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APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.

Definición de la administración pública:

Es el conjunto de órganos administrativos que desarrollan una actividad para el


logro de un fin (bienestar general), a través de los servicios públicos (que es el
medio de que dispone la administración pública para lograr el bienestar general),
regulada en su estructura y funcionamiento, normalmente por el
derecho administrativo.

Elementos de la administración pública:

Los elementos más importantes de la definición dada se pueden resumir y explicar


de la siguiente manera:

El órgano administrativo:
La actividad que la administración realiza; finalidad que pretende el estado
a través de la administración; y, el medio que la administración pública dispone
para la realización de sus propósitos.

Órgano administrativo:
Son todos aquellos órganos que pertenecen a la administración pública y que son
el medio o el conducto por medio del cual se manifiesta la personalidad del
estado.

Actividad administrativa:
Esta actividad se desarrolla a través de la prestación de los servicios públicos, a
los cuales está obligada la administración pública para el logro de su finalidad.

Finalidad:
la finalidad es "el bien común" o "bienestar general" de toda la población en
general, elemento no sólo doctrinario sino constitucional, expresado dentro del
artículo 1o. que establece que el estado se organiza para proteger a la persona y
a la familia, y su fin supremo es el bien común.

El medio:
El medio que la administración pública utiliza para el logro del bienestar general o
el bien común es el servicio público.

Precisión de las características del concepto de administración pública. Desde las


civilizaciones antiguas las sociedades humanas han debido suministrar los
recursos con los cuales hacían y hacen frente a sus constantes necesidades.
Inicialmente el grupo que controlaba el poder en la comunidad era el mismo que
determinaba cuál era la mejor forma de satisfacer los requerimientos comunales.
Hasta el siglo XVIII, como hemos explicado, la idea de estado se encontraba
confundida con la persona del monarca, basta recordar la frase de Luis xv, con la
cual se ilustra el fenómeno de plenipotencia al ser él, el máximo exponente del
absolutismo: “el estado soy yo”.

Con el advenimiento de la ilustración en occidente, la precisión de los elementos


que integran el estado moderno, tal y como hoy lo conocemos, se conformaron
plenamente.

El gobierno se entendió, a partir de las ideas de los filósofos políticos de la época,


sólo como uno de los elementos del fenómeno estatal, al cual, la población que es
la esencia de la existencia del estado, le puede organizar, estructurar y modificar
para lograr el beneficio de la sociedad. Hoy la mayor parte de los estados del orbe
han conformado su estructura gubernamental según las pautas de la división de
poderes; que fue la respuesta que Montesquieu encontró para ofrecer una
solución al absolutismo despótico que privó en Europa.
Así en su obra, Montesquieu explica que:
La diversidad de actividades que el monarca efectúa al realizar su gobierno, se
encuentran bien definidas, y pueden resumirse en tres: la actividad legislativa, la
actividad ejecutiva y la actividad judicial. Indicábamos también que Montesquieu
mencionaba que para evitar el absolutismo, y consecuentemente las
arbitrariedades cometidas por los reyes, lo deseable es que esas tres funciones,
quedaran depositadas para su ejercicio, entres órganos, la legislativa en el
congreso, la ejecutiva en el rey, y la judicial en la suprema corte de justicia, y que
es a esto a lo que se conoce comúnmente como división de poderes. Respecto a
la función ejecutiva, depositada en nuestro estado en la persona del presidente de
la república, consideramos que dicha función debe ser conceptuada como función
administrativa.
LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y EL ESTADO.

