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Lizzy

Eugenia Palencia Hernández


MECLAP 2015-2016
Segundo Trimestre
Introducción a la literatura comparada
29 de Febrero 2016

Jauss, Hans Robert. La historia de la literatura como provocación. Barcelona:


Península, 2000.


Reseña crítica


Hans Robert Jauss (Alemania, 1921-1997), filólogo, crítico y teórico literario, es
pionero de los estudios sobre la Estética de la recepción, lo cual amplió las
posibilidades de acercamiento a las obras literarias y a la historia de la literatura,
como veremos a lo largo de la reseña. Jauss en este libro reúne cinco tratados que
escribió en el período de 1965 a 1970 con el objetivo de desarrollar una nueva
ciencia de la historia de la literatura, la cual, él consideraba, estaba cayendo en
descrédito. Al inicio de la reseña de cada uno de los tratados se describe la
metodología que utiliza, y en los últimos dos aparece la metodología que plantea
de manera expresa:

I. En el primer tratado, “Tradición literaria y conciencia actual de la modernidad”
(1965), rastrea la aparición de la palabra moderno en la historia de Occidente,
hasta llegar al concepto actual de modernidad, identificando el impacto que estos
conceptos han tenido en la relación pasado, presente y futuro. En este estudio
podemos apreciar su metodología diacrónica para una nueva ciencia de la
literatura, pues analiza el desarrollo del concepto no solo de manera progresiva,
sino en el enlace de concepciones previas y subsecuentes.

En la primera parte del texto expone los conceptos de lo moderno que aparecen del
siglo V al XVII; parte del surgimiento del concepto modernus para nombrar el
último sínodo romano en contraposición al antiquitas de los sucesores de los
apóstoles, y llega a la Querelle de Anciens et des Modernes en la Ilustración, donde
surge el dilema del presente como época tardía porque los modernos se
consideraban los antiguos, por ser más expertos con relación al progreso. En esta
época surge la idea de historicidad con la dimensión del tiempo irrepetible, y el
concepto de futuro.

Jauss plantea que el vínculo más directo con nuestro concepto de lo moderno surge
en el Romanticismo, nombre propio de esa nueva modernidad. Considera que en
ese momento surge el historicismo entendido como el estudio de épocas y
desarrollos nacionales, donde se contraponen lo clásico y la modernidad. Esta
modernidad es un descontento con el propio presente, pues lo antiguo ya no es
imitable, es ajeno y sin embargo familiar. Y plantea como fundamental el momento
en que la oposición romántico-clásico se reduce a lo que es actual para los
contemporáneos pero para las siguientes generaciones será pasado.

Concluye retomando los planteamientos de Baudelaire sobre la modernidad actual
como algo transitorio y contingente. Lo bello intemporal es el pasado lejano de una
idea forjada que revela la moral y la estética de una época, y le permite hacerse
semejante a lo que quisiera ser. Lo moderno aparece en el flujo histórico, en el
devenir constante, y en esta concepción surge la experiencia estética y un nuevo
canon del arte.

II. En el segundo tratado, “La réplica de la <<Querelle des Anciens et des
Modernes>> en Schlegel y Schiller” (1967), realiza una investigación histórica para
demostrar que la esencia política y espiritual de las naciones es una herencia del
pensamiento del siglo XIX y ha impactado en los estudios históricos de la
literatura. Critica la pseudo-historicidad de Johann Herder (Alemania 1744-1803)
que se enfoca en el problema de la historia de cada nación, e impulsa el desarrollo
del clasicismo de Weimar. Jauss ubica esta pseudo-historicidad de la literatura en
relación a la historia política, a la competencia entre alemanes y franceses.

La metodología de este estudio histórico es el análisis diacrónico sobre las
motivaciones de la Querelle que influyeron en los posteriores planteamientos de
Schlegel y Schiller. Se basa en dos textos que analiza sincrónicamente: Schlegel
Estudio de la poesía griega (1795-1796) y Schiller Sobre la poesía ingenua y
sentimental (1795), continuando con el dilema de las relaciones entre antigüedad y
modernidad. También retoma el texto de Winckelman Reflexiones sobre la
imitación de las obras griegas en la pintura y la escultura (1755) para
reinterpretarlo como testimonio de la recepción alemana de la Querelle.

Jauss desarrolla cómo los planteamientos de Schlegel se relacionan con la postura
de los anciens de la Querelle, considerando que lo antiguo es bello y lo moderno es
lo interesante que solo calma su añoranza con eso bello. Asimismo, relaciona a
Schiller con los modernes, pues considera a los antiguos ingenuos por enfocarse en
la sensación externa y en imitar a la naturaleza, y a los modernos sentimentales que
buscan acceder a lo ideal para completar la naturaleza. En un tercer momento
Jauss realiza un análisis de la intertextualidad entre ambos autores revisando las
dos ediciones del texto de Schlegel y plantea que este último, solo después de leer a
Schiller, reconoce los límites de la poesía clásica y la artificiosidad originaria de la
moderna. Aquí nos muestra Jauss la paradoja: por un lado, el paso al
Romanticismo surge de la posición de Schlegel sobre el acercamiento a la
antigüedad clásica como destino del arte poético alemán; y por el otro, Schiller,
quien separaba antigüedad y modernidad según el espíritu de la Ilustración, pasó a
formar parte del clasicismo de Weimar.

