Está en la página 1de 5

CAPA DE OZONO

El ozono es un gas que molecularmente está compuesto por 3 átomos de oxígeno, y su


estructura es no lineal, posee una energía de disociación de 8547 cm -1 y fue descubierto
experimentalmente a mediados del año 1800 por el alemán Christian Friedrich Schönbein
quien lo identificó por su fuerte olor, posteriormente se realizarían estudios más profundos
en los que se destacó para 1920 el aporte de Dobson quien desarrolló el primer
instrumento para medir sistemáticamente el ozono, de allí que el ozono se mida en
unidades Dobson “U. D.” (Gil-López 2006). Este compuesto químico reacciona
rápidamente con varios compuestos químicos y es explosivo cuando se encuentra en
altas concentraciones (Fahey 2002).

La distribución de ozono en la atmósfera está controlada por tres procesos


fundamentales, la creación “in situ”, la destrucción “in situ” y el transporte de unas
regiones a otras. Como primer paso para la creación de ozono se precisa de la
fotodisociación del oxígeno molecular (O2) por la radiación UV a longitudes de onda
menores que 240 nm (UV). Esta genera átomos de oxígeno que tras recombinarse con
otra molécula de oxígeno dan lugar a la formación de una molécula de ozono. Así, dos
de las claves fundamentales para la formación de ozono son: la presencia de radiación
UV y de oxígeno molecular. Por ello, la creación de la mayor cantidad de ozono tiene
lugar en la media-alta estratosfera, a una altura entre 10-40 km en la región de los trópicos
(la altura del máximo depende de la localización geográfica y de la época del año). Por
encima o por debajo de estas dos alturas, los dos efectos (abundancia de O 2 y radiación
de UV) actúan en contraposición. Por encima, la abundancia de O2 en menor y, por
debajo, hay menos radiación ultravioleta, pues esta es absorbida a medida que atraviesa
la atmósfera. La creación de ozono en este intervalo de alturas produce la escasez de
radiación ultravioleta en alturas más bajas provocando que se genere poco ozono
troposférico, de 20 a 100 moléculas de ozono por cada mil millones de moléculas de aire.
Así, los efectos beneficiosos para el desarrollo de la vida son dobles: por un lado, actúa
como escudo protector, pues la radiación UV es suficientemente energética como para
dañar las moléculas de ADN de los seres vivos, interfiriendo en diversos procesos
biológicos como lo es la capacidad fotosintética y el crecimiento de las plantas verdes,
produciendo cáncer de piel en el ser humano y los animales (Smith y Smith 2000), con
grandes efectos negativos en la inmunosupresión (Holick 2014). Y, por otro lado, la
escasez de ozono troposférico es beneficioso al considerar la alta toxicidad de este gas.
La cantidad de ozono en la atmósfera se mide mediante equipos instalados en la Tierra
y otros llevados al aire en globos, aviones y satélites. Algunos sondeos (sondeos directos)
se realizan llevando el aire a los instrumentos que tienen sistemas que detectan el ozono.
Otros sondeos (sondeos remotos) están basados en la absorción de luz en la atmósfera.
En este caso, se despliega un rayo láser o se mide la luz solar que atraviesa una parte
de la atmósfera conteniendo ozono (Gil-López 2006).
El ozono se encuentra desde hace millones de años en un estado de equilibrio dinámico,
ya que este gas continuamente se produce y se destruye manteniéndose así constante
su proporción en la atmósfera. Este estado de equilibrio se ve alterado debido los
procesos que afectan las concentraciones de las especies activas NO2/NO, los procesos
químicos homogéneos y heterogéneos que influyen en la transformación de las especies
activas o atómicas en especies de mayor tiempo de vida media, los procesos físicos como
la sedimentación y el transporte, las corrientes polares nocturnas, la distribución
geográfica…, y especialmente a la aparición de unos gases artificiales, los denominados
clorofluorocarbonos (CFCs), ya que el átomo de cloro que forma parte de estas
sustancias destruye el ozono (Vega 2016). Los CFCs son transportados a latitudes
medias-altas bajo el proceso dinámico de la circulación de Brewer-Dobson (Redondas et
al., 2016), donde se disocian en presencia de la radiación ultravioleta liberando un átomo
de cloro, el que pasa a formar parte de compuestos inertes denominados 'depósitos de
cloro'. Estos compuestos, como el resto de los gases, se desplazan por toda la atmósfera
(Fahey 2002). El rápido agotamiento de la capa de ozono sobre una región enorme, en
la que el total de ozono es inferior a 220 – 200 Unidades Dobson - U.D - (Medida del
ozono total), se ha llamado “agujero de la capa de ozono”, del cual se ha empezado a
hablar desde el 80 con los primeros reportes sobre las bajas concentraciones de ozono
observados durante la primavera Antártica, cuando entonces no se encontraba
explicación específica a la aparición del agujero en esa zona. Hoy en día se entiende a
través del proceso dinámico de la circulación de Brewer-Dobson. En el polo norte existen
irregularidades en la orografía y un mayor contraste de temperaturas entre las zonas de
tierra y mar, lo que produce una mayor y más intensa actividad de las ondas planetarias.
Esto da lugar a los vientos meridionales (norte-sur) que contribuyen a fortalecer la
circulación Brewer-Dobson. Así, mayor cantidad de aire caliente y rico en ozono llega a
la región polar Ártica y, por tanto, la corriente polar nocturna se ve debilitada, Esto
produce a su vez que las temperaturas que se alcanzan en la región polar no sean tan
frías como en el polo sur. Consecuentemente la formación de las nubes estratosféricas
polares (PSCs) es más escasa, y la química heterogénea poco importante con especies
reactivas. En cambio, en el polo sur, existe un menor contraste de temperatura entre las
zonas de tierra y mar, dando lugar a una actividad de las ondas planetarias mucho menor
y a que los efectos de la corriente polar nocturna sean mucho mayores, mientras que los
de la circulación de Brewer-Dobson menores. Así, las temperaturas alcanzadas en el
vórtice polar son mucho menores, favoreciendo la formación de PSCs (Gil-López 2006).
Por ello, los efectos de los procesos catalíticos son mucho más notables causando
cambios en la concentración de sustancias reactivas de cloro, y los procesos químicos
que ocurren en ellas donde estos 'depósitos de cloro' reaccionan liberando el cloro que
destruye al ozono (Fahey 2002). Es por esto que, una de las regiones más afectadas del
planeta corresponde a la Antártica, en la cual se encuentra el agujero de la capa de ozono
antes descrito (Vega 2016).

