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ALUMNO:

Genebroso tuesta, billy

PROFESION:
Derecho y Ciencia Políticas

DOCENTE:
Gomez ordoñez, Israel

CICLO:
VI

TEMA:
“La norma procesal y su aplicación y las normas que consagra el Título
Preliminar y que orienta el Código Procesal Penal”

PUCALLPA – PERU

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“INTRODUCCION”
Como lo hemos sostenido en múltiples oportunidades nosotros pese a la
regulación normativa, nos encontramos frente a un modelo procesal penal
básicamente inquisitivo, caracterizado por la concentración de facultades en el
juez penal, con facultades para instruir y resolver conflictos penales; por el culto
al expediente y la escrituralidad, las serias restricciones al derecho de defensa,
la reserva que en muchos casos se convierte en secreto de las actuaciones
sumariales, el reconocer valor a los actos de investigación para fundamentar la
sentencia, omitiendo la realización del juicio o etapa del juzgamiento. En suma,
violaciones flagrantes a la imparcialidad judicial, al Juicio Previo, al Derecho de
defensa, al Debido Proceso y la Tutela Jurisdiccional Efectiva, todos estos
reconocidos por la Constitución Política como principios y derechos de la
función jurisdiccional, expresamente previstos en los artículos 138º y 139º.
En nuestro país desde 1980 en que por mandato constitucional art. 250º) se
crea el Ministerio Público como un órgano constitucional autónomo cuya
función es la persecución del delito y se reconoce el Derecho al Juicio previo y
a la inviolabilidad de la defensa (art. 233.9) se sentaron las bases para el
establecimiento de un sistema procesal de carácter acusatorio.
Lamentablemente la ley de desarrollo constitucional dictada en 1991, esto es el
Código Procesal Penal no entró en vigencia.
El Sistema Procesal Penal Acusatorio es antagónico al Sistema Inquisitivo,
aquél se condice con un sistema republicano y con la vigencia del Estado de
Derecho, está regido por sólidos principios, conforme a lo que está
expresamente previsto en el art. I del Titulo Preliminar del CPP: “Toda persona
tiene derecho a un juicio previo, oral, público y contradictorio… Las partes
intervendrán en el proceso con iguales posibilidades de ejercer las facultades y
derechos previstos en la constitución en este Código.

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“La norma procesal y su aplicación y las normas que consagra el Título
Preliminar y que orienta el Código Procesal Penal”

1.- Aplicación de las normas procesales


Bajo un solo artículo -NCPC, 3- se regulan cuatro temas afines: la naturaleza
de las normas procesales, su aplicación en el tiempo y espacio, la
interpretación e integración de las lagunas en el Derecho Procesal.

a.- El carácter público de las normas procesales


El derecho procesal pertenece a la rama del derecho público. No obstante que
el derecho procesal civil está dirigido a regular relaciones jurídicas en que se
discuten cuestiones de derecho privado, la inclusión del derecho procesal
dentro de aquel cuadro de las disciplinas jurídicas está dada por la posición
preeminente que en el proceso asume el Estado a través de sus órganos
jurisdiccionales, de ahí su naturaleza pública e indisponible de dichas normas
procesales, como regla1 .
A pesar de la naturaleza pública del proceso, aun las partes mantienen ciertas
facultades de disposición de ciertos actos, manifestación del Derecho Privado y
de la autonomía de la voluntad, en los que, por más Derecho Público o
intereses públicos de que trate el proceso, se les reconoce con preminencia su
carácter dispositivo, en los términos y manifestaciones del principio dispositivo -
NCPC, 2-4- explicados en el capítulo anterior. Algunas de ellas esas
manifestaciones:
a- La posibilidad de establecer un domicilio procesal previo,
b- La conciliación o métodos alternos,
c- Suspensión del proceso por acuerdo,
d- La prórroga de plazos no perentorios,
e- La demanda conjunta,
f- Eventuales acuerdo de aspectos procesales, que no afecten reglas o normas
esenciales, por ejp, acuerdo de costas, diferir la ejecución de una sentencia o
un plazo para su cumplimiento.
b.- Aplicación de las normas procesales en el tiempo
El artículo 3.1 NCPC plantea una solución generalizada, sobre la entrada en
vigencia de las normas y como un dardo señala “las normas procesales
son…de aplicación inmediata”. En efecto, como regla no absoluta, la ley
procesal es de aplicación inmediata incluso a los procesos en trámite, salvo
disposición expresa del legislador –arts. 7 CCi., 129 CPo-, lo que establezcan

