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MARCO TEÓRICO
Antecedentes de la Investigación
Al desarrollar una investigación es de suma importancia tomar en cuenta y examinar
diferentes trabajos que conducen a revisar el problema en estudio de manera que puedan ser
utilizados en diferentes ámbitos y ambientes con la finalidad de estudias los diferentes
aspectos a considerar y así obtener aportes que permitan sustentar la presente investigación.
Los mismos se deben presentar en orden cronológico. A continuación, se mencionan los
siguientes trabajos:
A nivel internacional
Los antecedentes presentados a nivel internacional guardan relación por cuanto estudian
la variable de suicidio, permitiendo mejorar la investigación desde lo teórico, pasando por
los instrumentos y propuestas realizadas. Además, son de suma importancia por cuanto
busca estudiar el suicidio en adolescentes, incluso a nivel universitario, aspecto este de
interés para esta investigación
Bases Teóricas
La base teórica presenta una estructura sobre la cual se fundamenta la investigación, sin
esta no se sabe cuales elementos se pueden tomar en cuenta y cuales no. Tomando como
base la variable en estudio, a continuación se presenta las bases teóricas de cada variable
dimensión e indicador estudiado referente al tema del suicidio.
Suicidio
El suicidio (del latín: suicidium) es el acto por el que una persona de forma deliberada
se provoca la muerte. Como se menciona se trata de un término que proviene de dos
vocablos latinos y una traducción aproximada podría ser matarse a sí mismo. Diversas
estadísticas ubican el suicidio como la cuarta causa de muerte más frecuente en todo el
mundo, con más de 9.000 intentos diarios.
Aunque en diversos países el suicidio o su intento son considerados un delito, en la
mayoría de las naciones occidentales no son punibles. Durante los siglos XX y XXI, el
suicidio mediante inmolación fue utilizado en algunas ocasiones a manera de protesta,
mientras que los ataques suicida, como el kamikaze, han sido empleados como una técnica
militar y terrorista. Pretendiendo emular las explicaciones biológicas, la Psicología sigue
adoptando concepciones fundamentadas en instancias y/oatributos de carácter interno que
dan lugar a interpretaciones reduccionistas y maquinistas que no aportan soluciones a este
complejo problema de salud pública. Resulta necesario desarrollar modelos explicativos
sobre el suicidio que, desde una perspectiva psicosocial permita el desarrollo tanto de
programas preventivos, como estrategias de prevención efectivas.
De acuerdo con Carmona Parra, Torbón Hoyos, Jaramillo Estrada y Areiza Sánchez
(2010), el suicidio debe analizarse desde una perspectiva interaccionista, ya que puede ser
una expresión de un acto individual gestado en la dinámica de esa persona con el mundo
que le rodea, en donde pueden intervenir factores sociales en la construcción y significación
del acto.
Según la teoría de las representaciones sociales, en el proceso de interacción con otras
personas se comparten los universos simbólicos que le otorgan sentido a la realidad y que
dirigen el accionar de las personas (Moscovici, 1979). Por tanto, la forma de entender el
suicidio depende de cómo, en un contexto social y cultural particular, se construye y
reconstruye el acto continuamente en un proceso de intercomunicación individual-social
(García Alba et al., 2011). Desde este punto de vista, se debe tratar de identificar el papel
de las instituciones y los grupos de pertenencia del individuo, ya que pueden influir en los
significados que se le den al suicidio, ya sea para estimularlo o desincentivarlo:
“Esta perspectiva interaccionista permite comprender los intentos de suicidios y los
suicidios en niños y adolescentes, como actos socialmente construidos, en los cuales los
factores biológicos, psicológicos y sociológicos tienen un lugar, pero no en calidad de
determinismos mecánicos, o variables independientes que explicarían el fenómeno como
una resultante o variable dependiente, sino como aspectos del mundo físico y simbólico con
los que los niños y adolescentes se relacionan de una manera activa, alterándolos,
transformándolos, interpretándolos, resignificándolos, recreándolos e incluso
reinventándolos (Carmona Parra et al.94-95)”
Asimismo, el suicidio no se puede explicar a partir de una única variable, ni se pueden
generalizar sus causas a todos los diferentes casos, pues cada uno responderá a la
conjunción de distintos factores. Por tanto, para efectos del diagnóstico, el suicidio no se
considera necesariamente como el resultado de un trastorno psicopatológico. Durkheim
explica el suicidio como “todo caso de muerte que resulte, directa o indirectamente, de un
acto, positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella que debía producir
ese resultado” (60). Usualmente se tiende a analizar cada caso de forma individual
identificando causas muy puntuales para cada uno; sin embargo, para Durkheim, las
verdaderas causas obedecen a fenómenos sociales.
