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Boletín Litúrgico 010 PDF
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Diócesis de Sonsón-Rionegro
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LOS RITOS INICIALES DE LA MISA II
El canto y la procesión de entrada
“El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido e
introducirles en el misterio del tiempo litúrgico o de la fiesta y acompañar la procesión del
sacerdote y los ministros” (OGMR 47). Hay que prestar mucha atención en su selección: que
sea de verdad un canto litúrgico; que facilite la participación de todo el pueblo (evitar que sea
un canto sólo del corista o coro al que deba escuchar la asamblea) (OGMR 48); que tenga
relación con el tiempo litúrgico o la fiesta que se celebra; que manifieste la alegría del
encuentro del pueblo reunido para celebrar a su Señor; que acompañe la procesión de entrada.
Debe terminar una vez que el sacerdote se haya ubicado en la sede. Que el canto de entrada no
sea demasiado corto, pero que tampoco se alargue demasiado.
Conviene que haya una procesión hacia el altar, constituida al menos por el presidente y demás
ministros (Cf. OGMR 44.120.121). Esta procesión ha de entenderse como un símbolo de la
asamblea que camina hacia el Señor y de la condición peregrinante del pueblo de Dios hacia la
patria celestial.
Al llegar al altar el sacerdote y los ministros sagrados veneran el altar besándolo, y en algunos
casos incensándolo. Esto porque el altar es Cristo, Sacerdote y Víctima del Sacrificio de la
Nueva Alianza; al besarlo, el sacerdote está reconociendo a Cristo como el verdadero
protagonista de la celebración y le expresa su afectuoso respeto.