-
chard L. y ROKKAN, Stein (eds.), Comparing Nations, The Use of Comparative Data in Cross Na
Hayward R . , World Po/itics in the General Assembly, New Haven/Londres, 1 965; MERRIT, ){i
1 nes internacionales, que se inicia en la década de los cincuenta, un papel
liana/ Research, New Haven/ Londres, 1 966; RUMMEL, Rudolph J. y otros, Dimensions of Na 1 ·1 ·vante va a corresponder a lo que se ha llamado el análisis sistémico o, para
111L t izar más, a la teoría de los sistemas. La atracción que tal enfoque ejerce
tions, Evanston, 1 967; M UE LLER , John E. (ed.), Approaches to Measurement in lnternatibna/ Rl'
/ations: A Non-Evangelica/ Survey, Nueva York, 1 969; Cox, Robert y JACOBSON, Harold K., Tlll'
, , re los especialistas de las relaciones internacionales en la década de los se­
25 Vid . , entre otros: SINGER, J . David y SMALL, Melvin, «National Alliance Commitments antl
Anatomy of lnf/uence. Decision-Making in lnternational Organizations, New Haven, 1 973.
¡· ta no va a tener parangón con ningún otro. El partir del sistema internacio-
War Involvement, 1 8 1 5- 1 945» , Peace Research Society Papers, vol. 5 ( 1 966), p. 1 09- 1 40; repro
1 1 como tal a la hora de analizar las relaciones internacionales suponía indu­
«Formal Alliances, 1 8 1 5- 1 939: A Quantitative Descriptiom>, Journal of Peace Research, vol. J
ducido en J . N. RosENAU (ed.), lnternational Politics and Foreign Policy, op. cit. , p. 5 1 3-542;
d tblemente una importante innovación, que abría nuevas perspectivas de es­
( 1 966), p. 1 -32; «Ailiance Aggregation on the Onset of War, 1 8 1 5- 1 945», en J. D. SINGER (ed. ),
l llclio e investigación.
Quantitatice l!llernational Politics, op. cit., p. 247-286; «Patterns in International Warfarc,
18 1 6- 1 965», The A nnals of the American A cademy of Politica/ and Social Science, vol. 391 ( 1 970),
· Ello nos lleva a una cuestión previa, la de la relación entre behaviorismo
p. 1 45- 1 55 , reproducido en R. A. FALK y S. A. KIM (eds.), The War System: An lnterdisciplinary nfoque sistémico, que puede servir para iluminar el alcance de esta última
r pectiva. Aunque el deseo de proporcionar a las ciencias sociales y, en con-
Approach, Boulder, Col . , 1 980, p . 5 5 1 -562. Sobre la relación entre el número de misiones diplo­
máticas acreditadas por y ante los gobiernos y su respectiva importancia política, vid . , de estm
mismos autores: <<The Composition and Status Ordering of the International System, 1 8 1 5- 1 940», . to, a las relaCiones internacionales, un carácter auténticamente científico es
26 EASTON, David, Esquema para el análisis politico, op. cit. , p. 36, 4 1 -44.
Wor/d Politics, vol. 1 8 ( 1 966), p. 236-282 .

ll1na: Paz y guerra entre las naciones, trad. de C Cuervo, Madrid, 1 963, p. 1 27 y 1 28) y H OFF­
27 Como señala Charles McCLELLAND, <<ni el concepto de sistema ni el análisis sistemático exi­
gen el empleo de métodos de investigación ya behavioristas, ya tradicionales» (Theory and tht•
Jnternational System, Nueva York, 1 966, p. 92). En este sentido, autores insertos en la concep­ MIINN (<<Théorie et Relations lnternationales>>, Revue Fram;:aise de Science Politique, vol. 1 1 ( 1 962),
ción clásica, como por ejemplo ARON (Paix et guerre entre les nations, París, 1 962; versión caste- )1. 429), no dudan en reconocer la utilidad de este marco conceptual.
'1(1 1 111 1 1011>11• • ltJII \1 \', 1 < 1 1 \1 it>lll',llllll\11\t Ílli/1 1 1'

t:il'OIIIt'lll dntOIIIIIIII(ipr tk lllllb[l,� p '1Hpl' 'IÍV 11', hl'i1 tYIUI i.�lll() (llt(rliN10 �Í.�It' illll r 1 ·o1n0 ·slado d e naluralez.a y d el 1slado como l a unidad po í l t i ca por
i co n i 1 ·nl i f i ars · IOlal1n ·nte, por ·uanlo hislóri ·un1 'ltiL : SIIH 111111'
pueclcn ' • \ 'll'i::t .
1 beha vio ris mo en su sentido más e t ri ro. qr11'
111

ccdent.es no son c oi n cid e nte . tiempo su tenden cia hacia la generalización y la abstrac ción pro-
)Hl ·i n a b a las bases adecua das para la
, !mismo
se afirma en el estudio de la sociedad en la década de los cincuenta , pone lodo construcción de una teoría de las . rela-
su énfasis en el análisis de la conducta individual, lo que desde el primer 11111 O!l s internacionale s en término s científi cos,
por cuanto la metodolog1a se­
¡ 11. 1 fielmen te los cánone s de la investig ación empíric
mento plantea a los especialistas de las relaciones internacionales un problc1nll a.
fundamental, el de su aplicación no al estudio del comportamiento indivich1;rl , No puede, pues, extraña r su rápido éxito y genera lización entre los espe-
sino al comportamiento propiamente internacional, es decir, al comportamier11o li ta de las relaciones internacionales.
del Estado. Con todo, asumido ese problema, el behaviorismo seguía circun� , m pero, esa generalización de su uso ha ido en detrimento de la claridatesd
crito a un nivel de análisis reducido, que si posibilitaba, en opinión de sus S1' 1 u plantea miento s, pues se utiliza el términ
o sistema con muy diferen
guidores, el estudio científico de la realidad internacional, demostraba al mi� ·ntidos y alcances. DouoHERTY y FALTZG P RAFF ponen de manifiesto esta rea­
mo tiempo sus limitaciones para aprehender científicamente el conjunto de esu l l d cuando indican que la expresión sistema describ e: 1) un marco teórico
1 ra la codific ación de Jos datos
realidad. Desde esta perspectiva, el desarrollo de la perspectiva sistemica s1· sobre fenóm enos polític os; 2) una serie inte-
presenta como una solución, eQ términos científicos, a las insuficiencias dd ada de relaciones basadas en una hipoté tica serie de variab les políticas -por
behaviorismo estricto, pues centra su atención en el sistema internacional l'll j mplo, un sistem a interna cional que impliq ue un gobier no mundi al-;
l u na serie de relacio nes
cuanto tal, es decir, en el conjunto de las interacciones entre los Estados . lk entre variabl es política s en un sistema internacional
esta forma, como ha señalado LITTLE, behaviorismo y análisis sistémico se co ¡u se alega ha existido -por ejempl o, el sistema interna cional de los
rresponden con las dos vías de pensamiento que han caracterizado la ciencia •incuenta-; 4) cualquier serie de variabl es en interac ción 3 •
occidental, la atomística, para la cual la comprensión de la realidad total es Desde una perspectiva estrictamente teórico-metodológica, la noción de sis-
posible a través del conocimiento acumulativo de las partes componentes, y 1 ·ma se ha utilizad o igualm ente con muy diverso
s alcances, ya como un simple
la holística, que considera que el todo no puede comprenderse en base simpli­ rnarco de referen cia, ya como un marco teórico que permite la constru cción
mente al estudio de · s us partes, pues es más y distinto que la suma. de las le modelo s, ya más ambici osamen te desde la
perspectiva de la teoría genera l
mismas 1 . El análisis sistémico aparecía, pues, como la vía más adecuada pa le los sistema s, en la que no sólo se busca estudiar las diversa s realida des co­
ra enfrentarse a una compleja realidad internacional que el estudio de la políti­ rno totalidades, sino que se pretende constru ir una teoría general, que partiría
ca exterior de los Estados no permitía comprender en su totalidad. le los isomorfismos de Jos diversos sistemas conocidos o posibles. En el cam­ m­
En definitiva, el enfoque sistémico superaba el objetivo inicial del behavio po de las relaciones internacionales con frecuen cia se emplean comodinterca el alcan­
rismo de llegar a una teoría del comportamiento humano, para tratar de pro biables análisis sistémico y teoría de Jos sistema s, cuando en realida
porcionar, en el campo de las relaciones internacionales, los principios din{l ·e en uno u otro caso es muy distint o. Como
apunta LIEBER , «el análisis sis­
micos que podían ayudar a explicar no sólo el comportamiento interestatal y témico es realmente una serie de técnica s para el análisis sistemático que facili­
de los subsistemas, sino incluso el comportamiento del propio sistema tan la organi zación de Jos datos, pero que no posee objetivos teór�co_s ideales.
internacional. ·n contra ste ' la teoría gener al de Jos sistem as subsu me una sene mtegrada
Las consecuencias últimas de la adopción de este enfoque suponían hacer de concep tos , hipóte sis y propo sicione s, que (teóric ament e) son ampli�mente
o del conoci miento human o» 4 • En s �nt1? 0 P�­
bascular el centro de gravedad de la teoría de las relaciones internacionales desde aplicables a través del espectr . 1-
el tradicional énfasis en el análisis de la acción exterior del Estado, de la políti­ recido se pronu ncia BRAIL LARD , para quien, «mien tras que la teona s1stem
ca exterior, hacia el sistema internacional como totalidad. Ello implicaba, en a trata de describir y de explicar un sistema, los diversos elemen tos que lo
última instancia, la puesta en entredicho del tradicional paradigma del Estado componen y Jos procesos que sus susceptibles de desarrollarse y enico consec uen­
que había dominado el estudio de las relaciones internacionales, pues el análi­ ia de modificarlo o incluso hacerl o desapa recer, el análisi s sistém se ocupa
sis sistémico, al organizar la visión de la sociedad internacional de acuerdo con de Jos datos empíricos que, utilizados en el marco de divers os métod os, permi­
las premisas de coherencia, regularidad y persistencia que determinan la no­ ten estudiar las variables de un sistema internacional » 5•
ción de sistema y poner de manifiesto las interacciones e interdependencias exis­
972, p . 6 Y 7 .
tentes, actuaba como correctivo de la tradicional imagen de la sociedad ínter-
23Vid. : MoDELSKt, George, Principies oj WorldPolitics, Nueva York, 1 . nal
DouoHERTY, James E . , y PFALTZGRAFF, Robert L . , Contend
ing Theories oj lnternatw
York, 1 98 1 , p. 1 34 . '
!?e/ations.' A eomprehensive Survey, 2." ed . , Nueva, Cambr
1 L TTLE, Richard, «A System Approach», en T. TAYLOR (ed.), Approaches and Theory ¡11
.
r 4 LIEBER Robert J . , Theory and World Politics idge, Mass. , 1 972, p. 1 23 . Vrd . , en
lnte�natw��l Relatwns, Londres/Nueva York, 1 978, p. 1 84- 1 87 . Vid. también para una am'plia idéntico sentido: WALTZ, Kenneth N . , Theory oj lnternational Politics,
Reading, Mass, 1 970,
consrderaciOn de este punto: BRAILLARD, Philippe, Théorie des systemes et relations internatio p. 58 y 59.
na/es, Bruselas, 1-977, p . 13-16. 5 BRAILLARD. Philipp e,
Philosophie et Relatwn
.
s Internatwnales, Gmebra , 1 974, p. 33
. . ·
11
;, 1
1
lljll{lllllil 114111 \ 1 \', 1(1 1 \1111111 ', 11111 1'11\ 1 f!!IJ\1 1 ', 1 \', f(f f¡\ 1 IIINI•', INI I l' f l\
¡ 1 IIIN/\11 1!�11! 11 111\1\
, \ l!f',l II'I INI\

Se impone, pues, d cl i 1 1 i t ar qu · t i po d · ·un ·cpriouq; IIH.:IuinHIH cu r�lr !IJHII


1 N, •u ·sa lfn•a, e·tirna qu ·la 1eoría de los s i . temas perm i e l a
t
v ar ;; t b les pr
,., i n te>ra­
tado. Aunque es evidente que teorí a de l os sist ·n1as nrdtlisis �ist ·ndro '•" " i venientes de distintas disciplinas En definitiva, en últi­
8.
complementarios y no pueden ser considerados com al ej ados cnt ro si, sin''"'

IJJ(I JI ·tuncia, la t eoría general de los sistemas persigue lograr la unidad de la


',tl 1

bargo, a efectos expositivos y analíticos nos ocuparemos dent ro de eSII' apu ' 1\ ·in 9, sacando a la luz los isomorfismos existentes entre las leyes válidas
tacto de las concepciones que se insertan en lo que, de acuerdo con las cu :11tt' 1 I r' L l diferentes sistemas, es decir, mostrando una uniformidad estructural
rísticas señaladas por BRAILLARD, se denomina teoría de los sistem, s, dr11111 1 11 1V de los diferentes niveles de la realidad. Como señala, en esta línea,
do para el apartado que se refiere a las interacciones como marco de l a tl'llrln ,. pio BERTALANFFY, a causa de tales similitudes, la teoría general de los
la exposición de las concepciones que se inscriben dentro del análisis sist l·n•l t ma ofrece «un útil instrumento que proporciona, de un lado, modelos
co. La razón es sencilla, pues al explicar el criterio que guía nuestra expos il'i'.'" 1111' 1 ueden usarse y transferirse a diferentes situaciones, y que salvaguarda,
de las concepciones científicas tomábamos como marco de referencia pa 111 '" ¡1 t ro, de las vagas ¡malogías que con frecuencia han impedido el progreso
ordenación el núcleo alrededor del cual se estructuraba principalmen te la tl'n s campos» ro_

ría, ya fuese el sistema internacional como tal, los actores o las interaccio•u·­ ¿Qué es un sistema? Las definicionees que se han dado de un sistema son
dentro del sistema. Las concepciones que caen dentro de lo que se denom 1 1111 lilt'llt ip les y variadas y en general tienen escasa utilidad en orden a caracterizar
análisis sistémico en general centran su atención precisamente en las inlt'llll 1 1 1 ance de l a teoría de los sistemas, proporcionándonos simplemente la afir-
ciones que se producen en el sistema internacional, aunque éste último sea, ¡·o 1 1 1 i n de que el comportamiento en general es susceptible de estudio sistemá-
mo es lógico, tenido en consideración. De ahí, que nos ocupemos concrt'lil 1 • y global. JORDAN considera que llamanos a algo un sistema «cuando de-
mente de las mismas fuera de este apartado, lo que no impedirá en alguno� tmos expresar el hecho de que ese algo se percibe como consistente en una serie
casos su referencia, dada su proximidad y complementariedad respecto dr lu 1 • ·lementos, de partes, que están interconectadas unas con otras por un principio
teoría de los sistemas. 1 ,' riminable, distinguible» 1 1 • En el campo concreto de las ciencias sociales
De acuerdo con lo anterior podemos definir el sistema y la teoría de los,,¡� , INGER establece que «por un sistema social, entiendo nada más que una agre­
'

temas, siguiendo a RAPOPORT, de la siguiente forma: «Una totalidad que 1'1111 tción de seres humanos (además de su medio físico) que son lo suficiente­
ciona como tal en virtud de la interdependencia de sus partes es denominadu '" nte interdependientes para participar en un destino común . . . , o que accio�
sistema y el método que trata de descubrir cómo esto se produce en el St'llll H • de algunos de ellos normalmente afectan las líneas de actuación de muchos
de la más amplia variedad de sistemas ha sido llamado teoría general dl' 1, 1 los demás» D OU GH ERTY , en una línea más clásica, dice: «Un sistema es
12•
��
sistemas» 6• 11na serie de variables en interacción, que ' componen una totalidad unificada
Sin embargo, y a pesar de esas palabras de RAPOPORT, la teoría de los��� 1 través de la influencia mutua de las acciones» 1 3. BRAILLARD considera que
temas no se presenta como un simple instrumento de análisi� y conocimiento, '" rden a una definición del término sistema se han de considerar cuatro pun­
sino que aparece como una teoría general que aspira a tener validez univcr,,nl lt : «1) un sistema está constituido por elementos; 2) entre estos elementos exis-

e integrar y unificar el conocimiento y el análisis científico. BERTALANFFY a�l 1 ·n relaciones o interacciones; 3) estos elementos y sus relaciones forman un

lo establece, cuando, refiriéndose a la amenaza que supone la multiplicacil'lu t do, una totalidad; 4) esta totalidad manifiesta una cierta organización» 14•
actual de las disciplinas y la especializació n, al fragmentar la comunidad c i t'll Ln consecuencia propone la siguiente definición: «Un sistema es un conjunto
tífica en enclaves aislados los unos de los otros, considera que la teoría gencr ni 1 elementos en interacción que constituyen una totalidad y que manifiestan
de los sistemas es la solución a ese problema: «Yo he postulado así la tcotlu 1 1 na cierta organización». 15•
general de sistemas como un nuevo modelo que pretende establecer principim
generales para sistemas, esto es, entidades organizadas, independientemcnll•
de su naturaleza física, biológica o sociológica» 7• Esta pretensión se ha lw 8 KAPLAN, Morton A . , System and Process in International Politics, Nueva York, 1957, p .
cho patente igualmente en el propio campo de las relaciones internacional, ., 1 1. E n idéntico sentido, vid.: RosECRANCE, Richard N . , Action and Reaction in World Politics,
11 ton/Toronto, 1 963, p. 267.
9 El más célebre defensor de la teoría de la unidad de la ciencia es Rudolph CARNAP (The Unity
cience, Londres, 1 934).
JO BERTALANFFY, L. von, «General System Theory», op. cit., p. 22.
Anatol, «Foreword», en W. BUCKLEY (ed.), Modern System Research jor flrr 1 1 JORDAN, N., «Sorne Thinking about "System"», en S. L. ÜPTNER (ed.), Systems Analysis,

1 1 rmondsworth, 1 973, p . 6 1 .
6 RAPOPORT,
Behavioral Scientists, Chicago,
7 BERTALANFFY, Ludwig von, Perspectives on General Theory-Scientific-Political Stud/r1
1 968, p. XVII.
·
r2 StNGER, J. David, A Gene;al Systems Taxonomy for Political Science, Nueva York, 197 1 ,
( 1 975); versión castellana: PerspeCtivas en la teoría general de sistemas, trad. de A . Santistebuu,
Study of the Global System», en J. N. ROSENAU, K. W. THOMP­
p. 9.
General Systems, vol. 1 ( 1956), p. 1 -10; reproducido en J . D. SrNGER (ed.), Human Behavior antl World Politics. An Introduction, Nueva York, 1 976, p. 598.
Madrid, 1979, p. 39. Vid. también en idéntico sentido del mismo autor: «General Systems Theory , •• 1 3 DouGHERTY, James E., «The

Inter�ational l!olitics: Contributions from the Sociai-Psychological Sciences, Chicago, 1 965; 11


.ON y G. BoYD (eds.),
Théorie des systémes et relations internationales, Bruselas,
2 1 . Vid. también: R. R. GRINKER (ed.), Toward a Unified Theory of Human Behavior, NuevA
14 BRAILLARD, Phillppe, 1977,
11·
- 51.
York, 1956. 15 BRAILLARD, Philippe, ibídem, p . 5 3 .
' , ,, 1 1 11 ¡ ¡ ( 1
) 11 l e ' 1 ' ll l \1 \ • • lll 1 \1 1 1 l l ! 1 • 1 1 11 1 1 ' 11 \1 l l l l l \ 1 1 '

' ' i u spi r a " �� t rat;H el · ver 1


l o l t d ti · 1:1 pol l f i · a l n L r r l l i a l ; 1 1 0
1 1 H()r r , p t r l'N, ·k1 r rc r r f lS · I 1 V -� · i ( J d u � i � f t· 1 1 1 1� "
'1
' 1 1 <.; d rau · u a

tl1 < : 1 r a l izar u n a


l 1 1 f -rdepc 1 1 d c 1 1 · i u · i111 ·i
m a . El estudio de lo l creativa de lo enfoques más específico , a pensar
I nt e i
'11 l · n n i n ele causación múltiple antes que en causas singulares» 8 . Las re­
' · ,
s i s t e m a s i m p l ica no s 1 e a r r ó l i i é l · su s f r u ·f tr r' a , s i r r1 1
igualmente de las interacciones y actore que co n s t i t uye n e l m i s m . e c x p l ku , 1
así, la íntima relación que señalábamos entre esta concepción y los e n fo p u· ·, l l ·i 1 1 · internacionales son, por tanto, consideradas como un vasto y com­
simplemente sistémicos que veremos al tratar de las interacciones co m o 1 1 1 a pl ·.i istema, compuesto de cierto número de subsistemas que son en cierta
1 1 1 c.l id a lo actores. Como señala KAPLAN, «la acción internacional es la ac­
1 ,., ,

de la teoría.
Lo mismo cabe decir de la noción de función, fundamental en el an { tl i s i ' '
n q u e tiene lugar entre los actores internacionales. Los actores internacio­

sistémico, por cuanto expresa el modo de comportarse de una realidad c o nN I i 1 1 son tomados como elementos del sistema internacional. Sus sistemas in­
( • m s son parámetros para el sistema internacional; sus efectos (outputs) las
ll

tuida por relaciones. La noción de función nos proporciona, de esta fomw ,


la relación existente entre la teoría de los sistemas y el neofuncionalismo l l " " v 1riables del sistema internacional» 9 . O como dice FRANKEL: «Si concebimos
1
igualmente estudiaremos al tratar de las interacciones. 1 f nómeno internacional como un sistema se introduce una fuente básica de
Particular importancia tiene dentro de la teoría de los sistemas aplicada a l 1 · ' u laridades. Las principales variables distinguibles en todos los sistemas in-
estudio social la distinción entre sistemas físicos o empíricos y sistemas simbt'l 1 ·rnacionales pueden agruparse en tres grupos: primero, las acciones de los Es-

licos o analíticos. Se trata de dos nociones diferentes pero relacionadas enf 1 !" 1 1 d s como componentes del sistema; segundo, la estructura y funcionamien-

sí. Un sistema empírico supone un modelo de interacciones entre actores q u l" del sistema que resulta de la interacción de sus unidades; terceró, los facto-
1 • ambientales que condicionan tanto las acciones de las unidades como la
1

se presume existió o existe en el mundo real. Es el objeto de la observación .


20•
Un sistema analítico es un recurso teórico para el análisis de posibles sitema� pcratividad del sistema»
futuros, para la comparación y estudio de los existentes, o un tipo de sistema En suma, los autores que parten de la teoría sistémica se ocupan en gene­
ideal. Como señala EASTON, respecto del sistema analítico, «el concepto pul" !' 1 1 , en distintos grados en cada caso, de una serie de cuestiones y problemas
de designar, no el mundo de la conducta, sino la serie de símbolos medianil' ¡ u e pueden cifrarse en los siguientes: 1) La organización interna y los mo­

los cuales confiamos en identificar, describir, delimitar y explicar la conducf a l los de interacción de los elementos analíticos o reales que existen en cuanto

del sistema empírico» 1 6 . Desde. esta perspectiva, es posible distinguir, como •i tema. 2) La relación y las fronteras entre un sistema y su entorno. 3) Las
apunta YOUNG, una amplia variedad de sistemas analíticos, tales como el sis funciones desarrolladas por los sistemas, las estructuras para la realización de
tema político, religioso, económico, etc. 1 7 • El valor de todo sistema analíti Lales funciones y su efecto sobre la estabilidad del sistema. 4) El f!!Ccanismo
co residirá en su mayor o menor correspondencia con el sistema real que Sl' v lido para el mantenimiento del sta/u quo o del equilibrio del sistema. 5) La
pretende explicar. En general, la teoría de los sistemas trata de estudiar un sis ·Jasificación de los sistemas. 6) La disposición de los niveles jerárquicos de 1(
tema empírico sobre la base de hallar un sistema analítico capaz de reflejar 1 sistemas, la situación de los subsistemas dentro del sistema, los modelos
y comprender esa realidad. En este punto, vital en la teoría sistémica, es donde de interacción entre los subsistemas, y entre los subsistemas y el sistema
21
residen sus mayores dificultades y donde más se han centrado las críticas. mismo •

En el campo de las relaciones internacionales la aplicación de los presu· La mayor parte de las aportaciones desde la teoría sistémica en el campo
puestos de la teoría sistémica, como ya hemos señalado, ha tenido especial de­ le l as relaciones internacionales han operado a nivel del propio sistema inter­
sarrollo. Esta concepción teórica facilita al estudioso la identificación de los nacional, pero considerando al Estado como el principal, si no el único, actor
principios que explican la configuración particular de las relaciones interna­ de las relaciones internacionale s, es decir, desde umi visión estatocéntrica del
cionales, por cuanto se considera que, a pesar de la complejidad implícita en istema internacional. Sin embargo, como tendremos ocasión de ver, no han
el conjunto de las interacciones, existe una serie de estructuras que describen faltado autores que han tratado de superar esa visión, incluyendo en su análi­
el sistema internacional y explican el comportamiento de los actores. Los par­ sis actores no estatales.
Al mismo tiempo, a partir de la década de los setenta y dentro de la reac­
tidarios de esta concepción parten de la premisa que es el sistema internacional
el elemento clave para explicar por qué y cómo los actores tratan de influen­ ión posbehavio rista, se han desarrollado una serie de aportaciones que esti­ 1
ciarse mutuamente. DOUGHERTY afirma que «la principal ventaja de utilizar man que esa visión estatocéntrica debe ser complementada o reemplazada por 1
la teoría general de los sistemas en la política internacional descansa en su com­ una visión que tome como punto de referencia la sociedad mundial. Su unidad
prensividad. Mientras que las otras teorías son parciales, la teoría general de
los sistemas nos obliga a elevarnos a un plano que nos proporciona una visión
op. cit., p. 5!1!1.
1 8 DouGHERTY, James E., «The Study of the Global System>>,

16 EASTON, David,
tellana:
A Framework for Political Analysis, Englewood Cliffs, N. J . ; versión
Esquema para el análisis político, trad. de A . C. Leal, Buenos Aires, 1 969, p. 50.
cas·
19
20
op. cit., p. 20.
KAPLAN, Morton A.,
Contemporary International Theory and the Behaviour of States, Ox­
FRANKEL, Joseph,
ford/Londres, 1973, p. 35.
11
17 YOUNG, Oran, Systems of Political Science, Englewood Cliffs, N. J., 1%8, p. 3 7 y 38. 21 Vid.: DouGHERTY. James E. y PFALTZGRAFF, Robert L . , op. cit., p. 148-1 50.
.' 1 ! > i l l i il " i 1 1 1 1 1 1 1 1 11 1 1 1 1 • '" 1 \1 ' " ' J i · , 1 1 1 1 1 11 1 1 \ • 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' 1 /\ ' , 1\ 1 1 /\ 1 I I ! N I : , I N I I I( N ¡\ 1 l l l N ¡\ 1 1 ' , t l l � l f l 1 1 1 1 1\ 1 / \ \ I J I ,• ,¡ I I ' I I N I\ ) 1 1

de i l l l { li Í H Í � l'H l l i Í I I l' Í pl l i l l l (' l l l !' 1 •,, ·1 d · las


d ebe pa r t i l d · la · i s t · u · i a di' 1 1 1 1 1 1
110 d
• i ¡;o e
d IIHIÍVÍdll(l J · �1 1 d 0 , 1 1 1 )', 1 1 t· 1 1 d o t ¡ ! ll' 1 '1 1 1 1 1 1 1 ·t1 1 1 1 po · i e n ¡; i a s so i a l cs el éx i t o e l e la t eo r í a gen e ra l el e los s i s t e
co n se ·ut:n(;ia del des a n o l l kc n o l y
com p l ej a r e d de relacio nes l ransnacionales� Aunque e s t a · e nccp · i o n ·� pa 1 t • · n
r1 t1 · ·r rápicl genera l , presen t ándose como u n a i n novación t eó r ico­
ev a r las cotas de cientificidad de las mismas. Sin em­
también en muchos casos de la perspectiva sistémica, opera n , e m p · r o , r • u t 1 1 ¡·
¡ a a paz de e l
i sistémica se presenta como una innovación, la noción de
diferentes presupuestos, por lo que las . estudiaremos se paradament c .
lt 1 l a t o ría
1 111 t, a p l icada para caracterizar las unjdades políticas o las propias relacio-
Así, pues, la perspectiva sistémica, al iado de las aportaciones en l a l l 1 1 1'.t i n t e r n ac i on a les tenía ya una larga histoda. Desde H O BBES 27 y
1 ' 1 1 1 · 1 \ N D R F 28 , su uso fue extendiéndose a lo largo del siglo XVIII, en autores
11

de la teoría de los sistemas, ha inspirado la aparición de una am p l ia v a r icdud


de concepciones, que en mayor o menor medida parten de sus presu puest os 1 111 , i l l l l > R USSEAU 29 y V ATTEL 30 , para �eferirse al sistema europeo de Estados,

sicos, para estudiar el sistema internacional en sus distintos aspectos y n i v l'h·­ 1 •1 ' ) t d o r i zá n dose la noción con autores como GENTZ 3 1 , ANCILLON 3
2 y
de análisis. Las teorías de la decisión, las teorías de la integración y el neo fu u l l i l l l' n N 33 .

cionalismo, las teorías del conflicto, el linkage politics, la teoría de la co 1 1 1 1 1


nicación, la teoría del equilibrio, etc, son algunas de las concepciones q 1 1 1' � •·

han desarrollado sobre la base de la idea de sistema. Tales teorías no son 1 1 1 1 1


tuamente excluyentes, sino complementarias en muchos casos, por cu ant o n i
v 11 . 1 0 ( 1 96 5 ) , p. 1 93-237; «Living Systems: Structure and Process>>, Behavioral Science, vol.
moverse en distintos niveles de análisis y versar sobre diferentes aspectos d••
la realidad internacional contribuyen a hacer más comprensivo el propio sist t· 11 1 11 S). p. 337-379; «Living Systems: Cross-Level Hypotheses>>, Behavioral Science, vol. 10 ( 1 965),
ma internacional. Con todo, como ya hemos repetido y explicado, su est u d i u 1 ' IHO 4 1 1 .
,, ltAPOPORT, Anatol, «Remarks on General Systems Theory>>, General System, vol. 8 ( 1 963),
se realizará en otra parte de esta obra. Aquí nos centraremos en aquellas wu

1 1 1 ; «Sorne System Approaches to Political Theory>> , en D. EASTON (ed .), Varieties oj Po/iti-
1 1 1 4; «Mathematical Aspects of General Systems Analysis>>, General Systems, vol. 1 1 ( 1 966),
cepciones que fijan su atención en el sistema internacional como totalidad , dcsd••
la perspectiva de la teoría de los sistemas. 11 J ltl'ory, Englewood Cliffs, N. J . , 1 966, p . 1 29- 1 4 1 ; «The Uses of Mathematical lsomorphism
111 1 11 ·ral System Theory>>, en G. J. KuR (ed .), Trends in General Systems Theroy, Nueva York,
La teoría general de los sistemas tiene sus orígenes en la física y la biolov,in 1 •1 1 , p . 42-77; «Mathematical General Systems Theory>>, en W. GRAY y N. D. R1zzo (eds.), Unity .
No es casualidad que un biologista, BERTALANFFY, haya sido uno de los p1 1 1 1 1 llriiiJtht Diversity. A Festschrift in Honor of Ludwig van Bertanlanffy, Nueva York/Londres/Pa­
' ' 1 1 117 • p. 437-460.
''' LA ZLO, Ervin, Introduction to Systems Philosophy. Toward a New Paradigme oj Contem­
cipales impulsores de la misma. Este autor tratará desde 1925 de comprcndl'l
el organismo vivo como un sistema organizado, como una totalidad no rcd u ·'l tll y Tlroughl, Londres/Nueva York, 1 972; The Systems View of the World. The Natural Phi·

cible a la suma de sus elementos. Desde ese punto de partida construirá la t t·u , ,,,/¡ y oj the New Developments in Sciences, Nueva York, 1 97 1 ; «Uses and Misuses of World
ría general de los sistemas sobre la base de postular la existencia de principlm 1 1 11s Models>>, en E. LASZLO (ed.), The World System. Models, Norms, Applications, Nueva
+ 1 11 1 ' 1 97 3 .
y de leyes aplicables de manera general a un gran número de sistemas, co n lu
1 1 1 1 ulos de un cuerpo natural>>, nos dice: «Por sistemas entiendo cualquier numero de hom-
1 Thomas HOBBES, después de señalar que los sistemas «se asemejan a las partes similares
dependencia de sus características particulares, y, en consecuencia, la exisl l'll 1
1
1 ¡ 1• rupados por un interés o un negocio>> (Leviatán, edición preparada por C. MOYA y A. Es.
cia de isomorfismos entre los diversos sistemas. Posteriormente, en 1949, p1 ' 1
pondrá el desarrollo de una nueva disciplina que llama teoría general d e in­
• 1 11 1 1 1\DO, Madrid, 1 979, cap. XXII, p. ,3 1 1 )".
IH

11 1 1175, incluye un tratado titulado De systematibus civitatum. Con esta expresión se refiere no
amue! PuFENDORF, dentro de sus Dissertationes academicae selectiores, publicadas en Lund,
sistemas 22•
J , l11 misma que aparecían conectados de forma que constituían un cuerpo, caso de los Estados
' l t o iedad europea de Estados como un todo, sino a un grupo particular de Estados dentro
A partir de ese momento, la teoría general de los sistemas conoce u n in1
portante desarrollo en todos los campos científicos, sobre todo en base a In­
• · 1 1 11 1 conectados como para parecer que constituyen un cuerpo, pero cuyos miembros son sobe­
, 1 1 1 1nos después de Westfalia. Así, define un sistema de Estados como «varios Estados que es-
aportaciones que realizan autores como GERARD 23 , MILLER 24 , RAPOPOK 1 11

1 11 1 ut roducción por Hedley BULL, Leicester, 1 977, p. 2 1 , y BuLL, Hedley, The A narchical So-
, •u 1, Vid. : WIGHT, Martin, «De systematibus civitatum», en Systems oj States, editado con
y LASZL0 26 •
Study of Order in World Politics, Londres, 1 977, p. 12 y 1 3 .

BERTALANFFY, Ludwig von, General System Theory. Foundations, Development, Ap¡+/1, ' '
ousSEAU, Juan Jacobo, Extrait du projet de paix perpétuelle de Monsieur I'Abbé de Saint­
22
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' ,, li' { 1 76 1 ) , en Oeuvres completes, tomo I I I . Du contra/ social. Ecrits politiques, ed. publicada
1 1 1 1 lú dirección de B. Gagnebin y M. Raymond, París, 1 964, p. 565 y siguientes. Para la traduc-
México, 1 976; en cuanto a sus numerosas publicaciones son de destacar: «An Outline of thc ( i <' l l t• 1 + 1 1 1 •nstellana, vid . : Escritos sobre la paz y la guerra, Prólogo de Antonio TRUYOL, trad. de M .

111 V ATTEL, Emeric de, Le droit des gens, ou principes de la loi naturelle appliqués a la con­
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1
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23
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' 1 \1 1 1 11 1 1 . 1 1 1 11 " 1 1 \ 1 1 1 1 � 1 \ 1 1 . , 1 \ ,' . li l l /\ 1 1 1 1 1 1 1 ,' • 1 1 1 1 1 1( [ 1 ,\ i l l l l l i\ 1 1 '· 1 1 1 � 1 1 1 1 1 • Hi l \ \ 1 1 1 ' " 1 1 ' 1 1 1� , \ ' 1 '1

E n c o n ret o , c 1 1 e l <.u J J ¡ o d e l;.1 · o · i o l o¡ .• l n , I n i Li t:·n e l e H i ll f · n 1 n p t 1 1 L · f 1 . 1 1 ,\ f i' I t t l l p o l f l l 'O (1 ·J r ·s1 0 (J · l a


n.:a l iclall c i u l ¡ u · co n s i dera c o n 10 d C l l t o r -
profundamente 3 \ sob re todo en el m a r etc lo. a 1 1 :J i i s i i o l ó •i ·o� 1 '1 1 1 1 1 1 1 1 '111 ::1 . E .l s i s t ema
polí t ico s e ca r ac t e r i za , en s u opinión, por e l re­
J I I I I ' 1 t 1 t r i t a r i o de valores. Nos propone, así, un modelo descriptivo del sis-
·
1 c·s · s i s f
nalistas, l orrespondiendo a PARSON un papel d p r i m e r pl an . 1, k 1 1 1 1 1 1 1 1
analiza 1� sociedad como una totalidad s istémica, cuyas partes o s u bs i N f c l l l l l '• , 1 1 1 1 1 p l í t i o, más en términos de proceso que de estructura, centrando su aten­
' 1 ll
con los procesos que les son propios, deben estar en eq uilibrio l o u n os · 1 1 1 , . n la in teracciones que se producen en el interior de ese sistema y en los
" ' l ' • t m bios entre este último y el entorno. Para e!lo procede a aplicar el aná-

1
!ación a los otros para que el sistema sea viable. Para este autor, la relaeic 1 1 1 1 ' �
entre los actores y su s ituación tienen u n carácter recurrente, de fo r m a Q l l l ' 1 1 1 l · inputs-outputs. Su objetivo es tratar de comprender cómo puede man­

da acción se produce en un sistema. La mutua aceptación del sistema po1 lm el isterna político 39 •

' f f ia de la ciencia, se ha consagrado, con la colaboración de P OWELL y Co­


I, M NO , para quien la noción de sistema político constituye un nuevo pa­

bro d e varios sistemas d e acción. Para PARSONS existen tres subsistem ;1.� . 1 '1
actores crea un mecanismo de equilibrio en el mismo. Cada persona es I l l l \ ' 1 1 1

s istema personal, el sistema social y el sistema cultural, que están intercou•·• N, a la elaboración de un enfoque teórico estructural-funcional del de­
II J
tactos dentro del «sistema de acción » . En resumen, este autor concibe la s • H u· 1 1 político , del paso de los sistemas políticos de una forma tradicional
dad como una interconectada red de sistemas de acción 3 5 • PARSONS se lll' 1 1 J ii1 1 1 n o forma moderna. En este marco ha tratado de establecer una tipología

también, aunque brevemente"del sistema internacional, en el que ve igi.Jalu ll'l l l l' , ¡ , l . sistemas políticos, en función de su eficacia en la realización de las ta­

modelos de interacción similares a los existentes en el sistema de acción a u i w l l 1 que corresponden a todo sistema político. Su centro de análisis son las
intern o . El mayor problema del sistema i nternacional, así como del i.� l l' l l l ll I II I H.:i nes propias del sistema, lo que le lleva a fijar las estructuras que en cada
interno , es mantener el equilibrio 36 . 1 f ma realizan esas funciones 40 •
E n el campo de la economía también la teoría general de los sisterni1s J ¡,, El t rabajo de ALMOND, en concreto, y los estudios comparados de los sis-
tenido eco, correspondiendo a BOULDI N G un especial papel, si bien este ; u 1 1 1 1 1 11 1 1 1 políticos se basan en el análisis estructural funcional que trata de exami-

no ha limitado su aplicación al estricto mundo de la economía, sino que igu a l 1 1! 1' 1 realización de ciertas funciones en el interior de entidades tan d iferentes
1 lll el organismo biológico y el sistema político. Planteamiento funcionalista
1jl
mente s e ha preocupado en general d e la teoría sistémica y e n concreto dl' I n
teoría d e la imagen y las relaciones internacionales 37 •
1 1
le be mucho a las aportaciones en la primera mitad de este siglo de antro- ·

Con todo, quizá haya sido en el campo de la ciencia política donde 1 1 1 11 � istas como MALINOWSKI 4 1 , R ADCLI FFE-B ROWN 42 y de sociólogos como
éxito ha tenido la teoría de l os sistemas 8 • Las aportaciones de EASTO N , !\ 1 � f i i' TON 43 •
3

MONO y D EUTSCH han tenido particular relevancia. EUTSCH , autor de especial interés por sus aportaciones en el campo de
EASTON ha tratado de desarrollar una teoría sistémica general, apl ica hh• laciones internacionales y del que nos ocuparemos en detalle al tratar de
a todo sistema político, sea interno o internacional . Distingue analíticaml'l l i l' ría de las comunicaciones, nos propone en el campo general de la ciencia
1 1l t ica un modelo cibernético de la política, basado en el concepto de siste-
1 1 ! 1 . La noción de sistema es el marco indispensable de los procesos de retroac- 1 '
1 1 1 y aprendizaje señalados por este autor, sobre la base de las características 1
1 i l ! f ! Unes que en el plano de las comunicaciones y el control pueden tener el
34 Para el empleo de la noción de sistema en la sociología, vid . : BUCKLEY. Walter, Soc/o/o� t ' 1 mportamiento de las entidades sociales y el funcionamiento del sistema ner-

1 los
3 5 Omitiendo trabajos más antiguos se pueden citar entre las más importantes obras de l u l
and Modern Systems Theory, Englewood Cliffs, N . J . , 1 967 .
del hombre y las redes de comunicación. DEUTSCH considera el s istema

llana: El sistema social, trad. de J. J iménez Blanco y J. Cazorla Pérez, Madrid, 1 966; (<An < l u l l l
cott PARSONS las siguientes: The Social System, Glencoe, Jll . , 1 95 1 , 5 . ' ed. , 1 965; versión 1 ' 1 1 •• 1 •

· ne of the Social System>>, en T. PARSONS, E . SHILS, K. D . NAEGELE y J . R . PITTS (eds .), Jlwol/t 1
of Society, Nueva York, 1 96 1 , vol . 1 , p. 30-79; Sociological Theory and Modern Society, N• �
1'1 EASTON, David, The Political System. An Jnquiry into the State of Political Science, Nue­

lil itl A nalysis, op. cit.


¡1

PARSONS, Talcott, <<Order and Community in the I nternational Social System>>, en .J N


.
ork, 1 95 3 ; A Systems Analysis oj Political Lije, Nueva York, 1 96 5 , y A Frameworkfor Poli­
36 1 967; T'he System of Modern Societies, Nueva Yor k , 1 97 1 .
York,
•1 11 11
va York, 1 9 6 1 , p. 1 20- 1 2 1 . Este artículo no aparece en la ed. revisada que de esta obra puhlh M
RosENAU (ed.), lnternational Politics and Foreign Policy. A Reader in Research and Theory, N u• A LMOND, Gabriel A . , «Comparative Political Systems>>, Journal of Politics, vol. 18 ( 1 956),
'' W1 -409; <<A Developmental Approach to Political Systems», World Politics, vol. 17 ( 1 965),

1 1 11M), p. 869-879; Political Development. Essays in Heuristic Theory, Boston, 1 970. Vid. tam-
ROSENAU en 1 969. 1 l HJ-2 1 4 ; <<Political Theory and Political Science>>, American Political Science Review, vol. 60

3 7 BoULDING, Kenneth, The lmage: Knowledge in Lije and Society, Ann Arbor, Michl�tn n ,
1 • 1 1 ! G. A. ALMO NO y J. S. COLEMAN (eds.), The Politics of Developing Areas, Princeton, 1 960;
1 956; <<National Images and International Systems>>, Journal oj Conflict Resolution, vol. 3 ( I 'IWI,

'111/t)IIS, Princeton, 1 963; ALMO NO, Gabriel y P ow ELL , J. Bingham, Comparative Po/itics: A De­
1 M IND, Gabriel y YERBA, Sidney, The Civic Culture Political A ltitudes and Democracy in Five
p. 1 20- 1 3 1 ; <<Political Implications of General Systems Research>>, General Systems Year/woA
vol. 6 ( 1 96 1 ) , p. 1 -7 ; Beyond Economics, Ann Arbor, Michigan, 1 968. En el campo de la W I I I H
mía la aplicación de la noción de sistema se remonta a Fran�ois QUESNAY y los fisiócrala� , , /ti¡llnental Approach, Boston, 1 966.
38 Para la utilización de la noción de sistema en la ciencia política, vid . : NETTL, Peter, , , l l u � � MALINOWSKI, Bronislaw, A Scientific Theory af Culture and others essays, Nueva York, 1960.
12 RADCLIFFE-BROWN, A . R . , Structure and Function in Primitive Society. Essays and A dres­

R., System of Political Science, Englewood Cliffs, N. J . , 1 968, y WISEMANN, H. W . , Pol1111 ,,¡
Concept of System in Political Science>>, Political Studies, vol. 1 4 ( 1 966), p. 305-388; YouN( : , < ' ' ''"
1 1 MERTON, Robert K . , Social Theory and Social Structure, ed. revisada, Glencoe, I ll . , 1 957 .
' •• Londres, 1 95 2 .

Systems: Sorne Sociologica/ Approaches, Nueva York, 1 966.


•1 .'( 1 1 11 1 1( 1 1 1 1 1 1 • 1 H l l l ¡\ 1 •\ ' , 1 > 1 1 \ o 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 11 1 1 \ o i o > i l \ 1 1 ' , l'1

político como una red de conwni ·a 1 1 1 1 q¡1o.; 1 1 1 1 1 1 1 1 1 11 '1\1'1 1 l ll'IH' 111111 lt ( ' 1 1 • 1 I,A N D
c 1 1 1 r su al · 1 1 · i ó u pr incipalincnl · · n l a s intcracci nes en­
c a

' ' ' 1 • 1 , < Jo N ,


·it lnc�, c la
especial importancia �� . l n l · s q u · en las interacciones entre los Estados y sus subsistemas
:

Como hemos visto, en concreto en el caso de D UT 1 1 , la 1 coría <k l m ·. 1 � ,,¡¡ 1 1 1 ,· s · l i m i t a a l.a interacciones observables, que considera deben ser
temas tiene una íntima relación con la cibernética, cuyo origen se no n l 11 r ·¡ u ' 1 ' 1 1 d : t y analizadas . En esta línea, su investigación concreta se ha orienta­
¡ , , ! 1 1 •ill uno de los subsistemas que en su opinión pueden distinguirse en el
' J'

WIENER 45, y con la teoría de la información desarrollada por J I A N Nt 1N v


WEAVER 46 • 1 1 1 1 ) 1 o 6istcma internacional, que ha llamado «crisis internacional aguda» . El

· d• 1 ¡1 de l estudio de la «crisis internacional aguda» es identificar los mode­


¡, 1 inl 'racción con el fin de compararlos en diferentes crisis 50 • Particular­
·

b) lO!' td í: · 1 autor ha tratado de aplicar su tarea, a través del estudio de diferen-


1•
Aplicaciones de la teoría de los sistemas en el análisis
de las relaciones internacionales 1 , is, mediante el análisis de los datos fácticos o datos sobre acontecimien-
o ·
· l boceto de las secuencias de acción en crisis 5 1 • Puede decirse que
' L l !LLA N D ha sentado las bases para el desarrollo del enfoque que se ha lla-
1 o

En el campo de las relaciones internacionales, la aplicación de la tco1 la , ¡ • 1,

los sistemas sólo se inicia a mediados de los años cincuenta, correspondi•·,ultl 11 1 ,, ¡ ¡ «análisis de los datos fácticos)) en el estudio de las relaciones internado-

el primer paso en este sentido a M e CLELLAND 47, si bien será KAPLAN quh•ll que tanto éxito ha tenido en la década de los setenta 52 •
realice la primera aportación importante 48 • , 1 1 mbargo, es a KAPLAN a quien corresponde el mérito de haber consa-
Me C LELLAND ha tratado de relacionar la teoría de los sistemas con l'l p1 1 1
blema de establecer los niveles de análisis para el estudio de las relacionl',, 111
1' 1 1 la teoría de los sistemas en el estudio de las relaciones internacionales,

1 1
ternadonaleS. El modelo de sistema internacional que desarrollo es una "''1
sión ampliada del modelo de dos Estados en interacción, si bien es consru·11t
del carácter multidimensional del sistema internacional. En el modelo que r' " ' �
1ol 1 1 1 1bién del mismo
autor: «Systems and History in International Relations. Sorne Perspecti-
l!mpirical Research and Theory» , General Systems, vol. 3 ( 1 958), p. 221-247; «The Func-
truye este autor los Estados aparecen en constante y variada interacción 1 1 1 1 1 1 1 1 , 1 ' l'h ory in International Relations», Journal ofConflict Resolution, vol. 4 ( 1 960), p. 303-336;
1 1 11

1 111 8 Theory and Human Conflict», en E. B. McNEIL (ed.), The Nature ofHuman Conflict,
o

gubernamental como no-gubernamental. De esta forma, los acontecimi•·1 1 1 1 1'


1 ,,,Ir o d Cliffs, N . J . , 1 965, p. 250-273; «Field Theory and Systems Theory in 1nternational
1• ¡,, ¡ l!l 11, en A. LEPAWSKI , E. H. BUERIG y H. D. LASSWELL (eds.), The Search for World Or­
que se producen en el sistema internacional derivan de acciones generada1• 111
nivel oficial en el interior de los Estados y de acciones de los subsistemas n i • .'11!1 11 by Students and Colleagues of Quincy Wright, Nueva York, 1 97 1 , p. 3 7 1 -385; «Ün
tentes dentro de los mismos Estados, tales como la opinión pública, g l l l l '' '' • 1 1 urth Wave: Past and Future in the Study of International Systems», en J. N . RosENAU,

\
de intereses y partidos políticos. El modelo desarrollado por M e CLELJ 1\ N I I 1 1 V IS y M. A. EAST (eds.), The Analysis of International Politics. Essays in Honor of Harold
.. ( íurgaret Sprout, Nueva York, 1972, p. 1 5-40.
incluye no sólo las interacciones que se producen a nivel internacional, s l l1 1 1 ll M LELLAND, Charles A., «The Acute lnternational Crisis», World Politics, vol. 14 ( 1961),
1 1 04.
1
también las que tienen lugar entre la unidad nacional y sus subsistemas . 1< 11 1
este sentido, afirma que el comportamiento internacional de un Estado «es 11111e LELLAND, Charles A . , <<Action Structures and Communication in Two 1 nternational
uemoy and Berlin», Background, vol. 7 ( 1 964), p. 201 -2 1 5 ; reproducido en J. N. RoSE·
' ' ( d . ) , Jnternationa/ Politics and Foreign Policy, ed. revisada, Nueva York/Londres, 1 969,
,¡ 1 :
actividad con una doble dirección de toma y d aca con referencia al e n t o 1 1 1 1 1
internacional. Todo lo que se toma y se da, cuando se considera conjuntam••n 1 / J 1182; «Access to Berlín: The Quantity and Variety of Events, 1948- 1 963», en J. D. SINGER
1 , )¡¡antitative International Politics: Insights and Evidence, Nueva York, 1968, p. 1 59- 1 86;
o

te y para todos los actores nacionales, se llama sistema internacional)) 4'' 1 1 1, í l ginning, Duration, and Abatement of lnternational Crisis: Comparisons in Two Conflict

.. ,¡ 1 1, en Ch. F. HERMANN (ed.), Internationa/ Crisis: Insightsfrom Behavioral Research, Nue-


, 111 , 1972, p. 83-1 05 ; <<The Anticipation of International Crises: Prospects for theory and

44 DEUTSCH, Karl, The Nerves ofGovernments. Mode/s of Political Communication 0/11/ 1 , , , '' , ¡1¡ 'h», lnternational Studies Quarterly, vol. 21 ( 1 977).
M
trol, Nueva York/Glencoe, 111., 1 963; versión castellana: Los nervios del Gobierno. Modl'lo• ,,.
. . 1 N. RosENAU (ed.), In Search ofGiobal Patterns, Nueva York, 1 976, p. 1 05- 1 1 1 ; del mismo
LELLAND, Charles A . , <<An Inside Apprai'Sal of the WoJld Event l nteraction Survey»,
comunicación y control políticos, trad. de A. Ciriá, Buenos Aires, 1 980; «Toward a Cyh<'l llf'll
Model of Man and Society», en W . BucKLEY (ed.), Modern Systems Researchfor the Behul•lotrf/ • 1 1 1 1 , n colaboración con Edward E. AZAR y Richard BI<.ODY, vid . : lnternational Events /nte-
Scientist, Chicago, 1968, p. 387-400. 1 1111: ome Resarch Considerations, Beverly Hills, Cal . , 1 972. Para el enfoque basado en el
W IE R, Norbert, Cybernetics, Nueva York, 1948; The Human Use of Human Bein�.�. Nu " 11• de los datos fácticos, en el campo internacional, vid. : PETERSON, Sophia, <<Research on
va York, 1954. El propio BERTALANFFY reconoce esa importancia para la teoría general dr lue '' , ¡¡ •h; Events Dates Studies, 1 96 1 - 1 972», en P. J . McGowAN (ed .), Sage !nternational Year­
45 NE

sistemas (vid.; Perspectivas en la teoría general de sistemas, op. cit. , p. 1 27). ' o( Foreign Policy Studies, vol. 3 ( 1 975), p. 263-309; AZAR, Edward E., Probe for Peace:
SHANNON, Claude, y WEAVER, Warren, The Mathematical Theory of Communication, J I ¡ ,,¡({ , 'tates Hostilities, Minneapolis, 1 973; <<Les dounées événementielles : Origines et perspecti­
l'un · méthode.scientific en relations internationales», Eludes Internationales, vol. 5 ( 1 974),
46

47 McCLELLAND, Charles A., «Applications of General Systems Theory in Internationul 11 1 ' ' y «An Early Warning Model of Internationa1 Hostilities», en N. CHOUCRI y T. W . Ro­
bana, Ill., 1949.
' 'N (cds.), Forecasting in lnternational Relations. Theory, Methods, Problems, Prospects,
Be-
lations», Main Currents in Modern Thought, vol. 12 ( 1955), p. 27-34.
48 KAPLAN, Morton A . , System and Process in International Po/itics, Nueva York, El � 1 1 ' •• o <111 ·o. 1 978, p. 223-238; BURGESS, P. M . , y LAWTON, R . W., !ndicators of lnternational
San

ra la consideración de la aplicación del enfoque sistémico en las relaciones internacionab . 1 I d ,, tilo' n Assesment of Events Data Research, Beverly Hills, CaL/Londres, 1972; KEGLEY, Ch .
LiTTLE, Richard, «The System Approach», en S. SMITH (ed.), International Relations. Brili.•h ' "' '' ji YMOND, G. A . , RooD, R. M . y SKINNER, R . A. (eds.), lnternational Events and the Com-
American Perspectives, Oxford/Nueva York, 1985, p. 7 1 -9 1 . 1 /ve Analysis of Foreign Policy, Columbia, 1 975; Rosf!NAU, 1 . · N . (ed.), in Search of Global

49 M cCLELLAN D, Charles A . , Theory and the International System, Nueva York, 1 966. J I IJII 1/tl rl\', op. cit., donde se .:: o ntienen varios trabajos sobre este enfoque.
I I I I I� < J i l l l < < 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , 1< 1 1 \ < 1 1 1 [ 1 1 ' • 1 1 1 1 1 1! 1 1 \ < 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' 1 \ ' • 1; 1 1 \ 1 l i > N I ' , I N I I I\ 1 1 /\ 1 1 1 > 1 1 1\ 1 1 · , 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1 1 1\ 1 ¡\ \ 1 1 1 ' , < 1 1 ' 1 11 \l \ ' ' 1

med i a n t e l a elabora · i ó u d e t i l l a t í p< • I O • n l k ¡ . ,� Í N I \ ' I I I ! t & Í t i l l· r r H rl' i n u t i ('� pt •.• . r h l ·· � h d \.' t nn ·i o u ; d


» 5''. l la p r o p o r · i o 1 1 ¡ ¡ l os t n a tc r i o l c acle u a los p a r a ·o t .I S·
;

KAPLAN, en su obra ystern ancl Pro ·es · /11 lnlt'f'li(l//onrt! T •o!itics ' 1 • � · · 1 ' ' 1 ' lo s i s t e m a s de comporta m i e n t o i nt e r n ac iona l .
v l'i l'i · a .r
pone elaborar una teoría científica de las rela i o ucs i n t e r n a i o n a .l -. :-; i u < ' l t t . l s s i s t e m a t i enen u n a serie d e características comunes: « C o n s t a n
bargo, dadas las limitaciones que se derivan de la s relac i o nes i n t cr n < � (' Í " u " l ' ' ri · d e n o rmas ese n c i ales, comparten ciertos elementos internos (por
para ese objetivo, considera que se debe empezar no por una t eo r l < � 1'.1 ' 1 1 1 ' 1 11 1 • 1 • 1 1 pl L l p d e actores, capacidad de éstos, factores de información y reglas
,

de las mismas, sino por' una teoría inicial o introductoria de la pol í t ic;¡ j u t r 1 1 1 11 < 1 1 1 1 l l t S f r m a c i ó n ) y están sujetos a ciertos límites. Además, el equilibrio de
cional que se centre en el estudio de los sistemas de acción. KA P L A N se i u � p l l , 1 m a obedece a tres principios: En primer lugar, las normas esenciales
para ello en la obra de ASHBY sobre el cerebro humano, en la que ést e •·s t 'l l l l l 1 1 · n equilibrio en el sentido de que un cambio acontecido en una de ellas
parado con un sistema, en cuanto serie de variables interrelacionadas, d 1 '1 ! t u l 1 1c ambios por lo menos en otra. En segundo lugar, un cambio en el
guible de su entorno y que está sometido al impacto de los trast o os p 1 1 1 1· rn d e dichas normas produce un cambio en otras características del sis­
lll

ni entes del exterior 54• tt " ' ' v i ceversa. Y en tercer lugar, el sistema está en equilibrio con su entor­
Así, KAPLAN, siguiendo el camino de PARSONS, nos dice: «En e t · l i h 1 1 1 ' •ltl1 1 d cambio en el sistema producirá un cambio en el entorno y
mantiene la tesis de que una política científica sólo puede desarrollar�e l l l l l tl l t 1 rso» 1
60.

do los materiales de la política como sistemas de acción. Un sistema de a, ·, lt\11 1 \! m d e lo general de sistema internacional que KAPLAN construye es, en
1

es un conjunto de variables ·relacionadas de tal modo frente a su med i o q ll u n c i a , un sistema en principio estable. El eje de su análisis son los ac-
las regularidades de comportamiento distinguibles caracterizan las rc l a n n 1 1 • l as interacciones que entre ellos se producen . Respecto de los actores
internas de las variables entre sí y las relaciones del conjunto de variabb 1 1 1 1 1 1 • 1 1 .· i t mas, este autor distingue entre «actores nacionales» y «actores su­
viduales con combinaciones de variables externas al sistema» 55• Tal p L t l t l t'tl ' " 1 1 1 1 ·i n ales » , diferenciando dentro de estos últimos entre actores de bloque,
miento, añade, permite, en primer lugar, «exponer explícitamente e l cou ¡ u t t l l l t"! • l · m p l o , la OTAN y la Kominform, y actores universales, por ejemplo,
de variables acerca de las cuales se enuncian diversas proposiciones». h 1 � N tci nes Unidas. Los actores son considerados como elementos del siste­
1

' " 1 l l t rnacional. Sus sistemas internos son parámetros en el sistema interna-
1

gundo lugar, «permite la integración de variables procedentes de disciplitltl•


distintas». En tercer lugar, «al investigador le interesa prestar atención a t" ' "" t , , ¡ 1! us respuestas son variables del mismo. Es posible, sin embargo, tra-
las variables relevantes», lo que exige un examen sistemático del conju111 1 1 t i ' 1 1 1 1 s actores como sistemas diferenciados, en cuyo caso el sistema interna-
variables. Por último, «proporciona un método para "ajustar" las �en u· 1 1111 1!
'"li asa a ser considerado como un parámetro en estos sistemas de
zas estructurales de una materia a otra. Especialmente la teoría perm i t e 1 1 1 1 1 !l 6 1 .
pido estudio de las semejanzas y las diferencias entre tipos de estruct:ur;p, q u J•n
c uno de los modelos que construye, KAPLAN describe cinco series
J, '11 1
ada
de otro modo serían totalmente distintas» 5 6 • iables: las <<normas esenciales» del sistema, que describen las relaciones
Desde esta perspectiva KAPLAN tratará ante todo de «describir posibk� ''' , · ll entre los actores de un sistema o que asignan funciones concretas a
:; las <<normas de transformación», que especifican las condiciones o le­
1 ti
temas internacionales y de especificar las circunstancias ambientales que In 1 1 • 11 ¡
recen la permanencia de cada sistema o las condiciones en las que cad 1 1 1111 u , d 1 cambio dinámico que hacen posible o imposible el mantenimiento del
de ellos tenderá a transformarse en uno de los otros» 5 7 • 1 1 1 1 1 \ e n una forma dada; las «variables clasificatorias» de los actores que
Por sistema, entiende <<Una serie de elementos suficientemente interrl'!tu h l , , , 1 f'i an las características estructurales de los mismos; las «variables de ca­
nados distinguible de su entorno por ciertas regularidades como para .� t' l v l f ' " l i l d » que capacitan a un actor para hacer ciertas cosas bajo condiciones
de centro de análisis». El sistema incluye elementos y funciones 58 • 1" ricas, y las «variables de información» que se refieren al flujo de comu-
KAPLAN en su labor de construcción teórica de los sistemas internanolt ·•
! nes dentro del sistema y al conocimiento a disposición del actor 62 •
11
les partirá de la historia, que «es el gran laboratorio donde se desarrolla In 11 1 1 1 ystem and Process in International Politics, KAPLAN, en base a lo ex­
,,, s decir, en base al número de actores y a la configuración estratégica,
1,

'' 1 1 1 ¡ u c seis tipos de sistemas internacionales, tratando de construir a partir


' 1

1 1¡ m i smos una tipología comparativa. Estos sistemas son:

53 KAPLAN, Morton A . , System and Process in International Politics, Nueva Y ork I 'H I ,

54 AsHBY, W . Ross, Design jor a Brain, Nueva York, 1 952. KAPLAN reconoce esta d�lltll
«System Theory>>, en J. C. CHARLESWORTH (ed.), Contemporary Political Analysis, Nuevn V 1 1t
1 967, p. 1 50. l APLAN, Morton A . , System and Process, op. cit., p. 3 .
55 KAPLAN, Morton A., System and Process, op. cit., p . 4. 1 1 APLAN, Morton A . , «Sistemas Internacionales», Enciclopedia Internacional de las Cien­
KAPLAN, Morton A., ibidem, p . X I I . o •/a les, vol. IX, Madrid, 1 976, p. 727 .
57 KAPLAN, Morton A . , ibidem, p . X I V .
56
1 1 APLAN, Morton A . , System and Process. . . , op. cit., p. 20.
5 8 KAPLAN, Morton A . , Towards Professionalism in International Theory: Macm.1 1' A PLAN, Morton A . , ibüiem, p. 9- 1 2 . Vid. también Towards Projessionalism . . . , op. cil. ,
Analysis, Nueva York, 1 979, p. 96. • l 1 16.

'1 1
·, \
'
1 ,., 1; 1 l 1\ 1 1 1 1 1 1 1 · . 1 1 1 1 1 1 \ 1 1 \ 1 1 1 1 r 1 \ 1 1 " 1 1\ 1 1 1 1 1 • "' 1 \ I H ' . I I I ' I I I..J \ " ,
11 1 1\ 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 '; 111 1 1 P l l \ 1 I I I I J\ 1 1 ' ,

El sistema d > >r¡uilibrio rll' ¡ otlt'r. , · 1 1 �< l:HI I I l' l l' l .�t i · u� �0 1 1 : 1 ) � � � .� l ll'l l t l ' 1•1 .V/,1' / o '/ llf/ IJi¡Jolar r(¡; irlo. 1< · p n;H
· t t l l l 1 1 1 1 1 1 1 1 1 d i l'ica · i 1 1 d e l si · t e 1 1 1 a a t t l c
son sólo actores nacionales. 2) us objet i vo · s ori ' l l l a l l ha · i a ·1 a TCI.:(;I I I I I I I II••t t l l l ' 1 1 1 , ,' · · 1 rn ·1 eril':a porque los a 'lo re n a c i on al es no comprometidos en los blo-
1 1 r u n iver al han de aparecido, existiendo sólo actores nacionales
·

de su seguridad, sin que estén limitados en ese objet ivo p o r n i t t u u ; 1 u 1 1 1'1 1' 1 1 - 1
en 1
·;

tica interna. 3) Las armas no son nucleares. 4) Existe un im prcd i l i l > k t t l• 1 (.;
bloques. Cada bloque, por otro lado, está rígidamente jerar­
mento de la productividad que puede llegar a desestabilizar el sist c 1 1 1 ; 1 . � 1 1 111 r e ta rigidez las relaciones entre ambos bloques son difíciles y prác­
al menos cinco actores nacionales esenciales, pues menos n ú mero ck ; 1 1 1 1 1 1 • l 1 l i l l •n t n hay cooperación. Existe un alto grado de tensión disfuncional
haría inestable el sistema. 6) Cada actor está dispuesto a recurrir a la s a l i n 1 1 1 1t 1 : i l ema, por lo que tiende hacia la inestabilidad.
para obtener sus objetivos. 7) Cada actor esencial sólo tiene una fron k 1 1 1 1 111 ,
l ll . i tem a internacional universal. Es un sistema que podría desarrollarse
cada uno de los otros actores esenciales. 1 1 l l f' l el sistema bipolar flexible como consecuencia del funcionamiento de
El comportamiento de los actores está regido por unas reglas d e clln d 1 1 1 1 1 1 1 1 1 •t r universal. Sería un sistema integrado y solidario, con una especie de
que derivan de las propias características del sistema, y que son: 1 ) Acl uru "" , · ,¡, rn
mundial, que ha recibido importantes competencias judiciales, polí-
ra incrementar las capacidades, pero negociar antes que luchar. 2) Luchm 1 11 o nómicas de los actores nacionales. Su estabilidad dependerá del gra­
d i l 'l l q u e el propio sistema tenga acceso a los recursos y del grado en que se
11 1
1

tes que dejar pasar una oportunidad para incrementar las capacidad e ·. :l) l n 1 11 1 '
Ir I V 1 alizado el reparto de competencias entre los actores nacionales y el
la lucha antes de llegar a eliminar a un actor nacional esencial. 4) Op""''"
a cualquier coalición o actos que tienda a asumir una posición de predo t t l l l l h l 1 ' lil e .

con respecto al resto del sistema. 5) Oponerse a toda acción favorabk a 1 1 1 1 1 \1 i tema jerárquico internacional. Se trata de un sistema que podría deri-
organización supranacional. 6) Permitir que los vencidos recuperen utt p n p 1 11 1 un sistema internacional universal, en cuyo caso tomaría una forma no
aceptable en el sistema y que los actores anteriormente no esenciales se: , ,, ""
,¡ 1 · t i va , es decir, democrática, o que podría ser el resultado de la imposición

poren dentro del sistema como actores esenciales. ,¡, 1111 de los actores cabecera de bloque, en cuyo caso su forma sería autori­
Estamos, pues, ante un modelo que ha existido históricamente, el .� i .� l l'l llll ' 11 t. � ·taríamos ante un sistema altamente integrado y en consecuencia esen-
de equilibrio característico de la Europa de los siglos XVII a xx. Sin e m h r u ¡¡ 1 1 1 id l i l 't te estable. El sistema en cuanto tal sería un sistema político, en el que
el sistema en cuanto modelo analítico no tiene por qué reflejar exacl a l l ll'lll ¡ l l ·t i ·amente desaparecerían los actores nacionales como tales.
la realidad. PI istema internacional de veto por unidad. Es un sistema en el que exis­

El sistema bipolar flexible. En este sistema actúan actores nacionales v - u '' 11 v 1 r i os actores nacionales o de bloque, cada uno de los cuales posee el ar­
pranacionales. Se caracteriza por la existencia de dos bloques, encabezado� '"' ,
l l l l i t l n to nuclear suficiente para tomar la iniciativa de un ataque creíble y des-
uno por un actor nacional, así como por la existencia de actores naciottnl u na gran parte de las fuerzas enemigas. Sin embargo, la vulnerabilidad
, ¡ , l a t a ante a consecuencia del posible ataque de un tercer actor tiende a redu-
1 1 11 1

no integrados en los bloques y de un actor universal que trata de jugar 1111 1 ' 11
pel atenuador. Las armas en este sistema son nucleares. La pertenencia ltt n
li 1 riesgo salvo en circunstancias muy provocativas. En la formulación más
bloques es casi irreversible, lo que hace muy difícil que un actor pueda snlll l l f ' l il de este modelo, con ausencia de cooperación política y económica entre
del bloque. El sistema opera en base a las siguientes reglas: 1) Los bloque·- • ¡ , 1 1 'l res, no habría especial necesidad de alianzas, pero caso de que se pro­
esfuerzan por incrementar sus capacidades relativas. 2) Los bloques est ¡\ 1 1 ' 1 1' n serían no ideológicas. Las guerras tenderían a ser limitadas. La única
,
¡ 1 1 1 1 de estabilidad sería el respeto mutuo. Las decisiones se adoptarían en
puestos a correr algún riesgo con el fin de eliminar al bloque rival. 3) Lo� hlll
ques están dispuestos a entrar en una guerra mayor antes que permitir q1111 ' "¡ 1¡ aso por unanimidad 63 •

1 \ ra KAPLAN, los seis modelos expuestos son sólo algunos de los múlti-
bloque rival alcance el predominio. 4) Los bloques tienden a subordi11111 h
objetivos del actor universal a los objetivos propios del bloque, pero suho11ll 1 ol1 si temas internacionales posibles. En este sentido, en trabajos posteriores

nan los objetivos del bloque rival a los del actor universal. 5) Los actort'\ 1 1 '' ' mpletado esta tipología estableciendo algunas variantes posibles especial­
integrados en los bloques tienden a apoyar al actor universal en general y c'NI ' ' J i l l l · del sistema bipolar flexible y del sistema internacional de veto por uni­
cialmente contra los objetivos opuestos de los bloques, y viceversa. 6) ! .o � tt ,I H!. tas variantes son: El sistema bipolar muy flexible, el sistema de disten-
el sistema de bloques inestables, y el sistema de difusión nuclear

'' 1,
tores no integrados en los bloques y el actor universal tienden a actuar l'l l ' ' '

den a reducir el peligro de guerra entre los bloques. 7) Los actores no conllll tl 1111 Jtl!pleta 64 • A las anteriores variantes habría que añadir, en un plano más
o 1 1 1 • re t o por cuanto se refiere a la posible evolución del actual sistema inter-
metidos tienden a ser neutrales entre los bloques, excepto cuando objetivo� 1111
portantes del actor universal están en j uego. 8) Los bloques tienden a amplltl
sus miembros, pero toleran el estatus de los actores no comprometidos. h\ /\PLAN, Morton A . , System and Process... , op. cit., p . 22-55 . Vid. también Towards Pro-
1/onalism. . . , op. cit., p. 1 36-147.
/\PLAN, Morton A . , «Variants on Six Models of the International System», en J. N . Ro.
Se trata de un modelo analítico que también tiene reflejo en la realhlt•�t
concretamente en la sociedad internacional que se configura después de In . 1 N 11 (ed .), lnternationat Politics and Foreign Po/icy. A Reader in Research and Theory, ed . re-
'"

1 1 1 l u , Nueva York/Londres, 1969, p. 291-303, y Towards Professionalism ... , op. cit., p. 1 47- 1 53 .
gunda Guerra Mundial.
1 \ ' ' " 1 1 ¡\ ! 1 1 1 1 1 1 ' . 1 �' 1 1 1 > 1 .,, 1 1 ' 1 1 �1 \
11:1 ' l l l i i ! d , · 1 ,\'J,\'(1 '/11/1 ¡ /¡ · 1 '1 1 1 1 1 1 < 1 !J!Ui/11• ',\' l'l MSII'/1111 I/1 '}:! '1/I( Í/1/( '( J III( J I J '" , ¡, , ., t•' ' . U l a t i i O I . s i n ' t l l b a r
·:t l i t.a L l l t r a buj . I r s a u t r ·s P < > 1
11 11 11 • ,
ci(Ín (/ , los ;¡ /clus , ,, .
o. 110 1'

1 1 , 1 ¡ ¡ , 1 1 í 0 sí h a n n o . A í , R · I N K E N ha t ratado de verifi­
" s

K A P LAN proc e d a e • • l í n u ;.¡ · i ó o a u n .tu l i


·t arl
e 111pa racl d 1 I 'I I J l ' i O I I i l l l l i • l l
m prcndiel e ec a mi
p, 111 d e l s on el uso de instrumentos matemáticos y computadoras 70 .
to de los diversos tipos de sist mas que ha l i s t i n uicl y sobre t do e l ¡· lw. , • •11
, ;¡1 • 1 1 1 1 1 y F R A N KE los han comparado con sistemas internacionales his-
diciones de equilibri o que caracterizan a cada u n o de e l los , ele las r�·¡•, l:1·. q 1 1
determinan el comportamiento necesario para el ma nteni ie n t o e l 1 ·q u i l d 1 1 i 1 1 1 • el istema chino de los señores de la guerra y el sistema italiano
rn

¡, 1 1 1 1 1 -
1 1 ,1 1,

Con ello pretende determi nar los procesos de regulación que i n t e r vi c n ·11 , . ,,
m
tado, que aparecen como sistemas de eqmhbno de poder 7 1 . • • •

da sistema y las condicio nes que pueden llevar a un sistema h ac i a l a i11t�l J l , i l l


,, , y R oo, utilizando un enfoque similar al de los datos fácticos, pero
, 1 1 1 't l l 1
N

dad y provocar una trans fo rma ción del mismo en el sentido de consl i l u i1 1 1 1 1 e n la historia diplomática antes que en los acontecimientos, han
·· • · l a proporción de formación de alianzas en el período 1 8 14- 1 9 1 4,
sistema diferente 66 . Los modelo s de KAPLAN , no son , pues, modelos c k n 1 1 1 1
1 1 1 1 1 •11 a verificar las hipótesis establecidas por KAPLAN en el sistema de equi-
q 1 ¡ 11 ld

librio en el sentido fijado por PARSON S. Como el propio autor es t a b l e(' ! ' 1 •·ll , ¡ 1 ¡ 1 0 1 p der, concluyendo que los datos analizados confirman en alto gra-
' '
riéndose a los modelos , « no so n estáticos sino que responden a l cam b i o . l' l l ll l l 1. 1 1 1 1 1 l e l o de equilibrio de poder 72 •
do se produce dentro de ciertos límites, manteniendo o restaura ndo · 1 ¡.; i. � l t ' l l l ll
) '' n l m e n te hay que señalar que, en un plano puramente teórico, MASTERS
de equilibrio. El equilibr io no t iene una función explicativa dentro de l a ln .. ¡ ., ¡\
¡1 , 1 1 ll td d e establecer un modelo abstracto de sistema internacional posible,
temas. Antes por el contrar io·, es el equilibri o el que debe ser explicad o; 1 ' 1 111 1 1
• mpleta la tipología presentada por KAPLAN. Es un modelo compuesto
delo mismo constitu ye la explica ción al indicar los mecanismos que re�t 1111 1 1 1 1 1
¡ , v 11 i , bloques y no de Estados que llama modelo de varios bloques 73 . Pos­
1.1 ' 1
111

o mantienen el equilibrio» 67 •
' ' 1 l t l 1 n t e este mismo autor buscará en el campo de la evolución de la socie-
Ya hemos señalado el carácter introductorio de la teoría de las r · l : t \ '11 111 1 �
1

1 1 l t1 n mo delo general válido para explicar las relaciones internacionales, di­


internacionales que KAPLAN pretende construi r, carácter que él m i s 1 1 1 o 1 . "
noce. Se trata de modelos menos complej os que el sistema internac io11al d · l
, ,
' I H .I u atención al sistema político primitivo, señalando las similitudes Y
1 · 1 1 ias entre el mismo y la política internacional y fijando las posibilida-
mundo real, que pretend en facilitar la comparación con la realidad en 1 11 dt 1 1
¡u 1 primero tiene para la comprensión y análisis d� l segundo 74;
a contribu ir a un significa tivo ordenamiento de los datos y a la const I' I H , 1 1 1 1 1
de una posible teoría general . Sólo dos de ellos, el sistema de equilibr io d , · 1 ' ' ' 1, lS críticas que ha recibido la teoría de KAPLAN han sido numerosisimas •
.

1 1 1 1 más variada naturaleza. Al final del apartado dedicado a la aplicación


der y el sistema bipolar flexible , pueden claramente encontrarse en la l i i s l c l l l l l
Un tercer modelo , el sistema internacional de veto por unidad, sólo p: 1 1 , 1 1 1 1
mente puede conside rarse como real en el actual mundo de potencia 11111 1t 1 1
res. Finalme nte, un cuarto modelo , el sistema internacional universa l, n l •, l l
11 ¡ 1 l ' ría de los sistemas a las relaciones internacionales tendremos ocasión
h 1 1 a o s en detalle en las críticas generales que esta concepción ha recibido.
rn

) 1 sólo queremos referirnos a la crítica más general que se ha hecho a los


l · 1 s de KAPLAN, su carácter ideal. MEDINA señala, citando a CZ E M P I EL ,
l
¡,
en el plano de la teoría normat iva y en los deseos de los estudiosos. s1 a111• • � .
en consecuencia, como el propio KAPLAN reconoce, ante «modelos de sisi<'IIIIU
internacionales que son macrom odelos de la política internacional. No son 1111 1
oolll

¡,
11
"
lt modelos sistémicos de KAPLAN se corresponden con los «tipos idea­
8

1 arrollados por Max WEBER en la sociología 75 . MERLE, por su parte,


1
, 1 1 1 1 ndose en los dos modelos que se corresponden con una experiencia his-
del os del proceso de la política exterior, ni de sistemas regionales o in t r 1 1 1 t • 1 1 1
1 , 1 1 1 l , onsidera que están extraídos de la configuración de la relación de fuerzas
: :
nales, ni de relaciones entre sistemas internacionales y regionales» 68 . So11. ''" •

1 1 1 1 1 s Estados, sin tener en cuenta el conjunto de las relaciones entre todos


suma, instrume ntos para investig ar la realidad , y por ello en principio l l l • u l t
los hipotético s, analíticos .
' ,11111 J 'o l i t i c s», World Politics, vol. 14 ( 1 96 1 ), p. 6-24, y «Sorne Problems of J nternauonal Systems
1•'1 1 A PLAN, Morton A., «Problems of Theory Building and Theory Confirmation in Interna­

Ello plantea a KAPLAN l a necesidad de su confrontación con la rea i H I . t t l


• • '1 0 1 .
1 l l l l •h », en International Political Communities. An A nthology, O arden Clty, N. Y . , 1 966, p.
por medio de la verifica ción si se quiere constru ir una teoría auténtic a l l l < ' l l l i
111 1 EINKEN, Donald L . , «Computer Explorations of the " Balance of Power " : A p rogress R e-
' 11, ·n M . A. KAPLAN (ed.), New Approaches to lnternational Re/atwns, op. ctt. , p. 45 1 -48 1 .
f l 1 1 1 . Hsi-Sheng, «The Chinese Warlord System as an Jnter aoonal System» , en M A . KA-
.

' N •e l . ) , New Approaches . . . , op. cit., p. 405-425; FRANKE, Wmfned, «The l tahan Clty-State
65 KAPLAN, Morton A . , « Constituc ional Structures and Process i n the Jnternatio nal " ' ' '"' �
y C. E. BLACK (eds .), The Future of the International Legal Order, vol. 1, 1" "'''
:
en R. A. FALK

f M e GowAN, Patrick J . , y Roo o . Robert M . , «Alliance Behavior i n Balance o f Power


and Patterns, Princeton, 1 969, p . 1 7 1 - 1 76 . 1 111 as an Jnternational System» , ibfdem, p. 426-458 .

ltiiiS: Applying a Poisson Model to Nineteenth Century Europe», A mencan Po!tt1cal Sctence
6 6 Para una aproximac ión a l concepto y a J o s tipos d e equilibrio posibles e

dio concreto y en profundid ad d e la cuestión de la estabilidad en el sistema de equilibrio ck , ;Jfl


n los sisl<'tt"" I n
¡•/• IV. vol. 69 ( 1 975), p. 859-870.
ternacionales, vid. KAPLAN, Morton A . , To wards Professionalism ... , p. 1 1 0- 1 19. Para
""
vid. KAPLAN, Morton A . , BURNS, Arthur L. y QUANDT, Richard E . , «Theoretical Analysi� 1 1 1 "1'1�>1
1111
. ·
·
1 ' •/1'11Ce Review, vol. 55 ( 196 1 ) , p. 780-798.
1 1 M ASTERS, Roger D . , «A Multi-bloc Model of the Jnternatwnal System» , A menean po ¡-111-

. .
1 1 M ASTERS, Roger D . , «World Politics as a Primltlve Pohucal System», World Poltt!CS, v_o L
" Balance of Power"», Behavioral Science, vol. 5 ( 1 960), p . 240-252.
al Politics», en M. A. 1\ 1 1 ' 1
. . . .

1 '164 ), p . 595-6 19. Interesante, por lo que tiene de planteamiento «1 h e


67 KAPLAN, Morton A., «The S ystems Approach to Jnternation
(ed.), New Approaches t o Internationa/ Relations, Nueva York, 1 968, p . 388. novedoso, es su trabaJO
11 M ED I N A , Manuel, La teoría de las relaciones mternacwnales, Madnd, 1 97 3 , 1 · 6 .
68 KAPLAN, Morton A . , To wards Professionalism ... , p . 1 32 . l l f lll tf\lcal Nature of the State», World Politics, voL 35 ( 1983), p . 1 6 1 - 193.
' H 1 \ ' . 1\ 1 1 /\ 1 11 J N I '•, I N 1 1 1\ N \< 1 • I N \ 11 '. ( t J�ll 1 1 1 1 1 1; 1 ¡\ \ l l l ,',( 1 1'1 I N /\ .' . " 1

los acl o res , i t d ' J I I :\s d · q ue ·1 p r o b l e 1 1 1 : t t k l i t' 1 \' I H · i <'¡ " 1'0 1 1 el <: l l i < > t 1 t o .�(· ( ' 1 1 li l l l :l ) S i • l o ' 1 ' , 1 740- 1 7 8 < ; l l ) l m pcrio r e v o l u c io n a r i o , 1 7 89- 1 8 1 4 ;
cuen t ra difuminado, al t ra t a rt>C los s i s l · n t : t s <.;01 1 1 · i H. : u i l � · · r rodos. ·u 1 1 ¡ . , r t o e u r p o, 1 8 1 4- 1 8 22 ; I V ) oncierto fallido, 1 822- 1 848 ; V ) Con­
que «queda excluido un análisis sistémico, en el en t i d S Ir i · 1 ( l d r l r 1 0, 1 8 4 - 1 8 7 1 ; V f ) Con ci ert o bismarkiano, 1 87 1 - 1 890; VII) Naciona-
' m ·i

término» 76 • i m pcrialista, 1 890- 1 9 1 8 ; VII) Militarismo totalitario, 1 9 1 8- 1 945; IX) Pos­


El propio KAPLAN, en su Toward Professionalism in International 7 11 1 '"' ' ' · , .1 945- 1 960.
ha tratado de defenderse de tales críticas, proporcionando las « c l a ves » p : 1 1 1 1 rclen a estudiar las condiciones para la estabilidad internacional, en
i l
1m
entender su System and Process in International Politics y perfilando las p t t l l 1 1 un de los sistemas, selecciona como elementos básicos necesarios para
cipales características de su concepción. En resumen, señala que «el a�t:'l li�>l'• , 1 '. t uclio histórico comparado el input de trastorno, el mecanismo regulador
sistémico, en vez de ser considerado como una teoría, debería ser consick : 1': u l 1 1 1 ( 1 1 r cciona ante el trastorno, las restricciones ambientales que influencian

como u n enfoque que reclama el desarrollo de teorías o la dilucidación d e p1 1 1 1 l id u n ce de las posibles soluciones y las soluciones mismas. El input de tras­
posiciones orientadas a aquellos aspectos de l a realidad para los cuales el n·l'l l JI 1 1 1 incluye fuerzas como las ideologías, la inseguridad doméstica, las dispa­
nacimiento explícito de las características de los sistemas es útil» 77 • l ¡ l t c lc s entre los recursos de las naciones y los intereses nacionales conflicti-
En definitiva, como señala BOULDING, podemos decir que el estudio de 1\ i\ 1 mecanismo regulador está constituido por elementos como el Concier­
PLAN es en todo caso importante, más por la vía que abre que por el objel i v 1 1 Luropeo, las Naciones Unidas o un consenso informal. En base a esta serie
l t lementos básicos ROSECRANCE examina cuatro determinantes básicas pa-

[t
que alcanza 78 •
En la misma línea de aplicar la teoría de los sistemas a las relacione · inl l" l 1 t ·n la uno de los nueve sistemas: las actitudes de la élite dirigente, el grado
nacionales está ROSECRANCE. Este autor, al igual que KAPLAN, se basa c11 l 1 1 � d · ntrol de la élite, los recursos disponibles para el control de la élite y la
materiales históricos para tratar de construir y verificar modelos de comp01 1 11 1 11 paci dad del sistema para superar los trastornos y mantener el equilibrio 80 •
miento internacional. Sin embargo, las diferencias de enfoque entre es t os d 1 ,., Los resultados de tal análisis le llevan a establecer que es posible desarro-
autores son notables. Mientras KAPLAN parte de una perspectiva principalnw111r 1 1 1 1 1' los modelos bá�icos de sistema internacional. El primero es un modelo es­
abstracta y deductiva, ROSECRANCE parte de la situación histórica concrc l a d 1• l il hle . Surge de la comparación de los sistemas I , I I I , I V , VI y IX. En este sis-
las relaciones internacionales durante un período determinado, tratando de d1� 1 1 1 1 el grado de trastorno es mínimo y el elemento regulador es capaz de
tinguir un cierto número de sistemas internacionales sucesivos en base al csl t l 1 1 nl rolar la situación. Las élites dirigentes están satisfechas con el statu quo.
diplomático dominante en cada momento 79 • La consecuencia es, pues, al w 1 1 1 1 1 ideología no juega un papel importante. Las ambiciones territoriales o son
trario que KAPLAN, que ROSECRANCE no persigue elaborar una tipología dr 1 1 1 11 feridas fuera del sistema o pueden ser satisfechas sin que afecten a los
los sistemas internacionales. ul reses vitales de los Estados. Estamos ante un sistema multipolar. El segun­
El objetivo que se fija ROSECRANCE es identificar los diversos sistemas i n ¡ !¡ s un modelo inestable. Deriva de la comparación de los sistemas II, V ,
ternacionales que han existido en Europa durante el período 1 740- 1 960, p:u n l l y V I I I . En este sistema l a capacidad d e trastorno d e los actores e s grande
proceder a continuación a un análisis sistémico consistente en establecer l11� • ! n . capacidad del elemento regulador mínima. Las élites dirigentes están insa-
elementos que han contribuido a la estabilidad o inestabilidad de cada sis1 e11111 1 :fechas con el statu quo y se hallan inseguras. Las ideologías juegan un papel
internacional. 1 1 1 vante, que es utilizado por las élites para asegurar sus posiciones.
Distingue nueve sistemas internacionales diferentes, caracterizado cada 111111 ROSECRANCE considera que es imposible predecir futuros acontecimientos .
por significantes cambios en las técnicas y objetivos diplomáticos. Estos sisll· 1bre la base de uh número limitado de variables y que éstas pueden no ser
1 1•1 vantes para sistemas internacionales futuros. Su principal conclusión es que
76 MERLE, Maree!, Sociologie des Relations Internationales, 2. ed. , París, 1 976; versión , · n •

tellana: Sociologfa de las relaciones internacionales, trad. de R . Mesa, Madrid, 1 978, p. 1 1 1


1 lsle una clara correlación entre la inestabilidad internacional y la inseguri­
81.
7 7 KAPLAN, Morton A., Towards Professionalism ... , op. cit., p. 96. Además de las obn" 1 "
t l n 1 interna de las élites
Este autor, posteriormente, e n s u obra International Relations: Peace or
Bipolarity and other Models of International Systems», American Political Science Review, vnl
citadas; en orden a l a comprensión global de l a concepción de KAPLAN, vid . : «Balance of Pow• 1 ,
" ''r?, completará su concepción, estudiando, desde una perspectiva igualmen­
51 ( 1 957), p. 684-695; Sorne Problems of Strategic Analysis in International Politics, Princ,·tnu ,
1 959; The Revolution in World Politics, Nueva York, 1962; «New Approaches to lnternaliouul lt si temática, la dinámica de la guerra y de la paz, a la luz de los diferentes
Relations: Progress or Retrogression?», The Year Book of World Affa/rs, 22 ( 1 968), p. 1� 1·1 , •lemas históricos, del actual sistema internacional y de modelos de sistemas
Macropolitics: Essays on the Philosophy and Science of Politi�s. Chicago, 1 969; On Hisllnl• ul l l 1 l rnacionales futuros 82

and Political Knowing: An lnquiry into Sorne Problems of Universal Law and Human Freeilom
Chicago, 1 97 1 ; A lienation and Identification, Nueva York, 1 976, y Justice, Human Natufl•, 1111.1 La primera cuestión que se plantea es la de los determinantes de la guerra
Political Obligation, Nueva York, 1 976. y le la paz: En este sentido, establece tr-:: s medios clave mediante los cuales
7 8 BouLDING, Kenneth, «Theoretical Systems and Political Reality: A Review of Mortou i\
Kaplan Systems and Process in International Politics», Journal ofConflict Resolution, vol. 2 ( 1 ')\ H I
p. 329.
�O ROSECRANCE, Richard N., ibfdem, p. 280-296.
Hl ROSECRANCE, Richard N., ibfdem, p. 304.
7 9 ROSECRANCE, Richard N . , Action and Reaction in World Politics, Boston, 1 963 . H2 RosECRANCE, Richard N. , International Relations: Peace or War?, Nueva York, 1 97 3 .
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1d�J, i<o.• HiH i l' l l l l i S , l o H l l h ! l ' l l ,¡ 'i11 c u 1 b a r> , h a b r í a u n a d i fer e n c i a vital: el equilibrio nuclear pue­
· 1 ' ( ) l l l ' l i U ü J l l l ·11
XVIII.
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a ni cas . s r nwcho m á. · difícil de lograr que el tradicional equilibrio de poder. Esta


Los sistemas internacio nales se refieren a .la · rela i ne� cn t r l] sl a l o s . 1
vos y l s t éc
� · ·· s i t u a c i ó n requerirá nuevos métodos para estabilizar el sistema internacional
86.
sistemas internacionales ayudan a determina r los resultado s de la p H t i ·a 1 1 1 1 1 1 1 , ru t u ro

dial a través d e cuatro diferentes vías: primero, l a interacció n el hs po l l i i,w Por último, ROSECRANCE elabora dos modelos hipotéticos de sistemas in­
estatales en el sistema internacio nal puede ser capaz de regular el co m pC J I I n ternacionales futuros. El primero es un modelo límite de estrategia nuclear mul­
mientO nacional beliCOSO; segundo, el sistema internacional ayuda a preS TVIII tipolar, con capacidad nuclear en manos de un sustancial número de Estados.
la estabilidad y la paz suministrando una adecuada provisión ambiental el · ! 1 •·· En él las consideraciones estratégicas y militares son dominantes y los Estados

bienes y recursos que los Estados exigen; tercero, la propia estructura ele] s i s l l ' e atacarán unos a otros cuando fallen las condiciones de la disuasión. Este
ma, es decir, el sistema por el cual las unidades nacionales están alineadas " modelo muestra exageradamente algo de la lógica de un sistema militar estra­
distribuid as, puede determinar la paz o la guerra. Finalmen te, el éxito del si.� H1•
tégico futuro. En este modelo el conflicto puede ser más endémico que lo ha
tema en mantener la paz está influencia por el sistema de interconexión sido en un sistema bipolar. El segundo modelo posible es un modelo altamente
Los objetivos d e los propios Estados son formulados principalmente deu cooperativo de interpenetración económica en el cual el comercio exterior y
tro de la perspectiva del Estadq. Aunque pueden tomar en consideración I n•. las inversiones influyen hasta tal punto que los principales actores del sistema
sistemas de interacció n, los objetivos son fundamentalmente la expresión d e están económicamente obligados a evitar políticas perturbadoras. Es, pues, un
la vida política interna del Estado. Son la manifestación de sus esperanzas v modelo eminentemente estable 87•

deseos en la realidad internacional. La estabilidad del sistema depende, as!. Con todo, el autor estima que ninguno de esos dos modelos predominará
también del tipo de objetivos que cada Estado tenga. en el futuro: «El sistema internacional será una amalgama de factores econó­
Finalmen te, la estabilida d o inestabilid ad del sistema es influenciada po1 micos y militares. En él habrá una compleja combinación de nacionalismo e
las técnicas que los Estados utilizan para alcanzar sus objetivos . Estas técnica .� internacionalismo, de amenaza de castigo al mismo tiempo que uso ocasional
pueden reducirse a tres, diplomacia y negociaci ón, preparación militar y tram de recompensas» 8s .
formación económica 84 • · La aportación de ROSECRANCE se separa, pues, en bastantes aspectos de
En suma, como señala ROSECRANCE, «sistemas, objetivos y técnicas al m i s la de KAPLAN. Aparte de los ya señalados al inicio de su estudio., debe seña­
mo tiempo determinan las soluciones internacio nales: paz o guerra. Son intc1 larse que sus objetivos son mucho más modestos desde el punt � de vista de
dependientes y se influenci an mutuame nte. Una forma particular de sistema la teoría y que sus planteamientos son mucho más relativistas.
internacio nal puede requerir o predisponer a los Estados a buscar objetivo.� Otro autor que ha aplicado la teoría de los sistemas a las relaciones inter­
particulares. Si un sistema es bipolar, la capacidad de maniobra del Estado nacionales con el objeto de proporcionarnos unos modelos de sistemas inter­
es limitada y los objetivos que puede perseguir están ya parcialmente definí nacionales es MODELSKI 89 • Este autor procede, en base a un análisis compa­
dos. La persecución de determinados objetivos afecta a su vez a la forma del rado de tipo estructural-funcional, a la distinción de dos tipos de sistemas in­
sistema. Si un Estado quiere extender su ideología a otras naciones y existcu ternacionales. Sin embargo, su punto de partida es notablemente diferente al
dos grandes ideologías en pugna por la influencia , el sistema puede transfor que hemos visto en KAPLAN y ROSECRANCE, pues fundamenta la construc­
marse en bipolar. Si, de otro lado, un Estado busca el crecimiento económic o ción de los modelos en la estructura social de los sistemas internacionales. Su
y la seguridad física mínima contra un ataque, emergerá un sistema interna objetivo es determinar cuáles son las estructuras que en cada uno de los siste­
cional mucho menos estructurado. En este caso, la consecución de los objet i mas distinguidos satisfacen las exigencias funcionales que según su opinión son
vos de una nación no obliga a evitar que las otras obtengan objetivos simila características de todo sistema internacional.
res: no hay conflicto vital dentro del sistema» 85 • Los modelos que construye MODELSKI son recursos conceptuales encami-
En cuanto al actual sistema internacio nal, ROSECRANCE estima que se tra­
ta de un sistema en proceso de cambio, desde una bipolaridad ya pasada hacia .
86 RosECRANCE, Richard N . , ibídem, p. 282. Vid. también del mismo autor: «Bipolarity, Mul­
tlp�lanty and the Future», Journal of Conjlict Resolution, vol . 10 ( 1 966), p. 3 14-327 .
una tripolaridad y quizás una multipola ridad. Estados Umdos, la Unión So­ 7 RoSECRANCE, Richard N . , Interna/tonal Relations. . . , op. cit., p. 283-293. En el artículo «Bi­

viética, China, Japón y Europa son los actores que pueden caracterizar el sis polarity, Multipolarity, and the Future», ya citado, propone como «utopía relevante» un modelo
tema internacional de los próximos años. Si se consolida un mundo de cinco caracterizado por su «bi-multipolaridad», que combina las ventajas de los sistemas bipolar y mul­

poderes, añade, nos acercaremos al sistema de equilibrio de poder del si-


tipolar, sin tener sus inconvenientes (op. cit., p. 320). Esta preocupación del autor por los siste­
mas internacionales futuros se manifiesta igualmente en The Future oj the International Stralegic
Svstem (San Francisco, 1 972), de la que RoSECRANCE es el editor.

p . 3 1 9-320.
88 RosECRANCE, Richard N . , International Relations. . . , op. cit., p. 293 . Vid. también : ib/dem,

83 ROSECRANCE, Richard N . , ib{dem, p . 64-66. 89 MoDELSKI, George, «Agraria and Industria. Two Models of the lnternational System >> ,
84 ROSECRANCE, Richard N . , ibüiem, p . 66-70.
85 RoSECRANCE , Richard N . , ibídem, p. 70.
World Politics, vol. 1 4 ( 1 96 1 ) , p. 1 1 8-143.
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nad s a aumentar nuc ·tra e 111pr ·nsión d d a ·t u a l s i s l ' I I I U i H I <.; I I l : l c i o H : i l 11 1 :1


lu vi Ja terrestre 9'1, matizará la utilidad que la teoría istémica tiene de ca r a a l
cilitar una empresa de mayores dimensiones: el análisis comparado el l odos ' t udio de las· relaciones internacionales, señalando cómo la perspectiva si té­
los sistemas internacionales conocidos 90. Este autor basa su concepción en los mica está demasiado anclada en el paradigma del Estado y cómo ha llevado
siguientes puntos: 1) El objeto de estudio propio de las relaciones internacio­ a una excesiva mistificación en el nivel del lenguaje, «dando la impresión de
nales es el universo de sistemas internacionales, pasado, presente, futuro e hi ­ que la utilización frecuente de la palabra mágica "sistema" no sólo garantiza
potéticos. 2) Los sistemas internacionales son sistemas sociales, por lo que las la admisión en el santuario de los iniciados, sino que'como "sésamo" abre el
generalizaciones sociológicas sobre los sistemas sociales son aplicables mutatis gran tesoro de la sabiduría política. El uso de un específico enfoque sistémico
mutandi al estudio de los sistemas internacionales. 3) Los sistemas internacio­ para las relaciones internacionales puede que en la actualidad se esté aproxi­
nales tienen estructuras. Estas estructuras son respuestas relativamente esta­ mando a su fin, a pesar del hecho de que su influencia prueba indudablemente
bles del sistema internacional a la necesidad de satisfacer sus exigencias fun­ su duración» 95•
cionales. El sistema internacional comprende, así, estructuras de autoridad, Especial interés en el campo de las aportaciones sistémicas al estudio de
recursos, solidaridad y cultura. Independientemente de su tamaño, compleji­ las relaciones internacionales tienen, por cuanto tratan de romper con los mol­
dad y composición, todos los sistemas internacionales poseen estructuras stan­ des tradicionales que dominan este tipo de concepción, las realizadas por BUR­
darizadas para su mantenimientq y para la realización de sus funciones. 4) Las TON, WALTZ, ZINNES y WALLENSTEEN.
mismas exigencias funcionales son satisfechas en todos los sistemas. Estas son: BURTON , a lo largo de una amplia producción intelectual, ha procurado
salvaguardia de la independencia de sus miembros y mantenimiento del or­ siempre abrir nuevas perspectivas capaces de permitir una más adecuada com­
den internacional. 5) Los sistemas internacionales concretos son sistemas prensión de los fenómenos internacionales 96 • Desde la perspectiva que ahora
mixtos 9 1 • nos ocupa, este autor ha basado sus trabajos en la teoría sistémica, por cuanto
Los dos modelos analíticos que elabora son el agrario y el industrial, que permite estudiar las totalidades y «realizar un análisis detallado sin perder de
representan cada uno el extremo de un espectro que se extiende desde las so­ vista las interacciones en su conjunto» 97• Sin embargo, lo ha hecho en un sen­
ciedades agrarias civilizadas hasta las sociedades industriales. Con ello preten­ tido en cierta medida superador de la tradicional concepción pluralista que to­
de proporcionar un marco en el cual los procesos de cambio o los sistemas in­ maba los Estados como unidades básicas del sistema internacional. En este sen­
termedios puedan ser estudiados en relación a los extremos del espectro. El tido, frente al «modelo de las bolas de billar» ha desarrollado un «modelo de
modelo de sistema industrial, frente al agrario, tiene una amplia población, telaraña», que concibe el mundo como una red global de transacciones en cu­
sus recursos son más fácilmente movilizados, la sociedad es más homogénea, yo contexto se inserta el Estado. Para este autor «la sociedad mundial es mejor
con ciudadanos concienciados políticamente y élites que están especializadas. analizada considerando primero los sistemas y después el papel del Estado, lo
En el sistema industrial las organizaciones mundiales y la red de comunicacio­ que contituye el reverso del enfoque tradicional» 98 • Concepción que alcanza­
nes contribuyen al desarrollo de una cultura mundial, el poder está basado en rá su máxima expresión en la obra Wor/d Society. Con todo, BURTON no lleva
la organización industrial 92 • Un sistema industrial, al contrario de lo que su­ a sus últimas consecuencias ese planteamiento: «El flujo comercial, el inter­
cede en el agrario, no puede tolerar el recurso a la guerra como medio de arre­ cambio de cartas, los movimientos turísticos, los vuelos aéreos, los movimien­
glar los conflictos a causa de la capacidad destructiva de la industria que pue­ tos de población y las interrelaciones de ideas, culturas, lenguas y religiones» ,
de llevar a la destrucción de la propia sociedad. A causa de ello, la negocia­
ción, la coerción sutil y el regateo, antes que la guerra, son utilizados para la 94 MODELSKI, George, Principies oj World Politics, Nueva York, 1 972. Vid. también del mis­
consecución de los objetivos nacionales 93• mo autor: «The Promise of Geocentric Politics», World Politics, vol. 22 ( 1 970), p. 6 1 7-639.
Posteriormente, en su obra Principies of Wor/d Politics, en la que sostiene
_
95 MODELSKI, George, Principies oj World Politics, op. cit., p. 7 y 8. Además de las obras
ya citadas, hay que sei'lalar, como indicación de las preocupaciones de este autor en el campo de
la necesidad de superar, a efectos de estudiar la política mundial, el paradigma las relaciones internacionales las siguientes: The Communist International System, Princeton, 1 960;
dominante del sistema de naciones-Estados, considerando que debe adoptarse « lnternational Relations and Area Studies: the Case of South-East Asia», International Politics,
vol. 2 ( 196 1), p . 1 43- 1 5 5 ; Seato: Six Studies, Melburne, 1 962; A Theory ojForeign Policy, Nueva
una concepción de la sociedad mundial, es decir, del hombre en la tierra y de York, 1 962; The New Emerging Forces, Camberra, 1 963; «World Parties and World Orden>, en
los modelos de sus interacciones, dado que está en juego la supervivencia de C. ,E . BLACK y R. A. FALK (eds.), The Future oj the Jnternational Legal Order, vol . 1 , Princeton,
1 969, p. 1 83-225; «The World's Foreign Ministers: A Political Elite>>, Journal ojConjlict Resolu­
tion, vol. 1 4 ( 1 970), p. 1 35- 1 70.
90 MODELSKI, George, ibidem, p. 1 20. Vid. también del mismo autor en idéntico sentido:
96 Vid. especialmente BURTON, John W . , lnternational Relations. A General Theory, Cam­
bridge, 1 965; versión castellana: Teoria general de las relaciones internacionales, trad. de H. Cua­
«Comparative International Systems>>, World Politics, vol. 14 ( 1 962), p. 662-674, y «Kautilya: dra, México, 1 973; Systems, States, Diplomacy and Rules, Cambridge, 1 968; Conflict and Com­
Foreign Policy and I nternational System in the Ancient Hindu World>>, American Política/ Scien­ munication . The Use oj Controlled Communication in Jnternational Relations, Londres, 1 969;
ce Review, vol. 68 ( 1 964), p. 549-560. World Society, Cambridge, 1972; «Pour une approache systémique des relations internationales>>,
9 1 MoDELSKI, George, «Agraria and Industria . . . >>, op. cit., p. 1 2 1 - 1 24.
92 MoDELSKI, George, ibidem, p. 1 24- 1 39.
Revue lnternational des Sciences Sociales, vol. 26 ( 1 974), p. 23-36.
93 MüDELSKI, George, ibidem, p. 1 39-143.
97 BuRTON, John W . , World Society, op. cit. , p. 45.
98 BURTON, John W . , Systems, States, Diplomacy and Rules, op. cit., p. 10.
l'� 1 1 1 1 j 1 1 !'1 1 r I J I 'N d l' S( '( )' l l ", 1\ ( ).') I ; N J O N I \:-i 1 1 1 '
1 " " d1 1 1 . t t ¡ • ·�I I Vn� (' 1 1 l' I I I I I I I O I I IHI I I I I \' 1 1 ) 1 1 !'1> ; pn o ( ' 1 1
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M I<R I !:l N · n citar siuo a l g u nas de
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1 n 1 1 . U �ol «Sistema» rea l m e n t e t ransnacional · s · 1 d l a m cierna. l i r · � d \ '
' P i l'0\' l l
t a d o s U n i d o s , son reflejo de lo dicho.
n Europa, en especial en el Reino Unido, también la perspectiva sistémi­
1 s

n n l n d (los burgueses promotores ele las vir t u des de l a prod ucción i n d u s l r i a l )

e i n c uso éstas pueden verse en cualquier momento afectadas por las r i v a l i d a


l a ha tenido amplio eco. FRANKEL REYNOLDS NORTHEDGE el no- 1 1 0, 111, 1 12,

99
des nacionales • 1 0 3 S OTT, Andrew M . , The Functioning of the International System, Nueva York , 1 967 , y
También WALTZ y su enfoque sistémico, desde un planteamiento «ne rrea « he Logic of l nternational Interactiom>, Jnternational Studies Quarterly, vol. 2 1 { 1 977). En un
lista», trata de superar la perspectiva tradicional: «Toda aproximación a la t eorla
1 rabajo anterior este autor había propuesto, siguiendo a TOYNBEE, la idea del desafio-respuesta
omo enfoque central para el estudio de las relaciones internacionales, en íntima relación con la
si es correctamente llamada "sistémica" debe mostrar cómo el nivel de l i � l l' noción de equilibrio de poder («Challenge and Reponse: A Too! for the Analysis of International
Affairs», Review of Politics, XVIII ( 1 956), p. 207-226).
ma o la estructura es distinta del nivel de las unidades en interacción . . . Defini 1 04 SPIRO, Herbert J . , World Politics: The Global System, Homewood, Ill . , 1966. Su obra cons­

ciones de la estructura deben omitir los atributos y las relaciones de las u n i d a t it uye un esfuerzo, en base a la teoría de los sistemas, de trascender las tradicionales divisiones
100.
des»
H oLSTI , K . J . , International Politics. A Framework for A nalysis, Englewood Cli ffs, N.
de la ciencia política como disciplina y de establecer un marco teórico general.
1 05

J . , 3.a ed., 1 977. Obra ésta que constituye uno de los más logrados ensayos que desde una pers­
Por su parte, ZINNES, en base a una crítica del carácter estático de los es­
tudios sistémicos, considera básico que la teoría sistémica se oriente hacia el pectiva sistémica se han hecho en orden a establecer un marco teórico para el estudio de las rela­
estudio de la transformación de Jos sistemas, hacia el paso de un sistema a otro , ciones internacionales.
1 06 D OUGHE RTY , James E . , <<The Study of the Global System>>, en J . N. ROSENAU, K. W.
como forma de proporcionar una explicación parcial de la violencia THOMPSON y O. BOYD (eds .), World Politics. An Introduction, Nueva York, 1 976, p. 597-623.
internacional 1 0 1 . La principal temática de los trabajos de este autor ha estado centrada, sin embargo, si exceptua­
Finalmente, el sueco WALLENSTEEN, partiendo de las características parti­ mos la obra de la que es coautor con R. L. PFALTZGRAFF, que hemos citado anteriormente, en
el control de armamentos y el desarme. Vid . : Arms Control and Disarmament: The Critica/ Is­
culares del Estaso, considera que es posible construir cuatro modelos de acuerdo sues, Washington, 1 966; How to Think About A rms Control and Disarmament, Nueva York, 1 973;
con las incompatibilidades que se derivan de las funciones del Estado y del sis­ 1 07 R osEN, Steven J . , y JONES, Walter S., The Logic Óf International Relations, Cambridge,
«Nuclear Proliferation in Asia», Orbis, vol. 19 { 1975), p . 925-957.
tema de Estados: Geopolitik, Realpolitik, Kapitalpolitik, ldealpolitik. E n
su opinión, el sistema estatal desde 1 8 1 6 ha pasado a través de tres sistemas
Mass, 1 974, 3. ed. , 1980. Obra ésta que parte de una consideración del actual sistema internacional
a

como formado por cinco actores claves (la Unión Soviética, Estados Unidos, Europa occidental,
consecutivos, respecto de Jos cuales los cuatro modelos pueden servir para ex­ China y el Tercer Mundo), para estudiarlo en base a un análisis de las percepciones e imágenes mutuas.
1 08 MORRISON, James F . , Politics and the International System. An Introduction, Nueva
plicar el comportamiento conflictivo 1 02 . York/Londres, 1 97 1 .
El camino emprendido· por M e CLELLAND y KAPLAN ha tenido, como ya 1 09 JERVIS, Robert, <<Systems Theory and Diplomatic Histdry», en P . O . LAUREN (ed.), Di­

hemos señalado, un gran número de seguidores, que desde perspectivas pro­ plomacy: New Approaches in History, Theory and Policy, Nueva York/Londres, 1 979, p . 2 1 2-244.
1 1 0 FRANKEL, Joseph, International Po/itics. Conflict and Harmony, Londres, 1 969; versión
pias han tratado de estudiar la sociedad internacional como totalidad de acuerdo castellana: Conflicto y armanfa en la polftica internacional, trad. de J. González Baramendi, Bar­
con Jos planteamíentos de la teoría sistémica, bien elaborando modelos de sis­ celona, 1 97 1 ; Contemporary International Theory and the Behaviour of States, Londres/Oxford,
· 1 973; International Relations in a Changing World, Oxford, 1 979. Especialmente en la primera
temas internacionales capaces de explicar la realidad internacional, bien ba­ de las obras citadas, este autor ha tratado de mostrar la evolución de las relaciones internacionales
sando su análisis y exposición de las relaciones internacionales en la considera­ a través de la historia, fundándose en las diferentes características sistémicas, sobre todo en la
ción de las mismas según los postulados de la teoría de los sistemas. Los nom- estructura del sistema, si bien no ha llegado a fijar una tipología de los sistemas internacionales
por considerar la labor difícil en el actual estado de desarrollo de la teoría sistémica. En la segun­
99
da de las obras citadas se muestra partidario de la perspectiva sistémica por considerarla la más
ibüiem, World Society, op. cit., p. 35-45.
l OO
BURTON, John W ., p. 8; adecuada al estudio de las relaciones internacionales (p. 34).
WALTZ , Kenneth N . ,Theory of International Politics, Reading, Mass, 1 979, p. 40. 1 1 1 REYNOLDS, Philip A . , An lntroduction to lnternational Relations, Londres, 1 97 1 ; 2. ed., a
1 of System Transformation», en O. R. HOLS­
1 0 ZINNES, Dina A . , «Prerrequisites for the Study
Londres/Nueva York, 1 980; versión castellana de la l. ed. inglesa: Introducción al estudio de
a

TI, R . M . SIVERSON y A. L . GEORGE (eds.), Change in the International System, Boulder, Col . , las relaciones internacionales, trad. de F . Condomines, Madrid, 1 977. REYNOLDS, profundamen­
1 980, p . 3-2 1 . Vid. también de este autor: «The Requisites for l nternational Stability: A Review», te influido por la concepción sistémica de EASTON, estudia las relaciones internacionales desde la
Journal ofConflict Resolution, vol. 8 ( 1 964), p. 301 -305; «An l ntroductwn to the Behavwral Ap­ perspectiva de los Estados (microrrelaciones internacionales) y desde el propio sistema internacio­
proach: A Review» , The Journal of Conflict Resolution, vol. 12 ( 1 968), p. 258-267; Contempo­ nal (macrorrelaciones internacionales), distinguiendo en esta última a efectos de análisis entre sis­
rary Research in International Relations, Nueva York, 1 976; «The Problem of Cumulauom>, en temas estatales, que tienen a los Estados como unidades básicas, y sistemas behavioristas. En este
J . N . RosENAU (ed.), In Search ofGiobal Patterns, Nueva York/Londres, 1 976, p . 1 6 1 - 1 66, <<Em­
pirical Evidence on the Outbreak of lnternational violence», en T. R. ÜURR \ed.), Handbook of
último plano distingue tres sistemas, el político, el militar-estratégico y el económico. Vid. tam­
bién del mismo autor: <<The balance of power: new wine in an old bottle», en F. F. RIDLEY (ed .),
Political Conflict. Theory and Research, Nueva York, 1 98� ; y en colaboracwn con J . L : �I NNES Studies in Po/itics, Oxford, 1 975, p . 352-364; <<Non-state actors and International Outcomes»,
British Journal of International Studies, vol. 5 ( 1 979), p. 9 1 - 1 1 1 ; en colaboración con M. B. N I­
c. F . HERMANN (ed .), International Crises: Insights from Behavioral Research, Englewood
y R. D. Me CLURE, «Hostility in Diplomatic commumcatwn: A Study of the 1 9 1 4 Cns1s», en
CHOLSON, <<General Systems, The International System and the Eastonian Analysis», Political Stu­
Cliffs, N. J . , 1 972, Vid. También: GENCO, Stephen, J . , <<lntegratwn Theory ane System Change dies, vol. 1 5 { 1 967), p . 1 2-3 1 , y en colaboración con Robert D. McKINLAY, <<The Concept of In­
in Western Europe: The Neglected Role of Systems Transformation Episodes», en O. R. HoLSTI, terdependence: Its Uses and Misuses» , en K . ÜOLDMANN y O . SJOSTEDT (eds.), Power Capabili­
R. M . SIVERSON y A. L. ÜEORGE (eds .), op. cit., p. 55-79. ties, Interdependence. Problems in the Study of International Influence, Londres/Beverly Hills,
1 02 WALLENSTEEN, Peter, <<lncompatibility, Confrontation and War: Four Models and three 1 979, p. 1 4 1 - 1 66 .
Historical Systems, 1 8 1 6- 1 976», Journal of Peace Research, vol . 18 ( 198 1 ) , p. 57-90. Vid. tam­ 1 1 2 NORTHEDGE, F. S . , The International Political System, Londres, 1 976. Este autor concibe
bién del mismo autor: Structure and War: On International Relations, 1920-I968, Estocolmo, 1 973.
l l l l l ! l l l i l l t \ 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' . 11 1 1 , , 1 1 1 1 1 1 '• 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \ t 1 < 1 1 1 \ 1 1 ' 1 /\ ,'• 1( 1 1 \ 1\ I N I .'• I N I I I( I I •\ 1 1 < 1 � 1 '\ l l ' ¡ t 1 1 � 1 \ 1 1 1 ( 1 1( 1 ¡\ \ I J I ,' .I I I ' I I N t \ 1 \1

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perspectiva. TH M P ON considera que «las condiciones necesarias y suficientes para un sub­
En un plano más concreto, pero también dentro de la consideraci ó JJ clt-1 si tema regional incluyen: regularidad e intensidad de las interacciones de tal
sistema internacional global desde una perspectiva sistémica, hay que sit u:u forma que un cambio en una de las partes afecte a las otras partes; que los
las concepciones desarrolladas en torno al carácter bipolar o mu l t i po lar ck-1 actores estén en general próximos, que exista un reconocimiento interno y ex­
sistema internacional y su relación con el problema de la estabilidad del m is terno del subsistema como distinto, y que haya al menos dos, y probablemente
mo, siempre tan presente en la teoría sistémica. En esta línea merecen dest a más, actores» 1 2 1 .
carse entre otras las aportaciones de BRODY 1 1 5 , WALTZ 1 1 6 , DEUTS 1 1 y RussET, en un trabajo particularmente significativo, centrado en el análi­
S!NGER 1 1 7 , HANRIEDER 1 1 8 y SlNGER y SMALL 1 1 9 . sis de las relaciones comerciales, votaciones en las Naciones Unidas y partici­
A nivel del estudio de los subsistemas existentes en el sistema internacional pación en las organizaciones internacionales, ha puesto de manifiesto que en
la teoría de los sistemas ha desempeñado también un papel relevante . En estí: períodos de tiempo moderadamente largos (treinta años), él comportamiento de
punto la teoría de los sistemas se asocia en gran medida a la teoría de la inte­ los países, agrupados por regiones, muestra importantes constantes 122 •
gración. Sin perjuicio de referirnos más adelante a esta última teoría, debemos Los estudios realizados sobre los subsistemas regionales en base a una con­
referirnos ahora a aquellas aportaciones que tienen una relación directa con ·
sideración sistémica de los mismos han constituido, así, una importante conti­
la teoría· �e los sistemas. nuación de los trabajos realizados a nivel del sistema internacional, comple­
A nivel de subsistemas regionales las aportaciones se han fijado en general tando en gran medida dichos estudios y posibilitando una mejor comprensión
en subsistemas concretos. Como han señalado CANTOR! y SPIEGEL, un sub­ del mismo 1 23 . También han sido numerosos los trabajos que se han centrado,
sistema regional consiste «en un Estado o dos o más Estados cercanos e inte­ desde esa misma óptica, en los subsistemas militares 1 24 y en los subsistemas
rrelacionados que tienen algún vínculo étnico, lingüístico, cultural, social e his- ideológicos 1 25 . Lo mismo cabe decir de la aplicación de la teoría sistémica al
estudio de las organizaciones internacionales 126 .
el sistema como «la existencia de una serie de relaciones inteligibles, reguladas y ordenadas enl ll'
las partes de tal forma que forman una totalidad coherente, aunque compleja». Las cuatro pro
120 C ANTO R !, Louis J . , y SPIEGEL, Steven L . , The International Politics oj Regions: A Com­
piedades principales del sistema internacional son: la inteligibilidad de las relaciones dentro del
sistema, la presunción de la existencia de reglas para la regulación de estas relaciones; la existen�ia parative Approach, Englewwood Cliffs, N . J . , 1 970, p . 607.
1 2 1 T HOMPSON, William R . , «The Regional Subsisteme: A Conceptual Explication and a Pro­
de un orden y la existencia de una cierta coherencia y unidad en el todo (p . 24). Su estudio del
sistema internacional y de los Estados, realizado desde una perspectivas histórico-evolutiva, con positional lnventory>>, lnternational Studies Quarterly, vol . 17 ( 1 973), p. 1 0 1 .
122 R ussET , Bruce M . , International Regions and the 1nternational System. A Study in Poli­
cluye en una visión del actual sistema internacional como la última forma para la coexisten..:ia
de pueblos disimilares con un mínimo de desorden en el sistema y un máximo de independencia tical Ecology, Chicago, 1 967.
local . Vid. también del mismo autor: Freedom and Necessity in British Foreign Policy, Londres,
1 2 3 Vid. , entre otros, BlNDER, Leonard, «The Middle East as a Subordmate lnternational

1 97 1 ; The Use of Force in lnternational Relations, Londres, 1 974, de la que es editor; en colabo System>>, World Politics, vol. 10 ( 1 958), p . 408-429; HODGK!N, Thomas, «The New West Africa
ración con M. DONELAN, Jnternational Disputes: The Political Aspects, Londres, 1 97 1 , y en cola­ State System>>, University of Toronto Quarterly, vol. 3 1 ( 1 961), p. 74-82; BRECHER, Michael, The
boración con M. J . ÜRIEDE, A Hundred Years of International Relations, Londres, 1 97 1 . States of Asia: A Political Analysis, Nueva York, 1 963; « lnternational Relations and Asían Stu­
.
1 1 3 GALTUNG, Johan, «On the Futúre of the lnternational System», Journal of Peace Research, dies: the Subordinate State System of Southern Asia>>, World Politics, vol . 15 ( 1963), p. 2 1 3-235 ;
vol. 4 ( 1 967), p. 305-333. En este trabajo, que pertenece a la primera fase de su concepción ck
reproducido en J . N . RosENAU (ed.), lnternational Politics and Foreign Policy, op. cit., p . 1 53-166;
ZARTMANN, William 1., «Africa as a Subordinate State System in l nternational Relations>>, lnter­
la sociedad internacional, antes de profundizar en la idea de la paz, a través de su aproximación
national Organization, vol. 2 1 ( 1 967), p . 545-564; KAISER, Karl, «The Interaction of Regional Subs­
ystems: Sorne Preliminary Notes on Recurrent Pattern and the Role of Superpowers>>, World Po­
nar las tendencias futuras de la evolución del sistema internacional en cuanto a la estructura de
al concepto de violencia estructural, que estudiaremos más adelante, ÜALTUNG trata de determi
litics, vol. 2 1 ( 1 968), p . 84- 1 07 ; YouNG, Oran R . , «Political Discontinuities in the lnternational
poder, en base a la evolución estructural posible de las diversas sociedades que constituyen est e System>>, World Politics, vol . 20 ( 1 968), p. 369-392; BowMAN, Larry W . , «The Subordinate Sta­
te System of Southern Africa>>, International Studies Quarterly, vol. 1 2 ( 1 968), p. 23 1 -261 ; BANKS,
sistema.
1 1 4 MERLE, Maree!, op. cit. En la 3. • ed. , enteramente revisada y puesta al día (París, 1 982),
Michael, «System Analysis and the Study of Regions>>, International Studies Quarterly, vol. 1 3
mantiene también esta perspectiva. Vid. también: «La cloture de l'espace et le systeme internatio ( 1 969), p . 335-360; BOALS, Kay, «The Concept "Subordinate l nternational System" : A Critique>>,
nal», en Forces et enjeux dans les relations internationales, París, 1 98 1 , p. 100- 1 10. en R. A . FALK y S. H. MENDLOV!TZ (eds.), Regional Politics and World Order, San Francisco,
1 1 5 BRODY, Richard, «Sorne Systemic Effects of the Spread of Nuclear Weapons Technology>>,
Journal oj Conjlict Resolution, vol. 7 ( 1 963), p. 665-753. · 1 973, p. 399-4 1 1 .
124 Vid . , entre otros, HOFFMANN, Stanley, «Discord in Community: The North Atlantic Area
1 16 WALTZ, Kenneth, «The Stability of a Bipolar World>>, Daedalus, 1 964, p. 881 -909.
1 1 7 DEUT SCH , Karl W . , y SINGER, J. David. , «Multipolar Power Systems and International Sta­ as a Partía! International System>>, Jnternational Organization, vol . 27 ( 1 963), p. 5 2 1 -549; D I NE RS­
TE!N, Herbert, «The Transformation of Alliance Systems>>, American Political Science Review,
bility», World Politics, vol. 16 ( 1964), p . 390-406. vol. 49 ( 1 965), p . 589-60 1 ; KAISER, Karl, «The U . S. and E . E . C. in the Atlantic System: The
1 1 8 HANR!EDER, Wolfram, «The International System: Bipolar or Multibloc>>, Journ(JI of Con­
Problem of Theory>>, Journal of Common Market Studies, vol. 5 ( 1 967), p. 388-425; BARNET,
flict1 1Resolution, vol. 9 ( 1 965), p. 299-308. Richard, J . , «Regional Security Systems>>, en R. B. GRAY (ed.), International Security Systems.
9 S!NGER, J. David, y SMALL, Melvin, «Ailiance Aggregation and the Onset of War
1 8 15-1 945>>, en J. D. S!NGER (ed.), Quantitative lnternational Politics. Insights and Evidence, Nue­
Concepts and Models of World Order, !tasca, Ili., 1 969, p . 75-92.
va York, 1 966, p . 247-286; The Wages of War: 1816-1965. A Statistical Handbook, Nueva York,
1 25 V id . , entre otros, MoDELSKI, George, The Communist lnternational System, Princct o n ,
1 960; ROBINSON, Thomas W . , «Systems Theory and t h e Communist System>>, lnternalional S111
dies Quarterly, vol. 1 3 ( 1 969), p. 398-420.
1 26 Vid . , entre otros, L!NDBERG, Leon N . , «The Euro¡:>ean Community as a Political Y' ' '" 1 .
1 972. Una relación más completa de los trabajos de estos dos autores se ha realizado ya en la in­
troducción a las concepciones científicas.
1 / l l l( o l l > l l t O / 1 > 11 \ 1 \', 1( 1 1 \o /1 1 / / 1 ', l f l l / 1; / 1 \ i / 1 1 /1 \ 1 1 '• 1 1\ � . '" 1 1 \ ( 1i 'N 1 ; , 1 N 1 1 1\ N ¡\ o / 1 1 N 1\ 1 1 �o l 1 l � 1 1 1 1 1 · 1 1 ¡; / ¡\ \ 1 JI S< 11 '1 1 N 1\ .' 1'i

' o v i é l it:a t a 1 1 1 b i é u l a t co rl a de I oN H i s l l i ·¡1 • esta cuestión la aportación de B R A I L L A R D ,


en
embargo, los cien t í ficos sociales . v iét icos, en ge n e ra l y 1
l 2 u la U u i ó u ' l i l a, 1111 p ; ¡ pcl M e n c i n e pec i a l m e rec
r e l ev an t e
1 27• S in , s Théorie des Systemes e t Relations Internationales 1 34 a la que ya nos hemos re­
internacionalistas en particular, parten en su estudio de l a s relaci o n e i n t c r n ::t ­ ferido anteriormente. Este autor, desde una postura favorable a la aplicación
cionales en cuanto sistema de un planteamiento que pretende en cierta medida de la teoría de los sistemas al estudio de las relaciones internacionales, consi­
ser distinto al que inspira las aportaciones occidentales. Por un lado, reclaman dera que es absolutamente necesario, antes de llegar a una teoría sistémica de
que la paternidad de la perspectiva sistémica es de MARX y ENGELS Por ot ro, 128
. las relaciones internacionales, proceder a plantearse desde una perspectiva epis­
tratan de unir, como es lógico, sistemas y materialismo dialéctico . Como ha temológica el propio concepto de sistema y su posible aplicación a las relacio­
señalado MESA, el uso que hacen de la terminología denuncia un cierto con­ nes internacionales. Adopta, pues, una posición crítica encaminada a desbro­
fusionismo, querido o no, entre sistema y formación socio-económica, que, zar un camino que en términos generales ha sido ignorado hasta ahora, su­
desde una perspectiva estrictamente marxista, son cuestiones muy distintas 1 29 • miendo las posibles virtualidades de la teoría de los sistemas para el estudio
Con todo, no hay ninguna aportación renovadora, sino que por el contrario de las relaciones internacionales en un mar de confusión y oscuridad. Como
existe un claro mimetismo respecto de las concepciones occidentales. señala BRAILLARD: «Se puede explicar esto diciendo, que existe, la mayor parte
Finalmente, en esta exposición y análisis de la teoría de los sistemas y su del tiempo, una falta de toma de conciencia de las implicaciones que para la
aplicación al estudio de las relaciones internacionales debe hacerse una men­ imvestigación tiene la adopción del marco de análisis sistémico y frecuente­
: ción de los trabajos propiamente epistemológicos, tan necesarios en una con­ mente incluso una cierta confusión o al menos una falta de precisión en cuan­
cepción que adolece sin lugar a dudas de una falta de uniformidad, y de un to a la naturaleza de este marco de análisis» 1 35 •
elevado grado de confusión, no sólo en el plano de los conceptos utilizados, Para este autor «un sistema es una conjunto de elementos en interacción
sino igualmente en el plano metodológico, que la impide progresar en una lí­ que constituyen una totalidad y manifiestan una cierta organización» 1 36 . En
nea acumulativa. En este punto hay que señalar las aportaciones parciales, por base a tal noción el autor estudia una serie de conceptos conexos, en concreto
cuanto no llegan al fondo de la cuestión, de YOUNG 1 30 , SINGER 13!,
los de subsistemas, entorno, estructura, función, equilibrio, estabilidad y adap­
GOODMANN 1 32 y STEPHENS 1 3 3 • tación. Todo ello desde una perspectiva crítica respecto del marcado conserva­
Notes toward the Construction of a Model», Journal of Common Market Studies, vol. 5 ( 1 967),
durismo de que en general han hecho gala las aportaciones sistémicas y respec­
p. 344-387; VIRALLY . Michel, L 'Organisation Mondiale, París, 1 972; HOLLY, D. A., « L 'ONU, to del optimismo desmesurado en cuanto a la construcción de una auténtica
le sistéme économique international et la poli tique international», lnternational Organization, vol. teoría, de una «socio-técnica» 1 37 .
29 ( 1 975), p . 470-485 .
1 27 MESAROVIC, M . , «Fundamentos d e l a teoría general d e los sistemas», e n Teoria general La pregunta clave a la que conduce tal planteamiento no es otra que la de
de los sistemas, Moscú, 1966; BLAUBERG, l . , y YUDIN, E . G . , Devenir y esencia del enfoque sisté­ la posibilidad o no de recurrir a la noción de sistema para explicar las relacio­
mico, Moscú, 1 973 ; SADOVSKI. V . N . , Fundamentos de la teoria general de los sistemas, Moscú,
1 974; KUZMIN, V. P . , Principios de la sistematicidad en la teoría y en la metodologla, Moscú, 1976;
nes internacionales: «Ya que las relaciones internacionales manifiestan un tan
RAKITOV, A. I . , Problemas filosóficos de la ciencia. Enfoque sistémico, Moscú, 1 977; AFANASIEV, bajo nivel de integración entre los actores, que éstos son en términos generales
V. G . , Sistemicidad y sociedad, 1 980. Todos ellos en ruso. ampliamente autónomos y que sus relaciones son más fácilmente relaciones
f2 8 Así, por ejemplo, KuZMIN afirma: «Le pertenece a Marx el descubrimiento y la demostra­
conflictivas, o en todo caso relaciones de oposición más que de cooperación,
ción científica concreta de que existe una clase especial de determinaciones cualitativas: las cuali­
dades sistémicas» («Fundamentos sistémicos y estructuras en la metodología de Marx», Ciencias ¿se puede hablar verdaderamente de sistema internacional? En otros términos,
Sociales, Revista de la Academia de Ciencia de la Unión Soviética, 1 979 [ 1 ] , p . 49). D . GviSHIA­ ¿las relaciones internacionales manifiestan verdaderamente el mínimo de or­
NI, en idéntica línea dice: «El principio filosófico de la siste¡¡¡aticidad tuvo su primera expresión
científica real en las obras de Marx y Engels ( . . . ). En Dial�ética de la Naturaleza Engels caracteri­
ganización requerido para que se pueda hablar de sistema?» 1 3 8
zó de la siguiente manera la unidad de estos principios de la dialéctica aplicados a la realidad ma­ Para BRAILLARD no cabe una respuesta a priori a estas cuestiones, pues
terial: «Toda la naturaleza que nos es accesible forma un sistema, una totalidad de cuerpos inte­ ello viciaría todo el análisis posterior y seguiríamos en la confusión. La res­
rrelacionados. En El Capital, Marx aplicó el principio de la sistematicidad, orgánicamente unido
puesta sólo puede venir si se desciende a un nivel epistemológico . Es necesario
confrontar las relaciones internacionales y sus características propias con los
al principio del desarrollo, para el análisis del sistema socioeconómico concreto, y lo utilizó para
construir la teoría de este sistema» («Base filosófica de las investigaciones sistémicas», Ciencias
Sociales, 1 982 [3], p . 64). Vid. también: AFANASIEV, V . , «El enfoque sistémico aplicado al cono­
cimiento social», Ciencias Sociales, 1 979 ( 1 ) , p. 34-40; BLAUBERG, I . , «Sistematicidad e integri­
elementos constitutivos de la idea de sistema, tal como aparecen en el marco
dad», Ciencias Sociales, 1 979 ( 1 ) , p. 69-84; SADOVSKI, V . , «La metodología de la ciencia y el en­ de un análisis epistemológico 1 39 . Se impone, pues, un estudio empírico de las
foque sistémico», Ciencias Sociales, 1 979 ( 1 ) , p. 99- 1 1 7 .
1 29 MESA, Roberto, Teoria y Práctica de relaciones internacionales, 2. • ed. , Madrid, 1 980,
relaciones internacionales con la ayuda de la idea de sistema.
p. 1 10. '
I 30 YOUNG, Oran R . , A Systemic Approach to lnternational Politics, Princeton, 1 968.
1 34 BRAILLA;D, Philippe, Théorie des Systemes et Relations lnternationales, Bruselas, 1 977.
1 3 1 SINGER, J. David, A General Systems Taxanomy for Political Science, Nueva York, 1 97 1 . 1 35 BRAILLARD, Philippe, ibldem, p . 49.
1 32 GOODMANN, Jay, «The Concept o f "System" i n International Relations Theory», Back- 1 3 6 BRAILLARD, Philippe, ibldem, p. 5 3 .
ground, vol. 8 ( 1 965), p . 257-268. 1 3 7 BRAILLARD, Philippe, ibldem, p . 97- 1 0 1 .
133 STEPHENS, Jerome, «Appraisal of sorne Systems Approaches in the Study of l nternational 1 3 8 BRAILLARD, Philippe, ibldem, p . 1 1 2.
Systems», International Studies Quarterly, vol. 16 ( 1 972), p. 321-350. 1 3 9 BRAILLARD, Philippe, ibfdem, p . 1 1 3 .
\ ¡; 1 1N1 : . H1 11 1
.'dO 1 ¡\ 1 1 1 1 N 1 1 11 N ' ' 1 1 "N 1\ 1 1 · • 1 1 1 J I( ! ¡\ \
I N I IU ) I I I I i i l i l l l \ 1 \ ' , 1; 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 ' · 1 �1 1 1 1; 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 \ 1 1 ,

u con c l u s i ó n en este p u n t o e n s i s t c en u n a l l t i C v a i n l c rro • a n l · : «:::i i n ' 1 1 1 · d e l · s p a. lo


i.o, y deben per m i t i r el a n á l i s i s com parado de d i versos sist cmi.IS

bargo, para que esta idea muy ge�eral pueda er rea l men t e út il al est u c l i d · i n t e r n aciona les 1 4 3 .
las relaciones internacionales, es necesario que nos permita, a través de ¿ abe de todo ello establecer una teoría de las relaciones internacionales?
B R A I LLARD lo pone en duda, dado el actual estado de los estudios
tos procedimientos de análisis, explicar el comportamiento concreto de lo ac­ sistémico s.
tores internacionales. Para que ello sea así, es necesario poder mostrar que la Es por esto que titula el apartado «Hacia una teoría sistémica de las relaciones
estructura de los sistemas internacionales (las interacciones entre actores inter­ internacionales» , queriendo indicar que, incluso suponiendo que el concepto
nacionales) tiene una influencia real -sin constituir en todo caso necesaria­ de sistema fuese susceptible de contribuir al establecimiento de teorías de las
1 mente el único determinante- sobre el comportamiento de los actores. Esto relaciones internacionales, «no se puede a la hora actual. . . más que permane­
viene, a �iv.el de análisis, a satisfacer una doble exigencia: en primer lugar, lle­ cer en un nivel muy pragmático y prudente» • Y continú a: «Nuestro análi­
144

gar a delimitar, a través de un cierto número de características o variables, es­ sis no constituye en cierta medida más que los prolegómenos del empleo del
ta �structura de manera precisa; en segundo lugar, relacionar de manera ope­ concepto de sistema en el estudio de las relaciones internacionales y de una
raciOnal esta estructura, así delimitada, con el comportamiento concreto de contribución directa de este concepto en este estudio» . Teoría de los sistemas
los actores internacionales, es decir, poner al día ciertas leyes de comporta- que representa sin duda «uno de los aspectos4más prometedores de los recien­
miento de estos actores» 1 4o . •
tes desarrollos de la indagación científica» 1 5 •
La investigación debe, pues, orientarse ante todo en una primera etapa, BRAILLA RD, por tanto, se limita a desbroza r el camino, sin embarca
rse en
según su opinión, hacia el desarrollo de un marco conceptual general para el la aventura de construir una teoría de las relacione s internac ionales. Prepara
estudio de las relaciones internacionales, es decir, hacia la elaboración de una las bases, sin dar el salto a la teoría. La obra constituye, en nuestra opinión ,
taxinomia sistémica de estas relaciones que permita situar de forma coherente uno de los intentos más serios y logrados de perfilar el camino de una teoría
en base a algunos grandes ejes las diversas categorías de variables que pueden sistémica de las relaciones internacionales.
ser tomadas en consideración 1 4 1 • Se impone, en consecuencia, la construcción El gran éxito que la teoría sistémica ha tenido entre los estudiosos de las
de modelos sistémicos, capaces de traducir por su estructura, por las variables relaciones internacionales no ha estado, sin embargo, exento de duras y nume­
que i�plica Y por la puesta en relación de estas variables, la naturaleza sisté­ rosas críticas, incluso en algunos casos por parte de autores que se inscriben
mica del objeto al cual se refiere. en la línea señalada. Críticas que si muchas veces se refieren a la teoría de los
Antes de tratar de elaborar modelos amplios, capaces de traducir las diver­ sistemas en general, otras se centran específicamente en su aplicación a las re­
sas dimension'es del sistema internacional, considera BRAILLARD que se debe laciones internacionales.
proceder a desarrollar y estudiar modelos limitados. Los ejes de desarrollo de En primer término hay que referirse a la crítica de principio que se ha reali­
la investigación para ello podrían ser: 1 ) La determinación de los criterios y zado desde la filosofía de la ciencia. NAGEL ha negado la posibilidad de ana­
d� los procedimientos que mejor permitan discernir la existencia de un sistema lizar los fenómenos desde la teoría sistémica, por estimar que la ciencia sólo
internacional y en consecuencia delimitar mejor concretamente un sistema da­ puede avanzar si se acepta que el comportamiento de la «parte» puede estu­
do. 2) El estudio de la influencia que puede tener la estructura de un sistema diarse separadamente del «todo». En este sentido, para este autor, la concep­
internacional sobre el comportamiento de los actores miembros de este siste­ tualización de los fenómenos en términos de un indivisible todo constituye un
ma. 3) La aclaración de los procesos de integración de los sistemas internacio­ obstáculo para el avance científico 146 • Igualmente, tomando como punto de
nales. 4) La elaboración de modelos que permitan estudiar la estabilidad e ines­ referencia la noción de totalidad pero en sentido opuesto, hay que situar la
tabilidad de los sistemas internacionales. 5) El estudio de los conflictos. 6) El crítica ideológica que se hace desde perspectivas marxistas a la propia noción
estudio de las organizaciones internacionales, en cuanto elementos estructura­ de totalidad que utilizan los autores que se inscriben en la línea sistémica. No­
les de los sistemas internacionales y la elaboración de modelos que permitan ción ésta que no es realmente total, ya que desconoce importantes estructuras
el estudio de la toma de decisiones en el marco de estas organizaciones. 7) El e interacciones de la realidad social; en concreto ignora la noción de forma­
estudio de la dimensión global y transnacional del sistema internacional actual ción social 1 47•
Y la elaboración de modelos de tal sistema. 8) El establecimiento, a partir de , En plano tambien general, pero aplicable igualmente a las relaciones inter­
los diversos modelos de sistemas internacionales concretos, de tipologías de nacionales, se ha de señalar la crítica que se hace al organicismo implícito en
los sistemas internacionales 142 •
En todo caso, estos modelos deben poseer una dimensión diacrónica, es 1 43 BRAILLARD, Philippe, ibídem, p. 173 y 1 74.
decir, ser modelos dinámicos que permitan su estudio a través del tiempo y 1 44 BRAILLARD, Philippe, ibídem, p. 177.
1 45 BRAILLARD, Philippe, ibídem, p . 1 86.
ibídem, l 46 NAGEL, Ernest, Structure of Social Problems in the Logic of Scientific Explana/ion, Nue­
va York, 1 96 1 , p. 446.
1 40 BRAILLARD, Philippe, p. 1 39-140.
l47 GoNIDEC, P .-F. , Relations Internationales, 2 . • ed. , París , 1 977, p. 68.
1 1 BRAILLARD, Philippe, ibídem, p .
1 442 BRAILLARD, Philippe, ibídem, p .
140- 1 5 3 .
1 68-173.
, 1 1 1 � 1 1 ' 1 1 • 1 1\ 1 \ \
1 1
.!· 1 '
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:: 1; 1 · 1 /\' 11 1 i'H ;. 1 �1 1 1 1( 11

m t i l c rec u occr · 1 p a i
sp
la teoría de e l 1 n a pa e l a bora do p r e L
grad o d e g n e r l d d « e s t o
n
los sistemas, q u e s.i b i e n e:; en la n t a y o rf a 1 · lo.� c;tS08 n H't s 1 1 1 ·1 a l'ó e · fuerz o n

·aj e . l; rec i s a m e n t e p rq e
rico que mimético, no deja de condicionar la visión d e los si . tema , cl i s l o r s i o
MANN
o u . apun tan a un. alto1 e ai a s i s-

4
de l a po l'1t1ca » 5 .
nando una realidad que no tiene comparación con los organismos vivo . Dcs­ tema s no capt an la esen Cia
su utili dad para la com pren . de las relaciO-
swn
. ,

�e esta perspectiva la crítica se extiende también, como es lógico, al funciona­ En el plan o ya conc reto de
nes internacionales son también muc has las crític as realizada s. Desde la que
hsmo. En .el campo de las relaciones internacionales quienes con mayor fuerza reali dad inter nacional, no exist e una
han reacciOnado frente a este pseudoorganicismo han sido los SPROUT 148 considera que, dada la com pleji dad de la , sino múltiples sistemas 1 55 , hast a
lntimamente relacionada con la crítica anterior está quizá una de las crí� i­ entidad conocida com o sistema internacional el prot agon ismo de los Estados
cas más generalizadas que se han hecho de la teoría de los sistemas, la relativa la que estima que en tal teoría sólo se reco noce ose el papel de otros actores,
a su acentuado conservadurismo. Como ya hemos visto, para la teoría sisté­ y de las organizaciones internacionales, ignoránd ñan un papel fundamental sobre
mica lo esencial es la estabilidad, el mantenimiento y adaptación del sistema. así como de numerosos factores que desempe 16
Es verdad que la noción de equilibrio no necesariamente excluye el cambio los actores y las interacciones recíprocas 5 . mas , y en concreto su aplicación
de los siste
Y que el análisis del mismo suele ser con frecuencia un aspecto del análisis sis­ En nues tra opin ión, la teor ía
al campo de las relaciones internacionales, tiene un marcado carácter ideológi-
témico, pero ello no impide que el cambio sea considerado como un epifenó­ arm ónic o, equilibrado, de una
meno : E.sta crí�ic� e� aún más radjcal en el caso de los autores que parten del , co conservador que la hace afirmar el sentenido nuestro tiempo se caracteriza por
matenahsmo dialectico como método de análisis 1 49. Como señala GARCIA Co­ sociedad internacional que precisamente lema s que no se pueden ignorar. Al
T �RELO la teorí� de lo � sistemas e� de enorme fragilidad, pues tiende a fijarse la existencia de crecientes tensiones y prob ía sisté trata de proporcionar­
so�o en los cambios exogenos del sistema, desconociendo los endógenos. Ade­ defender la estabilidad, el statu quo, la teor mundomica inter nacional en el que al
mas, añade, «para la teoría de los sistemas, la revolución es un término caren­ nos una imagen irreal e integradora de un existen importantes tensiones que
lado de la cooperación y la interdependenimag cia
te de sentido .. Para la teoría de los sistemas únicamente puéde tratarse de una­ vend e así una en que tran quili za, pero que no
di � función o perturbación del sistema, que debe tratar de recuperar su equili­ esa teoría enm asca ra. Nos
es real, en la que la necesidad del cam bioialestá ause nte. .
bno cuanto antes ( . . . ). Para la teoría de los sistemas la revolución no abre un su utili dad parc para el estu dio de las relaciOnes
período ? istinto en la existencia del sistema, sino una especie de gran vacío Lo ante rior no exclu ye
internacionales, siempre y cuando se proceda, su a una contrasta.ción empírica de
o de agujero negro, sin sentido ni explicación posibles» 1 5°. uso al estudiO de campos de
También común es la crítica que se hace del carácter abstracto de las cons­ sus postulados y se limit e, por el mom ento
truccio�es sistémicas, basadas en definiciones. HOFFMANN señala que «la teoría observación limitados .
de los Sistemas es un enorme paso en falso en la dirección acertada: en la direc­
ción del análisis empírico sistemático» 1 5 1 . LUARD en sentido parecido afirma: TEO RIA
EL ACT OR COM O CEN TRO DE LA
«Tal enfoque, como otras teorías metafóricas, sufre de un simple pero básico B)
defecto. La validez de las conclusiones depende enteramente de las suposiCio­
El segu ndo apartado expo sitiv o de lo que hem os deno mina do las concep­
nes que se han establecido en cada modelo. Estas suposiciones están enorme­ apor tacio nes que centran su aten­
ment� supersi� plificadas y tienen sólo una relativa similitud con cualquier sis­ ciones científicas hace referencia a aquellascom amiento incide en las rela­
tema .mter?acwnal de los que actualmente existe: en algunos casos son gran­ ción en el actor, es decir, en la unidad cuyo es portestud iado en muchos casos en
nto
ciones inter nacionales. Este comportamie mos que todo siste ma se compone
des distorsiOnes del mundo real. No nos dicen nada acerca de la realidad ' sino
sólo acerca del imaginario mundo que es postulado dentro de cada base a la noci ón de siste ma, pues ya sabe os de las interacciones.
modelo» 1 52 • VITAL, con idéntico sentido crítico, afirmará que estos macromo­ de subsistemas o actores que son los sujet , en primer luga r, en el individuo
del?s repres�ntan ejercicios en un «escolasticismo de última hora», pero que Nuestro análisis en este punt o se centrará onal, pero no en el individuo
en cuanto unid ad de comportamiento inter naci
estan muy lejOS de la práctica diplomática 1 53 • En resumen, como indica HOFF- de Esta do, en el estad ista. Y ello no porque des­
en general, sino en el hom bre en las relaciones internacionales,
conozcamos el papel del indiv iduo en generalnes zadas han dirigido su aten-
1 48 SPROUT, Harold, Y SPROUT, Margaret, The Ecological Perspective on Human Affairs with sino porque la casi totalidad de las aportacio reali
Spectal Reference to International Politics, Princeton, 1 965, p. 208, y An Ecologica/ Paradigm
·

for the Study_ of International Politics, Princeton, 1968, p. 2-10. Vid. también HoF'FMANN Stan-
ley H . , Teonas contemporáneas... , op. cit., p. 75 y 76. 973, p. 38-48, Y M ESA, Roberto, op.
'
·

::� MESA, Roberto, Teor{a y Prácti;(l... , op. cit., ,P · 1 17 . Theory and Explanation in Jnternational Politics, Londres, 1
ÜARC!A COTARELO. Ramón, Cnttca de la leona de sistemas, Madrid, 1 979, p . 163. cit., p. 1 1 3 .
151 HOFFMANN, Stanley H . , op. cit., p. 67. 1 54 HOFFMANN, Stanley H . , op. cit., I p, .Lawr
74. . an

:�� LUARD, Ev�n , Types of International Society, Nueva York/Londres, 1 976, p. 1 9 . p. 1 46.
1 55 LAMPERT, Donald E . , fALK OWSK ence S . , y MANSBACH, Rtchard W . , <ÜS there
lnternational System?», Jnternational Studi
es Quarterly, ( 1 978),
1 56 MESA Roberto, op. cit., p . 1 1 5 .
vol . 22
VITAL, Davtd, «Back t o Machiavelii», e n K . KNORR y J . ROSENAU (eds.) Contending Ap­
proaches to lnternational Politics, Princeton, 1 969, p. 1 5 1 . Vid. también: R�YNOLDS. Charles, ,
I N I I( I I I I i l l l 1 1 > 1 1 \ 1 \ ' , 11 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1 > 1 1 \ 1 1 1 • 1 1 \ 1 1 ' ,
1 /\.' • tU l /\ 1 I I I N I ' , t l l l l ln l ,\ 1 1 1 ) �1 /\ 1 1 ' , 1 � �� � � � 1 1 • 1 1 1\ 1 \' I J I , .t 1 1 ' 1 1 1 1 \ . ' 1�

ción a l aná l i · i s del compor1a1ni ·nto inl · r n a c i ( 1 1 1 a l dl:l d i 1 i g ' l i t · , tO I I I I l <..' l l l'l l l to ·s i v o clcl h nt brc , ba�ada eu el est udio del comportamiento a n im a l . en
nación de la política exterior d e l Estado. L a act u aci 11 Id s t a d ·n la • :; l'l'l n
;1 • r
; p u n t o destacan Konrad LORENZ y Robert ARDRE Y . Para LORENZ, la agre­
internacional es debida en cierta medida a los deseos, o bj e t i vo s pcrccp · i 0 1 1 e � .
·st
, es un instinto natural y ayuda a preservar la especie. Sin embargo, este
creencias y personalidad de los estadistas; de ahí que las teoría tomen a ·si l'
sión
autor considera que la agresión tiende a producirse entre animales de la misma
tipo de individuos como objeto de estudio. En todo caso, nuestra considera especie, lo que denomina «agresión intraespecífica», en contraposición a la
ción del individuo como · actor será breve, limitándose a señalar algunas el ' l a � agresión «interespecífica», mucho menos frecuente. Cuando los animales ac­
aportaciones más relevantes. túan agresivamente fuera de su propia especie no actúa el instinto de agresión,
En segundo lugar, dirigimos nuestra atención al Estado en cuanto act or . sólo el deseo de alimentarse, de proteger su territorio, advertir a los demás o
Aquí ampliamos nuestro objeto de estudio a la unidad política conocida CO I I I l l protegerse a sí mismos 2• ARDREY , por su parte, ha popularizado el concepto
Estado. En este punto igualmente dejaremos al margen otros actores de las del «imperativo territorial». Para ese autor, en base a su estudio del compor­
relaciones internacionales, pues la generalidad de los enfoques limitan su anú­ tamiento de los animales, la defensa del territorio es el hilo conductor domi­
lisis a la entidad estatal. El objeto de nuestra exposición serán las teorías desa nante del instinto, lo que es igualmente válido para el hombre 3 •
rrolladas en torno al proceso de toma de decisiones, que considera las acciones Estas teorías se han visto progresivamente reemplazadas por las teorías de
del Estado en cuanto realizadas. por los que actúan en su nombre. la frustración-agresión y del aprendizaje social. A pesar de que sus orígenes
se remontan a S. FREUD, su expresión clásica corresponde a John DOLLARD
y sus colegas de Yale. Su punto de partida es que la agresión es siempre una
a) El hombre y sus imágenes consecuencia de la frustración 4 • La teoría de D OLLARD, sin embargo, ha si­
do igualmente sometida a revisión, en el sentido de plantear la cuestión de si
Uno de los niveles tradicionales de explicación del comportamiento inter­ toda agresión es debida a la frustración y si deben distinguirse diferentes tipos
nacional es el nivel individual. Como ha apuntado WALTZ, esta posición con­ de frustración que se corresponden con diferentes tipos de agresión 5 •
sidera que «el centro donde convergen las causas importantes de la guerra se Desde una perspectiva más lógica, otras teorías se han fijado en la perso­
encuentra en la naturaleza y en el comportamiento del hombre» 1 . nalidad del estadista como determinante de la política exterior. La atracción
Desde esta óptica aparece toda una serie de teorías internacionales que de este planteamiento es indudable como lo demuestra que está presente desde
hacen residir la razón última del conflicto y de la guerra en el instinto, en la la antigüedad. Tucídides, por ejemplo, acude a él entre otros elementos para
psicología de los dirigentes o en la propia naturaleza del hombre. Ejemplos explicar la guerra del Peloponeso. A pesar de este atractivo, basado en la sim­
de teorías de este último tipo los encontramos, verbigracia, en el realismo polí­ pleza del planteamiento, los lazos reales entre personalidad y comportamiento
tico norteamericano que concibe al hombre como marcado por el pecado ori­ internacional parece que son escasos en base a la investigación actual. La va­
ginal y con tendencia hacia el mal. riedad de concepciones en este punto es, con todo, grande. C H APL I N Y K RA­
Sin embargo, ahora nos interesa fijarnos en las teorías de esta clase que WIEC , en un análisis de las teorías de la personalidad existentes como explica­
pueden incluirse dentro de las concepciones científicas 1 bis
. ción del comportamiento a nivel nacional, señalan la existencia de al menos
En este seQtido, debemos mencionar, en primer lugar, las teorías que se doce diferentes teorías 6 • Existe, pues, un amplio panorama de teorías de la
basan en el instinto del hombre para explicar el carácter conflictivo de las rela­ personalidad y un profundo desacuerdo sobre qué elementos son básicos en
ciones sociales. la misma y qué enfoque es el correcto. DE RIVERA refiriéndose al campo in­
El concepto clave desarrollado por los biólogos y los psicólogos para la ex­ ternacional admite la dificultad de encontrar conceptos adecuados para expli­
plicación del conflicto es el de agresión. En términos generales, los psicólogos car la personalidad y descubrir las variables determinantes de la misma, seña-
están de acuerdo en que la agresión debe entenderse en el marco de un estímulo­
respuesta. Hasta fecha relativamente reciente los psicólogos han seguido de cerca
a los biólogos, considerando que la tendencia a la agresividad es innata, perte­ On Agression, Nueva York , 1 966.
� ARDREY, Robert.
2 LoRENZ, Konrad.
nece al instinto del hombre. Surgieron, así, toda una serie de teorías del instin- The Territorial lmperative. A Personal lnquiry in/o the Animals Origtns .

of Property of Nations, Nueva York, 1 966.