En septiembre de 1987 los esfuerzos de negociación para desarrollar obligaciones


vinculantes condujeron a la adopción del “Protocolo de Montreal sobre las Sustancias
que Agotan la Capa de Ozono”, el que entró en vigor el 1° de enero de 1989. El Protocolo
de Montreal tuvo por objeto establecer los mecanismos que los signatarios del Convenio
de Viena debían implementar para limitar la producción y el consumo de las sustancias
que agotan la capa de ozono con mayor importancia, desde el punto de vista comercial
y ambiental. A la fecha, el Protocolo tiene ya 189 signatarios. El Protocolo de Montreal
establece categorías entre las sustancias que agotan la capa de ozono, según su grado
de incidencia en el problema. Diferencia dos grandes grupos de países con distintas
responsabilidades, lo cual se traduce en cronogramas distintos de eliminación gradual de
las sustancias que agotan la capa de ozono para cada uno de ellos. Establece además
mecanismos para el reporte de datos de consumo de las sustancias que agotan la capa
de ozono y prohíbe el comercio de dichas sustancias con los estados que no son
signatarios. El Protocolo fue solamente un primer paso, conforme se concibió entonces.
Una vez acordado, los acontecimientos se sucedieron a velocidad sorprendente. Las
nuevas pruebas científicas pusieron de manifiesto que sería preciso adoptar controles
mucho más estrictos y mayores, y los gobiernos y la industria obraron en mayor medida
y más rápidamente de lo que se había creído posible. Ante esto, desde 1987 a la fecha,
se han adoptado varias enmiendas al texto original del Protocolo, agregando nuevas
obligaciones, otras sustancias que agotan la capa de ozono y adoptando ajustes, los
cuales profundizan las medidas de control existentes (Stavro, 2007). Colombia ingresó
oficialmente como parte del Convenio de Viena mediante la aprobación de la Ley 30 del
5 de marzo de 1990. Por otra parte, comenzó a hacer parte del Protocolo de Montreal a
partir de la expedición de la Ley 29 de 1992, expedida por el Congreso de la República.