En el pensamiento y práctica política los procesos de reforma del estado son


programas intensos que requieren administraciones públicas que se ajusten a las
expectativas de una variedad de grupos sociales que no se administran por sí
mismos. los gobiernos, a través de los ordenamientos constitucionales, procuran
determinar funciones y fuentes de legitimidad para la administración pública, a
pesar de las concepciones legales o constitucionales o la forma que adoptan; las
funciones de ésta dependen tanto de la práctica política de esos valores como del
modelo de estado en el que tiene su origen: administrar los asuntos públicos. En
este sentido, el objetivo del trabajo será plantear que cualquier cambio dentro de
las organizaciones, y en especial de la administración pública, se desprende de
una comprensión del contexto del estado. De este modo, los diferentes
paradigmas del estudio de lo público y lo administrativo tienen su origen en la
discusión sobre sus diferentes configuraciones. En términos generales, las
transformaciones observadas en los estados desarrollados son bastante similares
desde la perspectiva de su administración pública. Son un conjunto de la
búsqueda de una conciliación espacio del divulgador fenómenos como la
preocupación por la eficiencia jurídica, la prestación de servicios, la eficiencia y
eficacia pública, con la consiguiente orientación al ciudadano, supuestos de
descentralización territorial y funcional, mayor participación de las organizaciones
no gubernamentales en la gestión de servicios, entre otros. También son intentos
de reducir el exceso de leyes y reglamentos, fórmulas para generar instrumentos
que fortalezcan la idea de servicio público de calidad, tan necesario actualmente.
Suponemos que toda reconstrucción analítica de las políticas gubernamentales y
las burocracias tiene que ser analizada como una parte vinculada a un fenómeno
más amplio: el estado. Los distintos procesos de modernización administrativa,
innovación gubernamental o sencillamente reforma son constantes a lo largo de
los últimos años, en los que han sucedido intentos y propuestas para buscar la
adecuación estructural y funcional de la administración pública a la compleja y
plural realidad en que vivimos. Antes la gestión pública se desenvolvía frente a
públicos masivos y anónimos. Hoy el modelo de estado se encuentra en el debate
de la vida ciudadana y en la deliberación de las instituciones gubernamentales:
gobernar en la era de la posmodernidad significa tomar en cuenta al público
ciudadano y a las diversas formas de asociación civil que dan cauce a los nuevos
movimientos sociales. Entre forma de gobierno y régimen administrativo se
presentan relaciones directamente proporcionales. La administración pública para
que pueda progresar al compás de la sociedad en que vive debe funcionar para la
sociedad misma, recoger sus demandas y canalizarlas nuevamente hacia ella.

1. estado capitalista y administración pública:

La administración pública en el estado capitalista es una institución del estado. Se


ejerce como centro del poder y participa en la organización de las clases
dominantes. Como tal, es la administración del estado, es la organización pública
de las clases dominantes y una institución de clase: crea y reproduce las
condiciones de la producción capitalista. Como institución estatal, contribuye a la
unidad de la sociedad, la tutela y le sirve a las clases dominadas, garantías que en
el capitalismo sirven para reproducir las relaciones de producción. El capitalismo
reproduce capital y la administración pública debe producir bienes y servicios que
lleguen a todas las clases sociales, en especial a las más desprotegidas para así
mantener su relación con el estado. Su fundamento social y político en el estado
capitalista es la separación del estado y la sociedad, separación de la cual brota
una necesaria intermediación de las clases y ella. Vive en el modo de producción
capitalista por cuanto existe como condición histórica específica del divorcio entre
el estado y la sociedad, también en cuanto tiene la función de mediar entre ambos
(przeworski, 1990). La administración pública capitalista es una forma de
relacionar al estado con la sociedad, es decir, una forma de vincular lo general con
lo particular dentro de un terreno donde las clases están presentes. Como,
administración del estado, parte de la universalidad de su propio carácter político
para concentrarse en las particularidades de la sociedad civil. Precisamente aquí
está la clave de su estudio: la acción gubernamental, como administración del
estado, se caracteriza por individualizar su acción cuando entra en contacto con la
sociedad (Marshall y Bottomore, 2005). Podemos resaltar cuatro condiciones de la
administración pública en el estado capitalista:

a) es un ente real, ya que sus condiciones fundamentales se concretan a la


división del estado y la sociedad. Si es una mediación, como tal solo puede
relacionar entes separados; de este modo la existencia real de la administración
pública capitalista supone el divorcio de la sociedad y el estado

b) la escisión de la sociedad y el estado crea la división entre vida pública y vida


privada. Mientras la sociedad contiene al individuo egoísta, al individuo privado, el
estado supone al ser colectivo, al ciudadano, pero como ser abstracto formal. A su
vez, el divorcio entre vida privada y vida pública produce la distinción entre
actividades privadas asumidas por individuos, por particulares, en su beneficio, lo
mismo que las funciones públicas atribuidas al estado.