4 DOLLARD, John, DooB, Leonard W . , MILLER, Neal E., y otros. Frustration and Aggression,
New Haven, 1 939. Vid . también: MAIER , Norman R. F . , Frustra/ion: The Study of Behavior Wit·
1 WALTZ, Kenneth N . , Man, !he Sta/e, and War. A Theoretical Analysis, Nueva York, 1 954; hout a Goal, Nueva York, 1949; BERKOWITZ, Leonard D . , Aggression. A Social Psychological Analy­
versión castellana: El hombre, el Estado y la guerra, trad. R. G . Lafuente, Buenos Aires, 1 970, p. 25. sis, Nueva York, 1 962.
1 biS Para
estas teorías, además de las obras citadas posteriormente, vid .: FALKOWSK J , Law­ 5RosENZWEIG, Sanford. «An Outline of Frustration Theory>>, en J. McV . HUNT (ed .), Per­
rence S. (ed . ) , Psychological Models in lnternational Politics, Boulder, Co . , 1 980; HoPPLE, Ge­ sonality and the Behavior Disorders, Nueva York, i 944; McNEIL, Elton B., «Psychology and Ag-
rald W. (ed.), Biopolitics, Political Psychology and lnternational Politics: Toward a New Disci­ gresiom>, Journal of Conflict Resolution, vol. 3 ( 1 959).
pline, Londres, 1 982; ÜPPENHEIM, A. N. «Psychological Aspects», en M . LIGHT y A . J . R . GROOM 6 CHAPLIN, James P . , y KRAWIEC, T. ·s . Systems and Theories of Personallly,
.
Nueva York ,
(eds.), International Relations. A Handbook of Curren/ Theory, Londres, 1 985, p. 201 -2 1 3 . 1 968 .
I N I I( < I I I I I o 1 1< 1// \ 1 \ ' , 1; 1 1 \< 1 < 1 1 1 1 ' , 1 / 1 1 1 1 ( /1 \ o 11 1/l \ 1 1 '
1 1\:• l( l · l t \ ( 1 ( I N I ' , I N 1 1 IU l ¡ \ 1 I ( I N t\ 1 1 ' • e ' J I\ le 1 1 1 < 1 1; 1

· 1 1 1 1 · h u s u s p · · l o�
1 e r n a n i �' i es 1 o
!ando la act ual ignorancia en que 1 1 0 s C l l t O u l r ;. I I I I OS a , · 1 ·a d . 1 1 t odo ca o , tanto estos como ot ros est udios han pue t o d
de la dinámica de la misma • l i m i t ad os efectos de la personalidad en términos de compor tamien to mter­
7

� a per­
¡
A pesar de estas dificultades iniciales no han faltado en el campo de las n aci onal. En un trabajo realizado por H OLSTI sobre las diferen cias en
relaciones internacionales intentos de explicar el comportamiento internaci - cepción de hostilid ad en 19 líderes, en 1 9 1 4, su .co �clusi?.n es que las diferen­­
nal en base a la personalidad de los dirigentes. cias en la percepción dependen más de la propia situacw n e� que se ven ��
En el terreno del enfoque psicoanalítico, que toma en cuenta igualmente vueltos que de su propia personalidad internacional ' . A la misma .co�cluswn
9
las características de la personalidad del individuo objeto de examen, son ya llega SIVERSO N al analizar las percepciones de cinco dirigent es egipcws Y de
numerosas las aportaciones. Para D ' AMATO los atributos de la personalidad cinco israelíes durante la guerra árabe-israelí de 1 956 20 . Otros autores, en tra­
deben establecerse en base a dicotomías como «sistémico-personalista», bajos igualmente basados en la personalidad, . coinci den en � firm �r el escaso
« halcones-palomas», «flexibilidad-rigidez» 8 . En sentido parecido se pronun­ tamtento _
mtern acwnal 1.
impacto que la misma tiene en el compor _
cia BARBER al establecer las dicotomías «activo-pasivo» y «positivo-negativo» En definitiva, no puede hoy afirmars e que la persona lidad d � l hombre de
en su estudio de los presidentes de los Estados Unidos 9 . Generalmente estas Estado tenga un papel decisivo en la política exterior de un pais, lo que n?
características se han relacionado con las actitudes sobre la política exterior supone negar la existencia de lazos más o menos explícitos entre la _ personali­
y las soluciones internacionales, toq¡ando sobre todo como punto de arranque dad y el comportamiento internac ional. Con todo, el terreno estudiado es to­
la relación entre autoritarismo y actitudes en política internacional 1 0 • Los tra­ davía tan limitado que cualquier conclusión definitiva es prematura .
bajos concretos realizados desde esta óptica han sido numerosos. Personalida­ Frente a las teorías de la personalidad y el instinto, y como reacción al ca­
des, como \Vilson 1 1 , Lenin, Trotsky y Gandhi 12 , Forrestal 1 3 , McArthur 1 4 , rácter relativamente estático y limitado de las mismas, se han desarrollado las
Kennan Castro, De Gaulle, Johnson, Jruschev 16 y Reagan llamadas teorías de la imagen, que basan su análisis del comportamiento inter­
1 6 bis
'S, han sido ob­ ,

jeto de estudios psicoanalíticos y de personalidad en orden a explicar su actua­ nacional en las imágenes y percepciones que poseen los estadistas. Con estas
ción a nivel internacional. teorías se da entrada a una perspectiva dinámica , por cuanto las imágenes cam­
El empleo de técnicas de simulación ha sido también utilizado en el estudio bian del comportamiento internaci onal.
de la personalidad de los estadistas, sobre la base de observar sus reacciones C omo señala BOULDIN G, la ingenua idea de que reaccionamos fren'te al
ante determinados fenómenos internacionales, bien históricos, como en el ca­ mundo que nos rodea debe ser sustituid a por la toma de conciencia de que reac­
so del trabajo de los HERMANN sobre el inicio de la Primera Guerra cionamos frente a nuestra imagen del mundo: «Debemos reconocer que las per­
Mundial 1 7, bien hipotéticos, como en el caso de estos mismos autores respec­ sonas cuyas decisiones determinan las políticas y las acciones de las naciones
to de la decisión de contraataque 18 . no responden a los hechos "objetiv os" de la situación . . . , sino a su "imagen"
de la situación . Es lo que pensamos que es el mundo, no lo que realmente es,
7
DE RIVERA, Joseph H . , The Psycho/ogica/ Dimension of Foreign Policy, Columbus, Ohio, .
1 968, p . 1 68. lo que determina nuestro comportamtent o» 22 . .
Estas imágenes reflejan un proceso de percepción selectiva e mcluso distor­
.
8 D' AMATO, Anthony, «Psychological Constructs in Foreign Policy Prediction>>, Journal of
Conflict Reso/ution, vol. 1 1 ( 1 967), p. 294-3 1 1 .
9 BARBER, James David, The Presidential Character: Predicting Performance in the White sionadora, causado por la visión histórica tradicional que se tiene de ot:os �sta­
House, Englewood Cliffs, N . J . , 1 972, p . 1 1 y 1 2 . dos transmitida a través del sistema educativo, los medios de comumcacwn Y
10 Vid . ScoTT, William, «Psychological and Social Correlates of lnternational Images», en
H. C. KELMAN (ed.), lnternational Behavior: A Sociai-Pycho/ogical Analysis, Nueva York , 1 965,
otr�s canales de socialización. La expresión «imagen» puede definirse, por tan­
to, siguiendo a KELMAN, como «la representación organizada de un objeto en
un sistema cognoscitivo intelectual» 23. La imagen es, así, un producto de los
p . 90.
11 GEORGE, Alexander L . , y GEORGE, Margaret, Woodrow Wilson and Colonel House: A Per­
sonality Study, Nueva York, 1 964.
12 WOLFENSTEIN, E. Víctor, The Revolutionary Personality: Lenin, Trotsky, Gandhi, Prince­
ton, 1 967.
1 3 RoGow Arnold A . , James Forres/a/. A Study of Personality Politics and Policy, Nueva
,
Delay: Characteristics lnfluenc ing Decision_-Makers Respons es to the
Simulati on of an Unidenti ­
York, 1 963 . Journal of Confite/ Resolutw n, vol. 18 ( I 974), p. 75 106.
14 D E RIVERA, Joseph H . , The Psycho/ogica/ Dimension of Foreign Po/icy, op . cit.
1 9 HoLST I , Ole R . , «Individual Differences in 'Defmllwn of the Sltuauon >>, Journal of Con
fied Attack» , � _ , _

¡-
1 5 D E RIVERA, Joseph H . , /bfdem.
16 HERMANN, Margaret G . , «Leader Personality and Foreign Policy Behavion>, en J . N. Ro­ flict Reso/ution, vol. 1 4 ( 1 970), p . 303-3 10.Perception in Internauonal . . .
Cns1s: the Case of lsrae '
SENAU (ed.), Comparing Foreign Policy. Theories, Findings, and Methods, Nueva York, 1 974.
20 SIVERSON Randolph M . , «Role and Nauon s>>, Interna /lona/ Orgam .­
and Egyptean D�cision-Makers in National Capitals and
the Umted
· K enned Y an d
Vid. también: <<When Leader Personality will Affect Foreign Policy: Sorne Propositions», en J .
N . RoSENAU, ed., In Search of G/oba/ Patterns, Nueva York , 1 976, p . 326-333. zation' vol 27 ( 1973), p. 329-345 . . K . , ceA Test of the Mirror-lmage HypotheSIS:
16 bis DALLEK, Robert, Ronald Reagan: The Politics of Symbolism, Cambridge, Mass. , 1984. 2 1 EcK � ARDT, W . , y WHITE, R
l Nazl j_ ;
969), �- 5
Khrush ckev>>, Journa l of Conflict Resolut ion, vo . 1 1 ( 1 967), p. 325-332 ; CHOUC RI, ' he
J
l of Confhc t Resolut /On,
>>, en J. N. RosENAU (ed.),
' 7 HERMANN, Charles F . , y HERMANN, Margaret G . , «An Attempt to Simulate the Outbreak
of World War 1», en J . N . ROSENAU (ed.), lnternational Politics and Foreign Policy. A reader Perce tual Base of Nonalig nment>> Journa vol. 13 ( 1 ·

2/BOULDJ NG, Kenneth . ccNational lmages and Internauonal Systems


! 8 HERMANN, Charles F . , HERMANN, Margaret G . , y CANTOR, Robert A . , <<Counterattack or
in Research and Theory, ed. revisada, Nueva York, 1 969, p . 622-639.
Study of lnterna uona1 R e, -
lnternational Politics and Foreign Policy, op. cit.,
23 KELMAN , Herbert c . , c<Social Psychological Approaches to the
p. 423 . .

_
.! · l li l 1 1 1 1� 11 1 1 · 1 1 1¡ 1 \ \ ' 1'1
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1 1 1 N 1\ 1 1\ : , l\ 1 1 i\ 1 1 1 1 N 1 · , 1 1'1 1 1 1\ \ 1 1 1 1 1J \ 1 1 :, 1 1 > 1 ' .1
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l l: r c l a · i o n a d o con l o a n t e r i o r cs l á l o q u e se d e n o m i n a e l H H � li i s i s d e G O n t · 1 1 i t l o .
nas que piensan acerca de él. No hay, sin em ba rgo , una sola i m agen · i n que en el anál i s i s en textos orales y escritos de d et e rm ina d a expresio­
onsiste
n es cuya repetición y uso sirve para determinar las actitudes de los que las
1 1 1 1 1•
chas, pues todos los individuos, en función de sus propias expe r i en c i as y ITl C l l ­
sajes recibidos, tienen una imagen propia. A la teoría de la imagen, sin embar­ emplean 29 •
go, le interesa sobre todo la imagen que tienen los gobernantes, en cuanto afecta Las críticas que se han dirigido a todas estas teorías que tratan de explicar
el comportamiento internacional en base al instinto, la personalidad o las per­
·

al comportamiento internacional 24 •
Particular interés tiene entre las teorías de la imagen la que se denomina cepciones, son variadas y numerosas. SULLIVAN señala que es difícil teorizar
«imágenes de espejo». Su desarrollo ha sido sobre todo consecuencia de los sobre qué variables o atributos de la personalidad tienen exactamente un tipo
intentos de los psicólogos sociales de entender la Guerra Fría entre los Estados de efecto en una concreta situación, permaneciendo la mayoría de los trabajos
Unidos y la Unión Soviética. Esta teoría se basa en la presuposición de que en este campo en un nivel circunstancial, sin que haya sido posible elevarse
los pueblos de los Estados enzarzados en una confrontación prolongada y hostil al nivel de la teoría. Además, apunta la enorme dificultad que supone medir
desarrollan actitudes fijas y distorsionadas que son totalmente similares. Ca­ los determinantes de la personalidad. Todo ello, concluye, hace imposible cual­
da pueblo se ve a sí mismo como virtuoso y amante de la paz y al contrario quier tipo de teorización en este campo 30 . JERVIS apunta como fallos de es­
como imperialista y deseoso de la guerra 25 • tos estudios el hecho de haberse fijado más en los factores emocionales que
Como hemos señalado, la mayoría de los estudios de este tipo se han cen­ en los propiamente cognoscitivos, el que casi todos los datos en los que se ba­
trado en las relaciones soviético-americanas durante la guerra fría 26 , pero no san estas concepciones derivan de experimentos de laboratorio, el que la ma­
han faltado aplicaciones de este enfoque a otros conflictos internacionales, como yoría de los análisis tienen un fuerte sesgo político, por cuanto se centran en
la guerra de Vietnam 27 • el conflicto en general y en la Guerra Fría en particular, y el que ignoran la
La teoría de las «imágenes de espejo» ha tenido especial desarrollo en la estructura del sistema internacional' y el conjunto de fuerzas que actúan en el
década de los sesenta, siendo en gran medida su objetivo práctico reducir la mismo 3 1 . En definitiva, puede decirse con DOUGHERTY y P FAL TZGRAFF que
tensión en las relaciones soviético-norteamericanas y el riesgo de una guerra si es innegable que los mecanismos biológicos y psicológicos de los i ndividuos
caliente. Consolidada la coexistencia pacífica, este enfoque ha perdido interés tienen alguna relacion con el conflicto y la guerra, más indirecta que directa
¡:ior parte de los especialistas. Además, su aplicación en el campo de las rela­ y más remota que próxima, no puede, sin embargo, concluirse que los impul­
ciones internacionales se ha demostrado muy limitada. sos biológicos y psicológicos sean las causas de la guerra y de la paz 32.

Otra teoría que se ha desarollado desde la perspectiva de la teoría de la ima­


gen es la que se centra en un marco más omnicomprensivo, utilizando la no­ b) El estudio del proceso de toma de decisiones
ción de «sistemas de creencias». Esta noción opera como un elemento de orien­
tación o filtro de las imágenes que los individuos se forman del oponente o Al igual que hemos señalado en el caso de la teoría de los sistemas y su
colaborador. Tal enfoque se ha aplicado en especial para estudiar el compor­ aplicación al estudio de las relaciones internacionales, el análisis del proceso
tamiento de la Unión Soviética en base a lo que se considera el sistema de
Richard, A. y NoRTH, Robert C . , «Measuring Affect and Action in International Reactions
creencias básico de los dirigentes de la misma, así como las reacciones de los BRODY,
Models: Empírica! Materials from the 1 962 Cuban Crisis», en J. N. RosENAU (ed.), Ibídem, p .
Estados Unidos de acuerdo con su propio sistema de creencias 28 • Intimamen- 679-696; SULLIVAN, Michael P . , «Commitment and the Escalation o f Conflict>>, Western Political
Quarterly, vol. 25 (1972), p . 28-38; STASSEN, Glen H . , <<individual Preference vs. Role Constraint
in Policymaking: Senatorial Response to Secretaries Acheson and Dulles>> World Politics, vol. 25
lations: Definitions and Scope>>, en lnternational Behavior: A Sociai-Psychological A nalysis, Nueva (1972), p. %-1 19; BERNSTEIN, Robert A . , y ANTHONY, William W . , <<The ABM lssue in the Senate,
York, 1 965, p. 24. 1 968- 1970: The Importance of Ideology», A merican Political Science Review, vol. 68 (1974),
24 Para un completo estudio de este punto, pero sobre todo de la cuestión de cómo cambia p. 1 . 1 98-1 .206.
una ima�en, de la manipulación de imágenes por los actores y de los mecanismos y procesos de 29 Vid . : LASSWELL, Harold D . , The Comparative Study oj Symbols, Stanford, Cal . , 1 952;
percepcton, v1d. : JERVIS, Robert, The Logic of lmages in Jnternational Relations' Princeton 1 970·
' '
Poo L , Ithiel de Sola, Symbols oj Jnternationalism, Stanford, CaL , 1 95 1 , y The Prestige Papers:
Y Perception and Misperception in Jnternational Polilics Princeton 1 976 . A Comparative Study of Political Symbols, Cambridge, Mass . , 1970; GEORGE, Alexander L . , Pro­
25 GLADSTONE, Arthur, <<The Conceptton of the Enemy>>, Journal of Conflict Resolu<ion, vol.
.


'
paganda A nalysis, Evanston, I 1 1 . , 1 959; ANGELL, Robert C . , <<Social Val u es of Soviet and Ame­
3 ( 1 959), p. 1 32. rican Elites: Content Analysis of Elite Media>>, Journal oj Conflict Resolution, voL 8 ( 1 964), p .
26 Vid . : BRONFENBRENNE R, Uri. <<The Mirror lmage in Soviet-American
Relations: A Social 330-385; S 1 NGER , David J . , <<Soviet and American Foreign Policy Attitudes: Content Analysis of
Psychologist ' s Report>>, Journal of Social Issues, vol . 17 ( 1 96 1 ), p. 45-56; ECKHARDT, William, Elite Articulation>>, Journal of Conflict Resolution, voL 8 ( 1 964), p. 424-485 ; NORTH, Robert C . ,
Y WHITE, Ralph K . , <<A Test of the Mirror lmage Hypothesis: Kennedy and Khrushchev>>, Jour­ y otros. Canten! A nalysis, Evanston, ! 1 1 . , 1 963; HOLST 1 , Ole R . , Canten! A nalysis for the Social

nal of Confilct Resolut10n, vol. 1 1 ( 1 967), p . 325-332; y 0S_$'00D, Charles E . , <<Analysis of the Sciences and Humanities, Menlo Park, CaL , 1 969.
Col War Mentahty», Journal oj Social lssues, vol . 17 ( 1 96 1 ) , p. 1 2- 1 9. 30 SULLIVAN, Michael P . , Jnternational Relations: Theories and Evidence, Englewood Cliffs ,
WHITE, Ralph K . , <<Mlsperceptton and the V1etnam Wan>, Journal of Social Jssues, voL N . J . , 1 976, p. 59-62.
22 ( 1 966), p. 1 - 1 6. 31 J ERVIS, Robert. , Perception and Misperception . . . , op. cit . , p. 3 y 4.
28 Vid . : HoLSTI, Ole R . , <<The Belief Systems and National Images:
A Case Study>>, en J . N. 32 DouGHERTY, James E . , y PFALTZGRAFF, Robert L . , Contending289 Theories oj lnternational
y 290.
ROSENAU (ed.), lnternat10nal Po/¡f¡cs and Foreign Policy, op. cit., p. 543-550; HOLSTI, Ole R . , Relations, A Comprehensive Survey, 2 . ' ed . , Nueva York, 1 98 1 , p.
1 ¡ \ • , 1( 1 1 ;\ 1 1 1 1 N 1 ' , 1 1 J 1 1 1\ 1 J \ 1 1 1 1 1� ,\ 1 1 ' , < 1 1 � 1< ' 1 1 < 1 1{ l ¡\ \ 1 o 1 ' .1 1 1 ' 1 1 N 1\ .' ., 1

de t oma de decisi nes va a s u pon ·• LJJI inq o • l a n l c p!l�l • n d · l u n k t· n ('! d ·� 1 1 1 1 0•


S /\ P I N . eiialaban en 1 954, en u n t rabaj que supone el i nicio del ·1náli ·is d e l
llo teórico de las relacione i n t ernacional e .
pr e so de toma de decisiones y la apertura del nuevo enfoque en el estudio
Aunque la noción de toma de decisiones y sus efect os a n i ve l i n lc rn a · i o n : d de la política exterior a que nos hemos referido, <<Una de nuestras premisas
ha estado presente en el estudio de los fenómenos internacionales ele de l l a
tiempo, sólo a partir de los años cincuenta se desarrollará una teoría del pro­
·e
metodológicas básicas es definir el Estado por sus órganos decisorios -aquellos
ceso de toma de decisiones con características propias dentro de la amplia co­ cuyos actos autorizados son a todos los efectos los actos del Estado-. La ac­
rriente del behaviorism o. Así, antes de que esta teoría tome carta de nat urale­ ción del Estado es la acción realizada por los que actúan en nombre del Esta­
za en los estudios internaciona les, los psicólogos, los economistas , los politó­ do. Por consiguiente, el Estado en sus órganos decisorios» Con ello, al estre­ 35.

logos habían ya centrado su atención en este aspecto de la vida social. En con­ char el objeto de investigación desde el Estado como colectividad a ��� � nid �­
creto, la primera aportación en este terreno, en un plano teórico, se remonta des responsables de la toma de decisiones se pretendía hacer el anahs1s mas
al economista matemático BERNOULL I en 1 73 8 . preciso y susceptible de un estudio sistemático. .
En el campo concreto de los estudios internacionales el impacto de dicha Existen numerosos enfoques sobre el análisis del proceso de toma de deci­
teoría va a ser importan te, en cuanto viene a marcar en cierta medida el paso siones, algunos de ellos con características muy diferentes. Estos van des�e la
de las concepciones tradicionales .a las concepciones científicas , así como la consideración de la toma decisiones como una opción abstracta entre posibles
toma en consideración de una nueva perspectiva a la hora de ver al Estado alternativas de máxima utilidad hasta su consideración como un proceso gra­
como actor de las relaciones internacionales Tradicionalmente, el Estado no dual que contiene opciones parciales y compromisos entre grupos _ �e inte�e �es
33 •

sólo era considerado como el principal actor de las relaciones internacio nales, y presiones burocráticas, si bien con frecuencia su centro de atencwn se dmge
y, en consecuen cia, las relaciones interestatales como el objeto de estudio, si­ al estudio de la toma de decisiones en situaciones de crisis, tanto porque en
no que además se asumía que las actividades de los gobiernos que operaban ellas generalmente el comportamiento y proces_o decision �l se presenta �á � ní­
en nombre de los Estados en la esfera internacional podían estudiarse como tido que en situaciones normales, como por la Importancia que el conocimien-
si se tratara de actores monolítico s, unitarios. Se tendía, asi, a considerar las to y esclarecimiento de la dinámica de esas situaciones tiene 36 • • •
Con todo es posible señalar las características más generales de los anahs1s

acciones del Estado análogamente a como se analizaba el comportamiento de de toma de decisiones. En primer lugar, y en general, puede decirse que tratan
los individuos . La consecuencia lógica, aunque no necesaria, era estimar que de explicar el comportamiento externo del Estado desde la perspectiva analíti­
los gobiernos estaban internamente unidos ante el mundo .internacional por ca del Estado antes que desde la del sistema internacional . En segundo lugar,
su deseo ele maximizar el poder y la seguridad. De acuerdo con tal plantea­ estiman que los órganos decisorios, o mejor, los individuos que tienen esa re.s­
miento los estudios de política exterior tendían a explicar el comportamiento ponsabilidad, actúan en el marco de un entorno que incluye tanto el p_rop_w
externo del Estado en términos de lo que PETTMAN ha llamado los «imperati­ sistema político nacional, con todas sus fuerzas y factores, como el pro �IO S}.S­
vos contextuale s», es decir, en base a las realidades geográficas, históricas, eco­ tema internacional . En tercer lugar, la percepción desempeña un papel impor­
nómicas y políticas del entorno'exterior al Estado 34 • Lo externo y no lo in­ tante en una gran parte de las teorías . La decisión no aparece sólo como el
terno era tomado como el más importante determinante del comportamiento resultado casi mecánico de varios factores externos al que la toma, sino tam­
estatal. bién como el resultado de una percepción de la realidad. Es la realidad tal co­
Con el inicio del estudio de la teoría de la decisión se produce un cambio
fundamental, por cuanto ésta no dirige su atención a los Estados como abs­ mo es percibida, y no tal como es, la que determina la decisión . �� cuarto lu­
tracciones metafísicas o a los gobiernos como bloques monolíticos frente al gar, en general, se tiende a considerar el proceso de toma de deciSIOnes como
exterior, sino que trata de iluminar el comportami ento, y los condicionantes un proceso racional, si bien no cabe una generalización estricta en este punto.
del mismo, de los encargados de elaborar la política exterior, en cuanto seres Como ya hemos apuntado, el primer trabajo que se inserta dentro del aná-
humanos sometidos a múltiples presiones e influencias. Como SNYDER, BRUCK
35 SNYDER, Richard C . , B R u C K , H. W ., y SAPIN, Burton, Decision-making as an Approach
ro th«. Study oj Jnternational Politics, (Foreign Policy Analysis Project n . 0 3), Pnnceton, 1 954.
33 Para una amplia consideración del cambio teórico-metodo lógico que supone el inicio
Recogido en HoFFMAN, Stanley H. Teorias contemporáneas sobre las relaciOnes mternac1onales.
del op. cit. , p . 1 9 1 -207 , por la que citamos. Vid. también de los mismos autores, donde se recoge
estudio del proceso de toma de decisiones, vid . : W H ITE, B. P. «Decision-mak ing analysis�>, en
T . TAYLOR (ed.), Approaches and Theory in lnternational Relations, Londres/Nueva igualmente el trabajo señalado: Foreign Po/icy Decision-Making. An Approach ro the Study oj
York, 1 978, Jnternational Politics, Nueva York, 1 962 .
p . 1 4 1 - 1 44 . Para una visión general de este campo de estudio, además de las obras citadas . .
riormente, vid . : SMITH , Steve, «Foreign Policy Analysis», en S. SMITH (ed.), Internation poste­ 36 Nuestra atención, sin embargo, se dirige principalmente al proceso de toma de dec 1 s 1 c;mcs
en términos genéricos. Para una visión de las aportaciones teóricas realizadas a la toma de dec1s1 �
nes en situaciones de crisis, vid . : HoLSTI, Ole R . , «Theones of Cns1s Dec1s10n-Makm •». en 1
al Rela­
y LIGHT, M argot , «Foreign Policy Analysis1>, en M. LIGHT y A. J . R .
lions. British and A merican Perspectives, Oxford/Nueva York, 1 985 , p. 45-55;
y H ILL, Christopher ·

p. 99- 1 36; y TANTER, Raymond. « lnternational Crisis Behavior: A Appra1sal of t hc L l l ra 1 u r � ,,


GROOM (eds. ) , Internatio­
nal Relations, op. cit. , p . 1 56- 1 73. G. LAUREN (ed.), Diplomacy: New Approaches in History, Theory and Policy, Nueva Y or k , 1 97' .

1 975, p . 34.
en M . BRECHER (ed . ) , S!udies in Crisis Behavior, New Brunsw1ck, N . J . , 1 97 9 , p. 340- 7� .
34 PETTMAN, Ralph . , Human Behaviour and World Politics, Londres,
I N I I\ I I i ll jl l I I I N \ 1 \ ' , li l l \ 1 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1\ l l \ 1 1 1 1 / l \ 1 1 ' . 1 !\ .'; l( i • l i\ 1 ' 1 1 \ N I ' , I N I I I( N /\ 1 l l l N i\ 1 1 ' , I I >� H > l l l l li l /\ \ l l i ' ;I I I ' I I N i\ .J \ 1

l i s i s del pro eso d e t 0111a ele d ·cisiones · s ·1 q u · · 1 1 1 1) -1 1 u bl i · 1u1 ' N \' I ) I : t< . d' a 1 1úlisis. Es 1 q ue den m i n a n el marco , « una serie de categoría de fact ores
y cond icione p o t enc ia l me n te relevantes que pueden influir sobre la acción de

BRUCK y SAPIN. Esta primera a p licación s.i st emál ica del a11áli. i de.l pro�.: ·s<'
de toma de decisiones en las relaciones internacionales constituye un i m por­ un E tado». Marco que es externo, y se refiere a los factores y condiciones
tante desafío a las concepciones tradicionales y ha sido considerado por algu­ que rebasan los límites territoriales del Estado, las acciones y reacciones de otros
nos especialistas como un hito crucial en el estudio de la política exterior. E l Estados y las sociedades para las que actúan y el mundo físico, e interno, es
enfoque teórico-metodológico desarrollado por estos autores debe, pues, s.i­ decir, los factores y condiciones que se agrupan bajo las denominaciones de
tuarse, tanto histórica como metodológicamente, dentro del movimiento be­ política interior, opinión pública y posición geográfica 43 .
haviorista. Su enfoque representa el primer intento de aplicar el rigor metodo­ En definitiva, lo que interesa es la génesis y desarrollo de la decisión, que
lógico de las ciencias behavioristas al estudio de la política exterior. definen como «un proceso que conduce a la selección, a partir de un número
El objeto de estudio no es ya una abstracción, sino los dirigentes que actúan limitado, socialmente definido, de proyectos alternativos, problemáticos, de
en nombre del Estado 37 . un proyecto encaminado a conseguir el futuro estado de cosas pensado por
SNYDER, BRUCK y SAPIN pretenden establecer un marco de referencia com­ los órganos decisorios» 44 . Para explicar las acciones de los decisores utilizan,
prensivo antes que una teoría general, si bien consideran que no se puede ana­ pues, tres determinantes básicos: esferas de competencia, comunicación e in­
lizar los fenómenos internacionales sin examinar los procesos en virtud de los formación, y motivación 45 • Las esferas de competencia están constituidas por
cuales se desarrolla la acción política. las características de la unidad u organización decisoria. La comunicación e
En su opinión, la vía más eficaz para lograr una perspectiva sobre la políti­ información hace referencia a las redes de comunicación e información exis­
ca internacional y de encontrar el medio de captar los complejos determinantes tentes dentro de una organización. La motivación indica los objetivos de toda
del comportamiento estatal «es situar el análisis al nivel de un Estado» . Una la unidad de decisión, las normas y valores de los decisores y los valores de
vez establecido el conocimiento del proceso de decisión de un Estado será po­ la comunidad. Sobre esta base consideran que es posible realizar un estudio
sible generalizar respecto de todos los Estados. El modelo de Estado del que del proceso de toma de decisiones, de los elementos que lo determinan, así co­
parten no es un Estado real, sino un Estado de ficción, «cuyas características mo proceder a una comparación de los distintos procesos de decisión. En defi­
s.on tales que nos permiten decir ciertas cosas acerca de todos los Estados rea­ nitiva, con ello estiman que se proporciona una base para describir y explicar
les, con independencia de las diferencias que puedan presentar en algunos adecuadamente la acción del Estado en la esfera internacional . En un plano
aspectos» 38 • Esas diferencias se tomarán en consideración más adelante, en específico, el modelo elaborado por SNYDER. BRUCK y SAPIN se ha tratado
base a una tipología de Estados basada en la organización política básica, los .de aplicar a un caso concreto, la decisión de los Estados Unidos de responder
sistemas de elaboración de decisiones, las ventajas y defectos de dichos siste­ a la invasión de Corea en 1 950 46 •
mas y los tipos de estrategía de política exterior utilizados. El modelo formal La crítica que ha merecido este modelo formal se ha centrado principal­
de Estado que manejan responde al modelo de acción de PARSONS y S H I LS 39 • mente en el pretendido carácter racional del proceso de formación de decisio­
Hablan, así, del «Estado como actor en una situación» 40 • Pero el Estado es nes, así como en el hecho de la intervención de otros factores que dichos auto­
definido por sus órganos decisorios, es decir, que «la acción-del Estado es la res no toman en consideración . Igualmente, se ha señalado la imposibilidad
acción realizada por los que actúan en nombre del Estado» 4 1 . de aplicar este modelo a las situaciones reales. Con todo, como señala MESA,
Sin embargo, estos autores no consideran a los actores como-elementos ais­ su utilidad, aunque limitada, es evidente, pues es posible a través de este mo­
lados, sino como parte del sistema social, tratando de observar cómo los que delo conocer a posteriori las pautas de comportamiento de los -actores- na­
toman las decisiones definen su propia situación. En este sentido dirán que el cionales en el medio internacional 47 • Quizá su principal virtualidad haya sido
primer objetivo analítico es «la recreación del "mundo" de las decisiones tal el abrir nuevos caminos y campos para la investigación de la política exterior.
como ellos lo ven . . . » 42 • Pero no sólo eso, sino que además existen factores En este sentido, nos referiremos a continuación a otros modelos que se han
y relaciones no gubernamentales que han de tenerse en cuenta en todo sistema elaborado sobre el proceso de toma de deciones a partir del trabajo de estos
autores y que han tratado de superar las limitaciones existentes en el mismo.
37 Para una más amplia consideración del impacto de esta obra, vid . : WHITE, B . P., <<Decision­
Making Analysis>>, op. cit., p. 143 y 1 44. 43 SNYDER, R . C . , B R U C K , H . W . , y S A P I N , B . , lbüiem, p . 1195
44 S N Y D E R , R . C . , B R U C K , H . W . , y SAPIN, B . , lbfdem, p. 97 .
Y 1 96.
38 S N Y D E R , R . C . , BRUCK, H. W . , y SAPIN, B . , op. cit., p . 1 9 1 .
39 Vid . : PARSONS, Talcott , y S H I LS, Edward, Toward a General Theory oj Action, Cambrid­ 45 SNYDER, R. C . , BRUCK , H . W . , y S A P I N , B . , lbfdem, p. 205.
46 Vid . : PAIGE, Glenn, The Korean Decision: June
paralive Case Analysis of Crisis Decisions: Korea and Cuba», en Ch . F. HERMANN (ed . ) , lnter-
24-30, 1950, Nueva York , 1 968; Y «Com­
40 SNYDER, R . C . , BRUCK . H . W . , y SAPI N , B . , op. cit., p . 1 93 .
ge, Mass, 1 95 1 .

4 1 SNYDER, R . C . , BRUCK, H . W . , y SAPIN, B . , lbfdem, p . 1 94. E n este sentido, <<sólo los fun­ national Crisis: lnsights jorm Behavioral Research, Nueva York, 1 972, P ·. 4 1 -5 5 . .
cionarios del gobierno han de ser considerados como decisores o actores» (lbidem, p. 20 1 ) . 47 MESA, Roberto. Teon'a y práctica de relaciones internacionales, 2 . ' ed . , Madnd, 1 980.
42 SNYDER, R . C., BRUCK, H . W . , y SAP I N , B . , lbfdem, p. 1 94. p. 1 22.
1 ·1 1 1\J I I< � J I > I I I I 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , l ' l l ¡\ 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1 ·' 1 1 \ t 1 < > 1 1 \ 1 1 ' , r ":. rn · r ;\ � li 1 N r · . 1 N rr r; r 1 ' 1 " > 1 r ' r r ', ' 1 1�" 1 r r 1 '" r , \ r 1 1 · .� r r · 1 1 1 ' ''

En esta l í nea se i nserta e l t ra bajo de ¡\ 1 ' ( ) N sob r' c lu ·rish; d · lo� r n i�i iL:� ·iórr de los pol f t i o impl icados . a opción no e · , pues, neccsariurlll.: lll ·
el
posi

de Cuba, para quien es posible destinguir tres posibles model s e ú r r s1 · •lB r ·sult ado un proceso r ac io n al , sino más bien u n compromiso ent re difc­
r · n t e puntos de vista . El resultado no depende, en consecuencia, de la justifi­
autor, la mayoría de los especialistas explican el comportamiento gubernarnenl'al
en base al modelo de actor racional o modelo «clásico» . En este modelo la cación racional de la política o de procedimientos rutinarios de las organiza-
opción es considerada como el resultado de actos más o menos intencionales iones, sino del relativo poder y habilidad de los implicados 5 3 . En la crisis de
de gobiernos monolíticos basados en medios lógicos para alcanzar objetivos 1 misiles este modelo se refleja en las diferencias existentes entre los miem­
determinados. El modelo representa un esfuerzo por relacionar la acción con bros del gabinete presidencial, los jefes de las fuerzas armadas y la C.l.A., y
un cálculo racional 49 . Se asume que el decisor procura actuar racionalmente, n la dificultad de reconciliar estas diferencias.
es decir, realizar la opción óptima en situaciones perfectamente delimitadas Lo más interesante de los modelos desarrollados por ALLISON reside en que
y netamente definidas, así como jerarquizar y maximalizar las opciones eligien­ no son considerados como alternativos, sino en cierta medida como vías com­
do la alternativa más positiva. Ello supone distinguir claramente los objetivos, plementarias de análisis. Con todo no han estado exentos de críticas, sobre to­
las opciones posibles y las consecuencias de cada opción antes de tomar la do en el sentido de poner de manifiento el carácter contradictorio de los
decisión 50 • La decisión de bloquear Cuba en el conflicto de los misiles sería mismos 54 • Glenn SNYDER y P . DIESING, en concreto, han sometido a veri­
el resultado de tales cálculos. •
ficación algunos de estos modelos en base a su aplicación a cincuenta casos
Sin embargo, este autor estima que, aunque el modelo de actor racional puede de crisis, perfilando tres modelos de elaboración de la política exterior 55 .
ser útil en muchos casos, es necesario que sea completado, e incluso sustitui­ En este camino de perfeccionamiento del estudio del proceso de toma de
do, «por marcos de referencia que se centren en la máquina gubernamental decisiones se ha de mencionar el modelo cognoscitivo-ciberbético desarrollado
-las organizaciones y actores políticos implicados en el proceso político» 5 1 • por STEINBRUNER que pretende ofrecer un enfoque que supere las limita­
56,

De acuerdo con ello desarrolla dos modelos: el Organizational Process Model ciones inherentes en los anteriores modelos. Este modelo basado en el modelo
y el Modelo de Política Burocrática. organizacional, según el cual la decisión es en buena parte el resultado del fun­
El primero considera el comportamiento gubernamental no tanto como el cionamiento de un grupo de organizaciones gubernamentales que operan se­
resultado de una opción racional y deliberada, sino como el resultado de la gún ciertas rutinas o programas determinados, trata, a partir de los datos ·de
acción de distintas organizaciones que sólo parcialmente están controladas por la psicología del conocimiento, de esclarecer las situaciones en las que los de­
los decisores gubernamentales . El gobierno es, pues, visto no como una uni­ cisores se encuentran frente a una gran complejidad e incertidumbre, mostrando
dad sino como un grupo débilmente coordinado de organizaciones semiinde­ cómo el espíritu humano tiende a descomponer los problemas a los que se en­
pendientes sobre las que los líderes sólo pueden ejercer un control parcial. El frenta, con el fin de reducir la incertidumbre de la complejidad Este autor 57•

comportamiento de estas organizaciones está determinado sobre todo por pro­ aplica su modelo al estudio de una decisión política compleja como es el repar­
cedimientos de actuación rutinarios. Las organizaciones operan para resolver to del control de las armas nucleares entre los miembros de la Alianza Atlánti­
problemas de inmediata urgencia antes que para desarrollar estrategias a largo ca a principios de los sesenta. Según STE1NBRUNER el modelo cognoscitivo­
plazo Aplicado al caso cubano, este modelo explica las diferencias entre la
52.
cibernético no es superior a los anteriores, sino que puede simplemente utili­
Fuerza Aérea y la C.I.A., sobre quien debería haber pilotado el U-2 que retra­ zarse como sustituto de los mismos, al proporcionar una explicación cohe-
só el descubrimiento de los misiles, así como la desobediencia de la Armada
a las instrucciones del Presidente sobre la línea de bloqueo.
R I N , Morton H . , «Bureaucratic Politics: A Paradigm and Sorne Policy lmplications>>, Wor/d Po­
5 3 ALLISON. Graham T . , lbidem, p. 1 44- 147. Vid. también: ALLISON, Graham T . , y HALPE­
El modelo de política burocrática interpreta el comportamiento guberna­
mental como el resultado de maniobras políticas. El gobierno es visto como '
filies, vol. 24 (suplemento de primavera 1972), p . 40-79. Para este modelo vid. igualmente: RouRKE,
compuesto de individuos cada uno de los cuales posee un considerable campo Francis, Bureaucracy and Foreign Policy, Baltimore, Md . , 1 972; y HALPER I N . Morton H . , con
la asistencia de Priscilla CLAPP y Arnold KANTER. Bureaucratic Politics and Foreing Policy, W as­
de acción discrecional . El poder está dividido y las decisiones dependen del poder hington, 1 974; H O P K I N S . Raymond F <<The international role of <<domestic>> bureaucracy>>, Jn­
.•

rernational Organization, vol . 30 ( 1 976) p . 405-432.


5 4 Vi� . : STEINER, Miriam, <<The Elusive Essence of Decision11, Jnternationa/ Studies Quarterly,

5 5 SN Y DER , Glenn H . , y DIESING, Paul, Conflict Among Nations. Bargaining, Decision - Making
vol. 2 1 ( 1 977), p . 419.
48 ALL I SON , Graham T . , Essence oj Decision. Explaining the Cuban Missile Crisis, Boston,
1 97 1 . Anteriormente este autor había ya perfilado estos modelos de toma de decisiones, vid . : «Con­ and System Structure in Jnternational Crisis, Princeton, 1 977. Estos tres modelos son el modelo
ceptual Models and the Cuban Missile Crisis>>, A merican Political Science Review, vol . 63 ( 1 969), de utility maximiza/ion, semejante al modelo de actor racional, el modelo de bounded racionality,

1 959, y <<A Behavioral Model of Racional Choice", en H . A. SrMON (ed . ) , Models oj Man: So ·ial
p. 689-7 1 8 . Sobre la aportación de ALLISON, vid . : SMITH, S . , <<Allison and the Cuban Missile Cri­ basado en el modelo desarrollado por Herbert A . S I MON (Administra/ion Behavior, Nueva York ,

and Rational, Nueva York , 1 957, p. 24 1 -260), y el modelo de bureaucratic politics, ya v i S I


sis>>, Journal of lnternational Studies vol . 9 ( 1 980), p. 2 1 -4 1 .
49 AL LI SON , Graham T . , Essence of Decision, p . 4 y 5 , 1 0 y 1 1 .
5 6 STEINBRUNER, John D . , The Cybernetic Theory of Decision: New Dimensions of Poliricol

5 I A L L I SON, Graham T., lbidem, p. 5 .


A na/ysis, Princeton, 1 974.
50 A L LI SON , Graham T . , !b(dem, p . 29 y 30.

5 2 A LLISON. Graham T . , Jbidem, p . 6 , 67-77. 57 STEINBRUNER. John D . , !bidem, p. 47-68.


l l'i l l\ 1 1 1 > 1 1 1 t 11 111 \ 1 \ ' . 1\ 1 1 \t 11 >111 ' , 1 1 11 1 1\ l l \ 1 11 11 1 \ 1 1 · , 1 / \ ,'. 1< 1 · 1 / \ ( ' l t lN I · �· I N 1 1 1\ N i \ 1 11 > N I\ 1 1 • ' , 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1 l l( l ¡\ \ 1 > 1 ' , 1 1 1 ' 1 I N /\ . ' '1 /

ren t e del comport a m i e n t o q m: , d e ; 1 · u · r d o · 0 1 1 < • t 1 o l l i O l k i < • , : 1 p 1 1 1 · ·cl' l n t'O i l i U nes i l l t ernaciona les 6 1 • bn el C<tSO de España e t amo · l da vía dando los pri n lt:·
estúpido, absurdo o incomprensible 58. ros pasos, dominando los estudios jurídicos, y sin que se haya realizado nin­
Finalmente nos hemos de referir a la reciente aportación de B A R R 'A 59 , q u e guna obra de conjunto sobre la elaboración de la política exterior española 62 .

persigue establecer puntos en común entre las teorías de la decisión y l as t eo­ En los últimos tiempos, sin embargo, parece corregirse esa tendencia a cen­
rías del poder y de la negociación a nivel internacional. Trata, pues, de com­ trar los análisis en el ámbito occidental. En este sentido, existen ya algunas
plementar estos dos últimos enfoques con los resultados de la teoría de la dec i ­ obras que se han ocupado del proceso de elaboración de decisiones en los p aí­
sión. El autor proporciona una tabla sinóptica dt: las principales observacio­ ses comunistas y de realizar estudios comparados 63 • Algo parecido está suce-
nes de su análisis, que, en su opinión, es capaz de dar cuenta de específicas
situaciones que no han sido descritas anteriormente y demuestra que las teo­
rías del poder y de la negociación sólo tienen sentido con referencia a la teoría
de la decisión. 6l Vid. entre otros: GEUSAU, F.A.M. Alting von, European Organizations and Foreign Rela­
Como vemos, prácticamente la totalidad de los modelos o teorías sobre el tions of Sta/es: A Comparative Analysis of Decision-Making, Leyden, 1 964; Cox, Robert W . , JA­
COBSON, Harold, y otros, The Anatomy of Injluence. Decision-Making in International Organiza­
proceso de toma de decisiones que hemos estudiado, y muchos otros trabajos /ion, New Haven, 1 973; WALLACE, H . , WALLACE, W . , y WEBB, C . (eds.), Policy-Making in the
a que no nos hemos referido, se.han desarrollado en los Estados Unidos Y se European Communities, Londres, 1977; AYBERK, Uro!. , Le mécanisme de la prise des décisions com­
han centrado en experiencias y situaciones políticas norteamericanas El 59 bis
.
munautaires en matiére des relations internationales, Bruselas, 1 978; MALINTOPPI, Antonio, <<in­
Europeas, vol. 7 ( 1 980), p . 935-946; KAUFMANN, Johan, United Nations Decision Making, Alp­
troducción al análisis del control democrático en el sistema comunitario>>, Revista de Instituciones
gran peligro que se deriva de esto es que existe una indudable tendencia a generali­
zar tales modelos, considerando que pueden ser aplicados a unidades políticas hen aan den Rij n , Holanda/Rockville, Maryl, 1 980; MERLINI , Cesare (ed .), Economic Summits
and Western Decision-Making, Londres, 1 984; y Srzoo, Jan y JuRJENS, Rudolf Th. , CSCE
con características culturales, políticas, ideológicas y socio-económicas dife­ Decision-Making: The Madrid Experience, La Haya, 1 984.
rentes a las propias de los Estados Unidos . En el caso de los procesos de elabo­ 62 Vid. especialmente: LUNA, Antonio de, «El poder exterior>>, en Las relaciones internacio­
ración de la política exterior en las democracias europeas, especialmente en nales en la era de la guerra fria, Madrid, 1 962, p. 1 9 1 -230; HERRERO DE MIÑÓN, Miguel, «En tor­
no al art . 14 de la ley de Cortes (Contribución al estudio del poder exterior)>>, Boletin 1nformativo
el Reino Unido, existen ya algunos importantes trabajos, que han tratado de de Ciencia Politica, vol. 8 ( 1 97 1 ), p. 5 1 -79; MEDHURST, Kenneth N . , Government in Spain. The
tomar en consideración las características propias de estos sistemas y que com­ Executive at Work, Oxford, 1 973; REMIRO BROTONS, Antonio, Las Cortes y la poWica exterior
pletan en cierta medida las aportaciones norteamericanas 60 • Lo mismo cabe española (1942-1976). Con especial referencia a su participación en la conclusión de tratados in­
ternacionales, Valladolid, 1977, y La acción exterior del Estado, Madrid, 1984; GARRORENA, Angel,
decir respecto del proceso de toma de decisiones en el seno de las organizacio-
ALoNso, Faustino, El control parlamentario de la pol(tica exterior en el derecho español, Madrid, 1977;
Autoritarismo y Control parlamentario en las Cortes de Franco, Murcia, 1977; F'ERNÁNDEZ-MIRANDA
AS
CASCAJO C TRO, José Luis, «Notas sobre el control parlamentario de la política exterior», en M .
RAMíREz (ed.), El control parlamentario del gobierno en las democracias pluralistas (el proceso cons­
58
STEINBRUNER. John D . , [b(dem, p. 70. titucional español), Barcelona, 1978, p. 361-37 1 ; PERNAUTE, María Angeles, El poder de los cuerpos
59 BARREA. Jean. «Une approache synoptique des théories de la décision, de la puissance et de burócratas en la organización administrativa española, Madrid, 1978; VIÑAS, Angel, VIÑUELA, Ju­
de la négociation>>, Etudes Internationales, vol. 12 ( 1 98 1 ), p. 25 1 -267. E n una línea superadora lio, EGUIDAZU, Fernando, F'ERNÁNDEZ PULGAR, Carlos, y FLORENSA, Senén . Política comercial exte­
de los modelos anteriores se inserta también la aportación de Miria m STEINER ( «The Searh for rior en España 0931-1975}, 2 vols., Madrid, 1979; VIÑAS, Angel, «Autarquía y política exterior en
order in a disolderly world: worldviews and prescriptive decision paradigme>>, lnternational Orga­ el primer franquismo ( 1939-1959)>>, en Revista de Estudios Internacionales, vol. 1 ( 1980), p. 6 1 -92;
nization, vol . 37 ( 1 983), p . 373-4 1 3). «Li administración de la política económica exterior en España, 1936-1 979>>, Cuadernos Económicos
59 b i s Vid . , por ejemplo, entre las aportaciones más recientes: CATUDAL, Honore M . , Kennedy

and the Berlin Wa/1 Crisis. A Case Study in U. S. Decision-Making, Berlin, 1 980; ÜNEAL, John R . ,
de ICE, vol. 1 3 ( 1980), p. 1 57-272; RODRÍGUEZ CARRIÓN, Alejandro, J . , «Elaboración y control de
la política exterior en un sistema democráticO>>, Revista de Estudios internacionales, vol. 1 ( 1 980),
Foreign Policy Making in Times Crisis, Columbus, Ohio, 1 982; RouRKE, John, Congress and the
Presidency in U. S. Foreign Policymaking: A Study of Interaction and lnfluence, 1945-1982, Boulder,
p. 403-41 7 , y «Regulación de la actividad internacional del Estado en la Constitución>>, Revista
de Derecho Politico de la UNED, n . o 1 5 (otoño 1 982), p. 95- 1 1 8; GuNTHER, Richard, Public Po­
C o . , 1 984; NYE, Joseph S. (ed.), The Making of America's Soviet Policy, New Haven, Conn . , ticy in a No-Par/y State. Spanish Planning and Budgeting in !he Twilight of the Franquist Era,
1 984; DowTY, AJan, Middle East Crisis: U. S. Decision-making in 1958, 1970 and 1973, Berke­ Berkeley/Los Angeles, 1 980.
ley, Cal . /Londres, 1 984; PFALTZGRAFF, Robert L . y RA'ANAN , Uri (eds.), National Security Po­ 63 Vid. entre otros: FARRELL, R. Barry (ed .), Political Leadership in Eastern Europe and the
licy: The Decision-making Process, Hamden, Conn. , 1 984; y STEIN, Jonathan B . , From H-Bomb Soviet Union, Chicago, 1970; RuBINSTEIN, Alvin Z . , BECK, Carl, y otros. Comparative Communist
to Star Wars: The Politics of Strategic Decision Making, Lexinston, Mass. , 1 984. Political Leadership, Nueva York , 1 973; ASPATURIAN, Vernon V . , «Moscow ' s Options in a Chan­
60 Vid. entre otros: VITAL. David, The Making of Brirish Foreign Policy, Londres, 1 968; ver­ ging World>>, en G. K. BERTSCH y T. W. GANSCHOW (eds.), Comparative Communist, San
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drid, 1 977; TENEKIDES. Georges, L 'élaboration de la politique étrangere des Etats et leur securité, mocratic States», The Year Book of World Affairs, 30 ( 1 976), p. 205-222; SCHWAB, Geor­
París, 1 972; SuLEIMAN, Ezra N . , Politics, Power, and Bureaucracy in France. The Administrati­ ge (ed.), Ideologie and Foreign Policy: A Global Perspective, Nueva York, 1 978; DAWISHA,
ve Elite, Princeton, 1 974; WALLACE, William, The Foreign Policy Process in Britain, Londres, K. «Soviet decision-marking in the middle east: the 1 973 october war and 1 980 gulf wan>, Interna­
1 975; y Jos volúmenes colectivos que tratan de una gran parte de los Estados europeos: WALLA­ tional Affairs, vol. 57 ( 1 980- 1 9 8 1 ) , p. 43-59; HOFFMANN, Erik P . , y FLERON, Frederick J . (eds.),
CE, William, y PATERSON, William Edgar (eds .), Foreign Policy Making in Western Europe. A The Conduct of Soviet Foreign Policy, Nueva York, 1 980; LOEWENHARDT, John. Decision Ma­
Comparative Approach, Westmead, Inglaterra, 1978; CASSESE, Antomo (ed.), Parlzamentary Con­ king in Soviet Politics, Londres, 1 98 1 ; LocKWOOD, Jonathan S . , The Soviet View of U. S. Strate­
trol over foreign policy, Alphen aanden Rijn , Holanda/Rockville, Maryl, 1980; CASSESE, Anto­ gic Doctrine: lmplications for Decision Making, New Brunswick, N. J . , 1 983; VALENTA, Jiri y
nio (ed.), Control ofForeign Policy in Western Democracies, 3 vol s . , Padua/Nueva York, 1 982; PoTTER, William C. (eds.), , Soviet Decision-Making for National Security, Winchester, Mass . ,
MERLE, Maree!, La politique étrangere, París, 1 984; y ALLEN, David y PIJPERS, Alfred (eds .), 1 984; y BOBROW, Davis B . , CHAN, Steve y KRINGEN, John A . , Understanding Foreign Policy De­
European Foreign Policy-Making and the A rab-Israeli Conflict, La Haya, 1984. cisions. The Chinese Case, Nueva York , 1 979.
I N I I\ 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 [ / \ 1 \ ' , 1\ 1 1 \e 11 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1\ 1 1 \ c J c c l l \ 1 1 • , 1 \ ' , 1\ 1 1 \1 1 c c 1 11 ' , l r� l l 1\ N ¡\ 1 1 1 1 1� ;\ 1 1 ' , e 1 1 � 1 " J I c l l\ l r\ \ J il:o< I I 'I I N

i"' . P a r l i · u la r i n l ·r ·s r i pü1 l n 1 n i ' I I I O i n l c.: 1 1 1 n · i n u l , nos r ·s •• por es t u d i a r a q u e l l a s concepc i o n es q u e


t
to tratan de elaborar un modelo propio para los E t a d o d e l Te r er M u n d ,
d i e n d o con 1 s pa íse · d e l Tercer M u n d o ' l ll:l l , en ·uüll·

c e n l ran !>U anál isi" en la relaciones e interacciones que tienen lugar entre los
en base a sus características, los trabajos de KORANY 65 . actores que integran el sistema internacional. Este marco teórico es, en cierta
Muchas de estas aportaciones, aunque se mueven en campos que no abor­ m e d i d a , intermedio entre los dos primeros y está en íntima relación y depen­
dan directamente el proceso de elaboración de la política exterior, constitu­ dencia con los mismos, dado que tales interacciones son el resultado de la ac­
yen, sin embargo, la base sobre la que han de construirse los trabajos más di­ ción de los actores y se producen en el seno del sistema internacional. De ahí
rectamente relacionados con el objeto de nuestro análisis. que muchos enfoques que se denominan a sí mismos como sistémicos tengan
Por otro lado, como hemos observado, estos enfoques decisionales limitan cabida en este apartado, dado que limitan su consideración a las interacciones
prácticamente su estudio a un tipo de actor internacional, el Estado, y todo del sistema internacional.
lo más se ocupan en algunos casos de las organizaciones internacionales. De­ Las interracciones que se producen en el sistema internacional son, como
jan, pues, al margen de su consideración toda una larga serie de actores en es lógico, numerosas y de muy distinta naturaleza. Sin embargo, existe un cierto
muchos casos fundamentales de las relaciones internacionales, sin cuyo estu­ número de interacciones específicas que por su significado e importancia han
dio hoy día no es posible explicar los fenómenos internacionales. Los modelos llamado la atención de los estudiosos, siendo objeto de variadas teorías y en­
que desarrollan son modelos estatales y por ello no siempre adecuados para foques. En concreto, y sobre todo, la atención de los especialistas se ha dirigi­
la explicación del proceso de toma de decisiones por parte de otros actores. do al análisis de las comunicaciones sociales, de la guerra, de los conflictos, de
Esta enorme laguna está todavía prácticamente sin cubrir. la negociación y de los procesos de integración. Nuestra atención se va a centrar
En todo caso no debe perderse de vista el carácter limitado que la teorías principalmente en las mismas. Con todo, debemos ser conscientes de que dichas
del proceso de toma de decisiones tienen, por cuanto, por muy ajustadas que teorías se enmarcan dentro del desarrollo de la teoría sistémica de las relaciones
estén a la realidad objeto de estudio, su perspectiva es reducida, se centra en internacionales y que toman como base en muchos casos las teorías de la deci­
un actor o actores y en su comportamiento, prescindiendo de una perspectiva sión. Al igual que estas últimas, las teorías de las que ahora nos ocupamos
global de los fenómenos internacionales y en, suma, de la sociedad internacional. desembocan con frecuencia en la formulación de modelos analíticos que de­
No bastan, pues, estas teorías para explicar las relaciones internacionales. ben considerarse en gran medida como complementarios .
Estas son más que la simple suma o yuxtaposición de las políticas exteriores
de los Estados, de los comportamientos estatales. Su explicación última sólo
puede encontrarse en base a situar estos comportamientos en el marco de los a) Teodas de la integración
procesos que se producen a nivel global y en función de las características es­
tructurales de la sociedad internacional.
Estamos, en definiti�a, ante .Ul} problema ampliamente debatido, el de los Uno de los temas que más interés ha despertado en el campo del estudio
niveles de análisis de la realidad internacional, sobre el que más adelante ex­ '' de las relaciones internacionales ha sido y es el fenómeno de la integración.
pondremos nuestra propia concepción. El fenómeno de la integración, de la formación de una comunidad política por
unión de dos o más unidades políticas, puede situarse a distintos niveles. A
nivel nacional, entre las diversas comunidades que constituyen una comuni­
C) LAS INTERACCIONES COMO CENTRO DE LA TEORJA dad nacional; a nivel regional, entre diversas unidades estatales, y a nivel mun­
dial, entre todas las unidades que configuran el sistema internacional. Por otro
Despues de haber analizado las concepciones «científicas» que toman co­ lado, en cada uno de estos niveles es posible considerar diversas formas de in­
mo centro de análisis el sistema internacional en cuanto tal y el actor y su com- tegración. En todo caso, lo que caracteriza la integración es la existencia de
condiciones que permiten, sin el recurso a la guerra, avanzar en el camino de
64 Vid. entre otros: WILKINSON, David, Comparative Foreign
Relations, Encino, Cal . , 1 969; la superación, de las diferencias, tensiones y conflictos entre las diversas unida­
ROSENAU, James N . , <<Fore1gn Pohcy as Adaptative Behavion>, Comparative Politics, vol. 2 ( 1 970},
p. 365-3 8 7 ; PEDRAJA, Dame! de la, El control constitucional de la polftica exterior en América
des políticas. En este sentido, existe una indudable relación entre las teorías
Latma, MexJCo, 1 97 3 ; MACRIDIS, Roy C (ed .), Foreign Policy in World Politics, 5 . ' ed . , Engle­
de la integración y el· estudio de los conflictos.
wood Cliffs, N . J . , 1 974 .' El estudio de la integración incluye, así, una gran variedad de enfoques y
65 KoRANY. Bahgat, « Les modeles de politique étrangere et leur pertinence empirique pour les teorías, que no son siempre fácilmente reducibles a un esquema clasificatorio .
acteurs du T1ers Monde: en tique et contre-proposition)), Revue International des Sciences Socia­
les, vol. 26 ( 1 974), p. 76- 1 03 ; Social Change, Charisma and International Behavior: Toward a Las teorías de la integración, en cuanto tales, son relativamente recientes;
Theory oj Foreign Policy-Making in the Third World, Leiden. 1 976; «Societal Variables and sin embargo, el problema es ya antiguo, habiendo sido objeto de interés por parte
Foreign Policy-Making in the Third World: Conceptualisation and an Empirical Casi Study)), Journal
oj Socwl Sc1ence, vol. 6 ( 1 978) y «The Take-off of Third World Studies? The Case of Foreign de todos los que de una u otra forma se han ocupado de l<;§.R!:2_blemas inter­
Pohcy>>, World Pollf1cs, vol. 35 ( 1 983}, p . 465-487. nacio -l�s-:-BeSde la perspectiva que ahora nos ocupa, sus orígenes pue0eñ'Si -
. ' ¡ ,( )
1 \'. 1' 1 1 \< 1 1 1 1� 1 · , I N 1 1 1\ N i\ 1 1 1 ! N /\ 1 1 ·. 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1 ! 1\ 1 /\ \ l l l ' ·' 1 1 ' 1 I N /\ /t.1

1 u a rse ...: 1 1 e l perfud 1..: 1 1 1 r · l u s d os • 1 1 · n a s t t l l t t t d i u l


· s. L'S P -c i n l t t ti: t t l t · d 1 · l a t l l i l l l l l ( ! l i t: se i 1 1 S ' l' i ; 1 1 1 l ; t S a p r l
aci o n c · de DEUT . 1-1 , ET 1 N I , P H A L A Y R U . ' t::T ,
. de la aportación de M I T RA N Y , si bien ólo despué" de la ' e • u n c i a ' u cr ra M u 1 1 -
·111 r o t ro · .autores, en línea parecida, distinguen entre enfoque fede­
t ros
dial es cuando verdaderamente las teorías de la integración empiezan a adqui­ ralista, enfoque de las comunicaciones y neofuncionalismo 4 • HODGES, por su
rir las ·características propias de lo que hemos llamado concepcione cient ífi­ parte, señala como principales corrientes la transaccionalista y la
cas y se produce una clara convergencia entre teoqa y práctica. En este punlo neofuncionalista 5•
hay que señalar la influencia ejercida por DEUTSCH y su teoría de las comuni­ Nosotros, siguiendo las distintas fases que GENCO ha establecido en el de­
caciones, que para muchos autores debe insertarse dentro de las teorías de la sarrollo de la teoría de la integración, estática-comparativa, teleológica y
integración. explicativa 6 , y en base a las clasificaciones señaladas, distinguiremos, a efec­
El fenómeno de la integración es, pues, un fenóme,no extremadamente com­ tos analíticos y teórico-metodológicos, entre la corriente federalista, la funcio­
plejo y multidimensional, respecto del cual es difícil encontrar una noción mí­ nalista y neofuncionalista y la revisionista o multidimensional que se desarro­
nimamente aceptada por la generalidad de los especialistas, como ha puesto lla en la década de los setenta en el marco de la concepción transnacionalista.
de manifiesto H AAS Existe acuerdo en que se refiere a la unificación coope­
1•
Bien entendido que, por razones derivadas del carácter que tiene el presente
rativa y no coercitiva. Pero no lo hay repecto de si por integración se significa apartado, no nos ocuparemos del enfoque federalista, por caer fuera de las
un proceso, un resultado o estado { Se trata, en cualquier caso, de dos perspec­ llamadas concepciones científicas, y que sólo, en función de su íntima relación
tivas íntimamente ligadas. De acuerdo con la primera, la integración como pro­ con el neofuncionalismo, nos referiremos al enfoque funcionalista, que ya ha
ceso;el análisis se centra sobre todo en las causas, las variables que caracteri­ sido objeto de análisis al exponer las concepciones clásicas. Nuestra exposi­
zan el desarrollo de ese proceso, perspectiva adoptada por la gran mayoría de ción se centra, pues, principalmente en el neofuncionalismo y en la corriente
los autores que se han ocupado de la integración. En la segunda, la integración crítica que se desarrolla en los años setenta.
como resultado, como situación terminal de un proceso, el objeto que se persi­ Por último, hay que señalar que la gran mayoría de las teorías de la inte­
gue es decribir ese estado, sus características y formas posibles, pudiendo lle­ gración se han centrado en la integración regional y especialmente en el caso
garse a establecer un tipo ideal de integración política, como lo ha hecho de Europa Occidental, si bien en los últimos años tales análisis se han orienta­
ETZIONI . do también hacia otws fenómenos regionales. Hay que hacer notar que ·se ha
Su noción, es, pues, diversa en función de las posiciones adoptadas por sus producido, en el caso de la Europa Occidental, una indudable influencia mu­
estudiosos. Es por ello que al ocuparnos de las distintas aportaciones nos refe­ tua entre el desarrollo teórico y el propio proceso integrador de las organiza­
riremos a sus respectivas nociones. ciones internacionales regionales europeas.
Desde un punto de vista teórico-metodológico pueden, en consecuencia, dis­ Las teorías de la integración que se desarrollan a partir de la Segunda Gue­
tinguirse con bastante nitidez distintas corrientes dentro de la teoría de la inte­ rra Mundial, y especialmente el neofuncionalismo, lo hacen sobre la base de
gración entendida en sentido amplio, sin que, por otro lado, exista un acuerdo la aportación funcionalista desarrollada en el periodo entre las dos guerras mun­
general entre los autores a la hora de formular una clasificación. BRAILLARD , diales. Como ha señalado D E VREE, el funcionalismo proporcionó una alter­
por ejemplo, distingue entre una corriente federalista, que tiene por objeto la nativa a las más tradicionales concepciones del Estado yJa soberanía y planteó
integración en base a la creación de un marco institucional y legal en el que cuestiones de importancia fundamental respecto de la futura organización po­
participan las distintas unidades · políticas, conservando cada una cierta lítica de la humanidad 7 • El funcionalismo se inspira en la ética reformista del
autonomía 2 , una corriente funcionalista en la que incluye tanto a funciona­ fabianismo británico y en las ideas sobre la reco-nstrucción de la sociedad in­
listas propiamente dichos como M ITRANY, como a neofuncionalistas, por ejem­ ternácional desarrolladas por autores como Saint Simon. Sin embargo, su prin­
plo H AAS, L INDBERG y SCHEINGOLD, y una corriente transaccionalista en la cipal fuente de inspiración lo constituye el desarrollo y las experiencias que pro-

1 HAAS, Ernst B . , <<The Study of Regional I ntegration: Reflections on the Joy and Anguish
of Pretheorizing», lnternational Organiza/ion, vol . 24 ( 1 970), p. 607-648. Para una consideración ,3BR AILLA RD , Philippe, Théories des relations internationales, París, 1 977, p. 1 36- 1 3 8 .
COULOUMBIS, Theodore A . , y WOLFE, James H . , lntroductwn to Internaflonal Rela­
4 Vid. :
general de las concepciones existentes en este campo, vid . : GROOM, A. J . R. y HERACLIDES, Ale­
xis, <<l ntegration and Desintegration», en M. LtGHT y A. J. R. GROOM (eds.), lnternational Rela­ tions. Power and Justice, Englewood C1iffs, N. J . , 1 97 8 , p. 282 y 283; y J ACOBSON , Harold K . ,
tions A Handbook oj Curren! Theory, Londres, 1 98 5 , p. 1 74- 1 93 . Networks oj Interdependence. International Organizations and !he Global Po/itical System, Nue-
5 H oDGES, Michae1, <<lntegration Theory», en T. TAYLOR (ed .), Approaches and Theory
va York, 1 979, p. 398 y 399. .
2 Por ejemplo: HENRY, Noel, Vers une Europe Fédérée, Neuchiitel, 1 95 1 ; WYNNER, Edith,
111
World Federal Government in Maximum Terms, Afton, N. Y . , 1 954; C LA RK , Grenville, y SOHN. Jnternational Relations Londres/Nueva York, 1 978 , p. 242 y 243 . •

Louis B . , World Peace Through World La.w. Two A lternatives Plans, Cambridge, Mass, 6 GENCO, Stephen j_, <<lntegration Theory and System Change in Western E4ropc: Th� N,·
1 9 5 8 , 3. a ed. 1 966; versión castellana de la 2. a ed. : La paz por el Derecho mundial, trad. de E. glected Role of Systems Transformation Episodes», en O. R . HoLSTI, R . M. S t VER N, 1 i\ . .
Jardi , Barcelona, 1 96 1 ; H.\ Y, Peter, Federalism and Supranational Organizations. Patterns jor
7 DE VREE, Johan K., Political Integra/ion. The Formation oj Theory and lt ProiJII'I/1,\ , 1
GEORGE (eds.), Change in the International System, Boulder, Col. , 1980, p. 57-59.
New Legal Structures, Urbana, 1 966; FRtEDRICH, Carl J . , Trends oj Federalism in Theory and "

1 972, p. 4 5 .
Practice, Londres, 1 968; RouGEMONT, Denis de, Lettre ouverte aux Européens, París, 1 970. Haya/París,
1 \', 1\ 1 1 \ o H ll l l ' , 1 1 1 1 1 1 \ 1'1 \i l l l l l \ 1 1 ', o ( 1�11 ) 1 1 • HU \ \ l l l ',o 1 1 ' 1 I N \

porcion a el fen
' 1 1 1 ' ·n 1 1 n 1 1 n 1 1 (; V J 1 so · i
dad i n t emacional « fu nciona l » , en el que las u n i d ades
d · l a � or • a n i l'.a · i o n ·� i n i L: I n ; l l' i O n J d t.:�
I I I L: I I O

progreso a partir del siglo X I X 8 . El func i o n a li 1 1 1 s u r •e, a. í 1 1 1 u n a(' ll deo­


� � � c�! Kl' l a tl l

ría del orden internacional, en el periodo entre las dos guerras m u nd i a les, t e­
e
·st a d n b as a d a s
n en riterios territoriales, sino funcionales. La cuestión cla­
niendo en David MITRA NY su principal teórico 9• En los años · c u a ren ve del funcionalismo es, pues, si la integración económica y social llevará ine­
planteamientos son conocidos por los políticos y tecnócratas que empiezt aansusa vitablemente a la integración política. Cuestión ésta que será objeto de impor­
estudiar las posibilidades de poner en marcha un proceso de integración euro­ tante debate y que es el punto de arranque de nuevas; teorías sobre la integración.
peo. El funcionalismo es, de esta forma, más pragmático que teórico Como señala V INCENT, lo que distingue al funcionalismo es que su enfo­
que no es extraño que, salvo en el caso señalado de M ITRANY , haya conoci , por lo que del estudio de las instituciones sociales trata de identificar _el papel que e� ­
do tas instituciones juegan en la sociedad como un todo. Su func10n _ es la contn­
un escaso desarrollo a nivel de la teoría .
Este enfoque suponí a, por lo tanto, una ruptura con los planteamientos bución que hace al mantenimiento del sistema social del que es parte. Junto
dominantes en el campo de las relaciones internacionales. Frente al énfasis a ello también es clave la noción de interrelación entre todas las partes de la
la concepción realista , domin ante en Jos años treinta y cuarenta, ponía enque sociedad. De ahí su analogía del organismo social con los organismos biológi­
carácter competitivo y conflictivo de las relaciones internacionales, el funcio­ el cos y el peso que en esta teoría tiene la antropología social 10 • . • •

nalismo rechazaba el postulado de la irreductibilidad del Estado y de la preva­ La reacción que en la década de los cincuenta se produce en la Ciencia poh­
lencia de los intereses estatales e� el marco internacional y proponía una tica norteamericana, bajo la denominación genérica de behaviorismo, unida
cooperativa orientada hacia la integración y la paz. vía a las críticas que recibe el funcionalismo, dará lugar al desarrollo dentro de
El postulado inicial del funcionalismo es, así, que la unidad política domi­ la teoría de la integración de un nuevo enfoque teórico-metodológico conoci­
nante de la socied ad internacional, el Estado , aparece cada vez más claram do con el nombre de neofuncionalismo. Si el término «neofuncionalismo» es
te como inadecuada para satisfacer las necesidades de la human idad, dado que en­ acuñado en los años sesenta por SCBMITTER la teoría en cuanto tal inicia 11,

tiene que circunscribirse a un territorio limitado cuando las necesidades del hom­ sus primeros pasos en la década anterior. ..
El neofuncionalismo combina la tradición federalista relativa . a la umfica­
bre sobrepasan las fronteras estatal es. Como ya señalamos, al estudia la obra
de M ITRAN Y dentro de las concepciones clásica s, esta corriente, más rque ción política y económica de las regiones internacionales con el énfasis f�ncio­
teoría, es una filosofía cuyo objetivo es eliminar las fricciones inherentes auna las
nalista en el cambio gradual y acumulativo como respuesta a las necesidades
relaciones interestatales. En la formulación inicial de MITRANY el progreso po­ que se desarrollan en los sectores técnicos y e�onómi� os. El �refijo <<ne� » se
lítico hacia la integración descansa en una base socio-económ ica, y sólo una refiere a una revisión de la visión del proceso mtegrativo propio del funcwna­
veZlá sociedad internacional se haya organizado en una vía funcionalista lismo en el sentido de construir una nueva teoría basada en planteamientos en
u nconju nto de organizaciones satisfaciendo las múltiples necesidades, la posi­ , con cierta medida diferentes. De esta forma, ambas corrientes tienen puntos en co­
bilidad de la guerra desaparecerá. De esta forma, para el funcionalismo, en mún. Como señala PENTLAND, ambas ven la integración como un desarrollo
sus primeras version es, la guerra no es algo consubstancial al hombr gradual y acumulativo a través de los lazos que se van estableciendo e�tre los
viene determinada por la estructura del presente sistema internacional. e sino que sectores socio-económicos, si bien el neofuncionalismo atribuye al sprl/-over
proceso integrador es acumulativo, de forma que el desarrollo funcionalEste un carácter menos natural y más político. Ambas ácentúan los elementos ins­
un campo engendra tipos similares de cooperación en otros. Existe, así, un en trumentales y utilitarios de la política a costa de lo no racional Y simbólico.
ceso de «rami ficación», en palabras de M ITRAN Y, un spil/-o ver, que eventu pro­ Ambas se preocupan de la interacción de los grupos de interés y de los tecnó­
mente podrá llegar a afectar incluso a la propia soberanía estatal, cambi al­ cratas internacionales, aunque los neofuncionalistas acentúan más el aspecto
radicalmente la estructura del presente sistema intern acion al. Es decir, ando conflictivo que los intereses comunes. Y ambas se basan en la fuerza i �pulso­
tual lealtad al Estado de los individuos es progresivamente reemplazadala ac­ ra de las condiciones socio-económicas para estimar que el proceso de mtegra­
nuevas lealtades hacia las unidades que van formándose, pudie ndo desempor ción está en marcha Sin embargo, dado el sentido más pragmático que teó­
12.
bo- rico que, como indicamos, tiene el funcio��lismo, no pue�e �xtrañar qu_e HAAS
haya podido desarrollar su obra The Unrtrng of Europe 3 sm referencia algu-
na a la aportación de M ITRAN Y .
8 Vid . PENTLA ND, Charles, «Functio nalism and
Theorie s of l nternati onal Political l ntegra­
tion>>, en A. J. R. GROOM y P. TAYLOR (eds .), Theory and Practice
in Jnrernationa/ Re/at.ions,
R. J . , «The Functions of Functionalism in International Relations>>, The YPar
Nueva York, 1 97 5 , p. 1 6 .
9 MITRAN Y, David, The Progress of lnternational Governm ent, 10

.
V!NCENT,
New Haven, 1 93 3 ; A Wor­
, ,
1 1 SCHMITTER, Philippe c . , «Three Neofunctional Hypotheses about lnternauona 1 l n l
king Peace System. An Argument jor the Functional Deve/opmenl oj Jnternational Organization Book oj World Ajjairs, 27 , ( 1 973), p . 3 3 3 .
( 1 943), 4 . ed . , Londre s, 1 946; <<The Functio nal
a ! ', ' "
Approa ch to World Organiz ation>>, Jnrernario­
PENTLAND, c. c . , «Neofunctionalism >>, The Year Book oj World Ajjmrs, 27 ( 1 97 ).
nal Ajjairs, vol . 24 ( 1 948); y «The Prospects of Europea tion>>, Jnternational Organization, vol. 23 J l 969), p . 1 6 1 - 1 66 .
Journa/ oj Common Market Srudies, vol . 4 ( 1 965), p. 1n1 9-I ntegrati
1 49.
on: Federal or Functio nal?».
12
.
p . \(,.¡

13 HAAS, Erns B., The Uniting of Europe, Stanford, 1 95 8 .


.'h · l 1 \ ' , 1( 1 1 \< 1\ > '1-1 1 ; . I N 1 1 ) ( N ¡\ < 1 1 I N ¡\ 1 1•;, 1 1 1�11 1 l l• c 1 1\ l i\ \ 1 > 1 ']1 1 1 ' 1 I N /\ .' 1 > �

E l neo fu nc i o n a l i S I I I O se i n � C i l a , I J I I '8 , (; 11 Li 1 1 1 1 1 ·o 1 . In 1 1 1 1 ' V I l ' i l: l l · i n p o i


1 1 al ·tmce de su i m p l icación m u t u a ) , ya i n t en s � ricaJ_Jdo
tica norteamericana, al igual que l a a p l icac ión de la t co . r f a dt: 1 s si:;t ·1na · 1 1
· i o11ado ( · x k n < l i •nd
s u i m p l i caci ó n e n e l ector original (incremen tando el nivel d e
mutua un p l lca �
las relaciones internacionales y el análisis del proceso de to m a d e deci. i o n es . i ó n ) , ya ambos» 7 • El 1
spill-over es considera do como un _
mexorabl e Y casi
El impacto de ese movimiento es evidente en la teoría de la integración . f-re n t e a u t o m á t i c o proceso. ·
al carácter prescriptivo y práctico del funcionalismo, el neofuncionalismo s e ocu­ En consecuencia, los neofuncionalistas acentúan no tanto el desarrollo de
pa sobre todo de elaborar una teoría. En el campo metodológico las diferen­ valores comunes , como el carácter pluralista y conflictivo de la sociedad , com­
cias son aún más notables. La tendencia behaviorista hacia la cuantificación puesta de grupos competi dores y de intereses en conflicto. En vez de tratar la
y la indagación empírica se hace patente en el neofuncionalismo, lo mismo que integración como una condició n en la cual el consenso político y los valores
el método comparado. comunes están ya desarrollados , consideran la misma como un proceso en el
En definitiva, el neofuncionalismo pone su énfasis en el proceso político que las élites políticamente significativas redefinen gradualmente sus inter�ses
antes que en el contenido y las consecuencias 14• La principal diferencia, des­ en términos de orientación regional en vez de nacional, y ello no por motivos
de un punto de vista metodológico, es el énfasis que pone en la elaboración, altruistas sino porque perciben que las institucio nes supranacionales son la mejor
modificación y verificación de sus hipótesis. vía de satisfacer sus intereses egoístas • 1 8
Si bien el neofuncionalismo incluye diferentes enfoques, algunos de los cuales La dinámica del proceso se consider a, de este modo, que funciona en favor
se apartan de la concepción gey{eral inherente al mismo, como veremos, in­ e
de la integración política, a pesar de las tendencias desintegradoras. Los pri- ·

cluso algunos autores, como HAAS, han ido modificando con el tiempo algu­ meros pasos hacia la integración son económicos pero tienen implicaciones ��­
nos de sus planteamientos, es posible en términos generales establecer las lí­ líticas importantes en el sentido de que necesariamente suponen la d�l�gac10n
neas maestras de esta concepción. La imagen que domina su visión del proce­ de competencias políticas . En este sentido el aparato de toma de declSiones se
so integrador es la del desarrollo político nacional. Como indica PENTLAND, inclina siempre hacia la integraci ón. La dinámica integradora es, pues, en gran
se basa en tres postulados claros: la presunción de que la región en proceso medida imparab le. En este proceso , las variables son múltiples, sin que sea po-
de integración constituye un sistema político único; el concepto de cambio po­ sible su explicación en base a una única variable . .
lítico en cuanto desarrollo vertical y horizontal, y la atención que presta a las La formulación de la concepc ión neofunc ionalesta , tal como la hemos ex­
instituciones centrales que aspiran a gobernar el sistema regional 1 5• Para los nte a y a su obra E: 1 9: En
puesto, se debe inicialme HAAS The Uniting of urope
neofuncionalistas la simple evidencia de la existencia de interdependencias en base a su aportación el neofuncionalesmo ha dominado el estudio de la mte­
una región internacional con un aparato rudimentario común de toma de deci­ gración regional hasta fecha relativamente reciente. La �portaci.�n de � AAS
siones es suficiente para indicar la existencia de un sistema político primitivo se centra, sobre todo, en el estudio de casos concretos de mtegracwn regiOna l,
y proporcionar un punto de arranque para su análisis. De ello se deriva que que analiza en base a un elaborad o marco teórico. . .
En esta primera obra, en la que estudia la CECA, defme �a mtegrac�on co­
. ,

los neofuncionalistas no encuentran una distinción fundamental entre los sis­


temas políticos nacionales e internacionales y que la política es definida como mo un «proceso por el cual los actores políticos de varias un�dades na�I ? nales
un proceso. La política, en este sentido, como apunta PENTLAND, no se refie­ distintas están convencidos de desviar sus lealtades, expectativas y actividades
re tanto al bien común o actividades eminentemente políticas, como la defensa políticas hacia un nuevo centro, cuyas instituciones poseen o dema�dan juris­
y la política exterior, cuanto al modo en que los valores son dispuestos autori­ dicción sobre Jos Estados nacionales preexistentes». El resultado fmal de este
tariamente por grupos de personas. La idea de la política como proceso permi­ proceso, añade, «es una nueva comunidad �olítica, sobreimpuesta a _ las
te, así, al neofuncionalismo ocuparse de una amplia variedad de entidades den­ preexistentes» 20 . Para HAAS esta nueva comum dad puede ser federal,. umta­
ao del mismo marco analítico. La representación de la integración política co­ ria o confedera!; sin embarg o, es el sistema federal el que toma como mqdelo
mo un proceso en desarrollo con dimensiones verticales y horizontales refleja, de la comunidad política que surge al final del proceso Posteriormente, es�e 21 •

así, una precisa analogía con el desarrollo político nacional 1 6 • autor irá variando su modelo de comunidad política integradora hasta consi­
El mecanismo del desarrollo es el spill-over, que puede definirse, siguiendo derar la supranacionalidad como el modelo hacia el que tiende el proceso de
a SCHMITTER, como «el proceso por el cual los miembros de un esquema integraci ón. En este sentido afirmará que «supranacionalidad, no federació n,
de integración -de acuerdo sobre algunos fines colectivos en base a diferentes confederación u organización intergubernamental, parece ser la adecuada res-
motivos, pero desigualmente satisfechos con el logro de los mismos- tratan de
resolver su insatisfacción, ya recurriendo a la colaboración en otro sector rela-
17 SCHMITT ER, Philippe C., op. cit.,
p . 1 62 .
8 op. cit.,
1 9 HAAS, Ernst B . ,
1 HODGES, Michael . , p . 245 .
14 op. cit.,
Vid. PENTLAND, C. C. , p. 364-368. op. cit.,
15 C. C . , 20
Ibídem, p. 357 y 3 5 8 .
PENTLAND, Ibídem, p . 357. HAAs, . Ernst B . , Ibídem, p. 1 6.
l6 PENTLAND, C . C. , 1
2 HAAS, Ernst B . , Ibídem, p. 5-7.
J N I I< t ! I J I I I 1 I I I N 1\ ! ¡ \ ,' . J U • I /\ 1 1 < 1 1 1 ,• , I N I J J ; N ,\ 1 1 1 1 N 1 \ I J : , 1 /\ ,' , 1{ 1 1 ¡ \ 1 J I I N ! ;. J N J J J; N /\ 1 l < l l i\ 1 1 .. . 1 1 1� 11 1 J I I ) J( J \ l l l .' ·l l l ' l l l l i\ ,' t . /

puesta regional a l Estado n acional q u e y a no e p o r m á s t ie m po capaz. d e reali­ l�n s u m a , las d i Ji u l t ades q ue los d i s t i n t os procesos de i n t egrac ión , Y s o b r ·
zar los objetiyos de bienestar dentro de sus propias fron t e ras nacionale . . . El t od o e l europeo, han encontrado en su camino han hecho q ue H AA en l os úl­ ·

advenimiento de la supranacionalidad simboliza la victoria de la economía so­ t i mos años matice algunas de sus consideracion es iniciales. Así, en un trabajo
bre la política, sobre ese familiar nacionalismo etnocéntrico que subordina la dedicado a estudiar, en base a numerosas entrevistas realizadas con científicos
mantequilla a los cañones, la razón a la pasión, las exigencias estadísticas a y técnicos de distintas organizaciones internacionale s, el papel que estas élites
las demandas pasionales» 22 • juegan en el proceso integrativo, considera que hoy día más que integración
En su obra Beyond The Nation-State, en la qhle centra su estudio en la O.I.T, política lo que existe es interdependencia política 29 • Desde esta nueva perspec­
H AAS concibe la integración como «referida exclusivamente a ?oproceso que tiva, el proceso de integración ya no es considerado como imparable, sino que,
liga un sistema internacional concreto dado con un vagamente discernible sis­ como reconoce el propio autor, puede producirse un fracaso en ese proceso
tema futuro concreto. Si la escena internacional presente se concibe como una a causa de los cambios en la naturaleza de los autores, así como en el deseo
serie de entornos nacionales interrelacionados, y mezclados y en términos de de la integración, o porque problemas para los cuales se consideraba que la
su participación en las organizaciones internacionales, entonces la integración integración regional era la solución no son ya regionales 30 .
debería describir el proceso de desarrollo e interacción y de mezcla que obscu­ Esta última posición de HAAS se inserta en la misma línea de revisionismo
rece las fronteras entre el sistema de las organizaciones internacionales y el en­ crítico que, como hemos señalado, caracteriza la teoría de la integración en
torno de los Estados nacionales miembros» 23 . los años setenta y cuya característica más relevante es relacionar integración
I nicialmente, H AAS postula que la decisión de proceder a la integración o e interdependencia y considerar que ésta no lleva necesariámente a la integra­
de oponerse a la misma depende de las expectativas de ganancia o pérdida que ción política. En este punto, la teoría de la integración enlaza con las concep­
tienen los grupos importantes dentro de las unidades que se orientan hacia la ciones transnacional�s que se desarrollan en esta última década y a las que nos
integración. Son razones pragmáticas las que mueven a estos grupos Ello, 24 . referiremos más adelante.
las ganancias, da lugar a un proceso de aprendizaje que lleva a aplicar a otros Junto con HAAS , otro de los autores que más tempranamente han desa­
�ontextos funcionales la misma dinámica. Se produce, así, un proceso de poli­ rrollado una concepción neofuncionalista de la integración es LiNDBERG, quien,
tización que permite alcanzar mayores cotas en el proceso de integración 25 • en su trabajo sobre la Comunidad Económica Europea, y siguiendo a H AAS,
Se produce, en definitiva, un traslado de lealtades hacia la unidad integrado­ define la integración política como «el desarrollo de recursos y procesos para
ra. Aparece, así, la noción de spill-over, fundamental en la concepción de este llegar a decisiones colectivas a través de medios distintos de la acción autonó­
autor 26 , cuyo significado irá redefiniendo a lo largo de su amplia obra, en ba­ ma de los gobiernos nacionales» 3 1 . La comunidad política que resulta es sim­
se especialmente a la propia evolución del proceso de integración euro­ plemente «Un sistema legitimado para la resolución del conflicto, para la toma
·peo Concretamente, en uno de sus últimos trabajos, HAAS ha manifestado
27• de decisiones de autoridad para el grupo como un todo» 32 . Estas decisiones
serias reticencias respecto de ese concepto, especialmente en el contexto de la podrían tomarse conjuntamente en un modelo intergubernamental o podrían
Comunidad Económica Europea, proponiendo un nuevo concepto que deno­ s � r delegadas a instituciones centrales nuevas 33 . Se aparta, así, este autor del
mina fragmented issue linkage, que tiene lugar «cuando se cuestionan viejos modelo federal y de la analogía con el desarrollo político nacional que está
objetivos, cuando nuevos objetivos reclaman satisfacción y cuando la racio­ presente en la concepción inicial de H AAS, fijándose simplemente en el desa­
nalidad aceptada como adecuada en el pasado deja de ser una guía legítima
para la acción futura» 28 •
rrollo de un sistema de toma de decisiones colectivo.
sto se pone de manifiesto en su intento de aplicar la idea de sistema n
el estudio de la integraci?n regional y, e� concreto, �e la Comunidad Econó­

mica Europea, que considera como un sistema pohtico, . en base al modelo y
los conceptos desarrollados or E XON 34. Su objetivo en este trabajo es la
22 HAAS, Ernst B., «Technocracy, Pluralism and the New Europe», en J . NYE (ed .), lnterna­
tional Regionalism . Readings, Boston, 1 968, p. 1 59 .
23 HAAS, Ernst B . , Beyond the Nation-State. Functionalism and lnternational Organiza/ion, elaboración de un modelo abstracto y comprensivo de la Comunidad Econó-
Stanford, 1 964, p . 29.
24 HAAS, Ernst B . , The Uniting oj Europe, op. cit., p. 1 3 .
25 HAAS, Ernst B . , Beyond the Nation-State, op. cit., p. 48 .
26 HAAS, Ernst B . , Beyond the Nation-State, op. cit., p. 48. 29 HAAS, Ernst B . , Scientists and World Order. The Uses oj Technica/ Knowledge in lnterna­
27 Vid. entre otros trabajos: HAAS, Ernst B., «The " Uniting of Europe" and the Uniting of tional Organizations, Berkeley, 1 977, p. 2 1 0.
Latin America>>, Journal of Common Market Studies, vol. 5 ( 1 967), p. 3 1 5-343 ; «The Study of 30 HAAS, Ernst B . , The Obso/escence oj Regional lntegration Theory, Berkeley, 1
979, p. 8 y 9.
Regional Integration. Reflections on the Joy and Anguish of Pretheorizing>>, op. cit.; The Web 3 1 L1NDBERG, Leon N., The Political Dynamics of European Economic lntegration, Stanford,
ojInterdependence. The United States and lnternational Organizations, Englewood Cliffs, N .. J . 1 963, p. 5 .
1 970; Tangle oj Hopes: American Commitments and World Order, Eng1ewood C!iffs, N . J . , 32 L1NDBERG, Leon N . , lbidem, p . VII.
1 970. 33 L1NDBERG, Leon N., /b{dem, p . 6 .

Constructio n of a Model>>, Journal oj Common Market Studies, vol. 5 ( 1 967), p. 344-387.


28 HAAS, Ernst B . , <<Turbulent Fields and the Theory of Regional Integratiom>, International System: Notes toward the
3 4 L1NoBERG, Leon N . , <<The European Community a s a Po1itical
Organization, vol. 30 ( 1 976), p. 1 84.

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m i ca bHO J ca e � n t o .s i :; t c m a p o l f t i c ·�- Dc�dt: <.:�l a p ·rsp�.: ·l i v a , J · , , l l o d l' i l l ' ( ) l ' l l l l · i o n tt l i wl c clcs: 1 r r l l a en los aflos · e t c n t a a m b iará c n ra11

-reafirma � u noción �e integr � c(ón:· �a esencia de la i n t g r c i ón po l í t ica �.:� l a ·didt� · · t a l C 1 1 d c n


·1 :1111u1
e a 111 i"'. a .l et nocen t rismo 41 •
emergencia o creacwn _
en el tiempo de procesos . colectivos de torna de d ec i s i o­ en la evolución de la. concepción de HAAS , la teoría de
m o hemos v i s t o
nes, es decir, instituciones políticas a las que los gobiernos delegan la autori­ sufre desde los inicios de la década de los setenta importantes
la i n t egrac i ó n
dad de tomar decisiones y/o a través de las cuales deciden conjuntamente me­ d e arrollas y transformaci ones. El impacto de la reacción postbehavior ista se
diante una negociación intergubernamental familiar» L IND BE RG considera, 6• el ja entir con gran fuerza en este campo.
pu:s, la _i �tegración como «un proceso multidimensiónal interac�vo», que de­ Aparecen, así, algunas teorías revisionistas de la integración, que toman
be Identificarse, compararse, medirse y analizarse, objetivo éste, como es lógi­ ·omo base de su articulación no sólo las insuficiencias teórico-metodológicas
co, enormemente difícil, pero que el propio autor ha tratado de llevar anteriores, sino igualmente la propia realidad que los procesos de integración
adelante 37 • reg i o n al en marcha presentan . En este camino se sitúan las teorías, a las que
Los conceptos de toma de decisión colectiva y de supranacionalidad desa­ nos hemos referido, que desarrollan H AAS y LINDBERG en su última época,
rrollados respectivamente por LiNDBERG y HAAS en su última época tienen mu­ pero se insertan igualmente las aportaciones de una nueva generación de auto­
cho de común. res que dirigen su atención al fenómeno de la integración.
En una línea igualmente neofu_ncionalista, pero con características propias, Lo que caracteriza, según GENCO, esta tendencia es su acentuado criticis­
que los separan de los autores anteriores, deben situarse también las aporta­ mo de las tesis iniciales de HAAS, centrado principalmen te en tres puntos. Pri­
ciones de ETZIONI y de ÜLSON. mero, la teoría de la integración no ha tomado en cuenta adecuadamente el
ETZIONI, al contrario de la mayoría de los autores neofuncionalistas, po­ papel del liderazgo, especialmente el de los dirigentes nacionales, en la guía
ne más el acento en la integración como condición que se logra que como pro­ o desvío del proceso de integración . Segundo, tampoco ha tomado adecuada­
ceso. Para este autor una comunidad política es una comunidad que posee tres mente en cuenta los efectos de los actores y de las circunstancias externas en
tipos de integración: un efectivo control del uso de los medios de violencia, el curso de la integración . Tercero, la teoría de la integración se ha basado ex­
un centro de toma de decisiones que es capaz de afectar significativamente cesivamente en la concepción de un cambio gradual y progresivo del sistema,
al reparto de recursos en la comunidad, y un centro de toma de decisiones que infravalorando la influencia de tipos más dramáticos de cambio en el proceso
sea el foco dominante de la identificación política para la mayoría de los de integración 42• En suma, estas nuevas teorías tratan de corregir el acento te­
ciudadanos 38 • ÜLSON, por su parte, ha desarrollado la teoría de los bienes leológico y determinista de sus predecesores, poniendo su énfasis en la necesi­
públicos 39 • dad de explicar la multiplicidad de direcciones y soluciones que el proceso de
El neofuncionalismo en su versión clásica ha centrado especialmente su aten­ integración puede generar . Se impone, desde esta perspectiva, la consideración
ción, como. hemos visto, en el fenómeno de la integración europea, aunque ele la integración como un fenómeno multidimensio nal y la necesidad de desa­
no han faltado estudios que se han ocupado de analizar el fenómeno en orga­ rrollar un concepto o conceptos de la integración que tomen en cuenta sus va­
nizaciones internacionales universales, como es el caso de propio H AAS res­ ria1s dimensiones y que sean capaces de enfrentarse a los diferentes �omponen­
pecto de la OIT, al que ya nos hemos referido, o el de SEWELL respecto del tes de la integración, de forma que expliquen los lazos existentes entre los mis­
BIRD 40• Su interés en otros fenómenos de integración regional no europeos ha mos. Como señala SCHMITTER, uno de los representantes de esta tendencia,
sido relativamente escaso, si se exceptúa a HAAS . El revisionismo crítico que la ' comprensión y explicación en este campo de investigación es posible no en
base al dominio «de un gran modelo o paradigma único aceptado, sino por
la presencia simultánea de modelos o paradigmas antitéticos y conflictivos,
que, aunque pueden converger en algunos aspectos, divergen en muchos
35
36
LINDBERQ, Leon N., /bldem, p. 348 y 349.
LINDBERG, Leon N . , <<Political l ntegration as a "Multidimensional Phenomenon Requiring
otros» 43 • Recientemente, NAU, refiriéndose a ese ambiente de principios de los
Mult1vanate Measurement», lnternational Organization, vol. 24 ( 1 970), p. 652.
37 Vid. : LINDBERG, Leon N., y SCHEINGOLD. Stuart A., Europe's Wou!d-Be Polity: Patterns
of Change in the European Community, Englewood Cliffs, N. J . , 1 970.
3 8 E TZI O N I , Amitai, Political Unifica/ion. A Comparative Study of Leaders and Forces, Nue­

D.,
41
3 9 ÜLSON, Mancm, The LofiC of Col!ective Action: Public Goods and the Theory of Groups,
va York, 1 965. Para una visión general de las teorías de la integración hasta 1 970, vid . : HANSEN, Roger
<<Regional Integration. Reflections on a Decade of Theoretical Efforts>>, World Politics, vol.
Nu �va York, 1 968. V1d. tamb1en: BUCHANAN, James, The Demand and Supply of Public Goods, 21 ( 1 969), p . 242-27 1 ; y BUSSY, M . E. de, DELORME, H . , y LA S ERRE, F. de., <<Approaches t h éo­
Ch1cago, 1 968, y FROHLICH, Norman, ÜPPENHEIMER, Joe A . , y YOUNG, Oran R . , Political Lea­ riques de l'intégration européenne>>, Revue Franraise de Science Politique, voL 21 ( 1 97 1 ) , p. 61 5-652.
dership and Col!ective Goods, Princeton, 1 97 1 . Para una consideración critica de la misma, vid . : 42 G E N CO , Stephen J . , op. cit., p. 59.

nization, vol. 24 ( 1 970), p. 868 , recogida también en L . LINDBERG y S . SCHEINGOLD (r:cl� . ) , J<, ·
WAGNER, R . Harrison, <<Dissolving the State: Three Recent Perspectives o n ! nternational Rela­ 43 SCHMITTER, Philippe C. <<A Revised Theory of Regional Integratiom>, Jnternational Or¡:tr

gional lntegration. Theory and Research, Cambridge, Mass, 1 97 1 , p. 232-264. Vid . i1l l1 l npot bit-" 1 1 < - 1
twns», lnternational Organiza/ion, vol. 28 ( 1 974), p. 45 1 -466.
40 S E W E L L , J. P . , Functionalism and World Politics. A Study Based on United Nations Pro­
grams Financing Economic Development, Princeton, 1 966. mismo autor para su teoría del <<desarrollo organizacionah>: <<Three Neofunctional 1 1 1 ' " ' '•
IU 1 .' / 1
l f( ) 1 •,
I N 1 1\ < 1 1 1 1 l o o J o 1 N 1 /\ ,'. J( J 1 /\ < J o I N I ' , I N 11 I\ N I\ 1 J o 1 N ¡\ I
1 i\ ' , 1 \o i l l J I I ' , I I'I I I • J\ 11 1 \ 1 1 1 1 1 1 ,\ J ·, ( 1 1�11 1 1 1 ( I J\ 1 \ \ I I J ' ,< 1 1 ' 1 1 1 1 1\

etenta, lo ha res u m i do n los si guien tes término : « La pinión que e 1 1 1 r , · L !n ll n a ·rlt ka d ·b ·n i n ·luir�c i •u¡_¡lln'cnlc los 1 rabajos, cnl r · ol l'os .
R lTTB ·R E R
·sla
es que la teoría de la integración en orden a estudiar una realidad creci ntc­ ; '1H, I I A L A 49, D V R E E 0 , P E NT L A N D 1 , 52 y 'A
P O y PEL
' A 'fU N 1' ·

mente compleja y recalcitrante•deberá ser más y más multidimensi onal. Ta n t o RA W K l 53.

las variables dependientes como independientes deberían ampliarse para po­ Mención especial merece por las características de su concepción la aporta­
d_er tomar e� consideración el fondo y las condiciones del proceso de integra­ ción de SEARA V ÁZQU EZ, que ha desarrollado lo que llama una «teoría con­
cwn_ en las diferentes partes del mundo e incluir soluciones alternativas, inclu­ centracionista de las relaciones internacionales», completada por una «teoría
so la desintegración . La consecuencia , como los críticos han señalado, era una de las zonas de influencia», que materializa en varios modelos posibles 54 •
pérdida tanto de la parsimonia como de la predictibilidad del análisis de la in­ En suma, y para concluir, puede decirse que el neofuncionálismo se mani­
tegración regional» 44 • fiesta tanto en una serie de estudios de casos de i ntegración basados teórica­
Quizá el autor que mejor representa esta revisión de la teoría de la integra­ mente, como en numerosos trabajos cuyo primer objetivo es la crítica y el de­
ción haya sido NYE, quien con KEOHANE, como ya es sabido, ha impulsado sarrollo conceptual. Como manifiesta PENTLAND, lo que el neofuncionalismo
el desarrollo de la concepción transnacional en el campo de las relaciones in­ ha proporcionado es una serie de afirmaciones de variada preCisión y verifica­
ternacionales , de la que nos ocuparemos más adelante. ción sobre la asociación entre una variable dependiente de alguna forma elusi­
N YE desarrolla un modelo neofuncionalis ta, basado en los «mec!lnismos va, la integración política, y una lista de variables independientes categoriza­
del proceso» y en el «potencial integrador», que trata de escapar al etnocen­ das, derivadas principalmente del análisis del proceso de integración en la Euro­
trismo caracterís_tico de las anteriores aportaciones. En consecuencia, hace des­ pa Occidental en los años cincuenta y sesenta y de algunos estudios compara­
can_sar su concepción en un análisis de las condiciones de integración que se dos de integración regional. La evidente capacidad del neofuilcionalismo para
denvan de las experiencias occidentales y no occidentales y modifica las nocio­ la innovación, la autoevaluación crítica y la adaptación, sugiere que esta con­
nes _ de « �olitización automática» y de spill- over 45 • En su opinión, las organi­ cepción constituye uno de los más prometedores enfoques de la teoría de la
zaciOnes Internacionales microrregionales y macrorregionales han contribuido irltegración y de la organización internacional 55 •
al desarrollo de «islas de paz» en el mundo y «sus costos para la paz mundial Por último, no podemos acabar el estudio de las teorías de la integración
en términos de creación de conflicto han sido menores que su modesto benefi­ internacional sin hacer una mención de las teorías de la organización interna­
cio para el mundo en la desviación de los conflictos» 46 • Dados Jos limitados cional, sean gubernamentales o no gubernamentales, dada su íntima relación
re�ultados de las organizaciones regionales estudiadas, considera que el creci­ con las primeras. Como señala BRAILLARD, incluso aunque no adopten las tesis
miento de las empresas multinacionales puede ser una tendencia más impor­ funcionalistas, no se puede negar que estas organizaciones constituyen siste­
tante en la organización internacional. Como señalan DOUGHERTY y P FALT­ mas institucionalizados de cooperación y que por ello desarrollan la interde­
ZGRAFF, el modelo neofuncionalis ta desarrollado por N YE proporciona un mar­ pendencia entre los diversos actores internacionales y facilitan la aparición de
co para la comparación de los procesos integradores en las regiones más des­ condiciones favorables a una cierta integración 56 • De acuerdo con este
arrolladas Y menos desarrolladas del mundo y para apreciar la extensión en �utor 57, en el caso de las organizaciones internacionales, pueden distinguirse en
la que las organizaciones económicas microrregionales o funcionalmente espe­ '
48 G A LTU N G , Johan, «A Structural Theory of l ntegratiom>, Journal oj Peace Research, vol .
cíficas tienen potencial para posteriores desarrollos hacia la federación 47 . 5 ( 1 968), p . 375-395 .
49 P uC HA L A , Donald S . , « lntegration and Disintegration in Franco-German Relations,
1 954- 1 965», lnternational Organization, vol. 24 ( 1 970), p. 1 83-208; << l nternational Transactions
and Regional Integratiom>, en L. N. LINDBERG y S. A. ScHEINGOLD (eds.), Regional lntegration.
about International Organization», op. cit.; «The Organizational Development of International Theory and Research, Cambridge, Mass, 1 97 1 , p. 1 28-1 59; <<Üf Blind Men, Elephants and l nter­
_
Orgamzatwns», lnternationa/ Organization, vol . 25 ( 1 97 1 ) , p. 9 1 7-937; Auton omy or Dependen­ national I ntegration», Journal of Common Market Studies, vol . 10 ( 1 972), p. 267-285; lnterna­
ce e::; Regwna/ lntegratwn Outcomes: Central America, Berkeley, 1 972. tional Politics Today, Nueva York , 1 974.
NAu, Henry, «From l ntegratlon to lnterdependence. Gam, Losses, and Continuing Gaps>>, 5 0 DE VREE , Johan K . , Political lntegration, op. cit.
lnternatwnal Organizations, vol. 33 ( 1 979), p. 120- 1 2 1 . 5 1 PENTLAND, Charles, lnternational Theory and European Jntegration, Londres, 1973; <<Func­
45 N YE , Joseph S . , Peace in Parts. lntegration and Conflict in Regional Organiza/ion, Bos­ tionalism and Theories of International Political Integratiom>, en P. TAYLOR y A. J. R. GROOM
_ _ del mismo autor sobre este tema: <<Patterns and Catalysts in
ton,_ 1 97 1 , p. 56-58 : VId. tamb1en (eds.),' Functionalism: Theory and Practice in lnternational Relations, Londres, 1 975, p. 9-24.
RegiOnal Orgamzatwm>, lnternationa/ Organiza/ion, vol . 19 ( 1 965), recogido en J. S. N Y E (ed.), 52 RITTBERGER, Volker, Evolution and lnternational Organiza/ion. Toward a New Leve/ oj
lnternatwna! Regwnaltsm: Readtngs, Boston, 1 968, p . 333-349; Pan-Africanism and East Afri­ Sociopolitical Jntegration, La Haya, 1 973.
can lntegratwn, Cambndge, Mass, 1 965; <<Comparative Regional l ntegration: Concept and Mea­ 53 CAPORASO, James A., y PELOWSKI, AJan L . , <<Economic and Political I ntegration in Euro­
surement>>,_ lnternatwnal Organiza/ion, vol. 22 (1 968), p . 855-880; <<Comparing Common Mar­ pe. A Time Series Quasi Experimental Analysis», American Politica/ Science Review, vol. 65 ( 1 975).
kets. A rev1sed �eofuncuonahst Model», lnternational Organiza/ion, vol. 24 (1 970), p. 796-835; 54 SEARA V ÁZQUEZ, Modesto, <<Esbozo de una teoría concentracionista de las relaciones in­
Y en colaboracwn _ con R . O. KEOHANE, <<lnternational lnterdependence
and l ntegratiom>, Hand­ ternacionales» , en Paz y conflicto en la sociedad internacional, México, 1 969, p. 5-23, y <<Zones
book oj Poltttca/ Sctence: lnternational Politics, vol . 8, Reading, Mass, 1 975 , p . 363-414. of Influence», The Year Book oj World Ajjairs, vol. 27 ( 1 973), p. 301 -3 1 5 .
46 NYE, Joseph S . , Peace in Parts, op. cit., p . 1 82 . 55 PENTLAND, C . C . , <<Neofunctionalism», op. cit., p . 356 y 37 1 .
47 DOUGHERTY, James E . , y PFALTZGRAFF, Robert L . , Contending Theories 56 B RA I L LARD , Philippe, Théories des relations internationales, París, 1 977, p . 1 39.
Relatwns. A Comprehensive Survey, 2 . • ed . , Nueva York, 1 98 1 , p. 442 y 443 .oj Jnternational 5 7 BRAILLARD, Philippe, Jbfdem, p. 1 39 y 1 40.
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l 1 ·' l f� l l\ 1 1 ( 1 1 1 < e 1 1 I IJ ,\ 1 \ ' , f( f 1 \ 1 1 1 1 11 1 ·, l tf l l I di \ c 1 • 111 \1 1 ·, 1 \ ' ' f{ f 1

e l 1 hno teóri o dos oric1 1 L a ·i 11<.: de 1�1 i 11 v <.: · r i aci 11 t ¡ u <.: · n · 1 1 1pl '111 · n t ;1
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rías. La primera está representada por los estudio sobre el fu ncionam i c l l t d · ·s t 11 c l iarsc como una t eoría no reducib le la categoría de teoría de la i L
a n e­

de las organizaciones internacionales, sobre las interacciones de sus m i embr s •rac i ó n , p u es su al c a n c e teórico- metodo lógico es en
gran medida diferent e .
sobre los procesos que caracterizan el sistema de decisión multilateral de lo � Por teoría de las comunicaciones debe entenderse el conjunto de enfoques
mismos, sobre la posibilidad que tienen de actuar en ciertos casos como acto­ q ue tratan de poner demismas manifiesto los aspectos políticos de las comunicaciones
res relativamente autónomos 58 . La segunda está constituida por los estudios y el grado en que las condicionan el comportamiento político y la pro­
sobre el papel de las organizaciones internacionales en el sistema internacional, pia evolución de la sociedad. Comunicación y cibernética, es decir, comunicación
sobre su contribución a la integración regional o mundial, sobre su eficacia y control, están así, íntimamente relacionados, como tendremos ocasión de ver.
en eL mantenimiento de la paz y en la solución pacífica de los conflictos 59 • En de ver.
el caso de las organizaciones no gubernamentales los trabajos se centran sobre Dejando de lado las iniciales contribuciones de CLARK , que estudióLL,laque in­
todo en el papel que pueden jugar en cuanto actores del sistema internacional, fluencia de las comunicacione s en la política internac ional, y de LASSWE
haciendo referencia a la cuestión de las interacciones transnacionales 60• Quizá analizó las técnicas de propaganda usadas durante la Primera Guerra
el rasgo más relevante en los últimos estudios sobre las organizaciones interna­ Mundial 62 , es posible distingu ir, de acuerdo con TOOZE, dentro de las apor­
cionales es que cada vez se manifiesta más claramente la tendencia a superar taciones que se incluyen en la teoría de las comunicaciones, tres distintas fases 63 •
el enfoque puramente instituci�nal y jurídico, característico de los primeros La primera, que llega hasta principios de los años cincuen ta, se caracteriza
estudios en este campo, para centrarse en su estructura de poder, en las fun­ por el hecho de que las aportaciones, de acuerdo con la visión estatocéntrica
ciones reales que las determinan y en el propio proceso decisional. de las relaciones internacionales domina nte, se ocupan únicamente de las re­
laciones formales entre las élites gobernantes de los Estados , consideradas co­
b) Teor(a de las comunicaciones 61
mo un flujo de mensaje s en dos direcciones y normalm ente en situaciones de
conflict o. Los canales diplomáticos son los puntos de referencia más impor­
Al estudiar las teorías de la integración vimos cómo con frecuencia se in­ tantes para el análisis de las comunicaciones y el realismo político y su noción
cluye la teoría de las comunicaciones entre. las mismas bajo el epígrafe de co­ de interés nacional es el que determina el enfoque en cuestión .
rriente transnacionalista o enfoque de las ·c omunicaciones, como corriente que La segunda fase cubre la década de los cincuenta y llega hasta finales de
se orienta por derroteros que no son estrictamente neofuncionalistas. La base los sesenta. Esta fase se corresponde con el auge del enfoque behaviorista y
de esta inclusión de la teoría de las comunicaciones entre las teorías de la inte­ está profundamente determinada por e( mismo. Supone, pues, en base a esos
gración reside en la atención que la misma presta a la integración como condi­ planteamientos, una reacción contra los postulados teórico-metodológicos del
ción, como resultado, que se puede derivar del papel, volumen e intensidad realismo político y la búsqueda de modelos de análisis capaces de ser probados
que las transacciones tienen entre los pueblos. empíricamente. Las consecuencias de este-planteamiento, como ya sabemo s,
En nuestra opinión, sin embargo, y sin negar lo acertado de tal inclusión, son numero sas p�ua las relacion es interna ciol}ale s en general y para la teoría
de las comunicaciones en particular. Teorización, cuantificación, análisis mul­
58 Vid . , entre otros, SIOTIS, Jean , Essai sur le secrétariat international, Ginebra, 1 963; AL­ tidimensional y elaboración de modelos de comportamiento político son algu­
KER, Hayward R., «Dimensions of Conflict in the General Assembly», The American Polilical
Science Review, vol. 68 ( 1 964), p. 642-657; Cox, Robert W . , y J ACOBSON , Harold K. (ed.), The nas de las notas generales que caracterizan esta fase.
Analomy of lnfluence. Decision-Making in Internacional Organizations, New Haven 1973· SMOUTS La tercera y última fase, desde finales de los años sesenta hasta nuestros
Marie�Ciaire, « L 'ONU et ses membres . Recherche d'un cadre d ' analyse comparati �e», Eludes In� días, refleja también perfectamente los cambios generaies que se producen en
el campo de las relaciones internacionales a consecuencia de la reacción post­
ternaiJOnales, vol 5 ( 1 974), p. 673-692.
behaviorista. Búsque da de relevancia, análisis riguros o, superac ión de la con­
59 Vid . , además de algunas de las obras citadas anteriormente: HANRIEDER, Wolfram F . , << ln­
ternatwnal Orgamzatwns and the l nternational System», Journal ofConflict Resolution, vol . 1 0
( 1 966), p . 297-3 1 3 ; VI RALLY, Michel, L 'organization mondiale, París, 1 972; H O L L Y , Daniel A . ,
cepción estatocéntrica y diversidad de actores relevantes, atenció n a los aspec­
tos cooperativos de las relaciones internacionales en término s de complejos y
<<L'ONU, l e Systeme Economique l nternational et la politique internationale>> International Or­
ganiza/ion, vol . 29 ( 1 975), p. 470-485 ; y J ACOBSON, Harold K . , Networks of In�erdependence. Jn­
ternational Organizations and the Global Political System, Nueva York , 1 979. multidimensionales procesos de interacción.
60 Vid . , entre otros, STOSIC, Borco, Les organisations non gouvernementales el les Nations
Unies, Ginebra, 1964; FELD, W . J . , Non-Governmental Forces and World Politics Nueva York : En nuestro análisis de la teoría de las comunicaciones, como es lógico, se
nos

1972; KEOHANE, Robert 0 . , y NvE, Joseph S. (eds.), Transnational Relations and World Poli limitamos a las dos última s fases, si bien la consid eración de la última h n r:'i

líes, Cambridge, Mass., 1 97 1 . m uy sucinta mente, dado que una gran parte de los enfoqu es que se dcsarro
6 1 L a teoría d e las comunicaciones constituye un enfoque de aproximación al estudio de la
¡ •, , ,
realidad internacional en intima relación y dependencia respecto de lo que actualmente se conoce
como teoría de la comunicación en el campo general de las ciencias sociales. Sus fundamentos 62 CLARK, George Norman, Unifyíng the World, L ondres , 1 920; LASSWELL , H a rold D . .

teórico-metodológicos descansan, pues, en esta teoría, de la que no nos podemos ocupar por des­ paganda Technique in the World War ( 1 927), Nueva York, 1 928 .
"" " "' 011(/ '
,
' ' ''
63 ToozE, R. 1 . , <<Communications Theory», en T. TAYLOR (ed . ) , Approaches
Jnternational Relations, op. cit.,_ p. 205-236.
bordar el alcance de nuestro estudio. Para una aproximación de la misma, vid . : MARTiN SERRA­
NO, Manuel, y otros, Epistemologt'a de la comunicación y análisis de la referencia, Madrid, 1981 .
-..7 - 1-- --;-;::N-;-;--;-:- �--:--------
. I 1 1 U lllllt 1 I I I N 1\ 1 ;\ ' , IU 1 \ 1 l t-
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llan en ella serán objeto de anális i al t ratar de l as concc p ¡ ncs t córi
la década de los setent a. as d .
rla de la pol í t i · a , t a i't t o nacional como internacional», que debería ser « u na
El periodo que va desde princ ipios de los años cincuenta hasta finale t eo r ía dotada ele los más acentuados caracteres de autenticidad y realismo que
l� s sesen ta �onoce un Impor . tantís imo desar rollo de la teoría de las comu nica­
de
le pueda imprimir un científico social respetuoso de la verdad y la realidad» 69•
CIOnes : En el S� producen dos tipos de aportaciones de alcance y natur
aleza Sin embargo, el autor es consciente del largo camino que ello supone, limitan­
mu� difere nte. 6 . Por un lado, tienen lugar toda una serie de aportaciones
. palmente ins� ru de do su aportación a proporcionar «conceptos, proposiciones y modelos deriva­
car�ct�r pnnCi � ental, e� decir, trabajos que buscan aplicar co­ dos de la filosofía de la ciencia, y específicamente de la teoría de la comunica­
n?cimie ntos, co�ceptos y tecmcas propias de la psicología, de la psicol ción y el control -designada a menudo con el término "cibernética" de Nor­
_ a al estudio tradicional ogía so­
cm! Y de la tecmc
. de las relaci ones intern acion ales bert Wiener-, que esperamos resulten importantes para el estudio de la polí­
deCir ' des� e la pers �ectiva . tradicional del Estad tica, y sugestivos y útiles para el eventual desarrollo de una teoría política or­
mum�acwn . . es co��Iderada bien . como un instrumentoo. Desde esta persp ectiva la 'e�� gánica más adecuada -o menos inadecuada- a los problemas de las últimas
de anális is aplica ble
estudio de la pohtica exten_ or o bien como un nuevo instru mento políti al décadas del siglo XX» 70•
manos de! Estado. � ?n todo, tales estudios llaman la atención sobre co en Desde esta óptica, para DEUTSCH, «el problema fundamental de la políti-
vas necesidade. . das de la innov ación las nue­ ca y de la organización internacionales es la creación de las condiciones gra­
s pohti cas, denv� tecnológica y del desa­
rrollo �el arma nucle�� · y los n �evos conceptos como «imagen», «siste
ma de cias a las cuales las relaciones pacíficas estables entre los Estados sean posibles
c�een�Ias» Y «percepciO n», pome ndo en íntima relación la teoría de las y probables» 7 1 • De ahí, su preocupación respecto de los procesos de integra­
mcacwnes con el anális is del proce so de toma de decisi ones comu ­ ción política, de la creación de «comunidades de seguridad». Para ello centra
65 .
Ju �to a tales aportaciones se desarrolla lo que propiamen se denom su análisis en el estudio de las comunicaciones sociales, en cuanto constituyen
la teona de la� com �nicaci ones, que preten de ofrecer una explicteación difere
ina el indicador del grado de integración nacional e internacional. Como el mismo
te de las relaci ? nes mternacionales, en base a aislar variables concretas n­ autor señala, «se preocupa menos por los huesos o músculos del cuerpo políti­
blecer �na se�� e de relaciones de causa-efect o. La clave esta teoría y esta­ co que por sus nervios: sus canales de comunicación y decisión» . Es por ello
en la aflrmacwn de que la sociedad sólo puede entendersedea través del
reside
de los mensaJ_ �S y de las comun icaciones que se producen en su seno. La teoría estud io the Foundations of Nationa/ity, Cambridge, Mass., 1953, 2. ed., 1 966; Political Communi­
a

de las �omu n�cacwn . es se inspir a, de


esta forma, en Jos concep derivados ty at the International Leve/. Problems of Dejinition and Measurement, Nueva York, 1 954;
de 1� cibernetica, en concreto en la aplicación de los mismos a latospolític
_ 2. ed., Hamdem, Conn, 1970; «Shifts in the Balance of lnternationa1 Communication Flows»,
a

Public Opinion Quarterly, vol. 20 (1956), p. 143-160; Political Community and the Norrh Atlan­
realizan WIENE R y ASHBY 66 . a que tic Area. International Organiza/ion in the Light oj Historical Experience, Princeton, N. J . ,
El princi pal representante, en este period o, de la teoría de las 1 957; «Towards an Inventory of Basic Trends and Patterns in Comparative and Internatio­
nal Politics», American Political Science Review, vol. 54 (1960), p. 34-37; «A Method for
nes :s DEUT SCH. Este autor desde principios de la década de loscomun cuaren
icacio­
Gross Analysis of Transaction Flow», Econometrica, vol. 17 (1960), p. 55 1 -572; «The Pro­
h�bia preocu��do por el problema de la construcción de modelos, de la aplica ta se pensity to lnternational Transactions», Political Studies, vol. 8 (1960), p. 1 47-1 55; «Social
.
cwn del anahs _ is cuanti. tativo-matemático y ­ Mo�i1isation and Political Deve1opment», American Political Science Review, vol. 55 (1961),
del papel de las comunicaciones en p. 493-5 14; The Nerves of Government. Mode/s of Political Communication and Control, Glen­
el c�mpo �e 1 � realidad social en general y de la polític a internaciona coe, lll., 1 963; 2. ed., Nueva York, 1 966; versión castellana: Los nervios del gobierno. Modelos
a

particular Sm embargo, es a partir de la década de los cincue nta l en de comunicación y control politicos, trad. de A. Ciria, Buenos Aires, 1980; «Communication Theory
·
cuand and Po1itical lntegratiom>, en P. D. JACOB y J . V. ToSCANO (eds.), The Integralion of Polirica/
desarrolla, en base � la aplicación de un modelo cibernético a la polític a, o Communities, Filadelfia, 1964; «Transaction Flow as Indicators of Political Cohesiom>, en P. E .
teona . de las comum caciones 68 su JACOB y J . V. TosCANO (eds.), op. cit.; «Power and Communication in lnternational Society»,

El propósito último que persigue DEUTSCH es «llegar a desarrollar una teo- en A. V. S. DE REUEK y J . KNtGHTS (eds.), Ciba Foundation Symposium on Conf/ict in Sociery,
Londres, 1 966; France, Germany, and the Western Alliance, Nueva York, 1 967; The Ana/ysis of
International Relations, Englewood Cliffs, N. J . , 1968; versión castellana: El análisis de las rela­
ciones internacionales, trad. de E. J. Prieto, Suenos Aires, 1970; «The lmpact of Communica­
� TOOZE, R. 1 . , lbidem, p. 212-214 . tions upon lnternational Relations Theory», en A. A., SAm'(ed.), Theory of Jnternationa/ Rela­
VId., por ejemplo : HERO, A. 0 . , Mass Media and World Affairs Boston 1959 · WoHL­ tions. The Crisis of Relevance, Englewood Cliffs, N. J., 1 968, p. 74-92; «Toward a Cybernetic
STETIER,_ R . , Pearl Harbor: Warnmg and Decision, Stanford, Cal., 1962, /HoFFMA�N A
's (ed · ) '
Model of l'ylan and Society», en W . BUCKLEY (ed.), Modern Sysrems Research jor the Behavioral
lnte¡;,natwnal CommumcattOn and the New Diplomacy, Londres, 1968. ' · ·
Scientist, Chicago, 1 968, p. 387-400; Nationalism and its Alternatives, Nueva York, 1 969; ed. cas­
. WIENER , Norbert, Cybernetics, Cambri dge, Mass., 1948; tellana: El nacionalismo y sus alternativas, Buenos Aires, 1972; Politics and Government, 2. a ed.,
:.tonem�s, Nueva York, 1 950; Y ASHBY, W. Ross, Design for a Brain, The Human Use of Human Boston, 1 974; versión castellana: Politica y gobierno, trad. de E. L. Suares, Madrid, 1 976, y Tides
o CYbernellcs, Londres, 1956. Londres 1952 · An fntroduc
' • -
among Nations, op. cit.; en colaboración con A. EcKSTEIN, «National lndustrialization and tht
67 Para Jos pnmeros trabaJ OS de DEUTSCH vid ..· DEUTSCH Karl Declining Share of the lnternational Economic Sector, 1 890-1959», World Politics, vol . 13 (196 1 ).
Nueva yor k , 1979 ; vers10n castellana: Las naciones en crisis, trad. de E.WL.
., .,.1 .1.des among Narwns' ·

·
· •

Suárez, México 1981 p. 267-299; y en colaboración con L. N. RIESELBACH, «Recen! Trends in Political Theory and Po­
��;��(�������9� R;.s�':;�' � �� the Role of Models in the National and Social Scenes>>, Sy� rhese: litical Philosophy», Annals oj the A merican Academy ofPolitical and Social Sciencies, vol. 360
(1965), p. 1 39-1 62.
68 DEUTSCH, Karl . W ., <<Ün- Communication 69 DEUTSCH, Karl W ., Los nervios del gobierno, op. cit., p. 28.
Models in the Social Science Public o inion
Quarterly, vol. 16 (1952), p. 356-380; Naciona lism and Social Communications». 'An Inquif.; into 70 DEUTSCH, Karl W., Jbidem, p. 29.
7' DEUTSCH, Karl W., Political Community at the Jnternariona/ Leve/, op. cit., p. 33.
·' / ( ) I N I I( I ! I l l l ! l ll l l l \ 1 \ ' o l( l l \l l i > l l l ' , l l l l l l' l i \ l ll ll l \ 1 1 ' , 1 ¡\ ' , 1 : 1 1 \1 1 1 > 1 1 1 ' , 1 1\l i i i( IJ \ 1 1 1 1 1 1 ,\ 1 1 ', • ( l�\1 1 1 1 1 ! 1 ( 1 /\ \ 1 > 1 :>� I I 'I I N ·' 1 1

q ue D G U T considera q u e es ncc ·sa rio e 1 1s l r u i r 1 1 1 1 I I I I L' V O 1 1 1 1 d · 1 ( ) de r · l a ( ] 1 u.:


d i s t i n g u e n 1 1 1 1 1 1 ·u u 1 u n idad o r • u n i ada e i n t cr lepencl ient ele u n s i m p l e gru­
ciones internacionales, el modelo de las com u n icaci n · , a lejad del 111 d · l o P
H
d · i 11 cl i v i d uo�. y l a · co n d icione· necesarias para promover y mantener e se
de poder, e inspirado en la teoría de las comunicacione y en la ci bern6L i �� 7 . s n t icl de com u n idad.
El modelo cibernético de la política que propone este autor e u n m de l n la obra Nationalism and Social Communication, DEUTSCH se ocupa de
de naturaleza sistémica. El concepto de sistema es el marco de los di ver .os pro­ ·-t udiar la dinámica del fenómeno nacionalista y el papel de la comunicación
cesos de retroacción o realimentación y de aprendizaje en base a las comunica­ cial en la formación de la unidad y la conciencia nacional. Para este autor,
ciones y al control. Como afirma DEUTSCH, «la cibernética, el estudio siste­ «una comunidad consiste en personas que han aprendido a comunicarse y a
mático de la comunicación y el control en todo tipo de organizaciones, es un entenderse por encima del mero intercambio de bienes y servicios» 78 • Estos
esquema conceptual en "gran escala" . . . En esencia, representa un cambio e n conceptos los extiende al nivel internacional en la obra Political Community
el centro de interés de los impulsos a la conducción, y de los instintos a l o s at the International Leve/, en la que se ocupa de la existencia de una comuni-
sistemas de decisiones, regulación y control, incluidos los aspectos no cíclicos lad política entre Estados. El concepto central que desarrolla en este trabajo,
de tales sistemas» 73 • Tal modelo es aplicable a todo tipo de organización, pues y que aparecerá en otras obras posteriores, es el de comunidad de seguridad,
«según el punto de vista de la cibernética, todas las organizaciones son pareci­ que define como un grupo que ha desarrollado las instituciones y procesos ne­
das en ciertas características fundamentales, y la comunicación mantiene la co­ cesarios para asegurar el cambio pacífico entre sus miembros con razonable
herencia de toda organización ( . . . ). La comunicación, o sea la capacidad de certidumbre durante un largo período de tiempo 79 • Esta comunidad sería el
transmitir mensajes y de reaccionar frente a ellos, forma las organizaciones, resultado de un proceso de integración. Para este autor las principales tareas
y parece que esto resulta cierto para diversos tipos de organizaciones: las de de integración son el mantenimiento de la paz, el logro de mayores capacida­
las células vivas en el cuerpo humano, las de las piezas de una calculadora elec­ des de finalidad múltiple, el cumplimiento de alguna tarea específica y la ob­
trónica y las de los seres humanos, dotados de pensamiento, en grupos socia­ tención de una nueva autoimagen e identidad de rol. El que tales tareas pue­
les. Finalmente, la cibernética sugiere que la conducción o el gobierno es uno dan cumplirse y el que la integración tenga éxito o fracase depende a su vez
de los procesos más interesantes y significativos del mundo, y que un estudio de cuatro condiciones de integración: « 1 ) pertinencia mutua de unas unidades
de la conducción en las máquinas autoconductivas, en los organismos biológi­ respecto de otras; 2) compatibilidad de valores y de algunas recompensas con­
_c os, en las mentes humanas y en las sociedades, aumentará nuestra compren­ juntas efectivas; 3) sensibilidad mutua, y 4) algún grado de identidad o lealtad
sión de los problemas referentes a todos esos campos» 74 • común generalizada» 80 . No basta, pues, un incremento en el nivel de transac­
Por sistema cibernético, en su forma más abstracta, debe entenderse, en ciones y la mutua relevancia de las mismas. Es necesario igualmente que ese
opinión DE V REE, <<Una serie de procesos de comunicación a través de los cua­ incremento vaya acompañado de una mutua responsabilidad.
les ciertos impulsos, información, que recibe del entorno, son procesados en Con todo, para DEUTSCH el modelo final de integración no tiene por qué
impulsos que el sistema a su vez libera en el entorno» 75 • Estamos, pues, en ser neces m¡amente un Estado supranacional unitario. En este sentido, distin­
palabras de DEUTSCH , ante «una red de comunicaciones automodificativa, o gue dos tipos de modelos posibles: «Si el fin principal de la integración es no
red de aprendizaje» 76 • sólo la pres ervación de la paz entre las unidades políticas integradas, sino tam­
Vital en este sistema es, en consecuencia, el concepto de retroacción, reali­ bién la adquisición de mayor poder para finalidades específicas generales, o
mentación o servomecanismo, consistente en <<Una red de comunicaciones que la adquisición de una identificación común de roles, o alguna combinación de
produce acción como respuesta a una entrada de información, e incluye los todas éstas, es probable que sea preferible una llamada comunidad política amal­
resultados de su propia acción en la nueva información por la cual modifica gamada con un Gobierno común. Si la finalidad principal es la paz, puede bastar
su comportamiento posterior» 77 • entonces una comunidad pluralista de seguridad y de hecho puede ser más fá­
Para DEUTSCH , por tanto, el sistema político es una red de comunicacio­ cil de alcanzan> 8 1 .
nes, en el que la información y los mecanismos de comunicación de esta infor­ El problema empírico de cómo alcanzar y mantener esa integración, así co­
mación tienen una gran importancia. En base al estudio de los mismos investi­ mo la desintegración, lo ha estudiado concretamente DEUTSCH, junto con un
ga los procesos de regulación, de control, y el desarrollo del propio sistema. equipo de historiadores y politólogos, en la obra Po/itica/ Community and the
Este enfoque teórico trata, en definitiva, de establecer las características North A tlantic A rea. International Organization in the Light of Historical
Experience 82• En este importante trabajo se examina la formación de comu-
72 W., Los nervios del gobierno, op. cit., p. 30.
W., lbidem, p. 1 06. Karl W., Nalionalism and Social Communication, op. cit., p. 9 1 .
DEUTSCH, Karl
73
W., lbidem, p. 1 07 . Karl W., Political Community at the lnternational Leve/, op. cit . , p . :J .
DEUTSCH, Karl 78 DEUTSCH,
79s
Karl W., El análisis de las relaciones internacionales, op. cit., p. 227.
74 DEUTSCH, Karl DEUTSCH,

ya, 1 972, p . 9 1 .
75 D E VREE, J . D . , Political lntegration. The Formalion oj Theory and its Problems, L a Ha­
Karl W., lbidem, p . 228 .
o DEUTSCH,
W . , op. cit., p . 1 1 0 .
8 1 DEUTSCH,
76
W., lbfdem, p. 1 1 7 y 1 1 8 .
DEUTSCH, Karl 82 DEUTSCH, Karl W , y otros, Political Community and the North A tlantic ArNl. l!lt, ·mllfll •
77 DEUTSCH, Karl na/ Organization in the .Light oj Historical Experience, op. cit.
.' / K I N I I\ 1 > 1 > 1 1 1 • 1 1 1 1 1 ¡\ 1 \ ' , 1\ 1 1 \t 1 1 >1 1 1 ' , l rl l l l ' l l \t 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' 1 , . , 1( 1 1 ,, 1 1 11 1 1 · , 1 1 1 1 1\ 1� , , 1 1 1 11 \ 1 1 ' • ' i l�i( ) 1 1 1 1 1\ 1 ¡\ \ 1 > 1 '·' 1 1 ' 1 1 1 1 \ ' /'1

n idades i n t egrada o u des i n t eg ración en d i ez ca .G o h is t óric s , d e s d e l a i n t ·nt r · ele R u ss 1, 1 �··,


M lll\ 1\ 1 ' 1 � 1 y _11 I� T � � 8 .
·• 1 1 1 1 i t• l t n l l f n<·rt � · h a n d · s i t 1 1 : t t t ra s , l a s a p o r t · t c i o l t ',
gración con éxito de Inglaterra en la Edad Media has t a la des in t eg rac ión ele
la monarquía austro-húngara. El propósito que persigue la obra es establecer La t ercera fa se
en la teoría de las comunicaciones se inicia a finales de lo s
si la «Comunidad Atlántica» constituye un embrión de región en proceso de aií e n t a de la
mano de la reacción posbehaviorista, asumiendo muchos
integración. El· estudio se basa en la consideración de que las variables claves d los postulados implícitos en la misma. La principal característica de los
de la integración pueden identificarse en los esfuerzos por construir una co­ t rabajos que se emprenden en este período es la creciente complejidad y varie­
munidad realizados en el pasado y en que a través de la medición de los cam­ dad de los enfoques adoptados y la extensión de los campos objeto de análisis.
bios en la intensidad y el alcance de las transacciones dentro de un determina­ La comunicaciones, como apunta TOOZE, son consideradas en el sentido ge­
do grupo de actores puede establecerse el desarrollo del sentido de comuni­ neral de cualquier transmisión de signos, señales o símbolos entre personas y
dad. El principal indicador son, así, las transacciones, estimando que un flujo organizaciones sociales 89. Una de las novedades más relevantes respecto del
intenso de las mismas puede crear un sentido de comunidad entre los actores período anterior es la consideración de las comunicaciones entre actores no
que llegue a originar una comunidad de seguridad. Los problemas inherentes estatales, especialmente entre las empresas multinacionales. Al iado de auto­
en tal análisis los abordará posteriormente en France, Germany and the Wes­ res como RussET y M ERRIT, que ya hemos citado en la fase anterior y cu­
tern A lliance, también realizada en equipo, y en base a un análisis cuantita­ yas aportaciones últimas se insertan en este período, hay que mencionar tam­
tivo de las transacciones, donde concluirá que la integración europea ha ido bién entre otros a BR YEN EAST PROSSER STEINBRUNER y FISHER 94.
90 , 91 , 92 , 93

más despacio desde mediados de los cincuenta y se ha detenido desde 1957- En España hay que situar dentro de esta concepción la aportación de LOZA­
1958 83 . NO BARTOLOZZI 95 •
El modelo cibernético de comunicaciones ha sido también utilizado por La teoría de las comunicaciones ha abierto indudablemente nuevos cami­
BURTON para formular una teoría general de las relaciones internacionales, so­ nos en el estudio de las relaciones internacionales, no sólo en cuanto al méto­
bre la base de que los resultados políticos que se derivan de ese enfoque refle­ do de análisis y a los aspectos de la realidad en base a los cuales se construye
jarán mejor la naturaleza real de la política mundial que el modelo tradicional la concepción, sino también, como ha señalado DE VREE, en el desarrollo del
de poder, que no es adecuado para el estudio de la actual sociedad internacio­ vocabulario para el análisis político 96 • Sin embargo, las dificultades inheren­
nal. En su obra International Relations. A General Theory afirma «que, junto tes al tipo de análisis que propone son considerables, dada la complejidad del
a la disminución del papel de la fuerza y del poder, se percibe un aumento en modelo propuesto y de su aplicación al estudio de la realidad. En este sentido,
el papel del proceso de toma de deciones que implica un interés mayor, dentro hasta el momento se ha limitado a describir determinados procesos y fenóme­
de cada Estado, a las reacciones de otros Estados a su política, a los procesos nos de la vida internacional y a proporcionar una visión de los fenómenos in­
de cambio, a los cambios de objetivos y a la adaptación interna al cambio; ternacionales alejada del tradicional modelo de poder. Desde esta perspectiva
que para comprender cabalmente estos aspectos de las relaciones entre Esta­
86 R ussET , Bruce M., Community and Contention: Britain and America in the Twentieth Cen­
dos, se requiere una serie de conceptos, sistemas y modelos referidos al gobier­ tury, fambridge, Mass., 1963; International Regions and !he lnternational System, Chicago, 1967,
no, la comunicación, la retroalimentación y otros aspectos del proceso de to­ y <<Transactions, Community and International Political Integratiom>, Journal of Common Mar­
ma de decisiones» 84. Posteriormente en World Society contrapone el modelo ket Studies, vol. 9 (1971), p. 224-245.
87 MERRIT, Richard L., The Growth of American Community, 1 735-1 775, New Haven, 1965;
de poder o modelo de las bolas de billar al modelo de telaraña, preguntándose <<Transmission of Values Across National Boundaries>>, en R. L. MERRIT (ed.), Communication
qué modelo es más representativo del mundo y afirmando que la adopción de in lnternational Politics, Urbana, 1 1 1 . , 1972.
uno o de otro determina nuestra interpretación de los acontecimientos, nues­ 88 FOLTZ, William J., From French West-Africa to the Mali Federa/ion, New Haven, 1965.

tras teorías y nuestras políticas. En este sentido señalará que «las comunica­ 89 ToozE, R. 1 . , <<Communications Theory», op. cit., p. 223 .
90 BRYEN, S. D . , Application of Cybernetic Analysis to !he Study of lnternational Politics,
ciones son un buen punto de partida, porque son medios importantes de tran­ La Haya, 197 1 .
sacciones o lazos entre pueblos. Son las comunicaciones o lazos entre unida­ 91 E AST , Maurice A . , <<Size and Foreign Policy Behaviour. A Test o f Two Models>>, World
des las que crean los sistemas ( . . . ). Las comunicaciones y no el poder son la Politics, vol. 25 (1973), p. 556-576.
92 PROSSER, M. 1-1. (ed.), lntercommunication Among Nations and Peoples, Londres, 1973.
principal influencia organizadora en la sociedad mundial» 85 . 93 STEINBRUNER, J . D . , The Cybernetic Theory of Decision: New Dimensions of Political
Analysis, Princeton, 1974.
F ISHER, G. H . , Public Diplomacy and the Behavioural Sciences, Bloomington, 1 972.
LOZANO BARTOLOZZI, Pedro, El ecosistema informativo {Introducción al estudio de las n o
94
95
ticias internacionales), Pamplona, 1 974; El ecosistema po!Jíico {Teoda informativa de las relatio
8 3 DEUTSCH , Karl W., y otros, France, Germany, and the Western A lliance, op. cit., nes internacionales), Pamplona, 1 976, y Estructura y dinámica de las relaciones intemaciono/ ,
Barcelona, 1 987. Vid. también: CALDUCH , Rafael, <<El público , la opinión pública y l�s r ci ai'Íp
i ·, ,
p. 218.
84 BURTON, John W. , fnternational Relations. A General Theory, Cambridge, 1965; versión
nes internacionales: Acotaciones para un estudio de los procesos de comunicación en la · i , · d l • d �o
castellana: Teor(a general de las relaciones internacionales, trad. de H. Cuadra, Mé'xico,
p. 40 y 41.
1973, internacional>>, en Pensamiento juddico y sociedad internacional. Estudios en honor lf>l ¡n·uf • · ' "'
85 BURTON, John W., World Sacie/y, Cambridge, 1 972, p. 42-45.
D. Antonio Truyol Serra, vol. 1 , Madrid, 1 986, p. 251-27 1 .
DE VREE, J. D . , op. cit., p . 167.
96
.' K O 1 N 1 1\ ( l 1 í 1 1 ( ( 1 ( • 1 1 /\ 1 •\ · . 1\ 1 I 1\ < 1 ( í 1 1 1 · , J I 1 1 1 1• 11 \< 11 111 1 1 :,
1 \ ' . li l l \ < l � < i l l · , l / 1 1 1 1( 1 1 \ < 1 1 • 1 1 \ 1 1 ' , < 1 1 � 1 1 1 1 1 1 1 1\ 1 1 \ \ I H' . < 1 1 ' 1 1 1 1 \ 'K /

su i n fl u e n c i a en el d es a r r o l l o de l a " 1 1 0 · i o 1 1 ·s el · i 1 1 1 · r t l ·p ' I I ( I · ¡ ¡ · i a y de I n C l l l l · � � " l' l l i l ! l l l l t'O I I ;o, Í c l t · I I I I l a � I I I ti i J i p i ¡;H i i i J ü l' l n · i o u ·s ( J I I · a l · s l u u i o 1 · l a � 1 1 1 i � " ' : " �

epc ión transnacional de las relaciones i n t e rn a c i o n a les · e v i d e n t e . 1. • 1 st u lio de h J l s i 1 1 1 e r n a · i o 1 1 a l ·.� .


