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Elementos de la

matemática formal

Vol.1 Lo indispensable

Mario Francisco Rosales González


ii Elementos de la matemática formal

Mario F. Rosales

“La matemática no se aprende, se comprende. . .


y de ahı́ es que nace el amor hacia ella”


c Mario Francisco Rosales González
Reg. Público del derecho de autor: 03-2014-012113264300-01 (México)
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mfrosales@ciencias.unam.mx
https://sites.google.com/site/marioterosales/

LATEX 2E
. . . perseverancia

Prólogo
El objetivo primordial de esta serie de libros es formativa priorizando
la comprensión al aprendizaje. Me inspiro fuertemente en la obra de Loomis y
Sternberg [29] complementándola con el desarrollo de los fundamentos que en
mi opinión son indispensables para abordar cualquier aspecto de la matemática
formal 1 , empleando exhaustivamente al concepto formal de función de la teorı́a
de conjuntos con vehemente énfasis en la lógica y su sintaxis (la lógica teórica),
para lograr armonı́a y claridad en el pensamiento matemático 2 .

Por ello, utópicamente el contenido del primer volúmen deberı́a ser


tema de un curso semestral intensivo y obligatorio de iniciación en cualquier

1 También conocida como matemática pura o matologı́a.


2 En cierto sentido compatible a la inconclusa presentación estructural de la matemática
de los Bourbaki [5] y estrechamente vinculada con la escuela formalista de la matemática
[12], sin que esto signifique que se piense que la matemática es un sistema formal; i.e. lo que
los eruditos llaman una formalización rigurosa y completa. Pero sin soslayar el trabajo del
matemático austriaco Kurt Gödel (1906-1978), en donde se asegura demuestra [33] que la
coherencia y la completitud no podı́an darse simultáneamente en la matemática (o al menos
en los números enteros), y de allı́ el que se diga que la matemática no es un sistema formal.
También se dice que el matemático estadounidense Alonzo Church (1903-1995) demuestra la
indecibililidad de la matemática, por lo que carece de otra propiedad de los sistemas formales.
Afortunadamente esto no resta validez a un planteamiento axiomático, lo que David Hilbert
(1862-1943) llamó metamatemática, pues lo no demostrable no elimina a lo demostrable, y
precisamente con lo demostrable se establecen las teorı́as.

iii
iv Elementos de la matemática formal

Facultad de Ciencias 3 , sin desdeñar la necesidad de incorporar simultánea-


mente otros cursos también obligatorios sobre filosofı́a e historia de la ciencia.

“La matemática debe interpretarse como un lenguaje. . .


un proceso de construcción de significados de complejidad creciente.” 4

“El lenguaje matemático es soporte y, a la vez,


parte constitutiva del conocimiento matemático mismo.” 5

El planteamiento funcional adoptado, inherente al concepto formal de


función, globaliza los razonamientos permitiendo aproximarse a su expresión
explı́cita, completa y sin ambigüedades, lo cual es indispensable para lograr los
objetivos que pretendo, pero presenta cierta complejidad y un considerable nivel
de abstracción. Por ello, para su asimilación y saboreamiento, además de cierta
madurez también resulta necesaria una actitud crı́tica ante el conocimiento, que
obligue a la búsqueda de armonı́a en los fundamentos, para ası́ poder pretender
un razonamiento deductivo, crı́tico, profundo, creativo, autónomo y confiable.
Se trata de un proceder ajeno a todo pragmatismo, donde la estética es un
ingrediente importante, como debı́a serlo en todo el quehacer cientı́fico a pesar
de su intrı́nseca subjetividad.

“Hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego.” 6

Aún cuando un libro difı́cilmente es autocontenido, las caracterı́sticas


de esta obra han obligado a intentarlo, pues además de la visión funcional
mencionada se presenta a la lógica en términos subjetivos y causales , debido a

3 Actualmente ausentes o dispersos en diferentes cursos, algunos de ellos incluso si-


multáneos, provocando incoherencias conceptuales dañinas dificilmente remediables que lle-
van a la mediocridad actual.
4 Un pensamiento acertado del pedagogo español Manuel Alcalá Fernández (1949- ) ex-
presado en [1] pág. 8 y seguidor de la pedagogı́a Freinet.
5 En [1] pág. 19.
6 León Tolstoi (1828-1920).
Mario F. Rosales G. v

la aceptación del razonamiento como un proceso diacrónico y al libre albedrı́o


asociado a la capacidad de decidir libremente la veracidad o falsedad (libre
albedrı́o) de los enunciados, un planteamiento heterodoxo apropiado al razon-
amiento matemático (la lógica de la matemática) que difiere de la lógica formal
tradicional (la matemática de la lógica). Esto lleva a innovaciones en el sim-
bolismo de la lógica y de la matemática que provienen de la necesidad, no son
una necedad como opinan algunos detractores, ya que se requieren sı́mbolos
nuevos para representar a entes diferentes aún cuando estén relacionados con
los tradicionales. . . se trata de un lenguaje formal 7 . Su complejidad está di-
rectamente vinculada a la de los entes, por lo que se necesitan sı́mbolos más
sofisticados para expresar una idea más dicente o acabada.
“El hombre está siempre dispuesto a rechazar todo aquello que no
comprende.” 8
La extensión del proyecto y el tenaz apego a la lógica y al concep-
to formal de función, ha resultado ser una labor formidable y sofisticada en
donde seguramente he incurrido en muchas omisiones y equı́vocos involunta-
rios, inherentes a un proceso evolutivo con planteamientos originales, los cuales
agradeceré sean corregidos por algún empático lector que con entusiasmo y fer-
vor perfeccione y continúe esta tarea.

M.F. Rosales
Facultad de Ciencias, UNAM
Septiembre de 2018.

“La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace” 9
7 Un lenguaje cuyos sı́mbolos primitivos y reglas de unión formalmente especificadas.
8 Blaise Pascal (1623-1662), matemático, fı́sico y filósofo francés.
9 Jean-Paul Sartre (1905-1980), filósofo francés, escritor, novelista, dramaturgo, activista
polı́tico, exponente del existencialismo y del marxismo humanista.
vi Elementos de la matemática formal

Sobre la elaboración del libro:

– Al inicio junto al océano Pacı́fico en la Facultad de Ciencias de la UABC,


Ensenada, Baja California, México.

– Muchos años después reiniciándolo en los Andes, en el cafetal de mi finca,


Santa Rosa de Cabal, Risaralda, Colombia.

– Y finalmente en el bosque templado cercano a Cuernavaca,


Huitzilac, Morelos, México.

... pero siempre con un buen caffè espresso.

“Un matemático es un dispositivo que convierte café en teoremas” 10

10 Alfréd Rényi (1921-1970), matemático húngaro en las teorı́as de combinatoria.


Mario F. Rosales G. vii

Notificaciones al lector:

1. La comprensión del libro exige mucha perseverancia, y debe seguirse es-


trictamente el orden establecido ya que la omisión de algún volumen o
incluso sector impide la comprensión de los temas posteriores.

2. Se recurre a la incorporación de observaciones o reflexiones en forma


diferenciada del texto, usando los sı́mbolos H y N al inicio y al final
de los párrafos que las contienen, para indicar que son optativos por ser
avanzados e informativos.

3. Se adopta el sı́mbolo utilizado por los Bourbaki al margen del texto,


para indicar un temadelicado que amerita mayor reflexión ô discusión
(ad inquerendum).

4. Las definiciones están en el texto y ocasionalmente en las notas de pie de


página, solo se distinguen con el uso de negritas, las cuales, al igual que
el significado de los sı́mbolos utilizados, pueden localizarse facilmente en
el ı́ndice al final del libro.

5. En el libro no hay secciones de ejercicios, estos se encuentran dispersos y


l
señalados con al margen de la hoja, intentando con ellos reforzar el
material presentado e invitando al lector a la reflexión sobre su contenido.

6. El libro en su versión PDF ha sido editado para ser impreso en papel B5


(17.6 x 25 cm), pudiéndose recortar a su dimensión final de 17 x 24 cm.

“Leer un libro enseña más que hablar con su autor;


porque el autor, en el libro, solo ha puesto sus mejores pensamientos.” 11

11 René Descartes (1596-1650), filósofo, matemático y cientı́fico francés, considerado como


el padre de la filosofı́a moderna.
viii Elementos de la matemática formal

A mis padres: Mario Rosales Piña † y Dora González Meléndez †


. . . siempre presentes.

A mi esposa Gloria Amparo. . . mi verdadera y amada compañera,


agradeciendo profundamente su amor, paciencia y comprensión.

A mi hermana Dora Marı́a y mi sobrina Ana Sofı́a. . . incondicional-


mente solidarias a pesar de nuestras grandes disidencias ideológicas.

A mis hijas: Mariana, Paola, Gabriela, Fabiana y Natalia.

A mis nietos: Martı́n, Julia, Sofı́a y Lucı́a.


Mario F. Rosales G. ix

– In memoriam –

Sin olvidar a los miembros de la Academia


de Ciencias y de Letras de “Poldavia” 12

Bertrand Russell

Gottlob Frege

David Hilbert

Georg Cantor

12 Refiriendo a los miembros de “Nicolás Bourbaki”.. . “el matemático policéfalo” [5].


x Elementos de la matemática formal

Johann Dirichlet

Adolf Fraenkel

Henri Poincaré

Ernst Zermelo
Mario F. Rosales G. xi

John von Neumann

Stefan Banach

Leopold Kronecker

Serge Lang

Bernhard Riemann
xii Elementos de la matemática formal

Jean Diudonné

Gottfried Leibniz André Weil

“Verba volant, scrı̄pta mānent” 13

13 Las palabras vuelan, lo escrito permanece. (Cayo Tito)


Mario F. Rosales G. xiii

“Todas mis prescripciones y descripciones del cómo llegar a ser matemático


provienen, inevitablemente, de mis intentos de serlo. Nadie puede decir
qué debe hacer un matemático, y no estoy completamente seguro de saber lo
que hacen, solo puedo decir lo que he hecho. . . enseñé, escribı́ y hablé de la
matemática durante cincuenta años, y estoy contento de ello.
Deseé ser matemático y aún lo pretendo.” 14

Paul R. Halmos

“Espero haber mostrado que hay un tema llamado matemática (¿matologı́a?),


y que esa materia es un arte creativo. Es un arte creativo porque los
matemáticos crean hermosos conceptos nuevos; es un arte creativo porque los
matemáticos viven, actúan y piensan como artistas; y es un arte creativo
porque los matemáticos lo consideran ası́. Estoy muy convencido de ello, y
estoy agradecido por esta oportunidad de hablar sobre ello.” 15

14 En [17].
15 Véase apéndice A.
xiv Elementos de la matemática formal
Contenido

Vol.1 Lo indispensable 1

0. Lógica teórica 1

0.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

0.2. Lógica simbólica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

0.2.1. Conjunciones copulativas fundamentales . . . . . . . . . 8

0.2.2. Ejemplos de conjunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

0.2.3. Negación de sı́mbolos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

0.3. Inferencia y demostración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

0.4. Cuantificadores lógicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

0.4.1. Antecedentes de conjuntos . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

0.4.2. Proposiciones cuantificadas . . . . . . . . . . . . . . . . 31

1. Teorı́a de conjuntos 37

1.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

xv
xvi Elementos de la matemática formal

1.2. Axiomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

1.3. Consecuencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

1.4. Producto cartesiano y relaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

2. Funciones 81

2.1. Generalidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82

2.2. Invocación de funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

2.3. Imagen directa e imagen inversa . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

2.4. Conjugación de funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104

2.4.1. Conjugaciones básicas de funciones . . . . . . . . . . . . 105

2.4.2. Restricción de funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

2.5. Función inversa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

2.6. Funciones contextuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

2.7. Funciones paramétricas y dualidad . . . . . . . . . . . . . . . . 125

2.8. Producto cartesiano generalizado . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

2.8.1. Funciones proyectivas e inyecciones . . . . . . . . . . . . 131

3. Números reales 135

3.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

3.2. Presentación axiomática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

3.3. Consecuencias algebraicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

3.4. Números naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161


Mario F. Rosales G. xvii

4. Representación digital 171

4.1. Antecedentes algebraicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172

4.2. Digitalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

5. Conjuntos finitos 181

5.1. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182

5.2. Finitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

5.3. Máximo y mı́nimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194

5.4. Análisis combinatorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196

6. Funciones por inducción 203

6.1. Recurrencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

6.2. Potenciación de funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208

6.3. Producto y suma de R generalizadas . . . . . . . . . . . . . . . 226

Apéndices I

A. La matemática como arte creativo I

B. Alfabeto griego XXV

C. Breviario de términos y corrientes filosóficas XXVII

D. Graficación cartesiana de FR×R XXXVII


xviii Elementos de la matemática formal

Bibliografı́a XLI
Capı́tulo 0

Lógica teórica

“Debemos admitir algunos axiomas; si son más de los necesarios el daño es


leve, lo esencial es aprender a razonar con ellos. La audiencia en un teatro
acepta con gusto a todos los postulados impuestos al inicio, pero una vez
que se abre el telón, lo que sigue es regido inexorablemente por la lógica.
Pues bien, esto es lo que sucede en la matemática.”
1
Henri Poincaré
0.1. Introducción
Tradicionalmente se ha concebido a la lógica como una rama de la
filosofı́a 2 , y puede definirse como el estudio sistemático de los métodos de ra-
1 Jules Henri Poincaré (1854-1912), matemático, fı́sico teórico y filósofo de la ciencia
francés, considerado como el último matemático “universalista” por ser capaz de entender y
contribuir en todos sus ámbitos.
2 La filosofı́a no es conocimiento de las cosas, sino la reflexión sobre ellas de una manera
no empı́rica (i.e. no sustentada por la experimentación), por lo que no es una ciencia.. . es
el amor a la sabidurı́a.

1
0.1 Introducción Lógica teórica

zonamiento, en la que existen diversos planteamientos que dan lugar a lógica


clásica 3 y las lógicas no clásicas. En este capı́tulo se presenta una breve in-
troducción a una versión moderna de la lógica clásica conocida como lógica
formal, esencial para la comprensión de la matemática formal e ingrediente
fundamental de la formación cientı́fica.

“La ciencia 4 no consigue adelantos sin que la filosofı́a lo autorice y


fomente.” 5

La matemática formal es un lenguaje con reglas que condicionan al


pensamiento, su existencia proviene de su presencia en el razonamiento y su
fiabilidad es ajena a la “realidad”. . . lo que existe fenomenológicamente inde-
pendientemente del pensamiento. La estructura de estas reglas se establece en
la lógica teórica 6 , también llamada lógica formal y lógica matemática.

En estudios avanzados se trata a la lógica de primer orden 7 , en la


cual se establece la estructura de la lógica teórica, pudiéndose decir que consti-
tuye la “matemática de la lógica”, a diferencia de la presentación aquı́ adoptada
que trata con “la lógica de la matemática” al considerar la semántica de sus
3 Formulada por primera vez por Aristóteles (aprox. 384 a.C.-322 a.C.), filósofo griego
considerado como el autor enciclopédico más portentoso que haya dado la humanidad, y por
ello, en mayor o menor grado todos somos “peripatéticos”.. . los que siguen la filosofı́a o
doctrina de Aristóteles.
4 Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sis-
temáticamente estructurados, de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad
predictiva y comprobables experimentalmente.
5 Thomas Mann (1875-1955) escritor alemán, uno de los escritores europeos más impor-
tantes de su generación y recordado principalmente por su profundo análisis crı́tico social,
recibió el premio Nobel de literatura en 1929 por su novela “Los Buddenbrook”.
6 Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), matemático y filósofo alemán, fué el primero que
concibió la idea de lógica matemática, y su desarrollo se debe a George Boole (1815-1864),
matemático y filósofo inglés.
7 Véase [25] primera parte (Lenguajes formales de primer orden).

2 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.1 Introducción

componentes básicos e incorporar a los principios fundamentales de la lógica


clasica como directrices del razonamiento, lo cual establece el vı́nculo con la
filosofı́a al relacionarla con la realidad.

En las discusiones lógicas, los ámbitos del razonamiento, los ingre-


dientes más “sencillos” son los enunciados lógicos simples o atómicos que
están constituidos por entes de razón (lo que existe en el pensamiento) con es-
tructura de oración 8 , a los que en una discusión lógica se les asigna un atributo
llamado estado lógico; luego un enunciado lógico tiene un caracter declara-
tivo y de ahı́ el uso del término enunciado. En la lógica clásica (Aristotélica)
a diferencia de la teóricaformal, los entes de razón están relacionados con la
“realidad” y son descritos con oraciones en lengua natural.

En principio en una discusión lógica existe libre albedrı́o en la invo-


cación de enunciados lógicos, y al hacerlo se declara su presencia lógica en
la discusión condicionando los razonamientos que sigan, sin que esto lleve a su
presencia en toda discusión, dado que las discusiones son subjetivas. . . no se
concibe una discusión universal, por lo que para un ente de razón no hay un
estado lógico absoluto cuando se acepta que hay más de un estado.

En la lógica clásica los estados lógicos asociables a entes se rigen por


el principio de tercero excluido 9 que establece el que todo estado lógico es
verdad o falso, empleando la conjunción disyuntiva 10 o del lenguaje común,
rechazando un estado intermedio (un tercero).

8 Pragmáticamente una oración está constituida por un sujeto y un predicado, en donde


el sujeto es el asunto o materia del cual se predica o enuncia algo, y eso que se atribuye al
sujeto constituye el predicado.
9 En las lógicas no clásicas se adoptan otras posiciones, tal como en la lógica intuicionista
y en la lógica difusa, que rechazan al principio de tercero excluido.
10 Una conjunción disyuntiva denota diferencia, separación o alternativa entre dos ideas.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 3


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

El significado de “verdad y falso” es un tema profundo de la filosofı́a


con muchos planteamientos, se trata de algo complejo e interesante, pero fuera
de los objetivos del libro por no trascender en la lógica aquı́ presentada. Pues
en ella el atributo verdad es subjetivo; no se considera la conformidad del pen-
samiento o idea asociada a un ente de razón con la “realidad” aún cuando es
fundamental en la lógica clásica, que se hace evidente con los silogismos y las
falacias, por ello para el ente representado con la nieve es blanca es igualmente
válido invocar a cualquiera de sus enunciados, aún cuando con ello se quebrante
nuestra convicción inculcada desde la infancia; en este sentido dicha afinidad
es intrascendente y viene bien el pensamiento:

“He advertido hace ya algún tiempo que, desde mi más temprana edad,
habı́a admitido como verdaderas muchas aseveraciones falsas,
y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos
tenı́a que ser muy dudoso e incierto.” 11

0.2. Lógica simbólica

Dado que en las discusiones se adoptan sı́mbolos 12 sencillos (grafı́as)


para representar a entes adjudicándoles sus correspondientes pensamientos o
ideas, con la finalidad de simplificar la escritura o conversación, también se
incorporan los sı́mbolos g y f para los estados verdad y falso respectivamente.
Ası́ entonces, si a un ente invocado en una discusión se le representa con A ,
en la lógica clásica es viable asignarle el estado g o f debido al principio de
tercero excluido, conformándose dos enunciados lógicos factibles que se conviene
en notarlos con los sı́mbolos compuestos Ag y Af. En principio en dicha

11 En Meditaciones metafı́sicas de René Descartes.


12 Posiblemente serı́a más acertado utilizar el término signos, que es propio de la teorı́a de
signos conocida como semiótica.

4 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

discusión se podrı́a tener la presencia de ambos enunciados, la copresencia 13 o


presencia incluyente, pero el principio de no contradicción de la lógica
clásica establece que es inadmisible. . . se dice que su copresencia constituirı́a
una contradicción clásica. Entonces de la invocación de un ente en una discusión
y de la adopción de un sı́mbolo para representarlo, por ejemplo A , se sigue la
presencia excluyente A g o Af debido al principio de tercero excluido, que
se nota con hA i y se le llama 14 proposición lógica de A , la cual no es un
enunciado en la discusión.

Este último planteamiento, en el que se incorpora un sı́mbolo en una


discusión, se puede generalizar introduciendo al sı́mbolo ≡ (léase idéntico) co-
mo un conector, pues al hacer A ≡ B en una discusión para un par de sı́mbolos
A y B en ella, se establece que en dicha discusión ambos sı́mbolos represen-
tan al mismo ente; una identificación entre los sı́mbolos con caracter afirmativo
pero sin constitur una proposición o enunciado. Ası́ entonces en el párrafo an-
terior se ha hecho hAi ≡ A g o Af, adoptando con ello al sı́mbolo hAi para
la proposición A g o Af.

Cuando en una discusión se tiene a par de sı́mbolos A y B asociados a


un mismo ente, se incorpora la igualdad simbólica de ambos sı́mbolos con el
enunciado (A = B)g independientemente a que las grafı́as difieran, utilizando
al sı́mbolo = (léase igual) como conector binario 15 y transitivo, además se
dice que son sı́mbolos iguales y en la discusión se acepta la “sustitución” de un
sı́mbolo con el otro. Pero debe observarse que no se dice “entes iguales” pues la

13 Empleando la conjunción copulativa y, que forma entes cuyos elementos se “suman”.


14 Desafortunadamente en la lógica es frecuente que enunciado y proposición sean consi-
derados como sinónimos.
15 Por lo que resulta inapropiado considerar “cadenas” de sı́mbolos conectados con el
sı́mbolo = aún cuando sea ampliamente utilizado. Conviene mencionar que Robert Recorde
((1510 - 1558) médico y matemático inglés) fue quien incorporó este sı́mbolo en 1557.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 5


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

multiplicidad de entes es inaceptable, ya que los atributos que los caracterizan


también los distingue, y la exclusión de lo que los distingue da lugar a un
solo ente. Este planteamiento de la igualdad simbólica se complementa con el
principio de identidad de la lógica clásica, en donde se establece que de la
invocación de un ente en una discusión representado con A se tiene la presencia
de (A = A)g, lo cual evita que en una discusión se expresen dos entes con el
mismo sı́mbolo.

Es frecuente el uso del sı́mbolo = con el propósito asignado a ≡ plante-


ando confusiones conceptuales que hacen indispensable aclarar su diferencia.
Obsérvese que cuando en una discusión se incorpora al sı́mbolo A ≡ B para
dos sı́mbolos A y B , se declara que ambos sı́mbolos representan al mismo ente,
luego (A = B)g lo cual es efecto de la invocación de A ≡ B estableciéndose
una relación causal entre ambos sı́mbolos que ordena al pensamiento, pues es
afı́n a que el enunciado (A = B)g es consecuencia de lo que representan los
sı́mbolos A y B , mientras que A ≡ B es declarativo con caracter afirmativo.
Este comportamiento de A ≡ B es fundamental, ya que de manera explı́cita
permite incorporar un sı́mbolo “sencillo” para otro más “complejo” inherente
al contexto de la discusión, y al hacerlo se obtiene como efecto (A = B)g
permitiendo la sustitución del sı́mbolo “complejo” con el “simple”, lo cual
simplifica con consistencia a los desarrollos posteriores, y cuando es utilizado
brinda mayor claridad en los razonamientos.

La lógica simbólica (cálculo simbólico) plantea un método de razona-


miento para sı́mbolos abstractos sin requerir el que representen algún ente, aún
cuando no lo excluye, por lo que aquı́ se les llama sı́mbolos abiertos, y en esta
sección se sistematiza su uso para futuras discusiones en las que los sı́mbolos
representen entes especı́ficos o se les impongan algunos atributos.

En analogı́a con el planteamiento anterior de la lógica clásica, a los

6 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

sı́mbolos abiertos también se les asocia los sı́mbolos g y f manteniendo los


términos de verdad y falso para ellos, conformando sus correspondientes enun-
ciados lógicos abiertos, pero sin que esto involucre al contexto de los estados
lógicos comentados previamente por tratar con sı́mbolos abiertos, aún cuando
es afı́n. A la presencia excluyente de los sı́mbolos compuestos resultantes de la
asociación de un sı́mbolo abierto con el sı́mbolo g y f se le llama proposición
lógica abierta, expresando con ello la naturaleza “variable” de un sı́mbolo
abierto.

En las proposiciones lógicas abiertas se preserva la escencia del prin-


cipio de no contradicción, pues en una discusión, para un sı́mbolo abierto A
se rechaza la presencia de (Ag y Af) y también se incorpora (A = A)g,
manteniendose el “paralelismo” con los enunciados lógicos.

Este planteamiento simbólico se incorpora a la matemática formal, la


matologı́a 16 , y con ello se establece una diferencia sustancial con la matemática
aplicada, la matofı́sica, que incluye a la fı́sica teórica (fı́sica matemática), lo
cual es enfatizado muy acertadamente por P. Halmos 17 :

“ Hay al menos otras dos cosas que la matologı́a no es; una de ellas
es algo que nunca fue. . . los cálculos algorı́tmicos, y la otra es algo que
alguna vez incluyó, pero que actualmente no posee. . . la matofı́sica.
Algunos laicos (me refiero a todos los no matemáticos como laicos) confunden
la matemática y la fı́sica teórica y hablan, por ejemplo, de Einstein 18 como
un gran matemático. No hay duda de que Einstein era un gran hombre,

16 No confundir con la metamatemática dedicada al estudio del mecanismo de los razona-


mientos matemáticos.
17 Paul Richard Halmos (1916-2006), destacado matemático estadounidense (nacido en
Hungrı́a) con aportaciones al análisis funcional y autor de diversos textos excepcionales de
matemáticas.
18 Albert Einstein (1879-1955), fı́sico alemán autor de la teorı́a general de la relatividad.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 7


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

pero no era más un gran matemático que un gran violinista. El utilizó la


matemática para descubrir hechos sobre el universo, y para ese propósito
empleó con éxito algunos aspectos de la geometrı́a diferencial agregandole
cierto atractivo a la geometrı́a diferencial. Sin embargo la teorı́a de la
relatividad y la geometrı́a diferencial no son la misma cosa. Einstein,
Schrödinger, Heisenberg, Fermi, Wigner, Feynman, todos grandes hombres
y fı́sicos excepcionales, pero no matemáticos 19 ; de hecho algunos de ellos
fuertemente anti-matemáticos incluso predican contra la matemática, y
20
considerarı́an como un insulto el ser llamado matemáticos.”

Sin duda el tema es controversial y trascendente, lo cual se explicita


al recordar la frase (siendo tolerantes con los términos empleados en ella) de
Einstein que dice

“Cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son exactas;


cuando son exactas, no se refieren a la realidad.”

0.2.1. Conjunciones copulativas fundamentales

Para dos sı́mbolos abiertos A y B tradicionalmente se incorporan


los sı́mbolos compuestos A ↔ B , A → B , A ∨ B , A ∧ B y A ∨0 B
empleando a las conexiones (↔, →, ∨ , ∧ , ∨0 ) , y con ellos se consideran a
las proposiciones lógicas abiertas hA ↔ Bi , hA → Bi , hA ∨ Bi , hA ∧ Bi
y hA ∨0 Bi que se conocen como proposiciones lógicas compuestas o
moleculares. El significado de estos sı́mbolos se sustenta en el reconocimiento
de relaciones causales 21 entre entidades lógicas que pueden ser de naturaleza
19 Palabras acertadas, aún cuando a muchos fı́sicos podrı́an parecerles una blasfemia.
20 Extraido del apéndice ??.
21 Se acepta al principio de causalidad [8]: la misma causa siempre produce el mismo
efecto, lo cual no establece el que todo tiene una explicación suficiente.. . principio de razón
suficiente. Ambos principios son polémicos y han sido estudiados extensamente por muchos
filósofos prestigiosos (Locke, Berkeley, Hume, Kant).

8 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

definitoria, axiomática o bien verificable, en las que se emplea como conector


al sı́mbolo llamándolo concatenación. Este planteamiento es totalmente
novedoso y ha resultado útil y consistente en todo lo que sigue.

Por ejemplo, al invocar en una discusión a los sı́mbolos A y B , es


claro que de la presencia de (A g y Bg) se sigue la presencia de Ag, es decir
la presencia de (A g y Bg) es causa de la presencia de Ag, lo cual se expresa
con (A g y Bg) Ag. En los casos en donde se presente una relación causal
en ambos “sentidos” se emplea al sı́mbolo ! llamado coconcatenación, y
en estos términos y con caracter definitorio se declaran a los enunciados lógicas
abiertos previamente considerados como sigue:

Conjunción coimplicación
(A ↔ B)g ! (A g y Bg) o (A f y Bf)

(A ↔ B)f ! (A g y Bf) o (A f y Bg).

Conjunción implicación

(A → B)g! (A g y Bg) o (A f y Bf) o (A f y Bg)

(A → B)f! (A g y Bf).

Conjunción dual

(A ∨ B)g ! (A g y Bg) o (A g y Bf) o (A f y Bg)

(A ∨ B)f ! (A f y Bf).

Conjunción copulativa
(A ∧ B)g! (A g y Bg)

(A ∧ B)f! (A g y Bf) o (A f y Bg) o (A f y Bf) .

Conjunción disyuntiva
(A ∨0 B)g! (A g y Bf) o (A f y Bg)

(A ∨0 B)f! (A g y Bg) o (A f y Bf).

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 9


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

las cuales usualmente se enuncian con presentaciones tabulares conocidas como


tablas de verdad, en donde se brindan facilidades operacionales por lo que son
ampliamente utilizadas. Sin embargo en ellas se omiten aspectos importantes
que no deben soslayarse y que llevan a equivocos conceptuales, ya que incluso
erroneamente se piensa que definen las conjunciones previamente declaradas
empleando coconcatenaciones.

A↔B A→B A ∨B A∧B A ∨0 B

A g y Bg g g g g f
A g y Bf f f g f g (1)

A f y Bg f g g f g
A f y Bf g g f f f

Como se aprecia en (1; 10), debido a su visión global se antoja consi-


derar una lectura “inversa”, por ejemplo el enunciado (A g y Bg) , para el cual
 
se tiene (Ag y Bg) (A ↔ B)g y (A → B)g y (A ∨ B)g y (A ∧ B)g

y (A ∨0 B)f en donde el uso de delimitadores es complicado pero fundamental,
que constituye una presencia incluyente de presencias incluyentes, de lo cual en
principio podrı́a pensarse el que posibilita diversas elecciones, pero no hay tal
 
pues se obtiene (A ↔ B) g y (A → B) g y (A ∨ B) g y (A ∧ B) g

y (A ∨0 B) f (A g y Bg) , por lo cual (A g y Bg) (A g y Bg) que es
una obviedad.

0.2.2. Ejemplos de conjunciones

Dado que la conjugación de dos sı́mbolos es un sı́mbolo, se puede con-


jugar nuevamente con otro sı́mbolo y el proceso en principio podrı́a continuar
con las agrupaciones pertinentes para un finito de conjugaciones binarias, por
ejemplo con los sı́mbolos P, Q y R se tienen 23 posibles presencias debido
al teorema (5.4.1; 198) todas ellas excluyentes. Entonces de (1; 10) y para el

10 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

sı́mbolo P ∨0 (Q ∨0 R) se tiene

Q ∨0 R P ∨0 (Q ∨0 R)
P g y Q g y Rg f g
P g y Q f y Rg g f
P f y Q g y Rg f g
P f y Q f y Rg g f (2)
P g y Q g y Rf g g
P g y Q f y Rf f f
P f y Q g y Rf g g
P f y Q f y Rf f f


y también de X ≡ (P → Q) ∧ (Q → R) ∧ (Q ∨ R) con (1; 10) se sigue

P → Q Q → R (P → Q) ∧ (Q → R) Q ∨ R X
P g y Q g y Rg g g g g g
P g y Q f y Rg f g f g f
P f y Q g y Rg g g g g g
P f y Q f y Rg g g g g g
P g y Q g y Rf g f f g f
P g y Q f y Rf f g f f f
P f y Q g y Rf g f f g f
P f y Q f y Rf g g g f f

Análogamente para los sı́mbolos P, Q, R y S se presentan 24 posibles


presencias, y con X ≡ (P ∨ Q) ∧ (R ∧ S) y Y ≡ (P ∧ R) ∨ (Q ∧ S) se tiene

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 11


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

P ∨Q R∧S X P ∧R Q∧S Y
P g y Q g y R g y Sg g g g g g g
P g y Q g y R g y Sf g f f g f g
P g y Q f y R g y Sg f g f f g g
P g y Q f y R g y Sf f f f g f g
P f y Q g y R g y Sg f g f f g g
P f y Q g y R g y Sf f f f f f f
P f y Q f y R g y Sg f g f f f f
P f y Q f y R g y Sf f f f f f f (3)
P g y Q g y R f y Sg g f f f g g
P g y Q g y R f y Sf g f f f f f
P g y Q f y R f y Sg f f f f f f
P g y Q f y R f y Sf f f f f f f
P f y Q g y R f y Sg f f f f g g
P f y Q g y R f y Sf f f f f f f
P f y Q f y R f y Sg f f f f f f
P f y Q f y R f y Sf f f f f f f

0.2.3. Negación de sı́mbolos

Una situación particular pero importante se presenta con los enuncia-


dos lógicos abiertos, pues al tratarse de sı́mbolos abiertos es viable considerar
a sus correspondientes enunciados lógicos abiertos, teniéndose (Ag)g, (Ag)f,
(Af)g, (Af)f con el sı́mbolo A, y es necesario expresar lo que represen-
tarı́a su presencia en una discusión haciendo (Ag)g ≡ Ag y (Ag)f ≡ Af
y (Af)g ≡ Af y (Af)f ≡ Ag, por consiguiente

12 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

  
(Ag)g = A g g y (Ag)f = A f g 

(4)
  
y (Af)g = A f g y (Af)f = A g g . 

En estos términos, aún cuando la sintaxis es compleja, se incorpora la


negación de un sı́mbolo abierto; para ello se utiliza al sı́mbolo ¬ como prefijo
del sı́mbolo abierto y se hace (¬A)g ≡ (Af)g y (¬A)f ≡ (Af)f, por lo
 
cual (¬A)g = (Af) g g y (¬A)f = (Af) f g, luego con ((4); 13) se obtiene

(¬A)g = Af) g y (¬A)f = Ag) g (Negación) (5)

   
entonces ¬(¬A) g = (¬A) f g y ¬(¬A) f = (¬A) g g, además

   
¬(¬A) g = A g g y ¬(¬A) f = A f g (Doble negación) . (6)

Este planteamiento permite sustentar el rechazo a un proceder genera-


lizado en la lengua natural aprendido desde la niñez 22 , pues como ejemplo se
dice “no hay nadie” cuando debı́a ser “no hay alguien” o bien “hay nadie”,
ya que con ¬A ≡ hay nadie y A ≡ hay alguien , se sigue ¬(hay nadie)g =

hay alguien g g debido a ((6); 13).

La negación de sı́mbolos provee un comportamiento interesante para la


igualdad de sı́mbolos, pues al seguir la tradición se hace C 6= B ≡ ¬(C = B)
y cuando en una discusión se tiene (C 6= B)g se dice que C y B son sı́mbolos
diferentes. Entonces de ((5); 13) y ((6); 13) se sigue
  
(C 6= B)g = (C = B) f g y (C 6= B)f = (C = B) g g y 

(7)
    
¬(C 6= B) g = (C = B) g g y ¬(C 6= B) f = (C = B) f g 

y como para hA = Bi se tiene (A = B) g o (A = B)f, se infiere (A =


B) g o (A 6= B)g debido a ((7); 13), lo cual lleva al repudio de (C 6= C)g

22 Un problema grave del español debido a la intención de maximizar la negación.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 13


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

ante la invocación del sı́mbolo C en una discusión 23 , pues de ello se sigue


(C = C)g debido al principio de identidad.

Al incorporar la negación en la conjugación de dos sı́mbolos abiertos


P y Q se obtiene 24

¬(P ↔ Q) ¬(P → Q) ¬(P ∨ Q) ¬(P ∧ Q) ¬(P ∨0 Q)

P g y Qg f f f f g
P g y Qf g g f g f (8)

P f y Qg g f f g f
P f y Qf f f g g g

Cuando la conjunción de sı́mbolos abiertos lleva a que para sus enun-


ciados sólo es admisible el estado g, se dice que dicha conjunción es una tau-
tologı́a 25 ; un caso simple es A ↔ A . De igual manera, cuando sólo admiten
el estado f se dice que la conjunción de sı́mbolos es una contradicción, tal
como A ∨0 A ; otros ejemplos ligeramente más complejos son los siguientes:

Con A ∧ ¬A se tiene

A ∧ ¬A
A g y (¬A)g g
A g y (¬A)f f
A f y (¬A)g f
A f y (¬A)f f

debido a ((1); 10), luego de ((5); 13) se sigue

A ∧ ¬A contradición. (9)
23 Un pensamiento básico inculcado sin justificación desde la niñez.
24 Obsérvese que se podrı́a reemplazar a P ∨0 Q con ¬(P ↔ Q).
25 En lengua natural se dice que una tautologı́a es la repetición de un mismo pensamiento
expresado de manera distinta. . . por lo que difieren los significados.

14 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

Para A ∨ ¬A de ((1); 10) se tiene

A ∨ ¬A
A g y (¬A)g g
A g y (¬A)f g
A f y (¬A)g g
A f y (¬A)f f

y de ((5); 13) se concluye

A ∨ ¬A tautologı́a . (10)

Al considerar A ∨ (B ∨ ¬B) de ((1); 10) y ((10); 15) se sigue

A ∨ (B ∨ ¬B)
A g y (B ∨ ¬B)g g
A f y (B ∨ ¬B)g g

luego
A ∨ (B ∨ ¬ B) tautologı́a . (11)

Ası́ pues, una conjunción tautológica o contradictoria es una conjunción lógica


abierta con un atributo cuya connotación es afirmativa, y el adjetivo expresa
el correspondiente comportamiento de sus enunciados.

En particular, cuando con las conjunciones implicación o coimplicación


se tiene una conjunción tautológica se remplaza a sus sı́mbolos con ⇒ y ⇔
respectivamente para expresar este comportamiento de la conjunción. En los
ejemplos que siguen es frecuente la consideración de sı́mbolos compuestos “li-
gados” con estas conjunciones tautológicas, los cuales generalmente presentan
alguna repetición de un sı́mbolo incompleto constitutivo 26 .

26 Sin embargo hay excepciones como se muestra en ((15); 17).

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 15


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica

De X ≡ (A ∨ B) ∧ ¬(A ∧ B) con ((1); 10) y ((8);14) se sigue

A∨B ¬(A ∧ B) X A ∨0 B X ↔ (A ∨0 B)
A g y Bg g f f f g
A g y Bf g g g g g
A f y Bg g g g g g
A f y Bf f g f f g

entonces

(A ∨ B) ∧ ¬(A ∧ B) ⇔ (A ∨0 B) . (12)

Con A ↔ A se tiene

A⇔A (Reflexividad). (13)

Para para A ↔ ¬(¬A) se sigue

A ↔ ¬(¬A)

Agy ¬(¬A) g g

Agy ¬(¬A) f f

Afy ¬(¬A) g f

Afy ¬(¬A) f g

debido a ((1); 10), y con ((6); 13) se obtiene

A ⇔ ¬(¬A) (Doble negación). (14)

Al considerar a (A ∧ ¬A) → B de ((1); 10) se tiene

(A ∧ ¬A) → B
(A ∧ ¬A) g y Bg g
(A ∧ ¬A) g y Bf f
(A ∧ ¬A) f y Bg g
(A ∧ ¬A) f y Bf g

16 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.2 Lógica simbólica

y de ((9); 14) se concluye

(A ∧ ¬A) ⇒ B (Explosión). (15)

Para (A ∧ B) → A de ((1); 10) se obtiene

A∧B (A ∧ B) → A
A g y Bg g g
A g y Bf f g
A f y Bg f g
A f y Bf f g

entonces
(A ∧ B) ⇒ A (Simplificación). (16)

De (¬A → B) ↔ (A ∨ B) y ((1); 10) se sigue

A→B A ∨B (¬A → B) ↔ (A ∨ B)
A g y (¬A) g y Bg g g g
A g y (¬A) f y Bg g g g
A f y (¬A) g y Bg g g g
A f y (¬A) f y Bg g g g
A g y (¬A) g y Bf f g f
A g y (¬A) f y Bf g g g
A f y (¬A) g y Bf f f g
A f y (¬A) f y Bf g f f

y de ((5); 13) se concluye

(¬A → B) ⇔ (A ∨ B) (Equivalencia material). (17)

De manera similar a los ejemplos anteriores se pueden verificar los


l
siguientes comportamientos, que se dejan al lector como ejercicio:

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 17


0.2 Lógica simbólica Lógica teórica


(A → B) ∧ A ⇒ B (18)

(A → B) ∧ ¬B ⇒ ¬A (19)
 
(A → B) ∧ (C → D) ∧ (A ∨ C) ⇒ (B ∨ D) (20)
 
(A → B) ∧ (C → D) ∧ (¬B ∨ ¬D) ⇒ (¬A ∨ ¬C) (21)

(A → B) ∧ (B → C) ⇒ (A → C) (22)

(A ∨ B) ∧ ¬A ⇒ B (23)

A ⇒ (A ∨ B) (24)

(A ∨ B) ∧ (A ∧ B) ⇔ (A ∧ B) (25)

(A ∧ B) ⇔ (B ∧ A) 
(Conmutativas) (26)

(A ∨ B) ⇔ (B ∨ A)
 
(A ∧ B) ∧ C ⇔ A ∧ (B ∧ C) 
   (Asociativas) (27)
(A ∨ B) ∨ C ⇔ A ∨ (B ∨ C)
 
A ∨ (B ∧ C) ⇔ (A ∨ B) ∧ (A ∨ C) 
   (Distributivas) (28)
A ∧ (B ∨ C) ⇔ (A ∧ B) ∨ (A ∧ C)

(A → B) ⇔ (¬B → ¬A) (Contrapositiva) (29)



¬(A ∧ B) ⇔ (¬A ∨ ¬B) 
(Morgan) (30)

¬(A ∨ B) ⇔ (¬A ∧ ¬B)

(A ↔ B) ⇔ (A → B) ∧ (B → A) 
  (Equivalencias materiales) (31)
(A ↔ B) ⇔ (A ∧ B) ∨ (¬A ∧ ¬B)
 
(A ∧ B) → C ⇔ A → (B → C) (Exportación). (32)

No está de más mencionar que las tautologı́as se deben al cómo están


constituidos los sı́mbolos compuestos participantes, por lo cual son indepen-
dientes a lo que puedan representar sus sı́mbolos abiertos en una discusión
especı́fica. Ası́ mismo, se sostienen en toda discusión en donde se acepten las

18 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.3 Inferencia y demostración

definiciones y reglas recién adoptadas para los sı́mbolos abiertos, por lo que en
principio estarı́an presentes en toda discusión, lo cual difiere del planteamiento
que a continuación se da para la inferencia.

0.3. Inferencia y demostración

En la lógica lo fundamental son los razonamientos que involucran a


procesos mentales abstractos ordenados cronológicamente 27 en una discusión
lógica, y ellos pueden llevar a conclusiones (aunque no necesariamente de ma-
nera única) a partir de ciertos antecedentes con lo que se plantean relaciones
causales.

Al considerar en una discusión a ciertos antecedentes para una con-


clusión, que respectivamente constituyen lo que se conoce como hipótesis y
tesis del razonamiento, pueden ser o no suficientes dichos antecedentes para
verificar la conclusión propuesta. Cuando se tiene la suficiencia siendo la hipótesis
y la tesis enunciados lógicos, se dice que dicha relación causal constituye una
regla de inferencia 28 , por lo que se trata de un caso particular de concate-
nación con validación que involucra a enunciados lógicos.

Aún cuando en una regla de inferencia se tiene la suficiencia, la hipótesis


es tentativa hasta que se declare su presencia en la discusión, lo cual llevarı́a
a la presencia de la tesis debido a la identificación y validación de la regla de
inferencia. Generalmente la hipótesis de una regla de inferencia está condiciona-
da a los antecedentes presentes en la discusión, y en ello tiene un papel muy
importante el uso de sı́mbolos semiabiertos pues su falta de especificidad per-
mite vincular diversas reglas de inferencia. . . por lo que se puede decir que el

27 De otra manera serı́a incomprensible, pues el pensamiento humano es diacrónico.


28 También se usa el término argumentación válida.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 19


0.3 Inferencia y demostración Lógica teórica

proyecto del cual es parte este libro es una discusión lógica, siendo fundamental
el orden cronológico (es un proceso diacrónico).

Para notar una regla de inferencia se conviene en utilizar al sı́mbolo


` como un conector entre la hipótesis y la tesis llamado inferencia y se
interpreta como una afirmación con presencia tentativa; lo cual no asocia el
estado g a la regla de inferencia, pero es aceptable utilizar el adjetivo de válida
o correcta. Al igual que las coconcatenaciones podrı́a presentarse la inferencia
“inversa” , y en ese caso se utiliza al sı́mbolo a ` llamándolo coinferencia.
Desafortunadamente en los cursos y la literatura matemática es muy frecuente
el uso de los sı́mbolos ⇔ y ⇒ inherentes a un comportamiento tautológico,
para expresar el comportamiento causal asociado a los sı́mbolos a ` y ` , lo
cual muestra un desconocimiento de la lógica inaceptable y muy generalizado.

De los comportamientos previos se obtienen ejemplos sencillos de reglas


de inferencia, en donde los sı́mbolos abiertos empleados en las hipótesis y tesis
están relacionados como se muestra a continuación:

Para la hipótesis (A → B) ∧ A g y la tesis Bg, se tiene (A →
 
B) ∧ A → B g debido a ((18); 18), luego de ((1); 10) y la hipótesis se
sigue Bg, obteniéndose la regla de inferencia 29


(A → B) ∧ A g ` B g (Regla Modus ponens). (33)

Similarmente, para la hipótesis (A → B) ∧ ¬B g y la tesis (¬A)g,
 
se sigue (A → B) ∧ ¬B → ¬A g debido a ((19); 18), entonces de
((1); 10) y la hipótesis se tiene (¬A)g, con lo cual se establece la regla
de inferencia 30


(A → B) ∧ ¬B g ` (¬A) g (Regla Modus tollens). (34)
29 Del latı́n modus ponens que significa “modo que afirmando afirma”.
30 Del latı́n modus tollens que significa “modo que negando niega”.

20 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.3 Inferencia y demostración

 
Para la hipótesis(A → B) ∧ (C → D) ∧ (A ∨ C) g y la tesis

(B ∨ D)g, de ((20); 18) se tiene (A → B) ∧ (C → D) ∧ (A ∨
 
C) → (B ∨ D) g, luego de ((1); 10) y la hipótesis se sigue (B ∨ D)g,
obténiendose la regla de inferencia
 
(A → B) ∧ (C → D) ∧ (A ∨ C) g ` (B ∨ D)g (Dilema constructivo).
(35)
Para la hipótesis (A ∧ B)g y la tesis Ag, de ((16); 17) se tiene (A ∧

B) → A g, y de la hipótesis y ((1); 10) se sigue Ag, con lo que se
concluye la regla de inferencia

(A ∧ B)g ` A g (Regla de simplificación). (36)


l
Como ejercicio se deja al lector la verificación de las siguientes reglas de infe-
rencia:
 
(A → B) ∧ (D → C) ∧ (¬B ∨ ¬C) g ` (¬A ∨ ¬D)g (Dilema destructivo)

 (37)
(A → B) ∧ (B → D) g ` (A → D) g (Silogismo hipotético) (38)

(A ∨ B) ∧ (¬A) g ` B g (Silogismo disyuntivo) (39)
Ag ` (A ∨ B) g (Regla de adición) (40)

Las verificaciones de reglas de inferencia consideradas, constituyen ca-


sos muy elementales de demostraciones directas, en donde los razonamientos
empleados se basan en la declaración de las hipótesis y la identificación de
tautologı́as apropiadas. En general la demostración directa de una regla de
inferencia es más compleja, pues además del estado declarado en los enunciados
de las hipótesis, requiere de la identificación secuencial de otras reglas de infe-
rencia afines y previamente establecidas, cuyas tesis complementan la hipótesis
original al participar en una discusión.

La concepción de la regla de inferencia a demostrar y la identificación


de las reglas de inferencia para su demostración, constituye el desafio de los

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 21


0.3 Inferencia y demostración Lógica teórica

matemáticos, no hay procedimientos para ello y frecuentemente se origina por


el deseo de complementar una estructura matemática o por una necesidad es-
pecı́fica. Esta complejidad se incrementa con la pretensión, siempre presente,
de incorporar en la hipótesis y en el razonamiento lo “mı́nimo” necesario para
lograr con armonı́a y claridad la demostración de la tesis, exigiendo su depu-
ración concienzuda. . . el quehacer y placer del matemático 31 .

A continuación se presentan otras demostraciones directas de reglas de


inferencia, en donde se emplean reglas de inferencia y tautologı́as previamente
obtenidas:

 
1. Para la hipótesis (A ∧ B) → ¬C ∧ (A ∧ B) g y la tesis Cf, se tiene
(¬C)g debido a la hipótesis y ((33); 20), luego Cf de ((5); 13), de lo
 
cual se concluye (A ∧ B) → ¬C ∧ (A ∧ B) g ` Cf.


2. Con la hipótesis (Q ∨ R) → P
∧ ¬ P g y la tesis (¬Q ∧ ¬R)g, se
 
sigue ¬(Q ∨ R) g debido a ((34); 20), luego ¬Q ∧ ¬R) g de (30; 18),
 
obteniéndose (Q ∨ R) → P ∧ ¬P g ` (¬Q ∧ ¬R)g.

 
3. Para la hipótesis (P → Q) ∧ (Q → R) ∧ ¬R g y la tesis (Q ∧ P )g,

se tiene (P → Q) ∧ (Q → R) g y (¬R)g, luego (¬Q ∨ ¬R)g de
 
((40); 21), por lo cual (P → Q) ∧ (Q → R) ∧ (¬Q ∨ ¬R) g ,
entonces (¬Q ∨ ¬P )ig de ((37); 21), y de (30; 18) y ((5); 13) se concluye
 
(P → Q) ∧ (Q → R) ∧ ¬R g ` (Q ∧ P )f.

La generalidad de las concatenaciones permite incorporar 32 “hipótesis”


ô “tesis” constituidas por tautologı́as y reglas de inferencia, expresando una

31 En esto hay corrientes, estilos e incluso modas, de allı́ que se diga apropiadamente que
hay similitud con el arte.
32 Aún cuando en la lógica no se hace, conviene admitir la ô , para la cual en la lengua
natural eventualmente utizan y/o.

22 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.3 Inferencia y demostración

relación causal entre ellas y manteniendo el caracter tentativo de la hipótesis,


lo cual se ejemplifica con algunas concatenaciones importantes:

1. Para la hipótesis S ⇔ T y T ⇔ U y la tesis S ⇔ U se tiene

hS ↔ T i hT ↔ U i hS ↔ U i

S g y T g y Ug g g g
S f y T f y Uf g g g

entonces

S⇔T y T ⇔U (S ⇔ U ) . (41)

2. Con la hipótesis P ⇔ Q y la tesis ¬P ⇔ ¬Q se sigue

hP ↔ Qi h¬P ↔ ¬Qi

P g y Qg g g
P f y Qf g g

luego P ⇔ Q ¬P ⇔ ¬Q , pero también se tiene ¬P ⇔ ¬Q P ⇔ Q,


entonces
(P ⇔ Q) ! (¬ P ⇔ ¬ Q) . (42)
l
3. De modo análogo el lector puede demostrar

(P ⇔ Q) ! (Q ⇔ P ) . (43)

Con el concepto de concatenación se identifica con propiedad a lo que se


conoce como regla de reemplazo, dado que con P ⇔ Q y un sı́mbolo abierto
R se consideran a los sı́mbolos P G R y Q G R (con el mismo conector G ),
para los cuales se tiene


hP ↔ Qi hP G Ri hQ G Ri (P G R) ↔ (Q G R)

P g y Q g y Rg g a a g
P g y Q g y Rf g b b g
P f y Q f y Rg g c c g
P f y Q f y Rf g d d g

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 23


0.3 Inferencia y demostración Lógica teórica

en donde a, b, c, d corresponden a g o f dependiendo de la elección de G ,


entonces (P G R) ⇔ (Q G R) , luego

(P ⇔ Q) (P G R) ⇔ (Q G R) (Regla de reemplazo) (44)

lo cual se interpreta como validación del remplazo de P y Q con P G R y


Q G R respectivamente. Con ((6); 13) se ejemplifica la regla de reemplazo, pues

se sigue ¬(¬R) ⇔ R de ((43); 23), por lo cual ¬(¬R) → Q ⇔ (R → Q)

debido a ((44); 24), luego (R → Q) ⇔ ¬(¬R) → Q nuevamente de ((43);

23), pero de ((17); 17) también se tiene ¬(¬R) → Q ⇔ (¬R ∨ Q), luego con
((41); 23) se concluye

(R → Q) ⇔ (¬ R ∨ Q) (Equivalencia material bis). (45)

Para la obtención de ((45); 24) se podrı́a caer en el garlito de suponer que



R ⇔ ¬(¬R) lleva a R = ¬(¬R) g y proceder a la “sustitución” en ¬(¬R) →

Q ⇔ (¬R ∨ Q) que se obtiene de ((17); 17); posiblemente esto haya motivado
que en la literatura se adopte el mismo nombre para ambas tautologı́as.

Un teorema matemático 33 es una concatenación cuya hipótesis fre-


cuentemente contiene un preámbulo con caracter afirmativo que la precisa 34 ,
incorporando los aspectos más relevantes de la discusión con sı́mbolos semi-
abiertos que son propios de la estructura matemática que la contiene y per-
miten la consideración de enunciados lógicos. El preámbulo de un teorema
que plantee una coconcatenación o coinferencia constituye un sector común
para las hipótesis de cada concatenación o regla de inferencia, por lo que su
planteamiento requiere de especial cuidado.

Los teoremas siempre están acompañados de sus demostraciones, no


necesariamente directas, lo cual generalmente depende de la complejidad de
33 Como casos particulares se tienen a los lemas, los corolarios y las proposiciones.
34 En ocasiones, por convenir a la redacción no es explı́cita la concatenación y el preámbulo
es la hipótesis.

24 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.3 Inferencia y demostración

las concatenaciones o reglas de inferencia que está relacionada a la estructura


matemática en donde esté inmerso el teorema. Además de la demostración
directa, se utilizan otros dos métodos de demostración, el inverso (también
llamado contrapositivo) y el contradictorio, conocidos como métodos indirectos
de demostración que son rechazados por algunos matemáticos (los llamados
“puristas” con cierto sarcasmo en el argot matemático), por lo que tienen
preferencia las demostraciones directas.

Estos métodos indirectos se sustentan en la siguiente concatenación


(que puede considerarse como un axioma) conocida como reducción al ab-
surdo (reductio ad absurdum).

(P g ` Q g y P g ` Qf) P f (Reducción al absurdo) (46)

que es el motivo de la controversia en la lógica formal sobre las demostraciones


indirectas. En efecto, cuando en una discusión para las proposiciones hP i y hQi
se establecen las reglas de inferencia 35 P g ` Qg y P g ` Qf, al plantear la
presencia del enunciado P g en la discusión, se sigue la presencia de Q g y Qf
que es inadmisible debido al principio de no contradicción. . . pero ¿qué argu-
mento lleva a declarar que esto hace inadmisible P g? y su ausencia es la causa
de la controversia, muy justificable por cierto. Al eludir esta grave dificultad 36
aceptando que se sigue el que la presencia de P g es inadmisible, se obtiene que
solo serı́a admisible la presencia de P f debido al principio de tercero excluido,
pero sin que esto exija su presencia en la discusión, concluyéndose ((46); 25).

“La reducción al absurdo, que Euclides 37 tanto amaba,


es una de las mejores armas de la matemática.

35 Lo cual no requiere de la presencia de P g por el caracter tentativo de las hipótesis.


36 Reconociendo la limitación de conocimientos y habilidades para una presentación purista.
37 Euclides (aprox. 325 a.C. - 265 a.C.), matemático griego célebre por su aporte a la
geometrı́a en su obra “Los elementos”.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 25


0.3 Inferencia y demostración Lógica teórica

Pero aunque es mucho mejor gambito que cualquiera del ajedrez,


en el que un jugador puede ofrecer el sacrificio de un peón u otra pieza,
un matemático puede ofrecer la partida.” 38

Reanudando el tema de las demostraciones indirectas, con las proposi-


ciones hHi y hT i se procede como sigue:

Demostración inversa.- Como (H ∧ ¬ T )g ` (¬ T )g y (H ∧ ¬ T )g `


Hg de ((36); 21), entonces cuando en una discusión se establece (¬ T )g `
(¬H)g se sigue (H ∧ ¬ T )g ` (¬H)g, luego (H ∧ ¬ T )g ` Hf debido
a ((5); 13), y se concluye (H ∧ ¬ T )f de ((46); 25) ya que (H ∧ ¬ T )g `
Hg. Ahora de Hg y ((1); 10) se obtiene (¬ T )f pues (H ∧ ¬ T )f, por lo

cual Hg ` T g de ((5); 13), entonces (¬ T )g ` (¬H)g (Hg ` T g) .

Análogamente, de tenerse Hg ` T g en una discusión, se sigue ¬(¬H)
  
g ` ¬(¬ T ) g debido a ((6); 13), luego (¬(¬H))g ` ¬(¬T ) g
(¬ T )g ` (¬H)g) de la concatenación anterior, por lo tanto (Hg `

T g) (¬ T )g ` (¬H) g y se concluye 39

(Hg ` T g) ! (¬ T )g ` (¬H) g (Contrapositiva) . (47)

Demostración por contradicción.- Cuando en una discusión se tiene


Qg ` (¬H)g y (¬ T )g ` Qg, se sigue (¬ T )g ` (¬H)g, luego Hg `
T g debido a ((47); 26), por lo cual


Qg ` (¬H) g y (¬ T )g ` Q g (Hg ` T g) (Contradictoria) . (48)

La necesidad de identificar la proposición hQi con el comportamiento


mencionado hace difı́cil esta demostración, y por ello su uso es raro.

38 Godfrey Harold Hardy (1877-1947), matemático inglés a quien se le atribuye la reforma


de las matemáticas británicas al haber promovido su concepción de las matemáticas puras,
con la adopción del rigor tı́pico del cours d’analyse francés.
39 En la lógica proposicional se incorpora como un axioma y se plantea en términos de una
concatenación, aún cuando allı́ solo se consideran inferencias.

26 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.3 Inferencia y demostración

Un caso particular importante se presenta cuando en una discusión se


tiene la presencia de T f y se demuestra Hg ` T g, ya que se sigue T f ` Hf
de ((47); 26) y ((5); 13), entonces

T f y (Hg ` T g) Hf (49)
y de igual manera se obtiene

T g y (Hg ` T f) H f. (50)

Es frecuente que en una discusión se tenga P g ` Qg y (¬P )g ` Qg


de lo cual se dice que se infiere Qg de ((9); 14), pero esto no lo sustenta
y el razonamiento es como sigue. De (¬P )g ` Qg se tiene (¬Q)g ` P g
debido a ((47); 26) con ((6); 13), luego P g ` Qg y (¬Q)g ` P g, por lo cual
(¬Q)g ` Qg, y como (¬Q)g ` Qf debido a ((5); 13), se obtiene (¬Q)f de
((46); 25), entonces Qg nuevamente de ((5); 13), por lo tanto

P g ` Q g y (¬P )g ` Q g Qg. (51)

Además es necesario mencionar que cuando en una discusión se tiene (¬P )g `


Qg se sigue P f ` Qg de ((5); 13) y también Qf ` P g debido a ((47); 26)

con ((5); 13) y ((6); 13), entonces (P f o Qf) (P f y Qg) o (Q f y P g) ,

y como (P f y Qg) o (P g y Qf) (P ∨0 Q)g de ((1); 10) se obtiene
 
(¬P )g ` Q g (P f o Qf) (P ∨0 Q ) g . (52)

También cuando (P ∧ Q)g ` Rg y (P ∧ ¬Q)g ` Rg se sigue



(¬R)g ` ¬(P ∧ Q) ∧ ¬(P ∧ ¬Q) g de ((47); 26) y ((1); 10), en donde

¬(P ∧ Q) ¬(P ∧ ¬Q) ¬(P ∧ Q) ∧ ¬(P ∧ ¬Q)


P g y Qg f g f
P f y Qg g g g
P g y Qf g f f
P f y Qf g g g

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 27


0.3 Inferencia y demostración Lógica teórica

debido a ((8); 14), luego (¬R)g ` (¬P )g de ((5); 13), y nuevamente con ((47);
26) se obtiene

(P ∧ Q)g ` R g y (P ∧ ¬Q)g ` R g (P g ` Rg) . (53)
Por último, de (¬Q ∧ R)g ` P f se sigue P g ` (¬Q ∧ R)f debido a ((47);

26) y ((5); 13), entonces (R ∧ P ) g R g y (¬Q ∧ R) f de ((36); 21) en

donde R g y (¬Q ∧ R) f (¬Q)f de ((1); 10), entonces con ((5); 13) se
concluye
 
(¬Q ∧ R)g ` P f (R ∧ P )g ` Q g . (54)

Cuando un teorema se demuestra con un método indirecto, es impor-


tante incorporar un preámbulo que incluya lo necesario para que también pueda
participar en la hipótesis de la negación de la tesis original del teorema, obli-
gando a una revisión meticulosa del planteamiento del preámbulo y la hipótesis
del teorema. Adelante hay sobradas ejemplificaciones de estos métodos de de-
mostración, permitiendo la familiarización con ellos.

Con estos antecedentes propios de la lógica es viable iniciar el plantea-


miento de la matemática formal con afinidad a concepción de Frege 40 , quien
se propuso llevar a cabo el llamado programa logicista, consistente en de-
ducir toda la matemática de la lógica y darle ası́ la más sólida de las bases 41 .
Dicho programa habı́a de realizarse en dos pasos, en el primero de los cuales
se definirı́an los conceptos matemáticos en términos de la lógica para después,
en el segundo, demostrar los teoremas matemáticos usando únicamente la lógi-
ca. Su pensamiento lo publicó como un lenguaje simbólico del pensamiento
puro, y aunque constituyó un gran avance en la lógica, no fue ampliamente
comprendido ni bien recibido en la comunidad cientı́fica.
40 Friedrich Ludwig Gottlob Frege (1848-1925) fue un matemático, lógico y filósofo alemán,
considerado como el padre de la lógica formal y la filosofı́a analı́tica, ampliamente reconocido
como el mayor lógico desde Aristóteles.
41 Véase Gottlob Frege en https://plato.stanford.edu/entries/frege/ .

28 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.4 Cuantificadores lógicos

0.4. Cuantificadores lógicos

Los cuantificadores lógicos son fundamentales en la matemática y re-


quieren de los conceptos de conjunto y pertenencia de la teorı́a de conjuntos,
los cuales tienen un vı́nculo simbiótico inevitable. La conexión con los cuan-
tificadores se debe a que en ellos se declara la “extensión” en un conjunto de
un atributo viable para los elementos del conjunto, el cual es expresado con un
enunciado lógico.

0.4.1. Antecedentes de conjuntos

En la teorı́a de conjuntos [20] el concepto más fundamental es el de


conjunto, que se acepta como un concepto primitivo (indefinible), y por ello
también lo es el concepto de pertenencia a un conjunto, pues son complemen-
tarios. Esto se debe a que el ser conjunto es un atributo que se asigna a un
ente cuando puede contener otros entes 42 , ası́ mismo para que un ente tenga
el atributo de pertenecer a un ente, es indispensable que este último posea el
atributo de poder contener entes 43 . . . sin poder precisar de manera indepen-
diente el significado de la contención o pertenencia, por ello resulta apropiado
citar la famosa frase

“Cogito, ergo sum” 44

que en este caso llevarı́a a “pienso a los conjuntos, luego existen”, pero siempre
con conciencia de que su naturaleza es difusa.
42 Lo cual no exige que los contenga, permitiendo la existencia del conjunto vacio.
43 Interpretando a Georg Cantor: “Un conjunto es el efecto de la reunión de objetos que
son diferentes en nuestro pensamiento”.
44 Pienso, luego existo, en Discours de la Méthode de René Descartes op. cit. pág.4; por este
argumento lo ubican en la posición idealista más extrema, el idealismo subjetivo o solipsismo,
en donde se plantea que el ser no es; sólo existe el pensamiento del sujeto pensante. . .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 29


0.4 Cuantificadores lógicos Lógica teórica

“En contra de lo que podrı́a parecer, nada de lo que acabamos de discutir


pretende negar la posibilidad de que si exista, después de todo,
una noción objetiva de conjunto en sentido abstracto. Los matemáticos
que creen que ası́ es se llaman realistas o platónicos.” 45

Aún ası́, se acepta que con la invocación de un conjunto en una dis-


cusión, implı́citamente también son invocados los entes contenga (desde luego
cuando los hay), lo cual permite un tratamiento lógico de la pertenencia similar
a como se procedió con la igualdad de sı́mbolos, pero ahora introduciendo al
conector ∈ llamado pertenencia, pues al representar al conjunto invocado
con el sı́mbolo A y algún ente especı́fico contenido en él con a, se conviene en
incorporar en la discusión al enunciado (a ∈ A)g y se dice que a pertenece a
A o bien que a es elemento de A . También de acuerdo a la tradición se hace

a 6∈ A ≡ ¬(a ∈ A) , luego (a 6∈ A = ¬(a ∈ A) g, y como es válida la sustitución
de los sı́mbolos de ((5); 13) se sigue la copresencia incluyente

 
(a 6∈ A)g = (a ∈ A) f g y (a 6∈ A)f = (a ∈ A) g g (55)

por lo cual se tiene (a ∈ A) g o (a 6∈ A) g del principio de no contradicción.

Un comportamiento interesante de la pertenencia, por requerir demos-


tración aún cuando es obvio, se presenta para un conjunto A y dos sı́mbolos
a y b presentes en una discusión con (a = b)g, pues se sigue (a ∈ A) g y (b 6∈
  
A) f o (a ∈ A) f y (b 6∈ A) g o (a ∈ A) f y (b 6∈ A) f y además

(a ∈ A) g y (b 6∈ A) g que está excluida en la discusión debido debido a
((55; 30)y al principio de no contradicción, entonces con ((1); 10) se obtiene

(a = b)g ` (a ∈ A) ∧ (b 6∈ A) f, y de ((47); 26) se sigue

(a ∈ A) ∧ (b 6∈ A) g ` (a 6= b) g . (56)

45 Carlos Ivorra, en [25] pág. 16.

30 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.4 Cuantificadores lógicos

0.4.2. Proposiciones cuantificadas

En los cuantificadores se reconocen dos extensiones, la universal y la


inexistencial, para las cuales se incorporan como prefijos a los sı́mbolos ∀ y
 llamados cuantificador universal e inexistencial respectivamente, con los que

se consideran a las proposiciones h∀ x ∈0 X | Pxgi , h∀ x ∈0 X | Pxfi , h∃
 x∈
0

X | Pxgi y h∃
 x ∈ X | Pxfi para un conjunto X y una proposición lógica
0

semiabierta hPx i asociada a los elementos de X , i.e. un predicado.

La grafı́a aquı́ empleada x ∈0 X no se identifica con el sı́mbolo x ∈ X


introducido en la teorı́a de conjuntos, en donde hay especificidad para x y
X y da lugar a la proposición hx ∈ Xi , mientras que en los cuantificadores
x ∈0 X no genera una proposición, sólo expresa el atributo de pertenencia a X,
es decir x es “variable” aún cuando hubiese especificidad para X ; por lo que
se podrı́a decir que x ∈0 X es un sı́mbolo semiabierto y ∈0 se refiere a una
pertenencia impropia.

Dado que x ∈0 X solo expresa un atributo, serı́a erroneo conformar


enunciados lógicos con esa grafı́a, sin embargo es viable el planteamiento de
relaciones causales mediante concatenaciones, lo cual permite presentar a los
cuantificadores de manera sui generis con la intención de clarificarlos. En estos
términos se pueden considerar las concatenaciones (x ∈0 X Px g) y (x ∈0
X Pxf) , en donde Px g y Px f son enunciados lógicos semiabiertos ya que
no la hay especificidad para x salvo ser elemento de X . Ahora al incorporar
la concatenación (x ∈0 X Px g) en la discusión, se sigue que de (η ∈ X)g se
infiere Pη g, lo cual establece otra concatenación básica para los cuantificadores
en la que interviene una regla de inferencia


(x ∈0 X Pxg) (η ∈ X)g ` Pη g . (57)

Cuantificador existencial.- El cuantificador existencial se sustenta en el in-

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 31


0.4 Cuantificadores lógicos Lógica teórica

existencial, el cual se plantea en términos de una coconcatenación haciendo



x ∈0 X (¬Px) g ! (∃ x ∈0 X | Px g)g (58)

 x ∈ X | Pxg) g
0
por lo cual (∃ (η ∈ X)g ` (¬Pη ) g debido a ((57); 31),
luego
0
 x ∈ X | Px g)g ` (¬Pη )g
(η ∈ X ∧ ∃ (59)
 
 x ∈ X | Px g) g de ((47); 26), y con
0
entonces ¬(¬Pη ) g ` ¬(η ∈ X ∧ ∃
 
 x ∈ X | Px g) g
0
η ∈ X ∧ ¬(¬Pη ) g se sigue (η ∈ X)g y ¬(η ∈ X ∧ ∃
 x ∈ X | Pxg)f de ((8); 14),
0
debido a ((1); 10), por lo cual (η ∈ X)g y (∃
 x ∈ X | Pxg)f. Ahora con
0
y con ((6); 13) se obtiene (η ∈ X ∧ Pη )g ` (∃
∃ x ∈0 X | Px g ≡ ¬( ∃ x ∈0 X | Px g) se introduce al cuantificador existencial

y se sigue ∃ x ∈0 X | Pxg = ¬(∃  x ∈ X | Px g) g, luego (∃ x ∈ X | Px g)g =
0 0
   
 x ∈ X | Px g) g g en donde ¬(∃  x ∈ X | Pxg) g = (∃  x ∈ X | Pxg)f g
0 0 0
¬(∃
 
 x ∈ X | Pxg) f g = (∃  x ∈ X | Px g) f g de ((4);
0 0
debido a ((5); 13) y (∃
 
 x ∈ X | Pxg) g = (∃  x ∈ X | Pxg) f g, por lo tanto
0 0
13), obteniéndose ¬(∃

(∃ x ∈0 X | Px g)g = (∃
 x ∈ X | Px g) f g de lo cual se concluye
0

(η ∈ X ∧ Pη )g ` (∃ x ∈0 X | Pxg) g . (60)

Obsérvese que es absurdo plantear 46 (∃ x ∈0 X | Pxg) g (x ∈0 X Px g) asi


como (∃ x ∈ X | Pxg)g ` (η ∈ X ∧ Pη )g, sin embargo cuando en una discusión
0

se tiene (∃ x ∈0 X | Px g)g se puede proponer (η ∈ X ∧ Pη )g con cierto η


especı́fico aún cuando no se explicite, y proceder a analizar las consecuencias
de Pη g, lo cual es muy frecuente pero delicado pues fácilmente se incurre en
equı́vocos.

Cuantificador universal.- Con este cuantificador se declara que la extensión


es todo el conjunto identificado, es decir

(x ∈0 X Pxg) ! (∀ x ∈0 X | Pxg)g (61)


46 Ya que de ((61), 32) se seguirı́a (∃ x ∈0 X | Px g) g (∀ x ∈0 X | Px g)g.

32 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.4 Cuantificadores lógicos


luego (∀ x ∈0 X | Px g) g (η ∈ X)g ` Pη g debido a ((57); 31), por lo cual

(η ∈ X ∧ ∀ x ∈0 X | Px g)g ` Pη g (62)
y de ((60); 32) se sigue 47

(η ∈ X ∧ ∀ x ∈0 X | Pxg)g ` (∃ x ∈0 X | Pxg) g . (63)


Además, el vı́nculo entre estos cuantificadores es estrecho, ya que de ((58); 32)
y ((61); 32) se tiene
0 0

 x ∈ X | Pxg)g a ` ∀ x ∈ X | (¬Px) g g .
(∃ (64)
De manera similar al cuantificador existencial, también es erroneo ((η ∈ X)g `
Pη g) (∀ x ∈0 X | Pxg)g, pero es frecuente que las propiedades de X justi-
fiquen η ∈0 X Pη g, estableciéndose con ((61); 32) un procedimiento muy
utilizado en la matemática para obtener (∀ x ∈0 X | Pxg)g. Para ello, en una
discusión se propone (η ∈ X)g como si η tuviese especificidad, pudiendo uti-
lizar libremente la teorı́a de conjuntos, y se procede a analizar las consecuencias
pero considerando únicamente las propiedades inherentes a la pertenencia a X,
lo cual es aceptable y muy utilizado pero también delicado.

Para futuros desarrollos es conveniente establecer algunos compor-


tamientos relacionados a los cuantificadores:

Proposición 0.4.1. Sean X un conjunto y hPx i , hQx i .


 
(∀ x ∈0 X | Px g) ∧ (∃ x ∈0 X | Qx g) g ` ∃ x ∈0 X | (Px ∧ Qx ) g g .

Demostración.– De ((1); 10) se sigue (∃ x ∈0 X | Qxg)g, y para (η ∈ X ∧ Qη )g


se tiene (η ∈ X ∧ ∀ x ∈0 X | Pxg)g de ((1); 10), luego Pη g debido a ((62); 33),
 
por lo cual η ∈ X ∧ (Qη ∧ Pη ) g, concluyéndose ∃ x ∈0 X | (Px ∧ Qx) g g
de ((60); 32).  48
47 Dado que (a ∈ A)g ` (A 6= ∅)g como posteriormente se verá, se podrı́a “sustituir” η ∈ X
con X 6= ∅.
48 Se atribuye a Halmos la introdución del sı́mbolo  para quod erat demonstrandum que
significa “lo que se querı́a demostrar”.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 33


0.4 Cuantificadores lógicos Lógica teórica

Proposición 0.4.2. Sean X un conjunto y hPx i , hQx i .

 
∀ x ∈0 X | (Px ∧ Qx ) g g a ` (∀ x ∈0 X | Px g) ∧ (∀ x ∈0 X | Qx g) g .


Demostración.– De ∀ x ∈0 X | (Px ∧ Qx) g g se sigue x ∈0 X (Px ∧
Qx)g debido a ((61); 32), luego x ∈0 X Px g y x ∈0 X Qxg de ((1);
10), por lo cual (∀ x ∈ X | Px g)g y (∀ x ∈ X | Qxg)g también de ((61); 32),
0 0

concluyéndose (∀ x ∈0 X | Pxg) ∧ (∀ x ∈0 X | Qx g) g nuevamente de ((1); 10).
l
La otra demostración es similar y se le deja al lector. 

49
Proposición 0.4.3. Sean X un conjunto y hPx i , hQx i .

 
∃ x ∈0 X | (Px ∧ Qx ) g g ` (∃ x ∈0 X | Pxg) ∧ (∃ x ∈0 X | Qx g) g .


Demostración.– Para η ∈ X ∧ (Pη ∧ Qη ) g se tiene (η ∈ X ∧ Pη )g y
(η ∈ X ∧ Qη )g debido a ((1); 10, luego (∃ x ∈0 X | Px )g y (∃ x ∈0 X | Qx )g de

((60); 32), por lo tanto (∃ x ∈0 X | Px g) ∧ (∃ x ∈0 X | Qx g) g. 

Proposición 0.4.4. Sean X un conjunto y hPx i , hQx i , hRxi .



1) (∀ x ∈0 X | Pxg) g y (x ∈0 X P x ⇒ Qx ) (∀ x ∈0 X | Qx g) g .

2) (x ∈0 X P x ⇔ Qx ) (∀ x ∈0 X | Px g)g a ` (∀ x ∈0 X | Qx g) g .

3) (x ∈0 X P x ⇔ Qx ) ∀ x ∈0 X | (Px G Rx) g g
 
a ` ∀ x ∈0 X | (Qx G Rx ) g g .

Demostración.–

1. De (η ∈ X)g se tiene Pη g y Pη ⇒ Qη debido a ((61); 32), entonces Qη g


de ((1); 10) y se obtiene (η ∈ X)g ` Qxg, por lo tanto x ∈0 X Qx g y
de ((61); 32) se concluye (∀ x ∈ X | Qx g)g.
0

49
`
A diferencia de la proposición ((0.4.2); 34) que establece una coinferencia, de (∃ x ∈
X | Px g) ∧ (∃ x ∈ X | Qx g) g no se infiere ∃ x ∈ X | (Px ∧ Qx ) g g.
´ ` ´

34 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Lógica teórica 0.4 Cuantificadores lógicos

2. De (η ∈ X)g y (x ∈0 X Px ⇔ Qx) se sigue (η ∈ X)g y Pη ⇔ Qη



y (∀ x ∈ X | Px g)g a ` (∀ x ∈0 X | Qxg) g . Ahora de (η ∈ X)g y
0

Pη ⇔ Qη y (∀ x ∈0 X | Px g)g se obtiene Pη ⇔ Qη y Pη g debido a ((62);


33), por lo cual Qη g de ((1); 10), entonces (x ∈0 X) g Qx g y de ((61);

32) se infiere (∀ x ∈0 X | Qx g) g , luego (x ∈0 X P x ⇔ Qx ) (∀ x ∈0

X | Px g)g ` (∀ x ∈0 X | Qx g) g . La demostración faltante es análoga y
l
se deja al lector.

3. De (η ∈ X)g y (x ∈0 X Px ⇔ Qx ) se tiene (η ∈ X)g y P η ⇔ Qη y


  
∀ x ∈0 X | (Px G Rx ) g g a ` ∀ x ∈0 X | (Qx G Rx ) g g . Ahora de

(η ∈ X)g y P η ⇔ Qη y ∀ x ∈0 X | (Px G Rx) g g se sigue P η ⇔ Qη
y (Pη G Rη )g debido a ((62); 33), por lo cual Qη ⇔ Rη de ((44); 24),
entonces x ∈0 X Qx ⇔ Rx y de ((61); 32) se concluye ∀ x ∈0 X | (Qx G
  
Rx) g g , luego (x ∈0 X P x ⇔ Qx ) ∀ x ∈0 X | (Px G Rx) g g `
 
∀ x ∈0 X | (Qx G Rx) g g . La demostración faltante es similar al caso
l
anterior y también se deja al lector. 

Corolario 0.4.1. Sea X un conjunto y hPx i .

0
 0
 x ∈ X | (¬Px ) g g a ` (∀ x ∈ X | Pxg)g

 
y ∃ x ∈0 X | (¬Px) g g a ` ¬(∀ x ∈0 X | Px g) g .

Demostración.– Para (η ∈ X)g se tiene ¬(¬ Pη ) ⇔ Pη de ((6); 13) y ((13);


 
16), luego x ∈0 X ¬(¬ Px) ⇔ Px , entonces ∀ x ∈0 X | ¬(¬Px) g g a `

(∀ x ∈0 X | Px g)g de la proposición (0.4.4; 34), y como ∃ x ∈ X | (¬Px)g g a `
0
  
∀ x ∈0 X | ¬(¬ Px) g g debido a ((64); 33), se obtiene ∃  x ∈ X | (¬Px)g g a
0

` (∀ x ∈0 X | Pxg)g, y de ((47); 26) se sigue ¬ ∃  x ∈ X | (¬Px ) g g a `
0
  
¬(∀ x ∈0 X | Pxg) g, es decir ∃ x ∈ X | (¬Px )g g a ` ¬(∀ x ∈ X | Px g) g. 