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las normas transitorias2 o lo que el texto expreso de una norma dice sobre el
momento, en el tiempo, en que entra a regir una norma procesal y si afecta o
no actos o procesos en trámite.
Respecto a sus efectos en el tiempo es necesario distinguir cuatro situaciones,
según que, al momento de entrar en vigencia la nueva ley, el proceso se halle
totalmente terminado, o que la relación jurídica material no haya sido sometida
a proceso, o que, pendiente éste sobrevenga la modificación:
a- En el primer caso, si el proceso se haya totalmente terminado la nueva ley
no le es aplicable, pues lo impide la autoridad de la cosa juzgada, con lo que el
pasado escapa a la acción del legislador.
b- En el segundo supuesto, si la relación material no ha sido sometida a
proceso, cuando lo sea, el proceso se debe tramitar por la ley vigente al
momento de su iniciación y no según la ley que regía cuando esa relación
material se constituyó, excepción hecha de la prueba del acto jurídico, que está
íntimamente vinculada al acto mismo y de los recursos, que se rigen por la ley
vigente a la fecha en que se dictó la resolución impugnada.
c- En el tercer caso, si pendiente el proceso se promulga una nueva ley
procesal, hay que distinguir los actos procesales anteriores y los posteriores a
la fecha en que entra en vigencia. Los anteriores permanecen inalterados; la
nueva ley no puede tener efecto retroactivo para destruir actos procesales
definitivamente cumplidos o ejecutados. Los posteriores deben ajustarse a la
nueva ley y en consecuencia debe hacerse la correspondiente adecuación de
procedimientos en la medida de lo legalmente posible, teniendo en cuenta que
no se cause indefensión a ninguna de las partes
d- Lo que determine la ley respectiva, de que se apliquen o no las normas
procesales, a los procesos en trámite o hasta que fase del proceso en trámite
puede aplicarse la nueva normativa –así sucedió con el transitorios II, III NCPC,
I LCJD y II CPP-.
c.- Aplicación en el espacio
Se refiere al lugar donde se aplica la norma procesal. Lógicamente la
soberanía jurisdiccional llega a todo el territorio y hasta nuestras fronteras, por
lo que las normas procesales están sujetas al principio de territorialidad de la
ley -lex fori-, que impide remitir efectos fuera de la jurisdicción donde se aplica.
Eso impide que un juez extranjero, por virtud de normas internacionales o del
derecho internacional privado aplique una ley nacional, o que un juez nacional
pueda aplicar una ley extranjera, salvo los casos de aplicación de una norma
extranjera en un caso concreto, o por aplicación de una norma convencional o
en