N
c ·n l i 7,! 1 1 1 · n e l 1 1 1 1 1 r · o ' · n r i ·o d e l r e J a ¡; i

Quizá la crítica más sustancial que se ha realizado de esta concepci n e s el b ·m s lviclar q u en el origen de la rel a c i o n e s i n t er n a i o n a l es, c o m o

la que se refiere a la aplicación analógica del modelo cibernético al estudio d e


l l i · e experi m e n t a después
l i s ' Í i t i n a c i e n tf fi c a , j u ega u n papel i m po r t an t e , e n t re o t ras ca usas, e l deseo

la realidad social. HOFFMANN, en esta línea, señala que «los hombres y l a s s o de la Primera Guerra Mundial de instaurar un o r -
1 n i n t e r n a c i o n al
­

ciedades son reducidos a sistemas de comunicación, sin prestar gran atención que impida el estallido de un nuevo conflicto. De ahí que
lo u e s t i ó n de las causas de la guerra esté presente en la mayoría de las aporta-
al contenido de los "mensajes" que estas redes transmiten. Es posible que la
i o n e s que se realizan en el período entre las dos guerras mundiales, y que el
teoría de las comunicaciones resulte ser el marco común de esfuerzos que pre­
p r o b l ema de la paz y de la guerra sea la cuestión central en los análisis de las
tenden interpretar el comportamiento de todos los sistemas desde las partícu­
r laciones internacionales. Expresión de este hecho será el debate entre idealis-
las atómicas a las galaxias, desde el virus a los planetas. Pero no es esto lo
1 a y realistas, que se producirá, sobre todo, en los años treinta, marcando de-
que nos interesa aquí. La definición de los valores como preferencias aparen­
tes, con arreglo a las cuales se transmiten primeró ciertos mensajes, es un buen isivamente el desarrollo de las relaciones internacionales, en cuanto discipli­
na científica. Pararse en su consideración nos desviaría de nuestro objeto, cen­
ejemplo de una afirmación que puede ser útil a la cibernética, pero que es sim­
plemente tautológica en el ámbito de las relaciones internacionales» 97 .
t rado en aquellas aportaciones más significativas y específicas, que se produ­
n en el marco del enfoque «científico» de análisis de la realidad internacional .
En definitiva, cabría decir, con TOOZE, que «esta perspectiva todavía no
nos ha provisto de una teor·ía, sino que ha proporcionado un modelo particu­ Por otro lado, el desarrollo de la investigación sobre el conflicto, que vere­
lar de política, cuyo valor necesita ser demostrado, y numerosas descripciones mos posteriormente, al considerar el fenómeno de la guerra y sus causas den­
/ r o de su propio campo de estudio, ha dado lugar a una cierta convergencia
empíricamente basadas de la integración y del entorno de los Estados que oca­
n t re ambas áreas de investigación, que, además de reducir el número de apor­
sionalmente han generado hipótesis. A pesar del hecho de que el enfoque es
transnacional, la mayor parte del trabajo se ha concentrado en el Estado y/o t aciones que en sentido estricto y exclusivo pueden incluirse en el estudio de
la causas de las guerras, ha originado una diversificación de las perspectivas
en el conflicto. Dada la cambiante naturaleza de las relaciones internacionales
contemporáneas el enfoque de las comunicaciones tiene un potencial ientíficas con las que se aborda este estudio. Las presentes consideraciones
significativo» 98 • stán, pues, en directa relación con el apartado siguiente, titulado «Teorías
l el conflicto» .
Si exceptuamos las aportaciones de BLOCH, que en 1 899 trata de predecir
1 estallido.de futuras guerras en base a un sistemático examen de las guerras
e) El estudio de las causas de la guerra
anteriores 99 , y de SOROKIN, que en 1 937 centra su investigación en la relación
El conflicto ha ocupado siempre y ocupa un lugar importante en toda rela­ xistente entre los ciclos largos de las pautas culturales y las fluctuaciones en
ción social. En el campo de las relaciones internacionales, dadas las peculiares la gu'e rra y la revolución en un período de varios miles de años , los pione­
1 00

características de este medio social, con escaso nivel de integración y frecuente ros en el análisis científico de las causas de la guerra son W RIGHT y RICHARD­
, O N , que inician sus investigaciones con métodos cuantitativos en los años trein­
recurso a la fuerza, el conflicto, bajo la forma de la guerra, desempeña un pa­
t a 1 0 1 • La concepción que inspirará a estos dos estudiosos será claramente rea­
pel aún más significativo. En este sentido, no tiene nada de extraño que la gue­
l i ta, en consonancia con la perspectiva que se impone en esos momentos en
rra haya preocupado desde siempre a los estudiosos de las relaciones interna­
el estudio de las relaciones internacionales .
cionales y que la misma haya sido tema central y caracterizador de la gran ma­
yoría de las teorías internacionales. Hoy, en un mundo amenazado por la gue­ WRIGHT considera que no caben aproximaciones simplistas al problema de
las causas de la guerra, afirmando la multiplicidad de las mismas . En su opi­
rra nuclear, esa atención es aún mayor.
Con todo, sólo a partir de los años veinte, en el siglo xx, la indagación nión, las causas de la guerra pueden clasificarse en cuatro grandes apartados:
sobre la paz y la guerra se ha orientado por los caminos de la investigación 1 olítico-tecnológicas, jurídico-ideológicas, socio-religiosas y psicológico-eco­
científica. Nuestras consideraciones parten, pues, de esos momentos. nómicas 102 • Su obra A Study of War constituye un importantísimo ensayo de
Sin embargo, nuestro análisis en este apartado se limita a aquellas contri­
buciones realizadas directamente sobre el fenómeno de la guerra y sus causas, 99 BLOCH, Jean de, The Future oj War, Nueva York, 1 899.
1 00 SOROKIN , Pitirim A., Social and Cultural Dynamics: Fluctuations oj Social Relationships
War and Revolution, vol. 3, Nueva Yo r k, 1937.
1 0 1 Papel importante jugará también, aunque se orienta por planteamientos alejado$ ék l o,,
HoF�MANN Stanley H . , Conte'!'porary Theo? in International Relations, � \<rlV!f?.P Cliffs,
métodos cuantitativos, la aportación de Edward Hallett CARR (The Twenty Years · 'l'i li ·.'
97
N. J., 1 960, verswn castellana: Teonas contemporaneas sobre las relaciones il!fi:Ph'acionaies .Had.
1 9 / 9- 1939. A n lntroduction to the Study oj International Relations, Londres, 1 93 9 ) .
:

de M . D. López Martínez, Madrid, 1 963, p. 74 y 75.


98 TOOZE, R . l . , op . cit., p. 231 .
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�' I02 W R I G H T , Quincy, A Study oj War, 2 vols. , Chicago, 1942.
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·�1 · i 1 1 , a n � il i s i · y ' L k l l l l i l'i<.:a · ión d · 1 od ; 1 s l a s • 1 1 · r 1 a s de 1 1 �� I < )N 1 1 , c i < H I ! I k,� . M' <k� 1 1 1 o l l i t l 1 ·on d i n(u u i ·a p1 0 1 i ; 1 1 1 1 1 ;.u n p l i
p c t os de la mismas susceptible de a n t i f i a r c . t i ·a ·i 1 1 , ba.� atl ·n • ran rnccl i d · 1 en la apl icación ele método' cua n t i t a t ivo­
l ' i H � i l' i y v a r i : 1 d l ) ·;u n po dt:
c cu inv ·
RlCHARDSON, por su parte, considera que, dado que l a gu e rr a es un in­ l l l ::t l r n á t i c o , con ido como «e t udio de las causas de la guerra», que trata
vento humano, antes de proponer soluciones utópicas es necesario comprobar el llc ar, como objetivo último, a la formulación de una teoría del conflicto
su funcionamiento, su dinámica y los métodos de solución. En su obra Statis­ armado . El principal desarrollo de este campo tiene lugar desde finales de los
tic oj Dead!y Quarrells, clasifica los conflictos entre los Estados en base al nú­ afio cincuenta, de la mano del behaviorista y del análisis sistémico, que se im­
mero de personas muertas y examina la frecuencia de las guerras entre díadas P nen en el área anglosajona en los estudios internacionales, hasta que a prin-
de Estados, la duración de las guerras y los intervalos de paz, los esquemas ipios de los setenta se produce la reacción postbehaviorista. A pesar de ello,
de repetición de las guerras y la correlación entre las mismas, así como fact o­ 1 gran mayoría de estas aportaciones descansa en los planteamientos realis­
res tales como la proximidad geográfica, población, religión y lengua 1 03 . En t a , que se imponen desde los años treinta en el estu dio de las relaciones inter­
A rms and Insecurity, usando ecuaciones diferenciales, trata de analizar las po­ nacionales. Hoy día este campo de estudio sigue en pleno vigor 1 08 • En las dos
líticas armamentistas de dos Estados rivales dentro del marco de un modelo últimas décadas la utilización de ordenadores, con su capacidad para manejar
de mutuo estímulo/respuesta o acción/reacción. Con ello busca poner de ma­ ran cantidad de datos y para buscar asociaciones dentro de las series de da­
nifiesto que si dos rivales se epcuentran enzarzados en una carrera de arma­ t os, se ha convertido en una de las técnicas más usadas, junto a la teoría de
mentos constante, se interrelacionan en esta dimensión armamentista en una los juegos y las técnicas de simulación, en este tipo de estudios.
vía de tensión creciente, lo que indica que tarde o temprano, a no ser que alte­ En esta línea de investigación, una de las aportaciones más rigurosa y am­
ren la dinámica, desembocarán en la guerra, ya que las políticas armamentis­ biciosa es la que se desarrolla en torno al «Proyecto Michigan» o The Corre/ates­
tas son reflejo de otros desacuerdos vitales 1 04 . Con este modelo RICHARDSON o}� War Project, iniciado a principios de los sesenta bajo la dirección de SIN-
no pretendía establecer las causas de la guerra, sino simplemente describir los ER y SMALL 1 09. Estos estudiosos, a través de una constante investigación his­
procesos que preceden o pueden producir la guerra 1 05 • Sin embargo, su in­ t órica sobre el fenómeno del conflicto armado a partir de 1 8 1 5 y, sobre todo,
fluencia ha sido muy importante en este campo de estudio, como lo demues­ de la guerra y sus factores, han publicado numerosos trabajos, cuyos resulta­
tran las críticas que se han realizado de su modelo 1 06 y los trabajos posterio­ dos, si se tiene en cuenta el objetivo de establecer las causas y correlaciones
res que, en base al mismo, han estudiado la incidencia de la carrera de arma­ de la guerra en general, han sido más bien modestos, limitándose en gran me­
mentos en el desencadenamiento de la guerra 1 07 . dida a una aportación estadística y cuantitativa, alejada de una teoría de la
En la Europa continental; los primeros pasos en esta línea corresponderán guerra. Con todo, la investigación asociada a este proyecto ha tenido éxito en
a BOUTHOUL, que en 1 945 crea el Jnstitut Franrais de Polemologie. el establecimiento teórico de algunas correlaciones significativas de la guerra,
A partir de ese momento, dentro de la disciplina de las relaciones interna- a través del examen de las variables que miden las capacidades, la polarización
de las alianzas, las organizaciones internacionales y las carreras de armamen­
tos. Al mismo tiempo, ha puesto de manifiesto que otras correlaciones común­
1 03 RICHARDSON, Lewis F . , Statistic of Deadly Quarrel/s, publicación póstuma por Q. WRIGHT mente aceptadas por la literatura, como que los Estados autoritarios son más
y C. C. LIENAU, Chicago/Londres, 1960. Vid. también: «Frequency of Ocurrence of War and
other Total Quarrells», Nature, n.0 148 (1941), pp. 37-59.
1 04 RICHARDSON, Lewis F., Arms and lnsecurity, A Mathematical Study of the Causes and
Origins of War, publicación póstuma por N. RASHEVSKY y E. TRueco, Chicago/Londres, 1 960. I 08 Para un panorama general de este campo de estudio, vid., sobre todo, la excelente y su­
1 05 ZINNES, Dina A . , Contemporary Research in International Relations, Nueva York, 1976, cinta exposición que hace Hans van der DENNEN de las principales aportaciones (<<Ün War: Con­
p. 332. cepts, Definitions, Research Data. A Short Literature Review and Bibliography>>, UNESCO Year­
La mayoría de las críticas ha hecho referencia a la excesiva simplicidad del modelo para
10 6 book on Peace and Conflict Studies 1980, pp. 1 28-1 89; ed. castellana en Anuario de Estudios so­
explicar adecuadamente la complejidad del comportamiento internacional y a su carácter tautoló­ bre Paz y Conflictos UNESCO, 1 , pp. 1 16-1 87). Como introducción al mismo, vid.: WALTZ, Ken­
gico. Vid.: RAPOPORT, Anata!, «Lewis F. Richardson ' s Mathematical Theory of Wan>, Journal neth N., Man, the State and War. A Theoretical Analysis, Nueva York, 1 954; ed. castellana El
of Conflict Resolution, vol. 1 (1957), pp. 249-299; CASPARY, Williams, <<Richardson's Mode1 of hombre, el Estado y la guerra, Buenos Aires, 1 970; BUCHAN, A. War in Modern Society, Lon­
Arms Race. Description, Critique, and an Alternative Model», International Studies Quarterly, vol. dres, 1968; BLAINEY, G . , The Causes of War, Londres/Nueva York, 1975; STOESSINGER, J. G.,
2 (1967), pp. 63-88; y PATCI-IEN, Martin, <<Models of Cooperation and Conflict. A Critica! Re­ Why Nations Go to War, Nueva York, 1978; NELSON, Keith L. y OuN, Spencer C., Why War?
view», Journal of Conflict Resolution, vol. 1 4 (1970), pp. 389-408. ldeology, Theory and History, Berkeley, 1979; HOWARD, M., The Causes of War, Londres/Cam­
1 07 Entre otros, vid.: SMOKER, Paul, <<A Mathematical Study of the Present Arms Race>>, Ge­ bridge, Mass., 1983. También KOHLER, Gernot, <<Approaches to the Study of the Causes of Wan>,
neral Systems, vol. 8 (1963), pp. 51-60; <<A Pilot Study of the Present Arms Race», General Systems, UNESCO Yearbook on Peace and Conflict Studies 1981, pp. 1 1 5-127; ed. castellana en A nuario
vol. 8 (1963), pp. 61-76, y <<Trade Defense, and the Richardson Theory of Arms Race: A Seven de Estudios sobre Paz y Conflictos UNESCO, 1 , pp. 101-1 15; y S N G ER , J. David, <<Accounl i 1 1 J •

Nations Study>>, Journal of Peace Research, 2 ( 1 965), pp. 161- 1 76; CHASE, Phi1ipp, <<Feedback for lnternational War: The State of the Discipline>>, Journal of Peace Research, vol. 28 ( 1 88 1 ).
Control. Theory and Arms Race>>, General Systems, vol. 14 (1969), pp. 1 37-149; LUTERBACHER, [Jp . 1-18.
Urs, Dimensions historiques de modeles dynamiques de conflict. App!ication aux processus de 109 En el marco de este proyecto se incluyen no sólo los estudios realizados en el Mentai i !Mith
course aux armements, 1900-1965, Leiden/Ginebra, 1974; y HoPMANN, P. Terrence y SMITH, The­ Research lnstitute de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor, sino también aquell s cs l u d i ' "
resa C., <<An Application of the Richardson Process Model: Soviet-American interactions in the que utilizan las colecciones de datos del Correlates-of- War Project y los realizados p 1 i " v ' " ' l i
gadores que han trabajado con J. David SINGER y Melvin SMALL.
r s
Test Ban Negotiations, 1962-1 963>>, .Journal ofConflict Resolution, vol. 2 1 (1977), pp. 701-726.
I N I I( ( H l i l l 1 l • • ll ¡\ 1 \ ; , 1( 1 1 ¡ \ t l t l ! l l ' , 1 1 1 1 1 1 \ l l i \ t 1 1 > 1 1 /\ l l ' t 1 \ ' , 1\ 1 1 \t 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1\ 1 1 \ t l t 1 1 1 \ 1 1 · , ' " �1 1 1 1 1 t > l \ 1 ¡\ \ 1 > 1 :.• 1 1 ' 1 1 1� ¡\ _•¡; ·,

agresivos y los Est ados democ rjL ico 111 {.ts pa · f i'il:oS , 110 ·o 1 1 ·ie1 l aH . ' 1 1 l os ,'1 1 1 i 11111111 In� p 1 n hu h i l i d n d ·� d · CO I I f' I Í<.: I t ) d ·lJ · Nt..: f put.:st ;¡ · n t.: u t r ·(l i c l i o 1 1'' . La

mos años, el proyecto ha orientado su i nvestigación hac i a el e L ud i o ele las ·a11sas icl ·:-t d · « p e ·si n l. a l e ra l » ha · i d a p l icada pos t e r i o rmente p o r A S J I I. I: Y
l l J Í S l l l;i

de la guerra en los conflictos más graves 1 1 0.


pa ra st u d i a r la r i v a l idad de los años ci ncuent a y sesenta entre los Est ados U n i -
En igual sentido se orientan los trabajos, entre otros, de BEER, en e 1 ec i a l 1 , la U n i ón Sov i ét i c a y la República Popular de China 1 1 5 .
.

su primera aportación si bien en un reciente trabajo trata de lograr una ·í


111
, l l· n los últ imos años, el estudio de las causas de la guerra, sin abandonar
tesis sobre lo que denomina la «ecología>> de la guerra, mediante la utilización la línea de análisis señalada, ha ampliado su atención hacia la investigación
de datos y conclusiones tanto cualitativos como cuantitativos 1 12•
de cómo empiezan y cómo terminan las guerras, buscando sobre todo la ela­
Se trata, en muchos casos, de investigaciones que se orientan hacia lo que boración de modelos que permitan aprehender las situaciones de opción entre
puede denominarse «teorías de la guerra general», centradas en el análisis de la continuación de la guerra o la negociación y la paz, que se producen en los
este tipo de conflictos generalizados o hegemónicos, cuya incidencia en el cur­ procesos de toma de decisiones de los actores. La más característica de estas
so de la historia, en cuanto han afectado profundamente tanto a las estructu­ aportaciones es la de BUENO DE M ESQUJTA La literatura en torno a cómo 1 16.

ras ideológicas, sociales y económicas de las sociedades estatales como a las terminar las guerras, aunque no muy desarrollada, no ha dejado de ptoducir
del propio sistema internacional, ha sido especialmente decisiva 1 1 3 . aportaciones significativas 1 17 .

Otra línea de estudio, dt<ntro de esta misma corriente, se ha dirigido hacia Además de las aportaciones señaladas, existen otras muchas\que han in­
la investigación de situaciones específicas de guerra, como es el caso, entre otros, vestigado el fenómeno de la guerra, desde las perspectivas señaladas, en sus
de CHOUCRJ y NORTH respecto de la Primera Guerra Mundial. Interesados ini­ más variados aspectos y dinámicas 118

cialmente sólo en la crisis de julio-agosto de 1 9 1 4 , que desembocó en una gue­ Particular interés tiene, sin embargo, por cuanto adopta un planteamiento
rra no buscada, han ampliado su objeto de estudio hacia las tendencias a largo prospectivo y de búsqueda de relevancia, que escapa al sentido de muchas de
plazo que dieron lugar a esa guerra, introduciendo el concepto de «presión la­ las aportaciones anteriores, el trabajo de BoUTHOUL y CARRERE, inserto dentro
teral» sobre los Estados y el propio sistema para explicar la razón por la que de la polemología, en el que computan y analizan 366 conflictos armados, in­
los Estados, en diferentes y específicas circunstancias históricas, se vieron en­ ternos e internacionales, en el período 1 740- 1 974 1 19 .
vueltos en el conflicto. Para ello estudian el período 1 870- 1 9 1 4, utilizando téc­ El desarrollo de la investigación sobre el conflicto desde los años cincuen­
nicas econométricas que aplican para investigar la actuación de las seis gran­ ta, a la que nos referiremos en breve, ha ejercido, como es lógico, una decisiva
des potencias de la época en base a una serie de datos demográficos, económi­ influencia sobre el estudio de las causas de la guerra, ampliando su perspectiva
cos, políticos y militares y a las interacciones entre estos Estados. Su conclu­
sión, aplicable a la realidad internacional actual de un mundo dividido en Es­
tados pobres y ricos, es que el desarrollo nacional no es una garantía contra C HOUCR I , Nazli y NORTH, Robert C., Nations in Conflict: National Growth and 1nterna­
1 14

tional Violence, San Francisco, 1975.


la guerra y el conflicto, por lo que la creencia de que la progresiva superación ASHLEY, R. K . , The Politica/ Economy of War and Peace: The Sino-Soviet-American
1 15

de las diferencias de desarrollo económico y tecnológico entre los Estados dis- Tri0;ng'le and the Modern Security Problematique, Londres/Nueva York, 1980.
BuENO DE MESQUITA, Bruce, The War Trap, New Haven/ Londres, 198 1 : <<The War Trap
1 16

Revisited, A Revised Excepted Utility Model>>, American Political Science Review, vol. 79 (1985),
pp. 1 56-177; y <<Toward a Scientific Understanding of International Conflict: A Personal View»,
1nternational Studies Quarterly, vol. 29 (1985), pp. 121-136.
1 10 Un primer resumen de los resultados de este proyecto fue publicado por J. David SINGER 1 171 KLE, F . C., Every War Must End, Nueva York, 197 1 , y How Nations Negotiate, Mill­
y Melvin SMALL en 1972 (The Wages oj War, 1816-1965. A Statistical Handbook, Nueva York, wood, N. Y., 1982; RANDLE, R. F., The Origins oj Peace: A Study of Peacemaking and the Struc­
1972). Posteriormente, en 1982, vio la luz un resumen revisado (Resort to Arms: Jnternational ture oj Peace Settlements, Nueva York, 1973; y PILLAR, P. R., Negotiating Peace: War Termi­
and Civil War, 1816-1980, Beverly Hill s, 1982). Además, entre las principales publicaciones en nation as a Bargaining Process, Princeton, 1983.
torno al proyecto se pueden citar las siguientes: SINGER, J. David (ed.), Explaining War. Select 1 18Vid. entre otros: DEWEY, E. R., The 1 77-Year Cyc/e in War, 600 BC-AD, 1957, Pittsburg,
Papersjrom The Corre/ates of War Project, Beverly Hills/Londres, 1979; The Corre/ates of War, 1964, PRUIT, Dean G. y SNYDER, Richard C., Theory and Research oj the Causes oj War, Engle­
vol. 1 : Research Origins and Rationale, Nueva York, 1979; The Corre/ates oj War, vol. 2: Testing wood Cliffs, N. J., 1969; BARRINGER, R. E., War: Patterns of Conflict, Cambridge, Mass., 1972;
Sorne Rea/po/itik Mode/s, Nueva York, 1980; SINGER, J . David y WALLACE, M . D . , To Augur RussET, Bruce M. (ed.), Peace, War and Numbers, Bever1y Hills, 1972; W LLACE, M. D., War
Á

We/1. Early Warning indicators in Wor/d Politics, Beverly Hills/Londres, 1979; SINGER, J. David and Rak among Nations, Lexington, Mass., 1973; M I DLARSKY, M . , On War, Politica/ Violence
y STOLL, Richard J. (eds.), Quantitative Indicators in World Politics: Time/y Assurance and Early in the Jnternational System, Nueva York, 1975; RUMMEL, R. J., Understanding Conflict and Wvr.
Warning, Nueva York, 1984. Para una exposición resumida de algunos de los hallazgos obtenidos 3 vols., Beverly Hills, 1976-1977; SMOKE, Richard, War: Controlling Esca/ation, Cambridge,
con este proyecto, vid.: SINGER, J. David. «Vers une science de la politique international: pers­ Mass., 1977; W I LKINSON, D., Dead/y Quarrel/s, Berkeley, 1980; ÜRGANSKI, A . F. K. y KUGLER, 1
The War Ledger, Chicago, 1980; GILPIN, Robert, War and Change in World Politics, Nueva York .
. . .

pectives, promesses et résultats>>, Eludes internationa/es, vol. 1 5 (1984), pp. 860-874.


111 BE , F . A., How Much War in History; Dejinitions, Estima/es, Extrapo/ations and
ER 198 1 ; Me NEIL, William H., The Pursuit of Power; Technology, Armed Force, and Socie1y sinc1 ·
Trends, Beverly Hills/Londres, 1974. AD 1000, Chicago, 1982; LEVY, Jack S., War in the Modern Power System, 1945-1975 ,
BEER, F. A., Peace Against War. The Ecology of Jnternationa/ Violence, San Francis­ ton, 1984; y BRAMS, Steven J . , Superpower Gamer: Applying Game Theory to SuperpowN 1 'on
e x " ' l'.
1 12

co/Londres, 198 1 . flic!,l l9New Haven, 1985.


Para una exposición y crítica d e las mismas, vid.: LEVY, Jack S., <<Theories o f General BüUTHOUL , Gaston y CARRERE, René, Le défi de la guerre, 1740-1974: Deux oil1 ·/1 ', 1' ¡f, · ,i· u , ·
113

W an> World Politics, vol. 37 (1985), pp. 344-374; y MüDELSKI , George y MoRGAN, Patrick M.,
, rres et revo/utions, París, 1976; ed. castellana: El desaj{o de la guerra (1740-1974) . /}( 1.1' ,1/¡;/u1 , ¡, .
«Understanding Global Wam, Journal of Con.flict Reso/ution, vol. 29 (1985), pp. 391-417. guerras y revoluciones, Madrid, 1977.
l l < l li l l l l l i l • I I H i i\ 1 \ ; . li l l \1 H lj ll '• 1 1 1 1 1 1 1 1 \• 1 1 • 1 1 ,\ 1 1 ' , 1 \ ' , 1\ 1 1 \• 1< �111 · � 1 1-1 1 1 1( 1 1 ,\ • 1 1 1 1 1\ 1 1 ·, < ( 1�1! 1 1 1 • 1 1\ l i \ \ l > l ' ,t I I ' I I N .'H 1

e i n u :od u c i c n d o e n la n 1 i s r n a u n · ,, a p ro x i l l .t � t e i 6 J t i 1 1 J · r t J i N · l p l i 1 1 u r i u , l ! I I C l l : t · 1 t t i ­ I n :> vn 1 1 ,'n H d · l i r ¡ • u ' I I' U p u r ; r ·v i l a r s r 1 ·sl a l l i c l y nn n L c n c r el siatu quo,


1 urs · r a l n ¡ ' 1 1 1 l.as n ec e i cl a d e
i n p l i:t l l -
quecido las sucesivas aportaciones 1 20 . E n esl se n t id o , e h a prod u c i c l o U I JCL i n­ • ele cam b i o ele las est ruct uras del ac tua l siste­
dudable aproximación entre ambos plan t eamiento , que h ace cl i ffc i l , n o a­ m a i n t crn i na l , e n las que residen en gran medida las causas de la guerra .
siones, separar nítidamente ambos campos de investigació n .
E s t e t i p o de investigación sobre l a s causas de la guerra y l o s res ultados d
la misma ha sido objeto de diferentes críticas, tanto desde el propio campo el) Teodas del conflicto
cuantitativo-matemático, como es el caso de STOESSINGER 121
, respecto de los
trabajos de S INGER y SMAL L , como desde el campo de la investigación para Referirse a las teorías del conflicto en el marco de las relaciones internacio­
la paz , que veremos al estudiar las concepciones teóricas de la década de los nales exige unas consideraciones previas en orden a una exacta comprensión
setenta. del alcance de este apartado .
Desde esta última perspectiva, se señala que tales estudios continúan an­ Ante todo hay que aclarar que, si bien la noción de conflicto abarca tanto
clados en el paradigma del Estado y del poder, característico de la concepción su manifestación intergrupal como interpersonal, desde un punto de vista socio­
clásica de las relaciones internacionales, que hoy es inadecuado para el análisis político, que es el que ahora nos interesa, tal noción queda reducida, como
de la realidad internacional . Se apunta, igualmente, que desconocen o ignoran es lógico , a las relaciones intergrupales . El conflicto se refiere, de esta forma,
toda una serie de datos o v�riables difícilmente cuantificables, como son los a una situación en la que un grupo humano se encuentra en oposición cons­
intereses reales implicados en la guerra, los grupos y clases que representan ciente a otro o a otros grupos humanos, en razón de que tienen o persiguen
esos intereses, la estructura socio-económica en la cual esos intereses están ra­ objetivos o intereses que son o parecen incompatibles . El conflicto supone, pues,
dicados , la estructura política a través de la cual se manifiestan, y el aparato más que la simple competición, sin que sea, por otro lado , identificable con
122 •
militar en cuanto instrumento para la acción Se critica igualmente el ca­ la noción de «tensió n » , situación ésta que implica hostilidad latente, miedo,
rácter atomístico de las investigaciones, que, además de no ser acumulativas sospecha, percepción diferente de los intereses, pero que no supone el enfren­
más que en una mínima medida, impiden una consideración holística del fenó­ tamiento mutuo a nivel de realidades . La tensión, sin embargo, es un compo­
meno de la guerra. También hay que señalar, en esta línea, que los resultados nente del conflicto y ton frecuencia le precede. De ahí que las causas de la-ten­
obtenidos respecto de las guerras del siglo XIX poco o nada tienen que ver con
las del siglo xx, dados los cambios existentes en las funciones socio-económicas
sión estén íntimamente relacionadas con las del conflicto.
E n otro orden de cosas , es evidente que el conflicto no es identificable con
de la guerra, en los intereses y modelos de comportamiento de los Estados, la guerra, sino que abarca una gran variedad de situaciones . La guerra consti­
en las armas empleadas y, en general, en la estructura del sistema internacio­ tuye la forma más importante y llamativa de los conflictos sociales, pero no
nal , que en casi nada se parece a los sistemas internacionales d e épocas ante­ l a única, ni tampoco, en muchos casos , l a más influyente.
riores . Al mismo tiempo, tales estudios, al fijarse exclusivamente en la guerra, Junto al conflicto se utiliza con frecuencia el término «crisi s » , habiéndose
olvidan otros tipos de conflicto y otras formas de regulación del mismo , de rdesarrollado una amplia literatura que trata de estudiar este fenómeno . Si bien
especial incidencia en el mundo actual, cuyo estudio es absolutamente necesa­ los términos «crisis» y «conflicto» no son identificables, la teoría de la crisis
rio para analizar las causas de la guerra . está en directa relación y puede englobarse a efectos analíticos en el marco de
Por último, y esta crítica es extensiva a la investigación sobre el conflicto la investigación sobre el conflicto . Debe señalarse, sin embargo, que la teoría
en general, que veremos a continuación, tal como se concibe predominante­ d e la crisis se diferencia en general de la del conflicto por centrar principal­
mente en los Estados Unidos, hay que señalar el carácter marcadamente con­ mente su atención en el comportamiento de los actores desde la perspectiva
servador y de mantenimiento del actual orden internacional de estos estudios, del proceso de toma de decisiones , que ya hemos estudiado .
que se encubre bajo el pretexto de la pretendida neutralidad científica que los Finalmente hay que señalar que nuestra atención prioritaria en el presente
guía, por cuanto buscan simplemente, en la mayoría de los casos, descubrir apartado se va a centrar en el conflicto internacional, es decir, en el que se
produce entre grupos humanos a nivel internacional . Las formas que puede

120 Para una muestra reciente de esta ampliación del campo y de la adopción de perspectivas presentar el mismo son igualmente numerosas, lo que nos obligará a tomar
más amplias, vid.: FosTER, Mary LeCron y RUBINSTEIN, Robert A. (eds.), Peace and War. Cross­ en consideración sus diferentes expresiones . Ello, sin embargo, no supone que,
Cu/tural Perspectives, New Brunswick/Oxford, 1986. al abordar las distintas concepciones del estudio del conflicto, no nos veamos
121 STOESSINGER, J. G., op . cit.
122 Una crítica de esta naturaleza, acompañada de una propuesta de investigación alternati­ inmersos en perspectivas y planteamientos que desbordan el fenómeno del con­
va, es la realizada, por ejemplo, por Klaus Jürgen GANTZEL («Another Approach to a Theory flicto estrictamente internacional .
on the Causes of International Wan>, Journal oj Peace Research, vol. 1 8 (198 1), pp. 39-55). En
esta misma línea crítica, pero con un planteamiento más amplio, que desborda el estudio de las
Algunas de las críticas que hemos visto respecto del estudio de las causas

causas de la guerra, se insertan numerosos especialistas europeos, que mencionaremos al tratar de la guerra, unido sobre todo al hecho de que ésta sólo es una de las formas
de la investigación para la paz. del conflicto, hicieron que desde la década de los cincuenta, en paralelo con
p o n d · 1 {¡ : t i ./( lt/l'ltal o/
el c · t u d i o d<:J C n rl i 'LO i n i C J' I I O , S ' d S < t i' J ' O I I a � ·, 'li j )l.:l' i : t l l l t (' l l l · ' l l ·I 1 1 1 1 1 1 H I O : t l l • 'onjlid l<t·solu tion. q u · i n i · i a s u p u b l i ·a ·
ión · 1 1 1 'J
glosajón, lo que se denomina genéricament la «invest igación obre el n fl i ·­ e p r i n · i p� t l r r investig aciones
d u ra n t e m u ho t i empo d e l as
p ro d uc i d a s
por

to» o las teorías del conflicto. Corriente teórica y campo de estu d io má am­ ·sta corrien te. En la Europa contine ntal la investig
ación sobre el conflic to se
plio y ambicioso que el estudio de las causas de la guerra, que incluye, ademá de arrolla rá más tarde y, en genera l, por derrote
ros diferen tes a los señala dos,
de las investigaciones que ya hemos visto, todos los estudios que se realizan cerca de la investi gación para la paz que se estudia rá posteriormente.
en torno al conflicto, sea cual sea su naturaleza y alcance. La investigación
más
De esta forma, en base a este planteamiento amplio del estudio del conflic ­
sobre el conflicto ha supuesto, de esta forma, una cierta convergencia entre to, se acuñarán, sobre todo en los Estado s Unido s, diferen tes expres iones que
el estudio de las causas de la guerra y del conflicto internacional y el estudio t ratan de reflejar el campo de estudio , introduciendo una cierta dosis de con­
del conflicto en el seno de las sociedades estatales y demás grupos, debi do a fusión . La más omnicomprensiva es «inves tigació n sobre la paz y el conflic ­
que la distinción entre lo interno y lo internacional ha perdido progresivamen­ to», que pretende abarcar todas las investi gacion es y estudio s que, con ind � ­
te importancia ante el incremento constante de los conflictos transnacionales, pendencia de su alcance y orientación, se realiza n en este dilatad o y compl eJO
la internacionalización de los conflictos i nternos y lo artificial y acientífico que campo 1 25 . Tal planteamiento difiere, como veremos, del que caracte riza la in­
supone dividir la vida social en ' d os mundos autónomos. El resultado ha sido vestigación para la paz. Por ello, y dado que consid eramo s que deben distin­
la aparición de aportaciones procedentes tanto de la ciencia política, la socio­ guirse la investigación sobre el conflic to y la investi gación para la paz, por las
logía, la psicología y el derecho, como de las relaciones internacionales, po­ diferencias existentes en cuanto a su alcance y sentido, estimamostomás propio
niéndose de manifiesto el carácter necesariamente interdisciplinario o trans­ design ar a las aportaciones que se centra n en el estudi o del conflic como «in­
disciplinario que tiene el estudio del conflicto. vestigación sobre el conflicto» o «teorías del conflicto» . i­
La investigación sobre el conflicto, en consecuencia, aunque tiene mucho De l a variedad d e enfoques y contenidos que s e integran bajo esta denom e "teo­
que ver con las relaciones internacionales, sin embargo, desborda el campo tra­ nación nos dan idea las palabras de FRANKEL, que señala que «el nombr
dicional de éstas. No tiene, así, nada de extraño que se haya planteado por ría del conflicto" abarca muchas escuel as y enfoqu es heterogéneos , algunos
algunos estudiosos la existencia de una nueva disciplina científica, distinta de motiva dos por la búsqu eda de la paz, otros por el deseo de mejor ar la relación
las relaciones internacionales y de la sociología. entre las políticas exteriores de los Estados y otros por la mera búsque da de
En última instancia, la investigación sobre el conflicto pretende facilitar compr ensión . Comprenden análisis sociológicos, filosóf icos Y éticos de la na­
nuestra comprensión de los diferentes tipos de conflicto humano, mediante el turaleza del conflicto, y con frecuencia separa damen te del conflic to violent o
estudio, la comparación y contrastación de dichos tipos de conflicto, más que y de la guerra, escuel as de control y de resoluc 126 ión del conflic to y varias escue­
investigando cada uno de ellos aislado de los demás 123 • Su orientación, sobre las con técnicas y objetos más específicos . . . » .
todo en los Estados Unidos, continuará siendo predominantemente cuantitati­ Por su pate, INTRIL !GATOR, en un trabajo dirigido a especificar losla distin­
va y behaviorista, produciéndose su mayor desarrollo en ese país y, en menor tos enfoqu es analíticos y áreas de investigación existentes dentro cional de teoría
dose al estudio del conflic to interna Y sin
medida, en el Reino Unido. En este sentido, la recopilación de datos como ba­ del conflic to, aunque limitán más am­
se para un tratamiento cuantitativo que permita la comprobación de hipótesis entrar por ello en el conflicto intern o, que ofrece un campo mucho . Los en­
o la elaboración de modelos desempeña, en la mayoría de los casos, un papel plio, establece ocho enfoques analíticos y ocho áreas de investigación ía contro l,
del
clave 1 24 . Papel especialmente significativo en el auge de estos estudios corres- foques son: ecuaciones diferenciales, teoría de la decisió n/teor teoría de la esta­
teoría de los juegos, teoría de la negociación, incerti dumbr e, . A su vez, las
bilida d, modelos de acción/reacción y teoría de la organi zación
áreas de investigación que señalan son: carrera de armam entos, iniciac ión/te r­
1 23 Para una consideración general de este campo de investigación, vid: DEDRING, Juergen, ame­
Recen/ Advances Peace and Conflict Research. A Critica/ Survey, Beverly Hills/Londres, 1976;
m minac ión/rit mo de la guerra, estrategia militar /cond ucción de la guerra ,
DouGHERTY, James E. y PFALTZGRAFF, Robert L., Conlending Theories of inlernational Rela­
tions A Comprehensive Survey, 2. ed., Nueva York, 198 1 , pp. 181-416; GURR, T. R. (ed.), Hand­
a
nazas/ crisis/ escalada, proliferación militar, burocracia y presupuestos de de-
book of Polilica/ Conflict, Theory and Research, Nueva York, 1980; FALK, Richard A. y KIM,
Samuel S. (eds.), The War System: An inlerdisciplinary Approach, Boulder, Co., 1 980; y MIT­
1 982, pp. 1 64-191; ed. castella na en Anuario de Estudios
CHELL, C. R., «Conflict, War and Conflict Management», en M. LIGHT y A. J. R. GROOM (eds.) sobre Paz y Conflictos UNESCO, 2,
lnlernaltanal Re/atwns. A Handbook of Curren/ Theory, Londres, 1985, pp. 121-140. Para la
bibliografía existente en este campo, aunque se incluye también la de las causas de la guerra y
pp. 205-237 .
1 25 Expresió n de este planteamiento y denominación la obra de Juergen. DEDRING (op. C�t. . )� .
es

aportac iones de Johan GALTUN<? Y la linea de la lllves � •f·.:


a la teona de los Juegos y la IL'<'"'
de la investigación para la paz en sentido estricto, vid.; BOULDING, Elise, PASSMORE, J . Robert que incluye en su exposic ión desde las
se reahzan en base
los Estados Umdos , v 1 d : ó • · ·
Y ÜASSLER, Robert S., Bibliography on World Conflicl and Peace Second Edition, Boulder, ción para la paz hasta las aportac iones que
a todavía presente en
Journal of PeaC' lú>,,·¡ ·on ·il .
1.
Co./Londres, 1 979; y CARROLL, B. A., FINK, C. F. y MOHRAZ, J. E., Peace and War: A Cuide cas de simulación. Esta tendenc ia continú
to Bibliographies, Santa Bárbara, Ca., 1 983. George A, « A University Peace Studies Curricu lum for the 1 990s»,
124 Para un análisis comparado de distintos proyectos de recopilación de datos en torno al vol. 22 (1985), pp. 1 17-128. . .
11
conficto, vid.: JoNGMAN, Berto y TROMP, Hylke, «War, Conflict and Political Violence: A Des­ 1 26 FRANKE L, Joseph, Contemporary International Theory and the Behavtour of :;,ttl/1'\. 1
'

cription of Five Data Collection Projects». UNESCO Yearbook on Peace and Conflict Studies dres/Oxford, 1973, p. 87.
. " 10 1 N 1 11 1 • 1 • 1 11 1 1 1 • ¡,¡ ' \ < l � > l l l ' . l l l l l l{ l l \ 1 1 1 > 1 1 \ l l ' • i i > � l l l l l i l ll l \ \ .' ' 1 1
' · . �� ,, 1 1 1 , 1 1 1 · • 1 r 1 1 1 1¡ 1 1 , , 1 • 1 1 1 , 1 1 • • 1 \ ' . 11 1 1 1 1 1 ' ,< 1 1 ' 1 1 1 1 \
1 1 1

i 'ensa 1 7 - Lo q ue n s da u n a idea ele lo qu · u b : u ·; ¡ la i u v · · ¡ j •a · i ó u s u b r · el


y la ' \ l l l v i T i t'¡ u 1 1 , ck M O I< t . /\ N �o
isi� d · la lis u as i ó n y le M 1 B R N so b re el m i · m o t em a desde u u a
t : H: i t � l l \'� t k Sn u · t t i N , � O I J I C la d i s u a � i ó u
conflicto sólo en el caso del con flicto internacio nal. lJr · 1 a J • i'd 1 IJ e

La� aportaciones en este campo son, pues, numerosa s, pero Jo son aún m u ­ 1 ·rspec t i v a e x lu · i vamen t e p icológica En esta misma perspectiva hay que
1 34 .

cho mas, �o� o es lógico, si nos fijamos en el conflicto en general. A estos efectos illcl u ir L a m b i é n la amplia literatura que, en relación con la investigación sobre
�u eden distmgmr. se tres grandes líneas o enfoques, según se centren en el aná­ 1 con fl i c t o , se ocupa de la personalidad de los hombres de Estado y del políti­
lisis. �e· la naturaleza y causas de la agresividad humana como causa clave del co, de las imágenes, percepciones y sistemas de valores y creencias de los esta­
conflict� humano, en el estudio psicológi co, político y sociológico del conflic­ distas como determinantes o condicionantes de los conflictos 5 • Aportacio­
13

to o realicen la investiga ción desde la perspectiva de las relaciones internacio­ nes que deben ser tomadas en consideración dentro de la investigación sobre
nales. Por supuest� que estas tres grandes líneas están en íntima relación y apa­ el conflicto, pero en las que no entramos por haber sido ya objeto de conside­
:ecen �o � f�ecu�ncm presentes en las diferentes aportacio nes, dado el carácter ración en el apartado «El hombre y sus imágenes».
mterdiSCi plinano y global que caracteriza los actuales trabajos en este cam­ Por último, tenemos la tercera gran línea de análisis, ya apuntada, la refe­
po 1 28 .
rente a la investigación que se orienta hacia el estudio del conflicto desde la
La primer� corriente, la que se mueve preferentemente a nivel del indivi­ perspectiva de las relaciones internacionales. Algunas de las aportaciones men­
�uo, enlaza directamente con las concepciones estudiad as ya en el apartado cionadas en la corriente anterior tienen también plena cabida dentro de ésta.
titulado « �! hombre y sus Imágenes». Su objetivo es indagar sobre las causas Con todo, hecha esa salvedad, aquí cabe indicar dos direccciones. Una, la que
�e la agr_es�vidad_ humana, como base parte del examen de la naturaleza y proceso del conflicto a nivel interno para
para la comprensión del conflicto , exis­
tie�do drs tmtas líneas de investigación, que no estudiamos ahora para no re­ considerar a continuación la guerra y el conflicto internacional desde esa ópti­
petir lo dicho _ anteriormente. ca. En este grupo, algunos de los trabajos más relevantes son los de KRIES­
Desde_ la perspectiva del análisis psicológ ico, político y sociológico del con- BERG 13 6 , WEHR 13 7 y H IMES, que parte del análisis de los conflictos étnicos
. social las aportaciO
0Icto . nes han sido también especialm y raciales 138• Otra, la que sobre la base del estudio de la guerra trata de ex­
ente numeros as. De­
jando al � argen las contribuciones realizadas desde perspectivas marxista s y plicar el conflicto humano en general. En esta dirección se insertan numerosas
neo- � arxistas, �ran parte de estos trabajos se han orientado hacia la investi­ aportaciones 1 39•
gacw . ? de los ongenes del desconte Una de las más recientes contribuciones a la investigación sobre el conflic­
nto, de la
volucwn , . D ��taca en esta línea la aportaci ónprotesta , del conflicto y de la re­
de GURR, que ha desarrollado to lo constituye la aplicación de la llamada teoría de la catástrofe al análisis
una concepcwn que basa el crecimiento del descontento en un extendido senti­ del conflicto internacional. La teoría de la catástrofe en general se refiere, en
do �e Privación relativa y que trata de mostrar cómo aquél puede extenderse
Y ongm� _ � el con�icto en base
_ a una determinada combina ción de circunsta n­
Cias politicas, sociales y económi cas Otras aportaci ones que se insertan en
129
. Thomas C . , The Strategy of Conflict, Cambridge, Mass ., 1 960; ed. castella­
l 3 2 ScHELLING,

esta perspectiva sociológica, aunque con diferentes alcances , se deben, entre na. La estrategia del conflicto, Madrid, 1 964; y Arms and lnfluence, New Have, 1 966.
t 33 MaRGAN, P. Deterrence: A Conceptual Analysis, Beverly Hills, 1977.
otros, a CosE � 130 Y DEUTSCH 1 3 1 . También hay que mencionar los estudios so­ 1 34 M1LBURN, T. W ., «What Constitutes E ffective Deterrence?» , Journal of Conflict Reso/u­
, en situaciOn _ es de conflicto actúan y sienten tion, vol . 3 ( 1 959), pp. 1 38-1 45; y «The Concept of Deterrence: Sorne Logical and Psychological
bre como los implicados y cómo Considerations», Journal of Social lssues, vol. 17 (1961), pp. 3-1 1 .
las partes se influencian o tratan de hacerlo. En este punto destacan las apor- 1 3 5 Para una consideración detallada de esta área de investigación, vid . , entre otros KELMAN,
H. C. (ed.), lnternational Behavior: A Socia/-Psycho/ogical Analysis, Nueva York, 1965; STAG­
NER, R . , Psychologica/ Aspects of Jnternational Conflict, Belmont, Ca. , 1 967; DE RIVERA, Jo­
1 27 I NTRILIGATOR, Michael seph H . , The Psychologica/ Dimension of Foreign Po/icy, Columbus, Ohio, 1 968; JERV t S, Ro­
bert, The Logic of lmages in lnternational Relations, Princeton, 1970; y Perception and Misper­
D . , « Research on Conflict Theory, Analytic Approaches and Area­
1 28 para una cons1' d erac1on
sof Apphcat!On> >, Journal of Conflict Reso/ution, vol . 26 ( 1982) , pp. 307-309 .
. ' . amplia de ception in lnternational Politics, Princeton , 1976; N YE R . D . , Conflict Among Humans, Nueva ,

York , 1 973; y ELDRIDGE, A. F . , lmages of Conflict, Nueva York , 1 979.


mas la que forzosamente tenemos que hacer en este apar-
l 36 K R 1 ESBERG, L., Socia/ "Conflict, Englewood Cliffs, N. 1 . , 1973.
tado, puede verse la obra ya citada de James E DoUGHERTY y Robert L . PFALTZGRAFF, en la que
desde la p �rspect1va de su proyecto en las relacwnes :
1 3 7 W E H R , Paul, Conflict Regulation, Boulder, Co, 1979.
mtemacionales se estudian en detalle las dis­
lintfz" teonas del conflicto en general (op. cit., pp. 181-416).
9 G u R R , T. R . « A Causal Model of Civ¡l Stnfe. A
Comparative Analysis Using New Indi­
138 H !MES, J. S., Conflict and Conflict Management, Athens, Ga. , 1982.
ces».' Amertcan Poltttca/ Sctence Review, vol. 62 (1968), pp . 1 104-1 124; « Urban Disorder: Pers­ l 39
: MACK, R. W. y SNYDER, R . C . , <<The Analysis of Social Conflict: Towards an Overview

pect¡ves f om the Comparat1ve Study of Civil Strife», American Behaviora/ Scientist, vol. 1 1 (1968), and Synthesis», Journal of Conflict Resolution, vol. 1 (1957), pp. 212-248; BouLDING, Kenneth E.
pp. 50-55, Why Men Rebel, Pnnceton, 1970; «The Calculus of Civil Conflict», Journal ofSocial Conflict and Dejense: A General Theory, Nueva York, 1%2; SM1TH, C. G. (ed.), Conflict Reso­
lssues, vol . 28 (1972), pp. 27-47; Rogues, Rebels and Reformers: A Political History of Urban lution: Contributions of the Behaviorual Sciences, Note Dame, in/Landres, 1 971; PROSTER·
a.,
Cnme and Confite!, Beverly H11ls, 1976; y, con otros autores, MAN, R. L . , Surviving to 3.000; An lntroduction ro the Study of Letha/ Conflict,
Belmon1 ,
�{�
Comparative Studies of Politica/ 1972; BR1CKMAN, P . (ed.), Social Conflict: Readings in Rule Structure and Conflict Re/arionsltips,
Lexington, Mass., 1974; RAPOPORT, Anatol, Conflict in a Man-Made Environment, Hann nd
Co ct and Change: Cross Nat10na/ Dataseis, Ann Arbor, Mich. , 1 978.
COSER, L . A. The Functwn of Social Conflict, Londres/Nu eva
York, 1 964; y Continui-
sworth, Middx. , 1974; MITCHELL, C . R. , The Structure of International Conflict, Londrcs/N u..:­
va York, 198 1 ; e ISARD, W. y SMIT H , C . , Conjlict Analysis and Practica/ Conflict Managent!•nr
ltes
. ;7. !he Study of Saeta/ Confite/, Nueva York/Londres, 1970. ·

1 DEUTSCH, M . , The Reso/ut10n of Confite/: Constructive and Destructive Processes


Haven/ Londres, 1973. ' New Procedures, Cambridge, Mass. , 1983.
\ 1 \ ' , 1\ 1 1 \1 l i l ! l l ' , 1 1 1 1 1 11 1 1 \ 1 l t o l / \ 1 1 '
1 \', 1 1 1 ,, 11 il ll •, 1 �1 1 1 I ( N •\ 1 1 1 1 1 1 /\ 1 1 '
• 1 1 1 1\ 1 1 1 1 1 1 1 1\ 1 \ \ 1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 1\

p a la bra' el e NI a : 1 (J u �.: l l a s s i l ua · i o 1 1 ·s L' l l lns 1 ¡ 1 1 · u11 ·: 1 1 1 1 h i o t'( l l l l i


los casos , p : 1 r a
'l)l i • ;.u.: i ú 1 1 s o b 1 · d '( H i rl i('l o , ( ! l l l' l 1 : 1 �'l'
'l lüL� 1 1 1 1 0 <k 1 1 1¡; n � ¡ K ·1 os 1 1 1 Ú � d '· b i k� de In i n v
q u e · 1 1 r ·su l l a los t en • a n ·�casa v i r t u a
N,

nuo o sin sobresaltos en algunas variables provoca. cam b i os normaks CJI ot 1 a s l idacl ele
, en l a 1� ay ría
variables, que entonces en un momento determinado dan lugar a un a lt r a d i ­ · xpl icaT y act uar sobre los confli ctos entre y en pa1ses en desarr ollo. .
cal hacia un tipo de comportamiento totalmente diferente 1 40. Esta cla e d 11 íntima relació n con el estudi o de la natura leza y proces o del conflt cto
modelo puede aplicarse, según sus defensores, a todas aquellas situaciones en
·

, e encue ntra la tambi én nume rosa literat ura que se ha desarr o _llado en to.r� o
las que los cambios graduales en algunas variables normalmente producen cam­ al comportamiento de los estadistas y de los Estad� s en situac wne� de cns1s,
bios graduales en otras, pero pueden ocasionalmente producir un cambio ra­ q u e t rata de exami nar la transf ormac ión
que �xpen�enta un con 0 1cto al pa-
dical. La teoría de la catástrofe lo que hace es proporcionar un modelo mate­ ar de una fase relativamente blanda a una mas peligrosa, alidad que exige una res­
mático para analizar estos cambios inesperados. Sus aplicaciones al campo de puesta rápida . Su relación con los estudios sobre la person to a dededecisi lo : � om­
Ones
las relaciones internacionales son, hasta el momento, escasas, centrándose ca­ bres de Estado y, sobre todo, con el estudio del proceso detrabaJ �
OS de M c C: LE­
si todas ellas en el conflicto internacional 1 4 1 . es en este sentido clara. A señalar en este campo los
NICHOLSON, cuya preocupación por el análisis del conflicto es antigua 1 42 , 1 4 8 . Desde esta p r specu va,
LLAND 1 46 , HERM ANN 1 47 y del grupo de Stanford las
�.
cns1s en que
ha ensayado su aplicación a tres situaciones. La primera se refiere al procegb uno de los casos al que se ha presta do más atenci ón es el de
de crecimiento armamentista de un Estado. La segunda aplicación se centra se ha visto envuelto el Estado de lsrael . 1 49 . .
en la situación de crisis de comportamiento. La tercera en el inicio de la vio­ Uno de Jos más recientes y ambiciosos trabajos en este campo de mvest•ga-
lencia en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial 1 43. Para este autor, la ción lo constituye el Jnternational Crisis Behavior Project,s1tuac inic�ado en 1 97� ·
aplicación de la teoría de la catástrofe a las relaciones internacionales puede que pretende analizar el comportamiento de los actore s en _ wnes de cns1s
producir avances significativos en la investigación sobre el conflicto. internacion al. El proyecto parte de tres postu lados . En prime r lu�ar , que los
La gran mayoría de todas estas concepciones, que hemos visto hasta aho­ efectos desestabilizadores de la crisis, como de las guerr as, son pehg� osos ��ra
ra, se ha movido, cuando se fijaba en el conflicto internacional, sólo a nivel la seguridad global. Segun do, que la comprensión de laslas causa s, evolu ? n, c1
de actores estatales. Desde una perspectiva diferente, por cuanto se centra en comportamiento del actor, resultados y consecuencias deco oc1m1 cr� si � , es posible
el papel desempeñado por actores no estatales en el desencadenamiento del con­ mediante la investigación sistemática. Tercero, que � ste as1� comoent ? pu_ede
flicto, hay que destacar, entre otras, la aportación de MANSBACH, FERGUSON facilitar el no estallido de las crisis o su control efecti vo, el descu bnm1e mi ?I � Izar
nto
y LAMPERT 1 44. sus efectos adversos en el orden mund ial. Sus objetivos son entr 93� Y 1 980,
En todo caso, la casi totalidad de los estudios señalados se ha ocupado del y difusi ón del conoc imien to sobre las crisis internacion ales � 1
análisis del conflicto en el mundo occidental, y desde perspectivas igualmente el establecimie nto y verific ación de hipóte sis sobre los efecto s mduC idos por
occidentales, sin prestar la atención suficiente a las peculiaridades del conflic­ s,
las crisis y la opció n realizada por los gobernante � �vos los partic a í omo la bús��eda de
objeti ipantes
to en los países en desarrollo, ni romper con la perspectiva etnocéntrica domi­ modelos recurrentes de crisis. Para alcanzar estos
nante 1 45 . Este hecho, al margen de otras consideraciones críticas, constituye en el proyecto han puesto en marcha una invest igació n �� ran·e � cala, cuyo �am­
po es global y a largo plazo, pues estudian todas las � ns1s de � 1po de segun dad
los actore s mtern ac1 nales en u� pe­
militar en las que se han visto envueltos y
?
Siste as pohtic . os
1 40 NtCHOLSON, Michael <<Catastrophe Theory and International Relations», The Year Book ríodo de cincuenta años, en todos los contin entes, cultur as � .
como
of Wold Affairs, vol. 35 ( 1981), p. 221 .
1 4 1 Vid.: !SNARD, C. A. y ZEEMAN, E. C., «Sorne Models from Catastrophe Theory in the So­ y económicos en la era contemporánea. Su método es tanto cuantitativo
cial Sciences», en L. COLLINS (ed.), The Use of Models in the Social Sciences, Londres, 1976, pp. cualitativo 1 50 .
44-1 00; PHILÍPs, W. y RIMKUNAS, R., «The Concept of Crisis in International Politics», Journal
ofPeace Research, vol. 1 5 (1978), pp. 259-272; HoLT, R. T., Jos, B. L. y MARKUS, L., «Catas­
trophe Theory and the Study of Wam, Journal of Conflict Resolution, vol. 22 (1978), pp. 171-208; 1 46 Me CLELLAND, c. A., «The Acute International Crisis», World Politics, vol. 14 ( 1 96 1 ) .
h . 1 ""
y WOODCOOK, A. y DAVIS, M., Catas/rophe Theory, Harmondsworth, 1980. PP · 2
1 42 NICHOLSON, Michael, Conflict A nalysis, Londres, 1970; ed. castellana A nálisis del con­ � !� ;J:� A NN, C. F. (ed.), lnternational Crisis: lnsights from Behavioural Researc
flicto, Madrid, 1 974; «Mathematical Models in the Study of international Relations», The Year dres/Nueva York, 1972.
Book of World Affairs, vol. 22 (1968), pp. 47-63. 148 HOLST I, o. R., Crisis, Escala/ion, War, Montreal, 1972.Londres, 1974,. Y S. r· I N , 1 1 ,
y Choices 1967 and 1973, Col umhu� . e ''""
1
143 NtcHOLSON, Michael, , «Catastrophe Theory and International Relations», op. cit . , pp. 1 49 BRECHER Michael Decisions in lsrael''sSecurit Fore1gn Poilcy, ·

229-234. TANTE R, R., Rat ional Dec!sion-Making: Israel s


1 44 MANSBACH, Richard W., FERGUSON, Yale H. y LAMPERT, Donald E., The Web of World 9
1 8?so C M 11 111" 1 1
Politics. Non Sta/e A ctors in the Global System, Englewood Cliffs, N. J . , 1976. Para una exposición general del proyec to y de sus resultados, vid.: BRE982HI'I ) , PP 1 111 1 1 1 1
1 45 Como excepción a este planteamiento, vid.; DJALILI, Mohammad-Reza, «Reflections on WILKENFELD, Jonathan, «Crisis intosWorld Politic s», World Po/it¡cs , vol. 34 (1
del proyecto, vid.: BRECHER, M1chae l, «Town o 1 1 " " ' d 11
a Typology of Conflicts in the Third World», UNESCO Yearbook on Peace and Conflict Studies
1 982, pp. 3-12; ed. castellana en Anuario de Estudios sobre Paz y Conflictos UNESCO, 2, pp.
Para aspectos y resultados concreInterna ol. 21 ( 7 ) PI ' · 1", : 1 · :,',
11
,,
of International Crisis Behavion>, tional Studies Quarter ly, � 1 97 ,

Cns1. IS!al l. 1 ''' '"11 1 1


23-33, y MORRIS, Michael A. y MILLÁN, Víctor (eds.), Controlling Latin American Conflicts: Ten te Behavi or in [ntema tional Crisis: A Model> >, Journa l of Conflict Res� luuo: ' · ","r ,

Approaches, Boulder, Co., 1 983. pp. 446-48 0; y, en colabo ración con Benjam ín GEIST, DeclSions m
11
. " J, I 1 r1 1 H 1 ' 1 •1 1 • • 1 • ' 1,¡ \ 1 \ • . r; 1 1 1\ 1 1 1 1 1 1 1 • . 1 1 1 1 1 " 1 1 \1 1' 11 1 ' 1 1 ·. 1 \ ' , 1 ' 1 1 \ l l < l l i l ' • l fl l l l\ 1 1 • l l > fl \ 1 1 ' , 4 1 1 1\ l l l 1 1 1 1 1\ l \ \ l l l ' ,t 1 1 ' 1 1 11 \ ." 1 '•

, da 1 1 1 1 ; 1 s · r i · u · C I I I I I P •S l e -.�1 1 1 d i o q 1 1 · l i · I J I L' J I I i'l l i l,) • • � 1 1 i > y u · ¡· 1 1 1 · l: J J


1'1
·n l a l f n ·a l ' rC I I I · 11 l ; 1 ( 1 1 1 · SL'
nera más o menos directa tienen relación o n la i n vcsl i • ac ió 1 1 b r c el 'OI I I' I i ·
Finalrncnl c a be · e 1 1 a l a r l 1 1 111 ·1 ·o11 i · l o , 1 1 0 � si l ú a
la i 1 1 v cs 1 i ' a c i ó n p r n a l a p a z , q u e e s t u d i aremo d en t r e l e l a � c o n ·ep­
ci 11 · ' l có r i as
I I I O v cf'ft
to, interesándose por aspectos relevantes de su dinámica, de arr o l l o y a r r • • l o , le lo a ñ os e t en t a .
que se incluyen bajo la denominación genérica de conjlict managemet. A q u í
entran las numerosas aportaciones realizadas en torno a la «institucionaliza­
ción» del conflicto, la negociación, los buenos oficios, la mediación, la conci­ e) Teort'a de los juegos
liación y el papel que en el mismo juegan, o pueden jugar, las organizacione ·

internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, es decir, las invest i­ Uno de los campos de las relaciones internacionales en los que mayor apli­
gaciones referentes a la aplicación de los medios políticos y jurídicos de solu­ cación ha tenido la teoría de los juegos es el de la teoría de los conflictos, en­
ción de diferencias internacionales. También se incluye la literatura existente tendida en sentido amplio. Sin embargo, en otro orden de cosas, la teoría de
sobre la conducción del conflicto en Estados con divisiones étnicas, lingüísti­ los juegos puede considerarse en alguna medida !!!J. caso especial de la teoría
cas o religiosas Particular relevancia tiene igualmente en esta líneá5 el área
15 1 .
de la decisión, ya que se basa en la decisión racional
que se denomina por numerosos autores «resolución del conflicto» 1 2 • Puede parecer sorprendente el que se pueda considerar como un juego as­
A pesar de lo numeroso y ambicioso de las investigaciones realizadas en pectos de la realidad social de tan gran importancia como las relaciones inter­
torno al conflicto, los result�dos en la mayoría de los casos no han sido excesi­ nacionales. Sin embargo, no conviene olvidar que no han faltado autores que,
vamente brillantes. Las críticas que se han vertido son en gran medida las mis­ como H U IZINGA, considemn que la denominación que mejor refleja la reali­
mas que recogíamos con ocasión del estudio de las causas de la guerra, por dad del hÓmbre es la de «horno ludens», pues el hacer del hombre no es más
lo que no las repetiremos. Sí queremos, sin embargo, hacernos eco de la crítica que un jugar y la cultura humana brota del juego 1 54 . Sin llegar a un plantea- ·
que hace H AAS, que, desde la perspectiva de la teoría del conflicto internacio­ miento tan amplio no hay duda, sin embargo, de que determinados comporta­
nal, no ha dudado en afirmar que, a pesar de que por vez primera, con la ayu­ mientos humanos se asemejan al juego y que, en consecuencia, puede ser útil
da de métodos estadísticos y de ordenadores, se ha empezado a estudiar el con­ como instrumento de análisis el acudir a una teoría del juego para explicar es­
flicto internacional sistemáticamente y a acumular el conocimiento científico ta actuación,
sobre el tema, la teoría del conflicto internacional permanece a un nivel primi­ Dejando de lado antecedentes más remotos , los primeros fundamentos
155

tivo, debido a que «la mayoría de las investigaciones empíricas ha estado tra­ de la teoría de los juegos se deben a John von NEUMANN, quien en 1 928 de­
bajando exhibicionísticamente sin tratar de poner la materia analíticamente en mostró el teorema básico del minimax, si bien su consagración se produjo con
orden» Crítica epistemológica y metodológica que, unida al carácter con­
153 .
la publicación en 1 944, por NE U MANN y MORGENSTERN, de la obra Theory
servador, estatocéntrico y etnocéntrico, que caracteriza a la gran mayoría de oj Games and Economic Behpvior . En esta obra, centra en principio en
15
6
estas aportaciones y al alcance limitado con que en general se aborda la pro- el comportamiento económico, los autores trataban de demostrar, como seña­
la el propio MORGENSTERN, que los acontt;cimientos sociales pueden ser des­
critos de la mejor manera mediante modelos tomados de juegos de estrategia
Berkeley, 1 980. Vid. , también: BRECHER, Michael (ed .), Studies in Crisis Behaviour, New Bruns­
wick, N. J . , 1 979; y, como autor, «Systeme et crise en politique internationale», Eludes fnlerna­ adecuados, juegos que son a su vez susceptibles de un análisis matemático
tionales, vol . 1 5 (1984), p. 755-788. completo 1 57 •

1 58,
1 5 1 Para una consideración de la bibliografía en el campo tlel «conflict management>>, vid.
M ITCHELL, C . R . , <<Conflict , War and Conflict Management>>, op. cit. , pp. 128-133.
Posteriormente, en 1 957, LUCE. y RAIFFA publican Games and Decisions
1 52 E n este campo, d e dimensiones y características difíciles d e definir y respecto d e las cuales aplicándose a partir de ese momento la teoría de los juegos a muy diversos
no hay acuerdo entre los investigadores, se pueden incluir por esta razón varias de las aportacio­ campos de la actividad social.
nes mencionadas anteriormente, si bien existe una tendencia clara a configurarlo como un <\,rea
con características propias e, incluso, como una discipli"na autónoma. Prueba de lo anterior lo

1 54 HUIZINGA, J o han, Hamo Ludens. A Study of rhe Play Element in Culture, Boston, 1 \15 'i :
constituye la atención que se presta a la resolución y control del conflict-o en los estudios que se
publican en el Journal of Conflict Resolution, Vid . , también: OUGAN, · Maire A (ed.), «Special
l ssue. Conflict Resolutiom>, Peace and Change, vol. 9 n. 2 y 3 (1982), y BAUR, E. Jackson, «Co­ versión castellana: Homo ludehs, trad. del original francés d e E . l maz, Buenos Atres, 196R; .
1 55 La teoría de los juegos tiene su origen en los juegos de salón. En 1710, Godofredo < ' ' ' '
0

llermo LEIBNIZ desarrolla y a un estudio d e dichos juegos desde una perspectiva matemát1 ·a . l · • t
llege Curricula in Conflict Regulati bn . The Emergence of a Discipline», Peace and Change, vol .
9 (1983), pp. 81-92.
1 53 HAAS, Michael, /nternational Conflict, Nueva York, 1 974, p. 4. Para un balance crítico
1 7 1 2, James WALDEGRAVE apunta lo que se llamará posteriormente estrategta <<m•mmax�> . ¡ ,, . ..1 ·
1 5 6 NEUMANN, John von, y MüRGENSTERN , Oskar, Theory of Games and Econonll l' 1/l'hl
l i'/"¡
de lo aportado por la investigación sobre el conflicto, vid., también: BRAILLARD, Philippe, «To­ de la actual teoría.
wards a Reorientation of the Empírica! Study of l nternational Conflict», UNESCO Yearbook on . •

Peace and Conflict Studies 1981, pp. 51-6 1 ; ed. castellana en A nuario de Estudios sobre la Paz
Princeton, 1944.
y Conflictos UNESCO, 1 , pp. 87-98; «Quelques perspectives de développement de l'étude empiri­ 1 5 7 MORGENSTERN Oskar «PrólogO>> a la obra de Morton D. DA VIS, Game 7 111'11 1 1' 1 'PII
-.

1 1 1 1 , 1 11 1 1 1 1 •
rechnical fntroduction : Nuev ; York , 1 969; versión castellana: Teoria del ju ·go, 1 >
que des conflicts internationaux>>, Erudes Internationales, vol. 14 (1983), pp. 219-236; y SIMOWITZ,
Castillo, Madrid, 1 97 1 , p. 16.
1 5 8 LucE, Duncan, y RAIFFA, Howard, Games and Decisions, Nueva Y01 k , 1 '" 1
Roslyn L. y PRICE, Barry L . , «Progress in the Study of l nternational Conflict: A Methodologi­
cal Critique», Journal of Peace Research, vol. 23 (1986), pp. 29-40.
1 N 1 1( � 1 1 1 1 1� 1 1 1 1N \ 1 \ ll 1 1 •\ � 11 11 11 · . 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 1 � • 1\1 \ 1 1 e , I N I I I\ 1 1 1 1 1 1 1 1\ 1 1 · , 1 1 1 � 11 1 \
"l
j_
·, 1 \ ' , 1 ' 1 l i\ 1 1� 11 11 •, \1 1 1 � 1 1 \ 1 1\ 1 1 1 ' •1 1 1 '1 1 1 t\

Como señala N I H L N , « h t eo rí a d e l os j u e •O$ · s 1 dd t(' 1 1 0 1 1 l l >n . : . 1 1 0 D · ltl a 1 1 1 ·1 i o 1 se ded uce q u e ·11a111 1 1 1 C 1 1 u r ::; ·a C l l l l.r r l l c r o (IL: j u • a d u 1 e� t :r 1 1
do apropiado, de un cuerpo de teoría que est ablece l a fo r m a omo las « p ·r�o l t ) 1 1 1:-l · s · 1 1 y q u e a l pa a r d e lo j u egos más se n c i l l os a los
· i l l o será el j uego
nas racionales» actúan en unas situaciones de conflicto algo es pec iales ( . . . ). d · m a y o r o m p l ej id ad las teorías resultan menos satisfactorias . En definit iva,
U n juego es, en realidad, simplemente una situación de conflicto de fini d a c u i ­ uanto mayor sea la significación de un juego, es decir, cuanto mayores sean
dadosamente y sin ninguna ambigüedad, no necesariamente un juego en el sen ­ las aplicaciones a los problemas reales, tanto más difícil es su tratamiento
tido en que se entiende corrientemente» 1 59 . En este sentido, SC H EL LING espe­ analítico ' 64 •
cifica que «la teoría de los juegos se refiere a situaciones -juegos de estrate­ Su aplicación al análisis de las relaciones internacionales, caracterizadas pre-
gia, en contraste con los de habilidad o de puro azar-, en las que la mejor i amente por su complejidad, presenta, pues, indudables límites. Es claro que
línea de acción a seguir por cada parte depende de lo que se espera que hagan las relaciones internacionales no pueden ser comprendidas globalmente a tra­
los demás» 1 60 . vés de la teoría de los juegos; sin embargo, sí existen parcelas de las mismas,
Se basa, por tanto, en una forma abstracta de razonamiento, que se deriva especialmente, en el análisis del conflicto, en problemas estratégicos y de tácti-
de una combinación de matemáticas y lógica. La teoría parte del presupuesto a y en el caso de guerra nuclear, y de la eficacia de determinados armamen­
de un comportamiento racional correcto en situaciones de conflicto, en las que tos, en las que al estar la teoría de los juegos íntimamente vinculada al proceso
las partes tratan de ganar. Cualquier otro planteamiento implicaría, como es de toma de decisiones y de negociación, ésta puede tener alguna, aunque limi­
lógico, la inaplicabilidad de esta teoría. La teoría de los juegos es, pues, esen­ tada, virtualidad. En cualquier caso, los ensayos de aplicación de la misma en
cialmente «prescriptiva» y no «descriptiva». Es decir, impone un tipo de ac­ los campos señalados no han faltado 165 . HARSANYI , uno de los autores más
ción determinado, definido como racional, y a continuación describe las con­ representativos de la teoría de los juegos, señalará que «a pesar de algunas in­
secuencias de esa acción. En definitiva, nos cuenta lo que ocurriría si las reglas consistencias y errores ocasionales, si observamos la política exterior de un país
del comportamiento recomendadas se siguieran 161 . Estamos, en consecuencia, leterminado a través de un largo período, es posible discernir claramente unos
ante un modelo formal de la realidad. objetivos políticos básicos perseguidos por ese país y sometidos a pequeñas des­
La teoría de los juegos no es única, sino múltiple, pues existen distintas viaciones ( . . . ). Ciertamente, aparte de la vida económica, probablemente hay
posibilidades de juego en la realidad. Las dos preguntas básicas que deben ser pocas áreas del comportamiento social donde el cálculo racional de los juegos
contestadas en cada juego son: ¿Cómo deberían comportarse los jugadores? ea más importante que en la política internacional» 166 .
y ¿cuál debería ser el último resultado del juego? 162 . Cada juego se caracteri­ Los modelos de juego pueden clasificarse en dos grandes grupos según el
za por los siguientes elementos: 1 ) dos o más jugadores que tratan ya de con­ número de participantes: juegos bipersonales y juegos de n personas . En cada
seguir el mejor resultado respecto de los adversarios (en los juegos de suma uno de ellos caben múltiples posibilidades. Sin embargo, dentro de los juegos
cero), ya de conseguir una solución que es la mejor para todos (en los juegos bipersonales los dos modelos más generales son el juego de suma cero y el jue­
de no suma cero); 2) un pago o conjunto de pagos que pueden tener distintos go de no suma cero.
sentidos para los jugadores a causa de sus discrepancias en el sistema de valo­ El juego de suma cero es aquel en el que todo lo que un jugador gana lo
res; 3) un conjunto de reglas básicas que deben observarse si el juego se desa­ pierde el otro, de forma que el beneficio total de ambos jugadores es cero. Ejem­
rrolla de acuerdo con la definición del mismo; 4) unas condiciones de infor­ plos de este tipo de juego en la vida real lo pueden constituir la mayoría de
mación que determinan la calidad y cantidad del conocimiento que cada juga­ las situaciones de táctica militar en las que el objetivo de una parte es la derro­
dor tiene del entorno y de las opciones realizadas por los otros j ugadores; 5) el ta de la otra, como en el caso de un duelo aéreo o la batalla por la conquista
entorno en el cual se realiza el juego, ya sea totalmente percibido o no por de una colina.
los jugadores; 6) la interacción de los móviles en competición, de forma que
164 D AV I S , Morton D., op. cit., p . 2 1 .
cada opción hecha por uno puede modificar las subsecuentes opciones de los
O . G . , <<Military Decisions and Game Theory», The Journal of the Operations Research Society
165 Vid. entre otros, además de los ya citados y de los que l o serán posteriormente: HA vwooo,
demás» 1 63 .
oj America, vol . 3 (1955), p. 402-4 1 1 ; KAPLAN, M . A . , <<The Calculus of Nuclear De1errenc e 1 1 ,
World Politics, vol. 1 1 ( 1958-1959) , p. 20-43; B ER KOWITZ , L. D . , y 0RESHER, M . , <<A Game Thcory
Analysis of Tactical Air Wan>, The Journal of of Operations Research Society oj A merica, v o l .
1 59 NICHOLSON, Michael, A nálisis del conflicto, op. cit., p. 1 1 1 . Vid. también: SHUBIK, Mar­
7 (1959), p. 599-620; KAHN, H . , <<The Arms Race and Sorne its Hazards», Daedalus, vol. 8 9 ( 1 960 ) ,
p. 744-780; RAPOPORT, Anatol , Fights, Games, and Debates, Ann Arbor, 196 1 ; QuAN D T , R ic h n r d
E · <<Ün the Use of Game Models in Theories of lnternalional Relations», World Politic,, .
tin, «Game Theory and the Study of Social Behavior: An Introductory Expositiom>, en M. SHU­
BIK (ed.), Game Theory and Related Approaches to Social Behavior, Nueva York, 1 964, p. 8; y
Games jor Society, Business and War: Towards a Theory of Gaming, Nueva York, 1975, p. 14. , ,¡ (1961), p . 69-76; RussET, B . M . , <<The Calculus of Deterrence» , The Journal of onjlict "'
vpl

1 60 ScHELLING, Thomas C . , The Strategy of Conflict, Cambridge, Mass . , 1960; versión cas-
solution, vol . 7 (1963), p. 97-109; CODDINGTON, A . , <<Game Theory, Bargaining Theory, a n d S1 1 ! 1
'

tellana: La estrategia del conflicto, trad. de A. Martín, Madrid, 1964, p. 22. tegic Theory», Journal of Peace Research, vol. 1 (1967), p. 39-44.
161 NICHOLSON, Michel, op. cit. , p. 1 13.
1 62 DAVIS, Morton D . , op. cit. , p . 20. 166 HARSANY I , John C . , <<Game Theory and the Analysis of l nternational Con flic», ·11 N
RosENAU (ed .), International Politics and Foreign Po/icy, op. cit., p. 371 . Vid. w m b i é1 1 : S N l l li\1 .
.1 .

1 63 DOUGHERTY, James E . , y PFALTZGRAFF, Robert L., Op. Cit., p . 5 14.


Ouncan, <<The Game Theory of International Politics», World Politics, v o l . 38 ( 1 98 ), p. 1.
) 1 1H I N 1 1( 1 1 1 >1 1 1 t 1 1 1 1 1 ¡\ 1 •\ ' , 1 ( 1 1 \ 1 11 >1 11 ' , 1 1 1 1 l\ l l 1\ 1 1 1 1 1� /\ 1 1 · ,
\', 1'1 1 \1 ] 1 1 1'>1 1 ' , 1 1 1 1\ N / \ 1 1 1 1 1'>1 ,\ 1 1 '• 1 � � � I I J 1 1 1 1 1; 1 /\ \ l l f ' ,C I I ' I I N /\ -")'/
1

E l j u ego d e n o u m a cero , e dec i r , o ¡ ucl · n · 1 q u · 1 d o s pa r l i · i p: 1 1 1 1 ·.-. ·


l,as < , f l i ·us q u · s · h u n d i r i • ido a l a t eoria de s j uegos , dadas sus i nd uda- 1
tienen en parte intereses antagónicos y en part. e i d é n t i co · , q u e el r n á s l'n: s l i n t i L ;,t ·iones , h a n sido n u merosas. La primera crítica enlaza d i r ect a ment e
cuente en la vida real, por el contrario, puede ser jugado en b ase a una ·o 1
1 1
-
' n ú l t i m o m odelo de juego que hemos señalado, pues son precisamente los
·1
ración entre las partes o con ausencia de la misma. En el primer supue to, 1 s ju os de n jugadores y de suma variable los que más se acercan a la realidad
jugadores pueden comunicarse directamente y cambiar información sobre u . 1 lo conflictos internacionales. Sin embargo, se señala que existe indudable­
intenciones. En el segundo, no se permite la comunicación abierta, si b i e n e. mente una acentuada falta de isomorfismo entre los juegos y la realidad
posible una cierta cooperación a través de la información inducida . s cial 1 . Junto a esta crítica se ha puesto en duda el postulado de racionali­
7'
El ejemplo más conocido de juego de dos personas suma no cero es el «di­ dad en que descansa toda la teoría, por cuanto limita considerablemente el al-
lema de los prisioneros», en el que caben distintas variaciones, si bien también ance y su aplicación a la estrategia y a las situaciones conflictivas. Como se­
se ha utilizado el llamado juego «chicken» en el estudio de las relaciones í'lal a BRAILLARD, la teoría de los juegos sólo capta una dimensión del proceso
internacionales 1 67 • de toma de decisiones y simplifica el proceso excesivamente, ya que el actor
Junto a los juegos bipersonales están los juegos de n personas, en los que internacional no puede equipararse a un individuo que actúe racionalmente 1 72 •
participan tres o más jugadores, todos los cuales se presume que actúan inde­ De ahí que se haya afirmado la trivialidad de sus resultados Y la i�posibilidad
pendientemente y que poseen la capacidad para evaluar el valor de los de obtener generalizaciones de esa teoría. Así, MERLE señala que mnguna con­
resultados 1 68 • Este tipo de juego, dada su mayor complejidad, ha sido objeto clusión derivada de la teoría de los juegos tiene valor a priori para hacernos
de mucha menos atención por parte de los especialistas 169 • La aportación más comprender cómo las personas se conducen realmente en tales situaciOnes 1 73
• •
·

sobresaliente es la que se ha realizado en el campo de la formación de coalicio­ BERNARD resume las críticas en tres apartados: «a) dificultades conceptuales
nes, bien a lo largo del desarrollo del juego, bien antes de su inicio 1 70 • técnicas; b) dificultades prácticas, y e) dificultades éticas. Las primeras se cen­
t ran en los problemas de determinación y valoración de co�tes o pagos. Este
1 67 Vid. entre otros, además de las obras citadas anteriormente: SCODEL, Alvin, MINAS, J . Sa­ es un problema psicológico a la vez que sociológico. � as dificulta�es práctic�s
yer, RATOOSH, Philburn, y LrPETZ, Milton, «Sorne Descriptive Aspects of Two-Persons Non-Zero­ residen en el abrumador número de cálculos necesanos para aphcar la teona
Sum Games», Journal oj Conjlict Resolution, vol. 3 ( 1 959); RAPOPORT, Anato! , y GHAMMAH ,
A. M . , Prisoner 's Dilemma, Ann Arbor, 1 965; RADLOW, Roben , «An Experimenial Study of
incluso a situaciones prácticas relativamente sencillas ( . . . ). Las dificultades éti�as
"Cooperation" in the Prisoner ' s Dilemma Game>>, Journal oj Conflict Resolution. vol . 9 ( 1 965); consisten en la concepción de la naturaleza humana, aparentemente maqUia­
vélica,- implícita en la teoría» 1 74 •
Motive Games», Journal of Conflict Resolution, vol . 9 ( 1 965), p. 68-87; TEDESC H I , J . T . , y otros,
GALLO, Philip S., McCLINTOCK , Charles, G., «Cooperative and Competitive Behavior in Mixeci­

<<Start Effect ancl Response Bias in the Prisoner's Dilema Game>>, Psychonomic Science, vol. 1 1 Con todo, la teoría de los j uegos presenta cierta utilidad, en opinió� de
( 1 968); GALLO, P . S . , y WINCHELL, J . D . , <<Matrix l ndices, Large Rewarcls ancl Cooperative l:le­ OOUGHERTY y P FALTZGRAFF. Manejada con cuidado, constituye un vahoso
havior in a Prisoner's Dilemma Game>>, Journal oj Social Psycho/ogy, vol . 8 ( 1 970), p. 235-240;
instrumento en la enseñanza, investigación y análisis político, en .c.uanto que
a clarificar nuestro pensamiento sobre las opciones posibles, s�giere nue-
ÜSKAMP, S . , y KLEINKE, C . , <<Amount of Rewarcl as Variable in the Prisoner's Dilemma Game>>,
Journal oj Personality and Social Psychology, vol. 16 ( 1 970), p. 1 3 3- 1 40, SNYDER, Glenn H . , <<Pri­
soner's Dilemma and Chicken Models in l nternational Politics>>, lnternational Studies Quarterly, ' ayuda
vas posibilidade· s e induce a penetrar en la situación más allá de la simple des­
vol . 1 5 ( 1 97 1 ); NEMETH, C . , <<A Critica! Analysis of Research Utilizing the Prisoner's Dilemma
cripción verbal m. En definitiva, puede decirse c�n M �SA que «nos encontra­
cial P5ychology, vól. 6 ( 1 972); SHAW, J . 1 . , y THORSLUND, C . , <<Varying Patterns of Reward Coo­
Paradigm for the Study of Bargaining>>, en L. D. BERKOWITZ (ed.), Advances in Experimental So­
mos sólo ante una técnica de trabajo, ante una sene de mstrumentos cuya ope-
peration: the Effects in a Prisoner's Dilemma Game>>, Journal oj Conflict Resolution, vol. 1 9
( 1 975), p . 1 08- 1 22; P I NCUS, Jeffrey, y BIXENSTINE, V . Edwin, <<Cooperation i n the Descomposed
Prisoner's Dilemma Game: A Question of Revealing or Cancealing l nformation», Journal of Con­
f/ict Resolution, vol . 2 1 ( 1 977), p. 5 1 9-530; LACY, William B . , <<Assumptions of Human Nature,
and lnitial Expectations and Behavior as Mediators of Sex Effects in Prisoner's Dilemma Research>>, de N . Sánchez Sáinz-Trápaga, Madrid, 1 974; FRIEDMAN,. Julien R . , BLADEN, Christopher, Y Ro­
SEN Steven A lliance in Jnternational Studies, Boston, 1 970; GROENNINGS, Swen, KELLEY, E. W . ,
Journal of Conflict Reso/ution, vol. 22 ( 1 978), p. 269-28 1 ; CONYBEARE, John A. C . , <<Public
Goods, Prisoners' Dilemmas and the lnternational Political Economy>>, lnternational Studies Quar­ � �
y L ISERSO , Michael (�ds.), The Study of Coa/ition Behavior: Theoretical Perspecllves and Ca­
terly, vol. 28 ( 1984), p . 5-22. sesjrom Four Continents, Nueva York, 1 970; SHUBIK, Martín, Gamesfor Soc1ety, Busmess and

1 7 1 SCHLENKER, Barry R . , y BONOMA, Thomas V . , <<Fun and Games: the Va¡ 1· dIty
1 68 SHUBIK, Martín, Games for Society, Business and War, op. cit., p. 32. War, op. cit.
· O f G ames
1 69 Para la complejidad matemática de este modelo de juego, vid. RrKER, William H . , <<Bar­
gaining in a Three-Person Game», A merican Political Science Review, vol. 61 ( 1 967), p. 642-656; for the Study of Conflict>>, Journal of Conflict Resolution , vol . 22 0,978), p. 1 3 Y 14. .
l 72 BRAILLARD, Philippe, Theories des Re/ation� lnternationa�es, Pans, 1 977, �-. I 3 1 . VId. t �, m­
y RAPOPORT, Anatol, N-Person Game Theory: Concepts and Applications, Ann Arbor, 1 970.
1 70 Vid. entre otros: MILLS, Theodore M . , «Power Relations in Three Persons Groups>>, Ame­ bién: AGUILERA BETETA, Sergio, <<La teoría de los ¡uegos y su uuhdad para_ el analiSls del con f ile­
rican Sociological Review, vol. 18 ( 1 953), p. 3 5 1 -357; LISKA, George F . , Nations in A lliance. The
lo internacional>>, B.olet(n del Centro de Relaciones Jnternacwna/es, (MexiCo), vol . 1 7 ( 1 972) .
p. 62 y 63 .

tellana: Sociología de las relaciones internacionales, trad. de R. Mesa, Madnd, 1 978, p. 1 1 Y 1 1 6 .


Limits of Interdependence, Baltimore, 1 962; e lnternational Equilibrium, A Theoretica/ Essay on 173 MERLE, Maree!, Socio/og1e des Relatwns lnternatwnales, 2. ed. , Pans, 1 976·, ve1. S1·611· ca:,-
. . a •
.
the Politics and Organiza/ion of Securily, Cambridge, Mass. , 1 967; RIKER, William H . , The
Theory oj Politica/ Coalitions, New Haven, 1 962; LIEBERMAN, Bernhardt, <<i Trust: A Notion of 1 74 BERNARD, Jessie, <<The Sociological Study of Conflict>>, ;n The Nature of on.flitt (Stu­ .
Trust in Three Person Games and lnternational Affairs>>, Journal of Conflict Resolution, vol.
MANN, Stanley H . , Teodas contemporáneas sobre las relacwnes mternacwnales, op. Ctt. , p. 1 76 .
dies on the Sociologica/ Aspects of lnternational Tenswns), Pans, 1 967: Reproduc• lo '11 1 101·1·
8 ( 1 964), p . 27 1 -280; CAPLOW, Theodore, Two A gainst One: Coalitions in Triads, Englewood _
Cliffs, N . J . , 1 968; versión castellana: Dos contra uno : Teoria de coaliciones en las triadas, trad. 175 OOUGHERTY, James E . , y PFALTZGRAFF, Robert L . , op. Cit. , p . 5 1 2 .
\ ( )( ) I N 1 1\ 1 1 1 11 1 1 1 1 1 I N ¡\ 1 ,\ ' . 1 \ 1 1 1\ 1 1 1 • N I ' · I N 1 1 I; N ¡\ ( 1 1 l N /\ 1 1 ' , 1 \' , 1' 1 1 \ l l, l l i i i ' , I N I I I\ 1� ( 1 1 > 1 1 \ I I ' , ( C J � I C I 1 1 1 1 1\ l ¡\ \ 1 > 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 i\ \1 1 1

ratividad todavía e limitada, y que deberá correr aún algún licmpo anl ·s d e ·a que proJu:t. a un mínimo de da• os, o de e acci nar al advt:1 ·
a · l i v i d a d h '· l i
poder aplicarla plenamente a las Ciencias Sociales» 1 76 . sario amenazándole con la guerra en vez de desencadenarla, la pos ibi lidad de
un arreglo es tan importante y dramática como el elemento mismo del conflic­
to. Por consiguiente, la estrategia «no se refiere a la aplicación eficiente de
l a f ue r za sino a la explotación de una fuerza potencial» 82 . Es por ello que,
f) Teoría de la negociación ,
1
según SCHELLI NG, los conflictos internacionales más interesantes no son los
La teoría de la negociación, como señala FRANKEL, constituye una aplica­ «juegos de suma constante», sino los «juegos de suma variable», es decir, aque­
ción de la teoría de los juegos a la negociación internacional o, si se utiliza llos en los que las sumas de las ganancias de cada uno de los participantes no
la terminología de la teoría de los juegos, es el análisis de las amenazas e inti­ e hallan fijadas de tal modo que el más de uno signifique inexorablemente
midación y de las promesas de una estrategia de juego de motivos mixtos 1 77 • menos para el otro. Existe un interés común en llegar a soluciones que sean
Está, pues, en íntima relación con las teorías del conflicto. mutuamente ventajosas. Así, concluye, «estudiar la estrategia del conflicto su­
La aportación más conocida y más relevante en este campo es la de SCHE­ pone aceptar la idea de que la mayoría de las situaciones de conflicto son esen­
LLING, que ha sido punto de partida de las posteriores contribuciones a la teoría
cialmente situaciones de negociación» 183 .
de la negociación internacional. Al igual que MORGENSTERN, SCHELLING ini­ Estamos, pues, ante una teoría que tiene aplicación en aquellas situaciones
ció su labor intelectual como economista, pasando posteriormente a estudiar que no son ni de puro conflicto ni de pura cooperación, pero que no especifica
la negociación 178 • En su principal obra, en el campo que nos ocupa 1 79 , apa­ en qué grado deben mezclarse el conflicto y el interés común. Podría hablarse,
rece una combinación del enfoque socio-psicológico y del enfoque lógico­ por emplear sus propios términos, tanto de teoría de la asociación precaria co­
estratégico en orden al análisis del conflicto humano. Conflicto que no es con­ mo teoría del antagonismo incompleto, si bien SCHELLING, prefiere la expre­
siderado exclusivamente como enfrentamiento de fuerzas hostiles, sino como sión teona de la decisión interdependiente 1 84 . Es precisamente «esa mezcla de
un fenómeno complejo en el que antagonismo y cooperación aparecen íntima­ conflicto y mutua dependencia lo que compendia las situaciont;s de negocia­
mente unidos. ción». El elemento esencial del juego de estrategia consiste en que «lo que pa­
Su teoría, en consecuencia, no es únicamente una aplicación de la teoría ra cada uno constituya la mejor opción depende de lo que espera que vaya a
de los juegos. Como el propio autor señala, se trata de una «mezcla de la teo­ hacer el otro, sabiendo que el otro piensa de modo similar, con los que ambos
ría de los juegos, ·la teoría de la organización, la teoría de la comunicación, comprenden que deben tratar de adivinar lo que el otro supone que él supon_e
la teoría de la evidencia, la teoría de la opción y la de la decisión colectiva» 1 80 . que supone el otro, y así sucesivamente, en la la conocida espiral de expectati-
Esta teoría «presupone la existencia de un conflicto, pero da también por sen­
tado un interés común entre ambos adversarios; supone un modo de conducta vas recíprocas» 1 85 .
racional y fija su atención sobre el hecho de que lo que para cada participante Su interés se centra, en consecuencia, en un juego mixto en el que conflicto
se presenta como la forma mejor de actuación depende de lo que espera que y mutua dependencia se dan a un mismo tiempo. Juego que designa como «jue­
el otro haga, y de que la «conducta estratégica» trata de influir en las decisio­ go de negociación o juego de motivación mixta» 18 6 .
nes-del otro actuando sobre sus expectativas de cómo se relacionan la conduc­ El problema que presenta uno de los puntos controvertidos de la teoría de
ta de éste y la suya propia» 181 . tos juegos, el postulado de racionalidad, es abordado por este autor desde una
Toda su teoría descansa en la noción de «estrategia». El conflicto puro, perspectiva distinta, que le permite soslayar algunos de los fallos que se plan­
en el que los intereses de los antagonistas sean completamente opuestos, es, tean a la teoría de los juegos: «Al sugerir que, para la elaboración de la teoría,
para este autor, un caso especial, que sólo se produciría en el caso de una gue­ estas actividades pueden ser consideradas como punto de un frío discernimiento
rra que tendiese a la total exterminación del adversario. Por ello, mientras exista no se afirma que efectivamente lo sean. Lo que implícitamente se afirma más
la posibilidad de evitar una guerra mutuamente perjudicial, o de sostener una bien es que la suposición de una conducta racional resulta de utilidad para la
generación de una teoría sistemática» 187 .
La más importante contribución de SCHELLING es su postulado de evitar
MESA, Roberto, op. cit., p . 1 30.
176 formulaciones extremas. En un extremo se encuentra el juego de suma cero,
1 77

dres/Oxford, 1 973, p. 1 00.


FRANKEL, Joseph, Contemporary International Theory and the Behaviour oj Sta/es, Lon­

1 78
182 SCHELLING, Thomas C . , Ibídem, p . 1 7 .
SCHELLING, Thomas C . , National Ini:ome Behavior: A n Introduction Lo A lgebraic A naly­

1 8 3 SCHELLING, Thomas C . , Ibídem, p . 1 7 .


sis, Nueva York, 1 95 1 ; y <<An Essay on Bargaining», A merican Economic Review, vol. 46 ( 1 956),

184 SCHELLING, Thomas C . , Ibídem, p . 2 8 . Vid. también: Ibídem, p . 1 03 Y


p. 28 1 -306.
1 79
185 SCHELLING, Thomas C . , Ib{dem, p. 1 08 .
SCHELLING, Thomas C . , The Stralegy oj Conjlict, Cambridge, Mass. , 1 960; versión cas­ 1 04.

SCHELLING, Thomas C . , Ibídem, p . 27 . 1 86 SCHELLING, Thomas C . , Ibídem, p . 1 1 0.


tellaná: La estrategia del COT!(Iicto, trad. de A. Martín, Madrid, 1 964.
180
181ScHELLING, Thomas C . , Ibídem, p. 27. 187 SCHELLI NG, Thomas C . , Ibfdem, p. 28.
11 1 1 ' 1� 1r 1 r 1li 1 \() 1
\ 0 .' 1 ! 1 1 1\ l ll i l l o ' / 0 1 1 1 \ 1 \ ' , 11 1 1 \i 1 < 1 /'1 1 ', 1 / I I I( N 1 /O IN 1 1 •1
1 ¡\ ' · li 1 1 \' 11 '1 11 ' , 1 1 1 H1 1 \' ¡ , • 1 1 \ 1' 1 1 \ \ 1 1 1 ' ,< 1 1 ' 1 1 / 1 \

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l ¡•( I n:- dOt: l ' l l ( I'N . I J I I \ ><k ó' I I H J l i l l e i pu l ·� i t r t p t r i S 1 (,;1) ' 1 1 ·si . 'L 1 1 1 1 J ) h a s i d o
R co n sid e ra
de co l a boraci ó n p u r a . A m ba s i t uacion s no
1 '1 1 .
l ' ; 1 ra a l • u troS aul res s u u t i l i dad e · grande. AL
j l i V Hu t r l i l i za · i 6 n perm i t e al es t u d i a n t e part icipar activamente en los procesos
: 1 1 '1 í'.t< O W
a n a h st . E n el o t ro est á el J ucg
respon � en en la gran mayoría de los casos a la realidad i n t ernacion a l . De a h í
' " · ua i nales , est i m u la su i nt erés y motivación para el estudio y permite com-
que su � �terés se centre en situaciones de juego de negociación o de juego de
.
� ottvacw . � , qu � contienen elementos de conflicto y de mutua
- ? mtxt 1 r ' I ) C I r m jor l o · problemas del mundo real 1 92 • Para otros, por el contrario,
dependen­ l'l l t 8 u limitaciones y artificialidad, las técnicas de simulación hacen que
Cia, es dec1r, en sttuacwnes en que se produce una espiral de expectativas recí­
� rocas, que es una materia más de análisis psicológico que de cálculo matemá­ 1 1H t ud .iantes se vuelvan escépticos y se desinteresen respecto del estudio de
� tco. Su modelo, pues, supera muchas de las deficiencias de la teoría de los ¡ , r a l idad, al ser su conocimiento de la complejidad de la realidad social su­
l l ri r al irnple conocimiento proporcionado por tales técnicas 93 .
JUegos que hemos señalado. 1
�l mode�o desarrollado por SCHELLING También han tenido las técnicas de simulación amplia aplicación en el campo
- . reahzados posteriormente en torno ahala encontrado
anahsts
amplio eco en los
negociación internacional l88 . nlilitar, bajo la forma de «maniobras» y de los «juegos de guerra». Los milita­
¡ ·s prusianos ya utilizaron el juego en sus planes militares en el siglo XIX. El
<juego de la guerra» fue pronto seguido por otros estados mayores 1 94. Sin em­
g) [ln. rgo , ha sido después de la Segunda Guerra Mundial y en los Estados Unidos
i n d e ha conocido mayor aplicación. La simbiosis que en los años cincuenta
(
Técnicas de simu/a;ión

Las llamadas técnicas de simulación están relacionadas con la teoría de la esenta se produjo en los Estados Unidos entre los medios universitarios y
decisión Y con la teoría de los juegos, pero se insertan en un tipo de análisis 111ilitares, bajo la forma de Institutos Técnicos, cuyo objetivo era aplicar las
diferent�. Un e�perimento de simulación es un juego que se dirige no solamen­ l .c nicas, métodos y conocimientos desarrollados en el estudio de las relaciones
t� a reahzar el JUego, sino más bien a demostrar una realidad del proceso so­ internacionales al análisis y resolución de problemas internacionales del mun­
c�al a � ravés del desar�ollo de un modelo artificialmente construido, aunque d real, será el camino de su aplicación. En la década de los cincuenta, la RAND

dmam _ 1 co. En este senttdo, las técnicas de simulación son esencialmente técni­ orporation desarrolla un juego de política internacional en base a equipos
cas de la.boratorio o experimentos que tratan de duplicar la realidad de un pro­ ¡ ue representan distintas naciones, a los que se presentaba un supuesto, ·e n el
ceso social. A través de las mismas el investigador intenta aprehender el meca­ ¡ u e habían de tomar decisiones que podían modificar la situación y obligar
nismo Y los resultados de un fenómeno social complejo que no puede contro­ 1 reaccionar a los contrarios 1 95. De esta forma se desarrollaron toda una se­

lar, alejado de su medio, recreando una versión simplificada de ese fenómeno rie de Proyectos gubernamentales, como el Politicai-Military Exercise, en el
que sí puede controlar 1 89 . Su desarrollo y aplicación en el campo de las cien­ Massachusetts Institute of Technology (Proyecto M . I . T.) 1 96 , el Inter-Nation
cias sociales en general y en las relaciones internacionales en particular respon­
de al planteamiento behaviorista que busca la construcción de una teoría cien­
tífica a través de la experimentación y el método empírico. In relaciones internacionales (vid. BLOOMFIELD, Lincoln P . , y PADELFORD, Norman J . , <<Three
Experiments in Political Gaming», American Politica/ Science Review, vol . 53, ( 1 959), p. 1 . 1 05).
Los experimentos de simulación, a través de la utilización de personas y 1 9 1 GUETZKOW, Harold, Simula/ion in Social Sciences. Readings, Englewood Cliffs, N . J . ,
de ordenadores, se han realizado principalmente en el campo de los conflic­ 1 962; <<A Use o f Simulation in the Study o f Internation Relations», e n H . GuETZKOW y otros,
tos Y en el estudio del proceso de negociación y de toma de decisiones. op. cit., p. 24-38; <<Sorne Correspondence between Simulations and " Realities" in International
Relations», en M. A. KAPLAN (ed.), New Approaches lo lnternational Relations, Nueva York,
La aplicación de estas técnicas se ha realizado sobre todo en el sector de 1 968, p . 202-269; <<Simulations in the Consolidation and Utilization of Knowledge about Interna­
la enseñanza 1 90 . Mucho se ha discutido sobre la utilidad de tales técnicas a t ional Relations», en D. G. PRU1TT y R. C. SNYDER (eds.), Theory and Research on the Causes
oj War, Englewood Cliffs, N . J . , 1 969, p . 284-300; y <<Sizing Up a Study in Simulated Internatio­
nal Processes», en J . N. RosENAU (ed .), In Search of Global Patterns, Nueva York, 1 976,
p. 9 1 - 1 05 .
1 88 Vid. entre otros: IKLE, Fred C . , How Nations Negotiate, Nueva York , 1964; YOUNG, Oran 1 92 ALGER, Chadwick F . , <<Use o f Simulation i n the Study o f Inter-Nation Relations», en H .
UETZKOW y otros, Op. cit., p . 1 52- 1 54.
H . , Y DIESING, Paul, Conflict Among Nallons. Bargaining, Decision Making, and System Struc­
R . , The Polllics
_ of Force. Bargammg dunng lnternational Crisis, Princeton, 1 968; SNYDER, Glenn
1 93 COHEN, Bernard C., <<Political Gaming in t�e Classroom», Journal of Politics, vol. 24.
ture m :nternatiOnal Cns1s, Pnnceton, 1 977; y LOCKHART, Charles, Bargaining in Jnternationa/ ( 1 962), p . 374. Otros alegan que tales técnicas no son superiores al estudio de casos (Vid . : RüBIN·

Conflict, Nueva Yor , 1 979; RAIFFA, Howard, The Art and Science of Negotiation, Cambridge, 'ON, James A., y otros, <<Teaching with l nter-Nation Simulation and Case Studies», American
Political Science Review, vol . 60 [ 1 966], p . 53-65).
Mass./ � ondres, 1 982, PILLAR, Pual R., Negotwtmg Peace: War Termina/ion as a Bargaining Pro­
cess, Pnnceton, N . J . , 1 983. 1 94 Vid. GoLDHAMMER, Herbert, y SPEIER, Hans, <<Sorne Observations on Political Gaming».
1 89 SNYDER, �ichard C., «Sorne Perspectives on the Use of Experimental Techniques in the World Politics, vol . 12 ( 1 959), reproducido en J . N. RosENAU (ed .), lnternationa/ Politics and
_ F'oreign Policy. A Reader in Research and Theory, Nueva York, 1 96 1 , p. 498 y 499.
� l 95 GOLDHAMMER, Herbert, y SPEIER, Hans, lbidem.
Study of l nternatwnal Relatwns>>, en H . G u ETZKow y otros, Simu/ation in fnternational Re/a­
tiOns.j Dev�l?pments for Research and Teaching, Englewood Cliffs, N. J . , 1 963, p. 2-5.
1 ,
Su rmcw se remonta al penodo entre las dos guerras mundiales en que en algunas univer-
1 96 Vid.: BLOOMFIELD, Lincoln P . , y WHALEY, Baron, <<The Politicai-Military Exercise: A Pro­
.
� � dades norteamencanas se aphcan tales técnicas respecto de problemas de política interna, si bien ress Report>>, Orbis, vol. 8 ( 1 965), p. 854-870, reproducido en J. N. ROSENAU (ed.), op. cit., 2 . '
. a partrr del frnal de la Segunda Guerra
, olo ·el . revisada, Nueva York, 1 969, p . 654-663 .
Mundial se aplicarán estas técnicas en el estudio de
11 1 1 ' 1� 1r 1 r 1li 1 1 \() 1
\ 0 .' 1 ! 1 1 1\ l ll i l l o ' / 0 1 1 1 \ 1 \ ' , 11 1 1 \i 1 < 1 /'1 1 ', 1 / I I I( N 1 /O IN 1 1 •1
1 ¡\ ' · li 1 1 \' 11 '1 11 ' , 1 1 1 H1 1 \' ¡ , • 1 1 \ 1' 1 1 \ \ 1 1 1 ' ,< 1 1 ' 1 1 / \

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·o �l l � ) u � ( ) l i r n i l <..: ek t; O I ! I'H 1 ·¡ tri q u e 1 1 s i rv · ·omo ¡ u n t o d · p: t fl i C I ; r dd
,
l ¡•( I n:- dOt: l ' l l ( I'N . I J I I \ ><k ó' I I H J l i l l e i pu l ·� i t r t p t r i S 1 (,;1) ' 1 1 ·si . 'L 1 1 1 1 J ) h a s i d o
R co n sid e ra
de co l a boraci ó n p u r a . A m ba s i t uacion s no
1 '1 1 .
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j l i V Hu t r l i l i za · i 6 n perm i t e al es t u d i a n t e part icipar activamente en los procesos
: 1 1 '1 í'.t< O W
a n a h st . E n el o t ro est á el J ucg
respon � en en la gran mayoría de los casos a la realidad i n t ernacion a l . De a h í
' " · ua i nales , est i m u la su i nt erés y motivación para el estudio y permite com-
que su � �terés se centre en situaciones de juego de negociación o de juego de
.
� ottvacw . � , qu � contienen elementos de conflicto y de mutua
- ? mtxt 1 r ' I ) C I r m jor l o · problemas del mundo real 1 92 • Para otros, por el contrario,
dependen­ l'l l t 8 u limitaciones y artificialidad, las técnicas de simulación hacen que
Cia, es dec1r, en sttuacwnes en que se produce una espiral de expectativas recí­
� rocas, que es una materia más de análisis psicológico que de cálculo matemá­ 1 1H t ud .iantes se vuelvan escépticos y se desinteresen respecto del estudio de
� tco. Su modelo, pues, supera muchas de las deficiencias de la teoría de los ¡ , r a l idad, al ser su conocimiento de la complejidad de la realidad social su­
l l ri r al irnple conocimiento proporcionado por tales técnicas 93 .
JUegos que hemos señalado. 1
�l mode�o desarrollado por SCHELLING También han tenido las técnicas de simulación amplia aplicación en el campo
- . reahzados posteriormente en torno ahala encontrado
anahsts
amplio eco en los
negociación internacional l88 . nlilitar, bajo la forma de «maniobras» y de los «juegos de guerra». Los milita­
¡ ·s prusianos ya utilizaron el juego en sus planes militares en el siglo XIX. El
<juego de la guerra» fue pronto seguido por otros estados mayores 1 94. Sin em­
g) [ln. rgo , ha sido después de la Segunda Guerra Mundial y en los Estados Unidos
i n d e ha conocido mayor aplicación. La simbiosis que en los años cincuenta
(
Técnicas de simu/a;ión

Las llamadas técnicas de simulación están relacionadas con la teoría de la esenta se produjo en los Estados Unidos entre los medios universitarios y
decisión Y con la teoría de los juegos, pero se insertan en un tipo de análisis 111ilitares, bajo la forma de Institutos Técnicos, cuyo objetivo era aplicar las
diferent�. Un e�perimento de simulación es un juego que se dirige no solamen­ l .c nicas, métodos y conocimientos desarrollados en el estudio de las relaciones
t� a reahzar el JUego, sino más bien a demostrar una realidad del proceso so­ internacionales al análisis y resolución de problemas internacionales del mun­
c�al a � ravés del desar�ollo de un modelo artificialmente construido, aunque d real, será el camino de su aplicación. En la década de los cincuenta, la RAND

dmam _ 1 co. En este senttdo, las técnicas de simulación son esencialmente técni­ orporation desarrolla un juego de política internacional en base a equipos
cas de la.boratorio o experimentos que tratan de duplicar la realidad de un pro­ ¡ ue representan distintas naciones, a los que se presentaba un supuesto, ·e n el
ceso social. A través de las mismas el investigador intenta aprehender el meca­ ¡ u e habían de tomar decisiones que podían modificar la situación y obligar
nismo Y los resultados de un fenómeno social complejo que no puede contro­ 1 reaccionar a los contrarios 1 95. De esta forma se desarrollaron toda una se­

lar, alejado de su medio, recreando una versión simplificada de ese fenómeno rie de Proyectos gubernamentales, como el Politicai-Military Exercise, en el
que sí puede controlar 1 89 . Su desarrollo y aplicación en el campo de las cien­ Massachusetts Institute of Technology (Proyecto M . I . T.) 1 96 , el Inter-Nation
cias sociales en general y en las relaciones internacionales en particular respon­
de al planteamiento behaviorista que busca la construcción de una teoría cien­
tífica a través de la experimentación y el método empírico. In relaciones internacionales (vid. BLOOMFIELD, Lincoln P . , y PADELFORD, Norman J . , <<Three
Experiments in Political Gaming», American Politica/ Science Review, vol . 53, ( 1 959), p. 1 . 1 05).
Los experimentos de simulación, a través de la utilización de personas y 1 9 1 GUETZKOW, Harold, Simula/ion in Social Sciences. Readings, Englewood Cliffs, N . J . ,
de ordenadores, se han realizado principalmente en el campo de los conflic­ 1 962; <<A Use o f Simulation in the Study o f Internation Relations», e n H . GuETZKOW y otros,
tos Y en el estudio del proceso de negociación y de toma de decisiones. op. cit., p. 24-38; <<Sorne Correspondence between Simulations and " Realities" in International
Relations», en M. A. KAPLAN (ed.), New Approaches lo lnternational Relations, Nueva York,
La aplicación de estas técnicas se ha realizado sobre todo en el sector de 1 968, p . 202-269; <<Simulations in the Consolidation and Utilization of Knowledge about Interna­
la enseñanza 1 90 . Mucho se ha discutido sobre la utilidad de tales técnicas a t ional Relations», en D. G. PRU1TT y R. C. SNYDER (eds.), Theory and Research on the Causes
oj War, Englewood Cliffs, N . J . , 1 969, p . 284-300; y <<Sizing Up a Study in Simulated Internatio­
nal Processes», en J . N. RosENAU (ed .), In Search of Global Patterns, Nueva York, 1 976,
p. 9 1 - 1 05 .
1 88 Vid. entre otros: IKLE, Fred C . , How Nations Negotiate, Nueva York , 1964; YOUNG, Oran 1 92 ALGER, Chadwick F . , <<Use o f Simulation i n the Study o f Inter-Nation Relations», en H .
UETZKOW y otros, Op. cit., p . 1 52- 1 54.
H . , Y DIESING, Paul, Conflict Among Nallons. Bargaining, Decision Making, and System Struc­
R . , The Polllics
_ of Force. Bargammg dunng lnternational Crisis, Princeton, 1 968; SNYDER, Glenn
1 93 COHEN, Bernard C., <<Political Gaming in t�e Classroom», Journal of Politics, vol. 24.
ture m :nternatiOnal Cns1s, Pnnceton, 1 977; y LOCKHART, Charles, Bargaining in Jnternationa/ ( 1 962), p . 374. Otros alegan que tales técnicas no son superiores al estudio de casos (Vid . : RüBIN·

Conflict, Nueva Yor , 1 979; RAIFFA, Howard, The Art and Science of Negotiation, Cambridge, 'ON, James A., y otros, <<Teaching with l nter-Nation Simulation and Case Studies», American
Political Science Review, vol . 60 [ 1 966], p . 53-65).
Mass./ � ondres, 1 982, PILLAR, Pual R., Negotwtmg Peace: War Termina/ion as a Bargaining Pro­
cess, Pnnceton, N . J . , 1 983. 1 94 Vid. GoLDHAMMER, Herbert, y SPEIER, Hans, <<Sorne Observations on Political Gaming».
1 89 SNYDER, �ichard C., «Sorne Perspectives on the Use of Experimental Techniques in the World Politics, vol . 12 ( 1 959), reproducido en J . N. RosENAU (ed .), lnternationa/ Politics and
_ F'oreign Policy. A Reader in Research and Theory, Nueva York, 1 96 1 , p. 498 y 499.
� l 95 GOLDHAMMER, Herbert, y SPEIER, Hans, lbidem.
Study of l nternatwnal Relatwns>>, en H . G u ETZKow y otros, Simu/ation in fnternational Re/a­
tiOns.j Dev�l?pments for Research and Teaching, Englewood Cliffs, N. J . , 1 963, p. 2-5.
1 ,
Su rmcw se remonta al penodo entre las dos guerras mundiales en que en algunas univer-
1 96 Vid.: BLOOMFIELD, Lincoln P . , y WHALEY, Baron, <<The Politicai-Military Exercise: A Pro­
.
� � dades norteamencanas se aphcan tales técnicas respecto de problemas de política interna, si bien ress Report>>, Orbis, vol. 8 ( 1 965), p. 854-870, reproducido en J. N. ROSENAU (ed.), op. cit., 2 . '
. a partrr del frnal de la Segunda Guerra
, olo ·el . revisada, Nueva York, 1 969, p . 654-663 .
Mundial se aplicarán estas técnicas en el estudio de
1 1 1· 1 1 1 1 1 H 1 1 1 ll 11 • 1 " J I \ 1 \ . , 1\ 1 1 \< 1"1 1 1 ' . 1 1 1 1 1 1� 1 1 \ • 1 1 1 1 1 \ 1 1 ·. 1 \'' " 1 1 \ ' 1' 1 1 11 ' ' 1 1 1 1 1 " 1 1 \ ' 1 ' 1 1 1 \1 1 '. ' ' ' �1 <' 1 1 ' 1 11 1 \ \ 1 J I '• ' 1 1 ' 1 1 1 1 \ 11 1'•

Si111ulation / 'l'(�¡¡ ·¡ ·f ( l . N . S . ) 1 1 ' 1 l'11> l'l' l < 1 'I' I � M I ' b l< ( ' l 'v · l l l l ( )l o) ', i l'a l , 1\ '\ > 1 1 ( 1 11 ! 1 \ J , 1 ¡ 1 1 · l k ' " � k n a d l l l l'S pl l l l l t'S i u h k l ' c l I I I I I I H H k h > ·. i 1 1 1 1 1 1 . 1 d • '
IHIII val ido
l ' I I H ] I l 'l'(' i (l l l l k
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m ic , M i l i tar y a n cl P .l i t ic al ·· v a l u a t iou R o u t· i n c ) , el l a .l o i n t W a r ; ; u ues Al\ 'l ll' 1 1 1 pr ()(i l l ' · i Ó J I d ' I I I' I I I U I I I (' I I I O � .

' v i s t o . · 1 a l e a n e d · la s 1 • n i 11 ·11 or (kll a la


del Pentágono l 9s . , , 1 0 h ' I IIOS as de s i m u l a i

nSi r u · i ó n d · u n a te ría de las relacion es interna


Un tercer sector en el que se han utilizado las técnicas de si m u lac i n h a cionales e s 1 11 í n i m o . Los
en general la i m posi b i l i ­

sido el área de la investigación y de la teoría de las relaciones internaci na­ 1 l r p i s a u l ores que aplican
estas técnicas reconoc en
les, con la finalidad de verificar hipótesis teóricas. En esta línea se insertan dn 1 le, en base a lo · resultad os obtenid os, llegar a una teoría de las rel a C I O Hcs
l n t · r n a c io n ales . En este sentido
los trabajos de los H E R MANN 199 y de B URGESS y ROB!NSON. 200• Los primeros , su virtuali dad es similar a la señalad a e 1 1 el
simularon el estallido de la Primera Guerra Mundial, en concreto la crisis que de la teoría de los juegos. Es decir, estamo s ante un elemen to auxiliar,
u a ut ilidad es simplem
se produce entre el 28 de junio y el 25 de julio de 1914, a través de cinco acto­ ente operati va y cuyos resultad os son muy limitados.
res que representaban las naciones implicadas, con excepción de Italia y Ser­ ,'u utilización en el campo de la enseñan za, por otro lado, es objeto de polémi­
vía, proporcionando a los mismos los principales datos de la crisis, así como ' omo hemos señalad o. Finalm ente, su escasa capacid ad de predicti bilidad
los índices de recursos económicos, humanos, etc. Todo ello sin revelar la si­ lu:; e que, en todo caso, estemo s ante un instrum ento que debe ser utilizad o
tuación real que se analizaba. El fin perseguido era la comparación del ejerci­ · n gran cautela . Queda todavía un largo camino que
recorrer en el desarro llo
cio de simulación con la �xperiencia histórica. BURGESS y ROB!NSON, por su t J las técnica s de simulac ión antes de que puedan ser aceptadas como un ins­
parte, han aplicado la simulación a los casos de alianzas y coaliciones, cen­ l umento válido para la verifica ción de la teoría.
trando su análisis en los beneficios que cada Estado participante puede obte­
ner, con el objetivo de extraer enseñanzas respecto de las alianzas actuales, y
en concreto, sobre la OTAN. También debe mencionarse el trabajo de POOL h) Teoría del «linkage»
y KESSJ...ER 201 , en el que se utilizan únicamente ordenadores para describir los
procesos de comunicación en una situación de crisis que afecta a dos hombres Finalmente, en el estudio de las concepciones que toman las interacciones
de Estado. Aunque son numerosos los trabajos en este punto, deben citarse, mo centro de la teoría, es nececesario hacer referencia a la teoría del «linkage».
entre otros, los de BRODY, que se refiere a la posibilidad de utilizar la simula­ La teoría del linkage, desarrollada principalmente por ROSEN AU, deriva des
ción para prever el impacto de la proliferación nuclear en el futuro 202 ; de LEA­ la aplicación de la teoría sistémica al estudio de las relaciones internacionale sector
VITT, que estudia las posibilidades que presenta la simulación de cara a la pre­ es una proyección de los planteamientos de la misma al estudio de uninterna -
dicción en el campo de las relaciones internacionales 203 , y de SINGER e H INO- de la realidad social que tradicio nalmen te había sido ignorad o por los
íonalist as. Su desarrollo se inserta en la dinámi ca origina da por la teoría sis­
lémica de las relaciones internacionales en el sentido de ampliar el horizo nte
del estudio de las relacio nes interna cionale s, elimina ndo la clásica fronter a en­
Vid. GuETZKOW, Harold, y otros, Simulations in International Relations. . . , op. cit.; y C o­ ión esta� o­
1 97
t re política intern a y política internacional, y de supera r la conceadpcmtern . acw­
PLIN, William D . , <<lnter-Nation Simulation and Contemporary Theories of lnternational Rela­
tions>>, A merican Political Science Review, vol. 60 ( 1 966), p. 562-5 7 8 . céntrica dominante hasta fecha reciente en el análisis de la realid
1 98 Vid. CoPUN, William D . , <<The Impact of Simulation on Theory of International Rela­ ción e interd epen­
nal. La teoría del /inkage se basa en la mutua interpenetra
dencia entre el medio interno y el medio internacional.
tions», en Abdul A. SAID (ed.), Theory of lnternational Relations: The Crisis of Relevance, Engle­
wood Chffs, N. J . , 1 968, p. 58-7 3 .
1 99 HERMANN, Charles F . , y HERMANN, Margaret G . , <<An Attempt t o Simulate t h e Outbreak Aunq ue, como hemo s señalado, corresponde a ROSENAU su más elabora­
of World War 1», A merican Politica/ Science Review, vol. 61 ( 1 967), p 400-4 1 6 ; reproducido en ya había n dado los primeros
da formulación , con anterioridad otros autores «perm eabilidad»
J . N. ROSEN AU (ed .), lnternational Politics and Foreign Policy, op. cit . , p. 622-639; y en colabo­
pasos en esta línea. En 1 959, HERZ desarrolló el conce pto de
ración con R. A. CANTOR, <<Counterattack or Delay: Characteristics lnfluencing Decision-makers
nuclea res, señala ndo que el
Response to the Simulation of an Unidentified Attack>> , Journal oj Conflict Resolution, vol. 1 8 desde la perspectiva del desarrollo de las armas 20 ién � �C E ,
( 1 974), p . 7 5 - 1 06.
200 BuRGESS, Philip M., y ROBINSON, James A., '<<Ailiances and the Theory of Collective Ac­ Estado ya no constituía una unida d defen dible 5• Tamb ?SECR A

de poner de mamf iesto la mte­


tion: A Simulation of Coalition Process>>, en J . N. ROSENAU (ed.), lnternational Politics and Fo­ mediante el anális is sistém ico, trató, en 1 963,
por su parte , de
reign Policy, op. cit. , 2 . • ed., p. 640-6 5 3 , y Nations in A lliance: A Simula/ion oj Coalition Pro­
rrelación entre la políti ca interna e intern acion aF06• SCOT T,
cess, Columbus, Ohio, 1 969.
201 POOL, lthiel de Sola, y KESSLER, Allen, <<The Kaiser, the Tsar and the Computer: Infor­
mation Processing in a Crisis>>, A merican Behaviora/ Scientist, vol. 8 ( 1 964- 1 965), p . 3 1 -38, re­
204 SINGER, J . David, e HINOMOTO, Hirohide , <<inspect ing for Weapon s Producti .
on: A M o-
producido en J. N . RosENAU (ed.), op. cit., 2 . • ed. , p . 664-678.
202 BRODY, Richard A., <<Sorne Systemic Effects of the Spread of Nuclear Weapons Techno­ dest Compute r Simulatio m>, Journal oj Peace Research , vol . 1 ( 1 965), p. 1 8-38 .

