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Daniel Soberón Blanco 8/06/19

El Nuevo Rey

Aún siendo temeraria la pretensión, el nuevo príncipe da un análisis valioso de una


coyuntura muy norte americana. La descripción de dicha coyuntura de los últimos años
del siglo pasado y el ejercicio de prospectiva en el que vislumbra nuevas reglas.
Algunas de estas sorprenden por su carácter contra intuitivo. De entre estas me voy a
concentrar en la trampa que identifica en la burocracia y el aparato que simple y
llanamente es el enemigo interno de cualquier político exitoso con hambre de cambio y
de ser fiel a cambios planteados durante su campaña. Si bien coincido con muchas de
sus consideraciones destacaré sólo algunas por cuestiones de espacio.

Otras reglas tacitas de muchas campañas y proyectos políticos que creen que el
dinero es el principal factor. No se trata simplemente de dinero, “Money in politics is not
nearly as important as everybody thinks it is. Message is vastly more important” Morris
D. (1999, p.27) De manera acorde, el mensaje pasa a ser lo más importante y si bien se
requiere dinero para difundir dicho mensaje apropiadamente, no se trata de las
cantidades ingentes de dinero que se asume que una visión pragmática de la política y
sus estrategias de campaña requieren.

Pero esta perspectiva del cambio en el pragmatismo, también nos lleva a


considerar que una audiencia como la actual, con la irrupción de Twitter, Facebook y
Youtube, que sólo se podía vislumbrar en aquellos años. En efecto, se puede
considerar “information junkies” a la sociedad mexicana, sobretodo la menor de 35 años
(porcentaje importante de la población), pues el acceso abrumador a cantidades
ingentes de información les es, si acaso, menos ajeno. Por lo que tenderán a
preocuparse más por cuestiones sociales que puramente económicas.
Es en parte una comprensión de las nuevas formas del electorado, sus
características actuales y el sopeso de por un lado una genuina preocupación por el
electorado y lectura de sus preferencias y una danza mortal con un aparato de estado
destinado a ser sumamente reacio al cambio, por decirlo poco. “The permanent
bureaucracy of the excecutive branch of a democratic government is dedicatd to a
single misión: To change nothing. Left or right matters Little. They are neither liberal nor
conservative. They are in favor of things as they are.” Morris D. (1999, p.89) La agenda
y planteamientos de cambio, se deben concebir con información, datos, soporte técnico,
opiniones legales, flexibilidad presupuestaria y capacidad de movilizar personal de
estos “agentes de obstrucción”. Morris D. (1999) Se hace hincapié en que no es nada
personal y la naturaleza del cargo, las circunstancias propias de los trabajadores de las
dependencias públicas y su implicación en un sistema que conocen y que en muchos
casos ayudaron a crear, hacen de su oficio uno proclive a la defensa a ultranza del
status quo.

De especial interés por circunstancias personales. Logro constatar en mi empleo


en una secretaría de gobierno de la ciudad. Siendo que el área de Comunicación Social
de cualquier dependencia, debe coordinar y fomentar la imagen publica de la secretaria
y sus funcionarios. Es palpable el recelo en un grupo que conoce otras
administraciones, ha trabajado bajo otras dinámicas y ve la incorporación de nuevos
elementos y la partida de otros como una amenaza directa a su trabajo y de hay que se
muestren profundamente recelosos de cualquier cosa. De ahí que comprendo lo tajante
y no considero exagerada la aseveración de sobrehumano que nos ofrece Dick Morris.
“The energy it takes to keep change on course and bring it through bureaucratic, legal,
procedural, polítical, and financial shellfire is almost superhuman. Yeti t is the central
challenge of any elected oficial.” Morris D. (1999, p.94) La situación actual en la que una
nueva administración cumple seis meses de encargo y ha visto al lobo a los ojos, siente
la presión de dicho reto, central en una campaña de masas que no ha hecho más que
prometer cambios profundos, inmensos y para muchos irrisorios. Como acabar con la
corrupción de un sistema que incluso analizado en un contexto de menor corrupción fue
descrito de tal manera.

Ahora bien, la visión de las votaciones masivas por internet, no la vemos como
tal y existe un componente profundamente estadounidense en la visión del autor, una
que si bien se dice pragmática y lo es en cierto sentido, no deja de tener un
componente romántico. En el que el bien triunfa y la democracia liberal norte
americana, como paladín del buen mensaje y la energía de cambio resolverá todos
nuestros males. Su sueño de la democracia “jeffersoniana” pura no está aquí y
observamos más bien un híbrido que nos tiene en un lugar intermedio, en el que el
pulso de lo que quiere el electorado todavía se mide de con el callo de años de juego
político y las redes sociales participan de maneras diversa y mucho más complejas de
lo que Dick Morris, vislumbró en su utopía democrática de finales del siglo pasado. “We
are about to enter an era of pure Jeffersonian democracy, where Internet town meetings
will convey daily or weekly advice to ellected officials and structure most of the major
desicions on important issues.” Morris D. (1999, p.252)
Lo cierto es que comparto su entusiasmo y coincido plenamente en que la
cuestión ambiental requiere de un compromiso de dicha envergadura en la que la
ciudadanización de la democracia se vuelque ya no sólo a la vorágine de la información
y a una movilización política decidida y constante, diaria, como lo plantea el autor, que
incentive la crítica y presione al gobierno despojándolo de algo del poder que parece
acumular a raudales.

Fuentes documentales:
Morris D. (1999) The New Prince. Los Angeles: Renaissance Books.

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