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Danza: La Consagración de la Primavera supuso en el ámbito de la danza un cambio radical con la

tradición de los Ballets Rusos y con la tradición del Ballet Clásico. Es la pieza de danza del Siglo XX
por excelencia, la coreografía original de Nijinski se perdió y, a través, de notas y dibujos, se pudo
reconstruir lo más fielmente posible en 1987 en el Joffrey Ballet.

El Ballet ha sido coreografiado por la mayoría de las grandes personalidades del mundo de la danza
como Maurice Béjart en 1972, Pina Bausch en 1975 y, una de las más recientes, a cargo del coreógrafo
Xavier Le Roy en 2007.

Argumento: Describe la historia, sucedida en la Rusia antigua, del rapto y sacrificio pagano de una
doncella al inicio de la primavera que debía bailar hasta su muerte a fin de obtener la benevolencia de
los dioses al comienzo de la nueva estación. Para ello, se sirve de imágenes musicales de gran
plasticidad, evocando escenas primitivas en cuanto a diversos ámbitos de la vida.

Estilo: A diferencia de los ballets anteriores, obras más «rusas» y menos «rupturistas», Stravinski se
atrevió, en esta obra, a innovar más de cuanto la corriente modernista francesa (una de las
vanguardias en aquel momento) se había atrevido a hacer. Su estreno, como podía esperarse, supuso
un estrepitoso fracaso: el público comenzó a abuchear la obra cuando ésta aún no había finalizado.
La crítica por su parte estaba dividida entre los maravillados modernistas franceses, y los reaccionarios
autores románticos y post-románticos, que la consideraron como una sucesión estruendosa e
incomprensible de sonidos y ruidos.1
La innovación de esta obra se produjo fundamentalmente en varios ámbitos musicales:
Ritmo:

El autor prescinde de las típicas secuencias que caracterizaban hasta el momento toda obra (por
ejemplo: Introducción, Tema principal, Variación 1, Variación 2...), adquiriendo una estructura lineal,
prácticamente carente de repeticiones. Además, no hay sincronía y acompasamiento ni entre las
distintas voces de los instrumentos, ni entre sí mismas a lo largo del tiempo, lo que produce en el
oyente esa sensación de imprevisión, impulso, brutalidad y desorden. Por otra parte, los ritmos
utilizados se vuelven irregulares por el constante cambio de compás, por el uso de compases
complejos o por la utilización de la síncopa para alterar la posición de las partes acentuadas de los
compases. Hay pulsación en el ritmo, naturalmente, pero la duración no es siempre la misma y unas
son más largas que otras. Este tipo de figura de pulsación desigual tiene un nombre propio: se llama
ritmo Aksak (que en turco significa «cojo»), y es propia de la tradición de muchos pueblos del este de
Europa, ya que los turcos lo llevaron a los pueblos eslavos. De nuevo algo antiguo suena realmente
nuevo.

Melodía: Sin llegar a la destrucción del sistema de octavas, y la adopción de la música dodecafónica,
es frecuente en esta obra el uso de disonancias, así como de líneas musicales (bien de fondo o como
figura principal) que no respetan estrictamente las líneas marcadas por las modalidades y las escalas,
sino a veces meramente onomatopéyicas, todo con una función figurativa al servicio de una mejor
representación plástica. Es importante señalar que para la creación de estas melodías Stravinsky
utiliza escalas y modos «antiguos» que se asemejan a los actuales pero en realidad no son del todo
ni mayor ni menor. Con ello consigue un cierto efecto de antigüedad. También emplea pocas notas en
la escala para crear melodías de poco recorrido (antaño dependían por completo de la voz para ser
ejecutadas y no se permitían registros amplios para comodidad del intérprete vocal) y pocos saltos.
Además son muy repetitivas. Otras se basan incluso en escalas pentatónicas de 5 notas.