Posteriormente serán frecuentes casos más complejos, fundamentales en



la matemática, tales como ∀ x ∈0 X | (∃ y ∈0 Y | Px, y g) g o ∀ x ∈0 X | (∀ y ∈0

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 35


0.4 Cuantificadores lógicos Lógica teórica


Y | Px, y g) g presentes en los conceptos de lı́mite y función, que tradicional-
mente son de difı́cil asimilación. . . el asunto de predicados compuestos no es
trivial y no es válida la conmutación de los cuantificadores universal y existen-
l
cial. Pero es conveniente adelantar, como lo puede comprobar el lector, que se
tiene
  
∀ x ∈0 X | (∀ y ∈0 Y | Px, y g) g g a ` ∀ y ∈0 Y | (∀ x ∈0 X | Px, y g) g g
   (65)
∃ x ∈0 X | (∃ y ∈0 Y | Px, y g) g g a ` ∃ y ∈0 Y | (∃ x ∈0 X | Px, y g) g g

“ Todo buen matemático es, al menos, la mitad de un filósofo,


y todo buen filósofo es, al menos, la mitad de un matemático.” 50

50 G. Frege.

36 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Capı́tulo 1

Teorı́a de conjuntos

“Me parece que (la teorı́a de conjuntos) es la más maravillosa floración del
espı́ritu matemático y, sin duda, una de las más altas aportaciones de la
serena y pura actividad de la inteligencia humana”.

David Hilbert 1

1.1. Introducción

El concepto de pertenencia permite introducir la noción de contención


de conjuntos, pues ante la invocación de dos conjuntos A y B se hace
A ⊆ B ≡ ∀ a ∈0 A | (a ∈ B)g y al sı́mbolo ⊆ se le llama contención, luego

1 David Hilbert (1862-1943) matemático alemán, reconocido como uno de los más in-
fluyentes del siglo XIX y principios del XX [12], que impulsó la escuela formalista de la
matemática [22] y desarrolló la axiomatización de la geometrı́a y la noción de espacio de
Hilbert, uno de los fundamentos del análisis funcional y la mecánica cuántica. Fue quien dijo
“La fı́sica es demasiado importante como para ser dejada solo a los fı́sicos”.

37
1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

de ((61); 32) se sigue,


a ∈0 A (a ∈ B) g ! (A ⊆ B)g (1.1)

por lo cual de (A ⊆ B)g se tiene ∀ x ∈0 A | (x ∈ B) g g debido a ((61); 32)

y además a ∈0 A (a ∈ B) g , luego (η ∈ A)g ` (η ∈ B)g de ((57); 31) y se
sigue (η 6∈ B)g ` (η 6∈ A)g debido a ((47); 26), entonces
  
(A ⊆ B) g (a 6∈ B)g ` (a 6∈ A) g y ∀ x ∈0 A | (x ∈ B) g g . (1.2)

También se hace A 6⊆ B ≡ ¬(A ⊆ B) leyéndose al sı́mbolo 6⊆ como no



contenido, luego A 6⊆ B = ¬ ∀ a ∈0 A | (a ∈ B) g g, y con el corolario
(0.4.1; 35) se sigue


(A 6⊆ B)g a ` ∃ a ∈0 A | (a 6∈ B) g g . (1.3)

En ocasiones resulta conveniente considerar la contención propia de conjun-


tos, un caso particular de la contención, haciendo A ⊂ B ≡ A ⊆ B ∧ ∃ b ∈0
B | (b 6∈ A)g por lo cual (A ⊂ B)g = (A ⊆ B ∧ B 6⊆ A)g de ((36); 21) con
((1.3); 38) y ((40); 21).

Ante la invocación de los conjuntos A, B y C , de (A ⊆ B ∧ B ⊆ C)g


se tiene a ∈0 A (a ∈ B)g y b ∈0 B (b ∈ C)g debido a ((1); 10) y ((1.1);
38), luego para (η ∈ A)g se sigue (η ∈ B)g de ((57); 31), por lo cual (η ∈ C)g
también de ((57); 31), entonces a ∈0 A (a ∈ C)g, por lo cual (A ⊆ C)g
nuevamente de ((1.1); 38), concluyéndose

(A ⊆ B ∧ B ⊆ C)g ` (A ⊆ C) g . (1.4)

1.2. Axiomas

En la matemática, al menos para los formalistas, las discusiones se


dan en el contexto de una o varias teorı́as axiomáticas, en las que se invocan
enunciados lógicos (cuyo estado usualmente es verdadero) o concatenaciones,

38 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

que se les conoce como axiomas 2 ; su presencia complementa los razonamien-


tos y constituyen el sustento básico de dichas teorı́as. . . sus estructuras.

3
La teorı́a de conjuntos de Zermelo – Frankel 4 cuya primera pre-
sentación formal se debe a Cantor 5 , Frege y Dedekind 6 , es un ejemplo ex-
celente de teorı́a axiomática que se abrevia como ZF o ZFC.

“Más que por sus geniales planteamientos, es quizá por el sesgo de su espı́ritu
que Hilbert ha ejercido la más profunda influencia en el mundo matemático;
el enseñó a los matemáticos a pensar axiomáticamente, es decir
a tratar de reducir cada teorı́a a su esquema lógico más estricto, por su
necesidad ardiente de comprender, por su probidad intelectual
cada vez más exigente y por su infatigable aspiración de una ciencia
cada vez más unida, más pura y más liberada.” 7 , 8

Los conceptos de conjunto y pertenencia permiten considerar para cier-


tos conjuntos a sı́mbolos asociados a ellos, que aquı́ se les llama conjuntos
explı́citos, mediante la exhibición de los sı́mbolos que representen en una

2 La palabra proviene del griego y se asocia a “lo que parece justo”, también se dice que
se refiere a “una verdad obvia que no requiere comprobación”.. . siendo ambos conceptos
insatisfactorios.
3 Ernst Zermelo (1871-1953) filósofo, fı́sico y matemático alemán, quien formuló por
primera vez el axioma de elección.
4 Adolf Abraham Halevi Fraenkel (1891-1965) lógico y matemático alemán-israelı́.
5 Georg Cantor (1845-1918) matemático alemán quien fue el primero en caracterizar la
noción de infinito introduciendo a los números transfinitos.
6 Julius Wilhelm Richard Dedekind (1831-1916), matemático alemán con aportaciones
importantes al álgebra, la teorı́a de números y la geometrı́a algebraica.
7 Jean Alexandre Eugène Dieudonné (1906-1992) célebre matemático francés integrante
del grupo Bourbaki, con importantes aportaciones en la geometrı́a algebraica y los espacios
vectoriales topológicos.
8 En [28] pág. 312.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 39


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

discusión a los elementos del conjunto considerado 9 , en donde se emplea la


coma como separador de dichos sı́mbolos y a los sı́mbolos { } como delimita-
dores, lo cual en principio solo es viable cuando se trata de un conjunto con un
“número finito” de elementos, cuyo significado se sustenta en la presentación
de los números naturales. La utilidad de esto proviene de aproximar a los con-
juntos explı́citos al concepto de conjunto ampliando ad hoc el significado de
pertenencia; pues al representar con SA al conjunto explı́cito de un conjunto
representado con A se acepta

 
(p ∈ A)g ∃ r ∈0 SA | (r = p)g g y (q ∈ SA )g ∃ r ∈0 A | (r = q)g g. (1.5)

Sin embargo el proceso inverso presenta dificultades, ya que de la in-


vocación de ciertos entes (un número finito) no hay antecedentes que permitan
considerar a un conjunto que los contenga, por lo que se enuncia al siguiente
axioma 10 .

Axioma de apareamiento.- Para un “número finito” de entes hay un con-


junto que los contiene.

Entonces de la invocación en una discusión de un número finito de entes repre-


sentados con los sı́mbolos 11 ξ, η, . . . , θ, ω se tiene al conjunto de dichos entes
debido al axioma y a su conjunto explı́cito, que pueden representarse con A

y SA respectivamente, luego SA = {ξ, η, . . . , θ, ω} g y al representar a un

elemento de A con q se sigue (q ∈ A)g y además ∃ r ∈0 SA | (r = q) g g de
((1.5); 40), aún cuando pueda darse que todas las grafı́as de los elementos de

9 Debe mencionarse que en el conjunto no hay multiplicidad de entes y que se supone la


asignación de un solo sı́mbolo para cada elemento por lo que son diferentes (véase pág. 6).
10 Con una presentación diferente a la tradicional (véase [20] pág. 9).
11 Los puntos suspensivos tienen muchos significados, pero aquı́ se relacionan con la fini-
tud pues de ello se acepta la posibilidad de continuar y “acabar” el proceso implı́cito a su
exhibición.

40 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

SA sean diferentes de q .

Los conjuntos explı́citos son indispensables, pero muy limitados para


las necesidades de la matemática, por lo que se incorpora al siguiente axioma
que permite la identificación de otros conjuntos a partir de conjuntos invocados.

Axioma de Especificación.- Para cada conjunto y enunciado lógico semi-


abierto asociado a sus elementos, llamado condición de especificación, hay
un conjunto cuyos elementos son los elementos del conjunto dado que satisfacen
la condición planteada.

“Entiendo en general por variedad o conjunto toda multiplicidad que puede


ser pensada como unidad, esto es, toda colección de elementos determinados
que pueden ser unidos en una totalidad mediante una ley.” 12

Es decir, ante la invocación en una discusión de un conjunto X y una condición


de especificación Px (un enunciado lógico semiabierto afı́n al contexto de la
discusión), se identifica a un conjunto notado con {x ∈0 X k Px g} llamado
conjunto especificado de X con Px , para el cual se tiene

(φ ∈ X ∧ Pφ ) g ! φ ∈ {x ∈0 X k Px g} g . (1.6)

Entonces de ((1.6); 41) y ((61); 32) se sigue



∀ η ∈0 {x ∈0 X k Px g} | (η ∈ X ∧ Pη ) g g (1.7)

luego de la proposición (0.4.2; 34) y la definición de contención de conjuntos se


infiere

{x ∈0 X k Pxg} ⊆ X g . (1.8)

Además como de ((1.6); 41) y ((57); 31) se sigue ψ ∈ {x ∈0 X k Px g} g a `
(ψ ∈ X ∧ Pη )g, entonces con ((47); 26) y ((5); 13) se obtiene


(η ∈ X ∧ Pη )f a ` η 6∈ {x ∈0 X k Px g} g . (1.9)
12 Georg Cantor.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 41


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

Podrı́a decirse que el axioma estipula un proceso declarativo o invoca-


tivo de conjuntos, pues basta invocar a condiciones de especificación sobre
conjuntos dados para identificarlos. Pero esto se presta a interpretar al axi-
oma como el planteamiento de un proceso constructivo de conjuntos, lo cual es
erróneo, pues en la teorı́a de conjuntos los conjuntos son; no se crean ni se modi-
fican, sólo se identifican. . . incluso podrı́a decirse que su existencia poviene de
su presencia en una discusión (un planteamiento acertado aunque muy cercano
al solipsismo).

Parece inocente la exigencia de un conjunto inicial para la identificación


de un conjunto con el axioma de especificación, pero de ninguna manera lo es
debido a la imposibilidad de un conjunto universal, ya que para cualquier con-
junto Russell 13 exhibe un conjunto que no le pertenece (empleando la reducción
al absurdo), lo cual establece una paradoja 14 cuando se acepta la existencia de
un conjunto universal (i.e. un conjunto al que “todo” le pertenece), conocida
como la paradoja de Russel (en ocasiones vinculada a la llamada “paradoja del
barbero” con una presentación coloquial).

Paradoja de Russell: Para plantearla se invoca un conjunto X y hace 15


R ≡ {x ∈0 X k (x 6∈ x)g}, para el cual se tiene (ξ ∈ X ∧ ξ 6∈ ξ) g ! (ξ ∈ R)g de
((1.6); 41), y como de (ξ ∈ R)g ` (ξ ∈ X ∧ ξ 6∈ ξ)g se sigue (ξ ∈ R)g ` (ξ 6∈ ξ)g
debido a ((36); 21) y también (ξ ∈ X ∧ ξ ∈ R)g ` (ξ ∈ R)g, se obtiene

(ξ ∈ X ∧ ξ ∈ R)g ` (ξ 6∈ ξ)g. Entonces (ξ ∈ X) g (ξ 6∈ ξ)g ` (ξ ∈ R) g y

(ξ ∈ X) g (ξ ∈ R)g ` (ξ 6∈ ξ) g , por lo cual (R ∈ X) g (R 6∈ R)g ` (R ∈

13 Bertrand Arthur William Russell (1872-1970), filósofo, matemático, lógico y escritor


inglés ganador del Premio Nobel de Literatura y conocido por su influencia en la filosofı́a
analı́tica, sus trabajos sobre fundamentos de la matemática y su activismo social.
14 Razonamiento, hecho o expresión contrario a la lógica.
15 El enunciado (x 6∈ x)g no se contrapone al concepto intuitivo de conjunto, a diferencia
de (x ∈ x)g aún cuando en principio es admisible.

42 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

 
R) g y (R ∈ X) g (R ∈ R)g ` (R 6∈ R) g , luego (R ∈ X)g ` (R ∈ R)g
y (R ∈ X)g ` (R 6∈ R)g, concluyéndose (R ∈ X)f de ((46); 25), por lo que se
puede decir “nada contiene a todo” . . . o en términos de la teorı́a de conjuntos
preaxiomática “no existe el conjunto universal”.

Axioma de Extensión.- Dos conjuntos son “iguales” cuando poseen los mis-
mos elementos (la misma extensión).

Es decir, para dos sı́mbolos A y B que representen a conjuntos se considera


c c
al sı́mbolo A = B , en donde = representa la igualdad conjuntal, para el
c c
cual se hace (A = B) ≡ (B ⊆ A ∧ A ⊆ B) , entonces (A = B) = (B ⊆
 c 
A ∧ A ⊆ B) g y se sigue (A = B)g = (B ⊆ A ∧ A ⊆ B) g g luego

c
(A = B)g a ` (B ⊆ A ∧ A ⊆ B)g (1.10)
c c
y se complementa el planteamiento con A 6= B ≡ ¬(A = B) . Además cuando
c
en una discusión los sı́mbolos A y B representan a conjuntos se acepta (A =
B) g ! (A = B)g, estableciéndose una situación particular de la igualdad
simbólica. Este comportamiento permite la omisión del superı́ndice c en lo que
sigue, sin embargo posteriormente al tratar el concepto de función (véase § 2.1
pág. 82) volverá a requerirse.

Deben considerarse algunas consecuencias inmediatas de este axioma,


las cuales deben demostrarse aun cuando parecen obvias:
 
Dado que ¬(A = B) g a ` ¬(B ⊆ A ∧ A ⊆ B) g de ((47); 26), y


como ¬(B ⊆ A ∧ A ⊆ B) ⇔ (B 6⊆ A ∨ A 6⊆ B) de ((30); 18), se tiene

¬(B ⊆ A ∧ A ⊆ B) g a ` (B 6⊆ A ∨ A 6⊆ B)g, por lo cual

(A 6= B)g a ` (B 6⊆ A ∨ A 6⊆ B) g . (1.11)

De (A = B)g y (B = C)g siendo A, B, C conjuntos, se sigue de


(A ⊆ B ∧ B ⊆ A)g y (B ⊆ C ∧ C ⊆ B)g debido a ((1.10); 43), entonces

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 43


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

(A ⊆ C)g y (C ⊆ A)g de ((1.4); 38), luego (A ⊆ C ∧ C ⊆ A)g, por lo


tanto (A = C)g debido a ((1.10); 43), concluyéndose la transitividad de
la igualdad de conjuntos

(A = B ∧ B = C)g ` (A = C) g . (1.12)

De la invocación de un conjunto X y con la identificación de {x ∈0



X k (x = x)g} se tiene {x ∈0 X k (x = x)g} ⊆ X g debido a ((1.8);
41). Ahora de (η ∈ X)g se tiene (η = η)g del principio de identidad,

luego (η ∈ X ∧ η = η)g y de ((1.6); 41) se sigue η ∈0 x ∈0 X k (x =
  
x) g g, por lo cual x ∈0 X η ∈0 x ∈0 X k (x = x) g g, entonces
  
∀ x ∈0 X | x ∈ x ∈0 X k (x = x) g g g de ((61); 32), obteniéndose
 
X ⊆ x ∈0 X k (x = x) g g y con ((1.10); 43) se concluye
 
x ∈0 X k (x = x) g = X g . (1.13)

Para un conjunto X y una condición de especificación Px , de (∀ x ∈0


X | Pxg)g se tiene x ∈0 X Pη g debido a ((61), 32), luego (ξ ∈ X)g `
Pξ g de ((57); 31), obteniéndose (ξ ∈ X ∧ Pξ )g, entonces ξ ∈ {x ∈0
 
X k Pxg} g debido a ((1.6); 41), por lo cual η ∈0 X η ∈ {x ∈0 X k Pxg}
g, y se sigue ∀ η ∈0 X | η ∈ {x ∈0 X k Pxg} nuevamente de ((61), 32), con-

cluyéndose X ⊆ {x ∈0 X k Px g} g de ((1.8); 41 se obtiene X ⊆ {x ∈0
 
X k Pxg} ∧ {x ∈0 X k Pxg} ⊆ X g, luego X = {x ∈0 X k Px g} g,

entonces (∀ x ∈0 X | Pxg)g ` X = {x ∈0 X k Px g} g.

Ahora, de X = {x ∈0 X k Px g} g se tiene (∀ η ∈0 X | Pη g)g debido a

((1.7); 41), por lo cual X = {x ∈0 X k Pxg} g ` (∀ η ∈0 X | Pη g)g,
concluyéndose

(∀ x ∈0 X | Pxg)g a ` X = {x ∈0 X k Pxg} g (1.14)

un resultado interesante que explı́cı́ta la relación directa existente entre


el cuantificador universal y los axiomas de especificación y extensión.

44 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

Para un conjunto X se tiene



(x ∈ X) g (y 6∈ X)g ` (x 6= y) g (1.15)

dado que de (x ∈ X)g y ¬(x 6= y)g se sigue (x = y)g, luego (y ∈ X)g,



entonces (x ∈ X) g ¬(x 6= y)g ` (y ∈ X) g , y como ¬(x 6= y)g `
 
(y ∈ X) g (y 6∈ X)g ` (x 6= y) g debido a ((47); 26), se obtiene

(x ∈ X) g (y 6∈ X)g ` (x 6= y) g .

Axioma de Unión.- Para cada colección de conjuntos con la condición de


poseer al menos un elemento, hay un conjunto que tiene a todos los elementos
que pertenecen al menos a algún conjunto de la colección dada.

H En la teorı́a de conjuntos de von Neumann 16 – Bernays 17 – Gödel


denotada con NBG, la cual también es una teorı́a axiomática, se
dirı́a que dicho conjunto se trata de una clase, pues allı́ una clase es
conjunto cuando pertenece a otra clase (la colección mencionada),
llevando al concepto de clase a ser un concepto primitivo. N

Entonces, ante la invocación de una colección de conjuntos C, con el


axioma se identifica a un conjunto ∪C llamado unión de la colección, para
el cual se tiene
 
η ∈0 ∪ C ∃ A ∈0 C | (η ∈ A) g g y ∃ A ∈0 C | (η ∈ A) g g (η ∈ ∪ C)g
(1.16)
por lo cual de ((61); 32) se sigue

∀ ξ ∈0 ∪ C | ∃ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g (1.17)
16 Johann Ludwing von Neumann (1903-1957), fı́sico matemático húngaro que contribuyó a
la mecánica cuántica, la lógica matemática, análisis numérico y la cibernética, alumno de
Einstein y además asistente de Hilbert.
17 Paul Isaac Bernays (1888-1977), matemático zuizo con aportaciones importantes a la
teorı́a de conjuntos, lógica y filosofı́a, quien además fue estrecho colaborador de Hilbert.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 45


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

además, como (B ∈ C ∧ η ∈ B)g ` (∃ A ∈0 C | η ∈ A)g debido a ((60); 32), se


obtiene
(B ∈ C ∧ η ∈ B)g ` (η ∈ ∪ C)g (1.18)
luego como con (D ∈ C)g y (ξ ∈ D)g se tiene (D ∈ C ∧ ξ ∈ D)g y se sigue
(ξ ∈ ∪ C)g debido a ((1.18); 46), entonces x ∈0 D (x ∈ ∪ C)g, por lo cual

∀ x ∈0 D | (x ∈ ∪ C) g g de ((61); 32) y se concluye

(D ∈ C)g ` (D ⊆ ∪ C) g . (1.19)

También, con un conjunto B y para (ξ ∈ ∪ C)g se tiene ∃ A ∈0 C | (ξ ∈ A)g g
debido a ((1.16); 45) y ((57); 31), y con (M ∈ C ∧ ξ ∈ M )g y ∀ A ∈0 C | (A ⊆
 
B) g g se sigue (ξ ∈ M )g y M ∈ C ∧ ∀ A ∈0 C | (A ⊆ B) g g de ((1); 10),
luego (ξ ∈ M )g y (M ⊆ B)g de ((62); 33), por lo cual (ξ ∈ M ∧ ∀ p ∈0 M | (p ∈

B) g g debido a ((40); 21), obteniéndose (ξ ∈ B)g de ((62); 33), entonces

x ∈0 ∪ C (x ∈ B)g y con ((61); 32) se sigue ∀ x ∈0 ∪ C | (x ∈ B) g g, por lo
tanto ( ∪ C ⊆ B)g y se infiere

∀ A ∈0 C | (A ⊆ B) g g ` ( ∪ C ⊆ B) g . (1.20)

Teorema 1.2.1. Sean C y D colecciones de conjuntos.

(C ⊆ D)g ` (∪ C ⊆ ∪ D) g .

Demostración.– Se tiene ∀ c ∈0 C | (c ∈ D) g g y de (ξ ∈ ∪ C)g se sigue

∃ c ∈0 C | (ξ ∈ c) g g debido a ((1.16); 45), y con (η ∈ C ∧ ξ ∈ η)g se
infiere (η ∈ D)g de ((1); 10) y ((62); 33), luego (η ∈ D ∧ ξ ∈ η)g, por lo

cual ∃ d ∈0 D | (ξ ∈ d) g g debido a ((60); 32), entonces (ξ ∈ ∪ D)g de
((1.16); 45), por lo tanto (ξ ∈ ∪ C)g ` (ξ ∈ ∪ D)g y con ((61); 32) se obtiene

∀ c ∈0 ∪ C | (c ∈ ∪ D) g g, concluyéndose (∪ C ⊆ ∪ D)g. 

Al plantearse una colección de conjuntos en el axioma, por la vaguedad


de su invocación podrı́a pensarse que se trata de una clase ([20]; pág. 11) in-
curriendo en una transgresión a la teorı́a de conjuntos aquı́ planteada, mas no

46 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

es ası́, pues aunque no se manifieste se trata de un conjunto explı́cito o de


un subconjunto de la potencia de un conjunto invocado 18 , manteniéndose el
planteamiento en el ámbito difuso de la matemática clásica.

Como caso particular, pero fundamental, para una colección C de con-


juntos y (A ∈ C ∧ B ∈ C)g, se puede considerar E ≡ {D ∈0 C k (D = A ∨ D =
B)g} y hacer A ∪ B ≡ ∪ E , en donde está incluida la situación (A = B)g,
 
obteniéndose (A ∪ A = ∪ E)g y E = {A} g, luego A ∪ A = ∪ {A} g,
l
ası́ mismo se sigue (A ∪ A = A)g como lo puede demostrar el lector. Pero
también es viable otro planteamiento, dado que con A y B conjuntos es invo-
cable {A, B} debido al axioma de apariamiento, y se puede hacer C ≡ {A, B}
lo cual incorpora ∪ C , además con E ≡ {D ∈0 C k (D = A ∨ D = B)g} se

tiene (E = C)g, luego (∪ E = ∪ C)g y se obtiene A ∪ B = ∪ {A, B} g.
En cualquier caso debe mencionarse que de (p ∈ A ∪ B)g se sigue ∃ D ∈0
E | (p ∈ D)g debido a ((1.16); 45), y con (C ∈ E)g y (p ∈ C)g se tiene
(C = A ∨ C = B)g, luego (p ∈ A ∨ p ∈ B)g, pero también de (p ∈ A ∨ p ∈ B)g

se infiere ∃ D ∈0 E | (p ∈ D)g g debido a ((60); 32), y de ((1.16); 45) se obtiene
(p ∈ A ∪ B)g, concluyéndose

(p ∈ A ∪ B)g a ` (p ∈ A ∨ p ∈ B)g (1.21)

pero también se tiene



(p ∈ A ∧ p ∈ B) g o (p ∈ A) g o (p ∈ B) g (p ∈ A ∪ B) g . (1.22)

Con A ∪ B se identifica al conjunto A \ B llamado conjunto dife-


rencia de A con B (también conocido como complemento de B relativo a
A ) haciendo A \ B ≡ {η ∈0 A ∪ B k (η 6∈ B)g} por lo cual con (ξ ∈ A \ B)g
se sigue (ξ ∈ A ∪ B ∧ ξ 6∈ B)g de ((1.6); 41) y ((57); 31), luego (ξ 6∈ B)g y

∃ D ∈0 {A, B} | (ξ ∈ D)g g debido a ((1); 10) y ((1.16); 45), entonces (ξ ∈ A)g,

18 Lo cual no presenta conflictos por ser viable la introducción previa del axioma de poten-
cia.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 47


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

obteniéndose (ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ B)g, por lo tanto x ∈0 A \ B (x ∈ A ∧ x 6∈ B)g y


de ((61); 32) se sigue

∀ x ∈0 A \ B | (x ∈ A ∧ x 6∈ B) g g (1.23)

y también se tiene x ∈0 A \ B (x ∈ A)g, por consiguiente ∀ x ∈0 A \ B | (x ∈



A) g g de ((61); 32) y se concluye

(A \ B ⊆ A) g . (1.24)

Además A \ B posee otras propiedades que deben considerarse debido a su


trascendencia en muchos desarrollos:

De (ξ ∈ A \ B)g se sigue (ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ B)g de ((1.23); 48) y ((62); 33),


entonces (ξ ∈ A \ B)g ` (ξ 6∈ B)g debido a ((36); 21), y con ((47); 26) se
obtiene
(ξ ∈ B)g ` (ξ 6∈ A \ B) g . (1.25)

De (ξ ∈ A)g se tiene ξ ∈ A ∧ A ∈ {A, B} g y se sigue ∃ D ∈0

{A, B} | (ξ ∈ D) g g debido a ((60); 32), luego (ξ ∈ A ∪ B)g de ((1.16);
45), entonces para (ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ A \ B)g se obtiene (ξ ∈ A ∪ B)g y
(ξ 6∈ A \ B)g debido a ((36); 21), pero como de (ξ 6∈ A \ B)g se tiene
(ξ ∈ A ∪ B ∧ ξ 6∈ B)f debido a ((1.6); 41) con ((47); 26), por lo cual
(ξ ∈ B)g de ((1); 10), se concluye

(ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ A \ B)g ` (ξ ∈ B) g . (1.26)
l
De modo análogo, para un conjunto C el lector puede demostrar

(A ⊆ C)g ` (A \ C = ∅) ∧ (A \ B ⊆ C \ B) g (1.27)

y también

(A \ B) \ C = A \ (B ∪ C) g . (1.28)

Volviendo a la generalidad, para una colección de conjuntos C se


identifica al conjunto ∩ C llamado intersección de la colección, haciendo

48 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas


∩C ≡ η ∈0 ∪ C k ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g luego de ((1.6); 41) se tiene

(ξ ∈ ∩ C)g a ` ξ ∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g (1.29)

por lo cual (ξ ∈ ∩ C)g ` ∀ A ∈0 C | (x ∈ A) g g debido a ((36); 21), entonces

x ∈0 ∩ C ∀ A ∈0 C | (x ∈ A) g g y con ((61); 32) se sigue

 
∀ x ∈0 ∩ C | ∀ A ∈0 C | (x ∈ A) g g g (1.30)

pero también x ∈0 ∩ C B ∈0 C (x ∈ B) g , por lo tanto de D ∈ C se

tiene x ∈0 ∩ C (x ∈ D)g debido a ((57); 31), luego ∀ x ∈0 ∩ C | (x ∈ D) g g
nuevamente con ((61); 32) y se sigue (∩ C ⊆ D)g, concluyéndose

(D ∈ C)g ` (∩ C ⊆ D)g (1.31)

entonces de (B ∈ C ∧ B ⊆ ∩ C)g se tiene E ∈0 C (B ⊆ E)g debido a ((1.31);



49) y ((1.4); 38), luego ∀ A ∈0 C | (D ⊆ A) g g de ((61); 32), por lo tanto


(B ∈ C ∧ B ⊆ ∩ C)g ` ∀ A ∈ C | (B ⊆ A) g g . (1.32)

Teorema 1.2.2. Sean una colección de conjuntos C y un conjunto D .


∀ A ∈0 C | (D ⊆ A) g g ` (D ⊆ ∩ C) g .

Demostración.– Con (B ∈ C)g se sigue (D ⊆ B)g de ((62); 33), luego para


(ξ ∈ D)g se obtiene (ξ ∈ B)g debido a ((1.1); 38) con ((57); 31), por lo cual
(ξ ∈ ∪ C)g de ((1.18); 46), además A ∈0 C (x ∈0 D x ∈0 A) debido a ((61);
32) y ((1.1); 38), entonces A ∈0 C (ξ ∈ A)g de ((57); 31) dado que (ξ ∈ D)g,

por consiguiente ∀ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g de ((61); 32), y con ((1.29); 49) se sigue

(ξ ∈ ∩ C)g, por lo tanto x ∈0 D (x ∈ ∩ C)g, luego ∀ x ∈0 D | (x ∈ ∩ C) g g
nuevamente de ((61); 32) y se infiere (D ⊆ ∩ C)g. 

Análogamente a la unión se tiene al caso particular que resulta de


una colección C de conjuntos y (A ∈ C ∧ B ∈ C)g, pues se puede considerar
a E ≡ {D ∈0 C k (D = A ∨ D = B)g} y hacer A ∩ B ≡ ∩E. Entonces,

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 49


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos


para (p ∈ A ∩ B)g se sigue p ∈ A ∪ B ∧ ∀ Q ∈0 E | (p ∈ Q) g g de (1.29);
49), luego (p ∈ A)g y (p ∈ B)g ((62); 33) pues (A ∈ E ∧ B ∈ E)g, por lo cual

(p ∈ A ∧ p ∈ B)g, ası́ mismo de (p ∈ A ∧ p ∈ B)g se infiere ∃ Q ∈0 E | (p ∈ Q)g g
de ((60); 32) ya que (A ∈ E ∧ p ∈ A)g, por consiguiente (p ∈ A∪B)g de ((1.21);

47), luego (p ∈ ∪ E)g, pero también se tiene ∀ Q ∈0 E | (p ∈ Q) g g de ((61);
32), pues M ∈0 E (M = A ∨ M = B)g debido a ((1.6); 41), y (p ∈ A ∧ p ∈

B) ∧ (M = A ∨ M = B) g ` (p ∈ M )g, entonces M ∈0 E (p ∈ M )g,

por lo tanto p ∈ ∪ E ∧ ∀ Q ∈0 E | (p ∈ Q) g g y con ((1.29); 49) se obtiene
(p ∈ A ∩ B)g, concluyéndose

(p ∈ A ∩ B)g a ` (p ∈ A ∧ p ∈ B) g . (1.33)

Al incorporar otro conjunto C se pueden mencionar algunos ejemplos que el


l
lector puede demostrar

(A ⊆ B)g ` (A ∩ B = A ∧ A ∪ B = B) 



  

∧ (A ∩ C ⊆ B ∩ C ∧ A ∪ C ⊆ B ∪ C) g, 
(1.34)


(A ⊆ C ∧ B ⊆ D)g ` (A ∪ B ⊆ C ∪ D ∧ A ∩ B ⊆ C ∩ D)g, 



 

(A ⊆ B ∪ C)g ` A = (A ∩ B) ∪ (A ∩ C) g

y desde luego, mediante un proceso iterativo en principio se puede considerar la


unión e intersección de colecciones finitas de conjuntos, y a la vez la conjugación
l
de uniones e intersecciones; se sugiere al lector verificar

A ∩ (B ∪ C) = (A ∩ B) ∪ (A ∩ C) g (1.35)

A ∪ (B ∩ C) = (A ∪ B) ∩ (A ∪ C) g (1.36)

conocidas como leyes distributivas de la intersección y de la unión respectiva-


mente.

Ahora al hacer C ≡ {A, B, A \ B} con (ξ ∈ A ∩ B)g se sigue (ξ ∈ A)g



y (ξ ∈ B)g debido a ((1.29); 49), luego ξ ∈ A ∪ (A \ B) g de ((1.18); 46) y

50 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas


(ξ 6∈ A \ B)g de ((1.25); 48), obteniéndose ξ ∈ A ∪ (A \ B) ∧ ξ 6∈ A \ B g, por

lo cual ξ ∈ A \ (A \ B) g debido a ((1.6); 41), entonces x ∈0 A ∩ B (x ∈
 
A \ (A \ B) g, y con ((1.1); 38) se concluye A ∩ B ⊆ A \ (A \ B) g. Ahora,
 
de ξ ∈ A \ (A \ B) g se sigue ξ ∈ A ∪ (A \ B) ∧ ξ 6∈ A \ B g debido a ((1.6);

41), luego ξ ∈ A ∪ (A \ B) g y (ξ 6∈ A \ B)g de ((36); 21), por lo cual ξ ∈ A)g

de ((1.24); 48) y ((1.34); 50), y también ¬(ξ ∈ A ∪ B ∧ ξ 6∈ B) g de ((1.6);

41) con ((47); 26), entonces (ξ ∈ A)g y (ξ ∈ A ∪ B) f y (ξ 6∈ B) g o
 
(ξ ∈ A ∪ B) g y (ξ 6∈ B) f o (ξ ∈ A ∪ B) f y (ξ 6∈ B) f debido a ((1); 10)
y ((8); 14), obteniéndose ξ ∈ A) g y (ξ ∈ A ∪ B) g y (ξ 6∈ B)f, por lo tanto
(ξ ∈ A ∩ B)g de ((1.29); 49), y se sigue x ∈0 A \ (A \ B) (x ∈ A ∩ B)g, luego
(A \ (A \ B) ⊆ A ∩ B)g de ((1.1); 38), y de ((1.10); 43) se concluye

A ∩ B = A \ (A \ B) g . (1.37)
l
Ası́ mismo el lector puede demostrar

(A ∪ B) \ (A \ B) = B g (1.38)
  
y como (A ∪ B) \ (A \ B) ∪ (B \ A) = (A ∪ B) \ (A \ B) \ (B \ A) g de
 
((1.28); 48) con (A∪B) \ (A \ B) \ (B \ A) = B \ (B \ A) g debido a ((1.38);

51) y B \ (B \ A) = A ∩ B g de ((1.37); 51), se obtiene
 
(A ∪ B) \ (A \ B) ∪ (B \ A) = A ∩ B g (1.39)
l
y con un conjunto C el lector también puede verificar que se sigue

(A ∩ B) \ C = A ∩ (B \ C) g . (1.40)

Axioma de Potencia.- Para cada conjunto hay una colección de conjuntos,


llamado conjunto potencia del conjunto, cuyos elementos son todos los sub-
conjuntos del conjunto dado.

Es decir, ante la invocación de un conjunto X se identifica a un conjunto


P(X) , la potencia del X , para el cual se tiene

A ∈0 P(X) (A ⊆ X) g y (A ⊆ X) g (A ∈ P(X) g (1.41)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 51


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

y con ((61); 32) se sigue



∀ A ∈0 P(X) | (A ⊆ X) g g (1.42)
pero también (A ∈ P(X))g ` (A ⊆ X)g debido a ((57); 31), y con ((47); 26)
se infiere
(A 6⊆ X)g ` (A 6∈ P(X))g (1.43)

además como ξ ∈ X 0
(ξ ∈ X)g, entonces ∀ x ∈ X | (x ∈ X) g g debido a
0

((61); 32), luego (X ⊆ X)g, por lo cual con ((1.41); 51) se obtiene

X ∈ P(X) g . (1.44)
Ası́ mismo, para A, B y X conjuntos se sigue
 
A ∈ P(B) ∧ B ∈ P(X) g ` A ∈ P(X) g (1.45)
pues de ((36); 21) y ((1.41); 51) se tiene (A ⊆ B)g y (B ⊆ X)g, luego

(A ⊆ X)g debido a ((1.4); 38), entonces A ∈ P(X) g nuevamente de ((1.41);
l
51), y también el lector puede comprobar

P(A) ∪ P(X) ⊆ P(A ∪ X) g . (1.46)

Cuando en una discusión se considera un conjunto X y C ⊆ P(X) g,

de ξ ∈0 ∪ C se sigue ∃ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g debido a ((1.16); 45), y con

(M ∈ C)g y (ξ ∈ M )g se tiene M ∈ P(X) g de ((62); 33), luego (M ⊆ X)g
de ((1.41); 51) y ((57); 31), por lo cual (ξ ∈ X)g nuevamente ((62); 33), entonces

∀ p ∈0 ∪ C | (p ∈ X) g g debido a ((61); 32), por lo cual (∪ C ⊆ X)g y con
((1.41); 51) se obtiene
 
C ⊆ P(X) g ` ∪ C ∈ P(X) g (1.47)
l
y de manera análoga el lector puede demostrar
 
C ⊆ P(X) g ` ∩ C ∈ P(X) g. (1.48)

La trascendencia de incorporar la potencia de un conjunto es enorme,


pues usualmente permite que el conjunto invocado en una discusión funja como

52 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

el “universo” de dicha discusión, cuando en ella sólo se consideran a sus sub-


conjuntos y elementos. En este caso conviene presentar una variante para las
condiciones de especificación, ahora aceptando la afinidad con dicho “universo”,
de lo cual se sigue la afinidad con los elementos de su potencia. Por ello, para
un conjunto X se puede considerar una proposición hPX i, con la cual para

(x ∈ X) g ô (x ∈ B)g con B ∈ P(X) g se pueden establecer las condiciones
de especificación Px g y Px f, y en estos términos se plantean algunos de los
teoremas que siguen.

Teorema 1.2.3. Sean X y B conjuntos, y hPX i .

 
B ∈ P(X) g ` {x ∈0 B k Pxg} ∈ P(X) g .


Demostración.– Para {x ∈0 B k Px g} se tiene {x ∈0 B k Px g} ⊆ B g de
((1.8); 41), y como (B ⊆ X)g debido a ((1.41); 51) con ((57); 31) pues B ∈
 
P(X) g, se sigue {x ∈0 B | Px g} ⊆ B ∧ B ⊆ X g, luego {x ∈0 B | Pxg} ⊆
 
X g de ((1.4); 38), entonces {x ∈0 B | Px g} ∈ P(X) g de ((1.41); 51). 

Teorema 1.2.4. Sean A y X conjuntos.


(A ⊆ X)g ` P(A) ⊆ P(X) g .


Demostración.– De B ∈ P(A) g se sigue (B ⊆ A)g debido a ((1.41); 51)
con ((57); 31), luego (B ⊆ X)g de ((1.4); 38) pues (A ⊆ X)g, por lo cual
 
B ∈ P(X) g nuevamente de ((1.41); 51), entonces D ∈0 P(A) D ∈ P(X) g,

y con ((1.1); 38) se concluye P(A) ⊆ P(X) g. 

Y como consecuencia inmediata de este teorema, para A y X conjuntos se


sigue
 
A ⊆ P(X) g ` P(A) ⊆ P P(X) g (1.49)
 
además de A ⊆ P(X) g y con (E ∈ A)g se tiene E ∈ P(X) g debido a

((1.1); 38), luego (E ⊆ X)g de ((1.41); 51), por lo cual ∀ D ∈0 A | (D ⊆ X)g g

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 53


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

de ((61); 32), entonces

 
A ⊆ P(X) g ` ∀ D ∈0 A | (D ⊆ X) g g . (1.50)

Finalmente, para un conjunto X y A ∈ P(X) g se conviene en ha-
cer 19 AX c ≡ X \ A llamándolo complemento de A en X, luego de ξ ∈
AX c se sigue ξ ∈ X ∧ ξ 6∈ A debido a ((1.23); 48) y ((62); 33), y con ((61); 32)
se obtiene
(∀ p ∈ AX c | p 6∈ A)g (1.51)
c c
además (A ∪ AX ⊆ X)g debido a ((1.20); 46) ya que (AX ⊆ X)g de ((1.24);

48), y para (ξ ∈ X)g se tiene (ξ ∈ A) g o (ξ 6∈ A) g , luego (ξ ∈ A) g o (ξ ∈
 
X ∪ A) g ∧ (ξ 6∈ A) g , por lo cual ((ξ ∈ A) g o (ξ ∈ AX c ) g de ((1.6); 41),

entonces ∃ B ∈0 {A, AX c} | (ξ ∈ B) g g debido a ((60); 32), y con ((1.16); 45)

se obtiene (ξ ∈ A ∪ AX c )g, entonces ∀ x ∈0 X | (x ∈ A ∪ AX c ) g g de ((61);
32), por lo tanto (X ⊆ A ∪ AX c)g y con ((1.10); 43) se concluye


A ∈ P(X) g ` (A ∪ AX c = X) g . (1.52)

Además, de ((1.34); 50) se sigue (A = X ∩ A)g, luego A = X \ (X \ A) g
debido a ((1.37); 51), entonces

A = (AX c)X c g (1.53)
 
y cuando para C ⊆ P(X) g se hace CX c ≡ M ∈0 P(X) k ∃ R ∈ C | RX c = M
se obtienen las leyes de Morgan 20 para complementos

(∩ C)X c = ∪ CX c ∧ (∪ C)X c = ∩ CX c g (1.54)
c c
pues de ((1.48); 52) se puede considerar (∩ C)X , y con η ∈0 (∩ C)X se sigue
(η ∈ X ∧ η 6∈ ∩ C)g
debido a ((1.23); 48) y ((62); 33), luego (η ∈ X)g y

η ∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈ C | (η ∈ A) g f de ((1.29); 49) y ((47); 26), y con ((1; 10)
0

19
` ´
Cuando en una discusión es claro que se tiene A ∈ P (X) g se acostumbra omitir al
subı́ndice X .
20 Augustus De Morgan (1806-1871) fue un matemático y lógico inglés nacido en la India.

54 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.2 Axiomas

 
se tiene (η 6∈ ∪ C) g y ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g g o (η 6∈ ∪ C) g y ∀ A ∈0
   
C | (η ∈ A) g f o (η ∈ ∪ C) g y ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g f presentándose los
siguientes casos:

Con (M ∈ C)g y de (η 6∈ ∪ C) g
y ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g g se sigue
 
η 6∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈0 C | (η ∈ A)g g, luego η 6∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈0 C | (η ∈ A)g g `
(η 6∈ ∪ C)g de ((36); 21), pero además se infiere (η ∈ M )g debido a ((62);
33), y como (M ⊆ ∪ C)g de ((1.19); 46), se obtiene (η ∈ ∪ C)g de ((62);

33), entonces η 6∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g g ` (η 6∈ ∪ C)f, por lo

tanto η 6∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g f de ((46); 25), estableciéndose la

imposibilidad de la presencia de (η 6∈ ∪ C) g y ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g g.
 
De ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g f se sigue ∃ A ∈0 C | (η 6∈ A) g g del corolario
(0.4.1; 35) y ((47); 26), y con (Q ∈ C)g y (η 6∈ Q)g se tiene (η ∈ QX c )g
de ((1.6); 41) pues (η ∈ X)g y (X ∪ Q = X)g, luego ∃ A ∈0 CX c | (η ∈

AX c ) g g debido a ((60); 32) pues (Q ∈ CX c )g de ((1.6); 41), y con
((1.16); 45) se obtiene (η ∈ ∪ CX c )g, entonces de (η 6∈ ∪ C) g y ∀ A ∈0
   
C | (η ∈ A) g f o (η ∈ ∪ C) g y ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g f se infiere
(η ∈ ∪ CX c )g.

c 
Por lo tanto ∀ p ∈0 (∩ C)X | (p ∈ ∪ CX c ) g g debido a ((61); 32) y se obtiene
c 
(∩ C)X ⊆ ∪ CX c g.

Ahora, de η ∈0 ∪ CX c se sigue ∃ A ∈0 CX c | (η ∈ A) g g debido a ((1.16);
45), y con (Q ∈ CX c)g y (η ∈ Q)g se tiene (QX c ∈ C)g de ((1.53); 54) y

(η 6∈ QX c )g de ((1.25); 48), por lo cual ∃ A ∈0 C | (η 6∈ A) g g debido a

((60); 32), entonces ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g f del corolario (0.4.1; 35), luego

η ∈ ∪ C ∧ ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g f de ((1); 10), y con ((1.29); 49) y ((47);
26) se obtiene (η 6∈ ∩ C)g,además (η ∈ X)g de ((1.47); 52) con ((1.41);

51), ((57); 31) y ((62); 33), dado que CX c ⊆ P(X) g de ((1.8); 41), por
c 
consiguiente η ∈ (∩ C)X g debido a ((1.6); 41) ya que η ∈ X ∪ (∩ C) g pues

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 55


1.2 Axiomas Teorı́a de conjuntos

 c 
X = X ∪(∩ C) g, y con ((61); 32) se infiere ∀ p ∈0 ∪ CX c | p ∈ (∩ C)X g g,
c  c 
por lo tanto ∪ CX c ⊆ (∩ C)X ) g, concluyéndose (∩ C)X ) = ∪ CX c g
l
de ((1.10); 43). La demostración del otro enunciado se deja al lector, el cual
también puede verificar al caso particular
 c 
A ∈ P(X) ∧ B ∈ P(X) g ` (A ∩ B)X = AX c ∪ BX c g (1.55)
c 
y de ((1.53); 54) se sigue (AX c ∩ BX c )X = A ∪ B g, por lo cual se obtiene
c  c c  c c
(AX c ∩ BX c )X X = (A ∪ B)X g, pero (AX c ∩ BX c )X X = AX c ∩

BX c g de nuevo con ((1.53); 54), entonces
 
A ∈ P(X) ∧ B ∈ P(X) g ` AX c ∩ BX c = (A ∪ B)X c g . (1.56)
Axioma de Elección (Cantor-Zermelo).- El producto cartesiano (genera-
lizado) de una familia de conjuntos no vacios es no vacia.

Entonces, para X y J conjuntos se plantea


J 
F ∈ P(X) ∧ ∅ 6∈ RF g (ΠF 6= ∅) g . (1.57)

H Para apreciar el axioma se deben hacer algunas observaciones


relacionadas al producto cartesiano generalizado (véase § 2.8 pág. 127),
por lo que se sugiere postergar su lectura:
J
Para un conjunto X y F ∈ P(X) con J 6= ∅ se sigue
F 6= ∅ de ((2.11); 89), es decir la familia F es no vacia, y de
((2.12); 89) se sigue RF 6= ∅, pero esto no lleva a ∅ 6∈ RF .

De J = ∅ se tiene ΠF = X J del corolario (1.3.1; 59) y ((1.6);


41), por lo cual ΠF = {∅} pues X J = {∅} de ((2.11); 89) y
((47); 26), y con ((1.60); 59) se obtiene ΠF 6= ∅ .

De RF = ∅ se tiene ∅ 6∈ RF de ((1.61); 59) y ((47); 26),


además J = ∅ debido a ((2.12); 89) con ((47); 26), luego
ΠF 6= ∅ .
Por lo tanto, el axioma es indispensable cuando J 6= ∅ , y se
puede prescindir de él cuando RF = ∅ . N

56 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias

1.3. Consecuencias
Con la axiomatización de la teorı́a de conjuntos resulta sencillo intro-
ducir el atributo de vacuidad 21 a un conjunto, una propiedad fundamental pero
esquiva para la humanidad; dado que en el razonamiento del hombre ha sido
natural la afirmación 22 “el ser es y el no ser no es”. . . pues lleva a la idea
intuitiva de que un conjunto “debe” contener elementos, ya que ingenuamente
se piensa que al contener elementos es conjunto y al no contener no es conjunto.

H Esto es semejante a la antigua creencia de que para que un cuer-


po mantenga su velocidad “debe” haber una interacción sobre él,
aceptándolo como un atributo de los cuerpos (el estado natural es
el reposo), lo cual impedia llegar al planteamiento de Galileo 23 :
la velocidad del cuerpo se mantiene al no haber interacción sobre
él, propiedad de los cuerpos llamada inercia ([24] pág.14) conocida
como primera ley del movimiento de Newton 24 ... posiblemente la
mayor aportación a la fı́sica, y de allı́ se sigue el causalismo al pen-
sar que la alteración de la velocidad es el efecto de una causa 25 (la

21 Entiéndase como la cualidad de ser vacuo o vacio.


22 Se le atribuye a Parménides de Elea (aprox. 530 a.C. - ?), filósofo griego de la escuela
eleática (corriente griega de filosofı́a presocrática), en la que se propone que el universo es
en esencia una unidad inmutable, infinito en tiempo y espacio, y más allá de la cognición
proporcionada por los sentidos humanos.
23 Galileo Galilei (1564-1642) filósofo, matemático y fı́sico italiano que estuvo relacionado
estrechamente con la revolución cientı́fica; Albert Einstein lo llamó acertadamente “padre de
la ciencia moderna”.
24 Isaac Newton(1643-1727), fı́sico, filósofo, y matemático inglés, autor de Philosophiae
naturalis principia mathematica (1687).
25 “Si es verdad que un efecto tiene una sola causa primaria y que entre la causa y el efecto
hay una conexión firme y constante, debe entonces concluirse necesariamente que allı́ dnde se
perciba una alteración firme y constante en el efecto habrá una alteración firme y constante
en la causa”. En Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo (1630).

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 57


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos

fuerza). N

En la teorı́a axiomática de conjuntos, el axioma de especificación per-


mite identificar a un conjunto que no contenga elementos, conocido como con-
junto vacio ∅ , ya que para un conjunto invocado basta considerar una condi-
ción de especificación que excluya a todos sus elementos; por ejemplo, para
un conjunto X se puede hacer 26 ∅X ≡ X \ X pues se tiene X \ X = {x ∈0

X | (x 6∈ X)g} g, o bien hacer ∅X ≡ {x ∈0 X k (x 6= x)g} , dado que en to-
da discusión para un sı́mbolo x se rechaza (x 6= x)g en conformidad con el
principio de identidad.

H André Weil (1906-1998) matemático francés miembro fundador


del grupo Nicolás Bourbaki con notables contribuciones a la teorı́a
de los números, la geometrı́a algebraica y fue quien introdujo al
sı́mbolo ∅ para el conjunto vacio ([5] pág. 9). Interesante mencionar
que después de su muerte, el único honor mencionado en su biografı́a
oficial simplemente dice: “Miembro de la Academia de Ciencias y
de Letras de Poldavia”; un paı́s imaginario donde habrı́a enseñado
el también imaginario matemático Nicolás Bourbaki. N

Provisionalmente se emplea al subı́ndice X en ∅X por existir un vı́ncu-


lo explı́cito con el conjunto X invocado, mas como se verá en el teorema (1.3.3;
61), se puede prescindir del subı́ndice. Al adoptar ∅X ≡ {x ∈0 X k (x 6= x)g}
para un conjunto X , de ((1.8); 41) se sigue

(∅X ⊆ X)g (1.58)

26 Conviene mencionar que aunque las grafı́as manuscritas de la letra griega phi minúscu-
la, phi mayúscula y el conjunto vacio son muy semejantes, tipográficamente se distiguen
fácimente pues respectivamente se usa φ, Φ y ∅ .

58 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias


luego ∅X ∈ P(X) g debido a ((1.41); 51), además con ((1.6); 41) y ((61); 32)
se tiene

∀ x ∈0 ∅X | (x 6= x) g g (1.59)

luego de (ξ ∈ ∅X )g se tiene (ξ =
6 ξ)g debido a((62); 33), y con A ∈ P(X) g
y (ξ ∈ A)g se sigue (ξ = ξ)g del principio de identidad, entonces (ξ ∈ A ∧ ξ ∈
∅X )g ` (ξ 6= ξ)g y (ξ ∈ A ∧ ξ ∈ ∅X )g ` (ξ = ξ)g, por lo cual (ξ ∈ A ∧ ξ ∈ ∅X )f
de ((46); 25), y con ((1); 10) se obtiene

(ξ ∈ A)g ` (ξ 6∈ ∅X )g (1.60)

por consiguiente (ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ ∅X )g, luego ∃ a ∈0 A | (a 6∈ ∅X ) g g de ((60);
32), y con ((1.3); 38) se sigue (A 6⊆ ∅X )g, por lo tanto (∅X ⊆ A ∧ A ⊆ ∅X )f
debido a ((1.58); 58) con ((1); 10), y de ((1.10); 43) con ((47); 26) se obtiene
(A 6= ∅X )g, concluyéndose

(ξ ∈ A)g ` (A 6= ∅X )g (1.61)
l
de lo cual el lector puede demostrar

(ξ ∈ X ∧ A = ∅X )g ` (ξ ∈
/ A) g. (1.62)

Teorema 1.3.1. Sean X un conjunto, A ∈ P(X) g y hPX i .

0
 a ∈ A | Pag) g .
(A ⊆ ∅X )g ` (∃


 a ∈ A | Pa g) g se sigue (∃ a ∈ A | Pa g)g, y como
0 0
Demostración.– De ¬(∃
con (ξ ∈ A ∧ Pa)g se tiene (ξ ∈ A)g de ((36); 21), entonces (ξ 6∈ ∅X )g debido

a ((1.60); 59), luego (ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ ∅X )g, por lo cual ∃ a ∈0 A | (a 6∈ ∅) g g de

((60); 32), y con ((1.3); 38) se obtiene (A 6⊆ ∅X )g, es decir ¬(A ⊆ ∅X ) g,
 a ∈ A | Pag)g debido a ((47); 26). 
0
concluyéndose (A ⊆ ∅X )g ` (∃

Corolario 1.3.1. (Teorema de vacuidad) Sean X un conjunto, A ∈



P(X) g y hPX i .
(A = ∅X )g ` (∀ a ∈0 A | Pa g) g .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 59


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos

Demostración.- Como (A ⊆ ∅X )g debido a ((1.10); 43) y ((36); 21), se sigue


 a ∈ A | (¬Pa)g)g del teorema ((1.3.1); 59), pues con QX ≡ ¬PX se tiene
0
(∃
 a ∈ A | Qa g)g, luego (∀ a ∈ A | Pa g)g del corolario (0.4.1; 35). 
0 0
(∃

Corolario 1.3.2. Sea X un conjunto.



∀ A ∈0 P(X) | (∅X ⊆ A) g g .

Demostración.- Dado que se tiene ∅X ∈ P(X) g y (∅X = ∅X )g, para
B ∈ P(X))g se sigue (∀ b ∈0 ∅X | (b ∈ B)g)g del corolario ((1.3.1; 59), por
lo tanto (∅X ⊆ B)g, entonces A ∈0 P(X) (∅X ⊆ A)g, y con ((61); 32) se

concluye ∀ A ∈0 P(X) | (∅X ⊆ A) g g. 

Ahora un conjunto X se plantean comportamientos que parecen evi-


dentes, pero requieren demostración aún cuando sean sencillas, por ejemplo de
((1); 10) se sigue

∀ A ∈0 P(X) | (A = ∅X ∨0 A 6= ∅X ) g g (1.63)
también de ((1.34); 50) con el corolario (1.3.2; 60) y se obtiene

∀ A ∈0 P(X) | (∅X ∪ A = A) g g . (1.64)
Análogamente, pero ahora su demostración no es trivial. . . algo muy frecuente
como ya se ha visto con anterioridad (a veces las apariencias engañan).

Teorema 1.3.2. Sean X un conjunto, A ∈ P(X) y hPX i .



(∃ a ∈0 A | Pag)g a ` {a ∈0 A k Pa g} =
6 ∅X g .

Demostración.- De (∃ a ∈0 A | Pa g)g con (ξ ∈ A ∧ Pξ )g se tiene ξ ∈ {a ∈



A k Pa} g de ((1.6); 41), además ξ 6∈ ∅X debido a ((1.60); 59) y ((36); 21), por

lo cual ξ ∈ {a ∈0 A k Pa g} ∧ ξ 6∈ ∅X g y con ((60); 32) se sigue ∃ ν ∈0 {a ∈0
 
A k Pag} | (ν 6∈ ∅X ) g g, entonces {a ∈0 A k Pa g} 6⊆ ∅X g debido a ((1.3); 38),

obteniéndose ∅X 6⊆ {a ∈0 A k Pa g} ∨ {a ∈0 A k Pa g} 6⊆ ∅X g de ((1); 10), por

lo tanto {a ∈0 A | Pa g} =6 ∅X g de ((1.11); 43).

60 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias


Ahora, de {a ∈0 A k Pa g} = 6 ∅X g se sigue {a ∈0 A k Pag} 6⊆ ∅X ∨ ∅X 6⊆ {a ∈0
 
A k Pa g} g nuevamente de ((1.11); 43), en donde ∅X 6⊆ {a ∈0 A k Pa g} f del

corolario (1.3.2; 60) con ((62); 33), ya que {a ∈0 A k Pag} ∈ P(X) g de ((1.8);

41) y ((1.41); 51). Entonces de ((1); 10) se obtiene {a ∈0 A k Pa g} 6⊆ ∅X g,

por lo cual ∃ η ∈0 {a ∈0 A k Pa } | η 6∈ ∅X g de ((1.3); 38), y con ξ ∈ {a ∈0
 
A k Pa } ∧ ξ 6∈ ∅X g se sigue ξ ∈ {a ∈0 A k Pa } g debido a ((36); 21), luego
(ξ ∈ A ∧ Pξ )g de ((1.6); 41) y ((57); 31), por lo tanto (∃ a ∈0 A | Pa )g debido
a ((60); 32). 

Teorema 1.3.3. Sean X y A conjuntos.

(∅A = ∅X ) g .

Demostración.– Dado que se tiene (A ⊆ A ∪ X)g y (X ⊆ A ∪ X)g de


 
((1.19); 46), se sigue P(A) ⊆ P(A ∪ X) g y P(X) ⊆ P(A ∪ X) g del
 
teorema (1.2.4; 53), luego ∅A ∈ P(A ∪ X) g y ∅X ∈ P(A ∪ X) g debido
a ((1.1); 38) con ((57); 31), entonces (∅A∪X ⊆ ∅A )g y (∅A∪X ⊆ ∅X )g del
corolario (1.3.2; 60) y ((62); 33). Además, del corolario (1.3.1; 59) se sigue
   
∀ x ∈0 ∅A | ¬(x 6∈ ∅A∪X ) g g y ∀ x ∈0 ∅X | ¬(x 6∈ ∅A∪X ) g g, por lo cual
 
 x ∈ ∅A | (x 6∈ ∅A∪X ) g g y ∃ x ∈ ∅X | (x 6∈ ∅A∪X ) g g debido al corolario
0 0

(0.4.1; 35), luego (∅A ⊆ ∅A∪X )g y (∅X ⊆ ∅A∪X )g de ((1.3); 38) con ((47); 26).
Por lo tanto (∅A ⊆ ∅A∪X ∧ ∅A∪X ⊆ ∅A )g y (∅X ⊆ ∅A∪X ∧ ∅A∪X ⊆ ∅X )g,
entonces (∅A = ∅A∪X )g y (∅X = ∅A∪X )g debido a ((1.10); 43), concluyéndose
(∅A = ∅X )g. 

Este teorema establece la “universalidad” de la vacuidad y permite la omisión



de los subı́ndices, presentándose comportamientos como ∅ ∈ P(X) g y ∅ ⊆

P(X) g para un conjunto X , pues (∅X ⊆ X)g de ((1.58); 58) y ∅P(X) ∈
 
P P(X) g debido a ((1.58); 58), luego ∅P(X) ⊆ P(X) g de ((1.42); 52) y

((62); 33), en donde ∅X = ∅P(X) g, lo cual inicialmente es perturbante para
los estudiantes.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 61


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos

Teorema 1.3.4. Sea C una colección de conjuntos.



(∪C =
6 ∅)g a ` ∃ A ∈0 C | (A 6= ∅) g g .


Demostración.– De ( ∪ C =
6 ∅)g se sigue ∃ p ∈0 ∪ C | (p = p) g g, y con

(ξ ∈ ∪ C)g y (ξ = ξ)g se tiene ∃ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g debido a ((1.16);
45), y con (M ∈ C)g y (ξ ∈ M )g se infiere (M 6= ∅)g de ((1.60); 59), luego
 l
∃ A ∈0 C | (A 6= ∅) g g debido a ((60); 32). Se deja al lector la demostración
de la otra regla de inferencia. 

De nuevo se tiene el caso particular que emana de considerar una colección C de


conjuntos y (A ∈ C ∧ B ∈ C)g, pues al hacer E ≡ {D ∈0 C k (D = A ∨ D = B)g}
 
se tiene (A∪B = ∪ E)g, y de (A∪B 6= ∅)g se sigue ∃ Q ∈0 E | (Q 6= ∅)g g g
del teorema (1.3.4; 62), y con (M ∈ E)g y (M 6= ∅)g se tiene (M = A ∨ M =
B)g, por lo cual (A 6= ∅ ∨ B 6= ∅)g, ası́ mismo de (A 6= ∅ ∨ B 6= ∅)g se
 
infiere ∃ Q ∈0 E | (Q 6= ∅) g g g de ((60); 32), luego (A ∪ B 6= ∅)g debido al
teorema (1.3.4; 62), por lo tanto

(A ∪ B 6= ∅)g a ` (A 6= ∅ ∨ B 6= ∅) g . (1.65)

Teorema 1.3.5. Sea C una colección de conjuntos.


 
(∩C =
6 ∅)g a ` ∃ ξ ∈0 ∪ C | ∀ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g g .

 0
Demostración.– De ( ∩ C = 6 ∅)g se tiene η ∈ ∪ C k ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g
   
g 6= ∅ g, luego ∃ ξ ∈0 ∪ C | ∀ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g g del teorema (1.3.2;

60) dado que ∪ C ∈ P ∪ C g de ((1.44); 52). Ahora, de ∃ ξ ∈0 ∪ C | ∀ A ∈0
    
C | (ξ ∈ A) g g g también se sigue η ∈0 ∪ C k ∀ A ∈0 C | (η ∈ A) g g 6= ∅ g,
entonces (∩ C =
6 ∅) . 

También ahora se presenta el caso particular que emana de considerar una


colección C de conjuntos y (A ∈ C ∧ B ∈ C)g, pues al hacer E ≡ {D ∈0
C k (D = A ∨ D = B)g} se tiene (A ∩ B = ∩ E)g y (A ∪ B = ∪ E)g, y de

62 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias

 
(A∩B 6= ∅)g se sigue ∃ p ∈0 A∪B | ∀ Q ∈0 E | (p ∈ Q)g g g debido al teorema

(1.3.5; 62), y con (ξ ∈ A ∪ B)g y ∀ Q ∈0 E | (ξ ∈ Q) g g se infiere (ξ ∈ A)g y
(ξ ∈ B)g de ((62); 33) pues (A ∈ E ∧ B ∈ E)g, por lo cual (A 6= ∅ ∧ B 6= ∅)g
de ((1.60); 59), entonces

(A ∩ B 6= ∅)g ` (A 6= ∅ ∧ B 6= ∅) g . (1.66)


Además, como ∃ ξ ∈0 ∪ C | ∀ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g f a ` ∀ ξ ∈0 ∪ C | ¬(∀ A ∈0
   
C | (ξ ∈ A) g g g de ((64); 33), y ∀ ξ ∈0 A ∪ B | ¬(∀ A ∈0 C | (ξ ∈ A) g g g a
 
` ∀ ξ ∈0 ∪ C | ∃ A ∈0 C | (ξ 6∈ A) g g g del corolario (0.4.1; 35), con el teorema
(1.3.5; 62) y ((47); 26) se obtiene

 
( ∩ C = ∅)g a ` ∀ ξ ∈0 ∪ C | ∃ A ∈0 C | (ξ 6∈ A) g g g . (1.67)

Teorema 1.3.6. Sea X un conjunto.


(X 6= ∅)g a ` ∃ x ∈0 X | (x = x) g g .


Demostración.– De ∃ x ∈0 X | (x = x) g g y con (ξ ∈ X ∧ ξ = ξ)g se tiene
 0
(X 6= ∅)g debido a ((1.61); 59). Ahora, de (X 6= ∅)g se sigue x ∈ X k (x =
 
x) g 6= ∅ g de ((1.13); 44), luego ∃ ξ ∈ X | (ξ = ξ) g g del teorema (1.3.2;
0

60). 

Es interesante comentar que el inverso de ((1.61); 59) carece de senti-


do, a diferencia de este último teorema, en donde se plantea un cuantificador
existencial aún cuando no especifica elementos, pues su condición de especifi-
cación es inherente al principio de identidad, pero es indispensable dado que
“la existencia” en la matemática solo es planteable con el cuantificador exis-
tencial. . . en ella es absurdo decir aisladamente “existe” un elemento de A
cuando (A 6= ∅)g; por ejemplo “existe el supremo de A”(véase pág. 144), sin
embargo es muy frecuente. La importancia de este teorema se ilustra en el
siguiente corolario, en donde se demuestra un comportamiento que usualmente

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 63


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos

se incorpora como obvio en los razonamientos, sin apercibir la necesidad de su


demostración.

Corolario 1.3.3. Sean A y B conjuntos.

(A \ B 6= ∅)g a ` (A 6⊆ B) g .

Demostración.– De (A \ B 6= ∅)g se sigue ∃ x ∈0 A \ B | (x = x) g g del
teorema (1.3.6; 63), y con (ξ ∈ A \ B ∧ ξ = ξ)g se tiene (ξ ∈ A \ B)g de ((36);
21), por lo cual (ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ B)g debido a ((1.23); 48) y ((62); 33), entonces

∃ x ∈0 A | (x 6∈ B) g g de ((60); 32), y de ((1.3); 38) se obtiene (A 6⊆ B)g.

Ahora, de (A 6⊆ B)g se sigue ∃ x ∈0 A | (x 6∈ B) g g de ((1.3); 38), y con
(ξ ∈ A ∧ ξ 6∈ B)g se tiene (ξ ∈ A)g y (ξ 6∈ B)g de ((1); 10), luego (ξ ∈ A ∪ B)g

de ((62); 33), pues se tiene (ξ ∈ A ∧ ∀ x ∈ A | (x ∈ A ∪ B) g g debido a ((1.19);
46), entonces (ξ ∈ A ∪ B ∧ ξ 6∈ B)g , por lo cual (ξ ∈ A \ B)g de ((1.6); 41), y
de ((1.61); 59) se concluye (A \ B 6= ∅)g. 

Conviene resaltar que de este corolario y ((47); 26) inmediatamente se obtiene

(A \ B = ∅)g a ` (A ⊆ B)g (1.68)


lo cual trasciende directamente en otros comportamientos sencillos del conjunto
vacio, por ejemplo: para un conjunto A se tiene (∅ \ A = ∅)g del corolario
(1.3.2; 60) con ((1.68); 64), y también (A \ A = ∅)g nuevamente de ((1.68);
64), entonces
(∅ \ A = ∅) g y (A \ A = ∅)g (1.69)
c
y dado que (AA = A \ A)g se sigue

(AA c = ∅)g (1.70)


y con ((1.53); 54) se obtiene 27
c
(A = ∅A ) g . (1.71)
27 Obsérvese que en este caso no es válido considerar ∅c , pues los complemetos son realtivos
a un conjunto especı́fico.

64 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias

Además como (A \ ∅ ⊆ A)g de ((1.24); 48), y para (ξ ∈ A)g se tiene (ξ 6∈ ∅)g


debido a ((1.60); 59), entonces (ξ ∈ A \ ∅)g de ((1.6); 41) pues (A = A ∪ ∅)g,

luego ∀ a ∈0 A | (a ∈ A \ ∅) g g de ((61); 32), por lo cual (A ⊆ A \ ∅)g y con
((1.10); 43) se infiere
(A \ ∅ = A) g . (1.72)

También para A y B conjuntos se presenta un comportamiento que


vincula A ∩ B con A \ B , ya que de (A ∩ B = ∅)g y con (ξ ∈ A)g se tiene
(ξ ∈ A ∪ B)g y (ξ 6∈ B)g debido a ((1.21); 47) y ((1.33); 50), luego (ξ ∈ A \ B)g

de ((1.6); 41), por lo cual ∀ a ∈0 A | (a ∈ A \ B) g g de ((1.1); 38), entonces
(A ⊆ A \ B)g y de ((1.24); 48) se obtiene (véase pág. 58)

(A ∩ B = ∅)g ` (A \ B = A) g . (1.73)

El teorema que sigue es interesante por permitir ejemplificar el uso del


caso particular de reducción al absurdo antes mencionado para su demostración,
aún cuando parece trivial.

Teorema 1.3.7. Sean A y B conjuntos.


(A \ B) ∩ B = ∅ g .


Demostración.– De (A \ B) ∩ B 6= ∅ g se sigue ∃ p ∈0 (A \ B) ∩ B | (p =
 
p) g g debido al teorema (1.3.6; 63), y con ξ ∈ (A \ B) ∩ B g se tiene (ξ ∈
A ∧ ξ 6∈ B)g y (ξ ∈ B)g de ((1.23); 48) y ((1.33); 50), luego (ξ ∈ B ∧ ξ 6∈ B)g


en donde ξ ∈ B ∧ ¬(ξ ∈ B) contradicción debido a ((9); 14), entonces se
 
obtiene ξ ∈ B ∧ ¬(ξ ∈ B) f y ∃ p ∈0 (A \ B) ∩ B | (p = p) g g ` (ξ ∈ B ∧ ξ 6∈

B)g, y de ((49); 27) se infiere ∃ p ∈0 (A \ B) ∩ B | (p = p) g f, por lo tanto
 
(A \ B) ∩ B 6= ∅ f de ((47); 26), luego (A \ B) ∩ B = ∅ g debido a ((7);
13). 
l
De manera similar el lector puede demostrar

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 65


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos


{∅} \ {∅} = ∅ g . (1.74)

Otro teorema con cierta complejidad lógica en su demostración es el


que sigue, por que se sugiere analizarla con detenimiento.

Teorema 1.3.8. Sean A, B, C conjuntos.

    
(A ⊆ B ∪ C) ∧ (B ∩ C = ∅) g ` (A ∪ B) \ C ∪ (A ∪ C) \ B = A
  
∧ (A ∪ B) \ C ∩ (A ∪ C) \ B = ∅ g .

Demostración.– De (ξ ∈ A)g y (A ⊆ B ∪ C)g se sigue (ξ ∈ B ∨ ξ ∈ C)g


debido a ((1.21); 47), luego con ((1); 10) y ((1.62); 59) se tiene (ξ ∈ B)g y
 
(ξ 6∈ C) g o (ξ ∈ C)g y (ξ 6∈ B) g , por lo cual ξ ∈ (A ∪ B) \ C ∨ ξ ∈
 
(A ∪ C) \ B g y nuevamente con ((1.21); 47) se sigue ξ ∈ (A ∪ B) \ C ∪
   
(A ∪ C) \ B g, entonces ∀ p ∈ A | p ∈ (A ∪ B) \ C ∪ (A ∪ C) \ B g g
 
de ((61); 32), por lo cual A ⊆ (A ∪ B) \ C ∪ (A ∪ C) \ B y se concluye
 
(A ∪ B) \ C ∪ (A ∪ C) \ B = A pues se tiene la otra contención como lo
l
puede verificar el lector .
  
Ahora como con α∈0 (A∪B) \ C ∩ (A∪C) \ B ¬ α ∈ (A∪B) \ C ∩ (A∪
   
 α∈ (A∪B) \ C ∩ (A∪C) \ B | α ∈ (A∪B) \ C ∩ (A∪
0
C) \ B g se sigue ∃
    
C) \ B g g debido a ((58); 32), luego α∈0 (A∪B) \ C ∩ (A∪C) \ B k α ∈
  
(A ∪ B) \ C ∩ (A ∪ C) \ B g = ∅ g del teorema (1.3.2; 60) con ((47); 26),
 
por lo tanto (A ∪ B) \ C ∩ (A ∪ C) \ B = ∅ . 

Para un conjunto X y A ∈ P(X) ∧ C ∈ P(X) g con (A ∩ C = ∅)g se
 
tiene (A = ∅) g y (C = ∅) g o (A 6= ∅) g y (C = ∅) g o (A = ∅) g y (C 6=

∅) g de ((1.66); 63) con ((47); 26) y ((1); 10), entonces:
 
De (A = ∅) g y (C = ∅) g o (A = ∅) g y (C 6= ∅) g se sigue
c c

(A ⊆ CX )g del corolario (1.3.2; 60) y ((62); 33) pues CX ∈ P(X) g
de ((1.24); 48).

66 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias

De (A 6= ∅) g y (C = ∅)g se tiene (CX c = X)g de ((1.71); 64), luego


(A ⊆ CX c )g de ((1.42); 52) y ((62); 33).

por lo cual
 
A ∈ P(X) ∧ C ∈ P(X) ∧ A ∩ C = ∅ g ` (A ⊆ CX c ) g . (1.75)
 
Pero también se tiene ∀ x ∈0 A ∪ AX c | ∃ B ∈0 {A, AX c } | (x ∈ B) g g g de
  
((1.17); 45), luego ∀ x ∈0 A ∪ AcX | ∃ B ∈0 {A, AX c } | ¬(x 6∈ B) g g g, por
 
lo cual ∀ x ∈0 A ∪ AX c | ¬ ∀ B ∈0 {A, AX c} | (x 6∈ B) g g g del corolario
 
(0.4.1; 35), entonces ¬ ∃ x ∈0 A ∪ AX c | ∀ B ∈0 {A, AX c} | (x 6∈ B) g g g de
((64); 33), y del teorema (1.3.5; 62) con ((47); 62) se obtiene 28

A ∈ P(X) g ` (A ∩ AX c = ∅)g (1.76)

y de C ∈ P(A) g se sigue (C ∩ A = C)g y (C ∩ AX c ⊆ A ∩ AX c)g debido a
((1.34); 50), luego (C ∩ AX c ⊆ ∅)g de ((1.72); 65), por lo cual (C ∩ AX c = ∅)g
del corolario (1.3.2; 60) con ((1.10); 43) y ((62); 33), entonces B ∈0 P(A) (B∩
c
AX = ∅)g, y de ((61); 32) se concluye
 
A ∈ P(X) g ` ∀ B ∈0 P(A) | (B ∩ AX c = ∅) g g (1.77)

y como (AX c ∈ P(X) g debido a (1.41); 51) y ((1.24); 48), con ((1.53); 54) se
obtiene
 
A ∈ P(X) g ` ∀ B ∈0 P(AX c ) | (B ∩ A = ∅) g g . (1.78)

Tratar con el conjunto vacio requiere de cautela, por ejemplo de B ∈



P(A) \ {∅} g para dos conjuntos A y B , es común pensar que se sigue (B =6
∅)g lo cual puede ser incorrecto, dado que el enunciado inicial puede ser ina-
ceptable como se comenta a continuación del siguiente teorema, en donde se
emplea la reducción al absurdo. Para la obtener (B 6= ∅)g con certeza, debe
incorporarse en la hipótesis (A 6= ∅)g como se establece en el siguiente teorema.

28 Lo cual también puede demostrarse con reducción al absurdo ((46); 25).

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 67


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos

Teorema 1.3.9. Sean X y A conjuntos.


A ∈ P(X) \ {∅} ∧ X 6= ∅ g a ` (A 6= ∅ ∧ A ⊆ X) g .

 
Demostración.– De A ∈ P(X) \ {∅} g se sigue A ∈ P(X) ∧ A 6∈ {∅} g
debido a ((1.23); 48) y ((62); 33), luego con ((36); 21) se tiene (A 6= ∅)g y
también (A ⊆ X)g de ((1.41); 51) y ((57); 31), por lo tanto 29 (A 6= ∅ ∧ A ⊆

X)g, entonces A ∈ P(X) \ {∅} ∧ X 6= ∅ g ` (A 6= ∅ ∧ A ⊆ X)g.

Ahora de (A 6= ∅ ∧ A ⊆ X)g se sigue (A 6= ∅)g y (A ⊆ X)g debido a ((36);


21), luego (∃ a ∈0 A | a = a)g del teorema (1.3.6; 63), y con (ξ ∈ A)g y (ξ = ξ)g
se tiene (ξ ∈ X)g de ((1.1); 38) pues (A ⊆ X)g, por lo cual (X 6= ∅)g debido
 
a ((1.61); 59), además A 6∈ {∅} g y A ∈ P(X) g de ((1.5); 40) y ((1.41);
 
51), por lo cual A ∈ P(X) ∧ A 6∈ {∅} g, entonces A ∈ P(X) \ {∅} g debido

a ((1.6); 41), y se concluye A ∈ P(X) \ {∅} ∧ X 6= ∅ g. 

Siguiendo el razonamiento de la demostración previa, de A ∈ P(∅) \ {∅} g se

obtiene A ⊆ ∅ ∧ A 6= ∅ g, luego (A = ∅ ∧ A 6= ∅)g debido a ((1.58); 58),
((1.41); 51) y ((1.10); 43) obteniendo una contradicción lógica, y de ((36); 21)

y ((46); 25) se sigue A ∈ P(∅) \ {∅} f.

Corolario 1.3.4. Sean X y A conjuntos.

 
A ∈ P(X) \ {∅} ∧ X 6= ∅ g ` A ⊆ X ∧ ∃ a ∈0 A | (a = a) g g .

Demostración.– Se sigue de los teoremas (1.3.9; 68) y (1.3.6; 63) con ((1);
10). 

Teorema 1.3.10. Sean X y A conjuntos.


A ∈ P(X) \ {∅} ∧ X 6= ∅ g ` (X \ A ⊂ X) g .

29 Obsérvese que la regla de inferencia inversa es incorrecta.

68 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias

Demostración.– Del corolario (1.3.4; 68) y ((36); 21) se sigue (A ⊆ X)g y



∃ a ∈0 A | (a = a) g g, y con (ξ ∈ A)g y (ξ = ξ)g se tiene (ξ 6∈ X \ A)g debido
a ((1.25); 48), además (ξ ∈ X)g de ((62); 33), luego (ξ ∈ X ∧ ξ 6∈ X \ A)g,

entonces ∃ x ∈0 X | (x 6∈ X \ A) g g debido a ((60); 32), por lo cual A ⊆

X ∧ ∃ x ∈0 X | (x 6∈ X \ A) g g y se concluye (X \ A ⊂ X)g. 

Una caso importante se presenta cuando para un conjunto X se tiene


 
∃ x ∈ X | {x} = X g g, lo cual caracteriza a los conjuntos unitarios, pues
0

se hace (X unitario) ≡ ∃ x ∈0 X | {x} = X g, y del teorema ((1.3.2; 60) se
sigue
(X unitario)g ` (X 6= ∅)g (1.79)
 
ya que se tiene (X unitario) = ∃ x ∈ X | {x} = X g g, luego (X unitario)g
0 30
 
a ` ∃ x ∈0 X | {x} = X g g.

Proposición 1.3.1. Sea X conjunto.



(x ∈ X ∧ X unitario)g ` X = {x} g .