World Poii!ICS, vol . 9 ( 1 95 7 ) .


logy: A Study Through Simulation of a Multinuclear Future>>, Journal oj Conflict Resolution, 205 HERZ, John H . , Jnternational Po/itics in the A tomic Ate>>, ge, Nueva York 1 959. Y 1 d . l a m ­ •.

bién del mismo autor: <<Rise and Demise of the Territo rial Sta the Future o f the ,N auon-S ial c � .
p . 473-493 ; y <<The Territo rial State Revisite d: Reflecti
vol. 7 ( 1 963), p. 663-753.
RosENAU (ed .), op. cll. , 2. ed . , p . 76- R� .
203 LEAVITT, M . R., <<Computer Simulation in International Relations Forecasting>>, en N. ons o n
CHOUCRI y Thomas W . ROBINSON (eds.), Forecasting in lnternational Relations. Theory, Methods, Polity, vol. 1 , ( 1 968), p . 1 3-34; reprodu cido por J . N.
Problems, Prospects, San Francisco, 1 97 8 , p . 239-25 1 . 206 RoSENCRACE, Richar d, A ction and Reaction in World Poiltlcs, Boston, 1963.
'. 1 1 1 o i J p l 1 H l o
· '•¡ d ( • 1 1 1 1 ,' . 1 ,\ / ( ' l l l . / (\� 1 1 1 '' · . '• 1 1 1 r1 1 · . 1 �� 1 1 1u1 '' " ' ' '' 1 1 ' , ,, · , 10 1
1 ¡ J : i l ! l l' l l ! i y p . . '
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I H.; I , J I ¡ k ' J I O f U t
1 , 1� H • 1 , , \ , 1 1 · .1 1 1·1 , N ,,
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J c l:1. � ' l I J J I ( I . ,
1 .' · so b · T� r l l a le 1 s · ' 1 · 1 1 1 0 , ' H i a i J J · i 1 1 d 0 I IJIJ (!r- · a s • J I I a s q u c pu d c p r od uc ir sc la i n-
c t be dec i r de B R �' � -o<s .'
u s o " I V ' I . 1 e�
20 7. · ·
Ro ENA U,
o l l l iS m ·
) JI tut<"i ou nl -illt rnac i ona l
d · r n (l s l ll l J I I I J J J i o

en 1 964,
terpen etración de la polírealiz a ya una P ri mer� ap r.OXI. maci. . 11 1 · 1
I J JI
1 •

on al t em a d e l a in - teoría del linkage ha sido propuesto por el


· tic a int . rnac
internacwn ales de la guerra ern20a e mte · de
o n r 1 o desa rro l l o d e l a
J H 1pl
. . wnal a p roposito los ect os
·

través de l a noción de adaptative behavior, en base a que


civiJ 9 ENAU a
1 111 po l í t ica exterior puesta en práctica por un Gobierno se ha de concebir
de lo que será la teoría del link s J b
' . _ Ien �s en 1 966 cuando sient aasp
R

la base 1
mas horizon tales. Su arg umentage al dIS t�ngU J � �ntre sistem as vert icales Y siste 1 1 1 1 1 0 o d a p t a tiv a cuando provoca cambios en el entorno externo, que contri­
. nes mter o es que SI tradici Onal meo te a1 . -
hit 1 1 a asegurar las estructuras básicas de fa sociedad dentro de límites acep-
ClO · nacwnal . es se consid era a esta . s en ter estu drar las rela -
do 1 a po1 Itic . . a inte rna cion .
. . .
m mos h onzontales, separan- 1 d , J s, y se ha de considerar como no adaptativa cuando contribuye a que se
n o es posible , pu es existenal y la pol ¡'t'I�� mtern_a, en la rea�idad act ual ello ya l " l u zc an cambios en las estructuras básicas más allá de los límites acepta-
<
. mas pro ceso q atravies an esos
Siste verticales ' dilu yendo « 1 as fsront mveles Y con figu ran •. omo señala el autor, «la premisa básica de la perspectiva adaptativa es
qu t das las naciones pueden ser consideradas como entidades adaptables con
1 11
eras
nal es Y su entorno int ern acio
nal» 2 J o . L a teoentr na
e los s · tem as p olíticos nac io-
. la desISarr
1 969 . ROSENAU defi ne el ��·n k olla, como tal ' en
·
pr blemas similares que surgen de la necesidad de enfrentarse con su entorno .
tamiento que originad a eo unage como «tod a secu encia
• 1·
recu rren te de compor- 1 , 1 perspectiva adaptativa trata de entender no factores únicos, sino factores
planteamiento ofrece una nue siste�� pro du ce una reacción en otro » 2 1 E ste • munes; no a través del estudio de casos, sino a través de la evaluación com-
bl ema del nex o entre la polít icava nocwn para el �naT� sis. e mves
�.
. . ción
1 a poht
int ern a . tiga del pro- 1 rada; no a través de la indagación aplicada que soluciona problemas inme­
las esferas políticas ' intern a e Y ica mternaci onal al considerar l i a t os , sino a través de la formulación teórica que verifica hipótesis y estable­
.
L as Situ aciO . nes int ern
inicial Y terminal de1 « ¡wnal
ac . como dos SIS. t.em as en mter . ' · principios generales 2 1 3 .
, » son des ·
acci ón
P ts Y se diferencian
·

u
.
·

segú n se .
. men m · kage
en tas como mputs Y out-
·
Otras aportaciones que se sitúan en la perspectiva de la teoría del linkage
n a1 . R OSE NAU esta blece tres ong en el Estado o �n e1 Sist
tipos de linkage.· p enetrati . e � a inte rnacio- ,' n , por ejemplo, las de KISSINGER 2 1 4, HANREIDER 2 1 5 y WJLKENFELD 2 1 6 • No
vo. El pro ces o penetrativo vo, rea ctivo Y emu l1ay que olvidar que hoy día prácticamente todos los especialistas en las rela­
tu. �? en el proces o de otra tiene 1 ugar cuando los miem b ros de una unidadlati- ·i nes internacionales están de acuerdo en resaltar las interacciones e interde-
milJtar, sino tam bién la econunid ad ' �t barca no sol. � la penet ac-
ómi ca . pro raci ón política Y ndencia entre la política interna y la política internacional y entre el sistema
acontecimi ento s en un sistema . ceso reactivo se prod uce cu
·
ando los tata! y el sistema internacional.
Port·Ico, sm
I · que exis ta una partipol. 't ICO. .provocan una reaccwn
1
· en otro sistema Aunque la toma generalizada de conciencia de esta realidad es un hecho
m a en e1 otro . El proceso e Cipacwn d'Irect a de los miem . bros
· .
. ma, mulat·Ivo de un siste- innegable y la perspectiva desarrollada por ROSENAU es útil en orden al análi­
en un Siste a consecuenci a de 1 os ocur re cuando la reaccwn
. .
acontecimi entos que tienen lug que se prod uce si de la política internacional y del proceso de elaboración de la política exte­
es del mis mo tipo que la acci· o· . ar en otro ri todavía no se ha realizado un estudio sistemático de los lazos entre las
de Estado origina otros golpes que ' r,
l a provoca ' p or eJemp¡ o, cu
. '1 ares
0 ·

. . simi and o un golpe ntidades nacionales y su entorno internacional, lo que hace que se tenga que
. en otro s 1 oner en duda la existencia real de una teoría. Todavía queda mucho por ha­
mzacwn de una colonia acel Est os o cuando la descolo-
a que el linkage se refi ere era 1 mi. � mo proceso enad otras. ROSE NAU , en base
a sec� eneJas rec urrentes de er para comprender, de un lado, la influencia del entorno internacional sobre
a feno. menos aisla . dos
' ha desarrollad0 un cuadro de anacom portami.ento y no 1 s diversos sistemas nacionales y, de otro, la influencia de cada uno de estos
n a 1 os d'f I erentes tipos de actores, . TISIS
actit udes Y proces os Y losend' fel que com. bi- sistemas nacionales sobre el sistema internacional global .
·
erentes tipos 1

207 Scorr, Andrew M., The Revo 4. CONCEPCIONES TEORICAS EN LA DECADA


Y lution .
S
ationa/ Sy;;e�. ,at���{ta: lynfo
T�� F:unctioning oj the lntern rma/ Penetration, Nueva York 1 965·, DE LOS SETENTA
B URTON, John w . , Systems Stat or k , 1 967 . '
�;:9Communication. The Use oj c;ntro/�:d g;:�:r:a::rca�'!:n Ru �es, Cambridge, 1968 ; y Conflict
tn nternattona/ Relations Lon
En nuestras consideraciones anteriores, al seguir el hilo conductor de las
209 ROSENAU ' James N (ed .), ' dres ' distintas concepciones, hemos hecho referencia a aportaciones que tendían a
12 0 R m · The Inte rnaliona/ As � . �. .
(ed.), Ap�:::c��s�� ¿�m��r:��:- Theori : i
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·
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tic s::r�es ����ig: ���;;:Y,naNtiona/ Po!itica/ Sy;tem/���c��� '��t,eryencceomo

on the lnterdep en- 2 1 4 KISSINGER, Henry, «Domestic Structure and Foreign Policy>>, en American Foreign Po­
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WILKENFELD, Jonathan (ed.), Conflict Behavior en Linkage Politics, Nueva York, 1973.
2 J6
1 1 ' 1 I I�I• I I I • J I( I \ \ 1 1 1 ' ,1 11'1 11 1 \
1 \ ' , 1; 1 1 \' H O I I I ' . I I I I I IU I \ 1 1 1 1 1 1 \
1 11 1 11� 11 11 11 1 11 11 1

t i · I u i aS Y p b n ·
\ 1 \ ' , 1\ 1 1 ,, 1 � 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1; 1 1 \ • 1� 01 1 \ 1 1 .,

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lu� l f 1 1 1 1 l l'S Nl' 1 1 n l : 1 d o.-. p 1 1 1 i l t i'> t ' l l : l l ,� l' , 1 1 0 s 1 l v ' I ( ) I I O ) ó g i c: I I I I L' I I I l' , � l u o I J i l l J I I I l l l l: . pn P n O · n ( J l i H · d 1 1 ta
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a t ravés de la
1

1 1 1 1 1 t t· · na ·i ¡ ¡(1( · i n l u
si tema internos . La noción de
un punto 1 · vista id ·oló , ¡ , t en 1 (1t i
1 • u a l n 1 ·nt · (I'"Ck: an;_d ft icn .
· .
· o le 1
en las n uevas tendencia q ue . e on figuran n 1 campo de la relacione. i u l' er.11 a ·io
, 1 H f , · 11 fuerz a en las nueva s corri
entes, igual que su orientación hacia las
nales de la mano de la reacción po s beh a vi o r i st a A hora, al e t u cl i a r e t as c o n . 11 1
io
siste ma. En cuarto lugar , el concebir el estudna­
cepciones veremos también cómo en bastantes casos sus inicios no se corres­ ¡ 1 . ¡ 1 1 1 1s a l t er n a t i v a del actua l
amen te inter
1 \ ! 1 .' r l a i ones intern acion ales
como una empr esa verd ader
ponden con los años setenta, sino que se producen en plena época behavioris­ iderar necesaria una mayor comunicación
ta. Se trata de una servidumbre que ninguna clasificación puede s u pera r. ' 1 111 d , l senti do no sólo de cons
tos paíse s, sino igualmente de
n e
i m iento de las apor tacio nes de los distin
Desde esta pe_rspectiva general y relativa, que no concreta y particular , pro­ s inte� �acio -
etnocentrismo dom inan te en el anál isis de los probalema
< 11

cedemos a estudiar lo que hemos llamado concepciones teóricas en la década 1\j ·rur 1
impo ne, de esta forma, l a necesidad de proceder una revis_ iOn del
de los setenta. 11 1 1 -. .
y del senti do último del estud io
Su desarrollo es, en gran medida, consecuencia, como ya se señaló no sólo i m i en t o teórico y emp írico dispo nible
ciedad internacio nal. En quin to luga r, la consnaci ideración de que el mo­
de la insati sfacción existente en los medios académicos e investigad � res con inter onales, ya no es váli­
las aportaciOnes_ del behaviorismo, sino también de los cambios que desde fi­ 1 , tatocéntrico, dominante en las relaciones. Se
internacionales tiende, pues , a resaltar m_ás
¡\ 1

nales de los sesenta se produfen a nivel internacional e interno en los Estados d r a ra expli car los fenó men os
1 1 estrictamente conflictivos y violentos. Se afir-
l!� idos Y en los países de la Europa Occidental. Estamos, pues, ante una reac­ 1 ectos coop erati vos que los
al está siendo sustituido por un
n cons ecue ncia, que el sistem a inter estat
CIOn frente al fracaso de la formalización y la interpretación cuantitativa para 111 1
al. Se habl a de política mun dial, de
enfrentarse con el estudio de la realidad internacional, pero también frente a t '· m a mun dial, por una socie dad glob
1 • l o io nes tran snac iona les. La clási
ca disti nció n entre lo interno y lo interna­
una reacción que se produce a consecuencia de la crisis interna, que tiene lugar anecerse.
_ con la guerra de Vietnam y el �ambio de modelo de so­ r < nal tiend e, así, a desv
en los Estados U mdos nuev a orientación cuan do dicen: «A
c_iedad ? _Y de la crisifo internacional, que los enfrentamientos Norte-Sur, la pro­ uCH ALA y FAG AN nos resu men esta
ticación metodológica, probablemente no �ompa·qu ren-
hferacwn de los conflictos internacionales, la carrera de armamentos y la ame­ 1 ·s a r de toda nues tra so'fis debi do e
1 · os la polít ica inter naci onal cont
emporánea como debiéramos
naza de una guerra nuclear, los problemas energéticos y el subdesarrollo em­ rn
iplin a va actualmente por detr ás de la cam ­
p! ezan a poner d e ma��fiesto. Crisis �ue, al ir además acompañada de un pe­ •l d sarro llo teór ico de nues tra disc es. En cans e-
_ l t i 1 11 L e reali dad de la prác tica diar ia de
los asun tos internacional
nodo de clara d1stens10n en las relaciOnes Este-Oeste, pone de manifiesto la
u ncia , algu nas de nues tras
conc eptu aliza ciones más utili zada s, de nuestras
progresiva pérdida de protagonismo de los Estados en las relaciones interna­
_ Y la creciente actuación de actores no estatales. En este contexto tiene r11ágenes del mun do, producen men os conocimi entos que los que nos propor­
CIOnales
· 1 naro n en el pasa do. En verd ad
es la hora de que la investigación actual en­
l �gar entre una parte significativa de los estudiosos de las relaciones interna­ Pero primero es necesario que renovemos sobr algu
cwnale� , como en otras ciencias sociales, una toma de conciencia de que es l t polít ica mun dial emp iece. ar e
es en las que se nos ha ense ñado a pens
necesano hacer frente a una problemática internacional que amenaza los cimien­ l l fl de las vías conv enci onal

tos mi �� os de la sociedad internacional y, en consecuencia, de que no caben relaciones internacionales» 1 •


ya posiciOnes falsamente neutrales y exclusivamente cientifistas.
De e� ta for�a, a pesar de lo impreciso de sus contornos y lo dispar de las RDEP ENDE NCIA Y DEPE NDEN CIA
CONC EPCI ON TRAN SNAC IONA L: INTE
aportaciOnes, tie ne lu��r la configuración de unas corrientes nuevas, que no
excluyen la contmuacwn _ de las anteriores. a
La búsqueda de un nuev o paradigm
La variedad de concepciones y enfoques que se integran en estas corrientes l)

tienen, en t�rminos generales, una serie de rasgos comunes. En primer lugar, las concepciones teóricas que
_
1� co ? � Ienc1a de que es necesaria una cierta síntesis de los enfoques clásico y Uno de los enfoques más característicosladeconc ón transnacional. Con ­
Cientifico, que lo cuantitativo debe ir unido a lo cualitativo y que el realismo desa rrol lan en la década de los sete nta es edic hoepci
de � model? estatocén�rico
debe acompañ �rse de un �ierto idealismo. El mito de la cuantificación desapa­ pció n-qu e, part iend o de la puesta en entrque no es ftel refleJO de la realidad
1 las relac ione s inte rnac iona les
rece, pasando esta a considerarse como un instrumento más en la elaboración en cuanto
de lii teoría. En segundo lugar, el énfasis se traslada de la preocupación exclu­ internacional cons ider a que, o bien son las relaciones transnacionales las que
nues tros días , o bien , sin ne-
siva por la teoría y los modelos hacia los problemas reales y acuciantes del mun­ realmente co � figuran el mun do inte rnac iona l de
d o. Todo el! � con el deseo de hacer compatibles teoría o abstracción y relevan­
C_I_ a o sustancia, �n cuanto aspectos inseparables para llegar a resultados prác­ h for
ticos e? la solución de los problemas actuales. En tercer lugar, el partir de la <<lnternatio nal Politi cs in the 1 970: The Searc
1 PucH ALA, Dona! J . , y FAGA N, Stuar t 1 . , 28 ( 1 974), p. 247.
creencia de que el reto de la política es lograr la armonización de los conflictos o Persp ectiv e», Jnternational Organization,
vol.
1111 1 l l li < H H I • ' 1 < 1 1 1 \ 1 \ ' , li l l \ < 1 < � 1 1 1 • , 1 1 1 1 1 1: 1 1 \ i 1 < 1 1 1 \ 1 1 ' • l \ ' , 1< 1 1 \ t l i H I I ' , I I I I I I� I I \ < I < I i f \ l l ' , l < l � l t J I I < I i; I \ \ I J I ' ,t l l ' l l l l . \ 1¡ ¡

r.: l l <: 1 i ) l o i a · 1 1 ,\ I I J J i ( i : J d l'N 1 1 ( l p ' 1 1 1 1 1 ' 1 1


'OIIi�IIIO
el ·1 � · ¡ ¡ 1 d ' l a S l l l i S I I I i i S » H.: fi r i '· n d o�c
« 1 et l t ra 1 1 S 1 1:.1ti n a l » en la que act ú a n « mo v i m i e n t o t ra n s-
(,;.�l l l i : d , d C I H' l' ( ) I I C ·d '· ¡ :t.; I I J I- 1 1 1 1 1 1 1 1 1 ' l l ' i 1 1 P l' i ü li l : l l i l l 'JI
1 1 1 1 1 1 1 1 1 •h 1 1 ; d
est u d i o d e l a rclaci ne i n t e rn a c i o n a l C· 1 l 1 · .x i s 1 1 · 1 1 c i n d · 1 1 1 1 1 1

ciones transnacionales y han sido observadas y analizadas. Lo q uxei.'t ui dco·elr · 1 c·s


No es que e te tipo d e relacio nes sea n u evo, p u es s i em pre h a n :1
1 1 1 t > í l t t l ·s» ¡ u «Cieter m i n a n l. a s d i recc i o nes que los actores pueden seguir y
·

1 1 1 1 1 l n n la capacidad del actor. . . » 3 • Lo mismo cabe decir de ARON , que esta-


1 1 1 · • l a existencia secular y presente de una «sociedad transnacional» que «se
que anteriormente sólo se consideraron como simples elemento
n o en el que el Estado soberano era siempre el centro y el núcleoeledeunlaeantleonr 1 1 1 l l l i fi e s t a por los intercambios comerciales, las migraciones de individuos, las
_ además de �
CIÓ�, ue a partir de la Segunda Guerra Mundi al su impo r t a n c i a •r · ·ncias comunes, las organizaciones que trascienden más allá de las fronteras
p r l a s ceremonias o competiciones abiertas a los miembros de todas estas
Y nu � ero ha crecido espect acular mente . Ello exige, en opinió
n Jos autores
que Siguen esta concepción, adoptar una nueva perspectiva en eldeanálisi s y cs­ p l l i d•Lde » 4 • En dirección similar se insertan, también en los años sesenta,
_
tudw de los fenómenos internacionales. Una nueva perspectiva que se adapte l ! J l res como DEUTSCH ROSENAU 6 , BURTON 7 y MENDERHAUSEN 8 • Además
S,
a la nueva realidad de una sociedad global e interdependiente . 1 · la anteriores, una excepción particularmente relevante la constituyen los
El punto de partida de esta perspectiva es que las relaciones que 1 1 1 1 re que se han ocupado de la teoría de la integración, dado que tanto el
cen a través de las fronteras estatales, a consecuencia del comercio, sedelprodu­ l u u i o n a l i smo como el neofuncionalimo toman en consideración en el proce-
mo, de las nuevas tecnolo gías en el campo de las comun icaciones y de unaturis­ vas­ 1 i n t egrador el desarrollo de una serie de funciones que sobrepasan el marco
ta red de relaciones transnacionales entre ciudadanos privados, asociaciones ·st a t al y pueden contribuir a diluir las fronteras. Sin embargo, en general, hasta
Y empres as transna cionale s, han alcanz ado tal grado de intensidad l'inales de la década de los sesenta se ha prestado por parte de los especialistas
y desarro
llo que hoy se puede afirmar la existencia de una sociedad mundial no sólo­ ·s a a o nula atención a estas relaciones y, en todo caso, cuando se ha hecho
lw ido, salvo notables excepciones, sin poner en duda la validez de la concep­
interestatal. Sociedad mundial en la que los Estados han perdido el c�ntrol de
una parte importante de las relaciones internacionales. Dados estos ·i n estatocéntrica.
h �blar exclusivamente de un mundo de Estados no tiene ya sentido . cambio El para
s
Como decíamos, la concepción transnacional se caracteriza principalmen­
d1gma del Estado y del poder está, así, tan alejado de las realidades actuales� l por la afirmación de la necesidad de cambiar el clás ico paradigma del Esta­
que debe ser reemplazado por paradigmas o modelos que se adapten al mundo t i como centro de la teoría internacional, incapaz de aprehender hoy día la
actual Y sean capaces de aportar interpretaciones y soluciones global es a los r alidad internacional, por un paradigma más comprensivo, como es el para­
problemas globales. ligma de la poÍítica mundial, política transnacional o sociedad global.
Aunque la formulación de esta concepción se produce a finales de los años La concepción estatocéntrica se basa en el postulado de que los Estados
sesenta Y principios de los setenta, como tendremos ocasión de ver, anterior­ ,' n los únicos actores significativos en la política mundial y que actúan como
�ente alguno s autore s ya habían llamado la atención sobre este unidades, sin fisuras. KAISER, uno de los proponentes de la nueva concepción,
�wnes Y sobre su papel en la sociedad internacional. WOLF ERS, en 1 959,dealrela­ tipo
se­ s ñala, sin embargo, que este modelo «nunca ha existido en estado puro en
nalar que los Estados no eran los únicos actores de las relaciones internaciona la realidad histórica», pues sólo en Jos siglos XVII I y XIX, cuando las decisio-
les, establecía que «el Vaticano, la Arabian-American Oil Company y una hueste­ 11es de la política exterior se tomaban por grupos reducidos de personas ac­
de otras entida . des no estatales
son capaces en ocasiones de t uando en el marco de un entorno que era menos complejo que el actual, este
los acontecimientos internacionales. Cuand o esto sucede, afecta estas
r el curso de
entida des se
transforman en actores en la arena internacional y en competidores del Estad ·
3
HoFFMANN, Stanley H . , Contemporary Theory in International Relations, Englewood Cliffs,
nación. Su capacidad para operar como actores internacionales o transn o­ 1 960; versión castellana: Teorfas contemporáneas sobre las relaciones internacionales, trad. de M .
nales puede encontrarse en el hecho de que los hombres identifican estas acio­ 1 . López Martínez, Madrid, 1 963, p . 225 .
4 ARON , Raymond, Paix et Guerre entre les nations, París, 1 962; versión castellana: Paz y gue­
dades Y sus intereses con entidades corporativas distint as del Estado-nacióenti­ rra entre las naciones, trad. de L. Cuervo, Madrid, 1 963, p. 1 40.
También H OFFMANN llamó la atención sobre la necesidad, a la hora de estu n» 2 5 DEUTSCH, Karl W., « External lnfluences on the l nternational Behavior of States», en R . B. FA­

diar el sistema internacional, de tomar en consideración «las fuerzas que �


RRELL (ed.), Approaches to Comparative and lnternational Politics, E � anston, IIL, 1 966, p. 5-26.

cor- Para una más amplia consideración de la aportación de este autor, vtd. el apartado ded1cado a
la teoría de las comunicaciones.

1 Para la existenc ia anteri�


6 ROSENAU, James N. , «Pre-Theories and Theories of Foreign Policy», en R.. B. FARREL (ed.),
r a la Segund a Guerra Mundia l de esta clase de relacion es, op. cit., p. 27-92, y <<Toward the Study of National-lnternationai .Linkages», en J. N . ROSENAU
(cd .), Linkages Politics: Essays on the Convergence of National and Internationai Systems, Nue­
FIELD, James A • «Transnatwnahsm and the New Tribe», vid . :
(eds :), Transnattonal
: e n R . O. KEOHAN E y Joseph S . NYE
Relatwns and w_orld Politics, Cambridge, Mass, 1 97 1 , p . 3-22. Los trabajo s va York, 1 969, p . 44-63. Para la consideración de la aportación de este autor, v1d. el apartado
que mtegran esta obra aparec1 eron on malmen te en un número
zattfn, titulado «Transnatwnal Relatw ? especial de International Organi­ dedicado a la teoría del <<iinkage» .
ns and World Politics >> (voL 25, n . 0 3 , 1 97 1 ) . 7 BURTON, John W . , Systems, Sta/es, Diplomacy and Rules, Cambridge, 1 968. L a aportación
WOLFER S, Arnold , «The Actors m World Politics
», e n Discord and Collaboration: Essays le este autor ya ha sido estudiada anteriormente; además nos referiremos de nuevo a él al tratar
on lnternatwnal Poltttcs, Balt1mo
.
re, M d . , 1 962, p . 23. Este estudio se publicó original mente le la investigación de la paz.
1 959, en W. T. R. Fox (ed.), Theorettcal Aspects of Interna en
8 MENDERHAUSEN, H . , <<Transnational Society v . State Sovereignty», Kyklos, vol. 22 ( 1 969),
1 959.
tional Relations' Notre Dame Ind • . ,
n . 25 1 -275.
¡; 11\ 1 11 1 l r 1 1 1 l 1 1( 1 ¡ \ 1 l l l • ,, 1 1 · 1 1 N \
\ 1 \ ' , 1; 1 1 \ l l l ' l l l ' . 1 / l l l l n / \ r H I Jl \ 1 1
1 1
1
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d l p(• I H k n c i a e,' 1 d a t i v ; n u · n i · s�.: 1 1 · i l l a ,


11 • t 'on I ( H I D , c 1 1 p a l n l n n � d · I I A I\ I< O u , ¡ 1 1 ,,
1 1 1 o d d o N · I I P i l i X Í n H'I 1 1 I n l l': l l i d n d
rdaciuu c l ran:m acioual c� son hoy 1 s u fí i c n i C I I I · u t c i l l l pQrt
l f l, l\'i ¡11 l · t C J J J i i n a l o o aJ · ·t acl �¡ 'll i fica t ivamente por fuerzas externas, la no-
por C 11!1 u t o se rc f'ierc a u .1 1 est ado o �i­
·
a u t cs « para dcsa
fiar e l poder del Estado o al menos para desarro l l a r i n terd e
pen d encias no · t H I ) 1 1 tJ · i u t ·re! pendencia e m ucho más compleja, ya que se refiere en princi­
troladas por el Estado que limitan el uso del poder estatal en áreas fu nciona les
¡ t n ( 1 1 1 1 1;1 , i t u ación de mutua dependencia, que puede ofrecer situaciones muy
signific ativas. Además, cuando las relaciones transnacionales se produc en con 1 1 t l nt a s . n u a l uier caso, hay que señalar que interdependencia no es equi­
suficiente intensid ad tienden a crear las bases de una sociedad transna cio q
' d ·nl · a i n t eracción o interconexión, aunque toda interdependencia suponga
nal. . . » 10• En definitiva, como apuntan KEoHANE y NYE, «el paradigma de l a po
1 1! 1 ú l t i m a 1 6 . A partir de tal diferenciación, los autores que formulan un
lítica mundia l trata de transcender el "probl ema de los niveles de
tanto ampliando l a concepción d e los actores para incluir los actoresanálisis ",
transna­
• m ept o de interdependencia se dividen en dos grupos. De un lado, los que

cionale s, como rompiendo conceptualmente la «dura concha » del Estado - finen en términos de interacciones o transacciones que tienen efectos recí-
a m en t e
1 1 1

nación >> 1 1 . · 1 11 costosos para las partes 1 7 • De otro, los que conciben la interde-
1 1 ·ud ncia en términos de relaciones que son mutuamente costosas de
En resume n, los autores que postula n la concepción transna cional, critican 1 • u u n c i ar 1 . La interdependencia, en todo caso, puede ser simétrica o asimé-
8
el paradigma tradicional no porque crean en la posibilidad inmediata de una 1 , ¡ a, siendo la última la más frecuente en la esfera internacional.
comunidad política mundi al, sino porque consideran que las fronteras estata­
in embargo, para un sector de la concepción transnacional, que puede de­
les no coinciden ya con las nuevas realidades de las relaciones interna cio­ i l minarse neomarxista, lo que realmente determina el sistema internacional
nales 1 2 •
1 · l u a l no es la noción de interdependencia, en el sentido positivo con que se
Por relaciones transnacionales entienden estos autores las relaciones
se producen a través de las fronteras de un Estado , mientr as que las «relacique l · fi ne por los transnacionales de los países desarrollados, sino la noción de

nes interna cionale s» son aquella s relaciones que tienen lugar exclusivameno­ te
l 1 endencia, que, en cuanto pone de manifiesto las desigualdades y condicio­

entre las unidad es estatale s. KEOHA NE y NYE definen las


n mientos económicos, sociales y culturales imperantes en el mundo actual,
relaciones transna­ •n cuanto hace referencia al subdesarrollo de la mayor parte de los pueblos
cionales como «contactos, coaliciones e interacciones a través de las fronteras 1 1 mundo, es la que en última instancia determina el sistema internacional
1 nuestros días. Desde esta perspectiva transnacional de inspiración marxista
del Estado que no están controladas por los órganos centrales encargados de
la política exterior de los gobiernos» 1 3 • 1 1 noción de interdependencia no es sino un subterfugio neoliberal para escon-
La concepción transnacional descan sa, en última instanc ia, en noción 1 r o ignorar el imperialismo occidental .
de interdependencia. MORSE señala, en este sentido, que ha sido «lalacreació
de altos niveles de interdependencia» lo que «ha reducido radicalmente la ca­n Finalmente, en estas consideraciones previas al estudio de las distintas apor­
t 1 iones transnacionales, nos vamos a referir a una cuestión igualmente con­
pacidad de los gobiernos para lograr la autonomía nacional, objetiv ·
característico del tradicional sistema de Estado s» 1 4 . Sin embargo, lao centra l t r vertida, la de si la concepción transnacional abre o no una esperanza en el
noción · 1 m i no de la paz. Desde la perspectiva que ve las relaciones transnacionales
de interdependencia es considerada desde muy distintas posiciones con muy
· mo un elemento de descentralización del poder y de realización de nuevas
diferentes sentidos y alcances por parte de los especialistas 1 5 . Si la ynoción de

. 9 KAISER, Karl, «Transn ationale Politik Zu einer Theorie


,' stem», en C. F. BERGSTEN (ed.), The Future of the /nternalional Economic System, Lexington,
der multinationalen Politib> , Poli­
tlsche VIerterljahresschrift, vol. 1 ( 1 969), p .: 80-109. do posteriórmente en inglés en Inter­
nss, 1 973, p. 1 2 1 - 1 25), para otros adolece de una falta de claridad conceptual que hace difícil
u utilización (RosECRANCE, Richard, y STEIN. Arthur, <<lnterdependence: Myt!J or Reality?»,
natlonal Orgamzatwn (vol. 25, n . 0 4, ( 1 97 1 ), p. 790-8Publica World Politics, vol. 26 [ 1 9731, p . 2, y CAPORASO, James A., <<Dependence, Dependency, and Po­
The_ones des relattons mternationales, París, 1 977, p.1 7)222-247,
y reproducido en BRAJLLA RD, Philippe,
w r in the Global System: A Structural and Behavioral Analysis», Internalional Organiza/ion, vol .
1 0 HARROD, Jeffrey, «Transnational Powem, The Year Book of por donde citamos, p. 223-224.
World Affairs, vol. 30 ( 1 976),
vid . : BA L D WI N , David A . , << l nterdependence and Power: A Conceptual AnalysiS», Internattonal
1 , 1 978, p. 1 3) . Para una amplia consideración de esta noción y de los problemas que plantea,
p. 98 .
1 1 KEO HAN E, Robert 0 . , y NYE. Joseph S . , <<Transna
tional Relat. ions and World Politics: A rganization, vol. 34, 1 980, pp. 3 7 1 -506; y ScoTT, Andrew M . , The Dynamics of Interdepence,
1 2 Vid . : Y' A L E
Conclusi om>, en R. O. KEOHANE y J . S. N vE (eds .), op. cit., p. 380.
Londres, 1 983; y JONES, R. J . B . y WILLETTS, P . (eds.), Interdependence on Tria/: Studies in The
M , Ronald J . , <<Transnational Politics versus l nternatio nal Theory and Reality ofContemporary Jnterdependence, Londres/Nueva York, 1 984. Para una con­
Book of Wor/d Affwrs, vol . 32 ( 1 978), p . 24 ; y MANSBACH , Richard W . , y VASQUEZ Politics» , The Year
f
In iarch of Theory: A New Paradtgm for 1Global Po/itics, Nueva York, 198 1 .
', John A . , sideración de este tema, vid . también: ARENAL, Celestino del, <<Poder y relaciOnes mternacwna­
lcs: Un análisis conceptual>>, Revista de Estudios Internacionales, vol. 4 ( 1 983), p. 501 -524.
1 6 Vid. en este sentido: HOFFMANN, Stanley H . , <<Notes on the Elusiveness of Modern Powen>,
KEOHAN E, Robert 0 . , y NYE, Joseph S . , <<Transn
atwnal Relatwns and World Politics : An
l ntroduct JOn>>, en R. 0. KEOHAN E y J. S. NYE (eds.), op. cit., p. X
J11!ernalional Journal, vol . 30 ( 1 975), p. 1 9 1 y 1 92; KEOHANE, Robert 0 . , y NYE, Joseph S . , Po­
wer and Interdependence, op. cit., p. 9, y BALDWJN, David A . , <<Power Analysis and World Poli-
I.
1 4 MORSE, Edward L . , Moderniza/ion and
va York/Lo ndres, 1 976, p. 9 y 10 .
the Transforma/ion of Jnternational Relations, Nue­
1 5 Muestra de esta controve 1 es: New Trends versus Old Tendencies», World Politics, vol. 3 1 ( 1979), p. 1 7 5 .
rsia es, por ejemplo , el hecho de que para algunos autores la no­ 1 7 KEOHANE, Robert O . , y NYE, Joseph S . , Power and lnlerdependence, op . cit., p . 9 . Estos
. . de Interdependencia es plename
cwn nte válida para explicar la distribuc ión de poder a nivel inter­ • u LOres, sin embargo, matizan esta posición al introducir las nociones de <<sensibilidad» Y <<vulne­
nacwnai (KEOHAN E, Robert 0 . , y NYE, Joseph S . , Power and Interdep
endence. World Politics l ttbilidad>> (ibidem, p. 1 3) .
1 8 BALDWJN, David A . , <<Power Analysis and World Politics . . . » , op . cit., p . 1 76 Y 1 77 .
m Transllton, Boston/T oronto, '1977, p. 3 - 1 9, y <<World Politics
and the l nternational Econom ic
11 1 1'. \ • 1 " 1 1 1 ' , 1 JI 1 1 1: 1 1\ ! 1 1 J 1 1 \ 1 1
, 1 1 1 1 1 H l l\ 1 1 � 1 1 1 l l l ' . t 1 1 � 1 1 1 l l i • I; J \ \ 1 1 1 1 .� 1 1 ' 1 1 1 1\ 1 1 ·,
1 1 1 1 11 � ' 1 H 1 1 1 1 " 1 1 H1 1
1 \ ' , 1' 1 1 \� 1 1 1 1 1 1
\ 1 ,

1 Ol l llll� <1 :1 ' 1 0 1 1 , n q 1 1 '· 1 1 a s a p: n c ·c 1 1 COI I I O 1 1 1 1 : 1 1 1 1 1 · v a pos i b i l i d a t l pn 1 a 1 1 1 lr1 p< • l f t i l'l l 1 1 i o 1 1 a l ·s


d 1 ¡• 1 1 I I I , I I I ¡.: I I a (' i ( l l l l l l . L' l l l'i �.:s t 1 1 l i o t i · l a s r · l a · i o nes i 1 1 1 · r 1 1 a ·
• '
1 1 1 1 ·g1 • '

<.: r't.:aci n ele u n r d e n i n t ern a e i n a l pací fico 1'1 , y s u esf u l i •1 y i a


I ·r! l i Y, f l t l o po r· K t!ü l t /\ N E
n N Y tl , la p r mer fo r r r r u l ac i del m i s m o , cle-

1 1 1 0 0 el · l a c i o los u t i b
21 .
fieación de las circunstancias que cont ribuyen a l a c reac i ó n d e los p r o b l ' l l l l l .�
S1rr 1 1 lu icl · 1 1 1 i
ant eri orrespo nde a res , K A l E R

t r o aj ele est e a u t o r , examina de manera crítica el


Y conflictos internacionales . Empero, desde la perspectiva del im¡ acto q u e , · n 1 publica do n e 1 969,

de p l í t ica internac ional a la luz de la actual realidad interna cional,


el plano económico, político y cultural, las relaciones transnacionales t ienen de Jo que llama la «política mul-
en las relaciones entre los pueblos, al ser sus agentes activos grupos o indivi­ p tt t boza r a continu ación el marco teórico
1 n 1 · i nal», y uno de sus tipos ideales, la «polític a transna cional» , con el fin
duos que persiguen en gran medida la satisfacción de sus propios intereses y en la estructu ra de la política mundia l,
objetivos y que actúan desde posiciones de fuerza o hegemonía ya adquirida , 1 i n l rpretar lo que parece

un cambio
· n ecuencia principa lmente de la aparició n de socieda des industri ales
Y sus agentes pasivos colectividades con un menor grado de desarrollo y e n
situación de dependencia, parece evidente que tales relaciones contribuyen a 11 t n zad a s .

acentuar, o en todo caso mantener, situaciones de dependencia o explotación, Para KAISER , «es difícil imaginar que un concepto tan simplis ta como el
agravando los actuales problemas y conflictos internacionales 20

l a política interna cional haya podido domina r la
teoría y la práctica duran-
Dentro de la concepción transnacional existen enfoques diversos. Nuestro 1 · t anto tiempo , cuando incluso un rápido examen
del sistema internacional
mt mporán eo revela una comple jidad que resiste
estudio de la misma se va a centrar en aquellas aportaciones más relevantes, ·
a las categorías demasiado
si bien no debe olvidarse que la influencia ejercida por esta concepción se ma­ mples de este concepto» La consecuencia ha sido que «el desarrollo de las
22
.

nifiesta hoy en día en numerosos trabajos en torno a las relaciones internacio­ 1 •laciones internacionales como disciplina despues de la Segunda Guerra Mun-l,
nales con distintos matices, dada la actual evolución del estudio de las relacio­ 1 i d ha estado fuertemente impregnado por las nociones de interés naciona
1 compet ición, de equilibr io de fuerzas , es decir, de
nes internacionales hacia posiciones superadoras del exclusivismo estatal . Nos conceptos propios del
fijaremos, primero, en la concepción transnacional tal como ha sido formula­ , i Jo XIX, que insistía n en la natura leza de la
política internacional como
da por sus principales valedores, distinguiendo dos modelos diferentes, de ba­ tina lucha entre Estados y favorecían el olvido de las interacciones que atravie­
se principalmente económica, que responden a planteamientos ideológicos y n las fronteras, de los grados de interpe netraci ón y de interdependencia, y
l la import ancia de los actores no
, ·

visiones del mundo muy distintas. En primer lugar, el modelo de la interde­ estatale s» 2 3•
pendencia, neoliberal, que privilegia las relaciones de cooperación y la idea de Frente a este modelo ideal, que desconoce una serie de realidades interna ­
comunidad de intereses, tendiendo a ignorar o encubrir la dimensión conflicti­ ·ionales , KAISER propone otro tipo ideal, el de la política multina cional, que
· nsidera útil para explica r en término s teórico s esos
va de las relaciones internacionales o transnacionales y las profundas diferen­ proceso s de interacción
cias económicas, sociales y culturales que caracterizan el sistema internacio­ 1 ue ponen en cuestió n el modelo tradicio nal: « La política multinacional com-
nal . En segundo lugar, el modelo de la dependencia, basado en el análisis mar­ 1 r nde los proceso s en los cuales las burocr acias pública s reparte n valores , ya
xista y en la teoría del imperialismo, que sobre la base de las desigualdades · njuntam ente, en los marcos de toma de decisio
nes que están en interpene­
Y dependencias, sobre todo económicas, existentes en las relaciones interna­ l ración a través de las fronteras nacionales, ya separadamente en tanto que
ción transna cional a nivel social» 2 4 • Modelo este en el
cionales Y de la naturaleza conflictiva de éstas, establece como prioridad el cam­ resultad o de la interac un
bio socio-económico del sistema internacional. Por último, nos referiremos al que, con todo, el Estado sigue jugand o un papel releva nte, dado porpor que,
otro,
enfoque que, dentro de una concepción transnacional entendida en sentido am­ lado, continú a siendo la unidad domina nte de la política mundia l siendo su y,
plio, propone como nuevo campo de investigación el de la dimensión intercul­ la cuestió n más importante para la política multinacional sigue
tural de la sociedad internacional. i mpacto sobre las relaciones interestatales 5• 2
Aunque el intento más conocido y ambicioso de establecer un nuevo para- Dentro del modelo general de política multinacional distingue este autor­
t res posibles modelo s: «La toma de decisión "multiburocrática" , la integra
·ión y la política transna cional» 26 , de la que pasa a ocuparse .
1 9 V id. BOULDING, La política transnacional presupo ne la existencia de una sociedad transna­-
ional . KAISER define la sociedad transnacional «como un sistema de interac
Elise, <<The Measurement of Cultural Potentials for Transnationalism>> '
2
Journal oj Peace Research,
0 Una posición de duda en este tema, en cuanto a los efectos que las relaciones transnacio­
vol . 1 1 ( 1 974), p. 1 90 .
nales pueden tener, es la mantemda por Donald P. WARWJCK (<<Trasnational Participation and
lnternatwnal Peace>>, en R. O. KEOHANE y J . S. NYE [eds . ] , Transnationa/ Relations and World
Polatcs, op. ca. , p . 305-324, espec1almen �e p. 323 y 324). Más crítica es la posición mantenida, 21 KAISER, Karl, op. cit.
en concreto sobre los efectos de la act �acwn de las empresas multinacionales en Jos países subde­
sarrollados, por Peter B . EVANS (<<National Autonomy and Economic Development: Critica] Pers­ 22 KAISER, Karl, ib{dem, p. 229.
23 KAISER. Karl, ibüiem, p. 230.
op. ca. , P · . 325-342) Y por Raymond VERNON (<<Multinational Business and National Economic ibüiem, p. 23 1 .
pectives on Multmauonal Corporatwns m Poor Countries>>, en R. O. KEOHANE y J. S. NYE [eds.],
24 KAISER, Karl,
P · 343-355). La literatura crítica respecto de la actuación de las empresas multi­
25 ibt'dem, p . 232.
.
Goals>>, tbtdem,
KAISER, Karl,
nacwnales es amphsima, por lo que no entramos en una más amplia consideración de la misma.
26 KAISER, Karl, ibfdem, p . 232.
lo

c i n 1 1c,\ , c 1 1 1 1 1 1 :'1 1 c1 1 c s p ·d i H·n . t l l l l t ' d , ,� : t l'l O i t',� so...: m l ·.� p ' l l c l l c · i n t l n: 1 1 N i .� l c


d tk J.1 f J I J ft / i ( 'll /!' 111/,\'lt(l( 'f/ JIIii/ / '()// ( :/t 'f ' / ( ),\' t/(' i/1)11/illll "tt)ll,
a n i vel d la sociedad
l l l i i ' I I I H" d i o ,� , c) d e

1 1 1 as J t ; t c i o n a lcs (l i fcrcu l l. : s . 1 .2 1 1 · l i 1 1 1 c r i o r d · ·ada s i s l ' I I I H n a · i o n a l l n s inll'l'm·


f 1 (11/o\'ftf/{'t'()/1(//)
¡ , f l• 'fwlrtll "itítt ·on lrt J indo r/(!srlc él exterior

\} .
ciones son decididas por élites no gubernament ales y per egu i das c l i r · t a l l le n l c ·i nal on efecto de dominación tiene _lugar cua��o eXJste .

por las fuerzas sociales, económicas y políticas de las soci ed ades q ue 1 o r n ; 1 1 1 1,11 pól í l i a 1 r a n s n a
n1 t l i f · rc n c i a
l n iderable de poder entre los actores soc1ales partiCipantes .
27
parte» En consecuencia, la sociedad transnacional no puede concebirse en

1 , n l ) l os de la misma serían las empresas multinacionales c ? n una empresa
términos geográficos, pues no comprende la totalidad de las s ociedad es de los t
_
l u r1 d r ' d o m i n nt e . La penetración controlada desde el extenor a mvel de la
a
sistemas nacionales implicados, sino que está determinada por las áreas q ul· 11 •i dad transnacional existe cuando la disparidad de poder entre dos actores
son objeto de la interacción transnacional, por lo que ha de ser concebida e n · i a l e e n diferentes Estados es explotada por el gobierno del actor más pode-
base a áreas particulares. Esta limitación del concepto de sociedad transnacio­ r o� a fin d e realizar sus objetivos en el otro u otros Estados. Incluye, por
nal en un mundo que es multidimensional hace posible un marco analítico ade­ ¡ · 1 np lo , la política cultural dirigida al extranjero en base a la uti l �zación de
2
cuado para el estudio y explicación de las relaciones transnacionales 8•
l tStit uciones privadas y la política económica exterior. La penetracwrr _ � ontro­
De acuerdo con lo anterior, este autor define la política transnacional «co­ l • d a desde el exterior tiene lugar cuando un gobierno establece y mant1ene un
mo los procesos políticos entre los gobiernos nacionales (y las organizaciones 1 e o directo con los actores sociales en otros Estados y explota ese acceso a

internacionales) que han sido puestos en marcha por la interacción en el inte­ lin ele alcanzar sus propios intereses . Es el caso de los movimientos comunis-
2
rior de una sociedad trans�acional» 9•
1 , dominados por la Unión Soviética y China, así como todas las formas de
Política transnacional que si ha existido siempre, sin embargo, sólo en el Estos son sólo _ al­
33
11 fluir en otras sociedades a través de la propaganda
mundo contemporáneo ha pasado a desempeñar un papel decisivo. En este sen­
.

¡ u n os de Jos modelos posibles, pues la realidad política es much � más nca.


tido, KAISER considera que existen dos condiciones estructurales previas de la Desde esta perspectiva transnacional, KAISER ha abordado tamb1en la c_ues­ _
política transnacional. Una, la interacción horizontal que es realizada por los ¡ i 11 de los efectos que las relaciones transnacionales pueden tener en los Slste­
actores transnacionales, es decir, aquellos actores que se liberan de los condi­ lna democráticos. Su conclusión a este respecto no puede ser más elocuente: «La
cionamientos de3 la geografía y actúan como catalizadores de las sociedades videncia de que las relaciones transnacionales erosionan el proceso democrá­
transnacionales 0 . Otra, la interacción vertical, que «se refiere a la relación en­ l i o parece claro. Las fuerzas del progreso en nuestro mundo_ i�terdependi�nte
tre las sociedades y sus instituciones gubernªmentales. Esta crece en intensi­ !tan contribuido a fomentar una multinacionalización de act1v1dades antenor­
dad con el grado de democratización y en la medida en que la intervención tnente domésticas y a intensificar la interconexión de los procesos de toma de
permanente de las instituciones gubernamentales en la vida social y económica
d cisiones en marcos multinacionales. Este proceso expansivo inherente po­
de la sociedad llega a ser un elemento constitutivo del sistema político» 3 1 .
Sin embargo, este autor es consciente de que si en un plano teórico es posi­ Iría, en nombre del progreso, la eficiencia y la interdependencia, minar en úl­
ble considerar una política transnacional en la que los actores tengan igual pe­ t i ma instancia nuestros sistemas democráticos occidentales a menos que desa-
so, en la realidad lo normal es la existencia de diferencias en cuanto al poder rollemos nuevas formas de control democrático» 34.
KEOHANE y N YE, que desarrollan quizá el intento más ambicioso de esta­
político y económico de los actores implicados. De ahí que en la esfera inter­
nacional estemos con frecuencia ante relaciones asimétricas, de dominación eco­ blecer un nuevo enfoque de la realidad internacional, consideran que el estu­
l io tradicional de las relaciones internacionales basado en el modelo estato­
nómica y política. Es el campo del neocolonialismo y del imperialismo econó­
mico y político. Desde esta óptica, «se pueden situar las diversas formas de ·éntrico es decir el modelo que asume que la política internacional consiste
la política transnacional a lo largo de un espectro. En una de las extremidades simplem'ente en l �s relaciones entre gobiernos, que sólo las decisiones de tales
se sitúa el caso de la poHtica transnacional equilibrada; en el otro extremo ( . . . ) obiernos deben estudiarse y que al explicar sus decisiones el único factor no
se sitúa el caso de la penetración controlada desde el exterior, con dos niveles interno que debe tomarse en consederación son las decisiones de otros . gobi�r­
I I O S fracasa cuando se pretende dar cuenta adecuada de la actual realidad m­
l r�acional, pues tal modelo ha tratado las relaciones transnacio�ales, cu�ndo
27
1 ha hecho, sólo como una parte del contexto de las relaciones mternacwna­
KAISER, Karl, ibídem, p . 2 � 3 y 234.
KAISER, Karl, ibídem, p . 232 y 233.
28
2 le sin reconocer su papel de primer plano en la política mundial. Parten, pues,
,
3 9 KAISER, Karl, ibídem, p. 235. stos autores de una crítica del modelo estatocéntrico no sólo en cuanto desco­
0 «Estos actores pueden ser organizaciones transnacionales relativamente estructuradas con
unidades operando en diferentes Estados; pueden ser también entidades apenas organll':adas. En­ noce la importancia política de las relaciones intersocietarias, así como la exis-
tre las primeras se encuentra una vieja institución como la Iglesia Católica Romana o ejemplos
más recientes como las firmas multinacionales, los grupos de· intereses multinacionales o las orga­
32
KAISER, Karl, ibidem, p. 243 y 244.
nizaciones internacionales no gubernamentales. Entre las formas menos organizadas de interac­
33
KAISER, Karl, ibídem, p . 244-246.
ción se pueden citar los movimientos estudiantiles, los estudios en el extranjero y el turismO>> (ibt� .
K · OHANE y J . S . NYE (eds.), op. cit., p . 370.
34 KAISER, Karl, «Transnational Relations as a Threat to the Democratlc Process», en R. O .
dem, p. 238).
3 1 KAISER, Karl, ibídem, p. 242 y 243.
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d · l a po l f t i ·:1 . d c f'i 1 1 i 1 1 1 0S k• p l f t ica m u n d i a l co m o
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I I H Í I I ,' 1 1 1 � i 1 1 l l' l a · · i n 1 1 · J)�1lfl i ·u� c.: n t r ' act orc


1 1 �a 1 1 t l o n >t a t l · l i 1 1 k i
1 ·s '1'
en u n sistema mun-
1< 1� ) 1 1 /\ N : y N Y : i n ic i a n la fon n u l a c i 6 n d · s u n ucv
'N i a t a l 1 1 .
si n i fi c a t i v o
1 d ·11 ·1 que 1 1 1 1 a organización o individuo autó-
e n foque en b a s · a
t or si > n i fi c a t i v o e c u a l q u ier
1 1 1 n qu ·
los t é r m i nos d e su est u c l i . 1 ' 0 1
1 1 1 1 ; 1 s e r i e de d e fi n i c i o n e · q u e t ra t a n de fij a r
11 r H rola re u r os substanciales y p a rticipa en relaciones políticas
relacione transnacionales entienden los «contactos, coaliciones e intera cio tr s a t o res a t ravés d e las fronteras estatales . Tal actor no necesita ser
nes a través ele las fronteras estatales que no están controlados por los órganos » 41

·
1� t ad
centrales de los gobiernos encargados de la política exterior» L a s interac 36.
n ba e a esta definición de la política mundial los principales efectos de
ciones globales las definen «como movimientos de información, dinero, obje ·Jacione transnacionales sobre la política internacional se concretan según
,1 (
tos físicos, pueblos, u otros items tangibles o intangibles a través de las front e­ a u t ores en los siguientes: Primero, la promoción de actitudes de cambio
ras estatales» . En cuanto a las interacciones transnacionales, es el término q u e 1 1 l a · personas que han participado en las mismas o han sido afectadas por
1 [ 1 , que pueden tener importantes consecuencias para las políticas estatales.
emplean para «describir el movimiento de items tangibles e intangibles a "tra­
vés de las fronteras estatales cuando al menos un actor no es un agente de un .' >undo, la promoción del pluralismo internacional, que significa el enlaza­
gobierno o de una organización intergubernamental» 37 • Sus definiciones son, ¡ ¡ i n t o de los grupos de interés nacional en estructuras transnacionales eón ob­
1
así, Jo suficientemente amplias como para incluir todo tipo de influencias so­ • t i v s de coordinación . Tercero, la creación de dependencia e interdependen­
bre la conducta humana que atraviesan las fronteras nacionales. nt re Jos gobiernos. Cuarto, la creación de nuevos instrumentos de influencia
Lo anterior no supone, sin embargo, que estos autores no consideren que unos gobiernos pueden utilizar respecto de otros, por ejemplo, los esfuer­
Jos Estados «continúan siendo los más importantes actores en los asuntos mun­ del gobierno norteamericano para utilizar las inversiones privadas como
diales», pues estiman que uno de los rasgos de la actual política internacional yo de Jos objetivos de su política exterior. Quinto, la aparición de actores
es el intento de Jos Estados de aumentar su control sobre las fuerzas y aconte­ l n t rnacionales no gubernamentales autónomos o cuasiautónomos con políti-
cimientos exteriores 38 . , 1s exteriores privadas que pueden deliberadamente oponerse o determinar las
En todo caso, para estos autores la actual realidad internacional exige cam­ p lít icas estatales 42 •
biar el modelo estatocéntrico por un nuevo paradigma, el paradigma de la po­ Al menos los dos primeros efectos suponen una cierta desagregación · del
1� tado . Sin embargo, y a pesar de qtle K EOHANE y N YE reconocen la impor­
lftica mundial. La necesidad del mismo se debe, en su opinión, a dos hechos
fundamentales: al incremento de la sensibilidad de las sociedades nacionales l mcia del Estado como actor internacional, prácticamente éste está ausente
a los desarrollos internacionales y al crecimiento de las organizaciones trans­ 1 1 nuevo modelo de -política que proponen. Su única referencia al mismo tie-
nacionales sociales y políticas que ejercen una influencia creciente. Los Esta­ 1 1 escasa relación con Jos efectos señalados. Con todo, su alusión al Estado
dos son más sensibles mutuamente debido a que la política y la economía ya · ntiene, según W AGNER , una de las más interesantes aportaciones de estos
no están separadas como en el siglo XIX y la mayor influencia de los actores l l l t ores • KEOHANE y N Y E consideran que «hay otra dimensión de la política
43

transnacionales descansa en su capacidad para adaptarse a los cambios del 1 1 1 u ndial que el clásico paradigma estatocéntrico con su postulado de los Esta-
sistema internacional y defender más adecuadamente sus intereses 9 • KEOHA­
3
l s como actores unitarios es incapaz de tomar en cuenta. Esta segunda di-
NE y N Y E rechazan, así, el planteamiento de H OFFMANN de que las relaciones 1 nensión, la centralización del control, supone la constatación de q ue las sub­
transnacionales son un tipo de /ow politics que no afecta a la high politics del l lnidades de Jos gobiernos pueden tener también diferentes políticas exterio­
poder y la seguridad 40 • res que no todas son filtradas por los máximos líderes y que no se ajustan al
De acuerdo con su objetivo de proporcionar un nuevo paradigma, desa­ modelo de actor unitario. De este modo, los estudiosos han desarrollado re­
rrollan una definición de la política que se refiere «a las relaciones en las que ·icntemente un «enfoque de política burocrática» para el análisis de la polí­
al menos un actor utiliza conscientemente recursos, materiales y simbólicos, t ica exterior, explicando las decisiones de los gobiernos en estos términos. La
incluida la amenaza o el ejercicio del castigo, para inducir a otros actores a política burocrática no se limita a Jos gobiernos sino que puede ser aplicada
comportarse de forma diferente a como lo hubiesen hecho en otra circunstan- también a los actores no gubernamentales» 44 • Esta segunda dimensión permi-

41 KEOHANE,
Robert O . , y NYE, Joseph S . , <<Transnational Relations and World Politics: An
35 KEOHANE,
Robert O . , y NYE, Joseph S . , <<Transnational Relations and World Politics. An
op. cit., l nt roduction>>, op. cit.,
p . XXIV y XXV.
2 KEOHANE. Robert 0 . , y NYE. Joseph S . , ibfdem, p. XVI-X X I I .
lntroductiom>, p . IX-X I . 4
36 KEOHANE, Robert 0 . , y NYE, Joseph S . , ibüiem, p. X I .
Relations>>, Jnternational Or!!.anization. vol . 28 ( 1 974). n . 442 .
3 7 KEOHANE, Robert 0 . , y NYE, Joseph S . , ibüiem, p. X I I .
4 3 WAGNER. R. Harrison, <<Dissolving the State: Three Recent Perspectives on lnternational
3 8 KEOHANE, Robert 0 . , y NYE, Joseph S . , ibfdem, p . X II -XIV.
44 KEOHANE, Robert O . , y NYE . .Joseph S . , <<Transnational Relations and World Politics: A
39 KEOHANE, Robert 0., y NYE, J oseph S., «Transnational Relations and World Politics: A
Conclusion>>, op. cit., p. 375-378. 'onclusion>>, op. cit . , p. 38 1 . Se refieren al modelo de política burocrática desarr.o llada, entre
40 KEOHANE, Robert 0., y NYE, Joseph S . , ibfdem, p. 378 y 379.
l o política exterior.
!\I ros, por Graham T . ALLISON. que ya hemos estudiado al tratar del proceso de elabor�ción de
11 1 1 1 1 . ' 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \1 11 1 1 1 \ 1 1 ) � 11 1 1 ) 1 ' , 1 1 1 ' 1 1 1\J ¡\
1 '1 1 1 \ ' ' ¡¡ 1 1 \1
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'1111 1� l l l � l l l ll' l l ' l l l ' I I I S (f ·( · n J Oq l lt; f l i O p l l !.::\1 0 . ( '0 1 n 0 :) 'l) ; t f ¡ l l l a( fina( efe fa O b r a ,
l t: , t: l l s u o p i u i ó u , <.:�pcc i f i c a r !'

q 11 1 n · i 1 1 nu w · 1 ·nd · 1 ro b a r q u e l o
d\' l a p o l l r i c a
« l a p l í r ica b u rocr{t l i ca e n e l a n á l isis efe f a po l f l icn · x l , 1 t obsoletos . No soste-
1111 p: 1 1 a l i ¡ • ¡ u ; ¡ i u 1 ·1 11¡1 ·ioua l q ue ¡ 1 1
r 1
· s r ados están

nor Y los actores t ransnacionales tal como se d e fi n ieron en fa i n r rod u ¡ 1 1 ,,, 1 1 ' JS (J I I • .I:J � r ·lo · i ones t a n s n a o n
ci al traerán necesariamente la paz mun­
l eg e COilJ L r r l t a m c n t c
r es

¡l ti · t l u i rá.n l a a p a r i c i ó n de ciertos tipos de conflictos . Las relaciones


111

Ello plantea, sin embargo, cierto_s problemas conceptuales, por c u a n t o se i n l c� ' r


trans-
gran en el paradi_ gma d � la política mundial interacciones de muy dist inta ín­ 11 ' u n l ·s dependen ele las relaciones políticas entre los Estados, y viceversa,

�ole. E� este se�tIdo,_ estiman que es necesario tomar en consideración un


nuevo ' '! 1 1 fu t ro la paz mundial dependerá seguramente n o sólo d e las formas
u

.
ti_po de mteraccwn, además de las interacciones transnacionaÚs y las interac­ ' 1 1 ' n d o p t e n las actividad es transnaci onales sino también
de la creatividad de-
ctones tnterestatales, pues las interacciones transnacionales suponen actores no 111 t r ad a por los líderes de los Estados, las organizac

iones internacionales y
gubernamentale� . Surge: así, el concepto de interacciones transgubernamenta­ l t or anizacion es transnaci onales mismas ( . . . ). Hemos sugerido un "paradig­
les, que son «las mteraccwnes entre subunidades gubernamentales a través de las l l i ' l e la política mundial" que incluye interaccio nes
transnaci onales, transgu-
1 ·rnamenta les e interestat ales con la esperanza ·de
fronteras estatales». En consecuencia, el término «relaciones transnacionales» in­ estimular nuevos tipos de
'

cluye t �nto las interacciones transnacionales como las transgubernamentales 1 • ría , investigac ión y enfoques para la política» 5 0 •

es deci� , t ? da la política mundial que no toma en cuenta el paradigm � omo Qa apuntado YALEM, estos autores «han producido una'inatriz mul-
estatocentnco 46 . 1 1' ética de relaciones que puede ser una representación exacta de la creciente
Sobre la bas � de e �tas· � ociones, KEOHANE y NYE presentan un proyecto 1 lmplejidad de la política mundial, pero han fracasado en proporcionarnos
d � programa � e mvesti�acwn: . «Estamos sugiriendo un enfoque para el estu­ onocimiento sistemático que interrelacione la relativa influencia de los va­
. ). Es obvio, sin embargo,
1111

diO de la pol�.ti�a mundial � través de los diferentes tipos de áreas de proble­ l > tipos de actores dentro de su complej a matriz ( . .

mas ( ��e defi �Imos en sentido amplio, siguiendo a Cox, como sistemas de in­ qu u trabajo es sólo un comienz o, que necesitar á ser clarificado en el
teraccwn parcialmente organizados o desorganizados) y de las relacion·es entre l u t u ro » 5'.

ellas . �a. elabora:ión de este paradigma sugiere tres focos de investigación: Los propios KEOHA NE y NYE han tratado e n u n trabajo posterior d e lle-
. l l t r esa laguna. En Power and lnterdependence acomete
rán esa tarea. Como
1) �nahs1s de las areas de problemas, 2) investigación sobre los actores trans­ la decisión de escribir esta obra, después de Transnatio-
· alan en el prefaci o,
n.acwnales y transgubernamentales, y 3) estudios dirigidos a iluminar las rela­ se debe a qUe «no hemos proporc ionado una
c.wnes ent�e las �re�s d � proble�as» 47 • Para estos autores, por tanto, la polí­ 11 r/ Relations and World Politics ,

tica mundial e�ta dividida_ en diferentes áreas de problemas, cuyas relaciones ría alternativa. Continu amos necesitando acomod ar las relaciones transna ­
l si querem os comple­
1

. · i nales en un más amplio marco de la política mundia


s? ? problemat1cas. Aunque en este trabajo que citamos no desarrollan ni jus­
l n r la tarea analític a que hemos comenz ado» 5 • La tarea
2 que acometen es la
tifican adecuada mente la razón de su división de la política mundial en áreas
de problemas, SI. lo hacen en obras posteriores 48 _ proporcionar los medios para esclarecer lo que ni el enfoque clásico ni el
Un ú�t! mo punt ? que abordan estos autores en su desarrollo del paradigma ·icntífico han conseguido respecto de la política mundiat es decir, «desarro­
l l or un marco teórico coheren te para el análisis político
de la interdependen­
d.e la pohtica mundial es el de la extremada asimetría de las relaciones transna­ ·ia». Para ello desarrollan diferentes modelos, pero potencialmente comple­
CI onal �s en la realidad internacional, provocada, en su opinión, por la moder­ ¡nentarios, capaces de aprehender la realidad de la interdependencia en la polí­
. wn,
mza . los costos decrecientes del transporte y la comunicación

, . 49 .
mo Ideolog1co
y el pluralis­ t ica mundial contemporánea. Desde su perspectiva la política mundial es un
l piz de relacion es diversas , que exige la combina ción de
distintos modelos en
El análisis des�� rollado �or estos autores no pretende aportar una teoría rden a su explicación 5 3 •
acabada de la pohtica mundial, sino que su planteamiento persigue más bien Estos autores definen la interdependencia en términos de int(lracciones o
poner de mamfi . . sto un aspecto transcendental
� de las relaciones internaciona­
les, � ue el paradig� a estat?cé��rico había ignorado, y abrir una nueva pers­ transacciones que tienen efectos recíprocamente costosos para las partes 54 • Sin
pectiva en el estudiO y exphcacwn de la realidad internacional. De ahí, las la- mbargo, en orden a comprender el papel que en la misma juega el poder, in-
1 roducen una doble dimensió n que llaman «sensibi
lidad» y «vulnerabilidad» .
Por sensibili dad debe entenderse la medida y el costo en que un cambio en un
:� Roben 0 . , y NYE, Joseph S . , ibidem, p. 382. marco concreto de la política de un actor afecta a éste. Por vulnera bilidad, la
,
KEOHANE.
KEOHANE. Roben 0 . , Y N YE Joseph S., ibidem, p. 3 8 3 . Para un desarrollo más am lio de
.

latwns and Internatwnal Orgamzatwns», World Politics, vol . ·27 ( 1 974) p 3 9 62 Y power and
las mteraccwnes transgubernamenta les por estos mismos autores, vid . : <<Transgovernmen al Re­ i
lnterdependence, op. cit., p. 33-3S .
• · - •
Robert 0., y NYE, Joseph S . , ibidem, p. 398.
e 47 KEOHANE, Roben 0 . , Y NYE, Joseph S . , <<Transnational Relations and World Politics·, A
50 KEOHANE,
Ronald J . , op. cit., p. 249. Para una crítica más amplia de la aportación de estos
OnC 1 USIOn>>, Op. CH . , p. 384·. autores, vid. YALEM, Ronald J . , ibtí:iem, p. 246-249, y WAGNER, R. Harrison, op . cit., p. V I I .
5 I YALEM,

5 2 KEOHANE, Robert 0 . , y N Y E Joseph S . , Power


p. 436-446.
48 Vid . .· KEOHANE R o bert 0 · · Y N YE. j oseph S . , Power and lnterdependence, op. cit., p . J-22 . . .
and lnterdependence, op. cit.,
49 KEOHANE, Roben 0 . , y NYE Joseph S . , <<Transnatwnal Relations and World Politics: A
, 5 3 KEOHAN E, Robert 0 . , y N YE, Joseph
·

5 4 KEOHAN E, Robert 0 . , y N YE, Joseph S . ,


ibidem, p . 8 y 9 .
S . , ibtí:iem, p. 4 .
Concluswn », op. ca. , p. 386-389.
1 ' \

· se · o 11
: q •,t · l l ( l i t . M t t (' i t l l� p t
�\ll l''·n dl' lo q u · n o n n a l 1 1 1 • txt lt ern o · se
I I II'I I H i a y t ¡ l l (' 1 1 1 1 1 1 1' 1 1 1 1 P l l � · l 1 t . .1 q' n � l . t l � � � p o i l t · a a la l l t l · v a s i l u l t t Í Ó I I
( lbktn:ts
.

d l'l l,\l l l
ka i n l · r
1
'11 \ l l ' i l' I I J (' J t l < · l t
1
e
¡
intern s y
·1 .t' W-. I 1 1 1 1 a '1 01' P l l é 1so pot · v,u . 1 os
la lliS I i11 ·ióu t.: ni r · p r o blc u1a s
· fi ·¡ . . •
�OSI O
, , ¡iol li i r
os respecto de otr os
1
.
f 1
1

por acont e i m ientos ext ernos, incl uso d e spu s e e que la polttJca de ese t o r 1
o, si s . p t' t; l t t ( l l ·el l l l l p t t ·sl o�
111il ito u o es u t i liza da por .lo gob iern
Í\t ,. ; ) < ble ma cua ndo prevalece
s,
1 l i · no� leu t ro el · la
regí n o res pec to de los pro
I n ·rz.n
::t

haya cambiado La dIS. tmcwn . . , entre ambas d Imenswnes . · de la m ·


t e rd e pen de u -
em bargo, ser importante en las rela
­

55 ·

, de un m arco po 1 ItiCO depe n de n ia com p eja . Pu ede


, sin
. 1 1 fll fuera de la región , o respecto de
· l
cia indica que el grado de de pen denc1a vana concreto ·
¡
con gob iern os de
o area , de problemas a otro respecto de un . sm o �ct o r. Para estos autores, t gob iern os
�:a sensibilidad
Ht s ele e o
11 !' s pro ble ma s»
60 .
_ _ en orden a en ten- ce-
la vu lnerabilidad es mucho má s releva nte q u rde pendencia compleja ori gin an pro

. . es car act erís tica s de la inte o con ­
der la estructura política de las relacwnes de mterdepend_eneJa · Y : en consecuen- L a t r
los recursos de poder en poder com
l s p
. del poder en la esfera interna �. a1 E n este sentido, ti os dis tint os, que tra duc en áre as de
cJa, 1 � mterdependen­
56 l í c
iar án tambié n en función de las
cia asimétrisa puede ser una fuent� �� Pode :• dado que conciben el poder co­ (1 1 de res ult ado s. Los objetivos var uci ón de poder 61 .

)ll ble ma s al igu al que


la dis trib y cris is de
mo el control sobre los recursos o el po en�Ial para afectar a los resultados 57 .
la com pre nsi ón del desarrollo ític
Este marco «puede ser aplicado a 1 :s ��� � es ntre �ctores tr�nsnacio_nales omo vemos, para estos autoresdam
fun ental para entender lasqupol
as de la
.
Y gobierno � , así como a las relacion s t }'
: ���ata�es. J?IferenteS tipOS de mter­ regímenes internacionales es pu é cam bia n los
. potencial, pero bajo diferentes 111 rde pen den cia . El pro ble ma ,ord en es, es la explicación de po r stió n, KE OH A­
dependenCia provocan una influencia po JtJca
cionales. En a dar re_spuesta a esta cue los cam bio s
presioneS» ¡ · !me nes inte rna tivamente en
n cuatro modelos basados respec
5s.

N : y KY E des arr olla


Ahora bien, las rel;ciones de interde pe� d eneJa . tienen
bal de poder en el mu ndo , en la
.
lugar con frecuen-
. . · . ,, el proceso eco nóm ico , en la estructura glo es de
cia, Y son afectadas ' en el marco de un conJunto de nor mas Y procedimientos as de pro ble ma s, y en las capacidad
que regulanzan . el comportamJ·ento Y con tro1an sus efectos. E stas senes de acuer- ·
·sL ructura de poder dentro de lasporárela organización internaci ona l, si bie n son
1 der en cuanto son
. . . erd epen deneJa, son lo que los afectadas a explicar la po lític a
.
·

dos de gobiernos ' que afectan la s re acwnes de mt


.. gún modelo úni co es adecuado spar
1
.
autores que estudiamos denomman como regfmenes mternacwnales. · Consti- · nsc ien tes de que nin 62 .
ón de los mis mo
tuyen factores intermedios entre la es t ructura de poder .
d e un sistema mterna- · ·
mu ndi al, lo que exige la com binn aci a udiar, en base a las nocion
est es y modelos
.
cwnal Y la negociación poiJ't'Ica Y econom 1 ca que se pro d uce en su seno. La
, . El resto de la obra la dedica reg nes internacional es res pec to del mar y
1 sar rol lad el cam bio en los íme
estructura del sistema (la distribución de 1 s re� ursos de poder entre los Esta­
�el regJ. �en. Este, a su vez, afecta,
os,
mo net ari o, y los reg íme nes exi ste ntes en el ámbito de las relacionesr-
dos) afecta profundamente la naturaleza •l sist em a
Canadá y Australia, para termin ar abo
Y en alguna medida gobierna ' la negoc cJOn
. . . pol ItJca. Y la toma de decisiones bilaterales de los Estados U nid osntecon Un ido s la inte rde pen dencia
. �
diarias que tienen lugar en el sJ sten:a. os cambiOs en los regímenes interna-_ 1 ndo la pro ble má tica que
pla a a los Estados
· mp leja . subyacen-
lógico , un a de las cuestiones de
· .

cionales tienen una gran I· m por taneJa en cuanto 1· 0 fl uyen decisivamente en la nte a, com o es
, . mundial 59 . imo pun to pla quién
poht1ca Est e
el
últ
enf oqu e tra nsn aci ona l y en la interdependencia, la cuestión traansfon­
A partir de estos postulados KEOHANE Y N YE proceden a elaborar un mo- l s en ona les . Cuestión que no s remite al
delo ideal de la política mundJa · j opuesto al modelo característico del realismo cnefician las relaciones tra nsnelaciact ual énfasis que en la actualidarco d se presta
_ . ide oló gic o a que res pon de , y como
lo de esta con cep ció n. En este madesarrollado
.
político. Es el modelo que 11 aman d e mterdependencw �omp1e}a. La realidad
.mternacional . en la mayoría de los s espo ndera,, se� un �stos autores, a una n los Est ado s Unido s al desarrollo s, se han
:� ina nte en los Estados Un ido
situación int ermedia entre ambos . e�os, lo que no Impide la necesidad del
� contrapunto al enfoque dom ia, par a la ma yor ía de las cuales las rela­
modelo de interdependencia o m�1eJ_a e orden a � n� lizar adecuadamente esa las distintas teorías de la dependenc va forma que ha adoptado el viejolanfen
ómeno
realidad. Este modelo tiene tr�s pnncipa�es caractenstJcas: 1 ) existencia de m úl- ·iones tra nsn aci onales son la nuehar ncia má s ade te. Lim i­
_ dades . Estos cana¡ es senan . del imp eria lismo y a las que emos una refere
63 ,
se ha de seña­
tiples canales conectando las socie las relaciones in-
lándon os de mo me nto a la apo rtació n de KE OH AN E y NY E ,
Y t ransnacwnales '· 2) « ¡ a agen d a de las re-
terestatales, transgubernamentale s . ta de ma nte ner se en una
1 acwnes · .
mterestatales consiste en , lf 1 es probl�mas que no están ordenados lar que la pos ició n
adoptada por estos autores tranta de apr ecia cio nes crít i-
stión, no exe
en una jerarquía clara Y consistenr;:� �s� a ause� cta de !�rarquw_ entre los pro- rela tiva neutralidad respecto de la cue
blemas significa, entre otras cosa s, que i a segundad militar no domina consis-
Robert 0 . , y N YE, Joseph S . ,
ib(dem, p . 24 y 25 .
60 KEO HAN E, em, p. 29 y 30.
Robert 0 . , y NYE , Joseph S . , ib(dem, p . 38-6 0.
5 5 K EOHANE, Robert 0. y NYE . Jose h S E ;blaem, .
, l
0 , y
� ·�
61 KEOHAN E,
.
·
12 y 1 3 . Vid. también de los mismos
62 K EO H A N E .
N E , Jose ph S., ib(d fenó men o imp eria lis­
15.
Rob ert Y
aut�!es: «World Politics a�d I nternatio al
KEOHANE, Robert 0 . , y NYE . Josep
nomtc ystem>>, op. ca., p. 1 2 1 - 1 25 . diferentes man ifestaciones del REY NOL DS, Cha rles,
63 Para unaMMS reci ente con side raci ón de las
.
7 KEO HANE, Rob ert 0 , y NYE ' Jose p
� �-· b luem, p .
�o_�er and Interdependence, op. cit., p. t a , vid . : MO
erialismustheorien, Got
, 1 98 1 ; y ETH ERIN GTO N, Nor man
EN, Wo lfga ng J . , /mp
inga , 1 97 7 ;
, Theories of /mperialism: War
,
o
O ' ' y YE, JosephS . ,
5
8 ·• 1 11
Mod es of lmp eria lism , Oxf ord
5 KEOHANE , R b
59 KEOHANE R b · Y YE, J oseph S . ,
� ��� ·•
� ib(dem, p.
ibfdem, p.
18:
1 9-22. onq uest and Capital, Totowa, N . J . , 198 4.
H N �- r¡
, J •, 1' 1 1 \1 " " 1 \ 1 1 ' ' 1 .' '1
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Pt,<- k ro · o y ; J I V ���
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1 1 1 ,\ J d a l' i O J I \;.� I J : I I
·"
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l' : r U l rl'n l a l
stc f o r cs c l cl · , 1 e 68 bl< .
1 \' ' ' , ·oop ' �" ' i " y
'\ 1 1 1 ,\ ,I I I \ · • ,. J t • •1 \ > 1 1 · •s• l l l l l' IÍ O i l:' , '( l l l l ( l ·� 1 a t 1 , 1 "
" iz ad( )s y ada pta d
INII Jtiil

1 ·1 [ 1 1 1 1 [ 1 1 1 J ·" ' 1 , ' ' " •' ' ' 1 0 1 1 ' 1 1


' ),
1;¡ 1 · r Íd ' t1 1
I I I IJ J JciO 1 1 1 á s I I I OCit:r ri

.
·
. 1 ·
1 ."

t . ¡ l ' f a d . 1 s r ' í n t nc 1 11 l er nact na 1


est os ele me ntos r e ímenc . i nt ernac iO n d
1
on capaces de obte nert ec1ven
1ológica men t c -
debi d o
� ,
expresiOn d e a 111ter -
·

intersociet ales » taj as de este conj u n t oa dque sólo ' ·

1 ' l l · J i d " · i a e m p l ja qu caract eJ JZa


64 en c u a n t o
• « De sde
son, con mucho, la sociedad esta perspectiva tran
snacion al los Est ados lazos ,:�· relaci�nes internacionales, mar-
cientes de la util ización q ue preponderante en el mundo» 65• También sonUn idos !t d ú s P r 1 J. U e · o O nJ· u n l o de las re l ac10nes ? Y d'¡ plomático-estratégicas de las
cons­ 1 1 1 ·i ne ec n ó m icas i n t e rn a ci O nales, con t I' t uy e uno de los desarrollos teon-
. Y . ·
la realidad tran snacion al. des de det erminados sectores se está hacien do �
, s má i n t eres a n t es de la d eca da de Jos anos oc henta 6 La teoría de Jos re-
R efir iéndose en concret o a la de 9
por KISSINGER de que todas posi ·

f ¡n n e . internacionales pretende exp 1'Ica r e n un contexto complejo en el que


·

las naciones, sean ricas o pob ción man teni da


de una empresa co mún , res, deben participar . . Sien . do una reah. dad ' l as SI' tuaciones de orden existentes
a un est adista que trata de manifiestan: «Es tas palabra .n flicto contmua
s per
itar las demand as del Terce ten ecen clarament e
•1
' . l os
cia de las acti tud es públicalim r Mundo y la uen ­ ' 1 1 u n campo concret o de actividad mternacwna . . 1 . KEOHANE y NYE defmen
ránea . Para ::1qu ellos que s internas, antes que analizar la realidad coninfl 1 • ímenes mternacwn
, · al es ' en este sen t'd 1 o, como «redes de reglas, normas Y
J ) e dimientos que regu Jan el comportam1ento y controlan sus efecws» 69
.
tempo­ .
razgo mundial, la interdepdesean q ue los Estados Uni dos man tengan su ' . 1 .

• biS
·

ret órica, para ser util izada end enci a se ha transfo rmad o en par lide­ 1 , 1 t eo r ía de los regimeneS internaciOna eS VI· ene a representar de alguna forma
con tra el te de una nu eva t i na aproximacion · · o reconcihacwn . .
, entre 1as 1'nterpretaciones realista e I'd eaJ IS-
dogmáticos exteriores. Aun nacionalismo económico y .
. . '
que las con notaciones de la ret órica de los des afío s mejor ' neorreahsta . Y glob alista de las relaciones internacwna 1 es, ent r an -
pend enci a puedan parecer la int
1 1 ,
.
·
.
seg uri dad nacion al, ambas tota lm ente diferentes erd e­ 1 de lleno en la corriente actualmente d omm ante en este campo que afirma

liderazgo presidencialist han sido frecuentemendete las u


del sim boli smo de la •1 pluralismo paradigmático.
a sad
ricano en Jos asu ntos mun as para legitim ar el . a una en'tIC
En definiti va, dad o queame diales Otro autor que h a procedido ' a del paradigma tradicional de la
P l í t ica mternacwna1 y propuesto un modeJo alternativo es YOUNG .
66

que eran definid as, no pasanlas relaciones transn acionales, como hemos
• . ·

.
lo más que hacen es implicar a través de la maq uinaria política del Est vist o Este autor se fija en las nocwnes d e soberanía y territonahda · · d , en cu anto
no pueden con siderarse co a sub uni dad es dentro del E stado, en pri ado y principales atributos del Estado, para ex rI la permanencia del paradigma
ton ces en este con tex to el mo expresión del pod er · estatal. ¿Qué signifi ncip io l radicwna 1 , resumie · ndo las razones d e a t fP�:�anencia en base a las siguientes
.

que se hab le ca en­


·
nsideraciones : 1 ) la �ropia . no cw . , d la política internacwna 1 supone el pos-
no se trata del gob iern de los Estados Unidos? Teórica : �
·
.
es decir, a los in divi duo,os sin o que se refiere a la nació men te 1 u lado del Estado-nacJOn como la ni ad fundamental de las rel aciones mt er-
· n de los Estados Uni . a referencia de las lealtades humanas
y gru
ción esta que, como señ ala H pos u organizaciones norteameri canas D istin dos , nacionales; 2) el Estado ha sid? la ma, �Im
ción sería con siderar que tale ARROD, es artificial , por cuan to la única . ­ h istóricamente; 3) el der�cho m�e�na al considera al Estado como el prin­
s
que favorezcan la pol ítica individ uos y organizaciones no actú an de for
exterior · de] Estado, a pesar
solu
ma
­ ipal sujeto de la normatIva JUri
rana; 4) el carácter de miembro .
:
. Ic�_���rnacional en base a su entidad s be-
a� or�anizaciones internacionales esta re-

s ociedad nacion al p arti
H
para ARROD, «esta co s cula r, cosa de estar ligados a una
que en la lidad no es fre
;
ervado a los Estados; 5) el Esta ? a a quirido mayor legitimidad a causa
las relaciones tran snacionfu ión sól o puede resrea olverse acep tandocue nte Así, 67

lel proceso deseo 1 omz· ador en Afnca As1a . 7o Pasa igualmente revista a las
nale s no p asan que
form alm ente necesariamen , aunque , . Y
distintas cnticas que ha merecido hasta e1 momento el paradigma estatocen-
·

de la maq uinaria de la pol . ·

y la infl uencia nacional y ítica exterior del Estado , son expresión tedela tra vés l rico , sob re tod o po r parte de los qu e d en?mina integracionistas global es, que
de una nación y Est ado » 6pu eden ser consideradas den tro
del m arc o del
poder uestionan que el E s tado -nación sea .una I nst ituc ión viable pa ra el logro de la
. Ye1eldesarrollo
bienestar socml , Y preconizan en base al aumento de
8•
que en algu nos casos tal Opinión que comparti mos, aunque reconocien er pod eguridad nacional
afir
B asad o en estos planteamimació n puede ser matizada . do la interdependencia, de una comunidad polÍtica mundial, Y por parte
sob re las tra nsformaciones entos, KEOHANE ha con de los transnacionalistas , q�e atacan el a d'gma tradicional, alegan do que las
impacto en las rel aciones expe rim ent adas por la sociedatin d
uad o su reflexión
fronteras estatales no comciden _ ya con tas �u�vas realidades de las relaciones in­
internacio
pla nteami ent os próxi mos al nacionales abo rdando en profundidad,nal y su
inter
neo rrealismo, una cuestió des de ----- -
64
KEO HAN E, Rob ert
n cent ral q ue aparecía 68 KEOHANE,
bis
. RobertN 0J. , After Heger_n ony. o eration and Discord in the World Politf-
cal Economy, P n n e�'
O.,
lntroduction,, op. cit., p. XyXNYE, Joseph S., «Transnational Re!at 1984 ·' verswn cast ��:a .· Después de la hegemon(a. Cooperacwn
ions and World Po! itics: An y dl¡9co �a ��¡��� l �i�� e�o�Ómica mundial, Buenos Aires, 19 88N y
. , y N Y E , Josep h R, Stephen D. , fnternational Reg¡m s� a � . . 198 3 Y BARBÉ E sther ,
65 V.
KE OHAN E, Rob ert
Conc!usiom>, op. cit. , p.0389. S., <<Trans national Relation s � .. I ,

66 KEOHANE , Robert 0., y NYE, and World Po!it ics: A <<Cooperacwn . Y conflicto en las relaciones mternacwnafe :L� �: ría del �égim�n internacional)».
67 HARRO Joseph S., Power and Interde Afers Jnternacionals, n.o 17 (1 989) , pp 55-67 ·
KEOHANE • Robert 0 . , Y N V E , joseph s . Power and ln/erdependence, op. · t PM 19
D, Jeffrey, op. cit., pend ·
p. 1 06 . ence, op. cit. , p. 7 . 69 bis

You NG , O ran R . <<The Actors in World Pohtlcs» , en J . Nr ' ROSENAU, V . D AVID �


68 , Cl
HA R RO D, Jeffrey,
·

.
·

EAST, The Analysis oj Jnternatwna1 Politics. Essays m Honor o.J Harold and Margare/ Sprout,
Op. cit., p. 1 07 . 70
,
·
·
A.
Nueva York, 1972, PP · 1 26 Y 1 27 ·
1 1 1 1 1{ 1 1 1 1 1 1 1 ' 11 <1 1 \ 1 \ ' , 11 1 1 \1 11 11 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1' 1 1 \t lf ll l \ 1 1 ' , 1 1 1 1 11 . ' 1 1 1 1 1 1( 1 1 '' 11 ,, 1 ' 1 1 '' ' ' ·� 11 1 1 1 ' 11' 1 ' \ 1 ) 1 ' ,, 1 1 ' 1 1 1 1 ' \ l1

1 T l l < l ·i o 1 1 d ·s,
;. <.1 · idO : d d 'SII I' I üllo d · l : 1 Í n l l' r d ·p · n d ' l l t' Í i l ' 1 1 1 1' ' lnH n�1 : 1 J.'¡, 1 1 \ I Í ·: 1 1 v� ¡ d k i l o · 1 1 1 ' 1 1 1 1 1 1 1 0 11 1 1 1 1 1 1x ".lid r r d t k 1 1 1 1 t'l 1 1 1 1 b i o t k p11 1 : 1 d i ¡ •
d os 10 bis
. 1 1 1 1 \' , 1
La conclusión de YOUNG , ante esta crít ica , e q u «la l '1 1 1 0 (·� 1 · out
I · U I\ 1 1 ,1 1\ .

iona l , b¡:¡ a lo en 1 model e 'l. a t océn-


1, ·11 1 t 1 1 1 úl i · i , l r acl i c

política mundial parecen ahora más cerca de un modelo com¡ lej le i n t e r p l t' 11 ·1 · I Cid de a t or ú n ic , siendo la unidad de análisis .
tl l l n l:1 p inza o

tación entre varios tipos de actores dentro del sistema mundial, que de la i 1 1 1 , «e l e 1 : 1 1 adi rna de la política internacional choca cada vez más
pie y estricta dicotomía entre la política internacional y la política interior ( J i rt· 1 1 u u L ra e x p e ri l l i a ncreta de la realidad internacional y se revela, de
surge directamente de la concepción de las bolas de billar» 7 1 . Sin embar • o .
·

!1 · h omo un ins1 ru m e n t o de análisis inadecuado» 78 • Dos expresiones re­


,

estima que los cambios producidos en la política mundial no suponen q u e d n , en u opinión , los cambios experimentados por la sociedad internacio­
Estado haya dejado de ser la unidad fundamental de la política En este sen 72 • era del átomo» y «sociedad trasnacional». Ambas se relacionan con la
tido indica que el desarrollo de múltiples lealtades «no ha socavado la aplicabi eneral de interdependencia y han provocado <<Una modificación cualita-
lidad empírica de la visión estatocéntrica del mundo en un sentido decisivo» 13 ' del sistema inlernacional y de las características del Estado como actor
En consecuencia, señala que «parece deseable pensar en términos de sist e­ ·mo unidad de análisis» 79 •
mas mundiales que son heterogéneos respecto de los tipos de actor (es decir, e de esta perspectiva, el enfoque tradicional presenta los siguientes de­
sistemas mixtos de actores).en el análisis de la política mundial», ya que aun­ l 'l 1 ) un Estado, cuando determina y aplica su política, se encuentra con-
:

1 1 11 tado a otros actores que no están circunscritos por un territorio y con los

que ello introduce nuevas complejidades en el campo, parece que permitirá ex­
plicaciones más satisfactorias de los muchos cambios que se han producido ·u t i colabora o rivaliza con el fin de alcanzar los objetivos que se ha fijado.
en la política mundial 74 . Tal sistema supone la existencia de distintas catego­ : ·rea, en consecuencia, una red compleja de relaciones entre diversos tipos
d
, •

rías de relaciones políticas según se produzcan entre actores del mismo tipo · tores nacionales, subnacionales, transnacionales e internacionales, que está
1

o ,entre actores de distinta clase 75 . El modelo propuesto por YOUNG tiene bas­ t' l l contradicción con el modelo interestatal; 2) la experiencia revela que el siste-
tantes similaridades con el desarrollado por KEOHANE y NYE; sin embargo , 1 1 1 t internacional posee dimensiones propias, debidas a l a existencia de áreas
al contrario que estos autores, no considera que el sistema evolucione en el 1 1 roblemas en virtud de las cuales los procesos políticos operan de una for-

sentido de una progresiva disminución del poder de los Estados frente al de 111 1liferente, porque los actores en juego, la naturaleza de los problemas y
las organizaciones transnacionales; más bien estima la posibilidad de un siste­ l 1 1s formas de tomar y de aplicar las decisiones son también diferentes. La deli­
ma estable. l llit ación geográfica de los procesos políticos pierde su interés porque tiene ca­
En suma, para YOUNG el sistema de la política mundial está en proceso d t t vez más un carácter transnacional; 3) teniendo en cuenta la incidencia de
de cambio desde un sistema dominado formalmente por un tipo de actor, el 1 ·nicas nuevas, parece que el análisis de los procesos políticos debe ser reali­
Estado-nación, hacia un sistema de interacciones entre diferentes tipos de ac­ t tdo desde una perspectiva mundial, con lo que se crea u n desequilibrio entre
tores . Estos cambios han sido inicialmente explicados como excepciones aisla­ l l limensión geográfica de los Estados y la de los procesos políticos que• éstos
das de la visión estatocéntrica de la política mundial, y, en consecuencia, los sfuerzan por dominar; 4) el reparto de los conocimie ntos técnicos y de la
postulados y prescripciones básicas de la visión estatocéntrica dominante no han 1 i ueza es desigual, por lo que los Estados no pueden considerarse como ele­
sido todavía sistemáticamente cuestionados, con lo que el modelo de sistema mix­ lll ntos intercambiables; 5) el Estado, en cuanto concepto, es una abstracción
to de actores presenta aún dificultades a la hora de su explicación y análisis 76. ¡ue cubre una gran diversidad de actores nacionales que p ersiguen con frecuen­
Como ha señalado críticamente YALEM, YOUNG no sienta las bases empí­ · i a sus propios intereses, provocando conflictos en el interior del propio Esta-
ricas necesarias para abandonar el paradigma tradicional ni se propone tam­ 1 que tienen proyecció n exterior, por lo que el modelo que configura los Es­
poco su superación, sino que simplemente se ha limitado a ampliar el conteni­ l ldos como unidades homogéneas es inadecuado 80 .
do del paradigma estatocéntrico 77• Ante esta situación, añade, las teorías de las relaciones internacionales son
\:ada vez más favorables a una delimitación funcional y vertical de Jos proce­
70 bis YouNG, Oran R . , ib fdem, p. 1 28 y 1 2 9 . Este autor define la interdependencia como «el políticos por oposición a una delimitación geográfica y horizontal, con Jo
grado en que los acontecimientos ocurridos en cualquier unidad concreta componente del sistema
s
q ue el Estado pierde su interés como unidad de análisis . Esto, sin embargo,
des competentes del si stema» (<< l nterdependencies in World Politics», International Journal, vol . 11 prejuzga el papel de actor que el Estado juega, que continúa siendo impor­
mundial afecta . . . a los acontecimientos que tienen lugar en cualquiera de las otras partes o unida­
Jante . Sólo significa que la idea del Estado como actor único está superada.
7 1 YouNG, Oran R . , «The Actors in World Politics» , op. cit . , p. 1 29 y 1 30.
24, ( 1 969, p. 726) .
l :n consecuencia, para analizar la política internacional e s necesario trazar en
7 2 YOUNG, Oran R . , ibl'dem, p . 1 30.
73 YüUNG, Oran R . , ibl'dem, p . 1 34.
74 YüUNG, Oran R., ibl'dem, p . 1 36. 78 LE U R D I J K , J. Hen k , «De la politique internationale a la politique transnationale: un chan­
7 5 YOUNG, Oran R . , ibidem, p. 1 36. ment de paradigmes1», Revue lnternational de Sciences Sociales, vol. 26 ( 1 974), p. 62.
79 LEURDIJK, J. Henk, ibidem, p. 62.
80 L E U R D I J K , J. Henk, ibtaem, p. 66 y 67.
7 7 y ALEM, Ronald J . , op. cit. , p. 243.
76 YüUNG, Oran R., ibfdem, p. 1 39 .
1 ' 1\ I / J I I< 1 > I II I 1 1 I 1 t l l \ 1 \ ' , 1( 1 1 \ i l l l l l l ,', l l l l l ll l l \ l l i t N \ 1 1 ' ,
\', 1' 1 1 \ 1 1 1 1 1·1 1 ;. 1 [ 1 1 1 1 \ I J ¡\ ( l l l l l r\ 1 1 ' , 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1 1 1\ l i \ \ l l l ,'; t ' I I ' I I N /\ 1 ." 1
1

l:i s i s l e m¡¡ i n l · r n a c i o n a l l í n · ¡ ¡ s v ·r·t i · : d · s , ·:; c l ·c i r , · s i' ) I %:11'Sc po1 : t i s l a l los g1 11 )( ) N( : 1 1 1 I I I Í H I I I ( I 1 �· 1 1 1 p0 l l l fl N ' C I ' '11 1 1 U la r · a l i d ¡ ¡ d de el ! l l i l l a j 11 e x i s t ' l i t e
po en c u e tión o los d o m i n i o sobre l a base de c r i t e r i pert. i n 1 1 1 p:1 1·a vi •
11 ·1 1 1 1 1 1 1 1 CI . ' o n t d e l · t. a do s i u · de em pcí'la n d o en u modelo un papel
1

¡ 1 p r i n t · r ¡ l :.1 1 1 , s i n q u e s e p l a ntee u de aparición. En este sentido señalará


81 .
análisis político
Por otro lado, según LEURDIJK, es necesario tener en cuenta la l ru 1 u r ¡ ¡ 1 1 1 • < ·1 t ad q u e e la única unidad que ejerce funciones en todos los domi­
1

jerárquica que crean tanto las relaciones de dependencia resultantes d e la · rela ­ " ) , t i ne un papel central . Es por lo que la política exterior del Estado puede
ciones de fuerza entre los Estados, como las relaciones asimétricas o de depen­ 1 1 ·rpret a r e como la coordinación horizontal de las áreas de problemas
dencia que se derivan de las propias relaciones transnacionales, es decir, de la s · t'l i a t e s» 5 •
relaciones de interacción verticales . En todo caso las primeras han perdido su as cuatro aportaciones que hemos estudiado dentro de la concepción trans­
importancia en beneficio de las segundas. Estas últimas se caracterizan «por la nal reflejan perfectamente el planteamiento de cambio que la misma su­
intervención y por la instauración de relaciones de tipo neocolonial» 82 respecto del enfoque tradicional, así como las dificultades inherentes a
Se impone, pues, la elaboración de un nuevo marco conceptual que permi­ arrollo, dada la complejidad de los fenómenos objeto de atención. Esta
ta el estudio de la política internacional en base a un nuevo paradigma: «El l 1 de análisis de las relaciones internacionales, indudablemente más cerca­
paradigma de la política mundial en expresión de KEOHANE y NYE». Paradigma n 1 a la realidad internacional, ha abierto una ancha vía de investigación por
que se acomoda mejor co¡¡ la realidad de un mundo en el que la interdepen­ ! 1 q u e desde principios de los años setenta han caminado numerosos especia­
dencia es cada vez más estrecha y que es el único que puede hacer frente a los l! t as de las relaciones internacionales, si bien con muy distintos planteamien-
problemas más urgentes a que se enfrenta el mundo 83 •
en cuanto al alcance teórico de la misma y a los objetos de análisis. De
Las consecuencias que esta concepción podría tener respecto del análisis larga lista de autores se han de destacar, sin embargo, además de los ya
de las relaciones internacionales son, en su opinión: « 1 ) la conceptualización dtados, entre otros, a JENKINS VERNON MORSE ÜILPIN BURTON 90, 86 ,
7
8 , 88 , 89 ,

de los procesos políticos sólo puede hacerse en el marco de un sistema político M DELSKI 9 1 , H U NT I NGTON BROWN MANSBAC H , 92 , 93 , FERGUSON y
mundial que tenga en cuenta la interacción y la imbricación de los sistemas L A MPERT 9\ ZORGBIBE 95 , FELD 96 y JACOBSON 96 bis .
nacionales e internacionales, así como la existencia de una red de relaciones Con todo, y al lado de las críticas a la posición ideológica subyacente en
transnacionales. Como los procesos políticos no respetan necesariamente las t. a concepción no han faltado las que se han dirigido a la propia validez teó­
demarcaciones especiales de los sistemas políticos, su análisis se efectúa no so­ r ica de esta concepción, a la que, como hemos visto, se le acusa de abrir un
bre esta base, sino sobre la de su delimitación vertical por zonas de problemas ll Uevo campo de estudio sin proporcionar un marco teórico capaz de aprehen­
( . . . ) ; 2) una vez admitida la desigualdad de los Estados, el análisis se ha de d r l o y de cuestionar lo correcto del paradigma tradicional reconociendo al
esforzar por explicar las relaciones estructurales de dependencia que se obser­
van en una estructura jerárquica de subordinación y de dominación ( . . . ); 3) las 85 J . Henk, ibidem, p. 72.
J ENK I NS , Robin, Exploitation. The World Power Strucrure and the Inequality oj Nations,
LEURDIJK,
relaci.ones internacionales no pueden analizarse únicamente en términos de re­ 86

laciones entre Estados, ya que engloban hoy día la acción de actores no terri­ L ndres, 1 970.
87 VERNON, Raymond, Sovereignty al Bay: the Multina'tional Spread oj U. S. Enterprises, Lon­
toriales . Se hace valer frecuentemente que los Estados están dotados de una dres, 1 97 1 ; Storm o ver the Multinationals: the Rea/ lssues, Cambridge, Mass, 1 977. Este autor
superioridad jurídica y militar que les permite imponer su voluntad en caso t iene además numerosísimos trabajos sobre el tema.
·

de diferencia con las fuerzas transnacionales y los actores no territoriales. Es 88 MoRSE, Edward L . , «Transnational Economic Process» , en R. O. KEOHANE y J . S. NYE

conomic Relations>>, World Politics, vol. 24 ( 1 972), p. 1 23 - 1 50, y Moderniza/ion and the Trans­
(eds.), op. cit., p . 23-47; «Crisis Diplomacy, Interdependence and the Politics of International
ignorar que la cooperación y la negociación representan el aspecto normal de
las relaciones políticas mundiales ( . . ) ; 4) el análisis no puede estar exclusiva­
. ormation of International Relations, Nueva York/Londres, 1 976.

J. S. NYE (eds.), op. cit., p. 4 S ·60, y «Three Models of the Future», en C. F. BERGSTEN y L.
89 GILPIN. Robert, «The Politics of Transnational Economic Relations», en R . O . KEOHANE
mente centrado en las relaciones conflictivas entre los Estados que implican
el recurso a la fuerza o a la amenaza ( . . . ). El campo de la teoría tradicional B. K RA U SE (eds.), World Politics and International Economics, Washington, 1 97 5 , p. 37-60.
se ha ampliado en dos direcciones: análisis de las causas y de las consecuencias 90 BuRTON, John W . , World Society, Cambridge, 1 972.
9 1 MODELSKI, George, The New Emerging Forces, Camberra, 1 963; «The Promise of Geocen­
intraestatales de las medidas políticas que pueden fijarse objetivos interiores; t ric Politics», World Politics, vol . 22 ( 1 970), p. 6 1 7-63 5 , y Principies oj World Politics, Nueva
importancia de las relaciones y de las estructuras transnacionales que toman York , 1 972.
2
9
normalmente la forma de relaciones de cooperación y de negociación» 84 • HUNTINGTON, Samuel P . , «Transnational Organizations and World Politics», World Poli-
rics, vol . 25 ( 1 973), p. 3 34-368. '·,
Como decíamos, LEURDIJK desarrolla un enfoque más elaborado que Y3 B ROW N , Seyom, New Forces in World Politics, Washington, 1 974.
94 MANSBACH, Richard W . , FERGUSON, Yale H . , y LAMPERT, Donald E . , The Web oj Wor/d
Politics. Non Sta/e A ctors in the Global System, Englewood Cliffs, N . J . , 1 976.
95 ZoRGBIBE, Charles, Clefs pour demain. lmperialismes er democratie, París, 1 976.
� � LEURDIJK, J. Henk, ibfdem, p. 67. 9 6 FE L D . Werner J . , /nternational Relations: A Transnational Approach, Sherman Oaks, Cal . ,
2

83 LEURDIJK,
8 LEURDIJK, J. Henk, ibfdem, p. 68.
1 979 .
96 bis' J ACOBSON, Harold K., Networks of Interdependence. International Organizations and the
J. Henk, ibidem, p. 70.
8 4 LEURDIJK, J. Henk, ibfdem, p. 70 y 7 1 . Global Political System, Nueva York, 1 979.
1 \1) 1 1 1 1 1\ t H H 1• \. 1 1 1 1 1 1 1 • ' 1 1 1 1 "' 1 j \ ' 1 " 1 1 \ 1 1 .
' "1 \' 1 \' 1\ 1 1 \ t ll l l l f ' , l l l l l l\ l l \ • 1 • • 1 1 \ l l ' , t l l � i l l l l l l l( l \ \ l l f ' , \ 1 1 ' 1 1 1 1 ¡\ \ \ 1

l l i Í S I I I O t i ' I I I PO qu · ·1 E s l a d c 1 1 1 0 f i (' I Q I ' · I I I Í 1 1 L1 : 1 si · 1 1 d · 'lll ntl ·n . ¡ ¡ q l l t l , 1 " ' \'� ,-, ¡ · i · t l l l � ¡'" - .. � t l' g i w 1 n l(':-, h : u 1 i d o · 1 1 el Sc l l l i d o d · t' : 1 v o t · · ·1
internacio nal . A p re i a c i ó n e s t a ú l t i m a q u e h c m v i to en l a m a y r{ ¡ ¡ 1 · l p � ·�t ra s r
In t v 1 l t f n ·11
· ·• r , .t "
autores estudiado s. Los neorrealistas, como G t L P l N , no d u d a n e n e1 a l a r q u l'
1 1 1 1 1 1 >(; i111 i
1 1 dl' o · r · ·
ad 'll s , o a 1 1 i v e l m u n d i a l , h a n i d o e 1 1 la d i -
1 • · ·i 11tar las t n s i o n e y conflicto o de promover la integración
., , u 1 o ina n te ; 5) q ue el sisteina político mundial actual no
«está más cerca de la verdad argüir que el papel del Estado-nación, tanto c 1 1 a una u l t ur a d m
la vida económica como política, está en proceso de aumento y que l a em presa n a l menos a co r to plazo, la decadencia del sistema de Estados 1 00 .
,
multinac ional es actualmente un estimulante para la posterio r extensió n del po a i n fl u e n c i a de la concepción transnacional ha sido grande en el desarro-
1 1 d la investigación sobre distintos aspectos de las relaciones internaciona­
der del Estado en el campo económi co» 97 • )
Se comprende así que un autor como W ALTZ, desde una posició l ·s. Ya hemos apuntado su 1ncidencia en las teorías de la dependencia. Como
céntrica y realista, pueda decir respecto de la concepción transnacional, enn estato­ primer •s t a b l ece B R A I L L A R D , el estudio de las interacciones transnacionales se rela­
lugar, «que los estudiosos del fenómeno transnacional no han desarrollado • i na en parte con el estudio de las relaciones de dependencia de la periferia
teoría distint a en cuanto al objeto estudiado o de la política internacionaluna en · n e l centro en la medida en que se fija en las interacciones que tienen lugar
general» y, en segundo lugar, que ello es induda ble por cuanto «una teoría ' l i t re actores sociales que no tienen el mismo poder y que constituyen la fuente
que niegue el papel central de los Estados sería únicament e necesaria si los ac­ c J una penetración controlada desde el exterior con efectos de dominación
101

tores no estatales se desarrollasen hasta el punto de rivalizar o sobrep asar a L s autores que han seguido esta línea se esfuerzan, generalmente desde una
las grandes potenc ias» 98 • En sentido parecid o, YALEM considera que «hasta p rspectiva de análisis marxista, en elaborar modelos capaces de dar cuenta
que tengan lugar cambios más significativos en la influencia relativa del Esta­ cJ los fenómenos de desigualdad, de subdesarrollo y de dependencia que ca ­
do, en cuanto opuesto a los actores no estatales, de forma que los últimos lle­
guen a ser perceptiblemente más influyentes que los primeros, sería prematuro racterizan el actual sistema internacional, y que son el centro de preocupación,
abandonar el paradigma tradicional en favor del paradigma de la política más que los problemas de la potencia y la seguridad, . de una gran parte de los
· transnacional» 99 • L:.stados actuales 102 .
En cuanto a la crítica ideológica, BRAILLARD señala que el recurso a la no­ l OO BuLL.
ción de interdependencia tiende a introducir en el análisis opciones ideológicas p . 278-28 1 .
Hedley, The A narchical Society. A Study of Order in Wor/d Politics, Londres, 1977,
implícitas, pues «al insistir sobre el crecimiento de la interdependencia y al pre­ BRA I LLARD, Philippe . . Théories des relations internationales, PaliÍs, 1 977, p. 1 27 y 1 28.
101

sentar esta última �omo una situación simétrica (dependencia mutua de acto­ 1 02
La literatura sobre las relaciones de dependencia es ya hoy día abundantísima. Entre la>
res sociales), se tiende a esconder la dimensión conflic tiva de las relaciones in­ aportaciones más relevantes pueden citarse las siguientes: FRANK, André Gunder, Socio/og/a del

·u los publicados en inglés en 1 966 y 1 969); World A ccumulation, 1492- 1 789, Londres, 1 978; ver­
desarrollo y subdesarrollo de la sociolog/a. El desarrollo del subdesarrollo, Barcelona, 1 97 1 (artí­
ternacionales y la estratificación del sistema internacional» 99 bi s .

Nuestra posición en este punto, que desarrollaremos más adelante al sen­ sión castellana: La acumulación mundial, 1492-1 789, trad. de A. J iménez, Madrid; 1 979; Crisis,
Londres, 1 979; versión castellana: La crisis mundial, 2 vols. , trad. de A . Desmonts, Barcelona,
tar las bases para una teoría de las relaciones internacionales, aunque se inscri­ 1 979 y 1 980; EMMANUEL. Arghiri, L 'échange inégal. Essai sur les antagonismes dans les rapports
be en la línea superadora de la perspect iva estatocé ntrica, en el sentido que economiques internationaux, París, 1 969; versión castellana: El intercambio desigual. Ensayo so­

l'ernández, Madrid, 1 972; AM I N, Samir, L 'accumulation ii l'échelle mondiale. Critique de la théorie·


se fijará, es la de una crítica matizad a de la concepc ión transnacional en línea bre los antagonismos en las relaciones económicas internacionales, trad. de J . E . Navarrete y S.

con la realizada por BULL, para quien si se debe aceptar el paradigm a de la du sous-développement, 2 : ' ed . , París, 197 1 ; versión castellana: La acumulación a escala mun­
política mundial es necesario igualmente rechazar algunos planteamientos que dial. Critica de la teorfa del subdesarrollo, trad. de R. Cortés y L. N ames, Madrid, 1 974; Le déve­
algunas veces están asociados a la misma, en concreto: 1) que es absurdo man­ loppement inéga/. Essai sur les formations sociales du capitalisme péripherique, París, 1 973; ver­
'ión castellana: El desarrollo desigual. Ensayo sobre /as formaciones sociales del capitalismo peri­
tener que la existencia de un sistema político con actores distintos a los Esta­ férico, trad. de N . Vida!, Barcelona, 1 974; L 'impérialisme el le développement inégal, París, 1 976;
dos es algo nuevo o de reciente desarro llo; 2) que es dudoso que pueda demos­ versión castellana: Imperialismo y desarrollo desigual, trad. de A. Nicolás, Barcelona, 1 976; GAL­

p. 8 1 - 1 1 7 ; PALLOJX, Christian, L 'economie mondia/e capitaliste, París, 1 97 1 ; Les firmes multi·


trarse que las relaciones transnacionales juegan en el presente un papel más ruNG. johan; «A Structural Theory of 1mperialism>>, Journal of Peace Research, voL 8 ( 1 97 1 ),

importante con relación a las relaciones interestatales que en épocas anteriores


cionales y el proceso de internacionalización, trad. de J . L. Alonso, Madrid, 1 975; CA R DOSO , Fer­
nationales et le procés d'internationalisation, París, 1 973; versión castellana: Las firmas multina­
del sistema internacional; 3) que los factores que consolidan el sistema políti­ nando H . , y FALETTO. Enzo , Dependencia y desarrollo en América Latina, México, 1 969; 1 4 . '
co mundial en sí mismos no garantizan la aparición de una sociedad mundia l cd . corregida y aumentada, México, 1 978; H Y M ER, Stephen, «The Multinational Corporation and
integrad a; 4) que debe notarse que los efectos que las relaciones transnaciona­
1 9 70s to the /990s, Nueva York, 1 972, p. 1 1 3-140; GA NTZE L , Klaus-Jürgen, « Dependency StnJc­
¡ he Law of U neven Development>>, en J. BHAGWATI (ed.), Economics and World Order from the
les han producido en el sistema de Estados han tenido lugar de una forma de-
p. 203-2 1 5 . W ALLERSTEIN, Immanuel, The Modern World-System, Capitalist A griculture and the
t ures as the Dominant Pattern in World Society», Journal of Peace Research, voL 10 ( 1 973),

:: GILPIN, Roben, «The Politics of Transnational Economic Relation s», op. cit., p. 69. castellana: El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orfgenes de Id econom/a­
Origins of the European World-Economy in the Sisteenth Century, Nueva York, 1 974; versión
W ALTZ . Kenneth N . , Theory of International Politics, Reading, Mass.
mundo europea en el siglo XVI, trad. de A. Resines, Madrid, 1 97 9 ; The Capita/ist World Eco­
Y A L E M , Ronald J . , op. cit., p. 250.
99
nofny, Cambridge/París, 1 979; The Modern World-System ll, Nueva York, 1 980; «Tendances
, 1 979, p. 95 .
99 bi s BRA I LLARD, Philippe. << L es sciences sociales et l'étude
vue Internationale des Sciences Sociales, vol. 36 ( 1 984), p. 670.
des relations internationales>> ' Re- et prospectives d'avenir de l'economie-monde>>, Etudes lnternationales, vol. 15 ( 1 984), p. 789-801 ;
Jouv E , Edmond, Relations Internationa/es du Tiers Monde, París, 1 976; SiLVA MtCHELENA, Jo-
1 1 '
1 1 l J I I • , J I 1 1 1 1 \ 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1\ 1 1 1 1 1 � ;, 1 1 ' 1 1 N 1\
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en la t eo r í a d e l i m per i a l i sm o ela
adopta unq. visión negativa, en términos de desigualdad en lo y ' N l N , q u l'

las relaciones centro-periferia, especialmente entre el Norte y q u e den m i n a L u ¡ 1 1 R l fl · n e n t r


d i · h de l a con e p c i ó n estatocéntrica, .uni � o a la desco­
el cual la prioridad de la investigación debe orientarse hacia el el Sur, y p a ra a cen. del Tercer Mundo y a la toma de conciencia
·i 1í de las pr� ­
J , 11 , u l l u r a de l o nuevos países, han puesto también de � anifiesto una d!­
)1 1¡1 z y
económico del sistema internacional. Este modelo, sin emba cambio socio ­
ut ' l l · i n de las relaciones internacionales que hasta fecha rec1ente hab1a mere-
rácter eminentemente occidental de la teoría de las relaciones rgo, dado el ca­ .
no ha ocupado hasta el presente un lugar signi ficativo en el camp internacionales l casa atención: las relaciones interculturales.
de las relaciones intern acion ales 1 02 o del estudi �
bis
t e nuevo campo de estudio de las relaciones internacionales, mucho más

¡ 1 ífico y con planteamientos no siempre idénticos a los de la �oncepció �


.
Sobre la base de las teorías de la dependencia, en los últimos años 1

desarrollado una noció n nueva , la de sistem a-mun do, que se ha 1 1 [ 1 n nacional, está, sin embargo, íntimamente relacionado y es en Cierta m �� �­
t l t u n a consecuencia de esa perspectiva 1 05 • El hecho de que la concepc10n
desca
de que existe un sistem a planetario dotado de vida propi a, indep nsa en la idea
las sociedades nacionales que lo constituyen y con sus propios meca endie nte de 1 1 1 1 nacional haya abierto el camino para considerar que las relaciones in ter­
.
nómi cos, políticos y culturales . Mecanismos de los que se derivan las nismo s eco­ JI 1 ·i nales no pueden ser identificadas exclusivamente con las relaciones inte-

dades de todo tipo existentes entre los pueblos y Estados. desigual­ 1 statales, poniendo de manifiesto la existencia y el papel de las relaciones � rans­
1 ionales, ha supuesto la multiplicación de las dimensiones del sis� ema � Iiter­
Si
ción es fundamentalmente econó mica, en cuanto que el desar rollo la base de tal no­ ¡1

mundo es producto del proceso de expansión capitalista a nivel mund del sistem a­ l i l i o n a l susceptibles de análisis. La dimensión cultural de las relaciOnes mter­

tir del siglo X V I , su realidad actual desborda esa dimen ial a par­ ¡1 1cionales ya había sido anteriormente señalada por los estudiosos de l � s f�­
idea-realidad y la necesidad de proceder a su estudio hasión económica 1 03 • Esta ll menos internacionales, pero siempre se la había atribuido un papel penfén­
diosos a considerar la existencia de una nueva disciplina, llevad
que
o a algunos estu­
denom
. , ecundario y, en todo caso, nunca se había tomado esa dimensión �omo
dialogía » , cuyo objeto sería el estudio de la estructura y de los inan «mun­ • 'Otro del análisis internacional. Otras disciplinas, como la antropolog1a, la

del sistema-mundo en su conju nto y que se diferenciaría de otrasmecanismos psi ología y la sociología habían prestado ya desde hace tiempo atención al fe­

tradic ional es, como las relaciones internacionales y la econo mía intern discip linas l t meno cultural.
por considerar el mund o no corno un conju nto de Estados indep acional, Dejando de lado, por tanto, excepciones aisladas, como, por ejemplo, los
de economías nacionales interrelacionada s, sino como una estru endientes y • 1 06 de TOYNBEE 1 06 y de BOZEMAN 1 07, sólo a partir de la década de los se­

transnacional con dinámica propia 1 04 • ctura social l enta esta dimensión de las relaciones internacionales ha sido objeto de aten­
Se trata , pues, de una reacción simila r a la que fia , 11particular. Esta atención responde a dos hechos interrelacionados. De �n
de la concepción transnacional y, en general, a la puestdado lugar al desarrollo ! tdo ' como apunta MERLE, existe una relación est�echa entre la emergencm
1 erentes 108 .
a en
foque estatocéntrico en el estudio de las relaciones internaciona entredicho del en­ 1 1 factor cultural y la puesta en contacto de culturas de ongenes ' d'f
de la última década, con la única diferencia en el énfasis que se pone les a lo largo l l o y , a raíz del proceso de descolonización y toma de conciencia �e lo � nuevos

mensi ón económica del sistema mund ial. En este sentido nos parece exage en la di­ • tactos de sus propias culturas históricas avasalladas por la dommacwn . colo­
do el postular una nueva discip lina, pues, como ya hemos visto, las relacio ra­ nial, se plantea de nuevo el tema de la relación. i �tercultur�l. D � otro, como
internacionales, en cuanto discip lina científica, se orientan en esa misma nes l!a señalado P REISWERK, «la necesidad de estudmr las relacwnes mtercultura-

rección, tanto por su perspectiva de análisis como por el carácter de ciencidi­ 1 surge parcialmente de la crisis epistemológica de las "relaciones internacio­
matriz que, en opini ón de algunos autores, van cobra ndo. a nales" en la era de la descolonización. Con la masiva entrada de una mayoría
de nuevos Estados de tradición no occidental en el sistema internacional crea­
d bajo una profunda influencia occidental, los "internacionalistas" antes o

sé A . , Politica Y bloques de poder. Crisis en el sistem después han de llegar a ser conscientes del hecho de que sus instrumentos ana-
a mundial, Méxic o, 1976; FIORA VANTI, Eduar
do, El caplt!fl monopolista mternacwnal. Ensayo sobre ­
las leyes económicas y la crisis del capita­
1 05 Vid. : PREISWERK, Roy, «Could we Study International Relations as if People Mattered?>> ,
lismo moderno, Barcelona, 1976.
1 02 bis Para su
·n Les relations internationales dans u n monde en mutation, Instituto Umvemtano d e Altos Es-
significación dentro de la teoría de la relaciones
Chns, «Deve lopment and Dependency>>, en M. intern acion ales, vid . : BROW N,
LIGHT , y A. J. GROO M (eds.) , Intern
1 /ons. A Handbook oj Curren/ Theory,
Londr es, 1985, p. 60-73 .
ational Rela- t udios Internacionales, Ginebra/Leiden, p. 6 1 . ., 1977,
1 03 Para la noción de sistem a-mun
do, ademá s
1 06 TOYNBEE, Arnold, A Study oj History, a .
vo1s. , 5. 1mpreswn, Londres, 12 195 1-196 1 .
.
citada s en la nota anten or, v1d . : BERGE SEN, Alber
de la obras de WALL ERSTE IN y otros aulore s 1 01 BOZEMAN. Adda B . , Politics and Culture in lnternational H!Siory, Pnnceton, The 1960;
Nueva York, 1980; HANN AN, M1cha el (ed .), Natio t (ed .), Studies oj the Modern World-System, 197 1 ,
cago, 1979, Y BERGE SEN. Alber t, <<Un parad1gme nal Development and the World System, Chi­
Future oj Law in a Mullicultural World, Princeton, _
y Conjflct m Afnca. Concepts and Rea­
lities, Princeton, 1976;�
<<Tl;le International Order in a Mulocujtural World>>, en H . BuLL Y A .
twnal des Sc1ences Socwles, vol. 3 4 (1982),
1 04 BERGE SEN. Alber
nouve aw>: le syslem e-mon de», Revue Jnterna­
p. 23-37. WATSON (eds.), The Expansion of Internatwnal Soc1ety, Oxford/Nueva York • . p. 1984 , 387-406.
t, «Un paradigme nouve au . . . > > , op. cit. , p 23
y 24 .
1 08 MERLE, Maree!, <<Le role du facteur culture! dans les relations mternatwnales>>, en Forces
.
et enjeux dans les relations in'ternationales, París, p. · 198 1 , 343
1 1 1 l l i l li < > l > l l • • 11 11 1 1 1 l ' • li l l 1 • / 0 > �1 1 ' , / l l l l li lj ¡ l o 1 \ ' , li l l 11 11 11 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1' 1 1 \< 1• 11 1 1 1 1 ', < 1 !�1" 1 1 1 > 1( 1 \ \ / 1 1 ' ,< 11'1 111 1
H > N ,I I I ;_,

·os 1 1 0 .Ü II ya l l ( k · u a d o.� p ; l l ' : t l a "01 1 1 pr I S i Ó II le S i l l l �, j ¡'¡ 1 1 · u i l u ra i •S q u e Jlll '


lf¡j
o C l · st d i > > 0'•. qdl lll J I , , ' · Jli Odll!'l"ll, 11� , (' 1 1 I I C I I I I ()S d ' S Í S I
111 'll lriS

Papel_ particula rmente destacad ha tenido en este rcconObjcl oc i m i en l o e l •rup


u
'I ·
1c
u
1 11 lkli(JIIIÍII II'�(· 1 l'i 1eioucs inl ·r ·ult uralcs» 1 15

1 a 1 1 i ·a · 1 1 ta 1 1 b ié n varia las definiciones de relacione int. er­


.

estudi? s sobre las relaciones intercult urales constitu ido en el Instituto de Alt o s • 1

Estudio s sobre el Desarrollo de Ginebra I IO. ilturnl . PR · 1 ·w RK las define «como relaciones entre miembros de grupos
Las definiciones sobre qué es la cultura son muy numerosas. Centrándo­ i dades difercn iados por la cultura (y no por la nacionalidad)» M ER- 1 16 .

nos en las formuladas por algunos de los internacionalistas que se han ocupa­ 1 m i sm o sentido, estima que se p'lleden definir las relaciones intercultu-
'11

d
1 1•,

do del tema, FRIEDLANDER, recogiendo el sentido más extendido, define la 1 omo las «relaciones o intercambios entre sistemas de valores y de repre­
..

� ura «com � un sistema simbólico, un sistema de "significantes" que sólocul­ la •tlla i nes que sirven de referencia para 1la identificación de grupos naciona­
mt erp r�tacwn, . la lectura en profundidad, permitirá poner
en relación con Jos l , infranacionales o supranacionales» 1 7 •
_ _
:<sig � I �Icados �>/ cúalqui era que sea el nivel a que aquéllos sean Ante esa realidad de que las relaciones internacionales comportan una di-
Identific ados» 1 . PREISW ERK, también en un sentido amplio, la define «co­ 1 1 1 n ión cultural caben tres posiciones que se corresponden con las manteni­
m? la totalidad de valores, instituciones y formas de comportamiento trans­
_ dentro de una sociedad, así l t actualmente por los especialistas de las relaciones internacionales. Una pri-
mitidas como los bienes materiales producidos por 1 1 1 ra , la más común, considerar que esa dimensión no es, a pesar de las apa­
el hombre» 1 1 2 • Estas defipic iones, sin embarg o, poco nos aclaran en cuanto r ncias , más que un subproducto de la actividad política y económica de los
al análisis d� las relaciones internacionales desde la perspec tiva intercultural. 1. tados y que, en consecuencia, no merece una atención especial. Otra, pen­
En est� sentJq � es GRUNE BAUM quien ha proporcionado una de las definicio­ �. r que las relaciones interculturales conservan, en cualquier caso, una auto­
nes �as apropiadas para el análisis de las relaciones internacionales, cuando mía en relación con los otros factores evocados. Y una tercera, más ambi­
se �efiere a 1� cultura como un «sistema cerrado de cuestiones y preguntas re­ a, mantenida por los autores que ahora estudiamos, que considera que el
fendas al umverso y al comportamiento humano » 1 1 l . FREYM OND considera tor cultural no puede ser limitado en un espacio o en un sector particular,
que de esta definición se debe retener sobre todo la noción de «sistema cerrado que constituye el elemento determinante susceptible de dar cuenta del con­
de �espuesta� » que debe tomarse como un sistema de referen cia, un conjun to
_ unto del comportamiento de los actores internacionales 1 18 .
de m �ormacwnes Situada s en una «memoria» común a toda una sociedad Desde esta última perspectiva, M ILZA afirma que la cultura constituye, en
que Sirve para determinar parcialmente su modo de pensamiento y de acció rimer lugar, un agente o un factor de las relaciones internacionales, en la me­
de cara, entre otros, al mundo exterior. A cada sociedad dada corresponde,� dida en que modela las mentalidades y orienta el sentimiento público, y, en
asi,_ un Siste_ �a cultural dado, distinto
más o menos de Jos sistemas cultura ,' gundo lugar, es un campo de enfrentamientos en el cual intervienen diversos
de otras sociedades. El sistema internacional puede de esta forma ser conceblesi­ rupos y fuerzas antagónicas cuya acción se realiza de manera explícita o más
do, e_n su opinión , «como un sistema cuyos componentes son sistemas cultura ­ frecuentemente oculta 1 1 9.
les diferen tes. � n este sentido , en tanto que sistema de referencia colectiv o, Teóricamente caben tres tipos de relaciones interculturales, según se trate
la cultura propia de cada Estado/sociedad constituye uno de Jos fundamentos le una interacción cuyo resultado es la exportación, la importación y el inter­
de la política ;xterior d� los Estados, contribuyendo a influir en su curso ·ambio cultural. Sin embargo, en la práctica, las relaciones interculturales, se­
Onenta_ tambte_ n de la misma forma las relacio .
nes transnacionales. En todos ún la gran mayoría de los autores que se ocupan del tema, son en gran núme-
los ca�os, modela en gran medida el entorno en el cual las políticas se elaboran ro de casos un instrumento en manos de las grandes potencias para extender
y se ejecutan» 1 14 . defender sus intereses políticos, económicos y culturales a través de la pro­
S�guiendo a FREYM OND, �uede, en consecuencia, decirse que, dado yección de sus ideologías, modos de comportamiento y sistemas de valores,
relaciOnes entre Est�dos/soctedades revisten múltiples formas , el contenque ido
las
de pues las relaciones interculturales son generalmente asimétricas, es d�cir, se pro­
todas estas transacciOnes, internacionales o transnacionales, presenta una di- ducen entre Estados o pueblos no sólo jerarquiiados en el plano económico,
político y militar, sino igualmente en el plano cultural, con todas las conse­
1 I U� p REISWE RK, oy, cuencias que de ello se derivan para el Estado o pueblo más débil en esos as­
R <<The Place of
at1 ��s», The Year Book of World AffIntercu ltural Relations in the Study of lnternational Re-
.

airs, �ol. 32 ( 1 978), p. 256. · pectos. Como explica FREYMOND, todo encuentro cultural desemboca en un
0. Para una presentac1o� del enfoque utilizado por este grupo, vid.: Le Savoir el le Faire.
. 1 1 1 FRIEDLAN DER. Sa !· «Paradigme perdu et retour a l ' histoire. Desarrollo ' Ginebra ¡ 975
Relatwns mlercultural/es el developpemenl, Instituto de Estudios sobre el l l5
1 16
Jean F., ibidem, p. 405 y 406 .
FREYMOND,
Roy, «Relations interculturelles et developpement», en Le Savoir el le Faire,
Esquisse de quelque; déve:
loppements poss1bles de 1 �etude des relations internationales>>, en Les relations op. cit., p. 1 8 . Vid. también del mismo autor: «The Place of Intercultural Relations ... op. cit.,
PRÉISWERK,
»,
_ p. 8 1 . internationales dans
::� PREISWE RK, Roy, «The Place of lntercultural Relations . .. », op. cit . , p. 25 1 .
un monde en mutatwn, op. ctt., p. 2 5 3 .
1 17 MERLE, Maree!, op. cit., p. 343 .
GRUNEB AUM, Gustav Edmund von, L 'identité culture/l
e de / 'Islam París 1 973 118 M E RLE Maree!, ibidem, p. 342.
.
1 1 4 FREYMON D. Jean F
. , <<Rencon tres de cultures et relations internati �nales>; Retdt 1 1 9 M I LZ A Pierre, «Culture et relations internationales» , Relations lnternationa/es, vol. 24
fo�s ·ln-
1
.
ternattona!es, vol. 24 ( 1 980), p. 404 y 405 . '
( 1 980), p. 362 .
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1 1 1 1 : 1 d l' J u s
1 ' 1 1 1 ,\ ( 1 d d

cu lt u r al , · '' 1 , •, l t· l u ( · i , , , . .K l ' l l l l . h� l t· 1 o• � t · ' ¡ 1 ·s, i n l t.; l n a ' I ( J J I I I 1 . �. r c l u · i o u ·s l l l l c l ·


V i.::t, t 1 1 1 1 1 1 1 , • '
<l' ' I J ( ) I I II ·iún
» ' 1 ! 1 1 1 1 1 / 1 ,\
1 11 1
1 ' 1 1 1 " 1 1 · ,� I H l e l e l l l l l l l l l' l l ·r l l l l a . ' . h d e est a ú l t i m a , con l de ra q u e cct
• •
hR
d e cíe n as car act crís t í ·a ·c í r , a u n a l r n
d 1 1 .

1
n s f ·r · n c i a . _

por tac ión cul tural» . Es estc u l t u ra lc


l 1i l l ' ' <ltiO���c < i n t e r
pOil i h i l k l a c l ·s : l ) l a . r e pn_��
ha ía la o t r a e

nos de acu lturación , cuyasa importa ció n cul tural la que


n t i d ad c u l r u ral
y a U l lO « i 1 1 1
·s u l t u rale > > pueden ver�e como
« l
1 1 1 1 I L" e l · 1
!ación, en la cual las car formas son muy variadas, pu es van
da l u g a r a los
fen ó rn c . nac•· onales; 2) las «relaciones mtercul-
s t u d i etc l as rcl ac o n e m t e •
1 1 1 1 l i t >> 1 ucdcn co n I C1 er ar e como un campo de conocimiento diferente de las

du cién dose la eli min aci ónact erís ticas cul turales extranj eras son ado pta das,
des d e la a s i m i .

' 1 .¡ n ·s i n ternacionales , 3 ) las «relaciones internaciona 1 es>> pu eden conce-


.
al fin al de la cual los elemende las tradicion es «in dígena s», has ta la in tegr pro­ . .,
1; . mo pa t e del estud;o de las " 1� cw � es interculturales . Su opmwn, des-
dígena», pasand o po r tod tos ext ranjeros son in corporados en el sis temaaci ón ,
.

to en que dos cult uras se a clase de fo rmas in termed ias Des de el «in­ c
1; ·, pt i ca de las relaciones mternac.ona es, " que los estud;os ;ntmultum-
,

u an un pape 1 muy "mportante en l a exp licación de las relaciones mterna -


1 20
e

enc u entr an se mo m en­ •

, . del mundo actuaJ l 24


turació n o p enetración pr odu ce, pu es, gen era lmente 1

com plejas 1 2 1 • Este aspect ocul tur al, cuy as man ifestacio nes son múl un a a cul ­ 1 1 a 1 e , dadas las actuales caractenstJcas ·

de las rel acio tip les n punto en el que estan , d e acuerdo la mayon'a de los especialistas en las
to la íntima rel aci ón nes intercu ltu ral es p one y
·In 1 n es internacionales es que � ste cam o de estudio, a pesar de su / Imp· or
comunicaci ón 1 22 • qu e la cult ura tien e hoy día con 'Ja cienci a odeteomría anifies­ 1
. _, -

de la 1 1 1 1 1 3 • está todavía dando sus pnmeros �sos , sin que exista una concepcwn
L os pro blemas que !;St e • � segura · En lo que parece que hay
pla nte amiento imp lica son , p ues, , · u ralmente aceptada m una metodologm
tan de manera decisiva a las gra ndes y c­ ¡1 Lm b"én acuerdo es en rechazar el enfo� ue behaviorista, cuya ap�Ic · �cwn
· · lleva-
DE R , en co
relaciones in ternacionale
ncreto, señ ala qu e co nsid s como teoría . FR!EDLafe J a tautologias

, o ab su rdos , dada la nqueza, eomplejidad y ubicUidad de es-
to específico de una int era erar la cult ura co mo actor,
1 S f
AN­
cci ón, p ued e suponer apa ren temen com o ele men ­ · menos . '
s:��o en el caso d� MAZ R U I , que ":.X:�;.� e:�o un modelo para un mundo
trampa de la reificación. E te el caer
n su opi nió n, empe en la
mos en presencia de
es n o sól o percep tibl e, una red de int eraccio nesro,«indebido al hecho de que esta ­ futuro basado en un Slstema de a m de Estados '" : los demás
dial, tal consid eración sino in clus o a veces determin tern acionales» cuyo efecto
ante a nivel de la vida mun I U l �� ue se han preocupado ;e �:�imensión cultural de las relacwn es �nter-
miento supone, tambi énnosegsup one un a reificació n abu siva . Pero este pl ant ea­­ ' ' �:::. . se han um;tado ha�ta el m�mento d sbrozar el terreno des e un
tipo, p ues la cul tura, tan to ún FRI E DLA N
DE R , una dific
ultad conceptual de otro p��to de vista . conceptual Y e�lstemol�gic�� s; �;e� <ecalcando '" ;mpo<tanda
en su manifes tación inte n el estu d IO de los fenómenos mternacwn a s Y con ello abriendo una nueva vJa
incl uye la dimensión p olít rna como int ern onal, . · � ales
buena lógica, las "relacio ica entre sus elementos constitu tivo s, con Jo aci de análisis de las relaciones mternaci�
uizá uno de los que con ay?r e an' d�d y alcance teórico ha empren d 1' d o
nes
to de las relaciones interc int ern acion
ultu
Est e últi mo pro blema es clav rales» 1 3 • 2
ales" se transfor marían en que «en
un aspec­ �
, ta area sea FR I ED LANDE�, dm � ���e��: :os ocupamos al estudiar, dentro de las
config uración teórica y co e, ya que supone po ner en e ciones clásicas, «Las re acw r acionales como historia>> . Para e::�
ciplina científica. PREIS WER nce ptu al de las relaciones internaentredi cho la actual au;o, es necesado comenz� PO< const ';;�. �n marco conceptual de ¡as mod ¡
cion co mo dis­ dades posibles de inter�ccwn entre � u , - Se t<atada de clasWca� las fm­
K , abo rdan do
este tema desde la perspales ectiva de cla-
I 2U
mas de interacción posibles Y de exp · 't ar los modos de lectura Y de mterpre­
tación eventual de estas interaccwn . ��� . Res ecto de cada una de estas c e­6
FRE YMO ND, Jea n F
�.. ��
orías es necesario pr�ceder a un ana ISIS
. , op. ci!. , p. 407 y
de l �s modalidades de la percepcwn
tercult urel les et 408. Vid. tam bién :
deve lop pem ent » , PREI SWE R K , Roy,
ci!. , p. 253 y op. ci!., p . 1 8 , y <<Th e Pla ce o f << R elati ons i n ­
•.nte�cu�tural�s. artir de esa base se po� rían esbozar
254.
1 21 V
1 22 PR E
lnter
i d . : FREY MO NO,
cult ural Rela tion
s . . . > > , op. de la comunicación
Y
. de trabajo los sigUientes. a)Aa �Iituración Y dependencia; b) enfren­
J ean F. ,
op. ci!. , p . 406
ISWE RK, Roy , <<Th e Pla ce
y 407, y MILZ
A, Pier re, op. como eJeS
tamiento Y rechazo, Y e) simbiosis e interdepen
sión de este p roble o f lnte rcu ltural ci!. , p . 362 -37
Rela tion s . . . » , op. 4.
parte de las gran
ma y de la util
izaci ón q ue de la
com uni caci ón y
ci!. , p . 254 . Para
un a vi­
. d eneJa .
. El problema que se 1 27

plantea, en última instan_cm, en su opi �I' ón es el de SI,. dado qu e el estudio


des p oten cias y de la
do, vid. , entre grupos o emp resa i n fo rm ació n se hace .
otros : MAITELAR s no gubern am por

de las relaciones internaciOnales no pue e abordarse desde un enfoque umT


T, Arm and , La cul! ent ales resp ecto
1 974 , y Mul!ina!ion ura como emp del Tercer Mu n ­
1-
ales el sys!emes resa m ul!inacional, Bue
nales y sistemas de com unica/ion nos
de comunicaci , París , 1 976; Aires,
ón. Los apara/ ver sión caste llan
VANT, Karl P . , os ideo lógicos a : Mul!in acio­
The Potential of del imperialism
5 ; SCH I L L E R , H . 1 . ,
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the Transm ission .
1 24
Nueva York , 1 976;
H. ��;�r��l255-25
turales y las r elac 1 one � hum
FISC HER , Communication of Bu­ PREISWERK, Roy, op . 8 . Este autor d¡;sarrolla un cuadro de posibilidades de
D . , y
;���d(ibfi ndem,
m unication, MER RILL . J. C. (ed and Cull ural Dominatio
Nueva York , 1 976
también, del mismo autor _ << I n tercultural Relations: New Fiel� �
s . ) , lnternational n, relación entre las relacwnes p . 258-263). Vi d .
national Corpor ; H AME LINK , Cees J . , and lntercultural Com

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icad o a <<La info , México/Parí .
FRIE DLA NDER , Saul , o
p. cit . , p. 82 y rmación y el Ter
s, 1 97 5 , p. 1 -3 8 • Y A Wor/d Federa/IOn OJ · ' Cultures: A n Afncan erspective, Nueva- York, 1 976.
83. cer Mun do» . 1 26 FRIEDLANDER, Sau 1

1 27 FRIEDLANDER, Saul ', 1 . l em ' . 85 y 86.


cit . , p. 84.

p
0b�
.
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· dc l i . d d . u l l •i
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('� '( ) 1 1 1 ' '
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:l r l o 1 1 ; 1 . 111'
, rc l ac i I ICS i r l c c� ; : •,

te di fe� e� r e / � u co n nes ¡,�t erc u/t ura/c de l a b a es y


.� ( >i J J · 1 0( 1 ( 1 · 1 1 In b 1 1 r0 p 1 · n t i n ' l l l a l , u 1 1 rcpl a n 1 camie111
qu pr odu-
de In dag ación tot al men r io l r
c:-t m�;;,
cla c,
1 ' s
toma de con cie. n cia � lus w n
· , co m

d • 1 1 1 · · 1 In i 1 1 v SI i i ó n para la paz, pa r a lela m en te al replanteamiento que


. del nu ev o es q u e sól o a 'fi

e��
es as d¡m �n sio nes de la a l de la hls to ria en . t r a vés d
.
lacw nes m ternacio nal vid a int e ;n :c � .
es com o camp� r::el , ess po.s¡bJJe la superv ivenci a de la s rc­
c u a n t o i n t egr
a l o ra p1 l u · u ·1 a111p de la relaciones internacionales, que buscará la susti-
1 1 1 • n el 1 par ad i g m a del Estado y del poder dominante hasta ese momento.
�� � ' istoria��r pod ría aventurarse e� ���J Os 2s . En de finiti va, para es rc
t r, el h . 1 ·scl e ta pe r spectiva, propia de las relaciones internacionales, puede, así,
penod o decisivo del
últ"Im o cuart o de sigl o,erren o comparado Y ' escogJe. n- i l 1 l lar e de una investigación para la paz en sentido amplio, que cubre todas
mo la lóg · d 1 s rga p 1 antearse tres cuestio nes .
.
terdepen d'len tes : «¿ Có I I I H ap rtaciones realizadas en torno a la guerra, el conflicto y la paz, sobre

/� e �.��Uid� � pormulésttinosacienonal es i�� uy� :n � S lll�Vizacio nes , por ejemplo la ��


as c o p ñ ías 1( 1 desde la perspectiva clásica de las relaciones internacionales, con inde­
J ndencia de su alcance y sentido, y una investigación para la paz en sentido
Ica � n fl uy? en los otr un ;eríodo de vem� e an� os? ¿Cóico
� les polít e int erc ul :ur
al y '. 1 ricto , que se refiere exclusivamente a aquellas aportaciones que tienen lu­
relacwnes mtercul turalesos dos niveles y fu . mo la lógica poli-
e InflUi da por ellos? .
fueron I n flu enciad as p l' n fl uyeron. en 1 OS nJve
·
· 1 es · e o. mo 1 as "
r, desde una perspectiva nueva y crítica, incluso al margen de las relaciones
or ést os? C �: � ar es tos mod Org ani zac ion aJ y pol ítico ! l i rnacionales como disciplina científica, especialmente a partir de la ' d écada
comparar los res ult ado
estruct ur� percept ible, s de tre s j ógi � � elo
n.tes qu e se un en p ara f ón « e�
s de int era cci 1 los sesenta.

a pesar de la divergere
1
Esta evolución de la investigación para la paz, y los desarrollos concretos
�a conceb
lant ea mJ �nto le lleva, en definit e nci a d� s�s componentesor »
m ar una
'11 que se ha materializado, ponen de manifiesto la existencia de distintas con­
ir qu e, a nivel de 1as . iv a , a ava nza r la h!potesis
1
. . Este
29 .
. n , ·pciones dentro de la misma y, en consecuencia, la utilización de esa denomi­
les, sean del ti mteraccw es glo b ales entr det qu e .qUJza se pue- nación para abarcar investigaciones de muy distinta naturaleza y alcance. Se
���� dife ren���e���a:��:� �: ��� �::���l ��a» especí:i�, ���:��:��ci:7:; �.: mprende, así, la existencia de distintas corrientes dentro de la investigación
un� cu tura intern acio s
El cammo est á, pues n al en cuant o sJst . que se. p uede afirmar la existen- nara la paz, entendida en sentido amplio. A efectos de clarificar este punto
pas �s, q �edan do un abierto s l· b'Ien tod víaem a Sim bólico específico J 3o dejar establecido qué debe entenderse en sentido estricto por investigación
gr;n esfuer� o � sólo se h an dad o los p rim e� para la paz, por contraposición a otros enfoques, como el estudio de las cau­
s�::,��·;�!�';;,�:;;:,:�����:'%:: ������:::�:;;
R L E de qu
e «sería aven turado sa
���e::�ci�������u: ��' ';
, hagam os nuestras las d �
pal abras de
ii
sas de la guerra y las teorías del conflicto, que hemos estudiado en el marco
de las concep�:;iones «científicas», es necesario establecer las características de
las diferentes corrientes que pueden incluirse dentro de la investigación sobre
tes de qu e se h ayan m ar
� u� a c�n clu sión de esta na tur
d? a an álisi s en profu ultiplicado 1 as mve '
stigacwnes s ob re el ter
' alez la paz en sentido amplio.
n did ad 3 . reno Y pro�e�7� En este tema es la diferenciación ideológica, sobre todo en función de la
noción de paz mantenida, la que nos da la clave. Algunos autores señalan la
B) I NVESTIGA
CIÓ N P A R A
LA PA Z
xistencia de dos grandes corrientes, a l as que denominan con diferentes tér­
minos, pero que responden a una misma división. Así, GALTUNO distingue en­
a) Hacia u na ciencia tre la investigación sobre el conflicto y la investigación para la paz propiamen­
para el homb
re
.
te dicha 1 • Por su parte, PARDESI señala igualmente la existencia de dos escue­
H ist óri camente las. Una, que denomina americana, para la que los problemas de la guerra y
en rel ación · dir , clos orígen es de la mve .
/
d s ciplina cient ���: .
a deseo de establécer��=
e
stigaci ón r
� de las rel acio :
�tfr ���� ;n.mera Guerra nM�: i:� r�:i�::�� , �;:on
ue de la paz pueden separarse de otros problemas sociales, como la explotación,
el neocolonialismo, el imperialismo, etc., que se centra principalmente en el
el est allido de un a nu e1 s cau s as de la g uerra Y descu brirund ialU:. ��mo resp u sta estudio del sistema internacional. Otra, la escuela europea o radical, que enfa­
: r u los
tar ' ?asta fech a relativa����: :� � n aci mient o Y p ost eri or e �����r: evi tar
� t iza los problemas de explotación y opresión entre los Estados y dentro de los
/c ent�, mar�ado p or la influen
desa a a es- mismos, como elementos determinantes de la paz 2 • Esta última sería la inves-'
cepcwnes que en el ca ligación para la paz propiamente dicha 3 •
mpo de las I en cia s so ciales aparecen en cia de las co n-
los Estados Uni-
DER · Sau J , l.b1d viva!», en Essays in Peace Research, vol . 1: Peace: Research, Educa/ion, A ction, Copenhagen,
1 GALTUNG, Johan, « international Programs o f Behavioral Science: Research i n Human Sur­
em p . 88 y 8 .
1 2s
FR IE DL AN

S au l 1b1aem,' p .
1 29 F
RIE DLAN DER 9
ul, lbldern, p . 93
R IEDL AN D ER,. Sa ,
1 30 F 1 97 5 , p. 1 67 y 1 68 . Para una consideración más amplia de la investigación para la paz, vid . : ARE·
92.

op. cit. , P . 3 50 y
131 NAL, Celestino del , <<La investigación para la paz», Cursos de Derecho Internacional de Vitoria­
MER LE. Maree!, . Gasteiz, 1 986, Servicio de Publicaciones de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 1 987.
35J . ,- 2 PARDES J , Ghanshyam, <<Editor's Introduction», en G . PARDESJ (ed .), Conternporary Peace
Research, Brighton, 1 982, p . 1 3 y 1 4 .
3 Esta división en dos corrientes la realiza también, en términos parecidos, Lars DENC J K (<<Pea-
' " " " 1 1'1 1 • ,
1 1'1 1 1 lir -.J 1 1 1

( 1 1 " l', . l l i l l l q •,
· ' ('11 1 ' • • '
" " " '" " · ' 1 1 1 1 1 ' ' 1 1
"N \ 1 1 '

1 1
Id 1

� l l � l .� l l l t ¿ : 1 1 1 1 i ·.� t' C l i
l . , , , ' 1 ¡ · 1 I Y I ,� I I II I l ( f l'O I ¡'¡ • / e ,,
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" !: 1 1 1 .
L u • . i.: � l t ! l d\' ; ¡ · u u ( l o
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1 .., � · ' " " ' H I Ittlist a ' i n l ·l n t · l ·· i i i i J IP 1 o ( J I Il' l:t V I I I 11 · 1 �,; 1 i 1 1 1 i l \ l l i d l l l · 1 1 1 · . p n 1 ' l l l' Í I I l : l e l · la v a r i ·dad 1 h;
· 1 1 ' ,, '
so , 'lll rc o l ¡· s u. R . 5 y DU
1.1 111a 1 1,
n t <: l l �' ' l a . b l'l
·a - ' ) H l l i ' ' i () l · � . ·,• ti l ' l ' ·
l ' l i pa · í 6 1 1 1 1 0 !' 1 1 1 a l i v a , 1 1 1< 1 1 �.: r i a l i z.ada e n l z. 0 1 1 1 p r i l l-
1
, e
equivale en p rincipi o a usen c 6 . Para la
y ' l
a pa
1 1 1 1 1 v n l o 1 u h¡ · ·r 1 r i 1 1 1 1 f::t r ,

de violen cia de que se : w de violencia, sin e� b� rg �esd . rnen l es paz
NN
l
su intcrdisciplinariedad o, mejor, su t ransdicipli-
, .
l t�
qu e debe seg uirse . ra ta respect o de la estrategia .
Y ' J e n n en l'i
de 1 nvest1gac�1 ón Y a cc1. p o
el 1 1 11 • l�ld la búsq ueda de aplicaciones prácticas y relevantes, su orientación
11
.
Para los mi·ru· ma 1 Istas ón 1 • la a ión. i e ta d os últimas características están presentes a veces en
p az, ésta quiv · a 1 e Si.
qu ' e son 1 os o bre el conflicto, no sucede lo mismo con l a primera, l a paz co­
cu al lo u: mplemente a la ausque dan un a noc . �. n más lim 1!1

� enci
Den tro � e e ::��� evt t�r so n los enfrentamient�s ���;t: Inter
ad g , itad a de la
nacional, p or lo
'''
"' n.¡ n
J lor a hacer triunfar, que para la investigación para la paz cobra una di­
y un alcance global y total, desconocido en los estudios que hemos
se in sertan en el est u I , ¡ ue englo ba a la gran mayor;:s :ntre los Estados. ' 1anteriormente.
que bu scan el mant en��� . �. e tas cau sas de la g uerra p red omm . nl otasaut ores q ue
d u d esarr ollo tiene, pues, mucho que ver con la gravedad y magnitud de
cuesti ón de p oner en en ? Imien del statu quo , p or c � � p osici ones problemas a que en la actualidad se enfrenta la humanidad, derivados no
tre dic ho el ord en exi stente , da ant o co n Sid era n que es 1 d e la amenaza de guerra nuclear, sino igualmente del hambre, de la mise­
con llevaría . dos ! os costes q uenoe1 lo del subdesarrollo, de la opresión y de la degradación del medio humano.
P ara la coni en te Inter. '•
. .n
tam bie la ausencia de un med . eia' 1 a paz no es sólo la au sencia de
Sist
l ' 1 blemas todos ellos que reclaman respuestas y soluciones urgentes, que difí-
ma de amenazas, es dec uerra , sin o
men tas e institucio nes
de gu err a . Al ir , 1 a ausen ?Ia de ins 1
lmente van a venir a corto plazo de los actuales gobernantes. De ahí el senti-
ríti co y alternativo con que la investigación para la paz enfrenta el proble­
esta corriente lleg . gu nos � tru ­
viol enci a orgaru· zaadna mcl uso a plantearse l adenolos autores q ue se Inscriben en l l l l de la paz.
.
a mvel inte�� o Y a niv ció n de p az co aus en ·
ces ari o p arti r del an álisi
s del
·
el int ernacio nal , como ci a de
n SI' der�nd o ne­
Es claro, por lo tanto, que no se pueden integrar dentro de la investigación
con � cto en gen eraL D
tra l a gran mayoría d entr
m os la investigació n : l�s aport aci �nes qu e se englo banoe e esta cornen te. en - � p ¡ra la paz propiamente dicha, a pesar de que algunos autores así lo hacen,
1 · estudios que hemos encuadrado en la investigación sobre el conflicto y la
Fin almen. te, esta. laocor re el conflicto . lo que denomma- uerra, ya que los planteamientos de éstos van por otros derroteros.
1 a aus en rien . . .
cia de tod o . o de . te maxi m ahsta o crítica ara l a q ue Como ya se ha apuntado, lo que está implícito, en última instancia, en la
V nci a, sea real virtu �t _
inclui da por sup t�T
reestr uctu rad a coues / g�errIOle a. �sta n oci ón de op az
la paz es
dire�ta o �_n directa,
nvestigación para la paz frente a las concepciones anteriores es la búsqueda
firmación de un nuevo paradigma, con todo lo que ello supone. Se rechaza,
. exi � p r no ajustado a la realidad de los problemas del· mundo, por conservador,
el plano intern o enintel m .e con cihar l os intereses a todg o e a � OCi edad sea
la noción negativa de ernacwn al. En esta corriente alg uno ;�os mveles� sobre 1 bre moralmente y suicida, el clásico paradigma del Estado y del poder y se
pues, amplísimo ' cub . p az l a n oció n p osit iva de paz . Su o :. aut ores añaden a t firma la necesidad de adoptar un nuevo paradigma, más comprensivo, más
. estnen do también los ca r al, capaz de permitir un análisis de la realidad que ofrezca verdaderas solu­
Jeto de est udio es
de la u r
ra dic � ; �: {¡ � mv� g aci
í ' � ue em os ap el coón� so bre :h�� �
. .os
P��� del
t , i en con esedio
est u de las causa�
pl ant eamient o
ciones a los graves problemas de nuestro tiempo. El hombre, sus necesidades
L a invest'Igacwn . p unt ado . derechos, la humanidad, la sociedad mundial, se transforman en centros de
en est e aparta do, se co ara la p az en sentid . o estr atención de la teoría y en puntos de referencia para la investigación. De ahí
ict o, qu
de señ alar al referirno rre1 sp on d: con la �orriente maxi me es la q ue est udi. am os l sentido antropocéntrico, humanista y total que caracteriza a la investiga­
ra la p az en sentid o s a/s corn entes existen tes den tro dealist 1
�· qu � ac<,l bamos ción para la paz.
1
se produ ce a lo 1 am P Io. Es la corriente que nac a m vestJgación p a- A un nivel más concreto, CURLE considera que, aunque la distinción entre
e d a
la gu erra Y el con ���� t décad a de los ses enta fre:te ;� ón c�ítica que
de l acci los estudios sobre el conflicto y la guerra y la investigación para la paz no es
o re� IZados hasta ent
min os gen erales o nces t ue la cos est ud ws sobre siempre fácilmente precisable y sus relaciones no pueden ignorarse, esta dis-
ús q� e�a�e un n uevoeriza en tér- 1 inción es, sin embargo, real. Mientras los estudios sobre la guerra se ocupan
fren te al pará.di���� t� o nal a TR
OM P , es l a b
ar act
e sta do dominad or has ta ent onces de p aradigma de examinar cómo se produce, cómo se desarrolla y cómo acaba la guerra, así
los est udio s en como su impacto económico y social, y los estudios sobre el conflicto ponen
. ?
u atención en la mutua reacción de los pueblos y grupos en situaciones de con­
Es� �
�e Researc h : Paci fica tion r
o Rev ol u tJon
d . ) , op. cit. ,
p. 1 76- 1 96) .
. No tes on
an Intra-f> e
ace -Re sea reh
ContlJ.ct», en G. p
flicto y en su solución, fijándose en general sólo en la primera fase de la reali­
IDE, AbsJorn, «Mé
Revue lntern th o d es et pro blem AR- zaciqn de la paz, es decir, en la negociación, por el contrario la investigación
�g ;: �� � �� � � ; t�J. :�.f
ationa/ des S es d e la rec he
e e c e le
UNN, Dav1d 1 « P
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uRLE : Ad am , « P c i es, �ol. 26 ( 1 9 74) i cho ix d es valeur
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, ol. 30 ( 1 9 76) p 8
,

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' n iona/ Relations L �n
a Rese a >> n
rch , e T. TAYL OR airs v 7 TROMP, Hylke, <<Changing Perspectives in Peace Research : A New Paradigm? Traditional

and Conflict Studies 1980, pp. XV -XXIX; ed. castellana en A nuario de Estudios sobre Paz y Con­
, dr s ueva Yor k , 1 9 (ed • Approa hes , . and Radical Viewpoints in the Study on lnternational Relations>>, UNESCO Yearbook on Peace
78. p . 269-27 c
: and Theor
;
flictos UNESCO, p. 2 1 -3 7 .
] y in Inte -
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ct. _ t
q ue e n g n e r a a' mv' est1
e es

a, buscar las causas de l on l ctos, L J' e �c. « n o l o


ción , i n d i t a b l ece · s a d i ,S J i r r 1 1 1
. ens . . cando gac' n para la pa·z 1 1 l l ' l ' i • N i l( ) IU• 1 '• �

·i 1 1 ·s a n cr i o r c en 1 rn
.
dlm .
wn negativ .
UII;J l.n.· ·rn t
al alcance y caracterí t i c a s genera ­
lu inv • ' 1 i
· I I Nid
Y el medio de superarl a, sino
tam , una �i�ens�wn � ? e la VI O l e nci a d i r e · t a
.
i
ue to d e manifiesto la diferenciación
las estructuras sociales en las que bién
l• u n 1 a r a la paz h a n 1
a
_ P OSit � va, trat ar de d e fi n i r est udio de las causas de la guerra y la investigación
cir, q ue aseguren una j usti cia soc�:It,e Ya�::;;:: �oda VIO ) e�cla estruc � ural, es de­
1 • ·sf a c o r r i n te f r en t e a l
l r l o n fl i c t o . De esas consideraciones se deduce igualmente que tampoco
e des cub nr los medws de reali-
.
zar esas estructuras . Es por ello por 1o identi ficar la investigación para la paz con la polemología.
·
. · ero d e mvestlgacwncs
para la paz desbordan ampll'ament e, que un gra n n um .
por a ext polemología, como señalan BoUTHOUL y CARRERE, dos de los autores
a

gacwnes sobre los conflictos l· nterna . 1


· 1 ens 1ón de su o b'jeto , las mvesti - ·

m á han hecho por su desarrollo, si bien tiene como finalidad la paz, su


De ahl. , en sum a, el carácter eminecw na es» 9 .
. r . . . 1 u nt de aplicación es la guerra o más ampliamente el conflicto armado vio-
nar que , como hemos señalado tien nte 1 .
m en te mte
_ _ ? ISCi phn ar o tra nsd isci pli- 1 ·nl . La polemología se presenta como el estudio científico de la guerra, de
ésta abarca hoy mu cho s de los c� m os e � � � ves t � gac wn p�ra 1 � paz . De hec ho, l 1 paz y de los conflictos, pero carece de cualquier afán normativo y se abstie­
cio P
nal es, como , entre otr as , las re1 acw . nes . e stu dw � e las Ciencias soc iale s tradi- J de tomar partido y de emitir juicios de valor Frente a estas característi­ 14 •
.
cw nal, , la ciencia política•' la soc¡' olog1. mt ern acw nal es, de derecho mt . erna- 1

¡
' 1 d e la polemología, la investigación para la paz se ocupa de todo tipo de
. a, a ant rop olo gía , a ¡
nom la, la hist oria adema's de que nr. 1 P SI CO Ogla, la - · ·

· n flictos y violencias, desbordando totalmente el campo de estudio de la po­


cas Y nat ura les, en los camposretec
,

de 1 as a�?rt acw · n�s de las Cie. ncias eco físi-
.
I m ol ogía, además de hacerlo, y esta característica es definitiva, desde una pers-
ello enr iqu ecid o con el valor de 1anol ógico , nuhtar, agncola, etc ., pero tod
.
b usq ueda de la paz . o 1 c t iva de compromiso y con su afán claramente normativo y orientado hacia
L a mvestlga . ..
·
, l u acción. Salvadas estas notables diferencias, no hay duda, sin embargo de
cwn para la paz, con la P er spectJv . a cnt . . l que
racteriza, constituye , de esta form a, lca Y radica 1 u e sus puntos de contacto son numerosos. El propio BOUTHOUL, a pesar de
.
cllm ent e determinables , pero con un un cam po de est ud'10 de d'1me nsw . nesla ca- s u declarada prevención hacia la investigación para la paz, señala que ésta «es
. . difí-
de la paz en la sociedad humana ?;;propos1to 1 alguna manera la otra cara de la polemología» 1 5 •
claro, como es la realización
que cim ien to, pue s, de acuerdo e�� �n Obj�to de est��io en continuo enri­
.
La cuestión de la relación entre la investigación para la paz y las relaciones
E _
fin ien do Y ampliando constantement 1 , «la mvestigacwn para la paz, rede­ internacionales, como teoría y como disciplina científica, presenta, frente al
va Y din ám ica , se ha expandido has e e concepto de paz de una forma creati­ aso de la polemología, mayores problemas. Ya hemos visto la íntima, depen­
mado Y la resolución del con flicto 1t a comprender el est udi o del conflicto ar­ diente y directa relación del estudio de las causas de la guerra con las relacio­
� a ��rrera de arm am ent os
sub des arr ollo Y el desarrollo la pnv Y el des arm e, el nes internacionales. Algo parecido cabría decir de la investigación sobre el con­
Cla social, la violencia represiva Y la acw n h .um
· . •
ana y Ja rea1 lzacw· n de la jus ti- · ·

flicto en su dimensión internacional, si bien en este caso, como es evidente,


.
m� na en sus objetivos, científica enaf r :���o :de los der�c.hos hu manos. H u­ nos encontramos ante un tipo de investigación que tiene una dimensión no in­
la mvestigación para la paz se ha dis s� d , Y �ragmatJca en su esfuerzo, ternacional, que desborda materialmente el campo tradicional de las relacio­
neutrales en la cien cia social Rea1 me oci ado a SI mis ma de los planteamientos nes internacionales y se plantea con carácter interdisciplinario.
·

SI todo lo concerniente a la cond':cw nte


. ,n h , h a
·
tom ado un mt eres agresivo en ca- · · .

umana y su mej ora . La mv · estl. gación


·

par a la paz es, así , internacional or 1 1 SENGHAAS, Dieter, A bschreckung und Frieden, Frankfort, 1969; Kritische Friedenjorschung,
P nat ur ale
orientada hac ia la acción en su ms . pir. acw . , n» za, glo bal por su perspectiva Y Frankfort, 197 1 ; Rustung und Militarismus, Frankfort, 1972; ed. castellana: A rmamento y mili­
De ntro de esta corriente se pueden señ JO .
tarismo, México, 1974 .
. llm_ ent ala r dos grandes !me . as, 1 2 KRJPPENDORFF, Ekkehart, «The S tate as a Focus of Peace Research», en G. PARDESI (ed.),
fac no siempre
¡
e determ ina ble s deb 'do a que e1 pla '
· . dor op. cit., p. 156-175; <<Peace Research and Industrial Revolutiom> , Journal oj Peace Research, vol.
no Siem · pre está claramente establ ' 1
nte am len to de os mvestJga es
·

10 (1973), p. 185-201; <<Minorities, Yiolence and Peace Research», Journal oj Peace Research, vol.
1 6 (1979), p. 27-40; y , en un plano general, lnternationale System als Geschichte, Einfuhrung in
damentalmente hum ani sta cuyos rep ec1 d o en este pun to Un a, de msp · 1rac
: · wn
. .
fun - die Jnternationalen Beziehungen, Frankfort, 1975; ed. castellana: El sistema internacional como
tre otros, GAL TUNG Y CU � LE Y otr resen_tant�s ll_l �S característicos son , en- historia. Introducción a las relaciones internacionales, México, 1 985; e lnternationale Beziehun­
, a, de ms p�r acw n ma rxis ta, con pla
ntea- gen als Wissenschaft, Frankfort, 1977; ed. castellana: Las relaciones internacianales como cien­
cia. Introducción, México, 1985.
1 3 DENCIK, Lars, <<Peace Research: Pacification or Revolution?», op. cit., p. 176-196.
! �URLE, Adam, «Peace St dies>>, op. cit., p. 6 BouTHOUL, Gaston y CARRERE, René, op. cit., p. 54 y 55 (cit. por la ed. castellana). Vid.
14
_
RAIL LAR D, Ph iirppe � Y 7. también: BOUTHOUL, Gaston, Traité de Polémologie. Sociologie des guerres, París, 1970, donde
TH E , Marek, «The Scope � �� . /O mternationales, París , 1 977, p. 1 34. señala que <da polemología comporta el estudio objetivo del fenómeno paz, dicho de otra forma,
una ireneologfa científica distinta del pacifismo y de la búsqueda y defensa de la paz» (ibidem,
Theories d s elat . ns .
J
and Conflict Studies 1981 p. 4;
O and p � Research» , UNESCO Yearbook o n Peace
, ed. castell��� :� �:::��� de
E

CO, 1 ' p. 38-5 3. El mis mo artí EstudiOs sobre Paz Y Conf


. p . 535); ed. castellana: Tratado de polemolog(a (Sociologfa de las guerras), Madrid, 1 984. En Es­
oj Peace Proposals (vol. 1 4
culo con 1' paña, vid.: GARCiA, Prudencia, Ejército: presente y futuro, 1 , Ejército, polemologfa y paz inter­
(1983) , p. 2����8�.anaciOnes está también publicado en el Bulle/in
. lictos UNES­
nacional, Madrid, 1975.
1 5 BouTHOUL, Gaston, Traité de polemologie, op. cit., p. 3.
1 1 1 1 · ,1 1 1 ' 1 1 r ! 1\ 1 · 1 •,

! : 1 1 ·1 'll�t l t i · la Í I I V \.! � 1 Íg l l ' Í 1 1 1 p! l l 1 1 la 1 )1 1 / ha l ¡ I I C de ' Í I , ' 1 1 i ) I' Í I I l' i ¡ l l ( ) , , 1 1 • • I I V� . 1 't l l l p¡ ,, l t ' l i o 1 id • t i o 1 1 1 S · ¡ ·, u n t la ( : u · 1 1 a M U l l d ia l . ·1 d es u n o l i o dd : 1 1

pes a r d e q ue é s l a d e ·b r d a e l obj c L o 1 r a d i c i na l d · c. 1 u d i o (1 · lns r · I n · i o u n l r1 s ' O I ISCC t l · 1 1 · i a s d · ·u u l i l i l.a i ó n , u n i d o a l hecho de q u e el de-


' ' r lli o 1 0 ;1 u l t ro n zu a n 1 n aza
¡ 1 1 1 l l l l l' k f l r
internacionales y de que su de arro l l o se ha rea l i zado en general upcrando t · l n u n a cat ásL rofe ecológi ca y que e p l a n L ean
e

paradigma clásico de las relaciones internacionales y l a problem á l ica pr p i a ' 1 1 L · r m i u s a · u · i a n t c , paralela m n te a l


proceso de descolo nizació n, proble-
mente internacional, que se encuentra en una íntima re l ac i ó n con la r e l a ci1, mo el subde a o l l o, el hambre y la miseria
rr de una parte importante
1 , l a h umanidad, ejercerán un podero so influjo
cionando a los es­
11¡
nes internacionales en cuanto ciencia, facilitando en gran medida la supera , propor
ción de la concepción estatocéntrica, dominante hasta fecha reciente, y abricnch , l \ 1 li sobre la paz una nueva dimens ión. Ademá s, el increm ento de la con­
nuevas perspectivas en el análisis de los problemas internacionales. l l i L ividad a t odos los niveles de la vida social aumen tará la necesid ad de su
La solución a esta cuestión depende, en consecuencia, en última instancia . sL udio en orden a buscar soluciones a un mundo cada vez más amena zado.
de la concepción general que se adopte de las relaciones internacionales. Si és N en balde lo que está en j uego es la propia supervi
vencia de la vida sobre el
ta es estatocéntrica, y se basa en la noción de poder, la relación es mínima, planeta. , .
por no decir inexistente, pues, como hemos apuntado, la investigación para El hecho de que en esos momentos las ciencias sociales se orientasen hacia
• 1 behavio rismo, con lo que suponía de ruptura con
la paz tiene como objeto de estudio el conflicto y la violencia en general, como los enfoque s anter' i ores,
.
paradigma al hombre y a la humanidad y como fin la realización de la justicia investig adores se dirija hacia la resoluc ión
l'ucilitará el que la atenció n de los
social, de la paz mundial:desbordando absolutamente en este caso a las rela­ 1 tos conflic tos y el estudio de la paz d � sde perspec tivas más riguros as Y cien-
ciones internacionales, entendidas en su concepción tradicional l 6 . Si, por el t í ficas .
·

contrario, como empieza a suceder en la actualidad, se va imponiendo una con­ Estos estudios, sin embargo, se orientarán fundamentalmente hacia una no­
cepción trasnacional y antropocéntrica , superadora del paradigma del Estado ción de paz en cuanto ausencia de violencia provocada por la guerra y los con­­
Y del poder, la investigación para la paz coincide en gran medida con las rela­ f'lictos manifiestos. La paz es percibida como la ausencia de muerte y destruc
ciones internacionales, complementándose mutuamente e, incluso, se podría ·ión. Las primeras investigaciones sobre la paz se centran , sobre todo, en la
decir, en nuestra opinión, que constituyen la misma ciencia, pues en ambos uerra, la carrera armamentista, el desarme y los determinantes de la paz en
1 sentido apuntad o. La idea domina nte en estas aportac
casos el objeto de atención es la sociedad mundial y, en definitiva, el hombre iones, aunque no siem­
Y la humanidad y el objetivo la realización de la paz a todos los niveles y glo­ pre aparezc a de forma manifie sta, es evitar la guerra y el conflicto manifiesto
balmente. Esta aproximación y complementaried ad, cuando no identificación, y manten er el sistema , sin plantea rse el cambio del
mismo, por lo que su con­
se ha hecho patente sobre todo a raíz de la reacción postbehaviorista y su bús­ servadurismo es evidente.
q �eda de acción y relevancia. En todo caso y con independencia de la concep­ De esta forma, como hemos visto al estudiar las concepciones «científicas»,
. que se adopte, la investigación para la paz tiene
cion mucho que aportar a las en los años cincuenta y sesenta , en especial en los Estado s Unidos , se desarro­
relaciones internacionales 1 7 • llarán espectacularmente los estudios sobre la paz y el conflicto, en el sentido
Como ya hemos señalado, la investigación para la paz encuentra sus oríge­ y con el alcance mencio nados.
nes más inmediatos en el período entre las dos guerras mundiales. Si, por un Sin embarg o, el sentido crítico e innovador que, a partir de esos mismo s
lado, los horrores de la Primera Guerra Mundial provocaron una moviliza­ años sesenta , empezará a caracte rizar a la investig ación para la paz apar ece
.
ción de la opinión pública a favor de la paz, dando lugar a importantes movi­ ya con anterioridad en la obra del norteamericano LENTZ, Towards a SCI.en ­
mientos, por otro, como hemos visto, en ese período se empiezan a producir ce oj Peace, publica da en 1 955 , pionera de esta corrien te
18 y llamada a eJer­
significativas aportaciones en el estudio de las causas de la guerra. De esta for­ cer un significativo influjo en el replant eamien to de los estudio s sobre la paz.
ma, la investigación para la paz, en sus primeros atisbos, encontrará en el es­ La labor de LENTZ se inicia en 1 945, cuando funda el Peace Research ciencia Labo­
tudio de la guerra las bases de partida hacia desarrollos más ambiciosos y mili- ratory de SL Louis, continuando hasta su muerte en 1976. La
idea de una
de la paz la desarro lló este autor en base a dos aporta ciones anteriores: una
1 6 Par� esta cuestión, vid . : TROMP, Hylke, «Changing Perspectives in Peace Research ciencia del carácter, que empieza a elaborar en 1929, y una ciencia de la demo­
Parad1gm »: op: cll., p. XV-XXIX ; y ROLING, Bert, <<investigación para la paz» , en J. ROTBLAT
·
: A New
cracia, que desarrolla en 1943. Su ciencia de la paz se comple mentar á, a partir
de 1 967, con una ciencia de la ética.
(ed .), Los ctentiftcos, la carrera armamentista y el desarme UNESCO París/Barcelona 1 984 • • • •

1 7 Para la consider ción de la rela ión e ntre la investigación para la paz y las
p. 273 y 274.
� � _ . relaciones inter­
nacw�ales, como te�ma Y diSCiplina aenllfica, y el campo dé estudio propio de la primera, vid. 18 LENTZ, Theodore F., To wards a Science of Peace: Turning Point in Human Destiny, Lon­
hoy
tamb1en: EmE, AbSJOrn, <<Global or Parochial Perspectives in lnternational Studies and Peace dres/Nuev a York, 1955. En esta obra, además de apuntar la naturaleza Y alcance de lo que
Research>>, Journal of Peace Research, vol . 1 2 ( 1 975), p. 79-86; CHATFIELD, Charles <<lnternatio­ denominam os la investigaci ón para la paz, advierte que la humanidad se verá abocada inevitable­
para
nal Peace Research : The F1eld Defmed by Disseminatiom> , Journal of Peace Research, vol. 1 6 mente a otra guerra mundial, a una guerra nuclear, a no ser que se haga un gran esfuerzo I s
( 1 �79); Y L Eu , �ans Joach1m, <<La investigación d e l a paz y s u posible contribución a l a formula­
de ?
poner en marcha un movimient o por la paz, que realice un amplio programa de estud1 � n
causas de la guerra y de los caminos haciá la paz, dé a conocer los resultados de su mvesugacw
y asegure su aplicació n.
cwn de una leona de las relaciones internacionales>>, en Pensamiento jurfdico y sociedad interna­
ctonal. Estudtos en honor del profesor D. A n tonio Truyol Serra, vol . 1 1 , Madrid, 1 986, p. 677-687.
1 ' 1 1 � 1 1 1 1 1 1 1 1( 1 \ \ 1 1 1 ' · ' 1 1 ' 1 1 11 \
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' J '( ) I I I a d a s ' O I I j l l l l l i l l l l l! l l l 0 · ¡ l: d n q ue , :1 l L·�:u del d t:Sf i i i' O I I o t i · l a i uv ·s1 i •a ·ión p : u ;1
E N' l ' , la cien ia le 1 q u · ·s 1 1 · · ·sa r i o p a r i l 1 1 1 1 · · · 1
b i e s , c o n t it u yen , según p 1 n o l i t 1 s i 1 { c.! · ul i l id�1 1 , p u · l a may r p a r l e del l ra baj o ha i cl o
, ¡; , ··� 1
feliz al hombre, ciencia crít ica y global , en línea, com v eremos, 011 l¡¡¡, a p o 1 · 1 1s ·rvador, e pli a n d e t e hecho, e n parte, p o r lo con di c i o n a m ie n t o
taciones más recientes y ambiciosas en el campo de la invest i gac ió n para la n q u e e de arrolla la investigación 22 .
paz 1 9. En este sentido, afirmará este autor que «cualquier con t r i b u ión a u n a 'in m ba r , rá el inicio de la publicación, en 1 964, por el lnternationa/
J •co
ciencia de la paz es una contribución a una ciencia de la felicidad h u m a n a . Re arch Jnstitute de Oslo (PRIO), bajo la dirección de GALTUNG, del
La verdadera alternativa a la guerra y a la extinción no es la supervivencia e n ,/011rnal of Peace Research, lo que constituirá sin duda uno de los puntos de
un statu quo limitadamente moderado. La verdadera alternativa es la vida c011 t dl xión más significativos en ese cambio de orientación . La primera línea que
un más alto standard» 20 . 1 pnrece en esa revista, bajo la forma de una pregunta, «¿Qué es la investiga­
Es, con todo, en los años sesenta cuando se inicia de forma generalizad:1 •
n para la paz?», nos indica ya el deseo de replantear los estudios anterio-
un proceso de crítica de los postulados en los que hasta esos momentos se ha­ 1 , · GALTUNG, en el «Editorial» de ese primer número, señalará la existen­
2J .