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los casos de reconocimiento de sentencias extranjeras, que obligan a aplicar la
ley extranjera, para examinar aspectos procesales de la sentencia. En el
derecho internacional privado se aplican las reglas lex fori regit processum y
locus regit actum, por el cual los actos del proceso se rigen por la ley del lugar
donde se practican, condición que puede ser matizada en convenio
internacionales, algunos de los cuales facultan que ciertos actos –por ejp
pruebas y notificaciones- se practiquen conforme una norma extranjera,
siempre que no contraríen el orden público local del país que la evacúa.
2.- Interpretación de las normas procesales
Siguiendo las reglas del Código Civil –art. 10-, el artículo 3.3 NCPC enseña la
forma en cómo se interpretan las normas procesales. La teoría de la
interpretación de la ley -hermenéutica Jurídica- es la teoría de la determinación
del contenido de la ley, por ello debe entenderse por interpretación, la actividad
tendiente a indagar y esclarecer la norma jurídica, con la finalidad, de buscar la
orientación del pensamiento en ella contenido y el objeto perseguido por el
legislador.
La interpretación, tiene como función característica establecer el sentido y
alcance de la ley, no procediendo en forma exegética o mecánica, sino
mediante un cierto proceso lógico, donde se consideran las posibilidades todas
del precepto legal; interpretando, no sólo aquellas normas cuyo contenido
resulte oscuro, sino aun las que sean claras, con el designio concreto, de
deducir de los amplios y generales términos, en que ella está concebida.
El objeto de la interpretación es la "Iex scripta”, las palabras dictadas por el
legislador. La finalidad de la interpretación es científica: hacer entender la ley,
no crearla. Puesto que en esta materia rige el principio de legalidad procesal,
ante el texto escrito y por seguridad jurídica, la interpretación no puede
desentrañar el contenido, en estos casos, más allá o en contra del texto mismo.
La interpretación es la indagación del verdadero sentido y alcance de la norma
jurídica en relación con el caso que por ella ha de ser reglado. La interpretación
de la norma jurídica es un proceso intelectivo, cuyas etapas vienen marcadas
por los siguientes criterios:
a- atenerse al sentido propio de las palabras;
b- valorar el espíritu y la finalidad de la norma;
c- - interpretar la norma en relación con el contexto en que aquélla está
integrada;
d- - relación con los antecedentes históricos y legislativos; e- interpretar las
normas en relación con la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, con el objeto de evitar una interpretación meramente literal.

Cuando la interpretación reduce el significado de las palabras de la ley,


se habla de interpretación restrictiva; y, por el contrario, cuando la
operación es a la inversa, se dice que hay interpretación extensiva . En
primer lugar la interpretación de la norma procesal debe hacerse por su
carácter instrumental: el fin que persiguen es la tutela efectiva.

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Para ello deben atender a su espíritu y finalidad, tomando en “cuenta el
sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes
históricos y la realidad social del momento en que han de ser aplicadas,
despojándose de formalismos innecesarios”.

3.- Integración
La integración es un método de interpretación para la aplicación conjunta de las
normas jurídicas, eliminando las lagunas existentes en las normas escritas de
forma tal que se interpreten en forma holística –múltiples interacciones como
un todo- con normas derivadas de otras fuentes -escritas y no escritas- del
ordenamiento jurídico.
Como señala García Maynes “puede presentarse el caso que una cuestión
sometida al conocimiento de un juez no se encuentra prevista en el
ordenamiento positivo. Si existe una laguna, debe el juzgador llenarla.
La misma ley le ofrece los criterios que han de servirle para el logro de tal fin.
Pero la actividad del juez no es, en esta hipótesis, interpretativa, sino
constructiva. En efecto: no habiendo norma aplicable, no puede hablarse de
interpretación, ya que ésta debe referirse siempre a un determinado precepto;
el juzgador ha dejado de ser exégeta y se encuentra colocado en situación
comparable a la del legislador; debe establecer la norma para el caso concreto
sometido a su decisión”, entonces si ese ideal no es posible, como negar
entonces la posibilidad de que en algún momento, en un instante o un acto se
deba acudir supletoriamente, a una normativa procesal, como la civil.
Por eso, dice Del Vecchio, que no hay interferencia o controversia social entre
los hombres, por complicada que parezca, o por imprevisible que se nos antoje,
que no exija o deba tener solución en el campo del Derecho vigente. Y la
solución debe ser ejecutiva.
Las dudas pueden persistir largo tiempo en el campo de la teoría -la misma
filosofía del Derecho puede discutir durante siglos sus cuestiones-; pero la vida
jurídica práctica no admite dilación. Para cualquier cuestión jurídica debe darse
un fallo que teóricamente podrá no ser infalible, pero que prácticamente tiene
que ser definitivo. Así lo exige el sentido radical del Derecho, que consiste en
crear una situación práctica de certeza y de seguridad en

