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Guion de Teatro El Avaro
Guion de Teatro El Avaro
ESCENA CUATRO
ELISA, MARIANA, FROSINA, HARPAGÓN, VALERIO, MAESE ESCENA CINCO
SANTIAGO Y EL COMISARIO. ANSELMO, HARPAGÓN, ELISA, MARIANA, FROSINA, VALERIO,
MAESE SANTIAGO Y EL COMISARIO.
VALERIO: Debe saber que mi corazón es demasiado orgulloso como
ANSELMO: ¿Qué sucede, señor Harpagón? Lo veo muy alterado. para apoderarme de lo que no me pertenece, y que todo el Perú
HARPAGÓN: ¡Ah, señor Anselmo! Soy el más desgraciado de los puede dar testimonio de mi nacimiento.
hombres. ¡Aquí me tiene perdido en el más grave de los enredos ANSELMO: Cuidado con lo que va a decir. Se arriesga más de lo que
para el contrato que viene a formalizar! Se me asesina en la cree, porque está frente a un hombre que conoce todo el Perú y
fortuna, se me asesina en el honor. He ahí un traidor, un asesino puede juzgar con claridad la historia que cuente.
que ha mancillado los más sagrados derechos. Se ha metido en mi VALERIO (Se pone orgullosamente el sombrero.) - Nada temo. Si
casa bajo el título de sirviente para robarme el dinero y seducir a mi conoce todo el Perú, ha de conocer quién es don Tomás de Alburcy.
hija. ANSELMO: Sin dudas, pocos lo han conocido mejor que yo.
VALERIO: ¿Quién piensa en su dinero, con el que ha armado HARPAGÓN: A mí me importa un cuerno don Tomás y don Martín.
semejante galimatías? ANSELMO: Por favor, dejémoslo que hable.
HARPAGÓN: Sí, se han dado promesa de matrimonio. Esta afrenta VALERIO: Lo que tengo para decir es que es el mi padre.
le concierne, señor Anselmo, y es usted quien debe pedir cuentas y ANSELMO: ¿Él?
vengar su insolencia. VALERIO: Sí.
ANSELMO: No es mi deseo desposarla a la fuerza ni pretender un ANSELMO: ¡Vamos! Se burla. Busque otra historia más eficaz. No
corazón que no se me entregaría, pero por su interés estoy pretenderá salvarse mediante este disparate.
dispuesto a hacer de cuenta como si fuesen los míos. VALERIO: Procure hablar mejor. No es un disparate, ni digo nada
HARPAGÓN: Aquí tiene un honrado comisario que según ha dicho, que no pueda comprobar.
no olvidará las funciones de su oficio. (Al comisario.) Haga los ANSELMO: ¿Osa decirse hijo de don Tomás de Alburcy?
cargos que correspondan, señor, y que todo sea extremadamente VALERIO: Sí, y puedo sostenerlo ante quien sea.
riguroso. ANSELMO: ¡Qué audacia! Debe saber que el hombre de quien habla
VALERIO: No sé qué cargo se me puede hacer por la pasión que hace dieciséis años por lo menos que murió en el mar con su esposa
siento por su hija ni a qué suplicio puedo ser condenado por y sus hijos queriendo salvar sus vidas. Después de un accidente.
nuestro compromiso cuando se sepa quién soy ... VALERIO: Sí, y debe saber que su hijo de siete años, junto con un
HARPAGÓN: Me burlo de tus cuentos. El mundo está lleno de esa criado, fue salvado de ese naufragio por un navío peruano y que
clase de ladrones; falsos nobles; de esos impostores que sacan este hijo salvado es quien le habla. Sepa que el capitán de ese
ventaja y se revisten con el primer nombre ilustre que les viene a la navío, impresionado por mi condición, me tomó afecto y me hizo
cabeza. educar como a un hijo suyo; que las armas fueron mi ocupación
desde que tuve edad para ello; que supe después que mi padre no
había muerto como siempre había creído; que yendo a buscarlo, tras agotadores viajes, a buscar en el himeneo con una dulce y
una casualidad me hizo encontrar a la encantadora Elisa; su visión prudente joven el consuelo de una nueva familia. Una vez que
me ató a su belleza y la violencia de mi amor tanto como la encontré el medio de liquidar mis posesiones me establecí aquí, con
severidad de su padre me hicieron tomar la resolución de el nombre de Anselmo, para alejar de mí la pesadumbre que me
introducirme en su casa y enviar a otro en busca de mi padre. invocaba el otro nombre.
ANSELMO: ¿Qué testimonios que no sean su propia palabra pueden HARPAGÓN: ¿Es éste su hijo?
dar fe de que todo esto no sea una fábula? ANSELMO: Sí.