Demostración.– De (x ∈ X ∧ X unitario)g se infiere (x ∈ X)g y (X unitario)


g debido a ((1); 10), luego con el lema (1.3.1; 69) y ((62); 33) se sigue {x} ⊆

X g, ahora de la proposición (1.3.2; 70) se tiene x ∈ X ∧ ∀ ξ & η ∈0 X | (ξ =
 
η) g g, por lo cual ∀ ξ ∈0 X | (ξ = x) g g de ((62); 33), y de (y ∈ X)g se

obtiene y ∈ X ∧ ∀ ξ ∈0 X | (ξ = x) g g, luego (y = x)g nuevamente debido

a ((62); 33), entonces y ∈ {x} g, por lo tanto ω ∈0 X (ω = x)g y se sigue
  
∀ ω ∈0 X | ω ∈ {x} g g de ((61); 32), concluyéndose X ⊆ {x} g, y de

((1.10); 43) se infiere X = {x} g. 

Lema 1.3.1. Sea X conjunto.



∀ x ∈0 X | ({x} ⊆ X) g g .

30 Este razonamiento es viable cuando tiene sentido asignar un estado lógico a los sı́mbolos
presentes en los “miembros”de la igualdad.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 69


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos

 
Demostración.– De (ξ ∈ X)g se tiene {ξ} = x ∈0 X | (x = ξ) g g,
 
luego {ξ} ⊆ X g de ((1.8); 41), entonces x ∈0 X {x} ⊆ X g, por lo cual
 
∀ x ∈ X | {x} ⊆ X g g. 

Teorema 1.3.11. Sea X conjunto y (ξ ∈ X)g


 
¬(X unitario) g a ` ∃ x ∈ X | (x 6= ξ) g g .
  
Demostración.– De ¬(X unitario) g se sigue∀ x ∈0 X | {x} =
6 X g g
 
debido a ((64); 33), luego con ξ ∈ X ∧ ¬(X unitario) g se tiene {ξ} = 6 X g

de ((62); 33) y además {ξ} ⊆ X g debido al lema (1.3.1; 69), y como {ξ} 6⊆
 
X ∨ X 6⊆ {ξ} g de ((1.11); 43), se infiere X 6⊆ {ξ} g de ((1); 10), por lo
 
tanto ∃ x ∈0 X | x 6∈ {ξ} g debido a ((1.3); 38) y con (η ∈ X)g y η 6∈ {ξ} g

se obtiene (η 6= ξ)g, por lo tanto ∃ x ∈0 X | (x 6= ξ) g g de ((60); 32).
 
Ahora de ∃ x ∈ X | (x 6= ξ) g g y con (η ∈ X ∧ η 6= ξ)g se tiene X 6⊆ {ξ} g
 
de ((1.3); 38) y ((60); 32) ya que η 6∈ {ξ} g, luego X 6= {ξ} g debido a

((1.10); 43) y (47); 26), entonces ¬(X unitario) g de la proposición (1.3.1;
69) con (47); 26) pues (ξ ∈ X)g. 

Para simplificar se hace 31 ∀ ξ & η ∈0 X | Pξ, η g ≡ ∀ ξ ∈0 X | ∀ η ∈0


 
X | Pξ, η g g y ∃ ξ & η ∈0 X | Pξ, η g ≡ ∃ ξ ∈0 X | ∃ η ∈0 X | Pξ, η g g, en
donde el “orden” no trasciende dado que se tiene ((65); 36 los cuales podrı́an
llamarse cuantificadores ligados), y en estos términos se plantea al siguiente
teorema.

Proposición 1.3.2. Sea X conjunto.



X 6= ∅ ∧ ∀ x & y ∈0 X | (x = y) g g a ` (X unitario) g .

Demostración.– De X 6= ∅ ∧ ∀ x & y ∈0 X | (x = y) g g y ((1); 10) se sigue

∃ x ∈0 X | (x = x) g g del teorema ((1.3.6; 63), y con (η ∈ X ∧ η = η)g se

31 En principio esta idea podrı́a extenderse a un “finito” de pertenencias impropias.

70 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias

tiene (η ∈ X)g de ((36); 21), y con el axioma de apareamiento se considera a


{η} . Ahora, de (ω ∈ X)g se sigue (η & ω ∈ X)g, luego (ω = η)g debido a
 
((62); 33) pues ∀ x & y ∈0 X | (x = y) g g, por lo cual ω ∈ {η} g de ((1.5);
  
40), obteniéndose x ∈0 X x ∈ {η} g, entonces ∀ x ∈0 X | x ∈ {η} g g
 
debido a ((61); 32), por lo tanto X ⊆ {η} g. Pero también, con ξ ∈ {η} g
se tiene (ξ = η)g de ((1.5); 40), luego (ξ ∈ X)g ya que (η ∈ X)g, por lo cual

x ∈0 {η} (x ∈ X)g, entonces ∀ x ∈0 {η} | (x ∈ X) g g debido a ((61); 32),
 
obteniéndose {η} ⊆ X g y con ((1.10); 43) se concluye X = {η} g.

Ahora de (X unitario)g se tiene {ξ} = X g con (ξ ∈ X)g, y como (ξ = ξ)g
del principio de identidad, se sigue ξ ∈ X ∧ ξ = ξ)g, luego ∃ x ∈0 X | (x =

6 ∅)g del teorema (1.3.6; 63). Además,
x)g g debido a ((60); 32), entonces (X =
 
de (ψ & ω ∈ X)g se tiene ψ ∈ {ξ} g y ψ ∈ {ω} g debido a ((1); 10), por
lo cual (ψ = ξ)g y (ω = ξ)g de ((1.5); 40), luego (ψ = ω)g, obteniéndose

∀ x & y ∈0 X | (x = y) g g debido a ((61); 32), y se concluye X 6= ∅ ∧ ∀ x &

y ∈0 X | (x = y) g g. 

Los siguientes dos teoremas también aparentan ser obviedades, los ra-
zonamientos tradicionales utilizan argumentos carentes de sustento explı́cito o
los soslayan, los cuales se deben exhibir en una demostración, y al hacerlo se
hace evidente la necesidad de su identificación. . . en alguna ocasión se debe
hacer.

Teorema 1.3.12. Sean X conjunto y (p ∈ X ∧ q ∈ X)g.



(p 6= q)g ` {p} ∩ {q} = ∅ g .
 
Demostración.– Con {p}, {q} se sigue p ∈ {p} ∪ {q} ∧ q ∈ {p} ∪ {q} g
 
de ((60); 32) con ((1.16); 45), ya que {p} ∈ {p}, {q} ∧ p ∈ {p} g y {q} ∈
  
{p}, {q} ∧ q ∈ {q} g, además p 6∈ {q} g nuevamente de ((1.5); 40) pues

(p 6= q)g, entonces p ∈ {p} ∧ p 6∈ {q} g de ((36); 21), por lo cual ∃ x ∈0
  
{p} | x 6∈ {q} g g debido a ((60); 32), obteniéndose {p} 6⊆ {q} g de ((1.3);

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 71


1.3 Consecuencias Teorı́a de conjuntos


38), luego {p} 6⊆ {q} ∨ {q} 6⊆ {p} g debido a ((1); 10), por lo tanto {p} =
6

{q} g de ((1.11); 43).
  
Ahora de ξ ∈ {p} ∪ {q} g se obtiene ∃ A ∈0 {p}, {q} | (ξ ∈ A) g g debido
 
a ((1.16); 45) con ((57); 31), y de ((1); 10) para B ∈ {p}, {q} ∧ ξ ∈ B g
 
se sigue (B = {p} ∨ B = {q})g, por lo cual (B = {p}) g y B = {q} f
  
o (B = {p}) f y B = {q} g) de ((1); 10) dado que {p} = 6 {q} g,
 
por consiguiente (B = {p}) g o B = {q} g) . Pero de (B = {p})g se
 
tiene ξ ∈ {p} g, entonces (ξ = p)g, luego ξ 6= q g y también se sigue
  
ξ 6∈ {q} g, y de igual manera de B = {q} g se obtiene ξ 6∈ {p} g, por lo
    
tanto ξ 6∈ {q} g o ξ 6∈ {p} g , infiriéndose ∃ A ∈0 {p}, {q} | (ξ 6∈ A) g g,
 
por lo cual x ∈0 {p} ∪ {q} ∃ A ∈0 {p}, {q} | (x 6∈ A) g g, entonces ∀ x ∈0
  
{p} ∪ {q} | ∃ A ∈0 {p}, {q} | (x 6∈ A) g g g de ((61); 32), y con ((1.67); 63)

se concluye {p} ∩ {q} = ∅ g. 

Teorema 1.3.13. Sean X 6= ∅ y C ∈ P P(X) \ {∅} .

C = {A} g ` (∪ C = A) g .

Demostración.– De (C = {A} ∧ ∪ C = ∅)g se infiere (∪ C ⊆ A)g del


corolario (1.3.2; 60), y de (C = {A} ∧ ∪ C =6 ∅)g se tiene ∃ p ∈0 ∪ C | (p =

p) g g del teorema (1.3.6; 63), y con (ξ ∈ ∪ C)g y (ξ = ξ)g se sigue ∃ B ∈0

C | (ξ ∈ B) g g debido a ((1.16); 45), y con (D ∈ C)g y (ξ ∈ D)g se tiene

(D = A)g, luego (ξ ∈ A)g, y con ((61); 32) se obtiene ∀ p ∈0 ∪ C | (p ∈ A) g g,
por lo cual (∪ C ⊆ A)g, entonces (C = {A} ∧ ∪ C = ∅)g ` (∪ C ⊆ A)g y

(C = {A} ∧ ∪C =
6 ∅)g ` (∪ C ⊆ A)g, por lo tanto C = {A} g ` (∪ C ⊆
A)g de ((53); 28).

Ahora de (ξ ∈ A)g se tiene (A ∈ C ∧ ξ ∈ A)g, luego ∃ B ∈0 C | (B ∈ C ∧ ξ ∈



B) g g debido a ((60); 32), por consiguiente (ξ ∈ ∪ C)g de ((1.16); 45), y con

((61); 32) se obtiene ∀ q ∈0 A | (q ∈ ∪ C)g g, por lo cual (A ⊆ ∪ C)g, entonces
 
C = {A} g ` (∪ C ⊆ A)V , luego C = {A} g ` (∪ C ⊆ A ∧ ∪ C ⊆ A)g y

72 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.3 Consecuencias


con ((1.10); 43) se concluye C = {A} g ` (∪ C = A)g. 

Obsérvese que con ξ y η , el axioma de apareamiento permite con-


siderar a {ξ} y {η} , y también a {ξ, η} cuando (ξ 6= η)g; serı́a incorrecto
olvidar esta condición, pues permitirı́a la multiplicidad de entes. Esto impide
la repetición de elementos en un conjunto, lo cual está presente en los ejemplos
tı́picos de conjuntos en la educación elemental, en donde pululan las “men-
tiras piadosas” debidas al desconocimiento o a un propósito protectivo, que
resultan mediocrizantes y provocan un daño persistente, argumentando el que
deben decirse las cosas de acuerdo al nivel de los alumnos. . . cuando lo óptimo
serı́a modificar el nivel para expresarlas coherentemente.

Entonces con (ξ 6= η)g se puede hacer (ξ, η) ≡ {ξ}, {ξ, η} nue-

vamente debido al axioma de apareamiento dado que {ξ} = 6 {ξ, η} g, al
cual se le llama par ordenado. El adjetivo ordenado proviene de que para
 
{ξ}, {ξ, η} se sigue {ξ} ⊆ {ξ, η} g, y con esta contención se define el
“orden” al convenir en que el elemento del conjunto contenido precede al otro
elemento (si lo hay) del conjunto contenedor, es decir que ξ precede a η , lo cual
trasciende a la dirección de escritura o lectura del sı́mbolo compuesto (ξ, η) .

Este planteamiento se complementa haciendo (ξ, ξ) ≡ {ξ} removiendo la

condición (ξ 6= η)g, en donde también se tiene {ξ} ⊆ {ξ} g preservándose
el “orden” mencionado.

Desde luego, cuando se tiene un conjunto X y (ξ ∈ X ∧ η ∈ X)g



prevalece (ξ, η) , pero ahora se tiene {ξ} = {x ∈ X | x = ξ} g y {η} = {x ∈
 
X | x = η} g en donde {ξ} ∈ P(X) ∧ {η} ∈ P(X) g debido al teorema (1.2.3;
 
53), y se sigue (ξ, η) ∈ P P(X) g de ((1.41); 51) pues {ξ}, {ξ, η} ⊆
 
P(X) g, entonces (ξ ∈ X ∧ η ∈ X)g ` (ξ, η) ∈ P P(X) g, además de
((1.42); 52) y((62); 33) se obtiene


(ξ ∈ X ∧ η ∈ X)g a ` (ξ, η) ∈ P P(X) g. (1.80)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 73


1.4 Producto cartesiano y relaciones Teorı́a de conjuntos

1.4. Producto cartesiano y relaciones

Ahora es viable identificar al producto cartesiano (simple) pues con A


 
y B conjuntos se invoca A∪B y con P P(A∪B) se hace A × B ≡ (a, b)

∈0 P P (A ∪ B) k (a ∈ A ∧ b ∈ B) g llamado producto cartesiano de
A con B y a sus elementos pares ordenados en A × B .

Teorema 1.4.1. Sean A y B conjuntos.



(a ∈ A ∧ b ∈ B)g a ` (a, b) ∈ A × B g .

Demostración.– De ((1.18); 46) se sigue (a ∈ A ∪ B ∧ b ∈ A ∪ B)g dado que


 
A ∈ {A, B} ∧ B ∈ {A, B} g, luego (a, b) ∈ P P(A ∪ B) g de ((1.80); 73),
 
por lo cual (a, b) ∈ P P(A ∪ B) ∧ (a ∈ A ∧ b ∈ B) g, entonces (a, b) ∈ A ×
 
B g debido a ((1.6); 41). Ahora, de (a, b) ∈ A×B g se sigue (a ∈ A ∧ b ∈ B)g
debido a ((1.6); 41) con ((36); 21). 

Teorema 1.4.2. Sean A y B conjuntos.

(A = ∅ ∨ B = ∅)g a ` (A × B = ∅) g .

Demostración.– De ¬(A = ∅ ∨ B = ∅) g se tiene (A 6= ∅ ∧ B 6= ∅)g
debido a ((30); 18), entonces (A 6⊆ ∅)g y (B 6⊆ ∅)g de ((36); 21) y ((1.11);

43) con el corolario (1.3.1; 59) y ((1); 10), por lo cual ∃ a ∈0 A | (a 6∈ ∅) g g y

∃ b ∈0 B | (b 6∈ ∅) g g de ((1.3); 38), luego con (ω ∈ A)g y (θ ∈ B)g se sigue
(ω ∈ A ∪ B ∧ θ ∈ A ∪ B)g debido a ((1.18); 46) dado que A ∈ {A, B} ∧ B ∈
 
{A, B} g, entonces (ω, θ) ∈ P P(A ∪ B) g de ((1.80); 73), obteniéndose
 
(ω, θ) ∈ P P(A ∪ B) ∧ (ω ∈ A ∧ η ∈ B) g, por lo tanto (ω, θ) ∈ A × B g y
con ((1.61); 59) se concluye (A × B 6= ∅)g, entonces (A × B = ∅)g ` (A =
∅ ∨ B = ∅)g de ((47); 26).

Ahora de ¬(A × B = ∅) g se sigue ∃ η ∈0 A × B | (η = η)g del teorema (1.3.6;
  
63), y con (a, b) ∈ A×B g se tiene (a, b) ∈ P P(A∪ B) ∧ (a ∈ A ∧ b ∈ B) g

74 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.4 Producto cartesiano y relaciones

debido a ((1.6); 41) con ((57); 31), entonces (a ∈ A ∧ b ∈ B)g de ((36); 21), y
6 ∅)g y (B 6= ∅)g, por lo tanto
de ((1.61); 59) con ((36); 21) se obtiene (A =
 
¬(A = ∅) ∧ ¬(B = ∅) g, concluyéndose ¬(A = ∅ ∨ B = ∅) g debido a
((30); 18), luego (A = ∅ ∨ B = ∅)g ` (A × B = ∅)g debido a ((47); 26). 

Teorema 1.4.3. Sean X , A y Y conjuntos.



A ∈ P(X) g ` A × Y ⊆ X × Y ∧ Y × A ⊆ Y × X) g .

Demostración.– Para (ξ, η) ∈ A × Y g se tiene (ξ, η) ∈ P P(A ∪ Y ) ∧

(ξ ∈ A ∧ η ∈ Y g de ((1.6); 41) y ((57); 31), y como (A ⊆ X)g de ((1.41);
51) con ((57); 31, se sigue (A ∪ Y ⊆ X ∪ Y )g debido a ((1.34); 50), luego
 
P P(A ∪ Y ) ⊆ P P(X ∪ Y ) g del teorema (1.2.4; 53), entonces (ξ, η) ∈
 
P P(A ∪ Y ) ∧ ∀ x ∈0 P P(A ∪ Y ) | x ∈ P P(X ∪ Y ) g de ((36); 21), por

lo cual (ξ, η) ∈ P P(X ∪ Y ) g debido a ((62); 33). Además, (ξ ∈ X)g, pues

(ξ ∈ A ∧ η ∈ Y )g nuevamente de ((36); 21), luego ξ ∈ A ∧ ∀ x ∈0 A | (x ∈ X)g g
 
también de ((36); 21), por lo tanto (ξ, η) ∈ P P(X ∪ Y ) ∧ (ξ ∈ X ∧ η ∈ Y ) g
debido a ((36); 21), entonces (ξ, η) ∈ X × Y de ((1.6); 41), obteniéndose x ∈0

A×Y (x ∈ X × Y )g, por consiguiente ∀ x ∈0 A × Y | (x ∈ X × Y ) g g de
((61); 32) y se concluye (A × Y ⊆ X × Y )g. Lo faltante puede demostrarlo el
l
lector. 

Corolario 1.4.1. Sean X , A , B y Y conjuntos.


 
A ∈ P(X) ∧ B ∈ P(Y ) g ` (A × B ⊆ X × Y ) g .

Demostración.– Del teorema (1.4.3; 75) se sigue (A × B ⊆ X × B)g y


(X × B ⊆ X × Y )g, luego (A × B ⊆ X × B ∧ X × B ⊆ X × Y )g y con ((1.4);
38) se obtiene (A × B ⊆ X × Y )g. 

Teorema 1.4.4. Sea X un conjunto.



(X = ∅)g a ` P(X) = {∅} g .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 75


1.4 Producto cartesiano y relaciones Teorı́a de conjuntos

Demostración.– Como (∅ ⊆ ∅)g de ((1.10); 43) y ((36); 21), se sigue ∅ ∈



P(∅) g debido a ((1.41); 51), por lo cual ∅ ∈ P(∅) ∧ ∀ x ∈0 P(∅) | {x} ⊆
  
P(∅) g g del lema (1.3.1; 69), luego {∅} ⊆ P(∅) g, entonces de (X =
 
∅)g se obtiene {∅} ⊆ P(X) g. Ahora, de P(X) 6⊆ {∅} g se sigue ∃ x ∈0
  
P(X) | x 6∈ {∅} g g debido a ((1.3); 38), y con ξ ∈ P(X) ∧ ξ 6∈ {∅} g se

tiene ξ ⊆ X ∧ ξ 6⊆ {∅} g de ((36); 21) con ((1.41); 51) y ((57); 31), luego de

(X = ∅)g se obtiene P(X) 6⊆ {∅} f por reducción al absurdo, por lo tanto
 
{∅} ⊆ P(X) ∧ P(X) ⊆ {∅} g, y de ((1.10); 43) se concluye (P(X) = {∅} g.
 
Finalmente, de P(X) = {∅} g se sigue X ∈ {∅} g de ((1.44); 52), y se
obtiene (X = ∅)g. 

Corolario 1.4.2. Sean A y B conjuntos.



(A = ∅ ∨ B = ∅)g a ` P(A × B) = {∅} g .

Demostración.– Inmediata de los teoremas (1.4.2; 74) y (1.4.4; 75). 



Entonces, dado que de P(A × B) = {∅} g se sigue ∀ R ∈0 P(A × B) | R ∈
   
{∅} g g, entonces ∀ R ∈0 P(A × B) | R = ∅ g g. Además, de ∀ R ∈0
  
P(A × B) | (R = ∅) g g se tiene ∀ R ∈0 P(A × B) | R ∈ {∅} g g, por lo cual
 
P(A×B) ⊆ {∅} g, y como {∅} ⊆ P(A×B) g del lema (1.3.1; 69) con ((62);
 
33) ya que ∅ ∈ P(A × B) g, entonces P(A × B) = {∅} g debido a ((1.10);
  
43), obteniéndose P(A × B) = {∅} g a ` ∀ R ∈ 0 P(A × B) | R = ∅ g g, y
del corolario (1.4.2; 76) se concluye

(A = ∅ ∨ B = ∅)g a ` ∀ R ∈0 P(A × B) | (R = ∅) g g . (1.81)

Con A × B se hace (R relación en A × B) ≡ R ∈ P (A × B) y



se sigue (f relación en A × B)g a ` f ∈ P(A × B) g, en donde con el fin
de evitar ambigüedades inaceptables para el concepto de función formal (véase
observación en pág. 92), es importante resaltar que la identificación previa de un
producto cartesiano es fundamental para asociar a un elemento de su potencia

76 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.4 Producto cartesiano y relaciones

el atributo de ser relación en él, por ello no es apropiado asociarle este atributo
a un conjunto explı́cito de pares ordenados aislado.

Al considerar a dos conjuntos A y B , para R ∈ P(A × B) g se
dice que B es el contradominio de R , y se define a su dominio haciendo
 
DR ≡ a ∈0 A k ∃ b ∈0 B | (a, b) ∈ R g por lo cual (DR ⊆ A)g de ((1.8);

41), luego ∀ a ∈0 DR | (a ∈ A) g g, y de ((1.7); 41) se tiene ∀ a ∈0 DR | ∃ b ∈0
  
B | (a, b) ∈ R g g g, entonces de la proposición (0.4.2; 34) se obtiene

  
∀ a ∈0 DR | a ∈ A ∧ ∃ b ∈0 B | (a, b) ∈ R g g g (1.82)
 
y al conjunto RR ≡ b ∈0 B k ∃ a ∈0 DR | (a, b) ∈ R g se le denomina
alcance de la relación 32 llamando a sus elementos valores de la relación, luego
(RR ⊆ B)g de ((1.8); 41), y con un razonamiento análogo al anterior se sigue

  
∀ b ∈0 RR | b ∈ B ∧ ∃ a ∈0 DR | (a, b) ∈ R g g g (1.83)
l
y como ejercicio el lector puede demostrar que de A, B, C, D conjuntos, R ∈
 
P(A × B) g y Q ∈ P(C × D) g se tiene

(R = Q)g ` (DR = DQ ∧ RR = RQ ) g . (1.84)



Con R ∈ P(A × B) g se hace (R suprayectiva) ≡ (RR = B) luego

  
(R suprayectiva)g a ` ∀ b ∈0 B | ∃ a ∈0 DR | (a, b) ∈ R g g g (1.85)
 l
como lo puede verificar el lector, y se obtiene 33 ¬(R suprayectiva) g =

(R suprayectiva) f g de ((5); 13), luego del corolario (0.4.1; 35) con ((47);
26) y ((64); 33) se sigue

   
¬(R suprayectiva) g a ` ∃ b ∈0 B | ∀ a ∈0 DR | (a, b) 6∈ R g g g . (1.86)
32 Usualmente se le denomina rango, pero se reserva el término para otro concepto.
33 Es frecuente que cuando a un sı́mbolo se le asocia un atributo llevándo a ser un
sı́mbolo compuesto, como es el caso de R suprayectiva , se haga R no suprayectiva ≡
¬(R suprayectiva) , pero aquı́ se evita para eludir ambigüedades.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 77


1.4 Producto cartesiano y relaciones Teorı́a de conjuntos

 
Obsérvese que con B ∈ P(D) g y R ∈ P(A × B) g y (R suprayectiva)g, de

los teoremas (1.4.3); 75) y (1.2.4; 53) se sigue R ∈ P(A × D) g, pero ahora
no necesariamente es suprayectiva; por lo que el atributo de ser suprayectiva
también está condicionado a la declaración inicial de pertenencia de la relación.
Esta pertenencia es explı́cita cuando se identifica a la relación con el axioma de
especificación, sin embargo podrı́a tratarse de una relación identificada con un
conjunto explı́cito, lo cual es frecuente en situaciones sencillas, y en tal caso la
pertenencia no serı́a evidente. Esta deficiencia trae consecuencias y se corrigen
al introducir el concepto de igualdad funcional.

Análogamente con R ∈ P(A×B) g se hace 34 (R inyectiva) g ! (a,
  
b) ∈0 R (ξ, b) ∈ R g (ξ = a) g , luego con R ∈ P(A × B) g se
tiene 35

(R inyectiva) ∧ (η, ω) ∈ R ∧ (φ, ω) ∈ R g ` (φ = η)g (1.87)

y también (R inyectiva) f ! ∃ (a, b) ∈0R | ∃ ξ ∈0 DF \ {a} | (ξ, b) ∈ R)


    
g g g en donde (¬(R inyectiva) g = (R inyectiva)f g y (¬(R inyectiva) f

= (R inyectiva) g g de ((5); 13). Se finaliza el tema haciendo (R biyectiva)

≡ ((R inyectiva) ∧ (R suprayectiva) . Para el caso R ∈ P(A × A) g es
usual que se identifiquen ciertos comportamientos complementarios:

(R reflexiva) ≡ ∀ a ∈ 0A | (a, a) ∈ R g, luego (R reflexiva)g ` (DR =
A ∧ RR = A)g.


(R simetrica) ≡ ∀ (a, b) ∈0R | (b, a) ∈ R g.


(R transitiva) ≡ ∀ (a, b) & (b, c) ∈0R | (a, c) ∈ R g.

34 Igualmete en la literatura se emplean los téminos univalente y uno a uno.


35
` ` ´ ´
Podrı́a ser tentador decir (R inyectiva)g a ` ∀ (a, b) ∈ R | (ξ, b) ∈ R g ` (ξ = a) g g,
` ´
sin embargo es inapropiado pues (ξ, b) ∈ R g ` (ξ = a)g no es un enunciado lógico y se
generarı́a un conflicto con el corolario (0.4.1; 35) y ((47); 26).

78 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Teorı́a de conjuntos 1.4 Producto cartesiano y relaciones

(R equivalencia) g ! (R reflexiva) g y (R simetrica) g y (R transi-



tiva) g y de (a, b) ∈ R se hace a ≈ b ≡ (a, b) . También con (ξ ∈ A)g se
 
hace [ξ]R ≡ a ∈0 A k (a, ξ) ∈ R g conocido como clase de equi-
 
valencia de ξ con R , teniéndose ξ ∈ [ξ]R ∧ ∀ η ∈0 [ξ]R | [η]R =
 
[ξ]R g g, y al conjunto de clases de equivalencia de R haciendo
  
[ ]R ≡ β ∈0P (A) k ∃ a ∈0A | β = [a]R g g .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 79


1.4 Producto cartesiano y relaciones Teorı́a de conjuntos

Simplificación notacional

Desde ahora se abrevia la escritura omitiendo al sı́mbolo g (con algu-


nas excepciones) entendiendo su presencia, lo cual es tradicional aún cuando
no es explı́cito e incluso no es apercibido, y sólo se incorpora al sı́mbolo f en
donde sea necesario. Desde luego esto tiene inconvenientes, ya que propicia la
confusión de un sı́mbolo con su enunciado asociado a g, y también hace ine-
vitable el empleo de los paréntesis h i para la identificación de proposiciones
lógicas. . . la simplicidad no siempre es redituable.

Ası́ mismo, para congraciarse con la tradición y suponiendo que se


ha logrado la concientización, se reemplaza ∈0 por el simple ∈ , y también se
abrevia al razonamiento x ∈0 X Px g ligado con (x ∈ X)g ` Px g, que da

lugar a ∀ x ∈ X | Px g g, resumiéndolo con ∀ x ∈ X | Px .
0

80 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Capı́tulo 2

Funciones

“Si nos viéramos obligados a definir en pocas palabras lo que es la matemática,


estarı́amos más cerca de la realidad al decir que se dedica al estudio de las
funciones, que si dijésemos que se dedica al estudio de los números.”

Arturo Fregoso 1

El concepto formal de función se basa en la teorı́a de conjuntos, en


donde se han establecido sus antecedentes. La trascendencia de este concepto
se da en toda la matemática clásica, es imprescindible en todo su desarrollo,
y por ello es fundamental su total comprensión sin escatimar dedicación y
esfuerzo, resultando por demás acertado el pensamiento previo.

1 Arturo Fregoso Urbina (1932-1996), matemático mexicano que impulsó fuertemente la


matemática formal en México, trasmitiendo con fervor su intrı́nseca belleza y compartiendo
el placer de comprenderla.

81
2.1 Generalidades Funciones

2.1. Generalidades

El concepto de función formal es realmente sencillo pues trata con


relaciones sujetas a ciertas condiciones, dado que se hace (incorporando al es-
tado lógico para evitar confusiones)

(f función en A × B) g ! f ∈ P(A × B) ∧

Df = A ∧ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈ B \ {b} | (a, c) 6∈ f g (2.1)

pero su simplicidad es sólo aparente, se trata de un concepto al que a la hu-


manidad le tomó siglos aproximarse. . . tenı́a que esperar al trabajo pionero de
Cantor sobre teorı́a de conjuntos.

También se puede presentar a este concepto con el cuantificador exis-


tencial con unicidad, el cual facilita otros planteamientos, para ello con un
conjunto X y una condición de especificación hPX i se hace (incorporando al
estado lógico)

(∃! x ∈ X | Px ) g ! {x ∈ X k Px } unitario g (2.2)
y como se tiene {x ∈ X k Px } =
6 ∅ ∧ ∀ r & s ∈ {x ∈ X k Px } | r = s a ` {x ∈ X k

Px} unitario debido a la proposición (1.3.2; 70), se sigue {x ∈ X k Px } = 6
∅ ∧ ∀ r & s ∈ {x ∈ X k Px} | r = s ` ∃! x ∈ X | Px. Ahora, de {x ∈ X k Px } =
6
∅ ∧ ∀ r & s ∈ {x ∈ X k Px } | r = s se infiere {x ∈ X k Px } =
6 ∅ y ∀r &
s ∈ {x ∈ X k Px } | r = s de ((36); 21), luego ∃ η ∈ X | Pη del teorema (1.3.2;

60), por lo cual (∃ η ∈ X | Pη ) ∧ ∀ r & s ∈ {x ∈ X k Px} | r = s , entonces
{x ∈ X k Px } =
6 ∅ ∧ ∀ r & s ∈ {x ∈ X k Px } | r = s ` (∃ η ∈ X | Pη ) ∧ ∀ r & s ∈

{x ∈ X k Px} | r = s , obteniéndose ∃! x ∈ X | Px ` {x ∈ X k Px } = 6 ∅ ∧ ∀r &
s ∈ {x ∈ X k Px} | r = s, concluyéndose

(∃ η ∈ X | Pη ) ∧ ∀ r & s ∈ {x ∈ X k Px } | r = s a ` ∃! z ∈ X | Pz (2.3)
que resulta ser la coinferencia usualmente empleada para establecer al cuantifi-
cador existencial con unicidad en una discusión, como se verá posteriormente.

82 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.1 Generalidades

Entonces de f ∈ P(A × B) se tiene

Df = A ∧ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈ B \ {b} | (a, c) 6∈ f

a ` ∀ a ∈ A | ∃! b ∈ B | (a, b) ∈ f (2.4)

pues de Df = A ∧ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈ B \ {b} | (a, c) 6∈ f y para ξ ∈ A se


sigue ∃ b ∈ B | (ξ, b) ∈ f de ((1.6); 41), y con ν ∈ B y (ξ, ν) ∈ f se tiene

∀ c ∈ B \ {ν} | (ξ, c) 6∈ f de ((62); 33), pero de ψ ∈ x ∈ B k (ξ, x) ∈ f se

infiere ψ ∈ B ∧ (ξ, ψ) ∈ f debido a ((1.6); 41), luego ψ ∈ x ∈ B k (ξ, x) ∈
  
f ∩ B \ {ν} ` (ξ, ψ) 6∈ f y ψ ∈ x ∈ B k (ξ, x) ∈ f ∩ B \ {ν} ` (ξ, ψ) ∈
 
f de ((62); 33), entonces ψ ∈ x ∈ B k (ξ, x) ∈ f ∩ B \ {ν} f de ((46);
25), por lo cual ψ 6∈ B \ {ν} y ψ ∈ B, luego ψ ∈ {ν} debido a ((1.26); 48),
obteniéndose ψ = ν, luego ∀ s ∈ {x ∈ B k (ξ, x) ∈ f} | s = ν de ((61); 32), y
también ∀ r ∈ {x ∈ B k (ξ, x) ∈ f} | ∀ s ∈ {x ∈ B k (ξ, x) ∈ f} | s = r, es decir
∀ r & s ∈ {x ∈ B k (ξ, x) ∈ f} | r = s, concluyéndose ∃! b ∈ B | (ξ, b) ∈ f de
((2.3); 82), por lo tanto ∀ a ∈ A | ∃! b ∈ B | (a, b) ∈ f nuevamente de ((61); 32).
l
La otra demostración es similar y se deja al lector como ejercicio.

Al hacer B A ≡ f ∈ P (A × B) k f función en A × B se infiere

B A ⊆ P(A × B) de ((1.8); 41) y además B A ∈ P P(A × B) debido a ((1.41);
51). Obsérvese que de A 6= ∅ ∧ B 6= ∅ se sigue ∃ q ∈ B | q = q del teorema

(1.3.6; 63), y con p ∈ B ∧ p = p se puede hacer f ≡ (a, b) ∈ A × B k b = p
l
para la cual se tiene f ∈ B A como lo puede verificar el lector, luego B A 6= ∅
de ((1.61); 59), entonces

A 6= ∅ ∧ B 6= ∅ ` B A 6= ∅ . (2.5)

Con esto se incorpora un sı́mbolo muy apropiado, aunque posiblemente nove-


doso para muchos lectores, pues sin ambigüedades permite considerar situa-
A A (BA )
ciones como C (B ) , C B , DC o aún más complejas utilizando parén-
tesis como delimitadores. De la identificación de B A y con ((2.1); 82) y ((1.6);

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 83


2.1 Generalidades Funciones

41) se obtiene

f ∈ B A a ` f ∈ P(A × B) ∧ Df = A ∧ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈ B \ {b} | (a, c) 6∈ f
(2.6)
una coinferencia fundamental en todo lo que sigue, que con ((2.4); 83) y ((2.2);
82) también puede expresarse en términos posiblemente más familiares para el
lector

f ∈ B A a ` f ∈ P(A × B) ∧ ∀ a ∈ A | {b ∈ B k (a, b) ∈ f} unitario . (2.7)

Ante la consideración de dos conjuntos A y B la teorı́a de conjun-


tos brinda la existencia del conjunto B A , dicho conjunto y sus elementos no
provienen de la modificación o transformación de los conjuntos A o B , pues
no contempla cambios o transformaciones en los conjuntos declarados en una
discusión. Por ello, los elementos de B A existen, no se crean o generan, de
hecho sólo es posible identificarlos o reconocerlos, para después asignarles o
definirles algún sı́mbolo o nombre, y dependiendo de la discusión, distiguirles
o asignarles propiedades.

La matemática clásica se basa en conjuntos declarados e inmutables,


por ello es un planteamiento independiente del tiempo, en ella se busca iden-
tificar y demostrar las consecuencias de las propiedades enunciadas para los
conjuntos en una discusión, lo cual está regido por la lógica, que establece
un orden (sintaxis) para la suficiencia de los argumentos. . . un razonamiento
deductivo.

Debe considerarse una situación delicada relacionada con el concepto


de función, lo que aquı́ se llama igualdad funcional, para distinguirla de la
igualdad conjuntal (véase pág. 43) que a continuación se explicı́ta para aclarar
la argumentación. Dado que con f ∈ B A y g ∈ DC , como conjuntos que
c c c
son, puede darse f = g , de lo cual se seguirı́a Rf = Rg y Df = Dg
c c
(luego A = C), sin embargo no habrı́a motivo para B = D . . . una situación

84 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.1 Generalidades

que genera conflictos, como la suprayectividad de relaciones antes menciona-


da (véase pág. 77). Por ello se introduce la igualdad funcional, que es la
única igualdad que aquı́ se considerará para la igualdad de funciones, hacien-
c c
do (f = g) ≡ (f = g ∧ B = D) . Entonces (f = g)g ` (f = g)g, sin
c
embargo de (f = g)g no se sigue (f = g)g, esta distinción resuelve algunas
inconsistencias, aunque por el momento puede parecer una sutileza innecesaria.

Siguiendo la tradición, aunque distorsionante, para f ∈ B A y (a, b) ∈


f , se dice que b es el valor de a bajo f, pero aquı́ se hace [f](a) ≡ b,
teniéndose [f](a) ∈ B y f ∈ P(A × B) , por ello no hay razón para confundir
estos sı́mbolos ya que representan a entes diferentes. Con el sı́mbolo [f](a) se
pretende evitar interpretaciones erroneas y lograr mayor consistencia, aunque
algunas veces su uso resulte incómodo o parezca superfluo. Se utiliza a los
sı́mbolos [f] y (a) , en vez de simplemente f y a , con la intención siguiente:

Declarar a [f](a) como un sı́mbolo compuesto no fraccionable, y para


ello los sı́mbolos que lo constituyen, [f] y (a) , carecen de significado si
se consideran aisladamente.

Distinguir posibles agrupamientos sirviendose de los corchetes [ ] y


( ) como delimitadores, empleándolos siempre, indistintamente a si la
situación especı́fica involucre a un agrupamiento.

El término utilizado para [f](a) proviene del concepto “moderno” de fun-


ción del siglo XVIII, en donde sin declarar qué o quién es la función, se le
asigna el atributo de transformar elementos de un conjunto en elementos de
otro conjunto, como una sucesión de determinaciones aisladas 2 de la “variable
dependiente”, ante la consideración de diferentes valores para la “variable inde-
pendiente”. . . utilizando al añejo concepto de variable, pero aún ampliamente

2 Un sı́ntoma inequı́voco y frecuente de este proceso mental es el uso de la frase “sea f


una función que depende de . . .”.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 85


2.1 Generalidades Funciones

utilizado a pesar de su deficiencias, el cual actualmente está plenamente supe-


rado con el concepto formal de función que aquı́ se desarrolla, por lo que resulta
por demás acertado el pensamiento:

“Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido
engañados”. 3

Esto sucede a pesar de que en los cursos universitarios de matemáticas


es frecuente la presentación formal de función, especialmente en los impar-
tidos en facultades de Ciencias, pero en ellos lamentablemente es soslayada
inmediatamente, posiblemente debido al peso de la tradición, por ignorar sus
consecuencias, o peor aún, por considerarlas injustificadamente equivalentes,
empleando la presentación “moderna” a pesar de sus ambigüedades y limita-
ciones. Incluso en textos de cálculo avanzado ([41] pág.11) recurren a la imagen
siguiente:

3 Samuel Langhorne Clemens, conocido por el seudónimo de Mark Twain (1835-1910), fue
un popular escritor, orador y humorista estadounidense.

86 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.1 Generalidades

Ahora resulta conveniente transcribir el planteamiento original del con-


cepto de función moderna que aún predomina, en donde se dice ([31] pág. 85):

“Aquellas cantidades que dependen de otras, es decir, aquellas


cantidades que experimentan un cambio cuando otras cambian, se
llaman funciones de estas cantidades; esta definición se aplica am-
pliamente e incluye todas las maneras en las que una cantidad puede
estar determinada por otras. Si por lo tanto, x denota a una can-
tidad variable, entonces todas las cantidades que dependan de x de
cualquier manera o estén determinadas por ella son llamadas fun-
ciones de ella.” 4

De esta concepción “moderna” se sigue el interpretar a una función como algo


que transforma a cada elemento del dominio de la función en un elemento del
contradominio, difiriendo totalmente del concepto formal de función, y para
enfatizarlo conviene enunciar la acertada afirmación

“una función no hace, sólo es” 5

y esta gran diferencia establece dos corrientes encontradas en la matemática,


que podrı́an llamarse constructiva e identificativa de funciones, teniendo la
segunda pocos devotos y todos conversos, la inercia subyuga, de ahı́ la necesidad
y un propósito fundamental de este libro.

“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo.”

La posibilidad de representar gráficamente a cierto tipo de funciones, es


un aspecto importante que debe comentarse, pues para muchos es indispensable
en el pensamiento y la intuición matemática. Pero debe hacerse con cordura
4 Leonhard Paul Euler (1707 - 1783), matemático y fı́sico suizo que introdujo gran parte
de la terminologı́a y notación matemática, en particular la noción “moderna” de función.
5 Paul R. Halmos en [20] pág. 30.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 87


2.1 Generalidades Funciones

por sus intrı́nsecas limitaciones, pues la graficación se basa en el planteamiento


de diversos métodos para representar a elementos de ciertos conjuntos en la
“realidad” , tales como el método cartesiano, el esférico, el cilı́ndrico, etc.

Al aceptar a una función como un conjunto, se puede decir que una


gráfica de una función es una realización 6 de una representación de la fun-
ción, generada por un observador al usar en algún sitio un método de rep-
resentación. Luego, una función y una gráfica de ella, son estrictamente dife-
rentes, la primera está incorporada a una estructura lógica en el pensamiento
y la última es una realización que depende, entre otras cosas, del método de
representación y el en dónde (origen del sistema de referencia) y el cómo se
aplica (patrón de longitud y orientación del sistema de referencia).

En los términos tradicionales, se define a la gráfica de una “función” f(x)


 
como una representación del conjunto x, f(x) en la “realidad”. . . diferen-
ciando explı́citamente a su “función” del conjunto de pares ordenados que da
lugar su gráfica, el cual constituye la función formal.

Con f ∈ B A se presentan algunas consecuencias inmediatas, pues de


((2.6); 84) se tiene:

De (a, b) ∈ f ∧ (c, d) ∈ f ∧ b 6= d se sigue d ∈ B debido a ((1.42); 52)
y ((62); 33) pues f ∈ P(A × B) y (c, d) ∈ f , luego d ∈ B \ {b} y ((1.6);
41) ya que d ∈ B ∪ {b} ∧ d 6∈ {b} , y como (a, b) ∈ f se infuere ∀ ξ ∈
B \ {b} | (a, ξ) 6∈ f debido a ((2.1); 82) y ((62); 33), entonces (a, d) 6∈ f
nuevamente de ((62); 33), por lo tanto (a, d) 6∈ f ∧ (c, d) ∈ f y se obtiene
a 6= c , por lo tanto


(a, b) ∈ f ∧ (c, d) ∈ f ∧ b 6= d ` a 6= c . (2.8)

De (η, θ) ∈ f se tiene θ ∈ B pues f ∈ P(A×B), y para ξ ∈ B \ {θ} se sigue

6 Entiéndase como concretización en la “realidad”.

88 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.1 Generalidades

∀ c ∈ B \ {θ} | (η, c) 6∈ f de ((36); 21), luego (η, ξ) 6∈ f debido a ((62); 33).


Por lo cual con el preámbulo: sean f ∈ B A , ξ un ente y (η, θ) ∈ f, se
establece ξ ∈ B \ {θ} ` (η, ξ) 6∈ f , entonces (η, ξ) ∈ f ` ξ 6∈ B \ {θ} de
(47); 26), pero de θ ∈ B ∧ ξ 6∈ B \ {θ} se tiene ξ ∈ {θ} debido a ((1.26);
48), por consiguiente ξ = θ y se concluye

(η, θ) ∈ f ∧ (η, ξ) ∈ f ` ξ = θ . (2.9)

Con A = ∅ ∨ B = ∅ se sigue B A ⊆ {∅} debido al corolario (1.4.2; 76)


pues B A ⊆ P(A × B) de ((1.8); 41), luego de f ∈ B A se tiene f = ∅ ,
entonces
A = ∅ ∨ B = ∅ ` f = ∅. (2.10)
De A 6= ∅ se tiene ∃ a ∈ A | a = a del teorema (1.3.6; 63), y con ξ ∈ A
y ξ = ξ se tiene ∃ b ∈ B | (ξ, b) ∈ f debido a ((1.6); 41) pues Df = A, y
con η ∈ B y (ξ, η) ∈ f se sigue f 6= ∅ de ((1.61); 59), y de ((2.10); 89)
con ((47); 26) y ((1); 10) se concluye

A 6= ∅ a ` f 6= ∅ (2.11)
además de ((60); 32) se infiere η ∈ B ∧ ∃ p ∈ A | (p, η) ∈ f, por lo cual
η ∈ Rf debido a ((1.6); 41), y con ((1.60); 59) se obtiene

A 6= ∅ ` Rf 6= ∅ . (2.12)

Para f ∈ P(A × B) de ((47); 26) y ((1); 10) se tiene



f 6∈ B A a ` Df = A ∧ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈ B \ {b} | (a, c) 6∈ f f (2.13)
y nuevamente de ((1); 10) se sigue

Df 6= A ` f 6∈ B A (2.14)

y también ¬ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈ B \ {b} | (a, c) 6∈ f ` f 6∈ B A , pero como
de ∃ (a, b) ∈ f | ∃ c ∈ B \ {b} | (a, c) ∈ f se sigue ¬ ∀ (a, b) ∈ f | ∀ c ∈

B \ {b} | (a, c) 6∈ f debido al corolario (0.4.1; 35), entonces

∃ (a, b) ∈ f | ∃ c ∈ B \ {b} | (a, c) ∈ f ` f 6∈ B A . (2.15)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 89


2.1 Generalidades Funciones

De la convención [f](a) ≡ b con f ∈ B A y (a, b) ∈ f , se establece un


procedimiento muy utilizado para analizar la igualdad de funciones. Cuando
para f ∈ B A y g ∈ B A se tiene ∀ a ∈ A | [f](a) = [g](a) , de (ξ, η) ∈ f se sigue
ξ ∈ A, luego [f](ξ) = [g](ξ) de ((62); 33), por lo cual (ξ, η) ∈ g , obteniéndose
∀ θ ∈ f | θ ∈ g de ((61); 32), entonces f ⊆ g , y de igual manera se sigue g ⊆ f ,
c
obteniéndose f = g de ((1.10); 43), concluyéndose f = g , por lo tanto

(f ∈ B A ∧ g ∈ B A ) ∧ ∀ a ∈ A | [f](a) = [g](a) ` f = g . (2.16)

Además como para f ∈ B A y ξ ∈ A se tiene ∃ q ∈ B | (ξ, q) ∈ f pues Df = A,


con η ∈ B y (ξ, η) ∈ f se sigue ∃ p ∈ A | (p, η) ∈ f de ((60); 32), luego η ∈ Rf de
((1.6); 41), por lo cual [f](ξ) ∈ Rf , y de ((61); 32) se obtiene ∀ a ∈ A | [f](a) ∈
Rf , entonces
f ∈ B A ` ∀ a ∈ A | [f](a) ∈ Rf . (2.17)

Es conveniente identificar apropiadamente al conjunto de funciones con


dominio contenido en un conjunto X y contradominio común Y , para ello
obsérvese que de C ∈ P(X) y para Y C se tiene Y C ⊆ P(C × Y ) de ((1.8);

41), entonces Y C ∈ P P(C ×Y ) debido a ((1.41); 51), además C ×Y ⊆ X ×Y
 
debido al teorema (1.4.3; 75), luego P P(C ×Y ) ⊆ P P(X ×Y ) del teorema

(1.2.4; 53), por lo cual Y C ∈ P P(X×Y ) de ((62); 33), y con ((61); 32) se sigue
  
∀ A ∈ P(X) | Y A ∈ P P(X×Y ) . Ahora con FbX×Y ≡ ψ ∈ P P(X×Y ) k ∃ A ∈

P(X) | ψ = Y A se tiene al conjunto de conjuntos de funciones con dominio
en P(X) y contradominio Y , entonces para el conjunto de funciones con
dominio en P(X) y contradominio Y se hace FX×Y ≡ ∪ FbX×Y . En
efecto, para g ∈ FX×Y se sigue ∃ φ ∈ FbX×Y | g ∈ φ de ((1.16); 45), y con ξ ∈

FbX×Y ∧ g ∈ ξ se tiene ξ ∈ P P(X ×Y ) ∧ ∃ A ∈ P(X) | ξ = Y A debido a ((1.6);
41), pero de B ∈ P(X) ∧ ξ = Y B se obtiene g ∈ Y B , luego ∃ A ∈ P(X) | g ∈ Y A
de ((60); 32), entonces con ((61); 32) se concluye

∀ f ∈ FX×Y | ∃ A ∈ P(X) | f ∈ Y A (2.18)

90 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.2 Invocación de funciones

pero ahora para g ∈ FX×Y resulta cómodo recurrir al sı́mbolo Dg sin explicitar
a dicho conjunto. Este planteamiento permite, entre otras muchas posibilidades,
hablar del cálculo diferencial en FR×R refiriendose al cálculo diferencial ele-
mental, conocido como cálculo diferencial de funciones reales de variable real.

En ocasiones resulta necesaria la generalización del planteamiento an-


terior identificando al conjunto de funciones con dominio contenido en un con-
junto X y contradominio contenido en un conjunto Y , para ello basta el

enunciado ∀ A ∈ P(X) | ∀ B ∈ P(Y ) | B A ∈ P P(X × Y ) que se sigue del
razonamiento previo con ((61); 32), en donde es viable la conmutación de
los cuantificadores universales debido a ((65); 36). Pero ahora se considera
c†  
X×Y ≡ ψ ∈ P P(X × Y ) k ∃ A ∈ P(X) | ∃ B ∈ P(Y ) | ψ = B
A
F , y para
el conjunto de funciones con dominio en P(X) y contradominio en

P(Y ) se hace FX×Y ≡ ∪Fc† , por lo cual ∀ C ∈ P(Y ) | FX×C ⊆ F †
X×Y y

además

∀ f ∈ FX×Y | ∃ A ∈ P(X) | ∃ B ∈ P(Y ) | f ∈ B A . (2.19)

2.2. Invocación de funciones

El reconocimiento básico de funciones emplea al axioma de especifi-


cación de la teorı́a de conjuntos, incluso en casos muy simples, y el proceso es
como sigue. Ante la consideración del producto cartesiano de dos conjuntos, se
declara una condición de especificación para los segundos elementos vinculada
a los primeros elementos de sus pares ordenados, con lo cual se identifica un
subconjunto de dicho producto cartesiano que podrı́a ser función. A este re-
conocimiento de funciones aquı́ se le llama proceso invocativo de funciones,
que en ningna circunstancia debe interpretarse como un proceso constructivo
de funciones.

Este planteamiento difiere del tradicional, ya que a la condición de

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 91


2.2 Invocación de funciones Funciones

especificación del proceso invocativo de una función la llaman regla de corres-


pondencia de la función pero sin apercibir al axioma de especificación, incluso
es muy frecuente que la confundan con la función 7 , dando lugar a equı́vocos
que no se presentan con el concepto formal de función.

Entonces el proceso invocativo de funciones exige un par de conjuntos


A y B y una condición de especificación PA×B con la que se hace f ≡

(a, b) ∈ A × B k P(a, b) identificando una relación que podrı́a ser función en
A × B dependiendo del cumplimiento de ((2.1), 82). Ahora si se tiene f ∈ B A ,
con ξ ∈ A se sigue ∃! η ∈ B | (ξ, η) ∈ f debido a ((2.4); 83) y de ((1.6); 41) se
infiere (ξ, η) ∈ A × B ∧ P(ξ, η) en donde [f](ξ) = η , luego ∀ a ∈ A | P(a, [f](a))
de ((61); 32), el cual explicita el comportamiento de una función invocada con
este proceso y por ello se utiliza con mucha frecuencia.

H Obsérvese que con f ∈ B A ∧ B ∈ P(D) se puede hacer g ≡


 c
(a, b) ∈ A × D k (a, b) ∈ f y se tendrı́a g ∈ DA , en donde f = g
de ((1.10); 43), pero f 6= g cuando B ⊂ D .

Ası́ mismo con un conjunto explı́cito como G ≡ (1, A), (2, B)
con A , B , C conjuntos y A ∪ B ⊆ C se tendrı́a G ∈ P {1, 2} ×
  
{A, B} y G ∈ P {1, 2} × P(A ∪ B) y G ∈ P {1, 2} × P(C) ,
lo cual exhibe ambigüedades inaceptables al pretender invocar rela-
ciones con conjuntos explı́citos que trascienden en la invocación de
funciones, y por ello deben evitarse estos procesos. Sin embargo al

hacer g ≡ ξ ∈ {1, 2} × P(A ∪ B) k ξ = (1, A) ∨0 ξ = (2, B)

y h ≡ ξ ∈ {1, 2} × P(C) k ξ = (1, A) ∨0 ξ = (2, B) se sigue
c c
G = g ∧ g ∈ P(A ∪ B){1, 2} y G = h ∧ h ∈ P(C){1, 2} sin
vaguedades. N

7 De ahı́ que se vean obligados a incorporar las “funciones” multivaluadas (véase ejemplo
1 de la pág. 94).

92 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.2 Invocación de funciones

Un ejemplo sencillo del proceso invocativo de funciones, en el que se


identifica una función básica, pero fundamental en la matemática por participar
frecuentemente en la identificación de otras funciones, es el que sigue. Para

un conjunto A 6= ∅ se hace IA ≡ (a, b) ∈ A × A k b = a y se le llama
función identidad de A , pues es función y además biyectiva como puede
l
verificarlo el lector, por lo cual IA ∈ AA . Nótese que de a ∈ A se sigue (a, a) ∈
A × A ∧ a = a, luego (a, a) ∈ IA por lo que [IA ](a) = a de la convención
adoptada, entonces de ((61); 32) se obtiene ∀ a ∈ A | [IA ](a) = a .

En la literatura generalmente se presenta al proceso invocativo de fun-


ciones de otra manera, que se puede ejemplificar con la función IA . En sus
términos, la identifican diciendo f(a) = a con a ∈ A, que se interpreta (en
el mejor de los casos) como una función f : A → A para la cual se tiene
∀ a ∈ A | f(a) = a. . . pero de esta manera no se dice quién o qué es la función,
sólo piensan que la representa el sı́mbolo f y que “va” de A a A, “asignando”
elementos del conjunto A a elementos del conjunto A, y posiblemente debido
a ello usan al sı́mbolo → . Además, estrictamente sólo “definen” al sı́mbolo
f(a) con 8 f(a) = a, lo cual en cierto modo se relaciona con el enunciado
∀ a ∈ A | f(a) = a antes deducido, pero dificilmente de esto podrı́an conside-
rarse los pares ordenados asociados, para ası́ poder aproximarse a una función
formal.

La restricción de considerar A 6= ∅ para a la función IA se puede y


debe excluir haciendo I∅ ≡ ∅ pues del corolario (1.4.2; 76) se tiene P(∅ × ∅) =
{∅} , luego I∅ ∈ P(∅ × ∅) y del corolario (1.3.1; 59) con ((2.7); 84) se infiere
I∅ ∈ ∅ ∅ , además RI∅ ⊆ ∅ por lo cual

I∅ suprayectiva . (2.20)

8 Usando al sı́mbolo = , imposibilitando la concientización de que se está incorporando


un sı́mbolo.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 93


2.2 Invocación de funciones Funciones

Otro ejemplo relacionado al anterior, que puede parecer una exquisitez matemá-

tica, se identifica con B ∈ P(A), pues se hace iB ≡ (b, a) ∈ B × A k b = a
que también es función y tradicionalmente se le conoce como función in-
clusión de B en A, teniéndose iB ∈ AB y claramente iB ⊆ IA . En este
contexto, el planteamiento de una función inclusión requiere de la explı́cita
declaración del contradominio, pues al no hacerlo, se corre el peligro de inter-
pretarlo como el universo de la discusión, el cual no existe como se demuestra
en la paradoja de Russell (véase pág. 42). Por ello posteriormente se modifica su
presentación (véase pág. 112), aprovechando los recursos funcionales que pau-
latinamente serán desarrollados. Generalmente la aplicación de esta función, es
brindar afinidad entre las funciones que participan en una expresión, utilizan-
do la conjugación de funciones llamada composición (que aquı́ se le denomina
bola), notada con ◦, que después será definida (véase ((2.25); 105)).

En oposición con los ejemplos previos, conviene presentar algunas rela-


ciones en R × R que no son función, en donde se emplean algunos compor-
tamientos de los números reales seguramente conocidos por el lector que son
establecidos formalmente en el capı́tulo que sigue:


1. Con f ≡ (a, b) ∈ R × R k a · b = 1 y para ξ ∈ R se tiene ξ · 0 = 0 del
teorema (3.3.2; 149) y ((62); 33), luego 0·ξ 6= 1 de (P1) ya que 0 6= 1 del
teorema (3.3.1; 149) con (0, ξ) ∈ R × R debido al teorema (1.4.1; 74), por

lo cual (0, ξ) ∈ R×R ∧ 0·ξ = 1 f de ((1); 10), entonces (0, ξ) 6∈ f debido
a ((1.6); 41) con ((47); 26) y ((1.9); 41), obteniéndose ∀ b ∈ R | (0, b) 6∈ f

de ((61); 32), por consiguiente 0 ∈ R ∧ ∃ b ∈ R | (0, b) ∈ f f de ((64);
33) y ((1); 10), entonces 0 6∈ Df debido a ((1.9); 41), luego Df 6= R y se
concluye f 6∈ RR de ((2.14); 89) pues f ∈ P(R × R) .


2. De manera similar para g ≡ (a, b) ∈ R × R | b · b = a se tiene g 6∈ RR
l
como puede verificarlo el lector.

94 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.3 Imagen directa e imagen inversa

3. Para < ∈ P(R × R), el orden de R, se tiene (0, 1) ∈ < debido a ((3.15);
158), luego (0 + 1, 1 + 1) ∈ < del axioma (O3), por lo cual (1, 1 +
1) ∈ < de (S3), y con (O2) se sigue (0, 1 + 1) ∈ < , además 1 + 1 ∈
R \ {1} ya que 1 6= 1 + 1 del axioma (O1), obteniéndose (0, 1) ∈ <
∧ ∃ c ∈ R \ {1} | (1, c) ∈ < de ((60); 32), entonces ∃ (a, b) ∈ < |∃c ∈
R \ {b} | (a, c) ∈< de ((60); 32), y con ((2.15); 89) se concluye < 6∈ RR .

2.3. Imagen directa e imagen inversa

Se requieren otros conceptos complementarios pero muy importantes,


que también son válidas para las relaciones. Para f ∈ B A y un conjunto C ,

se identifica la imagen directa de C bajo f, haciendo f id(C) ≡ b ∈ B

k ∃ a ∈ C | (a, b) ∈ f y este concepto posibilita expresar a ((2.7); 84) como
sigue

f ∈ B A a ` f ∈ P(A × B) ∧ ∀ a ∈ A | f id {a} unitario (2.21)
 
ya que con f ∈ P(A × B) ∧ ∀ a ∈ A | f id {a} unitario y η ∈ A se tiene
  
f id {η} unitario debido a ((62); 33), y con ξ ∈ f id {η} se sigue ξ ∈ B ∧

∃ p ∈ {η} | (p, ξ) ∈ f de ((1.6); 41), luego (η, ξ) ∈ f , por lo cual ξ ∈ b ∈
 
B k (η, b) ∈ f nuevamente de ((1.6); 41), entonces ∀ q ∈ f id {η} | q ∈ b ∈
 
B k (η, b) ∈ f debido a ((61); 32), y se infiere f id {η} ⊆ b ∈ B k (η, b) ∈ f ,
  
ası́ mismo se tiene b ∈ B k (η, b) ∈ f ⊆ f id {η} , por lo tanto f id {η} =
  
b ∈ B k (η, b) ∈ f de ((1.10); 43) y se infiere b ∈ B k (η, b) ∈ f unitario , y

con ((61); 32) se sigue ∀ a ∈ A | b ∈ B k (a, b) ∈ f unitario , concluyéndose f ∈
 
P(A × B) ∧ ∀ a ∈ A | f id {a} unitario ` ∀ a ∈ A | b ∈ B k (a, b) ∈ f unitario ,

entonces f ∈ P(A × B) ∧ ∀ a ∈ A | f id {a} unitario ` f ∈ B A de ((2.7); 84).
  
Además ∀ a ∈ A | b ∈ B k (a, b) ∈ f unitario ` ∀ a ∈ A | f id {a} unitario lo
l
cual puede demostrarlo el lector, luego con ((2.7); 84) se estable la coinferencia
enunciada.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 95


2.3 Imagen directa e imagen inversa Funciones

Teorema 2.3.1. Sean f ∈ B A y C conjunto.

ξ ∈ A ∩ C ` [f](ξ) ∈ f id (C) .

Demostración.– Para ξ ∈ A ∩ C se sigue ξ ∈ A y ξ ∈ C de ((1.29); 49)


con ((62); 33), luego ∃ η ∈ B | (ξ, η) ∈ f de ((2.1); 82), y con ω ∈ B ∧

(ξ, ω) ∈ f se tiene [f](ξ) = ω, por lo cual ξ ∈ C ∧ ξ, [f](ξ) ∈ f , entonces

∃ a ∈ C | a, [f](ξ) ∈ f debido a ((60); 32), obteniéndose [f](ξ) ∈ B ∧ ∃ a ∈

C | a, [f](ξ) ∈ f, y de ((1.6); 41) se concluye [f](ξ) ∈ f id (C). 

Corolario 2.3.1. Sean f ∈ B A , C y D conjuntos.

C ∈ P(A) ∧ f id (C) ⊆ D ` ∀ p ∈ C | [f](p) ∈ D .

Demostración.– De ξ ∈ C se tiene [f](ξ) ∈ f id (C) debido a ((62); 33) y el


teorema (2.3.1; 96), pues C ⊆ A de ((1.41); 51) por lo cual C ∩ C ⊆ C ∩ A
de ((1.34); 50), entonces [f](ξ) ∈ D nuevamente de ((62); 33), luego ∀ p ∈
C | [f](p) ∈ D debido a ((61); 32). 

Corolario 2.3.2. Sea f ∈ B A .

f 6= ∅ ` ∀ C ∈ P(A) \ {∅} | f id (C) 6= ∅ .

Demostración.– Dado que A 6= ∅ debido a ((2.11); 89), para E ∈ P(A) \ {∅}


se sigue E ⊆ A ∧ ∃ p ∈ E | p = p del corolario (1.3.4; 68), y con ξ ∈ E y
ξ = ξ se tiene ξ ∈ A debido a ((62); 33), luego ξ ∈ A ∩ E de ((1.29); 49),
entonces [f](ξ) ∈ f id (E) del teorema (2.3.1; 96), y con ((1.61); 59) se obtiene
f id (E) 6= ∅, por lo tanto ∀ C ∈ P(A) \ {∅} | f id (C) 6= ∅ de ((61); 32). 

También con f ∈ B A y un conjunto C se identifica a la imagen in-



versa de C bajo f haciendo f ii(C) ≡ a ∈ A k ∃ b ∈ C | (a, b) ∈ f en
donde, al igual que en casos previos, los sı́mbolos f id (C) y f ii (C) deben in-

96 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.3 Imagen directa e imagen inversa

terpretarse como sı́mbolos compuestos no fraccionables9 . Los comportamientos


más simples y esperados de estos conceptos se establecen en los siguientes tres
teoremas. Como ejemplos sencillos de estos conceptos, para A y B conjuntos
l
el lector puede verificar

IA id (B) = A ∩ B ∧ IA ii (B) = A ∩ B (2.22)


ası́ mismo 10 (−IR )id (A) = {p ∈ R k ∃ a ∈ A | a = −p} empleado en el teorema
(3.2.1); 145).

Teorema 2.3.2. Sea f ∈ B A .

f ii (B) = A ∧ f id (A) = Rf .

Demostración.– Para ξ ∈ A se sigue ∃ b ∈ B | (ξ, b) ∈ f de ((2.1); 82) y


((1.6); 41), por lo cual ξ ∈ f ii (B), entonces ∀ a ∈ A | a ∈ f ii (B) debido a ((61);
32), obteniendo A ⊆ f ii (B) . Ahora, dado que f ii (B) ⊆ A de ((1.8); 41),
con ((1.10); 43) se concluye f ii (B) = A, y el que f id (A) = Rf se infiere
directamente de Df = A. 

Teorema 2.3.3. Sea f ∈ B A .



∀ p ∈ Rf | f ii {p} =6 ∅.

Demostración.– De ω ∈ Rf se tiene ω ∈ B ∧ ∃ a ∈ A | (a, ω) ∈ f debido a


((1.6); 41), y con ξ ∈ A ∧ (ξ, ω) ∈ f se sigue ∃ q ∈ {ω} | (ξ, q) ∈ f de ((60);
 
32) pues ω ∈ {ω} , luego ξ ∈ f ii {ω} de ((1.6); 41), por lo cual f ii {ω} 6= ∅

debido a ((1.61); 59), entonces ∀ p ∈ Rf | f ii {p} 6= ∅ de ((61); 32). 

Teorema 2.3.4. Sea f ∈ B A .



q ∈ f ii {p} a ` (q, p) ∈ f .
9 Es frecuente que en la literatura usen f (C) y f −1 (C) en vez de f id (C) y f ii (C)
respectivamente, incluso también emplean f [C] para f id (C).
10 Haciendo −IR ≡ {(p, q) ∈ R × R k q = −p} lo cual es generalizable al considerar las
funciones inversas aditivas.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 97


2.3 Imagen directa e imagen inversa Funciones

Demostración.– De ((1.6); 41) se sigue q ∈ A ∧ ∃ s ∈ {p} | (q, s) ∈ f , y con


ξ ∈ {p} ∧ (q, ξ) ∈ f se tiene (q, p) ∈ f pues ξ = q . La otra inferencia es
inmediata. 

Teorema 2.3.5. Sea f ∈ B A con Rf 6= ∅ .



f inyectiva a ` ∀ p ∈ Rf | f ii {p} unitario .

Demostración.– De ξ ∈ Rf se tiene f ii {ξ} 6= ∅ del teorema (2.3.3; 97) y
  
((62); 33), y con η ∈ f ii {ξ} ∧ ω ∈ f ii {ξ} se sigue (η, ξ) ∈ f ∧ (ω, ξ) ∈ f
debido al teorema (2.3.4; 97), y de f inyectiva se infiere η = ω debido a
 
((1.87); 78), entonces f ii {ξ} 6= ∅ ∧ ∀ t & q ∈ f ii {ξ} | (t = q)g de ((61);

32), por lo tanto f ii {ξ} unitario de la proposición (1.3.2; 70) y se concluye
 
∀ p ∈ Rf | f ii {p} unitario nuevamente de ((61); 32).

Ahora de ¬(f inyectiva) se infiere ∃ (a, b) ∈ f | ∃ ξ ∈ A \ {a} | (ξ, b) ∈ f y con


(η, ω) ∈ f ∧ ∃ ξ ∈ A \ {η} | (ξ, ω) ∈ f se sigue que con φ ∈ A \ {η} ∧ (φ, ω) ∈ f

se tiene (η, ω) ∈ f ∧ (φ, ω) ∈ f y η 6= φ , luego η 6= φ ∧ {η, φ} ⊆ f ii {ω}
 
con ω ∈ Rf , por lo cual φ ∈ f ii {ω} ∧ ∃ x ∈ f ii {ω} | x 6= φ de ((62);

33), entonces ω ∈ Rf ∧ f ii {ω} no unitario) debido al teorema (1.3.11;

70), y de ((62); 33) se obtiene ∃ p ∈ Rf | f ii {p} no unitario , concluyéndose

∀ p ∈ Rf | f ii {p} unitario ` f inyectiva debido a ((47); 26). 

De ((2.20); 93) y como consecuencia inmediata del teorema previo con ((1.3.1);
59) se sigue I∅ biyectiva , entonces para A conjunto se obtiene

IA biyectiva . (2.23)

Corolario 2.3.3. Sea f ∈ B A con Rf 6= ∅ .


 
(p ∈0 A y q ∈0 A) y [f](p) = [f](q) p=q f inyectiva .
 
Demostración.– De η ∈ Rf y λ ∈ f ii {η} ∧ ν ∈ f ii {η} se tiene λ ∈
A ∧ [f](λ) = η y η ∈ A ∧ [f](η) = η , luego λ ∈ A ∧ η ∈ A y [f](λ) = [f](η) ,

98 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.3 Imagen directa e imagen inversa

entonces λ = η y de ((61); 32) se obtiene ∀ p & q ∈ Rf | p = q , por tanto



f ii {η} unitario debido a la proposición (1.3.2); 70), y del teorema (2.3.5; 98)
se concluye f inyectiva. 
J
Teorema 2.3.6. Sean f ∈ P(X) y p∈X .

p ∈ ∩ Rf a ` ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) .

Demostración.– De p ∈ ∩ Rf se tiene p ∈ ∩ f id (J) pues ∩ Rf = ∩ f id (J)


del teorema (2.3.2; 97), luego ∀ A ∈ f id (J) | p ∈ A debido a ((1.29); 49), y como
de k ∈ J se sigue [f](k) ∈ f id (J) del teorema (2.3.1; 96), entonces p ∈ [f](k)
de ((62); 33), por lo cual ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) debido a ((61); 32).

Ahora, con p 6∈ ∩ Rf se tiene p ∈ ∪ Rf ∨0 p 6∈ ∪ Rf y se presentan dos casos:

De p 6∈ ∩ Rf ∧ p 6∈ ∪ Rf se sigue ¬(∃ A ∈ Rf | p ∈ A) debido a ((1.16); 45)


con ((47); 26), luego ∀ A ∈ Rf | p 6∈ A) de ((64); 33), y como para k ∈ J
se tiene [F ](k) ∈ Rf , se infiere p 6∈ [F ](k) debido a ((62); 33), entonces

∃ j ∈ J | p 6∈ [f](j) de ((62); 33), por lo tanto ¬ ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) del
corolario (0.4.1; 35).

De p 6∈ ∩ Rf ∧ p ∈ ∪ Rf se sigue ¬(∀ A ∈ Rf | p ∈ A) debido a ((1.29);


49) con ((47); 26) y ((8); 14), luego ∃ A ∈ Rf | p 6∈ A del corolario (0.4.1;
35), y con N ∈ Rf y p 6∈ N se tiene ∃ j ∈ J | [f](j) = N , y con k ∈ J y
[f](k) = N se obtiene p 6∈ [f](k), luego ∃ j ∈ J | p 6∈ [f](j) de ((62); 33),

por lo tanto ¬ ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) del corolario (0.4.1; 35).


Entonces p 6∈ ∩ Rf ∧ p 6∈ ∪ Rf ` ¬ ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) y p 6∈ ∩ Rf ∧ p ∈
 
∪ Rf ` ¬ ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) , por lo cual p 6∈ ∩ Rf ` ¬ ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j)
debido a ((53); 28), y de ((47); 26) se concluye ∀ j ∈ J | p ∈ [f](j) ` p ∈ ∩ Rf . 

Teorema 2.3.7. Sean f ∈ B A y C, D conjuntos.



∀ ξ ∈ A ∩ C | [f](ξ) ∈ D ` f id (C) ⊆ D .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 99


2.3 Imagen directa e imagen inversa Funciones

Demostración.– Para η ∈ f id (C) se sigue η ∈ B ∧ ∃ a ∈ C | (a, ξ) ∈ f y con


ω ∈ C ∧ (ω, η) ∈ f se tiene [f](ω) = η y η ∈ D debido a ((62); 33) pues ω ∈ A ,
entonces de ((1.1); 38) se concluye f id (C) ⊆ D. 

Teorema 2.3.8. Sean f ∈ B A y C conjunto.


 
1) f ii (C) = f ii Rf ∩ C 2) f id f ii (C) = Rf ∩ C
 
3) A ∩ C ⊆ f ii f id (C) 4) f inyectiva ` f ii f id (C) = A ∩ C .

Demostración.– Para f ∈ B A se tiene:



1. Con ξ ∈ f ii Rf ∩ C se tiene ξ ∈ A ∧ ∃ b ∈ Rf ∩ C | (ξ, b) ∈ f de ((1.6);
41), y con η ∈ Rf ∩ C ∧ (ξ, η) ∈ f se sigue η ∈ C ∧ (ξ, η) ∈ f de
((1.29); 49) con ((62); 33), por lo cual ξ ∈ A ∧ ∃ b ∈ C | (ξ, b) ∈ f de
((60); 32), entonces ξ ∈ f ii (C) de ((1.6); 41), y con ((61); 32) se obtiene
 
∀ a ∈ f ii Rf ∩ C | a ∈ f ii (C), concluyéndose f ii Rf ∩ C ⊆ f ii (C) .

Ahora, para ξ ∈ f ii (C) se tiene ξ ∈ A ∧ ∃ b ∈ C | (ξ, b) ∈ f debido a


((1.6); 41), y con η ∈ C ∧ (ξ, η) ∈ f se sigue ξ ∈ A ∧ (ξ, η) ∈ f , por
lo cual η ∈ B ∧ ∃ a ∈ A | (a, η) ∈ f de ((60); 32), entonces η ∈ Rf de
((1.6); 41), y se sigue η ∈ Rf ∩ C ∧ (a, η) ∈ f de ((1.29); 49) pues
η ∈ Rf ∪ C debido a ((1.18); 46), luego ξ ∈ A ∧ ∃ b ∈ Rf ∩ C | (ξ, b) ∈ f

de ((60); 32) y ((60); 32),, obteniéndose ξ ∈ f ii Rf ∩ C de ((1.6); 41),

por lo tanto ∀ a ∈ f ii (C) | a ∈ f ii Rf ∩ C de ((61); 32) y se concluye
 
f ii (C) ⊆ f ii Rf ∩ C , obteniéndose f ii (C) = f ii Rf ∩ C de ((1.10);
43).

2. Para η ∈ f id f ii (C) se tiene η ∈ B ∧ ∃ a ∈ f ii (C) | (a, η) ∈ f de ((1.6);
41), y con ξ ∈ f ii (C) ∧ (ξ, η) ∈ f se sigue η ∈ B ∧ ∃ a ∈ A | (a, η) ∈ f ,
luego η ∈ Rf debido a ((1.6); 41), además ξ ∈ A ∧ ∃ b ∈ C | (ξ, b) ∈ f
nuevamente de ((1.6); 41), pero con θ ∈ C ∧ (ξ, θ) ∈ f se tiene η = θ
de ((2.9); 89), obteniendo η ∈ Rf ∩ C de ((1.29); 49) pues η ∈ Rf ∪ C

100 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.3 Imagen directa e imagen inversa


debido a ((1.18); 46), por lo cual ∀ b ∈ f id f ii (C) | b ∈ Rf ∪ C de ((61);

32), entonces f id f ii (C) ⊆ Rf ∩ C .

Ahora, para η ∈ Rf ∩ C se tiene η ∈ Rf ∧ η ∈ C de ((1.29); 49) con ((62);


33), entonces ∃ a ∈ A | (a, η) ∈ f debido a ((1.6); 41), y con ξ ∈ A ∧ (ξ, η) ∈
f se sigue ξ ∈ A ∧ ∃ b ∈ C | (ξ, b) ∈ f de ((60); 32), luego ξ ∈ f ii (C) de
((1.6); 41), por lo cual η ∈ B ∧ ∃ a ∈ f ii (C) | (a, η) ∈ f también de ((60);

32), entonces η ∈ f id f ii (C) de ((1.6); 41), y con ((61); 32) se obtiene
 
∀ b ∈ Rf ∩ C | b ∈ f id f ii (C) , por lo tanto Rf ∩ C ⊆ f id f ii (C) y de

((1.10); 43) se concluye Rf ∩ C = f id f ii (C) .

3. Para ω ∈ A ∩ C se sigue ω ∈ A ∧ ω ∈ C de ((1.29); 49) con ((62);


33), por lo cual ∃ b ∈ B | (ω, b) ∈ f de ((2.1); 82) con ((1.6); 41), y con
ξ ∈ B ∧ (ω, ξ) ∈ f se tiene ξ ∈ B ∧ ∃ a ∈ C | (a, ξ) ∈ f de ((60); 32), luego
ξ ∈ f id (C) debido a ((1.6); 41), entonces ω ∈ A ∧ ∃ b ∈ f id (C) | (ω, b) ∈ f

de ((60); 32), por lo cual ω ∈ f ii f id (C) de ((1.6); 41), obteniéndose
 
∀ a ∈ A∩C | c ∈ f ii f id (C) con ((61); 32) y se infiere A∩C ⊆ f ii f id (C) .

4. De ξ ∈ f ii f id (C) se sigue ξ ∈ A ∧ ∃ p ∈ f id (C) | (ξ, p) ∈ f de ((1.6);
41), y con η ∈ f id (C) y (ξ, η) ∈ f se tiene η ∈ B ∧ ∃ q ∈ C | (q, η) ∈ f
debido a ((1.6); 41), y con ω ∈ C y (ω, η) ∈ f se infiere ω = ξ de ((1.87);
78) pues f inyectiva, luego ξ ∈ C, entonces ξ ∈ A ∩ C de ((1.29); 49),

por lo tanto ∀ p ∈ f ii f id (C) | p ∈ A ∩ C debido a ((61); 32) y se obtiene
 
f ii f id (C) ⊆ A ∩ C , concluyéndose f ii f id (C) = A ∩ C de ((1.10); 43)
y el resultado previo. 

Corolario 2.3.4. Sean f ∈ B A y C conjunto.

Rf ⊆ C ` f ii (C) = A .

Demostración.– Del primer enunciado del teorema (2.3.8; 100) y ((1.34);


50) se sigue f ii (C) = f ii (Rf ) y también f ii (B) = f ii (Rf ) pues Rf ⊆ B ,
entonces f ii (C) = A del teorema (2.3.2; 97). 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 101


2.3 Imagen directa e imagen inversa Funciones

Lema 2.3.1. Sea f ∈ B A .

f ii (∅) = ∅ y f id (∅) = ∅ .


Demostración.– Dado que f ii (∅) = a ∈ A k ∃ b ∈ ∅ | (a, b) ∈ f para ξ ∈ A
y (ξ, η) ∈ f se sigue η ∈ B , luego (η ∈ ∅)f de ((1.60); 59), por lo cual η ∈
∅ ` (ξ, η) 6∈ f debido a ((47); 26), entonces ∀ b ∈ ∅ | (ξ, b) 6∈ f de ((61); 32),
y también ∀ a ∈ A | ∀ b ∈ ∅ | (a, b) 6∈ f nuevamente de ((61); 32), por lo tanto

¬ ∃ a ∈ A | ∃ b ∈ ∅ | (a, b) ∈ f debido a ((64); 33), y con el teorema (1.3.2; 60) y
((47); 26) se concluye f ii (∅) = ∅. La otra demostración es similar y se deja al
l
lector como ejercicio. 

Teorema 2.3.9. Sean C, D conjuntos y f ∈ B A .

1) C ∩ A = ∅ ` f id (C) = ∅ 2) C ∩ Rf = ∅ ` f ii (C) = ∅

3) C ⊆ D ` f id (C) ⊆ f id (D) 4) f id (C ∪ D) = f id (C) ∪ f id (D)

5) f id (C ∩ D) ⊆ f id (C) ∩ f id (D) 6) C ⊆ D ` f ii (C) ⊆ f ii (D)

7) f ii (C ∪ D) = f ii (C) ∪ f ii (D) 8) f ii (C ∩ D) = f ii (C) ∩ f ii (D) .

En el teorema se agrupan algunos comportamientos útiles, cuyas demostra-


l
ciones son sencillas y se dejan al lector. Como consecuencia inmediata se obtiene
al corolario que sigue, en donde se ilustra el comportamiento de una función
en términos de la imagen inversa de conjuntos unitarios.

Corolario 2.3.5. Sean f ∈ B A , C un conjunto y p ∈ C y q ∈ C .

 
p 6= q ` f ii {p} ∩ f ii {q} = ∅ .