La administración pública como interés común se opone al particular, éste último


integrado en algún organismo civil de la sociedad, es decir, la administración
privada.

c) las formas de mediación entre la sociedad y el estado. El hecho primario es la


existencia objetiva de la mediación y el segundo las formas que adopta. En el
capitalismo, el estado y la sociedad son diferentes; por lo tanto, la administración
pública aparece como una relación entre los dos debido a la necesidad objetiva de
la mediación. De ahí que la dualidad de la relación, clases sociales y
administración pública, sociedad y estado, sea una característica típica del modo
de producción capitalista

d) las formas de relación están organizadas en delegaciones, hacia el siglo XIX las
clases organizaban su delegación en el poder legislativo, actualmente incluyen
también a las corporaciones y a los gremios clasistas.

2. estado gerencial y la gerencia pública

El estado gerencial o empresario es el garante de la igualdad ante la ley. Cuando


el estado gerencial ejerce sus funciones se evitan los riesgos de un
quebrantamiento del orden instituido y su alejamiento de la sociedad. Cuando el
estado obra con apego a su razón de ser se rige en una organización unida a
valores institucionales que legitiman su desenvolvimiento en la sociedad como en
el mercado. Lo estatal pertenece al ser del estado; no es equivalente a estatismo o
burocratismo. Estas son anomalías, disfunciones y patologías que dañan su
esencia y provocan mediante prácticas, costumbres y procesos que la vida pública
sea dañada por lo oneroso de sus costos, por su improductividad y porque son
contrarios a los beneficios públicos. El estado debe apoyar y vigilar lo que es y lo
que se hace en el mercado –la idea de uno que sea pasivo, neutral, externo y mal
llamado de policía es inexacta–. Es un creador de condiciones para garantizar la
eficiencia del mercado.

Es la organización encargada de generar las reglas y normas que dan cuerpo al


mercado como una institución social.
Para el estado gerencial los tiempos que corren exigen instituciones
extremadamente flexibles y adaptables, responsables ante sus clientes que
ofrezcan bienes y opciones de servicios no estandarizados y de gran calidad, que
gobiernen más por la persuasión y los incentivos que mediante órdenes y que
desarrollen en sus empleados un sentimiento de significado, de control e incluso
de pertenencia, que capaciten y autoricen a los ciudadanos antes que limitarse a
sus servicios. Desde el punto de vista gerencial, las recomendaciones de
descentralización y desconcentración se aúnan a las propuestas recientes de la
teoría administrativa, donde el des escalamiento de la economía, el énfasis en lo
pequeño y la organización atomizada constituye la preocupación fundamental.

3. estado cívico y gobernanza:

El estado cívico está asociado con la revaloración de la vida política en un mundo


cambiante y contradictorio (Prats i Catalá, 2007). Las alteraciones en sus
estructuras económicas, políticas y sociales se deben al impulso y consecuencia
del fenómeno de la globalización e integración, al discordante descuido o falta de
desarrollo de las regiones nacionales por el enfrentamiento del contexto
internacional.

