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Historia de Francia

Francia es uno de los estados más antiguos de Europa, aunque Francia sólo aparece con tal
nombre a partir de la Edad Media en una fecha difícil de precisar de manera irrefutable. Se
reconoce cabalmente a la Galia como antecedente histórico de Francia, si bien la Galia ocupaba
una superficie europea ligeramente más extensa que la Francia actual.
En las guerras hegemónicas europeas Francia intentó imponerse varias veces y por ello en
distintas épocas hubo de enfrentarse a casi toda Europa (por separado, o junta como
contrapeso al expansionismo francés). Así sucedió con Carlomagno (Carlos I, "El Magno") en el
siglo IX, Luis XIV ("El Rey Sol") en el siglo XVII, y Napoleón I Bonaparte (Napoleón "El
Grande") en el siglo XIX.

Prehistoria:
Existen importantes restos del paleolítico inferior en el río Somme y los Pirineos tradicionales
(Hombre de Neandertal), así como en La Chapelle-aux-Saints, Le Moustier y La Ferrasie. Del
paleolítico superior hay abundantes vestigios de los hombres de Cro-Magnon, Grimaldi y
Chancelade, datados en unos 25.000 años de antigüedad, los cuales están ubicados en el valle
de Dordoña.[1] Entre las más famosas pinturas rupestres del mundo están las de Lascaux y de
Font de Gaume, en los Pirineos franceses.
En el mesolítico algunas actividades agropecuarias fueron reemplazando en importancia a las
cuevas, y en el neolítico (desde el III milenio A.C.) surgió la cultura megalítica (que empleó
menhires, dólmenes y enterramientos). Desde alrededor de 1500 A.C. se inicia la edad del
bronce, desarrollándose rutas comerciales.
Se ha encontrado utillaje de la industria achelense del homo erectus de hace 900 ó 1000 años
en la gruta Le Vallonnet, en el sur de Francia. La edad del hierro y las culturas celtas se ubican
dentro del I milenio A.C.

Edad Antigua:
Lo que hoy es Francia, antes fue conocido con el nombre de Galia. La Galia estaba poblada por
los galos, pueblo celta de origen indoeuropeo. Sus fronteras quedaron parcialmente
estabilizadas por el norte con el actual Canal de la Mancha, por el oeste con el Golfo de Vizcaya
(Océano Atlántico), por el sur con los montes Pirineos y el mar Mediterráneo, y por el este con
el río Rhin (que lo separaba de la Germania) y los montes Alpes (que lo separaban de Italia).
Los celtas galos protagonizaron las civilizaciones de La Téne y Vix. En el sur de la Galia se
establecieron los griegos (jonios), quienes fundaron Massalia (Marsella), Agde, entre otras (s.
VIII- VI a.C.).
Cayo Julio César venció al jefe Galo Vercingetorix en el año 51 A.C., creando un colchón
entre Roma y los pueblos germanos, que con sus migraciones acosaban Roma de forma
periódica. Luego se produjo un genocidio que disminuyó considerablemente a
la población gala. Ello facilitó la rápida latinización, pero también la obra que no
mucho tiempo después empezaron a realizar los primeros misioneros cristianos que
progresaban expandiéndose dentro de las fronteras del imperio romano. Así, la mayor parte de
la céltica Galia no tardó en hacerse latina y cristiana. Lugdunum (Lyon) se volvió un
importante centro religioso cristiano. La Galia latina y cristiana cada vez más enriquecida,
alcanzó importantes niveles culturales que sobrevivían incluso a las invasiones bárbaras.
Tiempos después de la invasiones bárbaras los germanos se volvieron latinos y hubo la
necesidad de declarar la guerra a los alemanes.

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