Demostración.– Dado que {p}∩{q} = ∅ del teorema (1.3.12; 71) y f ii (∅) = ∅


  
del lema (2.3.1; 102), se sigue f ii {p} ∩ {q} = ∅, luego f ii {p} ∩ f ii {q} = ∅
debido al inciso (8) del teorema (2.3.9; 102). 

102 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.3 Imagen directa e imagen inversa

Teorema 2.3.10. Sean f ∈ B A y C, D conjuntos.

f ii (D \ C) = f ii (D) \ f ii (C) .

Demostración.– Para φ ∈ C se tiene φ 6∈ D \ C debido a ((1.25); 48) y ((47);


26) ya que (φ ∈ D ∧ φ 6∈ C)f, además para ξ ∈ f ii (D \ C) se sigue ξ ∈ A y
∃ q ∈ D \ C | (ξ, q) ∈ f de ((1.6); 41), pero con η ∈ D \ C y (ξ, η) ∈ f se obtiene
η 6= φ debido a ((1.15); 45), es decir φ 6∈ {η}, luego φ ∈ C \ {η} de ((1.26); 48)
con ((47); 26). Además, cuando φ ∈ B se sigue φ ∈ B \ {η} de ((1.27); 48) pues
B ∩ C ⊆ C debido a ((1.34); 50), y como se tiene ∀ p ∈ B \ {η} | (ξ, p) 6∈ f de
((2.1); 82) dado que (ξ, η) ∈ f, entonces (ξ, φ) 6∈ f de ((62); 33), y también de
φ 6∈ B se sigue (ξ, φ) 6∈ f , por lo tanto ∀ q ∈ C | (ξ, q) 6∈ f debido a ((61); 32),
luego ξ ∈ A y ∃  q ∈ C | (ξ, q) ∈ f de ((64); 33), obteniéndose ξ ∈A ∧ ∃q ∈

C | (ξ, q) ∈ f f, por lo cual ξ 6∈ f ii (C).

Pero del teorema (2.3.9; 102) también se tiene f ii ((D \ C) ⊆ f ii (D) dado
que D \ C ⊆ D de ((1.24); 48), entonces ξ ∈ f ii (D) debido a ((62); 33),
concluyéndose ξ ∈ f ii (D) \ f ii (C) de ((1.26); 48) con ((47); 26), por lo tanto
∀ p ∈ f ii (D \ C) | p ∈ f ii (D) \ f ii (C) de ((61); 32), obteniéndose f ii (D \ C) ⊆
l
f ii (D) \ f ii (C) . La demostración faltante se deja al lector como ejercicio. 

Corolario 2.3.6. Sea f ∈ Y X .

c
∀ C ∈ P(Y ) | f ii (C c ) = f ii (C) .

Demostración.– Para B ∈ P(Y ) se tiene f ii (Y \ B) = f ii (Y ) \ f ii (B) Del


teorema (2.3.10; 103), y como f ii (Y ) = X del teorema (2.3.2; 97) se ob-
c
tiene f ii (B c ) = f ii (B) , y con ((61); 32) se obtiene ∀ C ∈ P(Y ) | f ii (C c ) =
c
f ii (C) . 

Un concepto vinculado a la imagen inversa que debe ser comentado es el


de ecuación, basado en la consideración de una función y un conjunto unitario.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 103


2.4 Conjugación de funciones Funciones


En efecto, para f ∈ B A y q ∈ B , se dice que f ii {q} es la ecuación asociada 11
a f para q , y a sus elementos se les llama soluciones de la ecuación. Nótese

que de p ∈ f ii {q} se tiene p ∈ A ∧ ∃ ξ ∈ {q} | (p, ξ) ∈ f debido a ((1.6); 41), y
con η ∈ {q} ∧ (p, η) ∈ f se sigue (p, q) ∈ f , por lo cual [f](p) = q, en donde la
igualdad tiene sentido por la condición enunciada para p , aún cuando se des-
conozca p . La identificación de p depende de la función f y el q propuesto, lo
cual esta ı́ntimamente vinculado a la condición de especificación de f , y podrı́a
llevar a un problema algebraico. En la presentación tradicional de ecuación se
ignora este planteamiento funcional, pues simplemente a la igualdad [f](p) = q
la llaman ecuación, y aceptan de manera subliminal e inmediata la intención de
determinar p para el q propuesto sólo por enunciar la igualdad, algo aprendido
más no comprendido, aún cuando esta sea tentativa. . . pues puede suceder que

f ii {q} = ∅ , resultando falsa la igualdad.

2.4. Conjugación de funciones

Ahora se introducen dos procedimientos para identificar funciones, el


primero basado en la conjugación de funciones con funciones, y el segundo
mediante la conjugación de funciones con sı́mbolos incompletos, dando lugar
al concepto de funciones contextuales. En las conjugaciones de funciones
con funciones que aquı́ se enuncian, se utiliza al proceso invocativo de fun-
ciones antes mencionado. Por ello, es importante enfatizar que no se definen
las conjugaciones, lo que se incorpora son nombres y sı́mbolos para las fun-
ciones identificadas, mediante la declaración de condiciones de especificación
con pares de funciones. En cada conjugación de dos funciones apropiadas se
identifica una función, la cual se reconoce con la introducción de un nombre y
un sı́mbolo compuesto, que incluye a las funciones consideradas.

11 Cuando f ∈ RA y se considera f ii {0} , se conviene en llamarla ecuación homogénea


` ´

y a sus elementos ceros de la ecuación.

104 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.4 Conjugación de funciones

2.4.1. Conjugaciones básicas de funciones

Posiblemente la más básica conjugación de funciones proviene del que


las funciones son conjuntos, ya que con f ∈ B A y g ∈ DC lo más simple serı́a
considerar a f ∪ g pero presenta dificultades, por ello para identificar a una
función de una manera sencilla se hace

 
f dg ≡ (p, q) ∈ (A ∪ C) \ (A ∩ C) × (B ∪ D) k (p, q) ∈ f ∪ g (2.24)

llamándola seudounión de f con g , luego f d g ∈ (B ∪ D)(A∪C) \ (A∩C) como


l
puede verificarlo el lector, además f d g ⊆ f ∪ g y se tiene A ∩ C = ∅ `
c
f d g = f ∪ g , pero aún con A ∩ C = ∅ no se presenta la igualdad funcional,
pues estrictamente f ∪ g no es relación dado que la unión no explicı́ta un
producto cartesiano, lo cual excluye la igualdad funcional y hace indispensable
a la conjugación f d g . También debe observarse que de (p, q) ∈ f ∪g ∧ p ∈ A∩C
se sigue p 6∈ Df d g , entonces (p, q) 6∈ f d g , luego ∃ (a, d) ∈ f ∪ g | (a, c) 6∈ f d g
debido a ((60); 32), y de ((1.3); 38) se concluye f ∪ g 6⊆ f d g .

A continuación se presentan otras conjugaciones de funciones, aparente-


mente suficientes para los temas más usuales de la matemática. Casi la totalidad
de estas conjugaciones son totalmente novedosas, posteriormente se presentan
algunas propiedades. La demostración de que estas conjugaciones de funciones
son funciones es laboriosa pero formativa, por ello se deja como ejercicio para
l
el lector.

Para f ∈ B A y g ∈ DC se identifica la composición de g con f, o


simplemente g bola f, haciendo
   
g ◦ f ≡ (a, d) ∈ f ii (C) × D k d = g [f](a) (2.25)
ii   
por lo cual g ◦ f ∈ Df (C)
y ∀ a ∈ f ii (C) | [g ◦ f](a) = g [f](a) .

Con las funciones f ∈ (C B )A y g ∈ (E C )D se identifica g doble bola f

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 105


2.4 Conjugación de funciones Funciones

haciendo
1 
g ◦ f ≡ (a, h) ∈ (A ∩ D) × E B k h = [g](a) ◦ [f](a) (2.26)
1 1
obteniéndose g ◦ f ∈ (E B )A∩D y ∀ a ∈ A ∩ D | [g ◦ f](a) = [g](a) ◦ [f](a) .
F G
Para f ∈ (C B )A y g ∈ (E C )D se identifica g triple bola f
haciendo

2  1
g ◦ f ≡ (a, h) ∈ (F ∩ G) × (E B )A∩D k h = [g](a) ◦ [f](a) (2.27)
2 F ∩G  2  1
luego g ◦ f ∈ (E B )A∩D y ∀ a ∈ F ∩ G | g ◦ f (a) = [g](a) ◦ [f](a) .
F H G I
Para f ∈ (C B )A y g∈ (E C )D se identifica g tetra bola
f haciendo
3  F ∩G 2
g ◦ f ≡ (a, h) ∈ (H ∩ I) × (E B )A∩D k h = [g](a) ◦ [f](a) (2.28)
3 F ∩G  3  2
luego g ◦ f ∈ (E B )A∩D y ∀ a ∈ H ∩ I | g ◦ f (a) = [g](a) ◦ [f](a) .

Con f ∈ B A y g ∈ (E D )C se identifica g triángulo f haciendo


   
g 4 f ≡ (a, c) ∈ (f ii (D) ∩ C) × E k c = [g](a) [f](a) (2.29)
ii   
entonces g 4 f ∈ E f (D)∩C y ∀ a ∈ f ii (D)∩C | [g 4 f](a) = [g](a) [f](a) .
D
Para f ∈ (C B )A y g ∈ (E C )B se identifica g bola triángulo f
haciendo
1 
g 4 f ≡ (a, h) ∈ (A ∩ D) × E B k h = [g](a) 4 [f](a) (2.30)
1 1
por lo cual g 4 f ∈ (E B )A∩D y ∀ a ∈ A∩ D | [g 4 f](a) = [g](a) 4 [f](a) .
F D G
Para f ∈ (C B )A y g∈ (E C )B se identifica g doble bola
triángulo f haciendo
2  1
g 4f ≡ (a, h) ∈ (F ∩ G) × (E B )A∩D k h = [g](a) 4 [f](a) (2.31)
2 F ∩G 2 1
luego g 4 f ∈ (E B )A∩D y ∀ a ∈ F ∩ G | [g 4 f](a) = [g](a) 4
[f](a) .

106 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.4 Conjugación de funciones

Estas conjugaciones pueden parecer complicadas y de difı́cil aplicación, inclu-


so hasta provocar un rechazo inicial. . . es algo inherente a las innovaciones.
Adelante hay sobradas oportunidades para aprovecharlas y familiarizarse, pero
cabe mencionar, que la necesidad de introducirlas sólo se presenta cuando se
explicitan las funciones que ocurren en situaciones de cierta complejidad en la
matemática, es ahı́ donde se consideran y reconocen conjuntos mas complejos
que el sencillo B A , siendo A y B conjuntos “simples”.

Las definiciones anteriores se basan únicamente en la existencia de las


funciones que se conjugan, sin requerir de alguna estructura algebraica para
los conjuntos que participan en la declaración de las funciones. Cuando dichos
conjuntos estén enriquecidos con propiedades de alguna estructura algebraica,
se presenta la posibilidad de introducir nuevas conjugaciones de funciones y
desde luego su combinación con las hasta ahora enunciadas.

Las conjugaciones de funciones recien consideradas, se pueden combi-


nar de muchas maneras. Sin pretender exhaustividad, se citan casos de combi-
naciones frecuentes y algunos vı́nculos entre ellas:

(f ◦ g) ◦ h = f ◦ (g ◦ h) (2.32)

1 1
(f ◦ g) ◦ h = (f ◦ h) ◦ (g ◦ h) (2.33)
1 1
(f ◦ g) ◦ h = f ◦ (g ◦ h) (2.34)
2 2
(f ◦ g) ◦ h = (f ◦ h) ◦ (g ◦ h) (2.35)

(f 4 g) ◦ h = (f ◦ h) 4 (g ◦ h) (2.36)
1 1
(f 4 g) ◦ h = (f ◦ h) 4 (g ◦ h) (2.37)
1 1 1 1
(f ◦ g) ◦ h = f ◦ (g ◦ h) (2.38)
1 1 1 1 1
(f 4 g) ◦ h = (f ◦ h) 4 (g ◦ h) (2.39)
2 1 1 2 1
(f ◦ g) ◦ h = (f ◦ h) ◦ (g ◦ h) (2.40)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 107


2.4 Conjugación de funciones Funciones

1
(f ◦ g) 4 h = f 4 (g 4 h) (2.41)
1
(f 4 g) 4 h = (f 4 h) 4 (g 4 h) (2.42)
2 1
(f ◦ g) 4 h = (f 4 h) ◦ (g 4 h) (2.43)
2 1
(f 4 g) 4 h = (f 4 h) 4 (g 4 h) (2.44)
l
dejando al lector la demostración de los comportamientos enunciados, pero
como ejemplo se plantea a la siguiente proposición y se complementa el tema
considerando la imagen directa e inversa para la composición de dos funciones
que participa en algunas de las conjugaciones enunciadas.

Proposición 2.4.1. Sean f ∈ B A , g ∈ DC y h ∈ F E .

(f d g) ◦ h = (f ◦ h) d (g ◦ h) y f ◦ (g d h) = (f ◦ g) d (f ◦ h) .

 
Demostración.– Dado que (f ◦ h) d (g ◦ h) ∈ (B ∪ D)M ∧ (f d g)◦ h ∈ (B ∪
D)M en donde M ≡ hii (A ∪ C) \ hii (A ∩ C) debido a ((2.24); 105) con ((2.25);

105) y el teorema (2.3.10; 103), de ξ ∈ M se sigue ξ ∈ hii(A) ∪ hii (C) ∧ ξ 6∈

hii (A) ∩ hii (C) debido a ((1.24); 48), ((1.25); 48) con ((47); 26) y el teorema
 
(2.3.9); 102), luego ξ ∈ hii (A) ∨ ξ ∈ hii (C) ∧ ¬ ξ ∈ hii (A) ∧ ξ ∈ hii (C) de
((1.21); 47) y ((1.33); 50) con ((47); 26), por lo cual se tiene ξ ∈ hii(A) y ξ 6∈
 
hii (C) o ξ ∈ hii (C) y ξ 6∈ hii(A) debido a ((12); 16) y ((1); 10) presentándose
dos casos:

De ξ ∈ hii(A) y ξ 6∈ hii (C) se infiere [h](ξ) ∈ A , luego [(f d g) ◦ h](ξ) =
       
f [h](ξ) y también (f ◦ h) d (g ◦ h) (ξ) = f [h](ξ) , obteniéndose
 
[(f d g) ◦ h](ξ) = (f ◦ h) d (g ◦ h) (ξ) .

De ξ ∈ hii (C) y ξ 6∈ hii (A) se sigue [h](ξ) ∈ C , por lo cual [(f d g) ◦
       
h](ξ) = g [h](ξ) y (f ◦ h) d (g ◦ h) (ξ) = g [h](ξ) , luego [(f d g) ◦
 
h](ξ) = (f ◦ h) d (g ◦ h) (ξ) .

108 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.4 Conjugación de funciones

   
Entonces ∀ p ∈ M | (f d g) ◦ h (p) = (f ◦ h) d (g ◦ h) (p) de ((61); 32) y de
((2.16); 90) se concluye (f d g) ◦ h = (f ◦ h) d (g ◦ h) .

Ahora, como de ((2.24); 105) y ((2.25); 105) se tiene (f ◦ g) d (f ◦ h) ∈ B N


 ii
con N ≡ (gii (A) ∪ hii (A)) \ gii (A) ∩ hii (A) y f ◦ (g d h) ∈ B (g d h) (A) , en
l
donde (g d h)ii (A) = N como puede verificarlo el lector, de η ∈ N se sigue
 
η ∈ gii (A) ∨ η ∈ hii (A) ∧ ¬ η ∈ gii (A) ∧ η ∈ hii (A) debido a ((1.24); 48),

((1.21); 47), ((1.25); 48), ((47); 26) y ((1.33); 50), luego η ∈ gii (A) y η 6∈ hii(A)

o η ∈ hii (A) y η 6∈ gii (A) de ((12); 16) con ((1); 10) presentándose dos casos:
 
De η ∈ gii (A) y η 6∈ hii (A) se tiene η ∈ C , por lo cual f ◦ (g d h) (η) =
     
f [g](η) y (f ◦ g) d (f ◦ h) (η) = f [g](η) .
 
De η ∈ hii (A) y η 6∈ gii (A) se sigue η ∈ E , luego f ◦ (g d h) (η) =
     
f [h](η) y (f ◦ g) d (f ◦ h) (η) = f [h](η) .
   
Entonces ∀ p ∈ M | f ◦ (g d h) (p) = (f ◦ g) d (f ◦ h) (p) de ((61); 32) y de
((2.16); 90) se concluye f ◦ (g d h) = (f ◦ g) d (f ◦ h) . 

Teorema 2.4.1. Sean E un conjunto, f ∈ B A y g ∈ DC .


 
(g ◦ f)id (E) = gid f id (E) ∧ (g ◦ f)ii (E) = f ii gii (E) .


Demostración.– Para ξ ∈ gid f id (E) se sigue ξ ∈ D y ∃ c ∈ f id (E) | (c, ξ) ∈ g
debido a ((1.6); 41), y con η ∈ f id (E) y (η, ξ) ∈ g también se obtiene η ∈ B
y ∃ b ∈ E | (b, η) ∈ f nuevamente de ((1.6); 41), luego con ω ∈ E y (ω, η) ∈ f

se tiene [f](ω), ξ ∈ g, por lo cual (ω, ξ) ∈ g ◦ f de ((2.25); 105), entonces
∃ e ∈ E | (e, ξ) ∈ g ◦ f debido a ((60); 32) y se sigue ξ ∈ (g ◦ f)id (E), por lo

tanto ∀ d ∈ gid f id (E) | d ∈ (g ◦ f)id (E) debido a ((61); 32), concluyéndose

gid f id (E) ⊆ (g ◦ f)id (E) .

Ahora, para ξ ∈ (g ◦ f)id (E) se sigue ξ ∈ D y ∃ e ∈ E | (e, ξ) ∈ g ◦ f debido a



((1.6); 41), y con ω ∈ E y (ω, ξ) ∈ g ◦ f se obtiene [f](ω), ξ ∈ g de ((2.25);

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 109


2.4 Conjugación de funciones Funciones


105), por lo cual [f](ω) ∈ B y ∃ b ∈ E | b, [f](ω) ∈ f debido a ((60); 32), luego
[f](ω) ∈ f id (E) también de ((1.6); 41), entonces ξ ∈ D y ∃ θ ∈ f id (E) | (θ, ξ) ∈ g

de ((60); 32), por lo tanto ξ ∈ gid f id (E) otra vez de ((1.6); 41), y con ((61);

32) se sigue ∀ d ∈ (g ◦ f)id (E) | d ∈ gid f id (E) , obteniéndose (g ◦ f)id (E) ⊆
 
gid f id (E) , y de ((1.10); 43) se concluye (g ◦ f)id (E) = gid f id (E) . El otro
l
enunciado se deja al lector como ejercicio. 

Corolario 2.4.1. Sean C y D conjuntos y f ∈ B A .

(f ◦ IC )id (D) = f id (C ∩ D) ∧ (f ◦ IC )ii (D) = C ∩ f ii (D) .

Demostración.– Es inmediata del teorema (2.4.1; 109) y ((2.22); 97). 

Los sı́mbolos compuestos asignados a las conjugaciones de funciones


recién introducidas, deben interpretarse como sı́mbolos no fraccionables, aún
cuando los sı́mbolos asociados a las funciones participantes posean un signficado
independiente a la conjugación. Sin embargo, ante la consideración de conjuntos
especı́ficos y apropiados, con las condiciones de especificación consideradas en
las conjugaciones de funciones, es posible identificar a funciones. Por ejemplo,

para un conjunto A se puede pensar en GA ≡ f ∈ AA | f biyectiva y
  
con ((2.25); 105) hacer 12 ◦GA ≡ (f, g), h ∈ GA × GA × GA k h = g ◦ f
teniéndose 13 ◦GA ∈ GA (GA ×GA ) como es fácil verificar, y para (f, g) ∈ GA × GA
  
se sigue ◦GA (f, g) = g ◦ f . Pero cuidado, con este planteamiento resulta
tentador hacer g ◦GA f ≡ [◦GA ]((f, g)) , pero esto llevaria a g ◦GA f = g ◦ f y
de ello pensar temerariamente que ◦ = ◦GA , lo cual es totalmente erroneo.

H También se puede ver que GA es grupo con respecto a ◦GA


12 A una función cuyo dominio es el producto cartesiano de un conjunto con si mismo,
tradicionalmente se le llama operación binaria en el conjunto. Ası́ entonces ◦G(A) es una
operación binaria en GA .
13 Cuando el contradominio de una operación binaria en un conjunto es el mismo conjunto,
se dice que es una operación binaria cerrada.

110 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.4 Conjugación de funciones

(véase pág.147), pues:


        
∀ f & g & h ∈ GA | ◦GA f, ◦GA (g, h) = ◦GA ◦GA
 
(f, g) , h .
    
{IA } = g ∈ GA k ∀ f ∈ GA | [◦GA ] (f, g) = ◦GA (g, f) ∧
  
◦GA (f, g) = f .
      
∀ f ∈ GA | ∃ g ∈ GA | h ∈ GA k ◦GA (f, h) = ◦GA (h, f) ∧
  
◦GA (f, h) ) = IA = {g} . N

El uso de sı́mbolos como conexiones entre dos funciones es frecuente, sin que den
lugar a conjugaciones de funciones y se debe estar atento a ello. Por ejemplo, el
orden de los reales permite introducir a los sı́mbolos < y ≤ como conexiones
entre dos funciones, pues con f ∈ RA ∧ g ∈ RB se hace f < g cuando ∀ a ∈
A ∩ B | [f](a) < [g](a) , y f ≤ g cuando ∀ a ∈ A ∩ B | [f](a) ≤ [g](a). Conviene
observar, que al combinar estos conectivos con un par de funciones, sólo se
expresa un comportamiento de las funciones, sin identificar otra función, por
lo que no constituyen otras conjugaciones de funciones.

2.4.2. Restricción de funciones

Con la conexión ◦ se identifican variantes de funciones de una manera


simple, pero muy trascendente. En efecto, con f ∈ B A y un conjunto C, se
puede considerar a la funciones IC ◦f y f ◦IC llamadas restricción izquierda
de f en C y restricción derecha de f en C, respectivamente. Un nombre
no del todo muy atinado para la restricción izquierda, ya que cuando B ⊂ C
se tiene una ampliación del contradominio de f pues IC ◦ f ∈ C A , ya que
f ii (C) = A del inciso (8) de ((2.3.9); 102) con el teorema (2.3.2; 97), sin
embargo en general puede provocar restricciones tanto en el contradominio
como en el dominio, dado que DIC ◦f = f ii (C) en donde f ii (C) ⊆ A. En
cuanto a la restricción derecha, para un conjunto D se tiene Df◦ID = IDii (A)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 111


2.4 Conjugación de funciones Funciones

con IDii (A) = A ∩ D de ((2.22); 97), provocando una restricción en el dominio


original, pero también Rf◦ID ⊆ Rf dado que para ω ∈ Rf◦ID se sigue ω ∈ B
y ∃ q ∈ A ∩ D | (q, ω) ∈ f ◦ ID de ((1.6); 41), y con ξ ∈ A ∩ D y (ξ, ω) ∈ f ◦ ID se
infiere ξ ∈ A debido a ((1.6); 41) y (ξ, ω) ∈ f, luego ∃ p ∈ A | (p, ω) ∈ f de ((60);
32), por lo cual ω ∈ Rf nuevamente de ((1.6); 41), entonces ∀ s ∈ Rf◦ID | s ∈ Rf
de ((61); 32) y se concluye
Rf◦ID ⊆ Rf . (2.45)

Obsérvese que para C conjunto se tiene f ∈ B A ∧ C 6= B ` IC ◦ f 6=


c
f ◦ If ii (C) , aún cuando IC ◦ f = If ii (C) , sin embargo Rf ⊆ C ` f ◦ If ii (C) = f
pues f ii (C) = A. Un caso particular de restricción ocurre con la conjugación
IB ◦ IA , para la cual se sigue

A ∩ B 6= ∅ ` ∅ 6= IB ◦ IA ∧ IB ◦ IA ∈ B A∩B (2.46)

obteniéndose el comportamiento deseado para las funciones inclusión tradi-


cionales, pero sin la intrı́nseca ambigüedad de su contradominio, por lo que
aquı́ unı́camente se considera IB ◦ IA ∈ B A∩B , y se le llama función inclusión
de A en B, sustituyendo a la definición anterior.

También debe mencionarse que cuando con f ∈ B A , g ∈ B C y D y E


conjuntos se tiene f ◦ ID = g ◦ IE , se sigue f ◦ ID ∈ B A∩D ∧ g ◦ IE ∈ B C∩E y
además A ∩ D = C ∩ E ∧ ∀ p ∈ A ∩ D | [f](p) = [g](p), permitiendo exhibir los
vı́nculos entre las propiedades que puedan poseer las funciones f y g lo cual
será muy utilizado posteriormente.

Proposición 2.4.2. Sean f ∈ B A y un conjunto C .

c
Rf ⊆ C ` IC ◦ f ∈ C A ∧ IC ◦ f = f .

ii
Demostración.– Para (ξ, η) ∈ IC ◦ f se tiene ξ ∈ f ii (C) pues IC ◦ f ∈ C f (C)

debido a ((2.25); 105), luego ξ ∈ A y ∃ p ∈ C | (ξ, p) ∈ f de ((1.6); 41), y con


ω ∈ C y (ξ, ω) ∈ f se sigue ω ∈ B y ω = [f](ξ), por lo cual [f](ξ) ∈ C , y como

112 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.4 Conjugación de funciones

 
η = [IC ◦ f](ξ) = IC ] [f](ξ) se obtiene η = [f](ξ), por lo cual (ξ, η) ∈ f,
entonces ∀ (p, q) ∈ IC ◦ f | (p, q) ∈ f debido a ((61); 32) y se sigue IC ◦ f ⊆ f.
Ahora, con (ξ, η) ∈ f se sigue η ∈ B y ∃ q ∈ B | (q, η) ∈ f de ((60); 32),
luego η ∈ Rf debido a ((1.6); 41), por lo cual η ∈ C de ((62); 33), entonces
(ξ, η) ∈ IC ◦ f, obteniéndose ∀ (p, q) ∈ f | (p, q) ∈ IC ◦ f de ((61); 32), por
c
consiguiente f ⊆ IC ◦ f concluyéndose f = IC ◦ f de ((1.10); 43), por lo tanto
Df = DIC ◦f debido a ((1.84); 77), en donde Df = A y DIC ◦f = f ii (C), por
lo tanto IC ◦ f ∈ C A. 

Es frecuente que para f ∈ C A, g ∈ C B se presenten algunos comporta-


mientos que deben ser comentados y que trascienden enormemente en todo lo
que sigue:

Cuando para D y E conjuntos se tiene f ◦ ID = g ◦ IE se sigue Df◦ID =


Dg◦IE con Df◦ID = A ∩ D y Dg◦IE = B ∩ E, entonces

f ∈ CA ∧ g ∈ CB (f ◦ ID = g ◦ IE ` A ∩ D = B ∩ E) . (2.47)

De ∀ p ∈ D | [f](p) = [g](p) se sigue f ◦ ID = g ◦ ID , esto se debe a que de



ξ ∈ D se infiere [f](ξ) = [g](ξ) por ((62); 33), en donde ξ, [f](ξ) ∈ f,
luego ξ ∈ A, por lo cual ξ ∈ A ∩ D debido a ((1.33); 50) y de igual manera
se infiere ξ ∈ B ∩ D, entonces ∀ p ∈ D | p ∈ A ∩ D y ∀ p ∈ D | p ∈ B ∩ D de
((61); 32), por lo cual D ⊆ A ∩ D y B ∩ D ⊆ D , y como A ∩ D ⊆ D
y B ∩ D ⊆ D de ((1.31); 49), con ((1.10); 43) se obtiene A ∩ D = D y
B ∩ D = D, es decir D = Df◦ID y D = Dg◦ID , por lo tanto f ◦ ID ∈
C D ∧ g ◦ ID ∈ C D y ∀ p ∈ D | [f ◦ ID ](p) = [g ◦ ID ](p), y con ((2.16); 90)
se concluye

f ∈ CA ∧ g ∈ CB ∀ p ∈ D | [f](p) = [g](p) ` f ◦ ID = g ◦ ID . (2.48)

De f ◦ IB = g se tiene A ∩ B = B debido a ((2.25); 105), luego B ⊆ A


de ((1.31); 49), por lo tanto

f ∈ CA ∧ g ∈ CB (f ◦ IB = g ` B ⊆ A) . (2.49)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 113


2.5 Función inversa Funciones

De f ◦ ID = g ◦ ID ∧ B ⊆ D se sigue g ◦ ID = g pues B ∩ D = B
debido a ((1.34); 50), entonces A ∩ D = B de ((2.25); 105), por lo cual
f ◦ ID = f ◦ IB y se infiere f ◦ IB = g, luego

f ∈ CA ∧ g ∈ CB f ◦ ID = g ◦ ID ∧ B ⊆ D ` f ◦ IB = g) . (2.50)

Obsérvese que de A ⊆ D directamente se infiere f ◦ ID = f debido a


((2.25); 105), pero como también se tiene f ◦ ID = f ◦ ID , de ((2.50);
114) se sigue f ◦ ID = f lo cual muestra una compatibilidad interesante
e indispensable.

Aprovechando el concepto de restricción derecha y la relación ≤ de R ,


para f ∈ FA×R ∧ g ∈ FB×R se hace f ◦ IB ≤ g ◦ IA ≡ ∀ p ∈ A ∩ B | [f ](p) ≤
[g](p)] con lo que se incorpora a la proposición hf ◦IB ≤ g◦IA i, y análogamente
con f ◦ IB < g ◦ IA ≡ ∀ p ∈ A ∩ B | [f ](p) < [g](p), asignando nuevos sig-
nificados a los sı́mbolos ≤ y < los cuales pueden ser interpretados como conec-
tores para funciones de esta naturaleza y con frecuencia resultan convenientes,
pero debe mencionarse que con ellos no se establecen conjugaciones de dichas
funciones.

2.5. Función inversa

Como B A ⊆ P(A × B) las funciones heredan lo establecido para la


inyectividad y suprayectividad de relaciones, y su importancia obliga a intro-
ducir algunos conceptos e identificar ciertos comportamientos en términos de
la imagen directa e inversa.

Teorema 2.5.1. Sean f ∈ B A , C y D conjuntos.

f inyectiva ` f id (C \ D) ∩ f id (D) = ∅ .

114 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.5 Función inversa

Demostración.– De f id (C \ D) ∩ f id (D) 6= ∅ se sigue ∃ η ∈ f id (C \ D) ∩


f id (D) | η = η del teorema (1.3.6; 63), pero de ξ ∈ f id (C \ D) ∩ f id (D) ∧ ξ = ξ
 
se tiene ξ ∈ B y ∃ ω ∈ C \ D | (ω, ξ) ∈ f ∧ ∃ ω ∈ D | (ω, ξ) ∈ f , y con
α ∈ C \ D ∧ (α, ξ) ∈ f y β ∈ D ∧ (β, ξ) ∈ f se infiere α 6= β debido a ((1.25);
48) con ((47); 26) y ((56); 30), luego ¬(f inyectiva) de ((1.87); 78) y con ((47);
26) se concluye f inyectiva ` f id (C \ D) ∩ f id (D) = ∅ . 

Corolario 2.5.1. Sean f ∈ B A , C y D conjuntos.

f inyectiva ` f id (C \ D) = f id (C) \ f id (D) .

Demostración.– Inmediata del teorema (2.5.1; 114) con ((1.73); 65). 

Teorema 2.5.2. Sean f ∈ B A y g ∈ DC .

f inyectiva ∧ g inyectiva ` g ◦ f inyectiva .

Demostración.– De ¬(g◦f inyectiva) se sigue ∃ (a, b) ∈ g◦f | ∃ c ∈ f ii (C) \ {a}


| (c, b) ∈ g ◦ f , luego con (η, ω) ∈ g ◦ f y ∃ c ∈ f ii (C) \ {η} | (c, ω) ∈ g ◦ f se
     
tiene ξ ∈ f ii (C) \ {η} y (ξ, ω) ∈ g ◦ f, entonces g [f](η) = g [f](ξ) de
((2.25); 105) y ξ ∈ A \ {η} ya que f ii (C) ⊆ A, presentándose la dicotomı́a
[f](η) = [f](ξ) o [f](η) 6= [f](ξ) :
 
1. Con [f](η) = [f](ξ) se sigue η, [f](η) ∈ f y ξ, [f](η) ∈ f, y de ((60);

32) se obtiene ∃ c ∈ A \ {η} | (c, [f](η) ∈ f, luego ∃ (a, b) ∈ f | ∃ c ∈ A \ {a}
| (c, b) ∈ f nuevamente de ((60); 32), entonces (f inyectiva)f y se con-
cluye ( f inyectiva ∧ g inyectiva )f.
        
2. Dado que g [f](η) = g [f](ξ) , se sigue [f](η), g [f](η) ∈ g y
  
[f](ξ), g [f](η) ∈ g , en donde [f](ξ) ∈ C ya que ξ ∈ f ii (C) , por lo
   
tanto de [f](η) 6= [f](ξ) se tiene ∃ c ∈ C \ [f](η) | c, g [f](η) ∈ g
de ((60); 32), luego ∃ (a, b) ∈ g | ∃ c ∈ C \ {a} | (c, b) ∈ g también de-
bido a ((60); 32), entonces (g inyectiva)f y se obtiene ( f inyectiva ∧
g inyectiva )f. 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 115


2.5 Función inversa Funciones

Teorema 2.5.3. Sean f ∈ B A y g ∈ DC .

g ◦ f inyectiva ` f ◦ If ii (C) inyectiva ∧ g ◦ IRf inyectiva .

Demostración.– De (f ◦ If ii (C) inyectiva ∧ g ◦ IRf inyectiva)f se tiene:

1. De (f ◦If ii (C) inyectiva)f se sigue ∃ (a, b) ∈ f ◦If ii (C) | ∃ c ∈ f ii (C) \ {a} |


(c, b) ∈ f ◦ If ii (C) ya que Df◦If ii (C) = f ii (C), entonces (η, ω) ∈ f ◦ If ii (C)
y ∃ c ∈ f ii (C) \ {η} | (c, ω) ∈ f ◦ If ii (C) , por lo cual ξ ∈ f ii (C) \ {η} y
(ξ, ω) ∈ f ◦ If ii (C) , y como f ◦ If ii (C) ⊆ f se tiene (η, ω) ∈ f y (ξ, ω) ∈ f.
Además ∃ c ∈ C | (ξ, c) ∈ f luego θ ∈ C y (ξ, θ) ∈ f, pero de θ 6= ω se
tendrı́a ∃ (a, b) ∈ f | ∃ c ∈ A \ {a} | (c, b) ∈ f que lleva a f 6∈ B A de ((2.15);
89), por lo tanto θ = ω .

Entonces ω ∈ C y se sigue ∃ d ∈ D | (ω, d) ∈ g , luego λ ∈ D y (ω, λ) ∈ g ,


     
por lo cual λ = g [f](η) y λ = g [f](ξ) con (η, λ) ∈ f ii (C) × D y
(ξ, λ) ∈ f ii (C) × D, obteniéndose (η, λ) ∈ g ◦ f y (ξ, λ) ∈ g ◦ f de ((2.25);
105), por lo tanto ∃ (a, b) ∈ g ◦ f | ∃ c ∈ f ii (C) \ {a} | (c, b) ∈ g ◦ f y se
concluye (g ◦ f inyectiva)f.

2. De (g◦IRf inyectiva)f se tiene ∃ (a, b) ∈ g◦IRf | ∃ c ∈ C∩Rf \ {a} | (c, b) ∈


g ◦ IRf pues Dg◦IRf = C ∩ Rf , luego (η, ω) ∈ g ◦ IRf y ∃ c ∈ (C ∩
Rf ) \ {η} | (c, ω) ∈ g ◦ IRf , entonces ξ ∈ (C ∩ Rf ) \ {η} y (ξ, ω) ∈ g ◦ IRf ,
por lo cual (ξ, ω) ∈ g y (η, ω) ∈ g ya que g ◦ IRf ⊆ g . Además ∃ a ∈
A | (a, ξ) ∈ f , luego λ ∈ A y (λ, ξ) ∈ f , y como ξ ∈ C se sigue λ ∈ f ii (C) ,
pero η ∈ C ∩ Rf , por lo cual ∃ a ∈ A | (a, η) ∈ f obteniéndose θ ∈ A y
(θ, η) ∈ f , luego θ ∈ f ii (C) ya que η ∈ C . También se tiene λ 6= θ , pues
de λ = θ se sigue ∃ (a, b) ∈ f | ∃ c ∈ B \ {b} | (a, c) ∈ f , lo cual lleva a
f 6∈ B A de ((2.15);89).
     
Entonces ω = g [f](λ) y ω = g [f](θ) con (λ, ω) ∈ f ii (C) × D y
(θ, ω) ∈ f ii (C) × D, obteniendo (λ, ω) ∈ g ◦ f y (θ, ω) ∈ g ◦ f de ((2.25;

116 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.5 Función inversa

105), por lo tanto ∃ (a, b) ∈ g ◦ f | ∃ c ∈ f ii (C) \ {a} | (c, b) ∈ g ◦ f debido


a ((60); 32) y se concluye (g ◦ f inyectiva)f. 

Teorema 2.5.4. Sea f ∈ B A .

f 6= ∅ ∧ f suprayectiva ` ∀ C ∈ P(B) \ {∅} | f ii (C) 6= ∅ .

Demostración.– De f 6= ∅ se sigue A 6= ∅ ∧ B 6= ∅ de ((2.10); 89) con ((47);


89) y ((1); 10), luego para D ∈ P(B) \ {∅} se tiene D ⊆ B ∧ D 6= ∅ debido
a ((1.23); 48), además ∃ p ∈ D | p = p de los teoremas (1.3.9; 68) y (1.3.6; 63),
y con ξ ∈ D y ξ = ξ se infiere ∃ a ∈ A | (a, ξ) ∈ f de ((1.85); 77) y ((62); 33)
ya que ξ ∈ B, y con η ∈ A y (η, ξ) ∈ f se obtiene ξ ∈ D ∧ ∃ a ∈ A | (a, ξ) ∈ f
debido a ((40); 21), por lo cual ξ ∈ f ii (D) de ((1.6); 41), y con ((1.61); 59) se
concluye f ii (D) 6= ∅ . 

Teorema 2.5.5. Sean f ∈ B A y g ∈ DC .

g ◦ f suprayectiva a ` g ◦ IRf suprayectiva .

Demostración.– Con g ◦f suprayectiva se sigue ∀ d ∈ D | ∃ a ∈ f ii (C) | (a, d) ∈


g ◦ f de ((1.85); 77) puesto que Dg◦f = f ii (C) de ((2.25); 105), entonces de
ξ ∈ D se tiene ∃ a ∈ f ii (C) | (a, ξ) ∈ g ◦ f debido a ((62); 33), luego η ∈ f ii (C) y
  
(η, ξ) ∈ g ◦ f, por lo cual ξ = g [f](η) de ((2.25); 105), en donde [f](η) ∈ C ∩

Rf de la primera inferencia del teorema (2.3.8; 100). Además [f](η), [f](η) ∈
    
IRf , entonces [f](η), ξ) ∈ (C ∩ Rf ) × D y ξ = g IRf [f](η) , obteniendo
[f](η), ξ) ∈ g ◦ IRf de ((2.25); 105), por lo tanto ∀ d ∈ D | ∃ c ∈ C ∩ Rf | (c, d) ∈
g ◦ IRf de ((61); 32), y con ((1.85); 77) se concluye g ◦ IRf suprayectiva.

Ahora de g ◦ IRf suprayectiva se tiene ∀ d ∈ D | ∃ c ∈ C ∩ Rf | (c, d) ∈ g ◦ IRf de


((1.85); 77), luego de ξ ∈ D se sigue ∃ c ∈ C ∩ Rf | (c, ξ) ∈ g ◦ IRf debido a ((62);
33), entonces η ∈ C ∩ Rf y (η, ξ) ∈ g ◦ IRf , por lo cual ∃ a ∈ A | (a, η) ∈ f ,
obteniéndose λ ∈ A y (λ, η) ∈ f y también λ ∈ f ii (C) . Además (η, ξ) ∈ g

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 117


2.5 Función inversa Funciones

  
pues g ◦ IRf ⊆ g, por lo tanto ξ = g [f](λ) con (λ, ξ) ∈ f ii (C) × D, luego
(λ, ξ) ∈ g ◦ f de ((2.25); 105), entonces ∃ a ∈ f ii (C) | (a, d) ∈ g ◦ f debido a
((60); 32), y de ((61); 32) se tiene ∀ d ∈ D | ∃ a ∈ f ii (C) | (a, d) ∈ g ◦ f, luego con
((1.85); 77) se concluye g ◦ f suprayectiva. 

Corolario 2.5.2. Sean f ∈ B A y g ∈ C B .

g biyectiva ∧ f biyectiva ` g ◦ f biyectiva .

Demostración.– Como Rf = B pues f suprayectiva, se sigue g ◦ IRf


suprayectiva ya que g = g ◦ IB , entonces g ◦ f suprayectiva debido al teo-
rema (2.5.5; 117), y del teorema (2.5.2; 115) se concluye g ◦ f biyectiva. 

Con la conjugación bola se introducen los conceptos de funciones inver-


sas e invertibles, todos ellos muy importantes, para lo cual se considera f ∈ B A
y se procede como sigue:

(g función inversa derecha de f ) ≡ ∃ g ∈ AB | f ◦ g = IB .

(g función inversa izquierda de f ) ≡ ∃ g ∈ AB | g ◦ f = IA .

(f invertible) ≡ ∃ g ∈ AB | (f ◦ g = IB ∧ g ◦ f = IA ) y se conviene
en hacer 14 f inv ≡ g a la cual se le llama función inversa de f .

Obsérvese que de g función inversa derecha de f , también se tiene que f


función inversa izquierda de g , y análogamente se obtiene

f invertible ` f inv invertible ∧ f = (f inv )inv . (2.51)

Teorema 2.5.6. Sea f ∈ B A .

f invertible ` ∀ (a, b) ∈ f | (b, a) ∈ f inv .

14 También se utiliza al sı́mbolo f −1 para la función inversa de f , pero resulta ambiguo


con la notación empleada para la potenciación de una función § 6.2 pág. 208.

118 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.5 Función inversa

Demostración.– De f inv ◦ f = IA y (ξ, η) ∈ f se tiene ξ = [IA ](ξ) =


     
[f inv ◦ f](ξ) = f inv [f](ξ) con f inv [f](ξ) = [f inv ](η) de ((2.25); 105),
luego (η, ξ) ∈ f inv , por lo cual ∀ (a, b) ∈ f | (b, a) ∈ f inv ) de ((61); 32). 

Teorema 2.5.7. Sean f ∈ B A y h, g ∈ AB .

f ◦ g = IB ∧ h ◦ f = IA ` g = h .

Demostración.– Dado que g = IA ◦ g y h = h ◦ IB , se sigue g = (h ◦ f) ◦ g =


h ◦ (f ◦ g) = h ◦ IB = h debido a ((2.32); 107). 

Teorema 2.5.8. Sean f ∈ B A y C y D conjuntos.


 
f invertible ` f id (f inv )id (C) = B ∩ C ∧ f ii (f inv )ii (D) = A ∩ D .

Demostración.– Del teorema (2.4.1; 109) (f ◦ f inv )id (C) = f id (f inv )id (C) ,
y como f ◦ f inv = IB se sigue (f ◦ f inv )id (C) = B ∩ C de ((2.22); 97), luego
 
f id (f inv )id (C) = B ∩ C. Análogamente, (f ◦ f inv )ii (D) = f ii (f inv )ii (D)
también del teorema (2.4.1; 109), en donde f ◦ f inv = IB , por lo cual (f ◦

f inv )ii (D) = A ∩ D debido a ((2.22); 97), por lo cual f ii (f inv )ii (D) =
A ∩ D. 

Teorema 2.5.9. . . . Sea f ∈ B A .

f biyectiva a ` f invertible .

Demostración.– De f es invertible se sigue f ◦ f inv = IB , luego f ◦ f inv


suprayectiva ya que IB suprayectiva de ((2.23); 98), por lo cual f ◦ IRf inv
suprayectiva debido al teorema (2.5.5; 117), y como Rf inv = A se tiene f =
f ◦ IRf inv , por lo cual f suprayectiva. Pero también f inv ◦ f = IA , luego
f inv ◦ f inyectiva pues IA inyectiva, entonces f ◦ If ii (B) inyectiva del teorema
(2.5.3; 116), en donde f = f ◦If ii (B) pues f ii (B) = A, por lo tanto f inyectiva
y se concluye f biyectiva.

Ahora de f biyectiva y con g ≡ (b, a) ∈ B × A k (a, b) ∈ f se tiene:

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 119


2.5 Función inversa Funciones

De (A = ∅ ∨ B = ∅) se sigue f = I∅ y g = I∅ del corolario (1.4.2; 76),


luego f ◦ g = I∅ ∧ g ◦ f = I∅ y se obtiene f invertible con f inv = f .

De (A = ∅ ∨ B = ∅)f se infiere A 6= ∅ y B 6= ∅ debido a ((1); 10),


además Rf = B pues f suprayectiva , y con ξ ∈ B se sigue ∃ a ∈
A | (a, ξ) ∈ f debido a ((62); 33), y como con η ∈ A ∧ (η, ξ) ∈ f se
tiene (ξ, η) ∈ B × A , entonces (ξ, η) ∈ g de ((1.6); 41) y se obtiene
∃ a ∈ A | (ξ, a) ∈ g debido a ((60); 32), luego ∀ b ∈ B | ∃ a ∈ A | (b, a) ∈ g
de ((61); 32), por lo tanto Dg = B . Además para ξ ∈ A se infiere
  
[f](ξ), ξ ∈ B × A y ξ, [f](ξ) ∈ f , por lo cual [f](ξ), ξ ∈ g debido a
  
((1.6); 41), entonces g [f](ξ) = ξ, obteniéndose (ξ, ξ) ∈ g◦f de ((2.25);
105) ya que (ξ, ξ) ∈ A × A, luego [g ◦ f](ξ) = ξ , y como [IA ](ξ) = ξ se
sigue ∀ a ∈ A | [g ◦ f](ξ) = [IA ](ξ), con lo que se concluye g ◦ f = IA de
l
((2.16); 90). De manera similar el lector puede demostrar f ◦ g = IB , por
lo tanto f invertible . 

Corolario 2.5.3. Sea A conjunto.

IA = IA inv .

Demostración.– De ((2.23); 98) y el teorema (2.5.9; 119) se sigue IA inver-


tible, luego IA ◦ IA inv = IA ∧ IA inv ◦ IA = IA , entonces IA = IA inv debido al
teorema (2.5.7; 119). 

Teorema 2.5.10. Sean g ∈ B A y f ∈ C B .

f invertible ∧ g invertible ` f ◦ g invertible ∧ (f ◦ g)inv = ginv ◦ f inv .

Demostración.– Del teorema (2.5.9; 119) y el corolario (2.5.10; 120) se infiere


f ◦ g invertible, y de ξ ∈ C se tiene ∃ b ∈ B | (b, ξ) ∈ f , y con η ∈ B ∧ (η, ξ) ∈ f
se sigue ∃ a ∈ A | (a, η) ∈ g , y con ρ ∈ A ∧ (ρ, η) ∈ g se obtiene (ξ, η) ∈ f inv ∧
(η, ρ) ∈ ginv debido al teorema (2.5.6; 118), luego (ξ, ρ) ∈ ginv ◦ f inv ∧ (ρ, ξ) ∈

120 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.6 Funciones contextuales

f ◦ g de ((2.25); 105), entonces (ξ, ρ) ∈ ginv ◦ f inv ∧ (ξ, ρ) ∈ (f ◦ g)inv también


 
del teorema (2.5.6; 118), por lo tanto ∀ c ∈ C | [ginv ◦ f inv ](c) = (f ◦ g)inv (c)
de ((61); 32) con ginv ◦ f inv ∈ AC ∧ (f ◦ g)inv ∈ AC , de lo cual se concluye
(f ◦ g)inv = ginv ◦ f inv debido a ((2.16); 90). 

Ahora es oportuno retomar al concepto de ecuación (véase pág.104),



recuérdese que con f ∈ B A y ξ ∈ Rf se sigue f ii {ξ} 6= ∅ , es decir los
elementos del rango de f tienen solución, pero su identificación depende de
la naturaleza de f . El problema puede orientarse mediante la invocación de
una función inversa derecha de f , o sea con g ∈ AB ∧ f ◦ g = IB , ya que
   
se tendrı́a f [g](ξ) = ξ , luego [g](ξ), ξ ∈ f , y como ξ ∈ {ξ} se infiere
 
[g](ξ) ∈ A ∧ ∃ q ∈ {ξ} | [g](ξ), q ∈ f de ((60); 32), entonces [g](ξ) ∈ f ii {ξ}}
debido a ((1.6); 41), por lo tanto de ((61); 32) se obtiene


∃ g ∈ AB | f ◦ g = IB ` ∀ p ∈ Rf | [g](p) ∈ f ii {p}} (2.52)

lo cual identifica a soluciones de la ecuaciones asociadas a f . Sin embargo esto


no lleva a la identificación de todas las soluciones de las diversas ecuaciones
asociadas a f , para ello se requerirı́a que f fuese inyectiva como lo puede
l
comprobar el lector.

2.6. Funciones contextuales

Las funciones contextuales estan asociadas a sı́mbolos incom-


pletos y son identificadas por su conjugación con otras funciones, las cuales
ocurren en muchos aspectos de la matemática, sin que se les reconozca su natu-
raleza funcional.

En general y por sı́ mismos, los sı́mbolos incompletos son insuficientes


para identificar, sin ambigüedad, las funciones contextuales, es decir, estricta-
mente no hay tales funciones, y ese es el sentido del calificativo incompleto. Esta

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 121


2.6 Funciones contextuales Funciones

situación cambia cuando los sı́mbolos incompletos se combinan con otras fun-
ciones utilizando conjugaciones de funciones, pues la naturaleza de las funciones
y las caracterı́sticas de las conjugaciones establecen los contextos propios de la
discusión, permitiendo la identificación de las funciones contextuales asociadas.

Basta un conjunto A , para concebir un sı́mbolo incompleto novedoso y


muy útil, que incluye los atributos usuales de lo que se conoce como una función
constante. En efecto, para a ∈ A y con los corchetes d e , se introduce al
sı́mbolo incompleto dae llamándolo sobre de a, con la finalidad de identificar,
cuando sea posible, una función contextual cuyo dominio estarı́a condicionado
al contexto de la discusión. Pueden ocurrir situaciones que deben comentarse;
si el contexto exhibe al conjunto C como dominio, se identifica la función

contextual dae haciendo dae ≡ (c, d) ∈ C × A k d = a por ello se tiene
 
dae ∈ AC y ∀ c ∈ C | dae (c) = a , pero cuando en la discusión están presentes
otros conjuntos B y D con A ⊆ B y a ∈ D , se tiene a ∈ B de ((62); 33), lo cual
genera ambigüedades pues podrı́a decirse dae ∈ AC y dae ∈ B C y dae ∈ DC ,
  
por lo que serı́a prudente considerar a IB ◦ dae o IA ◦ dae o ID ◦ dae
dependiendo de las necesidades, pero debe quedar claro que cualquier caso
mantiene su caracter de función contextual.

Con el dominio sucede algo similar, pues si el contexto exhibe a C como


dominio de dae y D ⊆ C es viable identificar a dae ◦ ID ∈ AD para satisfacer
alguna necesidad en la discusión. Esto se puede ejemplificar con f ∈ AD , pues
aún cuando se tenga ∀ d ∈ D | [f](d) = a es incorrecto concluir f = dae ya que
con este argumento dae solo es un sı́mbolo incompleto, y en el contexto de la
discusión podrı́a darse dae ∈ AE o incluso dae ∈ {a}E con {a} =
6 A , entre otras
posibilidades, sin embargo con f = IA ◦ dae ◦ ID se expresa correctamente el
comportamiento planteado y en ocasiones es importante hacerlo explı́cito, pero
generalmente su complejidad lleva a ignorar la restricción izquierda apelando
al “buen entendedor. . . pocas palabras”.

122 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.6 Funciones contextuales

En cualquier caso, ya sea que dae represente un sı́mbolo incompleto


o una función contextual, debe interpretarse como un sı́mbolo compuesto no
fraccionable, pues aún cuando se tenga a ∈ A , aisladamente el sı́mbolo d e
carece de significado. Estos corchetes hacen al sı́mbolo incompleto dae muy
versatil y consistente, pues al funcionar como limitadores permiten, de manera
explı́cita, agrupamientos de funciones con conjugaciones e incluso iteraciones
 
del tipo dae entre muchas otras posibilidades.

Un ejemplo muy útil en la teorı́a de integración se presenta con la seu-



dounión de funciones, pues para un conjunto X , se identifica a eX ≡ (A, f) ∈
 
P(X) × RX k f = d1e ◦ IA d d0e ◦ IX \ A ∈ (RX )P(X) llamada función
 
caracterı́stica de X , luego de A ∈ P(X) se tiene ∀ p ∈ A | [eX ](A) (p) = 1
 
y ∀ p ∈ X \ A | [eX ](A) (p) = 0 . Con f ∈ B A se tiene otro ejemplo interesante
l
pues el lector puede comprobar que se sigue

 
∀ a ∈ A | f ◦ I{a} = [f](a) ◦ I{a} . (2.53)

Generalmente el sı́mbolo incompleto dae con a ∈ A ocurre en con-


jugaciones con otras funciones y es lo que permite, cuando es viable, identi-
ficar a la función contextual asociada y a la conjugación, para esto, las fun-
ciones y las conjugaciones consideradas deben ser afines al conjunto A . Esto
se puede ilustrar con la identificación de dos conjugaciones de alguna mane-
ra ya conocidas por la mayorı́a de los lectores, pues con f ∈ RA y g ∈

RB se hace15 f + g ≡ (a, ξ) ∈ (A ∩ B) × R k ξ = [f ](a) +R [g](a) y

f · g ≡ (a, ξ) ∈ (A ∩ B) × R k ξ = [f ](a) ·R [g](a) obteniéndose 16 f +
g ∈ RA∩B ∧ ∀ a ∈ A ∩ B | [f + g](a) = [f](a) +R [g](a) y f · g ∈ RA∩B ∧ ∀ a ∈
A ∩ B | [f · g](a) = [f](a) ·R [g](a) . Entonces con λ ∈ R se puede invocar a la

conjugación dλe · f + g ∈ RA∩B dada la afinidad presente al tratar con dichas

15 Esto se complementa con −g ≡ d−1e · g.


16 Provisionalmente se emplean los sı́mbolos +R y ·R para enfatizar las diferencias.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 123


2.6 Funciones contextuales Funciones

conjugaciones y el que λ ∈ R , siendo R el contradominio de f y g , además


   
se obtiene ∀ a ∈ A ∩ B | dλe · f + g (a) = λ ·R [f](a) +R [g](a) , por lo que
ahora es apropiado decir que dλe es una función constante y ejemplifica un
uso frecuente de d e , aunque no reconocido.

Con una función f ∈ B A se concibe a la función contextual bfc, llama-


 
da bajo de f, dado que con a ∈ A se puede considerar [f](a) . En efecto, si en

el contexto se reconoce un conjunto C, que permita hacer bf c ≡ (a, h) ∈
 
A × B C k h = [f ](a) se identifica la función contextual bfc ∈ (B C )A ,
   
para la cual de a ∈ A se tiene bfc (a) = [f](a) ∈ B C . Se trata de un sı́mbolo
incompleto totalmente novedoso, que permite expresar situaciones sumamente
complicadas de una manera explı́cita y consistente. Al igual que los otros sı́mbo-
los incompletos, ocurre en conjugaciones con otras funciones lo cual, en princi-
pio, permite identificar a la función contextual asociada. También es un sı́mbolo
compuesto no fraccionable, en donde aisladamente el sı́mbolo b c carece de sig-
nificado, y como limitadores permiten agrupamientos de muy diversa ı́ndole.

Al considerar a estos sı́mbolos incompletos conjugados con funciones


l
se presentan enunciados muy útiles que el lector debe verificar:

  c  
dfe = dfe (2.54)
c
dfe ◦ g = dfe (2.55)
c
bfc ◦ g = bf ◦ gc (2.56)
c  
f ◦ dge = [f](g) (2.57)
1 c
bfc ◦ g = bfc (2.58)
1 c
f ◦ bgc = bf 4 gc (2.59)
1 c
dfe ◦ dge = df ◦ ge (2.60)
1 c
dfe ◦ bgc = bf ◦ gc (2.61)
c
dfe 4 g = f ◦ g (2.62)
c  
dfe 4 dge = [f](g) (2.63)

124 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.7 Funciones paramétricas y dualidad

c
bfc 4 g = f ◦ IDg (2.64)
c
bfc 4 dge = f (2.65)
1 c 1
bfc 4 dge = f ◦ dge (2.66)
2 c 1
bfc ◦ bgc = bf ◦ gc (2.67)
2 c 1
bfc ◦ dge = f ◦ dge (2.68)
1 c 1
(f ◦ h) ◦ (g ◦ h) = df ◦ ge 4 h (2.69)
c 1 
f ◦ (g 4 h) = dfe ◦ g 4 h (2.70)
c
(f 4 g) ◦ h = (f ◦ h) 4 (g ◦ h) (2.71)
1 c 1
(f 4g) ◦ h = (f ◦ h) 4 (g ◦ h) (2.72)
1  c
dfe 4 bgc 4 dhe = [f](h) ◦ g (2.73)

las cuales están aisladas de un contexto, por lo que para que se presente la
igualdad funcional se deben considerar dominios y contradominios iguales con
restricciónes izquierdas ô derechas apropiadas al contexto de la discusión. Por
  C   E
ejemplo, con f ∈ B A se sigue dfe ∈ (B A )D y dfe ∈ (B A )G en donde
en principio el contexto identifica a los conjuntos C, D, E, G , y cuando se tiene
   
C = E ∧ D = G de ((2.54); 124) con ((2.16); 90) se infiere dfe = dfe .

2.7. Funciones paramétricas y dualidad

Una aplicación inmediata de d e la provee (C B )A , pues con φ ∈ (C B )A


y a ∈ A y b ∈ B es natural y frecuente pensar en [φ](a) ∈ C B y φ 4 dbe ∈ C A
las cuales, con los elementos aquı́ introducidos, son identificadas fácilmente y
sin ambigüedad. Sin embargo, en la literatura la situación es diferente, pues
ahı́ usualmente se considera C (A×B) en vez de (C B )A , lo cual obliga a intro-
ducir nuevas conjugaciones de funciones para asimilar esta situación de una
manera funcional y consistente:

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 125


2.7 Funciones paramétricas y dualidad Funciones


Para h ∈ C B y g ∈ F E se hace h × g ≡ (b, c) ∈ (B ∩ E) ×(C × F ) k

c = [h](b), [g](b) a quien se le llama h cruz g , luego h × g ∈

(C × F )B∩E y con b ∈ B ∩ E se tiene [h × g](b) = [h](b), [g](b) .
A D 
De h ∈ C B y g∈ FEse hace h ⊗ g ≡ (a, ξ) ∈ (A ∩ D) × (C×

F )B∩E k ξ = [h](a) ×[g](a) llamándola h bola cruz g , teniéndose
h ⊗ g ∈ (C × F )B∩E )A∩D y [h ⊗ g](a) = [h](a) × [g](a) para a ∈ A ∩ D .

Al conjugar estas conjugaciones con las antes presentadas, se tienen muchas


opciones, de entre las cuales se mencionan los siguientes enunciados que el
l
lector puede comprobar:

(f × g) ◦ h = (f ◦ h) × (g ◦ h) (2.74)
1 1 1
(f ⊗ g) ◦ h = (f ◦ h) ⊗ (g ◦ h) (2.75)
(f ⊗ g) 4 h = (f 4 h) × (g 4 h) . (2.76)
1 
Ahora para f ∈ C A×B se hace φ ≡ dfe ◦ bIA c ⊗ dIB e y con φ ∈
(C B )A se establece el vı́nculo buscado entre C (A×B) y (C B )A , ya que para a ∈

A se tiene [φ](a) = f ◦ dae×IB con [φ](a) ∈ C B , y de b ∈ B se sigue φ 4 dbe =
 1 
f ◦ IA ×dbe y φ 4 dbe ∈ C A , pues dfe ◦ bIA c⊗dIB e 4 dbe = dfe 4 bIA c⊗
   
dIB e 4 dbe debido a ((2.41); 108) y dfe 4 bIA c ⊗ dIB e 4 dbe = dfe 4
 
bIA c 4 dbe × dIB e 4 dbe de ((2.76); 126) en donde bIA c 4 dbe = IA y
dIB e 4 dbe = dbe de ((2.65); 125) y ((2.63); 124) respectivamente, por lo cual
  
dfe 4 bIA c 4 dbe × dIB e 4 dbe = f ◦ IA ×dbe debido a ((2.62); 124). Para
conciliar este desarrollo con la tradición se hace fa ≡ [φ](a) y f b ≡ φ 4 dbe ,
 
luego fa = f ◦ dae × IB y f b = f ◦ IA × dbe , pero ahı́ son enunciadas
como ”evaluaciones parciales” que asignan los subı́ndices o los superı́ndices,
declarándolos explı́citamente como fijos (constantes) pero con capacidad de
variar. . . y a los sı́mbolos con esta propiedad los llaman parámetros, un
planteamiento innecesariamente ambiguo que da lugar a las llamadas fun-
2  
ciones paramétricas de f. Desde luego, con ω ≡ bIC A×B c ◦ bIA c ⊗ dIB e ∈

126 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.8 Producto cartesiano generalizado

A (C A×B )
(C B se generaliza este proceder, pues para f ∈ C A×B se sigue
A×B
[ω](f) = φ, y con a ∈ A se tiene que ω 4 dae ∈ (C B )(C )
identifica la
que podrı́a ser llamada función generadora de funciones paramétricas para a,
mostrandose la versatilidad y capacidad descriptiva de las conjugaciones intro-
ducidas.

Para ampliar el vı́nculo entre (C B )A y C A×B se deben identificar las


 
funciones proyección de A × B haciendo p1 A×B ≡ (a, b), η ∈ (A × B
 
) × A k η = a y también p2 A×B ≡ (a, b), η ∈ (A × B) × B k η = b
por lo que p1 A×B ∈ AA×B y p2 A×B ∈ B A×B , además para (a, b) ∈ A × B se
     
tiene p1 A×B (a, b) = a y p2 A×B (a, b) = b. Entonces con h ∈ (C B )A

se puede considerar g ≡ h ◦ p1 A×B 4 p2 A×B ∈ C A×B , luego [g](a, b) =
 
[h](a) (b), pero desde luego g 6= h , complementantándose el planteamiento
1  1 B A
previo con I(C B )A ◦ dp1 A×B e 4 dp2 A×B e ∈ (C A×B )((C ) ) .

Un concepto relacionado, posiblemente novedoso para el lector, es la


dualidad de funciones ([29]; pág.15) que se plantea para (C B )A , pues con
1
φ ∈ (C B )A se tiene dφe 4 bIB c ∈ (C A )B de ((2.30); 106) como lo puede
1 l
verificar el lector, y se dice que dφe 4 bIB c es la función dual de φ . Luego
1
para que θ con θ ∈ (C A )B sea función dual de φ debe tenerse θ = dφe 4 bIB c ,
1
en cuyo caso también se sigue φ = dθe bIA c , es decir φ es función dual de
4
 
θ como es fácil de verificar, y también se infiere ∀ a ∈ A | ∀ b ∈ B | [φ](a) (b) =
 
[θ](b) (a) lo cual no establece su igualdad funcional.

2.8. Producto cartesiano generalizado

Se ha visto que basta enunciar a dos conjuntos, A y B , para consi-


derar al conjunto B A , y de modo análogo, para los conjuntos X y J , se puede
pensar en P(X)J . Aparentemente P(X)J no tiene algo novedoso, pero la con-

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 127


2.8 Producto cartesiano generalizado Funciones

sideración de la potencia de un conjunto incorpora peculiaridades importantes,


por lo que incluso se introduce otra terminologı́a. A cualquier F ∈ P(X)J se le
llama familia en X o familia en X indizada con J, y a los valores de F se
les conoce como términos de la familia; i.e. se dice que [F ](j) es el término
j–ésimo de la familia F , y a J se le llama conjunto de ı́ndices de la famil-
ia. Obsérvese que se omite la condición de que F sea una función inyectiva,
pues hay casos muy importantes que requieren de la posibilidad de términos
repetidos.

En la literatura se dice que una familia es un conjunto Xj k j ∈ J , o

bien Xj con j ∈ J , en donde sus elementos son conjuntos, a los cuales tam-
bién se les llama términos de la familia. En esta definición no se declara X, aún
cuando participa junto a los subı́ndices en sı́mbolos compuestos, y con el valor
de j identifican a los términos de la familia de una manera indefinida, asig-
nando a los subı́ndices un nuevo significado. Para remediar estas ambigüedades
podrı́a pensarse que con Xj denotan a [X](j), pero de esta manera resultarı́a
que RX es la familia y no X, excluyéndose las repeticiones de términos en las
familias, dado que RX es conjunto, lo cual es definitivamente inaceptable.

Lo peculiar de una familia es que involucra una función cuyo contrado-


minio es una colección de conjuntos, por ello se consideró P(X) para un con-
junto X que en realidad es un caso particular, dado que con Y ⊆ P(X) y J
un conjunto, igualmente se tiene que G ∈ Y J es una familia. Incluso para una
colección de conjuntos C es válido decir que H ∈ C J es una familia, sin embar-
go estos dos últimos casos presentan dificultades para identificar un producto
cartesiano generalizado, lo cual se analiza posteriormente.

Para una familia F ∈ P(X)J , se identifica al producto cartesiano



(generalizado) de F haciendo ΠF ≡ α ∈ X J k ∀ j ∈ J | [α](j) ∈ [F ](j) ,
luego ΠF ⊆ X J debido a ((1.8); 41), por lo cual ΠF ∈ P(X J ) de ((1.41);

128 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.8 Producto cartesiano generalizado

51), y para α ∈ ΠF y j ∈ J se dice que [α](j) es la componente j–ésima


de α. Obsérvese que de ∀ j ∈ J | [F ](j) 6= ∅ se sigue ∅ 6∈ RF y del axioma de
elección de la teorı́a de conjuntos ((1.57); 56) se tiene ΠF 6= ∅, lo cual resulta
l
indispensable en muchas circunstancias. También el lector puede comprobar
que con F ∈ P(X)J ∧ G ∈ P(X)J y ∅ 6∈ RF ∧ ∅ 6∈ RG se obtiene F 6= G `
ΠF 6= ΠG , luego con ((47); 26) se obtiene


F ∈ P(X)J ∧ G ∈ P(X)J ∧ (∅ 6∈ RF ∧ ∅ 6∈ RG)

(ΠF = ΠG ` F = G) . (2.77)

H Usualmente para una familia Xj k j ∈ J se adopta la notación
×j∈J Xj para su producto cartesiano generalizado, y lo definen
(sic) con la condición q ∈ ×j∈J Xj si ∀ j ∈ J | qj ∈ Xj , utilizando
a los subı́ndices para identificar los términos de la familia y las
componetes de los elementos del producto cartesiano. . . omitiendo
todo vı́nculo explı́cito con el concepto de función, impidiendo con
ello hacer explicı́ta la naturaleza de q y ×j∈J Xj . Esto se hace evi-
dente al reestructurar su condición con ((1.6); 41), pues se tendrı́a
q ∈? ∧ ∀ j ∈ J | qj ∈ Xj ` q ∈ ×j∈J Xj en donde ×j∈J Xj = ? . N

Es interesante el caso de un conjunto X y G ∈ Y J con Y ⊆ P(X),


dado que para invocar a ΠG se requiere que Y sea la potencia de un conjunto.

Sin embargo IP(X) ◦ G ∈ P(X)J y se puede considerar Π IP(X) ◦ G , además

RIP (X) ◦G = RG y con α ∈ Π IP(X) ◦ G se tiene α ∈ X J ∧ ∀ j ∈ J | [α](j) ∈
[G](j) de ((1.6); 41) alcanzando el comportamiento deseado, pero debe ser claro
que IP(X) ◦ G 6= G cuando Y ⊂ P(X). Otra situación ilustrativa para G ∈ Y J
se presenta con Y ∈ P(X) en donde no es viable considerar a ΠG , sin embargo
 
al hacer H ≡ (j, h) ∈ J × P(RG ) k h = [G](j) se sigue H ∈ P(RG )J
pudiéndose invocar ΠH, y para α ∈ ΠH se tiene α ∈ (RG)J ∧ ∀ j ∈ J | [α](j) ∈

[G](j) de ((1.6); 41), luego ∀ j ∈ J | [α](j) = [G](j) de lo cual no se sigue

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 129


2.8 Producto cartesiano generalizado Funciones

α = G pues RG ⊆ Y .

Nótese que los productos cartesianos simple y generalizado son dife-


rentes, aunque pueda plantearse una función biyectiva. En efecto, para dos con-

juntos A y B se puede considerar 17 a F ≡ IP(A∪B) ◦ dAe◦I{1} d IP(A∪B) ◦

dBe ◦ I{2} , luego F ∈ P(A ∪ B)2 , y para a ∈ A y b ∈ B y α ∈ ΠF
c  c  
con α = (1, a), (2, b) se obtiene α = {1}, {1, a} , {2}, {2, b} y
  
(a, b) = {a}, {a, b} , en donde {1}, {1, a} , {2}, {2, b} ∈ P P P 2 ∪
  
(A ∪ B) y {a}, {a, b} ∈ P P(A ∪ B) , sin que se pueda dar la igualdad
de α y (a, b) , incluso la conjuntal y menos aún la de ΠF y A × B.

Con tres conjuntos se tiene una situación similar a la presentada, pero


desde luego más complicada; por ejemplo, con tres conjuntos se tendrı́a que con-
siderar algo similar para (A × B) × C o bien A × (B × C), que son diferentes
entre sı́ y también al producto cartesiano generalizado, aunque nuevamente
pueda establecerse biyecciones entre los conjuntos. Estas biyecciones conducen
a la costumbre de no distinguirlos, introduciendo el sı́mbolo A×B×C para am-
bos conjuntos, incluso se utiliza una notación para sus elementos que aparenta
recurrir a ternas ordenadas, las cuales aquı́ no han sido definidas, ni lo serán,
por ser innecesarias.

Un caso particular muy importante del producto cartesiano genera-



lizado se presenta cuando se considera una familia del tipo F ≡ (j, A) ∈

J × P(X) k A = X luego F = IP(X) ◦ dXe ◦ IJ , para la cual se tiene ΠF =
l
X J como puede demostrarlo el lector, entonces X J es un producto cartesiano
generalizado. El conjunto R n en donde n ∈ N (véase pág. 162) es un caso tı́pico
de esta situación, que no debe confundirse con el usual Rn de los textos, el
cual tradicionalmente proviene del producto cartesiano simple de “ n veces R ”

17 c
Al hacer G ≡ (1, A), (2, B) se sigue G = F pero es impropio concluir G ∈ P (A∪B)2
˘ ¯

(véase observación en pág. 92).

130 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.8 Producto cartesiano generalizado

mediante un proceso iterativo. . . a este conjunto se le conoce como espacio


cartesiano n-dimensional 18 . A sus elementos se les llama n–eadas de Rn ,
haciendo (a1 , . . . , an ) ≡ a para a ∈ Rn , en donde los subı́ndices se asocian
al “orden” adoptado en el proceso iterativo de productos cartesianos simples.
Pero por su caracter funcional y generalidad, en este libro sólo se considerará al
producto cartesiano generalizado, aún en los casos donde la familia sea finita,
suponiendo que el conjunto de ı́ndices no es el conjunto vacio, ası́ entonces,
siempre se usará R n en vez de Rn . Siendo “puristas” , el que R 6= R 1 presenta
ciertas complicaciones que serán tratadas en su momento, esto sucede aún
1 inv
cuando se tiene IR 1 4 d1e invertible con IR 1 4 d1e ∈ R(R ) con IR 1 4 d1e =
 
IR · d1e ◦ I{1} ∈ (R 1 )R .

2.8.1. Funciones proyectivas e inyecciones

Para el producto cartesiano de una familia F ∈ P(X)J con J 6= ∅ se



identifica la función proyectiva de ΠF al hacer P ΠF ≡ (j, p) ∈ J ×X ΠF
J
k p = (IX J ◦ IΠF ) 4 dje , luego P ΠF ∈ X ΠF de ((2.29); 106) como lo
l
puede comprobar el lector, y también se sigue

1
P ΠF = dIX J ◦ IΠF e 4 bIJ c (2.78)

además de k ∈ J ∧ ξ ∈ R[P ΠF ](k) se tiene ∃ p ∈ ΠF | (p, ξ) ∈ [P ΠF ](k) de



((1.6); 41), y como con η ∈ ΠF y (η, ξ) ∈ [P ΠF ](k) se infiere ξ = (IX J ◦
  
IΠF ) 4 dke (η) en donde (IX J ◦ IΠF ) 4 dke (η) = [η](k) pues ΠF ⊆ ΠF y
también [η](k) ∈ [F ](k) , entonces ∀ q ∈ R[P ΠF ](k) | q ∈ [F ](k) debido a ((61);
32), por lo cual R[P ΠF ](k) ⊆ [F ](k) y con ((61); 32) se obtiene

∀ j ∈ J | R[P ΠF ](j) ⊆ [F ](j) (2.79)


18 Concepto básico de la geometrı́a cartesiana, que fue publicada por primera vez por
René Descartes (aún cuando él la llamó geometrı́a analı́tica), la cual es una formalización de
la geometrı́a de euclideana.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 131


2.8 Producto cartesiano generalizado Funciones

lo cual motiva el nombre asignado a la función debido al caracter activo atribu-


ido a las funciones en la concepción tradicional (por su supuesta cualidad de
transformar), al “proyectar” a ΠF en los diversos conjuntos constitutvos de
RF , por ello a [P ΠF ](j) se le llama función proyectiva j–ésima de ΠF .

Otro comportamiento importante de P ΠF asociado a su función du-


1 ΠF
al proviene de ((2.30); 106), ya que dP ΠF e 4 bIΠF c ∈ X J y de η ∈
 ΠF 1  ΠF ΠF
ΠF se tiene dP e 4 bIΠF c (η) = P 4 dηe con P 4 dηe = dIX J ◦
 
IΠF e 4 dηe 4 bIJ c 4 dηe debido a ((2.78); 131) y ((2.42); 108), además dIX J
   
◦ IΠF e 4 dηe 4 bIJ c 4 dηe = [IX J ◦ IΠF ](η) 4 IJ de ((2.63); 124) y ((2.65);
 1   1 
125), luego ∀ q ∈ ΠF | dP ΠF e 4 bIΠF c (q) = bIX J ◦ IΠF c 4 dIJ e (q) de-
1 ΠF
bido a((61); 32) con bIX J ◦ IΠF c 4 dIJ e ∈ X J también de ((2.30); 106),
entonces con ((2.16); 90) se obtiene
1 1
dP ΠF e 4 bIΠF c = bIX J ◦ IΠF c 4 dIJ e . (2.80)
1
Ası́ mismo, de M ∈ P(J) \ {∅} se tiene P ΠF ◦ IM = dIX J ◦ IΠF e 4 bIJ ◦ IM c
debido a ((2.78); 131), ((2.37); 107), ((2.55); 124) y ((2.56); 124), entonces de
((61); 32) se sigue
1
∀ K ∈ P(J) \ {∅} | P ΠF ◦ IK = dIX J ◦ IΠF e 4 bIJ ◦ IK c . (2.81)

La utilidad de las funciones proyectivas es enorme como se verá poste-


riormente, y posiblemente el lector se ha encontrado con situaciones que re-
quieren de ellas, aunque sin un enunciado explı́cito debido al uso del concepto
“moderno” de función. Un caso importante y frecuente se presenta con una fun-
1
ción f ∈ (ΠF )A, ya que permite considerar a P ΠF ◦ df e que aquı́ se le llama
1
función identificación de componentes de f , luego P ΠF ◦ dfe ∈ (X A )J de
 1 
((2.26); 106) y con j ∈ J frecuentemente se hace fj ≡ P ΠF ◦ df e (j) cono-
cida como función componente j–ésima de f . En particular con IΠF y j ∈
 1 
J se tiene IΠF j = P ΠF ◦ dIΠF e (j) y se acostumbra hacer pj ΠF ≡ IΠF j a
la cual se le llama función proyección j–ésima de ΠF .

132 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones 2.8 Producto cartesiano generalizado

H Con n ∈ N y R n se puede ejemplificar el uso de las funciones


proyección enunciando al último teorema de Fermat 19 de ma-
nera formal utilizando la función potencia de una función (véase
3 m 3 m 3 m ii 
pág. 214): m ∈ N \ 2 ` p1 R + p2 R + −(p3 R {0} ∩
N3 = ∅ . N

Análogamente, con F ∈ P(X)J y ξ ∈ ΠF se identifica la función in-



yección en ΠF asociada a ξ haciendo ΘξΠF ≡ (j, f ) ∈ J × FX×X J k f
 
= (η, ω) ∈ [F ](j) × X J k ω = (ξ ◦ IJ \ {j} ) d dηe ◦ I  , luego Θ ΠF ξ
{j}
∈ (FX×ΠF )J y a [ΘξΠF ](j) se le llama función inyección j–ésima en ΠF
 
asociada a ξ , además ∀ j ∈ J | ∀ η ∈ [F ](j) | [ΘξΠF ](j) (η) = (ξ◦IJ \ {j} ) d dηe◦
 l
I{j} de ((1.6); 41) y ((61); 32), luego con k ∈ J ∧ ω ∈ [F ](k) el lector puede
  c 
demostrar [ΘξΠF ](k) (ω) = (k, ω) ∪ (ξ ◦ IJ \ {k}) y también R[ΘξΠF ](k) ⊆
ΠF ∧ [ΘξΠF ](k) inyectiva.

20
“Intenta reflexionar algo sobre todo y todo sobre algo.”

19 Pierre de Fermat (1601-1665), jurista y matemático francés considerado junto con


René Descartes como los principales matemáticos de la primera mitad del siglo XVII.
20 Thomas Henry Huxley (1825-1895) fue un biólogo autodidacta inglés, conocido como el
“bulldog” de Darwin por su defensa de la teorı́a de la evolución.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 133


2.8 Producto cartesiano generalizado Funciones

Confrontación de las presentaciones “moderna” y formal de función.

134 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Capı́tulo 3

Números reales

“Y ocurre con los matemáticos de este tiempo que actúan


como hombres de ciencia, pero emplean mucho más esfuerzo
en aplicar sus principios que en comprenderlos.”

George Berkeley 1

3.1. Introducción

La presentación de los números reales puede ser axiomática o “cons-


tructiva”. Aquı́ se considera el proceso axiomático por su sencillez, la cual
plantea una sı́ntesis elegante del sistema lógico de los números reales R
al enunciar ciertas propiedades declaradas como enunciados o concatenaciones

1 George Berkeley (1685-1753), filósofo irlandés cuyo principal logro fue el desarrollo de la
filosofı́a conocida como idealismo subjetivo, resumido en la frase esse est percipi (ser es ser
percibido).

