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"¡Ayuda por favor señora Cigüeña!. Usted tiene un pico tan largo, que podría
quitarme con facilidad este hueso que me ahoga. ¡Por favor sálvame que la
recompensaré generosamente!"
La Cigüeña conmovida por los ruegos del Lobo y confiada en sus promesas, ayudó
a este, y le sacó el hueso con suma cuidado. Pasado un rato, la Cigüeña pidió el
pago de sus servicios, pero el Lobo le respondió:
"¡Pero que necia eres!. Después de haber tenido tu cabeza entre mis fauces, ¿me
pides un premio mayor que el perdonarte la vida?, y dejarte libre para después
contar que pusiste tu vida entre mis dientes?"