Generalidades Conceptos y clasificaciones


Las normas procesales penales se clasifican en orgánicas o constitutivas y en
formales, adjetivas o de procedimiento.
Las orgánicas o constitutivas atañen a la constitución, organización y disciplina
de los tribunales de justicia y de los demás funcionarios del Poder Judicial, y
contemplan las aptitudes que deben poseer sus personeros para sus
nombramientos, las inhabilidades e incompatibilidades que los afectan, sus

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jerarquías, garantías, atribuciones, obligaciones, deberes, jurisdicciones,
competencias, etc.
En nuestro sistema jurídico, estas normas están contenidas en la Constitución
Política, en el Código Orgánico de Tribunales, en el Código de Justicia Militar,
en la Ordenanza de Aduanas, en la Ley Nº 15.231 sobre Organización y
Atribuciones de los Juzgados de Policía Local, en la Ley Nº 16.618 de
Menores, y en otras leyes especiales que se refieren a la competencia para
conocer y juzgar las contravenciones administrativas.
Las normas procesales penales formales, adjetivas o de procedimiento, son
aquellas que rigen la tramitación del proceso criminal para los efectos de la
investigación del delito, la declaración de su certeza, la averiguación del
delincuente y de su peligrosidad, la aplicación de medidas cautelares y de
seguridad, la imposición de las penas y la determinación e imputación de las
responsabilidades civiles provenientes del hecho punible.
Además, estas normas procesales establecen los sujetos procesales, la
legitimación y modo de promover y ejercer las acciones penales y civiles, la
enumeración, la admisibilidad, oportunidad y valoración de las pruebas, los
requisitos de los actos procesales, la forma de la dictación de las sentencias,
los efectos de éstas, los recursos para impugnarlas, y, en general, toda la
reglamentación del procedimiento criminal.
Esta especie de normas se encuentran contenidas principalmente en el Código
Procesal Penal, en el Código de Justicia Militar, en la Ordenanza de Aduanas,
en la Ley Nº 16.618 de Menores, en la Ley Nº 18.287 que establece el
Procedimiento ante Los Juzgados de Policía Local, en la Ley de Alcoholes y
Bebidas Alcohólicas, y en otras leyes especiales.
Por otra parte, el artículo 52 del C.P.P. establece que "Serán aplicables al
procedimiento penal, en cuanto no se opusieren a lo estatuido en este Código o
en leyes especiales, las normas comunes a todo procedimiento contempladas
en el Libro I del Código de Procedimiento Civil".

Características
Las características esenciales de las normas procesales penales emanan de su
carácter de derecho público, porque regulan una actividad de interés
comunitario, como es la función jurisdiccional, y, como tales, son obligatorias o
absolutas, tanto para el juez como para sujetos procesales y partes, en virtud
del principio de la "indisponibilidad" que rige parcialmente en Chile en el
proceso penal.
En lo que atañe a la procesabilidad de estas normas, no debe creerse que sus
disposiciones son siempre formales, ya que en ciertos casos, cuando autorizan
para actuar de una u otra manera en el proceso penal, otorgando una especie
de derecho subjetivo y, por ende, una suerte de acción, adquieren el carácter
de normas substanciales. Así ocurre, por ejemplo, con los derechos a licencias
y las prerrogativas de los jueces, con el derecho del procesado para impetrar la
libertad provisional o para apelar de la sentencia y con el derecho del dañado

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por el delito para ejercer la acción civil. Lo mismo acontece con las normas
sobre jurisdicción y competencia.
Como consecuencia de lo anterior, la procesabilidad de tales normas no está
determinada por la ubicación que éstas ten-gan en el ámbito de la legislación
positiva substancial o procesal, sino que por su objeto y contenido, ya que en la
práctica existen, por excepción, disposiciones de índole material tanto en la
Carta Fundamental como en el Código Procesal Penal y en el Orgánico de
Tribunales, como asimismo existen preceptos procesales en los Códigos Civil y
Penal, y aun en la Constitución Política.
Cabe hacer presente, además, que el establecimiento del carácter procesal o
material de una norma tiene suma importancia para los efectos de la
determinación de su vigencia en el tiempo, y para los fines de su interpretación
(infra Nos 9, 12 y sigts.).