Recuperar el pulso del estado cívico y fortalecerlo significa, entre otras cosas,
recuperar para el estado los principios de su funcionalidad básica que se expresa
adecuadamente en aquellos derechos primarios sobre los que se asienta nuestra
posibilidad de ser hombres en una legitimidad asistida por todos (Prats i Catalá,
2005). Entre ellos el derecho a la vida, a la seguridad de nuestra existencia y el
derecho a la salud. Que el bienestar sea una condición para el desarrollo personal,
como seres humanos en plenitud la reforma o modernización administrativa, así
como la innovación gubernamental y todo cambio organizacional pretenden la
conclusión de una serie de arreglos institucionales que permitan que los enfoques,
las tecnologías y procedimientos que emplea la administración pública enfrenten
los cambios recientes. En este sentido, la gobernanza se constituye hoy en día
como una alternativa para lograr la gobernabilidad a través de la revaloración de la
relación estado-sociedad civil como una explicación multidisciplinaria que desde
distintas perspectivas de las ciencias sociales intenta conectar varios elementos
que configuran la estabilidad política en un contexto complejo, y que además
pretende recuperar la nueva cuestión social de la gobernabilidad.

La gobernanza muestra bases fundacionales para reconstruir las redes o vínculos


esenciales que ligan a las instituciones con los ciudadanos. Es decir, presenta
condiciones para reconstruir la maltrecha relación entre la administración pública y
el republicanismo.

La gobernanza como articulación de lo político y lo administrativo, y como la


correlación entre lo central y lo periférico, ayuda a redimensionar y abordar los
asuntos públicos desde la óptica del consenso entre todos los involucrados en el
gobierno.

Prospectiva de la conciliación entre el estado y la administración pública.

Plantear que la búsqueda de una conciliación entre el estado y la administración


pública será dirigida a una conciliación entre las transformaciones institucionales
que van más allá del ajuste estructural u organizacional, la estabilidad
macroeconómica, la apertura comercial y la práctica de algunas privatizaciones,
en particular, a asignaciones más eficientes, a definiciones y garantías más
seguras de los derechos de propiedad y a un sistema legal fuerte y estable. El
curso de acción que marcará las tendencias de conciliación entre el estado y la
administración pública estará caracterizado por la capacidad que se posea para
diseñar los marcos reguladores y para construir y dirigir redes
interorganizacionales que consoliden espacios públicos.
LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS COMO ORGANIZACIONES
PECULIARES.
en la actualidad, las administraciones públicas no solo se caracterizan por
su contingencia, por su profesionalización, por su gran extensión o por su
fragmentación territorial y funcional, sino también por su “especificidad respecto a
las organizaciones privadas” (Baena, 2000: 27). Las diferencias entre las
organizaciones públicas y las privadas se pueden observar si se comparan las
siguientes dimensiones: fines, objetivos, ámbito de actuación, relaciones con el
poder político y consecuencias de la ineficacia e ineficiencia.

a) fines. Las administraciones públicas persiguen el “interés general”, frente a las


organizaciones privadas, cuya finalidad es lograr “intereses privados”.

b) objetivos. hoy en día, los objetivos de cualquier organización suelen ser


complejos. Esta complejidad resulta todavía más acusada en el caso de las
administraciones públicas, pues sus objetivos suelen ser ambiguos, al incluir
valores poliédricos, interrelacionados y de difícil medición (igualdad, libertad,
etc.). Las organizaciones privadas persiguen un objetivo específico y claramente
cuantificable: obtener un determinado nivel de beneficio económico.

c) ámbito de actuación. Las administraciones públicas no eligen su ámbito


de actuación porque este les viene definido estatutariamente y, además,
están obligadas a actuar con cierta equidad social. En sentido contrario, las
empresas privadas solo intervienen allí donde contemplan posibilidades de
beneficio.

d) relaciones con el poder político. Las organizaciones públicas se caracterizan


por su vinculación directa con el poder político, no solo por ser instrumentos a su
servicio, sino también porque los puestos del vértice superior de su estructura
jerárquica tienen un claro perfil político. En cambio, las empresas privadas
mantienen una relación indirecta como consecuencia de la influencia que la
autoridad política ejerce sobre los comportamientos y procesos de todas las
organizaciones.