135
3.1 Introducción Números reales

(véase [15]), que involucran a un conjunto, dos funciones 2 llamadas suma +R ∈


RR×R y producto ·R ∈ RR×R , y un orden <R (una relación en R × R ). Se
trata de una estructura lógica en la teorı́a de conjuntos, en la que no se exige
una realización de los números reales, es decir de la identificación previa del
conjunto, y por ello tampoco del orden y de sus funciones suma y producto; lo
cual en principio ocurre en la presentación “constructiva”.

Aunque este es un procedimiento formalmente satisfactorio, es nece-


sario reconocer otros sistemas lógicos de números parcialmente compatibles con
el sistema de los números reales, que también pueden presentarse axiomática-
mente o “constructivamente”. Se trata de los números naturales N , los
números enteros Z y los números racionales Q , cuya compatibilidad
parcial se establece de las contenciones N ⊂ Z ⊂ Q ⊂ R , con las identifica-
ciones pertinentes de neutros aditivos y multiplicativos, de inversos aditivos,
ası́ como sus respectivas sumas, productos y órdenes.

En la presentación axiomática, la compatibilidad parcial de dichos sis-


temas se debe al axioma del supremo (véase (S) pág. 144), pues los sistemas
de números N, Z y Q no lo satisfacen, por ello dichos sistemas de números no
pueden ser los números reales. Para cumplir con el axioma, se requiere com-
plementar a los números racionales con los números irracionales I, estable-
ciéndose la compatibilidad total con Q∪I , por lo que se dice R = Q∪I . Sin em-
bargo, al no requerir esta presentación de alguna realización, surge inmediata-
mente la interrogante de ¿qué es un número?

El procedimiento “constructivo” es una bella muestra de la capacidad


analı́tica humana, constituye una exquisitez matemática que es tema del alge-
bra avanzada, cuya complejidad y extensión ha ameritado diversos textos (en

2 Frecuentemente usan al término “operación”.. . otro atavismo desafortunado ya que con


ello favorecen la desvinculación con el concepto de función.

136 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.1 Introducción

[4] se encuentran varias referencias). A diferencia del proceso axiomático, en


el constructivo se impone la identificación previa de un conjunto plenamente
especificado, lo cual provee cierto significado a dichos números y explicita la
realización que finalmente se obtenga de los números reales. . . pero al igual que
en la presentación axiomática, en ningún momento se considera directamente
a la pregunta de ¿qué es un número? Frecuentemente se desvian considerando
a los sı́mbolos que los representan, comentando sus bondades o dificultades, lo
cual es históricamente interesante, pero no dice algo respecto al significado de
los números.

Tal vez no se formula esta pregunta porque no se tiene una respuesta


satisfactoria. . . sólo se esboza el significado de los números naturales asociándo-
los al conteo de los elementos de conjuntos, apoyándose en conductas apren-
didas. Es un ejemplo de condicionamiento, en donde se provoca tal costumbre
en el pensamiento, que hace considerar al concepto como comprendido, o peor
aún, como algo que no amerita reflexión. . . .

H El proceso constructivo de los números reales, puede iniciarse


desde el conjunto de los números naturales. Para ello se exhibe una
realización, por ejemplo la de von Neumann ([4] pág. 84), en donde
1 ∈ N con 1 ≡ {∅}, y para n ∈ N se plantea n ∪ {n} ∈ N haciendo 3
n + 1 ≡ n ∪ {n} , por lo cual con 2 ≡ 1 + 1, 3 ≡ 2 + 1, 4 ≡ 3 +
  
1 . . . se sigue 1 = {∅}, 2 = ∅, {∅} , 3 = ∅, {∅}, ∅, {∅} , 4 =
   
∅, {∅}, ∅, {∅} , ∅, {∅}, ∅, {∅} . . . posibilitando una inter-
pretacion de los números naturales en términos del conteo de los ele-
mentos de conjuntos. Este planteamiento permite la demostración
de los “axiomas” de Peano ([4] pág. 86 y [20] pág. 46) de los números

3 Al sı́mbolo n + 1 se le conoce como el sucesor de n y no debe interpretarse como el


valor de una suma, por ello usualmente se le nota con s(n) .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 137


3.1 Introducción Números reales

naturales 4 :

1∈N  





∀ n∈N |n + 1∈N 
Axiomas de Peano


∀ n ∈ N | 1 6= n + 1 





(m ∈ N ∧ n ∈ N) ∧ m + 1 = n + 1 m=n
(3.1)
5

Con N se identifican a los números enteros haciendo Z ≡ A ∈

P(N) k A conjunto unitario ∪ {∅} ∪ N en donde para n ∈ N
se conviene en −n ≡ {n} y 0 ≡ ∅, y es claro que N ⊂ Z. La
“extensión”de Z a los números racionales Q se plantea con la
 
relación R ≡ (a, b), (c, d) ∈ (Z × N) × (Z × N) k a ·Z b = c ·Z d
y haciendo Q ≡ [ ]R , por lo cual Q ⊆ P(Z × N) , y con Z0 ≡
 
(q, n) R ∈ Q k n = 1 se sigue r ∈ Q ∧ (q, n) ∈ r a ` r =
 
(q, n) R y Z0 ≈ Z , teniéndose Z0 ⊂ Q por lo que se dice Z ⊂ Q ,
aún cuando sea estrictamente inapropiado.
Para introducir a los números reales R , con q ∈ Q se hace <Q q ≡
 
p ∈ Q k p <Q q , y se identifican con 6 R ≡ α ∈ P(Q) \ {∅} k ∀ q ∈
 
α | <Q q ⊂ α ∧ q ∈ Q k α ⊂ <Q q ∩ α = ∅ . Dado que con

Q0 ≡ α ∈ R k ∃ q ∈ Q | α = <Q q se sigue Q0 ≈ Q y Q0 ⊂ R , se
dice que Q ⊆ R lo cual tampoco es del todo correcto.
Finalmente, los números irracionales se incorporan simplemente
con I ≡ R \ Q0 , por lo cual R = Q0 ∪ I y se puede verificar
 √
π, e, 2 ⊂ I , cuyos elementos son los números irracionales más
conocidos. La complejidad del procedimiento es evidente, aún cuan-

4 Al invocarlos como propiedades del conjunto N se establece su presentación axiomática,


debida al matemático italiano Giuseppe Peano (1741-1827).
5 Véase [4] pág. 100.
6 A sus elementos se les llama cortaduras de Dedekind(véase [37] pág. 3).

138 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.2 Presentación axiomática

do se ha omitido intencionalmente todas las funciones suma y pro-


ducto, ası́ como los ordenes, su estudio es muy interesante y forma-
tivo, por ello se recomienda fuertemente al lector. N

3.2. Presentación axiomática

Independientemente del planteamiento que se siga, al utilizar a los


números reales debe suponerse alguna realización constituida por un conjunto
con dos funciones (una suma y un producto) y un orden, que satisfacen ciertas
propiedades introducidas como axiomas, y por ello carentes de verificación,
empleando enunciados lógicos y concatenaciones. En estos términos se adopta
al sı́mbolo R para cualquier realización, ası́ como los sı́mbolos + , · y < para
la suma, el producto y el orden respectivamente.

Tradicionalmente se utiliza al producto cartesiano simple para enunciar


a estas funciones, diciendo que + ∈ RR×R y · ∈ RR×R , por lo que se les llama
“operaciones” binarias cerradas 7 , para las cuales por tradición y simplicidad
se introducen ciertas convenciones, aunque no son afortunadas porque llevan a
 
olvidar que + y · son funciones (véase pág. 82), pues con (a, b), ξ ∈ + g

y (a, b), η) ∈ · g se hace a + b ≡ ξ, a · b ≡ η respectivamente, luego
   
[+] (a, b) = a + b g y [ · ] (a, b) = a · b g debido al acuerdo para los
 
valores de una función (véase pág. 85), obteniéndose 8 (a, b), a + b) ∈ + g y
 
(a, b), a · b ∈ · g. Para el orden se tiene < ∈ P(R × R) y es una relación con
 
D< = R , en donde (a, b) ∈ < g ↔ (b, a) ∈ < f, y se hace a < b ≡ (a, b)
∈ < lo cual se lee diciendo “ a menor que b”.
7 Se utiliza al adjetivo cerrado cuando el dominio y contradominio son “similares”.. .
involucran de “alguna manera” al mismo conjunto.
8 Desafortunadamente los antecedentes inculcados en la educación elemental y media ha-
cen a estos planteamientos muy incómodos ô incluso hasta repugantes para el lector.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 139


3.2 Presentación axiomática Números reales

H Esta situación se complica al introducir el concepto de espacio


vectorial real que incorpora a otras funciones + y · en conjunción
con las anteriores, y como en una discusión será usual considerar
varios espacios vectoriales, cada uno de ellos con sus funciones +
y · , resultará necesario distiguir a dichas funciones utilizando un
subı́ndice que identifique la suma y producto de cada espacio, pu-
diéndose omitir los subı́ndices para la suma y producto real como
excepciones. Pero esta última simplificación también trae compli-
caciones al introducir las conjugaciones de funciones + y · por
lo que incluso debı́an evitarse estas simplificaciones incorporándo
desde ahora los subı́ndices haciendo +R y ·R , sin embargo el peso
de la tradición impera aún con las confusiones futuras apelando al
riesgoso refrán “al buen entendedor pocas palabras”. . . N

En estos términos la presentación axiomática de los números reales


R se enuncia incorporando a los siguientes axiomas:

(S1) ∀ a & b ∈ R | a + b = b + a . (Conmutatividad de la suma)

(S2) ∀ a & b & c ∈ R | (a + b) + c = a + (b + c) . (Asociatividad de la suma)

(S3) ∃ ξ ∈ R | ∀ p ∈ R | p + ξ = p . (Existencia de neutro aditivo)

Dado que es demostrable {η ∈ R k ∀ p ∈ R | p + η = p} unitario , a su


elemento se le nota con 0 y se le llama cero o neutro aditivo de R .

Sı́mbolo maya que indica la ausencia de un dı́gito, carece


de propiedades operacionales por lo que no es un neutro aditivo. . .

(S4) ∀ a ∈ R | ∃ b ∈ R | a + b = 0 . (Existencia de inversos aditivos)

Como para p ∈ R se demuestra que {ξ ∈ R | p + ξ = 0} es un conjunto


unitario, a su elemento se le nota con −p .

140 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.2 Presentación axiomática

(P1) ∀ a & b ∈ R | a · b = b · a . (Conmutatividad del producto)

(P2) ∀ a & b & c ∈ R | (a· b)· c = a· (b · c) . (Asociatividad del producto)

(P3) ∃ ξ ∈ R \ {0} | ∀ a ∈ R | a · ξ = a . (Existencia de neutro multiplicati-


vo) 9

Dado que también es demostrable que {η ∈ R \ {0} k ∀ a ∈ R | a · η = a}


es un conjunto unitario, a su elemento se le nota con 1 y se le llama uno
o neutro multiplicativo de R.

(P4) ∀ a ∈ R \ {0} | ∃ b ∈ R | a · b = 1 . (Existencia de inversos multiplica-


tivos)

Como para a ∈ R \ {0} se demuestra que {η ∈ R | a · η = 1} es un


conjunto unitario, a su elemento se le nota 10 con aim y se le llama
inverso multiplicativo de a.

(SP) ∀ a & b & c ∈ R | a · (b + c) = (a · b) + (a · c) . (Distributividad)


(O1) ∀ a & b ∈ R | (a < b) g y (a = b) f y (b < a) f o (a < b) f y (a =
 
b) g y (b < a) f o (a < b) f y (a = b) f y (b < a) g . (Tricotomı́a) 11


(O2) (a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ c ∈ R ∧ (a < b ∧ b < c) a < c . (Transitividad)

(O3) a ∈ R ∧ (b ∈ R ∧ a < b) ∀ c ∈ R | (a + c) < (b + c) .

(O4) a ∈ R ∧ (b ∈ R ∧ a < b) ∀ c ∈ R+ | (a · c) < (b · c) .

9 Es importante comentar que de (S3) y (P3) se tiene R 6= ∅ y R \ {0} 6= ∅ debido al


teorema (1.3.1; 59) y ((47); 26).
10 Al considerar la potenciación de un número real se demuestra a ∈ R \ {0} ` a−1 = aim
como lo establece ((6.6); 211).
11 Podrı́a pensarse en a < b ∨0 (a = b ∨0 b < a), pero de ((2); 11) se incorporarı́a un caso
indeseable.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 141


3.2 Presentación axiomática Números reales

En donde se emplean cocatenaciones debido a su caracter axiomático (no


hay validación), y con < se identifican a los conjuntos

R+ ≡ {λ ∈ R k 0 < λ} y R− ≡ {λ ∈ R k λ < 0} (3.2)

llamándolos números reales positivos y reales negativos respectiva-


l
mente, que constituyen una partición 12 de R , pues con (O1) el lector
puede verificar

R = (R+ ∪ R− ) ∪ {0}, R+ ∩ R− = ∅, R+ ∩ {0} = ∅, R− ∩ {0} = ∅ (3.3)

y esta partición permite un “atributo”para los elementos de R \ {0}, di-


ciendo que los elementos de R+ tienen signo positivo y que los elemen-
tos de R− poseen signo negativo.

Con a ∈ R ∧ (b ∈ R ∧ c ∈ R) se acostumbran otras notaciones simplifica-


torias, que eventualmente aquı́ se adoptan por comodidad:

1) a − b ≡ a + (−b) 2) a−1 ≡ aim y 1/ a ≡ aim con a 6= 0

3) a / b ≡ a · b−1 con b 6= 0 4) a < b < c ≡ a < b ∧ b < c (3.4)

5) a · b < c ≡ (a · b) < c 6) a + b < d ≡ (a + b) < d .

H Las dificultades mencionadas previamente para la suma re-


al se agudizan con a − b ≡ a + (−b), ya que incluso omite al
sı́mbolo + tal y como si se hubiese identificado una función −
lo cual es incorrecto y es una de las primeras correciones que se
deben hacer en el pensamiento del estudiante, por ello aquı́ so-
lo se acepta esta convención en los reales, lo cual dará lugar a
notaciones complicadas que habrá que aceptar intentando ex-
presar lo que debe ser dicho. Esto mismo sucede con el producto
12
` ´J
Si para los conjuntos A, J y la familia F ∈ P (A) (véase § 2.8, pág. 127) se tiene
A = ∪ RF y j & k ∈ J ∧ j 6= k ` [F ](j) ∩ [F ](k) = ∅ se dice que RF es una partición de
A, a F se le llama fibración de A y a [F ](j) con j ∈ J una fibra de A.

142 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.2 Presentación axiomática

real a hacer a / b ≡ a · b−1 , pues da lugar a pensar en que se


ha identificada una función / (la división), lo cual tampoco se
hace. . . N


Al hacer ≤ ≡ (a, b) ∈ R × R k (b, a) 6∈ < y p ≤ q ≡ (p, q) ∈ ≤ se
identifican otros subconjuntos de R muy útiles, pues con a ≤ b se hace

(a; b) ≡ c ∈ R k a < c ∧ c < b , [a; b] ≡ (a; b) ∪ {a, b}, [a; b) ≡
(a, b) ∪ {a}, (a; b] ≡ (a; b) ∪ {b}, a quienes respectivamente se les llama
intervalo abierto, intervalo cerrado e intervalos semiabiertos, y
en estos términos, para A ∈ P(R) se hace (A intervalo) ≡ ∃ (p, q) ∈ ≤
 
| A = (p; q) o A = [p; q] o A = [p; q) o A = (p; q] .

Para incorporar al último axioma, conocido como el axioma del Supre-


mo, se requieren ciertos antecedentes vinculados a subconjuntos de los
números reales:


1. Para A ∈ P(R) \ {∅} se hace As ≡ q ∈ R k ∀ a ∈ A | a ≤ q y
en los términos tradicionales de presentar una definición, cuando
As 6= ∅ se dice que A es un conjunto acotado superiormente
asignándole un atributo al conjunto A , y a los elementos de As se
les llama cotas superiores de A. Sin embargo para lograr afinidad
con la lógica lo conveniente es hacer 13 (A acotado superiormenete) ≡
(As 6= ∅) identificando a la proposición hA acotado superiormenetei ,
y de ello se sigue (As 6= ∅)g a ` (A acotado superiormenete)g.

2. Para A ∈ P(R) \ {∅} se considera S A ≡ {ω ∈As k ∀ p ∈As | ω ≤


p} y de η ∈ As ∩ A ∧ ξ ∈ As se sigue ∀ a ∈ A | a ≤ ξ de ((1.6);
41), luego η ≤ ξ debido a ((62); 33) ya que η ∈ A , por lo cual
η ∈ As ∧ ∀ ω ∈ As | η ≤ ω de ((61); 32), y de ((1.6); 41) se obtiene

13 A pesar de esto, en este libro se emplean ambas presentaciones para una definición.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 143


3.2 Presentación axiomática Números reales

η ∈ S A , entonces
η ∈ As ∩ A ` η ∈ S A . (3.5)
A A
3. De A ∈ P(R) \ {∅} ∧ S 6= ∅ se infiere S unitario, pues del teorema
(1.3.6; 63) y con θ ∈ S A ∧ θ = θ se tiene θ ∈ As ∧ ∀ p ∈ As | θ ≤ p
debido a ((1.6); 41), luego de ξ ∈ S A y (62); 33) se sigue θ ≤ ξ
ya que S A ⊆ As debido a ((1.8); 41), pero también se tiene ξ ≤ θ
nuevamente de ((1.6); 41) y (62); 33) pues ξ ∈ S A ∧ θ ∈ As , por lo
cual ξ ≤ θ y θ ≤ ξ , luego (θ < ξ)f y (ξ < θ)f y de (O1) se
infiere η = ξ , entonces de la proposición (1.3.2; 70) se concluye S A
unitario pues S A 6= ∅. Debido a esto, se dice que un conjunto A
tiene supremo cuando A ∈ P(R) \ {∅} ∧ As 6= ∅, y se conviene en
representar al elemento de S A con sup(A) llamándolo supremo
de A , luego

A ∈ P(R) \ {∅} ∧ S A 6= ∅ ` S A unitario ∧ S A = sup(A) (3.6)
de la proposición (1.3.1; 69), y como sup(A) ∈ As ∧ ∀ p ∈ As | sup(A) ≤
p de ((1.6); 41), se infiere sup(A) ∈ R y ∀ a ∈ A | a ≤ sup(A) nue-
vamente de ((1.6); 41), entonces
 
S A unitario ` ∀ p ∈ As | sup(A) ≤ p ∧ ∀ a ∈ A | a ≤ sup(A) .
(3.7)
Este planteamiento (cualidad conjunto unitario asignación
de sı́mbolo al elemento) se presenta con mucha frecuencia en la
matemática, aunque usualmente no se trata como aquı́, general-
mente debido a equı́vocos conceptuales asociados al cuantificador
existencial con unicidad (véase ((2.2); 82) y la pertenencia impropia
inherente.

(S) A ∈ P(R) \ {∅} ∧ As 6= ∅ ` S A 6= ∅ (Axioma del supremo)

Del razonamiento anterior se puede decir que este axioma plantea las
condiciones suficientes para que un subconjunto de R tenga supremo y

144 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.2 Presentación axiomática

sea único, ya que A ∈ P(R) \ {∅} ∧ As 6= ∅ ` A ∈ P(R) \ {∅} debido


a ((36); 21), y con (S) se obtiene A ∈ P(R) \ {∅} ∧ As 6= ∅ ` A ∈
P(R) \ {∅} ∧ S A 6= ∅ , entonces de ((3.6); 144) se concluye

A ∈ P(R) \ {∅} ∧ As 6= ∅ ` S A unitario ∧ S A = sup(A) . (3.8)

Se complementa el concepto de supremo de un subconjunto de R in-


troduciendo al ı́nfimo de dichos conjuntos. Para ello, con A ∈ P(R) \ {∅} se

considera Ai ≡ q ∈ R k ∀ a ∈ A k q ≤ a y también I A ≡ {ω ∈ Ai k ∀ p ∈
Ai | p ≤ ω}, llamando a los elementos de Ai cotas inferiores de A, y de
igual manera, cuando Ai 6= ∅ se dice que A es un conjunto acotado in-
l
feriormente. El lector puede demostrar (análogamente al caso anterior) que
de Ai 6= ∅ se sigue I A unitario, y a su elemento de le representa con inf(A)

llamándolo ı́nfimo de A, por lo cual I A = inf(A) . Pero ahora, con (S) se
puede plantear al siguiente teorema:

Teorema 3.2.1. (Tenencia de ı́nfimo) Sea A ∈ P(R) \ {∅} .

Ai 6= ∅ ` I A 6= ∅ .
l
Demostración.– Se deja al lector, para ello se sugiere utilizar (S) con {p ∈
R k ∃ a ∈ A | a = −p}. 

En estos términos es viable obtener un par de resultados que ilustran


la naturaleza del supremo e ı́nfimo de un conjunto.

Teorema 3.2.2. Sea A ∈ P(R) \ {∅} .

As 6= ∅ ` ∀ η ∈ R+ | ∃ a ∈ A | sup(A) − a < η .

Demostración.– De ((3.8); 145) se sigue S A = sup(A) en donde S A ⊆ R
de ((1.8); 41) con ((1.4); 38), pues S A ⊆ As y As ⊆ R, luego para ξ ∈ R+
se tiene sup(A) − ξ ∈ R y sup(A) − ξ < sup(A), ya que 0 < ξ por lo cual
(sup(A)−ξ)+0 < (sup(A)−ξ)+ξ debido a (O3), en donde (sup(A)−ξ)+0 =

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 145


3.2 Presentación axiomática Números reales

sup(A) − ξ de (S3) y (sup(A) − ξ) + ξ = sup(A) + (−ξ + ξ) de (S2), con


sup(A)+(−ξ+ξ) = sup(A)+0 debido a (S4), por lo tanto sup(A)−ξ < sup(A)
de (S3).

Ahora, como sup(A) ∈ As se sigue ∀ p ∈ As | sup(A) ≤ p de ((1.6); 41), pero de


 
sup(A) ≤ sup(A) − ξ f se tiene sup(A) − ξ ∈ As ∧ ∀ p ∈ As | sup(A) ≤ p f

debido a ((62); 33) con ((47); 26), por lo cual sup(A) − ξ ∈ As f, entonces
sup(A)−ξ 6∈ As , y de ((1.6); 41) con ((47); 26) se obtiene sup(A)−ξ ∈ R ∧ ∀ a ∈
 
A | a ≤ sup(A) − ξ f, luego ∀ a ∈ A | a ≤ sup(A) − ξ f, por lo tanto ∃ a ∈

A | ¬ a ≤ sup(A)−ξ del corolario (0.4.1; 35), es decir ∃ a ∈ A | sup(A)−ξ < a,
concluyéndose ∀ η ∈ R+ | ∃ a ∈ A | sup(A) − a < η debido a ((61); 32), pues de
sup(A) − ξ < a se sigue sup(A) − a < ξ. 

De manera similar se demuestra al siguiente teorema y se deja como ejercicio


l
para el lector.

Teorema 3.2.3. Sea A ∈ P(R) \ {∅} .

Ai 6= ∅ ` ∀ η ∈ R+ | ∃ a ∈ A | a − inf(A) < η .

H Es conveniente una pausa para ubicar a R en el mundo alge-


braico. Cuando un conjunto A con su suma y producto satisface
las propiedades (S1), (S2), (S3), (S4), (P1), (P2) y (SP), se
dice que A es un anillo conmutativo, por lo cual R es un anillo
conmutativo.
Si además se tiene A \ {0} =
6 ∅ y a ∈ A \ {0} ∧ b ∈ A ` ∃ c ∈

A | a · c = b , entonces A es un campo algebraico. Luego R es
un campo, pues R \ {0} =
6 ∅, y con a ∈ R \ {0} y b ∈ R se sigue
∃ ω ∈ R | a · ω = 1 debido a (P4) y ((61); 32), y con d ∈ R y
a · d = 1 se tiene d = a−1 pues {a−1 } = {η ∈ R | a · η = 1}, luego
a·a−1 = 1, además 1·b = b·1 de (P1) con b·1 = b de (P3), y como
a−1 · b ∈ R dado que · ∈ RR×R, se obtiene a · (a−1 · b) = (a · a−1 ) · b

146 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.2 Presentación axiomática

de (P2), entonces a · (a−1 · b) = b de (P2) y con ((60); 32) se sigue


∃ c∈R |a · c = b .
Pero aún hay más, a una relación con las propiedades (O1) y
(O2) se le llama orden total, por lo cual R es un campo algebraico
con orden total, es decir un campo algebraico ordenado.
Por último, para un conjunto A y ∗ ∈ AA×A se dice que A es
un grupo algebraico con respecto a ∗, cuando 14, 15
:
1. ∀ a & b & c ∈ A | (a ∗ b) ∗ c = a ∗ (b ∗ c) .

2. {ξ ∈ A k ∀ a ∈ A | a ∗ ξ = ξ ∗ a = a} unitario.

3. a ∈ A ` {b ∈ A k a ∗ b = b ∗ a = I} unitario, en donde
{I} ≡ {ξ ∈ A k ∀ a ∈ A | a ∗ ξ = ξ ∗ a = a} .

Además, si se tiene ∀ a & b ∈ A | a ∗ b = b ∗ a se dice que A es un


grupo conmutativo o abeliano (debido a Niels Abel 16 ), luego R
es un grupo conmutativo respecto a + , mas no lo es respecto a ·
debido al corolario (3.3.1; 150). N

La presentación aximática de R adoptada es la tradicional, pero es via-


ble e interesante presentarla en términos funcionales empleando a las funciones
paramétricas. En efecto, dado que a modo de ejemplo se tiene ∃ ξ ∈ R | ∀ p ∈
R | p + ξ = p a ` ∃ η ∈ R | +η = IR , ∃ ξ ∈ R | ∀ p ∈ R | p · ξ = p a ` ∃ η ∈
R | ·η = IR , (a ∈ R ∧ b ∈ R ` a + b = b + a) ! ∀ a ∈ R | +a = +a y
(a ∈ R ∧ b ∈ R ` a · b = b · a) ! ∀ a ∈ R | ·a = ·a como lo puede comprobar el
l
lector, lo cual permite replantear a (S3), (S1), (P3) y (P1) respectivamennte.
Desde luego esto queda excluido para < pues se requerirı́a el que < ∈ RR×R .
14
` ´
Para a ∈ A ∧ b ∈ A se hace a ∗ b ≡ [∗] (a, b) .
15 Si se excluye el tercer enunciado se dice A es monoide con respecto a ∗ (véase [30]
pág. 61).
16 Niels Henrik Abel (1802-1829) matemático noruego, célebre por haber demostrado que
no hay un algoritmo para determinar los “ceros” de todos los polinomios de grado mayor a
5 en términos de sus “coeficientes”.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 147


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

3.3. Consecuencias algebraicas

Resulta interesante e ilustrativo mostrar la suficiencia del planteamien-


to axiomático para desarrollar la aritmética, tradicionalmente enunciada y
enseñada con “reglas”que habia que memorizar y ejercitar; un condicionamien-
to que crea una falsa apreciación de la matemática. . . nadie ama a quien no
conoce. Ahora se presenta la oportunidad de alterar esta percepción con la
belleza de la deducción de algunas de dichas “reglas”, explayando la partici-
pación de las propiedades enunciadas de R y los teoremas previos.

El objetivo de esta presentación es motivar la sustitución de la memo-


rización con la deducción, tratando de erradicar a la rapidez como ingrediente
de la evaluación del conocimiento, sustituyéndola con la creatividad y la perfec-
ción del razonamiento. Los primeros ejemplos provienen de las llamadas “reglas
de cancelación” de la suma y el producto, que dicen

(a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ (c ∈ R ∧ a + c = b + c) ` a = b 
 (3.9)

(a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ c ∈ R \ {0} ∧ a · c = b · c ` a = b

en donde erroneamente se enseña y piensa que las igualdades se dan, por ser
válido “pasar” un “término” al otro “miembro” y “cancelar”, cuando en re-
alidad provienen de (S4) y (P4) y de la identificación de las funciones · y
+ con el reconocimiento pleno de las propiedades de una función. También se
tienen las “reglas de adición” para la suma y el producto

∀ a & b & c∈R |a = b ` a + c = b + c ∧ a · c = b · c (3.10)


en donde se dice, equivocadamente, que la igualdad se mantiene por “hacer”
lo mismo en ambos “miembros”. . . Otros ejemplos con planteamientos concep-
tualmente incorrectos, semejantes a los anteriores, son los siguientes

(a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ (c ∈ R ∧ a + c = b) ` a = b − c 
 (3.11)

(a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ c ∈ R \ {0} ∧ a · c = b ` a = b · c−1

148 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.3 Consecuencias algebraicas

en donde también se enseña y piensa, que al “pasar” un elemento de un “miem-


bro” al otro de una igualdad se invierte su signo o divide al miembro, depen-
diendo del caso. . . en vez de tratarlos como simples consecuencias de que + y
· son funciones.

En la demostración del siguiente teorema se explicı́tan los axiomas


utilizados, sin embargo posteriormente en la mayorı́a de los casos, se deja al
lector el reconocimiento de los axiomas requeridos.

Teorema 3.3.1. Sea R .

1) 1 6= 0 2) 1 = 1−1 3) 0 = −0 .

Demostración.–

1. De (P3) se tiene 1 ∈ R \ {0} , luego 1 6∈ {0} debido a ((1.25); 48) con


((47); 26), entonces 1 6= 0 .
2. Como 1 ∈ R \ {0} debido a (P3), se sigue 1 · 1−1 = 1 de (P4) con ((62);
33), en donde 1 · 1−1 = 1−1 · 1 de (P1) con ((62); 33) ya que 1−1 ∈ R,
además 1−1 · 1 = 1−1 de (P3) con ((62); 33), entonces 1 = 1−1 .
3. De (S4) con ((62); 33) se tiene 0 +(−0) = 0, en donde 0 +(−0) = −0 +0
de (S1) y también −0 + 0 = −0 debido a (S3) con ((62); 33), por lo
cual 0 = −0. 

Teorema 3.3.2.
∀ a∈R |a · 0 = 0 .

Demostración.– Para ξ ∈ R se tiene ξ · 0 = (ξ · 0) + 0 con (ξ · 0) + 0 =


  
(ξ · 0) + ξ + (−ξ) y (ξ · 0) + ξ + (−ξ) = (ξ · 0) + ξ + (−ξ) , además
  
(ξ · 0) + ξ + (−ξ) = (ξ · 0) + (ξ · 1) + (−ξ) y (ξ · 0) + (ξ · 1) + (−ξ) =
(ξ · (0 + 1)) + (−ξ) con (ξ · (0 + 1)) + (−ξ) = (ξ · 1) + (−ξ) , y también
(ξ · 1) + (−ξ) = ξ + (−ξ) , luego ξ · 0 = 0 y se sigue ∀ a ∈ R ` a · 0 = 0 de
((61); 32). 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 149


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

Con (P4) se asegura la existencia y unicidad de los inversos multiplica-


tivos en R \ {0}, mas nada dice al respecto para el neutro aditivo, y aunque
 a ∈ R | 0 · a = 1 parece obvio, es decir que el neutro aditivo no tiene inverso

multiplicativo, es algo que debe demostrarse.

Corolario 3.3.1.

 a∈R |0 · a = 1 .

Demostración.– De ∃ a ∈ R | 0 · a = 1 y con ξ ∈ R y 0 · ξ = 1 se tiene ξ · 0 = 1


debido a (P1), además ξ · 0 = 0 del teorema (3.3.2; 149) con ((62); 33), y
como 1 6= 0 del teorema (3.3.1; 149) se sigue (· ∈ RR×R )f, entonces se tiene
· ∈ RR×R y ∃ a ∈ R | 0 · a = 1 ` (· ∈ RR×R)f, por lo tanto (∃ a ∈ R | 0 · a = 1)f
 a∈R |0 · a = 1 . 
debido a ((50); 27), y de ((5); 13) se concluye ∃

Teorema 3.3.3.

a ∈ R \ {0} ∧ b ∈ R \ {0} ` (a · b)−1 = a−1 · b−1 .

Demostración.– De (P4) y ((63); 33) se sigue ∃ ξ ∈ R | ξ · a = 1 y ∃ η ∈


R | η · b = 1 , luego a−1 · b−1 ∈ R ya que · ∈ RR×R , además se tiene a · b ∈
R por la misma razón, y de ello se sigue (a · b) · (a−1 · b−1 ) ∈ R en donde
  
(a · b) · (a−1 · b−1 ) = (a · b) · a−1 · b−1 y (a · b) · a−1 · b−1 = (a · a−1 ) · b · b−1

con (a · a−1 ) · b · b−1 = (a · a−1 ) · (b · b−1 ) , luego (a · b) · (a−1 · b−1 ) = 1 · 1 y
como (a · b) · (a · b)−1 = 1 se obtiene (a · b)−1 = a−1 · b−1 dado que el inverso
multiplicativo es único. 

Teorema 3.3.4. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

a = 0 ∨ b = 0 a` a · b = 0.

Demostración.– De a = 0 se sigue a · b = 0 del teorema (3.3.2; 149), y


también de b = 0 se tiene a · b = 0, luego con (a = 0 y b = 0) o (a = 0 y b 6=

150 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.3 Consecuencias algebraicas


0) o (a 6= 0 y b = 0) se obtiene a· b = 0, por lo tanto a = 0 ∨ b = 0 ` a· b = 0
debido a ((1); 10).

Ahora, de ¬(a = 0 ∨ b = 0) se tiene a 6= 0 ∧ b 6= 0 de ((30); 18) y ((1);


10), y del teorema (3.3.3; 150) se sigue ∃ ξ ∈ R | (a · b) · ξ = 1, por lo cual
(a · b) · (a · b)−1 = 1. Pero de a · b = 0 se obtiene (a · b) · (a · b)−1 = 0 debido al
teorema (3.3.2; 149) y ((62); 33) pues (a · b)−1 ∈ R, luego (a · b) · (a · b)−1 6= 1
ya que 0 6= 1, entonces (a · b) · (a · b)−1 = 1 ` a · b 6= 0 debido a ((47); 26),
por lo tanto a · b = 0 ` a = 0 ∨ b = 0 de ((48); 26). 

Corolario 3.3.2. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

a · b 6= 0 ` a 6= 0 ∧ b 6= 0 .

Demostración.– De ¬(a · b = 0) se sigue ¬(a = 0 ∨ b = 0) debido al teorema


(3.3.4; 150) con ((47); 26), entonces se tiene (a = 0)f y (b = 0)f de ((8);
14), es decir a 6= 0 y b 6= 0 de ((5); 13), luego a 6= 0 ∧ b 6= 0 , y como
¬(a · b = 0) = (a · b 6= 0) se concluye a · b 6= 0 ` a 6= 0 ∧ b 6= 0 . 

Corolario 3.3.3.
a ∈ R \ {0} ` a−1 ∈ R \ {0} .

Demostración.– De (P4) y ((62; 33) se sigue ∃ ξ ∈ R | a · ξ = 1, en donde


1 6= 0 de (P3), luego a · a−1 6= 0 , y del teorema (3.3.4; 150) con ((47); 26) se
tiene ¬(a = 0 ∨ a−1 = 0), por lo cual a 6= 0 ∧ a−1 6= 0 debido a ((30); 18). 

Teorema 3.3.5. Sean a ∈ R y b ∈ R .

0 < a · b ` (0 < a ∨0 b < 0) ∧ (a 6= 0 ∧ b 6= 0) .

Demostración.– Del corolario (3.3.2; 151) se tiene (0 < a ∧ b < 0) o (a < 0 ∧


0 < b) o (0 < a ∧ 0 < b) o (a < 0 ∧ b < 0) en donde de 0 < a ∧ b < 0 ` a·b < 0
se sigue (0 < a ∧ b < 0)f de ((50); 27), y de a < 0 ∧ 0 < b ` a·b < 0 se infiere

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 151


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

(a < 0 ∧ 0 < b)f también de ((50); 27), luego se tiene 0 < a · b (0 < a y 0 <
b) o (a < 0 y b < 0) con (0 < a y 0 < b) o (a < 0 y b < 0) 0 < a ∨0 b < 0
debido a ((1); 10), entonces 0 < a · b ` 0 < a ∨0 b < 0 . 

Teorema 3.3.6.
∀ a ∈ R \ {0} | a = (a−1 )−1 .

Demostración.– De η ∈ R \ {0} se sigue η −1 ∈ R \ {0} debido al corolario


(3.3.3; 151), entonces ∃ ω ∈ R | η −1 · ω = 1 de (P4) y ((62; 33), y se tiene

η −1 · (η −1 )−1 = 1 , además η = η · 1 con η · 1 = η · η −1 · (η −1 )−1 y η · η −1 ·

(η −1 )−1 = (η · η −1 ) · (η −1 )−1 y también (η · η −1 ) · (η −1 )−1 = 1 · (η −1 )−1 en
donde 1 · (η −1 )−1 = (η −1 )−1 · 1 y (η −1 )−1 · 1 = (η −1 )−1 , luego de ((61); 32) se
concluye ∀ a ∈ R \ {0} | a = (a−1 )−1 . 

Teorema 3.3.7.
   
a ∈ R ∧ b ∈ R \ {0} ∧ c ∈ R \ {0} ∧ d ∈ R \ {0} ` (a/b) (c/d) = (a·d) (b·c) .

Demostración.– Del corolario (3.3.3; 151) se tiene b−1 , c−1 , d−1 ∈ R \ {0},
por lo cual (c · d−1 )−1 = c−1 · (d−1 )−1 y (b · c)−1 = b−1 · c−1 debido al
teorema (3.3.3; 150), además (c · d−1 )−1 = c−1 · d del teorema (3.3.6; 152),
luego (a · b−1 ) · (c · d−1 )−1 = (a · b−1 ) · (c−1 · d) en donde (a · b−1 ) · (c−1 · d) =
   
a· (b−1 ·(c−1 ·d) con a· (b−1 ·(c−1 ·d) = a· (b−1 ·c−1)·d y a· (b−1 ·c−1 )·d =
 
a · d · (b−1 · c−1 ) en donde a · d · (b−1 · c−1 ) = (a · d) · (b−1 · c−1 ) , entonces

(a · b−1 ) · (c · d−1 )−1 = (a · d) · (b · c)−1 con (a · b−1 ) · (c · d−1 )−1 = (a/b) (c/d)
y (a · d) · (b · c)−1 (a · d)/(b · c) . 

Teorema 3.3.8. Sea a ∈ R .

1) a = a−1 ` a = 1 . 2) a = −a ` a = 0 .

Demostración.–

1. De a = a−1 se sigue 1 = a · a−1 = a · a = a · (1 · 1) = a · 1 = a.

152 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.3 Consecuencias algebraicas

2. Dado que a + 0 = a y −a + 0 = −a debido a (S4) y ((62); 33), de


a = −a se sigue a + 0 = a y a + 0 = −a, luego a = −a pues · es
función. 

Teorema 3.3.9.
∀ a ∈ R | − a = −1 · a .

Demostración.– De η ∈ R se tiene η + (−1 · η) = (1 · η) + (−1 · η) y (1 · η) +



(−1 · η) = 1 + (−1) · η = 0 · η , luego η + (−1 · η) = 0 debido al teorema (3.3.2;
149) y ((62); 33), por lo cual −η = −1 · η ya que el inverso multiplicativo es
único, entonces de ((61); 32) se concluye ∀ a ∈ R | − a = −1 · a . 

Teorema 3.3.10.

∀ a & b ∈ R | a · −b = −(a · b) ∧ −(a · b) = −a · b .

Demostración.– De ξ ∈ R ∧ η ∈ R se tiene ξ · −η = ξ · (−1 · η) = −1 · (ξ · η) =


−(ξ · η) debido a teorema (3.3.9; 153), y también −ξ · η = (−1 · ξ) · η con
(−1 · ξ) · η = −1 · (ξ · η) y −1 · (ξ · η) = −(ξ · η), por lo tanto ξ · −η = −(ξ · η) con
−(ξ ·η) = −ξ ·η , concluyéndose ∀ a ∈ R ∧ ∀ b ∈ R i ` a·−b = −(a·b) ∧ −(a·b) =
−a · b de ((61); 32). 

Teorema 3.3.11.
∀ a ∈ R | − (−a) = a .

Demostración.– De ξ ∈ R se tiene ξ − ξ = 0 y ξ − ξ = −ξ + ξ , luego


−ξ + ξ = 0 y se sigue ξ = −(−ξ) , por lo tanto ∀ a ∈ R ` −(−a) = a debido
a ((61); 32). 

Corolario 3.3.4.
∀ a & b ∈ R | − a · −b = a · b .

Demostración.– De ξ ∈ R ∧ η ∈ R se tiene −ξ · −η = −(ξ · −η) y −(ξ · −η) =


 
− − (ξ · η) debido al teorema (3.3.10; 153), además − − (ξ · η) = ξ · η del

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 153


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

teorema (3.3.11; 153), luego con ((61); 32) se concluye ∀ a & b ∈ R | − a · −b =


a· b. 

H Ocasionalmente por comodidad, en especial en desarrollos alge-


braicos extensos, se emplean “cadenas de igualación”, aún cuando
no es recomendable por tratar con enunciados lógicos. N

17
Teorema 3.3.12.


(a ∈ R ∧ c ∈ R) ∧ b ∈ R \ {0} ∧ d ∈ R \ {0}

` (a /b) + (c /d) = (a · d) + (b · c) (b · d) .

Demostración.– Dado que (a /b) + (c /d) = (a · b−1 ) + (c · d−1 ) y (a · b−1 ) +


   
(c · d−1 ) = (a · b−1 ) · 1 + (c · d−1 ) · 1 con (a · b−1 ) · 1 + (c · d−1 ) · 1 =
  
(a · b−1 ) · (d · d−1 ) + (c · d−1 ) · (b · b−1 ) y (a · b−1 ) · (d · d−1 ) + (c · d−1 ) ·
  
(b · b−1 ) = a · b−1 · (d · d−1 ) + c · d−1 · (b · b−1 ) , en donde a · b−1 · (d ·
   
d−1 ) + c · d−1 · (b · b−1 ) = a · b−1 · (d−1 · d) + c · d−1 · (b−1 · b) con
   
a· b−1 ·(d−1 ·d) + c· d−1 ·(b−1 ·b) = a· (b−1 ·d−1)·d + c· (d−1 ·b−1)·b y
   
a· (b−1 ·d−1 )·d + c· (d−1 ·b−1 )·b = a· d·(b−1 ·d−1 ) + c· b·(d−1 ·b−1 ) , y
  
además a· d·(b−1 ·d−1 ) + c· b·(d−1 ·b−1 ) = (a·d)·(b−1 ·d−1 ) + (c·b)·(d−1 ·
   
b−1 ) con (a·d)·(b−1 ·d−1) + (c·b)·(d−1 ·b−1 ) = (a·d)·(b−1 ·d−1 ) + (c·b)·
   
(b−1 ·d−1) y (a·d)·(b−1 ·d−1 ) + (c·b)·(b−1 ·d−1) = (a·d)+(c·b) ·(b−1 ·d−1) ,
 
en donde (a · d) + (c · b) · (b−1 · d−1 ) = (a · d) + (c · b) · (b · d)−1 del teorema
 
(3.3.3; 150), y como (a · d) + (c · b) · (b · d)−1 = (a · d) + (c · b) /(b · d) se

obtiene finalmente (a /b) + (c /d) = (a · d) + (c · b) /(b · d). 

Teorema 3.3.13. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

a + b 6= 0 ` (a = 0 ∧ b = 0) f .

17 Frecuentemente se asocia con números enteros, por lo que se le conoce como la “regla
de la suma de fracciones”.

154 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.3 Consecuencias algebraicas


Demostración.– De ¬ ¬(a = 0 ∧ b = 0) se sigue a = 0 ∧ b = 0 debido a
((5; 13), luego a + b = 0 en donde (a + b = 0) = ¬(a + b = 6 0) , por lo cual

¬ ¬(a = 0 ∧ b = 0) ` ¬(a + b 6= 0) , entonces a + b 6= 0 ` ¬(a = 0 ∧ b = 0)
de ((47); 26) con ¬(a = 0 ∧ b = 0) = (a = 0 ∧ b = 0)f de ((5; 13). 

Teorema 3.3.14. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

a · a = b · b a ` a = b ∨ a = −b .

Demostración.– De a · a = b · b se tiene (a · a) − (b · b) = 0 de ((3.10);


 
148) y ((62); 33), además (a + b) · (a − b) = a · (a − b) + b · (a − b)
   
y a · (a − b) + b · (a − b) = (a · a) + (a · −b) + (b · a) + (b · −b) con
   
(a·a)+(a·−b) + (b·a)+(b·−b) = (a·a)−(a·b) + (a·b)−(b·b) del teorema
  
(3.3.10; 153) y (a·a)+ −(a·b)+ (a·b)−(b·b) = (a·a)+ −(a·b)+(a·b) −(b·b)
  
con (a · a) + − (a · b) + (a · b) − (b · b) = (a · a) + 0 − (b · b) , por lo cual
(a + b) · (a − b) = 0 , y del teorema (3.3.4; 150) se sigue a + b = 0 ∨ a − b = 0 ,
entonces a = −b ∨ a = b .

Ahora, de a = b se tiene a· a = b · a y b · a = b · b debido a ((3.10); 148) y ((62);


33), y de a = −b se sigue a · a = −b · a con −b · a = −b · −b y −b · −b = b · b
del corolario (3.3.4; 153), entonces de a = b ∨ a = −b se concluye a · a = b · b
debido a ((1); 10). 

Teorema 3.3.15. Sean (a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ (c ∈ R ∧ d ∈ R) .

[1) a < b ∧ c ≤ d ` a + c < b + d 2) a ≤ b ∧ c ≤ d ` a + c ≤ b + d

3) a < b ∧ c < d ` a + c < b + d .

Demostración.– De c ≤ d se sigue c = d o c < d , y como a + c < b + c de


((62); 33), entonces con c = d se tiene a + c < b + d , y para c < d se tiene
b + c < b + d nuevamente de ((62); 33), por lo cual a + c < b + d . Las otras
l
dos inferencias son similares y se dejan al lector como ejercicio. 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 155


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

Corolario 3.3.5. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

b ∈ R− ` a + b < a .

Demostración.– De b < 0 se sigue b < 0 ∧ a ≤ a ya que a ≤ a , luego


a + b < a + 0 del teorema (3.3.15; 155), por lo tanto a + b < a . 
l
Y de este corolario el lector puede demostar

∀ a ∈ R | ∀ b ∈ R+ | a < a + b (3.12)

con lo cual se deducen comportamientos importantes que usualmente solo se


asumen por considerarlos obvios. Por ejemplo, de c ∈ R se sigue c < c + 1
debido a ((61); 32), y se obtiene

∀ a∈ R |a < a + 1 (3.13)

también de ((61); 32), por tanto con c ∈ R ∧ d ∈ R y c = d + 1 se infiere d < c


de ((3.13); 156) y ((62); 33), luego (c = d)f obteniéndose c = d+1 ` (c = d)f,
entonces con ((47); 26) se concluye

(a ∈ R ∧ b ∈ R) (a = b ` a 6= b + 1) . (3.14)

Teorema 3.3.16. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

a < b ` −b < −a .

Demostración.– De a < b se tiene a + (−a − b) < b + (−a − b) debido a


((3.10); 148), en donde a + (−a − b) = (a − a) − b y (a − a) − b = 0 − b con
0 − b = −b , además b + (−a − b) = b + (−b − a) y b + (−b − a) = (b − b) − a
con (b − b) − a = 0 − a y 0 − a = −a , entonces −b < −a . 

Corolario 3.3.6. Sean (a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ (c ∈ R ∧ d ∈ R) .

a < b ∧ c ≤ d ` a− d < b −c.

156 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.3 Consecuencias algebraicas

Demostración.– Dado que se tiene c = d o c < d , de c = d se sigue


−1 · c = −1 · d de ((3.10); 148), luego −c = −d , y de c < d se obtiene
−d < −c del teorema (3.3.16; 156), por lo cual −d = −c o −d < −c , entonces
a + (−d) < b + (−c) de (O3) o a + (−d) < b + (−c) debido al teorema (3.3.15;
155), concluyéndose a − d < b − c . 

Teorema 3.3.17.

1) ∀ c ∈ R+ | − c ∈ R− 2) ∀ c ∈ R− | − c ∈ R+.

Demostración.– De ξ ∈ R+ se tiene −ξ < −0 debido al teorema (3.3.16;


156), en donde −0 = 0 del teorema (3.3.1; 149), luego −ξ ∈ R−, por lo tanto
∀ c ∈ R+ ` −c ∈ R− de ((61); 32).

Ahora, para ξ ∈ R− se tiene −0 < −ξ del teorema (3.3.16; 156), luego 0 < −ξ
del teorema (3.3.1; 149), por lo cual −ξ ∈ R+, concluyéndose ∀ c ∈ R− | −c ∈ R+
de ((61); 32). 

Teorema 3.3.18. Sea (a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ c ∈ R .

c ∈ R+ ∧ a = b + c ` b < a .

Demostración.– De 0 < c se sigue −c < −0 del teorema (3.3.16; 156), luego


(b + c) − c < (b + c) − 0 , entonces b + (c − c) < b + c , por lo cual b < a ya que
a = b +c. 

Teorema 3.3.19. Sea (a ∈ R ∧ b ∈ R) ∧ c ∈ R .

c ∈ R− ∧ a < b ` b · c < a · c .

Demostración.– De c < 0 se tiene 0 < −c de los teoremas (3.3.16; 156) y


(3.3.1; 149), luego a · −c < b · −c , por lo cual −(a · c) < −(b · c) , entonces
 
− − (b · c) < − − (a · c) debido al teorema (3.3.16); 156), y del teorema
(3.3.11); 153) se concluye b · c < a · c . 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 157


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

Teorema 3.3.20.

∀ a ∈ R \ {0} | (a · a) ∈ R+ .

Demostración.– Para ξ 6= 0 se tiene 0 < ξ o ξ < 0 debido a (O1), y de


0 < ξ se sigue 0 · ξ < ξ · ξ de (O4) y ((61); 32), luego 0 < (ξ · ξ) del teorema
(3.3.2; 149) y ((61); 32), por lo cual (ξ · ξ) ∈ R+ de ((3.2); 142) y ((1.6); 41),
y con ξ < 0 se sigue ξ ∈ R− de ((3.2); 142) y ((1.6); 41), entonces −ξ ∈ R+
del teorema (3.3.17; 157), luego 0 < −ξ debido a ((3.2); 142) y ((1.6); 41), y
de (O4) y ((61); 32) se obtiene 0 · −ξ < −ξ · −ξ , por lo cual 0 < −ξ · −ξ del
teorema (3.3.2; 149) y ((61); 32), en donde −ξ · −ξ = ξ · ξ del teorema (3.3.4;
153), entonces (ξ · ξ) ∈ R+ nuevamente de ((3.2); 142) y ((1.6); 41). Por lo tanto
∀ a ∈ R \ {0} | (a · a) ∈ R+ de ((61); 32). 

En particular, el teorema (3.3.20; 158) provee un par de resultados


interesantes de la presentación axiomática, que erroneamente podrı́a pensarse
que no requieren demostración. Como 1 6= 0 del teorema (3.3.1; 149), se sigue
0 < 1 ya que 1 · 1 = 1, además 0 + 1 < 1 + 1, luego 18 1 < 1 + 1, entonces

1 ∈ R+ y 1 < 1+1. (3.15)

Teorema 3.3.21.

∀ a∈R |∃ b∈R |a < b .

Demostración.– Para ξ ∈ R se tiene 0 + ξ < 1 + ξ de ((3.15); 158), luego


ξ < 1 + ξ y se sigue ∃ b ∈ R | ξ < b de ((60); 32), por lo tanto ∀ a ∈ R | ∃ b ∈
R | a < b de ((61); 32). 

Teorema 3.3.22. Sea a ∈ R .

∀ b ∈ R− | b < a ` 0 ≤ a .

18 Se hace 2 ≡ 1 + 1.

158 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.3 Consecuencias algebraicas

Demostración.– De p ∈ R se tiene p = p por lo cual p ≤ p , luego ∀ q ∈


R | q ≤ q debido a ((61); 32), y de ¬(0 ≤ a) se sigue a ∈ R−, entonces a ≤ a
de ((62); 33) pues a ∈ R , por lo tanto ∃ b ∈ R− | a ≤ b debido a ((60); 32), por

consiguiente ¬(0 ≤ a) ` ¬ ∀ b ∈ R− | ¬(a ≤ b) del corolario (0.4.1; 35), y de
((47); 26) con ((8); 14) se concluye ∀ b ∈ R− | b < a ` 0 ≤ a . 

Teorema 3.3.23. Sean a ∈ R+ ∪ {0} ∧ c ∈ R+ ∪ {0} ∧ (b ∈ R ∧ d ∈ R) .

a < b ∧ c < d ` a ·c < b·d.

Demostración.– De 0 ≤ a y a < b se sigue 0 < b, luego b ∈ R+ , por lo cual


b · c < b · d pues c < d. Además, dado que c ∈ R+ ∪ {0} , para c ∈ R+ se tiene
a · c < b · c pues a < b , y con c = 0 del teorema (3.3.2; 149) se obtiene a · c = 0
y b · c = 0 , por lo cual a · c = b · c . 

19
Teorema 3.3.24. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

[1) a ∈ R+ ∧ b ∈ R+ ` a · b ∈ R+ 2) a ∈ R− ∧ b ∈ R− ` a · b ∈ R+

3) a ∈ R+ ∧ b ∈ R− ` a · b ∈ R−.

Demostración.–

1. De a ∈ R+ ∧ b ∈ R+ y el teorema (3.3.23; 159) se sigue 0 · 0 < a · b , luego


a · b ∈ R+ debido al teorema (3.3.2; 149).

2. De a ∈ R− ∧ b ∈ R− se tiene −a ∈ R+ ∧ −b ∈ R+ del teorema (3.3.17; 157),


por lo cual (−a·−b) ∈ R+ debido al inciso anterior, además −a·−b = a·b
del corolario (3.3.4); 153), luego (a · b) ∈ R+.

3. De a ∈ R+ y b ∈ R− y el teorema (3.3.17; 157) se tiene −b ∈ R+, luego


(a · −b) ∈ R+ del primer inciso, por lo cual −(a · b) ∈ R+ del teorema

(3.3.10; 153), entonces − − (a · b) ∈ R− debido al teorema (3.3.17; 157),
y del teorema (3.3.11; 153) se concluye (a · b) ∈ R−. 
19 Se le conoce como la “regla de los signos”.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 159


3.3 Consecuencias algebraicas Números reales

Teorema 3.3.25.

1) ∀ a ∈ R+ | a−1 ∈ R+ 2) ∀ a ∈ R− | a−1 ∈ R−.

Demostración.– Para ξ ∈ R \ {0} se tiene ξ · ξ −1 = 1 , luego (ξ · ξ −1 ) ∈


R+ \ {0} debido a ((3.15); 158), por lo cual (ξ · ξ −1 ) 6∈ R− es decir ¬ ξ · ξ −1 ∈
R− ), y del tercer inciso del teorema (3.3.24; 159) con ((47); 26) se sigue ¬(ξ ∈
R+ ∧ ξ −1 ∈ R−), entonces ξ 6∈ R+ ∨ ξ −1 6∈ R− de ((30); 18) y ((1); 10). Por lo
tanto, de ξ ∈ R+ se obtiene ξ −1 6∈ R− debido a ((1); 10), luego ξ −1 ∈ R+ ∪ {0} ,
pero ξ −1 ∈ R \ {0} del corolario (3.3.3); 151) se tiene ξ −1 ∈ R+ , y de ((61); 32)
se concluye ∀ a ∈ R+ | a−1 ∈ R+ . La otra demostración es similar y se deja al
l
lector como ejercicio. 

Teorema 3.3.26.

(a ∈ R+ ∧ b ∈ R+) ∨0 (a ∈ R− ∧ b ∈ R−) ∧ a < b ` b−1 < a−1 .

Demostración.– De (a ∈ R+ ∧ b ∈ R+ ) ∨0 (a ∈ R− ∧ b ∈ R− ) se sigue
(a ∈ R+ ∧ b ∈ R+ ) o (a ∈ R− ∧ b ∈ R−) de ((1); 10), luego para a ∈ R+ ∧ b ∈ R+
y a < b se tiene a−1 ∈ R+ ∧ b−1 ∈ R+ del teorema (3.3.25; 160), por lo cual
(a−1 · b−1 ) ∈ R+ debido al primer inciso del teorema (3.3.24; 159), entonces
(a−1 · b−1 ) · a < (a−1 · b−1 ) · b en donde (a−1 · b−1 ) · a = (b−1 · a−1 ) · a y
(b−1 ·a−1 )·a = b−1 ·(a−1 ·a) con b−1 ·(a−1 ·a) , además (a−1 ·b−1 )·b = a−1 ·(b−1 ·b)
y a−1 · (b−1 · b) = a−1 · 1 , por lo cual b−1 < a−1 , y con a ∈ R− ∧ b ∈ R− y a < b
se sigue a−1 ∈ R− ∧ b−1 ∈ R− del teorema (3.3.25; 160), luego (a−1 · b−1 ) ∈ R+
nuevamente del teorema (3.3.24; 159), entonces (a−1 · b−1 ) · a < (a−1 · b−1 ) · b
de (O4) con ((62); 33) y se obtiene b−1 < a−1 (véase desarrollo anterior). 

Teorema 3.3.27. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .



a < b ` a + 2−1 · (b − a) ∈ (a; b) ∧ (a; b) 6= ∅ .

Demostración.– De a < b se sigue 0 < b − a, por lo cual b − a < 2 · (b − a) ,


y como 2−1 ∈ R+ debido a ((3.15); 158) y el teorema (3.3.25; 160), se tiene

160 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.4 Números naturales


2−1 ·(b−a) < b−a , entonces a+ 2−1 ·(b−a) < b , además del teorema (3.3.24;

159) se infiere 0 < 2−1 ·(b−a) , obteniéndose a < a+ 2−1 ·(b−a) , por lo tanto
  
a < a + 2−1 · (b − a) ∧ a + 2−1 · (b − a) < b , luego a + 2−1 · (b − a) ∈ (a; b)
de ((1.6); 41), y con ((1.61); 59) se concluye (a; b) 6= ∅ . 

3.4. Números naturales

En la presentación axiomática adoptada para R nada se dicho acerca


de los números naturales N y son indispensables. Aqui su identificación es
sui generis, se apoya en R incorporando a los axiomas 20 :
 n ∈ N | 1 = n + 1 , ∀ n ∈ N | (n + 1) ∈ N ,
N ⊆ R , 1∈N , ∃
(3.16)
(m ∈ N ∧ n ∈ N) ∧ m < n (n − m) ∈ N
estableciendo que pueden concebirse como una “cadena” sin bifurcaciones por
ser +R función. Aparentemente no es posible identificar a N con el axioma de
especificación, aún cuando se plantee N ⊆ R, y esto presenta dificultades pues
se debe complementar el planteamiento con la siguiente concatenación:

A ∈ P(N) \ {∅} ∃ q∈A |∀ a∈A |q ≤ a (Principio de buen orden) (3.17)


Teorema 3.4.1.

A ∈ P(N) \ {∅} ` {q ∈ A k ∀ a ∈ A | q ≤ a} unitario .

Demostración.– De ((3.17); 161) y el teorema (1.3.2; 60) se sigue {q ∈


A k ∀ a ∈ A | q ≤ a} =
6 ∅, y para j ∈ {q ∈ A k ∀ a ∈ A | q ≤ a} ∧ k ∈ {q ∈ A k ∀ a ∈
A | q ≤ a} se tiene j ∈ A ∧ k ∈ A ∧ ∀ a ∈ A | q ≤ a debido a ((1.6); 41), por lo
cual j ≤ k y k ≤ j de ((62); 33), luego (j < k)f y (k < j)f, entonces j = k,
por consiguiente ∀ p & q ∈ {q ∈ A k ∀ a ∈ A | q ≤ a} | p = q debido a ((61); 32), y
con la proposición (1.3.2; 70) se obtiene {q ∈ A k ∀ a ∈ A | q ≤ a} unitario. 
20 Con la presentación constructiva de von Neumann de N se precinde de su caracter
axiomático, pues son demostrables.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 161


3.4 Números naturales Números reales

Teorema 3.4.2.
∀ n∈N |1 ≤ n .

Demostración.– Del segundo axioma de ((3.16); 161) y ((1.61); 59) se tiene


N 6= ∅, además N ∈ P(N) debido a ((1.44); 52), luego N ∈ P(N) \ {∅} del
teorema (1.3.9; 68), entonces ∃ q ∈ N | ∀ n ∈ N | q ≤ n de ((3.17); 161). Ahora,
para η ∈ N y ∀ n ∈ N | η ≤ n y η 6= 1 se sigue η ∈ N \ {1}, por lo cual η − 1 ∈ N
del quinto axioma de ((3.16); 161), luego η ≤ η − 1, obteniendo 0 ≤ −1 , pero
del teorema (3.3.17; 157) y ((3.15); 158) se sigue −1 < 0, por lo cual η = 1 de
((47); 26), concluyéndose ∀ n ∈ N | 1 ≤ n. 

Como consecuencia inmediata de este teorema para m ∈ N se tiene


0 < m ya que 0 < 1 y 1 ≤ m de ((62); 33), además m ∈ R debido al primer
axioma de ((3.16); 161), luego m ∈ R+ de ((1.6); 41) y ((3.2); 142), por lo cual
∀ n ∈ N | m ∈ R+ debido a ((61); 32) y se obtiene

N ⊆ R+ (3.18)

y también, al identificar al conjunto m (léase m barra) con m ∈ N haciendo



m ≡ p ∈ N k p ≤ m se sigue 1 ∈ m del teorema (3.4.2; 162) con ((62); 33)
y ((1.6); 41), luego m = {1, ... , m} y además m 6= ∅ debido a ((1.61); 59), y
de ((61); 32) se infiere
∀ n ∈ N | 1 ∈ n ∧ n 6= ∅ (3.19)
y es conveniente hacer N ≡ {A ∈ P (N) k ∃ n ∈ N | A = n}. Pero como 0 6∈ N
debido al teorema (3.4.2; 162), aún no se ha identificado 0 y posteriormente
será necesario, por ello se hace 0 ≡ ∅ y se le llama cero barra.

Teorema 3.4.3. Sea a ∈ N ∧ b ∈ N .

a < b a` a + 1 ≤ b.

Demostración.– De a < b se sigue a − b < 0, luego (a + 1) − b < 1, por


lo cual (a + 1) − b 6∈ N del teorema (3.4.2; 162) y ((62); 33) con ((47); 26),

162 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.4 Números naturales


entonces de (a + 1) − b ∈ N se obtiene b ≤ a debido a ((47. Además, de

b < (a + 1) se tiene (a + 1) − b ∈ N del quinto axioma de ((3.16); 161), por
lo tanto de ((48); 26) se concluye a < b ` a + 1 ≤ b . Ahora como de ((3.15);
158) se infiere a < a + 1 , entonces de a + 1 ≤ b se sigue a < b . 

Lema 3.4.1.
n ∈ N \ {1} ` ∀ m ∈ n \ {1} | m − 1 ∈ n .

Demostración.– Para p ∈ n \ {1} se tiene p ∈ n y p 6∈ {1} de ((1.23); 48) y


((62); 33), luego p ≤ n y p ∈ N debido a ((1.6); 41), por lo cual p ∈ N \ {1} ,
entonces p − 1 ∈ N del quinto axioma de ((3.16); 161) y ((62); 33), además
p − 1 ≤ n − 1 y n − 1 < n ya que −1 < 0 del teorema (3.3.17; 157) y ((3.15);
158), por lo tanto p − 1 < n ∧ p ∈ N y de ((1.6); 41) se sigue p − 1 ∈ n , entonces
∀ m ∈ n \ {1} | m − 1 ∈ n debido a ((61); 32). 

Proposición 3.4.1. (Inducción matemática finita) Sea A ∈ P(N) y n ∈ N .

1∈A ∧ ∀ m∈n − 1 ∩ A | m + 1∈A ` n ⊆ A .

Demostración.– Para n ∈ N se tiene n = 1 ∨0 n ∈ N \ {1} entonces:

Con n = 1 y de 1 ∈ A ∧ ∀ m ∈ n − 1 ∩ A | m + 1 ∈ A se tiene {1} = n y


1 ∈ A debido a ((36); 21), luego n ⊆ A .

Ahora con n ∈ N \ {1} y de n 6⊆ A se sigue ∃ q ∈ n | q 6∈ A debido a


((1.3); 38), luego con ξ ∈ n y ξ 6∈ A y para B ≡ {p ∈ n k p 6∈ A} se obtiene
B 6= ∅ y B ∈ P(N) , pues ξ ∈ B de ((1.6); 41) y además B ⊆ N debido a
((1.8); 41), entonces B ∈ P(N) \ {∅} del teorema (1.3.9; 68), por lo tanto
∃ q ∈ B | ∀ a ∈ B | q ≤ a de ((3.17); 161), y con η ∈ B y ∀ a ∈ B | η ≤ a se
tiene η ∈ n y η 6∈ A debido a ((1.6); 41), luego η 6= 1 ya que 1 ∈ A, por
lo cual η ∈ n \ {1} y se sigue η − 1 ∈ n del lema (3.4.1); 163), entonces
η − 1 ∈ N de ((1.8); 41), obteniendo η − 1 ∈ n − 1 nuevamente de ((1.6);
41), ya que η ≤ n debido a ((1.6); 41).

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 163


3.4 Números naturales Números reales

Pero η − 1 < η debido a ((3.15); 158) y ((3.2); 142) con ((1.6); 41), luego
η − 1 6∈ B de ((62); 33) y ((47; 26), por lo cual η − 1 ∈ A de ((1.6); 41)
y ((47; 26), obteniendo η − 1 ∈ n − 1 ∩ A debido a ((1.29); 49), y como
η = (η − 1) + 1 se concluye ∃ m ∈ n − 1 ∩ A | m + 1 6∈ A de ((60); 32), por
lo tanto 1 ∈ A ∧ ∀ m ∈ n − 1 ∩ A | m + 1 ∈ A ` n ⊆ A de ((47); 26) y el
corolario (0.4.1; 35). 

Lema 3.4.2. Sea A ∈ P(N) .

∀ m∈N | m ⊆ A ` A = N .

Demostración.– Para n ∈ N se tiene n ⊆ A, y como n ≤ n se sigue n ∈ n


debido a ((1.6); 41), luego n ∈ A de ((1.1); 38), por lo cual N ⊆ A nuevamente
de ((1.1); 38), además A ⊆ N de ((1.41); 51), por lo tanto A = N de ((1.10);
43). 

Corolario 3.4.1. (Principio de inducción matemática) Sea A ∈ P(N) .

1∈A ∧ ∀ m∈A | m + 1∈A ` A = N .

Demostración.– De p ∈ N \ {1} y q ∈ p − 1 ∩ A se tiene q + 1 ∈ A debido


a ((1.29); 49) y ((62); 33), por lo cual ∀ m ∈ p − 1 ∩ A | m + 1 ∈ A de ((61);
32), entonces p ⊆ A de la proposición (3.4.1; 163), y como 1 ⊆ A se sigue
∀ n ∈ N | n ⊆ A, luego con lema (3.4.2; 164) se concluye A = N. 

En los siguientes teoremas se identifican comportamientos que provienen


del axioma del supremo, en los que se ilustra su trascendencia, tal como la
propiedad arquimideana de R que se enuncia en el siguiente teorema.

Teorema 3.4.4. (Propiedad arquimideana) Sean ξ ∈ R ∧ η ∈ R .

ξ ∈ R+ ∧ η ∈ R+ ` ∃ n ∈ N | η < n · ξ .

164 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.4 Números naturales


Demostración.– De ¬ ∃ n ∈ N | η < n · ξ se sigue ∀ m ∈ N | m · ξ ≤ η debido
al corolario (0.4.1; 35), y con A ≡ {q ∈ R k ∃ n ∈ N | q = n · ξ} se tiene A 6= ∅,
ya que ξ = 1 · ξ y 1 ∈ N de ((3.16); 161), por lo cual ξ ∈ R y ∃ n ∈ N | ξ = n · ξ
debido a ((60); 32), entonces ξ ∈ A de ((1.6); 41), luego A 6= ∅ de ((1.61); 59).
Ahora, para θ ∈ A se sigue p ∈ N y θ = p · ξ, entonces θ ≤ η de ((62); 33),
obteniéndose ∀ a ∈ A | a ≤ η debido a ((61); 32), y como η ∈ R de ((1.6); 41)
se concluye η ∈ As , por lo tanto As 6= ∅ de ((1.61); 59) y del axioma (S) se
sigue S A 6= ∅, en donde S A ≡ {ω ∈ As k ∀ q ∈ As | ω ≤ q}.

Además, de ξ ∈ R+ ∧ η ∈ R+ ∧ S A 6= ∅ se tiene −ξ ∈ R− y ξ ≤ sup(A)


del teorema (3.3.17; 157) y ((1.6); 41), pues ξ ∈ A y sup(A) ∈ S A de ((3.6);
144), se sigue sup(A) − ξ < sup(A) debido al corolario (3.3.5; 156), entonces

sup(A) − ξ 6∈ S A ya que sup(A) − ξ 6= sup(A) y As = sup(A) , por lo cual

¬ sup(A) − ξ ∈ As ∧ ∀ q ∈ As | sup(A) − ξ ≤ q de ((1.6); 41) y ((47); 26), luego
sup(A) − ξ 6∈ As ∨ ∃ q ∈ As | q < sup(A) − ξ debido a ((30); 18) y el corolario
(0.4.1; 35), entonces:

 
De sup(A)−ξ ∈6 As se tiene ¬ sup(A)−ξ ∈ R ∧ ∀ a ∈ A | a ≤ sup(A)−ξ
nuevamente ((1.6); 41) y ((47); 26), entonces sup(A) − ξ 6∈ R ∨ ∃ a ∈
A | sup(A) − ξ < a también de ((30); 18) y el corolario (0.4.1; 35), por lo

cual ∃ a ∈ A | sup(A) − ξ < a de ((1); 10) dado que sup(A) − ξ 6∈ R f, y
con κ ∈ A y sup(A) − ξ < κ se sigue ∃ n ∈ N | κ = n · ξ}, y para p ∈ N
y κ = p · ξ se sigue sup(A) < p + 1 · ξ, en donde p + 1 ∈ N de ((3.16);
161), luego ∃ n ∈ N | (p + 1) · ξ = n · ξ debido a ((60); 32), obteniéndose

(p + 1) · ξ ∈ A de ((1.6); 41), por lo tanto ∃ a ∈ A | ¬ a ≤ sup(A) de

((60); 32), entonces ¬ ∀ a ∈ A | a ≤ sup(A) debido al corolario (0.4.1;
35), concluyéndose sup(A) 6∈ As de ((1.6); 41) y ((47); 26), lo cual lleva
a sup(A) 6∈ S A también debido a ((1.6); 41) y ((47); 26), luego S A 6=

sup(A) y de ((3.6); 144) con ((47); 26) se tiene S A = ∅.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 165


3.4 Números naturales Números reales

De ∃ q ∈ As | q < sup(A) − ξ con κ ∈ As y κ < sup(A) − ξ se tiene κ <


sup(A) del corolario (3.3.5; 156) pues −ξ ∈ R−, luego ∃ q ∈ As | ¬ sup(A)
 
≤ q , por lo cual ¬ ∀ q ∈ As | sup(A) ≤ q debido al corolario (0.4.1; 35),

entonces sup(A) 6∈ S A de ((1.6); 41) y ((47); 26), luego S A 6= sup(A)
y de ((3.6); 144) con ((47); 26) se tiene S A = ∅.

Por lo tanto ξ ∈ R+ ∧ η ∈ R+ ∧ S A 6= ∅ ` S A = ∅, y de ((30); 18) con


((47); 26) y ((1); 10) se sigue S A 6= ∅ ` ξ 6∈ R+ ∧ η 6∈ R+ , además se tiene

¬ ∃ n ∈ N | η < n·ξ ` S A 6= ∅, por lo cual ξ ∈ R+ ∧ η ∈ R+ ` ∃ n ∈ N | η < n·ξ
debido a ((48); 26). 

Corolario 3.4.2. Sea a ∈ R .

a ∈ R+ ` ∃ n ∈ N | 1 < n · a .

Demostración.– De ((3.15); 158) se tiene 1 ∈ R+ , luego ∃ n ∈ N | 1 < n · a del


teorema (3.4.4; 164). 

Corolario 3.4.3. Sea a ∈ R .

a ∈ R+ ` ∃ n ∈ N | a < n .

Demostración.– Dado que 1 ∈ R+ de ((3.15); 158), se sigue m ∈ N y a < m·1


del teorema (3.4.4; 164), luego ∃ n ∈ N | a < n debido a ((60); 32). 

Se finaliza esta breve presentación axiomática de R introduciendo a


los números enteros Z, los números racionales Q y los números irra-

cionales I , haciendo: Z ≡ N ∪ {0} ∪ Z− con Z− ≡ {n ∈ R− k − n ∈ N} y
Q ≡ {q ∈ R k ∃ (m, n) ∈ Z × N | q = m · n−1 } e I ≡ R \ Q, de lo cual surge la
necesidad de tratar algunos comportamientos de estos sistemas numéricos, que
ilustran su naturaleza.

H Es conveniente mencionar que la “compatibilidad” entre los


planteamientos axiomático y constructivo de los números racionales

166 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.4 Números naturales

(véase observación en pág. 137), que aquı́ notaremos con Qa y Qc


respectivamente, se presenta con Qa ≈ Qc , pues de ξ ∈ Qa se hace

ξ 0 ≡ (m, n) ∈ Z × N k ξ = m · n−1 , y de (a, d) ∈ ξ 0 ∧ (c, b) ∈ ξ 0 se
 
sigue a · d−1 = c · b−1 , luego a · b = c · d en donde (a, b) R ∈ Qc
 
con R ≡ (a, b), (c, d) ∈ (Z × N) × (Z × N) k a ·Z b = c ·Z d , lo
cual permite identificar una función biyectiva en Qc Qa . N

Teorema 3.4.5.
∀ n ∈ Z− | − n ∈ Z+ .

Demostración.– Para Z+ ≡ {z ∈ Z k 0 < z}, con p ∈ Z− se tiene −p ∈ N y


p ∈ R− de ((1.6); 41), luego −p ∈ Z debido a ((1.18); 46) y −p ∈ R+ del teorema
(3.3.17; 157), por lo cual −p ∈ Z+ de ((1.6); 41), entonces ∀ n ∈ Z− | − n ∈ Z+
debido a ((61); 32). 

Teorema 3.4.6.
∀ m & n∈N |m · n∈N .

l
Demostración.– El lector puede proceder con una demostración similar a la
del siguiente lema.

Lema 3.4.3.
∀ m & n∈N |m + n∈N .

Demostración.– Para k ∈ N se considera Ak ≡ {i ∈ N k k +i ∈ N} para el cual


1 ∈ Ak de ((1.6); 41), ya que 1 ∈ N ∧ k + 1 ∈ N del segundo y cuarto axiomas
de ((3.16); 161). Ahora, para j ∈ Ak se tiene k + j ∈ N debido a ((1.29); 49) y
((1.6); 41), luego (k + j) + 1 ∈ N del cuarto axioma de ((3.16); 161), en donde
(k + j) + 1 = k + (j + 1) por lo cual j + 1 ∈ Ak debido a ((1.6); 41) dado que
j +1 ∈ N , entonces ∀ s ∈ Ak | s+1 ∈ Ak de ((61); 32), y del corolario (3.4.1; 164)
se obtiene Ak = N, por lo cual ∀ n ∈ N | k +s ∈ N de ((1.14); 44), concluyéndose
∀ m & n ∈ N | m + n ∈ N de ((61); 32). 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 167


3.4 Números naturales Números reales

Lema 3.4.4.
∀ a∈R |∃ p & q∈N | − p < a < q .

Demostración.– Para η ∈ R se tiene η ∈ R+ o η ∈ R− ∪ {0} debido a ((3.3);


142), y con η ∈ R− ∪ {0} se tiene η ≤ 0 de ((1.16); 45) y ((3.2); 142), por
lo cual η < 1 debido a ((3.15); 158), en donde 1 ∈ N del segundo axioma de
((3.16); 161), y para η ∈ R+ se sigue ∃ n ∈ N | η < n del corolario (3.4.3; 166),
luego ∀ a ∈ R | ∃ n ∈ N | a < n . Entonces para ω ∈ R se sigue ∃ n ∈ N | ω < n
y ∃ n ∈ N | − ω < n de ((62); 33), y con k ∈ N ∧ m ∈ N y ω < k y −ω < m
se obtiene −m < −(−ω) del teorema (3.3.16; 156), por lo cual −m < ω < k
debido al teorema (3.3.11; 153), luego ∃ p & q ∈ N | − p < ω < q de ((60); 32),
y de ((61); 32) se concluye ∀ a ∈ R | ∃ p & q ∈ N | − p < a < q . 

Lema 3.4.5.
∀ m & n∈N |m − n∈Z .

Demostración.– De p ∈ N ∧ q ∈ N se tiene p < q o p = q o q < p, y de p < q


se sigue p − q ∈ N debido al quinto axioma de ((3.16); 161), luego p − q ∈ Z
de ((1.18); 46), y para p = q se tiene p − q = 0 por lo cual p − q ∈ Z de la
misma razón, y con p < q se obtiene q − p ∈ N del axioma de ((3.16); 161),
por lo cual −(q − p) ∈ Z− , luego −(q − p) ∈ Z debido a ((1.18); 46), y como
−(q − p) = p − q de ((61); 32) se concluye ∀ m & n ∈ N | m − n ∈ Z . 

Teorema 3.4.7.
∀ a∈R |∃ p∈Z |p − 1 ≤ a < p .

Demostración.– Para θ ∈ R se tiene ∃ p & q ∈ N | − p < θ < q del lema (3.4.4;


168), y con r ∈ N ∧ s ∈ N y −r < θ < s se considera A ≡ {n ∈ N k θ < n − r},
luego s+r ∈ A de ((1.6); 41), pues del lema (3.4.3; 167) se tiene s+m ∈ N, por lo
cual A ∈ P(N) \ {∅} debido a ((1.8); 41) y ((1.61); 59) con el teorema (1.3.9; 68),
entonces ∃ q ∈ A | ∀ a ∈ A | q ≤ a de ((3.17); 161), y de η ∈ A y ∀ a ∈ A | η ≤ a se

168 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Números reales 3.4 Números naturales

obtiene θ < η−r debido a ((1.6); 41), además η−1 6∈ A de ((62); 33) y ((47; 26),
ya que η−1 < η . Ahora, dado que η ∈ N se sigue η ∈ N \ {1} o η ∈ {1}, entonces
de η ∈ {1} se tiene η = 1 , luego −r < θ < 1 − r en donde −r = (1 − r) − 1, y
para η ∈ N \ {1} se sigue η − 1 ∈ N del quinto axioma de ((3.16); 161), por lo
cual (η − 1) − r ≤ θ debido a ((1.6); 41) con ((47; 26), pues η − 1 6∈ A, luego

(η − r) − 1 ≤ θ < η − r. Por lo tanto, como (η − r) ∈ Z ∧ (η − r) − 1 ∈ Z del
lema (3.4.5; 168), se obtiene ∃ p ∈ Z | p − 1 ≤ θ < p, y de ((61); 32) se concluye
∀ a∈R |∃ p∈Z |p − 1 ≤ a < p . 