Las principales leyes procesales

Las Leyes procesales pueden sistematizarse en comunes y especializadas.


Son comunes:
 Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ)
 Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC)
Como Leyes especializadas, propias y de aplicación en cada uno de los
órdenes jurisdiccionales, hay que mencionar:
 Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882 que ha quedado obsoleta.
 Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1998 que precisa
de una profunda revisión.
 Ley 36/2011 reguladora de la Jurisdicción Social

PRINCIPALES PRINCIPIOS del PROCESO PENAL.

SU NATURALEZA.

El proceso penal contemporáneo se guía u orienta por PRINCIPIOS


esenciales, que solo tienen valor y significado si son entendidos y
asumidos como debe ser: como FUNDAMENTOS o marcos directrices,
orientadores, de una práctica de todos los días. En otras palabras, estos
PRINCIPIOS no son una bella declaración de buenas intenciones a memorizar
y recitar, sino una manera de actuar o proceder cotidianamente, en todas las
etapas e instancias del proceso penal.

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EL PRINCIPIO ACUSATORIO:

Que se resume en lo siguiente: no puede haber condena sin una debida


acusación. Ello implica la existencia de una entidad autónoma, independiente
de todo poder, encargada de la tarea de investigar jurídicamente el delito y de
acusar, debidamente. Ese órgano público es la Fiscalía, la misma que dirige
jurídicamente la debida investigación de los hechos, orientando y
sustanciando la labor de la policía que es responsable de la investigación
técnica y material del delito. De ese modo, la labor del Ministerio Público
termina para siempre con la aberración que existe en el modelo inquisitivo, de
que sea el mismo Juez que realiza la investigación quien juzgue a los
imputados. La fiscalía en el desarrollo de sus labores, se rige a su vez por otros
principios ó directrices sustanciales, como son: los Principios de Legalidad,
Objetividad, Jerarquía, Oportunidad.

CUADRADO SALINAS, nos dice: “el principio acusatorio representa la


exigencia de que no exista condena sin acusación previa y que la función
acusadora y la decisora sean ejercidas por órganos distintos. De esta primera
premisa se derivan, necesariamente, la vigencia de otros principios esenciales
tales como el de imparcialidad judicial y los de contradicción, oralidad y
publicidad del juicio oral.”[1]. Es menester, detenernos en el primero de estos
Principios subsecuentemente mencionados, el de IMPARCIALIDAD, pues cabe
recordar que esta división de funciones entre un órgano estatal acusador y otro
juzgador, resulta imprescindible para cautelar la necesaria imparcialidad y
objetividad del Juez. Como lo señala SALAS BETETA: “Esta división garantiza
que el Juzgador – al momento de desarrollar el juicio y emitir sentencia- no se
vea afectado por el prejuicio que genera la labor investigadora.”

De otra parte, el Principio Acusatorio contiene en sí mismo, la exigencia de que


la ACUSACIÓN sea realizada conforme al debido proceso, es decir:
cumpliendo todas las exigencias, presupuestos y garantías procesales, que
corresponden a las partes. No se trata de entronizar a un órgano que sea
acusador a ultranza, como nos lo hace presente ORE GUARDIA.

.EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD.