e) consecuencias de la ineficacia e ineficiencia. Las empresas privadas


que no cumplen con sus objetivos y/o despilfarran sus recursos tienen un alto
riesgo de quiebra y, por lo tanto, tienden a desaparecer del mercado. en la misma
situación, las administraciones públicas suelen sobrevivir, aunque verán
dañada su legitimidad y valoración social, pudiendo poner en peligro la
estabilidad del sistema político.
LOS ENFOQUES DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS.
CONCEPTO Y FASES

Se puede decir que las ¨políticas¨ se ocupan de aquellas esferas consideradas


como ¨públicas¨ a diferencia de una lista parecida que se podría elaborar como
expresiones que implican la idea de lo ¨privado¨. La idea de las políticas públicas
presupone la existencia de una esfera o ámbito de la vida que no es privada o
puramente individual, sino colectiva lo público comprende aquella dimensión de la
actividad humana que cree que requiere la regulación o intervención
gubernamental o social, o por lo menos la adopción de medidas comunes.

El concepto de política pública ha sido ampliamente debatido en las ciencias


sociales. Las aportaciones desde diferentes perspectivas analíticas han sido
cruciales para llegar a un tipo de acuerdo tácito sobre su significado. Así, puede
afirmarse que las políticas públicas surgen para dar respuesta a los conflictos
sociales que se generan en el seno de las formaciones sociales. en este sentido,
las políticas públicas constituyen los espacios de gestión y de solución de aquellos
conflictos sociales que no pueden solventarse (ni total ni parcialmente) dentro de
la esfera del mercado privado y de otras esferas sociales públicas, como son las
instituciones religiosas y el tercer sector. Ante la insuficiencia de los mecanismos
de la sociedad civil para satisfacer demandas específicas para situaciones
conflictivas, el sector público interviene desde la esfera de la regulación político-
estatal y desde la intervención directa en la vida social.

Fases de las políticas públicas

Las diferentes fases en el ciclo operativo de una política pública siguen la


secuencia lógica anteriormente explicada, y cada una de ellas disfruta de una
serie de características específicas. Antes se ha adelantado que existen muchas
propuestas de estudio por parte de los politólogos en torno a la subdivisión de las
políticas en fases. Se ha optado por utilizar el modelo más común, que consiste en
distinguir las dos fases principales y una tercera de control de la siguiente manera:
- fase de formulación de la política pública, durante la cual se toman las macro-
decisiones sobre la caracterización de la misma.
- fase de implementación durante la cual se ejecuta la política pública y se toman
las micro decisiones que caracterizan finalmente a esta política.
- fase de evaluación de la política pública durante la cual se examina todo el
proceso anterior con el fin de redefinir los objetivos de la política pública y mejorar
el proceso de decisión para con la problemática social que la política en cuestión
quiere solucionar. Precisamente en lo que respecta a los resultados que genera la
política pública, es interesante ver a lo largo de su ciclo cómo los diferentes
estadios de la política pública son especificados y percibidos, tanto desde la
administración como desde la sociedad civil.
ANÁLISIS, IMPLEMENTACIÓN Y EJECUCIÓN.

ANÁLISIS.

Para lograr un análisis imparcial se puede mencionar que han existido dos
modelos:

Modelo racional. El modelo racional, de H. Simón (1916-2001), que consiste en


recoger informaciones e investigar de forma sistemática con el objeto de identificar
los problemas presentes o posibles. Definir todas las alternativas posibles para
enfrentar cada problema. Hacer un análisis omnicomprensivo de todas las
posibilidades alternativas y de sus consecuencias. No existe prácticamente una
política que parta de cero, casi todas en su inmensa mayoría ya han sido
planteadas con anterioridad por autoridades que han antecedido a quien ahora las
retoma. Sin embargo, cabe la posibilidad de generar alguna política innovadora o
totalmente nueva. El modelo anterior incentiva a la identificación de problemas en
búsqueda de soluciones, el punto de la discusión es quién identifica los problemas
a resolver.