Corolario 3.4.4. Sean a ∈ R ∧ b ∈ R .

a < b ` ∃ q∈Q|a < q < b .

Demostración.– De a < b se sigue 0 < b − a, por lo cual (b − a) ∈ R+ de


((3.2); 142) y ((1.6); 41), luego ∃ n ∈ N | 1 < n· (b −a) debido al corolario (3.4.3;
166), y para k ∈ N y 1 < k ·(b−a) se tiene ∃ p ∈ Z | p−1 ≤ k ·a < p del teorema
(3.4.7; 168), luego con z ∈ Z y z − 1 ≤ k · a < z se obtiene (k · a) + 1 < k · b y
z ≤ (k · a) + 1 y k · a < z, entonces k · a < z < k · b, en donde z · k −1 ∈ Q y
k −1 ∈ R+ del teorema (3.3.25; 160), por lo tanto a < z · k −1 < b, y se concluye
∃ q∈Q|a < q < b . 

Corolario 3.4.5. Sea a ∈ R .

∀ r ∈ R+ | ∃ q ∈ Q | q ∈ (a − r; a + r) .

Demostración.– De λ ∈ R+ se sigue a − λ < a < a + λ del corolario (3.3.5;


156) y el teorema (3.3.15; 155), luego ∃ q ∈ Q | a − λ < q < a del corolario
(3.4.4; 169), y con η ∈ Q y a − λ < η < a se tiene a − λ < η < a + λ, luego
η ∈ (a − λ; a + λ), entonces ∃ q ∈ Q | q ∈ (a − λ; a + λ) debido a ((60); 32), y
con ((61); 32) se obtiene ∀ r ∈ R+ | ∃ q ∈ Q | q ∈ (a − r; a + r) . 

Teorema 3.4.8.

∀ m & n∈Z |m + n∈Z ∧ m · n∈Z .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 169


3.4 Números naturales Números reales

l
Demostración.– Aunque laborioso, se deja como ejercicio para el lector.

Teorema 3.4.9.
∀ n ∈ N \ {1} | n − 1 6= ∅ .

Demostración.– De m ∈ N \ {1} se tiene m ∈ N ∧ m 6= 1 , luego 1 ≤ m del


teorema (3.4.2; 162) y ((62); 33), entonces 1 < m y se sigue 0 < m−1 , además
m − 1 ∈ Z del teorema (3.4.8; 169), entonces m − 1 ∈ N y se infiere m − 1 6= ∅
de ((3.19); 162) con ((62); 33), obteniéndose ∀ n ∈ N \ {1} | n − 1 6= ∅ de ((61);
32). 

Por último, se hace (q par) ≡ q ∈ Z ∧ ∃ m ∈ Z | q = 2 · m y también


(q non) ≡ q ∈ Z ∧ ∃ m ∈ Z | q = (2 · m) − 1 , luego 0 par y además se tiene

∀ q ∈ Z | (q par) ∨0 (q non) . (3.20)

En efecto de (p par)g se sigue p ∈ Z ∧ ∃ m ∈ Z | p = 2 · m , y con n ∈


Z ∧ p = 2 · n se infiere p 6= (2 · n) − 1 del corolario (3.3.5; 156), es decir

 m ∈ Z | p = (2 · m) − 1 debido a ((58); 32), entonces
¬ p = (2 · n) − 1 , luego ∃
se tiene la copresencia (p par)g y (p non)f. Análogamente de (p non)g se sigue
l
(p par)f como lo puede verificar el lector, por lo cual se obtiene la copresencia

(p par) f y (p non)g, entonces (q par) ∨0 (q non) g debido a ((1); 10), y de
((61); 32) se concluye ((3.20); 170).

“El verdadero conocimiento está escrito en un enorme libro continuamente


abierto ante nuestros ojos, me refiero al universo. Pero uno
no puede entenderlo, uno debe aprender la lengua y a reconocer
los caracteres para poder aprender el lenguaje en el que está escrito.
Está escrito en el lenguaje de las matemáticas.” 21

21 Galileo Galilei

170 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Capı́tulo 4

Representación digital

“Lo que se aprende de matemáticas en la escuela primaria correspone al


alfabeto; lo que se enseña en el bachillerato corresponde a pequeñas
frases del abecedario, y lo que se enseña en los cursos elementales de las
universidades correponde a pequeños cuentos; solamente los sabios
tienen conocimiento de lo que corresponde a la literatura.”

Carl Stormer 1

Como aplicación de la potenciación (véase § 6.2 pág. 208) y por su importancia


se identifica a Qa ∈ P(Q) cuyos elementos son los racionales que son repre-
sentables con dı́gitos asociados a una base a ∈ N \ {1} , lo cual incluye como
caso particular a la representación decimal inculcada desde la educación ele-

1 Fredrik Carl Mülertz Stormer (1874-1957), matemático y fı́sico noruego, conocido por
su trabajo en teorı́a de números y el estudio del movimiento de partı́culas cargadas en la
magnetosfera y la formación de la auroras.

171
4.1 Antecedentes algebraicos Representación digital

mental, sin mencionar la naturaleza abstracta de Q y su diferencia con Q10


debido a su intrı́nseca dificultad conceptual o por ignorancia, aún cuando sea
justificable por su complejidad.

4.1. Antecedentes algebraicos

El sustento de la representación decimal de R es escencialmente alge-


braico e inicia con el teorema erroneamente llamado algoritmo de división, dado
que es un teorema y un algoritmo 2 se entiende como un conjunto prescrito
de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas (un procedimiento)
que permite realizar una actividad especı́fica mediante su ejecución. . . lo cual
se agrava debido a que se trata de un teorema que establece un enunciado
existencial.

Teorema 4.1.1. (“Algoritmo” de división) Sean a ∈ Z ∧ b ∈ Z .


 
a 6= 0 ` ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × Z | p < |a| ∧ b/a = q + p/a . 3, 4

Demostración.– Con S ≡ Rdbe+d−ae·IZ ∩ N ∪ {0} y como a ≤ −1 ∨0 1 ≤ a
se sigue:
   
De a ≤ −1 se tiene dbe + d−ae · IZ |b| = b − a · |b| del teorema
 
(3.3.10; 153) y |b| ≤ − a · |b| , luego b + |b| ≤ b − a · |b| con 0 ≤ b + |b|
 
y b − a · |b| ∈ Z del teorema (3.4.8; 169), por lo cual b − a · |b| ∈

N ∪ {0} ∧ ∃ c ∈ Ddbe+d−ae·IZ | c, b − a · |b| ∈ dbe + d−ae · IZ de ((60); 32),

entonces b − a · |b| ∈ Rdbe+d−ae·IZ ∩ (N ∪ {0}) debido a ((1.6); 41), por
consiguiente ∃ d ∈ Rdbe+d−ae·IZ ∩ (N ∪ {0}) | d = d nuevamente de ((60);
32), y con teorema (1.3.6; 63) se concluye S =
6 ∅.
2 Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema.
3 A q y p se les llama cociente y residuo de la división b/a respectivamente.
4 La función valor absoluto será tratada posteriormente en el proyecto.

172 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Representación digital 4.1 Antecedentes algebraicos

   
De 1 ≤ a se tiene dbe + d−ae · IZ − |b| = b + a · |b| del corolario

(3.3.4; 153) y |b| ≤ a · |b|, luego b + |b| ≤ b + a · |b| con 0 ≤ b + |b|
 
y b + a · |b| ∈ Z del teorema (3.4.8; 169), por lo cual b + a · |b| ∈

N ∪ {0} ∧ ∃ c ∈ Ddbe+d−ae·IZ | c, b + a · |b| ∈ dbe + d−ae · IZ de ((60); 32),

entonces b + a · |b| ∈ Rdbe+d−ae·IZ ∩ (N ∪ {0}) debido a ((1.6); 41), por
consiguiente ∃ d ∈ Rdbe+d−ae·IZ ∩ (N ∪ {0}) | d = d nuevamente de ((60);
32), y con teorema (1.3.6; 63) se concluye S =
6 ∅.

Entonces S ∈ P(N) \ {∅} y se infiere ∃ c ∈ S | ∀ d ∈ S | c ≤ d de ((3.17); 161), y


con ξ ∈ S ∧ ∀ d ∈ S | ξ ≤ d se sigue ξ ∈ N ∪ {0} ∧ ∃ d ∈ Z | (d, ξ) ∈ dbe + d−ae · IZ
de ((1.6); 41), y con η ∈ Z ∧ (η, ξ) ∈ dbe + d−ae · IZ se tiene b = ξ + (a · η), es
decir b/a = η + ξ/a , además:

De a ≤ −1 se tiene −(a · η) + a ≤ −(a · η) − 1, luego −(a · η) +


a < −(a · η), por lo cual b − (a · η) + a < −(a · η) < b − (a · η) con
b − (a · η) = ξ, por consiguiente b − (a · η) + a 6∈ S de ((47); 26) y
((8); 14), pues b − (a · η) + a ∈ S ∧ ∀ d ∈ S | ξ ≤ d ` b − (a · η) + a
debido a ((62); 33), y como η − 1 ∈ Z del teorema (3.4.8; 169) se sigue
 
dbe+d−ae·IZ (η −1) = b−(a·η)+a debido a los teoremas (3.3.10; 153) y

(3.3.11; 153), entonces ∃ d ∈ Ddbe+d−ae·IZ | d, b−(a·η)+a ∈ dbe+d−ae·IZ
de ((60); 32), luego b − (a · η) + a ∈ Rdbe+d−ae·IZ debido a ((1.6); 41), por
lo tanto b − (a · η) + a 6∈ N ∪ {0} de ((1.33); 50) con ((47); 26) y ((8); 14),
de lo cual se obtiene ξ < |a| pues b − (a · η) + a = ξ + a .
l
De 1 ≤ a el lector puede inferir de manera análoga ξ < |a| .

Entonces a ≤ −1 ∨0 1 ≤ a ` ξ < |a| , luego ξ < |a| y se sigue ξ ∈ N ∪ {0} ∧ ξ <


  
|a| ∧ b/a = η+ξ/a , por lo cual ∃ (p, q) ∈ N∪{0} ×Z | p < |a| ∧ b/a = q+p/a
de ((60); 32).
 
Ahora se demuestra ∀ (r, s) & (t, v) ∈ (x, y) ∈ N ∪ {0} ×Z k x < |a| ∧ b/a =

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 173


4.1 Antecedentes algebraicos Representación digital

 
y + x/a | (r, s) = (t, v), en efecto de (α, β) ∈ (x, y) ∈ N ∪ {0} × Z k x <
 
|a| ∧ b/a = y+x/a ∧ (ψ, ω) ∈ (x, y) ∈ N∪{0} ×Z k x < |a| ∧ b/a = y+x/a
se tiene (β · a) + α = (ω · a) + ψ, luego |a| · |β − ω| = |ψ − α|, además −|a| <
−α ∧ −α ≤ 0 y 0 ≤ ψ ∧ ψ < |a|, por lo cual −|a| < ψ −α ∧ ψ −α < |a| debido
al teorema (3.3.15; 155), entonces |ψ − α| < |a| y se sigue |a| · |β − ω| < |a|,
luego 0 ≤ |β − ω| ∧ |β − ω| < 1 con |β − ω| ∈ Z, por lo tanto |β − ω| = 0 y se
obtiene β = ω , por lo tanto (α, β) = (ψ, ω), y de ((61); 32) se infiere ∀ (r, s) &
 
(t, v) ∈ (x, y) ∈ N ∪ {0} × Z k x < |a| ∧ b/a = y + x/a | (r, s) = (t, v), por

consiguiente ∃ (p, q) ∈ N ∪ {0} × Z | p < |a| ∧ b/a = q + p/a ∧ ∀ (r, s) &
 
(t, v) ∈ (x, y) ∈ N ∪ {0} × Z k x < |a| ∧ b/a = y + x/a | (r, s) = (t, v) , y con
 
((2.3); 82) se concluye ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × Z | p < |a| ∧ b/a = q + p/a . 

Corolario 4.1.1. Sean a ∈ N \ {1} ∧ b ∈ N .


   
∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × N ∪ {0} | q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q + p/a .

Demostración.– Del teorema (4.1.1; 172) se sigue ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} ×
 
Z | p < a ∧ 1 = p + (q · a) pues |a| = a , luego ∃ (p, q) ∈ N ∪ {0} × Z | p <
 
a ∧ 1 = p + (q · a) debido a ((2.3); 82) y ((36); 21), y con (r, s) ∈ N ∪ {0} ×

Z ∧ r < a ∧ b = r + (s · a) se tiene:

De b ∈ N ∧ s < 0 se sigue 1 ≤ −s ya que −s ∈ Z ∧ 0 < −s del teorema


(3.3.17; 157), luego a ≤ a · (−s) ∧ r < a, por lo cual (a · s) + r <

(a · s) + a · (−s) , entonces b < 0 , por lo cual b ∈ N ∧ s < 0 ` b < 0 .

b ∈ N ∧ s < 0 ` 0 < b debido a ((36); 21).

Entonces (b ∈ N ∧ s < 0)f debido a (46); 25), y de ((8); 14) se obtiene


(s < 0)f, luego 0 ≤ s , y con s = 0 se infiere s < b ya que b ∈ N, y de
0 < s se sigue s < a · s pues 1 < a , en donde a · s ≤ r + (a · s) ya que
0 ≤ r, por lo tanto s < b . Además 0 < a−1 debido al teorema (3.3.25; 160)
pues 1 < a , por lo cual 0 · 0 ≤ p · a−1 del teorema (3.3.23; 159) y también

174 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Representación digital 4.1 Antecedentes algebraicos

p · a−1 < a · a−1 pues p < a , luego 5 p/a ∈ [0; 1) , y de ((60); 32) se concluye
 
∃ (p, q) ∈ Z × N ∪ {0} | q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q + p/a . Para la
l
obtención de la unicidad nuevamente se emplea ((2.3); 82) y se deja al lector. 

Corolario 4.1.2. Sean a ∈ N \ {1} ∧ b ∈ N .


 
a ≤ b ` ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × N | q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q + p/a .


Demostración.– Del corolario (4.1.1; 174) se tiene ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} ×
 
N ∪ {0} | q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q + p/a , y con (r, s) ∈ N ∪
   
{0} × N ∪ {0} ∧ s < b ∧ r/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = s + r/a y a ≤ b se
sigue 1 ≤ b/a debido al teorema (3.3.25; 160) y además s + r/a < s + 1 ,

por lo cual 1 < s + 1 pues 1 ≤ s + r/a , luego s ∈ N , y como (p, q) ∈
  
N ∪ {0} × N ∪ {0} k q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q + p/a unitario
  
de ((2.2); 82), se infiere (p, q) ∈ N ∪ {0} × N ∪ {0} k q < b ∧ p/a ∈
 
[0; 1) ∧ b/a = q + p/a = (r, s) de la proposición (1.3.1; 69) ya que (r, s) ∈
   
(p, q) ∈ N∪{0} × N∪{0} k q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q +p/a en donde
  
(r, s) ∈ N ∪ {0} × N , entonces (p, q) ∈ N ∪ {0} × N k q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧
 
b/a = q + p/a = (r, s) , y nuevamente de la proposición (1.3.1; 69) se
  
obtiene (p, q) ∈ N∪{0} ×N k q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q+p/a unitario ,
 
por lo tanto ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × N | q < b ∧ p/a ∈ [0; 1) ∧ b/a = q + p/a
debido a ((2.2); 82). 
  †
Con a ∈ N \ {1} se hace Na ≡ b ∈ N k ∃ (k, f ) ∈ N ∪ {0} × FR×R
N∪{0} P  
| f ∈ k ∪ {0} ∧ b= Rk (f ◦ I k ) · [ΠR ](a) + [f ](0) y se ob-
tiene Na = N como se establece en el siguiente teorema.

Teorema 4.1.2. Sea a ∈ N \ {1}.

Na = N
5 Obsérvese que la unicidad hace irrelevante la aplicación del corolario a p/a cuando
p/a ∈ [0; 1) .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 175


4.1 Antecedentes algebraicos Representación digital


Demostración.– De S ≡ l ∈ N k l ⊆ Na se tiene 1 ∈ S , pues del corolario

(4.1.1; 174) con ((2.3); 82) y ((36); 21) se sigue ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × N ∪
  
{0} | q < 1 ∧ 1 = (q · a) + p , y con (s, r) ∈ N ∪ {0} × N ∪ {0} ∧ s <
 
1 ∧ 1 = (s · a) + r se hace g ≡ I a−1∪{0} ◦ dse ◦ I{1} d I a−1∪{0} ◦ dre ◦ I{0}
 1∪{0} P  
por lo cual g ∈ a − 1 ∪ {0} y R1 (g ◦ I 1 ) · [ΠR](a) + [g](0) =
   
(g ◦ I 1 ) · [ΠR ](a) (1) + r = s · [ΠR ](a) (1) + r = (s · a) + r = 1 , entonces
 P 
∃ (k, f) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df ⊆ k ∪ {0} ∧ 1 = R1 (f ◦

I 1 · [ΠR ](a) + [f](0) de ((60); 32), y con ((1.6); 41) se obtiene 1 ∈ Na , luego
∀ i ∈ 1 | i ∈ Na de ((61); 32), por lo tanto 1 ⊆ Na y con ((1.6); 41) se concluye
1 ∈ S.

Ahora de m ∈ S se sigue m ⊆ Na de ((1.6); 41) y además ∃ (p, q) ∈ N ∪


 
{0} × N ∪ {0} | q < m + 1 ∧ m + 1 = (q · a) + p del corolario ((4.1.1; 174), la
 
proposición (0.4.3; 34) y ((36; 34), y con (r, s) ∈ N ∪ {0} × N ∪ {0} ∧ s <

m + 1 ∧ m + 1 = (s · a) + r se tiene:


De s = 0 se hace g ≡ I a−1∪{0} ◦ dse ◦ I{1} d I a−1∪{m+1} ◦ dre ◦
  1∪{0} P  
I{0} por lo cual g ∈ a − 1 ∪ {0} y R1 (g ◦ I 1 ) · [ΠR](a) +

[g](0) = (s · a) + r con (s · a) + r = m + 1 , luego ∃ (k, f) ∈ N ∪ {0} ×
P  
F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df = k ∪ {0} ∧ m + 1 = Rk (f ◦ I k ) · [ΠR ](a) +
[f](0) de ((60); 32), entonces m + 1 ∈ Na de ((1.6); 41), por lo tanto
m + 1 ∈ S pues m ∈ S .

De 0 < s se sigue s ∈ m , luego s ∈ Na pues m ⊆ Na debido a ((1.6); 41)



ya que m ∈ S , por lo cual ∃ (k, f) ∈ N∪{0} ×F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df =
P  
k ∪ {0} ∧ s = Rk (f ◦ I k ) · [ΠR](a) + [f](0) nuevamente de ((1.6);
 P 
41), y con (j, g) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) ∧ s = Rj (g ◦ I j ) ·
 P   
[ΠR](a) + [g](0) se tiene m + 1 = Rj (g ◦ I j ) · [ΠR ](a) + [g](0) ·
 P    P 
a + r , en donde Rj (g ◦ I j ) · [ΠR ](a) + [g](0) · a = Rj (g ◦
  
I j ) · [ΠR](a) · dae + [g](0) · a del teorema (6.3.4; 228) y [ΠR](a) · dae =

176 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Representación digital 4.2 Digitalización


[ΠR ](a) ◦ IN + d1e debido a ((6.1); 209), ahora de h ≡ g ◦ I j+1 +
  j+1∪{0}
d−1e d I j+1∪{0} ◦dre◦I{0} se sigue h ∈ a − 1∪{0} y m+1 =
P    
Rj h◦ I j +d1e · [ΠR ](a)◦ IN +d1e + [h](1)· a +[h](0) con
P     
[h](1)·a = R1 h·[ΠR ](a) ◦I j+1 ◦I 1 y h◦ I j +d1e · [ΠR ](a)◦
   
IN + d1e = h · [ΠR ](a) ◦ I j+1 ◦ I j + d1e , por lo cual m + 1 =
P     P   
R1 h· [ΠR ](a) ◦ I j+1 ◦ I 1 + Rj h· [ΠR](a) ◦ I j+1 ◦ I j +
 P   
d1e +[h](0) , luego m+1 = Rj+1 h· [ΠR](a) ◦ I j+1 del teprema

(6.3.3; 228), entonces ∃ (k, f) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df =
P  
k ∪ {0} ∧ m + 1 = Rk (f ◦ I k ) · [ΠR ](a) + [f](0) , luego m + 1 ∈ Na
de ((1.6); 41) y se concluye m + 1 ∈ S pues m ∈ S .

Entonces ∀ n ∈ S | n+1 ∈ S debido a ((61); 32) y se sigue 1 ∈ S ∧ ∀ n ∈ S | n+1 ∈


S , concluyéndose S = N del corolario (3.4.1; 164), luego de ξ ∈ N se tiene
ξ ⊆ Na , por lo cual ξ ∈ Na debido a ((62); 33) ya que ξ ∈ ξ, y de ((61); 32) se
obtiene ∀ n ∈ N | n ∈ Na , por consiguiente N ⊆ Na , y como Na ⊆ N debido a
((1.8); 41), se concluye Na = N de ((1.10); 43). 

4.2. Digitalización

De a ∈ N \ {1} ∧ b ∈ N ∪ {0} y el teorema (4.1.2; 175) se sigue


 P 
∃ (k, f) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df = k ∪ {0} ∧ b = Rk (f ◦
 
I k ) · [ΠR ](a) + [f](0) , y con (j, g) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) ∧ Dg =
P    
j ∪ {0} ∧ b = Rj (g ◦ I j ) · [ΠR](a) + [g](0) se considera a b
g ≡ k∈
c     
N k gid k − 1 \ {0} = {0} y se hace 6 ba ≡ g mı́n b g − 1 ...[g](0) em-
pleando en su escritura el orden descendente de las potencias, al cual se le

6 Para que las representaciones sean únicas se desechan los ceros “iniciales”de la cadena
de sı́mbolos empleando el principio de buen orden ((3.17); 161), con lo cual se cancelan los
ceros inútiles de la suma.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 177


4.2 Digitalización Representación digital

llama representación de b con la base a. En particular con 2 ≡ 1 + 1, 3 ≡


2 + 1, 4 ≡ 3 + 2, 5 ≡ 4 + 1, 6 ≡ 5 + 1, 7 ≡ 6 + 1, 8 ≡ 7 + 1, 9 ≡ 8 + 1, 10 ≡ 9 + 1
P   j∪{0}
y b = Rj (g ◦ I j ) · [ΠR](10) + [g](0) se tiene g ∈ 9 ∪ {0} , y se
hace b10 ≡ [g](j) [g](j − 1)...[g](1) [g](0) que es la representación de b con la
base 10 también conocida como representación decimal de b , para la cual
usualmente se omite al subı́ndice 10 provocando el que se confunda a b con g ,
asi como el que jamás se esté conciente de que una representación decimal de
un número natural es una representación de una función cuyo contradominio
es 9 ∪ {0} . Aunque esto último sea generalizado, es inaceptable en quien haya
recibido una formación cientı́fica, por lo que en algún momento es indispensable
mencionarlo con cierto detalle.

“Conviene que todos los ciudadanos entren en contacto con la verdadera


matemática, que es método, arte y ciencia,
muy distinta de la calculatoria, que es técnica y rutina.” 7

El acotamiento funcional es un atributo que se plantea en términos más


generales, pero para FR×R se desarrolla como sigue. De g ∈ RA con A ∈ P(R)
se hace 8 (g acotada) ≡ ∃ B ∈ B(0) | Rg ⊆ B , lo cual se complementa con-
siderando FR×R ac ≡ {h ∈ FR×R k h acotada} llamádolo conjunto de funciones
acotadas de FR×R . El teorema que sigue hace ver un motivo por el que se
impone la condición de pertenencia a N \ {1} para proponer una base de una
representación digital de R .

Teorema 4.2.1.
∀ ξ ∈ R+ \ [0; 1] | [ΠR ](ξ) 6∈ FR×R ac .

7 Luis Antonio Santaló (1911-2001), matemático español y emigrado republicano a Ar-


gentina, quien impulsó fuertemente la enseñanza de la matemática en Iberoamérica.
8 Para p ∈ R y η ∈ R+ , se considera al conjunto Bη (p) ≡ {q ∈ R k |q − p| < η} conocido
como bola abierta de radio η en p y se hace B(p) ≡ {C ∈ P (R) k ∃ r ∈ R+ | C = Br (p)} que
es el conjunto de bolas abiertas en p .

178 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Representación digital 4.2 Digitalización

Demostración.– De η ∈ R+ ∧ ω ∈ R+ \ [0; 1] se sigue ∃ n ∈ N | η < n debido al


 
corolario (3.4.3; 166), y con m ∈ N ∧ η < m se tiene ∀ n ∈ N | n ≤ [ΠR]](ω) (n)
 
del teorema (6.2.3; 213) y ((62); 33), luego m ≤ [ΠR ]](ω) (m) nuevamente
   
de ((62); 33), por lo cual η < [ΠR]](ω) (m) y se obtiene [ΠR ]](ω) (m) 6∈
 
Bη (0) con [ΠR]](ω) (m) ∈ R[ΠR ](ω) debido a ((2.17); 90) y ((62); 33) ya que
D[ΠR ](ω) = N , entonces ∃ p ∈ R[ΠR](ω) | p 6∈ Bη (0) de ((60); 32), y con ((1.3); 38)
se infiere R[ΠR ](ω) 6⊆ Bη (0) , por lo tanto ∀ δ ∈ R+ | R[ΠR ](ω) 6⊆ Bδ (0) de ((61);
 B ∈ B(0) | R[ΠR ](ω) ⊆ B , por lo tanto [ΠR ](ω) 6∈
32), y con ((64); 33) se sigue ∃
FR×R ac , y de ((61); 32) se concluye ∀ ξ ∈ R+ \ [0; 1] | [ΠR ](ξ) 6∈ FR×R ac . 

Ahora, de ξ ∈ Q+ ∪ {0} se sigue 9 ∃ (m, n) ∈ N ∪ {0} × N | ξ =

m/n y solo queda por considerar al caso ξ ∈ Q+ \ N ∪ {0} , por lo cual

de (c, d) ∈ N \ {0} × N ∧ ξ = c/d se tiene 10 ∃  k ∈ N | c = k · d , luego

d 6= 1 y del corolario (4.1.1; 174) se infiere ∃! (p, q) ∈ N × N ∪ {0} | q <
 
c ∧ (p/d < 1 ∧ c/d = q + p/d) , y con (r, s) ∈ N × N ∪ {0} ∧ s < c ∧ (r/d <

1 ∧ c/d = s + r/d) se obtiene ξ = s + r/d ∧ s ∈ N ∪ {0} ∧ (r ∈ N ∧ r < d) .
Además de a ∈ N \ {1} y el teorema (4.2.1; 178) se tiene ∃ l ∈ N | d/r <
      
[ΠR](a) (l) con [ΠR ](a) (l) ∈ N y de Cξ ≡ k ∈ N k d/r < [ΠR ](a) (k)
se infiere Cξ ∈ P(N) \ {∅} , por lo tanto {j ∈ Cξ k ∀ k ∈ Cξ | j ≤ k} =
6 ∅
debido a ((3.17); 161) y el teorema (1.3.1; 59), entonces mı́n(Cξ ) ∈ Cξ de
  
((5.9); 194) y ((36); 21), luego d ≤ [ΠR ](a) mı́n(Cξ ) · r y del corolario
   
(4.1.2; 175) se obtiene ∃! (p, q) ∈ N ∪ {0} × N | q < [ΠR ](a) mı́n(Cξ ) ·
    
r ∧ p/d ∈ [0; 1) ∧ [ΠR ](a) mı́n(Cξ ) · r /d = q + p/d , y como ξ =
       
s + 1/ [ΠR](a) mı́n(Cξ ) · [ΠR ](a) mı́n(Cξ ) · r /d , con (η, ω) ∈ N ∪
      
{0} × N | ω < [ΠR](a) mı́n(Cξ ) · r ∧ η/d ∈ [0; 1) ∧ [ΠR ](a) mı́n(Cξ ) ·
     
r /d = ω + η/d se sigue ξ = s + 1/ [ΠR ](a) mı́n(Cξ ) · (ω + η/d) . En-

tonces del teorema (4.1.2; 175) y ((1.6); 41) se obtiene ∃ (k, f) ∈ N ∪ {0} ×

9 Véase pág. 166.


10 En el álgebra se dice que c no es divisible por d .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 179


4.2 Digitalización Representación digital

P  
F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df = k ∪ {0} ∧ s = Rk (f ◦ I k ) · [ΠR](a) + [f](0) y
 P 
∃ (k, f) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Df = k ∪ {0} ∧ ω = Rk (f ◦
 
I k ) · [ΠR](a) + [f](0) , y con (j, h) ∈ N ∪ {0} × F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Dh =
P   
j ∪ {0} ∧ s = Rj (h ◦ I j ) · [ΠR ](a) + [h](0) y (l, g) ∈ N ∪ {0} ×
P  
F(N∪{0})×( a−1∪{0}) | Dg = l ∪ {0} ∧ ω = Rl (g ◦ I l ) · [ΠR](a) + [g](0)
P      
se obtiene ξ = Rj (h ◦ I j ) · [ΠR](a) + [h](0) + 1/ [ΠR](a) mı́n(Cξ ) ·
P        
Rl (g ◦I l )·[ΠR ](a) +[g](0) +η/d con sa = h mı́n b h −1 ...[h](0)
   
y ωa = g mı́n b g − 1 ...[g](0) , y para la representación digital de ξ con la
base a se hace ξa ≡ sa . 0 . . . 0 ωa incorporando al punto como separador segui-
do de mı́n(Cξ ) ceros previos a ωa

Con el análisis previo para un elemento de Q+ ∪ {0} se identifica a Qa


para una base a incorporando la condición de residuos nulos, y debe ser claro
l
que Qa ⊂ Q pues el lector puede constatar que 1/3 6∈ Qa . Ası́ mismo se le sugi-
ere reflexionar con detenimiento los algoritmos de la multiplicación y división
aprendidos en la educación primaria, en verdad ingeniosos pero “dogmáticos”,
y también es conveniente justificar los algoritmos para las conversiones binario
a decimal y decimal a binario.

180 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Capı́tulo 5

Conjuntos finitos

“Hace falta una mente muy poco corriente


para acometer el análisis de lo obvio.”

A.Whitehead 1

La demostración de aspectos relacionados con la finitud de conjuntos


traen consigo dificultades que las hacen muy laboriosas y delicadas, por lo que
usualmente son soslayadas, creando la costumbre de adoptar el “se ve que. . . ”
como argumento válido en el razonamiento, el cual está ı́ntimamente ligado a
la intuición, que de manera directa e inmediata establece argumentos sin inter-
vención de la deducción o del razonamiento, considerados como evidentes. Esto
genera dos posiciones contrapuestas en los matemáticos, identificándolos como
intuicionistas o formalistas, lo cual no debe confundirse con el intuicionismo de
la filosofı́a de las matemáticas relacionado al constructivismo matemático.
1 Alfred North Whitehead (1861-1947), fue un matemático y filósofo inglés, creador de la
llamada filosofı́a del proceso y coautor con Betrand Russell de Principia Mathematica.

181
5.1 Antecedentes Conjuntos finitos

5.1. Antecedentes

Como antecedente de la finitud se plantea otro concepto: para A y B


conjuntos se hace (A ≈ B) ≡ ∃ f ∈ B A | (f biyectiva) y se dice que A y B
son conjuntos equivalentes 2 , por lo cual A ≈ B a ` B ≈ A, y con (A 6≈
 f ∈ B | (f biyectiva). En estos términos
A
B) ≡ ¬(A ≈ B) se sigue (A 6≈ B) = ∃

para dos conjuntos A y B , y con F ≡ IP(A∪B) ◦ dAe ◦ I{1} d IP(A∪B) ◦
  
dBe◦I{2} se hace f ≡ (α, β) ∈ ΠF ×(A×B) k β = [p1 ΠF ](α), [p2 ΠF ](α)
de lo cual se obtiene f ∈ (A × B)ΠF ∧ f biyectiva como lo puede verificar el
l
lector, luego
ΠF ≈ A × B . (5.1)

Con el concepto de equivalencia de conjuntos se plantea un resulta-


do fundamental para el “conteo” utilizado cotidianamente, en donde se em-
plea a N ∪ {0}. . . se trata de una “obviedad” que debe ser probada y cuya
demostración dista mucho de ser obvia (como sucede frecuentemente).A y B
conjuntos equivalentes

Proposición 5.1.1. Sean m ∈ N ∧ n ∈ N .

m ≈ n ` m = n.

Demostración.– De m ≈ n ∧ m 6= n se tiene ∃ f ∈ n m ∧ f biyectiva,


de m 6= n y con g ∈ n m ∧ g biyectiva se sigue m < n ∨0 n < m, luego
(m ∈ n ∧ n 6∈ m) ∨0 (n ∈ m ∧ m 6∈ n) y se presentan los siguientes casos:

De n ∈ m ∧ m 6∈ n y como Rg = n ∨0 Rg 6= n se tiene:
2
˘ ¯
Obsérvese que al considerar a un conjunto X y R ≡ (A, B) ∈ P (X) × P(X) k A ≈ B ,
se demuestra que R es una relación de equivalencia en P (X) × P (X), además (A, B) ∈ R a
` (A, B) ∈ P (X) × P (X) ∧ A ≈ B debido a ((1.6); 41), lo cual ciertamente establece un
vı́nculo entre R y ≈ justificando el uso del adjetivo “equivalente” para un par de conjuntos,
pero debe quedar clara su diferencia conceptual.

182 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.2 Finitud

• De Rg = n se sigue m ∈ m ∧ m 6∈ Rg , luego ∃ l ∈ m | l 6∈ Rg
debido a ((60); 32), por lo cual m 6⊆ Rg de ((1.3); 38), y con
((1.11); 43) se obtiene m 6= Rg , entonces ¬(g suprayectiva) y se in-
fiere ¬(g inyectiva ∧ g suprayectiva) debido a ((1); 10), por lo cual
¬(g biyectiva) ya que hg inyectiva ∧ g suprayectivai = hg biyectivai.

• De Rg 6= n se infiere n 6⊆ Rg ∨0 Rg 6⊆ n de ((1.11); 43), luego


(∃ p ∈ n | p 6∈ Rg ) ∨0 (∃ p ∈ Rg | p 6∈ n) debido a ((1.3); 38), y de
∃ p ∈ n | p 6∈ Rg se tiene n 6⊆ Rg debido a ((1.3); 38), por lo cual
m 6= Rg de ((1.11); 43), entonces ¬(g suprayectiva) y nuevamente
se obtiene ¬(g biyectiva).
Ahora con el teorema (2.5.9; 119) y ((2.51); 118) se infiere ginv ∈
m n ∧ ginv biyectiva, luego de ∃ p ∈ Rg | p 6∈ n se sigue ∃ p ∈ m | p 6∈
Rginv , por lo cual ¬(ginv suprayectiva) y se obtiene ¬(ginv biyectiva),
entonces ¬(ginv invertible) del teorema (2.5.9; 119) con ((47); 26),
y de ((2.51); 118) con ((47); 26) se infiere ¬(g invertible), por lo cual
¬(g biyectiva) del teorema (2.5.9; 119) con ((47); 26).

Análogamente de m ∈ n ∧ n 6∈ m se obtiene ¬(g biyectiva).

Por lo tanto de g ∈ n m ∧ g biyectiva se tiene m ≈ n ∧ m 6= n ` ¬(g biyectiva),


luego (m ≈ n ∧ m 6= n)f debido a ((46); 25), y como m ≈ n se sigue m = n,
entonces m ≈ n ` m = n. 

5.2. Finitud

Ahora, con un conjunto A se hace (A finito) ≡ ∃ n ∈ N ∪ {0} | n ≈


A , de lo cual se sigue ∅ finito debido a ((2.23); 98), pero de ∃ n ∈ N | n ≈ A ,
con m ∈ N y m ≈ A se tiene ∃ f ∈ Am | f biyectiva y m 6= ∅ de ((3.19); 162),
luego ∃ n ∈ m | n = n del teorema (1.3.6; 63), y con (g ∈ Am ∧ g biyectiva) y

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 183


5.2 Finitud Conjuntos finitos

(s ∈ m ∧ s = s) se sigue [g](s) ∈ Rg debido a (2.17); 90), por lo cual Rg 6= ∅


de ((1.60); 59), y como Rg = A pues g suprayectiva se obtiene

(∃ n ∈ N | n ≈ A) ` A 6= ∅ . (5.2)

Teorema 5.2.1. Sea J conjunto.

J finito ` {n ∈ N ∪ {0} k J ≈ n} unitario .

Demostración.– Dado que ∃ n ∈ N ∪ {0} | J ≈ n se sigue {n ∈ N ∪ {0} k J ≈


6 ∅ del teorema (1.3.2; 60), y con m ∈ {n ∈ N ∪ {0} k J ≈ n} ∧ s ∈ {n ∈
n} =
N ∪ {0} k J ≈ n} se tiene ∃ f ∈ J m | (f biyectiva) y ∃ f ∈ J s | f biyectiva,
y con g ∈ J m , h ∈ J s , g biyectiva y h biyectiva se tiene s ≈ m, ya que
∃ f ∈ m s | f biyectiva pues ginv ◦ h ∈ m s y (ginv ◦ h biyectiva) del corolario
(2.5.2; 118), luego s ≈ m, y de la proposición (5.1.1; 182) se obtiene s = m,
entonces ∀ r & t ∈ {n ∈ N ∪ {0} k J ≈ n} | r = t, concluyéndose {n ∈ N ∪

{0} k J ≈ n} unitario de la proposición (1.3.2; 70). 

Este último teorema permite caracterizar un atributo de la finitud,


pues para A finito hace #A ≡ m con m ∈ {n ∈ N ∪ {0} k A ≈ n} y se le
llama cardinalidad de A , luego A ≈ #A , y como para m ∈ N ∪ {0} se tiene
m ≈ m pues I m biyectiva (véase pág. 98), se sigue # m = m , y con ((61); 32)
se infiere
∀ n ∈ N ∪ {0} | # n = n (5.3)
en particular se tiene # 0 = 0 , luego #∅ = 0 pues 0 = ∅ , que es afı́n a
lo aprendido desde la niñez sin un razonamiento previo. . . supuestamente es
evidente y se le interpreta como fruto de la intuición. Análogamente para X
unitario se sigue #X = 1 ya que ∃ x ∈ X | {x} = X , y con ξ ∈ X ∧ {ξ} = X
se tiene dξe ◦ I1 ∈ X 1 y dξe ◦ I1 biyectiva.

Ahora se complementa el tema haciendo A conjunto infinito ≡ ∀ n ∈ N


∪{0} | n 6≈ A y se extiende al concepto de cardinalidad con los números

184 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.2 Finitud

transfinitos haciendo 3 ℵ0 ≡ #N , ℵ1 ≡ #R y ℵ2 ≡ #P(R), por lo cual de


A ≈ N se tiene #A = ℵ0 , de A ≈ R se sigue #A = ℵ1 y con A ≈ P(R)
se infiere #A = ℵ2 . Sin embargo en este libro se reserva al concepto de car-
dinalidad para conjuntos finitos, por ello cuando en una discusión se emplea
al sı́mbolo #J como un atributo para un conjunto J implı́citamente se tiene
J finito.

Teorema 5.2.2. Sean J y K conjuntos finitos.

J ≈ K a ` #J = #K .

Demostración.– Para ω ∈ J K , η ∈ J #J y ξ ∈ K #K biyectivas se tiene


ii
ω◦ξ ∈ J ξ (K)
con ξ ii (K) = #K debido al teorema (2.3.2; 97) con ((2.25); 105),
(ω◦ξ)ii (J)
además η invertible del teorema (2.5.9; 119), luego η inv ◦ (ω ◦ ξ) ∈ #J
de ((2.25); 105), en donde (ω ◦ ξ)ii (J) = #K también del teorema (2.3.2; 97),
y como ω ◦ ξ biyectiva debido al corolario (2.5.2; 118), entonces η inv ◦ (ω ◦ ξ) ∈
#K
#J biyectiva nuevamente del corolario (2.5.2; 118) y el teorema (2.5.9;
119) pues η inv invertible, por lo tanto #J ≈ #K, entonces #J = #K de la
l
proposición (5.1.1; 182). La otra demostración es similar y se deja al lector. 

Corolario 5.2.1. Sea A conjunto finito.

A 6= ∅ ` #A ∈ N .

Demostración.– De #A 6∈ N se sigue #A = 0 en donde #∅ = 0 , luego


A ≈ ∅ del teorema (5.2.2; 185), y de f ∈ ∅A se tiene f = ∅ debido a ((2.10);
89) con ((47); 26), entonces A = ∅ de ((2.11); 89) y nuevamente ((47); 26),
por lo tanto A 6= ∅ ` #A ∈ N también debido a ((47); 26). 

Obsérvese que el corolario anterior lleva al siguiente comportamiento debido a


((47); 26)
#A = 0 ` A = ∅ . (5.4)
3 El sı́mbolo ℵ (léase álef) es la primera letra del alfabeto hebreo.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 185


5.2 Finitud Conjuntos finitos

Lema 5.2.1. Sea n ∈ N .

A ∈ P(n) ` A finito .


Demostración.– Con A = ∅ se tiene A finito, y de A ∈ P(n) \ {∅} ∧
(A infinito) se sigue A ∈ P(n) \ {∅} debido a ((36); 21), pero también ∀ k ∈
N | k 6≈ A con A 6= ∅ del teorema (1.3.9; 68), luego ∀ k ∈ N | ∀ f ∈ B k | (f no bi-
yectiva) de ((64); 33), pero para j ∈ n se tiene IA ◦ I j ∈ A j se tiene (IA ◦
I j inyectiva) del teorema (2.5.2; 115), por lo cual (IA ◦ I j no suprayectiva)
de ((62); 33), entonces A 6⊆ RIA ◦I j debido a ((1.10); 43) ya que RIA ◦I j ⊆ A,
luego ∃ a ∈ A | a 6∈ RIA ◦I j de ((1.3); 38), y con ξ ∈ A y ξ 6∈ RIA ◦I j se sigue

¬ ∃ p ∈ A ∩ j | (p, ξ) ∈ IA ◦ I j debido a ((1.6); 41) y ((47); 26), entonces
∀ p ∈ A ∩ j | (p, ξ) 6∈ IA ◦ I j de ((64); 33), por lo tanto (ξ ∈ A ∩ j) ∧ ∀ p ∈
 
A ∩ j | (p, ξ) 6∈ IA ◦ I j ` (ξ, ξ) 6∈ IA ◦ I j ∧ (ξ, ξ) ∈ IA ◦ I j de ((62); 33)
y DIA ◦I j = A ∩ j, obteniéndose ξ 6∈ A ∩ j debido a ((46); 25), por lo tanto
ξ 6∈ j de ((1.29); 49) con ((47); 26) y el corolario (0.4.1; 35) pues ξ ∈ A ,
luego ∃ a ∈ A | a 6∈ j de ((60); 32), y con ((1.3); 38) se infiere A 6⊆ j, entonces
∀ k ∈ n | A 6⊆ k debido a ((61); 32), por consiguiente A 6⊆ n de ((62); 33),
luego A 6∈ P(n) de ((1.43); 52), entonces A 6∈ P(n) \ {∅} debido a ((1.24); 48) y

((1.2); 38), concluyéndose A ∈ P(n) \ {∅} ∧ (A infinito) ` A ∈ P(n) \ {∅} y

A ∈ P(n) \ {∅} ∧ (A infinito) ` A 6∈ P(n) \ {∅}, por lo tanto A ∈ P(n) \ {∅} `
(A finito) de ((46); 25). 

Teorema 5.2.3. Sean A conjunto y B ∈ P(A) .

A finito ` B finito .

Demostración.– De A finito ∧ A = ∅ se sigue B finito pues B = ∅. Ahora de


A finito ∧ A 6= ∅ se sigue ∃ n ∈ N | n ≈ A, y con m ∈ N y m ≈ A se tiene ∃ f ∈
A m | (f biyectiva), y con g ∈ A m y (g biyectiva) se sigue gii (B) ∈ P(m) \ {∅},
ya que gii (B) 6= ∅ del teorema (2.5.4; 117) pues g 6= ∅ de ((2.11); 89), entonces

186 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.2 Finitud

∃ n ∈ N | n ≈ gii (B) del lema (5.2.1; 186), y con k ∈ N y k ≈ gii (B) se tiene
k k
∃ f ∈ gii (B) | f biyectiva, y con h ∈ gii (B) y (h biyectiva) se sigue

(IB ◦ g) ◦ h ∈ B k y (IB ◦ g) ◦ h biyectiva del corolario (2.5.2; 118), por lo cual
∃ f ∈ B k | (f biyectiva) debido a ((60); 32), luego k ≈ B y por consiguiente
∃ n ∈ N | n ≈ B nuevamente de ((60); 32), concluyéndose B finito. Entonces
A finito ∧ A = ∅ ` B finito y A finito ∧ A 6= ∅ ` B finito, por lo tanto
A finito ` B finito debido a ((53); 28). 

Corolario 5.2.2. Sean A y B conjuntos.

A finito ` A ∩ B finito ∧ A \ B finito .

Demostración.– Como A ∩ B ∈ P(A) de ((1.31); 49) y ((1.41); 51), entonces


A∩B finito del teorema (5.2.3; 186) pues A finito . Análogamente A \ B ∈ P(A)
debido a ((1.24); 48) y ((1.41); 51), por lo cual A \ B finito del teorema (5.2.3;
186) ya que A finito , luego A ∩ B finito ∧ A \ B finito . 

Teorema 5.2.4. Sean f ∈ B A y C ∈ P(Rf ) .

f inyectiva ∧ C finito ` #f ii (C) = #C .

Demostración.– Como f ◦ If ii (C) inyectiva debido al teorema (2.5.2; 115)


ii
se sigue IC ◦ (f ◦ If ii (C) ) biyectiva con IC ◦ (f ◦ If ii (C) ) ∈ C f (C)
, luego
ii
∃ g ∈ Cf (C)
| g biyectiva debido a ((60); 32), por lo cual f ii (C) ≈ C y del
teorema (5.2.2; 185) y se obtiene #f ii (C) = #C . 

Lema 5.2.2. Sean A y B conjuntos.

A finito ∧ B finito ` A ∪ B finito .

Demostración.– De A = B se sigue A ∪ B finito pues A ∪ B = A. Ahora de


A 6= B se tiene (∃ a ∈ A | a 6∈ B) ∨ (∃ b ∈ B | b 6∈ A) debido a ((1.11); 43) y ((1.3);
38), luego A \ B ∈ P(A) \ {∅} ∨ B \ A ∈ P(B) \ {∅}, y con B \ A ∈ P(B) \ {∅}

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 187


5.2 Finitud Conjuntos finitos

se infiere B \ A finito del teorema (5.2.3; 186), y como ∃ p ∈ N | A ≈ p y ∃ p ∈


N | B ≈ p, con n ∈ N ∧ m ∈ N y A ≈ n ∧ B ≈ m se tiene ∃ h ∈ An | h biyectiva
y ∃ h ∈ B m | h biyectiva, y con f ∈ An ∧ f biyectiva y g ∈ B m ∧ g biyectiva
se obtiene gii (B \ A) finito del teorema (5.2.4; 187), luego ∃ p ∈ N | B \ A ≈ p ,
y con l ∈ N ∧ B \ A ≈ l se sigue ∃ h ∈ (B \ A)l | h biyectiva, y con d ∈
(B \ A)l ∧ d biyectiva se infiere d◦(I n+l \ n +d−ne) ∈ (B \ A)n+l \ n ∧ d biyectiva
de los teoremas (2.5.2; 115) y (2.5.5; 117), ya que I n+l \ n + d−ne inyectiva y

RI n+l \ n +d−ne = l , entonces de ω ≡ f d d ◦ (I n+l \ n + d−ne) se obtiene
l
ω ∈ (A ∪ B)n+l ∧ ω biyectiva como lo puede comprobar el lector, por lo tanto
∃ h ∈ (A∪ b)n+l | h biyectiva de ((60); 32), luego ∃ p ∈ N | A∪ B ≈ p nuevamente
de ((60); 32), y se concluye A ∪ B finito . 

Proposición 5.2.1. Sea f ∈ AJ .

J finito ` Rf finito .

Demostración.– De J = ∅ se sigue Rf = ∅ , luego Rf finito . Ahora de J 6=


∅ se infiere Rf 6= ∅ debido a ((2.12); 89), y con ω ∈ Rf se tiene ω ∈ A ∧ ∃ j ∈
J | (j, ω) ∈ f de ((1.6); 41), y de k ∈ J ∧ (k, ω) ∈ f se sigue ∃ q ∈ {ω} | (k, q) ∈ f
 
debido a ((60); 32), por lo cual k ∈ f ii {ω} de ((1.6); 41), entonces f ii {ω} 6=

∅ debido a ((1.61); 59), por lo tanto ∀ p ∈ Rf | f ii {p} 6= ∅ de ((61); 32), luego
 
con F ≡ (s, Q) ∈ Rf × P(J) k Q = f ii {s} se infiere ΠF 6= ∅ debido a
((1.57); 56). Y como de η ∈ ΠF y ω ∈ Rf se tiene [η](ω) ∈ [F ](ω) con [F ](ω) =
 
f ii {ω} , entonces [η](ω) ∈ J ∧ ∃ r ∈ {ω} | [η](ω), r ∈ f de ((1.6); 41), por
 
lo cual [η](ω), ω ∈ f y se sigue [η](ω), ω ∈ f ◦ IRη ya que [η](ω) ∈ Rη ,
luego ∃ l ∈ Rη | (l, ω) ∈ f ◦ IRη también de ((60); 32), por lo tanto ω ∈ Rf◦IRη
debido a ((1.6); 41), y de ((61); 32) se sigue ∀ q ∈ Rf | q ∈ Rf◦IRη , por lo tanto
Rf ⊆ Rf◦IRη y de ((2.45); 112) y ((1.10); 43) se concluye Rf = Rf◦IRη , luego
Rf◦IRη 6= ∅ .

Ahora con ξ ∈ Rf◦IRη y ψ ∈ (f ◦ IRη )ii {ξ} se sigue ψ ∈ Rη ∧ (ψ, ξ) ∈ f ◦ IRη

188 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.2 Finitud


en donde p ∈ Rη k (ψ, p) ∈ f ◦ IRη unitario debido a ((62); 33) y ((2.7);
 
84), entonces ∀ q ∈ (f ◦ IRη )ii {ξ} | q ∈ p ∈ Rη k (ψ, p) ∈ f ◦ IRη de ((61);
 
32) y se obtiene (f ◦ IRη )ii {ξ} ⊆ p ∈ A k (ψ, p) ∈ f ◦ IRη , por lo cual
 
(f ◦ IRη )ii {ξ} unitario y se sigue ∀ p ∈ Rf◦IRη | (f ◦ IRη )ii {p} unitario de
((61); 32), luego f ◦ IRη inyectiva debido al teorema (2.3.5; 98), por lo tanto
IRf◦IR ◦ (f ◦ IRη ) biyectiva del teorema (2.5.2; 115) con ((2.23); 98) pues
η

Rf = Rf◦IRη , y como IRf◦IR ◦ (f ◦ IRη ) ∈ (Rf◦IRη )Rη con Rη finito debido


η

al teorema (5.2.3; 186) ya que Rη ∈ P(J) ∧ J finito , se infiere Rf◦IRη finito ,


con lo que se concluye Rf finito . 

El comportamiento expresado en el siguiente teorema ha sido inculcado


como obvio desde temprana edad, pero su justificación requiere de los razona-
mientos previos haciéndola bastante elaborada e inaccesible con la enseñanza
tradicional.

Teorema 5.2.5. Sea A y B conjuntos finitos.

A ∩ B = ∅ ` #(A ∪ B) = #A + #B .

Demostración.– De A = ∅ ∨ B = ∅ es inmediata, por lo que se considera


a (A = ∅ ∨ B = ∅)f. Con f ∈ Am ∧ f biyectiva y g ∈ B n ∧ g biyectiva se
  ii
hace h ≡ f d g ◦ I m+n \ m + d−me , por lo cual I m+n \ m + d−me (n) =
m + n \ m y se sigue h ∈ (A ∪ B)m+n ∧ h suprayectiva . Ahora de d ∈ Rh ∧ j ∈

hii {d} y con k ∈ m + n \ {j} se presentan los siguientes casos:

De j ∈ m ∧ k ∈ m \ {j} se sigue [h](j) = [f](j) , luego (j, d) ∈ f y


se obtiene (k, d) 6∈ f debido a ((62); 33) y el teorema (2.3.5; 98) pues
f inyectiva , por lo cual [h](k) 6= d ya que [f](k) = [h](k) , entonces
(k, d) 6∈ h .

De j ∈ m ∧ k ∈ m + n \ m se infiere [h](j) = [f](j) y [h](k) = [g](k −m) ,


luego d ∈ A y [h](k) ∈ B , por lo cual [h](k) 6= d ya que A ∩ B = ∅ y se
obtiene (k, d) 6∈ h .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 189


5.2 Finitud Conjuntos finitos

De j ∈ m + n \ m ∧ k ∈ m se sigue [h](j) = [g](j − m) y [h](k) = [f](k) ,


luego d ∈ B y [h](k) ∈ A , por consiguiente [h](k) 6= d ya que A ∩ B = ∅
y se infiere (k, d) 6∈ h .

De j ∈ m + n \ m ∧ k ∈ ( m + n \ m ) \ {j} se tiene [h](j) = [g](j − m) y


[h](k) = [g](k − m) con k 6= j , luego [h](j) 6= [h](k) del teorema (2.3.5;
98) ya que g inyectiva , por lo cual [h](k) 6= d y se obtiene (k, d) 6∈ h .

Entonces de k ∈ m + n \ {j} se sigue ∀ p ∈ {d} | (k, p) 6∈ h debido a ((61); 32),



luego k 6∈ hii {d} de ((1.6); 41) y ((47); 26), por lo tanto ∀ l ∈ m + n \ {j} | l 6∈
  l
hii {d} nuevamente de ((61); 32), de lo cual el lector puede inferir hii {d}
unitario, y con el teorema (2.3.5; 98) se obtiene h inyectiva y se sigue h
biyectiva, por consiguiente A ∪ B ≈ m + n y se concluye #(A ∪ B) = m + n
del teorema (5.2.2; 185) dado que #A = m y #B = n . 

Teorema 5.2.6. Sea A conjunto y B ∈ P(A) .

A finito ` #(A \ B) = #A − #B .

Demostración.– Como (A \ B) ∩ B = ∅ del teorema (1.3.7; 65), A \ B finito


del corolario (5.2.2; 187) y B finito del teorema (5.2.3; 186), se sigue # (A \ B)∪

B = #(A \ B) + #B del teorema (5.2.5; 189) en donde (A \ B) ∪ B = A
l
pues B ∈ P(A) como lo puede verificar el lector, por lo tanto #(A \ B) =
#A − #B . 

Corolario 5.2.3. Sea A conjunto y B ∈ P(A) .

A finito ` #B ≤ #A .

Demostración.– Del teorema (5.2.6; 190) se sigue #B = #A − #(A \ B) en


donde 0 ≤ #(A \ B) , luego #A − #(A \ B) ≤ #A y se obtiene #B ≤ #A . 

Obsérvese que de B ∈ P(A) ∧ #B = #A se sigue #(A \ B) = 0 del corolario


(5.2.3; 190), luego A \ B = ∅ debido a ((5.4); 185), por lo cual A ⊆ B y

190 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.2 Finitud

como B ⊂ A ` ¬(A ⊆ B) se obtiene ¬(B ∈ P(A) ∧ #B = #A) de ((47);


26), entonces A ⊆ B ` #B 6= #A , pero del corolario (5.2.3; 190) se infiere
#B ≤ #A , por lo tanto

A finito ∧ B ⊂ A ` #B < #A . (5.5)

Teorema 5.2.7. Sea h ∈ B A con A finito y B ∈ P(A) .

B ⊂ A ` ¬(h inyectiva) .

Demostración.– De h inyectiva se infiere IRh ◦ h biyectiva debido a ((2.23);


98) y el teorema (2.5.2; 115) con IRh ◦ h ∈ Rh A , luego Rh ≈ A y del teorema
(5.2.2; 185) se sigue #Rh = #A , y como #Rh ≤ #B debido al corolario
(5.2.3; 190) pues Rh ⊆ B , se obtiene #A ≤ #B por lo tanto ¬(B ⊂ A) de
((5.5); 191) con ((47); 26) ya que B ∈ P(A) , entonces h inyectiva ` ¬(B ⊂ A) ,
de lo cual se concluye B ⊂ A ` ¬(h inyectiva) nuevamente debido a ((47);
26). 

Teorema 5.2.8. Sea X conjunto y C ∈ P P(X) .

C finito ∧ ∀ A ∈ C | A finito ` ∪ C finito .


l
Demostración.– Con la proposición (3.4.1; 163) y el lema (5.2.2; 187) el lector
puede realizarla. 

Teorema 5.2.9. Sea X conjunto, F ∈ P(X) n con n ∈ N , ∀ j ∈ n | [F ](j) finito



y C ≡ (j, λ) ∈ n × R k λ = #[F ](j) .
X 
∀ j ∈ n | ∀ k ∈ n \ {j} | [F ](j) ∩ [F ](k) = ∅ ` #∪ RF = (C) .
Rn


Demostración.– Del teorema (5.2.8; 191) se hace G ≡ (j, g) ∈ n×P(X) k g =
 P 
∪ RF ◦I j y S ≡ j ∈ n k #[G](j) = R j (C ◦ I j ) luego 1 ∈ S , ahora de
k ∈ S ∩ {n−1} se tiene [G](k +1) = [G](k)∪ [F ](k +1) , entonces #[G](k +1) =
#[G](k) + #[F ](k + 1) del teorema (5.2.5; 189) pues [G](k) ∩ [F ](k + 1) = ∅

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 191


5.2 Finitud Conjuntos finitos

P 
debido a ((1.31); 49) con ((1.34); 50), por lo cual #[G](k + 1) = R k (C ◦
P 
I k ) + #[F ](k + 1) = R k+1 (C ◦ I k+1 ) ya que #[F ](k + 1) = [C](k + 1) ,

y de ((1.6); 41) se obtiene k + 1 ∈ S , luego ∀ l ∈ S ∩ {n − 1} | l ∈ S de-


bido a ((61); 32), y de la proposición (3.4.1; 163) se sigue n ∈ S , entonces
P 
#[G](n) = R n (C ◦I n) nuevamente de ((1.6); 41) con [G](n) = ∪ RF ◦I n

y F = F ◦ In ∧ C = C ◦ In . 

Lema 5.2.3. Sea A y B conjuntos.

A ≈ B ` P(A) ≈ P(B) .

Demostración.– De A ≈ B se sigue ∃ h ∈ B A | h biyectiva , y con f ∈ B A



biyectiva se hace g ≡ (C, D) ∈ P(A) × P(B) k D = f id (C) , luego g ∈
  
P(B)P(A) y de E ∈ P(B) se tiene g f ii (E) = Rf ∩ E del teorema (2.3.8;
  
100), por lo cual g f ii (E) = E de ((1.34); 50) y f suprayectiva, entonces
∃ C ∈ P(A) | (C, E) ∈ g debido a ((60); 32) y se infiere ∀ D ∈ P(B) | ∃ C ∈
P(A) | (C, D) ∈ g de ((61); 32), y con ((1.85); 77) se concluye g suprayectiva .
 
Además f ii (E) ∈ gii {E} del teorema (2.3.4; 97) pues f ii (E), E ∈ g , y

como de M ∈ gii {E} se tiene [g](M ) ∈ {E} , por lo cual [g](M ) = E
con [g](M ) = f id (M ) , entonces f ii (E) = M del teorema (2.3.8; 100) pues

f inyectiva, luego ∀ N ∈ gii {E} N = f ii (E) debido a ((61); 32), por lo

cual gii {E} unitario del teorema (1.3.11; 70) con ((47); 26), y se obtiene

∀ S ∈ Rg | gii {S} unitario de ((61); 32) ya que g suprayectiva, por lo tanto
g inyectiva debido al teorema (2.3.5; 98), entonces ∃ h ∈ P(B)P(A) | h biyectiva
con lo que se concluye P(A) ≈ P(B) . 

Lema 5.2.4. Sea A y B conjuntos finitos.

B unitario ∧ A ∩ B = ∅ ` #P(A ∪ B) = 2 · #P(A) .


Demostración.– De f ≡ (C, D) ∈ P(A) × P(A ∪ B) k D = C ∪ B se tiene
f ∈ P(A ∪ B)P(A) ∧ f biyectiva , luego Rf ≈ P(A) y se sigue #Rf = #P(A)

192 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.2 Finitud


del teorema (5.2.2; 185), además Rf ∩ P(A) = ∅ , por lo cual # Rf ∪ P(A) =
#Rf +#P(A) = 2·#P(A) debido al teorema (5.2.5; 189), y como Rf ∪P(A) =
P(A ∪ B) pues Rf = P(A ∪ B) , se concluye #P(A ∪ B) = 2 · #P(A) . 

Teorema 5.2.10. Sea A conjunto finito.

#P(A) = 2#A .

Demostración.– De A = ∅ se sigue #A = 0 y se obtiene # P(A) = 2#A


del teorema (5.2.2; 185) ya que P(∅) = {∅} y 20 = 1 de ((6.6); 211). Ahora
de A 6= ∅ se infiere #A ∈ N debido al corolario (5.2.1; 185), y con m = #A
 
y f ∈ Am biyectiva se hace S ≡ j ∈ m k #P f id ( j ) = 2 j obteniéndose
  
P f id ( 1 ) = [f](1), ∅ , luego #P f id ( 1 ) = 2 = 21 por lo cual 1 ∈ S , y de
 
k ∈ m − 1 ∩ S se tiene f id ( k + 1 ) = f id k ∪ {k + 1} = f id ( k ) ∪ f id {k + 1}
 
del teorema (2.3.9; 102) con f id ( k )∩ f id {k +1} = ∅ y f id {k +1} unitario ,
 
entonces #P f id ( k + 1 ) = 2 · #P f id ( k ) = 2 · 2k = 2k+1 debido al lema
(5.2.4; 192) y ((1.6); 41), por lo tanto k + 1 ∈ S nuevamente de ((1.6); 41),
entonces ∀ j ∈ m − 1 ∩ S | j + 1 ∈ S de ((61); 32) y se infiere m ⊆ S del la

proposición (3.4.1; 163), luego #P f id ( m ) = 2m debido a ((1.6); 41) con
f id ( m ) = A , concluyéndose # P(A) = 2#A . 

Corolario 5.2.4. Sea A conjunto finito y m ∈ N ∪ {0} .


 #A
#P P(A) = 2(2 ) .

Demostración.– Inmediata del teorema (5.2.10; 193). 

Corolario 5.2.5. Sea A y B conjuntos.

A finito ∧ B finito ` B A finito .

Demostración.– De ((1.8); 41) se sigue B A ⊆ P(A×B) con A×B ⊆ P P(A∪


 
B) , además A∪ B finito del lema (5.2.2; 187), por lo cual P P(A∪ B) finito
del teorema (5.2.10; 193), entonces B A finito del teorema (5.2.3); 186. 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 193


5.3 Máximo y mı́nimo Conjuntos finitos

5.3. Máximo y mı́nimo

Los conceptos de máximo y mı́nimo de un conjunto son fundamentales,


los cuales requieren de los siguientes antecedentes. Cuando con A ⊆ R se tiene
{b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} =
6 ∅ se sigue ∃ b ∈ A | ∀ a ∈ A | a ≤ b del teorema (1.3.2;
60), además para ξ ∈ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} ∧ ω ∈ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b}
se obtiene ξ = ω debido a ((1.6; 41) y ((62); 33), luego ∀ p & q ∈ {b ∈
A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} | p = q de ((61); 32), y con ((2.3); 82) y ((2.2; 82) se obtiene
({b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} unitario), por lo tanto

A ⊆ R ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} =
6 ∅ ` {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} unitario (5.6)
l
y de manera análoga el lector puede demostrar

A ⊆ R ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} =
6 ∅ ` {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} unitario . (5.7)

Entonces cuando se tiene A ⊆ R ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} =


6 ∅ se dice que A
tiene máximo, y al elemento de {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} se le representa con

máx(A) y se dice que es el máximo de A, luego 4 máx(A) = {b ∈ A k ∀ a ∈
A | a ≤ b}, además

A ⊆ R ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} =
6 ∅

` máx(A) ∈ A ∧ ∀ a ∈ A | a ≤ máx(A) . (5.8)

Análogamente, cuando se tine A ⊆ R ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} =


6 ∅ se
dice que A tiene mı́nimo, y al elemento de {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} =
6 ∅
se le representa con mı́n(A) y se dice que es el mı́nimo de A, por lo cual

mı́n(A) = {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} y se sigue

A ⊆ R ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} =
6 ∅

` mı́n(A) ∈ A ∧ ∀ a ∈ A | mı́n(A) ≤ a . (5.9)

4 Obsérvese que {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} ⊆ As de lo cual se sigue máx(A) = sup(A).

194 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.3 Máximo y mı́nimo

El siguiente teorema siempre se soslaya por considerarlo “obvio”, en


su demostración se emplea un proceso iterativo de “reducción”que puede ser
controvertido y por ello no es la óptima. La importancia del teorema se debe al
vı́nculo que establece entre la finitud de un conjunto y la tenencia de máximo
y mı́nimo.

Teorema 5.3.1. Sea A ∈ P(R) \ {∅} .

A finito ` {b ∈ A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} =
6 ∅ ∧ {b ∈ A k ∀ a ∈ A | a ≤ b} =
6 ∅.

Demostración.– De A finito se sigue ∃ n ∈ N | ∃ f ∈ An | (f biyectiva) y


∃ a ∈ A | a = a del teorema (1.3.6; 63), y para η ∈ A y η = η se hace Aη ≡
{a ∈ A k η ≤ a}, luego Aη 6= ∅ de ((1.60); 59) ya que η ∈ Aη de ((1.6); 41), y
con m ∈ N y g ∈ Am biyectiva se tiene gii (Aη ) 6= ∅ del teorema (2.5.4; 117)
pues g 6= ∅ de ((2.11); 89), luego gii (Aη ) ∈ P(m) \ {∅} y del teorema (1.3.10;
68) se sigue m \ gii (Aη ) ⊂ m, presentándose dos casos:

De m \ gii (Aη ) = ∅ se tiene m ⊆ gii (Aη ) de (1.68; 64), por consiguiente



gii (Aη ) = m de ((1.10); 43) con ((1.8); 41), por lo tanto gid gii (Aη ) = A

del teorema (2.3.2; 97), y como gid gii (Aη ) ⊆ Aη del teorema (2.3.8;
100) con ((1.31); 49), se obtiene ∀ a ∈ A | η ≤ a , luego η ∈ {b ∈ A k ∀ a ∈
A | b ≤ a} debido a ((1.6); 41) ya que η ∈ A , entonces {b ∈ A k ∀ a ∈
A | b ≤ a} =
6 ∅ de ((1.60); 59).

De m \ gii (Aη ) 6= ∅ se tiene gid m \ gii (Aη ) 6= ∅ del corolario (2.3.2;
96) ya que m \ gii (Aη ) ∈ P(m) \ {∅} del teorema (1.3.9; 68), luego ∃ p ∈
 
gid m \ gii (Aη ) | p = p del teorema (1.3.6; 63) y con ξ ∈ gid m \ gii (Aη )
 
y ξ = ξ se hace Aξ ≡ a ∈ gid m \ gii (Aη ) k ξ ≤ a , por lo cual Aξ 6=
∅ de ((1.60); 59) pues ξ ∈ Aξ debido a ((1.6); 41), luego gii (Aξ ) 6=
∅ del teorema (2.5.4; 117) pues g 6= ∅ de ((2.11); 89) y como Aξ ⊆
 
gid m \ gii (Aη ) de ((1.8); 41), se infiere gii (Aξ ) ⊆ gii gid m \ gii (Aη )

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 195


5.4 Análisis combinatorio Conjuntos finitos

 
del teorema (2.3.9; 102), pero gii gid m \ gii (Aη ) = m ∩ m \ gii (Aη )

del teorema (2.3.8; 100) en donde m ∩ m \ gii (Aη ) = m \ gii (Aη ) de
((1.24); 48) y ((1.34); 50), entonces gii (Aξ ) ⊆ m \ gii (Aη ), por lo tanto

gii (Aξ ) ∈ P m \ gii (Aη ) \ {∅} ∧ m \ gii (Aη ) 6= ∅, y del teorema (1.3.10;
 
68) se concluye m \ gii (Aη ) \ gii (Aξ ) ⊂ m \ gii (Aη ) con m \ gii (Aη ) \
 
gii (Aξ ) = m \ gii (Aη ) ∪ gii (Aξ ) = m \ gii (Aη ∪ Aξ ) debido a ((1.28);

48) y el teorema (2.3.9; 102), luego m \ gii (Aη ∪Aξ ) ⊂ m \ gii (Aη ) ⊂ m.

Entonces nuevamente se presentan los casos m \ gii (Aη ∪ Aξ ) = ∅ o m \ gii

(Aη ∪ Aξ ) 6= ∅, lo cual da lugar al razonamiento previo y ası́ sucesivamente
hasta llegar al caso vacio, que “necesariamente” ocurre por considerar suce-
sivamente a subconjuntos propios a partir de m , obteniendo finalmenete {b ∈
A k ∀ a ∈ A | b ≤ a} =
6 ∅ . La demostración del otro enunciado es similar y se
l
deja al lector interesado. 

Corolario 5.3.1. Sea A ∈ P(R) \ {∅} .

A finito ` mı́n(A) ∈ A ∧ máx(A) ∈ A ∧ ∀ a ∈ A | mı́n(A) ≤ a ≤ máx(A) .

Demostración.– Es inmediato del teorema (5.3.1; 195) con ((5.8); 194) y


((5.9); 194). 

5.4. Análisis combinatorio

Ahora como aplicación se obtienen algunos comportamientos impor-


tantes en diversos aspectos de la matemática que involucran a conjuntos fini-
tos, un tema propio del análisis combinatorio que también es conocido como
combinatoria.

Lema 5.4.1. Sean X conjunto y F ∈ P(X) 2 ∧ ∀ j ∈ 2 | [F ](j) finito .

#ΠF = #[F ](1) · #[F ](2) .

196 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.4 Análisis combinatorio

2
Demostración.– Como ΠF ⊆ [F ](1) ∪ [F ](2) , se sigue ΠF finito debido
al lema (5.2.2; 187) con el corolario (5.2.5; 193) y el teorema (5.2.3; 186).
 ii 
Ahora de G ≡ (p, α) ∈ [F ](1) × P(ΠF ) k α = p1 ΠF {p} se tiene ∀ p ∈
l
[F ](1) | #[G](p) = #[F ](2) lo cual puede ser verificado por el lector, además con

H ≡ (p, λ) ∈ [F ](1) × R k λ = #[G](p) y f ∈ [F ](1) #[F ](1) biyectiva se tiene
P 
#∪ RG◦f = R #[F ](1) (H ◦ f) del teorema (5.2.9; 191), en donde H ◦ f =
 
#[F ](2) ◦ I #[F ](1) y ∪ RG◦f = ΠF , por lo tanto #ΠF = #[F ](1) · #[F ](2)
debido al teorema (6.3.2; 227). 

Obsérvese que de A ≡ [F ](1) ∧ B ≡ [F ](2) con este lema, el teorema (5.2.2;


185) y ((5.1); 182) se sigue

A finito ∧ B finito ` #(A × B) = #A · #B . (5.10)

Proposición 5.4.1. (Fundamental del análisis combinatorio) 5 Sean X


conjunto, F ∈ P(X) m ∧ ∀ j ∈ m | [F ](j) finito ∧ [F ](j) 6= ∅ con m ∈ N y

CF ≡ (j, λ) ∈ m × R k λ = #[F ](j) .

#ΠF = [PR m ](CF ) .

Demostración.– Como de l ∈ m se tiene Π(F ◦ I l ) ⊆ (∪ RF ◦I l )l , se sigue


Π(F ◦ I l ) finito debido al teorema (5.2.8; 191) con el corolario (5.2.5; 193) y el
teorema (5.2.3; 186), entonces ∀ k ∈ m | Π(F ◦ I k ) finito de ((61); 32) y se hace

S ≡ k ∈ m k #Π(F ◦ I k ) = [PR k ](CF ◦ I k ) , por lo cual 1 ∈ S de ((1.6); 41),
pues Π(F ◦ I 1 ) = [F ](1)1 , luego #Π(F ◦ I 1 ) = #[F ](1) con [PR 1 ](CF ◦ I 1 ) =
     
PR 1 [CF ](1) 1 y PR 1 [CF ](1) 1 = [CF ](1) y [CF ](1) = #[F ](1) , entonces
#Π(F ◦ I 1 ) = [PR 1 ](CF ◦ I 1 ) .
  
Ahora de j ∈ S ∩ m − 1 se hace H ≡ 1, Π(F ◦ I j ) , 2, [F ](j + 1) , luego
2
H ∈ P Π(F ◦I j )∪[F ](j+1) y #ΠH = #Π(F ◦I j )·#[F ](j+1) debido al lema

5 Planteado en los términos tradicionales (véase [35] pág. 34) se le conoce como principio
del análisis combinatorio.

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 197


5.4 Análisis combinatorio Conjuntos finitos

(5.4.1; 196) con #Π(F ◦ I j )· #[F ](j +1) = [PR j ](CF ◦ I j )· [CF ](j +1) en donde

[PR j ](CF ◦ I j ) · [CF ](j + 1) = [PR j+1 ](CF ◦ I j+1 ) , además de G ≡ (α, β) ∈
  ΠH
ΠH ×Π(F ◦I j+1 ) k β = [α](1) d [α](2) ◦I{j+1} se tiene G ∈ Π(F ◦I j+1 )
l
y G biyectiva como lo puede verificar el lector, entonces ΠH ≈ Π(F ◦I j+1 ) y se
obtiene #Π(F ◦ I j+1) = [PR j+1 ](CF ◦ I j+1 ) debido al teorema (5.2.2; 185), por
lo cual j+1 ∈ S de ((1.6); 41) y se infiere ∀ k ∈ S ∩m − 1 | k+1 ∈ S de ((61); 32),
y con la proposición (3.4.1; 163) se obtiene m ⊆ S , luego #ΠF = [PR m ](CF )
nuevamente de ((1.6); 41) ya que F ◦ I m = F ∧ CF ◦ I m = CF . 

Corolario 5.4.1.

∀ m & n ∈ N | # n m = nm .

j  
Demostración.– De j ∈ N ∧ k ∈ N se tiene ΠF = k con F ≡ IP(N) ◦ k ◦
 j 
I j , se sigue # k = [PR j ](CF ) al hacer CF ≡ (l, λ) ∈ j×R k λ = #[F ](l)

debido a la proposición (5.4.1; 197), en donde CF = IR ◦ dke ◦ I m pues
j
∀ l ∈ j | [CF ](l) = k ya que ∀ l ∈ j | [F ](l) = k , luego # k = k j del teorema

(6.3.2; 227), por lo tanto ∀ m & n ∈ N | # n m = nm debido a ((61); 32). 

Teorema 5.4.1. Sean A y B conjuntos finitos. 6

A 6= ∅ ∧ B 6= ∅ ` #(B A ) = (#B)#A .

Demostración.– De A ≈ m y B ≈ n , con f ∈ Am biyectiva y g ∈


 m
n B biyectiva se hace T ≡ (h, k) ∈ B A × 2 k k = g ◦ h ◦ f , luego T ∈
A
(n m )(B )
∧ T biyectiva , pues de ξ ∈ n m se tiene ginv ◦ ξ ◦ f inv ∈ B A y
ξ = g ◦ (ginv ◦ ξ ◦ f inv ) ◦ f , luego (ginv ◦ ξ ◦ f inv , ξ) ∈ T de ((1.6); 41), por
lo cual ∃ q ∈ B A | (q, ξ) ∈ T debido a ((60); 32), y de ((61); 32) se obtiene
∀ p ∈ n m | ∃ q ∈ B A | (q, p) ∈ T , entonces T suprayectiva de ((1.85); 77). Ahora

6 Este comportamiento brinda el número de cadenas binarias viables para una longitud
de palabra dada, lo cual es fundamental en el almacenamiento de representaciones binarias
de números reales haciendo B ≡ {0, 1} y #A = 64 al utilizar doble precisión.

198 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.4 Análisis combinatorio

 
de α ∈ T ii {β} y ω ∈ T ii {β} con β ∈ n m se sigue β = g◦α◦f ∧ β = g◦ω◦f
del teorema (2.3.4; 97), luego ginv ◦ (g ◦ α ◦ f) ◦ f inv = ginv ◦ (g ◦ ω ◦ f) ◦ f inv

y se obtiene α = ω , por lo cual ∀ p & q ∈ T ii {β} | p = q de ((61); 32),

luego T ii {β} unitario debido a la proposición (1.3.2; 70) y se sigue ∀ s ∈

RT | T ii {s} unitario nuevamente de ((61); 32) ya que T suprayectiva, por lo
tanto T inyectiva del teorema (2.3.5; 98), entonces T biyectiva y de ((60); 32)
A
se infiere ∃ G ∈ (n m )(B )
| G biyectiva , por lo tanto B A ≈ n m y del teorema
(5.2.2; 185) con el corolario (5.4.1; 198) se concluye #(B A ) = (#B)#A . 

En el análisis combinatorio ([35] pág. 35) se dice que nm es el número


de “muestras con reemplazo” de tamaño m extraibles de una “urna” (el con-
junto B del teorema previo) con n “objetos distinguibles” , una interpretación
n

viable al considerar A = m y #B = n . También se establece que m! · m
corresponde al número de “muestras sin reemplazo” de tamaño m extraibles
de una “urna” con n “objetos distinguibles” , a las cuales se les llama varia-
ciones de B en m , lo cual se desarrolla en los siguientes teoremas.

Lema 5.4.2. Sean B conjunto finito, m ∈ N , IB m ≡ h ∈ B m k h inyectiva

y IB m+1 ≡ h ∈ B m+1 k h inyectiva .

m + 1 ≤ #B ` #IB m+1 = (#B − m) · #IB m .

 
Demostración.– Con G ≡ (h A) ∈ IB m × P(B) k A = b ∈ B k b 6∈ Rh se
I m  
tiene G ∈ P(B) B y se hace F ≡ (h, D) ∈ IB m × P(IB m+1 ) k D = q ∈
 I m
IB m+1 k ∃ p ∈ [G](h) | q = h d IB ◦ dpe◦Im+1 , luego F ∈ P(IB m+1 B

y además ∀ h ∈ IB m | #[F ](h) = #B − m ∧ ∀ h ∈ IB m | ∀ g ∈ IB m \ {h} | [F ]
 l
(h)∩[F ](g) = ∅ como puede comprobarlo el lector, entonces con f ∈ IB m #IB m
∧ f biyectiva pues IB m finito de ((1.8); 41) con el teorema (5.2.3; 186) y el

corolario (5.2.5; 193), se hace C ≡ η, λ) ∈ IB m × R k λ = #[F ◦ f](η) por lo
 P 
cual C = IR ◦ d#B − me ◦ I I m y se obtiene #∪ RF = #I m (C)
B R B
P 
del teorema (5.2.9; 191), en donde #I m (C) = (#B − m) · #IB m
B R

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 199


5.4 Análisis combinatorio Conjuntos finitos

debido al teorema (6.3.2; 227), entonces #IB m+1 = (#B − m) · #IB m ya que
l
∪ RF = IB m+1 como lo puede verificar el lector. 