Es un PRINCIPIO fundamental que orienta teleológicamente el proceso penal


actual. La IMPARCIALIDAD, es la razón de ser y el fin màximo de la función del
Juez. Por ello deviene en fundamento y sustento de todos los demás principios,
los mismos que sólo pueden explicarse en función a la búsqueda de la
imparcialidad. Porque la Oralidad, la Publicidad, la Inmediación, la
Contradicción, la Igualdad de Armas, el Derecho a la Prueba y el principio de
Presunción de Inocencia, sólo pueden ser entendidos si se tiene en cuenta que
todos ellos, apuntan finalmente a lograr un debido proceso y dentro de éste
como cúspide del mismo, como objetivo final deseable del Estado democrático
social: lograr una decisión del Juez basada únicamente en el derecho y que no
sea arbitraria.[4] Y la única forma de lograr tal cosa, es a través de una decisión
imparcial, una decisión que se sujete estrictamente a lo que fluye de las

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pruebas actuadas en el juicio oral, tras la puesta en práctica de todos los
principios que lo sustancian.

El ARTICULO I del Título Preliminar, del Código Procesal Penal peruano,


establece en su numeral 1, el Principio de Imparcialidad:

 1.- “La justicia penal es gratuita, salvo el pago de las costas procesales
establecidas conforme a este código. Se imparte con imparcialidad por
los órganos jurisdiccionales competentes y en un plazo razonable.”

.EL PRINCIPIO DE ORALIDAD.

El Principio de Oralidad establece que el discurso oral es la herramienta y el


vehículo eficaz, por el cual se expresan las partes y las pruebas en el proceso
penal, en forma directa ante el Juez.

La ORALIDAD fue una característica inicial histórica del proceso penal en casi
todas las culturas. El nuevo modelo procesal significa un retorno mejorado a la
oralidad plena y fecunda. Simple y llanamente significa que todos los recursos,
peticiones, pruebas y alegatos del proceso, deben actuarse oralmente ante el
Juez, quien debe resolver también en forma inmediata y oral frente a las partes.
La ORALIDAD en tal sentido es el vehículo con el cual se logra la
implementación de los otros principios vitales del proceso penal
contemporáneo, tales como: el Principio de INMEDIACION, el de PUBLICIDAD,
el de CONTRADICCION, el de IGUALDAD DE ARMAS y hasta el derecho de
defensa.

.EL PRINCIPIO DE INMEDIACION.

Este principio señala que las pruebas se actúan directamente ante el Juez, en
el juicio oral, en forma inmediata y solo lo actuado en tal forma tiene carácter
probatorio.

Con ello se termina para siempre la práctica de recabar


kilométricas declaraciones escritas, que abultaban el expediente, antes del
juicio oral, para sustentar alguna versión de los hechos. En el nuevo proceso
penal, el Juez ya no leerá tales declaraciones, ni para tener una idea de los
sucesos. Tal cosa queda absolutamente proscrita. Lo que propugna el proceso
penal actual es la declaración de los testigos y de las partes en forma oral y
directa ante el Juez, sin intermediarios.

Solo en casos muy excepcionales, debidamente previstos por el CPP, de existir


alguna contradicción con lo declarado previamente por alguien y previo
requerimiento oral necesariamente fundamentado de la parte interesada, el
Juez podría autorizar que se oralice alguna declaración escrita de la carpeta
fiscal, como referencia subsidiaria. Igualmente en caso de que no concurriese

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algún testigo, pese haberse cursado debidamente las notificaciones, por
razones de muerte, enfermedad o fuerza mayor.

.EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD.

Es un principio definitorio del proceso penal. Como sabemos, se refiere a que


los delitos y las penas deben estar debidamente establecidos por la ley. Solo la
ley determina las conductas delictivas y sus sanciones. “Nullum crimen, nulla
poene sine lege” , no existe delito ni pena sin ley que lo haya establecido
previamente. De ello deriva, que en nuestras sociedades, la ley debe ser
escrita (Lex scripta)no determinada por los usos ni la costumbre, anterior a los
hechos (Lex praevia), estricta (lex stricta) no aplicable por analogía en modo
alguno y cierta (lex certa) de aplicación taxativa y plenamente determinada.