En Colombia, la columna de ozono presenta variaciones significativas a lo largo del año,


con una distribución monomodal (una estación seca y una estación húmeda),
caracterizándose los meses de diciembre, enero, y febrero por los valores más bajos y
menores variaciones espaciales -es entonces cuando Colombia recibe mayor radiación
ultravioleta-, mientras que julio, agosto y septiembre evidencian los más altos. Una mirada
a nivel mundial por la NASA en el año 2018, reportó que el agujero anual de ozono
alcanzó un área de cobertura promedio de 8,83 millones de millas cuadradas (22,9
kilómetros cuadrados), casi tres veces el tamaño de los Estados Unidos contiguos. Este
fenómeno estuvo fuertemente influenciado por un vórtice antártico estable y frío,
originado del sistema estratosférico de baja presión que fluye en el sentido de las agujas
del reloj en la atmósfera sobre la Antártida. Estas condiciones ayudaron a la formación
de nubes estratosféricas polares, cuyas partículas de nubes activan las formas de cloro
y bromo que destruyen el ozono. El área actual del orificio de ozono aún es grande en
comparación con la década de 1980, cuando se detectó por primera vez el agotamiento
de la capa de ozono sobre la Antártida. Los niveles atmosféricos de sustancias que
agotan la capa de ozono producidas por el hombre, han disminuido lentamente desde el
año 2000, pero siguen siendo lo suficientemente altos como para producir una pérdida
significativa de ozono (Ellen 2018).
HUELLA HÍDRICA

BIBLIOGRAFÍA

GRAY, Ellen. “Ozone Hole Modest Despite Optimum Conditions for Ozone
Depletion”. {En línea}. {2 de nov de 2018} disponible en:
(https://www.nasa.gov/feature/goddard/2018/ozone-hole-modest-despite-optimum-
conditions-for-ozone-depletion.).
FAHEY, David W. Veinte preguntas y Respuestas sobre la Capa de Ozono. Evaluación
Científica del Agotamiento de Ozono, 2014.
GIL LÓPEZ, Sergio. Determinación del ozono atmosférico de las medidas de
MIPAS/ENVISAT. 2006.
HOLICK, Michael F. Shedding new light on the role of the sunshine vitamin D for skin
health: the lnc RNA‐skin cancer connection. Experimental dermatology, 2014, vol. 23, no
6, 391-392p.
REDONDAS, Alberto, CARREÑO CORBELLA, V., HERNÁNDEZ CRUZ, B., BERJÓN,
A., J. LÓPEZ-SOLANO, S. F. LEÓN, Luis, y RODRÍGUEZ, M. Conceptos básicos de
composición atmosférica: ozono total y radiación ultravioleta. 2016.
SMITH, R.; SMITH, Th. Ecología. Cuarta edición. Ed. Adison Wesley, 2001.
STAVRO TIRADO, Xiomara Ibeth. Implementación del protocolo de Montreal en
Colombia. 2007.
VEGA, Marco. La capa de ozono. Biocenosis, 2016.

Bibliografía

Ellen, Gray. Ozone Hole Modest Despite Optimum Conditions for Ozone Depletion. 2 de noviembre de
2018. https://www.nasa.gov/feature/goddard/2018/ozone-hole-modest-despite-optimum-
conditions-for-ozone-depletion.

Fahey, D. W. Veinte preguntas y Respuestas sobre la Capa de Ozono. Evaluación Científica del
Agotamiento de Ozono. 2002.

Gil-López, S. Determinación del ozono atmosférico de las medidas de MIPAS/ENVISAT. 2006.

Holick, MF. Shedding new light on the role of the sunshine vitamin D for skin health. The LncRNA-skin
cancer connection. Exp. Dermatol. 23: 391-392, 2014.
Redondas, A., Carreño Corbella, V., Hernández Cruz, B., Berjón, A., J. López-Solano, S. F. León-Luis, y M.
Rodríguez Valido. Conceptos básicos de composición atmosférica: ozono total y radiación
ultravioleta. 2016.

Smith, R.L., y T. M. Smith. Ecología. Cuarta edición. Madrid, España: Addison Wesley, 2000.

Stavro Tirado, X. I. Implementación del protocolo de Montreal en Colombia. 2007.

Vega, M. V. S. La capa de ozono. Biocenosis, 21(1-2), 2016.

También podría gustarte