· l a de dos clases de paz: la paz negativa o ausencia de violencia y guerra, y


bía movido lo que se llamaba la investigación sobre la paz y el conflicto, que,
l r t 1 az positiva o integración de la sociedad humana . Distinción, añade, que
superando la perspectiva tradicional, dará lugar a lo que hoy, en sentido pro­
pio, se conoce como investigación para la paz. 1 quiere dos tipos de investigación para la paz. En este sentido dice: «No con­
Desde la perspectiva concreta de la investigación para la paz la principal , bimos la investigación para la paz en cuanto concierne sólo al conflicto in­
! •rnacional . Hay muchas fronteras separando a la humanidad, creando distin-
crítica que se hace a los estudios anteriores es que eran oficialistas y conserva­
1 s grados de integración y complacencia en el uso de la violencia. Sólo algu­
dores, ignorando la realidad del conflicto y de la violencia en la sociedad, por
cuanto sólo tomaban en consideración las manifestaciones más espectacu­ nas de estas fronteras son fronteras nacionales. Usar el fenómeno transitorio
lares, y buscando exclusivamente el mantenimiento del orden establecido, con · nacido como Estado-nación como el único criterio para definir una discipli­
lo que desaparecía el objetivo de la realización de la paz. Se señala, en conse­ na de investigación es al mismo tiempo etnocéntrica y estratégicamente mio­
JI » 24 . Este autor, además de plantear la superación del paradigma del Esta-
cuencia, la necesidad de romper con los planteamientos ahistóricos y asocioló­
gicos de la ciencia social, que facilita la manipulación de la investigación por 1 está anunciando ya una idea que desarrollará pocq después y que será uno
'

la clase política y que se orienta al mantenimiento del orden existente y a evitar 1 los núcleos centrales de la investigación para la paz; que las nociones de
1 az y violencia deben encuadrarse en' el amplio marco del proceso socio-
cualquier cambio en las estructuras sociales, políticas y económicas, internas
e internacionales . Se rechaza, por imposible, la pretensión de hacer una cien­ conómico y que la violencia es la manifestación de tensiones y desequilibrios
cia neutral, desligada del mundo de los valores. Se afirma que la investigación sociales y económicos. Aparece, así, en primer plano, la noción de violencia
para la paz debe centrarse, además de en la violencia física y manifiesta, en tructural, que pasará a desempeñar un papel clave en la mayoría de los aná­
la violencia social y económica implícita en las relaciones sociales. Como esta­ lisis de la investigación para la paz 25 .
blecerá posteriormente THEE, la investigación para la paz se hará consci�nte También en 1 964, se constituye en Londres la International Peace Research
del hecho de que la vida humana es destruida en mucho mayor escala por la Association (IPRA), que se transformará en uno de los principales foros de
pobreza, el hambre, la enfermedad y las privaciones socio-económicas, que por la investigación para la paz 26 . Poco después, en 1 966, se funda el Stockholm
el uso de las armas 21 . Ello, sin embargo, no impedirá que la guerra, la ame­ lnternational Peace Research Institute (SIPRI), que iniciará una importante
naza de guerra nuclear y la carrera de armamentos continúen siendo proble­
mas igualmente centrales de la investigación para la paz . En definitiva, los nue­ 22 H AYDEN, T., <<Peace Research USA>> en Our Generation A gaints Nuclear War, suplemen-

vos planteamientos buscarán la realización real y plena de la paz, no una paci­ 10 especial de Peace Research, vol. 3 ( 1 963) , p. 55-6 1 . En igual línea se pronuncia M. ÜPPENHEI·
ficación, al estilo de una Pax romana, una Pax americana o una Pax soviética, MER (<<Peace Research: A Criticism>>, A merican Behavíoural Scientisl, 1 963).
23 Para una consideración de las aportaciones realizadas en el Journal of Peace Research, así
que es lo que en gran medida ,hacen los planteamientos anteriores. como para ver la evolución temática que experimenta la investigación para la paz, du,rante los

Learnt about Peace? » , Journal of Peace Research, vol . 1 8 ( 1 98 1 ) , p. 1 1 1 - 1 48 . 1


Estas posiciones críticas dan lugar a un período de introversión , autocríti­ primeros catorce años de la revista, vid . : WIBERG, Hakan, <d . P . R . 1 964- 1 980. What Have we
ca y autoanálisis , cuyo resultado será la reorientación de la investigación para 24 G ALTU NG ' Johan <<Editorial>>, Journal oj Peace Research, 1 964, n . 0 1 , p. 2 .
la paz en ciertos sectores de los Estados Unidos, pero sobre todo en la Europa �
25 Para este nuevo lanteamiento en torno al carácter central de la noción de violencia, vid . :

occidental. A A . VV . , L a violencia y sus causas, U NESCO, París, 1 98 1 . Con todo, l a noción de violencia es­
t ructural ha sido objeto de importantes críticas por lo que supone de elemento s1mphf1cador, en
cuanto noción metafórica, del análisis que se realiza de la realidad en base a la m1sma. En este
1 9 Para una consideración más amplia de la aportación de LENTZ, vid. sentido, vid . : BouLDING , Kenneth E . , <<Twelwe Friendly Quarrels with Johan Galtung>> : Journal
: ECKHARDT
<<Theodore Lentz on Peace Research : Scientific Discipline or Scientific Revolution , William, of Peace Research, vol. 1 4 ( 1 977), p. 83-85; y PoNTARA, Giuliano, <<The Concept of Vwlence>>,
» , Peace Re­ Journal of Peace Research, vol . 1 5 ( 1 978), p. 1 9-32. . . .
search, vol . 17 ( 1 985), p. 1 - 1 1 .
20 LENTZ, Theodore F . , To wards a Science of Peace, op. ci1 . , p . 4 y 5 . 26 La fnlernalional Peace Research A ssociation pondrá en marcha una rev1sta, lnterna1Ional
Peace Research Newslel1er, dirigida a mantener el contacto entre todos los grupos Y personas de­
2 1 T HEE, Marek, <<The Scope and Priorities . . . » , op. cil., p . 4 .
d icados a la investigación para la paz.
\ '" 1 / / 1 1< 1 0 1 t l l < < 1 < 1 1 1 \ 1 \ ' , J; J 1 \ < 1 " 1 1 1 '¡ 1 1 1 1 1 i i l l t \ 1 / 1 1 N ¡\ I I ; , 1 \ ' • H l l \< 1 � > 1 1 1 ' . i f l / 1 l� l l i\ 1 1 " 1 1 ¡\ J I · , i " � ' " 1 1 < 1 1� 1 ¡\ \ l l l ' , c l l ' l l l l t\ 1· 1 ' 1

l ; ¡ l ¡o r ' J I e l ·;¡ ¡ ¡ q JO d '


Í I I V 'HI Í g;¡t· i (, ¡ ¡ I W I : 1 I n p;¡ Y,, N O I J I" c l ¡ ¡t J o 1:1 1 ,� 1 1 d i l i l l' I I ,'.H'I I I n t.: r J L'I i l d , • I ( J J cí t l i Y.a lo e l · ¡ t l r o d · l a i n v ·s l ig; t·
'

l ac 1 u a l y e l es T í pt í v a p: t r H l¡1 p : t 'l 1 1 1 )H V n l / 1 0 � 11 < Jc· u p r t r .J i l :t dct t t. i t lr t n ll .: n l en a l g u n o le 1 a u t o­


111 I ' Il n1 t l•·11 ¡ , .1 1 1 ' 1 1 1 1 1 1 i t ki l 1 t H l ,

fu n l a i T l C I I t ;. t l p a r a c l a n ú l i � í s 1 có r i · . .- n ..� o · a 1 1 � 1 1 ; 1 -r • )11
¡ -. 1 1 1 á r 1 r · ' J t t a l i v . el · U l e r r .i c n t c , e m peza n d o por GALTU N G .
,

rán igualmen t e numeros os instituto y c e n t ro d e in ve · t i gación para In p n Y. y


A N , e n 1 964, señala l a exi stencia d e dos
_
sobre �1 confl1cto . Todo ello es sintomát ico de los nuevo · a i re q u e c o rr e n . Ya h ·mo cómo
i nd i a d
-:- � �
La 1dea d e G LTUN será re omada e n 1 968 por SCH M I D , que, d e pués (k l e paz ,la nega t i v a o ausencia de violencia y la positiva o integración
_
senalar que la onentacw _
n antenor era equivocada, propond rá u n a a l t e rn a t ¡ la s c i ed a d humana, que requieren dos tipos de investigación. Sin embar­
va. En su opinión; la investigac ión para la paz «debería formular sus proble es e n su estudio « V iolence, Peace and Peace Research» donde perfila su
mas, n ? en tér � nos significati vos para las institucion es internacio nales y su · t • r í a 3 2 , que alcanzará en una primera etapa su máxima expresión en su tra­
pr� n �cwnales , smo en términos significativ os para los grupos y naciones rc­ baj «A Structural Theory of Imperialism» 33.
pnmJdos Y explotado s . Debería explicar no cómo se controlan los conflictos A esta posición llega GALTUNG después de un período de doce años, que
manifiesto s, sino cómo se manifiesta n los conflictos latentes. Debería explicar s · inicia en 1 959 con la fundación en Oslo del International Peace Research
lll titute y termina provisionalmente con la autocrítica de sus primeros plan­
t �amientos, realizada en el coloquio polemológico celebrado en Lovaina, en
no cómo se produce la integració n, sino cómo se polarizan los conflictos eu
un grado tal que el sistema internacional actual está seriamente amenazad o» 27.
Desde esta pe :spectiva, p�ra SCH M I D , la investigac ión para la paz hasta ese rn a rzo de 1 97 1 . A lo largo de este tiempo y posteriormente, GAL TUNG se ha
cupado de muchos aspectos conexos, que han contribuido a perfilar y com-
1 tetar su concepción 34.
momento ha s1do una ideología que se correspon de con los intereses de las cla­
ses dirigentes de las naciones capitalista s más desarrolla das . En consecuen cia,
propone que la investigac ión para la paz se oriente hacia la liberación y la re­ Lo que caracteriza la aportación de GALTUNG es una continuada éxpan­
volución 28 • sión temática en su búsqueda de realización plena del hombre y la transdiscipliná­
Las propuesta s que hemos visto, unidas a las de otros investigad ores co­ riedad de su enfoque, dentro de una dimensión sociológica dominante. En su
mo DENCI K 29, reorienta rán la investiga ción para la paz hacia el estudio de la amplio quehacer intelectual se ha ocupado de la teoría del conflicto, de la vio­
violencia en general, de la discrimin ación racial, de la pobreza, del imperiali s­ lencia estructural, del desarme, de la teoría del desarrollo, del imperialismo,
mo y del subdesar rollo, además de continua r investiga ndo la guerra y el con­ l e ! concepto de entropía, de la metodología en el campo de las ciencias socia­
flicto 30- Al misr�lO tiempo, j unto al planteamiento revolucionario de una parte les, de la educación, de las alternativas de defensa y de la seguridad europea,
_
de la mve s� JgaclOn,
_ _ se desarrollará una línea humanist a, no violenta, pero igual­ l e la Comunidad Europea, de las concepciones sobre el orden mundial y de
_
mente cnt1ca del actual orden interno e internaci onal. un sinfín de temas conexos con su concepción de la paz. El objetivo final que
BULL � eñala, respecto de estos nuevos planteam ientos, que suponen i nspira sus trabajos es la realización y satisfacción de las necesidades huma­
una
vuelta hac1a los puntos de vista de los idealistas de la década de los veinte , da­ nas, la seguridad, el bienestar, la libertad y la identidad de cada ser humano,
das sus aspiracio nes y su deseo de subordin ar la investiga ción a la ejecución como base para el desarrollo pleno de los hombres . De ahí la íntima relación
_
de fmes prá:ticos, si bien la diferencia reside en que mientras los idealistas po­ que establece entre la investigación, la educación y la acción por la paz 3 5 .
nen su conf1anza en la regenera ción moral, los últimos se sienten inclinado s
a creer también en la investiga ción científica 31 • GO ViCUÑA (ed.), Los estudios internacionales l!n A mérica Latina. Realizaciones y desaj(os, San­
tiago de Chile, 1 980, p. 36 .
32 GALTUNG, Johan, «Violence, Peace and Peace Research>>, Journal of Peace Research, vol .
27 SCH M 1 D , Herman, <<Peace Research and Politics», Journal oj Peace Research 1 968 n . 3 o
6 ( 1 969), p. 1 67- 1 9 1 ; ed. castellana en Sobre la paz, Barcelona, 1 98 5 , p. 27-72. Todas las citas
28 SCHM I D , Herman, «Peace Research as a Technology for Pacification», Studies in Progress
. • •
p. 2 1 9 . que se hacen de este trabajo hacen referencia a la versión inglesa citada.
o

'
3 3 GALTUNG, Johan «A Structural Theory of lmperialism>>, Journal of Peace Research, vol .
n . 5 , Hellerup, Dmamarca, 1 970. ·
8 ( 1 97 1 ) , p. 8 1 - 1 1 7 .
29 En 1 970, Lars DENCIK señalará que <da investigación para la paz tiende a convertirs 34 Sobre l a aportación realizada e n general por GALTUNG, vid . : BouLDING, Kenneth E . , <<Twel­
un Instrumen to de las superpote nc1as para minimiza r las fricciones que surgen de e en
su represión so­ ve Friendly Quarrels with Johan Galtung>>, op. cit., p. 75-86; el mismo artículo, que tiene un sen­
br e la mayor parte d � la poblacwn _ mund�al. Es, así, la t ido crítico respecto de algunas de las aportaciones de GALTUNG, está publicado también en Jo­
_ racionalización "científica " de su repre­
swn. · · La mvestJgacwn para la p�z se desarrolla como investigación para la pacificación» han Ga/tung: A Bibliography of his Scholarly and Popular Writings 1951-80, Oslo, 1 980, p. 7-26;
do lo que debe ser es « mvesttgac/On para la revolución>> («Peace Research : Pacificati , cuan­
HoLM , Hans-Henrik, <dohan Galtung and the Science of Human Fulfilment: From Petal-Picking
30 p ara 1a cons1'd eracwn
on or Revo­
«A Letter to Johan Galtung>>, ibidem, p . 5 1 -63; G LED ISTC H , Nils Petter, «The Siructure of Gal­
luuon?», op. clf., p. 1 89 y 1 90) . to Mega Research», en Johan Ga/tung: A Bibliography. . . , op. cit . , p. 27-50; STRZELECK J , Jan,
' . de las aportaciones realizada
la paz, entend1da en senudo ampho, vid. : CooK, Blanche. w . , Bibliography
s en el campo de la investigación para
of Peace Research tungism>>, ibidem, p. 64-8 1 ; y FISAS, Vicenc y GRASA, Rafael, «Prólogo>> a Sobre la paz, que re­
m Htstory, Santa Barbara,. Ca. , 1 969; DEDRING, Juergen, Recent A dvances in Peace and Con­ coge varios estudios de GALTUNG, Barcelona, 1 985, pp. 7-23 . Para la bibliografía de este autor,
fltct Research . A C,nttcal Su vey, Beverly Hills/Lon dres, 1976. Para vid . : Johan Galtung: A Bibliography. . , op. cit.
: la bibliografía existente en
este campo, tamb1en entend1do en sentJdo ampho, v1d . : BouLD1NG , Elise, PASSMORE 35 La mayoría de sus trabajos de menor extensión, realizados hasta 1 980, están recogidos· en
Y GASSLER, Robert S . , Btbl10graphy on World Conflict and Peace, 2. ed . , Boulder,, J. Roben
dres, l 979 ; y ·CARROL L, B. A . , FJNK, C. F . Y M O H R AZ , 1. E. , Peace and War: Co. /Lon­ a
Essays in Peace Research, 5 vals . , Copenhague, 1 97 5 - 1 980, obra imprescindible para el estudio
A Cuide to Biblio­ de su concepción. Además, entre otras obras mayores, también del mismo autor, vid . : Theory

in the Making, Londres, 1 973; ed. castellana: La Comunidad Europea: una superpotencia en marcha,
graphtes, Santa Barbara, Ca. , 1 983. and Methods as Social Research, Oslo/Londres, 1 967; The European Community: A Superpo wer
31 BULL, Hedley, «Las relaciones internacio nales como ocupación académica>>, en F. ÜRRE-
1 1 �H 1 1 1 ' 11< 1 \ \ 1 1 1 ', , 1 1 ' 1 1 1 1 \ 1 ·, 1

' " ' ' 'I.: J IC I(> I 1 d · ; l' l l � � � l t 1 1 1 1 1 1 1 L i · i ú 1 1 d <k •, t · Sr 1 1 ! 1 ( : 1 d i ' I I H > · i 1 t l l l l l l 1 ( ' 1 > 1 1 1 1 1 1 1
' 1 1 1 1 1 , ¡ t'< ' •' · y 1 n'>
1 1

1 r i n c i 1 io e l e l o s ¡ p ! l: o . 1 •,1 tl l t ( ( ) t lo 1 · • l t l l l' 1 , 1 1 1 1 1 1 0 · ¡ 1 1 ) � �(· 11 l l i', l l l l l ' l i l t l


• • · ! o l l l ' l l l 'l ! l ( ' ' , 1 1 1 1 1 l 1 1 1 d
· t e 1 1 1 a , 1 a r l · e l · u n ;_1 n ·i ' ' H 1 1 1 p l ia el · v i o l · n c i u . 1 · 1 1
l, n 1 I I I N� l i 1 1 1 1 l ·� l o� ! 1 1 I P 1 1 1 1 1 p . ! ! 1 . d ti > 1 1 1 1 1
sen t a y 11

este sentido , para este autor, «la v io l e n c i a está p rese n t e c u a n 1 1 · s ·r ·. 1 1 1 1


11 11
u t i ( JI(l¡•ic( )S , l • n ·SI · i 1 1 ' l i i S ( > si l 1 \1 1 ( 1
·
i 1 1 c l i ' P ' l l $ a i J I · ' 1 1 1 1 1 1 'SI I'OS d f n s , desde 1 1 1 1
1 'O t l l i l t'J I I i 1 1 1 0 S l l l id() S '1 a l : 1 1 :\ ( 1 1 1
manos están influenciados d e tal forma que sus realizacione
tales actuales están por debajo d e sus realizaciones pot e n c i a l es » 3 6 . T r a d uci d a
m á t i a s y l r l (' l 1 1 1 1 1 l S · \' l l l � i d '1 a S · 'ó l l l

1 • 1 1 1 1 1 \ u · i sl a 'lllpfri
1> 1 1 1 1 1 ·1
, · 1 1 . r!a u n a b u · n a r az J I a n a c l i d a 1 )! 1 1 1 1
a términos concretos, una relación de influencia supone, por tanto, un i n fl u ' 1 1
ri

llll l 11 " l i ;,1 ·i n · i s l m á l i a de las oncl ic i nes baj las ualcs es1 a i n d i i'i p�· � �

el la v iolencia a la paz, . G A LTU N con i clera q ue , si l a p:n es Li


ciante, u n influenciado y u n modo d e influenciar, e s decir, un sujeto, u n obje d t l l td 1 aparecería » 4 0 .
to y una acción 37 •
• 1 1 • n\: in el v i olen ia, e n t on c e s l a in d a g ac i ó n sobre la paz, y la a c i ó n S 1 1 bs i
' 1 1 1 1 l • , e ha de e t r u ct u ra r del mismo modo que l a i ndagación s b re la v i o -
En base a esta noción, G A LTUNG establece una serie de disti nciones , a l a �.
que atribuye diferente importancia. Distingut; entre violencia física, que e la
que normalmente se toma en consideración, y violencia psicológica, cuya con 1 1 1 •i l . U n a noción amplia de la violencia lleva a una noción amplia de l a p ; t Y. .
1 ¡ 1 t i · n e , en con ecuencia, dos dimensiones: la ausencia de v iolencía p ·rs(J
el violencia estructural y el estado que se deriva de esa aus ncia, ; ¡ l a s
sideración estima absolutamente necesaria; entre la violencia positiva y la n e

r fiere respectivame nte como paz negativa y paz positiva, no en el s c n l i


gativa; entre la que produce daño y la que no lo produce; entre la v i olen·
, ·
¡¡ 1l

1964, sino de acuerdo con el planteamient o rca l i í'. a


cia en la que hay una persona que actúa, que llama personal o directa, y e n
!1 1
1 ¡11 •

al que ya nos hemos referido . Así , entiende por paz ne a l i v a


la que no existe tal persona, que llama estructural o indirecta; entre la violen­ n q u e las concibió en
cia que es intencionada y la que no lo es, y entre la violencia manifiesta y l a ¡1¡ 1
·

1 1 1 u ·encia d e violencia personal y estructural y por paz positiva el el e a rr o l lo


r HMI D,
latente 3 8 .
La distinción más importante, en su opinión, es entre la violencia personal ¡ 1 s n a 1 , la justicia social .

1 1 o l reducción del u s 0 d e l a violencia, sino también u n a cuestión ele « C I ·sa ­


o directa y la violencia estructural o indirecta. Esta última, clave en toda su Para G A LTUNG la paz entendida en este sentido no es sólo cuest ión de co 1 1 ·

¡ 1 1 1 1 vertical>l . L o que significa que « l a teoría d e l a paz está íntimamenl e rc­


concepción, es la que supone una ruptura con el planteamiento tradicional en
torno al fenómeno de la violencia, por cuanto la mayoría de los estudiosos que
se ocupan de la misma suelen centrar su atención exclusivamente en la violen­ l t •i nada no sólo con la teoría del conflicto, sino también con la teoría d ·1
cia personal, ignorando esa otra dimensión que es indisociable. La violencia 1 .,. 1rrollo» 41 • O con otra� palabras : « Los aspectos positivos de l a pa7. n o s
estructural, derivada de la propia estructura del sistema, se basa en la desi­ 1 t 1 1 d uc irán a considerar no �ólo la ausencia de violencia
directa y estruct 11ral,
igual i l a r i a ,
que no 1 i ·-
gualdad del poder y consecuentemente en la desigualdad de oportunidades. En 1 1 t ambién la presencia de t•n tipo de cooperación no-violenta,
última instancia, su fundamento está en la desigualdad en la distribución del 1 1 xplotadora, no represiva, entre unidades, naciones o personas,
poder para decidir sobre el reparto de los recursos. Para este autor, la violen­ 1 1 't l que ser necesariamen te sinu�ares>> 42•
cia estructural se corresponde, pues, con la injusticia social 39. De acuerdo con este planteamiento, para este autor, los estudios para b
I J z y los estudios sobre el desarrollo �stán íntimament e unidos,
Un problema al que dedica especial atención es el r,elativo a la relación en­ siendo ab s o l u -
tre la violencia física y la violencia estructural . El problema presenta muchos 1 1 rnente complement arios, en cuanto que uno lleva al otro y viceversa. A m bos
aspectos, pero probablemente el más llamativo y polémico sea el de si un tipo ., l udios son, en definitiva, partes inseparables del enfoque global y holí t ico
de violencia es necesario o suficiente para terminar con el otro tipo. GALTUNG t racterístico de la investigació n para la paz 43 .
distingue cuatro postulados: l . La violencia estructural es suficiente para abo­
·

La paz positiva supone, de esta forma, no sólo el control y reducción de


lir la violencia personal. El autor considera que este planteamiento tiene una 1 , 1 violencia directa y estructural, sino también desenmascar ar los sutiles meca­
validez limitada y sólo a corto plazo. 2. La violencia estructural es necesaria l l i s mos de la violencia estructural y explorar las condiciones para su neut r a l i­
para abolir la violencia personal . GALTU N G rechaza este postulado. 3. La vio­ l l ·ión y superación, como forma de realizar la justicia social .
lencia personal es suficiente para abolir la violencia estructural . Reconoce que A efectos operativos y de eficacia de la investigació n , de tal planteamien to
tiene una cierta validez, limitada al corto plazo. 4. La violencia personal es · deriva ,una cuestión polémica, que hace referencia al orden de prioridades
·n i re la paz negativa y la paz positiva. La actitud que adopta G A LTUNG, d es-
1 ués de pasar revista a otras posibilidad es , es como sigue: «Ambos va � o : e s
Buenos Aires, 1 976: Methodology and ldeology, Copenhague, 1 977; Development, Environment
and Techonology, Ginebra, 1 979; The True Worlds. A Transnationa/ Perspective, Nueva York,
,
nte u n perJ UICIO .
1 980; Environment, Development and Military A ctivity: To wards A lternative Security Doctrines, t m bos objetivos, son significante s, y constituye probableme
Oslo, 1 982, y ¡Hay alternativas! Cuatro caminos hacia la paz y la seguridad, Madrid, 1 984. Como
editor, Human Needs: A Contribution to the Curren! Debate, Konigstein, 1 980, y , con Roben
J u NGK, Mankind 2000, Londres, 1 969.
40 GALTUNG, J ohan, ibidem, p . 1 8 1 .
36 GALTUNG, J ohan, « Y iolence, Peace and Peace Research>>, op. cil., p. 1 68 . 4 1 GALTUNG, Johan, ibidem, p. 1 83 .

4 3 GALTUNG, Johan, <<Twenty-Five Years of Peace Research: Ten Challenges and Sorne Res-
37 GALTUNG, Johan, ibidem, p . 1 69 . GALTUNG, Johan, «Peace Research Takes Sides>>, The New Era, vol. 5 5 ( 1 974), p . 1 78
42
.
3 8 GALTUNG, J ohan, ibidem, p . 1 69- 1 72 .
. 3 9 GALTUNG, Johan, ibidem, p . 1 7 1 y 1 75 .
.pon ses>>, Journal of Peace Research, vol . 22 ( 1 985), p.
1 47 .
'
1 1' 1 1
J 'l \
1 1 ' 11 1 1' '
1 1' 11 1 \ 1 \ '. 1 ' 1 1 \' 1 ' 11 1 1 . . 1 1 1 1 1 \' 1 ' '1 l ¡\ 1 1 . .
1 \ ' . 1\ 1 1 \o l � > l l l ' . H I I I Ii / l \ 1 1 1 •1 1 \ I I ' • ' "� J I I 1 1 1 1 1\ 1 \ 1 1 1 ' ,( 1 1 ' 1 1 11 ¡\

l 1 n l a r d · ·st n h lc · · r n hs t r ; r · t a r u t'l r l · q u · l l l l i l l:S n d s i r u p( H I : r n l t'


v i ú 1 1 d ( ' i l 1 p0 d · i 1 1 1 ·1 · " " h i ( l l' J J I I t I 1 1 N n nci u ucs 'l:n l ro y l 'u i l\· r i :1
p:1 1 < 1 d l u m l l l l c
o mo e ha mcnci nacl , e d i fícil e m parar la can t i dad <1 • su l'r i
' ""
( i 1 1 . 1 1 · · i 1 1 c · l r t N ·s d · i r 1 1 p ·r·iali�"' · · n r 1 1 i O, p l í l i o, m i l i t a r , · m u n i -
l 1J 1
¡\ 0 :
que la o t r a .
miento y de daño que ha causado la v iolencia personal o la vi le n ci a e 'lr t l l: l l l '1H.
1 • < 11111 t ul l u r :d
· s a l a n 1 qu , dad q u e el mundo está dividido en los q ue t ie-
ral; ambos son de tal magnitud que las comparacion es no t ienen en t i do » '"' . '
1, l u 1 .
11 11 1 !
Sin embargo, añade, por el hecho de postular la posibilidad de t rabajar po1
· que n t ienen , para hacer d i sminuir esta separación no basta con a
ambos tipos de paz al mismo tiempo, puede parecer a algunos que se adop t a
1 l i · t ribu ión entre lo que no tienen y los que tienen, sino que es necesano
1 1 1 1 biar la e t ruct ura. « La estructura imperialista -añade- tiene aspectos tan-
una posición pesimista, una especie d e capitulación moral e intelectua l , dadas
1
las dificultades inherentes . Ante tal acusación considera, en primer lugar, que
i r i l rnacionales como intranacionales, por lo que en consecuencia el cambio
h a de producir en ambos niveles» 4 9 .
existen muchas formas de acción social posibles hoy día, que combinan ambas
dimensiones con pleno sentido, como son el rápido desarrollo de la acción no
1 steriormente, G ALTUNO h a perfilado aún más l o que, e n su opinión, debe
violenta, las teorías de la organización simétrica o igualitaria, la teoría del de­
r l a investigación para la paz, abordando otros temas conexos con la realiza-
sarrollo vertical, de la participació n, de la descentralización, de la codecisión .
En segundo lugar, una vez establecido que la investigación para la paz se refie­ n plena del hombre y redefiniendo el alcance y sentido de la . mism� . ·

n l a primera línea de trabajo se inserta, entre otras muchas mcurswnes,


re a las condiciones para promover ambos aspectos de la paz, no hay razón
¡11 r 4l izada en torno al concepto de paz en las distintas civilizaciones. G AL-
para creer que el futuro no nos traerá conceptos más ricos y formas de acción
1 L J NG ha analizado las diferencias existentes en el concepto de paz entre los
que combinen la ausencia de violencia personal con la lucha contra la injusti­
cia social, una vez que se haya dedicado suficiente actividad a la práctica y d i ferentes sistemas de civilización hebrea, árabe, romana, griega, hindú, chi-
1 1 0 , japonesa y las distintas etapas de la cristiano-occidental. Su conclusió.n es
¡ ue, a pesar de la diversidad conceptual, las civilizaciones orientales c ono? en
a la investigación 45 .
Posteriormente, GALTUNO profundizará en la violencia estructural. En esta _ .
¡ 1 paz de forma más introvertida, más ligada a la idea de armo m a m tenor,
1 1 1 ientras que la civilización cristiano-occidental la concibe más proyectad � ha­
línea el más representativ o de sus trabajos es el que se centra en lo que deno­
mina teoría estructural del imperialism o. Como el propio autor señala, «esta
teoría toma como punto de partida dos de los-hechos más notorios en este mun­ ·ia el exterior , buscando un diseño arquitectónico global. Por ello considera
11 esario y fructífero el establecer un diálogo entre las distintas culturas que
do : la tremenda desigualdad dentro y entre las naciones, en casi todos los as­ . .
pectos de las condiciones de la vida humana . . . , y la resistencia de esta des­ nriquezca las respectivas concepcwnes sob re 1 a paz 50 .
igualdad al cambio . El mundo está dividido en naciones Centro y Periferia, y En la segunda línea de trabaj o , G ALTUNO se ha ocupado de llevar hasta
su ú ltimas consecuencias, de un lado, la noción de paz que ya co ? ocenws �·
1 otro, la propia Y
cada nación, a s.u vez, tiene su centro y su periferia. Por tanto, nuestra aten­ .
investigación para la paz como campo de estud10 ciencia
ción se dirige al mecanismo que sirve de base a esta distinción, particularme n­
te el centro en el Centro y la periferia en la Periferia. En otras palabras, cómo loba!.
Respecto del concepto de paz, considera que el mismo de.be incluir tres com-
P nentes : la «paz» como valor explicito y objeto de estud10, enfocado desde
concebir, cómo explicar y cómo contrarresta r la desigualdad en cuanto una
de las mayores expresiones de la violencia estructural. Toda teoría de la libera­
una perspectiva ínter-disciplinaria y con una óptica inter-nac�� nal. Inter­
li ciplinaria significa, ante todo , que hay que superar la sepa:�cwn entre las
ción de la violencia estructural presupone teórica y prácticamente ideas ade­
cuadas del sistema de dominación contra el que se dirige la liberación, y el tipo
·iencias sociales «tradicionales» y las «modernas » , pero tambwn que hay que
l legar a la integración de las perspectivas de las dist�n� as d� sciplin�s en el que­
especial de sistema de dominación a discutir aquí es el imperialismo » 46 •
hacer de los investigadores . Con ello llegamos, en ultima mstanoa, a la tra�­
G ALTU N O , en base a un modelo de mundo de dos
naciones, define el im­
cli sciplinariedad y a la transnacionalida d del concepto de paz Y de la propia
perialismo como «la relación entre la nación Centro y la nación Periferia, en
la que: 1 , existe armonia de intereses entre el centro en la nación Centro y el
investigación para la paz 5 1 ·
centro en la nación Periferia; 2, existe más desarmonfa de intereses dentro de _

la nación Periferia que dentro de la nación Centro; 3 , existe desarmonfa de En cuanto a lo que debe ser la investigación para la paz, G ALTUNO senala
n la misma tres dimensiones absolutamente necesarias e indivisibles, conse­
intereses entre la periferia en la nación Centro y la periferia en la nación Peri­
uencia del carácter transdisciplinari o y global, holístico, que tiene ese tipo d.e
feria» 47 •
in vestigación. Una es la investigación empfrica para la paz, que trata por defi-

4 5 0ALTUNG, Johan, ibidem, p . 1 86 .


44 0ALTUNG, Johan, «Violence, Peace and Peace Research», op. cit., p . 1 85 .

49 0ALTUNG, Johan, ibidem, p. 440.


4 8 0ALTUNG, Johan, ibidem, p. 4 1 8 .
46 OALTUNG, Johan, « A Structural Theory of J mperialism», op. cit. ; reproducido en R . A .
50 OALTUNG, Johan, «Social Cosmology and the Concept of Peace», Journal
oj Peace Re­
FALK y S . S. K l M (eds . ) , The War System: A lnterdisciplinary Approach, Boulder, Co . , 1 980,
earch, vol. 1 8 ( 1 98 1 ) , p. 1 83 - 1 99; ed. castellana en Sobre la paz, Barcelona, 1 985, p. 73- 1 06.
47 0ALTUNG, Johan, ibidem, p . 406 .
p. 402 (todas las citas de este trabajo se refieren a esta última publicación). Res-
5 1 OALTUNG, Johan, «Twenty-Five Years of Peace Research: Ten Challenges and Sorne
fJOnses>>, op. cit., p. 1 43 y 1 44 .
•,
1 1 1 1 1\ < 1 1 1 1 1 < < 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , 1' 1 1 \ < I I HII ' l l� l l li l l t\ 1 I < > N ¡\ 1 1

c i 6 1 1 · o 1 1 l o� p r o u l } 1 " 1 t i · 1 t asotlo. d a c i o q u · s ó l · s 1 ' ·1 1 · r o t l : i l o� 0 1 1 1 1


11� ,'H I i p H · 1 1 l t i i ! ' Í u l l ! i l n H · r ¡ l (· · l 1 1 1 d n d q d l' i t'( l l i l l i c l o de la v i o l · n · i n . La i n
la m vesttga ctón cnttc 1 ¡ •, 1 · 1 1 1 I J! I I i l i r 1 pl l í', ' l l l 1 (' 1 1 1 1
·

a para la paz, qu se ocupa de 1 s r bl 1 1 1 a �


1 1 ¡m ·
_ .
l a ll 'liSO d · fi. n i t i v :.:t
_
es _ ('i i J I I ¡ l ( J 'XI 'JI · 1 l i 0 1 1 1 bre
s�� te, evalua n�o, por ejempl o, política s concretas. La última
1
• 1 1 1 1 1 1 1 1 d ó ' O I I S i d · r n d os i u d i v i c l u a l omo una ,¡ b a l mcn t c , q u e e prese n t a
c�on constr�cflva para la P_GZ, que trata del futuro, diseña
e· la in vesti�a
ndo posible 1 • r 1 t' i n t lal d la qu · l a vendrían a er ciencias auxiliares . Lí-
d m:J icn ia
g1as de paz 2 . El autor esta, al hacer este planteamiento, señalan do cuálesthraa lsei 11 • 1 , · n l el , no a l cjacla el la propuesta realizada respecto de las relaciones
do su propia .
. mvesti gación para la paz, pues, si ya hemos dejado con s t a n c i a 1 1 1 roa i o n a l e po r algunos especialistas en base al carácter global de los pro­
·

d� su trab ajo en ! as dos primeras dimen siones , la tercera, la prospectiva, ! 1 n • a a q u e ésta se enfrenta y a la consiguiente ampliación de su campo de
. ha Sido
bien _ objeto de su consideració ta111
l u l i , por encima y por debajo de las fronteras estatales, a la sociedad mun­
n, sobre todo en su obra The Tnw
Wor!ds 5 3 • ¡1 t 1 38 . i e n c i a , en suma, que al tomar al hombre y a sus necesidades, y no
Este planteamiento ambic ioso y global responde a ]a situaci tado y al poder, como sujeto y objeto de la misma, se transformaría en
q ue se encuent �a �1 mundo actual : crisis de violencia y de amenaónzadedecrisis
1
en ¡ •

1 1 1 1 0 i e n c i a matriz.
_Cia, criSis_ _ � e mise�Ia Y d� a�ena violen ­
za de miseri a, crisis de represión y de amenaza �n línea parecida, en cuanto a la noción de paz, se sitúan otros muchos
de repr�s wn, . en�¡ _ � ecolog1ca Y de l t l l res que se inscriben en la investigación para la paz. Es el caso, por ejem­
amenaza de ruptura del equilibrio
tal. �a mv�stJ_ gacwn para J.a paz tiene, pues, como objetivos la ausenciaambie de

vio­ pl , de CURLE, que parte también de una definición negativa y positiva de la
l�n�Ia, el b1e�estar económico, !a justicia social, los derechos humanos y el equi­ 1 t z : «En una definición negativa las relaciones pacíficas son aquellas que ca­
n de conflicto. La ausencia de conflicto puede, sin embargo, significar muy
hbno ecolog . ico 54 . r · ·

En definitiv�, según GALTUN O , la investigación para la paz se encuentra, o más que la ausencia de asociación . . . Pero a esto yo le llamaría paz nega-
1 1 v a . Es otro tipo de paz negativa el que caracteriza aquellas relaciones en las
1)
en el actual conJu�to general del progreso del conoc imient o, «entre los prime­
_ de estudiO s que son
ros tipos q u e la violencia ha sido evitada o mitigada, pero s in que haya desaparecido
a un mismo tiempo globales en su orientación
que abordan u�a P ! uriproblemática y que miran hacia el futuro tanto en u� ' i conflicto de intereses, o en las cuales el conflicto ha sido mixtificado, es de­
sentido_ pronosticativo como • i r , se ha encubierto o disfrazado». A lo anterior contrapone la noción de paz
prospectivo» 55.
Como hemos visto, la concepción de GALTUNO sobre la investigación pa­ ·itiva: «Yo prefiero definir la paz en forma positiva. En contraste con la
r� la paz es, ? esde sus pnmer _ as formulaciones, claram
1

ente antrop t u sencia de lucha declarada, una relación pacífica debería significar -a esca­
S1 ello a�arec1a ya en 1 969, al establecer su noción de paz positiv a, enocéntr sus
ica .
últi­ l t individual- amistad y comprensión lo suficientemente amplias como para
mos escr�tos h� acentuado aún más este enfoqu e, culmin ando su aportación N l var cualesquiera diferencias que pudieran surgir. A escala mayor, las rela­
con la afm�acwn . d� que la t�oría de la paz es teoría
de las necesidades huma­ ·iones pacíficas deberían implicar una asociación activa, una cooperación pla­
nas, es t�ona �e la lIbertad e Identid ad del hombre. Esta sería la nueva fronte­ ni íicada, un esfuerzo inteligente para prever o resolver conflictos en potencia.
ra de la mvestJgacwn _ , para la paz 56• Este enfoqu l�st e aspecto de la paz entraña una buena proporción de lo que yo llamo desa­
e de la investigación para la
paz �o se preocupa so!o de la conservación de la vida, sino tambié n de que rr llo. Si ha de tener lugar el desarrollo, es decir, si una relación ha de crecer
e�� vida sea mucho meJor ; no busca sólo la abolición de la pobreza, sino tam­ trmónicamente y en sentido eficaz, es axiomático que tiene que haber una gran
�Ien la co? secuci�n del bienestar; no procura sólo terminar con 1 sis de igualdad y reciprocidad . . . En las relaciones pacíficas no hay dominio
smo tamb1en e��enar a hacer uso, crítica y constructivamente, de la libertadión,
. la repres
ni imposición. En su lugar brillan la mutua asistencia, el mutuo entendimien­
La conce�cwn desarrollada por GALTUNO, de induda ble influencia en 57el. l , la preocupación y el interés solidarios y la colaboración nacida de dicho
.

campo de 1� mvestiga�ión para la paz, supon e, pues, un replanteamiento de mutuo apoyo» 59 •


las conc�p cw�es dommantes hasta los años sesenta en este campo y en el de De acuerdo con esta concepción la noción de paz tiene que ser amplia y
las relacwnes mternacionales, tanto en su aspecto estatocéntrico como lobal, no puede ser limitada. Pero al mismo tiempo para llegar a esa noción
en la ·s necesaria una concepción multidimensional de la violencia.
�� ÜALTUNG, Johan, ibidem, p. 1 53 .
del� [ro;ect, al que nos refenremos al estudiar las «Concep
ÜAL:UN G, Johan, The True Worlds, op. cit. Esta
ciones sobre el orden mundia l» .
obra forma parte del World Order Mo­
0 ALTUNG , Johan, tbtdem, p. l .
58 Así, por ejemplo, Stanley S . HOFFMANN, aunque desde planteamientos muy diferentes, se-
ala que «sin pretender ser el imperialista de una ciencia relativamente joven, añadiría que el pa­
5 5 ÜALTUN G, Johan, «Hacía una definició

relaciones internacionales, pues han Uegado a ser en el siglo xx la condición misma de nuestra
. •
n de la investig ación sobre la paz>>, en Jnvesti a- pel a¡quitectónico que Aristóteles atribuye a la ciencia de la polis podría corresponder hoy a las
cton sobre la paz. Tendencias recientes y Repertorio Mundia
5 6 ÜAL TUNG, Johan «Twent y-Five Years
l París ' UNESCO 1 98 1 p. 1
'E f
ccl. castellana: Teorias contemporáneas sobre las relaciones internacionales, Madrid, 1 963, p. 22).
. ·
of Peace Researc h» op· c1·t ., p · ! 5 6 n est'a misma
·•
· vida cotidiana» (Contemporary Theory in Jnternational Relations, Englewood Cliffs, N. J . , 1 960;

g
· · . : «Towar
línea . t am bIen de 1 nusmo autor, vid ·
ds a Theory of Freedom and Jdentity
9
. . Fron ­
er m eace Research» , en Essays in Peace Research, vol · A New
open ague 1 980, p. 40 1 -436 Y 492-499; y en colabor ación
� . 5: Peace Problems Sorne 'cases Studies 5 CURLE, Adam , Making Peace, Londres, 1 97 1 ; ed. castellana: Conflictividad y pacificación,

Cit.
con otros autores Human Needs, op,' ' llarcelona, 1 978, p. 28 y 29. Vid. también: «Peace Studies», op. cit., y «Action Research as a
l 'a rt of Peace Making», en H . H . HOLM y E. R U DENG (eds.), Social Science. For Whal? Fest­
ción sobre la paz», op. cil., p.
57 ÜALTUN G, Johan, « Hacia una definició n de la investiga clirijl for Johan Galtung, Oslo, 1 980, p. 1 5 1 - 1 54.
13.
•, 1 � � � l í o 1 1 [( 1 \ \ 1 1 1 ,1 1 1 ' 1 1 1 1 1 \
1 \ ' , H l l \1 11 11 1 1 ' , 1 1 1 1 1 H l l \1 11 11 1 \ 1 1 1 1

k scnl i
' o l a d os <.J 1 1 1 1 i n d l l d : d
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1 )\· · 1 1 • 1 11 l l l 's l 1'' ' ! 1 1 1 1 1 ( [ 1 1 \' d
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1 t i "e1 1 1 1 ' 1 1 1 1.:
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" l t i n v ·sU O:l i 6_" 1 :n


1 1 /\ IW'I' . · � u n b i a r las a · t i l n d�.:s d
l a com p u lsión hacia l a compasión en general 60• igualmente n · · ·s a r i o ·; 1 1 1 1
e t. e a � t �. �01. el P rob lem
a de la paz no es reci ente ,
·a l a paz .
biar las relaciones civilizadas desde la explotación hacia l a j us t i i a para 1 0 de . arrolla, des-
, ndo despaz
l .n pr u paC ión
dos 61 . En suma, la investigación para la paz debe orientarse, a t ravé · del ca111 iu ¡u e m a n i fies t a ele ele pnn
ctpt os de los sesenta , cua
. y el con-
·lOn· S ta dom inan te ' una con cep c10n de la
bio de las actitudes y creencias de los hombres, hacia un objetivo de tremenda 1 • la pers pec t iva b e llav . . era n as: «La
clar
magnitud, que es el establecimiento de una paz mundial construida sobre n u t· i l '1 que rom pía con los mol des trad tc10 nales. Sus palabras
. guerra abierta en el mu ndo de
1 1 nte po ible Y la : aus a m � _
vas bases. En este sentido, la investigación para la paz no debe dirigirse sólo � verosímil de una d colectiva)
_ enCla de po lttc as estr uctu ras (ali anz as, segurida
a impartir y ampliar el conocimiento, sino también a cambiar las actitudes . es la perstst d'r que se produzcan los con flictos» 66 .
1 1 1 licio nalm �
1\
Desde esta perspectiva, ECKHARDT considera que «la investigación para la pai' e te em lead os par a ¡m

p
�vador' que �\ P � a al cam po gen eral
de las relaciones
debe ser un esfuerzo en orden a promover la actualización de las definiciones 1 2. t pla nte ami ent o mn 6 os de los se-
radicales de los valores humanos» 62 • l t l crn acio nal es, se perfüa entesusrs obe
��s posteriores Ando encipi
7. prin
su concepción ,
l e n t a , BURTON vuelve a plan � �
a profundiza
Otro autor que se inserta en la investigación para la paz, con el sentido crí­
en s� teona e la i dad mun
�: � dia L Para este autor, uno
l l o ello enm arcado nder Y en-
tico que ésta tiene, es RAPOPORT, que cuestiona también el enfoque tradicio­
nal dominante hasta fecha reciente. RAPOPORT rechaza que el objetivo de la 1 los obj etiv os del estu diO
de : ciedad mundial � es ana liza
sfac
r, ente
ción de las �ar­
·ontrar .los medws Y la forma ;�ssJtu
_ olver .el conflic to a sati
investigación para la paz sea descubrir las causas de la guerra y las condiciones . acwnes de con flicto no deb en ser evit. a-
i mpl lCa d as Y po r las par tes
de la paz, pues no existen instituciones capacitadas para utilizar el conocimiento . Las. d s e sólo tratan de conservar y evltar
las o solucionadas �?r las a�tond, aasl,
l
sobre las causas de la guerra de la misma forma que las instituciones médicas � ' (�ontrol Y conducción del conflicto,
hacen uso del conocimiento sobre las causas de la enfermedad 63. El objetivo 1 cam bio . Su. ate. ncw n se one
nta a
. ' 6 8 .
de la investigación para la paz no es, por lo tanto, producir técnicas aplicables no a su ehm ma cwn obra
a la prevención de las guerras, sino «originar cambios fundamentales, soca­ En la actualidad, BU RTO N, avanzaJO ando por esa líne a esboza6da en suLET 70
trab _ S , entre otros, d e AZA R 9 y GOU
vando la legitimidad de la guerra como instrumento de la política nacional» •
64
nnterio r, y so b re a . a se de los
o del conflicto de GALTUNG sobre
1 b
De esta forma, de cara a minar el militarismo y el nacionalismo imperan­ obre la noc ió� de « ?esarrollo» eln, �1e���OE sobre la no�ión de iden tida d de
tes, es necesario reemplazar el concepto de racionalidad individual por un con­ la noc ión de vw len cm estr
uctura . en torno a la
cepto de racionalidad colectiva. La racionalidad debe definirse en términos de 7
ru po y '1 so b re t � d o, ap oyá ndose en l a contn'bu cl·o·n de SITES «te oría de las
ado el desarrollo de una
interés social en vez de en términos de interés individual. Es, así, que la inves­ teoría de las necesl� ad�s. n , ha pe1 :�lt�ció n del conflicto, que le sitú a mu y cer­
tigación para la paz debe dirigirse a cambiar tanto las actitudes como las creen­ necesidades» de aphcacwn a la � t entes hoy en la investigación para la paz en
cias. No debe buscar el desarrollo de técnicas al servicio de los que detentan can o a una de las te�dencias eXls o ver em os, con las concepciones desarrolladas
el poder, sino que debe desarrollar actitudes y creencias que desafíen la legiti­ sen tido estr icto , en lme a, com
midad, moralidad y racionalidad del militarismo, del nacionalismo y del po­ por LE NZ y GA LTU NO . . o clarificar la noción de conflicto,que pues
der mismo 65. Para B uK:?N es n �cesano a:t � todlas vida _ se
Un caso particular lo constituye la aportación de BURTON, que desde unos su preocupacwn se or_le� ta n osm a ia tensiones normales de la rno r­
. ia el conflicto vio lent o, inte Ye lamte
presentan com� co� fllct.IVa S.' �esorehac sociedad mu ndi al paz
nac ion al, que tiene ¡mphcacw os con1 e�lC � tes para lanos , sujetos a procedimien­
60 EcKHARDT, William, Compassion: To ward a Science of Value, Huntsville, Ontario, 1972, glo bal . Se ocupa, pues, no de
�os cot idia
y A Manual on /he Deve/opment of the Concept of Compassion and its Measurement 1962-1980,
St. Louis, 1980. ment, Londres, 196� , p. 99.
61 EcKHARDT, William, <<Atrocities, Civilizations, and Savages: Ways to Avoid a Nuclear Ho­ 66 John W., Peace The ory. Precondítions of Disarme
. . A Gen ico 1 973; Cam b ndge, 1965 , ed. cas--
John W . , Internatronaesl Re/ 1es, M'x Y
BUR TON , eral Theo ry,
locaust>>, Bulle/in of Peace Proposals, vol. 13 ( 1982), p. 343-349; <<War/Peace Attitudes, Events 67 BURTON ,
alions
e Conjl l t and Commum
c •

and Values», Bulle/in oj Peace Proposa/s, vol. 14 ( 1983), p. 1 87-1 89; <<Peace Studies and Attitude tel l ana : Teo rfa general de las relacron mternacrona
Change: A Value Theory of Peace Studies», Peace and Change, vol. 10 (1984), p. 79-85, y <<The Task cations, Lon dres , 1969 . 972.
ld Soc¡ety, ea brid ge 1
·
of Peace Research: A Future-Oriented Endeavon>, Bulle/in of Peace Proposa/s, vol. 16 (1985), 68 BuRTON, Joh n W.,Am1Wor Agenda for Conflict and Peace Re-
p. 179-183. 69 A AR E . , «Peace sdstrons
z Developm����- A Con�e�tual 43; <<The Theor y of P rotrac ted Interna­
62 ECKHARDT, William, <<The Radical Critique of Peace Research; A Brief Review», Peace Re­ , vol. 6 ( 9 p. 123 en D. A. ZINNES (ed. ),
search» , Intelict Con flict Situ atio ns»,
Challenge os�r�f�f��r::z>:':7:r onal System, Denver , Co., 1983; y, como edi­
rnational Interact
search, vol. 1 8 (1986), p. 58. tional Conf and the the Brea}d�
n
63 RAPOPORT, Anatol, Conflict i n Man-Made Environment, Baltimore, 1974, p. 240. Conflict Processes and njlict Regula/ion, Brig hton
, 1 985 .
RAPOPORT, Anatol, <<The Application of Garue Theory to Peace Research», Impact of Scien­ tor, The TheoryD., Yor k, 1973 .
64
ce on Society, vol. 1 8 (1968), p. 122.
and Practlce
70 GOU L ET , The Crue l �'ho fc e
d Lon dres /Nu eva
1 ent, Boston , 1 973.
E N LOE, C., Ethnic Con. /IC
/opm
65 RAPOPORT, Anatol, <<Proólems of Peace Research», IPRA Studies i n Peace Research, Os­ Order, Nueva Y ork, 1 973.
{ Poli tical Deve
71 an
lo, 1 973, p. 275. n S TE , p . , Control: The Bas1s o! Social
I S
1 ,\ · , 1 ' 1 1 \, 1< , 1 11 ·, 111 1 1 1' 1 1 \• ll ' 1 1 \ 1 1 · . 1 1 1� 11 1 1 1 1 l 1( 1 i\ \ 1 • 1 : ·' 1 1 ' 1 1 N ¡\ \ \'1

t os j 1 1 1 k l i ·os d\' so l 1 1 . ¡ ,', 1 1 1> Í 1 1 o de a q 1 1 · l i t ;.; 1:1 1 ) ( )S q 1 1 · l ( )S h o n 1 b 1 ·s t · t : 1 1 1 d i s


' [ '1 ' t t'"'" f t · 1 1 l •• t 1 ·•1 ·• 1 ¡ , 1 1 i d t t J d · I n 1 1 1 1 1 0 '1 i la < J y no en s u ¡) d c r de ·o •rc i ó 1 1 o d ·•
puestos a d a r u s v id a s y a usar a r 1 1 1 as el · clcst ru i n, d a d qu ·R t os a re ·t a n
a valores fundamentales 73 . De ahí que d isti nga entre conjlict set t l 111 n t . p w ,
· 1
1 �

� J I �·H I 1(,,

n · ·p ·i n 1 1\ R'l N , e m o de íamo apunta directamente a lo pl � n­ ,


en su opinión, designa los enfoques tradicionales en torno al con flicl y 011 , ;.1 ·
una part· · i m po rt an t e de l a investigación para la paz e� sentido
flict resolution, que reserva para abarcar las concepcio nes que, en la l ínea s · >

11 l í nea parec i d a a la de este autor se insertan las aportaciones re-


s d

ñalada, profundizan en la naturaleza del conflicto, diferenciando !as dos c la · -.·t ri t .


ses de conflicto indicadas , y se ocupan de los conflictos que afectan a valorc·s , 1 1 l S ele M I T HELL 77, BERCOVITCH 78 Y BANKS 79•
.
fundamentales. F i n a l m e n t e , en esta visión parcial y sucinta de algunas
de las aportaciOnes
Desde este punto de partida, BURTON considera que está apareciendo una 1 · l a investigación para la paz, nos referimos a NAIDU. Para este autor e! pos­

nueva ciencia de la resolució n del conflicto, que pone el énfasis en el análisis ! u lado fundamental de la paz es la preservación de la vida humana lo mas h � -
de las necesidades humanas y de los intereses de los que están implicados en 111unamente posible so. Ello supone adoptar un concepto de paz tanto n �gati-
la situación de conflicto , así como en su satisfacción 74 • Ello supone romper 01110 positivo, pues ambos son complementarios, careciendo de sent�do el
con la concepción tradicion al que hace del Estado y de su poder la clave para un sin el otro. Desde esta óptica la paz tiene cinco dimensiones: 1 ) no viOle � ­

la explicación de los acontecimientos internacionales, pues dicho modelo, que ·i a; 2) justicia económica; 3) igualdad social; 4) libertad política, Y 5) fraterm-
estima fracasado, dificulta 1a explicación del hecho de que las grandes poten­ dad psicológica 8 1 .
cias aparecen últimamente como gigantes impotentes que sólo crean nuevos Como vemos, la coincidencia de planteamientos sobre lo que es la paz, so-
problemas, sin resolver los conflictos existentes. En su opinión, es necesario l re la dimensión esencialmente humana que ésta tiene y sobre el alc � nce, sen-

buscar esa explicación en el concepto de necesidades humanas y especialmente 1 ido y objetivo de la investigación para la paz es indudable, por enCima de l as
_
l i ferencias teórico-metodológicas y prácticas, tácticas y estratégicas, .
que exis­
en la necesidad de identidad . Lo anterior no significa que haya que descartar
la noción de poder como elemento controlador en la sociedad mundial, sino l 11 entre los distintos investigadores de la paz. Sin embargo, aunque las ap � r-

simplemente que su localización ha cambiado. El poder efectivo ya no reside 1 aciones a las que nos acabamos de referir coinciden en su rechazo de la vi0-

en el Estado en cuanto tal, sino en los grupos de identidad , que es con los que 1 ncia para acabar con la violencia, no debemos olvidar, como ya seña�amos
tienden a identificarse los individuo s y a los que dan su lealtad. Hoy día pocos 'Interiormente, que al iado de la anterior corriente coexist � dent�o de la mves­
son los conflictos propiamente interestatales. La mayoría es, en última instan­ ligación para la paz una línea que justifica el uso de la viOlencia para luchar
cia, entre grupos de identidad , ya sean religioso s, étnicos, lingüísticos o socia­ 'ontra la violencia, no sólo directa sino también estructural.
. . �n la
En cualquier caso, la pléyade de investigadores que hoy se mscnben
les. Se hace indispens able, así, adoptar una visión global, no interestatal, de
la sociedad mundial, lo que supone abandonar la clásica separació n, caracte­ investigación para la paz, con Jos planteamientos críticos que la caractenza� ,
rística de las relaciones internacionales, entre lo interno y lo internacional 75 • es ya muy numerosa. A los anteriormente citados a lo largo de este traba� o
Aparece, de esta forma, la teoría de las necesidades del hombre. Las nece­ a Jos que citaremos habría que añadir muchos otros 82. Sólo este dato, sm
sidades esenciales son aquellas asociadas con el desarrollo, la identidad y la
segurida d. Ello supone que la conducta humana no puede aislarse en compar­
76 BURTON, John W., «World Society and Human Needs>>, op. cit., p. 56.
timentos . La teoría de las necesidades tiene implicaciones para todos los as­ 77 M ITCH E , c . R., The Structure of International Conflict, Londres/Nueva York, 1 98 1 ; Y
LL
pectos de la conducta humana; de ahí su carácter interdisci plinario. En defini­ Peacemaking and the Consultant 's Role, Nueva York, 198 1 . . of Conflict
. Resolutwn,
.
tiva, la experiencia y la teoría indican que el conflicto no puede evitarse por 78 BERCOVITCH , Jacob, Social Conditions and Th1rd Part1es: Strateg1es
el ejercicio del poder por la autoridad dentro del Estado o por las grandes po­ Boulder, Co., 1 984.
79 BANKS, Michael, Resolution of Conflict: A Manual and Theoreflcal .
Framework, L ond res,
.
tencias en el sistema internacional. Los orígenes del aparentemente conflicto 1 98 3 ; y, como editor, Conflict in World Society: A New Perspect1ve on lnternatwnal Relatwns,
internacional están so bre todo en los fallos de los sistemas internos para aten­ Brigthon, 1 984.
so N AIDU, M. V., «Dimensions of Peace>>, Peace Research, vol. 1 8 ( 1 986), p . 3.
der las necesidades de Jos pueblos. El foco de atención en el nuevo paradigma 81 NAIDU, M. V., ibidem, pp. 9-1 1 . Vid. también: «Peace Research: lts Nature and Scope>>,
Peace Research, vol. 17 ( 1 985), p. 1 1 - 1 9 . . .
82 Refiriéndonos excl usivamente a las aportac iO.
nes teo. n. co-metodolog1cas
. . sobre Ia mvestlga­
ción para la paz, y dejando al margen los múltiples estudios e _inve�tigaciones realtzados sobre
73 BURTON, John W . «World Society and Human Needds>>, en M. LIGHT, y A. J . R. G ROOM el problema de la paz y de la violencia en el marco de la mvestlgacwn para la paz, entre otros,
(eds.), International Relations. A Handbook of Current Theory, Londres, 1 98 5 , p. 49. además de los ya citados, vid.: DASGUPTA, S. y KHAN, R. , Problems of Peace and Conflict Reso­
74 BURTON, Jo hn W., ibidem, p . 46. /ution. Perspectives of Peace Research, Instituto de Estudios Gandh1anos, 1 972; McGuiNNIS, Ja­
75 BuRTON, John W., ibidem, p. 5 1 . Vid. también del mismo autor: Deviance, Terrorism and mes, Education jor Peace and Justice. A Manuel for Teachers, St. LoUis, 1 97 � ; DuNGEN, Peter
War: The Process ojSolving Unsolved Social and Political Problems, Oxford/Nueva
York, 1 979; van den, Foundations of Peace Research, Londres, 1 980; W ILSON , G. K., Peace. A Global Study,
Dear Survivors. Planning after Nuclear Holocaust: War A voidance, Londres, 1 982; Global Londres, 1 982; KEMP, Anita, «A Paradigm for Peace Studies Program?>>, Peace and Change, vol.
9 ( 1 983), p. 73-80, e <dmage of the Peace Field: An lntemattonal Survey, Journal of Peace Re­
Con­
flict: The Domestic Sources of lnternational Crisis, Londres, 1 984; y «The Theory
Resolution>>, Curren! Research on Peace and Violence, vol. 9 ( 1 986), p . 1 25-1 30. of Conflict search, vol. 22 ( 1 985), p. 1 29- 1 40; JAHN, Egbert, «Peace Research and PolttlCS wtthm the Fteld
of Societal Demands>>, Journal of Peace Research, vol. 20 ( 1 983), p. 253-259; MACK, Andrew,
J l l l li l l l l l l " 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' . Ji l 1 \1 11 • /1 ·, 1// 1 1 J; l'l ,\ 1 1 1 1 i\ 1 / ', 1 \', li l l >
\1 11 / 11 ·, 11 /11 Id / \ < 1 1 1 1 1 ,\ 1 J ' , l i l � i " J I 1 > 1{ / \ \ 1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 1\ lto l
I Ci c V ;t J J I ' le S U S p l a J J I · ; 1 1 1 1 Í ' 1 1 1 � paJ a 1 1 1 1 'Si
C() J J I <. t r 1 dt·jn dl ' l 'i i i 1 ( (· ¡ � l l l'O dr 1 1 1 J J J V qd i¡·,H t i Ó I I pa 1 1 1 la p n ¡ J ) 1 0 pi a 1 1 1 · 1 1 1 · d i · h a .
11 d · n i ¡
l U ; ¡ (.; I J J ; t l S < H;Íc( i n d 1 1 1 1 1 1 1
n
d 1 al , m es t ra l a i m p rt a nv · g c
_ o ()I J I J�, · l u i 1 1 v ·,.;l i ' a i 1 1 para l a paz, la o l uc i ó n no es ac u -
d 1' a los • o l ! · r u n n l ·s, 1 l l
� i a q ue l a i e t i a i ón p a r a la pa 7. 1 i CH · - 1 1 1 - 1 1 1 1 1 11 , l ': u n l
de l�s CienCias soc1ales en general y en el de las r� lacio n es in l er n ac i n a l ·� l' J J 1
· harán (do sordos a la nece i d a d del c a m b i o , i no
particular. 1 i • i r se a 1. s la paz y a la opinión pública, animándoles,
1 1 1 v i m i n t os por
1.1 base a lo hallazgo ele la investigación, a no apoyar y a enfrentarse a las
1 l í t ica de lo primeros que amenazan o impideñ la paz 86 . En este sentido,
b) Investigación para la paz y acción para la paz ha p r o d u cid o en muchos casos, sobre todo en Europa occidental, una deci­
ida y fructífera relación entre la investigación para la paz y los movimientos
Finalm 1 r la paz, en base a una dinámica de mutuo apoyo, en virtud de la cual la
. . para laente,az,enhay
c10
orden a establecer con exactitud el alcance de la invest iga
que refenr_ se a la dimensión normativa y la orienta ción
� � 1 rimera aporta al segundo nuevas o renovadas perspectivas, modos, estrate-
_
hacia la a��IOn q ue caracterizan a esta concepción. Este último punto, el cll' i a s u objetivos con los que enfrentar la búsqueda de la paz, que proporcionan
su pr?�ecc10n practic _ _ a, es uno de los problemas 1 la acción de los movimientos por la paz un sentido no sólo coyuntural, sino
más debatidos y de más difícil
s? Iuc10n . Todos los estudiosos en este campo están de acuerdo, como hemo� t ambién de medio y largo plazo, y, a su vez, éstos proporcionan a la investiga­
_
VISto, e� que la mvesti gaci,ón para la paz carece de sentido si los · i ó n para la paz una dimensión práctica, que permite a ésta la verificación,
de la m1sma no se pr�yectan en una acción para la paz. La acciónresulta es,
do�
pues, 1 replanteamiento y el avance en sus investigaciones 87

un componente esenc1al de la investigación para la paz. Finalmente, otros investigadores para la paz consideran que las posibilida ­
Esta �rucia! cuest ión �� la investig ión para la paz, su proyección prácti des de aplicación práctica, de acción para la paz, no están tanto en la influen­
c� , su onentac10_ � a la acc10 n, su vocac�� 10n de cambio del actual orden intern a­
­
·ia directa en el proceso político mediante la opinión pública, aunque lo esti­
c�onal, se �lanteo desde lo mismos inicio s de la investigación para la paz man también necesaria, especialmente en el caso de los movimientos por la pat,
�I�mente �Icha, transforma� ndose en polém ica abierta sobre todo a raíz
pro­
ino en el desarrollo gradual de una nueva conciencia, que suponga una dife­
lisis que hizo del tema RAPOPORT, al que ya hemos aludid del aná­
rente percepción de lo que significa la paz. Aquí, sin descartar la opinión pú­
n � eran nada halag üeñas respecto de la posibilidad real o.deSus concl usion es
una tal aplica� blica, desempeña un papel decisivo la educación para la paz En esta línea, 88
.
_CIOn 83 .
ECKHARDT considera que uno de los más importantes destinatarios de la in­
EI diálog� abierto por � �POPORT sería seguido por otros autores, que, vestigación para la paz es la comunidad académica, que es la que tiene la res­
_
conociendo Siempre esa dificultad, plantearán diversas soluciones 84 _ re­ 89
ponsabilidad de educar al mundo para la guerra o para la paz .
Para unos, desde posiciones alejadas de la investigación para la paz La educación para la paz conoce, así, en estos momentos un importante
es el caso de TANTER, ésta debe dirigirse sobre todo hacia Jos como
gober
supo?e, con todo lo q �e tiene de problemático para la consecución de Ello nant � s. desarrollo, habiéndose transformado en uno de los campos sobre los que más
efectiva, q � e los conocimie _ tos transmitidos deben una paz
� conco
_ ntes y orientarse hacia unardar en algun a medi­ 86 Entre otros, vid.: EcKHARDT, William, <<Symbiosis between Peace Research and Peace Ac­
da con Ios mtereses de los dmge institu ción L ion», Journal oj Peace Research, vol. 1 2 ( 1 97 1 ) , p. 67-70; S:roHL, M. y CHAMBERLAJN, M., <<AI­
_ o
duo que mcluy a esa acció n entre sus prior idades u objet ivos. Sólo de indivi ­ Lernatives Futures for Peace Research>>, Journal oj Conjlict Resolution, vol . 16 (1 972), p. 523-530;
ma, se?�. n este autor , la investigación para la paz podrá a la larga esta for­ WERNETTE, D. R., <<Creating lnstitutions for Applying Peace Researchn, Journal oj Conjlict Re­
solution, vol. 1 6 ( 1 972), p. 5 3 1 - 5 3 8 ; y CARROLL, B. A., <<Peace Research: The Cult of Powem,
las deciS IOnes , pu�s de otra forma no es posib le una incide ncia práct influi r en Journal of Conflict Resolution, vol. 16 ( 1 972) . p. 585-6 1 5 .
v� , dado que los mtereses del ! n�estigador y los del gobernante son ica efecti­ 87 Para esta cuestión, entre las aportaciones más recientes, vid.: DuNGEN, Peter van den (ed.),
_ de las veces distm tos en princ i­ West European Pacijism and the Strategy oj Peace, Londres, 1 98 5 ; N E JN , John A., <<Behavior V
PIO la mayona 85
Ni que decir que este planteamiento • Analysis, the Nuclear Arms Race, and the Peace Movement>>, en S. ÜSKAMP (ed.), International
Conjlict and National Public Policy Issues, Beverly Hills/Londres, 1 98 5 , p. 27-44; y DAY, A. J . ,
Peace and A nti-Nuclear Movements oj the World, Londres, 1 986. '
Peace Research in the 1980, Camberrra 1 98 5 · y FERENCZ BenJ·ami· n B . , A Common Sense G - 88 Entre otros, pues en este caso la literatura es muy abundante, vid.: GALTUNG, Johan, <<Vio­
de to w:orId peace, Nueva Y�Jrk, 1 985. Para una consideración Ul-
lence, Peace and Peace Research>>, op. cit. ; <<The Role of Universities and Other lnstitutions of
' ' •

zadas en este �ampo, entendido en sentido amplio, además de lageneral de las aportaciones reali-
nota 30 de este apartado vid .· Learning and Research>>, Essays in Peace Research, vol. 1: Peace: Research, Education, A ction.
BE� N1TEJN, Ehzabeth y _ otros, Peace Resource Book: Copenhague, 1 9 7 5 , pp. 280-347, y ¡Hay alternativas!, op. cit., p. 53-55; CuRLE, Adam. Making
an lferature, Cambnd ge, Mass., 1 986.
A Comprehensive Guide to fssues c :oup;
' ' Peace, op. cit., y <<Peace Studies>>, op. cit.; E J DE , Absjorn op. cit.; LEDERACH, John Paul, Edu­
83 RAPOPORT, Anatol, «Can Peace Research Be Applied ?» Journa car para la paz. Objetivo escolar, Barcelona, 1 984; y MERLE, Maree!, <<L'opinion publique et la
vol. 1 4 ( 1 970), p. 277-286. ' l oj Con 'lict Resolution 'J' ' paix>>, Les acteurs dans les relations internationales, París, 1986, p. 1 83-200.
84 KENT, G . , <<The Appl�catio� of Peac St�dies », Jo� nal oj Conjlic 89 EcKHARDT, William, <<The Radical Critique of Peace Research>>, op. cit., p. 59, y <<The Task

( 1 97 1 ), p . 47-53 . Para una d1scuswn de las 1mphca
t Resolution, vol. 1 5
of Peace Educatiom>, Peace Research, vol. 1 8 ( 1 986), p. 1 5-24. Para una consideración general
cwnes

etlcas de esta
ese _debate, v 1_d.: RusSET, Bruce M., <<From Peace Research to Peace Action· Sornecuestión en el marco de de esta cuestión, que incluye una aportación, en la línea señalada, de ECKHARDT y de L. J. TJN­
Eth�;al Questw ns», Bulletin _ oj Peace Proposals, vol. 5 ( 1 974), p. 366-37 1 . · Pertinent KER, titulada <<Attitude Change and Peace Actiom>, vid.: WOLLMAN, N. (ed.), A Handbook jor
_ TANTE R , R., <<The Pohcy Relevence of Models in World Politics» ' Journal oj Con 'lict Re- Peace Activist: Using Psichological Principies to Ajject the Government and Public to Promote
solutJon, vol. 1 6 ( 1 972), p. 5 55-584. J'
World Peace, San Luis Obispo, 1 985 .
o l l t H ' I t\ \ l l l ; ol I I ' I I N ¡\ \lo \
\', 1'1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1 ' 11 \ o l l l N ,\ 1 1 ', 1 1 1 \ 1 1 \ o 1 1 > 1 1 1\ l l ; . ( t l � l t
I I I I IP H I I I o o l l ol l \ 1 i l \ ' , 1 \ l l i\ 1 1 1 > 1 1 1 ' , 1 1 1

o ¡• ; ¡ r I I I C i i l i l l i d n d 'H ioH r i : 1 v � · � p i l l L' t t l l l j i i L' I H I ' 1 1 ) � t { r i i i Í I I O S , f l' ' l i t e a ü t f a S 'OI IC · p


L' l l � � � � •

1 q ue h y d c n o m mam s I I J v c s t 1 •
l H 11 '11
¡ 1 1 •11 l l ' . t n n t i M n 0 · · 1 1 b 1 1 s · 1 1 1• I n poz,
11 1
valores, que perm i t a n avanzar ha ia un m u n d en paz. u dcsarroU s · h a p1 o
se est Á t r a baj a n( l v '11 ( ) l' t l '11 1111 ' t i i i i U ÍO 1 · uct i t l l d 'S ·¡
. a-

u para l;1 1 ;1? . ..


ducido en íntima relación con la investigación para la paz y con 1 res u r • i 1 , .¡ . .


d me ó construct iva o futurolog!Ca ��e
,

desde finales de los años setenta, del movimiento por la paz e n lo paísc desa � llo nos l l eva, fi n a l m e n t e , a la i n si n
rrollados. En este sentido, dada la dimensión eminentemente p ráct ica que t i e ( i •11 la i n v est i gac ió n para la paz.
Esta tiene , ante todo, como � reoc�pac�� n
ne la educación para la paz, en cuanto que los planteamientos y obj e t i v os q u e la rea l idad viole nta del mund o actua
l y trata de avanzar con su �nve.s�1gac10n
la inspiran tienen una proyección activa y se materializan en el quehacer d i a r i o •n la o lu c ió n de los graves probl emas del
presente, pero la reahz�c1 �n de su
por muchos educadores a nivel escolar, ha aparecido un auténtico movimiento bjetivo últim o de paz global pasa inexo rable mente por el esta�l.ec1m1ento de
por la educación para la paz y la no violencia, que se manifiesta en múlt iples u n nuevo orden mund ial a medio
o largo plazo, por la formula.c!On de e�trat�­
iniciativas y enfoques 90 • ias de trans ición , lo que supo ne el estudio de modelos alternativo
s, que ilumi -
Lo que, en cualquier caso, es evidente desde la perspectiva de la acción pa ­ nen sus traba jos y orien ten su acció n. GALT UNG, que JUnto
.
ra la paz es el papel decisivo que en este punto desempeñan, o deberían desem­ De ahí, como ya vimo s al estudiar la concepción deprobl emas del pasado,
peñar, los medios de comunicación, en cuanto moldeadores importantes de la a la inves tigaci ón empí rica para la
paz, que trata de los
opinión pública y de las conciencias. La realidad actual de la labor que en ge­ a la investigación crítica para la paz, que se ocupa de los pro.blemas del pre-
neral hasta el momento pres·ente han venido realizando los medios de comuni­ ente exista una tercera dime nsión , la investigaciónde constructiva para la paz,
cación es, desde la óptica de la investigación para la paz, claramente negativa, que t � ata del futur o, dise.ñ ando posib
les estrategias p�z � m�ndos futur� s.
por cuanto, salvo excepciones aisladas, se han alineado en la línea legitimado­ · n línea parec ida, RoLI NG apun ta tamb
ién este he� ho, �1stmgmendo en la m­
ra del actual orden mundial, basado en concepciones militares y estatales de vestigación para la paz dos áreas. Una, q�e llama eXI�t�nClal, que trata del mun­
la paz, y han apostado por el desarrollo de una cultura belicista y armamentis­ do tal como es hoy, y, otra, que denomma futur olog1 ca, que se ocupa del fu­
la paz harem_os
ta y por el encubrimiento de los graves problemas de subdesarrollo, contami­ t uro n. A esta dimensión futurológica de la inves tigac
es
ión para
sobre el orden mund ml
nación, opresión y explotación existentes. Este hecho no puede extrañar, debi­ referencia a conti nuac ión, al estudiar las conce pcion
do a que los medios de comunicación están, en la gran mayoría de los casos, y las altern ativas futur as al mund
o actua l.
ligados muy estrechamente a los intereses y estructuras económicas, financie­
ras, empresariales y tecnológicas dominantes en el actual sistema internacio­
nal, que defienden el desarrollo de una cultura belicista y aceptan la injusticia C) CON CEPC IONE S SOBR E EL ORDEN MUN DIAL
y la violencia como normas de la vida social 9 1 • De ahí la importancia que la y ALTE RNA TIVA S FUTU RAS AL MUN DO ACTUAL
investigación para la paz atribuye al cambio de actitud de los medios de comu­
nicación de cara al desarrollo y extensión de una cultura de paz. A
�elaciones inter­
lo largo del estudio de las concepciones teóricasdedelaslasm1smas centraban
De esta forma, investigación para la paz, educación para la paz y acción nacionales se ha podido observar que la casilatotal idad .
para la paz son inseparables, constituyendo un todo indivisible. La investiga­ la guer ra Y paz. Tan_t ? e? l_as concepcl�nes
su atención en el problema de cupaclOn ultim O, p� r encima
ción para la paz no se concibe aislada de esa doble proyección práctica, pues clásicas como en las científicas, el objeto de preolos tales concepc1 � nes tra­
en tal caso carecería de sentido; la educación y la acción son elementos defini- de las man ifestaciones y problemas punt uales a de que ra, el conflicto Y la
tan de dar respuesta, lo constituye el fenómeno la guer
necesidad de establecer un orden estab le. . evolu�1. on
ia , de la
91
90 Vid.: YouNG, Nigel, The Contemporary Peace Educa/ion Movement, Oslo, 1 98 3 .
A pesar del reconocimiento generalizado de la realidad señalada, curiosamente la investi­ Sin emb argo , desde finales de los años sesentaos,la oprop ,
la resurr�c�10n de los
gación para la paz no ha prestado excesiva atención investigadora al tema del tratamiento del pro­ realidad mun dial, la aparición de problemas nuevo, cultural ecolog!Co Y en� r­
blema de la paz en los medios de comunicación. Una notable excepción en este punto lo constituye ya existentes, en el plano demográfico, económic de concepciO �
nes de las relaCIO­
Tapio V ARIS, y el Peace Research Institute de Tampere (Finlandia), que publica la revista Curren! o hemo s visto , el des�rollo
Research on Peace and Violence, en la que se presta especial atención al problema señalado. Para
gético, ha originado , com
t� p�ob lema de la guerra Y ��la
esta cuestión, entre otros, vid.: VARIS, Tapio «Disarmement Information or Ar mament and Di­ nes internacionales en las que el clásico y donunan diversa natur aleza, tan v1t es
sinformation?», Curren! Research on Peace and Violence, vol. 2 ( 1 98 1 ) , p. 1 29-1 39, y «Peace and
Communication. An Approach by Flow Studies», Journal of Peace Research, vol. 19 ( 1 982),
paz se acompaña de problemas y cuestiones de la mas den _ vado s del arma nu�lear
para la supervivencia de la hum anid ad como loso contexto par � las relaCI ?��s
·

p. 24 1 -250; BECKER, Jorg, «Communication and Peace: The Empirical and Theoretical Relation
between Two categories in Social Sciences», vol. 19 ( 1 982), p. 227-240; FISAS ARMENGOL, Vi�enc, Se habl a, así, por algunos auto res, de un nuev de las perspectiVas de anah s1s
«Co?1unicación, conflicto y belicismo», Sistema, n.o 5 7 (noviembre 1 983), p. 77-95; y LUCKHAM,
Robm, La cultura de las armas, Barcelona, 1 986. Para una consideración general del problema internacionales, que exige un replanteamiento
del actual orden internacional de la comunicación y de la información y de sus problemas, vid.:
ARENAL, Celestino del, «El Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación», Re­ 92 Rou NG Bert, «investigac ión para la paz», en J ROTBLAT (ed ) · · • Los cient(jicos, la carrera
vista de Estudios Internacionales, vol. 6 ( 1 985), p. 7-39. op. cit., p. 279 .
,

armamentista y el desarme,
,,, , \ 1 \ ' , 1\ 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 • , 1 1 1 1\ 1 1 \ • I I I N \ 1 1 • , 1 ¡\ • , H 1 1 \ ' 1 1 11 11 ', 11 1 1 1 li 1 1 \ 1 11 1 1 1 1\ 1 1 ' , 1 ' 1 r-- 1 1 J 1 1 ' J H 1 ¡\ 1 l l 1 : • ' 1 1 ' 1 1 1'1 ¡\

a n i · r i o res 1 • L n · ' 1 · s · n i kl la l r r l l l h l l l i d n t l , le 1 : 1 Ho · i · t l n < l Í l l l l ' l L 1 r l'� l r r l f m · : r :-.v i n f,v l l l r l r 1 1 1 1 1 1 ¡•,1 1 1 1 1 v : r 1


kdn 1 d�,; r r pt>J l ad o n e s , , d g 1 1 r r a s de l a s
l � r · r r · p · i ó n t ra n n a c i o n a l y e l e l a i n
, ·1 f u t u ro él
nacional , desean a n o ó l o e n 1 cont rol o reso l u c i ó n de 1 s o n fl i 1 o � i n t er n n n r 1 1 · � : 1 I r · n r IS · H t 1 1 l l i : r l o < 1 · r 1 1 r de
vt:s-

cionales, sino igualmente en la introducción de una d inámi a qu l lev e a l a so t i 1,0 · i 6 n p; r ra la p r 1 . .


lución de una gran variedad de problemas. i m a de sus grandes diferencias es, en p �im �r
qu · l a.s c a l � t c t c r i za por e nc
El auge que ha tenido en los úitimos años la consideración de lo aspectos lu •nr, m n t m ent norm ativo de su indag ación , lo que no Impi-
el carác ter e i en e e
. de las relaciones internacionales y la preocupación mani festada por
normativos 1 la a ce p t c i ó n en much os casos por
a
las mism as de los métodos '! técnicas
la elaboración de una teoría normativa de las relaciones internacionales cons p s t u l ado s por las llama das conce pcion
es científicas. En las aportaciOnes a las
tituyen una clara expresión de la necesidad de enfrentarse desde una perspecli ¡u ahora nos referi mos se ha produ
cido la superació_n del debate entre en :o­
va ética y de justicia a dichos problemas 2 • uue clásico y enfoque científico, asumiéndose la necesidad de aceptar lo meJor
!ales concepciones responden a uno de los postulados propios del postbc­ tJ unos y otros en orden a enfren tarse
a los probl emas releva ntes del mund o.
_ das por su recha zo del pa � adigma �s� a�� ­
havwnsmo, la relevancia, pues es indudable que todo estudio de las relaciones t:. n segun do lugar , vienen carac teriza
internacionales que quiera ser relevante necesariamente ha de desarrollar ins­ · >ntrico y su sustit ución por el parad igma de la políti ca mund ial. En defm iti­
trumentos conceptuales y metodológicos capaces de anticipar el cambio, en or­ v , frente a la concepción de las relaci ones intern acion ales como teoría de las
den a su control u orientación. La dimensión de las transformaciones que se re l a cione s intere statal es, se afirm a la conce pción de las relaci ones internacio-
han producido, tanto dentro de los Estados como en la sociedad internacional 1 1 ales como teoría de la socied ad intern
acional o de la sociedad mund ial.
y las que están en proceso de producirse, exige que la indagación intelectual Habié ndono s ya referido a una gran parte de estas contribuciodo nes no pro­
se oriente hacia el conocimiento del futuro. Los problemas de predicción que ·ede volver ahora sobre ellas. Nuestra atención en el presente apartalación se orienta
de «fu­
implica esta tarea son gigantescos. únicamente hacia ese grupo de aportaciones que buscan la formu
En este aspecto, el resultado ha sido el desarrollo dentro del estudio de las Luras alternativas» a la actual sociedad internacional.ciones estudiadas hasta
relaciones internacionales de un campo denominado futurología, que trata de Una característica presente en mucha s de las aporta
«inventar el futuro» por medio de técnicas de predicción 3 • ahora ha sido precisamente el formular distin tos mode los de en posibles sistemas
las concepcio­
internacionales futuro s. Esta tendencia la hemo s visto tanto
nes clásicas como en las concepciones científicas y en las desarr olladas en la
1 Vid . , por ejemplo: PIRAGES, Dennis. The New Context jor Jnternational Relations· Global referi mos ahora a ellas, sino a las
Ecopolittcs, North Scltuate, Mass., 1978. décad a de los setent a. Sin emba rgo, no nos n de «orde n mun­
2 Entre las aportaciones m s recientes además de aquellas las que nos referiremos en breve que en los últimos tiempos se incluyen bajo la denom inació

Y a las que hemos crtado en la mvestrgacwn : para la paz, vid.: BRAILLARD, a
Philippe, Philosophie aport acione s con caract erístic as pro­
el relatwns tnternatwnales, Gmebra, 1974; M IDGLEY, E.B.F., The Natural Law Tradition and the dial» y que const ituyen un conju nto de
� heory of International Relations, Londres, 1975; GooowrN, Geoffrey L., «Theories of Interna­ pias frente a las anteriores. n es muy
twnal Relauons: �he Normatrve and Policy Dimensions», en T. TAYLOR (ed.), Approaches
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and El tipo de teorías o enfoques que se integran en esta denominació o a época s ale-
numeroso y variado y sus antece dente s se remon tan en el tiemp
and Nuclear Deterrence, Londres, 1983; BREWIN, Christopher, «Justice in International Relations»
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.
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AN,
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una consideración crític�, vid.: BRAILL1 ARD, Ph. <<Reflex•ons
Prophecy and Poltcy: _ The Performance and Use of Forecasting, Baltimore, 1977. Representativas Prospe�ts, San Francisco, 1978. Parationale vol. 1 (1980), P · 21 1-222.
de esta tendencra general son, entre otras muchas, las siguientes obras: CLARKE, Arthur c. Profiles of sur la prevision en relations interna s>>, Etude lnterna twnales ,
� RosEN, Steven J. y JoNES, Walter S. The
4 Para una exposición de estos antece
the Future, Nueva York, 1962; JouvENEL, Bertrand de (ed.), Futuribles, Ginebra, 1962; dentes, v1d.:
nrs. lnventmg the Future, Nueva York, 1964; KAHN, Herman y WIENER, A . J . TheGABOR ' Den­
Year 2000: Logic of Intemational Relations, 3 • ed., Camb
_
ndge, Mass., 1980, p. 472-47 8.
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1 1 1 1 11 1 1 1 < 1 1 1 ' 1 1 1 1 1 \ 1 \' , 1\ 1 1 \' 1< 1 1J I ' . 1 N 1 1 li N \ 1 1< 1 N 1\ 1 1 •

zación i n t e rn a · i o n u l respond e 1 1 1 ! 1 id ·o l : ) ' Í ! .' .d .· i n i


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sa ' e n l rá mlonos en · 1 si • l o X , FA I "
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l l l l t l l � I I I O l i her n l . Ln He ' l l l l d ! l p! ·�
1 1 p d n l ( l il v i n •� t ln d i l
considera que pueden d i s t i ngu
1 1 ,.0 1 1 1 . ¡ 1 1 t i 1 s p r bl 1nas d 1 p r ·sen l e , a p y aci o e n clet � r m 1 nacl � s 1 e 0 1 -

.
i rse t res fases den t ro de las aport aci ones q u · s t·
inscrib en en la perspectiva de reforma del sistema internacional: la q u e se pro
q u . no van a l a raíz ele tos pr b le m as , por l o que los m1sm_os se • � sp1ran
_
duce a raíz de la Primera Guerra Mundial, la que tiene lugar des p u és de l a '
t.

11 u n i m perial ismo en c u b i e r t o . La tercera toma en cuenta las diferencias �� l i


111
Segunda Guerra Mundi al como consecuencia de la revolución nuclear y la reac '

ción que se produce en los años setenta frente a la «crisis planeta ria» 5 • 1 1 1 •t ic del m u ndo y explora Jos caminos para llegar a un nuevo orden mu � Ia
e

La relación de las distint as concepciones sobre el orden mundi al con la co­ l t• paz y a c e pt a ble por todos r o . Ambas clasificaciones, salvados los matices,
. .
rriente idealista es, pues, eviden te. Sin embargo, y a pesar de la identif • i n c i d en en Jo esencial de cada una de las tres concepciOnes.
icación . .
total que algunos autores realizan en este sentido, existen unas diferencias Desde esta perspectiva, adoptando un criterio laxo, pued� n distmg� lfSe, en
l t \ J tra opinión ' tres grandes grupos, conservador, reformista y radical, que
nificativas entre la corriente idealista y las concepciones pertenecientes a la ter­sig­
cera etapa, señalada por FALK, que son las que ahora nos interes an. CLARK se aproximan a las clasificaciones señaladas, si bien _en el caso �e. las aporta­
plantea claramente el probl ema: «¿Ha y algo nuevo en la espec nes pertenecientes a los dos primeros grupos no siempre es faCil est�blecer
que se ha desarrollado en los años setenta o se ha de considerarulació
este
n utópica
fenóm diferencias. ..
como parte de la larga tradic ión de pensamiento reformista que ha caracteno El primer grupo de alternativas centra principalm�n �e su atencwn e� 1 a es-
zado la histor ia del esfuerzo intelectual desde el inicio del sistema europeoeri­
de t ructura política, Y sólo secundariamente en la economi�� · del act�al sistema
Estados?» 6• Internacional y preconiza mínimas reformas del orden po�It�co mund1�l. La base
En opinió n de este mismo autor , cuatro son los eleme 1 esa reforma, que pretende mantener en sus caractensticas esen� mles el or-
basar su novedad esta concepción : 1 ) Su énfasis general en ntos en que puede
una mayor sofisti­
_
.1 n existente, viene definida por la noción de un «manejo de la I�t � rdepen-
cación de la actual investigación sobre las alternativas de orden mundial. 1 ncia» de forma que el enfoque de los diversos problemas de la pohtJca mun­
2) Su afirmación de que esta indagación se dirige no sólo a la especificació n de d ial debe ser contrastado tanto con la preocupación tradici�nal con el Estado
los objetivos finales sino igualm ente, si no con mayor acent o, hacia la explic el poder como con la insistencia utópica en trascender el sistema estatal. En
ción detallada de las «estrategias de transición>>. 3) Su pretendido carác a­ 1 se incluye una gran parte de las aportaciones realizadas desde el c � mpo de
ter sui _
generis, dado el carác ter globa l de los probl emas las relaciones internacionale s, que establecen distintos m ? delos de sociedad � n­
a los que se enfrenta, en con­
creto la crisis planetaria. 4) Su atención no sólo al proble de la paz, I ernacional. Representativa s de esta corriente son , por ejemplo, las aportaciO-
también a los demá s problemas del mundo 7• Aunque, parama este autor
sino nes de HOFFMANN 1 1 Y BULL 1 2•
do diferencias de enfoque, énfasis y urgencia, las actuales concepcion , salvan ­ En el segundo grupo se incluyen las aportacione� r�alizadas des?: una pers-
el orden mund ial constituyen parte de la tradi ción utópi ca o neo-k es sobre 1 ectiva global 0 casi global, pero eminentemente tecmca y pragmat1ca, que se
creemos, sin embargo, que no puede aceptarse un antiana 8 ,
plant
cado r, debid o al distin to carácter de las aportaciones que eami ento tan simp lifi­
se han venid
FALK Richard A . , <<On Writing a History of the Future>>, en H - H . H oLM Y E.
zando en los últim os años. o reali­ .
lO
En este sentid o, se han propuesto distin tas clasificaciones, en base ( eds.), Soci�l Science. Fo: What ? FestchrifttJr¿��an �al:�;!� �s��· ����\�Ó��:-��tr������
rentes criter ios, que tratan de precisar el sentido y alcance de a dife­ ficaciones, como las reahzad�s por Robert ' f i odológico
las aport acion es. y el mo?elo de proceso htst�nc� � ���=.! ��l cual s; c�ncibe el futuro, distingue tres clases de
Desde la óptica que nos ocupa, las clasificaciones más adecuadas son concepciOnes, natural-rac10na P s . i . v ucionista e historicista-dialéctica (<<Ün Thinking about
las for­ Future World Orden>, Worl� �ollttcs, vo1� 28 119761 ' p . 177)fi por Steven J . RosEN y Walter S.

mulad as por BERE S y TARO y por FALK . Los primeros distin guen, clasi can como minimalistas, reformis­
con los instrumentos o procesos en los que se basan las concepcionesde acuerdo J ONES , que, de acuerdo con e a ca
_ ��� d l s mismas las
tas y maxtmahstas (The Logtc of er�ational Rel�tions, 3. ed., Cambridge, Mass ., 1980 , p.
ma del orden mund ial, tres tipos de enfoq ues: político-estructural, de refor­
a

478-492), y por Samuel S. que separa 1a concepciones en «conservadoras>>., <<reformado-


funcional ras>> y <<transformadoras d�l srstema». (The �est or a Jusi World Order, Boulder, Co., 1984,
Kn ¿ .
y cultur al-universal 9 • Por su parte, FALK establece tres tipos de altern
ativas . p. 62-68), responden tambten en sus lme�s ge Qneral� a las clasificaciones ya señaladas. Para una
consideración más ampha de las conce�l Ones sobre el orden mundial y las futuras alternativas,
. d .: S EARA v AZQUEZ Modesto
. 1 d. <<La criSIS mun.dta1 Y los modelos de sociedad internacional>>,
.
V
VI " ·
Cur-
.a G 1 1985 Universidad del País Vasco, Btlbao, 1 986 '

5FA L K , Richard A . This Endage Planet (Prospects and Propasa/ for Huma
�JoJ : 1P�=7��';��: ��� �7���':e 10� c����s �Curri :S�:á�os qu� se realizan en st c o, vid.: WEIN, B .
s e e
Nueva York, 197 1 , p. 283 y 284. Vid. red también en idéntico sentido: CLARK, Ian. Reformn Survival),
/ � ���
� :frde� U:.'/:eric
sistence in the International Order, Cambr idge,
de la llamada <<crisis planetaria», entre otros, vid.:198SEARA
0, p. 43-45. Para una consideración and Re­
general , eac and World Order Studies : A
11 Vid.: HoFFMA N N , Stanl�y H �macy
c� l�� u
·?
O:n Foreig� Policy since the .
VAZQUEZ, Modesto, La hora decisiv
r
México, 1986. a, Cold War, Nueva York, 1978, Duttes eyon d � orders: On The Limits and Possibi/ities of Ethical
6 CLARK , Ian. Op. cit., p. 32. fn ternational Pollltcs, Syracuse, 19 Dead Ends: American Foreign Policy in the New
3 st ���teamiento se remonta a 1965, a raíz de la conferen­
7 C L A R K , lan. /b(dem, p . 36 y 37. Co/d War, Camb n_dge, M ass . 9� �-·
8 CLARK, lan, lbfdem , p. 53. c1a que sobre condtc10nes det o'r�en �u n�i�l se celebró en Villa Serbolli ni. Vid. : HoFFMANN , Stan­
BERES, Louis René y TARG, Harry R., <<introductiom>, en L. R. BERES y H . R. TARG (eds.), ley H . (ed.), Conditions of World 01rder, B o�t ���} 9��-
BuLL, Hedley, The A narchtea SoctetY· 0rder in World Politics, Londres, 1977 .
9
Planning A lternatives World Futures, Nueva York, 1975,
p. xiv y xv. 12 y �
< l i\ H I \ ( ,' 1
·, ', ;
\1 1< 1 IJ ' . I I I I I H I I \< l< ll l \ 1 1 1 1 ; 1 1( 1 '\ \ I H ' .I 1 1 ' 1 1 1 \
/1 1 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , ll l l \ 1 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 H J I\ 1 1 1 1 1 1\ 1 1 1 \ ' . 1( 1 1

i k propo l · i l l l l i l l S\ 1 1 1 1
d i 1 i • e n a l l a J I I < J J l ; 1 ; 1 1 l: 1 H' Í Ó 1 1 d e I o N ¡ ,• o i J Ít: l l l \ 1:-l Ho l ) l e lo.� l l ' u h k: 1 1 1 : 1:-> t k l I I I I I I H I P · l ¡ k s l l l i ll l l l ' l V I I I l i 'O 1 (\' l l l li ) 1 1 1 1
1>\' ¡ ¡'l l l l' ! l pl l ' -�
¡ 1 1'1 1 1
y sobre las s o l uc i o nes a med i o y lar ' 0 pl o ele 1 s l l l i S n l o S . 1 2 1 1 · 1 s · e n ' I I L' I I
az

tran contribuciones que responden tant o a iniciativas ele los p ro p i o � bi · r n o s 1 u · ha dado 1 1 1


•ar ·st e a n á l i s i s h a n sido n u mero as, en base
• ) l i t ·S .

prest ada a la posib ilidades del desarrollo


Las · f f l i c n s o
)b 1 od a

u organizaciones internacionales, como ele grupos privados u organizaci l i t.\ s


de nuevos recursos Y la exclus ión de im-
la e ca a at e n c i n
no gubernamentales 1 3• En estas aportaciones se prescinde en ge ne ral de las d i • i 1 1 i l fi o - t é c n ico el d e ubrim iento
ferencias culturales en el mundo y no se atiende realmente al problema ele la 1 r t u n t· · · factore � pol!tic os y social
es. Las críticas fueron especialmente rad�­
pobreza y el subdesarrollo de los países en vías de desarrollo. Las propu es t a s , ·a l , ele l e l a perspe ctiva de los Estad os
en desarrollo, en cuanto que se consi-
1 r que tale e tudios lo que preten dían era desan imar
que no suponen un cambio real de estructuras, sólo proponen en general re­ a estos �aíses en sus
formas de carácter técnico y funcional. p ctativ as y posibi lidade s de desarr ollo
16• Como respuesta a dichos m �de­
Mención especial merece en este grupo la labor desarrollada por el Club e constituyó en 1 972 un grupo de científicos1 latinoamericanos al objeto
de Roma, que desde 1 970 ha auspiciado una investigación sobre el «predica­ prepa rar y presen tar un modelo altern
ativo 7•
mento de la humanidad», dando lugar a la elaboración de distintos informes . En 1 97 4 , se public a el segun do inform e al Club de Roma , que trata de to­
Como parte de ese proyecto, el Club de Roma invitó a un Grupo de Diná­ mar en consideración algunas de las crítica s anteriores y redefi nir el modelo
mica de Sistemas, perteneciente al Instituto de Tecnología de Massachusetts, rigina l, si bien sigue presente en el mismo la necesi dad urgen te de tomar me­
bajo la dirección de FORRESTER, a realizar la construcción de un modelo mun­ licias de control encaminadas a evitar Jos probl emas futuro s 18

dial para el estudio de las tendencias e interacciones de algunos de los factores En 1 976, ve la luz el tercer inform e al Club de Roma , o proye cto de Re­
al, realiz ado bajo la direcc ión de TINBER-
que amenazarían a la humanidad y de las alternativas posibles hasta el siglo ·onstr ucció n del Orden Internacion lo enos c� �renta
�X I . La primera descripción del modelo fue publicada por FORRESTER, cono­ EN , cuyo objeto era diagn ostica
r, para un períod o de por �
ción del actua l orden intern acwn al Y flJar los
Ciéndose en los medios especializados como Mundo 2 1 4 • En 1 972, M EADOWS, años, Jas posib ilidades de evolu rnos y de Jos puebl os,
RANDERS y BEHRENS dan a la luz un modelo mundial más elaborado, cons­ medio s para reduc ir, a través de la acción de los gobiecione ntes � pro­
truido a partir de la versión de FORRESTER 1 5• Ambos modelos contienen pre­ las desigualdades internacionales y reorganizar las institu star saexiste la huma mdad.
dicciones sobre el crecimiento demográfico, agotamiento de recursos y alimen­ poner nuevas al obj�to de garantizar un futuro de biene ezca las reglas del
tOs, inversión de. capitales y polución. La conclusión es que antes de mediados e prevé la negoc iación de un «trata
do marco» que establ
del siglo XXI la humanidad habrá de hacer frente a una serie de dilemas deri­ n uevo orden intern acion al 19 •
vados del casi agotamiento de Jos recursos naturales, el enorme crecimiento Posteriormente, el Club de Roma ha continuado con este proye cto, dando
lementan los anter iores o abord a� pro­
de la población, la polución y la insuficiencia alimentaria. Para evitar tales pro­ l u gar a sucesi vos inform es, que comp
entem ente en consid era­
blemas consideran que es necesario proceder a un control de la natalidad, de blema s y dimensiones nuevo s, o no toma dos sufici , PECCEI, hasta su re-
las inversiones de capital y de la polución, como única forma de llegar a un ción zo. También el propio presidente del Club de Roma
equilibrio global, dado que estiman que �l crecimiento económico, la emigra-
Journal of Peace Resear ch,
Vid.: GALTU NG, Johan, <<Limit s to Growth and Class Politics »,
I6

vol . 1 0 ( 1 973), p . 1 0 1 - 1 04 . i
pación
. .
social, Mex1co, 1 974.
1 s MESAR OVIC, Mihajl o y PESTEL , Eduard , Manki
1 3 A nivel gubernamental o de organizaciones internacionales, vid . , por ejemplo: LEONTJEF '' Vid . : KAPLA N, Marco s, Modelos mundiales y partic al the Turmn g Pomt: The Secan� Re­
Wassily, CARTER, Anne P . y PETRI, Peter A., The Future of World Economy, NN.UU., Nuev� nd
La huma� idad en la encrucuada :
York, 1 977; ed . castellan�: J!l futuro de la economfa mundial, México, 1 977; OCDE , Interfuturs por/ to the Club of Rome, Nueva York, 1 974; ed. castella na:
(Face aux). Pour une matlnse du vratSembable et une gestion de l 'imprévisible, París, 1 979; ed . Segundo Informe al Club de Roma, México, 1 97 5 . Para una cons1derc10n de este modelo, v1d . .
World Model tn the Context of Its
castellana: In ter-futuros de cara al futuro para un control de lo probable y una gestión de lo im­ HUGHE S, Barry B . , World Modeling: The Mesarovtc-Pestel
w� vtstble, Madnd, 1 979; U t;J ES�O, Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e informa­ Contemporaries, Lexing ton, Mass. , 1980.
T
IN BE R G EN , Jan (ed.), Reshaping the International Order, Nueva York, ! 976; ed. castella-
C/On en nuestro flempo, Pans/Mex1co, 1 980; y The G/oba/ 2000. Report to the Presiden!, Was­ I9
cional. Inform e al Club de Roma, Mex1co , 1 977 ·

h�ngton, 1 980-8 1 ; ed. castellana: El mundo en el año 2000. En los albores del siglo XXI. Informe na: Reestructuración del Orden Interna the Age of Waste, Londre s, 1 978,
.

te�ntco preparado por el Conse;o sobre la Calidad A mbiental y el Departamento de Estado, Ma­ 20 Vid . : GABOR , Dennis y CoLOM BO, Umber to, Beyond
a rebours, París, 1 97 8 ; BOTK ! N , J . , ELMAN DJRA,
M.
MONTB RIAL, Thierry de, Energie, /e compte
y MALIT
dnd, 1 982, y Futuro Global. Ttempo de actuar. Informe elaborado por el Consejo sobre la Cali­
to Learni ng, Oxford , 1 978; GUERN IER, Maunc e, Tters-Monde: trot

dad A mbtental y el Departa_mento de Estado, Madrid, 1 984. A nivel no oficial o de organizacio­ ZA, M., No Limits
nes no gubernamentales, v1d . , por e¡emplo: Diálogo Norte-Sur, Comisión Independiente sobre quarts du monde , París, 1 980; G I A RINI , Orio, Dialog ue on Wealth and Welfare, Oxfor d, 1 980,
. To wards "!ore Effecttve Socteltes, xford, ?
Problemas lnternacwnales del Desarrollo, México, 1 98 1 ; y Seguridad Mundial. Un programa pa­ HAWRY LYSHIN , Bohdan, Road Maps to the Future socteda des mas efecttvas, Madnd , 1 98 � . SAINT :
ra el Desarme, I nforme de �a Comisión Independiente sobre Asuntos de Desarme y Seguridad, 1 980; ed. castellana: Itinera rios al futuro . Hacta
La Synergte des Mondes, Pans, 1 98 1 ,
Mex_ 1_ co, 1 982. BROWN, Harnson, The Human Future Revisited. The World Predicament and Pos­ GEOUR S, Jean, L 'impératif de coopér ation Nord-S ud.
: For Better or for Worse, Ox:
sible So_futions, Nueva York, 1 978; ed. castellana: Otra visita al futuro de la humanidad. La dificil S CH A FF , A . y FRlEDRICHS, G . , Microe
lectrom cs and Soctety
para bten o para mal, M adn d, 1 982,
1 4 FORRESTER, Jay W . , World Dynamics, Cambridge, Mass. , 1 97 1 .
y soct edad:
sttuac/On del mundo y sus posibles soluciones, México, 1 982 . ford, 1 982; ed. castellana: Microelectrónica r, Pans, . 1 984; ScHNE IDER, Bertrand, La revo/u _ twn
LENOIR René' Le Tiers Monde peut se noum
1 5 MEADO WS, Donella H., MEADOWS, Dennis L . , RANDERS, Jorgen y BEHRENS 1 1 1 , William La revolución de los desher edados Madn d, 1 986. Para
d ana:
W . , The Ltmtts to Growth, Nueva York/Londres, 1 972; ed. castellana: Los limites del crecimien­
auxpie s nus. París, ! 986; ed . castell �
de Roma, v1d . : ÜNUF, N1cho1as G . , <<Raports
una consideración general de los informes al Club
to. Informe al Club de Roma sobre el Predicamento de la Humanidad, México, 1 972 . · the Club of Rome», World politics, vol. 36 ( 1 983), p. 1
2 1 - 1 46 .
to
� ¡ · �lit.: '/111 ·� i u d ·� 1 1 ) ' Se 1111 OC I I pad o d . tl :li JOI I I I l c l lcx i o ' ll'H so 1 /\ : . 1\ 1 1 \1 1 1 1 1 / l ' . l l i l l li l l \ t / t ll / \ 1 / ' , l t i�lf ¡ 1 1 1 11' 1 \ \ l l l ' ,o 11'1 111 \ 1/1

q ue I I J L' I I I a q 1 1 · I n pa:t 1111111 l i d In H�T, I I I i d n d son t i i N · p;¡¡ n!JI · H (le p1 (1bl


�� tl�a�·i ue 1;� mer e� 1do. la bor han sido muchas racli a les, por ·sr ¡ 11 1 ;1rsr
1a c� enc h n caplé e n la . l o o lía l u spir l a bor el el 'l .� � � .�
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.
� . :;
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los el ·rcchos h u1 1 1 1111 H , · 1 · q 11ili1J,· io · ·oló · i , la d sigu ld d couó mi ca el


la ' I I J : I:->
u b ele ROIIIn 21 .
· a · ,
� .a � ost 1a q�e msp1ra los '.nformes conservadora, scono
es t a

c1
y
Hubdesarrollo, ·1 h a mb r · , la xplos i ó n demográfica, la explotación ele los re­
·
a

cu nen o as desigualdades exis. tentes es


0 c11 c ie ncl o ·urs y muchos otro . Los tradicionales planteamientos diplomático-
e� que se encue�tran los dos tercios dealanive l inte rnac iona l Y el ubdesar roll o
población mun dial , lo que hace i n ! ratégicos no p ue d e n separarse, en consecuencia, de los planteamientos glo-
d.Ispe�sabl e partu de presupuestos de cambio 1 a les sociales, culturales, económicos y tecnológicos. Al mismo tiempo, se con­
cwn� , que no aparecen en dich os informes 2Y2.reforma real del orden inte rrn' íclera que los Estados, como tales, no están en condiciones de administrar,
Fmalmente, �stá tercer grupo de aportacione

�:ral. glo al Y cnt�.co,elque s, de planteamiento en •e
propone futuras alternativas de orden mun
é m mos e cambio real de las actuales dial :u
ni de solucionar, estos problemas globales, ya que son intrínsecamente incapa­
es de captar los intereses reales de la humanidad. Así, para esta concepción
de iograr un mundo en paz y just o. estructuras mun diales ' con el obj e� ivo 1 Estado y el sistema de Estados es parte del problema que hay que resolver
y n o su solución.
Por encima de las �if rencias existentes entre Un cierto optimismo caracteriza, en general, estas aportaciones. Como se­
� las aportaciones este ter-
cer grupo, l as caractenstica s comunes de las mismas , en conson ancdeia . con ñalará FALK, uno de sus más característicos representantes, «es posible que
ras g?s c1 erm�· ono · s de la Inve
. . stiga 1 os
l a amenaza creíble de la catástrofe genere la voluntad y la energía para superar
. o e valo ción para la paz, son sigu ient es: l . Es t a �
bl ecimient r�s que han de guia r la investigaciónlas , como la elim ión algunas de las malas características de nuestra existencia humana que hemos
. el
de la g�erra Y de la VIOlen Cia, bienestar económico, la just icia socialinac aceptado como inevitables. Argumento, de hecho, que la precariedad de la su­
:���;;�Ia, los der�chos humanos Y el equilibrio ecológico. 2. Des la de­
pervivencia humana podría al menos dar a la humanidad la oportunidad de
.
Y � r�yecc ion las tendencias más importantes crip ció � , eva­
;no el crecimiento demdeográ de la actualidad co­
fico, el desarrollo tecnológico el agotamient�
crear un orden político, económico y social que permitiese a los grupos huma­
nos vivir juntos bajo condiciones de mutuo respeto y tolerable dignidad» 24 •
de
��
os recu rsos , la pol�ción ambiental Y la carr
e odelos alternativos el orden futuro. 4. era de armam� ntos . 3 . Desarrollo Este planteamiento considera que los acontecimientos internacionales no
� Selección de las posible siempre están determinados por los Estados, asumiendo que existen similari­
e utur o que �arecen mas
.Cion
. , que perm itan deseables. 5. Desarrollo de estrategias sdemod elos dades culturales universales e imperativos culturales que influyen en las rela­
humanid ael , a t rave·s ele cam biOs . del tran si-
. .vidu
mdi . al . a ,lasupe
Y .�olectivo comportamiento ciones internacionales. El propio FALK caracteriza esta perspectiva: «La crea­
rar las actuales estructuras Y procesos que imp ción de un nuevo sistema de orden mundial debe extraer su estimulante visión
su consecucwn 23 . iden. de la amplia y general afirmación de que todos los hombres son parte de una
La
. quepreo cup aci �n � omimmte en estas aportaciones es, pue única familia humana, que una unidad yace bajo las múltiples diversidades y
. n, s, cris is plan e­
amenaza a la hum anidad Y que hace implaosib

tana , en su opmw disensiones del actual mundo fraccionado, y que esta sola unidad latente pue­
e paz , en el sentJdo ya señala?o. De ahí la nece le hab lar
sida d de form ular alte rnativas de dar vida y fuego a un nuevo programa político de transformación» 25 • En
e mun dos futuros que permitan su realización este sentido, esta perspectiva descansa en gran medida en la noción de cultura
.
cwn. . Des de esta �rspectiva, se estima que es necesari
estatoce. ntnca, superar el clásico paradigm o romper con la corree p- universal como base para una cooperación y transformación política y social
· actual desde planteamientos que do Y del po eler y a b or-
dar la pro blema· tica a del Esta efectiva.
.
a 1a h uma mda d en el pun to de mir a del estu sitúen al ser hum ano Y Entre las aportaciones realizadas desde esta perspectiva destacan , por lo
dios o. En este sent ido, se argu- ambicioso de su objetivo y lo radical de su planteamiento, las que se han reali­
zado en el marco del World Order Models Project (WOMP), al que ya hemos
PECC EI , Aure qua/ita um;n�, M'l
aludido al estudiar a GALTUNG, dentro de la investigación para la paz.
drid , 1 977; 100 pagelios �La
21

our !'avenir . an,


' 1 9 76; ed. castellana: La calidad humana Ma-
x{�'if
I
du Pres nt du « Club de Rome», París, ,198 1 ; La formulación de alternativas futuras al mundo actual, con este plantea­
ed. castellana: Testimonio sobre f
drid , 198 1 ' y, con Daisaku lKEDA ,elBefo
¡f;
ut . e zextOnes :,�
� e miento crítico y alternativo que hemos señalado, forma parte, en cierta medi­
masiado tarde (Un diálogo entre Aurelio re � too Laty(I984);Pres tdente del Club
ed. castellana: AntesdedeRom
que
a) Ma­ da, de la investigación para la paz, dado el carácter normativo, la orientación
s�a de-
Vid. entre otros: TADO , Celso y otr�� ¿f Cl�ta:e�lkeda}, Madri? , 1985.
22
e e J hacia la acción, en el sentido de buscar la paz, la satisfacción de las necesida­
SIOn, Mad nd, 1976; BRAFUR
. •

RD Phili ppe L ''l';�osture


oma , anatomw de
Political Values for WorILLA ld in Crisis: The'A PP . ach du Club de Rome, Paríun grupo de pre­
s, 1982, Y «New des humanas y el establecimiento de las condiciones para que el hombre pueda
cal Sctence Review avol 3 (1 982) Para una cntlca gene
of the. Club of Rom e», International Po!iti- realizarse plenamente, que, como vimos, caracterizan a esta concepción. En
d entro de este segundo grup
' ·
ral de la s aportaciOnes, que msertan
er or World Con trol»se, The
· ·

o, vid.: MAR EJKO , Jan , «Wo rld Ord


vte� oj Politics, vol. 47 (I98 5), p. 588-6 10.
.
última instancia, los trabajos de la investigación para la paz, aunque parten
BERES , Loms René y TARG
Re- de la realidad de nuestros días, conciernen como objetivo a estructuras y acti -
Harr R " l oductJ
op. cit., p. 1 5-25; y Sü ROOS , M�rvin l. <;A �!�� On», en L. R. BERES y H. R. TARG (eds.),
.
nmg AI!ernative Future Worlds», en ib;·dem, p. �dological OvervJew of !he Process of Desig-
27 24 FALK , Richard A., This Endagerel Planet, op. cit., p. 1 0 1 .
25 FALK, Richard A., ibidem, p . 296.
1 1 1 1 1 1\ 1 1 ¡; 11 1 \ 1 1 . i 1 1 1\ 1 1 > 1 1 1 • 1\ 1 1\ \ 1 > J ' ,t 1 1 ' 1 1 11 \ 1 / 1
1 1 l l r i i i\ I I P I I • ' 1 1 111 ' 1 , . , 1\ 1 1 ' ' ' ' ) �, , . , l l l l l l\ l l \ 1 11 1 \1 , •. 1 ¡\ ' , IU 1 \ 1 11 ll 11 • , \t

d q u · a ú n no · i s t ·1 1 o , si ·xiNI · 1 1 , H O I I po ·o ,. · J · v a 1 1 i · s . L;l i 1 1 v H i i g a · i (l l l
·s O l l l · l O I I l'l' ('Il' I I i j ('l l i l' ' I IOI(•!',k i l , 'i l i i �( · ' 1 1 · li'l i i ll' i Cl ¡ l l i l i i J I' in c ·ológi '( l Jll ()

l'
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·
'

para la paz t i e n e, a í , u n a d i mcn i ó n fut u r lógica o const ru t i va l l l t r a t ;t dl'l · :< ) · i ( t l ·s» ' 0 .

pr bl ma ncreto . E · on tcx-
1 1 t acl a 1
1 ·i I l t 1 lo� d e • · h o s h u • n a 1 10�
futuro diseñando posibles estrategias de paz y mu n dos fut u ros, que e n laza di ·s · nt t u ::� l y ri
n u a n t qu · a l::t part icipa n t e i n i c i a l represen ta diferente
rectamente con las concepciones que vamos a estudiar en este apa r t a do ¡, _ s áreas políti­
El WOMP nació en 1966, de la mano del Jnstitutefor World Order d e N ueva u l l urale elel u n do, pero lo hace desde la perspectiva mundo corno
rn
del
York, dirigido por MENDLOVITZ , y hoy llamado World Policy Jnstitute, c o ­ I I I I L el , ele forma que los aspectos concreto s y parciale
s adquiere n toda su
mo un trabajo transnacional. La iniciativa del WOMP permitió que diversos 11i ficación por referencia al todo. Está orientado hacia los problemas con­
investigadores, procedentes de diferentes partes del mundo, elaboraran sus ver­ •r l s, dado que, partiendo de los problemas presente s y futuros, establece los
siones de un mundo preferido 2 7• 1 bj e t i vos, clarifica las tendenc ias y futuros desarrol los e ideas y seleccio na fu­
El WOMP pretende ser la primera fase de un movimiento mundial dirigido l ur s alternativas .
a la reorientación de los valores globales y de las instituciones. En palabras u postulado de partida es que la ideología y las instituciones asociadas con
1 sistema estatal son incapac es de hacer frente a los
de uno de los participantes, constituye de momento un ejercicio intelectual que problem as de la era nu­
tipifica la mentalidad moderna Las principales cuestiones que se plantea ·l · ar y los peligros derivad os del subdesa rrollo y de la crisis ecológica, pues
ración de poder Y auto­
28• a

según LASSWELL, son: ¿Cuál es mi mundo preferido? ¿Qué cambios son ne � In tradicio nes de rivalida d se acentúa n por la concent
cesarios en el sistema si es necesario reducir sustancialmente los peligros pre­ ridad en los gobiern os naciona les. Conside ran, asimism o, que la concepción
sentes? ¿A través de qué estrategias puede una red de personas y organizacio­ , 'latocéntrica está superad a como consecu encia del desarro llo de una serie de
r nómeno s, entre los que se encuent ran la prolifer ación
nes públicas y privadas realizar estas innovaciones? 29 de los actores no esta­
La expresión orden mundial, para los investigadores implicados en el pro­ tales, la aparición de agencias globales de carácter funcion al, la aparición de
yecto, «designa el estudio de las relaciones internacionales y de los asuntos mun­ sentimientos y movimientos nacionalistas en los países desarrollados, el desa­
diales que centra principalmente su atención en las siguientes cuestiones: ¿Có­ n·ollo de movimientos subnacionales que1 debilitan la autoridad central y la mul-
mo puede reducirse significativamente la probabilidad de la violencia interna­ t i pl i cación de movim ientos regiona les 3 • .
cional? ¿Cómo pueden crearse condiciones tolerables de bienestar económico En palabras de MENDL OVlTZ, los problemas a los que se dirige el WOMP
mundial, justicia social y equilibrio ecológico?» . O más precisamente: «¿Có­ tos valores que guían su trabajo se puede n sumarizar en los siguientes térmi­ as
mo puede lograrse y mantener un mundo más justo y sin guerra? ¿Cómo pue­ nos: «Estamos de acuerdo en que la humanidad se enfrenta a cinco problem ión
de mejorarse la calidad de la vida humana? Así entendido, el orden mundial mayores: guerra, pobrez a, injusticia social, deterio ro ambien tal y alienac .
abarca una serie de entidades -instituciones mundiales, organizaciones inter­ Los vemos como problemas sociales porque tenerno s valores -paz, bienest ar
nacionales, acuerdos regionales, movimientos transnacionales Estados­ conómico, justicia social, equilibrio ecológico e identidad positiva- que, in­ os
naciones, grupos infranacionales e individuos- en cuanto están r;lacionados dependientemente de su vaga operati vidad, sabemo s que no están realizad
n el mundo real»
con los siguientes procesos comunitarios y de política mundial: pacificación, 3 2 • Estos problem as y valores constitu yen, pues, las claves
resolución de conflictos por terceros y otras formas de arreglo pacífico de que permiten una comunicación y un trabajo en común entre los estudioque sos
disputas, desarme y control de armamentos, desarrollo económico y bienestar, pertenecientes a culturas diversas que integran el WOMP . El valor último
los inspira en su investigación es la dignidad human a.
26 Vid . : ROLING,Bert, <<Investigación para la paz», en J . ROTBLAT (ed.), Los cientLjicos, la Desde esta perspectiva, los participantes en el proyecto orientan su indaga­
carrera armamentista y el desarme, UNESCO, París/Barcelona, 1 984, p. 279; y GALTUNG, Jo­ ción hacia el futuro. Metodológicamente esta indagación evaluará las utopías por los
relevantes y culminará en el establecimiento de los mundos preferidosuna
han, «Twenty-Five Years of Peace Research: Ten Challenges and Sorne Responses», Journal oj
Peace Research, vol. 22 ( 1 985), p. 1 53 .
27 E l resultado h a sido l a publicación de una serie de investigaciones, titulada genéricamente investigadores. Para éstos, una utopía relevante «es una proyec ción de ima­
Prejerred Worldsjor the 1990 's, que se ha materializado, a nivel de aportaciones más importan­
_ gen o modelo de comportamiento razonablemen te concre to � e un sistema de
tes, en las siguientes: FALK, Richard A. y MENDLOVITZ, Saul H. (eds.), Regional Politics and World
Order, San Francisco, 1 973; MENDLOVITZ, Saul H . (ed.), On the Creation oj a Just World Or­ política mundial y de procesos sociale s capace s de tratar el conJun to de los pro­
der: Preferred Worlds fot the 1990 's, Nueva York, 1975; KOTHARI, Rajni, Foosleps into the Fu­
ture: Dwgnos1s of the Presenl and a Desing jor an A lternative, Nueva York, 1 974; FALK, Richard
blemas globales a un nivel tolerable de satisfacción humana» 33 • No es que pre-
A., A Study of Future Worlds, Nueva York, 1 975; MAZRUI, Ali A . , A World Federa/ion o/ Cul­
tures: An Afncan PerspectJve, Nueva York, 1 976; LAGOS, Gustavo y Gooov, Horacio H . , Revo­ 30 FALK, Richard A. y MENDLO VITZ, Saul H . , «General lntroduc
tion», en R. A. F ALK Y
lution oj Being: A Latin A merican View oj the Future, Nueva York, 1977; y GALTU NG, Johan, S. H. M E NDLOVIT Z (eds.), Regional Po/itics. . . , op. cit . ,
p. 6.
The True JV_orld: A Transnational Perspective, Nueva York, 1 980. Además, en torno al WOMP, 3 1 FALK, Richard A. y MENDLO VITZ, Saul
H . , ibidem, p. 4.
se han publicado otros estudios de menor entidad. 32 MENDLO VITZ, Saul H . , «Genera l l ntroduc tion», en S. H . MENDLOVITZ (ed.), On the Crea­
28 WEIZACKER, Carl Friedrich von, «A Sceptical Contribution», en S. H. MENDLOVITZ (ed .),
tion . . . , op. cit. , p . 12 y 1 3 . Vid. también : F ALK, Richard A., «Toward � New World Order: Mo­
O n t h e Creation . . . , op. cit., p . 1 12 y 1 1 3 . dest Method s and Drastics Visions» , en ibidem, p. 221 y 222; FALK, Richard A. Y MENDLO VITZ,
29 LASSWELL, Harold D . , «The Promise of the World Order Modelling Movement» World Regiona l Politics . . . , op. cit., p. l .
' aul H . , «General Introdu ction»,
Politics, vol. 29 (1977), p . 425. 33 FALK, Richard A . y MENDLO VITZ,
Saul H . , op. cll., p . 6.
11 1 I I I I I; < I I H i o o l ! t l l 1 1 \ ' , 1( 1 1
\ o 1 1 1 1'< 1 ' , 1 �1 1 1 1 ' 11 \ i I I J N \ 1 1 •,

knd an cuno ·c r t:S •


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futu ro o ;Hiup t ·n una po p 1 1 1 l l' , <. : A I. I I J N � : . '11 lk · j p ¡ ·¡; I I ( J l l' l l i l ( l l i n l · � . p 1 0
p l e men te cons 1dera
111 · v : u i n N ·o1n i u a c i O i t ·s d cu t i d n d ·s t · r r i t or i l -s y 11 t r r i t o r i a k s , c u ya
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del mun do, con ser necesaria, está s ujet a a una con tante
1' Ilflli lad l' d t inta es · l i m in r J ;_¡ vio l 11 ·i¡,¡ que se ha originado en un mundo de
a

de los propws acontecim iento s. En este sentido, su a fi r revis ión en func il'l lt
_
l.,,• t u d
a
m ac i ó n de �o
s 1a m o s , pues, ante lo · mundos preferidos, que representan la cul­
no supo ne negar la posibilidad de que se prod u zuna
f�t �ros prefendo . s se r i e !k