El PRINCIPIO DE LEGALIDAD, en el derecho penal es a la par que el debido


proceso un principio matriz (EL PRINCIPÌO DE LOS PRINCIPIOS) y a la vez
una garantía y un derecho fundamental de cada uno. En tal sentido, se
encuentra expresamente establecido por nuestra Constitución Política del
Estado en su Artículo 2 numeral 24 literal D, que dice: “Nadie será procesado
ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté
previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como
infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley.”

En el Nuevo Código Procesal Penal, el Principio de Legalidad, se encuentra


enunciado entre otros, en el Artículo I numeral 2 del Título Preliminar del CPP,
que establece: “Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral, público y
contradictorio, desarrollado conforme a las normas de este código.” Ello nos
recuerda que el proceso penal se encuentra plenamente determinado, en forma
previa, estricta y cierta por la ley.

Seguidamente, el PRINCIPIO DE LEGALIDAD está presente en las diversas


etapas del proceso consideradas por el CPP. Así y para citar solo unos
ejemplos: el Artículo 61 del CPP si bien establece la independencia de criterio
del Fiscal, señala que este criterio objetivo se rige por la Constitución y la Ley.
El Artículo 155 referido a la PRUEBA, igualmente consagra que la actividad
probatoria se rige por la Constitución y la ley, que determinan la admisión,
exclusión o reexamen de las pruebas; lo cual se encuentra concordado con el
Artículo 157 del mismo. El Artículo 253 del CPP consagra la excepcionalidad
de las medidas de coerción procesal al mandar que: los derechos
fundamentales en el marco del proceso penal sólo podrán ser restringidos, si la
ley lo permite y con las garantías previstas en ella. El artículo 344 numeral 2
literal B establece que el sobreseimiento de la causa por el fiscal procede
cuando el hecho imputado no es típico, (esto es: no se adecúa al supuesto
previsto por la ley o no existe como delito), facultad y obligación del fiscal que
nacen del Principio de Legalidad.

.EL PRINCIPIO DE PUBLICIDAD.

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Conforme a la definición general de este principio, el proceso y el juicio oral son
públicos. Toda la comunidad tiene derecho a saber y enterarse de él y sus
pormenores. Ello es una garantía del procesado y de la sociedad. Luigi
FERRAJOLI nos recuerda que la publicidad garantiza el control interno y
externo del proceso, por la opinión pública y por el imputado y su abogado
defensor.

Roxin, remarca, que “es una de las bases del procedimiento penal , sobre todo
una de las instituciones fundamentales del Estado del Derecho… su significado
esencial reside en consolidar la confianza pública en la administración de
justicia, en fomentar la responsabilidad de los órganos de la administración de
justicia y en evitar la posibilidad de que circunstancias ajenas a la causa
influyan en el tribunal y con ello en la sentencia.”

La Constitución Política del Perú, en su Artículo 139 numeral 4, establece: “La


publicidad en los procesos, salvo disposición contraria de la ley.” El artículo 10
de la Declaración Universal de Derechos Humanos consagra el derecho de la
persona: “a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e
imparcial para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el
examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.” El artículo 11
de esta misma Declaración suscrita por el Perú, establece que toda persona
tiene derecho a un juicio público en que se le aseguren todas las garantías
para su defensa.

De allí que todos los actos del proceso deben de ser en principio públicos, sin
embargo conforme lo prevé nuestra misma norma fundamental, la ley (en los
Artículos 357 y 358 del CPP) establece los casos excepcionales en que las
audiencias del juicio oral son reservadas por razones que tienen que ver con
algún bien o interés superior, que puede provenir de la necesidad de proteger a
la víctima si es menor de edad por ejemplo o con la naturaleza íntima del
tema, en los casos de delitos contra la Indemnidad o la Libertad Sexual, o por
algún interés especial, relacionado al orden público o la seguridad nacional.

Finalmente, es necesario considerar que la publicidad del proceso penal,


proviene también del carácter público de la acción penal. URTECHO BENITES
nos recuerda: “La acción penal es pública, porque está dirigida a satisfacer un
interés colectivo, general, de que el orden social perturbado por el delito sea
debidamente restaurado. De este modo, la acción penal está por encima de los
intereses individuales.”