Modelo incremental. Facilita y favorece la reforma y la modernización de


nuestras instituciones. La palanca de cambio en el funcionamiento de las
administraciones públicas reside en modernizar más que en reformar, en mejorar
internamente pero, sobre todo, en aumentar capacidad de servicio y respuesta al
ciudadano. La mejora de la gestión pública requiere que se preste atención al
interés público, entendido desde la más absoluta objetividad, a partir de la
institucionalización de intereses colectivos es un proceso inclusivo, de valores
compartidos que aseguren la cohesión social (Rohr, 1986). Sólo con procesos de
adopción de decisiones incrementales, puede conseguirse tal propósito.

El punto de partida de este análisis lo constituye la idea del esquema


“cíclico”. Que consiste en analizar los factores que inciden en el desarrollo de una
política a través de los diferentes estadios. Es decir, que algunas se retoman,
pidiéndolas actualizar algunos factores, no es raro ver ciertas políticas “retro”, que
estamos seguro que el lector podrá comparar la similitud que se tiene entre unas
del pasado y otras del presente.

Pallares sintetiza como los tres grandes momentos del proceso. “la formulación de
las políticas, la implementación o su proceso de aplicación práctica y la evaluación
de su rendimiento.”.

El análisis de las políticas públicas debe contar con estos objetivos

a) descubrir y seleccionar los objetivos que son de interés público.


b) utilizar los mejores medios para diseñar y optar entre alternativas que
permitan el logro de esos objetivos.

c) identificar mejores sistemas para comprobar que las alternativas


seleccionadas se llevan a la práctica de forma eficaz y eficiente

IMPLEMENTACIÓN.

El concepto de la implementación es introducido por Wildavsky y Pressman (1973)


con el fin de traducir la teoría en práctica y de ésta manera generar resultados.

Barret y Fudge (1981) consideran la implementación “como un continuo de


elaboración y acción en el cual tiene lugar un proceso negociador entre aquellos
que quieren llevar la política a la práctica y aquellos de los que depende la acción.”

Pero básicamente la implementación se lleva a cabo una vez que ya se tiene


todos los pasos anteriores hechos de manera correcta. Es aquí donde esperamos
resultados de todo aquello planeado en el papel.

En la fase de implementación de la política pública inicia la puesta en marcha del


plan de acción delineado en la etapa del diseño de política pública. Aquí se realiza
el proceso de presupuestación, la creación legal del programa, el entrenamiento
del equipo que lo llevará a cabo y la comunicación dentro de la agencia
implementadora, así como con la ciudadanía. Esta fase es crucial, ya que el
contenido y los posibles efectos de la política pública pueden ser modificados por
la forma en que ésta se pone en práctica (Hill y Hupe, 2002).
Un especialista en política pública debe responder al menos tres preguntas clave:

1. ¿cuál es la mejor forma de ejecutar una política pública?


2. ¿cómo planear y administrar los recursos para ejecutarla?
3. ¿cómo comunicar a la población la nueva política pública?

Existen tres formas de instrumentar una política pública: la primera se llama


directa, que es la que se lleva a cabo a través del aparato burocrático con sus
recursos y su personal; la segunda es la indirecta y se lleva a cabo a través de
una organización no gubernamental o una empresa privada y la tercera es cuando
hay una intervención público-privada.

Elementos que deberían tener las políticas públicas para ser implementadas

Como ya hemos mencionado al momento de implementar una política pública,


ésta puede llegar a fracasar por no tener una vinculación de tipo social o por un
mal diseño. Es por esto, que queremos mencionar aquellos elementos que pueden
mejorar la política antes de la implementación y después para sus correcciones:

Oportunidad

Que las personas accedan a los servicios que necesitan, cuando las necesitan (y
no, por ejemplo, luego de meses de espera como ocurre en los sistemas de salud
pública; o a cambio de largos viajes, como ocurre muchas veces en la educación
rural; o a cambio de un voto, como en muchos programas de asistencia social).

Se requiere una mayor agilidad en los resultados esperados en las políticas


públicas, la gente requiere ver que sus necesidades están siendo satisfechas.