Cimientos desfavorables. c a n acou lt' ll l i nac i ón de la inve t igación pre edente y comprende «un anteproyecto de una
El pri�cipal �aso en el ��oceso de establecer los órdenes , t ructura recomendada y una lista de líneas y pasos sugeridos para alcanzar
- n y seleccwn de las mundiales prefe rí •su estructura, descrita en términso de comportamientos razonablemente con­
dos .es la mvencw futuras alternativ as. Ello exige el estah k
.
Cimi ent� de períodos de tiempo o fases, adaptados a L OS» 4 1 •
alt�rnatlvas Y �ependientes de los previsibles cam la consecución de es a s En esa misma línea se sitúa también la aportación de KJM, que, partiendo
bios que
sociedad mun dial. LAKE Y y GAL TUNG , por ejemplo, estab se producirán en la d lo que denomina un modelo epidemiológico de orden mundial, que hace
. s: 1 ) conc lecen cinco veces de instrumento normativo y analítico, que sirve para agudizar nues­
cue�ciale ienci ació n, 2) organizac ión, 3) confrontación, 4) nofases se In
. _
racwn mas!va o lucha �ontra la dom inac ión, para GAL coope t ra sensibilidad hacia los determinantes y distribución de la violencia, aboga
paralel� � mdependen�Ia, e� el caso también de este TUNG, y 5) gobierno r una alternativa global de orden mundial, basada en los valores de !'a paz,
1 bienestar económiCo, la justicia social y el equilibrio ecológico y con una
1

FAL� di�Ide el futuro mmediato en tres períodos: último 34 • Por su par te ,


c ?.ncie ncia , 2) la década de la movilizacion , y 3) la1 )déca la década de la toma dl' strategia de transición no violenta y gradual, alejada tanto de las estrategias
cwn 35 - Aparece, así, la nocíon de transición, que es da de la tran sforma r formistas liberales como de las estrategias revolucionarias marxistas 42•
c:so por el cual el sistema presente se tran sformará prob definida como «el pro­ Muchas han sido las críticas a este proyecto y a los planteamientos simila­
pia relevante» 36. ablemente en la uto­ res. La más general se inscribe en la línea que cuestiona la posibilidad de pre­
licción en el campo de los fenómenos sociales y que, en el caso que nos ocupa,
_Según FAL K, los principales modelos futuros posibles serían los sigu iente s:
el Siste e acrecienta debido al largo período de tiempo que cubre el proyecto y lo com-
� a actu � ; un mun do de cinco pode res
c� , Chm a, 1 ap�n Y Europa occidental); un siste(Esta ma
dos Unid os, Unió n Soviéti­
de
pleto y global del intento. FARER, en una crítica radical del WOMP, señala
cwn al tran snacwnal (empresas transnacionales), y unregiones; un sistema fun­ que «el mundo que se encuentra alejado de nosotros entre cincuenta y cien años
los Estados Unidos 37 • Ello no impide que este auto r sistema dominado por está fuera del alcance de la investigación actual. Está oscurecido por tales abru­
mun d? prefe :ido diferente, basa do en los valores seña opte por un modelo de madoras incertidumbres que no puede servir como foco de planificación ra­
�as creativas han sido las propuestas realizada lados. cional» 43• 1 unto a la anterior, otra crítica frecuente hace referencia a la gran
E � pnmero desarrolla u n sistema flexi ble d e poder difu KOT HAR I y MAZRUI .
s por dosis de voluntarismo que caracteriza estos proyectos, que, como señala Cox,
. nes, que deno so, repartido veinti­ debido al sentido de urgencia de su planteamiento, establecen sus conclusiones
dos regw mina «Dis eño prel imin ar de posi bles regiones en del mun­ antes que la base lógica de la cual deben derivarse 44• En el mismo sentido se
do» 3 8 • �1 se�undo , después de señalar que en sus
se constituyo com o un sistema jerárquico dominado inici os la cultu ra mun dial orienta la crítica de FARER, cuando establece que, a pesar de su planteamien­
propone una federación mundial de culturas de base por la cultu ra occid ental to de reforma global del mundo, el proyecto carece de una teoría del cambio
regional y lingüística 3 < social 45• Desde una perspectiva distinta, ROSEN y 10NES estiman que quedan
4 LAKE Y, George, <<A Mani festo
3
ue · :EN�LOVITZ, Saul for Nonviolent Revolution» en FALK Richard A Kl s
���O. �.J cJr er, oulder, Co., 1H.982,(eds.) , Studies on a Just World Order, �ol. 1 : T� w��d :: ·Ju�;
p. 638-6 52; Y GALTUNG , Joha 40 G ALTUNG , Johan, <<Nonterritorials Actors and the Problem of Peace>>, en S. H. MENDLO·
p. n, The True Worlds, op. cit., vrrz (ed.), On the Creation oj a Just World Order, op. cit., p. 1 5 1 - 1 88, y The True Wor/ds, op.
�: FALK , Richard A., <<Tow ard cit., p. 305-3 1 5 .
7 ��LK , R chard A. Y MEND LOVIT
a New World Order. .. >>, op. cit., p. 2 1 3 41 FALK, Richard A. y MENDLOVITZ, Saul H . , <<General Jntroductiom>, op. cit., p. 6.
� Z, Saul H., «General Introducti
LK, Richard A., <<Toward a New
World Order.. >> op c1·t p om>, �p. cit. , p. 6.
21 1 -258 . Ademas de 1 as
4 2 K I M , Samuel S., The Quest jor a Just World Order, op. cit., p. 301 -342, y <<Global Vio­
3
0 b r � s ya Ci· tad as Y de otras que s: citarán poste riorm ente, para
· • · lence and a Just World Orden>, Journa/ oj Peace Research», vol. 21 ( 1 984), p. 1 8 1 -192. Este autor
su
·•

conce
·

s the Requirements of Worldpción


·

del orden mundial ha participado también en el WOMP. Para una consideración más amplia de esta línea de investi­
�OJI� ü,/or' ��eA/fL �gi c of S tate Sover eignt y versu
mrs, vol. 27 (1973 ), p. 7-23· <<Con Order» The Year Book gación, además de lo citado, vid.: FALK, Richard A. y MENDLOVITZ, Saul H . , The Strategy oj
qf�nternationa/ Affairs, vol. 3 1 ( 1 977), p. '1 7 1 - 1 98 ; ng A proache t w Id o d ·
tendi World Order, vol. 1 : To wards a Theory oj War Prevention; vol. 2: lnternational Law; vol. 3 :
s A <<The W�rld Ord:r � od�{Proj �c���d��:;;r�� The Uniled Nations; vol. 4: Disarmamenl and Economic Development, Nueva York, 1966; FALK,
�� W rl�e�}Y>>,
0
lnternatwna/ Orga
rden>, en R. A . FALK Ynizati
S.
on, vol. 32 ( 1 978), p. 5 3 1 -545; <<Unr
S. KrM (eds.) , The War System: An Jnter avelling the Future Richard A., KRATOCHWIL, Friedrich y MENDLOVITZ, Saul H. (eds.), Studies on a Just Wor/d Or­
P;:c� B ulde , Co., 1 9 �0, p. 635-6 der, vol. 2: International Law and a Just Wor/d Order, Boulder, Co., 1 983; y FALK , Richard A.
� e ecfne o} lnternatwnal Order:42;Norm
discip/inary A
, Nueva York , 1 981 · y K r M , Samuel S., A n Approach l o World Order Studies and the World System, WOMP Wor­
_
Huma� Rights and State Sovereignty
auve Regre ssion and Geopolitica king Paper, n.0 22, Nueva York, 1 982.
ear Boo� oj World Affais, vol. 36
Fut�re oj the lnternatwnal /egal Orde
(1982), p. 10-24 ; y en colaboración con l C.Mael strom>> , Th;
E. BLACK ' The 43 FARER, Tom J . , <<The greening of the globe: A preliminary appraisal of the World Order
r, 4 vols. , Princ eton, N. J . , 1 969- Models Project (WOMP)>>, International Organization, vol. 31 ( 1 977), p. 133.
19 KüTH AR I , Rajm , Footsteps mto 1 972.
MAZR U I , AII A., A World Feder
the Future, op. cit.
44 Cox, Robert W., op. cit . , pp. 1 76 y 1 77 .
FARER, Tom J., op. cit., p. 1 47 .
ation oj Cultures, op. cit. 45
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sin ' h < � s i n q u i c t n u t - � · u ·� t i ( )ntN �o i H
· l os l ) t o · -�os ·u 1 1 1 1

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l 11 ·j 1
s i n Estad , los
sober anos : « H ist rica 1 1 1 c n t c , l os valore han
al poder, sido repJr
el confl icto y la guerr a. ¿ ómo serán alcanzado s est ost iclos 11 1 S • s t ;,1d � 1 1 1 lOS
mund o sin guerra? ¿Será necesaria la eliminación de la sober anía fi n e s 'll u n y · n In polft i · n i t t l ' l' t 1 t 1 c i n n l , c c sc J ·
l l'i n;,t l 1 _ · a r os sc � ent a , e m 1� s u pe­
V i c t n a r n en la v tcla so tal y p o l f ttc a d� e te �a t , q u e
s ele
orde n a distri buir los valores globales? ¿Será ese mund o mejo abso luta en r l ·i 1 1 1 ·1 s f n d r 1 1 1 · el
r que el q ue a c u n i d a u na 1 o l i t i a ext erior que ha pasado a la ofenstva, aftr� a � o �
1 • id id amente d n uevo su presencia e intereses en el mundo, y la agudtzacwn
tualm ente tenemos? 46 • Cuestiones todas ellas que ponen de ma l t t i cl
n i fi e s t o l o i n
cipien te y difícil del proyecto 47 • 1 lo. e n f ren t a m i ent os ent re los Estados Unidos y la Unión Soviética, qu e h a
En cualq uier caso, estas investigaciones tiene la virtualidad ri ·inado una nueva guerra fría 2 , son los elementos contextuales mas
_ _
, stgm­
los graves problemas a que se enfrenta el mundonactua l y la
de plant ear
l' i ·at ivos, tanto a nivel científico corrio político, que explican la ren? vada fue�­
incap acidad ckl
presente sistema internacional para solucionarlos, además de
comb inar la no za con que ha «resucitado» en los primeros años ochenta el pa �adtgma tr���­
ción de un mundo preferido con la promoción de valores específicos ·i n al 3 . Con ello se ha confirmado de nuevo la profunda y directa rel_act �n
orden mund ial, como la ausencia de violencia, la justic ia socia de un nuevo ¡ue el desarrollo de las relaciones internacionales como teoría / como c� encta
bienestar económico, la calidad ecológica, el gobierno humano l y política, el t i ne con los intereses y percepciones en los que se basa la pohttca exte� I Or de
va, con la promoción del valor paz, tal como se entiende por y, en defin iti­ 1 Estados Unidos .
para la paz. Todo ello en base a un esfuerzo por elimi nar cualqla investigación El rechazo, en principio, que Jos neorrealistas hacen de� paradigma_ de la
mo y por armonizar esos valores básicos dentro de la diversidad uier imperialis ­ int erdependencia se basa en las insuficiencias de ese paradigma, que SI , �or
de culturas . un lado, ha reducido al máximo el papel del Estado como actor de las relaciO­
El resultado es, en consecuencia, la introducción en el estudio nes internacionales, capaz de hacer frente a los probieT?as globales del mun­
de las
internacionales de una dimensión ética y de reforma que tradic relaciones lo, y ha acentuado la importancia de Ja int :rdepen � encm en cuanto elemento
estado ausente en los años de desarrollo y consolidación de la ionalmente ha dinámico que ha transformado la soCiedad _ mterna�wnal en una soc1eda_ � glo-
laciones intern acion ales. teoría de las re­ bal o mundial, por otro lado, sin embargo, no ha s1do capaz de proporciOnar
un marco teórico capaz de aprehenderlo. . esta, n opi­.
La razón de este fracaso del paradigma de la interdependencia �
,

5. NEO RREA LISM O Y PLU RAL ISMO PAR ADIG MAT ICO nión de Jos neorrealistas, en que las estructuras y dinámicas clave del s1stem_a
internacional no han cambiado sustancialmente, como lo demue�tra la _reali­
La situación de crisis y fragmentación dad internacional de nuestros días, en la que los Estados y el poder siguen siendo
visto , entran las relaciones internacionales parad
a lo
igmática en que, como hemos
largo elementos esenciales de las relaciones internacionales. Admiten que nuevos ac­
ta, unido ello a un nuevo contexto internacional quede se
la década de los seten­ tores y fuerzas actúan en la sociedad internacional, pero rechazan que su pro­
de los setenta, es la que ha puesto de nuevo de actua lidadprodu, si en
ce desde finales tagonismo haya desvirtuado la acción del Estado y haya dado lug�r a una so­
to había dejado de estarlo, al paradigma realista del Estado y el algún momen­ ciedad mundial no interestatal, hasta el punto de que sea necesano un nuevo
forma, para las relaciones internacionales la década de los ochen poder. De esta paradigma.
marcada por los nuevos planteamientos realistas y por la búsq ta va a estar Esta reacción en favor del paradtgma. . se ha producido
realista . mcluso
. entre
ralism o paradigmático 1 . ueda de un plu­ una parte significativa de aquellos estudiosos que :n los años _setenta desemp� ­
Por un lado, las debilidades y limita ñaron un papel pionero en el desarrollo del paradigma de la mterdependencm
paradigmas de la interdependencia y decione la
s conceptuales y analíticas de los
depe ndencia, la fragmentación de o de la sociedad global, como es el caso, que ya hemos apuntado, �nt�e otros,
camp o de estud io en función de los distin tos parad igmas y la escas a capacidad de Robert O. KEOHANE. Este estudioso señala al respecto: «Las ftJ �Ctones de
que han mostrado hasta el presente los nuevos parad igmas para demostrar críticos y reformadores de la teoría realista de la acció � estatal refl_eJan 1 � I_ m­
que los cambios que se han producido en la sociedad intern acional son de tal portancia de esta tradición de investigación. Desde mt punto d� vtsta exts�e�
envergadura que, en opinión de muchos buenas razones para ello. El realismo es un componente necesano en un an �II­
mostración de que la actual sociedad internespec ialistas, no han supuesto la de­
acional haya experimentado un cam­ sis coherente de la política mundial porque su concentración, intereses Y racio­
bio radical frente al pasado, de forma que se justif ique su diferente concep- nalidad son cruciales para cualquier comprensión de la materia. Así, toda apro­
ximación a las relaciones internacionales tiene que incorporar o, por lo me­
46
nos saldar cuentas con Jos elementos claves del pensamiento realista. In_cluso
aut � res que están principalmente ocupados de las in�tituciones y normas mte
ROSEN, Steven J. y JONES, Walter S., op. cit. , p.
Para una defensa del WOMP, vid . : FALK, Richard489.
47
and Its Critics: A Reply», lnternational Organiza/ion, vol .A., «The World Order Model Projecl �­
nacionales o analistas de la tradición marxista, utilizan algunas de las premi­
sas realista� . Puesto que el realismo construye percepciones fundamentales so-
S., «The World Order Models Project and lts Strange Critics 32 ( 1 978), p. 53 1 -545; y K 1 M , Samuel,
Sociology, vol. 9 ( 1 98 1 ), p . 109- 1 1 5 .
», Journal of Politica/ and Military
1 Vid. ARENA L, Celestino del, « La teoría y la ciencia de las relaciones i nternacionales
retos, debates y paradig mas>>, Foro hoy:
Internacional (México ), vol . 29 ( 1 989), pp. 583-629
, y BAR­
BÉ, Esther, «El estudio de las relacio nes interna cionale s. ¿Crisis
na?>>, Revista de Estudios Po/fticos, n . 0 65 ( 1 989), pp. 1 73-196 o consoli dación de una cliscipli ­
2Vid. H A L L I DAY, Frecl, The Making of the Second Colq War, Londres, 1 983 .
. 3 Para una consideración de este nuevo planteamiento, vJcl. Robert O. KEOHANE (ed.), Neo­
rrealism and its Critics, Nueva York, 1 986.
1 / li 1 , . , 1( 1 1 \ 1 11 >1 1 1 ·, 1 1 1 1 1 11 1 1 \ ( 1 1 1 1 1 \ 1 1 ', ' 1 · � 1 1 ' 1 1 ' > 1 ' 1 \ \ 1 > 1 ' ,< 1 1 ' 1 1 1 1 \ 1 /'l

b re l a 1 o l í t ica 1 1 u n c l i a l y 1 � 1 t1 · · i ó J I ·sl a l a
l , •1 p r o g r ·so \ , 1 1 1 1 \' . ·¡ J i i ' I I I P 1 " • l 1 l l l 1 ( 1 1 : J i 1 1 • 1 1 1 1 ' 1 1 1 1 ! J I :'t t l · q p 1 1 '( k '( ) J I ,\ 1 d ' 1 : 1 1 S ' L'O J I I ( ) 1 1 1 1 : 1
• 1 ·�I J i c l i o 1 · l : t s 1 · 1 1 1
'JI l' 1

1 l i · 1 1 ' l l l d i · i ', 1 , r · : i l i s l u t• l (, s i · 1 1 1 • • J I l o t l o , J I O sc p 1 1 ·d ·
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.
c wnes m n u e s t ra b ú 'q u d a o n s t r u c l i v ; 1 ' J I h s t· u t · � t
¡l
ternacw nales neces i t a ele l t ' l l ' " ' i t'l l l · i l' J I I f i' i t·
.
twnes central es» 4• •s 'O i t O · c r qu · C J I l n "'ti ut l:t d · lo� r ·a l i s l a sl ;:í s i ·os , 1 1 1 e s el c a s o , e n t r e
·
En e� ta línea, que co �oce un import ante predica mento en l o s
." t a d s Jli
1 1 )S, d · l l a n s J . M O R l i� N'r l 1 /\ la e t r u t u ra del sist ema internacional de­
dos, se �nsert�n , desde fmales de los años setenta , nu meroso " i m p l íc i l ; l l n · n t · un p a p e l n o
J U · � 1 r a l i s m t racl i i n a l con ·i deraba q ue los Estados actuaban en el marco
' " J i/ n a d e deñable. No hay más que recordar
las relacwn�s mterna �I on;les, siendo Kennet h N . WA LT Z , con
. s est u d i o. o s d c
o.[ In �e�nactOnal PolttLc 1 ' un i l ma de E l acio , cuyo principio básico de funcionamiento era el equi-
s u obra T heorv
. s , el que ha sido
consid erado como el « s ucesor .p a r� ;
digma tiCO» de H ans J . MORG E NTHAU . 1 1 ri d poder, que funcionaba como imperativo estructural.
Este neorre alismo , dado el desarro llo científico de las relacio
I
L qu e caracteriza, así, al neorrealismo es que, j unto a la lucha por el po­
. ale a través nes i n t e rn a ­
cw � � .de los d �bates anterio res y los cambio s que se han prod ucid 1 •r el int erés nacional, como principios rectores de la política internacional,

c?s Y metod olog1co


a mvel m terno e � nterna cwnal, presen ta, sin embar go, nuevos elemen
! l u cncias y condicionamientos que se derivan de la estructura del sistema in-
tos t eóri­ 1 1 1 r d uce explícitamente y al mismo nivel, en cuanto principio rector, las in­
_
1 •rnacional . Como establecerá Kenneth N . WA L TZ : «La Realpolitik señala los
s respect o del realism o tradici onal, derivad os del behavi o­
nsmo y de los nuevos paradig mas.
Los n � evos realist as, tambié n llamad os «realis tas estruct uralist 1 1 1ét odos por los cuales es conducida la política exterior y proporciona una ra­
as» , por su
plante amien to to �ado. d � l estructuralis mo, que les hace poner .¡ nalidad para ellos. Los constreñimientos estructurales explican por qué son
. . su énfasis en
la estruct ura del Sistem a mterna cwnal para explica r las relacio nes interna cio­ usados repetidamente esos métodos a pesar de las diferencias entre las perso­
nales, aporta n, por :anto, un marco metod ológico nuevo , que na. y los Estados que lo usan» 8 •
al mismo tiem­
po �ue trata de obviar las insufic iencias del paradi gma de Al mismo tiempo, los neorrealistas, frente a la tendencia al continuismo
�ersigu e, frente a l?s rea�Is . tas t radicio la socied ad global
1 los realistas tradicionales, reconocen el cambio y la transformación de las
fiCO �n la ela� oracw n teonca . Los neorre alistas presta n una
nales, incorp orar un mayor rigor cientí­
. . ·st ructuras del sistema internacional, lo que puede originar cambios en la dis­
especia l atenció n
a las mfluen cias y condic ionam ientos que la estruc tura del
sistem a interna cio­ t ribuci ón de las capacidades y poder de los Estados. En suma, no es sólo la
.
nal t1ene sobre la p olítica inter� aci nal de los Estado s, lo que,
? en parale lo con lógica interna del sistema estatal, sino también los repartos relativos del poder
su acento :n los metod _ os cuanti tativo- matem áticos, ha propo rciona do a la re­ loba! entre las u nidades estatales, que originan la estructura del sistema inter­
form ulacw . n del paradi nacional, los que fijan los parámetros de las relaciones políticas entre las uni­
gma tradici onal un renova do vigor científ ico.
S m e � bargo , sus p�emisas fi � osóficas sobre las relacio nes
.
dades estatales 9• De ahí que otro de los neorrealistas, Robert G . GILPIN, haya
no exp enmen tan cam ? � o sustan cial con relació n a los realist
interna cional es
as clásico s. En es­ podido afirmar que la importancia de esta estructura del sistema internacional
te sentid . o, la c ncepcw
1 ara las políticas estatales es, sin lugar a dudas, la premisa fundamental del
mient<:� s · I: � m1smo ca� e �e 1r de sus consid eracio nes sobre
? n est �tocént rica contin úa siendo el eje de sus plante a­
.
realismo político 1 0 •
Finalmente, hay que señalar el carácter estatocéntrico .y el papel decisivo
� el poder , sobre la
Estado s Y sobre la d1stmc wn
no aphca cwn de los pr mcI FIOS moral es univer sales a la acción
. . exterior de los
t�n Ray MAGH R OO R J Y Benne tt RAMB ERG: «Cual quier compa
entre lo interno y lo interna cional . Como apun­ que se atribuye a las grandes potencias, con que se concibe la estructura del

hst a �e la entr�g � er:a con el realista contem porán eo muestr


ración del rea­ sistema internacional. Aunque no se desconoce la existencia y el papel interna­
a que los dos son cional de otros actores no estatales, que actúan a nivel de procesos, sólo se
_
c � pal Y sost�enen qu� el poder y la lucha por él determ inan
Practica me!lte Ident1 cos . Ambas genera ciones ven el Estad o como
l ít ico internacional a los Estados . W ALTZ, sobre la base de esa distinción en­
actor prin­ at ribuye relevancia política en la conformación de la estructura del sistema po­
.
los asunto s interna ­
�wnale s: N mguno tle!le fe en el derech o interna cional o en las organi zacion es t re procesos y estructuras, puede afirmar, así, que, frente a otros actores no
mter �aci onales como ��strumen � os regulad ores. Ambos hacen estatales, los Estados son las u nidades cuyas interacciones configuran la es­
_ a mterna
. distinc iones entre
pohtlc � � oht1ca exteno r. Recon ocen que las cuestio nes moral es tie­ t ructura del sistema político i nternacional, si bien serán aquellos que tienen
nen un lugar de �1 � 1do en la polític a intern a, pero compa mayor peso los que en definitiva definen la estructura del sistema interna­
. rten el punto de vista
de que los pn nc1p10 s morales universales no puede n ser cional ' ' ·
aplica dos a las accio­
nes de los Estad os» 6 . Como acabamos de ver, l a fuerza y el atractivo del paradigma tradicional ,
Como decía � o s, es, sobre todo, su refere ncia explícita en su formulación neorrealista, son evidentes e n el campo de las relaciones in­
. . a la estruc tura del
Sistem a lo que di stmgu : a l � s � e ? rr�alistas de los realistas clásico s, aunqu e en t ernacionales. Su formulación, abierta a la consideración, aunque siempre desde
_
este pu � to hay d1 ferenc 1as SJgm f¡catJvas entre los mismo
s en cuanto al alcanc e una perspectiva estatocéntrica, de nuevos actores, de nuevos problemas, de las
K.
de los Imper ativos . estruc turale s. De esta forma , en palabr as de Richar d relaciones pacíficas y de cooperación e incluso de objetivos globales y comu-

4 0 . , <<Theory o f World Politic s: S t ructur 7


t'NIFT��· ( ed . ) , >> , ;�4A . ( 1 984), p. 230.
KEOHA NE, Rober t AsH L E Y , Richard K . , «The Poveny of Neorealism » , lnternational Organiza/ion, vol. 3 8
al Realis m and B e 0 n d

8 WALTZ, Kenneth N . , Theory of lnternational Politics, op. cit., p . 1 1 7 .


W. Po/itica/ Science: The State oj !he
t
' p.
6 WA LrZ , K e n n eth N . , Theory
Discipline, Wash i n gt on t 83

MAGH ROORI Ray ' y RAM BER , 8 ennet


, Kenneth N . , ibidem . , p. 1 29 .
!

9 A TZ
oj Jnternational Po/itics Readin
g ' Mass . ' ¡ )79 . ·
'8
·

p. 8 6 .
��������/, � � ��� A
g;/
G t , «Giob ahsm Versus Realis m: W L
Reconciliatio n» e n

K e n n e t h N . , op. cit . , pp. 93-94.


R M.
WALTZ,
A 1 0 G I L P I N , R o b e n G . , War a n d Change i n Wor/d Politics, N u e v a Y o r k , 1 98 1 ,

D ba C I 9 � G (e
P
Globalism versus Realism.
lnternational Relations T ird h 11
l l i l l! l ll ll ll l 11 11 1 ' 1 , .. 1u 1 \ 1 1 1 1 � 1 1 ' , 1 1 1 1 1 l\ 1 1\ 1 I I J N \ 1 \'' 1t 1 1 \1 11 " 11 ' ' 111 1 1 11 1 1 ' 1 " 1 1 1 ,, 1 1 '' 1 1 1� 11 1 1 1 1 1 11 1 ' \ 1 " ' '1 11'1 11 1 '
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1 , SOl! pi · u t l l l l ·ni · 'X r V
k1s n:lac ion · s i n l Jrna ·iona los. Uu ·s 1 · ·cn
I ·�; i vas la� t'( l l l l 'i icí o, i 1 1 1 t·1 dt·¡ H·IIdt· l ll' in lil'pt'llll · ¡ 1 ' 1 1 1 , '( )I J I I I I I IHI:Itl Cd : 11l111 1 ; . .
pala bras de K . J . H L T i al r Spec to: «1 ara expr e t i
.
U 1 i\ 1 . i\ R I , 'l O S I L l l l 1 1 1 1 � 1 1 1 1 1 1
_

ar su i n tame nlc la 'OIIC I I I Sill • 1 1 1 u1 1 1 ·n N

! J 1. ; 1 1 1 1 1 c a ·s:í � r ; 1 1 1 1 lc111 · 1 1 1 a r i ·clnd, el ·rivaclo cle·l·: s ciJferentes ��c1 ne. 1 leoló-


sión : el paradigma clásico proporcio la clave tanto .0 1 1 1 ·1 1 1 1 1 : 1 1 1 · · r 1 11�11 1 1 1 1 · 1 1 1

criptivos como para los teóricos . Puedna para lo esfue rzos e l ·s


e incorporar nuevos t ipo de act or y nuc ¡ ·ns , u b y a cnl s c r 1 t s r aracli m.a , ue hace d r f1c1l su reall za � J O n: «Est � com­
.
vas áreas de activ idad , y con alguna capa
corporar algunas de las aportaciones de Joscidad teórica imag inativa pu ele in ¡ ¡l . 1 1 1 ·nü.ricclacl ele pa1.. 1cJigma , tal como a�arece ?, hoy en d1a, t1e �� s1em � re
u n l í m i te radical en l a med ida en que su cons1d � racw n de una � otr � Imen � J ? n
para _
argumentado convincentemente que el paradigmadigm as desa fiant es . No se h ; 1
clási co esté obsoleto, no so 1 · la r elac i on e s internacionales descansa en f1los ? f� as de .1� �1stona, en VISl � -
_
bre una base empírica ni sobr e una teórica . Muc has de 1 1 • ele las relaciones sociales y en opciones Ideolog1cas . d1flcllmente compa� I-
se basa n en caracterizaciones erróneas las crític as de hech o
nora , diluye o se descarta como irrelevant o incompletas del paradigma . Si se ig ¡. En otras palabras, si se puede esperar la integr �ción en un modelo comun
e el meollo teórico -las caracterí 1 i ­ los diversos aspectos de las relaciones internaciOnales propuestos por los
1 aracligmas, esta integración no pue �e hacerse más que separando esos aspec �
cas esenciales y la problemática de un sistem a de Esta dos- , entonces la disci ­
¡
plina se fragmentará en guetos de especialización y la teoría internacional exis­ .
1 s de los cuadros filosóficos e ideologicos en los cuales descansan. Queda en
l nces por saber cómo integrarlos en una estructura coherente que p � eda c on �
tirá únicamente como grupo inco nexo de generaliz
alcance que reflejarán frecuentemente sólo las cuestacion es de menor o medio
' di'a en el paradigma en torno . al cual se desarrolle la mvest1ga _
ma moda intele ctual » 2 • 1
iones cotidianas o la últi­ vert 1rse
. a1gun
·
• ión» 1 4. Problema, sin lugar a dudas, de dificil , . sotu :wn, , d a do �1 pap�1 que
Las anteriores palabras, expresivas de la renovada fuerz
. del estud�10e
la ideologías por encima de las realidades, desempenan en la afirmacion -
tradicional, dejan abierta la puerta a la acomodación dent a del paradigma uno u otro p �radigma y en la orientación de uno u otro sentido
ma de nuevos acto res, factores, prob ro de dicho paradig­
el paradigma de la interdependencia,lema s y objetivos . Ello es prueba de que de las relaciones internacionales. . . . , , al compromi-.
da, el paradigma de la dependencia hansobr hech
e todo , y, en muc ha men or medi­ Otra cuestión presente en esta tendencia a la reconc1hacwn
rrealistas, además de continuar presentes eno las sentir sus efectos sobre los neo­ 0 a la complementariedad entre los paradigmas, que no � e puede descono­
ce� es que dicha tendencia se afirma sobre todo desde posiciOnes . ne�rr.ea�. s l
Como señala VASQUEZ, «los trabajos sobre lasrelac relac
iones inter nacionales . .
l as : es decir, se hace, en muchos casos, desde .una posicion de .predommi ? e
actores no estatales y neocolonialismo han cuestionado iones transnacionales, paradigma tradicional sobre los demás pa_rad1gmas que se qmere reconc1�. ar:
tuación del mundo en términos estatocéntricos. Lo desv fuertemente la concep­
el paradigma realista es una cuestión abier astador de esto para ue tienden a quedar en posición secundana . La tramp� es que con ello se e�
ta. Es claro que
deramente transnacional no ha surgido todavía ni parece una sociedad verda­ �irtúan los otros paradigmas y se asienta . d_e nuevo, baJO un supuesto eclecti-
turo próximo. Siendo éste el caso , resulta relativamente que surgirá en un fu­ c ismo o compromiso, el paradigma tradiciOnal. . .
fácil para los adheren­ Esto puede ser un paso atrás en el estudio de las relacwnes . mternacw�ales
tes al paradigma realista inclu ir aquellos acto res no estat en la formulación de una teoría que se enfrente realmente a una r�ahdad
alterar mucho su anál isis. Puesto que el paradigma reali ales importantes sin �undial compleja y multidimensional, con graves problemas, que r�qmere
pletamente a Jos actores no estatales, crítica plantead sta nunca ignoró com­ �r­
transnacional puede interpretarse comola una a por la perspectiva gentemente planteamientos nuevos . Esto puede .ser una v�e�ta, baJO rop�JeS
mera crític a de énfasis» 1 3 • más atractivos, a las concepciones que han dommado tradici� nalmente e es­
t u d'o
El resultado de todo ello, a nivel teórico, ha sido la apar 1 de la sociedad internacional y que, por su conservadunsmo a ul�ranz.a
ición , en especial
y su entromzacwn
en los Estados Unid os, de una tend encia , presente inclu de1 Estado y del interés nacional se han revelado msufl-
so en los neorreali stas, "

Y ofrecer
·
haci a la reconcili ació n, la complementarieda d o el pluralismo teórico entr e los cientes� cuando no incapaces, para dar cumplida cuenta ' de la misma ·
distintos paradigmas, en especial entre el reali soluciones solidarias a sus graves problemas.
La compleja realidad internacional actual, questaimpi y el de la interdependencia.
Sin menospreciar en ningún momento �1 prot�gomsm . o y el papel decisiv ..
tanto de los Estados como de los actores transnacionade negar la importancia .
t' n hoy día los Estados en las relacwnes mternacwnales, nuestra op�-
?
nes interestatales como de las relaciones transnaciona les, tanto de las relacio­ ��;n �� ��e la ciencia y la teoría de las relaciones _ internaciona!es deben conti­
les, tanto de las situacio­
nes de conflicto como de cooperac
ternacionales haya optado, en ciertión, hace que la teoría de las relaciones in­ nuar abiertas al estudio de una realidad internaciOnal compleJ a. Y �loba!, q.ue
a medida, por una solución ecléctica, de 0 se reduce ni mucho menos, al mundo interestatal y a la pohtJca _ mternac o­
compromiso .
Cada uno de los paradigmas estudiados, con su énfasis :�al ' y que d;ben continuar profundizando en la línea apuntada. por el para��Ig­
.
exclusivo en deter­ ma de la sociedad global y por el paradigma de la dependencia, que refleJan
minadas dimensiones de la realidad inter · ¡.
puede. hoy eng1rse
. .
naci
importante de las relaciones internacionales, pero tiend onal , se basa en una dimensión dimensiones esenciales de la sociedad mternacwna .
siones igualmente importantes. En e a olvid ar otras dimen­ Es verdad que ninguno de estos dos nuevos paradigmas
rían en la realidad más complementaeste sentido, los distintos paradigmas se­ en el «paradigma» de las relaciones internacionale.s, pero t�mpoco puede �r
rios que opuestos, pues mostrarían las dis- cerio el paradigma tradicional. De ahí que el pluralismo teor , �co pu�� a �e� va I ­
•t}JHJ � do, siempre y cuando que predomine en él la toma en cons1derac10n e pre-
t.f<:::-'0� 1 2 H�J , K. J . , The Di viding Discipline. Hegemony

::2:.'" Bostort.. ��p . 1 44 and Diversity in Internationa
Re­
.!(<J);�uf(Í:, John: A . , 14 BRAILLARD, P hilippe, « Les sciences sociales et l ' étude des relations internationales»,
/ Theory,

""" R\'\V <.. '·


The Power oj Power Politics.
A Critique, Londr es, 1 98 3 , ' p . 2 1 5 . vue fnternationales des Sciences Sociales, col . 36 ( 1 984), p. 669.

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l i • l h l o q u t \' 0 1 1 1 1 1 1 1 i H 1 a , s i n p l t.:\ 1\' l l pl l l l' · d e l l l n ¡.; a l l : a N v i r l u a l i d o d ·s d
'\ > 1 1 1 p l l'j i ! l n d
t es problem as, q u e t i enen ol y a la
i l l' l l l· i n l l
i < ·sa ' ( ) 1 1
·1 1 1 1 1¡'¡ ¡ ¡ � ¡ � d . l a H
ho1nbr h n l ! l é l l l idad ·on1 s u s v · r d n < J ' 1 1 ).•,
sujetos y que requiere n solucio nes so l i da r i a . y coop r a l i v as y no prcc i O n l i n c ·<· p i ó n p : a r n 1 · l a ·i n · · i n t ·ma i o n a les .
1
n :;egu nclo l u g a r ,
,

un pasado en el que la lucha descarnada por el pod er y lo · E l ados e r a n h > s ·biclo al aisl�111,¡ ·nt y el i fcrcn iación
de Occ1dente del desa�rollo de
respecto
_

únicos referentes . lo relaciones i n t erna ionale , como disciplina científica y como teona, en los
Las relaciones internacionales se encuentran hoy en una sit uación c i c n l l l i 1 nfses c o m u n i s t a que ha hecho que tal desarrollo present : unos rasgos �ecu­
,

ca que tiende hacia la complem entarida d, el com promiso o el plurali m o e n l l'l'


' .
l l a res no reducibles al proceso experimentado por las rela� i ones mt� rnacw� a-
las visiones y modelos aportados por los tres paradigmas existentes. La a fi r 1 en Occidente . En tercer lugar, en razón de la adaptacwn Y :ergiv e : sac��n
. .
.
<,¡ue para la concepción marxista ha supuesto el intento de total ide�t ificaci?n
mación progresiva de esta tendenc ia, a pesar de las dificultades de realizac ión _ como es la Umon . Sovie­.
práctica que tiene y a pesar del peligro de reintroducción de la hegemonía del ubordinación a los intereses de una gran potencia,
paradigma realista, supone ya, en sí misma, un paso adelante transcendenlal t i c a , que ha pretendido erigirse hasta fechas re�ientes en intérprete �nico de
en la teoría de las relaciones internac ionales. Supone , que, por encima del ca­ _
la misma. En cuarto lugar, debido a la radical diferencia d : plantea�1 : nto de
rácter simplificador del paradigma realista y, también , de los paradigmas de la concepción marxista, desde sus inicios, con las c?ncep�wnes t�adiCi?nales
la interdep endenci a y de la depend encia, se empieza a asumir el hecho de l a lominantes en el estudio e interpretación de las relacwnes mternaClonales, que
complej idad, la globalidad el carácter multidimensional de las relaciones in­ hace que su evolución desde mediados del siglo X I X hasta nuestros días �o tenga
ternacionales, que no puede ser aprehendido exclusivamente a través de uno parangón en la evolución de la teoría internacional. N� debemos olv�dar q ue
_ _
M ARX , dada su teoría del Estado, abordó la consideracwn de la rel a�wnes m­
_
solo de los paradigmas actualmente existente s.
Esto constituye un indudable progreso, en una teoría y una ciencia que hasta lernacionales desde planteamientos alejados de los presupuestos clasicos _ de la
fecha muy reciente habían estado dominadas absolutamente por el paradigma leoría de las relaciones internacionales, en los que el Estado desempeña u� pa­
realista, con todo lo que ello suponía de limitaci ón y pobreza en orden a u n a p e l central y clave. Frente al paradigma del Estado y del poder, �l �arxismo
estableció desde sus inicios un nuevo parad1gma, _ _
radicalmente dtstmto al ca­
adecuada comprensión, análisis y acción de la presente realidad internacional.
racterístico de la teoría de las relaciones internacionales tal co�o se ha d:sa­
rrollado en Occidente hasta fecha reciente. Además, el pensa�1ent� marx1sta
es por naturaleza transdisciplinario, abrazando a la vez la socwlog1a, la ��o­
nomía, la filosofía, la ciencia política, etc., con lo que ro�pe con l_a tradiCIO­
nal división y configuración de las ciencias sociales en Occidente. Fmalme�t e,
6. CONC EPCIO N MARX ISTA DE LAS RELACIONE S debido al recelo, cuando no radical rechazo o ignorancia, que la concepcwn .
INTER NACI ONAL ES marxista suscita, en general, entre los especialistas occi?enta�e�, que ha deter­
minado su no consideración en la mayoría de los estudios teoncos de las rela-
ciones internacionales.
El considerar la concepción marxi sta de las relaciones internacionales Las anteriores razones, nos llevan : pues, a separar, desde un punto de vista
_
un apartado propi o, al marge n de los dedica dos al estudi o de las distin en exclusivamente expositivo, la concepción marxista de las demás concepciOnes
cepciones teóric as de las relaciones intern acion ales, no supon que estime tas con­ de las relaciones internacionales, pero no suponen, en ningún caso, que pense­
que aquél la no es integrable en el queha cer teórico-metodolóegico en torno
mos mos que el planteamiento marxista deba situarse en derroteros distintos �� res­
la realidad intern aciona l, pues ya hemos visto cómo , especialmente en la déca­a to de las concepciones, antes por el contrario estimamos que su ap?rtaci on es
_
da de los setenta, la concepción marxista ha estado cada vez más fundamental en el camino de elaboración de una teoría de las relaciOnes mter­
presente en algun os de los enfoques analiz ados, sino que simplefrecue mente
ntemente nacionales capaz de dar cuenta adecuada y de influir en la realidad internacio­
de al deseo de resaltar unas características que en términos generalesrespon indivi
­ nal. Al estudiar las concepciones teóricas de la década de los setenta hemos
dualiz an la conce pción marxi sta de las relaci ones internaciona ­ tenido ya ocasión de ver el papel del marxismo en las �ismas.
gran parte de las concepciones teóricas estudi adas. Las razon eslesdefrente a una . expen­ .

En este sentido a pesar de los transcendentales cambiOs que estan


larida d de la concepción marx ista respecto del desarrollo teóric o genera esta singu­ mentando los hast� hace poco países comunistas, en el sentido de afirmar los
torno a las relaciones internacionales son varias y de muy distint l en valores democráticos y económicos propios de los países occidentales Y �e aban­
a índole
prime r lugar, debid o al carácter recien te de la atenci ón presta da por los En . donar la ideología marxista-leninista que los venía caracterizando, estima�os
cialist as de las relaciones internacionales a la conce pción marxi sta que haespe­ que es necesaria una consideración de la concepción marxista. Y el�o �o solo,
cho que� salvo en los países comu nistas , la casi totalidad de los estudi ososhe­ como señala MERLE, por el número de Estados, pueblos, grupos e mdlVlduos .
limita se a identi ficar y reduc ir el marxi smo a la polític a exteri or de los Estad se que se reclaman, o, añadiríamos nosotros ahora, se han ��clamad�, de una
os orientación marxista, tanto en política interior como en poht1ca extenor, Y por
1 \ ' , 11 1 1 1 '" l
', ,,
1 1 1 1 1 \ l l l tl l t < 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , 1\ 1 1 \ 1 1 1 •I H ', 1 1-1 1 1 1( 1 1 \ t H I N \ 1 1 •, \1 H l l l l ' , l l l l l ll l l \ 1 1 1 1 1 1 \ l l ' , l l t � l < l l i < l li l \ l t J ' ,t l l ' l l l l\

l ; 1 r u ¡ l u ra t ¡ l l · r c p 1 ·sen l n t'O I I l a p 1 o l ¡ l ' l l l (l l i · ; 1 t k l i po l 1 � 1 d i c i o u : 1 1 1 , H i n o 1 1 1 1 1 1 l 1 l l ' < l l l i l • k 1 1 1 '. r l ' i r H' io n n; i n l ' l i l a · i o 1 1 a ln•, ·1 ( 1 1 1 · · ,x p l i ca la nt·n�a
m o a ¡ u n l · r M '· A , 1 '1 n f ' r L'l' l l · 1 1 1 · d e 1 p 1t· n ( • · isr · 1 1 1 1 1 1 1 ·oda 1 n a r x i s 1 u el e las re l a t i o n ·s i n l l. : r l l ; l ·
1 1 '• · i p l i n 1
« l ; r l ra n s · e n e! · 1 1 · i ; 1 , 1 a 1 1 i ( )
de
bién Y e s p eci a l m e n t e , e •i
.¡ 1 1 1:d . ·s l : u n l i · 1 1 ·se p l a 1 1 t ·an1ient el que e x p i a la no existencia de una
r k•'•
rica como práct ica, que tiene una vi ión m a r x i st a t o t a l izado ra , en 1 1 o l f r i ·o lc t ra-
1 i ·ión m a r x i ' 1 a ·n ·1 · 1 u d i ele a
,
lo económico, lo social, lo cultural y lo ideológico , de l as re l a c i o n e i n l c r 1 1 1 1 . l relaciones internacion ales comparable con
cionales» 2• De ahí que, sin olvidar las transform aciones que s e h a n p r c l u c i l t xi t e n t e en t ras ciencia so c i a l es como la política, la sociología y la eco­
,

do en la sociedad internacional en cuanto a la presencia y f u erza de los p l a n l l m ía . e comprende, así, que, en general, sólo recientemente, paralelamente
teamientos marxistas- leninistas, continuemos prestando atención a l o q u e e l ( 1 1 l e arrollo, dentro del campo objeto de nuestro estudio, de las concepciones
e
marxismo ha supuesto en el campo de las relaciones internacio nales. t ra n nacionales, pueda hablarse en Occidente de la existencia de una concep­
El marxism ? , en cuanto teoría y metodología, ha creado u n nuevo paradig ·i n marxista de las relaciones internacionales 5

ma en el estudiO de las relaciones internacio nales, pues desde el primer m o­ En definitiva,. como apunta MESA, la admisión del enfoque marxista plantea
mento supuso una superación de la tradicional concepción estatocéntr ica de u n a serie de problemas a los teorizadores de nuestra disciplina. El p rimero de
las relaciones internacio nales . Su considerac ión de la clase social como act o1 · l l os es la resistencia a la aceptación del peso decisivo del factor ideológico en
transnacio nal, su noción de la lucha de clases, su identificación dinámica · de la ociedad internacional. En segundo lugar, el tener que dar entrada a nuevos
1 rotagonistas internacionales bastante más inasibles que los tradicionales. Y
las contradicciones existent es en la sociedad y, en suma, su afirmación de que
es el carácter de la propiedad.
de los medios de producció n y las relaciones de �n tercer lugar, el establecimiento de una correlación correcta entre fenóme­
producción las que determina n las características de la sociedad, supone supe­ nos nacionales y fenómenos internacional es 6 .
rar la división entre sociedad nacional y sociedad internacional y considerar Sin embargo, el marxismo, al romper con la visión tradicional de la socie­
el mundo no como dividido en Estados, sino en clases antagónicas. Como apun­ dad internacional, y, por ende, de las relaciones internacionales, proporciona
ta THORNDIK E, el marxismo es revolucionario desde la perspectiva de las rela­ una visión más acorde con las realidades de la misma y proporciona un méto­
ciones internacionales no tanto por las cuestiones a las que dirige su atención do de análisis capaz de aprehender aspectos substantivos de los fenómenos in­
sino sobre todo porque no acepta el modelo estatocéntrico de la política inter­ ternacionales, que las concepciones tradicionales son incapaces de realizar 7 •
nacional . No sólo rechaza este modelo, desafiando directamente la teoría in­ S u importancia para l a disciplina d e las relaciones internacionales es; en
ternacional existente, sino que presenta su propia metodología, el materialis­ ste sentido, indudable, pues constituye una teoría que explica globalmente las
mo histórico , utilizando la dialéctica como una forma de lógica y como un ins­ relaciones sociales internacionales, sean' estatales o transnacionales , en línea
trumento crucial en el análisis de la sociedad 3 • El hecho de la revolución de con las más recientes aportaciones en el carripo de las realizaciones internacio­
octubre de 1 9 1 7, y la subsigu iente nacionalización o estatalización del marxis­ nales. Simplificando puede decirse que, desde la perspectiva actual de las rela­
mo, no debe ofuscar al estudioso en la consideración de la concepc ión marxis­ ciones internacionales , los aspectos del mismo que hay que resaltar, por lo que
ta de las relaciones internacionales . tienen de utilidad para su estudio, son los siguientes: l ) Su consideración de
Desde esta perspectiva, en palabras de ARROYO PICHARD O, el fenómen o que es la clase social y no el Estado el actor clave de las relaciones internacio­
de las relaciones internac ionales, entendidas como relacion es entre Estados nales y la unidad fundamental de las mismas 8 . El Estado es un efecto de las
parte de la concepción misma del Estado, y éste, como fenómen o superestruc � c'tases sociales y no su causa. Es, pues, un actor secundario, producto del anta­
tural de la organización social, sólo puede ser definido en atención al carácter gonismo entre las clases, lo que no supone desconocer su papel en la política
de la infraestr uctura correspo ndiente, con lo que las relaciones entre l os Esta­ internacional como instrumento de acción. Desde esta consideración se deri­
? os tendrán también un carácter superestructura! en relación con la supuesta van dos hechos particularmente relevantes para el estudioso de las relaciones
mfraestructura de la sociedad internacional, que al presentar características dis­ internacionales, el carácter transnacional de las clases, sobre todo del proleta­
tintas según los diferentes Estados. impedirá, desde el punto de vista de su abs­ ·
riado, y la interdependencia entre los Estados. 2) El nivel de análisis adoptado
tracción teórica, toda posibilida d de generalización 4 •
Es precisamente este carácter revolucionario del planteam iento marxista, 5 Esto debe explicarse también por la dependencia ideológica y política que hasta fecha rela­
este carácter no estatocéntrico, que ignora los postulados tradicionales de la tivamente reciente han tenido las diferentes interpretaciones marxistas respecto de los planteamientos
oficiales de la Unión Soviética.
1 MERLE, Ma
6 MESA, Roberto, <<La aportación de los distintos enfoques teórico-metodológi�os de las re­
� �cel, Sociologie des Relations lnternation(Jies, 2 . ' ed . , París, 1 976; versión cas­
tell na: SoctOiogta de las refacione� internacionales, trad. de R. Mesa, Madrid,
1 978, p. 69.
laciones internacionales para el análisis de problemas económicos>>, Revista de Poltltca Interna-
cional, vol. 1 65 ( 1 979), p. 23.
·

.
MESA, Roberto, Teona y Practtca de relactones mternacionales 2 ' ed . , Madrid
1 980 • . • •
7 Julio SAU AGUAYO afirma en este sentido que <<aquellas categorías marxistas que, conside­
p. 1 52 . radas en su conjunto, constituyen una teoría general de la sociedad, �ntegr�n una �ólida base ana­

xismo y relaciones internacionales>>, Anuario Mexicano de Relaciones lnternaciona_les, 1 980, P: 339).


j THORNDIKE , Tony, <<The revolutiona ry approach:
.¡ the Marxist perspective », en T. TAYLOR
(ed . Approaches and Theory in lnternational Relation�. L ndres/Nueva York, 1 978, p.
56.
lítica de validez universal que permite el examen coherente de las relacwnes mternacwnales>> (<<Mar­

8 Vid. : BERKJ, R. N . , «On Marxian Thought and the Problem of lnternat10nal Relauons>>,
World Politics, vol . 24 ( 1 97 1 ) , p. 8 1 ; y THORNDIKE, Tony, op. cit., p. 67-70.
ARROYO PICHARDO, Grac1ela, <<El Estado en la concepc10n soc1ahsta de las relaciones inter­
.
nacionales>> , en El estudio cientifico de las relaciones internacionales, UNAM, México, 1 978, p. 1 2 5 .
IH 1
.,,

por d l l i ' I I' X I S i l i U l'S , ' 1 1 ' O i t. �t:l' l l · n d a , l'l d e l a t'l>ticdad l l l l l l l d i a l . S u ! l l'<'l l l t • \t' q v · l' l i.' l t ! l l l l l' l l l l' 111 1 1 · 1 1 1 1 1 l " J P I I dr 1 1 1 1
1 1 <' 1 ! 1 � i � l ' l l l l', t il' i l , P'' " ' q u " l l < • l'! l l l'l' l ' l l 1 1 r
c en� ra en 1� idea de t o t a l ida d , e n la u n idad de lo fe1 1 menos, le la r · u l i d u d ' ·� I I Í I I I I l t.: l l l l' lk ' l i i l ' 1 ' 1 1 ' ! 1 )) · e !Jasa
10•

social considerada globalmente, c o n t odo lo q u e el l o u pone en el st u d i o d1• n1J� p u ·N t O o 1 n u n i fiest , el a n á l i s is de M A R X y E N G I� L s


p
O I I I O ltc1 ,
In
la sociedad internacional. Si la clase social es el actor clave, la fuerza n t o t t i 1 .1 1 o l d · lo rea l i d ad socia com
l o· u n t odo i n d ivisib le en el que
ión
es (su­
. d ist in • u en 1
los accidental
nt em a

de la sociedad mundial es el imperialismo. Todo lo anterior debe entencle1·�, . fenóm eno esenc iales (infra estru ctura ) y
socia les no con�ce� en
p · r st ruct u r a ) . Esto u pone afirm
desde la perspectiva del materialismo histórico, es decir, que esa rea lidad rl'.\ ar que las relac iones
Estad os apare cen, _
asi, como mstit u­
P_�nde a u n mo �ento histórico e? el que_ el capitalismo es el modo de procluc ,u de arrol lo las front eras estat
ales. Los
la clase socia l dom i­
· i n e s al servi cio de la burg uesía
Cion dommante_ . 3) Su perspectiva es dmamica . _ y progresista, proporcionan , como instru ment os de
do una teoría del cambio social, que falta en la mayoría de las concepcionc� nt1 n t e . La socie dad inter nacio nal
aparece, en conse cuen cia, como una socie-
teóricas de las relaciones internacionales. Mientras que normalmente las t e( l c1 en la que Jos principales actoresalessonse las clases sociales y no los Estad os,
encu entra n domi nada s por la lucha
c

rías tradicionales de las relaciones internacionales se orientan al mantenimien -11 la que las relac iones intern acion
to del statu quo, dado su carácter estatocéntrico, proporcionando una visión d clase s. Es cono cida su afirm ación
de que «en la mism a medida en que sea
de las relaciones internacionales en la que los Estados guiados por su afán cll' aboli da la explotación de un indiv iduo por otro seráo de aboli da la ex.pl?taci_ón de
po�er se presentan como enzarzados en un juego eterno, el marxismo ve la una nación por otra. Al tiempo que el antagonism clases en el mtenor de
sociedad en perpetuo cambio, . en constante evolución. la nacio nes desap arece rá la hosti lidad
de las naciones entre sí» 1 1 • El desa­
En conc�usión a estas consideraciones generales puede decirse que el mar­ rrollo del sis�ema capitalista había provocado tantopor la internacionalización de
.
xismo constituye una valiosa aportación para comprender la dinámica del sis­ la burg uesía como del prole taria do, que
actuaban enci� a d� las fronteras
tema social mundial. La insuficiencia o incapacidad de las concepciones tradi­ e tatal es, prod ucién dose la lucha
de clases tanto a mvel mterno como
cionales de las relaciones internacionales y de la mayoría de las concepciones internacional. objetivas para que el
que se producen en la década behaviorista, basadas en el paradigma del Esta­ En ese contexto se habían sentado las condiciones, pasa se a realizar su mi­
do, par� �ar cuen�a adecuada de las realidades del mundo actual, ha puesto clase
proletariado, asumiendo su propia conciencia deucionario de conq uista del po­
de mamfiesto, umdo al desarrollo de las concepciones transnacionales en la ión histó rica de desencadenar el proceso revol conciencia de clase ,
década de los setenta, que el marxismo puede y debe jugar un papel relevante der tanto a nivel estatal como universal. Aho ra bien,aresa Jos acontecimientos, sí
en el estudio de la sociedad internacional. Lo anterior, junto a la necesidad o � ser neces aria, n o era sufic iente
para desen caden
prole taria do a nivel inter no e ínter­
de corregir la ignorancia o rechazo en que hasta fecha reciente han vivido los no iba acompañada de la colaboración del onali smo prole tario que cons ­
internacionalistas respecto del mismo, explica nuestra consideración del mismo . nacional. Surg ía, así, el concepto del «inte rnaci
La cuestión de si MARX y ENGELS elaboraron una teoría de las relaciones tituía la expresión de la solidaridad obre ra ínter nacíonah> • 1 2

internacionales, en el sentido moderno con que se emplea esta terminología , El fenómeno colonial para MARX y ENGE LS no constituía un fenómeno ac-
enderse ap�rentemente
ha estado presente en la mayoría de los autores que se han ocupado de la con­ cidental y secundario de su teorí a, como puede eldespr centro de la misma, era .l a
cepción marxista de las relaciones internacionales. Las consideraciones reali ­ de algunos de sus escritos 1 3 , sino que estaba en capit _Y, en conse cue� ­
zadas hace u n momento nos han dado ya l a respuesta. MARX y ENGELS no base que habí a permitido el desarrollo del sistem a Elalista tal, MAR X, refi­
? esarrollaron una teoría de las relaciones internacionales, pero sí nos han de­ cia inter nacio nalizado el papel de la burg uesía . EnizacióCap1
Jado una concepción de las mismas. En este sentido, no existe una teoría de rié�dose a Jo que llama «el gran secreto de la colon n sistemática », dirá:
las relaciones internacionales, pues su finalidad era proporcionar una teoría «Las diversas etapas de la acumulación originaria tienegal, n su centro en un orden
general de la sociedad y, en consecuencia, se movían en un plano que excluía crono ló·gíc o más 0 meno s preci
so, en España, Portu Holanda, Francia e
X V J I I se resum en
el análisis de las relaciones internacionales como algo con autonomía propia .
_ una concepción de la sociedad internacional y de las relaciones I nglaterra. Es aquí , en Ingla terra , dond e a finales del siglo
Pero sí existe
internacionales que se deriva de su teoría global de la sociedad. Como ha seña­ 10 MOLNA R, Mi k los, Marx, Engels el la politique internationale, París, 1 975, p. 1 1 : Vid . tam­
A . , Marxis m-Leni nism and Theory oj ln­
lado M OLNAR: «Contrariamente a las cuestiones económicas o a ciertos pro­ bién: KUBALK OVA, Vendul ka y CRU ICKSHAN K, Albert
and Jnternational Relations, Nueva York,
ternational Relations, Londres/Boston, 1 980, y Marxism
b_lemas de la revolución o del Estado, Marx y Engels no han dejado a la poste­ Critique, Londres , 1983, p . 1 22- 1 25 ;
deux,
1 985; VASQUE Z, John A . , .The Power oj Power Politics. dAe relation s internat ionales> >, Etudes m -
nd a� un auténtica teoría de las relaciones internacionales. Pero han dejado
_ mas� de lo que generalmente se sospecha,
y KORANY , Bahgat, «Une, o u quatre . . . Les écoles
18.
quiza a saber, un conjunto de ideas /ernationales, vol. 1 5 (1984), p. 7 1 6-7
11 MARX, Carlos, y ENGELS, Federico, «Manifiesto del Partido Comunista>>, Obras escogida s.

Moscú, 1 976, vol . 1 , p. 1 27 . . ..


ral de la Asoc1ac10n l nterna c•onal
.
1 2 MARX , Carlos , y ENGEL S, Federi co, «Mani fiesto inaugu

de los Trabajadores >>, op. cit., vol . 1 1 , p. 1 2


9 No debe olvidarse que el papel de la clase social como actor de las relaciones internaciona­ .
ta las clases son transnac10nales y adqmeren conc1enc1a de tales y sólo con el capitalismo se confi-
.
les sólo tiene lugar históricamente en fechas relativamente próximas, pues sólo en la fase capitalis­ ca en la lnd1a>> , en Sobre el sts-
.
I J Vid., por ejempl o: MARX , Carlos , « La domin ación británi
· ·
gura una economía mundial. /ema colonial del capilalismo, Buenos Aires, 1964,
p. 5 1 -58.
1 \ •, 1; 1 1 \ , 1 1 .¡ 1 1 • , 1 1 1 1 1 1 rl.' \ e 1 t iN ¡\ 1 1 · , ' e 1�H 1 1 1 1 ll 1 \ \ 1 H · .e 11'1 1 11 \ 1 H1 1

y i l i i CI i ¿ a n s i s l ' 1 1 1 : 1 1 iCI I I I C I I I L' C l l \'1 SÍSII'/1/il C(){IJIIÍII/, ·1 SÍS/('1111/


(/¡ · fa / )¡ •11i/a f J/1
h> l l l i l ) d a •ación · � ·o n t i n u n t l a Jllll' I I U .I A I< I N 11 1 , d t.: q u ie n
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blica, el moderno sisterna tributario y el sist m a pro/ >Ccionistm 1'1 .
i'',

· el mé r i t o d e h a be r c a p t ad la t ra n s l a · i ó n d · l a
1 1 1 1 1 1 1 0 i n l l' l l l : W I O I 1 1 d
1 ii'i V I I J/\ 1
En definitiva, M ARX y ENGELS, además de elaborar u n a t eoría gener a l dl' V 1 1 I. A q ue
'(1 1 1 1 r at l i · i ó n f u n d r n n · n t a l del c ap i t a l i s mo de la
íi ·n
es fe ra nacio n a l a la i n t e rn a­
la sociedad y con ello de las relaciones internacionales en cuanto relacione!) so ·io n a l , abriendo así el c a m i no a la investigación de las relaciones entre países,
ciales, prestaron atención a todos los problemas internacionales de su época .
' l l t' endidas como re l a c i o n es de explotación, así como a la no concordancia en­
La coherencia de la concepción internacional de estos autores se deriva , t re el de s a r r o l lo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción a ni­
como señala MOLNAR, de dos elementos concretos: «La revolución y la con
cepción materialista de la historia. Nuestros dos autores eran revolucionarios . v 1 mundial y el mantenimiento del marco nacional como campo de acción de
I n lucha de clases. La conclusión lógica de su pensamiento no puede ser otra
No es tal guerra o tal negociación diplomática en sí lo que les interesaba, s i n o que el internacionalismo proletario en lucha contra el capitalismo mundial» 2 1 .
su efecto sobre el curso general de la historia de su tiempo y , a fin de cuentas, LENIN analizará igualmente el fenómeno imperialista, más con un afán di­
sobre la revolución que invocaban . Más que esto, los acontecimientos interna­ vulgador que estrictamente científico. Sin embargo, la aportación de LENIN
cionales que estudiaban eran, para ellos, frecuentemente un campo de acción t l a concepción marxista de las relaciones internacionales desborda con mu­
revolucionaria. La clase obrera, como decía MARX en una carta a ENGELS, "de­ ho su consideración del imperialismo. Como ha apuntado CALDUCH, la obra
be tener su propia política exterior"» 1 5 • En resumen, en palabras de MOL NA R ,
de LENIN no se limitó a ser una simple adaptación propagandística del mar­
MA RX y ENGELS, quizá a�tes que ningún otrd y a diferencia de la mayor par­
te de sus contemporáneos, reconocieron la «interdependencia íntima» y el «me­ xismo a las condiciones imperantes en la Rusia zarista, sino que constituyó un
canismo global de las relaciones internacionales con toda su complejid ad» 1 � . profundo esfuerzo de interpretación del marxismo clásico, al que incorporó
Pero, como establecen SANAKOEV y KAPCHEN KO, lo hicieron desde la pers­ nuevos conceptos y leyes, modificando el contenido de algunas de las formu­
pectiva de la sociedad como un todo: «De este modo, el rasgo fundamental laciones realizadas por MARX y ENGELS, con el fin de adecuarlas a la realidad
de las condiciones nacionales e internacionales imperantes en las primeras dé-
de la metodología de Marx y Engels para investigar las relaciones internacio­ actas del presente siglo 22 . En este sentido, y desde la óptica internacional, LE­
nales consiste en haber valorado esa esfera como una parte l"ntégrante del com­ NIN se ocupó del imperialismo, del internacionalismo proletario, de la ley del
plejo organismo social que va desarrollándos� según las mismas leyes que las desarrollo desigual y la teoría del socialismo en un solo país, de la guerra, del
relaciones sociales en su conjunto y no como un sistema autárquico basado principio de autodeterminación de las naciones y de las relaciones entre los países
en los contactos netamente externos con el régimen social y con el carácter cla­ capitalistas y el Estado socialista. En esta breve consideración de la concep­
sista del Estado» 1 7 • ción marxista nos vamos a referir, siguiendo nuestro planteamiento inicial, úni­
La obra de M ARX y ENGELS, a pesar de ofrecer una teoría de la sociedad, camente a las dos primeras cuestiones.
estaba profundamente determinada, en sus aspectos más concretos , por el con­ Según LENIN , el capitalismo había experimentado una modificación de su
texto histórico en que se movían estos autores y, en consecuencia, no pudieron estructura nacional e internacional, que se materializaba en el fenómeno im­
prever la propia evolución del sistema capitalista, ni ofrecer interpretaciones perialista. Ello era debido a su necesidad de un constante desarrollo expansivo
ni soluciones para todos los fenómenos sociales y políticos que fueron produ­ para superar sus contradicciones internas y garantizar su tasa de beneficios,
ciéndose años después. cuya consecuencia era un régimen de producción cada vez más socializado que
Uno de estos fenómenos era el imperialismo, que M ARX y ENGELS no lle­ se concretaba en la formación de monopolios en los que el capital industrial
garon a ver y que exigía una considera ción desde la óptica marxista. se vinculaba al capital financiero. Así, nos dirá: «El imperialismo es el capita­
H ILFERDIN G 18 , Rosa LUXE MBURGO, BUJARIN y LENIN, desde una
V perspecti­ lismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los
va marxista, tratarán de interpretarlo. monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la ex­
La aportación de Rosa LUXEMBU RGO, cuyo alcance teórico es superior a portación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts inter­
la de los demás autores citados, parte de la insuficiencia de la concepción mar­ nacionales y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los países capitalis-
xista para explicar el proceso de acumulación. Proceso que, en su opinión, tras­
pasa las fronteras nacionales y produce una etapa superior del capitalismo, que
lo fortalece y agudiza sus contradicciones, trasladándolas del plano interno al 1 9 Así dirá: «El capitalismo es la primera forma econó ica con ca acidad de desarrollo mun­
� p _ _
dial. Una forma que tiende a extenderse por todo el ámb1to de la T1erra Y a ehmmar todas las
1 4 MAR X, Cárlos, El capital, trad. castellana de W. Roces , Madrid, 1 935, tomo 1 , p. 845 . demás formas económicas; que no tolera la coexistencia de ninguna otra» (L� XEMBURGo, Rosa,
MOLNAR, Miklos, op. cit., p. 334.
de R. Fernández, México, 1 967, p. 363).
l5
_
Die A kkumulation des Kapitals, Berlín, 1913; versión castellana: La acumulacwn del capttal, t rad.
16 MOLNAR, Miklos, Ibidem, p. 343 . . .
1 7 SANAKOEV, Sh., y KAPCHENKO, N . , La teoria y la práctica de la politica exterior del socia­ 20 BUJARIN, N . , La economia mundial y el imperialismo, Buenos A1res, 1 97 1 . La obra escnta
lismo, Moscú, 1 976, p . 14 (en castellano) . en 1915 se publicó por primera vez en 1917.
18 H ILFERDING; Rudolf, Das Finanzkapital, Viena, 1 9 1 0; versión castellana: El capital finan­ 2 1 VIDAL VILLA J . M . Teorias de/ Imperialismo, Barcelona, 1 976, p. 1 26.
22 CALDUCH, R�fael, « Las relaciones internacionales en· la obra d e los dirigentes soviéticos:
una reflexión teórica», Revista de Estudios Internacionales, vol. 2 ( 1 98 1 ) p. 550.
ciero, trad . de R. García, Madrid, 1 963.
1 1 10 l l' l l l( l l f t i l l 1 l l l i J \ 1 \ ' , l\ 1 1 \ 1 1 1 1 /'1 1 ' , 1 1 1 1 1 1< 1 ¡\ 1 I I • N I\ 1 1 • 1

las má importante ·» La ·
·la , de � t a l 'o r r 1 1 1 1 , ·1 ( ] 1 1 ' St: l c s v i r l ú u l'l Sl' l l t i d u 1,k � o l i d : u i d : a d dr d a � ( '
·;u·:kt i u s t r u u a ·ut u l d ·1 p1 ol ·t a
2'. l < • u :t l it< l l l n p l o k t : • • • n ¡ · • •
l " ·� · u l ·
' ucrra M u nd i a l lal ' r i r u c r�a v
como la expresión de la inevitabilidad de l a guerra en el i tem::t api t al i� t a cu u n t e• 0 1 u � t· u i · · • t a bl ·ciéndosc el ·r
,1 de los interese · de la U n ión oviética
.

mo medio de producir nuevos repartos y establecer un nuevo equilibrio d · f'u r r • d o i n t ·rna ·ion:al al �c1·v i io �.

zas. El fenómeno imperialista constituía «la antesala de la revolución social · 1 1 o n �cc u ·n ·ia, s
c r du e p o e un im o rta nt e cambio en la concepción
p m a r-

del proletariado» 24 • «o fi cia l de la relaciones internacionales. El conflicto de clases a escala


1 s t :. >>

El imperialismo incidía, pues, directamente en el protagonismo del prole 1t rnacional quedaba supeditado al proceso de consolidación del Estado so­
tariado para acelerar la crisis general del sistema capitalista y dar lugar a la vi tico. Ello suponía el abandono de la visión de la sociedad internacional co-
revolución. LENIN abordaba la noción del internacionalismo proletario, plan 1 11 una sociedad en la que los conflictos interestatales no eran sino un epife­
teada ya por MARX y ENGELS. Para LENIN la revolución nacional y la intcr n meno de la lucha de clases, es decir, se anteponían los fenómenos
naciona­
nacional son indisolubles, y sólo cuando la primera sirve a la segunda el proil' l a los internacionales, privilegiándose al Estado como actor internacion al
·n detrimento de las clases sociales. La
tariado de un país actuaba de acuerdo con el internacionalismo proletario: « .El concepció n internacio nal impuesta por
nacionalismo pequeño burgués llama internacionalismo al mero reconocimiento 'TALIN sobrevivirá en esencia a los cambios internos que se producirán poste­
de la igualdad de derechos de las naciones (que tiene un carácter puramentl' l'i rmente en la cúpula dirigente. JRUSCHEV , primero, y BREJNEV, después, si
verbal), manteniendo inta«to el egoísmo nacional, en tanto que el internacio­ ndaptan la concepción marxista de las relaciones internacionales a los cambios
nalismo proletario exige: 1 ) la subordinación de los intereses de la lucha prole­ 'tructurales y relacionales que se producen en las relaciones internacionales
o partir de la década de los cincuenta, continuará n, sin embargo, fieles
taria en un país a los intereses de esta lucha en escala mundial; 2) que la nación a los
que ha conquistado el triunfo sobre la burguesía sea capaz y esté dispuesta a presupuestos en torno al Estado y la Unión Soviética desarrollad os por ST A ­
hacer los mayores sacrificios nacionales en aras del derrocamiento del capital LI N . BR E JN E V incluso dará un nuevo paso adelante con la formulación de la
mternacwna
. . 1 » 25 . e omo se desprende de este texto, el Estado aparece como loctrina de la soberanía limitada. En suma, como señala CALDUCH , «la teo­
actor internacional, si bien en una posición secundaria respecto de las clases ría de las relaciones internacionales, tal y como será elaborada, de forma pro-
sociales. El triunfo de la revolución en Rusia hacía que las relaciones interna­ resiva, por los dirigentes soviéticos, se ha convertido en una doctrina basada
cionales ya no fuesen explicadas en términos exclusivamente de relaciones in­ n la política de poder aplicada a las relaciones existentes en el seno de la so­
terclasistas, sino que aparecía la lucha interestatal como elemento auxiliar del ciedad internacional . Ello se ha debido a que desde Lenin hasta Brejnev se ha
proceso revolucionario contra el sistema capitalista. realizado una creciente simbiosis entre las concepciones teóricas de la sociedad
En definitiva, como señala CALDUCH , en LENIN apunta una teoría de las internacional extraídas a partir de la obra de Marx y Engels, con los intereses
relaciones internacionales en la que éstas aparecen dominadas por el conflicto específicos impuestos por el papel alcanzado por la Unión Soviética como po­
entre clases, Estados y naciones, pero con el común denominador de su carác­ tencia mundial» 29•
ter progresivo en el proceso de evolución de la Humanidad hacia una sociedad Si en el plano oficial la concepción marxista de las relaciones internaciona­
más justa 26 • les, en cuanto inspiradora de la política internacional de la Unión Soviética,
La muerte de LENIN abrirá un nuevo período en el pensamiento interna­ presenta esas características a las que nos acabamos de referir, ¿cuál es su es­
cionalista soviético, en el que se procederá a una redefinición de los postula­ tado a nivel académico y de investigación? Qué duda cabe que los fuertes con­
dos leninistas. El centro de atención se dirigirá hacia la tesis del socialismo en dicionamientos políticos e ideológicos en que se desenvuelve la indagación in­
un solo país, dando lugar inicialmente a una dura polémica, unida a la lucha telectual en la U nión Soviética no permiten un desarrollo autónomo de las con-
por el poder, entre STALIN, TROTSKY y ZINOVIEV. El triunfo de STALIN lleva­
ría consigo no sólo la condena de la doctrina de la revolución permanente de il socialismo in un paese solo», selección y presentación de G . PROCACCI , s. l . ed., 1 96 3 ; versión
TROTSKY, sino igualmente a una reformu!ación de las tesis de LENIN, llegan­ castellana: El Gran Debate (1924-1926). El socialismo en un solo país, trad. de C . Echagüe, Ma­
do a afirmarse la necesidad de alcanzar la definitiva instauración del socialis­ drid 1 975, vol. 11, pp. 1 1 7- 1 1 9.
28 STALIN se expresa en este sentido en los siguientes términos: «Un revolucionario es el que

mo en 1� Unión Soviética como condición para el triunfo del proletariado a es­ sin reservar, sin condiciones, abierta y honradamente, sin secretos militares, está dispuesto a pro­
teger y defender a la Unión Soviética, porque la Unión Soviética es el primer Estado proletario
y revolucionario del mundo que edifica el socialismo. Un internacionalista es el que, sin reservas,
cala mundial. STALIN, en su obra Cuestiones de/ leninismo, perfilará perf�c­
tamente la doctrina señalada 27 • Lo mismo sucede con el concepto de interna- sin vacilaciones, sin poner condiciones, está dispuesto a proteger a la Unión Soviética, porque
la Unión Soviética es la base del movimiento revolucionario de todo el mundo; pero no es posible
23LENIN, V . 1 . , <<El imperialismo, fase superior del capitalismO>> ( 1 9 1 7) en Obras escogidas' proteger e impulsar este movimiento revolucionario internacional sin proteger a la Unión Soviéti­
Moscú, 1 970, tomo 1 , p. 765. ca, porque el que cree proteger al movimiento revolucionario internacional sin proteger a la Unión
24 LENIN, V. 1 . , Ibídem, p. 699. Soviética se pone en contra de ella, toma postura contra la revolución y se desliza inevitablemente
25 LENIN, V. 1 . , «Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial>> ' en Obras al campo de los enemigos de la revolución>> (cit. por LEONHARD, W., Die dreispaltung des Mar­
Moscú, 1 970, tomo 1 1 1 , p. 440. xismus, Dusseldorf, 1 970; versión castellana: La triple escisión del marxismo, trad. de J. Arza­
Rafael, op. cit., p . 559.
escogidas,
lluz, Madrid, 197 1 , p. 1 79).
Vid.: TROTSKI , L.; BUJARIN, N.; ZINOVIEV, G.; STALIN, J . , La «revoluzione permanente e CALDUCH, Rafael, op. cit., p . 597.
26 CALDUCH,
9
27 2
1 \ ' , 1! 1 1 \ í l l li l 1 1 1 ' .1 1 1 ' 1 1 1 1 \
\ 1 1 .'
11 1111 ·, I II I I I U I \ 1 I � > I J ,\ 1 1 1 , 1 1 1 � 1 1 • 1 1 \ \ \') \

ccpc i o n cs de l a s r ·la · i t l l lcs i n t ' l l l : t · Í ( 1 1 1 a k� a l 1 1 1 ;


1 1 • c r 1 d · la ) � , · ¡ , i n a 1 , ¡ j,·i a l v
· a n o n ·s e n l r c
l
a a cl n t i co y o f'i i a l el ·t ' f 1 1 1 Í r 1 n t · u
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que la recue t
f e l mundo c é
n e s i m b i o s i s e n t re
, ( ),·¡ , ¡ (1 1 ; 1 e o h , k l ', t il'S , d i p l � l l t l l'r t i t'l '� . n d l i l l t r las ltlS p u t: h l u � .

gran medida el sentido de las investigaciones . Sin em bargo, dent ro d CS( )S · u i r c l os ENt a d o s y l) i s t· r n a s de L s t a d ( } , · n l í·c l a s fn ·r:t.as fu n d a l l l Cn l a l ·s so · r a -
· t'h 1 ·� , • y r 'l.l n izac i o nes que act úan en
trechos límites, los especialistas soviéticos en relaciones i n t ernac i o n a les h a n id" on6n1 i ·as pol í l i as y l a s la arena m u n-
desarrollando una concepción de las relaciones internacionale más r i c a l'l dial» .

plano teórico y metodológico que la oficial. Al referirnos al des a o l l o de·nl;t�> Desde e s e m o m e n t o , la atención de los especialistas se va a dirigir princi-
relaciones internacionales como discipli na científica pusimo s ya de mani ficst"
rr
palmente a los problemas metodológicos de las relacione� internaci �nales, ��­
bre todo en lo que· se refiere a las técnicas y métodos de mvestlgacwn _ _ empm­
la evoluci ón y los grandes rasgos que presenta el estudio de las relaciones i n
ternacionales en l a Unión Soviética. Ahora nos fijaremos escuetamente e n l a � a, que se están desarrollando en los Estados Unidos. De esta �orma, em� i� ­
_
zan a publicarse trabajos sobre aplicación de métodos cuantJtatJvo-matematJ-
aportaciones más notables 30 •
s sobre la teoría de los juegos, técnicas de simulación y uso de computado­
Es a partir del XX Congreso del PCUS, en 1 956, de tanta importancia en '
la evolución política de la Unión Soviética, cuando se inicia en este país el estudio ras en el estudio de las relaciones internacionales. Era la plasmación de las pa­
científico de las relaciones internacionales. Los cambios que se estaban produ labras pronunciadas por L. I LICHEVS en su discurso de octubre de 1 963 ante
ciendo en el rimndo en toqos los órdenes, pero sobre todo en los aspectos el Presidium de la Academia de Ciencias en el que consideraba «la atención
científico-técnicos y de distribución de fuerzas a nivel internacional ponían a las cuestiones metodológicas como un símbolo del progreso de la ciencia so­
de manifiesto, a los ojos de una parte de los dirigentes soviéticos, que ,el aban­ viética», refiriéndose especialmente al desarrollo de «la teoría de las relaciones
dono y el dogmatismo anterior habían ido en detrimento de los intereses reale� internacionales» y a la necesidad de que fuesen examinadas, «no al modo de
de la Unión Soviética. Como señalará años después TOMASHEVSK l , «éstos y los historiadores ' sino en el plano de las cuestiones vitales de nuestros días» 33 •
otros muchos cambios condicionaron la necesidad de una profunda elabora Los motivos de este acrecentamiento del interés oficial en el desarrollo del
ción de los problemas más importantes del desarrollo mundia l, de un análisis­ estudio de las relaciones internacionales son varios. En primer lugar, debido
científico de la distribu ción de las fuerzas de clase en la palestra mundia Sin a una toma de conciencia de la importancia vital alcanzada por las cuestiones
un exacto análisis marxista de los resultados y las tendencias del desarrollo l.mun­ i nternacionales. Como señala INOZEMTSEV, «los destinos de millones de seres
y todo el proceso de .desarrollo de la civilización terrestre nunca dependie� � n
dial era imposible definir las direcciones fundamentales de la actividad del mo­
vimiento comunista y obrero internacional, trazar los caminos más eficaces para en el pasado a tal punto como hoy de la situación internacional, de la soluc10n
lograr sus grandes objetivos en la situación actual, y formular las tareas fun­ de los problemas internacionales clave y, en primer lugar, del problem� de la
damentales de la actividad internacional de los partidos comunistas y, en par­ guerra y la paz» 34 • La política de coexistencia pacífica, q �e se _consoh�a en
ticular, las orientaciones principales de la política exterior de los Estados so­ esa época, encuentra, así, un reflejo en el estudio de las relacwnes mternacwna­
cialista s» 3 1 • les en la Unión Soviética. En segundo lugar, por una cierta tendencia de los
Sin embargo, los primeros pasos, dados los obstáculos de tipo ideológico dirigentes soviéticos a considerar el marxismo-leninismo como inadecuado pa­
y académico, son muy lentos e indecisos. En 1 962, con la publicación de la ra i�terpretar la política internacional en la era nuclear. Y un.ido a .ello, el �e­
obra colectiva Las relaciones internacionales desde la Segunda Guerra Mun­ cho de que, aparentemente al menos, el desarrollo de las relaciOnes mterna�J � ­
dial, puede decirse que queda consagr ado a nivel oficial el estudio
nales en los Estados Unidos ha sido un factor que ha acrecentado la efectiVI­
de las rela­ dad de su política exterior Finalmente, ese hincapié que se hace en la me-
35•
ciones internacionales. En ella se formula una definición de las relaciones interna­
cionales, que se repetirá posteriormente en otras aportaciones, que considera las
relaciones internacionales como «el conjunto de lazos económ icos, políticos,
3 2 Mezhdunarodnye otnosheniia poste vtoroi mirovoi voiny (Las relaciones internacionales des­
de fa Segunda Guerra Mundial), vol. ! , 1945-1 949, Moscú, 1 962, p. XX�! (c1t. por ZrMMERMAN,
30 Para una más amplia consideración de las aportaciones soviéticas, vid . : KUBALKOVA, Ven­
dulka y CRUICKS HANK, Albert, Marxism-Leninism and Theory oj
William. Soviet Perspectives on Jnternatwnal Relatwns, 1 956-1967, Pnnceton, 1 969, p. 45).
y Marxism and lnternational Relations, op. cit.; M I TC H
33 ZIMMERMAN, William, Jb(dem, p. 62 Y 63.
lnternational Relations, op. cit., . . . . . ..
34 lNOZEMTSEV Nikolai, «Bases de la política de coexistencra pacrfrca», en La pol111ca sovle­
EL , R. Judson, Ideology of a Superpo­
wer: Contemporary Doctrine on lnternational Relation tica de paz Asocia�ión de Ciencias Políticas, Academia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1979, p. 6.
s, Stanford, 1 982; ARENAL , Celestin o del
35 Vadim SEMIONOV expresa claramente este punto cuan�o afirma que «el rá� ido progreso de
la ciencia y la técnica proporciona a los Estados contemporaneos los medros
« Problemas Y perspectivas del estudio de las relaciones internacionales
xicano de Relaciones Internacionales, 1 982, p. 57-85, y «
en la URSS» A nuario Me­ _ de rnfluenc1a sobre
es internacion�les como dis­ los procesos políticos, medios inauditos por su potenc1a y ef1cac1a.
Las
ciplina científic a en la URSS», Sistema n . o 52 (enero 1 983),relacion
p. 65-8 3 .
_ Ello ur enta notablemente
� �
3 1 TOMASHEVSKI , D . , Las ideas leninistas y las relaciones internacionales contemporáneas, e1 papel de la política y de las decisiones políticas de !os gobrernos y demas organos estatales en
_
guiente el papel del factor subjetivo y el sig': i ficado de la calidad y la fundamentacron c1enllf� ca
del ruso de M. Jusainov, Moscú, 1 974, p. 2 1 . Para el impacto de la revolució trad. la obra de formar la vida política de sus países e rnflun en otros Estados, aumentand? por c�nsl­
Robbin F. « The Scientijic- Technological Revolutiom> and Soviet Foreign Policy, P . y LAIRD,
n científico
y, por lo tanto, el pa�el de la c1enc1a pohu­
en la concepción soviética de las relaciones internacionales, vid . : HoFFMAN N, Erik -técnica
_
Nueva York,
de las decisiones políticas tomadas por los dmgentes,
ca» («Acumulación de los conocimi� ntos políti�� s desde 1 9�0», en La leona pof¡llca . Y la pract1ca
_
1 982.
paütica, Asociación Soviética de Clenc1as Pohucas, Moscu, 1 979, p. 1 2 Y 1 3 .
l ' l- 1 1 � >1 1 1 1 \• ' , 1 , , � 1 1 1 1 1 1 1 1\ l 1 1 11 1 1 l ' l 't
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todología Y en las t écn icas em p í r icas, fre n t e a la csca�a a t ención q lle se <.: O n <.:� 1111n l>tTtit',u de v 1 u iM · k r u.: ía � I"I H ' Í a l l',� '''. Est e hn.: l l o r : u a.,;t c t Í �> t 1t;1 1 de ·' " v.\·

de � los problemas teóricos fundamentales subyacentes en l as relacione� i n t e r ::; u p( u ll· n n a d i fi u l t ad u d i r i o n a l a l a s d e r i v a d a s clel propio objc t o d · cst u
1 1 ·N i '

n�ciOnales, se debe a que mientras aquéllas por su carácter instrumental per d i o y d · � � � p r u b l ·m{• t ica t eó r i ·:Hl ct oclológica, por c u a n t o exige un espec
ial

m1t�n un mayor consenso entre los especialistas y no ponen directamente en e n s fu ·rz.o i n t e • racl o r , q u e s e ve a ú n más necesario si se t i e n e e n c u e n t a el carác-
tred1ch_� el mar�ismo-lenin ismo y la doctrina oficial, éstos podrían acentuar 1 r i n t ercl isc i p l i na r io de las relaciones internacion ales. Como señalará INOZEMT­
la tens10n ya existente entre el marxismo-leninismo y las ciencias sociales J•· .· :v , « t odo el l o estipula el enfoque sistémico, integral, en el estudio de los fe­
_, La destitució n de JRUSCHEV y el acceso al poder de un nuevo grupo de d i � nómenos y tendencias , la necesidad de aplicar los esfuerzos conjuntos de his-
�¡gentes va a afectar otra vez significativamente el estudio de las relaciones 1 riado res, economista s filósofos, juristas y especialista s en ciencia militar,
como
_ � ales, icos de otras
mternacw produciéndose paulatinamente un relanzamiento del mismo . iambién emplear durante el análisis algunos elementos metodológ
A ? art1r de estos momentos se perfilan dos líneas de trabajo e indagación ·iencias» 40 • Enfoque integral que lo proporciona el análisis o enfoque sisté­
que, SI no entran en conflicto, se orientan, sin embargo, por caminos distin­ mico: «Por eso, para el estudio de los nuevos fenómenos que surgen aquí, lo
tos. De u na parte, �e consolida la corriente, ya iniciada en el período anterior, más eficaz es el análisis sistémico de todo el conjunto de. relaciones internacio­
que s�gm_� los : am1 � os r:corridos por los especialistas norteamericanos y que nales y de la actividad de las fuerzas clasistas en la palestra mundial» 41 • En­
�centua aun mas su mteres por la aplicación de métodos cuantitativo-matemá­ foque sistémico para el estudio de las relaciones internacionales que ha cobra­
ticos � técn�cas de s� mulación y procedimientos cibernéticos en el estudio de las do una especial importancia y aceptación en los medios científicos soviéticos,
relaciOnes mternacwnales. De otra, aparece una corriente, en gran medida nue­ por considerar que se trata de un hallazgo propio del marxismo- leninismo, de
va, que, con todos los condicionamientos ideológicos existentes, trata de reno­ lo que es prueba evidente el gran número de artículos y monografías que dedi­
:ar Y pr? fundizar el pensamien to marxista-leninista en torno a las relaciones can al tema 42• En este sentido, por ejemplo, KUZMIN afirmará: «Le pertene­
mter�acwnales, buscando la formulación de una teoría marxista-leninista de ce a Marx el descubrimiento y la demostración científica concreta de que exis­
las mismas. te una clase especial de determinaciones cualitativas: las cualidades sistémi­
Expresión de este nuevo ambiente es el simposio que en 1 969 se celebra en cas» 43•
la Unión Soviética sobre la teoría de las relaciones internacionales, en el cual Al igual que sucede con la aplicación de la teoría de los sistemas al estudio
INOZEMTSEV, en su intervención inaugural, subraya la necesidad de aclarar cuá­ de las relaciones internacionales en Occidente, en la Unión Soviética se consi­
l� s son la materia _de �studio � la metodología en este campo, su Jugar en el dera que el sistema internacion al tiene tendencia a la autoconservación y al
sistema de las ciencias sociales y la elaboración de sus categorías y desarrollo. La primera se materializa mediante la formación de un equili­
conceptos 37 • brio estable de fuerzas, mientras que la segunda se abre camino mediante
Desde esta pe�spectiva, ¿Cuáles son los derroteros teórico-metodológicos los cambios cuantitativos y cualitativos en la política, la economía, las rela­
por los que se onenta la teoría de las relaciones internacionales en la Unión ciones sociales, la ciencia y la técnica y «mediante la influencia de las masas
Sovié� ica en las décadas de los años setenta y ochenta, antes de Jos profundos sobre la política internacional» 44 •
cambiOs que está experimentando? Desde esta perspectiva, el objetivo último que tiene la teoría de las relacio-
E� términ� s generales puede decirse, de acuerdo con INOZEMTSEV, uno de
los teon_ cos �as represent�tivos en el campo de las relaciones internacionales,
p. 2 1 .
_
que �a ciencia _
de �as relaciOnes mternac 39 INOZEMTSEV, Nikolai, lbfdem,
ionales se configura «como una rama
r�la�I�amente a�tono�� del saber, cuya importancia crece sin cesan> 38 , Jo que !NOZEMTSEY, Nikolai, Jb(dem, p. 22. En igual sentido se pronuncian SHAJNAZAROV y BuR­
40
LATSKI I , al establecer que <<en el dinámico siglo de las revoluciones social y científico-técni ca, las
Sig�I fi_ca la cons1deracwn de las relaciones internacionales dentro de Jo que los relaciones internacionales necesitan, más que cualquier otra esfera de la vida social, un enfoque
_ os llaman las ciencias políticas .
sovietlc integral» (SMIRNOY, V. <<Horizontes de la ciencia política soviética»,- Ciencias Sociales, 1 982, n . 0
p. 1 9 1 .
SMIRNOV, Jbfdem, p . 1 9 1 y 1 92.
Su juvent ud es igualmente reconocida, estimándose que ha surgido en la 3,
41
42 Vid. entre otros: MESAROVIC, M., <<Fundamentos de la Teoría general de los
sistemas, Mos­
36• Vid . : GouL� ER, Alvin W., The Co ing Crisis of Westem cú, 1 966; BLAUBERG, l. y YuDIN, E. G . , Devenir y esencia del enfoque sistemático, Moscú, V1 97 3;
occ1dental trad. de la N A Migue z, 8 uenos A'1res,
n¡ Sociology, Nueva York , 1 970; KUZMIN, . P.
verswn castellana. La cns1s de la soc1olog10 ' · ·
SADOVSKI , V . N. Fundamentos de la teor(a general de los sistemas, Moscú, 1 974;
A. l. Pro­
37 Durante los debates, V. GANTMAN criticó el punto de vista de D. B. LEVIN, expresado
1 97 3 , p. 4 1 8-4 1 9. Principios de la sistematicidad en la teor(a y en la metodolog(a, Moscú, 1 976; RAKITOV,
V . G . , Ststemlcl­
en blemas filosóficos de la ciencia. Enfoque sistémico, Moscú, 1 977; AFANASIEV ,
1 962, que neg�ba la posrbrhdad _ de establecer una ciencia de las relaciones internacionales, basán­ dad y sociedad, Moscú, 1 980. Todas ellas en ruso.
la metodología de Marx» _. Ciencias
Vrd. : BRUCAN, Sdvm.
d ?se en que m Ia matena de estudiO, m el srstema de tal disciplina podían definirse con precisión
_ 43 KUZMIN, V . , <<Fundamentos sistémicos y estructuras en A., <<Problemas metodológicos del
Th� Dissolution of Power, Nueva York, 1 97 1 ; versión castellana: La diso : Sociales, 1 979, n . 0 1 , p. 49. En sentido parecido: SERGUIEV,
_ de� poder. Socwlog10 y la práctica
po/(tica, op. cit., p. 1 54 y 1 5 5 ; y Gv!SHIANI, Dzhermen.
lucton de las relacwnes internacionales y polfticas, trad. de F. González Aram­ análisis cuantitativo y la modelación de los sistemas sociopolíticos», en La teorfa polüica
buru, Mexrco, 1 974, p. 67. <<Base filosófica de las investigaciones
38 INOZEMTSEV, Nikolai, «La ciencia de las relaciones internacionales: aspectos actuales>> Cien-
44 SMI RNOY, Op. cit . , p . 1 92 .
sistémicas», Ciencias Sociales, 1 982, n . o 3 , p. 64 y 65.
. Soc10/es,
Cias Academ 1a de Ciencias de la URSS, 1 982, n.0 3, p. 2 1 . '
\'1 /

a d q 1 1 i 1 1 1 l : i pos í h i l i d a d d · p1 O
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I I CS i 1 1 1 'I I I H · i o 1 1 a l ·s ·s
de p obab il i d ad e l C U I""O de los acon l · · i 1 1 1 i ' í i i OS Í 1 1 1 c rnl l ;t1lS·iI i c:1 1 a1 1 l ·s>
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·o 1 1 1 1 1 a 01 ¡•,1 a ( i p lol l( 10 '
\ ( l l l (l l u i ·a (. k l a ' ) ' 1 1 1 ' 1 1 ! 1 � In J ll l� i h i h d : l t t k l " V I I . � I l ! l '' l l l '
:
segura para elaborar la concepción m a r x i st a- l en i n i s t a ele l a s o l u , '( H i l O · l a v 1 · ¡ 1 ¡1 l i ' l' l l l l } l l l l l' l i - 1 1 1 1 1 1 1 1 1 d i d · 1 1 la · p ( J ·n 'L l l l l ' 1 1 1 ( 1( ) 1 :í 1 1 ·a . t) La 1 1 1 1 ' t l l nC I ( J I I a h .; l �
blemas globales conte mpor áneo s» 45 . c i ó 1 1 d · los p 1 �� ¡ ·1 1 r l l ' l i l a d · l a s b · r �u l f a . h} IJI na i o 1 1 a l i s 1 1 1 y s u 1 1 1-
y l a agre · i ó n . .i) L a
In Í J I I . ' l al' i 6 1 1
ll u .• � · i a
)il

El objeto de estudio de las relaciones inter � acion como d i c i 1 1 t e r n a c i 1 1 a l . /) '1


li. t 1 1 ión y 1 pr re
n ·1 el ·sn n · o l l hegem o n i mo

tífica , según INOZ EMTS EV, «es el sistema de vínculosales i p l i n a ·ic1 1 o ial de lo pueblo . k) La limitación de la carrera
políti cas, ideol ógica s, juríd icas, diplo mátic as, milita res y otros y re l a c io n e eco n ó m i ca s ,
s 1 a r m a m e n t o . 1) Lo métodos para arreglar los conflictos . m) Los problemas
·

dos y grupos de Estados, inclu idos los que pertenecen a d'istint ent re los sr a 1 bal y la vías de la consolidación de la paz mundial 48 •
socio econó mica s, entre las clases princ ipale s, las fuerzas socia as formacio1 1c ., u n a de las aportaciones recientes más relevantes, en lo que a sentar ! as � a­

Y políti cas, movi mien tos y organ


les, econó m i c a s s , de una teoría de las relaciones internacionales, orientada a la prediccion . ,
izaciones sociales que actúan en el á m b i l u ·s l a realizada curiosamente por los sociólogos BESTUZHEV-LADA � � I LAT OV .
mund ial» 46 • M ás concretamente, de acuerdo con el
de las relaciones intern acion ales, en cuan to que le es mism o autor , la cienc ia Para estos autores la teoría comprende la totalidad del conocimiento del
pectiva soviética un método de investigación cuya base sonente inher desde la pe r s­ mundo objetivo, generalizado en la conciencia de la experienci� humana. Ca­
léctica materialista y del materialismo histó rico, ya que ante todo de la dia­ las tesis l teoría constituye un sistema de ideas, que varía con los cambios en e� � ano­

nes intern acion ales son relaciones sociales, debe partir del hecho las relacio­ cimiento . En este esquema, las ideas emergen en la forma de una reflexwn so-
lelamente al estudio de los aspectos intern acion ales, debe analizde que, para­ re la realidad y constituyen estados del conocimiento de la realidad, desarro-
y en todas sus facetas la distri bució n de las fuerzas de clase y los arse a fondo llándose de lo simple a lo complejo, de lo absoluto a lo concreto 49•
ticos, dado que todos los elementos de las relaciones internacion intereses polí­ Por relaciones internacionales estos autores entienden los lazos «ec �nomi­
• .

conte nido político deter mina do. En esa investigación se inclu ales tienen un cos, políticos, ideológicos, legales, diplomáticos, militares y otros, as1 como
to, las cuestiones referentes a la correlación de categorías talesyen, por lo tan­ las relaciones recíprocas entre gobiernos, sistemas de gobiern.os <?I oques) Y las
Y econo mía, políti ca interi or y exter
como política fuerzas básicas sociales, económicas y políticas y las orgamzacwnes que �c­
ior, guerra y política, política e ideología .
Con todo , la atenc ión princ ipal debe dirigi rse a relaciones L úan en la arena internacional» 50 . Los elementos constitutivos de las. relaciO­
pues los Estados son los sujetos fundamentales delas interestatales, nes internacionales sÓ n, así, los contactos, comunicaciones e intercamb1� � · pero
las relaciones internaciona­ cada concepto tiene no sólo una estructura y un cont�nido si�o tamb1en una
les. En defin itiva, «en las relaciones internacionales de nuest ra
lazan del modo más estrecho las cuestiones de la políti época se entre­ forma que está en continuo cambio. En las relaciones mternacwnales esa. f�r­
de la econo mía, ideología, los procesos que se operan tanto en or y exterior, ca interi ma se manifiesta como comunidad, coexistencia, colonialismo, neocolomahs-
rado como a escala regional y global, los factores de coyunturapaíses por sepa­
. '
mo y antagonismo o confrontacwn 51 .
. . .
plazo . Mas sólo si se computan en plena medida la peculiarida y los de largo Los actores de las relaciones internacionales son de muy d1stmta I �dole, pe­
dad de todo el sistema de relaciones internacionales actuales sud y la compleji­ ro pueden caracterizarse como «comunidades sociales». En este sent1 ? 0, enu­
fico puede ser realmente valioso» 47 • análisis cientí­ meran como tales, de acuerdo con los señalados en la obra Las relaetones tn­
En un plano conc reto, los prob lema s que mere una atenc ternacionales después de la Segunda Guerra Mundial, a la que ya nos hem �s
gente , desde la perspectiva soviética, y hacia los quecen se debe n
ión más ur­ referido, los siguientes: pueblos, gobiernos, clases s�ciales, y fuerzas Y org�n � ­
palm ente las investigaciones, son: a) El conc epto de sistem orien tar princ i­ zaciones sociales, políticas y económicas. Esta amplia gama de actores po.sibi­
su géne sis. b) Los factores econ ómic os, sociales y cultu rales a intern acional y Iita el estudio de las relaciones internacionales desde diferentes p�r�pect1vas .
sarro llo de las relaciones inter nacio nales . e) El papel de los , y las leyes del de­ Sin embargo, sólo algunos de dichos actores juegan un � a�el d�cisivo en I �s
y nacionales en la formación de la política mundial y el derec inter eses de clase relaciones internacionales, lo que exige, en su opinión, d1stmgmr en�r� aq�e­
d) El equil ibrio de fuerzas y la coex isten
cia
ho inter nacio nal. Ilos que desempeñan un papel importante .Y aquéllos otros cu�a participaciOn .
régimen socia l. e) El tipo nuev o socialistapacíf ica de Estados con distin to
de relaciones internacionales. en las relaciones internacionales está condicionada por los P. nmeros. Dent
.
ro
del primer grupo incluyen las clases sociales, los pueblos y van? s grup�s socia­
les que no tienen una participación inmediata en los asuntos mternacwnales.
45 SMIRN OV, lbt'dem , p. 1 92 . Como
. dice Nikola i l NOZEMTS EV, la invest igació n teóric a de
SHAJNAZAROV, G., y BURLATS K I I , F . , en SMIRNOV, op. cit . , p. 1 9 1 . Vid. también en la
relaciO nes mternac10nales contemporáneas «está ligada las
de car�cter aplicad_o , con ?erivación directa a la prácticcon la soluci ón de varias tareas concretas 48 V.
Tamb1en e� la U m?n Sov1et1ca al 1gual que en Occidente a en política exterior» (Op. cil . , p . 22).
y FILATOV, Vladimir P., «Forecastmg of lnternaUonaJ Re,¡ atlOllS
se manifiesta en los últimos tiempos una misma línea: I NOZEMTSEV, Nikolai. Op. cil., p. 22-28. . .
V., .
the URSS», en N. CHOUCRI y Th. w. RoBINSON (eds.), Forecasling in !ntematwnal Retarwns.
preocupac10n c1enUf1ca por los modelos de socied ad internacional futura. Vid . , por ejemplo: SHAJ· 49 BESTUZHEV-LADA, Jgor
NAZAR OV, G. J. Orden Mundial venide in
ro, Moscú , 1 98 1 (en ruso).
357 ·
50 BESTUZHEV-LADA J gor V . , y FI L TOV
Francis�o, p.
, Vlad1m1r P . , fbtdem,
46 INOZEM TSEV, Nikola i, op. cil . , p. 2 1 . Theory, Merhods, Problems, Prospects, San 1 978,
A
ibfdem, p . 3 5 8 .
.
y FILATOV,
47 INOZEM TSEV, Nikola i, ibídem
, p. 28. p. 357.
5 1 BESTUZHEV-LADA : J gor V. Vladimir P.,
' H 1 \ 1 1 < 1 �1 1 ' . 1 /� I I
JUj \ < I < ! N \ 1 1

rnos Y el aparato del Estad o,pu1 os eb los e � 1 c. u <t n t o


' ' ' l eg r a n el seg u

l',t·o¡•,dl l l l ' . L . 1. 1 1 l l lr o lo!'. 1 1 , l' l t'. .J u 1 1 f t t a d i o s . l'l l i i H l 1 1 1 � i 1 1 1


lllJo gJ up
· ,..
bie
. lo.�
. . .
s uJ c t o.s I n t egr ado 1

'
,�. l os o-
s rg. a n z a c J n ·s so-
Cia 1 es Y po htJ
. .
, cas , los mo no po pa rtid os po litJ .
co s la . 1 1 1 ' 1 1 1 os <k l ; a poi 11 i · 1
¡ ,•, " d t l l l o ¡ � dl l l l l l
ex 1 t l 1 1 1 1 , l;a d i p i O I I I;.t i a . los 1 1 1 d ius · ·< m ó 1 1 1 i ·o · ,
. . . ,. O 1 �' ' '"

Con todo ' consi'd eran que lielosestY 1as personas Ind
o ·1 i o 1 .

· 1 po ( · r 1 1 1 i l i t a r , l a propa¡_;u nd 1 1 ,
.

ivid uales 2 . l y c u l t u r a l , e l l u ri s-
es comprensible sin un profundo udio >f' .
·1 i u l ·rc<u n b io cie i'l t í fico
. mi.de 1 as re1 acw . nes mt ern aci on ale no
.
con oci 111 '

·u conclusión es q u e , dado e l ca ác
]]o Y de las fuerzas mo ent
. nano de ¡os pri·· nci· piO · s de su des arr o- r ter extremadamente complejo y contra­
trices que con d'ICIO est os pn nci· piO
1 as relaciones int ern aci
onales com o un feno, meno super · s, es decir, qu e e las relaciones internacionales y su conexión con ciencias como la
di t o rio d
comprenderse correctament •

. .ent est ruc tur al, no pueden ·onomía política, la teoría del derecho y del Estado, la historia de las relacio ­
gen , se desarrollan y cambiaensi·n el con. oci. mi o de la b ase
se ha de en ten de r el desarrollo. p �
. s, en so b re la que sur ne internacionales y otras, la teoría de las relaciones internacionales, si quiere
el_ sentido de regularidades,- ser capaz de predecir y orientarse hacia la práctica, exige una nueva investiga­
las condiciones esencialmente nec �::� :� condiciOnado po r leyes, es decir
_
. s ent��
de
1 esa na re l os fenóme no s. L a comprensi ' ión interdisciplinaria. I nvestigación que, sobre la base del método del mate­
de as leyes surge a través de la . ón rialismo histórico y dialéctico, debe acudir a la matemática, la cibernética y
ye la transición desde un fen o' co mp ,
ren sw n �e tales regularidades Y
.mternacw . na. les meno a su con stit u- l
a semiótica, siendo el análisis sistémico el marco general de la misma 56 •
se trata generalmente coesen cia . E n el est ud'IO de las relaciones
. La aportación de BESTUZHEV-LADA y FILATOV constituye un intento de
res Y' con menos frecuencia co . _ � regulan dades específicas, partícula- elaborar las bases de una teoría marxista-leninista de las relaciones internacio­
n pnncipi
u· ¡ tim stantemente op eran do Osnogennec eral �s Y um·ver sal es, pu es estos

· os están con nales, pero no profundiza en los aspectos concretos de la misma, ni en los pro­
deració n en la predicci ón a cor � esitan ser tomados en consi- blemas y cuestiones apuntadas. Otros autores soviéticos han centrado su aten­
D e 1 o antenor se desprende t o Y med JO plaz. o 5 3 .
.

ción en aspectos particulares y sustanciales, contribuyendo igualmente a perfi­


nada con las fuerzas sociales Y que cada regulanda� esta, mtu
.

,
rrollos y cam bios en las relaciomate. riales , c_uya acti VIdad _ condn ��ente relacio­ lar los fundamentos de la concepción marxista-leninista de las relaciones inter­
comp1 e]a nes In ternacw nales . Est as fuerziciona los. desa- nacionales. Sobresalen en esta línea, además de INOZEMTSEV, al que ya nos
·
s Y contradictorias
. nes . . Su de f'Imc. wn .,
d ebe
as son Siempre hemos referido, los nombres de A R BATOV , TOMASHEVSKI , SANAKOEV y
1as re1acw Internacionales como un su b Sist p a r (Ir d e a co nsi.deración .
.iales de
. ema 1 KAPCHENKO 57•
con stitu · ye un elem ento del m 0d o de p roducción -1a b ase de re ¡ acw · nes soc que A R BATOV aborda un tema de gran interés en el estudio de las relaciones
, mi. ca- de las
'

re1acw · nes soci. ales


. El m odo . . eco no internacionales, y que ha sido en general escasamente considerado, el del pa- .
u mdo d e prod uccwn está orgam·ca e Ind · iso . lub
con la distribución ' el I· nterc
Y
·
. am b'JO el lemente pel ideológico: «En muchos casos, las relaciones internacionales caen directa­
em bargo , la hum anidad no con con
. su � o d e lo pro du cid o. Sin mente en la ideología. Dado el carácter generalizado del enfrentamiento entre
clases � egún su relación con el stitu�e �n : �mda.� smo q ue está dividida en
·

. : mod los dos grandes sistemas de Estados, capitalista y socialista, la lucha de ideas,
du ccw n,. con su pa pe l en la organ . ,d P o uccwn, con los medios de pro- .
e incluso las formas que reviste, pueden engendrar conflictos específicos, de­
¡'za n social del trabajo
sus resu ltad os . La acti vidad de 1 as ecw 1 ases sociales d a ¡ ugar .
· y 1 a dist . nbu .
ción de terminar ciertos acontecimientos. La experiencia de la guerra fría, las conse­
· nto s. De esta forma
' el a na· ¡ISIS
mie a ·
difer e ntes cuencias de una sede de diversiones ideológicas del imperialismo y de su pro­
1 os e1 ementos de las ·
.

. del modo de pro ducc wn . permite movi-


fuerzas mot nces de· ¡ as reJa���ne · s mter · nacwna
.

. . enumerar paganda, proporcionan numerosos ejemplos» 5 8 • Por otro lado, este autor,
ses; 2) fuerzas revolucionarias les: 1 ) cla- considera, en línea que recuerda la posición mantenida por los juristas soviéti­
cesidades , Y 4) intereses . En or d'P rogresi vas s �ciah stas Y reaccionari as·' 3) ne-
.

cos con el llamado derecho internacional de transición, que las relaciones in­
nales, los más significativos sonen a , a pred1ccwn en ¡as relacwn .
.

'
es internado- ternacionales se encuentran en la actualidad en un período de transición: «Al
gentes . Su comprensión permite las neces1'd ades e m tereses de las clases diri- ·
ser nuestra época la del paso del capitalismo al socialismo, sus relaciones in­
ca exterior sufi cientemente exac desa 11 ar una est�a�egia gen�r�l de la políti­
eval uar las posi bilidades Obj'et' ta e:�� para_ pe��Ibir sus Objetivos finales Y
ternacionales también revisten, más o menos, un carácter de "transición". De
. . va, Ivas d e su reah esta forma, se ha creado una red extremadamente compleja de interpenetra­
En de f' Init.I
. según estos autores , el f ctorzacwn 54 .
. co de las rela ciones, de luchas y de influencias recíprocas entre lo antiguo y lo nuevo ( . . . ),
nacionales es la política exterior � basi .

de go bIerno , que es l a cau sa ciones inter- entre la política exterior tradicional de las clases y de los Estados explotadores
de 1as re¡acw · · rnacionales Y aun
nes Inte l mism. . del. desarrollo
res ta1 es como el tip . o o tiem po la con secu enc ia de fact o-
do, su estruct ura de clases , elaciones delroduccw, n exis. tentes en un Estado da-
de rel .
nivel de esarrollo económico Y
militar, su situ a- J gor V. y FILATOV, Vladimir P . , !bidem, p . 362 y 363 .
lgor' V . y FILATOV, Vfadimir P . , !büiem, p. 363 y 364.
55 BESTUZHEV-LADA,

y
56 BESTUZHEV-LADA,

Igor . y FJ ATOV V .
52 Habría que mencionar también a 0. TUNKIN, 0. STARUSHENKO, N. A. E RMOLOV,
p.
57 y V.

Jgor yV ' y Ft �ATOV,, Vfa


BEST UZH EV- LAD A,

58 A RB ATOV , G . , Lutte idéologique et relations internationales. Doctrines, methodes et orga­


.

p.
5 3 BESTUZHE V-LA fadtmir P . , lbfdem, SHUSHALOV.

lgor . y FILATOV, Vfaddtmir P . , fbidem,


DA, 359.
p.
54
361 y 362 .
BES TUZ HEV -LA DA,
360.
tica de 1 970}, p. 1 1 .
tmtr P . , lbfdem, nisation de la propagande politique de l'imperialism, Moscú, 1 974 (trad. francesa de fa e d . sovié­
1 ( 1 � 1 1 ' 1 1 1 1 1( 1 \ \
'10 1
1 �1 1 1 1 < 1 1 \ t 1 1 o N ,\ 1 1 ·,
1 1 1 ' ,1 1 1 ' 1 1 1 1 \
H I I \ 1 l l t ll \ 1 1 ' ,
l \ ' . H I I \o II II II ' , I I I I I
\ 1 11 o� 1 1 ·•
pll pl' 1 l' l l 1 •, 1 v i d •• • d .
l u 'so · i · d a d h t t i i i ;I
l · ¡ ; t i H i t l l l . l 1 t. / . 1 , ,� 1 1 l l f',
. I H I . E� t a · l a v e
y y d · l a .� 1 1 1 a � a s t 1'a h a j a d 0 1 a s d i 1 ¡ . ' '
· l t.;··s dCI
.1111 11 t el
l 11 . .
• d O ·S 11111(
la pol i t ica e x t �.:I I O I dc lo� EsLtdos soci a l i s t a s
· 1 1 l a u p h <" l l l' • o • • < l l' l 0� 1
¡ o s• t u h l• , IIl 'I.ICr
< lah SIIW 1 l l � l !fl l l. •
1
· • '

g i d as por la clase obrera. » .


en su obra Las ideas len in ist a y las relaciones in ternacio
.t
:


( ) 1 1 . pa rt e d · 1 ·a d . i l l
· t e r tn a t · r a , a rc gula

n c ad Y
. l
.c, ogn �!��
a · b i l ida d de lo ·
TO M ASHEYSK I ,
na/es contemporáneas, desarrolla quizá una de las más relevantes aport acio·
s

'
po de las re l acwnes m acio nales » · 62
1 1' ·sos del dcs a rro 1 1 o soc ·•a 1 <�.· 1 cam . el protagonismo inter-
nes soviéticas al estudio de las relaciones internacionales, por cu ant o, aún cuan­ T MA H v K l , fie a
.
l l a con cep ctón m �rxtsta · ::���oce ucha de clases se produce
l l t\ C t na 1 d e 1 a s
Y
do sigue fiel a los postulados marxistas-leninistas oficiales, sin embargo, pro­ cla es soc iale s con st dera q
. e1 internacional. Señala igualmente e1 h ec ho
fundiza en el pensamiento internacional de LENIN, tratando de adaptarlo a lu t ant o en el plan� •.nte rno como en las que
compleja y variada realidad internacional de nuestros días y desarrollando una 1 que en este ulu.mo pla no s.on
rinci almente las clases dominantes
�te sentido la conaplica cepción leni a: «La
nist
teoría de las relaciones internacionales. t i e n e � el prot� gom sm.o, asu� te�J� e� � se en un ambiente
TOMASHEVSKI , después de dar cuenta de las importantes transformacio­ P líttca exte nor
se dt ferenc! a e . a n erior en que
. . to, mu y com ple JO ' ma s h eterogéneo Y m ucho men sujeto al con- os
nes experimentadas por las relaciones internacionales a partir de la Segunda oci a¡ d1stm . no directamente entre los explotad o-
Guerra Mundial, inicia su elaboración teórica criticando duramente las teorías t ro! . En este terreno la lucha se soss ytt�ne P rimidos sino ante todo, entre las
burguesas de las relaciones internacionales: «En las obras de los teóricos bur­ res Y los ex?lota dos , los o�re� ore ��s� Con la �artic�laridad de que en el
gueses sobre relaciones internacionales pueden verse dos tendencias contradic­ clases dommant� � de los �tstmtos s�adominante no dispone del monopolio del
torias. Una de ellas se basa ·en la absolutización de la peculiaridad, de la espe­ campo de la pohuca extenor l � .cla ; y ' e este sentido , en las relaciones interna­
cificidad de las relaciones internacionales, en su separación de otros fenóme­ poder, de los medios de coercw �mente ' en igual situ ación que sus socios
nos de la vida social, en la contraposición de la política exterior a la interior, cio nales se halla, por 1� meno s o��adisti nto s grados Y varia ntes de depend�n­
lo que cubre este campo de actividad con el velo de cierto misterio no sujeto (au nqu e est? , �!aro esta , .no d �do se trat a de las relaciones de las potencias
al conocimiento rigurosamente científico. La otra tiene por base la negación cia Y s.on:etlmlento efec; lvO , ��� , s débiles y económicamente atrasados)» . E.n su­
de la especificidad de las relaciones internacionales, la extensión a ellas de las imp ena hst as con lo � � atse s ma .ivos directos de las relaciones internacwna­
categorías de las relaciones sociales internas, las tentativas de demostrar la po­ co :o «p rtlc lpa nte s act

ma que n � ias clases en genreales eral , sino, ante todo, las
sibilid.ad de resolver los problemas internacionales con ayuda de los medios les ( . . . ) no .mtervlenen l�.s pueb o�e� as posibilidades Y de los
medios ma­
extraídos del arsenal de la política interior, la prédic� de las ideas del "Estado clases domma�tes , que lspone orgam. mos para lograr sus objetivos en la pa­
mundial", del "gobierno mundial" , etc. Ambas tendencias deforman el autén­ teri ales, es decir, Estados y sus �
ect�va leninista es ya posible enlaeszarinterna­
direc­
tico lugar de las relaciones internacionales entre los otros fenómenos sociales lestra mundial» Desde esta ?ersp 63.
cwn al o ficial· «En las relacion xistencia,
y no conducen al descubrimiento de la verdadera naturaleza de las mismas, tamente con el planteamiento mtedrna rrol l an sobr � la base de la coe
de su esencia y de sus vínculos causales» La razón de esta incapacidad de
60•
cionales contempora' neas que se esa .Sistemas económico-sociales opuestos, el so-
las teorías burguesas de las relaciones internacionales para aprehender las re­ la emulación y la luch a de los dosel rector corresponde a las relaciones po/iticas
laciones internacionales está en que «independientemente de las diferencias exis­ cialismo Y el capitalismo, el pap diciones conterriporane , as los vínculos econó-
internaciona/es», ?ues <� e� las con

tentes entre los científicos burgueses de las distintas orientaciones y escuelas, . l . z�n e rado considerable a traves de los
el rasgo común de la inmensa mayoría de sus trabajos al analizar las relaciones micos Y la luch a •d:ologlca se rea car

ac er p�. lftico ' clasista, Y sus objetivos políti-
internacionales contemporáneas y la política exterior es el menosprecio de los Estados de 64 con for mid ad con su
profundos procesos económico-sociales y de la lucha de clases, la obstinación cos , clasistas» . . r h ay q.ue situar igualmente a SANOKOEY Y
eno
en no reconocer la ley del incremento del socialismo mundial y de las otras En líne a similar a la ant
KAP CHE NKO Y R YBK IN 65 .
inter-
fuerzas revolucionarias y de su influencia en la política mundial, el carácter
Co mo vemos, e� � anor��.a quen�res enta el estudio de las relacionesoch
e os años sete nta Y principi s patrones muy
formal de los esquemas elaborados y de las especulaciones teóricas, que refle­ os de los en­
jan las concepciones idealistas sobre la realidad internacional» 61 •
nacionales en la Um on Sovletteca, . �� se ueve dentro de uno
Frente a esas insuficiencias, el marxismo-leninismo proporciona las bases ta, antes de que se inicie !a peres����k su�desarrollo respecto de los Estados
para una real y efectiva teoría de las relaciones internacionales: «En oposi­ rígl. dos Y se encue�t�a en �n tos ' deo1 ogl , · cos act úan fuertem
ent e, lastrando la
ción a las teorías burguesas, el leninismo, que enriqueció y desarrolló las ideas Unidos . Lo s condtcwnamlen 1

de Marx y Engels sobre el progreso social, da la clave para investigar y com­


prender la esencia, la especificidad de las relaciones internacionales, su verda- 62 TOMASH EVSK I , D . , Ibídem, P ·
2 6.
63
TOM ASHE VSK I , D., lbidem,
p. 55.
P · 33 Y
Ibídem, 34
ca de la polftica exterior del socialis-
·
l Re l at ion s in the L ight of th c M a r xt s l -
64 TOMA SH EVSK I , D. ,
Ibídem, p . .67. La teoria y la. prácti
CHENKO , N . ,
59
D., op. cit., p . 26.
6 5
Y ., � � �:����;:��ffairs (Mo scú), n . o 5 ( 1 983 ) , p . 3 2- 3 9 .
ARBATOV, G . , SA N A K OEV, S . , KA P
<<Mo e n
D . , lbidem, p. 1 1 .
60 TOMASHEVSKI , mo, Moscú, 1 976 ; yWRaYrBKIN, n er
6l TOMASHEVSKI , ory on
Len inist The a n d Peace>> ,
111 \
1 1 1\ 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 \
11 1 1 \ t 1 1 1 1 1 \ 1 1
\ l > l ' ,t 1 1 ' 1 1 1 1 \

1 \'' 1'1
·. 1
111
1 1 1 i n l l" l 1 ) 1 ¡-1 . 1
11
1 \1 " •1 1 1 • .
, 1 \: Hl

v
1

' '1 1 1
·i (;) 1 1 1 1 I J 1 1 i
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· n i d o 1 1 1 1 1 1 l' l l l

·�II I I O I Iü de l : 1 s ' 0 1 1 · · p c i o 1 1 ·s �u v i '· V ) d . 1 r : , n s l'


11 1111 . 11'111

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·:tlidntl
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1 ,
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l 'u 1 1 1 1 11.t1� ·

l i · ;. 1 s , s � d v ; ,111 d S t l p l a 1 1 1 e: n n i ' l i t n 1 Ql 1 . Sll P nc de


l l l d : I J ', · " ' ' ' ' ' ' \' l l ' l l l l l l <'l l . ol 1 t • l:1tlu, ·N i l d ,

' s · lltll t t l, t u ·
.

" ' rcs


. , r con s ·t g o n ue vo.s· · 1
ra(\

. I os
1 1 1 a r · i s t a - lc n i n i s t a , s ha rn v i lo · 1 1
am bio
' JVi · i ·u
·1 1 · 1 a l
·t 1 •

e n u n p l a n o es a s a m e n t e i n n o v ad o r . U n evidente a fá n m i mét ico r S I t ·1 pasa d. , puede t rae


patH
na\ d
(1

,1 )
li d a
las concepciones y modelos elaborados en los Estados U n i d o s ha p redom i n a­ el e la so · i · d a d i n t e rna i
. lac! One s
tnte rnac wn ales ' per wn miti endo su s a

. , I Q te d a Y a
l a C .l e las ..
. ·lo
do en el quehacer científico ele los especialistas soviéticos, aunque acompaña­ n .t a d r
. Y f'
Ttan do la afir mac de val ores-
a ·se en q u e se
encu entla acl 1

d 1 act ua l unp ient o Este-Oeste , h a b'¡an te


< '

do siempre del objetivo de unirlos al materialismo dialéctico . El E tado cont i­ . d el en fren tam
h . e
cia
q u e has t a
o n con sec uen
núa igualmente siendo privilegiado en cuanto actor de las relaciones interna­ . . . de la realidad internacio nal . ha des arrollado
a 01 a, 10

cionales sigue anclada en una concepción estatocéntrica que deriva principal­ nido esc aso eco en el anaseshSIS com ums. _tas l a SI'tuación en uch que se
e.
mente de STALIN, es decir, que, a pesar del papel teórico que atribuyen a la En el res to de los paí
nes ·nt erna cwn a l es no es ni m o menos uniform en e1
l estu dio de las
clases sociales, adoptan una perspectiva eminentemente estatal que mira a re­ relacw · 1
. nes als. l adas que se han m ovl'd. o .
. . a l gun as apo rtac w acw nes m-
forzar el papel internacional del Estado y a hacer valer sus intereses específi­ on la excepc wn de fundiza . r la oncepc . . mar xista de las rel
cos en la esfera internacional . Sobresale, sin embargo, el énfasis que se ha pues­ enti do de reno var y pro
de las m

sm � s c ���cide con las de la U nión Sovié­
dad
tern acio nales, la gene. . ar d ad y en su¡ mlmet¡'smo con los m étodo s y técn
rali icas
to, sobre todo en la década de los setenta, tanto a nivel oficial como académi­ ngm so .
ciO l .
ogo
co, en los estudios que abordan los problemas de la paz y del desarme 66 . Ra­ lica en su escasa o 1
. b go las apor taci ones del
acar , sm em
B. R��A� , amb as en unamter
occi dentales. H ay que dest línea clara men-
zones no sólo derivadas de la amenaza de una confrontación nuclear, sino tam­ WIA TR , y del ru man o . nac . nales .
lO
bién propagandísticas, explican este desarrollo. En resumen, los especialistas político pol aco . . mar ISt a de las relacion es
soviéticos han avanzado en el desarrollo de una concepción marxista de las re­ te ren ovado ra
de la concepc!On �
se der¡'va de las obr as deales , es 1 a
MARX,
que l a pnn cl · pal tesiS · que
laciones internacionales respecto de los planteamientos de MARX y ENGELS, WIATR señala .
pers pectiva. de las relacion es interna. cion
sin embargo, ello se ha hecho a costa de un evidente alejamiento de las tesis ENGELS y LEN IN, d e sde. rlae ta. determm a d a por la tica inten or
polí ' por el régi -
marxistas iniciales y de una clara contradicción entre la política exterior de la de que la polític . . TesiS fecund a en cuanto que permite est r el pap
a ext eno � udia el
. ser. re-
Unión Soviética y los planteamientos marxistas en torno a los fenómenos in­ roen socio-ec ono. mlco . es mter . nacl· onales ' pero que de b e . d e-
relaciOn
de las clases social es en lalasr . bar go, la tesis marxista
ternacionales. Las peculiares condiciones en que se ha tenido que mover la Unión
Soviética en el plano internacional, unido a los profundos cambios experimen­ planteada en función defuncw
c �� � �
al· «Sin em
-� � : o� �oblem as contemporáneos . Formula�a

tados en el contexto internacional, explican en gran medida ese giro. be ser repres enta da en . one lativ amente simples que enton ces exltos
En todo caso, como acabamos de ver, los especialistas en relaciones inter­ en el sigl o XIX, ref leja las _ relac � �r� contempor áneo ciert os as pe �
s-nac. wnes, en _ undomo marxista .
nacionales en la Unión Soviética se han debatido en busca de una teoría capaz tían entre los Estado .mternacwnales ex¡gen una . d 1'ficación de la tesisa me dlf' re-
de dar adecuada cuenta de los fenómenos internacionales . Que el problema de las relaciones . en
, . cuy a imp ortanCia so' lo se ha empez ado
está pendiente lo ponen de manifiesto claramente SHAJNAZAROV y BURLATS­ Existen ta mbl pro bl em as
de las
.
que l a tesis mar xista no ha preocupad o
se
KII, cuando señalan que «precisamente porque la problemática internacional cientemente y 8cuestiones
es en una u otra medida objeto de estudio de distintas ramas de la ciencia so­ inicialmente>> 6 · part . , W lATR estim a que, en concreto , son cuat�oo
ida
cial, es una necesidad imperiosa elaborar las bases fundamentales de la teoría Desde este pun. to de
aten . . .. « En primer lugar, es. necesan
cwn
gen una par ticu lar . conómica del país determma su pol ¡-'
de las relaciones internacionales» 67. puntos los que exi uctu ra so clOe
Desde finales de los años ochenta, la perestroika y la glassnot han abierto definir en qué me dida la estr
puedan limitar o modificader ar su in­
aliza r otro s fac tores que dur os de
una nueva etapa en la Unión Soviética, caracterizada por el cambio político tica exterior y loc gar ha y que te ner en cuenta los ras gos er lugar, hay
y económico y la puesta en entredicho del marxismo-leninismo. Este proceso, fluencia. En seg . . und o lu '. ente ' el carac _ ter nacional . En terc . ..
especlalm Y e)ecuc wn
en el caso de avanzar sin contratiempos, supone la apertura también, como la vida de una nacwn, . factore s que mtervlenen . . en la for m . ulac ión
es lógico, de una nueva etapa en el estudio de las relaciones internacionales, que estudiar los micr oen c . es �on l os m acro factores; como l a est rue -
wn
exte rior sus rela en consideración las con -
que podrán desarrollarse por los mismos derroteros y planteamientos que he­ de la polític a t luga r q to m ar tu­

\
mos visto en los países occidentales, enlazando con los diferentes paradigmas tur a socioeconómica. En _cua : � Y � :;;. q�: presenten lazo s con la estru �
Y glCas , P
diciones ide oló gicas psl colo
q e apa rez an co mo fuer zas autónomas en el JUe-
ra soci o-económic a, ya ern por � � .
66 Para una exposición, dirigida principalmente al exterior, de la atención que se presta a es­ r elac ion es int acw nale s» 6 .
tos problemas, vid . , por ejemplo, las obras colectivas: L a polltica soviética de paz, Asociación go de las
. . nati. Ona1es>l, Revue Jnternatio
nal
.
\
Soviética de Ciencias Políticas, Academia de Ciencias de la Unión Soviética, Moscú, 1 979, y La
. 1
paz y el desarme. Investigaciones científicas, que se publica anualmente hasta el presente por el . et étude des relations mter
Consejo Científico para investigar los Problemas de la Paz y el Desarme (Moscú). En esta últi­ 68 WIATR , Jerzy vol . _26 ( 1 97 4), �- 1 2 1 .
J . , «SO CIO ogte
ma se encuentra una completa relación de los trabajos realizados sobre el tema. des Sciences Sociales, J . , /bldem, p. 1 2 ·

67 SMIRNOV, Y . , op. cit., p. 1 9 1 . 69 WIATR , Jer zy 1


\ , , , . ,, 1 1 1 '1
' ' " ' ' ' ' 1 1 1 1 1 li / 1 \ t
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l l l l il t l l o l l ! l 11 11 1 \ 1 \ ' , l( f 1 \t f ! t l f l ' . 1 �1 1 1 i ( l l \ t / 1 1 / 1\ 1 1 • , 1 \ ' , '" 1 \

R cs p ·el o d e l pr i n r r csl · : l l r [ ( H 1 ' 1 \' ' 1 / .. 1 1 1 1 · r r l <' . e� l t t r d l n dl' t l l t l l l l l t l i ) r


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s1ón de la concepctón marxi ta, puc .1 s a ontccirnicnros r · ·i •ni ·s den r 1 1 �. I r a r r
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qu e no �� Iste una relación automática entre e l rég i me n sociocc uó1ni . y I n " , ·i n. qu ' usl l u · u en ial uc distin gue las
1
1
_
o_nentacwn d� �a política exterior y que en todo caso esa influencia debe a prc iales
•i n3lc c:lc ros rclu ·ionparasoel estud io de las relaciones internacionales viene
� 75 •

Ciars � �n funcwn de todo un conjunto de factores, como, por ejemplo, la cl i 1 mar o onccp tual
nados: 1) Los ele­
m:nswn, el desarro llo y la _situación geopolítica de cada Estado . lgualmenl l' �term inado por cinco conj untos de variables interrelacio la tecnología, que ejer­
_ de la mfluencia de la política exterior sobre la organiza
. �� rtanCia
s�? al� la Im o¡ento s básicos naturales-materiales, que comprenden y el aumento de pobla­
CIOn mtern? . En cuanto al segundo, apunta que, además del carácter nacio­ . una influe ncia predominante, el ambiente natur al
_ se ha desinteresado de otros factores que depen tomar � c
nal, la t�ona �arxista i n . 2) Las fuerzas socie tarias , princ
ipalmente las clases y las naciones. Las
. antagonismo nacio­
en consideracwn , como los elementos culturales 7 1 • Por lo que hace a los pun­ relaciones de clases y la lucha de clases son las raíces delnidad es sociales inte­
nal, pero las nacio nes, una vez consolidad as como comu
tos tercero y cuarto su posición ha quedado ya clara. ia en la políti ca intern acion al, que no
Su concl usión es q ue «la tesis marxista según la cual las relaciones interna­ radas, adquieren una autonomía prop ra a los de la clase
. ales estan
cwn _
_ determmadas por factores internos de orden sociológico puede idént ica a los intereses y fines de una sola clase , ni siquieacion ales una cons­
_ domi nante . En est� sentido existe en las relaci ones intern
�ervir p�rfectamente de base para la interpretación sociológica de las relaciones la motivación nacio nal.
mternacwnales, a condición de que se proceda a confrontarla permanentement� tante intera cción entre la motivación de la clase y ca, una depresión econó­
co� l �s da��s Y los problemas nuevos y que se revise a la luz de los nuevos · ) Los factores de contingencia, como una crisis políti 5) Las variab les
anahsis_ teoncos» 72 mica o un conflicto armado. 4) El aparato gubernamental. a mund ial ac­
May?r interés tiene a�? la apo_rtación de BRUCAN, por lo que supone de del liderazgo 76 • En consecuenc ia, según BRUCAN, en «la polític y la interd ependen­
renovaci�. n de la concepcwn marxista y de intent o de acercar esa concepción túan cuatro grandes fuerzas: 1 ) La presión de la tecnología des más grandes
unida
cia modernas, que obra en pro del establecimiento de que hoy cobra la for­
a lo_s recientes desarrollos de la teoría de las relaciones internacionales en
Occidente. que las nacio nes-E stado ; 2) La política de gran potencia,la afirmación de sí mis­
En una obra publicada en 1 97 1 , BRUCAN inicia su aportación con las si­ ma de rivalidad entre superpotencias; 3) La tendencia a e esencialmente
gm. �n �es palabras: «La filosofía fundamental de esta obra puede caracterizar­ mas de parte de las naciones, y 4) El cambio social , que, aunqunamie nto del sis­
sea un fenómeno interno, puede afectar grave mente el funcio
se dici endo q� e es una simbiosis entre marxismo -el gran hito del pensamien­
_ del siglo XIX- y la cibernética -el gran hito de la metodología
t? _social tema internacional . .. » 7 7 •
cien­ sociedad in­
_ XX-».
tifica del Siglo Y ello, porque nuestro mundo actual «necesita una teoría Todo este esquema analít ico persigue ilumin ar el futuro de laación , desme­
ternacional sobre la base de la existe ncia de un proce so de integr
gener�l Y una metodo�ogía del sistema internacional global contemplado en in­ la desaparición del
teraccwn - con su ambiente natural, teoría y metodología que sólo la simbiosis nuzado en el resto de la obra, que presupone y requieresocial y nacio nal.
. poder como instrumento de domin io y contr adom inio
del marxismo y la cibernética puede producir finalmente» 73. la public ación de su obra
�n base a este punto de partida, considera que el sistema internacional, que Posteriormente, en 1 97 8 , con The Dialectic of

World Politics, profu ndiza rá aún más en esa preoc


upación por la renovación
funcwna como una pauta de relaciones entre sus unidades fundamentales intern acion al. Como
-los Es�ados-nación-, es «la resultante final de las fuerzas ·que operan entre de la concepción marxista y por el futuro de la sociedad lecer el equilibrio en­
estas umd?des y dentro de ellas de acuerdo con la estructura, las capacidades señalará en el prefacio, el objetivo que persigue es restab
tre los dos componentes del materialismo dialéctico en ell del estudio de los asuntos
Y las relaciOnes de poder que prevalecen en el sistema. En otras palabras, son marxismo: su casi
l� s estructuras, las c�pacidades
_ y las relaciones de poder que prevalecen en el mundiales. Ello exige llenar <<Una lagun a fundamenta las clases y su olvido
Sistema en un determmado momento las que determinan el carácter de la pau­ exclu siva atención sobre un tipo de agregación social , a de estas, dos formas
ta de las relaciones entre naciones, y, de tal manera, la naturaleza del sistema de otro, la comu nidad étnica» 78 • El estudio que realiz las dinám icas contem­
esenciales de agregación huma na le lleva a afirmar que
poráneas de ambas son tan diferentes que exigen que el invest igador opere a
el del sistem a mund ial, y que
WIATR, Jerzy J . , lbfdem, p. 1 22 y 1 2 3 .
70
71 dos nivele s de anális is, el del sistem a nacio nal y analít icos, uno pa-
WIATR, Jerzy J., lbfdem, p. 1 23 .
estudie su mutu a interacción . Desarrolla, así, dos mode los
x1sta á las realidades de nuestra época se manifiesta igualmente en otras obras. Vid . , por e'em lo ·
• 72 WIATR, _Jerzy J . , lbfdem, p. 1 25 . Esta preocupación de WIATR por adaptar la teoría mar­

Ersays m Poll(¡cal Socwlogy,


_ Wroclaw, 1 97 8 , y «The Marxist Social Theory and the ch!lle�ge�
o O ur Tlme>l, en J . J . WIATR (ed.), Polish Essays in the Methodology of the Social Sciences' 74 BRUC AN, _Si1viu, lbfdem, p. 1 4 .
Dord rec h , Holanda, 1 979, p. 1 - 1 9 . 75 BRUC AN, Si1viu, lbfdem, p. 1 7 .
7: BRUCAN, Silviu, Th� Dissolution of Power, Nueva York, 1 97 1 ; versión castellana: -La diso­ 76 BRUC AN, Si1viu, lbfdem, p. 1 7-22.
lucwn de� poder. Socwlogw de las relaciones mternacionales y polfticas trad de F · Gonza'l ez Aram- ' ·
77 BRUC AN, Si1viu , lbfdem, p. 3 3 . York, 1 97 8 , p. V I I I .
buru, Mex1co, 1 974, p. 5 . 78 BRUCA N, Silviu , The Dialectic of World Politics, Nueva
1() 1
1 1 1 1 1 ' < �1 11 11 1 l1 1 i j \ 1 \', li l l \1 1 1 1 1 1 1 ' , I H I I I� I < \ o 1 \ l l·l \
1 1 '

r a d <.:.� f r r d i o d · l a po l f t i ·n
r r r l ( l I J( I I le s t r ,, n r rr' r l i s i s ' I I J J J ( J l" l l ¡',t' l l l ' J : r l p o r
· ' f l'l' i o r o l r ( ¡ pu r o él
mund ial 79. La capac idad explicat iva ele ambo s la veri fi·s1·a1 1 d·o11
i ( ) de l ; r p o l r i t · r 1 < 1, • p : r bo:. · t'l l l l l l l r i l s f n ,, , 1 ·1 rl • 1 1 1 1' ·

fenóm eno de integ ració n, de las organ izacio ne i n t e rn a iona ·1 a 1 1 :í l i s i :-: d el


presas multi nacio nales . Al mism o tiempo aplica su poder predl e y d · l a s ·111
, 11 · : 1 1 1kf · r n <.l o · r l l (l l i r·p ,
1 · a 1 n 1 o d · l n s r o: l u · i () l l ·s i n f · rn a ·i
más .r m por � a n l c
del desarrollo político mundial hasta principios del año 2000. ict iv rcspeu o
1] 1 1 n a les, la p r i m era y
r vi i ó n d e la 1 1 ccp i 1 1 lll:lrxista ha venido de la mano de los ec on � m•stas ,
señalando que, desde una perspectiva a largo plazo, «la disolConc luye la o b r u P i a l m en t e tc l rcer Mundo, que han planteado en nuevos termmos
c
. las
nacional debe proyectarse en el contexto tanto del proceso ución del p od e r 1 igualclacles e injust icias del sistema económico internacio�al Y señalado el pa�el
ternacional como en el de establecimiento de una fuerte instit de integración i11 que en el mismo juegan las empresas multinacionales . �m embargo, tamb•en
Idealmente, los dos procesos deberían avanzar gradualmente ución mun dial . 11 Occidente algunos marxistas se han preocupado de mterpr�tar las relaciO­
_
gurando una ordenada trans ferencia de poder desde la nacióy en paralelo asL' nes internacionales desde la perspectiva marxista, no faltan� o mcluso l?s que
de más alta sistem aticid ad: comunidades regionales, seguidas n hacia formas in hacer profesión de fe marxista han consider�do la n�ces1dad de aplicar la
nes continentales y por la autoridad mund ial ( . . . ) En conse por agru pacio metodología marxista al estudio de la realidad mter��cwnal .
. d� las rela­
decisivo de este período de difícil transición no será . cuen cia, el desafío Con todo el carácter revolucionario -de lá concepcwn marxista
el contr ol
la energía, la poluc ión o e! clima , sino el control del poden>de la pobla ción , so.
ciones intern�cionales frente a la dominante concepción estatocén� nca �e las
La aportación de BRUCAN, por lo que mismas, así como, de acuerdo con MEsA ; el hecho de que las relaciOnes mter­
teamientos como en su cercanía a las conctieneepci
de inno vador, tanto en sus plan ­
ones nacionales en cuanto teoría y disciplina científica, se han desarrollado _ y han
caso prácticamente únic o en el panorama de la concocci dent ales, constituye un estado do � inadas por los centros intelectuales más sofisticados del s1stema
laciones internacionales tal como se desarrolla en epción marxista de las re­ capitalista, han impedido que hasta f��ha relat_ivamente recient_e se h �ya des­
planteamientos autó nom os en materia internacionallos países com unis tas . Los arrollado en Occidente una concepc10n marx1sta de las relaciOnes mterna-
que han influ ido en la mism a . de Rumanía no hay duda cionales 82 •
En defin itiva , como hemos visto , desde la En la interpretación del actual sistema económico int� rnacwnal destacan
.

ha venido prod ucien do, en mayor o menor graddéca o


da de los años setenta se
segú una larga lista de nombres, como Arghiri EMMANUEL, Sam1r AMIN, Celso FUR­
teamiento de la concepción marxista de las relacionesn los paíse s, un replan­ TADO, Theotonio OS SANTO S , Fernando H . C ARDOSO Y � ? zo FALET:O, Y
D

en base a un reconocimiento de las lagunas o insuficiencias inter nacio nales , tanto


otros a los que ya nos hemos referido dentro de la concepc10n transnacwnal
sico para aprehender la actual realidad inter nacio nal, como del marxismo clá­ al tra�ar de las teorías de la dependencia . Para todos �llos la lucha de clases
cesidad de buscar nuevas vías capaces de permitir que la en la base a la ne­ se sitúa a escala mundial 83 . También dentro de ese m1smo apartado nos h �­
los graves prob lemas de todo tipo a que se enfrenta hum anidad afronte
Los mos referido a algunos de los autores que se ha_n ocupado desde una perspecti-
políticos y económicos que estos países acaban de expe radicales cambios
.
va marxista del fenómeno de las empresas multinacionales .
rimentar abren sin lu­ . . es­
gar a duda s, al igual que en el casó de la Unión Soviética
, una nuev a etapa En América Latina, especialmente en México, se ha prestad? tam?1en
en el estudio de las relaciones inter nacionales . Aun que ecial atención no sólo a la interpretación marxista de las relacwnes mt_erna­
los desa rrollos concre­
tos que la teoría de las relaciones internacionales pued
ya en esos países no son todavía desconocidos , es segu e estar expe rimentando �ionales en términos principalmente económicos, sino igualmente_ a la mter­
ro que los mism os dis­ pretación general de la política mundial, caso, por ej ��plo, de la 1m�ortante
currirán por los paradigmas y las líneas que ya hemos aportac10n · de SILVA MICHELENA 84 y a la construccwn de una teona de las
·

dentales . visto en los paíse s occi­ •

relaciones internacionales desde una perspectiva marxista, caso, por e]�mp · 1 o,


La concepción marxista de las relaciones de ARROYO PICHA ROO 5 , PEÑA GUERRERO y SAU AGUAYO 7.
no se ha limit ado a los Estados comunistas . inter nacionales, como es lógico, 8 8 6 8

Fuer
esos países, los teóricos marxistas se han preocupaado del ámb ito geográfico de
Roberto, ((La aportación de los distintos enfoques teórico-metodológicos . . . » , op.
e interpretar la realidad internacional . Y lo han hech o,igualmente de analizar
82 MESA,

· ·-
· · n asra
cit., p. 24.
1 923, fech a del desc ubrim iento de los
sobre todo a partir de .
8 3 E n esta misma linea hay que situar la teona. y el debate sobre el ((mod de prod uccw
� . cas-
Grundisse de MAR X desde una ópti­ t rco>>. y1· d entre otros · MANDEL Ernest . Traité de économ1e marx1ste,. Pans, 1 962; verswn
· · . '

ca eminentemente revisionista, profundizando en la conc


s1

· J . Afrique Naire Occidentale et Centra/e, l. Geograph1e CIVIilsatwn, h 1St01 ;e, Pan� , 1 95 8 , 1 1 .