EL PRINCIPIO DE IGUALDAD DE ARMAS

El Principio de Igualdad de Armas, se refiere a que en el proceso, las partes


deben tener las mismas posibilidades, derechos y garantías, para poder

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defenderse, accionar, impugnar, alegar o intervenir. Ello tiene profunda
relevancia en el desarrollo de todas las etapas procesales, pues implica que
las partes deben tener un permanente y debido conocimiento de la marcha del
proceso, para poder hacer uso de su derecho de defensa y del derecho a la
prueba y poder accionar en permanente igualdad. El resultado que se espera
es que el proceso sea imparcial y justo.

Nuestro Código Procesal Penal, en su Artículo I numeral 3,


establece expresamente este principio, al disponer: “Las partes intervendrán
en el proceso con iguales posibilidades de ejercer las facultades y derechos
previstos en la constitución y en este Código. Los jueces preservaran el
principio de igualdad procesal, debiendo allanar todos los obstáculos que
impidan o dificulten su vigencia”.

Desde esa perspectiva y como se puede advertir, el Principio de Igualdad de


Armas, se encuentra plenamente interrelacionado e intrínsecamente
implicado con todos los demás principios propios del modelo procesal
acusatorio garantista y adversarial, tales como el principio de contradicción,
oralidad, del derecho a la prueba, del derecho a la imparcialidad, etc..

En este orden de ideas, GOZAINI [8], nos recuerda: “En el trámite procesal
ambas partes deben tener iguales derechos y posibilidades, lo que se conoce
como igualdad de armas, es decir, el equilibrio prudente entre las razones de
las partes dando igual oportunidad a ellas para demostrar sus convicciones. La
idea está en quitar espacio a la inferioridad jurídica, sin conceder a unos lo que
a otros se niega, en igualdad de circunstancias.”

El Tribunal Constitucional Español en la Sentencia 90-1994, explicó este


Principio en forma muy ilustrativa, al referirse al: “llamado principio de
“igualdad de armas y medios” en el proceso, corolario de los principios de
contradicción y bilateralidad (SSTC 4/1982 y 186/1990), principio que exige que
las partes cuenten con medios parejos de ataque y defensa, ya que para evitar
el desequilibrio entre las partes es necesario que “ambas dispongan de las
mismas posibilidades y cargas de alegación, prueba e impugnación”
(STC 66/1988, fundamento jurídico 12). Más concretamente, en lo que aquí
importa, que en la aportación de los hechos al proceso se evite una situación
de privilegio o supremacía de una de las partes y se garantice “la igualdad
efectiva de las posibilidades y cargas del actor y del demandado en la
alegación y prueba de los hechos controvertidos para lograr la plenitud del
resultado probatorio” (STC 227/1991, fundamento jurídico 5º).”

En la sentencia 66-1989, ya el mismo Tribunal Constitucional español había


precisado:

“Por lo que se refiere al principio de igualdad de armas – consecuencia


ineludible del de contradicción- exige que las partes cuenten con los mismos
medios de ataque y defensa e idénticas posibilidades y cargas de alegación,
prueba e impugnación, a efectos de evitar desequilibrios entre sus respectivas

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posiciones procesales. De este modo, no son admisibles limitaciones a dicho
principio, fuera de las modulaciones o excepciones que puedan establecerse
en fase de instrucción -o sumarial- por razón de la propia naturaleza de la
actividad investigadora que en ella se desarrolla, encaminada a asegurar el
éxito de la Indagación.”

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BIBLIOGRAFIA
http://www.monografias.com/trabajos101/titulo-preliminar-nuevo-codigo-
procesal-penal/titulo-preliminar-nuevo-codigo-procesal-penal.shtml

https://es.scribd.com/doc/80150261/El-Titulo-Preliminar-Del-Nuevo-Codigo-
Procesal-Penal

http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoprocesal/article/viewFile/2399/235

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