VALERIO: El capitán, un sello de rubíes que pertenecía a mi padre, HARPAGÓN: Pongo pleito por los diez mil soles que me ha robado.
una pulsera de ágata que mi madre me había colocado en el brazo y ANSELMO: ¿Él, robarle?
el viejo Pedro, el criado que se salvó del naufragio conmigo. HARPAGÓN: Sí, señor.
MARIANA: ¡Ay! Por tus palabras puedo responder que no eres un VALERIO: ¿Quién le ha dicho eso?
impostor; todo cuanto acabas de decir demuestra que eres mi HARPAÓN: Maese Santiago.
hermano. MAESE SANTIAGO: Nada digo.
VALERIO: ¿Cómo? HARPAGÓN: Y aquí está el señor comisario, que le ha tomado
MARIANA: Sí, mi corazón se ha emocionado al escucharte hablar. declaración.
Nuestra madre me ha narrado las desgracias de nuestra familia. El VALERIO: ¿Puede creerme capaz de acción tan ruin?
cielo no nos hizo perecer en aquel triste naufragio, pero no nos HARPAGÓN: Capaz o no capaz, quiero recuperar mi dinero.
salvó la vida a cambio de la libertad. Fueron piratas los que nos
recogieron a mi madre y a mí de los restos del barco. Después de ESCENA SEIS
diez años de esclavitud, una feliz casualidad nos devolvió la libertad CLEANTO, VALERIO, MARIANA, ELlSA, FROSINA, HARPAGÓN,
y regresamos a Perú, donde encontramos todas nuestras ANSELMO, MAESE SANTIAGO, FLECHA Y EL COMISARIO.
posesiones liquidadas y sin noticias de nuestro padre.
ANSELMO: ¡Cielos, cómo son tus designios! ¡Sólo a ustedes les CLEANTO: No se atormente, padre, ni acuse a nadie. Tengo noticias
corresponde obrar milagros! Abrácenme, hijos míos. de lo sucedido, y vengo a decirle que si deja que despose a
VALERIO: ¿Pero es usted nuestro padre? Mariana, su dinero será devuelto.
MARIANA: ¿Es por usted por quien mi madre tanto ha llorado? HARPAGÓN: ¿Dónde está?
ANSELMO: Sí, hijos míos, yo soy don Tomás de Alburcy, a quien el CLEANTO: No se preocupe, respondo del lugar donde se encuentra;
cielo salvó de las olas, con todo el dinero encima, y al haberlos todo depende de mí. Usted debe decirme qué decide, puede
creído muertos a todos durante más de dieciséis años, se disponía, escoger entre darme a Mariana o perder su dinero.
HARPAGÓN: ¿No han sacado nada del cofre? MAESE SANTIAGO: ¡Ay! ¿Qué hay que hacer entonces? Me dan
CLEANTO: Nada. Vea si es su designio acceder a este matrimonio y bastonazos por decir la verdad y se me quiere colgar por mentir.
unir su consentimiento al de su madre, que le ha dado libertad para ANSELMO: Señor Harpagón, hay que perdonarlo.
elegir entre nosotros dos. HARPAGÓN: ¿Pagará usted al comisario?
MARIANA: Sabe bien que ese consentimiento no basta y que el ANSELMO: Sí, lo haré. Corramos a compartir nuestra alegría con su
cielo, junto con un hermano acaba de darme un padre y de ese madre.
padre puede obtenerme. HARPAGÓN: Y yo, a recuperar mi querida cofre. ¡¡Mi dinero!!
ANSELMO: El cielo, hijos míos, no me los ha devuelto para que esté ….FIN….
en contra de sus sentimientos. Señor Harpagón, aceptará que la
elección de una joven debe recaer en el hijo antes que en el padre.
Consienta, como yo.
HARPAGÓN: Para buscar consejo, necesito mi dinero.
CLEANTO: Lo encontrara sano y salvo.
HARPAGÓN: No tengo dinero para casar a mis hijos.
ANSELMO: Yo tengo suficiente. No se preocupe.
HARPAGÓN: ¿Se compromete a correr con todos los gastos de
ambos matrimonios?
ANSELMO: Sí, me comprometo. ¿Está satisfecho?
HARPAGÓN: Sí, si además me encarga un traje para la ceremonia.
ANSELMO: De acuerdo. Vamos a disfrutar de la alegría que este día
nos ha deparado.
COMISARIO: Momento, señores, de a poco, si les place. ¿Quién va a
pagarme mis escritos?
HARPAGÓN: Ya no los necesitamos.
COMISARIO: Así será, pero no pretendo haberlos hecho a cambio
de nada.
HARPAGÓN (Señalando a MAESE SANTIAGO.) - Como honorarios
aquí le entrego un hombre para que lo ahorque.