Armonía: Como resultado de la superposición de líneas melódicas, la armonía que se obtiene se aparta
de la tonalidad clásica. Esta armonía no tiene función estructural, como sucede en Schönberg, sino
que muchas veces se compone de una simple acumulación de notas. El acorde sacre, el acorde más
representativo e importante de esta composición cuya sonoridad es muy particular y disonante, es un
ejemplo claro de la intencionalidad de Stravinsky de guiarse no tanto por la funcionalidad sino por la
sonoridad, Stravinsky insistió durante toda su vida en que no podía justificar como lo había construido,
que simplemente había sido el gozo de escucharlo lo que le llevó a decantarse por él. El uso de
estratificación de terceras, o clúster. La obra está cerca del atonalismo pero con un sentido muy
estricto, aunque se usen acordes disonantes, con intervalos aumentados o disminuidos, todo tiene un
sentido además de la capacidad del autor, para dar brillo a la obra y sacar la sonoridad que se
pretende.
Orquestación: Stravinsky desarrolla aquí una sonoridad completamente nueva. Abundan los efectos
percusivos, agresivos y violentos, desaparece el sonido expresivo y melódico de los instrumentos de
cuerda y se favorece el predominio de la percusión y los instrumentos de viento, evocadores de una
naturaleza salvaje y primitiva. En algunos momentos el uso de los instrumentos de viento madera
(corno inglés, flauta contralto) tiene un efecto exótico y evocador. El solo de fagot en el registro agudo
con el que comienza la obra ya indica que nos encontramos en un mundo totalmente nuevo en lo que
a la sonoridad orquestal se refiere. Otro tipo de recurso instrumental utilizado a menudo en la obra de
Stravinsky es la mixtura de sonidos. Esta en concreto entre flauta contralto y violín solo tocando en
armónicos una escala pentatónica como las de antes es realmente inusual. Merece la pena destacar
igualmente el curioso papel reservado a las cuerdas en esta composición. Los violines, que por lo
general son los encargados de llevar el peso de la obra, se limitan prácticamente a funciones de
acompañamiento rítmico tocando notas breves y repetitivas, sin participar del protagonismo habitual.
De hecho trata la cuerda de un modo rudo y áspero, como un instrumento de percusión.

Debido a su condición de primera obra claramente rupturista, y a la dificultad de su audición


(especialmente para los oídos acostumbrados a los compases barrocos, neoclásicos y románticos),
esta obra puede considerarse para el oyente como una obra inicial de la música clásica del siglo XX.
A partir de Stravinski, el estilo rupturista domina todo el panorama musical europeo en todas sus
dimensiones, como la melodía, la forma y el timbre. De hecho, en ninguna otra obra de Stravinski
encontramos la misma voluntad de romper deliberadamente contra todo lo anterior, por lo que el
escándalo de esta obra no se repetirá.
Historia:
Teatro de los Campos Elíseos (París), donde se estrenó el ballet.

La consagración de la primavera es una obra musical para orquesta compuesta en 1913 por el
compositor ruso Ígor Stravinski. El autor la compuso como parte integrante de la serie de ballets
creados para la compañía de Serguéi Diáguilev, «Les Ballets Russes», presentados en París en la
década de 1910, entre los que también se encuentran El pájaro de fuego y Petrushka.

Aksak, que significa "cojo" en turco, es un patrón rítmico o pie métrico propio de la música tradicional
de los Balcanes, Turquía, Irán y Afganistán, que se caracteriza por la amalgama de compases de
subdivisión binaria y ternaria, como por ejemplo 3/4 + 3/8 o 2/8 + 6/8. Comenzó a usarse en la música
occidental a en el siglo XX principalmente de la mano de Stravinsky y de Bartók, quien lo denominó
"ritmo búlgaro".

Las amalgamas de compases de subdivisión binaria y ternaria similares al aksak son propias de la
música andaluza, particularmente abundantes en el género flamenco.

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