Teorema 5.4.2. Sean B conjunto finito y IB m ≡ h ∈ B m k h inyectiva
con m ∈ N .  
#B
m ≤ #B ` #IB m = m! · .
m
 #B

Demostración.– De S ≡ k ∈ m | #IB k = k! · k se sigue 1 ∈ S pues
1 1 #B

IB 1 = B con #B = #B y 1! · 1 = #B , ahora de j ∈ S ∩ m − 1 se tiene

#IB j+1 = (#B − j) · #IB j del lema (5.4.2; 199), en donde #IB j = j! · #Bj
#B

debido a ((1.6); 41), luego #IB j+1 = (j + 1)! · m+1 y se obtiene j + 1 ∈ S
nuevamente de ((1.6); 41), por lo cual ∀ k ∈ S ∩ m − 1 | k + 1 ∈ S de ((61); 32),
entonces m ⊆ S de la proposición (3.4.1; 163), por consiguiente m ∈ S y se

concluye #IB m = m! · #B
m de ((1.6); 41). 

Ante la consideración de un conjunto B con B 6= ∅ se hace PB ≡



B

τ∈B τ biyectiva y a sus elementos se les llama permutaciones en
B, luego 7 de B finito con #B ∈ N se sigue PB ≈ IB #B como lo puede
 l
comprobar el lector, entonces #PB = #B! · #B
#B
debido a los teoremas (5.2.2;
185) y (5.4.2; 200) y se obtiene

B finito ∧ #B ∈ N ` #PB = (#B) ! . (5.11)

Por último, otro concepto fundamental del análisis combinatorio es la


combinación (sin repetición) de elementos de un conjunto finito, para ello con

B 6= ∅ ∧ B finito y m ∈ #B se hace IbB m ≡ (h, A) ∈ IB m ×P(B) k A = Rh

en donde IB m ≡ h ∈ B m k h inyectiva , con lo cual se hace CB m ≡ R Ib m
B

y a sus elementos se les llama combinaciones de B en m . Como ejemp-


 
lo se tiene C 3 1 = {1}, {2}, {3} , C 3 2 = {1, 2}, {1, 3}, {2, 3} y C 3 3 =

{1, 2, 3} , por lo cual #C 3 1 = 3 , #C 3 2 = 3 y #C 3 3 = 1 , luego #C 3 1 =

7 Obsérvese que se tiene B finito ∧ #B ∈ N a ` B finito ∧ B 6= ∅ .

200 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Conjuntos finitos 5.4 Análisis combinatorio

3
   
1 , #C 3 2 = 32 y #C 3 3 = 33 , pero con h ≡ (1, 2), (2, 1) y g ≡

(1, 1), (2, 2) se infiere h 6= g ∧ Rh = Rg , entonces ¬(Ib3 2 inyectiva) y
se obtiene ¬(RIb ≈ I3 2 ) presentándose dificultades para determinar #C B m
32

con generalidad.

Teorema 5.4.3. Sea B conjunto finito.


 
#B
B 6= ∅ ` ∀ m ∈ #B | #CB m = .
m

Demostración.– Con k ∈ #B y R ≡ (h, g) ∈ IB k × IB k k Rh = Rg se
sigue R relación de equivalencia y ∀ h ∈ IB k | #[h]R = k! debido a ((61); 32),
Pk
pues de ξ ∈ IB k se tiene I[ξ]R ◦(ξ◦IP k ) ∈ [ξ]R ∧ I[ξ]R ◦(ξ◦IP k ) biyectiva , luego
[ξ]R ≈ P k y con el teorema (5.2.2; 185), ((5.11); 200) y ((5.3); 184) se infiere

#[ξ]R = k! , por lo cual ∀ η ∈ [ ]R | #η = k! . Ahora como [ ]R ∈ P P(IB k )
se tiene [ ]R finito de los teoremas (5.4.2; 200), (5.2.10; 193) y (5.2.3; 186),
#[ ]R 
con f ∈ [ ]R biyectiva y F ≡ (λ, φ) ∈ #[ ]R × P(IB k k φ = [f](λ) se
considera α ∈ ΠF , de lo cual se obtiene (ICB m ◦ IbB k ) ◦ (α ◦ f inv ) ∈ CB m [ ]R ∧

(ICB m ◦ IbB k ) ◦ (α ◦ f inv ) biyectiva , luego CB m ≈ [ ]R , y de C ≡ (p, q) ∈

#[ ]R × R k q = #[f](p) se sigue C = IR ◦ dk!e ◦ I #[ ]R . Además se tiene
P 
∀ η ∈ [ ]R | ∀ ω ∈ [ ]R \ {η} | η ∩ ω = ∅ , entonces #∪ Rf = R #[ ]R
(C)
P 
del teorema (5.2.9; 191) en donde R #[ ]R
(C) = k! · #[ ]R , por lo tanto
#∪ Rf = k!·#CB k . Finalmente, dado que ∪ Rf = IB k , se infiere k!·#CB k =
 
k! · #B
k debido al teorema (5.4.2; 200), luego #CB k = #B
k , y de ((61); 32)

se concluye ∀ m ∈ #B | #CB m = #B m . 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 201


5.4 Análisis combinatorio Conjuntos finitos

Los Bourbaki 8 en tertulia.

8 Nicolas Bourbaki es el seudónimo de una célebre agrupación de matemáticos franceses


[5] [6], activa desde 1934, que busca una sı́ntesis ordenada del conocimiento matemático para
lograr mayor consistencia, en donde prevalece el rigor matemático. Con el principio “todos
deben interesarse en todo”, fue fundada por Henri Cartan, Claude Chevalley, Jean Coulomb,
Jean Delsarte, Jean Dieudonné, Charles Ehresmann, René de Possel, Szolem Mandelbrojt y
André Weil, egresados de la Escuela Normal Superior de Parı́s.

202 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Capı́tulo 6

Funciones por inducción

“No hay problemas resueltos, hay solamente


problemas más o menos resueltos.”

Henri Poincaré

Para la identificación de funciones, se introdujo al proceso invocativo


de funciones (pág.91), y ahora con el sı́mbolo incompleto sobre y la inducción
matemática, se puede ampliar la identificación de funciones incorporando al
proceso invocativo de funciones por inducción.

6.1. Recurrencia

En la siguiente proposición se ejemplifica el uso de la inducción matemá-


tica finita, y en ella se enuncia la existencia de una sucesión finita cuyo alcance
es muy amplio y emana de la presentación funcional adoptada, por lo que posee
cierta originalidad y permite la identificación de vı́nculos insospechados que la
hacen muy poderosa. Debe advertirse al lector que la complejidad y extensión

203
6.1 Recurrencia Funciones por inducción

de su demostración exige mucha paciencia y dedicación, posiblemente sea la


causa de su omisión en la mayorı́a de los textos.

Proposición 6.1.1. (Fundamental de recurrencia) Sea j ∈ N \ {1} , un


conjunto A y a ∈ A.

∀ F ∈ (AA ) j−1 | ∃! G ∈ A j | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ I j−1 + d1e = (F 4 G) ◦ I j−1 .

Demostración.– Con A = {a} basta considerar a G ≡ IA ◦ dae ◦ I j para


inferir la tesis de la proposición, luego para lo que sigue se invoca a A 6= {a} ,
por lo cual se tiene A \ {a} =
6 ∅ ya que a ∈ A .
  
De L ∈ (AA ) j−1 y con H ≡ I j ◦ p1 j−1×A +d1e × L◦p1 j−1×A 4 p2 j−1×A
   
y C ≡ B ∈ P j ×A k (1, a ∈ B ∧ ∀ η ∈ B ∩ j − 1 ×A | [H](η) ∈

!B se sigue H ∈ ( j ×A) j−1×A y también j ×A ∈ C, dado que j ×A ∈ P j ×

A ∧ (1, a) ∈ j ×A y además como para θ ∈ j − i×A se tiene [H](θ) = [θ](1)+
    
1, L] [θ](1) [θ](2) ∈ j×A , entonces ∀ η ∈ j ×A ∩ j − 1×A | [H](η) ∈ j×A
 
debido a ((61); 32) pues j − 1 ×A = j ×A ∩ j − 1 ×A , luego j ×A ∈ C
de ((1.6); 41).

Ahora con M ≡ η ∈ j ×A k η ∈ ∩ C se tiene (1, a) ∈ M , ya que (1, a) ∈
j×A y j×A ∈ C , luego ∃ ξ ∈ C | (1, a) ∈ ξ debido a ((60); 32), por lo cual (1, a) ∈
∪C de ((1.17); 45), y con φ ∈ C se sigue (1, a) ∈ φ de ((1.6); 41), entonces
∀ ξ ∈ C | (1, a) ∈ ξ debido a ((61); 32), obteniendo (1, a) ∈ ∩ C de ((1.29); 49),
y con ((1.6); 41) se concluye (1, a) ∈ M . Además de ω ∈ M ∩ ( j − 1 ×A) se
infiere ω ∈ ∩ C de ((1.6); 41) y ω ∈ j − 1 × A debido a ((1.33); 50), luego
∀ B ∈ C | ω ∈ B de ((1.29); 49), por lo cual de φ ∈ C se sigue ω ∈ φ debido a

((62); 33), entonces ω ∈ φ ∩ j − 1 × A nuevamente de ((1.33); 50) y también

∀ η ∈ φ ∩ j − 1 ×A | [H](η) ∈ φ de ((1.6); 41), obteniéndose [H](ω) ∈ φ debido
a ((62); 33), por lo tanto ∀ B ∈ C | [H](ω) ∈ B de ((61); 32), luego [H](ω) ∈ ∩ C
de ((1.29); 49), entonces [H](ω) ∈ M de ((1.6); 41) ya que [H](ω) ∈ j ×A , y con
((61); 32) se concluye ∀ η ∈ M ∩ ( j − 1 ×A) | [H](η) ∈ M , por lo tanto M ∈ C

204 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.1 Recurrencia


de ((1.6); 41) dado que M ∈ P j × A debido a ((1.8); 41) y ((1.41); 51).

También se tiene M ∈ A j y para demostrarlo se considera a S ≡ k ∈ j k ∃ q ∈

A | (k, q) ∈ M ∧ ∀ b ∈ A \ {q} | (k, b) 6∈ M . En efecto, de ω ∈ A \ {a} se
 
sigue M \ (1, ω) ∈ C de ((1.6); 41), pues (1, a) ∈ M \ (1, ω) y ∀ α ∈
    
M \ (1, ω) ∩ j − 1×A | [H](α) ∈ M \ (1, ω) , ya que con (i, ξ) ∈ M \ (1
    
, ω) ∩ j − 1 ×A se tiene [H](i, ξ) = i + 1, [L](i) (ξ) , luego (1, ω) 6=
[H](i, ξ), además [H](i, ξ) ∈ M debido a ((1.6); 41) y ((62); 33) pues M ∈ C ,
  
por lo cual [H](i, ξ) ∈ M \ (1, ω) , entonces ∀ α ∈ M \ (1, ω) ∩ j − 1 ×
  
A | [H](α) ∈ M \ (1, ω) de ((61); 32), obteniéndose M \ (1, ω) ∈ C de
 
((1.6); 41) dado que M \ (1, ω) ∈ P j × A . Y como de φ ∈ M se tiene

∀ B ∈ C | φ ∈ B debido a ((1.6); 41) y ((1.29); 49), entonces φ ∈ M \ (1, ω) de

((62); 33), luego ∀ η ∈ M | η ∈ M \ (1, ω) debido a ((61); 32), por lo cual
 
M ⊆ M \ (1, ω) de ((1.1); 38), obteniéndose M = M \ (1, ω) , luego
(1, ω) 6∈ M , por lo tanto ∀ b ∈ A \ {a} | (1, b) 6∈ M de ((61); 32), entonces

∃ q ∈ A | (1, q) ∈ M ∧ ∀ b ∈ A \ {q} | (1, b) 6∈ M debido a ((60); 32) ya que
(1, a) ∈ M , concluyéndose 1 ∈ S de ((1.6); 41).

Ahora para m ∈ S ∩ j − 1 se sigue ∃ q ∈ A | (m, q) ∈ M ∧ ∀ b ∈ A \ {q} | (m, b) 6∈



M de ((1.6); 41), luego con ξ ∈ A ∧ (m, ξ) ∈ M ∧ ∀ b ∈ A \ {ξ} | (m, b) 6∈ M se
        
tiene H (m, ξ) ∈ M y H (m, ξ) = m + 1, [L](m) (ξ) de ((62); 33),
   
ya que (m, ξ) ∈ M ∩ j − 1 ×A y M ∈ C , además con β ∈ A \ [L](m) (ξ)
  
y (k, p) ∈ M \ (m + 1, β) ∩ j − 1 ×A se presentan dos casos:
1. De k = m se sigue (m, p) ∈ M , luego p ∈ A de pero también se tiene
p ∈ A \ {ξ} ` (m, p) 6∈ M debido a ((62); 33), por lo cual (m, p) ∈ M `
p 6∈ A \ {ξ} de ((47); 26), entonces p ∈ A ∧ p 6∈ A \ {ξ} y se obtiene

p ∈ {ξ} de ((1.26); 48), por lo tanto [H](k, p) ∈ M \ (m + 1, β) ya que
       
β 6= [L](m) (ξ) y H (k, p) = m + 1, [L](m) (ξ) .

2. De k 6= m se tiene k + 1 6= m + 1 , además M \ (m + 1, β) ∩
 
j − 1 × A ⊆ M ∩ j − 1 × A , por lo cual (k, p) ∈ M ∩ j − 1 ×

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 205


6.1 Recurrencia Funciones por inducción

   
A , entonces H (k, p) ∈ M de ((1.6); 41) pues M ∈ C , y como
        
H (k, p) = k + 1, [L](k) (p) se obtiene H (k, p) =6 (m + 1, β) ,
   
luego H (k, p) ∈ M \ (m + 1, β) .

  
Por lo tanto ∀ η ∈ M \ (m+1, β) ∩ j − 1×A | [H](η) ∈ M \ (m+1, β) de

((61); 32), y (1, a) ∈ M \ (m+1, β) dado que (1, a) ∈ M y m+1 6= 1 , y como
  
M \ (m + 1, β) ∈ P j × A se concluye M \ (m + 1, β) ∈ C de ((1.6); 41).
 
Pero M ⊆ M \ (m+1, β) debido a ((1.31); 49), luego M = M \ (m+1, β)

de ((1.10); 43) pues M \ (m + 1, β) ⊆ M , entonces (m + 1, β) 6∈ M y
  
de ((61); 32) se sigue ∀ b ∈ A \ [L](m) (ξ) | (m + 1, b) 6∈ M , por lo cual

∃ q ∈ A | (m + 1, b) ∈ M ∧ ∀ b ∈ A \ {q} | (m + 1, b) 6∈ M de ((1.6); 41) ya
   
que m + 1, [L](m) (ξ) ∈ M y [[L](m) (ξ) ∈ A , obteniéndose m + 1 ∈ S de
((1.6); 41), por lo tanto ∀ n ∈ S ∩ j − 1 | n + 1 ∈ S debido a ((61); 32) y de la
proposición (3.4.1; 163) se concluye j ⊆ S .

Entonces para m ∈ j se sigue ∃ q ∈ A | (m, q) ∈ M ∧ ∀ b ∈ A \ {q} | (m, b) 6∈ M
de ((1.6); 41), luego ∃ q ∈ A | (m, q) ∈ M de la proposición (0.4.3; 34) y ((36);
21), entonces m ∈ DM y de ((1.6); 41) se tiene ∀ n ∈ j | n ∈ DM , por lo cual
j ⊆ DM obteniendo DM = j de ((1.10); 43) ya que DM ⊆ j. Ası́ mismo, de
(k, ξ) ∈ M se sigue ∃ q ∈ A | ∀ b ∈ A \ {q} | (k, b) 6∈ M de ((1.6); 41) y nuevamente
de la proposición (0.4.3; 34) pues k ∈ j , y con η ∈ A y ∀ b ∈ A \ {η} | (k, b) 6∈ M
se tiene ξ ∈ A \ {η} ` (k, ξ) 6∈ M , luego ξ 6∈ A \ {η} de ((47); 26) ya que
(k, ξ) ∈ M , y como ξ ∈ A se obtiene ξ = η , entonces ∀ b ∈ A \ {ξ} | (k, b) 6∈ M ,
por lo tanto ∀ (l, ψ) ∈ M | ∀ b ∈ A \ {ψ} | (l, b) 6∈ M debido a ((61); 32), y como

M ∈ P j × A de ((2.6); 84) se concluye M ∈ A j .
 
Ahora dado que M ∈ A j , para n ∈ j − 1 se tiene n, [M ](n) ∈ M ∩ j − 1×A ,

y como M ∈ C se sigue (1, a) ∈ M ∧ ∀ η ∈ M ∩ j − 1 × A | [H](η) ∈ M
  
debido a ((1.6); 41), luego H n, [M ](n) ∈ M de ((62); 33), por lo cual
     
n+1, [L](n) [M ](n) ∈ M , es decir [M ](n+1) = [L](n) [M ](n) en donde

206 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.1 Recurrencia

     
[M ](n + 1) = M ◦ I j−1 + d1e (n) y también [L](n) [M ](n) = (L 4 M ) ◦
    
I j−1 (n), entonces ∀ m ∈ j − 1 | M ◦ I j−1 + d1e (m) = (L 4 M ) ◦ I j−1 (m)

debido a ((61); 32), obteniéndose M ◦ I j−1 +d1e = (L 4 M )◦I j−1 de ((2.16);

90), por lo tanto ∃ G ∈ A j | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ I j−1 + d1e = (L 4
G) ◦ I j−1 debido a ((60); 32).
 
Finalmente con L ≡ R ∈ A j k (1, a) ∈ R ∧ R ◦ I j−1 + d1e = (L 4 R) ◦ I j−1

y de Θ ∈ L ∧ Ω ∈ L se considera S ≡ k ∈ j k [Θ](k) = [Ω](k) , teniéndose
1 ∈ S debido a ((1.6); 41) pues [Θ](1) = a ∧ [Ω](1) = a . Además, para
     
m ∈ j − 1 ∩ S se sigue [Θ](m + 1) = L [Θ](m) y [Ω](m + 1) = L [Ω](m) ,
luego [Θ](m+1) = [Ω](m+1) nuevamente de ((1.6); 41), por lo cual m+1 ∈ S
también de ((1.6); 41), entonces ∀ n ∈ j − 1 ∩ S | n + 1 ∈ S de ((61); 32),
y de la proposición (3.4.1; 163) se obtiene j ⊆ S , luego ∀ i ∈ j | [Θ](i) =
[Ω](i) debido a ((1.7); 41), concluyéndose Θ = Ω de ((2.16); 90). Por lo tanto
∀ S & T ∈ L | S = T debido a ((61); 32), y de ((2.3); 82) se sigue ∃! G ∈

A j | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ I j−1 + d1e = (L 4 G) ◦ I j−1 , y de ((61); 32) se concluye

∀ F ∈ (AA ) j−1 | ∃! G ∈ A j | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ I j−1 + d1e = (F 4 G) ◦ I j−1 . 
e , B ∈ P(X) \ {∅} , ξ ∈ A#A biyectiva .
Corolario 6.1.1. Sea X 6= ∅ , A ∈ X
#A+1 
∃! G ∈ P(X) | (1, B) ∈ G ∧ ∀ k ∈ #A | [G](k + 1) = [G](k) ∪ [ξ](k) .
 
Demostración.– Con C ≡ (p, Q) ∈ X×P(X) k Q = {p} y U ≡ (P, Q), S
 
∈ (P(X) × P(X) × P(X) k S = P ∪ Q se tiene C ∈ P(X)X y U ∈
1 
P(X)P(X)×P(X) y se hace F ≡ dU e ◦ bC ◦ ξc ⊗ dIP(X) e , luego F ∈
#A l
P(X)P(X) como puede verificarlo el lector, y de la proposición (6.1.1;

204) se sigue ∃! G ∈ A#A+1 | (1, B) ∈ G ∧ G ◦ I#A + d1e = (F 4 G) ◦ I#A

en donde ∀ k ∈ #A | [G](k + 1) = [G](k) ∪ [ξ](k) como también lo puede
l
comprobar el lector. 

Corolario 6.1.2. Sean un conjunto A y a ∈ A .



∀ F ∈ (AA ) N | ∃! G ∈ A N | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ IN + d1e = F 4 G .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 207


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

Demostración.– Similar a la dada en la proposición (6.1.1; 204). 

Otro resultado inmediato de la proposición (6.1.1; 204) en su versión


infinita (corolario (6.1.2; 207)) es el siguiente corolario, en donde se plantea un
ejemplo interesante del sı́mbolo incompleto d e.

Corolario 6.1.3. (Teorema de recurrencia) Sean un conjunto A y a ∈ A .



∀ F ∈ AA | ∃! G ∈ A N | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ IN + d1e = F ◦ G .

Demostración.– Con H ∈ AA se tiene dHe ◦ IN ∈ (AA ) N , luego del corolario


 
(6.1.2; 207) se obtiene ∃! G ∈ A N | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ IN + d1e = dHe ◦ IN 4 G ,
y como G = G ◦ IN de ((2.71); 125) y ((2.62); 124) se sigue ∃! G ∈ A N | (1, a) ∈

G ∧ G ◦ IN + d1e = (H ◦ G) ◦ IN en donde (H ◦ G) ◦ IN = H ◦ G , y de ((61);

32) se obtiene ∀ F ∈ AA | ∃! G ∈ A N | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ IN + d1e = F ◦ G . 

Corolario 6.1.4.

∀ a ∈ R | ∃! G ∈ RN | (1, a) ∈ G ∧ G ◦ IN + d1e = dae · G .

Demostración.– Dado que dae · IR ∈ RR , se tiene ∃! G ∈ RN | (1, a) ∈ G ∧


 
G ◦ IN + d1e = dae · IR ◦ G debido al corolario (6.1.3; 208), en donde

dae · IR ◦ G = dae · G. 

6.2. Potenciación de funciones

Este tema tradicionalmente se soslaya a pesar de su importancia 1 o se


considera tardı́amente por sus antecedentes, por esto y por constituir una apli-
cación del material presentado ahora se desarrolla, aún cuando sólo se tratan al-

gunos aspectos relevantes. Para ello se considera la relación ΠR ≡ (a, λ) ∈ R
1 Se identifica de manera algebráica, pero también puede hacerse con las funciones exp y
ln ([15] pág. 606).

208 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones


×RN k (1, a) ∈ λ ∧ λ ◦ IN + d1e = dae · λ , y como de ξ ∈ R se tiene

∃! G ∈ RN | (1, ξ) ∈ G ∧ G ◦ IN + d1e = dξe · G debido al corolario (6.1.4;

208) y ((62); 33), y con η ∈ RN ∧ (1, ξ) ∈ η ∧ η ◦ IN + d1e = dξe · η se sigue
(ξ, η) ∈ ΠR de ((1.6); 41), luego ∃! λ ∈ RN | (ξ, λ) ∈ ΠR debido a ((60); 32),
por lo cual ∀ a ∈ R | ∃! λ ∈ RN | (a, λ) ∈ ΠR de ((61); 32), entonces de ((2.4);
83) y ((2.1); 82) se concluye ΠR ∈ (RN )R , a la cual aquı́ se le llama función
potencia en R .

2 †
× [ΠR ](3/2) ◦ I 7

Con el superı́ndice † se distinguen


×
las curvas de las funciones
×
×
×
×
1

     
Además, para a ∈ R se tiene ΠR 4 d1e (a) = [ΠR ](a) (1) y [ΠR ](a)
 1  
(1) = a con a = [IR ](a) , también ΠR ◦ IN + d1e (a) = [ΠR](a) ◦ (IN + d1e) y
 
[ΠR ](a) ◦ (IN + d1e) = dae · [ΠR ](a) con dae · [ΠR ](a) = bIR c · ΠR (a), entonces
   1    
∀ p ∈ R | ΠR 4 d1e (p) = [IR ](p) y ∀ p ∈ R | ΠR ◦ IN +d1e (p) = bIR c·ΠR (p)
de ((61); 32), y con ((2.16); 90) se obtiene

1  
ΠR 4 d1e = IR y ΠR ◦ IN + d1e = bIR c ΠR (6.1)

   
luego de n ∈ N se sigue [ΠR ](a) (n + 1) = a ·R [ΠR ](a) (n) , y de este com-
l
portamiento el lector puede demostrar

ΠR id (N) ⊆ N . (6.2)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 209


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

1 N
Al hacer P ≡ dΠR e 4 bIN c se tiene P ∈ RR y resulta ser la función dual
(véase pág. 127) de ΠR , además

(1, IR ) ∈ P y P ◦ IN + d1e = dIR e P (6.3)

debido a ((6.1); 209) y nuevamente de ((61); 32) con ((2.16); 90), además
como ∀ n ∈ Z− | − n ∈ Z+ del teorema (3.4.5; 167), para n ∈ Z+ se hace

IR n ≡ [P ](n) y IR n ≡ IR im ◦ [P ](−n) con n ∈ Z− en donde 2 IR im ≡ (a

, η) ∈ R \ {0} ×R k η = aim , por lo cual IR im ∈ RR \ {0} y con el corolario
(3.3.3; 151) se sigue
RIR im = R \ {0} (6.4)

además ∀ n ∈ Z+ | IR n ∈ RR ∧ ∀ n ∈ Z− | IR n ∈ RR \ {0} ya que ∀ n ∈ N | [P ](n)ii({0


l
}) = {0} como puede comprobarlo el lector, llamando a IR n función poten-
cia n-ésima de R , y se complementa este planteamiento haciendo IR 0 ≡ d1e
◦IR , luego IR 0 ∈ RR .
ii 
Entonces del teorema (2.3.10; 103) se tiene ∀ n ∈ N | IR n R \ {0} = R \ {0}
y con ((6.3); 210) se infiere

IR 1 = IR y ∀ n ∈ Z+ | IR n+1 = IR · IR n
(6.5)
IR −1 = IR im y ∀ n ∈ Z− | IR n = IR im ◦ IR −n .
Teorema 6.2.1.
∀ n ∈ Z+ ∪ {0} | IR n+1 = IR · IR n .

Demostración.– Dado que IR 0+1 = IR 1 con IR 1 = IR de ((6.5); 210), y


además IR · IR 0 = IR · (d1e ◦ IR ) y IR · (d1e ◦ IR ) = IR , se sigue IR 0+1 = IR · IR ,
entonces para k ∈ Z+ ∪ {0} se tiene IR k+1 = IR · IR k de ((6.5); 210) con ((62);
33), por lo tanto ∀ n ∈ Z+ ∪ {0} | IR n+1 = IR · IR n debido a ((61); 32). 

El comportamiento de la función potenciación se puede ilustrar gráfi-


camente con los ejemplos siguientes:
2 Para a ∈ R \ {0} aquı́ se utiliza al sı́mbolo aim para el inverso multiplicativo de a .

210 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

2 †
IR2 ◦ I[−3,95; 3,95]

†
IR ◦ I[−12; 12]

†
IR0 ◦ I[−12; 12]
1

†
IR3 ◦ I[−2,5; 2,5]

Esto permite una notación muy frecuente para la potenciación de un


 
número real, pues para n ∈ Z y a ∈ R se hace an ≡ IR n (a), ası́ mismo para
n ∈ Z− y a ∈ R \ {0} se conviene en 1/ a−n ≡ an , luego

∀ a ∈ R | a0 = 1 ∧ a1 = a y ∀ a ∈ R \ {0} | 1/ a1 = a−1 . (6.6)

  
pues para b ∈ R se tiene b0 = [IR 0 ](b) y [IR 0 ](b) = d1e ◦ IR (b) con d1e ◦
    
IR (b) = d1e (b) y d1e (b) = 1 , por lo cual ∀ a ∈ R | a0 = 1 debido a ((61);
32), también b1 = [IR1 ](b) y [IR 1 ](b) = [IR ](b) con [IR ](b) = b , luego ∀ a ∈
R | a1 = a de ((61); 32). Análogamente, de b ∈ R \ {0} se sigue 1/b1 = 1/b del
inciso anterior y ((62); 33) en donde 1/b = b−1 , entonces ∀ a ∈ R \ {0} | 1/ a =
a−1 debido a ((61); 32).

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 211


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

†
IR −3 ◦ I[0,01; 2,45]

† †
IR −2 ◦ I[−16; −0,26] IR −2 ◦ I[0,26; 16]
1
†
IR −1 ◦ I[−16; −0,07]

†
IR −3 ◦ I[−2,45; −0,01]

Teorema 6.2.2. Sean n ∈ N y a ∈ R .

1 ≤ a ` a ≤ an .

Demostración.– Para S ≡ {m ∈ n k a ≤ am } se tiene 1 ≤ a de ((1.6); 41) y


a = a1 de ((6.6); 211), luego 1 ∈ S debido a ((1.6); 41) pues 1 ∈ n. Ahora de
 
m ∈ S ∩ n − 1 se sigue a ≤ am = [IR m ](a) y [[IRm+1 ](a) = [P ](m) (a) debido
 
a ((1.6); 41), además am+1 = [IRm+1 ](a) y [IRm+1 ](a) = [P ](m + 1) (a) con
     
[P ](m + 1) (a) = IR · [P ](m) (a) de ((6.3); 210), en donde IR · [P ](m) (a) =
   
a · [P ](m) (a) y a · [P ](m) (a) = a · am , y como 0 < a debido a ((3.15); 158)
y el axioma (O2), se sigue a · 1 ≤ a · a y a · a ≤ a · am de (O4), entonces
a ≤ am+1 debido a (O2), por lo tanto m+1 ∈ S de ((1.6); 41) ya que m+1 ∈ n,
concluyéndose S = n de la proposición (3.4.1; 163), luego a ≤ an nuevamente
de ((1.6); 41) dado que n ∈ n . 

212 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

Corolario 6.2.1. Sean n ∈ N y a ∈ R+.

2 ≤ a ` 1 ≤ an−1 .

Demostración.– De 1 < n se sigue a ≤ an−1 debido al teorema (6.2.2; 212)


pues n − 1 ∈ N ∧ 1 < a , luego 1 ≤ an−1 . 

Corolario 6.2.2. Sean n ∈ N \ {1} y a ∈ R .

1 < a ` a < an .

Demostración.– Del teorema (6.2.2; 212) se tiene a ≤ an−1 , luego a · a ≤


a · an−1 con a · an−1 = an debido al teorema (6.2.1; 210) y ((62); 33), además
a < a · a pues 1 < a , entonces a < an . 

Corolario 6.2.3. Sean n ∈ Z− y a ∈ R .

1 ≤ a ` an ≤ a .

Demostración.– De ((1.6); 41) se tiene 1 ≤ a , además del teorema (6.2.2;


212) con ((1.6); 41) se sigue a ≤ a−n , ya que −n ∈ Z+ del teorema (3.4.5; 167),
luego 1 ≤ a−n y del teorema (3.3.26; 160) se sigue (a−n )im ≤ 1im , en donde
1 = 1im debido al teorema (3.3.1; 149), luego (a−n )im ≤ a. Pero de ((6.5);
210) se tiene an = [IRn ](a) = [IRinv ◦ IR −n ](a) y [IR inv ◦ IR −n ](a) = (a−n )im ,
por lo tanto an ≤ a . 

Teorema 6.2.3. Sea a ∈ R+.

2 ≤ a ` ∀ n ∈ N | n ≤ an .

Demostración.– Con S ≡ {m ∈ N k m ≤ am } se infiere 1 ∈ S , y de k ∈ S se


sigue k + 1 ≤ ak + 1 ∧ ak + 1 < ak + a con ak + a = a · (ak−1 + 1) debido
al teorema (6.2.1; 210) y ((62); 33), y como 1 ≤ a − 1 se tiene 1 ≤ ak−1 del
corolario (6.2.1; 212), por lo cual ak−1 ≤ ak−1 · (a − 1) , luego 1 ≤ ak−1 · (a − 1)

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 213


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

y se obtiene ak−1 + 1 ≤ ak nuevamente del teorema (6.2.1; 210) y ((62); 33),


por consiguiente a· (ak−1 +1) ≤ ak+1 también del teorema (6.2.1; 210) y ((62);
33), entonces k + 1 ≤ ak+1 y de ((1.6); 41) se sigue k + 1 ∈ S , y de ((61); 32) se
infiere ∀ j ∈ S | j + 1 ∈ S , por lo tanto S = N debido al corolario (3.4.1; 164),
y de ((1.14);44) se concluye ∀ n ∈ N | n ≤ an . 

Ahora es posible considerar la potencia n-ésima de f ∈ RA , pues


para n ∈ Z se hace 3 f n ≡ IR n ◦ f , por lo cual ∀ n ∈ Z+ ∪ {0} | f n ∈ RA y
ii
∀ n ∈ Z − | f n ∈ Rf (R \ {0})
, en particular se hace f im ≡ f −1 a la cual se le
llama función inversa multiplicativa de f debido al corolario (6.2.4; 216).

Lema 6.2.1.
∀ n ∈ Z | 1n = 1 .

Demostración.– Se considera S ≡ {m ∈ N k 1m = 1} y de ((6.5); 210) se


tiene 11 = [IR 1 ](1) = [IR]1 = 1 , luego 1 ∈ S de ((1.6); 41) ya que 1 ∈ N.
Ahora para j ∈ S se sigue 1j+1 = [IR j+1 ](1) y [IRj+1 ](1) = [IR · IR j ](1) con
[IR · IR j ](1) = 1 · 1j = 1j de ((6.5); 210), en donde 1j = 1 debido a ((1.6); 41)
dado que j ∈ S, por lo cual j + 1 ∈ S nuevamente de ((1.6); 41) pues j + 1 ∈ N,
entonces ∀ m ∈ S | m + 1 ∈ S debido a ((61); 32), por lo tanto S = N del
corolario(3.4.1; 164), y de ((1.14); 44) se concluye ∀ n ∈ Z+ | 1n = 1 ya que
N = Z+ .

Para k ∈ Z− se tiene 1−k = 1 debido a ((1.6); 41) dado que −k ∈ Z+ del


teorema (3.4.5; 167), además 1k = [IR k ](1) y [IR k ](1) = [IR im ◦ IR −k ](1) de
((6.5); 210) con [IR im ◦ IR −k ](1) = (1−k )im , y como 1k · 1−k = 1k · 1 , se sigue
1 = 1k , entonces ∀ n ∈ Z− | 1n = 1 de ((61); 32), por lo tanto ∀ n ∈ Z | 1n = 1
ya que 10 = 1 de ((6.6); 211). 

3 Se presenta una ambigüedad notacional con IR n , dado que da lugar a otro razonamiento
para IR n = IR ◦ IR n , sin embargo no tiene mayores consecuencias y no amerita introducir
una distinción.

214 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

Teorema 6.2.4.
n
∀ n ∈ Z | IR 0 = IR 0 .

Demostración.– Con j ∈ Z se tiene (IR 0 )j = IR j ◦ IR 0 , luego para ξ ∈ R se


 j 
sigue IR 0 (ξ) = [IRj ](1) y [IR j ](1) = 1j con 1j = 1 del lema (6.2.1; 214) y
   j 
((62); 33), ya que [IR0 ](ξ) = d1e ◦ IR (ξ) = 1 , entonces ∀ a ∈ R | IR 0 (a) =
j
[IR 0 ](a) debido a ((61); 32), por lo tanto IR 0 = IR 0 de ((2.16); 90) y se
n
concluye ∀ n ∈ Z | IR 0 = IR 0 de ((61); 32). 

Lema 6.2.2.

∀ n & m ∈ Z+ ∪ {0} | IR n · IR m = IR n+m

n ∈ Z ∧ m ∈ Z− ` IR n · IR m = IR n+m ◦ IR \ {0} .

Demostración.– Para i ∈ Z+ ∪ {0} se considera 4 Si ≡ {l ∈ N k IR i · IR l =


IR i+l } , luego de ((1.6); 41) se sigue 1 ∈ Si, pues I i · IR 1 = IR i · IR y IR i · IR =
IR i+1 debido al teorema (6.2.1); 210) con ((62); 33), y para k ∈ Si se tiene
IR i · IR k+1 = IR i · (IR k · IR 1 ) con IR i · (IR k · IR 1 ) = (IR i · IR k ) · IR nuevamente de
((6.5); 210) y ((62); 33), luego IR i · IR k+1 = IR i+k · IR de ((1.6); 41), por lo cual
IR i · IR k+1 = IR i+(k+1) también de ((62); 33), entonces k + 1 ∈ Si de ((1.6);
41), obteniéndose ∀ j ∈ Si | (j + 1) ∈ Si , por lo tanto Si = N debido al corolario
(3.4.1; 164), luego ∀ m ∈ N | IR i · IR m = IR i+m de ((1.14); 44). Ahora, dado que
IR i · IR 0 = IR i · (d1e ◦ IR ) = IR i y IR i = IR i+0 , para k ∈ Z+ ∪ {0} se tiene
IR i ·IR k = IR i+k debido a ((62); 33), entonces ∀ m ∈ Z+ ∪{0} | IR i ·IR m = IR i+m
de ((61); 32), concluyéndose ∀ n & m ∈ Z+ ∪{0} | IR n ·IR m = IR n+m nuevamente
l
de ((61); 32). La regla de inferencia faltante se deja al lector. 

4 La condición de especificación es afı́n a la discusión, pues del lema (3.4.3; 167) se tiene
∀ n & m ∈ N | IR n+m ∈ RR .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 215


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

Teorema 6.2.5. Sea A un conjunto y f ∈ RA .

∀ n & m ∈ Z+ ∪ {0} | f n · f m = f n+m

n ∈ Z ∧ m ∈ Z− ` f n · f m = f n+m ◦ If ii (R \ {0}) .

Demostración.– Dado que para j ∈ Z+ ∪ {0} ∧ k ∈ Z+ ∪ {0} se tiene f j ·


f k = (IR j ◦ f) · (IR k ◦ f) y (IR j ◦ f) · (IR k ◦ f) = (IR j · IR k ) ◦ f , se sigue
f j · f k = IR j+k · f = f j+k debido al lema (6.2.2; 215), por lo cual ∀ n & m ∈
Z + ∪{0} | f n · f m = f n+m de ((61); 32). Ahora, para n ∈ Z ∧ m ∈ Z− se tiene
f n · f m = (IR n ◦ f) · (IR m ◦ f) = (IR n · IR m ) ◦ f = (IR n+m ◦ IR \ {0} ) ◦ f =
IR n+m ◦ f ◦ If ii (R \ {0} = f n+m ◦ I . 
f ii R \ {0}

Corolario 6.2.4. Sea A un conjunto y f ∈ RA.

f · f im = d1e ◦ If ii (R \ {0}) .

Demostración.– Del teorema (6.2.5; 215) se sigue f · f im = f 0 ◦ If ii (R \ {0}) ,



además f 0 = IR0 ◦ f , luego f · f im = (d1e ◦ IR ) ◦ f ◦ If ii (R \ {0}) = d1e ◦
If ii (R \ {0}) pues f ii (R \ {0}) ⊆ Df . 

Teorema 6.2.6. Sean A y B conjuntos y f ∈ RA , g ∈ RB .

∀ n ∈ Z | (f · g)n = f n · gn .

Demostración.– Con S ≡ n ∈ N k (f · g)n = f n · gn se tiene (f · g)1 =
IR1 ◦(f ·g) = IR ◦(f ·g) = f ·g y f 1 ·g1 = (IR 1 ◦f)·(IR 1 ◦g) = (IR ◦f)·(IR ◦g) = f ·g
debido a ((6.5); 210), luego 1 ∈ S de ((1.6); 41). Ahora, para j ∈ S se sigue
(f · g)j+1 = IR j+1 ◦ (f · g) = (IR · IRj )◦ (f · g) = (f · g)· (f · g)j = (f · g)· (f j · gj ) =
(f · f j ) · (g · gj ) = f j+1 · gj+1 debido a ((6.5); 210) y el teorema (6.2.5; 215),
por lo cual j + 1 ∈ S nuevamente de ((1.6); 41), entonces ∀ n ∈ S | n + 1 ∈ S
de ((61); 32), y se obtiene S = N del corolario (3.4.1; 164), concluyéndose
∀ n ∈ N | (f · g)n = f n · gn de ((1.14); 44). También los casos faltantes se dejan
l
al lector. 

216 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

Lema 6.2.3.
∀ n & m ∈ Z | (IR n )m = IR n·m .

Demostración.– Para k ∈ N y con 5 Sk ≡ {i ∈ N k (IR k )i = IR k·i } se sigue


1 ∈ Sk debido a ((1.6); 41), dado que (IR k )1 = IR 1 ◦IRk = IR ◦IR k = IR k = IR k·1
de ((6.5); 210). Ahora, para j ∈ Sk se tiene (IR k )j+1 = IR (j+1) ◦IR k = (IR ·IR j )◦
IR k = (IR ◦IR k )·(IR j ◦IR k ) = IR k ·(IR k )j = IR k ·IR k·j de ((6.5); 210) y el teorema
(6.2.5; 215), luego (IR k )j+1 = IR k+(k·j) = IR k·(j+1), por lo cual j + 1 ∈ Sk
debido a ((1.6); 41), entonces ∀ m ∈ Sk | m + 1 ∈ Sk de ((61); 32), y se obtiene
(k m)
Sk = N del corolario (3.4.1; 164), por lo tanto ∀ m ∈ N | (IRk )m = IR de
n m n·m
((1.14); 44), y de ((61); 32) se concluye ∀ n & m ∈ N | (IR ) = IR . Los
l
otros casos se dejan al lector. 

Teorema 6.2.7. Sea A un conjunto y f ∈ RA .

∀ n & m ∈ Z | (f n )m = f n·m .

Demostración.– Para j ∈ Z ∧ k ∈ Z se tiene (f k )j = IR j ◦f k = IR j ◦(IR k ◦f) =


(IR j ◦ IR k ) ◦ f = (IR k )j ◦ f = IR k·j ◦ f = f k·j del lema (6.2.3; 217), entonces
∀ n & m ∈ Z | (f n )m = f n·m debido a ((61); 32). 

Con R< ≡ (p, C) ∈ R × P (R) k C = {b ∈ R | p < b} se tiene R<

∈ P(R)R que aquı́ se le llama función truncamiento real y para f ∈ FR×R se
hace:

(f creciente) ≡ ∀ a ∈ Df | ∀ p ∈ [R< ](a) ∩ Df | [f ](a) < f [p] .

(f decreciente) ≡ ∀ a ∈ Df | ∀ p ∈ [R< ](a) ∩ Df | [f ](p) < f [a] .

(f monótona) ≡ (f creciente ∨0 f decreciente) .

5 La condición de especificación es afı́n a la discusión, pues del teorema (3.4.6; 167) se


tiene ∀ n & m ∈ N | IR n·m ∈ RR .

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 217


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

Teorema 6.2.8.
∀ a ∈ R+ \ [0; 1] | [ΠR](a) creciente .

Demostración.– De ξ ∈ R+ \ [0; 1] y (m, n) ∈ N \ {1} × N se tiene ξ m =
ξ m−1 · ξ del teorema (6.2.1; 210) con ((62); 33), además ξ < ξ n+1 ∧ ξ ≤ ξ m−1
del corolario (6.2.2; 213) y el teorema (6.2.2; 212), luego 0 < ξ m−1 pues ξ ∈
R+ \ [0; 1] , entonces ξ m−1 · ξ 1 < ξ m−1 · ξ n+1 , y del lema (6.2.2; 215) se obtiene
ξ m < ξ m+n , por lo cual ∀ q ∈ N | ξ m < ξ m+q debido a ((61); 32). Ahora de
s ∈ N ∧ m < s se sigue m < m + (s − m) , luego ξ m < ξ s de ((62); 33) pues
s − m ∈ N , y del corolario (6.2.2; 213) con ((61); 32) se obtiene ∀ p & q ∈ N | p <
   
q ` [ΠR ](ξ) (p) < [ΠR ](ξ) (q), por lo tanto [ΠR](ξ) creciente , y de ((61); 32)
se concluye ∀ a ∈ R+ \ [0; 1] | [ΠR ](a) creciente . 

Corolario 6.2.5.

 
∀ a ∈ R+ \ [0; 1] | ∀ n ∈ N | n ≤ [ΠR ]](a) (n) .

  
Demostración.– De ξ ∈ R+ \ [0; 1] y al hacer S ≡ n ∈ N | n ≤ [ΠR ]](ξ) (n)
 
se tiene 1 ∈ S debido a ((1.6); 41) ya que [ΠR ]](ξ) (1) = ξ de ((6.1); 209), y
 
con k ∈ S se tiene k < [ΠR]](ξ) (k +1) de ((1.6); 41) y el teorema (6.2.8; 218),
 
por lo cual k +1 ≤ [ΠR]](ξ) (k +1) del teorema (3.4.3; 162), entonces k +1 ∈ S
debido a ((1.6); 41), y se obtiene ∀ n ∈ S | n ∈ S de ((61); 32), luego S = N del
 
corolario (3.4.1; 164), y de ((1.14); 44) se concluye ∀ n ∈ N | n ≤ [ΠR ]](ξ) (n) ,
 
por lo tanto ∀ a ∈ R+ \ [0; 1] | ∀ n ∈ N | n ≤ [ΠR]](a) (n) nuevamente de ((61);
32). 

Teorema 6.2.9. Sea f ∈ RA con A ∈ P(R) .

f creciente ` f inyectiva .

 
Demostración.– Con ξ ∈ f ii {η} y ω ∈ f ii {η} se tiene [f](ξ) = η ∧
[f](ω) = η debido al teorema (2.3.4; 97), luego [f](ξ) = [f](ω) por lo cual

218 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

xi = ω pues de ξ 6= ω se sigue ξ ∈ [R<](ω) ∨0 ω ∈ [R<](ξ) , luego [f](ξ) <



[f](ω) ∨0 [f](ω) < [f](ξ) ya que f creciente, entonces ξ ∈ f ii {η} ∧ ∀ p ∈
 
f ii {η} | p = ξ de ((61); 32), por lo cual f ii {η} unitario debido al teorema
 
(1.3.11; 70) y ((47); 26), por lo tanto ∀ p ∈ f ii {η} | f ii {η} unitario nueva-
mente de ((61); 32), y del teorema (2.3.5; 98) se concluye f inyectiva . 

Teorema 6.2.10. Sea f ∈ BA invertible con A ∈ P(R) ∧ B ∈ P(R) .

f creciente ` f inv creciente .

  
Demostración.– Para ξ ∈ B ∧ η ∈ B y ξ < η se tiene f [f inv ](ξ) <
  inv
f [f ]
    
(η) , además de [f inv ](η) < [f inv ](ξ) se sigue f [f inv ](η) < f [f inv ](ξ)

ya que f creciente, entonces [f inv ](η) < [f inv ](ξ) f, por lo cual [f inv ](ξ) <
[f inv ](η) dado que f inv inyectiva debido al teorema (2.5.9; 119), entonces f inv
creciente. 

Teorema 6.2.11.

id 
∀ n ∈ Z+ | IR n R+ ∪ {0} ⊆ R+ ∪ {0} .

Demostración.– Para ξ ∈ R+ ∪ {0} se considera Sξ ≡ {j ∈ N k 0 ≤ [IR j ](ξ)},


teniéndose 1 ∈ Sξ de ((1.6); 41), pues [IR1 ](ξ) = [IR ](ξ) = ξ de ((6.5); 210), por
 
lo cual 0 ≤ [IR 1 ](ξ) . Además, con m ∈ Sξ se sigue [IR m+1 ](ξ) = IR ·IR m (ξ) =
ξ [IR m ](ξ) de ((6.5); 210), luego 0 ≤ [IR m+1 ](ξ) del teorema (3.3.24; 159), por
lo cual m+1 ∈ Sξ debido a ((1.6); 41), y se obtiene ∀ k ∈ Sξ | k +1 ∈ Sξ de ((61);
32), entonces Sξ = N del corolario (3.4.1; 164), y de ((1.14); 44) se concluye
∀ n ∈ N | 0 ≤ [IR n ](ξ). Por lo tanto con k ∈ N se tiene 0 ≤ [IR k ](ξ), es decir
[IR k ](ξ) ∈ R+ ∪ {0}, luego ∀ η ∈ R+ ∪ {0} | [IRk ](η) ∈ R+ ∪ {0} de ((61); 32), y del

teorema (2.3.7; 99) se obtiene (IR k )id R+ ∪ {0} ⊆ R+ ∪ {0}, concluyéndose

∀ n ∈ N | (IR n )id R+ ∪ {0} ⊆ R+ ∪ {0} nuevamente de ((61); 32). 

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 219


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

Corolario 6.2.6.
R+ ∪{0}
∀ n ∈ Z+ | IR+ ∪{0} ◦(IR n ◦IR+ ∪{0} ) ∈ R+ ∪{0} ∧ IR ◦(IR+ ∪{0} ◦IR n ) = IR n .

l
Demostración.– Se deja al lector como ejercicio.

Teorema 6.2.12.

∀ n ∈ Z+ | IR n ◦ IR+ ∪{0} creciente .

Demostración.– Para S ≡ {m ∈ N k IR m ◦ IR+ ∪{0} creciente} y con a ∈


R+ ∪ {0} ∧ b ∈ R+ ∪ {0} y a < b se tiene [IR 1 ◦ IR+ ∪{0} ](a) = a y [IR 1 ◦
IR+ ∪{0} ](b) = b de ((6.5); 210), luego [IR 1 ◦ IR+ ∪{0} ](a) < [IR1 ◦ IR+ ∪{0} ](b),
por lo cual IR 1 ◦ IR+ ∪{0} creciente, y de ((1.6); 41) se concluye 1 ∈ S. Ahora,
de m ∈ S se tiene [IR m+1 ◦ IR+ ∪{0} ](a) = a · am y [IR m+1 ◦ IR+ ∪{0} ](b) = b · bm
de ((6.5); 210), en donde a ∈ R+ ∪ {0} ∧ am ∈ R+ ∪ {0} debido al teorema
(6.2.11; 219) y am < bm , luego a · am < b · bm del teorema (3.3.23; 159), por
lo cual IR m+1 ◦ IR+ ∪{0} creciente, entonces m + 1 ∈ S, luego ∀ n ∈ S | n + 1 ∈ S
de ((61); 32), concluyéndose S = N del corolario (3.4.1; 164), y de ((1.14); 44)
se obtiene ∀ n ∈ N | IR n ◦ IR+ ∪{0} creciente. 

Corolario 6.2.7.

∀ n ∈ Z+ | IR n ◦ IR+ ∪{0} inyectiva .

Demostración.– Para k ∈ Z+ se tiene IR k ◦ IR+ ∪{0} inyectiva debido a ((62);


33) con los teoremas (6.2.12; 220) y (6.2.9; 218), luego de ((61); 32) se concluye
∀ n ∈ Z+ | IR n ◦ IR+ ∪{0} inyectiva. 

Para invocar a la función + n se requieren de varios teoremas del
cálculo en FR×R y sus antecedentes (véase [15] Cap. 8 § 6) que seguramente
conoce el lector 6 , en donde se hace FR×RC ≡ {f ∈ FR×R k f continua} , FR×R Cp
≡ {f ∈ FR×R k f continua en p} y FR×R CA ≡ {f ∈ FR×R k f continua en A} :
6 Este tema se trata en el tercer volumen del proyecto.

220 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

Teorema 6.2.13.

1) IR ∈ FR×R C .
2) f ∈ FR×RCp ∧ g ∈ FR×RCp ` f · g ∈ FR×RCp .
3) f ∈ FR×RC ` ∀ A ∈ P(Df ) \ {∅} | f ◦ IA ∈ FR×RC .
4) Teorema de valor intermedio:
 
a) f ∈ FR×RC[ a; b] ∧ [f](a) < [f](b) ` [f](a); [f](b) ⊆ f id (a; b) .
 
b) f ∈ FR×RC[ a; b] ∧ [f](b) < [f](a) ` [f](b); [f](a) ⊆ f id (a; b) .

Teorema 6.2.14.
∀ n ∈ Z+ | IR n continua .

Demostración.– Con S ≡ {m ∈ N k IRm continua} se sigue 1 ∈ S del teorema


(6.2.13; 221) y ((6.5); 210), y para k ∈ S se tiene IRk+1 = IR · IRk también
de ((6.5); 210), luego IRk+1 continua también del teorema (6.2.13; 221), por
lo cual k + 1 ∈ S de ((1.6); 41), entonces ∀ m ∈ S | (m + 1) ∈ S de ((61); 32),
por lo tanto S = N del corolario (3.4.1; 164), y de ((1.14); 44) se concluye
∀ n ∈ N | IRn continua. 

Teorema 6.2.15. Sea m ∈ N .


ii 
∀ a ∈ R+ ∪ {0} IR m ◦ IR+ ∪{0} {a} unitario .

Demostración.– Para ξ ∈ R+ se sigue ∃ j ∈ N | ξ < j · 1 debido al teorema


(3.4.4; 164), y con i ∈ N ∧ ξ < i se tiene i ≤ im del teorema (6.2.2; 212)
ya que 1 ≤ i, luego ξ < im con [IR m ◦ IR+ ∪{0} ](i) = im . Además, IR m ◦
IR+ ∪{0} continua del teorema (6.2.14; 221) con ((62); 33) y el teorema (6.2.13;
221), en donde DIR m ◦IR+ ∪{0} = R+ ∪ {0} y [0; i] ⊆ R+ ∪ {0}, por lo cual
IR m ◦ IR+ ∪{0} continua en [0; i], y como [IR m ◦ IR+ ∪{0} ](0) = 0 se tiene [IR m ◦

IR+ ∪{0} ](0) < [IR m ◦ IR+ ∪{0} ](i), entonces (0; im ) ⊆ (IR m ◦ IR+ ∪{0} )id (0; i)
debido al teorema (6.2.13; 221), luego ∃ b ∈ (0; i) | IR m ◦ IR+ ∪{0} ](b) = ξ ya
ii 
que ξ ∈ (0; i) , entonces ξ ∈ RIRm ◦IR+ ∪{0} y se obtiene IR m ◦ IR+ ∪{0} {ξ}

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 221


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

unitario de ((62); 33) el corolario (6.2.7; 220) y el teorema (2.3.5; 98), por lo
ii 
tanto ∀ a ∈ R+ ∪ {0} IR m ◦ IR+ ∪{0} {a} unitario debido a ((61); 32) pues
l
el cero también lo cumple como puede verificarlo el lector. 
  
Con n ∈ N se invoca la relación Rn ≡ (a, b) ∈ (R+ ∪{0} ×(R+ ∪{0} |
R+ ∪{0}
bn = a , obteniéndose Rn ∈ R+ ∪ {0} del teorema (6.2.15; 221), y se
considera a la función raı́z positiva n-ésima de R haciendo IR+ ∪{0} 1/n ≡

Rn , y para a ∈ R+ ∪ {0} se conviene en + n a ≡ [IR+ ∪{0} 1/n ](a) . Ası́ mis-
mo, para el caso n ≡ 2 usualmente se omite el superı́ndice, procediendo con
√ √
+ a ≡ +2 a .

†
(IR 1/2 )im ◦ I[0,005; 16]

†
IR 1/2 ◦ I[0; 16]

†
IR 1/3 ◦ I[0; 16]

Teorema 6.2.16.

IR+ ∪{0} 0/1 = IR+ ∪{0} ◦ d1e ◦ IR+ ∪{0} y IR+ ∪{0} 1/1 = IR+ ∪{0} .

Demostración.– Como IR+ ∪{0} 0/1 = R1 , de ξ ∈ R+ ∪{0} se sigue [IR+ ∪{0} 0/1 ]
(ξ) = [R0 ](ξ) = 1 pues 10 = 1 de ((6.6); 211) con ((62); 33), además [IR+ ∪{0} ◦
d1e◦ IR+ ∪{0} ](ξ) = 1 , entonces ∀ η ∈ R+ ∪ {0} | [IR+ ∪{0} 0/1 ](η) = [IR+ ∪{0} ◦ d1e◦
IR+ ∪{0} ](η) de ((61); 32), por lo tanto IR+ ∪{0} 0/1 = IR+ ∪{0} ◦ d1e ◦ IR+ ∪{0}

222 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

debido a ((2.16); 90). Ahora, como IR+ ∪{0} 1/1 = R1 , para ξ ∈ R+ ∪ {0} se
sigue [IR+ ∪{0} 1/1 ](ξ) = [R1 ](ξ) = ξ ya que ξ 1 = ξ de ((6.6); 211) con ((62);
33), luego ∀ η ∈ R+ ∪ {0} | [IR+ ∪{0} 1/1 ](η) = [IR+ ∪{0} ](η) debido a ((61); 32),
concluyéndose IR+ ∪{0} 1/1 = IR+ ∪{0} de ((2.16); 90). 

Como era de esperarse, para n ∈ N existe un vı́nculo estrecho entre


IR n y IR+ ∪{0} 1/n expresado en el siguiente teorema.

Teorema 6.2.17. Sea n ∈ N .

inv
IR+ ∪{0} ◦ (IR n ◦ IR+ ∪{0} ) = IR+ ∪{0} 1/n .

Demostración.– Del corolario (6.2.6; 219) basta verificar (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦


IR+ ∪{0} ) ◦ IR+ ∪{0} 1/n = IR+ ∪{0} y IR+ ∪{0} 1/n ◦ (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦ IR+ ∪{0} ) =

IR+ ∪{0} . Como de ξ ∈ R+ ∪ {0} se tiene [IR+ ∪{0} ](ξ) = ξ y además (IR+ ∪{0} ◦
   
IR n ◦ IR+ ∪{0} ) ◦ IR+ ∪{0} 1/n (ξ) = (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦ IR+ ∪{0} [IR+ ∪{0} 1/n ](ξ) =
       
(IR+ ∪{0} ◦IRn IR+ ∪{0} [IR+ ∪{0} 1/n ](ξ) = (IR+ ∪{0} ◦IRn [IR+ ∪{0} 1/n ](ξ)
  
= (IR+ ∪{0} [IR n ] [IR+ ∪{0} 1/n ](ξ) = ξ , entonces de ((61); 32) se sigue ∀ a ∈
 
R+ ∪ {0} | (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦ IR+ ∪{0} ) ◦ IR+ ∪{0} 1/n (a) = [IR+ ∪{0} ](a), luego
(IR+ ∪{0} ◦IR n ◦IR+ ∪{0} )◦IR+ ∪{0} 1/n = IR+ ∪{0} de ((2.16); 90). Dado que la ob-
inv
tención del otro enunciado es similar, se concluye (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦ IR+ ∪{0} ) =
1/n
IR+ ∪{0} . 

Corolario 6.2.8.

∀ n ∈ N | IR n ◦ IR+ ∪{0} 1/n = IR ◦ IR+ ∪{0} ∧ IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR n = IR+ ∪{0} .

Demostración.– Dado que para m ∈ Z+ se tiene IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ IR n = IR n del


corolario (6.2.6; 219) y también IR+ ∪{0} ◦ IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR+ ∪{0} = IR+ ∪{0} 1/n , se
sigue IR n ◦ IR+ ∪{0} 1/n = (IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ IR n )◦ (IR+ ∪{0} ◦ IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR+ ∪{0} ) =

IR ◦ (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦ IR+ ∪{0} ) ◦ IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR+ ∪{0} = IR ◦ IR+ ∪{0} debido
al teorema (6.2.17; 223), además IR n ◦ IR = IR n luego IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR n =

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 223


6.2 Potenciación de funciones Funciones por inducción

(IR+ ∪{0} ◦ IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR+ ∪{0} )◦ (IR n ◦ IR ) = (IR+ ∪{0} ◦ IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR+ ∪{0} )◦

IR n ◦ IR = IR+ ∪{0} ◦ IR = IR+ ∪{0} nuevamente del teorema (6.2.17; 223),
entonces ∀ n ∈ Z+ | IR n ◦IR+ ∪{0} 1/n = IR ◦IR+ ∪{0} ∧ IR+ ∪{0} 1/n ◦IR n = IR+ ∪{0}
de ((61); 32). 

Teorema 6.2.18.
∀ n ∈ N | IR+ ∪{0} 1/n creciente .

Demostración.– Para m ∈ N se tiene (IR+ ∪{0} ◦ IR n ◦ IR+ ∪{0} )inv creciente


debido a los teoremas (6.2.10; 219), (6.2.17; 223) y (6.2.12; 220) con ((62); 33),
luego IR+ ∪{0} 1/n creciente nuevamente del teorema (6.2.17; 223), por lo tanto
∀ n ∈ N | IR+ ∪{0} 1/n creciente de ((61); 32). 

Se extiende la función raı́z positiva n-ésima ya que para n ∈ Z− \ {0} se


hace IR+ ∪{0} 1/n ≡ IR im ◦ IR+ ∪{0} 1/−n , por lo cual ∀ n ∈ Z− \ {0} | IR+ ∪{0} 1/n ∈
+ √
RR ∪{0} ∧ RI + 1/n ⊆ R
+
∪ {0} , y con m ∈ Z− se conviene en + m a ≡
R ∪{0}

1/ + −m a . También de manera similar a la potenciación n-ésima de f ∈
RA , para n ∈ Z \ {0} se considera la función raı́z n-ésima de f haciendo 7
f ii (R∪{0})
f 1/n ≡ IR+ ∪{0} 1/n ◦f por lo cual f 1/n ∈ R ∪ {0} , y en particular
del corolario (6.2.8; 223) se sigue ∀ n ∈ Z+ | (IR+ ∪{0} 1/n )n = IR ◦ IR+ ∪{0} ∧
(IRn )1/n = IR+ ∪{0} ◦ IR .

Teorema 6.2.19. Sea f ∈ RA con A ∈ P(R) .

∀ n ∈ N | IR ◦ (f n )1/n = (f 1/n )n ∧ (f 1/n )n = f ◦ If ii (R+ ∪{0}) .

Demostración.– Para m ∈ N se tiene IR ◦ (f m )1/m = IR ◦ IR+ ∪{0} 1/m ◦ IN m ◦


f = IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ IR ◦ f = IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ f = f ◦ If ii (R+ ∪{0}) y también
(f 1/n )n = INm ◦ IR+ ∪{0} 1/m ◦ f = IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ f = f ◦ If ii (R+ ∪{0}) del corolario

7 También presenta una ambigüedad notacional con IR+ ∪{0} 1/n , pues se tienen dos ra-
zonamientos para IR+ ∪{0} 1/n = IR+ ∪{0} 1/n ◦ IR+ ∪{0} 1/n , lo cual no tiene mayores conse-
cuencias.

224 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.2 Potenciación de funciones

(6.2.8; 223), entonces ∀ n ∈ N | IR ◦ (f n )1/n = (f 1/n )n = f ◦ If ii (R+ ∪{0}) de


((61); 32). 

Teorema 6.2.20. Sean f ∈ RA y g ∈ RB con A ∈ P(R) ∧ B ∈ P(R) .

∀ n ∈ Z \ {0} | f 1/n · g1/n = (f · g)1/n ◦ If ii (R+ ∪{0}) ∩ gii (R+ ∪{0} .

f ii (R∪{0}) ∩ gii (R∪{0})


Demostración.– Dado que f 1/n · g1/n ∈ R ∪ {0} para
1/n
n∈Z +
se sigue f 1/n
·g 1/n
= (IR+ ∪{0} ◦ IR ) ◦ (f 1/n
·g 1/n
) = (IR+ ∪{0} ◦ IR n ) ◦
(f 1/n · g1/n ) debido al corolario (6.2.8; 223), luego f 1/n · g1/n = IR+ ∪{0} 1/n ◦

(f 1/n · g1/n )n = IR+ ∪{0} 1/n ◦ (f 1/n )n · (g1/n )n del teorema (6.2.6; 216), en
donde (f 1/n )n = (IR+ ∪{0} n ◦ IR 1/n ) ◦ f = IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ f = f ◦ If ii (R+ ∪{0})
y (g1/n )n = (IR+ ∪{0} n ◦ IR 1/n ) ◦ g = IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ g = g ◦ Igii (R+ ∪{0})
nuevamente del corolario (6.2.8; 223), por lo cual (f 1/n )n · (g1/n )n = (f · g) ◦
If ii (R+ ∪{0}) ∩ gii (R+ ∪{0} , entonces f 1/n · g1/n = IR+ ∪{0} 1/n ◦ (f · g) ◦
If ii (R+ ∪{0})∩gii (R+ ∪{0} = (f · g)1/n ◦ If ii (R+ ∪{0}) ∩ gii (R+ ∪{0} . El caso n ∈ Z−
l
se deja al lector y se puede concluir ∀ n ∈ Z \ {0} | f 1/n · g1/n = (f · g)1/n ◦
If ii (R+ ∪{0}) ∩ gii (R+ ∪{0} de ((61); 32). 

Lema 6.2.4.

∀ m & n & k ∈ N | (f m · f n )1/k ◦ I(f m )ii (R+ ∪{0})∩(f n )ii (R+ ∪{0} = (f m · f n )1/k .

l
Demostración.– Se deja al lector como ejercicio. 

Teorema 6.2.21. Sea f ∈ RA con A ∈ P(R) .

∀ m & n ∈ N | IR ◦ (f m )1/n = (f 1/n )m .


Demostración.– Para i ∈ N se considera S ≡ k ∈ N k IR ◦ (f k )1/i = (f 1/i )k
1/i 1/i
y se tiene IR ◦ (f 1 )1/i = IR ◦ IR+ ∪{0} ◦ IR1 ◦ f = IR1 ◦ IR+ ∪{0} ◦ IR ◦ f =
1/i
IR1 ◦ IR+ ∪{0} ◦ f = (f 1/i )1 de ((6.5); 210), luego 1 ∈ S. Ahora, de s ∈ S se tiene

IR ◦ (f s+1 )1/i = IR ◦ (f s · f 1 )1/i = IR ◦ (f s )1/i · (f 1 )1/i = (f 1/i )s · (f 1/i )1 de

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 225


6.3 Producto y suma de R generalizadas Funciones por inducción

los teoremas (6.2.5; 215) y (6.2.20; 225) con el lema (6.2.4; 225), por lo cual
IR ◦ (f s+1 )1/i = (f 1/i )s+1 debido al teorema (6.2.5; 215), entonces s + 1 ∈ S y
se sigue ∀ p ∈ S | p + 1 ∈ S de ((61); 32), entonces S = N del corolario (3.4.1;
164), por lo tanto ∀ m ∈ N | IR ◦ (f m )1/i = (f 1/i )m de ((1.14); 44), y se concluye
∀ m & n ∈ N | IR ◦ (f m )1/n = (f 1/n )m nuevamente de ((61); 32). 

6.3. Producto y suma de R generalizadas


  N
Con α ∈ RN se hace F ≡ dIR e α◦ IN +d1e por lo cual F ∈ R R ,

y del corolario (6.1.2; 207) con ((62); 33) se sigue Pα ∈ R N con 1, [α](1) ∈
  
Pα ∧ Pα ◦ IN + d1e = F 4 Pα , luego de j ∈ N se tiene Pα ◦ IN + d1e (j) =
    
[F 4 Pα ](j) con [F 4 Pα ](j) = dIR e α ◦ IN + d1e 4 Pα (j) y dIR e
      
α ◦ IN + d1e 4 Pα (j) = IR · [α](j + 1) [Pα ](j) , por lo cual ∀ k ∈
N | [Pα ](k + 1) = [Pα ](k) · [α](k + 1) debido a ((61); 32). Entonces al considerar
 
1n ≡ (p, q) ∈ R n × RN k q = p d d1e ◦ IN \ n con n ∈ N se infiere 1n ∈
(R n
) l
RN , y para α ∈ Rn el lector pude comprobar que se obtiene

∀ k ∈ n | [P[1n ](α) ](k) = [P[1k ](α◦I k ) ](k) (6.7)



y se hace PRn ≡ (p, λ) ∈ Rn × R k λ = [P[1n ](p) ](n) de lo cual se tiene
n
PRn ∈ R(R )
que aquı́ se le llama 8 función producto en Rn .

En particular dado que de n ∈ N se sigue IR ◦ I n ∈ Rn , se hace


n! ≡ [PRn ] (IR ◦ In ) llamándolo factorial de n , lo cual se complementa

haciendo 0! ≡ 1 . Esto permite identificar al coeficiente binomial m
k
para
m 
m ∈ N ∪ {0} y k ∈ m ∪ {0} haciendo k ≡ m!/ k! · (m − k)! , de lo cual
l
el lector puede demostrar que con m ∈ N se obtiene
m  m   
m

m+1


∀ k∈m = ∧ (m + 1) · = (k + 1) · . (6.8)
k m−k k k+1
8 También se le conoce como producto finito y utilizan al sı́mbolo Π .

226 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Funciones por inducción 6.3 Producto y suma de R generalizadas

De igual manera que la función producto en Rn , con α ∈ RN y al


  N
hacer F ≡ dIR e ⊕ α ◦ IN + d1e se infiere F ∈ R R , luego del corolario
P N
 P P
(6.1.2; 207) y ((62); 33) se sigue α ∈R ∧ 1, [α](1) ∈ α ∧ α ◦ IN +
 P P
d1e = F 4 α y a α se le llama serie de α , entonces de j ∈ N se tiene
P  P P  
α ◦ IN + d1e (j) = [F 4 α ](j) con [F 4 α ](j) = dIR e ⊕ α ◦ IN +
 P     P  P P
d1e 4 α (j) = IR + [α](j + 1) [ α ](j) = [ α ](j) + [ α ](j) , por
P P
lo cual ∀ k ∈ N | [ α ](k + 1) = [ α ](k) + [α](k + 1) debido a ((61); 32).
 
Ahora de 0n ≡ (p, q) ∈ R n ×RN k q = p d d0e◦IN \ n y con n ∈ N se
P  P  P
hace Rn ≡ (p, λ) ∈ R × R k λ =
n
[0n ](p) (n) obteniéndose Rn ∈
n
R(R )
que aquı́ se le denomina función suma en Rn , la cual no debe con-
fundirse con la función suma del espacio vectorial Rn . Como ejemplo se tiene
al siguiente teorema.

Teorema 6.3.1. Sea n ∈ N .


X  
(IR ◦ In ) = n · (n + 1) /2 .
Rn

l
Demostración.– Se deja la lector como ejercicio. 
P
Entre los comportamientos de PRn y Rn conocidos por el lector,
se consideran a los siguientes teoremas que serán utilizados en el siguiente
capı́tulo.

Teorema 6.3.2. Sea n ∈ N .


   X  
∀ λ ∈ R PR n IR ◦ dλe ◦ I n = λn ∧ IR ◦ dλe ◦ I n = n · λ.
Rn

   
Demostración.– Con ξ ∈ R se hace S ≡ m ∈ n | PRm IR ◦ dξe ◦ Im =
  
ξ m y se infiere 1 ∈ S debido a ((1.6); 41) ya que PR1 IR ◦ dξe ◦ I1 =
  
[P[11 ](IR ◦(dξe◦I1 )) ](1) con [P[11 ](IR ◦(dξe◦I1 )) ](1) = 11 IR ◦ (dξe ◦ I1 ) (1) y
  
11 IR ◦ (dξe ◦ I1 ) (1) = ξ , luego [P[11 ](IR ◦(dξe◦I1 )) ](1) = ξ 1 debido a ((6.6);

211) y ((62); 33), por lo cual [PR1 ] IR ◦ (dξe ◦ I1 ) = ξ 1 . Ahora de k ∈

Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales 227


6.3 Producto y suma de R generalizadas Funciones por inducción

  
S ∩ n − 1 se tiene PRk+1 IR ◦ dξe ◦ Ik+1 = [P[1k+1 ](IR ◦(dξe◦Ik+1 )) ](k + 1)

con [P[1k+1 ](IR ◦(dξe◦Ik+1 )) ](k + 1) = [P[1k+1 ](IR ◦(dξe◦Ik+1 )) ](k) · [1k+1 ](IR ◦ (dξe ◦

Ik+1 )) (k+1) y [P[1k+1 ](IR ◦(dξe◦Ik+1 )) ](k) = [P[1k ]((IR ◦(dξe◦Ik+1 )◦Ik ) ](k) de ((6.7);
   
226) y [1k+1 ](IR ◦ (dξe ◦ Ik+1 )) (k + 1) = ξ , por consiguiente PRk+1 IR ◦
      
dξe◦Ik+1 = PRk IR ◦ dξe◦Ik ·ξ , luego PRk+1 IR ◦ dξe◦Ik+1 = ξ k+1
del lema (6.2.2; 215) y ((6.6); 211), luego k + 1 ∈ S debido a ((1.6); 41), y de
((61); 32) se obtiene ∀ j ∈ S ∩ n − 1 | j ∈ S , por lo cual n ⊆ S de la proposición
  
(3.4.1; 163), entonces PRn IR ◦ dξe ◦ Im = ξ n de ((1.6); 41).
P   l
Análogamente el lector puede demostrar Rn IR ◦ dξe ◦ In = n · ξ , y de
   P 
((61); 32) se infiere ∀ λ ∈ R PRn IR ◦ dλe ◦ In = λn ∧ Rn IR ◦ dλe ◦

In = n · λ . 

Teorema 6.3.3. Sea n ∈ N \ {1} .


X X 1  X 1  
∀ k∈n − 1 | = ◦ IR n ◦ dI e
k + ◦ IRn ◦ In−k + dke .
Rn R k Rn−k

l
Demostración.– Se deja al lector como ejercicio. 

Teorema 6.3.4. Sea n ∈ N .


X X   
∀ λ ∈ R | dλe · = ◦ dλe IRn .
Rn Rn

l
Demostración.– También se deja al lector como ejercicio. 

228 Elementos de la matemática formal Vol.1 – M.F. Rosales


Apéndice A

La matemática como arte


creativo
Conferencia dictada por P.R. Halmos en la Universidad de Illinois
el 12 de diciembre de 1967. 1

¿Conoces a algún matemático? Si ası́ es, ¿conoces algo de lo que hacen


con su tiempo? La mayorı́a de las personas no lo saben. Cuando converso con
el hombre que está a mi lado en un avión y él me dice que es algo respetable,
como médico, abogado, comerciante o decano, me siento tentado de decir que
soy un hombre con un trabajo extraño. Si le digo que soy matemático, su
respuesta más probable será que él nunca podrı́a balancear su chequera, y que
debe ser divertido ser un experto en matemáticas. Si mi vecino es un astrónomo,
un biólogo, un quı́mico o cualquier otro tipo de cientı́fico natural o social, la
situación es peor; pues este hombre cree que sabe lo que es un matemático,
y muy probablemente esté equivocado. El piensa que me dedico (o deberı́a

1 Traducción de Mario F. Rosales, original en [19].

i
dedicarme) a convertir diferentes órdenes de magnitud, comparando coeficientes
binomiales y potencias de 2, o resolviendo ecuaciones que involucran tasas de
reacciones.

A C.P. Snow 2 le preocupa el fı́sico cuya idea de la literatura moder-


na es Dickens, y censura al poeta que no puede expresar la segunda ley de la
termodinámica. Los matemáticos, en conversación con laicos 3 bien intenciona-
dos, inteligentes y educados, están mucho peor que los fı́sicos en conversación
con los poetas. Me entristece que las personas educadas ni siquiera sepan que
mi tema existe. Hay algo que ellos llaman matemática, pero ni siquiera saben
cómo los profesionales usan esa palabra, ni pueden concebir por qué alguien
deberı́a saberlo. Es, sin duda, posible que una persona inteligente y educada
no sepa que exista la egiptologı́a o la hematologı́a, pero todo lo que se tiene
que decir es lo hacen, y de inmediato comprenderá de una manera aproximada
por qué deberı́a saberlo, incluso tendrı́a cierta empatı́a con el académico que
encuentra interesante al tema.

Por lo general, cuando un matemático da conferencias, él es un mi-


sionero. Ya sea que esté hablando tomando una taza de café con un colabo-
rador, dando una conferencia a una clase de graduados especialistas, enseñando
a un renuente grupo de ingenieros de primer año o dirigiéndose a una audiencia
de laicos, predica y busca hacer conversos. El declarará teoremas y discutirá las
pruebas y esperará que cuando termine su audiencia sepa más matemáticas que
antes. Mi objetivo hoy es diferente, no estoy aquı́ para hacer proselitismo, sino
para iluminar, no busco conversos sino amigos. No quiero enseñarte qué son las
matemáticas, solo el que son.

2 Charles Percy Snow (1905-1980), fue un fı́sico y novelista inglés autor de una serie de
novelas en las que lamenta la brecha entre cientı́ficos y literatos intelectuales... dos culturas.
3 Me refiero a todos los no matemáticos como laicos...

ii
A lo que me dedico lo llamo matemáticas, ası́ es como mis colegas en
todo el mundo lo llaman, y allı́ muy posiblemente está el inicio de la confusión.
La palabra abarca dos disciplinas, muchas más, en realidad, pero dos, al menos
dos en el mismo sentido en que Snow habla de dos culturas. Para tener algunas
palabras con las cuales referirme a las ideas que quiero discutir, ofrezco dos
neologismos 4 temporales ad hoc. Las matemáticas, como se usa habitualmente
la palabra, constan de al menos dos asignaturas distintas, y propongo llamarlas
matologı́a y matofı́sica. A grandes rasgos, la matologı́a es lo que habitual-
mente se llama matemática pura, y la matemofı́sica se denomina matemática
aplicada, pero los términos emocionalmente no son lo suficientemente fuertes
como para ocultar que califican el mismo nombre. Si la concatenación de sı́labas
que elijo aquı́ te recuerda otras palabras, no hará gran daño; las rimas aludi-
das no son completamente accidentales. Originalmente planeé llamar a esta
conferencia algo como “Matemáticas es un arte”, o “Las matemáticas no son
una ciencia”, o “las matemáticas son inútiles”, pero cuanto más pensaba en
ello, más me di cuenta de que me refiero a que “la matologı́a es un arte”, “la
matologı́a no es una ciencia y es inútil”. Cuando yo haya terminado, espero
reconozcan que la mayorı́a de ustedes ya sabı́an sobre la matofı́sica, solo que
ustedes probablemente la llamaban matemática; deseo que todos ustedes re-
conozcan la distinción entre matologı́a y matofı́sica; y espero que algunos de
ustedes estén listos para aceptar, o aplaudir, o cuando menos reconocer a la
matologı́a como un esfuerzo humano respetable.

En el curso de la conferencia tendré que usar muchas analogı́as (lite-


ratura, ajedrez, pintura), cada una imperfecta por sı́ misma, pero espero que
en su totalidad sirvan para delinear, lo que quiero decir. A veces en interés
de economı́a del tiempo, y a veces sin lugar a dudas, sin intención, exageraré.
Cuando termine, estaré encantado de rescindir cualquier cosa que fuera ine-

4 Acepción o giro nuevo en una lengua.

iii
xacta o que ofendiera de alguna manera.

Lo que hacen los matemáticos

Como primer paso para decir lo que hacen los matemáticos, permı́tan-
me que les cuente algunas de las cosas que no hacen. Para comenzar, los
matemáticos tienen muy poco que ver con los números. Ya no se puede supo-
ner que un matemático sea capaz de agregar una columna de números rápida y
correctamente de lo que se puede esperar de un dibujante al dibujar una lı́nea
recta o un cirujano para hacer una incisión, leyenda popular atribuye tales ha-
bilidades a estas profesiones, pero dicha leyenda es incorrecta. Hay, sin duda,
una parte de las matemáticas llamada teorı́a de números, pero incluso eso no
se ocupa de los números en el sentido legendario: un teórico de números y una
máquina sumadora encontrarı́an muy poco de qué hablar. Una maquina podrı́a
disfrutar demostrando que 13 + 53 + 33 = 153, e incluso podrı́a descubrir que
solo hay cinco enteros positivos (1, 370, 371, 407) con la propiedad que indi-
ca la ecuación, pero a la mayorı́a de los matemáticos no les importa; muchos
matemáticos disfrutan y respetan el teorema de que cada entero positivo es la
suma de no más de cuatro cuadrados, mientras que el infinito involucrado en la
palabra “cada”asustarı́a y paralizarı́a cualquier máquina ordinaria de oficina,
y en cualquier caso, eso probablemente no es el tipo de cosas que la personas
que relegan a los matemáticos a los números, tenı́an en mente.