,
tellana: Tratado de economía marxista, trad. de F. Dtez deJ Corra1 , M. extco,
' 1 969 · SURET CANALE ·
, •

niendo de man ifiesto nuevos enfo ques , en un grado muy epció n marxista y po­ �
. . ·

supe rior al visto en L ''ére colonia/e, París, 1 964, I I J . De la Colonisatwn aux mdependences, Pans, 1 972, M E L Ol.TI ,
Umberto, Marx e il Terzo Mondo, Milán, 1 972; versron . castelll!na: Marx y el Tercer Mundo, trad.

· 1. M e-
de A. Bignami, Buenos Aires, 1 974.
79 BRUC AN, Silviu , !bidem, p. 3 1 -66. 84 SILVA MICHELENA, José A., Politica y bloques de poder. Cns1s
.
. . en el Sistema mundw ·
M I M A R X , Carlo s,
80 BRUCA N, Silviu, lbidem, p.
1 54. xico, 1 976.
politischen Okonomie (Rohentwurf}, 1857-1
858,
Grundrisse der Kritik der 8 5 ARROYO PICHARDO, Graciela, ((El Estado en la concepc10n · socia · ta d e 1as relaciones
· ¡ rs . in · ·

politica, 1857-1858, trad. de P. Scaron


Moscú , 1 939- 1 94 1 ; versió n castel lana: Elementos
fundamentales para la cdtica de ternacionales», op. cit., p. 1 23- 1 29; y ((Las relaciones Internacionales en el pensamr�nto de los
y otros, Madri d/Bue nos Aires, 1 97 1 -72. la economia clásicos del marxismo», Boletin del Centro de Relaciones lnternacwna/es (Mexrco), . n. 22 ( 1 972),
p. 56-57.
· I I H\ I I J I I ' < II ll /< 1 11 11 1 \ 1 \ ' · 1'• 1 1 \· < 1 1 11 11 ' , I N 1 1 1 \ N i\ c I < � N ¡\ 1 1 ;.

l. U\ ' 1 1 • 0 1\ 1 S 1{ 1 ; 1 /\< ' I ( ) N I : , ' I N 'I ' I � I{ N /\ t ' I O


\L:II ·¡ ; ¡ J d · dal 0 1 ; 1 ·ión d · 1 1 1 1 ; 1 1
N /\ 1 1 1 :'

1\ 1 l l L < . , ' N J V I� N 'I ' /\


DI •
En ·c i cl · n k , · u ·1 t;1 1 1 1 p ·orla 111;1 1 ·iKt:1
de las relacio �1es � � Lernacionale , se si t úa n la · aport aciones de .J V t� , 1 1 1 . p r o /\ N ' J ' L 1 . /\ 1 1 1 \ ( ' .

� one la aph�acwn de una filosofía m ao ís t a al est u d i o c t e la rca l id u d


r e · 1 d a 1 rmina r nuest ro e t ucl io de las distin
1
tas conce pcion e t eóric as
mternaci. ?nal , y de GONIDEC, que ha publicado .
de l as reta i ncs i n t ern a c i o na les sin hacer
uno de los pri meros m a n u a N
unas breves consideraciones sobre los
les marx1st�s so � re las relaciones internacionales B9. Sobre aspectos parciales de las relaciones internacionales
�e las rel�cwnes Internacionales también en Occidente se han producido en los probl ema y los reto a que se enfrenta la teoría
. n los próximos años, que pueden servir como
colofón de lo anterior y como ini­
ult1mos tiempos aportaciones marxistas 9o . .
io del desarroUo de nuestra propia concepción
sobre las relaciones internacionales.
Final mente, en España, hay que mencionar a MESA , que, de acuerdo con en lo que respec­
sus propia . � palabras ha «tratado de introducir el enfoque marxista en la teoría A lo largo de las anteriores consid eracio nes, y sobre todo marco de la reacción
ta a las concepciones teóricas que se desarrollan en el
Y en 1 � p :actica de ! as relaciones internacionales, dándole entrada no sólo en ciend o una serie de ten­
postbehaviorista en los últimos tiempos, han ido apare
una rubn�a determi ?ada, lo que equivaldría a una estricta aplicación concep­ ológic a de las relaciones
tu �h_ sta, smo que, logi. �a�ente, le atribuyó también valor fundameiÍtal en e l dencias generales en la const rucció n teórica y metod todavía, en algunos su­
_ _ del factor I_ deologico y en el juego de las fuerzas económicas. inter n acion ales, que, como hemos visto, se encue ntran
anahs1s M ás sim­ en en ocasiones
plem�nte 1� empre� a consi�te en la elaboración marxista de una teoría de las puestos, en sus primeros pasos, pero que en todo caso suponantes hasta fecha
un replanteamiento de las tradicionales concep ciones domin
r�la�I �nes mt�rn�cionales que no ignore otras aportaciones teóricas (políticas,
_
h1stoncas � filos ? ficas), así como la instrumentación metodológica marxista reciente en nuestra discip lina.
Estas tendencias generales que orientan la investigación serían las siguien­
de las relac�ones Internacionales, que igualmente utilice otras prácticas instru­ intern acion ales, en cuant o teoría
mentales validas» _ 91 • t�s: 1) La consideración de que las relaciones igma del Estad o y ele!
y disciplina científica, deben superar el limita do parad
En res �men, �i, como consecu�ncia _de los cambios señalados, la concep­ ndo para adopt ar tambi én el parad igma de
. . marx1sta-I �mmsta
cwn _ de �as relaciOnes Internacionales, imperante en los has­ poder en que se han venido movie te a las relaciones inter­
ta hace poco pmse� comumstas, ha experimentado un radical retroceso, lo que la política mundial o transnacion al, único que permiintern acional ele nuestros
nacionales enfrentarse adecu adam ente a la realid ad
ha �upu esto cambws trascendentales en la propia sociedad internacional que esa óptica, de que es
obhgaran . a un replanteamiento de muchos de los presupuestos en los q�e se días y de un próximo futuro . 2) La constatació n, desde los lazos y relaciones
v�ma �asando �1 análisis internacional y con ello la propia teoría de las rela­
_ necesario prestar una particular atención al estudio deindiv iduo, y grupos de
ciOnes .' ?ternacwnales, no parece, sin embargo, que se pueda levantar acta de existentes entre los varios niveles de anális is, desde el al sistema interna­
d�funcwn de la concepción marxista de las relaciones internacionales. En Oc­ indiv iduos , pasando por las unidades políticas, hasta llegar acionales,
cid�nte Y en el Tercer Mundo, la concepción marxista de las relaciones inter­ cionaL 3) La afirmación de que el estudio de las relaci s queintern ones
todav ía persis­
por encima de los problemas metodológicos y conce ptuale
nacw ��les todavía continúa presente, avanzando por caminos de revisión y re­ mas substa ntivos , rele­
nov�cwn , que pueden aportar nuevas o renovadas perspectivas teóricas de la ten, debe orientarse principalmente hacia los probleanterior exige la elabora­
_ _ vantes ele nuestro mund o. 4) La aceptación de que lo
realidad mternacwnal. y que, en este senti­
ción de teorías con mayor capacidad explicativa y predictiva, ativo son indispensa­
do, tanto el análisis cuantitativo como el anális is cualit
teoría de las relaci ones intern acionales al
86 p ENA
- GUERRERO : Roberto, <<La alternativa metodológica para la disciplina de las relacio- bles, es decir, que es necesaria una eració n de que en
�� I.?ternac10nales: la dialecuca>>,
_ mismo tiempo empírico-analítica y norm ativa. 5) La consid
en El estu�io cient(fico de fas relaciones internacionales, UNAM

ex¡co, 1 978, p. 1 3 1 - 1 5 3 , Y <<Algunas �onsiderac10nes teórico-metodológicas para el estudio d función de esos objetivos las relaciones internacionales se están transforman­
.
do en una discip lina o interd iscipli na que incorpora y sinten tiza las aportacio­
p . 1 89-201 .
la pohtica extenon>, en El estudto ctenttj1co de fa realidad internacional UNAM , M ex1co, · · 1 98 ! , •

nes de un gran número de ciencias sociales y, en determinado s aspectos, de


:; SAu AGUAYO, Julio, <<Marxismo y relaciones internacionales>>, op. cit., p . 339-35 1 . puede suponer
JouvE, Edmond, Relattons mternattonafes du Tiers Monde Par1's 1 976 · En 1 mea ' paree!·da' •
las ciencias físico-naturales. 6) La conciencia de que todo ellode las relaciones
un replanteamiento general de la naturaleza, alcance y objeto
· .
se situan mueh as de 1 as aportaciOnes publicadas en el A nnuaire du Tiers Monde.
89 GONIDEC, P. F . , Refations lnternationa{es, 2. • ed. ' París ' 1 977 · 3 · a ed . , en co 1 a b orac10n
·
·

contin uar
internacionales como discip lina científica, en el sentido no sólooselye de objeto
· •

con R. CH AR VIN, . París, 1 98 1 .


tratando de resolver los problemas conceptuales, lametod ológic
vol. 29 ( 1 975) p · 470-485·, eOCKS, peter.
.90. V 1'd: • por ejemplo: HOLLY, Daniel A., <<L ' ONU , le systeme é conomique international et la

· t Th de estudio presentes desde los primeros pasos de discipúltim lina y aún pendien­
1 eory o f E u:opeal! lntegrauom>, lnternationat Organization, vol. 34 ( 1 980)
pohuque mternatiOnale>> , lnternattonat Organization . ' • ·

p. 1 -40·, M ACLEAN,_ ohn. <<Marxist Epistemology, Explanations of "Change" and the Stud
<<Toward a Marxis
i tes, sino también de fijar y establecer el sentido y que se ocupaode
alcanc e de la discipli­
.
lnternat10nal R.elations>>, en B. BUZAN y R._ J . B. JONES (eds.), Change and the Study ojlnte�n�- na de las relaciones intern acion ales, como cienci a los proble­
tto��� Refattons: The Evaded Dtmen_ston, Londres, 1 98 1 , p. 46-67. linas cuyo objeto de estud io coinc ide
MESA,_ Robert ? <<La aportac10n de los d1stmtos enfoques teórico-metodológicos . . . >>, op. mas mund iales, respecto de otras discip
:
p. 2� VId. tamb1en del mismo autor: <<Concepciones marxistas del orden internacional>> Sis­ parcia lment e con el de nuestra discip lina.
tema, n. 1 9 ( 1 977), p. 49-68; y, sobre todo, Teor{a y Práctica de relaciones internacionales, o;. cit.
.
clf., ·
111

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Y globalismo que cono en la re laci nes intcrnacionalc , espccial m ni · · 1 1 1 1 1 � • 1 1 1 · n t ro de 1
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Estados Unidos. Bajo nuevas formas y métodos el realismo, que i m pre h ; 1
poli t ics
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bía estado presente en la teoría de las relaciones internacionales, vuelve a co s rá n , . o b re L o d o , l o s pro b l

u r ,
• 1 1 fl i · t
el subd esar rollo en toda s sus man ifest a-
brar fuerza y a enfrentarse a los planteamientos superadores del paradigma la y
g u al e y ele
1 ivu 1 c1 reta ion
s
N o r t e-
depe nden cia, Jos prob lema s a cons e­
del Estado y del poder, que acabamos de señalar. En ello ha desempeñado u n la ·ion e ele i ano los ue o � upa ­
ón y degradación del medio hum
1 1 s r e t a

· u e n c i� de la cont ami naci


papel importante, al iado de los nuevos aires que corren a nivel internacional
·i

la rela cwn � s mte r­
Y_ a nivel interno en las políticas de los Estados, las dificultades teóricas y prác ­ r<o\n e l núcl eo cent ral ele las
relaciones internacionales. Para
ticas que han encontrado las concepciones postbehavioristas a la hora de ex­ naci ona les, el reto ele los enta es, así,mod
nov ofrecer en ese mundo glob al, mterde-
o y conflictivo, elos teóricos adecuados _para _ la
plicitar un nuevo paradigma y, sobre todo, de elaborar modelos capaces de 1 endi ente , com plej
aprehender, explicar y ofrecer soluciones realizables a los problemas que pre­ i nt erpretación y solución de dich os probpera lemas, ele forma que el confhcto vto -
senta la compleja sociedad mundial de nuestros días. 1 · n to deje paso a la con cert
ació n y coo ción . �

n las relacio-
.

de las cues tion es enun ciad as a que se enfr enta


El resultado, a nivel teórico, dejando de lado los planteamientos que conti­ La dimensión en Jos próximos años se presente,
núan avanzando por la línea de superación del paradigma del Estado y del po- nes internacionales hace que su desarrolylodific ultades. .
der, que siguen siendo relevantes, ha sido la aparición, en especial en los Esta­ en consecuencia, lleno de expectativas ma de toda esa sene de retos gene�ales
dos Unidos, de una tendencia hacia la reconciliación, la complementariedad Creemos , sin embargo, que por enci damente difícil, existen una sene de
y deci sivo s, cuya solu ción
o el plur�lismo t�óricos entre los distintos paradigmas existentes. La compleja aparece extrema uest a, so
es es urgente dar una resp
realidad mternacwnal actual, que impide negar la importancia tanto de los Es­ problemas específicos respecto de los cual futuros desarroll � : . s
tados como de los actores transnacionales, tanto de las relaciones interestata­ pena , en caso contrario, de hipotecar esos inic iaban nuestro ana hsts de las_ con ­
En las consideraciones generale s que
les como de las relaciones transnacionales, hace que la teoría de las relaciones ionales seña lába mos ya la existen-
cepciones teóricas de las relaciones internac
. ·
internacionales haya optado, en cierta medida, por una solución ecléctica, de . .
co_mpromiso, en la que, sin embargo, y ahí está el problema, tienden a predo­ cia de dos grandes problemas teóríaicos gene ral de las rela . es mte
ciOn rnac wna les
Uno la necesidad de una teor
mmar de nuevo los planteamientos realistas. os, capaz de serv ir de mar co inte gr �­
Esto, pensamos, puede ser un paso atrás en la formulación de una teoría mínima:nente aceptada por los estudios s, enfo que s y mod �los que cara cten ­
de las relaciones internacionales que se enfrente realmente a los graves proble­ dor de las múl tiple s teorías, concepcioneiona dado el pehgro en que se en­
m�s del m� ndo. Puede ser una vuelta, como ya hemos señalado, bajo ropajes zan el estudio de las relaciones internac les,
cuentran las relaciones internacionales deres llegar a transformarse en un vast o
mas atractivos, a las concepciones que han dominado el estudio de la sociedad
cam po de aportaciones aisla das y particula sin la _debida c� nexi ?n entr e unas
internacional en el pasado y que por su conservadurismo se han revelado inca­ ende la pro pia supervtvenct� de las relae­
paces de dar cumplida cuenta de la misma. Sin menospreciar el papel que tie­ y otras . De la solución de este reto depiplin tífica. Mar�o teónco en el ��
nen los Estados en las relaciones internacionales, nuestra opinión es que la teoría ciones internacionales en cuanto disc papaelcien relevante, debtdo a la proyecciOn
de las relaciones internacionales debe seguir profundizando en la línea apunta­ la dim ensi ón normativa debe jugar un relacion es internacionales frente a los
d� por el postbehaviorismo. El pluralismo paradigmático, que parece que tiende práctica que debe tener la teoría de lastros días , pero que debe ser compati_ ble
a Imponerse, puede ser válido, pero a condición de que predomine en el mis­ graves problemas del mun do de nues _ no qme_ re quedarse
enfo que s y met odo logí as exis tent es S I
mo la formulación de nuevos modelos, adecuados al mundo de nuestros días con la variedad de , en el que se debe tomar con­
Y capaces de ofrecer interpretaciones y soluciones a los problemas del pre­ en el simple deseo. M arco teórico, por otro lado
sente. ciencia del papel jugado por los problema s económicos y cultural�s, en un� palabra,s
humanos en el mundo actual, que hasta fech�ea 1� reciente han tendtdo a ser 1gnorado
Los acelerados procesos de cambio que se están produciendo en la socie­
politic� relaciones intemacion�es. Marco
dad internacional como consecuencia de la democratización de los países de desde la �erspectiva eminentementeclar a dtstmcton entre lo que es la teona Y lo que-
la Europa c_entral Y del Este y de la desaparición progresiva de la tensión y teon· c0 , finalmente , que exige una
·

, como únic a forma de 'I? ped. 1r' queteon SI� · ·

de los confhctos en las relaciones Este-Oeste, obligan más que nunca a reno­ son los instrumentos metodológicos sean. elevados a la categona de as
v ar los �odelos teóricos de las relaciones internacionales, avanzando por las ples instrumentos analíticos o técnicas
.
!meas �btertas por el postbehaviorismo y por el pluralismo paradigmático. Si globales de la realidad internacional. o que ha vem . d en general caracten. -
� e conft �man esos cambios, con lo que suponen de cambio del propio sistema Otro, la superación del etnocentrism las rela i nes ?mternacwn _ ales . H sta

mternacwnal con relación al pasado, los años noventa serán una década do­ zando las cien cias soci ales y en p�r ticu lar � � _ ncta s,
cial men te pns wn r o de sus exp ene
minada por una problemática central muy diferente de la que ha caracterizado el más objetivo especialista está :par edad, de las trad�tciO . �es, de los estereot t-
las décadas anteriores. La llamada hasta ahora /ow politics, marcada princi- de los valores dominantes en su soci
l l i l l< t � i ' l l l 1 11 >1 1 \ 1 \ ' , 1\ 1 1 \1 II >NI ' . 1 1·1 1 1 1\ N i\ l H I N I\ 1 1 ,' 1

pos que do111 i n a n s11 c 1 1 1 r no . Un el ·¡_11 n po d · las rcla ·ion ·s i n r cr n;rriona ll':-..
en el que su origen y de ·arrollo ha estado determinado cn,gracl cxt r'c1 1 r n por
las aportaciones teoricas realizadas en los Estaqos occidentales á l r a mc n t c i n
dustrializados y sobre todo en los Estados Unidos, esta realidad pre enta e n
Ttm ERA P A RT E
la actualidad caracteres graves, e n cuanto que h a hecho d e las relaciones inrcr
nacionales una disciplina que responde a las necesidades y problemas de tales
sociedades y lo hace con un planteamiento ideológico marcadamente conscr BASES PARA UNA TEORIA DE LAS RELACIONES
vador. Los problemas que se derivan de este reto son igualmente ingentes, pe I N TERN ACION ALES
ro en cualquier caso es necesario empezar a tomarlos en consideración. Lo qm·
está en juego, en suma, es la capacidad-o no de las ciencias sociales occidenta­
les para comprender la actuación de los actores de cultura no occidental y para
analizar y dar solución a los problemas y situaciones que se producen en un
contexto en el que están implicados actores pertenecientes a culturas no occi­
dentales y que tienen al hombre como principal protagonista. Se impone, pues,
una revisión crítica de las ;elaciones internacionales.
En las páginas que siguen trataremos de sentar las bases de una teoría de
las relaciones internacionales que responda a la problemática señalada.
I N TRO DUCCION

A lo largo de las consideraciones realizadas en la segunda parte de esta In­


troducción a las relaciones internacionales hemos puesto de manifiesto el desa­
rrollo de las relaciones internacionales como disciplina científica y como teo­
ría. El objetivo perseguido con ello era proporcionar una visión dinámica de la
problemática teórica y práctica subyacente en las relaciones internacionales,
así como sacar a la luz, desde una perspectiva crítica, los temas y cue-stiones
que preocupan en el estudio de las relaciones internacionales. Ello nos ha per­
mitido ver el recorrido que han seguido las relaciones internacionales como
teoría y como ciencia y vislumbrar el camino que, en nuestra opinión, deben
seguir las relaciones internacionales para enfrentarse adecuadamente a la rea­
lidad de nuestros días .
Sin embargo, lo anterior, con ser necesario, pues todo intento de elaborar
una concepción de las relaciones internacionales debe partir de lo ya estableci­
do anteriormente, no es suficiente. Es indispensable proceder, en base a esa
evaluación, a una construcción de nuestra propia concepción de las relaciones
internacionales. A ello se dirigen las consideraciones que siguen.
El titular la presente parte «Bases para una teoría de las relaciones interna­
cionales» obedece a una razón muy sencilla. A la vista de los múltiples Inten­
tos y aportaciones, que hemos estudiado, realizados con el fin de avanzar en
la vía de una teoría de las relaciones internacionales, sería un objetivo dema­
siado ambicioso, y superior a las actuales posibilidades existentes en el campo
del estudio de las relaciones internacionales, tratar de elaborar por nuestra parte
una teoría general de las relaciones internacionales capaz de aprehender ade­
cuadamente la compleja realidad actual en su globalidad. Si esta labor es nece­
saria y urgente, está, sin embargo, todavía por hacer, como hemos tenido oca­
sión de ver, y es probable que no se realice a corto plazo. Nuestra pretensión
es por ello más modesta. Pretendemos simplemente señalar las bases que, des­
de nuestro punto de vista, deben inspirar esa teoría de las relaciones interna­
cionales, fijar los problemas y los retos a que esta teoría debe responder, esta­
blecer las características básicas de la misma, señalar los fines que debe perse­
guir . De ahí que dividamos nuestra exposición en cuatro apartados íntimamente
relacionados. El primero está destinado a establecer el concepto de relaciones
internacionales y el campo de estudio de las mismas . Es la base que determina
los tres apartados restantes, dedicados respectivamente a fijar los principales
problemas teóricos y conceptuales a los que debe enfrentarse la teoría y la dis­
ciplina de las relaciones internacionales, a esbozar las líneas teóricas que debe
seguir la misma y a señalar los fines que deben inspirar su estudio.
11 1 111 \1
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\' JI '1 11 o. 1 11 1 ''

Co 1 1 1 p k 1 a 1 1 1 1 'N I I a v i s i t'l l l d e bN r
l.'l n t· i < n ws i l l k l l i HCiPr l; ill·.�. l'UII l o l t<
ll f:J y / ', \ ' . � · 1 1 l i t ,, l l' l n c l t l l l l',' l l l l t'l l l : l l'IP II1 1 k.'. lu V l o k u t' n , lu l t l l' J .t n 1 1 1 1 1 1 a d n , d r, , c l l ' l )( '
pl i l l l l l i < I H I I , ( 'w n o �1: 1 \ a b M O l< I I · Noi' I I A l J , <da t l l n p l .l r u d
d i sci p l i n a cien t í fi c a , la part e dedicada
a l l l l é l od o . u 1 1 1 1 1 0 p : t pd t'r l l lto
1 ·1 · a r n po ·11 h i · r r o p( JI' 1 1 1 1 t'u l l · ep i o (1 · pod er pol f t i o , para q u · · ·�1 ú l i l ; J I 0 1 1
l . CONCEPTO DE RELA CION ES INTERNACION ALES t 11 t i m i ' 1 1 1 0 de la pol í l i · n i 1 1 1 · r 1 1 a i nal, debe s e r m ás a m 1 l io q u e el ·ampo
·ubierto por un onccpt ad pt ad para operar en el campo de la pol í ica i n t er­ t
Sin entra r de nuev o en la cuestión terminoló na. Los med i o · polít icos empleados en el segundo son mucho más estrecham e �­
la expresión relaciones internacionales, señalábamgica,os
y aceptada en princ ipio
en
te circunscritos que aquéllos empleados en la política internacional» 1 . La reali­
la expresión relaciones inter nacio nales designa tanto unlasecto«Introducción» que dad internacional es, así, una realidad esencialmente conflictiva, en la que el poder
social como la consideración científica del mism o. Nuestra indagr de la realid ad militar, la guerra, tiene siempre la última palabra. Ésta posición, aunq �e �a­
por lo tanto en dos direcciones que están en íntima conexión ación se orien ra t izada, es también la mantenida por ARON: «He buscado lo que constitUla la
nan mutu ame nte. y que se cond icio especificidad de las relaciones internaCionales o i �terestatales y �reo haber en­
Es evide nte que toda delim itació n conc eptua l del obje to de contrado esa característica específica en la legitimidad y la legalidad del recur-
disci plina está condicionado implícita o. explícitam estudio de una o a la fuerza armada por parte de los actores» 2 • Esta es también la posición,
ente por una
nal que respo nde al sistema•de valor es y creen cias propio de opción perso ­ entre otros de REYNOLDS La adopción de este criterio para definir las re­
3

torno cient ífico y cultural en que nos move mos. Ello deter cada uno y al en­ laciones int�rnacionales deriva del paradigma tradicional y nos reenvía a la t�oría
gran medida, los métodos y categorías con que nos enfrentammina tamb ién, en del «estado de naturaleza», con todas las carencias y deformaciones que tiene,
Qué duda cabe , por otro lado , que el concepto de relaciones os a esa realidad . como veremos más adelante.
les, como sector de la realidad social, que adoptemos está en internaciona­ Otro criterio atiende a los actores implicados en las relaciones internacio­
funci
pectiva metodológica y de la inserción de las relaciones inter ón de la pers­ nales. Es bastante habitual y se combina con frecuencra éon el anterior. La
disciplina en uno u otro campo científico, es decir, que el conte nacionales como mayoría de los autores que utilizan este criterio a�optan lo que hemos deno­
laciones internacionales dependerá de nuestra concepción nido de las re­ minado el paradigma tradicional, es decir, el paradigma del Estado, en cu.a�to
exigiría proceder primero a establecer la propia concepció teóri ca. Este hecho que consideran que son los Estados, las unidades políticas, los �ctores �nviie­
ción delimitar la realidad social estudiada. Sin embargo, n para a continua­ giados y básicos del sistema internacional. Des?e esta p�rspectiva se tiende a
den a sentar las bases de una teoría de las relaciones inter creem os que en or­ separar el sistema interno y el sistema internaciOnal, estJmand? que este . pre­
ilustrativo y coherente desde un punto de vista científico-expo nacio nales es más senta características propias. HOFFMANN apunta, en este sentido, que «es la
sitivo proce der misma ausencia de una autoridad suprema y aceptada por todos la que exphca .
previamente a formular el concepto de relaciones internacio
de la realidad socia l, lo que nos permite delimitar el camp nales como secto r por qué difieren tan marcadamente las reglas del juego en la política mundial
relaciones internacionales como disciplina científica, para o de estud io de las de las reglas de la política interna» 4•
establecer a conti nuac ión nuestra concepción teóri desde esa realidad Las defimciones adoptadas en base a este planteamiento desembocan, pues,
co-metodológica. en última instancia, en una tesis estatalista, si bien no ignoran la existencia de
Las relaciones internacionales, en cuanto secto
sido obje to de num erosas definiciones con alcan cesrydecaracla realidad social , han otros actores y factores. Así, DUNN considera que «las relaciones internacio­
rentes. A lo largo de nuestro estudio de las distintas concepcio terísticas muy dife­ nales se ocupan de las cuestiones que surgen en las relaciones entre �rupos po­
bre las relaciones internacionales hemos visto ya esa variedad nes teóricas so­ líticos autónomos en un sistema mundial en el que el poder no esta centrado
de las relaciones internacionales. de acotamientos 1 MoRGENTHAU, Hans 1 . , Politics A mong Nations. The Struggle jor Power and Peace, Nue-
En términos generales los criterios adoptados por va y ork , 1 948 . 3 ed . , 1960·' versión castellana
, · a de la 3. a ed . : La lucha por el poder Y por la paz,
pueden reducirse a cuatro, según se atienda a lo quelossedistin tos especialistas .
trad. de F. Cuevas Cancino, Buenos A1res, 1 963, p. 43, nota 1 ·
.
.
·
1lflque,
consi 2 ARON, Raymond, «Qu'est-ce qu'une théorie des Relatlons lnternatlonales?. "• Revue Fra_n-
de las relaciones internacionales, a los actores de las mism as, dera específico s · p
·

de c1ence o vo 1 . 1 7 ( 1 967) p 843 En su obra


• ·pnncrpal·en el .campo de las relacw-
internacionalidad o se parta de la superación del paradigma al criterio de la
f aiSe . ·

característica original que las distingue de cualesqurera otras relaciOnes soc1al_es._ s� desar�olla2 a
nes internacionales señalará, en este mismo sentido: _«Las relaciOnes mternacwna1es presentan una .

inclu sión de unos u otros autores en cada uno de los grupos del Estad o. La la sombra de la guerra o, para emplear una expresión más rigurosa, las relacwnes'entre ;ra os
hacerse con facili dad, pues no faltan los que adoptan más no siempre puede · por esencia, la alternativa de la guerra o de
la paz>� (Pmx et Guerre entre es na­
El criterio más tradicional es el que procede a su definición
de un criterio. �
levan consigo,
ions, París, 1 962; versión castellana: Paz y guerra entre las naciones, trad. de L. Cuervo, Ma-
dri1,
considerar que las relaciones internacionales tienen una naturaleza en base a
especí­ ���0��;,4�·.
1 980, p. 10; versión castellana de la l . a ed. : lntroduccwn al estudiO de las relaciones mternacwna-
A., An lntroduction to Jnternationa_l Rrlations, 2. ed., Londres/Nueva York, a

fica que las diferencia de las demás relaciones sociales. En esta


serta n los realistas políticos, para quien es, en términos generales, se in­línea les trad. de F. Condomines, Madnd, 1 977, p. 20. . • s,
. · '

' 4 HoFFMANN , Stanley H . , Contemporary Theory in lnternatwnal Relatwns, Englewood Cl"ff


lítica intern acion al, como toda política, es una lucha por el pode si la po­ N. 1 . , 1 960; versión castellana: Teorias contemporáneas sobre relacwnes mternacwnales, trad .
las
r, sin embar- de M. D. -López Martínez, Madrid, 1 963, p. 20.
\.:11 1111 J l l l l o ' . W 1� I U I I ' l d t.: f i n ¡ · I n .� i !'IH cio n -.�
) »
11 \ ' .1 ·, 1' \ 1� \ 1 1 1 1 \ 1 1 ' ' ll 1 \ 1 1 '1

1i1e que l a s r · l a · i < ' H ·s ·ii no


l
Í l l lc l l l l l l' Í o n a l s
nes e n t e gru pos con poden> J i A L Y , s.i bie n adn
·
1111 ' l l n t'l' I P I dv l l l i v i d n d �oeud I J I O 10 1 1 1 1 n d N a l l : \ dl' l a ,\
r (;( H i l o 1 la
·
f•. V ,
ternacionales pod rían definirse com "" 1" . ,

l'ront ·ra l:H i a l n l ·¡¡ , 1


·� • ( [ l ll' 1 10 �l· •

ticos dis tint os o ent re sus mie mb roso «la s que se establecen ent re rup � po l i
. ' •
1 11< l V 'I c i i ( J p.· l . l i i i (1 O J ) 1• .c a
. ,

las orgun ¡ , . 1 r
k�d¡· l · t <· rg · m izaC I OI I CS
1' " · 1 1 1 1 \.: f l l c l ·
.
L

secundarios- », est ima que esa con -i ndi vid ual me nte o re un id os en ' fl l pi '� ,11bernamen tales. , las empresas transnae�on·Jics, .

z.c � · 1 . .

1 s m o v im i e n to pohtJc . ?s Y smd · cales ' encontramos una enor-


i Ha l e 11 ·

prefiere «lim ita r el objeto de nue stracepción es demasiado extens iva , por J 1 3 t la� 1 les i a s
1 .
: el <
.
rne a ri edad de ac t res de 1 as relaciones mternacwna 1es.
.
. '

tre poderes políticos que escapan dis cip lina únicamente a las rel ac ion es en­
que
v

. de t..a1111r · ¡as relaciOnes mt erna c¡'onales en base a los actores,


superior>> 7 • AR ON define las relacio a la dom
ina ció n de un poder polít ico En definitiva, . .
tre unidades políticas» , pre cisa ndo
las mis ma s las relaciones entre los ind ,
nes
fre
intt;
nte a
rna
la
cionales com o «re lac ion es en­
�uestión de si se inc luy en en
lleva ' si se. atiende
relaciones mter.nacwna ·
1os E s tactos , a un concepto demasiado restrictivo de 1 as
¡ es, de forma que t a 1 e oncepto no refleja la reahda d '
. '11
uni dades pol ític as, que «el centro de ivid uos per ten ecientes a cad a una de esas o lleva, si. se qmere dar cuenta puntu al de los actores, a un concepto pura�en- 1
titu ido por las relaciones que hem las relaciones internacionales vie ne con s­ te descnpt1vo, . mcapaz
· de apre h ender 1 a naturaleza de las relaciOnes
nen en relación las uni dades com oos llam ado int ere sta tale s, aqu élla s que po­ internacionales. .
ñal a que son relaciones inte rna cio naltales» 8 • HA SSN ER, en la mis ma línea, se­
�s relaciones de coe xis ten cia , de con
El concepto
. d e re1acJO · nes mternacwna
. adopt ado por los especia .. ¡·JSt1as
·es de CHEVALIER nos aproxima . al
1 flicto y de coo era ión entre varias uniesdad - tercer entena P ara definir las relaciOnes mter-
.

de'ctecisión autónomos y no sometidos es políticas que constit uyen centros nacionales. Es e1 en't eno · de la rnternacwna
.
. ! 'dad acuñado por Max HUBER ..
1 ,

el mismo sentido se orientan las def a una autoridad superior común» 9• En «El conJunto de ¡os feno' menos socia
. .
1 es que expresan relaciones inmediatas . de
clu so BR UC AN , sin negar el pap el iniciones de HOFFMANN 1 0 y VELLAS 11 • In­ · fluyen directa o m d"rectamente ·
los Estados entre SI· o m . . 1 en estas relaciOnes o
e1 p�o bl em a de la internacionalida · d. E s
fuerzas, desemboca en la afirmación que pue de corresponder a otr os act están por. ellas influidos, constituye .
ores o
con clu sió n, diré que las relaciones estatocéntrica: «A sí, pue s, a manera de i nternaciOnal una re1 acwn · · cu ando se re f1ere a las relaciones entre grupos so-
· dos por po deres estatales distintos ' Y son mternacw- ·
.
abarca al conjunto de las conexione internacionales con stit uye n el sist em a que ciales que est an . determma
. .
lóg ica s, cul tur ale s, jurídicas, dip loms y relaciones -económicas, polític nales en el sentido más estncto, JUn'd'ICO, las relacio nes entre los Es tad os
as, ide o­
mas de Estados, sin exceptuar a las átic as y mil itares- entre Est ado s y sist e­ mismos» 1 4 .
. . por t nto en la naturaleza relacional propia de las re-
tuar en la esc ena mu ndi al. Puesto que fuerzas soc iale s que tien en el poder Este criterio se fiJa,
de ac­ � :.
una esfera que car ece de autoridad las relaciones internacionales se dan en . .
laciones mternacwna . 1es, distmgmen do1 as d e las demás relaciones sociales por
relación de fuerzas entre Estados y pol ític a sup rem a, están reguladas por la su referencia a Estad os, a poderes estata1 es d'IS t1' ntos en cuanto que reb asan •

de la conciencia de las per son as» 1 2 •sistemas de Estados y sufren la influencia el marco de los mismos. Dado que 1 os E stactos se relacionan entre SI,. as! como .

en CH EVA LIE R que , refiriéndose a la Posición ésta que se ma nifiest a tam bié n los individuos Y grup? s a ellos sujetos, a ce un conjunto de relaciones so­
que den om ina «complejo relacional diversidad de relaciones que con figuran lo ciales que se diferencian de las que no e�:�:n el marco estatal. En suma, las
entrelazamiento de relaciones de tod internacional », dice que se trata de «un relaciones entre m . dl' VI'd uos, grupos socia � les Y gobl. ernos son internacionales a
das en el seno de ese medio especial a cla se ent re los diversos Est ado s, anuda­ Partir del momento en que entre ellos. se mterpon . e el fenómeno de las fronte-
internacional" (y secundariamente que se den om ina comúnmente "sociedad ras estatales . Como sena - ¡ a MERLE m1entras ex ¡' stan los Estados soberanos, 1 a
entre los Estados y ciertos organism separacw n política-jurídica de j espaciO . será la que cree el hec h o
se llam an "in ternacionales") » 13•
os que
Ho y es inn egable la diversidad de act «internacional» 1 5 •
ores de las relaciones internacionales, Lo más característico de los au tores qu e siguen este criterio es la amplia-
5 DUN N, Fre deri ck S., ción que hacen del concep to de relaciOnes . .
mternaci · anales ' pues incluyen, o abren
reproducido en S. H . HOF«Th la puerta. para su me ¡ usJon, t a nto las re1 acwnes pol¡'t¡'cas ' como las sociales,
e Scope of Inte rna tion al Relation
6 WRIGHT, Quincy, The Study oj lnternat
FMA NN, op. cit., p. 36. s», Worfd Potitics, vol. 1 ( 1 948); · · ·
. .

7 YIRALLY, Mic hel, <<Relations Internationales ations, Nueva Yor k, 1 955 , p . 7.


iona f Ref ,
economJcas, 1'd eo¡ og¡c · · as culturales, etc. C on e llo indudablemente acercan el
.
,
.
geres, París, 1 959 , p. 438
. et Science Pol itiqu e», en Les Af
faires Etran­ concepto de relaciones internacio ? a1 es a la realidad . internacwnal.
8 ARO N Ray mon d,
Paz y guerra . . . , op . cit., .
En este sent1do, SPYKMAN defme l as re1 acJO nes internacionales como «re-
a E stactos diferentes ' 0, en otros ter-
p . 2 3 y 24.
9 HAS SNE R, Pier re, «Na tion
alis me et rela tion s inte rna tion ales laciones entre mdJvJ · 'd uos ertenec1entes . .
10 HOFFMA
Pofitique, vol. 1 5 ( 1 965 », Rev ue Franraise de Science . P.
minos, la conducta internacwna 1 es 1 a conducta social de individuos o grupos
), p. 525 .
NN, Stan ley H . , Op. cit.,
11 p. 24.
VEL LAS , Pier re, Relation
1 2 BRU CAN
s lnternationafes, Par ís,
, Silv iu, The Dissolution 1 974, p. 9 y 1 0.
filies, Nue va Yor k, 197 1 ojPower: A Sociology oj
1 4 H u BER , Max Dre soziofogrschen Gru2df ge d :s Volkerrechts, Berlín/Grunewald, 1 928 ,

p. 3 . <;:!t . por la tr;ducción de A. TRUYOL, a ea�Íl �e fas relaciOnes internaciOnales com o :"'"
; versión castella na: La disoluci lnternational Relations and
internacionales y poHtica ón del poder. Sociologfa Po­
.
mternaciOnafes) 2 . a ed. rev. Y aumenl a c l a . r ' l r n
s, trad . de F. González de las relaciones
1 3 Vid . : MA Ara mbu ru, Méx ico, 1 974 , p. 60. cro/ogra (lntroqucc/0·n
NNIN G, C. A. W . , Les al estudiO de las relaciOnes
lnternationales, Par ís, UN sciences sociales dans f 'ens '
eignement superieur. Ref
M ERLE , Maree!, Sacrofogre des RefatiOns /nternatronafes, 2. a ed. p�n'sd, 1 976 v ·rsi " c a �
ESCO, 1 954, p. 1 2 . ations presión , Madnd, 1 973 , p. 62 .
15
tellana: SocrologrÍl de fas relaciOnes m ternaciOnafes. trad. de R . Mesa, a rr'd 1 978 p. 1 O . • '
· 1 .' 1
1 .' 1 1 l l l / l\ 1 1 / 1 1 1 1 1 11 •1 1 1 1 \ ' , 1> 1 1 \1 /í J/11 •, 1 / 1 1 1< / l \ 1 I I J I/ 1 1 1 • , f i ¡ \ ' , J ' , J ' \ 1< \ 1 / 1 1\ 1 / ( 1 ]1 1 \ "' 1 \ ' . / ' l l i\ 1 1 1 1 /l l ' • l l � / 1 / ' l / \ 1 1 1 1 1 / 1 1 / ' ¡

Pl'l la n o <;i < l l l dr l ' \ lf'lll/ft '/ O I'O I I I I I d r l l l l' n f l • d c l i 1


O .infl uida ·fa o ' 1 j do1 d · 1 l.nH ·In
· i o 1 1cH i n f c 1 n ; 1 d o

1 1 1 1 l ·s . 1 2 1 1 s 1 1 o p i 1 1 i l'1 1 1 1·H f a " V


d i rigida a , por la e x i s f · n c i a ·o n d u d e i n d i v i t l u o.� o ¡ • r u pos _
tenecientes a un Estado diferente» 16. DUNN, en una segunda d e fi ni ó el · In.\ ·ióu la úni ·a ·s q u e pcrnu f c e n g l o bar en cl •n • s n 1 o

relaciones internacionales, considera que son aquellas «re laci o ne ·o i cs ¡ ¡ u· os, un1da des
ci
intern a ·ion:�l cs relaci one entre Estadque
n _
onccp fO de rcla c i o n · , las

tienen lugar a través de las fronteras nacionales» 1 7 • H . SPROUT


s al
«las reJa-
p í t ic
que y entre indivi duos o grupo s de tipo no estata l. Así dirá
señala po1 l as
nto de acont ecimi entos en los que una de
relaciones internacionales se entiende «toda manifestación del comportamien iones intern acion ales son el conju la otra» 2�.
to de
to humano que, naciendo de un lado de una frontera política nacional, ej ercr las partes -ind ividua l o colectiva- es "extranjera" respec e que es�e _cn­
¡ ndepe ndien temen te de lo noved
una acción sobre el comportamiento humano del otro lado de esa frontera» 1M. oso del plante amien to, nos parec
Esta posición es adoptada también, entre otros, por LEDERMANN 1 '' , Lerio dada su complejidad y la dificultad de su precis ión, en vez de clanf1car
� cir un nu �vo
ALGER 20 , ROSENBAUM 2 1 y COLARD 22• Constituye, al mismo tiempo, la posi­ el co �cepto de relaciones intern acion ales, lo que hace es introd Y sent1d o
ción mantenida por la mayoría de los autores que se inscriben dentro de las factor de confu sión, que en nada contribuye a delimitar el objeto
denominadas concepciones científicas de las relaciones internacionales. Por otro de nuestro estudio . �ali�ación p �ra
lado, no faltan autores que adoptan una concepción transnacional, como K o La adopc ión del criterio de la internacionalidad o de la locnten antena­
HANE y NYE, que definen las «relaciones transnacionales» haciendo referen­ defin ir las relaciones internacionales presenta frente a los pto deos dos
relaci ones
cia a las fronteras estatales 23 . conce
res un indudable progreso en orden a un exacto y real es un criterio plena­
MERLE lo ha denominado «criterio extraído de la localización>>, definien­ no
internacionales. Sin embargo, creemos que por sí sólo ita lo que constituyen
do las relaciones internacionales como, «el conjunto de transacciones o de flu­ mente válido. En primer lugar , porque si bien nosadelim o tiempo demasia­
jo (de transacciones) que atraviesan las fronteras o que incluso tienden a atra­ las relaciones internacionales, lo hace de una form al mism las rela�ione� interna­
vesarlas» 24 • Las ventajas que presenta, en su opinión, son, de un lado, que do extensiva, que no permite captar en su últim a esenciaintern acwnahdad, co n
permite incluir las manifestaciones más diversas, tanto por su origen como por ciona les, e incom pleta, por cuanto que el criter io de la
su contenido y, de otro, que tiene en cuenta el fenómeno fundamental que cons­ ser válido en la gran mayoría de los casos , no abarc a, al centra rse en el :eno­ ,
tituye la división del mundo en Estados, pues hace de su existencia materiali­ meno estatal, relaci ones sociales que no tienen como punto de referencia las
e intern acion ales, como es el caso de
zada por las fronteras la condición necesaria y suficiente para que una rela­ fronteras estatales y que son plenament territ orial. En segundo
ción pueda ser calificada de «internacional» 25 • las desarrolladas por actores que no tienen una base
En su manifestación más extensiva, FRIEDLANDER sugiere redefinir las re­ lugar, y como consecuencia de lo anterior, porque tales defin icione s, quiér an­
laciones internacionales, en base al decreciente papel de las relaciones interes­ lo o no sus autores, siguen ancladas en el parad igma estataenl. Aunq ue e� estas
la superacwn , de
tatales, como «el conjunto de todas las interacciones entre individuos y grupos definiciones se incorporan actores y relaciones que supon relaciones intern a­
que sobrepasan el marco interestatal» 26 . la noció n del Estado como único o privilegiado actor de las adqui eren su cuali­
Desde esta misma perspectiva relacional, DUROSELLE, frente al criterio de ciona les, el hecho concreto es que tales actores y relac_iones a los Estad os. Hoy la
la internacionalidad o de la localiz:¡ción, tal como ha sido expuesto, prefiere dad de internacionales preci same nte por su refere ncia
n exclus ivamente
realidad internacional, sin embargo, desborda una consideració
estat alista . ador del � aradig� a
MORGENTHAU Y K. Final mente hay que señalar un cuart o criter io, superrelaci
16 SPYK MAN , NicholasJ . , «Methods o Approach to the Study of I nternational Relations», en
H. J. W. THOMPSON (eds.), Principies and Problems oj lnternational Poli­
ttcs. Selected Readmgs, Nueva York, 1 952, p. 24 y 25.
del Estad o, que trata de proporcionar un concepto ést� que de ones mterna� � �­
en defl ? l­
les desde perspectivas distin tas a las anteriores. Crite . o de laes :mternacl �­
rio
1 7 DUNN, Frederick S., op. cit., p. 35.
1 8 Vid . : MANNING, C. A. W . , op. cit. , p. 12.

1 9 LEDERMANN, Laszlo, «Considérations épistemologiques sur l'étude des relations internatio­ tiva, la consecuencia lógica que se deriva de llevar el cnten
na�es», (14élanges Séjériadés Atenas, 1 96 1 , p. 392; y «Etude et enseignement universitaire des re-
nalida d a sus últim as consecuencias. En esta línea se incluy en toda una sene
� exacto del tér­
••

latl ��s mternatwnales», Melanges, Ginebra , 1 965, p. 3 1 3 . en el sentid o má


. ALGER, C::h . F., «Relacwnes Internacwnales» , pnctclopedta InternaciOnal de las Ciencias
_ . . de concepciones, desde la marxista entendida aquel las que toma n
Soctales, Madnd, 1 976, vol. 9, p. 1 88 . mino, que parte de la noció n de clase socia l, hasta todas
ial como base para su concepto de
2 1 ROSENBAUM, Naomi, Readings i n the lnternational Political System, Englewood Cliffs,
N. J . , 1 970, p. 4. la noció n de sociedad internacional o mund
22 CoLARD, Daniel, Les Relations Internationales 2. • ed. revisada y completada , relaciones internacionales. relaciones interna­
Habié ndon os referido ya en extenso a los conceptos deconce
' París , 1 98 1 ,
23 KEOHANE,. Robert 0.: Y N YE , Joseph S., «lntroduction», en R. 0. KEOHANE, y J . S. NYE
p . 12.
cionales formulados por los autor es que se incluy en en la pción marx is­
de la so-
ta, nos ocuparemos ahora exclusivamente de los conceptos que hacen
(eds.), Transnat10nal Relat10ns and World Politics, Cambridge, Mass., 197 1 , p. XI y XII.
24 MER LE , Maree!, op. cit., p. 1 48.
25 M E R L E , Maree!, /b(dem, p . 1 48.

loppements possibles a l ' étude des relations internationales», en Les relations internationales dans
26 FRIEDLANDER, Saul, «Paradigme perdu et retour a l'histoire. Esquisse de quelques déve­
relations interna­
27 DuROS ELLE, Jean-Baptiste, Tout empire périra. Une vision théorique des
un monde en m utation, Ginebra, 1 977, p. 80. tionales, París, 1 98 1 , p. 42.
l \1 1 '.
1 1 1 1 1/ l \ 1 1 1 1 \ ' 1 1 1 \ t l t i l l l ' • 1 1 1 1 1 11 1 1 \ t l t i l
1 1 \ ' . 1 ' • 1 ' \ l ·' \ 1 1 1 1 \

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tos s i
f l i ¡ ( !'f p 1 1 1 1 l l l
1 1 d u v · 1 <· · r <· 1 h l ·� . S L' p l a 1 1 t ·:1 l a · 1 1 ·H t i ( H c n >
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cicdad i n l c r u a c i o n a l la 1 .1 n ·i u.· ( ( . l O •''' ¡ ·.:
ter���wnales. A la a n t_e o razón h a y q u e a ñ a d i r el hecho d e q u e , · n 1 1 ·.st r a
e ·0 1 1 1 pr c 1 1c1 11 , . l l l"l l l l ' l l ( )N

d · U l l , ist · n • a el · 1 �H ados pare


1 \· 1 : 1 •i o H l'N i n h .: 1 1 1 1 1 · i o n ; i
111

bl · o 1 1 · p t
• •

• u .i · • • t s t (· I 'J I I i n o. :
n r e qu · ya n o
opmwn, las clases �oc1ales como elemento configurador de las reta ¡ ncs i n
1 1

_
terna�wnales constituyen no e l elemento clave de las relaciones i n ternaciona · s a.dcc u o d o
· 1 1 1 0 bn d � n u est ro ·st u d i . H a l l egad
evidente que otras unidades distintas
a s e r más c o m ú n refe­

a l , ya que es
les, smo uno de los elementos de las mismas. r i r e a l s .i s t e m a i n t e r n a c i o n
de lo E s t ado está n imp licadas crecienteepto mente en la materia. La cuestión es
Para lo� a�tores que siguen este criterio, las relaciones internacionales ólo
si debe mos ir m á s a l l á y adop
tar el conc de soeiedad mun dial como base
pued�n defim�se con referencia a su existencia en el seno de un complejo dl'
del estu dio de la polít ica mun
diai» 3 1 . MAN NING , avanzando un paso másto­y
relaciOnes sociales que constituye la sociedad internacional. Como apunta M E considera que «la hum anid ad
DINA «la cate�oría más amplia d e l a que s e puede partir para definir el con­ refiriéndose a las relaciones internacionales,erso al en sí mism a», y su estu­
_
cepto �e relaciOnes mternacionales es, efectivamente, la noción de sociedad in­ mad a como un todo es un cosm os, un univ cosmsoci ía social» 32 •
ter�acwnal. Aun�ue el conce�to de sociedad internacional pueda parecer ex­ dio en toda su dime nsió n constituye <<Unanir las olog iones internacionales, a
cesivamente amp�I? para defmu _ nuestro objeto de estudio, creemos que es per­ La adopción de este criterio para defi las relac iones internacionales el
f�ctamente Id�ntiftc� ble Y que recoge en forma adecuada la materia que estu­
_ pesar del peso que todavía sigue teniendo enuente.relac Para B URT ON las fronteras
dtan las relaciOnes mternacionales» 28 . paradigma del Esta do, es cada vez más frec de los tipos de fronteras que afec­
estatales son imp orta ntes , pero son sólo unoeso, añade, por lo que si empleamos
. La r �wnale
ferencia a la sociedad internacional permite aprehender las relacione.
tan el comportamiento internacional. Es de por
mterna � � d�s�e �na óptica distinta a la que utilizan los criterios anterio­ «el término "socieda d mun dial " en vez "relaciones internacionales" , si enfo­
res, vanand_� SigmficatJvamente el alcance y sentido de las mismas, por cuanto
camos nuestro estudio en esta perspectiva glob al en vez de la perspectiva " na­
e � con relacwn a _una for� a social, que es más que la simple suma 0 yuxtaposi­ r una ópti ca más amp lia, a plan­
cwn _ de las relaciOnes existentes en su seno, y no con relación al Estado 0 a cional" más tradicional, tenderemos a tene amentales para la civilización
_ as, que sólo son formas sociales existentes en el seno tear cuestiones que son más imp ortantes y fund
otros acto�es de las miSI
_ � y sere mos capa ces de afirm ar mejo
r la relevancia de nuestro comportamiento­
de esa s_oct��ad mternacwnal, que las relaciones internacionales adquieren su
nacional respecto del entorno más amplioones del mun do» 33 . Com o hemos . teni
pleno sigmficado. icas de las relaciones· inter­
PAPAL I GOUR�s , para qui�? las relaciones internacionales sólo pueden en­ do ocasión de ver al tratar de las concepci planteór teamiento ha abierto un nuevo
_ .

nacionales en la década de setenta, este


- losones
tenderse en relacwn a la nocwn de sociedad internacional, señala a este res­
panorama y nuevas dimensi en el estudio de las relaciones internaciona-
pec� o que �uando se habla de sociedad internacional, «la palabra "sociedad" epto de las mism as.
designa e�t � entemente un cierto tipo de relaciones sociales y no el conjunto les, ampliando considerablemente el concnaci onal com o elemento definitorio
En Esp aña, la noci ón de soci edad inter
d_e las pos1b�h_ ?ades de la existencia social» 29• SCHWARZENBERGER más explí­ do en TRU YOL , MED INA y ME­
Citamen�e d1ra: « � ara poder incluir en el término asuntos internacionales to­ de las relaciones internacionales, ha encoe,ntra
SA su más clar a expresió n. TRU YOL
part en su definición de las relaciones
�as aqu �llas cuestiOnes que son pertinentes para los propósitos de los estudios ionalidad, considerando que son
mternacwnales sólo tie�e que �plicarse una prueba simple. Tenemos que pre­ internacionales, del criterio de la internac ctividades humanas que en su gé­
guntarnos a nosotros � 1smos si estas cuestiones, y en qué grado, son pertinen­ «aquellas relaciones entre indi vidu os y colede una com unid ad diferenciada Y
t�s desde el punto de vista de la sociedad internacional considerada en su tota­ nesis y su eficacia no se agotan en el senontalmen te (pero no exclusivamente)
lidad �- .. ) . �on asuntos internacionales las relaciones entre grupos, entre gru­ considerada como un todo , que fundameque transcienden sus límites» 34• Sin
pos : mdivtd _ uos Y entre individuos, que afectan de modo esencial a la socie­ es la comunidad política o Estado_,_ sino sociedad internacional (universal o
dad mternacwnal _ en cuanto tal» 30 • CHEVALIER, a quien hemos incluido en­ emb argo , da un paso más al hacer de «lante la de los elementos de la mism a»,
tre los autore � que pa:ten del criterio de los actores para formular el concepto particular) en cuanto tal, y no simplemesentido esas relacio�es 35 • El concepto
de r:lacw _ e mtern�cionales, ta ?ién pude considerarse que adopta esta pers­ la perspectiva desde la cual adquieren alidad de abordar las relaciones i n
��
pectiva, SI bien, al hmttar

_ su noc10n a las relaciones interestatales, sigue ancla­ formulado por TRU YOL tien e, así, la virtu rar las limitaciones impuestas po•
do dentro del paradigma del Estado. MATHISEN, por el contrario, en línea con ternacionales dinámicamente, en base a supe
Trygre, Research in Jnternational Relat ions, Oslo, 1963, p . 220. Vid. tamh il· u
, 1959, P- 186.
ty, Londres, 1962, p. l .
31 MAT HISEN ,
Relat ions,
Methodology in the Study of Jnter natio nal Osio
l L t r ·a de l�s relaciones. internacionales, Madrid, 1973 , p. 1 48 Y 1 49. Jnternatio nal Socie
Vid. tambi én e� idé��i�¿ se�t f%0 ·� Teona
re oj
32 MANNING, C. A. W . , The Natu ty, Cambridge, 1972, p. 2 1 .
Y Jormac10n de la soc1edad mternacional, Madrid, 1983,
28 MEDINA Ma

33 BURTON, John W . , Worl d Socie acional,- 3 . " cd . � �


p. 151. 34 TRUYOL, Antonio, op. cit., p . 28. Vid. también: La sociedad intern

· de ¡a soetete mternat10nal Zurich ' 194 1 ' p . 123 y 124 .


.
Jrid, p.
·
2 9 PAPALIGOURAS Panayis Th eone
· "

30 SCHWARZENBERGER Georg Pow p /'t' · A S';_�Y f te national Society, 2._• ed. , Lon­ 198 1 , 19.
La teorfa de las relaciones internacionales como sociolu�IÍI
.
• •
"1'

• 11

dres, 195 1 ; versión casteliana: L� polft��a �:¡ ;�der. s UJ10 �e ;a sociedad mternaclOnal, trad. 35 TRUY OL, Anto nio,
de J. Campos y E. González Pedrero ' M éxico ' 1960 ' p . 4 . [l . 63.
el p: 1 1 a d i r, 1 1 1 1 1 d\'1 E s t 1 1 d o , n i l l l l' l l d o ("! p1 1 1 1 • l l l l l l l i l I I P p l . l d o d l ' 1 : 1 1 ( 1 1 (' 1 1 1 Vt.:,� l i g : 1 1
· i n l c 1 p1 C..: I II 1' 'Sil l t.:l i H d a d s l

1 H:rt i V a •r k n l f i H' I I (
1 t.: l n l ' i o n ·s i 1 1 1 t.: l l l l l l ' i • 1 1 1 1 1
.
l i l' I n �
· s t a do j uc •:1
• ) f i l O S I ' p O t ' 1 " 0 1 1 1 1 ., 1 1 •1 1 ) , t •· l
l funtión
. ndc.. . . autó nom a d .
p a a l g u na de las d 1 SC 1 p l m,1�
i n t ernacio n a l . M E D I N A , desde u n a posición
les , pero s i n eles o n oc r el r · Jcvantc papel q u e e l •n l;1 s o ·kdad -01·r ·
.

t't· ·n t l l"1 c u�· y ··1 . i st


ele c1enc •a e
,
Pst · 1 � u cst i il la SI ex1st e u n a
1 ·
i m i l a r , ·onsid era , omo ya
Y
�ej) ; 1

u
lamos, que la categoría de la que se debe partir para defi n i r l a rclacioncs i n . crna 1
1111
w
.11¡ .
l
• • �
os re_so v¡mo s en senti
� • '
a
do .positivo
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na les, ya a . •
a t m
. .
de la relaciones internaCionales co�o d!SC! plma, C!en.
las relac iones
ternacionales es la noción de sociedad internacional . S u p l an t ea m ient o , a u n ül est u d i a r el dcsa rro l l
que parte también del criterio de la internacionalidad, va igualmente más a l l ú : t ( fi a, por lo que nos remitimos a lo
dicho. Nuestra argument�c10n �e basab� entre
«Nos interesan los fenómenos internacionales no por el simple hecho de s u in tros argumentos, en el hecho de que el estudio _ de lasacr�onal lac10nes mte�nac10nales
o mu d1al, que las
ternacionalidad, es decir, no simplemente porque trascienden a las fronteras
x.igía una perspectiva global, la de la socieda_d mternSI_ ��len la nece�s¡�ad de con­
nacionales, sino en cuanto constituyen un sistema social y político ... » is 36 .
demás disci plina s eran incapaces de proporcw nar,
tema social y político «dentro del cual surgen relaciones, no sólo entre los re· tar con las apor tacio nes parc iales reali zada s por las mismas dete rmm aba el ca-
presentantes de las unidades políticas autónomas sino también entre individuos rácter multidisciplinario de nuestra cienes cia. . concepto de l s relac!. O-
y grupos particulares, a través de las fronteras estataleS)) Línea seguida por 37 •
El problema que ahor a nos inter esa el del prop iO , en �mt1m
_ � re­
MESA, que, desde la perspectiva de la existencia de una sociedad internacio­ nales como disci plina cient ífica . Conc epto que esta
nal, considera que estamos ante «un complejo relacional en el que tienen cabi­
nes internacio
lación con el concepto de relaciones internacionales co�o .se�tor �e la, r_eahda�
� , d!SC!plma c¡entla!flca sera
da todos los grupos sociales o individuales cuyos intereses o cuya vocación les ocial , pues las relaciones internacionales en � uant n el_ sec_tor de reahda�
_
hacen salir del límite nacional y desarrollar o completar sus actuaciones eri el aquella ciencia que tiene como obj �to de c�ns1deracw s qu� hem? s es
marco internacionah) 38 •
socia l que se deno mina relaciones mternacwnales. Los_ c:rlteno
Nuestra posición respecto del concepto de relaciones internacionales, en .
t. u d 1ad o son, pues , de plena aplic
ación en orden a. deflm las relacwnes mter-
1da, s_egu? se s1g� uno u ot r0 ,
, ·

cuanto sector de la realidad social, se inserta en esta línea que hace de la noción nacionales como ciencia, explicando en gran med c1enc1� poht, lca, como so­
de sociedad internacional la categoría clave, el marco de refere�cia, en el que que las relaciones internacionales se configuren como
encuentran sentido esas relaciones sociales, si bien consideramos que el crite­ ciología 0 como ciencia autó nom a. En f�nción �e nal lo antenor, _Y d_ado q�e. he­
como _cnte n? def1mdor
rio de la internacionalidad, con ser útil para determinar una parte importante mos optado por la noció n de sociedad mternacw 1deracwnes al de-
de las relaciones que denominamos internacionales, no lo es para la determi­ de las relaciones internacionales, limitaremos nuestras cons
nación de todas las r'elaciones sociales internacionales. Consideramos igualmente sarrollo de esta concepció n. . Onales de de la perspect.iva
que el Estado sigue siendo una unidad política que desempeña un papel rele­ Los auto res que defin ían las relac ione s inter naci �
vante en la sociedad internacional, pero afirmamos el protagonismo indiscuti­ intern acional 0 mund ial nos dan ya, en cons� uenc1 a, un concepto �e
de la sociedad
ble y creciente de otros actores de las relaciones internacionales. Sin perjuicio lina
las relaciones internacionales, en cuanto discip la base de la cons1dcient ífica. Co �cepto_ �ue, sm
, sobre erac10n de _ la
de ir desarrollando más ampliamente nuestra concepción en las páginas que embargo, no siempre es idéntico, pues _
cuando s� r�f�eren a la� relaciO­
siguen, desde la perspectiva que acabamos de señalar, definiríamos las relacio­ sociedad inter naci onal , no todo s los autores, l, Sl�mf¡can_ lo m1smo. : a
nes internacionales como aquellas relaciones entre individuos y colectividades nes internacionales como sector de la realidadunsocia m1�ado t1po d� relaciO­
humanas que configuran y afectan a la sociedad internacional en cuanto tal. vimos cómo , mientras algunos privilegiaban deter
Definición abierta que permite, en nuestra opinión, aprehender de forma ade­ nes, por ejemplo, las políticas, otros se refer ían a tod ? t1po de relac10n�s s?­
cuada la compleja realidad internacional de nuestros días y que pone de mani­ ciaíe s. Esta diferencia de enfoque explica que sea pos¡? le adoptar un cr �teno
r cons iderando las rela�wne s
fiesto la categoría social en la cual las relaciones internacionales encuentran superador del paradigma del Estado y continua . • o como c1encw
1og1a
su pleno significado y que per�ite enfocar la solución de los graves problemas internacionales como ciencia polít ica, como sociO
icará postenormente, que el h e
del presente desde posiciones no ancladas exclusivamente en el paradigma tra­ autónoma 39 • , ·.

dicional. En cualquier caso , pens amo s, como se explntern nal c�mo _un to � o d(·he
Fijado el concepto de relaciones internacionales, como sector de la reali­ cho de adoptar la per �pectiva de.l �_ sociedad i_ Onalesacio com o c1en c1a a � t on� 1 1 1 1 l- 1
dad social, se nos plantea la segunda perspectiva de indagación conceptual, supo ner el considera� las relaciones internaciec en 1a _ uando, despues �lt . ! I n.
la de las relaciones internacionales como disciplina científica y como teoría. LANDHEER ha expresado Claramente esta
cons � � �
Clenc m tiene n dos
mar que «las relaciones internacionales como l global Y ocuparse d e l a ' 1 ' "
""''
Es evidente que ese sector de la realidad social ha de ser objeto de conside­ gra nd�.:�

ración científica. El problema inicial que se plantea es el de si existe una pers- tivos: analizar la estructura y organización socia
MEDINA, Manuel, La teor(a de las relaciones internacionales, op. cit., p. 24, Vid. también:
la terminología con la .:ual dc�lv." ''" 1 '- 1 1 1 ' 1· "
36.
Teor(a y formación ... , op. cit., p. 1 52 :
t � cionales», expresi ones COill o " 1 '" 1 1 1 1 • ' " ' ' ' 1 '
9 En estos casos los u ores en ocasiones varían
. 3adopt
sión «sociedad i n l n " ' " ¡, " " , ¡ 1 " •
MEDINA, Manuel, Teor(a y formación ... , op. cit., p. 1 52 .
37
and? frente a � lásica «relacio nes interna
MESA, Roberto, Teoda y Práctica de relaciones internacionales 2 . • ed. Madrid 1 980
38
Cla, la expre
p. 1 83 .

• • '
dial» o «estudiOs mternacwna 1 es>> . 1 gu al m ente . ma amund 1ah>.
frente .

fieren a veces la de « sociedad mund 1ab> o <<Siste


l l i\ . , J ' 1' \ ¡; \ 1 1 1 1 \

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m a · a t rav é s de las cuales esl a r ·�d i d a d se refleja e n e l p e n s a l l l i c n l o d · lo, � � u i ·¡ d . ( ' O I \ I I I I I H I I I t 1 p ¡ t.: l . .
J C • • ' S l
v r as (
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1 ·.ut n 1 o el
' ' pa a l S
u
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l · • j · • d o

i lad ti . a . ciac ión Y corn u n tcac


· l en
i n l ·rtl ·p · n d · n d l t tt .. J ó n , pr
i
pos ideológicos y de c iv li zac ión , de los grupos nac o n ale s y reg i o n a l · · y l' J J i � �: �
Y
as� l so-
general en los olvidados individuos», señala que ello exige una perspecuv::. propia 1 ' S . sa r i d a d de
, lo t a d o de . tCO
lo hom bres com o
.

c l ·
P
i
l i p l
. d . · o l
. . o SOCI OlOg
/
.
que no se encuentra en las disciplinas existentes 40 . Consideramos, así, con
f l
. l •

s n , ast, como u.n. fenó men y


e�� h:�:��:
e e a . Y
l e t
ieda d i n t erna cJon a . Esta
TRUYOL, que «lo que da lugar a una disciplina especial de las relaciones inlcr· políti co, pue es desd unidad de origen espectftca el gen
e la
�� m a e
ral, que formula su con cept o e co
nacionales es, como en toda disciplina, más que el objeto material, el punlo la ley de soci abil idad natu Y �m�­
de esta últim a c � � cep cton .
.
l a a f�
de vista o perspectiva desde el cual dicho objeto material es considerado; o cional 43 El debilitamiento progresivo lica que la cuestwn de la exlstencta e
sea, lo que en la epistemología tradicional se denominará el objeto formal» 4 1 • ción y g�neralización de la prim era exp algunos a�tores. .
GONIDEC apunta perfectamente este sentido al decir que «la ambición de las una sociedad internacional siga presente en nue stra s con t � erac wne s de la e��. �
relaciones internacionales es superar los aspectos particulares para operar una os part ido en �
Dado que hasta ahora hem ores preCISt.�nesl Y a�nqu e
visión global del conjunto de los problemas internacionales, reunir lo que ac­ Lenc ia de una sociedad internacional, sin cmay t c re-
tualmente está disperso, recomponer el todo, hacer inteligible lo que podría
denominarse el "complejo relacional internacional", del que emergen por fuerza planteare os e
� :
á
e� ��� �r:r '���s;e �: �:t: �:>)�.i :Sin t�� o ;
���� � i� � , � s
entrar a fondo n el t: �
��� :: � :S ta-
los acontecimientos actuales» 42 .
En consecuencia, puede decirse que las relaciones internacionales son la cien­ ;:�: :�� u:: «sociedad» este
al sentido de
o una «co mun idad
Proyecto docente este pu � o P ����� l ES
, en �
. esY
que . esca pa
cia que se ocupa de la sociedad internacional, desde la perspectiva de esa mis­ . cwn
dtstm . . que entr e «so cied ad» y «co mun idad » hacen Fer�man
izac ión de las rela ciOn
Max S CH ELE R Y que Poc H ha aplicado a
ma sociedad in ternacional, y que la teorfa de las relaciones internacionales es la cara cter
una teorfa de la sociedad internacional. El concepto de sociedad internacio­
internacionales 44 · . , la pnmera tmpresw · n, ca-
. · · ·

nal, o si se prefiere mundial, es perfectamente válido para definir el objeto de perspectiv. a estrictamente sociologtca .
ENB ERG ER 45 : es que no eXIS
Desde esta te una com u-
estudio de nuestra ciencia y recoge de forma adecuada la realidad de las rela­ mo lo atesttgua e1 pro p10 SCHW ARZ
.
.ieda . · .

ciones internacionales, además de proporcionar a la materia de nuestro estu­ nidad internacional sino una soC pers d mternacwnal. . ..
dio una indudable unidad y coherencia. mo cab rí � dec ir desd e una pec tiva exclustv a.� ente poh t!ca , co-
mis
Lo
rno lo hacen algunos de los defensores del par adigma t �adlctonal, dado el :m- a­
rácter desc. entralizado, no integrado del medio intern�cwn al, y el pap el del
2. OBJETO DE ESTUDIO DE LAS RELACIONES
tere naciO :l d l d
. en las rela ciones inte rnaciOnales .
INTERNACIONALES: LA SOCIEDAD I NTERNACIONAL s:�is��n de la realidad internacion. Tan al tiende a desconocer
�m· em� rg� , :que esta p�e.sent a e� l a actua .
. lida d to desde un punto
Con todo, nuestra afirmación anterior lleva implícita una cuestión impor­ las características tdo al creclente fenómeno de la interde­
tante de la que depende su total virtualidad. La cuestión de si, dadas las carac­ de vista sociológico como pohttco, deb _
ciones inte rnacwnales, que ha hecho q ue
pendencia Y globalización de las rela
��:��:�
terísticas que presenta el medio internacional, puede hablarse verdaderamente hacer f�ente e p l s
de la existencia de una sociedad internacional. los problemas a que el mun do tien e que encima d� ��s !r��;e�:S
Desde MAQUIAVELO y HOBBES se ha desarrollado una amplia línea de pen­ a tod os los Estados y seres humanoas,ricipor ón de intereses comunes Y so l'd an os ,
' t
e e d l
samiento que considera que no existe una «sociedad» internacional, en base
al estado de anarquía en que se encuentran las relaciones internacionales. La
u
:u
�! ;� �:r�:��lu��o�e� i�:a�m�:! comunes y solidarias, la realida
d interna-
base de esta concepción reside en la consideración de que el Estado es la supre­
ez actual de las pa\ab yas de
s;
ma unidad política, el punto de referencia de todo fenómeno social. De esta . SUÁREZ, nos obliga a reproducirla
este derec�o es �ue e g��e:� humano
forma, frente a la sociedad estatal en la que a través del pacto social reina el 43 Aunque conocidase ,yladevalid por muy divid ido que este
orden, aparecen las relaciones internacionales dominadas por la lucha, el con­
«La razón de esta part pre u�ne a runa u no sólo 'específica sino también por
en disti ntos pueblos y r��nos, siem st ref¡ere to n¡tu ral de mutuo amor. el cual alcanza
: �
e
ler p:e\t
flicto, y, en consecuencia, alejadas de la noción de una sociedad que ha toma­ decirlo así, moral y pohuca: a ella ue cada ciudad perfecta, Estado
do el Estado como modelo. Junto a esta línea de pensamiento no han faltado a todos, aún a los extraños y de cuadqa l
o
¿
er ecta . ompuest
eso


aunq
de sus miembros , sin embargo, todas
o reino sea en sí mism o una comum bros e este um�erso. que abar ca todo el género humano, pues
autores que han partido de una concepción radicalmente opuesta, consideran­ ellas son de alguna manera miem son tan autar(ut s ue no nece siten dr. alguna ayuda, aso­
��
esas comunidades por separado nunca vece s para es tr e r y (SUÁREZ, Fran cisco .
utilidad, otras veces
do que el sistema de Estados no es sino una ficción legal y política que esconde ciación Y comunicación mutua, aunas
para mayor

p 1
e aro p r el uso mism o>>
la realidad de una comunidad humana universal. Entre ambas posiciones se o es
¡ed · de 1 · R · Egut.llor
a necesidad e indigenci m?ral,Muru co � vol . !, p.. 190 y 191) .
Por ciert ozgu ren, ¡ E · Mad rid 1967 · · • • •
.
De Legtbus, Ill, 2 , 6CAVI inter nacio nal y socie dad inter naci Onal », Re-
EDES , Antomo, « Comum'dad
40 LANDHEER, Bart, «The Science of International Relations�>, en Jnternationalrechliche und
Staatsrechtliche Abhandlugen. Festschrift für W. Schaetze/, Dusseldorf/Hamburgo, 1 960, p. 267.
44 POCH G. DE PP · 3 � 1-400
vista de Estudios PolítGER,icos, vol. 6, n . o 1 2 ( 1 943), ·
4 1 TRUYOL, Antonio, op. cit., p. 62. 45 NBER
SCHW ARZE Gerog, Power PollttCS, op. c!l., pp. 1 1_ 1 2 ·
42 GoNJDEC, P. F . , Relations lnternationales, 2 . ' ed .. París. 1 977, p. 1 1 .
c i u n : i l ck ' ' ' ' l:� l 1 u,� d 1 1 8
11 \',1 '. 1' \1 1 1 11 1 \ 1 1 1 • 1' 1 \ l l l 1 \ ' , 1< 1 1 \1 l l li i i ' , I J I I I I ' I I \ < 1 1 • 1 1 1 1 1 ' ,

'( l l t i l· l l ' ¡ J1 , 1 1 1 1 1 1r 1 1 1 1 1 i ( ld . 1 v l n p"' l r l ' . l l l t ' ' ' � �


I I J ll l l r • e · c · 1 1 · i · • i n ' " · d i c l
espo n U:'! 1 1 ea , q u p res ' 1 1
q 1 1 b a · -rca n
: t 't ' l l l ( l 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 Í l l t 1 d 1 1 n 1 1
11 1¡J y l p s v i · ¡ q� el
· 1 p 1 1 S r t d ( l ' 1 :1 d i : i l c'-l'l �
· h VH'JO 1 ( ) 1 1 1 1 · ( J , 1"0 y '1 ' J "' -' · •S ·1 J 1 ' 1 •' 1 ' I I I.. 'S I I I O l: C l l .� l
gica de comunidad .
1 <.� · a r < t ·r re� r a l e�
a 1 : :¡ 1 1 o · i ó 1 1 so . ¡ 1 1 1 1 '1 ' ' .
l
s u j · r o s c·.s 1 n 1 n l ·s . s . . , · u : i l a 1 1 J U . t t f1ea • ó n 1 cl e l óg 1 a , q u e P · " . "
'1 1 J l ' l' l l l l l l l l' I I I C' l' l l i l
� n este sendio, com par timo s la de Ro EN A U ele q u e la l ea l t <.� d h u m : 1 los , . . .
' •
. .

na tiende a trascender cada vez contesis


i s l a .1 ·
·1 j r ·i · i o el s u s e n 1 p · r cn ia d i s po n e el e co t o cerrado � f o r m ados po r las
.

esc�panclo al co ntro l de los mis mos y abrifuer más za las fronteras de lo t aclo s,
end o el camino par a la com unid ad f'r nL nuevo e una sociedad homogeneiza.da por la misma
ra. nacio n a l . Lo
.

de mtereses a mve . l mun dial


46 . l dad c1 s u s p r o t agonistas , actuant �s en . un espacio umver
pl u ra i � al absoluta­
Desde una perspectiva jurídico-int cion al, mente abierto a la confianza mutua y al mfluJO de las culturas siempre com-
como Charles de VISSCHE R, par a loserna que la
aunque no faltan estudio os plementarias» 51.
., .
momento, sólo una exigencia de la razó n o com unidad internacional es ele En este contexto cabría afirmar, como lo hace COLARD, refmendose a las
tu de los hombres; no se corresponde a un ord «un ord en en potencia en el es � íri­ dos líneas más enfrentadas de interpretación teórica del medio internacional,
el panorama se pres enta , tam bién , de form en efec tivamente establecido» 47 ' que si, por un lado, la teoría del estado de naturaleza va con retraso .en re.la­
sob re la base del desarrollo más reciente del a dife rent e. CAR R I LLO SALCEDO ción con las realidades internacionales, por otro, la teoría de la comumdad m­
.
de a �os mtereses generales de la comunidad inte dere cho inte rnacional, que atien � ternacional va con adelanto respecto de su tiempo 52.
que esta no ha per dido _ su estructura rna cion al, considera que , aun ­ En definitiva, ante la cuestión de si estamos ante una «sociedad» o una «C�­
el derecho internacional se ha convertido en pred omi nan tem ente descentralizada ni
un siste munidad» internacional, pensamos que la posición más adecuada a las reali­
zad o, «la noción de comunidad internacion ma jurí dico institucion� li­ dades del presente es la que afirma que estamos ante una s?cied�d inter � acio­
potencia en el espíritu de los hom bres para al ha deja do de ser un orden en nal inmersa en un proceso de evolución hacia una comumdad mternac10nal,
comenzar a corr espo nde r a un
den efectivamente establecido», por lo que ya or­ es decir, que estamos ante una sociedad internacional que pr�senta ya rasg� s
lítica Y mor�!, sino � a columna vert l desd no es «un a mer a asp irac ión po­ característicos de una comunidad, aunque ésta no se ha configurado todavw
el D �rech � mternacwnal contemporebra e la que debe ser comprendido
áne o»
con sideracw_ n que hace Hermann MOSLER A firmación que enlaza con la 48 .
plenamente como tal.
De ahí que, de momento, sin ignorar el sentido . , . y sm
. histonco .
desdencu
_ , .

una comunidad legal 49. de la sociedad internacional como el sentido profético de la noción de comunidad internacional, de que h �b.la D u ­
Ante estas realidades contradictorias cobra todo PUY, prefiramos adoptar la noción de sociedad internacional para defmlf Y re­
hace Rene-J _ :�n DUP UY en tre su sentido la distinción que ferirnos a ese complejo relacional internacional a que dan lugar las relaciOnes .
el sign
. ad interna ifica do hist óric o y el sign ificado pro féti­
co de la nocwn de c�mumd cion al internacionales.
_ 5o, a la luz de la cua l es pos ible
exp hca r la actual reahdad y diná mic a, societar La segunda cuestión, la de si, dadas las características que presenta �1 me­
tern acio nal. ia y comunitaria , del mundo in­ dio internacional, puede hablarse realmente de la existencia de una soCiedad
El �ro �lem a, que nos imp ide asu con tod internacional dadas las realidades que hemos constatado a lo largo de nues­
c�m �n Itan o, que empi �za a man ifesmir tars
as sus con secu enc ias el hec ho tras consider�ciones anteriores, sólo puede contestarse en sentido positivo.
Y Jun dico , es que tod avia
. e en los planos soci ico, polí tico
no hem os tom ado plen a con cien cia ológ La persistencia de este problema deriva de que la noción de s_ociedad está
Es verdad que aún no se puede afirmar plename
. nte la
de su existencia. determinada por el paradigma del Estado y es el modelo de socwda ? est.atal
?lda de una comunidad inte rna cion exis tenc ia precisa y defi­ el que se toma como referencia para afirmar o negar el caracter , soCietano
_
mternacwnal �s no originan sim plemente una al, pero tam bién Jo es que las relaciones no de un fenómeno social. como apunta NAVARI, «el concepto de una socie­ .o
com o se ha afirmado ya hasta la saci eda sociedad internacional. Esta mos , dad es un mito estatalista, la imposición del pensamiento estatal sobre el pe.n­
form ació n, incl uso de cris is, de una socid, en un momento de cambio de tran s­
eda samiento sociológico» 53 . La representación de este modelo estatal de la socie­
el pas ado Y el futu ro, entre lo viejo y lo nued internacional que se debate entr e dad ha oscurecido, en consecuencia, una realidad innegable a lo largo de la
nal, como dirá MESA, «que alumbra formasvo, ante una sociedad internacio­ historia moderna, la existencia real de una sociedad internacional. Para BUI 1 .
de convivencia originales, en un «el elemento de sociedad internacional ha estado siempre presente en el 1 1 1 1 1

46 ROSENAU, Jam cierno sistema internacional porque en ningún momento puede decirse CJII�· h n
47 VJSSCHER, Charesles Nde,. , Théo
The Study oj Global lnterdepe
ndence, Lond res 1 980
ries el réalités en Droit lnternation
dejado de ejercer influencia una concepción de intereses comunes de l o s 1 •,\ l 1 1
pp. 1 1 0 y 123 . al Public 4. ed .·, Parí s 1 970 a

sociedad internacional contemporánea. Documentos básit()S. 1 , �'"


'
. 48
'
CAR RILL O SALC EDO, Juan Antonio, El Derecho internacional
dnd, en un '
5 1 MESA, Roberto, La 1,

1 98
; 1 984, pp. 228-2 30.
Hermann, The International Society as
MoSLER,
mun do en cambio' M -

a Legal Commun ity, Alph


a drid
52 COLARD ' Daniel Les Relations internationales, 3 . ' ed., Pans, 19 8 7, pp . 2 '', 2, ' /
1 982, pp. 36- 3 7 .
.
en aan den Rijn , �
53 NAVA R I , Corneli . <<Knowledge, the S tate and the S tate of Nature», en M . 1 )0 1 ' � �' i • " ' �
The Reason oj State5. A Study in International Poltllcal Theory, Londres, 1 978, r>: 1 1 1 1 '' ".' • ' 1
50 DUP UY, René -Jea n, La Communauté internation
v1'd . · MAYALL , J . (ed ) , The Community oj Sta/es. A Study tn ln/1'' " " ' " '""' 1 • 11111
pp. 1 79 - 1 82. ale entre la mythe el l 'histoire
'
Parí s ' 1 986 ' • ·
problemauca, . .
cal Theory, Londres, 1 982.
1 \ 1 1 < ) 1 1 · , 1 1 1 1 (( lj ¡\( 1 1 l l j \ 1
•,
1 1 1\ ' , 1 · . 1'¡\ 1' 1 1 1 11\ 1 1 1 1 1 ( 1 1\ 1 1 1 1 \' , li l 1 1\1

<.J o s , 1 � r ' • l é i S 'O I I I I I I I ·� l i <.:C p i ! I J ! I S < 1 · Í I I S I Í I I I ' Í I J I I C S '01 1 1 1 1 1 1 ·s l l ; i l ¡a j ! l l l ( i l ) p! i l . l '


1 1 1 i l t 1 r ti p! 1 ,' 0 d n: í � i v o ( j l l · k l i l v a 1 la a
¡,
> p111 i 1 i l l 1 1 i lr I n 1 1 1 ÍH 1 1 1 :1 , d u < l ; ·
11 1
mo , e l ac uercl con L U A R D , porque s i c m p r · l 1 a · x í s l i t l o ·i l l i l l 1 1 d � ü i T l p l i a
1
1 1 1 � 1 1 ( ] 1 1 · · x i H I · l' t· d r n ' l i l u n a SO · i <.: t i ; I <.J Í 1 1 l ·1
el los �> ' Y , ai'ladma ,
' qu · ] ; 1 ' OliSI Í·
un sistema ele aju te de í n t e r ·s u 1 1: 1 v i : �
' 1 1 1
un Cierto ord�� social
l u ida · · l u s i va 1 1 1 · n i · por -:s l a cl s : «Tal
_ , basado en
v ·z pued a deno mi nar'e ociedad in­
de acomodac�on de los intereses contrapuestos 5 5 . ·

al conj u n t o q ue englo ba el sistem a i n terest



En cualqmer caso, el empleo de la expresión sociedad, cuando uno la p ro />rna ional o so ·i dad m undial
al o el sistem a econó mico mun ­
. t a l , la econo mía m u n d i a l (o el merc
t
yecta a la esf�r� Internacional, ado m m d i
debe hacerse huyendo de una aplicación estric­ nacionales , aplicándoles el adjeti vo
tamente analogica del modelo de sociedad que comúnmente se tiene en cuen­ d i a l ) y lo. fenóm enos trans nacionales y supra
diferenciado. Por como didad , deno­
i n t ernac ional a todo s los aspec tos que he
ta, s � pena, caso contrario, de desvirtuar la realidad internacional. Ello no dc­ de todas esas relaciones entre Es­
b.e, sm embarg? , llevarnos a exagerar las diferencias entre la sociedad interna­ minemos sociedad internacional al conjunto la unidad de la especie
ciOnal Y la sociedad estatal, pues éstas son de grado y no de substancia. En tados y entre personas privadas que permite pensar ennal o, preferentemente,
am bos supuest�s l �s relaciones sociales ��esentan tanto una dimensión coope­ humana. No creo que la fórmula sociedad internacio descr ibirla, una tota­
_ Y orgamzat va como una dimenswn . mundial const ituya un verda dero conce pto.
Desig na, sin
rativa conflictiva, variando únicamente el sistem a económico, los

su �rada Y su mamfestación externa. Además, no debe olvidarse que la políti­ lidad que incluiría a la vez el sistema interestatal, de interc ambi os ( . . . ) de so­
�a mter� � Y 1� política internacional no pueden separarse, dada fa profunda movimientos trans nacionales y las diversas formas supranacionales. ¿Pue­
es
ciedades civiles a sociedades civile s, y las institucion que no conserva casi nin­
mteraccwn existente entre las mismas, que hace · que la frontera estatal tienda
a ser más .u �� separación formal que una separación radical. de denominarse sociedad a esta especie de totali dad,cualq uiera que sea? ¿Pue ­
guno de los rasgo s característicos de una socie dad, todas las formas de la vida
. En Ydefimtlv
ciOnal
� , no cabe una oposición pura y simple entre el medio interna­
el mediO interno, sino que deben verse como una realidad social úni­ de habla rse de un sistem a internacional que inclu ya
ca¡ que en s �s r�spectivos ámbitos oscila entre los extremos de la integración internacional? Lo dudo » 57. tradi ciona l, no nos pa­
Y a anarqma, sm que quepan situacione s puras. Estos argum entos , determinados por el parad_igma socie dad internacional.
recen válid os para negar el carácter global de la actua l
Es en b��e a las conside�acion�s anteriores que d�be plantearse fa cuestión sivamente interestatal,
de la especificid _ a? de la sociedad Internacional respecto
de la sociedad estatal La sociedad intern acional de nuestros días no es exclu diferente naturaleza de
y, en c � nsecuencia , establecer la noción de sociedad internacional. sino también trans nacional y humana, en razón de lacción , del carácter múlti­
Pa:tlendo de un concepto amplio de sociedad, puede decirse que ésta es los actores de la misma y de su interrelación e interase produ en su seno y
el conJunto de relaciones sociales e interdependencias que constituyen un to­ ple y variado de las relaciones e interacciones que iones . cen
do .. J? e.sde esta � erspectiva, nos parece plenamente válida, como plan'teamien­ del alcance comú n y global de los problemas y soluc interesa sub­
t? m;cial, !a afumación de TRU YOL de que «la sociedad internacional no es Desde esta perspectiva, cuatro son las características básicas que l. En primer lu­
smo � sociedad humana consi�erada bajo cierto aspecto» 56 . La sociedad in­ rayar en orden a establecer el alcance de la sociedad internaciona es, que mantie nen
ternaciOnal d�ntro de �ste ampho concepto viene caracterizada principalmente gar, la existencia de una pluralidad de miembros, no sólo estatal tipo coope rativo co­
. del medio. entre sí relaciones estables y no esporádicas, que son tanto de
por 1� escasa mteg�acwn En este sentido, la sociedad internacional tibles de explic ación
�onstitu �� una sociedad de tipo particular, caracterizada por el bajo nivel de mo de oposición. Tales relaciones son inteligibles y suscep e institu ­
mtegr.aciO� d � sus elementos y por la autonomía de los mismos. Autonomía racional. En segundo lugar, un cierto grado de aceptación de reglas nes. Tercero,
ciones comunes para la regulación y orden ación de esas relacio
� ue ':'1ene limitada, hoy, por el hecho de la acentuada y creciente interdepen- un eleme nto de orden , precario
encia ex1_ �tente entre sus partes; que engendra situaciones de desigualdad y y consecuencia de lo anterior, la existencia de nueva s formas
e imperfecto, lo que significa que es posibl e y deseab le buscar
dependencia. de las estruc turas actual es. Cuart o,
de convivencia social a través del cambio
. Si d � lasal,considerac
mternacwn
iones anteriores se desprende que existe una sociedad
lo que es más problemático es cuál sea su naturaleza y alcance, el hecho de que esas relacio nes social es config uran un todo compl ejo que es
este sentid o, en cierto s aspect os la socie­
pues much?s de los partidanos . . del paradigma tradicional , que admiten
la exis­ más que la suma de las misma s. En e intereses
. _
ten�� � : la limitan a una sociedad simplemente interestatal. Expresivos de esta dad internacional, como tal, está condicionada no sólo por los fines
posicwn son los argumentos esgrimidos por A RON en una de sus últ'Imas apor­ de sus miembros, sino igualmente por la propia naturaleza e interés del
taciones 'f Est e au t or, d spues todo .
·
� · .de reconocer que el sistema interestatal no puede Tal realidad implica un variado elenco de actores, que van desde los Est a­
I. denti Icarse con la sociedad mternacion al, sino que representa sólo un aspec- forma l, las orga n i ­
dos, como miembros privilegiad os, sobre todo en el plano ntales de
zaciones internacionales, las organizaciones no guber name
p.
l a más va -
;;_ Bu u, Hedley, The A narchical Society. A Study of Order in World Polilics, Londres, 1 977,
�5 LUARD, Evan , �ypes of International Society, Nueva York/Londres 1 976 p . 379
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1 984; ed . castel lana: Los IÍitiiiiO.\'
ARON , Raym ond, Les derniéres années du siec/e, Paris,
años del siglo, Madri d, 1984, p.
6 · 57
22.
,¡ 1 1
• ,¡ ·,
1 1 1 1 ¡\ o 1 1 1 1 1 1\ 1 1 .
1 1 o 111 1 \ P I 1 \ ' • H l l i\ 1 1 1 1 1 1 1 ' . 1 1 1 1
1 1� 1 1( • 1 1 • 1 1 • • 1 1 1 1 1 \ 1 \ ; , 1{ 1 1 \ j l l • l') f ; , 1 1 I I H N ¡\ 1 i i i N i\ 1 1 • : , 11 1 ' /\ 1 ( \ 1 1 1 1 \

r i a d a U'�t u r a J eí'.U Y a l ·¡¡ ¡ ¡ . · , l t t � l:I I I J ) I " ' · a s I I'<I I I S I I a C i Q I I ;d <.; ' y ! ( ) S 1 1 1 0 V i 1 1 1 i ' I I I O s c k
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1 1 i l"i l " /\ !' l t l � I V I I I I I \ ' 1 1 1 \ ' i " ' . j , l {
hberac10n nac10nal, ha t a el i nd ividuo, pasando por o t r , fcn 1 1 1 c 1 1 o
i n t ·rn a · i o
I 1 s se r es 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ l,' , ·ub­
n e 1 as csl : l i a k s . l 1 1 ( l · s u p o r '
l n .s í r o t
· ·1a
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p ueblo s . L o s graves p rob l e m a
ment d e
les, co � o las clases : �c iales y grupos de presión cuya actuación en el p l a n
h o m bre y de 1
111

j 1 i v i cl acl i n t ·rila ·i n a l d · 1
'

ternac10nal e � de difiCil. concreción desde un punto de vista formal .


111

de ser p r o b le ma s exclu sivam ente estat


ales para
La actuaci� n de tales actores viene condicionada por una amplia se r i ck d 1 m u ndo a t u a l h a n deja do
s de los hom bres y
f�ctor� s g��graf1c . �s.' demo� ráfi�os, económicos, ideológicos, culturale , t éc­ ·er no sól o pr o b l mas globales , sino sobr e todo prob lema
� Jco-cJe�tiflcos, militares, h1stóncos y psicológicos, que dotan a las relaciones de la h u ma n i d a d . pleja
Se trata también de una sociedad profundamencara te heterogénea y com
InternaciOnales �e un � extraordinaria complejidad. Las relaciones en sí mis­ d que cterizó a las sociedades
mas son de la mas ; anada naturaleza económica, política, cultural, tecnológi­ en comparación con la relativa homogeneida ad, que se manifiesta en los pla­
ca, Y un largo etcete.ra, que comprende todo tipo de relaciones sociales. internacionales del pasa do. La heterogeneidográfico, ideológico, político, ju­
Todo lo cual, umdo al carácter descentralizado y no integrado del medio nos geográfico y de recursos naturales, dem -técnico y un largo etcétera, de­
en el plano del poder, proporciona a la sociedad internacional su especificidad rídico, milit ar, económico, cultu ral, científico las relaciones internacionales,
frente a otros tipos de sociedades. riva no sólo de la gran variedad de actores denizaciones no gubernamentales,
Esta sociedad internacional, frente a la relativa simplicidad de la sociedad Estados, organizaciones internacionales, orgapolíticos de la más variada natu­
de la posguerra, es una sociedad compleja, con dramáticos problemas de na­ empresas transnacionales, grupos sociales y undas diferencias a todos los ni­
tural.eza global, que, como ya apuntamos al abordar la cuestión de si era una raleza, indiv iduo s, sino igualmente de las prof a naturaleza. La complejidad
« �OCledad » o ��a «comu�idad», se encuentra en proceso de mutación, de cam­ veles que exist en entre los actores de una mismrogeneidad de los actores y del
_
biO o en situacJOn . como consecuencia de las tensiones dialécticas
de cns1s, que es producto, por una parte, de la propia hetefrecuencia contradictorio de sus
se producen entre lo nuevo y lo viejo, entre el futuro y el pasado entre un carácter interdependiente, multiforme y conla naturaleza global y multidimen­
� undo de Estados que continúa anclado en el viejo dogma de la sob�ranía na­ intereses, acciones y relaciones, así como de por otra, de la tensión dialéctica
ciOnal y un mundo com�lejo, glo? al e interdependiente en el que no existen sional de la prop ia sociedad internacional, y res, sobre todo de los Estados, y
fronteras, entre las sol uc10nes naciOnales y egoístas que continúan ofreciendo entre el protagonismo individualista de los actosociedad internacional como tal.
_
los Estados y las soluciOnes comunes y solidarias que demanda el carácter glo­ la necesidad de un protagoni smo de la propia ogeneidad y complejidad viene
bal y humano de los problemas. Simp lifica ndo, se podría decir que esa heter por dos grandes ejes de pro­
Es así,. como establece CARRILLO, una sociedad más flexible y d"n ·
I amica, definida en cada momento y para cada fenómeno al y común de nuestra so­
blem as, cuya conjunción determina el caráctera glob
·

que , al �� ��o t"Iempo que ofrece más posibilidades de cambio, ofrece también a sobr e los proble­
mas , posib Ihdades de enfrentamiento y, con ello, más inseguridad 5 8 . ciedad internacional y de sus prob lema s, que ejesudevezlasactú relaciones Este-Oeste,
Suma�I_ �ment� , sus características más sobresalientes, todas ellas en íntima mas y situaciones particulares. Por un lado, el , y, por otro, el eje de las rela­
.mterrel �c10n, senan: s_er una sociedad universal o planetaria, profundamente cuya problemática parece perder protagonismoque a su vez se cruzan y cond i­
heterogenea Y compleja, crecientemente interdependiente y global y política­ ciones Norte-Su r, de problemática creciente, rsos prob lema s, dand o luga r a
mente no estructurada o integrada. cion an mutu ame nte, originando los más dive o y condicionando en mayor
�u carácter u �ive�sal o planetario, consecuencia de la revolución científico­ las más variadas situaciones e intereses en jueg res.
,
tecmca Y comumcac10nal, de �� expansión del sistema económico capitalista
o menor med ida el comportamiento de los acto nacional, ya puesta de
Y del pro ceso de descolomzac10n, se manifiesta tanto a nivel estatal como a
. La tercera característica general de la socie inter
dad
su creciente interde­
. manifiesto en la consideración de las dos ante riore s, es
_
m�e.l estnctament� �u��no y se proyecta en una unificación del campo diplo­ espa cialm ente cerrado, físicamente
matico, en un� umflcac10n del campo estratégico, en una unificación del siste­ pendecia y globalidad, producto del carácter de esa sociedad internacional,
ma co�umcat1vo _ Y en una unificación o mundialización del sistema económico.
limitado, políticamente bloqueado y universal. Esta realidad ha producido una
A mvel humano, e�tamos también ante una sociedad universal que, sobre y de la heterogeneidad y complejidad señalada ación de la mayor parte de los
todo como consecuencia de la revolución científico-técnica y comunicacional internacionalización o, mejo r, transnacionaliz al, y, en consecuencia, una
ha roto las barreras tr�dicionales que separaban a las distintas comunidade� problemas, que antes se limit aban a la esfera estat chos, intereses y destino de
humanas a todos los mveles y ha dado progresivamente conciencia de ese he­ internacionalización o universalización de los dere tro tiem po, el prob lema de
cho a l�s seres h uma�os. En ese contexto, al que habría que añadir los efectos los hombres . Todos los grandes problemas de nues gráfica, el agotamie nto de los
producidos por la umversalización del sistema económico, ya no es posible a la paz y de la guerra nuclear, la explosión demo desigual distr ibuci ón de la ri­
recursos, la degradación del medio ambiente, lasión, por no citar sino algun os
queza, el hambre y la miseria humanas y la opre y prod uctos de la inter depe n -
58 CARRILLO, Juan A ntonio, op cit. , p. 14. de los más dramáticos y urgentes, son expresión
\1 1 1 11 11 ' , I I I I I IO J \ o I O J N \
I I .,

' 1 O ); l , .l( 1 1 1 1 { J I I ' C11 1 1 1


1 1 1 1 �1 1 1 1 1 11 1 k '. 1 1 1• p 1 1 1 1 "'• ' 1 1 i 1 1 ! 1 1 1 1 0 i'I I I I ' , J t i l l y¡· 1 1 1 1 l l l rd l i t ¡ J ¡· V l d i t t' l l t'O I I I I,I I I , J l l l l
d ' 1 1 ·i '· l
l u ra 1 la v a l i d ez d e l 1-ef· t l 1 1 1 1 · r 1 1 ", . 1· 0 1 1 1 1 1 , t i ·

'1 ' I Í Z ' I I I 'l J • l ''" "
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p 1 1 <.: i o 1 H I e l t' l i l l' l i ¡ , d t · 1 · . t l í � lt' l (l l l c k I n j 1 1 N i i c i : t < 1 · I I J ; I I I I t.: l l i l l l i ' 1 1 1 ( ) d el O l d t ' l l .


l ; 1 I' I I J •
� .
Lo ant erio r no sig n i fica
. t ' •
1 t�ce
· r f ren l e a los n l i S I J I H .
S l o ·�a p · r' I' J lV(' i Í V I I '0N 1 1 J l l p l i l n , t ¡ 1 1 C u o 'S u n a u l pía , s i n q u · clcsca 1 1 Sa · n
, s i em.ba l go, cor n o ya p u 1 1'11 0 d ma
el dogma de la soberanía y !asn VIe . n i f i , ·¡ ' q u e
fundamnte erosionados hayan SI. dJas creencras e In t er.eses , a u nq u e I ón pro 1
_ ·
l a propia r ·a l i(l:t i n l · r' l l [l i n a l , n perm i t e for m u l a r e l concept o ele sociedad
pesar de todos estos dat' os de la O. SUpera dos . Corn o sen- a J a A l R l L L , «a- inl rnaci o na l , x p l icar sus elemen t os , act ores, relaciones y estructuras, seña­
sería prematuro considerar com o ���e lea
t' I. ternacro

_
n � l, . creo ig u a l m e n t e q ue lar u problema , defectos e injusticias, explorar sus soluciones y, en suma,
ranía estat al, Y p ensar que la Hu mani�:�asa a Y ana�ron r �a la noción de sobe­ laborar una teoría de la sociedad internacional.
plazado a los Est ado s. En otras p ala o ¡� c?mumda_d mternacional ha des­ Establecido que las relaciones internacionales son la ciencia que estudia la
problemas globales de nuestro tie bras, SI bien es evidente que los grande ociedad internacional hemos fijado el campo objeto de consideración de nuestra
internacional en su conjunto Y ca� s� n mu n?.iales, afectan a la comunidad ciencia. Sin embargo, de nuestras propias consideraciones en torno a la misma
nacional -con lo que ex¡'ste una mn . �e�
ega
e solucwn en el plano exclusivament
o entre e se desprende la existencia de un objeto de estudio enormemente amplio y que
�IOn de los problemas Y la inexistencia
. o ble con trad'ICC I· ?? la mu ndi aliz cubre un gran número de relaciones sociales internacionales cuya inciden­
a-
rnternacionales- ' igualmente eVI'd ent de eentros de dec isioo n rns
_ _ cia respecto de la sociedad internacional, en cuanto tal, es de muy distintq
titu cionalmente
desempeña la soberanía com " ¡' d ea- f e me par ee e e¡ rn d'Iscu tib le papel que aún
· ·
orden. Al formular el concepto de relacíones internacionales decíamos que eran
uerza poh tic_ a Y JUn
v
· mente» 59. De ahí o

nace precisamente la especi· al pro bl em . :idad que pre odIca aquellas relaciones entre individuos y colectividades humanas que configuran
·

problemas señalados . atic senta ¡ a sol ucw . n o


y afectan a la sociedad internacional. Se impone, pues, delimitar más precisa­
de Jos
Finalmente, de las anteriores consid . mente el campo de estudio de las relaciones internacionales, al objeto de hacer
rística general de la sociedad ¡'nterna . eracwnes se deduce la última caracte-
.
factible y operativa su consideración científica.
1 . grado a niv cwnal actual , la ausenci· a d e un pod
o
Itic o mte el global p z de aneJar . Ia mt . er po- La tarea no es fácil, debido no sólo a la multiplicidad y la complejidad de
adecuadamente las relaciones � ��t� . � erd � pen den cia , reg ular las relaciones internacionales, la diversidad de niveles en que se desarrollan y
mocráticos Y de solidaridad Y s o u �etos e esa sociedad, Imponer valores de-
_
la variedad de actividades que comprenden, sino igualmente al continuo pro­
Nos hem os referi do a la ex · st ene�Jawdnar
.
esos p roblemas glo bales.
e un cie rto orden en la socied
1
ceso de cambio que experimenta el ámbito de las relaciones internacionales,
nacwnal Y a la necesidad de busc · ad inter- como consecuencia del fenómeno de globalización y de la progresiva interde­
e1 seno de la mi sm a Ell o plan tea ar nuevas formas de conviv · enc .
ia soc en
en el qu ehacer de los internacion un pro.ble ma q �: cad a vez est a ma s preial pendencia entre el orden interno y orden internacional. Por otro lado, la deli­
t as. 1 a relaciOn entre ord en Y j ust sente
·
o o

mitación del campo de estudio es relativa y funcional, dependiendo en cierta


las relaciones internacionales . E alis . icia en medida de la perspectiva adoptada 60• A lo anterior se añade la dificultad adi­
constit. uye un val or deseable , p ero s Cierto que el ord en en e¡ p¡ ano Inte
1
. rna cional cional que supone la consideración de las relaciones internacionales desde un
un va1 or a alcanzar Y qu e orden no 1.o es. me . tiCi. a es igu alm ent e
no s q ue a JUS . punto de vista global, que exige superar la concepción tradicional que acos­
. entran
Y JUs tic ia
flic to. co n frecuencia en co n- tumbra a fijarse en las relaciones internacionales desde la óptica del Estado
Sin perjui cio de volver má s adelan y de su política exterior. A pesar de todo, la delimitación es necesaria, pues
. t te .� tratar este pu nto , mteresa ahora se-
- ar que , dado que .
nal la sociedad m toda disciplina científica necesita una materia de estudio y la fijación del mis­
sino. tamb ién, Y sobre todo , un med JO e naci
: soc� nal no es sólo un sistema de ados
.
Y prm cip ale s son los
ial en el que sus mie· m b ros eseEst nciales
mo supone la ¡¡dopción de métodos de análisis concretos. En definitiva, si la
hom bres ' de for� a q ue uede dec perspectiva adoptada determina en cierto grado el campo a estudiar, éste a su
ternacio nal es la hu mani dad , e � irse que la sociedad in- vez condiciona en gran medida el enfoque metodológico.
. no
nta . l or den. mternaciOnal no pu ede ser un val
en tod os Jos casos sobre 1a JUS . .a
tici or pri o- La delimitación del campo de estudio se ha realizado, así, desde planlea
.
se refiere a Jos Est ado s ' hu ma na, ' sea. ésta m · ternacw ·
nal , en cuanto mientos diversos. REYNOLDS, desde el planteamiento clásico que considera I n .�
b re, o mundial , en cuanto se denv . aend cua nto tien e como destma ·
tario al hom - relaciones internacionales en situación de anarquía, establece que «el oh jcl t t
ternacional. Además , no debe o 1 VI'd e ese tod o que con stit· uye
la sociedad in- de la ciencia de las relaciones internacionales es, por consiguiente , el �:HI 1 1 d i "
valor deseable Y a alcanzar no pue arse que el 0r den mt ·
ernacw .
nal, en cuanto de la naturaleza, de la dirección y de las influencias que sufren l a s r · l l t t' i c l l l l ' ' ·
den imp ues to por los Estados ' so pen de I'd n tT I Ica rse exclusivamente con el or­
;e red
hombres. a ucn_ la dimensión social de los entre individuos o grupos que actúan en un campo especial de on fi¡• 1 1 1 ti 1 1'1 1 1
Sól o una perspectiva cosmopolita ,
. ernaciona
mt q ue se den. va de la nocwn .o
de sociedad
l como sociedad de 1a h um am. dad , como un tod o que es más que
60 Un útil y extenso esfuerzo de delimitar el ámbito d e las relaciont� i n l o•• n ' ' ' """' "'
1 ' '''""''
5 9 eARR ILLO , Jua n Ant onio
, ibidem, p. 2 1 2 . verse en: PLATIG, E . Raymond, International Relations Research: PrOI!I•'II" ,.¡ ' '' " '1' 1 ' 1 "''

Advancement, Santa Bárbara, Cal . , 1 967, p . 26�44.


11 >1 1 \ 1
1 \< 11 0tll '. l 1 1 1 H f l \1
1 1 < 1 11 1 \ J l l \', H l l

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, ¡ 1 1 1 ( >( n · n l : l l':-l f ' l : l
a las I n t eraccione ent re d i . 1 1 .s 1· 1 1 (1 l. V I. ( 1 ll S
a n :u c ¡ n i c '· 1 ' "'
.1,¡ 1 a I I : I I I I I I I I t•/,1 1 I I I I I I J I O q u e a l ,t'L' I I I I I
• r u ¡ o ' )) ( o l . ceso
1 1 l k n t i l l r �
1 1 1 ele for m :H.:ió n
lut ·r na i
r · k :
i
. to r
1 . d · t.:on side rar el ¡
eO L A R D , en base al criterio de la i n t ernacionalicl ac1 Y en consecuencw -011
c nal. ( 1 \ u ¡ J i u H· I i l · , l l o l r · n
entre las u n dad
n e � en l a · f · 1'1 1 .i n l' · rn acio
.
inte rac ctor ies es
• c ee

. 1 l isin
nal y las
s i s t e m a » ( ·6 .
. .
un planteamiento que nos paree e msu f'I Ciente , pero que es ex�resi 6 n de u n a
. . . extendida, considera que «el estudJo . 1 1 cua nto ,
posiCion ' de las relaciOnes I n t ernacionales
Ace ptada por n sou· os una delimi tación de esta naturaleza, por las
engloba las relaciones pacíficas o b e·¡.Icas· entre Estados , e 1 pape ¡ de las orga n i - to de par tida la sociedad internacional , establece reali­
. t ma ndo com o pun
Y el con-
zacwnes I nternacionales ' la influenc1a de 1 as fuerzas transnacwnales estudio de las relaciones internaciocam nales, en
6 . dades que han de ser objeto de mis
· ·
. . po de
JUnto de intercambios o actividade ��� atraviesan s
I� � ? �ro ter s estatales» s, que fija y aclara nue stro
En el mismo sentido, LEDERMANN �e a �ue «esta dlsciplma tiene por finali­ bas e a una enumeración de las go,maque es indispensable adoptar un criterio
dad examinar Y explicar los factore� es encla�es, las fuerzas profundas, las ba- i nvestigació n, cre em os, sin embarese amplísimo y difícilmente operativo catá­
ses intelectuales , ideológicas Y doct nnales as1 como prae · t'Jeas, d e las relaciones que permita seleccio nar , de entre ar en cad a una de las realidades enumeradas,
log o de fenómenos que tienen lu_inc g
entre Estados ' entre pueblos , ent re m . d'IVI'd uos y gru pos de m ' .
· dIVIduos que vi- resa len por su idencia en el curso de los aconte cimientos
. Y las insti-
aquéllos que sob pia soc ied ad inter­
ven en las diferentes naciones ' aSI. como 1as reglas , los mecamsmos
. i nternacionales y, en definitiva , por su incidencia en la pro ortancia
tucwnes que rigen estas relaciones » . 63
sentido, que no tienen la mis ma imp
Frente a una delimitación de esta natu rale��· otros mte .
��os de fijar el ám- nacional. Qu é dud a cab e, en estead rnacional, por eje mp lo, las rela ciones
bito de las relaciones internacionales han parti o de la nocion de sociedad in­ desde la perspectiva de la socied intointe s Estados y las rela cion es eco nóm icas en­
ternacional, acercándose más ' co ya h �mos puesto de manifiesto, a lo que turísticas entre individuos de dist er ope rativo y sign ific ativ o el estu dio de las
consideramos debe ser la persPec:� q�e Ilum_me _ la �eterminación del campo tre Est ado s. Así , a efectos de hacesario fijar un criterio que nos proporcione
_ , no . haY aspecto d e la
relaciones internacionales es necy hag a inteligible nuestro estu dio .
.
de estudio, bien entendiendo que en u lt 1ma mstancia
. la pauta de nuestra indagación , «un a de las razones por las que han fracasa­

VI· da h umana que caiga fuera del ámb't d� l as relacwne � mtern�cionales, bien
limitando el campo a la sociedad int� r�acwnal, entendida en un sentido Co mo ha señalado B RUC AN cional
.
más
do has ta ahora los intentos de con struir un modelo del sistema interna
restrictivo. GONIDEC en base a est 1mar ' que las Te! aci nes ·
mternacwnales es- spectiva que sea, a la vez , lo icien­el
ha sido la inc apacidad de tomar una per
- · suf
• � úan en
tudmn la sociedad internacional ' e t bl e e����u �stwnes objeto de estudio
.

com o par a aba rcar a tod as las fuerzas que acting


las siguientes: ¿Qué es la sociedad in�e�n :C�ona . � ual es su estructura? ¿Cuáles te discriminativa como par
a dist uir en­
dom inio mu ndi al y lo suficientemen
,tem ent e com pre nsi va
s
los elementos de que se compone? l... C omo . se articulan estos elementos? ¿Cuál
·b l ecen entre las diferen tes partes de la socJe- . tre fuerzas que son permanentes y dec isiv as, otr as que son intermedias y otra
es el tipo de relaciones
. que se esta
más que son simplemente con tingelentaná es y accidentales>> 67 • cio-
dad mternacwnal?
. . ..;Qué
. es lo que cont ' b uye a su. superyivencia, · · a su desarro-
n
No pod em os, pue s, pretender iféricas lisis de todas las relaciones intelarna soc ie­
Ilo o a su ocaso?. 64 S CHWARZ ENBERGER ' en. j'm�a parecl· da_, afm�a · que «el des de el pun to de vist a de
campo de la ciencia de las relaciones internacwna es es_ la so �Iedad mternacio­ nal es, pue s hay mu cha s que son per n es la perspectiva global la que nos per mit e
na!. Sus objetos son la evolución Y est r�ctu ra de la sociedad mternacion al ; los dad internacional . En esta cuestiócio es a la hor a de su estudio . Se ha de apl i­
ind ivid uos y grupos qu e se o.cu pan . act1va o pasivament e en este nexo social '· seleccionar los fenómenos interna el nal sen tido explicitado por ScHWA RZE NBE R­
.
los tipos de conducta en el me d'10 mternacwnal· .
' ¡as fuerzas que operan tras car un criterio de relevancia, enos a nosotros mismos si esta s cuestiones, y e n
la acción en la esfera internacional y 1os modelos de las cosas futuras en el GER : «Tenemos que preguntarn el pun to de vist a de la sociedad internacional
6
plano internacional» . Por su part e, M EDINA ' .con un plant
5 eam1ento. . .
similar, qué grado, son pertinentes des68de• Es su incidencia en la estructura y din ámi · a
.
espec1 fIca el campo de estudio de 1 as r�1 acJ ones mternacwnales en los siguien- considerada en su totalidad» cuanto tal lo que proporciona la pauta de n ucs
de la sociedad internacional en esa relevancia pod rá derivarse tanto ele la i 1 1 1
.
' '

tes términos: «Las relaciones ¡' nternacwnal es . se ocupan, �n pn· � er lugar ' del
.sistema .mternacional en su conJ. unto , es decir, de la soCiedad mternacional ' tro estu dio , bie n entendido que la importancia cualitativa de las rel ac i O I ' � II • '

su estructura Y su evoluci· o·n E n segund o lugar ' h e�os_ de o�uparnos de los portancia cuantitativa como de enlazamos con nuestro concepto d · la s � � · 1 . 1
fenómenos a considerar. Co n ello sector de la realidad social, com o a q l l l ' l l . 1 · .
·

actores o participantes en el sistema .· E st ados, orgamzacwnes mternacionales '


,
vidades hum ana s que confi • u r a 1 1 y J I , ·
. ciones internacionales, en cuanto 1 "'

relaciones entre ind ivid uos y colecti cional e n cuanto tal .


� REY_NOLDS, P . A . , op.. cit., p. 1 0 de la 2 · . ed · .mglesa Y p. 20 de la versión castellana de de modo esencial a l a sociedad interna
l.
6

a teoria de las relaciones internacionales, op. tlt . 1


a

1 1 '
:� COLARD, Daniel, op. cit. , p. ¡2,
la ed . mglesa. . •, 1 1'•

.
LEDERMANN, Laszlo, «Considerations épistemo1 og¡ques . . . > > , op. cit. , p . 393 Y
66 M ED IN A , Man uel, L
, p . 65 y 66.
p. 4. Vid. en sent ido pare cidO
67 BRU CAN , Silv iu, op. cit .
&elg ment . . . » , op. cit., p. 3 1 2 .
«Etude et en- ti 1 > J I ' d 1 1 1 1· 1 ,
:M
p .
.
SCHWARZENBERGER, Georg, op. cit.,
,
�¡5 GONIDEC, P. F., op. cit. , p. 1 3 . 68
Rela tions , op. cit., 222.
6 SCHWARZENBERGER, Georg, op. cit., p . 3 _
search in lnte rnat iona l
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:t 1 �'l l l l' l t ( ) l i ; l tk , 1 \ 11 11 ¡ 1 '' 1 1 1 1 1 ¡\ • 11 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1' 1 1 '\ 1 1' 1 ', ·1 \ '1
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s s l s p u es d e bC i l i OI H 1 C l�� l.t:. l l l tt l _, vu 1 1 1 1 1 1 <.: 1 1 He l t t l 1 1 <.: l l d o p r : "
11 i\ ' . ¡ ' 11 1 \', H 1 1 f ¡\ 1
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. c o n sc i e n t es ele q "
en l ér m i n

p¡ i n w t 1 1 1 o h l n 1 1 1 ·� · 1 d ·t i v a d o d ·1 C t l l { w lt.: t
ab o uro
fun
.Sigu e ación del prop io P, lailt ea n11. en to person lo rck vl l l l l e l'� l -'1
Y d e 1 a pe¡ pe ct l v
en > 1�1 1 q 1 1 · M' (· t t l t l'l l l l l la k o d a
la hora de enfrenta rse con el al . .
.
a q u e [Ida " " "
· •

S l l bjcr i v o , pL't i'O I I I I I , cptt: r i · 1 1 · t od n a p r


s x i 1 1 1 a i ó u y a n á l i i s d · l a rea l i d a d s o­
est udlO .
d e la rea l i_ d ad i
de l as c i e n c i a s soc i a les no es
n t ern a c i o na l . · io l . · 1 mil d · I n ci 11 ia 1 1 ut ral ·n e l cam1 o
, un m i r , q u e n se corresponde con la realidad . Mito que , por

�:���p���¿;������;:R��������:IA
má q u e e
3. t ro l a d o , a pe ar d l o s intentos realizados por algunos de los autores que
se i n c l u yen d e n t r o de l a concepción científica de las relaciones internacionales,
e ha derrumbado claramente en nuestros días . Ello no supone, sin embargo,
L a te?ría de las relacio inter negar todo sentido objetivo a la labor teórica, pues ésta se ha de enfrentar a
de la soci edad internacionanes nacional es es ' como se ha sen- ala una realidad que en sí misma sí es objetiva. Como ha señalado acertadamente
teó ric o Y me tod oló gic o qu e h a l s · n em b�rgo, a pe sar del importante do, teo ría DEUTSCH: «Así, conocer siempre quiere decir omitir y seleccionar. En este sen­
a partir. de la Seg und a Guerra �Mexpenmentad o las relacw . nes mt . erndesarrollo
acionales tido, ningún conocimiento es completamente "objetivo" . Pero conocer tam­
actual sociedad int ernacional se un d'Ia1 , nues tra com prensión Y anál isis de la bién significa adecuar nuestras normas de selección, explícitas o implícitas, a
can· a Y a1eJa . da e.ncuentra tod av1a . en u na Situ · acio
de las urgente-s eXIge ncias. . . n muy pre- los requisitos prácticos de la acción para la cual se ha de emplear ese conoci­
cwna 1es. Las razones de esta ins . . . que plan tean 1 as re1 acw
.
. nes interna- miento ( . . . ). En este sentido, ningún conocimiento puede ser completamente
n�cw . na1 es de u fICiencia de la teo �Ia · d 1 a� relaciones inte r-
cara a hacer frente a la rob
dias son varias Y compleJ· as E n P le� . . mterenaci
atJca
"no-objetivo" , si se desea aplicarlo ( . . . ). El conocimiento es entonces un pro­
. . Onal de nues os ceso en el cual se enfrentan inevitablemente elementos subjetivos y objeti­
exp l Ica . n
la actual incapacidad o ms
nues
. tra op
·

. mwn
. , los prmcip · . a1es problemas tr que vos» 70•
u f'ICie
· t ernacw
m . nales , en
su intento de mt . erpretncaria en que se mueven las relacio nes El teórico de las relaciones internacionales no mantiene, pues, una relación
na1 , se pueden agrupar en do s gra Y exp lica r 1a real'd 1 ad internacio-
n des apartado s, segun . impersonal, abstracta, con el objeto de estudio, sino que se aproxima al mis­
cult ades intrínsecas que present . s e deri van de las difi- mo, implícita o explícitamente, desde una perspectiva que está condicionada
en e1 campo de las ciencias sociala t odo mtento. de elabo . rar una teona. cient . por su ámbito cultural,. su ideologí�; su nacion.alidad, su experiencia educati­
.
na cwna 1 es, a consecuencia tan to . es Y en partlcu1 ar en el
de .
1 as re1 acwnes mter . ífica va, personal. Para HOLSTI, «inchiso el estudioso más objetivo está parcialmente
.
mo de la problemática propia qu de las c�:actensti . cas del obje -
to est udi ado co- prisionero de sus experiencias, de los valores predominantes en su sociedad,
gu. n emanen de la falta de adecu e .1 a. nocwn de teoría e·len t 1'f'Ica presenta ' o se- y de los mitos, tradiciones y estereotipos que impregnan su nación y su entor­
dos Y 1 a re�hd . ad a cwn entre los concept os y categ .
a la que se ap lic an . onas emplea- no» 7 1 . Ello produce un doble efecto. De un lado conlleva en gran medida la
Nuestra mtención en este apartad orientación de la elaboración teórica hacia la realización de los valores e inte­
blema . s que se presentan en la elab oraocw . . es anarIZar exhaustivamente esos Pro-
no re ses que se han asumido como propios y del grupo o Estado a que se pertene­
.
nacwna1 es, smo simplemente lla n de una teoría de 1 as re1acw . nes int - er- ce. De otro, supone una concreta percepción del medio que se va a estudiar,
. ma r a . n
. .
cen mas Slgmficativos en orden 1 ate ncw sob re aqu e·uos qu e nos par e-

determinando los elementos y factores que se consideran más relevantes en la


nes inter. nacionales 69 Si queremosa osbent ar 1 as bases de un a teo ría de las realidad y que, en consecuencia, deben plasmarse en la representación teórica
.
d 10 social Y de las relaciones que
·
ten er un conocmu · ·ento Cie· nti.fJco . de rel ese
acio-
de la misma. El resultado es una visión de la realidad internacional acorde con
de ord enacw . .n en e'1 se d nvuelven , es necesano
conceptual Y metod?1 ?• gic. aese · un mm .me-
. imo esos presupuestos, que puede desembocar en una distorsión de esa realidad o
.
1 o qu e exi ge pre via me
de conciencia de los problemas nte un a toma cuando menos en una categorización de la misma que se orienta desde una pers­
p
� ero qué entendemos por
t eo nc os a qu e nos en frent a�os. pectiva interesada.
sentido amplio ' como un conJu. «te oría» ?. Empleamos el ter. mmo teoría en un ' La realidad de las concepciones teóricas de las relaciones internacionales
nto coherente y'
1'.
· . . nos demuestra que ambos efectos van con frecuencia unidos. El realismo pol í­

generalizaciones sob en
pnnclptO, sistem áti
tico norteamericano es, por ejemplo, una manifestación palpable de lo q u e aca
re un J•
•eno'men o o Jen co de

1 real1d
ome
• ad que exPflean •
·
de Ciert nos so · les, ob ten ida
cta
1 lca ,
os postulados o indu

c1.das de ta s a partir
bamos de señalar. El propio desarrollo general de la teoría de las rel a c i o n l' ,\
. a través -de
senti.do a esa mism tOg me
a realidad que es
l a teona es po sib le establecer un

. o
ob'}et de co nsideracwn . . S olo
.
nte o dan
internacionales, en cuanto ha tenido lugar preponderantemente en los " � � a d 1 1,�
co m arco d e .
erentemente .de la mu ltit ud de d ato anah sls que po s1'b'J'
. .
Unidos y en los países desarrollados, es igualmente expresión del e fe · 1 o i 1 1 d 1
. hern
mt . s y hec ho s qu e con 1gu
1 Ite la ordenación
ran las relaciones cado, dada su dominante preocupación con el problema de las relaci JH'� ( ' 1 1 1 ' , .
acionales en un model o comprensi. r ·
vo .
6� Para este pun
to, vid . también: A R
relacwnes Internaciona Celestmo W., The. Nerves of Government. Models of Po/itica/ Ollllllllllil 'l l l l u / 1 1 u n . !
Karl
les ENAL , .
del, «Problemas .
Los nervios del gobiN tlíl, !l fo./.-/" 1 . ¡,
. 7 0 DEUTSCH,
lernaciona/. Estudios en h ��::;�!�;�';¡����� �i����� ·;,.:Pensamiento Ju�.J:;�s����:�a� )�: Control, 2.' ed., Nueva York,
1 966; versión castellana:
1980, p. J7 .
trad. de Ciria, Buenos Aires,
.
yo/, Madn d, 1 986,
vol. 1, p. 1 23_ 146_ O LST J , J . , Jnternational Politics. A Framework jor A na!ysis, 3. ccl . , l · uv.lnv' " 1 1 1 1 1 ,
comunicación y control po!iticos,
71 H K.
A.
• '"
N. J. , 1 977, p. 23 .
1 1 1 1 1 11 1 1 \1 11 11 1 1·1 1
11 11 1 1 ' '
\1 1 ''
1 \'' ¡¡ 1 1 \1
l l t l l/ 1 \ 1 ' 1

l � 1 1 l l t t l l l t' dl � l
1 1 •\ ' . 1 ' , 1 ' \ i; \ 1 1 1 1 \

dt" l l i H ' I 1 1 1 \' . 1 ¡ >: 1 1 I ·J1 1 1 • Jl t t l l l l i l d l l l ' l l l' l l : i l l l l l l


\1 1 1 1
\!' 1 ' ' > t J . ' ' J •t,;Íll l t Z,ll ·
j ) n • ' J l C I'I
J:. ¡ J i l ) ' �,;' �,
bl > ¡u es y su r · l a l i v a i g n o r a n 'b d · los pt o h l c n w s q u e i l !1 1 11 l ( l t l 1 l · l ·. 1 1 l'
l l l'lT 0 1 d l l l
l a s dos s u ¡ c r p o l · n c i a s o 1 . ' I J ) I ' '.
illd 't l
' · l i l ' l l d l ' l
.
l t l 1 !
' •.
' l a ' · ¡ e n · ¡ a S SO ' ,· c
r ¡ICS J'CS J)O I1d C a CSC J ¡ · e l l o
caracterizan l a s relaciones N r t e-Sur y de l a probletn á t ica gl bal a q u e s en ·
1 1 1 n w d u kt l l l l l l l i l l i t' ' l l' l l l l' P
.

frenta el mundo. De esta forma, hasta fecha reciente se ha t end ido a pcr i b i r
ncs ' ' t er r aci
..� � onales el problema se ha presen ta-
el c<ou ll pO él . l u s r · hC I
i n nc a b l c . .
la realidad de las relaciones internacionales desde una perspectiva occiden t a l , n . n d niveles e análisis. No es el momento
cuando no exclusivamente anglosajona 7 2, que ha escondido la existencia el e c�e stw d
d con frecue nci a com
o u na
ablecido en el es-
mveles de anaTI S I S qu e se' ·han estión
.
h ora de fija r lo s diferent es
otras visiones de la realidad internacional, necesarias, sin embargo, pa ra u n
mternacw s la on s,derac de los mismos
·
· nal es , pue e
t udi o de las relacwnes
.

análisis no deformador de los problemas y de sus soluciones. A lo anterior ha­ . . . P one r de ma nifiesto que el. .esta-
ormente . Pe ro s1, mt ere sa
bría que añadir el carácter marcadamente conservador, de mantenimiento del e ha hec ho ya ant en . . a , en pnnclpl· o , centrar la indagaoon en
. .
. permltm
statu qua, que presentan en general las actuales teorías de las relaciones inter­ blecimiento de los m¡smos los 1; s :1:b�rar modelos· Y teo rías, para poste-
nacionales. cam pos más limitados, en a cua las i f r n s apo rtac ione s, a la edificación. �e
Desde nuestro punto de vista, el problema de la subjetividad de la teoría riormente pro ced er, en bas e . ernao. onal es acumulativa. La cue suon
e 1 as re lac _wnes mt .
de las relaciones internacionales se ha de enfocar desde una posición realista una teoría gen era 1 d
t n 'bu ci·ones realizadas en los disue.1ta y tm tos
que se enfrente al mismo sin ignorarlo y asumiendo su realidad concreta. El asl , a ·
mt egr acl· ón de , l as con
última sena, , , 1 .
teonco general . Cuestión tod avía no .res.
especialista de las relaciones internacionales puede y debe aspirar a la objetivi­ niveles de anál.ISIS. en un marco conceptu ale s com o me todologtcas.
dad en el sentido de evitar una distorsión de la realidad que se pretende estu­ que presen ta .
d¡f .
lcu 1ta d es eno rm es tan to
. s1s. es, co n todo de gran ¡m . portanoa, ·

es de an ,
ah •

El problema de los mve o co mo pu nto de vis ta nos proporciona una VI-


·

diar y de los problemas a que quiere dar respuesta, pero no puede, aunque
·
1
'
lo pretenda, ser neutral, pues en el campo de las ciencias sociales no hay cien­ pue s la ado.pclo n de uno reah u otr. s Y me:od os
·

ge la uti liza ció n de categona


.
. ·

cia neutral. Debe, en consecuencia, ser consciente de su opción personal y de de la da d Y exi es


sión m uy difer ente . . ta natur aleza . Por otro l ado , cada uno eso. snaml,velpor de
la incidencia que la misma tiene en su elaboración teórica, so pena si no de de an áli sis de mu y d ¡stm int ern acw
para co mpren der la realidad cas porci. O -
desvirtuar su propia indagación intelectual. Como ha apuntado MESA, «cuan­ de análisis por SI, so, 1 o no b � staien . to d e pa r te de la mi sm a fra a en pro
do se emprende la tarea de enfrentarse a la exposición y a la penetración de cuanto si nos da . un conocimotros aspectos.
aquello que constituye el objetivo científico de una rama del saber humano, na rno s el conocl mlen· t o de . , n cuando procedamos a sentar
no pesan sólo razones científicas; si la tarea se acomete con un mínimo de ho­ . ver a t r tar est a cue suo
Sin perjuiciO de vo 1
na� d e l as relaciones internacionales, el problema
nestidad personal, también se aspira a dar una respuesta interesada, compro­ ses con cre tas de un a teo postulando
metida, que va unida íntimamente con la trayectoria intelectual de cada
las ba
teórico que ahora n � s ocu palacre emos qu e no puede solucionas.rse Pen samos que
um'd ad de los. niv ele.s de aná lisi
uno» 73 Y ello no puede ser de otra forma, dado el carácter y la gravedad de sim plemente la nec esi dad de n�· vel es de ana' lISIS como de
. fine s y obj etivos.
los problemas actuales que afectan a la humanidad. el problema no es tanto d elici . tada �esca�sa en la consid era ció n de que el oh -
El segundo gran problema a que se enfrenta la teoría de las relaciones in­ Nuestra po . sic ión ya exp . nal o mundial y que debe ser
ternacionales es el que se deriva de un fenómeno contradictorio, cual es la enor­ ,
na mte rna . nal es la sociedad mternacio
c!O . la .
m d a-
J·eto de la teo . . dad internac!O . nal como un todo la que inspire
me abundancia y complejidad de los datos con que está inundado el especialis­ la perspectiV a de esa soc le . nc1 a,. pero teniendo presente . el
. que
ta, unido a la amplitud del campo de estudio, y a la dificultad que presenta gac. ión teo nca Y a q � e on · ent e nue stra c¡e
de la socied . ad m -
, . 1
. acw . nal deb e ser la com pre nsi ón
la utilización de muchos datos de importancia, a consecuencia de las limitacio­ obJ etivo de la teona mtern · mplemente su ana' l !SI ' · s para volver a entron. iza .
r co-
nes impuestas a su acceso por parte de los gobiernos. ternac ion al com o ta l y no SI . ma teo nc o qu. e
El problema,. como puede comprenderse, está íntimamente relacionado con de la m1s . ma a1 E st ado De ello se d env a que el proble de est udi O
mo fin · de datos y. d.e 1 a ampl¡'tud del camún
·
po . elcs
el anterior, pues la perspectiva personal incide directamente en la selección de e de la eno rm e a b un d anc la los mv
nac de una . dIVIS ' lOn , de la materia seg
los datos y fenómenos. Está igualmente en directa relación con el criterio de no puede resol verse a t ravés cientlf!Co q u e ,
. .

. . ��

a espec1al 1za , n del qu ehacer


. n em bargo con sl'derarse como la fa se l l l l a 1 1
c10 ..
relevancia, al que hemos pecho referencia anteriormente. Se trata, en última de aná lisi s, m a . traves de un .
· l r

instancia, de un problema de selección que debe reunir lo esencial si la teoría es útil Y �ecesana, no pu d e, Si
ar al hombre y � su socied
� ad.
RTON la c•en ¡ a �·· ... , , 1
. .
quiere ser operativa y merecer el nombre de tal. Selección que, si debe guiarse nuestro mtento de estudiopm n, de acu er d o con Bu ,

y es que, en
por la búsqueda de lo que' es esencial, no puede tampoco olvidar que juega nues tra w · · · •

. de las partes mm . ed'ata 1 m ente obs erv ab k� ( kHn 1l >•',1 '1


c.o n unos límites impuestos por la propia teoría en su actual desarrollo en cuanto mo vie nd o «desd e el est u d 10 . cw . , n de1 tod o Y hacia una rcc :>U I I I I I I I .
. N• ' . . , 1 '"
·
ia la con cep tua hza
del ent orn o, hac vad as en esta perspectiv a t o t a b> ''' ,

72 Para una consideración de este hecho, vid . : HOLST I , K . J . , The Dividing Discipline, He­ de las partes previamente ob ser
gemony and Diversity in lnternationa/ Theory, Boston, 1 98 5 , p. VIII y 1x; SMtTH, Steve, «lntro­
op. cit . , p. 2 5 ·
ford/Nueva York, 1 98 5 , p. IX.
ductiom>, en S. SMtTH (ed.), lnternational Relations, British and A merican Perspectives, Ox­ Joh n W . ,
74 BUR TON ,

73 MESA, Roberto, op. cit., p. 1 4 .


1 \ ' . l.' l l \ 1 1 • 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \ • 1 1 1 1 1 \ 1 1 ' , 1·1 \
.'<i b l c i 1 1 d a ga 1 ..: 1 1 l n s · l a c i l l 1 1 � · .· i l l l t' l l l l l
1 1 \ ' d ' , 1 ' \ 1( \ 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 1' 1 \ 1 1 1
1 • i o11n l ·s dt· u u a
v i � i <'H r , p:rr l i r < lo.: l " ' · '
conc epci ón del lod , de · o la · i cdad i 1 1 1 · nr a · i o n n l , pu ·:; 1111 , l.r �or d l i l ' l l l l l l . l l ' l ll l l · 1 1 1 1 1 1 1 1 1 ·< 1 1 1 1 1 1 1 1 V I I I l ·1 1 1 1 · t i iu i 1 1 1 ·r 1 1 1
Ni11
C 1 1 1 1 1 1 1 · h ( JS ·nso � I n ,,
. 'l nhlt· ·1 · 1 •
v <

'l l 1 l � ' l l t ' l l \' t 1 1 1 1 1 1 1 1 ' l i n l n l'S l ] l l l l l l l i W S 1 1 ! ·d i � S 1 1 S 'J c 1 1' a b l c-s ;�¡�;¡
partes sólo pueden ser ente ndid as co ec e 1
cua ndo se ' ·

· defi nitiv a, e el fi n y e l l;rbjc.:l


rr tam nt
d e l a sociedad internacional . De esta form a, en
e nsidcran a lr11
· i< l l l l l l l' l l 11
disl ¡ 1 1 ¡ 0� e 1 1 1 p f 1· i · a 1 1 1 . , , ¡ . ' i n l r el u , n o n�e u e 1 1 c _1 a , lu d 1 o-
vo que persigue la teoría de las relacion internac '
ionales, la com pren ·i 1 1 d t · l 1 ,• 1 n cs q u e caract e r i z a n reahcladc
i
la sociedad internacional y el establecimieesnto m fa
so i ed a d civil ap� rece co � o el medio pa_ra e l
q u e se st 1 -

nos debe dar la clave para la resolución del de las líneas de actuación , el q u e c

1 r o g r e 0 y c o ns u i ó n de la just icia, la sociedad InternaciOnal es el �ed10 de


m a n e n t r a ¡ u c s l a . M i n t ra la
prob
La dificultad inherente en esta tarea es, en cua lema teórico men cion ado . la contingencia y e l conflicto . Los problemas del hombre, su s� perviven � a,
_
el estado actual del desarrollo del estudio de las lquier caso , gran de, pue c 1 1 u bienestar, su desarrollo se hacen depender de la supervtv � n � ta Y el � o �r
.
prácticamente imp osib le una explicación causal relaciones internacionales e s del Estado ' que se erige en fa unidad política de toda referencia 1 �terna�10na .
jo fenómeno que constituye la sociedad internac omnicomprensiva del com ple­ El entorno en el cual se mueve el Estado se percibe como algo aJ � no e mst_r� ­
aho ra la mayoría de los intentos se hayan cent ional, lo que explica que hast a mentable para los solos intereses del Es �ado . La ¡� �a de una tnt�ma _ relaciO �
rado, o bien en reducir la exp li­
cación a un prin cipi o que se estima fundamental
clas es, etc. ) co nstruyéndose la teoría en base al (política de pod er, luch a de entre esa unidad política Y las demás umdades pohtica� , Y entre estas Y la so
atención en aspectos particulares o parciales demism o, o bien en concentrar la ciedad internacional, la idea de la existencia de una sene ele problemas comu­
sarrollando una larga serie de teorías intermedias la realidad inte rnac iona l, de­ nes que requieren soluciones comunes, está prácticamente ausente en la con­
ni otras creemos que son el camino por el que o teorías «isla s» . Ni una s cepción estatocéntrica . Desde esta perspectiva 1� política de P?der aparee� cod
relaciones internacionales en el sentido y con debe orientarse la teor ía de las mo la clave para explicar fas relaciones internac10nale� , reduciendo 1_� reahd_a
en caso con trar io, de dist orsi ona r la realidad inte el alca nce expuestos, so pen a, internacional a fa lucha por el acrecentamiento del �Ismo, y la nocion del m­
ría a un conjunto de diversos enfoques teórico-metod rnac iona l o de reducir la teo­ terés nacional como la guía de toda política internaciOnal. lg� al �ente s� esta­
píric os, operativos para explorar partes o segmento ológ icos y postulados em­ blece una clara diferenciación entre el medio interno y el mediO mt�r� ac10n �l,
s del todo , pero incapaces entre la política interna y la política internacional, cuya cons�c �encia mm�d� a­
de integrarse en una teoría general. ta es que ambos medios son analíticamente separables y empir ICamente distm­
Lo anterior nos lleva al segundo grup tos. Se introduce, así, la dicotomía orden-anarquía como nociOnes . que carac-
actual presenta la elaboración de una teoroía de de
problemas que en la situación
terizan realidades que se estiman contrapuestas.
a aquéllos que emanan de la falta de adecuaciónlas relaciones internacionales, La sociedad internacional es, así, considerada en pnncipiO . . . en <�estad o de
rías empleados y la realidad a que se apli entre los conceptos y catego­
una teoría capaz de dar cuenta adecuada can y que impiden el desarrollo de natura1 eza», en situación de anarquía ' frente a la . sociedad estatal en la que
El prim ero de todos es el que hac e refe de esa rea lida d. a través del «pacto social >¡ reina el orden_. Al no_ existtr. un �od er_ � upen· or , los
ren Estados han de velar por su propia segundad, VIVIendo _ e� situa� IO ? de mutua
Est ado en la teorización de las relacion cia al pap el que se atribuye al
Y
es inte rna cion ales competición conflicto, y quedando limitada la cooperaciO , � pnncipal � ente a
Estado ha gravitado de forma casi exclusi . El paradigma del
les hasta fecha reciente, de manera que va en tod as las teo rías internaciona­ la formación de alianzas . PUCHALA y FAGAN han de� ommado esta �� agen
hasta nuestros días, se han ocupado' de los aut ore s que , des de MAQUJ AVELO dominante de las relaciones internacionales del paradigma de la pohtica de
interpretado y considerado, en su gran las rela cion es inte rna cionales las seguridad 76 •
ma yor ía, desde la perspectiva de han Si tal concepción podía servir, sólo en cierta medida, para estu d I· �r 1 a rea1·_I- •

concepciones sob re el Est ado y su nat sus dad internacional hasta finales del siglo XVI I I 77, será, sin emb_argo, msoste� I­
nal sob re el cua l desarrollan su indagaura leza, con lo que el sist em a internacio­
ble a partir de ese momento, dada la creciente interdepe�de �cta que la revo u­
dio caracterizado por la yuxtaposiciónción de
aparece simplemente wmo un me­
ción industrial, el desarrollo de las comunicacion�s y la tec� Ica �a provocando
Est
rar Y garantizar su perpetuación y existenc ado s, cuyo fin no es sino asegu­ . autarqmcas, ame � aza­
M ODELSK J, una concepción estatocé ia. El resultado ha sido , com o señala entre los Estados, incapaces ya de mantener pohticas
ntri ca de
ha reducido el alcance de la teoría y limitadolas relaciones internacionales, que dos por la mutua destrucción que la guerra puede provocar, y el protagon_Ismo
las oportunidades de un cambio que fuerzas y actores distintos de los Estados pasan a tener en las relaciOnes
político de la sociedad internacional 75 •
De acuerdo con esta concepción, l sociedad inte
simp lemente como un conjunto de Estaados, 76 PuCHALA, Donald J Y FAGAN Stuart 1 «lnternational Politics in the 1 970s : the Search
of a Perspective«, lnternatwnal OrganiZ�t on v· •o1 . 28 0 974) p 248. Para una consideración cr i-
rnacional es considerada :• • .

rior, han de velar por su propia seguridad, pers que , al no conocer un poder supe­ .

t1ca y sugestiva de este parad 1gma, vrd . . �u �A N � Barry Pe�pl�. States and Fear: The National
Secunty Problem · ¡n terna1lO
propios interese s, en función del acrecentami igui end o cada uno de ellos sus ·
· na/ Relatwns Bnghton·, 1983 .
m
.

ento de su poder. Se tiende así -


77 Como senalan R Jc' hard W· MANSBACH Yale H.� FERGUSON, Y Donald E · LA M ER refmén- '
. .

"f · 1 al la' doctrina pro-


P T•
dose a la teoría de la soberanía,_ «aunque er e • .

