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Brexit es una abreviatura de las palabras inglesas Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), y

es el término acuñado para referirse a la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE).
Reino Unido se sumó al bloque continental, actualmente conformado por 28 países, el 1
de enero de 1973, pero en junio de 2016 los británicos decidieron abandonar la UE y
poner fin a una relación de más de cuatro décadas.

Entre otras cosas, la pertenencia a la Unión Europea implica la aceptación de las


llamadas "cuatro libertades fundamentales": la libre circulación de trabajadores,
mercancías, servicios y capitales.
Y el principal argumento de la campaña a favor de la salida fue que con el Brexit
los británicos iban a "recuperar el control" sobre sus propios asuntos, en particular
sobre sus fronteras, lo que permitiría un mejor control de la migración.

La decisión de salir de la Unión Europea causó un verdadero terremoto político en


Reino Unido, forzando la renuncia de David Cameron.
Y el país ha pasado los últimos dos años y medio tratando de ponerse de acuerdo
sobre el tipo de relación que quiere mantener con la Unión Europea, al tiempo que
el gobierno de la primera ministra, Theresa May, negociaba los términos de la
separación.

Un primer "acuerdo de divorcio" entre Londres y Bruselas fue anunciado el 25 de


noviembre de 2018 y la intención original de May era someterlo a votación en el
Parlamento británico el 11 de diciembre.
Pero la primera ministra británica se echó para atrás en el último minuto, cuando
se hizo evidente que no contaba con la mayoría necesaria para la aprobación del
acuerdo, prometiendo regresar con uno mejor.

Su decisión, sin embargo, enojó a suficientes miembros de su partido para forzar


un voto de no confianza que se saldó con la victoria de May, pero no despejó las
dudas sobre el futuro de su acuerdo.
Entre otras cosas, el acuerdo establece un período de transición que tiene como
objetivo darles a las partes tiempo para ajustarse y negociar los términos de su
nueva relación.

Dicho período de transición se extendería hasta el 31 de diciembre de 2020, y


durante el mismo no habría mayores cambios en la relación entre Reino Unido y la
Unión Europea.
El acuerdo también define cuánto dinero le debe pagar Reino Unido a la Unión
Europea para honrar los compromisos adquiridos como miembro del bloque: unos
39.000 millones de libras (casi US$50.000 millones).

Y, en el mismo, las partes también se comprometen a mantener los derechos para


los ciudadanos británicos que actualmente viven y trabajan en otros países de la
UE, y para los ciudadanos europeos que viven y trabajan en Reino Unido.
El punto de la polémica, sin embargo, es una "salvaguarda" para evitar la
instalación de una frontera física entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.
La caída de la moneda británica –la libra esterlina–, las bolsas y el precio
del petróleo fueron las primeras reacciones al brexit, pero no serán las únicas. La
salida del Reino Unido de la Unión Europea restringirá las relaciones
comerciales y financieras a ambos lados del canal de la Mancha en un proceso
que se prevé dure de dos a siete años. Hoy, el 44 % de las exportaciones británicas
van a la UE, que le suministra el 53 % de sus importaciones. ¿Qué pasará? El Reino
Unido podría negociar con la Unión Europea un acuerdo similar al que tiene Suiza,
“que mantendría muchos beneficios de la relación actual y permitiría a los británicos
aumentar el control sobre la inmigración”, dicen en la aseguradora Crédito y
Caución; o al de Noruega, que contribuye al presupuesto comunitario y tiene
acuerdos en sectores como la pesca, pero no vota ni participa en la toma de
decisiones. En este caso, Londres debería respetar la libre circulación de
trabajadores europeos en su territorio, a lo que se oponen los partidarios del
brexit.
Otra opción sería la salida inglesa de las instituciones europeas pero permaneciendo
de manera efectiva en el mercado único. Dependería de acuerdos bilaterales con
países emergentes, en lo que la UE tendría prioridad sobre el Reino Unido y este
será menos competitivo. La City podría perder 100.000 empleos, ya que muchas
empresas se mudarán a otras ciudades de la eurozona. El PIB británico bajará entre
un 1,5 % y un 9,5 %. Al ser el segundo contribuyente a la UE, su aportación anual a
Bruselas recaerá sobre otros países: Alemania deberá poner 2.503 millones de euros,
Francia 1.871, Italia 1.384 y España 906 millones

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