Calidad

Que además de oportunos, las personas accedan a servicios que efectivamente


atiendan sus necesidades en la manera más adecuada, técnica y humanamente.

El hecho que una política sea implementada no quiere decir que ésta conlleve
calidad. Generar apaga fuegos como comúnmente se les llama a aquellas formas
de salir del paso, políticas del ahorita, etc. solamente traen mayores problemas en
el futuro, es por esto que se necesitan instrumentos que realmente contribuyan al
desarrollo humano y social.

Transparencia

Que las políticas públicas sean resultado de “reglas de juego” claras y aplicadas
por igual, sin preferencias, a toda la población a la que va dirigida.

Apropiación social.

Apropiación social significa la resolución de problemas concretos para la


transformación de la realidad.

Requerimos de políticas públicas congruentes a las necesidades, ya que en


ocasiones se instrumentan aquellas de difícil acceso y sabiendo de antemano que
no van a funcionar. Se llega a dar también que al querer resolver cierto problema,
por intentar argumentarlo demasiado terminamos generando otros o no plantear
ninguna solución.

La importancia del analista corresponde en darle el sentido actual y práctico a las


políticas, “traducirlas” por así decirlo y sobre todo estar conscientes que podrán
ser implementadas para generar resultados.
EJECUCIÓN

La ejecución de las políticas comprende el conjunto de actividades y procesos que


llevan a cabo las unidades administrativas para poner en práctica la decisión
pública adoptada. La implementación de la política es, pues, la secuencia
programada de acciones, dirigida a producir unos resultados definida a partir de
unos objetivos previos. En este sentido, la teoría clásica distingue dos modelos
analíticos diferentes en el estudio de la ejecución de las políticas públicas.
el primero de ellos, el modelo "Top-Down" (de arriba a abajo), considera que el
éxito en la ejecución de una política depende de: la correcta formulación de los
objetivos, pues si fortalecemos su coherencia en el diseño aseguramos su
cumplimiento efectivo; los recursos que se dediquen a ella, sobre todo en lo
relativo a la información disponible y a la profesionalidad de los empleados que
van a implementarlas; de la comunicación interadministrativa y de la capacidad de
controlar el proceso; y del ambiente exterior, referido a los intereses afectados que
quedan satisfechos, a la percepción ciudadana sobre el servicio que recibe, etc.
en este enfoque, lo importante es la relación de jerarquía que subsiste en las
organizaciones y, por tanto, puede ser un enfoque válido para implementar
políticas de tipo regulatorio, pues éstas vienen de arriba e imponen restricciones o
limitaciones al comportamiento de los ciudadanos, pero que cuentan con el apoyo
de éstos para regular su convivencia en sociedad.
El segundo de ellos, es el modelo "Botton-Up" (de abajo hacia arriba), parte de
una lógica más incremental que racionalista. De este modo, trata de analizar el
impacto de la ejecución de las políticas, consecuencia de los programas de
actuación que se llevan a cabo. Este enfoque resulta más coherente con la
realidad ya que las políticas no tienen un principio y un fin delimitado, sino que
están en un proceso constante de formulación, donde las decisiones nunca son
definitivas y constantemente se reasignan medios y se proponen nuevos objetivos.
Y esto se produce porque las acciones de gobierno necesitan recursos y éstos son
ilimitados, porque se extienden en el tiempo y requieres una movilización
constante de medios, porque continuamente se producen procesos de
negociación y de influencia recíproca, etc.
Ambas propuestas teóricas encuentran serias limitaciones a la hora de plasmarlas
en la realidad. Y cabe destacar que, para solventarlas y puesto que ahora cobra
más protagonismo otra serie de actores políticos en el proceso, se están
constituyendo redes de carácter multiforme, para ejecutar las políticas y los
programas públicos. Hasta el punto en el que para cada una de ellas persiste una
red específica de actuación, con capacidad de decisión y de movilización de
recursos.

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