75 MODELSK I , George, Principies o.! World Politics, Nueva York , porcionaba un me,dJO de rdentifJcar los· ac o�es ������:���:l���ue �r��� ge�1�r�l acertado y a dc­
· "

1 972, p . 8. cuado para el penodo , aunque s1mpl 1r1ca�on> (The Web oj World Politics. Non State Actor in
rhe Global System, Englewood Cliffs, N . J . , 1 976, p. 20).
·1·1·1 1 �1 1 H 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 lj 1 \ 1 \ ' , 1U 1 \1 H 11 1 1 · , 1 1 1 1 1 1< 1 1 / \ 1 1 1 11 \1 ¡\ 1 1 ;;
f l ¡\ . ¡ , 1' \1 \ 1 11 1 \ l l 1 1 11 1 \ 1 11 1 \ ' . ¡; ¡ 1 1\ 1 1 1 1 1 1 1 ' • 1 1 1 1 1 H l l l\ 1 1 1 1 1 1 1\ 1 1 ' · 1 · 1 '1

Y ( J I I l' p r od a l l r . l h. l n 1 l l l l l l l' r p i o 1 ! 1 l l l l i V c l lm l i d : r d d d dl'l l't: i l l l d e f',e l l l l' ,� c 1 1 l' i


i 1 1 1 e rn a · i o 1 1 a l ·� . A d e 1 1 r;\ s ,
b r a d i ca l s ·p;u a · i ó u q u e
lo inte rnac iona l , al hace rse e11 base una teo rí 1
·s r u b l ete e 1 1 r 1 · l o i u r t: 1 1 1 1 , ¡ ¡¡ )
naturaleza, el abor�da desd e una perspecta iva a ollr. ica , la clel ·sr .ado dl' 11 XVIII y , � o b r e I Od , e 1 1 el . i • l o XI, , l a ,\ I L' I > I Í I I �
i n r · r n a ·iona l t·�> . d t l a n 1 a u o d · 1
plallo l l ;r l u r a l , p l r d r < I d H l p, l � ,
.hdad de crec _ esta tal, no sólo no refleja uua rca posit ivism , onsiclcraban que l a so • e d a d • u ­
�ente mt�rrelación , sino que imp ide que esta con
el problema mternacwnal desde una ópti cepción enfo qul' lTnacioH;II e reclu · f a �11 nnllldO de ci v i li ació cristiana, estimando que los
z n

tatal . ca que tran scie nda de la sociedacl e s , stados no crist iano o no «civilizados» sólo podían ser admitidos sobre la ba­
·e de la aceptación y realización de los estándares de civilización predominantes
. . Los teóric�s qu� siguen �a concepción estatocéntri
ca aplican en su indaga en Eu r o pa 82• El proceso de descolonización que se produce a partir d� lo s � ños
�Ion de la realidad mte�nacronal el lenguaje y las cate gorías elaborados para _
mterpretar los asuntos mternos. Lenguaje y cincuenta, si supone el reconocimiento universal y formal de los pnncipJOs y
. .
comprensw� de la propia sociedad internacion cate gor ías que nada ayudan a la de lis normas del derecho internacional, no implica, sin embargo, la supera­
nan esa realidad , ?an� una imagen alejada al, sino que más bien dist orsi o­ ción del etnocentrismo que continúa caracterizaJidO y determinando el queha­
?
forma, que la teonzacwn de las relaciones inte de la mis ma. Es- lógi co-, de esta cer intelectual de los internacionalistas.
pob�ez� , hast a el pun to de que se haya pod ido rnac iona les sea de una enorme En suma, tradicionalmente la teorización internacional se ha basado en la
_
teona mternacwnal propiamente dich a plan tear la no exis tencia de una experiencia diplomática del sistema europeo de Estados y sus problemas, pri­
1s
_
_YASQUE�, en línea parecida, no ha dud en atri mero, y en el sistema occidental de Estados y sus problemas, especialmente
radi gma real ista, del para digm a del Estado ado y del pod
buir al dominio del pa­ la guerra fría y las relaciones Este-Oeste, después, desconociendo el contexto
so en la teoría de las relaciones internacionales 79 er; la ause ncia de progre­ real y propio en que tienen lugar los problemas del resto del mundo.
Se imp one, en consecuencia, en la elaboración de •
Tal situación de la teoría internacional se ha mantenido en general hasta
nes i�ternacionales, el superar, en palabras una teoría de las relacio­ nuestros días, de forma que el desarrollo de la disciplina d� las relaciones in­
tual Impuesto p� r el Es�ado soberano» 80 . Debemo de WIG HT, «el prej uicio intel ec­ ternacionales, y de las concepciones teóricas que han aparecido en su seno, no
de las relacro _ nes mternaci s revisar nuestras imágenes han tomado en c onsideración al mundo no Occidental, o mejor al mundo n?
_ �nales, basadas en el paradigma del Estado y del poder, desarrollado, y si lo han hecho ha sido sobre la base de ignorar su problemáti­
para dar cabida � una realidad internacional mucho más
perspectiVa _ prop compleja , que exige una ca e intereses, cuando no de imponer abiertamente los de las grandes poten­
m, adecuada a los fenómenos sociales y a Jos prob lemas que en
ella tienen luga r. cias, empleando siempre, en cualquier caso, conceptos y categorías desarrolla­
El segund o prob lema a que debe enfrentarse una dos en el contexto occidental y aplicados mecánica y automáticamente a toda
I. � ternacw _ nales, que teoría de
pretenda ser válida para el estudio de la realilasdadrelac iones la sociedad internacional . No debe olvidarse el hecho de que la teoría de las
CJO� �I, es el que hace referencia al etno cen trism o que inter na­ relaciones internacionales se ha desarrollado casi exclusivamente en los Esta­
zacw n del mun do inte rnac iona l, debido al pro ha cara cter izad o Ja teor i­ dos Unidos y los países occidentales y que, en consecuencia, refleja los intere­
atribuido a Occidente 81 • tago nism o excl usiv o que se ha ses y concepciones de dichos Estados en la sociedad internacional._ Ello se ha
El sis�ema eur? peo de Esta dos, prim ero, y, a raíz .
traducido no sólo en la instrumentalización de la teoría de las relacwnes Inter­
las colomas amencanas, el sistema de Esta de la emancipación de nacionales en favor de las tesis y posiciones mantenidas a nivel internacional
pués , _han sido el obje to prácticamente único de dos de civil ización cristiana des­ por dichas potencias, sino igualmente en la exportación y generalizació � en
a_ partir de la Eda d Moderna, excluyéndose de toda la teor ización interna;ional la esfera mundial de una serie de conceptos y términos, como «democracia»,
CIOn es, Y cuando se ha hecho siempre desde la pers cons ider ació n, salvo excep­ «progreso», «poden> , «desarrollo», etc., que, nacidos en el �ont �xto ?cc!�en­
del mundo internacional. Si en los siglos XVI y XVII la pect iva Occ idental ' el resto .
tal y presentados como neutrales, no siempre pueden tener Ident1co sigmflca­
dad internacional europea estuvo mitigada por la exclu sivid ad de la socie­ do en medios políticos y culturales muy diferentes.
influencia del derecho natu - La consecuencia es la falta de adecuación de tales categorías y conceptos
78 WIGH T, Marti n, «Why is there no International Theor y?, en H. para dar explicación y enfrentarse a la problemática internaciona� de una gran
parte d� la actual sociedad internacional, que, como consecuencia d� un pro­
p. 1 7 .
(eds.) , Dtplomattc lnvesttgattons. Essays m the Theory oj lnternationa/ Politics
BUTT ERF!E LD y M. W!GH T
.
• Lond res 1 966
• •
ceso de globalización, se ha transformado en universal. Esta concepc10n _ etno­
_iem, p. 20. Londres ' 1 983 ' p. 226 .
79 VASQ UEZ, John , A . . The Power oj
80
WIGH T, Mart m, lbü
Power Po/itics. A Critique,
céntrica de las relaciones internacionales actúa, pues, como una rémora en el
81
El fe�ómeno no se circunscribe sólo a las
me�or medrda se produce en todas las cienc relaciones internacionales sino que en mayor 0
camino de la elaboración de una teoría internacio.nal acorde con la actual so­
CO?Junto de nues tros hallazgos, mode ias sociales. Como señala Howard J. W!AR
_ tura de las DA, «el
ciedad internacional, dificultando el análisis, comprensión y solución de los
. los y litera ciencias socia
s, e� nocéntricos y en ningú n caso univeles,
en las estrechas Y particulares expenenc
umversales, son de hecho partldrsta que pretenden ser
Y trene
_ ras de la Euro rsales. Están basad
_ � poca o pa Occidental ( . . . ) y de Jos Estados Unidosos 82 Para un estudio de interés de esta cuestión, vid . : GoNG. Gerrit
vilization» in lnternational Society, Nueva York/Oxford, 1984; y BULL, Hedley 'f WATSON, Adam
. � mguna relevancia para el �esto del mund W . , The Standard of « Ci­
o» («The Ethnocentrism
, p. 163).
Scrence. lmph_catwns for Research and Pohc
y», The Review oj Po!itics, vol. 43 [198of! ]the Sociai
.(eds.), The Expansion of lnternational Society, Oxford, 1 985.
Idr. I I I I H < > I >I I< ' I < H I \ 1 \', 1 ' 1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 ' , I N I I I' i l \ < I < I N¡\ 1 1 ' , ¡.¡ ;

I : J ,\ � \ 1 �l'l l l i d o en In p 1 0 cct·i •'11 1


t ¡ l ll' S · · 1 1 f1 ' 1 1 1 1 1 1 1 1 1 'SI I V I I I I I J i t i O , ( I � Í 'P I I I I I
;1
1 de
Í11 1 1' 1 1 \ ' 1 1 1 1 1 \ ' ". l l l l l ' l l l l i l l l l l l . d n ( 1 ¡ •, . , 1 1 d ·1 E :-; 1 ; 1
l ; 1 e� l · 1
g r a V CS p r o b i C I I I é l , i 1 1 1 ' 1' 1 1 1 1 · i o n a i 'S
la comprensi � n de la act uación de r los ·1 t o c i n t e rna i o 1 1 a les 1 1 0 o · · i d �.: 1 1 1 1 1 k � do t·n 1 in1 ., ,,11 · i o n u l , N ( ' ,. · i � k · 1 1 ' 1 1 <. 1. 1 1 1 0 t J l u n a s c icdad i n t e r n ac i o­
C? mo senala �ORA� Y , «tod �vía no hemos consegu ido poner en pie 1 1 1 1 1 1 d · ¡ 1 1 c t a i nteg re h o m b res , q u e co ns t it u yen
n a l , n i se p1 1 1 1 l' d l' la · >'t i 1 1 1 11 ·i 11
la h u r n a o i d a c l . Se i • 1 1
.cienCla de las relaciOnes mternac10nales, es decir, una ciencia verdade ra.me11tt· a indagación intelectual sobre las relaciones
ra q u e l o cl
.
umversa l. Pa�adójicamente esta universalidad brilla por su ausencia en un cam internacionales lebe tener como objeto último al hombre.
po �ue debena ser el pnmero . -por definición- en tener una visión y una fi E ta deshumanización de la teoría de las relaciones internacionales explica
nahdad umversa. les». El r�sult�do es que tenemos una ciencia a la vez parcial su pobreza moral . La sociedad internacional, que, como sociedad humana que
Y defor� adora de la reah � ad mternac ional que pretend
_ . n se perpetúe, nuestra e explicar. y añade , es, está constituida por un haz de relaciones sociales en las que los individuos,
para evitar que esta sJtuaciO primera tarea es «desnacio­ gobernantes o no, son sus actores, se reduce a una simple sociedad interestatal
Y <<Univers alizar» la ciencia de las relacione s internaci onales 83
_
nalizan> que ignora la naturaleza y dimensión humana de estas relaciones sociales y la
.
Es necesa : io superar en la teoría de las relaciones internacion ales la coricep­ existencia de la propia humanidad. Esta situación, común en cierta medida a
. . ptolomeica hasta ahora
ciOn todas las ciencias sociales, alcanza quizá ·su más alta expresión precisamente
. dominante y elevarse hasta una concepéión co­
per�Jcana de las relaciones internacionales, que tome en cuenta el amplio y com­ en el estudio de los fenómenos internacionales, dado el papel que en el mismo
plejO pan?:�ma �� e presenta 1� sociedad internacional . Es necesario proceder desempeña el Estado, punto de referencia de la mayor parte de la teoría
a una revisiOn cnt1ca de los conceptos y categorías, del conocimiento disponi­ internacional.
ble hasta el momento de la realidad internacional. Como ha señalado PREI _
Tal situación de la teoría de las relaciones internacionales no puede mante­
WERK, «con la masiva entrada de una mayoría de nuevos Estados de tradi­ nerse. Como señala PREISWERK, «los científicos sociales tienen que descubrir
ción no occidental en un sistema internacional creado bajo la influencia occi­ que su primera tarea es poner al ser humano y sus necesidades esenciales en 85
d_ental, los "internacionalistas" más pronto o más tarde han de llegar a ser cons­ el centro de su atención» Sin ello, la teoría de las relaciones internaciona­ .

Cientes del h�� ho de que sus instrumentos analíticos no son ya adecuados para les, caracterizada cada vez por más autores como la ciencia de la supervivencia
la comprens10n de su objeto de estudio» 84 • de la humanidad, dejará de cumplir su misión. Se impone, pues, revisar el al­
Finalmente , la teoría de las relaciones internacionales debe tratar de supe­ cance de la teoría internacional, explorar nuevos campos y aspectos, aplicar
rar un hecho que está condicionando su propio sentido y que es consecuencia nuevos métodos y enfoques, tomar, en suma, como objeto de estudio la socie­
Y tiene su origen en los dos problemas anteriores, la ignorancia cuando no dad internacional en cuanto tal, cuanto compuesta por hombres con sus proble­ en

indiferencia, que los teóricos de las relaciones internacionales ha� manifesta­ mas, necesidades y exigencias. Casi nos atrevemos a decir, siguiendo a GALTUNG,
do en general respecto del hombre. Si en la teoría política que se desarrolla que un sistema de propucción de conocimi�nto no explotador supone que no
e � �orno al Estado, Y a pesar de su deshumaniza ción, éste se presenta en prin­ debemos limitarnos a <<investigar sobre el pueblo, sino junto con el pueblo,
CipiO como resultado último de la voluntad de los ciudadanos y como instru­ no a actuar como estímulo y registradór de respuestas, sino a entrar dialécti­
un

mento para la satisfacción de sus necesidades e intereses, con lo que dicha teo­ camente en un diálogo con el investigado. En esta situación, . no deberían ser
ría tiene como sujetos y actores a los propios individuos que integran esa uni­ de hecho por más tiempo pueblo investigado sino parte de un equipo, de un
dad política, en la teoría internacional dominante el individuo no cuenta no esfuerzo por explorar algunos aspectos de la condición social de toda la
86 •
existe, siendo los propios Estados considerados como actores casi único� de humanidad»
las relaciones internacionales y como sujetos jurídicos casi exclusivos del siste­ Como acabamos de señalar, es necesaria una revisión crítica de la concep­
ma int ��nacional, que a?arece como instrumento para su conservación y per­ ción hasta ahora hegemónica de las relaciones internacionales como ciencia y
petuaciOn. En esta teona el hombre es considerado únicamente como miem­ como teoría, aunque sólo sea en razón del daño que los internacionalistas, con
bro o ciudad�o d� un Estado, siendo éste el exclusivo punto de referencia para sus nuestras interpretaciones teóricas de la realidad internacional , ancladas en el
derechos Y aspiraciones. Al hombre en cuanto miembro de una sociedad más am­ poder y el Estado, hemos hecho hasta el presente y de la responsabilidad que
plia,_ la socie� ad internacional, no se le reconoce existencia. Desde esta pers­ tenemos de cara a aportar vías para la solución de los graves problemas de
pectiva el objeto de estudio de las relaciones internacionales es simplemente nuestro mundo. SINGER es absolutamente claro en este sentido: «No obstan­
un mundo �e Estados separados, un desierto de poderes encontrados, mitiga­ te, como miembros de una profesión, hemos hecho mucho daño, traído gran
do en e! mej � r de los casos por un conjunto de normas cuya misión es permitir malestar a la humanidad y contribuido a acercarnos tanto al abismo de la Ter-
la coexistencia entre los Estados y facilitar una cooperación inestable, y la teo-
PREISWERK, Roy, «Could we study international relations as if people matterecl ? , en Les
85
relations internationales dans un monde en mutation, Instituto Universitario de Altos Estudios

!! 8 6 GALTUNG, J ohan, « l s Peaceful Research Possible? On the M et h odo l ogy o f Peace Re. earclm,
PREISWERK, Roy, «The Place of Intercultural Relatwns m the Study of International Rela-
KORANY, Bahgat, «Avant-propos», Eludes lnlernationales, vol . 15 ( 1 984), p . 686 y 687 . Internacionales de Ginebra, Leiden, 1 977, p . 58.

en Essays in Peace Research, vol. 1: Peace Research, Education, A ction, Copenhagen , 1 975, p . 2 7 3 .
.
tlons», The Year Book o( World Affairs, vol. 32, ( 1 978), p . 256.
1 1 ¡\ ' 1 1 ' , 1 ' ¡\ 1 ( \ 1 1 1 1 \ 1 1 I I H I \ I H 1 1\ ' , 1 1 1 \1 1 1 1 1·1 1 ' , l i'I I I • II N /\ 1 1 1 1 1 i\ 1 1 '

·,'. I Í <;I I I p( l < k 1 " I I I ) V ¡ I I i : 1 p " l � j )cc t i


:1 tk 1 1 1 1 "SI 1 : 1 .-> l a 1 1 (' ( 1 1 1 0 1 1 1 1 � ) H i f l l i > l : t � . I I U po<ft: l l l ( )' i l ) l l l l l l f i l l V
Cl ' l ! l ( o l l l"l l i l 1\lf i i i H i i ! l i , l j l l l "

b i l i d ades a · f l l : d c ·· . Te 1 1 t: 1 1 1 0� ! : 1 po�i
f ( ) ( 1 1 1 • l",�I Í I I I i l l l l l l h 1 1 1 1 1 1 1 1 l l ' ! l i
1 ca
reas pasad a · y e l e 1 1 u es 1 ra s resp 1 1 sa

o nt ele las pol ít icas de l a posgu erra acelera r e n e l l la 1


b i l id ; 1 d 11
.
(_Juc
amiento y re pres c n t a� 1 ó n
de seg u i r l a c rr ie e · x p 1• -�: 1 1 J ( l l ¡, Í 1 1 u l l l i ; t p pn l a l 1 a S s l 1 1 1 bo l
ot ro� s. a consccucl l�.:la es
y
dencia hacia el desastre, o retroceder, replantear y apoyar nuestras ob l iga iones ·11 d ·t · ¡ n 1 1 1 1 1 1 · 1 1 • r a n
! l e n g uaje n1cdida nuesl ro p e n
éticas e intelectuales, y quizá disminuir y revertir esas tendencias destructivas» de la nat u raleza de l:tS ·osas, ntribuyenclo egún su grado de adecuac10n a
e a rea l idad a el is t rsionar o re flej a r con exact1tu d e 1 o b"jeto o b serva d o 89 .
87_ . .
Paradigma del Estado, etnocentrismo, no consideración del hombre
to destinatario último de la teoría son, pues, los tres princ en cuan­ En est e sent ido cada disciplina científica tiende a desarrollar sus propios
torsionadores de toda teorización de las relaciones internipales elementos dis­
acionales. Ello, uni­
conceptos y lenguaJ e, pero el fenómeno no se produce con igual intensid �d en
d.o a la rapidez del camb io, reflejado en la aceleración tecno lógica , la cada una de ellas, dependiendo de una gran variedad de factores. Al � Isll_lo
SIÓn demográfica, la explotación y carácter limitado de los recursos explo ­ tiempo, ese lenguaje y terminología va cambiando a medida que la propia dis­
subdesarrollo Y la amenaza ambiental, exigen un replanteamiento natur ales, el ciplina redefine su objeto de estudio y .planteamie? tos . . .
categorías que tradicionalmente han dominado en el campo de las relaci de los valor es y En el caso de las relaciones internaciOnales la SituacJOn a este respecto es
nacionales. Se hace necesaria una nueva perspectiva de anális ones inter­ de lo más peculiar. De un lado, su juventud, unido al papel que la ciencia p�lí­
a una realidad internacional que ha cambiado radicalmenistecapaz de enfrentarse tica ha tenido en su nacimiento y desarrollo, ha determinado que las relaci� ­
respe
dades internacionales anteriores pero que al mism o tiempo �onse cto de socie­ nes internacionales hayan tomado la casi totalidad de sus conceptos Y lenguaje
terísticas clásicas del mund o internacional del pasado. El plurarva las carac­
lismo
de la teoría política, careciendo de unos conceptos y lenguaje. propio Y adecua­
digmático es indispensable si se quiere aprehender y comprender adecu para­ do. El paradigma del Estado y del poder ha gravitad� �n este sentldo fuerte�ente en
la realidad internacional. Se impo ne, en consecuencia, una perspectiva adamente la disciplina de las relaciones internacionales condiCionando su autonomia en. el
do para sólo a partir de la mism a analizar e interpretar las parte s. Es del to­ plano del lenguaje. Inclu'so cuando ha sido la sociología la que h� proporciO­
sable igualmente una perspectiva que . considere desde una óptica nueva indispen­ nado algún término o concepto ha sido siempre desde la p�rspecttva d� la so­
relaciones entre la política internacional y la política interna, que, las ciedad integrada, sin tomar en consideración la propia realidad del O?je_to .es­
do las diferencias específicas entre el medio interno y el medio intern recon ocien ­ tudiado. De otro, como ya hemos señalado, el propio objeto de la diSCiplina
parta de la íntim a interrelación entre ambos campos y de la ident acion al, determina igualmente los conceptos y lenguaje a emplear. Dado que la . con­
entre los mismos. Como establece STERLING, «la super idad esencial cepción dominante hace de la proyección ext �rior �el Esta�o, de las relaciOnes
vivencia, la libert ad, interestatales, el objeto principal de las relaciOnes mternacionales, lo.s concep­
la justicia, el bienestar material y la paz han dependido siempre en mayor
menor medida del entorno internacional del Estad o. Ahor a la o tos y lenguaje responden a esa problemática concreta qu� se estudia. Como
grado se aproxima a su desaparició n. El destino de la sociedad civil difere ncia de señala BURTON, «Si adoptamos [la imagen] del Estado-nac10n . usaremos el len­
a ser indistinguible del destino de la sociedad internacional. La empieza guaje de las relaciones entre los Estados y de su po�er relevante, Y .ten� ;emo�
conse
es que los objetivos y cometidos de la sociedad civil deben ser idént cuencia una serie de soluciones a los problemas del conflicto y la orga� Iza�I on. SI
objetivos Y cometidos de la sociedad internacional si ambas quier icos a los adoptamos [la imagen] de las transacciones usaremos un len�uaj � diferente
rar» 88 . Se impone, finalmente, considerar la sociedad internacion en perdu­ para describir la sociedad internacional y tendremos una sene diferente de
mo una comunidad con sus propios valores y bien comú n, en la al más co­ soluciones a los problemas mundiales» �0•

bres Y los pueb los en cuant o tales han de estar en el punto de que los hom­ Es pues, indispensable, en línea con los tres grandes problemas se�al�dos, pro­
que como una selva en que defender los intereses estatales. Si mira teórico, ceder a un reexamen del lenguaje, de los conceptos, de los modelos e 1magenes do­
son una realidad en nuestros días, el teórico no puede olvidar ambo s hechos minantes en el campo de las relaciones internacionales, si quer�mos que se pro�uzca
no es sino una parte de la sociedad internacional y que es la que el Estado una adecuación entre los símbolos y la realidad que es el objeto de las relaciOnes
ésta la que le permitirá acercarse realista y positivamente a losperspectiva de internacionales, la sociedad internacional. No basta con ser conscientes de.! obje­
nuestro tiempo. problemas de to de estudio y adoptar una visión universal, es necesario también que ese objeto no
Este camb io de perspectiva lleva implí cita, como ya hemo sea distorsionado por la utilización de un lenguaje que responde a otra pers­
necesidad de proceder a una revisión y evaluación s apun tado , la pectiva. La labor es ingente y sólo muy lent3:mente se ha iniciado ese proceso
Y term inolo gía, en orde n a que refle jen
de los actua les conceptos de revisión.
la realidad que se debe estud iar. Los Por último, no podemos finalizar estas consideraciones sobre los princip� ­
conceptos y palabras que empleamos constituyen la expre
sión o símbolo de les problemas a que se enfrenta una teoría de las relaciones internacionales s1n
87 SINGE R, J. David , <<The Respo nsabil ities
8 9 Para el caso de las relaciones internacionales, vid.: WRIGHT, Moorl>ead, «The Problem o f
of Competence in the Globa l Village» Jnterna-
Meaning in International Tought», en M . DoNELAN (ed.), The reason o s Sta/es, op. ·¡f. ,
tio��l Studies Quarterly, vol. 29 ( 1985) '

� p p. 26 1 -262 :
STERL ING, Richa rd W . , Macropollllcs. . ns m a Global Societ .
lnternatwnal Relatw
90 BURTON, John, W . , op. cit., p. 43.
York, 1 974, p. 330. y' Nueva p. 92- 1 01 .
.¡ n .¡· 1
H l f l( l l f > 1 1 1 1 11 111 \ 1 \ ' . IU I \1 11 11 1 1 ·. 1 1 1 1 1 1 \ l l t\ 1 1 1 1 1 1 ,\ 1 1 ' • 1 1 1\ ' . 1 • • 1 ' •\ 1\ \ 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 1( 1 \ 1 > 1 1 /\ ' . 1( 1 l /\ 1 l t > il l • ' , 1 1 1 1 1 1 1'-1 /\ 1 1 1 1 1 1 ¡\ 1 1 ·•

d 1 1 , L'n l'l l n �t'L' I I t' I I L' I l i , d l' l ) l l l l l f H· � f l l d t i ('I I J I


' '1.' ( ) ' l a � l l � � � 1 1 1 a � (. ) (; l i i �( J i l l
refer i rn o s a la c u · s 1 i ó n de l a ¡ c J ; • c i ó n t· n l l l' l a 1 '( l i l a );¡ l "'; t · 1 ka , c n 1 1 · l u l cl l '1 1 1 : 1 11

ría y la acción, o más precisa m e n t e , a l a cuest ión etc � i la 1 corfa el e l a s r é la · i u ·i('lu d e 1 .18 p l t > b l c n l l l � d t 1 : 1 �t H:i · d m l i n 1 · r u a · l o n a ! .
nes internacionales debe limitarse al conocimiento i m p le d e l o bj e t o , por e l prá · t ica v a n l n t i 1 1 1 a m c n t c u n i d a , l a l a b o r d c l l có r i co
ni debe i d e n t i fi a rsc e n la del político, n i su t i p o de análisis debe
l ' cro a u n q u · t c1. > l'lll

contrario, debe orientarse hacia la acción.


1 e pecialista en relaciones internacionales, si qu i e r e
n puede
Ante todo se ha de señalar que toda teoría, toda teorización de la realidad , semejarse al de este ú l t i m o .
tiene una proyección práctica, se quiera o no, se reconozca o se niegue . U n a s hacer realidad las dos dimensiones de su quehacer intelectual y no huir de los
teorías se orientarán más a la acción que otras, pero todas en mayor o me�or problemas mundiales, no puede limitarse a la simple observación, descripción
medida tienen una dimensión práctica . y predicción, sino que debe ir más allá de tales objetivos, buscando solucio­
En el caso de las relaciones internacionales es evidente que una gran parte nes, apuntando líneas de acción. Al margen del desarrollo de los estudios es­
de las teorías y aportaciones no tienen formalmente por objeto directo la ac­ tratégicos y de seguridad nacional, claramente orientados hacia el estadista y
ción, sino sobre todo la descripción, la explicación, la interpret<tción y, en al­ estratega, y por ello centrados en políticas a corto plazo, su atención e indaga­
gunos casos, la predicción de los fenómenos estudiados, aspirando simplemente , ción se ha de orientar principalmente hacia los problemas a medio y largo pla­
en el mejor de los casos, al establecimiento de un modelo, de una técnica so­ zo. Como ha señalado MEDINA, «el gobierno de los filósofos es tan inadmisi­
cial que pueda ser operativa posteriormente. ble desde el punto de vista científico como desde el puramente político» 93 .
Con todo, como hemos teniao ocasión de observar al estudiar las concep­ Desde esta perspectiva, el teórico de las relaciones internacionales, además de
ciones teóricas en la década de los setenta, las actuales teorías de las relaciones teorizar y criticar, debe ayudar con su labor a la comprensión de la realidad
internacionales tienden a orientarse hacia la acción, debido sin duda a la toma internacional y a la clarificaCión de las opciones políticas, pero no decidir y
de conciencia de la importancia, gravedad y urgencia de los problemas pretender hacer la política. Debe tratar de romper los estrechos límites y ópti­
del mundo . cas a corto plazo en que se mueve el político y proporcionar una visión global
En cualquier caso la teoría de las relaciones internacionales no escapa a la de los problemas, resaltar los distintos aspectos de las situaciones, así como
afirmación inicial de que toda teoría tiene una dimensión práctica. DUNN, re­ las ambigüedades y contradicciones presentes en las opciones existentes. Debe
firiéndose a las relaciones internacionales afirma que «su objetivo no es el sa­ ayudar a elevar el nivel de información y acrecentar el interés por los proble­
ber por el saber, sino el saber necesario para orientar los hechos en la dirección mas del mundo. Debe llamar la atención sobre la necesidad de dar soluciones
que se desea. En este sentido es una ciencia práctica o aplicada» 9 1 . No pode­ a los acuciantes problemas internacionales y proporcionar, en la medida de
mos olvidar, como señala DEUTSCH, que «si nuestras vidas están tan profun­ lo posible, alternativas a los mismos.
damente influidas por las cuestiones internacionales, y nuestras respuestas a En definitiva, el científico de las relaciones internacionales, como todo cien­
ellas resultan tan esenciales, debemos aumentar nuestra capacidad de compren­ tífico, de acuerdo con MESA, tiene «el deber de vivir la realidad de su tiempo
sión, decisión y acción» 92 • Otra cosa son las limitaciones que presentan los ac­ a través de un doble compromiso: con su vida misma y con la humanidad de
tuales elementos teóricos a la hora de su aplicación práctica. que es contemporáneo» 94.
Esta dimensión práctica de la teoría nos plantea un problema que hemos
visto ya subyacente en algunas de las consideraciones anteriores. El hecho de
que la ciencia no es neutral, de que la proyección práctica de la teoría respon­ 4. HACIA UNA TEORIA DE LAS RELACION ES INTERNAC IONALES
de a ciertos valores y viceversa, de que la aceptación de ciertos valores supone
la adopción de determinados planteamientos teóricos. A lo largo de nuestro estudio de las concepciones teóricas de las relaciones
La toma de conciencia de esta realidad de la teoría es absolutamente nece­ internacionales hemos tenido ocasión de ver el camino que ha recorrido !a teo­
saria en orden a la elaboración de una teoría de las relaciones internacionales ría de las relaciones internacional es, así como las carencias y defectos de las
Y facilita en gran medida el descubrimiento de la perspectiva ideológica y polí­ aportaciones realizadas. Camino que sólo en la década de los setenta ha empezado
tica subyacente en las aportaciones que se realizan en nuestro campo, ponien- realmente a perfilarse como adaptado a las realidades y problemas que se deben estu­
diar. Hoy puede decirse que las aportaciones teóricas tienden ya a orientarse
9 1 DUNN, Frederick S., «The Scope of International Relations», op. cit., p. 36. Hans J . MoR­ en el sentido de elaborar una teoría de la sociedad internacional.
En las páginas anteriores, dedicadas al concepto de relaciones internacio­
nacional a mediados del siglo XX- puede decirse desinteresado y capaz de separar el conocimiento
GENTHAU seilalará también que <<ningún estudio de la política -y menos aún de la política inter­
de la acción y de perseguir aquél por su propio valor» (Politics A mong Nations. The Strugglefor nales y a los principales problemas, hemos señalado ya nuestra posición de par-
Power and Peace, 3 . • ed . , Nueva York, 1 960; versión castellana: La lucha por el poder y por la
MEDINA, Manuel, La teoda de las relaciones internacionales, op. cit. , p. 1 3 7 y 1 38l .
M ESA, Roberto, <<La aportación d e los distintos enfoques teórico-metodológicos d e :¡s n;
paz, trad. de F. Cuevas Cancino, Buenos Aires, 1 963, p. 38). 93

ladones internacionales para el análisis de problemas económicos», Revista de Polilica lnlema­


92 DEUSTCH, Karl. W., The A nalysis of International Re/ations, Englewood Cliffs, N . J . , 1 968 ; 94
versión castellana: El análisis de las relaciones internacionales, trad. de E. J . Prieto, Buenos Aires,
1 970, p. 1 4 . cional, vol. 1 65 ( 1 979), p. 25.
1 1 1 11 ' 1 \ 1 11 1 ,., 1'1 1 \ 1 1 1 1 1 1 1 ' , 1 1 1 1 1 1 ( 1 1 \ 1 1 1 1 �1 \ 1 1 ' · 1 '• 1
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· ¡ • l l 1 1 1 1 1 , :. q • l l l l l l' f l ! j l l l' ,\ 1 1 l · ¡ • i t i 1 1 1 i d a d . l : 1 1 1 t ·(· s i d 1 d i k S I I J !l'l
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' l ll' Í ! I l k 'Hi f l · k n . ¡ 1, Pll ·d 1 h . , J l l l · s l : 1 ·11 d u l a '11'. '0 1 1 1 pa r t 1 1 1 1 l � S 1 • u a l i n · u
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·: 1 t l ( ) o l n i U I J cl q u e e t á emerg1end : « a neces1d � d de t eo­


11 1 1 1 ' '


1 1 1 ' ( '
.
o s 1
las necesidades del m u n d o . -

Entendida por nosotros la teoría, en un sentido amplio, como u n o nj u n t o ·, t r n l u r a sign i l'i


1 1 1 ;_ l l - · · part icu larmen t e aguda en la polttica mundial de hoy
.
coherente y, en prinCipio, sistemático de generalizaciones sobre un fenómeno r i z:-t r - b i · n

o fenómenos sociales, obtenidas a partir de ciertos postulados o inducidas de 1 1 clh . 1


c a m b i e t a n endém ico t a n t o en las vidas internas como externas
la realidad, que explican lógicamente o dan sentido a esa misma realidad que c 1 la com u n idade y los Estados-na ción, que las viejas fórmulas ya no pare-

es objeto de consideración , no hay duda de que los problemas a que nos en­ n adecuadas. Paulatinam ente se siente que nuevos procesos Y estructuras ,
frentamos en orden a su elaboración en el campo de las relaciones internacio­ para no mencionar nuevos valores y actores, están s� rgi�ndo y to ��ndo el c�rs_o
nales son grandes. La utilidad de una teoría reside no sólo en su grado de corres­ de los acontecimi entos dentro de ámbitos de expenencm no cod1f1ca� os. S1 so­
pondencia con los hechos, sino también en el grado en que sirva como plata­ lo tenemos vagas sensacione s de que el cambio está ori_entando la vtda global
forma para el desarrollo de nuevas hipótesis, teorías o perspectivas. La teoría de en direcciones nuevas y poco familiares ( . . . ), sólo teonzando renovadam ente
las relaciones internacionales debe ayudarnos, pues, a ordenar el conocimiento podremos empezar a dar estructura y significado al mundo emergente que se
existente de la realidad internaciona l, permitimos aumentar nuestro conoci­ encuentra frente a nosotros» 97 •
miento de esa realidad más eficientemente y darnos un marco en el cual poda­ y ello, porque no podemos olvidar que el problema c lave � central de l � s
relaciones internacionales de nuestro tiempo es la su �erv1venc1a de la espec1e
.
mos establecer las investigaciones prioritarias y seleccionar los instrumento s
más apropiados para el análisis e interpretación de la misma. Frente a tal pre­ humana.
tensión los problemas que hay que salvar derivan principalmente del hecho de Vivimos en un mundo caracterizado por el arma nuc 1 e.a r, cu �a cap �Cl'd ad
que la teoría tiene que cubrir un campo amplísimo y complejo en el que se de destrucción es total, amenazando la superviven�� a de 1� humamdad . Sm em­
encuentran algunos de los más importantes retos y cuestiones a las que se en­ bargo, como señala BURTON, «en términos de �ol.lt!Ca, extsten m�y pocas prue­
frenta la humanidad en la actualidad, del predominio de las concepciones tra­ bas de que haya habido un proceso de aprend1za� e en esta ma� ena, pues toda­
dicionales, ancladas en planteamientos alejados de la realidad internacional, vía hoy basamos la política exterior y la estrategia en el uso fmal de la guerra
y en el empleo de amenaza de 1a m1sma» 98
-

.
. .
de la marcada tendencia al más puro empirismo que todavía perdura, de la · .

enorme fragmentación y multiplicación de la teoría que amenaza la propia exis­ Nuestras vidas están, así, profundamente mflmdas por las cuestwnes m­
tencia de las relaciones internacionales como disciplina autónoma, y del hecho ternacionales pero no sólo eso, sino que, además del peligro nuclear, la acen­
de que, dado el objeto y sentido del estudio, no sirven las ciencias anteriores. tuación y agr�vamiento de problem as, como el demográfico, el_ subde�arrollo,
Ante la problematicidad y complejidad de esta tarea y de este objetivo, que el intercambio desigual entre las naciones , el aumento de las d1ferenc1as entre
se presenta realmente difícil por la inercia científica del paradigma tradicional los países y pueblos, la progresiva degradación del medi� huma�o como con­
y por el protagonismo político que los Estados siguen teniendo en las relacio­ secuencia del progreso científico-técnico y del desarrollo mdustna l descontr�­
lado, que han transformado el mundo en un polvorín presto a explotar,_ :o�stl­
tuyen retos de primera magnitud que esperan una respuesta, una soluc10 � J U S­
nes internacionales, no cabe, dada la magnitu d y gravedad de los problemas
y cuestiones a que se enfrenta la humanidad en el momento actual, huir del
reto y refugiarse en el cómodo puerto del paradigma tradicio nal, renunciando ta. Problema s todos ellos que debe encarar la teoría de las relacwnes
al desarrollo de nuevos enfoque s, teorías o perspectivas de análisis . internaci onales. .
En este sentido, se puede afirmar con DEUTS_CH que « �� estud1o de las_ re-
laciones internacionales en nuestra época es una mtroducc wn al . arte Y la. Cien­
En nuestra opinión , no es válida la a�gumentación de que es imposib le una
ciencia de las relaciones internacionales que rompa con el predominio del pa­
radigma tradicio nal. Tales posiciones, si es verdad que respond en a la dificul­ cia de la supervivencia de la humanidad» 99 • Desde esta perspectiva podna de-
tad real del empeño , no lo es menos que respond en a una falta de comprensión
de la propia realidad internacional y de lo que está en juego. Creemo s, como
apunta NORTHEDGE, que todo intento de penetrar y comprender la sociedad 96
K R I PPENDORFF, Ekkehart. /nternationale Beziehungen als Wissen cha t:
� Mex1co, l 985 , P _- 3 7 :
� f Francfort , 1 97 5 ;
e d . castellana:Las relaciones internacionales como ctencta. lntro uccwn, _
internacional, con independencia de su éxito, es preferible a la ignorancia de
Londres, 1 984, p .
Para l a problemática d e la utilidad d e la teoría d e las relacwnes mternacwnales, v1d . tamb1én .
la misma 95 . En este sentido , tiene razón KRIPPENDORFF cuando dice que, in­ GARNETT, John e _ , Commonsense and the Theory oj /nternatwnal Poltllcs,
1 Y 9� RosENAU, J ames N ., <<B� fore cooperation: hegemons, regimes, and habit-driven
cluso si la académicamente establecida ciencia de las relaciones internaciona­ -
- A General Theory, Cam b n- dg , 1 96 ' 1 '." "
nc1 o r ' i 1 1

les en su internacionalmente dominante forma americana puede considerarse World Politics» ' /nternational Organization, vol . 40 ( 1 986), PP· 849-850 .

Méx 1co, 1 �7 1 .
' V
98 BuRTON, J ohn W ., Jnternational Relatwns. C . '

castellana : Teoría general de las relaciones mternacwn ales, trad. de H . Cuadra,


1

95 -
0EUTSC H , K arl W.; op. Ctl., p. 1 3 .
NORTHEDGE , F. S., The International Political System, Londres, 1 976, p. 1 4 . p . 57 y 5 8 .
9

1�
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1 1 1 1 1 1 1 1 l l l l l \ 1 \ ' , l\ 1
1 \ l l l l f'I J ' , I N I I I< N i\ 1
I I I N¡\ J 1 •
11 \ ' . 1 · , 1' \ 1{ \ 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 1( 1 \ 1 • 1 1 ' , 1< 1 1 i\ 1 J t o N J ,' , I N I I • I ' N A I I C I N /\ 1 1 ' , . J \ '1

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c i rsc .� i • r l icnd o a I I

l l l l l d i i l'O I I I ( I l l l l l ! i d l o , 1 ! l i L't i i Í I I '· . I J r r ( ! · ( I I Íl: I I J a l I r a · j ¡ ¡ J u •


OFJ · M A N N ' ,' 1 11 • < ,. e

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internacional, a los hombres, o que son
i' · I I (J I I I C

r- la 111n. 1 .� � más importante buscar la sustancia en las relaciones in­


nacwn. ales , pue s . a
han llegado a ser en e1 siglo xx la con · 11
· · n mis. ma de nues-
. . r rbst o u ·ial ·s 11 1i.
tra vida cotidiana» • oo
d ICio ternacionales que ser sofisticado en el· plano exclusivamente teórico-metodológico.
.
De acuerdo,con este planteam to , �
ue h1 emos vem. do desarrollando, nues- Pero relevancia cor prehen siva , es decir, que tome en consideración todos los fe­
:n

tra c.oncepción de las relaciones I· ntien ern nómenos releva n t e . 4) Directa relación con el mundo real. Es la otra cara de
.conside
· ramos básicos como pu n t acw na. es descansa en tres postu ¡ados que
d par � I da de ¡� teoría de las relaciones in­
·
la relevancia. La teoría debe basarse directamente en la observación, antes que
partir
ternacionales. El primero que to b �
Jet � e estu de las relaciones inte rna ­ de un postulado a priori, debe ser inductiva antes que deductiva, como
cio nal es, en cuanto cienci; Y te;na . , es a sociedadiOinte única forma de comprender la realidad. Sólo así, la teoría atenderá a las nece­
toda su complejidad . El seg und o, que � rna. cional como tal, en
.
¡ a tare a del mternacw narI sta no con sist sidades reales de la humanidad. 5) La adopción de una perspectiva dinámica,
en perpetuar un aná lisi s de las reJa .o
swn de la sociedad internacional de nue
e . nte
d.� la realidad actu al, sino desarroll �; � � �7a�ionales qu� ya no es reflejo�
a e an� I·Sis que permita una compre
e y, en consecuencia histórica, pues las relaciones internacionales están someti­
das al cambio y a la evolución, por lo que sólo pueden ser comprendidas a
. stro s dia s n- través de la consideración de su dimensión histórica. 6) El reconocimiento de
ro, !a con vic ció n de que el est ud·
.
1 Y de sus pro blem as. El ter
d as rel�c� one� int er�acionales es . ce- que la teoría no puede pretender ser neu tral, sino que está indisolublemente
al servicio de la práctica internac:�na teoría unida a la afirmación de ciertos valores, que tiene siempre una dimensión ética
con figuración de una soc¡'edad m . tern� Y : en ult ima ms tan cia , al servicio de la y normativa. El teórico tiene, así, un compromiso ético y moral que no debe
Ell o · exige, en con sec uen cia , su eraacw nal más J· � Sta, I I' bre _Y en paz .
.
P r las ignorar. 7) La orientación de la teoría hacia la acción . Es una de las conse­
las relaciones internacionales qu e um
. _ .camentecotien ?cepcwnes tradiciOn ales sob re cuencias de ese compromiso ético y moral que tiene el teórico. El conocimien­
un Sistema internacional basado en los den a m an t ene r y perpetuar to que éste desarrolla no es algo ajeno a la realidad y sus problemas, sino que
E st . s Y sus mt . ere
partir de una realidad mucho mas . omp1 .ado ses exc lus ivo s, y a
a, en la � ue el Estado, con ser im­ surge de ella para proyectarse sobre la misma con nuevas opciones, alternati­
portante, es sólo una parte de la � �1 ero P ��tir de ella no par a afianzar
vas y soluciones. 8) Finalmente, el reconocimiento del tratamiento totalizador
el sistema imperante, sino introd�:: de los problemas que estudia, que alcanza tanto a lo general como a lo parti­
Desde est a óptica Y resumidamente , :� � a n ? cw� de cambio soci¡ll . cular, a lo que permanece corno a Jo que varía, a la contemplación como a
teoría de las relaciones internacional las · ¡ exi �en�Ias que deb en inspirar una la acción. Tratamiento totalizador que es el que en cierta medida resume todos
relació n: l) El tratamiento globa1 es son as Sig Uie nte s, todas ellas en íntima
de 1os problemas, ¡0
los anteriores puntos y dota a las relaciones internacionales de su carácter sin­
�o pun to de referencia a la sociedad in ternacwn . al. Ell . q ue s�pone tomar co- gular y autónomo.
mtegración sin tét ica tanto de los d o exige una labor de Nuestro planteamiento, en este sentido, es el de una teoría de la sociedad
ocupan parcial o se;torialmente de a t os
' a � ort ado s por otr as disciplinas que se internacional, que viene caracterizada por un enfoque socio-histórico . La teo­
aportaciO · nes teóricas parciales . En esa mis ma rea lida d , co mo d e ¡ as dist . mta
. s ría de las relaciones internacionales no puede ser, desde nuestro punto de vis­
las situaciones concretas en las q ue se f oq ue g 1 o b al que no disp
ensa de anal izar ta, más que a una teoría que dé cúenta de la sociedad internacional tanto diná­

�o• 1o a traves de las mismas puede lleg arse a 1na los
de b ate hom bre� Y ¡ os grupos, pues mica como estáticamente, es decir, de acuerdo con TRUYOL, <mna teoría de
.
mternacional Y enfocar la sol uci . d e sus problepro
.

pia realidad de la sociedad


. ciones, de . .on m as.
la realidad internacional en sus distintos aspectos, una investigación de su es­
raltza regularidades ' de ten d enc1as . susceptib2) L a busq . ueda de gene- tructura y de los factores que la configuran, condicionan y transforman en cuan­
Y con tra sta das . A pes
ar de la com . les d e
. ser �amparadas to tales», en definitiva, «teoría de la sociedad internacional en cuanto tal, o
ten �endencias Y regularidades queplejidad de las relacwnes mternacwnales exis­ sea, sociología internacional» 1 0 1 • Esto no significa que la teoría de las relacio­
s�nti do, la teoría de las relaciones inte la teoría deb e tratar �� stablecer. nes internacionales ignore el nivel de análisis de los actores, pues, si bien de­
. � En este
1
cipalmente a lo típico a lo regu ar, rnacwnales debe dmgir su atención pri n-
.
antes que a lo ún I· co, a 1o sm ben distinguirse ambos niveles, no puede desconocerse su complementariedad,
Siempre teniendo presente lo um •

. .co Y sm . gular pue


.
gul ar , pero su interdependencia, su íntima interrelación. Lo que sucede, como ha señala­
d atos relevantes en la búsqueda d s ello pue d e pro porcionar do SINGER, es que «el sistema internacional es el elemento clave para explicar
da es la que puede utilizarse para � gen ���r¡za_cwnes . Una generalización váli­
. '

por qué y cómo las naciones tratan de influenciarse mutuamente» En suma, 102 •

de una misma clase. Pero no se tratae�cn I r e m � erpretar tod os los fen ómenos de acuerdo con GOODWIN, afirmar que debe partirse de la estructura y fun­
los tiempos, ni de «leyes» que det � « ¡eye S» mmutables aplicables en todos cionamiento de la sociedad internacional como forma de analizar mejor la po-
ermman el ·comportam Ien
.

· to h um ano . 3) La
busq
. ueda de relevanci
a desde la per spe ctiv .a
de la sociedad internacional to-
Antonio, op. cit., p. 5 4 .
H . , op. cit., p . 22_ 1 02 SrNGER, 1 .
o oo
1 0 1 T RUYOL,
H OFFMAN N, Stanley David, « lnter-Nation Influence: A Formal Model», American Politicnl Scien (' '

Review, vol. 53 ( 1 963), p . 423.


· 1 ., , ,
1 1 \' . 1 . ' 1' \ 1 \ 1 11 1 \

l í t i va ex t e r ior d · l o s at; I O I <'S 1111 k l l f H I I H' l l q',l i l 1 1 1 v .d , 1 1 · n · i n d · d ( Js � od 1 1 l ,


análisi s, sino s i m plemen t e es l a b l · e r q u e · 1 · s l u d i o dl' 1 1 1 soei ·clud i nuri -r
" ·s l 1 1 1 l' 1 1 1 1 ; 1 "
l ' l l l l i <·l l l l l i l' n i ( l ( f l l · · n l 1 1 1,n · 0 1 1 l a u fi n n a · i ó u t aj a n ! · y r a d i ­
v t: h .:.� c k •' 1 1 1· ' ' 1 1 1 1' 1 1 1 1 ,' . " t' t l l l � l i i u L' l l l (','> t·o n 1 p 1 i l s i v n s y sn
1 1 1' ,
n a t i o­
nal proporciona el punto de part ida más fruct ffcro parn el estudio no sólo 1 1 1 a n i l'i ·Hi n
· a l ele A M t N e l e q n · d 1 1'u d ·a i n ia p o ·ible e la ciencia ele la Sociedad, ya
q ue el hcch s ci;d ·s u n o ; nunca e "económico", "político" o "ideológi­
la propia sociedad internacional sino igualm ente de la polític a exterio r d e 1e ·11�
miembros 103.
c " , et c . , a u n q u e has t a cierto punto pueda ser tratado bajo el enfoque parti­
Nuestro postulado de base es, en consecuencia, que el estudio de las rela­ cular ele cada una de las disciplinas universitarias-tradicionales (Economía, So­
ciones sociales que se producen en la sociedad internacional debe realiza rse desde ciología, Ciencias Políticas, etc.). Pero esta operación de aproximación parti­
la consideración y análisis de la naturaleza de esa misma sociedad, lo que cular sólo tiene posibilidades de ser científica en la medida en que conozca sus
una. perspectiva histórica y sociológica en orden a su compr ensión . exige límites y prepara el campo para la ciencia global de la sociedad» 106 .
Enfoq ue socio-histórico que no debe identi ficarse con la concepción de En consecuencia, la consideración de la teoría de las relaciones internacio­
sociología histór ica, tal como la han desarrollado ARON y HOFF la
que recoge de la misma algun os de sus planteamientos, y que se abre pa MANN aun­ nales como sociología descansa en la propia realidad objeto de estudio, que,
da vez con mas _ fuerza en el campo de las �o ca­ como ya hemos indicado, está constituida por la sociedad internacional en cuan­
relaciones intern acion ales, especial­ to tal y en toda su complejidad, lo que supone el empleo de categorías, con­
n: ente e�tre l �s especialistas europeos, debido a la insuficiencia de las conce ceptos y métodos propios de la sociología, pero bien entendido que ello no im­
CIOnes Cientif_ icas, al propio auge del estudio de las relaciones internacion p­ plica una aplicación mecánica de los mismos, por cuanto las peculiares carac­
en Euro�a y, sobre todo, a la necesidad de enfrentarse y dar respuesta ales terísticas de la sociedad internacional exigen por parte de la sociología interna­
a toda
� na ser�e de cuestiones vitales para la existencia de la propia sociedad cional una labor de adaptación de categorías y conceptos, acuñados para el
mternacwnal. estudio de la sociedad estatal, que no siempre son adecuados para el análisis
. La n �mtern
� ��IOnes
cesidad del enfoque sociológico se deriva del propio concepto
. les de re­ de los fenómenos internacionales, así como una labor de creación de nuevas
acwn � que hemos establecido, pu�s ya señalamos que la cues­ categorías y conceptos que sean expresión de las peculiaridades del medio in­
tiO� �e la pertenen�I a de las relaciones internacionales al campo de la cienci ternacional. De otra forma correríamos el peligro que hemos criticado respec­
a
�ohtica o de la sociOlogía depende de la noeión que se adopte de relaciones to de las concepciones tradicionales, que siguen ancladas en los presupue stos
mternacionales. Definidas por nosotros las relaciones intern
aquellas relaciones entre indivi duos y colectividades humanas aciona que
les como y categorías de la sociedad civil.
En este sentido coincidimos con MERLE cuando señala que la aproxima­
Y afecta n de modo esenc ial a la socied
config uran
. ad intern acion al en cuant o tal, y estable­ ción sociológica a las relaciones internacionales «puede contribuir a situarlas
Cido que la teoría de las relaciones internacionales es teoría de la socied bajo una nueva perspectiva y a poner de relieve algunas de sus características
ternacional, no hay duda de que un enfoque estrictamente polític ad in­
o es absolu ­ que podrían haberse escapado a otros especialistas. Por otro lado, no se com­
tamente insuficiente para el estudio de tal objeto. Las relac prende por qué •a ciencia que trata de los problemas de la sociedad ha de de­
le� no pueden reducirse a las relaciones políticas, pues , como iones inter nacio na­
ya hemos visto tenerse en las fronteras de los Estados y no atreverse a travesadas para apre­
e�Iste toda una trama de relaciones sociales de la más variada naturaleza, esen� hender las relaciones sociales que se insertan en el campo de la globalidad. In­
Cial en muchos cas�s desde la erspectiva de la sociedad versamente, la exploración de esta parte del campo social puede contribuir a
basan el ca�po pohtico. Necesidad del enfoque sociológicinter nacio nal, que re­
. �
renovar la temática y la problemática de una «sociología» que ha permaneci­
c?mo ha sena lado SCHWARZENBERGER, de las propias nece o que surge tamb ién,
do largo tiempo y que permanece todavía con frecuencia tributaria de la con­
gicas que se d�rivan del ob� eto que se ha de estud iar. Si sidad es meto doló ­ templación del mismo objeto 107 .

una lab�r de � mtes 1s, . esta


_ solo la puede prop lo que se impo ne es
orcionar un enfoque sociológico: En todo caso, el afirmar que la teoría de las relaciones internacionales es
«La �ocwlog¡� alcanza este fin mediante la clasi ficación una sociología internacional no supone, de modo alguno, que consideremos
relaciOnes socia les, mediante el análisis de los facto de tipos y formas de
que ? bran �entro de cualq uier medio social y la determina icos y dinámicos res estát que estamos ante una rama de la sociología, aquélla que trata de la sociedad
tancia relativa dentro del grupo que es objeto de investigac ciÓn 1 de su impor­ internacional, sino que estimamos que se trata de la ciencia de la sociedad m un-
establece cl�ram�nte esta necesidad, en términos generales ión» 04. PETTMAN
«es a la s�c�ologia a la que acudimos para un entendimi , cuando afirma que Ralph, Sta/e and Class. A Sociology oj Jnternational Ajjairs, ond res
l Os PETTMAN , L , 1 979 ,

esa colectividad hum ana que llamamos ahor a "soci'edad "ento comprensivo de AM I N , Samir, L 'accumulation a l'échel/e mondiale. Critique de la theorie du sous­
p. 1 2 .

developpement, 2. ed. , París, 1 97 1 ; versión castellana: La acumulación a escala mundial. Crítica


1 06
-su conf'IguraciOn · ·
a

de la teor(a del subdesarrollo, trad. de R . Cortés y L . Mames, Madrid, 1 9 74 , p . 1 3 y 1 4 .


107 MERLE Maree!, Sociologie des relations internationales, 3 . ed. totalmente revisada y puesta

The y,ear Book al día, París, 1 982, p. 3. Vid. también: K R I PPENDORFF, Ekkehart, Internationales System als Ces­
.r
a

vol. 27 (1 973), p . 387 y 388.


1 03 GooowJ N , Geoffrey, «lnternational Relations and Internatio '

chichtes Einjührung in die Jnternationalen Beziehungen, Francfort, 1 975; ed . castellana : El .,,,·te·


O
J .
World AjjQirs, nal Studies» '

I 04 SCHWAR ZENBERG ER, Georg, op. cit . p . 7 ,


. ma internacional como historia. Introducción a las relaciones internacionales, M é x i CO , 1 98 .
I N I I{ I o / 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ 1 \ ' , H l l \ 1 1 1 1 1 1 1
¡ ·, 1 ¡
•1 ' "
' , l l l l l l i l / \ 1 1 1 1 1 1 1\ 1 1 ; ,
1 1 1 1 \ 1 1 1 1 /l l \ 1 1 1 1 \', J I J J ¡\ 1 l l l f H ' , I N I I I{ ) / ¡\ 1 1 1 1 1" 1\ 1 1 ' ,

Cl l i i Vn ¡; ' l t l' i a o h l l ¡ �
· l l l h a � t 1 l 1 ; 1 ,\ ,
l' i t· k < l l' l l h lrtT i n J Je� h Í, \ I Ó I l t•n , , ' 1'1 1 ( I M I ', '( ) N : H i v i h: 1 1Ct'J 1 ad a n 1 ·· u 1 c q 1 1 c
d i a l , L I I I I Ó I I O J J J a , 1 1 1 a 1 1 i-. p11 111o <1 l

dada la globa lidad del obJet o c s r u d i a d o l a s o · i cet a d i u r ;-rJ dnoa d·iomd l l"
.,

· l u 1 ·j o l' 1 1 1 a · � l l ( l , p · ¡ ( ) H I I S 1 ·
la h i �
,

y el planteamiento totalizador que la aract eriza . o '""uclial. ro1 in l: N


·
·l �� ·s 1 1 c.� d n e n l a s u pe r f i c i e » . U n a

Ju ?to al enfoque socio lógic o hemo s señalado la neces idad d e el · n t a S i a d u el el p a s a d. y la n consideración del 1 m pacr o
·s i r · · h a · o 1 1c ·p ·i 11
.
h1stónco como eleme nto tamb ién
u n enfoq uf' del cambio ele cir 1 1 u t a ncias p ed e desembocar en «la tiranía del pasado so­
u
clave de una teoría de las relac ione intern a­ bre la i m ag i n aci ó n » l lo nos plantea el problema de la validez de las ana­
111 .
ciona les. Ha sido frecuente meno spreciar la i mportancia de la
den al estudio de las relaciones inter nacio nales , alegándose que histo ria en or­ logías extraídas de la historia. J ERVIS señala en este senti ? o, q�e si las a�alo­
tórico es radicalmente diferente al propio de nuestra cienc ia. el méto do hi - gías pueden proporcionar un importante elemento de raciOnalidad, al mismo
mo ha apuntado LUAR D, el más importante tipo de evidenciaSin embargo, co­ tiempo pueden oscurecer aspectos del presente que son diferentes del p�sa?� ·
t� en � oda teoría de las relaciones internacionales es el prop a tener en cuen ­ si aquéllos se aplican demasiado rápida y ampliamente 112 • El e� fo que hist ?n­
.
h1stona, «cualesqm.era que sean las técnicas que se usen para orcionado por fa co debe, pues, utilizarse siempre con el contrapeso de un conocimiento cuida­
toria será siempre la primera y básica materia prim a del estudsu análi sis, la his­ do del presente, que nos permita ver la variedad de situaciones, los contextos,
nes internacionales. No hay, después de todo, otra cosa a estud io de las relacio­ los cambios existentes entre el pasado y el presente .
relaciones internacionales de las cuales tenemos conocimiento iar. Todas las Lo anterior no supone en ningún caso que la teoría de las relaciones inter­
historia, al menos de la histo ria del últim o año. Cualq uier hipót son parte de la nacionales deba orientarse hacia el pasado, pues, como hemos puesto de ma­
concepto convincente sólo pued e basarse en el conocimiento esis, teoría o nifiesto, es el presente, con toda su problematicidad, lo que da sentido a la
histo ria» 108 • derivado de la teoría. El alcance de la aportación de la historia descansa en el hecho de que
El enfoque histórico es, así, imprescindible. En primer Jugar , porq el estudio del pasado es básico por cuanto éste está continuamente condicio­
toria nos permite apreh ende r la sensi bilida d, lo singu ue la his­ nando y explicando el presente. En este sentido, estamos de acuer�o con G?OD­
ciona les. Estos actúa n influidos por tradiciones, mem orias , perce lar de los actor es inter na­ WIN, cuando establece que «la dimensión histórica de la teoría mternacw�al
ticas que hund en muchas veces sus raíces en el pasad o, afect pcion es y prác­ ha de entenderse no tanto como un fin en sí misma, aunque puede serlo, smo
vital su visión internacional y su comportameinto . En segundo ando de forma como una parte esencial de la exploración de algunas de las cuestiones �entr�­
tecimientos internacionales debe n ser entendidos como una Jugar , Jos acon­ les y persistentes de las relaciones intern�cio� ales» 1 1 3• No �abe ' pues, Ident �­
. . Las consi­
chos Y no como algo que se prod uce en el tiempo en un mom secue ncia de he­ ficar las relaciones internacionales y la histona en cuanto Ciencias .
do. No es posib le comprender un acontecimiento internacio ento deter mina ­ deraciones realizadas en este punto al estudiar la génesis y desarrollo de las
consi deración su orige n y desarrollo . El estud io debe ser dinám nal sin toma r en relaciones internacionales como disciplina científica, unido al sentido Y alcan­
co Y para ello la historia es imprescindible. Tercero, porq ue la
ico y no estáti­ ce que, como estamos viendo, tienen las relaciones internacionales,, dejan cla-
porci ona una ampliación del horiz onte, sin el cual nuestro estud ria nos pro­ histo ra esta cuestión.
la perspectiva necesaria para comprender los problemas en todaio carecerá de El enfoque socio-histórico supone, en consecuencia, la toma en consi. �era­
dad y con todas sus dimensiones. Finalmente, de acuerdo con BULL su compleji­ ción de dos perspectivas de análisis cuya conjunción se revela muy fructifera
«el estudio histórico es el compafiero inseparable del estud io teóri , porque en el estudio de la sociedad internacional. .
porqu e proporciona los casos en que las generalizaciones empí co, no sólo La perspectiva sociológica, en cuanto busca en el acontec�r social las regu­
probadas, sino porque la propia teoría tiene una historia, y laricas deben ser laridades, Jos elementos y factores que permanecen, nos pe�mite es.tablecer pro­
de la posición teórica histórica es esencial tanto para censurar como comprensión posiciones generales sobre la naturaleza, estructura y funcwnamemt? d� la s� ­
zar el propio juicio crítico» 1 09. Como señala TRUY OL, la historia espara reali­ ciedad internacional, sobre el comportamiento de sus actores y la mcide.ncia
valente de la experimentación en las ciencias naturales, a modo «el equi­ de Jos más variados factores en el mismo, sobre el sentido y alcance de las mte­
laboratorio de las experiencias colectivas en los diversos de gigan tesco racciones que se producen en su seno, que nos ayudan a explicar qué sucede
cultu ra» . 1 10 órden es de la en esa sociedad y por qué. La explicación sociológica es, de esta forma, gene­
Con todo debe tenerse siempre presente que, si la ralizadora y tipificadora 1 14. Por otro lado, el análisis sociológico de las reJa-
porta nte en la comp rensi ón del prese nte, hay que huir histo ria es un factor im­
de qued arse en la super-
11 1 ToMPSON, Kenneth W . , Politica/ Realism and the Crisis of World Politics. A n American !lp

1 1 2 JERVIS, Robert, Perception and Misperception in Internatwnal Poltltcs, Pncenl on , 1 �7 <•.


proach o Foreign Policy, Princeton, 1 960, p. 36.
108 L UARD , Evan , Types of Internationa/ Society, Nuev . . . .

109 BY LL, Hedi ey, «Las rel�cwnes mternacwnales como a York/Londres '
1 .

· · · p . 28 .
1 976' p . 220.
V / CU N A (ed .), Los estudtos tnlernacwnales ocupación académica », en F. ÜRRE - 1 1 3 GooDWIN, Geoffrey L . , «Theones of lnternatlona1 Relatwns:
. .
mensions», en T. TAYLOR (ed.), Approaches and Theory in lnternational RelaltOns. ond1 ·,/ N t w
co .the normatJve. . 1 PO 1 '" . Y ¡ 1'1
.1nc
en A mérica Lalina. Realizaciones y desa'ios Sa n
va Y ork , 1 978 p . 280 y 28 1 .
tlago de Chile , 1 980, p . 40. 'J'
1 1 0 TRUYOL, Anto nio, op. cit., p. 68. • _

1 1 4 Vid . : TRUYOL, Antonio, op. cit., p. 66; ÜOODWIN, Geoffrey L., Op. Ctl. p . J H H . . .
· 1 1 11 1
1 1 1\ ' , 1 ' , 1 ' \ ll \ 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 1' 1 1 1 11 1 \ ' , ll l l \o l f • l l l ' , l l l l l l( l l \ 1 1 1 1 1 1\ 1 1 ' ,
· lfo l
l ·s • • u� fa · i l i l a lu slu pci .
,
.' ' . J ., � C J o J J dl'l pa a J: a
ó c l • I I J< J d ·1 E s l ; ¡ c J o ,
· i o n c::; i n l c r n u c i o n a
que aquéllas no a r n p a ec e l n
J lt ' I S I H' I'J i V I J V I ' ! J I \ .d 1 p 1 ¡ · 1 1 1 1', l l 1 1 1 l h l l t' Í O I I 1 1 1 i 1 l i Í � I I l 1 in t.:S \' 0 1 1 1 p i ' I I H.: I I I l l ( l a J l < l l
e csde la pcrs P e
a
o , 1 1 a b 1. 1 1 1 :: 1 1 e l · r · l a - p ' 1 0 J ll'I.:I Í V 1 1 1 1 > 1 1 1 1 1 1 1 1 ! d ! k l : i Hl • · i o l ! o¡ • f : 1 '
a d <1
cw nes entre Estados ' SI. no com o contac .
< t • " s 11
·
·t IV<J

actores internacionales Y ent �� sus estrtos y rel acJO nes en t re d J S t i ll l OS 1 i p s d .



·
.

a m b i o , fu n d a m e n t a l en t o d a t e rla de
uras eco nóm i cas Y soc iales
Fi n a l i n t· n f t' , a pa 1 · · · lu 1 1 0 i ó 1 1 de

La pespectiva hist óric a , P su/arteuct


enfoque hi s tó rico p e r m i t e es t u d i a r lo particular dentro de lo general y propor­
11 • l a s cicdad inl ·rnacionul , ya que l a onjunción del enfoque sociológico y del

nac ion al, sus instituciones sus �r� , nos hace ver com . o la sociedad int er­
gado a ser lo que son . No� ayu�� ulti s, � us pol ític as sus pro blem as, han lle­ ciona un sentido dinámico, de cambio, en la vida social. Como señala GONI­
.'
particular, de lo contingente dent ro de var u ? sentido de lo concreto, de lo DE , una de las virtualidades de la sociología histórica «es mostrar que los fe­
es, asJ,. en pnn . cip io esa sociedad . La exp ¡Icac · wn · h Isto .
' . nca nómenos sociales están en perpetuo movimiento» 1 2 1 .
' ind ivid ual ¡'zad ora . proporcwn .
·

. a la ma t ena · ·
pnm a para las Noción de cambio a la que se ha de atribuir un lugar central en la elabora­
. . erah
gen zaciones sociológicas 1 1 6 Ello no supone , .
cwn . onc
hist . a ' dentro de la
.
·
sm emba rgo, que 1 a explica .
- ción de una teoría internacional. El cambio es una característica constante de
. s¡'ngu lan'd ad ' no pueda en cuanto tal . la existencia humana, por lo que su ignorancia o negación sólo puede contri­
d elos que Imp liqu en regular¡' dades de a rec.urnr a mo -
. a hist óric ¡ can ee lim itad o. E n cua lqm buir a distorsionar el análisis de la realidad y a agudizar los problemas a que
perspectiv a, en cuanto que no s pro por cw . na un . er cas o, la
paradójico e incongruente nos ¡· mp1' de cie rto sen tid o de lo se enfrenta el hombre. En palabras de B U ZA N y JONES , desde el punto de vis­
. rnacion caer en una VISJ · ·
. cw· nOnh'determm · ista
· de los ta de la teoría, la atención al cambio «no sólo es el indicador último de la efi­
·

fenomenos mte
·

ales Pero , ad ema. s , 1 a exp


cw na una concepción del mu nd o com o
·
·
. hca Isto nca
·

nos
· ·
cacia», sino que «constituye, en sí mismo, la base más prometedora para una
11 and o num ero sas Y dist
un todo ' en e¡ cua ¡ se h an Ido . propor- aproximación general a las relaciones internacionales. De este modo, un tema
intas cJ· v·¡· .
I Izacwnes ' en un prm desarro-
casos unas a otras, para finalmente · �I· P JO
· aje · nas en mu cho s que a primera vista aparece como esotérico, en ulterior reflexión encuentra su
irse p rogresiva . mente
constituir la actual sociedad ¡'nt ernacw . na1 um.ver mte rre laci ona ndo hasta significado central» 1 22 •
MA NN, «so. lo un enf oqu e hist sal . eom h - alado H OFF- El hecho es, sin embargo, que las ciencias sociales han prestado muy esca­
órico P ued� ayudarnos a evit?araelsen error de gene- sa atención al cambio . Como ha apuntado BERNSTEIN , las ciencias sociales en
ralizar a partir de la experiencia de un
curana . de nuestra tenden Sistema . Un retorno a 1 a h Isto ' na . nos general en vez de proporcionar las estructuras, leyes y claves que pueden expli­
cia a considerar 1 �s relacw . n .
una act ivid ad fundamentalmente oce¡'d s
� mternacionales com o car el proceso de cambio en una sociedad, se han limitado a darnos como mu­
Media» 1 1 7 . La hist ori a nos a u da , pu ent a , que comienza al final de la Edad cho una descripción de lo que nuestras vidas, social y política, están en proce­
te en los estudios internacion�es La h�Isto s, a superar el etnocentrismo dominan- so de llegar a ser 123 . En el campo concreto de las relaciones internacionales
.
¡ a aph cac wn
. . . del método comparat'IVo, cuynao 'valpoorr últim o, nos da las bases para
·
este hecho está incluso más acentuado, pues la gran mayoría de las aportacio­
nos sociales es ind uda ble. en el estu dio de los fenóme- nes teóricas han acentuado la continuidad, el siatu qua, a expensas del cam­
En suma, como afirma TRUY OL «la hist . lar, nos bio. Desde el realismo político hasta la teoría de los sistemas puede decirse
ve del espíritu de un pue blo , del sen�ido ori a, en particu dará la da­ que el conservadurismo ha sido la nota dominante. Sólo recientemente, se ha
de una sociedad de Estados explicat ' d� una estruct.ura estatal, de la génesis producido una reacción en el sentido de conceder una especial atención a la
nistrando así a la política Y ¡'a soc w . Iv� e sus pecuhares. condiciones ' sum í- noción de cambio en las relaciones internacionales 124. Esta tendencia actual
presentes a la luz del pasado Y en logi . a la base para mejorar las Situ . acione de la teoría de las relaciones internacionales constituye, en palabras de D. J.
raíces» l i s VIst as a un futuro que en éste tiene suss DUNN «un signo del desarrollo de las relaciones internacionales hacia una cien-
Ambos enfoques, el histór Y el
lad o, en ambos es com ún el hecico h -soc iológico , se complementan. Por un
120 Gooow 1 N , Geoffrey L . , « lnternational Relations and lnternational Studies>>, op. cit. ,
.
Y 1 a soc wlo gJa . son las únicas o, sen ala do por BR AU DE L, d.e que la historia p. 389.
ciencias 1 ba1��..s usceptible .
� .de extender su cu­ . . 1 21queGlaONIDEC, P. F., op. cit. , p. 19. E. J . HOBSBAW N considera que es precisamente en la aten­
riosidad a cualquier aspecto de lo soci 1 9 h1stona. presta al cambio, a la transformación,
foques se hac e patente en la aplicad . !J� j . otro, la utilida
ciOn a la interacción dinámica donde reside
d
on de metodo comparativo,deenam bos en-
el que la
la aportación más importante ·de la historia a las ciencias sociales («La contributio� de l'histoire
aux sciences sociales», Revue International de Scienees sociales, vol. 33 [ 1 98 1), p. 69 1 ).
1 22 BUZAN, Barry, y JONES, R. J. Barry, « lntroductiom> en B. BUZAN, y R. J . B. JONES (ed s . ) ,
M
Ch ��ge and the Study of lnternat10nal Relat10ns: the Evaded Dimension, Londres, 1 98 1 , p. 5 .
1 1s SA Roberto, y Práctica. . . , op. cit. ' 3 BERNSTEIN, R1chard, The Restructunng oj Social and Political Theory, Oxford, 1 976,
Vi� T,RUY OL, AntTeoria p 58 p. 226 y 227.
1 :; HoFFMANN, Sta� leyomo
1 16
o;. cÚ.', �-. 2Zl � op. cit. , p. 388.
66 . OOD W J N· , Geoffrey L . , 124 Prueba de esta atención creciente es, además de las aportaciones que hemos estudiado al
·
·

H.', op cit
1 TRUYOL omo, oop· cit p · 68 tratar de las concepciones teóricas en la década de los setenta y de algunas de las últimas aporta­
1 1 9 B R�UDEL,, Ant
Fernand, «Histoire et Sociololie» ' n Trw.t�.
··

. . dirigido por G. GuR ciones realizadas en el marco de las concepciones científicas, la reciente publicación de una serie
de obras en las que la noción del cambio ocupa una plaza central. Vid., entre otros. HOLSTI, Ole
.
VJTC H, 3 . ed. revJsada
CJ?Iogia», en BRAUDEL, yF.pues
, ta al día, tomo , Panc;s, 1 967 , vers
de �opologte,

i On castellana: «Historia y So­ R., SIVERSON, Randolph M . , y GEORGE, Alexander L. (eds.), Change in the International System.
dn d, 1 968, p. 1 1 6. La historia y las tenc/Qs
soctales, trad . de J. Góm
ez .Mendoza, Ma- Boulder, Col., 1980; GILPIN, Robert. War and Change in World Politics, Cambridge, Mass., 1 98 1 ;
y BUZAN, Barry y JONES, R. J. Barry (eds.), op. cit.
11 H �1 \ 1 10 Ir! \ 1 1 • 1
C Í a .\ ( ) · j ; ¡ J I I J ;\s. ,s n J'í � I
v . Í CI • ( J •' I )) • es < J l'l'
, I• J ( ( l ll' l a · o n s r,. ! 1 ( . J ,' I . '
C J O n t k l C l l n l n. o es
.
<
n o 1 1 1 1 e' 1 · u . :;' I 1·Ó·1 1 e 1
· 1 1o u ori · 1 1 1 a .¡6 1 1 l 1 1;, ¡ n w h l o l� d l ' l 1 1 1 1 1 1 1 d o 1 . 1 1 1i l o d l u t'o l l l l i l l l l l l ! l
c u c l i ó n u s t a n l i va
» , 1.
'
1111 1

d ;. 1 pu ·s l 1 1 1' 1 1 1 1 ' I J I H I I ' l!' i 1 1 1 de 1 1 1 \ l l l' J' I H , ·1 l t : t 1 1 1 b 1 C , 1 1 1 i 1 1 · 1 d 1 u r a , el S l l bdl' S : t


In �· ! 1 1 1 '! l l i P I I I " I I I I ! ' I I l '• 1 · •. 1 , ¡ 1 1 . ,,• ,
En consecuencia, es la pro re l'd . es 1

tuada en nuestro tiempo por pia d de _as r�lacw � es � nte ac l i ona es , ace n ­
.
l a s o l 1 1 · i 1 1 1 d e l ' " obl " l i l a · bjel i v s 1 ocl s ellos q u-· '( H i d i -
.

1 rn
el de �r �
las comunicaciones Y la interdepe�d .llo Cien_tifi_co-tecmco, el arma nuc lea r,
.
n a n la 1 o s i b J · t· x i ' 1 11 ia de una so iedad i n t ernacional v iable y razonable­
rrvJI 1 •i

luc ión a los problemas urgentes eneJa eco;om ica , Y la _necesi ? ad de dar so­
i

la que impone la imperiosa necesid��e;: en . re� ta la soci:dad Int ern aci o nal,
ment e j u l a y p;1 í fica.
en la teoría de las relaciones internaci a�Ibm r al �ambw un papel centra n esta l ínea hacemos nuestras las palabras -de R U M M E L cuando establece
presentar en la esfera internaciona ona les . .
1 � compleJI ?ad que el mis _ mo pue l «que el hombre, no la naturaleza física, es el centro de la realidad, que el com­
de
res , niveles de análisis presentes e dada � mtrrelación de múltiples [ac to­
l portamiento del hombre no está sujeto al mismo proceso de causa-efecto que
ignorancia de SU necesi dad . ' �tere ses lill p ICados, no pue de jus tificar Ja
i atribuimos a la realidad física, sino más bien está guiado teleológicamente por
sus objetivos futuros, y que el hombre está autodeterminado y es moralmente
E11 o, además, contribuye a elim ina
r el mito de u!la Cie . nci. responsable de sus acciones. Es decir: el futuro descansa en sus manos . . . • . » 127
énfasis puesto en la continuidad ha a neu tra l, que el La teoría de las relaciones internacionales es, así, en última instancia una
ciencia social ' Y las relac¡'ones m . t fa
, CI Tt � ad o , Y a (Joner de ma nifiesto
. ens ernacw l es en par fIcu ar, no son qu. e toda 1 teoría de la humanidad, no del hombre como ser individual, sino de esa comu­
una dim ión valorativa , dad : s profunna das c?nsecue?cias humanas. El nas
aJe a nidad universal que constituye la humanidad y que en el estado actual puede
bio sólo puede ser entendido d� �� cam­ denominarse sociedad internacional o sociedad mundial 1 28 •
Iisis normativo Y empírico está . t �na perspectiya_ particular, en la cual el aná- Nuestra afirmación del enfoque sociológico-histórico, como definidor de
bio, en definitiva , suponer hac�/�e���::t�te rel�c10?�dos. El' est� dio del carn ­ la teoría de las relaciones internacionales y, su consecuencia, la configuración
a c nJu ncwn de � eona la prác
Y
n a� que todo teo¡ nco
ea, sacan do a la luz el compromiso � ti­ de éstas como teoría de la sociedad internacional en cuanto tal y, con ello de
a la realidad que es objeto de est erso asu me fre
�. 1 nte las propias relaciones internacionales como disciplina autónoma, nos plantea
Nuestra posiCión respecto de la udi teo . . la cuestión de su relación con las demás ciencias sociales, debido al hecho de
can sa, así , en un enfoque sociológic ría. d. e . as relaciOnes mt �rnacionales des­ que necesita de las aportaciones y datos proporcionados por otras disciplinas.
tiva tien e un lug ar imp
o-h is t on � o en el qu e la
ortant C omo h. a senalado ME DIN dimensión norma-
Estamos, así, ante una característica de las relaciones internacionales que .hoy
qu e tiene que ver directamenteecon
. ·
A ' «en una Cie .
nci.a día prácticamente ningún estudioso pone en duda, su interdisciplinariedad o
teamiento científico amoral es ese 1 � s h o m b r � s la sociedad hu na , un plan-
Cia me nte mm oral , pu s e1 hma
1 Y
multidisciplinariedad.
de ser cons idera do como una cobnaya . . . >1> 126 • T eona . empm � . ombre no pue-

Este hecho se deriva en cierta medida de la propia circunstancia histórica
ría no rm ati va no pueden d¡'vo rci co-a nalítica Y teo- de la génesis de las relaciones internacionales, pues su caráCter reciente ha he­
na les , pues constituyen las dos d . arse en a teoría de 1 as re1 acw
. . nes .
�me . . . mt ernacio- cho que en el pasado el hombre se haya preocupado de interpretar ese sector
dimensión normativa establece I �! o� es me lud ¡bJe s de toda teorizaci ón . La de la realidad social desde las perspectivas particulares de otras ciencias socia�
todo esfuerzo teorizador po nl"e'nds o Jet lv.os : valores Y pre ferencias qu e guían les, que han arrojado luz sobre aquellos aspectos de la realidad internacional
que se en frenta la sociedad intern ol os en mt 1m a reJ a. �IOn · · con ¡ os pro ble
porciona los elementos de la re aci on al . L a d" Im ens wn em pm _ _ ca-analíticamas a que entraban dentro de su propia temática, como ya hemos tenido ocasión de
pro­ ver. Sin embargo, el carácter multidisciplinario de las relaciones internaciona­
pretación, qu e deben gu iar la re I"d ad. ?ec�san_ os para su comprensión e inter­
� t-
¡ zaci ?n e los val les encuentra su fundamento no tanto en esa circunstancia histórica como en
men sion es se infl uyen
pu es SI. todo estudioso mut uamente , sm que qu epaores Situ
Y objetivo s. Ambas
· di- la globalidad y complejidad características del objeto de nuestra disciplina, en
cuando se ocupa de la reaI"d ar una antes de otra

la necesidad de tomar en consideración todos los factores relevantes de las re- ·
de valores propio, ese mo a d ' parte ya de un mun do
1

el cambio Y en la ultermis anaTl s . s d e la rea _ dad mflu _ ye decis laciones internacionales, que hace ineludible acudir a las aportaciones y datos
.
ior ordenacw� n d e sus op h ivamente en proporcionados por otras disciplinas. SHONFIELD ha expresado perfectamen­
En nuestro caso, la teoría de las . cwn
· e y preferen .
� cias .
normati va parte de una real¡"d . relaci �nes mternacw nales en su dimensi ón te esta realidad cuando dice «que el estudio de las relaciones internacionales
eh os de sus aspectos , lo que ad mternacwnal que est"lm amo s InJu .
sta en mu-
. es una tarea para personas que están especialmente imbuidas del espíritu de
peto de los derechos hu mano s s e t ra d u ce en la n ·
ecesl dad de Imp · las ciencias sociales modernas . . . Es la capacidad para ir más allá del marco
¡" nd·IVI"d ua1es en el P ¡ ano mtern lem ent ar el res- familiar de ideas establecido por una disciplina intelectual particular Jo que
Y d e 1Ievar a la práctica . . del
·

una red ist n. bucwn poder, el bien estar, los recu rsos
o de los Est ados es esencial. Es en este sentido que la cuestión manifiesta lo que considero es
'

25 DUNN , David J . , «The Emergence 1 27 RUMMEL, Rudolph 1 ,


. 1ns)) «The Roots of Faith)), en 1. N. ROSENAU (ed.), In Search of Glo­
.
ES ( ed ) ' Op. Cil. , p.
, en B. BUZAN y R. J . B. JON of Change as a Theoretlcal concern in lnternational
.
21 6 M EDINA
latw
, M anue1 , op. c/1., p . 1 29.
bal Patterns, Nueva York/Londres, 1 976, p. 30.
. S. 71. Re- 1 28
Vid . : BEITZ, Charles R . , Political Theory and lnternational Relations, Princeton, N. J.,
1 979, p. 1 8 1 - 1 83 ; LINKLATER, Andrew. Men and Citizans in the Theory oj lnternational Relations,
Londres, 1 982, p . 36 y 37 .
. , . . .. . . , . , . . , ' " " ' 1 ., . , 11 1 1 ·\ 1 1 1 1 1'1 1 ' , I N 1 1 I< N \ 1 I I I N
.I \ 1 1 '
1 1 1\ ' . 1 ' , l ' ¡\ 1(1\ 1 1 1 1 \

· ·1 1 a k .�
t l l l d l; ; ¡ r ; � c r ·r l s r ica r l p

l l l d i l l'l' l a � - � � � � 1 1 1 1 \ ' 1 1 1 1 d • ·,¡ " " " ' ' ¡ · : . I I H . 1 1 " ' .' ' 1 '�. 1 1• 1 ll l l l ' l l n !IJH I I I ! I i l l l l l l"•
i<.: u d�.: l 1 1 s d · n · i ; � s so i
llo -el sen tido de que la · Jron tcra t rad icio nale
Cs l ; � d u de d �.::-; ; u f'o S I I UCI I I ; i l
d ' �1 1\
l a Cl'l l l l l l l l l l i l ,
porcionan ya un método útil de dem arc ació entr e la · disc iplin as n pro­ l l l l' f l ( )� l l l d l � p�· n ¡.; •, , 1 ' 1 · .� . •:--: � • (• ·' 1 ( ·'1 • ' I I I ! ' O I I l i � L 1
' ' 1
�:,�:III ('I>Oio¡•la
n- . Cua ·i · i a o i f l l'll l a . " · ' · . . · . 1 o , ¡ . l a • r a th . dv
1•1 • 1 '

los problemas del mu ndo rea l, más insisten nto más se acerca uno a ,
. '·
<�, .
tem ente ' CO

fa , ·r . ' ' ' .


esfuerzo interdisciplinario gen uino » 1 29. Así surg e la nec esid ad de un
l a i l i sr oria , l a
1;1 ,
'ti p l SO<.: I O I O 1.1 p s i C O 1:!

, una de las cara


f' a 1
· 1
de las relaciones internacionales es su cará
cter mu
cter ístic as básicas
ltid isci plin ario , en cua nto mo•�n ra cuaiQUICl � '. . d. p r.oble ma e q ue las relaciones internacionales, e n su
.'e?c.tso,
que necesita dat os, conceptos y rtacione actual estado de desarrollo, r p du �n d �. 1 f agmentación existente e n
cial es. Como dicen DO UGH ERT Y apo s de tod as las dem ás ciencias so­
s � s ge r � � � �� ��� :st: d:osos continúen hablando
les se han tran sformado en <<Un aydisc PFALTZGRAFF, las relaciones internacion
corpora, elabora y sintetiza aportacionipli na -o una interdisciplina- que in­ a­ �ae sc�� ����� is����:�: �:da;� � ti� i:c ; q, ar
el sentido Y alcance que, co � o emos v i s

� �� , ��:::� ��eree%�����n ���; i o
�=� · ���
cias sociales y, en la med ida que eses de la mayoría, si no de tod as, las cien­ les exige avanzar en e¡ cammo apuntado por SHONFIELD ' Y hablar de trans-
.
naturales» 130•
necesario, de las ciencias físicas y .
disciplinanedad. Para PREISWERK, « t a sdisciplinariedad es más que interdis-
Lo anterior no sup one que las rela es .
ciplinariedad; ha d� lograrse de ntro � e7 t r�ba o conceptual de un investiga­
un cam po de estudios inte rdis cipl inar cion internacionales sea n sim plem ent e
dor en vez de traer Simplemente J_ Un sm� tiempo especialistas de varias
y WRIGHT, y que TRUYOL ha sometido a io, en
una
la línea esta blec ida por ZIM MER N
ace di�ci_plinas e cortesment s :��:lm�Ituamente sin variar sus posiciones
1 l s �3� o
nifica que las relaciones internacionales com rtada crítica 1 3 1 , sino que sig­ _ � ����ORF, la transdisciplinariedad implica que el
jeto es el estudio de la soc ieda d inte rna cion
ma soc ieda d, no pue den pre scin dir de los al
o disc
des de
iplina aut óno ma, cuyo ob­
la perspectiva de esta mis ­ ���t:c�� ; la �;op��a�f�: :ntre las di:ersas disciplinas tienen _lugar t
��
:0�����
hall azg os realizados por otra s cien­ do, cuando estas disciplinas han termi � ado por ado pt �r u
cias , configurándose precisamente com o . . .
investlgacwn, para h ablar de forma mas genera l , e mtsm� P:����m� He-
¡ 3 .
1 5
la cien cia que en función de su obje­ . . do desde una perspectiva e la
to y finalidad proporciona el marco teórico
ade cua do par a la integración , uni ­ cho que, como hemos visto, se est �. pro d ucten n
dad y síntesis de tales aportaciones necesari que 1 elaciones internacionales JUegan un papel central .
ame nte frag mentarias, si bien el .
objeto de su investigación sup one un con L :: �ificultades que es_r a perspectiva t ra: ip l a es a
de tales con ocim ient os.
Ello imp lica que las rela cion es rnacion
ten ido sup erio r a la sim ple adición _ _ ���
dables, ta� to_ e� ¡0 que a mtegracwn de te'r i y �: ��:;�s ��� p��; .
distintas diSCiplmas : com ? en lo que a síntesis de tales conocimientos se refie­
�:���
cipl ina de inte gra ción y sínt esis d�inte
Jos dat
ales se con figuran com o una dis­
re, sin olvidar las resistencias q�e lo s . rstas en los distintos campos ofrecen
os. apo rtad os por ·otras disc ipli nas ,
si bien el obj etiv o de su investigación apo al ver amenazada la aut ? nomia Y ::t:r���� de sus respectivas disciplinas . Ta­
fiere su esp ecia l caráctér en el seno de las rta un con tenido sup erio r que la con ­ . . 1 tad es no son smo una muestra del cara' cter aún J. oven de las relacio-
les dtftcu
En este sen tido , las relaciones inte cion cien cias soc iale s. .· . les como diSC!p
. . . . t ' f'IC a Y de lo global y totalizador de
nes mternacwna 1 ma Cien
cipl ina ma triz que se nut re de las aporna
1
ales se han con ver tido en una dis­ . . . .
su objeto de es tud 1' o , pero en mngun caso pu eden ser un obstáculo que impida
que se podrían den om ina r men ore s ortac aux
iones sectoriales de otra s disc ipli nas . .
emprender la labor de superacwn d e la rígida fragmentación .
de las Cienctas.
per o cuyo conocimiento es indispensable par ilia res, por su situ ació n jerá rqu ica, . . _ . . .
socmles, mtegran do mtlmamen
· · te los dtstmtos conoc1m1entos , de forma que po-
nacionales propiamente dichas. Son algu a el estu dio de las relaciones inter­ damos enfrentarnos adecuadamente a 1a real'dad 1 multidimensional Y multifa-
los tratados, la hist oria de las relaciones intenas de estas disciplinas la historia de
cética de la sociedad internacional.
nal, el derecho internacional público y la rnacionales, la política internacio­
do con la terminología empleada por GO organización internación . De acuer­
carácter de estas disciplinas auxiliares, las ODW IN, que refleja perfectamente el FINES DEL ESTUDIO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALE
pecto» , en cuanto que arro jan luz sobre asp podemos denominar disciplinas «as ­ 5.

internacionales 1 32 • Junto a estas discipli ecto s par ticu lare s de las relaciones
plinario de las relaciones internacionalesnas «as pecto» , el carácter multidisci­
Establecido el concepto de relaciones internacionales Y fij adas las as s
_ con �a e: P
_ termmar
una teoría de las relaciones internacionales es necesano
���
contar con los conocimientos qe toda otraimplica igualmente la necesidad de
serie de ciencias sociales cuya reJa-
1 33 Para una ampr1a eonsideración de las disciplinas auxiliares de las relacione¿ int crna� i ( • l l : o
.
l 29 les, vid . : MEDINA, Manuei . Teona Y formación . . . , op. cit., p. 1 5 2 - 1 64 .
SHO NFIE LD,Andrew, «Introduction : the Nat 1 34 PREISWERK, R oy , «COUl dwe StU dy international relations as if people matterecl .1 » , o¡ l. , . , ¡ .
Londres, 1 972, p. 9.
(ed. ), ure of International Studies» , en
The Study of lnternat
1 30
Dou GHE RTY,
ional Af
Jam es E., y
fairs,
PFALTZGRAFF, Robert L . , Contending Theories oj
R. MORGAN p. 57 ·
1 35 G usoOR F , Geo rges. �<Passe, pres ent, avenir de la recherche interdisciplinairC». N 1 ' 1 '1��" 111
. ·

ed. , Cambridge, Mas s. , 1 98 1 , p. 552. Internationa/ .


Relations. A Compreh

op. cit . , p . 28-3 5 . troducuom>, en AA . yy . , ¡n..., . : et SC/ences humal·nes París UNE O. 1 'JKJ: "� � ' " ' "
ensive Survey, 2 . •
1 31 ternational des Sciences Socwles, vol. 2 9 (1977 ) ' p. 627-648. Vid. también : BoTIOMO « I ' , ' l 'un l , •· 1 1 1
. humanas, trad . de J . G . Pérez Mari iii , Mild l " l . 'l ,1.,
TRU YOL ,Ant onio ,
ffrey L . , op. cit . , p. 384. castellana: lnterdisciplinanedad y C/encws
·" 1·
1 32 GOODWI N, Geo -crdisciplinante • •
.

p. 1 1 - 20.
111 /
---- ·•-
"
-• n -� ·,
: 1 d �· :1
\ 1 \', H l l ' ' 1 1 1 1 1 ' . 1 1 1 1 1 1 0 1 \ o l l l f ) ¡\ 1 1

· " o l \ ' i . t • • l l ' i . l l l i t i iC' 1 1 1 1 l' l l


1 1 ( ' ( 1 1 1 1 1 v i \'�1 1 1 o l 1 1 1 '
:1111:11
s i c i ó n de los fi n es q u e i u s p i 1 ; 1 1 1 d · ' l u d i ( ' tk l u s 1 el a · i n 1 1 ·� i l l l l' l l l ! l l' i o u a k� . 1 � 1 1
l i l l' Í i l l l i l k � , l'0 1 1 1 ( 1 i ( ) l 1 1 1

ellos, en definit i va , encuen t ra s u sen t i do y j u s l i ficación e l c. fue rzo i n l d · · 1 u a l ) m C Í l l l l > � ) l l Í 1 1 1 C I \ 10 , re l a • o n e . • n l c m a -


· � l e P " " ' O ¡ k p t u l i d o , los
. .

Y la razón de ser de la existencia de esta disciplina c i e n ! í fica . 1. f i n s ele! · , t u c l i o l e la

i n a l s pu ·d ·n r ·st 1 1 1 1 i 1 s
De�
· . , , los i • u i e n t e. t é r m i n o . .
La razón de fondo que justifica la ciencia dé las relaciones i n t er n a c i o n a l e s
P r i m ero uJ v · • n ú n a t
el acrecentamiento del sabe r hu-
� s tanto moral como práctica: ocuparse y dar respuesta a algunos d e l o m á s das l a ciencias,
el conocimiento objetivo de los he­
!": portante� y cruciales problemas a que se enfrenta la humanidad en n ues t ros m a n o e s d ec i r e n n u e t
r o ca o con cre t o ,
que constituyen las relaciones inte �� acio na­
dms. En pnmer lugar, y sobre todo, el problema de la guerra, de su control cho ; ro �
p b l e n a i n t e rn a c i o nale s
de su análisis, explicación y eval uac wn de su
Y prevención y de la carrera de armamentos, que por el desarrollo tecnológico y del les que se con sigu e a través
¡0 . .
�ma nuclear amenaza vitalmente a la humanidad y la vida sobre el planeta. y con � Y sup :ana cwn�O­l,
importancia. . no solo am ha .
Seg und o, proporcionar una pers pect iva
el el problema de la paz, no como la simple ausencia de guerra y violencia sino te a la pers�ect� va �statahsta, naci
como estado que sólo puede alcanzarse erradicando la violencia en sus dife;entes sino glob al, universal, cosmopolita, frenlos res, mstltuc1ones, e: tructuras
manifestaciones. La noción de la paz debe enriquecerse con la toma en considera­ nali sta, indi vidu alist a, en el estudio de esacto inte rnac iona les, es decn , da; no_s
ción de los principios de equidad, justicia y libertad, lo que exige el establecimiento y transacciones que constituyen las relal cion todo , antes que desde la optl -
de relaciones positivas de cooperación. En segundo lugar, y como base del anterior, una visió n de la sociedad internaciona como un
el problema del subdesarrollo, y del creciente empobrecimiento de los dos ter­ ca de los acto res que la integran . política exterior de los Estados desde esa
cios de la ?umanidad, lo q � e implica prestar una atención especial a los pro­ Tercero , contribUir a orientar la iendo hipótes� s, prop�siciones Y pre­
blemas denvados de la explos1ón demográfica, el hambre, el agotamiento y control perspectiva global y cosmopolita, establec lemas mternaClonales Y sobre
de los recursos naturales, la participación y difusión de la cultura y de los adelantos visio nes sobre la evo luci ón de los hechose. y prob
científico-técnicos y el intercambio desigual entre las naciones. En tercer lu­ las consecuencias que pueden derivars tica internacional Y la actua-
gar, el problem� de la progresiva degradación del medio humano y natural co­ Cua rto, formular juicios de valor sobre la polí
mo consecuencia del progreso científico-técnico y del desarrollo industrial. Fi­ ción inte rna cion al.
Qui nto, promover la comprensión inte rnac iona l e_ntre _l �s p � eblos Y . Esta -
nalmente, el problema de la libertad del hombre y de los pueblos, el respeto auténtico espm _ tu CIVI CO mternac wna l ,
de los derechos humanos. dos , con trib uir a la formación de unCom o ha señalado TRU YOL , «el estu dio
En suma, el prin�ipal pro�lema_ de la sociedad internacional es el de la paz, con trib uir a la realización de la paz . ido con la seriedad y el culto a la ver­
que afecta a la prop1a superviVencia de la humanidad, y, junto a él e íntima­ de las relaciones internacionales emprend su vez, un factor de las relaciones i n t e r ­
mente relacionados, la consecución de unas relaciones entre los pueblos y Es­ dad sin los cuales no hay cien cia, es, a elem ento de com pren sión de la realidad
tados que tiendan a eliminar las desigualdades e injusticias de orden económi­ nacionales mismas, por cua nto, como de suyo , por añadidura, la mutua com­
co, social Y cultural, que afectan gravemente a la actual sociedad internacio­ inte rnac iona l, favorece, sin buscarlo partic ular no resultará nun ca �segur �3� 0
nal, Y que permitan la existencia del hombre en un marco social y político dig­ prensión entre los pue blos , cuyo bien b1en general de la hum amd ad » ­
.
fuera de una integración arm ónic a en elión
·

no Y respetuoso con los derechos humanos. Un mundo interdependiente y ame­ de una teoría general de las rela
nazado como el nuestro no puede ignorar por más tiempo que la paz está en Sexto, y últim o, llegar a la formulac inter pretar y prever adecuadamente
funci�n de �a justicia y de los derechos humanos y no de las armas y la opresión, ciones internacionales capaz de aprehender, ción de sus problemas, teni endo
_
pue� I nJUStiCia - Y guerra van íntimimamente unidas 136 . A las relaciones inter­ la realidad internaciona l, en orden a la asolu de su que hacer intelectu al .
naciOnales corresponde, así, en última instancia, estudiar el funcionamiento al hombre y a la hum anid ad como met y fin
d� 1� �ociedad inter� aci �nal en orde� a establecer las condiciones de su p�opia
V1ab1hdad Y superv1venc1a. El estudiOso de las relaciones internacionales debe
tratar de establecer los principios sobre los que se ha de basar la sociedad in­
ternacl_ � nal, _ pero también los procedimientos a través de los cuales alcanzar
_
tales pnnc1p1os. El estudio se extiende, pues, igualmente, al futuro de la socie­
dad internacional.
.Estos mternacwnal,
soCiedad
� on los �roblemas más graves a los que debe tender el estudio de la
pero de modó más inmediato existen toda una serie
de problemas concretos y puntuales relacionados con ellos sobre los que debe

TRUYO L, Anton io, op. cit. , p. 8 2


.
1 36 Vid. ARENAL, Celestino del, « La investigación para la paZ>>, Cursos de Derecho Interna­
ctonal de V1tona-Gasteiz 1986, Univ . del País Vasco, pp . 1 7-92 . 137 Y 83.
CUAR'f A PA RTI!:

METODO
L M T D 1N . A RELA lON JNT RNA 'lON A U •.. '

Si hasta ahora hemos tratado de exponer qué son las relaciones inter11avir,
nales y cuál debe ser, en consecuencia, el sentido de esa ciencia, hemos d e s ·­

ñalar igualmente cómo el científico llega a conocer esa realidad, pues una cosa
es el sector de la realidad social que hemos acotado como objeto de estudio
y otra los medios y cauces que se han de utilizar para su conocimiento. L o
propio del método es ayudar a comprender no tanto los resultados de la inves­
tigación científica, como el proceso de investigación mismo.
En cualquier caso, como señalara S CHULE , refiriéndose al derecho inter­
nacional, pero aplicable a las relaciones internacionales, no hay separación entre
teoría y método, entre el concepto y la metodología, por el contrario, existe
una relación necesaria entre un determinado objeto y el método utilizado, pu­
diendo decirse que, en última instancia, el concepto que se haya adoptado de
una determinada ciencia condiciona los cauces del conocimiento científico 1 •
REYNOLDS, en igual sentido, manifestará que <<Una clara distinción entre mé­
todo y teoría no es posible, pues todo tipo de análisis está sujeto a postulados
teóricos estén explícitos o no ( . . . ). Consecuentemente la investigación está con­
dicionada por la teoría. El uso de un método es en realidad la aplicación, antes
que el origen, de la teoría» 2 •
Esta imposibilidad de distinguir claramente entre teoría y método hace que
sea necesario introducir la noción de «técnica». De acuerdo con KAPLAN , los
métodos «son principios lógicos o filosóficos suficientemente específicos co­
mo para estar relacionados con la ciencia en cuanto hacer distinto de otras em­
presas e intereses humanos. De esta forma, los métodos incluyen procedimien­
tos tales como la elaboración de conceptos e hipótesis� la realización de obser­
vaciones, mediciones y experimentos, la construcción de modelos y teorías, l a
explicitación de explicaciones y la realización de predicciones» 3 • De otro la­
do, las técnicas son «los procedimientos específicos ( . . . ) utilizados en una ciencia
dada o en un contexto particular de indagación de esa ciencia» 4 • Tod o p r o­
ceso de investigación exige la utilización de procedimientos operativos ri • 1 1 ro
sos, adaptados al tipo de fenómeno que se estudia y al objetivo q u e e p e r s i
gue. Existe, pues, una clara interdependencia entre métodos y técnica.-; , Pl'l '1

1 SCHULE, A . , « Methoden des Volkerrechts», A rchiv des Vo/kerrechls, v o l . 8 ( 1 1 1 � 1 1 1 • 1¡,1 ) ) ,


p. 1 35 .
2 REYNOLDS, Charles, Theory and Explana/ion in International Po lilics, L01 1 r l t �. , 1 1 1 / 1 , 1 ' r• 1
3 KAPLAN, Abraham, The Conduct of Jnquiry. Methodo/ogy jor !he Beliav/or·/ 11 S· , , . , , , ,., ' , ¡ , ,
Francisco, 1 964, p. 2 3 . Vid . , también: GRAWJTZ, Madeleine . Méthocles des sc/l·nr 1 "· '"' Ir�/• '' •
2 . • ed . , París, 1 974, p. 3 3 1 -3 3 3 .
4 KAPLAN, Abraham, op. cit., p. 1 9 .
. ¡ ¡ ·' I N I IU • I I I i l l 11 111 \ 1 \ ' , 1! 1 1 \1 1 1 1 1 1 ' , l l l l l li l l \ 1 / 1 1 ! / \ / 1 ·, 1 1 /' d i 1 • 1 1 '" 1 1 1 1 \', Hl l \1 I! INI ' • 1 1 1 H IJ •\ 1 1 1 1 /'l ¡\ 1 1 ' '1 / 1

deben d i s ti ng u i rse de fo r m a prc · i s a c o m o ú n i c ; J fOJ J i l a d · �.: n fo · a 1 con e · ¡ a 1 • 1 ( ' l l l h l t · l l l i l l't"I I I J a ( C� d 1 1 10d0 <.k ; ! l li11 f i s i s Y 1 1 0 c( O b J l' I O
mente la cuestión que nos ocupa. Como señ a la G RA W I TZ, «<a 1. ni · a rcpn·­ m is m o > •· , ' 1 o d o . . n . . p o n e d · f i ·s t o q u e a s rdal:.iOnc� i n t e rn a · i o n a l · s · n
de ( l l l l l i i i V I " I � I I
·e mani l
senta las etapas de operaciones limitadas, ligadas a elementos práct ico · , co n ­ s u dt:�ll" o l l ( • l'( l 1 n o ·i · n · b h a n e s Lado m á s preoc u padas por cuest iones mct o­
cretos, adaptados a un fin definido, mientras que el método es una concepc ión d o ó g i ca s , o Si St: pr · fi ere
l técnicas, que pOr (a teoría propiamente d ic h a , O me­
intelectual que ordena un conjunto de operaciones, en general varias los métodos de análisis que por la realidad que debía estudiarse ,
técnicas» 5 •
jor, más por
con lo que se explicarían muchos de los defectos y carencias que hemos visto.
Hemos dicho al formular el concepto de relaciones internacionales que la No puede extrañar así que W ALTZ afirme que «la mayor parte de los estudio­
ciencia de las relaciones internacionales es teoría de la sociedad internacional sos de la política internacional no han observado el proceso de indagación re­
en cuanto tal. Con ello estamos ya formulando nuestra concepción metodoló­ querido. Peor todavía, no han sido capaces de establecer cuál podría ser el pro­
gica, pues la realidad objeto de estudio y el enfoque científico adoptados con­ ceso requerido de sus indagaciones. Se han preocupado mucho por los méto­
dicionan el enfoque metodológico. dos y poco por la lógica de su uso. Esto invierte la verdadera prioridad de la
Frente a aquellos estudiosos de las relaciones internacionales para los que empresa, pues una vez se adopta una metodología, la elección de los métodos
el problema del método es un problema accidental que no tiene por qué ocupar se transforma meramente en una cuestión táctica» 7• Se trata de lo que
el esfuerzo investigador del internacionalista, nuestro punto de partida es ra­ SCHWARZENBERG ha denominado el imperialismo de la metodología, que tie­
dicalmente distinto, pues estimamos que la indagación metodológica es el ca­ ne lugar «cuando son los problemas los que se adaptan a los métodos y no
mino que permite estructurar el conocimiento científico de la realidad objeto a la inversa» 8 •
de estudio. De esta forma nos encontramos en nuestro campo con que una parte im­
Además, en el campo de las relaciones internacionales la cuestión del mé­ portante de las «teorías» desarrolladas lo han sido al margen del objeto de es­
todo ha jugado un papel especial, tanto por la propia evolución histórica del tudio de nuestra ciencia y de un planteamiento teórico de base nacido del mis­
estugio de las relaciones internacionales como por el debate teórico­ mo, lo que explica en gran medida su pobreza intelectual y teórica y la enorme
metodológico que ha caracterizado sus más recientes desarrollos 5 bis
. fragmentación teórica existente, y, en definitiva, lo poco que se ha avanzado
Al estudiar la génesis de las relaciones internacionales como disciplina cien­ en el camino de una teoría de las relaciones internacionales.
tífica tuvimos ya ocasión de ver cómo el método de análisis ha ido íntimamen­ Se impone, pues distinguir el método de las técnicas de investigación y ele­
te ligado a la evolución «científica» del estudio de las relaciones internaciona­ var el método a su justo lugar, ya que éste, como afirma PEÑA, aunque nos
les, a través del derecho internacional, la historia diplomática y la diplomacia, sirve para determinar las técnicas, «debe brindarnos ante todo una concepción
que proporcionaban sus métodos particulares. Posteriormente, una vez esta­ del mundo, o sea, el cómo vamos a percibir las cosas y los procesos, y a partir
blecidas las relaciones internacionales como disciplina científica, ha sido la ciencia de esto nos debe servir como el «hilo» conductor para penetrar en las cosas,
política la que ha impuesto su metodología. El resultado ha sido una clara ina­ encontrar su esencia, descubrir la razón de ser de los procesos y entender su
decuación entre la realidad que debe estudiarse, la sociedad internacional, y desarrollo y transformación. Por lo tanto, el método va a descubrir, no a crear,
los métodos aplicados para ello, como ya hemos visto. la realidad concreta y objetiva de las cosas. En este sentido, la creación cientí­
Al mismo tiempo, y no menos importante, esa exportación de métodos desde fica del conocimiento se va a encontrar determinada en última instancia por
la ciencia pdlítica a las relaciones internacionales ha traído consigo, en gene­ el método de estudio y el substratum filosófico que éste contenga» 9•
ral, un abandono del intento de elaborar una teoría general de las relaciones El problema del método no es, pues, un problema baladí en las relaciones
internacionales y una atención desmedida a lo que se han llamado teorías «in­ internacionales. En toda ciencia es evidente la necesidad de un marco metodo­
termedias>>, que no eran sino simples métodos en el mejor de los casos, cuan­ lógico general tanto para la aprehensión de la realidad que se estudia como
do no simples técnicas. El propio debate entre tradicionalistas y cientifistas era para la creación de teorías que reflejen esa realidad. Pero bien e�tendido que
más un debate metodológico que una polémica teórica propiamente dicha. En un método de conocimiento no se agota en sí mismo, sino que es el camino
este sentido, cuando en 1 969, KNORR y ROSENAU definían los principales as­ para llegar a actuar sobre esa misma realidad.
pectos del gran debate que dividía a los tradicionalistas y a los partidarios del
enfoque científico en el estudio de las relaciones internacionales, no dudaron
en afirmar que «no es la sustancia de la política internacional lo que es objeto 6 KNORR, Klaus, y RosENAU, James N . , «Tradition and Science in the Study of International
Politics», en K . KNORR y J . N . R osENA U (eds.), Contending Approaches ro lnternational Poli­
5 GRAW I TZ , Madeleine, op. cit., p. 333. 7 WALTZ, Kenneth N., Theory oj lnternational Po/ilics, Reading, Mass. , 1 979, p . 1 3 .
tics, Princeton, N. J . , 1 969, p. 1 2 .

5 bis Vid . : NICHOLSON,, Michael, «Methodology», en M . LIGHT y A. J . R . GROOM (eds.), ln­ 8 SCHWARZENBERG, R . G . , Sociologie Po/itique, París, 1 974, p . 1 8 .
ternational Relations. A handbook of Current Theory, Londres, 1 98 5 , p. 90-99, y «The Methodo­ 9 PEÑA GUERRERO, Roberto, «La alternativa metodológica para la disciplina de l a relMac io­
can Perspectives, Oxford/Nueva York, 1 98 5 , p. 56-70.
logy of International Relations», en S. SMITH (ed.), International Relations, British and A meri­ nes internacionales: la dialéctica,, en El estudio científico de las relaciones internacionale . ·· x i ­
co, 1 978, p. 1 40 y 1 4 1 '
Hl l
1 1( 1 1 1 1 1 / 1 ' 1 ! 11 1 \ 1 \ ' , 1\ 1 1 , , l t > l / 1 ' , 1 1 1 1 1 1.' / 1 \
11 > 1 1 1 · , 1 1 1 1 1
t 1 1 1 1/ \ 1 1 ' .

E 1 1 el CS i u d io
1 1 �11 1 1 1 1 11 1 1 1 1 1 \ ' , 1( 1 1 \t \ t 1 1 1 1 1 ,\ 1 1 ' ,

t Í Ó I I . ( 't l l l l : t 1 1 1 1 1 1 v, i l l . l !' l t11 1 1 t k i 1 1> t• l ! i hl l l l l l' i l l l ll'N i 1 1 1 1 1 1 1 1 il:N


el · 1 ; ¡ 1 ·;. l i i d n d �o · i : d S<: J ) l l l'dc 1 1
tres orientaciones fund amen t a les t eóric o-n 1 e1 clol<.:Stgicas
¡ I I L' I I I :'I I Í l' l l l l l l' l l l · d i � l i 1 ¡ • 1 d 1
1 ' l l h� I I I I C I I I � d t' l i v : u la s
po¡;i l i v i H I I I I I He c 1 1 1 1 a c 1 1 l a I I I I C V l l 1 aH · t ¡ 1 1 • parl p r i 1 1 · i p a h u · n i · del a n ( tl i s i s
10_
En primer lugar , la orien tació n representada por la t eo rías dd ·

llamar esencialistas, cuyo obje tivo es el descubri mien


que pocl ríam s l e la rc:.l i iclacl s o · i n l . ll11 1 01'110 : 1 ·st a k · pueden ret ener l o � mét odos � o -,ológJ·
turaleza del hom bre y de las diversas entid ades soci ales, to de la esen cia de l a na­ co, axiológi ·o rca l isl a y l i aléct ico,quc, con d i ferent e al can ce y período de apa­
flexión filos ófica que se sitúa a nivel de un bien med iante una re­ rición, caract ·riza 1 1 el uadro eu ropeo de u n modo progresivo tras la p n m era
una ,racionalidad supraempírica, bien a travcono cimiento racio nal fundado en guerra m u n d i a l » 1 2 .
T R U YOL
Lo que generalmente las caracteriza es el pape és de una comprensión intu itiva . ya sefíaló que «el antagonismo metodologico que en la teo�1 � ge­ • • •

su natu raleza frecuentemente normativa. l que juega el debe r ser, de ahí neral del conocimiento opone el racionalismo y el empirismo, se mamf_Iesta
En segundo luga r, la orientación teórica empírica en la teoría de las relaciones internacionales bajo la forma de un antagoms � o
una teoría es un conjunto coherente de proposici , de acuerdo con la cual entre el "idealismo" y el "realismo" , siendo el primero el heredero del raciO­
ones
por confrontación con los hech os. Su objetivo no sometidas a verificación nalismo de la Ilustración, que operaba deductivamente desde postulados a priori
las cosas , sin? presentar un conj unto de proposicionees desc ubri r la esencia de y singularmente desde el supuesto de un estado de naturaleza, Y el segundo
_ r los
e�phca diversos c?mportamientos, interacciones ys proc generales que permitan fruto de la reacción del empirismo positivista» 1 3 .
e��!. Para lograr tal �m estas teonas suponen una desc esos en el plano so­ Tal afirmación con ser exacta debe entenderse en sus justos términos, es
Cion de los datos y tiend en a una prev isión de los ripción y una clas ifica­ decir deja al margen el materialismo-dialéctico en cuanto método de conoci­
En tercer luga r, la orientación teórica que partfenó men os que explican . mien�o, que supone en cierta medida una superación de ese antagonismo Y un
�ialé ctico , abordando la socie dad como tota lidad y e del método histó rico ­ planteamiento del problema desde una óptica diferente.
que busc a pone r de man i­ . . de estu­
objeto
fiest o sus anta goni smo s estru cturales y contradiccio Nuestra propuesta metodológica, en función de la realidad
de �na hermenéutica del sent ido objetivo de la histo nes y pone r al día a través c!io ' la sociedad internacional, y del planteamiento teórico expuesto, no puede
de esta. En esta perspectiva, la teoría, además de instr ria, las leyes dialécticas s·;r otra que la que, tomando como marco gene�al �l . mét �d� �ialé:ti�o, de­
to, es instr ume nto de acción en la realidad social. ume nto de cono cimien­ semboca en la metodología propia del enfoque sociologico-histonco, umco que
En el campo de las relaciones internacionales estas permite utilizar plenamente la categoría de totalidad como expresión ? : _la rea­
nes �stán �re�entes , pero han jugado también tres grandes orientacio­ lidad y como vía de aprehender la misma. PIAGET ha señalado, re�Ir_I �ndose
de VIsta histo nco. . ÜRTIZ-A un pape l relev ante desde un punto a las ciencias nomotéticas del hombre, entre las que, en nuestra opmwn, de­
RCE , en esta mism a línea , ha pues to de
cómo la evolución y dinámica de la sociedad internaci man ifiesto ben situarse las relaciones internacionales, que el factor esencial en el desarr�­
en el_ concep�o como en el método. En una primera onal ha repercutivo tanto llo científico «ha sido la tendencia a la delimitación de problemas, co � las e_xl­
d�? mternacw�al geográficamente reducida, com fase, prop ia de una socie­ _
gencias metodológicas que esto lleva consigo», es decir, que «la fase Cl �� tifica
VIlizada, compuesta por grup os sociales relativamente o la europea, cristiana o ci­ de la investigación empieza cuando el investigador, separando lo venficable
zad� � or estructura de yuxtaposición entre Estados homogéneos, caracteri­ de lo que es reflexivo o intuitivo, elabora método� �speciales, ��apt.�dos : su ,

clusi vism o estatal y los objetivos de estabilidad y statuy determinada por el ex­ problemática, que sean a la vez métodos de análisis y de venficaciOn>> . .
vía de conocimiento resultaba abrumadoramente men quo «el método como Desde esta óptica, sólo la sociología y la historia, adaptadas � la realidad
todo como vía de cons truc ción ; en otros térm inos : al os im�ortante que el mé­ que se pretende estudiar, pueden dar cuenta de los fenómen?� sociales � otales .
mente las realidades económicas, sociales, polí ticas perderse de vista general­ Como establece GRAWITZ, «la historia presenta una suceswn de fenomenos
form�les, de los conceptos y categorías abstractas, se, en favor de Jos vaciados sociales totales, en lo que tienen de único en su género, de irre� plazable ( . . -�·
trucciOnes de mat iz idealista alejadas de la realidad prod ujeron grandes cons­ El objeto de la sociología es la tipología de los fenóm_en�s �ociales totales, ti­
grandes corrientes metodológicas iusn atur alist a, racio . . . » 1 1 . El desa rroll o de
las pología que . . . tiende a captar una realidad bastante mdistmta para a�entu� r
ponden a esa real idad . En una segunda fase, en la nalis ta y posi tivis ta res­ sus diferencias. El método sociológico alcanza, pues, un resultado d!scontl­
que la sociedad internacio­ nuista sobre un objeto relativamente continuo. El método histórico, por el con-
�al establece nuev os marcos de cooperación y se organiza parcialmente, expe­
cit. ,
nmenta un proceso de universalización y de amp 1 2 Ü RTIZ-ARCE DE
liaci ón del número de acto­ LA FU EN TE , Antonio, <<Consideraciones metodológicas . . . ( l l )>>,
. .
op.
res, diferenciados y heterogénos, el método como
· 1ogta . duc-
(1n110
n . 0 61 ( 1980), p. 69.
vía de cono cimiento de Ja
ción al estudio de las relaciones internacionales), 2. a ed . rev1sada y aumentada, re1mpre >Ón e n
realidad social aparece con más relieve que el méto 1 3 TRUYOL, Antonio, La teorfa de las relaciones mternacwnales como sociO •

do como vía de cons truc -


10
una Bibliografía adicional, Madrid, 1 973, p. 72. , .
Vid . : BRAI LLAR D, Philip pe, Théories des relations internationales 14 PJAGET Jean <<La situation des sciences de l ' homme dans le systeme des SCiences» , e . n AA.
� 1 ÜRTI�-�RCE DE LA FUENTE, Anto
· /La Haya UNESCO 1 970 · versión castellana: <<La s1tuac10n de las ClenCidS del
París V V . , Tendan�es principales 1: �-�e11ces
nacwnal Publ ico (I)», Revista de la Facunio, <<Consideraciones metodolÓgicas �n1 977 p . 1 5 y 16
De�echo Inter:
de la recherche e n sciences sociales el humain �s - Par/le

hombre dentro del sistema de las ciencias», en AA. VV . , Tendenctas de 1a m · vesllgaCJ


· 'ó 11 €'11 le ��
Socta· ¡es, pans • • '
ltad de Derecho de la Universidad
( 1980), p. 23. . Complutense. n . 60 ' o · ·

ciencias sociales, trad. de P . Castrillo, Madrid, 1 973 , p. 60 Y 63.


1 1 1 1 1 1 1 .1 · , 1 •, i; l l\ c l l l i / 1 1 1 ' , 1' '. •1 1 •I / /
•1 /(1 I N I II I I ! i l l i e
1 1 1 1 1 1� 1 1 \ ' 1 1 1 ''
l\ 1 \1 11 1 [ 1 ! 111 1 1 1 1 r-- 1 1 1 ' 1 1 11 1 1 1 1 1 \'' " 1 1 11 11 11 1'

l ag u n a s e l e lo� ! J ccltos y a ·o n i ·ci n .I Í C n


br� un tiemp o, quizá artificialmente recon st ruido , pero asef gosu , anpol oy :\unnd os . so­
u·a r i o , va a l l e n a r la
f o d l' J ¡ ¡ l'1 1 1 P f i l l l . l l l t11 1 1 1!.111 i i d l' ' l ! i l d l l l l l ' l l l ! ' ( i (.':,(' I Í I ( )¡-. , Í l k i i i Í i ir; u J n,\ C

nmda d, una trama a Jos fenómenos» . De hecho , ambos se comp lemena · o n f ¡ _


,\ i d O
n c

nsid c rac i ncs anteriores obre el mét odo n o s l l e­


j 1 1 1 C I' J l l t:l ; I ( I O K ,

De esta !orma , el mét?do sociológico permi te, más adecuadamentetan , s _ 1 3 n d · l'h t í l i v n , f Od f l las o

otros, aprmamarse a la realidad de las relaciones internacionales, no requir que mét odo dialéctico como marco metodológico
RA W ! TZ no ha dudado en decir que el método dialéctico es el más
v a n a la nccc i d n c l el a p l ica r el

el uso de metáforas que distor siona n la realidad. Además, es más iendo gen e ra l .

vo, e� cuanto que toma en consideración todos los fenóm comp rensi­ completo, «por no decir EL método, porque se corresponde a las exigencias
les. Fmalmente, es un método fundamentalmente empíricoenos que son socia­ fundamentales de la noci'ón misma del método. Es, en primer lugar, una acti­
que
prender la realidad en sí mism a. Nuestra teoría debe derivarse trata de com­ tud frente al objeto: empírica y deductiva . . . Representa, en segundo lugar, un
direct amente intento de explicación de los hechos sociales, es decir, que está directamente
de la observaci?n , antes q�e de la intuición o postulados a priori, ligado a la noción de totalidad» 1 8 . Noción que, como hemos señalado, es in­
de un planteamiento empínco, de un conocimiento de la realidad intern partir debe
Por su parte, el método histór ico permite aprehender la sociedad acional. dispensable en la construcción de una teoría de las relaciones internacionales.
. FLORES OLEA señala que la aprehensión de la realidad tal como es «con­
CIOna l en su pr?pia dinái_Oica evolutiva, lo que posibilita el estud io interna­ siste en la división de la unidad y en el reconocimiento de sus momentos con­
cesos de cambw Y conflicto. Pero método histór ico en un doble sentid de sus pro­
un ! ado, como h � storia suces ión, como explicación histórica del deven o. De trarios como partes constitutivas de dicha unidad, de dicha totalidad. El todo
contiene a las partes y cada una de las partes, al mismo tiempo, contiene a
_
�ociedad mtern acwn�l Y de sus procesos y cambios, en el que la noció n de irtiemp de la
o las otras partes y a la unidad como totalidad dialéctica. La forma general del
-
J Uega u�a papel decisi vo. De otro, en la línea del método genético,
_
la genes 1s de los acont ecimi entos , en el que el tiemp es secundario que busca movimiento dialéctico expresa la contradicción de los momentos y su recons­
es �¡ subproducto de una génesis que tiene su propio oritmo , es decir trucción en una unidad totalizadora, así como el pensamiento que conoce ese
sahda d de los he�ho s �ismos . El método histór ico, además, nosy que busca la cau� proceso. El común denominador de la dialéctica es precisamente la categoría
-
c ?�parar, Para Ident ificar las variables que han influi do en el carác capac ita para de totalidad, como unidad integrada por momentos contradictorios y comple­
_
distmtas sociedades internacionales a través del tiempo y en el comp ter de las mentarios entre sí. Esta forma general del movimiento dialéctico expresa no
to de los actores dentro de las mism as. ortam ien­ sólo la estructura de la realidad -como estructura dinámica, histórica-, sino
El estudio de las relaciones internacionales exige en el camino que debe seguir el pensamiento humano para aprehender científica­
do compara�i vo. Si Ya Augusto COMTE y Emilio DURKconse cuencia el méto­ mente esa realidad» 1 9 • Así, uno de los principales méritos del método dialéc­
1� comparacw. n constituye_ HEIM afirm aron que tico es que pone el acento sobre la unidad de los fenómenos, de la realidad,
el método fundamental de las ciencias sociales, re­ sobre la idea de totalidad, en vez de realizar en el seno de la realidad un corte
Cientemente FRIEDLANDER y COHEN han señalado que «es el único método artificial que conduce a aislar los diferentes aspectos y fenómenos sociales, pues
posib le si se q�i�re que la teoría escape al dominio de lo partic ular y adquiera la realidad social, y en consecuencia la realidad internacional, está constituida
un alcance suficiente para permitir la comprensión de las estruc por una variedad de hechos entre los que existe una relación dialéctica, así co­
procesos subyacentes» 1 6 • Ante las dificultades que presenta la exper turas y de Jos
en el campo d� las ciencias sociales, la comparación es el único imentación mo entre los hechos y la totalidad. De esta forma, de acuerdo con PEÑA, es
perm ite _ al teonc
_ o analizar el dato concr método que posible «concebir la realidad internacional como un todo estructurado y dia­
eto, establecer los elementos constan­ léctico en el cual puede ser comprendido racionalmente cualquier fenómeno
tes Y general�s. En definitiva, como apunta DUVE RGE R , al anális o hecho internacional» 20 •
_ �as Y d1f�rencias entre is de las se­
�e]an las sociedades y las instituciones constituye el me­ El método dialéctico, además, nos aporta un importante elemento en or­
diO mas a?rop iado ?ara el descubrimiento de leyes sociológicas» den a la compresión de la realidad, de cuyo significado ya nos hemos hecho
gr? del miSI_OO consiste en la realización de comparaciones artifi El peli­ 17•

eco al exponer las bases de una teoría de las relaciones internacionales, la no­
exist� una Cie:�a analogía entre los fenómenos comparados, ¡0 que ciales, si no
e�peCial ate?cwn por parte del investigador. Ello supon e que la aplica exige una ción del cambio universal y constante, pues, como señala FLORES OLEA, «la
Cipal del meto do comparativo deberá tener lugar una vez Jos fenóm ción prin­ dialéctica es la ley del movimiento histórico, el proceso de totalización de una
enos obje- infinidad de momentos concretos -en relación y en oposición unos con otros-
:� ÜRAW ITZ, Madeleine, op. cit., p . 42 1
FRIEDL ANDER , Saul, Y COHEN , Raymo nd,
y 422 . 1 8 ÜRAWITZ, Madeleine, op. cit., p. 447.
« Réflexions sur les tendances actuell y
19 FLORES ÜLEA, Víctor, Polftica dialéctica. Introducción a una metodologfa de las ciencias
P- 5 2 . VId. tambi en: DEUTS CH, Karl W .
cherch e n relatw s mternatwna es de la re­
� ? les», Revue lnternationale des Scienc
es Sociales vol. 26 ( 1 974) sociales, 2. a ed., México, 1 975, p. 43. Vid . , también, en la misma línea: GONIDEC, P. F. Re/attons Jn­
, «La théorie des system es et la recher '

,
ternationales, 2 . a ed . , París, 1 97 7 , p . 1 6- 1 9 . Este autor señala que el método dialéctico «se inte­
,
ch com p arative» '

· ¡ es comm e methode de validation en scienc


Revue lnternationale des Sciences Sociales
·

· ns mtern
rais atwna
' vol · 37 ( 1 985)
' p · 5 - 1 9·
, y LISLE , E · A . L
« es compa- rroga, primero, sobre el sistema social mismo considerado como totalida . Define su naturaleza, ?
l DUVER GER, Maun es social es», ibfdem, p. 2 l -32. las características esenciales y a continuación utiliza la comprensión del Sistema social para exp l i ­

Sureda , J o. a ed . , Barcel ona, 1 978,


ce, Methodes des Sctences Sociales,
todos de las ctencws soctales, trad. de A . París, 1 96 1 ; versión castell ana· Mé­ c a r s u s diferentes partes>> y poner de manifiesto la causalidad existente (lbt'dem, p . 1 8) .
2 0 PEÑA GUERRERO, Roberto, op. cit., p . 1 50 .
p. 4 1 I y 4l . l
· 1 1 ¡.; I N I I\ 1 1 / 1 1 1 < 1 I I I N ¡\ 1 /\ ; . ll l l /\ 1 i < l l•i i ' , l / l l l l\ l l \ 1 /1 1/ I \ J J :, J I 1/ 1 1 1 1 11 1 / l l / \ ' , 1: 1 1 \ t / 1 1 1 1 1 1 , 1 / l l l li / l \ 1 /I II J \ 1 1 ,

con una dinámica consta n t e que se 1 1 1 a 1 1 i f'ies 1 ; 1 , a l 1 1 1 1 fsv1101 · 1 1 .� · u l i d o h o r i :t,o 1 1 l.1 l'O I I ,\ 11,, 't > l l l l ! i d l l '

c i o u ' N , 1 1 1 1.� da I I K ha 'l'l• p l i l i l deNH I I


I I I Í i i J I I O,\ ('I I I I I H 'I ' I I ( ' , J I H I I I I Í l l l l ' l l l ! i (' Í o i i : J i l'O I I I t l l o l a l i d a d
tal y en sentido vertical 2 1 .
I I O S ÍHI ' f ' J l l l Í ( I I J a l · � t p 1 ' l'Hi n d Í a i J J ( ) S , J l OS fa · u l to para C O I IQet:r la !'Ca l i d a d L' l l
ollar 1 1 1 1 '81 1' 0 ' ( I I I J pl'( m i ÍSO C O I I ION i' l' I H'I I I I l '
Por otro lado, ese carácter total de la visión de la realidad no permile re­ '

solver la cuestión de la incorporación e integración de las aportaciones teóri­ el se n t i d o d · progn:H o r · 1 1 su l ra n · fo r mación. No debemos olvidar, COJ I I O ya
cas, métodos y técnicas que se producen tanto dentro del campo de las relacio­ hemos pues t o el m ;:¡ n i fiesto, q ue la teoría de las relaciones internacionales de­
nes internacionales como en otras ciencias sociales. be er medio para un mej or entendimiento de las relaciones humanas con la
En las relaciones internaciona les se plantea, por sus especiales característi­ mirada puesta en la libertad, la justicia y la paz. SC H W ARZENBERGER ya se­
cas, con especial énfasis una cuestión metodológica que se hace patente a t ra­ ñaló que, si en el estudio de las relaciones internacionales se impone un enfo­
vés de un doble fenómeno. De un lado, a través del carácter multidisciplin ario que primordialmente empírico, ello no equivale a una indiferencia axiológica
o transdisciplin ario de las relaciones internaciona les. De otro, a través de la con respecto de la realidad, no constituye <<Una excusa para elhdir un análisis
parcelación teórico-metodológica a que las relaciones internacionales están ac­ crítico de la sociedad internacional actual: En otras palabras, una exposición
tualmente sometidas, como consecuencia de la complejidad y globalidad de realista de lo que es es perfectamente compatible con puntos de vista construc­
su objeto y juventud científica. tivos acerca de lo que puede o lo que deberla sen> 24 . En suma, como conclu­
La teoría de las relaciones interqacionales investiga un sector de la realidad ye TRUYOL, «sólo una comprensión de la realidad a partir de la realidad mis­
s ?c�al que es también objeto de consideración por parte de otras disciplinas, ma permitiría también actuar sobre ella y orientarla en el sentido debido ( . . . ).
SI b1en lo hace desde una óptica peculiar que es la de la sociedad internacional Las convicciones de los hombres acerca de lo que debe ser son un ingrediente
en cuanto tal. Ello significa que las relaciones internacionales deben contar con de la propia realidad, en cuanto realidad humana, y han de ser tenidas en cuenta
los datos aportados por otras disciplinas y, en consecuencia , que no pueden como factor operante» 25.
ser ajenas a las aportaciones y métodos o técnicas características de cada una Desde esta perspectiva que venimos desarrollando, que parte de la distin­
de ellas.Ante esta cuestión el método dialéctico, en cuanto actúa como inte­ ción entre el método y los métodos de trabajo y técnica de investigación, la
grador de las aportaciones científicas que contribuyen a un mejor conocimien­ elección de un método en el estudio de las relaciones internacionales no supo­
to de la realidad social, nos permite incorporar las teorías y técnicas que se ne de ninguna forma la exclusión de otros métodos y técnicas que el análisis
formulan desde otras ciencias sociales, pero relativizando su validez y some­ de una r�alidad tan compleja y amplia como la sociedad internacional exige
tiendo a crítica sus resultados. MESA, acertadamente, ha dicho, refiriéndose para su adecuada comprensión. En este sentido, la elección de los mismos de­
al método dialéctico, que nos proporciona <<Una visión total de la realidad in­ penderá del objeto concreto y del propósito de la investigación, siendo necesa­
ternacional, un conocimiento complejo en el que se conjugan los saberes pro­ rio en muchos casos combina{ métodos y técnicas diversos para llegar a resul­
porcionados por otras fuentes del conocimiento , pero nunca como comparti­ tados válidos.
mentos estancos, sino articulados, puestos en conexión unos con otros» 22 . Las consideraciones realizadas en torno al método ·en las relaciones inter­
Lo mismo cabe decir respecto del parcelamiento teórico-metodológico que nacionales nos llevan a una última cuestión, la de la dificultad, por no decir \
caracteriza actualmente la teoría de las relaciones internacional es. En este ca­ imposibilidad, de estudiar las relaciones internacionales, y de avanzar realmente
so el método dialéctico puede actuar como marco integrador sobre la base tam­ en el camino de una teoría de la �ociedad internacional que dé respuesta a los
bién de su relativización y consideració n crítica. graves problemas de nuestro muri'q,o, en un plano exclusivamente individual,
Los dos fenómenos teóricos apuntados actúan, pues, en idéntido sentido dada su complejidad y globalidad y el carácter transdisciplinario que tienen.
metodológico, poniendo de manifiesto la necesidad de establecer un marco me­ Se impone un trabajo de equipo, multidisciplinario , que sólo un Departamen­
todológico general, proporcionado por el método dialéctico, que haga opera­ to de Estudios Internacionales o un Instituto o Centro de Relaciones Interna­
tivo y relevante el estudio de la realidad internacional . cionales, dotado de los medios personales y materiales necesarios, puede pro­
Finalmente, queremos hacer notar que el método no se agota en sí mismo. porcionar. En caso contrario, nos seguiremos moviendo a niveles de análisis
Aunque su función es permitirnos conocer la realidad, debe aspirar a un obje­ y de construcción teórica que no permiten avanzar sustancial y significativa­
tivo superior, pues de otra forma, como señala MESA, «el especialista de las mente en el estudio de una realidad, la internacional, que está condicionado
relaciones internacionales se convierte irremisiblemente en un "ingeniero so­ y gravitando vitalmente sobre nuestra existencia como seres humanos.
cial" del medio internacional» 23 • En este punto, el método dialéctico, al per- Desgraciadamente todavía en España no existe un Instituto o Centro de

Víctor, op. cit. , p. 5 1 . Vid. , también: ÜONIDEC, P . F . , op. cit. , p . . 1 9-2 1 . 2 4 ScHWARZENBER GER, Georg, Po wers Politics. A Study of lnt�rnational Sociely, Londr ·� .
1 94 1 , 2. a ed. , 1 95 1 ; versión castellana: La política del poder. Estudio de la sociedad intr·mr1 ·io
21 FLORES ÜLEA,

p. 282 y 283. na/, trad; de J. Campos y E. González Pedrero, México, 1 960, p. 5 .


MEsA, Roberto, Teoría y paráctica de las relaciones internácionales, 2 . a ed. , Madrid, 1 980,
22

23 MESA, Roberto, Ibídem, p . 28 1 . 25 TRUYOL, Antonio, op. cit., p. 7 3 y 74.


•,
• 1 nu I N I I( C I I I I I r C te IN \ 1 •\ ' , IU 1 \ 1 l l l f l l ' , 1 1 1 1 1 1( 1 1 \ C t c • l l \ 1 1

esas
d i f'k i l n r · n tc ·st r o 1 ,.1•r .�
�arac t críst icas . M ient ras est a si t uació n ·ont i r 1 1'
podra ava nzar �n e1 camm · o de una teona •
1111
de
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las
1 1.:, ·

. . . _ . ones i n t ernac ional es y


del anahs1s cient �fico int: rnaci onal y con ello en el co n ocimie n to
relaci
de la rca l i clacl
Y Io s p �oblem a� mtern ac10n ales. En
_ definitiva, mientras no se desarrollen los es­
tudiO s mternac�onales en España difícilmente podremos hacer realid
vo que �ebe gmar nuestro quehacer como internacionalistas: avan ad el obj et i ­ IJ I B LIO�KA I'I A HA ' 1 ' A
_ - de un mundo más justo zar en fa con­
f¡gura ciOn , libre y en paz.

La presente bibliografía persigue simplemente proporcionar una relaci l ' l l


de aquellas obras que estimamos básicas en úna Introducción a las relaci011 1
internacionales, tanto por el carácter teórico general de las mismas como pr "
su significado en nuestro campo. En la selección nos hemos guiado por cri1 1
rios que, como es lógico, responden a nuestra propia concepción de las rel •
ciones internacionales, si bien hemos procurado recoger igualmente las obr 11

de más fácil acceso para el estudioso de las relaciones internacionales en I r 1

países de habla castellana. El lector interesado encontrará una bibliografía mw


amplia y específica en las notas correspondientes a cada uno de los apartad• '
de esta obra.

ARENAL, Celestino del. La teor(a de las relaciones internacionales en España, l nternational L.• l
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Allen , D., 256. Bernard, J.,
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Allison, G . T . , 254-2 5 5 , 3 1 9 . Bernard, L. L . , 1 55 .
Almond, G. A . , 208, 2 1 8 , 2 1 9 . Bernoul l i , 250.

Ancillon, F . , 49, 2 1 7 .
Amin, S . , 3 3 1 , 407 , 457 . Bernstein , E., 360.
Bernstein, R . , 46 1 .

Anthony, W. W . , 249.
Angell , R . C . , 249. Bernstein, R . A . , 249.
Bertalanffy, L. von , 2 1 2 , 2 1 3 , 2 1 6, 2 1 7 , 220.
Arangio-Ruiz, G., 80. Bertsch, G.
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G . , 3 9 9 , 400. V.,
Bhagwat i , J . , 3 3 1 .
Arbatow, Bestuzhed-Lada, l. 8 5 , 397-399.
Ardrey, R . , 245 .
Arenal, C. del , 1 5 , 1 7 , 28, 4 1 , 5 2 , 5 3 , 5 5 , 60, Binder, L . , 2 3 7 .
8 1 ' 84, 97, 1 50, 1 82 , 20 1 ' 3 1 3 , 339, 362, 376, Bixenstine, V . E . , 298 .
392, 438, 466, 48 1 . B1ack , C . E . , 226, 2 3 3 , 3 7 4 .
Aristóteles, 9 1 . Bladen, C . , 299.
Aron, R . , 7 9 , 80, 1 47 , 1 5 1 , 1 59 , 1 6 3 , 1 6 5 , B1ainey, G., 283 .
1 66- 1 75 , 1 76, 1 78 , 1 79 , 208, 3 1 1 , 4 1 7 , 4 1 8 , Blauberg, l . , 2 3 8 , 395 .
430, 43 1 ' 456, 48 1 . B1och, J . de, 28 1 .
G.,
Ascher, W . , 3 6 4 .
Arroyo Pichardo, 84, 384, 407. Bloc h , M . , 50.
Bloomfield, L . P . , 303 .
A s h b y , W. R . , 222, 2 7 4 . Bluhdorn, R . , 1 62 .
Ash1ey, R . K.,285, 378. Boals,K., 237.
Aspatu r i a n , V. V. , 257. Bobrow ,D. B . , 257.
Attina, F., 80. Bonanate, L . , 80.
Ayber k , U . , 2 5 7 . Bonoma, T. V . , 299.
Ayres, R . V.,364. Bosc, R . , 79, 149, 1 59 , 1 60, 1 9 1 .

T., 465 .
A z a r , E. E . , 204, 22 1 , 3 5 7 . Bot k i n , J . , 369.
Bottomore,

8
Boulding, E . , 2 8 8 , 3 1 4 , 348.
Bou1ding, K . E., 2 1 8 , 228, 247, 29 1 , 347 , 349.
G., 282,
W . , 237.
Bouthoul, 285, 343 .
Baldwin, D. A., 3 1 3. Bowman, L .
B a n k s , A. S . , 208 . Boyd, G., 1 08 , 2 1 3 , 2 3 5 , 4 8 3 .
Banks, M., 27, 7 7 , 1 1 2 , 2 3 7 , 3 5 9 . Bozeman, A . B . , 43 , 1 8 1 , 3 3 3 .

1> 1 .
Barbé , E . , 4 6 , 1 34, 325 , 3 7 6 . Braillard, P h . , 6 1 , 1 20, 1 24, 1 49 , 1 50 , 1 7 1 ,

27 1 , 294, 299, 3 1 2 , 330, 33 1 , 342, J(,� . 11.�.


Barber, J . D., 246. 1 78 , 2 1 0, 2 1 1 , 2 1 2 , 2 1 3 , 239-24 1 , 260,
Barnet, R. J.,237.
Barraclough, G., 50. 3 7 0 , 380, 3 8 1 , 474, 48 1 .
Barrea, J., 256. Brams , S. J., 285.

' I J. I,
Barringer, R. E . , 285 . Braudel, F . , 5 0 , 460.
B a u r , E . J . , 294. Brechner, M., 2 3 7 , 25 1 , 29 ,

W . , 1 32.
Beaute, J . , 79. Brejnev, L . , 8 7 , 39 1 .
Bec k , C . , 2 5 7 . Bretall, R .

Beer, F.. A . , 284 .


Becker, J., 362. Brewin , C . , 364 .

Behrens 1 1 1 , W . W . , 368. 3(,� .


Brickman, P . , 2 l .
Brigh t , J . R. .

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