III. Ahora entramos a los tres tratados que Jauss considera propiamente el
desarrollo de su teoría. En “El fin del período artístico. Aspectos de la revolución
literaria de Heine, Hugo y Stendhal” (1970), la problemática que plantea es que la
cerrazón de las literaturas nacionales impiden estudiar las tendencias literarias de
la época. Señala que su metodología no parte de un estudio comparativo porque no
es posible establecer la relación directa entre los autores que selecciona, si no que
es comparatista al relacionar diversas literaturas nacionales que son intemporales,
pero dan respuestas a postulados de un mismo momento histórico. Es un estudio
sincrónico, donde se plantea como restricción temporal la Revolución de Julio en la
literatura. En su material de trabajo también incluye los postulados de Hegel sobre
el fin del arte como revelador de una verdad absoluta y suprema.

Hace un recorrido sobre los planteamientos de Heine respecto a la necesidad de
que los movimientos artísticos se relacionen con el movimiento de la época. Esto,
subraya Jauss, impulsa el surgimiento del género del ensayo. Después desarrolla
los postulados de Victor Hugo sobre la oposición entre forma artística clásica y el
arte de la época, que requiere mirar hacia una fase posterior que abandone el ideal
clásico de lo bello para alcanzar la verdad de lo real como armonía contrapuesta de
lo sublime y lo grotesco. Después de este recorrido señala que el límite de ambos
autores es que aún relacionan el arte con una armonía superior. Se detiene
posteriormente en los textos de Stendhal sobre el egotisme del yo, su oposición a la
tradición romántica y a la forma cristiana del examen de conciencia, de manera
que al igual que Heine se preocupa por el encuentro entre lo político y lo privado,
la situación política de París y los cuadros melancólicos.

Finalmente subraya que la problemática de este estudio está vinculada con la
perspectiva de su presente, pues en 1970 se volvió a formular la pregunta sobre
¿Cómo puede abrirse la literatura al movimiento del tiempo?

IV. Llegamos así al tratado del cual surge el título del libro: “La historia de la
literatura como provocación de la ciencia literaria” (1967), donde desarrolla su
propuesta metodológica de incluir la Estética de la recepción en la Historia de la
literatura. Su preocupación es la decadencia de la historia de la literatura en el
siglo XX, por lo tanto realiza un estudio sobre diferentes concepciones de la
historia literaria. Analiza las preguntas que se plantean diferentes representantes
de cada teoría, y las relaciona con sus propias preguntas, con lo cual reconocemos
una de las metodologías de trabajo que propone hacia el final del texto: el
historiador reconocido como lector es quien hace las conexiones históricas entre
las obras en base a su horizonte de expectativas. En las teorías que analiza,
diferencia los momentos en que se abren hacia la relación entre historia general e
historia de la literatura, de los momentos en que fracasa esta relación.

Finalmente delimita su propuesta de la Estética de la recepción y su efecto, para
conectar la serie literaria e histórica partiendo de los críticos, escritores e
historiadores como lectores antes de ser productores. Las siete tesis que plantea
son: (1) El historiador es primeramente lector, su posibilidad de comprender la
historicidad de la obra aparece en su horizonte de expectativas; el historiador es
quien hace la conexión histórica de la obra, no son meros hechos fácticos. (2) Para
evitar caer en el psicologismo, el historiador debe buscar un sistema de relaciones
objetivables, basarse en las expectativas que nacen en la comprensión del género,
la forma y la temática de obras previas; debe diferenciar entre lenguaje poético y
práctico; y ha de reconocer que la obra incluye indicaciones para su lectura, la
recepción no es meramente cuestión de subjetividad. (3) La obra también puede
negar experiencias familiares, y esta distancia la objetiva el lector; esta distancia
con el horizonte de expectativas determina el carácter artístico de una obra. La
obra no se agota en su recepción inmediata, sino que tiene un efecto duradero. (4)
Reconstruir el horizonte de expectativas en el cual tuvo lugar una obra pasada,
permite deducir cómo pudo ser entendida, sin embargo hay que diferenciar la
hermenéutica de ese tiempo y del actual. (5) Situar la obra en su sucesión literaria
resuelve problemas formales o morales que la obra no logró solventar en su
momento; esto implica un análisis diacrónico de los contextos de recepción. (6) Es
necesario el análisis sincrónico, es decir, las relaciones de la obra con sus
contemporáneos, sin seguir únicamente su relación con las obras maestras
tradicionales; al mismo tiempo requiere cortes diacrónicos, en los cuales se
encontrarán constantes y variables. (7) Relacionar la obra con la historia general,
ya que el horizonte de expectativas del lector también está determinado por su
práctica cotidiana, y simultáneamente la obra preforma su comprensión del
mundo y repercute en su comportamiento.