Ni siquiera los objetos románticos de la ciencia ficción de los últimos


dı́as, los cerebros gigantes, las máquinas de computación que en estos dı́as
corren en nuestras vidas, son de interés para el matemático como tal. Algunos
matemáticos están interesados en el problema lógico involucrado en la reducción
de preguntas difı́ciles al tipo de hablar de un bebé morónico 5 que las máquinas
entienden: el diseño lógico de las máquinas de computación es definitivamente

5 Trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales.

iv
matemático. Su construcción no lo es, eso es ingenierı́a, y su producto, ya sea
una nómina, un lote de correo ordenado o un supersónico plano, no tiene interés
o valor matemático.

Las matemáticas no son números o máquinas; tampoco es la deter-


minación de alturas de las montañas por trigonometrı́a, o interés compuesto
por álgebra, o momentos de inercia por cálculo. Hoy no lo es. De acuerdo a
algún momento de la historia algunas de estas cosas, y otras como ellas, podrı́a
haber sido un importante y no trivial problema de investigación, pero una vez
que se resuelve el problema, su aplicación repetitiva tiene tanto que ver con
las matemáticas como el trabajo de un telégrafo de correos con el genio de
Marconi.

Hay al menos otras dos cosas que la matologı́a no es; una de ellas es
algo que nunca fue. . . los cálculos algorı́tmicos, y la otra es algo que alguna vez
incluyó, pero que actualmente no posee. . . la matofı́sica. Algunos laicos con-
funden la matemática y la fı́sica teórica y hablan, por ejemplo, de Einstein
como un gran matemático. No hay duda de que Einstein era un gran hom-
bre, pero no era más un gran matemático que un gran violinista. El utilizó la
matemática para descubrir hechos sobre el universo, y para ese propósito em-
pleó con éxito algunos aspectos de la geometrı́a diferencial agregandole cierto
atractivo a la geometrı́a diferencial. Sin embargo la teorı́a de la relatividad y la
geometrı́a diferencial no son la misma cosa. Einstein, Schrödinger, Heisenberg,
Fermi, Wigner, Feynman, todos grandes hombres y fı́sicos excepcionales, pero
no matemáticos.

Lo que alguna vez fue matemática siempre sigue siendo matemática,


pero puede trabajarse concienzudamente, entenderse por completo y, a la luz
de milenios de contribuciones, tan trivial en retrospectiva, que los matemáticos
nunca más necesitarán o querrán dedicar tiempo a ella. Los célebres problemas

v
griegos (la trisección de un ángulo, la cuadratura de un cı́rculo, la duplicación de
un cubo) son de este tipo, al contrario del irreprimible matemático aficionado,
los actuales matemáticos ya no intentan resolverlos. Por favor entiendan que
no es que se hayan dado por vencidos, tal vez hayas escuchado o leı́do que,
de acuerdo con los matemáticos, es imposible cuadrar un cı́rculo, o trisecar un
ángulo, por lo cual, los matemáticos son un grupo pusilánime de corazones de
gallina, que se dan por vencidos fácilmente, y usan sus declaraciones ex-cátedra
para justificar su ignorancia. La conclusión puede ser cierta, y puede creerla si
lo desea, pero la prueba es inadecuada. El punto es pequeño pero famoso y de
interés histórico, déjenme hacer una digresión para discutirlo por un momento.

Una breve digresión

El problema de trisectar el ángulo es el siguiente: dado un ángulo,


construya otro que sea un tercio del inicial. El problema es perfectamente fácil,
y se conocen varios métodos para resolverlo. El problema es que la formulación
griega original del problema es más estricta: requiere una construcción que
solo usa regla y compás. Incluso eso se puede hacer, y podrı́a mostrarte un
método perfectamente simple en un minuto y convencerte de que funciona en
dos minutos más. Pero la verdadera dificultad es que la formulación precisa del
problema es aún más estricta. La formulación precisa exige una construcción
que utiliza una regla y brújulas solamente y, además, restringe severamente
cómo se van a usar; prohı́be, por ejemplo, marcar dos puntos en la regla y
usar los puntos marcados en otras construcciones. Se necesita un legalismo
cuidadoso (o algunas matemáticas moderadamente pedantes) para formular
real y precisamente lo que era y lo que no estaba permitido por las reglas
griegas. El trisección de un ángulo moderno no conoce esas reglas, o bien las
conoce pero piensa que la idea es una aproximación cercana, o conoce las reglas

vi
y sabe que se requiere una solución exacta, pero deja de desear ser “padre de la
escritura”y simplemente comete un error. Con frecuencia, su actitud es la del
visitante de un campo de golf: si todo lo que se quiere es tener una pequeña
bola blanca en un pequeño agujero verde... ¿porqué no van y la ponen allı́?

Permı́tanme añadir una breve digresión a la digresión. Me gustarı́a


recordar que cuando un matemático dice que algo es imposible, no quiere decir
que sea muy difı́cil, que esté más allá de sus poderes y que probablemente
esté más allá de los poderes de la humanidad en el futuro previsible. Eso es
lo que a menudo se entiende cuando alguien dice que es imposible viajar a la
velocidad del sonido a cinco millas por encima de la superficie de la tierra, o
comunicarse instantáneamente con alguien a miles de kilómetros de distancia,
o alterar el código genético para producir una raza de ciudadanos que son
simultáneamente inteligentes y amantes de la paz. Eso es lo que menosprecia
el clásico fanfarrón empresarial (lo imposible lleva un poco más de tiempo).
El imposible matemático es diferente: es más modesto y más seguro... es el
imposible lógico. Cuando el matemático dice que es imposible encontrar un
número positivo cuya suma con 10 es menor que 10, simplemente nos recuerda
que eso es lo que significan las palabras (positivo, suma, 10, menos); cuando dice
que es imposible trisectar cada ángulo por regla y compás, significa exactamente
el mismo tipo de cosa, solo que el número de palabras técnicas involucradas
es lo suficientemente grande y el argumento que las une es lo suficientemente
extenso como para llenar un libro, no solo una linea

El comienzo de las matemáticas

Nadie sabe cuándo y dónde comenzó la matemática, o cómo, pero


parece razonable suponer que surgió de las mismas observaciones fı́sicas primi-
tivas (contar, medir) con las cuales todos comenzamos nuestra propia visión

vii
matemática (la ontogenia 6 recapitula la filogenia 7 ). Probablemente fue ası́ en
el comienzo, y aún es cierto que muchas ideas matemáticas no se originan en el
pensamiento puro sino en la necesidad material; muchas, pero probablemente
no todas. Casi tan pronto como un ser humano encuentra necesario contar sus
ovejas (¿o antes?) comienza a preguntarse sobre números y formas, movimien-
tos y arreglos; la curiosidad sobre tales cosas parece ser tan necesaria para el
espı́ritu humano como la curiosidad sobre la tierra, el agua, el fuego y el aire,
y la curiosidad -pura pura curiosidad intelectual- sobre las estrellas y sobre
la vida. Los números, las formas, los movimientos y los arreglos, y también
los pensamientos y su orden, y conceptos tales como “propiedad”y “relación”:
todos estos elementos son la materia prima de las matemáticas. El concepto
matemático básico pero técnico de “grupo”es lo mejor que puede hacer la hu-
manidad para entender el concepto intuitivo de “simetrı́a”y las personas que
estudian los espacios topológicos y los caminos ergódicos, y los gráficos orien-
tados están haciendo precisos nuestros crudos y vagos sentimientos sobre las
formas, los movimientos, y los arreglos.

¿Porqué los matemáticos estudian tales cosas y porqué deberı́an hacer-


lo? En otras palabras, ¿qué motiva al matemático individual y porqué la so-
ciedad alienta sus esfuerzos, al menos hasta el punto de proporcionarle la ca-
pacitación y, posteriormente, el sustento que, a su vez, le da el tiempo que
necesita para pensar? Hay dos respuestas para cada una de las dos preguntas:
porque las matemáticas son prácticas y porque las matemáticas son un arte. Las
matemáticas ya existentes tienen cada vez más aplicaciones nuevas cada dı́a, y
el rápido crecimiento de las aplicaciones deseadas sugiere cada vez más nuevas
matemáticas prácticas. Al mismo tiempo, a medida que aumenta la cantidad
de matemáticas y el número de personas que piensan en ello se duplica una y

6 Desarrollo del individuo, referido en especial al perı́odo embrionario.


7 Origen y desarrollo evolutivo de las especies, y en general, de las estirpes de seres vivos.

viii
otra vez, se necesitan más explicaciones sobre nuevos conceptos, más nuevas
interrelaciones lógicas claman por estudio, comprensión y simplificación, y más
y más, el árbol de las matemáticas posee flores elaboradas y chillonas que, para
muchos observadores, valen más que las raı́ces de las que todo proviene y las
causas que lo llevaron a la existencia.

Matemáticas de hoy

Las matemáticas de hoy están muy vivas. Hay más de mil revistas
que publican artı́culos matemáticos; cada año se imprimen de 15,000 a 20,000
artı́culos matemáticos. Los logros matemáticos de los últimos cien años son
mayores en cantidad y en calidad que los de toda la historia anterior. Los
difı́ciles problemas matemáticos, que dejaron perplejos a Hilbert, Cantor o
Poincaré, están siendo resueltos, explicados y generalizados por jóvenes im-
berbes (y barbudos) en Berkeley y Odesa.

Los matemáticos a veces se clasifican a sı́ mismos y a los demás co-


mo solucionadores de problemas o creadores de teorı́as. Los que resuelven
problemas responden sı́ o no y discuten los casos especiales vitales y ejemp-
los concretos que son la carne y la sangre de las matemáticas; los creadores
de la teorı́a ajustan los resultados en un marco, lo iluminan todo y lo ori-
entan en una dirección definida: proporcionan el esqueleto y el alma de las
matemáticas. Uno y el mismo ser humano puede ser tanto un solucionador de
problemas como un creador de teorı́a, pero por lo general, es principalmente
uno u otro. Los solucionadores de problemas hacen construcciones geométricas,
los teóricos-creadores discuten los fundamentos de la geometrı́a euclidiana; los
solucionadores de problemas descubren qué hace que funcionen los diagramas
de cambio, los teóricos-creadores prueban los teoremas de representación para
las álgebras de Boole. En ambos tipos de matemáticas y en todos los cam-
pos de las matemáticas, el progreso en una generación es impresionante. Nadie

ix
puede llamarse a sı́ mismo un matemático hoy en dı́a si no tiene al menos una
vaga idea de álgebra homológica, topologı́a diferencial y análisis funcional, y
cada matemático es probablemente un tanto experto en al menos uno de estos
temas y sin embargo, cuando estudié las matemáticas en la década de 1930
no se habı́a inventado ninguna de esas frases, y los temas que describen solo
existı́an en formas seminales.

Las matemáticas son pensamiento abstracto, las matemáticas son pu-


ra lógica, las matemáticas son arte creativo. Todas estas afirmaciones son
erróneas, pero todas tienen un poco de razón, y todas están más cerca de
“las matemáticas son números”o “las matemáticas son formas geométricas”.
Para el matemático profesional puro, las matemáticas son la combinación lógi-
ca de un conjunto disperso de supuestos cuidadosamente seleccionados con sus
conclusiones sorprendentes a través de una prueba conceptualmente elegante.
La simplicidad, la complejidad y, sobre todo, el análisis lógico son el sello dis-
tintivo de las matemáticas. El matemático está interesado en casos extremos: a
este respecto, es como el experimentador industrial que rompe bombillas, des-
garra las camisas y rebota autos sobre surcos. ¿Cuán extensamente se aplica
un razonamiento, él quiere saber, y qué pasa cuando no lo hace? ¿Qué sucede
cuando debilitas una de las suposiciones, o bajo qué condiciones puedes fort-
alecer alguna de las conclusiones? Es la pregunta perpetua, de tales preguntas
es lo que hace que haya una comprensión más amplia, una mejor técnica y una
mayor elasticidad para los problemas futuros.

Las matemáticas, esto puede sorprenderlo o incluso impresionarlo, nun-


ca es deductiva en su creación. En el trabajo el matemático hace conjeturas
vagas, visualiza amplias generalizaciones y salta a conclusiones injustificadas.
Arregla y reorganiza sus ideas, y se convence de su verdad mucho antes de
que pueda escribir una prueba lógica. La convicción no es probable que llegue
temprano; generalmente ocurre después de muchos intentos, muchos fracasos,

x
muchos desalientos y muchos comienzos en falso. A menudo ocurre que meses
de trabajo resultan en la prueba de que el método de ataque en el que se basan
no puede funcionar, y el proceso de adivinar, visualizar y concluir comienza
otra vez. Se necesita una reformulación, y esto también puede sorprender, se
necesita más trabajo experimental. Para estar seguro, por “trabajo experimen-
tal”no me refiero a tubos de ensayo y ciclotrones. Me refiero a los experimentos
mentales. Cuando un matemático quiere probar un teorema sobre un espacio
de Hilbert de dimensión infinita, examina su análogo de dimensión finita, exa-
mina en detalle los casos bidimensionales y tridimensionales, a menudo prueba
un caso numérico particular y espera que obtendrá de ese modo una idea de
que los malabarismos de definición pura no han cedido. La etapa deductiva,
escribir el resultado y escribir su prueba rigurosa es relativamente trivial una
vez que llega la percepción real; es más como el trabajo del dibujante, no del
arquitecto.

La Fraternidad Matemática

La fraternidad matemática es un poco como un sacerdocio que se au-


toperpetúa. Los matemáticos de hoy entrenan a los matemáticos del mañana y,
de hecho, deciden a quién admitir en el sacerdocio. A la mayorı́a de las personas
no les resulta fácil unirse: el talento matemático y el genio son aparentemente
tan raros como el talento y el genio en la pintura y la música, pero cualquiera
puede unirse, todos son bienvenidos. Las reglas no están explı́citamente for-
muladas en ninguna parte, pero son sentidas intuitivamente por todos en la
profesión. Se olvidan los errores y también la exposición oscura: el requisito
indispensable es la comprensión matemática. El pensamiento descuidado, la
verbosidad sin contenido y la polémica no tienen ningún papel, y esto para
mı́ es uno de los aspectos más maravillosos de las matemáticas: son mucho más
fáciles de detectar que en los campos no matemáticos de la actividad humana

xi
(mucho más fácil que, por ejemplo, en literatura entre las artes, en crı́tica de
arte entre las humanidades, y en tu abominación favorita entre las ciencias
sociales).

Aunque la mayorı́a de la creación matemática es realizada por un hom-


bre en un escritorio, en una pizarra, o paseando, o, a veces, por dos hombres
conversando, las matemáticas son, sin embargo, una ciencia sociable. El creador
necesita estimulación mientras crea y necesita una audiencia después de haber
creado. Las matemáticas son una ciencia sociable en el sentido de que no creo
que pueda ser hecha por un hombre en una isla desierta (excepto por un tiempo
muy corto), pero no es una ciencia de la mafia, no es una ciencia de equipo.
Un teorema no es una pirámide; la inspiración nunca se sabe que desciende
en un comité. Un gran teorema no puede obtenerse más por un enfoque de
“proyecto”que una gran pintura; No creo que un equipo de pequeños Gauss
podrı́a haber obtenido el teorema de los polı́gonos regulares bajo la dirección
de un contraalmirante más de lo que un equipo de pequeños Shakespeare podrı́a
haber escrito Hamlet bajo tales condiciones.

Un problema matemático pequeño y trivial

He estado tratando de dar una descripción de lo que son las matemáti-


cas y cómo lo hacen los matemáticos en términos generales, y no culparı́a
si lo hubieran encontrado completamente insatisfactorio. Me siento un poco
como si hubiera estado describiendo la nieve a un isleño de Fiji. Si le dijera
que la nieve era blanca como un huevo, húmeda como el barro y frı́a como
una cascada de montaña, ¿entenderı́a entonces lo que es esquiar en los Alpes?
Mostrarle una cucharada de raspaduras del recién descongelado refrigerador
de su Excelencia el Gobernador”no es mucho más satisfactorio, pero es algo.
Permı́tanme, entonces concluir este planteamiento mencionando un pequeño y
trivial problema matemático y describiendo su solución; posiblemente entonces

xii
obtendrán (si aún no lo han hecho) una pequeña sensación de lo que atrae y
divierte a los matemáticos, y de qué se trata la naturaleza de la inspiración de
la que he estado hablando.

Imaginen una grupo de 1025 tenistas. Los que tienen una mentalidad
matemática de ustedes, si aún no han escuchado de este famoso problema,
han sido alertados de inmediato por el número. Es sabido por cualquiera que
haya continuado duplicando algo, cualquier cosa, que 1024 es 210 . Todos los
entendidos saben, por lo tanto, que la presencia en el enunciado de un problema
de un número como 1 + 210 seguramente es un fuerte indicio de su solución; las
posibilidades son, y esto puede adivinarse incluso antes de que la declaración
del problema esté completa, que la solución dependerá de duplicar o reducir a
la mitad algo diez veces. Los más conocedores también admitirán la posibilidad
de que ese número no sea una pista, sino una trampa. Imagine entonces que los
tenistas están a punto de realizar un torneo gigantesco de la siguiente manera:
planean partidos apareando al azar lo más que puede y el hombre impar no
juega en la primera ronda, en la segunda ronda solo participan los ganadores de
la primera ronda y el hombre inicialmente aislado. El procedimiento es el mismo
para la segunda ronda que para la primera: par al azar y se juega, con un nuevo
hombre impar esperando. Las reglas exigen que este procedimiento continúe,
una y otra vez, hasta que se seleccione al campeón del grupo. El campeón,
en este sentido, no derrotó exactamente a todos los demás, pero puede decir,
de cada uno de sus compañeros jugadores, que venció a alguien, que a la vez
venció a alguien, ..., que venció a alguien, que venció a ese jugador. La pregunta
es: ¿cuántos partidos se jugaron en total, en todas las rondas de todo el torneo?

Hay varias maneras de atacar el problema, e incluso la más ingenua


funciona. Según ella, la primera ronda tiene 512 partidos (ya que 1025 es impar
y 512 es la mitad de 1024), la segunda ronda tiene 256 partidos (de los 512 los
ganadores en la primera ronda, junto con el hombre impar de esa ronda hacen

xiii
513, lo cual es non de nuevo, y 256 es la mitad de 512), etc. El et cetera produce,
después de 512 y 256, los números 128, 64, 32, 16, 8, 4, 2, 1 y 1 (la última ronda,
que consiste en un solo partido y es la única donde no hay hombre impar), y
todo lo que se necesita es sumarlos. Es un trabajo simple que con lápiz y papel
puede realizarse en unos pocos segundos; la respuesta (y de ahı́ la solución del
problema) es 1024.

El matemático procederı́a de forma un poco diferente. Él reconocerı́a


rápidamente, como se anuncia, que el problema tiene que ver con mitades
repetidas, de modo que los números que se sumen son las potencias sucesivas
de 2, desde la novena hasta la primera (no, desde la novena hasta la cero) junto
con el último 1 causado por el obviamente intento malicioso del que plantea
el problema para confundir al solucionador usando 1025 en lugar de 1024. El
matemático exhibirı́a con orgullo su conocimiento de la fórmula para la suma
de una progresión geométrica, por lo tanto, sabrı́a (sin sumar) que la suma de
512, 256, ..., 8, 4, 2 y 1 es 1023, y luego agregrı́a el impar 1 para obtener el
mismo total de 1024.

El problema con esta solución es que es demasiado especial. Si el


número de jugadores de tenis hubiera sido 1000 en su lugar de 1025, el sabio
no estarı́a mejor que el profano laico. Su solución funciona, pero es tan libre de
inspiración como la del laico. Es más corta pero sigue siendo, en los términos
despectivos del matemático, computacional.

El problema también tiene una solución inspirada, que no requiere


cómputo, ni fórmulas, ni números, solo puro pensamiento. Razonando como
sigue: cada partido tiene un ganador y un perdedor. Un perdedor no puede
participar en ninguna ronda posterior; todos en el grupo, excepto el campeón,
pierden exactamente un partido. Hay por lo tanto, exactamente tantos partidos
como hay perdedores, y en consecuencia, el número de partidos es exactamente

xiv
uno menos que el de la membresı́a del grupo. Si el número de miembros es
1025, la respuesta es 1024. Ahora si el número ha sido 1000, la respuesta serı́a
999, y obviamente, el presente método de pensamiento puro da la respuesta sin
computación, para cada número posible de jugadores.

Eso es todo: esto es lo que ofrezco como ejemplo microcósmico de una


bonita pieza de matemáticas. El ejemplo es malo porque, después de toda mi
advertencia de que los matemáticos están interesados en otras cosas además
de contar, trata de contar, es malo porque no muestra ni puede exhibir el
poder conceptual y la técnica intelectual de matemáticas no triviales, y es malo
porque ilustra las matemáticas aplicadas (es decir, las matemáticas aplicadas
a un problema de la “vida real”) más que ilustrar las matemáticas puras (es
decir, la forma destilada de una pregunta sobre las interrelaciones lógicas de
conceptos, no jugadores de tenis, torneos y partidos). Como una enseñanza lo
hace bastante bien; pues si la imaginación es mentalmente lo suficientemente
buena para reconstruir al océano a partir de una gota de agua, entonces se
pueden reconstruir las matemáticas del problema del jugadores de tenis...

Matologı́a versus Matofı́sica

He estado describiendo a las matemáticas, pero la verdad, he tenido a


la matologı́a (pura) en la mente, más que matofı́sica (aplicada), hace mucho
esto me ocurre, estoy seguro. Por alguna razón, los practicantes de la matofı́sica
tienden a minimizar las diferencias entre ellas y los otros, los matólogos, tienden
a enfatizarlos. Cada matemático está en un campo u en otro, bueno casi todos
pues unos pocos están en ambos campos, y yo soy un matólogo por nacimiento
y entrenamiento. Pero en un escrito como este, debo tratar de no exagerar mi
prejuicios, por ello comenzaré diciendo que las similitudes entre la matologı́a y
la matofı́sica son realmente buenas. Esto es un hecho histórico que, en última
instancia, todas las matemáticas nos llegan, nos las sugiere el universo fı́sico, en

xv
ese sentido toda la matemática es aplicada. Es, creo, un hecho psicológico que
incluso el más puro de los puros entre nosotros se emociona cuando sus pen-
samientos hacen un contacto nuevo e inesperado con el universo no matemático.
El tipo de talento requerido para ser buen matotólogo está ı́ntimamente rela-
cionado con el que demanda un matofı́sico. Los artı́culos que los matofı́sicos
escriben frecuentemente son indistinguibles de los de sus colegas matológos.

Como yo lo veo, la principal diferencia entre la matologı́a y la matofı́sica


es el propósito de la curiosidad intelectual que motiva el trabajo, o tal vez
serı́a más exacto decir que es el tipo de curiosidad intelectual que es relevante.
Déjenme hacer una pregunta, peculiar pero definitivamente matemática: ¿se
puede cargar un par de dados para que todas las tiradas posibles sean mejores?
Todas las sumas posibles que se pueden mostrar en una tirada, los números
entre 2 y 12 ¿son igualmente probables? La pregunta es una ejemplo legı́timo de
las matemáticas; la respuesta es conocida y no es trivial. Lo menciono aquı́ para
que se pueda realizar un rápido psicoanálisis personal. Cuando hice la pregunta
¿se pensó en distribuciones homogéneas y no homogéneas de masa en formas
curiosas al través de los dos cubos? o ¿se pensó en sumas de productos de doce
números (las dos de las seis probabilidades asociadas a las dos caras de las seis
de los dos dados)? Si el pensamiento fué el primero, usted es un criptomatofı́sico,
y si fué el último, es un matológo potencial.

¿Cómo se elige un problema de investigación y qué es lo que lo hace


atractivo? ¿Se quiere saber sobre la naturaleza o sobre la lógica? ¿se prefiere
hechos concretos a relaciones abstractas? si lo que se desea es estudiar la natu-
raleza, si lo concreto tiene mayor atractivo, entonces se es un matofı́sico. En
la matofı́sica, la pregunta siempre viene del exterior, del “mundo real”, y la
satisfacción que obtiene el cientı́fico de la solución proviene, en gran medida,
de la luz que arroja sobre los hechos.

xvi
Seguramente nadie puede objetar a la matofı́sica o pensar menos de
ella debido a eso, y sin embargo muchos lo hacen. No quise identificar “concre-
to”con “práctico”por lo que no cabe menospreciarla, y tampoco quise asociar
“abstracto”con “inútil”. (El que 211213 + 1 es un primo es un hecho con-
creto, pero seguramente inútil, y que E=mc2 es una relación abstracta pero
desafortunadamente práctica) sin embargo, tales identificaciones -aplicadas-
concretas-prácticas-crudas y puras-abstractas -pedante-inútil - son bastante
comunes en ambos campos. Para el matemático aplicado, el antónimo de “apli-
cado”es “inútil”, y para el matemático puro el antónimo de “puro”es “sucio”.

La historia no ayuda a la confusión. Históricamente, las matemáticas


puras y aplicadas (matologı́a y matofı́sica) han estado mucho más unidas de lo
que están hoy en dı́a. En este momento, la propia terminologı́a (matemáticas
puras versus matemáticas aplicadas) crea confusión semántica pues implica
identidad con pequeñas diferencias, en lugar de diversidad con conexiones im-
portantes.

De la diferencia en los propósitos sigue una diferencia en los gustos y,


por lo tanto, de los juicios de valor. El matofı́sico quiere saber los hechos, y a
veces, no tiene paciencia para las sutilezas pedantes del rigor matemático (que
ridiculiza como rigor mortis). El matólogo quiere entender las ideas, y le da
gran valor a los aspectos estéticos de la comprensión y la forma en que se llega
a ella, usa palabras como “elegante”para describir la motivación, el propósito,
frecuentemente el método, y casi siempre en el gusto el matofı́sico y el matólogo
difieren.

Cuando digo que soy un matólogo, no estoy tratando de defender al


conocimiento inútil, o de convertirlos a la opinión de que es lo mejor. Sin
embargo, serı́a deshonesto con ustedes si no te dijera que eso es lo creo. Me
gusta la idea de que las cosas se hagan por su propio bien. Me gusta en la

xvii
música, me gusta en la artesanı́a, y me gusta incluso en medicina. Nunca confı́o
en un médico que dice que eligió su profesión por el deseo de beneficiar a
la humanidad... me siento incómodo y escéptico cuando escucho tales cosas.
Prefiero que el médico diga que lo hizo porque le gustó la idea, porque pensó que
serı́a bueno en eso, o incluso porque obtuvo buenas calificaciones en la zoologı́a
de la escuela secundaria. Me gusta el tema por sı́ mismo, tanto en medicina
como en música, y desde luego me gusta en la matemática.

Permı́tanme hacer una breve digresión con una historia breve y tal vez
apócrifa sobre David Hilbert, probablemente el matemático más importante
de los siglos XIX y XX. Cuando estaba preparando un discurso público, le
pidieron que incluyera una referencia al conflicto (¡incluso entonces!) Entre las
matemáticas puras y las aplicadas, con la esperanza de que si alguien podı́a
dar un paso hacia su resolución, él podrı́a hacerlo. Obedientemente, se dice que
comenzó su discurso diciendo: me pidieron que hablara sobre el conflicto entre
las matemáticas puras y las aplicadas. Me alegra hacerlo, porque es una gran
tonterı́a, no debe haber conflicto, no puede haber conflicto, no hay conflicto,
de hecho, las dos no tienen nada que ver una con la otra.

Creo que es innegable que una gran parte de la matemática nació y vive
con respeto y admiración, sin más motivo que el hecho de que es interesante; es
interesante en sı́ misma. La trisección angular de los griegos, el célebre problema
del mapa de cuatro colores y la espectacular contribución de Gödel a la lógica
matemática son buenos porque son hermosos, porque son sorprendentes, porque
queremos saber: ¿no sentimos todos la fuerza irresistible del rompecabezas?
¿Hay realmente algo de malo en decir que la matemática es una creación gloriosa
del espı́ritu humano y merece vivir incluso en ausencia de alguna aplicación
práctica?

xviii
La Matemática es un lenguaje

¿Por qué la matemática ocupa una posición tan aislada en el firma-


mento intelectual? ¿Porqué para los intelectuales es buena para estremecerse
y anunciar que no pueden soportarla, o al menos reı́rse y decir que nunca po-
drı́an entenderla? Una razón tal vez es que la matemática es un lenguaje. La
matemática es un lenguaje preciso y sutil diseñado para expresar ciertos tipos
de ideas de manera más breve, más precisa y más útil que el lenguaje ordinario.
No me refiero aquı́ a que los matemáticos usan una jerga, como los miembros
de las demás camarillas profesionales. Lo hacen a veces, y no lo hacen con fre-
cuencia, pero es un fenómeno personal, no el profesional que estoy describiendo.
Lo que quiero decir al decir es que la matemática es un lenguaje incompleto
que ilustro con la diferencia entre las siguientes dos oraciones (Nota: la oración
más larga no solo es incómoda, también es incompleta):

1. Si dos números se multiplican por sı́ mismos, la diferencia de los dos


resultados es la misma que el producto de la suma de los dos números y
la diferencia de ellos.

2. x2 − y2 = (x + y)(x − y).

Algo que a veces molesta y repele al profano es la terminologı́a que


los matemáticos emplean. Las palabras matemáticas son meramente como eti-
quetas, a veces sugerentes, posiblemente graciosas, pero siempre definidas con
precisión; sus connotaciones cotidianas deben ser ignoradas con firmeza. Como
nadie hoy en dı́a infiere del nombre Fitzgerald que es el hijo ilegı́timo de Ger-
ald, un número que se le llama irracional debe no ser considerado irracional;
ası́ como el poema dramático llamado La divina comedia no es necesariamente
divertido, un número llamado imaginario tiene la misma existencia matemática
que cualquier otro. (Racional para los números, no se refiere a la frase latina
en el sentido de la razón, sino a la razón inglesa asociada a un cociente).

xix
Ninguno de nosotros se siente insultado cuando un sinólogo 8 utiliza
algunas usa frases en chino, y estamos resignado a vivir sin el chino o pasar
algunos años aprendiéndolo. Nuestra actitud hacia la matemática deberı́a ser la
misma, es un lenguaje y lleva años aprender a hablarlo bien. Todos hablamos un
poco, solo porque parte de esto está en el aire todo el tiempo, pero lo hablamos
con acento y con frecuencia de manera inexacta; la mayorı́a de nosotros lo hace
aproximadamente tan bien como cuando uno solo puede decir Oui, monsieur
y S’il vous plait en francés. El matemático no ve nada malo en ello mientras
no sea reprochado por el resto de la comunidad intelectual por tener secretos.
Le llevó mucho tiempo aprender su idioma, y no menosprecia al amigo que
sin tener esos estudios no lo habla. Sin embargo, a veces es difı́cil mantener la
calma en un cóctel con conocidos que exigen que se le enseñe el idioma entre
bebidas, y que considera el fracaso o la negativa a hacerlo como signos seguros
de estupidez o esnobismo.

Algunas analogı́as

Un pequeño sentimiento por la naturaleza de la matemática y el pen-


samiento matemático se puede obtener mediante la comparación con el ajedrez,
la analogı́a como todas las analogı́as, es imperfecta, pero de todos modos ilu-
mina. Las reglas para el ajedrez son tan arbitrarias como a veces parecen ser
los axiomas de la matemática.

El juego de ajedrez es tan abstracto como las matemáticas, que el


ajedrez se juega con piezas sólidas, hechas de madera, plástico o vidrio, no
es una caracterı́stica intrı́nseca del juego. También se puede jugar con lápiz
y papel, como en la matemática, o con los ojos vendados, como se hace en
la matemática. El ajedrez también tiene su lenguaje técnico elaborado, y es
completamente determinista.

8 Persona dedicada al estudio de las lenguas y culturas de China.

xx
También hay alguna analogı́a entre la matemática y la música. El
matólogo siente la necesidad de justificar la matemática pura tan escasamente
como el músico lo siente con la música. ¿Acaso los hombres prácticos, los hom-
bres que cumplen por las nóminas, exigen jazz relajante para hacer que un
trabajador de la cadena de un montaje se vuelva loco más rápido, o marchas
exitantes para hacer que un soldado mate con más entusiasmo? No, segura-
mente ninguno de nosotros cree en ese tipo de justificación; la música y las
matemáticas son de valor humano porque los seres humanos sienten que sı́ lo
son.

La analogı́a con la música se puede analizar un poco más, pero antes de


juzgar la contribución artı́stica de un intérprete o ejecutante, se da por sentado
que él toca las notas correctas, pero simplemente tocar las notas correctas
no lo convierte en músico. Nosotros no entendemos el pintar si felicitamos a
la Maja desnuda por ser una buena imagen, y no comprendemos el trabajo
de un historiador si todo lo que podemos decir es que él no dijo mentiras.
Mera precisión en el rendimiento, semejanza en apariencia, y la verdad en la
narración no hace buena música, pintura, historia: de la misma manera, la mera
la corrección lógica no es buena matemática.

La bondad, la alta calidad, se juzgan por motivos más importantes


que la validez, pero menos descriptibles. Una buena pieza de la matemática
está conectado con muchas otras ramas de la matemática, es nueva sin ser tonta
(piense en una “nueva”pelı́cula occidental en la que se cambian los nombres y
el vestuario, pero la trama no), y es profunda en una sentido inefable pero
ineludible: el sentido en el que Johann Sebastian es profundo y Carl Philip
Emmanuel no lo es. El criterio de calidad es la belleza, la complejidad, la
pulcritud, la elegancia, la satisfacción, la adecuación, todo subjetivo, pero todo
de alguna manera misteriosamente compartido por todos.

xxi
La matemática también se parece a la literatura, a diferencia de la
forma en que se parece a la música. La escritura y lectura de la literatura
está relacionada con la escritura y la lectura de periódicos, anuncios y señales de
tráfico de la manera la matemática está relacionada con la aritmética práctica.
Todos necesitamos leer y escribir y figurar para la vida diaria, pero la literatura
es más que leer y escribir, y la matemática son más que cálculos. La analogı́a
de la literatura puede ser utilizada para ayudar a comprender el papel de los
docentes y el papel del dualismo puramente aplicado.

Muchos cuyos intereses están en el lenguaje, en la estructura, en la


historia y en la estética de la misma, ganan su pan y mantequilla enseñando
los rudimentos del lenguaje a sus futuros usuarios prácticos. Del mismo mo-
do muchos, tal vez la mayorı́a, cuyos intereses están en las matemáticas de
hoy, ganan su pan y mantequilla enseñando aritmética, trigonometrı́a o cálcu-
lo. Esto es una economı́a sólida: la sociedad de forma abstracta e impersonal
está dispuesta a subsidiar el lenguaje puro y la matemática pura, pero no muy
lejos. Deja que el aspirante a purista haga su trabajo enseñándole a la próxima
generación los aspectos aplicados de su oficio; entonces se le permite pasar una
fracción de su tiempo haciendo lo el prefiere. Desde el punto de vista de lo
que debe ser un buen maestro, esto es bueno. Un maestro debe saber más del
mı́nimo indispensable que debe enseñar; debe saber más para evitar más y más
errores, para evitar perpetuación de malentendidos, para evitar una ineficien-
cia educativa catastrófica. Para mantenerlo vivo, para evitar que se seque, su
interés en la sintaxis, su búsqueda en la etimologı́a, o su incursión en la poesı́a
juegan un papel necesario.

El dualismo puro-aplicado también existe en la literatura. La fuente


de la literatura es la vida humana, pero la literatura no es la vida de la que
proviene, y escribir con un propósito sombrı́o no es literatura. Ciertamente hay
casos lı́mite: ¿es literatura o propaganda la ”jungla”de Upton Sinclair? (Para el

xxii
caso: ¿es Chiquita Banana un tintineo publicitario o o una encantadora ópera
ligera?) Pero la frontera difusa no altera el hecho de que en la literatura (como
en la matemática) lo puro y aplicado es diferente en intención, en método y en
criterio de éxito.

Quizá la analogı́a más cercana sea entre la matemática y la pintura.


El origen de la pintura es la realidad fı́sica, y también lo es el origen de la
matemática, pero el pintor no es una cámara y el matemático no es un ingeniero.
El pintor de Your Country Needs You obtuvo su recompensa del patriotismo,
de un aumento en los alistamientos, de ganar la guerra, que probablemente sea
diferente de la recompensa que Rembrandt obtuvo con un trabajo terminado.
Qué tan cerca de la realidad la pintura (y la matemática) deberı́an estar, es una
cuestión delicada. Pidiéndole a un pintor que cuente una “historia concreta”es
como pedirle a un matemático que resuelva un “problema real”. La pintura
moderna y la matemática moderna están lejos-demasiado lejos para el juicio de
algunos. Quizás lo ideal es tener una pizca de realidad siempre presente, pero
no llenarla en la forma de la geometrı́a descriptiva.

Hable con un pintor y con un matemático, y se sorprenderá de lo similar


que reaccionan. Casi cada aspecto de la vida y del arte de un matemático tiene
su contraparte en la pintura y viceversa. Cada vez que un matemático oye
“nunca podrı́a balancear mi talonario de cheques”o un pintor escucha “nunca
podrı́a dibujar un lı́nea recta”, los comentarios son igualmente relevantes e
igualmente interesantes. La invención de la perspectiva dio al pintor una técnica
útil, como lo hizo la invención del cero para el matemático. El viejo arte es tan
bueno como nuevo: la matemática antigua es tan buena como nueva. Los gustos
cambian, sin duda en ambos temas, pero un pintor del siglo XX tiene simpatı́a
por las pinturas rupestres y un matemático del siglo XX por los malabares de
las fracciones de los babilonios.

xxiii
Una pintura debe ser pintada y luego observada, un teorema debe ser
impreso y luego leı́do. El pintor que piensa buenas imágenes, y el matemático
que sueña con bellos teoremas son diletantes; una obra de arte invisible es in-
completa. En la pintura y en la matemática hay algunos estándares objetivos
del bien, el pintor habla de buena estructura, lı́nea, forma y textura, donde
el matemático habla de verdad, validez, novedad, generalidad, que son rela-
tivamente más fáciles de satisfacer. Tanto los pintores como los matemáticos
debaten entre ellos si estos estándares objetivos deben incluso ser contados a los
jóvenes, el principiante puede malinterpretarlos y exagerarlos y al mismo tiem-
po pierden de vista los estándares subjetivos más importantes de la bondad.
La pintura y la matemática tienen una historia, una tradición, un crecimiento.
Los estudiantes, en ambas materias, tienden a acudir en masa a lo más nuevo,
pero excepto los mejores, pierden la dirección; carecen de la vitalidad en lo que
imitan, porque, entre otras razones, carecen de la experiencia basada en las
tradiciones del tema.

He estado hablando acerca de la matemática, pero no de ella, y en


consecuencia, lo que he estado diciendo no posible demostrarlo en el sentido
matemático de la palabra. Espero haber mostrado que hay un tema llamado
matemática (¿matologı́a?), y que esa materia es un arte creativo. Es un arte
creativo porque los matemáticos crean hermosos conceptos nuevos; es un arte
creativo porque los matemáticos viven, actúan y piensan como artistas; y es un
arte creativo porque los matemáticos lo consideran ası́. Estoy muy convencido
de ello, y estoy agradecido por esta oportunidad de hablar sobre ello.

xxiv
Apéndice B

Alfabeto griego

Podrı́a parecer fuera de lugar introducir este apéndice, pero debido a


que en la mayorı́a de los actuales programas de estudio de la enseñanza media
excluyen el estudio del latı́n y del griego, es muy frecuente que los estudiantes
desconozcan los nombres en español de las letras del alfabeto griego 1 , las cuales
muy frecuentemente son utilizadas como sı́mbolos en la matemática y este libro
no es una excepción.

1 Desarrollado alrededor del siglo IX a. C. a partir del alfabeto consonántico fenicio, los
griegos adoptaron el primer alfabeto completo de la historia, entendiéndolo como la escritura
que expresa los sonidos individuales del idioma, es decir que prácticamente a cada vocal y
cada consonante corresponde un sı́mbolo distinto.

xxv

Griego Español Griego Español

A, α alfa B, β beta

Γ, γ gamma ∆, δ delta

E,  épsilon Z, ζ dseda

H, η eta Θ, θ zeta

I, ι iota K, κ kappa

Λ, λ lambda M, µ mi

N, ν ni Ξ, ξ xi

O, o ómicron Π, π pi

R, ρ rho Σ, σ sigma

T, τ tau Y, u ı́psilon

Φ, φ fi X, x ji

Ψ, ψ psi Ω, ω omega

Hasta 1992 la Real Academia denominaba a ζ y θ como dseta y theta respec-


tivamente, pero ahora utiliza dseda para ζ y zeta para θ. En cuanto a ρ no
hay uniformidad pues se usa ro y rho indistintamente, para µ es muy frecuente
que se le llame mu lo cual es incorrecto.

xxvi
Apéndice C

Breviario de términos y
corrientes filosóficas
(Extraido fundamentalmente de la “Gran enciclopedia Larousse”)

Agnosticismo.- Doctrina epistemológica y teológica que declara inaccesible al


entendimiento humano toda noción de lo absoluto, especialmente la existencia
y la naturaleza de Dios, sin negar su existencia.

El agnosticismo 1 renuncia a saber todo lo que rebasa los lı́mites de


nuestro conocimiento. Está en función de lo que cada filosofı́a entiende por
conocimiento, y de la explicitación y aclaración de sus lı́mites. Para un agnos-
ticismo de base cientı́fico-positiva, considera inalcanzable para nuestro conoci-
miento lo que trasciende a las ciencias. En este sentido, se presenta como doct-
rina exclusivamente cientı́fica al introducir una limitación a sus propios objetos
de conocimiento, y negar el carácter cientı́fico de la metafı́sica.

El agnosticismo abarca a todas las filosofı́as, según las cuales la cosa en


1 Término introducido por T.H. Huxley en 1869, debido a un texto de san Pablo en el que
se refiere a un templo de Atenas dedicado a “un Dios desconocido”.

xxvii
sı́ es inasequible para la inteligencia humana, ya sea porque se considera inex-
istente, reduciendo el ser a la representación del mismo (idealismo absoluto de
Berkeley, empirismo de Hume, empiriocriticı́smo de Mach 2 y Avenarius 3 ), ya
sea porque aún considerándola como existente, se afirma su incognoscibilidad,
por no alcanzar el entendimiento humano más que los fenómenos (idealismo
trascendental de Kant, positivismo de Comte). Niega, pues, la posibilidad de
que el hombre llegue a conocer el ser (absoluto) por la metafı́sica, la religión o
la ciencia.

Causalismo.- El principio de causalidad es un principio clásico de la filosofı́a


y la ciencia, que afirma que todo evento tiene una causa. Según Platón “todo
lo que nace proviene necesariamente de una causa; pues sin causa nada puede
tener origen”.

En la acepción más amplia de causa, se dice que algo es causa de un


efecto cuando el último depende del primero; o, en otras palabras, la causa
es aquello que hace que el efecto sea lo que es. Y se plantean dos condiciones
necesarias, pero no suficientes, para que un evento A sea causa de otro evento
B: que A preceda a B en el tiempo y que estén próximos en el espacio-tiempo.

Eclecticismo.- Método que consiste en escoger de entre diversos sistemas las


tesis que parecen más aceptables, para formar con ellas un cuerpo de doctrina.

En el sentido figurado, se entiende como un modo de proceder basado


en la condescendencia parcial y no en soluciones extremas y bien definidas.

Empiriocriticı́smo.- Doctrina filosófica que, basada en una crı́tica de la ex-


periencia pura, intenta una eliminación de todos los supuestos metafı́sicos de

2 Ernst Mach: Austriaco, 1838-1916, “La mecánica. Historia crı́tica de su desarrollo”,


“Contribuciones al análisis de las sensaciones” y “El conocimiento y el error”.
3 Richard Avenarius: Alemán, 1843-1896, “Critica de la experiencia puraτ “El concepto
humano del mundo”.

xxviii
la ciencia.

El empiriocriticı́smo considera que la ley fundamental del conocimiento


es la “economı́a del pensar” y, en consecuencia, afirma el carácter inoperante
de los conceptos de sustancia, necesidad, causalidad, etc., a los que califica
de “apercepciones aprioristas”. La ciencia es solo un conocimiento subjetivo,
relativo, y las teorı́as cientı́ficas sólo tienen el valor de instrumentos cómodos.

Epistemologı́a.- Teorı́a del conocimiento del saber cientı́fico, que investiga la


rectitud de los métodos y procedimientos de cada ciencia o del pensamiento
cientı́fico en general. No confundir con gnoseologı́a, que trata con la validez del
conocimiento. . .

Empirismo.- Doctrina filosófica según la cual todas las ideas son propor-
cionadas por la experiencia.

Para Leibniz, los principios son innatos en el estado de “pequeñas per-


cepciones”, es decir, de juicios inconscientes o virtuales, pero se necesita de la
experiencia para hacerlos pasar al estado de apercepciones; juicios claramente
percibidos y conscientemente aplicados.

El empirismo toma en la filosofı́a de Hume 4 la forma de “asociacionis-


mo”. Las asociaciones que resultan de la experiencia individual, son suficientes
para explicar la concepción de los principios y la creencia de su necesidad y
universalidad.

Existencialismo.- Movimiento filosófico orientado a la conducta humana más


que al conocimiento, resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y
de la elección individual, y que gozó de gran influencia en distintos pensadores
y escritores de los siglos XIX y XX.

4 David Hume: Escocés, 1711-1776, “Tratado sobre la naturaleza humana” y “Ensayos


sobre el entendimiento humano”.

xxix
Kierkegaard 5 , el primer escritor que se calificó de existencialista, es-
cribió en su diario: “Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para
mı́... la idea por la que pueda vivir o morir”. Otros escritores existencialistas
se han hecho eco de la creencia de Kierkegaard de que el individuo ha de elegir
el camino propio sin la ayuda de modelos universales y objetivos. En contra
de la idea tradicional de que la elección moral implica un juicio objetivo sobre
el bien y el mal, los existencialistas han afirmado que no se puede encontrar
alguna base objetiva, racional, para defender las decisiones morales.

A pesar de su posición antirracionalista de partida, no se puede decir


que los existencialistas fueran irracionales en el sentido de negar toda validez
al pensamiento racional. Han mantenido que la claridad racional es deseable
allı́ donde sea posible, pero que las materias más importantes de la vida no
son accesibles a la razón o a la ciencia. Además, han sostenido que incluso la
ciencia no es tan racional como se supone. Nietzsche 6 , por ejemplo, afirmó que
la visión cientı́fica de un Universo ordenado es para la mayorı́a una ficción
práctica, una entelequia 7 .

Según la formulación de Sartre 8 , la existencia precede a la esencia. La


elección es, por lo tanto, fundamental en la existencia humana y es ineludible;
incluso la negativa a elegir implica ya una elección. La libertad de elección

5 Soren Aabye Kierkegaard: Danés, 1813-1855, “Notas concluyentes no cientı́ficas”, “La


enfermedad mortal”, “La era actual”.
6 Friedrich Nietzsche: Alemán, 1844-1900, “El origen de la tragedia”, “La gaya ciencia”,
“Ası́ habló Zaratustra”, “Más allá del bien y del mal”, “La genealogı́a de la moral”, “El ocaso
de los ı́dolos”, “El Anticristo”, “La voluntad de poder” y “Ecce homo”.
7 En la filosofı́a de Aristóteles, significa un fin u objetivo de una actividad que la completa
y la perfecciona.
8 Jean-Paul Sartre: Francés, 1905-1980, “El ser y la nada”, “Crı́tica de la razón dialéctica”,
“La náusea”, “La edad de la razón”, “El aplazamiento”, “La muerte en el alma”, “San Genet”,
“Las palabras”, “El idiota de la familia”.

xxx
conlleva compromiso y responsabilidad.

El pensamiento de Sartre, impregnado de ateı́smo y pesimismo de una


forma explı́cita, argumentaba que los seres humanos necesitan una base racional
para sus vidas, pero son incapaces de conseguirla y, por ello, su existencia es
“pasión inútil”. En oposición a Kierkegaard, cuyo ataque a la moral conven-
cional le llevó a defender un cristianismo radical e independiente, Nietzsche
afirmó que “Dios está muerto” y rechazó toda la tradición moral judeocris-
tiana en favor de los heroicos ideales paganos.

Idealismo.- Posición filosófica adoptada en lo tocante al problema del ser, y


que consiste en afirmar que el ser no tiene más entidad que la que se le otorga al
pensar en él, pues no hay realidad independiente del pensamiento... idealismo
absoluto de Berkeley.

La posición idealista más extrema, el idealismo subjetivo o solipsismo,


plantea que el ser no es; sólo existe el pensamiento mismo del sujeto pensante
(Descartes...“Pienso, luego existo”).

El idealismo de Kant 9 , idealismo trascendental, no niega realidad al


ser, ni al espı́ritu, ni al material. Admite que existen “cosas en sı́”, fuera de
la conciencia. Pero cree que esas cosas, es decir, el conjunto de la realidad,
del ser, permanecen para siempre inaccesibles al conocimiento, porque el pen-
samiento no capta más que fenómenos, o sea, apariencias, las cuales dependen
de estructuras innatas del pensamiento: formas “a priori”de la sensibilidad y
“categorı́as”del entendimiento que son inherentes al espı́ritu, condicionando el
conocimiento, y que existen antes de la experiencia.

Materialismo.- El materialismo epistemológico establece que el conocimiento,

9 Immanuel Kant: Alemán, 1724-1804, “Critica de la razón pura” y “Critica de la razón


práctica”.

xxxi
es el conocimiento de un ser externo a cualquier conciencia e independiente de
ella. De la naturaleza de ese ser, no se dice nada en concreto, y es plausible que
no se necesite comprometerse en una afirmación filosófica acerca del ser real o
material. . .

Para el materialismo ontológico, el ser material, es básica y genética-


mente de la naturaleza de lo estudiado por la fı́sica. Sus numerosas creaciones
pueden, en términos simplistas, catalogarse en dos clases: las formaciones enti-
tativas, que no tienen el aspecto del ser de la fı́sica, se consideran como meras
apariencias o epifenómenos sin realidad propia, de modo que los procesos pro-
tagonizados por esos epifenómenos se reducen en realidad a mecanismos fı́sicos
(materialismo mecanicista); o bien, las formaciones que son entidades cualitati-
vamente diferenciadas, producto de las tensiones, los desequilibrios, el desarrollo
y los movimientos de la base fı́sica (materialismo dialéctico).

La distinción entre el sentido ontológico y epistemológico del material-


ismo no anula cierto parentesco: la tesis de que el ser conocido es independiente
de la conciencia (materialismo epistemológico), parece coherente con la tesis de
que el ser real no es todo él, básica o genéticamente, de la naturaleza de la
conciencia (materialismo ontológico). El parentesco en cuestión, explica fre-
cuentes confusiones... aunque también obedecen a problemas terminológicos:
en la tradición filosófica, al materialismo epistemológico anterior a Hegel 10 se
le denomina de varias formas, principalmente como realismo.

El problema central de todo materialismo se debe a los múltiples usos


del término “materia”. Tales usos son lo suficientemente vivos, y el significado
de materia en las ciencias es aún lo suficientemente fluctuante, como para dudar
de la real posibilidad que tengan los filósofos (en esta fase de la historia de

10 Georg Wilhelm Hegel: Alemán, 1770-1831, “Diferencia de los sistemas filosóficos de


Fichte y de Schelling”, “Fenomenologı́a del espı́ritu” y “Ciencia de la lógica”.

xxxii
la cultura) de fijar técnicamente y con éxito un concepto filosófico étnico de
“materia”.

Metafı́sica.- La que trata de la naturaleza del ser en sı́ mismo, independien-


temente de sus diversas manifestaciones o fenómenos.

La sistematización de la metafı́sica como una disciplina independiente


de la escolástica (en donde su objeto coincide con el de la teologı́a: la existencia y
los atributos de Dios) se debe a Suarez 11 , cuya concepción permaneció sin varia-
ciones esenciales en los grandes metafı́sicos clásicos (Descartes 12 , Leibniz 13 y
Berkeley 14 ). Comte 15 utiliza el término metafı́sica principalmente como adje-
tivo y en un sentido muy diverso; el desarrollo del espı́ritu humano pasa por
tres largas fases históricas: el estado teológico, caracterizado por las creencias
religiosas y la concepción del mundo derivado de estas creencias; el estado
metafı́sico, esencialmente crı́tico y transitorio, en el que los antiguos dogmas
son remplazados por sistemas de palabras abstractas que se toman como rea-
lidades, y, finalmente, el estado positivo, definitivamente organizado, en el cual
el pensamiento renuncia a ir más allá del mundo de los fenómenos observables
y de sus relaciones, limitándose a aprovechar esta ciencia, la única verdadera,
en pro de los intereses humanos.

Neopositivismo.- En sentido estricto se entiende por neopositivismo las doc-

11 Francisco Suarez: Español, 1548-1617, “Diputaciones metafı́sicas”.


12 René Descartes: Francés, 1596-1650, “Meditaciones de prima philosophia” y “Principio
philosophioe”.
13 Gottfried Wilhelm Leibniz: Alemán, 1646-1716, “Meditaciones sobre el conocimiento, la
verdad y las ideas”, “Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano”.
14 George Berkeley: Irlandés, 1685-1753, “Di logos entre Hylas y Filonús” y “Tratado sobre
los principios de los conocimientos humanos”.
15 Augusto Comte: Francés, 1798-1857, “Curso de filosofı́a positiva” y “Sistema de polı́tica
positiva”.

xxxiii
trinas del cı́rculo de Viena (disuelto en 1939), llamadas también con más pre-
cisión positivismo lógico o empirismo lógico.

En su forma original, pretenden reducir el conocimiento a la consti-


tución de enunciados de hecho y a la combinación de estos últimos según un
procedimiento tautológico. Una continuidad del cı́rculo, la ha constituido el
movimiento de la unidad de la ciencia o empirismo cientı́fico, al que se le aplica
también, en sentido amplio, el nombre de neopositivismo.

Este último movimiento enlaza con el empirismo inglés (Hume), el pos-


itivismo (Mill 16 ) y, directamente, con el empiriocriticı́smo (Mach). Adoptando
el principio del empirismo clásico de que todo conocimiento deriva de la expe-
riencia y tiene en ésta su confirmación. De manera más radical, el cı́rculo de
Viena formuló que el “criterio del sentido”de las proposiciones es su verificación
empı́rica, con lo que sólo podı́an considerarse con sentido las proposiciones pro-
tocolarias (proposiciones del tipo: X ha observado en el momento T el fenómeno
F en el lugar L), por lo que habı́an de considerarse sin sentido proposiciones
más generales admitidas en la ciencia.

El neopositivismo es una filosofı́a cientificista, cuyo objeto es el análi-


sis del conocimiento (la filosofı́a no es conocimiento de las cosas, sino reflexión
sobre éstas), especialmente del conocimiento cientı́fico, y su método más im-
portante es el análisis de su lenguaje y el análisis lógico (pensadores influyentes,
aunque no neopositivistas, fueron Russell 17 y Wittgenstein 18 ). Posteriormente,

16 John Stuart Mill: Inglés, 1806-1873), “Lógica”, “Examen de la filosofı́a de sir William
Hamilton” y “Agusto Comte y el positivismo”.
17 Bertrand Arthur William Russell: Inglés, 1872-1970, “Principia mathematica”, “Los
problemas de la filosofı́a”, “Nuestro conocimiento del mundo exterior”, “El análisis de
la mente”, “El análisis de la materia”, “Investigación sobre significado y verdad” y “El
conocimiento humano: su finalidad y lı́mites”.
18 Ludwing Wittgenstein: Austriaco, 1889-1951, “Tractatus logicophilosophicus”, “Investi-

xxxiv
los neopositivistas han señalado las insuficiencias del análisis formal, que com-
plementan con un análisis de la significatividad de los lenguajes (semántica) y
de las relaciones entre los signos y sus intérpretes. La finalidad de esta consid-
eración más amplia del lenguaje, es establecer una teorı́a general de los signos
(semiótica) como base de la filosofı́a.

Ontologı́a.- Parte de la filosofı́a que estudia el ente en cuanto a tal. Wolff 19 fue
quien precisó su sentido y extendió su uso, definiéndola como el estudio de los
predicados más generales del ente, siguiendo un método racional y deductivo.

Dentro de la tradición wolffiana se tendió a considerar a la ontologı́a


como la ciencia primera, fundamentadora de cualquier otra investigación sobre
el ente. Por ello, puede considerarse como un estudio ontológico toda consid-
eración metafı́sica sobre el ser. En las corrientes predominantes del siglo XX,
el problema ontológico pasó a ser considerado desde el punto de vista de la
relación entre el sujeto y la objetividad con el que este se encuentra.

Positivismo.- Tendencia cientı́fica y filosófica de la segunda mitad del siglo


XIX, que se caracteriza por la atención exclusiva a los hechos, prescindiendo
de cualquier postulado no verificable.

La crı́tica de Kant a la metafı́sica, y la tradición empirista de Hume,


influyen en la posición del positivismo, que atiende únicamente al fenómeno -lo
dado-, rechaza las esencias, causas, y abstracciones que superan la experiencia,
y trata de establecer un sistema coordinado de clasificación de hechos y de sus
relaciones o leyes.

Comte, fundador del positivismo francés, es el principal representante


de esta tendencia; insiste en el concepto de relación de la ciencia al conocimiento

gaciones filosóficas” y “El cuaderno azul y el cuaderno marrón”.


19 Christian Freiherr von Wolff: Alemán, 1679-1754, “Philosophia prima”, “Cosmologı́a gen-
eralis”, “Psychologia empı́rica” y “Psychologia rationalis”.

xxxv
y de las cosas entre sı́, y reduce la filosofı́a a una teorı́a y metodologı́a general
de las ciencias, puesto que sólo éstas son capaces de descubrir la constancia
de los fenómenos y formularlos (conceptos y juicios cientı́ficos). El positivismo
asegura la objetividad de esta constancia (de los fenómenos y de las leyes que
los asocian), nota que le distingue de la crı́tica posterior del neopositivismo a
la ciencia, y del agnosticismo epistemológico de Hume.

Solipsismo.- Del latı́n ego solus ipse (solamente yo existo), es la creencia


metafı́sica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia
de su propia mente, y la realidad que aparentemente le rodea es incognoscible
y puede, por un lado, no ser más que parte de los estados mentales del propio
yo. De esta forma, todos los objetos, personas, etc., que uno experimenta serı́an
meramente emanaciones de su mente y, por lo tanto, la única cosa de la que
podrı́a tener seguridad es de la existencia de sı́ mismo.

xxxvi
Apéndice D

Graficación cartesiana de
FR×R

La graficación es muy utilizada como un auxiliar para analizar el com-


portamiento de funciones y para la comprensión de muchos conceptos matemá-
ticos, pero se soslayan los razonamientos implı́citos en su ejecución que aquı́ se
mencionan brevemente 1 .

De la elección de f ∈ FR×R por un observador en la “realidad” con el


deseo de graficar el sector de ella limitado con (α; β), se considera f ◦ I(α; β) , lo
cual exige que sea acotada. Esto viene acompañado con la selección de una zona
“plana” de la “realidad” que contendrá la gráfica 2 , limitada por un rectángulo
elegido por el observador, en la cual con la elección de un patrón de longi-
tud (con unidad u y generalmente “decimal”) se “traza” una cuadrı́cula con

1 Se justifica el procedimiento de graficación del programa de cómputo PSTricks apropiado


para los usuarios de LATEX 2E (empleado en la escritura de este libro).
2 Por lo que se podrı́a decir que se considera la graficación cartesiana plana de FR×R .

xxxvii
“lı́neas” que distan 1u entre sı́ y “paralelas” a los lados del rectángulo, y en
ella el obsevador declara alguna intersección de las “lı́neas” de la cuadrı́cula
como origen inicial O, que está condicionada al comportamiento de f ◦ I(α; β)
y a la selección de escalas y desplazamientos para lograr una apariencia “satis-
factoria” de la gráfica en el rectángulo adoptado.

Esta declaración del origen da lugar a 4 opciones de ejes coordenados


para la coordenalización cartesiana, pues los ejes son dos segmentos diriguidos
“perpendiculares” de longitud “apropiada” que se intersectan en el origen y
paralelos cada uno de ellos a las lı́neas de la cuadrı́cula, de entre las cuales el
observador hace una elección de acuerdo a su preferencia. La posicion relativa
observador-cuadrı́cula genera la cara de impresión y se asocia una identificación
(etiqueta) a los ejes seleccionados con la rotación antihoraria, asignando 1 al
primer eje y 2 al siguiente, usualmente llamados x y y respectivamente cuan-
do coinciden con la horizontal y vertical del observador que no es obligatoria
y aquı́ se desdeña. Los sectores del rectángulo limitados con las lı́neas coinci-
dentes con los ejes identifican 4 sectores “complementarios”, llamando primer
cuadrante al correspondiente a los ejes, y se prosigue con la rotación antihorarı́a
denominándolos segundo, tercer y cuarto cuadrante respectivamente.

Al coordenalizar con el método cartesiano a los vértices opuestos al


origen del tercer y primer cuadrantes se identifican a (a, b) ∈ ≤ ∧ (c, d) ∈ ≤ ,
los cuales podrı́an ser los promedios aritméticos de la medición pues involucra
la ejecución de un procedimiento en la “realidad”, un experimento, y como
tal posee necesiamente error 3 . La elección de las escalas ξ ∈ R+ ∧ η ∈ R+
y desplazamientos λ ∈ R ∧ ω ∈ R está condicionada por a ≤ (ξ · α) + λ ∧

3 Del latı́n erratio (extravı́o, desviación, fluctuación) que no debe intrerpretarse con equiv-
ocación, tal como generalmente se hace. . . para los fı́sicos este comportamiento es familiar,
pero definitivamente no es ası́ para los matemáticos, y está ı́ntimamente relacionado con la
interpretación estadı́stica de la fı́sica.

xxxviii
(ξ · β) + λ ≤ c ∧ b ≤ (η · i) + ω ∧ (η · s) + ω ≤ d con s ∈ (Rf◦I(α; β) )s e
  
i ∈ (Rf◦I(α; β) )i , y al considerar T ≡ dξe · p1R×R + dλe × dηe · p1R×R +

dωe ∈ (R×R)R×R y proceder a coordenalizar RT ◦(IR ×(f◦I(α; β) )) con el método
catesiano, se obtiene una curva que es una realización gráfica de f ◦ I(α; β) , una
gráfica de la función seleccionada constituida por un conjunto de “puntos” en
†
la “realidad” que puede ser etiquetada con f ◦ I(α; β) para evidenciar la
diferencia 4 con f ◦ I(α; β) ∈ RDf ∩(α; β) .

Por último, se “trazan” los ejes finales sustituyendo a los iniciales al


trasladar el origen inicial con los desplazamientos λ y η seleccionados, y para
evitar confusiones y saturación se elimina la cuadricula considerada con lo cual
se obtiene una gráfica cartesiana de f en el sitio y con las caracterı́zticas
elegidas por el observador.

4 Lo cual fue incorporado en las gráficas de este libro.

xxxix
xl
Bibliografı́a

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[41] H. Sagan, Advanced Calculus; Houghton Mifflin Co. (1974).

[42] L. Schwartz; Analyse mathématique cours, Vol.I y II ; Hermann (1967).

[43] G.E. Shilov, Linear Spaces; Prentice-Hall (1961).

[44] P. Suppes, Axiomatic set theory; Dover (1972).

[45] M. Spivak, Calculus on Manifolds; W.A. Benjamin (1965).

xliv
Indice y simbologı́a

Abel Niels, 147 Base, 316


Alcance de relación. . . RR , 77 canónica de RK . . . δ K , 369
Alef complementaria , 377
cero. . . ℵ0 , 185 dual, 386
dos. . . ℵ2 , 185 Berkeley George, 135
uno. . . ℵ1 , 185 Bernays Paul, 45
Algoritmo, 172, 256 Bessel Friedrich, 421
Algoritmo de división, 172 Boole G., 2
Análisis matemático no estándar, 405 Bourbaki Nicolas, 202, 229
Análisis combinatorio, 196
Cálculo infinitesimal, 405
Anillo conmutativo, 146
Campo algebraico, 146
Aniquilador de A . . . Aan , 387
ordenado, 147
Aristóteles, 2
Cantor Georg, 29, 39, 41, 56, 82
Axioma, 39
Cardinalidad. . . #A , 184
de apareamiento, 40
Cauchy Augustin, 412
del supremo, 144
Ceros de ecuación, 104
de elección, 56
Clase
de especificación, 41
de equivalencia de a con R
de extensión, 43
. . . [a]R , 79
de potencia, 51
Clemens Samuel, 86
de unión, 45
Clifford William, 399
Banach Stefan, 411 Cociente de división, 172

xlv
m

Coeficiente binomial. . . k , 226 cruz. . . h × g , 126
1
Coeficiente de Fourier, 420 doble bola. . . g ◦ f , 105
1
Coeficientes respecto a base, 316 doble bola punto. . . f φ , 298
2
Columna de matriz, 234 doble bola triángulo. . . g 4 f,
Combinación, 200 106
Combinación lineal, 320 producto. . . h · g , 237
Combinatoria, 196 seudounión. . . f d g , 105
Condición de especificación, 41 suma. . . f + g , 238
2
Conector tetra bola. . . g ◦ f , 106
coconcatenación. . . !,9 triángulo . . . g 4 f , 106
2
coimplicación tautológica triple bola. . . g ◦ f , 106
. . . ⇔ , 15 Conjunción
coinferencia. . . a ` , 20 coimplicación. . . ↔ , 9
concatenación. . . ,9 copulativa. . . ∧ , 9
idéntico. . . ≡ , 5 disyuntiva. . . ∨0 , 9
implicación tautológica dual. . . ∨ , 9
. . . ⇒ , 15 implicación. . . → , 9
inferencia. . . ` , 20 Conjunto, 29
no contenido. . . 6⊆ , 38 acotado inferiormente, 145
pertenencia. . . ∈ , 30 acotado superiormente, 143
seudo-orden funcional cero barra. . . 0 , 162
. . . f ≤ g , 114 de clases de equivalencia de R
Conjugación de funciones, 104 . . . [ ]R , 79
bola. . . f ◦ g , 105 coconjunto, 249
bola cruz. . . h ⊗ g , 126 complemento. . . AX c , 54
bola mas. . . f ⊕ g , 239 de los conjuntos n . . . N , 162
bola punto. . . f φ , 238 contenedor lineal. . . VN , 322
1
bola triángulo. . . g 4 f , 106 de cotas inferiores. . . Ai , 145

xlvi
de cotas superiores. . . As , 143 de subespacios afines a través
diferencia. . . A \ B , 47 de p . . . AW, p , 251
finito, 183 de subespacios vectoriales de W

de funciones con dominio en P(X) . . . EW , 243


y contradominio Y . . . FX×Y , de transposiciones de A . . . PA ,
90 434

de funciones con dominio en P(X) unión de colección. . . ∪ C , 45


y contradominio en P(Y ) unitario. . . {ξ} , 69
† vacio. . . ∅ , 58
. . . FX×Y , 91
de funciones en A × B . . . B A , 83 Conjuntos equivalentes. . . A ≈ B , 182
de funciones nones. . . (RA )n , 344 Conjuntos ortogonales. . . A ⊥ B , 415

de funciones pares. . . (RA )p , 344 Contención

generador minimal, 366 de conjuntos. . . A ⊆ B , 37


propia de conjuntos. . . A ⊂ B , 38
imagen directa. . . f id (C) , 95
Contradicción, 14
imagen inversa. . . f ii (C) , 96
Contradominio de relación, 77
independiente, 326
Coordenadas respecto a base, 316
infinito, 184
Cortaduras de Dedekind, 138
intersección de colección. . . ∩ C ,
Cota inferior, 145
48
Cota superior, 143
n barra. . . n , 162
Covector, 283
ortogonal, 415
Cuantificador, 29
ortogonal de A . . . A⊥ , 415
existencial. . . ∃ , 32
ortonormal, 415
existencial con unicidad
de permutaciones. . . PA , 200
. . . ∃! , 82
potencia. . . P(A) , 51
ligado. . . ξ & η , 70
de subconjuntos finitos no vacios
universal. . . ∀ , 32
e , 320
de A . . . A
de subespacios afines. . . AW , 251 Dı́ada, 391

xlvii
De Morgan Augustus, 54 Eigenvalor, 424
Dedekind Richard, 39, 138 Eigenvector, 424
Delta de Kronecker de J . . . δ J , 296 Einstein Albert, 7, 45, 57
Demostración Elemento, 30
directa, 21 Elementos equivalentes. . . a ≈ b , 79
inversa, 26 Ente de razón, 3
por contradicción, 26 Enunciado lógico
Descartes René, 4 abierto, 7
Desigualdad simple, 3
de Bessel, 421
Espacio
de Cauchy-Schwarz, 412
cociente de M . . . W/M , 253
del triángulo, 410, 414
de dimensión finita, 374
Dieudonné Jean, 39
dual de V . . . V ∗ , 283
Dimensión, 365
euclideano m-dimensional, 412
Dimensión. . . dim(W ), 374
de funciones lineales en W V
finita, 366
. . . L(V, W ) , 278
infinita, 366
matricial real. . . (R n ) m , 234
Dirac Paul, 411
prehilbertiano, 411
Dirichlet Johann, 229
de tensores alternantes de orden
Discusión lógica, 3
n en W . . . AW n , 435
Dominio de relación. . . DR , 77
de tensores covariantes de orden
Dualidad de funciones, 127
n en W . . . ∗W n , 426

Ecuación, 104 vectorial real, 230


homogénea, 104 vectorial trivial, 233
Ecuación diferencial ordinaria, 242 Espacio cartesiano. . . Rn , 131
condición inicial, 243 Esqueleto de f respecto a las bases
solución general, 242 αyβ

×
solución particular, 243 . . . fα, β , 395

xlviii
Estado lógico, 3 contextual, 121
falso. . . f, 4 creciente, 217
verdadero. . . g, 4 decreciente, 217
Euclides, 25 dual, 127
Euler Leonhard, 87 formal, 82
idempotente, 351
Factorial, 226
identidad de A . . . IA , 93
Familia, 128
identificadora de identidades
Independiente, 336
en A . . . IA , 335
Fermat Pierre, 133
inclusión tradicional. . . iB , 94
Fibra, 142
inclusión. . . IB ◦ IA , 112
Fibración, 142
inversa. . . f inv , 118
Forma cuadrática, 364
inversa aditiva. . . − g , 238
Forma lineal, 283
inversa derecha, 118
Fourier Jean-Baptise, 420
inversa izquierda, 118
Fraenkel Adolf, 39
inversa multiplicativa. . . f im , 214
Frege Gottlob, 28, 36
Fregoso Arturo, 81 invertible, 118
ΠF
Función inyección. . . Θ , 295

adjunta. . . T ∗ , 388 inyección en ΠF asociada a ξ

afı́n, 249 . . . ΘξΠF , 133

autoadjunta, 423 inyección j–ésima en ΠF asociada

bilineal, 358 a ξ . . . [ΘξΠF ](j) , 133

bilineal simétrica, 364 lineal, 278

caracterı́stica de X . . . eX , 123 moderna, 87

combinación lineal. . . Lβ , 306 monótona, 217


complementaria de A . . . UA c , 335 paramétrica, 126
componente j–ésima de f potencia en R . . . ΠR , 209
. . . [P ΠF ](j) ◦ f , 132 potencia n-ésima de R . . . IR n , 210

xlix
1
potencia n-ésima. . . f n , 214 . . . P ΠF ◦ dfe , 132
producto en Rn . . . PRn , 226 de funcionales de α . . . Fα , 384
A×B
proyección de A × B . . . p1 de funciones adjuntas
A×B
y p2 , 127 . . . AV, W , 388
proyección j–ésima de ΠF de generaciones lineales
. . . pj ΠF , 132 . . . LW , 333
 
proyección. . . ΠΠ(IP (W ) ◦E) (j), 348 de proyecciones
proyectiva de ΠF . . . P ΠF , 131 . . . ΠΠ(IP (W ) ◦E) , 347
proyectiva j–ésima de ΠF de subespacios afı́nes a M
. . . [P ΠF ](j) , 132 . . . FW/M , 253
1/n
raı́z n-ésima de R . . . IR+ ∪{0} , 222 Funcional
raı́z n-ésima. . . f 1/n , 224 bilineal, 364
bF
rango. . . R lineal, 283
A×B , 253

restricción derecha. . . f ◦ IC , 111 multilineal, 426

restricción izquierda. . . IC ◦f , 111


Galilei Galileo, 57
signo de Pn . . . sgnPn , 435
P Galileo Galilei, 170
suma en Rn . . . Rn , 227
Gauss Carl, 229
truncamiento real. . . R< , 217
Genera, 325
unitaria de A . . . UA , 335
Generación lineal. . . LA , 320
valor absoluto. . . | | , 404
Gödel Kurt, 45
Función contextual
Gráfica, 88
bajo de f . . . bfc , 124
Graficación, 88
prebajo de g . . .  g  , 303
Gram Jorgen, 422
sobre de f . . . dfe , 122
Grupo algebraico, 147
Función identificación
conmutativo, 147
de combinaciones lineales. . . ΛW J ,
307 Halmos Paul, 7, 87, 427
de componentes de f Hardy Godfrey, 26

l
Hermie Charles, 411 Ley del paralelogramo, 416
Hilbert David, 37, 39 Linealmente independiente, 315
Hipótesis, 19
Mann Thomas, 2
Homomorfismo, 291
Matemática formal, 2
Huxley Thomas Henry, 133
Matofı́sica, 7

Igualdad Matologı́a, 7
c Matriz
conjuntal. . . = , 43
funcional, 85 asociada, 395

simbólica, 5 real, 234, 391

Infimo de A . . . inf(A) , 145 simétrica, 391

Infinitesimal, 405 tabulación de A . . . TA , 392

Intervalo traspuesta de A . . . At , 391

abierto. . . (a; b) , 143 Máximo conjuntal. . . máx(A) , 194

cerrado. . . [a; b] , 143 Menor. . . < , 139

semiabierto. . . [a; b) , 143 Metamatemática, 7

Inverso aditivo de q . . . − q , 233 Mı́nimo conjuntal. . . mı́n(A) , 194

Isomorfismo, 291 Monoide, 147

Isomorfos, 291 Morfismo, 278

Ivorra Carlos, 2, 30 n–eada. . . (a1 , . . . , an ) , 131


Número
Kernel. . . ker(f) , 283
non, 170
Klein Felix, 425
par, 170
Kronecker Leopold, 296
Números
Lógica de primer orden, 2 hipereales. . . R∗ , 405
Le Lionnais François, 365 Negación. . . ¬R , 13
Leibniz, 2 Neutro aditivo de W . . . b
0W , 232
Leibniz Gottfried, 405 Newton Isaac, 57, 405
Ley de Morgan, 18, 54 Números

li
enteros. . . Z , 136, 166 Principio
irracionales. . . I , 136, 166 del análisis combinatorio, 197
naturales. . . N , 136, 161 de buen orden, 161
racionales. . . Q , 136, 166 de identidad, 6
reales negativos. . . R− , 142 de inducción matemática, 164
+
reales positivos. . . R , 142 de no contradicción, 5
reales. . . R , 135, 140 de tercero excluido, 3
transfinitos, 185 Proceso invocativo

Operación binaria, 110 de funciones por inducción, 203

Operación binaria cerada, 110 de funciones, 91

Operador Producto
Hermitiano, 423 cartesiano. . . ΠF , 128
lineal. . . L(V ) , 283 cartesiano simple. . . A × B , 74
Orden total, 147 con escalar, 230
Ortogonalización de Gram-Schmidt, 422 escalar, 411
matricial. . . ×nm, k , 394
Par ordenado en A × B , 74
semiescalar, 411
Par ordenado. . . (ξ, η) , 73
tensorial elemental. . . V ∗ W , 359
Parámetro, 126
tensorial. . . ∗ΠG , 426
Paradoja de Russell, 42
Partición, 142 Programa logista, 28

Peano Giuseppe, 138 Propiedad arquimideana, 164

Permutación, 200, 432 Proposición

Pertenencia impropia. . . ∈0 , 31 de inducción matemática, 163

Pertenencia. . . ∈ , 30 Proposición fundamental

Pitágoras de Samos, 416 del análisis combinatorio, 197


Poincaré Henri, 1, 203, 277 Proposición lógica, 5
Presencia incluyente, 5 abierta, 7
Presencia lógica, 3 compuesta, 8

lii
semiabierta, 31 de b con la base a . . . ba , 178
Proposicion fundamental decimal de b . . . b10 , 178
de recurrencia, 204 Residuo de división, 172
Proyección de ξ en M . . . Pξ/M , 419 Riemann Georg, 241
Russell Bertrand, 42, 181
Rango de función lineal, 380
Recorde Robert, 5 Santaló Luis, 178
Reducción al absurdo, 25 Schmidt Erhard, 422
Regla de correspondencia, 92 Schwarz Hermann, 412
Regla de inferencia, 19 Segmento dirigido, 231
adición, 21 Semiótica, 4
dilema constructivo, 21 Serie
P
dielma destructivo, 21 finita. . . α, 257
modus ponens, 20 infinita, 257
P 
modus tollens, 20 suma. . . α (n), 257
P
silogismo disyuntivo, 21 Serie de α . . . α , 227

silogismo hipotético, 21 Signo negativo, 142


simplificación, 21 Signo positivo, 142
Regla de reemplazo, 23 Silogismo, 4
Relación, 76 Sı́mbolo, 4
biyectiva, 78 abierto, 6
de equivalencia, 79 incompleto, 121
inyectiva, 78 semiabierto, 31
reflexiva, 78 Soluciones de ecuación, 104
simétrica, 78 Stormer Carl, 171
suprayectiva, 77 Subespacio
transitiva, 78 afı́n, 249
Renglón de matriz, 234 invariante bajo f , 285
Representación vectorial, 243

liii
Subespacios complementarios, 342 Valor de a bajo f . . . [f](a), 85
Suma Valor de relación, 77
de conjuntos. . . M + N , 247 Variación, 199
directa, 336 Vector, 231
de familia. . . ⊕IP (W ) ◦E , 332 Vectores ortogonales. . . α ⊥ β , 415
finita. . . ] β, 268 von Neumann Johann, 45, 137
vectorial, 230
Weil André, 58
Sumatoria. . . σ Π(IP (W ) ◦E) , 332
Whitehead Alfred, 181
Supremo de A . . . sup(A) , 144
Zermelo Ernst, 39, 56
Término de familia, 128
Tablas de verdad, 10
Tautologı́a, 14
Tensor, 426
alternante, 435
covariante, 359, 426
elemental, 429
simétrico, 435
Teorema
de recurrencia, 208
2o fundamental del cálculo, 241
matemático, 24
de Pitágoras, 416
de vacuidad, 59
Tesis, 19
Transposición, 262
Traslación, 250

Ultimo teorema de Fermat, 133

liv

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