Por tanto, no se debe confundir el evento detonante del suicidio que puede dotarlo de
ciertas particularidades con las verdaderas causas subyacentes. Como lo expresa el autor,
“los más diversos acontecimientos de la vida hasta los más contradictorios pueden
igualmente servir de pretexto al suicidio. Pero ninguno de ellos es su causa específica”
(Durkheim 406).
El suicidio en una sociedad es interpretado, por Durkheim (341), como un hecho social
que puede ser explicado a partir de las fuerzas sociales imperantes en esa sociedad, la cual
ejerce cierto control sobre los individuos, pues “es el único poder moral superior al
individuo, y cuya superioridad este acepta”, de manera que esa determina en gran parte las
acciones de sus integrantes, incluyendo el impulso de quitarse la vida.
En su análisis identifica tres tipos de suicidio de acuerdo con los diferentes controles
morales de la sociedad, a saber: egoísta, altruista y anómico. El primero se caracteriza
porque la persona no posee un vínculo con los grupos sociales que la rodean y, por tanto,
carece de un sentido de vida al no poder cumplir con su fin social. Recibe el nombre de
egoísta porque la individuación de la persona se vuelve excesiva. A partir de esto es
importante señalar que, en el caso contrario, si la persona mantiene un vínculo con la
sociedad se puede considerar un factor protector porque es capaz de encontrarle un sentido
a la vida, al considerar que cumple con su papel social.
El suicidio altruista, por su parte, se da cuando la persona tiene una relación demasiado
estrecha con sus grupos sociales, con lo cual pierde su individuación y se anula su
personalidad. Este tipo de suicidio es común en sociedades pequeñas donde existe un fuerte
control social y donde las personas viven las mismas circunstancias y condiciones,
impidiendo así que el individuo se distancie del grupo.
Por último, el suicidio anómico es aquel que se da en sociedades desorganizadas, donde
las reglas no logran regular las acciones de las personas y, por tanto, no existe una esfera
social como en el suicidio egoísta; pero en este caso se vislumbra esa falta en la carencia de
reglas para regular las pasiones individuales.
La ideación suicida
En este sentido, se ha hablado de la «dinámica del suicido» que consiste en tres fases: la
primera “fase ideativa”, en la que el paciente fantasea con la idea y sus consecuencias,
seguida de la “fase de lucha”, con angustia intensa, y, por último, la “fase de relajación”
ante una decisión ya tomada. No obstante, junto a esta visión, producto de “prolongadas
rumiaciones”, el suicidio también puede producirse como una conducta impulsiva
ocasionada por una situación estresante aguda.
Suicidio en adolescentes
La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay
que reconocer y diagnosticar la presencia de esas condiciones tanto en niños como en
adolescentes y se debe desarrollar un plan de tratamiento apropiado. Cuando hay duda en
los padres de que el niño o el joven pueda tener un problema serio, un examen siquiátrico
puede ser de gran ayuda.
Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son similares a los de la depresión. Los
padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el
adolescente está contemplando el suicidio:
Autopsia psicológica
El suicidio impacta en todos los ámbitos del adolescente y a nivel social, por lo que la
prevención de este fenómeno comienza con programas de prevención, a partir de la
promoción de la Salud Mental, la formación de programas de "escuelas para padres" y la
importancia de alfabetizar a los padres, para la detección de la conducta suicida y la
atención multi-disciplinaria especializada; proporcionar información sobre el perfil de la
conducta suicida dentro de la familia, en la escuela como el principal núcleo social del
adolescente, así como en los clubes sociales, y el uso de la tecnología a la que tiene acceso
el adolescente, permitiría la réplica de la información y la detección temprana por parte de
sus compañeros, profesores y orientadores escolares aplicando estrategias de intervención y
derivando hacia una atención psiquiátrica y psicológica. Se ha mencionado que los
programas cognitivo-conductuales para la crianza, el asesoramiento escolar, el tratamiento
psicofarmacológico, la terapia individual y la terapia grupal cognitivo-conductual son
favorables en la reducción de la ansiedad y la depresión en adolescentes víctimas de
agresión y para la prevención de la conducta suicida. Los factores de protección ante este
fenómeno son fomentar una alta autoestima, el bienestar emocional a partir de las
relaciones familiares y con amigos, la integración en grupos sociales, promover el ejercicio,
la dieta y sueño adecuados, que fomenten una vida saludable física y emocionalmente.
En la Tabla 3 se describen los comentarios frecuentes de aviso de planes o intentos de
suicidarse; y en la Tabla 4 se presenta un resumen sobre las medidas para prevenir el
suicidio en los adolescentes.