Para Jauss estas tesis pretenden liberar al historiador de situaciones constrictivas
y lo obligan a partir de una nueva percepción. Podemos recalcar que también
liberan a la obra de las constricciones interpretativas. Así llegamos al terreno ético
de la literatura: la obra no se agota en su función representativa de la realidad si no
que recupera sus características formadoras de la sociedad y por lo tanto sus
posibilidades transgresoras.

V. En el quinto apartado sobre “Historia del arte e historia general” (1970), la
pregunta de partida es si ¿la historia de la literatura puede ser un paradigma para
el conocimiento histórico? y cuestiona a la ciencia literaria del siglo XX sobre su
silencio en torno a los problemas de la ciencia de la historia. Metodológicamente
aplica la estética de la recepción al vincular historia general e historia de la
literatura, retomando textos del historiador Droysen (Alemania 1808-1884)
respecto a las ilusiones del discurso histórico aparentemente objetivo, y textos del
historiador Ranke (Alemania 1795-1886) del cual realiza un análisis hermenéutico
de la construcción de su discurso.

Plantea que el aparente discurso completo de la historia general se construye con
recursos narrativos de la ficción: hace encajar elementos dispares, genera la
ilusión de un inicio y un final de la historia como fábula, y lleva a la ilusión de un
pasado objetivo donde el historiador puede prescindir de su yo. Así, Jauss afirma
que la narrativa es una categoría básica en la percepción histórica y en la
exposición de la misma, por lo tanto la historia general puede dar preponderancia
a la contingencia de la historia, frente a la épica totalizadora, retomando las
transformaciones de la literatura: abandonando narraciones épicas, pasando del
narrador omnisciente a las perspectivas locales, o abandonando la ilusión de
plenitud para mostrar los destalles sesgados.

Finalmente puntúa, sobre la estética de la recepción, que la relación autor-lector,
está en una tensión constante entre pregunta y respuesta, diálogo entre pasado y
presente. Para el acercamiento a esta tensión propone una relación entre el
método filológico, el estructuralismo de Praga y la inclusión de la función crítica,
comunicativa y socializadora, así como los momentos de transfiguración, disfrute y
juego como evasión, en la literatura. De esta forma, la literatura puede dejar de ser
ciencia auxiliar de los discursos de la historia general y aprovechar el privilegio de
sus fuentes, que nos ponen a la vista la actividad humana como un proceso de
producción y reproducción, revitalización y renovación.

Reflexiones:

Después de leer las siete tesis sobre la Estética de la recepción e historia de la
literatura, podemos apreciar que Jauss en sus primeros dos estudios realiza los
cortes sincrónicos y diacrónicos que propone, relaciona historia literaria e historia
general, se posiciona como lector con sus propios horizontes de expectativas, ubica
los horizontes de expectativas de los textos que utiliza, y expone claramente las
problemáticas que le preocupan y cómo dialoga con los textos con los que trabaja.
Por lo tanto, a pesar de que en el prólogo indica que solo son estudios previos,
podemos decir que ya desde un inicio evita posicionarse como observador
omnisciente de la historia literaria.

El énfasis de Jauss por no perder de vista las características transformadoras de la
literatura es relevante, ya que no la aprisiona en sistemas políticos y económicos,
ni siquiera en movimientos revolucionarios, y así enfatiza las posibilidades
reflexivas que constantemente abre la literatura. Esto último da un nuevo lugar a
los lectores, no solo al crítico, al historiador y al escritor como autoridades, sino a
los lectores cotidianos. Esto podemos pensarlo en el ejemplo que desarrolla en el
apartado IV sobre como Flaubert, al introducir el estilo directo e indirecto libre en
su obra, abre problemáticas sociales que habían sido sancionadas por la moral, la
religión y el Estado, y permite así al lector cotidiano (si podemos definirlo de
alguna manera) ampliar sus perspectivas éticas y sus recursos reflexivos.

Es relevante también cómo ubica la continuidad de problemáticas que se plantean
los autores en un determinado contexto, problemáticas que van siendo retomadas,
no progresivamente, sino de manera contingente, a lo largo de la historia. Sin
embargo, habría que plantearnos una pregunta: ¿cómo darle lugar a lo local y al
mismo tiempo a lo general de las obras literarias y de la historia de la literatura?.
Jauss, en el tratado III, al hacer el corte temporal en la revolución de Julio, señala
que silenció algunas cualidades específicamente alemanas y francesas, decisión
legítima para su objetivo, que era cuestionar los nacionalismos, respondiendo a las
problemáticas de su época. Sin embargo, actualmente al problema político y
cultural de los nacionalismos se suman problemáticas en torno a la globalización
política y cultural, por tanto, si seguimos su tesis sobre relacionar historia general
y literaria, surgiría la necesidad de poder integrar historia local e historia general
de las literaturas, sin que las primeras se diluyan en la segunda.

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